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(*) Basado en charlas impartidas por monseñor José Ignacio Munilla, obispo de San Sebastián, con familias de la diócesis vasca, entre enero y marzo 2011 Siete claves del matrimonio y la familia cristiana (*)

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Page 1: (*) Basado en charlas impartidas por monseñor José Ignacio Munilla, obispo de San Sebastián, con familias de la diócesis vasca, entre enero y marzo 2011

(*) Basado en charlas impartidas por monseñor José Ignacio Munilla, obispo de San Sebastián, con familias de la diócesis vasca, entre enero y marzo 2011

Siete claves del

matrimonio y

la familia

cristiana(*)

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Importancia de la familia para la Iglesia

• No vamos a poder transmitir la fe a las nuevas generaciones si no contamos con la familia, como el lugar "natural" para la evangelización.

• Con la familia nos jugamos el futuro de la Iglesia y hasta de la misma sociedad. "En torno a la familia y a la vida se libra el principal combate por la dignidad del hombre" (Juan Pablo II).

• En las encuestas se valora mucho la familia; pero se va derivando hacia un concepto de familia "difuso": el lugar en que recibimos una acogida confortable, cómoda, el «lugar" en el que sentirse afectivamente a gusto.

• Queda muy en segundo lugar, el que es también el lugar de transmisión de los valores y de la educación moral. Se produce esta paradoja: la familia es muy valorada, pero al mismo tiempo está inmersa en una gran crisis moral.

• Prima la concepción autónoma del hombre; un hombre libre, independiente, que piensa: «A mí, que nadie me diga lo que tengo que hacer"; con una concepción de "liberación" en la que parece que el hombre más maduro es aquel que no depende de nadie. Una concepción de "autonomía" y de "libertad" que no se compagina fácilmente con la vocación de la familia.

• Es casi imposible transmitir la fe a una tercera generación, pasando por encima de la segunda. Los padres tienen la responsabilidad de no romper la cadena de trasmisión de la fe a las nuevas generaciones.

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• Nosotros creemos que el valor supremo no es tanto la independencia del hombre, cuanto su "comunión". El hombre maduro no es el más independiente o el más aislado frente a los demás, sino todo lo contrario.

• Los creyentes creemos además en un Dios que es Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Dios no es un ser individual, sino que es familia, y con este sello, con esta vocación de comunión nos ha creado a nosotros.

• La familia no es pues una construcción cultural, como dicen algunos, o una invención de las religiones, sino que, muy al contrario, es inherente a nosotros, porque hemos sido creados a imagen y semejanza de un Dios, que es familia.

• Éste es nuestro punto de partida: Nosotros, por creación, no somos meros "individuos« sino "personas" en comunión.

• Veamos siete claves, tal vez un poco desordenadas, que nos ayudarán a examinar la "salud" de nuestra vivencia familiar.

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• Principio básico: El matrimonio es una doble vocación:– Para la unión del hombre y la mujer, y también– Para la unión con Dios, al igual que lo es en el sacerdocio.

• La vida religiosa y el matrimonio suben a la misma meta. Son caminos de una vocación a la unión plena con Dios.

• Ambos caminos tienen riesgos distintos para olvidarnos de la meta a la que nos dirigimos:– En la familia: quedarse inmerso en las preocupaciones diarias (la hipoteca, el trabajo…). – Para los sacerdotes: vivir como una especie de "funcionarios acomodados", sin entregar

plenamente la vida, sin vivir enamorados de la vocación que Dios nos ha dado.

Ambas vocaciones se complementan entre si: La entrega plena y constante que exige la familia, estimula a los

sacerdotes a actuar con la misma generosidad en su servicio sacerdotal. Les recuerda que Dios también les ha pedido, a través del celibato, un corazón esponsal de plena entrega.

El contacto frecuente del sacerdote con Dios ha de servir a la familia para recordar que su camino es el de unión con Dios, y que no están únicamente para solucionar los muchos problemas de esta vida.

• Recordad: La familia es una vocación para llegar a Dios, para llegar al Cielo.

Clave 1. El sacramento del Matrimonio es un camino para la unión con Dios.

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• Cristo ha de ser nuestro modelo de amor. El matrimonio cristiano es amarse en Cristo: "Juan, ¿te entregas a Carmen como Cristo se entregó a su Iglesia?" Esto no es ninguna consideración poética: uno ama dependiendo de qué modelos, de qué referencias tenga.

• Nuestra "referencia" es Jesucristo, su estilo de amor, de entrega, de donación, de "amor crucificado".

• Esto nos permite superar el concepto de amor meramente "romántico" que existe en nuestra cultura, reducido a mera emotividad, confundido con impulsos y sentimientos superficiales. Éste que incluso justifica la infidelidad como que "tenemos que ser sinceros con nuestros sentimientos", el que con el paso de los años, afirma que se ha perdido la "chispa" del amor, y que, «en consecuencia», exige buscar "la química" en otro lado...

• La verdad antropológica del hombre y de la mujer: El amor afecta a lo emocional, pero lo supera.

Clave 2: El amor de Jesucristo.

• Esto es aplicable a todas las vocaciones: También un sacerdote a veces celebra la Misa lo hace sin la máxima emoción y sentimiento; y tiene muchos momentos de "sequedad" espiritual. La fe no debe confundirse con un mero sentimiento.

• En el amor "sentimiento" se esconde la inmadurez: En vez de ser la razón y la voluntad las que gobiernan nuestra vida, son más bien los sentimientos y las emociones los que nos acaban arrastrando.

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• Así por ejemplo, si nos sobrevienen sentimientos y emociones hacia otras personas, contradictorios con nuestro compromiso de vida, tendremos que saber decir:

"!Para el carro!, que esto que se me ha pasado por el corazón es totalmente contradictorio con la fidelidad a mi matrimonio (o la fidelidad al sacerdocio)".

• Esto no es "reprimir" nuestro mundo afectivo, sino "gobernarlo". Dicho de otra forma:

• No es sólo el amor el que hace durar el matrimonio. También es el matrimonio el que hace durar el amor.

• El amor matrimonial maduro no está desligado de los afectos y sentimientos. Por el contrario, la afectividad y la sexualidad han de estar educadas e integradas en la vocación al amor.

• Las crisis sobrevienen, y especialmente, en esos momentos es fundamental nuestro modelo y referencia de amor: Jesucristo. Ésta es la clave de los cristianos: el amor crucificado.

El hecho de estar casado, de haber tomado una "determinada determinación» de entregar la vida en el matrimonio preserva el amor, en las crisis que todos los matrimonios atraviesan.

AMAR NO ES SÓLO SENTIR AMAR ES "QUERER QUERER"

Alejandro Magno, en la conquista de Fenicia, ordenó: "!Quemad nuestras naves!" para evitar que los soldados hiciesen marcha atrás, y fue así como la conquistaron,…. Algo así pasa en el matrimonio.

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• Con frecuencia ocurre que, a pesar de querernos mucho, no sabemos expresarlo. Es como si hubiese reservado lo más amargo de mi carácter para "los de casa", a los que consideramos "conquistados", mientras que en la calle vamos haciéndonos los simpáticos..

• El mismo refranero refleja esta paradoja: "Donde hay confianza da asco". Y es que ¡Saber expresar bien lo que sentimos es todo un arte!

• Debemos aprender a expresar lo que pensamos, incluso unos de los otros, sabiendo elegir el momento para ello, intentando no ofendernos, con plena objetividad y con el único deseo de ayudarnos. Es algo arriesgado, porque si no se aborda de forma adecuada, puede hacer más mal que bien, pero la dificultad en la comunicación en la familia es una de las principales causas de las crisis y rupturas.

• La dificultad en comunicarse, combinada con el orgullo es una especie de "bomba" ¡El orgullo es la tumba de muchos matrimonios!

• Por tanto no sólo tenemos que querernos mucho, sino querernos bien. Tengamos en cuenta que la familia no sólo es la "escuela de todas las virtudes", sino también, "el escaparate de todos los defectos".

• Por ello, el mayor regalo que podemos hacer a la familia es la propia conversión. Es el mayor regalo que le puede hacer un padre a un hijo, un esposo a una esposa, unos hijos a una madre, es: Ofrecer por la familia la firme decisión y el empeño de la conversión personal.

Clave 3: La comunicación en el matrimonio

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• El matrimonio y la familia son un camino privilegiado para vivir lo que Cristo nos dijo: "El que busque su vida para sí la perderá, y el que la pierda por mí la encontrará".

• El nivel de donación puede ir a más o a menos revoluciones, por lo que conviene hacer periódicamente una revisión de la "salud" y de la "calidad" de este "motor de la vida".

• La vocación familiar sana el egocentrismo, el “mirarse siempre el ombligo”. Permite hacer de nuestra vida una donación generosa para los demás, sin tan siquiera percatarse de ello. Es terapia no sólo para los mayores sino también para los hijos, cuando crecen con la experiencia de compartirlo todo en familia, y de forma especial en las numerosas.

En la familia se es capaz de hacer cosas heroicas, que hechas por otros serían de "santo de canonizar«. Saca lo mejor de nosotros, sin que "tu mano derecha sepa lo que hace la izquierda".

Clave 4: La donación dentro de la familia

• La secularización ha relajado el nivel de la entrega generosa a la pareja y a los hijos: "Ahora toca disfrutar de la vida, más adelante tendremos los hijos" -dicen algunos- que por contra tuvieron unos padres con un concepto de felicidad basada en la entrega, y felices por estar olvidados de sí mismos.

• La baja natalidad obedece no sólo a factores coyunturales sino a razones morales y espirituales. Paradójicamente, es baja cuando la economía va boyante. Ser padres choca con la menor capacidad de entrega y del olvido de nosotros mismos.

La entrega en cualquier vocación, del matrimonio o en la vida religiosa, lleva consigo la felicidad del que la practica

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• Las familias se han ido aislando en su núcleo (matrimonio e hijos). Antes era mas amplia (tíos, primos, abuelos, etc.), eran frecuentes los encuentros familiares... Esto conlleva una gran pobreza y está muy en la línea de la cultura individualista.

• La familia "nuclear" está ligada a un concepto de amor a nuestra propia "carne". Por los hijos hacemos lo que sea, pero nos sentimos lejos del resto de la familia. "El mes pasado fuimos a casa de tu madre; ahora nos toca con la mía",... Estos forcejeos son señal de un amor egoísta y que algo falla. Suele acabar en un "pacto de egoísmos", reduciéndose la relación con la familia extensa, o en un reparto entre "los míos y los tuyos".

• Los vínculos del amor deben superar todo esto, abriéndose, y enriqueciéndose con la familia extensa, como una consecuencia de las palabras del Génesis: "Ya no serán dos, sino una sola carne". Solamente en esa unión de corazones se puede vivir la familia extensa como un gran regalo: "Tu padre es también el mío, mi madre es la tuya, y tu hermano es el mío".

• Los abuelos, merecen mención aparte, por el gran apoyo que están suponiendo en este momento a las familias. Pero existen dos tipos de riesgos contrapuestos:

o Pedirles un apoyo excesivo, "escaqueándonos" de lo que debiéramos aportar a los hijos. Si la formación religiosa se apoya sólo en los abuelos, los niños terminarán por decir: "Esto de la fe debe ser cosa de viejos, porque los padres se dedican a las cosas verdaderas de la vida: profesión, ganar dinero, …"

o Cuando existen malas relaciones con la familia extensa, los niños suelen perder la riqueza educacional de los abuelos. "Dile a tu madre que aquí no entra si no estamos, y que avise si va a venir".

Clave 5: La familia extensa vs. la familia nuclear

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• No se refiere a la polémica absurda de si manda el hombre o la mujer, sino a que exista un liderazgo espiritual coherente y coordinado entre el padre y la madre, hoy en crisis.

• El amor carnal nos suele llevar a entregarnos de una forma muy instintiva: "Yo por mis hijos hago lo que sea, si hace falta doy la vida, voy donde sea...". Sí, pero puede ocurrir que esto se compagine con la indiferencia o la omisión hacia los demás. A veces diferenciamos tanto el amor a nuestros hijos del resto de los mortales, que hasta parece que los contraponemos.

• De este grave error del «amor carnal» nacen muchas consecuencias negativas: El amor a los hijos es posesivo, se les consiente en exceso, se les justifica siempre incondicionalmente, incluso considerando un ataque a cualquier corrección que alguien haga a nuestros hijos . Se intenta evitar a cualquier precio el sufrimiento y la experiencia de la cruz... Un "amor maternal muy carnal" que hace mucho daño, porque no ama bien. ¡Qué gran lección puede dar una madre a su hijo cuando le enseña

a compartir su amor con el prójimo!. Es la mejor lección de justicia que podemos recibir desde pequeños! Se trata del "liderazgo espiritual de la madre"

• Existe una crisis de liderazgo espiritual paterno, de transmisión de valores, con el riesgo de que el padre se ausente y delegue totalmente en la mujer la educación de los hijos. Un modelo que se repite es el de una madre súper protectora, con un amor muy posesivo, combinado con un padre más bien ausente, lo que suele derivar en una grave crisis de identidad en los hijos.

Clave 6. El liderazgo de la maternidad espiritual y la paternidad espiritual

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• En el modelo educativo que transmitimos a los hijos en la familia cristiana, en la parroquia, y en la escuela, existe el riesgo de no poner a Jesucristo, al conocimiento y al amor de Dios, como clave central de la educación cristiana, reduciéndola a una serie de valores morales: buenos modales, solidaridad, sinceridad, etc.

• Llama la atención que a pesar del abandono de la práctica religiosa de muchas familias, no han disminuido los alumnos de la escuela católica, incluso de padres no creyentes. ¿Por qué?

• Porque existe una comprensión de la educación reducida a una dimensión moral o ética de la misma, y no tanto religiosa. Se busca en la educación cristiana de "campana de cristal" que proteja a nuestros hijos de los males. "Vamos a llevar a nuestros hijos a los frailes para que les eduquen. Con ellos no aprenderán cosas malas..." "Tú, hijo, vete al colegio de frailes, y coge lo bueno. Luego, el día de mañana, si no tienes fe, no pasa nada, pues lo importante es que hayas aprendido algo y seas buena persona".

• Más o menos, esto es lo que está en el ambiente; se utiliza la Iglesia como un simple medio de protección frente a los males morales, sin acoger su mensaje de fe. Es una manipulación que pretende reducir la religión católica a su dimensión ética, olvidando que se trata del camino para el encuentro con Jesucristo. Y eso, además de ser una manipulación, no funciona.

Clave 7. Educación Cristocéntrica

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La caza del zorro puede ayudarnos a comprenderlo. Salen unos 20 o 30 perros, con los cazadores a caballo, y se suelta el zorro. Todos empiezan a perseguirlo. Pero pasan las horas y los perros se van cansando; se van “descolgando” y al final, sólo unos pocos alcanzan al zorro. ¿Por qué? ¿Eran los más jóvenes o los mejor entrenados?:

No. Los que lo alcanzan es porque habían visto al zorro al principio y los demás no. La jauría corría porque veía correr, ladraba porque veía ladrar. Conforme se alarga la carrera, van dejando de correr . Una carrera larga, sin haber visto nada, es muy costosa. Algo así pasa en la vida cristiana.

La educación no puede estar meramente centrada en la moral, sino en Jesucristo, haciendo de Él el centro y el modelo de vida.

• No pretendamos dar a nuestros hijos una educación moral cristiana, diciéndoles lo que deben y lo que no deben hacer, sin que al mismo tiempo les conduzcamos a la relación personal e íntima con Jesucristo, o sin conocer y amar a María, su Madre. Llegará un momento en que dirán: "Oye tú, que es más fácil dejarse llevar en la vida, entrar por la puerta ancha que por la estrecha".

• Parece obvio que el centro del cristianismo es Jesucristo, pero muchas veces si preguntas a jóvenes cristianos, qué es el cristianismo, te responden: "¿El cristianismo? Eso: compartir, ser buena persona, …". Han recibido un concepto de cristianismo reducido a un barniz ético, sin tener en realidad una experiencia de lo que es la relación con Cristo, ni de su amor.

Concluyamos así con la 7ª clave: La centralidad de Jesucristo: su persona, su vida, su Redención y su entrega.

• Los hijos difícilmente se identificarán con unos valores morales cristianos, si no han conocido y se han dejado atraer por la persona de Jesucristo.