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Sin embargo, es necesario precisar que si la evolución es obra de leyes naturales, el ser humano tiene aptitudes para convertir el lógico desenvolvimiento de la sociedad en una evolución creadora; pero esto esta marginado de las dispo- siciones de un gobernante obligado a contemporizar con el mundo que gobierna, y por lo mismo su voluntad y propó- sitos se hayan subordinado a las circunstancias.

Así, es dable decir que si no corresponde al período de Santa Anna el desarrollo que alcanzó México a la mitad de la centuria pasada, sí lo prohijó hasta hacerlo sensible a la comunidad mexicana. Santa Anna, envuelto en el manto del mesianismo, poseía la virtud de hacer estremecer al prójimo, ya para bien, ya para mal. Su carisma asociado a su deli- rante imaginación, lo hacía hombre de tantos recursos que no escaseaban en él las aptitudes para llevar al país a las empresas originadas por su ingenio: ahora que por ser atro- pellado en sus actividades hizo que éstas no fuesen tan pre- ciadas como quería. De aquí que su vida así como tuvo ho- ras de irradiar venturas, también pasó por el camino de los descensos, con lo cual se cubrió de negaciones.

Los días que precedieron al presidenciado de Santa Anna fueron de alientos sociales que mucho influyeron en la áni- ma del general cuando éste llegó al país después de cinco años de destierro voluntario.

En efecto, no sólo se registró la formación de una clase social, no tanto por conciencia cuanto debido a la evolución económica, sino que el artesanado empezó a transformarse con conocimiento de causa 2633; y esto sin la intrusión de las idealizaciones monárquicas del conservadurismo ni el ejer- cicio pragmático de la democracia del liberalismo puro.

Nació al mismo tiempo el Reglarnenfo para criados dos- mésticos que tiene los visos de ser la primera ley republi- cana del trabajo: aunque no se hizo tal ley para la protec-

'Representación de artesanos" en El Constitucional, Méx., 29 oct.. 1851

ción sino para la obligación, significando de todas maneras un progreso social 2634.

Mayor valimiento social tuvieron los trabajos en Aguas- calientes de don José Ma. Chávez. Allí. en Aguascalientes, el señor Chávez fundó una comunidad obrera llamada El

' S

Esfuerzo, donde había talleres de carpintería, carrocería, fragua, pintorería, estampado, plomería y cobrería, talabar- tería, fundería de hierro, imprenta, litografía, fotografía, en- cuadernacion" 2635.

Aguascalientes era hacia esos días del 1835 "un foco de luz" 2636. Una sociedad literaria llamada E l Crepúsculo cons- tituía el centro de la inspiración de la juventud aguascalen- tense. De tal agrupamiento salieron Esteban Avilés, Mar- tín W. Chávez, Jesús R. Macías2637. Al mismo estaba in- corporado don José Ma. Chávez.

A tal grupo se debieron las publicaciones periódicas E l ' 2

Artesano y El Progresista, que se ocupaban de las clases pobres y de sostener los principios de una reforma justa e inevitable" del proletariado 2638.

No conozco esos periódicos sino por referencia: tampoco es posible decir si Chávez o la sociedad El Crepúsculo, co- rrespondían a alguna doctrina social europea. Todo se es- conde en el desdén nacional para las ideas de otros países. Don Jorge Flores Díaz cree en el pensamiento socialista y revolucionario del grupo aguascalentense 2639. Don Alejan-

, L dro Topete del Valle sólo lo considera eminentísimo libe- ral" 2640. Don Ezequiel A. Chávez lo presenta como "pro- tector de los obreros" 2"'.

Ahora bien: la vida de los trabajadores dentro de E l Es- fuerzo tenía un sentido comunal, y esto pudo ser influencia

2631 Miguel Ma. de Azcárate. Reglamento para criados domésticos, Mev., 1852 2835 Garcia Cubas, Diccionario, 11. 450452 2838 Ibidem 2637 Máximo Parada (Jorge Flores Diaz). "Ley Agraria" en El Sol, Méx.. 2

i ~ n i n . 1971 - - . - 2638 Apud Gareia Cubas 3839 Apud Flores Diaz 2810 Vide, A. Topete del Valle. y Otros. Primer Centenario, Méx.. 1864 2641 Ezequiel A. Chávez, Biografía, Aguascalientes. 1905

de las ideas, ya de don Francisco Severo Maldonado, ya de Michel Chevalier, quien pasó una temporada en Aguasca- lientes, ya de las doctrinas de Fourier que eran bien cono- cidas en México 2642.

De otra índole, aunque llevado a elevar el principio de asociación en la república, fue el permiso a la compañía de seguros mutuos sobre la vida, cuya matriz se hallaba en Cu- ba para operar en el país 2643; y acercándose a la doctrina de la seguridad social estuvo la fundación del llamado Monte- pío de las oficinas, cuyos estatutos establecieron el servicio de pensionistas 2644.

Estos fenómenos sociales se observaron en la república entre tanto se acrecentaba el número de gente rica y aumen- taba el volumen de fincas rústicas y urbanas. De aquéllas había en el país trece mil, con un valor de setecientos veinte millones de pesos, en tanto las urbanas lo tenían de seiscien- tos treinta millones 2645.

Las fortunas personales formaron el mundo capitalista mexicano. Don José Ma. Flores poseía propiedades valua- das en setecientos sesenticuatro mil pesos 2646. Un pleito en- tre los ingleses Manning y Mackintosh, socios de la compa- ñía del Tabaco, reveló que ambos poseían cerca de un millón de pesos, aunque debían seiscientos mi1 2647.

Cuando la casa de Guillermo Drusina, asociada a Roth- schild, se presentó en quiebra, se halló que sus principales socios en México eran los hermanos Muriel, Agustín Loshe, S. Hargous y Manuel Eguía 2648.

Don Manuel Olasarraga pagó doscientos cincuenta mil pesos por la fábrica La Escoba, de Guadalajara2649: y for-

""1 Haro y Tamariz. ob. cit.. p. 27 "43 Ministerio de Fomento. Decreto. Mér., 26 julio, 1855 "'4' Secretaria de Hacienda. Decreto, Méu.. 26 julio, 1855 ~ i i ~ . ~ , Almonte, ob. cit., 484 '('M; Testamento, Méx., 1850. Prot. Cueva, Z9 tomo. f . 144 y SS.: Cuerpo de

bienes. - f. 819 ";*? Venta, Méx., 1850. Prot. Cueva, f . 5 1 v y ss. Ms. Arch. Notarias

Transacción. Méx,, 1851. Prot. Cueva. f . 894 u y SS.: f. 842 y ss. ";*!J Cesión, Méx., 1853. Prot. Ciieva. f. 381 u y SS. Mss. Arch. Notarias

tunas crecientes eran la de don Eustaquio Barron 2650, Ma- nuel Lizardi 2651. Cayetano Rubio 2652 y doña Victoria Rul 2653: y esto mientras iban decayendo las capellanías y mino- rando los préstamos de conventos.

Pero no por esto disminuyeron los créditos. Don Jorge Luis Hammeken adquirió sólo con créditos de particulares las fábricas de papel de San Antonio y Peña Pobre2654. Con créditos fue instalada la fábrica de puros. cigarros y rapé con la maquinaria inventada por don Juan N. Adorno. quien viajó a Europa para que allá construyeran los apara- tos de cernido y corte 2655.

Los progresos de la manufactura en México hizo que 4 , bien pudiesen los muebles y carruajes" de fabricación me- xicana, competir "con los de París y Londres"26M. Las factorías de vidrio hacían "capelos, bombillas, botellas" 2657. Existían en el país ocho fábricas de papel y cuarentiséis eran

4.

las principales de textiles movidas por maquinaria de va- por" 2658.

La producción de hilados y tejidos en el país, durante 1852, ascendió a siete millones doscientos setenticuatro mil libras de hilaza y ochocientos setenticinco mil piezas de manta 2659.

Sumaban los establecimientos textiles en la república en 1 8 5 0 , cincuenticinco, con una inversión de cincuentiocho mi- llones de pesos, y daban ocupación a doscientos catorce mil quinientas personas 2660.

En cambio la minería siguió paralizada en detrimento de los trabajadores. Las empresas de minas hipotecaron sus

Prot Cueva. 1853. Mss. Arch. Notarias Avio. Méx., 1852. Prot. Cueva. Mas. Notarias Prot. Cueva, Méx.. 1852 Prot. Cueva, Méx. . 1855 Fianza. Méx.. 13 marzo, 1851. Prot. Cueva. f. 211 y u. Compañia. Méx.. 1855. Prot. Cueva, f. 205 y as. Jesús Hermosa. Manual, Méx., 1857. p. 45 Ibidem. 46 lbidem Secretaria de Fomento, Memoria, Méx.. 1853 "Valuaci0n Industrial". en El Universal, Méx., 6 oct.. 1850

barras, y cada barra comprendía dos acciones 2M1. Sin em- bargo, continuaron los ensueños mineros y se pretendió que los ahorradores suscribieran un fo~ido de cuatrocientos mil pesos 2662. Los aviadores, extranjeros en su mayoría, tam- bién quisieron abrir una suscripción popular para seguir el laboreo de minerales 2663. Pretendióse igualmente que los trabajadores mineros restablecieran los bancos de cambio, para llevar a cabo, como en el virreinato. el trueque de azo- gue por minerales 2664.

La hacienda siguió creciendo en extensión y producción: ahora que simultáneamente empezó la emigración mexicana a Estados Unidos. Sólo en en el año del 1850, salieron por los puertos fronterizos de Sonora, con destino a California, ocho mil cuatrocientos veintiún adultos y trescientas muje- res y niños 2"5.

En esos mismos días comenzó la emigración del peso me- xicano. Esa moneda la enviaban a China. Llamábase al peso de plata, que no tenía una ley uniforme aunque se le consi- deraba de 865, peso republicano. Llevaba en un lado el

' S águila de frente con las alas abiertas. En el reverso el go- rro de la libertad entre ráfagas de luz". En China apellidá- ronlo Kaou Tsien 266.

Muy precisa fue la evolucibn mercantil. Había en la ciu- dad de México sesentisiete almacenes, setentinueve cajones de roaa, cincuentisiete sederías, treinticinco mercerías. nue- ve cristalerías. doscientas cincuentiséis tiendas de abarro- tes, trece librerías, doce imprentas, nueve hoteles, veinte me- sones. quince fondas, cinco cafés, ciento cinco casas de em- peño y tres plomerías 2667.

Anóninio. Escritura de Avio, Méx . 1850; Cf. José Hilario Elguero. Alegato sobre trasnaso. Méx. 1852; Manuel de Castañeda. Alegato de buena orueba. Méx., 1853 Anónimo, Suscricibn u irn fondo, M&.. 1851 Neyociacilin de Minas, Méx., 1855 Representación de los Mineros. Parral, 16 mayo, 1851. Ed. México "Estadistica de Sonora" en Periódico Oficial de Chihziahua, cit., par El Uniuersai, Méx.. 24 junio. 1851 Manuel Cervantes. La Moneda en México. Méx.. 1954. p. 47 Mariano Galván, Giiia de Forasteros, Méx.. 1854. p. 287 y ss.

Existían ochocientos cuarentisiete aguadores, noventicua- tro billeteros, mil seiscientos cargadores, mil criados domés- ticos, cuatro mil doscientas cincuentiuna criadas y quince evangelistas 2668.

Contábase en la población de la ciudad de México a cin- co mil cuatrocientos doce extranjeros, de los cuales tres mil cuarentisiete eran españoles; ochocientos tres. franceses: qui- nientos cuatro, ingleses; cuatrocientos dieciséis alemanes y los restantes estaban repartidos entre noramericanos, ita- lianos, suizos y de otras nacionalidades2669. Estos foraste- ros se dedicaban, los más, al comercio y gozaban de todo género de consideraciones; también de prerrogativas 2670.

Siete ciudades tenían más de veinticinco mil habitantes: Aguascalientes. Guanajuato, Guadalajara, Oaxaca, Puebla, Colima y la capital de la república, lo cual enseñaba cuán dispersa estaba la población nacional. Así, en Baja Califor- nia no se contaba una persona por legua cuadrada, mien- tras en Sonora eran ocho, diez en Coahuila, once en Chi- huahua, veinticinco en Tamaulipas e igual número en Du- rango 2671.

Ahora bien: no sólo para llevar un censo d e personas, fin- cas, giros mercantiles e industriales. sino a fin de hacer más preciso y equitativo el régimen impositivo, el presidente San- ta Anna ordenó, mediante una especificada reglamentación, la forma de llevar a cabo lo que se llamó ernpadr~n~arnien- to 2672.

Entre tanto, la ciudad de México cambiaba de fisonomía. Los arroyos, canales y zanjas al sur y oriente iban desapa- reciendo. La limpia fue obligatoria para la población 2673. El alumbrado público d e gas, instalado por don Alfredo Bablot dio otro aspecto a las calles céntricas2674. La calle

2688 Almonte. ob. cit.. 487

.... 2672 A. López 2013 Ministerio 2674 Ministerio de ~amento ; ~ i r c u l a ~ , 1' fbro.. 1854

Rosales, abierta en 1794, para comunicar el norte de la ca- pital con el Paseo de Bucareli, que estaba abandonada y que durante las épocas de lluvias se convertía en laguna y en el invierno se cubría con chinampas, se pobló de hermo- sos inmuebles entre 1851 y 1854. Allí estaba el barrio nue- vo, rematado con la plaza de toros y la estatua ecuestre de Carlos IV. La plaza de toros ocupaba el lugar donde hoy se halla el edificio de la Lotería Nacional 2675.

Las construcciones en la calle Rosales fueron la primera señal de la evolución urbana: y en enero del 1855 se auto- rizó a don José Salazar Ilarregui para que fraccionara y construyese casas, que estarían diez años exentas de im- puestos. La urbanización se llevó a cabo en la hacienda Ila- mada Becerra, que colindaba con Tacubaya2676.

El Ayuntamiento no sólo vendió solares en la calle Ro- sales sino también donde iban abriéndose nuevas arterias, pues el centro de la ciudad, que comprendía dentro de lo que es hoy San Juan de Letrán a la Plaza de la Constitu- ción: de la calle Tacuba a la 16 de Septiembre, estaba ocu- pado, en gran parte, por edificios religiosos, y estos iban desapareciendo 2677.

Presentaba la capital hacia 1854 aspecto de mucha soli- dez debido a sus buenas construcciones, y era visible que pretendía embellecer 2678, pues la fabricación de inmuebles avanzaba por la calle Rosales y la hoy avenida Juárez. Para la construcción de fincas era indispensable obtener la licen- cia de la secretaría de Fomento que daba los alineamientos. Además, los vlanos de las nuevas construcciones tenían aue ser sometidos a la consideración del "arquitecto de la ciu- dad". Por último, para la seguridad de los transeúntes, el

6 , Gobierno exigía tapiales fijos" 2679.

'"7:' Marroquí. 111. 662. 663 '"7". Velárqueí de León. a José Salazar Ilarrequi. Méx., 20 enero. 1855. Cop.

Fotostática '"7 Garcia Cubas. 109-165 '"8 Just Gerard. Excusion d'un touriste, Tours, 1859, p. 49 "'7' A. Lóper de Santa Anna. Decreto. Mér.. 14 abril. 1855

Todos esos esfuerzos de la autoridad para hacer más se- guras las vías de comunicación parecía naufragar con el aumento de la delincuencia. La vieja blancura de la capital empezó oscurecerse después de la guerra de Estados Uni- dos, cuando se desarrolló como verdadera peste el secues- tro de niños 2680.

Pero lo más amargo de esos días eran los asaltos y robos en los caminos de rueda 2681: y no podía hallarse remedio. Las pequeñas bandas de malchechores surgían por todos la- dos. A este fin, el presidente Santa Anna dictó en 1853 una ley para el arreglo de la administración de justicia en los tribunales y juzgados del fuero común2682, y una segunda ley a fin de hacer efectiva la responsabilidad de los jue- ces 2683.

La Suprema Corte de Justicia estaba compuesta de once ministros distribuidos en tres salas. Seguían a la corte ocho tribunales de circuito y veintiún juzgados de distrito, con todo lo cual el aparato de justicia iba acercando a la repú- blica al principio de autoridad 2684.

Esta función judicial significaba el esfuerzo que hacía el Gobierno tanto para nivelar las funciones del Estado a la evolución natural del país, como a fin de procurar el respeto a la autoridad y con ello el embarnecimiento del Estado.

Para los dos últimos capítulos se hizo necesario vencer la sicología popular que estaba más arraigada y tenía mayor poder que los negocios políticos, económicos y religiosos. Y esa condición sicológica se presentaba con las caracterís- ticas de lo que no se tuerce ni se convence con leyes y de- cretos: tampoco con palabras ni con arreos. Menos con hom- bres o partidos.

En los días anteriores a la guerra de Estados Unidos, la figura carismática de don Antonio López de Santa Anna

2680 Miguel Ma. Azcárate. Decreto, Méx.. 7 iulio, 1851 2681 Cf, Felipe Texeidor. Viajeros mexicanos, M&., 1839 2882 Ley para el arreglo, Méx.. 1853 2@83 Ley para hacer efectivo, M é x . . 1854 zns* Almonte, 52-64

constituyó un agente importante para penetrar en el poder popular que es la sicología; pero los fracasos bélicos de San- ta Anna, decayeron todas las simpatías cautivadoras del caudillo. Desde entonces, y sólo desde entonces, el mesia- nismo del general Santa Anna fue visto con desdén por el pueblo mexicano.

Si a la hora de la guerra Santa Anna advierte sus inepti- tudes de general y sólo conserva su posición de presidente de la república y da calor y abrigo a la juventud nacional, aun cuando no hubiese sido vencedor, absorbe parte de las responsabilidades -explicables unas y otras carentes de razón por su carácter político- que cayeron sobre él tanto como Presidente y general en jefe del ejército.

El propósito, aunque patriótico, del Presidente general dc querer abrazar todas las funciones, cuando estaba circun- dado de connacionales deseosos de combatir al invasor fue la causa de que se le hiciera culpable, aunque superficial- mente, de los fracasos guerreros. De otra manera, con el prestigio de que gozaba -tan elocuente así que la república lo tuvo por años como su salvador- hubiese sido para siem- pre el caudillo inteligente y hábil que había en él.

No se puede decir lo mismo del Santa Anna de la tras- guerra; pues su vuelta al país en el 1853, ya no fue produc- to de su popularidad sino que estuvo movida por el interés de un partido que vio en don Antonio la posibilidad de un acercamiento a la monarquía o a la monarquia misma.

Esto no obstante, el presidenciado del 1853 al 1855 sirvió a los basamentos del Estado. Santa Anna, marginando su mesianismo. sólo proyectó el vigor y la dilatación de la au- toridad.

Hacía tales días Santa Anna pasaba de la edad de se- senta años. Su carismática figura razaba el ocaso, y ya no se hacía obedecer tan fácilmente. Fue así como advirtió que la obsecuencia al Estado no era resultado de lo paternal an- tes sí de la violencia. De esta suerte empezó a aplicarla, pero era demasiado generoso para llevarla a los extremos.

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