Σώμα & Σήμα pedro mena bermúdez

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σώμα & σήμα pedro mena bermúdez Y el hecho es que nadie, hasta ahora, ha determinado lo que puede el cuerpo. B. Spinoza, (Ética, parte III, proposición II, escolio.) Introducción (de bulto) Comienzo este escrito borrando la primera línea. Sí, la he borrado con la gomita del lápiz que sujeta mi mano. Tenía años que no experimentaba escribir con un lápiz; veo como la punta de grafito se achata ligeramente, escucho el sonido de la fricción de esa punta mientras surca la hoja de papel bond sobre la que van quedando estás letras. De hecho, sucede que entre palabra y palabra voy tachándolas y caigo en cuenta que no es necesario tachar, tengo una gomita que borra aquello destinado a ser suprimido. Veo la hoja, las letras que van formando palabras, luego enunciados y no hay tachones sino borrones, rastros de una y otra palabras decoloradas que hacen de sombra a las palabras, a los enunciados elegidos. Un juego de claroscuros va formándose en esta hoja, lo que, al margen de lo escrito, me resulta sutilmente bello, evocando aquel ensayo de Junichirò Tanizaki (El elogio de la sombra) donde reflexiona acerca de lo sucio, de los efectos de desgaste y moteado de los objetos como ingrediente de lo bello. Caray, el recuerdo de mis tareas en la primaria me resulta ahora enternecedor. Ahora las letras son menos estilizadas, las líneas que las conforman se han engrosado, a la vez que son más pálidas. Me tienta la idea de sacarle punta al lápiz pero desisto de ello. Quiero sentir que estoy escribiendo, alertar mis sentidos sobre ésta acción. Mi olfato alcanza a percibir el olor de la madera y el barniz del lápiz DIXON Ticonderoga HB2. De alguna manera siento placer en las yemas de mis dedos al tocar ese cilindro hexagonal, y ya en materia de sentires, no opongo resistencia en degustar el sabor de su gomita, de la laminilla que la sujeta, de la madera barnizada y del grafito achatado. Vuelvo a la hoja con lápiz en mano, caigo en cuenta que he tachado más de alguna palabra y borro eso tachado con la gomita; se trata de escribir y borrar, de experimentar aquello que en la infancia me resultaba enojoso y ahora, al percatarme de mi torpeza, me alegra. Respiro, escribo, borro. Mi cuerpo se mueve, colateralmente me he rascado la cabeza en repetidas ocasiones, al igual que he mordido mis uñas con angustia, he fumado más de un par de cigarrillos, bebido café, frotado mis ojos, incluso ahora me doy cuenta que tengo por oficina el jardín de San Juan del Coecillo y que el escritorio son mis piernas cruzadas, además mi trasero padece las horas que llevo sentado. Por cierto, este último comentario me recuerda el pequeño libelo “Breve historia del culo”, del francés Jean-Luc Henning donde, pese a su tono libérrimo y dispersión temática, se aborda esta parte de la anatomía humana con algunos de sus significados culturales que van de la poesía erótica a la tortura. He puesto alertas mis cinco sentidos sobre el acto de escribir. Por ahora, en mi cuerpo (Soma/Sema 1 ), se ha conjugado sentir que escribo con sentir lo que escribo. Sin abstraer esta experiencia, mía, de mi cuerpo, me percato de mi estado anímico, del torrente de emociones manifestadas que van de la inseguridad (tachar y borrar palabras a falta de tino, de hábito), a la 1 La palabra “cuerpo”, definida por Platón en el Cratilo o del lenguaje (400 c), tiene dos significados: 1) Soma (σώμα), ser el portador o guardador del alma, esta definición es prestada de la tradición órfica; y 2) Sema (σήμα), supone que el cuerpo es el medio por el cual el alma expresa todo lo que quiere decir. También Soma está en relación con el verbo sōizō y, originariamente, parece que significa «cadáver», i. e., «lo que se recobra» después de un combate. Soma” se conserva en la terminología médica actual y en las ciencias deportivas al referir a cuestiones somáticas, somatotipos, etc.; mientras que Sema, cimienta palabras como semántica y vocablos como sentido, significado, semiosis, significante, significación.

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Ensayo sobre literatura del cuerpo

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σώμα & σήμα

pedro mena bermúdez

Y el hecho es que nadie, hasta ahora, ha determinado lo que puede el cuerpo.

B. Spinoza, (Ética, parte III, proposición II, escolio.)

Introducción (de bulto)

Comienzo este escrito borrando la primera línea. Sí, la he borrado con la gomita del lápiz que sujeta mi mano. Tenía años que no experimentaba escribir con un lápiz; veo como la punta de grafito se achata ligeramente, escucho el sonido de la fricción de esa punta mientras surca la hoja de papel bond sobre la que van quedando estás letras. De hecho, sucede que entre palabra y palabra voy tachándolas y caigo en cuenta que no es necesario tachar, tengo una gomita que borra aquello destinado a ser suprimido. Veo la hoja, las letras que van formando palabras, luego enunciados y no hay tachones sino borrones, rastros de una y otra palabras decoloradas que hacen de sombra a las palabras, a los enunciados elegidos. Un juego de claroscuros va formándose en esta hoja, lo que, al margen de lo escrito, me resulta sutilmente bello, evocando aquel ensayo de Junichirò Tanizaki (El elogio de la sombra) donde reflexiona acerca de lo sucio, de los efectos de desgaste y moteado de los objetos como ingrediente de lo bello. Caray, el recuerdo de mis tareas en la primaria me resulta ahora enternecedor.

Ahora las letras son menos estilizadas, las líneas que las conforman se han engrosado, a la vez que son más pálidas. Me tienta la idea de sacarle punta al lápiz pero desisto de ello. Quiero sentir que estoy escribiendo, alertar mis sentidos sobre ésta acción. Mi olfato alcanza a percibir el olor de la madera y el barniz del lápiz DIXON Ticonderoga HB2. De alguna manera siento placer en las yemas de mis dedos al tocar ese cilindro hexagonal, y ya en materia de sentires, no opongo resistencia en degustar el sabor de su gomita, de la laminilla que la sujeta, de la madera barnizada y del grafito achatado. Vuelvo a la hoja con lápiz en mano, caigo en cuenta que he tachado más de alguna palabra y borro eso tachado con la gomita; se trata de escribir y borrar, de experimentar aquello que en la infancia me resultaba enojoso y ahora, al percatarme de mi torpeza, me alegra.

Respiro, escribo, borro. Mi cuerpo se mueve, colateralmente me he rascado la cabeza en repetidas ocasiones, al igual que he mordido mis uñas con angustia, he fumado más de un par de cigarrillos, bebido café, frotado mis ojos, incluso ahora me doy cuenta que tengo por oficina el jardín de San Juan del Coecillo y que el escritorio son mis piernas cruzadas, además mi trasero padece las horas que llevo sentado. Por cierto, este último comentario me recuerda el pequeño libelo “Breve historia del culo”, del francés Jean-Luc Henning donde, pese a su tono libérrimo y dispersión temática, se aborda esta parte de la anatomía humana con algunos de sus significados culturales que van de la poesía erótica a la tortura.

He puesto alertas mis cinco sentidos sobre el acto de escribir. Por ahora, en mi cuerpo (Soma/Sema1), se ha conjugado sentir que escribo con sentir lo que escribo. Sin abstraer esta experiencia, mía, de mi cuerpo, me percato de mi estado anímico, del torrente de emociones manifestadas que van de la inseguridad (tachar y borrar palabras a falta de tino, de hábito), a la

1 La palabra “cuerpo”, definida por Platón en el Cratilo o del lenguaje (400 c), tiene dos significados: 1) Soma (σώμα), ser el portador o

guardador del alma, esta definición es prestada de la tradición órfica; y 2) Sema (σήμα), supone que el cuerpo es el medio por el cual el

alma expresa todo lo que quiere decir. También Soma está en relación con el verbo sōizō y, originariamente, parece que significa «cadáver», i. e., «lo que se recobra» después de un combate. “Soma” se conserva en la terminología médica actual y en las ciencias deportivas al referir a cuestiones somáticas, somatotipos, etc.; mientras que Sema, cimienta palabras como semántica y vocablos como sentido, significado, semiosis, significante, significación.

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frustración (olvidaba borrar y tachaba letras, palabras, enunciados) y al gozo (el placer de borrar lo tachado, la evocación de recuerdos, referencias librescas y la alegría de mi torpeza)…

Dejo aquí este llano intento de micro-fenomenología de mi cuerpo que escribe para dar lugar a un breve panorama sobre las disciplinas que tienen por objeto de estudio “el cuerpo”, para ello me he valido de un trabajo publicado en la revista: Pueblos y Fronteras de la UNAM, que lleva por título: El cuerpo y las ciencias sociales, de Ramfis Ayús Reyes y Enrique Eroza Solana. Lo que sigue es una apretada síntesis de lo referido en dicho trabajo, además de añadiduras que fui encontrando en el transcurso de la redacción. El propósito de las líneas que siguen es motivar al investigador o al lego en el entretenido del tema del cuerpo. Antes, quiero hacer notar una observación que dista del ánimo critico-controversial y trata de ser sumaria al respecto. El cuerpo y las ciencias sociales es un artículo exhaustivo, pero me sorprendió el hecho de no ver contempladas disciplinas tales como la sociología del arte, la literatura comparada, la fenomenología y sociología de la religión y lo sagrado, la mitografía, el folclor de las supersticiones y aquellos estudios de tinte parapsicológico y frenológico, que por más extravagantes que sean y parezcan, algo dicen del cuerpo. Cabe decir que se les menciona, pero no alcanzaron categoría de apartado, de una u otra manera, insisto, su trabajo es admirable en comparación con la ingente cantidad de artículos que hay al respecto.

Antes de detallar lo respectivo a la literatura sobre el cuerpo convienen algunas precisiones, de carácter epistemológico y metodológico, que resultan imprescindibles a la hora de abordar el cuerpo como objeto de estudio. Esquemáticamente, podemos enunciarlas de la siguiente manera:

a) Originariamente, el cuerpo es un conglomerado de signos, sedimento capital de orientación simbólica y sustrato natural de nuestra conciencia como actores activos de la vida social.

b) El cuerpo se emplea, en cada cultura y sus respectivos contextos de interacción, para

elaborar y corroborar lo socialmente aceptable y altamente convencional en términos de uso y significación.

c) Indagar el cuerpo exige de la investigación la referencia de los códigos simbólicos que

utiliza una cultura, lo que necesariamente llama a eludir empirismos cándidos donde la corporeidad como un ente inmaculado y retraído del devenir y prácticas sociales.

d) Aquellos códigos corporales que sean traducidos a códigos discursivos incumben el respeto de su voz propia y regularidades simbólicas singulares; no puede concebirse un estudio aislado del lenguaje y la gestualidad, ambos son parte de sistemas interacciónales y contextualmente más amplios, por tanto, ese trabajo dependerá tanto de habilidades metodológicas observacionales como de escritura para poner lo registrado en términos susceptibles de consulta social.

e) Como auxilio a la indagación de los cuerpos en interacción se suman las tecnologías audiovisuales de alta resolución, en el entendido de asentir, junto a Bruno Latour (Sociología simétrica. Ensayos sobre ciencia, tecnología y sociedad), que el cuerpo es la encarnación de la sociedad hecha para que dure, el cuerpo es una suerte de actividad tecno-lógica, por tanto, socio-mental.

Literatura sobre el cuerpo

La referencia bibliográfica que sigue es apenas un guiño a la vasta investigación sobre el cuerpo, la agrupo como fue presentada en El cuerpo y las ciencias sociales para efectos didácticos quizá en menoscabo de una exigencia heurística.

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1. Filosofía del cuerpo.

Es en el Cratilo, del cual ya nos hemos valido más arriba, donde Platón define al cuerpo entre soma y sema. Texto básico para seguir la disquisición sobre el cuerpo que Aristóteles en su De Anima propone para escindirse de su maestro. No propiamente filosófico pero si griego, es el interés que Hipócrates y su escuela dieron al cuerpo y sus padecimientos en los Textos hipocráticos, verdadera joya de la literatura fincada en la observación más que en la abstracción.

Otros textos, de carácter filosófico, son Tratado de las sensaciones, del filósofo sensualista Étienne Bonot abate de Condillac, el Discurso del método de René Descartes y, colateralmente la Ética demostrada según el orden geométrico, del filósofo neerlandés Baruch Spinoza y Estudio sobre los fundamentos de la Psicología y Nuevos Estudios de Antropología de Maine de Biran. Destacan de la filosofía fenomenológica en el siglo XX, especialmente la generada por Edmund Husserl sus Meditaciones cartesianas y de Maurice Merleau-Ponty su Fenomenología de la percepción, que se ocuparon del cuerpo como un plano de la interrogación sobre la realidad y el conocimiento, la identidad y la existencia.

Tres recientes obras más, francesas cabe mencionar, son: Los cinco sentidos. Ciencia, poesía y filosofía del cuerpo de Michel Serres; obra amparada en la filosofía empirista donde se reivindica lo sensorial frente a lo científico. El cuerpo es una realidad primordial y ello conlleva orientar una teoría de los sentidos como génesis de la actividad filosófica. Filosofía y fenomenología del cuerpo de Michel Henry; la vida de la subjetividad materializada en la sensibilidad del cuerpo. Se trata de establecer, frente al idealismo, el carácter concreto de la subjetividad, mostrando que dicha subjetividad coincide con nuestro propio cuerpo. En contra de la fenomenología francesa y alemana, para quienes la vida se caracteriza primeramente como intencionalidad y trascendencia. Sin embargo, la vida, procede de la subjetividad que brota del pathos inmediato de la propia corporeidad, incluso antes de haber recibido toda representación. Hoy que la ciencia ha producido una objetividad monstruosa denominada técnica, la filosofía de Henry supone la lucha contra esta y otras ideologías reductoras que esclavizan al hombre, y ofrece el testimonio de la «obstinada voluntad de la vida por seguir viviendo», más aún, la revelación de la vida en cada ser humano como «auto-donación» radical y primera que se experimenta en la propia. Finalmente, Corpus de Jean Luc Nancy, donde, en palabras de Adolfo Vásquez Rocca, se indaga la tesis de que no tenemos un cuerpo, sino que -más bien- lo somos, el sujeto como exterioridad y exposición infinita, como cuerpo volcado hacia fuera. Se propone una discusión en torno al estatuto ontológico y epistémico del cuerpo y las prácticas médicas asociadas a las experiencias traumáticas y límites del mismo, con particular atención al trasplante, donde se ausculta el debate entre quienes pretenden ver en este una aventura metafísica y quienes lo conciben como una proeza técnica, donde no sólo conforman nuevas formas de subjetividad, sino también una “nueva carne”. Así en las fronteras entre lo natural y lo artificial surge la posibilidad pensar en un cuerpo fragmentado, en un cuerpo cuyos órganos se hayan emancipado, en lo que Deleuze y Guattari llamaron un Cuerpo Sin Órganos.

2. Antropología del cuerpo.

La importancia del cuerpo en la antropología, que va desde el siglo XIX, según Bryan S. Turner (Avances recientes en la Teoría del cuerpo, en Revista Española de Investigaciones Sociológicas, núm. 68), puede perfilarse en cuatro direcciones:

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1. La cuestión del cuerpo en relación con una ontología del Hombre, “humanidad”, y comprendiendo la encarnación humana como hecho primordial, universal y básico que justificó las teorías de un ancestro común y permitió articular respuestas al relativismo social.

2. La antropología fenomenológica básicamente de raigambre alemana y de los Países Bajos, la cual se inscribió en la tradición del romanticismo anticapitalista, volviendo a los fundamentos de la existencia humana y a la idea de Nietzsche del hombre como un “animal aún sin determinar”.

3. El darwinismo social y más recientemente la socio-biología, a través del libro de Edgard O. Wilson, Sociobiology: the new síntesis, intentaron explorar las interconexiones entre la naturaleza biológica y genética de la especie y las cuestiones asociadas con los comportamientos, las diferencias y el cambio sociales.

4. La antropología social y cultural, en la cual destaca la obra pionera de Marcel Mauss Técnicas y movimientos corporales. El antropólogo francés, sobrino de Durkheim, reconoció en el tema del cuerpo uno de esos campos mal compartidos donde se plantean los problemas “científicos” más urgentes. Mauss, para expresar la forma en que los hombres, sociedad por sociedad, hacen uso de su cuerpo en una forma tradicional, legó la noción de “técnicas corporales”: “El cuerpo es el primer instrumento del hombre y el más natural, o más concretamente, sin hablar de instrumentos diremos que el objeto y medio técnico más normal del hombre es su cuerpo”.

3. La historia del cuerpo

El cuerpo planteado como objeto de estudio de la disciplina histórica, ha sido formulado en décadas recientes. Este tema ha pasado de tener un lugar marginal, a ocupar un sitio privilegiado dentro del quehacer histórico. Hay trabajos cuyo interés potencian esta reflexión, así podemos mencionar el del historiador británico Roy Porter (Historia del cuerpo, en Formas de hacer historia, editado por Peter Burke) que se plantea “considerar al cuerpo como ha sido experimentado y expresado dentro de los sistemas culturales concretos, tanto privados como públicos”. Sucintamente, se pueden destacar tres campos para el estudio histórico del cuerpo:

1. Soma y Psique: para comprender la importancia de la subordinación del cuerpo en los sistemas de valores religioso, moral y social en la cultura occidental tradicional y evaluar sus consecuencias históricas tanto para la práctica médica como para las prácticas educacionales y cotidianas; como la vida sexual, por ejemplo. Una referencia obligada lo constituye la obra de Michel Foucault, especialmente su Historia de la sexualidad y los componentes históricos contenidos en Tecnologías del yo y Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión.

2. La regulación del cuerpo: buena parte de la obra citada de Foucault también es paradigmática en este campo, el cual se ocuparía de documentar un “estereotipo cultural profundamente arraigado que presenta el cuerpo como un anarquista, el rey de la juerga, emblema de los excesos en la comida, la bebida, el sexo y la violencia. Merece ser remitido el trabajo de Peter Gay, La experiencia burguesa. De Victoria a Freud, clave también para entender los estereotipos de género y las restricciones y permisividades soterradas y clandestinas que se desarrollaron en la era victoriana, bajo el escrupuloso y refinado puritanismo burgués. En México, conviene mencionar el trabajo pionero de Alfredo López Austin, Cuerpo humano e ideología, que cabalga entre el desciframiento filológico de fuentes históricas y la investigación etnográfica acerca de la ideología y cosmovisión corporal, la historia de la medicina y la taxonomía del cuerpo que prevaleció diferenciadamente en la sociedad náhualt del Altiplano Central de México en los tiempos precortesianos.

3. Sexo, género y cuerpo: este campo temático incluye la documentación y revelación crítica de cómo la estructura patriarcal de la sociedad occidental contribuyó a articular una visión

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dominante sobre las mujeres, los cuerpos de las mujeres y de los hombres, y determinó las configuraciones de las identidades de género y las tendencias normativas y desviaciones de la vida sexual, fundamentalmente a partir de una conceptualización biomédica y un discurso sobre el sexo que fue cambiando y modificando sus puntos de inflexión entre los siglos XVIII, XIX y XX. La obra histórica más ambiciosa hasta ahora emprendida en torno a este tema lo constituye la editada por Michel Feher, Ramona Naddaf y Nadia Tazi, Fragmentos para una historia del cuerpo humano.

Por último, Roy Porter menciona otras siete ramas de la historia del cuerpo que merecen un examen atento: 1. el cuerpo como condición humana; 2. la forma del cuerpo; 3. la anatomía del cuerpo; 4. cuerpo, mente y alma; 5. sexo y género; 6. el cuerpo y la política del cuerpo, y 7. el cuerpo, la civilización y sus insatisfacciones.

4. La psicología del cuerpo La psicología, a partir de sus desarrollos en el siglo XIX, pese a los progresos en la psico-fisiología y la neurología, no consideró el cuerpo como una unidad de análisis en sí mismo, esto debido al legado cartesiano (la dicotomía res cogitans /res extensa) en que la ciencia moderna fundamentó su desarrollo. La psique, en cuanto denominación abstracta de un “espacio” autónomo para el ejercicio de la ciencia y la práctica psicológica, desplazó al cuerpo como entidad integradora y fundante. Por ello es que puede hablarse, incluso, de un “olvido del cuerpo” en el desarrollo y evolución del movimiento psicoterapéutico en psicología. Para sostener dicha observación se puede consultar la obra La psicoterapia y el olvido del cuerpo, de José René Alcaraz González. Sólo en tiempos recientes se ha tratado de enmendar la cuestión y reconsiderar una visión más holística de la práctica psicológica y psicoterapéutica, aunque no se ha prescindido del todo de la visión dualista entre soma y psique. La aparición del enfoque psico-corporal o las terapias corporales y los estudios sobre los procesos y competencias psicomotoras aplicadas al campo de la psicología educativa son una muestra de estos esfuerzos.

5. Sociología del cuerpo En su La sociología del cuerpo David Le Breton propone tres momentos por los que ha pasado el estudio del cuerpo en la sociología.

1. Sociología implícita del cuerpo. En este apartado el cuerpo es referido desde cuatro ángulos que suscitan interés: a) las incidencias sociales sobre el cuerpo; b) explicar al hombre como producto del cuerpo; c) el cuerpo visto por los sociólogos, en oposición al modelo bilógico del hecho social; y, d) el cuerpo rescatado de una visión organicista (prevaleciente en las ideas de Durkheim), esto, apoyado fundamentalmente en Freud que piensa la corporeidad en tanto materia modelada por las relaciones sociales y por las inflexiones de la historia personal del sujeto.

2. Sociología detallista. Esta postura, la cual se divide en dos: a) aportes sociológicos y b) aportes etnológicos; se opone a las consecuencias biologicistas u organicistas. Muestra que el hombre construye socialmente su cuerpo; el hombre no es el producto de su cuerpo, él mismo produce las cualidades de su cuerpo en interacción con los otros y en su inmersión en el campo simbólico. La corporeidad se construye socialmente.

3. Sociología del cuerpo. Lo anterior sienta las bases para una sociología del cuerpo de tiempo completo, específicamente aún en construcción. Las obras señeras para este apartado son: Los usos sociales del cuerpo de Luc Boltanski; los textos del francés Pierre Bourdieu como La distinción. Criterio y bases sociales del gusto, El sentido práctico y Meditaciones pascalianas; además de otras contribuciones, que exceden el campo de la

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sociología pero no obsta señalarlas como Cuerpos que importan. Sobre los límites materiales y discursivos del sexo, de Judith Butler; La presentación de la persona en la vida cotidiana, de Erving Goffman, además de su Estigma. La identidad deteriorada; por último, el trabajo de Ray L. Birdwhistel, Kinesics and Context: Essays on Body Motion Communication.

6. La antropología médica. Nuevos enfoques en torno al cuerpo.

En la antropología médica, de manera gradual, el cuerpo se ha convertido campo privilegiado de reflexión, a través del análisis de experiencias de enfermedad, sufrimiento, aflicción, el proceso de muerte, etcétera. Ello conlleva superar los legados hipocráticos y cartesianos de racionalidad como principio explicativo de la enfermedad y la dualidad mente/ cuerpo, algunos, como Tomas Csordas han acuñado el término “embodiment” para contener esas dualidades en aras de paradigmas que incluyan las emociones y las metáforas con las cuales el sujeto interactúa e incide en el mundo cultural. Esta pequeña observación entraña una necesaria deconstrucción de la jerga clínico-medica. Nuestro cuerpo enferma, y la manera de referir ese padecimiento se metaforiza en grado superlativo al contemplar todo aquello a lo que estamos expuestos, sobre todo la información en los respectivos medios masivos de comunicación. Una gripe a veces es catarro y otras tantas es embrujamiento o brote de ébola instantáneo…

Quiero finalizar este texto con la cita ampliada de Spinoza que ocupé como epígrafe del presente: “ (Y el hecho es que nadie, hasta ahora, ha determinado lo que puede el cuerpo), es decir, a nadie ha enseñado la experiencia, hasta ahora, qué es lo que puede hacer el cuerpo en virtud de las solas leyes de su naturaleza, considerada como puramente corpórea, y qué es lo que no puede hacer salvo que el alma lo determine. Pues nadie hasta ahora ha conocido la fábrica del cuerpo de un modo lo suficientemente preciso como para poder explicar todas sus funciones, por no hablar ahora de que en los animales se observan muchas cosas que exceden con largueza la humana sagacidad, y de que los sonámbulos hacen en sueños muchísimas cosas que no osarían hacer despiertos; ello basta para mostrar que el cuerpo, en virtud de las solas leyes de su naturaleza, puede hacer muchas cosas que resultan asombrosas a su propia alma. Además, nadie sabe de qué modo ni con qué medios el alma mueve al cuerpo, ni cuántos grados de movimiento puede imprimirle, ni con qué rapidez puede moverlo. De donde se sigue que cuando los hombres dicen que tal o cual acción del cuerpo proviene del alma, por tener ésta imperio sobre el cuerpo, no saben lo que se dicen, y no hacen sino confesar, con palabras especiosas, su ignorancia…