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discUsioNes ENTORNO A lA “dislexia”
› Una mirada a la diversidad
› entre diagnósticos y trastornos
› la complejidad en el aprendizaje
40 Revista Novedades Educativas | N° 302 | Febrero 2016
introducción al dosier
Hay niños que presentan dificultades en el aprendizaje de la
lectoescritura, así como hay otros que las presentan en relación
con las matemáticas, la historia o la geografía. También algunos
niños aprenden fuera de la escuela lo que no aprenden en ella.
A la vez, dentro del aprendizaje escolar, la lectoescritura ocu-
pa un lugar fundamental, porque permite acceder a un universo
social y un cierto grado de autonomía. Implica un proceso parti-
cular de incorporación y producción, de ligazón y elaboración de
signos, que suponen sujeción a ciertas normas. El niño tiene que
poder representarse el mundo pasando del lenguaje hablado a
un sistema arbitrario de signos. Por otro lado, todo aprendizaje se
hace con otro. Y es muy difícil aprender por fuera de un vínculo
afectivo.
Por eso las dificultades en este campo pueden deberse a múl-
tiples determinaciones. Suponer que responden a una falla neu-
rológica sería retornar a ideas ya perimidas, desconociendo los
avances que se han realizado en la ciencia. Cuando se intenta
reducir todo a una sola causa prefijada y se ignora la complejidad,
se ocultan las verdaderas problemáticas.
No todos los niños pueden aprender en el mismo tiempo ni de
la misma manera. Y las escuelas deben estar preparadas para
incluir niños diversos, que necesitan tiempos diferentes y métodos
apropiados a cada uno.
Por otra parte, ¿necesitamos una ley para los niños que no
aprenden la lectoescritura, otra para los que no aprenden historia,
otra para los que se hacen pis, otra para los que se portan mal y
otra para los que no pueden ir a la escuela por fobia? ¿O no sería
más adecuado que todos los niños tengan la ayuda que necesitan
sin que se los rotule por sus conductas? ¿No sería mejor que todos
fueran mirados como niños con potencialidades, dándoles tiempo
e investigando efectivamente cuáles son las determinaciones de
sus dificultades?
En este dosier desarrollaremos la problemática del aprendizaje,
centrándonos en el de la lectoescritura.
El texto de Beatriz Janin aborda aspectos subjetivos e inter-
subjetivos inherentes a los procesos de aprendizaje y muestra
cómo cada sujeto construye modos diferentes de acceso a los
conocimientos. Respecto de las dificultades de aprendizaje vin-
culadas con la lectoescritura, analiza lo que implica desconocer
la complejidad de esos aprendizajes y desubjetivar al niño.
Carmen Fusca cuestiona la existencia de esa entidad denomina-
da “dislexia” desde las investigaciones psicolingüísticas y pedagó-
gicas de las últimas décadas, y analiza las concepciones en las que
se sustenta esta supuesta patología, subrayando la necesidad de
conocer los procesos constructivos de los niños y de adoptar una
perspectiva compleja.
Graciela Szyber aborda la escuela como territorio entre lo que
fue y lo que es y se pregunta cómo responder a estos tiempos.
Hace referencia al etiquetamiento como una forma marcada de
violencia, que deja al sujeto sin salida, convirtiendo sus procesos
en trayectorias equiparadas al fracaso.
Mariana Wassner plantea la problemática desde la perspectiva
de la clínica psicopedagógica. La autora da relevancia al papel
del conflicto cognitivo como fuente de la construcción del cono-
cimiento y señala cómo el aprendizaje de la escritura, en tanto
objeto cultural, se encuentra social e históricamente determinado.
Pablo Bindi describe los enfoques de la enseñanza de la lectura
y escritura como marco en el cual ubicar la dislexia como enfer-
medad. Por otra parte, denuncia el desconocimiento de niños y
jóvenes como sujetos en constitución y la no consideración del
lugar que le corresponde al adulto como sostén de dicho proceso
constitutivo como fuente de “construcción de enfermedades”.
Viviana Malti pone en tensión lo “esperable para todos” a la
hora de que un niño se apropie del uso de la lectura y la escritura
con la “realidad de la diversidad” de lo que sucede en las aulas,
y muestra al docente como sujeto protagónico para intervenir
pedagógicamente en ese recorrido particular de cada niño, no
solo desde un posicionamiento ideológico sino desde la normativa
educativa vigente.
En el último artículo (Silver y otros) se propone pensar junto a
padres y maestros que las respuestas a las dificultades de apren-
dizaje en los niños no se deben buscar solo en sus cerebros, ya
que deben considerarse como el resultado de un recorrido en el
que intervienen el niño, el docente, la familia y la sociedad en su
conjunto. Considerarlas de origen genético implica desconocer
el proceso mismo del aprender y la complejidad que presenta.
Pensamos que profundizar nuestros conocimientos sobre estos
temas nos ayudará a incluir a todos los niños en el trabajo escolar.
Beatriz Janin / Carmen Fusca
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declaración del fórum infancias en relación con la posible sanción de la ley sobre dislexia (*)
Desde el Fórum Infancias manifestamos nuestra profunda preocupación ante la posible sanción de la Ley de Dislexia y DEA (“Dificultades Específicas del Aprendizaje”).
Consideramos que es contrario a la Ley Nacional de Salud Mental 26.657 sancionar leyes por patologías. Y, en este caso particular, sostenemos que la “supuesta patología” denominada “dislexia” no solo carece de comprobación científica, sino que reduce a determinaciones neurobioló-gicas complejos procesos involucrados en los aprendizajes de la lectura, escritura y el conocimiento matemático.
Los fundamentos que se esgrimen a favor de la sanción de la Ley de Dislexia omiten la complejidad de los proce-sos de aprendizaje y de enseñanza. Tanto los instrumentos que se proponen para su diagnóstico como las propuestas para su tratamiento revelan concepciones de la lectura y escritura como habilidades mecánicas de sonorización y transcripción, basadas solamente en procesos perceptivos y motrices, y restringen el acceso a la lengua escrita. Dichas concepciones y actividades han sido ampliamente cuestio-nadas y superadas desde hace décadas por investigaciones neurológicas, psicolingüísticas, sociológicas y didácticas.
Se patologizan procesos y producciones de los niños que son constitutivos de los modos de apropiación de la lectura y la escritura.
No desconocemos que hay niños que presentan dificul-tades en el aprendizaje de estas prácticas, pero conside-ramos que estas pueden deberse a diversas y múltiples causas. No se trata de un trastorno “genético, heredado, irreversible”.
Cuando se centran todas las determinaciones en lo bioló-gico, se dejan fuera procesos de constitución subjetiva, pro-cesos singulares de construcción de los conocimientos, la inserción en prácticas sociales desiguales, la responsabili-dad de la institución escolar y las propuestas pedagógicas.
La lectura y la escritura son prácticas sociales y su apro-piación supone operaciones que implican la puesta en juego de aprendizajes previos e involucran procesos cog-nitivos complejos. Son adquisiciones que se producen en contextos sociales y culturales.
El sistema educativo debe contemplar las particulari-dades de cada niño, sin suponerle una patología. Toda escuela tiene que ser inclusiva y generar las condiciones didácticas-pedagógicas para que cada niño aprenda.
Estamos de acuerdo con la detección temprana de di-ficultades, pero sin que ello lleve a definir diagnósticos definitivos y rótulos que obturan o empobrecen tanto el desarrollo de los niños, niñas y adolescentes como lectores y escritores, así como las posibilidades de la institución escolar como mediadora en el acceso a la cultura escrita.
Por lo expuesto, nos oponemos a que se sancione una ley específica sobre Dislexia que, con el objetivo de ayudar a los niños, los termina perjudicando, en tanto los encierra en un diagnóstico estigmatizante.
El Estado debe garantizar el derecho de niñas, niños y adolescentes a la educación. Es parte ineludible de este derecho que se les garanticen condiciones de escolaridad para que lleguen a ser usuarios autónomos de la lectura y escritura, prácticas imprescindibles en la vida social y laboral actual.
(*) Proyecto de ley: Expediente S-1680/2015.