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    XAVIER ZUBIRI

    Siete ensayos de

    ANTROPOLOGÍAFILOSÓFICA

    Edición preparada por Germán Marquínez Argote

    UNIVERSIDAD SANTO TOMÁS

    CENTRO DE ENSEÑANZA DESESCOLARIZADA

    BOGOTÁ, 1982

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    Centro de Enseñanza Desescolarizada

    Sección de Publicaciones

    Cra. 9a. No. 51-23, Tels. 2553034

    2357192, Ext. 22

    Bogotá, D. E .– Colombia

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    AGRADECIMIENTO

    Es notorio que el esfuerzo de creación de Xavier Zubiri a lo largo d e su fecunda vida de pensador y la labor socrática

    obra escrita y publicada. Cientos de páginas inéditas, fruto de los cursos matritenses, siguenañejándose como el buen vino en los archivos. No dudamos que algún feliz día tan caudalosa

    producción verá luz pública. Mientras libros y ensayos. Gran parte de los tr abajos de juventud han sido recogidos y publicados en

    Naturaleza, Historia, Dios, obra q ue ha gozado del favor d e los l ectores a juzgar p or l as su cesivasediciones de la misma. Sus obras mayores, pertenecientes al período de madurez, son el tratadoSobre la esencia e Inteligencia sentiente , ésta en curso de publicación. Pese a la complejidad yradicalidad de las mismas, las edi ciones se agotan y se suceden, lo cual indica que estamos an teun pensador ex igente, de difícil lectura, pero ori ginal e incitante, como lo son todos l os cl ásicos d ela losofía, con los cuales d ialoga, a los cu ales cri tica y reinterpreta magistralmente, como puedeverse en Cinco lecciones de losofía , el mejor t exto que con ozco de introducción al losofar.

    En la época de m adurez fue saliendo de su plumauna serie de e nsayos sobre temas an tropológicosque felizmente aparecieron en diversas p ublicaciones periódicas d edifícil consecución y acceso

    para lectores no especializados, emérbibliográcos son tan escasos. Recoger dichos ensayos en un volumen para ponerlos en manos delectores de t emas losócos, y particularmente en las de los alumnos de nuestra Facultad deFilosofía, constituía un viejo anhelo y máxime cuando el pensamiento de Zubiri ha sido uno delos focos de iluminación de nuestro qu ehacer losóco. Hoy es r ealidad, gracias en primer l ugar ala acogida que el propio Xavier Zubiri dio a nuestro proyecto de publicación. La UniversidadSanto Tomás, decana de las universidades en Colombia, quiere manifestara Xavier Zubiri, através de mi persona, público agradecimiento por el honor que nos hace al incorporarse a l amisma editorialmente como Maestro.

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    JOAQUÍN ZABALZA IRIARTE, O. P.

    Decano de la Facultad de Filosofía.

    de la Universidad Santo Tomás de Bogotá.

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    NOTA INTRODUCTORIA

    Germán Marquínez Argote

    Con Baroja y Unamuno, es uno de los vascos universales de este siglo. Nacido en SanSebastián en 1898, pertenece por calendario y talante a la generación del “27”, menosagónica, a fuer de más segura de sí misma, que la del“98”. Es coetáneo de GerardoDiego, Dámaso Alonso, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Vicente Aleixandre,Rafael Lapesa, Pedro Laín Entralgo, José Gaos, entre otros. Cabe pensar que lafulguración de tantos y tales poetas ha eclipsado o al menos opacado la existencia ciertade otros valores generacionales. Entre éstos, X. Zubiri representa la vena de creaciónlosóca.

    Realiza estudios en la vieja universidad Central de Madrid. Aquí Juan Zaragüeta y JoséOrtega y Gasset representan en las primeras décadas del siglo la tradición y la

    actualidad. El equilibrio entre estos dos factores hará de X. Zubiri un verdadero“clásico” del pensamiento contemporáneo. Prosigue estudios losócos y teológicos enLovaina y Roma. En esta última se doctora en teología en 1920. De vuelta a España en1921, obtiene el doctorado en losofía en la Central con una tesis sobre fenomenologíadel juicio. A los veintiocho años gana la cátedra de historia de la losofía de la mismauniversidad. Dos años más tarde se ausenta de Madrid para emprender una largacarrera de cuatro años, 1926-1931, por diversos centros culturales europeos en busca desaber cientíco suciente que le permita plantear en forma real los problemas de lalosofía. La curiosidad y versación cientíca de X. Zubiri es proverbial: tieneoportunidad de estudiar matemáticas con Rey Pastor (Madrid), La Vallée-Poussin (París)y Zermelo (Friburgo); biología con Van Gehuchten (Lovaina), Speman (Friburgo) yGolschmidty Mangolt (Berlín); física teórica con De Broglie (París) y Schrödinger(Berlín); lología clásica con Jaeger y losofía con Husserl y Heidegger en Friburgo deBrisgovia.

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    La fenomenología husserliana y la metafísica heideggeriana dejan profunda huella en elpensamiento naciente de X. Zubiri. Pero, sin duda, lo más importante de estos cuatroaños europeos es la implantación zubiriana en el “humus” de las ciencias; Pocoslósofos han tomado tan enserio el saber cientíco. Y hay que agregar que, desde

    entonces, ha seguido día a día la marcha de las más diversas disciplinas. Por ello, haescrito Julián Marías que X. Zubiri “Está instalado en la ciencia de hoy, no en la de hacediez, veinte o treinta años” 1. Es conocida su amistad actual con grandes investigadorescomo Francisco Grande Covián y el premio Nobel Severo Ochoa, quien ha escrito queguarda hacia X. Zubiri “una profunda admiración y entrañableafecto” 2.

    Con todo este bagaje cientíco a las espaldas y conciertas intuiciones losócas en lamente, retorna en 1931 a su cátedra de historia de la losofía en Madrid en la quepermanece hasta 1936. Julián Marías, que inicia estudios justo en el momento en que X.Zubiri reemprende su labor magisterial, ha rememorado en dos admirables ensayos lagura y el quehacer cotidiano del que considera uno de sus grandes maestros:

    “Zubiri hablaba con voz baja y rápida, de monotonía que no lograba ocultar un acentode sofocada pasión, de la losofía de los griegos... Cuando el alumno intentabaapoderarse de un párrafo denso, todo novedad, erizado de dicultades, y anotarlo en su

    cuaderno de apuntes, Zubiri había dicho otras cosas m ás... Al alumno solía acometerlecierto pavor, un desfallecimiento que hacía detener la pluma sobre el papel. Unos ladejaban ya quieta para siempre; algunos la hacían correr vertiginosamente por laspáginas cubiertas de abreviaturas y de algunos signos de desesperación: entre estosúltimos se encuentran los que hemos sido discípulos de Zubiri” 3.

    Por otra parte, la facultad de losofía atraviesa en los años treinta por un momentoverdaderamente estelar: “Con Ortega, enseñaban en ella Manuel García Morente, XavierZubiri, José Gaos... Se podía pensar, sin extremar demasiado la esperanza que acaso undía el meridiano principal de la losofía europea pasaría, por primera vez en la historia,por Madrid” 4. A partir de 1933, X. Zubiri se estrena como escritor con una serie deensayos que van apareciendo en Cruz y Raya , revista fundada por Bergamín, y en lafamosa Revista de Occidente de José Ortega y Gasset ,toda una institución al servicio .de lacultura.

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    Tantas esperanzas y no pocas realidades fueron truncadas en 1936, al iniciarse la guerracivil. El grupo esencial de la llamada “Escuela de Madrid” hubo de emigrar antecircunstancias imposibles. Morente vive la tragedia civil y familiar desde Argentina, ymorirá al poco tiempo de retornar a l a España de la post-guerra. José Gaos, transterradoa México, se instala denitivamente allí, donde formará escuela y llegará a ser uno de losmaestros latinoamericanos más respetados. Ortega y Gasset, gura universalmenteconsagrada, recorre ambos continentes embelesando con su verbo y convenciendo consu sapiencia. X. Zubiri, en estos difíciles años, se instala en París donde dicta cursossobre temas losócos-teológicos en el Instituto Católico, al tiempo que estudia historiaantigua y lenguas orientales con Deimel, Benveniste, Lavat, Dhorme y Delaporte.

    Terminada la guerra civil y al iniciarse l a universal, X. Zubiri se hace cargo de la cátedrade historia de la losofía en la universidad de Barcelona que profesará entre 19401942.Durante estos años escribe diversos ensayos para la revista Escorial fundada por el poetaDionisio Ridruejo, Antonio Tovar y Pedro Laín Entralgo. En mayo de 1942 se desp ide dela universidad catalana con una importante conferencia sobre: “Nuestra situaciónintelectual”. En este mismo año representa un hito editorial la publicación del primerlibro formal de X. Zubiri: Naturaleza, hi storia, D ios , un grueso volumen en el que serecogen agrupados gran parte de los escritos de X. Zubiri dispersos en revistas.

    Constituyen escritos de juventud incitantes que prometen una obra madura deexcepcional importancia.

    Instalado en Madrid desde 1942, X. Zubiri se retira discretamente de la cátedra ocial.Son otros los tiempos. El pensamiento en la universidad española de post-guerrainvoluciona hacia formas escolásticas. Años más tarde, escribirá Antonio Tovar desdeAlemania: “Querido Zubiri... déjame que recuerde con nostalgia tus clases, en lasquenos hablabas de la escuela de Tubinga, y ese que tú llamaste entonces ‘país de sol y de lamelancolía’ que decidió para mucho tiempo que ni tú ni yo ni otros le interesaban paramaestros” 5.

    A partir de 1945 la inuencia de X. Zubiri se deja sentir sobre amplios sectores de laintelectualidad española a través de cursos extrauniversitarios, a los cuales añ o tras año

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    acude masivamente un público heterogéneo, interesado y conmovido por una voz quedispara en tono menor los temas más graves de la losofía en forma original. Ladelidad de la audiencia termina por hacer de tales cursos una verdadera institución,que desde ese l ejano 1945 perdura hasta nuestros días. Esperamos que la labor socrática,

    a laque nos tiene acostumbrados X. Zubiri, se complemente algún feliz día con lapublicación de tales cursos. Hasta hoy, sólo Cinco lecciones de losofía , curso dictadoen1963, ha visto la luz de la imprenta.

    Otro hito importante lo constituyen los cursos privados que, bajo invitación, vienedando desde 1966. Por los mismos han pasado profesionales de las más diversas carrerasy actividades: médicos, poetas, ingenieros, psicólogos, arquitectos, teólogos y, porsupuesto, lósofos. Muchos son hoy guras consagradas que han reconocido su deudadiscipular. Pero X. Zubiri más que una corriente losóca o una escuela, ha creado a sualrededor un ámbito intelectual acogedor y am ical, porque es, ante todo, un buen amigo.De la amistad ha escrito, repitiendo una frase del Estagirita. Que “es l o más necesario enla vida”. Cierto que ha debido defender su vida privada, la escondida senda quetranscurre lejos del mundanal ruido. Esto ha hecho pensara muchos en un Zubiri lejano,olímpico, inaccesible. Nada menos cierto. X. Zubiri es de las personas más sencillas,agradables y abiertas que se p uedan conocer. Como buen vasco conserva la llaneza, lanaturalidad y el buen sentido de su tierra. Es, además, gran conversador.

    Hasta el momento, la obra mayor de X. Zubiri es el tratado Sobre la esen cia , publicado enprimera edición en1963. Apenas aparecido se agotó fulminantemente. Muchos locompraron pensando en una obra de fácil lectura y, naturalmente, no pudieron con surecia estructura y difícil contenido. Otros, desde sus respectivos prejuicios mal-entendieron esta obra capital. Pero el hecho de que siga teniendo sucesivas edicionesquiere decir que sigue interesando a innumerables estudiosos. Para mí tengo que es unlibro excepcional que, junto con El ser y el tiempo de Heidegger o El ser y l a nada de Sartre,quedará como una de las principales muestras de creación losóca de nuestro siglo. Suinujo se sentirá más en el futuro, cuando esta obra de “losofía primera” encuentre sunatural complemento en los diversos tratados de “losofías segundas” aún inéditas 6.Últimamente ha aparecido otra de sus obras magistrales sobre problemas delconocimiento: Inteligencia sentiente .

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    Y, sin embargo, la más reciente generación losóca española ha tratado de rebajarméritos a X. Zubiri ha pretendido relegar su inuencia a los años cincuenta y sesenta.Toda generación que surge con empuje de nueva ola es s iempre iconoclasta. Además, lanueva generación que se f orjó en los últimos años del franquismo e hizo eclosión con la

    democracia, es políticamente hipertensa. En cambio, lo social y lo político en X. Zubirino ha tenido el deseado desarrollo por circunstancias políticas y p ersonales y p orque X.Zubiri es un pensador de raíces, un metafísico. ¿Pero, acaso la política no necesita de unametapolítica y, en últimas, de una losofía primera? Vistas las cosas d esde AméricaLatina, algunas d e las cat egorías metafísicas d e X. Zubiri, como la distinción entre ser yrealidad, cobran importancia política capital como nos lo han hecho ver Enrique Dussely Osvaldo Ardiles. Este último escribe: “Confundiendo las nociones de realidad y de ser,el pensar de la dominación obtuvo un reaseguro ontológico de la permanencia de loexistente. Pero la necesaria labor de distinción(a la que es tan poco afecto el raciociniosimplicador de los ideólogos del ‘statu qua’) nos obliga a distinguir, con Zubiri, al sercomo un momento’ de lo real, como una actualidad de lo real” 7.

    Pero, a todas éstas, ¿cuáles son los puntos más originales e incitantes del pensamientomaduro de X. Zubiri?

    Difícil resumir, sin desgurar ni empobrecer, un pensamiento tan complejo y rico.

    Digamos de entrada que X. Zubiri, al igual que Heidegger, sustenta la necesidad de unametafísica o, como gusta decir, losofía primera. Pero la suya no es una metafísica delser u ontología , al uso en las Escuelas o a la manera de Heidegger, sino una metafísica déla realidad . La realidad es el rico e inalienable “de suyo” de las cosas, algo absoluto enellas; el ser en cambio, es respectivo, porque las cosas son o no son, son esto o lo otro enrespectividad. La realidad funda al ser. Sólo desde la realidad se puede ser algo oalguien en el mundo. Mundo es la totalidad de las cosas en cuanto reales, El soloenunciado de estas tesis da a entender que X. Zubiri ve todo bajo la razón de realidad,subspecie realitatis ; y no como ha sucedido tradicionalmente, de los griegos a H eidegger,

    bajo la razón de entidad o subspecie entis . No son los entes o el ser lo que, en primerainstancia, interesa a Zubiri, sino la realidad. Por ello su metafísica no es ontología nitrascendental ni f undamental. X. Zubiri es radicalmente realista y, por lo mismo, es

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    postmoderno. La modernidad “idealizó” el ser. De lo que se trata hoy es de volver aincardinar el s er en la realidad. Esta distinción es fundamental para no caer en latentación de querer ser de espaldas a la realidad como tantas veces ha sucedido ennuestra historia latinoamericana. A los países dependientes se les dicta un deber-ser,

    como lo ha hecho ver Enrique Dussel, que no nace de su realidad. Es, en esencia, elcolonialismo.

    Consecuentemente, X. Zubiri tiene una visión estructuralista de la real idad, en oposicióna la visión sustancialista de origen aristotélico. La realidad no es sustancia sinosustantividad. Sustancia es “un-en-sí” con muchos accidentes dependientes. Unasustantividad, en cambio, es un sistema de elementos posicionalmenteinterdependientes, que se c odeterminan y que forman una totalidad clausurada, pero, ala vez, abierta a otras sustantividades. En una sustancia los accidentes no cuentan; enuna estructura sustantiva todos los elementos son importantes, cada uno desde su

    posición , que además de puesto o colocación signica función. No tengo tiempo paradestacar los cambios que se o perarían en las estructuras sociales si, despojándonos delviejo sustancialismo, nos decidiéramos a p ensar y actuar de acuerdo con la nueva visiónestructural o sustantiva.

    Por otra parte, X. Zubiri supera el viejo dualismo materia y espíritu que se t raduce en elhombre como unión de dos sustancias, según el viejo hilemorsmo. El hombre no esunión de cuerpo y alma, sino unidad radical psico-somática, en la que lo somático estápsiquizado y lo psíquico está somatizado. No es que X. Zubiri niegue la especicidad eirreductibilidad de uno y otro orden de realidades, pero en el hombre se danintrínsecamente vertidas . Estructuralmente el hombre es animicidad-corpórea ocorporeidad anímica. En consecuencia, y por obra de la versión, el hombre esfuncionalmente inteligencia sen tiente, voluntad tendente, sentimiento afectante.

    La psicología clásica había separado y puesto en dos pisos el conocimiento sensitivo yracional, la voluntad y los apetitos sen sibles, el sentimiento y las afecciones. X. Zubiri,sin confundir potencias, arma la estructura unitaria de sentidos e inteligencia. Lainteligencia siente la realidad: es sen tiente. Y la siente en impresiones, que no son merasimpresiones sensibles; sino impresiones de realidad. La inteligencia está a or de

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    sentidos y se d imensiona en cada uno de ellos: visualmente, acústicamente, táctilmente,etc. A este primer nivel, la inteligencia es concreta y tiene que ver mucho no sólo con lavida cotidiana, sino también con campos tan importantes de la cultura como la estética.A la inteligencia siguen el logos y la razó n. Estas palabras connotan los usos abstractos

    de la inteligencia que se d esarrollan en el niño yen la humanidad con posterioridad. Elniño y el hombre prehistórico entran en un determinado momento en “uso de razón”,pero es porque antes han estado en uso de inteligencia. Sentidos e inteligencia sondaspotencias d e una so la facultad: la inteligencia sen tiente.

    Metafísicamente, el hombre es an imal de realidades. No sólo por ser la realidad másrica, rme y efectiva, sino por su habitud inteligente. Por la inteligencia el hombre estáabierto a la realidad de las cosas, mientras que el simple animal, por la merasensibilidad, sólo lo está a cosas-estímulos. Las cosas que afectan al animal son para élsolamente objetos estimulantes y nada más; mientras que las mismas cosas para elhombre son realidades. El hombre puede penetrar en sí mismo y en las cosas, las puedeconocer “de suyo”, en su secreto íntimo, las puede medializar. El simple animal nopuede romper la barrera del estímulo que emboza la realidad y por ello, obedece aestímulos, mientras que el hombre vive de realidades. Los animales viven en un entornoy en un medio especícamente prejado; el hombre, desde su entorno y medio, estáabierto al mundo o totalidad de lo real. El hombre es u n animal de mundo. El animalvive el presente en presente; el hombre, empero realiza su presente desde un pasado y

    en vista a u n futuro. En denitiva, el simple animal es una esencia enclasada o encerradaen un aquí y un ahora, mientras que el hombrees una esencia abierta a la totalidad de loreal: es trascendental. Esta apertura al mundo o totalidad de lo real constituye elacontecimiento metafísico. La metafísica, antes que un tema pensado, es algo que nospasa y q ue hacemos los humanos, seamos o n o conscientes de ello.

    Por la inteligencia, el hombre entra en sí mismo y se autoposee: es un “de suyo”formalmente “suyo”; consiste en “suidad” y es, por ello, un animal personal. Pero elhombre es p ersona viviendo al hilo del tiempo, forjando posibilidades, eligiendo unas yrechazando otras y, lo que es m ás grave, eligiéndose a sí mismo en una determinadaforma de realidad. A partir de la “personeidad” el hombre tiene que congurar supersonalidad, acto a acto, a golpe de decisiones. Además de las propiedades que elhombre tiene emergentemente, por naturaleza, existen otras que tiene que hacer suyaspor apropiación: así, la ciencia, las artes, la virtud. El hombre es por ello animal

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    radicalmente moral: tiene que responder a s us necesidades y tiene que responder porsus respuestas. El animal es sólo responsivo, el hombre además de responsivo esresponsable. Los actos humanos le crean un problema de responsabilidad porque son“suyos” y son tales porque son puestos desde una realidad formalmente suya o

    personal. Por consistir en autoposesión, el hombre es centro de autodeterminaciones:puede dar respuestas desde “sí mismo”, puede dar de “sí mismo”, puede darse a “símismo”. El “sí mismo” es l a intimidad. Los animales sólo tienen interioridad.

    Desde la intimidad el hombre puede decir: “Yo”. El yo, la misteriosa yoidad, no es sinola autodenominación de la propia realidad personalmente poseída y que, por ello, se“contra-distingue” de cualquier otra realidad. El yo es el ser del hombre. Cada hombre,en el universo mundo, es una unidad personal, más centrada que la realidad individualde los animales o las meramente singulares, como los átomos, que se repiten sin otradistinción que la meramente numeral. Es por ello el hombre una realidad “absoluta” osuelta-de toda otra realidad. Frente al resto de las cosas que forman parte de lasustantividad universal, el hombre tiene, por ser absoluto, razón de todo y dignidad den. Pero el hombre es t an sólo relativamente absoluto porque sigue atado por múltiplescordones umbilicales al u niverso del cual emergió como persona. Para realizar senecesita de las cosas, de los demás y del poder último de lo real.

    Por la apertura real a los demás, el hombre es u n animal social, En la manada, en lacolmena y en otras clases de asociaciones animales la apertura a sus congéneres no esreal sino estimúlica. Por lo mismo, no se puede hablar estrictamente de sociedades sinode asociaciones animales. La sociedad es una habitud de alteridad al otro en tanto que“otro que yo”. En la sociedad el hombre sigue siendo absoluto, centro de decisiones,pero comunalmente: por comunicación y decisión conjunta. Vivir es convivir.Conviviendo y comunicándose, el hombre se abre al campo de la comunión personal.Comunión es más que comunicación o apertura al “otro que yo”: es formalmenteversión al “otro como yo”. Sobre la comunión se construye la amistad de laque ha escritoX. Zubiri que es “l o más necesario en la vida”.

    El hombre; además de social, es un animal histórico. Historia no es evolución, aunquesin evolución no habría historia. La evolución es la actuación de unas potencialidades

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    por emergencia o generación. La historia es; en cambio, invención en tanto que elhombre tiene que proyectarla; es posibilitación en cuanto el hombre tiene que forjar su sposibilidades antes que realizarlas; es tradición porque, al nacer, recibe el hombre undeterminado modo de estar en la realidad (además de unas estructuras psico-somáticas)

    que dene su repertorio de posibilidades y el posible proyecto. De aquí que el tiempohumano no sea un simple transcurso en el que se van dando hechos como en la vidaanimal. Es duración en cuanto el pasado va quedando en el presente en forma deposibilidades y el futuro adviene al presente en forma de anticipo mediante el proyecto.Lo que el hombre va haciendo adquiere entonces carácter de sucesos o eventos. Elhombre es un animal eventual además de etáneo. Etaneidad quiere decir que la realidadhumana, individual e históricamente, tiene una edad, un determinado nivel histórico. Elhombre al nacer se sitúa a la altura del tiempo que le toca vivir, que no es la altura de lostiempos anteriores. Para el hombre no es indiferente nacer hoyo haber nacido ayer. Por lomismo, el hombre es prehistórico, clásico, medieval, renacentista, ilustrado,contemporáneo. No se po drían dar estos calicativos a los animales porque su tiempo noes histórico...

    Finalmente, el hombre es un animal religado, atado al poder de lo real: último,posibilitan te e impelente. La realidad, en efecto, es la instancia desde la que se explica elhombre; la gran diferencia metafísica que lo separa del resto de los animales; laposibilidad de todas las posibilidades; la fuerza que le fuerza a hacerse o realizarse

    como persona. La religación al poder de la realidad es para X. Zubiri la dimensiónhumana donde el hombre tiene planteado el problema religioso o teologal. Por vía dereligación la humanidad ha ido dando respuestas diversas al problema del fundamentoúltimo de lo real hasta llegar, en las religiones superiores, a identicarlo con Dios.Zubiri, pues, no reere el origen de la religión a causas patológicas individuales osociales, como lo hacen Freud y Marx, sino a la raíz misma por la que el hombre eshombre: su apertura a l a realidad 8.

    Esta breve, nota no pretende dar razón del pensamiento de X. Zubiri en su totalidad yrica complejidad. La he escrito no sin temor de producir una impresión deshilvanada ysupercial de un pensamiento coherente y profundo. Más que de un estudio se trata deuna invitación a leer unos textos que hablan por sí mismos del hombre a n ivel radical ometafísico. En su conjunto conforman una especie de tratado de antropología losóca,aunque no fueran escritos con esta intención. En efecto, se trata de una colección de

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    ensayos sueltos, escritos bajo varios requerimientos en diversas fechas y publicacionesperiódicas, como a continuación señalaremos. Pero todos ellos pertenecen a la épocamadura del pensamiento zubiriano y guardan una profunda unidad temática por laintención de dar razón del hombre en su origen, en su constitución, en el

    funcionamiento de sus facultades y en alguna de sus dimensiones, como la histórica yteologal.

    Los ensayos incluidos en este libro fueron escritos y publicados en el siguiente orden:

    1959“El problema del hombre”, en Índice (Madrid) n. 120 (1959),pp. 3-4.

    1963 “El hombre, realidad personal”, en Revista de Occidente (Madrid), 2a.ép., n. 1(1963), pp. 5-29.

    1964“El origen del hombre”, en Revista de Occidente (Madrid), 2a. ép., n. 17(1964), pp.146-173.

    1967“Notas sobre la inteligencia humana”, en Asclepio. Archivo Iberoamericano de Historiade la Medicina y A ntropología Médica (Madrid), XVIII-XIX (1967-1968), pp. 341-353.

    1973“El hombre y su cuerpo”, en Asclepio (Madrid), XXV (1973) pp. 5-15; Selesianum(Roma), XXXVI (1974), pp. 479-486; Quirón (La Plata), V (1974), pp. 71-77.

    1974“Dimensión histórica del ser humano”, en Realitas-I (Madrid) 1974, pp. 11-79.

    1975“El problema teologal del hombre”, en Teología y mundo contemporáneo , Homenaje aK. Rahner, Madrid, 1975, pp. 55-64.

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    SIETE ENSAYOS

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    EL ORIGEN DEL HOMBRE

    El problema del origen del hombre ha sido hasta nes del siglo XIX un problema casiexclusivamente teológico. Pero sorprendentemente, este problema ha entrado en unanueva fase, en la fase de la ciencia positiva. La paleontología humana y la prehistoriahan descubierto una serie de hechos impresionantes cuyo volumen y calidad han (leconsiderarse como transcendentales. Porque estos hechos cientícos conducen a la ideade que el origen (leí hombre es ev olutivo: el phylum humano arranca evolutivamente deotros phyla animales, y dentro del phylum humano, la humanidad ha ido adoptandoformas genética y evolutivamente distintas, hasta llegar al hombre actual, único del quehasta ahora se ocuparon la losofía y la teología. Ciertamente, la evolución humana esun tema que pertenece a la ciencia positiva. Pero planteado por los hechos, no puedemenos de afectar a la losofía y a la teología mismas. Dejando de lado, por el momento,el aspecto teológico de la cuestión, la idea del origen evolutivo de nuestra humanidad, apesar de ser una idea cientíca, es una idea que como otras muchas, se halla en lafrontera de la ciencia y de la losofía; constituyen problemas fronterizos, bifaces. Y encuanto tales necesitan ser tratados también losócamente. ¿Qué signica, qué es,losócamente, el origen evolutivo de nuestra humanidad? 1

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    I

    En el orden somático, morfológico, del animal al hombre hay una estricta evolución. Susmecanismos, alcance y caracteres podrán ser discutibles y son discutidos. Peroinnegablemente existe una evolución morfológica que coloca al hombre en la línea de losprimates antropomorfos, concretamente en la bifurcación entre póngidos y homínidos. Losantropomorfos póngidos conducen a los grandes simios: chimpancé, gorila, orangután;gibbon. Los antropomorfos homínidos, partiendo del mismo punto de origen que lospóngidos, siguen una línea evolutiva distinta. Los paleontólogos llaman homínidos atodos los antropomorfos que forman parte del phylum al que pertenece el hombre. Los

    llaman así porque ha habido en este phylum antropomorfos que aún no son humanos,sino infrahumanos (aunque no simios, como lo son los póngidos); estos homínidos nohominizados son los ascendientes somáticos directos del hombre. Como la paleontologíano dispone aún de suciente número de restos fósiles, no puede describir consatisfactoria precisión, ni las formas de proliferación de los homínidos, ni el puntopreciso de su hominizacíon.

    Pero esta evolución somática innegable deja en pie otro hecho que necesita ser tenido encuenta e integrarse en la evolución, si hemos de dar razón completa del fenómenohumano: la esencial irreductibilidad de la dimensión intelectiva del hombre a todas susdimensiones sensitivas animales. El animal, con su mera sensibilidad, reacciona siemprey sólo ante estímulos. Podrán ser y son complejos de estímulos unitariamentecongurados, dotados muchas veces de carácter signitivo, entre los cuales el ani mallleva a cabo una selección respecto de su sintonía con los estados tónicos que siente. Perosiempre se t rata de meros estímulos. A diferencia de esto, el hombre, con su inteligencia,responde a realidades. He propugnado siempre que la inteligencia no es la capacidaddel pensamiento abstracto, sino la capacidad que el hombre tiene de aprehender lascosas y de enfrentarse con ellas como realidades. Y entre mero estímulo y realidad hayuna diferencia no gradual sino esencial. Lo que impropiamente solemos llamarinteligencia animal es la nura de su capacidad para moverse entre estímulos, de unmodo muy vario y rico; pero es siempre en orden a dar una respuesta adecuada a lasituación que sus estímulos le plantean; por esto es por lo que no es propiamenteinteligencia. El hombre, en cambio, no responde siempre a las cosas como estímulos,

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    sino como realidades. Su riqueza es de un orden esencialmente distinto al de la riquezadel animal. Por esto, su vida transciende de la vida animal, y las líneas evolutivas delanimal y del hombre son radicalmente distintas y siguen direcciones divergentes. Elanimal, por ejemplo, es un ser enclasado, el hombre no lo es. Por razones psico-

    biológicas, el hombre es el único nmal e que tolera las dietas más diversas, etc. Pero no es sólo esto. El hombre es el único animalque no está encerrado en un medio especícamente determinado, sino que estáconstitutivamente abierto al horizonte indenido del mundo real. Mientras el animal nohace sino resolver situaciones, incluso construyendo pequeños dispositivos, el hombretransciende de su situación actual, y produce artefactos no sólo hechos ad hoc para unasituación determinada, sino que, situado en la realidad de las cosas, en lo que éstas son«de suyo», construye artefactos aunque no tenga necesidad de ellos en la situaciónpresente, sino para cuando llegue a t enerla; es que maneja las cosas c omo realidades. Enuna palabra, mientras el animal no hace sino «resolver» su vida, el hombre «proyecta»su vida. Por esto su industria no se halla jada, no es mera repetición, sino que denotauna innovación, producto de una invención, de una creación progrediente y p rogresiva.Precisamente donde los vestigios de utillaje dejan descubrir vestigios de innovación y decreación, la prehistoria los interpreta como características humanas rudimentarias. Seríael caso de la Pebble-culture (cultura de guijarros) de los australopitecos, de los quehablaremos después.

    Pero esta irreductibilidad no implica una cesura, una discontinuidad, entre la vidaanimal y la humana. Todo lo contrario. Si se acepta la distinción entre mera sensibilidade inteligencia que acabo de proponer, es verdad que el animal reacciona ante merosestímulos, y que el hombre responde a realidades. Pero tanto en su vida individual,como en su desarrollo especíco, la primera forma de realidad que el hombre aprehendees la de sus propios estímulos: los aprehende no como meros estímulos, sino comoestímulos reales, como realidades estimulantes; tanto, que la primera función de lainteligencia es puramente biológica, consiste en hallar una respuesta adecuada aestímulos reales. El mero hecho de decirlo, nos muestra que, cuanto más descendemos a

    los comienzos de la vida individual y especíca, la distinción entre mero estímulo yestímulo real se va h aciendo cada vez más sutil, hasta parecer evanescente. Justamenteesto es l o que expresa que no hay cesura entre la vida animal y la propiamente humana.No la hay en la vida individual, es sobradamente claro. Pero tampoco la hay en la escalazoológica. La vida de los primeros seres con vestigios somáticos, y tal vez psíquicos, dehumanidad, los australopitecos, se aproxima enormemente a la vida de los demás

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    antropomorfos. Por esto es tan difícil, y a veces imposible, saber si un fósil homínidorepresenta o n o un homínido hominizado.

    II

    Constituido el phylum humano por una inteligencia, hay en él una verdadera y estrictaevolución genética, debida sobre todo a la evolución de las estructuras somáticas, perotambién a la evolución del tipo de inteligencia, expresada en industrias caracterizadas

    por una unidad evolutiva casi perfecta. Es decir, que lo que hasta ahora hemos solidollamar «hombre», así en singular, en realidad aloja dentro de sí tipos de humanidadsomática e industrialmente —es decir, somática e intelectivamente— distintos,producidos por verdadera evolución genética intrahumana. No se trata de hombresdistintos tan sólo por su tipo de vida, sino de tipos est ructuralmente distintos, tanto porlo que concierne a su morfología como por lo referente a sus estructuras mentales. Deentre los puntos más salientes, bien conocidos, recordemos tan sólo algunos para darmayor concreción a nuestras consideraciones.

    1) Desde comienzos del cuaternario antiguo (villafranquiense), hace casi dos millones deaños, aparecen los homínidos australopitécidos que parecen ser los primeros seres queposeen ya vestigios de caracteres humanos rudimentarios. El más antiguo conocido es elcráneo de Tchad. Posteriormente hay, por un lado, el grupo de los australopitecosafricanos con sus d iversas v ariedades; por ot ro, los au stralopitecos de Java. Se extiendenhasta bien entrado el cuaternario medio (el australopiteco telantropo y los de Palestina);son, junto con los de Java, la transición más próxima al tipo subsiguiente. En conjunto,constituyen un grupo bastante homogéneo. Tienen, salvo tardías excepciones, tallapequeña y un aspecto similar al de los póngidos: frente huida y faz ahocicada. Pero suspremolares son de tipo netamente humano y completamente distinto del de lospóngidos. Han logrado la bipedestación y la posición erecta casi perfectas; su pelvis esya de tipo humano. Con ello han quedado los brazos y las manos libres para laprehensión y la elaboración de útiles. Tienen, en cambio un cerebro alargado y bajo; unvolumen craneal de 500-700 cc, notoriamente inferior al de los hombres posteriores, peroalto respecto de los póngidos en relación con su talla. Algunos, como el cráneo de Tchad,

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    presentan sensibles diferencias con los demás. Recojamos, a título de «información», elrecientísimo descubrimiento, por Leakey (1963-64), de un fósil del comienzo delcuaternario en Africa oriental, que ha denominado homo habilis. Algunas desus/estructuras son intermedias entre las del australopiteco y las del hombre

    subsiguiente; otras se emparentan más con las del homo sapiens.

    Sería, según esta idea, elantepasado directo del hombre posterior, mientras que los australopitecos constituiríanuna rama colateral de homínidos sin hominizar. Al homo habilis pertenecerían el cráneode Tchad, los australopitecos de Palestina, así como el telantropo (que entonces ya nodeberían llamarse australopitecos), y tal vez la «enigmática» mandíbula de Kanam. Todoello está necesitado de más atento y minucioso estudio), antes de ser admitido. Losaustralopitecos fabrican hachas rudimentarias, si así pueden llamarse a los guijarrosalados Pebble-culture . Tomadas en larga perspectiva temporal, parecen presentar, segúnalgunos (y a ello se inclina hoy la mayoría. de los investigadores), vestigios deinnovación creadora, a diferencia de la jeza y repetición características d el instinto y dela imitación animales; denotarían, por tanto, una cierta inteligencia. De ser a sí, sutransmisión de unos seres a otros del mismo grupo, sería un primer esbozo de auténticasociedad y tradición, esto es, un primer esbozo de cultura rudimentaria. Estarían, pues,rudimentariamente hominizados, porque habrían comenzado a aprehender las cosascomo realidades, cómo cosas que son «de suyo». Por el contrario, si no se admite que ensu industria haya innovación creadora, entonces se trataría de homínidos nohominizados, que serían o bien los antepasados tal vez inmediatos del hombre, o bienuna rama colateral de hominidos que ha ido extinguiéndose. Para Leakey hay unacultura de guijarros que es cr eadora, pero su artíce no es el australopiteco (que tambiénfabricó útiles d e guijarros si n creación), sino el homo habilis.

    2) Al comienzo del cuaternario medio, hace medio millón de años, los homínidoshominizados (sean australopitecos, sean homo habilis) han producido por evolución untipo ya claramente humano: son los arcantropos como los llama Weidenreich. El tipo másantiguo es el cráneo de Modjokerto. Le siguen en orden de antigüedad, el pitecantropo yel sinantropo. Muy próximo a éste, si no anterior, tenemos la mandíbula de Mauer, y

    otra, la de Montmaurin, intermedia entre aquélla y la del hombre posterior. Algo másrecientes son algunos restos de Africa oriental, anes a ciertas variedades deaustralopitecos. Aparece después el atlantropo de Ternine (Argel). Finalmente, loshombres de Casablanca, Rabat, Témara y Saldanha. La raíz de estos arcantropos se halla,pues, en los australopitecos o en formas próximas ( ¿homo habilis? ); y a su vez, loshombres de Mauer, Montmaurin y los de Marruecos y Saldanha, representan latransición a los hombres de tipo posterior. Los arcantropos tienen una dentición del

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    mismo tipo que el de los australopitecos. Poseen un esbozo rudimentarísimo de mentón;maxilares sumamente fuertes; arcos superciliares enormes; un cráneo muy espeso confuerte borde en el agujero occipital; su curvatura occipital es menor que en los tiposanteriores. Su cerebro tiende de la forma aplanada a la globular, desarrollándose hacia lo

    alto; sus circunvoluciones son aún muy pobres, pero superiores a las de losaustralopitecos; posee lóbulos frontales mayores, pero aún muy decientes; hayprobablemente predominio del hemisferio izquierdo; su volumen medio es 1.000 c. c.Tenían ya una industria lítica bifaz muy característica. No sabían encender el fuego, perosí parece q ue sabían utilizarlo o conservarlo. No entierran a sus muertos. Pero e l agujerooccipital de sus cráneos está articialmente agrandado, lo que parece indicar quevaciaban el cráneo, extrayendo el cerebro. ¿Se trata de un ritual antropofágico osimplemente de la conservación del cráneo como reliquia, tal vez, del difunto? Difícildecidirlo.

    3) En el resto del cuaternario medio, hace unos doscientos mil años, aparece otro tipohumano somática y mentalmente distinto: el paleantropo (Keith). Este tipo humanoevoluciona en diversas fases. El tipo más arcaico es el representado por los pre-neandertales (Steinheim, Ehringsdorf, Saccopastore) y los pre-sapiens (Swanscombe, ymucho más tarde, el hombre de Fontchévade). Vienen después los neandertales clásicosextendidos por toda Europa, Asia y Africa. Los de Palestina quizá sean pre-sapiens.Finalmente, los que señalan la transición al tipo posterior: los hombres de Rhodesia, y el

    de Solo (descendiente del pitecántropo). En rasgos generales, su dentición es intermediaentre la del arcantropo y la del hombre posterior. Poseen un mentón menos acusado (y aveces hasta casi inexistente) en los más antiguos que en los más recientes; mandíbulasmenos fuertes que las del arcantropo; cara más reducida, pero con maxilares ahocicados.El cráneo adquiere nueva orientación; pero, por regresión, posee menor exión; frentehuida y aplanada; arcos superciliares muy grandes; una curvatura mayor, que a v eces leaproxima al hombre posterior. Los pre-sapiens poseen ya frente recta, casi sin arcossuperciliares. Huesos mucho menos espesos. Su cerebro tiene un volumen de unos1.425-1.700 c. c. que queda ya jado; circunvoluciones más acentuadas; mayor desarrollo

    hacia lo alto; lóbulos frontales más acentuados, pero en general más pobrementedesarrollados, muy por bajo del hombre posterior. Su cultura (cultura del paleolíticoinferior) es típica. Estos hombres comienzan, unos, a tallar hachas mucho más perfectasque las b ifaces anteriores, las t ípicas h achas d e mano; poseen, otros, industria de lascas.Habitan al aire libre y en cavernas. Son nómadas, recolectores y cazadores. Utilizan elfuego. Probablemente se pintaban algo el cuerpo; y algunos objetos podríaninterpretarse como amuletos. Parece que la caza i ba acompañada de la demostración de

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    trofeos, una demostración que tal vez tuviera carácter de rito de caza, indicador, portanto, de cierta idea de poderes superiores. Entierran a sus muertos rodeándolos a vecesde ofrendas, lo que denuncia una cierta idea de la supervivencia.

    4) Sólo después, en el cuaternario reciente, hace unos cincuenta mil años, aparece untipo somática y mentalmente distinto: el neantropo , llamado muchas veces, porabreviación, hombre de Cromagnon. Es el homosapiens por antonomasia. Los ejemplaresmás antiguos que se c onocen hasta la fecha son el hombre de Kanjera, y algo posterior, elde Florisbad, ambos del Africa oriental. Es el tipo humano al que pertenecemosnosotros. Tiene una dentición típicamente moderna. Mentón acabado; cara corta yancha; frente alta; nariz estirada; carece casi de arcos su perciliares; los huesos del cráneose van haciendo cada vez menos espesos desde el paleolítico superior al neolítico. Elcerebro adquiere denitivamente su forma globulada; es muy rico en circunvolucionesya perennes, con pleno desarrollo de los lóbulos frontales. En su primera fase cultural(paleolítico superior), este hombre ya no talla hachas; pulimenta la piedra (industrialítica de hojas); fabrica también punzones y agujas de coser óseas. Comienza a seragricultor y a domestica animales. Produce pintoras rupestres admirables, a pequeñosalto y bajo relieves; estatuillas que pueden ser ídolos de fecundidad (la tierra madre) eídolos p rotectores; es d ecir, posee prácticas claramente mágico-religiosas l o cual d enotauna creencia en espíritus a los que hacen ofrendas. Entierra a sus muertos construyendoa veces pequeños monumentos funerarios. Después de la última glaciación, este hombreentra en la fase cultural del neolítico. Pulimenta más la piedra; posee una cerámica ydesarrolla artes textiles. Construye chozas y palatos. Inicia la vida pastoril. Posee unclaro culto a los muertos, construyendo monumentos megalíticos (dólmenes, menhires,etc.). Tiene divinidades domésticas (lares, etc.) un divinidad de la fecundidad, u cultodel toro y culto solar. Comienza a tener signos ideográcos. Desarrolla ya un arteriquísimo en todos los órdenes a veces de carácter muy estilizado. Finalmente entra enuna nueva fase, la edad de los metales, salvo tal vez por lo que se r eere al cobre quepudo pertenecer al neolítico.

    Estos cuatro tipos de hombres(los primeros hominizados, sean australopitecos u homohabilis , los arcan tropos, los paleantropos, los neantropos) no se hallan estraticados, sinoque se superponen a veces por largo tiempo; hemos dicho ya, por ejemplo, quedeterminados tipos de australopitecos son tan próximos al arcantropo por su fecha, quees difícil clasicarlos en uno u otro grupo, pues los primeros alcanzan al cuaternariomedio cuando y están en pleno desarrollo los arcantropos; lo mismo sucede con losarcantropos y los paleantropos; nalmente estos últimos conviven con los neantropos.

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    Cuando cada tipo comienza, convive, pues, con los del tipo anterior. No conocemos,naturalmente, el carácter social de estos diversos tipos humanos, sobre todo de los másarcaicos; menos aún la convivencia social entre los hombres de un tipo anterior y los delposterior. La etnología de ciertos pueblos «primitivos» actuales, utilizada con suma

    prudencia, puede arrojar alguna luz sobre determinados aspectos del problema.

    Esta sucesión de tipos humanos no es sólo sucesión sino verdadera evolución genética.La morfología comparada de sus restos fósiles y el carácter de la fauna de que estánrodeadas en los yacimientos, lo sugiere claramente; lo conrma la continuidad evolutivade sus industrias. No se trata, naturalmente, de una cert eza absoluta, la ciencia nunca laposee; pero si de una suciente fuerza de convicción razonable. Las opiniones podrándiferir y dieren en detalles a veces muy importantes. Porque no se trata de que latotalidad de un tipo sea el origen genético de la totalidad de otro. Dentro de cada tipohay formas que en la mayoría de sus r epresentantes son seguramente ramas colateralesen la evolución de la humanidad; tal sucede en general con los pitecantropos; pero aúnen este caso, no olvidemos que el hombre de Solo es probablemente descendientedirecto de los pitecantropos de Java. La cosa es más clara aún, en el paleantropo; losneandertales clásicos, no son, en general, sino ramas colaterales; pero los pre-neandertales y p re-sapiens están en la línea genética directa del neantropo. Los ejemplospodrían multiplicarse. Constantemente surgen nuevos hechos que imponen una revisiónen la descripción de los tipos humanos y en la precisa articulación genética de su

    evolución. Ya hemos indicado, en efecto que la paleontología no conoce aún conprecisión el modo de proliferación de los homínidos ni, por tanto, el punto exacto de suhominización. Por un momento se pensó que alguna forma como el Oreopiteco era unejemplar de lo que hubieran sido los homínidos antes de su hominización; hoy pareceque los investigadores ya no lo creen tan rmemente. Hemos señalado también lasrecientes ideas en torno al homo habilis. Además, la interpretación de la cultura deguijarros está necesitada de mayor documentación no sólo paleontológica, sino tambiénarqueológica, concerniente al carácter d e su cultura, y, consiguientemente, a la posiblehominización de sus artíces. Finalmente, el descubrimiento constante de nuevos fósiles

    claramente humanos irá modicando el cuadro morfológico, geográco e histórico delhombre fósil y de su evolución. Todo ello es de incumbencia de la ciencia. Pero lo que síqueda establecido es el gran hecho de la existencia de muy distintos tipos humanos,encadenados por una verdadera evolución genética. Y esto es lo único decisivo paranuestro problema: el hombre sin más no es una realidad, lo son tan sólo sus distintostipos ev olutivos.

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    III

    Esto supuesto, ¿qué signica esta evolución, qué son todos estos distintos tipos dehumanidad? Digamos ante todo que, cientíca y losócamente, estos tipos son todosrigurosamente humanos, son verdaderos hombres. Filosócamente pienso que elhombre es el animal inteligente, el animal de real idades; algo esencialmente distinto delanimal no-humano, que no está dotado sino de mera sensibilidad, es decir, de un modode aprehender las cosas y de enfrentarse con ellas, como meros estímulos. Estadimensión intelectiva se halla en unidad esencial, en unidad coherencial primaria, condeterminados momentos estructurales somáticos: cierto tipo de dentición, de aparatolocomotor, de manos libres para l a prehensión y la fabricación de utillaje; cierto tipo deconguración y volumen craneal; cierto tipo de conguración y de organizaciónfuncional del cerebro; un aparato de fonación articulado, capaz de ser utilizado, enciertos estadios, en forma de lenguaje. El lenguaje, en efecto, no es sólo cuestión deestructuras anatómicas macroscópicas de fonación, sino de organización funcional, lacual tal vez no se logre sino en estadios más avanzados de hominización. La unidadespecíca del hombre está, pues, asegurada: es la unidad esencial de inteligencia y de untipo determinado de estructuras somáticas básicas. Hay, por tanto, en todos los hombresde que venimos hablando, lo que he llamado un esquema constitutivo transmitido porgeneración, es decir, hay un verdadero phylum genético. En su virtud, este esquema es,

    cientíca y losócamente, un esquema rigurosamente especico. Recíprocamente, lainclusión de un antropomorfo en el phylum humano, constituye su rigurosa unidadespecíca con el hombre. 2Los representantes de todos estos tipos humanos son, pues,verdaderos hombres. De conrmarse el carácter innovador, creador, de la industria delos au stralopitecos, éstos poseerían una inteligencia, todo lo rudimentaria que se quiera,pero verdadera inteligencia, porque aprehenderían ya las cosas com o realidades; serianverdaderos hombres rudimentarios, como veremos en seguida.

    Sin embargo, esta unidad lética, especíca, aloja dentro de ella una diversidad muygrande. Esta diversidad no se reere en primera línea a diferentes tipos de vida, sino adiferencias est ructurales psico-somáticas. Las vidas son de diferente tipo porque lo sonlas est ructuras psico-somáticas que las hacen posibles, y que en este sentido las denen.El arcantropo y el paleantropo tienen diferentes tipos de vida porque sus estructuras sondiferentes. Lo que llamamos «modos» diversos de vida, son diferencias que se i nscriben

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    dentro de un tipo de vida ya estructuralmente denido. Entre los diversos arcantropos yentre los diversos paleantropos, unos individuos podían llevar, y seguramente llevaron,distintos modos de vida, como sucede también entre los neantropos. Pero todos losdiferentes modos de vida de los arcantropos son vidas de un mismo tipo, distinto del

    tipo de vida de los paleantropos. La diferencia primaria es, pues, una diferencia de«tipo» de vida que pende de la diferencia de las estructuras psico-somáticas mismas.

    Esta diferencia estructural no es meramente individual. Es algo mucho más hondo: unpitecantropo y un neandertal dieren mucho más hondamente que dos neandertalesentre sí. Es sobradamente claro. Pero t ampoco se trata de esa d iferencia cuasi-estructuralque englobamos bajo los nombres de variedades y de razas. Porque estas diferencias,incluso las raciales, se dan siempre y sólo dentro de una denida unidad primaria yaconstituida. Hay diversas razas d e arcantropos (así, se considera hoy, por ejemplo, quepitecantropo y sinantropo son diferentes razas), de paleantropos (los diversosneandertales), de neantropos (así, dentro del paleolítico superior, la raza de Cromagnon,la de Grimaldi, etc.). En cambio, la d iferencia en cuestión se reere a u na diferencia entreesas unidades primarias mismas, a esa diferencia según la cual hablamos deaustralopitécidos (si están hominizados), arcantropos, paleantropos o neantropos. Sólodentro de cada una de estas unidades puede hablarse de razas y v ariedades. Y que esadiferencia entre unidades primarias exista, es cosa que sal ta a los ojos con sólo recorrerlas características que en conjunto las distinguen. Sin embargo, a pesar de ser

    estructural, esta diferencia primaria no es esp ecíca, porque no se trata de diferencias deespecie sino de diferencias en la especie. Inmediatamente volveré sobre este punto. Hellamado «tipo», en este sentido preciso, a cada unidad estructural primaria. En cadatipo, la unidad de la especie es d e cualidad distinta. Un pitecantropo y un neandertal oun cromagnon, no sólo son hombres distintos, sino que son hombres de distintacualidad humana, por así decirlo; el quale de su humanidad es distinto. Y lo es tanto porlo que concierne a l o somático de de sus estructuras, como por lo referente a l o psíquico.

    En primer lugar, cada uno de los tipos es cualitativamente distinto de los demás enorden a sus estructuras somáticas, Las diferencias de facies, de volumen craneal y dedesarrollo cerebral, desde los australopitecos al homo sapiens son marcadamentecualitativas. El cerebro de un arcantropo no es del mismo tipo cualitativo que el de unneandertal. De esto no hay la menor duda. La morfología humana, como la de cualquierser vivo, no está constituida por la mera presencia de caracteres, cada uno independiente

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    de los demás, sino que la morfología es l a expresión de una unidad correlativa de estoscaracteres y previa a ellos. En su virtud, estas diferencias de caracteres no sonaccidentales: son diferencias sistemáticas y léticas. Por est o, para l os paleontólogos noofrece la menor duda que homo sea un género que abarca varias especies de hombres:

    habilis, erectu s, sapiens, etc. Son líneas sistemáticas y léticas, dentro de un phylum único(genérico) del que proceden evolutivamente, a veces en forma arborescente y norectilínea. Pero como el concepto taxonómico de especie es p uramente sistemático y, portanto, según es reconocido, algo indeciso y convencional, hay que completarlo con unaconsideración lética. Ahora bien, como esta unidad lética —cuando menos genérica—existe indudablemente en la humanidad (los poliletistas son una exigua minoría),preero no prejuzgar aquí si las unidades o ramas sistemáticas son o no rigurosasespecies. Por esta razón me limito a llamarlas «tipos» cualitativamente distintos,reservando la palabra «especie» para lo que los paleontólogos llaman género. En estesentido, digo, hay tipos de hombres que en su morfología somática son cualitativamentedistintos.

    Pero además, las diferencias de psiquismo de estos tipos humanos son tambiéncualitativas. Por poco que los conozcamos, los vestigios de su cultura obligan a estaconclusión. No es que por azar a unos tipos humanos se les ocurra hacer o pensar cosasque a otros no se les ocurrieron, por ejemplo, enterrar a l os muertos o ser agricultores adiferencia de meros cazad ores. Porque el ámbito de las posibles ocurrencias est á inscrito

    en una cualidad primaria y radical de su psiquismo; hay cosas que a d eterminados tiposhumanos no se les podían ocurrir, dado que eran de determinada cualidad. No es, pues,cuestión de ocurrencias sino de cualidad de tipo mental. Y esto es verdad sobre todotratándose de la inteligencia misma. No es s ólo que unos tipos de hombres, por ejemplo,los neandertales, sean más inteligentes que otros tales como los arcantropos, No escuestión de «más y menos», sino que unos tipos tienen una clase, digámoslo así, deinteligencia distinta a la de otros; la inteligencia del neandertal es cu alitativamente «otra»quela del pitecantropo. Sólo dentro de cada tipo puede decirse que unos individuosson más o menos inteligentes que otros; habría seguramente unos neandertales más

    inteligentes q ue otros. Pero la diferencia ra dical es l a cu alitativa.Estas d iferencias cualitativas de psiquismo podrían interpretarse en el sentido de que lapsique de los diferentes tipos humanos fuera «sustancialmente» distinta en cada uno deellos. Pero no es necesario adentrarse en esta dimensión del problema, porque es másque suciente el hecho innegable de que las estructuras somáticas determinan la formacualitativa de la psique, la forma animae. Y como las estructuras somáticas son de distinta

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    cualidad, lo son inexorablemente las psíquicas. La unidad de lo psíquico y de losomático es, en efecto, a mi modo de ver, una unidad estructural essencial y además

    bilateral. Es una idea que repetiamente he expuesto mutuamente no como potencia y a cto, sino como dos realidades actuales; la unidad del

    hombre es u na unidad esencial pero no sustancial. En su virtud, el sentido de estacodeterminación varía en el curso de la vida de cada hombre. En el plasma germinal sonlas estructuras somáticas, las estructuras germinales (es d ecir, los p rogenitores), las quedeterminan por completo el «primer» estado mental; y siguen determinando por algúntiempo los demás estados mentales. Esto sucede en cualquier individuo humano encualquier nivel que se l e tome. De esta manera es como se va congurando la formaanimae. Es cierto que cuando llega el momento en que el curso psico-somático hace queentre en juego su dimensión propiamente intelectiva, es ésta la que determina, en buenamedida, el curso y la funcionalidad de las estructuras somáticas. Pero como éstas son lasque conguraron inicial y radicalmente la cualidad o forma de la psique, resulta que,aun en esta dimensión, la función intelectiva es ya de raíz cualitativamente distinta deunos tipos humanos a otros. Las estructuras somáticas no sólo permiten el uso de lainteligencia, sino que conguran cualitativamente este uso en todos los tipos humanos,inclusive en el nuestro.

    De esta suerte, cada tipo humano tiene una unitaria estructura psico-somáticacualitativamente distinta de la de los demás tipos. Entre estos tipos humanoscualitativamente distintos hay una verdadera y estricta evolución genética, unaevolución psico-somática. La evolución genética de las est ructuras, en efecto, determinapor completo la cualidad de la psique, de la forma animae. En su virtud, la transmisióngenética de las estructuras determina una evolución de la forma o cualidad delpsiquismo. Por tanto, hay, como digo, una evolución psico-somática estrictamentegenética de los tipos humanos. La tipicación de la especie es p roducto de una estrictaevolución psico-somática. Puesta en marcha la evolución, sería posible, como acabo deindicar, que la organización funcional, por ejemplo, la del cerebro, estuvieradeterminada en algún sentido por el uso de la inteligencia dentro de cada tipo. Así se hadicho, más de una vez, que el útil precede al cerebro y lo conforma, no el cerebro al útil.En tal caso, si estas organizaciones se t ransmitieran, el propio psiquismo habría sido uno

    de los factores de la evolución. Pero para que esto sucediera, la organización funcionaladquirida por el uso de la inteligencia, habría de rep ercutir en las est ructuras d el plasmagerminal, ha de ser t ransmisible. Sea de ello lo que fuere, la unidad estructural psico-somática empieza por ser rudimentaria en los australopitecos y en los arcantropos, y seva perfeccionando cualitativamente, típicamente, a lo largo de la evolución. La evoluciónhumana es en primera línea una evolución de las cualidades típicas de la unidad psico-somática.

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    ¿Cuál es el sentido, cuál es la dirección de esta evolución? ¿Se trata del paso de pre-hombres a hombres? No lo creo. Es innegable que todos sentimos una cierta resistencia allamar hombres a todos esos tipos de «h umanidad». Es que estamos habituados por unaantiquísima tradición a denir al hombre como «animal racional», es decir, un animaldotado de la plenitud de pensamiento abstracto y de reexión. Y en tal caso nosresistimos, con sobrado fundamento, a llamar hombres a tipos tales como elpitecantropo y más aún al australopiteco, aunque su industria denotara inteligencia.Pero si por un esfuerzo llamamos hombres a es tos seres, propendemos a con siderarloscomo «racionales». Ambas tendencias brotan de una misma concepción: el hombrecomo animal racional. Ahora bien, pienso que esta concepción es insostenible. El hombreno es animal racional, sino animal inteligente, es decir, animal de realidades. Son doscosas completamente distintas, porque la razón no es más que un tipo especial yespecializado de inteligencia; y la inteligencia no consiste formalmente en la capacidaddel pensamiento abstracto y de la plena reexión consciente, sino simplemente en lacapacidad de aprehender las cosas como realidades. Animal inteligente y animalracional son, pues, cosas d istintas; éste es só lo un tipo de aquél. Y ello es verdad tanto siconsideramos al individuo humano de nuestra época, como si consideramos suevolución paleontológica; en ambos aspectos y dimensiones, el animal inteligente no esforzosamente un animal racional. El niño, ya a las poquísimas semanas de nacer, haceinnegablemente uso de su inteligencia; pero no tiene, sino hasta años más tarde, ese usoespecial de la inteligencia que llamamos «uso de razón». El niño ya desde sus c omienzoses animal inteligente, pero no animal racional. Pues bien, dentro de la línea evolutivainterior a la especie humana, el hombre ha sido desde sus orígenes en el cuartenario, unanimal inteligente, ha hecho uso de su inteligencia. Incluso los australopitecos delvillafranquiense, si tuvieron cultura creadora, serían rudimentarios pero verdaderoshombres. La falsa identicación del animal inteligente con el animal racional es el origende muchas de las dudas sobre la hominización de los australopitecos, y de que muchoshablen tímidamente de que si tienen inteligencia, son sólo potencial o virtualmente loque más tarde será el hombre. Pienso, por el contrario, que si poseyeran cultura creadoratendrían inteligencia, en el sentido que he expuesto, y entonces deberíamos resolvernos

    a llamarles no virtualmente sino formalmente hombres. Lo que sí es verdad es queserían virtualmente racionales. No hay por qué reservar el vocabl o y el concepto dehombre tan sólo al animal racional. Todos estos tipos humanos, sólo lentamente, a lolargo de muchísimos milenios, han ido evolucionando progresivamente desde su nivelde animal inteligente al nivel de animal racional cuya plenitud es el homo sapiens.

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    ¿Cuándo llegó a serlo? En el fondo, esta pregunta es ab surda. Sería absurdo pretenderprecisar, con un calendario y un reloj en la mano, cuál es el preciso momento en que elniño adquiere uso de razón. Esta adquisición no es cuestión de «momentos», sino que esun «proceso» de maduración humana, variable además con los individuos. Como tal,

    está sometido a oscilaciones, indecisiones e i ncluso a regresiones, aunque sea por cortotiempo; la maduración no es n i puede ser un proceso rectilíneo. Pues bien, es igualmentequimérico pretender precisar cronológicamente el estadio, evolutivo en que «por vezprimera» la humanidad se hace racional, sapiens. Es un proceso evolutivo deracionalización no-rectilíneo, que no está cumplido de una vez para todas en un solotipo humano. Más aún, ni tan siquiera está uniformemente alcanzado; aparecen a vecesformas, como esas «pre-sapiens» entre los neandertales que atestiguan la verdad de loque estamos diciendo. Es que dentro de un mismo estadio, hay puntos (inclusogeográcamente discernibles) que en la línea de la evolución ascendente, poseen mayorpotencialidad evolutiva que otros, en los que sucede lo contrario, acabando los hombrespor desaparecer en ellos. Por ser un proceso, sólo podemos decir que hay estadiosevolutivos, como el del arcantropo, que con seguridad no son racionales, y que hayestadios, como el del hombre de Cromagnon, que son plenamente racionales, homosapiens. Entre tanto, los hombres se van racionalizando.

    Por consiguiente, el hombre es an imal inteligente y no animal racional. En su virtud, noes forzoso pensar, ni remotamente, que el primer animal racional sea el primer hombre

    que ha habido en la escal a evolutiva de la tierra, ni que el primer an imal inteligente hayatenido que ser an imal racional. Todos los tipos humanos anteriores al homo sapiens sonno «pre-hombres» sino verdaderos hombres, pero no racionales sino «preracionales».Sólo los homínidos «pre-inteligentes» serían los auténticos pre-hombres. Los tiposhominizados anteriores al homo sapiens serían como esbozos progresivos, orientadosevolutivamente a l a constitución del homo sapiens, del animal racional. Es la evolución node lo infrahumano a lo humano, sino la evolución humana de la inteligencia a la razón.El homo sapiens no constituye una excepción en la historia evolutiva de la humanidad,sino que hacia él va dirigida ésta.

    Esto es verdad cualquiera que sea el detalle concreto de datos que la ciencia posea en unmomento determinado. Forzosamente estos datos están en constante enriquecimiento ymodicación. Pero con los conocimientos de que hoy disponemos, puede apoyarsenuestra armación. En efecto, a través de los cuatro grandes estadios evolutivos, cada

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    uno de los cuales llena casi todos los continentes con formas y variedades de granriqueza, puede discernirse grosso modo (con todas las inexactitudes de detalle que entranen ello) algo así como un eje o vector de propagación de la onda humana que va d esde elmero animal inteligente al animal racional; un vector orientado según formas que tienen

    caracteres progresivamente convergentes al homo sapiens. Arranca del comienzo delcuaternario con el cráneo de Tchad (o con el homo habilis). Sigue, sobre poco más omenos, con el australopiteco de Java, el telantropo, el australopiteco de Palestina, elhombre de Mauer, el hombre de Marruecos, el hombre de Swanscombe, el de Steinheim,el de Montmaurin, el de Fontchévade, el de Kanjera y el de Florisbad. Cada uno de ellos,según estimación de la mayoría de los investigadores, sigue cronológicamente a losanteriores, y marca un paso más hacia la «sapienciación». Es la línea axial deracionalización progresiva desde el mero animal inteligente al homo sapiens.

    En denitiva, una vez constituido el phylum especícamente humano, la humanidadentera se va constituyendo evolutivamente a través de diversos estadios típicamentecualicados, tanto en lo somático como en lo psíquico, a lo largo de los cuales vaascendiendo del nivel de animal inteligente al nivel de animal racional.

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    IV

    Con lo dicho no se han agotado los problemas. Porque todo ello se reere a l a estructuraevolutiva del phylum humano ya constituido; es lo que podría llamarse «problema de latipicación de la especie humana. Pero este phylum está inserto en un phylum animal nohumano, en el phylum de los primates antropomorfos. Es en él donde se b ifurca la líneazoológica en dos phyla: el phylum de los póngidos y el de los homínidos. Repetidas veceshe indicado que el modo de proliferación de éstos y el punto exacto de hominización noson sucientemente conocidos. Pero esto es asunto de ciencia positiva; no afectadirectamente a nuestro problema. Lo decisivo para nuestro problema es qu e, sea en unpunto sea en otro , hay una rama evolutiva, la de los homínidos pre humanos que ha i doextinguiéndose, y otra, la de los homínidos humanizados, divergente de la anterior. Y eneste punto de divergencia, hállese situado donde fuere en la línea lética, surge antenuestra consideración el problema de en qué consiste la constitución misma del phylumhumano dentro de los homínidos. Es el «problema de la hominización», un problemaanterior al de la tipicación de que nos hemos ocupado hasta ahora.

    ¿Es la hominización evolución? La respuesta a esta pregunta pende de un concepto

    preciso de evolución. La evolución, en efecto, no puede confundirse con los mecanismoscausales de la evolución, ni en el orden somático, ni en el psíquico. Evolución ymecanismo evolutivo son dos cosas p erfectamente distintas.

    Evolución es formalmente un proceso genético en el cual se van produciendo formasespecícamente nuevas desde otras anteriores en función intrínseca y determinante dela transformación de éstas. Pero hay que entender correctamente estas expresiones Antetodo, la evolución es producción genética de formas especícamente nuevas; todaevolución es innovación no sólo morfológica, sino también psíquica. Esto no signicaque la innovación sea forzosamente progresiva; todo lo contrario. Puede ser, y es en lainmensa mayoría de los casos, una vía muerta de escasa potencia evolutiva (sea portratarse de una especialización o por otras razones). Esta nueva forma procede de otra ode otras (poliletismo) anteriores muy precisamente determinadas; las aves, porejemplo, no pueden proceder sino de los reptiles, y no directamente de los

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    equinodermos. Y esto, tanto por lo que concierne a las estructuras morfológicas como alas psíquicas; el psiquismo de cada especie animal orece del psiquismo de una especieanterior precisamente determinada y sólo de ella. En este proceso genético el antepasadono sólo está precisamente determinado, sino que la nueva forma procede genética y

    determinadamente desde aquél en función intrínseca de él. Si así no fuera, lo quetendríamos es una serie causal sistemática, pero esta serie, este sistema, no seríaevolutivo. La función concreta de la forma especíca de los antepasados consiste en quedeterminan intrínsecamente, por transformación de algunos momentos estructuralessuyos, la estructura de la nueva especie, de suerte que ésta conserva transformadamenteesas mismas estructuras básicas. Sólo entonces tenemos estricta evolución. Y estemomento de determinación por transformación, concierne tanto a lo morfológico como alo psíquico. En el seno de la nueva estructura morfológica orece un psiquismo queconserva transformados los momentos básicos del psiquismo de la especie anterior. Lanueva especie tiene, por ejemplo, muchos instintos de la anterior; ha perdido algunos;pero tanto esta pérdida como aquella conservación son una transformación dentro de lalínea del nuevo psiquismo, etc. Tomados a u na estos diversos aspectos es c omo decimosque la evolución es un proceso genético en el cual se van produciendo formaspsicosomáticas especícamente nuevas desde otras anteriores y en función intrínsecatransformante y determinante de éstas.

    Pues bien, en este sentido formal y preciso, la hominización es evolución de los

    homínidos pre humanos al homínido hominizado; es un proceso genético en que ésteprocede y no puede proceder sino determinadamente de aquel prehumano; este procesoestá determinado por una transformación de las estructuras morfológicas básicasprehumanas. Y en esta nueva estructura transformada y sólo en ella y desde ella, oreceun psiquismo que no h ubiera podido orecer del psiquismo de un equinodermo o d e unave. Este psiquismo conserva como un momento transformado suyo, los caracteres

    básicos del psiquismo del homínido antecesor inmediato suyo. Por ejemplo, todo elinstinto prehumano se halla transformado, por elevación, en el hombre, El hombre tiene,por un lado, muchos menos instintos que los del homínido prehumano (es, en este y en

    otros muchos sentidos, incluso somáticos, el animal más inerme); y aun los que haconservado, están transformados, en el sentido (le ser menos «mecánicos», por asídecirlo, y abiertos a t endencias su periores. Pero est a transformación, sea p or eliminaciónde lo inútil, sea por reconformación de lo conservado, es siempre una verdaderatransformación; y así transformado, el ám bito instintivo del prehomínido es unmomento estructural del psiquismo humano. Lo propio debe decirse de la fabricación deútiles; el hombre comienza fabricando los mismos útiles que el homínido prehumano,

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    incluso seguramente ha aprendido de él su fabricación; conserva esta fabrilidad animalpero transformada en la línea de un progreso creador. La propia inteligencia oreceintrínsecamente desde estas estructuras, y ese orecimiento está determinado por latransformación de ellas; sólo a base del psiquismo de un homínido prehumano es

    posible y real la inteligencia; de un ave no hubiera podido orecer una inteligenciahumana. Llamando «psique intelectiva» a la totalidad del psiquismo humano, adiferencia de la psique no-intelectiva animal, hay que armar que la psique intelectivaorece intrínsecamente desde las estructuras psico-somáticas de un homínidoprehumano y en función determinante y transformante de éstas, de suerte que la nuevaespecie, la especie humana, incluye como momento esencial suyo la conservacióntransformada de las estructuras morfológicas y psíquicas de aquel homínido. El hombreentero, pues, es psicosomáticamente un brote evolutivo: surge evolutivamente de unhomínido prehumano.

    Pero esta evolución deja siempre en pie la otra cuestión: la cuestión del mecanismocausal de la evolución. La evolución es, desde este otro punto de vista, la expresión delmecanismo causal evolutivo. Es un problema sumamente complejo en el que existendiscrepancias hondas tanto por lo que se reere a las de la evolución como por loreferente a su modo de actuación (sea insensible, sea brusca). Así, por ejemplo, esinnegable la inuencia del medio que lleva o a la adaptación o a la desaparición de laespecie. Hay otros factores: el modo de vida, el aislamiento ecológico, la competición o

    lucha, la selección, las mutaciones génicas de los cromosomas, que producen a vecesprocesos de neotenia, etc. Tratándose del medio, y de las mutaciones génicas, la causa dela evolución es física. En el caso de otros factores, tales como el modo de vida, lacompetición, etc., las causas evolutivas son por lo menos parcialmente psíquicas: elmodo de vida, la competición, etc., envuelven innegablemente dimensiones psíquicas, yen este sentido el propio psiquismo es causa de evolución. Pero tanto las causasmeramente físicas como las psíquicas, han de repercutir físicamente sobre las estructurasgerminales, sobre el plasma germinal, si el cambio que aquellas causas p roducen ha deser estable. Una especie no es sólo un individuo vivo, sino un individuo que engendra

    otros de la misma estructura; es decir, los cambios han de ser hereditariamentetransmisibles. Por tanto, esos cambios han de producirse físicamente en las estructurasdel plasma germinal. Ante todo en los genes: es en ellos donde se en cierra el «códigogenético» de un ser vivo. Es posible que además hayan de inuir en otros momentosestructurales del plasma germinal. Para no prejuzgar nada acerca de esta cuestiónmeramente cientíca, llamemos a todos estos cambios del plasma germinal cambiosgerminales. En general, estos cambios son letales. Pero si no lo son, y si hay un medio

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    adecuado para el nuevo ser vivo, tendremos la constitución de una nueva formaespecíca, tanto en lo morfológico como en lo psíquico, pues de las estructurasmorfológicas surge el psiquismo propio de la nueva especie. Esto explica por qué lanueva especie conserva transformadamente las estructuras psíquicas de la especie

    anterior.

    En el caso de los animales, la transformación determina la morfología y el psiquismo dela nueva especie, y los determina produciéndolos por sí misma; determinación es aquí,causación efectora. Pero no es este el único tipo de causalidad evolutiva, porque todacausación efectora es determinación transformante, pero no toda determinacióntransformante es forzosamente acción efectora. En el origen del phylum humanointerviene, desde luego, una transformación efectora; la morfología del primer homínidohumanizado (australopiteco o arcantropo) no sólo está determinada por transformaciónde las estructuras germinales, sino que está producida efectoramente por ellas. Pero noes así tratándose del psiquismo humano. El psiquismo humano está determinado en suorigen evolutivo por las transformaciones germinales, pero no está producido sólo porellas. Aquí la determinación causal no es efección. La mera sensibilidad no puedeproducir por sí misma una inteligencia: entre ambas existe una diferencia no gradualsino esencial. Por mucho que se compliquen los meros estímulos y su forma deaprehensión, jamás llegarán a constituir realidades estimulantes y aprehensiónintelectiva. En este punto, la aparición de una psique intelectiva es n o sólo gradual, sino

    esencialmente, algo nuevo. En este sentido, pero sólo en éste, decimos que la aparición deuna psique intelectiva es una innovación absoluta. Esto no signica una discontinuidadentre la vida de tipo animal prehumano y la vida de tipo humano de un homínidohominizado. Tampoco signica una discontinuidad estructural psíquica. La psiqueintelectiva conserva como momento esencial suyo la dimensión sensitiva transformadadel homínido prehumano. Pero la psique humana envuelve otro momentointrínsecamente fundado en el sensitivo, pero que transciende de éste; es el momentoque llamamos intelectivo. Por él no hay discontinuidad sino transcendencia; si se quiere,una continuidad en la línea de la transcendencia creadora. Y como la psique no es una

    adición de sensibilidad e inteligencia, sino que es una psique intrínsecamente una,resulta que la psique humana en su integridad, la psique del primer homínidohominizado, es esencialmente distinta de la psique animal del homínido antecesor delhombre. Como tal, está determinada por la transformación, (por los cambios germinales)del mero homínido en hombre, pero no está efectuada por dicha transformación. Portanto, no puede ser sino efecto de la causa primera, al igual que lo fue en su hora, laaparición de la materia: es efecto de una creación ex n ihilo.

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    Pero es necesario entender esta armación a una con lo que hemos dicho anteriormente;es decir, ha de ser una creación determinada por la transformación de las estructurasgerminales. Esto es tan esencial como el que sea exnihilo . Se propende demasiadofrecuentemente a i maginar esta creación literalmente, como una irrupción externa de lacausa primera, de Dios, en la serie animal. La psique intelectiva sería una insuaciónexterna de un espíritu en el animal, el cual por esta adición quedaría convertido enhombre. En nuestro caso, esto es un ingenuo antropomorsmo: La creación de unapsique intelectiva ex nihilo no es una adición externa a las estructuras somáticas, porqueni es mera adición ni es externa. Y precisamente por esto es por lo que a pesar de estacreación o, mejor dicho, a causa de esta creación, hay ese orecimiento genético delhombre, determinado desde las estructuras y en función intrínseca de sutransformación, que llamamos evolución. La creación no es una interrupción de laevolución sino todo lo contrario, es un momento, un «mecanismo» causal intrínseco aella. Como esto mismo acontece en la generación de todo individuo humano encualquier nivel, no será desviarnos de la cuestión atender a est a generación y transponerluego estas consideraciones al proceso logenético.

    1) Decía, pues, que la creaci ón ex nihilo de una psique intelectiva no es formalmente unamera adición. El individuo humano está ya integralmente constituido en la célula

    germinal; todo lo que vaya a ser su humana sustantividad individual está ya en su célulagerminal: las estructuras germinales somáticas y su psique intelectiva. Atendiendo a lasprimeras, podría pensarse, a primera vista, que la psique intelectiva es u na mera adicióna dichas estructuras, porque éstas son puramente bioquímicas y p or tanto nada tienenque ver con la psique intelectiva; serían a lo sumo materiales d ispuestos para rec ibirla enel acto creador. Pero pienso que es f also que las estructuras bioquímicas sean mera causadispositiva. Son algo más profundo. Porque en el decurso genético de esa cé lula llega unmomento postnatal, en que esas mismas estructuras bioquímicas, ya pluricelulares yfuncionalmente organizadas, exigirán para su propia viabilidad, el uso de la inteligencia, es

    decir, la actuación de la psique intelectiva. Ahora bien, este carácter exigitivo estágerminalmente pregurado en la célula germinal. Ciertamente, en esta fase no hayexigencia actual ninguna de psique intelectiva; pero hay una estructura bioquímica queen su hora llevará a e sta exigencia. Por consiguiente, la propia estructura bioquímica dela célula germinal no es actualmente, pero sí virtualmente, exigitiva de una psiqueintelectiva; es una exigencia virtual, formalmente incluida en las potencialidades dedesarrollo de las est ructuras bioquímicas, es decir, es una exigencia virtual pero real. En

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    consecuencia, la estructura bioquímica de una célula germinal no es mera causadispositiva, sino algo más hondo: es una causa exi gitiva de la psique humana. Esta psiqueno es sólo una psique de este cuerpo , sino que es un a psique que por estar exigida poreste cuerpo ha de tener como momento esencial suyo el tipo de psiquismo sensitivo que

    este cuerpo determina por sí mismo. A su vez, la psique intelectiva es desde sí mismaexigitiva de un cuerpo; y no de un cuerpo cualquiera, sino precisamente de este cuerpocon este tipo de estructura, y por tanto con este determinado tipo de psiquismo animal.Esta exigencia no es una mera adición a la psique intelectiva, sino un momento esencialde ella. La inteligencia, por ejemplo, no sólo se halla vertida desde sí misma a lasensibilidad, sino a este preciso tipo de sensibilidad determinado por las estructurassomáticas. La psique intelectiva no es puro «espíritu» sino «alma»; por esto es por lo quese halla determinada por el cuerpo. Este momento exigencial es numéricamente idénticoen el alma y en el cuerpo; y en esta numérica identidad exigencial consiste la unidadesencial de la sustantividad humana. De ahí que la creación de una psique intelectiva enuna célula germinal no sea mera adición sino cumplimiento de exigencia biológica. Estecumplimiento es ciertamente creador; ya hemos dicho por qué. Pero creadoramente escumplimiento de una exigencia biológica de la célula germinal. Todo lo contrario deaquella irrupción de que hablábamos al principio.

    Y esto es lo que sucede en la hominización del primer homínido infra o pre-humanoanterior al hombre. Los cambios germinales de este inmediato predecesor del hombre

    son causas biológicas exigitivas de la creación de una psique intelectiva, de lahominización. Y como estas estructuras están, según hemos visto, cualicadassomáticamente, resulta que cualican eo ipso la psique creada por exigencia de ellas. Lapsique del primer homínido humanizado ha de ser de un psiquismo sensitivo muyprecisamente determinado, a saber, el psiquismo transformado del homínido infra opre-humano. No puede haber una psique humana de un equinodermo o de un avetransformados; sólo puede haberla de un homínido transformado. Porque es estepsiquismo y no otro el que exige una psique intelectiva. Es que una especie no es sólo unorganismo vivo, sino un organismo vivo tal que pueda subsistir vital y genéticamente de

    modo estable. Ahora bien, el equinodermo está en estas condiciones, no así el homínidotransformado si no tuviera psique intelectiva. Expliquémonos.

    Es cierto que los equinodermos tienen una inmensa potencialidad evolutiva de carácterprogresivo: son el origen de los vert ebrados. Pero no todas las líneas evolutivas de estos

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    últimos son verdaderamente progresivas. Hay ramas colaterales, como la de las aves,que poseen ya escasa potencialidad evolutiva y que no progresan porque, por serevolución especializadora, constituyen una vía muerta; su psiquismo, como sumorfología, es por esto cerrado y estable; no tiene sentido hablar entonces de una psique

    intelectiva porque no formaría parte de la vida del ave. Otras ramas, de vertebrados son,en cambio, de gran potencialidad evolutiva y por tanto de más rico psiquismo: son losmamíferos. Dentro de ellos hay también muchas ramas colaterales; el progreso sólocontinúa en la rama, digamos, central. Pero este progreso está evolutivamenteescalonado. Cada estadio es más rico morfológica y psíquicamente. Sin embargo,aunque lleno de porvenir, cada estadio, tomado en sí mismo, es un sistema cerrado yestable por sí mismo; de ahí que su psiquismo no es sino mera transformación delpsiquismo sensitivo del estadio anterior; no exige psique intelectiva. Sólo llegadoevolutivamente al estadio de homínido se ha alcanzado un punto tal que sutransformación ulterior ya no constituye un sistema estable por sí mismo. Es en estepunto, y sólo en éste, donde la potencialidad evolutiva del equinodermo se haceexigitiva de una psique distinta para la propia estabilidad biológica. Porque una especieque tuviera las estructuras somáticas transformadas que posee el homínido hominizado,y no poseyera psique intelectiva, no hubiera podido subsistir biológicamente con plenaestabilidad genética; se habría extinguido rápidamente sobre la tierra. El equinodermo,en su estadio de mero equinodermo, no exige psique intelectiva, pero tiene granpotencialidad para llegar a exigirla; sólo la podrá exigir de hecho, cuando hayaalcanzado el estadio de homíni