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Enfasls Carlos Dore Cabral , Por Bernardo Vega La idea de crear la comunidad de América del Norte, que incluiría a Canadá, Estados Unidos y México, ya ha sido planteada anteriormente. Esta nueva contri- bución trata de ensanchar el concepto para incluir a Centroamérica y el Caribe. Como modelo, la Unión Europa, y como resultado, la Comunidad del Norte del Hemisferio Occidental (CNHO). 4-Cultura: La actualización de un concepto 26-Migración haitiana y Ciencias Sociales 2 GLOBAL Por Carlos Dore CabralTRANSCRIPT
, . Enfasls
Ajustes culturales Así como el filósofo Claude Levi Straus, con su sentencia de que lo natural es lo que se hace y lo cultural cómo se hace, zanjó el debate sobre la universalidad de la cultura, Silvia Torres-Saillant, con su afirmación en este número de Global de que "si la cultura salvara a los pueblos, ya todos los pueblos se habrían salvado, dado que no existe pueblo sin cultura", pone fin a la confusión acerca de la función de la cultura, función que el Estado dominicano había oficializado usando como divisa la frase del pensador Pedro Henríquez Ureña, "sólo la cultura salva a los pueblos", pero sacándola fuera de su ineludible contexto. Asimismo son pertinentes las críticas del profesor de la Universidad de Syracuse -y uno de los líderes de la diáspora dominicana- al Estado que fomenta una política apoyada en concepciones culturales excluyentes y que oculta la hibridación de los valores y comportamientos que conforman lo dominicano. Mientras "el espacio cultural de la Cofradía de los Congas del Espíritu Santo de Villa Mella" es exaltado por la Unesco -¡en la primera proclamación de patrimonio intangible que hace esta institución en 2001!- a obra maestra del patrimonio oral e inmaterial de la humanidad, el Teatro Nacional de la República Dominicana aún no se honra y enorgullece llevando a sus escenarios el trepidar de los palos de Pío Brazobán y Sixto Minier. Bienvenidas sean por igual la confianza y la esperanza de Torres-Saillant en queel Estado dominicano, después de la segunda mitad de 2004, haya comenzado a practicar una política cultural más inclusiva, en la cual lo nacional esté lleno de toda su heterogeneidad. Hay que advertir, sin embargo, que para que esto sea posible no basta con que los nuevos regentes del Estado convengan con esa nueva concepción; es preciso que los escogidos para ejecutarla estén de acuerdo con ella y dispuestos a realizarla. Quienes creen que la cultura es estática y que su patrimonio es sólo lo tangible, lo monumental, no pueden ejecutar unos lineamientos que entiendan que la cultura se transforma y que su patrimonio se nutre también de lo intangible: de las tradiciones, de los valores, de los comportamientos ... de la gente. Quienes creen que la cultura nacional se reduce a la contribución de una etnia, pueblo o nación, no pueden poner en práctica unas posturas que reconozcan que la cultura nacional es un híbrido resultado de varios aportes.
Carlos Dore Cabral
4-Cultura: La actualización de un concepto Por Silvio Torres-Saillant Todavía predomina en los círculos de la sociedad
dominicana consagrados a la "promoción cultural"
una lógica que reduce la noción de cultura a las
letras, las "bellas artes" y la erudición. Este artículo
propone, muy al contrario, difundir un concepto libre
de los protocolos de exclusión fomentados hasta
ahora para llegar a un concepto: el que dice que una
cultura será eficiente en la medida en que prepare
a una población para lidiar efectivamente con las
exigencias que le presenta su hábitat.
12-EI Estado dominicano del siglo XX Por Leopoldo Artiles Este trabajo sostiene la hipótesis de que el Estado
dominicano fue construido como una estructura polí
tica de carácter patrimonialista, clientelista yautorita
rio. Con el paso del tiempo, esta estructura mantiene
una relación tensa con la democracia, obstaculizando
su potencial y bloqueando las posibilidades de cons
truir un Estado más coherente con los principios cons
titucionales e impidiendo un desarrollo de formas de
representación más eficaces y auténticas.
26-Migración haitiana y Ciencias Sociales Por Carlos Dore Cabral
2 GLOBAL
Este no es un artículo sobre la presencia haitiana en
la República Dominicana, sino una breve historia
de cómo los científicos sociales dominicanos han
estudiado este fenómeno. Para hacerla se ha pro
cedido de la forma que aconsejaba uno de sus más
importantes cultores, Isaiah Berlin, "adentrándose
en las mentes y puntos de vista de las personas que
las sostuvieron, así como en los contextos sociales y
culturales de los que formaban parte".
IDO 38-EI merengue, símbolo de identidad nacionál
Por Darío Tejeda La trayectoria del merengue ilustra una de las gran
des paradojas de la historia dominicana y, en gran
medida, latinoamericana: aquella en que un fenóme
no que al principio fue aborrecido por la elite intelec
tual, terminó convirtiéndose en un emblema de la
identidad nacional. Hoy se cumplen 150 años de la
primera aparición en un medio de comunicación de
un escrito relativo a este género.
48- El modelo europeo para el Norte del Hemisferio Occidental
Por Bernardo Vega La idea de crear la comunidad de América del Norte,
que incluiría a Canadá, Estados Unidos y México, ya
ha sido planteada anteriormente. Esta nueva contri
bución trata de ensanchar el concepto para incluir
a Centroamérica y el Caribe. Como modelo, la Unión
Europa, y como resultado, la Comunidad del Norte
del Hemisferio Occidental (CNHO).
INFORME ESPECIAL Aportes del Foro de Biarritz a la gobernabilidad
Global recoge tres trabajos sobre la relación entre
forma de gobierno y gobernabilidad, presentados en
elll-Encuentro del Grupo de Biarritz, organizado por
Funglode. Estos textos abren un debate al presentar
tres aportes muy significativos, dos con posturas
opuestas, pero ambos provenientes de experiencias
personales en el ejercicio del poder desde el Estado,
y el tercero referido al poder creciente de los medios
de comunicación y de la información sobre la gober
nabilidad. Introducción de Rafael Toribio.
60-Cien años del Bloomsday Por Frank Báez Rosario El 16 de junio de 2004 se festejó el centenario del
Bloomsday, celebración del día en que está basada
la novela Ulises, de James Joyce. Este artículo hace
un recorrido de la efeméride, desde las rimbom
bantes festividades de la conmemoración hasta el
origen de la fecha de la cita amorosa entre el escritor
irlandés y la que después sería su futura esposa.
68-Los Estados árabes contra Palestina Por Miguel Ángel Bastenier Los palestinos nunca han visto con entusiasmo la
fundación en su seno de un Estado verdaderamente
independiente y mucho menos que corriera el ries
go de ser democrático. Hoy, con la desaparición del
fundador del hecho mitológico palestino, Yasir Ara
fat, esto es tan cierto como lo era en 1948, cuando
paralelamente a la proclamación formal del Estado
de Israel nació la reivindicación nacional del pueblo
refugiado y guerrillero.
74-Universidad y desarrollo humano en un contexto global
Por Inmaculada Madera Desde la perspectiva de la complejidad, esta refle
xión pretende ser una aproximación pro positiva a
los fenómenos sociales en general y a la Universidad
dominicana en particular, analizando sus procesos
intrínsecos de evolución y su interacción con el
entorno, así como su impacto actual y potencial en
el desarrollo humano.
LA ACTUALIZACIÓN DE UN CONCEPTO Por Silvio Torres-Saillant Fotos: Pedro Jaime Fernández
Todavía predomina en los círculos de la sociedad dominicana consagrados
a la IIpromoción cultural" una lógica que reduce la noción de cultura a las
letras, las "bellas artes" y la erudición; noción que hoy ha perdido vigencia.
La cultura criolla -en la expresión amplia de su complejidad, riqueza y
variedad - permanece desconocida por los estamentos oficiales formal
mente responsables de promoverla. Este trabajo trata de difundir un con
cepto libre de los protocolos de exclusión, fomentados por los regíme
nes anteriores, para llegar a un concepto: el que dice que una cultura
será eficiente en la medida en que prepare a una población para lidiar
efectivamente con las exigencias que le presenta su hábitat.
1 estribillo que reza "Qué cultura va a tener si
nació en los carbonales", en un vallenato titulado "La gota fría" popularizado por el cantante colom-
biano Carlos Vives, recoge la tesis de que mientras más humilde la procedencia de la persona, menor su grado
cultural. El vocablo latino cultura, derivado del verbo colere, tie
ne originalmente un significado religioso y otro agrícola. Se rinde culto a tal o cual divinidad así como se cultiva la tierra (Corominas y Pascual 1980:228-89). Temprano
en la lengua española la acepción agrícola engendró
metafóricamente una asociación con el esmero social o
intelectual y el refinamiento del individuo. Así lo regis-
4 GlOBAL
tra el Diccionario de Autoridades publicado por la Real Academia en 1726 (Real Academia 1964:699).
Se hizo común la definición de cultura como el "mejoramiento de las facultades físicas, intelectuales y mora
les del hombre" (Casares y Sánchez 1963:245; Moliner 1966:841) y "el cultivo del espíritu" por vía de "las crea
ciones del lenguqje, la literatura, el arte, la ciencia, la filosofía, la moral, el derecho, la sociedad y el Estado"
(U.T.E.R.A. 1951 :833). Al asociarse al perfeccionamiento individual mediante la erudición, dicha definición abrió
un esquema cuantitativo que estipulaba el nivel cultural de una persona a partir de su mayor o menor formación
intelectual.
Una mujer concentrada en un video-juego en
la comunidad de Mata los Indios.
Página anterior: hermano de Sixto Miniere con la Cofradía del Espíritu Santo
portando un crucifijo, en la comunidad de Mata los Indios, en Villa Al tagracia.
Es decir, una persona con educación universitaria
aventajaba en cultura a quien apenas hubiera cursado
la primaria. Como los humildes carecen de los recur
sos para costear una buena instrucción, bien se podía
dudar de la cultura que pudiera tener un individuo
nacido "en los carbonales".
El esquema antes descrito daba a la minoría ilustra
da, en base a su presunta elevación espiritual, un ran
go superior al del grueso de la cuidadanía. Legislaba
que a la élite docta le tocaba dirigir la sociedad o por
lo menos ocupar en ella una posición de privilegio.
Confería a los cultos la potestad de dictarles pautas
al resto de la población, a la cual no le reconocía con
dición cultural. Afincado en su medular prejuicio de
clase, llegó a señalar "la irrupción de las masas en la
sociedad" como una causa de la "la crisis de la cultura
en nuestra época" (U.T.E.R.A. 1951 :834).
Este esquema elitista también promovía el etnocen
trismo y el autodesprecio, pues el mismo raciocinio
que postulaba la superioridad de la minoría docta con
respecto al ciudadano común también se extendía a
la superioridad de las sociedades occidentales con res
pecto a aquellas que gozaban de menor prestigio en el
plano de la erudición y las artes a escala internacional.
De ahí que todavía hoy cualquier persona dominicana,
sin excluir a los doctos, acepta que la cultura europea
supera a la suya. Se trata de una herencia colonial que
inculca el autodesprecio e induce a aceptar axiomática
mente la superioridad cultural de sus antiguos amos.
Sin vigencia Con el surgimiento de la culturología en las Ciencias
Sociales y más recientemente la rama interdisciplina
ria llamada estudios culturales, ya la visión elitista
y etnocéntrica de la cultura ha perdido vigencia. Se
entiende que todo pueblo tiene cultura y que no existe
la superioridad de una cultura con respecto a otra. En
su definición académica actual, cultura no significa eru
dición. Compuesta tanto por elementos materiales como
inmateriales, la cultura consiste en "los patrones de vida
complejos desarrollados por los humanos y transmitidos
a través de las generaciones", incluyendo "las normas,
las costumbres, los hábitos, el lenguaje y los artefac
tos" (Raque 1994:443). Una cultura será eficiente en la
medida en que prepare a una población para lidiar efec
tivamente con las exigencias que le presenta su hábitat.
6 GLOBAL
Desde que el antropólogo británico Edward Burnet
Tylor, hace ya más de 130 años, describió la cultura
como un "complejo entero que incluye conocimientos,
creencias, arte, moral, ley, costumbres y todas las otras
capacidades y los hábitos adquiridos por el ser humano
como miembro de la sociedad", las definiciones suce
sivas han recalcado insistentemente su complejidad.
(Tylor 1958:1).
Un texto divulgador de lo que se ha venido a llamar
"teoría cultural" explica que la cultura "comienza en
el punto en que los humanos sobrepasan los límites
de la herencia natural que les ha sido dada" (Edgar y
Sedwick 1999:101-02). La cultura, entonces, se cimenta
sobre la base de la coexistencia material y psicológica
de los individuos que constituyen una sociedad. Se
ubica en la especificidad histórica de un conglomerado
humano en su lugar y tiempo determinados pero sin
atribuirle cualidades eternas ni transcendentales. Se
sabe "por los records prehistóricos e históricos que los
patrones culturales de toda sociedad están constante
mente cambiando" (Vogt 1968:554).
La cultura entonces es fluida. Su naturaleza cam
biante se hace aún más patente en la era de las compu
tadoras, las telecomunicaciones, Internet y las demás
tecnologías que acortan las distancias y subrayan la
textura transnacional de la vida moderna. La cultura
urbana de nuestros abuelos poco se asemeja a la de
nuestros hijos. Se podría decir otro tanto de la rural. Las sociedades política y económicamente dependientes, como la dominicana, se hacen necesariamente porosas
a las influencias externas. Hospitalaria a lo extranjero, la República Dominicana depende económicamente del turismo, las remesas monetarias de los emigrados y las
zonas francas, tres fuentes que por su naturaleza colocan al país en contacto ineludible con fuerzas culturales
externas. Vale agregar la práctica ya común de vender las empresas del Estado y grandes trechos del territorio nacional a inversionistas foráneos, añadiendo variables a la mutabilidad de los procesos culturales.
En desuso Ha caído en desuso la visión que presentaba la cultura
como un proceso de refinamiento a través del cual el individuo se hacía superior a sus compatriotas. También se volvió obsoleta la noción que equiparaba la cultura
con el bien, un conjunto de saberes y preceptos que ennoblecían a la persona. En la novela El asesino ciego (2001 ), que le mereció a la canadiense Margaret Atwood el prestigioso premio Booker, la narradora rememora la idea de cultura de su abuela Adelia: "Ella procuraba la cultura, lo que le daba cierta autoridad moral. Ahora ya no; pero para entonces la gente creía que la cultura te
hacía mejor - una mejor persona ... Todavía no habían visto a Hitler en el teatro de la opera" (Atwood 2001: 59).
Fieles ante el altar de la Virgen de la Altagracia en la comunidad
de Mata los Indios.
Para los especialistas resulta ingenuo atribuir rectitud
moral a todo lo relacionado con la cultura. La cultura no es inherentemente buena. Su textura moral dependerá
del contexto particular que la produzca.
También hay que mirar con cautela la supuesta unidad cultural que normalmente atribuimos a las sociedades. Muchas veces, detrás de la apariencia de unidad
se esconde un prontuario de crueldad. Si los mayas en Quintana Roo, Península de Yucatán, comparten con el
Distrito Federal los patrones generales de una cultura mexicana unitaria, la homogenización que creó esa unidad no se dio sin grandes cuotas de violencia. Hoy los dominicanos viven el merengue como una expresión cultural intrínseca de la identidad nacional, pero los
estudiosos enseñan que ese ritmo le debe su vigencia a una cruenta dictadura. Si yo miro con sospecha a un pretendiente de mi hija a quien se le conoce cierta predi
lección por lo gallos, mi reacción responderá al impacto que tuvo en los gustos de la población la ocupación norteamericana de 1916 a 1924, cuando el béisbol favo
recido por los invasores efectivamente reemplazó a la
gallera como pasatiempo favorito del país. Debido a que las élites tienen el poder para legitimar
las formas culturales de su preferencia, en ocasiones
grupos pertenecientes a los estratos menos privilegiados de la sociedad necesitan luchar para legitimar sus expresiones con el fin de aumentar su aceptación. El
éxodo dominicano hacia los Estados Unidos, que ha incrementado el poder adquisitivo de comunidades marginales poseedoras de formas culturales anteriormente
menospreciadas, ha logrado inyectar vigor a la música de palos, al gagá y a la bachata. Estos y otros ritmos
asociados a poblaciones rurales y mayormente negras, han ganado el favor colectivo de la población gracias al
influjo de los emigrados. En fin, no tiene nada de nítido
el origen de las formas culturales que hemos llegado a reconocer como propias de nuestro "carácter nacional".
¿Cultura que salva? La fachada del edificio central de la Secretaría de Esta
do de Cultura de Santo Domingo despliega un rótulo de gruesas letras que forman el lema "Sólo la cultura salva a los pueblos". Sacado fuera de su imprescindible contexto en un escrito de Pedro Henríquez Ureña, dicho postulado constituyó un credo para el primer funcionario que ocupó el puesto de Ministro de Cultura de la República
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Dominicana. He aquí un juicio típico del mismo: "La cultura es un elemento fundamental de liberación, reafirma
la identidad y fortalece el espíritu. Sin cultura ninguna nación puede salir adelante" (Raful 2003 :8).
Vale la pena hurgar en estas extrañas afirmaciones
porque la idea de cultura que tenga un ministro habrá de impactar directamente en las políticas culturales promovidas por su gestión. A final de cuentas, será la pobla
ción quien pague las consecuencias de dicha idea. Si la cultura salvara a los pueblos, ya todos los
pueblos se habrían salvado dado que no existe pueblo sin cultura. Pero aparte de eso, poca gente sensata se atreverá a darle a la cultura ese monopolio salvador.
La sobriedad analítica más bien se inclinaría por fortalecer la economía, la ley, la justicia social, los ser
vicios de salud, la educación y los demás renglones constatables del mejoramiento social colectivo.
También valdría la pena averiguar de qué nos salva
ría la cultura y si tal cosa tiene precedente verificable. La cultura española, con su cante jondo, sus zarzuelas, su Siglo de Oro y su Arcipreste de Hita no se salvó de
la Inquisición, la perversidad colonialista o la barbarie franquista. La cultura dominicana con toda su riqueza, desde el lirismo de Salomé Ureña hasta la suculencia
del sancocho, no nos evitó la masacre de 1937, la violencia generalizada de la dictadura ni el envilecimiento
colectivo de los 12 años. Ni Beethoven, ni Goethe, ni Novalis, ni Rilke le ahorraron a los alemanes la desgra
cia de delinquir contra la humanidad durante el período nazi. Tampoco la poesía de la PU~iade, ni el espíritu de joie de vivre, ni el cinéma verité, ni el nouveau roman
ayudaron a Francia a abstenerse del oprobio colonial o de colaborar con la depravación hitleriana. La grandeza cultural de Italia, que lideró el llamado Renacimiento y
la comedia del arte y el prodigio culinario de las pastas, no cerró las puertas al advenimiento del fascismo .
En fin, nos falta noticia del primer pueblo cuya cultu
ra lo haya salvado del crimen, la indignidad y la deshumanización. Denunciando la caducidad y la perversidad
del concepto que circunscribe la cultura a la erudición y el supuesto refinamiento, Antonio Gramsci decía en
1916: "Hay que perder la costumbre y dejar de concebir la cultura como saber enciclopédico en el cual el hombre
no se contempla más que como un recipiente que hay que llenar con datos empíricos, con hechos en bruto e
inconexos que él tendrá luego que encasillarse en el cere-
8 GLOBAL
bro como en las columnas de un diccionario para poder contestar, en cada ocasión, a los estímulos varías del mundo externo. Esa forma de cultura es verdaderamen
te dañina, especialmente para el proletariado. Sólo sirve para producir desorientados, gente que se cree superior
a los demás porque ha amontonado en la memoria cierta cantidad de datos y fechas que desgrana en cada ocasión para levantar una barrera entre sí y los demás"
(Gramsci 1970:15).
Sus males La cultura ni nace al margen de la sociedad que la
produce ni se exime de sus valores. Retrato de una formación social determinada, refleja sus correspondientes
males. La sociedad hebrea de la época de Moisés era misógina y esclavista. Por eso en el décimo de los mandamientos recogidos en el "Deuteronomio" Jehová sólo
habla a los varones, declara a la hembra propiedad del varón y legitima la esclavitud. Dirigiéndose al varón
libre, le ordena: "No codiciarás la mujer de tu prójimo, ni desearás la casa de tu prójimo, ni su tierra, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno ni cosa alguna de tu prójimo" (Deuteronomio 5.21).
A! carecer la sociedad hebrea antigua, milenios atrás,
de la sensibilidad que sociedades contemporáneas hemos venido desarrollando acerca de la dignidad humana de
los discapacitados, sus textos culturales reflejan desprecio por las personas con limitaciones físicas o mentales como queda claro en el libro de "Levítico". La cultura
recoge los prejuicios, las pequeñeces y las imbecilidades de la formación social de cuyo seno emerge.
En su ensayo El espíritu y las maquinarias, el texto de donde sale la frase usada en el rótulo arriba mencio
nado, Henríquez Ureña afirma: "Sigo impenitente en la arcaica creencia de que la cultura salva a los pueblos",
haciendo gala de su sobriedad intelectual al admitir el arcaísmo de su juicio. Pero no se queda circunscrito al pensamiento anticuado. Aunque no llegara a moderni
zar su concepto de cultura, por lo menos se alejó del juicio que le atríbuía virtud al añadir: "Y la cultura no
existe, o no es genuina, cuando se orienta mal, cuando se vuelve instrumento de tendencias inferiores, de ambi
ción comercial o política" (Henríquez Ureña III:308; Collado 2002:33). Leídas en su adecuado contexto,
estas palabras nos revelan su desinterés en presentar
nos la cultura como algo externo a la sociedad que la
El "colmadón" también forma parte de la cultura dominicana.
produce. Se desprende del párrafo recién citado una consideración que condiciona la cultura a las fuerzas
sociales que la pueden afectar y hasta desvirtuar. En su informe sobre desarrollo humano para el año
2004, el PNUD (Programa de la Naciones Unidas para
el Desarrollo) plantea lo siguiente: "Si el mundo desea lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio yerradicar definitivamente la pobreza, primero debe enfrentar
con éxito el desafío de construir sociedades inclusivas y diversas en términos culturales; esto no sólo es nece
sario para que los países puedan dedicarse a otras prioridades, tales como el crecimiento económico y la pres
tación de servicios de salud y educación para todos los ciudadanos, sino porque permitir la expresión cultural plena de toda la gente es en sí un importante objetivo del desarrollo" (PNUD 2004: v).
El concepto de cultura que abrace el Estado Dominicano podrá aliarse o reñirse con las exhortaciones del
PNUD. El primer líder de la Secretaría de Cultura en ese momento se dejaba guiar por una lógica enemiga de los preceptos adelantados por el PNUD. Ello se deduce
hasta de las evidencias que aducía para defender su gestión: "Nosotros hemos presentado espectáculos en
el río Masacre. Muchos dicen que son los más grandes presentados en esos lugares. Eso quiere decir que
vemos a la frontera como un sitio donde debe florecer la cultura" (Raful 2003:9).
Evidentemente es grande el pavor que provoca la premisa que traslucen las citadas palabras. Al jactarse
de llevar conciertos a la frontera para que allí florezca la cultura, nos está definiendo la zona como un lugar,
igual que los carbonales de Carlos Vives, desprovisto de cultura. Despliega de esa manera su convicción de que
para haber cultura en la frontera debe ser traída, como en paracaídas, desde la capital.
Dicha convicción lastima potencialmente a los gru
pos diferenciados étnica o socialmente en la población como los habitantes de los barrios marginados, los dominico-haitianos, los dominican-yorks y aquellos a
quienes las instituciones oficiales históricamente han relegado al fondo de la escala social. La misma se ciñe a la nefasta presunción de que la cultura reside en la masa
encefálica de escritores, artistas y funcionarios, ubicando a la ciudadanía en la categoría de mera receptora.
Además, reedita el superado esquema compuesto por una minoría productora de cultura y una mayoría que
pasivamente la consume. Peor aún, al partir del postu
lado de que ciertas zonas del país no tienen cultura, se pierde lastimosamente la oportunidad de averiguar qué
manifestaciones se dan en ellas y de qué manera podrían integrarse al saber existente sobre las diversas regiones donde dominicanos de distintos colores y orígenes socia
les inventan día a día lo que necesitan para hacerse "el mundo vivible y la muerte afrontable", citando la definición de cultura articulada hace poco por Aímé Césaire en
conversación con Maryse Candé (Louis 2004). Es decir, de nuevo se derrocha la ocasión de comple
tar el cuadro cultural de la nación toda y se refuerza
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un modelo cultural excluyente que muy poco tiene de nacional. Así, la cultura dominicana -en la expresión amplia de su complejidad, riqueza y variedad- permanece desconocida por los estamentos oficiales formalmente responsables de promoverla.
Confiamos en que, con la llegada de nuevas autoridades el 16 de agosto de 2004, se haya inaugurado la difusión de un concepto de cultura dominicana libre de los protocolos de exclusión fomentados por los regímenes anteriores. Esperamos que cobre vigencia, como en otras partes del Caribe, el estudio de nuestra hibridación como consecuencia de la compleja historia de donde surgimos después de experiencias de conquista, dominación colonial, cruce interracial y constantes movimientos poblacionales de emigración e inmigración.
Apoyo con énfasis de aquellos estudiosos que aconsejan adentrarnos en nuestro proceso difuso y pleno de criollización en el que ninguno de los componentes de nuestra constitución étnica se puede rastrearverticalmente hacia un comienzo puro. Nos vendría bien la metáfora deleuziana del rizoma -una serie de ramificaciones horizontales que se multiplican en el contacto con cada nueva rama- según la ha adoptado el novelista, pensador y poeta martiniqués Edouard Glissant al rechazar la noción de mezcla que se imagina como un punto medio entre dos extremos puros (Glissant 1997 140).
Lejos de plantearse el rastro vertical hacia un fondo originario, el esquema rizomático contempla la infinitud de interconexiones que desata el proceso de criollización. Pero, independientemente de la estrategia analítica que se adopte, importará la medida en que el Estado dominicano se comprometa con una idea de cultura que no agreda conceptualmente a la población que intenta describir. Su éxito residirá en dar con un lenguaje y una práctica distanciadas de la lógica excluyente que tradicionalmente se ha enseñoreado sobre las instituciones encargadas de la promoción cultural.
Tampoco hay que reinventar la rueda. Se puede comenzar por hacerle algún caso al dinamismo que ha adquirido el pensamiento actual sobre la cultura en el ámbito internacional.
Silvio Torres-Saillant es catedrático Asociado del Departamento de
Inglés y Director del Programa de Estudios Latinoamericanos de la Uni
versidad de Syracuse y funge como subdirector de la revista Latino Stu
dies. Fundador y ex director del Instituto de Estudios Dominicanos de
10 GlOBAL
la Universidad Municipal de Nueva York, sirve en la Junta de Directores
del New York Council for the Humanities y el Proyecto de Recuperación
de la Herencia literaria Hispana en Norteamérica de la Universidad de
Houston, además de co-dirigir el Comité de la MLA sobre las Literaturas
de la Gente de Color en los Estados Unidos y Canadá.
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Millan Press and The Free Press, 1968. 554-58.
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dominicano del siglo XX Por Leopoldo Artiles
Este trabajo sostiene la hipótesis de que el Estado dominicano fue cons
truido como una estructura política de carácter patrimonialista, clientelis
ta y autoritario, con liderazgos de tipo tradicional y caudillista, y que
rasgos básicos de esta estructura se han ido transformando en el tiempo
para adaptarse a incrementos de complejidad de la estructura administrati
va del Estado y al desarrollo del proyecto democrático más amplio. Estas
fornlas patrimoniales y neopatrimoniales mantienen una relación tensa
con la democracia, obstaculizando el potencial de ésta y, al final, blo
queando las posibilidades de construir un Estado más coherente con los
principios constitucionales que constituyen la base legal de su legitimi
dad, e impidiendo por ende un desarrollo de formas de representación
más eficaces y auténticas.
La primera parte de este trabajo versa sobre el siglo XIX, revista Globol NO.-2 de julio-septiembre 2004, pp. 44-53.
12 GLOBAL
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Rafael Leónidas T rujil lo Molina sa liendo de su automóvil, detrás lo aco mpaña Joaquín Balaguer. Foto: Arch ivo de la Nación.
S e puede afirmar que las características del Estado dominicano durante los primeros 15 años del
siglo XX fueron una derivación de las del siglo XIX en su forma más madura: la desarrollada durante la
dictadura de Lilís. En términos generales mostró todas sus debilidades ante el empuje de la hegemonía norteamericana contra los poderes europeos. En efecto, el
endeudamiento externo del Gobierno y la fragilidad de sus instituciones crearon las condiciones para una cre
ciente intervención del Gobierno de los Estados Unidos en las finanzas dominicanas, a partir de los Protocolos del 31 de enero de 1903 y el del 7 de febrero de 1905,
el primero para resolver las diferencias con la Santo Domingo Improvement Company, acreedora del Gobierno desde las administraciones de Ulises Heureaux, y el segundo para poner bajo el control del gobierno de
Estados Unidos la administración de las deudas interna y externa del gobierno dominicano, a través del control
de las aduanas. A estos protocolos se le sumó la Convención firmada
por ambos gobiernos el 8 de febrero del año 1907, que prohibía al gobierno dominicano incrementar su deu
da pública o modificar su régimen arancelario sin la aprobación de las autoridades de Estados Unidos. Con
ello se afianzó el control casi absoluto de las finanzas
dominicanas (Espinal, ob.cit., p.94-95).
14 GLOBAL
Hubo a seguidas muchos signos de inestabilidad polí
tica, como en 1911 el asesinato por sus rivales políticos del presidente Ramón Cáceres (quien había participado en el atentado que puso fin a la vida del dictador Uli
ses Heureaux en 1899), sucesivos gobiernos y golpes de Estado y luchas entre caudillos regionales, culminan
do con el derrocamiento del presidente limenes por el jefe de las Fuerzas Armadas, general Desiderio Arias,
hechos que evidentemente precipitaron la ocupación norteamericana del país el 16 de noviembre de 1916, un
año después de la ocupación militar de Haití. Esta ocupación tuvo claras consecuencias para la
materialidad institucional del Estado dominicano, pues los norteamericanos acometieron una reorganiza
ción que incluyó: 1) modernización del servicio civil; 2) reorganización y profesionalización de las Fuerzas
Armadas ; 3) construcción de un sistema de comunicación interregional mediante la construcción de
caminos que unieron las regiones del país; 4) establecimiento de una Ley de Registro de Tierra; 5) asiento
de las bases para la creación de oficinas o ministerios encargados de organizar la educación, la salud y las
relaciones laborales, con el establecimiento de las
leyes que habilitarían estos aparatos estatales. Más allá del carácter positivo que podamos verle a
estas transformaciones, los norteamericanos las impusie-
El Presidente Joaquin Balaguer paseando por el Pa rque del Mirador en 1982, en Santo Domingo.
Foto: Archivo de la Nación.
Página anterior. El Ejército Dominicano (1904-1906) antes de la intervención norteamericana.
Foto: Archivo de la Nación. Abajo, una unidad de Caballería de la Infanteria de Marina pasando por
una de las puertas colonia les de la ciudad de Santo Domingo. Foto: Archivo de la Nación.
ron de manera autoritaria, dándole un papel estelar a la Guardia Nacional (el nuevo ejército) en este proceso, lo cual no sólo contribuiría a reforzar la "tradición autori
taria" invocada por Oviedo (1986), sino que contribuiría a crear el sujeto que plasmaría en su persona y sus
acciones dicha tradición: el general Rafael Leonidas Trujillo. Este artículo no va a explayarse en lo que significó la ocupación en cuanto a los cambios de la
estructura económica y de clases; basta decir, citando a José Oviedo, lo siguiente: "El carácter no nacional de la economía agro-exportadora, la limitación prácticamente
total del capital productivo al capital transnacional, junto a la apropiación del Estado por parte de Estados Unidos, no pueden verse sino como un bloqueo a la industrialización y a la expansión del mercado interno, que a
su vez bloqueó la expansión de la burguesía industrial y comercial, así como la clase media emergente, limitan
do la clase obrera al capital productivo azucarero. La ocupación norteamericana, si bien impulsó una relativa modernización, no alteró el carácter predominante del campesinado, sino que más bien consolidó al capitalis
mo como dominante pero a base de la consolidación del nexo Capitalismo-Precapitalismo. La escasa expansión de la producción y del mercado capitalistas permitió la continuidad de la economía de subsistencia como
una actividad fundamental a través de todo el territorio
social, colocó el horizonte social de las mayorías a nivel del bohío-aldea ..... (Oviedo, 1986:111-112).
Con el fin de la ocupación norteamericana no terminó la influencia de esta nación; por el contrario, continuó con la renovación de la Convención de 1907, con
la firma de un acuerdo con el Gobierno norteamericano por parte del primer presidente electo en el período de la post-ocupación, Horacio Vásquez. El gobierno de Vásquez se registra como uno de relativa estabilidad social y económica, pero sus maniobras políticas y constitucionales y las de sus aliados para lograr la ree
lección inmediata chocaron con una fuerte resistencia de la oposición, apoyada tácitamente por Trujillo, el jefe del Ejército.
Cuando una conspiración llamada "Movimiento Cívico del 23 de Febrero", encabezada por Rafael Estrella
Ureña, líder del Partido Republicano, fuerza la renuncia y el exilio de Vásquez, deja el camino allanado para que Trujillo acompañe su candidatura presidencial con la de
Estrella Ureña como vicepresidente, marcando el inicio de la llamada "Era de Trujillo".
Pronto el primero se desembarazaría del segundo e iniciaría una dictadura con características prácticamente totalitarias: la pobre distinción entre lo público y lo pri
vado siguió teniendo el matiz de la apropiación privada de lo público, permitiéndole a Trujillo amasar, tanto por la fuerza como por medios legales, una gran fortuna personal, la mayor que dominicano alguno haya hecho
hasta esos momentos, compuesta de propiedades en tierra, industrias y firmas comerciales l ; pero a la vez, lo
"público", encarnado en el Estado trujillista, se tragó, por así decir, la vida privada de los ciudadanos, que casi no
guardó secretos alojo avizor y vigilante del Estado a tra
vés de las nuevas tecnologías de poder activadas por el partido único: Partido Dominicano (nótese que el nombre
es el del gentilicio nacional), los servicios policiales y de espionaje, el control del tránsito (o control de la circula
ción de los cuerpos mediante el monopolio estatal de los pasaportes internacionales y los permisos internos) y el
sistema de registro y documentos de identidad2•
Durante su régimen se desconocieron los derechos
ciudadanos fundamentales, la prensa estaba firmemente controlada, se eliminó la oposición política y el uso de la represión sirvió como instrumento de sometimiento,
15
aunque se deben también reconocer los elementos de
hegemonía cultural e ideológica que el régimen cons
truyó por medio de las publicaciones, el control de las
escuelas, de los medios de comunicación masivos exis
tentes y el constante ritual de legitimación del régimen
y de la persona del dictador.
Durante este régimen, que duró 31 años, no sólo se
reescribió la historia nacional para hacerla coincidir con
el período del trujillato, sino que se hizo una intensa
propaganda en tomo a la recuperación de la "soberanía
financiera" de la nación con la readquisición del control
de las aduanas por parte del Estado dominicano y el pago
de la deuda externa. Estos logros se concretaron a raíz
del "Tratado Trujillo-Hull", firmado el 24 de septiembre
de 1940 y ratificado el 15 de febrero de 1941. Con ello,
Trujillo lograba como jefe del Estado unas dimensiones
míticas que fueron creadas y reforzadas por la sistemá
tica propaganda del Estado y el culto a la persona del
dictador. Se solía comparar el período del régimen con
los períodos anteriores de caos financiero, político y
social, como una forma de resaltar la excepcionalidad
del dictador.
Cuatro prácticas fundamentales Se ha estilado el uso de la categoría de neopatrimonialis
mo para identificar el tipo de dominación que caracteriza
regímenes como el de Trujillo. El politólogo norteamerica
no Jonathan Hartlyn atribuye al neopatrimonialismo dos
características: " .. .la centralización del poder en manos
del gobernante, quien busca reducir la autonomía de sus
seguidores generando lazos de lealtad y dependencia,
regularmente a través de complejos vínculos de patrón
cliente, y al mismo tiempo confundiendo los intereses
públicos y privados en la administración. En el nivel
ideal típico, los regímenes neo patrimoniales pueden
distinguirse claramente de aquellos basados en la auto
ridad racional-legal y en la ley impersonal, así como de
los regímenes que se legitiman con medios ideológicos"
(Hartlyn, 1998: 14-14, trad. LA). Más adelante, este autor
identifica el término neopatrimonialismo, siguiendo la
terminología de Max Weber, con el de neosultanismo.
Lo problemático de este tipo de dominación o de régi
men es que puede coexistir tanto con regímenes franca
mente autoritarios como con regímenes democráticos,
entendiendo estos últimos fundamentalmente como los
basados en la soberanía del pueblo delegada a través de
16 GLOBAL
procesos competitivos de elección periódica de autorida
des. En consecuencia, el patrón de dominación neopatri
monialista entra en una relación tensa con la democra
cia, imprimiéndole al régimen la preeminencia de cua
tro prácticas fundamentales: 1) el conflicto político no
se puede definir fácilmente en términos ideológicos o
programáticos, sino más bien en términos de quién que
da fuera o dentro de la distribución del botín político;
2) el presidencialismo puede convertirse fácilmente en
un patrón de dominación presidencialista, reforzando
los atributos del régimen patrimonial; 3) la oposición
política usualmente enfoca la conducta en términos
legales en un esfuerzo de ganar el poder, sin embargo,
una vez en el poder, esta fuerza se fragmenta en torno
Manifestantes en la Fortaleza Ozama durante la Guerra de Abril de 1963. Foto: Bernard Diederich.
al dilema de orientar la conducta desde el patronazgo
hacia la ideología o hacia el imperio de la ley, y 4) el
neopatrimonialismo inhibe el efectivo ejercicio de la
ley, no sólo en relación al funcionamiento de la burocra
cia estatal, sino ampliamente con respecto al acceso a la
justicia y a la protección de los derechos del acusado.
De esta manera, el neopatrimonialismo y la democracia
coexisten de manera inestable y crítica, constituyendo
regímenes híbridos no-consolidados (Ibid, p.15).
Esto último nos ayuda a entender las características
más sobresalientes del régimen de Trujillo, considerán-
dolo como una forma fundamentalmente neopatrimoni alista de régimen autoritario.
De fundamental importancia para el régimen de
Trujillo era el control que el caudillo tenía del aparato del ejército, un poder que fue heredado de la ocupación norteamericana. Esto explica, en gran medida, la acele
rada, muchas veces ilegal y violenta concentración de la riqueza en la persona del dictador durante los 32 años que duró su dictadura: "Desde un principio el régimen de Trujillo fue un régimen de rapiña. Su ambición
sin límites lo llevó a buscar el control de todos los negocios que había en el país en el momento de su llegada al Poder y, finalmente, terminó consiguiéndolo." (Moya
Pons, 2002:514).
El ex-presidente Juan Bosch habla a sus acólitos durante una actividad política en Santo Domingo,
en 1965. A su derecha el coronel Francisco Caamaño, líder de la Revolución de Abril.
Ahora bien, este afán de riqueza desmedido produjo como consecuencia el desarrollo de una forma peculiar de "capitalismo", el cual se levantó sobre el desfalco, el
monopolio forzoso de actividades productivas básicas, dando lugar sin embargo a la necesidad que tenía la riqueza personal del dictador de desarrollar también la riqueza nacional: "Ahora bien, en su afán por aumentar
su riqueza personal, Trujillo tenía frente a sí la enorme tarea de desarrollar la riqueza nacional pues la suya necesariamente debía provenir de ésta. y de ahí su vigo
roso empeño por continuar con la política de fomento
agrícola y de obras públicas iniciada por los gobiernos anteriores. Tal como dijeron sus panegiristas a lo largo
de los 32 años de su régimen, el Gobierno de Trujillo
llevó a cabo el más grandioso plan de obras públicas y de construcciones jamás realizado en la República Dominicana hasta entonces." (Ibid., p.515)
Este esfuerzo de creación y concentración de riqueza
fue paralelo al esfuerzo por fortalecer las estructuras administrativas del Estado. En este sentido, la dictadura de Trujillo representó un incremento considerable de la complejidad administrativa del Estado dominicano en comparación, por ejemplo, con lo logrado en este terreno durante la dictadura de Ulises Heureaux. Es este el dato que lleva a muchos analistas a conside
rar que con la ocupación norteamericana y el trujillato se conforma lo que se conoce como el "estado moderno" dominicano.
Por otra parte, si juzgamos el régimen por su creación de agencias estatales, tendremos que supera por 6 al
período de mayor crecimiento institucional en el siglo XIX, 1844-1855. Es más, el total de instituciones crea
das antes de 1930 suman 25, superando sólo en tres las creadas durante el trujillato.
Un Estado más complejo Cuando el régimen de Trujillo colapsa en 1961 a raíz del ajusticiamiento del dictador, del aislamiento internacio
nal del régimen por su reiterada violación de la norma internacional (el atentado contra el presidente Rómulo Betancourt figura entre los hitos de la irreversible decadencia del trujillato), y por la larga recesión económica
provocada por bajos precios en el mercado internacio
nal para las exportaciones del país, y agravada por el embargo impuesto por la Organización de Estados
Americanos, quedará un Estado mucho más complejo
en términos administrativos, con una base económica incrementada por la expropiación de las cuantiosas propiedades del dictador, pero frágil en cuanto a legiti
midad, debido a la inhabilitación, temporal al menos, de
sus recursos de gobernabilidad. La inexistencia de un sistema de partidos después de
la desaparición del que fuera partido único, el Partido Dominicano, dificultó durante el período 1961-1966 la constitución de una clase política capaz de hegemonizar políticamente el país. Los breves siete meses del
primer gobierno libremente elegido después de más de
17
30 años, el de Juan Bosch, tuvieron poco efecto en materia institucional, aunque sí un efecto significativo en la constitución de una conciencia política democrática que
eclosionó en la insurrección constitucionalista de abril del 1965, frustrada por la segunda ocupación norteamericana del siglo XX.
El pacto que puso fin a la insurrección de abril de 1965 y que tuvo como consecuencia inmediata la ascen
sión al poder del doctor Joaquín Balaguer, líder del Partido Reformista (PR), tras ganar las elecciones acordadas con las fuerzas de ocupación y la Organización de
Estados Americanos (OEA) al profesor Juan Bosch, líder del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), dio lugar
a la aparición y lento desarrollo de una democracia de carácter neopatrimonial.
Ya conocemos las consecuencias de la vinculación
del neopatrimonialismo con la democracia: se inhibe el desarrollo y la protección de los derechos ciudadanos y el respeto inequívoco a la ley y su forma más sintética,
la constitución; se refuerza un patrón de dominación presidencialista que a su vez se apoya en un sistema de partidos con liderazgos personales que se alimenta del
clientelismo, el mismo que a su vez permea el Estado privilegiando a los grupos cercanos al poder presiden
cial y al poder del partido, excluyendo así a la mayoría; y, finalmente, los conflictos no se definen en términos programáticos ni ideológicos.
En el tenor de las claves conceptuales que se están manejando, se podría considerar pues, en principio, el balaguera
to (término con el cual designamos el régimen de Balaguer fundamentalmente en sus primeros 12 años, 1966-1978),
como la transición de un régimen neopatrimonialista autoritario, como fue el de Trujillo, a un régimen neopatrimonialista de carácter democrático. Haciendo, claro está, la salvedad de que en este período el componente democráti
co estaba fuertemente subordinado al componente patrimonialista y autoritario (herencia del trujillato, pues algunas
de sus prácticas así como de sus personeros sobrevivieron en el régimen de Balaguer), representado por un liderazgo
presidencialista y carismático, significativamente apoyado en el poder militar, y sustentado en una estructura estatal cuyos poderes legislativo y judicial eran sólo nominalmente independientes.
Pero, en contraste con el trujillato, durante el balague
rato hubo cierto desarrollo de instancias de la sociedad
civil y el Estado que marcan grandes diferencias entre
18 GLOBAL
el segundo y el primero. En primer lugar, en virtud de la profundización del proceso sustitutivo de importacio
nes, se constituyó un empresariado industrial significativo, que creció en conjunto con el empresariado comer
cial y financiero, y según algunos autores, subordinado a éste. Por otro lado, bajo el balaguerato se estableció
una vinculación fuerte entre el empresariado nativo y el capital extranjer03.
Si bien se puede aducir que este desarrollo fue de
alguna manera dependiente del Estado, que no sólo contribuyó con el marco legal que le dio viabilidad, sino
que también aportó las divisas necesarias por vía del control de casi un 70% de la producción y exportación
de azúcar, convirtiéndolo en cliente de muchas de las actividades y ramas desarrolladas por el empresariado,
lo cierto es que esta situación está muy lejos del control monopólico sobre la economía ejercido por el trujillato, el cual, así como desarrolló la riqueza nacional para el
provecho de Trujillo, su familia y sus pocos asociados, también castró el desarrollo de un empresariado nacional relativamente independiente.
Por otra parte, aún con la tensión existente entre las instancias estatal y social, durante el balaguerato se des
plegó significativamente el espacio de lo público como lugar de deliberación; en otras palabras, la opinión
pública, mediante el creciente ejercicio del derecho a la libre expresión y la libertad de prensa consagrados
constitucionalmente. Repetimos que este desarrollo no estuvo libre de tensiones y de frecuentes intentos de acallar a la prensa e inclusive de asesinatos de conno
tados periodistas que desdicen de la impresión de que existiese un ejercicio de la libertad de expresión y de prensa libre de peligros.
Pero de nuevo, las diferencias con el trujillato en
este dominio son tajantes, pues éste ejercía un absoluto control sobre la prensa y reprimía las diferencias de opinión implacablemente.
Terreno político En el terreno político, a pesar de la fuerte represión contra los partidos de la izquierda política (aunque no sólo
limitada a ésta), que tenían conculcado su derecho a la asociación política legal y, por lo tanto, a su participa
ción legal en el sistema político; a pesar de la escasa credibilidad de las instituciones del sistema electoral,
que puestas al servicio del régimen y sumadas al apoyo
De izquierda a derecha: José Francisco Peña Gómez, Salvador Jorge Blanco, Antonio Guzmán Fernández y Jacobo Majluta, en 1979. Foto: Archivo de la Nación.
militar, lograron dos reelecciones consecutivas a base
del aislamiento forzoso de las fuerzas de la oposición legal; con todo yeso, es evidente que durante el balaguerato se logró constituir una oposición política que,
al fi n del período, inauguraría, con el ascenso del PRD al poder en 1978, la emergencia de un sistema multi
partidista con tendencia a la bipolarización (Jiménez Polanco, 1999:189- 198).
Mientras, en términos de la gestión administrativa, el balaguerato se caracterizó por un estilo de manejo presupuestario altamente centralizado por el presidente
de la República, sin que los términos del presupuesto constituyeran límite alguno a sus decisiones de transferir fondos de una cuenta a otra, o de incumplir lo
presupuestado para algunas instituciones.
El presidente Balaguer encabezó una administración muy austera, que sacrificaba las necesidades de aumento salarial del funcionariado para economizar recursos
al máximo. Estos recursos se destinaban a sus siempre cuantiosos planes de inversión en infraestructura, los
cuales manejó sin los debidos concursos abiertos, apelando al llamado criterio de "grado a grado" para conceder los contratos de construcción.
En virtud de que Balaguer legitimó su autoridad a través del mantenimiento de redes clientelistas, y esto
se combinaba con la vulnerabilidad ética de una burocracia mal pagada y crecientemente poco profesiona
lizada, la corrupción en gran escala hizo presa de su
administración, tanto en el plano civil como el militar. A! final de su tercer período de Gobierno, la corrupción
era un mal que la población rechazaba abiertamente, convirtiéndose inclusive en tema de campaña electoral.
En el terreno social se evidenció un crecimiento impresionante de la clase media, en virtud de los resultados
del proceso sustitutivo de importaciones, el amplio gasto estatal en obras de infraestructura y la expansión del comercio. Si tenemos en cuenta las teorías de la ciencia política que atribuyen a la clase media efectos democra
tizadores aunque no radicales en la sociedad (sirviendo como "colchón" entre las dos clases que presuntamente representan los extremos rico y pobre en la estratifica
ción), podemos concluir que el crecimiento de ésta es
tanto un recurso de estabilización del balaguerato en su clímax, como un elemento de su desplazamiento políti
co. Esto se evidenció en la coyuntura de las elecciones de 1978, cuando el Gobierno de Balaguer, con la cola
boración de las fuerzas militares, intentó suspender el conteo de los votos, al hacerse evidente claramente la
victoria del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), con su candidato Antonio Guzmán.
Ascenso del PRO Se puede decir que con el ascenso del PRD al poder en 1978 empieza a completarse el modelo de democracia neopatrimonial, pues sin renunciar a los elementos
patrimoniales típicos ya señalados, las administraciones
19
perredeístas cumplen la tarea de restituir, de manera fác
tica más que de principio, las libertades ciudadanas violadas por el balaguerato. La primera administración del PRD, encabezada por el hacendado Antonio Guzmán, se
destacó por liberar a los presos políticos, introducir cambios en el aparato militar tendentes a su despolitización y la legalización de todos los partidos de izquierda (Bala
guer había iniciado este proceso con la legalización del Partido Comunista Dominicano-PCD).
El gobierno de Guzmán es un ejemplo de los límites que impone la forma neopatrimonial a una administra
ción que había ascendido al poder con la promesa de robustecer la democracia. Su administración se caracte
rizó desde un principio por el nepotismo, desengañando las expectativas de que un gobierno del PRD introduciría criterios técnicos y de mérito para la escogencia de los funcionarios. Por otro lado, nada se hizo sustancial
mente para modernizar la estructura administrativa del Estado, sino que más bien se amplió la red clientelista y el uso de los recursos del Estado para integrar a la
nómina pública a simpatizantes de su tendencia en el partido. Fue así como la administración había nombra
do 8,000 nuevos empleados antes del primer año de Gobierno. El número total de la nómina aumentó de 129,161 empleados a 201,301.
Esto se combinó con una cuenta de gastos corrientes que consumía un 85% de los ingresos del gobierno, impidiendo que quedaran suficientes recursos para la
inversión pública y para la contrapartida de los numerosos préstamos que tomó el Gobierno (Moya Pons, ob. cit., p.552-553).
Por otro lado, en la administración de Guzmán se evidenció el mal que tanto se había criticado al balaguerato: la corrupción que el mandatario, en su discurso de inauguración, había jurado combatir allí donde surgiese.
La aparición de ese problema arrojó una lección importante: que no es suficiente invocar la honradez de los individuos para reducir la corrupción, siendo como
es el resultado de una estructura estatal que funciona
sobre la base del tratamiento de la cosa pública como privada (patrimonialismo) y del intercambio de acceso a
los recursos públicos a cambio de favores políticos, llámese militancia partidaria, colaboración a la campaña, donaciones a la Presidencia, etcétera.
La segunda administración del PRD, encabezada por
el doctor Salvador Jorge Blanco, que se proyectaba
20 GLOBAL
como el gobierno que haría reformas sustanciales para promover la "democracia social", se vio empantanada
por la crisis fiscal que, en gran parte, había sido provocada por la administración anterior, y tuvo que encarar
lo que en Latinoamérica vino a conocerse como los procesos de estabilización y ajuste estructural impul
sados por el Fondo Monetario Internacional, con el fin declarado de convertir a las economías y estados
latinoamericanos en agentes capaces de pagar sus cuantiosas deudas externas. Pero este proceso fue más lejos,
pues el discurso económico-político de entonces, que fue denominado neoliberalismo, propugnaba una transformación de la relación entre el Estado y la economía
que acabaría dando fin al proteccionismo estatal que había impulsado por décadas los llamados procesos sustitutivos de importaciones.
Se planteó como necesaria la apertura de los países al mercado mundial para integrarse en un sistema de libre
competencia donde cada nación debía maximizar sus ventajas comparativas dándole poder al sector privado.
Esto implicaba sacar al Estado del ámbito de la asignación-distribución de recursos y erigir el mercado como
principio regulador de los intercambios económicos. Se "decretó" el fin del intervencionismo estatal, se
proclamó a los cuatro vientos la necesidad de empe
queñecer el Estado haciéndolo más eficiente en la parte concerniente a la regulación legal y garantía de
la propiedad y las transacciones. Más tarde, cuando la retórica del libre mercado puro probó ser insuficiente
en un campo limitado de políticas sociales que se concentrarían en la reducción focalizada de la pobreza, se apostó por el fortalecimiento de los servicios públicos
de salud y el apoyo a la educación, convirtiendo esta disposición en la panacea para combatir la pobreza,
siguiendo el modelo de capital humano construido por el economista norteamericano Gary Becker.
Reducción de protagonismo Para el Estado dominicano, la era de los ajustes estruc
turales significó la reducción de su protagonismo en el área económica, sobre todo en lo tocante a la propiedad
de empresas propias -la mayoría de ellas prácticamente quebradas- y su retirada definitiva del negocio del
azúcar, y por tanto, una no muy querida aceptación de los proyectos de privatización de las empresas esta
tales que el neoliberalismo global estaba predicando
El ex-presidente dominica no Juan Bosch, a la derecha, da la mano al candidato presidencia l del Partido de la Liberación Dominicana, Leon el Fernández, durante las actividades de cierre de campaña en
mayo de 1996
en el mundo. Esto dio como resultado un Estado más débil, dada la circunstancia de que, como se vio en los dos períodos siguientes de Balaguer (1986-1990, 1990-1 994) Y finalmente en el período bajo la administración del PLD encabezada por el presidente Leonel Fernández Reyna (1996-2000), el Estado dominicano, al tiempo que perdía sus fuentes propias de extracción
de recursos y divisas (como lo fue el Consejo Estatal del Azúcar durante mucho tiempo, y en segundo término las empresas reunidas en la Corporación Dominicana
de Empresas Estatales y la Corporación Dominicana de Electricidad), no reemplazaba de manera proporcional esa pérdida con mayor presión impositiva, la cual inclusive en su mejor momento, bajo la administración de Fernández, no pasó de un 15% sobre el PIE, cuando lo recomendable sería por lo menos un 18%.
En cuanto a las transformaciones institucionales que el Estado dominicano debía experimentar a tono con la llamada "segunda generación de reformas", fue muy poco lo que se logró con el llamado proceso de reforma y modernización del Estado, debido al reducido nivel de acuerdo entre las élites políticas dominicanas.
La administración de Fernández Reyna, que había llegado al poder en virtud de las alianzas que permitían el sistema de doble vuelta, propuso una extensa agenda de modernización del Estado. Para llevar a cabo este proceso se requería introducir una profunda refor-
ma fiscal consensuada con todos los partidos, pero las Cámaras Legislativas, en las que el partido del Gobierno estaba en minoría, la bloquearon.
No obstante, hubo cambios en la estructura del Estado que acontecieron durante este período. Los principales fueron el nombramiento de los miembros de la Suprema Corte de Justicia según los términos de la reforma de la Constitución en 1994, que creaba el Consejo Nacional de la Magistratura4
, que hizo de la elección de los jueces un proceso más plural y abierto, y acrecentó la independencia del Poder Judicial cumpliendo con una demanda muy sentida de la sociedad civil y buena parte de la sociedad política dominicanas; la promulgación y aplicación de la Ley de Reforma de la Empresa Pública, que abrió así el camino de la capitalización-privatización de las empresas estatales, fundamentalmente CDE, CORDE, CEA y los aeropuertos; y la eficientización de los servicios a la ciudadanía en el campo de la expedición de pasaportes, de la cédula de identidad, y del pago de impuestos. Se destaca aquí la creación de una Dirección de Impuestos Internos que engloba oficinas que antes estaban dispersas, haciendo así más eficaz la recaudación.
Asimismo, la administración de Fernández organizó múltiples instancias de debate sobre temas de modernización a través de la Comisión Presidencial de Modernización y Reforma del Estado (COPRYME).
21
Sin embargo, la limitación que tuvo este Gobierno por
su escasa representación en el Congreso no le permitió avanzar en la conformación de un Estado que lo habili
tara para encabezar los procesos de desarrollo y modernización del país, que deben ser llevados a cabo para adaptarlo a las demandas y condiciones del siglo XXI.
Intento reeleccionista El paso a una nueva administración del Partido Revo
lucionario Dominicano (PRD) en el año 2000 revelaría que el espíritu de la reforma tenía mucho por delante
para vencer. El ascenso de esta organización, la mayor en términos de votantes en el país, después de haber
estado 14 años en la oposición y tras la muerte de su líder histórico días antes de las elecciones legislativas y municipales de 1998, José Francisco Peña Gómez, representó para muchos una esperanza de dar continuidad y
mejorar lo logrado en los últimos años, no sólo en el plano del crecimiento económico, sino en e! plano del desarrollo institucional del Estado.
El hecho de que el ingeniero Hipólito Mejía fuera el presidente, y contara con una larga experiencia empresa
rial, y que la doctora Milagros Ortiz Bosch fuera la vicepresidenta (primera en la historia del país, que contaba con una larga experiencia política como militante impor
tante de su partido y senadora con un ejercicio muy bien valorado por diversos sectores políticos y civiles,
e incluso no poca experiencia empresarial y gerencial), inspiraba la confianza en la continuidad y mejoria de las reformas y e! crecimiento, en la medida en que ambos
no parecían representar e! "populismo" que había caracterizado al PRD en sus anteriores administraciones5.
Aún reconociendo que ese rasgo populista, en consonancia con el neopatrimonialismo, no es exclusivo del PRD, e! caso es que por ser un partido masivo de fuerte poder de interpelación de los sectores populares de
la nación, en su administración no sólo incrementó la nómina pública para integrar a parte de sus activistas
al tren estatal, sino que también incrementó e! nivel de endeudamiento del Estado dominicano.
Pero lo más preocupante ha acontecido en el terreno institucional, pues reformas clave logradas en el año
1994, como la de las elecciones generales mediante el sistema de colegios cerrados y la prohibición de la ree
lección sucesiva, fueron eliminadas por el Congreso de
mayoría perredeísta en 2002.
22 GLOB.A.L
Debe apuntarse que este hecho no tuvo el consenso absoluto del PRD, pues muchos de sus líderes y voceros
más importantes se manifestaron de manera abierta en contra de la segunda contrarreforma, en virtud del prin
cipio anti-reeleccionista que dicho partido ha ostentado históricamente a pesar de no tenerlo, en ese momento,
incorporado en sus estatutos. Este fue el "huevo de la serpiente" que se manifiesta
como una de las mayores crisis de! Partido Revoluciona
rio Dominicano, cuando al final se ha evidenciado que, tras estas contrarreformas, anidaba el proyecto reeleccio
nista de! presidente Hipólito Mejía. Esto prácticamente dividió al partido, que tras una larga lucha interna que
determinó la separación temporal de sectores importantes del mismo, y tras pasar por dos primarias convocadas por grupos en pugna, uno de ellos, el del propio presidente Hipólito Mejía -el Proyecto por Hipólito-PPH- (quien
resultó ser de nuevo su candidato), fue derrotado convincentemente por e! Partido de la Liberación Dominicana y
su candidato, e! ex presidente Leone! Fernández Reyna, con un 57% de los votos computados.
No se pueden ignorar como factores de esta derrota del PRD los efectos del manejo de la crisis bancaria que explotó en 2003. Quedará como tarea pendiente
para analistas futuros el dilucidar las verdaderas causas de las decisiones que la administración tomó en
los momentos más graves de la crisis, como fue la de devolver todos los depósitos de la mayor entidad ban
caria envuelta en la crisis, el Baninter, y los fuertes compromisos asumidos por el Banco Central para redu
cir el aumento del circulante resultante ocasionando el llamado "déficit cuasi-fiscal ".
Pero todavía más difícil será dilucidar la causa de la decisión que terminó sepultando las aspiraciones de la administración de Mejía de repetir en el poder, que
fue la re-estatización de las dos terceras partes del sistema de distribución eléctrico, dando al traste con un
acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y provocando una aceleración de la devaluación de la moneda
hacia límites nunca antes vistos y extremadamente perniciosos para la economía.
La interrogante de Oviedo (2001) sobre si el Estado dominicano de hoyes un Estado del siglo XIX para las
circunstancias del siglo XXI es altamente pertinente. Como él mismo ha afirmado en un artículo periodístico
en 2003, reiterando de manera más general el argumen-
Felipe González, ex-presidente español, en el centro, es aplaudido por el presidente electo de República Dominicana, Leonel Fernández, a la izquierda, y el presidente dominicano Hipólito Mejía, luego de
una conferencia en el Senado de la República, en 2004.
to de la primera publicación sobre la persistencia del
clientelismo, dice: "En la República Dominicana actual,
las expectativas de acceso privilegiado a cargos y recur
sos del Estado a través de la política dominan la políti
ca, activadas en distintos grados por los partidos".
En este país no se entiende, como lo señala el autor,
que allí donde ha habido desarrollo se ha limitado el
clientelismo. De la misma manera se puede decir que
donde ha habido desarrollo se han dejado atrás las
peores fo rmas patrimonialistas de organizar el Estado,
dando paso a reformas que refuercen la independencia
de los poderes, que mejoren las relaciones de representa
ción y que afiancen los debidos procesos de ley.
Como hemos visto, sólo el poder judicial ha experi
mentado una reforma profunda que, sin embargo, se
ve frecuentemente amenazada por una regresión al
estado anterior.
En este trabajo se ha sostenido la hipótesis de que el
Estado dominicano desde sus inicios fundacionales en el
siglo XIX, fue construido como una estructura política
de carácter patrimonialista, clientelista y autoritaria, con
liderazgos de tipo tradicional y caudillista, y que rasgos
básicos de esta estructura se han ido transformando en el
tiempo para adaptarse a incrementos de complejidad de
la estructura administrativa del Estado, y para adaptarse
al desarrollo del proyecto democrático más amplio.
Se ha mantenido, siguiendo el razonamiento como
Hartlyn, Oviedo y Brea, que estas formas patrimoniales
y neopatrimoniales mantienen una relación tensa con
la democracia, obstaculizando el potencial de ésta y, al
final, bloqueando las posibilidades de construir un Esta
do más coherente con los principios constitucionales
que constituyen la base legal de su legitimidad, e impi
diendo por ende un desarrollo de formas de representa
ción más eficaces y auténticas.
Es por ello que a inicios del siglo XXI no podemos
hablar en la República Dominicana de la existencia de
una burocracia racional y eficiente ni de una carrera
administrativa en el Estado invulnerable a los cambios
de administración. Tampoco podemos hablar de un
Estado con capacidades institucionales y coherencia sufi
ciente para enfrentar retos como el de la reducción de la
pobreza, el analfabetismo y los bajos índices de salud,
por no haber asimilado aún los recientes modelos de ges
tión pública basados en la evaluación de los resultados.
Asumir modelos como los de agendas estratégicas y
evaluación por resultados implica también aceptar que el
Estado, en su estructura administrativa, debe operar con
el principio de la separación entre lo político y lo adminis
trativo, y que la selección del personal, lejos de hacerse
siguiendo la lógica de la distribución del "botín político",
debe seguir el principio del mérito y la igualdad.
De todo ello se desprende el corolario de que los ser
vicios sociales que brinde el Estado deben beneficiar a
todos los ciudadanos independientemente de cuál sea la
bandería política que ostenten. Esto sugiere que los estu
dios sobre el Estado que se elaboren en el futuro inme
diato tienen que orientar su interés hacia la evaluación
de los progresos hechos en las instituciones particulares
en estos aspectos, y establecer las oportunidades y ries-
23
gas que se presentan al reduplicar los casos exitosos en
otras instituciones. También estos estudios debieran tomar en cuenta la
naturaleza y evolución de la clase política dominicana. Aunque en este trabajo este punto no se tocó, resulta
evidente para muchos (incluyendo al autor de esta monografía) que la clase política dominicana presenta un grave retraso su visión de la política en el marco del
Estado moderno, con respecto a la clase económica y los grupos organizados de la sociedad civil.
Aquélla es una clase que parece no poder concebir la política al margen del clientelismo y del patrimo
nialismo, porque inclusive considera que comportarse de manera contraria a estos patrones podría significar
su muerte política. En la medida en que ésta sea una creencia ampliamente compartida, esta clase política no podrá apostar, ni aunque lo formule en un discurso de deseo, por una modernización seria del Estado dominicano con todo su engranaje.
Los estudios sobre el Estado dominicano debieran considerar y ponderar, pues, escenarios de cambio de la mentalidad de la clase política, junto con los escenarios
de cambio institucional, aplicando los modelos que la sociología política y la ciencia política pone a nuestra disposición, como serían, por ejemplo, el modelo del
interés público, el de la elección racional, así como, en otra vertiente, los modelos de cambio identitario y cam
bio de valores. En otro orden, los análisis también debieran consi
derar el peso de las demandas y condiciones que están forzando al Estado dominicano al cambio, so pena de caer en situaciones de ingobernabilidad grave. Entre estas condiciones y demandas están:
• Institucionalización definitiva del servicio civil y la carrera administrativa, los cuales ya están planteados como proyecto y que, sobre todo la segunda, cuenta con unos niveles de realización incipientes
aunque precarios. • Reformas que establezcan mecanismos de rendición
de cuentas a la ciudadanía sobre la debida ejecución
presupuestaria y la definición y ejecución de los proyectos estatales en diálogo con la ciudadanía.
• Reformas que introduzcan niveles prudentes de descentralización de las decisiones ejecutivas, de modo
que se reduzca la dependencia en el Ejecutivo y, por
lo tanto, el presidencialismo.
24 GlOBAL
• Dotar al Estado de capacidades institucionales ade
cuadas para diseñar y ejecutar políticas de reducción de la pobreza a través de la mejora de los servicios
de salud y de educación, que deben pasar a ser prioridad en la agenda político-social.
Se trata pues de contribuir a la construcción de un Estado que sirva a los propósitos de potenciar el ejercicio
de los derechos civiles, políticos y sociales que siguen definiendo, a pesar de los contratiempos, los fines de la política como actividad a la vez racional y responsable.
Leopoldo Artiles es sociólogo por la UNPHU (1978), maestría en Ciencias
Sociales, Flacso-México (1982), y doctorado por la Universidad de Minneso
ta (2002). Ha publicado sobre temas de educación, comunicación y análisis
del discurso, ideologías empresariales y políticas, y movimientos sociales.
Ha enseñado sobre resolución de conflictos y mediación. Es profesor de la
Escuela de Sociología de la Universidad Autónoma de Santo Domingo e
investigador del Centro Poveda.
Notas J "El crecimiento del imperio económico de Trujíllo llegó a ser tan
grande, que al final de su vida controlaba cerca de un 800/0 de la
producción industrial y sus empresas daban ocupación a un 45%
de la mano de obra activa en el país, lo que unido a su control
absoluto del Estado, que empleaba a un 15% de la población acti
va, hacía que un 600/0 de las familias dominicanas dependieran
de una manera o de otra de su voluntad. Todo esto, unido a un
sistema de impuestos y las ' contribuciones del Gobierno, cuyos
fondos él manejaba absolutamente, hace verosímil la observación
de un testigo que llegó a decir que durante su Gobierno se llegó al
extremo de que los dominiCanos no podían comer, calzar, vestir o
alojarse sin que de alguna manera Trujillo o su familia resultaran
beneficiados. Desde un principio, el Gobierno Dominicano fue
una maquinaria al servicio de su engrandecimiento personal y la
reconstrucción del Estado fue un pretexto para el enaltecimiento
de su gloria." (Moya Pons, 2002:5 J 8).
2 Se puede decir que el control que el régimen de Trujillo ejercía
sobre el discurso privado y público revistió caractelÍsticas tota
litarias. Esta vigilancia era tan fuerte en la ciudad como en las
zonas rurales: "Los campesinos recuerdan con temor el control
opresivo del Estado sobre el habla, los elaborados mecanismos de
vigilancia, y las honibles consecuencias que podía tener el menor
lapso lingüístico. No sólo expresiones de oposición política, sino
cualquier ocurrencia verbal podía tener consecuencias tristes.
Quizás más desconcertante aún era el conocimiento de que los
conocidos, amIgos, vecinos y aún anteriores esposos(as) podrían
denun ciar a uno, quizás con falsa información, para obtener
beneficios del régimen o simplemente debido a celos o animosi
dad. La vigilancia era, según se dice, más intensa en los pueblos,
renejando la mayor presencia del Estado allí, la facilidad con que
se implantaban espías (por .::jemplo, como mendigos, limpiabotas
o empleados de compai1ías), y la mayor frecuencia de manifes
taciones y reuniones políticas controladas por el Estado. Otras
manifestaciones opresivas de control discursivo bajo Trqjillo eran
las vinualmente obligatorias placas, fotografías y botones con la
imagen de Trqjillo que podían encontrarse probablemente en la
mayoría de los hogares dominicanos durante el régimen. Muchos
dicen que si un guardia veía que no había manifestación algu
na de este tipo en tu hogar, tú podrías ser sospechoso." (Turits,
2003 :228- 229, traducción de! autor)
l ... .. tras el reformismo, desde el Estado se estimuló un proceso de
relativa modernización de la burguesía tradicional dominicana,
que determinó un cambio en sus patrones de comportamiento
político y económico. Al estimular la industri ali zación sobre las
premisas referidas, el Estado facilitaba la estructuración de un sec
tor industrial relativamente importante, aunque éste mantuviera
su dependencia del capital comercial y de! gran capital internacio
nal." (Lozano, 1985:107)
4 El Co nsej o Nacional de la Magistratura está integrado por siete
miembros: 1) el Presidente de la República, 2) el Presidente del
Senado, 3) un senador de un partido dist in to aI del Presidente
del Senado, 4) el Presidente de la Cámara de Diputados, 5) un
diputad o distinto del anterior, 6) el Presidente de la Suprema
Corte de Justici a , 7) un Magistrado de la Suprema Corte quien
actuaría como Secretario . Distinto a como fuera en la Consti
tución ante rior a la reformada de 1994, este Consejo es el que
tiene .la atribución de elegir a los miembros de la Suprema Cor
te de Justicia, en vez de ser la atrib ucion del Senado, como lo
era en la Constitución de ] 966, haciendo de la Suprema Corte
de Justicia un órgano sometido a la voluntad del Senado. Por
otro lado, se co nsagró la inamovilidad de los jueces. La reforma
de 1994 también le confirió a la Suprema Corte de Justicia la
atribució n de designar los jueces a nivel nacional. Esto defini
tivamente sacaba los nombramientos de la jud icatura del botín
político (S alcedo, 2002). Puede dec irse que esta fue una de las
reformas más signitlcativas (tal vez la más significativa) becha a
uno de los poderes del Estado con sentido republicano y liberal,
contrario a la lógica del neopatrimonialisl11o. Sin embargo, esta
lógica aún en este aspecto sigue presente como se evidenció en
la elección de los jueces para cubrir tres vacantes en septiembre
de 2001, y los intentos desde el Senado para recortar la indepen
dencia del poder judicial (Ibid., pp.53-58) .
5 Asumimos aquí una noción de populismo muy lata, referida
principalmente a un patrón de gastos por parte del Estado que
no respeta los principios de la disciplina tlscal para satisfacer
demandas históricamente pospuestas de las masas pobres de un
país. Reconocemos los límites de esta detlnición que, sin embargo,
para e! caso que nos ocupa, cumple el cometido de describir un
patrón de gestión tlscal y de gastos del Estado. (Ver Dore Cabral,
] 999:pp.45)
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25
~
MIGRACION HAITIANA y CIENCIAS SOCIALES Por Carlos Dore Cabra!
Este no es un artículo sobre la presenCIa haitiana en la República
Dominicana, sino una breve historia de cómo los científicos sociales
dominicanos han estudiado este fenómeno. Si se estuviese obligado a
ubicarla disciplinariamente se diría que pertenece al área de la historia
de las ideas. Y para hacerla se ha procedido de la forma que aconsejaba
uno de sus más importantes cultores, Isaiah Berlin, "adentrándose en las
mentes y puntos de vista de las personas que las sostuvieron, así como
en los contextos sociales y culturales de los que formaban parte".
26 GLOBAL
La búsqueda hecha conforme al procedimiento berliniano nos habla de varios períodos. El primero se inicia en la década de 1930 y culmina en la de
1940 y se caracteriza en su primer lustro por el interés de alertar al Estado y la población sobre los peligros de haitianización y en el último por la misión de justificar
el genocidio de 1937. El segundo corre de la década de 1940 a la de 1960 y es aquella etapa en que se crea y consolida la ideología anti-haitiana y racista anti
negra. El tercero se mueve de la década de 1960 a la
de 1980 y su signo es revisar y desmontar uno por uno los elementos que constituyen esa ideología. El cuarto
comienza en la década de 1980 y llega hasta fines del siglo XX, en el cual ya la revisión de los conocimientos pasados no es el norte de las investigaciones, sino más bien el interés de una descripción explicativa de esa pre
sencia tal y como se comporta en los momentos en que los estudios tienen lugar.
Al final de este ensayo cualquier experto en el tema migratorio advierte que las Ciencias Sociales domini
canas están atrasadas en el estudio de este fenómeno,
pues aún no salen decididamente de sólo ver y estudiar elementos relacionados con su faceta de inmigración laboral, sin fijar su atención en otras áreas del mismo fenómeno que son predominantes en los estudios moder
nos sobre migración, como son la identidad y la integración, la comunidad étnica, la segunda y tercera genera
ciones, el retorno, el capital social, la transnacionalidad, las relaciones Estado-inmigración y Estado-emigración,
las asociaciones de migrantes ... Pero quizás la encuesta nacional de la población
haitiana en la República Dominicana con que probable
mente se inicia un quinto período de estos estudios, sea la base para la modernización de las Ciencias Sociales dominicanas que bregan con la migración haitiana.
El inicio de los estudios Los estudios sobre la presencia haitiana en la República
Dominicana se inician en el siglo XX, aunque este fenó
meno social es anterior al inicio de esa centuria. Investigaciones históricas, socio-históricas y de historia eco
nómica realizadas el siglo pasado (Cassá, Moya Pons, Peña Batlle, Silié) ofrecen datos e indicios sobre flujos
poblacionales de la parte oeste hacia la parte este de la Isla Hispaniola, desde mucho antes de que éstos comen
zaran a indagarse. Asimismo, los archivos de secretarías
28 GLOBAL
de Estado como las de Agricultura e Inmigración, de Relaciones Exteriores, de Justicia y de instituciones
como la Policía Nacional y de los ayuntamientos e iglesias de provincias fronterizas anteriores a 1900, contienen informes, sentencias, querellas, registros, estadís
ticas, que sugieren frecuentes salidas de nacionales de Haití a la República Dominicana y regresos de éstos a
Haití e incluso de asentamientos en tierras dominicanas de nacionales haitianos, anteriores (y diferentes) a los llamados bateyes azucareros y cafetaleros 1.
El momento en que se iniciaron esos estudios puede ubicarse en la tercera década del siglo XX2. En el pri
mer lustro del decenio de 1930 se hicieron indagacio
nes y publicaciones muy discretas, que no sólo estaban movidas por el interés de conocer cómo se comportaba la presencia haitiana de antes y de ese momento. Aunque esos trabajos se apegaban a las rigurosidades técni
cas e intelectuales prevalecientes en aquellos tiempos, sus fines eran de carácter político e ideológico.
Intelectuales como Ramón Emilio Jiménez, a la
sazón secretario de Estado de Educación, Vicente Tolentino Rojas, entonces director General de Estadís
ticas, y Manuel Arturo Peña Batlle, quien todavía no estaba incorporado al régimen de Rafael 1. Truj illo , a
no ser como miembro de comisiones relacionadas con la cuestión fronteriza, fueron las mentes y las plumas
más destacadas de ese primer momento. Los trabajos de Jiménez y de Tolentino Rojas busca
ban poner en conocimiento del Gobierno y de la población cuál era la magnitud presente y en perspectiva
de los asentamientos de haitianos en el país. Para esos fines, desde la Secretaría de Estado de Educación se envío a los inspectores de esa cartera un cuestionario
para determinar el estado de la presencia de nacionales de Haití en las escuelas fronterizas dominicanas3• Además, en los boletines o anuarios de esa Secretaría se
daba cuenta de los procesos de dominicanización de la educación en la frontera: nuevas escuelas, cambios de nombres de los poblados y creación y difusión de poe
sías, canciones e himnos de carácter patrióticos que se difundían en las zonas cercanas a Haití.
La Dirección General de Estadísticas realizaba estudios demográficos, cuyas fines eran determinar la signi
ficación de los haitianos en la población de la República Dominicana, en aquel entonces y en el futuro. Era tam
bién el momento en que Peña Batlle producía algunas
de sus interpretaciones históricas sobre el papel jugado por Haití en el destino de la nación dominicana.
En el segundo lustro de la década de 1930, los traba
jos sobre la presencia de haitianos estuvieron condicionados por el genocidio de 1937 llevado a cabo contra los nacionales del país vecino asentados en la frontera.
La mayoría de esos estudios perseguía justificar esa acción. En ese momento hay un intelectual que destaca por encima de todos los que se dedicaron a esa labor
a través de artículos de periódicos y folletines: Joaquín Balaguer, quien pronuncia charlas y publica ensayos al respecto en el país y en el extranjero, tarea que conclu
ye en su obra La realidad dominicana, publicada con posterioridad, en la década de 1940.
En las dos décadas siguientes, la labor intelectual realizada en el país sobre Haití estuvo dirigida a crear las
bases y desarrollar los elementos nodales de la ideología anti-haitiana y racista anti-negra que aún pervive y predomina. Únicamente se conoce un trabajo publicado en esa época en el país que difiere de esas ideas. Es una car
ta escrita por Juan Bosch a Héctor Inchaústgui Cabral,
Emilio Rodríguez Demorizi y Ramón Marrero Aristy,
que fue publicada con su respuesta en forma de folleto por una editora de La Vega, bajo el título de Dos cartas
para la Historié.
El resto de ese tipo de escritos publicados durante esos 20 años servia al propósito de establecer el "otro", antagónico y diferenciador, que se entendía necesario para
el desarrollo y fortalecimiento de la identidad cultural y
nacional. El primer trabajo de importancia en esa línea, después de terminada la década de 1930, fue el discurso
pronunciado por Peña Batlle, con motivo de la fundación de la provincia San Rafael, en 1941; especie de clarinada
y de programa, que sirvió de inspiración y orientación a
quienes lo siguieron en esa labor. En ese lapso se desarrollaron estudios que cubrían
los distintos aspectos a través de los cuales se vertebra esa forma de pensar la cuestión dominico-haitiana. Los
elementos jurídicos, políticos e históricos de la frontera, los culturales, que se focalizan en el lenguaje y en las costumbres, los religiosos, los raciales y los puramente históricos, que no sólo se encontraban en exposiciones
29
dedicadas a ellos sino también en textos que explican los avances del régimen trujillista en sus esfuerzos por
contrarrestar los efectos sobre el país de la presencia haitiana y en las polémicas de autores dominicanos con los del país vecinoS.
Los estudios post-Trujillo Después de la desaparición de la dictadura de Rafael L.
Truj illo , a inicio de la década de 1960, se produce un cambio que modifica radicalmente el sentido de los estu
dios sobre los vínculos de Haití y sus pobladores con la
República Dominicana. La producción que había tenido lugar durante las dos décadas anteriores se somete a
una revisión despiadada que desmonta uno por uno los pilares que sostenían la ideología reciamente articulada en aquel tiempo, no dejando nada en pie y conformando sobre sus despojos una suerte de contra ideología no anti-haitiana y no racista anti-negra.
Esta transformación encuentra su explicación no sólo en razones intelectuales y técnicas, sino también políticas e ideológicas. La desaparición de la dictadura de
Trujillo creó un ambiente político en el que las críticas a cualquiera de los elementos de su sistema parecian ciertas, justas y progresistas -lo fuesen o no-, lo cual estimu
ló y sostuvo ese quehacer y el nivel de su radicalidad. Además, esa guerra intelectual, político-ideológica,
aparentaba desenvolverse contra posturas del pasado, que no se desarrollaban más allá de aquel día en que el régimen dictatorial cayó, que lucían muertas para siem
pre. La realidad era que esas ideas seguían permeando y siendo predominantes en la sociedad, sólo que en ese
entonces nadie las defendía. Lo que sucedía era que sus creadores, aún vivos, sus sostenedores o simples seguidores estaban colocados a la defensiva. Era como si entendieran que en un contexto socio-histórico y político-cultural tan adverso no tenía sentido librar esa
batalla o temían hacerlo. Lo importante de ese hecho a los fines de este artí
culo, es que esa revisión crítica y recreación de nuevas posiciones político-ideológicas no se daba en el marco
de un debate que permitiera reflexionar a ambas partes sobre los argumentos del contrari06•
Los realizadores de esa tarea eran en su mayoríajóvenes (y algunos no tan jóvenes) historiadores, sociólogos
y de otras disciplinas sociales adscriptas o cercanas, en
términos teórico-metodológicos, al marxismo. Este es
30 GLOBAL
otro elemento que explica que las variables políticoideológicas estuviesen presentes en la labor intelectual
que desarrollaban. Por aquel entonces, ser marxista difícilmente se redu
cía a una postura frente al conocimiento, sino que impli
caba normalmente una militancia más global frente a las distintas esferas de la sociedad y del mundo. O sea,
que la revisión crítica y la reconstrucción teórica e ideológica que realizaban eran sólo una parte de una lucha
más general nacional e internacional. No se trataba pura y simplemente de demostrar equivocado el viejo pensa
miento y establecer uno nuevo. Era más lo que se buscaba. Se perseguía contribuir desde ahí con un proceso de
cambio más general de la sociedad, donde el todo socioeconómico y político-cultural fuera removido. Eran así de radicales los términos de las confrontaciones, de las
que no escapaba el frente de las ideas7•
Durante los 20 años que dura ese proceso hay muchas desigualdades en los momentos de la incorporación y
en las señas intelectuales y políticas de sus participantes, en las orientaciones y en las calidades de las obras
que se realizan, en la continuidad de los trabajos que parten de ellos; pero ninguna de esas diferencias anula el propósito común -intencional o de hecho- de revisar
lo escrito en los 20 años anteriores y suplantarlo. Durante la primera de esas dos décadas, la genera
lidad de los profesionales o estudiosos o intelectuales que se dedican a esa labor proceden del exilio político a
que obligó el régimen de Trujillo a sus opositores. La convulsión política que signó el primer lustro de
la década de 1960 lo convierte prácticamente en perdido
para los fines de esta evaluación, a menos que se fije la atención en obras ya realizadas y divulgadas en esos
primeros cinco años por los dos únicos sobrevivientes intelectuales y políticos de ese exilio, que fueron Juan Bosch y Pedro Mir8, y, en la discreta pero significativa
labor realizada en ese mismo período por Hugo Tolentino Dipp. Me refiero, en el caso de los dos primeros,
a obras históricas que no estaban dedicadas al tema haitiano, pero que sí hacían un inmenso ruido a ele
mentos nodales del compacto armazón ideológico que sobre la identidad nacional y cultural se había creado
a lo largo de las décadas de 1930, 1940 Y 1950. Los juicios de Bosch acerca de la revolución haitiana y de
su líder Toussaint Loverture, uno de los tres genios
políticos que ha producido América, como decía ese
auto r, distan mucho de los que se podían encontrar en la bibliografía histórica del período mentad09•
El libro Tres leyendas de colores de Mir se publica después de 1965, pero su contenido son las mismas charlas que dictaba a cientos de jóvenes que, en grupos más pequeños, se reunían con él en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), no en sus aulas ni en sus salones de conferencias, sino entre las matas de mangos de solares aledaños al pequeño edificio donde se alojaban la Escuela de Sociología, la Escuela de Idiomas y el Instituto de Sismología de esa institución; charlas en las que exponía una interpretación de las participaciones raciales en la historia de Santo Domingo muy distinta a las conocidas en los textos de los 30 años anteriores.
Tolentino Dipp, de su lado, escribe y publica en ese primer lustro sus apuntes biográficos de Gregorio Luperón, con el que ganó el concurso organizado por el gobierno de Juan Bosch con motivo del primer centenario de la Restauración, pero, quizás más importante que eso, pronuncia y publica una charla sobre la nación dominicana en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. En ambos textos replantea muchos de los énfasis históricos que se habían hecho hasta entonces sobre el proceso, lento y doloroso, como lo califica, de formación de la nacionalidad dominicana 10.
En el segundo lustro de la década de 1960, después de los acontecimientos de Abril de 1965, un grupo de figuras política e intelectualmente menores comienza una labor que se hace sistemática acerca de elementos importantes de la predicha ideología. El mismo Tolentino Dipp, Federico Henríquez Vásquez, Emilio Cordero Michell y Franklyn Franco Pichardo dan los primeros pasos en las revisiones históricas, que durante toda la década de 1970 continuarán, desde la Historia misma, desde la Sociología y desde otras Ciencias Sociales.
Asimismo, a finales de los 60 y a principios de los 70
aparecen tres textos, que son los primeros antecedentes de un tipo de estudio distinto, que intenta establecer, mediante procedimientos estadísticos y sociológicos, la realidad de la presencia haitiana de ese momento. Se trata de un primer esfuerzo por cuantificar la mano de obra haitiana en el mercado laboral dominicano realizado por la Oficina Nacional de Planificación (ONAPLAN), de los trabqjos de campo y consiguientes análisis realizados acerca de la industria azucarera, por un equipo de sociólogos encabezado por André Corten y constituido por Isis
Duarte y Magda Acosta y de la encuesta que, sobre la inmigración haitiana hacia la República Dominicana, realizó el equipo del Instituto Dominicano de Estudios Aplicados, dirigido por Frank Marino Hemández.
Pero es en la segunda parte de ese período, en la década de 1970, en la que se crean las condiciones intelectuales y político-ideológicas que hacen de esa revisión y reconstrucción críticas del pensamiento sobre la nación una labor más consciente y más en consonancia con los elementos heurísticos de la época. En ese momento retoma al país un grupo de jóvenes que había adquirido su formación básica bajo el régimen de Trujillo y que antes, durante o después de la Revolución de Abril de 1965, decide realizar o completar su educación superior en Latinoamérica y Europa.
El grupo Roberto Cassa, Rubén Silié, Lil Despradel, José del Castillo y Walter Cordero son los nombres más destacados de los miembros de ese grupo que, durante ese período, se dedican a tratar temas directamente relacionados con la presencia haitiana 11. El primero hace una lectura crítica de la historia nacional, a la vez que produce ensayos con la intención de desvelar cómo se constituye la ideología anti haitiana y racista anti-negra. Silié aplica los principios de la escuela de los Anales al siglo XVIII del Santo Domingo español en un contrapunteo -más en el proceso de investigación, que en el proceso de exposición- con lo que sucedía en esa misma época en el Santo Domingo francés, haciendo explícitos los movimientos poblacionales que ya se producían de un lado a otro de la isla. Despradel elabora una periodización del antihaitianismo dominicano, que aún mantiene su validez, y del Castillo hace estudios definitivos sobre la contratación de braceros cocolos 12 y haitianos a principios del siglo. Cordero es quien más lejos llega entonces, y todavía, en desentrañar el carácter universal, no sólo anti-haitiano, del racismo en la República Dominicana.
Pero todavía en esta etapa se escriben y publican cuatro trabajos, los cuales son una suerte de transición entre este período y la creación de un nuevo tipo de búsqueda, que aparentemente se conforma con describir y explicar cómo se desenvuelven los procesos de desplazamientos humanos de la parte oeste a la parte este de la Isla Hispaniola.
31
Dos de esos estudios ya han sido citados. Ellos son el de José del Castillo sobre la contratación de braceros a principios del siglo XX y el de José Israel Cuello sobre la matanza de haitianos de 1937. En ambos casos se trata de una escrupulosa presentación de informaciones inéditas sobre esos temas encontrados en los archivos de esas épocas, de tal forma expuesta que parecen ser los datos por sí mismos, más que los autores, los que construyen y narran esas realidades.
Los otros dos trabajos son las tesis de grado de Sociología de Frank Báez y Wilfredo Lozano, luego publicadas como libros. El primer texto es una explicación sociológica de la industria azucarera dominicana y el segundo de la primera intervención militar de los Estados Unidos de América a la República Dominicana entre 1916-1924, lapso imposible de estudiar sin bregar con el tema de la producción de azúcar de caña. Los datos que contienen son de carácter secundario, pero expuestos en un marco teórico-metodológico que los convierten en obras originales y novedosas.
Su interés primero y único, al menos expresamente, en el caso de Báez, era ofrecer una descripción de la evolución socioeconómica y política de la industria azucarera en la República Dominicana, y, en el caso de Lozano, dar una explicación del significado de esos ocho años de ocupación militar americana en el tipo de desarrollo capitalista de este país.
Cambios de fin del siglo En las dos últimas décadas del siglo XX se producen cambios que se orientan en dos sentidos diferentes. Uno que altera varios de los elementos que habían caracterizado los estudios inmediatamente anteriores. Primero, la revisión y reelaboración críticas de la producción anterior a 1960 sobre ese tema dejan de ser el propósito principal de los investigadores, que ahora están más interesados en una descripción explicativa de esa presencia tal y como se comporta en los momentos en que los estudios tienen lugar. Segundo, la Historia y la Critica Histórica dejan de ser las disciplinas predominantes de esos estudios, para ocupar su lugar la Sociología y la Antropología. Tercero, mientras la generalidad de los resultados de los estudios anteriores a la década de 1980 servían para reforzar la nueva forma de analizar la relación con Haití y la presencia de sus nacionales en tierra dominicana,
los resultados de los que se ejecutan después de iniciado
32 GLOBAL
ese decenio se podían utilizar para orientar el trazado de políticas relacionadas con esa presencia.
En el otro sentido, esos cambios tienen que ver con el surgimiento de una contra critica dirigida a revisar la producción que tiene lugar en las décadas de 1960 y 1970. Esta labor se refuerza con la decisión de grupos editoriales de volver a publicar parte de la producción que sobre el tema se había elaborado o publicado bajo el régimen de Truj illo , sobre todo los libros de Peña Batlle. La maduración de dos procesos, uno político y otro intelectual, hacen posible esos cambios. El fin del Gobierno termidoriano de los 12 años de Joaquín Balaguer, con el triunfo electoral del Partido Revolucionario Dominicano en 1978, es un momento importante para los afanes nacionales de una sociedad más abierta y, en consecuencia, más adecuada al surgimiento y a la difusión de nuevas ideas, al planteo y desarrollo de cualquier tipo de debate, y al uso de los conocimientos científicos en la elaboración de políticas sociales y económicas.
La década de 1980 puede considerarse aquella en que se comienzan y se terminan los estudios sociológicos y antropológicos de la presencia haitiana en los ingenios azucareros de la República Dominicana. Sus metas son crear conocimientos técnicamente aplicables a los cambios que se requieren en la industria del azúcar de caña, a la vez que establecer su significado en el conjunto , social y cultural de la nación.
Este primer proyecto lo realizaron varios equipos de investigación e investigadores individuales. De ellos destacan tres grandes trabajos: el realizado por el Fondo para el Avance de las Ciencias Sociales, bajo el título de El Batey y dirigido por Frank Moya Pons, con un equipo de analistas sociales constituido por Fernando Ferrán, Martín Murphy y Carlos Dore Cabral; la investigación de Frank Báez Evertsz, Braceros haitianos en
la República Dominicana y la investigación de Martín Francis Murphy, Historical and Contemporary Labor
Utilization Practices in the Sugar Industries 01 the
Dominican Republic.
El primero de estos trabajos se hizo por encargo del Cons{jo Estatal del Azúcar en 1983, con un financiamiento del Banco Interamericano de Desarrollo. El segundo fue la tesis que presentó el autor para aspirar a doctor en Sociología en la Universidad Nacional Autónoma de México y su primera edición data de 1984. El tercero fue
la tesis que presentó el autor para optar al título de doctor en Antropología en la Columbia University, en 1986.
Estos tres trabajos se complementan entre sí, siendo el que dirigió Moya una minuciosa investigación
de las condiciones socio-económicas existentes en los bateyes de los ingenios del Consejo Estatal del Azúcar; el de Báez se focaliza en estudiar la lógica de la migra
ción laboral de Haití hacia la República Dominicana, y el de Murphy establece una comparación entre el uso de la mano de obra haitiana en los ingenios del Estado, de las empresas privadas dominicanas y las empresas
privadas extranjeras. Existen otros estudios menores realizados por las
instituciones mismas del sector azucarero, por las ONG que se ocupan de trabajar con los inmigrantes y refugiados haitianos en el país y por estudiosos, cuyos ensayos
encontraban cabida en revistas que se pueden considerar como especializadas en es.e tipo de temas, como es
Estudios Sociales l3•
Preguntas sin contestar A los finales del decenio de 1980 y a lo largo de la déca
da de 1990, los estudios aludidos van dejando preguntas sin contestar que son asumidas por algunos de esos espe
cialistas. Se producen dos direcciones básicas de investigación a partir de esas cuestiones. Una que tiene que ver con las otras áreas de la economía nacional a que se va
extendiendo la mano de obra haitiana en dimensiones significativas. Así, los estudios sobre la presencia haitiana salen de los ingenios azucareros y se dirigen, primero,
hacia la producción cafetalera, con los resultados de una encuesta realizada y analizada por Wilfredo Lozano y Frank Báez. Más adelante, el mismo Lozano, en el marco de sus estudios sobre los jornaleros agricolas,
se dedica a desentrañar en una nueva encuesta y consecuente análisis, las características de la presencia haitiana en el arroz. Finalmente, en esa línea, Rubén Silié y Carlos Segura comien
zan a estudiar los conglomerados de haitianos en las zonas urbanas, sobre todo los que se con-centran en la industria de la construcción.
La otra línea de investigación tiene que ver Con la extensión de la presencia haitiana, pero no en términos de la estructura geográfica o económica de la República Dominicana, sino
de la extensión de los haitianos a través de sus
.? , .
hijos nacidos en este país, ya sea de parejas de haitianos,
de partjas de haitianos y de dominicanos, e incluso de
parejas de descendientes de haitianos, o sea, de parejas de dominicanos de ascendencia haitiana. Carlos Dore
Cabral ha sido el único de los especialistas mencionados que se ha dedicado, de manera continua y sistemática, a estudiar a los dominicanos de ascendencia haitiana, que han sido colocados, a diferencia de otras descendencias de extranjeros, en la condición del único grupo étnicocultural que forma parte de la población dominicana.
En cuanto al otro tipo de investigación que se produce en las décadas de los 80 y los 90, que consiste en una contra crítica de aquellos trabajos que se elaboran
y publican en las dos décadas anteriores y que sólo cuenta con una obra realmente importante. Me refiero a El
ocaso de la nación de Manuel Núñez, que se publica a
inicios de 1990. Antes de ella, algunos articulistas, en exposiciones de menos monta, se habían ocupado de
j ,
aspectos relacionados con la inmigración de haitianos, pero ninguno de esos artículos periodísticos ni todos juntos, llegaba a lo que podría considerarse una crítica
consistente de los estudios en las décadas de 1960 y 1970. Es más, ni siquiera eran una crítica correctamente articulada a uno solo de los aspectos de esos estudios.
El libro de Núñez es diferente, pues consiste básicamente en eso, en una crítica exhaustiva de todo lo que
se había escrito en aquel período y aún después sobre el tema, tanto en términos de revisión crítica de la lite
ratura anterior a la década de 1960, como en términos de unas Ciencias Sociales que crean conocimientos téc
nicamente aplicables y que desvelan el significado del fenómeno que estudian.
La debilidad de ese otro tipo de estudios consiste en que se trata de un solo estudio y que este se reduce a una crítica, a partir de la cual no se elabora un nuevo conocimiento que sea capaz de explicar, desde su propia óptica teórica e ideológica, los nuevos fenómenos
que comporta la presencia de haitianos en la República Dominicana a principios del siglo XXI. Esto no lo logra la obra de Núñez ni en su segunda edición, ampliada y
corregida, donde revisa las críticas que había formulado hace 10 años e incorpora las que hace a los trabajos que
se producen en las décadas de 1980 y de 1990. Después de esta última edición de El ocaso de la
nación, se han publicado algunos ensayos de cierta importancia por otros autores que se mueven en la misma línea de pensamiento que él, pero reducidos al área
legal y tratando un aspecto específico de la cuestión, que es el de la nacionalidad de los descendientes de haitianos nacidos en la República Dominicana. A pesar
de esas limitaciones, es necesario tenerlos en cuenta si se quiere tener una idea exhaustiva de los así llamados estudios sobre la presencia haitiana en la República Dominicana. Sus autores son prestigiosos juristas, como Lupa Hernández Rueda y Peligrín Castillo.
Asignaturas pendientes Si la situación de los estudios de la presencia haitiana
en la República Dominicana, descrita y explicada hasta aquí, es la que existe a principios del siglo XXI, cualquier
conocedor de las teorías de las migraciones puede darse
cuenta que las Ciencias Sociales dominicanas están muy atrasadas en el conocimiento global del fenómeno de
la inmigración haitiana hacia la República Dominicana.
34 GLOBAL
En realidad no se ha pasado, después de tantos años estudiándolo y con tan variadas formas de estudiarlo,
de lo que se puede considerar la primera parte o etapa de ese conocimiento, que consiste en validar que el pro
ceso migratorio tiene lugar y establecer la naturaleza y la lógica de la inserción de esa fuerza de trabajo en la economía dominicana. No se ha ido mucha más allá,
si exceptuamos los estudios sobre los dominicanos de
ascendencia haitiana y la situación de la mujer haitiana y dominicana de ascendencia haitiana.
Es que modernamente los estudios migratorios siguen teniendo como base esa primera etapa sin la cual es imposible avanzar hacia otros niveles, pero sus preocu
paciones centrales hoy día son otras, como los procesos de identidad e integración de los migrantes y sus descendientes, los negocios étnicos, las del capital social, el
papel de las remesas al país de origen, el transnacionalismo, las organizaciones de los migrantes, las relaciones
entre los inmigrantes con el Estado que lo recibe y las relaciones de los emigrados con el Estado desde dónde
salen. En ninguno de estos y otros posibles aspectos específicos generados por los procesos migratorios han incursionado las Ciencias Sociales dominicanas, en el
caso de la presencia haitiana en la República. Sólo en el recién iniciado siglo XXI se ha realizado la
primera encuesta de carácter nacional y con vocación de representatividad entre los haitianos que viven y tra
bajan en la República Dominicana, a través de la que se pueda dar cuenta de cuál es su realidad completa, no parcial, como ha sido hasta ahora. Este estudio fue reali
zado por la sede dominicana de la Facultad de Ciencias Sociales de América Latina (FLACSO) y dirigido por Rubén Silié con la participación de Antonio Morillo,
Brígida García y Carlos Dore Cabral. De este esfuerzo sin precedentes en los estudios migra
torios llevados a cabo en la República Dominicana sólo
se ha publicado un informe preliminar y muy rudimentario de los resultados. La base de datos que se construyó
con esa investigación, sin embargo, puede contribuir a
que las Ciencias Sociales dominicanas acometan estudios sectoriales mucho más a tono con la actual evolu
ción de las investigaciones sobre los desplazamientos poblacionales en el mundo y que ofrezca un saber más profundo sobre lo que ha significado y significa la pre
sencia de los nacionales de la parte este de la Isla Hispa
niola en la República Dominicana.
Carlos Dore Cabral es secretario de Estado, director de la Dirección
de Información, Análisis y Programación de la Presidencia (DIAPE). Licen
ciado en Sociología, es especia lista en estudios políticos, sociología de las
mig raciones y procesos de urbanización. Ha sido durante 15 años profesor
universitario, ha hecho aportes de interés sobre la cuestión rural en la Repú
blica Dominicana y ha escrito varios libros, entre los que destacan The Urban
Caríbbean: Trol1sitiol1 to the New Global Economy y Problemas sociológicos de
fin de siglo.
Notas 1 Antes de la inmigración laboral hait iana hacia la República Dominicana
y COllcomÍtantemente con ésta, hubo fluj os signitlcativos de nacionales
de Hai tí , a los cuales la teoría de la migración llama asentamientos de
colonización y que suden producirse entre paises que tienen la misma
lrontera . Este parece haber sido un movimiento poblacional incesante
desde tiempo no establecido y que sólo detuvo, momentáneamente, el
genocidio de 1937.
, Hay estudios importa ntes sobre la cuestión dominicano-hait iana ante
riores a 1930, pero que se refieren sobre todo a la cuestión de los límites
fronterizos y a los procesos histó ricos comunes a ambos países, sin entrar
1"11 los aspectos que tienen que ver con los movimientos poblacio11ales
entre las dos naciones.
J Este cuestionario fue mostrado por el autor a un inspector de educaci ón
que residía en el municipio de Las Matas de Farfán y a quien entrevistaba
en la segunda mitad de los 80, con el propósito de conseguir información
privilegiada acerca de los movimientos oficiales en los años anteriores al
genocidio. Ese cuestionario circul ó, según el infonnante .Y según lo que el
auto r pudo establecer en el Arcbívo General de la Nación, también él través
de los inspectores del Parüdo Dominicano. Aparentemente ese instrumento
se estuvo aplicando durante el lustro de 1930- 1935 y en los primeros años
del lustro 1935-1940 y sus preguntas perseguían medir el nivel de haitia
nización de las escuelas de la frontera .
4 La versión más socorrida sobre los orígenes de esa carta y su respuesta, es
que en ocasión de un Congreso de periodistas que hubo en La Hahana en la
década de J 940, Trujillo envió esa delegación, que más que de periodistas,
era de funcionarios, porque allí se concentraba la más fuerte oposición a
su régimen y eran necesarias mentes y voces con suficiente inÍ()mlacÍón y
talento para defenderlo, pero, además ellos todos eran amigos o conocidos
del famoso cuentista domin icano. Se asegura que se reun ieron esa noche
y que alguna propuesta le hicieron ellos a Bosch, pues de otra forma no se
explica que éste d~jara su posición por escrito, en la que es claro que no
tenía intención de volver al pais, del cual se sentía tan It::ios, expresa en la
cana, como un hombre de Alaska. Se ha llegado a decir que en aquella oca
sión se le ofreció, al ya dirigente del PRD, la Presidencia de la Repúbl ica.
5 Durante la segunda parte de la década de 1940, en los inicios de la Gue
rra Fría que sigue al momento de apertura propiciado por los acuerdos
de los aliados en Yalta y Teherán, varios abogados e intelectuales domini
canos, cuya rebeldia contra el régimen era conocida , flleron enviados a
puestos en la judicatura situados en la frontera. Una de sus misiones era
escribir textos periodísticos, ensayos o folletos sobre sus observaciones de
aquellas zonas. Dos de los jóvenes intelectuales de aquella época que se
vieron obligados a hacerlo fueron Freddy Prestol Castillo y Nesto r Caro .
En esas circunstancias se conciben y probablemente se escriben la novela
El Masacre se Pasa a pie del primero y los cuentos Ba/sié del segundo.
El sentido críUco de la primera dio lugar a que sólo se conociera en la
década de 1970. Otras ohras literarias también sirven al conocimiento de
las características de la presencia baitiana en el país, como las novelas de
Ramón Marrero Aristy Ova y la de Francisco Moscoso Puello, Cmías y
bueyes, así corno el famoso cuento de Juan Bosch, Luis P ie.
6 Los períodos de conformación de la ideología y la contra ideología naciona
les referentes a Haití y a la presencia haitiana en la República Dominicana se
dan en ambientes políticos intelectualmente cen'ados, independientemente de
las diferencias de razones que los provocan. Lo mismo que se dice en el texto
con relación a las limitaciones del periodo de las décadas de 1960 y 1970, se
puede decir con reladón al período de las décadas de 1940 y 1950.
'1 En una situación de esa naturaleza era muy difícil detenerse a ver y ana
lizar los ma tices y a reconocer las áreas comu nes existentes entre uno y
otro de los puntos de vista en pugna.
s La idea es de .losé Israel Cuello en conversaciones privada s con el
autor de este artículo.
" Igual efec to p ro ducia la lectura de su cuento Luis Pie, cuando se
relaci onaba con el tratamiento que oficia lmente se les ofrecía a los
picadores de caña haitianos.
lO Este autor ya bahía escrito en 1959 su tesis para alcanzar el grado de
Doctor en Derecbo de la Universidad de París, sobre los orígenes históricos
y jurídicos de los estados haitiano y dominicano. En la década de 1970
in icia un trabiUo que promete monumental sobre el papel de la raza en la
histo ria de Santo Domingo, pero del mismo, hasta ahora, sólo ha publica
do el primer tomo en 1974.
11 Hay otros autores que no reúnen todas las características predichas
en el texto para ser considerados miembros de ese grupo, pero que sí
expusieron nuevas ideas y sacaron a la luz nuevas informaciones sobre
el tema de Haití y su presencia en el país, como es el caso de los historia
dores formados en Estados Unidos, Frank Moya Pons y Antonio Lluberes
Navarro y el antropólogo asimismo formado en ese pais Fernando Ferrán;
también es d caso de José Israel Cuello y Carlos Dore Cabral, quienes
habían adquirido su fo rmación, hasta ese momento, en el país, el prime
ro trabiUó los arch ivos de Julio Ortega Frier sobre los acontecimientos
fronterizos que se produjeron en el aiío de 1937 y el segundo sobre la
iden tidad nacional y cultural de los dominicanos, Además, es en esa déca
da que se desarrollan nuevas líneas de investigación en diversas áreas
cuando contribuyen directamente con ese proceso de revisión : las inves-
35
tigaciones en musicología de Fradique Lizardo y Dagoberto Tt:jada, en
religiosidad popular de June Rosenberg, Geo Ripley, Martha E!len Davies
y Carlos Esteban Drive y en arqueología social y antropología social
de Marcio Veloz Maggiolo, Renato Rimolí y Fernando Luna Calderón.
Además, entonces se publican algunos textos claves al respecto, como el
Código Negro Carolingio.
J2 Es la denominación que se aplica en la República Domínicana para n'fe
rirse a los nativos de las islas del Caribe del Este que migraron al país a
inicio del siglo XX y a sus descendientes que nacieron en este país.
13 Entre éstos hay que destacar porque se trata de la continuidad de una
línea de investigación iniciada por los mismos autores, el libro de José
Israel Cuello acerca de los contratos de braceros posteriores a 1937 hasta
los últimos realizados bajo el gobierno de Joaquín Balaguer .Y los estudios
de José del Castillo sobre el significado del crecimiento físicos de los
ingenios azucareros durante y después de la intervención norteamericana
de 1916-1924. Y los dos tomos de Bernardo Vega sobre Trujillo y Haití,
donde recoge o glosa importantes documentos de los primeros siete aüos
de la dominación tnüillista relacionados con el tema haitiano. En su caso
no se trata de la continuidad de una línea de investigación, como en el
de Cuello y del Castillo.
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ros para un estreno
aportes para el avance
temas para el progreso
propuestas para la cultura
INDUSTRIAS CULTURALES Retos para el desarrollo cultural
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I1lNDACJONCLOBAL DEMOCRACIA y DESARROLLO
Identidad y proyecto de nación Cuatro pensadores desentrañan el tema como el inicio de un
proceso permanente y continuado de reflexión sobre tan relevante cuestión.
Industrias culturales: retos para el desarrollo cultural Cinco expertos analizan la importancia de la industria cultural, sus implicaciones como ente de desarrollo en sentido general y sus aplicaciones prácticas en áreas como el turismo, la artesanía
LIteratura dominicana en los Estados Unidos
los medios audiovisuales. Historia y t rayectoria de la diáspora Intelectual
FUNDACION GLOBAL DEMOCRACIA Y DESARROLLO
Literatura dominicana en los Estados Unidos El fruto de un seminario que reunió en Funglode a un notable grupo de escritores, agentes culturales, profesores universitarios y profesionales de diversas ramas interesados en el enfoque histórico y evaluación objetiva del rol de nuestros connacionales residentes en
Estados Unidos en el desarrollo y auge de la literatura dominicana.
eren~ue Símbolo de identidad nacional Por Daría Tejeda (Imágenes cedidas por el autor)
La trayectoria del merengue ilustra una de las grandes paradojas de la
historia dominicana y, en gran medida, latinoanlericana: aquella en que
un fenómeno que al principio fue aborrecido por la elite intelectual ter
n1inó convirtiéndose en un emblema de la identidad nacional. La primera
aparición de un testimonio escrito relativo al merengue se produjo hace
150 años. Esto implica reconocer que es un ritmo más antiguo que el
bolero, el son, el tango, el jazz y el blues; motivo suficiente para que sea
considerado como patrimonio musical de la humanidad.
38 GLOBAL
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Julio Alberto Hernandez
Qué gran contraste: mientras que cuando nació el
ritmo era aborrecido como peste diabólica por la intelligentia de la llamada sociedad de primera,
150 años después las muchachas de la burguesía piden a sus padres celebrar sus bodas con el merengue. y no sólo eso: es un fresco y activo producto de exportación
cultural del país, tan sabroso y pegajoso que la carismática figura del jet set latinoamericano Emilio Azcárraga Jean -una de las personas más ricas del continente- , ha
celebrado en México sus dos nupcias a ritmo del género musical más emblemático de los dominicanos. Se puede mencionar, de paso, que en el último tercio del siglo XX el merengue pasó a ser, también, una nueva fuente de hacer fortuna.
La trayectoria del merengue ilustra una de las grandes paradojas de la historia dominicana y, en gran medi
da, latinoamericana: aquella en que un fenómeno que al principio fue aborrecido por la elite intelectual, terminó
convirtiéndose en un emblema de la identidad nacional. Nada como esto puede ilustrar mejor la tradicional sepa
ración entre elite y pueblo. Le correspondió a un poeta, Eugenio Perdomo - por
demás nacionalista a carta cabal, hasta morir en el patí
bulo por defender la patria amada-, dar la primicia: el
merengue existía y estaba enraizándose en el pueblo.
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Juan Francisco Garcia.
Bajo el seudónimo El Ingenuo y en un periódico fecha
do el 26 de noviembre de 1854, publicó en la entonces naciente República Dominicana el primer testimonio conocido sobre el género, y se refirió a él como "una
confusión, un laberinto continuo", para terminar llamándolo "maldito merengue".
Por su parte, uno de los más conspicuos intelectuales del país, guarecido bajo el seudónimo de Emmanuel,
lo llamó "hijo digno del diablo". Fue nada más y nada menos que Manuel de Jesús Galván (autor, a posteriori,
de la famosa novela romántiea Enriquillo). Lo tildó de "torpe merengue aborrecible", y a seguidas propugnó "que el bárbaro merengue desaparezca".
Esa fue, tal vez, una de las pocas coincidencias entre El Ingenuo y Emmanuel, pues, por lo demás, eran polí
ticamente contrarios: el primero, liberal; el segundo, conservador. Pocos años después de la aparición publica
del ritmo, durante el breve lapso de la anexión del país a España, el primero murió fusilado defendiendo la causa
nacional; el segundo estaba en el bando contrario. Pero no nos extrañe esta coincidencia: los intelec
tuales tanto conservadores como liberales opusieron
resistencia al merengue durante los períodos llamados de la Primera y la Segunda República, hasta 1916. A
otro pensador de la sociedad de primera, identificado
El merengue se ha asentado profundamente en las bases de la cultura popular.
Página 45: Pareja de bailarines, con atuendos ti picos dominicanos.
41
Detalle de la obra La fiesta del centenario, de Julio Senior (1944).
El merengue se impuso en el pueblo dominicano y de la más humilde sala de bachata pasó triunfalmente al salón aristocrático
con el seudónimo de Heliodoro, los bailes de merengue le parecieron "faltas de decencia, de decoro y de miramientos", considerando un "detestable baile de tan poco gusto", que propuso desterrarlo. Varios le
hicieron coro, con términos autoritarios, propios de la ideología conservadora.
Pero Ulises Francisco Espaillat, sin duda uno de los grandes civilistas dominicanos y a quien nadie osaría
acusar de autoritario, llegó más lejos : a mediados de los años 70 del siglo XIX, planteó que "lo expulsáramos por completo del país", y no sólo de la buena sociedad,
aunque admitía que el merengue era "el favorito" en la
pujante provincia Santiago, capital de la Banda Norte. Todavía en 1939, Flérida de Nolasco lo consideró
"una danza pobre y de invención vulgar", y dudó de
su originalidad. No fue hasta casi un siglo después de su primera mención en el país cuando empezaron a
aparecer algunas plumas defendiéndolo. Ramón Emilio
42 GLOBAL
Una pareja bailando merengue de salón en 1955.
Jiménez, en tono idílico, consideró en 1953 que "en sus
notas y en el rito de sus actitudes danzantes, vive hecho aromas de sueño, el espíritu nacional".
El prolífico historiógrafo Emilio Rodríguez Demorizi testimonió en los años 70 del siglo XX lo que hacía mucho tiempo era un hecho: "El merengue se impuso
en el pueblo dominicano y de la más humilde sala de bachata pasó triunfalmente al salón aristocrático".
El destacado escritor y pianista Manuel Rueda escri
bió: "La acusación de indecencia deseaba anular su posibilidad de cuestionamiento. A nombre de la moral se trataba de imponer silencio a una clase explotada en
exceso; y lo curioso era que dicha acusación de indecencia no provenía de la Iglesia, sino de los políticos. La vulgaridad y el desenfreno en el merengue vendrían
después, desde esas mismas clases que lo condenaban y
comenzaron a usarlo para influir de una manera directa
en el pueblo que lo había creado e impuesto".
Carta de ciudadanía Por diversas fuentes y hechos sabemos que el meren
gue se conoció en distintas partes del Caribe durante el siglo XIX, lo que en cierto modo le daba una dimensión
regional. En Cuba se menciona en 1847 en un escrito de
Bartolomé José Crespo titulado Las habaneras pintadas
Grupo de jovenes baila an imadamente en uno de los loca les de la capital.
por sí mismas en miniaturas (Imp. De Oliva, La Habana). Pero por una u otra razón, el ritmo no se desarrolló en Cuba. En Puerto Rico se mencionó en 1849 en un bando
del gobernador de la isla, Juan de la Pezuela, en el cual se prohibía que fuera tocado en las fiestas. Tampoco en
la Isla del Encanto el merengue pudo desarrollarse como una expresión de su cultura nacional. En Haití, a su vez, el merengue o meringa adquirió su propio estilo, llegando incluso a ser considerado como una danza nacional,
según indica el historiador haitiano Jean Fouchard en su libro La Meringa, danse nacionales d'Haiti, publica
do en Canadá en 1976. Pero al día de hoy, sabemos que los rastros del meren
gue que quedan en ese país vecino son las influencias
que el ritmo dominicano ejerció a mediados del siglo XX en la conformación del kompa, el género musical
más popular en Haití en la actualidad. Sin lugar a dudas, donde el merengue sí adquirió
carta de ciudadanía fue en la República Dominicana, estableciendo en nuestro territorio su sede indiscutible.
Para eso debió, primero, asentarse profundamente en la cultura popular. Los registros más antiguos sitúan
su presencia tanto en la Banda Sur como en la Banda Norte, que era como se subdividía políticamente el terri
torio nacional durante el siglo XIX. En la primera está
Su nivel de aceptación popular fue tal que, incluso, en el transcurso del tiempo surgieron distintas variantes regionales de merengue, a medida que éste fue adaptándose a las condiciones, usos y costumbres locales.
documentado en lugares como Santo Domingo y Baní, y en la segunda en Santiago de los Caballeros, Puerto Plata, Moca y Bonao.
Así, transmitiéndose como se transmite toda tradición, de generación en generación, su nivel de acep
tación popular fue tal que, incluso, en el transcurso del tiempo surgieron distintas variantes regionales de
merengue, a medida que éste fue adaptándose a las condiciones, usos y costumbres locales. Fradique Lizardo y
otros investigadores reportaron estilos tales como el cibaeño, el liniero (de la Linea Noroeste), el redondo (en
Samaná), el ocoeño, el de atabales, y el pri-pri o palo
echao, cada uno con ciertas características rítmicas, ins
trumentales y danzarias propias.
Así las cosas, el merengue se convirtió en un símbo
lo nacional dominicano. Desde finales del siglo XIX,
43
en un contexto de inestabilidad política, disputas
caudillistas y luchas nacionalistas, surgieron músicos populares como Francisco (Ñica) Lora, Antonio (Toña)
Abreu, Lolo Reynoso, y otros, que se hicieron famosos en la composición de merengues, especialmente por su dominio del acordeón, instrumento que sustituyó a las
cuerdas en la época post-restauradora, durante el últi
mo tercio de la citada centuria.
El símbolo patriótico Entre los años 1916 y 1924, durante la primera ocupación estadounidense, el merengue se constituyó en un
arma simbólica de la nacionalidad usurpada. Muchos sintieron expresados en él sus sentimientos patrióticos. Surgió un grupo de músicos nacionalistas que dejaron saber su oposición a la Ocupación a través de la música. El merengue fue bienvenido en los salones de la aristocracia, lo que se relaciona con el furor nacionalista desatado por la presencia de las tropas extranjeras. Frente a éstas, el merengue devino en un símbolo generalizado
de unificación e identificación nacional, un ente de
exaltación patriótica. Desde entonces, principalmente, el ritmo se hizo una
tradición vinculada a la identidad dominicana, un símbolo de la nacionalidad. Músicos de carrera como Esteban Peña Morell, Juan Francisco (Pancho) García, Pablo
Campos, Juan Bautista Espínola, Rafael Ignacio y Julio Alberto Hernández, produjeron un cambio importante al asumir el merengue como elemento de composición
de la música académica y al componer piezas con sus conocimientos profesionales. Ellos iniciaron la moderni
zación del género. Julio Alberto Hernández, uno de los pilares de este
proceso, indicó que los músicos nacionalistas quisieron "perpetuar los giros autóctonos del país, utilizándolos
como base de nuestras composiciones, buscando con ello crearle a nuestro pueblo una voz propia que lo diferenciara de las demás culturas de América, para que el
mundo, a través del merengue típico, llegara a conocer el alma festiva de los dominicanos".
Lo paradójico del caso fue que también los marines estadounidenses utilizaron el merengue en sus celebraciones, lo que dio como resultado el nombre de pam
biche para una variedad del ritmo ya conocida -pues su estructura se corresponde con el estilo denominado
merengue liniero- y que era de su preferencia por su
44 GLOBAL
Francisco (Nico) Lora, músico popular de finales del siglo XIX.
lentitud y suavidad. J. M. Coopersmith afirmó que "a los infantes de marina estadounidenses se les hacía
muy difícil bailar el rápido merengue".
En la cultura de masas Otros factores de indudable preponderancia de la vigencia, difusión e internacionalización del merengue han sido el nacimiento del disco, la radio y la televisión durante el siglo xx. La llegada del disco y del fonógra
fo a Dominicana encontró al ritmo ya asentado en la cultura popular. La radio sirvió para que la audiencia se ensanchara en proporciones inéditas. Esta fue la base
social para el nacimiento del espectáculo y del mercado de la música, con lo cual el merengue se anotó un doble
triunfo: se insertó en la sociedad de consumo y entró en
la llamada cultura de masas. Por otro lado, está claro que el poder político ejerció
un papel insoslayable en la consolidación del meren
gue en la sociedad. La costumbre del dictador Rafael 1. Trujillo de bailarlo en las fiestas donde acudía y de
promoverlo apoyando las grandes orquestas, que sir-
"Fiesta campestre", mural de Jase Vela Zanetti (1950), en el Salan de la Cultura de la Universidad APEe.
vieron muy bien a su imagen grandilocuente y a sus estrategias propagandísticas, aceleró su difusión en los salones aristocráticos.
Lo lamentable es que, hasta ahora, Trujillo constituye el referente político de los merengueros, pues los mandatarios demócratas no se han identificado tanto con el género como lo hizo aquél. Sin embargo, el ritmo ha jugado -y sigue jugando- un papel político relevante en la cultura popular, a tal punto que en las recientes elecciones nacionales, un tema de merengue se convirtió en el eslogan de campaña del doctor Leonel Fernández, sobrepasando en acogida el lema oficial de campaña. La cultura popular se impuso.
Un símbolo cultural Dos fenómenos recientes, la diáspora e Internet, se han sumado a los vectores que han contribuido a darle al merengue una mayor magnitud social, dirección tecnológica y sentido de pertenencia. El proceso de dispersión de la población dominicana por el mundo, con el
disco a mano, ha llevado el merengue a los lugares más
remotos, a tal punto que si al principio la música africana lo influyó, hoyes él el que influye en África.
La red de redes ha permitido la conexión instantánea con el ritmo, especialmente útil en lugares donde las emisoras de radio no lo tocan o donde la diáspora y sus descendientes no pueden tener a las bandas de merengue amenizando fiestas periódicamente.
No hablemos ya de grandes escenarios fuera de la isla, pues hace rato que el merengue estrenó el Paladium, el Radio City Hall y el Madison Square Garden de Nueva York, y campos de fútbol de casi todas las capitales de Latinoamérica y de España. La trayectoria musical de Puerto Rico, Venezuela y Haití en el siglo XX no puede explicarse sin hacer referencia al merengue y a sus cultores.
Decir que el merengue cumple 150 años de aparición pública implica reconocer que le lleva en antigüedad al bolero, al son, al tango, al jazz, al blues, y que supera en por lo menos un siglo al rack y a la salsa; motivos más que suficientes para que sea considerado como un patrimonio musical de la humanidad.
45
Juan Luis Guerra ha exportado el merengue a gran pa rte del mundo.
Como expuse en mi libro La paslOn danzaria, un ritmo que inicialmente fue rechazado por la élite que
concentraba propiedades, poder y status privilegiado, finalmente fue interiorizado por los diversos grupos étni
cos y sociales que históricamente conformaron la socie
dad dominicana, y con ello atravesó todas las fronteras de clase, etnia y género, y pasó triunfante la prueba del
tiempo, para formar parte del conjunto de prácticas que tipifican la cultura dominicana y ser un símbolo eficaz
de la identidad nacional.
46 GLOML
Darío Tejeda estudió Ciencias Políticas (Universidad Autónoma de
Santo Domingo), postgrado en Historia y Geografía del Caribe (Universidad
Católica Santo Domingo), y maestría en Artes con especialidad en Estudios
Caribeños (Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe). Galar
donado con el Premio Internacional de Musicología Casa de las Américas
(La Habana 2001) por La pasión danzaria. Premio nacional de Ensayo (Uni
versidad UCE 2001) por La escritura múltiple. Director del Centro Nacional de
Documentación Musical y del Instituto de Estudios Caribeños.
Informe especial
GOBERNABILIDAD TRES APORTES DEL FORO DE BIARRITZ
Introducción de Rafael Toribio
Es consustancial al régimen democrático que todo gobierno tenga que en
frentar problemas para mantener la estabilidad y el favor de la ciudada
nía, concretada en el respaldo a sus ejecutorias. Unas veces estos proble
mas se originan en el ámbito político institucional, pero en otras ocasiones
están determinados por factores económicos o sociales. Son los llamados
problemas de gobernabilidad. Recientes acontecimientos ponen en eviden
cia la existencia de una profunda crisis de gobernabilidad en los sistemas
políticos de la región. Se está haciendo cada vez más frecuente que gober
nantes surgidos de un gran apoyo popular, al poco tiempo vean reducido
ese apoyo de forma drástica. Algunos tienen dificultad para terminar el pe
ríodo para el que fueron electos, y todos tienen que enfrentar permanen
temente conflictos de estabilidad política y descontento social porque la
ciudadanía siente que sus expectativas y sus demandas no son satisfechas
de manera adecuada y oportuna.
La gobernabilidad, para ser comprendida en su justa dimensión y, sobre
todo, enfrentada con éxito, tiene que ser asumida como una situación que
depende del funcionamiento adecuado de los actores e instituciones más
importantes del sistema político, aunque normalmente esté referida al re
sultado de las relaciones entre Gobierno y Congreso, es decir, entre el Po
der Ejecutivo y el Poder Legislativo. Surgida en cualquiera de los ámbitos,
político, institucional, social o económico, se manifiesta en la capacidad
del gobierno de producir resultados. Por eso se da esa asociación entre for
ma de gobierno y gobernabilidad, en el entendido de que la manera en que
Informe especial
se organiza y distribuye el poder y se relacionan el Ejecutivo y el Congre
so tiene mucho que ver con la última.
Aunque la forma de gobierno preponderante desde la independencia de
cada país en nuestra región ha sido el Presidencialismo, no es menos cier
to que el modelo parlamentario siempre se ha visto como un referente del
cual se pueden adoptar algunas fórmulas que contribuyan al fortalecimien
to de la gobernabilidad. La mirada hacia el Parlamentarismo se ha hecho
más intensa en la medida de que nuestros gobiernos, organizados baj o el
sistema presidencialista, tienen cada vez más dificultad de asegurar la es
tabilidad política y la satisfacción de expectativas y demandas de la pobla
ción. En este número de Global se recogen tres trabajos sobre la relación
entre forma de gobierno y gobernabilidad, presentados en el 11 Encuentro
del Grupo de Biarritz, organizado por la Fundación Global Democracia y De
sarrollo, celebrado en agosto pasado en el país. Aunque el tema tendrá que
seguir discutiéndose, estos trabajos representan tres aportes muy signifi
cativos, dos con posturas opuestas, pero ambos provenientes de experien
cias personales en el ejercicio del poder desde el Estado, y el tercero re
ferido al poder creciente de los medios de comunicación y de la informa
ción de los ciudadanos sobre la gobernabilidad
El ex presidente de Colombia Ernesto Samper, después de fundamentar
las dificultades cada vez más crecientes que experimenta el presidencialis
mo para asegurar la gobernabilidad, se muestra inclinado a incluir algunas
instituciones del sistema parlamentario. No propone la sustitución del pre
sidencialismo por el Parlamentarismo, sino la introducción de elementos del
segundo para fortalecer la capacidad de gobernabilidad del primero. Por su
parte, otro ex presidente, Patricio Aylwin , en esta caso de Chile, realiza una
argumentada defensa del presidencialismo sobre el parlamentarismo, pre
cisamente porque a su juicio tiene mayor capacidad de asegurar la gober
nabilidad, además de ser el que se corresponde con nuestra tradición y cul
tura políticas. El tercer trabajo, de la firma Newlink Political Consulting &
Research, nos presenta las contribuciones de la comunicación y los medios
de información a la gobernabilidad, partiendo de un concepto amplio de
ésta, que no se agota en las relaciones entre el Ejecutivo y el Legislativo.
Estos trabajos, además de adelantar posiciones, quieren representar una
invitación a que se asuma en el país este interesante debate.
Rafael Torib io es licenciado en Ciencias Políticas,director del Centro de Gobernabilidad de INTEC y ex-rector de
esta misma institución.
PRESIDENCIALISMO, PARLAMENTARISMO Y GOBERNABILIDAD Por Aylwin Azócar Ex presidente de Chile
Presidencialismo, parlamentaris
mo y gobernabilidad es, sin duda,
un tema de enorme interés tanto
teórico como práctico, que se abor
da a menudo con pasión por poli
tólogos y por políticos.
Permítanme hacer mi modesto
aporte a este debate desde el pun
to de vista de mi experiencia como
parlamentario y gobernante en
Chile. Aunque, sin duda, lo que pa
so a exponer ha sido pensado sobre
la base de esa experiencia y no tie
ne pretensiones de universalidad,
creo que responde a criterios gene
rales y confío que merezca vuestra
benévola consideración.
Anticipo desde luego y sin rodeos
mi conclusión, para luego formular
las razones en que la fundo.
Al parecer contra la corriente
predominante, soy un decidido par
t idario"del régimen presidencialista
para nuestros países de América
Latina . Fundo esta posición en las
siguientes consideraciones:
1° El presidencialista es el régimen
que corresponde a la tradición
histórica de nuestras naciones
desde su nacimiento como esta
dos soberanos. En el caso de Chi
le, es el que han consagrado to
das las Cartas Fundamentales,
desde la Constitución de 1818
hasta la de 1980, pasando por las
de 1833 y 1925, que han regido la
mayor parte de nuestra vida in
dependiente;
2 e Nuestros países tienen una cultu
ra "presidencialista" que conduce
a que -generalmente- se profese
especial consideración a quien
desempeña la Presidencia de la
República y que, por lo mismo, es
"Jefe del Estado", del que se es
pera la solución de los problemas
colectivos y al que se le recono
ce -en algunos casos- el carácter
de líder de las esperanzas nacio
nales y -en otros- el de arbitro
superior de los conflictos que di
viden al país;
3° A lo largo de la historia de cada
una de nuestras naciones -en
unas más, en otras menos- se ha
tendido a personalizar los ideales
de los pueblos en los líderes que
los encarnan. Lo que ha ocurrido
en los inicios con los grandes cau
dillos que encabezaron la lucha
por la independencia, ha seguido
ocurriendo -con modalidades y
grados diferentes- en la evolu
ción política de nuestras nacio
nes. En algunos de nuestros paí
ses o en determinados casos,
esos personajes se han converti
do en dictadores; en otros, han
cumplido la misión de orientar o
dirigir sus procesos de reformas
sin caer en dictaduras ni caudi
llismo;
4° La experiencia del régimen par
lamentario en el mundo muestra
que ha sido eficaz y durable en
naciones en que existen pocos
partidos políticos -sólo dos, o dos
importantes y uno o dos de me
nor relevancia- y en que tales
partidos son fuertemente disci
plinados y con liderazgos claros y
estables. Es el caso del Reino
Unido, de la República Federal
Alemana y de la España posterior
a Franco.
Es evidente que estas caracterís
ticas no se dan en la gran mayo
ría de nuestros países latinoame
ricanos, donde generalmente el
régimen de partidos no se carac
teriza por su solidez y los hábitos
de la vida política están marca
dos por los lideratos personalis
taso En Chile hay actualmente
siete partidos políticos: cuatro
forman la coalición de Gobierno,
dos la Alianza opositora y el sép
timo es el Partido Comunista.
Puede argüirse que esta no es la
regla general en Latinoamérica.
Es cierto, pero también lo es que
en la mayoría de nuestros países
los partidos políticos carecen de
una sólida tradición de disciplina
y suelen exhibir fracciones inter
nas y lideratos personalistas que
debilitan su capacidad de asegu
rar a sus países gobiernos esta
bles y eficientes.
En nuestros hábitos políticos -lo
digo por Chile y estoy seguro que
vale para casi todos nuestros paí
ses- las faltas de un parlamenta
rio a la disciplina partidaria casi
nunca son sancionadas: senado
res y diputados se sienten casi
dueños de su sillón parlamentario
y no entienden que se lo deben a
su partido. Un Primer Ministro o
Jefe de Gobierno cuya perma
nencia dependiera del apoyo dis
ciplinado de su mayoría parla
mentaria estaría permanente
mente expuesto a ser objeto de
presiones provenientes de secto
res de su propia base de susten
tación política y, en consecuen
cia, carecería de la independen
cia necesaria para gobernar co
mo se debe.
5 o Creo muy difícil que en nuestros
países -desde luego en Chile- pu
diera darse una convivencia pací
fica, constructiva y sin serios
conflictos, entre un Presidente
de la República elegido por el
pueblo y un Primer Ministro o Je
fe de Gobierno que no dependie
ra de aquél, aun cuando fueran
del mismo partido.
Pienso que el cargo de Presiden
te de la República imprime ca
rácter e impone a quien es elegi
do para desempeñarlo un com
promiso existencial con el desti
no de la patria. Tan alta respon
sabilidad requiere independen
cia. Es bueno y necesario que el
gobernante escuche las distintas
opiniones, de amigos y adversa
rios; pero en definitiva es él
quien debe adoptar las decisio
nes importantes, conforme a los
dictados de su propia conciencia.
Es esa su responsabilidad supe
rior como Jefe de Estado. Nunca
debe olvidar que si bien es el lí-
der de una tendencia u orienta
ción de Gobierno, es al mismo
tiempo el Presidente de todos sus
compatriotas.
6 o Es frecuente oír severas criticas
al régimen presidencialista, al
que se acusa de autoritario o ce
sarista y se le atribuyen las prin
cipales falencias de nuestra de
mocracia. No comparto esas crí
ticas. En efecto:
a) Pienso que nada justifica atri
buir mayor legitimidad demo
crática al Parlamento que al
Jefe del Estado, si ambos son
elegidos por sufragio univer
sal. El hecho de que el Congre
so sea representativo tanto de
la mayoría como de la minoría
-carácter propio de su compo
sición colegiada y de su natu
raleza deliberante y aconseja
ble para el buen ejercicio de
su función legislativa- no le
concede mayor legitimidad de
mocrática que la que al Presi
dente de la República otorga
el voto de la mayoría absoluta
de sus conciudadanos, puesto
que la democracia consiste
precisamente en el gobierno
de la mayoría -sobre la base
del respeto a los derechos de
la minoría-y la función ejecu
tiva requiere, por su naturale
za, fácil y oportuna capacidad
de decisión;
b) No me parece debidamente
fundamentado, ni menos jus
to, vincular las crisis de gober
nabilidad al régimen presiden
cialista . Creo que ellas pueden
producirse tanto en regímenes
presidencialistas como en regí
menes parlamentarios y que
hay más posibilidad de que
ocurran en estos últimos;
c) No me parece justa la opinión
de que el sistema presidencia
lista impida "el libre juego de
alternativas de gobierno y de
oposición que son la esencia
misma de la democracia". Tan
to el sistema presidencialista
como el parlamentario son es
pecies de regímenes democrá
ticos de gobierno, que se ge
neran libremente a través del
sufragio universal. La expe
riencia histórica de nuestros
países demuestra que en los
regímenes presidencialistas
imperantes, muchas veces go
biernos de un signo político
han sido sucedidos por gobier
nos de tendencia opositora. Si
en alguna parte u ocasión se
ha vulnerado la libre expresión
de la voluntad popular, ello no
puede atribuirse al régimen
político, sino a abusos o defec
tos ajenos a éste; y
d)Tampoco considero justo decir
que en el régimen presidencia
lista la elección del Presidente
de la República sea "un juego
de todo o nada: el que gana se
queda con todo y quien pierde,
lo pierde todo". No sé si hay al
gún ordenamiento constitucio
nal que así lo establezca; pero
si así ocurriera, es evidente
que tal régimen no sería de
mocrático. Pero eso no es de la
naturaleza del régimen presi
dencialista, que para ser de-
mocrático supone una equitati
va distribución de los poderes
entre el órgano ejecutivo y el
legislativo.
Las consideraciones precedentes
en apoyo al régimen presiden
cialista de gobierno para nuestros
países -lo que yo defiendo en el
mío- no significan ni expresan plena
satisfacción con el sistema impe
ran te en Chile, ni en cada uno de
nuestros países.
En el caso de mi patria -no me
corresponde opinar sobre naciones
hermanas- soy partidario de intro
ducir a nuestro actual sistema pre
sidencialista algunas reformas para
hacerlo más democrático y eficien-
te. Entre otras, he propuesto las si
guientes:
1 0 Hacer coincidir el periodo presi
dencial con el parlamentario.
Creo que el mejor sería un perio
do común de cuatro años;
2 o Robustecer y regular las atribu
ciones fiscalizadoras de la Cáma
ra de Diputados, para hacerlas
más expeditas y eficaces; y
3 o Otorgar al Senado la facultad de
realizar debates y acordar suge
rencias o recomendaciones, sin
fuerza obligatoria , sobre asuntos
importantes de interés nacional.
Para concluir, permítanme una
observación final. Sin duda el régi
men polítlco y su regulación insti-
tucional son muy importantes para
el buen funcionamiento de una so
ciedad. Pero ninguna Constitución
ni ley pueden suplir lo que me
atrevería a llamar la cultura políti
ca de una nación, constituida fun
damentalmente por su espíritu de
mocrático y participativo, su res
peto a las instituciones, sus hábi
tos de comportamiento y su dispo
sición al entendimiento o los con
sensos. Los mecanismos constitu
cionales y legales pueden favore
cer o estimular estas virtudes, pe
ro en ningún caso reemplazarlas.
El problema, más que jurídico, es
de cultura colectiva.
PARLAMENTARI SMO: ¿UNA SALIDA A LA CRISIS DE GOBERNABILIDAD DE AMÉRICA LATINA?
Por Ernesto Samper Ex presidente de Colombia y presidente de la Corporación Escenarios
América Latina atraviesa por una
seria crisis de gobernabilidad. Des
pués de largos esfuerzos por rede
mocratizar sus sistemas políticos, la
región enfrenta tres grandes ame
nazas para su estabilidad política:
la que resulta de la presencia de
ciertos riesgos asociados con la glo
balización, como la corrupción, el
narcotráfico, el terrorismo y el ar
mamentismo; una que surge de las
tensiones y rupturas sociales resul
tantes de la aplicación del modelo
neoliberal de desarrollo, y una ter
cera que nace de la propia incapa
cidad de los actuales sistemas polí
ticos latinoamericanos para enf ren
tar los desequilibrios resultantes de
las dos anteriores.
Por los mismos canales abiertos
de ~ globalización por donde hoy
circulan libremente bienes, servi
cios , informaciones y hallazgos
tecnológicos, también lo hacen,
con dinamismo inusitado, drogas,
armas, corruptos, terroristas, bie
nes y servicios ilegales, cuyos mer
cados conforman el cuadro crítico
de una "patología de la globaliza
ción," que afecta a todos los países
latinoamericanos. Se tra ta de una
nueva forma de inseguridad hemis
férica que no respeta fronteras. La
incapacidad del modelo neoliberal
de desarrollo iniciado en los años
80 produjo tensiones y conflictos
que dificultaron la redistribución
del ingreso en las renovadas demo-
cracias latinoamericanas. Las pro
testas sociales se han converti do
en el común denominador de lo
que podría denominarse "democra
cia callejera", que ha llegado in
cluso a producir cambios de go
biernos elegidos democráticamen
te, como sucedió recientemente
en Ecuador y Bolivia.
Partidos, congresos y gobiernos
se han visto desbordados por estas
manifestaciones patológicas de la
globalización y las rupturas sociales
resultantes de la crisis del modelo.
Puede decirse que por estos desa
justes no asimilados la democracia
latinoamericana se está bloquean
do; la idea según la cual bastaba
sólo un poder Ej ecutivo fuerte para
manejar estas situaciones comienza
a ser cuest ionada a medida que los
poderes propios de los regímenes
presidencialistas vigentes muestran
su incapacidad para gobernar.
Como resultado de esta impoten
cia, de la burocratización de los
cuadros políticos, la fragmentación
de los partidos, la ineficiencia de
las políticas públicas y la inflación
legislativa, han resurgido el popu
lismo y el autoritarismo típicos de
mediados del pasado siglo.
La sustitución del concepto de
voluntad ciudadana por el del po
der del mercado y el cambio corre
lativo del concepto de ciudadano
por el de consumidor, llevó del po
pulismo de Estado al populismo de
mercado y de los estados populistas
de antaño a los estados impopula
res contemporáneos. En síntesis, la
crisis del sistema representativo y
del presidencialista enmarcan la
crisis política latinoamericana.
La crisis del sistema representa tivo El sistema representativo permitió
durante el siglo XIX estructurar una
forma de acción política basada en
el funcionamiento de los partidos,
intermediarios entre la ciudadanía
y el Estado. El representativismo
hizo crisis al terminar el siglo XX co
mo consecuencia del debilitamien
to de los partidos, la transforma
ción del Estado y la sustitución del
concepto del individuo como desti
natario último de la acción política
por el de una sociedad civil consti
tuida por organizaciones no guber
namentales que, sin asumir ninguna
responsabilidad política, comenza
ron a reemplazar a los partidos en
su función intermediadora.
También influyó la progresiva
desnaturalización del rol de cada
rama del poder público: las funcio
nes se han venido confundiendo a
costa del espacio asignado original
mente al poder legislativo. En efec
to, el Poder Ejecutivo recibió facul
tades constitucionales o excepcio
nales para expedir normas, poderes
reactivos para vetarlas y proactivos
para proponerlas al Congreso de
manera excluyente y exclusiva.
(Shugart, 1997).
La crisis del sistema representati
vo es también la crisis de la política
en un medio donde, paradójicamen
te, cada día hay más democracia y
menos política. Entre los factores
que afectan la vigencia de los parti
dos se encuentran el auge de la vi
deo política , la generalización de la
antipolítica y el aparecimiento de la
denominada subpolítica.
La videopolítica plantea la alian
za entre lo mediático y lo político;
se trata de la proliferación de vi
deocandidatos que desarrollan vi
deocampañas a través de las cuales
inundan a los ciudadanos de mensa
jes con un fuerte impacto visual y
muy poco contenido. El fenómeno
de la antipolítica se genera cuando
la estrategia se fundamenta en la
descalificación de "los políticos" y
de "la política" y se apela al resen
timiento de la gente por la política
tradicionaL El discurso emocional
de lo antipolítico, basado en dividir
el mundo entre buenos y malos, ha
venido reemplazando el discurso bi
nario de la guerra f ría. La subpolíti
ca, finalmente, es ejercida por la
sociedad civil, a través de sus orga
nizaciones no gubernamentales
(ONG) o sociales (ONS) que repre
sentan una caótica gama de intere
ses no articulados.
Estas tres formas alternativas a
la política representativa tradicio
nal comparten la característica co
mún de no estar acotadas por nin
guna forma de responsabilidad para
qUienes las ejercitan. A pesar que
el remedio para esta desinstitucio-
nalización de la política no es aca
bar con los partidos, ello no signifi
ca que estos no deban asumir su
cuota de culpabilidad en el abando
no de los espacios que hoy son ocu
pados por estos nuevos actores po
líticos, en la medida en que las vie
jas identidades partidistas han sido
reemplazadas por nuevas afinida
des religiosas, ecológicas, étnicas e
incluso deportivas.
El sistema presidencialista la tinoamericano La historia del presidencialismo lati
noamericano es la de una reiterati
va cadena de refrendaciones y con
tradicciones, de presidentes que os
cilan entre la omnipotencia y la im
potencia. (O'Donnell, citado por J.
Linz en Linz y Valenzuela, 1994).
Cuando los presidentes caen en des
gracia, reaparece la necesidad de
buscar formas más parlamentarias
de gobierno y cuando los mandata
rios son populares surgen las pro
puestas para reforzar sus poderes y
reelegirlos de manera inmediata. La
permanencia del modelo presiden
cialista en América Latina es mate
ria de examen permanente a medi
da que la tendencia universal, clara
y definida, se orienta hacia la con
formación de nuevos regímenes par
lamentarios. En una muestra de 43
democracias consolidadas entre
1979 y 1989 se encontró que 34 de
ellas habían optado por un sistema
parlamentario y apenas cinco por
uno presidencialista.
El examen de los posibles oríge
nes del presidencialismo latinoame
ricano puede explicar sus propias di -
ficultades actuales. Algunos justifi
can el presidencialismo en la necesi
dad de contar con un ejecutivo fuer
te para poder combatir las desigual
dades. Las ci f ras sobre las condicio
nes actuales de inequidad hacen
irrelevante cualquier comentario.
Otros analistas sitúan los oríge
nes del presidencialismo latinoame
ricano en los primeros gobiernos de
corte militar y autori tario que ca
racterizaron las primeras formas de
gobierno de nuestras repúblicas.
Convertidos en gobernantes, los mi
litares ganadores de las guerras de
la independencia habrían encontra
do en esta manera centralizada de
ejercer su poder la forma más efec
tiva de asegurar su permanencia.
Orden, militarismo y presidencialis
mo forman parte de esta trilogía tí
picamente latinoamericana de con
cebir gobernabilidad y política.
El caudillismo latinoamericano y
sus distintas formas de expresión,
como el mesianismo o las dictadu
ras populistas, encuentran antece
dentes válidos en estas primeras
formas de gobierno republicano. En
la génesis del presidencialismo lati
noamericano queda claro que este
tiene más que ver con la etiología
de la autoridad presidencial que
con las reglas institucionales para
ejercerla (A. Valenzuela, en Linz y
Valenzuela, 1994).
Algunos encuentran el origen del
sistema presidencialista latinoame
ricano en la influencia del propio
sistema presidencialista norteame
ricano. Las discusiones sobre presi
dencialismo y parlamentarismo han
oscilado entre los extremos del sis-
tema presidencialista de los Esta
dos Unidos y el parlamentarista del
Reino Unido. En Europa el debate
distingue entre el sistema británico
de parlamentarismo puro, el del
"voto constructivo" de Alemania y el
semi presidencialismo francés de la
V República .
El sistema presidencialista lati
noamericano, inspirado de alguna
manera en el de los Estados Unidos,
presenta diferencias de fondo; no
cuenta con el sistema de "frenos y
contrapesos" del régimen federal
norteamericano que balancea el
poder presidencial, la presencia de
una Corte de Justicia que unifica su
jurisprudencia y congresos que re
presentan los intereses concretos
de la sociedad. El presidencialismo
latinoamericano se ejerce a través
de esquemas territorialmente cen
tralizados de poder y apelando a
Congresos cuyos miembros ejercen
de manera personalizada unos man
datos mediatizados por la interfe
rencia presidencialista que juega
con sus lealtades partidistas. Los
presidentes latinoamericanos ejer
cen una serie de facultades presi
denciales, empezando por la regla
mentación de las leyes, que no tie
ne el presidente norteamericano.
Como consecuencia de este desa
juste institucional, América Latina
ha sufrido en la segunda mitad del
siglo pasado un enfrentamiento de
sus poderes ejecutivo y legislativo
cada 14 meses. (Pérez-Liñán,
2003). Se trataría de verdaderos
"choques de trenes institucionales"
que en no pocas ocasiones se han
tratado de solucionar cercenando
las facultades del Congreso o impi
diendo la continuación del mandato
presidencial a través de juicios de
carácter político.
El desarrollo no controlado del
sistema presidencialista ha impedi
do la conformación del libre juego
de alternativas de gobierno y de
oposición que son la esencia misma
de la democracia. La dinámica per
versa del presidencialismo atenta
contra la alternatividad democráti
ca. Todo está dispuesto para que el
partido que gana las elecciones,
con el presidente a la cabeza, se
aplique sistemáticamente a desdi
bujar, minimizar o debilitar a los
partidos perdedores.
El presidencialismo inhibe la ne
cesaria confrontación de proyectos
alternativos que oxigenan la demo
cracia a través del juego dialéctico
entre opciones legítimas de gobier
no y oposición. A diferencia del sis
tema parlamentario, la elección
presidencial es un juego de todo o
nada: el que gana se queda con to
do y el que pierde, lo pierde todo,
empezando por su credibilidad co
mo alternativa política.
En la raíz de la crisis por la que
atraviesa el sistema presidencialista
se encuentra el conflicto entre la
legitimidad resultante de la elec
ción providencialista y plebiscitaria,
por mayoría absoluta, del Presiden
te de la República y la del Congreso
por mayorías proporcionales o rela
tivas. El problema es cómo combi
nar la estabilidad que aseguran las
mayorías absolutas con la equidad
implícita en las reglas de proporcio
nalidad aplicadas a las elecciones
legislativas; esta legitimidad dual
asegura en la mayoría de los casos
que los presidentes sean elegidos
con congresos enemigos.
Al contrario del pensamiento co
mún según el cual los grandes lide
razgos para los momentos de crisis
se consolidan a través del modelo
presidencialista, existen ejemplos
mundiales de líderes surgidos del
modelo parlamentario como Wins
ton Churchill, Willy Brandt, Marga
ret Thatcher o Felipe González.
El término fijo e inmodificable
del período presidencial se encuen
tra en la raíz misma de la crisis pre
sidencialistas; por cuenta de esta
inflexibilidad muchos presidentes
deben esperar la terminación de su
período sin contar con apoyo políti
co suficiente para gobernar. La ine
xistencia de mecanismos institucio
nales para resolver este tipo de
conflictos -como la disolución del
Congreso, la convocatoria anticipa
da de elecciones o el voto de cen
sura constructivo- ha llevado a que
las crisis latinoamericanas se re
suelvan a través de expedientes au
toritarios como las dictaduras mili
tares o las explosiones populares de
descontento.
La historia demuestra que cuan
tas veces se ha presentado este ti
po de enfrentamientos de poderes,
el impasse se ha tratado de solucio
nar iniciando juicios políticos parla
mentarios contra el presidente o a
través del cierre, por parte de este
último, del Congreso.
Directamente asociado con el
problema del período fijo se en
cuentra el de la reelección presi-
dencial en los sistema presidencia
listas. La figura de la reelección in
mediata, que en la práctica equi
vale a una extensión plebiscitaria
del período presidencial, desequili
bra de manera peligrosa el juego
democrático convirtiéndolo en una
apuesta peligrosa de un solo actor
fuerte contra otros candidatos des
protegidos.
La figura de la reelección choca
con las posibilidades de una verda
dera renovación política que permi
ta a las nuevas f iguras competir en
igualdad de circunstancias con pre
sidentes que detentan todo el poder
político. En el sistema parlamenta
rio este problema se resuelve supe
ditando la reelección del ejecutivo
a la supervivencia democrática de
la coalición que lo apoya. En tales
circunstancias lo que facilita la ree
lección no son las condiciones per
sonales del mandatario sino su ca
pacidad para relegitimar su progra
ma y su equipo de gobierno.
La prohibición absoluta de la
reelección presidencial puede re
sultar tan conveniente en la lógica
de un sistema presidencialista que
se caracteriza por el apego al "con
tinuismo" y la propensión de mu
chos dirigentes a quedarse en el
poder, como antidemocrática a la
luz de un sistema parlamentario
donde lo que se reelige no son las
personas sino los programas y los
equipos para desarrollarlos.
Federalismo, presidencialismo y parlamentarismo El federalismo norteamericano ha
sido considerado como un contra-
peso legítimo del presidencialismo
de Washington. La realidad es que
el presidencialismo de los Estados
Unidos nació del federalismo. La
Constitución de Filadelfia fue en la
práctica un acuerdo entre estados
soberanos para que un delegado
presidencial administrara, desde
Washington, temas comunes como
el comercio y la defensa. Estas ra
zones explican por qué los regíme
nes parlamentarios no deben iden
tificarse apelando a las relaciones
históricas entre presidencialismo y
federalismo, con los regímenes po
líticos centralizados al estilo lati
noamericano; al contrario, el parla
mentarismo permite una expresión
mucho más orgánica de los intere
ses regionales a través de las coali
ciones parlamentarias. Alemania es
un buen ejemplo de un sistema
fuerte federal y parlamentario.
En América Latina nos estamos
quedando con lo peor del sistema
presidencialista norteamericano. Y
aunque es claramente entendible el
papel unificador del presidente en
países donde los enfrentamientos
regionales, étnicos o religiosos com
prometen la unidad nacional, Amé
rica Latina no confronta este tipo
de realidades desestabilizadoras.
América Latina ha funcionado
como una verdadera fragua étnica
donde se funden las diferencias ra
ciales. Existen situaciones de con
flicto pero ninguna de ellas alcanza
los grados de exacerbación nacio
nalista de los países balcánicos. El
presidencialismo ha sido utilizado
en América Latina para debilitar las
regiones y sojuzgarlas en aras de
unos intereses nacionales que siem
pre coinciden con los de las elites
de las capitales dominantes.
Cuatro etapas Es posible identificar cuatro etapas
en la evolución de los partidos en
América Latina. Un período que
comprende desde la época de su
nacimiento en el siglo XIX hasta
mediados del XX, que puede identi
ficarse como la fase del "caudillis
mo"; la etapa ideológica de los años
60, cuando nuestras colectividades
se dividieron alrededor de los polos
ideológicos de la Guerra Fría; la era
reformista de los años 70 y 80, in
fluida por el patrón modernizador
de las tecnocracias partidistas, has
ta llegar a los años 90, cuando bus
caron ponerse a tono con los proce
sos redemocratizadores.
El problema de los partidos lati
noamericanos es que cada día se
parecen más a la idea que la gente
tiene de ellos: la opinión pública
piensa que no se preocupan por el
bienestar general y, en no pocas
ocasiones, es cierto. La fragmenta
ción, desideologización, polariza
ción y volatilidad de los partidos la
tinoamericanos conforma hoy un
cuadro de crisis que abarca desde
la anarquía multipartidista del sis
tema de partidos brasileño hasta el
derrumbe de las dos grandes colec
tividades partidistas venezolanas,
pasando por el anquilosamiento
ideológico del los regímenes parti
distas colombiano y costarricense.
Con el esquema de que "quien gana
se queda con todo", el presidencia
lismo redujo el juego político.
La literatura política reciente
muestra claramente que una de las
consecuencias negativas del excesi
vo poder presidencialista es que
tiende a debilitar los partidos en la
medida en que la política se hace
través del poder ejecutivo y -en un
número significativo de oportunida
des- a espaldas de los congresos
respectivos.
La demostrada capacidad de un
presidente, en un sistema presi
dencialista, para interferi r la disci
plina de los partidos, puede ser
contrarrestada con un sistema de
listas cerradas con voto preferente
y umbrales mínimos de votación
que obligan a la conformación de
alianzas estratégicas propias de los
sistemas parlamentarios más pu
ros. El fortalecimiento de unos po
cos partidos permite convertir las
elecciones legislativas en una
oportunidad para someter a con
sulta popular el libre juego de fac
ciones y mat ices dentro de las
fuerzas partidistas.
La política de "puestos y recursos
públicos" es la forma más socorrida
en los regímenes presidencialistas
para asegurar las lealtades políti
cas. Esta atomización lleva a que
los legisladores tienden a refugiarse
en la representación de sus intere
ses locales o regionales en desme
dro de los compromisos nacionales.
Una muestra reciente sobre sis
temas políticos en América Latina
determinó, para más de dos terce
ras partes de los partidos analiza
dos, que existe una relación inver
samente proporcional entre poder
presidencial y partidos fuertes.
Algunas personas se preguntan,
con cierta razón, si la solución
frente a las deficiencias de los par
tidos propias de los actuales regí
menes presidencialistas de América
Latina es evolucionar hacia unos
sistemas parlamentarios que insti
tucionalizarían y fortalecerían el
esquema que precisamente se criti
ca. Esta crítica envuelve una para
doja que debe aclararse. Es eviden
te que estamos ante un círculo vi
cioso: los partidos no son fuertes,
transparentes ni dinámicos porque
el sistema presidencialista está di
señado precisamente para debili
tarlos, corromperlos y anularlos. En
la medida en que se garantice que
puedan regresar a su condición de
interlocutores válidos de la polít i
ca, necesariamente tendrán que
volver a disciplinarse, moralizarse
y fortalecerse.
El semi parlamentarismo: ¿una salida?
Es claro que la combinación de un
presidencialismo fuerte con multi
partidismo fraccionado, indiscipli
na partidista y federalismo no re
gulado está afectando seriamente
las posibilidades de gobernabilidad
en América Latina. Se impone una
revisión de sus regímenes políticos.
La pregunta es: ¿podría el semi par
lamentarismo ser una salida via
ble? Trataremos de responder este
interrogante en la última parte de
este ensayo.
En la esencia de la recomenda
ción parlamentaria se encuentra la
lógica incontestable de devolver la
política a su foro natural del Con-
greso y sacarla de su inestable de
pendencia de la capacidad de líde
res mesiánicos o carismáticos. La
adopción de formas parlamentarias
de gobierno ha sido la condición
del éxito de procesos de transición
entre regímenes autoritarios y de
mocracias incipientes, como suce
dió en la transición española re
ciente.
América Latina podría ensayar
un nuevo esquema de semipresi
dencialismo manteniendo los atri
butos propios del presidencialismo
en ciertas materias como el control
del orden público, la negociación
internacional, el manej o de la polí
tica criminal y la iniciativa, no ex
cluyente, en materias fiscales y de
planeación. Es una apuesta difícil
pero insoslayable para preservar su
futuro político que, lamentable
mente, no se observa despej ado.
La división entre regímenes par
lamentarios y presidencialistas no
es en la práctica tan nítida. Cada
sistema político incorpora elemen
tos propios de uno y otro régimen .
Se trata entonces de sugerir las re
formas que permitirían acercar los
sistemas políticos latinoamericanos
a la realidad según la cual más del
80% de los ciudadanos viven en de
mocracias parlamentarias. O el he
cho de que 28 de los 30 países en el
mundo con mejores registros de
comportamiento económico estén
siendo gobernados por sistemas
parlamentarios.
Existen elementos sustanciales
que definen cada modelo. El es
quema presidencialista puro se ca
racteriza por la existencia de un
Jefe de la Rama Ejecutiva que ac
túa, simultáneamente, como Jefe
de Estado y Jefe de Gobierno a tra
vés de un presidente, elegido por
un período fijo y quien nombra de
manera absolutamente libérrima a
su Gabinete. En el sistema parla
mentario, por el contrario, están
separadas las funciones del presi
dente y el jefe de Gobierno. Mien
tras el primero es elegido de mane
ra directa, el segundo es nombrado
por el presidente y ratificado por el
Congreso o directamente nombrado
por éste. Congreso y presidente son
elegidos en elecciones concurren
tes. El jefe del Ejecutivo puede ser
reemplazado en cualquier momen
to por una nueva coalición de go
bierno que lo legitima. Es caracte
rística también del sistema parla
mentariola consagración de instru
mentos institucionales para la su
peración de crisis políticas que in
cluyen la posible remoción del jefe
de Gobierno a través del voto de
censura, la posibilidad de anticipa
ción de las elecciones generales y
la consiguiente disolución anticipa
da del Congreso para relegitimar
los mandatos vigentes.
El sistema parlamentario de
Francia podría ser un modelo para
empezar a aplicar el parlamentaris
mo en América Latina. El presiden
te es elegido por un período fijo
que garantiza la continuidad. Si la
coalición mayoritaria es adversa al
presidente, este acepta "compartir"
con la oposición el gobierno a tra
vés de lo que se conoce como la co
habitación. Cuando las mayorías
presidenciales coinciden con las
parlamentarias, el sistema opera
como un régimen presidencialista,
cuando difieren funciona como uno
de corte parlamentarista.
Es claro que en América Latina
las prácticas parlamentarias po
drían ser introducidas manteniendo
algunos elementos del presidencia
lismo (Linz y Valenzuela, 1994). En
cualquier caso, el nuevo sistema
debería mantener las dos formas de
representación, el sufragio propor
cional para garantizar el acceso de
mocrático de las minorías en la
conformación del congreso y el de
mayorías simples para la elección
de presidente de la República. Las
dos elecciones deberían ser concu
rrentes el mismo día para garanti
zar la sincronía entre el gobierno y
la oposición que lo fiscaliza.
El modelo semi presidencialista
acuñado por el profesor Duverger
en 1980 propone un presidente ele
gido democráticamente por mayo
rías simples que responde ante un
órgano legislativo elegido de mane
ra diferente. Otros autores men
cionan como elementos de este sis
tema híbrido la dependencia del
propio gabinete de la coalición par
lamentaria (Sartori, 2001).
La idea, generalmente aceptada
por una parte considerable de la
opinión pública latinoamericana
según la cual, aunque el sistema
parlamentario presenta evidentes
ventajas institucionales, el presi
dencialismo está fuertemente
arraigado por razones tradiciona
les que nacen de nuestra propia
idiosincrasia, está cambiando en la
medida en que las cada día más
frecuentes crisis de gobernabilidad
en el área, provenientes de los
conflictos sociales resultantes de
la quiebra del modelo de desarro
llo y de la expresión violenta de las
patologías globales, aconsejan una
revisión a fondo de los sistemas
políticos presidencialistas que han
demostrado su total incapacidad
para gobernarnos. El semiparla
mentarismo podría ser una salida a
esta difícil coyuntura.
~
COMUNICACION y MEDIOS DE INFORMACION, ¿ALIADOS DE LA GOBERNABILIDAD O RES PONSABLES DE LA INGOBERNABILIDAD?
Por Newlink Political Consulting & Research
Es más que evidente que América
Latina atraviesa en la actualidad
por una seria crisis de gobernabili
dad. Hasta hace poco la goberna
bilidad se definía como la necesi
dad de establecer una relación
compat ible entre parlamento y
poder ejecutivo, a través de coali
ciones que garantizaran apoyo le
gislativo. 1 Los problemas de go
bernabilidad eran serios, ya que el
multipartidismo y complejas leyes
electorales afectaban el funciona
miento de sistemas presidencialis
tas. No sólo resultaba difícil con
seguir mayorías, sino también for
mar coaliciones de apoyo al poder
ejecutivo.
Si bien lograr la gobernabilidad
en ese contexto de presidencialis
mo y sistemas multipartidarios era
compleja, la situación actual es
más difícil por la explosión de or
ganizaciones de la sociedad civil y
por el rechazo generalizado hacia
los part idos políticos.
En la nueva realidad latinoame
ricana, la gobernabilidad ya no es
simplemente cuestión de contro
lar el parlamento. Implica además
lidiar con aquellos grupos que ase
guran "gobernar desde las calles".
En algunos casos se han producido
situaciones en las que gobiernos
elegidos democráticamente en las
urnas y con apoyo parlamentaria
han sido derrocados por movi
mientos callejeros. 2
En resumen, varios de nuestros
gobiernos se encuentran práctica
mente maniatados; la debilidad de
nuestras instituciones es notoria y
los ciudadanos pierden día a día
confianza en la clase política y en
el propio sistema democrático. Los
resultados del más reciente estudio
realizado por el PNUD sobre la de
mocracia en nuestra región son ver
daderamente preocupantes.
Lograr hoy gobernabilidad en
América Latina y el Caribe implica
mucho más que formar coaliciones
de apoyo. Se trata de desarrollar
además relaciones armoniosas con
la sociedad civil y sus organizacio
nes, que cada día demandan res
puestas inmediatas a los reclamos
de los ciudadanos que defienden.
Conservar esta nueva gobernabili
dad es el desafío más grande al
que se enfrentan los gobiernos de
la región.
La compleja situación que mina
la posibilidad de lograr la goberna
bilidad en la región se ha visto
afectada aún más por el papel que
vienen cumpliendo los propios par
tidos políticos y los medios de co
municación.
En muchos de nuestros países,
los partidos son estructuras viejas
que no han sabido avanzar al mismo
ritmo que lo hacen las organizacio
nes de la sociedad civil. Son mu
chos los dirigentes que aún no lle
gan a comprender que las decisio
nes políticas no se originan ya en
los comités políticos de los parti-
1 El presidencialismo en América Lati na se ha caracterizado en las últimas dos décadas por un forcejeo constante entre el e jecutivo y el
legislativo , particularmente en aque llos países donde el poder ejecutivo no lograba una mayoría o cuya mayoría era relativa . La caracterís
tica multipartidaria de la democracia en la región dificulta aun más la posibilidad de una colaboración estable entre estos dos poderes . Por
otra parte, casi todas las instituciones políticas se vieron afectadas por este multipartidismo; por ejemplo, los nombramientos al sistema ju
dicial se vieron comprometidos por la constante necesidad de "cuotear" todos los cargos públicos para obtener apoyo . En algunos casos ex
tremos como el boliviano en el 2003 , se dio la paradójica situación -a pesar de que el Ejecutivo logró controlar dos tercios del Parlamento
a través del "cuoteo"- en que el Gobierno carecía de poder para gobernar.
2 Esto describe la situación sucedida en Argentina, Bolivia y Ecuador, pero que podría ocurrir en otros lugares precisamente por el apa
rente divorcio entre partidos y sociedad civil y por la debilidad de las instituciones tradicionales de la democracia latinoamericana. La fuer
za de la movilización callejera se ha visto especialmente favorecida por la debilidad de las fuerzas policiales afectadas tanto por la corrup
ción y la falta de entrenamiento como por la preocupación constante por los derechos humanos . En este contexto, los presidentes carentes
de fortaleza institucional y en algunos casos apoyados simplemente por la popularidad en las encuestas , han cedido las calles al desorden a
cambio de mantenerse en el poder.
dos, sino que hoy nacen de las ex
pectativas y las exigencias de los
ciudadanos. De ahí la necesidad de
mantener una línea de comunica
ción de doble vía entre partidos y
electores; entre gobierno y gober
nados.
En algunos países, además, los
medios de comunicación han sido
acusados de promover el descré
dito de los partidos y del sistema
político. En otros los medios han
contribuido a legitimar las de
mandas de grupos de la sociedad
civil. Algunos inclusive argumen
tan que los medios de comunica
ción se han convertido en agentes
de desestabilización. Sin embar
go, los medios de comunicación
también han jugado un papel im
portante que los ha llevado a asu
mir roles que impulsan la transpa
rencia en la gestión pública. En
otras palabras, los medios de co
municación se han tomado en se
rio el papel de ser el cuarto poder
del Estado, muchas veces impul
sando investigaciones de actos de
corrupción que, sin su denuncia,
quedarían impunes. Desde cual
qUier punto de vista, lo cierto es
que los medios en América Latina
han jugado un papel importante
que impacta la gobernabilidad.
El objetivo de este breve ensayo
es el de responder a la pregunta:
¿Son la comunicación y los medios
de información aliados de la gober
nabilidad o, por el contrario, res
ponsables de la ingobernabilidad?
Analicemos algunos antecedentes
que nos permitirán contextualizar
el debate. Luego podremos plan-
tearnos algunas ideas y conceptos
para que los medios de comunica
ción en la región contribuyan a la
gobernabilidad democrática.
Para analizar el papel de los me
dios en la región en lo que a la
construcción de la gobernabilidad
democrática se refiere, debemos
primero evaluar el desarrollo de las
comunicaciones a partir de:
• El papel que éstas vienen desem
peñando en países democráticos.
• La aparición de la televisión en
los años 50.
• El avance vertiginoso de la tec
nología y los sistemas de infor
mación.
• La importancia creciente del pe-
riodismo de investigativo.
La observación más importante se
ría que los medios y los avances
tecnológicos recientes han modifi
cado la forma de hacer política, ya
no sólo en América Latina, sino en
el mundo entero.
En Estados Unidos, gobiernos,
candidatos y políticos se han visto
afectados por investigaciones pe
riodísticas en los últimos 40 años.
La prensa escrita jugó un papel cla
ve en la renuncia de Richard Nixon,
cuando dos periodistas del Was
hington Post detallaron los porme
nores de las actividades ilícitas de
la campaña de reelección de ese
presidente, en el escándalo del
Watergate. 3 El papel jugado por los
medios llevó también al desarrollo
de mecanismos de respuesta, como
el llamado "spin control".
En otras palabras, la mayor capa
cidad de los medios ha producido
toda una industria para influir o
controlar la forma de informar so
bre cualquier gestión gubernamen
tal. El resultado es un balance o
acomodo extraño entre los medios
de comunicación y los gobiernos.
En el contexto norteamericano,
los medios se convirtieron en una
de las instituciones más temidas
por los políticos, porque el acceso
fácil a la información amenaza la
necesidad de la clase política de
controlar el flujo de información.
Esta situación se ha acentuado aún
más con el desarrollo de nuevos
medios vía Internet, donde ya no
son sólo los periodistas los que ac
ceden a información antes restrin
gida, sino también cualquier ciu
dadano. Hoy vivimos en un mundo
con ciudadanos más y mejor infor
mados. Los acontecimientos se su
ceden en tiempo real y es en tiem
po real que los habitantes del
mundo se informan, se comunican
y definen sus percepciones acerca
de la realidad, hasta convertirlas
en la realidad misma.
Pero volvamos al análisis inicial
para entender el papel de los in
terlocutores políticos frente al
desarrollo de los medios.
Quienes nunca consideraron que
la televisión llegaría a influir de
manera fundamental sobre el acon
tecer político, por considerarla so
fisticada y costosa, jamás imagina
ron ver antenas de televisión y de
cable en medio de las poblaciones
empobrecidas en nuestros países.
Hoy esos mismos líderes son incré
dulos antes las posibilidades de una
nueva transformación de la políti
ca, pese a ser testigos de la expan-
FUNGLODE FUNDACIÓN GLOBAL DEMOCRACIA y DESARROLLO
Integración económica
El modelo eur pa ra el Norte del Hem isferio Occidenta I Personalidades como el profesor Robert Pastor, quien trabajó en la
Casa Blanca para el Presidente Carterr o Jorge Castañeda, el ex canciller
mexicano, plantearon una idea similar: la creación de la comunidad de
América del Norte, que incluiría a Canadá, Estados Unidos y México.
Esta nueva contribución trata de ensanchar el concepto para incluir
a Centroamérica y el Caribe. Como modelo, la Unión Europa, y COlll0
resultado, la Comunidad del Norte del Hemisferio Occidental (CNHO).
Por Bernardo Vega
Muchas dirán que el planteamiento que se hace en este artículo es puramente teórico, de reali
zación imposible, que representa una sugerencia no realista, un sueño, una utopía. Una quijotada. Sin embargo, ¿quién hubiese dicho en 1945, al finalizar la II Guerra Mundial, que después de dos guerras
entre sí, con apenas 20 años de distancia entre ellas, surgiría el libre comercio y la libre movilidad de la
mano de obra y del capital entre Francia y Alemania?
¿Quién hubiese pensado que hoy día en una Unión Europea que se acaba de ampliar para incluir a los
antiguos países de Europa del Este, existiría un Banco Central Regional, una moneda común que sustituiría
al marco, al franco y a la peseta, un Parlamento y una legislación comunitaria que implican que toda Europa
ha aceptado ceder soberanía nacional para que aspec-
48 GLOBAL
tos fundamentales de su vida sean decididos no a nivel
nacional, sino a nivel de la comunidad? ¿Quién hubiese dicho hace 40 años, en 1964, que
en nuestro país el turismo representaría el sector más
importante de todos, con un 18% del PIE Y que la agropecuaria bajaría para apenas significar un 5%? ¿O que nos convertiríamos en una economía de servicios, y no
de producción primaria? ¿Quién hubiese imaginado en 1964 que un país que
vivia del azúcar, el café y el cacao, 40 años después, depen
dería del turismo, las remesas y las ensambladoras? ¿O quién hubiese conjeturado en 1945 que las colo
nias británicas del Caribe no sólo serían países inde
pendientes, sino que conformarían una comunidad
económica basada en el libre comercio y también una coinunidad política? ¿Y quién, en 1974, hubiera sospe-
Las telarañas de los tratados
actualmente en vigencia no son
las formas adecuadas de
promover el libre comercio
en nuestro hemisferio.
chado que el comunismo en Europa caducaría debido a una implosión interna?
la respuesta es que nadie hubiese pensado que todo eso era posible, por lo que se pide indulgencia ante esta
propuesta. Se trata de algo que no ocurrirá ni en el corto ni en el mediano plazo. Yo, personalmente creo que no lo veré, quizás mis hijas y con toda probabilidad mis nietas, pues es algo no sólo plausible, sino política y económicamente conveniente a esta región en que los canadienses, americanos, mexicanos, centroamericanos
y caribeños nos ha tocado vivir.
Proceso de integración los economistas que han desarrollado y propagado la teoría del libre comercio y los que concibieron los principios de la integración económica, plantearon un proceso
de integración que tendría esencialmente 4 etapas: 1. El libre comercio de mercancías entre un grupo de
países, eliminándose los aranceles, las cuotas y otras trabas. Es lo que hoy día se conoce como Tratados de Libre Comercio (TlC). Es el caso de Canadá, Méxi
co y Estados Unidos (el NAFTA) y el recién firmado acuerdo entre República Dominicana, Centro américa
y Estados Unidos, así como los acuerdos bilaterales entre nuestro país y Centroamérica y nuestro país con CARICOM.
2. Unión Aduanera. la adopción por un grupo de países de un arancel común externo. El grupo de naciones que ya firmó el libre comercio posee un mismo aran
cel único con respecto a productos que provengan de terceros países. En esta unión aduanera los productos
de terceros países llegan a la región por cualquiera de
sus países, pues pagan el mismo impuesto, no importa por donde entren. los ingresos aduaneros son compar
tidos entre los miembros de la unión. Es el caso de la Unión Aduanera Centroamericana.
3. En el Mercado Común, se permite el libre movimien
to de la mano de obra entre los países de la región,
50 GLOBAL
así como del capital. Es el caso del Mercado Común Europeo, donde un portugués podía decidir vivir y
trabajar en Alemania, por ejemplo. 4. En la Unión Económica, se adopta una moneda
común, el caso del euro, se armonizan las políticas económicas, fiscales y sociales y se decide ceder sobe
ranía a favor de organismos regionales, como el caso del Parlamento Europeo. Ese proceso puede eventual
mente terminar en una unificación política al estilo
de una Federación o Confederación de Países, como es el caso de Estados Unidos, México y Suiza, donde
una serie de estados se confederaron para crear un solo país, manteniendo cada uno, sin embargo, cier
ta autonomía política. la teoría económica plantea que el libre comercio
entre países ricos y pobres puede provocar un proceso de polarización de los beneficios a favor de los prime
ros. Con la unificación política de Estados Unidos, después de su Guerra Civil, por ejemplo, el distanciamiento
económico entre el Sur agrícola y el Norte industrializado se acentuó, en vez de reducirse; y lo mismo ocurrió
con la unificación política entre el Norte y el Sur de Italia. Esa misma teoría plantea la necesidad de que exista simultáneamente la libre movilidad no sólo de bienes,
de servicios y de capital, sino también de la mano de obra, para que así se beneficien todos los países.
Para evitar esa polarización se han establecido varios mecanismos de compensación que, desde el principio,
fueron adoptados por la UE: 1. Una menor velocidad por parte de los países pobres
en lo referente a su obligación de abrir sus econo
mías al comercio regional. Es lo que en nuestro hemisferio los países pequeños del Caribe han denominado tratamiento diferenciado y asimétrico y que
insisten debe de existir dentro del ALCA, es decir, en el acuerdo que eventualmente crearía el libre comer
cio desde Canadá hasta la Argentina. En Europa recibieron ese tratamiento Grecia, España, Portugal y Turquía.
2. Creación de un fondo, con recursos de los países más
ricos de la comunidad, para ser invertido en obras de infraestructura física en las naciones menos desarro
lladas. Con recursos alemanes, franceses, etcétera, se financiaron carreteras y otras obras públicas en Espa
ña, país que condicionó su incorporación a la comunidad a que se estableciese el "Fondo de Cohesión"
El grupo de firmantes del TLC en 1992, encabezado por el presidente de Estados Unidos, George Bush, de pie en el centro.
Pág ina anterior: Escul tu ra del Euro en el Banco Central Europeo, Frankfurt/Main, Alemania central.
para obras de intraestructura. De ese fondo también se nutrieron Grecia, Irlanda y Portugal.
3. Utilización de fondos parecidos para programas de educación vocacional en los países menos desarrollados. Aplicando estos principios, la Unión Europea se ha
convertido en el único proceso exitoso de integración económica hasta la fecha. No sólo la región ha crecido, sino que la distancia entre países pobres y ricos se ha reducido, de forma tal que los miles de españoles, turcos y griegos que se fueron a trabajar a Alemania en los años 70 han vuelto a sus respectivos países, encontrando empleo bien remunerado.
El miedo a la migración masiva dentro de la comunidad económica, que prevaleció cuando se firmó el
Tratado de Roma en el año 1957, ha desaparecido. La migración, legal o ilegal, se reduce y hasta se revierte como resultado del acercamiento entre los niveles de salarios e ingresos de los países miembros. En la Unión Europea de hoy día tan sólo un 2% de la población busca empleo en otro país de la comunidad. En los Estados Unidos un 10% de la población busca empleo en otro Estado de la Unión. John Kenneth Galbraith, economista nacido en Canadá y profesor de Harvard recordaba: "Me crié en el Suroeste de Ontario donde se nos enseñó que el patriotismo canadiense no debería de aguantar más de un diferencial salarial de cinco dólares. Si era mayor, nos íbamos a trabajar a Detroit". Los dominicanos que toman la yola no han oído hablar
de Galbraith, pero siguen su consejo.
51
La Unión Europea se ha convertido en el único proceso exitoso de integración económica del mundo hasta la fecha. No sólo la región ha crecido, gracias a su integración, sino que la distancia entre países pobres y ricos se ha reducido sustancialmente.
Puerto Rico es un buen ejemplo de cómo el libre movimiento de la mano de obra, junto con aportes económicos federales para promover la educación y la infraestructura física e incentivos fiscales, recrearon en el Caribe la experiencia de la integración económica europea. Allí hasta ha tenido lugar, al igual que en Europa, un flujo migratorio al revés, desde el continente
americano hacia la isla.
Sólo la etapa inicial En contraste, en la parte Norte del hemisferio occidental
no se han seguido los principios de la teoria económica antes expuesta. Tan sólo se han puesto en vigencia acuerdos de libre comercio; es decir, la etapa inicial,
mas no las posteriores. En Europa, desde la firma del Tratado de Roma se plantearon los objetivos de las eta
pas ulteriores. En nuestra región, Estados Unidos mantuvo una política de apertura comercial exclusivamente a escala mundial, es decir a través del GATT y la OMC
hasta 1982, cuando por primera vez creó privilegios regionales por medio de la Iniciativa de la Cuenca del Caribe (CBI) y luego firmó su TLC con Israel. Más tarde surgió el TLC entre Canadá y Estados Unidos, luégo un acuerdo tripartito entre estos dos países y México; más
tarde un acuerdo entre Canadá y Costa Rica y entre México y Centro américa y, finalmente, un Tratado de
Libre Comercio entre Centroamérica, República Domini
cana y Estados Unidos. Cuando Washington y Ottawa negociaron con Méxi
co, el tratamiento diferenciado y asimétrico fue muy débil en lo que se refiere a una menor velocidad para
que México se abriese al libre comercio. El NAFTA fue el primer acuerdo importante de libre comercio entre
países ricos y uno pobre y ese principio apenas se apli-
52 GLOBAL
có. Aunque en el NAFTA existe el Banco de Desarrollo de Norteamérica, éste no cuenta con recursos para
construir obras públicas en México o invertir allí en la educación, pues está limitado a proyectos medioambien
tales en la frontera. El presidente Salinas, para convencer al Congreso
norteamericano sobre las bondades del NAFTA, plan
teó que la opción norteamericana era crear posibilidades de empleo para los mexicanos en México, o sufrir
aumentos en la migración ilegal. Pero en realidad, y a
pesar del NAFTA, la emigración ilegal por la frontera mexicana, lejos de reducirse, ha aumentado durante los primeros 10 años de su implementación. Los pequeños campesinos productores de maíz del Sur, por ejemplo,
no pudieron competir con las importaciones norteamericanas y optaron por emigrar.
Los estudios serios que se han efectuado sobre el
impacto del NAFTA sobre México durante sus primeros diez años (de 1994 a 2004) indican! que aunque los bene
ficios para México exceden las pérdidas, y aunque el comercio regional (México-Canadá-Estados Unidos) ha
crecido enormemente y el propio NAFTA ha contribuido a la mejoría del sistema político mexicano, no es menos
cierto que, como ya era anticipable por lo que indica la teoría económica, ha aumentado la distancia entre los
niveles salariales de México y Estados Unidos. Además, mientras entre los años 1994 y 2002 surgie
ron en México 500,000 nuevos empleos industriales, muchos de ellos gracias al NAFTA, en la agricultura
se perdieron 1.3 millones de empleos. El aumento de la productividad tampoco se ha reflejado en el nivel real de sueldos. La migración ilegal ha aumentado, el
medio ambiente se ha degradado y la deforestación ha crecido. El NAFTA, además, ensanchó la brecha entre los niveles de ingreso de los Estados del Sur y los del Norte de México.
Se supone que el ALCA sustituirá los ya múltiples
acuerdos sub-regionales, como el NAFTA y como el de Centro américa y nosotros con Estados Unidos, pero toda
vía se desconoce el contenido real del ALCA y su fecha de puesta en vigencia es también muy incierta. Además,
el propio ALCA no pasará de ser un simple tratado de
libre comercio a escala hemisférica, sin las antes referidas etapas posteriores de integración económica.
En conclusión, las telarañas de Tratados de Libre
Comercio actualmente en vigencia no son las formas
Patio interior del Parlamento Europeo, en Estrasburgo.
adecuadas de promover el libre comercio en nuestro hemisferio, como ya lo demuestran los 10 años de experiencia de México.
La propuesta La propuesta de este artículo es que aprendamos de los europeos y establezcamos la Comunidad del Norte del Hemisferio Occidental (CNHO), que estaría integrada por Canadá, Estados Unidos, México, Centro américa (incluyendo Panamá), República Dominicana, Cuba, Haití y los países del Caribe angloparlante. Esta no es una idea nueva y ni siquiera totalmente mía. Ya personalidades como el profesor Robert Pastor, quien trabajó en la Casa Blanca para el Presidente Carter, ha planteado la creación de la comunidad de América del Norte2
, pero que incluiría tan sólo a Canadá, Estados Unidos y México. Jorge Castañeda, el ex canciller mexicano, también ha planteado una idea similar. Mi contribución es la de ensanchar ese concepto para incluír a Centro américa y el Caribe.
En esta Comunidad del Norte no sólo existiría el libre comercio de bienes (sujeto al tratamiento diferencial y asimétrico), el libre comercio de servicios y capitales, sino que prevalecería también el libre movimiento de mano de obra, o por lo menos un tratamiento migratorio muy especial para los mexicanos, centroamericanos y caribeños por parte de Canadá y Estados Unidos y que
podría incluir programas de trabajadores temporeros y la legalización de los indocumentados.
Nótese que la AFL-CIO, el principal grupo sindical norteamericano, ha cambiado de actitud y ahora favorece la migración. Existiría un arancel común externo y eventualmente se adoptaría el dólar como moneda regional en base a que todos compartiríamos proporcionalmente los beneficios del señoreaje, a pesar de la tendencia secular del dólar canadiense de depreciarse con relación al dólar americano. El profesor Herbert Gruber de Canadá ha propuesto la adopción de una nueva moneda, al estilo del euro y que se denominaría "amero". Canadá y Estados Unidos aportarían recursos para mejorar la infraestructura física y la educación del resto de la comunidad, fondos que podrían ser administrados por el BID.
Dado que actualmente la oposición a este esquema es muy fuerte tanto en Canadá como en Estados Unidos -la misma oposición que existía en Europa hace 50 años en torno a las mismas ideas- y dada la gran cantidad de recursos que tanto Estados Unidos como Canadá tendrían que transferir al resto de la región, es lógico que esta comunidad tenga limitaciones geográficas, pues mientras más regiones y países abarque, más difíciles serían los problemas a resolver. Pero además existen otros factores adicionales para justificar esta selección y esta limitación geográfica.
53
l. La cercanía geográfica. Se trata de todos los países
que componen el Norte del hemisferio occidental.
2. Factores geopolíticos. México, Centroamérica y el
Caribe son considerados como el backyard (el jardín
de atrás) de Estados Unidos, como dicen los académi
cos norteamericanos. No es éste un concepto inven
tado recientemente por un político dominicano en
viaje por Europa. También se nos considera la "blan
da barriga" de Norteamérica y, además, constituimos
la segunda y tercera frontera de Estados Unidos.
En términos militares y geopolíticos es una zona
muy estratégica para Washington. No es una coinci
dencia que absolutamente todas las intervenciones
militares norteamericanas en nuestro hemisferio han
tenido lugar en México, en dos países centroamerica
nos, en Cuba, en Haití (tres veces), en la República
Dominicana (dos veces) y en Granada.
3. Estados Unidos posee bases militares en Guantána
mo y Puerto Rico. Esta última isla, parte de las Islas
Vírgenes y Navassa son parte integral del territorio
norteamericano.
4. Si nos olvidamos de las Islas Malvinas, los únicos
países en este hemisferio que junto con Canadá han
sido y son parte de la Mancomunidad Británica, con
una vieja tradición de vinculación a Inglaterra, están
en el Caribe.
5. En todo nuestro hemisferio los países cuya mayor
proporción de población reside en Canadá y Estados
Unidos, son los del Caribe, Centro américa y México.
Muchos de estos emigrantes ya son ciudadanos cana
dienses o norteamericanos con derecho a votar en
esos países. Ese voto es importante en Montreal, Mia
mi, California y Nueva York, para citar sólo algunos
lugares. Son muchos los oficiales electos en Canadá
y Estados Unidos que son de origen caribeño, cen
troamericano o mexicano.
6. En comparación con el resto del hemisferio occiden
tal, la mayor proporción del comercio de Estados
Unidos y Canadá es precisamente con el Caribe,
Centro américa y México, y esa proporción tiende a
aumentar con el tiempo.
7. Los mayores flujos turísticos de Canadá y Estados
Unidos son con México, Centro américa y el Caribe.
8. De la misma forma que en Europa se inició la inte
gración con la creación de la comunidad del carbón,
poco después del fin de la Segunda Guerra Mundial,
54 GLOBAL
un plan energético de la Comunidad podría abarcar
los recursos de Canadá, Estados Unidos, México y
Trinidad y Tobago.
Bajo este esquema de la Comunidad del Norte del
Hemisferio Occidental (CNHO), el libre comercio real
mente beneficiaría a todos. No bajo el ALCA, o bajo una
telaraña de acuerdos sub-regionales como los que ya
han firmado Canadá, Estados Unidos y también México
con Centro américa y el Caribe. Lo que hay que hacer
es profundizar la integración económica y no seguir
ampliándola geográficamente, pues mientras más países
estén envueltos, más difícil será la profundización, es
decir, el paso de simples TLC a una comunidad econó
mica.
En Europa los siete países fundadores profundizaron
su integración hasta crear la Comunidad Europea y sólo
recientemente auspiciaron la ampliación para incluir a
12 países de Europa del Este. El ALCA no es incompati
ble con la Comunidad del Norte del Hemisferio Occiden
tal, pero mientras más se atrase la comunidad y más se
adelante el AL CA, más difícil será crear la primera.
Reiteramos que somos los primeros en reconocer la
oposición a estas ideas tanto en Estados Unidos como
en Canadá, no sólo parlamentaria, sino también de la
opinión pública. En Canadá hay más cohesión social
que en Estados Unidos y existe el bloque quebecois,
pero Europa ha demostrado que la identidad cultural
puede mantenerse. En Estados Unidos se teme que la
migración hispana dé al traste con la identidad nacio
nal. En Canadá y México se teme al dominio ameri
cano, no sólo cultural, sino también de sus recursos
naturales. La política externa de Canadá es diferente a
la de Washington y ésta de la de México. Ni en nuestro
tratado con Centro américa y Estados Unidos ni en el
ALCA existe una cláusula democrática y esa debe de
existir en la Comunidad, como existe en la OEA.
Pero hay que tener visión de futuro y comenzar a con
vencer a la gente de que éste es el verdadero camino a
seguir. lean Monnet, el padre de la integración europea,
sugería que había que dar varios pasos colectivos que
provocasen una reacción en cadena, donde un cambio
induciría a otros cambios. Yo quisiera pensar que he
contribuido con un pequeño paso individual.
* Versión corregida de una conferencia pronunciada ante la
Cámara de Comercio Domínico-Canadiense en agosto de 2004.
Sede de la Organ ización Mundial del Comercio, en Ginebra, Suiza.
Bernardo Vega es licenciado en Economía por el Wharton School de la
Universidad de Pennsylvania. Es Miembro numerario de la Academia Domini
cana de Historia, y principal ejecutivo de la Fundación Cultural Dominicana.
Es autor de más de 40 libros, la mayor parte de ellos sobre historia domini
cana, aunque también ha escrito novela, análisis económicos y obras sobre
Arqueología. Fue embajador dominicano ante la Casa Blanca y director del
periódico El Caribe.
Notas
WORLD TRADE ORGANIZATlON ORGANl ATlON MONDlALE DU COMMERCE ORGANIZACIÓN MUNDIAL DEL COMERCIO
ICarnegie Endowment for International Pea ce, NAFTA's Promi
se and Reality, 2004.
2 Pastor, Robert, Toward a North American Community, Institu
te for International Economics. Washington, 2001.
55
las palabras
2 O O 5, el año de
El Quijote Por J. R. Lantigua
"Y así, por mis valerosas, muchas y cristianas hazañas he merecido andar ya en estampa en casi todas o las más naciones del mundo: treinta mil volúmenes se han impreso de mi historia, y lleva camino de imprimirse treinta mil veces de millares, si el cielo no lo remedia': (Quijote, TI, 16).
n enero de 1605 se publicó la primera parte de
El Quijote. Algunos cervantinos creen que su
autor pensó inicialmente escribir una novela cor
ta. Otros, sin embargo, son del parecer de que desde el
principio Miguel de Cervantes Saavedra se propuso la
realización de una novela extensa.
Poco importan ya estos pareceres. El Ingenioso Hidal
go Don Quijote de la Mancha fue estableciéndose, al
paso de los años y los siglos, como una de las grandes
obras maestras "de cuyo espíritu la humanidad vive eter
namente sin saciarse" (P.Hazard). Su autor ha quedado
consagrado definitivamente como el más genial escritor
de las letras españolas y una de las cumbres, quizá el
que más, de las letras universales, muy a pesar de que
Dámaso Alonso afirmara, con razón, que El Quijote es
un libro muy español y, por tanto, localista, pero la
historia de sus aventuras plantea un cuadro de virtudes
y utopías que permite que la obra termine siendo "la
más sagaz indagación en el corazón inmutable del ser
humano".
Cuatrocientos años se cumplen ahora de esta memora
ble efemrh ide literaria. y por tal motivo este 2005, que
apenas iniciamos, es en todo el orbe hispánico el Año de
El Quijote. Para celebrarlo a todo lo grande, el presiden
te del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero,
convocó en octubre pasado un encuentro en Madrid a
todos los ministros de Cultura hispanohablantes, que por
disposición del Rey Juan Carlos fueron designados miem
bros del Comité de Honor de la celebración.
De esta manera, la Declaración de Madrid, firmada
por los responsables de Cultura de los países de habla
hispana (incluyendo Guinea Ecuatorial, que tiene el
español como lengua madre), establece que El Quijote
sea considerado Invitado de Honor de todas las ferias
internacionales del libro de Iberoamérica durante el año
2005, expresando en la referida declaración "su satisfac
ción por la continuidad y brillantez de la creación litera
ria en español que se reconoce El Quijote como una de
sus obras esenciales, pero que recoge en la actualidad
la enorme diversidad de culturas de nuestros pueblos y
en esa diversidad fundamenta su riqueza".
Los ministros de Cultura han invitado a todas las cul
turas del planeta a celebrar los 400 años de El Quijote y
a releerlo una vez más para que continúe formando par
te de nuestro patrimonio colectivo y para seguir apren
diendo de sus tan humanas aventuras, de modo que sea
un punto de referencia de los valores que nos unen.
Las publicaciones La avalancha de reediciones de El Quijote, con distintas
variantes, pueblan desde el último trimestre del año
recién transcurrido las librerías de España, y la fiebre
cervantina ha comenzado a cubrir toda Hispanoamérica,
esperándose que aumente la incidencia editorial de este
gran clásico universal en los meses del presente año.
Entre esas tantas ediciones, mostremos a los lectores
de Global la realizada conjuntamente por el Instituto Cer
vantes, el Centro para la Edición de los Clásicos Españo
les, la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales y
Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, quienes han uni
do esfuerzos y conocimientos para ofrecer la que conside
ran edición definitiva de la inmortal obra de Cervantes.
57
La edición está dirigida por Francisco Rico, experto en
la literatura del Siglo de Oro y una de las máximas auto
ridades en la obra de Cervantes. Esta reimpresión permite
al lector disfrutar de este libro fundamental, presentado
en dos volúmenes y con las siguientes características:
• Texto rigurosamente fijado y establecido.
• Las anotaciones resuelven todos los problemas y
aportan toda la información para una perfecta com
prensión del texto.
• Contiene más de 100 láminas con la indumentaria
del Siglo de Oro, mapas, itinerarios, reproducciones
de los libros de Don Quijote, y planos de la venta.
• Es una verdadera enciclopedia cervantina a cargo de
más de un centenar de especialistas.
• Comentario capítulo por capítulo.
• Repertorio comentado de refranes. Otra edición que circula es la de Editorial Crítica,
igualmente cuidada por Francisco Rico. La edición viene
precedida de un estudio preliminar del fenecido filólogo
Fernando Lázaro Carreter (Las voces del Quijote), y pró
logos de Jean Canavaggio, Sylvia Roubaund y Anthony
Clase. Trae las siguientes particularidades:
• Texto crítico y anotado, con índice completo.
• Edición en el formato de la princeps, con los grabados de la primera edición española ilustrada.
• CD/ROM con texto informativo y base de datos exhaustiva con una guía de uso.
• Carpeta con las dos únicas ilustraciones de Gaya al Quijote reproducidas a su tamaño con calidad de
original (La aventura del rebuzno y Visión de Don
Quijote).
Los Ministros de Cultura hispanohablantes que asistie
ron a Madrid para preparar los fastos conmemorativos
de este cuarto centenario de El Quijote recibieron una
edición especial limitada titulada El Pequeño Quijote,
58 GLOBAL
con los capítulos del uno al siete, en edición especial
de sólo 500 ejemplares ordenada por la Presidencia de
España, la cual fue entregada personalmente por el jefe
del gobierno Rodriguez Zapatero (Prólogo de Manuel
Ramos, Ilustraciones de Ramón Pérez Carrió, Ediciones
Linteo, 2003; 91 pp).
Por otro lado, la Real Academia de la Lengua presentó
en el recién celebrado Congreso Internacional de la Len
gua, efectuado en Rosario, Argentina, el pasado noviem
bre, una edición asequible y popular de El Quijote, que
cuenta con un prólogo de Mario Vargas Llosa, estudios a
cargo de Martín de Riquer, Francisco Ayala, José Manuel
Blecua, Guillermo Rojo, José Antonio Pascual, Margit
Frenk y Claudia Guillén, además de las notas al texto
de Francisco Rico, infaltable en todas las ediciones que
se hacen de El Quijote. Contiene un glosario general con
más de 7,000 entradas de palabras, locuciones, prover
bios y refranes propios de la obra cervantina.
El Quijote ha sabido conquistar al mundo entero y es
quizá, junto con la Biblia, la obra que se ha traducido
a mayor cantidad de idiomas. Todos los grandes escrito
res han rendido homenqje a esta novela que relata las
andanzas de un hidalgo castellano. Don Quijote y San
cho Panza encarnan los dos tipos del alma española: el
idealista y soñador que va en pos de imposibles quime
ras y el práctico y fatalista.
Releer El Quijote, difundir sus valores y establecerlo
en los dominios de nuestras querencias mas entrañables,
es la tarea común de este 2005, el Año de El Quijote, en
el cuarto centenario de su primera publicación.
Recomendamos como lectura adicional la obra Refra
nes, dichos y sentencias del Quijote, de J. Leyva, una
selección comentada de los proverbios que se encuen
tran diseminados en el Quijote (Ediciones Libro-Hobby,
España: 2004; 319 pp).
FUNGLODE FUNDAC ION GLOBAL
D EMOCRACIA y DESARROLLO
Building Strategic Partnerships for Development: Dominican Republic
- New York State
Publicaciones FUNGLODE La Fundación Global Democracia y Desarrollo apoyando su rol de investigación, análisis, producción y difusión del conocimiento, presenta a la sociedad nacional e internacional su acervo editorial, resultados de investigaciones, proyectos, actividades y trabajos realizados por grupos profesionales de la institución e instituciones aliadas.
NUEVAS PUBLICACIONES:
Literatura dominicana en los Estados Unidos, historia y trayectoria de la diáspora intelectual. Franklin Gutiérrez. Marianela Medrano, Héctor Amarante y Pedro
Antonio Valdez, 2004.
Identidad y Proyecto de Nación Josefina Záiter, Federico Henríquez Gratereaux, León David y Manuel
Meceiras Fafián • Prólogo de David Álvarez Mar tín. 2004.
PUBLICACIONES ANTERIORES:
Encuesta sobre
HÁBITOS DE LECTURA en República Do",;"ic. ,, ~
República Dominicana: estrategia nacional de desarrollo y competitividad. Joaquín Vial· Pró logo de Jeffrey Sach,,2004.
Encuesta sobre hábitos de lectura en República Dominicana, 1003
La construcción de una alianza estratégica: República Do minicana ~ Estado de la Florida, 2002.
_ .... \
El petróleo y su incidencia en la economía y el desarrollo de la
República Dominican~ 2003.
Unacárn:to.l testigo de la historia
Las zonas francas en el Siglo XXI: opciones estratégicas para competir globalmente María Elizabeth Rodríguez, 2004.
Una cámara testigo de la historia: el recorrido dominicano de un cronista extranjero 1951-1966. Bernard Diederich, 2003.
Industrias Culturales: retos para el desarrollo cultural.
Carlos Santos, 2004.
La República Dominicana: preparación para el mundo
interconectado. Geoffrey Kirkman, 2004.
Islam, terrorismo y los conflictos del Medio Oriente, Gema Martín Muñoz, Waleed Saled Alkalifa 2003.
Democracia en el siglo XXI: experiencias y desafíos de
Iberoaméric~ 1001.
tNOUSTI<!A';,CUL TURA!t;:5 ....... f"".oI,~.,,¡,..,.,¡:
PUBLICACIONES PERIÓDICAS
Revista Global
Foreign Policy, en español, 2004. Madrid: Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior (FRIDE).
Foreign Policy es la revista más reconocida sobre políticas, economías, e ideas globales. Su misión es difundir la d inámica del mundo internacional, en particular, cómo el proceso de integración global está reformando las naciones, instituciones, cul turas, y, fundamenta lmente, nuestro diario vivir.
Foreign Affairs en español. 2004. México: Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).
Cada número consiste de trabajos originales escritos especialmente para esta revista, y con artícu los publ icados en números recientes de Foreign Aflairs traducidos al español.
• len ,.., anos
del
BLOO SDAY Por Frank Báez Rosario
El 16 de junio de 2004 se festejó el centenario del Bloomsday, celebración
del día en que está basada la novela Ulises de James Joyce. Este artículo
hace un recorrido de la efeméride, desde las rimbombantes festividades
del centenario hasta el origen de la fecha centrada en una cita amoro
sa entre el escritor irlandés y su futura esposa. ¿Qué inspira a un genio
a desarrollar su obra de arte? ¿Cuál es la vigencia del Ulises? ¿A qué
se debe la admiración suscitada por figuras tan disímiles como Marilyn
Monroe y John Cage? Con los años, el Bloomsday ha traspasado las fron
teras literarias y el 16 de junio se ha convertido en una de las fechas
primordiales de la contemporaneidad cultural.
60 GLOBAL
El 16 de junio pasado se celebraron los cien años del Bloomsday. Para los que están familiarizados
con la novela Ulises, esta fecha debe resultar tan memorable como para un físico la tarde en que le cayó
a Newton la manzana en la cabeza. El Bloomsday es la celebración del día en que se sitúa todo el desarrollo de la novela Ulises, del escritor irlandés James Joyce, una de
las obras que más ha influido la literatura de todas las lenguas. Las técnicas empleadas en cada capítulo han sido
adoptadas por cientos de escritores y se han incorporado a la música, al teatro, al cine y a la cultura popular.
El Bloomsday -día de Bloom- se festeja desde hace
casi 50 años. Se le llama así por el apellido del protagonista del Ulises, Leopold Bloom, aunque también se trata de un juego de palabras que involucra Doomsday
-que significa día del juicio final- y Bloomsday -que traducido literalmente significa día del florecer-o
Este año pasado, admiradores de la novela celebraron masivamente el centenario. De un evento sencillo que incluía rituales tales como beberse una cerveza en el hotel Ormond 1 o emprender la lectura de la novela,
se ha pasado a un evento multitudinario, que en esta
ocasión incluyó estrenos de películas, documentales, simposios, puestas en escena de obras, exposiciones iti
nerantes y reediciones del libro. En Dublín la celebración comenzó el 1 de abril y fina
lizó el 30 de agosto. En la mañana del 16 de junio los organizadores ofrecieron un desayuno gratis, en la calle
O'Connell, para 10,000 turistas procedentes de todo el
mundo. Durante el transcurso del día se dictaron entu-
62 GLOBAL
Arriba, James Joyce. A la derecha, la esta tua del autor de Ulises en Q'Connell St., apodada "Prick
with the Stick". Página anterior, tumba de Joyce en Zurich, por lan MacCandless ..
siastas conferencias y se leyeron pasajes de la obra. La presidenta de Irlanda, Mary McAleese, asistió a una
de estas lecturas. Figurantes ataviados como los personajes de la obra se paseaban entre la multitud que aprovechaba para fotografiarlos y aplaudir sus represen
taciones. Además, las calles, los edificios municipales y los monumentos que se mencionan en la obra fueron
restaurados y adornados con elementos alusivos a la época. De noche, en una pantalla gigante ubicada sobre
el río Liffey, se presentaron imágenes de Joyce y poco después la película Ulises, de Joseph Strick.
Con los años, la fama del Ulises ha aumentado con
siderablemente. Se han vendido millones y millones de ejemplares, ventas inicialmente estimuladas primero
por prohibiciones y censuras, y posteriormente hasta por el visto bueno de personalidades y artistas influyen
tes. Los artistas y los intelectuales de renombre siempre suelen colocar al Ulises entre sus cánones literarios. Hay cientos de biografías y estudios lingüísticos realizados por mentes tan lúcidas como la de Carl Jung o la de
Umberto Eco. Al parecer, resulta de buen gusto y signo de intelectualidad evidente colocar Ulises en una biblio
teca, aunque haya sido en el pasado un libro acusado de obscenidad. Tan sólo hay que pensar en las 721,620
libras esterlinas (casi un millón y medio de dólares) que
se pagaron hace poco por una carta original de Joyce, o en las últimas películas referentes a sus obras que han
sido protagonizadas por astros del cine2•
Ante todo esto, la pregunta obligatoria es ¿se está
leyendo el libro o el libro es un pretexto para impulsar
toda una industria? La respuesta es ambigua. Por ejem
plo, una de las organizadoras del Bloomsday responde que comenzó su lectura, pero que se le hizo complicado continuar. Esta repuesta es común, no solamente en los
lectores, sino también en críticos y escrítores reconocidos. Esto tiene antecedentes anecdóticos en una conferencia que el autor pronunció sobre Ibsen cuando tenía
18 años. Al concluir su ponencia, se oyó gritar: "¡Joyce, ha sido espléndido, pero estás loco de remate!"3. Aque
llos que le aplauden y le celebran no lo hacen por propia
convicción, sino más bien por un respeto que es similar al que se siente frente a una figura de poder.
Acerca del Ulises, Joyce le escribió a un amigo: "He metido tantos enigmas y rompecabezas que tendrá atareados a los profesores durante siglos discutiendo sobre lo que quiere decir, y ese es el único modo de asegurarse la inmortalidad."4 Esta profecía fue expresada de manera irónica y, como se puede observar, se ha impuesto.
La intención del Ayuntamiento de Dublín es loable.
Con este evento millonario se trata de incentivar la lectura del Ulises en un público acostumbrado a consumir novelas compradas en supermercados y pelícu
las de Hollywood. Una de las autoridades locales de la capital irlandesa decía que con estas actividades se trataba de recuperar el legado de uno de sus genios.
Decir esto es acertado e inteligente, pero los escritos de Joyce muestran una dirección menos oficialista.
Sus trabajos, y sobre todo el del Ulises, se fundamentan en críticas abiertas al nacionalismo, al catolicismo y a la mentalidad regional de sus contemporáneos irlandeses.
Por esta razón resulta paradójico lo que hoy en día se ha convertido el Bloomsday, y la misma figura de Joyce.
Primera cita Como génesis de estas celebraciones se halla un encuentro amoroso de vital importancia: la primera cita de Nora Barnacle con James Joyce. La cita tuvo lugar el
jueves 16 de junio de 1904, día en que se desarrolla el Ulises. Pero elaboremos esto un poco. En el año 1904,
Joyce cuenta con 22 años, acaba de retornar de París y
ha comenzado la redacción de la novela Stephen Hero5•
Anteriormente había realizado dos viajes a París don
de había pasado la mayor parte del tiempo leyendo en bibliotecas. Durante la segunda estadía recibe la noticia
de que su madre está al borde de la muerte. Ésta, después de una larga agonía, muere el 13 de agosto del
64 GLOBAL
año 1903. Como se observa en los primeros capítulos del Ulises, la muerte de Mary Jane Joyce afectaría nota
blemente al escritor, aunque no sólo lo haría de manera sentimental, sino también en otros planos existenciales; hasta se podría decir que su muerte se vincula a una crisis que Joyce estaba padeciendo en ese momento y que
hallaría su resolución en el exilio. A lo largo de todo el Ulises se nota esa desorientación en Stephen Dedalus, el alter ego de Joyce (el apellido Dedalus hace referen
cia a dédalo o laberinto).
El 10 de junio conoce a Nora Barnacle, una joven camarera de pelo cobrizo que provenía de una región
irlandesa llamada Galway. Joyce la vio cuando ella caminaba sola por la calle Nassau. Se acercó tímidamente y le dirigió la palabra. Joyce llevaba puesta una gorra de navegante; ella, al ver ese detalle y sus ojos azules, supuso que se trataba de un marinero sueco.
Acuerdan salir el 14 de junio, pero ella no asiste a la cita y deja plantado a Joyce en la esquina de Merrion Square. Al día siguiente el escritor le envía la siguien
te nota: "Debo estar ciego. Estuve mirando mucho rato una cabeza de cabellos rojo oscuro, pero llegué a la conclusión de que no eras tú. Me fui a casa com
pletamente desconsolado. Me gustaría encontrarme contigo, pero tal vez no lo deseas. Espero que tengas
la amabilidad de aceptar la cita ¡si es que no te has olvidado de míl"6. Finalmente, Nora accede a salir. Se citan entonces el jueves 16 de junio de 1904.
¿Qué pasa el 16 de junio de 1904? ¿Por qué esa fecha es tan determinante para Joyce? Bueno, Joyce se
enamora. Pero no sólo se enamora, sino que se siente correspondido y comprendido en un Dublín que cada día se le hacía más difícil de soportar. En su biografía
sobre Joyce, Richard Ellmann anota: "Situar el Ulises en esa fecha fue el tributo más elocuente -aunque indirecto- que Joyce rindió a Nora: era un reconocimiento del efecto determinante que tuvo sobre su vida su relación
con ella. El 16 de junio entró en contacto con el mundo
que le rodeaba dejando atrás la soledad que siempre sintió desde la muerte de su madre. Más adelante le diría a
Nora: Tú hiciste de mí un hombre'. El 16 de junio fue el día que separó a Stephen Dedalus, el joven rebelde, de Leopold Bloom, el marido complaciente."7
Desde ese día saldrían constantemente por las calles
de Dublín. Nora, en los tiempos en que vivía con su tío
en Gal\.vay, se vestía de hombre para encontrarse con
La familia Joyce en Feldkirch: James, Lucía y Nora Joyce.
un muchacho del que estaba enamorada. No llegaría a
esos extremos con Joyce, pero eso da a entender lo ver
sátil y resuelta que era. Al recibir las pasionarias cartas
que le mandaba el escritor, ella intentaba responderle
con ingenio y en cierta ocasión lo hizo con una carta
copiada de algún manual de correspondencias. Dicha
carta fue analizada por Joyce y un amigo hasta que se
percataron del engaño.
Hay un pasaje del Ulises que transcurre en una cima
denominada Howth, la cual ofrece una vista panorámi
ca del mar, la ciudad y la bahía. Seguramente Nora y
Joyce estuvieron durante esos días en ese sitio, y ese
evento fue elaborado posteriormente en la novela. El
pasaje es el siguiente: "Escondidos bajo los helechos
salvajes en Howth. Debajo de nosotros, bahía, cielo dor
mido. Ni un ruido. El cielo. La bahía violeta hacia la pun
ta Lion. Verde junto a Drumleck. Verdiamarilla hacia
Sutton. Campos submarinos, las líneas de un leve pardo
en la hierba, ciudades sepultadas. Haciendo almohada
de mi chaqueta ella tenía el pelo, tijeretas en las matas
de brezo mi mano bajo su nuca me vas a desarreglar
toda. ¡Oh prodigio! Blandafresca de lociones su mano
me tocó, me acarició: sus ojos en mí sin apartarlos.
Arrebatado yací sobre ella, sus carnosos labios abiertos,
besé su boca. Ñam. Suavemente me dio en la boca la
galleta de anís caliente y masticada. Pulpa nauseabun
da que su boca había mascado dulce y agria con saliva.
Alegría: la comí: alegría. Vida joven, sus labios que me
dio en hociquito. Labios blandos, calientes, pegajosos,
gelatinogomosos. Flores eran sus ojos, tómame, ojos
aceptadores. Unos guijarros cayeron. Ella siguió tumba
da. Una cabra. Nadie. Arriba entre los rododendros de
Ben Howth andaba una cabra con paso seguro, dejan
do caer sus pasas. Emboscada tras helechos ella se rió
en caliente abrazo. Locamente yací sobre ella, la besé:
los ojos los labios, el cuello estirado, latiendo, pechos
de mujer llenando su blusa de velo de monja, gruesos
pezones erguidos. Caliente la lamí. Me besó. Fui besado.
Cediendo toda me alborotó el pelo. Besada, me besó."8
Durante esos meses Nora procuraba reiterarle que esta
ba interesada en él, pero Joyce generalmente actuaba de
manera excéntrica y le enviaba cartas donde con una
sinceridad desaforada explicaba que rechazaba todo el
orden social de la época. Nora hasta llegó a preguntarse
si su novio estaba loco; sin embargo, siempre contestaba
sus cartas afirmativamente. Estos reiterativos sí tendrían
un valor sin precedentes en Joyce y en su obra, como
por ejemplo en el último capítulo del Ulises -el famoso
monólogo de Molly Bloom- que finaliza de la siguiente
manera: "Y luego le pedí con los ojos que lo volviera a
pedir sí y entonces me preguntó si yo quería sí decir sí
mi flor de la montaña y primero le rodeé con los brazos
sí y le atraje encima de mí para que él que me pudiera
sentir los pechos todo perfume sí y el corazón le corría
como loco y sí dije sí quiero Sí."9 De esta manera acaba
el Ulises, repitiendo los sí de Molly Bloom que se aseme-
65
jan a los de Nora Barnacle en esos días, y mucho más
aún si se piensa en el sí de mediados de septiembre, cuando Joyce le preguntó en una carta si estaba dispuesta a abandonarlo todo y partir al exilio con él.
Francesca Romana Río, en su libro Vida y obra de James Joyce, comenta esta situación: "Cuando hacia mediados de septiembre Joyce propuso a Nora huir con
él hacia las tierras del exilio, no le propuso al mismo tiempo pasar también por el ayuntamiento y por la
parroquia antes de partir. Se sobreentendía que Nora aceptaba seguirlo libremente sin consagración ni legali
zación de un lazo que para Joyce era tanto más fuerte y válido cuanto más libre y contrastado. Su manera de
actuar, de hecho, suscitó muchas críticas en un Dublín católico y victoriano. Nora fue considerada una mujer de baja estofa y él un desvergonzado presuntuoso."IO
Antes de su partida, Joyce le escribía a Nora cartas de este estilo: "Anoche. Mientras te esperaba, me sentí aún
más inquieto. Me parecía estar librando por ti una batalla contra todas las fuerzas sociales y religiosas de Irlanda, y sentí que no tenía en qué apoyarme salvo en mí mismo. No hay vida aquí, ni moralidad, ni honestidad. La gente
vive toda su vida bajo el mismo techo y al final están tan separados como siempre ... El hecho de que puedas elegir
así y ponerte a mi lado en mi azarosa vida me llena de orgullo y alegría. Permíteme, queridísima Nora, decirte lo
mucho que deseo que compartas cualquier felicidad que me aguarde, y asegurarte mi gran respeto por ese amor tuyo que deseo merecer y corresponder."!!
A finales de septiembre el viaje estaba decidido, aunque en alguna parte de su corazón Joyce pensaba que Nora, al igual que Evelin (protagonista de uno de los
relatos de Dubliners), no se atrevería a subir al barco. Llega entonces el ocho de octubre, día en que la pareja abandona Dublín. Joyce logró reunir dinero suficiente para los pasajes de barco, pidiendo la colaboración de
amigos y hasta de reconocidas figuras literarias. Como Joyce no quería que su padre supiera que se estaba esca
pando con una mujer de clase social inferior, deciden subir al barco por separado. Primero sube Joyce y al
rato sube Nora. Richard Ellmann comenta lo que sucede después: "La pareja llegó a Londres. Ninguno de los dos
confiaba plenamente en el otro. Cuando llegaron a la
ciudad, Joyce dejó a Nora en un parque para ir a visitar a Arthur Symons. Ella creyó que nunca volvería. Pero
no sólo volvió sino que, para sorpresa de sus amigos y
66 GLOBAL
tal vez de sí mismo, se quedó con ella para siempre. En
cuanto a Nora, iba a ser tan sólida como una roca por el resto de sus días."! 2
¿Mil años del Bloomsday? Cada persona se define para siempre en un momento especial de su vida. Para San Agustín fue el momento
en que entró a la fe cristiana. Para William Burroughs el disparo accidental con que mató a su esposa, luego
de que ésta se pusiera un vaso en la cabeza y él fallara
la puntería. Para James Joyce y Nora Barnacle fue el encuentro del 16 de junio de 1904. Por cierto, esta cita
se relaciona con otro encuentro real que la literatura ha mitificado: el encuentro de Dante Alighieri con Beatriz dei Bardi. El poeta italiano la vio por primera vez cuando ésta tenía nueve años. Quedó enamorado, y cuando Beatriz murió se propuso decir de ella lo que jamás fue
dicho de ninguna. Y lo hizo. Al igual que lo hizo Joyce en el Ulises y en diversos textos con respecto a Nora.
¿Perdurará el Ulises? ¿Se continuará leyendo en los
próximos milenios? ¿O simplemente se quemará en un fuego tan voraz como el de la librería de Alejandría? Responder a esta pregunta es, más que todo, un ejercicio de
fe o una apuesta. En el tercer capítulo del Ulises, Stephen
Dedalus medita sobre la posteridad y observa el proceso: "Cuando uno lee esas extrañas páginas de uno que desapareció hace mucho uno se siente uno con uno que una vez."!3 Por más que se reconozcan las innovadoras técni
cas y el carácter enciclopédico, hay un humanismo que
recorre de extremo a extremo las 783 páginas del libro. Ulises está llamado a perdurar y a ser enriquecido con los entusiastas lectores de cada nueva generación. Se puede
tomar una tijera y recortar el libro, extrayendo el virtuosismo, las referencias personales y colectivas, los artificios de cada párrafo, y todavía se mantendrá una historia
arquetípica y representativa de nuestra civilización. Con respecto al Bloomsday, creo que las conmemora
ciones van a continuar por un largo tiempo, pero que con los años los joyceanos, como los conocemos hoy,
van a ser cada vez menos, hasta extinguirse. El libro va a presentar otra perspectiva y se abrirá a nuevas posibili
dades y a otros enfoques e interpretaciones. Yo apuesto a que Ulises va a perdurar más que Dublín. Yo apuesto
al tiempo circular. Así como yo he de volver a escribir este artículo, Joyce y Nora van a volver a pasear juntos
por las calles del Dublín de 1904.
Frank Báez Rosario es poeta, narrador y psicólogo. Ha publicado dos libros: Jarrón y otros poemas y Lola, además de una serie de cuentos, poemas, ensayos y traducciones tanto en revistas nacionales como internacionales. Trabaja en el área de la investigación social.
Notas 1 En el bar del Hotel Ormond es donde transcurre el cap ítulo
11 del libro. En este lugar el protagonista de la novela, Leopold
Bloom, come y bebe sidra.
2 Ewan McGregor, reconocido actor escocés, hace el papel de
James Joyce en la película Nora de Pat Murphy, de 2000.
1 Citado en James Joyee, Vida y obra, de Francesca Romana Paci,
p. 63; ver también Centenary Bis/ory of ¡he literGly and historieal
society.
4 Carta a Benoist-Méchin. Citado en el estudio introductorio del
Ulises, J. Joyce, Editorial Lumen, Tusquet editores, 1996, p. 790.
s Esta novela es el borrador de A Portrait of the Artist as a Young
mano Joyce contaba que había arrojado el manuscrito al fuego, en
un momento de rabia, dejando para la posteridad las páginas que
Nora pudo rescatar. Este texto fue publicado en 1944.
G James Joyee, Richard Ellmann, p. 179.
"/ Ibid.
B Ulises, James Joyce, p. 248.
9 ¡bíd., p. 788.
10 James Joyee. Vida y obra, Francesca Romana Paci, p. J 24.
11 James Joyce, Richard Ellmann, p . 200.
12 Ibíd., p . 204.
13 Ulises, James Joyce, p. J 10.
Bibliografía CHOZA, JACINTO y CHOZA, PILAR, Ulises, un arquetipo de la existencia
humana, Editorial Ariel, S.A., Barcelona, 1996.
ELLMANN, RICJlARD, James Joyee, Editorial Anagrama, Barcelona, 2002.
JOYCl', JAMES, Ulisses, The Moder libraly, New York, 1992.
JOYCE, JAMES, Ulises, Editorial Lumen, Tusquet editores, 1996.
JOYCE, JAMES, A portrail of Ihe artist as a Young man, Dover Publi
cations, inc., New York, 1994.
JOYCE, JAMES, Dubliners, Dover Publications, inc., New York, 1992.
ROMANA PAel, FRANCESCA, James Joyee. Vida y Obra, Ediciones
Nexos, 1987.
67
,
LOS ESTADOS ARAB S CON
Por Miguel Ángel Bastenier
Al contrario de lo que mucha gente cree, que juzga únicamente la
situación a partir de la retórica al uso y el sentimiento sincero e indiscu
tible de la opinión pública de los Estados árabes del Machrek -Oriente en
árabe-, los vecinos de Palestina nunca han visto con entusiasmo la fun
dación en su seno de un Estado verdaderamente independiente y mucho
menos que corriera el riesgo de ser democrático, porque veían en el mismo
un atentado contra su seguridad y, especialmente, una enmienda a la tota
lidad contra su estructura oligárquica y autoritaria. Y hoy, con la agónica
desaparición del fundador del hecho mitológico palestino, Yasir Arafat,
ello es tan cierto como en 1948, cuando paralelamente a la proclamación
formal del Estado de Israel, puede sostenerse que de una manera explícita y
autónoma nació la reivindicación nacional del pueblo refugiado y guerrillero.
68 GLOBAL
PALESTIN
El presidente Bill Clinton camina junto al Rey Hussein de Jordania, el Premier israelí Yitzhak Rabin, el líder palestino Yasser Arafat, y el presidente egipcio Hosni Mubarak, durante las conversaciones de paz
en la administración Clinton.
Página anterior. Arriba izquierda, soldados israelíes patrullan un camino durante la guerra de 1948-49. Derecha, Nasser con mandos del ejército egipcio. Abajo izquierda, Faisal AI-Husseini, cuando era un
niño, junto a sus hermanos y su tío Farid. Derecha, acuerdo de Camp David, 1978.
En la madrugada del 15 de mayo de 1948, el líder
sionista David Ben Gurion leía por la radio en un museo de Tel Aviv la proclama fundadora del
Estado de Israel. Las hostilidades entre los inmigrantes
judíos y la población autóctona habían estallado meses antes, tras la aprobación el 28 de noviembre de 1947
en la asamblea general de la ONU del plan de partición de Palestina. Un 55% de los 25.000 kilómetros cuadrados de la Palestina bajo mandato británico se asignaba
a los sionistas y el resto, con la salvedad de Jerusalén -que habría de quedar bajo control de la propia organización internacional-, debía conformar el Estado árabe. Esa proclamación, que coincidía con la expiración del mandato británico y la retrocesión a la ONU de toda
responsabilidad sobre el territorio, era la señal para que los ejércitos de los países árabes limítrofes -Egipto, Siria, Líbano, y Transjordania, más los de Irak y Arabia
Saudí que no tenían frontera con Palestina- invadieran el país; junto a ellos operaba una fuerza irregular pales
tina, cuyos objetivos escasamente coincidían con los de los Estados árabes. Ninguno de los contendientes,
salvo esa escuálida guerrilla local, quería que llegara a existir el Estado palestino. Los atacantes pretendían
asegurarse el control del territorio más extenso posible,
70 GLOBAL
o, mejor, negar a los demás ese acceso. Irak lo hacía, en
cambio, desde una cierta subordinación a los intereses de Amman, basada en la solidaridad hachemí de sus
familias reinantes.
La derrota Sólo cuando la guerra acabó en catástrofe -nakba, en árabe- con la derrota de todos los invasores, se le ocu
rrió al rey Faruk de Egipto inventarse un Gobierno provisional palestino en la franja de Gaza, que milagrosamente retenía sus tropas, dirigido por Amin al Huseini,
el antiguo gran muftí de Jerusalén. Así quedaba claro el carácter totalmente subsidiario que la creación de Palestina podía tener para el mundo árabe.
De igual forma, los 700,000 u 800,000 refugiados
que originó el conflicto tuvieron que ser alojados en zonas fronterizas de los países limítrofes, en campos
miserables a cargo de la ONU, que creó en 1949-1950
una nueva agencia al efecto. Esa población, para la que los campos se han convertido hoy en gigantescas ciu
dades de latas, en algunos casos de cientos de miles de habitantes, se cifra ya en cerca de cuatro millones de desplazados. Y, salvo Jordania, que ha concedido
la nacionalidad a los así instalados, el resto de países
El ministro de defensa israelí, Moshe Dayan, a la derecha, y el general Rehavam Zeevi en la villa Banias, 1967.
71
El general del ejército israelí Ariel Sharón, en el centro, y al tos ofi ciales llegan a la base del ejército en el Desierto del Neguev, en junio de 1967.
árabes ha mantenido desde entonces en sus alojamien
tos de fortuna a los refugiados, para que constituyeran
una acusación y condena permanentes contra el Estado
judío, del que gran parte se había visto obligada a huir.
El refugiado palestino era un spot de publicidad políti
ca, antes que una persona.
La creación en el año 1964 de la Organización para
la Liberación de Palestina (OLPj, la entidad llamada a
representar al pueblo palestino, no fue sino un expe
diente del presidente egipcio Abdel Nasser. El Irak
nuevamente revolucionario, que había derrocado a la
monarquía en el mes de julio de 1958, tonteaba con la
idea de crear un Gobierno palestino en el exilio, y al
presidente egipcio de ninguna manera podía convenirle
perder la mano. Esa OLP existía para que no ocupara
su lugar otra organización que pudiera tomarse en
serio el hecho palestino, como competidor de las formaciones estatales árabes. y sólo la guerra de 1964, con
una catástrofe de proporciones ya incalculables -la
derrota en seis días de Egipto, Siria y Jordania frente
al nuevo Israel de los militares-, podría hacer de la
OLP un agente político independiente. Yasir Arafat fue
el responsable de que Palestina fuera capaz de rescatar
su destino.
La OLP, en razón de su mismo éxito popular, tenía
marcado un rumbo de colisión con el Estado que desde
1950 había cambiado su nombre de Transjordania -más
allá del Jordán- a Jordania porque en la guerra de 1948
había adquirido, con la anuencia de Israel, el territorio
72 GlOBAL
de Cisjordania, de unos 5.000 kilómetros cuadrados,
más la Jerusalén árabe. Ambas partes coincidían en su
apreciación de lo nacional palestino, si bien cada una
con acento muy diferente. El rey Hussein entendía
que los palestinos formaban parte de su nación, y la
OLP de Arafat, que era Jordania la que pertenecía a su
mundo. Ese mal encuentro de voluntades de ecumenis
mo incompatible estalló en septiembre de 1970 con la
masacre y expulsión de la guerrilla del país jordano, y
su precaria recolocación en Líbano, donde faltaba mate
ria prima nacional para oponérsele. Es probable que en
los conflictos de Jordania y Líbano, en este país sobre
todo de mano siria, hayan muerto más palestinos que
en todos los enfrentamientos terroristas o militares con
Israel. Ha sido la revancha geopolítica del Estado con
tra el movimiento. Cuando Siria y Egipto desencadenaron la guerra de
octubre de 1973, lo hicieron tanto para recuperar el
territorio perdido en 1967 como para devolver el prota
gonismo político internacional a los Estados sobre los
movimientos. A finales de los años 70, el presidente
egipcio Anuar el Sadat negociaba con Israel en nombre
de los palestinos sin preguntarles a éstos qué opinaban.
Jerusalén, por su parte, gobernada por el ultra Menajem
Beguin,reforzaba el aislamiento de la OLP accediendo
tan sólo a tratar lo bilateral con Sadat de forma que
Israel abandonara el Sinaí en el periodo 1979-1982, a
cambio de un tratado de paz que retiraba a Egipto del
frente contra el Estado sionista. Arafat sabía que ya no
El presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, firma el Tratado de Paz del Med io Oeste con el Primer Ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y el líder pa lestino Yasser Arafat.
cabía pensar en medirse militarmente con Israel. Sólo
podía quedar la política. Enjunio de 1982, Israel invadía el Líbano con el pro
pósito público de liquidar a la OLP, y aunque obtenía el
éxito militar previsible, fueron las dos superpotencias quienes impidieron el descabello. Arafat era evacuado con 12.000 guerrilleros perdiendo sus bases en el país,
sin que los Estados árabes mostraran mayor desasosiego, apenas alterado por fuertes descargas retóricas, ante
las bajísimas horas de la organización palestina.
Indiferencia Pasividad y retórica han sido las constantes del conflicto, porque la opinión pública del mundo árabe obiigaba a sus líderes a proclamar la palestinidad esencial de sus sentimientos, unida a la imposibilidad galopante de
mover un dedo. y así seguiría siendo ante una primera
y segunda Intifada y con el permanente chorreo más que goteo de colonos en Cisjordania y Jerusalén Este,
que vulneran varias convenciones de Ginebra y un largo etcétera de resoluciones de la ONU.
La decrepitud de la autonomía palestina, deplorada
en lo humano por Mubarak de Egipto, Asad de Siria, Abdalá de Jordania y hasta en su día Sadam Husein de
Irak, sirve a los intereses geoestratégicos de los Estados vecinos, y en especial de Egipto, la potencia regional
siempre aspirante a una hegemonía que nunca puede alcanzar del todo. Un Estado palestino, y peor aún si
fuera democrático, es lo que no quieren los árabes adya-
centes por temor al pluralismo al que, con todas las dificultades y teniendo que sobrevivir entre ruinas, está más acostumbrado el pueblo palestino que cualquiera de las
sociedades árabes limítrofes. Arafat no sufría por la falta de democracia, pero no por ello fue menos elegido en
unas verdaderas elecciones y no hay por qué dudar de que su sucesión se haga con las aportaciones necesarias
de luz y taquígrafos como para inquietar a algunos. Pero el mayor aliado de esos Estados árabes es el
Israel ultra del primer ministro Ariel Sharon. Su negativa a negociar (mil veces expresada en declaraciones
apenas maquilladas, como tantos otros harían en su lugar) nada que no sea la rendición del pueblo palestino, al que sólo ofrece retales de país con los poderes de
un municipio en bancarrota, es la mejor garantía de que nunca habrá un Estado árabe en Cisjordania dotado de auténtica soberanía.
y pese a tanto enemigo, o supuesto amigo con desig
nios no confesados, el movimiento palestino, hoy huérfano de su inventor, Yasir Arafat, no parece, sin embar
go, en trance de desaparecer. Eppur si muove.
Miguel Ángel Bastenier es licenciado en Historia y en Derecho por la
Universidad Central de Barcelona, grado en Lengua y Literatura Inglesa por
Cambridge, y grado en Periodismo por la Escuela Oficial de Periodismo de
Madrid. Desde 1994 se ocupa de la subdirección de Relaciones Internaciona
les de El País. Experto en Política Internacional, es autor de los libros La guerra
de siempre, Palestina-Israel: la Casa de la Guerra (ambos sobre el conflicto de
Próximo Oriente) y El Blanco Móvil. Curso de Periodismo.
73
• • Qutopolesls
Universidad y desarrollo huma
Por Inmaculada Madera Imágenes fractales: Pedro Jaime Fernández
no en un lobol
contexto 9
Trasmitir, resguardar y desarrollar el saber universal es misión fundamental
de la universidad. Como fenómeno social, esta organización reproduce
los sistemas complejos de la sociedad, caracterizados por ser abiertos.
Desde la perspectiva de la complejidad, esta reflexión pretende ser
una aproximación propositiva a los fenómenos sociales en general y
a la universidad dominicana en particular, analizando sus procesos
intrínsecos de evolución y su interacción con el entorno, así como su
impacto actual y potencial en el desarrollo humano.
74 GLOBAL
\
75
En la "era virtual", las nuevas relaciones mundia
les han develado la complejidad creciente de la sociedad global. Así, fenómenos contradictorios
conviven en interacción dialéctica, generando realidades impredecibles: al tiempo que surgen oportunidades,
se profundizan brechas y dicotomías. Esta realidad hace del presente un espacio de retos e incertidumbres. La equidad -en todos los órdenes- sigue siendo el mayor
desafío. Hoy, descifrar nuevas secuencias para el desarrollo humano, de la sociedad y de sus organizaciones,
es objeto de estudio impostergable de las Ciencias. El desarrollo social está condicionado por la satis
facción de las necesidades humanas en un contexto de carácter sostenible. En lo particular, este desarrollo va a depender del grado de oportunidades, competencia y libertad de cada ser humano para transformar sus circunstancias (Amartya Sen, 2000), construir una nueva
realidad que satisfaga sus necesidades y compartir ese conocimiento con otras personas y comunidades. Para esto, el hombre toma la cultura 1 como medio, a fin de operar desde ella, sobre ella y en ella, construyéndola
y construyéndose. Trasmitir, resguardar y desarrollar ese saber univer
sal, catalizador principal del desarrollo, es misión funda
mental de la Universidad. Como fenómeno social, esta organización reproduce los sistemas complejos de la sociedad, caracterizados por ser sistemas abiertos. Está
compuesta por múltiples elementos objetivos y subjetivos, que al combinarse en forma intencional o aleatoria, definen su naturaleza. Al mismo tiempo, está sometida
a la influencia constante de las necesidades sociales y a la dinámica propia del mundo contemporáneo. Desde la perspectiva de la Complejidad2
, esta reflexión pretende una aproximación propositiva a los fenómenos sociales en general y a la Universidad en particular, analizando
sus procesos intrínsecos de evolución, su interacción con el entorno, así como su impacto actual y potencial en el desarrollo humano.
La complejidad: una nueva visión Para comprender y transformar la multidimensionalidad
de la realidad universitaria, resulta útil interpretarla a
partir de paradigmas inherentes a los sistemas complejos y el caos3 que los acompaña. Investigaciones como
las de Ilya Prigogine -Premio Nóbel 1977- propician
un marco teórico para este análisis. Estos estudios han
76 GLOBAL
develado que el mundo del determinismo es tan común como el mundo del indeterminismo. La inestabilidad reina en la naturaleza y en la sociedad como referente
de su estabilidad. Caos y homeostasis, entropía y autopoiesis, son factores transversales al desarrollo de los
sistemas naturales y sociales, a sus procesos y organizaciones. La Universidad, en tanto sistema social, comparte similares características, condicionantes y dinámicas
(Portuondo, 2003).
De acuerdo al segundo principio de la termodinámica, en todo sistema aislado -donde no entra ni sale materia4 ni energía- la entropíaS tiende a un
máximo, hasta alcanzar el equilibrio termodinámic06•
Sin embargo, en el Universo, sistemas heterogéneos sobreviven, conviven y se desarrollan. ¿Qué hace fac
tible trascender el juego de la entropía? Hay sistemas capaces de auto-organizarse, manteniéndose alejados del equilibrio termodinámico: las estructuras biológicas, sociales y psicológicas. Esto es posible porque no
son estructuras aisladas, son sistemas abiertos que se desarrollan gracias a su constante intercambio con el medio. El ser humano, la sociedad y sus organizacio
nes se comportan como sistemas abiertos: mantienen intercambio de materia, energía e información con el
entorno, construyendo permanentemente sistemas de comunicación basados en redes.
Prigogine y Stengers explican el proceso de autoorganización: en circunstancias particulares, ocurre una leve excitación en la estructura y organización
del sistema, la cual se amplifica, originando una gran
fluctuación (fenómeno no lineal), que se estabiliza por
los intercambios con el entorno. Estas pequeñas desviaciones aparecen en puntos denominados críticos o
de bifurcación, alterando la uniformidad del sistema y determinando su evolución (Prigogine y Stengers,
1990; Prigogine, 1993). En estos puntos el sistema se comporta caóticamente, entendiendo el caos no como lo antagónico del orden - que corresponde al desorden-, sino como la negociación del orden (Munné, 1994). Al tratarse de fenómenos no lineales, el caos presente no es absoluto, lo que hace posible el reordenamiento
del sistema. Se experimenta un desarrollo a partir de la secuencia orden-ciclos-caos-orden, que prepara las condiciones óptimas para su auto-transformación y
autoorganización: "La aparición espontánea de nuevas estructuras y de nuevos modos de comportamiento en sistemas lejos del equilibrio"(Capra, 1996). Visto de este
modo, el hombre, los fenómenos sociales, las institucio
nes y organizaciones, evolucionan a partir interaccio
nes dinámicas dadas por contradicciones generadas al
interior del sistema mismo y su relación e intercambio
con el entorno. Virtualmente, existe una infinidad de soluciones posibles para su estabilización, pero el sistema privilegia un grupo reducido y en torno a ellas se estabiliza: los
atractores. Prigogine advierte que en los puntos críticos (donde
el caos se genera) también suelen aparecer los llamados atractores extraños (Sanz B, 2002). Estos presentan una forma geométrica extremadamente compleja, normalmente fractal. Descubiertos por el matemático Benoit Mandelbrot, los fractales7 son figuras de forma
irregular, interrumpida o fragmentada, que presentan la misma morfología cualquiera que sea el nivel de
Fractal basado en la formu la de Mandelbrot. La imagen anterior es un acercamiento y las tres posteriores son al ejam ientos del misma fractal.
Página anterior, fractal basado en la formula de Mandel.
77
análisis con que sean observados (Mandelbrot, 1987).
En el contexto social, pueden corresponderse con realidades sistémicas, cuya naturaleza y características se reproducen en todas las escalas del fenómeno, tales
como la cultura, el conocimiento y la propia sociedad.
El conocimiento: atractor fundamental La vida es un proceso continuo de aprender y de aprender a aprender. Esta realidad conduce el desarrollo humano a través de la Historia. Al observar el devenir del hombre como fenómeno complejo, se hace posible identificar el "atractor dominante" en la auto-organiza
ción progresiva de los sistemas sociales. Hace unos 400,000 años, entre las especies en evolu
ción se verificó una diferenciación esencial en determinados organismos: su capacidad de aprender, transfor
mar su entorno y transferir el conocimiento construido. La Antigüedad conoció fenómenos fundamentados en
saberes compartidos y difundidos a lo largo y ancho
de la tierra conocida: el mundo helénico, el mundo
romano. La Edad Media engendró la "Universitas",
78 GLOBAL
expresión primigenia del saber universal organizado. La búsqueda sostenida del hombre moderno redimensiona los límites del planeta, revoluciona los esquemas
de relaciones y pensamiento, estableciendo el culto a la ciencia y la razón.
La post-modernidad teoriza la impermanencia y la construcción del conocimiento como paradigma transversal a la dinámica económica, social y cultural. En
todos los casos, un binomio común hilvana el desarrollo de las sociedades a lo largo de siglos: el conocimient08 compartido como base de la cultura universal y el carácter universal de la cultura. Los grandes aciertos y
desaciertos de la humanidad se han caracterizado por su naturaleza global y su vínculo con el conocimiento.
Esta realidad evidencia el atractor dominante de la organización humana: el conocimiento objetivo y cons
ciente -sus manifestaciones y aplicaciones en los distintos órdenes de la vida- , que impulsa el desarrollo del
ser, de la cultura, de la sociedad. Son hechos de carácter cognitivo, espontáneos o inducidos, los que alteran la
uniformidad de un sistema social, dando origen a su
proceso de auto-transformación. En su intercambio con un entorno plural (local, regional, global), el sistema se estabiliza en un nuevo estadio de realización, generan
do saberes que propiciarán futuros desarrollos. Así, el conjunto "conocimiento-cultura" en el hom
bre, la organización, la comunidad local, la sociedad global, las generaciones, representan una circularidad
ascendente, con características de fractal analizado a dife rentes niveles de su morfología. La Universidad, por su origen y misión, se inscribe dentro de esa espi
ral, como organización social con capacidad de autoorganización, auto-desarrollo y perpetuación a partir del
conocimiento y la cultura.
Sistemas sociales complejos Para completar una visión de los sistemas sociales des
de la perspectiva de la complejidad, conviene conocer los resultados de estudios realizados por Humberto
Maturana y Francisco Varela. En su obra De máqui
nas y seres vivos (1994), explican la autopoiesis como la cualidad propia de sistemas abiertos cuya función
esencial es la de reproducirse a sí mismos de forma recurrente (comportamiento fractal). Esta teoría refiere exclusivamente fenómenos de la naturaleza viva, mas
resulta interesante observar la realidad social a partir de sus principios.
Los sistemas autopoiéticos, por su carácter abierto y homeostático, cuando se encuentran alejados del equilibrio maximizan su capacidad de procesar información,
auto-organizándose. Mantienen su individualidad, autonomía y autogobierno respecto al entorno, al tiempo
que utilizan sus redes de intercambio de información para recibir las señales externas e identificar regularidades. Así orientan favorablemente sus procesos de cam
bio, creando modelos de actuación sobre el mundo real en forma endógena y proactiva. Si realizan cambios
conservativos, sólo se modifican las relaciones entre sus componentes.
Si son innovadores, cambian los componentes y la forma de auto-reproducción, verificándose la evolu
ción (Diegoli, 2003). Como resultado de una historia de interacciones recurrentes, el sistema se desarrolla en
79
forma congruente con su medio como fenómeno complejo adaptativo, logrando su "acoplamiento estructural" (Maturana y Varela, 1994).
Podría decirse que no sólo el ser humano, también los grupos, organizaciones e instituciones sociales se comportan como sistemas con propiedades auto-poié
ticas y auto-organizativas, con potencial de auto-producción, auto-transformación y aut6destrucción. Lo
significativo es que, al ser sistemas creados de forma
artificial, resultaría necesario definir e imponer desde el exterior restricciones de no-equilibrio que incidan
sobre la estructura y la organización del sistema y permitan su acoplamiento estructural (Portuondo, 2003).
De este modo puede inducirse una transformación orientada por criterios que propicien el desarrollo a todos los niveles. En el caso particular de la Universidad, las restricciones de no-equilibrio que permitan
actualizar su potencial transformador, precisan como referentes tanto su propia misión histórica, como las tendencias y desafíos del entorno.
De lo local y lo global , En este recorrido a través del paradigma de la comple
jidad se han extrapolado cualidades propias de sistemas complejos autopoiéticos a los fenómenos sociales. Desde este punto de vista, la Universidad sería enten
dida como una red de interacciones sociales que se producen y reproducen (fractal) a través del tiempo y el espacio, evolucionando y generando evolución
(atractor). Resultaría necesario, entonces, comprender la configuración interna de la Universidad, la complejidad de sus relaciones, e identificar el elemento que en su reproducción permanente la caracteriza, confirién
dole cualidad de atractor potencial del desarrollo. Durante mucho tiempo el aprendizqje ha sido consi
derado como factor clave en este proceso. Pero el aprendizaje no requiere necesariamente de la construcción de conocimiento, sino más bien de su reproducción. Los
procesos básicamente reproductivos tienen escasa relación con el desarrollo. La evolución de las sociedades y
las organizaciones tiene que ver con la capacidad del ser humano de comprender y apropiarse de la naturaleza, de
su realidad, y transformarla, a la vez que se transforma a sí mismo. Por lo tanto, una "sociedad del conocimiento"
se construye con algo más que aprendizajes: es necesaria la producción de saberes compartidos.
80 GLOBAL
Producir saberes significa penetrar la esencia de la realidad objetiva, convertirla en un modelo abstracto de carácter semiótico y hermenéutico, creando nueva cultura. Esta acción describe una de las funciones sus
tantivas de la Universidad: la investigación, la cual se articula a la docencia y la extensión, a fin de transmitir y dar aplicación práctica al saber construido. Estos
procesos se particularizan en tres sujetos dinámicos: profesores, estudiantes y administrativos, quienes inte
ractúan entre sí y con el entorno, en un constante
aprender y enseñar. La complejidad del sistema, sus relaciones internas
y externas, así como los recursos que precisa para su funcionamiento, requieren considerar como función
primordial una gestión innovadora. Este conjunto de componentes e interacciones en convivencia dialéctica y evolutiva definen la configuración de la Universidad como sistema complejo autopoiético.
Como señalan los teóricos de la complejidad, un sistema autopiético, en este caso la Universidad, aprehende cualidades vida-vida tales como inteligencia, intencio
nalidad, auto-corrección y auto-preservación, y admite condicionamientos externos que guían su desarrollo,
generan cambios y oportunidades. Este potencial transformador sólo se hace efectivo cuando, de manera intencional, la institución universitaria define y orienta su
configuración interna y sus relaciones con el entorno, tomando en cuenta criterios de pertinencia, equidad y calidad, de cara a la excelencia.
Dados los desafíos del presente y el rol potencial de la Universidad en su resolución, se impone analizar las
condiciones que presenta la Universidad dominicana y su contexto actual.
Entropía En este país, al igual que en otros de la región, los sistemas universitarios presentan características entró
picas: la gestión reducida a funciones administrativas, investigación científica escasa o nula y una actividad estudiantil memorística, con ausencia de creación de
saberes. El docente privilegia el conocimiento de la
ciencia que imparte, con frecuencia obsoleto, y el trabajo metodológico de los aprendizajes es obviado: no
se le enseña al estudiante a aprender. La atención a las relaciones y la comunicación entre los actores es
mínima y la vinculación universidad-sociedad se pier-
de, debido a una práctica de extensión poco articulada y una pertinencia cuestionable. Existe, además, una
alta resistencia al cambio y las acciones innovadoras y pro-activas son poco frecuentes.
Desde el punto de vista de la Teoría de Fractales, la problemática de la Universidad dominicana es una representación a escala de debilidades fundamentales en su socie
dad. Estudios recientes resumen las actuales condiciones socio económicas, resaltando su crisis generalizada. Entre otros factores, un creciente nivel de desempleo, escasas posibilidades de generación de ingresos, la devaluación
de la moneda, la inflación, las consecuencias transversales del decrecimiento económico y una deuda externa
amplificada, matizan la atmósfera del país. Se destaca la pérdida de competitividad de la Repú
blica Dominicana a nivel mundial en distintos renglo
nes. Se acentúa el efecto de la entrada de competidores extranjeros intra y extra región, o el impacto de la
crisis internacional (Martínez, 2004). Mientras tanto, la realidad devela la ausencia de pla
nes mixtos, colaborativos, integradores y estratégicos para organizar el desarrollo general y establecer focos de excelencia. La atención habría de centrarse en ren
glones clave de la economía, que garanticen el posicionamiento en áreas de fortaleza, eleven el nivel de
"competencias-país" y propicien el Estado de Bienestar.
Estos factores del entorno inciden en el desarrollo de la Universidad y ésta, a su vez, dinamiza la autoorganización y el desarrollo social, en virtud de sus competen
cias y cualidades como sistema complejo autopoiético. Si el entorno carece de elementos que enriquezcan
y estimulen el desarrollo del sistema Universidad, su dinámica autorreguladora mantendrá un carácter con
servador: no habrá cambio. Esto se agudiza ante un claro vacío de restricciones externas dirigidas a liberar intencionalmente su potencial transformador.
En una perspectiva ampliada, la Universidad del Siglo XXI recibe la influencia de un contexto geográfi
co y cultural que integra y trasciende el espacio local: la aldea global. Esta condición incide en sus procesos
de autopoiesis con intensidad creciente, imponiendo nuevas regularidades. La actual estructura mundial
está regulada por las leyes de un mercado desigual , donde el concepto "Sociedad del Conocimiento" desta
ca como signo de los nuevos tiempos. En su carácter auto-reproductor, el conocimiento y su universalidad se redescubren como "atractor dominante" del desarro
llo, asumido con frecuencia en calidad de mercancía. Este escenario presenta nuevas condiciones a las uni
versidades : la redefinición de las fronteras del planeta; el valor económico otorgado al conocimiento, la ciencia
y la tecnología (capital humano); el desarrollo de las
81
comunicaciones y la información; nuevos modelos de producción basados en las "nuevas tecnologías", y el
fuerte impacto del desarrollo sobre el medio ambiente. Son también significativos los cambios cualitativos y
cuantitativos del panorama demográfico mundial, las nuevas relaciones de género y la reestructuración de las relaciones entre los países, originando la internacio
nalización de la justicia, de la economía, de la guerra y
el terrorismo, el "mercado mundial del conocimiento y
la información", lo que conlleva la internacionalización
de la educación y la cooperación. El "paradigma de la globalización" pretende gene
ralizar la expresión de estos factores en todos los con
tinentes. La realidad es su impacto desigual en países de distinto nivel de desarrollo y entornos culturales diferentes. Estas particularidades se expresan en los ámbitos político, social, económico, cultural y educativo. Se espera que los países periféricos se inserten con
Fractal basado en la fórmula de Karl Geigl.
82 GLOBAL
cierto éxito en el mundo globalizado, que sus poblacio
nes accionen en entornos complejos y diversos, que sean más que consumidores dependientes de la aldea global y alcancen nuevos niveles de desarrollo.
Una nueva reflexión La Universidad juega un papel fundamental en ese pro
ceso y para ello precisa reorientar sus valores y modos de actuación. Esto requiere una nueva reflexión, una
visión integradora de su compromiso con el desarrollo
nacional, dentro de una perspectiva global. Su responsabilidad con los sujetos sociales exige impulsar procesos formativos -a lo largo de toda la vida- que
propicien competencias profesionales y humanas, que favorezcan la criticidad y la tolerancia, la creatividad y la investigación, la flexibilidad y la capacidad de adaptación, el emprendedurismo y la auto gestión, la habilidad para aprender a aprender y también
la posibilidad de resolver problemas, condiciones
imprescindibles en el presente.
La necesidad de cambios llega hasta la forma en
que la Universidad asume su misión histórica y reali
za su oferta de servicios. Es fundamental la transfor
mación de los esquemas institucionales hacia mode
los flexibles, adaptables, tanto en la gestión como
en la currícula, la incorporación de las tecnologías
de información y comunicación a sus funciones y el
incremento de los niveles científicos y la producción
de conocimiento que favorezca el desarrollo.
De igual modo, la manera en que se comunica
la Universidad al interior y con el entorno requiere
de innovaciones que generen comunidades y redes,
alianzas, liderazgos, procesos de colaboración y
sinérgicos en todas direcciones.
Las restricciones que impone el entorno actual supo
nen desafíos complejos para los países en desarrollo :
Otro fractal basado en la fórmu la de Ka rl Geigl.
¿está preparada la Universidad dominicana para dar
respuesta a este reto? La Universidad es un sistema capaz de auto-repro
ducir la cultura y el desarrollo, de auto-organizarse y
contribuir a la auto-organización social. Esto acontece
en un contexto dicotómico -lo local y lo global- en espa
cios concretos y abstractos -lo real y lo virtual-, y en
sociedades contradictorias y complementarias -el mun
do central y el periférico-o En todos los casos, existen
oportunidades, capacidades y competencias que, estratégicamente articuladas, favorecen el cambio. En general,
el sistema universitario dominicano requiere una mayor
conciencia y nuevas competencias para poder actuar efi
caz y eficientemente como atractor del desarrollo.
El entorno global y la realidad nacional han impuesto
restricciones que obligan a las instituciones de Educa
ción Superior a realizar transformaciones. Se han iden
tificado las principales deficiencias de la Universidad
83
en el ámbito local y mundial. La globalización, en su proceso de divulgación de principios y "neovalores",
demostró la eficacia de las TIC en los procesos de información y formación. Sus dicotomías han permitido transparentar la brecha del desarrollo. Se ha humanizado su concepto y promovido la cooperación
local, regional e internacional. Como respuesta a los procesos globales, las universidades en el mundo han
desarrollado mecanismos de internacionalización y cooperación interinstitucional.
Esto ha permitido a las instituciones y países hacer uso de una globalización solidaria y, desde lo local,
apropiarse de las competencias que le permitan desplazarse desde un paradigma educativo centrado tradicionalmente en intereses nacionales a uno contemplando la sociedad mundial.
El Sistema de Educación Superior Dominicano
cuenta con un organismo y un marco regulador que permite su organización. Se dispone de instituciones de educación superior públicas y privadas ubicadas en todo el territorio nacional y el país posee una
joven población de estudiantes, docentes y administrativos universitarios, con experiencias para compartir y un gran potencial de desarrollo.
Esta reflexión ha pretendido validar la importancia del conocimiento y la cultura en el desarrollo humano, así como papel fundamental que en ello juega la
Universidad. Para lograr una trasformación del sistema social, sería preciso introducir cambios sustantivos en
la educación dominicana, cuya discusión sería objeto de otro análisis. En lo que respecta a la Educación Superior, sería oportuno llevar a cabo -tanto en el sistema en general como en las universidades en particular- acciones que operen como restricciones de no-equilibrio que impulsen:
• El avance de la integración vertical del Sistema Educativo Nacional, propiciando una mayor sinergia.
Las universidades precisan implicarse en este desafío, tomar iniciativas y ofrecer soluciones.
• La profundización del compromiso estatal con la Educación Superior como sistema universitario, propiciando su desarrollo colectivo y el de las institucio
nes. Las universidades requieren un mayor respaldo técnico y financiero.
• El fortalecimiento del rol del la Secretaría de Estado de Educación Superior, Ciencia y Tecnología, como
84 GLOB.A.L
organismo promotor del desarrollo del Sistema Nacional de Educación Superior, con énfasis en la investigación, la apropiación de la Ciencia y la Tec
nología, la gestión del conocimiento, así como la creación y mantenimiento de una cultura de colaboración, innovación, pertinencia y calidad. Para esto
es importante la implementación de planes y proyectos en forma organizada, sistemática e inclusiva.
• Una nueva actitud de las universidades, reconocien
do su rol en el proceso de desarrollo y conciliando
intereses individuales con los de la sociedad en general. Se impone la reconceptualización de la misión
histórica de la Universidad, armonizada con las misiones particulares de las instituciones.
• La transformación del discurso y la práctica centrada en la competitividad de las instituciones que componen el Sistema Nacional de Educación Supe
rior, evolucionando hacia prácticas que propicien la elegibilidad y acciones colaborativas, que articulen las fortalezas propias y del conjunto, y permitan un
desempeño superior, más calidad y un mayor impacto en el desarrollo nacional e internacional.
• La formulación de proyectos pedagógicos institucionales, orientados a la pertinencia, la calidad, la equidad y la inclusión, con enfoque local, regional y
global de la realidad educativa y profesional.
• El desarrollo de focos y centros de excelencia, grupos de reflexión y equipos de desarrollo al interior de las universidades y proyectos de cambio. Las universidades necesitan identificar sus fortalezas y
recursos (tecnológicos, humanos y de conocimiento) y articularlos para el desarrollo de mejores prác
ticas compartibles.
• La incorporación de la dimensión internacional (internacionalización), la cooperación y las relaciones interinstitucionales en la práctica universitaria.
Es esta estrategia la que garantiza la integración de las universidades en la dinámica global, participar de redes y fondos para el desarrollo, a la vez que
recibe y transfiere experiencia y conocimiento.
• El establecimiento de la investigación como un eje transversal del proceso educativo y como parte de su misión, enfatizando las áreas fundamentales en la
dinámica nacional (por ejemplo, Educación, Salud, Turismo, Telecomunicaciones). Esto implica el mejo
ramiento de la infraestructura tecnológica.
Fractal basado en fórmulas de Polinomios.
• La integración de las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC), los entornos y comunidades
virtuales, a la vida institucional, académica, administrativa y de servicios, privilegiando los procesos, no
los medios. Es recomendable, además, una aproximación a los métodos de Educación a Distancia, para
favorecer la cobertura, la equidad y la inclusión de
poblaciones en condiciones especiales. • La implantación de procesos de capacitación docente,
fundamentados en la cooperación, el uso de las TIC y
el componente investigativo, operando como atractor del proceso evolutivo institucional.
• La redefinición de los sistemas de gestión, incorporando nuevas competencias y reordenamientos estructurales y de organización que permitan la
óptima apropiación de los procesos de desarrollo ins-
. . . .. ' . . .....
titucional. Esto incluye la auto gestión y el trabajo colaborativo.
• La creación de sistemas de calidad dentro de las instituciones.
• El desarrollo de nuevas relaciones y formas de comunicación e intercambio con los estudiantes, los egresados, el entorno local, regional e internacional.
La Universidad, "ayuntamiento de maestros y escolares que es fecho en algún lugar con voluntad e enten
dimiento de crear saberes" (Alfonso X, El Sabio, Siglo XIII), expresa una dimensión particular y única del frac
tal clave de la autoorganización social: el conocimiento; y el presente reclama comunidades de saberes orienta
das a la excelencia humana, capaces de equilibrar el
caos y de trascender la entropía: universidades para el
desarrollo humano en un entorno global.
85
• ••• 4 • • ••• • •• •
/ -( ,
Otro fractal basado en la formu a , I de Mande!.
86 GLOBAL
Inmaculada Madera es licenciada en Educación, menciones Ciencias
Sociales y Orientación por la UNPHU. Estudió Gestión y Liderazgo Universita
rio en el Centro IGLU Brasil (OUI), postgrado en Alta Gestión Empresarial y
Maestría en Gerencia y Productividad, en la Universidad APEC y postgrados en
Planificación y Gestión de Proyectos de Desarrollo, en la UNED, España e Inte
gración Regional y Relaciones Económicas Internacionales, en la Universidad
de Barcelona. Es vicerrectora para Asuntos Internacionales de la Universidad
APEe. Actualmente desarrolla su tesis doctoral en Ciencias Pedagógicas, en el
marco de la Teoría de la complejidad y el desarrollo de la Educación Superior.
Notas 1 A lo largo de este articulo la cultura es entendida en su senti
do más amplio, como la manifestación y resultado de la acción
humana en la transformación de la naturaleza y de la huma
nidad misma, por lo que incluye la ciencia, la tecnología y el
arte. Refiere a elementos espirituales, materiales y psicológicos,
valores, creencias, sentimientos, así como la expresión de impre
siones y sensaciones que el ser humano recibe en su relación
con el entorno.
2 La complejidad se refiere a la condición en la que el cosmos
- a pesar de que el principio cuántico (todo interactúa con todo)
lo integra en una realidad única - es demasiado rico y variado
como para ser entendido por rutas lineales simples, que no con
ducen ni a novedades ni a asombros. Algunas porciones del
cosmos se entienden mediante dichas rutas, pero los fenómenos
más intrincados sólo se pueden entender por sus patrones gene
rales, pero no en detalle. La teoría de la complejidad, dentro de
la mecánica estadística (capítulo de la física), se preocupa del
estudio de los atractores asociados a sus dinámicas y de la teo
ría de la innovación, de la auto-organización, del aprendizaje,
de la adaptación, de los sistemas disipativos (relacionados con
la segunda ley) y no-lineales, de las transiciones de fase (en
especial las que ligan la fase caos con la fase orden), de las
roturas de simetría en condiciones alejadas del equilibrio, de
la emergencia de nuevos fenómenos a partir de redes y de inte
racciones. Para entender muchos fenómenos hasta ahora mal
explicados, la ciencia se inclina hacia la teoría del caos, de los
fractales y a de la complejidad (Glosario von der Becke, 1999).
] Caos, en la mitología posterior a la época griega, es la materia
informe de la que fue creado el cosmos u orden armonioso (Enci
clopedia Microsoft Encarta, 2002).
4 Téngase en cuenta que materia aquí se refiere a sustancia,
dado que la energía es materia también, pero se pretende pre
sentar la teoría según sus autores.
'i Puede entenderse como el grado de desorganización.
Ú Un sistema está en equilibrio termodinámico cuando no se obser-
va ningún cambio en sus propiedades termodinámicas, es decir,
el sistema no intercambia calor. Esto significa su parálisis y su
eventual destrucción.
7 Su ausencia de frontera y límite real les han convertido en punto
de partida para el desarrollo de la lógica difusa.
I! Conocimiento entendido como un concepto y muItidimensional,
saberes construidos a partir de la integración de la experiencia
mental, emocional y sensorial de los seres humanos.
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FOREIGN AFFAIRS EN ESPAOOL
Foreign Affairs presenta trabajos originales y artículos publicados en números recientes de la versión inglesa, traducidos al español. En menos de dos años, la revista está reconocida como un nuevo e influyente foro internacional por toda Latinoamerica y España.
Nacida en diciembre de 2000, Foreign Affairs es una plataforma que da espacio a un debate aplazado dentro de Alll1érica Latina y que fomenta el diálogo ibero e interamericano con el mundo globalizado. Sin privilegiar un enfoque coyuntural o noticioso sino uno de largo alcance, esta tribuna sirve para reflexionar sobre la proyección de América Latina hacia el mundo y la visión que éste tiene de ella.
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