01 grimm el enebro completo

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  • 7/22/2019 01 Grimm El Enebro Completo

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    Hermanos Grimm. El enebro. 1

    EL ENEBRO

    Hermanos Grimm

    ace ya mucho tiempo, unos dos mil aos,

    viva un hombre rico que tena una mujer

    piadosa y bella, y los dos se queran muchsimo,pero no tenan hijos, aunque deseaban

    ardientemente tenerlos, y la mujer rezaba da y

    noche para conseguirlos, pero los hijos no

    llegaban y no llegaban. Delante de la casa, en el

    patio, haba un enebro y una vez, en invierno,

    estaba la mujer bajo l pelando una manzana,

    cuando se hizo un corte en el dedo y la sangre

    cay sobre la nieve.

    Dios mo! dijo la mujer, y suspir

    profundamente porque, al ver la sangre delante

    de sus ojos, se haba puesto melanclica. Ojal

    tuviera un hijo tan rojo como la sangre y tan

    blanco como la nieve!

    Apenas lo hubo dicho, se sinti muy feliz,

    porque tuvo la sensacin de que aquello se iba a

    cumplir, y regres a la casa. Pas un mes, y la

    nieve se derriti; pasaron dos meses, y todo se

    puso verde; pasaron tres meses, y salieron las

    flores de la tierra; pasaron cuatro meses y todos

    los rboles estallaban en el bosque y las ramas

    verdes se entrelazaban entre s y los pajarillos

    cantaban y su canto resonaba por todo el bosque

    y las flores caan de los rboles; transcurri elquinto mes, y la mujer se puso debajo del enebro

    que ola maravillosamente, y el corazn le

    saltaba de alegra y cay de rodillas; y, cuando

    hubo transcurrido el sexto mes, las bayas del

    rbol crecieron y engordaron y la mujer se puso

    pensativa; y, en el sptimo mes arranc una baya

    y la comi ansiosa, y entonces se puso muy triste

    y enferm; y, cuando transcurri el octavo mes,

    se acerc a su marido y le dijo llorando:

    Cuando yo muera, entirrame debajo del

    enebro. despus se tranquiliz y volvi a

    sentirse contenta hasta que pas el noveno mes,en el que dio a luz un nio tan rojo como la

    sangre y tan blanco como la nieve, y, cuando lo

    vio, se sinti tan feliz, tan feliz, que se muri.

    Entonces el marido la enterr debajo del

    enebro y se ech a llorar y estuvo llorando durante

    muchsimo tiempo. Pero despus se tranquiliz y,

    cuando hubo llorado un poco ms, dej de

    hacerlo y, cuando hubo transcurrido un poco ms

    de tiempo, volvi a casarse.

    Con la segunda mujer tuvo una hija. El hijo de

    la primera mujer era un varn, rojo como lasangre y blanco como la nieve. Cuando la mujer

    miraba a su hija, senta muchsimo cario por ella,

    pero, cuando miraba al nio, se le encoga el

    corazn y pensaba que era un estorbo. Y siempre

    estaba meditando cmo se las arreglara para que

    todos los bienes pasaran en herencia a su hija, y

    era el diablo quien le inspiraba estos

    pensamientos, y la mujer le tom, pues, mucha

    inquina al pequeo, y lo empujaba de un lado a

    otro y le daba tantos pellizcos que el pobre nio

    estaba siempre muerto de miedo delante de ella.

    En cuanto llegaba de la escuela, no tena un minuto

    de tranquilidad.

    Un da, la nia entr en la habitacin donde

    estaba su madre y le dijo:

    Madre, dame una manzana.

    S, cario dijo la madre, y sac para ella una man-

    zana muy bonita de un bal que tena la tapa

    grande y pesada y una enorme cerradura de metal.

    Madre dijo entonces la nia, no podras darle

    tambin una manzana a mi hermanito?

    Esto no le gust nada a la mujer, pero, sin

    embargo, dijo:

    S, en cuanto llegue de la escuela.

    Y, al mirar por la ventana y ver que el nio ya

    llegaba, se sinti de repente como poseda por el

    demonio, y le volvi a quitar la manzana a su hija,

    mientras le deca:

    T no tendrs la manzana hasta que la tenga tuhermano.

    Diciendo estas palabras, arroj la manzana dentro

    del bal y lo cerr. Cuando entr el nio en la casa, el

    demonio inspir a la mujer, que dijo amablemente:

    Hijo mo, quieres una manzana? y le lanz,

    al decirlo, una mirada de odio.

    Madre dijo el chiquillo, qu rara ests hoy! S,

    dame una manzana.

    Ven conmigo le dijo la mujer, animndolo, y

    abri la tapa del bal. Saca una manzana.

    Y, cuando el chiquillo se inclin hacia elinterior del bal para tomar la manzana, el diablo

    volvi a tentar a la mujer y, plof, la mujer cerr la

    tapa de golpe, de modo que le cort al nio la

    cabeza, y la cabeza rod entre las manzanas.

    Entonces la mujer se sinti aterrada y pens:

    Ojal pudiera volverme atrs y evitar lo que he

    hecho! Fue a su habitacin, sac del ltimo

    cajn de la cmoda un pauelo blanco, volvi a

    colocar la cabeza encima del cuerpo, la sujet

    con el pauelo de modo que no se pudiera notar

    nada, sent al nio en una silla delante de la

    puerta y le puso la manzana en la mano.

    Entonces Marlenita, la hermana, entr en la

    H

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    Hermanos Grimm. El enebro. 2

    cocina y se acerc a su madre, que estaba junto al

    fuego, revolviendo el contenido de una cacerola.

    Madre dijo Marlenita, mi hermano est

    sentado delante de la puerta, muy plido y con una

    manzana en la mano, y, cuando le he pedido que

    me la diera, no me ha contestado, y tengo miedo.Vuelve junto a l dijo la madre y, si no te

    quiere contestar, dale una bofetada.

    Entonces Marlenita sali de la casa y le dijo a su

    hermano:

    Hermano, dame la manzana.

    Pero l sigui callado, de modo que la nia le

    dio una bofetada y la cabeza cay al suelo. La nia se

    asust muchsimo, se ech a llorar y a gritar, corri

    hacia su madre y le dijo:

    Ay, madre, le he arrancado la cabeza a mi

    hermano! Y lloraba y lloraba y no haba modo detranquilizarla.

    Marlenita dijo la madre, qu te pasa? Tienes

    que tranquilizarte, para que no se d cuenta

    nadie. Esto ya no tiene remedio. Voy a meterlo con

    el cocido.

    As pues, la madre tom al nio, lo cort en peda-

    zos, meti los pedazos en la cazuela y los guis.

    Pero Marlenita estaba all y no dejaba de llorar, y

    todas sus lgrimas cayeron en la cazuela, de modo

    que no fue preciso aadir sal.

    Entonces lleg el padre a la casa, se sent a lamesa y pregunt:

    Dnde est mi hijo?

    La madre llev a la mesa una gran fuente con el

    cocido, mientras Marlenita segua llorando sin poder

    parar.

    Y el padre pregunt otra vez:

    Dnde est mi hijo?

    Ah dijo la madre, se ha marchado de aqu

    para visitar a su abuelo, y quiere quedarse con l

    algn tiempo.

    Qu se le ha perdido all? Y ni siquiera se ha

    despedido!

    Bueno, tena tantas ganas de irse que me pidi a

    m permiso para pasar unas seis semanas con el

    abuelo. No tienes por qu preocuparte, lo tratarn

    bien.

    Ay! dijo el padre. Me siento muy triste! No ha

    obrado bien, hubiera debido decirme adis. En esto

    empez a comer y sigui diciendo:

    Marlenita, por qu lloras? Tu hermanito

    volver. Y aadi enseguida: Mujer, qu sabrosote ha salido hoy el cocido! Ponme ms.

    Y cuanto ms coma, ms quera comer, y sigui

    diciendo:

    Dame ms! Dame todo lo que queda! Es como

    si fuera algo mo!

    Y coma y coma, e iba echando los huesos debajo

    de la mesa, hasta que lo hubo terminado todo.Pero Marlenita se dirigi a la cmoda, sac del

    ltimo cajn su mejor pauelo de seda, recogi todos

    los huesos y huesitos de debajo de la mesa, los

    envolvi en el pauelo de seda, sali de la casa, sin

    dejar de llorar amargas lgrimas, deposit los huesos

    al pie del enebro y tambin ella se tumb all, sobre

    la verde hierba y, en cuanto se hubo tumbado,

    sinti tal consuelo que dej de llorar. Entonces el

    enebro empez a moverse, y las ramas se extendan y

    se encogan, como si fueran manos que alguien

    agitaba muy alegre. Fue surgiendo una niebla del

    rbol, y dentro de la niebla arda algo parecido a un

    fuego, y del fuego surgi volando un pjaro muy

    hermoso, que cantaba con gran dulzura, mientras se

    iba elevando en el cielo. Y, en cuanto hubo

    desaparecido el pjaro, el enebro volvi a estar

    como antes, pero el pauelo con los huesos haba

    desaparecido tambin. Y Marlenita se sinti tan

    consolada y alegre como si su hermano estuviera

    todava con vida.

    Volvi a la casa muy contenta, se sent a la mesa y

    se puso a comer.

    El pjaro, entre tanto, haba volado hasta muy lejos.Se pos en el tejado de un orfebre y se puso a cantar:

    Mi madrastra me maty mi padre me comi,y mi buena hermanitamis huesitos guard,Los at en un pauelitode seda muy bonito,y al pie del enebro los dej.Po, po, po qu linda ave soy!.

    El orfebre estaba ocupado en su taller,

    haciendo una cadena de oro, y, al or al pjaro quecantaba en su tejado, pens que era una meloda

    bellsima. Se levant pues, pero, al cruzar el

    umbral de la casa, perdi una zapatilla. Sali as a

    la calle, con una sola zapatilla y un calcetn, el

    mandil de cuero, la cadena de oro en una mano y

    en la otra unas tenazas. Y el sol resplandeca y

    alumbraba la calle. El orfebre se detuvo, al ver al

    pjaro, y le dijo:

    Pjaro, qu bonito es tu canto! Canta otra vez

    esta cancin!

    No replic el pjaro, yo no canto dos vecesla misma cancin a cambio de nada. Dame la

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    Hermanos Grimm. El enebro. 3

    cadena de oro y entonces s la cantar otra vez.

    Toma le dijo el orfebre, aqu tienes la cadena

    de oro. Y ahora vuelve a cantar.

    Baj el pjaro, tom la cadena con la pata

    derecha, se situ delante del orfebre y empez a

    cantar otra vez su cancinEl zapatero lo oy, sali corriendo en mangas de

    camisa, se par delante de la casa y mir hacia el

    tejado. Tuvo que ponerse las manos como visera

    para que no le deslumbrase el sol.

    Pajarito le dijo, qu bonito es tu canto! Asom

    la cabeza dentro de la casa y llam a su mujer:

    Ven aqu, mujer, hay un pjaro. Mira lo bien

    que canta este pjaro!

    Y llam a su hija y a los nios y a los aprendices y a

    las criadas y a los criados, y todos salieron a la calle y

    vieron lo bonito que era el pjaro, con las plumasrojas y verdes, el cuello que pareca de oro puro y los

    ojos que brillaban como estrellas.

    Pjaro dijo el carpintero, vuelve a cantar tu can-

    cin.

    No dijo el pjaro, yo no canto dos veces la mis-

    ma cancin a cambio de nada. Tienes que regalarme

    algo.

    Mujer dijo el zapatero, ve al taller. En el estante

    de arriba hay un par de zapatos rojos. Trelos aqu.

    La mujer fue a buscar los zapatos.

    Toma, pjaro dijo el hombre, y vuelve a cantarla cancin.

    El pjaro baj entonces, recogi los zapatos con la

    pata izquierda, volvi al tejado y se puso a cantar.

    Cuando acab de cantar, se alej volando, con la

    cadena en la pata derecha y los zapatos en la pata

    izquierda. Y vol hasta el molino, que haca: klipi

    klape, klipi klape, klipi klape. Y delante del

    molino estaban sentados veinte mozos, dale que

    dale a una piedra de moler, que haca: clic cloc,

    clic cloc, clic cloc, y el molino segua rodando:

    klipi klape, klipi klape, klipi klape. Entonces elpjaro se pos en un tilo que creca delante del

    molino y cant:

    .Mi madrastra me mat... Y uno de los

    mozos dej de trabajar.

    ... y mi padre me comi... Y fueron dos los que

    pararon para escucharle.

    ...y mi buena hermanita... Y pararon otros

    cuatro.

    ... mis huesitos guard,

    los at en un pauelito.

    de seda muy bonito... Y ahora eran ya slo

    ocho los que golpeaban.

    ...y al pie del enebro... Y ahora slo trabajaban

    cinco.

    ...los dej Y slo trabajaba uno.

    Po po, po qu linda ave soy!.... Entonces

    tambin dej de trabajar el ltimo molinero, que slo

    haba odo el final de la cancin, y dijo:Pjaro, qu bonito es lo que cantas! Deja que

    yo oiga tambin entera la cancin. Cntala otra vez.

    No dijo el pjaro, yo no canto dos veces sin que

    me den algo a cambio. Dame la piedra de moler y la

    volver a cantar.

    S dijo el molinero. Si fuera slo ma, te la dara

    con gusto.

    S dijeron los otros molineros. Vuelve a cantar

    la cancin y la piedra ser tuya.

    Entonces el pjaro se acerc y los veinte

    molineros lo miraron asombrados. Levantaron lapiedra uap!, uap!, y el pjaro meti la cabeza

    por el agujero, de modo que la piedra qued

    alrededor de su cuello como si fuera un collar. Volvi

    a subir al rbol y se puso a cantar.

    Cuando termin la cancin, se alej volando,

    con la cadena en la pata derecha, los zapatos en la

    pata izquierda y la piedra de moler en torno al

    cuello. Y vol hasta la casa de su padre.

    El padre, la madre y Marlenita estaban

    sentados a la mesa, y el padre deca:

    Ah, qu contento estoy! Qu bien me siento!

    Yo no dijo la madre yo me siento asustada,

    como si fuera a estallar una gran tormenta.

    Marlenita estaba sentada all, y lloraba y lloraba

    y no paraba de llorar.

    Entonces lleg volando el pjaro y, cuando se

    pos en el tejado, el padre dijo:

    Ah, estoy tan contento y el sol brilla de un

    modo tan hermoso. Es como si fuera a volver a ver

    a alguien conocido!

    No dijo la mujer. Yo tengo mucho miedo, yme castaetean los dientes y es como si tuviera

    fuego en las venas.

    Y, mientras deca estas palabras, se desgarr el

    corpio y el vestido. Marlenita segua sentada en

    el rincn, llora que llora, y, como tena la trenza

    delante de los ojos, la empap de llanto.

    Entonces el pjaro se pos en el enebro y

    empez a cantar:

    ..Mi madrastra me mat...

    Y la madre se tap los odos y mantuvo bien

    cerrados los ojos, porque no quera ver nada ni ornada, pero los odos le zumbaban como si se

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    hubiera desatado dentro de ellos una horrible

    tormenta y los ojos le ardan y refulgan como

    relmpagos.

    Y mi padre me comi

    Ah, mujer! dijo el hombre. Mira qu

    pjaro tan hermoso hay all y lomaravillosamente que canta! Mira cmo reluce

    y calienta el sol, y lo bien que huele todo a

    canela!

    ...y mi buena hermanita...

    Entonces Marlenita apoy la cabeza en las

    rodillas, sin dejar de llorar, y el hombre dijo:

    Voy a salir fuera. Quiero ver a este pjaro

    ms de cerca.

    No, por Dios, no vayas! dijo la mujer. Me

    siento como si toda la casa estuviera en llamas! Pero el

    hombre sali y mir al pjaro.

    ... mis huesitos guard

    Los at en un pauelito

    de seda muy bonito...

    y al pie del enebro los dej.

    Po po, po qu linda ave soy!

    En este momento, el pjaro dej caer la cadena de

    oro, que cay justamente alrededor del cuello del

    hombre y qued all bien puesta como un collar.

    Entonces el hombre entr en la casa y dijo:

    Mira qu pjaro tan maravilloso! Me ha

    regalado esta maravillosa cadena de oro! Fijaos en lo

    maravillosa que es!

    Pero la mujer sinti tanto miedo que se desmay,

    cuan larga era, en el suelo de la habitacin y el gorro

    se le cay de la cabeza.

    Entonces volvi a cantar el pjaro:

    Mi madrastra me mat...

    Ah, ojal estuviera yo mil metros debajo de la

    tierra para no tener que or esto! dijo la mujer.

    ...y mi padre me comi...

    Entonces la mujer qued como muerta....y mi buena hermanita...

    Ah! dijo Marlenita. Tambin yo quiero salir de

    casa y ver si el pjaro me regala algo! Y sali de la

    casa.

    ... mis huesitos guard

    Los at en un pauelito

    de seda muy bonito

    Entonces el pjaro dej caer los zapatos.

    ...y al pie del enebro los dej.

    Po po, po qu linda ave soy!

    Y la nia se puso muy contenta. Tom los

    zapatos rojos y entr, saltando y bailando, en la

    casa.

    Vaya! dijo. Estaba tan triste cuando sal de

    la casa y ahora entro tan alegre! Qu pjaro tan

    maravilloso, el que me ha regalado un par de

    zapatos rojos!

    No, no! grit la mujer, y se puso en pie deun salto, y los cabellos se le inflamaron como

    llamas. Me siento como si fuera a derrumbarse el

    mundo! Yo tambin voy a salir fuera, para ver si

    me encuentro mejor!

    Y, en cuanto sali, cataplum!, el pjaro le dej

    caer la piedra de moler encima de la cabeza, y la

    piedra la aplast. El padre y Marlenita oyeron el

    estruendo y salieron a ver qu pasaba. Y vieron que

    en el sitio donde haba estado la mujer surga humo

    y fuego y llamas y, cuando todo hubo acabado, all

    estaba de nuevo el hermanito. Y tom a su padre y

    a su hermanita de la mano, y los tres se sentan

    muy felices, y entraron en la casa a comer.

    Hermanos Grimm. (1812-1815)

    Cuentos para nios y el hogar.

    Madrid: Anaya, 1985.