04. tomÁs melendo, oposición y contradicción en aristóteles y tomás de aquino

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 OPOSICIÓN Y CONTRADICCIÓN EN ARISTÓTELES Y TOMAS DE AQUINO TOMÁS MELENDO A tres podrían reducirse los caracteres básicos de cualquier «to do» o «conjunto» análogo. El primero sería la diversidad  real  entre los integrandes de tal género; el segundo, la gradación escalar de sus componentes según un  magis et minus;  y el tercero y decisivo, la resolución de tales elementos en el analogado principal. El género de los opuestos, tal como lo presentan  ARISTÓTELES y  TOMÁS DE AQUINO,  cumple los tres requisitos. Sus cuatro com ponentes —contradicción, privación y hábito, contrarios y relacio nes—  son a todas luces diversos entre sí; la oposición se encarna en ellos según las leyes del  magis et minus,  estableciéndose el má ximo de oposición en la contradicción y el mínimo en las relaciones; y los restantes elementos se «resuelven» en la contradicción como en su analogado principal. Las páginas que siguen estudiarán este último punto —la re solución de todos los opuestos en la oposición contradictoria—, ten diendo a resaltar las diferencias de matiz entre la contradicción aris totélica y la tomista, y, en consecuencia, el diverso modo en que los dos «resuelven» las distintas oposiciones en la contradicción. Como en tantos otros puntos, las discrepancias entre  SANTO TOMÁS  y  ARISTÓTELES  en torno a la contradicción deberían califi carse, más que de corte radical, de un progreso de  TOMÁS DE AQUI- NO  en la línea ya iniciada por el Estagirita. En el caso que nos ocu po,  ese avance se debe a un planteamiento más estrictamente meta- físico de consideraciones que  ARISTÓTELES  había desarrollado  fun damentalmente,  aunque no de modo exclusivo, en otros ámbitos. Con las matizaciones que después haremos, cabe decir que  ARISTÓ TELES  encara y desarrolla el estudio de la contradicción, las más.de 63

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Temas de Lógica

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  • OPOSICIN Y CONTRADICCIN EN ARISTTELES Y TOMAS DE AQUINO

    TOMS MELENDO

    A tres podran reducirse los caracteres bsicos de cualquier to-do o conjunto anlogo. El primero sera la diversidad real entre los integrandes de tal gnero; el segundo, la gradacin escalar de sus componentes segn un magis et minus; y el tercero y decisivo, la resolucin de tales elementos en el analogado principal.

    El gnero de los opuestos, tal como lo presentan ARISTTELES y TOMS DE AQUINO, cumple los tres requisitos. Sus cuatro com-ponentes contradiccin, privacin y hbito, contrarios y relacio-nes son a todas luces diversos entre s; la oposicin se encarna en ellos segn las leyes del magis et minus, establecindose el m-ximo de oposicin en la contradiccin y el mnimo en las relaciones; y los restantes elementos se resuelven en la contradiccin como en su analogado principal.

    Las pginas que siguen estudiarn este ltimo punto la re-solucin de todos los opuestos en la oposicin contradictoria, ten-diendo a resaltar las diferencias de matiz entre la contradiccin aris-totlica y la tomista, y, en consecuencia, el diverso modo en que los dos resuelven las distintas oposiciones en la contradiccin.

    Como en tantos otros puntos, las discrepancias entre SANTO TOMS y ARISTTELES en torno a la contradiccin deberan califi-carse, ms que de corte radical, de un progreso de TOMS DE AQUI-NO en la lnea ya iniciada por el Estagirita. En el caso que nos ocu-po, ese avance se debe a un planteamiento ms estrictamente meta-fsico de consideraciones que ARISTTELES haba desarrollado fun-damentalmente, aunque no de modo exclusivo, en otros mbitos. Con las matizaciones que despus haremos, cabe decir que ARIST-TELES encara y desarrolla el estudio de la contradiccin, las ms.de

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    las veces, en un contexto lgico. SANTO TOMS conserva toda la riqueza de ese enfoque; pero adems, como ya en ocasiones haba hecho ARISTTELES, estudia la cuestin en el mbito estrictamente metafsico, explicitando consecuencias que el Filsofo haba man-tenido en la sombra. Por eso, es en este terreno estrictamente onto-lgico donde descubrimos las mayores divergencias entre la contra-dicin aristotlica y la tomista.

    1. Orgenes lgicos de la contradiccin?

    Segn sostiene Hamelin, la estructuracin aristotlica de los cuatro tipos de oposicin presenta fundamentalmente motivaciones lgicas: al estudiar los opuestos, ARISTTELES habra pretendido an-tes que nada resolver el problema de la atribucin, difcilmente expicable a partir del planteamiento del no-ser realizado por PAR-MNIDES *.

    Aun cuando no sea necesario aceptar sin ningn tipo de reservas esta opinin, algo de verdad parece que encierra. De hecho, al hojear distintos diccionarios y enciclopedias filosficas, se descubren a me-nudo enfoques de la oposicin aristotlica en los que las perspectivas lgicas dominan incontrastadas2; prueba de que, en la mente de esos autores, la oposicin aristotlica goza de mayor significado en el mbito de la lgica. Desde el punto de vista de las fuentes de que dispuso ARISTTELES, la cuestin no es tan sencilla: si es cierto que PARMNIDES y PLATN plantean a veces nuestro tema en ntima conexin con el de los modos y las posibilidades de predicar, no lo es menos que, para ellos, este problema tena alcance directa e in-

    1. Cfr. O. HAMELIN, Le systme d'Avistte, 7. Vrin, 3.a ed., Pars, pp. 128-29.

    2. Ver, por ejemplo, J. FERRATER MORA, Diccionario de Filosofa, ed. Sud-americana, Buenos Aires, 4 ed., 1965, tomo II , pp. 333-337. La voz Opposizio-ne en Enciclopedia Filosfica, Centro di Studi di Gallarate, Istituto per la Collaborazione Cultrale, Venezia-Roma, 1957, tomo II I , coll. 1055-6 (se trata exclusivamente desde la perspectiva lgica). Dictionary of Philosophy and Psy-chology, ed. por J. Mark Baldwin, Peter Smith, Gloucester 1960, vol. I I , p. 206. El Lalande, aunque brevemente, presenta una visin ms amplia, aun cuan-do tambin carezca de un tratamiento propiamente metafsico (ver la trad. espa-ola, ed. El Ateneo, Buenos Aires 1953, tomo II , pp. 918-9).

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    mediatamente ontolgico. Adems, como es sabido, existe toda una lnea del pensamiento anterior a ARISTTELES en la que los contra-rios son concebidos como principios del ser y del devenir. ARIST-TELES acepta plenamente tal enfoque, aunque en parte compensado con su visin de la contrariedad como diferencia mxima, que en-tronca ms bien con la tradiccin platnica de la dialctica.

    En cualquier caso, si atendemos a los propios escritos aristo-tlicos, habra que establecer algunos distingos: la contrariedad pa-rece obtener un puesto paritario en fsica y metafsica, por una parte, y en los estudios lgicos, por otra; la privacin y el hbito son concebidos fundamentalmente para desentraar cuestiones de n-dole fsica y ontolgica; y la contradiccin parece que se extiende desde los dominios de la lgica a los de la realidad extramental. Nos detendremos en este ltimo punto.

    a) La contradiccin aristotlica

    Atendiendo a la terminologa empleada por ARISTTELES, la cuestin resulta evidente: vT

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    plido: el trmino acto, que en un origen se concibi para designar al movimiento y a las operaciones accidentales, se carga de su sen-tido ms genuino al aplicarlo a una sustancia espiritual y a una operacin en la que en rigor no existe motus: la inteleccin; y el mismo trmino spiritus, extrado del mbito material del vien-to pasa a designar las realidades ms ajenas a la materia.

    La cuestin terminolgica, de por s, no es decisiva. Por otra parte, es notorio que ARISTTELES y SANTO TOMS aplican los tr-minos antes sealados vTcpacn,^ contradiccin a cuestiones del todo ajenas al mbito de la lgica. Se trata, por tanto, de determinar si despus de esas extensiones las voces conservan residuos de su primitivo origen o adquieren un nuevo significado, diverso en buena medida al que mostraban al principio. Consideremos en primer lugar el planteamiento de la cuestin en las Categoras.

    En una primera lectura, no es fcil decidir si los captulos dedi-cados al anlisis de la oposicin se sitan en un ambiente predomi-nantemente lgico o metafsico. Con toda probabilidad, existen indi-caciones en los dos sentidos. Pero una cosa s es clara: el modo de enfocar el estudio de los contradictorios presenta caracteres que lo distinguen un tanto de los dems opuestos.

    Y as, en los inicios del captulo 10, cuando ARISTTELES quiere ejemplifidar los gneros de opuestos que acaba de establecer, escoge en los tres primeros casos dos trminos diversos doble, mitad; bien, mal; ceguera, vista, mientras que para la contradiccin acude a un verbo en tercera persona (xfrnrai) y a su negacin (o) xzhyrou): est y no est sentado4. Un poco ms adelante sostendr que la afir-macin a la que primariamente se est refiriendo es un juicio afir-mativo y la negacin un juicio negativo 5, al paso que en los

    4. Una cosa puede ser opuesta a otra de cuatro maneras diferentes; o co-mo lo son los relativos, o como los contrarios, o como privacin y posesin, o, por ltimo, como afirmacin y negacin. Y para servirnos de ejemplos, todas es-tas cosas son opuestas entre s, como en los relativos el doble lo es a la mitad; en los contrarios, el bien lo es al mal; en la privacin y posesin, la ceguera a la vista; y, en fin, en la afirmacin y negacin, estar sentado a no estar sen-tado {Categoras, cap. 10, 11b 17-24). Para la versin al castellano utilizo la ed. de Porra S. A., Mxico 1977, pp. 40-44, que recoge la tradicional traduc-cin de Azcrate. Alguna vez he retocado levemente, a la vista del original, esta traduccin.

    5. Categoras, 12b 8-9.

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    otros tres tipos de opuestos el enfrentamiento se establece entre palabras consideradas aisladamene6, sin combinacin alguna7.

    Adems, en las Categoras y en otros lugares, presenta como rasgo propio y privilegiado de la contradiccin el separar lo ver-dadero de lo falso: para cualquier elemento tanto en los dominios del ente como del no ente, uno de los contradictorios ha de ser cierto y el otro falso8. Y aunque es evidente que esta propiedad de los contradictorios ha de fundarse a fin de cuentas en las realidades extramentales, no lo es menos que la caracterizacin que se ofrece de esta suerte de opuestos es eminentemente lgica, as como la de los contrarios mxima distancia demuestra implicaciones fsicas.

    Pero hay ms. Hemo dicho que la necesaria alternativa entre verdad y falsedad constitua una propiedad exclusiva de los opuestos contradictorios. Por qu? ARISTTELES aduce, al menos, dos razo-nes. A la primera acabamos de aludir: los opuestos relativos, los contrarios, la posesin y la privacin se expresan con palabras aisla-das, y a ninguna de stas corresponde de por s verdad o falsedad, que son atributos del juicio9. La segunda, ms de fondo, tambin nos es conocida: entre la afirmacin y la negacin no cabe medio, es necesario afirmar o negar.

    Pues bien, acaso esta segunda razn requiera un pequeo comen-tario. Como es sabido, la carencia de medio entre los contradictorios muestra en SANTO TOMS cimientos ontolgicos: entre los extremos de la contradiccin, ente y no ente, no existe ningn tipo de medio porque el ente hace referencia al acto de ser. Ahora bien, es notorio que esto no puede aplicarse de manera inmediata a los ejemplos aqu apuntados por ARISTTELES, como tampoco a los que ste o TOMS DE AQUINO presetan en otros lugares: ni el estar o no estar sentado, ni el blanco y el no-blanco apelan directamente al acto de ser. En

    6. Cfr. pargrafo 22 de la edicin citada. 7. Cfr. Categoras, cap. 10, 13b 5-12. 8. Los opuestos, que lo son como negacin o afirmacin, no son eviden-

    temente opuestos de ninguna de las maneras dichas hasta aqu; sino que res-pecto de estas cosas, y slo repecto de ella, es absolutamente preciso que una de las dos sea verdadera y la otra falsa (ibid., 13a 38-b 2). Por lo tanto, las cos.as que son opuestas al modo que la negacin y la afirmacin, son las ni-cas que tienen esta propiedad especial, que una de las dos debe ser siempre falsa o verdadera (ibid., 13b 33-35).

    9. Cfr. ibid., 13b 3ss.

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    estos casos, la ausencia del posible medio habr que buscarla en otro lugar. Dnde?: en las peculiaridades de la negacin contra-dictoria; en el modo de enunciar una oposicin que, en realidad, s que puede admitir un medio 10; o, en otras palabras, en el hecho de que, en virtud del modo como nos expresamos, el no de la contra-diccin remueve indeterminadamente todo lo que no es el opuesto afirmado. De ah que entre el cabo afirmativo y todo lo que no es l (ya sea ente o no ente) se excluya cualquier posibilidad de me-diacin.

    Esto resulta pacfico para ARISTTELES y para SANTO TOMS. Pero se trata todava de una consideracin en la que la lgica se mezcla con la metafsica, pues ese no indeterminado un no que de manera indefinida apela tanto al ente como al no ente nunca podr darse en la realidad. Pues bien, la tesis del presente artculo vendra a decir que, si bien los dos autores se han preocupa-do con xito de deslindar estos dos grupos, separando la contradiccin lgica de la metafsica, SANTO TOMS ha llegado ms lejos a la hora de cimentar el no contradictorio de la lgica en la realidad. TO-MS DE AQUINO ha establecido el fundamento ltimo de toda nega-cin, al descubrir y explicitar el primer analogado de la oposicin estrictamente metafsica, y concebir las subsiguientes oposiciones y tambin la diversidad como participaciones en la radical oposicin de ser y no ser.

    A fin de proceder con cierto orden, estudiemos primero alguna de las notas del no incluido en las oposiciones contradictorias.

    b) Peculiaridades del no de los trminos contradictorios

    En estas pginas se intenta realizar algunas consideraciones en torno al no de la contradiccin lgica, con el fin de ver en qu manera esa negacin se corresponde con las remociones que de hecho descubrimos en el universo.

    10. En el De quatuor oppositis se insiste en que blanco y no-blanco (cuan-do se refiere al negro) son contrarios expresados a modo de contradiccin. (Cfr. c.2, n.591). Tambin CAYETANO alude a que la contradiccin entre dos trmi-nos u oraciones puede establecerse a veces ratione modi enunciandi (In II Veri Hermeneias, lect. 13, nn. 350ss.).

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    Conviene, en primer lugar, distinguir dos campos: el de la l-gica de trminos y el de la lgica ptoposicional. En las Categoras, el no utilizado en ambas se encuentra implcitamente contenido bajo la denominacin comn de contradictorio u ; en el Veri Herme-netas, la negacin que se aplica a trminos aislados recibe un ape-lativo especial: no infinitante o indeterminante. Consideraremos primero este tipo de negacin, por dos motivos: porque a ella pa recen referirse ARISTTELES y SANTO TOMS cuando resuelven en la contradiccin los dems opuestos (por ejemplo, cuando afirman que blanco y negro incluyen en s blanco y no-blanco, o que vista y ceguera encierran vista y no-vista); y, en segundo lugar, porque en los nombres y verbos infinitos se advierten de forma ms clara los tipismos de la negacin a que aludimos. Seguiremos la exposicin aristotlica, auxiliados por los comentarios de SANTO TOMS.

    En los primeros compases del Veri Hermeneias, ARISTTELES estudia las partes de que se compone la oracin enunciativa. En el captulo segundo explica los rasgos constitutivos del nombre; y all, casi al final, expone cmo los sustantivos precedidos de una nega-cin {no-hombre, por ejempo) no representan propiamente un sus-tantivo ni tamoco una enunciacin afirmativa o negativa; y propone calificarlos como nombres indeterminados, indefinidos o infinitos (8vou.a purrov), puesto que pueden convenir tanto al ser como al no ser. Al trmino del captulo tercero aplica la misma doctrina a verbos como no-correr, no-estar sano, no-trabajar: no se trata de verbos en el sentido estricto, aunque de alguna manera, como las expresiones verbales, cosignifiquen el tiempo y un sujeto de inhesin. Tampoco en este caso la tradicin lega un nombre para designar a estas dic-ciones, y ARISTTELES decide denominarlas verbos indeterminados o infinitos, por poderse aplicar tanto al ser como al no ser12.

    11. Cfr. cap. 10, 12b 6-16, donde parece darse el paso desde el no de los juicios hasta las realidades a que stos se refieren.

    12. 'No hombre' no es un nombre; no hay un nombre conveniente para designarlo, ya que no es ni expresin ni negacin. Llammoslo nombre indefi-nido (cap. 2, 16a 29-32). 'No sana' y 'no enferma' no los llamo verbos: aun-que significan adems tiempo y siempre se atribuyen a algo, no hay sin em-bargo nombre para esta variedad. Llammoslo verbo indefinido, porque perte-necen igualmente a cualquier cosa, ya sea existente o no existente (cap. 3, 16b 11-15). Sigo la traduccin castellana de A. Garca Surez y J. Velarde, publicada en Revista Teorema, Valencia 1977.

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    Las glosas de SANTO TOMS pueden ayudarnos a aferrar el alcan-ce de estas voces infinitas. Comenta TOMS que non-homo no ha de considerarse nombre. Y explica: Todo nombre significa alguna naturaleza determinada, como hombre, o bien una persona determi-nada, como lo hacen los pronombres, o, por fin, una persona y una naturaleza determinadas, como sucede con Scrates. El no-hombre} empero, ni significa una determinada naturaleza ni una determinada persona, puesto que se toma de la negacin de hombre, que del mismo modo puede aplicarse al ente y al no-ente. Por eso mismo puede decirse tanto de aquello que no existe en la naturaleza, como al afirmar que 'la quimera es no hombre', cuanto de lo que s que existe en la naturaleza, como en la expresin 'el caballo es no hom-bre' 13. Por el contrario, si ese nombre se tomara de una privacin, requerira por lo menos un sujeto existente; pero como se toma de la negacin, puede decirse del ente y del no-ente, segn comentan BOECIO y ANMONIO 14. A continuacin, TOMS DE AQUINO explana el carcter novedoso de estos trminos aristotlicos 15 y las razones que prohiben considerarlos como oracin afirmativa o negativa; y concluye: por eso impuso un nuevo nombre a semejantes diccio-nes, llamndolas nombres 'infinitos' en virtud de la indeterminacin de su significado 16.

    13. En un contexto de estudios lgicos, las afirmaciones tomistas reque-riran algn comentario y matizacin; pero aqu interesa tan slo determinar el carcter del no incluido en los trminos indefinidos.

    14. In I Peri Hermeneidas, lect. 4, n. 48. 15. Non autem erat nomen positum tempore Aristotilis sub quo huius-

    modi dictiones concluderentur... {In I Peri Hermeneias, lect. 4, n. 48). Tam-bin ALBERTO MAGNO {In I Peri Hemeneias, tract. II , cap. 5) y ANMONIO {De Interpretatione, sect. I, q. 7) estn de acuerdo en que fue ARISTTELES el in-ventor de esta denominacin.

    16. In I Peri Hermeneias, lect. 5, n. 48. El comentario tomista a los ver-bos infinitos poco aade a lo que acadamos de ver. SANTO TOMS explica que estos verbos no indican accin o pasin determinada, sino que ms bien sig-nifican la remocin de una accin o pasin concretas. Aclara despus que la denominacin de infinitos presenta las mismas raices que en los sustantivos, pues, como ellos, estos verbos pueden atribuirse indiferentemente tanto a lo que es como a lo que no es: la negacin que los precede no debe considerarse privativa, sino simple negacin. Por fin, expone las diferencias entre estos verbos y los que se incluyen como negativos en los juicios; mientras estos lti-mos son considerados por la mente como dos dicciones distintas, los verbos in-

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    Situados frente a estos datos, es fcil detectar una diferencia bsica entre los polos negativos de la oposicin contradictoria los nombres o verbos indefinidos y los de las restantes oposiciones. En cualquiera de stas el trmino negativo, sacado del contexto de la frase, posee tambin una significacin determinada, indica una realidad o un conjunto de realidades bien precisas: el color negro, la ceguera, el hijo o el padre...; pero los trminos infinitos se presentan como algo indeterminado, no susceptible de expresar inme-diatamente ninguna realidad concreta.

    SANTO TOM lo haba ya sealado en su comentario. Pero lo interesante es resaltar el motivo que aduce, idntico en el caso de los verbos y en el de los nombres: el no que se antepone al voca-blo sumitur in vi simplicis negationis 17, debe considerarse con la fuer-za de una simple negacin. Y el rasgo ms caracterstico de las nega-ciones simples es la indeterminacin.

    Como bien explica ARISTTELES, la afirmacin precede a la ne-gacin: tanto desde el punto de vista de la expresin oral, como del de la concepcin del entendimiento, como en la realidad 18. De ah que, para nuestra mente, los extremos negativos de cada tipo de opuestos inluyan una relacin a la entidad positiva que remueven. Pero, como hemos sealado, las caracersticas de los otros tipos de opuestos y las del no contradictorio, tal como aqu lo estamos considerando, son distintas: las dems oposiciones incluyen una ne-gacin de intensidad determinada, que por eso desemboca en una meta bien concreta, mientras que los trminos infinitos no encierran sino una negacin imprecisa. O, mejor, como explicar despus SANTO TOMS, engloban indeterminadamente muchas negaciones: en la ne-gacin infinitante multa conveniunt, sicut in quodam uno secun-dum rationem 19.

    El no infinitante, como explica acertadamente P. C. Courts, agrupa por tanto a la negacin radical, a la privacin, a los contrarios y a los trminos relativos; el no-orden, como trmino infinito, sera

    finitos se toman como una sola diccin, como una nica realidad mental (cfr. ibd., nn. 61-62); cosa que tambin suceda al non-homo, que nuestra mente concibe como un slo concepto (cfr. In I Veri Hermeneias, lect. 1, n. 24).

    17. Cfr. In I Veri Hermeneias, lect. 5, nn. 48 y 62. 18. Cfr. por ejemplo, In I Veri Hermeneias, lect. 8, n. 90. 19. In II Veri Hermeneias, lect. 1, n. 207.

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    la total ausencia de orden, la privacin de orden, el orden contrario a los otros rdenes...20.

    SANTO TOMS denomina simple a este tipo de negacin om-niabarcante incluida en los trminos indefinidos. La llama tambin absoluta, pero este adjetivo no debe inducir a engao: en el pre-sente contexto no equivale a negacin plena, acabada, sino a simple negacin, a negacin sin ms. Como en otros contextos filosficos, lo absoluto, en cuanto desligado, es lo que no apela sino a lo que est dentro de su esencia: la negacin absoluta no dice ms que negacin.

    Evidentemente, no es sta la remocin ms tajante y radical, que cabe concebir al hablar de la contradiccin y del extremo nega-tivo de los contradictorios (el no-ente ms pleno: la nada); aunque la engloba, no la designa de forma explcita: la negacin infinitante aristotlica, la negacin simple de SANTO TOMS, encierra tambin como punto de arribo indeterminado al no-ser... pero igualmente puede concluir en el ser (no-hombre es tanto lo que no es, como lo que es sin ser hombre).

    Por qu sucede esto? Para encontrar la respuesta, acudamos al captulo dcimo del Peri Hermeneias, donde ARISTTELES resume algunas de sus ideas en torno a los trminos infinitos. Esas anotacio-nes darn ocasin a SANTO TOMS para aadir algo que el texto aristotlico no expresa explcitamene. Segn comenta TOMS, el nom-bre infinito se denomina tambin indeterminado porque no nom-bra a algo con una forma determinada, sino que slo remueve la determinacin de la forma21. Y es evidente que, limitndose a re-mover la determinacin de una forma concreta, llegamos tanto al no-ser como a cualquier ente que no posea esa forma precisa.

    Por eso, y siguiendo de nuevo a Courts, se podra afirmar: La negacin in-de finida, o el trmino in-de finido, no discriminan al otro del puro no-ser, pues en realidad se reducen a excluir una forma determinada en tanto que determinada. Por consiguiente, ni pone ni excluye, fuera de esa forma, nada determinado. Semejante

    20. Cfr. P. C. COURTS, Participation et contingence selon S. Thomas, en Revue Thomiste, 1969, p. 220.

    21. In II Peri Hermeneias, lect. 1, n. 206. Algo anlogo cabra afirmar respecto a los verbos indefinidos: cfr. ibd., n. 209.

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    negacin sita en la exterioridad a lo indeterminado, que es tanto el no-ser como lo otro. Y ese otro se extiende al conjunto de los seres determinados, a cada ser determinado que no es la forma negada, al sujeto privado de tal forma, a los principios indeterminados como la materia o el ens en general. 'No vidente* se aplica al animal ciego, al embrin que todava no ve, al animal que no ve por la razn que sea (duerma o tenga los ojos cerrados...), a la piedra, al ser conside-rado en abstracto, al no-ser 22.

    Para SANTO TOMS existira un nico caso en que esto no se da: el del non-ens o no-ser radical, en que la forma aludida es la forma entitatis. La remocin de esa forma comporta necesariamente em-plazarse fuera del mbito de todo ser (en la nada). En todas las de-ms circunstancias, la negacin del no infinitante se constituye como negacin indeterminada.

    c) El no de las oraciones contradictorias Antes de sacar conclusiones de lo que acabamos de ver, consid-

    renlo si el no incluido en las oraciones contradictorias conlleva una remocin de caractersticas similares a las del no infinitante. La cuestin, en este caso, es ms compleja. Existen diferencias entre el verbo infinito y el negativo23; adems, en el caso de las oraciones negativas ser preciso hacer intervenir, segn las circunstancias, una suppositio diversa, capaz de determinar el alcance de la negacin. Con todo, ahora nos interesa tan slo dilucidar si ese no, en s mismo, puede considerarse como negatio simplex o absoluta; esto es, si se trata de un no que simplemente remueve, sin esclarecer por s mismo la intensidad y caractersticas de la negacin ni, por tanto, el punto de llegada de la actividad de la mente que niega24. Pues bien, compulsando los textos aristotlicos y las glosas tomistas, parece que la respuesta ha de ser positiva: el no de las oraciones

    22. P. C. COURTS, Participation..., cit., pp. 219-220. 23. Cfr., por ejemplo, In I Per i Hermeneias, lect. 5, n. 62; In II Peri Her-

    meneias, lect. 1, n. 209. 24. La cuestin, aqu, se plantea desde una perspectiva exclusivamente l-

    gica; si se hicieran intervenir consideraciones de ndole psicolgica, habra que modular la solucin diversamente.

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    contradictorias, por s mismo, meramente remueve lo que la afirma-cin opuesta aseguraba.

    Avalan esta opinin, en primer lugar, las frecuentes aproxima-ciones entre el no infinitante recin considerado (no-blanco, no-hombre) y el de las oraciones contradictorias; acercamientos que hacen suponer en los dos las mismas caractersticas 25. Adems, en el mismo sentido encontramos aserciones expresas de SANTO TOMS, como comentario a los textos de ARISTTELES. Por ejemplo, para explicar el motivo de que ia universal afirmativa se oponga contradictoria-mente a la particular negativa, y la particular afirmativa a la uni-versal negativa, sostiene: y la razn est en que la contradiccin consiste en la sola remocin de la afirmacin por la negacin (in sola remotione affirmationis per negationem) 26. Lo mismo afirma algo ms adelante: en las contradictorias, la negacin no hace otra cosa que remover la afirmacin (...nisi quod removet affirmationem) 27. Y todava, al mostrar cmo a cada afirmacin se opone una sola nega-cin estricta: ... pero esto no puede hacerse sino de una sola forma, de tal manera que la negacin niegue exclusivamente lo que la afir-macin aseguraba, y nada ms (et nihil aliud) 28.

    As pues, como en el caso de la contradictoriedad de trminos, la negacin de las oraciones contradictorias se limita a remover la de-terminacin que sostena la oracin positiva... y nada ms. Atenda-mos, por ejemplo, a la cantidad de las oraciones en juego; en estas circunstancias, la intensidad de la remocin vendr definida por el grado de universalidad con que el predicado se niega del sujeto. En efecto, un predicado se afirma universalmente cuando se atribuye a todos y cada uno de los seres contenidos bajo el sujeto, como en la oracin todo hombre es mortal, en la que la mortalidad se pre-

    25. Quiz uno de los textos ms claros sea ste de CAYETANO: Contradic-tio inter enunciationes ratione modi enunciandi est quando idem praedicatur de eodem subiecto contradictorio modo enunciandi; ut sicut unum contradictorium nil ponit, sed alterum tantum destruit, ita una enunciatio nil asserit, sed id tan-tum quod altera enunciabat destruit. Huiusmodi autem sunt omnes quae contra-dictoriae vocantur... (In II Veri Hermeneias, lect. 13, n. 350).

    26. In I Veri Hermeneias, lect. 11, n. 146. 27. In I Veri Hermeneias, lect. 11, n. 149. 28. Ibid., lect. 12, n. 156. Lo mismo se manifiesta, en el nmero siguiente,

    al ejemplificar las negaciones que corresponden a cada tipo de afirmacin.

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    dica, uno por uno, de todos los integrantes de la especie hombre29; pues bien, en este caso, a la universal afirmativa se opondr en for-ma contradictoria aquella negativa que simplemente excluya, sin de-terminar ms, la universalidad de la afirmacin30. La contradictoria de omnis homo est mortalis sera nom omnis homo est mortalis, con la que sencillamente se elimina la universalidad de la atribucin, sin indicar de forma precisa el trmino de esa remocin: los no-mor-tales podran ser uno, cien o incluso la totalidad de los hombres31. En suma, por s misma, la negacin contradictoria es indeterminada, en el sentido de que no delimita la vehemencia de su remocin.

    Ver accidens, sin embargo, esa negacin puede ser determinada, como sucede en las oraciones de sujeto individual. Y la razn es muy clara: en estas circunstancias, no cabe sino una forma de negar lo que expresa la oracin afirmativa; al todo hombre es blanco lo remueven de distinta manera el no todo hombre es blanco (con-tradictoria) y el ningn hombre es blanco (contraria); pero frente a Pedro es blanco slo cabe una remocin: la de Pedro no es blanco 32. Sucede aqu algo similar a lo que ocurra con el no in-finitante aplicado al trmino ens\ de por s ese no resultaba inde-terminado, pero al referirlo a la forma entitatis cosa no exigida en absoluto por la naturaleza del no infinito se tornaba nega-cin precisa, determinada.

    29. Cfr. bid., lect. 10, n. 130. 30. Diversamente, la oracin contraria no slo remueve la universalidad

    de la afirmacin, sino que la remueve universalmente; es decir, excluye el pre-dicado de todos y cada uno de los seres que caen bajo el sujeto: cfr. bid.

    31. Cfr. In I Veri Hermeneias, lect. 10, n. 135. Desde este punto de vista, pienso que no existe una rigurosa equipolencia entre el non omnis homo est albus, que tanto puede afirmarse del aliquis homo est cuanto del nullus homo est, y el aliquis homo non est albus. Si SANTO TOMS pasa por alto la distincin y sostiene sin reservas esa equivalencia, puede deberse justamente a que el aliquis homo non est albus basta para remover la universalidad, que es lo que la afirmativa sostena.

    32. Manteniendo, como es lgico, la identidad de sujeto y predicado, que es el supuesto en que nos encontramos, ... quando utraque est singularis... negatio ex necessitate refertur ad idem (quod non contingit in particularibus et indefinitis), nec potest se in plus extendere nisi ut removeat affirmationem {In I Veri Hermeneias, lect. 11, n. 149). Como es lgico, en el ejemplo que hemos aducido se mantiene la indeterminacin propia del no-blanco, referible tanto al gris como a cualquier otra tonalidad cromtica; pero eso compete ya al no infinitante de trminos, y no al de las oraciones negativas.

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  • TOMAS MELENDO

    Podemos concluir, por tanto, que la negacin de las oraciones contradictorias, per se, es indeterminada. Ese carcter genrico puede deducirse tambin del comportamiento de estas oraciones respecto a las contrarias, que cabra comparar al de los gneros en relacin con sus especies. Igual que las especies cierran la indetermina-cin contenida en sus propios gneros, atrayndolos hacia una al-ternativa concreta (hombre, caballo, puma), la contrariedad determina la intensidad de la remocin que seala comn o difusamente el no contradictorio, hacindola confluir hacia una negacin precisa. En ese sentido, como las especies respecto a sus gneros, los contrarios aaden algo al no contradictorio: una determinacin33.

    Como ya hemos insinuado, en el contexto en que nos estamos moviendo mxima remocin quiere decir remocin mximamente universal. Ahora bien, respecto a la universalidad, la negacin con-tradictoria no implica ni remocin mxima ni mnima: expresa sim-plemente remocin; indica que semejante universalidad de predica-cin ha de eliminarse34. La licitud de este modo de considerar las dos especies de oposicin a que nos estamos refiriendo se confirma al ad-vertir cmo las oraciones contradictorias en algunas de sus mlti-ples concreciones pueden ejercer de medio entre las contrarias35. Pero esto slo ser posible si la oracin contradictoria de por s ex-presa una simple negacin indeterminada, pues slo de esa forma po-dr concretarse tanto en remocin mxima como en remocin media.

    33. Todo esto puede observarse en el siguiente comentario de SANTO TO-MS: ... se llaman contrarios a los que distan entre s mximamente. Pues algo no se dice negro por el simple hecho de no ser blanco, si-no que sobre ese no ser blanco significado comnmente {communiter) por la remocin del blanco el negro aade la extrema distancia al blanco. De la misma manera, aquello que se afirma por la enunciacin, 'todo hombre es blan-co', es removido por la negacin 'no todo hombre es blanco': pues es nece-sario que la negacin remueva el modo como el predicado se dice del sujeto, y ese modo se encuentra designado por la diccin 'todo'. Pero sobre esa remocin (indeterminada), el enunciado 'ningn hombre es blanco' aade una total remo-cin, que comporta la extrema distancia respecto al enunciado universal afir-mativo: y esto es propio de la contrariedad. De ah que a este tipo de oposi-cin se le denomine con toda conveniencia contrariedad (In Peri Hermeneias, lect. 10, n. 135; cfr. tambin S. Th., II-II, q. 19,'a. 4 c).

    34. Cfr. In II Peri Hermeneias, lect. 13, n. 350. 35. Como acabamos de ver, otra de esas posibles concreciones sera justa-

    mente la oracin contraria.

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  • OPOSICIN Y CONTRADICCIN

    Igual que el no-blanco, como trmino infinito o contradictorio, en-globa en forma indeterminada tanto al negro (contrario al blanco) como al gris (medio entre el blanco y el negro), el non omnts homo est albus podra referirse indeterminadamente tanto al nullus ho-mo est albus (contraria al omnts homo est albus) como al aliquis homo non est albus (media entre el omnis y el nullus)36.

    Concluyamos. En atencin a estos ejemplos, no parece aventurado concebir a la contradictoriedad como remocin genrica, indetermi-nada, como remocin simple; y a la contrariedad como remocin m-xima, en el mbito en que nos estamos moviendo. Sucedera enton-ces que esta oposicin contradictoria no ha de considerarse por fuer-za mayor que la oposicin de contrariedad: cosa evidente si se ad-vierte que, en ocasiones, las contradictorias actan como medio entre las contrarias.

    "k "k -k

    A esto podra objetarse que la oposicin entre dos juicios debe calibrarse en funcin de su verdad o falsedad, puesto que las enun-ciaciones se definen precisamente como significativas de lo verdadero y de lo falso37. En consecuencia, las oraciones contradictorias, una de las cuales es necesariamente verdadera y la otra falsa, se opon-dran con mayor fuerza que las contrarias, que, si bien nunca pueden ser simultneamente verdaderas, s pueden ser falsas a la vez.

    Sin duda, taes consideraciones concuerdan perfectamente con el espritu de ARISTTELES y SANTO TOMS. NO obstante, junto a sta, existe otra determinacin de la contrariedad o contradictoriedad de las oraciones con base exclusiva en la intensidad de la remocin; y esa determinacin es previa a cualquier consideracin de verdad o falsedad de las oraciones enunciativas. En el curso del Peri Herme-neias, ARISTTELES comienza a tratar sobre la verdad o falsedad de las oraciones opuestas despus de haber definido claramente cules son las contrarias y cules las contradictorias, y las caractersticas de la remocin que cada una de ellas incluye; adems, esta considera-cin en torno a la verdad y falsedad se encuentra introducida por la

    36. Cfr. In I Peri Hermeneias, lect. 11, n. 147. 37. Cfr. Ibid., lect. 7, n. 83.

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    partcula 5i (quocirca), que coloca a lo que sigue en dependencia cau-sal estricta con lo que ya ha sido estudiado: es decir, el modo en que se relacionan la verdad y falsedad en los distintos tipos de oposicio-nes deriva de la ndole tpica de esa oposicin, y no al contrario38.

    Lo avalan SANTO TOMS y CAYETANO. El primero, glosando el p-rrafo aristotlico al que acabo de eludir, afirma: despus, cuando dice 'por lo cual ciertamente, estas oraciones../, muestra ARISTTE-LES cmo se comportan la afirmacin y su negacin opuesta en re-lacin a la verdad y falsedad (...). Sostiene en primer trmino que, puesto que {quid) la universal afirmativa y la negativa son contra-rias, es imposible que ambas resulten simultneamente verdaderas, pues los contrarios se expelen uno al otro. Pero las particulares, que se oponen contradictoriamente a las contrarias universales, s que pue-den verificarse a la vez en un mismo sujeto...39. Unas pginas an-tes, en un esfuerzo por dilucidar el sentido de un inciso aristotlico de difcil exgesis, SANTO TOMS haba rechazado la interpretacin de algunos comentadores, justamente porque stos, para resolverlo, apelaban a la verdad y falsedad entre las oraciones opuestas, mien-tras que el Filsofo no habla aqu todava de verdad o de false-dad 40. Y hay que advertir que a estas alturas del Veri Hermeneias se encuentran ya perfectamente esclarecidos los caracteres de las oraciones contrarias y contradictorias.

    Tambin CAYETANO sostiene que las relaciones a la verdad o fal-sedad de los enunciados contrarios y contradictorios deriva de la na-turaleza de la oposicin que media entre ellos 41. Y en verdad, todo esto parece perfectamente acorde con el sentir de ARISTTELES. Cuan-do ste pretende definir de forma estricta la oposicin contradicto-ria, no alude para nada a la verdad o falsedad de las mismas, sino slo a la ndole de la oposicin que las enfrenta: hay oposicin con-tradictoria, dir, cuando una oracin niega precisamente lo que la

    38. Digo que una afirmacin y una negacin se oponen contradictoria-mente cuando la una significa universalmente lo mismo que la otra significa no universalmente (...). Pero se oponen contrariamente la afirmacin en forma universal y la negacin en forma universal (...). De ah que stas no puedan ser verdaderas a la vez.... (Peri Hermeneias, lib. I, cap. 7, 17b 16-26).

    39. In I Peri Hermeneias, lect. 11, n. 148. 40. Cfr. In I Peri Hermeneias, lect. 10, n. 137. 41. Cfr. In II Peri Hermeneias, lect. 13, n. 350.

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    otra afirma, y nada ms42. Para penetrar en la naturaleza de la opo-sicin contradictoria es menester, por tanto, definir el sentido pre-ciso de la negacin que la genera; y ste, como ya hemos conside-rado, es el de la simplex negatio 4\

    2. Resolucin de los dems opuestos en la oposicin contradictoria.

    a) Contradiccin lgica y contradiccin metafsica. Las disquisiciones que preceden permiten establecer la manera

    en que los restantes tipos de oposicin se resuelven en los opuestos contradictorios.

    Sealemos antes lo que ya hemos tenido ocasin de advertir. En la obra de SANTO TOMS, coexisten dos tipos de contradiccin. En primer trmino, la contradiccin como oposicin plena, que se esta-blece de forma exclusiva entre el ser y su total remocin (la nada) y que cabra calificar de contradiccin metafsica. El otro tipo de con-tradiccin es el que venimos considerando a lo largo de estas pginas; podramos denominarla contradiccin lgica, lgico-metafsica o, me-jor, contradiccin comn o genrica; a ella corresponde la simplex negatio, remocin simple o indeterminada.

    En efecto, en los trminos infinitos y en las oraciones contradic-torias se descubre, como rasgo constituyente, la presencia de la sim-ple remocin, de la negacin comn; la privacin, la contrariedad y las relaciones en cuanto modos de negar concretos, seran determi-naciones de esa indeterminacin. Desde esta perspectiva, podramos asimilar la negacin contradictoria a un gnero, en cuanto engloba en s indeterminadamente a las restantes oposiciones44: su relacin

    42. Cfr. In I Veri Hermeneias, lect. 9, nn. 116-7. 43. SANTO TOMS, siguiendo a ARISTTELES, explica que la diversidad en-

    tre las oraciones puede determinarse por dos criterios: el que deriva del modo en que son enunciadas (afirmativa y negativa), y el que surge al comparar la enunciacin con la realidad externa a la mente (verdadera y falsa). Y explica a rengln seguido cmo la contradictoriedad se establece con arreglo al primer criterio. (Cfr. In I Veri Hermeneias, lect. 9, sobre todo nn. 110, 116 y 117).

    44. E incluso, como ya antes sugeramos, a la contradiccin metafsica ra-dical y a las negaciones incluidas en la diversidad.

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    con ellas es la de lo indeterminado respecto a lo determinado, similar a la de las especies con su gnero45.

    Auxiliados por este smil, es fcil advertir que nos encontramos ante una consideracin lgico-metafsica. El gnero, cualquier gnero, no goza de realidad autnoma, independiente; sino que, como repite SANTO TOMS, subsiste slo realizado en sus especies, o en nuestro entendimiento 4. Esto es lo que sucede con la contradiccin tal como aqu la estamos encarando: la negacin indeterminada no existe aut-namente en la realidad, pues o se encuentra especificada en los otros tipos de opuestos, o constituye tan slo una abstraccin de nuestra mente, ms o menos fundada segn los casos.

    Pues bien, tanto ARISTTELES como TOMS de AQUINO utilizan a menudo este tipo de negacin contradictoria, y no slo en un con-texto lgico, sino estrictamente metafsico. Veamos un par de ejem-plos. Consideremos, en primer lugar, cmo comenta SANTO TOMS un pasaje con el que ARISTTELES introduce en la Metafsica la conside-racin de los opuestos. El Filsofo afirma que al hablar de privacin apelamos a una diferencia que no se encuentra incluida en la negacin, pues la negacin de algo indica su mera ausencia, mientras que en la privacin aludimos tambin a cierta naturaleza subyacente, de la que se dice la privacin47. SANTO TOMS explica: La negacin es doble: una, la negacin simple, por la que absolutamente se dice que esto no inhiere en aquello. Otra es la negacin en un gnero, por la que algo no se niega de modo absoluto, sino dentro de los l-mites de algn gnero... Y esta segunda aade una diferencia que no se encuentra en la negacin y por la que se distingue de ella: porque la negacin dice solamente ausencia de algo es decir, de aquello que remueve, sin determinar ningn sujeto. De ah que la nega-cin absoluta pueda verificarse tanto del no-ente... como del ente (...) Pero en la privacin existe cierta naturaleza o sustancia determi-nada, de quien se dice la privacin 48.

    45. Por otra parte, la consideracin de la oposicin contradictoria como gnero vendra abonada por el mismo ARISTTELES, que en el libro X de la Metafsica califica a los opuestos privativos como una clase de o como una cierta contradiccin (cap. 4, 1055b 7).

    46. Cfr. por ejemplo, C.G., I, c. 26, n. 247. 47. Cfr. Metafsica, lib. IV, cap. 2, 1044a 14-17. 48. In IV Metaph., lect. 3, n. 565. Los subrayados son mos. Obsrvese

    que el sentido del trmino absoluto, en las tres ocasiones, es el que hemos

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  • OPOSICIN Y CONTRADICCIN

    Se descubre un enfoque paralelo en otras ocasiones en las que ARISTTELES pretende esclarecer las diferencias entre la contradiccin y la oposicin privativa. Como explica Hamelin49, la oposicin priva-tiva y la contradictoria se distinguen como lo determinado y lo inde-terminado. Quiz un pasaje clsico puede ser el ya citado del libro X de la Metafsica. Relaciona en l ARISTTELES los cuatro tipos de opuestos. De la contradiccin afirma que es el primero entre ellos, y de la privacin sostiene que es un cierto tipo de contradiccin: es decir, la contradiccin en una potencia determinada o concebida con un sujeto 50.

    SANTO TOMS explica por qu la privacin es una cierta contra-diccin. Que es contradiccin escribe resulta evidente en cuanto algo se dice privado por el hecho de no tener (mientras que el hbito indicara precisamente el habere). Y el no ser contradiccin absoluta, sino una cierta contradiccin, tambin es manifiesto, puesto que la contradiccin por s misma {de sui ratione), no requiere ni aptitud ni tampoco la existencia de ningn sujeto, pues se verifica respecto al ente y a cualquier no ente (...) La privacin, al contrario, exige por

    indicado al hablar de la simplex remotio. Slo en el segundo caso por lo que algo no se niega de modo absoluto, sino dentro de los lmites de algn gnero podra pensarse en la negacin radical, en la contradiccin metafsi-ca. Pero las lneas que siguen aclaran el equvoco: la negacin absoluta puede recaer tanto en el ente como en el no ente; no constituye, por tanto, una ne-gacin plena, sino indeterminada y polivalente. (En otros pasajes, sin embargo, el vocablo absoluto es usado como sinnimo de total o radical.)

    49. En premier lieu, il faut dir que l'opposition de Thabitude avec la privation (...) se distingue de la contradiction en ce qu'elle est une contradic-tion dtermine, une contradiction dans laquelle on ne considere pas seulement un prdicat et sa ngation, mais o le prdicat et sa ngation sont pris en tant qu'ils se rapportent un certain sujet (o. c , p. 137). El subrayado es del autor.

    50. Metafsica, lib. X, cap. 4, 1055b 5ss. Existen divergencias en la inter-pretacin de este pasaje. En el idioma original parece que ARISTTELES escribi woV cruLV r\ Gtpzcric, dcvTcpacr^ TI

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    fuerza un sujeto, y a veces tambin cierta aptitud en el sujeto, ya que el non-ens radical no puede decirse privado51.

    Cabra glosar esta cita de forma anloga a la anterior: idntica caracterizacin de los opuestos privativos como tipo o especie de con-tradiccin, idntica llamada al ente y al no ente, idntico sentido del vocablo absoluto... Todo ello nos hace desembocar en una con-tradiccin abstracta e indeterminada, que de sui ratione se reduce a mera negacin.

    Avancemos todava un paso, atendiendo al comentario a unas palabras aristotlicas que deben considerarse claves para nuestro in-tento: entre todas las oposiciones, escribe ARISTTELES, la primera es la contradiccin; y glosa SANTO TOMS: La razn de esto estriba en que la contradiccin se incluye en todos los dems opuestos como lo anterior y ms simple {tanquam prius et simplicius). Pues es im-posible que dos realidades que se enfrentan segn uno cualquiera de los tipos de oposicin coexistan simultneamente; y esto se debe a que uno de los cabos de la oposicin encierra por su misma razn la negacin del otro: y as, pertenece a la razn del ciego el ser no-vi-dente, y a la de negro el no ser blanco, y a la del hijo el no ser padre de su propio padre 52.

    Qu podemos concluir?: que existe un modo de resolver los opuestos, que tiene como trmino la contradiccin lgico-metafsica, y que ARISTTELES y SANTO TOMS lo emplean ms de una vez53. Y digo que se trata de la contradiccin lgico-metafsica o comn, por-que en estos casos la contradiccin no vale como negacin mxima, sino como simple negacin indeterminada. Las palabras de SANTO TOMS tanquam prius et simplicius podran dar pie para pensar lo contrario, para suponer que la contradiccin est aqu concebida como un mximo de oposicin. Pero tenemos, por una parte, la alu-sin al no-vidente y al no-blanco, trminos indefinidos que, como hemos comprobado, expresan negacin indeterminada; y tenemos, so-bre todo, un pasaje paralelo que aclara el sentido de estas palabras.

    En el libro I de las Sentencias se presenta como una necesidad el

    51. In X Metaph., lect. 6, nn. 2044-2045; los subrayados, en este caso, son nuestros.

    52. Ibid., n. 2041. 53. Cfr., por ejemplo, C.G. II, n. 1020; In IV Metaph., lect. 4, n. 579.

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  • OPOSICIN Y CONTRADICCIN

    que en cualquier otra oposicin est encerrada la afirmacin y la negacin como lo primero en lo que le sigue. Notoriamente, ese J-cut primum in posteriori equivale al tanquam prius et Simplicias de la Metafsica; pero ahora la explicacin contina, y se nos dice que para la constitucin de las dems oposiciones se requieren ms co-sas (plura) que para la oposicin contradictoria, puesto que se for-man por adicin a ella 54; y lo que le agregan, segn hemos visto, es la determinacin a un sujeto y a un gnero. La cuestin resulta, entonces, clara: como el gnero en sus especies o lo indeterminado en lo determinado, la contradiccin es prius respecto a los restantes opuestos en cuanto pertenece a la razn de todos ellos y se incluye en su definicin; y es simplicius porque todos los dems aaden algu-na diferencia a la razn de opuestos contradictorios.

    Con las salvedades que antes establecamos, esta resolucin se asemeja a la de las especies en su gnero. Pero se trata ms bien de un gnero unvoco, y no anlogo, pues, como en cualquier otro, lo que aqu acta como gnero es algo comn y todava indiferenciado. El razonamiento sera muy sencillo: si la privacin conlleva un ne-gar en sujeto o en una potencia determinada, y la contrariedad un negar en sujeto y en gnero... ambos implican necesariamente el sim-ple negar y, desde esta perspectiva, pueden resolverse en l. Igual que las especies animales engloban al animal como a lo previo y ms simple, cabe tambin reducir las oposiciones al gnero contra-diccin, incluido en todas ellas. Se dice del hombre que es animal racional; de la privacin, pongamos por caso, se podra sostener que es una cierta contradiccin, una contradiccin especificada a un gnero y a un sujeto. Hemos visto que ARISTTELES y SANTO TOMS lo hacen.

    Esta resolucin goza de una ventaja manifiesta: pone inmedia-tamente de relieve la recproca negacin de los trminos de cualquier tipo de opuestos, su exclusin mutua. Desde esta ptica, respondera al esfuerzo de HEGEL por mostrar a los que l llama contradicto-rios, y otros como negaciones de su otro respectivo. Sin embar-go, semejante resolucin dista mucho de ser definitiva, al menos en un terreno estrictamente metafsico; pues, como hemos apuntado, este tipo de reduccin al gnero presenta una fuerte componente cognosci-

    54. In I Sent., d. 5, q. 1, a 1 d 1.

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    ti va: los contrarios o privativos se muestran contradictorios en virtud del modo en que son expresados o concebidos. Pero de ah no se de-riva necesariamente una negacin real contradictoria. Por eso, as co-mo la distincin de gnero y especie o de especie e individuo en los animales apela como a su fundamento real a la composicin de ma-teria y forma, la resolucin de los opuestos en la contradiccin ge-nrica exige una ulterior resolucin real.

    b) Las oposiciones como contradiccin participada. En ese esfuerzo de reduccin al fundamento cabra diferenciar

    tres pasos. Conocemos ya la caracterizacin de los opuestos privativos como una cierta contradiccin; y sabemos que lo mismo puede afir-marse de los contrarios y, con las oportunas salvedades, de los rela-tivos; en esta resolucin, los contradictorios se comportaran como gnero.

    Un posterior avance en la resolucin se encontrara representado por afirmaciones como blanco y no-blanco no conllevan una contra-diccin, sino una contrariedad expresada de modo contradictorio55. Se ha dado un nuevo paso, al advertir explcita y expresamente que existe una diferencia entre la contradiccin tal como se da en la rea-lidad y tal como la representa nuestra mente; y que existen por tanto contradicciones cuyo talante contradictorio deriva en buena parte de nuestro modo de concebir y de enunciar. Una advertencia de este tipo obliga a declinar lo otro de acuerdo con las modu-laciones que presenta en el universo. Con todo, no se ha llegado toda-va a la resolucin definitiva.

    El climax, para SANTO TOMS, consiste en concebir las dems oposiciones como participacin en la oposicin contradictoria; y a s-ta, como remocin mxima, radical: como remocin del ser. Slo en-tonces la oposicin puede presentarse como gnero anlogo. La ana-loga supone un unum reale en el que los analogados se resuelven, y no slo un unum mental. Por eso, la primera de las resoluciones a que nos hemos referido la resolucin en la contradiccin genrica impide en cierto modo una concepcin cabal de la analoga de los opuestos, en cuanto el primum, el prius et simplicius, no tiene una

    55. De quat. oppositis, c. 5, n. 591.

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    existencia real autnoma; como veremos muy pronto, para ARIST-TELES el primum rede sera la privacin, y a ella habra que referir, como a su analogado principal real, los restantes opuestos. El gnero anlogo, de esta forma, quedara incompleto.

    Ciertamente, la contradiccin lgico-metafsica posee tambin una cierta prioridad, que podra denominarse negativa, en cuanto no im-pide la radica]idad de la contradiccin metafsica. Como hemos visto, la contradiccin comn o genrica expresa slo negacin, sin ms de-terminaciones; puede, en consecuencia, desembocar en el non-ens, co-sa no permitida por los opuestos privativos ni por los contrarios, que exigen un sujeto real. Pero el caso de la contradiccin metafsica es muy distinto. Ahora no slo no se exige, sino que se excluye cualquier conveniencia; no slo se permite, sino que se requiere la remocin total del opuesto. Ahora la contradiccin no slo puede desembocar en el non-ens, sino que necesariamente recae en l, en cuanto elimina acabadamente la entidad: el contradictorio nunca ser ya un ente que de algn modo no sea, sino lo que no es en absoluto.

    Huelga decir que la situacin ha cambiado; y ha mudado tam-bin el modo de concebir la articulacin entre los opuestos. Las fr-mulas podrn ser las mismas, e incluso en muchos casos resultar di-fcil dilucidar a cul de las dos concepciones conviene adscribir un de-terminado pasaje; pero lo que est claro es el alcance de este nuevo modo de tratar la contradiccin. Tras haberlo descubierto, referirse a las privaciones como a una cierta contradiccin resulta demasiado vago; tampoco basta aludir a un modo de expresin contradictorio; a estas alturas, el recurso a la participcin resulta inexcusable: cuan-do se dice 'Scrates es blanco*, 'Scrates no es blanco', no se estable-ce una contradiccin de modo absoluto, sino una contradiccin par-ticipada en los contrarios, esto es, en el blanco y en el negro56.

    Es sabido que existe una correspondencia estricta entre este mo-do de concebir la participacin de los opuestos en la oposicin con-tradictoria y la de todas las perfecciones de los entes en el acto ra-dical de la criatura, que es su ser57. Cabra aludir ahora a un detalle

    56. Ve quat. oppositis, c. 2, n. 592. 57. El texto clave podra ser el siguiente: sicut omnes res quae sunt in

    genere est reducere ad ens quod non est in genere, ita omnes oppositiones re-rum in genere existentium est resolvere in oppositionem illam cuius termini non sunt in genere. Et sicut res tanto perfectiores sunt quanto magis participant de

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    estrechamente emparentado con toda esta problemtica: igual que la apelacin al esse confiere el fundamento metafsico ltimo al aser-to aristotlico que asegura que el ente no es un gnero, el recurso a la participacin de las oposiciones permite profundizar en la analo-ga de los opuestos y desenmascarar algunos equvocos con ellos relacionados.

    El acercamiento entre los dos temas (relaciones ens-esse y oposi-ciones-contradiccin) se encuentra claramente sugerido en estas pala-bras de Verneaux: Es cierto que nadie mejor que HEGEL ha sacado a la luz la contradiccin implicada en las formas inferiores de oposi-cin. Pero, basndose en ese hecho, denomina contradiccin a todos los tipos de opuestos. En un cierto sentido, esto resulta legtimo, puesto que la definicin de los nombres es libre. Con todo, entre los vocablos, unos son claros y otros confusos. Y la confusin de las pa-labras, en s misma poco importante, seala una confuin de ideas que es grave. Si la oposicin es anloga, el procedimiento hegeliano equivale a nombrar a los analogados inferiores por el superior, exac-tamente lo mismo que si se denominara Dios a cualquier ente, so pretexto de que el ser es anlogo y de que el analogado superior es Dios. Nadie se arriesga en el caso del ser. No hay ms motivos para hacerlo en los otros casos 58.

    En efecto, sucede con las oposiciones algo semejante a lo que acaece entre el ens y los gneros supremos, o lo que viene a ser lo mismo con el esse y la esencia que lo recibe. Por participar del acto de ser (cualquier realidad puede decirse ente; pero, a excepcin de Dios, ninguna se identifica de hecho con el ser ni posee la plenitud de perfeccin que ste de por s implica. La doctrina est muy clara en la Summa Contra Gentes59 o en el comentario tomista al De Divinis Nominibus de DIONISIO 60. All se explica que cabe hablar de co-sas que simplemente son (el reino mineral) como de lo ms imperfec-

    ente, sicut substantia est perfectior accidente quia in ea reperitur perfecta ratio entis; ita oppositiones rerum tanto perfectiores sunt in genere oppositonum, quanto magis accedunt ad participandam oppositionem eius cuius extremum est ens; et hoc reperitur in privatione et habitu quae sunt extrema primae opposi-tionis pertinentia ad substantiam (De quat. oppositis, c. 2, n. 593).

    58. R. VERNEAUX, La catgorie hglienne de Contradiction, en Sapien-tia, 1971, pp. 377-8.

    59. C. G. I, c. 29. 60. In De Div. Nomin., c. 5, lect. 1.

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    to que se encuentra en el mbito de lo creado, no por la imperfeccin del mismo ser absoluto, sino porque esas realidades participan del ser segn un cierto modo particular e imperfectsimo61.

    Algo anlogo cabra decir de las oposiciones. Todas ellas forman parte del gnero de los opuestos por participar de la contradiccin; y por poco que encierren de la perfecta ratio contradictionis, podrn denominarse oposiciones, del mismo modo que hasta del ms imper-fecto de los entes se puede decir que es. Pero igual que ninguna de las criaturas puede calificarse como ser sin ms, tampoco las otras oposiciones podrn llamarse contradiccin sin adjetivos: habr que llamarlas contradiccin disminuida, menguada, participada.

    La razn que aduce SANTO TOMS es bien simple, y confirma el paralelismo que acabamos de establecer entre la consideracin del ente como realidad anloga y el gnero de las oposiciones, dotado tambin de analoga. Explica a menudo TOMS DE AQUINO que la afir-macin y la negacin se incluyen en los restantes opuestos y pue-den atribuirse incluso al ms mnimo grado de oposicin relativa: siempre que exista relacin, contrariedad o privacin, tenemos tam-bin oposicin contradictoria, pero no viceversa. Adems, con rela-tiva frecuencia expone que los restantes opuestos agregan algo a la contradiccin62, o que ms se requiere para que exista una oposi-cin privativa que para una contradictoria63.

    Evidentemente, ese ms que se requiere no debe entenderse en el sentido de que la privacin o las otras oposiciones aumenten la intensidad de la oposicin contradictoria. Esto ya es notorio si nos referimos a la contradiccin genrica o lgico-metafsica, pues los dems opuestos agregan a la contradictoriedad un determinacin que ni aumenta ni disminuye la intensidad de la negacin contradictoria, precisamente porque sta, de por s, resulta indefinida64. De todas formas, la solucin ltima hay que buscarla en otra parte: en la con-

    61. C. G. I, c. 28, n. 262. 62. Cfr., por ejemplo, In I Sent., d. 5, q. 1, a. 1 ad 1, ya citado. 63. De quat. oppositis, c. 1, n. 588. 64. En efecto, la contradictoriedad genrica dice de por s simplex remo-

    tio y puede especificarse en cualquiera de las cuatro oposiciones reales; si se concreta en la contradiccin metafsica estricta, la negacin que resulte ser negacin radical, suma, y si en la contrariedad o en la relacin, negacin par-ticipada.

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    tradiccin metafsica y en sus relaciones con los dems opuestos. Aqu el asunto cambia: como aclara SANTO TOMS inmediatamente a con-tinuacin de las palabras que acabamos de citar, lo que la oposicin privativa aade sobre la contradiccin no aumenta la oposicin, sino que la disminuye 65; y lo mismo habra que decir de los restantes opuestos.

    Esta frase ltima trae a la mente la doctrina desplegada en la cuestin 21 del De Vertate acerca del modo en que algo puede aa-dirse a otra cosa: en segundo lugar explica all TOMS DE AQUI-NO algo puede agregarse a otro per modum contrahendi et deter-minandi 6>> contrayndolo y limitndolo. Y es as como las oposicio-nes inferiores aaden a la contradiccin: disminuyendo su virtua-lidad opositiva.

    En cada uno de los opuestos se da una presencia real de la con-tradicin, ya se la considere como simplex remoiio, ya como cabal contradiccin metafsica. Pero en este segundo caso, conforme avan-za y se instala en el espectro de los opuestos, acercndose a las rela-ciones, la contradiccin mengua, se diluye. No extraa, por eso, que SANTO TOMS pueda sostener que si bien la contrariedad slo se establece entre extremos realmente diversos, eso no implica que la afirmacin y la negacin tengan que darse entre dos cosas realmente distintas; basta incluso la distincin de razn para que aparezcan la afirmacin y la negacin 67.

    Se entiende entonces por qu resulta lcita la resolucin de todas las oposiciones en la contradictoriedad como en su prius et mximum, mientras que no cabe aun cuando sea el error de algunos sectores del pensamiento contemporneo resolverlas en aqulla que ms im-perfectamente encarna la razn formal de oposicin: en las relacio-nes. De todas formas, esta especie de resolucin a la inversa se ex-plica, en buena parte, por la labor de mediacin que la filosofa idea-lista realiz respecto a algunas de las filosofas que dominan en nues-tros tiempos (el marxismo, por ejemplo): ni el ente real incluye en s ninguna relacin a la nada, ni el hbito a la privacin, ni los con-trarios a sus contrarios. Pero la mente es capaz de engendrar rela-

    65. De quat. oppositis, c. 1, n. 588. 66. De Vertate, q. 21, a. 1, c; ver tambin q. 1, a. 1 c. 67. In I Senf., d. 5, q. 1, a. 1 ad 1.

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    ciones: en ella, los opuestos se conocen por sus opuestos, son rela-tivos a ellos. Por eso, cuando la realidad pensada pugna por conver-tirse en absoluto, puede extraar que, paralelamente, todos los opuestos tiendan a adornarse con un componente de relacin?

    c. La resolucin aristotlica de las oposiciones.

    Pero tornemos al analogado principal. Este ha de ser algo real y no meramente lgico, y debe encarnar del modo ms pleno el sen-tido radical de la oposicin. Como hemos insinuado, para SANTO TO-MS esa primera oposicin se establece entre el ente y su remocin absoluta (la nada), y tiene como fundamentos metafsicos la concep-cin del esse como acto sumo y primigenio y la consectaria perspec-tiva de la creacin. La pregunta sera: cul es la ms fuerte oposi-cin que ARISTTELES concibe en la naturaleza?

    La respuesta no admite dudas: la mxima oposicin aristotlica es la que sigue a las generaciones y corrupciones sustanciales. Segn ha expuesto ms de una vez ARISTTELES, dos son los tipos funda-mentales de generacin: tSe T ylyvzcFai y -rcX&

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    les del libro V de la Fsica69. ARISTTELES estudia en ellos la dispa-ridad de mutaciones; son, segn descubre, tres. Entre ellas, nos in-teresan sobre todo las establecidas desde un sujeto a un no-sujeto o viceversa, porque justamente stas se realizan segn la contradic-cin (XOCT' av-Tcpacriv). Es notorio, por todo el contexto, que nos encontramos ante las generaciones y corrupciones: ARISTTELES ex-plica de nuevo que la generacin puede ser especial o secundum quid, como la que va del no-blanco al blanco, y generacin sin ms o simpliciter, como la que se establece desde el no-ser absoluto has-ta la sustancia: y segn esta generacin decimos que algo se engen-dra o no se engendra sin ms70. Consideraciones inversas deben hacerse para la corrupcin: el paso es entonces desde la sustancia al no-ser simpliciter.

    Ahora bien, parece claro que aqu no puede hablarse de contra-diccin metafsica, en el sentido ms fuerte de la acepcin en SANTO TOMS, y que el motivo es precisamente la materia prima, sujeto co-mn a los entes que se corrompen y generan71. La corrupcin eli-mina por entero el acto formal, pero no destruye el sujeto de ese acto; la materia, para ARISTTELES, es eterna, increada e imperece-dera; el no ser simpliciter aristotlico va aparejado a esa materia pri-ma72. ARISTTELES lo afirma implcitamente en este mismo pasaje, cuando explica que las generaciones y corrupciones no deben deno-minarse movimiento sino mutacin. Muestra entonces que existen tres tipos de no-ser; el primero es el no-ser propio de los juicios falsos, opuesto al ser veritativo, y el ltimo sera el no-ser acciden-tal, que inhiere per accidens en la sustancia en acto (como el no-blan-co de un hombre negro). El segundo, sobre el que vamos a detener-

    69. Un excelente comentario a estos captulos puede encontrarse en A. MANSIN, Introduction a la Physique Aristotlicienne, 2.a ed., Louvain-Paris, I. Vrin 1945, pp. 53ss. (sobre todo, 66ss.).

    70. Fsica, lib. V, cap. 1, 225a 12-20. Cfr. el comentario de SANTO TOMS, In V Physic., lect. 2, n. 654.

    71. En este contexto, el trmino sujeto se refiere a todo aquello que puede expresarse de una manera afirmativa, segn explica el mismo ARIST-TELES (225a 6-7) y comenta SANTO TOMS.

    72. Cum enim generatio sit transumatio ad esse rei, illud simpliciter ge-neran dicitur quod simpliciter fit ens de non ente in actu, sed ente in potentia tantum (De Sprit. Creaturis, q. un., a. 1 ad 9). Cfr. tambin, por ejemplo, In VIII Physic, lect. 2, nn. 975-6; De Potentia, q. 5, a. 3 c.

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  • OPOSICIN Y CONTRADICCIN

    nos, es el no-ser segn la potencia, que se enfrenta a aquello que es simpliciter secundum actum: T xotT 5vvau.iv (T TW itXwc; XOCT' vpYsiav 8VTI vuxeu.Vov)73.

    Como el ser simpliciter en acto compete a la sustancia, a primera vista cabra pensar que ARISTTELES opone aqu contradictoriamen-te el ser en potencia de la materia prima al ser en acto de la sustan-cia. Sera una lectura defectuosa. SANTO TOMS se cie ms al texto cuando aclara que de otro modo se dice non-ens a lo que es en po-tencia, segn que el ser en potencia se opone al ser en acto simpli-citer14. Ahora bien, sabemos que la potencia se enfrenta al acto precisamente en cuanto est privada de l, y no meramente por ser potencia. Lo haba sugerido ya SANTO TOMS pocas lneas antes, mientras haca ver que el sujeto de la forma sustancial no es nin-gn ente en acto, sino slo un ente en potencia, que al principio de la generacin se encuentra bajo una privacin y al final bajo la forma75; a su vez, la corrupcin seguir a la ausencia de la for-ma sustancial en el sujeto76. As pues, los cabos de la contradic-cin real son, segn ARISTTELES, la materia informada y la materia desprovista de forma77.

    Consecuencia: acaso ms que de contradiccin real debera ha-blarse de privacin. O, matizando un poco, habra que decir que la ms vigorosa contradiccin real aristotlica la que tiene como ex-tremos el ser y el no ser simpliciter se establece como resultado de una privacin. Desde este punto de vista, no parece muy aventurado afirmar que la contradiccin lgico-metafsica, la que sigue a la sim-plex negatio, se resuelve metafsicamente, como en su analogado principal, en la privacin de las formas sustanciales. El analogado

    73. Pero el no-ser puede entenderse de muchas maneras, y ni a aqul que se establece segn la composicin o divisin ni al que es segn la potencia (opuesto al ser en acto sin ms) les compete moverse; pues, en efecto, mien-tras el no-blanco y el no-bueno pueden moverse per accidens (pues lo no-blanco puede en efecto ser un hombre), lo que es absolutamente una no-sustancia par-ticlular no puede en absoluto moverse... (Fsica, lib. V, cap. 1, 225a 20-25).

    74. In V Physic, lect. 2, n. 654. 75. Ibid. 76. El movimiento se establece siempre entre lo perfecto y lo imperfecto

    dentro de un mismo gnero. En el gnero de la sustancia, lo perfecto es la forma y lo imperfecto la privacin (cfr. In III Physic, lect. 1, n. 282).

    77. Cfr. C.G. III, c. 33, n. 1097; De quat. oppositis, c. 5, nn. 617ss.

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    principal real en el que se resuelve la contradiccin sera un tipo de oposicin privativa.

    * * *

    Pero hay ms: tambin la contrariedad aristotlica se resuelve en la oposicin privativa. Para una primera comprobacin podramos acudir a los dos imponentes anlisis del movimiento que ocupan par-te del primer libro tanto en la Fsica como en la Metafsica. ARIST-TELES enfoca la cuestin desde una perspectiva histrica; observa cmo los filsofos anteriores, para explicar las mutaciones, postula-ron una o varias parejas de contrarios; y concluye, despus de un largo proceso, que los principios de cualquier devenir no son dos, sino necesariamente tres: el sujeto, la forma y la privacin.

    Qu ha ocurrido con los contrarios? Pues que cada uno de ellos hace posible el movimiento precisamente por contener la privacin de su contrario. Por eso ARISTTELES podr designar con el trmino (7TpiQ(ri

  • OPOSICIN Y CONTRADICCIN

    rrupcin de las sustancias. Conclusin: el sujeto, la privacin y la for-ma se salvan en toda mutacin, pero no el sujeto y los dos con-trarios 81.

    Los subrayados aclaran el sentido de lo que se quiere decir: la ausencia de la forma a que se refiere ARISTTELES es un cierto tipo de privacin; y si la generacin y la corrupcin se salvan en cual-quier movimiento es precisamente porque la privacin y la forma, trmino de las generaciones y corrupciones, perviven tambin en los contrarios, cabos de cualquier movimiento 82. En consecuencia, los contrarios son principio del movimiento en cuanto incluyen en s la privacin y de alguna manera se resuelven en ella83. Veamos, entonces, antes de concluir, de qu manera la privacin se halla en-cerrada en todo contrario.

    d) Contrariedad y privacin. El pasaje clave, o al menos el punto de partida, ha de ser de

    nuevo el libro X de la Metafsica, captulo cuarto. Escribe en l ARIS-TTELES: La primera contrariedad es la posesin y la privacin; pero no cualquier privacin (pues la privacin tiene varios sentidos), sino la perfecta. Y los dems contrarios se llamarn as por su refe-rencia a stos...84. Al pronto, el texto no parece ofrecer dificultad alguna: la privacin y el hbito constituyen la primera entre las con-trariedades, y todo lo dems puede llamarse contrario en la medida en que de alguna manera se relaciona con esta contrariedad primor-dial. Existen, sin embargo, algunos inconvenientes. Basta considerar que la privacin y el hbito, por una parte, y la contrariedad, por otra, representan distintas especies de oposicin. Cul de ellas pre-dominar?; se resolver la contrariedad en privacin o la privacin en contrariedad?

    El asunto se complica si tenemos en cuenta que el mismo ARIS-TTELES califica a la contrariedad como primera privacin (o"rpTi

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    TCPTT)) 85, o privacin perfecta (o*t;pir}cn

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    Aunque los tres autores ofrecen anotaciones de inters, pienso que la respuesta de Ross confina ms con el sentir de ARISTTELES. Ross admite una cierta gradacin en las privaciones, junto a una privacin mxima y absoluta: ... el hecho, dice, es que ms bien la contrariedad cae bajo la definicin de la privacin. Un sujeto que puede tener el atributo A, pero deja de tenerlo en algn grado pue-de decirse privado de l; sin embargo, tendr el atributo contrario slo cuando se encuentre por completo desprovisto de A91. Esta in-terpretacin se acerca mucho a la tomista, aunque exige un par de precisiones.

    TOMS DE AQUINO, al glosar el paso aristotlico, determina, an-tes que nada, a cul de las especies de privacin puede aplicarse el epteto de contrariedad primera, pues, en efecto, ARISTTELES ha-ba dicho que no cualquier privacin lo es, sino slo la privacin perfecta. Parece que se trata de elegir, entre los distintos tipos de privacin, aqulla a la que mejor cuadre dicho calificativo; y sta es, evidentemente, la ausencia en un sujeto de una forma para la que es apto. Sin embargo, contina SANTO TOMS, esto no basta: como la contrariedad supone dos extremos positivos, una privacin abso-luta que eliminara uno de los dos cabos no aceptara el califi-cativo de contraria; se requiere una privacin que acompae a una forma, a una naturaleza positiva, aunque distinta a la del hbito en cuestin. Y todava esto es insuficiente: pues como la privacin, segn lo que en s misma es, no recibe ms y menos, no puede de-cirse privacin 'perfecta' sino en razn de alguna naturaleza que comporte una perfecta distancia al hbito. Y as, no toda privacin del blanco es contraria al blanco, sino la privacin ms lejana al blanco, que necesariamente se fundar en alguna naturaleza del mismo gnero, mximamente alejada del blanco. Y en atencin a esto decimos que el negro es contrario al blanco92.

    Nos encontramos as ante un espectro de privaciones que no pue-den considerarse plenas o radicales, pues acompaan siempre a la posesin de otra forma del mismo gnero. Existen, por tanto, dos

    case (W. Roos, Aristotle's Metaphysics, Clarendon Press, reimpresin de la 3 ed., Oxford 1966, vol. II , pp. 291-2. Cfr. tambin vol. I, p. 337).

    91. W. Ross, bid., vol. I, p. 337, nota 27-31. 92. In X Metaph., lect. 6, n. 2038.

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    acepciones de privacin, distintas aunque emparentadas: la primera dira ausencia total de la perfeccin dentro de un gnero dado, como la ceguera en el mbito de la vista; la segunda se refiere ms bien a la carencia del mximo de perfeccin en un gnero. Si suponemos, como hacen SANTO TOMS y ARISTTELES 93, que las especies del mis-mo gnero se gradan segn un magis et minus, la presencia de cual-quiera de esas formas, excepto la primera, conllevar un debilita-miento de la actualidad suma alcanzable en dicho mbito: desde este punto de vista, todo lo no-blanco, sea plido o negro, se dir privado del blanco. Y, dentro de esa modalidad de privacin, ser privacin perfecta o primera aqulla que acompae a la forma mximamen-te distante del cnit del gnero94.

    La privacin que se incluye en los contrarios no es, en conse-cuencia, privacin en sentido estricto, privacin pura95. Podramos denominarla privacin participada, dando con ello a entender que ninguno de los contrarios, precisamente porque retienen algo de la perfeccin del gnero, podr jams alcanzar la plena remocin de di-cho gnero96. La cuestin fue explcitamente planteada por ARIST-TELES a propsito de aquellos contrarios que admiten un medio. C-mo pueden decirse originados en la privacin, si sta de por s re-chaza tal medio? Y aqu es donde, lcidamente, distingue los dos tipos de privacin: en todos estos casos razona no debe afir-marse la privacin de toda la 'razn' (de la forma poseda), sino slo de su ltima especie 97.

    El tono de estas frases, la contraposicin entre la razn completa

    93. Cfr., por ejemplo, el De quat. oppositis. 94. Cfr. In X Metaph., lect. 6, nn. 2050-1. 95. La terminologa es de SANTO TOMS. 96. Cfr. ln X Metaph., lect. 4, n. 1988. 97. Garca Yebra traiciona en este caso el sentido del aserto aristotlico,

    traduciendo Xyoc, (para nosotros 'razn') por enunciado: Y puesto que el estudio de los contrarios corresponde siempre a una misma ciencia, y cada uno de ellos implica siempre la privacin del otro aunque pudiera uno pre-guntarse cmo implican privacin algunos entre los que hay algo intermedio, por ejemplo lo justo y lo injusto, en todos esos casos debe afirmarse la priva-cin no de todo el enunciado ((JLTT) TOU 8XOU Xyou), sino de la ltima especie... (Metafsica, lib. X, cap. 3, 1061a 19ss.; G. Yebra, pp. 142-3). El comentario tomista tiene el sentido que nosotros le hemos dado. Cfr. In XI Metaph., lect., 3, nn. 2260-1.

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  • OPOSICIN Y CONTRADICCIN

    de una perfeccin determinada y su ltima especie, permite llevar adelante nuestro anlisis. Veamos ya que, por su necesaria compo-sicin de acto y potencia, cualquiera de las especies de un gnero da-do encarna tan slo una de las mltipples posibilidades contenidas en ese mbito. Desde esta ptica, incluso la ms noble de las modali-dades de un gnero podr decirse privada de algunas de las perfec-ciones de que gozan las otras especies. En el ejemplo frecuentemente utilizado por ARISTTELES y SANTO TOMS, el del color, la cuestin es patente: el blanco, que los dos autores consideran como cumbre de ese gnero, carece de las propiedades de los colores inferiores: cada uno de stos constituye una modalidad cromtica con caractersticas propias, de las que el blanco en cierto modo carece. Puede decirse, por tanto, que cada ejemplar de un gnero y lo mismo pasara con los individuos respecto a la especie est de algn modo privado de las perfecciones de los restantes componentes de ese mismo m-bito98. Sin embargo, ARISTTELES y SANTO TOMS no se quedan aqu, sino que distribuyen gradualmente esas privaciones parciales por comparacin con el mximo del gnero y con la privacin pura.

    Atendiendo a esa jerarqua, no es indiferente considerar los dos contrarios como privacin mutua, sino que slo uno de ellos puede decirse con propiedad privado, mientras que el otro se situara de la parte del hbito, de la perfeccin". Los contrarios, y todas las per-fecciones intermedias, se escalonan entonces a tenor de su proximi-dad a la perfeccin primera del gnero o, por el otro extremo, a la privacin pura; pero su estatuto no es tanto el de la posesin plena o la absoluta carencia dentro de un mbito dado, sino el de lo ms o menos perfecto en esas coordenadas 10.

    En cualquier caso, estas consideraciones son conocidas. Si las trai-go a colacin es por un doble motivo:

    98. En realidad, slo en el caso de las perfecciones puras o trascendentales puede darse un mximum que englobe la actualidad de todos los inferiores, sin que deba considerarse privado de ninguna de ellas. Esas perfecciones son las que de por s no comportan composicin de acto y potencia.

    99. Lo sugiere ARISTTELES en el mismo captulo que venimos comen-tando: ... toda contrariedad tiene privacin de uno de los contrarios, pero no siempre del mismo modo; la desigualdad, en efecto, tiene privacin de igualdad; la desemejanza, de semejanza, y la malicia, de virtud (Metafsica, lib. X, cap. 5, 1055b 18ss.; G. Yebra, p. 102).

    100. Cfr. In I De Gener. et corrupta lect. 8, n. 62,

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  • TOMAS MELENDO

    1) En primer trmino, para mostrar cmo ARISTTELES resuel-ve los contrarios en la privacin, no slo en cuanto cada uno de ellos incluye per accidens la ausencia de los restantes, sino en cuanto ms o menos se acerca a la privacin pura y absoluta. Desde este punto de vista, cabra otra interpretacin de la prima contrarietas; parafraseando a SANTO TOMS 101, podramos decir que la privacin estricta, la privacin pura, constituye el analogado principal de la contrariedad como aquello que se sita extra genus contrarietatis y del que toda contrariedad en cierta medida participa. La privacin comportara no slo mxima distancia, sino incluso superacin en la misma lnea de la distancia en cuanto tal. De esta forma la privacin, para constituirse en pritnum y principio de la contrariedad, no tiene por qu abandonar su propio gnero.

    2) En segundo trmino, quera aludir a la posibilidad de que estos pensamientos en torno a las privaciones y la privacin pu-dieran haber sugerido a SANTO TOMS la resolucin de todos los opuestos en la oposicin contradictoria. En efecto, ARISTTELES, re-duce aqu los contrarios a la privacin, apelando a la perfeccin su-ma dentro de un gnero; esa perfeccin de alguna manera se encuen-tra encarnada por el contrario ms noble que coincidira as con el hbito, y de ella participan todos los medios y el otro contrario. Como se sabe, TOMS DE AQUINO har algo anlogo respecto a la con-tradiccin, poniendo en juego a los actos predicamentales y al acto de ser. Por otra parte, ms de una vez utiliza TOMS DE AQUINO la resolucin aristotlica de los contrarios en la privacin, como tram-poln para reducirlos ulteriormente en los contradictorios, en la opo-sicin de afirmacin y negacin 102. Pero hay ms. ARISTTELES ha-ba abogado personamente por esa resolucin hasta el fundamento ltimo: una parte nada despreciable de la Metafsica se consagra a resolver los contrarios en la contrariedad primera, la de lo uno y lo mltiple y del ens y ,non-ens m.

    Esa reduccin, sin embargo > es distinta en los dos autores. Y la

    101. Las palabras de TOMS se refieren a la posibilidad de incluir a Dios en el gnero de la sustancia.

    102. Cfr. In IV Metaph., lect. 4, n. 579; In XI Metaph., lect. 6, n. 2243; De Potentia, q.7, a.8 ad 4.

    103. Metafsica, lib... IV, cap. 2; lib. X, ce. 4-7.

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  • OPOSICIN Y CONTRADICCIN

    razn es doble: por una parte, ya hemos comprobado cmo en el paso desde la privacin hasta la contradiccin la andadura de ARIS-TTELES experimenta un sesgo: mientras los contrarios se resuelven en los opuestos privativos como en una oposicin real de intensidad ms alta, la privacin se incluye en los contradictorios como lo de-terminado en lo indeterminado; el mximum real de oposicin aris-totlica es, por tanto, el que sigue a la oposicin privativa. Pues bien y este sera el segundo motivo, una conclusin semejante sugiere la reduccin de los contrarios a que acabamos de aludir. ARISTTELES se refiere al ens y al non-ens como a las contrariedades primeras, pero ese non-ens presenta un alcance distinto al non-ens ra-dical tomista. Prescindiendo de que la especulacin aristotlica, en esas pginas, se site en un contexto que a veces bascula entre la lgica y la metafsica, resulta manifiesto que el non-ens incluido tan-to en lo uno como en lo mltiple es, como mucho, el de la privacin, y no la negacin radical104. Por el contrario, el non-ens tomista pri-mordial, al que de alguna manera y en ltima instancia apela toda pri-vacin y contrariedad, es el no ser tajante y absoluto, la misma nada.

    k * Je

    Resumamos, a modo de conclusin, lo tratado en el presente ar-tculo. Podra incluirse en tres puntos:

    a) Por una parte, queda claro que, si bien la doctrina sobre la contradiccin presenta en ARISTTELES y SANTO TOMS idnticas caractersticas desde el punto de vista lgico, no sucede lo mismo cuando esas especulaciones se trasladan al campo de la metafsica: en este caso, la contradiccin tomista tiene un sentido radical que no ofrecen las obras de ARISTTELES.

    b) Como consecuencia, tambin resulta distinto el modo cmo nuestros dos autores resuelven el gnero de los opuestos en el analo-

    104. Cfr., por ejemplo, el ya conocido texto de In IV Metaph., lect. 3, n. 565. Para un anlisis ms detallado del tema, consultar el notable anlisis de J. CRUZ, Estructura, oposicin, relacin, en Anuario Filosfico, vol. VII (1974), pp. 49-72.

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  • TOMAS MELENDO

    gado principal: para TOMS, ste es la contradiccin; para ARIST-TELES, la oposicin privativa.

    c) Por fin, hemos insinuado que esta diversidad de solucio-nes tiene races estrictamente ontolgicas: si SANTO TOMS puede profundizar en la oposicin aristotlica, elevndola hasta su sentido ms pleno, es porque tambin ha radicalizado su concepcin del ser, ensalzando la categora del acto hasta niveles inalcanzados por el Estagirita.

    100