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Recuerde el alma dormida, avive el seso e despierte contemplando… JORGE MANRIQUE, Coplas por la muerte de su padre El seso xisten dos fronteras fascinantes de la ciencia, una exterior y la otra in- terior. La exterior tiene que ver con el mundo manifiesto; con el origen, constitución y evolución del cosmos, de la vida, de la materia. La interior se refiere a la naturaleza de la conciencia, del ser más íntimo. Las dos cuestiones sin duda se entrelazan, pues “cosmos”, “vida”, “materia”, ¿no son acaso construcciones y conceptos de la mente, independientemente que allá afuera exista un mundo colosal y todavía opaco que deseamos vislumbrar? ¿No es igualmente cierto que espíritu y materia se tocan, se traslapan, se confunden y se funden cuanto más penetramos la relación entre mente y cuerpo, entre con- ciencia y cerebro? ¿Y no resulta entonces paradójico que permanezca en el fondo de esta cuestión el antiguo y recalcitrante problema mente-cuerpo, ese estupor que nos causa contemplar la aparente divergencia entre aquello que se siente, se quiere o se piensa y la fisiología del cerebro? ¿Qué es en definitiva este mundo furtivo de Pocos neurobiólogos dudan de que la conciencia surja o se encarne en el cerebro. ¿Cuál es la relación entre éste y conciencia? En este artículo se presenta una propuesta de explicación que postula que la conciencia emerge como producto de parvadas o enjambres de fenó- menos dinámicos que se dan entre los módulos del cerebro. José Luis Díaz Gómez E 30 ciencia octubre-diciembre 2011 de la conciencia y despierte”: “Avive el seso el ENIGMA

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Recuerde el alma dormida,avive el seso e despiertecontemplando…

JORGE MANRIQUE, Coplas por la muerte de su padre

E l s e s o

xisten dos fronteras fascinantes de la ciencia, una exterior y la otra in-terior. La exterior tiene que ver con el mundo manifiesto; con el origen,constitución y evolución del cosmos, de la vida, de la materia. La interiorse refiere a la naturaleza de la conciencia, del ser más íntimo.

Las dos cuestiones sin duda se entrelazan, pues “cosmos”, “vida”, “materia”, ¿noson acaso construcciones y conceptos de la mente, independientemente que allá afuera exista un mundo colosal y todavía opaco que deseamos vislumbrar? ¿Noes igualmente cierto que espíritu y materia se tocan, se traslapan, se confunden yse funden cuanto más penetramos la relación entre mente y cuerpo, entre con-ciencia y cerebro? ¿Y no resulta entonces paradójico que permanezca en el fondode esta cuestión el antiguo y recalcitrante problema mente-cuerpo, ese estupor quenos causa contemplar la aparente divergencia entre aquello que se siente, se quiereo se piensa y la fisiología del cerebro? ¿Qué es en definitiva este mundo furtivo de

P o c o s n e u r o b i ó l o g o s d u d a n d e q u e l a c o n c i e n c i a s u r j a o s e e n c a r n e

e n e l c e r e b r o . ¿ C u á l e s l a r e l a c i ó n e n t r e é s t e y c o n c i e n c i a ? E n e s t e

a r t í c u l o s e p r e s e n t a u n a p r o p u e s t a d e e x p l i c a c i ó n q u e p o s t u l a q u e l a

c o n c i e n c i a e m e r g e c o m o p r o d u c t o d e p a r v a d a s o e n j a m b r e s d e f e n ó -

m e n o s d i n á m i c o s q u e s e d a n e n t r e l o s m ó d u l o s d e l c e r e b r o .

José Lu i s D íaz Gómez

E

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de la conciencia

y despierte”:“Avive el seso

el ENIGMA

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sensaciones, pensamientos, emociones, recuerdos,intenciones, creen cias o sueños? Este ámbito de la con-ciencia, lo más íntimo, lo más mío, ¿de dónde surge yqué relación tiene con el mundo, con la vida, con elcerebro, con la cultura?

Estas cuestiones, competencia añeja de los filóso-fos, han venido a dar en manos de los neurobiólogos,pues hoy en día pocos dudan que la conciencia o bienes función del cerebro, es la actividad misma del teji-do nervioso, o en caso de ser diversa de esta actividad,necesariamente surge o se encarna por ella. Es decir,independientemente de si creemos que la concienciaes diversa del mundo o es expresión de la materia vivaorganizada, el cerebro es crucial para que ocurran losolores, sabores, colores, dolores, significados, planes,metáforas, símbolos, actos o ensueños que pueblan yespecifican la mente humana.

La conciencia parece ser una adquisición recienteen la historia del planeta; una realidad muy diferen-te a la materia que había evolucionado previamente,co mo la llegada de algo nuevo en la antigua factura del cosmos. Pero el surgimiento de lo mental no ocurresúbitamente, pues está íntimamente ligado a la vida yes un fenómeno de raigambre biológica, con relaciónpasmosa a cúmulos de células nerviosas en caudalosaintercomunicación, mediante potenciales eléctricos,en la masa encefálica. A pesar de este vínculo induda-ble entre vida y conciencia, seguimos experimentando

un profundo estupor ante esta relación, ante el ca-rácter psicofísico del seso humano, que viene a ser elmeollo actual del añejo enigma que fue sucesivamentedebatido como espíritu-materia desde Platón, comomente-cuerpo desde Descartes, y como conciencia-cerebro en la ciencia actual.

Debo justificar mi uso y predilección por el vocablo“seso”, de origen y uso tan popular que se antoja lite-ralmente vulgar, pues la palabra tiene una raíz preclaray grácil: proviene del latín sensus: aquello que siente ypercibe; es decir, la masa encefálica que me ha intriga-do toda la vida no sólo por su exquisita constitución,sino por su trascendente función psicológica y el aúnincomprensible vínculo entre ambas.

¿Incomprensible vínculo? Quizás, pero no inexplo-rable, y menos aún hermético u opaco, como trataré demostrar en el resto de este ensayo para que, con la lec-tura de los otros de la sección, el curioso lector se deva-ne los sesos.

E l e n i g m a

¿Cuánto conocemos sobre la relación del cerebrocon la conciencia? Mucho, en cierto sentido, y de -sesperadamente poco en otro. Se sabe mucho so -

bre la “localización” de las funciones mentales, lo cualles otorga un lugar en el cerebro, es decir, un foco enel espacio.

Desde mediados del siglo XIX, cuando el anatomistafrancés Paul Broca descubrió la zona del lenguaje ar -ticulado en la base del lóbulo frontal izquierdo depacientes con afasia (que no podían articular o com-prender el lenguaje), la evidencia se ha acumulado, yha explotado recientemente con las imágenes cerebra-les obtenidas por técnicas de visualización como la to-mografía de positrones o la resonancia magnética.

Con algunas variantes, las operaciones mentales,como la percepción, el miedo o la memoria han mos-trado estar localizadas, o mejor dicho, implican y re -quieren de la actividad de zonas específicas del cerebropara manifestarse. Sin embargo, esta evidencia topoló-gica no aclara cómo cada región procesa una particularfunción mental o cierta cualidad de la experiencia,como es el sentir de un dolor. El problema es peliagudoporque el cerebro, constituido por módulos discretos

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Conciencia

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Nadie duda que deba existir una

manera en que los fármacos

psicotrópicos actúen en el cerebro,

que ex plique sus efectos mentales.

Sin embargo, desconocemos,

por ahora, cómo estos efectos

neurofisiológicos a nivel celular se

traducen finalmente en dramáticos

y relativamente particulares cambios

de conciencia.

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distinguibles por su situación, su estructura, su filoge-nia o su función, es bastante homogéneo como tejidocelular. Es decir, la urdimbre nerviosa está siemprecompuesta por ensambles de neuronas y células glia-les que forman redes celulares conectadas por sinapsis,que utilizan escasos transmisores químicos y se comu-nican mediante potenciales eléctricos idénticos, dispa-rados en ciertos códigos de frecuencia. ¿Cómo es que sise activa una red en un sitio experimentamos el colorrojo, si se activa una comparable en otro no muy leja-no percibimos un tono musical, o en un tercero com-prendemos el significado de una palabra o notamos elolor del ajo? ¿Cómo es que una base física tan homo-génea da lugar a fenómenos radicalmente distintos?Desconcertante enigma.

Otro ejemplo de esa liga y de este enigma. Muchosabemos de las drogas que afectan la conciencia, los lla -mados psicofármacos. Existe información profusa so brelos extraordinarios efectos mentales de alucinógenos,ansiolíticos, narcóticos y antidepresivos. Además, seco noce en bastante detalle con cuáles receptores neu-ronales se enganchan, y de qué manera afectan a lasneuronas que los detentan y módulos en los que abun-dan. Nadie duda que deba existir una manera en quelos fármacos psicotrópicos actúen en el cerebro, que ex -plique sus efectos mentales. Sin embargo, desconoce-mos, por ahora, cómo estos efectos neurofisiológicos anivel celular se traducen finalmente en dramáticos y relativamente particulares cambios de conciencia.

Otro ejemplo más. Existen unos 40 módulos en lasregiones posteriores del cerebro que procesan informa-ción proveniente de la retina. Cada módulo se espe-cializa en alguna característica del campo visual, comolíneas, texturas, sombras, color, orientación, y sin em-bargo ignoramos cómo se produce la imagen conscien-te, la percepción visual. En este inciso se da un progre-so notable, pues ocurre un enlace funcional entre losmódulos del sistema visual necesario para la concien-cia, porque los diversos conglomerados de neuronas seacoplan, produciendo impulsos a una frecuencia muyalta, alrededor de los 40 Hertz (Koch, 2005). Comouna orquesta, los diversos módulos se articulan funcio-nalmente, y esto es necesario para que podamos dis-frutar de una escena visual. Sin embargo, no sabemossi la escena que vemos es una experiencia interna de

esa descarga, si son dos procesos acoplados, si tienenuna identidad difícil de discernir o si la imagen cons-ciente emerge del enlace funcional de manera aún nodescifrada.

E l v í n c u l o

El enlace entre los módulos cumple con uno de losrequisitos mejor planteados para el fundamentocerebral de la conciencia: el llamado acceso global

(Chalmers, 1996). La conciencia es una función unifi-cada y conformada por contenidos tan diferentes comolas prolíficas sensaciones, la inmensa gama de las emo-ciones, los innumerables recuerdos, las proteicas ideas,las arraigadas creencias o las creativas fantasías. Laconciencia no sólo puede acceder a cualquier conteni-do procesado en módulos separados, sino que, en unsolo momento, puede recrear varios a la vez en unaexperiencia compleja. Por esta razón, el fundamentocerebral de la conciencia debe tener acceso a múltiplessectores del encéfalo.

Como veremos más adelante, el correlato nerviosode la conciencia puede ser una función similar a unabandada de pájaros que enlaza, de manera cinemática,hipercompleja, coherente y sincrónica, a los diversosmódulos cerebrales. En tanto sistema dinámico, estafunción adquiriría propiedades emergentes cualitativa-mente novedosas con las aptitudes que caracterizan ala autoconciencia o a la voluntad.

La disposición o acceso global es un principio me -to dológico prometedor, pues puede ser usado como un

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puente que puede tenderse en esa tremenda grieta quesigue entorpeciendo el sendero hacia la resolución delenigma mente-cuerpo. Ya vimos que, a pesar del pro-greso inmenso en la investigación, topamos siemprecon un punto ciego, y la conciencia evade tercamenteuna explicación diáfana. Los filósofos han denomina-do a este impasse “la brecha explicativa”, pues no exis-te una demostración satisfactoria que aclare cómo lasfunciones cerebrales se vinculan con la experienciaconsciente.

Entre otras razones, la brecha explicativa se debe aque no tenemos acceso directo a la conciencia ajena;no tenemos un concienciómetro que nos revele lo quepiensa o siente un sujeto. Las imágenes cerebrales sonuna ventana parcial a la mente ajena, pues al detectarlas zonas cerebrales que están activas en un momentodado podemos aventurar si un sujeto está viendo,oyendo, hablando o sintiendo emociones. Es un pro-greso espectacular y decisivo, pero estamos aún lejosde penetrar los contenidos de la mente; por ejemplo, en qué piensa o qué imagina el sujeto, y más aún de

co nocer las cualidades: el qué se siente experimentarun determinado estado de conciencia. Para ello es ne-cesario recurrir y afinar el recurso tradicional para analizar la conciencia: el informe verbal en primerapersona, lo que alguien dice sobre lo que piensa, siente,imagina, planea y experimenta.

Naturalmente, se ha considerado que este acceso escientíficamente defectuoso, por su naturaleza subjeti-va. Pero esto es, en buena medida, incorrecto, pues adiferencia de la introspección anecdótica de los ini-cios de la psicología experimental, en el laboratorio deWundt en el siglo XIX, la moderna investigación utilizainstrumentos depurados y calibrados para que los indi-viduos expresen sus estados internos, lo cual permiteuna rigurosa comparación intersubjetiva compatiblecon el resto de la ciencia. Este tipo de dispositivos, co-mo pueden ser interrogatorios sistematizados y compa-rables entre sujetos, hacen de la introspección metódi-ca una herramienta útil y valiosa para proporcionardatos de funciones mentales, incluyendo la concien-cia. Estos datos pueden entonces ser correlacionados

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con datos neurofisiológicos obtenidos en paralelo, co-mo propone la neurofenomenología de Francisco Va-rela (1996) o el análisis narratológico de los textosfenomenológicos (Díaz, 2007).

Como todas las técnicas científicas, estos recursosson imperfectos y mejorables. En esta ruta metodoló-gica podrían llegar a plantearse autoexperimentos enlos cuales un investigador o un voluntario debidamen-te entrenado examine las imágenes funcionales de supropio cerebro al tiempo que experimenta actividadesmentales. Con suficiente entrenamiento, nuestro auto-cerebroscopista pudiera establecer ligas o correlacionesrecurrentes entre los datos de su introspección y losdatos que observa en su cerebro, pues estaría empal-mando métodos en primera y tercera persona. Algo asíya ocurre en experimentos de biorretroalimentación(biofeedback) en los cuales los sujetos aprenden a con-trolar su actividad electroencefalográfica mediante elcultivo de ciertos estados mentales que favorecen unau otra banda del electroencefalograma, siempre y cuan-do tengan algún acceso a la actividad eléctrica. Nocaben muchas dudas de que éstas y otras posibles ave-nidas de acceso al proceso psicofísico van a progresaren el futuro próximo.

L a p i r á m i d e

En otras ocasiones (Díaz, 2006, 2007) he plantea-do una teoría emergente y dinámica sobre el fun-damento nervioso de la conciencia basada en dos

hipótesis sucesivas que se apoyan en evidencias pro-venientes de las neurociencias, en aproximaciones alas ciencias de la complejidad y en varios argumentosfilosóficos.

La primera de las hipótesis es que la concienciaemerge junto con el nivel más elevado de la funcióncerebral, es decir, en el órgano completo, gracias a suconectividad intermodular. Para fundamentar esta ideaes necesario aceptar un concepto generalizado en lasneurociencias: a saber, que el cerebro es un órgano ex -citable y sensible especializado en operar información,y que en ello radican todas las actividades mentales,incluyendo la conciencia.

Este concepto o requisito informacional se justificapor varias razones, pues la capacidad de cómputo del

cerebro, tomando a la sinapsis como un código binariode información, sería del orden de los 100 millones demegabits. Esta enorme cifra es probablemente inferiora la realidad, pues la sinapsis no sólo tiene dos estadosfuncionales que fueran equivalentes al 1 y 0 en que sebasa la computación, sino tres estados posibles: exci -tación, reposo e inhibición. Además, existen señalessubumbrales y una densa maquinaria molecular deinformación intracelular.

Ahora bien, para especificar mejor el requisito in -for macional de la conciencia, es necesario postularotro principio fundamental de la organización del siste-ma nervioso, en el sentido de que la información esprocesada en el cerebro en los siguientes seis niveles decomplejidad, en cada uno de los cuales sufre una ga -nancia cualitativa de integración, densidad y alcance:

1) Molecular: los componentes químicos del cere-bro que intervienen en la transmisión de infor-mación (neurotransmisores, receptores, canalesiónicos, etcétera).

2) Celular: el conjunto de las células cerebrales(neuronas y glía).

3) Intercelular: los diseños y enlaces funcionalesentre neuronas (columnas, redes neuronales, cir-cuitos de retroalimentación, etcétera).

4) Modular: el conjunto de los módulos cerebralesy sus interconexiones (áreas de Brodmann, nú-cleos subcorticales, etcétera).

5) Orgánico: la integración de los diversos móduloscerebrales en el encéfalo (conectividad cere-bral, el proceso dinámico de la actividad inter-modular).

6) Organísmico: la integración del sistema nerviosocon el resto de los sistemas corporales (los siste-mas sensitivo-motores, neuroendócrinos, auto-nómicos, etcétera).

El requisito central para fundamentar la emergencia de la conciencia estriba en establecer que los niveles deorganización cerebral están constituidos de una mane-ra piramidal (véase Figura 1), pues el número de suscomponentes es mayor en los niveles inferiores, entanto que la integración de la información es sucesiva-mente mayor en los niveles superiores. Esta pirámide

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neuropsicológica insinúa que existe una cascada ascen-dente de información, por la cual los órdenes nerviososinferiores estipulan e influyen en los superiores, perotambién un enriquecimiento funcional progresivo,debido a la convergencia de estratos ascendentes, enuna síntesis sucesiva que finalmente desemboca en elsentir y el percatarse propios de la conciencia a ni-vel del órgano íntegro y funcional en un organismosituado en relación con el resto del mundo.

La información fluye horizontalmente en cada ni -vel, pero también lo hace verticalmente en ambos sentidos. En cada nivel ocurre un brinco cualitativo,manifestado por la emergencia de una novedad funcio-nal que resulta de una coordinación en masa del nivelprevio, y es por ello consecuente concebir a la repre-sentación mental como una modificación plástica atodos sus niveles y en varios de sus aspectos, incluyen-do el vértice consciente.

De acuerdo con el procesamiento estratificado deinformación y el esquema piramidal de la funcióncerebral, se refuerza y especifica la hipótesis de que laconciencia y las aptitudes neurológicas correlaciona-das con ella constituyen dos aspectos que surgen de esajerarquía funcional en el nivel orgánico del cerebro,

gracias a la eficiente conexión entre sus módulos. Nosería necesario que todos los módulos del cerebro seactiven durante el procesamiento consciente, pero síque se encuentren disponibles conforme algunos deellos se van activando sucesivamente para dar lugar asecuencias de operaciones conscientes.

Ahora bien, una vez que surge esta función de altajerarquía y enorme valor que suponemos correlaciona-da con la conciencia, ésta sería capaz de ejercer unacausalidad descendente, y modificar la operación de losórdenes o estratos más básicos. Esto explicaría, entreotras cosas, la conducta voluntaria, pues una decisiónconsciente que desemboca en acciones específicas nosería un evento puramente psicológico o espiritual,sino uno psicofísico cuya contraparte neurológica seríaplenamente capaz de dar origen a movimientos y ac-ciones emprendidas con un objetivo y un propósito.Así, el libre albedrío aparece compatible con el deter-minismo biológico de un órgano celular como el cere-bro. Éste, como bien lo expresa Juliana Gon zá lez enotro artículo de este mismo número de Ciencia, adquie-re propiedades verdaderamente neuroéticas, en virtudde su propio funcionamiento jerárquico y progresivoque da origen a la autoconciencia.

E l e n j a m b r e

Para afinar la hipótesis de que la conciencia surgeen el nivel orgánico gracias a la conectividad inter-modular, he establecido una hipótesis particular en

referencia al posible correlato nervioso más específicode la conciencia. En esencia, este correlato nervioso dela conciencia puede ser una función similar a una ban-dada de pájaros o a un enjambre funcional que enlazade manera cinemática, hipercompleja, coherente y sin-crónica a diversos módulos cerebrales. Esta hipótesis sejustifica con datos neuroanatómicos, neurofisiológicosy propiedades de los sistemas complejos. Veamos.

El cerebro humano contiene aproximadamente 400módulos, áreas, núcleos y zonas corticales y subcorti-cales bien delimitadas por la neuroanatomía, que fun-cionan como estaciones que procesan informaciónrelativamente especializada e intercambian sus opera-ciones mediante unas 2 mil 500 fibras o haces inter-modulares que constituyen la conectividad del órgano

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Conciencia

Figura 1. Modelo p i ramida l de l a organ izac ión cerebra l . Laconc ienc ia ( i lus t rada por e l o jo ) surge en e l n ive l je rárqu ico máse levado como e l aspecto fenomenológ ico de l a conect iv idad en-t re los módulos .

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(Figura 2). Se puede defender la idea de que la comple-jidad de la información sufre una ganancia sustancialde atribuciones por la conectividad de los módulos,que desemboca en la conciencia. En este sentido, esverosímil suponer que en el cerebro consciente ocurreun flujo coherente de activación constituido por unadinámica intermodular que puede adquirir las propie-dades globales de una bandada de pájaros o un enjam-bre inteligente.

Esta noción se fundamenta tanto en el notablecom portamiento unificado de grandes conjuntos deaves o insectos, que han sido modelados parcialmen-te por las ciencias de la complejidad, como en elcomportamiento cooperativo de poblaciones masivasde neuronas. En tanto función propia de un sistemacomplejo situado fuera del equilibro, la autoorgani-zación de pautas funcionales de alto nivel del cere-bro justifica la idea de que un acoplamiento dinámico

entre módulos pueda llegar a manifestar capacida-des cognitivas superiores, como es precisamente laconciencia.

La dinámica intermodular del cerebro se concibeen ton ces como un proceso emergente, autoordenado,desatado, sincrónico, hipercomplejo, altamente coheren-te y espaciotemporal apto para navegar, pulular, girar,escindirse o afluir a través del encéfalo, y para enlazarsus diversos subsistemas de forma veloz y efectiva. Dela misma manera, su putativa contraparte subjetiva, es decir, el procesamiento consciente, es un proceso endesarrollo emergente, atencional, voluntario, unificado,complejo, cualitativo y narrativo capaz de acceder, coor-dinar e integrar múltiples mecanismos de informaciónlocales.

La hipótesis plantea que la transformación cons-ciente de información se correlaciona momento amomento y término a término con el procesamiento

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Figura 2. Mapa de conect iv idad entre los d iversos módulos de l a corteza cerebra l , rea l i zado por Soph ieAchard y sus co laboradores . (ht tp ://www.wbic .cam.ac .uk )

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que se despliega entre módulos cerebrales, en forma de una dinámica tipo parvada o enjambre. En tantosistema emergente, la dinámica intermodular del cere-bro surgiría por la convergencia de la organizaciónascendente (bottom-up) de los diversos niveles de ope-ración de la pirámide cerebral, y por el influjo des-cendente (top-down) sobre el propio cerebro de loscontextos social y ambiental de la información en los que el individuo está inmerso, adquiridos a travésde los sistemas de percepción y aprendizaje, y recreadosmediante el pensamiento y la imaginación.

E l e p i c e n t r o

Dado que la conciencia está concebida como elfenómeno emergente más encumbrado de los siste-mas cerebrales, éste adquiriría no sólo vigorosas

capacidades de navegación en el encéfalo semejantes auna bandada o a un enjambre, sino propiedades causa-

les en la jerarquía cerebral. Una decisión consciente-mente tomada, un deseo conscientemente asumido, unacreencia conscientemente detentada, en tanto poseenun aspecto neurofisiológico de alta jerarquía, pueden ydeben influir en una cadena de eventos nerviosos quedesemboquen en cambios fisiológicos, comportamien-tos, expresiones y acciones. A su vez, esta capacidadexpresiva de los sistemas conscientes a través del mo -vimiento, del lenguaje y la acción del individuo tieneefectos trascendentes sobre el sistema social y cultural,afectándolo en mayor o menor medida me diante ac-tos, expresiones simbólicas, rituales, teorías científicas,productos de arte o técnica.

La adaptación iterativa y recíproca entre el mediosocial y el cerebro resulta así en la producción de unenjambre consciente de actividad intermodular, dondeel mecanismo de adaptación se basa en la conductaresultante en el contexto de las restricciones ambien-tales. Se trata de una interdependencia y una coevolu-ción de pautas cerebrales y culturales. El antropólogoRoger Bartra (2007) postula un “exocerebro” paraidentificar a este conjunto simbólico del medio socialcomo una prótesis cultural, en estrecha conjunciónevolutiva y causal con la conciencia subjetiva.

Estas últimas nociones pueden reconciliar y armo-nizar las dos corrientes académicas relevantes al temade la conciencia que se han mostrado tradicionalmen-te antagónicas, y aun hostiles, en su entendimiento.Por una parte la corriente biológica adjudica íntegra opredominantemente el fenómeno consciente a la ope-ración del cerebro, sin la cual, en efecto, la concienciano puede concebirse más que en una dimensión espi-ritual y sobre la que no puedo discurrir sobriamente,pues se me dificulta concebir una conciencia descarna-da y aún más demostrarla, aunque no tengo inconve-niente en admitir un alma o un espíritu de naturalezapsicofísica, entendidos como los enérgicos procesos deinformación autoconsciente, deliberada y creativa queacontecen en buena medida gracias a la interacciónentre un individuo y su entorno. Por otro lado, parti-cularmente desde Marx, las ciencias sociales conside-ran a la conciencia individual como un producto de lasociedad, de la ideología, de los valores, del lenguaje y,en una palabra, de la cultura en la que el individuo segesta y expresa, lo cual es también un hecho sobresa-

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Conciencia

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liente de su naturaleza. Sin duda, la conciencia no esconcebible sin el concurso histórico, fáctico, conduc-tual, sistemático, consonante y constante de ambasesferas: la cerebral de índole biológica y la cultural decarácter social. La convergencia de los dos factores de-termina a la conciencia, pues el neurobiológico esta-blece la posibilidad y la arquitectura temporal de losprocesos conscientes, en tanto que sus contenidos es-tán en relación estrecha con el enorme y crecienteacervo de elementos simbólicos que son productos dela acción humana y evolucionan de manera vigorosaen los procesos pautados de la cultura.

De esta manera, el proceso consciente existe ycursa dotado de tres principios unificados: el neurobio-lógico, el fenomenológico y el cultural, que hacen deél una fuerza distintiva de la vida en este planeta lacual, como parte esencial de su devenir, constituye fi-nalmente la historia. La conciencia surge entoncescomo un fenómeno convergente y vital abocado almundo interno del individuo y al mundo externo de lacomunidad humana. Este devenir lúcido, esta cinemá-tica espontánea, a la vez biológica, psicológica y social,provee a la conciencia de características tan preciadasy sorprendentes como la libertad de acción, la intros-pección, la empatía, el goce estético, la cosmovisión ola capacidad de engendrar conocimiento y aplicarlomediante la inteligencia. Por todo ello, la concienciase erige como auténtico epicentro de la persona y lacultura humanas.

José Luis Díaz Gómez es un médico psicobiólogo interesado en

los aspectos teóricos y experimentales de la relación mente-cuer-

po. Ha sido investigador de la Universidad Nacional Autónoma de

México (UNAM), desde 1967, en el Instituto de Investigaciones Bio-

médicas, el Centro de Neurobiología y actualmente en el Depar-

tamento de Historia y Filosofía de la Medicina de la Facultad de

Medicina. Ha publicado alrededor de 140 artículos y capítulos

de investigación, así como una docena de libros, entre los que se

encuentra La conciencia viviente (Fondo de Cultura Económi-

ca, 2007).

[email protected]

“Av ive e l seso y desp ier te” : e l en igma de la conc ienc ia

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L e c t u r a s r e c o m e n d a d a sBartra, R. (2007), Antropología del cerebro, México, Fondo

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