06-josé ortega y gasset y el pensamiento alemán en españa

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GLOSSAE. REVISTA DE HLSTORIA DEL DERECHO EUROPEO 2 (1989-90) Instituto de Derecho Común, Universidad de Murcia JOSÉ ORTEGA Y GASSET Y EL PENSAMIENTO ALEMÁN EN ESPAÑA * El tema que me propongo tratar hoy aquí con el beneplácito de ustedes se refiere, como el enunciado deja ya entrever, a la recepción de la cul- tura alemana en nuestro país, especialmente en su proyección filosófica, por obra y gracia del genial pensador y espléndido escritor que fue Ortega y Gasset. La configuración del pensamiento alemán en la obra del maestro y su repercusión en la de sus discípulos es sin duda el acontecimiento más so- bresaliente en la vida cultural española de nuestro siglo. Por su destacado relieve quizá nos sintamos inclinados a verlo como algo aislado e inusitado, como un oasis en un páramo de general mediocridad, una especie de milagro, del milagro cultural alemán de la época moderna en el solar ibérico. Tal apreciación resultaría ya falsa por lo desorbitada, pero además no nos satis- faría, porque de los milagros no se suelen dar explicaciones. Como hecho de cultura, la empresa intelectual de Ortega sólo puede ser entendida y valorada en su contexto histórico, u, orteguianamente dicho, en su circunstancia. Una mirada retrospectiva al pasado del que Ortega y Gasset es continuación y en cierto modo culminación será, pues, el procedimiento más factible para com- prender y aquilatar la significación de su obra. Hoy, lejos ya de las contin- gencias propias del momento en que surgió, esta tarea se hace más viable. Pero independientemente de tal viabilidad se nos impone con carácter ine- ludible, pues la ignorancia u olvido de la contribución orteguiana, además * Conferencia tenida en la Sociedad Gennano-Ibero-Americana, en Francfort del Meno, con ocasión del centenario del nacimiento del filósofo. ** lnstitut für rornanische Sprachen und Literaturen, Johann Wolfgang Goethe-Univer- sitat, Postfach 11932, D&MO Frankfurt am Main 1 1.

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LA INFLUENCIA ALEMANA

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  • GLOSSAE. REVISTA DE HLSTORIA DEL DERECHO EUROPEO 2 (1989-90) Instituto de Derecho Comn, Universidad de Murcia

    JOS ORTEGA Y GASSET Y EL PENSAMIENTO ALEMN EN ESPAA *

    El tema que me propongo tratar hoy aqu con el beneplcito de ustedes se refiere, como el enunciado deja ya entrever, a la recepcin de la cul- tura alemana en nuestro pas, especialmente en su proyeccin filosfica, por obra y gracia del genial pensador y esplndido escritor que fue Ortega y Gasset. La configuracin del pensamiento alemn en la obra del maestro y su repercusin en la de sus discpulos es sin duda el acontecimiento ms so- bresaliente en la vida cultural espaola de nuestro siglo. Por su destacado relieve quiz nos sintamos inclinados a verlo como algo aislado e inusitado, como un oasis en un pramo de general mediocridad, una especie de milagro, del milagro cultural alemn de la poca moderna en el solar ibrico. Tal apreciacin resultara ya falsa por lo desorbitada, pero adems no nos satis- fara, porque de los milagros no se suelen dar explicaciones. Como hecho de cultura, la empresa intelectual de Ortega slo puede ser entendida y valorada en su contexto histrico, u, orteguianamente dicho, en su circunstancia. Una mirada retrospectiva al pasado del que Ortega y Gasset es continuacin y en cierto modo culminacin ser, pues, el procedimiento ms factible para com- prender y aquilatar la significacin de su obra. Hoy, lejos ya de las contin- gencias propias del momento en que surgi, esta tarea se hace ms viable. Pero independientemente de tal viabilidad se nos impone con carcter ine- ludible, pues la ignorancia u olvido de la contribucin orteguiana, adems

    * Conferencia tenida en la Sociedad Gennano-Ibero-Americana, en Francfort del Meno, con ocasin del centenario del nacimiento del filsofo.

    ** lnstitut fr rornanische Sprachen und Literaturen, Johann Wolfgang Goethe-Univer- sitat, Postfach 11932, D&MO Frankfurt am Main 1 1.

  • de constituir una gran injusticia, implicara un considerable empobrecimiento cultural de nuestro presente.

    La atraccin de Ortega por la cultura filosfica y cientfica alemana no radica tan slo en el reconocimiento de la superioridad de esta cultura, supe- rioridad que, en su poca, era manifiesta. Ortega, aunque no lo diga, o lo diga a medias, se siente vinculado a la tradicin inmediata del krausismo. Pero tal tradicin tiene una larga y remota historia: las recprocas y pendu- lares relaciones entre Espaa y Alemania. La investigacin de estas relaciones est todava muy lejos de haber llegado a sus ltimos resultados. El acerca- miento de nuestros dos pueblos, determinado evidentemente por vicisitudes histricas en las que ahora no podemos entrar, fue de tal magnitud que lleg a crear incluso una cierta afinidad que ni la Reforma ni el desarrollo de las lenguas vernculas como vehculos de la expresin nacional han podido borrar.

    El recuerdo del origen germnico de la comunidad sueva y visigoda esta- blecida en la Pennsula, animado y remozado en la lucha hegemnicoconfe- sional contra el Islam, se mantuvo siempre vivo en Espaa. En el primer cuarto del siglo XIII, con el enlace matrimonial de Fernando 111 con Beatriz de Suabia, suceso que prepar el reinado de su primognito Alfonso X el Sabio, y con l, el primer renacimiento de la cultura europea, los contactos entre Espaa y Alemania fueron tan frecuentes y de tal alcance que nos hacen pensar incluso en una cierta alianza poltico-religiosa encaminada a contra- rrestar la absorbente preponderancia francesa ejercida a travs de Cluny, preponderancia que podra considerarse como la primera manifestacin de galicanismo, fenmeno bien conocido de la poltica exterior gala.

    Frente a esta tendencia centralista de los cluniacenses se alz una comente expansiva, viril y guerrera dirigida hacia ambos extremos de Europa. Esta corriente est representada por la lnea cisterciense-morimundense, de inspi- racin y orientacin germnica, que foment y encauz, por el Este, la pe- netracin de la Orden Teutnica hacia Prusia y los territorios blticos, y por el Occidente, la acometividad de la Sacra Milicia de Calatrava contra los sarracenos de la Pennsula Ibrica. Hoy sabemos de caballeros calatravos a las orillas del Vstula, cerca de Danzig, en apoyo de la colonizacin alemana de estas regiones todava paganas; y a su vez, de caballeros teutnicos en Santa Mara de Castellanos de la Mota de Toro, la actual Mota del Marqus, con su emplazamiento avanzado de Higares, no lejos de Toledo, los cuales participaron activamente en las campaas militares de Fernando 111 en An- daluca, donde recibieron importantes donaciones.

    Estos acontecimientos de carcter poltico-militar facilitaron tambin la recepcin de la cultura arbigo-hispnica en las universidades europeas. A travs de las traducciones del rabe al latn, entre las cuales merecen especial mencin las hechas por Hermann el Alemn a mediados del siglo XIII en Toledo, lleg al mundo cristiano occidental el conocimiento de Aristteles en su interpretacin averrosta, de profundas y revolucionarias consecuen- cias, no slo en el campo de los estudios cientfico-naturales, sino tambin en

  • el estrictamente filosfico, sobre todo en los dominios de la tica en su doble aspecto individual y social o poltico 1 .

    Ms conocida es la irradiacin de la mstica rhenano-flamenca hacia Es- paa a finales del siglo XV y comienzos del XVI bajo la proteccin y mece- nazgo de Cisneros y Carlos V. Las obras de Seuse, Ruysbroec, Tauler, Ludolf von Sachsen, Gerardo von Zutphen, Jan Mombaer, y la tan difundida Imitatio Christi en la redaccin de Toms de Kempis, fueron ledas con avidez y apro- vechamiento por nuestros escritores ascticos y msticos, y prepararon el maravilloso despliegue de la mstica espaola de los siglos XVI y XVII. Menos conocida en cambio es la influencia que los msticos espaoles ejercieron en Alemania al refluir traducidas sus obras al alemn en la poca del barroco con la Contrarreforma. J Tarrac ha sealado el influjo de la mstica espa- ola, sobre todo de San Juan de la Cruz y de Santa Teresa de Jess en el Che- rubinischer Wandersmann, de Angelus Silesius (Johannes Schemer). Esta obra tuvo repercusin sobre el movimiento pietista, y los romnticos la tuvie- ron en gran estima. Y junto a la mstica hay que sealar la transcendencia de la teologa propiamente dicha. Las Dirputaciones metafsicas de Surez deja- ron una profunda huelia en la obra de Leibniz. Las disputaciones suarianas fueron conocidas y utilizadas tambin por los filsofos idealistas alemanes.

    Pero a pesar de este renacimiento de la neoescolstica tan brillantemente representada, entre otros, por Victoria, Melchor Cano y Luis de Molina, la inquisicin, atenta ms a la salvaguarda de los intereses poltico-religiosos de la Iglesia que al natural desarrollo del espritu cristiano, impidi que muchos de los mejores frutos de la teologa mstica espaola desembocaran consecuentemente en el pensamiento moderno. La cristalizacin de la vida religiosa iniciada a partir del Edicto del inquisidor Valds en 1559 es un fen- meno bien conocido. De esta cristalizacin se salv el espritu religioso ale- mn, gracias al principio de ((libre exameno implcito en la Reforma. La Ilustracin, tal como fue acuada en Francia, por razones intrnsecas y ex- trnsecas, no estaba llamada ni a penetrar ampliamente y sin oposicin por parte del pueblo y de los estamentos tradicionales del poder vigentes en Es- paa, ni a ejercer una profunda y creadora influencia sobre la peculiar evolu- cin del espritu espaol. Y menos la Revolucin trada de la mano violenta e invasora de Napolen.

    En cambio el Romanticismo, sobre todo en su manifestacin germano- anglosajona, fue acogido con gran entusiasmo por los escritores y poetas espaoles. El krausismo, como impulsor de la libertad religiosa y filosfica, se halla inserto tambin dentro del movimiento romntico. La reaccin abso- lutista de Fernando VI1 (1814-1833), que aboli la Constitucin y restaur la

    1 Sobre lo indicado a manera de introduccin pueden consultarse los siguientes estudios mos: a) Asentamiento y extincin de la Orden Teutnica en Espaa (1222-1556). ((Bol. de la R.A. de la Hist., t. 168, cuad. 11, pags. 227-274 (1971), Madrid; b) HermannelAlemn, traduc- tor del siglo XIIIen Toledo, ((Hispania Sacra. lnstituto Enrique Flrez (C.S.I.C.), vol. XXXV (1983), Madrid, pgs. 9-56; c) La leyenah de Serlo de Wilton aplicada al averroista Sigerio de Bravante, Rev. de la Univ. Complutense)), Madrid. Nros. 1-4 de 1983. Aparecieron en 1987, pags. 99-105.

  • Inquisicin que las Cortes de Cdiz haban suprimido en 1813, oblig a muchos intelectuales de tendencia liberal a buscar refugio en Inglaterra. El mediador del mundo anglosajn con el mundo de la cultura germnica entre los espaoles desterrados en Londres fue un sacerdote espaol de origen irlands por lnea paterna llamado Jos Mara White Crespo. White o Blanco, segn la traduccin de su apellido al castellano, haba huido a Londres ya en 1810, donde se hizo anglicano. Ms tarde abraz el unitarismo de Channing. White mantuvo relaciones con el editor alemn Rudolf Ackerrnann, quecoste la publicacin de algunas revistas de los emigrantes espaoles. White aprendi el alemn y se dio a la lectura de composiciones de Schiiier y Goethe. El Fausto, a pesar de su todava imperfecto conocimiento de la lengua, es un poema lleno de esplndidos pasajes que, a veces, le (dlenan con perfecta delecta- cin. Y de Poesa y Verdad comenta y hace suya la frase: El tiempo es infi- nitamente largo, y cada uno de sus das, un recipiente en el que mucho se puede verter si uno de verdad lo quiere llenan). Como ya seal Menndez Pelayo, White entabl correspondencia con Neander (J.A. Wilhelm, antes de su bautismo en 1806: David Mendel), y se entreg apasionantemente a la lectura de Paulus (Heinrich Eberhard Gottlob), de Strauss (David Friedrich) y de los exgetas de Tubinga. Estudi a Kant, quien le ense que la virtud era independiente del temor y de la esperanza y aun de la creencia en la inmor- talidad)). Fichte le sugiri la frmula de Dios dentro de nosotros (BUS intra nos), y llega a formular una teora del Espritu Santo basndose en estas palabras de Sneca: Sacer intra nos Spintus sedet, rnalorum bonorumque observator et custos)). El unitarismo, llamado tambin cristianismo liberal fue aceptado igualmente ms tarde por los krausistas Giner de los Ros y Gumersindo Azcrate. Aunque White no haya tenido conocimiento de Krau- se, hay que reconocer que est en esa lnea, y por lo tanto, en la medida que el krausismo espaol signific ante todo una interiorizacin de la conciencia religiosa, habra que considerar a White como un precursor o antecesor de nuestros krausistas. Es curioso sealar la aparicin en 18 10, en el mismo ao de la llegada de White a Londres, del famoso libro de Germaine Necker, Baronne de Stael-Holstein, De I'Allemagne. Destruida la primera edicin por orden de Napolen y reeditada luego tres aos ms tarde en Londres, esta obra fue, segn palabras de A. Monchoux, la va regia de acceso a la esen- cialidad alemana, a sus formas de pensar y crean). Su significacin no debi de ser menos para los espaoles emigrados que la leyeron en Londres o en Pans. En ella se dieron a conocer por primera vez a los lectores de lengua francesa los nombres de Kant, Fichte y Schelling, y sobre todo Jakobi. La ltima parte del libro de la seora Stael, con el titulo bien expresivo de Reli- gin y entusiasmo)), est dedicada a tratar la vida religiosa en Alemania, en especial del protestantismo y del pietismo. Y exactamente un siglo ms tarde, Unamuno, en su Sentimiento trgico de la vida, explicar el arraigo del krausismo en Espaa en virtud de su raz pietista, la cual a su vez no ser ms, segn l, que la persistencia del misticismo catlico en el seno del racio- nalismo protestante. De ah, concluye el rector salmantino, que no pocos

  • pensadores catlicos se hicieran krausistas. Esta conclusin, aunque parezca arbitraria, encierra un fondo verdadero.

    Con la baronesa de Stael-Holstein llega tambin a Londres en 1813 su amigo August Wilhelm Schlegel. Dos aos despus se tradujeron sus Vor- lesungen ber dramatische Kunst und Literatur. Los refugiados espaoles en Londres no pudieron ignorar esta obra, as como tampoco la de su hermano Friedrich, Geschichten der alten und neueren Literatur, aparecida tambin en versin inglesa en 18 18. Pero ya en 18 14, Johann Nikolaus Bohl von Faber, establecido en Cadiz y casado con una espaola, haba traducido fragmenta- riamente las Vorlesungen bajo el ttulo de ((Reflexiones de Schlegel sobre el teatro)). La investigacin moderna considera a Bohl von Faber como el ver- dadero introductor en Espaa de las ideas sustentadas por los romnticos ingleses y alemanes en materia de arte y literatura. A pesar de la exaltacin que inspira a F. Schlegel la Germania de Tcito, vista como expresin del ((libre espritu nrdico)), la llamativa conversin de F. Schlegel al catolicismo en la catedral de Colonia en 1808 fue motivo de bastantes recelos en el crculo de sus coetneos. Pero hoy, en su intento por alcanzar una esencial visin universalista del espritu creador a travs de su evolucin histrico-literaria, F. Schlegel se nos presenta como un precursor de la escuela histrica y en especial de Dilthey. En Espaa Bohl von Faber, imbuido de lecturas msticas, termin tambin por abrazar el catolicismo. Pero al pretender tomar la defensa del tradicionalismo espaol en nombre del romanticismo, que entre nosotros no poda ser restaurador, sino liberador, despert todava ms recelo y opo- sicin por parte de los liberales espaoles. Se le combati, pues, y por ultimo se le silenci. Ms fortuna haba de tener su hija Cecilia Bohl von Faber, cono- cida en la literatura espaola con el pseudnimo de F e d n Caballero. Cecilia cultiv la direccin de la poesa regional o costumbrista (Heimatdichtung), la cual, debido a nuestra diversidad histrica y geogrfica, habra de tener una continuacin esplndida en la novela espaola del XIX. Pero este gnero haba sido iniciado ya 27 aos antes por White con sus famosas Letters of Spain, publicadas en Londres en 1822, bajo el pseudnimo de Leucadio Do- blado, modelo de pintura de costumbres espaolas, y sobre todo andaluzas, del siglo XVIII. Un dato importante, no aducido que yo sepa hasta ahora, es que estas cartas fueros traducidas ya dos aos ms tarde por E.L. Domeier al alemn y publicadas en Hamburgo con el ttulo de Briefe aus Spanien, con una carta a Tieck en Dresde.

    Con los hermanos Schlegel comienza en Alemania la historia del calde- ronismo, cultivado todava hoy con tanto bro por los hispanistas alemanes. En 1981 se celebr el tercer centenario de la muerte de Caldern, y, hecho significativo, en el otoo del mismo ao nos reunimos en Hofgeismar, invi- tados por el Seminario de Teologa sistemtica y tica social de la Universi- dad de Hamburgo, un grupo de profesores, principalmente espaoles y ale- manes, para conmemorar el segundo centenario del nacimiento de Karl Chris- tian Friedrich Krause. Este segundo centenario fue en realidad el primero en que Krause mereci un congreso dedicado a su memoria, y no precisamente

  • por la repercusin que su filosofia tuvo en Alemania, que fue bien escasa, si se excepta su influjo sobre la pedagoga frobeliana y en la humanizacin del derecho, sino a causa de la entusiasta acogida que se le dispens en Espaa y la no menor transcendencia que habra de tener en el proceso modemizador del pensamiento espaol 2. Podramos reflexionar sobre la suerte que corrie- ron el dramaturgo y el filsofo en sus respectivos pases, muy menguada en el propio y muy acrecentada en el ajeno. El teatro de Caldern lleg a estar prohibido en Espaa en el siglo XVIII. Ni siquiera hoy corren vientos favo- rables para enfrentarse con su obra. Hay que reconocer en cambio, que fue en Alemania, a partir de Schlegel, donde ha sido objeto de una profundiza- cin cada vez mayor en sus contenidos teolgicos. En realidad la teologa dramtica del Barroco tan plsticamente caracterizada en el teatro de Cal- dern, si bien se mira, no es ms que la actualizacin de la teologa mstica de un Fray Luis de Granada o de un San Juan de la Cruz, para quienes el Creador se hace patente de manera inmediata en la maravilla y belleza del Universo. El Dios humanamente revelado y evidenciado en y por el espritu es el supremo artista renovador de la creacin deteriorada. Los romnticos ale- manes supieron ver este nexo que, independientemente del aparato teolgico- conceptual de Caldern, va de Dios a la naturaleza y de sta a Dios pasando por el hombre. Semejante posicin antropo&ntrica era necesaria para hacer visible la realidad de Dios inseparable de su obra, y a su vez la divinidad de la naturaleza. El cristianismo es para Caldern la superacin y al mismo tiempo la culminacin del paganismo. La interpretacin de este proceso haba de conducir consecuentemente a la conjuncin de espritu y naturaleza, m- xima aspiracin del Romanticismo. El racionalismo armnico elaborado por los krausistas espaoles es quiz la frmula ms cercana a la concepcin teo- lgicodramtica de Caldern. Sanz del Ro y sus inmediatos seguidores, como Giner de los Ros, Fernando de Castro y G. Azcrate, comprendieron que para llevar a cabo la verdadera reforma espiritual de su pas era indispen- sable una doctrina de raz metafisica que hiciera posible un entronque con la propia tradicin detenida represivamente por el poder inquisitorial. En este sentido es admisible hablar, como lo hace Sainz Rodrguez, de una ((espi- ritualidad frustrada que hubiera podido servir para toda la Europa huma- nstica, de no haberse producido la reaccin antirnstica que represent en Espaa el Indice de Valds.

    Despus de lo que queda apuntado, la recepcin de la cultura alemana re- presentada por el idealismo era tan slo una cuestin de tiempo. Esta recepcin vena favorecida tambin por el impacto que lo espaol haba producido en per- sonalidades tan relevantes como Herder, Tieck, Eichendorff, Grillparzer, etc.

    2 Jaime FERRElRO ALEMPARTE, Aufahme der deutschen Kulrur in Spanien. Der Krausismo als Hohepunkt und sein Weiferwirken durch die Insiirucin Libre de Enseanza. Las actas del congreso de Hofgeismar fueron publicadas en un volumen bajo el ttulo Karl Christian Friedrich Krause (1781-1832). Studien zu seiner Philosojie und zum Krausismo. Editado por Klaus-M. Kodalle. Felix Meiner Verlag. Hamburg 1985. (Schriften zur Trans- zendentalphilosophie, Band 5 ) . Mi comunicacin, en las pgs. 135-151.

  • Es una lstima que no tengamos todava una obra de conjunto sobre el hispa- nismo alemn. En ella ocupara el primer lugar Friedrich Ludwig Bouter- weck, autor entre otras otras, de una Geschichte der Poesie und Beredsam- keit aparecida en doce volmenes (1801-19). Los vols. 3 y 4 estn dedicados a la historia de la literatura espaola y portuguesa. La historia de la literatura espaola de Bouterweck fue traducida al espaol en 1828, ao de la muerte del autor, por Gmez de la Cortina y Hugalde Molinedo, y publicada al ao siguiente. Los traductores declaran haber hecho la traduccin motivados por el deseo de ((suplir con ella la obra originaria de que carecamos)). Bouterweck, que, en contacto con Jakobi, ileg a configurar un sistema filosfico llamado ((virtualismo)), parece haber influido sobre el pensamiento de Schopenhauer, que fue su alumno en Gottingen. Quiz fuera til indagar hasta qu punto Bouterweck despert en Schopenhauer el gusto por la literatura espaola y su apasionamiento por Gracin. La traduccin del Orculo manual, de Scho- penhauer, fue reeditada y encomisticamente prologada por K. Vossler. Es importante sealar que la obra de Bouterweck ya haba sido traducida al francs en 18 12, y al ingls en 1823. El exiliado espaol Mendival, en su Biblio- teca selecta de la literatura espaola aparecida en Burdeos en 1818, menciona a Bouterweck como el nico historiador de la literatura.

    Era, pues, natural que los espaoles a medida que iban conociendo la dedi- cacin de los alemanes hacia la cultura espaola, se sintieran tambin espo- leados y atrados por la cultura germnica, y a su vez motivados a valorar y reafirmar la propia en la misma direccin. Tal fue el caso de Agustn Durn, quien en su famoso ensayo sobre el teatro clsico espaol, escrito en 1828 bajo la influencia de A. Schlegel, a travs de Nicols Bohl de Faber, no vacila en adjudicar al teatro de Lope y Caldern el calificativo de romntico.

    Pero el paso decisivo de comunicacin de Espaa con Europa fue la vuelta de los liberales desterrados en 1834. El conde de Toreno, que haba viajado por todos los pases europeos y conocido a las figuras ms destacadas de la cultura, entre ellas a la baronesa de Stai51, al volver a Espaa definitivamente en 1833, fue encargado por Mana Cristina para presidir el gobierno liberal de 1835. En este ao se reabri el Ateneo fundado en 1820 y cerrado en 1823, y, junto a las ctedras pblicas de ingls y francs que all se daban, se Cre otra de alemn. Es entonces cuando empiezan a aparecer artculos sobre temas alemanes. En 1839, como ha hecho ver Teresa Rodrguez de Lecea, el natura- lista Ramn la Sagra dio una serie de conferencias en el Ateneo que fueron publicadas al ao siguiente con el ttulo kcciones de economa social. En estas conferencias se menciona ya a Krause y a su discpulo Ahrens. En 1838 se public en Pars bajo el titulo de Cours de droit naturel ou de philosophie du droit las lecciones dadas por Ahrens en la Sorbona en 1833. El Curso de Ahrens, en traduccin espaola de Navarro Zamorano, apareci en 1841. La versin alemana Das Naturrecht oder Rechtsphilosophie no apareci hasta 1846. Sanz del Ro, impresionado por esta obra de Ahrens, escribe un infor- me solicitando la creacin en la Universidad de Madrid de una ctedra de Fi- losofia del Derecho. En este informe, elaborado durante la traduccin e im-

  • presin del libro de Ahrens, hace ya Sanz del Ro un elogio de la filosofa alemana, especialmente de la de Krause, que a juicio del propio Krause y de su admirador, vena a completar la doctrina de Kant. La solicitud no tuvo xito a pesar del informe positivo del rector de la Universidad de Madrid Gmez de la Cortina, uno de los traductores, como hemos visto, de la Hhtoria de la literatura espaola de Bouterweck. Sanz del Ro, que probablemente haba adquirido ya conocimientos de la lengua alemana en la ctedra del Ateneo, empieza a ocuparse de temas alemanes. Y as en 1842 publica dos artculos, uno sobre la Asociacin de Aduanas alemanas, ponderando la libertad aduanera de los Estados federados, causa principal de la prosperi- dad econmica de los mismos, y otro titulado Examen filosfico de la Ale- mana desde la Revolucin francesa hasta nuestros das. En 1844, un amigo de Sanz del Ro, Julio Kuhn, publica la Primera Gramtica alemana en es- paol. Pero la fecha bsica de la primera recepcin del pensamiento alemn fue la del ao 1843. En este ao, el ministro Gmez de la Serna cre en la Universidad de Madrid la ctedra de Filosofa de la Historia, y para desem- pearla se nombr con carcter interino a Sanz del Ro, sin ms obligacin que pasar a Alemania a completar su formacin filosfica. Con este objeto se le otorg una beca por dos aos. Sanz del Ro, de paso por Pans, visit al filsofo francs Victor Cousin. Pero el futuro reformador de la filosofa espa- ola, que no senta ninguna inclinacin por el pensamiento francs ni por el eclecticismo de Cousin, juzg a ste como un espritu frvolo y superficial. Desde Pars se dirigi Sanz del Ro a Bruselas, donde enseaba Ahrens. ste le recomend la Universidad de Heidelberg, en la que actuaban dos discpulos de Krause, Roder como profesor y Leonhardi como expositor libre para un crculo selecto de oyentes. Sanz del Ro se hosped en casa del historiador G. Weber, en la que viva tambin Arniel, tan conocido despus por su Diario ntimo. Nuestro becario llevaba tambin un Diario, muy aleccionador para comprender su intimidad, y con ella, naturalmente, su filosofa. Ya al co- mienzo del diario de Heidelberg escribe: La ciencia es el culto a Diow. Se queja de los discpulos de Krause, que se limitan a poseer la doctrina del maes- tro, pero de manera formal, framente y sin vida. Para un espritu religiosa- mente vitalista como Sanz del Ro, esta falta de entusiasmo que acusa en los discpulos de Krause tuvo que producirle evidentemente una gran decepcin. En cambio resaltan en el diario sus meditaciones a la manera agustiniana. Cree que la oracin es esencial para la ciencia, y a los pocos das de estar en Heidelberg, llevado de su inclinacin religiosa, compra un ejemplar del Kem- pis De imitatione Christi. Los 16 meses de su estancia en la ciudad del Neckar le s i ~ e r o n ante todo para, en contacto con el sentimiento religioso del pueblo alemn, afirmar su sentido de la religin como elemento constitutivo funda- mental de la vida humana en cuanto vida moral. Vuelto a Espaa antes de tiempo por imperativos familiares, se retir a lllescas. En el retiro de Iescas Sanz del Ro recibe las publicaciones alemanas ((Leipziger Repertorium y ((Berlin Literarische Zeitungu y comienza a traducir la Hist. Univ. de Weber, la Hist. de la Lit. alemana de Gervinus, la Psicologa de Ahrens, la Analtica

  • de Krause y El ideal de la Humanidad para la vida. Esta obra aparecida en 1860 no es propiamente una traduccin de la de Krause Das Urbild der Men- scheit fur das Leben (1812), sino una adaptacin para lectores espaoles. La expresin para la vida, trmino que por lo dems se repite innumerables veces en Sanz del Ro, nos sugiere inmediatamente el sentimiento vitalista de Unamuno, el ratiovitalismo de Ortega o el intelectualismo sentiente de Zu- biri. Gracias a la profunda conviccin religiosa que animaba el pensamiento de Sanz del Ro y a la intensidad con que lo viva, consigui reunir a su alre- dedor un grupo de jvenes intelectualmente bien dotados que se unieron a su causa con fidelidad inquebrantable. Esta causa no era otra que la renova- cin de la vida espiritual en un pas de rica tradicin religiosa, pero que, por imposiciones y coerciones exteriores, haba quedado detenida a medio camino. Legaz Lacambra tiene razn cuando afirma que el krausismo no ha sido en Espaa una escuela filosfica, sino algo as como el catalizador de un movimiento de renovacin y liberacin espiritual. Pero, claro est, este intento haba de conducir necesariamente a repercusiones y resistencias en el terreno poltico y social. Por lo pronto la filosofa krausista penetr en las Universidades, y los representantes del catolicismo espaol se movilizaron para arrojarla de all.

    Juan Valera, a pesar de su actitud acomodaticia y conservadora, se sinti obligado a escribir una serie de artculos Sobre lus enseanzas de lajilosofa en lus Universidades en defensa de los profesores, a los que El Pensamiento Espaob), rgano de los llamados impropiamente neocatlicos>), atacaba tachndolos de pantestas, impos o ateos. Valera seala el fondo mstico que subyace en el idealismo alemn. Un decenio ms tarde, en un hermoso di- logo a la manera platnica titulado Glfira, sobre El racionalismo arm- nico, vuelve Valera a la palestra en defensa de los idealistas alemanes, en especial de Hegel, con textos tomados de los msticos espaoles. Ms tarde, en el Prlogo a la edicin inglesa de Pepita Jimnez (1886), recuerda sta su defensa de los krausistas por no trillado camino)), y su empeo en demos- trar que si Sanz del Ro y los de su escuela eran pantestas, nuestros telogos msticos de los siglos XVI y XVII lo eran tambin. Valera, que conoca muy bien la cultura filosfica y literaria de Alemania, con ese buen sentido o atisbo de filosofa perenne que hay en todo sistema filosfico, que es propiamente su contenido histrico, fue el primero que seal la vinculacin de la mstica espaola con la germano-flamenca. Valera hubiera podido aadir, para com- pletar el ciclo, la recepcin de los grandes msticos espaoles por la cultura alemana del Barroco. Francisco de Paula Canalejas, discpulo predilecto de Sanz del Ro, en su estudio sobre La Escuela Mstica Espaola (1868), consi- der no slo factible, sino tambin provechosa una armonizacin de la mstica espaola del siglo XVI, en lo que hay de esencial y de metafsico en sus leccio- nes, con el movimiento de la filosofa krausista o (movsima), trmino acu- ado entonces para designar esta doctrina en Espaa.

    Con los discpulos de Sanz del Ro se generaliza en las diversas esferas de la vida espiritual espaola el conocimiento de la filosofa alemana, sobre

  • todo de sello idealista. Los nombres de Fichte, Scheiling y Hegel aparecen frecuentemente citados. Pero es a partir de 1876, con la fundacin de la Ins- titucin Libre de Enseanza, cuando esta filosofa adquiere carta de natura- leza a travs de traducciones, libros, y publicaciones peridicas. La obra de Giner de los Ros, cabeza y alma de la Institucin, la resume Castillejo con estas palabras: La filosofia de Giner se dej influir por todas las ideas fecun- das de su tiempo. Recibi inspiraciones de Kant y Rousseau; recogi el sen- tido de unidad de Hegel y la sntesis de Naturaleza y Espritu de Schelling; acept el proceso de formacin del Derecho en la conciencia del pueblo, que la escuela de Savigny haba desentraado; aprovech las conquistas del Posi- tivismo, la Sociologa, el anlisis psicolgico de Wundt, la direccin idealista de la escuela teolgica y la solidez armnica del sistema de Kmuse)). No se trataba, pues, de crear un nuevo sistema, sino de orear la vida intelectual y moral en el solar hispnico en contacto con otras ideas y doctrinas que, dentro de la cultura europea, se haban desarrollado en una atmsfera de libertad de expresin e investigacin. El idealismo alemn, por su filiacin histrico- espiritual, era la direccin que guardaba mayor afinidad con la tradicin reli- giosa espaola. Y dentro del idealismo, la concepcin de Krause era, segn Sanz del Ro, la ms idnea para operar una profunda reforma ticosocial de la vida en nuestro pas. A pesar de la oposicin de los inmovilistas, el krau- sismo configurado y adaptado por Sanz del Ro a las condiciones de su pueblo, fue recibido con entusiasmo, pues no vena a sojuzgar o a suplantar, sino a liberar. No significaba una dependencia poltica o econmica, ni una claudi- cacin de la propia substancia, sino precisamente su revitalizacin en la dimensin genuina de vida moral y religiosa.

    La empresa cultural iniciada por Sanz del Ro en su viaje a Heidelberg en 1843 la va a reanudar Ortega en un marco mucho ms amplio a partir de 1905, ao en que ((huyendo del achabacanamiento de su patria, segn su propia expresin, llega como un escolar medieval a Leipzig, ciudad famosa por sus libreras y su Universidad. All pasa un semestre, durante el cual tuvo lugar su ((primer cuerpo a cuerpo desesperado con la Cn'tica de la razn purm. En Leipzig estaba W. Wundt al frente del primer Instituto de Psicologa expe- rimental. Pero Ortega no asiste a sus clases, sino a las de tica de Th. Lipps, representante de la Psicologa introspectiva y autor de un tratado de Esttica aparecido en dos volmenes entre 1903 a 1906, en el que se expone la teora de la ((Einfhlung). Al mismo tiempo Ortega frecuenta las clases de intro- duccin al Griego del profesor H. Mirsch. En 1906 vuelve a Espaa y solicita una beca para seguir estudios en Berln sobre La prehistoria del criticismo filosfico,). La beca le fue otorgada el 6 de junio con efectividad a partir del lQ de octubre hasta el 30 de septiembre del ao siguiente. Pero en marzo est ya de vuelta en Alemania, y, de paso por Nrenberg, escribe el hermoso ar- tculo tan conocido sobre Las fuentecitas de Nuremberga. En Berln, donde permaneci tan slo algunos meses, aunque de intensas lecturas, se hallaban personalidades tan egregias como Dilthey, Simmel, Riehl, Woifflin, Harnack, E. Meyer y M. Planck. Pero Dilthey, como recalcar ms tarde Ortega, reti-

  • rado ya de la ctedra, no admita en sus seminarios, que tenan lugar en su casa, ms que a un nmero muy limitado y selecto de discpulos. Y Simmel, que haba de tener tanta ascendencia en la obra de Ortega, y al que califica como el hombre ms sutil que haba en Europa hacia 19 100, aunque ya haba publicado entonces Die Probleme der Geschichtsphilosophie (1892) y Philo- sophie des Geldes (1900), todava no haba dado a luz sus obras ms impor- tantes: Einleitung in die Moralwissenschaft (19 1 1) y Lebensanschauung (19 18). Dithey y Simmel no pudieron tener entonces la significacin que haban de alcanzar ms tarde en Ortega. Antes tendra que pasar por el duro aprendi- zaje de Kant. La brega con Kant prosigui en Marburgo, donde fue discpulo de los neokantianos H. Cohen y P. Natorp desde finales de 1906 hasta finales de 1907 o comienzos de 1908. Vuelto a Madrid, obtuvo en octubre de 1910 la ctedra de Metafsica que Salmern, discpulo de Sanz del Ro, de Giner y de Fernando de Castro, haba desempeado desde 1868 hasta su muerte en 1908.

    La estancia de Ortega en Alemania entre 1905 a 1907 no fue, pues, tan larga como para adquirir una profunda compenetracin con el pensamiento alemn. Pero sent las bases, como en el caso de Sanz del Ro, de su futura orientacin y dedicacin. Sobre su ((cuerpo a cuerpo con Kanb nos dir Ortega en 1924: ((Durante diez aos he vivido dentro del pensamiento kan- tiano, lo he respirado como una atmsfera y ha sido a la vez mi casa y mi prisin ... En la obra de Kant estn contenidos los secretos de la poca mo- derna, sus virtudes y sus limitaciones.

    A propsito de Kant y los neokantianos es necesario mencionar aqu la figura de Garca Morente (1886-1942), compaero y colaborador de Ortega y catedrtico de tica desde 1912 en la Univ. Central. Morente fue discpulo tambin de Cohen, Natorp y Cassirer en Marburgo. Adems de haber escrito una obra excelente sobre la filosofa de Kant, tradujo magistralmente, entre otras muchas obras alemanas, las tres Crticas. Discpulo de Cohen fue igual- mente Besteiro (1870-1940), formado en la Institucin Libre de Enseanza y desde 19 13 catedrtico de Lgica en la Univ. de Madrid. Absorbido por la actividad poltica en el Partido Socialista, la obra filosfica de Julin Besteiro fue escasa, aunque su breve pero denso libro, Los juicios analticos (a pnori)) desde elpunto de vista lgico, le acredita como buen conocedor de la filosofa kantiana. Tradujo los Prolegmenos a toda metafsica delporvenir que haya de poder presentarse como una ciencia.

    A pesar de esta obligada iniciacin filosfica kantiana de Ortega no resulta muy claro, al menos a travs de las declaraciones del propio Ortega, su viraje hacia Alemania, especialmente si consideramos su formacin francesa. Maras asegura que en la biblioteca de Ortega haba miles de libros franceses. Y su entusiasmo por Renan y Taine es de sobra conocido. Ortega nos dir en 1934 que a los 20 aos se hallaba tan hundido en el lquido elemento de la cultura francesa, que, buceando en l, tuvo la sensacin de que su pie tocaba con su fondo, y a continuacin sienta la consecuencia de que, por elpronto al menos (el subrayado es mo), no poda Espaa nutrirse ms de Francia, Y concluye:

  • ((Esto me hizo volverme a Alemania de que en mi pas no se tenan sino vagas noticias. El reproche a la cultura francesa de ser ms superficial que pro- funda era ya casi un tpico desde las manifestaciones de Sanz del Ro sobre Cousin. Francisco de Paula Canalejas habla de la superficialidad francesa en Teologa, Metafsica y Psicologa. Giner de los Ros abunda en la misma opinin. Ortega se hace eco de este convencimiento compartido por los ins- titucionistas. Tampoco podemos tomar al pie de la letra la afirmacin de Ortega de que en Espaa no se tuviesen de Alemania sino vagas noticias. Los' hombres de la Institucin se mantuvieron siempre fieles, por lo menos en el plano terico, en la direccin cultural iniciada por Sanz del Ro hacia Ale- mania. Incluso dos aos antes del viaje de Ortega encontramos ya en la Uni- versidad de Berln a Jos Castillejo, discpulo de Giner y ms tarde sucesor de B. Cosso en la direccin de la Institucin Libre de Enseanza. Castillejo, entre los cursos de otros profesores de jurisprudencia, sigui con predilec- cin los de Stammler, fundador de la filosofa del derecho sobre base neo- kantiana. Ortega conoca muy bien esta vinculacin nunca desmentida por los sucesores de Sanz del Ro con la filosofia de la ((culta y pensadora Ale- mania)), y as lo declara tambin en 191 1 con estas palabras, a propsito del acercamiento cultural de Espaa al mundo germnico: Ya una vez se intent cosa parecida. Por los aos del 70 quisieron los krausistas, nico refuerzo medular que ha gozado Espaa en el ltimo siglo, someter el intelecto y el corazn de sus compatriotas a la disciplina germnica. Este refuerzo medu- lar de que habla Ortega, no fue exactamente un sometimiento ni del intelecto ni del corazn a la ciencia germiiica. En todo caso sabemos que Ortega par- ticip e hizo suyo semejante y noble intento. En 1908, recin llegado de Ale- mania, adems de sus colaboraciones en el ((Imparciab), peridico de funda- cin familiar, Ortega participa en la creacin de la revista Faro. Y en la polmica con Ramiro de Maeztu sostiene el punto de vista krausista al afirmar que la moral es la ciencia, el conocimiento, y remacha con frase muy tpica suya: Slo mediante el sistema pondremos bien tenso el espritu de nuestra raza, como un tinglado de cuerdas y estacas sirve al beduino para poner tirante la tela feble de su tienda. Pero hay an algo ms. En el artculo de 191 1, titu- lado Alemn, latn y griego, Ortega califica la cultura francesa del siglo XX de decadente, formal y adjetiva. Cultura decadente no significa, claro est, cultura despreciable, sino cultura llamada a morir. Y nosotros somos un moribundo al que se pretende ensearle a bailan), y lo que queremos es vivir, vivir la vida elemental, respirar el aire, ver, or, comer, amar, odiar. Necesi- tamos todo lo contrario de lo que Francia puede ofrecemos: cultura de pa- siones y de ideas, no de formas. Necesitamos una introduccin a la vida esen- cial ... Esto es la primera y la ms amplia necesidad. Por eso es menester que toda la instruccin superior espaola, todas las carreras universitarias, todas las escuelas especiales, exijan el conocimiento del idioma alemn. La cultura germnica es la nica introduccin a la vida esencial. Aunque Ortega remata el artculo diciendo: ((Pero esto no basta, sin embargo tal aseveracin es harto elocuente. Pero, qu cultura alemana es sta en particular a la que

  • Ortega asigna misin tan elevada? Podra ser Simmel -pregunta Manas-, tan admirado por Ortega, ese introductor a la vida esencial? En 191 1 Simmel an no haba escrito las obras que ms huellas habnan de dejar en nuestro filsofo. Pero haba aparecido ya en 1907 su ensayo sobre Schopenhauer y Nietzsche, muy elogiosamente reseado por Ortega, y en el que Simmel esta- blece la relacin de la voluntad de vivir de Schopenhauer y la voluntad de poder de Nietzsche. En la afirmacin tan contundente de Ortega sobre la cultura alemana es, pues, muy verosmil que se refleje la impresin producida por la lectura de Simmel. Pero el substrato en que descansa, y esto es lo esencial, es la obra misma de Nietzsche. Ortega conoca la obra del profeta de Sils Mana antes ya de su viaje a Alemania, pues se refiere a su poca nietzscheana de los 18 aos cuando con la atmsfera caiiginosa y como un sol africano de su influencia, dice pluralizando, nos tost las paredes de la morada interion). Al volver de Alemania confiesa sin embargo no haber interpretado bien a Nietzsche. Pero concluye: ((Nietzsche nos fue necesario)). ((Nietzsche nos hizo orgullosou). Ortega no dejar nunca de frecuentar la obra de Nietzsche, y sta ha dejado en l profundos vestigios. Su vitalismo, su perspectivismo y su axiologa, como ha hecho ver Sobejano en su libro ya clsico Nietzsche en Espaa, no son ajenos al autor de As hablaba Zarathustra.

    Pues bien, la primera obra de Nietzsche traducida al espaol fue precisa- mente As hablaba Zarathurtra, que apareci en 1900, en el mismo ao de la muerte de Nietzsche. Segn Sobejano, que comenta muy positivamente esta versin, el traductor, oculto bajo el pseudnimo de ((Juan Fernndea), fue con toda probabilidad D. Jos de Caso y Blanco, profesor en la Institu- cin Libre de Enseanza, quien haba sucedido a T. Tapia en la ctedra de Filosofa desempeada anteriormente por Salmern. Aunque las citas de Ortega sobre Nietzsche a partir de 1910 muestran estar tomadas del original, las lecturas primeras las hizo sin duda en la traduccin de D. Jos de Caso. Una prueba ms, como se ve, de la eficacia de los institucionistas en la aper- tura y difusin del pensamiento alemn en sus mltiples irradiaciones.

    Aun cuando Ortega silencie ms tarde el nombre de Nietzsche y proclame un tanto injustamente la superioridad de Dilthey, al que caiiica como el filsofo ms importante de la segunda mitad del siglo XIX, con todo, la fdo- sofia de Ortega permanecer siempre consecuente con su orientacin vitalista iniciada bajo el impacto de Nietzsche. No es mi objeto mostrar la evolucin filosfica que haba de conducir sistemtica e intuitivamente a Ortega a la formulacin transcendental o metafsica de su ratiovitaiismo o filosofa de la razn vital. Paralelamente a su esfuerzo por llegar a una superacin e inte- gracin de las comentes filosfico-culturales que le resultaban ms afines y por consiguiente tambin ms queridas, Ortega se tom muy en serio la tarea de divulgar con altura y elegancia intelectual el acervo cientfico~ultural alemn en Espaa. Esta actitud misionera y pedaggica le sita tambin en estrecha relacin con la Institucin Libre de Enseanza.

    Las empresas editoriales que acometi o en las que particip son una prueba bien palpable de un objetivo semejante, si bien, claro est, ms aco-

  • modado a las circunstancias de su tiempo. Y as en la revista Europa, fun- dada en 1910 con su participacin, postula Ortega h recepcin de la cultura alemana como materia para llegar a una interpretacin espaola del mundo. En 1914 funda en colaboracin con un centenar de intelectuales la Liga de Educacin Poltica Espaolan, y con tal motivo pronunci su famoso discurso del Teatro de la Comedia, en el que Ortega abogaba por una ((Espaa vital frente a la ((Espaa oficial. Como rgano de la Liga surgi el semanario Espaa. Pero ya en 1916, Ortega se retira desengaado en vista del cariz poltico que tomaba la revista en detrimento de la tarea cultural, y en conse- cuencia se decide por una empresa unipersonal. Es la aparicin del Espec- tador, que, segn su plan, deba publicarse cada dos meses. Su objetivo era elevar, con voluntad de visin, de teora, un reducto ajeno a la poltica. Para ello busca lectores ((incapaces de or un sermn, de apasionarse en un mitin y de juzgar de personas y cosas en una tertulia de cafb. Del Espectador se pu- blicaron tan slo ocho tomos, que van desde 1916 a 1934. En colaboracin con el director general de La Papelera Espaola, Nicols Mana de Ur- goiti, funda El Sol) en 1917. En el no 7 hace Ortega una declaracin progra- mtica encaminada a elevar el nivel de sus conciudadanos. Para ello es nece- sario que un afn de vida poderosa, limpia y clara despierte en la raza entera; que cada espaol se resuelva a elevar unas cuantas atmsferas la presin de sus potencias espirituales)). Y la inteligencia tiene aqu la prioridad: ((Tenemos -dice- que ensanchamos las cabezas para dar a nuestras ideas dimensiones de mundialidad)). Animado por esta idea funda en 1919, con ayuda del mismo Urgoiti, la Editorial Calpe, que en 1922, se fusion con la editorial catalana Espasa. En esta editorial, aparte de obras cientficas de biologa, medicina, ingeniera, jurisprudencia, etc., hay que destacar la ((Coleccin Universab), la mejor y ms econmica coleccin de libros de bolsillo que hubo en Espaa. Para dirigirla se design a Garca Morente, colega y amigo de Ortega. Pero la empresa cultural de ms enjundia dentro de la editorial fue la famosa Bi- blioteca de Ideas del Siglo XX, dirigida por el propio Ortega. En ella se public el libro de Ricker, Ciencia cultural y Ciencia natural (Kulturwissens- chaft und Naturwissenschaft). Ricker, discpulo del historiador de la filosofia Windelband, fue cofundador, con su maestro, de la escuela neokantiana de Heidelberg. La Biblioteca public adems una exposicin sobre La teora de la relatividad de Einstein por Max Bom, las Ideas para una concepcin bio- lgica del mundo, de Ueskil, y La decadencia de &cidente, de O. Spengler, en la magistral traduccin de Garca Morente; y en el campo de la teora de la historia del arte, los Conceptos fundamentales de la historia del arte, de Wolfflin.

    La obra de ms transcendencia de Ortega fue sin embargo la fundacin de la ((Revista de Occidenta) en 1923, que coincide con la publicacibn de su libro fundamental El tema de nuestro tiempo, en el que Ortega, siguiendo las huellas de Nietzsche, formula su tesis de la prioridad de la razn vital frente a la razn pura. En el trabajo, aparecido al ao siguiente en la Revista, titu- lado Ni vitalkmo ni racionalismo, trata Ortega de deslindar su concepto de

  • lo vital, que no es el biolgico, ni el proceso orgnico de los positivistas y pragmatistas, ni el intuicionismo irracional de Bergson. Ortega sale en defensa del conocimiento racional, pero no como una realidad abstracta e indepen- diente, sino como una dimensin y manifestacin ms inherente a la vida humana como tal, es decir, como proceso histrico. El acto racional es tam- bin una funcin vital.

    Un ao ms tarde (l924), y como complemento de la Revista funda Ortega la Editorial del mismo nombre. En la Revista colaboraron filsofos alemanes como Max Scheler y G. Sirnmel, y se hicieron reseas de los libros ms im- portantes de la filosofia alemana, libros que luego seran publicados en la Editorial. Hablar aqu de esos libros sera rebasar con mucho los lmites de una conferencia. Digamos tan s610 que la tarea concebida por Ortega y efi- cientemente secundada por sus discpulos y colaboradores en el campo de las traducciones filosficas, en el que predomin abrumadoramente la filosofa alemana, tuvo para la Espaa del siglo XX pareja significacin a la que haba tenido para Europa en los siglos XII y XIII la llamada Escuela de Traductores de Toledo. La tesis doctoral sobre la Revista de Occidente presentada en la Sorbona por una hispano-francesa, Evelyne Lpez Campillo, fue traducida y publicada en la Ed. Taurus. Es un libro til, pero de caicter casi exclusiva- mente informativo. Y el libro de Rogelio Gorca Mateo, Dar deutsche Denken und das moderne Spanien (1982), a pesar del titulo, no es ms que una expo- sicin, si bien muy rigurosa y de primera mano, del panentesmo de Krause y su repercusin en Espaa a travs de Sanz del Ro y sus discpulos. Care- cemos todava por lo tanto de una obra valorativa acerca de la contribucin de Ortega y su escuela, a travs de la Revista y la Editorial, en pro de la cultura alemana, sobre todo en el campo del pensamiento, y su influencia en las dis- tintas esferas de la vida cultural espaola a lo largo de ms de dos genera- ciones.

    Ortega mostr siempre gran reconocimiento y fidelsima admiracin hacia la cultura humanstica alemana personificada en sus hombres ms egregios. Y en los momentos ms aciagos de un pueblo primero tiranizado por un grupo criminal de tosca ideologa, y luego brutal y despiadadamente castigado sin distincin de justos y pecadores, nuestro filsofo, el europeo por antonomasia, acudi con la solicitud de su clara inteligencia y matinal optimismo a insuflar su fe esperanzada a una poblacin reducida a vivir entre escombros. Con palabras de Hegel record de nuevo Ortega, tal como ya lo haba hecho en 1922 en parejas circunstancias cuando escribi el famoso preliminar para la ((Biblioteca de Ideas del Siglo XX, iniciada con el libro de Ricker ya citado, la fatalidad de las ruinas y a la par la indestructibilidad de la cultura por la espada y el plomo)). Pienso asociativamente en la luminosa conferencia pro- nunciada en Berln en 1949 bajo el titulo De Europa meditadio quaedam, en la que Ortega seala con justa y respetuosa evocacin la previsora sabi- dura poltica de un Wilhelm von Humboldt, entre otros, ante el peligro de un Estado nacional alemn desligado arbitrariamente del (dondo ultra o supranacionab de la realidad europea: ((Nadie podra evitar entonces -dice

  • Humboldt- que Alemania, como tal Alemania, se convirtiese en un Estado conquistador, lo que ningn autntico alemn puede desear, pues hoy por hoy se sabe qu notables mritos ha conseguido la nacin alemana en su cultura intelectual y cientfica, aun no teniendo ninguna proyeccin poltica hacia el exterior, pero resulta en cambio imprevisible qu efecto podra tener tal proyeccin sobre este mismo aspecto)). Y comenta Ortega: A un prrafo como ste ilamo yo "maravilla de la inteligencia", de la profunda intuicin, de la soberana mesura histrica. Sobre esta base, y en contra de la ((opinin inerciab) tan generalizada, sienta Ortega la afirmacin de que ((Alemania hasta Guiilermo 11 fue el pas ms mesuradamente nacionalista de Europm. Ortega hace el reparo a F. Meinecke de que en su libro Weltbrgertum und Natio- nalstaat (1907), ((cegado de hecho por la conviccin de que la nacionalidad es la ltima y muy superior forma histrica de colectividad)), no haya adver- tido el verdadero sentido de muchas de las palabras de Humboldt. Pero al hilo de este libro del historiador de la cultura y discpulo de Dilthey, y apo- yndose en la inmejorable seleccin de citas que lo componeno, subraya de nuevo el conocimiento, la precaucin, el clarividente realismo, la previsin de peligros con que fue aqu pensado y tratado, decenio tras decenio, el pro- blema de la Nacin alemana)). Este ((sentido de responsabilidad histrica, de "deberes" con la Ultra-Nacin que era y es Europm, pervive todava en Bis- marck, ((canciller de hierro)), a pesar de haber sido el primer poltico ale- mn que inicia el vano gesto de intempestiva dureza y el rictus de bravuco- nera que a los ojos de quien, como yo, es de Alemania, a la vez, amante y dis- tante, le parecen la cosa ms anti-alemana que cabe imaginan). Y en virtud de esta Grndlichkeit, de esta ((seriedad con que los alemanes, desde 1800, haban meditado sobre el tema nacionalidad*...^^ tomndolo profundamente -es decir, de profundis, alemanamente)), concluye Ortega con la elocuente rotundidad que le caracteriza: ((Porque no se le d vueltas: esto es lo ms alemn de la alemana. Por eso, a esta Alemania poltica y econmicamente triturada, con sus ciudades desventradas, con sus ros despontados, volvemos a ir todos. LA qu? Pues a qu va a ser? A aprenden).

    Es emocionante -prosigue Ortega- perseguir cmo estos grandes ale- manes de la primera mitad del siglo pasado, que -sobre todo los primeros- ilevan an pegado a las asentaderas el cascarn nacionalista y antihistrico del siglo XVIII, van poco a poco forjando el autntico y sustancial concepto de Nacim.

    Y Fichte? Pues s, tambin Fichte, con su bro de filsofo bfalo)) es el primero en sentir la nacin alemana)). El pueblo alemn -piensa Fichte- tiene que ser.. . el pueblo alemn. pero no por ser alemn, sino por ser el pueblo de la Humanidad. A esto llama Ortega ser agilidad, es decir, ver a su nacin proyectada sobre el porvenir como el mejor programa de ser hom- bre que cabe, por tanto, por Humanismo, Universalismo o Cosmopolitismo. Hay que ser alemn porque ser alemn significa ser la Humanidad. Al revs, pues, que los hipemacionalismos recientes, que queran hacer alemana a la Humanidad)). Y en nota aclara Ortega que el derecho y hasta la obligacin

  • de esta germanizacin del mundo se funda para Fichte en que previamente Germania se haya hecho Humanidad)) (Menschheitsvolk). Y comenta Or- tega: es admirable cmo esta idea del pueblo alemn en cuanto "pueblo de la Humanidad" el siglo XVIII, racionalista, utpico y ucrnico, viene a enchu- farse, a encapsularse en el pensamiento histrico del romanticismo, del siglo XIX y de la hora en que estoy pronunciando esta conferencia. As anticipa Fichte, en los albores del siglo decimonono, lo que en 1862 -ntese la perpe- tuacin de la idea- dir J.E. Erdmann: "Undeutsch sei, blolss deutsch zu sein ", y que Ortega traduce con la precisin de un endecaslabo: Es antialemn ser slo alemm).

    Esta tendencia universalista de la cultura germnica se refleja y ejempla- riza en el hecho de que no existe ninguna manifestacin espiritual por muy extica y lejana que sea que no haya sido perseverante y pacientemente tra- ducida, estudiada o comentada en lengua alemana. Es el panfilismo literario de los alemanes)) muy bien visto y apreciado ya por Valera. Y en este sentido, como ya seal Jimnez Caballero en 1924, en la Rev. de Occidente)), Valera fue el predecesor mejor de Ortega y Gasseb).

    La obra europeizadora de Ortega con base germnica se vio interrumpida con la guerra civil espaola en 1936, aunque algunos de sus discpulos exilia- dos, sobre todo los que se asentaron en Mxico, la continuaron brillantemente. Gaos, Xirau, e Imaz fueron adems de profesores, excelentes traductores del alemn. Imaz tradujo a Dilthey; Gaos, a Heidegger, y Xirau, en colaboracin con Roces, tradujo la Paideia, de Werner Jager, y el Problema del conoci- miento, de Cassirer.

    En Espaa, la perniciosa y artificial prolongacin del franquismo, despus de 1945, y la muerte del filsofo diez aos ms tarde, fue la causa de que la obra culturalrnente renovadora reemprendida por Ortega no tuviese la efica- cia apetecida sobre las dos generaciones que siguieron a la segunda guerra mundial. Para muchos quiz esto no sea ms que historia pasada. Pero la historia, adems de recuerdo en el presente, es expectacin de futuro, y este futuro expectativo, si ha de ser algo ms que supervivencia econmico-bio- lgica, no podr ignorar el legado intelectual y moral de la Institucin Libre de Enseanza, legado que Ortega ampli y enriqueci desde una nueva posi- cin, pero en idntica actitud de creencia. Y dentro de este legado, del que yo no he podido dar aqu ms que un rapidsimo esbozo, la cultura alemana, en afinidad y en consonancia con la muestra originaria, desempe un papel decisivo. La recuperacin viva de la obra de Ortega, es decir, no como piadoso recuerdo, sino como fuente de nuevos estmulos para nuestra circunstancia, me parece por tanto una tarea nada despreciable.