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    Dos libros sobre Pablo

     Ariel Álvarez Valdés. Teólogo y biblista. Profesor del SeminarioMayor y Universidad Pontificia. Santiago del Estero. Argentina.

    M. Borg – J. D. Crossan,El primer Pablo. La recuperación de un visionario ideal  Verbo Divino, Estella (Navarra) 2009.

    La gran cantidad de libros sobre san Pablo que han apa-recido a lo largo del año paulino demuestra que la figura del

    apóstol de los gentiles resulta inagotable. La obra que aquí comentaremos es una de ellas. Escrita por dos prestigiososbiblistas, se inscribe dentro de la llamada New Perspectiveamericana, que procura desentrañar la figura del “Pablohistórico” partiendo de los textos y fuentes que hoy tene-mos. Consta de siete secciones, y abarca temas que vandesde su nacimiento y su teología hasta su muerte.

    En el primer capítulo, Pablo: ¿personaje atrayente orepulsivo?, los autores comienzan presentando la dificultadque hoy representa estudiar a Pablo debido a la ambigüe-

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    ESTUDIOS

    IGLESIA  VIVA Nº 241, enero-marzo.2010

    pp. 103-110© Asociación Iglesia Viva

    ISSN.0210-1114

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    dad de su figura. Y esto por varias razones: lo abstracto y “teológico” de su

    pensamiento sin apenas referencias al mensaje y a la doctrina de Jesús; lostemas y cuestiones de sus cartas muchas veces sin conexión con los proble-mas actuales de nuestra comunidad; la dureza de alguna de sus afirmacionesque lo presentan como partidario de la esclavitud, la misoginia, el antisemitis-mo, el autoritarismo religioso y político, y la homofobia. A continuación losautores distinguen tres Pablos, según las fuentes de las que disponemos parasu estudio: a) el Pablo de las siete cartas auténticas (1º Tesalonicenses,Filipenses, FIlemón, 1º y 2º Corintios, Gálatas y Romanos), al que llaman el Pablo radical ; b) el de las deuteropaulinas (2º Tesalonicensies, Colosenses yEfebos), al que llaman el Pablo conservador ; c) el de las “pastorales” (1º y 2º

    Timoteo y Tito), al que llaman el Pablo reaccionario.El segundo capítulo, Cómo leer una carta de Pablo, analiza con un ejem-plo concreto la diferencia entre los tres Pablos señalada anteriormente. Paraello se estudia el tema de la esclavitud y del patriarcado en las diversas cartas.Comienzan los autores analizando la carta a Filemón y ambientándola históri-camente. Muestran como el primer Pablo es contrario a que las comunidadescristianas mantengan esclavos y más aún cuando se trata de amos creyentes.A continuación ven cómo el mismo tema, en las cartas deuteropaulinas, elPablo radical se ha transformado en el Pablo conservador , fomentando y apo-yando la esclavitud. Finalmente, el análisis de la carta a Tito muestra la postu-

    ra decididamente esclavista del autor, es decir, el Pablo reaccionario. Lomismo hacen los autores con el tema del patriarcado, mostrando cómo elPablo radical defiende la igualdad de género, mientras que el Pablo conser-vador se desradicaliza y retrocede hasta una postura jerárquica en cuanto algénero, mientras que el Pablo reaccionario expresa ya directamente ideasantipaulinas.

    El tercer capítulo, La vida de un apóstol de fondo, detalla los datossociohistóricos de Pablo. Habla de su nacimiento en Tarso e identifica sufamosa enfermedad como la malaria, “contraída durante su juventud en lasaguas pantanosas y mosquitos de su ciudad natal”. Después aborda la cues-

    tión de si Pablo era o no ciudadano romana, y si bien los autores no se pro-nuncian al respecto, tampoco tienen inconveniente en aceptarla. Sobre supasado como perseguidor de los cristianos, se presenta a Pablo no sólo comoun perseguidor violento sino incluso “mortal”, siguiendo para ello los datosaportados por el libro de Los Hechos. Con respecto a su conversión, si bienlos autores no aceptan como histórico el viaje de Pablo de Jerusalén aDamasco, si postulan una cierta “visión”, una experiencia mística sufrida porel apóstol cuando se hallaba viviendo en Damasco y que lo habría llevado a suposterior cambio de vida.

    El cuarto capítulo, «Jesucristo es Señor», plantea la interesante cuestión

    de los títulos de Jesús atribuidos por Pablo y su relación con el protocolo

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    imperial romano. Se muestra cómo muchos de los términos y títulos cristoló-

    gicos eran propios de la teología imperial romana y eran atribuidos a CésarAugusto, antes de formar parte de la teología cristiana y de que Pablo los apli-cara a Jesús de Nazaret. Para ello, los autores plantean la cuestión de cuál esla diferencia básica entre las afirmaciones y los títulos divinos que Roma atri-buía al emperador, y que Pablo aplicaba Cristo. Sobre todo, teniendo encuenta que tanto de Nerón como de Jesús se decía que habían traído la paz a la tierra, se examina el tema de la paz en la teología imperial romana y en lapaulina.

    El capítulo quinto, «Cristo crucificado», analiza esta famosa expresión, con-siderada la idea central y la síntesis del mensaje paulino. Según los autores, la

    frase ha provocado dos serias confusiones. La primera, es que se ha pensadoque Pablo solamente hablaba y predicaba sobre Cristo crucificado. Pero,según los autores, de haber sido, así su prédica habría sido sumamente pobrey limitada. Sostienen que Pablo hablaba de muchas otras cosas, como quiénera Jesús, qué enseñaba, dónde vivió, qué representaba. En este sentido, lafrase sintética “Cristo crucificado” sólo pretende indicar que Jesús era un per-sonaje contrario al Imperio, que lo crucificó y que el Evangelio predicado porPablo también lo era. La segunda confusión, según los autores, es la de creerque Pablo entendió la muerte de Jesús en la cruz como un sacrificio vicario.Para Pablo, el sentido de la muerte de Jesús en la cruz sólo es una metáfora

    de la transformación personal, una expiación mediante participación.El sexto capítulo, titulado «Justificación por la gracia mediante la fe »,

    aborda otra de las afirmaciones paulinas muchas veces desvirtuadas, sobretodo por las iglesias protestantes, como es la de la salvación por la gracia y nopor las obras. Según los autores, cuando Pablo hablaba de la justificación porla fe, no entendía ésta como la forma para llegar al cielo, tal como suele com-prenderse a veces, sino en la forma como debemos transformarnos nosotrosy transformar el mundo en esta vida. Por otra parte, dicen, Pablo no defendíauna fe sin obras (lo cual sería absurdo), sino más bien criticaba las obras sin fe,lo cual desafortunadamente se encuentra con frecuencia.

    En el séptimo capítulo, Vivir juntos «en Cristo», se analiza esta expresióntan propia de Pablo y también muchas veces desvirtuada por una espirituali-dad cristiana mal comprendida. Para los autores, la vida “en Cristo” es unametáfora para expresar la nueva identidad personal y la nueva orientaciónsocial que el creyente adquiere. No se refiere a una vida nueva individual, per-sonal, privada, según el concepto de religión ampliamente extendido en lacultura occidental y en la espiritualidad cristiana. Para Pablo, la vida “enCristo” es siempre comunitaria. Partiendo de esta base, los autores analizan elsentido social de las iglesias paulinas, las formas de vivir el compromiso fra-terno, qué significa compartir , qué hacer con quienes se aprovechan de la

    generosidad de los demás y cómo poner los carismas al servicio de todos.

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    Finalmente el libro concluye con un Epílogo, La muerte de un apóstol. Los

    autores se inclinan por la tesis, cada vez más extendida entre los autores, deque Pablo no murió decapitado, ni con el privilegio de un ciudadano romano,sino junto a todos aquellos cristianos acorralados por la persecución de Neróny martirizados en el año 64. No murió de forma especial, ni independiente,sino con una masa anónima de mártires.

    Creemos que esta obra de Borg y Crossan constituye una excelente ayudapara profundizar sobre todo los temas relacionados con la teología de Pablo,los cuales muchas veces se encuentran en textos técnicos y de difícil acceso.Se trata de un libro a mitad de camino entre lo especializado y la alta divul-

    gación. Una obra muy bien elaborada, por dos grandes autores que hanmadurado notablemente las cuestiones relacionadas con el apóstol de losgentiles.

    Sin embargo convendría hacer algunas observaciones. Creemos que ladenominación de los tres Pablo expuesta en el capítulo tercero no es muyfeliz. Llamar “reaccionario” al Pablo de las cartas “pastorales” lleva precisa-mente a expresar lo contrario de lo que se quiere decir. Para el lenguajecomún, un reaccionario es alguien que “reacciona” contra lo establecido, unreformador, un innovador, mientras que los autores quieren decir que el Pablode las “pastorales” es tradicionalista, antipaulino y representa una marchaatrás de las ideas del Pablo histórico, para adaptarlas a la normalidad delImperio Romano. Lo mismo ocurre con los términos radical y conservador , queno responden a lo que normalmente entendemos por ellos.

    Según los autores, la tesis central del libro es: Pablo era un místico cristia-no judío. Y para avalarla, analizan la experiencia que tuvo camino a Damasconarrada por Los Hechos, presentándola como el acontecimiento que cambióradicalmente su vida y que la dividió para siempre en dos etapas muy diver-sas. Creemos que esto no hace justicia a lo que Pablo dice. Él nunca dioimportancia a su experiencia inicial. De hecho nunca la menciona ni la relatacomo tal en sus cartas. A su encuentro inicial con Cristo él lo llama vocación,y no conversión, y lo toma como un proceso de maduración natural, no comoun fenómeno que sacudiera su vida. Y cuando tiene que hablar de algunaexperiencia mística suya, alude a otra ocurrida nueve años después de su“conversión” (2 Cor 12,1-4). O sea que su experiencia de Damasco no pareceser representativa del misticismo paulino.

    En el capítulo tercero, al hablar de la famosa enfermedad de Pablo, men-cionada dos veces en sus cartas, y que tanta discusión ha provocado, los auto-res afirman que se trataba de la malaria. Para llegar a esta conclusión combi-nan los textos de Gal 4,13 con 2 Cor 12,7, y dicen que la “espina” en su carne

    era una especie de fiebre palúdica que lo llevaba a tener visiones. Esta tesis,propuesta ya por W. Ramsay en 1895, no ha tenido muchos defensores, y

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    parece más bien forzada. Otras propuestas de enfermedad, como la ceguera,

    parecen tener más fundamente bíblico que la aquí afirmada. Sobre el tema dela ciudadanía romana de Pablo los autores no se pronuncian, aunque dan aentender que no habría inconveniente en aceptarla. Sin embargo hoy lamayoría de los estudiosos se inclina por pensar que se trata de una afirmaciónteológica de Lucas y que hay demasiadas evidencias en las cartas auténticascomo para afirmar que Pablo fuera ciudadano romano. Con respecto al rasgode perseguidor de los cristianos, los autores sostienen que Pablo ejerció untipo de persecución no sólo grave sino mortal entre los seguidores de Jesús.Pero en las cartas de Pablo no hay suficiente soporte para defender tal afir-mación. Es el libro de Los Hechos el que amplía enormemente el tema de la

    persecución de Pablo. Sobre su conversión, si bien los autores no aceptancomo histórico el viaje de Pablo a Damasco, hablan de una cierta “visión” quehabría sufrido cuando se encontraba viviendo en la capital siria y que habríagenerado su posterior conversión. Hoy muchos comentaristas, basándose ensus cartas, sostienen que la experiencia cristiana de Pablo no se debió a unaexperiencia especial sufrida por él, sino al escalonado contacto de Pablo conlas comunidades cristianas de la ciudad.

    Se podrían hacer otras observaciones menores al libro, como por ejemploel hecho de que se de por sentado que Rm 16 forma parte del resto de lacarta a los Romanos, y que Febe, la diaconisa del puerto de Cencreas, fue

    quien llevó y también interpretó esta carta a sus destinatarios. Hoy sonmuchos e importantes los biblistas que afirman que Rm 16 no formaba parteoriginalmente de la epístola a los Romanos, sino que era una carta dirigida ala comunidad de Éfeso.

    Finalmente, echamos de menos algún capítulo o párrafo referido al con-cepto de Reino de Dios en Pablo y a su idea de salvación. ¿Cómo la imagina-ba él? ¿Pensaba en el más allá, en la vida eterna, en el cielo? Se trata de unaidea fundamental para comprender toda la teología paulina.

    En síntesis, creemos que fuera de estas pequeñas observaciones, se tratade una excelente obra que ayuda a superar muchos de los errores que aún

    perduran sobre la figura Pablo, especialmente en aquellos que lo leen comosi fuera “un protestante luterano que criticaba el catolicismo romano, o inclu-so peor, un cristiano que criticaba el judaísmo”.

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    Senén Vidal

    El proyecto mesiánico de Pablo(Colección “Biblioteca de Estudios Bíblicos 116), Sígueme, Salamanca 2005.

    Esta obra del conocido biblista Senén Vidal es en cierto modo la continua-ción de su libro anterior Los tres proyectos de Jesús, donde el autor exponelas premisas que desarrollará en ésta. En aquel libro, Vidal afirmaba que Jesús,antes de morir, había comprendido claramente que su muerte era necesariapara la llegada del reino de Dios; por lo tanto, durante su Última Cena asumiósu muerte dentro del marco de la expiación vicaria. En el presente ensayo, Vidal estudia el desarrollo posterior de esta idea, pero en el pensamiento de

    Pablo, y según las siete cartas consideradas auténticas.El libro comienza con una Introducción, donde expone claramente cuál es

    la tesis que va a defender a lo largo de su obra. En ella advierte que Pablo noexpone en sus cartas ninguna reflexión sistemática ni organizada sobre Dios,ni sobre la persona humana, ni sobre la salvación, ni sobre la iglesia. Tampocopodemos esperar encontrar en sus epístolas una Cristología completa. Latemática de la teología paulina más bien se centra en el “acontecimientomesiánico en cuanto mediador del reino de Dios”.

    Hecha esta advertencia preliminar, el primer capítulo titulado El guión

    mesiánico muestra cómo el guión del cristianismo naciente tuvo lugar en lamisión histórica de Jesús. Aquí el autor desarrolla brevemente lo que ya dijoen su libro precedente, es decir, los tres proyectos gestados por Jesús duran-te su vida pública. A su vez, según Vidal, el tercer proyecto contó con dosdiversas alternativas.

    De este modo, el cristianismo primitivo no habría configurado un nuevoproyecto, sino que asumió el último esquema de Jesús, el cual contaba con laposibilidad de su muerte. Lo que la comunidad cristiana posterior hizo fueexplicitarlo y desarrollarlo. Vidal, pues, sostiene que no hubo ningún quiebre,ni innovación, ni salto o mutación teológica entre lo esencial del pensamiento

    de Jesús, configurado en su tercer proyecto, y la doctrina de los primeros cris-tianos, entre los cuales Pablo ocupa un lugar eminente. En este sentido, elproyecto de Pablo se encuentra en “coherencia histórica con el cristianismonaciente, que fue su cuna y desarrollo, y con la misión de Jesús que fue la refe-rencia permanente de todo el movimiento cristiano antiguo”. Para Vidal, elpensamiento de Pablo no es tan novedoso ni tan original como algunos auto-res sostienen, pues se encuadra dentro del guión mesiánico ya delineado porlas comunidades cristianas en los dos o tres años que median entre la muertede Jesús y la entrada de Pablo en escena. Las ideas básicas de este proyectoeran la muerte salvadora de Jesús y su resurrección como Mesías, ideas trans-

    mitidas por el judeocristianismo posterior, sobre todo de la línea helenista deDamasco y Antioquía.

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    En el segundo capítulo, La inauguración mesiánica, Vidal explica cómo la

    muerte salvadora de Jesús inaugura el tránsito de un mundo viejo, obsoleto ydominado por la maldad, a una nueva creación en la que Dios es el dueñoabsoluto, y su justicia es el rasgo fundamental. Este nuevo estado de cosas esllamada por Vidal “la nueva creación mesiánica”. Y a lo largo de tres subsec-ciones procura explicitar de qué manera se ha producido ese tránsito hacia lanueva creación, el nuevo ámbito de justicia y vida nueva.

    Pablo también habría recibido de la tradición, según Vidal, la noción deque las comunidades cristianas primitivas celebraban el tránsito a la “nuevacreación” con dos ritos fundamentales. Uno era el bautismo, mediante el cualel creyente ingresaba en el pueblo mesiánico, y que simbolizaba la “liberación

    del pecado y la impureza y la entrada al ámbito de la bondad, gracias a lapotencia liberadora de la muerte del Mesías”. El otro rito era la celebraciónde la cena del Señor, mediante la cual se actualizaba la acción de Jesús en laÚltima Cena, y se recordaba la existencia como pueblo de la nueva alianza.Luego Vidal presenta la idea de este guión, supuestamente tradicional, talcomo se encontraría en las cartas paulinas.

    El tercer capítulo, titulado El pueblo mesiánico, describe cómo la misiónmesiánica se concreta en la congregación de un pueblo mesiánico, el cual a suvez se integra y vertebra en las nuevas comunidades o iglesias particulares, lascuales se edifican y sostienen mediante la práctica de los dos ritos mesiánicos

    mencionados: bautismo y eucaristía.El capítulo cuarto, La culminación mesiánica, expone la “época definitiva”o reino mesiánico. Aquí el autor presenta el desenlace de toda la trama, esdecir, el fin del reino. Según Vidal, éste ocurrirá en dos etapas. Primero llegaráel “Reino de Cristo”, un reino mesiánico esplendoroso, en el que el Mesíasexaltado se manifestará con todo su poder en la tierra. Luego llegará el “Reinode Dios”, el cual posiblemente ya tendrá lugar en un ámbito ultramundano,cuando “Dios sea todo en todo” (1 Cor 15,28). El autor va describiendo aquí el pensamiento de Pablo sobre el carácter de ese reino, su función, y las diver-sas manifestaciones que tendrán lugar durante su aparición, tal como la resu-

    rrección de los muertos, la congregación con el Mesías, el sometimiento delos enemigos y el juicio universal.En el quinto y último capítulo, La escenificación mesiánica, Vidal ofrece

    una síntesis de las ideas de Pablo a partir de sus cartas, especialmente deaquellas donde, a raíz de los problemas suscitados en las comunidades, apa-recen las ideas rectoras. Según Vidal, 1º Tesalonicenses y Filipenses exponenlas esperanzas mesiánicas del nuevo pueblo a pesar de las duras pruebas porlas que debe atravesar. Aquí el apóstol explica cuál es el verdadero sentido delas tribulaciones y las garantías divinas de superarla. Gálatas y Romanos pre-sentan la universalidad del pueblo mesiánico, que a su vez conduce a la uni-

    versalidad de la salvación. Finalmente las dos epístolas a los Corintios, así comoFilemón y la carta a Éfeso (hoy en Rm 16) describen la socialización del pueblo

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    mesiánico, es decir, su realización social en la tierra antes de la parusía. Allí se

    narra cómo celebrar la eucaristía, cómo compartir los bienes mediante la colec-ta por las iglesias más pobres, y cómo comportarse dentro de la sociedad civil,en cuestiones como los pleitos ante los tribunales, los banquetes sagradospaganos, la prostitución, el incesto, el matrimonio y el nuevo patronazgo.

    El libro de Senén Vidal es denso y de no fácil lectura, pero muy bien tra-bajado y elaborado. La observación que se le puede hacer es que parte deuna afirmación no aceptada por todos los estudiosos del Jesús histórico, y esque Jesús ya habría concebido por anticipado en su ideario teológico que sumuerte tendría un sentido de expiación vicaria. Es el famoso tercer proyecto,

    desarrollado en su volumen anterior. Según este presupuesto, en la concien-cia de Jesús ya habrían estado todas las ideas clave que luego aparecerán enla teología posterior a su resurrección, es decir: su muerte salvadora comoMesías, su expiación por los pecados, la salvación universal y la aparición deuna nueva alianza. De esta manera, según Vidal, al hallar en las cartas de Pablolas mismas palabras, se puede establecer una conexión segura entre las con-cepciones de Jesús y las de Pablo.

    Sin embargo creemos que atribuirle al Jesús de la historia un proyecto en elque ya aparecen diseñadas las ideas teológicas paulinas fundamentales es supo-ner en Jesús una conciencia excesivamente desarrollada al estilo eclesial, máspropia del cristianismo pospascual que de Jesús. En muchos aspectos el pensa-miento paulino es una reflexión esencialmente posterior y superadora del pen-samiento del Jesús de la historia, y desde luego también del pensamiento de laiglesia jerosolimitana. Jesús, por ejemplo, no expresó un rechazo radical a la leyde Moisés; en cambio para Pablo, Dios, que “ha revelado en él a su Hijo” (Gál1,16), ya no tiene por válida la ley carnal de Moisés; ha sido sustituida por la “leydel amor o ley de Cristo” (Gál 5,13-14 y 6,2). Tampoco Jesús suscribiría la ideade que el bautismo significa sumergirse simbólicamente con él en su muertevicaria y expiatoria por la humanidad para resucitar con él a una nueva vida.Éstos son, sin duda, pensamientos posteriores y ajenos al mundo ideológico de

    Jesús. Igualmente no parece posible que Jesús hubiera entendido la eucaristíatal como la comprende Pablo. Eso significaría atribuirle una conciencia sacra-mental anacrónica, además de convertirlo en el fundador de un nuevo culto y deuna nueva religión, cosa que hoy resulta inaceptable para los estudiosos.

    A pesar de estas observaciones, creemos que se trata de un libro muybueno, en el que su autor de manera honesta y seria explica el pensamiento dePablo. Basándose en las cartas auténticas, Vidal ha sistematizado de un modomagistral la teología paulina a partir de la idea de “mesianismo”. Desde aquí,desarrolla la doctrina de la salvación de judíos y gentiles en el marco del acon-tecimiento mesiánico, la plenitud de los tiempos, la venida de Jesús, y su muer-te redentora.

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