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INTERLUDIO 1

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55Interludio 1: Sobre dioses y caquis

I n t e r l u d i o 1"SOBRE DIOSES Y CAQUIS** Caqui es un fruto tropical de color rojo, con sabor cido, propio de la regin atlntica de Brasil, parecido al tomate (en Mxico, jitomate). Agradezco esta explicacin a mi amigo, el pastor Uverland Barros da Silva, de la Iglesia Presbiteriana Independiente de Brasil, profesor del Seminario Teolgico de Fortaleza.": UNA RELECTURA POTICA DEL PASADO

Mi teologa no tiene nada que ver con la teologa.Es un vicio.Hace mucho que debera de haber dejado este nombre.Y decir slo poesa, ficcin.Que descansen los que tienen certezas.No entro en su mundo y no deseo entrar.Los jardines de concreto me dan miedo.Prefiero la sombra de los bosquesy el fondo de los mares, lugares sonde se suea...All habitan los misteriosy mi cuerpo queda fascinado. R. Alves, "Sobre deuses e caquis", prl. a Da esperana. Trad, de Joo-Francisco Duarte Jr. Campinas, Papirus, 1987, pp. 24-25.

Los modos de expresin personal cambian con los aos. Se reniega de los estilos usados en el pasado. Se reubican las visiones que ocuparon la mirada, se les quiere reinventar... Pero los textos son hijos rebeldes, que se quedan fijos y se independizan de su autor, jugndole malas pasadas. Un autor puede rebelarse contra los significados originales de sus textos, pero estos han cobrado vida aparte, y se instalan en el mundo para seguir un curso propio.Ante ello, surge la tentacin de reescribir, para inyectarle a esos textos la nueva visin de la vida, de los hechos. Se asume que la experiencia acumulada enriquecer esas intuiciones primigenias con la carga biogrfica, histrica, existencial, que se ha sedimentado con el paso de los aos. Se intenta borrar la ingenuidad, las falsas esperanzas. Se lucha por aligerar las imperfecciones y actualizar los enfoques. Pero es en vano... Esto le sucedi a Alves casi veinte aos despus de la publicacin original de su tesis doctoral, que lo hizo famoso. Ms tarde, alguien le propone la traduccin portuguesa y l acepta. La traduccin aparecer sin correcciones ni adaptaciones: la vida propia de ese documento lo ha vencido. Se resistir con un prlogo militante, pero ahora en un sentido potico. La relectura del pasado es dolorosa pero llena de posibilidades. Se profundiza en aspectos que en su momento no llamaron la atencin. Se juega con las cuentas de vidrio procedentes del pasado y se reacomodan las piezas de otro modo. Y se aprovecha la trampa de asaltar al lector con nuevas perspectivas para afrontar esas palabras cuyo significado ha sido establecido por la fuerza de la moda en turno. Siendo otro el lenguaje, el autor en realidad dialoga consigo mismo, teniendo al lector como testigo de honor, pero tambin como un juez silencioso que es tocado por la magia de la escritura, de ese dilogo fantasmal que se establece en el tiempo. El tercero en discordia puede tomar partido, y escoger al instante que ms lo conmueva. Pero tambin puede suceder que le siga el juego al autor y que experimente directamente la dialctica de la contradiccin personal. As se sumergir en el ocano de un tiempo que, sin haberlo vivido, le hablar de la vida verdadera, de aquella que no se deja petrificar. Es un viaje hacia los confines de la teologa vuelta poesa... "Sobre dioses y caquis" es un texto revisionista, en dos sentidos. Por un lado, quiere corregir, utpicamente, un estilo acadmico impuesto por las circunstancias y los requisitos acadmicos; y, por otro, trata de reinterpretar, con otras claves, los significados originales sobre la base de la oposicin entre aquel estilo, llano e impersonal, y un decir potico irreductible. Las dos difanas partes en que se divide el texto as lo evidencian: preimero, unas largas disculpas para los/as lectores/as, contrapunteadas con poemas propios y ajenos; y despus, una reflexin nostlgica sobre las condiciones de exilio (y cautiverio) en que surgi A Theology of Human Hope.La extraordinaria aceptacin que tuvo este primer libro, no le impide percibir a Alves muchas de las implicaciones que en su momento no estuvieron tan claras. La primera declaracin de humildad as lo demuestra: luego de confesar el tono plano e impersonal en que se vio obligado a escribir por los requerimientos acadmicos, afirma que "las cosas ms bonitas que se escribieron en filosofa no seran aceptadas en los crculos acadmicos ni siquiera como una modesta tesis de maestra". Ibid, p. 9. La irona es aguda: su tesis doctoral no posea la belleza ms elemental para ser estudiada con otro modo que no fuese el mismo con el que se escribi. El gran pecado del modo acadmico, fro, de escribir, consiste en excluir lo que tiene vida. El subdesarrollo y la extranjera hicieron que el autor, como estudiante, se sometiera en tierra extraa a las exigencias de sus profesores.

Pero todo sera muy diferente si escribiera hoy. Para empezar, les dira a los lectores que la teologa es un juego, un entretenimiento, ms parecido a un juego de cuentas de vidrio, aquellas de las que escribi Herman Hesse en El juego de los abalorios, algo que se hace por puro placer, sabiendo que Dios est muy alejado de nuestras construcciones verbales. La teologa no es una red que se teje para atrapar a Dios en sus mallas, porque Dios no es un pez, es el Viento que no se puede detener...La teologa es una red que tejemos para nosotros mismos,para dejar en ella nuestro cuerpo.Ella no vale por la verdad que pueda decir sobre Dios (sera necesario que fusemos dioses para verificar tal verdad); ella vale por el bien que le hace a nuestra carne. Ibid, p. 10.

As aparece la segunda declaracin de humildad, esta vez respecto a los alcances de la teologa. Usando un lenguaje barthiano (ahora poetizado), aquel que reivindicaba la absoluta alteridad de Dios, Alves se da el gusto de limitar radicalmente a la teologa, al mismo tiempo que la recupera como un alimento vital para la carne, para la vida. La teologa se aproxima a la magia y a la poesa, porque est constituida por "palabras que llegan a la carne sin pasar por la reflexin". Ibid, p. 11. Es un acto de degustacin de palabras, como le sucedi al profeta Ezequiel y a Juan en el Apocalipsis. Para exponer esa sensacin viene en su auxilio Emily Dickinson, la poeta solitaria que ech sus botellas al mar y que slo hasta su muerte fueron portadoras de mensajes que siguen asombrando y haciendo pensar y disfrutar.Los telogos de cualquier signo pecan de soberbia porque suponen que su trabajo tiene resonancia metafsica y creen que escriben "anatomas y fisiologas del Misterio Divino", Ibid, p. 13. pero olvidan que sobre Dios slo se puede hablar potica, humanamente, con metforas, porque, despus de todo: "La teologa no es cosa de quien cree en Dios/ sino de quien tiene nostalgias de Dios" Ibid, p. 14. y, por ello, puede suceder que para hacer teologa no sea necesario creer que Dios exista! Idem. Semejante conclusin concuerda, paradjicamente, con los excesos de los telogos que se pelean para defender sus afirmaciones sobre Dios. Ellos deberan de reconocer, como Feuerbach, que llaman "Dios" a su propia imagen y a sus impulsos autoafirmativos. Por eso, al asumir la tarea teolgica con un espritu ldico, es posible abandonar los odios y las enemistades producidos por el nfasis autosuficiente de dicha prctica viciada por la solemnidad, otro de los grandes enemigos de la teologa y de la vida. La teologa es un juego intuitivo en un mundo marcado por el claroscuro, no por la luminosidad intensa, cegadora, poco propicia para las visiones.La segunda parte del texto avanza en el testimonio y aterriza las observaciones previas en la experiencia que precedi a la escritura de A Theology of Human Hope: la primera estancia en los Estados Unidos que se vio conectada cronolgicamente con el golpe militar de 1964, ao que marc el inicio de la persecucin ideolgica en el seno de la Iglesia Presbiteriana. Con este motivo, la reflexin sobre la tica se hace imprescindible: los inquisidores, dueos del poder, son los buenos y los herejes, obviamente sin poder alguno, son los malos sin remedio.

La tica slo existe cuando se acepta que todos oscilamos entre el Bien y el Mal, entre Dios y el Diablo. Todos podemos ser tentados, somos seres divididos, mezclados, confrontados permanentemente con la necesidad de decidir y de experimentar culpa. Pero en el Mundo Absoluto de la "caza de brujas" tal situacin no existe ms, porque el Bien y el Mal estn completamente separados. Todas las decisiones ya fueron tomadas y no existe posibilidad de culpa. As, es posible torturar por la maana y jugar con los hijos por la tarde... Volver al mundo anterior a la culpa es, en cierto modo, recuperar el paraso; la participacin en esta comunidad sagrada (que puede ser una iglesia, un partido o una organizacin de torturadores) es algo que produce mucho placer: la sensacin de poder, de poseer la verdad, de estar del lado del futuro... Ibid, p. 28.

En un pas y una iglesia dominados por los inquisidores, Alves enfrenta el pnico de ser perseguido y acusado por sus propios hermanos, por lo que finalmente tiene que salir hacia un "exilio acadmico forzado", fruto del cual va a brotar la famosa tesis. Nuevamente aflor la conciencia de la anomia, incluso a la hora de plantearse el trabajo doctoral ("Yo soaba con un mundo que perd" Ibid, p. 32.), mientras muchos se ejercitaban en la tica con problemas de verdad, sin considerar las cuestiones de vida o muerte que en ellos enfrentan los seres humanos concretos, l trataba de pensar sobre su destino, algo muy ajeno a los virtuosismos intelectuales.En ese contexto, reapareci la experiencia del cautiverio, ligada ahora (en la nueva comprensin) a la necesidad de reconstruir y afirmar la esperanza desde la re-creacin del cuerpo. Algo muy comprensible si se recuerda que la teologa es bsicamente "un ejercicio de hechicera" sobre el misterio de la Encarnacin, de la Palabra vuelta Carne, literalmente. Ibid, p. 33. Jeremas es el modelo de la esperanza en medio del cautiverio, alguien capaz de comprar un terreno en la Jerusaln sitiada. A partir de una accin as, "Dios" se convierte en una palabra que se pronuncia siempre que todas las condiciones objetivas para la esperanza son contrarias. Y ese era el camino que transit A Theology of Human Hope: la re-invencin de las palabras gastadas para ser vehculo de la esperanza. El libro es recuperado, entonces, como "un exorcismo para la resurreccin de los muertos", Ibid, p. 35. como un instrumento para la conspiracin junto con otros cmplices annimos, para la restauracin de los sueos primordiales de las personas.Originalmente, el libro sera una eclesiologa, "un ejercicio en la utopa sobre las marcas de una comunidad que no existe en ningn lugar (es invisible) y que, por lo mismo, est en todas partes (es catlica, universal), un horizonte del deseo, algo que an no nace y que, si naciese, todo el mundo sonreira". Ibid, pp. 36-37. Un trabajo sobre la ausencia que no fue aceptado como propuesta por carecer, supuestamente, de anlisis de autores y querer erigirse como un esfuerzo constructivo, libre, personal. Si el criterio fundamental de la iniciativa era tomar la propia carne, el cuerpo, como texto, esta auto-referencialidad radical resultaba inaceptable. Ante su falta de respetabilidad acadmica, Alves fue obligado a escribir sobre los pensamientos de otros y emprendi un estudio sobre el lenguaje, el primer paso para pensar una comunidad. El proyect se alter significativamente:

Me dediqu a investigar apenas dos cosas: los objetos de deseo (en jerga psicoanaltica) u objetos de fruicin (en lenguaje agustiniano). Una meditacin sobre "el oscuro objeto del deseo". Y, con ello, de las vicisitudes del poder, para llegar al objeto del amor. En realidad, parece que este es el resumen de todo lo que existe: el poder y el amor [...]Cuando llegu al final de la investigacin sobre el lenguaje, entretanto, ya haba escrito ms de 300 pginas, y el tiempo estaba terminndose [...] Ped entonces a mi gua que aceptara mi introduccin a una eclesiologa futura. Y acept. Ya no se trataba entonces de una eclesiologa, era otra cosa: una meditacin sobre la posibilidad de la liberacin. Y le di el ttulo de Towards a Theology of Liberation [...] Haba abandonado completamente la ilusin de que la teologa poda ser un conocimiento de Dios. Ibid, p. 39. nfasis del original.

Del estudio del lenguaje a la eclesiologa y, de ah, a la negacin de la teologa como ejercicio soberbio de conocimiento del Misterio. Grande era el salto para situar a la teologa en una perspectiva ms modesta que le permitiera explorar los mecanismos de algo ms humano, la esperanza, una realidad bella que habita en la subjetividad, muy dentro de las personas. Pero esta visin de la esperanza tena que resultar movilizadora, poltica: "No me bastaba soar con los jardines: era necesario saber que podran ser plantados. El amor por los jardines tena que transformarse en un manual de jardinera. La esperanza tena que manifestarse como poltica". Ibid, p. 40. nfasis del original. Nueva radicalizacin de la realidad suprema de la Encarnacin: Si Dios se hizo hombre, eternamente, Dios desaparece y slo queda el ser humano para vivir en su Reino, la tierra es transfigurada a partir de una accin (=poltica) renovadora de todas las cosas, como sucedi en el xodo de Israel en Egipto, metfora teolgica de la liberacin. "La esperanza en movimiento, luchando por un futuro, (a)fe(c)to que desea salir, por la angustia de paisajes apartados, parto: liberacin". Ibid, p. 41. Naca as la "teologa de la liberacin", ese gemido esperanzador de los oprimidos.Pero veinte aos despus, la experiencia cotidiana de Dios era ms fuerte que la creencia dogmtica en Dios. sta sale sobrando cuando se saborea el fruto real, vivo, de su amor. La fe no necesita pruebas para creer... ni para hacer teologa. La teologa como ciencia experimental no tiene ningn sentido porque su razn de ser est ms cerca de la poesa: "es un discurso de la fruicin, de la unin mstica". Ibid, p. 43. Es un sacramento para la alegra del cuerpo, que no se pregunta cientficamente sobre aquello que lo alimenta. Ese libro quiso ser un poema, pero no saba como, y no pudo... La aparicin de Da esperana, con este prlogo tan notable, provoc que la revista Comunicaces do ISER (ComISER) publicara, en 1988 (7, 32), un nmero de homenaje bajo el ttulo: "Sobre deuses e caquis. Teologia, poltica e poesia en Rubem Alves", en el que participaron 11 autores.