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1 1º AÑO DE CONFIRMACIÓN 1º AÑO DE CONFIRMACIÓN 1º AÑO DE CONFIRMACIÓN 1º AÑO DE CONFIRMACIÓN LIBRO PARA MATRIMONIO GUIA LIBRO PARA MATRIMONIO GUIA LIBRO PARA MATRIMONIO GUIA LIBRO PARA MATRIMONIO GUIA C C C C C C A A A A A A T T T T T T E E E E E E Q Q Q Q Q Q U U U U U U E E E E E E S S S S S S I I I I I I S S S S S S F F F F F F A A A A A A M M M M M M I I I I I I L L L L L L I I I I I I A A A A A A R R R R R R PARROQUIA NUESTRA SEÑORA DEL PARROQUIA NUESTRA SEÑORA DEL PARROQUIA NUESTRA SEÑORA DEL PARROQUIA NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO Y SAN ALFONSO PERPETUO SOCORRO Y SAN ALFONSO PERPETUO SOCORRO Y SAN ALFONSO PERPETUO SOCORRO Y SAN ALFONSO PADRE CARLOS WISZNIOWSKI PADRE CARLOS WISZNIOWSKI PADRE CARLOS WISZNIOWSKI PADRE CARLOS WISZNIOWSKI ESTELA RESSIA DE GIL ESTELA RESSIA DE GIL ESTELA RESSIA DE GIL ESTELA RESSIA DE GIL COMUNIDAD REDENTORISTA COMUNIDAD REDENTORISTA COMUNIDAD REDENTORISTA COMUNIDAD REDENTORISTA SALTA SALTA SALTA SALTA - - - 2007 2007 2007 2007

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1º AÑO DE CONFIRMACIÓN1º AÑO DE CONFIRMACIÓN1º AÑO DE CONFIRMACIÓN1º AÑO DE CONFIRMACIÓN

LIBRO PARA MATRIMONIO GUIALIBRO PARA MATRIMONIO GUIALIBRO PARA MATRIMONIO GUIALIBRO PARA MATRIMONIO GUIA

CCCCCCCCAAAAAAAATTTTTTTTEEEEEEEEQQQQQQQQUUUUUUUUEEEEEEEESSSSSSSSIIIIIIIISSSSSSSS FFFFFFFFAAAAAAAAMMMMMMMMIIIIIIIILLLLLLLLIIIIIIIIAAAAAAAARRRRRRRR

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PERPETUO SOCORRO Y SAN ALFONSOPERPETUO SOCORRO Y SAN ALFONSOPERPETUO SOCORRO Y SAN ALFONSOPERPETUO SOCORRO Y SAN ALFONSO PADRE CARLOS WISZNIOWSKIPADRE CARLOS WISZNIOWSKIPADRE CARLOS WISZNIOWSKIPADRE CARLOS WISZNIOWSKI

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SALTA SALTA SALTA SALTA ---- 2007200720072007

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INTRODUCCIÓN Y ANOTACIONES METODOLÓGICAS

1. ADONDE NOS LLEVA LA CATEQUESIS FAMILIAR El Espíritu Santo responde en cada momento de la historia de la

humanidad suscitando hombres, movimientos o modalidades que indican que el Señor sigue siendo siempre “el Señor de la Historia”. Una de sus grandes respuestas hoy, en que la familia sufre una grave crisis, es la Catequesis Familiar.

La Catequesis familiar va dirigida a toda la familia, pero, de un modo

particular, a los padres, que son sus primeros destinatarios. Paral el papa Juan Pablo II era la “forma fundamental de Catequesis”, tiene

un carácter peculiar y, en cierto modo, insustituible y debe preceder, acompañar y enriquecer a toda otra forma de Catequesis” (CT 68).

Con a Catequesis Familiar:

� “Se facilita a los padres un modo concreto para asumir sus

responsabilidad de ser los primeros catequistas de sus hijos”.

� Se podrá superar la incoherencia entre lo que el catequizando recibe en la catequesis y lo que vive en la familia.

� “Se concientiza a la familia acerca de su identidad cristiana, como Iglesia

doméstica, base de la comunidad parroquial y diocesana. (JEP 94).

Si la familia va entrando en un ritmo de crecimiento progresivo en la fe, la comunidad toda recibirá el impacto del fortalecimiento porque la célula base de la misma ha encontrado las razones para afianzarse, profundizarse y proyectarse. Una familia encerrada en si misma vive una “muerte” adelantada. En cambio, la familia que vive en profundidad su compromiso hacia adentro y hacia fuera, se proyecta misionalmente y hace presente al Señor en la vida de la comunidad. Todo comienza cuando se toma conciencia de que el papá debe mostrar la imagen paterna de Dios y la madre la imagen materna de un Dios que es “familia y envía a las familias humanas a ser presencia suya en el mundo.

Si la catequesis familiar va bien orientada y se asume en plenitud por las familias de la comunidad, en muy pocos años, cambiará el rostro de la Iglesia dándole comunidades fuertes comunidades fuertes y muchos agentes pastorales para todas las áreas evangelizadoras y misioneras.

2. OBJETIVOS Y METAS DE LA CATEQUESIS FAMILIAR

OBJETIVO GENERAL : La construcción, afianzamiento y proyección misionera de la comunidad cristiana desde la evangelización de las familias. OBJETIVOS PARTICULARES:

1) Evangelizar, catequizar y proyectar misionalmente el núcleo familiar. 2) Acompañar y colaborar con las familias en la educación cristiana de sus

hijos, con ocasión de la Primera Comunión y Confirmación.

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3) Ayudar a que descubra cada familia su compromiso en y con la Iglesia y también con la sociedad.

4) Ayudar a que los padres se redescubran como la imagen paterna y materna de Dios en el hogar, recuerden sus derechos en la educación cristiana de sus hijos y asuman su responsabilidad frente a Dios, la Iglesia y el mundo.

METAS DE CADA UNO DE LOS AÑOS DE CATEQUESIS FAMILIAR

1) Conocimiento de Jesús, como Hijo de Dios y María. Reencuentro en la fe y adhesión total a su persona.

2) Descubrimiento de la Iglesia – Comunión. Participación activa y consciente en la Comunidad Eucarística.

3) Iluminación del “Hoy” cristiano desde la Historia de la Salvación. Capacitación vivencial y comprensión de quiénes somos en la Iglesia de Jesús.

4) Preparación próxima a la Confirmación desde la vivencia del Misterio Pascual en el Año Litúrgico y compromiso de vivir como testigos de Jesús en el mundo.

LA CATEQUESIS FAMILIAR DE CONFIRMACIÓN CATEQUESIS SOBRE EL ESPIRITU SANTO

Está al final y está al principio. Se recibirá en el sacramento de la Confirmación y acompaña todo el proceso. El Espíritu Santo debe ser el alma de esta etapa de la catequesis.

A lo largo de los dos primeros años, se ha hablado mucho de cristo, del Padre y de la Iglesia. Sólo esporádicamente se ha tocado el tema del Espíritu Santo. En los dos años de Confirmación hay que señalar su presencia progresiva en la vida del cristiano desde el Bautismo hasta la recepción de sacramento de la Confirmación. Debe desearse su presencia y los dones que lo acompañan. Sólo así podremos dar los frutos de su presencia en el cristiano que lo harán aparecer lleno de Dios y deseoso de servir a los hombres.

Desde el comienzo del primer año de la Catequesis Familiar de Confirmación, debe quedar muy clara la presencia del Espíritu Santo en cada encuentro, como así también, debe aparecer permanentemente la unidad de las Tres Divinas Personas que invitan al hombre a vivir su misma unidad en la familia, en las instituciones y en el mundo. Así quedará claro que “donde hay unidad y amor, está Dios”.

Desde el comienzo de esta catequesis, repitamos con frecuencia ¡Espíritu Santo, ven! Y que sintamos que nada podemos hacer, en la línea del bien, si el Espíritu de Dios no está presente en nuestras vidas.

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A LOS GUÍAS Y ANIMADORESA LOS GUÍAS Y ANIMADORESA LOS GUÍAS Y ANIMADORESA LOS GUÍAS Y ANIMADORES

Un año más comienza de catequesis familiar, un año más en que Dios los convoca para acompañar a este grupo de padres y niños en su preparación para recibir el “Sacramento de la Confirmación”, ¡Gracias queridos catequistas por decir “SI” nuevamente a ese llamado.

En algún lugar he leído que “el Espíritu Santo es el gran desconocido…”, y esto parece ser verdad. Podemos entender a un Dios Padre desde la creación, como fecundo. Podemos entender su omnipotencia, su absoluta trascendencia, su eternidad. De Cristo sabemos algo más, dado que asumió la realidad de los hombres, su carne, sus gestos…Pero el Espíritu Santo es una persona “difícil”. Por eso también la confirmación para los padres y los niños que se preparan para recibirla es un sacramento “difícil”.

Los grandes interrogantes que estos dos años se plantearán

nuestros catequizandos serán entre otros: ¿Qué añadirá al Bautismo? ¿Qué nueva gracia es necesaria para vivir como Cristo?Cristo?Cristo?Cristo? ¿No recibimos en el Bautismo el don del Espíritu? ¿No somos por ese sacramento, testigos de Cristo en el mundo? Y he aquí vuestro gran desafío, acompañar a los padres y los

niños en el crecimiento y maduración de la fe. Mucho dependerá de la vivencia que ellos tengan durante los

encuentros y en las celebraciones que se desarrollen a lo largo de estos dos años, el que puedan hacer carne dentro de su corazón la vida que Dios desea para cada uno de sus Hijos, y su proyecto en Cristo.

Desde la Confirmación -Pentecostés, cada confirmado es él mismo “un mensaje”, porque no hay mejor libro sobre la vida cristiana que un cristiano, ni hay mejor tratado sobre el Espíritu Santo, que un hombre o una mujer que viven sacudidos por el Viento, quemados por el Fuego, plasmando en sí las obras del Espíritu.

Que la Confirmación y el Espíritu que en ella recibirán nuestros

niños, pueda traducir en sus vidas y en las de sus familias, la realidad de Jesús el Cristo, “en quien el Padre tiene sus complacencias”, de Jesús el Mesías, “Hijo muy amado” y bendecido por su Padre…

Que encuentren en “María del Perpetuo Socorro”, llena del Que encuentren en “María del Perpetuo Socorro”, llena del Que encuentren en “María del Perpetuo Socorro”, llena del Que encuentren en “María del Perpetuo Socorro”, llena del

Espíritu Santo, la fuerza inspiradora para prepararEspíritu Santo, la fuerza inspiradora para prepararEspíritu Santo, la fuerza inspiradora para prepararEspíritu Santo, la fuerza inspiradora para preparar los encuentros con los encuentros con los encuentros con los encuentros con amor y dedicación y que el Señor los bendiga y derrame sobre sus amor y dedicación y que el Señor los bendiga y derrame sobre sus amor y dedicación y que el Señor los bendiga y derrame sobre sus amor y dedicación y que el Señor los bendiga y derrame sobre sus corazones de catequistas la abundancia de sus dones.corazones de catequistas la abundancia de sus dones.corazones de catequistas la abundancia de sus dones.corazones de catequistas la abundancia de sus dones.

Los coordinadoresLos coordinadoresLos coordinadoresLos coordinadores

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ORACIÓN AL ESPIRITU SANTO

Ven Espíritu Creador, Visita las almas de los fieles

E inunda con tu Gracia Los corazones que Tú creaste.

Ilumíname y hazme conocer

Lo bueno para obrarlo Y lo malo para detestarlo Por el don de SABIDURÍA.

Intensifica mi vida interior

Por el don de ENTENDIMIENTO.

Aconséjame en mis dudas y vacilaciones Por el don de CONSEJO.

Dame la energía necesaria

En la lucha contra mis pasiones Por el don de la FORTALEZA.

Envuelve todo mi proceder

En un ambiente sobrenatural Por el don de CIENCIA.

Haz que me sienta hijo tuyo

En todas las vicisitudes de la vida Y acuda a Ti

Por el don de PIEDAD.

Concédeme que te venere y te ame Y ande con cautela en el sendero del bien

Guiado por el don del SANTO TEMOR DE DIOS.

AMEN.-

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ISRAEL: UN PUEBLO MARCADO POR SU GEOGRAFÍA

LAS GRANDES CIVILIZACIONES

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MIL AÑOS DE HISTORIA Los grandes momentos de Israel

ITINERARIO DEL ÉXODO EL REINO DEL NORTE

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1º Año de Confirmación ENCUENTRO Nº 1: “EL MUNDO NECESITA BUENAS NOTICIAS”

OBJETIVO: - Descubrir que todos estamos llamados a anunciar

la Buena Noticia-

Citas Bíblicas :

(Is. 9, 1 . 5 – 6)

“…Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha

dado;…”

(Lc. 2, 8 – 18)

“…Vengo a anunciarles una Buena Noticia…ha nacido para

ustedes un Salvador…”

TENER PRESENTE

� Estamos comenzando a caminar otra vez, porque las vacaciones fueron como un “corte”.

� Ayudar a que cada uno se sienta responsable no sólo de sí mismo, sino también de colaborar con los demás. La comunidad se construye con el esfuerzo de todos.

� Padres e hijos deben acompañarse mutuamente y saber que si uno falla, daña a los demás y ofende al Señor por sobre todas las cosas.

� Como discípulos de Cristo tenemos que aprender a ser nosotros portadores de la Buena Noticia, que “YO” sea Buena Noticia para los demás; es el llamado que hoy, el Señor hace a todos los hombres.

� Dios hoy nos convoca nuevamente, invitándonos a que seamos testigos delante de los demás de que El está entre nosotros y nos ama.

MOTIVACIÓN Motivación “A”: Leer el cuento ¡Qué Lindo Sermón! que figura en la cartilla de los niños. Explicar con las propias palabras el mensaje del Cuento. -¿Nos pasó alguna vez que participamos de la Misa y no sacamos ninguna conclusión para nuestra vida? ¿A qué se deberá eso? - A nivel personal: ¿Cuál fue la mejor noticia que hemos recibido en este tiempo? ¿Cómo reaccionamos frente a ella? ¿Qué sentimientos produjo en nosotros? - ¿Qué conclusión sacamos de las noticias que nos dan diariamente los medios de comunicación?

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Motivación “B”: Leer el relato: Los que van a la Iglesia, que figura al final del encuentro, y realizar la dinámica que allí se detalla. PUNTOS PARA DESARROLLAR EL ENCUENTRO El mensaje de Belén

El misterio del amor de Dios que asume la condición humana para salvarla y divinizarla, comenzó en el momento mismo de su encarnación, pero se manifiesta en su nacimiento. En ese momento se reveló también la opción deliberada de Jesús por asumir la condición de los más desamparados.

Pues el modo y circunstancias que rodean el nacimiento de Cristo no son fortuitos ni arbitrarios; son una elección libre. A diferencia de nosotros (que sólo podemos optar después de cierta edad), el hijo de Dios eligió las circunstancias de su venida al mundo, así como las del itinerario de su vida. Por eso, en sus elecciones y opciones, Cristo nos dice algo sobre Dios, sobre el hombre, sobre los caminos de la salvación de la venida del Reino.

Sucede que los seres humanos no podemos optar por las condiciones permanentes o contingentes de nuestro propio nacimiento. Los hombres no pueden elegir su raza, su nación, su clase social, sus padres o familia, su cultura, la época que les tocará vivir. Tampoco pueden elegir las contingencias de su venida al mundo (cómodas o precarias, alumbramiento fácil o difícil, etc.) Lo original de la venida al mundo del hijo de Dios es que cada circunstancia de su nacimiento es libremente elegida, encierra un significado para su futura misión y estilo de vida, así como para la nuestra propia.

Este significado se nos revela en tres signos inseparables. El primero es que Jesús nace como pobre; la pobreza como forma de vida lo acompañará hasta su muerte. Nacer en un pesebre porque no había posada en Belén, con todo lo que ello implica (Lc 2, 6-7), no es un percance; es una opción de Jesús, la primera que hizo en su vida.

El segundo significado del nacimiento de Jesús está en la predilección ahí manifestada por los más pobres de los pobres, y en el mensaje de esperanza contenido en esta predilección. El hecho de ser unos pastores – pobres entre los pobres en esa época y gente de mala reputación- los primeros en recibir la buena noticia del pesebre, es una elección deliberada de Dios (Lc 2, 8-14). La salvación y liberación que esta ofrece va preferentemente dirigida a las formas más marginales de la miseria humana. La misericordia especial que Jesús mostró siempre por los más pobres y oprimidos, se reveló inicialmente en la opción del pesebre.

El tercer significado de esta opción está dado por la venida de los Magos de Oriente a contemplar y honrar al recién nacido (Mt 2, 1-12). Ello significa que la inserción misionera de Jesús apunta desde el comienzo a los no evangelizados y alejados. Así como esos sabios orientales, que eran paganos, fueron iluminados por la gracia del pesebre y conducidos al encuentro con Cristo, así también la inserción misionera deberá tener una preocupación especial por los más abandonados y alejados de la verdadera fe.

El Hijo de Dios viene al mundo

Con el nacimiento de Jesús se inicia una nueva era en la historia de los hombres con Dios. Por eso, desde entonces, nuestro calendario cuenta los años

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“después de Cristo”. En la persona de Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios –Dios mismo-vino al mundo para ser nuestro hermano. De ahí que no podamos hablar del nacimiento de Jesús sin hablar de Dios. Tampoco San Mateo y San Lucas pueden narrar el nacimiento de Jesús como contarían el de un niño cualquiera.

En sus evangelios no sólo relatan lo que sucedió; indican también-para dar testimonio de toda la verdad- lo que esos acontecimientos significan en el plan de Dios.

“Y llegó “la plenitud de los tiempos” (Gál.4). Dios Padre envió al mundo a su Hijo Jesucristo, nuestro Señor, verdadero Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos y verdadero Hombre, nacido de María la Virgen por obra del Espíritu Santo. En Cristo y por Cristo, Dios Padre se une a los hombres. El Hijo de Dios asume lo humano y lo creado y restablece la comunión entre su Padre y los hombres. El hombre adquiere una altísima dignidad y Dios irrumpe en la historia humana, vale decir, en el peregrinar de los hombres hacia la libertad y la fraternidad, que aparecen ahora como un camino hacia la plenitud del encuentro con El.

La Iglesia de América Latina quiere anunciar, por tanto, el verdadero rostro de Cristo, porque en el resplandece la gloria y la bondad del Padre providente y la fuerza del Espíritu Santo que anuncia la verdadera e integral liberación de todos y cada uno de los hombres de nuestro pueblo. (Doc. Puebla 188-189).

Llamados a proclamar la Buena Noticia

Si miramos la actividad de Jesús, vemos que el mismo no escribió nada su misma persona era el mensaje de salvación. Y también dejó muchas enseñanzas a través de parábolas, discursos, diálogos, actitudes. Muchas veces, aunque no tenía cosas escritas, Jesús se fundamentaba en los escritos del Antiguo Testamento (Ej.: Cap. 5,6 y 7 de Mateo).

Después de la ascensión de Jesús y el envío del Espíritu Santo, los apóstoles empiezan a predicar. En esta predicación lo que se resalta como más importante es que por Jesucristo se nos ha dado la salvación (Kerygma). Esta es la Buena Noticia que los cristianos tienen para dar. (Evangelio significa, en el idioma griego que hablaban los primeros cristianos, buena noticia). Pero vimos también que la comunidad no solo anuncia a Jesús, sino que constantemente sigue reflexionando sobre El, tratando de entender mejor su persona y su mensaje. Por eso era muy importante el testimonio de los apóstoles, porque ellos, que habían convivido con Jesús, contaban a los demás los dichos y hechos que le habían visto decir y hacer a El. Así, la comunidad cristiana se va extendiendo, y para que los nuevos cristianos se formen, ya no sólo tienen el mensaje central del Keriygma, sino que van conociendo mejor a Jesús por medio de la catequesis, y se reúnen y celebran su fe en la liturgia; en las celebraciones litúrgicas se expresa nuestra relación con el Padre, y cada vez que rezamos el Credo, reafirmamos nuestra fe en Jesucristo. ¿Qué se entiende por Laicos?

“Con el nombre de laicos se denomina a todos los fieles cristianos, a excepción de los miembros del orden sagrado y los que viven en estado religioso reconocido por la Iglesia, es decir, los fieles cristianos que por estar incorporados a Cristo mediante el bautismo, constituidos en Pueblo de Dios y hechos partícipes a su manera de la función sacerdotal, profética y real de

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Jesucristo, ejercen la misión de todo el pueblo cristiano en la Iglesia y en el mundo, según la parte que les corresponde”. (CVII-L.G. 31).

El Papa Pablo VI hizo explícita la tarea que compete a todos los fieles bautizados, indicando que “el campo propio de su acción evangelizadora, es el mundo vasto y complejo de la política, de lo social, de la economía y también de la cultura, de las ciencia y de las artes, de la vida internacional, de los medios de comunicación de masas, así como otras realidades abiertas a la evangelización: como el amor, la familia, la educación de los niños y jóvenes, el trabajo profesional, el sufrimiento, etc.” (Evangelli Nuntiandi, 70).

Por todo esto, vemos que los laicos son invitados a construir un mundo más acorde con el espíritu del Evangelio, una sociedad más fraterna y solidaria, una cultura impregnada de valores éticos. “Aquí actúan bajo su propia responsabilidad, aunque en diálogo sincero con los pastores. Son llamados y enviados por Jesús mismo, como fermento en la masa de la sociedad, para hacer presente el reino de justicia, de amor y de paz”. (Senderos Pastorales, 29).

Cada uno de nosotros, los laicos somos llamados por Dios para contribuir, desde dentro a modo de fermento, “a la santificación del mundo mediante el ejercicio de nuestras propias tareas, guiados por el espíritu evangélico y así manifestar a Cristo ante los demás, principalmente con el testimonio de vida y con el fulgor de nuestra fe, esperanza y caridad”.

Como laicos participamos plenamente de la misión evangelizadora de la Iglesia, en el anuncio de la Buena Nueva y la salvación integral de todos los hombres, con pleno derecho, de acuerdo a las exigencias y gracias del bautismo que nos hace miembros del pueblo sacerdotal y profético.

Por estar insertos en una forma más directa en los distintos ambientes y realidades temporales, nos encontramos en privilegiada situación para comprender los valores y necesidades de las mujeres y hombres de hoy, viviendo lo profundo de la cultura en la que nos encontramos inmersos en nuestra vida cotidiana, podemos discernir la luz del Evangelio que esperan y necesitan nuestros hermanos, y cuál es la acción evangelizadora de la, que constituye una respuesta eficaz. Hacer presente a Dios

Hoy las grandes tareas del Reino de Dios son la solidaridad con los pobres y la lucha por la instauración de un orden justo en el mundo, así como la evangelización de una sociedad consumista y secularizada, que progresivamente pierde su referencia a Dios. (Cfr. LPNE. 11-14).

El mundo tiene derecho y necesidad de nuestra presencia evangelizadora. Lo propio del laico, que es Iglesia inmersa en el corazón del mundo, es darle como respuesta la buena noticia de Jesús con todas sus exigencias de amor, paz y justicia.

Frente a esta grave situación de secularismo que vivimos y a la esperanzadora hambre de Dios que se manifiesta en las generaciones jóvenes, el Papa Juan Pablo II comprometió a toda la Iglesia en el llamado a una Nueva Evangelización que implica, por un lado, una conversión personal y por el otro un renovado anuncio de Cristo al mundo. A los laicos les compete responder, en medio del mundo en que viven, a este llamado.

En virtud del bautismo y la confirmación, los fieles laicos están llamados a participar, a su manera, en la triple función de Cristo, sacerdote, rey y profeta. Lo hacen viviendo cada instante de su vida en la fidelidad al Espíritu Santo y

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haciendo de todas sus actividades un sacrificio de alabanza y de acción de gracias; colaborando activamente en toda la vida pastoral, pero sobre todo, procurando impregnar al mundo del espíritu de Cristo y construir una sociedad más justa y fraterna; dando testimonio, con su vida y con su palabra, de su fe en Cristo, en el corazón mismo del mundo y en sus tareas profesionales, sociales y políticas.

Los cristianos realizan su santidad en medio de las realidades temporales: familia, trabajo, cultura, sociedad, política. Es allí donde particularmente “el laico tienen que dar testimonio de la resurrección del Señor: en lo cotidiano de su vida tiene que anunciar a los hombres la buena nueva de Jesús”. Pero ésta debe ser verdaderamente buena y cotidianamente nueva para construir de una manera realista y desde dentro la nueva sociedad.

El desafío para los laicos de hoy, en este mundo desacralizado, -donde prescindir de Dios es lo más frecuente-, es ser capaces de tomar cada día la Cruz y seguir al Señor, amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismos, vivir en el mundo las bienaventuranzas evangélicas. Enriquecemos el encuentro con el CATIC INC.525: Jesús nació en la humildad de un establo, de una familia pobre (Cf.Lc 2,6-7), unos sencillos pastores son los primeros testigos del acontecimiento. En esta pobreza se manifiesta la gloria del cielo (Cf. Lc 2, 8-20). La Iglesia no se cansa de cantar la gloria de esta noche.

La Virgen da hoy a luz al Eterno Y la tierra ofrece una gruta al Inaccesible.

Los ángeles y los pastores le alaban Y los magos avanzan con la estrella. Porque Tú has nacido para nosotros,

Niño pequeño, ¡Dios eterno!

INC. 526: “Hacerse niño” con relación a Dios es la condición par entrar en el Reino (Cf. Mt 23,12), hacerse pequeño; más todavía: es necesario “nacer de lo alto” (Jn 3,7), “nacer de Dios” (jn 1,13) para “hacerse hijos de Dios” (Jn 1,12). El misterio de la Navidad se realiza en nosotros cuando Cristo “toma forma” en nosotros (Gál 4,19). Navidad es el Misterio de este “admirable intercambio”.

• Revisamos la ficha de los niños y aclaramos dudas. ORACIÓN ¡Que yo sea tu testigo, Señor! Al darme la vida, Señor, me has elegido para formar parte de tu proyecto creador; con el don del Bautismo. Me has insertado en tu redención; con el don de la confirmación me has enviado a ser tu testigo. Tú me amas sin fiarte de criterios de edad ni de eficacia externa; me amas a pesar de mi debilidad y de mi frágil condición. Tú, que llamaste dichosos a los afligidos, quieres reivindicar a través de nuestra externa debilidad, el valor de cada persona por sí misma; no por su mayor o menor rendimiento quieres manifestar el valor del heroísmo cotidiano de quién, día a día, y a pesar de sus sufrimientos, sabe aún sonreír a los demás, sabe aún interesarse por los demás, sabe aún infundir valor y fe.

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Transforma, Señor, mi debilidad en bendición aún para quienes están demasiado seguros para aprender, demasiados clarividentes para ver. En tu nombre y con tu gracia, hazme instrumento de tu luz, de verdades más profundas, de humildad y de amor.

¡QUE LINDO SERMÓN!

Un cura párroco predicó por primera vez en su nueva comunidad. Todos quedaron entusiasmados y lo felicitaron: ¡”Qué lindo sermón, Padre!.

El próximo domingo todos estaban muy curiosos por lo que iba a predicar esta vez. Pero el nuevo párroco pronunció exactamente el mismo sermón del domingo pasado.

Lo mismo sucedió el tercer, el cuarto y el quinto domingo. Al final un fiel no lo aguantó más y le dijo: “¿Por qué usted predica siempre lo mismo?”. Contestó el párroco: “¿Por qué ustedes viven todavía de la misma manera que hace seis semanas?”. “Si ponen en práctica lo que les he predicado, entonces les voy a decir algo nuevo…”

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LAS CARTAS DE LA HORMIGA VERÓNICALAS CARTAS DE LA HORMIGA VERÓNICALAS CARTAS DE LA HORMIGA VERÓNICALAS CARTAS DE LA HORMIGA VERÓNICA Introducción: Verónica es una hormiga chiquita que vivía en Gerli, una localidad ubicada al sur de la gran ciudad de Buenos Aires. Por razones que no vienen a consideración, los padres de Verónica la abandonaron en la Plaza de Mayo, que es el lugar más céntrico de la ciudad de Buenos Aires. Como muchas personas que se desarraigan de su tierra. Verónica experimentó, de un modo muy fuerte, el cambio que significa pasar de un lugar tranquilo, donde la gente tiene nombre y apellido, a una gran ciudad en la que se corre el riesgo del anonimato. De todas maneras, ella supo sacar buen provecho de esta aventura que le tocó vivir. Esto se manifiesta en las cartas que ella envió a su amiga Silvia, que quedó en Gerli, el barrio de su infancia.

LOS QUE VAN A LA IGLESIA No siempre salen transformados.

Querida Silvia:

¿Qué tal? ¿Cómo estás? Supongo que esta carta llegará con retraso, ya que hay problemas de correo. Gracias por la carta que me mandaste. Me alegro porque salió bien la operación de tu madre. Mándale mi pésame a Romualda; decile que en la vida siempre hay cosas difíciles de explicar, pero no por eso debemos quedarnos atrás.

Voy a contarte lo que estoy viviendo aquí por Plaza de Mayo. Ayer hubo una gran manifestación de gente que pedía aumento de sueldo; había una cantidad inmensa de seres humanos. Hoy cambió totalmente el ambiente. Mucha gente desfila, cosa rara para un feriado.

Como es Viernes Santo, se dirigen todos hacia la Catedral. Nunca vi tanta gente caminar hacia la Iglesia. Me hace acordar a los Viernes Santo del barrio.

Por acá pasa gente de todo tipo. Grandes, chicos, jóvenes y ancianos. Yo los miro con mucha atención. Me gustaría penetrar en el corazón de cada uno de ellos. Por la cara les noto el sentimiento; hace mucho ya que observo a los humanos. Algunos van escrupulosamente llevando la cuenta de las Iglesias que les falta cumplir con las siete que deben recorrer.

Otros, más sencillos, llevan un dolor para contárselo al Crucificado. Otros caminan como quien va de paseo. Otros van a pedir por la paz. Pero la mayoría acude religiosamente para pedir por sus problemas y por su familia.

¡Cómo me gustaría que Dios escuchase a todos ellos! A algunos de ellos los veo salir renovados. Otros salen con ganas de

cambiar el mundo y se los ve caminar con decisión; pero no siempre les dura ese sentimiento. Lo que más me preocupa es que no siempre salen transformados. Digo yo, ¿se encontrarán auténticamente con aquel a quien buscan allí dentro? Espero que logren esa renovación que anhelan. Lo que más quiero ahora es que sean felices, pues cada vez voy apreciando más a los seres humanos.

Mirando con detenimiento, me di cuenta de cuanto necesitan las personas conectarse con aquel que los puso en este mundo. De esa manera, pueden ordenar más su corazón y tienen más valor para encarar lo que la vida les depara.

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Me gusta cuando sucede un encuentro hondo, personal. Porque Dios no es una idea ni un conjunto de normas; es una persona. Las teorías o los mandamientos que tienen que ver con la religión tienen sentido en la medida en que brotan de un encuentro auténtico con Él.

Silvia, gracias por prestar atención a estas líneas. Me hace bien comunicarte estas experiencias.

Te mando un beso. Utilización Pastoral Es oportuno leer y trabajar a partir de esta carta en el marco de Semana

Santa o de alguna fecha religiosa, aunque no necesariamente hay que limitarse a hacerlo así.

• Cuando rezo o hago alguna actividad religiosa: ¿soy auténtico

o “me disfrazo”? • ¿Busco que las expresiones de fe me renueven interi ormente o

me contento con “hacer tal acción”? • ¿Me dura el entusiasmo después de una buena experie ncia

religiosa o se va perdiendo con el tiempo? • ¿Soy constante en mis propósitos?

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1º Año de Confirmación Encuentro Nº 2: “Dios por amor se comunica a los hombres”

Objetivo: - Reconocer en la Tradición de la Iglesia y en la Biblia, el

mensaje de Dios a los hombres.

CITAS BÍBLICAS

(Deut. 11, 18,- 21) “Pon estas palabras en tu corazón y en tu alma…”

(Mc. 4, 14 – 20)

“El sembrador siembra la palabra de Dios. Unos la reciben...la

escuchan, la aceptan y dan fruto”.

� En este encuentro nos proponemos: “presentar a los padres la Biblia en su totalidad: Antiguo y Nuevo Testamento, como la Palabra de Dios a los hombres”.

TENER PRESENTE

� Ya conocen el Nuevo Testamento, pero no han manejado el Antiguo. Señalar que, desde el comienzo, Dios ha hablado a los hombres y que la Biblia contiene todo y sólo lo que Dios ha querido que quede claro.

� Con este encuentro vamos a empezar a tener una visión de la Historia de la Salvación en el Antiguo Testamento.

� Es conveniente que los que tengan la Biblia completa la traigan para este Encuentro. Sugerir que los que todavía no la tienen, traten de conseguirla. Es importante también que en el encuentro con los padres, el matrimonio guía, la coloque en un lugar privilegiado y con un cirio al lado.

MOTIVACIÓN

“A”: Explicar cada elemento del dibujo de la cartilla de los niños. Ampliarlo para

ello en fotocopia o dibujarlo en afiche.

- Explicación del dibujo : Dios se revela al hombre, éste al principio lo contaba a través de las generaciones en forma oral, pero luego surge la necesidad de ponerlo por escrito (hombrecito escribiendo en el árbol del lado izquierdo). Así nace lo que conocemos como el Antiguo Testamento. En el lado izquierdo del árbol podemos ver cómo está compuesta esta parte de la Biblia: EL

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PENTATEUCO (5 libros), los LIBROS HISTÓRICOS (16). Los libros SAPIENCIALES (7), y los libros PROFÉTICOS (18). TOTAL: 46 libros.

- En cuanto al Nuevo Testamento, comenzaremos del lado derecho del dibujo, con la Resurrección de Jesucristo quien – luego de aparecerse a sus discípulos- los envía a predicar. Esto se transmite también primeramente en forma oral (hombrecito corriendo) hasta que surge la necesidad de poner por escrito la Buena Noticia.

“B”: Leer a los padres el relato El mensaje de la espada” , que figura al final del

encuentro. - ¿Qué les sugiere el título de este relato? ¿Cuál sería para ustedes el mensaje al

que hace referencia? Escuchar. - ¿Sucede lo mismo con el mensaje que Dios desea enviarnos a través de su

Palabra? ¿Le prestamos atención cuando nos habla? Escuchar. PUNTOS PARA DESARROLLAR EL ENCUENTRO Vamos a recordar lo que conocemos del libro de la Palabra de Dios, “La Sagrada

Biblia” que utilizamos el año pasado; quiénes lo escribieron y cuántos libros contiene. ¿Qué lugar ocupa en la vida de nuestra familia?

Recordemos:

La Biblia comenzó a escribirse mil años antes de Cristo y se terminó en el s. I o II de la Era Cristiana. Eso supone en estos libros un complejo proceso hasta llegar a nosotros.

La mayoría de los relatos bíblicos tiene su origen en un hecho o acontecimiento que se transmite por tradición oral y luego se fija por escrito. Una tradición oral puede fijarse por escrito en lugares diversos y, por tanto, no ser idénticas las versiones.

Un difícil camino hasta hoy Ningún libro de la Biblia nos llegó en su original, sino sólo en copias, más o menos

distintas del original, y defectuosas a juzgar por las discrepancias que hay entre ellas. El material en que se escribieron los textos fue el papiro, normalmente por una

cara. Luego, la hoja se enrollaba, y se convertía en un rollo, o se doblaba y cosía, formando un códice. El papiro se conserva únicamente en lugares muy secos (caso de los encontrados en las cuevas de Qumrán, junto al mar Muerto, donde se han descubierto textos de la Biblia que datan de los siglos II a.C. al 1 d. C.).

Aunque se trata de literatura sagrada, eso no evita de raíz los errores de transmisión.

La Biblia, aunque inspirada por Dios, fue escrita por hombres, condicionados por la influencia de sus países, de sus costumbres, culturas, temperamento, etc.

Las sagradas escrituras fueron elaborándose durante siglos por muchos autores, cada uno de los cuales, al igual que todo escritor, han impreso en sus páginas no sólo la Palabra de Dios, sino su estilo y su temperamento, su cultura, su personalidad y hasta el sello de la clase social a la que pertenecían.

Lo mismo ocurre con los autores del N.T.: S. Pablo manifiesta en sus escritos su temperamento impetuoso; San Juan, su espíritu místico y sereno; S. Marcos, sus dotes de observador detallista, etc.

La mayor parte de los autores del A.T. son desconocidos para nosotros, cosa por otra parte comprensible, puesto que la literatura antigua solía ser anónima.

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Cómo se escribió la Biblia

Interesa que nos detengamos un poco para responder a la legítima pregunta que

muchos se hacen: ¿Cómo se escribió la Biblia? La Biblia no es un libro que ha caído ya hecho del cielo. Nada más lejos de esto. Su redacción se debe, en muchos casos, a tradiciones y hechos históricos que

pasaban oralmente de generación en generación desde tiempos remotos. La Biblia, pues, en su mayor parte, antes de ser escrita, fue una enseñanza oral. Para nosotros, hombres modernos, acostumbrados a la escritura y al libro, nos es

difícil comprender ese mundo antiguo oriental que prescindía de la escritura sustituyéndola por una memoria prodigiosa. Primitivamente se escribía poco; eran tiempos de escuchar más que de leer. Aun en tiempos de S. Jerónimo, nos lo dice él mismo, los jóvenes judíos sabían de memoria todas las generaciones desde Adán hasta Zorobabel. Y no creemos exagerar si afirmamos que en nuestros mismos días hay muchos musulmanes que se saben de memoria el Corán.

Esta transmisión oral era facilitada frecuentemente por una técnica muy usada en Oriente, aun en tiempos de Jesús, que consistía en formular las tradiciones en versos o

¿Cuándo se escribieron los libros de la Biblia?

3000 a.C.: invención de la escritura 1500 a.C.: invención del alfabeto 1000 a.C.: Primeros escritos bíblicos. Fechas de algunos escritos bíblicos Antiguo Testamento (a.C.)

800 Amós 750 Oseas 570 Jeremías. Ezequiel 560 Deuteronomio 530 Job 400 Jonás 400 Pentateuco (final) 335 Proverbios 200 Tobías 165 Daniel 115 Macabeos 70 Sabiduría Nuevo Testamento (d.C.) 50 Tesalonicenses 55 Gálatas 58 Romanos 60 Santiago 63 Pedro 66 Evang.de Marcos 81 Evang.de Lucas. Hechos de los

Apóstoles 85 Evang. De Mateos 90 Evang. De Juan 95 Apocalipsis

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estribillos de composición rítmica, con cadencia musical. Así se grababan mejor en la memoria.

Estas tradiciones, enraizadas en el alma popular, que corrían de padres a hijos, envueltas en un ropaje hebreo, guardado en el seno de las distintas tribus de Israel y diferente a las de otros pueblos, fueron escribiéndose poco a poco.

La Biblia, por consiguiente, no ha sido escrita como puede escribirse un libro por un escritor que se sienta en la mesa de su despacho. Las repeticiones de hechos, la falta de orden, los datos aparentemente contradictorios, etc., que se encuentran en la Biblia nos hablan de algo distinto. Nos hacen suponer que en la redacción definitiva del A.T. intervinieron varios autores o grupos de autores que se sirvieron, a su vez, de las tradiciones orales y escritas, las cuales supieron respetar, completando estas tradiciones con otras nuevas, hasta que finalmente les dieron a todas un cierto orden.

Todo esto nos muestra la intervención humana dentro de la Biblia. El hombre, conservando su personalidad, escribe la Palabra de Dios sin falsearla. Los moldes humanos son el vestido necesario en que se presenta a los hombres la Palabra divina. Pero el ropaje humano es algo accidental, lo importante es la Palabra de Dios.

Como hemos visto, por la inspiración, Dios es el autor principal de la Biblia. Pero no el único autor. También el hombre es su autor, aunque secundario.

La Biblia, entre otras cosas, nos recoge dos acontecimientos trascendentales. Son como dos faros que atraen e iluminan a todos los demás escritos sagrados.

1) El primer acontecimiento tiene dos partes. La primera parte narra la salida

de Egipto del Pueblo de Israel (Ex. 13 y 14); es la gran experiencia religiosa de un Dios Liberador, no sólo en el aspecto espiritual, sino también material. La fe en El provoca la lucha contra los opresores, la lucha por la libertad. Dios es descubierto como Liberador de los oprimidos. La segunda parte narra la Alianza de Dios con su pueblo dirigido por Moisés. La fe en el Dios Único desveló al Pueblo de Israel que Dios estaba con él, que era su Aliado. Su Amigo y expresó esa amistad en forma de Pacto o Alianza que tuvo lugar en el Sinaí. En consecuencia, se comprometió colectivamente con El. Por medio de esta Alianza se constituyó en Pueblo de Dios y expresó la voluntad de este Dios en una ley que se convirtió, al mismo tiempo, en ley religiosa y civil, en conciencia nacional y personal de los israelitas (Ex. 20 al 23).

Posteriormente vino la alianza sellada con sangre (Ex. 24, 5-8), y con ella la gran promesa: Canaán, la tierra que mana leche y miel. Dios ya se la había prometido a Abraham (Gén. 15, 18). También se la recordó a Moisés (Ex. 3, 8; 6, 1-8). Después de la alianza llegó su posesión.

2) Pero esta alianza no fue definitiva. Era preparación de otra que iba a venir y

que constituyó el segundo acontecimiento de la Biblia. Esta definitiva y Nueva Alianza tuvo una historia semejante a la primera, pero con distintos personajes.

Moisés queda suplantado por Jesucristo (Hebr. 3, 2 ss.), Mediador de la nueva alianza. El antiguo pueblo de Israel continúa en un Nuevo Pueblo, la Iglesia. El desierto desemboca en la Cruz, que fue fruto de la lucha de Jesús. La tierra prometida es ahora el cielo, la resurrección gloriosa. La Ley de la nueva alianza, el amor. La sangre de los corderos, la sangre de Jesucristo que sella la nueva alianza. En fin, la alianza que Dios estableció con su pueblo Israel en el monte Sinaí queda perfeccionada en la que establece en el Calvario con su Nuevo Pueblo, la Iglesia.

La primera alianza es prefiguración de la segunda. Por eso Cristo es el centro, la clave, el eje de toda la Biblia.

Estas dos Alianzas o Testamentos no son independientes el uno del otro, antes por el contrario el Antiguo T. es preparación del Nuevo T., y éste, realización de aquél. Están, pues, íntimamente unidos.

“Dios, pues, inspirador y autor de ambos Testamentos, dispuso las cosas tan sabiamente que el Nuevo Testamento está latente en el Antiguo y el Antiguo está patente en el Nuevo. Porque, aunque Cristo fundó el Nuevo T. en su sangre, no obstante los libros del Antiguo Testamento, recibidos íntegramente en la proclamación

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evangélica, adquieren y manifiestan su plena significación en el Nuevo T., ilustrándolo y explicándolo al mismo tiempo” (Concilio Vaticano II).

Según la Iglesia Católica, los libros del A.T. son 45 (si las lamentaciones o los

escritos de Baruc se incluyen en el libro de Jeremías. Si no se incluyen, son 46). Según algunas ediciones protestantes son 38, ya que siguen el criterio más común entre los judíos de Palestina que sólo admitían firmemente los libros escritos en hebreo y que sumaban ese número. Por el contrario, los judíos de la “Diáspora”, o sea, los que vivían “dispersos” por el mundo grecorromano, sobre todo en Alejandría, añadían otros 7 libros (Tobías, Judit, Sabiduría, Eclesiástico, Baruc y los dos libros de los Macabeos). Estos 45 libros, coleccionados en los “Setenta” fueron utilizados por los Apóstoles y por las comunidades cristianas de lengua griega.

A la lista oficial que contiene estos 45 libros del A.T. y los 27 del N.T. (72 en total) se la llama canon bíblico, pues únicamente estos libros han sido recomendados por la Iglesia como norma de fe y costumbres.

La Biblia y la Iglesia Dios no entregó su Palabra al individuo, sino a una comunidad, a su Pueblo, y

ese Pueblo, hoy, no es otro que la Iglesia. Por otra parte, Dios tiene que querer de manera eficaz que su Verdad llegue

íntegra a los hombres. Para llevar a cabo esto, ha confiado a su Iglesia la misión de transmitir su Palabra salvadora a todos los hombres, a fin de que participen de la vida divina.

De esta misión o deber sagrado, nace el derecho que la Iglesia tiene de proclamar la divina Palabra. Ella es la depositaria y la guardiana del tesoro sagrado de la Revelación y la única intérprete auténtica de la Biblia, siendo infalible en sus interpretaciones doctrínales sobre las cuestiones concernientes a la fe y a las costumbres.

A este ejercicio divino y permanente de la enseñanza de la Iglesia se le llama “magisterio vivo”.

“La predicación apostólica, expuesta de un modo especial en los libros inspirados, debía conservarse hasta el fin de los tiempos por una sucesión continua. De ahí que los Apóstoles, comunicando lo que ellos mismo han recibido, amonestan a los fieles que conserven las tradiciones que han aprendido de palabra o por escrito, y que sigan combatiendo por la fe que se les ha dado una vez para siempre”.

”Esta tradición, que deriva de los Apóstoles, progresa en la Iglesia con la asistencia del Espíritu Santo: puesto que va creciendo en la comprensión de las cosas y de las palabras transmitidas, ya por la contemplación y el estudio de los creyentes, que las meditan en su corazón, ya por la percepción íntima que experimentan de las cosas espirituales, ya por el anuncio de aquellos que con la sucesión del Episcopado recibieron el carisma cierto de la verdad, es decir, la Iglesia, en el decurso de los siglos, tiende constantemente a la plenitud de la verdad divina, hasta que en ella se cumplan las palabras de Dios”.

“Así pues, la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura están íntimamente unidas y compenetradas. Porque brotando ambas de la misma fuente se funden en cierto modo y tienden a un mimo fin, ya que la Sagrada Escritura es la Palabra de Dios en cuanto se consigna por escrito y bajo la inspiración del Espíritu Santo; y la Sagrada Tradición transmite íntegramente a los sucesores de los Apóstoles la Palabra de Dios a ellos confiada por Cristo Señor y por el Espíritu Santo para que, con la luz del espíritu de la verdad, la guarden fielmente, la expongan y la difundan con su predicación; de donde se sigue que la Iglesia no deriva solamente de la Sagrada Escritura su certeza acerca de todas las verdades reveladas. Por eso se han de recibir y venerar ambas con un mismo espíritu de piedad.

“La Sagrada Tradición, pues, y la Sagrada Escritura, constituyen un solo depósito sagrado de la Palabra de Dios, confiando a la Iglesia; fiel a este depósito, todo el pueblo santo unido a sus Pastores en la doctrina de la fracción del pan y en la

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oración, de suerte que prelados y fieles colaboran estrechamente en conservar, ejercer y profesar la fe recibida.

“Pero el oficio de interpretar auténticamente la Palabra de Dios escrita o transmitida ha sido confiado únicamente al magisterio vivo de la Iglesia, cuya autoridad reejerce en el nombre de Jesucristo. Este magisterio, evidentemente, no está sobre lal Palabra de Dios, sino que le sirve enseñando solamente lo que le ha sido confiado; según el mandato divino y con la asistencia del Espíritu Santo la oye con piedad, la guarda con exactitud y la expone con fidelidad, y de este único depósito de la fe saca lo que propone como verdad revelada por Dios, están entrelazados y unidos de tal forma que no tiene consistencia el uno sin el otro, y que juntos, cada uno a su modo, bajo la acción del Espíritu Santo, contribuyen eficazmente a la salvación de las almas” (Concilio Vaticano II).

� Revisamos la ficha de los niños y aclaramos dudas.

ORACIÓN

Padre bueno Que la palabra que escuchamos Eche raíces firmes en nuestra vida. Ayúdanos a construir cimientos fuertes Para nuestra fe. Que edifiquemos toda nuestra vida Sobre la roca firme de Tu Palabra. Que ella penetre nuestro corazón Y nos empape de tus sentimientos Y tus propuestas. Que ilumine nuestras acciones Y oriente las decisiones que tomamos.

Amén

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El Mensaje de la Espada En tiempos de guerras entre reyes moros, corrió de boca en boca la leyenda de

que quien se apoderara de la espada Asharaf sería el vencedor y ejercería un dominio absoluto sobre todas las tierras del Islam.

Apoderarse de la espada no era empresa fácil. Había que descubrir primero dónde estaba, llegar hasta el lugar y hacerse con ella en competencia a muerte, ya que todos anhelaban poseerla. Nadie escatimaba fuerza ni ingenio para llegar a poseer la espada triunfadora.

Tras muchas peripecias, uno de los reyes logró hacerse con ella. Se aseguró de que era la auténtica espada Asharaf e inmediatamente se lanzó al campo de batalla para sojuzgar a los demás reyes.

Se sabía invencible, y estaba impaciente por ejercitar el poder que le concedía la espada. Sin embargo, no le salieron las cosas como esperaba.

En la primera y apresurada batalla a que se lanzó en cuanto obtuvo posesión de la espada, fue derrotado, y él mismo murió en la lucha, atravesado por la propia espada que él estaba seguro había de darle la victoria. Murió con una mueca de sorpresa en los labios, cual si preguntase cómo podía haber sucedido aquello.

Si esa era la auténtica espada Asharaf, ¿cómo le había traicionado en su primer encuentro?

La misma sorpresa se dibujaba en el rostro de los vencedores, que sacaron con cuidado la ensangrentada espada y la examinaron con precaución.

No fue difícil explicar el enigma. Una vez limpia de sangre, la espada reveló que en su hoja, de arriba abajo, en

filigrana vertical, estaba grabada una inscripción artística y clara que cualquier árabe podía leer al instante.

La inscripción decía: “No luches nunca con la espada. En paz y concordia se unirán tus hermanos a

ti”. Ése era el mensaje de la espada Asharaf. Su nuevo dueño lo entendió, renunció

a la lucha, emprendió el camino de la paz, y los demás reinos se unieron a él en unidad hermana.

La vida está llena de mensajes. Dios nos habla por medio de la creación, por los

acontecimientos que tienen sentido, si los vemos con la confianza puesta en Él. Pero tenemos prisa y no nos paramos a escuchar, a leer, a descifrar, su mensaje.

Oímos que se trata de una espada y creemos que una espada vale sólo para dar mandobles, y allá vamos a luchar locamente, contra lo que nos enseñaba la propia espada en su hoja repujada.

Nos precipitamos. La urgencia, la acción, la lucha. Hemos oído la leyenda y se nos desata la imaginación. Todos hablan de ello, hay que seguir la corriente, hay que apoderarse de la espada antes de que lo haga el contrario. Y hay que blandirla antes de que el adversario pueda blandir la suya sobre nosotros.

Espera un momento. Reflexiona, escucha, lee el mensaje grabado en la hoja brillante, el mensaje que Dios en su infinita sabiduría trata de darte. Entérate por ti mismo, no te dejes llevar por las apariencias. Es posible que la espada no sea para lanzarte a la guerra, sino para evitarla. Aprende a leer. Acostúmbrate a interpretar el mensaje que te llega a través de la Palabra de Dios, de las personas que él puso para que te la interpreten, de sus pastores. Ábrete a los signos de los tiempos. Escucha. Reflexiona. Deja que Dios te haga confidencias. Ojos para ver, oídos para oír y sensibilidad para sentir. La vida entera en un hermoso mensaje del Señor, que hay que descifrar paso a paso, rasgo a rasgo, momento a momento. El mensaje entendido a tiempo salva un reino.

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1º Año de Confirmación Encuentro Nº 3: “Dios Padre nos demuestra su Gran Amor”

Objetivo: - Descubrir y agradecer el Amor de Dios Padre hacia

nosotros.

CITAS BÍBLICAS

(Gén. 1, 1 – 31) (Gén. 2, 18 – 23)

“Y creó Dios al hombre a su imagen”

(Jn. 3, 16)

“Dios amó tanto al mundo que le entregó su Único Hijo”

� En este encuentro nos proponemos: “Reconocer y agradecer la obra de la creación, como muestra del amor de Dios para con los hombres”.

TENER PRESENTE

� la Biblia presenta siempre un mensaje religioso, no un modo técnico o científico de interpretar las cosas. El autor sagrado habla desde la fe y no desde la ciencia.

� Estamos acostumbrados a ver muchas “novedades”, cosas que hacen los hombres, y hemos perdido la capacidad de admiración.

� Dios nos invita a colaborar en su obra creadora, perfeccionando cada vez más el mundo que lo empezó él y quiere continuarlo con nosotros.

� El trabajo honesto de cada día es un modo de continuar la obra de la creación en el mundo, siendo creadores con Dios.

MOTIVACIÓN

� Leer a los padres el relato “El bordado de Dios” que figura al final del encuentro,

PUNTOS PARA DESARROLLAR EL ENCUENTRO

El Principio

Al igual que un preciado relato de familia, que se cuenta una y otra vez, el primer libro de la Biblia, el Génesis, se enriquece cada vez que lo leemos. Ya su nombre, derivado de la palabra griega que significa “origen”, implica una

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perpetua fascinación sobre nuestro principio, porque habla con sencillez acerca de las más profundas y eternas dudas humanas; ¿quiénes somos? ¿De dónde venimos?, ¿cómo empezó todo?

Todos los pueblos se han planteado tales preguntas y han propuesto respuestas. Por ejemplo, los babilonios explicaron el origen de la humanidad con la victoria de los dioses sobre las fuerzas del caos, y una tribu mesoamericana creía que el universo se formó al lanzarse al fuego dos de sus deidades. La ciencia moderna opina que el Génesis es un mito tan impactante como todos los mitos primitivos.

Según los científicos, todo lo conocido, desde el átomo más pequeño hasta la estrella más distante, empezó hace 15 mil millones de años como un infinitesimal punto de energía que estalló de pronto y sigue creciendo desde entonces. En cambio, la ciencia no ha respondido a la pregunta ¿Qué puso en marcha este proceso?

La respuesta nos la da la Biblia. Está escrito en el Génesis que el universo comenzó con Dios.

Dios realiza la Creación mediante un supremo acto de voluntad divina. Todo emerge en una rápida sucesión: el día y la noche, los continentes y los océanos, un panorama desbordante de vida. El acto final de la Creación es el hombre, una criatura hecha a imagen y semejanza de Dios, y, por lo tanto, dotada de una chispa de espíritu divino.

El sueño de un mundo perfecto, como el del Génesis, invade a toda cultura, aunque la realidad siempre se queda corta porque el hombre mismo corrompe ese sueño.

Todos los grandes temas bíblicos arrancan como los capítulos iniciales del Génesis. El conflicto entre el bien y el mal, la fe y la apostasía, el valor y la cobardía, todo ello aparece en ellos en su forma más pura. Se establece también en ellos el lugar del hombre y sus consecuentes responsabilidades en el plan de Dios. Todos los versículos del Génesis están impregnados de la presencia de Dios. Aunque nunca se describe en detalles, la deidad del Génesis está presente como una persona real, paternal, accesible y preocupada por el bienestar espiritual de la humanidad. Como Padre severo pero amoroso, “castiga los pecados del hombre”; como amoroso y abnegado progenitor, “perdona”.

Gran parte del encanto del Génesis radica en la forma suelta y directa del relato. Su lenguaje es solemne pero vívido, y cada episodio cambia con rapidez al siguiente, como las escenas de una obra teatral. Los hombres y las mujeres de los relatos representan los diversos aspectos de la naturaleza humana-heroicos o malvados, sabios o tontos, según el caso-y los papeles que desempeñan están claramente definidos. Los elementos sobrenaturales se introducen en forma de serpientes que hablan o querubines de espadas flamígeras; son los ingredientes de la leyenda tradicional, fábulas que revelan profundas verdades morales.

EL GÉNESIS

� A continuación se desarrolla una exégesis de los do s primeros capítulos del Génesis; si bien es extensa, recomend amos al matrimonio guía leerla sin prisas, con Biblia en ma no de manera de poder conocer en detalle el relato, y, de esa maner a poder responder a las dudas que los padres generalmente s uelen plantear en los encuentros por desconocimiento, o porque han recibido en

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algún momento, una información errónea y que no res ponde a nuestras verdades de fe.

Abrimos la Biblia y vamos al primer capítulo del primer libro, el Génesis.

Esta palabra, “génesis”, viene del griego y quiere decir “Origen, nacimiento”. El libro se llama así porque empieza con el origen de todo lo que existe. Los judíos llaman a este libro Beresit, una palabra hebrea que significa “al principio”, la primera del Génesis en su lengua. El Génesis representa varias tradiciones orales, todas antiquísimas, y se puso por escrito hacia el año 1000 a.C. Es el primer libro del Pentateuco, que es como se denomina a los cinco primeros libros de la Biblia; de “penta”, cinco y “teuco”, libro, instrumento. También se llama en sentido estricto la Torá que en hebreo significa “Ley”.

Leamos ese primer capítulo del Génesis con detenimiento, desde el capítulo 1 hasta el 31, o sea hasta el final, y, a continuación, el capítulo 2, desde el versículo 18 al 23, que son los que veremos con los padres en este encuentro.

Si nos fijamos en su estilo, veremos que no es el que se da hoy día, pero no obstante es muy claro e incisivo. Tengamos en cuenta que esta redacción fue realizada hace muchísimos siglos. El redactor ha vertido su doctrina en un lenguaje popular, figurativo, lleno de plasticidad y de simbolismo. De la misma manera que nosotros empleamos frases como “de tal palo tal astilla” o “el golpe me hizo ver las estrellas” que no expresan su significado literal, los redactores emplean ciertos giros y modos de expresión típicos de sus idiomas, llamados aproximaciones, que tal vez puedan sorprendernos; de esto encontramos referencias en: (Divino Afflante Spiritu , 41) Encíclica que el Papa Pío XII, escribió sobre el estudio de las Sagradas Escrituras): “Los antiguos orientales no empleaban siempre las mismas formas y las mismas maneras de decir lo que nosotros hoy, sino más bien aquellas que estaban recibidas en el uso corriente de los hombres de su tiempo y de su países”. El Papa nos dice a continuación que para conocer el verdadero sentido de los escritos hay que determinar el género literario a que pertenecen. El CVII en su constitución dogmática Dei Verbum 12 ) nos dice: “Habiendo, pues, hablado Dios en la Sagrada Escritura por hombres y a la manera humana, para que el intérprete de la Sagrada Escritura comprenda lo que El quiso comunicarnos, debe investigar con atención que pretendieron expresar realmente los hagiógrafos y qué plugo a Dios manifestar con las palabras de ellos.

Para descubrir la intención de los hagiógrafos, entre otras cosas hay que atender a “los géneros literarios”, puesto que la verdad se propone y se expresa ya de maneras diversas en los textos de diverso género histórico, profético, poético o en otras formas de hablar”.

Retomemos: las primeras palabras del Génesis son impresionantes: “Al

principio creó Dios el cielo y la tierra”. De un plumazo se declara que todo lo que existe ha sido creado por Dios. Observemos que no habla de la teoría tal o de la teoría cual. Sencillamente se dice que Dios ha creado todo lo que existe, con todas las leyes que todas y cada una de las cosas tienen. Antes ni la materia ni el espacio ni el tiempo existían y ahora, por voluntad de Dios, existen. El mensaje que este primer versículo quiere enviar es que Dios es el autor de todo lo que existe.

“Creemos que Dios no necesita nada preexistente ni ninguna ayuda para crear. La creación tampoco es una emanación necesaria de la substancia divina. Dios crea libremente “de la nada”. (CATIC 296).

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“La fe en la creación “de la nada” está atestiguada en la Escritura como una verdad llena de promesa y de esperanza”. (CATIC 297).

El segundo versículo dice: “La tierra era un caos informe; sobre la faz del

abismo, la tiniebla. Y el aliento de Dios se cernía sobre la faz de las aguas”. Una expresión que parece un tanto misteriosa, pero que en hebreo es un juego de palabras. Muchos padres de la Iglesia han visto en este “aliento de Dios” al Espíritu Santo, la tercera persona de la Santísima Trinidad. Al poner juntas imágenes como caos, abismo, tinieblas y viento, el texto nos dice que Dios ha creado todas las cosas de la nada. Vemos que menciona los días uno por uno y así se va descorriendo como una cortina que deja ver la belleza de la creación y la sabiduría de Dios. Se percibe un conjunto armonioso y ordenado, con unas leyes que los hombres de ciencia van descubriendo y usando y que siempre nos dejan atónitos. (CATIC 299).

¿Notaron la repetición tan insistente de “Dijo Dios”? Seguro que habrán visto que parece como si Dios crease hablando. No se equivocan. Es una verdad como un templo. Ese estribillo, “Dijo Dios”, se repite con ritmo de letanía, de lo que se deduce la influencia que tuvieron en la redacción del texto las ceremonias del templo de Jerusalén. Ya veremos cómo esa Palabra de Dios resulta ser nada menos que la Segunda Persona de la Santísima Trinidad. Pues, sí. Dios crea por medio de su Palabra. Dios dice y las cosas existen. Después de crearlas, da la impresión de que Dios observa lo que ha hecho y se recrea en su vista. Le gustan las cosas que ha hecho y las quiere. Todo lo creado parece bueno. No olvidemos el detalle: “Y vio Dios que todo era bueno”.

Ahora veremos las palabras “pasó una tarde, pasó una mañana” que se van repitiendo una y otra vez en este capítulo, no pensemos en una tarde o en una mañana a nuestro estilo, aunque la traducción está bien hecha. La idea es otra. La tarde y la mañana evocan algo que es completo en sí, pero incompleto en un conjunto entero si lo tomamos individualmente, lo que esto quiere expresar es que a la creación se le van sumando cosas en el tiempo.

Lo mismo ocurre con la palabra “día”. Sería injusto decir al escritor que un día tiene 24 horas y que eso de la creación en 6 días es un cuento. La intención del escritor ha sido otra. La enseñanza es que el trabajo dignifica al hombre, pero no debe esclavizarlo. El hombre necesita un tiempo de descanso que le permita la reflexión y la recuperación. Descanso se dice “Rabat” en hebreo que más exactamente quiere decir “cesar” de todo trabajo. En otras palabras el redactor nos dice que, por favor, a ver si trabajamos 6 días a la semana y descansamos el séptimo día y lo ha hecho muy bien. Ha dividido la creación en siete días para poner delante de nuestros ojos un modelo a seguir. Por eso ha descrito así la creación. (CATIC 345-349).

Veamos ahora los versículos 26 y 27, si los leemos atentamente notaremos que parece como si el texto cambiase de ritmo. Se habla nada menos que de la creación del hombre. El mensaje que recibimos es que Dios creó al hombre de una manera completamente diferente de las demás criaturas y único en su especie. Le hace a su “imagen y semejanza” y le pone al mando de todo lo creado. La palabra “semejanza” parece atenuar la de “imagen”, para que no nos creamos que somos dioses (CATIC 355-361).

Al decir “Y creó Dios al hombre” (Gén 1,27), el redactor usa la palabra “adán”, que no es el nombre de una persona como pueden serlo José o Beatriz, sino que indica a toda la especie humana, a todos los hombres en general. De hecho adán, “adam” en hebreo, no quiere decir más que un ser humano, el hombre, y más exactamente significa “rojo”, el color de barro del

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que todos estamos hechos. Incluye a la mujer. Sólo más tarde la palabra Adán empezará a usarse como nombre propio y se refiere a una persona concreta. Nuestra diferencia de las demás criaturas es haber sido creados a la imagen y semejanza de Dios.

Por haber sido hechos a “imagen y semejanza” de Dios, tenemos la dignidad de persona; no somos algo sino alguien. No ocurre así con las demás criaturas. Podemos conocer, conocernos a nosotros mismos, darnos libremente y relacionarnos. Dios creó todo para el hombre y el hombre fue creado para relacionarse con Dios y con otras personas. Él ha querido que los hombres constituyan una sola familia y se traten entre sí como hermanos.

Todos hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, quien hizo de un primer hombre todo el linaje humano que poblará toda la tierra (CATIC 360).

Mucho se ha escrito sobre la poca base científica de este primer capítulo del Génesis cuando habla de la creación del mundo. Pero, todos entendemos muy bien la intención del escritor y el mensaje que, a través de él, Dios nos da. Aquí no hay ningún tratado de física sino una enseñanza religiosa. Lo que Dios nos transmite en estos relatos inspirados sirve para nuestra salvación, no para enseñarnos verdades científicas sobre el origen del universo. Nuestros antecesores, y no pocos de nuestros contemporáneos, no hubiesen entendido nada si Dios se hubiese revelado con fórmulas matemáticas.

Al ver ahora el Cap. 2 del Génesis debemos hacer un alto para decir que

en su redacción hay dos tradiciones: una llamada sacerdotal o elohista, y otra la yahvista; las dos se mezclan y entrelazan en todo el libro.

La tradición Yahvista:

� Su característica es nombrar a Dios Yahvé. � Escribe con viveza, claridad y elegancia. � Considera a Dios como un ser que se hace historia, cercano y nacional;

que camina con el pueblo. � Usa con frecuencia los antropomorfismos (describe a Dios en términos

humanos: Ej.: el dedo de Dios, la cólera de Dios, etc.) � Trata de responder a los grandes problemas que todo hombre se

plantea (el mal, la vida, el pecado, etc.). La tradición Eloísta:

� Suele designar a Dios con el nombre común de Elohim. � Tiene un sentido del pecado más fino que el Yahvista. � Su estilo tiende a ser monótono y repetitivo. Evita el antropomorfismo. � Tiende a aumentar la distancia entre Dios y el hombre. La imagen de

Dios es presentada como un Dios trascendente que habla desde el cielo, como en Gén 21,17 o en sueños (Ej. Los sueños de José).

En el capítulo 2 del Génesis podemos ver que nos habla de la creación del hombre, varón y mujer. Se vuelve a insistir que somos diferentes de las demás criaturas porque estamos hechos a imagen y semejanza de Dios (Gén 1, 26 – 27); (CATIC 355-368). Sería ridículo pensar que cuando Dios crea al hombre, se hizo de un poco de arcilla y, después de unos toques por aquí y por allá, hizo un muñeco a quien

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llamó hombre. Nada más lejos de la intención del autor. Al contrario, se nos está tratando de decir que el hombre es tan material como la arcilla y, en este sentido, bien poca cosa. Pero, al mismo tiempo, se nos dice que hay algo más que arcilla en el hombre, ya que Dios “sopló en su nariz aliento de vida” (Gén 2,7), que es lo que llamamos el alma (CATIC 362-368).

Conviene que entendamos bien las palabras “sopló en su nariz aliento de vida”. La lengua hebrea es relativamente pobre en vocabulario. No podemos compararla con el castellano o el inglés. Pero, a diferencia de éstas, tiene la peculiaridad de que, por asociación de imágenes, de una palabra de tres consonantes con un significado básico brotan otras palabras con, a nuestra manera de pensar, otros significados. Esto es algo que nuestras lenguas europeas no tienen y que nos cuesta imaginar.

Tomemos, por ejemplo, la palabra “nefesh” que quiere decir “aliento”. Pues bien, esta palabra nos lleva a “perfume” que es el aliento de las plantas y, claro, también nos lleva a “nariz”, el órgano de la respiración y a “garganta”, de donde sale el aliento; y, faltaría más, también evoca el “cuello”, y las “joyas” que nos ponemos alrededor del cuello, y el “alma”, y la “vida”, y hasta quiere decir “Yo”, yo mismo. Esto es algo impensable en el castellano.

Resumiendo: “sopló en su nariz aliento de vida” quiere decir que Dios hizo al hombre, una persona.

“El Señor Dios plantó un parque en Edén” (Gén. 2, 8). Más literalmente

podríamos traducir que el Señor Dios plantó un paraíso en la estepa, que es lo que significa la palabra sumeria Eden. No se sabe dónde podría estar ese pais, pero los judíos quisieron ver en el un lugar de delicias ya que la palabra Edén se parece mucho a una palabra hebrea que quiere decir exactamente eso, “delicias”. Ahí fue donde Dios colocó al hombre haciendo crecer árboles que le sirviesen de alimento y de deleite a la vista. (CATIC 378-379).

Hemos de poner mucha atención a lo que sigue para poder comprender bien lo que el redactor quiere decir en un relato lleno de imágenes. En Gén 2, 9 dice así: “…además, el árbol de la vida en la mitad del parque y el árbol de conocer el bien y el mal”. O sea que entre los árboles que hay en el jardín, hay dos muy especiales: un árbol que da vida y otro árbol cuyo fruto lleva al conocimiento del bien y del mal. El árbol de la vida evoca a la inmortalidad para la que Dios crea al hombre como especie única en la que infunde su “aliento de vida” y que lo diferencia de las demás criaturas. El árbol del conocimiento del bien y del mal evoca la posesión del juicio sobre lo que está bien y lo que está mal.

Para resaltar la belleza y fertilidad del jardín de Edén el redactor hace brotar de él los cuatro ríos de los que ha oído hablar (Gén 2, 10,14).

No tenemos aquí una clase de geografía. Lo que el redactor quiere decir es que el jardín del Edén era el lugar más hermoso del mundo donde nacen los ríos más caudalosos que cruzan las tierras más ricas imaginables. Por cierto que solo conocemos a dos de estos ríos, el Éufrates y el Tigres. De los demás, ni idea.

Y en este jardín fue donde Dios puso al hombre para que “lo guardara y cultivara” (Gén. 2,15). Observemos que Dios no dio la disposición de guardar el jardín y cultivarlo a ninguna otra criatura, sólo al hombre. Guardar y cultivar implican hacer el jardín más hermoso aún. Significan también usar y dominar la tierra para su provecho, utilizar la naturaleza para su beneficio y eso, es lo que hemos venido haciendo, desde la primera azada de piedra que inventamos hasta el último aparato electrónico que algún sabio entendido saca al mercado.

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Leemos: “El Señor Dios mandó al hombre: “puedes comer de todos los árboles del jardín; pero del árbol de conocer el bien y el mal no comas; porque el día que comas de él, tendrás que morir” (Gén 2, 16-17).

Estas son palabras mayores que hay que entender bien. El hombre puede comer de todos los árboles del jardín también del árbol de la vida, pero no del conocer el bien y el mal. El árbol de la vida significa la inmortalidad para la que Dios crea al hombre y el árbol del conocimiento del bien y el mal quiere decir que es Dios quien dice lo que está bien y lo que está mal. Esto no es facultad del hombre según le convenga o no. Nada de autonomía moral. Sería querer ser como Dios mismo. Tal desobediencia e insolencia traerían un castigo, la muerte.

En Gén 2 18-20) Que el hombre sea capaz de dar nombre a los demás seres del mundo es una manera de decirnos que llega a captar la esencia misma de las cosas, es decir, que el hombre sabe qué son; por eso puede nombrarlas. Aquí se afirma que el hombre es racional. La capacidad de reflexionar hace que Adán se conozca a si mismo, conozca el resto de los seres de la creación y se de cuenta que es distinto de ellos. Y, es al dar nombre a las cosas cuando descubre su soledad. Es una manera muy hermosa de hablar de la gran diferencia del hombre con respecto al resto de la creación y un preámbulo magnífico para la entrada de la mujer.

El relato de la creación de la mujer de una costilla del hombre es una manera de decirnos que el hombre y la mujer son, los dos, seres humanos con la misma naturaleza y diferentes de los animales.

En hebreo Eva, “hawwa” quiere decir “vida”. “Vida” y “costilla” se escriben de la misma manera (CATIC 369-373).

El recibimiento que el hombre da a la mujer es curioso porque dice que la mujer es “hueso de mis huesos y carne de mi carne”. El hebreo no tiene palabra para decir “cuerpo”. Usa una, “basar”, que quiere decir la carne que se come y, además, los músculos, todo el cuerpo, la familia y la parte no espiritual del hombre. Así es la lengua hebrea. Por eso “hueso de mis huesos y carne de mi carne” (Gén 2,23) es una manera de decir que los dos, el hombre y la mujer, tienen la misma naturaleza.

� Revisamos la ficha de los niños y aclaramos dudas.

ORACION ¡Oh Señor, nuestro Dios, qué admirable es tu nombre en toda la tierra!

Al ver el cielo, obra de tus manos, La luna y las estrellas que

formaste: ¿Qué es el hombre para que así

lo cuides Y tanto te acuerdes de él? A imagen de Dios lo creaste, Lo coronaste de gloria y dignidad; Lo hiciste señor de lo creado, Y todo lo pusiste a sus pies: Los rebaños de ovejas, el

ganado, Y también los animales salvajes;

Las aves del cielo y los peces del mar, Cuanto surca los senderos de las aguas.

Gloria a Dios, Padre omnipotente, A su Hijo Jesucristo, el Señor, Y al Espíritu que habita en

nosotros, Por los siglos de los siglos. Amén.

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El bordado de Dios

Cuando era pequeño, mi mamá solía coser mucho, yo me sentaba cerca de ella y le preguntaba qué estaba haciendo. Ella me respondía que estaba bordando.

Yo observaba el trabajo de mi mamá desde una posición más baja que donde estaba sentada ella, así que siempre me quejaba diciéndole que desde mi punto de vista lo que estaba haciendo me parecía muy confuso.

Ella me sonreía, miraba hacia abajo y gentilmente me decía: “Hijo, ve afuera a jugar un rato y cuando haya terminado mi bordado te pondré sobre mi regazo y te dejaré verlo desde mi posición”.

Me preguntaba por qué ella usaba algunos hilos de colores oscuros y por qué me parecían tan desordenados desde donde yo estaba. Unos minutos más tarde escuchaba la voz de mi mamá diciéndome: “Hijo, ven y siéntate en mi regazo”.

Yo lo hacía de inmediato y me sorprendía y emocionaba al ver la hermosa flor o el bello atardecer en el bordado. No podía creerlo; desde abajo veía tan confuso. Entonces mi mamá me decía: “Hijo mío, desde abajo se veía confuso y desordenado, pero no te dabas cuenta de que había un plan arriba. Había un diseño, sólo lo estaba siguiendo. Ahora míralo desde mi posición y sabrás lo que estaba haciendo”.

Muchas veces a lo largo de los años he mirado al cielo y he dicho –Padre ¿qué estás haciendo?

El responde: - como lo hice desde el principio del mundo, estoy bordado tu vida. Entonces yo le replico: - pero se ve tan confuso, es un desorden. Como el mundo hoy también es

un desorden. Los hilos parecen tan oscuros, ¿Por qué no son más brillantes?

El Padre parecía decirme: - Mi niño, ocúpate de tu trabajo…yo haciendo el mío, un día te traeré al

cielo, te pondré sobre mi regazo y verás el plan desde mi posición. Entonces entenderás.

Utilización Pastoral

Desde el principio de la Creación, Dios tuvo un plan. - ¿Cuál creen que pudo haber sido ese plan? (Leemos Gén.3 8-10)

(Hay una estampa de una belleza singular en este pasaje de la Biblia, que nos presenta a Dios paseándose “por el jardín tomando el fresco” (Gén 3,8). Quiere ver a sus amigos y conversar con ellos. Ése era su plan, ésa era la intimidad que Dios quería con el hombre y para eso lo había creado diferente a todas las demás criaturas, para eso había llevado a cabo toda la Creación).

- Si tendríamos que definir el dibujo de su bordado ¿cuál sería? - ¿Cómo hemos respondido a la obra de sus manos?

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1º Año de Confirmación Encuentro Nº 4: “.El Pecado, Enemistad con Dios y con los Hombres

Objetivo: - Reconocer que el amor de Dios es más grande que el

pecado de los hombres.-

CITAS BÍBLICAS

� En este encuentro nos proponemos: “Reconocer el amor de Dios en la creación del hombre y cómo porque nos ama, nos llama a vivir como hijos suyos”.

TENER PRESENTE

� Todos los hombres somos fundamentalmente iguales. Por encima de nosotros sólo está Dios que es el Señor y nuestro Creador. A la par nuestra, todos los hombres como hermanos. Por debajo de los hombres, todas las cosas de las que siempre debemos ser señores y no esclavos.

� Dios ha puesto el hombre como “rey” de la creación, que está toda creada por amor a él.

� Cuando el hombre en su orgullo, deja de lado a Dios en lugar de construir destruye, porque con su pecado rompe el equilibrio de la creación.

� Cuando el hombre vive en plenitud su experiencia, como hijo de Dios, obtiene la serenidad en su espíritu porque cumple con fidelidad la misión que Dios Padre le ha encomendado.

MOTIVACIÓN

� Leer a los padres el relato “El hilo primordial” que figura al final del encuentro,

� Preparar junto a los animadores, una celebración de padres y niños con estos temas: “Dios por amor crea todas las cosas “y El Pecado enemistad de los hombres con Dios”.

� También al final. se halla un escrito titulado ¡Yo no tengo Pecado! , que puede ser utilizado durante la celebración de los niños y los padres.

(Gén. 3, 1 – 24) (Gén. 4, 1 – 12)

“¿Has comido acaso del árbol que te prohibí?...”

(Lc. 19. 1 – 10)

“Hoy ha llegado la salvación a esta casa…”

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PUNTOS PARA DESARROLLAR EL ENCUENTRO

¿Qué es el Pecado?

Dios tiene un grandioso plan con el mundo. Quiere que sea un mundo cada vez mejor. Pecado es oponerse a este plan de Dios, es no colaborar en la construcción de un mundo nuevo, donde haya más comprensión, amor. PECADO ES NO HACER EL BIEN. Pecamos cada vez que nos quedamos con los brazos cruzados y no damos una mano en pequeñas y grandes cosas. En realidad hay un solo pecado que es: NO AMAR.

“Dios, infinitamente Perfecto y Bienaventurado en sí mismo, en un designio de pura bondad ha creado libremente al hombre para que tenga parte en su vida bienaventurada. Por eso, el todo tiempo y en todo lugar, está cerca del hombre. “Le llama y le ayuda a buscarlo, a conocerle y a amarle con todas sus fuerzas. Convoca a todos los hombres, que el pecado dispersó, a la unidad de su familia, la Iglesia. Lo hace mediante su Hijo que envió como Redentor y Salvador al llegar la plenitud de los tiempos. En Él y por Él, llama a loa hombres a ser, en el Espíritu Santo, sus hijos de adopción, y por lo tanto los herederos de su vida bienaventurada. (CATIC 1).

EL HOMBRE PUESTO A PRUEBA: EL PECADO

Ahora bien: el don insigne que Dios había dispensado al hombre haciéndolo hijo y amigo suyo, estaba sujeto a una condición: que el hombre se comportara realmente como hijo y le correspondiera con amor y fidelidad.

Allí sobrevino la falla: el hombre, en vea de colaborar con el proyecto generoso de Dios, se rebeló contra él.

“El hombre, tentado por el diablo, dejó morir en su corazón la confianza hacia el

creador (Cf. Gén 3, 1 – 11) y, abusando de su libertad, “d al mandamiento de Dios. En esto consistió el primer pecado del hombre (Rom. 5, 19). En adelante, todo pecado será una desobediencia a Dios y una falta de confianza en su bondad”. (CATIC 397). EL DOGMA DEL PECADO ORIGINAL

El pecado en que incurrieron nuestros primeros padres recibe el nombre de original por cuanto tuvo lugar en el origen de la historia. En virtud de una misteriosa representación por la que Adán, cabeza de la humanidad, concentraba solidariamente el destino histórico de la misma, su pecado se transmitió a toda su descendencia. Así, cuantos constituimos el linaje de Adán, venimos al mundo en estado de pecado, es decir, privados de la gracia santificante que concedió Dios a nuestros primeros padres y que éstos perdieron al rebelarse.

El dogma del pecado original nos descubre que el mal, del que quiere Dios rescatarnos por su gracia, está presente desde el comienzo en nuestra existencia humana y que nos afecta intrínseca y profundamente antes de cualquier decisión libre y personal. Ello nos da la medida de nuestra indigencia como criaturas y deja al descubierto la necesidad incontestable de un Dios salvador.

Además el pecado original pone de relieve la dinámica de interacción y reciprocidad que tiene el mal en la historia humana: todo pecado tiene siempre una proyección comunitaria; como el de Adán pone en marcha otros pecados. Y así como puede decirse que cada uno nunca es responsable exclusivo de su culpa, también cabe decir que es, poco o mucho, responsable de las culpas de los demás. Nos hallamos solidariamente implicados en una comunidad de destino en la que cada uno debe responder por todos y todos por cada uno.

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Las consecuencias del pecado Los primeros capítulos del Génesis describen, a partir del pecado de Adán, los

efectos destructores provocados por el orgullo y la ambición egoísta del hombre, alejado de Dios. Como antes, la descripción es no sólo retrospectiva sino también proyectiva, es decir: se refiere no sólo a lo que ocurrió al principio de la historia sino además a lo que viene ocurriendo desde entonces en el mundo.

En sustancia, la Biblia nos enseña que la comunión con Dios está en la raíz de todas las otras comuniones: del hombre consigo mismo, del hombre con el hombre, del hombre con la sociedad, de las sociedades entre sí. El pecado siembra el conflicto y el desconcierto en este cuadro de armonía: al provocar la ruptura con Dios, origina todas las otras rupturas que afectan negativamente a la humanidad.

Sigamos paso a paso la descripción genial que traza, a ese respecto, el Libro de Dios:

Continuaremos ahora con la exégesis del libro del G énesis. Analizaremos en detalle ahora, los cap. 3, 1 – 24 y 4. 1 – 12. Aconsejamos al matrimonio guía, preparar con tiempo y dedicación estos encuentros, ya que los padres suelen traer muchas d udas sobre estos temas dado que el A.T. en la mayoría de los casos práctic amente se lo desconoce.

Si hemos leído con atención el cap. 3 del Génesis. Nos habremos dado cuenta

del estilo que usa el redactor: colorista, lleno de metáforas, en un escenario que recuerda a un oasis y sus habitantes. Pero recordemos que este es el escenario que Dios usa para revelarnos una verdad de extraordinaria importancia para nuestra fe. Tratemos de no perdernos en el escenario, sino de fijarnos en el mensaje.

“El relato de la caída (Gn 3) utiliza un lenguaje hecho de imágenes, pero afirma un acontecimiento primordial, un hecho que tuvo lugar al comienzo de la historia del hombre (Cf. GS 13,1). La Revelación nos da la certeza de fe que toda la historia humana está marcada por el pecado original libremente cometido por nuestros primeros padres”. (CATIC 390).

De repente, aparece un misterioso personaje, también creado por Dios, pero

hasta ahora desconocido. No se nos dice quién es, de dónde viene o que quiere. Surge bajo el aspecto de una serpiente., animal astuto donde los haya y el más temido por el pueblo, entonces y ahora. Es curioso que la palabra hebrea para serpiente, “nahas”, sea muy semejante a otra que significa “astuto”. Nuestro redactor ha sabido escoger la imagen ideal para introducir al tentador que, sin más, entabla conversación con la primera mujer.

“Con que Dios os ha dicho que no comáis de ningún árbol del parque”. (Gn. 3, 11). Tenemos aquí la primera mentira jamás pronunciada en este mundo. “El comienzo del pecado y de la caída del hombre fue una mentira del tentador que indujo a dudar de la palabra de Dios, de su benevolencia y de su fidelidad”. (CATIC 215).

Mucho más tarde Jesús diría de Satanás: “El fue un asesino desde el principio, y nunca ha estado con la verdad porque en el no existe la verdad. Cuando dice la mentira le sale de dentro porque es falso y padre de la mentira”. Podemos ver esto en el Nuevo Testamento, en el Evangelio de San Juan, (Cap.8, 44).

La respuesta de la mujer fue clara. “¡No! Podemos comer de todos los árboles del jardín; solamente del árbol que está en medio del jardín nos ha prohibido Dios comer o tocarlo, bajo pena de muerte” (Gn 3, 3) Bien sabía ella las consecuencias de tal transgresión. El tentador vuelve a la carga. ¡Nada de pena de muerte! Lo que pasa es que sabe Dios que, en cuanto comáis de él, se os abrirán los ojos y seréis como Dios, versados en el bien y en el mal” (Gn 3, 5). Estar versado en el bien y el mal es algo más que un conocimiento teórico. Conocer es poseer, dominar y servirse de una cosa y aquí se habla de la autonomía moral, juzgar que una acción está bien o mal según la propia conveniencia o modo de ver. Por desgracia la escena se va repitiendo desde

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que el hombre es hombre y no son pocos los que caen. No hablemos del subjetivismo moral que nos invade:

“El hombre constituido por Dios en un estado de justicia desde el mismo

comienzo de su historia abusó sin embargo, de su libertad por persuasión del maligno, alzándose contra Dios y pretendiendo conseguir su fin fuera de Dios”. “Conociendo a Dios, no lo glorificaron como Dios…, sino que se nubló su indocto corazón y sirvieron a la criatura más que al Creador” (Cfr. Rom. 1, 21 – 25). Y lo que conocemos por Revelación divina aparece concorde con lo que nos dice la misma experiencia, ya que el hombre, cuando examina su propio corazón descubre también que está inclinado al mal y sumergido en una infinidad de males que, ciertamente, no pueden proceder de su Creador, que es bueno. Al negarse muchas veces a reconocer a Dios como su principio, trastornó, además, su debida ordenación a un fin último y, al mismo tiempo, dañó todo el programa trazado para sus relaciones consigo mismo, con todos los hombres y con toda la creación.

De ahí que el hombre esté dividido dentro de sí mismo. Por eso toda vida humana, individual o colectiva, se nos presenta como una lucha dramática, entre el mal y el bien, entre las tinieblas y la luz. Más aún el hombre se encuentra incapacitado para resistir eficazmente por si mismo a los ataques del mal, hasta sentirse como aherrojado con cadenas. (Gaudium Et Spes 13).

“Entonces la mujer cayó en la cuenta de que el árbol tentaba el apetito, era una

delicia de ver y deseable para tener acierto. Cogió fruta del árbol, comió y se la alargó a su marido, que comió con ella”. (Gn 3, 6). La transgresión no fue que comieron una manzana, fruto del que, por cierto, ni se hace mención. La transgresión fue que quisieron ser quienes dictan el bien y el mal. Enseguida se les abrieron los ojos y “descubrieron que estaban desnudos” (Gn 3, 7). Desprovistos de la amistad de Dios empezaron a mirarse de otra manera. Ya no estaban seguros el uno del otro. La espontaneidad se había convertido en recelo, el uno del otro, y los dos de Dios. No tuvieron mas remedio que ocultarse.

Hay una estampa de singular belleza que nos presenta a Dios paseándose “por el jardín tomando el fresco” (Gn 3,9). Quiere ver a sus amigos y conversar con ellos. Esa era la intimidad que Dios quería con el hombre y para eso lo había creado diferente de las demás criaturas. El hombre también estaba a gusto con Dios. En cuanto deja a un lado a Dios y quiere atribuirse privilegios que no le corresponden, se siente desnudo y se oculta. Dios le llama: “¿Dónde estás?” (Gn. 3, 9) “Y ¿quién te ha dicho que estás desnudo? ¿A que has comido del árbol prohibido?” (Gn 3, 11).

Adán echa la culpa a la mujer; la mujer a la serpiente. Ahora los dos van a conocer las consecuencias de haber hecho caso a aquellas palabras del tentador: ¡”Nada de pena de muerte!” lo que pasa es que sabe Dios que, en cuanto comáis de el, se os abrirán los ojos y seréis como Dios, versados en el bien y en el mal” (Gn 3, 5). Los ojos se les abren, pero no como ellos esperaban y, de ser como Dios, se quedarán a bastante distancia, con todas las consecuencias para ellos y su descendencia.

Lo que Dios dice a la serpiente encaja muy bien con lo que sabemos de este reptil, pero la hostilidad que pone entre Satanás y la mujer, entre el linaje del demonio y la descendencia de la mujer, nos hace pensar en una guerra sin cuartel entre el infierno y los hombres. Dice Dios a la serpiente: “Pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo” (Gn 3, 15). Y, conociendo la victoria final del hombre, añade: “El herirá tu cabeza cuando tú hieras su talón” (Gn 3, 15). La situación de los contendientes hace inclinar la balanza a favor nuestro. Si vislumbra un primer destello de la salvación. Por eso la Iglesia llama a este versículo el proto – Evangelio , o primer Evangelio. (CATIC 410). Con él empieza la historia de la salvación. (Lumen Gentium, 55).

Las palabras que Dios dirige a la mujer, (Gn 3, 16), hablan de las dificultades que tendrá como tal, como madre y como esposa. Al hombre le presenta una vida dura con un final desastroso: “Con sudor de tu frente comerás el pan, hasta que vuelvas a la

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tierra porque de ella te sacaron” (Gn 3, 19). La muerte será la culminación de una vida de dolores, “pues eres polvo y al polvo volverás” (Gn 3, 19). Ya se lo había dicho: “Puedes comer de todos los árboles del jardín; pero el día en que comas de él, tendrás que morir” (Gn 3, 17); (Gaudium et Spes, 18)

En el versículo 20 vemos cómo el hombre, Adán, da a la mujer el nombre de Eva, Hawwa en hebreo, que quiere decir vida o vitalidad. De los dos procedemos todos, con el peso de una herencia que nos ha privado de que Dios pase con nosotros “tomando el fresco” juntos (Gn 3, 8). El hombre ha perdido la intimidad con Dios quien le deja a su libre albedrío. Cargado de no poca ironía el comentario que Dios hace llega al alma: “…el hombre es ya como uno de nosotros, versado en el bien y en el mal” (Gn 3, 21).

Dios siente misericordia e “hizo pellizas para el hombre y su mujer y se las vistió”, (Gn 3, 21). Pellizas es lo que queda de todo el proyecto de Dios para el hombre, pero les oculta “el árbol de la vida” (Gn 3, 22), la inmortalidad para la que los había creado a la que no se llegará por mucho que se arrojen la prerrogativa de decir qué está bien y qué está mal. Los expulsa del parque de Edén y coloca “a lo querubines y la espada llameante que oscilaba, para cerrar el camino del árbol de la vida” (Gn 3, 24), excelente metáfora para recalcar el estado del hombre después de la caída.

La inmortalidad del hombre y la vida eterna en la amistad con Dios, significadas en el árbol de la vida, se mantienen, aunque no a su alcance. Tendrá que venir quien “herirá tu cabeza cuando tú hieras su talón” (GN 3, 15). Y así empieza el peregrinar del hombre por este valle de lágrimas, dejado a sus fuerzas y abocado a una libertad que le traería innumerables problemas. La gran lección de este tercer capítulo del libro de Génesis es la caída del hombre. No hace falta mirar dentro de nosotros mismos y a nuestro alrededor para cerciorarnos de esa dura realidad. Si nos examinamos a nosotros mismos, veremos que ansiamos el árbol de la vida, la vida eterna y también no pocas veces nos arrogamos la prerrogativa divina de decir lo que está bien y lo que está mal /CATIC 289 – 388). “Este pecado, conocido como el pecado original, no tiene en ningún descendiente de Adán un carácter de falta personal. Es la privación de la santidad y de la justicia originales, pero la naturaleza humana no está totalmente corrompida: está herida en sus propias fuerzas naturales, sometida a la ignorancia, al sufrimiento y al imperio de la muerte e inclinada al pecado” (CATIC 405).

Reflexión de vida: ¿LIBERA EL PECADO? El hombre siente a veces la impresión de que pecando se libera, que estimula su

dinamismo, que vive plenamente: la misma impresión que creyeron sentir los dos primeros seres que pecaron en el mundo. También Adán y Eva intentaron liberarse, sacudir una opresión que se les antojaba despótica, zafarse de su condición de criaturas, ser ellos solos con prescindencia de Dios y de sus leyes. Presintieron que iban a ser totalmente autónomos, es decir, dueños absolutos de sí mismos, hasta el punto que podían establecer en adelante su propio criterio del bien y del mal.

Fue una ilusión estúpida, una tremenda equivocación. En vez de promoverse como hombres, se dislocaron de la creación. Todo el universo se puso en contra de ellos.

Como en el caso de Adán y Eva, los hombres, al pecar, piensan que se van a librar de una opresión, que afianzarán su autonomía y vivirán en plenitud. Pero no se trata de otra cosa que de la vieja ilusión de nuestros progenitores. El hombre que peca, en vez de liberarse, se aprisiona y esclaviza aún más.

Demos un ejemplo: El que se encoleriza ante una persona o situación disgustosa, tiene la sensación de que se evade de algo que le oprime. La expresión “estallar de ira” indica de algún modo la liberación de energía psíquica o nerviosa acumulada en la cólera que siente. Se desata entonces en palabras desabridas e injuriosas, desata incluso sus puños, se descarga de una contención que le martiriza. Pero lo que se libera no es su persona sino su mecanismo nervioso y en una forma

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que le degrada. El que se irrita es un juguete de sus nervios. No hay libertad de ninguna especie en la cólera, hay esclavitud.

Demos un segundo ejemplo, el de quien se emborracha. También él lo hace para liberarse. Y, en efecto, libera sus reacciones instintivas, libera su lengua. Se libera de su propio control. Pero todos comprendemos que se trata de una liberación falsa, la del coche al que se le ha roto la dirección.

La verdad es que el que peca, no delibera, sino que se atasca, queda aprisionado por su propio pecado. El que miente –sigamos con ejemplos- pone una taba en la fidelidad que deber a los demás, y queda prendido en su propia trampa porque pierde crédito ante su prójimo quien en el futuro no podrá fiarse de él. Y el que mata y se apropia de lo ajeno, introduce un desequilibrio en el orden social y queda atado a una situación de ocultamiento, de temor, de fuga. El pecado, el desorden moral, así se trate de robo, de la mentira, de la gula, de la injuria, del orgullo, es siempre una atadura, una esclavitud, una parálisis que inhibe la marcha del espíritu e impide al ser humano llegar al disfrute auténtico de la libertad y de la vida.

Aún más: el pecado produce no sólo un atascamiento personal sino también un desperfecto en la gran máquina de la sociedad y del universo. O sea que el que peca se obstruye y obstruye a los demás.

Los espíritus buenos y malos La presencia de un ser misterioso, simbolizado por la serpiente, que instigó a

pecar a nuestros primeros padres, nos deriva al tema teológico de los espíritus buenos y malos.

Digamos primeramente que en la escala de los seres creados, los hay totalmente materiales, sean inertes (las sustancias inorgánicas) o vivientes (los vegetales y animales); otros son compuestos de materia y espíritu (los hombres); y según nos lo revela el Libro de Dios, los hay también puramente espirituales y, por ello, más perfectos que los hombres. Se los conoce con el nombre de ángeles.

Creados en estado sobrenatural de gracia y santidad, parte de ellos se rebelaron contra Dios y se apartaron de El: son los demonios, cuyo jefe es el Diablo o Satanás, a quien Cristo llamará “príncipe de este mundo” (Jn. 12, 31). Los ángeles malos obstaculizan el proyecto de salvación y de gracia, instigando a los hombres a revelarse contra Dios. Son los gestores del “Misterio de iniquidad” que actúa en el mundo. Cristo librará contra ellos y los vencerá con su muerte y resurrección.

Los ángeles buenos son mensajeros de Dios, inspiran a los hombres y velan por ellos (Mt. 18 – 10). La Biblia menciona a algunos en particular: Miguel (Dan. 12, 1; Apoc. 12, 7). Rafael (Tob.) y Gabriel (Dan. 8, 16; Lc. 1, 19 y 26).

Reflexión de vida: ¿EXISTE EL DIABLO? ¿DONDE ESTA Y DONDE NO? Hoy se ha abierto un planteo que puede considerarse nuevo en teología: se

objeta o se niega la existencia del Diablo. Hay quienes afirman en forma demasiado expeditiva que el Diablo no es una persona real sino una personificación o símbolo del mal que actúa en el mundo y, en particular, sobre el hombre.

¿Cómo juzgar esta toma de posición? Jesús, sin ubicar a Satanás en el centro del Evangelio, se enfrentó con él en momentos muy significativos de su misión y formuló declaraciones que entrañan el reconocimiento de su personalidad, inteligencia y poderío espiritual. Y la Iglesia, fiel a Jesucristo, reafirma la enseñanza tradicional al respecto. Pablo VI declara con autoridad:

Se sale del cuadro de la enseñanza bíblica y eclesial que se niega a reconocer la existencia del Diablo o la explica como una seudo realidad, una personificación de las causas desconocidas de nuestras desgracias.

Adviértase, con todo, que la existencia del Diablo y su influjo pernicioso en la historia, de ninguna manera nos permiten descargarnos de nuestra responsabilidad en el comportamiento que asumimos y en el ejercicio de nuestro albedrío.

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Sería un grave perjuicio si desconociéramos la presencia a menudo escondida del Adversario en nuestro camino. Decía Charles Baudelaire que “La más linda astucia del Diablo es convencernos de que no existe”. Al Diablo le interesa tirar una cortina de huma detrás de sí. Mejor para sus intereses que se lo desconozca y niegue, que no se advierta su influjo, que se gasten bromas a su cuenta. Desde el anonimato puede actuar con más eficacia.

Pero, sería, como decimos, un daño muy serio no percatarnos de su presencia. Está bien: despojémosle de todo atributo ingenuo y de toda representación mitológica. Quitémosle los cuernos, el vello negro, las patas de cabra, desnudémosle de su mameluco rojo, saquémosle el tridente de las manos, que todo ello contribuye también a su ocultamiento y astucia. Dejémosle reducido a su pura y poderosa cuantía de espíritu, hecha de malignidad y daño. Pero hagámonos conciencia de que está.

La burla más taimada del enemigo es hacernos creer que no existe. O mejor: que él está donde está y que no está donde efectivamente está.

Porque hay quienes se sobrecogen de temor ante la sola idea de que él se les aparezca, que vagabundee sobre los techos, que sople ráfagas heladas dentro de la habitación a oscuras y otras fantasmagorías semejantes.

Pero no se atemorizan de reñir, calumniar, estafar, vivir disolutamente, en fin, no le dan importancia al pecado que es la propia salsa del Diablo.

Creer que él está donde no está y que no está donde realmente está es el engaño mejor urdido del gran mentiroso.

� Revisamos la ficha de los niños y aclaramos dudas.

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El Hilo Primordial Agosto estaba terminando tibio. Había llovido en la última semana y, con el llanto de las nubes, el cielo se había despejado. Cuando se acerca septiembre, suele suceder que el viento de tierra adentro sopla suavemente y a la vez que va entibiando su aliento, logra devolver al cielo todo su azul y su luminosidad. Y aquella tarde, pasaje entre agosto y septiembre, el cielo azul se vio poblado por las finas telitas voladoras que los niños llaman Babas del Diablo. ¿De dónde venían? ¿Para adónde iban? Pienso que venían del territorio de los cuentos, y avanzaban hacia la tierra de los hombres. En una de esas telitas, finas y misteriosas como todo nacimiento, venía navegando una arañita. Pequeña : puro futuro e instinto. Volando tan alto, la arañita veía allá muy abajo los campos verdes recién sembrados y dispuestos en praderas. Todo parecía casi ilusión o ensueño para imaginar. Nada era preciso. Todo permitía adivinar más que conocer. Pero poco a poco la nave del animalito fue descendiendo hacia la tierra de los hombres. Se fueron haciendo más claras las cosas y más chico el horizonte. Las casas eran ya casi casas, y los árboles frutales podían distinguirse por lo floridos, de los otros que eran frondosos. Cuando la tela flotante llega en su descenso a rozar la altura de los árboles grandes, nuestro animalito se sobresaltó. Porque la enorme mole de los eucaliptos comenzó a pesar misteriosa y amenazadoramente a su lado como grises témpanos de un mar desconocido. Y de repente: ¡Trás! Un sacudón conmovió el vuelo y lo detuvo. ¿Qué había pasado? Simplemente que la nave había encallado en la rama de un árbol y el oleaje del viento la hacía flamear fija en el mismo sitio. Pasado el primer susto, la arañita, no sé si por instinto o por una orden misteriosa y ancestral, comenzó a correr por la tela hasta pararse finalmente en el tronco en el que había encallado su nave. Y desde allí se largó en vertical buscando la tierra. Su aterrizaje no fue una caída, fue un descenso. Por- que un hilo fino, pero muy resistente, la acompañó en el trayecto y la mantuvo unida a su punto de partida. Y por ese hilo volvió luego a subir hasta su punto de desembarco. Ya era de noche. Y como era pequeña y la tierra le daba miedo, se quedó a dormir en la altura. Recién por la mañana volvió a repetir su descenso, que esta vez fue para ponerse a construir una pequeña tela que le sirviera en su deseo de atrapar bichitos. Porque la arañita sintió hambre. Hambre y sed. Su primera emoción fue grande al sentir que un insecto más pequeño que ella había quedado prendido en su tela-trampa. Lo envolvió y lo succionó. Luego, como ya era tarde, volvió a trepar por el hilito primordial, a fin de pasar la noche reencontrándo-se consigo misma allá en su punto de desembarco. Y esto se repitió cada mañana y cada noche. Aunque cada día la tela era más grande, más sólida y más capaz de atrapar bichos mayores. Y siempre que

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añadía un nuevo círculo a su tela, se veía obligada a utilizar aquel fino hilo primordial a fin de mantenerla tensa, agarrando de él los hilos cuyas otras puntas eran fijados en ramas, troncos o yuyos que tironeaban para abajo. El hilo ese era el único que tironeaba para arriba. Y por ello lograba mantener tensa toda la estructura de la tela. Por supuesto, la arañita no filosofaba demasiado sobre estructuras, tironeos o tensiones. Simplemente obraba con inteligencia y obedecía a la lógica de la vida de su estirpe tejedora. Y cada noche trepaba por el hilo inicial a fin de reencontrarse con su punto de partida. Pero un día atrapó un bicho de marca mayor. Fue un banquetazo. Luego de succionarlo (que es algo así como: vaciar para apropiarse) se sintió contenta y agotada. Esa noche se dijo que no subiría por el hilo. 0 no se lo dijo. Simplemente no subió. Y a la mañana siguiente vio con sorpresa que por no haber subido, tampoco se veía obligada a descender. Y esto le hizo decidir no tomarse el trabajo del crepúsculo y del amanecer, a fin de dedicar sus fuerzas a la caza y succión de presas que cada día preveía mayores. Y así, poco a poco fue olvidándose de su origen, y dejando de recorrer aquel hilito fino y primordial que la unía a su infancia viajera y soñadora. Sólo se preocupaba por los hilos útiles que había que reparar o tejer cada día, e ido a que la caza mayor tenía exigencias agotadoras. Así amaneció el día fatal. Era una mañana de verano pleno. Se despertó con el sol naciente. La luz rasante irisaba de perlas el rocío cristalizado en gotas en su tela. Y en el centro de su tela radiante, la araña adulta se sintió el centro del mundo. Y comenzó a filosofar. Satisfecha de sí misma, quiso darse a sí misma la razón de todo lo que existía a su alrededor. Ella no sabía que de tanto mirar lo cercano, se había vuelto miope. De tanto preocuparse sólo por lo inmediato y urgente, terminó por olvidar que más allá de ella y del radio de su tela, aún quedaba mucho mundo con existencia y realidad. Podría al menos haberlo intuido del hecho de que todas sus presas venían del más allá. Pero también había perdido la capacidad de intuición. Diría que a ella no le interesaba el mundo del más allá; solo le interesaba lo que del más allá llegaba hasta ella. En el fondo sólo se interesaba por ella y nada más, salvo quizá por su tela cazadora. Y mirando su tela, comenzó a encontrar-le la finalidad a cada hilo. Sabía de dónde partían y hacia dónde se dirigían. Dónde se enganchaban y para qué servían. Hasta que se topó con ese bendito hilo primordial. Intrigada trató de recordar cuándo lo había tejido. Y ya no logró recordar-lo. Porque a esa altura de la vida los recuerdos, para poder durarle, tenían que estar ligados a alguna presa conquistada. Su memoria era eminentemente utilitarista. Y ese hilo no había apresado nada en todos aquellos meses. Se preguntó entonces a dónde conduciría. Y tampoco logró darse una respuesta apropiada. Esto le dio rabia. ¡Caramba! Ella era una araña práctica, científica y técnica. Que no le vinieran ya con poemas infantiles de vuelos en atardeceres tibios de primavera. O ese hilo servía para algo, o había que eliminarlo. ¡Faltaba más, que hubiera que ocuparse de cosas inútiles a una altura de la vida en que eran tan exigentes las tareas de crecimiento y subsistencia!

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Y le dio tanta rabia el no verle sentido al hilo primordial, que tomándolo entre las pinzas de sus mandíbulas, lo seccionó de un solo golpe. ¡Nunca lo hubiera hecho! Al perder su punto de tensión hacia arriba, la tela se cerró como una trampa fatal sobre la araña. Cada cosa recuperó su fuerza disgregadora, y el golpe que azotó a la araña contra el duro suelo, fue terrible. Tan tremendo que la pobre perdió el conocimiento y quedó desmayada sobre la tierra, que esta vez la recibiera mortíferamente. Cuando empezó a recuperar su conciencia, el sol ya se acercaba a su cenit. La tela pringosa, al resecarse sobre su cuerpo magullado, lo iba estrangulando sin compasión y las osamentas de sus presas le trituraban el pecho, en un abrazo angustioso y asesino. Pronto entró en las tinieblas, sin comprender siquiera que se había suicidado al cortar aquel hilo primordial por el que había tenido su primer contacto con la tierra madre, que ahora sería su tumba.

Utilización Pastoral Este cuento pude trabajarse junto con el tema del Pecado Original y, a partir de allí preguntarse;

� ¿En qué situaciones descubro que me estoy volviendo miope, viendo solo mi hoy?

� ¿Descubro a Dios como mi “Hilo Primordial”? � ¿Soy consciente que cuando corto mi relación con Él, estoy perdiendo el

sentido más profundo de mi existencia? (Leer Gén. 3. 1 – 13) y (Lc. 15. 11 – 32).

(Se puede ver, que cuando el hombre quiere vivir sin Dios, porque cree que no lo necesita es cuando pierde su verdadera identidad de Hijo de Dios).

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¡YO NO TENGO PECADO! (Para ser utilizado en la celebración de padres y niños). (Algunos piensan “ingenuamente” que no tienen pecados, pero quizás descuidan las

exigencias del amor cristiano). Para los que, gracias a Dios, no suelen incurrir en actos gravemente pecaminosos, y que,

por otra parte, experimentan cierta dificultad a la hora de encontrar materia de la que acusarse en la Confesión, quizá pueda servirles de orientación la siguiente lista que bien podría titularse algo así como “elenco muy incompleto de defectos y actitudes defectuosas en que suelen incurrir las buenas personas”.

Como podremos observar, no se trata, en general, de cosas en sí necesariamente

graves, sino de modos de ser, de pensar o de actuar que, a parte de desagradar ka Dios, pueden hacer daño al alma y dificultar la vida de los demás.

Pequeñeces muy peligrosas: Hemos de convencernos de que el mayor enemigo de la roca no es el pico o el hacha, ni

el golpe de cualquier otro instrumento por contundente que sea: es esa agua menuda, que se mete, gota a gota, entre las grietas de la peña, hasta arruinar su estructura. El peligro más fuerte para el cristiano es despreciar la pelea en esas escaramuzas que calan poco a poco en el alma, hasta volverla balda, quebradiza e indiferente, insensible a las voces de Dios.

“Insignificancias” personales, maldad ajena. Se trata de saber si somos : caprichosos,

coléricos, discutidores implacables, envidiosos, protestotes por sistema, susceptibles, tacaños, propensos al complejo de víctima, perezosos, sensuales, equilibristas de la impureza, noveleros, excesivamente soñadores, suavemente materialistas, irresponsables, frívolos, superficiales, inconstantes, mentirosos, tramposos, desordenados, chapuceros, vanidosos, arrogantes, impuntuales, rencorosos, murmuradores, chismosos, mal pensados, duros para la comprensión, brutos en la expresión, mal dispuestos contra todo y todos, despreciativos, fácilmente injustos, desagradecidos, indiferentes hacia los demás, sembradores de pesimismo, incrédulos por comodidad, irreverentes, poco piadosos, faltos de visión sobrenatural, faltos de confianza en Dios, sordos a su voluntad, propensos a olvidarnos de El, distraídos en la liturgia, poco devotos de la Virgen.

Pajitas en el propio ojo: se trata también de examinar: si despreciamos el tiempo, si

vivimos permanentemente descontentos, si nos falta sentido del pudor, si estamos excesivamente seguros de las propias ideas, si nos sentimos como reyes no reconocidos o injustamente destronados, y, en consecuencia, siempre enfadados, si en todas las cosas estamos contra, si vivimos exageradamente inquietos por el porvenir, si no nos preocupa el sufrimiento ajeno ni las injusticias, si sólo somos amables cuando nos conviene, si somos propensos a instrumentalizarlo todo hacia lo que nos conviene, si pactamos fácilmente con la injusticia, si solemos pasar factura a los demás, por lo que hacemos o nos parece hacer por ellos, si no damos limosna ni por casualidad, si somos negligentes en la educación de los hijos, quizá con el pretexto del mucho trabajo, si somos negligentes en la atención debida a los padres, esposa o esposo, si aumentamos innecesariamente la carga de los demás con caprichos y nuevas necesidades, si exigimos mucho y damos poco, si aceptamos la mediocridad en las cosas de Dios, si tenemos tendencia a confiar más en nosotros mismos que en la gracia, si descuidamos la oración personal, si no procuramos adquirir la debida formación religiosa, si damos por supuesto que el apostolado es cosa de los otros, si vivimos esquivando las cruces que nos santificarían, si sentimos celos por el progreso espiritual de los otros, si nos falta fe en el Magisterio de la Iglesia, si tenemos tendencia a criticarla, si nos consideramos el mejor intérprete del Vaticano II, si contribuimos al desprestigio de las personas consagradas a Dios, si somos tacaños en la ayuda económica a la Iglesia, si llegamos habitualmente tarde a misa, si descuidamos el ayuno y la abstinencia, si…etc.

Después de esta relación meramente ejemplificativa, ¿Continuamos pensando que

todavía es difícil hallar-aún sin emplear demasiado tiempo-cinco, seis o diez pecados o defectos gordos de los que acusarse? Y si fuese así, ¿no sería cosa de ir pensando en iniciar el propio proceso de canonización? (Alfonso Rey, El sacramento de la Penitencia. Palabra: Madrid, 1977- Adaptación).

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1º de Confirmación LA CREACIÓN (Celebración Padres y Niños) Para esta celebración necesitaremos:

� Una vasija conteniendo tierra � Una vela encendida � Un recipiente con agua � Diferentes clases de plantas � Una cesta con frutas diversas (manzanas, duraznos) � Un recipiente con semillas � Láminas elaboradas por los chicos de diferentes tipos de animales (sería

interesante que entre estos animales se presenten dibujos de los que actualmente se encuentran en peligro de extinción y que estos dibujos sean acompañados de leyendas que expliquen lo que está sucediendo con ellos a causa de la destrucción del hombre)

� Un sol, una luna, y estrellas realizadas por los niños en cartón. � Un niño y una niña que representen a Adán y Eva (si se los puede caracterizar,

mejor). Introducción. Cantos de alabanza a Dios, mientras esperamos que lleguen y se acomoden todos los niños y sus padres. Guía:

Al igual que un preciado relato de familia que se cuenta una y otra vez, el primer libro de la Biblia, el Génesis, se enriquece cada vez que lo leemos. Ya su nombre, derivado de la palabra griega que significa origen, nos transporta hacia nuestro principio, a maravillarnos en cada instante por la imaginación de Dios: emocionarnos al ver la paciencia, la belleza, la perfección con que hizo cada río, cada planta, cada animal, cada árbol y cada monte. Cómo hizo también al hombre a su imagen y semejanza.

Dispongámonos a participar de este encuentro maravilloso con Dios y su Creación.

El relato. Relator 1: En el mundo de hoy, han surgido miles de teorías sobre el origen de la tierra,

unos afirman que el Génesis es una simple leyenda antigua, otros afirman que todo lo que existe, desde la partícula más pequeña, hasta la estrella más distante, empezó hace millones de años con una explosión espontánea. Pero lo que no responden es:

¿Quién puso en marcha ese proceso) Y la respuesta acertada nos la da la Biblia, está escrito en el Génesis que el

universo “Comenzó con Dios”. Relator 2: “Al principio Dios creó el cielo y la tierra. Las tierra era algo informe y

vacío, las tinieblas cubrían el abismo, y el soplo de Dios se cernía sobre las aguas. Entonces Dios dijo: “Que exista la luz”. Y la luz existió. (Se acerca un niño con una vela encendida y se la deja en el altar) Guía: Dios vio que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas; y llamó Día a

la luz y Noche a las tinieblas. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el primer día.

Relator 1: Dios dijo: “Que halla un firmamento en medio de las aguas, para que

establezca una relación entre ellas”

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(Se acerca otro niño con un dibujo en cartulina que simboliza el firmamento) Guía: Dios hizo el firmamento, y este separó las aguas que están debajo de él,

de las que están encima de él; Y Dios llamó Cielo al firmamento. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el segundo día.

Relator 2: Dios dijo: “Que se reúnan en un solo lugar las aguas que están bajo el

cielo, y que aparezca el suelo firme” (Se acercan dos papás, uno con una palangana con agua y otro con un poco de

tierra en una maceta). Guía: Y así sucedió. Dios llamó Tierra al suelo firme y Mar al conjunto de las

aguas. Y Dios vio que esto era bueno. Entonces dijo: Relator 1: “Que la tierra produzca vegetales, hierbas que den semilla y árboles

frutales, que den sobre la tierra frutos de su misma especie con su semilla dentro”. (Se acercan niños portando: una planta, vegetales y frutas). Guía: Y así sucedió. La tierra hizo brotar vegetales, hierba que da semilla según

su especie y árboles que dan fruto de su misma especie con su semilla adentro. Y Dios vio que esto era bueno. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el

tercer día. Relator 2: Dios dijo: “Que haya astros en el firmamento del cielo para distinguir

el día de la noche; que ellos señalen las fiestas, los días y los años, y que estén como lámparas en el firmamento del cielo para iluminar la tierra”.

(Se acercan niños con dibujos o modelados que hayan realizado en sus casas con sus padres que representen los astros)

Guía: Y así sucedió. Dios hizo los dos grandes astros (el astro mayor para

presidir el día y el menor para presidir la noche) y también hizo las estrellas. Y los puso en el firmamento del cielo para iluminar la tierra, para presidir el día y la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y Dios vio que esto era bueno. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el cuarto día.

Relator 1: Dios dijo: “Que las aguas se llenen de una multitud de seres vivientes

y que vuelen los pájaros sobre la tierra, por el firmamento del cielo”. (Se acercan dos mamás portando una lámina con diferentes tipos de animales). Guía: Dios creó los grandes monstruos marinos, las diversas clases de seres

vivientes que llenan las aguas deslizándose en ellas y todas las especies de animales con alas. Y Dios vio que esto era bueno.

Relator 1: Entonces los bendijo, diciendo: “Multiplíquense; llenen las aguas de

los mares y que las aves se multipliquen sobre la tierra”. Guía: Así hubo una tarde y una mañana: este fue el quinto día. Relator 2: Dios dijo: “Que la tierra produzca toda clase de seres vivientes:

ganado, reptiles y animales salvajes de toda especie”. (Se acercan dos niños portando carteles de animales en peligro de extinción con

leyendas como: Salven a las ballenas y el dibujo del animal). Guía: Y así sucedió. Dios hizo las diversas clases de animales del campo, las

diversas clases de ganado y todos los reptiles de la tierra, cualquiera sea su especie. Y Dios vio que esto era bueno.

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Relator 1: Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza; que le estén sometidos los peces del mar y las aves del cielo, el ganado, las fieras de la tierra, y todos los animales que se arrastran por el suelo”.

(Aparece un niño y una niña que representarán a Adán y Eva respectivamente, se los ubica en un lugar central mientras se le colocan a sus pies, todos los dibujos y las cosas que se han ido acercando hasta ahora).

Guía: Y Dios creó al hombre a su imagen; lo creó a imagen de Dios, los creó

varón y mujer. Relator 1: Y los bendijo diciéndoles: “Sean fecundos, multiplíquense, llenen la

tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todos los vivientes que se mueven sobre la tierra”.

Guía: Y continúo diciendo: Relator 1: “Yo les doy todas las plantas que producen semilla sobre la tierra, y

todos los árboles que dan frutos con semilla; ellos les servirán de alimento. Y a todas las fieras de la tierra, a todos los pájaros del cielo y a todos los vivientes que se arrastran por el suelo, les doy como alimento el pasto verde”.

Guía: Y así sucedió. Dios miró todo lo que había hecho, y vio que era muy

bueno. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el sexto día. Así fueron terminados el cielo y la tierra, y todos los seres que hay en ellos. El séptimo día, Dios concluyó la obra que había hecho, y cesó de hacer la obra

que había emprendido.

� Cantamos todos juntos Padre Dios.

� A continuación el sacerdote realiza la lectura del relato de la caída de Adán y Eva.

� El sacerdote realiza una breve reflexión sobre el pecado.

� Al finalizar cantamos un canto de perdón a Dios.

Rezamos la oración por la naturaleza, el: Padre nuestro Ecológico. PADRE NUESTRO ECOLÓGICO Padre Nuestro que estás en el bosque En el mar, en el desierto y en la ciudad. Santificada sea tu creación Pletórica de desarrollo, fuerza y vida. Venga a nosotros tu sabiduría Para proteger y desarrollar la belleza que nos has dado, Que está en la flor y el arco iris, en el agua, Y en la fértil madre tierra, en el cálido aliento del sol Y en la fresca oscuridad del descanso. Hágase Señor tu voluntad, Para que seamos personas humanas A tu imagen y semejanza, los que asumamos el reto De mantener el proceso vital de tu creación.

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Danos hoy el verdor de cada día, En el prado y en el monte, En el jardín y en la tierra que agoniza. Perdónanos nuestra irresponsabilidad, Al no cuidar lo que nos has dado. Como nosotros por tu amor Perdónanos a los contaminadores, Y les instamos con vehemencia Que abandonen su trabajo de destrucción. Y no nos dejes caer en la desertización Que a la muerte conduce. Que niega tu obra y aniquila la vida. Y líbranos del conformismo. Para que se transformen nuestras vidas En fuerza dinámica, que reproduce la vida. Amén. � (Hermanos Franciscanos de Guatemala) PADRE DIOS (Canción) Nuestro Dios hizo el cielo y la tierra Nuestro Dios hizo el agua y el sol, Nuestro Dios inventó la semilla Y mantiene mi respiración. Nuestro Dios hizo el hombre a su imagen Y varón y mujer los creó, Y le puso la vida en sus manos, Dándoles su poder creador. Estribillo Y ese Dios ñamandú. Dios Yahvé, Es el Dios de Jesús el Señor. Y ese Dios será hoy como ayer, Padre Dios nuestro consolador. Para Él padre Dios para Él Cante y baile nuestro corazón Para Él padre Dios para Él Cante y baile el pueblo de Dios. Nuestro Dios inventó el arco iris, Y su vuelo le dio al picaflor, Nuestro Dios hizo la primavera, Su obra cumbre es la Resurrección. Nuestro Dios es ternura y paciencia, Nuestro Dios tiene un gran corazón, Es el Dios defensor de los pobres, Providencia justicia y perdón.

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1º Año de Confirmación Encuentro Nº 5: “.El Diluvio: Signo de la Nueva Creación”

Objetivo: - Descubrir en la historia de Noé que Dios nunca se aleja de

nosotros.-

CITAS BÍBLICAS

� Mostrar a través del relato del diluvio y la Alianza del arco iris, que el amor misericordioso de Dios nunca se aleja del hombre.

TENER PRESENTE

� Aún en las dificultades y contratiempos aparece el amor de Dios a los hombres, que han sido creados por amor y para la felicidad.

� El autor sagrado da una interpretación a un fenómeno natural, como puede ser una gran inundación, dándole un sentido teológico. Dios castiga al hombre teniendo en cuenta el modo de pensar de su época.

� Los fenómenos naturales: terremotos, maremotos, inundaciones, erupciones volcánicas…, etc., no ocurren por casualidad ni porque Dios quiera castigar al hombre, sino que tienen explicación científica.

� De un hecho físico y natural, como es el arco iris, el autor sagrado saca consecuencias para mostrar el amor de Dios, expresado en la alianza que hace con el hombre.

MOTIVACIÓN

� Dividir a los padres en grupos y entregarles el artículo titulado ¿Dios es ecologista? Que figura al final del encuentro.

� Pedir que lean la cita Bíblica: (Levítico 25. 1-7; 20 – 22), compartir en el grupo cuál es su mensaje. Luego de 20 minutos plenario.

(Gén. 7, 1 – 5. 17) “…tú eres el único justo que

he encontrado en esta generación”.

(Jn. 3. 1 – 7)

“…el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el

Reino de Dios”.

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PUNTOS PARA DESARROLLAR EL ENCUENTRO Dios elige a Noé para salvar a la humanidad

Cuando llegó la décima generación de la humanidad, el mundo era corrupto y violento. La humanidad se multiplicaba sobre la faz de la tierra (Gn 6, 1) y los que aún recordaban al Dios de sus padres, aquí llamados hijos de Dios (Gn 6, 2) empezaron a mezclarse con las hijas de los hombres y los resultados no tardaron en dejarse ver. Impera la degeneración y por ello Dios se arrepintió de haber creado al hombre. Sólo Noé “halló gracia a los ojos de Yahvé” (Gn 6, 8) porque “era recto y honrado y procedía de acuerdo con Dios” (Gn 6, 9). Una vez más es Dios quien toma la iniciativa y se dirige a Noé. Esto es muy importante ya que, a lo largo de la Biblia, veremos al hombre no sólo cansarse y claudicar, sino también abandonar a Dios y renegar de él, y siempre es Dios quien toma la iniciativa, insiste en salvarnos y pone las cosas en su sitio. (CATIC 51 – 53).

Para castigar a la humanidad, Dios quiso destruir a todo ser viviente; con el Diluvio, pero la piedad mitigó su terrible sentencia y decidió que Noé y su familia sobrevivieran. Con ellos y los animales que salvaran, habría un nuevo principio para la humanidad. El Arca

Airado ante la perversión de la humanidad, Dios dijo a Noé: “Tengo decidido el fin de toda carne”. Y ordenó “hacer un arca de maderas resinosas” para que él y su familia se salvaran del diluvio.

En medio de la muerte y la destrucción, el arca era un centro de vida. Como debía soportar la inundación, se le representa como un enorme barco, el mayor de la antigüedad; pero es probable que fuera una sólida casa flotante, de forma rectangular, que medía unos 150m de largo, 25m de ancho y 15m de alto. Sus tres cubiertas estaban divididas en habitaciones. El casco estaba calafateado con alquitrán y se entraba por una puerta empotrada en un costado del arca.

El Génesis describe el arca con raras palabras hebreas y con un estilo poético antiguo. El Génesis nunca llama barco o bote al arca. La palabra hebrea que se traduce como arca puede significar cofre o caja. La Biblia emplea tal vocablo sólo en dos ocasiones: al narrar la historia del diluvio y al describir la cesta de junco en la que ocultaron a Moisés cuando era un niño. El vocablo utilizado para designar al Arca de la Alianza proviene de un término hebreo diferente.

En lo alto, el arca tenía un tsohar, palabra hebrea que sólo se cita en este relato. Se ignora si se trata de un techo, una ventana o una abertura entre techo y pared. Una antigua tradición describe al tsohar como una piedra preciosa brillante que podía iluminar el interior del arca.

También se discute acerca del material usado para construir el arca: madera resinosa, que solo aquí se menciona y se ignora qué clase de árbol la producía. Sin embargo, algunos estudiosos consideran que es madera de ciprés, que se utilizaba entonces para construir barcos.

¿Cuáles son los animales puros y cuáles los impuros ? En Levítico (11. 1 45) se especifican las diferencias entre animales puros e

impuros: los puros son los que el hombre puede comer, los impuros lo que no se deben comer. En le Génesis, los animales puros son los que pueden ofrecerse en sacrificio. Después del diluvio, Noé hizo un sacrificio “de todos los animales puros y de todas las aves puras”.

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El Diluvio en la historia La historia de Noé es un relato popular muy conocido en el Oriente y que se

repite en las diferentes culturas del entorno. La tremenda inundación, que ciertamente ocurrió, dejó un recuerdo imborrable que paso oralmente de padres a hijos hasta que quedó plasmada en los capítulos que leemos. En otros escritos también se mencionan diluvios. En la cuenca del Éufrates, cerca de Ur, al hacer catas para estudiar el terreno, se ha hallado una capa de lodo de tres metros de espesor, producida por una catastrófica inundación que separa dos culturas completamente diferentes. La más reciente tiene cerámica hecha con el torno. La más antigua, la tiene hecha a mano.

El rey asirio Assurbanipal de Ninive, allá por el año 700 antes de Jesucristo, tenía una biblioteca, hoy excavada de las ruinas, con más de 20.000 tablillas de barro, el material que se usaban entonces para escribir. El papel aún no se conocía. En esas tablillas se describe un diluvio que ya para aquel tiempo era de una antigüedad enorme. Pero los babilonios, que habían vivido más o menos en el mismo sitio mil años antes, tienen también su diluvio. En las ruinas de la Biblioteca de un rey de Babilonia por nombre Hammurabi, que vivió unos mil años antes de Assurbanipal, se han hallado otras tablillas con la descripción de un diluvio. Es evidente que los diferentes pueblos guardaban memoria de los acontecimientos que los habían afectado en tiempos muy antiguos. No sabemos si todos ellos se refieren al mismo diluvio.

Pero hay una diferencia enorme entre la Biblia y los escritos de las tablillas. Es la manera con que se perciben los mismos sucesos. Estos introducen en sus escritos a numerosas divinidades, destellos de un Dios que han olvidado. En cambio, el redactor de la Biblia reconoce un solo Dios. No habla de un cielo abarrotado de dioses. Ve las cosas con otros ojos. Está iluminado por la fe, contempla lo que ocurre en el mundo y lo relaciona con un Dios que ama y salva (Dei Verbum 5). La Biblia es la historia de la salvación del hombre, no de lo que ocurrió en un determinado país, en ella se desenvuelve el plan de Dios para llevarnos a la vida eterna para la que nos creó.

El Diluvio Universal (Exégesis) Dios pacta con Noé y pactará con la humanidad más de una vez. Es sencillo: el

hombre, en este caso Noé, obedece y Dios actúa y salva. “Hago un pacto contigo: entra en el arca con tu mujer, tus hijos y sus mujeres, toma una pareja de cada viviente, es decir, macho y hembra, y métela en el arca, para que conserve la vida contigo” (Gn 6, 19). Más adelante leemos: “Entra en el arca con tu familia, pues tú eres el único hombre honrado que he encontrado en tu generación. De cada animal puro toma siete parejas, macho y hembra…” (Gn 7, 1 – 2). Esta historia que se repite dos veces, es por que hay dos redacciones que el redactor va entrelazando. No olvidemos que la historia del Diluvio se remonta a miles de años antes de su redacción final y que ha pasado de padres a hijos oralmente. Cambian los detalles, pero, a diferencia de otros redactores, el redactor bíblico cree en un único Dios y en su providencia.

Una tradición dice que “el diluvio cayó, durante cuarenta días sobre la tierra. El

agua al crecer levantó el arca, de modo que iba más alta que el suelo” (Gn 7, 17). Otra tradición cuenta que “el agua se hinchaba y crecía sin medida, y el arca flotaba sobre el agua; el agua crecía más y más sobre la tierra, hasta cubrir las montañas más altas bajo el cielo; el agua alcanzó una altura de siete metros y medio por encima de las montañas” (Gn 7, 18 – 21). Esta tradición nos dice que el “agua dominó sobre la tierra ciento cincuenta días” (Gn 7, 24). En ambos relatos la desolación es tal que nos recuerda al caos existente al principio del mundo (Gn 1, 7).

Sería falso llegar a la conclusión de que estas diferencias invalidan la Biblia

como revelación de Dios. Al contrario, están ahí para que sepamos descubrir el mensaje que Dios nos quiere dar. Con toda confianza y en todas las circunstancias el justo se apoya en el único Dios que existe y Dios está con él porque lo ama y le

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asegura la victoria final. Ésta es la visión de fe con la que el redactor observa los hechos así es como los debemos observar nosotros (Dei Verbum 12).

La catástrofe del Diluvio Universal ciertamente tuvo lugar en su día. Ahora bien,

si cubrió toda la tierra o fue sólo un desastre gigantesco pero limitado al Oriente Medio, es algo que la ciencia tendría que aclarar. Aunque se tiene constancia de diluvios que inundaron las tierras en América, en Egipto y en la India, no se puede afirmar que fuese el mismo. Hoy día más bien se cree que el diluvio universal de Noé cubrió una buena parte de lo que llamamos Irak. Para los que lo sufrieron era ya lo bastante “universal” como para recordarlo por generaciones.

El diluvio llega a su fin con un detalle muy curioso. Dice el redactor: “Entonces

Dios se acordó de Noé y de todas las fieras y ganado que estaban con él en el arca; hizo soplar el viento sobre la tierra, y el agua comenzó a bajar; se cerraron las fuentes del océano y las compuertas del cielo, y cesó la lluvia del cielo” (Gn 8 1 – 3). Al decir “Dios se acordó” el redactor mira los acontecimientos bajo el punto de vista del hombre que se impacienta ante la tardanza del Señor en resolverle sus problemas. Dios, en cambio, no le abandona (CATIC 301 – 305). Este pasaje, además, ilustra muy bien la concepción del mundo de los antiguos. Creían que la bóveda celeste ocultaba aguas que desprendía en forma de lluvia o, como en este caso con un diluvio.

Que el arca encallara en el monte Ararat es un detalle que ha dado mucho que

hablar. Ararat era el nombre hebreo del reino de Urartu, que se hallaba al norte de Asiria, hoy conocido como Armenia. El nombre se le da ahora a una montaña de dos picos gemelos en el norte de Turquía, cerca de la frontera de Irán.

Es lógico que nos preguntemos como pudo Noé embarcar en el arca, por grande

que fuese, a una pareja de cada especie, o a siete según la segunda tradición, de todos los animales existentes y alimentarlos durante los días que duró todo el diluvio sin pensar que el león se comiera al conejo y al cocodrilo se le haría la boca agua al ver a la oveja. No van por ahí las cosas. Debemos tomarlo de otra manera. El arca y la historia del diluvio pertenecen a una tradición muy antigua. Hay que pasar por alto la manera de expresarse de esos pueblos y centrarse en el mensaje: Dios salva. Es inútil buscar aquí datos sobre la historia de la humanidad, como sería injusto negar a los que relataron la historia del diluvio su derecho a expresarse según sus usos y costumbres. (CATIC 109 – 119).

El redactor nos habla también de cómo Noé abrió el tragaluz que había hecho en

el arca y de cómo soltó un cuervo que no volvió y, más tarde, una paloma que, al no encontrar un lugar donde posarse, volvió al arca. Cuando Noé la soltó por segunda vea, de nuevo volvió la paloma pero lo hizo “con una hoja de olivo arrancada en el pico” (Gn 8, 5 – 12), señal de que las aguas se habían retirado. De aquí viene la Paloma de la Paz que muchos pintores han inmortalizado en sus lienzos.

Cuando Noé salió del arca “construyó un altar al Señor, tomó animales y aves de

toda especie pura y los ofreció en holocausto sobre el altar”. (Gn 8, 20). Veamos ahora con qué sencillez y de qué manera tan humana el redactor habla de la reacción de Dios: “El Señor olió el aroma que aplaca” (Gn 8, 21). Es una estampa de gran belleza, un detalle precioso. Noé dio gracias a Dios protección ofreciéndole un sacrificio. Y a Dios le agradó ver la buena voluntad y el agradecimiento de Noé y su familia y los bendijo diciéndoles: “Creced, multiplicaos y llenad la tierra” (Gn 9, 1). Un hermoso arco iris se dibujó en el cielo y Dios añadió: “Ésta es la señal del pacto que hago con vosotros y con todo el que vive con vosotros” (Gn 9, 12).

La intervención de Dios para salvar a Noé y a su familia nos enseña que Dios en

un Dios que salva y que salva porque ama: “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único para que tenga vida eterna y no perezca ninguno de los que creen en él”

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(Juan 3, 16). No interfiere en la voluntad de quienes no quieren seguirle y les deja a su libre albedrío, responsables de sus acciones y de las consecuencias de las mismas. En cambio, establece una alianza con los que le son fieles. En este caso tenemos el pacto que selló con Noé (CATIC 56 – 58).

Una vez rota la unidad del género humano por el pecado, Dios decide desde el

comienzo salvar a la humanidad a través de una serie de etapas. La alianza con Noé después del diluvio, expresa el principio de la Economía divina con las “naciones”, es decir, con los hombres agrupados “según sus países, cada uno según su lengua, según sus clanes”. (CATIC 56).

Más tarde vendría Jesucristo, Dios hecho hombre, y sellaría con nosotros el

pacto de una nueva alianza por la que el hombre volvería a la plena amistad con Dios y a poder llegar a la vida eterna para la que fue creado.

Muchos escritores sagrados han remarcado la semejanza que existe entre el arca de Noé y la Iglesia como arca de salvación. Zarandeada por las tempestades, son ya más de dos mil años que la Iglesia mantiene su rumbo fiada por el Señor. Los derroteros de la Iglesia por la historia nos recuerdan aquel episodio del Evangelio cuando los discípulos cruzaban el algo de Genesaret con el Señor: “Se produjo un fuerte torbellino de viento y las olas se abalanzaban contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido sobre un cabezal. Lo despertaron gritándole: Maestro, ¿no te importa que nos hundamos? Se despertó, increpó al viento y dijo al lago: ¡silencio, cállate! El viento amainó y sobrevino una gran calma” (Mc 4, 37 – 39). Y la razón de esta seguridad de la Iglesia está en aquellas palabras de Jesús a San Pedro: “Tú eres piedra, y sobre esta roca voy a edificar mi Iglesia, y el poder de la muerte no la derrotará” (Mt. 16, 18).

Reflexionemos El señor nos ha creado para que vivamos siempre en amistad con él. El hombre

olvida con frecuencia y hace su propia voluntad en lugar de hacer la voluntad de Dios. En lugar de sembrar el bien, sembramos el mal, la destrucción, y optamos por las criaturas en lugar de optar por el Creador.

El proyecto de Dios sobre el hombre es de diálogo, de encuentro, de comunión, de alianza. Pero los hombres rechazamos el bien y nos abocamos al mal, sin medir las consecuencias de nuestras acciones. Cada vez que pecamos, además de ofender a Dios, rompemos la paz del mundo y el equilibrio de la gracia y de la santidad.

Dios siempre brinda esperanza a los hombres y su compromiso es vivir siempre en alianza con ellos. Por eso, con Noé y sus hijos comienza una nueva creación que tenemos que renovar todos los días.

� Revisamos la ficha de los niños y aclaramos dudas.

Oración: Te damos gracias Señor, por tu alianza permanente con los hombres, y por tu amor misericordioso. Te pedimos que nos enseñes a comprometernos para responder a tu alianza de amor, mostrando con obras y palabras que Tú estás presente en nuestras vidas. Así sea.

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¿DIOS ES ECOLOGISTA?

Puede parecer una pregunta un poco fuera de foco, ya que en los tiempos en que las Sagradas Escrituras fueron redactadas. El movimiento ecologista no estaba dado como se ha dado en lo que va de este último siglo y muy particularmente en las últimas décadas, de lo que podemos concluir que por la cabeza de los hagiógrafos no pasaba la preocupación por conservar especies en extinción, la disminución de la capa de ozono, la contaminación ambiental o la tala indiscriminada de bosques.

Así que sería muy aventurado enrolar a Dios en las filas de Greenpace o del Partido Verde alemán o de cualquier otro grupo de lucha por la conservación del planeta. Pero ¿sería posible que al Creador no le preocupara lo que el hombre, a quien le confió su obra creadora, está realizando con su potestad de dominio?

Partamos de un texto conocido. Al crear Dios al hombre puso a su disposición todo lo que había creado, lo designó como señor del universo: “Y los bendijo, diciéndoles: “Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla”” (Gn. 1, 28); desde entonces el hombre, con la capacidad coceadora que Dios le confiara, ha hecho pleno ejercicio de su habilidad e inteligencia y con sus propias manos ha obrado las innumerables maravillas sin las cuales hoy, con frecuencia, no sabríamos vivir.

No podemos dejar de reconocer que Dios no puso en el Edén ni las viviendas, ni los medios de transporte, ni las máquinas de las que se sirve la industria, y si bien estaban allí la electricidad y la radiactividad de los elementos, ha sido el hombre el que las aprovechó para su servicio. Ha sido también el hombre quien fertilizó desiertos, construyó caminos y exploró no sólo cada rincón del planeta sino que ya lo vemos recorriendo el resto del universo. Y no olvidemos que fue capaz de prolongar su propia vida sirviéndose de minerales, vegetales y hasta productos animales diseminados a lo largo de la obra creadora de Dios.

Los avances tecnológicos de este siglo que terminó son, a veces, difíciles de asumir para muchos, pero a los más jóvenes resulta inconcebible la vida sin el teléfono, la computadora personal y el televisor.

¿Podemos culpar al hombre de haber asumido en plenitud el mandato divino de dominar la creación mandando sobre los otros seres creados? De ninguna manera. Pero lo que hoy vamos constatando al recorrer el mundo donde Dios nos puso a vivir es que hay abuso, es decir un empleo exagerado y sin límites de ese poder que Dios nos ha dado. Pero ¿acaso Dios puso algún límite al hombre? Seguro que sí, al ubicarlo en el Edén le pidió no comer del árbol del bien y del mal (Cf. Gn. 2, 15 – 17); con ello le daba a entender que quien ponía los límites era Dios mismo y no el hombre. Es Dios quien indica lo que está bien o está mal y el hombre debía haber aceptado éste límite. Por otro lado, Dios pone al hombre en el Edén para que lo cultive y lo cuide (Cf. Gn. 2, 15); por lo tanto no lo hace dueño absoluto de la creación sino que lo hace administrador de la misma, ha de servirse de ella para vivir, pero no Ha de olvidar que el lugar dónde vive es prestado.

He aquí una realidad planteada por el mismo Dios: el hombre ha de servirse de la creación, para su subsistencia, pero también ha de reconocer que Dios le pide que no agote las posibilidades de esa tierra que le ha sido dada para vivir a riesgo de que ya no tenga de qué vivir, ni de dónde vivir.

No podemos como dije al principio, inscribir a Dios en las filas del movimiento ecologista, pero tampoco podemos ignorar que dicho movimiento

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tiene inspiración divina, ya que es Dios quien le recuerda al hombre como alguna vez le recordó con Noé y el diluvio universal, que su capacidad de dominio no es ilimitada. Que no ha de destruir libremente la obra de sus manos sin sufrir las consecuencias. Dios no es ecologista pero espera que cuidemos el planeta. El Edén donde nos instaló para vivir.

Utilización Pastoral

o Leemos con atención (Lev. 25. 1 – 7; 20 – 22) o Reflexionemos: En esta marcha que sigue el hombre desde su

creación, se ha detenido, ha tomado caminos errados y también ha vuelto sobre sus pasos.

o No es posible tomar decisiones drásticas que nos lleven a eliminar lo que el progreso nos ha dado, peor sí mantenernos alertas para no dejar que nos quite nuestros valores, nuestros derechos y nuestra esperanza.

Si debemos ser el Hombre Nuevo, seamos el que se an ima a resistirse a que lo globalicen, lo anulen o lo esclavicen.

Cecilia E. Pereyra. Movimiento Ecológico

Raíces de Vida (Diócesis de Morón)

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1º Año de Confirmación Encuentro Nº 6: “.Abraham: Modelo de la Esperanza”

Objetivo: - Poner toda nuestra esperanza en Dios. Imitando a

Abraham.

CITAS BÍBLICAS

� En este encuentro nos proponemos: Reconocer a Abraham como nuestro Padre en la fe y a Jesús como descendiente de Abraham

TENER PRESENTE

� Abram es el primer personaje plenamente histórico de que nos habla la Biblia. Su respuesta generosa a Dios le ha constituido “Padre de los creyentes” y punto de referencia permanente para todos los seguidores de Jesús, ya que es descendiente de él.

� Con Abram comienza propiamente la historia del pueblo de Israel que será el pueblo elegido, de entre todos los pueblos de la tierra, hasta la instauración del “Nuevo Pueblo” de Jesús, la Iglesia Universal, a la que están llamados todos los pueblos de la tierra para formar la gran familia de los hijos de Dios.

� Abram tuvo que aceptar incondicionalmente. Eso mismo se nos sigue pidiendo hoy.

MOTIVACIÓN

� Compartir con los padres el relato: “La Hormiguita negra”, que se encuentra al final del encuentro, realizando la dinámica que allí se detalla.

PUNTOS PARA DESARROLLAR EL ENCUENTRO Abraham, padre de los creyentes

(Gén. 12, 1 – 6) “…Partió pues, Abraham,

como se lo había dicho Yahvé”.

(Lc. 1, 5 - 25)

“¿Cómo puedo creer esto? Yo ya soy viejo, y mi esposa también”.

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Este título, tomado de una expresión que aparece en la liturgia (cF. Plegaria Eucarística I), indica la importancia de la figura de Abraham no solo para el pueblo de Israel, sino también para nosotros los cristianos.

Los valles de Mesopotamia, regados por el Tigres y el Eufrates, eran codiciados, por su fertilidad, por las tribus nómadas del desierto y por los pueblos circunvecinos.

Uno de estos pueblos estaba formado por grupos emparentados con los semitas. Hacia el tercer milenio vivían en estado nómada o seminómada por las riberas del Eufrates. La familia de Teraj, padre de Abraham, pertenecía a una de esas tribus.

Alrededor del año 1800 a. de C., en la entonces importante ciudad de Ur, en Caldea, cerca del Golfo Pérsico, vivió el Patriarca Abraham.

Dios eligió a este hombre para realizar su plan de salvación. Por mandato divino salió de su país hacia Canaán:

EL MUNDO BÍBLICO

ORIENTE MEDIO Y PALESTINA

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Dios dijo a Abraham : “Sal de tu tierra, de tu parentela, de la casa de tu padre, para la tierra que yo te

indicaré; yo te haré un gran pueblo…Y serán bendecidos en ti todos los pueblos de la tierra” (Gn. 12. 12, 1-3).

Abraham es un seminómada que sale de Ur, en Caldea, y se instala en Canaán;

pastor de ganado menor, es uno más entre los innumerables jefes de las tribus que emigran buscando pastos para sus ganados. La Biblia no nos cuenta muchos detalles de él que quizá hubieran halagado nuestra curiosidad, sino que se centra en la llamada que Dios le dirigió, en la promesa que le hizo y en su respuesta obediente cumpliendo la misión encomendada.

Abraham rompe con la religión politeísta de sus padres (Josué k24, 2) y rinde

culto al Dios verdadero que se le revela. El inmediato acatamiento del patriarca a la voluntad del Señor fue tal vez la razón

por la que Dios lo elige como dirigente del pueblo de la alianza. Abraham nunca discutió las órdenes de Dios. Aunque él y su esposa eran ya ancianos y no tenían hijos, aceptó la promesa de Dios de que tendrían hijos, aceptó la promesa de Dios de que tendría muchos descendientes. Después, cuando Yavé le ordenó que sacrificara a su único hijo, Isaac. Abraham obedeció otra vez sin discusión, pero Dios intervino para salvar a Isaac. Con una fe inquebrantable en el Señor, no es de sorprender que la Biblia describa a Abraham como “amigo de Dios”, la más hermosa denominación que un hombre pueda recibir. Abraham, hombre de Dios

Por haber recibido la promesa de Dios de formar una gran nación y de darle la tierra de Canaán a ese pueblo. Abraham fue reverenciado en el Antiguo Testamento como el antecesor de los israelitas, que fueron llamados “raza de Abraham" (Is. 41.8).

Al principio de su Evangelio, Mateo declara que Jesús fue descendiente de Abraham, y por doquier en el Nuevo Testamento se pone como ejemplo para todos la extraordinaria fe del patriarca. A Abraham se le considera no sólo como el progenitor de los israelitas, sino como el padre espiritual de todos los fieles, gentiles y judíos.

Por eso San Pablo escribe en la Epístola a los Gálatas: “Entended, pues, que los que viven de la fe, ésos son los hijos de Abraham” (Gál. 3.7). En la parábola del rico Epulión y Lázaro, Jesús describe la envidia que el rico sintió en el infierno, cuando Lázaro, el mendigo, fue “llevado por los ángeles al seno de Abraham”. (Lc. 16.22).

Es innegable que el encanto de la inquebrantable fe de Abraham destaca por su prominencia en el Nuevo Testamento.

San Pablo cita el Génesis y escribe en la Epístola a los Romanos: “¿Qué dice en efecto las Escritura?: “Abraham creyó a Dios y le fue contado como justicia”

La promesa hecha a Abraham y a su descendencia de que “recibirían el mundo en herencia no actúa a través de la Ley, sino de la justicia de la fe” (Rom. 4, 3).

En la Biblia (y también en el Corán, porque los musulmanes lo consideran un gran profeta), Abraham aparece como un hombre cuya vida fue un brillante ejemplo de la fe en acción, un modelo para los creyentes.

En tiempos de Abraham, la religión patriarcal es aún primitiva; no tiene leyes, ni sacerdotes, ni templos, ni solemnidades religiosas. No obstante, con Abraham comienza a realizarse la historia de la gran familia del pueblo de Israel del cual nacerá el Cristo; esta historia se prolongará a través de Cristo en la Iglesia por El fundada.

Jesucristo, pues, dará todo su sentido a la historia de Abraham y de su Pueblo. “Abraham se regocijó pensando en ver mi día” diría el Señor a los judíos (Juan 8, 56). Así se comprende que se hable de Abraham 62 veces en el N.T.

Aunque la religión de Abraham es todavía primitiva, su Dios no es un Dios lejano, indiferente a la vida de los hombres. Es, por contrario, un Dios presente, familiar, hasta el punto que pacta una alianza con su siervo y le hace una triple promesa:

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I. Tendrá una descendencia numerosa “como las estrellas del cielo y las arenas del mar”.

II. Poseerá un territorio (Canaán). III. Será una fuente de bendición para todas las naciones de la tierra

(universalismo cristiano en germen).

¿Quiénes fueron los patriarcas Bíblicos?

El Génesis nos da las líneas de descendencia desde Adán hasta los hijos de Jacob, siendo éstos los fundadores de las 12 tribus de Israel. La línea de Adán a Noé la forman nueve hombres, a los que se les llama patriarcas antediluvianos porque vivieron antes del diluvio. Ellos son: Set, hijo de Adán; Matusalén, la persona más longeva de la Biblia, y Lamec, padre de Noé. A los patriarcas que vivieron después del diluvio, descendientes de Noé, se les llama noáquidas o posdiluvianos. La Biblia enlista a estos últimos, pero habla poco de ellos hasta que llega a Abraham, quien vivió antes del segundo milenio a.C. después, el Génesis hace detallados relatos de la vida de Abraham y sus descendientes: su hijo Isaac; su nieto Jacob; sus bisnietos José, Judá y sus diez hermanos.

Por su inquebrantable fe y su obediencia incondicional es que el Señor eligió a

Abraham para hacer su alianza, “por ser yo tú Dios y el de tu descendencia ”. Y, al hacerlo patriarca de su pueblo, Dios le cambia el nombre de Abram al de Abraham.

La Iglesia, nuevo pueblo de Dios, sigue el camino d e la fe

de Abraham ya que pone su confianza en la Palabra y las promesas de Dios; reveladas en Jesús.

El concilio nos habla: Dios, creándolo todo y conservándolo por su palabra, da a los hombres

testimonio perenne de sí en las cosas creadas, y, queriendo abrir el camino de la salvación sobrenatural, se manifestó, además, personalmente a nuestros primeros padres ya desde el principio. Después de su caída alentó en ellos la esperanza de la salvación con la promesa de la redención y tuvo incesante cuidado del género humano, para dar la vida eterna a todos los que buscan la salvación con la perseverancia en las buenas obras.

En su tiempo llamó a Abraham para hacerlo padre de un gran pueblo al que luego instruyó por los patriarcas, por Moisés y por los profetas para que lo reconocieran como Dios único, Salvador prometido, y de esta forma, a través de los siglos, fue preparando el camino del Evangelio. (Dei Verbum 4).

� Enriquecemos el encuentro con el CATIC. Leer incisos: 59, 60 y 61. � Revisamos la ficha de los niños y aclaramos dudas.

ORACIÓN Señor: Echando una mirada al inmenso mundo de la tierra de los hombres, tengo la impresión de que muchos ya no esperan en Ti Yo mismo hago mis planes, trazo mis metas y pongo las piedras de un edificio del cual el único arquitecto parezco ser yo mismo. Dame, Señor la convicción más profunda de que estaré destruyendo mi futuro siempre que la esperanza en Ti no estuviere presente. Haz que comprenda profundamente que, a pesar del caos de cosas que me rodea, a pesar

de las noches que atravieso, a pesar del cansancio de mis días, mi futuro está en tus manos y que la tierra que me muestras en el horizonte de mi mañana será más bella y mejor. Deposito en tu Misterio mis pasos y mis días porque sé que tu Hijo y mi Hermano venció la desesperanza y garantizó un futuro nuevo porque pasó de la muerte a la vida. Amén

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LA HORMIGUITA NEGRA (Un diminuto personaje nos muestra lo bello y gratificante que es hacer la voluntad de

Dios)

Había una vez una hormiguita negra, en una noche negra, sobre una piedra negra. Y Dios la veía. Y Dios la llamó: -¡Hormiguita! -Aquí estoy, Señor- respondió ella. -Hormiguita –Dijo Dios-, quiero que me construyas un edificio igual al museo nacional. -Está bien, Señor, asintió la hormiguita. Y se puso a pensar: “Si el Señor quiere un edificio como el museo nacional, lo primero será saber cómo es el museo… MANOS A LA OBRA Una hormiguita, ustedes ya saben, es demasiado pequeña para abarcar de un ojeada el gran edificio. ¿Cómo hacer? Sus patitas y sus antenas, una hormiguita no tiene otra cosa había que utilizarlas en cumplimiento del mandato de Dios. Allá se fue a recorrer palmo a palmo, moldura por moldura, la fachada del enorme caserón, hasta tener perfectamente clara en la memoria una “fotografía” infinitamente reducida del aspecto exterior del museo. Tardó en ello ocho meses. “Ahora planos”, se dijo ilusionada la hormiguita. Y a movilizar otra vez antenas y patitas para recorrer por dentro y por fuera toda la planta del edificio y quedarse con un planito, a escala infinitesimal, dentro de su negra cabecita. Esta vez tardó casi tres años en la empresa. El problema siguiente era encontrar el terreno apropiado: un terreno que midiera exactamente los millones de pasitos de hormiguita al cuadrado que eran necesarios para realizar sus planos. Fue difícil. Un año entero recorrió terrenos hasta dar con uno que le sirviera. Y siguió con gran entusiasmo Pero ya estaba ahí. La hormiguita negra podía comenzar. Y empezó, sí señor. Primero trazando una línea que dibujara sobre el terreno los trazos generales de la construcción. A veces el viento demasiado fuerte, a veces los paseantes despreocupados, la obligaban a rehacer una parte del dibujo…pero al final sintió que su esfuerzo iba a ser recompensado, podía empezar a excavar los cimientos. Y a ello se puso llena de entusiasmo. Esta tarea le pareció más fácil, más afín con su oficio de construir hormigueros: con sus patitas aflojaba terrones diminutos y los depositaba fuera de los límites de su “plano”. Pronto una serie de montículos iba marcando el avance de los trabajos. De nuevo la llamó el Señor Habían transcurrido cinco años y llevaba ya excavada una zanja de unos diez centímetros, cuando la hormiguita volvió a oír la voz de Dios: -Hormiguita, llamó El. -Aquí estoy, Señor, respondió ella, como la primera vez. -Hormiguita, te pedí que me construyeras un edificio parecido al museo nacional. -Sí Señor, informó la hormiguita: Ya aprendí la fachada, saqué los planos, encontré el terreno y estoy empezando a cavar los cimientos… Entonces Dios sonrió.

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Hormiguita, estoy contento de ti Yo haré lo demás. UTILIZACIÓN PASTORAL

Leer con atención y detenimiento el relato.

� ¿De qué trata lo que acabamos de leer? � ¿Cuál fue la respuesta de la hormiguita al llamado de Dios? � ¿Cómo y en cuántas etapas llevó a cabo su pedido? � ¿Cuáles fueron las dificultades que se le presentaron y cómo las

solucionó? � ¿Qué sentimientos creen ustedes experimentó nuestra hormiguita ante

la empresa que le encomendara Dios? � Y nosotros… ¿cómo habríamos reaccionado? ¿qué actitud tomamos

frente a los desafíos que nos presenta la vida? � ¿Qué respuesta de fe estamos dando al llamado que Dios nos ha hecho?

� Después de 20 minutos, plenario.

60

1º Año de Confirmación Encuentro Nº 7: “La Obediencia de Abraham”

Objetivo: - Descubrir que Dios siempre cumple sus promesas si

tenemos fe en Él.

CITAS BÍBLICAS

� En este encuentro nos proponemos: Ayudar a descubrir que quien obedece a Dios y cumple sus mandamientos, muestra que lo ama y es bendecido por él.

TENER PRESENTE

� Dios cambió el nombre de Abram, cuando le dijo: “Te llamarás Abraham porque serás Padre de una muchedumbre de pueblos”.

� La obediencia a Dios, favorece siempre a quien obedece, porque Dios no necesita del hombre pero éste sí necesita totalmente de Dios.

� La petición hecha por Dios a Abraham no es para que mate a su hijo, sino para mostrar la riqueza de la obediencia y que él no quiere sacrificios humanos, como era costumbre en muchos pueblos paganos.

� La obediencia de Abraham hace que el Señor ratifique la Alianza que había hecho con él. Isaac es el principio del cumplimiento de la promesa hecha por Dios, porque de dos ancianos, como Abraham y Sara, sólo Dios puede hacer surgir la vida.

� Abraham estaba rodeado de personas que adoraban ídolos (dioses falsos) y, por consiguiente, estaban alejados de la fe en el Dios único y verdadero.

MOTIVACIÓN

� Dividir a los padres en grupos tres grupos y repartir las siguientes citas Bíblicas buscando en ellas, ejemplos de fe. Que nos ayuden a ver “La Confirmación” como un paso importante en el crecimiento de la fe:

(Gén. 15, 1 – 6)

(Gén. 22, 1 – 14) “…Tu heredero será un hijo tuyo

nacido de tu sangre…” “…no me negaste a tu hijo, el único

que tienes”.

(Lc. 1, 26 - 38) “Darás a luz un hijo, al que le pondrás

por nombre Jesús”. “…Hágase en mi lo que has dicho”.

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o Lc. 2, 52; 1 Cor 13, 11 – 12 o Sant 2, 14 – 20; Lc 1, 26 – 38. o Gn. 15 1 – 6; Gn.22 1 – 14 o Gn 4, 3 – 4 (Abel); Gn 6, 13 – 22 (Noé) o Gn 17, 16 – 19 (Sara); Gn 5, 24 (Enoc) o Gn 12, 1 – 4 (Abraham); Éx 2, 2; Éx 2, 11 – 15 (Moisés).

� Luego invitar a los padres a conversar en el grupo y a trabajar sobre

sus propios crecimientos personales a lo largo de la vida. � Es importante que puedan descubrir los grandes y pequeños cambios

que han ido realizando a medida que han ido creciendo. � Pedir que el grupo realice en base a lo conversado una línea de

crecimiento, partiendo desde la niñez y llegando a esta etapa en la que están viviendo su tercer año de catequesis.

� Después de 25 minutos. Plenario.

� Iluminamos las experiencias compartidas en el grupo, haciendo una

pequeña síntesis de lo que significa crecer para todas las personas, de las dificultades y alegrías que vamos encontrando en ese proceso. Nos centramos en el tema de la fe, que también va creciendo en nosotros, acompañando paso a paso nuestro crecimiento.

� Presentamos la Catequesis de Confirmación como un paso importante

en el crecimiento de la fe de nuestros niños, ya que con la recepción de este sacramento concluye la iniciación en la fe cristiana, comenzada en el Bautismo.

PUNTOS PARA DESARROLLAR EL ENCUENTRO

La llamada de Dios a Abrahán y su respuesta de fe marcan el principio de una epopeya que culminará con la venida de Dios a este mundo en Jesucristo. (Dei Verbum 3). La predicación, muerte y resurrección de Jesús fijan para siempre el mensaje que Dios da al hombre, un mensaje de vida eterna. Este es el destino del hombre según el plan de Dios al que el hombre puede decir que si o que no.

Si leemos el capítulo 12 hasta el capítulo 15 del libro del Génesis, podremos ver que es una lectura fácil y muy agradable que nos lleva a un mundo muy diferente del nuestro, con una cultura y unas costumbres muy particulares. Podremos ver también cómo Dios va formando a un hombre de fe y, poco a poco, le prepara para sus designios sobre la humanidad entera. La vida de Abrahán se va hilvanando con pruebas y trabajos con los que Dios le afianza en su fe, preparando así a un pueblo del que saldrá el salvador del mundo.

Lo más importante que Abrahán nos ofrece es que se fía de Dios y cree en su

Palabra. Se siente llamado y vive en la seguridad de que, pase lo que pase, Dios cumplirá su promesa. Llamamos a Abrahán Padre de los creyentes porque respondió y, de alguna manera, dio paso a que Dios interviniera en la historia

“Para reunir a la humanidad dispersa, Dios eligió a Abraham llamándolo “fuera de

su tierra, de su patria y de su casa”, para hacer de él “Abraham”, es decir, “el padre de una multitud de naciones”. “En ti serán benditas todas las naciones de la tierra”. (Gn 12,3). (CATIC 59)

“El pueblo nacido de Abraham será el depositario de la promesa hecha a los patriarcas, el pueblo de la elección, llamado a preparar la reunión un día de todos los hijos de Dios en la unidad de la Iglesia; ese pueblo será la raíz en la que serán injertados los paganos hechos creyentes” (CATIC 60).

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Abraham debió sentir miedo ante tantos y tan graves acontecimientos y Dios le

anima con otra visión: “No temas, Abrán; yo soy tu escudo y tu paga será abundante” (GN 15, 1). Son palabras que alientan a Abrahán, y que también deben alentarnos a nosotros. Abrahán pone sus dudas delante de Dios insistiendo: “Señor, ¿de qué me sirven tus dones si soy estéril y Elizer de Damasco será el amo de mi casa?” (GN 15,2). Según la legislación babilónica, basada en el código de Hamurabi, a falta de hijos era el siervo más respetado quien heredaba las propiedades del difunto. Dios responde a Abrahán: “No te heredará ése; un salido de tus entrañas te heredará”. (Gn 15, 3). Y le invita a alzar la vista a las estrellas y contarlas: “Así será tu descendencia” (Gn 15, 5).

La Biblia es escueta en la reacción de Abrahán: “Abrán creyó al Señor y se le

apuntó a su haber” (Gn. 15, 6). Dios reconoce el mérito de Abrahán. Este texto lo usa San Pablo para probar que la fe en Dios es lo que hace al hombre justo delante del Señor y no el haber observado la Ley mosaica (Rom 4, 13). Pero, como vemos, la fe de Abrahán es el determinante de su conducta. Y ya nos dirá Santiago mucho más tarde que la fe sin obras está muerta. (Santiago 2, 26).

El momento culminante de esta “educación en la fe” de Abraham por parte de

Dios es cuando Dios le pide que le sacrifique su hijo. Por fin ha nacido el heredero a través del cual se van a realizar las promesas y sin embargo Dios le pide que se lo ofrezca en sacrificio (Gn. 22). Dura prueba para este hombre que una vez más en silencio y sin oponer ninguna resistencia – aún en medio de la más completa oscuridad- se fía de Yahvé y obedece ciegamente. Dios, que le había pedido el sacrificio del corazón, rehúsa el sacrificio de hecho, y en pago de esta fe y de esta obediencia colma de bendiciones a Abraham.

La carta a los Hebreos comentará: “Por la fe, Abraham, sometido a la prueba

presentó a Isaac como ofrenda. Pensaba qué poderoso era Dios aún para resucitar de entre los muertos” (Heb. 11, 17 – 19). Es la fe desnuda, despojada de todo apoyo o seguridad humana, colgada sólo de Dios y de su palabra.

Abraham y los cristianos: Todo lo que hemos visto nos descubre que está plenamente justificado el

calificativo que la liturgia d a Abraham como “nuestro padre en la fe”. El es fundamental no solo en la tradición judía, sino también en la cristiana (e igualmente como decíamos en el encuentro anterior para los musulmanes).

En el N.T. encontramos la afirmación de que con la venida de Cristo Dios a

visitado y redimido a su pueblo cumpliendo así “el juramento que Juró a nuestro padre Abraham” (Lc. 1, 72-73.54-55). De hecho, Cristo es llamado “Hijo de Abraham” (Mt. 1,1) y Él es según San Pablo “la descendencia” a la que se referían las promesas hechas a Abraham (Gál. 3, 26 – 29). Pero no somos herederos de las promesas de una manera mágica o automática, sino que es necesario que imitemos la misma actitud de fe de Abraham: “Tened, pues, entendido que los que viven de la fe, esos son los hijos de Abraham” (Gál. 3, 7). Por eso Abraham es presentado como modelo de fe para el cristiano (Rom 4, 18 – 25); una fe que acepta la palabra de Dios, que se somete a Dios, que acepta los planes de Dios aunque sean misteriosos y desconcertantes y de ese modo acoge a Dios mismo y su salvación.

En definitiva, las actitudes de Abraham que la Biblia resalta son perennemente

válidas; más aún, son la condición indispensable para colaborar con Dios en su obra salvadora y para que se realice eficazmente la historia de la salvación: si, la historia de acción salvadora de Dios comienza con la fe y la obediencia de Abraham, un nuevo acto de fe (“dichosa tú que has creído porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá”

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(Lc. 1, 45); y un nuevo acto de obediencia “he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra” (Lc. 1, 38). Los de María, darán inicio a la etapa decisiva de la salvación de Dios en Cristo; y nuevos actos de fe y de obediencia (los nuestros) harán posible que la obra de la salvación se extienda en el tiempo y en el espacio.

La virtud de la fe La fe es la virtud por la cual aceptamos a Dios ante todo con la mente asintiendo

a cuanto Él nos ha revelado sobre sí mismo o con miras a nuestra salvación, y que se halla contenido en la sagrada Biblia o en la Tradición de la Iglesia.

La fe no se estaciona en un plano puramente conceptual y especulativo, lleva, por su propia dinámica, a una entrega total e incondicional de la persona y de la vida de Dios.

En ambos aspectos conocimiento iluminativo y adhesión vital la fe encuentra su último fundamento en la Palabra infalible y en el poder y amor infinitos de Dios. En ella está la raíz de toda gracia y salvación.

Actitudes y pecados contrarios a la fe.

� El ateísmo “Humanista ”: que exalta absurdamente la autonomía del hombre hasta el punto de negar su dependencia respecto de Dios.

� El ateísmo “Marxista” : para quien Dios es una quimera con que se consuela el hombre socialmente oprimido, y que éste debe rechazar para no alienarse o adormecerse en su lucha por la liberación.

Evidentemente quienes rechazan, con mala conciencia y voluntad, a Dios,

incurren en un pecado de gravedad extrema, ya que se apartan de la verdad suma y del sumo Bien.

Son también pecados contra la fe: la herejía , que consiste en la negación pertinaz de alguna verdad revelada por Dios y proclamada por la Iglesia, por ejemplo: “La divinidad de Cristo”, “la Inspiración de la Sagrada Biblia”, “La inhabilidad del Papa”, etc. El cisma , que es la ruptura con la comunión de la Iglesia por negación o rechazo de la autoridad ministerial de sus pastores legítimos; y la apostasía , que es el abandono total de la fe cristiana.

¿Qué es la fe? Una vez los apóstoles dijeron a Jesús: Auméntanos la fe. Él respondió: “si

tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí arráncate de raíz y plántate en el mar, ella lo obedecería” (Lc. 17, 5-6).

La fe es la aceptación plena de Jesús salvador. Por ello la fe salva. “Tu fe te ha

salvado. Vete en paz” (Lc. 7, 50), mereció escuchar la mujer pecadora. Porque cala hasta lo más profundo del hombre, por eso la fe cura siempre la enfermedad más profunda: “el pecado”. Pero esa aceptación plena de Jesús no ha de ser una aceptación mental. Sino una aceptación cordial de Él, una entrega total y confiada a su persona, a su palabra, a su poder salvador, a su muerte y resurrección.

La fe puede sufrir tentaciones y sucumbir, es por ello que no podemos descuidar

el apoyo fundamental que Cristo mismo nos enseñó para que nuestra fe no desfallezca: “El Gran Medio de la Oración”, tal como San Alfonso nos lo dice en el libro que el escribiera y que lleva este título.

“Sin oración, según los planes ordinarios de la Providencia, serán inútiles las

meditaciones, propósitos y promesas. Si no rezamos, seremos infieles a las luces recibidas de Dios y a las promesas que hayamos hecho en el corazón.

Y la razón de todo esto es que para hacer actualmente el bien, para vencer las tentaciones, para ejercitarnos en la virtud. En una palabra: para observar totalmente

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los mandamientos de Dios, no bastan las luces recibidas, ni las consideraciones y propósitos que hayamos hecho. Se necesita sobre todo la ayuda actual de Dios, y esa ayuda no la concede Dios sino al que reza y, en la oración persevera hasta el fin”. (San Alfonso María de Liborio “El gran medio de la Oración”).

Por lo visto, la fe es como un ser vivo. Crece o decrece. Por lo mismo, se la debe

cultivar. Para ello hay que extirpar toda planta extraña que invada su suelo, las peores son: el orgullo de los malos teólogos, la rebeldía de los falsos profetas, y la murmuración contra los pastores de la Iglesia. Pero, sobre todo, a la fe hay que regarla. Y, especialmente por la oración. Como los apóstoles le dijeron a Jesús, también hoy nosotros necesitamos decirle con fuerte clamor. “Aumenta nuestra fe”.

� Revisamos la ficha de los niños y aclaramos dudas.

� Leer incisos 144 y 145 del CATIC

ORACIÓN

Señor:

Estamos llenos de anhelos, llenos de deseos, Llenos de expectativas.

Algunos se realizarán; muchos no, Pero en medio de todas nuestras satisfacciones y decepciones,

Confiamos en Ti. Sabemos que nunca nos dejarás solos y que cumplirás tus promesas divinas. Aún cuando parezca que las cosas no siguen nuestro camino, sabemos que

Siguen el tuyo y que, finalmente, tu camino es el mejor camino para nosotros. ¡Oh, Señor! Refuerza nuestra esperanza, en particular cuando nuestros

Numerosos deseos no se cumplan. Nunca dejes que olvidemos que nombre es Amor.

Amén.

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1º Año de Confirmación Encuentro Nº8: “Dios llama a Moisés”

Objetivo: - Descubrir que Dios siempre nos llama para que nos

encontremos con Él

CITAS BÍBLICAS

� En este encuentro nos proponemos: “Destacar la riqueza y la importancia del encuentro de cada hombre con Dios.

TENER PRESENTE

� Moisés es el primer legislador (que da leyes) del pueblo de Israel y vive aproximadamente 1300 años antes de Cristo.

� Su nombre “Moisés” (salvado de las aguas), indica ya el milagro que Dios hace con él y la misión posterior que le va a encomendar. Es educado en la corte del Faraón, rey de Egipto. De ahí la formación que tiene, aunque nunca pierde su personalidad hebrea.

� Por defender a un hebreo y matar a un egipcio tiene que huir de la corte del Faraón y marcha al desierto, donde va a tener un gran encuentro con Dios.

� El Pueblo de Dios vivía su esclavitud y sufría terriblemente la opresión de los egipcios. Dios sale al encuentro de su pueblo, en la persona de Moisés.

MOTIVACIÓN

� Cuestionario:

• ¿Conocen algún desierto? (Escuchar). La soledad ayuda a pensar más y

hace al hombre más reflexivo. En el silencio es más fácil encontrarse con Dios, que en el ruido. El ruido desconcentra, el silencio, centra.

(Éx. 3, 1 – 10)

“Yo soy el Dios de tus padres… Te envío para que saques de

Egipto a mi pueblo”.

(Mt. 11, 26 – 27) “Nadie conoce al Padre sino el

Hijo…”

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• ¿Alguien tiene experiencia de algún retiro espiritu al? En los retiros silenciosos se tiene experiencia de Dios, porque Dios habla a la conciencia del hombre, que es como su gran sagrario, y éste es invitado a responder.

• En la Biblia hay muchos pasajes donde el desierto es el lugar del encuentro del hombre con Dios. ¿Recuerdan ustedes algunos pasajes donde el desiert o aparezca en la Biblia como lugar de encuentro del h ombre con Dios?

• Nuestros campos son un poco “como desiertos”, por la inmensidad, y el

hombre de campo mira mucho al cielo porque de él viene casi todo lo que favorece al campo: sol, lluvia… ¿Será más fácil para el hombre de campo el encuent ro con Dios?

PUNTOS PARA DESARROLLAR EL ENCUENTRO La descendencia de Abraham

Al morir Abraham en Canaán (Gén. 25, 7 – 10), Dios renovó su promesa con

Isaac y Jacob. Las familias seguían bajo las negras tiendas beduinas de piel de cabra. Un día, acuciados por el hambre y aceptando la invitación de José, que

gobernaba en Egipto en calidad de gran visir, el pequeño pueblo de Israel (sobrenombre dado por Dios a Jacob) emigró a Egipto, probablemente entre los años 1700 y 1600. Las fértiles tierras de Gossen, situadas al nordeste del delta del Nilo, les permitían criar buenos ganados y recoger abundantes cosechas.

Pero al cabo de largo tiempo “alzóse en Egipto un nuevo rey que no conocía a José" (Éx., 1, 8), (seguramente Ramsés II), es decir que no tuvo en cuenta sus servicios. Este rey, ante la preponderancia que en número y poder iban adquiriendo los hijos de Israel, cambió de política y el pueblo hebreo fue reducido a la esclavitud.

El Génesis termina con la muerte de José y la lamentable situación de sus hermanos de raza.

SARA (Esposa)

ISAAC (Hijo de Sara)

ABRAHAM

REBECA (Esposa de Isaac)

ESAÚ

JACOB (Llamado por Dios Israel)

HAGAR (Esclava)

ISMAEL (Hijo de Hagar)

JOSÉ

(Hijo predilecto de Jacob, vendido por sus hermanos y futuro gobernador de Egipto )

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MOISÉS: Caudillo, legislador y profeta

En este encuentro veremos el libro del Éxodo, palabra que significa “partida” o

“salida”. Son cuarenta capítulos que relata la liberación de los hijos de Jacob, ahora llamado el pueblo de “Israel”, de la cautividad de Egipto, su alianza con Dios en el monte Sinaí y el comienzo de su marcha por el desierto hasta llegar a la tierra prometida. Los judíos llaman a este libro “shemot”, que quiere decir “nombres”, la primera palabra de la obra.

Los estudiosos estiman que Israel, permaneció en Egipto unos 430 años, los

suficientes para que esa familia de 70 personas se convirtiese en todo un pueblo, unido por su fidelidad al Dios de Abrahán, Isaac y Jacob. Durante esos 430 años que permanecieron en Egipto crecieron y se multiplicaron en un país que, al principio, les había dado la bienvenida, pero que ahora los ignora y muy pronto acabará por someterlos a una esclavitud inhumana.

Por aquel entonces los monarcas egipcios estaban más que preocupados por la numerosa población no egipcia que vivía en el país. La situación en la frontera de Canaán era delicada ya que los pueblos nómadas del norte, allende las fronteras naturales de Egipto, se habían sublevado contra el poder del faraón cuyos dominios nominalmente se extendían hasta Siria.

Ramsés II fue el que se lanzó a la construcción de ciudades de almacenaje, inmensas fortalezas con las que quería contrarrestar los ataques enemigos.

El redactor pone en boca del faraón estas palabras: “Mirad, los israelitas se están volviendo mas numerosos y fuertes que nosotros; vamos a vencerlos con astucia pues si no crecerán; y si se declara la guerra, se aliarán con el enemigo” (Éx. 1, 9 – 10). Y “Nombraron capataces que los explotaban como cargadores en la construcción de las ciudades granero Pitón y Ramsés” (Éx 1, 11); Pitón, “la casa del dios sol” y “Pi Ramsés”, la “ciudad de Ramsés”, dos magníficas ciudades, verdadero orgullo de Egipto, situadas en los ramales orientales del delta del Nilo y punto de arranque de la ruta hacia Canaán.

La opresión era dura, pero “cuanto más los oprimían, ellos crecían y se propagaban más” (Éx 1, 12) y, sigue diciendo el redactor, “les impusieron trabajos penosos, y les amargaron la vida con dura esclavitud, imponiéndoles los duros trabajos del barro, de los ladrillos y toda clase de trabajos del campo” (Éx. 1, 13 – 14). En aquel entonces se acostumbraba a dar semejantes trabajos solo a prisioneros, humillación que los israelitas jamás aceptaron. Acostumbrados a la vida libre del pastoreo, mal podían avenirse a los trabajos forzados, propios de esclavos, que exigía el faraón.

Una segunda medida adoptada por el faraón fue controlar los nacimientos. La

orden a las comadronas era clara: “cuando asistáis a las hebreas y les llegue el momento, si es niño lo matais, si es niña la dejais con vida” (Éx 1, 16). Ésta es una maniobra a la que siempre se ha acudido, y se sigue acudiendo, por motivos económicos o políticos. Pero la respuesta de las comadronas también fue clara: “Respetaban a Dios, y en vez de hacer lo que les mandaba el rey de Egipto, dejaban con vida a los recién nacidos” (Éx. 1, 17). De poco les valió la excusa de que las mujeres hebreas eran más fuertes que las egipcias, porque el faraón ordenó a sus hombres: “Cuando les nazca el niño, echadlo al Nilo; si es niña, dejadla con vida” (Éx, 1, 22).

Fue en este tiempo cuando un hombre de la tribu de Levi tuvo un hijo a quien la

madre ocultó por tres meses. “No pudiendo tenerlo escondido por más tiempo, tomó una cesta de mimbre, la embadurnó con barro y pez, colocó en ella a la criatura y la depositó entre los juncos, a la orilla del Nilo” (Éx 2, 3). Una hermana del niño observaba la cesta desde la distancia a ver qué pasaba. Fue la hija del faraón quien, al bajar a bañarse al río, vio la cesta, una criada la recogió del agua y se la llevó.

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El niño luego fue llevado a la corte donde la princesa lo adoptó siendo ya mayor, dándole el nombre de Moisés.

Pasaron los años y Moisés creció en la corte del faraón, recibiendo la educación

de un príncipe egipcio. No se sabe cuándo se enteró de sus orígenes hebreos, pero un día, vio a un egipcio maltratar a un hebreo al que el redactor llama “uno de sus hermanos” (Éx 2, 11). Moisés “miró a un lado y a otro, y viendo que no había nadie, mató al egipcio y lo enterró en la arena” (Éx. 2, 12).

El faraón da órdenes de prender a Moisés y darle muerte. Tuvo entonces que huir de Egipto a través del desierto y buscar refugio en Madián (Sinaí), al otro lado de la frontera. Se casa en esta región con una tal Séfora, de la que tuvo su primer hijo.

Vivía como pastor en la familia de su suegro, el jeque- sacerdote Jetró. Durante esta época medita profundamente la Revelación que Dios hizo a Abraham, padre de los patriarcas.

Un día oyó la voz de Dios que le llamaba desde una zarza en llamas. Moisés, descalzo y con el rostro cubierto, escucha la orden Divina: “Yo te envío a Faraón para que saques a mi pueblo, a los hijos de Israel, de Egipto” (Éx, 3, 10), y dirás de Mi a los hijos de Israel: “Yo soy el que soy”.

� Explicación de las cuatro letras “YHVH”, tetragrama que se lee: “Yahvé”

La palabra Yahvé no indica ningún atributo de Dios, sino que es el mismísimo nombre de Dios tal y como fue revelada a Moisés en el episodio de la zarza ardiente.

“Al revelar su nombre misterioso de YHWH, “Yo soy el que es” o “Yo soy el que soy” o también “Yo soy el que yo soy”, Dios dice quién es y con qué nombre se lo debe llamar. Este Nombre Divino es misterioso como Dios es Misterio. Es a la vez un Nombre revelado y como la resistencia a tomar un nombre propio, y por esto mismo expresa mejor a Dios como lo que El es, infinitamente por encima de todo lo que podemos comprender o decir; es el “Dios escondido” (Is 45, 15), su nombre es inefable, y es el Dios que se acerca a los hombres”. (CATIC 206).

El caso es que la lengua hebrea se escribe sin vocales. Las pronuncian pero

nunca las escriben. Algo parecido a nuestra manera de escribir los nombres de las ciudades en los billetes de avión. Se escribe Bs.As, pero decimos Buenos Aires: BCN, pero decimos Barcelona; se escribe SLT, pero decimos Salta.

Lo más curioso es que, por respeto al nombre de Dios y a que algunos rabinos empezaron a enseñar que pronunciar el nombre de Dios acarreaba un castigo eterno, la pronunciación de YHVH cayó en desuso. Al llegar a esa palabra, se inclinaba la cabeza, se hacía una pausa y proseguía la lectura.

Es de verdad un ejemplo muy hermoso de reverencia al nombre de Dios, pero, con el correr de los siglos y de tanto no pronunciar YHVH, se olvidaron de cómo eran las vocales y, cuando quisieron recuperarlas, los que leían la escritura ya no sabían cuáles eran.

Fueron unos sabios judíos, entre los siglos VI y X después de Jesucristo, quienes empezaron a escribir la lengua hebrea con vocales. Fue toda una novedad, pero una ayuda muy grande para quienes no sabían leerla bien.

Idearon una suerte de puntos y rayitas que ponían por encima, dentro o por debajo de las consonantes. La palabra YHVH los frenó. Ni ellos sabían qué vocales poner. Entonces se les ocurrió tomar las vocales de la palabra “Adonai ”, que quiere decir “Señor” , y las intercalaron entre las consonantes de YHVH. Y así fue como se creó la palabra ficticia Yehovah, en castellano Yahvé o Yavé. Los cristianos proclaman la divinidad de Jesucristo dándole el título de “Señor”, “Adonai”.

“Por respeto a su santidad el pueblo de Israel no pronuncia el Nombre de Dios.

En la lectura de la Sagrada Escritura el Nombre revelado es sustituido por el título

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divino “Señor” (“Adonai”, en griego “Kyrios”). Con este título será aclamada la divinidad de Jesús: “Jesús es Señor”. (CATIC 209).

Hoy día los judíos de origen español, cuando llegan a YHVH, por lo genera lo

sustituyen por “Hashem” que en hebreo quiere decir “El Nombre ”, mientras que los judíos originarios del Este europeo dicen sin más “Adonai”, el Señor. Siempre hay modos de salvar el escollo.

El significado de YHVH es “Yo Soy”. Dios reveló este nombre a Moisés diciéndole: “Yo soy el que Soy” . Esto dirás a los israelitas: “Yo Soy me envía a vosotros” (Éx. 3, 14).

Los expertos dicen que la raíz de esta palabra es un verbo, HYH, que significa “ser”, con el matiz de que dura, algo así como “el que será porque es”. En nuestro idioma escribimos Yahvé o Yavé, la forma admitida hoy día, pero que resultaría pretencioso considerar como exacta.

Cuando los Testigos de Jehová comenzaron sus actividades a finales del siglo pasado, no se llamaban Testigos de Jehová, sino Miembros de la Sociedad. Usaban las traducciones inglesas de la Biblia de aquel tiempo que decían que el nombre de Dios era Jehová. Es por eso que Joseph F. Rutherford, el sucesor de Charles T. Russell, fundador de los testigos, cambió el nombre de la Sociedad a Testigos de Jehová, pero no se dio cuenta de que así estaba proponiendo como revelado por Dios un error filológico, la palabra Jehová. (Filología: ciencia que estudia un idioma y las manifestaciones espirituales a que sirve como medio de expresión. Particularmente: estudio científico de la gramática y lexicografía de un idioma).

Los Testigos de Jehová hoy día reconocen la equivocación.

� Revisamos la ficha de los niños y aclaramos dudas.

� Como complemento leer: incisos 62, 203, 205, 206, y 209 del CATIC . Oración Cuando tú mismo Pongas a prueba mi fe, Y me hagas marchar Por entre la niebla más cerrada, Borrada toda vereda ante mí: Por mucho que mi paso vacile, Haz que mi mirada Tranquila e iluminada, Sea un testimonio viviente De que te llevo conmigo, De que estoy en paz. AMEN

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1º Año de Confirmación Encuentro Nº9: “La Pascua y el Éxodo”

Objetivo: -Valorar el sentido de la libertad que Dios nos regaló.

-Recordar el sentido de la pascua Cristiana.

CITAS BÍBLICAS

� En este encuentro nos proponemos: “Ayudar a comprender que Dios siempre interviene para salvar a los que creen en él, aunque humanamente no se vea con claridad.

TENER PRESENTE

� Dios siempre quiere ayudar al hombre porque nos ha creado para que seamos felices con él, pero no en todo momento, entendemos claramente su modo de actuar. En todos los momentos de la historia, Dios estuvo cerca del hombre, como está hoy., el pueblo Hebreo tenía conciencia de la presencia de Dios y vivía oprimido injustamente en Egipto. Invocó a Dios y éste lo escuchó.

� Muchas veces, en nuestro orgullo, nos negamos a invocar a Dios, porque creemos que todas las soluciones las tenemos nosotros. Ponemos como “Dios” el poder, el tener, el placer, la técnica o la ciencia y queremos encontrar en ellos todas las seguridades para nuestra vida. De este modo, negamos a Dios.

(Éx. 8, 14 – 16)

(Éx. 12, 21 – 27) (Éx. 14, 5 – 8)

“Deja salir al pueblo, para que vayan a adorar a Yavé en el desierto”

“Éste es el sacrificio de la Pascua para Yavé…”

“Aquel día, Yavé liberó a Israel del poder de los Egipcios…”

(Mc. 14, 22 – 25) “Ésta es mi sangre, que será

derramada por una muchedumbre”

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� El hombre, cuanto más “endiosa”, más se aleja de Dios y de los hombres. Desea convertirse en “señor” de todo y de todos, queriendo imponer su voluntad. El fruto de este modo de actuar es la desunión, la injusticia, la opresión, la dictadura.

MOTIVACIÓN

� “A”: Leer y comentar con los padres el recorte periodístico que está en la cartilla de los niños titulado: “La primera escuela para esclavos funciona en Inglaterra”.

� “B”: Dividir a los padres en tres grupos, entregándole a un grupo el recorte que

mencionáramos arriba y a los otros dos los siguientes escritos y que se encuentran al final del encuentro titulados: ¿Y el derecho a ser niños? Y Decadencia moral.

� Pedir a los padres que lo comenten y contesten el siguiente cuestionario:

1) ¿Qué tipos de esclavitud existen en nuestros días? 2) ¿Hemos avanzado desde la época de la esclavitud o hemos retrocedido?

¿Por qué? 3) En nuestra vida personal ¿hemos sentido alguna vez que somos

esclavos? En caso afirmativo enumerarlas.

� Después de 25 minutos. Plenario.

PUNTOS PARA DESARROLLAR EL ENCUENTRO El precio de la libertad.

“Los “salvos”, aquellos por quienes Dios había obrado “prodigios”, tendrán mucho tiempo para meditar en esta libertad. Lo tendrían a través de aquellos caminos que no terminaban de conducir al lugar de la alianza y que menos aún les condujeron a la hermosa tierra prometida. Estas personas no nos dejaron su pensamiento. Pero el libro de las experiencias se ha escrito para que nosotros las conozcamos y vivamos como ellos, en compañerismo fraternal, como un pueblo, en medio del ornato terriblemente desnudo, pero sin mentiras ni engaños, por los caminos que conducen a Dios” (G. Auzou).

Moisés, electrizado por su misión sobrenatural y por el sentimiento fraternal,

siguiendo el mandato de Yahvé, decide liberar a su pueblo de la esclavitud y conducirlo hacia Canaán, la Tierra Prometida.

A partir de ese momento, se nos revela como uno de los hombres más geniales y vigorosos de la historia universal. Es el Mediador entre Dios y su pueblo, el profeta, el legislador, el “gran conductor de hombres”.

¿Quiénes salieron de Egipto? “Una parte de las doce tribus y una multitud abigarrada. Y decimos “una parte de

las doce tribus”, pues se admite actualmente que algunos grupos de Israelitas ya habían vuelto a Canaán, tal vez con ocasión de la expulsión de los hicsos del año 1560 a.C. incluso se admite como probable que algunas tribus del norte de Palestina nunca habían bajado a Egipto. Y cuando decimos “una multitud abigarrada” (Éx 12,38), es decir un amasijo de egipcios y extranjeros, gente oprimida que aprovecharon la ocasión para escoger la libertad (Lev. 24,10). Estos extranjeros adheridos a Israel son el primer germen de la universalidad del pueblo de Dios, el cual

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quedó plenamente constituido cuando en Siquén todos juntos aceptaron a Yavé como su Dios y renovaron solemnemente la alianza del Sinaí” (A. Vidal).

Con la ayuda extraordinaria del Dios Yahvé, Señor de la naturaleza (recordemos

que todas las plagas o desastres, menos la muerte de los primogénitos egipcios, guardan relación con fenómenos naturales que se producen en Egipto. No obstante esto, hubo una intervención especial de la Providencia en el modo de servirse de la naturaleza para conseguir la salvación de su pueblo, doblegando al faraón (Éx.12 -14)), en un momento crítico para la existencia misma de su pueblo; aprovechando el fuerte viento seco del Este, vadeó con su gente el brazo del mar Rojo (o mar de los Juncos como lo llama la Biblia) que, según parece, estaba formado por tierras pantanosas de los Lagos Amargos, actualmente desaparecidas por las obras del Canal de Suez. Así consiguió llegar a la península de Sinaí y liberar a su pueblo de la opresión Egipcia.

El paso de Yahvé hiriendo a los primogénitos egipci os y el paso del mar Rojo significará siempre la liberación del pueblo y será recordado con la celebración de la Pascua ( Éx 12 al 14),

Sin embargo, no se dirigió directamente a Canaán por la ruta de los filisteos (costa mediterránea), que estaba fuertemente vigilada, sino que se desvió hacia el sur, siguiendo el deseo de Dios, para ofrecer sacrificios en el lugar sagrado. Después de algún tiempo, la caravana de fugitivos acampó frente a la montaña del Sinaí.

Moisés, el amigo de Dios, “recibió” de Yahvé la Ley (Éx. 19 y ss). Yahvé pactó la Alianza con el caudillo y su pueblo; alianza que estaba condicionada a la fidelidad de éste. En adelante “Yahvé será su Dios e Israel será su pueblo”.

Este es el momento en que se decide para siempre el destino de Israel. La revelación de Dios (= teofanía) constituye el mayor de los acontecimientos

religiosos del pueblo hebreo (la proclamación de la Alianza de Dios con su pueblo por medio de Moisés) con todas las consecuencias que esta revelación supone: las prácticas y normas de vida o comienzo de la Ley. (Éx. 20, 3).

No se podrá valorar suficientemente lo que el mundo debe a este histórico momento.

Pero el pueblo, siempre débil, influido por su larga permanencia en Egipto, cae en la idolatría, y llevado por el hambre y la dureza de vida, tiende al descontento y a la rebelión. Mas Moisés impondrá con energía a aquel “pueblo de cuello tieso” la Ley del Señor (Éx. 32 y 33).

La numerosa caravana reemprende su marcha hacia el norte. Organizados intentan conquistar Canaán, pero son derrotados por los adversarios, pues sus “murallas se alzaban hasta el cielo”. (Deutm. 1, 28).

Las huestes hebreas se repliegan y plantan sus tiendas en el bello oasis de Cadés – Barnea, en el norte de la península de Sinaí, donde permanecieron muchos años. Durante esta prolongada estancia, desaparece una generación y surge otra nueva que se prepara para el asalto a Canaán, con la formación de una conciencia nacional y religiosa.

En estos largos años Moisés formará, de una masa informe y heterogénea de fugitivos, un verdadero pueblo. El desierto de Sinaí fue pues, el crisol donde se formó la nación de Israel. Este pueblo tiene ya su Dios, su Ley, su unidad; pronto tendrá también su territorio. (Leer incisos 62, 63, 1169 y 1334 del CATIC).

El desierto: realidad y simbolismo “Libertad, espacios inhóspitos, soledad…, eso es lo que tienen ante sí aquellos

cautivos. Atrás quedaron las fértiles riberas del Nilo y la civilización más grande de entonces. Expuestos a todos los peligros, caminaron de allá para acá en busca de oasis. Hambre y sed, picaduras y guerras, van a poner a prueba su voluntad de ser libres. Cuando pasen los años, y las generaciones siguientes recuerden aquellos cuarenta años simbólicos del desierto, lo verán como el lugar de idilio entre Dios y su pueblo, la época en que Dios los enamoró y ellos respondieron amorosamente. ¿Acaso

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fueron las cosas bonitas? No lo creas. Su caminar fue duro y penoso. Hubo claroscuros donde se mezclaron confianza e incredulidad, abrazos e infidelidades, victorias y derrotas, optimismo y cobardías. El desierto fue una larga y dura lucha por la supervivencia, hecha de encuentros y abandonos con su Dios, idealizado cuando pasó al recuerdo”. (E. Gallego).

Pero Dios no concederá a Moisés pisar su suelo, como castigo por haber dudado de El

(Núm. 20, 12). Antes de morir, distribuirá de antemano el territorio a las doce tribus; contemplará nostálgicamente, desde la cumbre del Nebo, en la región de Moab, la Tierra Prometida, regada por el Jordán y defendida por la ciudad amurallada de Jericó; bendecirá a cada una de las doce tribus y se entregará en manos de Yahvé entonando un cántico a su gloria (Deut. 32 a 34).

Así como los Patriarcas tomaron de Mesopotamia y de Canaán algunas ideas y ritos, del mismo modo la religión mosaica recibe influencias de Egipto: el clero o clase sacerdotal, el Arca de la Alianza (símbolo del trono o lugar de Dios), legislaciones civiles normas para el culto, ornamentos religiosos, etc.

El pueblo nómada, camino de la Tierra Prometida, es figura de la Iglesia, Pueblo de Dios, que peregrina trabajosamente, pero con segura esperanza, hacia el cielo. El cristiano debe vivir esta mística del nomadismo.

La figura de Moisés adquiere un relieve especial en la historia de Israel. Por eso, no es

extraño que la Biblia le dedique nada menos que los cuatro libros del Génesis: EL ÉXODO narra la salida de Egipto y la Alianza de Dios con su pueblo en el Sinaí. Nos enseña:

1. Cómo Dios escogió a los hijos de Israel para su plan redentor. 2. Su bondadosa y omnipotente providencia probada c on prodigios. 3. Su sabiduría y santidad que se manifiesta de alg ún modo en las leyes

morales y religiosas, de una perfección superior a la de cualquier pueblo de la antigüedad. (Éx. 20 al 23 y 25 al 31).

Este libro tiene particulares relaciones con el N.T.:

� La Alianza o Testamento del Sina í es “tipo” o “figura” de la Nueva Alianza o Nuevo Testamento (1Cor. 10, 1-11).

• Su Mediador, Moisés , es tipo de Cristo. • El “pueblo sacerdotal y la nación santa” (Éx. 19, 6) es tipo del pueblo cristiano

que goza de la Promesa (1 Pedro 2, 5). • La celebración de la Pascua o del Paso (= paso del ángel exterminador y paso

del mar Rojo) con el cordero pascual es, tipo de la pascua de Cristo, Cordero de Dios, por cuyo paso (= pascua) de este mundo al Padre, de la muerte a la resurrección, nos liberó a toda la humanidad de la esclavitud del pecado y de la muerte. (Juan 1. 36; Rom. 6, 18)

• El maná es tipo de la Eucaristía (Juan 6, 18).

En la liturgia cristiana se hallan influencias de la religión mosaica: por ejemplo:

• El pan sin levadura de la Liturgia Eucarística nos recuerda la noche del Éxodo. • Los Mandamientos del Decálogo y los principios de justicia y caridad que se

contienen en este libro tienen una actualidad perenne. En suma, el libro del Éxodo supera a cualquier otro del A. T.

EL LEVÍTICO: Expone los deberes de Israel en relación con el culto y recoge

numerosas prescripciones, rituales y ceremoniales, religiosas y morales. Las funciones sacerdotales, tan importantes en la vida del pueblo hebreo, pertenecen exclusivamente a la tribu de Leví; (la tribu de Israel que fue elegida para ejercer el ministerio sacerdotal en medio de su pueblo) de allí proviene el nombre de Levítico.

El libro de los NÚMEROS prosigue el relato de la marcha por el desierto, desde el Sinaí hasta las llanuras de Moab. Su narración tiene en cuenta la vida particular de

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las doce tribus bajo las normas de la alianza. En este cuarto libro se hallan también algunas prescripciones rituales y morales, así como la consagración de los levitas y sus deberes y derechos sacerdotales. (Cap. 3, 8 y 18).

EL DEUTERONOMIO viene a ser como el testamento espiritual, en forma de oratoria, que Moisés dirige a su pueblo antes de morir para que permanezca fiel a la Ley revelada. Su nombre significa “segunda ley” puesto que la repite y complementa. (cc. 4, 5, 6, 12 al 26).

El desierto: experiencia de vida. “La marcha de Israel a través del desierto es una imagen de fe. Las experiencias

vividas allí por los israelitas son ejemplo y amonestación para los bautizados. También es modelo para la fe la marcha de Abrahán a través del desierto “sin saber adónde iba”. El desierto es el lugar de máximo riesgo para el hombre. Y en tal riesgo, ha de acreditarse la fe. Allí no hay garantías ni seguridades. Se cuenta sólo con la promesa de Dios. La fe no tiene lugar fijo y permanente. Deja tras sí el pasado y se prepara para lo que está por venir. El creyente está, pues, en camino. Debe avanzar a través de la oscuridad y el distanciamiento divino, a través de los desiertos y seguridades de la vida”. (A. Grabner-Haider).

Los acontecimientos del éxodo son como un espejo en el que todos nos

podemos contemplar. Al hacerlo, vemos claro cómo aquel pueblo en marcha tuvo que tomar el pulso al

desierto antes de penetrar en la tierra de promisión. Y su recorrido a través de la aridez se antoja digno, no tanto de penuria y frustración. De hecho, sólo quien curte su espíritu en la soledad del yermo podrá instalarse en el oasis de la libertad.

Hoy todo ser humano suspira por alcanzar su tierra de promisión. Y tal anhelo suele traducirse en planes y proyectos. Pero, al tratar de ponerlos en práctica, topa con el muro de su cautiverio existencial (angustia, pobreza, marginación). Ello le hace suspirar aún más por las delicias de la libertad. Pero para llegar a la meta, antes se ha de andar el desierto.

Por ello nos cuesta tanto soltar las amarras que nos atan a nuestro cautiverio. También nosotros nos sabemos esclavizados por nuevos faraones de Egipto y queremos ser libres. Pues bien, el pueblo elegido nos garantiza que la libertad será quimera mientras no atravesemos nuestro propio mar (caos, zozobra y angustia). ¿Cómo hacerlo? ¡Dejándonos guiar por Dios!

¿Qué hacer? El creyente ha de tener claro que sólo rompiendo los hechizos de la esclavitud (indolencia, conformismo, resignación…), será libre. Y ello exige, por supuesto, un duro combate forjado en la aridez. Por eso la tradición convirtió el éxodo en símbolo de acrisolamiento (purificación). Sólo quien en él se acrisola, consigue su libertad.

� Revisamos la ficha de los niños y aclaramos dudas.

ORACIÓN Maestro: Te rogamos que seas nuestro socorro y nuestro protector. Salva a los oprimidos, y a los humildes dales misericordia. Levanta a los caídos y muestra tu rostro a los que están en la miseria. Digna sanar a los débiles y guía a los extraviados de tu pueblo. Te rogamos, Señor misericordioso, que perdones nuestros pecados Y nos libres de nuestras faltas y errores. Dirige nuestro caminar a fin de que vayamos hacia la santidad del corazón

Y que llevemos a cabo lo que es bueno y agradable a tus ojos. Si Maestro, haz resplandecer en nosotros tu rostro, Protégenos con tu mano todopoderosa, Danos paz y concordia, a nosotros y a todos los hombres de la tierra; Sólo tú puedes hacerlo y también puedes darnos cosas mucho más grandes. Que todas las naciones sepan que tú eres el único Dios, Y Jesucristo es tu Hijo, y nosotros tu pueblo. Amén . (San Clemente I)

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¿Y EL DERECHO A SER NIÑO?

“La OIT (organización internacional del trabajo) estima que existen alrededor de 250

millones de niños y niñas entre los cinco y los catorce años de edad trabajando en todo el mundo, y de ellos, 120 millones trabajan una jornada completa. Se calcula que 80 millones trabajan en las peores formas de trabajo infantil. La gran mayoría de estos niños y niñas trabaja en actividades agrícolas, y el mayor empleador individual de niñas es el trabajo doméstico. Alrededor del 70% de los niños y niñas que trabajan desempeñan trabajos no remunerados para sus familias, bien sea para el hogar o en pequeñas empresas, en áreas rurales o urbanas.”

Cuando leemos estos datos se nos estremece el corazón al pensar en el destino que

merece todo niño, tan lejano a esta crueldad. E inmediatamente se nos presentan los rostros de tantos chicos que vemos a diario en la calle, en los subtes, trenes o micros repartiendo lo que sea para obtener unas monedas. Y entonces pensamos también en los rostros de la sociedad que permite tan sucio manejo de la vida de estas criaturas, y en aquellos que los explotan, producto también ellos de la misma sociedad injusta. La Convención de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre los Derechos del Niño (CDN), de 1989, llamó la atención internacional y nacional acerca de que los temas relacionados con la infancia son temas de derechos humanos. A esta consideración le siguió la Convención Nº 182 de 1999, de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), proclamando el derecho de niños y niñas a ser protegidos de las prácticas perjudiciales y explotadoras.

La OIT, cuya sede se encuentra en Ginebra, Suiza, enfatizó que se requiere acción inmediata de las autoridades competentes con medidas que deben tener carácter de urgencia.

Reconocen que las causas del trabajo infantil no pueden solucionarse de la noche a la mañana, y que hay una gran variedad de factores implicados, incluyendo la pobreza, la discriminación, y el acceso insuficiente a la educación.

Las principales disposiciones de estas organizaciones consisten en aclarar cuáles situaciones deben clasificarse como las peores formas de trabajo infantil, así como especificar qué deben hacer los gobiernos para prohibirlas y eliminarlas. Entre las primeras, destacamos:

a) “Todas las formas de esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud, tales

como la servidumbre por deudas, el tráfico de niños/as y el reclutamiento forzoso u obligatorio de niños/as para utilizarlos en conflictos armados”.

b) “La utilización de niños/as para fines de prostitución y pornografía”. c) “Todos los trabajos que puedan poner en peligro la salud, la seguridad o la

moralidad de los niños”.

Ante todo lo expuesto, vuelven a rondar por nuestra mente los chiquillos de ojos tristes que caminan como autómatas por las calles o los medios de transporte, o acompañan a sus padres mendigando no sólo por dinero sino una mirada de atención de tantos transeúntes indiferentes, ya acostumbrados a esa dolorosa presencia cotidiana.

Y aún para los que queremos reparar ese daño, sentimos la impotencia y las limitadas posibilidades. En el diario La Nación del 11 de Setiembre pasado, una nota muy realista reflejó el panorama de los 2000 chicos que viven en la calle, unos explotados por adultos anónimos o su propia familia indigente, otros también víctimas de la drogadicción y de la prostitución, o adiestrados para robar.

Es urgente tener en cuenta que una sociedad se sane a en la medida en que sus

habitantes, desde pequeños, viven con la dignidad q ue su condición humana merece... Y es la sociedad misma la que debe devolv erles el derecho a ser niños.

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DECADENCIA MORAL

A fuerza de insistir sobre determinadas cuestiones, de minimizar transgresiones a las

leyes humanas, naturales y divinas, con el argumento del respeto a la libertad individual, a la expresión de las ideas, etc., etc., actitudes equivocadas y conductas pecaminosas, se van aceptando, por una parte, como algo natural o, al menos, como una cuestión que, fatalmente, no tiene remedio.

Generalizada relativización de conductas que, no só lo son contrarias a la Ley

de Dios, sino a las leyes humanas.

Frente a una situación como la que nos toca vivir en estos tiempos que corren, donde la corrupción es moneda corriente y, en el lenguaje cotidiano, a fuerza de repetir el término, va perdiendo, poco a poco, su verdadero significado, al dejar de considerarlo un mal que destruye la armonía en las relaciones humanas. Porque corrupto no es solamente el funcionario que, buscando su beneficio personal, procede en forma deshonesta. Lo es también quien engaña , quien pervierte o escandaliza , quien no cumple sus deberes para con su familia; o como empleado, como empresario, como trabajador, como autoridad, etc.

Es que determinadas conductas englobadas en un solo término, van perdiendo su verdadera gravedad. Quien engaña: miente o roba cuando le sirve para beneficiarse; quien pervierte o escandaliza mediante expresiones, actitudes, publicaciones o a través de los medios de comunicación, es un depravado que puede llegar a influir de manera nefasta en la niñez, en la juventud y aún en nosotros los adultos transformándonos en una nueva raza de esclavos. Esclavos de este tercer milenio que ya hemos comenzado.

Por eso quien no cumple adecuadamente sus deberes familiares puede llegar a destruirla, con todo lo negativo que ello trae consigo. Pero también provocan desajustes en el desarrollo armónico de las relaciones sociales, quienes no cumplen sus actividades con rectitud.

De la mano de gente obsesionada por lo sexual, prog ramas, charlas, expresiones y actitudes impúdicas penetran en los h ogares a través de la TV, la radio y la prensa.

El argumento del respeto a la libertad de expresión, permite que artistas, conductores de televisión y comunicadores sociales, obsesionados por las cuestiones relativas al sexo, expongan sus programas y sus ideas, tanto en la TV, como en la radio y numerosas publicaciones, con el evidente fin de ganar dinero, sin tener en cuenta el daño que pueden provocar, especialmente en los niños y a los jóvenes. Telenovelas, juegos, charlas, programas de confidencias que desnudan el impudor de conductores y participantes, promueven, con intención o no, la promiscuidad sexual y la destrucción del matrimonio del que hacen abierta mofa, como es dable apreciar en algunos programas de esa índole.

Un cada vez más generalizado relativismo ético, con duce inexorablemente, a proceder sin freno ni medida.

Este es, a grandes trazos, el panorama que se nos presenta, en relación con este tema de la decadencia moral, que pone en evidencia, un cada vez más generalizado relativismo ético, que conduce, inexorablemente, a proceder sin freno ni medida. Un liberalismo a ultranza, donde todo vale mientras me sirva, minimiza verdaderos delitos como los son los robos llamados “de guante blanco”, la avaricia de algunos, que sume a otros en la miseria, y la mentira que es moneda corriente en las relaciones humanas, para lograr beneficios sin medir las consecuencias que, para una de las partes pueda tener.

Será menester ponernos a trabajar, sin tregua, a fin de ayudar a quienes transitan por el camino equivocado, para que retomen la senda de la verdad que los hará libres, porque habrán de romper las cadenas que los atan a la esclavitud del pecado.

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1º Año de Confirmación Encuentro Nº10: “El Camino de la Libertad ”: “Los Diez Mandamientos ”

Objetivo: -Descubrir el sentido que tienen en nuestra vida los Diez

Mandamientos que Dios nos regaló.

CITAS BÍBLICAS

� En este encuentro nos proponemos: “Mostrar que los Mandamientos son caminos que Dios quiere que recorramos para ser felices”.

TENER PRESENTE � El recorrido por el desierto no fue fácil para el pueblo de Dios, pero fue la ocasión

providencial para que tuvieran experiencia del Encuentro con él y recibieran su Alianza.

� El tema de la Alianza es fundamental para comprender el amor de Dios por los hombres, la Alianza definitiva se hará en la cruz de Jesús, sellándola con se sangre.

� Los mandamientos, aunque se expresen la mayoría en “negativo”, no harás esto o lo otro, son el gesto positivo del amor de Dios que nos quiere viviendo siempre en amistad con él y con los hombres. Convendrá recordarlos porque algunos los tendrán olvidados.

MOTIVACIÓN

� Leer y comentar con los padres el relato: “Un puente flexible” (se encuentra al final del encuentro).

PUNTOS PARA DESARROLLAR EL ENCUENTRO

(Éx.20, 1 - 17)

“Yo soy Yavé, tu Dios, el que te sacó de Egipto

(Mt. 22, 34 – 40) Amarás al Señor tu Dios con

todo tu corazón…”

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¿Qué es la Ley? La ley puede definirse como una disposición o norma orientada al bien personal y

social y promulgada por la autoridad que tiene a su cargo una comunidad determinada. Se dan naturalmente diversos tipos de ley, cada uno de los cuales responde a la

necesidad de ordenar adecuadamente las múltiples dimensiones y actividades de la vida humana. Por ejemplo: la ley civil, eclesiástica, militar, laboral, comercial, penal, etc.

La voz de la conciencia Dios que es amor, es “a la vez la sabiduría y la ley eterna, fuente del orden moral en

el hombre y en el mundo” (Dominum et Vivificantem Nº 36). Conocer la singular grandeza del amor de Dios por el hombre, revelada en su culmen

con el misterio de la Trinidad, conduce a entender que la ley moral no es un límite a la libertad sino un don, una guía amorosa que Dios le otorga: “precisamente porque revela y propone el proyecto de Dios Creador, el orden moral no puede ser algo mortificante para el hombre, impersonal; por el contrario, respondiendo a las exigencias más profundas del hombre creado por Dios, se pone al servicio de su plena humanidad, con el amor delicado y vinculante con que Dios mismo inspira, sostiene y guía cada criatura hacia su felicidad” (Familiaries Consortio Nº 34).

Esto lleva al cumplimiento gustoso de la ley: “quien ha recibido mis mandamientos y los observa, ese me ama; y el que me ama será amado de mi Padre” (Jn. 14, 21).

En definitiva, la ley divina nos desvela la verdad sobre el bien del hombre, que es condición de su libertad: “Jesucristo sale al encuentro del hombre, también en nuestra época, con las mismas palabras: “conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Jn 8, 32). Estas palabras encierran una exigencia: la exigencia de una relación honesta con la verdad, como condición de auténtica libertad; y la advertencia de que se evite cualquier libertad aparente, cualquier libertad superficial, cualquier libertad que no profundice en la entera verdad sobre el hombre y el mundo.

“Después de dos mil años, Cristo se presenta hoy también como Aquel que trae al hombre la libertad basada en la verdad” (Redemptor hominis Nº 12).

Capacidad limitada Dentro del armonioso plan de la Creación, fruto de la voluntad amorosa del Creador,

la conciencia no genera conflictos con el orden objetivo de la ley divina, sino que es la capacidad que permite al hombre desplegar en sí mismo el proyecto divino. Toda la Trinidad se vuelca en dar este dinamismo a la criatura humana: “Dios Creador es la única y definitiva fuente del orden moral en el mundo, por El creado. El hombre no puede decidir por sí mismo lo que es el bien y el mal (no puede conocer el bien y el mal, como Dios) Dios, en el mundo creado, permanece como la primera y suprema fuente para decidir del bien y del mal, mediante la íntima verdad del ser, que es el reflejo del Verbo, el Hijo eterno, consustancial al Padre. Al hombre, creado a imagen de Dios, el Espíritu Santo da como don la conciencia, para que en ella la imagen pueda reflejar fielmente su modelo, que es juntamente la sabiduría y la ley eterna… El Espíritu, que “escruta la profundidad de Dios” es al mismo tiempo (para el hombre) la luz de la conciencia y la fuente del orden moral” (Dominum et vivificantem Nº 36). Verdad, libertad, conciencia no son piezas de un extraño rompecabezas, sino elementos sabiamente coordenados del mismo diseño divino.

La verdad de Dios no degrada al hombre, sino que lo dignifica con su amistad; la sospecha, la rebelión contra la ley de Dios, son la otra cara de haber olvidado hasta qué punto Dios ha manifestado, primero en la creación y más aún con la Redención, el insondable misterio de su Amor por la criatura humana.

La conciencia se liga inmediatamente a la dignidad personal, como lo ha enseñado el Concilio Vaticano II, precisamente porque la sostiene o la oscurece, según se abra o no a la ley divina, a la acción del Espíritu Santo: “La conciencia no es una fuente autónoma y exclusiva para decidir lo que es bueno y lo que es malo; por el contrario, tiene inscrito profundamente un principio de obediencia a la norma objetiva, que funda y condiciona la

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correspondencia de sus decisiones con los mandatos y prohibiciones que están en la base del comportamiento, como se transparenta desde las primeras páginas del libro del Génesis” (Gn. 2, 9 – 17).

Proclama la Verdad La conciencia no oculta la verdad sino que la proclama: “fruto de la recta conciencia

es, ante todo, llamar por su nombre al bien y al mal”. En realidad, es ella actúa la acción salvífica del Espíritu Santo: “convirtiéndose en “luz de los corazones”, el Espíritu Santo “convence de pecado”, o sea hace conocer al hombre su mal y, al mimo tiempo, lo orienta hacia el bien”. Sólo cuando el hombre fuerza su conciencia y se cierra al Espíritu, cuando rechaza el perdón del Padre y la sangre del Hijo “que purifica la conciencia de sus obras muertas” (Heb. 9, 14), este dinamismo se apaga. Por eso “la Iglesia no cesa de implorar a Dios la gracia de que no venga a menos la rectitud en las conciencias humanas, que no se atenúe su sana sensibilidad ante el bien y el mal; rectitud y sensibilidad profundamente ligadas a la íntima acción del Espíritu de verdad”.

La Ley Mosaica. Ahora bien: el hombre, debido a múltiples condicionamientos tanto personales como

ambientales, yerra con frecuencia a la hora de valorizar moralmente sus propios actos, toma por bueno lo que es malo y viceversa.

Dios, en el designio paternal de acompañar al hombre en su itinerario histórico, se aproximó a él para darle a conocer con mayor explicites y seguridad la ley natural, y, a la vez orientado hacia una nueva dimensión que concernía al proyecto de salvarle y hacerle entrar en comunión de gracia con El.

Como ya hemos visto, Dios comenzó a realizar este designio salvador valiéndose de Israel, el pueblo de su elección, a quien, por mediación de Moisés, confió el Decálogo en el monte Sinaí. (Leer Éx. Cap. 19 y 20- Deum-cap 5).

A partir del acontecimiento salvífico del Sinaí, la ley natural quedaba respaldada por la palabra autorizada de Dios e investido de un valor sagrado. El decálogo no contenía, por supuesto, toda la ley natural, pero sí sus instancias fundamentales, mandatos y prohibiciones que, a la vez que marcaban límites a la conducta personal y social abrían cauce dinámico al desarrollo progresivo de la conciencia moral del hombre.

La Ley Evangélica La Ley Mosaica, que había sido una pedagogía provisoria destinada a conducir a los

hombres a Cristo es reemplazada por el propio Cristo, “La Ley Viva”, que viene a inaugurar un nuevo régimen de gracia en espíritu y libertad. (Jn 1, 17) (Gál. 1, 3, 23 – 25).

Cristo como nuevo Moisés, llega investido de poderes reales, por los que es conductor, legislador y juez del nuevo pueblo de Dios.

La Ley Mosaica se hallaba sintetizada en el Decálogo, la Ley Evangélica se halla cifrada en las “Bienaventuranzas”.

JESUS llamó a sus discípulos a conocerlo, amarlo y seguirlo. A trabajar junto con él en el servicio de los demás y de su Reino, a “vivir con él”; es decir, a imitarlo en su estrilo de vida.

Imitar el estilo de vida de Jesús no significa copiarlo, su vida y misión son únicas; además vivió circunstancias diferentes a las nuestras, los desafíos concretos que enfrentó fueron diversos, y el tipo de sociedad y cultura en que vivó no eran las nuestras.

Imitar el estilo de vida de Jesús significa inspirarnos en sus valores, actitudes y criterios. Estos los encontramos a través de los evangelios. Y de manera privilegiada, el espíritu que animó su vida y que dejó en herencia a sus discípulos, los encontramos en las bienaventuranzas.

Las bienaventuranzas condensan los valores del Reino, y la imagen del Dios de ese Reino. Por eso penetrarlas y asumirlas es un don del Espíritu, y supone ser un creyente del evangelio.

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Las bienaventuranzas no se comprenden sin las promesas de Dios y sin una gran esperanza en el porvenir; las bienaventuranzas implican que sus destinatarios vivan ciertas condiciones; en ellas Jesús, no felicita a todos o a cada uno. Suponen que se vivan ciertas condiciones objetivas de aflicción (bienaventuranzas de San Lucas. (Lc. 6, 24 – 26)) O ciertas disposiciones de espíritu (bienaventuranzas de San Mateo (Mt. 5, 3 – 12)). Suponen un estilo de vida evangélico, ellas nos ofrecen un programa de vida cristiana, según el evangelio.

Nos muestran al Dios en el cual creemos y al cual adoramos y seguimos, es el Dios de las bienaventuranzas. Un Dios que ama con predilección y que se pone al lado de los pobres, los afligidos, los perseguidos injustamente, los que el “mundo” rechaza y desprecia. Un Dios tolerante, de larga paciencia, manso y humilde en su actuar. Un Dios misericordioso, que sabe perdonar indefinidamente y que es solidario con sus hijos más débiles y necesitados.

Un Dios que desea ardientemente el advenimiento de la santidad y los valores de su Reino en la tierra, y que nos llamó a colaborar en esta tarea compartiendo esta su hambre y su sed. Un Dios, en fin, al que podremos ver tal cual es, y cuya experiencia en la tierra nos es adelantada, a causa de Cristo, en la noche luminosa de la contemplación.

La ley de la Iglesia No siempre nos encontramos en condiciones inmejorables para interpretar la voz

auténtica del Espíritu, más en un mundo en el que “soplan también otros espíritus que no son el de Cristo” (J.Daniélou). De ahí que debamos mantenernos en relación fraternal y disciplinada con la comunidad creyente y, en especial, con sus pastores autorizados, quienes, poseyendo una garantía por la del a presencia del Espíritu, están en condiciones de discernir su llamado auténtico.

El Papa (sucesor de Pedro), y los obispos (sucesores de los apóstoles), ejercen en nombre de Jesús, el servicio jerárquico de gobernar, legislar y juzgar, orientando a la grey creyente a fin de realizar, en comunión de espíritu, la voluntad de Dios.

Las leyes sancionadas por la Iglesia se hallan recopiladas en el Código de Derecho Canónico, revisado a norma del Concilio Vaticano II (1962 – 1965) y promulgado por Juan Pablo II el 25 de enero de 1983.

El Mandamiento del Amor Los evangelios y el Nuevo Testamento nos enseñan, sin ningún género de duda, que

el prójimo, sin exclusión, es una categoría religiosa; es decir, que tiene que ver directamente con Dios y con el camino de su Reino.

Jesús nos da “el mandamiento (no el consejo) evangélico”, afirmado y reiterado por el mismo Cristo, del amor al prójimo. Para Jesús ésta es su exigencia principal, la marca de fábrica de la identidad cristiana. “Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros. Que como yo os he amado, así también os améis unos a otros. En esto reconocerán todos que sois mis discípulos: en que os amáis unos a otros” (Jn. 13, 34 – 35). Estas palabras en la última cena no hacen sino explicitar de manera solemne una exigencia en que Jesús ha insistido desde el inicio de su predicación. Especialmente fuerte es la primera carta de San Juan al abordar el tema (1Jn. 2, 7 – 11; 3, 10 – 20): “Os lo doy como mandamiento nuevo porque ciertamente fue novedad en Jesucristo t tiene que serlo también en vosotros. Si alguien pretende estar en la luz y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas. El que ama a su hermano permanece en la luz. Al amar nosotros a nuestros hermanos hemos comprobado que hemos pasado de la muerte a la vida. El que no ama permanece en la muerte”.

Así debemos amarnos los unos a los otros, porque Dios nos ama y nos amó primero y nos muestra ese amor enviando a Jesucristo a sacrificarse por nosotros. (1Jn 4, 11 – 12)”Si Dios nos ha amado de este modo, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros, Dios está en nosotros, y su amor en nosotros es perfecto”.

“Quien ama al prójimo ya cumplió toda la Ley.Porque los mandamientos: No cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no darás falso testimonio, no codiciarás, y

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cualquier otro, se resumen en éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no hace mal al prójimo. Por lo tanto, el amor es la plenitud de la Ley”. (Rom 13, 8 – 10)

La libertad de los Hijos de Dios El Evangelio es claro: los nuevos creyentes de Cristo no somos esclavos de la Ley

sino hijos de Dios. Y tenemos el derecho y el deber de actuar en calidad de tales, rescatados de la esclavitud del viejo régimen, a la vez que del pecado y de la muerte, en virtud de la sangre redentora de Jesús. (Rom. 7, 6; Gál. 4, 4 – 5).

Si la observancia de la ley dejara de ser una respuesta filial, y nos retrotrajéramos a una actitud de esclavos, malograríamos el don generoso de Dios, desvirtuaríamos profundamente el Evangelio y perderíamos identidad para realizar nuestra vocación cristiana.

El don de la libertad que Dios nos concede a la par de la gracia de la adopción filial, entraña. Desde luego, su riesgo. No es extraño, pues, que en los escritos del Nuevo Testamento se nos exhorte a ejercer dicha libertad con rectitud y autenticidad.

Dice San Pablo: “Ustedes, hermanos, han sido llamados para vivir en libertad, pero cuidado con tomar la libertad por pretexto para satisfacer los deseos carnales” (Gál. 5, 13).

A su vez San Pedro dice: “Procedan como hombres verdaderamente libres, obedeciendo a Dios, y no como quienes hacen de la libertad una excusa para su malicia” (1Ped. 2, 16).

El ejercicio de la libertad que Dios nos concede y exige en relación con El, presupone que asumamos plenamente nuestra condición de hijos. En otras palabras: no se trata simplemente de que seamos libres, sino de que lo seamos con la libertad de los hijos de Dios. Porque corremos el peligro de seguir alimentando un alma de esclavo, podríamos hacer un uso egoísta de muestra libertad.

La Novedad de la fe bíblica: El Mandamiento del Amo r a Dios (Carta Apostólica Deus Caritas Est). Benedicto XVI. En este “primer mandamiento” se halla expresada ante todo la nueva imagen de

Dios. En las culturas que circundan el mundo de la Biblia, la imagen de Dios y de los dioses, al fin y al cabo, queda poco clara y es contradictoria en sí misma. En el camino de la fe bíblica, por el contrario, resulta cada vez más claro y unívoco lo que se resume en la palabras de la oración fundamental de Israel, la Shema: “Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno” (Dt. 6,4). Existe un solo Dios, que es el Creador del cielo y de la tierra y, por tanto, también es el Dios de todos los hombres. En esta puntualización hay dos elementos singulares: que realmente todos los otros dioses no son Dios y que toda la realidad en la que vivimos se remite a Dios, es creación suya. Ciertamente la idea de una creación existe también en otros lugares, pero sólo aquí queda absolutamente claro que no se trata de un Dios cualquiera, sino que el único Dios verdadero. El mismo, es el autor de toda la realidad; ésta proviene del poder de su Palabra creadora. Lo cual significa que estima a esta criatura, precisamente porque ha sido El quien la ha querido, quien la ha “hecho”. Y así se pone de manifiesto el segundo elemento importante: este Dios ama al hombre.

La historia de amor de Dios con Israel consiste, en el fondo, en que El le da la Torah, es decir, abre los ojos de Israel sobre la verdadera naturaleza del hombre y le indica el camino del verdadero humanismo. Esta historia consiste en que el hombre, viviendo en fidelidad al único Dios, se experimenta a sí mismo como quien es amado por Dios y descubre la alegría en la verdad y en la justicia; la alegría en Dios que se convierte en su felicidad esencial.

El amor apasionado de Dios por su pueblo, por el hombre, es la vez un amor que perdona. Un amor tan grande que pone a Dios contra sí mismo, su amor contra su justicia, el cristiano ve perfilarse ya en esto, veladamente, el misterio de la Cruz: “Dios ama tanto al hombre que, haciéndose hombre él mismo, lo acompaña incluso en la muerte y, de este modo, reconcilia la justicia y el amor”.

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� Para finalizar este encuentro diremos, que como hemos visto en los encuentros anteriores, en los cinco primeros libros de la Biblia (Pentateuco) está comprendida la Ley, la cual no es sólo el Decálogo, sino las numerosas leyes complementarias relativas a la vida religiosa, moral e incluso higiénica.

Por las diferencias de estilo, las repeticiones y la falta de orden en los relatos del Pentateuco, pueden distinguirse en su texto actual varios estratos literarios que son el resultado de varios ciclos de antiguas tradiciones:

a) La tradición Yahvista (J), llamada así porque designa a Dios con el nombre de

Yahvé. Su forma literaria es viva, imaginativa y de un profundo contenido doctrinal sobre Dios y el hombre. (p.ej, Gén. 2, 4 – 25; Éx. 11, 4 – 8). Quizá se escribió, por lo menos lo esencial, a partir del reinado de Salomón, en Judá.

b) La tradición Elohísta €, que llama a Dios con la palabra Elohim, es de una moral superior, más sobria en su forma literaria y probablemente posterior a la Yahvista (p. ej., Gén. 21, 6 – 32); Ex. 1, 15 – 22). Al parecer tiene su origen en las tribus del reino del norte.

c) La tradición sacerdotal (P), Priesterkodex o Código Sacerdotal, nace durante el exilio de los israelitas y se caracteriza por sus leyes y su espíritu litúrgico (Génesis 1; Núm. 1 al 10) Abarca una quinta parte del Génesis, las dos terceras partes de los Números, la mitad del Éxodo y el Levítico íntegro.

d) La tradición Deuteronómica (D), de estilo amplio y oratorio, fija su atención principalmente en varias ideas: Dios elige, entre todos los pueblos, a Israel; el pacto o Alianza está condicionado a la fidelidad del pueblo a la Ley y al culto en su único santuario.

� Revisamos la ficha de los niños y aclaramos dudas.

ORACIÓN Los Diez mandamientos del Dios de la Vida

I. Creerás que Dios es el Dios de la Vida, que desea la vida en abundancia para todos y no la muerte.

II. No utilizarás el nombre del Dios de la Vida, para atentar contra la vida de nadie. III. Agradecerás a Dios la vida y la celebrarás como un gran don y una tarea. IV. Defenderás la vida amenazada y honrarás a los que te han dado vida. V. No matarás, de ningún modo, la vida, pues la vida es de Dios. VI. Amarás y gozarás la vida sin egoísmos.

VII. No te apropiarás de los bienes que han sido creados para que todos vivan. VIII. Compartirás la vida con tu pueblo con toda verdad. IX. Trabajarás para que todos tengan lo suficiente para vivir. X. Pondrás tu vida al servicio de los demás, hasta arriesgar tu vida por la vida de los

otros. Estos diez mandamientos se resumen en dos: Amarás tu vida y la vida de tu pueblo como vida de Dios.

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UN PUENTE FLEXIBLE

¿Por qué ha de llover cuando salgo con un traje nuevo? ¿Por qué me acatarro cuando más necesito trabajar? ¿Por qué hay huracanes y terremotos? ¿Por qué nos visita la muerte en los que más queremos y cuando menos lo esperamos? ¿No podría la naturaleza ser un poco más comprensiva, pensar en los que sufrimos los efectos de sus vientos y de sus microbios, acomodarse un poco a nuestra situación y evitarnos crisis innecesarias? Aceptamos las leyes generales para que funcione el universo, pero ¿no podría tenerse en cuenta nuestra situación concreta en cada caso y ahorrarnos sufrimientos personales que a nada conducen? ¿No podría retrasarse un poco la lluvia, moderarse los microbios, esperar la muerte? ¿O podría ser más madre la madre naturaleza?

Una experiencia y una reflexión de Rabindranath Tagore: “Un día en que yo navegaba bajo un puente, el mástil de mi embarcación tropezó con

uno de los arcos. Mejor hubiera sido para mí que el mástil se hubiera inclinado unos cuantos centímetros, o que el puente hubiera enarcado su lomo como un gato, o que el caudal del río hubiera decrecido un poco.

Pero ni uno ni otros hicieron nada para evitar el encontronazo. Y es precisamente por ello, por la firmeza que cada cosa mantenía, por lo que yo podía servirme del río y navegar sobre él con ayuda del palo de mi barco, y por lo que podía contar con el puente cuando la corriente no era favorable”.

“Ese rigor inquebrantable de la realidad suele obstaculizar nuestros deseos y conducirnos al desastre, lo mismo que la dureza del suelo resulta inevitablemente dolorosa para el niño que se cae cuando está aprendiendo a caminar.

Y, sin embargo, esa misma dureza que le lastima es lo que hace que el niño pueda caminar sobre el suelo”

Las leyes son las leyes, y el capricho crea el caos. La Ley nos duele cuando es

contraria a nuestros intereses inmediatos, pero nos ampara en el ámbito universal de nuestra existencia. Nos encantaría que el mástil se inclinara o el puente se arqueara y evitásemos ese choque que nos va a doler. Pero, si los mástiles se doblaran y los puentes se arquearan a voluntad de cualquiera, no podríamos navegar los mares ni cruzar los ríos. Más vale el encontronazo que nos recuerda, por dolorosamente que sea, que la creación tiene sus normas, que Dios en su infinito amor y sabiduría nos dejó leyes y, en respetarlas y aceptarlas está nuestra salvación. Todos nos hemos lastimado las rodillas al tropezar y caer de pequeños, y gracias a esos rasguños podemos hoy caminar y correr por los caminos de la vida, que sabemos aguantarán nuestro paso. Aceptar el todo, aunque a veces nos mortifiquen los detalles. Así funciona el universo.

Utilización pastoral

- ¿Las leyes en nuestra vida, nos condicionan? ¿Por qué? (Escuchar). - ¿Qué sucedería si cada uno de nosotros pudiera acomodar las leyes a su

conveniencia? (Escuchar). - ¿Cómo vemos el cumplimiento de los mandamientos en nuestra comunidad? - ¿Recuerdan cuántos y cuáles son los mandamientos que nos dio Dios?

(Enumerarlos). (Escuchar). - ¿Cómo podemos corregir las desviaciones que podemos encontrar?

(Escuchar).

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1º Año de Confirmación Encuentro Nº11: “La Entrada a la Tierra Prometida ” (Introducción al libro de Josué).

Objetivo: -Descubrir que nuestra vida en esta tierra es una

peregrinación hacia nuestra casa del cielo.

CITAS BÍBLICAS

� En este encuentro nos proponemos: “Constatar que nuestra vida terrena es una peregrinación permanente hacia la casa del Padre, el cielo, y que necesitamos siempre de su ayuda.

TENER PRESENTE � La vida es regalo de Dios y debemos tratar de cumplir, durante el tiempo que

Dios nos conceda, la misión que él nos encomiende. � Cada hombre es un colaborador parcial dentro de la totalidad del plan de Dios.

Uno es el que siembra, otro el que riega y otro el que cosecha, pero a Dios le corresponde dar el crecimiento. Dios nos otorga dones y gracias que debemos administrar y compartir. Otros nos los muestra como posibles y quiere que nos esforcemos por conquistarlos. Dios hace todo lo que el hombre no puede hacer, pero no lo reemplaza en aquello que el hombre puede y debe realizar.

(Jos. 1, 1 - 3)

(Jos. 3, 14 – 16) (Jos. 6, 14, 6.20)

“…Todo el pueblo pasará contigo a la Tierra que yo doy a los hijos de Israel”

…las aguas que venían de arriba se cortaron”

…Se derrumbaron los muros de la ciudad”.

(Jn. 14, 1 – 6)

“…Volveré y los llevaré junto a mí, para que, donde

yo estoy también estén ustedes”.

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MOTIVACIÓN

� Leer y comentar con los padres el relato: “La vida merece la pena vivirla” (se encuentra al final del encuentro).

PUNTOS PARA DESARROLLAR EL ENCUENTRO Tras los comentarios que hemos hecho en los encuentros anteriores sobre los cinco

primeros libros de la Biblia, continuemos la historia de Israel. Después de pasar casi un año en el Sinaí, los israelitas estaban intranquilos y

resentidos. Mientras avanzaban hacia la Tierra Prometida, se quejaban de las penalidades del viaje. Doce exploradores fueron a Canaán y regresaron con informes negativos: dijeron que la tierra era generosa y bella, pero “devora a sus habitantes; los hombres que hemos visto son de gran estatura, ante ellos nosotros parecíamos langostas, y esa impresión tenían también ellos”. Los cananeos no sólo eran de gran talla, sino que también parecían ser mejores soldados que los israelitas.

Dios, enojado por la falta de fe del pueblo, decidió que toda la generación era indigna de conquistar la Tierra Prometida: “Todos los que han visto mi gloria y los prodigios realizados por mí en Egipto y en el desierto, no verán la tierra que yo prometí”. Dios decretó que los israelitas vagaran durante 40 años; después Él guiaría a la nueva generación, todo ello para que el mundo supiera de la falta de fe del pueblo. Sólo Caleb y Josué, que creyeron en la promesa divina, se les permitirá entrar en Canaán.

Hemos dejado al Pueblo de Dios a las puertas de la Tierra Prometida, Josué , sucesor de Moisés, se convierte por designación de éste en el nuevo caudillo y “lugarteniente de Dios”. Reúne a sus hombres y se lanza, ¡por fin!, a la conquista de Canaán. Atraviesa el Jordán, cerca de la desembocadura en el mar Muerto, y toma por sorpresa a Jericó, “la ciudad de las palmeras” y su fértil oasis, así como otras ciudadelas. Esta estratégica ciudad será en adelante como una cabeza de puente o sede de operaciones para sucesivas batallas. Estamos aproximadamente en el año 1200. Combate tras combate son derrotados los distintos reyezuelos cananeos del sur y del norte.

El cruce del río Jordán señaló la entrada oficial de los israelitas en la Tierra Prometida, y los primeros capítulos del libro de Josué realzan la enorme importancia del acontecimiento.

EL LIBRO DE JOSUÉ, narra la historia de la conquista; da la impresión de que ésta

fue rápida y triunfal. De esta manera el autor quiere poner de relieve la eficacia de la protección divina: las batallas de Israel son las batallas de Yahvé; Dios marcha a la cabeza de su pueblo. Sin embargo, la realidad, cuya visión complementaria nos da el LIBRO DE LOS JUECES, es que la conquista completa de Canaán fue una penosa y lenta labor que terminó al cabo de dos siglos, durante el reinado de David.

En este largo período, el pueblo hebreo se hace sedentario. Algunas tribus, divididas en pequeñas colonias, convivían con los cananeos, lo que hizo que llegaran, en ocasiones, a entregarse a los cultos de sus dioses (los baales).

“Josué”, es la palabra hebrea de “Jesús”, que significa “salvador”… es el libro que

nos muestra la ocupación y distribución de la “Tierra Prometida”, bajo el mando de Josué, el héroe de la gran conquista, donde se nos narran tres grandes milagros:

- El paso del Jordán (Cap. 3). - El derrumbamiento de las murallas de Jericó. (Cap. 6). - El sol, que se detiene por un día en Gabaón. (Cap. 10). (Ocurrió en la batalla

de Gabaón, hasta que Josué acabó su trabajo, “el sol se detuvo, y se paró la luna, hasta que la gente se hubo vengado de sus enemigos..casi un día entero”) (10,13).

Lo escribió Josué, como él mismo nos lo dice en (24; 26) “Josué escribió estas

palabras en el libro de la Ley”.

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Josué nació un esclavo en Egipto, y fue un conquistador en Canaán, estableciendo una comparación con Moisés podríamos decir que Moisés fue la “expectativa”: Pasó el Mar Rojo, liberó a Israel de la esclavitud, le dio una visión de fe, y les habló de la herencia de la tierra prometida, en tanto Josué fue la “realización”: Pasó el Jordán, conquistó la tierra prometida, y la repartió entre las doce tribus, con una nueva visión de fe vivida.

Yavé habló a Josué, y para su preparación personal, le dio la “Fórmula del éxito y prosperidad de la Biblia, para él, y para la vida de todos los cristianos; está en (Cap.1, 8– 9) y consta de tres partes:

1) “Que el libro de la Ley no se aparte nunca de tu boca, tenlo presente día y noche,

para procurar hacer cuanto en él está escrito, y así prosperarás en todos tus caminos y tendrás buen éxito” (1,8).

Es lo primero que tiene que hacer Josué y también cada uno de nosotros: Leer la Biblia, tenerla presente cada minuto del día y la noche… y procurar hacer los que Dios manda.

2) “Yavé, tu Dios, irá contigo adondequiera que tu vayas” (1,9): Dios está siempre al

lado de Josué, y al lado de cada uno de nosotros, si hacemos lo que Dios manda, siempre estará a nuestro lado en las batallas de la vida, en los éxitos y fracasos, en la salud y la enfermedad… y el cristiano ha de estar siempre seguro, sin miedo a nadie ni a nada.

3) “Esfuérzate, pues, y ten valor: nada te asuste, nada temas” (1,9): Cuatro veces le

repite en este capitulo esto de “esfuérzate, ten gran valor”, ten ánimo… la vida de un cristiano, con Jesús en su corazón, no se convierte en la vida de un robot… ¡hay que luchar!, hay que esforzarse, y tener valor…¡es la aventura gloriosa del cristiano en la tierra!, sin miedo a nada ni a nadie. Pase lo que pase, porque Jesús es mi capitán, y mi médico, y mi banco y mi todo. ¡y la batalla está ya ganada de antemano!

El pueblo también tuvo que “prepararse y proveerse”, porque en tres días iban a pasar el Jordán… y la preparación especial del pueblo lo resume en una palabra: ¡obediencia!”, obedecer a la autoridad, ahora a Josué, como antes obedecieron a Moisés.

Paso Milagroso del Río Jordán

Era un tiempo difícil del año para cruzarlo porque el río Jordán estaba hasta desbordarse por las aguas que bajaban en aquel entonces de las nieves derretidas del Monte Hermón, pero Dios aseguró a Josué que: “estaré contigo como estuve con Moisés”, y el pueblo siguió al caudillo.

Al cruzar el Jordán, los sacerdotes llevaban el Arca de la Alianza , que representaba el poder de Dios; y “cuando los sacerdotes que la llevaban pisaron el borde del agua”, el río se detuvo. “Las aguas que venían de arriba se pararon y se amontonaron a mucha distancia, y las aguas que bajaban hacia el mar quedaron separadas de las otras”.

Los sacerdotes que llevaban el Arca estuvieron en medio del río mientras todo Israel, entre ellos “cuarenta mil en son de guerra”, atravesaban hacia las llanuras de Jericó. Cuando los sacerdotes que llevaban el Arca salieron del Jordán “las aguas volvieron a su lecho, extendiéndose como antes, por todas las orillas”.

La separación de las aguas del Jordán recuerda el cruce del mar Rojo en tiempos del Éxodo. Una demostración anterior de la presencia de Dios en un momento decisivo. Considerado como el nuevo Moisés, Josué, con la ayuda de Dios, llevó a su pueblo a la conquista de Canaán.

Conquista milagrosa de Jericó La toma de Jericó fue el primer objetivo militar importante de Josué después de

cruzar el Jordán, una vez capturada Jericó, los israelitas podrían avanzar por el valle del Jordán y atacar otros puntos fuertes de los cananeos. Mientras planeaba su ataque, a

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Josué se le apareció un mensajero celestial, con una espada en la mano, y le dijo: “Descalza tus pies, porque el lugar en que estás es santo”, palabras parecidas a las dichas a Moisés en el libro del Éxodo.

Jericó estaba preparada para el sitio, pero los israelitas tenían otros planes para tomar la ciudad. Durante seis días, los soldados dieron una vuelta diaria alrededor de la ciudad, acompañados por siente sacerdotes con siete trompetas. “Los armados precedían a los sacerdotes que tocaban las trompetas y a la retaguardia seguía el Arca; durante la marcha se tocaban las trompetas”. El séptimo día los israelitas dieron siete vueltas alrededor de la ciudad y, a una orden de Josué, “el pueblo gritó clamorosamente y las murallas se derrumbaron”. El ejército entró en la ciudad y la demolió como señal de devoción a su Señor.

� Enriquecemos el encuentro con el CATIC.

Nº 64: por los profetas, Dios forma a su pueblo en la esperanza de la salvación, en la espera de una Alianza nueva y eterna destinada a todos los hombres y que será grabada en los corazones. Los profetas anuncian una redención radical del pueblo de Dios, la purificación de todas sus infidelidades, una salvación que incluirá a todas las naciones. Serán, sobre todo, los pobres y los humildes del Señor, quienes mantendrán esta esperanza... Nº 769: la Iglesia “sólo llegará a la perfección en la gloria del cielo” cuando Cristo vuelva glorioso. Hasta ese día. “la Iglesia avanza en su peregrinación a través de las persecuciones del mundo y de los consuelos de Dios”. Aquí abajo, ella se sabe en exilio, lejos del Señor, y aspira a reunirse con su Rey en la gloria”. La consumación de la Iglesia en la gloria y, a través de ella, la del mundo, no sucederá sin grandes pruebas. Solamente entonces, “todos los justos descendientes de Adán, desde Abel, el justo, hasta el último de los elegidos, se reunirán con el Padre en la Iglesia Universal”.

� Revisamos la ficha de los niños y aclaramos dudas.

ORACIÓN Padre: Haz que mis ojos vean lo que tú ves. Haz que mis oídos oigan el estruendo de tu voz en las ondas de lo creado. Haz que mi hablar sea un baño de palabras de néctar, que se viertan sobre las personas presas de amargura. Haz que mis labios sólo canten los cantos de tu amor y tu alegría. Padre Realiza por medio de mí la obra de la verdad. Ten mis manos ocupadas en servir a todos. Haz que mi voz esparza de continuo semillas de amor para Ti, en el terreno de los hombres que te buscan. Haz que mis pies avancen siempre por el camino de la justicia. Guíame de mi ignorancia a tu luz.

Amén

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LA VIDA MERECE LA PENA VIVIRLA

Hace un par de semanas, cuando en la tertulia de la COPE “La tarde con Cristina”, se hablaba del caso de la británica Dianne Pretty, a quien el Tribunal de Estrasburgo había denegado la solicitud de acabar con su vida, una señora, por nombre Anunciación, llamó por teléfono y dijo lo que sigue:

“He sido operada 45 veces. Tengo 52 años. Nací con una malformación congénita y mi vida ha sido un sufrimiento continuo; además desde hace ocho años, debido a un error médico, me he quedado ciega, con los ojos totalmente abiertos y sin lágrimas.

Padezco unos dolores terribles, me he convertido en un caso único en la ONCE y en el Ramón Cajal, donde me atienden. También he perdido el oído. Llevo una prótesis que me permite oír.

Padezco bastantes más enfermedades y la depresión lógica por todas estas cosas. Y, a pesar de todo, creo que la vida merece la pena vivirla, ante todo. Creo que Dios nos quiere así, y por medio de la enfermedad nos marca una pauta.

Excepto una hermana que es maravillosa conmigo, toda mi familia se ha alejado; y las entidades, todas, incluida la ONCE, se alejan también. Llame a 1112, porque dicen que es para todo; hablé hasta con el provincial, porque a mi marido le tenían que intervenir y me tenía que quedar sola. Nadie quería vivir conmigo, porque tengo que vivir a oscuras, ya que la luz me hace daño y no puedo salir a la calle; no me puede dar nada de luz.

Quien vive conmigo tiene que estar con una linterna en casa. No puedo tomar ni la sopa caliente, no puedo tomar nada. Es una vida mediatizada por completo; hasta el hablar me hace daño.

Entonces, a la señorita que me estaba atendiendo, le tuve que decir: “Oiga, ¿a qué me está induciendo? ¿A que me suicide? Pues, mire, me voy a quedar sola en mi casa, porque nadie se quiere quedar conmigo mientras operan a mi marido. Me podré caer, como muchas veces me ha pasado; me podré dar un golpe, pero voy a vivir, voy a vivir porque así Dios lo quiere.

Yo tengo mucha fe, y, desde luego, hablo con Dios, como Marcelino Pan y Vino. Así de sencillo, y Dios me ayuda, y la Virgen Santísima, y, desde luego, pienso que por algo lo habrá hecho Dios, porque a lo largo de todas estas enfermedades como he tenido de tantas cosas, Dios se me ha manifestado, de muchas formas.

En mi casa hay mucha paz. No puedo más que darle gracias a Dios. ¡Que todo el mundo pueda seguir viviendo a pesar del dolor del sufrimiento! Dios nos

ayuda. ¡La vida merece vivirla! Hasta aquí Anunciación. El testimonio de esta mujer es hermoso. Nos muestra hasta qué punto el ser humano

encaja el sufrimiento y lo transforma, aceptándolo como Cristo aceptó la muerte en la Cruz por nosotros.

Anunciación quiere vivir la vida tal y como se le presenta. No entiende el porqué del sufrimiento porque, después de todo, no hay quien lo entienda ni sepa explicar. No pide explicaciones a Dios porque sabe que el también sufrió como nadie jamás ha sufrido y quiso morir por nosotros. No pregunta a Dios: ¿Por qué precisamente a mí, Señor? No se queja diciendo: ¿Por qué has permitido esto?

Lo que sabe hacer es hablar con Dios, como Marcelino Pan y Vino, y vivir en Paz, algo que muchos no tienen y darían cualquier cosa, hasta la vida, por conseguir.

Solo sabemos que un día Anunciación estará en casa de Dios y todo habrá pasado.

Utilización Pastoral

� ¿Qué valores maneja hoy el hombre? � Como familia cristiana ¿nos preocupamos por enseñar a nuestros hijos el

verdadero valor de la vida? � ¿Somos consecuentes en nuestro modo de actuar, valorando los regalos que nos

hace el Señor? � ¿Ponemos todo de nuestra parte para corresponder a los dones y gracias que Dios

nos concede? Dios hará todo por nosotros ¿sin nuestra cooperación?

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1º Año de Confirmación Encuentro Nº 12: “Los Jueces: Samuel” (Introducción al libro de Samuel).

Objetivo: -Reconocer que Dios siempre tiene algo para decirnos, y que

debemos estar atentos para responder a su llamado.

CITAS BÍBLICAS

� En este encuentro nos proponemos: Constatar que Dios tiene siempre algo que

decirnos y que, por lo tanto, debemos estar atentos para responder generosamente a su llamado. MOTIVACIÓN

� Leer atentamente las dos citas Bíblicas a continuación comentar en forma grupal:

- ¿De qué habla?; ¿con qué imágenes? ¿Qué les dice el texto? - Indicar lo que les agrada, lo que les choca, lo que les plantea cuestiones… - ¿Quiénes son los actores? - ¿Qué es lo que hacen? - ¿Qué rostro de Dios se nos muestra aquí? - ¿Qué es lo que se espera del hombre?

TENER PRESENTE

� En todos nuestros encuentros, la Palabra de Dios debe ocupar el lugar más importante. Ella nos muestra de un modo prioritario la Historia de la Salvación.

� La Historia de la Salvación nos muestra nuestra propia historia. Nos tenemos que ver reflejados en cada uno de los personajes que intervienen en el plan de Dios y que están puestos para enseñanza nuestra.

� Lo que nos ayudará a comprender la Historia de la Salvación será el vivirla individual y comunitariamente, como pueblo de Dios, como Iglesia.

(1 Sam. 3, 1 – 10. 19 – 21) “…Habla, Señor, que tu siervo

escucha

(Lc. 14, 15 – 24)

“…Pero todos, sin excepción, comenzaron a disculparse”.

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� La Historia de la Salvación nos muestra las grandes cosas que Dios hace a favor de los hombres, y nos llama, como familia cristiana, a colaborar con él en la salvación de otros.

PUNTOS PARA DESARROLLAR EL ENCUENTRO

De los clanes más fieles a la Ley surgieron los jueces, que no eran precisamente

magistrados, sino más bien jeques valerosos, dotados de autoridad, a veces militar, que de modo esporádico reavivan la fe y administran la justicia en tiempos de paz, y que, en tiempos de guerra, se erigen en salvadores de sus tribus en sus luchas con los indígenas. Sólo dos jueces, Samuel y Débora (c. 49, debido a sus carismas proféticos, ejercieron su autoridad fuera de sus respectivas tribus.

Entre 1200 y 1000 a.C., las tribus que reconocen a Yahvé como su Dios están divididas en tres grupos: en Galilea, en las colinas del centro y al sur de Jerusalén. Mantienen entre sí un vínculo bastante elástico, sobre todo de tipo religioso. Pero a veces, cuando el peligro acecha a alguna de las tribus, surge un salvador (o juez), reúne al pueblo para la lucha, y cada uno se vuelve luego a casa tras la victoria.

En el plano religioso , los habitantes del país, de Canaán adoran al dios El, pero sobre todo a Baal, el dios de la tempestad y de la lluvia, y a Astarté, diosa de la guerra y de la fecundidad. Los israelitas, que adoran a Yahvé, sentirán frecuentemente la tentación reseguir los cultos de fecundidad practicados por los cananeos.

En un primer momento (del 1350 al 1050 a. C.), los israelitas no tuvieron reyes ni formaban un estado centralizado: se organizaron como federación de tribus libres, independientes entre sí, pero solidarias en el plano social y religioso, sobre el territorio cananeo. Se uniían para celebrar sus tradiciones tribales y culturales en los santuarios centrales de la federación (Guilgal, Siquén, quizá Siló). Se defendían mutuamente en caso de peligro y no necesitaban tener una autoridad central, un tipo de Estado organizado.

Así pudieron mantenerse muchos años. Pero hacia el 1050 surgió un gran peligro, la dispersión de las doce tribus en sus correspondientes distritos y la falta de una autoridad central, debilitó el poder nacional y la vida religiosa. Esta situación dio origen a un acentuado individualismo y a frecuentes rivalidades.

En estas circunstancias surge el ataque de los filisteos (buenos guerreros y grandes bebedores de cerveza) instalados en la zona del sur, costera del Mediterráneo. Esta raza prehelénica se adueñó, con sus armas de hierro y sus carros de combate, de la parte sur de la llanura mediterránea de Canaán, intentando la ocupación del interior del país. En ese momento los antiguos hebreos comenzaron a descubrir que la vieja estructura federal no resultaba suficiente para la defensa de las tribus. Por eso tuvieron que elegir un rey como caudillo militar, a pesar de las protestas de los más tradicionalistas que no querían admitir más rey que Dios (cF. Jue 9 y 1 Sam 8). El primero de esos reyes se llamó Saúl.

Con ocasión de estas escaramuzas aparecieron algunos jueces célebres, tales como Gedeón (cc. 6 al 8) y Sansón (cc. 13 al 16), en cuyas figuras históricas se mezcla la idealización popular.

La presencia de estos enemigos poderosos creó una situación grave para todo Israel. El peligro común reavivó el sentimiento de unidad nacional y el espíritu religioso,

dando origen al “profetismo”. Era evidente que la derrota de Israel se debía a la dispersión de sus tribus, a la falta de organización y, principalmente, a la ausencia de una autoridad central y estable.

Se imponía, pues, (como ya mencionáramos anteriormente) a ejemplo de las naciones vecinas, el nombramiento de un jefe único, de un rey.

En los DOS LIBROS DE SAMUEL, se narran la institución de la realeza y la historia de los dos primeros reyes. La asamblea del pueblo aprueba esta proposición, y el profeta Samuel – el mayor de los últimos jueces- escoge a Saúl, de la tribu de Benjamín, que es consagrado rey local (1Sam. 10). Sus brillantes cualidades como militar le procuraron señaladas victorias sobre sus enemigos, pero algunos de sus pecados y su temperamento orgulloso y desequilibrado le hicieron caer en desgracia.

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JUECES El título de “Jueces e “Shophetim”, en el Hebreo original, que tiene dos significados:

“Jueces, Gobernadores” y “Libertadores, Salvadores”. Presenta 13 jueces o libertadores que salvaron al Pueblo de 13 naciones que los

oprimían y esclavizaban, y después de liberarlos, los gobernaban y juzgaban sus disensiones… cuatro de ellos están entre los héroes de la Biblia de Hebreos 11, 32: Gedeón, Barac, Sansón y Jefté, además nos relata un “rey”, Abimelec (Cap.9). El libro de Samuel nos mostrará otros cuatro jueces: Elí, Samuel, Joel y Abijah; en total 17 jueces o libertadores.

Sus trece ciclos se repiten, y si nos fijamos bien, es la misma historia de todos los hombres, los de aquel entonces y los de ahora:

1) El pueblo peca, adora a otro Dios. 2) Yahvé lo castiga enviándole otra nación que lo oprime y esclaviza. 3) El pueblo llora su pecado, se arrepiente, enmienda, y clama a Dios. 4) Dios le envía un Libertador. 5) Hay paz, hasta que el Pueblo peca otra vez…¡ y así por 350 años!.

Ahora son doce tribus independientes, así es que cada Tribu peca por su cuenta, y

es castigada y liberada por su cuenta, así es que varios jueces se superponen. El libro de los jueces es el primer libro de la Biblia donde se menciona

específicamente al Espíritu Santo, y varias veces: • Otoniel: “El Espíritu de Yavé vino sobre él (3, 10). • Gedeón: “El Espíritu de Yavé vino y revistió a Gedeón (6, 34). • Jefté: “El Espíritu de Yavé vino sobre Jefté (11, 29). • Sansón (4 veces): “Apoderose de Sansón el Espíritu de yavè (13, 25; 14, 6; 15, 14;

16, 20). Es el libro donde encontramos algunas cosas raras, o mejor dicho fantásticas:

• A Adonisec le cortaron los pulgares de las manos y de los pies. (1, 6). • Sangar derrotó a 600 filisteos con una aguijada de bueyes (3, 31). • La señora Jael le atravesó a Sisara el cráneo con un clavo hasta el suelo (4, 21). • Jefté mató a su “única hija” por haber hecho un “voto” (11, 30 – 34). • Sansón mató a 1000 filisteos con la quijada de un asno (15, 15). • Un levita cortó el cadáver de una prostituta en 12 pedazos con un cuchillo, y mandó

cada pedazo a una tribu (19, 29).

En el primer libro de Samuel se consigna la transición entre el período de los jueces y la monarquía, a partir del capítulo ocho. El personaje central es el juez Samuel quien cumple, además, funciones de sacerdote, vidente, profeta e interventor en política.

Samuel unge al primer rey del pueblo unificado Saúl, un personaje contradictorio, poco brillante y con una personalidad un tanto “enferma”.

Por su origen, su carácter y su condición social, estos caudillos y libertadores difieren considerablemente unos de otros. Pero tienen un rasgo común: todos actúan bajo el impulso del “Espíritu”. El Espíritu del Señor se manifiesta siempre como una fuerza divina

Los héroes del libro de los jueces viven en una época de costumbres rudas e incluso bárbaras. Reflejan una moral que no es la del evangelio. Pero estos viejos relatos no están exentos de grandeza. En ellos se vislumbra la pujanza de un pueblo que lucha por sobrevivir y mantener su identidad en medio de circunstancias adversas. Y se descubre, sobre todo, la acción del Señor, que guía y defiende a Israel, a pesar de sus debilidades y claudicaciones.

Mensaje para un tercer milenio (Pág. 65 y 66).

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¿Qué significa ser cristiano? 1. Opción de vida.

“Cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee no puede ser mi

discípulo” (Lc. 14, 33), dijo Jesús a la gente que lo seguía. Jesús no anda con vueltas se es discípulo o no se es su discípulo, se lo sigue o no se

lo sigue. Así como nuestros pies no pueden caminar en dos direcciones contrarias, uno hacia

delante y el otro hacia atrás, del mismo modo nuestro espíritu no puede tener dos nortes: Jesús y el Demonio; ni dos normas de vida: el Evangelio y los criterios del mundo.

Uno de los grandes dramas del cristianismo moderno es que, con frecuencia, no significa una opción de vida. Apenas un rótulo, que sirve para que uno se encasille dentro de las grandes religiones existentes, o un puro título, pretendiendo quedar bien ante el cura o el obispo.

Nos decimos occidentales y cristianos. Y, mayoritariamente, católicos. Pero ¿cuántos son en verdad, cristianos? “Cristiano” no es una designación cultural o geopolítica. “Cristiano” significa, ante todo, seguidor de Cristo. Y ello implica adherir a su persona, a su Evangelio; inspirar en Él los misterios de vida, amoldar a Él la conducta en todas las circunstancias. En una palabra, sentirse y vivir consubstanciado con Cristo. Como decía San Pablo: “Para Mi la vida es Cristo” (Filip. 1, 21). Y, en otra carta. “Vivo, pero no yo, sino que es Cristo quien vive en mí”. (Gál 2, 20). El que ama guarda su palabra

Se equivoca quien dice que ama a Dios y no cumple sus mandamientos. Cristiano no es el que habla bien de Dios sino el que con la vida lo demuestra al mundo. Que falsedad en aquellos que se dicen cristiano no practicantes. Futbolista es quien practica el fútbol y no quien sabe mucho de ese deporte, cristiano es el que practica la doctrina cristiana.

No nos engañemos tranquilizando nuestra conciencia con falsos argumentos.

Guardar su palabra significa luchar desde que nos levantamos hasta que nos acostamos para tener como fin amar a Dios. No bastan los buenos deseos y las intenciones si no se concretan en obras.

Hay personas que todo el valor de la religiosidad lo cifran en sentimientos y

emociones, mientras que la verdades y norma de conducta pasan a segundo plano; incluso, no cuentan para nada.

Así razonan: “no voy a misa el domingo ya que no siento la necesidad”. ¿Desde

cuándo los sentimientos están por encima de la norma cristiana? O también: “no he pecado, porque no siento haber ofendido a Dios”. Esto es algo así como decir que en el Polo Norte no hace frío porque yo estoy aquí muy caliente en mi casa, y no siento los 40 grados bajo cero que allí reinan. Las cosas son como son, al margen de lo que uno sienta, y la ofensa a Dios es un hecho objetivo.

La opción por Cristo no es una simple corazonada, un grito solemne protestándole al

amor. Es, más bien, una aceptación clara de lo que Dios quiere del hombre, que Él manifestó en los diez mandamientos del amor a Dios y del amor al prójimo.

La opción por Cristo es un hecho interior. Pero se visualiza, de manera solemne y

simbólica en las promesas bautismales. Y, cada año, en la renovación de las mismas en la liturgia de la noche de Pascua.

� Enriquecemos el encuentro con el CATIC:

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Nº 27: El deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dio9s; y Dios no cesa de atraer al hombre hacia sí y sólo en Dios encontrará el hombre la verdad y la dicha que no cesa de buscar. La razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la comunión con Dios… Nº 60: El pueblo nacido de Abraham será el depositario de la promesa hecha a los patriarcas, el pueblo de la elección, llamado a preparar la reunión un día de todos los hijos de Dios en la unidad de a Iglesia. Ese pueblo será la raíz en la que serán injertados los paganos hechos creyentes. Nº 762: La PREPARACIÓN lejana de la reunión del pueblo de Dios comienza con la vocación de Abraham, a quien Dios promete que llegará a ser padre de un gran pueblo. La preparación inmediata comienza con la elección de Israel como pueblo de Dios. Por su elección, Israel debe ser el signo de la reunión futura de todas las naciones. Pero ya los profetas acusan a Israel de haber roto la alianza y haberse comportado como una prostituta. Anuncian, pues una Alianza nueva y eterna. “Jesús instituyó esta Nueva Alianza”.

� Revisamos la ficha de los niños y aclaramos dudas.

ORACIÓN Señor, dame la gracia de dejarme amar Que mi corazón se resiste Ante tanta adversidad. Señor, renueva toda mi vida Que mi ser está impaciente Por el dolor que no termina Señor sólo Tú tienes Palabras de vida eterna Dame tu respuesta En esta noche incierta Amén

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1º Año de Confirmación Encuentro Nº 13: “La Época de los Reyes”: “David”

Objetivo: -Reconocer que Dios nunca se fija en lo que podamos tener,

sino en lo que realmente somos.

CITAS BÍBLICAS

� En este encuentro nos proponemos: “Destacar que Dios no se fija en las

apariencias sino que mira el corazón”. MOTIVACIÓN

� Dividir a los padres en tres o cuatro grupos y entregarles para que lean el escrito “El Arca de la Alianza”.

� Repartir dicho escrito que ya se encuentra separado y numerado al final del encuentro junto con afiche o cartulina, (uno por cada grupo) y fibrones a fin de que puedan plasmar allí lo que se les pide al pie de los textos repartidos. Luego de 35 minutos: Plenario.

TENER PRESENTE

� El reino de Israel es teocrático (que se ejerce en el nombre de Dios). La elección de David, como segundo rey de Israel, la hace Dios rechazando a Saúl, como primer rey. En ambos casos está Samuel que es quien hace la transición de los Jueces al reino.

� Así como Saúl primero y David después, fueron ungidos (consagrados a Dios), nosotros somos ungidos en el Bautismo y en la Confirmación, también los sacerdotes al recibir el Orden Sagrado. (Son los tres sacramentos que no pueden repetirse).

(1 Sam. 16, 1 - 13)

“…No mires su apariencia ni su gran estatura…porque el hombre mira las apariencias, pero Yavé mira el corazón”.

(Flp. 2, 5 - 11)

Él, siendo de condición divina… se despojó, tomando la condición

de servidor…”

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� Esta unción con aceite era un rito, un acto religioso, una señal externa que indicaba que Dios otorgaba un don o una misión concreta a un hombre determinado.

� Nosotros fuimos ungidos en el Bautismo y los chicos lo serán en la Confirmación, como lo fuimos nosotros, si ya estamos confirmados. Seamos fieles a la misión que el Señor nos pide.

� En David, se reitera la promesa hecha a Abraham que de su casa –de su descendencia-nacería el Salvador de todos los hombres.

PUNTOS PARA DESARROLLAR EL ENCUENTRO

Muerto Saúl, David es proclamado rey de la tribu de Judá, y más tarde primer rey de todas las tribus de Israel. David es, por lo tanto, el “ iniciador de la monarquía” .

Desde los tiempos de Moisés, el pueblo no había estado unificado. Los libros de los Reyes describen acontecimientos que sucedieron desde el año 972 hasta el 561 a.C. y continúan la narración de la historia de la monarquía empezada por Saúl y David.

Aprovechando que los tres “grandes” del próximo Oriente (los hititas prácticamente desaparecidos, los egipcios y los asirios) se encuentran entonces impotentes, y apoyándose en su valor personal, David logra que lo elijan rey sucesivamente las tribus del Sur y luego las del Norte. Conquista la ciudad de los jebuseos, situada entre los dos grupos de tribus, y la convierte en la capital del nuevo reino: Jerusalén. Esto crea en Israel una nueva situación.

La historia de David: David fue polifacético:

1) Pastor de ovejas, que mató a leones y osos para defenderlas (1 Sam 16). 2) El joven vencedor del gigante Goliat (1 Sam .16). 3) Perseguido de Saúl (1 Sam 18-31). 4) Buen amigo, de Jonatán (1 Sam. 18). 5) Buen padre (2 Sam. 18-8). 6) Músico de la Corte (1 Sam. 16). 7) Poeta, escritor de 85 Salmos. 8) Rey de todo Israel (2 Sam 5-3). 9) Pastor del Pueblo (2 Sam 5. 2, 7,8). 10) Innovador del “culto”: El Arca a Jerusalén, proyecto del Templo, 24 sacerdotes,

jefes de levitas, 24 clases de cantores, porteros del Templo (1 Cro. 16-17, 24 – 26, 28).

11) Rey desterrado (2 Sam 16-18). 12) Gran general (2Sam; 1 Cro.). 13) Pecador (2 Sam. 11, 24, 1Cro. 21). 14) Arrepentido. Llorando (Salmo 51). 15) Castigado siete veces por su pecado (2Sam. 11-20 y 24). 16) Anciano apesadumbrado (2Sam 1). 17) El padre de Jerusalén, “La ciudad de David” (2Sam 5-7).

Lo más importante que nos legó David, fue el “Pacto Davídico”, que es uno de los

puntos culminantes del libro y de toda la Biblia. David quería construir una casa a Yahvé, un Templo, para que habitara en ella…

pero Yahvé le dijo a través del profeta Natán, “Yahvé te edificará una casa a ti, y cuando hallas llegado al término de tus días y vayas a descansar con tus padres, yo elevaré después de ti a uno de tus descendientes, a uno que saldrá de tus entrañas, y afianzaré su realeza. El edificará una casa para mi Nombre, y yo afianzaré para siempre su trono real. Seré un padre para él, y él será para mí un hijo. Tu casa y tu reino durarán eternamente delante de mí, y su torno será estable para siempre”.

Un reino eterno, permanente, estable y para siempre, fue la promesa de Dios, en clara referencia al verdadero Rey eterno, del Mesías, Jesucristo, del hijo de David. (Mt. 1, 20 – 30, 21, 9, 22. 41-45).

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Ese reino permanente y estable existe ahora, es la Iglesia de Cristo, del Hijo de David, pastor del Pueblo.

En el plano religioso, David realiza un acto que tiene valor político: decide instalar el

arca de la alianza en su capital. Esta arca era desde el Éxodo el lugar de la presencia de Dios para su pueblo. Al instalarla en Jerusalén, David vincula la presencia de Dios a la realeza. No es extraño que algunos creyentes discutan este gesto, ya que aparecen aquí dos formas de representar a Dios: o bien se trata de un dios estático, instalado en un lugar concreto, en manos del hombre, donde el rey y el pueblo pueden “ponerle la mano encima”, o se trata de que Dios siga siendo libre, ese Dios que guió a su pueblo, que va adonde quiere, cuya presencia y acción son siempre irreversibles (es lo que indica en un lenguaje imaginario el itinerario del arca que narra 1 Sam 5-6). Y Dios, una vez más por medio de Natán, se niega a que David le construya una casa como hemos visto en 82 Sam 7).A través de toda la Biblia, nos encontraremos con estas dos formas de concebir a Dios (Hech 7, 48), que siguen siendo posibles también hoy…

En el plano administrativo, David empieza a organizar su reino. Aparecen diversas funciones: jefes militares, sacerdotes, ministro de información… (2Sam 8, 16-18). Y el propio David ordena hacer un censo (2Sam 24).

La política exterior de David tiene también consecuencias religiosas. Mediante guerras victoriosas, David hace entrar en su reino a algunas tribus y somete a otros reinos. Al hacerse vasallos del rey, esos pueblos pueden entonces gozar también de la alianza con Dios. Los escribas que narren la historia del pueblo intentarán mostrar cómo este universalismo estaba ya anunciado en la persona de Abrahán.

David, no solo fue el Rey, sino también el pastor del Pueblo, “Yahvé te ha dicho, apacienta mi Pueblo” (cap. 5, 2) y lo repite en (7, 8) y en (Cro. 11, 2). De manera que quien era fiel a David, o sus sucesores, pertenecía al Pueblo de Dios; y quien era infiel a David era un rebelde, que estaba contra el pueblo, un hereje, o sea que no pertenecía al Pueblo de Dios. Más tarde, haría lo mismo Jesús, cuando en Juan 10, repite varias veces, “Yo soy el buen pastor”… pero después le dirá a Pedro tres veces, “apacienta mis ovejas”, “apacienta mis corderos”. De tal forma, que quien es fiel a Pedro, o sus sucesores, pertenece a la Iglesia de Cristo; quien no es fiel a Pedro, no pertenece al Pueblo de Dios, “aunque sepa la Biblia de memoria”.

� Enriquecemos el encuentro con el CATIC:

Nº 436: Cristo viene de la traducción griega del término hebreo “Mesías” que quiere decir “ungido”. Pasa a ser el nombre propio de Jesús porque él cumple perfectamente la misión divina que esa palabra significa. En efecto, en Israel eran ungidos, en el nombre de Dios, los que le eran consagrados para una misión que habían recibido de él. Este era el caso de los reyes, de los sacerdotes y, excepcionalmente, de los profetas. Este debía ser por excelencia el caso del Mesías que Dios enviaría para instaurar definitivamente su Reino… Nº 786: El Pueblo de Dios participa en la función “regia” de cristo, Cristo ejerce su realeza atrayendo a sí a todos los hombres por su muerte y resurrección. Cristo, Rey y Señor del universo, se hizo el servidor de todos, no habiendo “venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos”. Para el cristiano, “servir es reinar”, particularmente “en los pobres y en los que sufren”, donde descubre “la imagen de su Fundador pobre y sufriente”. El pueblo de Dios realiza su “dignidad regia” viviendo conforme a esta vocación de servir con Cristo…

� Revisamos la ficha de los niños y aclaramos dudas.

ORACIÓN: SEÑOR: queremos dar gracias, hoy, como familias cristianas, porque hemos sido ungidos con el santo crisma del Bautismo y en la Confirmación. También queremos darte gracias, porque nuestros

hijos serán ungidos con el santo crisma de la Confirmación, el año próximo. Te pedimos Señor que el don de Dios dentro de nosotros, nos impregne de tu amor para llevar con alegría la Buena Noticia a todos los que nos rodean. Amén.

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Según la Biblia, ¿dónde está y qué era “EL ARCA DE LA ALIANZA”? GRUPO 1

La meta de Indiana Jones Desde que en 1981 Steven Spielberg filmó su película “En busca del Arca perdida”

con el arqueólogo-aventurero Indiana Jones, el tema del Arca de la Alianza ha suscitado una enorme curiosidad en la gente. Ésta se ve acrecentada de vez en cuando por autores que aparecen diciendo saber dónde estaría escondida.

Pero, ¿qué era el Arca de la Alianza? ¿Qué extraños poderes encerraba, para que hasta el día de hoy se la siga buscando?

El Arca de la Alianza era una caja de madera de acacia, que medía 1,25 de largo por 0,75 de ancho y 0,75 de alto. La Biblia la describe con tanto detalle (leer: Ex 25, 10-22) que algunos estudiosos han podido reconstruirla exactamente como era. Estaba recubierta con láminas de oro puro por dentro y por fuera, y una cornisa de oro rodeaba su parte superior. Por fuera llevaba fijos cuatro anillos de oro de ambos lados, a través de los cuales se insertaban dos largas varas para poder transportarla. Finalmente la tapa del Arca, llamada “propiciatorio”, era de oro macizo y llevaba encima la imagen de dos querubines de oro, con las alas desplegadas y mirando hacia el centro de la caja. Los querubines no eran unos ángeles, como a veces creemos, sino unos seres con alas, que tenían el cuerpo de león y cara de hombre.

El pequeño espacio vació que quedaba entre los dos querubines era la parte más sagrada del Arca, porque se suponía que allí era donde se aparecía Yahvé, y desde allí hablaba con Moisés, su constructor.

Poderes nunca vistos El Arca de la Alianza era para los israelitas el objeto más sagrado del mundo. Se la

llamaba “de la Alianza” porque allí Moisés había guardado las tablas con los Diez Mandamientos, símbolo de la Alianza entre Dios y el pueblo de Israel (Deuteronomio10, 8). Una leyenda posterior, que aparece contada en la carta a los Hebreos (Hebreos 9, 4) , dice que también se había guardado en el Arca una vasija con maná, y el bastón de mando de Aarón.

Pero la Biblia no sólo describe el Arca de la Alianza, sino que nos cuenta muchos episodios maravillosos sobre ella.

Por ejemplo, durante el viaje que los israelitas hicieron desde el monte Sinaí (donde la construyeron) hasta la Tierra Prometida, el Arca iba siempre adelante del pueblo, porque ella mostraba qué camino seguir y dónde hacer alto cada noche (Números 10, 33,34 -35) . Si alguna tribu enemiga atacaba, los israelitas sacaban el Arca al frente de batalla y los enemigos huían espantados. Y cuando el pueblo de Israel llegó a la Tierra Prometida, el Arca de la Alianza fue la que hizo detener las aguas del río Jordán para que los hebreos pudieran cruzarlo y entrar al país (Josué 3, 14 – 17).

Era tan sagrada el Arca que nadie podía acercarse a ella, ni mucho menos tocarla. Viajaba siempre cubierta por un velo de protección, más una capa de cuero fino, más un paño de púrpura. Y sólo los levitas podían llevarla en sus hombros (Números 4, 5-6).

Pero quizás su proeza más impresionante fue la destrucción de las murallas de Jericó. Dice la Biblia que, para lograrlo, los israelitas estuvieron dando vuelta durante siete días alrededor de la ciudad con el Arca a cuestas y tocando trompetas. El séptimo día dieron siete vueltas, lanzaron un grito de guerra y las murallas se derrumbaron (Josué 6, 1-20).

Utilización pastoral � Leer atentamente el texto, respetando la lectura de las citas bíblicas que allí se

marcan en negrita. � Buscar dentro del texto qué apartado menciona el Nuevo Testamento y decir cual es

su relación. Según lo visto en el encuentro Nº 9 ¿quiénes eran los levitas? � Señalar las partes que consideramos fundamentales, o ideas principales para

exponer en el plenario y que sintetice el relato que acabamos de leer. � Seleccionar una de las citas Bíblicas de las que allí se remarcan y que a criterio del

grupo sea importante compartir durante el plenario.

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Según la Biblia, ¿dónde está y qué era “EL ARCA DE LA ALIANZA”? GRUPO 2 Terror en los Filisteos Cuando los israelitas llegaron a la Tierra Prometida, el Arca fue puesta en la ciudad

de Guilgal, y se le construyó un pequeño santuario (Josué 7,6) . Más tarde la trasladaron a Siquem (Josué 20, 27) , y finalmente a Silo, su primera residencia de larga duración, donde estuvo cuidada por la familia del sacerdote Elí (1Sam 3,3).

Muchos años el Arca permaneció tranquila en Silo, pero un día los israelitas debieron enfrentar a los poderosos filisteos en una batalla muy difícil. Entonces los israelitas se acordaron del Arca y fueron a buscarla a Silo; peor por alguna extraña razón, ese día los poderes del Arca no funcionaron, y los israelitas perdieron la guerra. El santuario de Silo terminó destruido y el Arca fue capturada por los filisteos, que la llevaron como trofeo de guerra a su capital, Ashdod.

Entonces sí el Arca volvió a mostrar su poder: derribó las estatus de los templos filisteos, rompió las imágenes de sus dioses, provocó extrañas enfermedades y causó la muerte de mucha gente (2 Sam 4-5). Durante siete meses aterrorizó a los filisteos, hasta que al final éstos decidieron devolverla a los israelitas. La pusieron sobre un carro tirado por dos vacas, sin conductor, y la enviaron por los campos para que fuera donde quisiera. La carreta llegó sola a la ciudad de Bet Shemesh.

Curiosidad fatal Allí no terminaron las peripecias. Los israelitas de Bet Shemesh al ver llegar la

carreta con el Arca se alegraron y salieron a su encuentro, pero cometieron un error: imprudentemente abrieron el Arca y miraron dentro. Entonces Dios castigó a todos los que curiosearon: ¡murieron 50.000 personas! (¿cómo hicieron 50.000 personas para mirar dentro de una caja? La Biblia no lo dice). Espantados, los habitantes de Bet Shemesh (¿quedaba alguno?) decidieron deshacerse del Arca, y la mandaron a la vecina ciudad de Kiryat Yearim, donde permaneció 20 años olvidada.

El último incidente del Arca ocurrió justamente cuando el rey David se acordó del Arca, y decidió trasladarla a Jerusalén. David la puso en una carreta tirada por bueyes y organizó una procesión. Pero en cierto momento. Por un brusco movimiento de los animales, la carreta se tambaleó, y un hombre llamado Uzzá, para evitar que el Arca cayera al suelo, intentó sujetarla. Y apenas la tocó cayó muerto (2 Sam 6, 6-7).

¿De origen extraterrestre? Esto es todo lo que la Biblia dice sobre el Arca. Ahora bien, después de leer estos

relatos uno se pregunta: ¿qué fuerzas ocultas escondía ese cofre? Un objeto que podía detener el curso de los ríos, aplastar murallas, destruir ejércitos, provocar tumores o matar por contacto debía de encerrar ciertos poderes secretos.

En 1948 el físico Maurice Denis-Papin afirmaba que el Arca era un condensador eléctrico; otros dijeron que era una especie de transmisor de radio entre Yahvé y Moisés; otros que era un arma mortífera al servicio del pueblo de Dios, y, hasta se llegó a afirmar que fueron seres extraterrestres los que entregaron el artefacto a Moisés.

Pero el error que cometen todos estos supuestos investigadores está en creer que los hechos de la Biblia sucedieron tal como están contados. Hace mucho que los biblistas enseñan, por ejemplo, que el derrumbe de las murallas de Jericó nunca existió. Y que las escenas en las que se cuentan los poderes milagrosos del Arca son una manera de expresar la grandeza y el poder de Dios. Por eso sabemos que el Arca no tenía en realidad ningún poder. Era una simple caja de madera, que simbolizaba la poderosa presencia de Dios entre los hombres. Por eso los relatos de la Biblia pretendían resaltar su grandeza y su poder.

� Utilización pastoral: Leer atentamente el texto, respetando la lectura de las citas bíblicas que allí se marcan en negrita. Según lo visto en el encuentro anterior ¿quiénes eran los filisteos?

� Seleccionar una cita bíblica de las que se encuentran en el relato y que el grupo considere la más importante para compartir con los demás durante el plenario.

� Volcar en el afiche las ideas principales del relato. � ¿Hay en el texto alguna enseñanza sobre los escritos Bíblicos?

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Según la Biblia, ¿dónde está y qué era “EL ARCA DE LA ALIANZA”? GRUPO 3 Tres tiempos para el Arca La Biblia conserva, tres explicaciones diferentes sobre el destino del Arca de la

Alianza. Según la primera , ésta fue destruida por Nabucodonosor cuando sus ejércitos

invadieron Jerusalén en 598 a.C. la versión fue escrita en una época de profundo dolor social, en la que el autor bíblico quiso reflejar hasta dónde podía conducir la infidelidad del pueblo: hasta el alejamiento mismo de Dios, que antes permanecía orgulloso en medio del pueblo. El Arca, pues, era una realidad del pasado. Y el relato tenía por finalidad advertir sobre la necesidad imperiosa de convertirse.

La segunda en cambio da a entender que el Arca fue llevada como trofeo de guerra a Babilonia, junto con los judíos desterrados, y que éstos la trajeron devuelta cuando regresaron de allí. Tal versión refleja una época en la que se quería recuperar la confianza en el Templo, y subrayar su sacralizad y su continuidad con respecto al primer Templo. El Arca era, en este caso, una realidad presente.

La tercera sostiene que, cuando Nabucodonosor invadió Jerusalén, el profeta Jeremías logró salvarla escondiéndola en el monte Nebo, donde sigue oculta hasta el fin de los tiempos. Tal leyenda surgió en una época de gran pesimismo hacia las instituciones, cuando el Templo y el sacerdocio ya no eran lo que una vez habían sido, tenía como finalidad mantener la esperanza en un futuro mejor, en el que Dios volverá a manifestarse con todo su esplendor. El Arca es, aquí, un ideal futuro.

El Arca, al fin encontrada De las tres explicaciones, sin duda la primera refleja la realidad histórica: el Arca

debió de haber sido destruida en la invasión de los babilonios. Esto viene confirmado en un pasaje del profeta Jeremías, testigo ocular de aquellos hechos, cuando dice: “(en los tiempos futuros) no se hablará más del Arca de la Alianza, ni se acordarán, más de ella, ni será reconstruida jamás” (Jer. 3,16). Y el profeta Ezequiel, también contemporáneo de la destrucción del Templo de Jerusalén, cuando imagina su futura reconstrucción y la de su mobiliario (Ez 40-48) no menciona para nada el Arca de la Alianza en el. Evidentemente sabía que había sido destruida y que no podía volverse a fabricar.

La Biblia, pues, afirma claramente que el Arca ya no existe, y por lo tanto no deja lugar para fantasías arqueológicas. A pesar de eso hoy son muchos los que con mentalidad ingenua siguen buscando el Arca, quizás con la esperanza de conseguir sus poderes y obtener sus beneficios. En vez de buscar a Dios, que era quien realmente actuaba a través del cofre de acacia, buscan su simbolismo y su representación. Es como si hoy alguien se angustiase buscando una medallita, una estampa o una imagen religiosa creyendo que éstas pueden hacer prodigios, cuando es Dios el que obra y éstas sólo lo simbolizan.

El Arca de la Alianza era un símbolo de la presencia de Dios en medio del pueblo. Con la venida de Jesucristo al mundo la caja perdió su sentido. Porque Jesús es ahora la verdadera presencia divina en el mundo. Y él además aseguró: “Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mt. 28,20). Con él a nuestro lado tenemos asegurados el poder y la fuerza de Dios, antes transmitidos por el sagrado cofre.

No hay que encontrar el Arca de la Alianza, la verdadera Arca de la Alianza ya nos ha encontrado.

(Revista Didascalia. Julio de 2006 Nº 593 Año IX) Utilización pastoral:

� Leer atentamente el relato y seleccionar una de las citas bíblicas que se encuentran en él, resaltadas

con negrita, y que al parecer del grupo sea la más importante. � Extraer y plasmar en el afiche los puntos más importantes del mismo. � Teniendo presente que han leído la finalización de este artículo, y que en el presente texto se hacen

varias aclaraciones sobre el mensaje que hemos de buscar al leer la Biblia, elaborar una frase que sintetice lo que el autor del mismo nos quiere transmitir para cerrar el encuentro.

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1º Año de Confirmación Encuentro Nº 14: “La División del Reino”

Objetivo: -Reconocer que el orgullo y la falta de diálogo nos aleja cada

vez más de Dios y entre nosotros.

CITAS BÍBLICAS

� En este encuentro nos proponemos: Ayudar a comprender que todo pecado lleva en sí la penitencia pero que el amor y la misericordia de Dios son más grandes que el pecado de los hombres.

MOTIVACIÓN “A” Leer y comentar entre todos la historieta que está en la cartilla de los niños. “B” Leer el relato “El Sueño del Pongo” , que se encuentra al final del encuentro y

desarrollar la dinámica que allí se detalla. TENER PRESENTE:

� En la Biblia siempre aparece esta constante relación con el pueblo de Dios:

1) Pecado del pueblo. 2) Castigo correctivo que Dios quiere o permite. 3) Arrepentimiento del pueblo. 4) Perdón de Dios y renovación de la alianza.

� Dios siempre trata a su pueblo como a un hijo, dándole confianza y esperando su

fidelidad, pero éste se vuelve exigente sin reconocer la bondad permanente de Dios. A pesar del pecado de infidelidad de su pueblo, Dios mantiene las promesas hechas desde Abraham y repetidas en Moisés, confiando en la conversión definitiva del pueblo de Israel.

(1 Re. 12, 1 - 19)

“…De éste modo se rebeló contra la familia de David

(Lc. 22, 24 – 27)

“… comenzaron a discutir cuál de ellos debía ocupar el primer lugar …”

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� La historia de Israel se repite en los creyentes de hoy que no acaban de convertirse al Señor: 1) Pecado. 2) Conciencia de que seremos castigados. 3) Arrepentimiento nuestro. 4) Perdón de Dios. ¿Cuándo seremos totalmente felices?

PUNTOS PARA DESARROLLAR EL ENCUENTRO

Seguramente todos tenemos conciencia de lo que es un castigo y más de una vez lo hemos merecido y recibido. Pero una cosa es el castigo, como correctivo, que nos invita al cambio y otra el castigo, como venganza, que intenta destruir. Dios nunca puede quiere el segundo modo para los hombres, porque es lo más opuesto al amor. El primero sí, porque nos quiere ayudar a cambiar y convertirnos plenamente. Los hombres, en cambio, sí utilizamos el segundo, queriendo anular y destruir a quién nos ha hecho mal.

Muchos sufren la condena, o el desprecio de otros, y observan con asombro que aquellos que los agravaron o hirieron de una u otra forma no se arrepienten, en lo más mínimo, del daño que ocasionaron. También, en la familia, es más fácil gritar, poner castigos, burlarse de los defectos del otro, a veces, que acompañar y dar ejemplo permanente con las obras y las palabras. “Se recoge lo que se siembra”. “Quien siembra vientos, recoge tempestades”.

El pueblo de Dios vivió esta experiencia de pecado y de gracia, de arrepentimiento y perdón. Siempre la misericordia de Dios apareció más grande que el pecado de su pueblo. Pero no siempre los israelitas supieron comprenderlo.

SALOMÓN Salomón hereda el reino de su padre. Dotado de la sabiduría que Dios le dio (1Re 3),

es decir, del arte de gobernar bien, se aprovecha de la paz para organizar el reino. Se desarrolla la administración (1Re 4 – 5): el país queda dividido en doce distritos encargados de proporcionar cada mes la mano de obra necesaria para los grandes trabajos… En Seguido y otros lugares se construyen grandes caballerizas. Una flota surca los mares. Las riquezas procedentes del comercio con Egipto y con Siria afluyen a Jerusalén, en donde Salomón construye un templo magnífico para su Dios y un palacio todavía mayor par él mismo… ¡Un gran rey! Pero…

Pero también hay sombras. Salomón ha jugado demasiado a poderíos. Se ha portado como un rey de la época y no como el lugarteniente de Dios. La Biblia habla de que tuvo 700 mujeres y 300 concubinas… ¡Quizá sean demasiadas! Pero lo cierto es que atuvo varias mujeres (entre ellas, una hija del Faraón), venidas de otras naciones; ellas se traían a sus dioses con el consiguiente riesgo de idolatría. Salomón explotó a su pueblo y, sí logró contener la rebeldía que empezaba a incubarse, ésta estalló con su muerte. Su hijo, un político incapaz y muy poco inteligente, provocó la división del reino en dos: se separaron las tribus del Norte. El reino unido sólo había durado 70 años. La historia de Salomón y la historia de los dos reinos, así como la de los profetas Elías y Eliseo, están escritos en los DOS LIBROS DE LOS REYES .

Las diez tribus del norte, dirigidas por la de Efraín, disconformes con la política de Salomón y de su hijo Roboam, se separan y forman el reino de Israel , teniendo por rey a Jeroboam. La división política se convirtió en cisma religioso al erigir en los santuarios de Betel y Dan imágenes de becerros de oro, prohibidos por la Ley de Yahvé, que incitaban a la idolatría y a los cultos paganos.

Las dos tribus del Sur, la de Judá y Benjamín, fieles a Roboam, hijo de Salomón, formaron el reino de Judá, cuya capital fue Jerusalén. Su territorio era menor y más pobre que el otro reino. Permaneció más fiel a Yahvé, aunque en muchas ocasiones se alejó también de Él. (1 Rey. 12).

“Los dos reinos, por sus pecados, serán entregados en manos de sus enemigos”. En efecto, en los siglos VIII y VII Asiria y Babilonia disputan a Egipto el comercio del Mediterráneo. Palestina, encrucijada de imperios, se ve envuelta por la ambición de estas grandes potencias, como diríamos hoy.

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El reino del Norte, después de conocer nuevas dinastías, guerras y revoluciones sangrientas y algunas épocas de prosperidad, es sometido por Sargón II, rey de asiria.

Samaría, capital del reino desde el siglo IX, es conquistada (año 721), gran parte del pueblo se dispersa, y lo más selecto del país es deportado a Nínive, en Asiria. (2 Rey. 17). Al territorio ocupado son importados colonos asirios y gentes extrañas que mezclados con grupos israelitas dan origen al bastardo pueblo samaritano, tan aborrecido por los judíos después del destierro (Jn. 4, 9). El reino del Norte duró unos doscientos años ( 931 al 721).

El reino del Sur, durante esta época se mantiene en pie, merced a su alejada situación. Hasta el final conservará una única dinastía: la de “David”. El rey asirio Senaquerib fracasó ante el ejército israelita en su intento de conquistar Jerusalén (2Rey. 18 y 19). A esta victoria hebrea se la llamó el “milagro del año 701”. Aquí podemos apreciar la bendición de Dios sobre el entonces piadoso rey Exequias, que se dejó aconsejar por el profeta Isaías. A este rey le suceden dos reyes idólatras: Manasés y Amón.

Después reino Josías, durante cuyo reinado fue hallado en el templo de Jerusalén el rollo de la Ley de Moisés, que parece ser la misma Ley que hoy se lee en el Deuteronomio. El rey, impresionado por las terribles amenazas contra la infidelidad escritas en este libro, suprime los ídolos, purifica el culto al verdadero Dios y renueva solemnemente la Alianza. Se abre una nueva era de esplendor político y religioso. Pero Josías, muere en la guerra a los treinta y nueve años. (2Reyu. 22 y 23).

Por los años 609 – 605, Egipto ocupa Palestina. El reino de Judá tratará de conseguir la paz por medio de alianzas con los otros reinos, a pesar de las fuertes protestas de los profetas, que decían: “¿Cómo pactar con naciones paganas si tenemos nuestra Alianza con Yahvé?”. El pueblo pierde la fidelidad a su Dios y cae en la idolatría.

Yo he criado hijos y los he engrandecido, y Ellos se han rebelado contra Mí. Conoce el buey A su dueño y el asno el pesebre de su amo, pero Israel no entiende, no ha querido comprender. ¡Oh, gente pecadora, pueblo cargado de iniquidad, Raza malvada, hijos desnaturalizados! Se han Apartado de Yahvé, han renegado del Santo de Israel, le han vuelta las espaldas. Todo lo tiene Enfermo: desde la planta de los pies hasta la Cabeza… Si os rebeláis, seréis devorados por la Espada…” (Is. 1).

Este vaticinio se había cumplido ya contra el reino de Israel, y pronto se cumplirá con el de Judá. El castigo de Yahvé caerá sobre la raza infiel , y la “viña” de Jerusalén será arrancada como la de Samaría (Is. 5). Nabucodonosor, rey de Babilonia, ocupa Jerusalén (año 587), su templo es destruido, la ciudad desmantelada y el país saqueado (2Crón. 36). Los dominios de este monarca extranjero se extienden desde el Golfo Pérsico hasta el Mediterráneo. El pueblo de Judá es deportado al sur de Mesopotamia, mientras que algunos se refugian (entre ellos el profeta Jeremías) en Egipto. Así desaparece el reino de Judá. Duró unos trescientos cincuenta años (931 – 587).

Toda la esperanza del Pueblo Elegido se derrumbó: el rey y el pueblo, deportados; el templo, destruido; la patria abandonada. ¿Dónde están las promesas hechas a Abraham, Isaac y Jacob? ¿Dónde la obra de Moisés y de David? ¡Pobre Israel! Sumida en la mayor de las humillaciones, está atravesando la “noche oscura” de su historia.

El libro de las LAMENTACIONES guarda el recuerdo de esta época trágica. Es verdad que Jeremías (cap. 32) entrevé en medio de las negras tinieblas una luz que brilla a lo lejos y que anuncia la esperanza. Pero ahora es la hora de la prueba.

Los DOS LIBROS DE LAS CRÓNICAS, llamados también Paralipómenos, nos cuentan la historia del pueblo hebreo desde la muerte de Saúl hasta la cautividad de Babilonia. Los dos primeros capítulos (1 al 9) constituyen una relación de tablas genealógicas, a modo de introducción de la obra, dada la importancia que los semitas concedían a su descendencia, sobre todo los hebreos que vivían distribuidos por tribus, y familias. Estas crónicas intentan poner de relieve cómo la observancia de la Alianza

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transforma y fortalece los reinados y cómo la infidelidad, por el contrario, los destruye (Reinado de David I, 10 al 20; de Salomón II, 1 al 9; de los reyes de Judá II, 10 al 36. son bellas las oraciones de David 1, 17 y 24, y las de Salomón 2, 1 y 6).

“El ejercicio de la autoridad política, sea en el interior de al comunidad o de las

instituciones que representan al Estado, debe exteriorizarse, efectivamente, dentro de los limites del orden moral, según las exigencias del bien común, entendido en forma dinámica y según un orden jurídico legítimamente establecido o por establecer, entonces es cuando los ciudadanos están obligados en conciencia, a obedecer y de ahí se manifiesta la responsabilidad, dignidad e importancia de quienes gobiernan.

Pero cuando la autoridad, extralimitando su propia competencia oprime a los ciudadanos éstos no pueden negarse a lo que sigue siendo exigencia objetiva del bien común; pero debe permitírseles defender sus derechos y los de sus conciudadanos contra el abuso de esta autoridad, conservando, sin embargo, los límites que la Ley natural y evangélica trazan”. (Gaudium et Spes, 74. C.V. II).

� Enriquecemos el encuentro con el CATIC:

Nº 1: Dios, infinitamente Perfecto y Bienaventurado en sí mismo, en un designio de pura bondad, ha creado libremente al hombre para que tenga parte en su vida bienaventurada. Le llama y le ayuda a buscarlo, a conocerle y amarle con todas sus fuerzas. Convoca a todos los hombres, que el pecado dispersó, a la unidad de su familia, la Iglesia… Nº 211: El nombre divino “Yo Soy” o “él es” expresa la fidelidad de Dios que, a pesar de la infidelidad del pecado de los hombres y del castigo que merece, “mantiene su amor por mil generaciones”. Dios revela que es “rico en misericordia” llegando hasta dar su propio Hijo, Jesús, dando su vida para librarnos del pecado, revelará que él mismo lleva el Nombre divino: “Cuando hayan levantado al Hijo del Hombre, entonces sabrán que Yo Soy” (Jn. 8, 28). Nº 982: No hay ninguna falta por grave que sea que la Iglesia no pueda perdonar. “No hay nadie, tan perverso y tan culpable, que no deba esperar con confianza su perdón, siempre que su arrepentimiento sea sincero”. Cristo que ha muerto por todos los hombres, quiere que, en su Iglesia, estén siempre abiertas las puertas del perdón a cualquiera que vuelva del pecado.

� Revisamos la ficha de los niños y aclaramos dudas. ORACIÓN: Señor aumenta mi fe Aumenta mi fe para aumentar mi confianza. Aumenta mi confianza y aumentará mi abandono. Aumenta mi abandono y aumentará mi amor. Aumenta mi amor para perder el temor. Quitándome el temor, mi abandono será total. Señor, aumenta mi fe.

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“EL Sueño del Pongo” (Cuento popular-Provincia del Cuzco- Perú. Traducción del quechua por J: M. Arguedas)

Un hombrecito se encaminó a la casa- hacienda- de su patrón. Como era siervo iba a

cumplir el turno de pongo, de sirviente de la gran residencia. Era pequeño de cuerpo, miserable, de ánimo débil, todo lamentable; sus ropas, viejas.

El gran señor, patrón de la hacienda, no pudo contenerla risa cuando el hombrecito lo

saludó en el corredor de la gran residencia. ¿Eres gente u otra cosa?- le preguntó delante de todos los hombres y mujeres que

estaban de servicio. Humillándose, el pongo no contestó. Atemorizado, con los ojos helados, se quedó de

pie. ¡A ver!- dijo el patrón-, por lo menos sabrá lavar ollas, siquiera podrá manejar la

escoba, con esas sus manos que no son nada. ¡Llévate esta inmundicia!- ordenó al mandón de la hacienda.

El hombrecito tenía el cuerpo pequeño, sus fuerzas eran, sin embargo, como las de

un hombre común. Todo cuanto le ordenaban hacer lo hacía bien. Pero había un poco como de espanto en su rostro; algunos siervos se reían de verlo así, otros lo compadecían. “Huérfano de huérfanos; hijo del viento de la luna debe ser el frío de sus ojos; el corazón, pura tristeza”, había dicho la mestiza cocinera, viéndolo.

El hombrecito no hablaba con nadie, trabajaba callado; comía en silencio. Todo

cuanto le ordenaban, cumplía. “Sí, papacito. Sí, mamacita” era cuanto solía decir. Quizá a causa de tener una cierta expresión de espanto, y por su ropa haraposa y,

acaso también porque no quería hablar, el patrón sintió un especial desprecio por el hombrecito. Al anochecer cuando los siervos se reunían para rezar el Ave María, el corredor de la casa- hacienda, a esa hora, el patrón martirizaba siempre al pongo delante de toda la servidumbre; lo sacudía como a un trozo de pellejo.

Lo empujaba de la cabeza y obligaba a que se arrodillara y, así, cuando estaba hincado, le daba golpes suaves en la cara.

Creo que eres perro, ¡ladra!- le decía. El hombrecito no podía hablar. Ponte en cuatro patas- le ordenaba- entonces. El pongo obedecía y daba unos pasos en cuatro pies. Trota de costado, como perro- seguía ordenándole el hacendado. El hombrecito sabía correr imitando a los perros pequeños de la puna. El patrón reía

de muy buena gana; la risa le sacudía todo el cuerpo. ¡Regresa!- le gritaba cuando el sirviente alcanzaba trotando el extremo del gran

corredor. El pongo volvía, corriendo de costadito. Llegaba fatigado. Algunos de sus semejantes, siervos, rezaban, mientras tanto el Ave María, despacio

rezaban, como viento interior en el corazón. ¡Alza las orejas ahora, vizcacha! ¡Vizcacha eres!- mandaba el señor al cansado

hombrecito. – Siéntate en dos patas; empalma las manos. Como si en el vientre de su madre hubiera sufrido la influencia modelante de alguna

vizcacha, el pongo imitaba exactamente la figura de uno de estos animalitos, cuando permanecen quietos, como orando sobre las rocas. Pero no podía alzar las orejas. Entonces algunos de los siervos de la hacienda se echaban a reír.

Golpeándolo con la bota, sin patearlo fuerte, el patrón derribaba al hombrecito sobre el piso de ladrillos del corredor.

Recemos al Padre nuestro- de decía luego el patrón a su indios, que esperaban en fila.

El pongo se levantaba entonces, y no podía rezar porque no estaba en el lugar que le correspondía, si ese lugar correspondía a nadie.

En el atardecer los siervos bajaban del corredor al patio y se dirigían al caserío de la hacienda.

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¡Vete, pancita!- solía ordenar, después, el patrón al pongo. Y así, todos los días el patrón hacía revolcarse a su nuevo pongo, delante de la

servidumbre. Lo obligaba a reírse, a fingir llanto. Lo entregó a la mofa de sus iguales, los colonos (indios que pertenecen a la hacienda).

Pero… una tarde, a la hora del Ave María, cuando el corredor estaba colmado de toda la gente de la hacienda, cuando el patrón empezó a mirar al pongo con sus densos ojos, ese, ese hombrecito, habló muy claramente. Su rostro, seguía un poco espantado.

Gran señor, dame tu licencia; padrecito mío quiero hablarte- dijo. El patrón no oyó lo que oía. ¿Qué? ¿Tú eres quien ha hablado u otro?- preguntó. Tú licencia padrecito, para habarte. Es a ti a quien quiero hablarte- repitió el pongo. Habla… si puedes- contestó el hacendado. Padre mío. Señor mío, corazón mío –empezó a hablar el hombrecito. Soné anoche

que habíamos muerto los dos, juntos habíamos muerto. ¿Conmigo? ¿Tú? Cuenta todo, indio- le dijo el gran patrón. Como éramos hombres muertos, Señor mío, aparecimos los dos, juntos; desnudos

ante nuestro gran Padre San Francisco. ¿Y después? ¡Habla!- ordenó el patrón, entre enojado e inquieto por la curiosidad. Viéndonos muertos, desnudos, juntos, nuestro gran Padre San Francisco nos

examinó con sus ojos que alcanzan y miden no sabemos hasta qué distancia. A ti y a mí nos examinaba, pensando, reo, el corazón de cada uno y lo que éramos y lo que somos. Como hombre rico y grande, tú enfrentabas esos ojos, padre mío.

¿Y tú? -No puedo saber cómo estuve, gran señor, yo no puedo saber lo que valgo. Bueno, sigue contando. Entonces, después, muestro gran Padre dijo con su boca: “De todos los ángeles, el

más hermoso que venga. A ese incomparable que lo acompañe otro ángel pequeño, que sea también el más hermoso. Que el ángel pequeño traiga una copa de oro, y la copa de oro llena de miel de chancaca, más transparente”.

¿Y entonces?- preguntaba el patrón. Los indios siervos, oían, oían al pongo, con atención sin cuenta, pero temerosos. Dueño mío: apenas nuestro gran Padre San Francisco dio la orden, apareció un

ángel brillando, alto como el sol; vino hasta llegar delante de nuestro Padre, caminando despacito. Detrás del ángel mayor marchaba otro pequeño, bello, de suave luz, como el resplandor de las flores. Traía en las manos una copa de oro.

¿Y entonces?- repitió el patrón. “Ángel mayor; cubre a este caballero con la miel qu e está en la copa de oro;

que tus manos sean como plumas cuando pasen sobre e l cuerpo del hombre”, ordenó nuestro gran Padre. Y así, el ángel excelso, levantando la miel con sus manos enlució tu cuerpecito, todo, desde la cabeza hasta las uñas de los pies. Y te erguiste, solo; en el resplandor del cielo la luz de tu cuerpo sobresalía, como si estuviera hecho de oro, transparente.

Así tenía que ser- dijo el patrón, y luego preguntó: ¿Y a ti? Cuando tu brillabas en el cielo, nuestro gran Padre San Francisco volvió a ordenar:

“Que de todos los ángeles del cielo venga el de men os valer, el más ordinario. Que ese ángel traiga en un tarro de gasolina excremento humano”.

¿Y entonces? Un ángel que ya no valía, viejo, de patas escamosas, al que no le alcanzaban las

fuerzas para mantenerlas alas en su sitio, llegó ante nuestro gran Padre; llegó bien cansado, con las alas chorreadas, trayendo en las manos un tarro grande. “Oye viejo, ordenó nuestro gran Padre a ese pobre ángel- embadurna el cuerpo de este hombrecito con el excremento que hay en esa lata que has traíd o; todo el cuerpo, de cualquier manera; cúbrelo como puedas. “¡Rápido!”

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Entonces con sus manos nudosas, el ángel viejo, sacando el excremento de la lata,

me cubrió desigual el cuerpo, así como se echa barro en la pared de una casa ordinaria, sin cuidado. Y aparecí avergonzado, en la luz del cielo, apestando…

Así tenía que ser- afirmó el patrón- ¡Continúa! ¿O todo concluye allí? No, padrecito mío, señor mío. Cuando nuevamente, aunque ya de otro modo, nos

vimos juntos, los dos, ante nuestro gran Padre San Francisco, él volvió a mirarnos, también nuevamente, ya a ti ya a mí, largo rato. Con sus ojos que colmaban el cielo, no sé hasta qué honduras nos alcanzó, juntando la noche con el día, el olvido con la memoria. Y luego dijo: “Todo cuanto los ángeles debían hacer con ustedes y a está hecho. Ahora ¡lámanse el uno al otro! Despacio, por mucho tiempo ”. El viejo ángel rejuveneció a esa misma hora; sus alas recuperaron su color negro, su gran fuerza. Nuestro Padre le recomendó vigilar que su voluntad se cumpliera.

UTILIZACIÓN PASTORAL

� Leer atentamente el relato y luego analizar:

1) El ambiente “religioso” del cuento. 2) La descripción del hombrecito (“Los pequeños…”). 3) El patrón orgulloso y despótico y…religioso. 4) El juicio de Dio: “a la hora del Ave María…” 5) El gran padre San Francisco. 6) El ángel joven y el ángel viejo y escamoso. 7) El excremento y la miel. La copa de oro y el tarro de lata. 8) La mirada de San Francisco (“hasta qué honduras nos alcanzó”). 9) El veredicto final: “lámanse el uno al otro, despacio, por mucho tiempo”.

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1º Año de Confirmación Encuentro Nº 15: “Los Profetas”

Objetivo: -Destacar la importancia del profeta.

- Descubrir nuestra misión de profetas.

CITAS BÍBLICAS

� En este encuentro nos proponemos: Destacar la importancia del profeta que habla en nombre de Dios anunciando el bien y denunciando el mal y cómo hoy nosotros tenemos que ser profetas en nuestra familia, ambiente de trabajo y estudio.

MOTIVACIÓN

� “A”: Este encuentro es extenso para darlo en un solo día, ya que además es muy rico en su contenido. Por lo que es aconsejable desdoblar el mismo para ser dado en dos partes, o bien, dividir a los padres en tres grupos y entregarles a cada grupo una parte del mismo, seleccionada de acuerdo al criterio del matrimonio guía. Para que ellos lo desarrollen y lo expongan en un plenario.

� “B”: En caso de no haber elegido la motivación anterior leer y comentar con los padres el texto “Reconstruyendo el paraíso perdido” que figura al final del encuentro.

TENER PRESENTE: � Los profetas de Israel que hablaban en nombre de Dios, mantuvieron con su

predicación la esperanza de su pueblo.

(Jer. 1, 4 – 10)

“Irás a dondequiera que te envíe, y proclamarás todo lo que yo te mande”.

(Lc. 3, 3. 10 – 16)

“Juan empezó a predicar… diciéndoles que cambiaran su manera de vivir”.

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� El profeta que habla y actúa en nombre del Señor, es un hombre comprometido con Dios y su pueblo, al que quiere orientar y salvar, anunciando el bien que hacía y denunciando el mal camino por el que iba corriendo su infidelidad y su pecado.

� Aunque Israel tuvo profetas prácticamente en todas las épocas, el prototipo de los mismos es Elías, seguido de Eliseo, su discípulo. Ninguno de los dos dejó escritos, pero tuvieron una influencia decisiva en todos los que vinieron después, la mayoría de los restantes vive en la época del destierro de los reinos de Israel, primero, y Judá después, señalando cómo todo ha ocurrido por los continuos pecados de los israelitas.

PUNTOS PARA DESARROLLAR EL ENCUENTRO

Profeta: No se trata “de alguien que anuncia el futuro”, sino más bien de alguien que

habla en nombre de Dios, alguien que ha sido introducido en el proyecto de Dios y en adelante ve todo con sus ojos.

¿Hay que pensar en revelaciones extraordinarias? No se excluye esta posibilidad, pero parece más bien que descubren la palabra de Dios en dos momentos o lugares: su vocación y la vida.

Su vocación es determinante: es el momento en que experimentan a Dios, en una visita al templo como Isaías, en la oración continua como Jeremías, en un amor desdichado como Oseas… Bajo esta luz, es como luego la vida, tanto en los grandes acontecimientos políticos como en la existencia cotidiana, les descubrirá esta palabra, y leerán los signos de los tiempos.

A partir de ese momento, todo les habla de Dios: una rama de almendro en flor o una olla mal asentada (Jr 1, 11s), la vida conyugal (Os 1-3; Ez 24, 15s) o la invasión enemiga. Y de esta forma nos enseñan a leer en nuestra vida esta misma palabra que sigue interpelándonos.

Los profetas se expresan mediante la palabra: oráculo (o declaraciones hechas en nombre de Dios), exhortaciones, relatos, oraciones…; pero también lo hacen mediante actos. Los gestos proféticos dicen la palabra e incluso realizan la historia.

Vimos cómo durante la grave amenaza de los filisteos, el pueblo hebreo experimentó

la necesidad de la unidad nacional y de la renovación de su fe religiosa. Por una parte, se necesitaba un rey que diese cohesión al país; por otra, había que reconocer la primacía religiosa, pues el pueblo pertenecía a Yahvé. Es entonces cuando cobra una importancia extraordinaria el profetismo. En adelante, la realeza y el pueblo serán juzgados y estarán de alguna manera subordinados a la autoridad divina del profeta.

Un profeta, más que el adivino del futuro, es un enviado del cielo, un “portavoz de Dios” que habla o escribe en su nombre. Dios enviará a los dos reinos estos intermediarios suyos con la difícil y comprometedora misión de condenar públicamente los pecados de los reyes y del pueblo y transmitirles el mensaje divino.

Siempre fieles a su Dios, mostrarán un valor y un celo extraordinarios (2Sam. 12; 1Rey. 21). Lucharán tenazmente contra la idolatría (Jer. 28), contra las alianzas con las naciones extranjeras (Is. 7), contra las injusticias sociales (Amós 8). Estos videntes juzgan el presente, amenazan con el castigo divino y anuncian una restauración. A veces mesiánica (Is. 2 al 4). Reclaman del pueblo la moralidad, la justicia y el derecho (Jer. 9, 1-8). Y exigen de los sacerdotes piedad interior y renunc ia al culto pagano (Mal. 1, 6-11).

Una gran parte de la predicación de estos profetas está escrita en los libros proféticos. Tienen suma importancia, pues además de narrarnos la historia de Israel, purifican las ideas religiosas y morales y nos enseñan cómo Dios juzga la Historia.

Los profetas primeros: Los libros que llamamos “históricos: Josué, Jueces, Samuel,

Reyes, los judíos los llaman profetas primeros , poniéndolos así en el mismo plano que los profetas posteriores : Isaías, Jeremías y los demás.

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Se trata de algo más que de un cambio de etiqueta. Cuando un autor moderno elige publicar su libro en una colección de historia o de filosofía, nos indica con ello cuál es su intención y cómo quiere que lo leamos.

Estos libros no son por tanto libros de historia , no intentan reconstruir los hechos con exactitud. El autor no es un reportero que fotografía una batalla, sino un profeta que busca el sentido del acontecimiento. Los autores intentan, más que narrar los acontecimientos, descubrir lo que estos acontecimientos quieren decir para nosotros.

Por la riqueza de su lenguaje alegórico y simbólico, los libros proféticos no son fáciles de entender.

Los profetas del reino del Norte o de Israel son cuatro principalmente: En el libro de los Reyes se lee la obra religiosa de Elías y Eliseo , que proclaman:

Dios es único y poderoso, las divinidades paganas son falsas (2Rey 1 a 8). El impetuoso AMOS (mediados del sigo VIII) es “el profeta de la justicia”: denuncia

con un lenguaje enérgico y duro los abusos religiosos, condena severamente las injusticias sociales ((2, 4-16; 4, 1-3; 5, 10-24; 6, 1-9; 8, 4-14), y anuncia que Dios castigará a las naciones, especialmente a su pueblo.

OSEAS, que gusta de profundizar en el pasado y por eso se le ha llamado el profeta filósofo de a Historia, es “el profeta del amor”. Su desgraciado matrimonio es un signo del que se sirve para que el pueblo comprenda su lenguaje: vaticina el castigo de Dios sobre su pueblo “adúltero”.

Estos dos profetas contemporáneos anuncian una futura restauración bajo un príncipe de la tribu de David; pero antes llegará el castigo con la desaparición del reino y el destierro.

Otros profetas surgirán en el reino del Sur o de Ju dá (de esta tribu nacerá el Mesías).

ISAIAS, el genio más grande de todos los videntes o voceros de Dios, profetiza del año 738 al 690, haciendo progresar las nociones de santidad, de justicia y del Mesías (Emmanuel: Dios-con-nosotros). Su profecía es la más extensa. No obstante, se ha de tener presente que en el libro de este profeta, junto con escritos suyos, hay otros que pertenecen a algunos discípulos de su escuela, desde el capítulo 40 en adelante. Los treinta y nueve primeros capítulos se refieren a los acontecimientos narrados en 2 Rey. 15 al 20. Los otros veintiséis capítulos pertenecen a sucesos de otra época posterior. La obra se divide en dos partes: amenazas (2 al 35) y consolaciones (40 al 66). El valor literario de esta obra le coloca a la altura de los mejores poetas de la literatura universal. Con Isaías, la lengua hebrea llega a su perfección clásica. Por sus numerosas profecías mesiánicas ha sido llamado “el profeta evangélico” o “quinto evangelista” (Cap. 7 al 12). Dios restaurará el reino de Israel bajo la soberanía de un nuevo David más espiritual: rey y sacerdote, sabio y pacífico, príncipe universal y eterno. Las naciones se unirán a Israel y todas participarán de sus favores.

MIQUEAS: Contemporáneo de Isaías, de origen campesino, lamenta la ruina de Israel, fustiga a los malos sacerdotes, a los falsos profetas y a los malos ricos (2 y 3). Después del castigo vendrá la salvación, que será obra del Mesías, el cual nacerá en Belén (5, 2), la ciudad de David.

JEREMÍAS: (año 628-585) es otro de los grandes profetas. Vive en su vida la tragedia de su pueblo. Vaticina la deportación a Babilonia y la destrucción del templo de Jerusalén, llorando sobre sus ruinas con acentos de honda melancolía. Abandonado de todos, menos de su secretario BARUC , redactor de sus discursos, sufre la persecución y la cárcel y su alma atribulada lanza gemidos más amargos aún que los de Job. Terminó sus días en Egipto. Sus profecías están llenas de amenazas y de promesas mesiánicas (2 al 33). Es el primero que anuncia una “Nueva Alianza” de Dios con su pueblo en términos totalmente definitivos (31, 31-36).

En esta última época del reinado de Judá, Yahvé redobla sus advertencias con SOFONÍAS, NAHUM y HABACUC anunciando el castigo de Israel, su purificación y su liberación.

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EL DESTIERRO EN BABILONIA (587 – 538) Julio del 587: tras un año de asedio, el ejército de Nabucodonosor, rey de Babilonia,

se apodera de Jerusalén. Es el fin del reino de Judá. Diez años de locura (597-587) Ya en el 597, Nabucodonosor había tomado Jerusalén. Por entonces se contentó con

recibir un pesado tributo, deportando a una parte de sus habitantes (entre ellos el profeta Ezequiel) y dejando a un rey a sueldo.

¿Sirvió esto de lección al pueblo? Era de esperar. Pero, engañado por los falsos profetas que le llenaban de ilusiones y le hacían creer que se trataba tan sólo de pasar un mal trago momentáneo, el pueblo vivió diez años de locura. Prosiguió su vida de despreocupación, aliándose con Egipto contra Babilonia…

En Jerusalén, el profeta Jeremías predica la sumisión a Babilonia. Para él, lo esencial no es que la nación sea libre o esté políticamente sometida, sino que sea justa, que sea espiritualmente libre sirviendo a su Dios y practicando la justicia. La voz de Jeremías declarado “traidor a su patria”, se apaga en la cisterna llena de barro donde lo encierran…

En Babilonia, Ezequiel hace estas mismas reflexiones a sus hermanos deportados con él. Es inútil.

Uno no puede menos que sentir verdadera lástima cuando contempla con la imaginación aquellas largas caravanas de israelitas camino del destierro, en las que muchos mueren de hambre y de agotamiento y cuyos cadáveres jalonan la ruta del cautiverio. Sobre estos pocos miles de hombres de Judá - el reino del Norte, o sea el de Israel, no dejó huella en la historia, salvo el libro de Tobías- descansará el monoteísmo religioso que un día conquistará el mundo de las al mas y de los pueblos.

Desterrados, embargados por la pena, recordarán con nostalgia a su lejana patria querida:

“Sentados a las orillas de los ríos de Babilonia, llorábamos, acordándonos de ti, Sión. Colgábamos nuestras arpas de las ramas de sus sauces. Nuestros raptores nos pedían que cantásemos. Pero ¡cómo vamos a cantar un cántico del Señor en tierra extranjera!... ¡Séquese mi mano derecha y mi lengua péguese al paladar si me olvidare de ti, Jerusalén!...” (Salmo 137). El milagro del destierro El pueblo ha perdido todo lo que constituía su vida: - la tierra, signo concreto de la bendición de Dios a su pueblo; - el rey, por el que Dios transmitía esa bendición, garantía de la unidad del pueblo y

su representante ante Dios; - el templo, lugar de la presencia divina.

El gran milagro del destierro es que esta catástrofe, en lugar de ser la ruina de la fe de

Israel, provoca una exaltación de esa misma fe y la purifica. Esto se debe a algunos PROFETAS, como Ezequiel y un discípulo de Isaías designado como segundo Isaías, y a unos SACERDOTES. Estos hacen que el pueblo repase sus tradiciones para descubrir en ellas un fundamento a su esperanza. Juntos, inventarán así una nueva forma, más espiritual, de vivir su fe. ¿No hay ya templo ni sacrificios? Pues se reunirán el sábado para celebrar a Dios y meditar su palabra. ¿No hay ya rey? Pues Dios será el único y verdadero rey de Israel. ¿No hay ya tierra? Pues la circuncisión en la carne dibujará un reino de dimensiones espirituales… Así, en el destierro, se inaugurará lo que se llama JUDAISMO, es decir, una forma de vivir la religión judía que será la del tiempo de Jesús y la del nuestro.

¿Pero cuál era la situación de los judíos deportado s? El pueblo sufrió un choc psicológico y moral terrible, y padeció también en su carne, puede leerse en el Salmo 137 un eco de estos sufrimientos. Pero, por otra parte, no debemos imaginarnos la vida en

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Babilonia como la de un campo de concentración. Los judíos gozan de una libertad relativa, tal es así que al final del destierro, algunos prefieren quedarse en Babilonia, donde formaron un grupo importante y próspero.

Permanecieron en cautividad unos cincuenta años (586-539). La libertad religiosa y

social de que disfrutaban les permitió agruparse en comunidades y mantener, animados por los profetas, la esperanza del retorno.

No se conserva ningún libro de historia que haya recogido este período. Sin embargo existen los escritos de un profeta que vivió con los exiliados.

EZEQUIEL es uno de los profetas mayores a quien los cautivos consideran como su

jefe espiritual. Les inculca la piedad interior y la responsabilidad personal, así como el carácter moral de la santidad (14 y 18). Después de hablar sobre el castigo de Israel (4 al 9), expresa con acentos emocionantes la esperanza en una nación renovada: Dios será el pastor de su pueblo (34) (puede compararse este capítulo con el relato evangélico de Juan 10, 1-16); Israel será poblado por un pueblo santo (36) que, a pesar de estar desterrado y como muerto, resucitará un día a una nueva vida (Cap. 37).

Es en esta época cuando aparece por primera vez la clase de los escribas o doctores, seglares, dedicados al estudio y enseñanza de la ley.

Los capítulos 40 al 45 del libro de Isaías, que forman el “Libro de la consolación”, y que fueron escritos por un autor de la escuela del profeta a quien se le llama segundo Isaías, ven en el victorioso y libertador Ciro la imagen del Mesías y anuncian a los deportados la liberación: “Dios salvará a su pueblo, todas las naciones se someterán y un día llegará la salvación para todos. En esto consistirá el triunfo victorioso del Mesías, Redentor Universal”. En los últimos capítulos (51-53) se encuentran cuatro cantos sobre los dolores y triunfos del Siervo de Yahvé, que son considerados como una de las más bellas y emocionantes profecías mesiánicas, sobre todo el cap. 53, verdaderamente conmovedor.

Durante el medio siglo de la cautividad, los escritos de los tres grandes profetas: Isaías, Jeremías y Ezequiel, espiritualizaron al Pueblo de Dios e interiorizaron su religión.

Sus escritos pueden, todavía en la actualidad, servirnos de gran provecho para nuestra vida espiritual. Estos profetas son los cantores del amor de Dios, de su santidad, de la responsabilidad personal del hombre, de la fealdad del pecado. Hablaron bajo la luminosa perspectiva de la salvación mesiánica.

El destierro en Babilonia, como siglos atrás la estancia en el Sinaí, ha servido para que la religión se purifique: desaparecerá la nación terrenal, el reino temporal, pero nacerá la religiosa comunidad Judía.

La Liberación y el Judaísmo A partir del retorno, los israelitas serán llamados judíos, a causa de la preponderancia

de Judá después del destierro. El período que sigue al exilio, vivirán sucesivamente: 1º) bajo la dominación persa (538-332); 2º) bajo la dominación helénica: con Alejandro Magno (332-323), con la dinastía de los Ptolomeos de Egipto (323-198) y con los seleúcidas de Siria (198-142), 3º) bajo la dominación romana (63 a. C. al 70 d. de C.). Gozarán de la independencia política durante solo ochenta años. A la muerte de Nabucodonosor, el imperio babilónico se derrumba ante los embates

de Ciro, rey de Persa, joven y enérgico, que, cubriéndose de gloria en los combates, ocupa el imperio de Babilonia y somete a otros pueblos. Su generosidad y su política le llevan a la tolerancia con los países vencidos, lo que hace que un edicto suyo autorice al “Resto” (expresión de Amós, recogida por los profetas, particularmente por Isaías) del pueblo de Israel el regreso a la patria. Las profecías se cumplen y la alegría de los cautivos estalla en gritos de júbilo:

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“¡El desierto y la tierra árida se alegran! por la Vía santa marcharán los libertadores y volverán Los rescatados de Yahvé. Vendrán a Sión cantando cantos triunfales, alegría eterna coronará sus Frentes… Consolad, Consolad a mi pueblo, dice Vuestro Dios. Animad a Jerusalén y gritadle que Se acabó su servidumbre… Abrid una calzada a Yahvé en el desierto, que viene con fortaleza”… ((Isaías 35 y 40).

Numerosos judíos (no todos, pues muchos prosperaron en el destierro) regresan a

Jerusalén dirigidos por el príncipe davídico Zorobabel. Los libros de ESDRAS Y NEHEMÍAS nos relatan el regreso de los desterrados y la

restauración religiosa y nacional, completando la redacción de las Crónicas. Impulsados por los profetas AGEO y ZACARÍAS , reconstruyen el templo (año 515). El

judío seglar Nehemías, copero de Artajerjes, consiguió, a despecho de los arameos, fortificar Jerusalén levantando en su derredor las murallas. Al mismo tiempo se organiza la vida política y social, así como la vida religiosa, renovando la Alianza con Yahvé.

El sacerdote Esdras proclama la Ley de Moisés como Ley del Estado para la comunidad judía, dando origen al Judaísmo, que procurará la separación con los gentiles. La vida religiosa se interioriza cada vez más, preparando la “élite” destinada a recibir el mensaje de Jesús. Bajo este clima espiritual hemos de considerar todos los escritos de después del exilio.

El Judaísmo, al cerrarse sobre sí mismo, creará un particularismo que aparece en las profecías de ABDÍAS y JOEL , en contraposición al universalismo que reflejan los libros de Isaías, MALAQUÍAS y JONÁS (Dios quiere que todos los hombres se arrepientan y se salven) y el encantador libro de RUT (la espigadora de origen pagano que es integrada en el Pueblo de Dios, convirtiéndose en abuela de David, de cuya estirpe nacerá el Mesías).

Las distintas actitudes del creyente frente a los paganos dominadores están relatadas en cuatro preciosos libritos ricos en enseñanzas:

TOBÍAS, que a través de la historia de una familia judía nos enseña la retribución

divina de los méritos, el sentido religioso de la familia, el elogio de la limosna, el carácter purificador del sufrimiento.

JUDIT, la mujer valerosa que encarna la resistencia judía y vence con su fe y su valor

a los enemigos de Dios. ESTER, que al liberar a su pueblo del feroz antisemitismo, pone de relieve la

Providencia de Dios sobre Israel. BARUC, (cuyo autor no es el secretario de Jeremías) nos presenta la confesión de los

pecados de Israel, la petición de perdón, la exhortación a la fidelidad y a la esperanza. Termina con una carta de Jeremías a los cautivos contra la idolatría.

Los SALMOS, después del destierro, son rezados y cantados en el templo por el

pueblo enfervorizado. Constituyen “la plegaria de Israel”. En ellos se canta su historia y su vida, sus dolores y alegrías, su fe, su amor y su esperanza. La Iglesia Católica incorporará a su Liturgia esta joya de la literatura religiosa y sus sacerdotes los rezarán en el Breviario.

Los Sabios Todos, somos sabios, pero no todos somos escritores de obras de sabiduría. En

efecto el sabio es aquel que intenta vivir bien, que procura descubrir en su existencia y en la del mundo lo que favorece la vida o lo que por el contrario conduce a la muerte. Reflexiona entonces sobre las grandes cuestiones humanas: la vida, la muerte, el amor, el sufrimiento, el mal… ¿Tiene la vida, la muerte, el amor, el sufrimiento, el mal… ¿Tiene la existencia humana un sentido? ¿Cuál? Y cada uno a su nivel, tanto el niño como el anciano, el profesor como el obrero o el ama de casa, se hace su filosofía, su sabiduría, su arte de vivir.

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Es lo que ocurrió con Israel. Desde que existió el pueblo, buscó el sentido de su vida, pensó en los grandes problemas. A lo largo de toda su vida, expresó su reflexión en proverbios, una especie de refranes populares, y en plegarias, que fueron un esbozo de obras posteriores.

Pero únicamente después del destierro es cuando los escritores reemprenden esta reflexión y, al término de esta larga gestación, componen las grandes obras que vamos a detallar:

El libro de LOS PROVERBIOS es una colección de sentencias morales y religiosas

muy antiguas y de gusto oriental, algunas de ellas escritas por Salomón, que contienen “la sabiduría de los pueblos”, sacada de la experiencia de la vida y también de la fe.

El LIBRO DE JOB , de extraordinaria belleza literaria, es una de las obras maestras de

la literatura universal. Es un poema lírico-filosófico, en forma dialogada y con marco dramático. Plantea el problema del mal: ¿Por qué sufre el justo?, ¿Por qué prospera el malvado? (el autor hebreo ignora la retribución de los méritos por Dios en el más allá). No obstante, adora la Sabiduría de Dios y pone en El toda su confianza, porque si no se comprende el mundo exterior, ¿cómo se podrán comprender los secretos designios de Dios? (34 al 41). Sería un libro verdaderamente trágico si no fuera por su fe en la justicia y en la bondad de Dios. Son interesantes los capítulos 1 al 16, 28 al 31 y 38 al 42.

El ECLESIASTES (en hebreo Qohelet), todavía menos conformista que el de Job,

está escrito entre los años 250-200. Propone el problema de la felicidad humana y nos muestra la otra cara de la vida: la riqueza, la gloria, el amor, la vida larga; y saca la conclusión: todo pasa, “todo es vanidad de vanidades”. El hombre es un ser desgraciado;, que el hombre colmado de bienes no logra retener la felicidad.

EL CANTAR DE LOS CANTARES , de difícil interpretación, es una obra de carácter

místico, y canta poéticamente, bajo el lenguaje metafórico del amor matrimonial, las relaciones de Yahvé con su Pueblo. Los Santos Padres ven en este Cántico el amor de Jesucristo con su Esposa la Iglesia y con las almas santas (Ef. 5, 25-32; 2Cor. 11,2; Apocal. 21,2). Su influencia en la literatura ha sido grandísima. En España recordemos a San Juan de la Cruz.

EL ECLESIASTICO (año 182) es un código de vida religiosa en forma de sentencias.

La sabiduría de Israel, la de Yahvé, es la verdadera y no hay otra fuera de ella (es una alusión a la cultura griega que comienza a infiltrarse entre los judíos).

EL LIBRO DE LA SABIDURÍA fue escrito en griego por un israelita helenista entre los

años 80-50. Va dirigido a sus hermanos de raza establecidos en Egipto. En él se encuentra, mejor que en ningún otro del A.T., el verdadero sentido de la vida: cumplir la voluntad divina en la tierra y, después del juicio, gozar eternamente de Dios.

Generación tras generación, las ideas religiosas y morales se van perfeccionando progresivamente con el fin de preparar los espíritus a la venida del Mesías, esperado tan ansiosamente.

EL LIBRO DE DANIEL, del género apocalíptico (el género apocalíptico trata de

cosas secretas. Por eso se refiere a acontecimientos futuros. Generalmente son visiones reveladas por Dios y descritas a base de imágenes y también de símbolos extraños y desconocidos). Su desconocido autor “utilizó fuentes ya escritas que le facilitaban la atribución de sus visiones a un vidente del tiempo de la cautividad babilónica”. No obstante, el libro hace referencia a la época en que fue escrito. La obra comprende dos clases de escritos: las narraciones de género Midráshico (se llama MIDRAS (de la raíz darash = buscar) tanto al método interpretativo como a las obras compuestas según este método, se distinguen dos clases de midrás: -el midrás halaká (de una raíz que significa camino): se buscan reglas de conducta, leyes. En el judaísmo, halakot (plural de halaká) es sinónimo de “leyes”; - el

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midrás haggadá (de una raíz que significa narrar): se intenta sobre todo edificar) sobre la historia de Daniel y sus compañeros (1 al 6) y las visiones proféticas de tipo apocalíptico. (7 al 12).

Daniel es el profeta más misterioso de todos. A semejanza del Apocalipsis de San Juan, lleva a los fieles perseguidos un mensaje de esperanza en la victoria.

El pueblo judío era despiadadamente perseguido. Muchos prefirieron morir antes que profanar la santa alianza. Una vez más, Israel se encuentra humillada. Pero en la aldea de Modín, cerca de Jerusalén, se alza un caudillo llamado Matatías, a cuya muerte le sucede su valeroso hijo Judas Macabeo, que al frente de algunas bandas de aguerridos conquista la Ciudad Santa, purifica el templo y consigue la independencia política que durará hasta el año 63 a. C, es decir, ochenta años. Después de su muerte (año 160) le suceden sus hermanos Jonatán y Simón. Este último toma el título hereditario de Príncipe y Sumo Sacerdote.

Los DOS LIBROS DE LOS MACABEOS narran la historia de esta revolución judía. El contenido religioso de esta obra no es tan rico como los demás libros históricos. Son interesantes los capítulos 3, 6, 8, 14 y 16 del 1º, y 2, 3, 6 y 7 del 2º.

Después de algún tiempo, por una de esas paradojas que se repiten muchas veces en la historia, la dinastía asmonea tiende a helenizarse, traicionando así las ideas nacionalistas de los Macabeos. Esto dio origen a dos tendencias opuestas que, más tarde, formaron dos importantes sectas: la de los saduceos (llamados así porque se consideraban descendientes de Sadoq, el sumo sacerdote que ungió rey a David) y la de los fariseos (o “separados” se consideraba como el auténtico defensor del judaísmo contra las corrientes paganas). El conflicto entre los saduceos y fariseos desembocó en odiosas rivalidades.

Entretanto, Roma, poderosa e imperial, en su marcha incontenible hacia el Oriente, decide ocupar el avispero palestinense con ocasión de sus luchas dinásticas. Los legionarios, al mando de Pompeyo, tras violentas luchas, ocupan Jerusalén en el año 63 a. de C. Otra vez, el pueblo judío yace bajo el yugo de un nuevo opresor. Palestina es gobernada directamente por Roma.

� Enriquecemos el encuentro con el CATIC:

Nº 64: Por los profetas, Dios forma a su pueblo en la esperanza de la salvación, en la espera de una Alianza nueva y eterna destinada a todos los hombres y que será grabada en los corazones. Los profetas anuncian una redención radical del pueblo de Dios, la purificación de todas sus infidelidades, una salvación que incluirá a todas las naciones. Nº 201: A Israel, su elegido. Dios se reveló como único: “Escucha, Israel: el Señor, nuestro Dios, es el único Señor…”. Por los profetas, Dios llama a Israel y a todas las naciones a volverse a él, el único: Vuélvanse a mí y serán salvados, confines todos de la tierra, porque yo soy Dios, no existe ningún otro… ante mí se doblará toda rodilla y toda lengua jurará diciendo: ¡Sólo en Dios hay victoria y fuerza! Nº 785: “El pueblo santo de Dios participa también del carácter PROFÉTICO de Cristo”. Lo es sobre todo por el sentido sobrenatural de la fe que es todo el pueblo, laicos y jerarquía, cuando se adhiere indefectiblemente a la fe transmitida a los santos de una vez para siempre y profundiza en su comprensión y se hace testigo de Cristo, en medio de este mundo.

� Leemos la ficha de los niños y aclaramos dudas. ORACIÓN: Te pedimos ¡Oh! Dios, la gracia de ser profetas auténticos, en nuestra comunidad; verdaderamente comprometidos con Dios nuestro Señor; con tu Iglesia y con todo nuestro pueblo. Que no nos avergoncemos jamás de proclamar tus maravillas al mundo entero, para que fortalezcamos en nosotros la consagración que por tu gracia, recibimos en nuestro Bautismo y en la Confirmación, que nos constituyó en partícipes de Cristo, Sacerdote, Rey y Profeta de todos los hombres. Amén.

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RECONSTRUYENDO EL PARAÍSO PERDIDO

El 26de diciembre de 2004 todos nos conmovíamos ante las noticias que nos llegaban desde el sudeste asiático: un oleaje gigantesco provocado por un terremoto submarino que los japoneses denomina “tsunami” irrumpió sorpresivamente y destruyó todo a su paso: 280.000 muertos (un tercio de los muertos eran niños), 130.000 desaparecidos, 5 millones de personas sin techo, miles de millones de dólares en pérdidas materiales… Se decidió que se trató de la peor de las catástrofes de la historia.

Las imágenes que nos llegaron nos hicieron caer en la cuenta de los destrozos y la tragedia. Nada quedó como estaba antes después del paso de las olas y que el mar volviera a la calma. Todo perdió el orden en que estaba antes y la idea de desolación y ruina nos invadió a todos.

No nos es difícil comprender ya que, si no hemos pasado por una experiencia de destrucción en nuestra propia vida, al menos conocemos algún caso, alguna persona en que un incendio, una inundación, un terremoto, una explosión le destruyó en un instante todo lo que había construido durante toda una vida.

Ante tamaño desorden siempre aparecen varias actitu des: muchos contemplando la destrucción se preguntan por qué oc urren estas cosas; otros salen a la búsqueda de culpables y responsables aunque se pan que chocarán frente a la simple realidad del fenómeno natural; numerosos son los que se movilizan para ayudar en el gesto solidario de responder a la emer gencia ; y no pocos, pasados los efectos de la conmoción, se dedican a reconstruir l entamente tratando de restablecer el orden perdido.

Dirijamos ahora nuestra mirada a otra catástrofe que con frecuencia a quedado en nuestra memoria mezclada entre los cuentos y los mitos y que sin embargo tenemos que considerarla como la más calamitosa y grande catástrofes de la historia humana: la destrucción del orden que Dios ha dado a su Creación registrada en el cap 3 del Génesis; donde la rebelión del hombre frente a Dios tiró por tierra el orden que Él había establecido para su obra creadora y que había reconocido como que “era muy bueno” (Gn. 1, 31).

La catástrofe producida por la pérdida de aquel paraíso, es mucho mayor que la provocada por el “tsunami” porque alteró la naturaleza del mimo hombre y puso patas para arriba en un instante el orden que Dios había establecido. Por aquel desorden la muerte entró al mundo.

Sólo cuatro días después del “tsunami” los argentinos estábamos en los diarios de todo el mundo horrorizados y avergonzados por otro tipo de tragedia, la ocurrida en el boliche “Cromagnón” . Cuando nos ponemos a analizar las causas de esta tragedia aquí ya no podemos pararnos impotentes ante un fenómeno natural. Empezamos a ver que hay modos y modos de divertirse y de ofrecer un espectáculo, que hay intereses creados carentes de todo principio, que hay funcionarios que no cumplen sus tareas y se dejan sobornar, que hay empresarios inescrupulosos a los que no les importa cómo ganar dinero, que hay políticos insensibles que aprovechan todas las circunstancias para su propio beneficio, que hay padres negligentes que no prestan demasiada atención a su hijos, que hay madres imprudentes que por ir a un recital dejan a sus hijos en cualquier lado…; y podemos seguir haciendo una larga lista de intrincadas responsabilidades que sólo tienen una explicación posible: el pecado del hombre.

Cuando Jesús hace el envío de sus discípulos les dice: “Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación” (Mc. 16,15). Así nos pone frente a la realidad de que la redención no es solamente del hombre sino de todo aquello creado por Dios. Sería una mutilación gravísima pensar que la salvación pasa sólo por el “alma”, que el cristianismo es una doctrina privada, que se es cristiano para sí y no para los demás. Ser cristianos nos compromete con el otro, con el mundo y con la historia.

Con mucha frecuencia nuestra vida de fe no pasa de la actitud de ser espectadores de la historia y de los acontecimientos que nos van rodeando. Nos horrorizamos al ver lo que ocurre en la cancha, en la política, en la televisión, en el cine, en el barrio, en la escuela, en el trabajo…, pero nuestra actitud no pasa de ese horror, cuando lo que se espera de nosotros como apóstoles es “anunciar la Buena Nueva” a todo lo que nos rodea para que alcance la redención de Jesús y recupere la dignidad original con la que había

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sido creada por Dios en un principio, y, al mismo tiempo, denunciar todo aquello que atenta contra el orden temporal de las cosas, en especial, la vida humana.

Los cristianos somos testigos cotidianos de las consecuencias dramáticas del relato bíblico del Génesis; y está bien que nos sintamos conmovidos al sentirlas tan cercanas a nosotros. Como frente a las consecuencias del “tsunami” podemos sentarnos a contemplar y llorar la catástrofe producida por el hombre egoísta y codicioso. Podemos también dedicarnos a buscar culpables y condenarlos públicamente. Tal vez creamos que no podemos hacer más que poner algunos parches y luego de colocarlos volver a nuestras devociones. O quizá, asumiendo la plenitud de nuestro compromiso bautismal, nos arremanguemos y nos pongamos a trabajar en la reconstrucción del paraíso perdido.

El hoy Beato Pier Giorgio Frassati, escribió: “Cada día comprendo mejor la gracia de ser católico. Vivir sin fe, sin un patrimonio que defender, sin mantener una lucha por la verdad no es vivir, sino ir tirando… Incluso a través de cada desilusión tenemos que recordar que somos los únicos que poseemos la verdad”. La situación política de Italia en esos años (1922) le preocupó hondamente; se opuso claramente a la guerra y al fascismo desde sus convicciones cristianas, participando en manifestaciones públicas y siendo detenido varias veces.

Este es el gran desafío del vivir cotidiano del cristiano: ser indiferente a las realidades temporales es solamente “ir tirando”. A cada uno le toca ir mirando a su alrededor y constatando la realidad: “Llevar la Buena Noticia a todos los ambientes de la humanidad y, con su influjo transformar desde dentro, renovar a la misma humanidad” (E.N.18)

Se trata de “alcanzar y transformar con la fuerza del Evangelio los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad que están en contraste con la Palabra de Dios y con el designio de salvación”. (E.N. 19). Porque en esto se juega nuestra vocación apostólica y nuestra vocación a la santidad.

P. Luis Casella.

UTILIZACIÓN PASTORAL

� Leer atentamente el relato y, en forma grupal comentarlo. � ¿Hemos tenido en nuestra vida algún hecho que nos halla significado

comenzar de nuevo? � Ante situaciones como las que menciona el artículo: ¿Cómo reaccionamos?

¿Somos cristianos comprometidos o meros espectadores? � ¿Cómo se es profeta en nuestros días? ¿Podemos dar algún ejemplo de un

profeta de nuestro tiempo?

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PROFETAS DE NUESTRO TIEMPO (Celebración de Padres y Niños) Graciela Giavón y equipo de egresados de la Casa de Catequesis de Rosario 1) Primer momento: Comienza la Celebración con el tema musical de León Greco “Canción para Luchar” o bien con la “canción de Jeremías”, mientras van entrando desde el fondo del salón tres personas portando pancartas con imágenes de diarios y revistas, con noticias de situaciones y conflictos de actualidad, previamente se repartió el texto de la canción entre los participantes.

2) Segundo momento:

Presentadora: Esta es nuestra realidad, con sus luces y sus sombras, y es allí, donde la vida no dignificada, las situaciones deshumanizadas, las estructuras de injusticia… nos golpean, nos sacuden, nos conmueven…

El Dios de la Vida se manifiesta en este tiempo y en esta historia , y de allí nos interpela …

Pero muchos permanecen ciegos, sordos y mudos… (En este momento van entrando tres personas con los ojos, los oídos y la boca tapada, respectivamente)… Instalados en su cómoda mediocridad NO quieren ver… NO quieren oír… NO quieren denunciar… y le dan la espalda a esta realidad que molesta…

La historia que vamos a escuchar puede ser la de cualquiera de nosotros, por eso

será fácil “ponerse en situación”

3) Tercer Momento: Representación con texto leído, sobre una adaptación de un original del P. Sesión de “El Profeta”. Protagonistas: Hombre, monitor, Dios.

- Hombre: Yo era un hombre común. Me abrigaba si tenía frío, cuidaba a mi familia, mi trabajo. Me gustaba al llegar la primavera pasar disfrutando la tibieza del sol y el colorido de las flores. Vivía y dejaba vivir.

- Monitor: Si, en verdad, éste era un hombre tranquilo, era el más calmo del mundo.

Era la personificación de la tranquilidad. Si alguien se le acercaba llorando, lo consolaba con bonitas palabras y alguna que otra frase bíblica, sin olvidarse, claro, de las palmaditas en la espalda. Era una buena persona, no la mejor de todas, pero buena al fin.

- Hombre: Iba a misa todos los domingos, y rezaba no sólo para pedir, sino también

para alabar y dar gracias. Todo eso era yo, una persona feliz. Vivía mi vida…

- Monitor: Todo eso era él, calmo, tranquilo, muy ubicado, incapaz de entrometerse en la vida de nadie, compasivo, eso sí, y buen vecino, buen padre, buen hijo y esposo, responsable y eficaz en su trabajo, amante de la música clásica.

- … Fue entonces que algo sucedió.

- Hombre: Estaba terminando de recoger la mesa de la cena, cuando desde la televisión, las escenas de destrucción y dolor de la guerra de Palestina me conmovieron, me golpearon. Me tuve que sentar y al instante recordé que lo misma había sentido esa mañana al ver a un pobre niño revolviendo la basura buscando algo para comer...

- Monitor: El Dios de Jesús pasaba por su vida…

- Dios : Hijo mío, imagen y semejanza mía, dame un poco de tu tiempo…

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- Hombre : ¡Señor, tú sabes lo que a mí me cuesta vivir! Hago todo lo que puedo, sé que tú me crees, no puedo dar más de lo que estoy dando, no puedo exigirme más, porque no puedo entregar más de mí. ¡No puedo!!

- Monitor: Entonces Dios calló y no dijo nada más. Al Dios de Jesús no le gustan los

monólogos. - Presentadora: Hace preguntas retóricas al grupo: “¿Qué actitud tengo yo frente a

la vida, a la realidad, a los problemas del mundo?

- ¿He sentido alguna vez el paso de Dios por mi vida? ¿He oído la voz de su llamado? ¿Tengo el corazón dispuesto a escuchar o sólo escucho mi propia voz?...

- Monitor: Un día le tocó a él comenzar la conversación. Había estado pensando

mucho sobre lo que Dios le había dicho en su primer encuentro. Había encontrado el argumento para convencerlo de que no podía responder a su intento de hacerlo profeta.

- Hombre: Señor, escúchame, ya no puedo ser profeta, hazme caso. El profeta es

un tipo diferente, raro, que sabe decir verdades, que sale a la calle a gritar, que se mete en la vida de los otros, de los marginados… ¡Eso es!... y… yo no quiero ser un marginado…

- Monitor: Y entonces, Dios gritó:

- Dios: ¡Yo quiero un profeta! ¡Lo estoy necesitando, mi pueblo necesita un profeta!

- Hombre: Pero qué quieres de mí, ni siquiera sé hablar. Basta que me oigan para

que los otros se den cuenta de que no tengo madera para profeta. Tú necesitas un líder y no una buena persona.

- Monitor: y de nuevo se hizo un silencio entre el Dios de Jesús y el hombre que no

quería ser profeta…

- Monitor: El pueblo estaba necesitando un profeta, y Dios no se cansaba de llamar a la puerta del hombre. Porque cuando Dios llama, todo el ser se conmueve y es imposible esquivarlo, así que Dios tranquilo le reclamó:

- Dios: ¿Y?... ¿vas a ir o no a la gente?

- Hombre: ¡Pero Señor!, unos quieren un profeta que derribe barreras y murallas,

otros que mantenga y glorifique el nuevo orden, algunos un profeta claro y directo, que ataque el problema de raíz y… todos quieren un profeta que les diga lo que quieren oír. No sé, ¡yo no querría ser profeta!

- Monitor: y mi Dios volvió a callarse. Y el hombre empezó a angustiarse porque

temía que Dios se vengara. Y se decía a sí mismo:

- Hombre: No tengo que dejarme impresionar. Dios es bueno, por eso El no tomará ninguna represalia contra mí, seguro. Si no me convence no hay problema porque ya se buscará otro mejor y más preparado que yo. Honestamente no quiero porque no me considero a la altura. ¡No, Dios, por favor, no me mires! ¡Tengo vergüenza, no me mires!!!

- Monitor: Fue entonces cuando empezó a interrogarse. El hombre estaba inquieto y

confuso, y la mirada de Dios no dejaba de perseguirle. Dios no dijo nada. No valía la pena.

- Presentadora: ¿Qué excusas pongo ante el llamado? ¿Qué cosas me impiden responder? ¿Confío realmente en el llamado de Dios o sólo tengo dudas y miedos? ¿De qué forma aprovecho los talentos y cualidades que Dios me concedió? ¿Qué es y dónde y cómo puedo ser profeta en esta realidad en la que vivo?

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- Monitor: A la mañana siguiente el hombre decidió probar su capacidad profética. Se fue a una plaza pública donde el pueblo se reunía. El nuevo profeta subió a lo alto de una tarima y con voz profunda exclamó:

- Hombre: Escuchen Uds. Los tibios, los hipócritas, consumistas, individualistas: No

hacen nada, y cuando se ven oprimidos por su propia estupidez, se quedan ahí rezando y diciendo a Dios que necesitan un profeta para hacer lo que no son capaces de hacer ustedes mismos. Se han dejado encarcelar, oprimir, esclavizar sin protestar nunca. Les dicen que hagan esto y lo hacen, que compren esto y lo compran. Y luego se quedan ahí pidiendo a Dios que les envíe un ejército liberador. ¿No querían un Mesías? Está ahí en medio de ustedes. Búsquenlo, escúchenlo porque Él les habla pero sólo oyen sus propios gritos. ¿Qué creían, que Jesucristo iba a decirles qué tenían que hacer, o de qué parte, de qué partido tendrían que ponerse?

¡Hombres y mujeres de corazón duro! Se parecen a los sacerdotes del Templo o a Pilatos lavándose las manos. Niegan tres veces y Dios perdona 300. ¿Qué más quieren? Hoy les habo yo, que no soy profeta del pueblo, sino Dios.

- Monitor: Y el pueblo escuchaba y decía que éste sí era un profeta original y que

decía las cosas en la cara. El pueblo estaba conforme con este hombre.

- Monitor: Entonces Dios, después de escuchar en silencio al nuevo profeta le dijo:

- Dios: Hasta ahora no has hecho otra cosa que hablar de ti mismo, desde tu propia bronca. ¿Qué te parece si hablases un poco de mí, de mi Buena Noticia?

- Hombre: ¡Ya te dije que no tenía madera de profeta! ¿Para qué me llamaste justo a mí, Señor?

- Monitor: Y Dios volvió a preguntar:

- Dios: ¿Y quién te dijo que hacía falta madera para ser profeta¿ ¿No se trata de una vivencia, de una urgencia? ¿Es que tú has visto que haga falta tener madera para amar?

- Monitor: Y se estableció un gran silencio entre los dos… Fue entonces cuando el

hombre profeta comprendió lo que Dios le pedía: salir de sí mismo, ir al encuentro del “otro” como Él salió a su encuentro. Esa experiencia era la que debía anunciar, como profeta, la Buena Noticia que le cambió la vida. Y así, con el corazón de discípulo que escucha con atención al Maestro y a su prójimo, el hombre comenzó a ser un Profeta de verdad.

Final de la representación, se deja un minuto de silencio con una música de fondo, muy suave…

4) Cuarto Momento

-Presentadora: El llamado del Dios de Jesús es insistente y su insistencia incomoda, desinstala…para responderle no basta con ser sólo un “buen cristiano”, hace falta un paso más , es el paso del Profeta, comprometido e involucrado con las voces de su tiempo… que tiene la voluntad y el coraje para luchar por un mundo más humano y más justo… él no puede dejar de acudir a la llamada, desafiando al miedo, el dolor, la crítica… y hasta la blasfemia. Porque su causa es la causa de Jesús, él sigue los pasos del Maestro, Aquél que tuvo entrañas de misericordia y compasión para todo el que quede marginado y excluido del Proyecto del Padre.

¡El es la Palabra!!!... Y vino a nosotros… Entrada del Libro de la Palabra con una luz desde el fondo hacia el frente, mientras

se canta: “Tu Palabra, Señor, es la Verdad y la luz de mis ojos”…

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Presentadora: “Éste es el Libro de los Libros, el Libro que contiene la Palabra de Dios”.

Se responde: “Habla Señor que tu pueblo escucha”. Les anuncio la Buena Noticia de Jesús según San Mateo (Mt 9, 35-38). (Lectura del

Evangelio…) Al finalizar cantamos “Él vive, vive, vive, vive… Vive Jesús el señor”. Después de breves segundos, la Presentadora se dirige al grupo para leer:

TU MISIÓN: SER PROFETA

Has recibido un destino de otra palabra más fuerte, Es tu misión ser profeta, palabra del Dios viviente. Tú irás llevando la luz, en una entrega perenne, Que tu voz es voz de Dios y la voz de Dios no duerme. Ve por el mundo, grita a la gente: Que el amor de Dios no acaba Ni la voz de Dios se pierde. Sigue tu rumbo profeta, sobre la arena caliente. Sigue sembrando en el mundo, que el fruto lo hará presente. No temas si nuestra voz ante su voz se detiene, Porque huimos del dolor y la voz de Dios no duele. Sigue cantando profeta, cantos de vida y de muerte, Sigue anunciando a los hombres que el Reino de Dios ya viene. No callarán esa voz, y a nadie puedes temerle, Que tu voz es voz de Dios y la voz de Dios no muere.

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1º Año de Confirmación Encuentro Nº 16: “La Alianza Definitiva: JESUCRISTO”.

Objetivo: -Reconocer que Dios, a pesar de nuestros pecados, es

siempre fiel. - Descubrir en Jesucristo la Alianza definitiva entre Dios y los hombres, que se celebra en cada Misa.

CITAS BÍBLICAS

� En este encuentro nos proponemos: Reconocer la Nueva Alianza, hecha por Cristo en su muerte y resurrección, y que actualizamos cuando celebramos y compartimos su Cuerpo y su Sangre.

MOTIVACIÓN

� “A”: Leer y comentar en forma grupal el relato “El Silencio de Jesús” , que figura al final del encuentro.

TENER PRESENTE: � La Antigua Alianza hecha por Dios con su pueblo en el monte Sinaí quedó plasmada

en tablas de piedra. La Nueva Alianza, que ya se anuncia en Jeremías, estará en el corazón de cada hombre y se hará realidad en la muerte y resurrección de Jesús.

� En el Antiguo Testamento, se fueron dando diversas alianzas que Dios hizo con su pueblo: Noé, Abraham, Moisés. Todas fueron signo de la que se hará definitivamente con Cristo y que se actualiza en cada Eucaristía.

� Cuando los cristianos celebramos y compartimos la Eucaristía estamos renovando, para nuestro tiempo, la Nueva Alianza que se actualiza y se hace presente en la celebración de cada

(Jer. 31, 31 – 34)

“…pondré mi ley en su interior… me conocerán todos…”

(Jn. 6, 44 - 45)

“Nadie pude venir a mí si no lo atrae mi Padre que me envió”.

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PUNTOS PARA DESARROLLAR EL ENCUENTRO La Alianza La religión judeo- cristiana es una religión de Alianza. Dios, entre todos los pueblos de la Tierra, eligió a Israel para establecer con él una

alianza o pacto, mediante el cual Dios e Israel tendrían una comunidad de vida y realizarían la Historia de Salvación.

Esta Alianza se basa, pues, en el amor de Dios. Y la prueba de este amor mutuo consistirá en la fidelidad a los compromisos de ambos: el Señor se mostrará bondadoso si el pueblo es fiel, y empleará su justicia si le es infiel (Ex. 20, 6-6). Su misericordia superará la infidelidad del pueblo.

La Alianza, reflejada en la Torah o Ley, es la norma de la religión y de la moral de al comunidad israelita. Israel recibirá de Dios la misión de ser el pueblo mediador, el “primogénito” (Ex. 4,22) de todos los pueblos de la tierra, pues todos son de Dios (Ex.19, 5).

Los profetas profundizarán más en la idea religiosa de la alianza de Dios con su pueblo, especialmente bajo las imágenes del pastor y del rey, y, sobre todo, del matrimonio (Ezeq. 34; Os. 2; Is. 5, 1-7; Jer. 3. 1-5 y 19-25; 4, 1-4; Ezeq. 16, 6-8). Más tarde, con la tradición sapiencial, todo un poema (El Cantar de los Cantares) es dedicado al amor de los desposorios de Yahvé con Israel.

Pero Israel, pueblo “adúltero”, según la expresión de Oseas, infiel a su Dios, no merece la alianza divina. El profeta Jeremías, que vivió como un verdadero “pobre bíblico”, será el primero que anuncie una Nueva Alianza (Cap. 30 al 33, especialmente en 31, 31-34). Por las infidelidades de Israel quedará anulada la primera alianza y será establecida una segunda, que será eterna. Dios enviará a su Hijo, que se hará hombre, y sellará con su sangre la Nueva Alianza, entre Dios y la Iglesia. El nuevo Mediador, Jesús , dirá a sus Apóstoles al instituir la Eucaristía: “Este es el cáliz de mi sangre, de la Nueva Alianza, del Nuevo Testamento, que será derramado por muchos para el perdón de los pecados” (2 Cor. 3,6; Hebr. 7. 7, 22; 9, 11-12).

Jesucristo, Mediador y Sumo Sacerdote de la Nueva A lianza. La Carta a los Hebreos, escrita por un judeo-cristiano, interpreta la salvación de

Jesucristo desde una lectura reinterpretativa de la antigua alianza. Jesús es presentado como el nuevo sumo Sacerdote de la nueva Alianza – tomado

de entre los hombres para modelo del sacerdocio eterno de Melquisedec. En Jesús caduca la antigua alianza y en él se cumplen las profecías de una nueva y

eterna alianza que se realiza en su sangre y en su muerte de una vez y para siempre, convirtiéndose en causa de salvación para todos por tanto, lanuela alianza es superior en todo a la antigua.

Por eso ahora tenemos un Santuario en el cielo donde Jesucristo, sentado a la derecha del Padre, es el mediador entre Dios y los hombres que pueden acercarse confiadamente a su trono.

Dijo Jesús. “Se ha cumplido el tiempo” (Mc. 1, 15). “Sepan que el Reino de Dios está en medio de ustedes” (Lc. 17, 21). Jesús reivindica que El anuncia definitivamente la voluntad de Dios y puede cumplir los deseos más profundos del hombre. Se presenta como el que sabe con toda certeza, quién es Dios y los deseos más profundos del hombre. ¡Ningún fundador de religiones ha tenido jamás semejante pretensión! Tampoco nadie jamás ha vivido una alta vocación con tanta modestia y naturalidad.

Ante sus contemporáneos Jesús aparece como hijo de José el carpintero. Pero El habla continuamente de otro Padre, al que llama abbá, término que utilizan los niños y significa: “querido papá”. Desde niño nos lo presentan los evangelistas con esta obsesión: “¿No saben que tengo que ocuparme de los asuntos de mi Padre?” (Lc. 2, 49). El vive en una inconfundible relación con Dios, en una intimidad familiar total. Así se entiende lo que dijo Jesús de sí mismo en las formulaciones del evangelio de san Juan:

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� “Yo y mi Padre somos una misma cosa” (Jn. 10, 30). � “El Padre está en mí y yo estoy en el Padre”. (Jn 10, 38; 14, 9b). � “El que me ha visto a mi ha visto a mi Padre”. (Jn. 14, 9). � “El Padre que está en mi obra por mi” (Jn. 14, 10). Etc…

Jesús reclama que en su persona, Dios mismo presente y obrando. Para las

autoridades religiosas esto fue lisa y llanamente una blasfemia y el motivo para el reproche: “¿Qué haces de ti mismo?” (Jn. 8, 53). Esta fue la razón más profunda de su rechazo, condenación y muerte. Como sentencia de muerte se podía leer entonces también, sobre su cabeza en la cruz: “Jesús de Nazareth, rey de los judíos”, quiere decir: ¡el que se autoproclamaba “Mesías”.

Un Camino Eucarístico La última Cena que Jesús comió con sus apóstoles no era otra cosa que la

celebración de la Pascua Judía. Toda celebración pascual judía se sitúa entre la cena sacrificial del cordero que

precedió al paso del Mar Rojo (con el mandato de celebrarla anualmente) y el futuro banquete escatológico. En el rito, en la época de Cristo, se sacrificaba el cordero pascual y se comía junto con sus panes ácimos e hierbas amargas. Se leían y recordaban los hechos del Éxodo junto con el rezo del salmo.

No era un rito vació de contenido. De algún modo cada celebración actualizaba la salvación obrada por Dios a favor de su pueblo.

Jesús actualiza la pascua judía y, tomando el hecho de la liberación de la esclavitud, le da un nuevo significado: El Será el cordero que se entregará por su pueblo esclavo del pecado y de la muerte.

Nos deberíamos estremecer cada vez que escuchamos las palabras de la consagración: “esto es mi cuerpo que se entrega por vosotros…” “Esta copa es la Nueva Alianza sellada con mi sangre, que es derramada por vosotros” (Lc 22, 19-20).

Cristo se entrega por mí y por todos los hombres de todos los tiempos. El anticipa esta entrega en la Cena tomando el pan que será su Cuerpo ofrecido por nosotros.

Con Cuchara y mucha Fe Este testimonio deberá estimularnos, desde una profunda fe eucarística, a anhelar en

forma continua a que Cristo nazca realmente en nuestro cuerpo y alma, y no conformarnos con “buenos” sentimientos. El verbo eterno no se hizo sentimiento, se hizo “carne” para habitar entre nosotros.

Un capellán militar relataba este episodio que decía ser el más conmovedor y

ejemplar de cuantos había tenido ocasión de protagonizar en su larga experiencia sacerdotal.

“Visitando un día a los enfermos de un pequeño hospital de campaña, me encontré con un artillero herido que presentaba un síndrome avanzado de afección tetánica.

Lo preparé para recibir el sacramento de la Penitencia. Era la primera vez que lo hacía. Pronuncié a su oído palabras de paz, consuelo y confianza en el Señor, y me dispuse a ir en busca de los santos óleos a fin de administrarle la Unción de los enfermos.

En eso escucho la voz apagada del moribundo que me dice: -Padre, ¿no me trae la Sagrada Comunión? Su estado no se lo permitía. Tenía la boca horriblemente contraída y obturada por la

enfermedad. Traté de consolarlo: -Te administraré la Sagrada Comunión cuando hayas mejorado. Pero el enfermo me

replicó con voz suplicante: -¿No ve, padre, que me estoy muriendo? Yo quiero recibir al Señor… -Basta por ahora que tengas el deseo ardiente de recibirlo. No puedes abrir la boca

para comulgar.

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El enfermo miró alrededor y encontró de inmediato la solución: extendió la mano y tomando una cuchara que había sobre la mesa de luz, me suplicó heroicamente:

-Con esta cuchara me abrirá la boca. Quiero recibir a Jesús antes de morir…” “Por eso, el Señor Jesús, “el camino, la verdad y la vida” (Jn 14, 6). Se dirige al

corazón anhelante del hombre, que se siente peregrino y sediento, al corazón que suspira por la fuente de la vida, el corazón que mendiga la Verdad”. (Sacramentum Caritatis 2. Benedicto XVI).

El destino del hombre es luchar por amor hasta el ú ltimo instante de su vida. El que quiere llevar una vida espiritual seria deber luchar para que ésta crezca, se

desarrolle, evolucione, avance, tienda a la santidad. Debemos luchar contra nuestra comodidad, pues son miles los pretextos que

ponemos para no crecer en la vida interior. De qué vale que se diga que aquella persona es muy rezadora pero su vida deja mucho que desear: es vaga, informal, frívola, desordenada, perezosa, inútil… Frente a esta realidad deberíamos meditar las palabras de Jesús: “Quien es fiel en lo poco también lo es en lo mucho, y quien es injusto en lo poco, también lo es en lo mucho” (Lc 16, 10).

Cuántas veces descuidamos la vida eucarística con el pretexto de que tenemos muchas actividades, que, al final, llenan los días de un vació existencial.

No ver las cosas con los ojos de Dios, nos lleva al desaliento, al cansancio, y por qué no decir, al hastío. El hombre que lucha por corresponder a su vocación de ser un alma eucarística, después de contemplar a Jesús en el sagrario, se acostumbra a ver a Dios detrás de todo, a saber que El lo espera siempre y que le reclama que lo siga con fidelidad. Hemos de caminar por la vida con una preocupación sincera de luchar; para no perder su divina compañía.

Cuando entramos en intimidad con Jesús, en el sacramento de la Eucaristía, descubrimos su bondad para con nosotros y para con todos los hombres; siempre dispuesto a oírnos, El jamás se cansa de escuchar y, sin embargo, nosotros nos cansamos de ir a su encuentro.

“El hombre para caminar en su justa dirección, necesita ser orientado hacia la meta final. Esta meta última, en realidad, es el mismo Cristo Señor, vencedor del pecado y la muerte, que se nos hace presente de modo especial en la Celebración eucarística. De este modo, aún siendo todavía como “extranjeros y forasteros” (1Pe. 2, 11) en este mundo, participemos ya por la fe de la plenitud de la vida resucitada”. (Sacramentum Caritatis 30. Benedicto XVI).

Una tarea urgente En un cambio de época en que el domingo ha dejado de ser el día del Señor, urge

una nueva evangelización. Para todos los hombres de buena voluntad debe ser el día de la adoración y de la glorificación de Dios, del Santo Sacrificio, de la oración, del descanso, del recogimiento, del alegre encuentro de la intimidad familiar.

Profundizar lo que es el sacrificio del altar lleva a mejorar nuestra vida espiritual y a encontrar el centro y razón de nuestra existencia. En cada celebración Dios renueva su pacto de amor por nosotros. “Presten atención y vengan a mi, escuchen bien y vivirán. Yo haré con ustedes una alianza eterna, obra de mí inquebrantable amor…” (Is 55,3).

El vino a la Tierra para que los cansados y agobiados encuentren alivio; los enfermos salud; los tristes, hallen alegría. “Vengan a mi…” (Mt 11, 28). Estas son palabras divinas que encierran una realidad que, por la prisa y el activismo, a veces olvidamos.

La Alianza Nueva y Eterna se renueva en cada misa. Ahí se nos da la Buena Nueva, recibimos la promesa de la vida eterna y de la verdadera redención, la promesa de llegar a la Patria Eterna.

“Vengan a mi los que deseen, y sáciense de mis frutos, porque mi espíritu es más dulce que la miel, y más suave que un panal…”. Los que de mí coman tendrán siempre

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hambre de mí…. El que me obedezca no se avergonzará, y los que me sirvan no pecarán”. (Ecl. 24. 26 – 30).

Reflexionemos: Cuando tocan las campanas para ir a misa, ¿con qué disposición

voy a ella? ¿El activismo en el que vivimos me hace entrar a la celebración muy llena de mí y muy vacía de Dios?

� Enriquecemos el encuentro con el CATIC:

Nº 204: Dios se reveló progresivamente y bajo diversos nombres a su pueblo, pero la revelación del nombre divino hecha a Moisés en la teofanía de la zarza ardiente, en el umbral del Éxodo y de la Alianza del Sinaí, demostró ser la revelación fundamental tanto para la Antigua como para la Nueva Alianza. Nº 611: La Eucaristía que instituyó en la Última Cena será el “memorial” de su sacrificio. Jesús incluye a los apóstoles en su propia ofrenda y les manda perpetuarla. Así Jesús instituye a su apóstoles sacerdotes de la Nueva Alianza: “Por ellos me consagro a mí mismo para que ellos sean también consagrados en la verdad” (Jn. 17, 19). Nº 1325: “La Eucaristía significa y realiza la comunión de vida con Dios y la unidad del Pueblo de Dios por las que la Iglesia es ella misma. En ella se encuentra, a la vez, la cumbre de la acción por la que, en cristo, Dios santifica al mundo, y del culto que, en el Espíritu Santo, los hombres dan a Cristo y por él al Padre”. ORACIÓN Solo pido Señor… Sólo pido, Señor, tener tu vida Amarte sin medida, ciegamente, Entregarme a tu Nombre nuevamente Y volverme tu santa Eucaristía. Que recibas mi amor y mi alabanza, La adoración que ofrezco y la plegaria, La súplica confiada y trinitaria Que brota del Amor y la confianza. Tengo sed de la vida que me entregas, De tu Palabra viva y eficiente, Del vino de la Pascua que renueva. Del pan que me transforma lentamente, Me incorpora a tu cuerpo y me recrea En la vida que brota de tu fuente.

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EL SILENCIO DE JESÚS Aún no llego a comprender cómo ocurrió, si fue real o un sueño… Sólo recuerdo que ya era tarde y estaba en mi sofá preferido con un buen libro en la

mano. En algún lugar entre la semiinconsciencia y los sueños, me encontré en aquel inmenso salón; no tenía nada en especial salvo una pared llena de tarjeteros, como los que tienen las grandes bibliotecas. Los ficheros iban del suelo al techo y parecían interminables en ambas direcciones. Tenían diferentes rótulos. Al acercarme, me llamó la atención un cajón titulado: “Muchachas que me han gustado”. Lo abrí descuidadamente y empecé a pasar las fichas. Tuve que detenerme por la impresión, había reconocido el nombre de cada una de ellas: ¡se trataba de las chicas que a mí me habían gustado! Sin que nadie me lo dijera, empecé a sospechar dónde me encontraba. Este inmenso salón, son sus interminables ficheros, era un crudo catálogo de toda mi existencia.

Un sentimiento de expectación y curiosidad, acompañado de intriga, empezó a recorrerme mientras abría los ficheros al azar para explorar su contenido.

Algunos me trajeron alegría y momentos dulces; otros, por el contrario, un sentimiento de vergüenza y culpa intensos que tuve que volverme para ver si alguien me observaba.

El archivo “Amigos” estaba al lado de “Amigos que racioné” y “Amigos que abandoné cuando más me “. Los títulos iban de lo mundano a lo ridículo. “Libros que he leído”, “Mentiras que he dicho”, “consuelo que he dado”, “Chistes que conté”, otros títulos eran: “Asuntos por los que he peleado con mis hermanos”, “Cosas hechas cuando estaba molesto”, “Murmuraciones cuando mamá me reprendía de niño”, “Videos que he visto”… No dejaba de sorprenderme de los títulos.

Estaba atónito del volumen de información de mi vida que había acumulado. Cada una de las tarjetas estaba escrita con mi letra, cada una llevaba mi firma. cuando vi el archivo “Canciones que he escuchado” quedé atónito al descubrir que tenía más de tres cuadras de profundidad y, ni aun así, vi su fin. Me sentí avergonzado, no por la calidad de la música, sino por la gran cantidad de tiempo que demostraba haber perdido. Cuando llegué al archivo: “Pensamientos lujuriosos” un escalofrío recorrió mi cuerpo. Solo abrí el cajón unos centímetros. Me avergonzaría reconocer su tamaño. Saqué una ficha al azar y me conmoví por su contenido… No necesitaba ver más… Un instinto animal afloró en mi. Un pensamiento dominaba mi mente: Nadie debe entrar jamás a este salón… ¡Tengo que destruirlo! En un frenesí insano arranqué un cajón, tenía que vaciar y quemar su contenido. Pero descubrí que no podía siquiera desglosar una sola hoja del cajón. Vencido y completamente indefenso, devolví el cajón a su lugar. Apoyando mi cabeza en el interminable archivo, testigo invencible de mis miserias, empecé a llorar.

En seso, el título de un cajón pareció aliviar en algo mi situación: “Personas a las que les he compartido el Evangelio”. La manija brillaba, al abrirlo encontré menos de diez tarjetas. Las lágrimas volvieron a brotar de mis ojos.

Caí de rodillas al suelo llorando amargamente de vergüenza. Y mientras me limpiaba las lágrimas, lo vi. ¡Oh No!, ¡por favor no! ¡El no!, ¡cualquiera menos Jesús! Impotente vi cómo Jesús abría los cajones y leía cada una de mis fichas. No soportaría ver su reacción. En ese momento no deseaba encontrarme con su mirada. Intuitivamente Jesús se acercó a los peores archivos. ¿Por qué tiene que leerlos a todos? Con tristeza en sus ojos, buscó mi mirada y yo bajé la cabeza de vergüenza, me llevé las manos al rostro y empecé a llorar de nuevo. El se acercó, puso sus manos en mis hombros. Pudo haber dicho muchas cosas. Pero El no dijo ni una sola palabra. Allí estaba junto a mí, en silencio. Era el día en que Jesús guardó silencio… y lloró conmigo. Volvió a los archivadores y, desde un lado del salón, empezó a abrirlos, uno por uno, y en cada tarjeta firmaba su nombre sobre el mío. ¡No!, le grité corriendo hacia El. Lo único que atiné a decir fue sólo ¡no!, ¡no!, ¡no! Cuando le arrebaté la fecha de su mano. Su nombre no tenía por qué estar en esas fichas. No eran sus culpas, ¡eran las mías! Pero allí estaban, escritas en un rojo vivo. Su nombre cubrió el mío, escrito con su propia sangre. Tomó la ficha de mi mano, me miró con una sonrisa triste y siguió firmando las tarjetas. No entiendo cómo lo hizo tan rápido. Al siguiente instante lo vi cerrar el último archivo y venir a mi lado. Me miró con

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ternura a los ojos y me dijo: “Todo esta consumado, está terminado, yo he cargado con tu vergüenza y culpa”. En eso salimos juntos del salón…

Utilización Pastoral

� En nuestra vida, muchas veces nos alejamos del camino señalado por Dios ¿cuáles son los motivos que nos llevaron a distanciarnos de su amor? (Escuchar).

� ¿Cómo estamos respondiendo a la invitación que nos hace Jesús cada domingo? (Escuchar).

� ¿Seremos capaces de renovar con Jesús esa Alianza que él hizo con nosotros en la cruz, respondiendo como verdaderos discípulos suyos? (Escuchar).

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1º Año de Confirmación Encuentro Nº 17: “La Vida de los que creemos en JESUCRISTO”

Objetivo: -Comprender que la verdadera fe en Dios nos lleva a

cambiar de vida, o sea, que siempre va acompañada de obras.

CITAS BÍBLICAS

� En este encuentro nos proponemos: Reconocer, en Jesús, al Salvador esperado que viene para salvar a todos los hombres, haciendo, de todos los pueblos, el pueblo de los hijos de Dios, la gran familia cristiana, la Iglesia.

MOTIVACIÓN:

� “A”: El relato que figura en la cartilla de los niños. � “B”: El relato: “Historia de un Puente” que figura al final del encuentro,

desarrollando la dinámica que allí se detalla.

TENER PRESENTE:

• Jesús mismo nos dice cuál es su misión, cuando lee al profeta Isaías en la sinagoga. (Is, 61, 1 – 3), como lo refiere el evangelista Lucas (Lc. 4, 14, 21).

• También lo hace en el diálogo con Nicodemo, Cristo ratifica par qué vino (Jn, 3, 17 – 18).

• Jesús nace para salvar y no para condenar, porque vino para que todos los hombres seamos felices, viviendo siempre en su amistad, en la tierra y en el cielo.

• Cuando Cristo envía a los Apóstoles por el mundo, después de su Ascensión al cielo les da la misión de anunciar la salvación a todos los hombres, asegurando, con su

(Is. 58, 2 – 10)

…”Si en tu casa no hay más gente explotada,…si das al hambriento lo que deseas para ti y sacias al oprimido; brillará tu luz en las tinieblas…”

(Lc. 4, 14 – 21)

“Él me ha ungido para traer Buenas Nuevas a los pobres…”

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presencia permanente, el fruto de l predicación apostólica (Mt. 28, 18 – 20 y Mc. 16, 15 – 20).

• Sólo quien rechace voluntariamente y con plena conciencia la salvación, se condenará.

PUNTOS PARA DESARROLLAR EL ENCUENTRO. Vida Nueva

Todos los hombres buscamos y queremos la salvación, la felicidad, porque Dios nos ha creado para ser felices, en esta vida y en la eterna.

La vida es el mejor regalo de Dios al hombre. Y Dios es un Dios de vida. En Jesús resucitado Dios se ha hecho vida para siempre. En el cristiano la vida es Dios mismo derramada en el corazón por su Espíritu, Señor y dador de vida. La vida está situada en el “corazón de nuestro corazón” que es Dios. Y éste es el reto. Y ésta es la búsqueda; no hacia fuera, sino hacia dentro. Buscar en lo escondido es encontrarse con lo profundo, con aquello que da sentido real y auténtico a la vida. Y encontrarla es vivir una experiencia de gratuidad, de don, de regalo, de fiesta.

La constitución Pastoral “Gaudium es Spes”, del Concilio Vaticano II, sobre la Iglesia en el Mundo Actual, analiza la condición del hombre en el mundo moderno, e interpretando a la luz del Evangelio los signos de los tiempos, esboza las características del mundo de hoy.

“El género humano se encuentra en una nueva era de su historia, caracterizada por la gradual expansión, a nivel mundial, de cambios rápidos y profundos. Estos cambios recaen sobre e mismo hombre, sobre sus juicios y sus deseos, sobre su modo de pensar y reaccionar ante las cosas y los hombres. Podemos hoy hablar de una auténtica transformación social y cultural, que influye también en su vida religiosa” (Gs4).

La vida es bella y maravillosa. Y hay que hacer “algo grande y hermoso para Dios”. La vida hay que devolvérsela a Dios derramada en otras muchas vidas, sembrada en otros muchos campos. La vida se nos ha dado para darla; la vida tiene vida cuando la gastamos con los otros, la vida es vida cuando amamos. Porque vivir es amar. Porque vivir es olvidarse uno de sí mismo y hacerse don al necesitado. Porque vivir es subir a lo alto de la Cruz, de donde viene toda vida, y hacer lluvia de paz y bien sobre los hombres. Vivir es gastarse en servicio al Reino, la causa de Jesús, la razón profunda de su vida.

Un sacerdote, el padre Luis Horacio Casella en un artículo escribía lo siguiente: A veces los cristianos nos hacemos esclavos de las circunstancias, por ejemplo

cuando vamos a un velatorio, disponemos nuestro corazón para acompañar el dolor de los deudos y buscamos la estola morada para rezar el debido responso, y, sin embargo no voy a olvidar nunca el clima de alegría y fiesta que presencié, siendo seminarista, en el velatorio y sepelio de un dirigente de Cursillos de Cristiandad. No pocos han de pensar que se debe tratar de una locura con rasgos de psicosis colectiva, pero lo cierto es que el cristiano no tiene puesta su mirada en la muerte sino en la Vida Eterna, y si esto ha llegado a lo profundo de su corazón, la partida de los seres queridos se vive como Pascua y no como Viernes Santo.

Casi en una misma predisposición fui en una ocasión a visitar a una abuela de ochenta años que se había roto la cadera. Mientras estaba en el ascensor de la clínica iba tratando de acomodar mi corazón al dolor que la mujer estaba padeciendo, y pensando qué palabras podía emplear al enfrentarme con la pobre sufriente. Sin embargo fue ella la que lo expresó todo, se alegraba de mi visita, y por sobre todo se alegraba de que Jesús la hubiera escogido para cargar esa cruz con la que esperaba poder redimir almas del purgatorio. ¿Acaso esa mujer deliraba de dolor? No, más bien tendríamos que preguntarnos sobre la magnitud de su fe que la llevaba a vivir su fractura como gracia y no como desgracia.

Y es que el Espíritu de Dios infunde vida nueva , eso es lo que nos permite ver la vida desde esta nueva perspectiva, la que nos trae Jesús resucitado. “En realidad, el que está en Cristo, es un criatura nueva, lo viejo a pasado, existe algo nuevo” (2Cor 5, 17).

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Como cristianos confesamos teóricamente que el Espíritu debe “renovar la faz de la tierra”. Pero en la práctica no es así, sino que confiamos más en el mundo viejo, en realidad nos negamos a ser renovados y fortalecidos por el espíritu de Dios; estamos muy cómodos en nuestro mundo viejo, quedándonos estancados, empantanados, y hundiéndonos cada vez más en nuestras propias huellas. Es necesario dejarse encontrar por Jesús.

Sin experiencia fuerte de encuentro con Jesús es imposible seguirle. Porque este encuentro revoluciona la vida, la pone en otro clima, la hace entrar en otro proyecto, la introduce en otro mundo de valores. El encuentro con Jesús es posible desde la fe.

La fe es adhesión a Alguien y no a algo. Así lo entendieron los primeros discípulos en el encuentro con el Maestro. Les impresionó su vida. Los entusiasmó su persona. Y le siguieron a El. Y poco a poco fueron asumiendo su doctrina, su programa de vida, su camino. Su Evangelio.

La Misión “Señor, dame lo que pides, y pídeme lo que quieras” (San Agustín, Obispo). A todos los bautizados Dios nos regaló la gracia de ser instrumentos de su reino. A

cada uno según sus capacidades o limitaciones; a todos en nuestro tiempo, ambiente, etc., nos llama a evangelizar.

Somos, por vocación divina: evangelizadores, testigos de Jesucristo, constructores de una nación – Patria Nueva- por la novedad del evangelio; somos semilla de la Cultura de La Vida, herramientas libres en sus divinas manos para la edificación de su Santa Iglesia (comunión – Misionera – solidaria – Casa y escuela de Oración, Casa y Escuela de servicio).

Al igual que la Filiación Divina, la liberación del pecado original, las Virtudes Teologales y las Cardinales y tantos otros dones: en el Bautismo Dios y la Iglesia nos regalaron todo lo necesario para ser misioneros de nuestra cultura y de nuestro tiempo, donde todo ya está dado a cada uno. Dios ya lo realizó para nuestra felicidad y el bien de quienes nos rodean, de quienes son nuestros contemporáneos.

Este don de ser misioneros y evangelizadores, nos llama a asumir un mayor compromiso de ejercer ese servicio y ministerio: trabajar por la paz de Cristo en el reino de Cristo.

Este Don de Dios es cada día tarea a desarrollar, a trabajar, a fortalecer, a practicar y a ejercer a favor de nuestro tiempo, de nuestra Patria, de nuestra sociedad.

La realidad que nos rodea necesita que cada uno de los fieles laicos; emprendan cada uno, la tarea evangelizadora con auténtica pasión por Jesucristo y absoluta actitud de servicio, capacitando su corazón y su inteligencia, fortaleciendo la voluntad, y, madurando en la recta razón, se forjen en la escuela de las virtudes humanas y cristianas. Y así regalen, donen físicamente todo lo necesario de sí mismos, para que brille el esplendor de la Verdad que los hará a todos auténticamente libres.

El don de ser Hijos de Dios y la vocación evangelizadora, nos pide asumir el don y la tarea, pidiendo como gracia de Dios, ser perseverantes, ser fieles. La perseverancia en el bien, la fidelidad en el Amor y en la caridad social, hay que pedirlos siempre en la oración, en la contemplación de Cristo, en la devoción mariana, en la vida sacramental.

“Queremos encontrar los modos de llegar a todos los bautizados, propiciando su

inserción cordial en la vida de la Iglesia, porque la mayor parte de los bautizados no han tomado plena conciencia de su pertenencia a ella. Se sienten católicos, pero no siempre miembros de la Iglesia. Procuraremos hacernos prójimos de los excluidos de la historia para introducirlos en la misma experiencia que nos ha cambiado la vida.

La Nueva Evangelización implica un esfuerzo por salir al encuentro de las mujeres y los varones de nuestros ambientes, especialmente de los que se sienten más alejados, allí donde se hallan y en la situación en la que se encuentran, para ayudarles a experimentar la misericordia del Padre”. (NMA 77).

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Los Pobres El documento de Puebla hace referencia a la pobreza “antievangélica” cuando dice:

Comprometidos con los pobres, condenamos como antievangélica la pobreza extrema que afecta numerosísimos sectores de nuestro continente” (DP. 1159), por ser carencia de recursos y expresión de privación y marginación indigna de la persona humana.

Respecto a la cual debemos “esforzarnos por conocer y denunciar”, sobre todo en lo referido a los “mecanismos generadores de la pobreza” (DP 1160), con la finalidad de sumar nuestros esfuerzos al de los hombres de buena voluntad para desarraigarla y así crear un mundo más justo y fraterno” (DP 1161), a fin de “edificar la nueva civilización del amor y de la paz que es muy exigente y requiere profunda formación y participación responsable”. (DP 1192).

También teniendo muy en claro que aceptamos y amamos aquella pobreza propuesta como modelo de vida, ya insinuada en el A.T. en “los pobres de Yahvé”, que vivió Jesús y la proclamó como bienaventuranza (Mt. 5, 3; Lc. 6, 20); como recomendara San Pablo usar las estructuras del mundo como si no las tuviéramos, como medios para llegar al Reino “porque la apariencia del mundo es pasajera” (1Cor. 7, 31).

“Este modelo de vida pobre se exige en el Evangelio a todos los creyentes en Cristo y por eso podemos llamarlo pobreza evangélica” (DP 1148), la cual “une la actitud de la apertura confiada en Dios con una vida sencilla, sobria y austera que aparta a la tentación de la codicia y del orgullo” (1Tim. 6, 3 – 109 (DP 1149), y que “se lleva a la práctica también con la comunicación y participación de los bienes materiales y espirituales; no por imposición sino por el amor para que la abundancia de unos remedie la necesidad de los otros” (DP 1150).

La pobreza antievangélica es situación actual, y desde hace mucho tiempo, de nuestro pueblo. La Iglesia pone su empeño en analizar estas situaciones y orientar hacia las posibles soluciones.

La Universidad Católica Argentina (UCA) presentó un trabajo elaborado por el Departamento de Investigación Institucional de dicha casa de estudios titulado Barómetro de la Deuda Social Argentina del cual se desprende que: el déficit de oportunidades de empleo, el aumento de la precariedad laboral y la i mpotencia de las políticas actuales, son las principales responsables del aumento de la indigencia y la pobreza por ingresos

Esta situación de “pobreza antievangélica” extrema, que padece la mayor parte de nuestro pueblo, es una negación real y en la práctica de sus más fundamentales derechos; es un escándalo y una contradicción con el ser cristiano que se fundamenta en el amor, es darle vuelta la cara al Dios Creador y Redentor, es una miseria no merecida y, como dijera Juan Pablo II “un gigantesco desarrollo de la parábola de Lázaro y el rico Epulón” .

Nosotros los cristianos por humanidad y por exigencia del Evangelio, tenemos que escuchar este clamor por justicia que realizan nuestros hermanos, pero además con audacia, valentía y amor hasta el sacrificio, tenemos que poner todos los medios para ayudar a superar estas situaciones.

Es necesario, además, que los pobres sientan que son Iglesia y que la Iglesia sea pobre y de los pobres, sirviendo a la noble lucha por la verdad y la justicia, a la luz de las bienaventuranzas. (Juan Pablo II, Brasil, 2 /7/80).

Hoy debemos vivir a pleno las exigencias del Evangelio, para lo cual tenemos que encarnar en nosotros los valores que el Señor nos propone, las actitudes a las cuales nos llama, y la vivencia del amor pleno a todos nuestros hermanos sin distinción, formando comunidades en la que “todos seamos uno en Cristo” (Gál. 3, 28), para así ayudar a resolver estas situaciones injustas y perversas con las que vivimos.

Y entre estos valores que el Evangelio nos propone, en relación a la pobreza, hay una virtud olvidada, que es la austeridad.

Cada hombre es único e irrepetible y es imagen de Dios, redimido por Jesucristo y unido a Él en la Eucaristía; que nos trasmite la fuerza transformadora del Evangelio que es el amor de Jesús que está presente en el mundo y del cual debemos estar plenos para trasmitirlo a todos nuestros hermanos.

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Porque la única salida posible es el amor, como el que Jesús vivió y nos enseñó que llega a dar hasta la vida por los hermanos.

� Leemos la ficha de los niños y aclaramos dudas.

ORACIÓN Lo material, al pasar por las manos del hombre, se transforma en artículo de amor. Hazme comprender, Señor, cuánto amor entregan los que confeccionan abrigos, siembran trigo, barren las calles, construyen las casas, arreglan las averías, escuchan los problemas, o simplemente estudian para el trabajo y el servicio del mañana. Dadme, Señor, la Gracia de ofrecerte el trabajo cotidiano como un gesto litúrgico, como una misa viviente para tu gloria y el servicio a los demás. AMÉN

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HISTORIA DE UN PUENTE

Cuando llegó el hombre aquél –pequeño, de ojos brillantes en un rostro que tenía algo de payaso- yo tenía 17 años y vivía al otro lado del torrente. En primavera y comienzos del verano, desbordaba o el agua helada y sucia de la montaña, corriendo en mil remolinos y arrastrado troncos que chocaban entre sí.

El hombre aquél construyó su casa cerca del torrente. Durante la semana desaparecía; luego me enteré que trabajaba en un aserradero. Los sábados llegaba apurado a su choza y comenzaba a voltear grandes troncos.

Muchos de nosotros nos preguntábamos ¿para qué tanto esfuerzo luego de trabajar toda la semana? ¿Qué juego traía entre manos con aquel trajinar de troncos? Pero todos, con mayor o menor indiferencia lo dejábamos hacer. No molestaba a nadie... y algún día se cansaría de tanto movimiento inútil.

Un fin de semana se acercó a mi choza y me pidió que le prestara una yunta de bueyes.

-Quiero arrastrar troncos-, dijo. Mi tía se la cedió por curiosidad. Al rato vimos que empujaba los troncos hacia el río.

Va a hacer una balsa, supusimos. Pero no. Mi asombro fue grande cuando le vi cavar un pozo y enterrar un enorme tronco. Luego arrastró piedras para asegurarlo. Mi tío lo observó durante todo el día hasta que descubrió el misterio de su emprendimiento: -quiere hacer un puente-, afirmó.

Desde entonces hubo risas y comentarios sobre la inutilidad de aquel puente. “Es una empresa económica, entretenida y sencilla”- dijo alguien, bromeando. “Está loco, piensa que va a poder hacerlo”. “Ya se va a desanimar cuando caigan las primeras lluvias”. Otros dijeron enojados: “No tenemos que dejarlo, la gente de la ora orilla no nos

interesa... hemos vivido separados hasta ahora y así estamos bien. ¡Dicen que son gente medio rara! ¿No nos harán daño? Mejor cuidarnos de ellos”.

Y así cada uno iba dando su opinión al respecto. Pero el hombre seguía inmutable en su tarea. Avanzaba despacio pero seguro...

Nunca me pidió que lo ayudara, pero sin darme cuenta me puse a ayudarlo... después de un rato, comentó: -va a ser lindo cuando podamos pasar el río.

El otro fin de semana me arrimé acompañado de dos amigos. Se nos unieron a su vez dos hombres y una mujer de la ribera de enfrente.

Durante la jornada hubo bromas y cuentos. Entonces me di cuenta que “los de enfrente” no eran tan malos como decían mis vecinos. Empezamos a saludarnos sin amistad y sin prejuicios.

Al tercer mes éramos cerca de cuarenta trabajando en el puente. Lo habríamos terminado pronto, de no ser por un violento altercado. Unas copas de más y una clara rencilla por la jefatura entre Manuel, el carpintero, y Juan, el que trabajaba el hierro.

Los que antes se reían, ahora se jactaban de haberlo advertido a tiempo. No faltó quien comentara: “Ya lo decía yo al comienzo, el puente no servía nada más que para problemas. Más vale dejar todo como está y olvidarlo todo. Cada cual a su orilla y se acabó”.

Cayeron las lluvias del verano, que paralizaron aún más la tarea, como si el clima también estuviera contrariado. Una noche el río desbordó y en su creciente arrastró consigo nuestros troncos y empujó las piedras enormes como si fuesen piedritas. Sólo quedaba del proyecto un andamiaje vencido y semi- hundido que de nada serviría ya.

Ante el desastre, siguieron los comentarios: “Uno no puede ponerse a construir así como así. ¡Un puente es una obra de

ingeniería!” “Ese hombre es un soñador que la lluvia se encargó de despertar... tenía que ser

así”. “Me da pena por la ilusión de tantos vecinos, pero tarde o temprano tenían que darse

cuenta”. Pero una mañana, tempranito, el hombre empezó de nuevo. De nuevo, sin nada. De

nuevo, sin cómplices. De nuevo, en silencio. Y de nuevo se le empezó a arrimar la gente.

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Muchos eran los jóvenes que lo hacían porque les resultaba divertido. Otros eran adultos como él.

Tardamos tres semanas en terminar de limpiar la costa y en cinco meses la construcción de la estructura de troncos. Al sexto mes poníamos barandas: - unas barandas, para que los niños puedan correr por el puente sin peligro – dijo el hombre.

Fuimos ochenta en trabajar en las barandas. Por la tarde, ochenta y uno, cuando llegó mi tío, que no había participado hasta ahora, fue el último en incorporarse. Esa noche, muertos de fatiga, no nos separábamos de al lado de nuestro puente, todos alrededor de un gran fuego.

Entonces nos dimos cuenta de que amábamos el puente, el río y que nos gustaba estar juntos. Era verdad. Pero nos habíamos peleado y no todos trabajamos parejo. También era verdad. Y llevaríamos esa verdad en la memoria para las mil empresas que luego emprenderíamos.

UTILIZACIÓN PASTORAL

1. Leer el relato con atención en forma grupal. Luego compartir los sentimientos, ideas, realidades que evoca la narración.

2. Identificar los diferentes personajes que aparecen el él (quien construye, quien ayuda, quien desconfía, quien mira de lejos, etc.), reconocerlos tratando de inferir las motivaciones por las que dichos personajes responden como responden.

3. Debatir dentro del grupo: ubicándonos como constructores de puentes ¿cómo ponderamos a quienes nos critican? ¿buscamos comprenderlos, o inicialmente descalificamos su opinión?

4. ¿Conocemos en nuestras comunidad, familia, etc. Alguna persona que podamos identificar como incansable constructor de puentes?

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1º Año de Confirmación Encuentro Nº 18: “Mostremos al Mundo la alegría de

SER CRISTIANOS”

Objetivo: -Agradecer al Señor la invitación que nos hizo para conocerlo en familia y confiar en su Palabra.

CITAS BÍBLICAS

� En este encuentro nos proponemos: profundizar nuestra fe en la vida que dura para siempre y en el llamado de Dios a vivir eternamente siendo felices con él.

MOTIVACIÓN

� Invitamos a los padres a participar del “Taller sobre la Alegría”, que se encuentra desarrollado al final del encuentro. (Duración del taller 60’).

TENER PRESENTE

� Este es el último encuentro de este primer año de preparación para el Sacramento de la Confirmación.

� Este encuentro es el “toque” a la responsabilidad de los padres. La expresión de su fe, participando activamente durante el verano en la vida de culto. Cumpliendo con el compromiso que asumieron con sus hijos de acompañarlos, fortalecerlos y guiarlos en el camino de la fe.

� Terminar el año catequístico no es hacer un paréntesis en la vida de fe, sino seguir también en las vacaciones, preparando el corazón a la venida del Espíritu Santo en la Confirmación. El ejemplo de los padres es condición necesaria para que el hijo persevere. Hacerlo notar a los padres como responsabilidad suya ante Dios, la Iglesia y el mundo.

� El Espíritu Santo, Dios como el Padre y el Hijo, nos motiva permanentemente a la fidelidad. Nada bueno podemos hacer sin su gracia y sin su ayuda. Invitar a los

(Sal, 16, 1 – 11)

“Me mostrarás la senda de la vida…”

(Mt, 5, 1 – 12)

“Felices los que tienen espíritu de pobre, porque de ellos es el Reino de los Cielos

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padres para que, durante las vacaciones, hagan todos los días una oración al Espíritu Santo, recordando su acción de renovación en la Iglesia y en cada hombre.

� El Espíritu Santo es como el motor invisible de la Iglesia. Cuando Cristo desaparece visiblemente deja a la Iglesia su Espíritu para que la anime, la fortalezca, la ilumine, la llene de su amor y le ayude a vivir cada vez más en la unidad.

PUNTOS PARA DESARROLLAR EL ENCUENTRO Las Bienaventuranzas

Si el sermón de la montaña es considerado como un resumen del evangelio, las bienaventuranzas, que lo introducen, pueden ser consideradas como su núcleo esencial, que el mismo sermón irá después desenvolviendo.

Las bienaventuranzas condensan los valores del Reino, y la imagen del Dios de ese Reino. Por eso son difíciles de comprender para la pura lógica y saber humanos; por eso penetrarlas y asumirlas es un don del Espíritu, y supone ser un creyente del evangelio.

En este discurso Jesús habla a sus discípulos fieles. A ellos los declara bienaventurados, felices, exigencias del discipulado a la felicidad. Estamos demasiados hechos para la felicidad para que la fidelidad cristiana no coincida con ella. ¿Qué felicidad, cuál es la verdadera felicidad y plenitud del hombre? Jesús nos lo declara enseguida, cuestionando con ello muchos criterios prevalentes sobre la dicha humana.

Esta felicidad Jesús la promete en el presente y en vista de una plenitud en la vida futura. No es sólo un consuelo para la otra vida; tampoco la felicidad prometida ahora es total y estable.

Las bienaventuranzas no se comprenden sin las promesas de Dios y sin una gran esperanza en el porvenir; ellas tienen una necesaria interpretación escatológica. En el fondo son la misma promesa expresada diversamente.

Las bienaventuranzas implican que sus destinatarios vivan ciertas condiciones; en ellas Jesús no felicita a todos o a cada uno. Suponen que revivan ciertas condiciones objetivas de aflicción (San Lucas) o ciertas disposiciones de espíritu (San Mateo). Suponen un estilo de vida evangélico.

La eficacia de las bienaventuranzas está garantizada por Jesús mismo. En él, el Reino comenzó, y las realizaciones de la promesa y de la esperanza comenzaron. Las bienaventuranzas no son un discurso ético-teórico, sino que reflejan la experiencia humana y la actitud de alma de Jesús. Cristo mismo es el modelo de las bienaventuranzas; es su fuete. Jesús es el único bienaventurado. Ellas nos enseñan cómo era y es en realidad Jesús. Debemos evitar el peligro de moralizar las bienaventuranzas; su mensaje es esencialmente cristológico.

Sabemos que los evangelios nos traen dos versiones de las bienaventuranzas: las de San Mateo y la de San Lucas. Ambas tienen grandes semejanzas, pero son notorias también sus diferencias: Mateo trae ocho y Lucas cuatro. A su vez, Lucas las contrapone a cuatro lamentaciones, las cuales están ausentes en Mateo. Por un lado, las dos versiones evangélicas son complementarias, pero refieren cosas diferentes. Las versiones de San Mateo y San Lucas quieren decir cosas diversas aunque complementarias. Lucas se refiere a situaciones objetivamente penosas; Mateo se refiere a actitudes de espíritu. Ambas nos ayudan a conocer al Señor y el camino de su seguimiento.

No podemos interpretar cristianamente ninguna de las dos versiones, sin situarlas en el contexto de la vida, de las actitudes y de la enseñanza global de Jesús, que es donde se generan las bienaventuranzas. Tampoco podemos prescindir en su interpretación del mensaje de los profetas, fuente de inspiración y referencia bíblica para Jesús y los evangelistas que las formularon.

Nos ocuparemos ahora de las bienaventuranzas de San Mateo, a la que corresponde la cita bíblica que tenemos en este encuentro, ya que analizar las dos versiones resultaría sumamente extenso.

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Las Bienaventuranzas de San Mateo Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de Dios. Dichosos los

afables, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los afligidos, porque ellos serán consolados. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por ser justos, porque de ellos es el reino de Dios. Dichosos seréis cuando os injurien, os persigan y digan contra vosotros toda suerte de calumnias por causa mía. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. (Mt 5, 3 – 12).

Mateo se refiere tanto a quien es bienaventurado (perspectiva de Lucas), sino a

cómo se es bienaventurado. Subraya las actitudes evangélicas del seguidor de Jesús; presenta un programa de vida cristiana.

Las bienaventuranzas de Mateo se agrupan según dos versiones de la vida cristiana; las actitudes interiores (pobres de espíritu, afables, afligidos, los que tienen hambre y sed de justicia y los limpios de corazón), y la praxis evangélica (los misericordiosos, los que trabajan por la paz, los perseguidos por ser justos). Las bienaventuranzas de Mateo nos señalan un estilo de vida, un modelo de espiritualidad evangélica en vista de la misión del cristiano en el mundo (ser sal y luz).

“Dichosos los pobres de espíritu…”. Los pobres de espíritu (anawin en la Biblia), como los afables, son los humildes delante de Dios; los que ponen su confianza primordialmente en él; los que no se irritan ni se rebelan ante las contradicciones. San Mateo nos enseña cómo hacernos pobres como virtud, con una pobreza que es liberadora. “El que no renuncie a todos sus bienes no puede ser mi discípulo” (Lc 14, 33) ante esta exigencia radical, Mateo nos señala la raíz: Hacerse pobre de espíritu, que es la actitud interior que debe acompañar a toda pobreza evangélica, o pobreza voluntaria a causa del Reino.

Pobreza de espíritu sin estilo de vida pobre, desprendido, solidario con los pobres no es virtud cristiana; no es la auténtica bienaventuranza: es fariseísmo, o ilusión.

“Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia…” Jesús se refiere aquí a la justicia según la tradición bíblica, y en ese contexto debemos entender la felicidad y saciedad que él promete. Para nosotros, justicia tiene un matiz sobre todo social, propia de las relaciones humanas en todos sus niveles. En la enseñanza bíblica tiene un sentido más amplio y religioso.

Justicia (Justo) en la Biblia (y evidentemente en esta bienaventuranza) significa la fidelidad plena a la volunta de Dios y a su Reino. Es la santidad; el total seguimiento a Cristo.

La bienaventuranza promete a los que desean ardientemente (“hambre y sed”) que se haga la volunta de Dios y se establezca su Reino en ellos y en la sociedad, que algún día serán saciados. En el cristianismo se encuentra a Dios en la medida que se le desea; punto de partida de la santidad es el deseo de ser santo.

“Dichosos los misericordiosos…” Esta bienaventuranza mira a la práctica del amor fraterno; a una actitud interior. Dios será misericordioso con nosotros en la medida que nosotros hayamos sido misericordiosos con el hermano. En este sentido esta bienaventuranza es una condición para entrar al Reino.¿Pero qué significa tener misericordia según el evangelio? Esencialmente dos cosas: Perdonar de corazón a los demás, y esto indefinidamente (“setenta veces siete” en la expresión de Jesús) y poner acciones eficaces para ayudar al afligido y necesitado.

“Dichosos los que trabajan por la paz…” La bienaventuranza no se refiere a los pacíficos (que es insuficiente, pues el pacífico evoca una actitud buena pero pasiva: estar en paz con los demás en los que depende de uno). Tampoco se refiere a los pacificadores: el pacificador requiere poder, a menudo poder político, lo cual no está al alcance del cristiano común. Se refiere a los que trabajan por la paz, que es una acción positiva que cualquiera puede realizar en su ámbito de vida, trabajo o influencia.

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Trabajar por la paz es ayudar a acercar y reconciliar a personas, familias, grupos, entre sí.

La primacía del amor fraterno y de la construcción de la fraternidad cristiana en el mensaje de Jesús, viene a ser el hilo conductor no sólo de estas bienaventuranzas activas de San Mateo, sino de todo el sermón del monte, que es el desarrollo de sus ocho bienaventuranzas. De ahí que al concluir su discurso en la montaña, Jesús lo resume en una conclusión que para sus oyentes es la reiteración del mandamiento supremo del amor: “Por tanto, todo lo que queráis que hagan con vosotros los hombres, hacedlo también vosotros a ellos, porque en eso consiste la Ley y los profetas” (Mt 7, 12).

“Dichosos los limpios de corazón…” ¿Quiénes son los puros de corazón? Aquellos que han arrancado de su espíritu las malas tendencias. Se trata de la pureza según la ética del evangelio, para aproximarse al Dios santo. Rectitud moral, ausencia de falsedad, es la forma como también los salmos identifican a los de corazón puro. No bastan las buenas intenciones para vivir el ideal del evangelio, sino que es necesario poner actos buenos y consecuentes.

Los de corazón puro “verán a Dios”. Ver a Dios es la promesa novedosa de Jesús. Recordemos que como vimos en los encuentros anteriores, en la antigua tradición bíblica no se podía “ver a Dios” (p. Ej. Moisés en la zarza ardiendo), y aquel que veía a Dios tenía que morir. Jesús en cambio ofrece en esta bienaventuranza la visión real del Dios auténtico, y lo reiterará a través de su enseñanza. “La vida eterna es que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo” (Jn 17, 3).

El Dios en el cual creemos y adoramos, al cual seguimos, es el Dios de las bienaventuranzas. Un Dios que ama sin predilección y que se pone al lado de los pobres, los afligidos, los perseguidos injustamente, los que el “mundo” rechaza y desprecia. Un Dios tolerante, de larga paciencia, manso y humilde en su actuar. Un Dios misericordioso, que sabe perdonar indefinidamente y que es solidario con sus hijos más débiles y necesitados.

Un Dios que desea ardientemente el advenimiento de la santidad y los valores del Reino en la tierra, y que nos llamó a colaborar en esta tarea compartiendo esta su hambre y su sed, un Dios, en fin, al que podremos ver tal cual es, y cuya experiencia en la tierra nos es adelantada, a causa de cristo, en la noche luminosa de la contemplación.

Mostremos al mundo la alegría de ser cristianos en: “La simple alegría de las cosas simples” Caminar por la vida es un desafío, una aventura y también una oportunidad. La ruta

no siempre es llana; hay curvas y senderos, y no siempre está bien señalizada. No obstante, tenemos que avanzar por ella y descubrir que, a pesar de todo y tal vez, gracias a todo, la vida es una aventura hermosa, un desafío apasionante y una oportunidad para serlo que Dios nos propone que seamos.

Cuando por ella caminamos cotidianamente, suele ocurrirnos que vamos apurados, con la cabeza llena de las ideas que nos preocupan, sin mirar a los costados, sin percibir tanta grandiosidad escondida en la pequeñez de los seres y cosas que a diario pasan a nuestro lado.

El hombre de fe, como el poeta, tienen esa mirada que llega al interior del otro y les permite comprender la importancia de lo que parece pequeño o insignificante.

Sabemos que hasta el que hace el trabajo más humilde construye el Reino de Dios, cuando hace de su trabajo una oración. Y justamente por esto, la alegría en él es sinónimo de paz interior.

Hemos de proponernos entonces, con un abrazo abierto, con sonrisa franca, estar dispuestos a realimentar el entusiasmo, la alegría, amar la vida, canta a la vida, porque el hombre de fe es un optimista a pesar de…

Como aquella catequista que realmente y con urgencia tenía que pedir “el pan de cada día” al rezar para que comiera ella y cada uno de sus cinco hijos, ella sin un trabajo estable y con el marido alcohólico y sin ninguna ocupación seria. Sufría los desbordes del arroyo que le inundaban su casa varias veces al año, con las consabidas secuelas de problemas desalad y falta de medicamentos para sus hijos. Sin embargo nunca en sus

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labios una queja; jamás un reproche, sino más bien la gratitud a Dios por lo que no le faltaba, la alegría cotidiana de poder compartir lo poco que tenía con los enfermos que visitaba en el barrio, la felicidad de recibir a cada hijo que fue irrumpiendo en el hogar, la generosidad de hacer espacio a los familiares sin techo, y la capacidad de cargar nuevos problemas con una sonrisa y la confianza en Dios.

No ignoramos la tristeza porque es parte de la vida, pero no debemos quedarnos en ella sino avanzar. Aprender a abrazar la vida perdonando hasta los golpes que nos dé.

Mirar la vida de frente será entonces aprender a saludar cada nuevo día como regalo de Dios. Al abrir la puerta descubriremos que lo cotidiano se ha transformado, porque estará teñido con nuestro nuevo estado de ánimo, porque miraremos lo habitual con mirada nueva y aprenderemos a amar la sencillez…

En este milagro de existir, seamos fieles a las cosas simples que nos hacen sentir verdaderamente humanos, para que así el alma crezca de otro modo y en proporción inversa a los años que pasan, cuando se ha perdido la capacidad de asombrarse, de agradecer y amar.

Creamos firmemente en la infinita PROVIDENCIA de Dios.

� Leemos la ficha de los niños y aclaramos dudas. ORACIÓN: Danos tu Espíritu, Jesús, Para aprender a encontrar Los rastros visibles De tu caminar entre nosotros. Ayúdanos a llevar a todos tu alegría Que nace del Evangelio. El sentido profundo de vivir. El gozo de saber Que hay un camino, Que hay alguien que nos espera, Nos acompaña y ayuda. Danos tu Espíritu, Jesé, Para aprender a vivir con alegría y Transmitiendo alegría, Nuestro diario testimonio De discípulos seguidores De aquel que, lleno del Espíritu, Pasó haciendo el bien, Dando vida. Espíritu de Jesús. Escucha nuestra oración. Ven a nuestro encuentro, Cambia ya nuestros corazones Y llénalos De la alegría del Evangelio.

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PROPUESTA DE TALLER SOBRE LA ALEGRÍA “La alegría que nos ofrece Jesús en su Palabra es un fruto del Espíritu Santo “(Gál. 5, 22). “Una nota característica del Reino de Dios” (Rom. 14, 17) “y de la vida del cristiano” (Hech. 2, 46). No se trata del entusiasmo pasajero, sino del gozo que, más allá de las circunstancias, nos acompaña en nuestro camino. Alegría que brota de la comunión con el Señor, de estar confiados en sus manos, de la seguridad de su compañía y protección en todo tiempo. PRIMER MOMENTO Les proponemos trabajar con algunas frases sobre la alegría. Cada uno debe elegir una y, en cuatro grupos, se les da 15 minutos para compartir.

1) ¿Por qué eligió esa frase? 2) Expresen qué situaciones los alegran. 3) Escribir una lista con cinco de esas situaciones, priorizándolas

de acuerdo con su importancia. Frases:

1: “Enseña a los hombres que no tienen otro deber en este mundo que la alegría” (Paul Claudel).

2: “La sociedad tecnológica ha logrado multiplicar las ocasiones de placer, pero encuentra muy difícil engendrar la alegría. Porque la alegría tiene otro origen. Es espiritual”. (Pablo VI).

3: “Si decae tu alegría, se extinguirá la de los demás. Si conservas tu alegría, seguro que los demás acabarán siendo mejores”. (Cabodevilla).

4: “La alegría es la piedra filosofal, que todo lo convierte en oro”. (Franklin). 5: “La persona está creada para la alegría; el hombre no puede vivir largo tiempo sin

alegría”. (San Pablo de la Cruz). 6: “La alegría es como el sol: ilumina a quien la posee y reanima a cuantos reciben

sus rayos”. (J. C. Labaké). 7: “Podemos gozar de la alegría cuando descubrimos realmente que somos

necesarios”. (J.C. Labaké). 8: “Podemos gozar de la alegría, cuando descubrimos que lo importante, en cada

momento, es lo que, en cada momento, estamos haciendo”. (J.C. Labaké). 9: “La diversión viene de las cosas. La alegría, del interior de uno mismo”. (J.C.

Labaké). 10: “La alegría sale al encuentro de los que creen en ella”. (J.C Labaké).

Después se hace la puesta en común de la frase más elegida y la lista del punto 3. SEGUNDO MOMENTO Se propone hacer un trabajo con el Evangelio. En los mismos grupos, leen uno de los

cuatro textos y comparten sobre la base de las preguntas sugeridas. Textos: Lucas 1, 46-56. Magnificat. Celebra todo mi ser la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra en el Dios que me

salva. En verdad, el Todopoderoso hizo grandes cosas para mí, reconozcan qué santo es su Nombre.

-¿Alguna vez experimenté la alegría de la acción de Dios en mi vida? ¿Cuándo? ¿En qué circunstancias?

Lucas 6, 20-23. Bienaventuranzas

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Felices ustedes si los hombres los odian, los expulsan, los insultan y los consideran unos delincuentes a causa del Hijo del hombre. En ese momento, alégrense y llénense de gozo, porque les espera una recompensa grande en el cielo.

-¿Alguna vez experimenté la alegría de sufrir dificultades a causa de mi fe? ¿Cuándo? ¿En qué circunstancias?

Lucas 10, 17 – 24. Regreso de los setenta y dos dis cípulos y revelación del evangelio a los humildes.

Sin embargo, no se alegren porque someten a los demonios; alégrense más bien porque sus nombres están escritos en los cielos.

-¿Alguna vez experimenté la alegría de conocer a Jesús y realizar su voluntad? ¿Cuándo? ¿En qué circunstancias?

Lucas. 15, 11 – 32. El hijo arrepentido y perdonado Había que hacer fiesta y alegrarse, puesto que tu hermano estaba muerto y ha vuelto

a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado. -¿Alguna vez experimenté la alegría de la reconciliación con Dios y con los demás? ¿Cuándo? ¿En qué circunstancias? A modo de síntesis, cada grupo elaborará una frase sobre la alegría, que luego

pondrán en común. TERCER MOMENTO Se propone trabajar sobre algunos programas televisivos que tengan como propuesta

“entretener y alegrar” al televidente. Tratarán de discernir cuál es el concepto de alegría que transmiten a través de este medio. Sugerimos mostrar algunas partes, previamente seleccionadas de los programas, en caso de no ser posible, se recordarán episodios y pasajes determinados. Para poder analizar críticamente este material, presentamos la siguiente guía:

-¿Cuáles son los recursos que utilizan para generar “alegría” en el público? ¿Son

válidos? ¿Por qué? -¿Cuál es el concepto de alegría que expresa el programa? ¿A qué cosas está

asociado este concepto de alegría? CUARTO MOMENTO Después del tiempo que haya requerido este trabajo, se propone realizar un debate

guiado por el matrimonio guía, donde se intentará establecer en qué consiste la alegría que nos presenta la sociedad, a través de los medios de comunicación. Inmediatamente, se retoman las frases que cada grupo elaboró a partir del trabajo con la Palabra de Dios y se invita a pensar qué actividades pueden realizar que proporcionen “verdadera alegría”.

QUINTO MOMENTO Finalizamos el encuentro con una oración espontánea, después de leer el siguiente

testimonio de la Madre teresa de Calcuta: “La alegría es fundamental en nuestra vida. Es el signo de la persona generosa. Si

las hermanas no fueran alegres, di no sirvieran a Dios y a los demás con alegría, nuestra vida sería una pura esclavitud. Y no atraeríamos a nadie. El que tiene a Dios en su corazón, desborda de alegría. Nuestra alegría es el mejor modo de predicar el cristianismo. Al ver la felicidad en nuestros ojos, tomarán conciencia de su condición de hijos de Dios. Imagínense lo que sería una hermana yendo a las barrancas con cara triste y caminando pesadamente. Sería mejor que se quedara durmiendo. Sólo aportaría a los pobres más desesperanza y tristeza. La alegría es un don que se le ha otorgado al hombre para que pueda gozarse de Dios”.

Horacio Prado y Ricardo Stirparo.

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