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EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL CÓLERA (GARCÍA MÁRQUEZ)
TEMA 1.- Gabriel García Márquez y el boom de la novela hispanoamericana
El boom de la narrativa hispanoamericana surgió alrededor de los años 60 y
70; este surgimiento dio paso a una narrativa pura y renovada, lo que permitió llevar
esta literatura por todo el mundo. No es un movimiento, ni una escuela, sino el
producto de una creación inesperada de jóvenes talentos que demostraron al mundo
que Latinoamérica era capaz de crear obras originales. Esta explosión de creatividad
cultural y social llegó a Europa como un soplo de aire nuevo en un momento en que la
novela europea daba claros signos de asfixia. El escenario mundial de los últimos
siglos siempre había sido protagonizado por escritores europeos, en su mayoría de
países dominantes más desarrollados.
Se podría decir que el boom se inició cuando Vargas Llosa recibió en 1962 el
premio Biblioteca Breve de la editorial Seix Barral por su novela La ciudad y los perros,
publicación que, según muchos críticos, supone el medio más poderoso de entrada de
la narrativa hispanoamericana en España, Europa y Norteamérica; mas el boom fue un
fenómeno histórico, no solo comercial.
En la década del 60 se produjo un crecimiento notable de la literatura
latinoamericana desembocando en un vasto reconocimiento mundial, tanto desde la
crítica especializada, como desde el público. La aparición de excelentes novelas que
poblaron un espacio que estaba vacío en nuestra sociedad dio pie al logro de llevar
esta literatura por todo el mundo.
Aunque la figura central del boom es Gabriel García Márquez (GGM) y su obra
Cien años de soledad, publicada en 1967, hay muchos autores y obras anteriores a
esa fecha que se han vinculado a este fenómeno: Alejo Carpentier, Juan Rulfo, Julio
Cortázar, Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato, Juan Carlos Onetti…
Lo que caracteriza a los escritores que se ubican dentro del boom es que se
trata de intelectuales exiliados de sus países, que desde Europa tomaron parte de la
causa latinoamericana y se hicieron eco de ella. Vargas Llosa dijo: “había llegado a
Europa siendo peruano y allí me descubrí latinoamericano”. Esta necesidad de
pertenencia a una cultura que les era común, con diferencias regionales, terminó por
conformar un grupo de lucha que acabó reclamando las libertades, los derechos
humanos y la revolución cubana y nicaragüense. Su trabajo, por tanto, es experimental
y, debido al clima de agitación política de la América Latina de las décadas de 1960 y
70, también muy político. La revolución cubana en 1959 y los intentos frustrados de
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Estados Unidos de atravesar la Bahía de Cochinos puede considerarse el inicio de
este periodo. A lo largo de los años 60 y 70 regímenes militares autoritarios
gobernaron Argentina, Brasil, Chile, Paraguay, Perú y muchos otros países; por
ejemplo, en septiembre de 1973 en Chile el presidente democráticamente electo
Salvador Allende fue derrocado y reemplazado por el general Augusto Pinochet.
Con respecto a sus orígenes, los representantes más importantes del boom
afirmaron que eran huérfanos de generación literaria, sin ningún padre latinoamericano
de influencia, sin embargo, reconocieron que debían gran parte de su innovación
estilística a los vanguardistas. Jean Franco señala como una característica marcada
del boom la negativa a identificarse con narraciones rurales o anacrónicas, como “la
novela de la tierra”.
En realidad, los nuevos novelistas hispanoamericanos (Sábato, Onetti, Manuel
Puig, Carlos Fuentes, Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Alejo Carpentier, Mario
Vargas Llosa…) continuaban en la línea de innovaciones iniciadas por los escritores
anteriores a ellos (en los novelistas latinoamericanos que comienzan a publicar en los
años 40 ya se observa una profunda revolución literaria en la narrativa, influenciados
por los movimientos de vanguardia y por la literatura norteamericana, especialmente la
de William Faulkner, a quien tradujeron).
Algunas de estas innovaciones son:
- Ampliación temática. Se incrementa la preferencia por la “novela urbana” (Cortázar,
Fuentes, etc.). Cuando aparezca el ambiente rural (por ejemplo, en García Márquez),
recibirá un tratamiento muy nuevo.
El tema de la “crisis existencial del individuo”, cuyos protagonistas son solitarios
y presentan dificultades de comunicación (El túnel de Ernesto Sábato).
Novelas donde se aborda el tema del “dictador”, que tienen como antecedente
Tirano Banderas de Valle-Inclán (El otoño del patriarca, de G. Márquez o El señor
presidente de Miguel Ángel Asturias).
Otras obras abordan el tema de “la historia iberoamericana”, la conquista, la
colonización y la tiranía en novelas como Las lanzas coloradas de Uslar Pietri y El
siglo de las luces, de Alejo Carpentier.
Incluso, ahondan en el tema de la creación literaria, lo que se denomina la
“metaficción” en novelas como Rayuela, de Cortazar o Tres tristes tigres, de Cabrera
Infante.
- La integración de lo fantástico y lo real se consolida . El llamado “realismo mágico” es,
en efecto, uno de los rasgos principales de los nuevos novelistas (el más claro
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ejemplo, Cien años de soledad, de García Márquez). Lo fantástico, lo irreal y extraño
se muestra en la novela con la naturalidad que ocurren las cosas cotidianas. (No hay
que olvidar el influjo de los movimientos de vanguardia de los años 20 y
concretamente del surrealismo sobre la literatura, y será este último uno de los más
reveladores para la literatura hispanoamericana. André Bretón publica en 1924 el
Manifiesto surrealista, por el que se promueven las manifestaciones del sueño y el
subconsciente colectivo, ejemplificadas en los mitos, y en definitiva en el folklore
popular. Esto nos conduce a lo mágico y lo maravilloso buscado dentro de la vida real
y en las contradicciones que ella ofrece. García Márquez es uno de los escritores que
evidencian este fenómeno hasta sus últimas consecuencias. Así lo afirma también
Mario Vargas Llosa cuando declara que la literatura hispanoamericana procede en
gran parte de las Crónicas de la conquista de América y que su manifestación más
clara se refleja tanto en la obra de Carpentier como en la de García Márquez:
«...porque en las Crónicas hay esa confusión de lo real y lo maravilloso, del mundo
objetivo y el mítico o legendario» La mixtura de tradición oral y mitos presentes en la
civilización americana como parte de su bagaje histórico y cultural contribuye a la
creación de una literatura proclive a la abundancia de elementos imaginativos insertos
siempre en su realidad más cercana).
- Pero es en el terreno de las formas en donde se observa una mayor ampliación
artística. La estructura del relato es objeto de una profunda experimentación.
Algunas de estas innovaciones son: ruptura de la línea argumental, cambios
del punto de vista, “rompecabezas temporal”, “contrapunto”, “caleidoscopio”,
combinación de las personas narrativas, estilo indirecto libre, monólogo interior.
La experimentación de la novela afectará, de modo particular, al lenguaje
mismo, con la superposición de estilos o registros, con distorsiones sintácticas y
léxicas, con una densa utilización del lenguaje poético, etc.
Por debajo de todo ello late el convencimiento de la insuficiencia práctica y
estética del realismo. Pero esta ruptura con la técnica realista no supone exactamente
un alejamiento de la realidad, sino una voluntad de abordarla desde ángulos más
ricos, más reveladores y más válidos estéticamente. Esta evidente preocupación
estética tampoco supone que el escritor abdique de propósitos testimoniales o de
denuncia, al contrario: novelistas como los que citamos suelen proclamar ideas
sociales y políticas muy avanzadas. Pero, como dijo Julio Cortázar, “el primer deber
del escritor revolucionario es ser revolucionario como escritor”; es decir, romper con
los moldes expresivos heredados de otras épocas y proponer un arte nuevo, más
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acorde con las profundas mutaciones de su tiempo. Estamos, en suma, ante un “arte
nuevo” que ocupa un lugar preeminente en la novela mundial.
Algunos de los autores más representativos en los que nos podemos detener
son los siguientes:
Ernesto Sábato (argentino, nacido en 1911) comenzó siendo un científico
puro, antes de abandonar su brillante porvenir para dedicarse a la literatura. Sólo tres
novelas, muy espaciadas cronológicamente, le han conferido un puesto singular.
Sábato pasa por ser un “novelista intelectual”, tanto por el rigor de construcción de sus
obras como por la densidad de problemas que suscitan. Sus obras incluyen elementos
propios del ensayo, pero perfectamente integrados en el relato. El túnel (1948) es una
novela breve de amor y de locura, que arranca y desemboca en un crimen, pero que
pone, sobre todo, al descubierto el problema de la incomunicación y de la angustia
vital. Sobre héroes y tumbas (1961), constituye una impresionante y apocalíptica visión
de nuestro mundo. En Abaddón el exterminador (1974), alcanza una máxima
complejidad, al fundir autobiografía y ficción, realidad y pesadilla, narración y
reflexiones ensayísticas sobre la civilización contemporánea.
Julio Cortázar (argentino, 1914-1984) se reveló como inteligentísimo cultivador
del cuento fantástico, en una línea que arrancaba de Borges, con Bestiario (1951). En
el libro hallamos cómo lo fantástico surge dentro de la vida cotidiana, mostrando la
abismal complejidad de lo “real”. Su novela más famosa es Rayuela (1963) que
supuso una auténtica conmoción por su complejidad estilística y por su singular
composición que permite al lector varios modos de seguir la lectura y “recrear” así, en
cierto modo, la novela. Sin embargo, esta audacia técnica, experimental, no oculta la
hondura humana, a menudo desgarradora, de los personajes y sus peripecias. Otros
títulos de su producción son La vuelta al día en ochenta mundos, 62: modelo para
armar…
Carlos Fuentes (mejicano, 1928), escritor de una amplia y sólida formación
intelectual, así como un crítico implacable de la burguesía. La región más transparente
(1958) se adscribe a la novela urbana y es una compleja visión de la ciudad de Méjico,
con una construcción “caleidoscópica” y técnicas bien asimiladas de los grandes
maestros de la narrativa mundial. En La muerte de Artemio Cruz (1962) se reconstruye
la vida de un hombre poderoso que está agonizando; para ello, el autor procede a
reiterados saltos en el tiempo, a la combinación de puntos de vista y de diversas
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técnicas. Con la vida del protagonista se reconstruye también toda una etapa de la
historia de Méjico.
Mario Vargas Llosa (peruano, 1936 y último Premio Nobel de Literatura en el
2010) alcanzó ya la más alta consideración de la crítica con su primera novela, La
ciudad y los perros (1962). En un ambiente cerrado y opresivo –un colegio militar en
Lima-, parece compendiar el autor toda la corrupción y violencia del mundo actual. En
La casa verde (1966) la acción gira en torno a un prostíbulo, pero las líneas
argumentales se entremezclan audazmente con juegos de perspectivismo, de
laberinto temporal y la lengua se hace más rica y densa. Conversación en La Catedral
(1969) es una larguísima novela; en “La Catedral”, un bar modesto de Lima, dos
personas hablan de sus vidas fracasadas y así va evocando todo un mundo, el de la
patria y la época de su autor; el conjunto compone una inmensa y violenta diatriba
política. Es, sin duda, su obra maestra. Otros títulos de la extensa producción del
último ganador del Premio Nobel de Literatura son: Pantaleón y las Visitadoras, La tía
Julia y el escribidor, La guerra del fin del mundo, Los cachorros…
Gabriel García Márquez (colombiano, 1928) y Cien años de soledad se sitúan
en la primera línea del llamado “boom”. A él se debe, en buena parte, la atención que
la crítica mundial había de prestar a la novela de Hispanoamérica. De 1955 a 1962
había ido escribiendo novelas cortas y cuentos: La hojarasca, El coronel no tiene quien
le escriba, Los funerales de Mamá grande…Eran ya relatos espléndidos que giraban
en torno al imaginario pueblo de Macondo. Pero la vida de ese pueblo –real y mítico-
adquirió tales proporciones que acabó por tomar cuerpo en una prodigiosa novela:
Cien años de soledad (1967). Su aparición supone uno de los magnos
acontecimientos de la novela en lengua castellana. La novela cuenta la historia de una
familia, los Buendía, y del mundo que los rodea. La obra es síntesis de todos los
elementos que se han dado en la narrativa americana: la naturaleza, los problemas
sociales y políticos, las realidades humanas más elementales, pero, a la vez, todo ella
aparece traspasado por fuerzas sobrenaturales, por vientos mágicos; y el humor
alterna con el aliento trágico, la fuerza vital con el lirismo…Todo esto, y la calidad del
estilo, hacen de la lectura de la obra un placer y un asombro inalcanzables.
García Márquez publicó con posterioridad un libro de cuentos titulado La
increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada, la novela El
otoño del patriarca, en la que aborda el tema del dictador hispanoamericano.
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En 1981 publica una nueva obra maestra: la breve y perfecta Crónica de una
muerte anunciada. Al año siguiente se le concede el Premio Nobel. En 1985 publicó la
deliciosa y larga novela El amor en los tiempos del cólera.
En 1989 escribe El general en su laberinto, una novela histórica donde cuenta
el camino hacia la muerte de Simón Bolívar a los 47 años, por el río Magdalena de su
infancia.
En 1992 escribe Doce cuentos peregrinos. Se trata de una colección de
cuentos muchos de ellos inspirados en hechos periodísticos.
En 1994 publica Del amor y otros demonios, una novela ambientada en la
Cartagena de Indias del siglo XVIII, que cuenta los amores imposibles entre un cura de
treinta años y una marquesita criolla de doce, a la que debía exorcizar.
En 1996 publica Noticia de un secuestro, un reportaje novelado de un
secuestro colectivo, de diez personas (ocho de ellas periodistas), a manos de la banda
de narcotraficantes de Pablo Escobar.
Vivir para contarla es su autobiografía en forma de novela y publicada en 2002;
y de 2004 es Memoria de mis putas tristes, donde narra en primerapersona la historia
de un anciano y su enamoramiento de una adolescente. Yo no vengo a decir un discurso, publicada en 2010, reúne 22 textos escritos a
lo largo de su vida para ser leídos en público, que van desde 1944 hasta 2007. El título
hace referencias a la frase que escribió Márquez en el texto de despedida que leyó
ante sus compañeros de Secundaria en Zipaquirá. Los discursos, disertaciones y
conferencias reunidos en el libro incluyen todo cuanto García Márquez ha escrito para
leer él mismo ante un público y que son prácticamente inéditos. Los discursos inician
con el que Márquez presentó para despedir a sus compañeros que se graduaban en el
Liceo de Zipaquirá, en 1944, y concluye con el que leyó ante la Academia de la
Lengua y los reyes de España al cumplir 80 años, en 2007.
TEMA 2.- Estructura y contenido en El amor en los tiempos del cólera
El amor en los tiempos del cólera es una novela de amor de Gabriel García
Márquez, premio Nobel de Literatura en 1982, publicada en 1985. Es, principalmente,
un compendio acerca del amor y sus múltiples variantes, un estudio sobre el paso del
tiempo que destruye y reconstruye almas y ciudades, sobre la memoria y sus infinitos
laberintos.
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La trama se desarrolla en Centroamérica a principios de siglo XX, época en la
cual, según el narrador, los signos del enamoramiento podían ser confundidos con los
síntomas del cólera. Al igual que el río Magdalena, a cuyas orillas se desarrolla la
historia, en el pueblo de La Manga, sumido en continuas guerras civiles y la amenza
constante del cólera, fluye la narración durante más de cincuenta años de la vida de
los personajes principales, Fermina Daza, Florentino Ariza y el doctor Juvenal Urbino.
La temática es, sin duda, profunda, rica, realista y conmovedora. GGM hace hincapié
en cuestiones trascendentales en la vida del hombre, tales como la familia, la amistad,
el amor en las diferentes etapas de la vida, la fidelidad, la convivencia conyugal y la
muerte.
Eloy Jáuregui, en su artículo de 2007 “Gabriel García Márquez o el arte de
contar”, reflexiona sobre la gran capacidad del autor para contar sin parar distintos
episodios sin que el lector aprecie que ha terminado un episodio y ha comenzado otro.
Una especie de Sherezade; parece que la novela no fuera a terminar nunca. La
estructura es espiral, ya que el comienzo y el final se tocan.
La novela está dividida en seis capítulos, el primero y el último se desarrollan
en el marco temporal del presente: muerte de Juvenal y declaración de Florentino a
Fermina. Del segundo al quinto capítulos se produce analepsis. Se desarrolla la
historia de Florentino y Fermina: cómo se conocen, cómo rompen dos corrientes
paralelas que desembocan en el mismo mar, pasan muchos años hasta que vuelven a
encontrarse. Desarrollo lineal y cronológico. En el capítulo sexto se reanuda lo que se
había cortado. Esas dos historias se narran a manera de trenza, se van trenzando
hasta que se unen en el capítulo sexto, al final.
La estructura de EATC es de una gran maestría y precisión, de organización
del material, de organización simétrica de sus tramas. Hay también intriga y suspense,
pues no se sabe la resolución hasta el capítulo sexto, en él se unen las dos historias
hasta el final de las vidas de los dos personajes principales. Forster decía con
respecto a la estructura novelística que al final de las grandes novelas sonaba un gran
acorde último, como en las grandes sinfonías, se puede decir, por tanto, que EATC es
una novela sinfónica.
Forma parte de la técnica narrativa la importancia del número 6 en el
entramado ficcional. Continuamente el narrador se refiere al seis: carta de seis pliegos,
Tránsito desconocía que su hijo había tenido seis blenorragias y otros ejemplos, ¿por
qué?, por ser número par, pareja y triángulo: 3x2=6; el número seis es el símbolo de
los antagonismos, es el de la perfección en potencia, pues el real es el nueve; el autor
quiere controlar la historia con muy pocos capítulos, va buscando la simetría, también
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al final del capítulo tres hay un gran cambio novelístico. El comienzo del capítulo
cuatro podría haber sido perfectamente el inicio de la novela.
Cabe diferenciar tres partes que incluyen cinco episodios unitarios:
Primera parte: Se inicia con la muerte de Jeremiah a través de la cual se introduce el
subtema de la muerte y sirve además para iniciar el relato de la andadura del
protagonista masculino, Juvenal Urbino.
Segunda parte: Comprende el desarrollo del tema principal, el amor, plasmado en el
triángulo amoroso. Aparecen todos los tipos de amor exteriorizados por Florentino
primordialmente: el libertino en términos generales, el tierno y pederasta con América
Vicuña; el apasionado con Rosalía y la viuda de Nazaret; el filial entre Florentino y su
madre. La fidelidad pudorosa de Fermina con un amor basado en la seguridad.
Tercera parte: Se cuenta la lealtad amorosa de Florentino y Fermina y la
perdurabilidad eterna de ambos juntos. En definitiva, el triunfo de un amor sosegado,
el de la vejez.
Los cinco episodios unitarios son:
1. El suicidio de Jeremiah.
2. La oposición del padre de Fermina al noviazgo con Florentino.
3. La muerte del Dr. Urbino y la declaración inmediata de Florentino.
4. La decisión de Florentino de lograr el amor de Fermina que recuerda el
mejor Romanticismo.
5. La conquista de Fermina y la invención del cólera para que el amor se
desarrolle.
El empleo del narrador omnisciente es un guiño a la novela del siglo XIX, pero
con una salvedad, pues es un narrador que se introduce en su función de cronista: la
cultura y las costumbres de la época descrita. El narrador se sabe partícipe de esa
colectividad. El narrador, en esta novela, se identifica con el autor; como cronista se
convierte en narrador, él lo controla todo desde fuera y también desde dentro, por lo
que resulta un narrador originalísimo, por ejemplo en el hecho de que convierta a
Mercedes, su mujer, en personaje de la novela cuando desde el barco va comentando
las poblaciones por donde pasan, empleo de la técnica cervantina.
La perspectiva, lugar donde el narrador se sitúa para contar los hechos, la
emplea también con gran maestría. Utiliza básicamente tres perspectivas físicas, la de
Urbino, la de Florentino y la de Fermina, que va cambiando, lo que aporta a la novela
mucha variedad, rompe la monotonía de la narración de los hechos, da la sensación
de frescura y riqueza y colabora en el ritmo de la novela. El procedimiento de los
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enlaces está basado en los recordatorios, cada equis páginas el narrador hace un
recordatorio y un sumario o espergesia (desarrollar algo que ha sido apuntado antes);
también desarrolla la técnica parentética, abre un paréntesis dentro de otro a modo de
una caja china.
La temporalidad está íntimamente unida a la estructura. El relato de los hechos
abarca 53 años: empezamos en el presente, mediante la analepsis regresamos al
pasado y volvemos al presente. Mediante la prolepsis se nos adelantan
acontecimientos como en Cien años de soledad.
El narrador alterna el estilo directo y el estilo indirecto, pero predomina el estilo
indirecto. Cuando cierra una escena le da la voz al personaje.
TEMA 3.- Los personajes en El amor en los tiempos del cólera
El amor en los tiempos del cólera está claramente protagonizada por un
triángulo amoroso compuesto por Florentino Ariza, Fermina Daza y Juvenal Urbino, y
la trama de la novela se construye sobre la base de las relaciones entre los tres
vértices de este triángulo, pero se distingue de muchas o de todas las historias, por el
carácter extraordinario del triángulo. Durante la mayor parte de la historia el triángulo
es solo imaginado; es decir, no existe para los tres protagonistas, o siquiera para dos
de ellos, a la vez. El único para quien el triángulo será algo presente y vivo es
Florentino, “feo y triste, pero todo amor”, como dice Hildebranda. El doctor Juvenal
Urbino, por su parte, casi ni sabe de la existencia de Florentino, y cuando Hildebranda
le cuenta algo sobre las relaciones que habían existido entre Florentino y Fermina, el
doctor o no entiende o ignora las noticias. Y Fermina se olvida, o parece olvidarse, de
Florentino por unos cincuenta años. Mientras vive el esposo, Florentino es para ella
una mera sombra, algo sin cuerpo, sin sustancia. Al morirse el esposo, este se
convierte en espectro, en presencia imaginaria, mientras que Florentino, por primera
vez en unos cincuenta años, cobra peso, se “incorpora” a la mente de Fermina. De
una u otra forma, la existencia de este triángulo, imaginario o real, controla la totalidad
de la novela; está presente durante todo el tiempo de la narración.
A) Protagonistas:
Juvenal Urbino de la Calle: Doctor que se encargó de acabar con el cólera en el
pueblo.
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De viejo tenía un bastón, vestía chaleco largo, tenía la barba gris y el cabello
del mismo color. En su juventud era el soltero más codiciado por su forma de tratar a
las personas y su gran colaboración humanitaria.
Florentino Ariza: Hijo natural de un naviero que muere cuando Florentino tenía diez
años de edad, sin haberlo reconocido; su madre una soltera laboriosa y seria, pero
marcada sin remedio por el estigma de fuego de un único extravío juvenil. El autor
señala que era "escuálido, cabello indio, sometido con pomada de olor y los
espejuelos de miope, que aumentaban su aspecto de desamparo" y que además,
"sufría un estreñimiento crónico", pero que sin embargo, "estaba convencido de la
soledad de su alma por haber amado en silencio mucho más que nadie jamás en este
mundo", y precisamente el amor que sufría era por Fermina. Tenía el cabello oscuro y
un poco largo para atrás, usaba lentes, y su vestimenta era muy sombría. También le
encantaba escribir y leer poemas de amor, estaba locamente enamorado de Fermina
Daza. Una de las frases de la obra sintetiza los sentimientos de Florentino: “amor del
alma de la cintura para arriba y amor del cuerpo de la cintura para abajo”. Florentino
se enamora de Fermina cuando este era ayudante de telegrafista, "la tarde en que
Lotario Thugut le encargó llevar un telegrama a alguien sin domicilio conocido que se
llamaba Lorenzo Daza". Así, "avista a Fermina, bella adolescente de ojos
almendrados". El sentimiento que él hacía inspirar en ella era de "lástima, porque le
pareció que estaba enfermo". Con la ayuda de la tía Escolástica empezaron a enviarse
cartas, nervaduras de hojas, flores y canciones de violines.
Florentino en algunos aspectos se parece al autor, ya que es telegrafista como
el padre de GGM. Otro aspecto en el que se aprecia cierta similitud es en el hecho de
que Florentino no conoció a su padre y GGM no vivió mucho tiempo con el suyo.
Fermina Daza: Hija de Lorenzo Daza quien había venido de San Juan de la Ciénaga
con la hija única y la hermana soltera, poco después de la peste del cólera. La esposa
había muerto cuando la hija era muy niña. Su padre era adinerado, pero sin posición
social.
GGM cuenta que "caminaba con una altivez natural, la cabeza erguida, la vista
inmóvil, el paso rápido, la nariz afilada y con un modo de andar de venada que le
hacía parecer inmune a la gravedad". De ojos almendrados, con pelo largo rubio y
siempre peinada con una sola trenza; se casa con Juvenal Urbino, pero estaba
enamorada de Florentino Ariza.
Tenía el don de reconocer el olor de cada persona en cualquier lugar.
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Se podría decir que existe cierta poética en los nombres de los personajes, en
la onomástica, pues la paronomasia entre Florentino Ariza y Fermina Daza produce
sensación de identificación y destino; sin embargo, no ocurre así entre Juvenal Urbino
y Fermina Daza.
B) Secundarios:
Lorenzo Daza: padre de Fermina
Tía Escolástica: tía de Fermina
Lotario Thugut: el telegrafista, jefe de Florentino
Tío León: tío de Florentino, hermano del padre
Tránsito Ariza: madre de Florentino
Hildebranda Sánchez: prima de Fermina
Olimpia Zuleta: amante de Florentino
Bárbara Lynch: amante de Juvenal Urbino
La viuda de Nazaret: amante de Florentino
América Vicuña: amante de Florentino
Blanca de la Calle: madre de Juvenal
Jeremiah Saint-Amour: judío refugiado, paciente y contrincante de ajedrez de Juvenal
Urbino.
Este último posee un peso específico importante en la novela. Su nombre está
cuidadosamente escogido y alude al profeta bíblico Jeremías: es refugiado como el
profeta, ambos comparten la antropofagia y las profecías de vaticinar la ruina de Judea
y la de las ciudades latinoamericanas mediante las guerras y el cólera. Su solución al
enigma de la vejez y de la muerte no es el mismo que el de Juvenal y Florentino,
mientras él muere para no envejecer, los otros envejecen para no morir.
La búsqueda de los nombres de los personajes quizá proceda de uno de los
maestros de GGM, Juan Rulfo, quien visitaba los cementerios en busca de nombres
curiosos para sus personajes.
TEMA 4.- El amor y la muerte en El amor en los tiempos del cólera
La novela que se analiza trata un tema universal, el amor. GGM toma los
tópicos de la tradición amorosa: el amor fatal, el amor adúltero, el amor adolescente, el
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casi-amor, el puro sexo, representados todos ellos en los múltiples personajes de la
obra, especialmente en las mujeres con quienes se relaciona Florentino.
Se puede decir que es una novela sentimental, pero también erótica y por qué
no pornográfica. Ahora bien, ¿qué tipo de amor es el que se describe en esta obra?
Un amor casi imposible, por prolongado, que empieza en la niñez y que culmina en la
vejez de los protagonistas. Es un amor constante y oculto; esperanzador y acechante;
fulgurante y modesto; poderoso y agazapado; es en suma el amor de Fermina Daza y
Florentino Ariza. Amor romántico, ultra romántico, amor que se alimenta, pues
Florentino está continuamente pensando en él.
Ortega y Gasset hablaba de la cristalización del amor, como si aisláramos o
convirtiéramos en cristal a la persona amada, como hace Florentino con el amor hacia
Fermina desde la primera vez que la ve cuando tenía unos 13 años, él decide
consagrarle su vida (influencia del “amor cortés”)
Historia de Florentino y Fermina que se desarrolla en un pueblecito portuario
del Caribe, mezclado con plantas tropicales, calor, prejuicios sociales y esperanza
aleccionadora. El autor describe una historia de amor que transcurre en tiempos del
cólera. ¿Por qué el cólera y por qué en sus tiempos? Supongo que el cólera se refiere,
además de la peste de ese mal a otros males que aquejan precisamente a ese amor,
así, entre otros, se muestran los siguientes: el padre y su deseo de escalamiento
social, las distintas clases sociales de los enamorados, los prejuicios sociales, la
bastardía de Florentino, el marido de Fermina, la vejez de ambos, los hijos de
Fermina, la eterna revolución, es decir, el cólera y sus tiempos son todas las
adversidades que se oponen a este amor y que casi lo malogran.
La fatalidad es un tema prácticamente constante en todas las novelas del autor:
“Era inevitable…”, la novela comienza con el inicio del fatalismo; no se refiere a los
amores, pero es un guiño al lector para después contar la fatalidad de la historia
amorosa.
Toda la novela no es sino el resumen de un amor, un cortejo de 53 años, siete
meses y once días. En esta novela el destino es el fruto de la voluntad de los
personajes, así que transforma el sentido del fatalismo. Florentino sabe que al final va
a conseguir el amor de su amada. Los azares o circunstancias se introducen en el
destino. Todos y cada uno de los personajes que conforman el triángulo amoroso
experimentan el amor en sus distintas facetas: amor romántico y amor burgués o
legalizado. Por un lado, Fermina vive en un primer momento un amor platónico con
Florentino, después experimenta el amor basado en la seguridad con Juvental, y
finalmente disfruta del amor sosegado que da la vejez con Florentino. Por otra parte,
Juvenal vive un amor tranquilo con Fermina y un amor apasionado con Bárbara Lynch.
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Y, finalmente, Florentino ama apasionadamente durante toda su vida a Fermina, pero
no por ello deja de amar a las numerosas amantes que tiene durante toda su vida sin
Fermina.
Amor entre Fermina y Juvenal: Para el codiciado soltero Juvenal Urbino, Fermina era
una plebeya de la que le atrae su altivez, seriedad y orgullo, pero era consciente de
que no la amaba.
Nunca le había planteado sus pretensiones en términos de amor, y sus cartas
no eran tan enfebrecidas como las de Florentino. Era un militante católico que solo le
ofrecía a la mujer bienes terrenales: seguridad, dinero, orden, valores equivalentes a la
felicidad, pero no al amor.
A Fermina, Juvenal le parecía, al principio, pedante y egoísta. Fermina decidió
casarse con él porque estaba sola, padecía la crisis de la edad, veintiún años (edad en
que las mujeres se convertían en “quedadas”) y por miedo a la oportunidad que se le
iba. Fermina se rindió al destino. La actitud de Fermina y la vanidad de Juvenal
crearon una pareja sólida durante más de cincuenta años de matrimonio basada en el
servicio de ella a él y en la respuesta materialista de él a ella. Fermina era ama
soberana del imperio conseguido por él. Atravesaron varias y absurdas crisis
matrimoniales y se mostraron siempre en público con apariencia de armónica felicidad.
Estas trivialidades les habían permitido darse cuenta de que eran capaces de vencer
las adversidades del amor. Con el tiempo supieron que no podrían haberse amado ni
vivido de otro modo: nada hay más difícil que el amor.
Amor entre Fermina y Florentino: En esta relación surgen los conceptos de fidelidad y
lealtad materializados en Florentino. Florentino sustituye el amor ilusorio hacia
Fermina con amores terrenales, de cama. Con ello se contradice el principio de
fidelidad, pero adquiere pujanza el de lealtad por un ideal, el amor.
El amor de Florentino hacia Fermina es primero sensible, poético, y acaba
siendo ilusorio. Es devastador hasta el punto de que se confunde con el cólera. Un
amor nacido de la contemplación que deviene en furia y sinsentido. Amor joven,
auténtico, desinteresado. El amor de vejez les hace pensar a ambos en el amor como
origen y fin en sí mismo, no como un estado de gracia.
El amor segundo está acechado por la muerte y el recuerdo del pasado.
En el amor primero las cartas son mensajes declarativos y elogiosos, en el
segundo amor, las declaraciones escritas de Florentino ayudan a Fermina a recobrar
la paz espiritual.
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El primer amor es objeto de rechazo femenino por razones elitistas, el segundo
es aceptado por razones sentimentales. El viaje emprendido por ambos simboliza el
reencuentro con el amor sin los lazos de la vida conyugal, sin desengaños y sin
pasiones. Era el amor más allá del amor, en cualquier tiempo y parte, más denso
cuanto más próximo a la muerte.
Tema secundario es el de las edades del hombre, de la juventud a la vejez,
incluso la infancia de algunos personajes, y muy relacionado con este tema y con el
amor, la muerte.
Amor y muerte es otro gran tema universal: “eros y thanatos”. Jeremíah se
suicida por odio a la vejez (gerontofobia); dicha muerte se encadena a la del propio
Juvenal, quien fallece a los pocos meses; muerte muy relacionada con el amor, porque
hace que Florentino se presente en la casa y le declare su amor a Fermina. “El azar
coincidente”, según Lezama Lima, para conseguir un determinado efecto.
La muerte se muestra contextualizada de diferentes formas:
Muerte de Jeremíah de Saint-Amour: Jeremíah tenía la determinación irrevocable de
quitarse la vida a los sesenta años. Lo había decidido mucho tiempo atrás, en una
playa solitaria de Haití donde yacía desnudo junto a su amante después del amor.
Hablaban de ello con frecuencia y sufrían juntos el irreparable paso de los días que
ninguno de ellos podía detener. Jeremíah amaba la vida con una pasión sin sentido, y
a medida que la fecha de Pentecostés se acercaba (plazo último para suicidarse)
había ido sucumbiendo a la desesperación, como si su muerte no fuera una resolución
propia sino un destino inexorable.
Paradoja de la muerte del doctor Urbino: La muerte no tiene sentido del ridículo.
Juvenal Urbino se automedicaba con paliativos para la vejez. Ostentaba un
humanismo fatalista, puesto que opinaba que cada quien es dueño de su propia
muerte, y lo único que se puede hacer, llegada la hora, es ayudarlo a morir sin miedo
ni dolor.
Después de tantos años de familiaridad con la muerte, después de tanto
combatirla, es
como si con la muerte de su amigo Jeremiah, fuera la primera vez en que se atrevió a
mirarla a la cara, y también ella lo estaba mirando.
También él le tenía miedo a la vejez, y de no ser cristiano, tal vez hubiera
estado de acuerdo con Jeremiah de Saint-Amour en que la vejez era un estado
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indecente que debía impedirse a tiempo. Lo que más le preocupaba de la muerte al
doctor Urbino era la vida solitaria de Fermina Daza sin él.
Comete la imprudencia de atrapar el loro, en ese mismo instante asume su
muerte. Y aunque esta es memorable, no carece de significación. Nada se parece
tanto a una persona como la forma de su muerte, y ninguna podía parecerse menos
que esta a Urbino, aunque pareciera absurdo.
Florentino Ariza espera que su amor se concrete a partir de la muerte de Urbino:
El día que Florentino Ariza vio a Fermina Daza encinta y con pleno dominio de su
condición de mujer de mundo, tomó la determinación feroz de ganar nombre y fortuna
para merecerla. Ni siquiera se puso a pensar en el inconveniente de que fuera casada,
porque al mismo tiempo decidió, como si dependiera de él, que el doctor Urbino tenía
que morir. No sabía ni cuándo ni cómo, pero se lo planteó como un acontecimiento
ineluctable, que estaba resuelto a esperar sin prisa ni arrebatos, así fuera hasta el fin
de los siglos.
Sin embargo, el tiempo le reveló que él y aquel hombre que había tenido
siempre como el enemigo personal, eran víctimas de un mismo destino y compartían
el azar de una pasión común. Por primera vez de los veintisiete años interminables
que llevaba esperando, Florentino no pudo resistir la punzada de dolor de que aquel
hombre admirable tuviera que morirse para que él fuera feliz.
Años más tarde, la comprobación de que la muerte había intercedido por fin a
su favor,
le infundió el coraje que necesitaba para reiterarle a Fermina Daza, en su primera
noche de viuda, el juramento de su fidelidad eterna y su amor para siempre.
El avance de la vejez entre Fermina Daza y Florentino Ariza: Florentino Ariza se había
visto tantas veces en el espejo de la vejez, que no le tuvo nunca tanto miedo a la
muerte como a la edad infame en que tuviera que ser llevado del brazo por una mujer.
Sabía que ese día, y sólo ese, tendría que renunciar a la esperanza de Fermina Daza.
Era razonable pensar que la mujer más amada sobre la tierra, a la que había esperado
desde un siglo hasta el otro sin un suspiro de desencanto, apenas tendría tiempo de
tomarlo del brazo para ayudarlo a llegar sano y salvo a la otra acera de la muerte. No
obstante, Florentino se enfrentó a las insidias de la vejez con una temeridad
encarnizada, aun a sabiendas de que tenía la extraña suerte de parecer viejo desde
muy niño.
Por otra parte, a él no le era posible escapar a la noción de la vejez de su
tiempo, así que fue natural que cuando vio tropezar a Fermina, lo hubiera estremecido
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el pánico de que la muerte iba a ganarle sin remedio su encarnizada guerra de amor.
Cuando cae de las escaleras, Florentino no se mata de milagro. En el momento en
que caía tuvo bastante lucidez para pensar que no iba a morir de aquel tropiezo,
porque no era posible en la lógica de la vida que dos hombres que habían amado
tanto durante tantos años a la misma mujer, pudieran morir del mismo modo con sólo
un año de diferencia. Tuvo razón. La inmovilidad forzosa, la certidumbre cada día más
lúcida de la fugacidad del tiempo, los deseos locos de ver a Fermina, todo le
demostraba que sus temores de la caída habían sido más certeros y trágicos de lo que
había previsto. Por primera vez empezó a pensar de un modo racional en la realidad
de la muerte.
Íntimamente unido a los dos grandes temas de la obra, amor y muerte, aparece
también el subtema de la viudez, pues son muchas las amantes de Florentino que son
viudas, incluida Fermina.
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