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Coordinador:

Martín Schorr

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Colección

Estudios sobre la Argentina contemporánea

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Martín Schorr (coordinador)

Se autoriza la reproducción parcial o total, siempre y cuando sea sin fines de lucro y se cite la fuente

Batalla de Ideas EdicionesPasaje Dr. Rodolfo Rivarola 175 - C1015AAA - CABA, Argentina [email protected]

ISBN: 978-987-42-6375-9

Printed in Argentina

Impreso en Argentina,

Hecho el depósito que marca la ley 11.723

Martín Schorr (coordinador)

ntre la década ganada y la década perdida. Estudios de economía política;

editado por Emiliano López.

Buenos Aires: Batalla de Ideas Ediciones, 2017.

188 p.; 23 x 16 cm. - (Estudios sobre Argentina contemporánea)

ISBN 978-987-42-6375-9

Fecha de catalogación: 22/11/2017

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Índice

PRÓLOGO

EL ORDEN SOCIAL KIRCHNERISTA ENTRE LA ECONOMÍA Y LA POLÍTICA

Emiliano López y Francisco J Cantamutto

¿LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ? LA RESTRICCIÓNEXTERNA EN EL KIRCHNERISMO

Andrés Wainer y Paula Belloni

LA ESTRUCTURA ECONÓMICA DURANTE EL KIRCHNERISMO: ¿REPRIMARIZACIÓN O REINDUSTRIALIZACIÓN?

Agostina Costantino

EL PODER ECONÓMICO DE LA ARGENTINA BAJO LOS GOBIERNOS DEL KIRCHNERISMO. UN ANÁLISIS A PARTIR DEL PANEL DE GRANDES EMPRESAS

Martín Schorr

DE LA PROMESA DEL PLENO EMPLEO A LOS PROGRAMAS DE TRANSFERENCIAS DE INGRESOS. MERCADO DE TRABAJO Y POLÍTICAS LABORALES EN EL PERIODO KIRCHNERISTA

Pablo Ernesto Pérez y Facundo Barrera Insua

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¿LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ?LA RESTRICCIÓN EXTERNA EN EL

KIRCHNERISMOAndrés Wainer y Paula Belloni

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Introducción3

La restricción externa ha sido un histórico limitante al desarrollo de la Argentina en tanto en diversas etapas el nivel de actividad y las ta-sas de crecimiento económico se han visto una y otra vez restringidas por la disponibilidad de divisas. Tras el final de la convertibilidad, la Argentina vivió un período de inédita holgura externa que llevó a que numerosos analistas y hacedores de política afirmaran que los proble-mas derivados del estrangulamiento en la balanza de pagos habían quedado en el pasado. Esta situación, asociada en el plano interno a un patrón de crecimiento que pivoteó sobre bases económicas diferen-tes respecto de la etapa 1976-2001 y que en el plano externo coincidió con el incremento de precios de commodities de exportación, perduró hasta 2008, tras lo cual comenzó un sostenido descenso del saldo en cuenta corriente.

Esta situación fue interpretada por numerosos funcionarios guber-namentales como una consecuencia del impacto de la crisis interna-cional desatada a raíz de la crisis de las hipotecas subprime en los Esta-dos Unidos. Los coletazos de dicha crisis en la Argentina habrían sido más que nada de índole comercial, dado que el país aún se encontraba virtualmente fuera de los mercados financieros internacionales como consecuencia del default de fines de 2001. La emergencia de la crisis iría transformando el contexto internacional de manera que el mis-mo habría pasado de ser calificado como “viento de cola” a “viento de frente”.

En el presente artículo se intentará demostrar que, así como el alto crecimiento económico registrado entre 2003 y 2008 no fue resultado exclusivo del “viento de cola”, tampoco es posible atribuir de manera excluyente las dificultades que comenzó a mostrar la economía argen-tina a partir de allí –manifestadas en buena medida en el frente exter-no– a los cambios en las condiciones internacionales. En este sentido, adelantamos la principal conclusión del trabajo: los problemas en el sector externo que emergieron en la segunda etapa del ciclo de gobier-

3 Este trabajo se realizó en el marco del Proyecto PICT 2013-1775 “Las características actuales

de la restricción externa en la economía argentina. Viejos problemas, nuevos dilemas”

bajo el patrocinio de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica.

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nos kirchneristas fueron el resultado de factores estructurales vincu-lados al carácter del bloque de clases dominante en la Argentina que no fueron resueltos bajo las administraciones kirchneristas y que se agravaron al confluir con otros de índole coyuntural en un escenario mundial en crisis.

Para arribar a estas conclusiones el artículo recorre la siguiente tra-yectoria. En un primer apartado se aborda el vínculo entre las fases de crecimiento que se sucedieron durante los años de gobierno del kirch-nerismo y la trayectoria que siguió el sector externo. En los dos apar-tados siguientes se analizan los principales elementos que explican la reaparición de la “restricción externa al crecimiento”: en el primero de ellos se realiza una aproximación a la coyuntura nacional e inter-nacional, mientras que en el segundo de estos apartados se analizan los factores estructurales que determinaron el deterioro de la perfor-

mance del sector externo. Finalmente, el artículo cierra con unas re-flexiones finales que incorporan el peso de los actores sociales en el resurgimiento del estrangulamiento externo y los desafíos pendientes para su resolución.

LAS DISTINTAS FASES DEL CRECIMIENTO DURANTE EL

KIRCHNERISMO Y EL COMPORTAMIENTO DEL SECTOR EXTERNO

El notable crecimiento que exhibió la economía argentina durante el ciclo de gobiernos kirchneristas (2003-2015) fue interpretado por nu-merosos analistas como un indicador de la superación definitiva de los ciclos cortos de crecimiento y contracción o estancamiento (stop and go) más o menos regulares que exhibió la misma desde la disolución del modelo agroexportador durante la década de 1930. Sin embargo, las evidencias disponibles indican que el desenvolvimiento de la econo-mía nacional hasta 2015 reconoce dos grandes fases luego del crítico y sumamente regresivo año 2002.

La primera de ellas coincidió con el gobierno de Néstor Kirchner (2003-2007) y el inicio del primero de Cristina Fernández de Kirchner (2007-2011). Durante esos años el PBI global se expandió a una tasa anual acumulativa del 8,4% (con una fuerte reactivación de ciertas ac-tividades industriales), las cuentas fiscales y externas fueron exceden-tarias y la inflación (precios al consumidor) se mantuvo en umbrales inferiores al dígito anual (hasta 2006).

La segunda etapa se desarrolló entre 2008 y 2015, es decir, durante la segunda mitad del primer mandato y todo el segundo gobierno de Fernández de Kirchner. En el transcurso de esta fase, en un contexto signado por la emergencia de la crisis internacional, el PBI creció a un

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¿Lo que el viento se llevó? La restricción externa en el kirchnerismo

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promedio del 1,5% por año, se dio una paulatina erosión de la holgura fiscal y de la externa, y una suba considerable en el nivel general de precios, que superó largamente los dos dígitos por año4.

El desempeño favorable de la economía argentina durante los prime-ros años de los gobiernos del kirchnerismo fue posible, en buena me-dida, por la existencia de un importante superávit comercial y, default y reestructuración mediante, una reducción significativa en los pagos de los intereses de la deuda externa. Lo cual redundó en un superávit en cuenta corriente que permitió acumular reservas internacionales reduciendo sensiblemente la dependencia del ingreso de divisas por la cuenta capital y financiera, factor determinante durante la conver-tibilidad (Gráficos Nº 1 y 2). Dicho superávit dependió esencialmente del resultado del intercambio de mercancías, ya que tanto las tran-sacciones de servicios5 como el resultado neto de las transferencias correspondientes a las rentas de la inversión (en particular, el cobro y el pago de intereses y la remisión de utilidades y dividendos) fueron sistemáticamente deficitarias.

Gráfico 1. Argentina. Evolución de los pagos por exportaciones e importa-

ciones y el saldo comercial de mercancías, 2000-2015 (millones de dólares)

Fuente: elaboración propia en base a INDEC y BCRA.

4 Cabe señalar que la etapa 2008-2015 encierra dos años de fuerte expansión económica

(2010 y 2011), tres de crecimiento moderado (2012, 2013 y 2015) y dos de recesión (2009 y

2014).5 La mayor parte de los servicios computó en forma predominante saldos negativos en la

última década, entre los que se destacan los fletes, los viajes por turismo y los pagos por

regalías.

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Saldo (eje der.) Exportaciones Importaciones

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La trayectoria aludida se asemeja, en cierto sentido, a la etapa de industrialización por sustitución de importaciones, cuando el capital financiero tenía escasa incidencia en la provisión de divisas, aunque, obviamente, el contexto mundial, regional y nacional difería en una diversidad de aspectos.

Gráfico 2. Argentina. Evolución del resultado de los principales componen-

tes del balance cambiario, 2003-2015 (millones de dólares)

Fuente: elaboración propia en base a INDEC y Banco Central de la República Argentina (BCRA).

De la información provista por el Gráfico 1 se desprende que a par-tir de 2003 las exportaciones crecieron de modo considerable, aunque también lo hicieron las importaciones tras una profunda contracción en 2002. Si bien la devaluación de la moneda en dicho año pudo alen-tar en sus inicios las exportaciones de algunos productos no tradicio-nales, diversos estudios indican que la expansión del grueso de las ventas al exterior suele estar menos relacionada con el nivel del tipo de cambio, que con otros factores como los términos de intercambio y la expansión de la demanda externa (Amico, 2013 y Mantey, 2013), variables cuyas tendencias fueron muy positivas hasta la irrupción de la crisis mundial en 2008/2009.

En donde no caben dudas del impacto de la devaluación de 2002 fue en la profunda caída de las importaciones registrada ese año. Si bien el encarecimiento relativo de los productos importados desalentó al-gunas compras en el exterior (sobre todo de bienes finales), el hecho decisivo fue la fuerte contracción del ingreso que produjo el salto en el tipo de cambio y, con ello, de la demanda agregada, que ya venía dis-

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minuyendo paulatinamente en los años finales de la convertibilidad6. De manera inversa, en cuanto la economía comenzó a mostrar signos de recuperación hacia fines de 2002, las compras externas volvieron a incrementarse, e inclusive lo hicieron a un ritmo mayor que las ex-portaciones.

Si bien la expansión de la Argentina, beneficiada por la franca mejoría de los términos de intercambio, fue compartida por la periferia en gene-ral, y la región latinoamericana en particular7, esta primera lectura se queda en la puerta del análisis, tal como lo hace la fórmula del “viento de cola”. La especificidad nacional indica que debieron operar políticas económicas en una coyuntura concreta que permitieran aprovechar este marco y dar lugar a las altas tasas de crecimiento que tuvo el país.

En el marco de una economía caracterizada por un aparato producti-vo con una amplia capacidad ociosa (producto de la recesión y profunda crisis que atravesó el país entre 1998 y 2002), salarios reales muy reduci-dos (con una caída del 30% de los mismos solo en 2002), elevados niveles de desempleo y precios internacionales de los principales productos de exportación en alza, las políticas macroeconómicas aplicadas en 2002 y su continuidad en los años siguientes (ver capítulo 1) junto al sosteni-miento y ampliación en ciertas políticas sociales, laborales y de ingresos (ver capítulo 5) permitieron un notable incremento del PBI y una mejora significativa en el mercado de trabajo local.

Sin embargo, durante la segunda mitad del primer mandato y todo el segundo gobierno de Fernández de Kirchner, el PBI creció a un ritmo no-toriamente inferior al primer ciclo de gobiernos kirchneristas, contando incluso con tres años de contracción económica (2009, 2012 y 2014) y un paulatino pero sostenido deterioro de la posición externa del país. Esto último fue, sin dudas, el eje de las dificultades que exhibió la economía argentina para seguir mostrando altos niveles de crecimiento.

Desde el gobierno se atribuyó los problemas en el frente externo al cambio en el contexto internacional derivado de la crisis financiera

6 La devaluación de la moneda en 2002 disparó un proceso inflacionario que implicó una

contracción del salario real del orden del 35% en dicho año, descendiendo de esta manera

al nivel alcanzado con la hiperinflación de 1989, el mínimo de la historia reciente. En ese

escenario, la participación de la masa salarial en el ingreso declinó alrededor de 7 puntos

porcentuales (Cantamutto y Wainer, 2013 y López, 2015).7 La expansión de la inversión extranjera directa hacia los países periféricos y el boom

del precio de los commodities que benefició a una porción significativa de estos derivó en

que buena parte de los mismos, para evitar una mayor apreciación en el tipo de cambio,

acumulasen reservas internacionales. Asimismo, la mayor parte de los países subdesa-

rrollados recurrieron a la acumulación de reservas en este período de manera preventiva

ante la extrema volatilidad de los flujos internacionales de capital, en tanto se constituyó

como un instrumento válido para hacer frente a posibles ataques especulativos contra sus

monedas. Al respecto consultar Arceo (2011).

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mundial. Si bien la mutación en el contexto exterior tuvo repercusio-nes importantes en el país, creemos que así como antes el buen des-empeño de la economía argentina no podía explicarse únicamente por el “viento de cola”, las dificultades posteriores tampoco pueden ser atribuidas exclusivamente al “viento de frente”. Es por ello que es ne-cesario distinguir entre los factores de carácter exógeno o coyuntural que afectaron el desempeño económico de la Argentina, de aquellos que constituyen problemáticas endógenas o de carácter estructural.

FACTORES COYUNTURALES QUE CONTRIBUYERON

AL DETERIORO DEL SECTOR EXTERNO

La crisis mundial que comenzó en 2008 con epicentro en EEUU, fue la más profunda desde 1930 y ha afectado al conjunto de la economía mundial. La misma comenzó con el estallido financiero ante la insol-vencia de los deudores hipotecarios de EEUU, que llevó a la quiebra del banco de inversión Lehman Brothers, y puso de manifiesto la comple-ja estructura financiera internacional basada en la securitización y titu-larización (paquetes de bonos diversificados) sin considerar el riesgo crediticio en un contexto de baja o nula regulación8.

Estados Unidos sufrió contracciones en el producto en 2008 y 2009 (-0,3% y -2,8% respectivamente) y, a partir de allí, creció a tasas mo-deradas (del 2,2% promedio anual entre 2010 y 2015) sujetas a múlti-ples incertidumbres. El impacto en el nivel de actividad se sintió con más fuerza en las economías europeas que, luego de una contracción del 4,5% en 2009 y de la acentuación de políticas fiscales y moneta-rias restrictivas, crecieron solo al 0,5% promedio anual hasta el último año considerado. El período coincide con la segunda fase del ciclo de gobiernos kirchneristas (2008-2015) en la que, como se señaló, el PIB creció a tan solo un 1,5% promedio anual, luego de haber alcanzado tasas próximas al 8-9% promedio anual durante los seis años previos.

Paradójicamente, para muchos de los que no creían en la importan-cia del “viento de cola” de los primeros años de los gobiernos del kir-chnerismo -dado por el contexto internacional expansivo y los altos precios de las materias primas-, a partir de 2008 los coletazos de la cri-

8 Se trata de una crisis diferente a la ocurrida en los años setenta del siglo XX, ya que se dio

en un contexto de dominio financiero, tendencia ascendente de la tasa de ganancia, caída

de la tasa de inversión, estancamiento de los salarios y profundización de la regresión dis-

tributiva que llevaron a un modo de acumulación basado en la sobreacumulación finan-

ciera y productiva y de desproporcionalidad comercial. A su vez, su sostenimiento en el

tiempo deja ver que no expresa solo el agotamiento de la acumulación capitalista mundial

con eje en la financiarización, sino que se combina con elementos de orden geopolítico y

ambiental (Katz, 2010).

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sis internacional (el “viento de frente”) fueron interpretados por estos como la causa principal de todos los males que empezó a manifestar la economía argentina (el menor crecimiento y/o estancamiento de la producción, la retracción de las inversiones, el deterioro de los supe-rávit gemelos, etc.). Si bien con el gran avance de la globalización en las últimas décadas el contexto internacional resulta imprescindible para comprender la dinámica de las economías locales, dichas pers-pectivas ancladas en el “viento de cola” o “viento de frente” ignoran que la forma en la que el contexto mundial influye en estas depende de las estructuras productivas internas vis a vis la correlación de fuerzas sociales.

Al respecto, dado que como consecuencia del default de fines de 2001 la Argentina se encontraba virtualmente fuera de los mercados finan-cieros internacionales, el impacto de la crisis mundial se dio funda-mentalmente a través del canal comercial y producto de la acentuación del giro de utilidades de las empresas extranjeras a sus casas matrices, en el marco de una economía local altamente extranjerizada. Aunque este último aspecto, como se abordará en la siguiente sección, ya se desarrollaba en gran magnitud durante la primera fase de los gobier-nos del kirchnerismo.

El canal vinculado al comercio exterior operó fundamentalmente a través de dos vías: a) la merma en la demanda externa de algunos pro-ductos de exportación a partir del impacto que la crisis tuvo en dos de los principales destinos de exportaciones del país: Brasil y China y; b) la baja de los precios internacionales, siendo que hasta entonces la evolución de los términos de intercambio habían sido favorables para el país9.

9 En 2008 el índice de términos de intercambio había mejorado un 30,2% respecto a los

precios vigentes en 2003, mientras que para 2015 dicha mejora se había recortado a solo

un 4,6%.

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Gráfico 3. Argentina. Evolución de las exportaciones por precio y cantida-

des, 2000-2015 (2004 = 100 y porcentajes)

Fuente: elaboración propia en base a INDEC.

En el Gráfico 3 puede observarse como luego de seis años de gran crecimiento -explicado en buena medida por la mejora en los precios de exportación- en 2009 las ventas externas se retrajeron fuertemente (-20,5%) en el marco de la crisis internacional. Esto se produjo como resultado de la contracción tanto en precios como en cantidades, -10,9% y -10,8%. Sin embargo, el año previo la crisis había jugado un efecto contrario, producto del alza precios que tuvieron los principales commodities de exportación (más importante que la que venía dándose) dado su creciente protagonismo como activos financieros.

A partir de allí, las exportaciones siguieron un curso oscilante, se re-cuperaron en los dos años siguientes, y a partir de 2012 declinaron de manera continuada. Dado el peso que Brasil y China tienen como prin-cipales destinos de exportación (17,8% y 9,5% de las exportaciones tota-les en 2015), entre 2012 y 2014 la crisis repercutió fundamentalmente a través de una caída en la demanda externa de estos países, que tuvieron una sistemática desaceleración y/o contracción de sus productos10. En-tre 2011 y 2015 las exportaciones a estos destinos cayeron un 41,7% y un 15,2%. En el caso de la Unión Europea, con un importante peso relativo como región de destino (14,3% de las ventas externas en conjunto), la caída en las exportaciones también fue importante, del 41,4%.

10 Luego de crecer al 1,8% promedio anual entre 2012 y 2014 la economía brasilera se sumer-

gió en una recesión del -3,6% en 2015 y -3,8% en 2016. Por su parte, China perforó el piso

del 10,0% de crecimiento en 2012 y a partir de allí tuvo una notable desaceleración de la

actividad, entre ese año y 2015 creció al 7,9% promedio anual.

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En 2015, la baja en los precios internacionales (fundamentalmente de la soja y el trigo, -24,1% y -23,5%) jugó con mayor fuerza en la caída de las ventas externas argentinas. Sin embargo, el efecto de la baja de precios de los commodities también jugó positivamente en algunos casos, entre los que se destaca la retracción experimentada por el pre-cio internacional del petróleo. El precio del barril de petróleo a nivel internacional (tipo Brent) pasó de más de 110 dólares en junio de 2014 a casi 50 dólares a fines de dicho año, registrando una contracción supe-rior al 50% en poco más de seis meses. Ello propició un descenso en los gastos por importación de combustibles en el país en un contexto de crisis energética -que, como se verá adelante, decantaba en mayores necesidades de importaciones-, aunque este fenómeno no logró evitar que se mantuviera el saldo negativo de la balanza energética.

Por otra parte, como elementos exógenos coyunturales que, si bien impactaron en años concretos en el deterioro del saldo comercial, no pueden sostenerse como explicaciones a lo largo de los ocho años que dura la segunda fase de menor crecimiento y/o estancamiento de la economía, se encuentran la fuerte sequía que afectó al agro en 2009 y la retención de cosecha junto con el adelanto de importaciones ante las crecientes expectativas de devaluación. Sin embargo, al igual que la acentuación de remisiones de utilidades al exterior por parte de las empresas extranjeras, el segundo elemento también está ligado a fac-tores estructurales, como la inflación -que derivó en una apreciación del tipo de cambio real- y el poder de veto de ciertos actores, que por su peso central en el patrón de acumulación y en la provisión de divisas, tienen un gran poder de coacción sobre la orientación de la política económica y el funcionamiento estatal.

En relación al último punto, debe tenerse en cuenta que a partir de 2011, en un contexto en el que la alta inflación iba erosionando la com-petitividad cambiaria y se aplicaban devaluaciones graduales del tipo de cambio nominal, los grandes exportadores retrasaban sus ventas al exterior presionando por una devaluación, al tiempo que los importa-dores trataban de adelantarlas con el objetivo de ganar con la diferen-cia cambiaria, lo que fue profundizando el achicamiento del superávit comercial.

Todos los factores mencionados, si bien a primera vista pueden con-siderarse como elementos exógenos o coyunturales, tienen que ver con la forma de inserción de Argentina en la división internacional del trabajo. Como se verá en el siguiente apartado, al especializarse en recursos primarios y sus derivados con algunos sectores de privilegio fuertemente concentrados y extranjerizados, la economía queda fuer-temente atada a los vaivenes de la economía mundial y la dinámica que adquieren los capitales extranjeros.

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FACTORES ENDÓGENOS QUE PERMITEN ENTENDER LA

REAPARICIÓN DE LA “RESTRICCIÓN EXTERNA”

Cómo se mencionó, a partir de 2009 el saldo superavitario en cuen-ta corriente comenzó a descender para finalmente volverse deficitario desde de 2013 en adelante (Gráfico 2). En este resultado, además de los factores exógenos o coyunturales mencionados anteriormente, inter-vinieron elementos que remiten a la persistencia de un tipo determi-nado de estructura productiva y de correlaciones de fuerzas sociales que no se vieron alteradas de manera significativa a pesar del cambio en el régimen macroeconómico.

Las crecientes dificultades en el comercio exterior

Si bien hubo superávit comercial hasta el año 2014 (Gráfico 1), el mismo no logró exhibir un saldo que permitiera compensar la sali-da de dólares por otras razones. El deterioro del saldo comercial co-menzó en 2011 -con una reducción notable en 2013 cuando este cayó un 68,7%- para culminar con un nuevo déficit en 2015, situación que no se registraba desde 1999. Ello se explica tanto por el comportamiento que registraron las exportaciones como las importaciones. Si bien las exportaciones se expandieron significativamente hasta 2011 –con una baja en 2009 a raíz del impacto de crisis mundial y la mencionada se-quía en el campo-, desde 2003 también hicieron lo propio las importa-ciones, e incluso a un ritmo superior (Gráfico 1).

A partir de 2011 las ventas al exterior registraron un continuo des-censo en tanto las importaciones mostraron un comportamiento más estable, aunque con vaivenes marcados fundamentalmente por la evolución de la economía doméstica: aumentando en los años de cre-cimiento del producto y disminuyendo en los de contracción del mis-mo. En este desempeño importador concurrieron varios elementos, algunos de larga data vinculados a la historica estructura económica dependiente y desequilibrada que se han ido reconfigurando de mane-ra cada vez más regresiva a lo largo del tiempo, y otros propios de los últimos años.

Entre los primeros se destacan los escasos avances exhibidos en ma-teria de sustitución de importaciones, el elevado componente impor-tado de muchas de las ramas industriales que lideraron el crecimiento -como la automotriz y la electrónica de consumo (Porta, 2013 y Schorr, 2013)- y la ausencia de cambio estructural en el perfil de especializa-ción e inserción internacional de la industria argentina respecto de los años de vigencia del neoliberalismo. Entre los elementos novedosos vinculados al comercio exterior en los años recientes se encuentran

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las cuantiosas compras externas del sector energético, dadas por las restricciones productivas existentes que desde 2011 desembocaron en un déficit cada vez más pronunciado de la balanza comercial del sector (Gráfico 4)11.

Gráfico 4. Argentina. Evolución del saldo de la balanza comercial energéti-

ca, 2002-2015 (millones de dólares)

Fuente: elaboración propia en base a Secretaría de Energía e INDEC.

El achicamiento del superávit comercial a partir de 2011 no fue ma-yor al año siguiente debido a la aplicación de diversas medidas econó-micas orientadas a regular las importaciones en el marco de la reapa-rición de los problemas en el sector externo (licencias no automáticas de importación, declaraciones juradas anticipadas, requisitos de facto

para compensar importaciones con exportaciones, etc.). No obstante, al tratarse de medidas coyunturales que no apuntaron a resolver pro-blemas estructurales de largo plazo no se pudo revertir la tendencia al deterioro comercial y, debido a la estructura productiva trunca, la contención de las importaciones generó inconvenientes en ciertas ac-tividades industriales.

Por lo que, los distintos vaivenes que tuvo el balance comercial desde 2011 hasta alcanzar el resultado negativo no se debieron a eventuales mejoras en la competitividad de las exportaciones argentinas, como lo demuestra su continuo descenso, sino a la retracción que exhibieron las importaciones en los años de contracción del PBI (2012 y 2014). Ello explica por qué, en el marco de una economía mundial en crisis, el

11 Desde fines de la década de 1990 –sobre todo tras la privatización total de YPF- las princi-

pales firmas petroleras del país desplegaron una estrategia económica que consistió en la

subexploración de nuevos yacimientos y la sobreexplotación de los existentes, conducien-

do a un descenso de la producción de petróleo a partir de 1999 y de gas a partir de 2004. Al

respecto consultar Barrera (2013).

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salto devaluatorio producido a inicios de 2014 no mejoró la situación comercial del país a partir de una expansión sostenida de las ventas al exterior sino produciendo una caída en los salarios reales12, lo que acentuó la merma en el nivel de actividad y, consecuentemente, en menores requerimientos de importaciones.

Por su parte, si bien la contracción de las exportaciones a partir de 2012 se debió, en buena medida, a la retracción que experimentaron los precios internacionales a partir de mediados de dicho año y a una menor demanda de los principales socios comerciales (“viento de frente”), ello da cuenta de los pocos cambios que hubo en la compo-sición de la canasta exportadora del país durante los años con “viento de cola”. Al respecto, si bien durante los gobiernos kirchneristas la canasta exportadora de la Argentina mostró cierta diversificación al incrementarse ligeramente la participación de las manufacturas de origen industrial (MOI), el desempeño de este tipo de exportaciones estuvo atado a dos factores que merecen ser discriminados.

Por un lado, en el marco del MERCOSUR, se incrementaron de ma-nera destacada las exportaciones de automotores, especialmente ha-cia Brasil, pero se trata de una industria que presenta un carácter de armaduría ya que buena parte de los componentes son importados; de ahí la existencia de un pronunciado y persistente déficit comer-cial de este rubro (González y Manzanelli, 2012). Por otro lado, dentro de las MOI se computan las exportaciones de minerales como el oro, que se expandieron notablemente al calor de la puesta en marcha y la consolidación de varios proyectos de minería transnacional a gran escala (“a cielo abierto”) con fuerte subvención estatal (Basual-do, 2013), pero cuyo grado de industrialización es exiguo (o nulo) y sus efectos sobre los territorios y las comunidades que los habitan cada vez más fuertemente regresivos (Voces de Alerta, 2011; Svampa, 2014).

De todas maneras, el aumento de las exportaciones industriales no implicó que los desequilibrios en el sector fabril hayan sido supera-dos. Más allá del desplome de la producción local de hidrocarburos en los últimos años, el principal problema estructural del intercam-bio comercial argentino sigue siendo el cuadro deficitario de la in-dustria. Como se desprende de los datos aportados por el Gráfico 5, tras unos años de exhibir superávit luego de la “salida devaluatoria” de la convertibilidad, la industria en su conjunto volvió a registrar déficits comerciales a partir de 200713.

12 Del orden del 5% para los trabajadores registrados del sector privado (CIFRA, 2015).13 Si bien en 2009 el sector registró nuevamente superávit en su comercio exterior, esto se

debió fundamentalmente al impacto de la crisis mundial en la economía doméstica, con

una importante retracción de las compras externas de bienes industriales y, en menor

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Gráfico 5. Argentina. Evolución de las exportaciones, las importaciones y

el saldo comercial de productos industriales, 2002-2015 (millones de dólares)

Fuente: elaboración propia en base a CEP y COMTRADE.

En la explicación de este desempeño confluyen diversos fenóme-nos, entre los cuales se destaca el acotado proceso de sustitución de importaciones (en materia cuantitativa y cualitativa). Esto último como resultado, entre otras cosas, del perfil sectorial resultante de la reestructuración regresiva de 1976-2001 (Azpiazu y Schorr, 2010), los diversos sesgos que caracterizaron al “fomento productivo” en la etapa kirchnerista y el impulso oficial a la demanda de ciertos bienes con un componente importado elevadísimo que dieron lugar a un “efecto desplazamiento”, en tanto hubo un desaprovechamiento de la masa crítica existente en el país. Este fue particularmente intenso en tres de las industrias con mayor incidencia en los desequilibrios externos del sector: bienes de capital, automotriz y electrónica de consumo. Y también en varios segmentos de la industria proveedora del sector energético (en particular de YPF).

Esto se debe a que durante el ciclo de gobiernos kirchneristas en la mayoría de los rubros industriales no se implementaron políticas in-dustriales activas que sentaran las bases para un proceso sostenido de sustitución de importaciones. Cuando sucedió, la sustitución estu-vo mucho más asociada al “efecto cambiario”, de allí los problemas que comenzaron a manifestarse a partir de 2007/08, cuando el peso comenzó a apreciarse sostenidamente. A lo cual se sumó que, por ac-ción u omisión, se promovió una suerte de “sustitución inversa” en la medida en que se habilitó el ingreso al país de bienes importados que terminaron desplazando a producciones nacionales existentes y, en

medida, a políticas estatales tendientes a proteger a algunos sectores considerados “sen-

sibles” (CENDA, 2010).

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Saldo (eje der.) Exportaciones Importaciones

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no pocos casos, con importantes (y probados) grados de competitivi-dad externa14.

Por lo que, a pesar del incremento de las exportaciones entre 2003 y 2011 y su importancia sobre el resultado de la cuenta corriente, no hubo un cambio significativo en su composición, en la medida en que siguieron predominando bienes primarios o industriales de escaso va-lor agregado y/o contenido tecnológico. Se trata de actividades inten-sivas en recursos naturales y tecnologías maduras, en su mayoría de-pendientes de algunas corporaciones transnacionales y de unos pocos grupos económicos nacionales (Gaggero, Schorr y Wainer, 2014). De esta manera, las moderadas ganancias de competitivdad que registró la industria argentina entre 2002 y 2015 no se derivaron mayormente de una inversión sostenida en tecnología e infraestructura que con-tribuya a una estructura productiva más homogénea y a una mayor diversificación de la canasta exportadora (Belloni y Wainer, 2012, Katz y Bernat, 2013, Schorr y Wainer, 2013).

En este sentido, se mantuvo cierta herencia neoliberal en tanto fue mayormente el “mercado” el que determinó que se expandieran los sectores donde las brechas de productividad entre la producción local y la mundial eran menores, lo cual implicó el crecimiento de ramas que poseían ventajas comparativas estáticas. Así, puede afirmarse que bajo el kirchnerismo se asistió a un afianzamiento de la “dualidad estructural” del sector fabril argentino al profundizarse la dependen-cia tecnológica, la naturaleza trunca del entramado industrial y las brechas de productividad inter e intra sectoriales en el marco de una economía crecientemente concentrada y extranjerizada.

En el intercambio comercial, ello se expresó en que un puñado de rubros productivos ligados al procesamiento de recursos básicos pre-sentó una balanza comercial positiva, mientras que los restantes fue-ron deficitarios, sobre todo a medida que se avanza hacia manufactu-ras más complejas, más intensivas en la utilización de conocimiento científico-tecnológico y la difusión de saberes y aprendizajes, más de-mandantes de mano de obra con elevada calificación y con mayores potencialidades para impulsar a otras industrias (Cuadro 1).

14 Un análisis de las formas que asumió la “sustitución inversa” en los cuatro ámbitos ma-

nufactureros mencionados se puede encontrar, respectivamente, en Castells, Ferreira,

Inchauspe y Schorr (2014), Castells y Schorr (2013 y 2015), Schorr y Porcelli (2014) y Schorr,

Barrera, Kennedy y Palermo (2015). Para una perspectiva más abarcadora del estilo prio-

rizado en el “fomento productivo” durante la fase kirchnerista, consúltese Gorenstein

(2012), Lavarello y Sarabia (2015) y Kulfas (2016).

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Cuadro 1. Argentina. Saldo comercial según actividad industrial, 2007, 2011

y 2015 (millones de dólares)

* ncp: no clasificadas previamente.

Fuente: elaboración propia en base a INDEC y COMTRADE.

Ahora bien, tal como se señaló, a pesar de su pérdida de dinamismo a lo largo de los años bajo estudio y de que a partir de 2009 el mismo no logró compensar el saldo deficitario del resto de los ítems de la cuenta corriente -situación profundizada a partir de 2013-, el intercambio de

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mercancías fue el único rubro superavitario hasta 2014. Ello invita a posar la mirada sobre el comportamiento del resto de las transaccio-nes corrientes con el exterior que registraron déficits sistemáticos y cuya situación, como se verá a continuación, está vinculada en mayor o menor medida a la operatoria del capital extranjero en el país.

Transferencias al exterior

Si bien las transferencias corrientes que influyen en el sector exter-no son varias, aquí nos centraremos en las dos de mayor importancia vinculadas a rentas de inversión: la remisión de utilidades y dividen-dos y el pago de intereses de la deuda externa15, las cuales se derivan de la importancia que históricamente adquirieron los capitales extran-jeros en las economías dependientes como la argentina a través del endeudamiento externo y la inversión extranjera directa (IED).

La dinámica de la remisión de utilidades al exterior en las últimas dos décadas está directamente relacionada con el intenso proceso de extranjerización de la economía argentina desarrollado durante la dé-cada de 1990, el cual se profundizó con la crisis de la convertibilidad (Burachik, 2010, Gaggero, Schorr y Wainer, 2014 y Kulfas, Porta y Ra-mos, 2002). En efecto, durante la crisis, y especialmente en 2002, el capital extranjero incrementó aún más su presencia entre las grandes firmas del país (Azpiazu, Manzanelli y Schorr, 2011 y Wainer, 2011), lo cual consolidó el rol central de esta fracción del capital en la economía argentina.

En ese contexto, si bien la reducción de los costos laborales que trajo aparejada la “salida devaluatoria” de la convertibilidad y la posterior reactivación económica a partir de 2003 beneficiaron al conjunto del capital (en particular a los estamentos oligopólicos), debido a sus me-jores condiciones productivas y financieras (al operar con tecnologías más modernas, menores costos de producción y mayor acceso al fi-nanciamiento) las empresas extranjeras fueron las que obtuvieron las tasas de ganancia más elevadas (Azpiazu, Manzanelli y Schorr, 2011). Esa mayor rentabilidad media, junto al incremento del stock de IED, determinó que las utilidades devengadas por las compañías foráneas hayan crecido notablemente en el período analizado, superando con creces los guarismos de la década anterior.

Como se visualiza en el Cuadro 2, las utilidades del capital extranje-ro radicado en el país pasaron de un promedio anual de 2.379 millones de dólares entre 1992 y 2000 a 7.434 millones en 2003-2015, con un va-

15 Además de las mencionadas, también suelen vincularse a la operatoria de las firmas

transnacionales buena parte de los pagos realizados en concepto de royalties y honorarios.

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lor máximo de 11.970 millones de dólares en 201116.

Cuadro 2. Argentina. Evolución de la Inversión Extranjera Directa (IED)

bruta, las utilidades devengadas, la reinversión y la remisión de utilidades,

1992-2015 (millones de dólares y porcentajes)

Fuente: elaboración propia en base a INDEC.

El alto grado de extranjerización alcanzado a comienzos del nuevo siglo, y su poca variación relativa en los últimos años17, determinaron que las utilidades obtenidas por las empresas extranjeras que se des-envuelven en el medio local hayan adquirido un comportamiento mu-cho más dinámico que la entrada de inversiones extranjeras. Por una parte, los beneficios evolucionaron a una tasa muy superior a la de aquélla, al tiempo que también presentan umbrales considerables que superaron incluso los niveles de IED en seis años del período compren-dido entre 2003 y 2015 (Cuadro 2). Así, la remisión de utilidades pasó de significar el 21,7% de las entradas de inversión extranjera directa en la convertibilidad (promedios anuales) al 48,8% en el kirchnerismo.

16 Para evitar distorsiones en el análisis, del cálculo de los promedios anuales de la con-

vertibilidad y la posconvertibilidad se decidió excluir los registros correspondientes a los

críticos años 2001 y 2002.17 Del trabajo de Gaggero y Schorr (2016) surge que en 2001 las empresas transnacionales

explicaban alrededor del 55% de las ventas totales de la cúpula empresaria del país (las 200

firmas de mayores dimensiones), porcentual que en 2014 se ubicó en el orden del 51% (y de

algo más del 63% en el ámbito industrial).

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De este modo, el aporte que la IED podría realizar como ahorro exter-no se vio reducido a cerca de la mitad de los flujos procedentes del ex-terior, estimación que se reduce sensiblemente de computar la salida de divisas que establecen las corporaciones transnacionales por otros medios, como el pago de royalties y honorarios, la subfacturación de exportaciones, la sobrefacturación de importaciones y/o el pago de in-tereses a empresas relacionadas, entre otras18.

En referencia a las tendencias apuntadas, debe considerarse que la remisión promedio bajo el kirchnerismo se incrementaría significa-tivamente de no computarse lo ocurrido en los últimos cuatro años considerados (2012-2015), dado que si bien las utilidades siguieron siendo elevadas (8.800 millones de dólares promedio), la remisión de-clinó en forma considerable para los registros que se habían manifes-tado en los años anteriores. Esto se debió a la virtual imposibilidad de remitir beneficios por las restricciones cambiarias imperantes desde mediados de 2011 y por limitaciones impuestas por el Banco Central a los bancos privados, por lo que se registró un incremento de carácter estrictamente contable en la reinversión de las mismas en el período aludido, lo cual explica el grueso del incremento de la IED ya que los aportes de capital se vieron reducidos19. A esto debe agregársele una menor remisión en el sector petrolero a raíz de la re-estatización par-cial de YPF20.

18 Con los pocos datos existentes resulta dificultoso estimar la magnitud de este tipo de

transferencias que realizan las filiales de las empresas transnacionales a sus casas matri-

ces y/o a otras firmas vinculadas en el exterior. En otros trabajos hemos estimado que los

pagos de intereses intra-corporación entre 2002 y 2015 no deben haber sido inferiores a los

861 millones de dólares anuales (Schorr y Wainer, 2017). Asimismo, las remesas al exterior

en concepto de pago de regalías y honorarios profesionales pasaron de 960 millones de

dólares en 2002 a 4.973 millones en 2015, de los cuales una parte significativa corresponde

a erogaciones realizadas por capitales extranjeros. Tal como ha sido mencionado, a todo

ello debería añadírsele otras transferencias realizadas por empresas transnacionales bajo

diversas maniobras como la subfacturación de exportaciones o la sobrefacturación de im-

portaciones, las cuales, si bien son de difícil estimación, suelen ser relevantes. Sobre el

particular, véase Arelovich (2011), Grondona (2014) y Grondona y Burgos (2015).19 El hecho de que las corporaciones foráneas no hayan podido remitir utilidades no signi-

fica necesariamente que esos flujos se hayan transformado en formación de capital dentro

del país. En este sentido, la reinversión de utilidades es calculada de manera residual al

considerar la diferencia entre las utilidades devengadas y las distribuidas, por lo cual una

parte de esa inversión puede haber tenido diversos destinos como, por caso, la compra de

títulos públicos nominados en moneda extranjera, el mercado paralelo de divisas y/o la

realización de inversiones de carácter financiero en la plaza doméstica.20 La renacionalización del 51% de las acciones de YPF en manos de Repsol (mayo de 2012)

implicó una mayor reinversión y una menor distribución de dividendos entre los accionis-

tas de la empresa más grande del país. De acuerdo a las estimaciones del Banco Central,

el sector petrolero fue el que más utilidades y dividendos remitió bajo el kirchnerismo,

pero descendió significativamente con la renacionalización: en 2014 la participación del

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En definitiva, más allá de la situación particular y mayormente transitoria de los últimos años considerados, la tendencia general de la remisión de utilidades durante los gobiernos kirchneristas fue cre-ciente y se asocia con tres fenómenos relacionados: a) el alto grado de extranjerización alcanzado por la economía argentina, b) la elevada rentabilidad que obtuvieron las firmas extranjeras en el nuevo con-texto macroeconómico y c) la relativamente baja propensión a inver-tir en el país que las mismas presentaron (y cuando lo hicieron, con implicancias generalmente perniciosas sobre la balanza comercial y la matriz industrial)21. A estos factores se le suman otros elementos coyunturales que exacerbaron la remisión, como la necesidad de mu-chas empresas transnacionales de remitir ganancias a sus casas ma-trices en un contexto de crisis económica en sus países de origen.

Por lo que, en relación al efecto del proceso de extranjerización so-bre la cuenta corriente puede sostenerse, tal como lo alertara Braun (1975) al analizar el modelo “stop and go” durante la sustitución de im-portaciones, que el ingreso de divisas bajo la modalidad de inversión extranjera directa (IED) puede contribuir en el corto plazo a aliviar las tensiones en el sector externo, pero en el mediano/largo plazo tiende a agravarlas dado que las filiales de las empresas extranjeras remiten utilidades a sus casas matrices de manera constante y realizan trans-ferencias al exterior por las vías más diversas.

Por otra parte, el pago de intereses de la deuda externa (el otro com-ponente de gran importancia vinculado a las rentas de inversión), fue desde la irrupción de la última dictadura cívico-militar hasta fines del siglo XX una de las principales formas de salida de divisas de la econo-mía argentina en el marco de un proceso de endeudamiento creciente. La cesación de pagos de una parte de la deuda pública a fines de 2001 y la posterior renegociación con quita de la misma en 2005 y 2010 impli-caron una desaceleración en su crecimiento y un menor peso en rela-ción con el producto (Arceo y Wainer, 2008, Damill, Frenkel y Rapetti, 2010, Schvarzer y Finkelstein, 2004 y Selva, 2014).

Sin embargo, los pagos por intereses comenzaron a acelerarse con el canje de 2005 en la medida en que se regularizó el 76% de los títulos en default desde 2001. Si bien el pago anticipado del total de la deuda re-manente con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en enero de 2006 implicó un ahorro de intereses, la maduración de los nuevos títulos canjeados por el gobierno nacional hizo que se fueran incrementan-

sector petrolero en la remisión total de utilidades fue del 12% (en 2012 fue del 18% y en años

anteriores llegó a significar más del 30%).21 Desde diferentes perspectivas analíticas, la escasa “vocación inversora” y la “preferencia

por la liquidez” de las empresas transnacionales en la fase actual del capitalismo son abor-

dadas por Arceo (2011), Manzanelli (2016) y Pérez Ártica (2013).

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do los pagos bajo dicho concepto. De esta manera, mientras que en-tre 2003 y 2005 se pagaron, en promedio, poco más de 3.000 millones de dólares anuales, entre 2006 y 2010 dicha cifra había alcanzado los 4.870 millones (un incremento del 62%), en tanto el promedio de los intereses pagados el período 2011-2015 (6.742 millones) fue más del do-ble que el del primer período (Gráfico 6).

Gráfico 6. Argentina. Pagos de intereses de la deuda externa por tipo de

acreedor, 2003-2015 (en millones de dólares corrientes)

Fuente: Elaboración propia en base a BCRA.

A su vez, de manera inversa al efecto del default en 2001, que en los primeros años de gobierno del kirchnerismo tuvo como efecto que el excedente de la reactivación económica no se escape por esa vía, la priorización de ser “pagadores seriales” (a partir del pago al FMI y de las reestructuraciones de deuda) por parte del gobierno nacional ope-ró como otro de los elementos que agravaron la restricción externa, ya que además de los intereses hubo que hacer frente a importantes vencimientos del capital en un contexto en el que las entradas ya no permitían compensar dicha salida de divisas.

Paralelamente, si bien la exclusión de los mercados internacionales de crédito a partir del default pasó inadvertida en el marco de una ba-lanza comercial superavitaria, el estancamiento de la economía hacia 2014 y la profundización de los viejos y nuevos problemas estructurales

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Fondo Monetario Internacional Otros Org. Int. y bilateralesOtros pagos de intereses Otros pagos del Gobierno Nacional

Prom. 2003 -2005: USD 3.010

Prom. 2006 -2010: USD 4.870

Prom. 2011-2015: USD 6.742

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que decantaron en la reaparición de la restricción externa terminaron por manifestar uno de los históricos elementos de la dependencia que había permanecido latente: la necesidad de acudir al endeudamien-to externo para impulsar el ciclo de acumulación del capital. A partir de allí, el gobierno de Cristina Fernández buscó resolver el persistente deterioro de la cuenta corriente con un cambio de eje desde el de “des-endeudamiento”22 a un “re-endeudamiento” selectivo23. Sin embargo, el conflicto con los “fondos buitre” tras el revés judicial de la Argentina en las cortes norteamericanas lo impidió, lo cual derivó en una acele-rada pérdida de reservas internacionales hasta fines de ese año.

La fuga de capitales al exterior

No sólo los vínculos con los capitales que provienen del extranjero contribuyeron al drenaje de divisas por diversas vías sino también la performance de los grupos económicos locales: esta fracción del poder económico agravó los problemas en el sector externo continuando con la fuga de capitales desplegada en décadas previas. En la etapa 1976-2001, sobre todo durante la dictadura cívico-militar y en el decenio de 1990, el gran empresariado argentino remitió una proporción impor-tante de sus ganancias fuera del territorio nacional, principalmente a través de la compra de activos en el exterior, tanto físicos (por ejem-plo, inversiones inmobiliarias y en empresas), como financieros (divi-sas, títulos, acciones, etc.), aunque se puede inferir que esta última modalidad fue la privilegiada (Basualdo y Kulfas, 2002).

Pese a las modificaciones acaecidas en el funcionamiento del ré-gimen de acumulación luego del abandono del esquema de caja de conversión fija, la formación de activos externos por parte del sector privado más concentrado fue muy dinámica (Gaggero, Rúa y Gagge-

22 El llamado “proceso de desendeudamiento” seguido por el gobierno ha sido objeto de

discusión. El mismo alude centralmente a la reducción del ratio deuda/PBI, lo cual se de-

bió a tres factores concomitantes: la quita obtenida en los canjes, los pagos netos de ca-

pital realizados por el gobierno y el fuerte crecimiento del producto. Asimismo, hubo un

cambio en la composición de la deuda con un incremento de la denominada en moneda

nacional y un aumento de la deuda intra-estatal en detrimento de aquella contraída con el

sector privado. De todas maneras, al final del mandato de Fernández de Kirchner la deuda

pública en términos absolutos ostentaba el nivel más alto de su historia. Sobre este tema

consultar Basualdo, Manzanelli, Barrera, Wainer y Bona (2015), De Lucchi (2014) y Selva

(2014).23 Para poder acceder a los mercados internacionales de crédito primero se acordó el pago

de la deuda con el Club de París defaulteada en 2001, con un importante componente de

intereses punitorios, y se resolvieron distintos litigios pendientes ante el CIADI –el más

resonante fue el de Repsol, por el cual el gobierno argentino le pagó a la firma española

una compensación por 5.000 millones de dólares en títulos de deuda argentina por la es-

tatización de su paquete accionario en YPF.

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ro, 2013). De acuerdo a la información suministrada por el Gráfico 7, entre 2007 y 2008 (en especial en el último año cuando confluyen la crisis mundial y el conflicto con las patronales agropecuarias) se pro-dujo un primer hito en la fuga de capitales locales al exterior durante el período kirchnerista, el que acarreó la salida del país de casi 32.800 millones de dólares e impactó directamente sobre el resultado de la balanza de pagos.

Sobre la base de la fuga de divisas de 2009 y 2010 (25.300 millones de dólares acumulados), en 2011 se verificó un nuevo pico, que compro-metió más de 21.500 millones de dólares y generó, en conjunción con otros factores ya mencionados, una pérdida sumamente pronunciada de reservas internacionales por parte del Banco Central, sentando las bases para la instrumentación de controles a la adquisición de divisas.

Gráfico 7. Argentina. Evolución de la fuga de capitales locales al exterior y

la variación de reservas, 2003-2015 (millones de dólares)

Fuente: elaboración propia en base a BCRA.

Las medidas de regulación de la compra de divisas para atesoramien-to son las que permiten dar cuenta del fuerte descenso de la fuga de capitales en 2012, 2013 y 2014, aunque en este último año se autorizó de manera restringida la adquisición de dólares para ahorro sin destino específico24. De allí que en 2014 y especialmente en 2015 creció nueva-mente la formación de activos externos y, por ello y otros elementos, el saldo de la balanza de pagos volvió a deteriorarse.

Si bien la desconfianza en la moneda nacional y la opción por el ahorro en moneda extranjera es un fenómeno difundido en el mundo

24 Con la rehabilitación de compra de divisas para ahorro se estableció un límite máxi-

mo de un quinto del ingreso declarado en la Administración Federal de Ingresos Públicos

(AFIP) hasta el tope absoluto de 2.000 dólares mensuales. Además, se gravó la operación

con percepción impositiva del 20% del monto involucrado.

-15.000

-10.000

-5.000

0

5.000

10.000

15.000

20.000

25.000

2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012

Fuga de capitales

2 2013 2014 2015

Variación de Reservas Internacionales

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empresarial y en amplias capas de los sectores medios y altos de la Argentina, los propietarios de los grupos económicos tuvieron un rol destacado en la formación de activos externos en los años recientes (como lo habían tenido en el período 1976-2001). La información al res-pecto es escasa y fragmentaria, pero puede afirmarse que los grandes empresarios locales explican una proporción considerable de la fuga de capitales que se dio en 2008 y 2011.

En cuanto a este último episodio, con los datos sistematizados por Zaiat (2012) resulta posible comprobar que en el listado de los princi-pales compradores de divisas para atesoramiento (personas físicas) figuran directivos de varios conglomerados empresarios y/o grandes compañías locales que, por diversos motivos, se expandieron fuerte-mente tras la “salida devaluatoria” de la convertibilidad: Bagó, Fráve-ga, IRSA, Ledesma, Macro, Olmedo, Pampa Holding y Petersen, entre otros. A su vez, cuando la indagación se focaliza en el universo de las personas jurídicas se constata la existencia de firmas pertenecientes a holdings relevantes como, por caso, Arcor, BGH, Eurnekián, La Nación, Madanes, Roemmers, Techint y Urquía.

La continuidad de la fuga de capitales en tiempos del kirchnerismo no debería hacer perder de vista la existencia de algunas modificacio-nes en ese proceso de internacionalización. Bajo el esquema conver-tible la fuga realizada por el gran empresariado estuvo relacionada básicamente con el despliegue de diferentes estrategias de “valoriza-ción financiera” del capital, así como con la salida al exterior de bue-na parte de los recursos generados por la venta de muchas empresas y grupos nacionales al capital extranjero. En los años analizados, si bien algunos de estos elementos también estuvieron presentes (como la remesa de recursos generados por la desnacionalización de algunas compañías oligopólicas), lo que parece haber primado es el envío al exterior de las abultadas ganancias corrientes internalizadas por esta fracción del poder económico en un escenario de “reticencia inverso-ra” por parte del capital concentrado interno (Manzanelli, 2016).

A este comportamiento de los grandes grupos empresarios debe agregársele un elemento que es propio de una estructura productiva como la argentina, donde las exportaciones dependen en buena medi-da de medios de producción irreproducibles (tierra) que se encuentran en manos privadas y que, por lo tanto, apropian renta. En este caso, una proporción considerable del excedente generado en estas activida-des, especialmente en la agropecuaria y la minera, no es reinvertido en la esfera productiva. En la medida en que la moneda doméstica no constituye una reserva de valor, y en un contexto de tasa de interés real baja o negativa, la renta apropiada tiende a impulsar la demanda de divisas para su fuga posterior. De esta manera, gran parte de los

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beneficios que se obtienen por el lado de la cuenta corriente a través de las exportaciones tienden a erosionarse por el lado de la cuenta capital de la balanza de pagos.

EL VIENTO SOPLÓ PERO LA ESTRUCTURA ECONÓMICA RESISTIÓ

Poca duda cabe de que el cambio de etapa durante el ciclo de gobier-nos del kirchnerismo estuvo atravesado por una transformación del “viento de cola” en “viento de frente” en el sector externo. Sin em-bargo, la conjunción de crecimiento acelerado, altos niveles de ren-tabilidad empresaria y mejora en el empleo y los ingresos durante la primera etapa del ciclo kirchnerista no se debió únicamente al “viento de cola”, pero tampoco exclusivamente a la “voluntad política” del go-bierno de turno. Ambas variables operaron sobre un conjunto de con-diciones socio-económicas que imperaron tras la crisis y salida de la convertibilidad.

En especial, la existencia de recursos ociosos y el alto desempleo tras cuatro años de caída del producto, en un contexto internacional fa-vorable (“viento de cola”), viabilizaron la aplicación de políticas ex-pansivas que reactivaron el ciclo económico e impulsaron tanto el em-pleo y los salarios como los beneficios industriales. Ahora bien, esta coincidencia transitoria de intereses entre trabajadores y burguesía industrial empezó a mostrar sus límites cuando la situación económi-ca se recuperó y emergieron las tensiones vinculadas a la estructura económica dependiente y desarticulada que se manifestaron, una vez más, en el sector externo.

Si bien los cambios en el contexto internacional a partir de 2008 im-pactaron en esa trayectoria, están muy lejos de agotar la explicación del desempeño de la economía argentina. En particular, entre los ele-mentos que dieron lugar a la reaparición de la restricción externa se destacan factores críticos endógenos vinculados a problemas estruc-turales no resueltos que tienen que ver con las características de la es-tructura productiva y el carácter del bloque de clases dominante en la Argentina.

El aumento de la inversión en una economía extranjerizada y sin una articulación con la industria de bienes de capital local, y el ma-yor crecimiento manufacturero sin un importante –aunque selectivo– proceso sustitutivo basado en el mercado interno, recrearon barreras al crecimiento en el mediano-largo plazo. Ya que, desde que el pro-ceso de acumulación se puso en marcha, la economía dependió cada vez más fuertemente de medios de producción proporcionados desde el exterior; como así también de los conocimientos para utilizar esos

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medios de producción (dependencia tecnológica) que, en un contexto de fuerte extranjerización, incrementaron las presiones en la cuenta corriente a través de pagos externos por regalías y honorarios.

Esto fue posible porque, en el marco de las transformaciones mun-diales y de la nueva división internacional del trabajo, las empresas transnacionales lograron tener plena libertad para aprovechar las ventajas comparativas derivadas de la abundante dotación de recursos naturales y de ciertos ámbitos de acumulación de la economía local privilegiados por las políticas públicas. A su vez, su peso central en el patrón de acumulación y en la provisión de divisas (ya sea por el peso de la IED en la economía como por la vía exportadora), hizo que ter-minen teniendo un gran poder de coacción sobre la orientación de la política económica y el funcionamiento estatal.

En dicha situación se encuentran los grandes exportadores vincula-dos a ventajas comparativas derivadas de los recursos naturales (como el agro, la agroindustria y ciertos sectores extractivos como la mine-ría), que si bien son en su mayoría de origen extranjero, también se destacan algunos grupos económicos locales. Estos actores, en tanto grandes proveedores de divisas, cuentan con un importante poder de veto, por ejemplo, poniendo límites objetivos a la capacidad que tiene el Estado de apropiar renta y/o modificar los parámetros del comercio exterior. Y, por el tipo de sectores en los que se encuentran insertos, se caracterizan por no reinvertir sus ganancias en la esfera producti-va y enviarla al exterior en forma de remisión de utilidades o fuga de capitales.

Por su parte, la supuesta “burguesía nacional” no está dispuesta -ni en condiciones- de llevar adelante un proyecto de país distinto al que surge “naturalmente” de la tradicional división del trabajo a escala mundial. Esto se debe a que las empresas nacionales en general no han logrado competir en igualdad de condiciones con las compañías foráneas salvo en aquellos casos vinculados a la explotación de venta-jas comparativas naturales. Además, los grandes grupos económicos locales han tenido un rol central que en la fuga de capitales.

Por último, cabe señalar que si bien el capital financiero perdió parte del rol central que tenía en la década de 1990, la deuda reestructura-da y la necesidad el reingreso de la Argentina al mercado financiero global a partir de la escasez de divisas implicaron un condicionante (económico y político) a través del peso de los vencimientos de capital e intereses, que siguieron operando como una presión permanente so-bre la orientación general de las políticas públicas. Por supuesto que dentro de la lógica de este tipo de capitalistas no predomina una polí-tica de cambio estructural sino la lógica del ajuste y la transferencia de excedente desde la esfera productiva hacia la esfera de la circulación

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(del dinero) en tanto se busca garantizar la capacidad de repago y el flujo de intereses.

En suma, los intereses de las diversas fracciones del bloque en el po-der consolidaron: a) un perfil de inserción externo primarizado con algunos sectores industriales de privilegio fuertemente dependientes de insumos y bienes de capital del exterior, b) la creciente remisión de utilidades en el marco de una economía altamente extranjerizada c) la fuga de capitales al exterior y d) el drenaje de recursos al exterior vinculados al endeudamiento. Dichos procesos no se orientan hacia la construcción de una estructura productiva que le permita a la Ar-gentina resolver los graves problemas vinculados a su situación de de-pendencia, sino que constituyen cada vez mayores desafíos para llevar adelante un proyecto de desarrollo nacional.

En definitiva, el verdadero desarrollo económico del país no depende de cómo sople el “viento” sino de la construcción de un sujeto social con un verdadero interés y potencialidad para romper con la actual situación de dependencia. Dadas las condiciones reales en las que se desarrolla el proceso de acumulación de capital en la Argentina, ello necesariamente involucra un programa de acción amplio, ya que esta tarea no puede ser llevada a cabo sin afectar la actual estructura de po-der y, con ello, los límites que imponen las actuales relaciones sociales de producción y dominación.

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