12.2.- ISABEL II (1833-1843): LAS REGENCIAS.

1.- La regencia de María Cristina (1833-1840).

La 1ª Guerra Carlista condicionó la regencia de María Cristina. La Regente no era liberal, su ideología estaba cercana al absolutismo, pero tuvo necesidad de apoyarse en los liberales para mantener a su hija en el trono.

Su primer gobierno tuvo como director a Cea Bermúdez, absolutista moderado (octubre 1833- enero 1834). Éste intentó mantener vigente el Antiguo Régimen. Las medidas que tomó fueron reformas superficiales, como una muy restringida amnistía para los liberales, una reforma territorial que estableció una nueva división provincial de España (1833) diseñada por Javier de Burgos, hombre fuerte del gabinete.

Para asegurarse el apoyo liberal y conseguir ayuda exterior nombró como Jefe de Gobierno, en sustitución de Cea Bermúdez, a Martínez de la Rosa (2º gobierno, enero 1834 – junio 1835), liberal moderado (doceañista). Este gobierno tomó diversas medidas, obtuvo ayuda extranjera mediante la Cuádruple Alianza, hubo una ampliación de la amnistía, se dio una limitada libertad de prensa y se restableció la Milicia Nacional con el objetivo de conseguir voluntarios para la guerra. La más importante de la medidas fue la promulgación del Estatuto Real, Carta Otorgada que en teoría solo regulaba una convocatoria de Cortes.

Estatuto Real. Se trata de una Carta Otorgada de carácter muy moderado. Establecía unas Cortes bicamerales. La Cámara de los Próceres contaba con 2 clases de miembros carácter de vitalicio: los Grandes de España lo eran de forma nata, y el resto eran elegidos por el Rey entre el alto clero y los más ricos del país (renta mínima anual 60.000 reales). La Cámara de los Procuradores se componía de elegidos por sufragio censitario muy restringido (16.000 electores, el 0’15% de la población), entre los poseedores de una renta superior a los 12.000 reales. No hay división real de poderes, las cámaras no podían debatir ningún asunto que no hubiese propuesto el Rey y no hay reconocimiento de derechos.

Se produjo una división radical de los liberales en:

Moderados, que daban apoyo al gobierno y eran partidarios de reformas muy limitadas, y

Progresistas, que propugnaban la restauración de la Constitución del 12 y cambios más profundos. La mala marcha de la guerra y el deseo de profundizar en las reformas provocó una insurrección progresista (verano de 1835).

Mª Cristina, obligada, nombró Jefe de Gobierno al progresista J. Álvarez de Mendizábal (3º Gobierno, septiembre 1835 – mayo 1836). El gobierno tiene 2 objetivos:

A) Ganar la guerra, para lo que estableció una contribución extraordinaria y reforzó la Guardia Nacional.

B) Desmantelar el Antiguo Régimen, concediendo la libertad de imprenta, suprimiendo conventos y desamortizando los de bienes clero regular. El enfrentamiento con el clero, el ejército y la regente forzaron la dimisión de Mendizábal.

La regente nombró jefe de gobierno al moderado Javier de Istúriz (4º gobierno, mayo – agosto 1836). El intento de Istúriz de acabar con las reformas provocó una nueva revuelta progresista: el Motín de La Granja (Sublevación de la Guardia Real el 12 de agosto). Mª Cristina se vio obligada a nombrar jefe de gobierno a José Mª de Calatrava, progresista (5º gobierno, agosto 1836 – agosto 1837), que optó por restablecer la Constitución de 1812 y convocar elecciones.

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Objetivo del gobierno de Calatrava, con Mendizábal de ministro de Hacienda, era acabar definitivamente con el Antiguo Régimen. Medidas del gobierno Calatrava: eliminación definitiva del régimen señorial, desaparición de los mayorazgos y de la propiedad vinculada, supresión del diezmo y el restablecimiento de la ley municipal del Trienio, que permitía la elección popular de los alcaldes. El general Espartero, de ideología progresista, fue puesto al frente del ejército para dirigir la guerra.

Las Cortes elaboraron la Constitución de 1837. Se trata de un texto de carácter moderado, pese a que había mayoría parlamentaria progresista, esto se debió al consenso entre éstos y los moderados.

CONSTITUCIÓN DE 1837. Recoge el principio de Soberanía nacional, aunque no se explicita; hay un reconocimiento de derechos individuales: libertad de expresión e imprenta, derecho de propiedad, igualdad jurídica.

Se establece la división de poderes:

* Poder ejecutivo recae en la Corona, que lo ejerce por medio de los ministros que nombra libremente.

* Poder legislativo, lo comparten la Corona, que tiene amplias prerrogativas (derecho a presentar textos, derecho a veto y a disolver el Congreso) y el Parlamento. Éste se divide en dos cámaras, el Senado que elige el rey entre una terna presentada por los votantes. El Congreso, elegido por sufragio directo censitario, el cuerpo electoral era muy limitado, solo llegó al 5 % de la población y estaba formado por los contribuyentes que pagaban a Hacienda más de 200 reales al año.

* Poder Judicial recae en los tribunales.

Durante 3 años la Regente nombró gobiernos moderados, con los que se sentía más cercana que con los progresistas. Las medidas reaccionarias de estos gobiernos, especialmente sobre el papel de la Milicia Nacional y la autonomía de los ayuntamientos, provocaron un nuevo alzamiento progresista, que finalizó con la renuncia de Mª Cristina (12/octubre/1840) y el nombramiento como regente del general Espartero, héroe de la Guerra Carlista.

2.- La Regencia de Espartero (1840 – 1843).

Cuando Mª Cristina renunció a la regencia Espartero era Jefe de Gobierno y como tal se convirtió en regente hasta que las Cortes designaran a la persona que ocupase el puesto de forma definitiva, lo que sucedió el 10 mayo de 1841, cuando nombraron al propio Espartero.

Su ideología era progresista, pero gobernó al margen de ese partido, llegando incluso enfrentarse con él. Los nombramientos de ministros recaían en personas de su círculo de amistades. No obstante tomó medidas de línea progresista como el desmantelamiento del régimen señorial y una nueva desamortización eclesiástica, que afectaba a los bienes del clero secular o parroquial, completando la de Mendizábal. Pero su acción de gobierno fue muy autoritaria con la disolución de las Cortes y la anulación de la libertad de prensa. A consecuencia de este comportamiento, se enfrentó con moderados y progresistas.

Mª Cristina desde exilio alentaba a la oposición moderada, incluidas las acciones armadas (levantamiento de O’Donell, 1841)

El anuncio de un posible tratado de libre comercio con Gran Bretaña, país con el que el Regente mantenía unas excelentes relaciones, provocó una insurrección en la ciudad de Barcelona (noviembre-diciembre 1842). Tanto

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los patronos como los trabajadores consideraron que el tratado perjudicaba a la industria textil catalana. Hubo una dura represión frente a los insurrectos y se llegó a producir un bombardeo de la ciudad. Esta actuación le supuso a Espartero una enorme pérdida de prestigio.

Una nueva revuelta de militares moderados, como Narváez y O’Donell, que contaban con el apoyo de algunos progresistas, triunfó en julio de 1843. Espartero tuvo que renunciar a la Regencia y se marchó exiliado a Gran Bretaña.

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