19 09 14 memoria colectiva ignacio lópez torres

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Aproximación_01_Memoria_Colectiva_Relato_Autobigráfico_en_Alicante Ignacio López [email protected]_616.770.653_Proyectos_Arquitectónicos_2 EXPERIENCIAS EN ALICANTE. ¿ Cómo convivir ? Soy de esas personas que no hace nada especial todos los veranos. No tengo una segunda residencia, me limito a consumir el espacio urbano que me brinda la ciudad de Alicante. Saboreo y disfruto las típicas costumbres urbanitas de una ciudad costera. Recuerdo con cariño cada verano que he pasado en la playa del Postiguet, tomando un mojito en el chiringuito ubicado al final del arenal, cerca de la estación de Tranvía, rodeado de amigos y compañeros. Mis vecinos viajan a países remotos en busca de la playa perfecta. En mi caso, mi solar paradisiaco es el Postiguet. Otra práctica por mi parte consumista y habitual, es alquilar un poco más lejos del chiringuito, en el complejo "Isla Marina", una moto de agua, que consigue emerger en mi persona, el niño que todos llevamos dentro. Lo que más me gusta del verano es reencontrarme con viejos amigos, a los cuales no veo en todo el año, pero que curiosamente viajan desde otros puntos de la Península, para hacer grandes comilonas a base de Paellas y sangría en la playa de San Juan. Eso sí, parece que esta práctica no es válida, si no es junto al mar. Es como si hacer esa comida perdiera valor; si no es a pie de playa. Me llama la atención un icono de la ciudad como es la explanada de Alicante, con ese mosaico infinito de olas que no llevan a ninguna parte, y que te invita a pasear con los amigos. Por mi parte es frecuente reunirme en un bar, al final del paseo, cerca de la parada de taxis y el antiguo hotel "Palas". Es curioso ver como los turistas que han desembarcado de colosos flotantes, invaden la urbe de forma incontrolada e impulsiva, deseosos de explorar lo desconocido para ellos, y lo que me es familiar para mí. Antaño y como antes, también siguen llagando navíos de la vecina Orán, siempre intercambiando personas de un lugar a otro. Como espectador, te das cuenta de que es un espectáculo gratuito, donde aprecias cientos de nacionalidades diferentes, con un hambre voraz, por acaparar lo que las pequeñas casetas de “souvenirs” les ofrecen. Alicante es un destino turístico por excelencia, y si uno habita todo el año en esta ciudad, finalmente se contagia de una borrachera vacacional permanente, si se confunde con las costumbres del turista. Pero al margen de estereotipos clásicos y ensoñaciones previsibles sobre lo que es esta ciudad; de forma paradigmática, también existen rincones especiales, en los que un individuo se puede aislar. En el caso de la Serra Grossa, donde mi abuelo hacía excursiones y se tomaba el bocata, suelo coger la bicicleta en pleno corazón de la ciudad, en la Avenida Alfonso el Sabio, para acabar ascendiendo al punto más alto del macizo, y enmarcar el paisaje de la Albufereta con el mar como escaparate, buscando un tesoro muy codiciado, como es el silencio. No hay turistas. Estoy solo. Me rodea el resto. Veo a los barcos llegar a puerto. Son nuevos turistas. La historía se repite. Como decía Pérez-Reverte en uno de sus libros, “la ciudad es un campo de batalla”; y añado, “donde luchamos por respirar y convivir miles de almas que piensan de forma diferente". ¿ Cómo convivir ? “Los arquitectos deberían ser más receptivos a los gustos y valores del pueblo común, y menos impúdicos en sus erecciones como 'héroe' de los monumentos elevados para sí mismos”. Libro Aprendiendo de Las Vegas. Robert Venturi, Steven Izenour, Denise Scott brown.

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Entrega 19-09-14 Memoria Colectiva

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Page 1: 19 09 14 memoria colectiva ignacio lópez torres

Aproximación_01_Memoria_Colectiva_Relato_Autobigráfico_en_Alicante

Ignacio López [email protected]_616.770.653_Proyectos_Arquitectónicos_2

EXPERIENCIAS EN ALICANTE. ¿ Cómo convivir ? Soy de esas personas que no hace nada especial todos los veranos. No tengo una segunda residencia, me limito a consumir el espacio urbano que me brinda la ciudad de Alicante. Saboreo y disfruto las típicas costumbres urbanitas de una ciudad costera. Recuerdo con cariño cada verano que he pasado en la playa del Postiguet, tomando un mojito en el chiringuito ubicado al final del arenal, cerca de la estación de Tranvía, rodeado de amigos y compañeros. Mis vecinos viajan a países remotos en busca de la playa perfecta. En mi caso, mi solar paradisiaco es el Postiguet. Otra práctica por mi parte consumista y habitual, es alquilar un poco más lejos del chiringuito, en el complejo "Isla Marina", una moto de agua, que consigue emerger en mi persona, el niño que todos llevamos dentro. Lo que más me gusta del verano es reencontrarme con viejos amigos, a los cuales no veo en todo el año, pero que curiosamente viajan desde otros puntos de la Península, para hacer grandes comilonas a base de Paellas y sangría en la playa de San Juan. Eso sí, parece que esta práctica no es válida, si no es junto al mar. Es como si hacer esa comida perdiera valor; si no es a pie de playa. Me llama la atención un icono de la ciudad como es la explanada de Alicante, con ese mosaico infinito de olas que no llevan a ninguna parte, y que te invita a pasear con los amigos. Por mi parte es frecuente reunirme en un bar, al final del paseo, cerca de la parada de taxis y el antiguo hotel "Palas". Es curioso ver como los turistas que han desembarcado de colosos flotantes, invaden la urbe de forma incontrolada e impulsiva, deseosos de explorar lo desconocido para ellos, y lo que me es familiar para mí. Antaño y como antes, también siguen llagando navíos de la vecina Orán, siempre intercambiando personas de un lugar a otro. Como espectador, te das cuenta de que es un espectáculo gratuito, donde aprecias cientos de nacionalidades diferentes, con un hambre voraz, por acaparar lo que las pequeñas casetas de “souvenirs” les ofrecen. Alicante es un destino turístico por excelencia, y si uno habita todo el año en esta ciudad, finalmente se contagia de una borrachera vacacional permanente, si se confunde con las costumbres del turista. Pero al margen de estereotipos clásicos y ensoñaciones previsibles sobre lo que es esta ciudad; de forma paradigmática, también existen rincones especiales, en los que un individuo se puede aislar. En el caso de la Serra Grossa, donde mi abuelo hacía excursiones y se tomaba el bocata, suelo coger la bicicleta en pleno corazón de la ciudad, en la Avenida Alfonso el Sabio, para acabar ascendiendo al punto más alto del macizo, y enmarcar el paisaje de la Albufereta con el mar como escaparate, buscando un tesoro muy codiciado, como es el silencio. No hay turistas. Estoy solo. Me rodea el resto. Veo a los barcos llegar a puerto. Son nuevos turistas. La historía se repite. Como decía Pérez-Reverte en uno de sus libros, “la ciudad es un campo de batalla”; y añado, “donde luchamos por respirar y convivir miles de almas que piensan de forma diferente". ¿ Cómo convivir ? “Los arquitectos deberían ser más receptivos a los gustos y valores del pueblo común, y menos impúdicos en sus erecciones como 'héroe' de los monumentos elevados para sí mismos”. Libro Aprendiendo de Las Vegas. Robert Venturi, Steven Izenour, Denise Scott brown.

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El chiringuito

El postiguet

Page 3: 19 09 14 memoria colectiva ignacio lópez torres

La paella

La sangría

Page 4: 19 09 14 memoria colectiva ignacio lópez torres

Los amigos

La Serra Grossa