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BUNGE, Mario: “Ciencia, técnica y epistemología”, en: Vigencia de la filosofía, Lima, Fondo editorial de la Universidad Inca Garcilazo de la Vega, 1999 (selección) CIENCIA, TÉCNICA Y EPISTEMOLOGÍA PRIMERA PARTE Concepto general de Ciencia Vamos a ocuparnos hoy de unas ideas muy generales, empezando por la idea o el concepto de ciencia. Hay que tener en cuenta que la ciencia no es simplemente un cuerpo de conocimientos, sino que es una actividad de investigación, es una actividad que se da además en una sociedad, se da en el curso de la historia, etc. Es decir, que hay un aspecto social y un aspecto histórico. Hay que tener todo esto en cuenta cuando se quiere caracterizar el concepto de ciencia. Y Aquí han fallado precisamente los filósofos que han pretendido definir la ciencia o el concepto de ciencia en un solo renglón. Es como decir “el elefante es orejudo”. Esto es cierto pero no basta. Pues bien, la ciencia es un objeto tan complejo como un elefante. Defino una ciencia particular CP como una decatupla: CP = <C, S, D, G, F, B, P, A, O, M, J> Ante Todo está la comunidad de investigadores (C), sin la cual no hay ciencia viva. Es decir, los investigadores científicos no están solos sino que forman una comunidad más o menos cohesiva. No quiere decir que no haya conflictos entre ellos, por supuesto que los hay. Cada vez que hay cooperación también hay conflicto. El que los investigadores en un campo científico forman una comunidad significa simplemente que están en comunicación entre sí, que los unos aprenden de los otros, que los unos corrigen a los otros, que no se da, al menos en la ciencia moderna, el sabio aislado. A partir del siglo XVII, digamos de la época de Descartes y Galileo, todos los científicos han estado en correspondencia entre sí, aun cuando no había todavía sociedades científicas. Se escribían muchas veces a través de Mersenne 1 . Este notable matemático y físico era una especie de agente de enlace de los científicos de su tiempo. Como cualquier otra comunidad, la científica está inmersa en alguna sociedad (S). ¿Por qué es preciso hacer referencia explícita a la sociedad? Porque hay sociedades que no toleran la investigación científica: son sociedades cerradas, por ejemplo las teocráticas, en las que no se tolera la búsqueda de la verdad, porque la verdad ya se encuentra en algún libro. Para que florezca una comunidad científica, la sociedad en que está inmersa tiene por lo menos que tolerar la actividad de los miembros de esa comunidad. 1 En el siglo XVII se empezaron a formar las primeras asociaciones de científicos. Entre los promotores de estas comunidades destaca nítidamente la labor del padre Mersenne, fraile mínimo jesuita educado en la Fleche de Paris, quien mantenía correspondencia con Torricelli, Descartes, Fermat, Gassendi, Pascal, Hobbes y otros, sirviéndoles de nexo y de lugar de animadas discusiones.

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BUNGE, Mario: “Ciencia, técnica y epistemología”, en: Vigencia de la filosofía, Lima, Fondo editorial de la Universidad Inca Garcilazo de la Vega, 1999 (selección)

CIENCIA, TÉCNICA Y EPISTEMOLOGÍA

PRIMERA PARTE

Concepto general de Ciencia

Vamos a ocuparnos hoy de unas ideas muy generales, empezando por la idea o el concepto de ciencia. Hay que tener en cuenta que la ciencia no es simplemente un cuerpo de conocimientos, sino que es una actividad de investigación, es una actividad que se da además en una sociedad, se da en el curso de la historia, etc. Es decir, que hay un aspecto social y un aspecto histórico. Hay que tener todo esto en cuenta cuando se quiere caracterizar el concepto de ciencia. Y Aquí han fallado precisamente los filósofos que han pretendido definir la ciencia o el concepto de ciencia en un solo renglón. Es como decir “el elefante es orejudo”. Esto es cierto pero no basta. Pues bien, la ciencia es un objeto tan complejo como un elefante.

Defino una ciencia particular CP como una decatupla:

CP = <C, S, D, G, F, B, P, A, O, M, J>

Ante Todo está la comunidad de investigadores (C), sin la cual no hay ciencia viva. Es decir, los investigadores científicos no están solos sino que forman una comunidad más o menos cohesiva. No quiere decir que no haya conflictos entre ellos, por supuesto que los hay. Cada vez que hay cooperación también hay conflicto. El que los investigadores en un campo científico forman una comunidad significa simplemente que están en comunicación entre sí, que los unos aprenden de los otros, que los unos corrigen a los otros, que no se da, al menos en la ciencia moderna, el sabio aislado.

A partir del siglo XVII, digamos de la época de Descartes y Galileo, todos los científicos han estado en correspondencia entre sí, aun cuando no había todavía sociedades científicas. Se escribían muchas veces a través de Mersenne1. Este

1 En el siglo XVII se empezaron a formar las primeras asociaciones de científicos. Entre los promotores de estas comunidades destaca nítidamente la labor del padre Mersenne, fraile mínimo jesuita educado en la Fleche de Paris, quien mantenía correspondencia con

notable matemático y físico era una especie de agente de enlace de los científicos de su tiempo.

Como cualquier otra comunidad, la científica está inmersa en alguna sociedad (S). ¿Por qué es preciso hacer referencia explícita a la sociedad? Porque hay sociedades que no toleran la investigación científica: son sociedades cerradas, por ejemplo las teocráticas, en las que no se tolera la búsqueda de la verdad, porque la verdad ya se encuentra en algún libro. Para que florezca una comunidad científica, la sociedad en que está inmersa tiene por lo menos que tolerar la actividad de los miembros de esa comunidad.

Después aparece el dominio (D), universo del discurso o clase de referencia. Éste es el conjunto de ideas o de hechos, a los que se refieren o que estudian los miembros de esta comunidad. Por ejemplo, el universo del discurso de la biología es el conjunto de organismos y de ecosistemas, y el de la economía es el conjunto de los productores, mercaderes y consumidores de bienes y servicios.

En cuarto lugar aparece algo que casi siempre se desconoce cuando no se niega explícitamente: los supuestos filosóficos que tiene toda ciencia (G). Para una positivista no hay tales supuestos filosóficos; al contrario, la filosofía siempre deje ajustarse a la ciencia, la que va devorando paulatinamente todas las ramas de la filosofía. Pero de hecho, los científicos dan por sentada una cantidad de tesis de tipo filosófico. Por ejemplo, hay supuestos ontológicos, tales como que el mundo exterior existe independientemente del investigador; que el mundo exterior es legal, es decir no hay milagros, hechos ilegales. Hay supuestos gnoseológicos, tales como el de la posibilidad de alcanzar la verdad, al menos parcial y aproximada.

Finalmente, hay una ética del investigador: los imperativos de la búsqueda de la verdad, de la coherencia y de la claridad; la propiedad común de los conocimientos, la promesa tácita de no usar el saber para dañar, etc. Quien viola estos preceptos morales no se considera un investigador científico propiamente dicho. Naturalmente, la mayor parte de los científicos no se ocupan de desenterrar esos supuestos, ésa es una de las tareas del filósofo, averiguar la filosofía que hay metida en la ciencia.El quinto componente es el Fondo Formal (F). En toda ciencia se supone tácitamente que valen las reglas del discurso racional, del debate racional, las que son codificadas por alguna teoría lógica. Es decir, no se admite, por ejemplo, la contradicción, no se admite los círculos viciosos, ni se admite la

Torricelli, Descartes, Fermat, Gassendi, Pascal, Hobbes y otros, sirviéndoles de nexo y de lugar de animadas discusiones.

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imprecisión, excepto al comienzo, y se busca siempre la exactitud, como meta por lo menos.

Luego viene el Fondo Específico (B). Hay una sola ciencia que no supone ninguna otra ciencia, y ésa es la matemática. Los matemáticos no presuponen la física ni la biología, ni la sociología, ni la economía, ni la historia, nada. Los matemáticos, en principio, o las matemáticas, se bastan a sí mismas. No ocurre así con la física, que presupone la matemática; ni con la química que presupone la matemática y la física; ni con la biología, que presupone la matemática, la física y la química, y así sucesivamente., Es decir, hay un fondo específico que toda ciencia, con excepción de la matemática, admite y no discute. Por ejemplo, un químico no discute las proposiciones de la física, a menos que él mismo se convierta en físico.

Luego viene (P), la problemática, es decir el conjunto de problemas abordables por la ciencia en cuestión. En el caso de las ciencias básicas, estos problemas son puramente cognoscitivos. (P) es el conjunto de los problemas posibles, es un conjunto abierto, de modo que no es un conjunto en el sentido matemático. Más bien, es una colección variable en el curso del tiempo, porque algunos problemas se van resolviendo, otros problemas se decide que no han sido bien planteados o que no vale la pena investigarlos, pues aparecen problemas completamente nuevos. Cada vez que se conoce algo existe la posibilidad de formular nuevos problemas. De aquí el crecimiento exponencial del fondo de conocimientos científicos.

Luego está el fondo de conocimientos acumulado (A). En matemática sobre todo se ve que el progreso es acumulativo. Es cierto que muchas teorías matemáticas ya no interesan en el momento actual. Con todo, no se discute que son adquisiciones que se pueden perfeccionar. A medida que se va subiendo la escala de las ciencias se ve que ese fondo es cada vez menos seguro. Por ejemplo, sabemos que las teorías físicas más exactas de todas no son completamente verdaderas: sabemos que tienen defectos y esperamos que alguna vez esos defectos se corrijan.

Pero no hay revoluciones científicas completas a partir de la Revolución Científica del siglo XVII. Cuando se produce alguna transformación científica, se agrega o se quita algo a ese fondo de conocimiento, pero no se niega todo el resto. Creo que hubo solamente dos revoluciones científicas en la historia. Una fue el nacimiento de la ciencia en el siglo V a. C., en la Grecia antigua; la segunda revolución científica fue

el renacimiento de la ciencia o el nacimiento de la ciencia moderna en el siglo XVII. El noveno componente de la decatupla está constituido por los Objetivos (O) de la ciencia. ¿Cuáles son los objetivos de la ciencia básica, a diferencia de los objetivos de la ciencia aplicada y de la técnica? Simplemente, adquirir nuevos conocimientos, nuevas verdades. El científico se propone entonces averiguar la verdad o, mejor dicho, verdades que no tienen por qué ser completas y precisas ni, por lo tanto, definitivas.

La Metódica (M), o sea la colección de métodos generales, especialmente el método científico y el método experimental, y métodos particulares, por ejemplo el método de muestreo estadístico, los métodos especiales utilizados para hacer microscopía electrónica o para redactar y circular cuestionarios en sociología, etc. El undécimo componente es un conjunto de juicios de valor. El técnico, a diferencia del científico, asigna valores a todas las cosas.

En resumen,

CP = <C, S, D, G, F, B, P, A, O, M. J >, Donde:

C = comunidadS = sociedad

D = dominio

G = supuestos filosóficos

F = fondo formalB = fondo específicoP = problemáticaA = fondo de conocimientosO = objetivosM = metódicaJ = Juicios de valor

Ahora bien, hay ciertas condiciones que deben cumplir esta decatupla o, mejor dicho, una disciplina para ser considerada científica, además de las que he mencionado. Una de estas con diciones es que no debe estar aislada. Es decir, toda ciencia forma parte de un sistema de ciencias,

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en el sentido de que cada una de estas ciencias tiene alguna ciencia vecina con la que se solapa aunque sea parcialmente. Por ejemplo, en el caso de la física y la química, el solapamiento es la fisicoquímica. La biología y la física se combinan formando la biofísica, y así sucesivamente. La sociología y la economía se unen en la sociología económica y, aun más íntimamente, en la socio-economía. La historia y la sociología se combinan formando la historia sociológica y la sociología histórica.

Si alguien menciona una disciplina totalmente aislada, que no forma parte del sistema de las ciencias, esto indica que no es ciencia genuina. Una de las características de la parapsicología y psicoanálisis, etc. es que no se solapan con ninguna otra disciplina: están aisladas, no forman parte de la familia de las ciencias.

Otra condición es que ninguna de los componentes de la decatupla permanece constante. Es decir, van variando en el curso de la historia. Por ejemplo se van modificando desde luego las comunidades, las sociedades se van modificando, el dominio o universo del discurso de cada ciencia se va ampliando habitualmente. Por ejemplo, se restringe cuando una ciencia se subdivide en varias ramas. Otro ejemplo: se descubre nuevas cosas o se descubre que algo que se creía que existía, de hecho no existe. En todo caso, ninguna ciencia auténtica permanece constante. La ciencia perenne es una ilusión.

Ciencia Formal y Ciencia Fáctica

Ahora quisiera hacer una diferencia radical entre dos grupos de ciencias: las ciencias formales principalmente la ma temática, y las ciencias de hechos o fácticas. Desde luego que lo que voy a decir pertenece a una cierta filosofía de la matemática, la mía. Hay muchas otras filosofías de la matemática, pero de ellas no podemos ocupamos en detalle ahora; puede ser durante el periodo de la discusión.

En matemática se da por sentado que los objetos mate máticos –tales como los números, las figuras, las estructuras algebraicas y los espacios, topológicos existen de una manera muy diferente de la manera en que existen los objetos físicos, como existe este micrófono, o como existe alguno de nosotros. Los objetos matemáticos carecen de propiedades físicas: no tienen masa, no tienen carga eléctrica, etc. Carecen de

propiedades biológicas: no están ni vivos ni muertos. Ca recen de propiedades sociales: no son prosociales ni antisociales.

Los objetos matemáticos no cambian por sí mismos: son, como decía Platón, eternos. Esto no quiere decir que existan por sí mismos. Si uno es idealista, en particular platónico; dirá que sí, que la matemática preexiste a los matemáticos, así como las rocas preexisten a los geólogos.

Si adoptamos una posición realista, diremos que los objetos matemáticos son creaciones de los matemáticos. El día que deje de haber matemáticos, o al menos personas capaces de entender algo de matemática, dejará de haber objetos matemáticos. Pero eso sí, hacemos de cuenta o fingimos, que los objetos matemáticos tienen una existencia propia y que sus características son independientes de la manera en que se los piense.

Por ejemplo, usted y yo pensamos seguramente el mismo número 3 de manera diferente, porque nuestros cerebros, aunque son muy parecidos, tienen algunas diferencias. Sin embargo estamos ambos diciendo “estoy pensando en el número 3”. Cuando alguien demuestra el teorema de Pitágoras pasa por un proceso mental diferente del proceso mental por el cual pasó el mismo Pitágoras o, mejor dicho, aquel miembro de la Escuela de Pitágoras que demostró el teorema justamente famoso.

En resumen, hacemos de cuenta o fingimos que esos objetos matemáticos existen de por sí y no tienen propiedades físicas, biológicas, ni sociales. Dicho de otro modo, todas las propiedades de los objetos matemáticos son conceptuales. De modo que la matemática (incluida la lógica) es la ciencia en que, todas las propiedades son atributos (o predicados).

Totalmente diferente es el caso de las ciencias fácticas. Por ejemplo la física, la biología, la sociología y la historia se ocu pan de hechos. Se supone que estos hechos ocurren, ya en el mundo exterior ya en el mundo interno, el mundo de la experiencia subjetiva. Es decir, estos hechos ocurren fuera o dentro de nuestros cerebros, los que son cosas concretas o materiales. Por lo tanto, estos hechos tienen propiedades físicas, biológicas, sociales, etc. En cambio, no tienen propiedades matemáticas, aunque en muchos casos se los puede representar matemáticamente.

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Admitimos entonces dos tipos de existencia: existencia formal y existencia material. Por ejemplo, Euclides demostró el teorema según el cual hay infinitos números primos (es decir números que no son divisibles por otros números salvo por ellos mismos). Acaso alguien pregunte dónde están esos números. Respuesta: en ninguna parte. Pero al menos ¿están en la mente de alguien? No. Nadie puede pensar sucesivamente una infinidad de números, ni primos ni compuestos. Se hace de cuenta que estos conjuntos, numerables pero infinitos, existen de por sí: son ficciones.

Los objetos matemáticos, según esta filosofía de la mate mática, son ficciones, no todas las cuales son pensables. Son pensables en principio, pero de hecho no lo son. Por ejemplo, podemos escribir un número tal como 10 elevado a la 10 elevado a la 10 elevado a la 10; pero no tenemos la capacidad de concebir un número tan grande como éste. Sin embargo, nadie puede impedimos utilizar ese concepto que no ha sido pensado y que no puede pensarse. Otros ejemplos: la recta infinita, o conjunto de todos los números, “reales”, y la familia de todos los subconjuntos de ese conjunto. En las ciencias fácticas se utiliza un concepto filosófico muy importante que es el de verdad. Éste es el de la verdad de hecho, radicalmente diferente de la verdad de razón. (Esta dicotomía se debe a Pascal y Leibniz)

La proposición “éste es un vaso de jugo de papaya”, es independiente de todo contexto teórico y de toda ideología: no es neoliberal ni socialista, católica ni atea. Está ahí el jugo de papaya: existe independientemente de que yo lo piense o lo beba.

En general, si afirmo que una proposición es verdadera de hecho, es porque hay un conjunto de hechos que son descritos adecuadamente, correctamente, más o menos exactamente por esa proposición. Estos hechos conocidos son el soporte empírico de la proposición de marras. En otras palabras, esta proposición será declarada verdadera si y sólo si corresponde a esos hechos. Por ejemplo, si digo que está lloviendo, en este momento en alguna parte (que no sea Lima, desde luego) esta proposición va a ser verdadera si y sólo si de hecho llueve en alguna parte del mundo.

Luego hay hechos que están fuera de la proposición, pero a los cuáles se refiere una proposición dada. En cambio, la negación de esta proposición será falsa si no hay ningún hecho que la apoye. Una vez que

logro afirmar la proposición p, no p queda excluida completamente. Con mayor razón queda excluida la conjunción de ambas, es decir; p y no-p. Éste es un principio clave de todas las lógicas propiamente dichas. Sin él no podríamos hacer ciencia de ningún tipo, formal ni fáctica, básica o aplicada.

Sin embargo, hay que aclarar que lo anterior vale sola mente para las proposiciones precisas, que sólo contienen predicados exactos. Si en cambio enuncio proposiciones imprecisas, tales como: “Fulano es más o menos bueno”, o “Zutano es más o menos joven”, estoy empleando conceptos imprecisos. En estos casos también puede valer la contradictoria, tal como “Fulano de tal es más o menos malo”.

El concepto de verdad, aunque central en las ciencias fácticas, en las técnicas y en la vida diaria, tiene muy poco que hacer en la matemática pura. En la matemática pura lo que importa es el concepto de deductibilidad: el saber si a partir de un cierto grupo de suposiciones iniciales (axiomas y definiciones), se deduce tal o cual teorema de acuerdo con ciertas reglas de lógica deductiva.

Endomoral de la InvestigaciónAhora demos un vistazo a lo que llamo la endomoral de la investigación, a diferencia de la exomoral, que se refiere a la responsabilidad social del investigador.

Quien primero investigó la moral inherente a la investigación científica fue el sociólogo norteamericano Robert Merton, quien fundó la sociología científica de la ciencia en los años 30. Según Merton, los dos principios básicos de la moral de la ciencia básica son: la búsqueda honesta de la verdad y la participación en la propiedad colectiva de los conocimientos, o comunismo sistémico. Es decir, a diferencia de este jugo de papaya, que es mío –a nadie se le ocurra tomarlo los conocimientos cien tíficos son propiedad común de la sociedad, son compartidos por quienes quieran adquirirlos o utilizarlos.

Por eso es tan importante la comunicabilidad, el hecho de que no haya secretos científicos. Justamente para asegurar la búsqueda de la verdad necesitamos libertad de investigación. No se trata de la libertad de propagar mentiras o de incitar a la gente a la violencia, sino de la libertad para buscar y enseñar la verdad. En la ciencia no podemos admitir otras

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restricciones que las restricciones lógicas y las restricciones empíricas, es decir, la necesidad de ajustarse a los hechos conocidos.

SeudocienciaAhora examinemos brevemente al concepto de seudociencia. Una seudociencia es un conjunto de ideas o prácticas que se presenta como ciencia aunque de hecho no lo es. Es decir, se la vende como ciencia pero no es científica. Por ejemplo, en una época la grafología fue considerada una ciencia. Hoy día ya nadie la toma en serio. Por ejemplo, los tribunales ya no recurren a grafólogos, porque saben muy bien que se puede imitar la letra y en todo caso la letra no es un indicador de personalidad.

Otra seudociencia, todavía muy difundida, es la parapsicología. Ésta es la disciplina que afirma la posibilidad de la transmisión del pensamiento, del conocimiento del futuro, de la telequinesis y de la comunicación con muertos. Es una mera superstición legada por la antigüedad. Pero es la única seudociencia en la que se hace experimentación. Sin embargo, los que han estudiado los experimentos parapsicológicos han encontrado que adolecen de una de dos fallas: o bien no hay grupos de control o bien hay fallas de razonamiento estadístico.

En todo caso, el estatus científico de la parapsicología se ve distinto desde dos perspectivas epistemológicas diferentes. Por ejemplo, un empirista dirá que la parapsicología no está probada ni refutada: que lo, único que podemos afirmar es que hasta ahora nadie ha logrado transmitir pensamientos, a menos que sea por fax, por teléfono, o de viva voz. De modo que debemos seguir experimentando.

En cambio, un epistemólogo realista y materialista afirmará que tales experimentos son una pérdida de tiempo. Razonará, así: el pensamiento no existe de por sí, sino que es un proceso neurofisiológico. Por consiguiente, no se puede transmitir sin canales físicos, de la misma manera que no se puede transmitir un dolor de barriga, un latido del corazón o una emoción. Todos estos son procesos fisiológicos intransferibles, aunque por supuesto comunicables por la palabra o el ademán. Por consiguiente, no es necesario esperar un número ilimitado de años para ver si alguien logra confirmar alguna hipótesis parapsicológica. Si alguien persiste en hacer experimentos, que los pague de su bolsillo.

Analogía: consideremos la proposición “Todos los hom bres son mortales”. Hasta ahora ha sido confirmada empírica mente: toda la gente eventualmente ha muerto. Pero un empirista podría argüir que esto no prueba la imposibilidad de que alguna vez, en alguna parte, existan seres humanos inmortales. ¿Qué contestaría un realista científico? Veamos.

En primer lugar, la hipótesis de la inmortalidad humana es inverificable. En efecto, para confirmarla habría que esperar un tiempo infinito. Segundo, no hace falta esperar ese tiempo, porque los que investigan el proceso de envejecimiento han descubierto una cantidad de mecanismos de envejecimiento. Por ejemplo, mutaciones, acumulación de sustancias tóxicas, apotopsis (muerte celular “programada” genéticamente), etc. Sabemos que necesariamente cada uno de nosotros va a morir, no exactamente cuándo, pero lo sabemos .

Ahora voy a hacer una breve mención al psicoanálisis, que –junto con la homeopatía– es la más rentable de las seudociencias. En efecto, los psicoanalistas cobran por lo menos cien dólares por hora, mientras que los parapsicólogos no hacen consultas (a menos que oficien como espiritistas).Las hipótesis psicoanalíticas se pueden dividir en dos cla ses: las comprobables y las incomprobables. Entre las incomprobables está la hipótesis de la represión, porque según los psicoanalistas si uno no admite algo, por ejemplo si una niña no admite que su padre ha abusado sexualmente de ella, es porque ha reprimido ese recuerdo; y cuanto más se niega tanto más prueba esto la represión. Entonces, ¿cómo hacemos para refutar la hipótesis?Otro ejemplo: la hipótesis de que todo varón sufre el com plejo de Edipo. Si un varón ama realmente a su padre, los psicoanalistas dicen que el superyó del sujeto está reprimiendo el odio. Cuando afirma que ama a su padre está probando que, en realidad, lo odia. La sola presencia de hipótesis incomprobables en el psicoanálisis muestra que es una seudociencia.

Las hipótesis psicoanalíticas comprobables son en princi pio de tres tipos: las que han sido verificadas, las que han sido falseadas, y las que no han sido puestas a prueba. Yo no conoz co ninguna que haya sido verificada. Una tras otra, las que han sido puestas a prueba, han sido refutadas. Una de ellas es la hipótesis de que hay dos tipos de per sonalidad, la oral y la anal. Quien tiene una personalidad anal es disciplinado, serio y

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más bien introvertido; en cambio, los sujetos con personalidad oral son despreocupados, indisciplinados y extravertidos.

Hace ya una cuarentena de años se probó que no hay nin guna correlación entre la personalidad y la manera en que al niño de corta edad le han entrenado los esfínteres. Otro mito freudiano es el del orgasmo vaginal. También éste ha sido refutado hace una cuarentena de años. Uno de los mitos psicoanalíticos más absurdos y rentables es la tesis de que todo olvido es debido a la represión. Los psicólogos científicos han descubierto hace un siglo que lo ex cepcional no es el olvido sino el recuerdo. Y en el curso de las últimas décadas se ha descubierto el mecanismo de la memoria: la formación de sistemas de neuronas activadas por algún acontecimiento. Estos sistemas se van formando y deshaciendo en el curso del desarrollo. No se nace con recuerdos: el cerebro del recién nacido es demasiado primitivo para formar recuer dos que no sean de impresiones muy básicas. En resumen, la hipótesis de que todo olvido se debe a la represión es incompatible con la psicología experimental y la neuropsicología.

Esto no quita que no exista toda una industria: la terapia de los recuerdos reprimidos. Este negocio, hasta hace poco flo reciente en los EE.UU., se ha desinflado en años recientes. El negocio consiste en lo siguiente. Una persona, por lo común una mujer, acude donde una psicoanalista porque tiene algún problema psicológico. Puede ser que el o la psicoanalista le diga:

Lo que ocurre es que su padre ha querido o ha logrado violarla cuando usted era chica.

¡Oh no, de ninguna manera! Yo me llevaba bien con mi padre, quien siempre me trató con cariño y consideración.

No, lo que pasa es que usted ha reprimido ese recuerdo. Yo voy a ayudarla a recuperar ese recuerdo reprimido.

El mago o la maga “ayuda” a la paciente incauta con hipnosis (sugestión), y con drogas tales como embutal si es necesario. Finalmente, ocurre una de dos: la paciente abandona el tratamiento, o termina admitiendo que sí, que su padre la violó. En este segundo caso el mago o la maga han logrado implantar un recuerdo ficticio. En psicología experimental es cosa sabida que se puede injertar recuerdos. Dicho sea de paso, uno de los primeros ejemplos que aparece en la literatura no científica figu ra en La guerra y la

paz de Tolstoi, escrita hace más de 100 años. En esta novela una chica le injerta un recuerdo a su amiga.En todo caso, en los EE.UU. ha habido algunos juicios es pectaculares, en los cuales mujeres han acusado a su padre de haberles arruinado la vida por haberlas violado en su infancia, El único testimonio exhibido era el testimonio de un psicoanalista. La presunta perjudicada entablaba un juicio a su padre. Éste era encarcelado y quedaba arruinado, y su familia quedaba desmantelada, etc. Finalmente, los tribunales de California han decidido que no van a aceptar más ese tipo de testimonios de psicoanalistas. Existe, además, una Fundación para el estudio y la denuncia de esta industria.

Nada de esto implica que en algunos casos haya habido incesto. Pero esos casos han sido descubiertos de una manera muy diferente. Han sido verificados por testigos y visitadores sociales. No sé ha recurrido a sugestión ni a drogas, nadie ha injertado recuerdos. Bueno, en todo caso, si hay interés podremos volver al psicoanálisis cuando nos ocupemos de la Psicología.

Ciencia Básica y Ciencia Aplicada

Hay ciencias básicas, hay técnica, y en el medio tenemos las ciencias aplicadas, por ejemplo la farmacología, la toxicología, la criminología, etc. Estas disciplinas buscan verdades, lo mismo que las ciencias básicas. Pero las verdades que buscan son de posible utilización práctica, de posible valor práctico. Ejemplo, la investigación de productos naturales en química, bioquímica y farmacología, con la finalidad de ver si algunos de ellos podrían utilizarse en la industria farmacéutica.

La definición o caracterización de una técnica es parecida a la caracterización de una ciencia. Pero hay un componente adicional, de modo que tenemos una endecatupla. El undécimo componente es un conjunto de juicios de valor. El técnico, a diferencia del científico, asigna valores a todas las cosas.

Para un biólogo vale tanto, en principio, un mosquito como un elefante. En cambio, para un epidemiólogo normativo los mosquitos, son disvaliosos, y para un técnico forestal los elefan tes son una plaga. Para un ingeniero, las estrellas no tienen el menor valor. En cambio, tal vez la Luna pueda alcanzar algún valor, ya que tal vez podamos enviar mineros a la Luna y traer minerales de ella.

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En cambio, las estrellas y el pasado de la humanidad no tienen el menor valor para un técnico, Porque él se propone modificar la realidad. Mejor dicho, se propone diseñar aparatos o procesos capaces de cambiar, sea el curso de la naturaleza, sea las acciones humanas. De modo, pues, que para el técnico el conocimiento es un medio, un instrumento para hacer, o para permitir que otros actúen guiados por esos diseños o esos planes.

Naturalmente, la técnica moderna se apoya sobre la cien cia moderna, pero no sobre toda ella. La mayor parte de la ciencia, empezando por la matemática, no es inmediatamente relevante a la técnica. Por ejemplo, el diseño y la fabricación de armamentos le deben poco a la ciencia básica, aunque ese poco sea indispensable.

El técnico original, en cuanto diseñador de artefactos, pro cesos u organizaciones, tiene, ideas nuevas. No le basta con exprimir a la ciencia: usa algo de ciencia, pero tiene que agregar investigación e imaginación.

Exomoral de la TécnicaDesde el punto de vista ético, es interesante observar que la técnica tenga la misma endomoral que la ciencia básica. Pero también está sometida a lo que yo llamo exomoral, es decir a exigencias sociales. Se da por supuesto que el técnico debe ajustarse a la verdad, buscar la calidad y no debe engañar a su cliente. Todas estas exigencias figuran en los códigos de ética profesional.Pero estos códigos son incompletos. En efecto, en una sociedad mínimamente justa el técnico tiene obligaciones adicionales. Por ejemplo, no debiera deteriorar irreversiblemente el ambiente, ni debiera dañar en forma irreparable al prójimo. Es decir, hay ciertas restricciones sociales a las que no está sometido el científico básico, porque éste no cambia las cosas, sino que se limita a estudiarlas. Imponerle restricciones al científico básico es lo mismo que limitar la búsqueda y difusión de la verdad. Los ciudadanos de una democracia deben, pues, proteger la libertad de investi gación y apoyar su ejercicio. En cambio, como ciudadanos tenemos el derecho y el deber de vigilar a los técnicos para evitar abusos de lo artificial. Hay una enorme diferencia entre la técnica artesanal, por ejemplo la técnica de la confección de vestidos por modistas, y la técnica de la confección de vestidos en escala industrial. Son técnicas bastante diferentes, porque en la producción en gran escala se necesita maquinaria especializada, que se diseña sobre la base de conocimientos de ingeniería, que a su vez se basan sobre la física y la matemática.

En resumen, la técnica y la ciencia se parecen en que ambas procuran la verdad, pero se distinguen en que la técnica también procura ser útil.

Seudociencia y SeudotécnicaAsí como hay seudociencias hay seudotécnicas. La prime ra de éstas parece haber sido la magia. Aunque suele afirmarse que la magia es la antecesora de la ciencia, la verdad es que la magia es la antecesora de la técnica. En efecto, el mago se proponía, se propone, modificar, ya sea la naturaleza, ya sea la gente. Lo que ocurre es que el mago no empleaba los métodos adecuados. Si era astuto engañaba a la gente para hacerla creer que, en efecto, era eficaz. Por ejemplo, el chamán o mago de una tribu africana empieza la danza de la lluvia poco antes de empezar la estación de las lluvias. Él sabe cuándo empiezan las lluvias, porque lleva la cuenta de los días: es el encargado del calendario.

Además utiliza trucos, el chamán o el médico brujo conoce algo de hierbas y sabe tal vez como curar una fractura o detener una hemorragia. Es decir, tiene algunos conocimientos auténticos, los que le dan prestigio, y otros que no son auténticos.

Un ejemplo más actual de seudotécnica es la psiquiatría hablada, o psicoterapia. Hay dos clases de psiquiatría: la que supone que todas las perturbaciones mentales son perturbaciones del cerebro, y la que supone que son perturbaciones de un alma inmaterial que se puedan curar con la palabra.

Lo que se puede curar con la palabra son desórdenes de conducta, es decir, pautas de conducta no adaptativas o desviantes. Esto sí se puede cambiar a veces con la palabra, con la persuasión, con el consejo dado por una persona experimentada. Pero esto es modificar la manera en que trabaja cierta parte del cerebro. Lo que no puede modificar la palabra en forma perma nente es la química del cerebro. Con meras palabras no se puede aumentar ni disminuir sino fugazmente la concentración de los neurotransmisores. Justamente de esto se ocupa la psiquiatría biológica: de modificar los procesos químicos que intervienen en los procesos mentales, en particular los afectos, los sentimientos y las emociones.

Uno de los casos más trágicos es el de los maniaco-depresivos, que hasta los años 50 eran intratables. A partir de entonces no es que se los puede curar, pero sí se los puede tratar. Es decir, se puede corregir levemente la transmisión de ciertos neurotransmisores, tales como la serotonina, de

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modo tal que las fluctuaciones afectivas estén más o menos acotadas. Así se evita casi siempre que el paciente se desespere y se suicide. Un depresivo no tratado con fármacos no sólo es incapaz de traba jar, sino que termina por suicidarse. Por siguiente, es irrespon sable, e incluso criminal, encomendar su tratamiento a psicoterapeutas, que creen en la omnipotencia del verbo y en cambio no creen que el cerebro tenga algo que ver en las perturbaciones mentales. Para poder aumentar la eficacia de la psiquiatría biológica es indispensable impulsar el cultivo de la neurociencia y de la psicología biológica, que aún están en la infancia. Por ejemplo, todos los años aparecen artículos que pretenden demostrar que la depresión y las psicosis son hereditarias. Poco tiempo después se publica una rectificación. Ni siquiera está bien definida la esquizofrenia. Cada decenio se cambia la definición de este trastorno y, por lo tanto, su diagnóstico y su tratamiento.

Hay dos razones por las cuales la psiquiatría biológica está poco desarrollada. Una es que sigue dominando el mito del alma inmaterial, inventado por las religiones y reforzado por las filosofías idealistas. El segundo motivo es que la mayoría de los psiquiatras no tienen una formación científica adecuada. Tienen formación de médicos. Son entrenados para aplicar conocimientos biomédicos, no para contribuir a ellos.

Otra seudotécnica muy difundida es la homeopatía. Todos hemos oído hablar de los remedios homeopáticos, pero son pocos los que se han tomado la molestia de averiguar si son eficaces. La evaluación de la homeopatía se puede hacer desde dos puntos de vista: el empírico y el científico. En el primer caso se procede a contar la fracción de casos de curación que sigue a la administración de remedios homeopáticos. Si el porcentaje es bajo, se abriga la esperanza de que aparezcan remedios homeopáticos más eficaces.

Este procedimiento no es científico, y ello por dos razones. En primer lugar involucra la conocida falacia del post hoc, ergo propter hoc (después de ello, por lo tanto a causa de ello), Se gundo, siempre que se medique, bien o mal, obra el efecto placebo, o sea, la sugestión: si tengo fe en un remedio, me sentiré mejor. Si Somos optimistas vamos a sobrellevar una enfermedad o una desgracia mucho mejor que si somos pesimistas. Es decir, la autosugestión, y en particular el efecto placebo, es real. En resumen, el razonamiento empirista es inválido.

El único razonamiento válido es el del farmacólogo o bioquímico aplicado. Éste nos dirá que al cabo de las numerosas diluciones sucesivas

involucradas en la fabricación de un fármaco homeopático, sólo queda algo así como una molécula de la llamada sustancia activa por centímetro cúbico. De modo que semejante fármaco carece de efecto biológico. Por lo tanto es absurdo seguir ensayando los presuntos remedios homeopáticos. Son una engañifa. No sirven más que para enriquecer a los homeópatas y a los laboratorios homeopáticos. A propósito, el hecho de que casi ningún epistemólogo haya analizado ni denunciado esta estafa intelectual y comercial muestra que la mayoría de los epistemólogos viven muy lejos de aquello que dicen estudiar.

Hace poco menos que una década, un tal doctor Benveniste, director de un laboratorio de la Universidad de París, publicó un artículo en la revista científica británica Nature. En él sostenía que, si bien es verdad que en un presunto remedio homeopático prácticamente no queda nada de sustancia activa, el agua conserva el recuerdo de la misma. Pero, como no aclaró en qué consistía esa presunta memoria; lo que dijo no es sino bla-bla. El agua en estado líquido no tiene estructura suficiente para recordar lo que contuvo en el pasado. Es muy diferente del caso de una barra de hierro: si se la dobla, queda doblada, y si se la imanta queda imantada.

El artículo de marras fue objeto de una investigación por un equipo formado por el director de Nature, el célebre James Randy –un mago de espectáculos que se especializa en trucos mágicos– y un investigador del famoso instituto norteamericano de la salud. Los tres fueron al laboratorio de Benveniste y repitieron los experimentos de su equipo (que, casualmente, habían sido subvencionados por la industria homeopática francesa). La verdad, admitió el doctor Benveniste, es que los experimentos siempre dan bien cuando los hace la doctora fulana. Naturalmente, esto reforzó la sospecha de los visitantes. Éstos repitieron los experimentos de acuerdo con los protocolos, y no encontraron nada. Pocos años después, el gobierno francés cerró el laboratorio fraudulento.

Debido a la hora avanzada debemos terminar acá. Ahora el panel va a demoler todo lo que he dicho.