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  • 8/7/2019 2- Volverse al hombre concreto. Una aproximacin a la cultura popular en la teologa del padre Rafael Tello

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    VOLVERSE AL HOMBRE CONCRETO: UNA APROXIMACIN A LA

    CULTURA POPULAR EN LA TEOLOGA DEL PADRE RAFAEL

    TELLO1

    Pbro. Omar Csar AlbadoPublicado en: Vida Pastoral 283 (2010)

    Cuando present la condescendencia divina en la teologa de Tello (Vida

    Pastoral, 281) sealaba que la cuestin estaba vinculada estrechamente con la

    realidad histrica del continente latinoamericano y de la Argentina. Hoy presentar

    algunas consecuencias de esa relacin, pues uno de los modos en los cuales Telloencuentra que la condescendencia divina se actualiza en estos tiempos histricos es en

    la necesidad de la Iglesia de volverse al hombre concreto para cumplir fielmente con

    su misin. Numerosos textos insisten en esta cuestin, destacando su importancia en

    orden a la evangelizacin del hombre argentino y latinoamericano. Surgen, entonces,

    algunos interrogantes: Por qu detenerse en esa expresin para ocuparse de la

    evangelizacin de Amrica Latina? Tiene algn contexto doctrinal que la avale? O

    se trata slo del fruto de una elucubracin teolgica personal? Propongo a

    continuacin algunas lneas que nos brinden un acercamiento ms detallado a la

    problemtica.

    Volverse al hombre concreto

    La Iglesia toda, obediente al magisterio universal, debe volverse hacia el

    hombre (R.TELLO, Fundamentos de una Nueva Evangelizacin I, nota 44, indito).

    En esta frase encontramos una orientacin inicial: hay que ocuparse del hombre

    concreto porque la Iglesia lo ensea y lo pide. Pero, dnde lo ensea? Qu textoshay que aducir para avalar esta peculiar perspectiva? La primera respuesta es que

    Tello no busca textos aislados que justifiquen su posicin, sino que se trata en verdad

    de descubrir un espritu que atraviesa la enseanza magisterial contempornea. No

    slo un tema ms de la teologa, sino una lnea transversal y programtica que afecta

    tanto al corpus de la enseanza como a la prctica pastoral. Este espritu lo encuentra

    1 Agradezco a la Fundacin Saracho, quien posee los derechos de autor de los escritos del P. Rafael

    Tello, haberme permitido utilizar los textos inditos para escribir el presente artculo.

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    inicialmente en el Concilio Vaticano II, del cual nos ocuparemos ahora. Pero no se

    agota all. Juan Pablo II lo prolonga y profundiza de un modo particular en la

    Redemptor hominis, aunque sin duda es posible reconocer esta tendencia en otros

    escritos del Papa. Tello ha reflexionado extensamente sobre cada uno de ellos

    desentraando consecuencias para la pastoral concreta de la Iglesia no slo en

    Redemptor hominis, sino tambin en Dives in misericordia y Tertio Millennio

    Adveniente, por citar algunos.La propuesta de volverse al hombre concreto es para Tello una de las grandes

    novedades que aporta el Concilio Vaticano II. Precisamente en Fundamentos de una

    Nueva Evangelizacin, texto en dnde estudia la orientacin y el espritu del Concilio,

    destaca que una de las originalidades de la Iglesia, consciente de su misin, es

    ocuparse del hombre que vive y se desarrolla en este mundo. La cuestin actual es

    volverse no hacia el hombre abstracto, considerado segn cierta idea o concepcin

    de lo que l es ni mirado slo segn su naturaleza (lo que seguira siendo abstracto)

    sino hacia el hombre concreto, real, histrica e individualmente existente, es decir

    todo el hombre y cada hombre nacido de mujer, creado por Dios y por El llamado a

    participar de su vida que es eterna: y por esto mismo todo el hombre, en todas sus

    dimensiones -eterna y temporal, espiritual y corporal, individual y comunitaria - todos

    los hombres y cada uno de ellos (R. TELLO, Fundamentos I, 33. Cursiva en el

    original). Gaudium et spes y Lumen Gentium son los principales documentos que

    permiten establecer los criterios centrales de esta novedosa posicin de la Iglesia.

    Pero de ningn modo hay que entender esta novedad en un sentido

    exclusivamente antropocntrico, como si la Iglesia abandonara su doctrina tradicional

    para adaptarse al mundo moderno. Cuando Tello presenta el esquema temtico que va

    a desarrollar en Fundamentos de una Nueva Evangelizacin declara expresamente:Las lneas fundamentales sealadas por el Concilio son: A - Dios salva a los hombres

    por Cristo; B - en la Iglesia; C - que toma conciencia de su presencia y accin en el

    mundo actual y se vuelve hacia el hombre (R. TELLO, Fundamentos I, 5). En la

    estructura (y por supuesto en el desarrollo) del escrito el orden de jerarquas

    teolgicas es preciso: DiosCristoIglesiahombre. El padre Tello es contundente

    al afirmar que el Concilio no ha dado ningn vuelco antropocentrista: No, la Iglesia

    no se ha desviado hacia el hombre. Se vuelve hacia el hombre porque sabe que Dios

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    lo ha creado y lo ha querido para s. Pues el hombre, todo hombre y cada hombre, ha

    sido llamado por Dios a la unin con Cristo y a la vida eterna. Esta es la vocacin

    suprema del hombre, que es una sola, y divina (R.TELLO, Fundamentos I, 35). Una

    referencia aDives in Misericordia 1corrobora esta afirmacin: Cuanto ms se centre

    en el hombre la misin desarrollada por la Iglesia; cuanto ms sea, por decirlo as,

    antropocntrica, tanto ms debe corroborarse y realizarse teocntricamente, esto es,

    orientarse al Padre en Cristo Jess. Mientras las diversas corrientes del pasado y

    presente del pensamiento humano han sido y siguen siendo propensas a dividir e

    incluso contraponer el teocentrismo y el antropocentrismo, la Iglesia en cambio,

    siguiendo a Cristo, trata de unirlas en la historia del hombre de manera orgnica y

    profunda. Este es tambin uno de los principios fundamentales, y quizs el ms

    importante, del Magisterio del ltimo Concilio.

    Por tanto, no es posible leer en esta actitud del Concilio una asuncin de las

    tesis modernas y liberales sobre el hombre a las que la Iglesia se opone

    explcitamente. Sin duda, el magisterio conciliar defiende la libertad humana y

    reafirma otras libertades como las de culto y de informacin. Pero no lo hace para

    deslizarse hacia el liberalismo, sino para reafirmar la autntica libertad. Es decir,

    concentra su atencin sobre el hombre por el valor que tiene en s mismo, sin

    anteponer ninguna realidad que justifique su dignidad, sino slo el hecho de haber

    sido creado a imagen y semejanza de Dios. Esto nos permite penetrar ms en elsentido de la operacin conciliar: no la consideracin primaria de la sociedad, ni de la

    sociedad cristiana, para abordar al hombre; no la consideracin primaria del hombre

    como parte de un todo que es la comunidad; no el aprecio del hombre en cuanto

    susceptible de llegar a una cierta formacin por la educacin. El concilio se vuelve

    hacia el hombre simplemente mirado en s mismo, tal como es, creado, dirigidoprovidencialmente y redimido por Dios, hacia el hombre concreto, histricamente

    existente, concebido por mujer y nacido de una madre. Pero ese hombre, todo

    hombre, es persona -nica creatura querida por Dios por s misma- y libre. Persona

    cuya libertad hay que respetar (R. TELLO, Fundamentos de una Nueva

    Evangelizacin III, 165, indito). La Iglesia se acerca al hombre slo porque es

    hombre, sin buscar otra cosa ms que amarlo como persona en la situacin concreta

    que se encuentre, cualquiera sea ella.

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    Pero volverse al hombre concreto supone reconocer a su vez que el hombre es

    un ser comunitario. Sin ceder a las tendencias socializantes y colectivistas Tello

    sostiene claramente que la persona alcanza su plena realizacin cuando no ve limitada

    su disposicin natural a vivir en comunidad. Para Tello el Concilio no concibe al

    hombre como individuo aislado, sino como un ser personal comunitario. Esta es la

    concepcin doctrinal del Concilio. La personalidad no es algo abstracto, que

    constituye al individuo en un ltimo absoluto, sino al contrario, completa, cierra y

    ratifica la individualidad en su ser propio, pero es relativa (como siempre lo es an en

    la Santsima Trinidad) a la comunin de personas. Y esto es concorde con la

    enseanza comn sobre Dios, ltimo fin del hombre y sobre la caridad como forma de

    la amistad (R.TELLO, Fundamentos I, nota 33). En todos estos textos comprobamos

    que la mirada sobre el hombre concreto supone una originalidad en la Iglesia por la

    nueva perspectiva que adopta, pero de ningn modo porque abandone sus

    concepciones milenarias basadas en la Revelacin. Explicitar cmo entiende Tello la

    relacin originalidad-continuidad es algo que dejamos para otro momento. Baste aqu

    la mencin para evitar cualquier malentendido.

    Hasta aqu algunas de las lneas principales que recojo de Tello para mostrar

    cmo este espritu atraviesa los textos conciliares. Pero su reflexin contina e

    intenta captar si este pedido de volverse al hombre concreto tiene algo que ver con la

    realidad que se vive en nuestras tierras.

    que en Argentina vive en una cultura popular

    La pastoral popular quiere ser fiel en su misin evangelizadora al hombre

    concreto. En la teologa de Tello el hombre concreto de Amrica Latina y de

    Argentina vive en una cultura popular, cultura que en su estructuracin bsica es

    pobre, cristiana y se ha ido conformando en su propia identidad histrica

    paralelamente a la cultura dominante. En los ltimos cinco siglos junto a una cultura

    moderna que ha ido desarrollandosus caminos, ha perdurado juntamente en nuestrastierras una cultura pobre, que es esencialmente cristiana (cf. Documentos de Medelln,

    Puebla y Sto. Domingo) (R. TELLO, El cristianismo popular segn ciertas

    caractersticas, 11, indito).

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    Esta cultura popular tiene su corazn, su columna vertebral en la categora de

    pueblo. Estamos ante una nocin determinante en la teologa de la pastoral popular de

    Tello, al punto que su mayor esfuerzo reflexivo se orienta al reconocimiento de la

    existencia de un pueblo con su cultura propia, que vive cristianamente y en donde se

    especifica de una manera peculiar el modo que la pastoral debe asumir al volverse

    hacia el hombre concreto. Por ello, volverse al hombre concreto implica tambin

    volverse hacia el pueblo comunidad personal. Pues el hombre concreto, persona, es un

    ser social existente histricamente, en un medio histrico determinado, en una

    comunidad humana con un estilo de vida y un sistema de valores dados, es decir

    con una cultura (R.TELLO, Fundamentos III, 135).

    Ahora bien, qu es el pueblo? Brevemente nos referimos a l acudiendo a

    algunas definiciones que el mismo Tello ha dado. Es una comunidad humana, donde

    debe ser respetada la dignidad y libertad de todos (R.TELLO, Cuestiones de cambio

    social, 207, indito). Y en otra parte: El pueblo es una comunidad humana natural,

    que surge de la naturaleza misma del hombre, no puramente de una decisin de su

    voluntad; pero se debe advertir que s puede ser voluntario el ingreso a un pueblo, (cf.

    S. Toms In Polit. L. I. 1. I). Es comunidad como tambin lo es la familia o el

    vecindario (R.TELLO, Fundamentos I, nota 44).

    Una de las consecuencias ms claras de este modo de comprender la cultura

    popular es que persona y comunidad estn ntimamente relacionadas. Ocuparse del

    hombre concreto es tener en cuenta ambas realidades, pues ellas son constitutivas del

    entramado en que se despliega la existencia humana. La categora de pueblo permite

    para Tello resolver una antinomia que culturalmente trae aparejada muchas

    dificultades, pero que aqu se complementan mutuamente. Qu es el hombre,

    concreto, histricamente existente? Es por cierto un ser individual, personal, pero noes eso slo: por naturaleza es un ser social, que vive con otros, en un pueblo que es

    tambin una comunidad natural: hombre concreto, histricamente existente es la

    persona y el pueblo. Si inquirimos cul de ellos es primero vemos que segn en cierto

    orden es primero la persona y segn otro lo es el pueblo pues en l nace, crece y se

    desarrolla la persona (R.TELLO, Pastoral popular, nota b, indito).

    Hay que tener en cuenta que estos anlisis tienen siempre como referencia al

    Pueblo Nuevo que nace estas tierras como fruto de la primera evangelizacin, aquel

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    que halla su origen entre los ms pobres (los indios que son inferiores a todos incluso

    a los negros esclavos), que son dominados y que se hacen cristianos por la fe y el

    bautismo. Estas palabras encierran muchas cuestiones que ser necesario explicitar y

    sin duda volveremos sobre ellas en otro momento con ms detalle. Como seal arriba

    estamos ante una de las categoras ms complejas del pensamiento de Tello. Es

    necesario interpolarla aqu en forma introductoria y sinttica para destacar claramente

    que segn Tello la cultura popular no tiene sentido ni futuro si se la considera

    separada del pueblo.

    para amarlo en su condicin de muriente.

    Tello describe en muchas ocasiones los diversos modos en los que sedesenvuelve la vida del hombre concreto en el pueblo. Propongo detenernos a

    contemplar a los murientes.

    Reconocer la existencia de la cultura popular y acercarse al hombre concreto

    que vive en ella es ante todo un acto de amor por el cual se aceptan las cosas tal como

    estn puestas en la realidad. Tello no invita a tener una actitud pasiva o de

    complacencia ante a la injusticia, sino a contemplar la accin que Dios realiza en la

    historia. Debemos notar que el amor a alguien por el que se quiere para l un biendeterminado y final, incluye este amor del bien final buscado -que es tal vez primero

    en la intencin del que ama- pero tambin el amor de ese alguien tal como es, tal

    como se halla, el cual debe ser ciertamente primero, en el orden de movimiento hacia

    el bien al que se quiere llegar (R.TELLO, La Nueva Evangelizacin, Buenos Aires,

    2008, 67. Cursiva en el original). Este texto tiene una ntima conexin con aquellos

    que citbamos en el artculo sobre la condescendencia divina hablando del amor a los

    pobres: Antes que una opcin por el trabajo a favor de los pobres, es una opcin

    preferencial por el amor a ellos. No basta obrar por los pobres; primero hay que

    amarlos. Del amor surgen las obras. No debe haber trabajo por otros motivos alejados

    del amor, ni amor sin obras, cuando ellas sean posibles (R.TELLO, Notas para una

    pastoral popular, indito. Cursiva en el original). Pues la pastoral popular, tal como la

    entiende Tello, no atiende primeramente a objetivos de mejoramiento o excelencia

    sino a la pobreza de los pobres (R.TELLO, Cmo entendemos la pastoral popular,

    indito).

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    Se transmite en estas citas una conviccin profunda de la pastoral popular por

    la cual la situacin histrica concreta es vivida como una expresin de la voluntad de

    Dios. Lejos de la intencin de Tello es comprender esta voluntad como un

    determinismo ante el cual nada se puede hacer, sino como un modo privilegiado de

    conocer la intimidad de Dios que obra por caminos que difieren del de los hombres

    como el cielo de la tierra (cf. Is 55,9). Por ello, cuando se mira al hombre concreto de

    la cultura popular hay que mirar no slo a lo que debe ser segn la razonable pauta

    humana, sino tambin a lo que Dios de hecho hace, aunque apartado de dicha pauta

    (R.TELLO,La Nueva Evangelizacin, 15).

    Una situacin en la que se encuentra el hombre concreto de Amrica Latina es

    la de ser un muriente. En esta condicin estn la mayora de nuestros pobres que,

    aunque ahora no mueran o agonicen, se encuentran de hecho amenazados de muerte

    por la coyuntura histrica a la que se ven sometidos. Habitualmente se tiende a

    considerar esta realidad negativamente y a formular desde all una accin liberadora o

    de promocin. Segn ello, los miembros de la Iglesia vivientes tienden a considerarse

    lo que debe ser, lo que Dios quiere, y a mirar a los sufrientes y murientes (como lo

    son la inmensa mayora de los pobres; como lo eran los aborgenes) como en un

    estado inferior, abandonados, semi-vivos, despojados, heridos a los que hay quecuidar y curar (R.TELLO, La Nueva Evangelizacin, 37-38. Cursiva en el original).

    Sin embargo, en el pensamiento de Dios no es as y la pastoral debe adentrarse en este

    misterio para captar el hondo sentido de este sufrimiento extremo.

    La vida de estos hombres no est marcada por la eficiencia o por la expectativa

    de una existencia larga, sino por la experiencia de una vida precaria con caminos muy

    difciles de transitar. Tello insistir que la pastoral no est destinada en primer lugar a

    hacer muchas cosas, sino a convocar en la Iglesia para Dios a todos los murientes conel nico propsito de amarlos como l los ama. Por ello, el anuncio de la salvacin se

    debe hacer teniendo en cuenta que los murientes no pueden recibirlo del mismo modo

    que aquellos que ven abrirse un futuro en su vida individual y comunitaria. Este es un

    camino que la pastoral popular invita a recorrer para ser fiel a nuestro hombre real. De

    este hombre no hay que escandalizarse y a l hay que acercarse para compartir la

    incertidumbre y la marginacin de la vida.

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    En un lenguaje que incita a la contemplacin y al reconocimiento de una

    actitud pastoral muy extendida entre nosotros, Tello nos invita a meditar en el

    significado real de aquello que el Concilio Vaticano II nos ensea. Volverse hacia

    este hombre concreto significa para la Iglesia comprenderlo aunque est sucio,

    sentado en la basura y cubierto de pstulas como Job; y en la intensidad de su dolor,

    no captando el sentido ltimo de la cruz, enturbia el consejo de Dios. Exige tambin

    que no sea como los amigos o consoladores del mismo Job que se conduelen

    vehementemente y por varios das se sientan cerca de l, pero no entienden la verdad

    de la situacin y le aumentan el pesar pretendiendo convencerlo en mil formas de una

    doctrina recibida, adocenada, justa para algunos o muchos casos pero no para el

    presente, lo que en definitiva les implica sentir y hablar mal de Dios y merecer el

    reproche de ste. Con demasiada frecuencia los hombres de Iglesia se comportan

    como los consoladores de Job (R. TELLO, Anexo I a La Nueva Evangelizacin,

    indito).

    La gloria de Dios consiste en que el hombre viva

    Dos notas se destacan particularmente en la presentacin hecha:

    1.

    El esfuerzo por mantenerse fiel al Magisterio. La cuestin del hombreconcreto se elabora en Tello en un constante dilogo con las enseanzas

    de la Iglesia. Como seal antes no va a la caza de textos aislados que

    justifiquen su posicin, sino a la percepcin de un espritu que se propone

    responder a los problemas contemporneos sin abandonar las profundas

    races de la Tradicin. Su teologa bebe principalmente y ante todo de

    aquello que el Espritu suscita en los textos magisteriales. Los anlisis del

    Concilio ofrecidos en este artculo dan cuenta de esa actitud. Pero lo

    mismo ha hecho con distintos textos de Juan Pablo II, as tambin como

    del Magisterio latinoamericano.

    2. El esfuerzo por mantenerse fiel al hombre concreto, pues la fidelidad alMagisterio no es descriptiva sino interpretativa. La historia y la

    cultura popular son para Tello la clave hermenutica que permite

    corroborar las intuiciones y la actualidad de la enseanza eclesial. Sin

    duda no es la nica y ella no agota la accin de Dios sobre los hombres de

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    Amrica Latina, pero dada la situacin concreta en la que se encuentra el

    Continente goza de una posicin privilegiada. La realidad histrica de la

    cultura popular impide que los textos del Vaticano II se apliquen

    simplemente como principios generales.

    La gloria de Dios consiste en que el hombre viva , y la vida del hombre

    consiste en la visin de Dios, dijo san Ireneo en el siglo II. El intento por volverse al

    hombre concreto de nuestras tierras no de cualquier modo sino conociendo y

    asumiendo su cultura parecer ser una actualizacin conveniente para captar cmo esta

    afirmacin sigue siendo real hoy.