2004 la furia de los tsunamis no logrÓ apagar a la radio

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A PESAR DE TODO La furia de los tsunamis no pudo apagar al fenómeno de la radio nas pocas emisoras de radio de Indonesia, India, Sri Lanka y Tailandia, ubicadas en las zonas más afectadas por la destrucción de los maremotos en el Índico, prosiguieron con sus labores a favor de las víctimas. La humanidad no pudo haber concluido el 2004 de la peor manera. El sudeste asiático fue el centro de una terrible combinación de terremotos y maremotos que impactaron sobre las costas de Indonesia, Tailandia, Malasia, Birmania, Bangladesh, India, Sri Lanka, Maldivas, Somalia (en el continente africano) y sobre cientos de islas e islotes ubicados en aguas del Índico. Indonesia, una nación archipiélago que está constituida por tres grandes islas (Sumatra, Java y Borneo) y por una multitud de formaciones que emergen del mar habitadas por infinidades de poblaciones de pescadores, pareció soportar la peor de las tragedias que se recuerde en los últimos 100 años. U El poder destructor de una serie de tsunamis o maremotos de olas gigantescas, cuyo origen se centró en el movimiento de las placas geológicas en el fondo del océano Índico, frente a las costas de Indonesia, resultó de una magnitud pocas veces vista. Así, la nación asiática sufrió los efectos más devastadores de un fenómeno de la naturaleza que no pudo ser previsto. Sin un adecuado sistema de detección para maremotos en la zona del Índico, tal como existe en la actualidad en la región del Pacífico, los efectos destructivos de las paredes de agua con una altura superior a los 20 metros dejaron su impronta de muerte. Nadie arriesga una cifra definitiva de las víctimas de la tragedia asiática, los más conservadores estiman alrededor de 200.000 víctimas. Es que, centenares de aldeas y diminutos conglomerados de pescadores levantados sobre la costa marítima junto a innumerables poblados indígenas localizados en el centro del maremoto, desaparecieron para siempre de la faz de la tierra. Cuan si fueran castillos de naipes, las aguas los borraron como si nunca hubieran existido. Así, como su existencia nunca figuró en las estadísticas oficiales de los países afectados tampoco su partida podría estar contemplada por alguna cifra. Tal como señala el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, en referencia de los marginados sociales del sistema económico capitalista actual como "los ausentes, los sin voz", estos perdidos y remotos habitantes de paradisíacas playas e islas de la región del Índico nunca formaron parte de la estructura social de esos estados, al punto que en su mayoría se mantenían al margen de todo contacto con el mundo que los rodea más allá de los obligados intercambios comerciales, las típicas postales para los turistas occidentales en busca de sol, playas y, en demasiados casos, del favor sexual de niños y adolescentes de ambos sexos por

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Page 1: 2004 LA FURIA DE LOS TSUNAMIS NO LOGRÓ APAGAR A LA RADIO

A PESAR DE TODO

La furia de los tsunamis no pudo apagar al fenómeno de la radio

nas pocas emisoras de radio de Indonesia, India, Sri Lanka y Tailandia, ubicadas en las zonas más afectadas por la destrucción de los maremotos en el Índico, prosiguieron con sus labores a favor de las víctimas. La humanidad no pudo haber

concluido el 2004 de la peor manera. El sudeste asiático fue el centro de una terrible combinación de terremotos y maremotos que impactaron sobre las costas de Indonesia, Tailandia, Malasia, Birmania, Bangladesh, India, Sri Lanka, Maldivas, Somalia (en el continente africano) y sobre cientos de islas e islotes ubicados en aguas del Índico. Indonesia, una nación archipiélago que está constituida por tres grandes islas (Sumatra, Java y Borneo) y por una multitud de formaciones que emergen del mar habitadas por infinidades de poblaciones de pescadores, pareció soportar la peor de las tragedias que se recuerde en los últimos 100 años.

U

El poder destructor de una serie de tsunamis o maremotos de olas gigantescas, cuyo origen se centró en el movimiento de las placas geológicas en el fondo del océano Índico, frente a las costas de Indonesia, resultó de una magnitud pocas veces vista. Así, la nación asiática sufrió los efectos más devastadores de un fenómeno de la naturaleza que no pudo ser previsto. Sin un adecuado sistema de detección para maremotos en la zona del Índico, tal como existe en la actualidad en la región del Pacífico, los efectos destructivos de las paredes de agua con una altura superior a los 20 metros dejaron su impronta de muerte.

Nadie arriesga una cifra definitiva de las víctimas de la tragedia asiática, los más conservadores estiman alrededor de 200.000 víctimas. Es que, centenares de aldeas y diminutos conglomerados de pescadores levantados sobre la costa marítima junto a innumerables poblados indígenas localizados en el centro del maremoto, desaparecieron para siempre de la faz de la tierra. Cuan si fueran castillos de naipes, las aguas los borraron como si nunca hubieran existido. Así, como su existencia nunca figuró en las estadísticas oficiales de los países afectados tampoco su partida podría estar contemplada por alguna cifra.

Tal como señala el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, en referencia de los marginados sociales del sistema económico capitalista actual como "los ausentes, los sin voz", estos perdidos y remotos habitantes de paradisíacas playas e islas de la región del Índico nunca formaron parte de la estructura social de esos estados, al punto que en su mayoría se mantenían al margen de todo contacto con el mundo que los rodea más allá de los obligados intercambios comerciales, las típicas postales para los turistas occidentales en busca de sol, playas y, en demasiados casos, del favor sexual de niños y adolescentes de ambos sexos por unas pocas monedas necesarias para el diario vivir. Ausencia de medios de comunicación en zonas aisladas y alejadas de casi todo. Poca o nula existencia de aparatos de radio para millares de personas que no existían en los registros poblacionales oficiales.

Entonces, ¿para qué levantar una infraestructura mediática en lugares remotos si éstos no poseían una población estable que fuera reconocida? Sólo la magnífica cobertura radiofónica estatal de la radio pública indonesia identificada bajo las siglas RRI podía ser escuchada por los lugareños de aldeas escondidas en paisajes de ensueño, aunque la cantidad de receptores a pila no superaba la calificación de módica. Similar situación de la India, donde el servicio público radiofónico local establecido en torno de la AIR (All India Radio) era la única voz que podía escucharse en poblados donde la falta de energía eléctrica y de aparatos de radio era una misma cosa.

Idéntico panorama se repite en Tailandia y Sri Lanka, con las estaciones de radio públicas de la RTEC (Radio Televisión Executive Committee) y de SRBC (Sri Lanka Broadcasting Corporation) respectivamente, con una importante red de emisoras locales, pero con localidades apartadas de todo signo de civilización. Peor aún, los casos de los paupérrimos estados de Myanmar o Birmania, y de Bangladesh, donde el servicio público de radio presenta características de auténtica pobreza en cuanto a la localización de los transmisores y a su cobertura primaria. En esas condiciones, ante la carencia de medios y, fundamentalmente, frente a la ausencia de receptores de radio no eléctricos era poco lo que podía esperarse de una comunicación con miles y miles de habitantes dispersos a lo

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largo de un frente litoral casi infinito sobre el océano Índico.

Esto también empeoró la labor de los radioaficionados o radio amateurs, quienes casi no pudieron establecer contacto con las poblaciones de pescadores, como tampoco con las embarcaciones de éstos. Prácticamente, casi ninguna de esas ruinosas "naves" poseía medio alguno de comunicación. Como si nada de eso hubiera existido alguna vez, ante países cuyos gobiernos jamás se preocuparon por ciudadanos alejados de todo y de todos. Incluso, a pesar de la espléndida labor prestada por las radio comunitarias esparcidas en la región en la búsqueda de sobrevivientes de las zonas arrasadas por los tsunamis, especialmente en la India, la posibilidad de llegar a esas apartados paraísos se parecía más a un imposible.

Indonesia es el caso más dramático, cuya isla de Sumatra recibió el peor embate del maremoto. Allí, no sólo las aldeas y villorrios sucumbieron ante las olas que no dejaron nada a su paso, también pueblos y ciudades quedaron bajo las aguas, y la labor de las pequeñas radios locales alcanzó una enorme significación. En no pocos casos, debieron reconstruir en improvisadas tiendas su infraestructura comunicacional para que los locales tuvieran, al menos, una voz para que estos no se quedaran sin voz. Radio Nederland intervino directamente en auxilio de estas diminutas radioemisoras con el fin de garantizar la operatividad de las mismas en una auténtica política de cooperación.

En la onda corta, los medios regionales y nacionales nunca dejaron de transmitir, a pesar de la precariedad de las condiciones y sólo en los casos en que la estructura resultó imposible de ser reparada, siempre constituyeron un vehículo de comunicación, información y de contacto con el mundo. Una vez más, la onda corta cumplió el rol que siempre tuvo para los países del Tercer Mundo, en zonas apartadas de los grandes centros urbanos. Los radioescuchas tuvieron la posibilidad de captar estas dramáticas trasmisiones radiales, aunque es poco creíble que alguna de estas estaciones públicas pudo haber sido escuchada lejos de sus áreas de cobertura. El clima y la carencia de energía eléctrica hicieron que todo fuera sumamente precario. Al menos, algunas voces no lograron ser apagadas por la furia de los tsunamis.

Claudio Morales*

*Periodista. Corresponsal, Colaborador y Productor Periodístico de medios de comunicación argentinos y del exterior. Director fundador del Grupo Pasteur, primer colectivo multimedia cultural-educativo juvenil de la Argentina.