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AÑO 11,

Panamá, Repúblíca de Panamá, 28 de Novíembre de 1905.

NUM. 46

EL HERALDO DEL lSTMO--REVISTA ILUSTRADA----

Director: GUILLERMO ANDREVE.

"Bien faire et laisser dire ."

Exmo, señor Doctor MANUEL AMADOR GUERRERO,

PRESIDENTE DE LA REPUBLICA

Reproducción de un magnifico cuadro del pintor panameño Roberto Lewis 1 .

SSSS—S ~ ~S

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El Heraldo dellstmo.170

Cadencias VenecianasVenecia, Noviembre de 1904.

(

CINCO años de alejamiento y vuelvo

á encontrar mis

ojos y mi alma en la ciudadsoñada; en la ciudad de laextraña poesía, de la luz y¡el calor, de los marmóreosy magníficos palacios, queson joyas cinceladas, des-gastadas y ennegrecidas porlos siglos; en la ciudad dearte soberbio y prodigiosa yy tenebrosa historia ; en laciudad del amor, de la

voluptuosidad y de la muertes;como diría

"stendhalianamente" el prosador profun-do y exquisito de Amori etdolori sacrum> .

r, n

. .Han cesado las se-renatas y_ los cantos, quehan sido escasos y lejanos.A mi ventana llegaba el ecoatenuado y por lo mismomás prestigioso y seductor,de estas voces populares,ineducadas, pero frescas ycon frecuencia impregnadasde dulzura y sentimiento-El Gran Canal ha quedadoapacible, envuelto en el

misterio de esta noche sin luna. En la Giude-vea, en la DJaQana di Mare y del otro lado, enla dirección del Lido, algunas luces aisladasagujerean el muro de tinieblas . De vez encuando, yá pocas metros del hotel, tal ó cualgóndola errante, negra como la noche y cargadaacaso de amor, se desliza como medrosa, ape-nas perceptible ii la vista por la diminuta lin-terna amarillenta, y á los oídos por el rumor,que ni es rumor; del remo al hender el agua,;Oh! el singular espectáculo, que hace correrpor las venas un vago estremecimiento, es co-nocido y siemprees nuevo, podrá ser familiar ysiempre rozará las fibras íntimas . . -.

Honda impresión de soledad. á esta hora enque Venecia va á dormir, en que Venecia duer-me; en este ambiente de completa hechicería,Doblado de fantasmas. Las campanas de unaiglesia distante, quizá San Giorgio Maggiore,t_c m las once, once campanadas lentas y lar-gas, que.se prolongan en la noche con unavi-brac-.ón particular . ¡Qué lejos,. quo lejos de laspreo_upaciones comunes de la vida, en el silen-cio infinito de la ciudad soñadal . ..

sr<~. . . .Suello penoso, angustiado por sinies-

tras pesadillas, y el desperty , de pronto, á lavocinglería de una disputa de gondoleros, enjerga inverosímil, debajo de mi ventana,—lasensación deliciosa de que, efectivamente, estoyde nuevo en Venecia.

Un sol pálido en un cielo pálido, brumoso,y en los ámbitos, una nota apagada, suavísima,esa nota del gris que siento íntimamente . Co-mienzo á reconocer á mis amigos : allá, enfren-te mío, envuelto en tenues muselinas matinales,San Giorgio Maggiore, con su erguido y rojocampanile y la fachada blanca y griega de Pa-]Indio ; á la derecha, la cristianizada Giudecea;más acá, muy próximas, la Dogana di Mate.destacando la enorme esfera dorada que doshércules de bronce sostienen en sus espaldas, yla mole blanca de Santa María della Salute, cansus inmensas cúpulas, sus volutas retorcidas ysu centenar de estatuas. Pasan las góndolas,las góndolas negras, que no son fúnebres paraVenecia, donde, como es sabido, el luto viste decolor de púrpura ; van, sobre el agua verde, queun ancho surco de oro rutilante, trazado de im-proltiso por el sol, desde San-Giorgio Maggiore

hasta las gradas de mármol del hotel, divide endos porciones ; viejas góndolas patricias . coti-duciendo á ingleses lamentables y cruyitulosecon rrrporrdti más lamentables aún

. .Recostarlo, á la hora del poniente, enla balaustrada de mármol del Ponte della pietá.Contemplo el cuadro esplendoroso y único deSan Giorgio Maggiore, la Giudemi. la Doganadi Mare, que resplandece como un ascua . la en-trada del Gran Canal y la Riva degli Selliavomcon la maravilla del Palazzo Duc•ale. El soldesciende entre nubes enrojecidas . detrás dela Salute, que semeja un coloso de pies en oirincendio gigantesco . Tengo en mis inanos eladmirable libro en que Barrés nos ]tabla de lamuerte de Venecia, yreleo lentamente sUs pá-ginas primorosas . Cada tres ó cuatro párrafos.eli~nún del espectáculo grandioso me levanta

MARTIN C. ALDAO, Disdng¢ido lituato ar

la cabeza y una involuntaria exclamación deasombro y de placer profundos brota de mislabios . Es que por instantes degrádase el co-lor, el rojo ardiente tórnase viólaceo y sobretodo lo creado se esparcen tonos y matices deuna suavidad y una armonía que la palabra es-crita—la misma de Barrés—no pinta, que pin-tor alguna fijará jamás. La belleza extremade ese ponientehace sufrir y los cuadros del vie-jo Caualetto, con ser bellos, son débiles trasun-tos que acarician la mirada----

. . . . En góndola, extendido en los cojines.bajolafebe, ya cerrada la noche, por el labe-rinto de lóbregos canales . Ni una luz todavía.todo en la sombra densa; algunas góndolas. in-móviles y como abandonadas, amarradas á lospilotes de los tétricos palacios seculares ; nirastros de la vida humana, ni un roído, á no seral aproximarnos á las esquinas, el grito pre-caucional del gondolero. Por el agua negra vfría, en esta noche fresca y húmeda de otoño.escúrrese mi esquife á lo largo de los bitumino-sos y vetustos muros. Y me invade poco á po-co, .inevitablemente, no el triste romanticismode almas rezagadas ó anacrónicas, sino el sen-timiento viril y confesable en presencia de lapoesía, del arte ó de la historia . en todo caso.en estossamtos lugares del ensueño ennobleci-dos par loa más altas e>píritus que han cruzadopor la tierra .

Viernes 11.

. .Me despierta el estampido del cardón.Tiembla Venecia . ¿Por qué manes de los Fós-cari . de los Gradenigo . cíe los ilustres c4rimauitAl punto no me explico . pero une viene el re-cuerdo: e., el eunipleaffos del rey Víctor .lía-

nuel . r Venecia empavesada, no por ciertocon la bandera roja de los doges, la del leónaludo de Han Marcos, sino con la tricolor fla-mante de ]a Italia ríe los príncipes Saboga_ .-

, . He caído á Italiu en pleno período elec-toral . So lo recordaría en estas páginas, sí es-tos desalmado., de la política no hubieran lite-ralmente ernpapelado las eíudaries que acabo deiracorr .•r - Turín. Nlilán . Verona—v hasta estamisma V,•»ea•ia. qne debería ser sagrada é in-tangible. con r'so; horribles carteles rle colores,á la itsa»za bonaerense, donde incitan á losbuenos votarpor Fulano ó por Zutano(aquí en Veue:•ia• p>r el famoso conferencian-te Fradele— >. á quien desearía escuebar, sin - du-da alguna . en diserta— iones de un orden eleva-do, e,> :mo (.1 la ; sabe dar . pero á quien porlomismo que, es nn espíritu selecto, escíertamen-te imperdonable que permita con su nombreprofanar 1•ms c•ulunmuc del palazzo Ducale, de

las Procmatiesy de la biblio-teca de Sanso--vino).

. . .En laplaza San Mar-cos, después dela comida, elmismo día delonomástíco delrey. Una in-mensa. multitudpasea de extre-mo á extremo,6 se agolpa entorno de la ban-da de música,que ataca deno-nodadamente áVerdi, á Mas-cagni y á Paeicini. Deplora-ble, en verdad,el efecto de esaPiazza SanMaren mara-

gentino villoso patiomonumental . que ha visto las grandezas ylas traaeedias de la república, venida á menos yfrecuentada por una multitud sórdida y vulgar,que produjera tan justa indignación á mi ami-go el poeta Estrada. No salvan el mísero con-junto los cuatro ó cinco ejemplress femeninosde innegable distinción, descendientes quizá delos patricios Morosini . de los Mocenigo, delos Grimani . que encuentro entremezcla-dos en la masa popular, como en unaplaza saltena ó tucumann ; mujeres pálidas ybellas, de encanto suave y misterioso . de mira-das largas y flotantes. No lo salvan tampocolas tres ó cuatro bellezas apopulanas>, las cele-bérrimas de Chioggia, de ojos negros profun-dos y perfiles de pureza griega, que pasan, convoluptuosa gracia, envueltas en amplísimasmantillas. y han servido hoy y servirán mina-na de modelo á los pintores venecianos y á esaslegiones de pintores extranjeros que de loscuatro puntos cardinales peregrinan sin treguaála ciudad soñada . trayendo sus ensuenos dearte, su visión del color y no pocas veces su-gtutias y tristezas de pobres almas estériles.enfermas y torturadas . . ..

"

Lunes 14,Matana esplendorosa . El cielo sin una

nube. Y un sol de gloria . nn sol acaricíante deVenecia. Se siente. se respira la dulzura deViva• . .

A pie por el inextricable dédalo de Santa Ma-ría Fornnosa. el tennplo doude he vuelto á ad-mirar la asauta Bárbaras de palma el viejoy la bella aMach>nuaa con el precioso aBambi-uoa. del Sassoferrato. De pronto, de una tur-ba (le chicos lia apientos que juegan en la pla-

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El HEraldo dEl lstmo - 171

zuela, se desprende tino de ellos, venecianitopuro, de doce años á lo sumo, y me aborda—endialecto!—ofreciéndose para llevarine á el i<,s epalazzi. Sin sombrero y tusado á máquina, consus ojuelos traviesos de perseguidor de sofdi,no sin ese algo de ensueño que es frecuente en-contrar en ojos de Veneci.•r, sin cuello, casi di-ría sin camisa, con saco y pantalón descolori-dos y agujereados en codos y rodillas, y—lo ob-servé con atención y no me eugailo—calzadocon botines de mujer, de tacos altísimos . enor-mes para sus pies y usados hasta lo increíble.Como el ejemplar tenía color local y sobre to-do, como me hiciera gracia . acepté su compartía,yo que abomino á los cicerones profesionales ygusto del vagar sin brújula v solitario . Y he-me ahí platicando con Amedeo Siffi, por las malolientes callejuelas, que parecen corredores deuna casa de inquilinato colosal desborlantesde una multitud movediza, abigarrada, de tra-jes pintorescos, de cataduras no pocas vecesoriginales, vigorosas . -Mi companero ha solta-do la parlanchina lengua, y sin dejar de llamar-me á dos por tres ceremoniosamente nu<.ahí, mecuenta. mitad en un dialecto que hubiera rego-cijado á lIerimée, mitad en italiano de contra-bando, la vida y milagros de todo el barrio, queél parece conocer vivienda por vivienda ; S,andando, andando, me pongo á pensar en la no-vela costumbrista de Venecia, la novela contem-poránea que no se ha escrito . que espera la Ma-tilde Serao que la arranque de sus entraras.

—i Il (_,)11,oni! — exclama enfáticamenteAmedeo, al desembocar en el campo de SS.Giovanni e Paolo, señalándome la estatuaecuestre de Andrea del Verroechio . Y miro unlargo rato á ese soberbio amdottirrr lleno deenergía y de fiereza, cubierto con la corazaguerrera y sentado sobre un magnífico caballode batalla—y lo encuentro superior al Cosmede Médicis, de Florencia y no inferior, por cier-to. al Marco Aurelio del Capitolio de Roma.

--¡/:'shgnoulrr! .17o1)n antira.

ble doy vuelta, sorprendido. Es AmedeoSitfi quien lo ha dicho. Y me pongo á reir debuena gana, desconcertando á mi exiguo cice-rone. Pero en eso, un segundo personaje, delas mismas dimensiones que Amedeo, se aproxi-ma, y gorra en mano me afirma con respetuosapersuasión:

—De Andrea del Verrocohio.Es lo común. Desde que nacen los prepa-

ran para servir de guías, por si, cono casisiempre es lo seguro, la vida no les ofrece me-jor lote : pero digérase también que sienten ydisciernen.

—¿Cómo se llama usted! --Musitelli Romeo, musiú.-Si hubiera sido en Veronal . . . .Romeo Mu-

sitelli es pálido ; exangüe, casi grave de aspecto,con sus grandes ojos de color del cielo. A lainversa de Amedeo viste sin hilachas, aunqueno sin manchas, y su casquete -de terciopeloazul con arabescos dorados no carece de ele-gancia . . . .veneciana . Son amigos, han nacidoen la misma fiaohraaraata y están en la mismaescuela,—qué no sé, en verdad . á que hora con-curren . . . Incorporo, pues, al amigo Musitelliy los tres visitamos SS. Giovarni e Paolo, don-de vuelvo á recorrer esa serie de hermosos ce-notafios, que hablan con elocuencia de la fe ydel orgullo de los doges ; espléndida necrópolis,más bella que los Frari, irás bella quizá quelas análog .•as de Francia y de Saboya; dondehay tal ó cual mausoleo, eldeFóscari, por ejem-plo, ó el de Vendr•amin Colerghi . ó el de lostres blocenigo, á cuyo lado empalidece el re-cuerdo de las tumbas de Felipe el Atrevido yJuan Sin Miedo. en Dijón, y de Carlos el Teme-rario en la «muerta» ciudad de Rodenbach . . .

A la salida, contemplo una vez más alrealmente «estupendo» Colleoni, y sólo mearranca, de mi éxtasis una inconcebible y de-sastrosa afirmación de Amedeo Siffi á su amigoMusitelli:

—En la Riva degli Sohiavoni, el monumen-to de Vittorio Emanuele es rosi n+olto .~hprn r/u.

Termina la jornada y resuelvo despedirmede mis «guías» . Pongo nua moneda en la rrra-no de cada uno. Y el efecto

>hrpeudo! Los

dos pilletes echan á correr, transportados, ybrincan y se abrazan y se besan. Y con elplacer de haberlos hecho inmensamente felices,rne dejan el sentimiento, que estantas vecesdolor en estas viejas regiones del arte soberano,de no saber pintar, para fijar en la tela el de-licioso cuadrito de género que he producido alnatural, sin buscarlo . . . .

I,liércoles 16.

En medallones primorosos, Barrés nos ha-ce desfilar lo que él llama el ¢Consejo de los-.Diez» de la Venecia del siglo xI% : Chateau-.briand y Goethe, Byron, Musset y GeorgeSand, Leopold Robert, Gautier, Taine, Wagner,«las sombras dominadoras de almas, que flotanen los ponientes del Adriático . . . »

-Tienen, sí, su prestigio subyugador los

Diez de ese Consejo incomparable ; pero Byrony Taine y Leopold Robert se imponen á mi sim-patía. Byron, que vivió aquí tres años de bo-rrasca ; Byron, con su belleza fatal, su «expre-sión enérgica hasta el furor» y la luz inextin-guible de su cerebro ; Byron, el lúico genial deDon .Iatran y de 0,ildr. Harold, adorado por laGuiccioli hasta el delirio, la coudesita de quinceaños, bella como un ángel ; Byron, el moribun-do de Missolonghf . . . . ; luego, Taine, como con-traste y contrapeso ; Taine, el gran dominadorde los espíritusfnera de Venecia, más que enVenecia misma; Taine, el más fuerte pensadordel siglo %I%; Taine, que no ha cometido exce-sos ni ha tenido aventuras, que ha conservado,imperturbable . su ecuanimidad de filósofo, peroque experimentó profundamente el sortilegio desirena y so,Dó en Veneciay con-Venecia, y es-cribió en su holocausto unhermoso himno enprosa, henchido de_amor y poesía . . _Y es eseLeopold Robert, el subalterno, el menos lumi-noso de los Diez, el pintor de los «Moissonneurs»y del «Départ des pécheurs de Chioggia pourl'Adriatique» ; alma romántica, . que escribíadesde Venecia: aMe siento enfermo 'del malde los que desean demasiado»; víctima de me-melaneolla hereditaria y percudo de amor porla princesa Carlota Bonaparte, que estimularaperversamente sus locas esperanzas ; alma ro-mántica, que vivió muriendo en la ciudad so-

Z j~ E pasado unos cuantos díasILIMLII deliciosos; sobre ellos fué

como la divina luz de uiisol dé oro la lectura de este libro:(_matos de Eida J Esperanza . Fue-ron grandes fiestas en el espirituy en el corazón, y yo quiero es-cribir mis impresiones aqui, enlas páginas de LA LECTURA, paraxpandir mi alegría íntima, para

mostrar mi admiración y paralanzar sobre Celui. qad ae cnnpreaulpes mucho desprecio.

Creo que no hay hoy nadiecapaz de escribir en nuestra hablade Castilla versos comparables álos versos de Rubén. Darío. El esel maestro, pese á mi amigo Mar-tínez Albacete, de toda lagenera-

~~ j' aión nueva, designada por los ton-. tos, modernista, y «esteta», porlos canallas ; pero que es la quehasta ahora ha tenido la más clarala más noble concepción del Arte.

Hablaré de Rubén Dario. Y diré: En la,historia de nuestrá lírica yo señalo estos nom-bres: Gonzalo de Berceo ; y Jorge Manrique,y Góngora, y Garcilaso, y Espronceda, y Zo-rrilla, y Rubén Dario, y Salvador Rueda. Nodesconozco á otro poetas . Su arte, empero,no ha contribuido á trabajar el flexible instru-mento del idioma como el arte de esos á quie-nes he querido citar . Han sido vaciadores de

,Dada y qué, por fin, al cerciorarse de que laNapoleónida lo habia hecho su juguete, sedió la,_inuerte, en el Palazzo Pisan¡, después defirmar su mejor cuadro,— esa pártida de pobrespescadores, que es el símbolo de sus miserias yque fué sn testamento . ..

Sombras flotantes, tiranas de Venecia . . ..Chateaubriand y Goethe, olímpicos precursores;luego, Byron; luego, Musset y George Sand, lanovela pueril y lamentable, los amores litera-rios con el aditamento de la prosa ordinariadel Paáello ; Leopold Robert ; Gautier, el ¢per-fecto mago de las letras francesas, como lo hallamado Baudelaire en la dedicatoria lapidariadelas Fleurs da. Xal, el colorista deslumbrador,el enamorado de Venecia, que en su lecho demuerte so,Daba con volver á visitarla ; Taine,que me hace recordar, siempre, al mármol sim-bólico de Rodin, el bloque cuadrade, cimenta-da por la fina cabeza de mujer ; Wagner, el co-loso, que escribió aquí Tristán, y aquí murió elano S3, en el Palazzo Vendramin ; luego y por-último, el que falta, el que aun vive y ha le-vantado su propia candidatura, en verdad in-disputable :—Barrés.

-

F*?F

17 de Noviembre.. . En esta noche de luna, que pone en el

cielo, en el agua. en los palacios, en los canapa-niles y en las cúpulas de las viejas iglesias, entoda estamagnífica-decoración teatral, la luzblanca, el polvo de plata que parece idealizarsemás aun, que hace como emerger y flotar so-bre lo creado, al eco suavísimo de músicas le-janas, el alma inmensa y armoniosa de la Ve-necia del pasado, de la Venecia de los siglos degloria, de los siglos desaparecidos para siempre;en esta noche de lunaxflivma y clásica, de unabelleza eterna, que no hay profanación ni sa-crilegio que la altere, recostado en mi ventana,horas de horas, siento, con una intensidad ex-traordinaria, el placer de mirar, de evocar y deso,Dxr . . : :~ .-

-

Wartíz 0 ~dao.

Rubén Darío:Madrid, 1905

los viejos moldes ; han repetido las cadenciasescuchadas, y las palabras de su estro se ento-nabán en una música fácil y ya familiar átodos los oídos. El romance, la redondilla, laquintilla, la octava real, cuando más el soneto,fueron sus - troqueles definitivos . Y así lospoetas eran 6 líricos sentimentales v llorones.6 épicos bullangueros y ruidosos. Í no ha-bía más, toda vez que la hórrida preceptivade los profesores de Instituto no admitía otracosa. Del mismo modo fueron todos los poe-tas incapaces de la más ligera audacia métri-ca, desde Rioja á Ferrari, pasando -por Tas-sara y deteniéndose un rato, si se quiere, enel Sr . Núnez. Los otros, los grande,, los fuer-tes, son de esos á quenes llamaría Verlaine«poetas malditos» de los que «llevan en su pechosu propia gloria», al decir del conde Villiers deL'Isle Adam: losdesdeüosos y despreciadores.

He leido la opinión de un crítico de pe-riódico acerca, de Rubén Darío. El buen se-,Dor escribe„ á propósito del autor de Azul lasmismas palabras que habría empleado para e-logiar Allá ra eso, de Jackson Veyán. ¡Pobre,no sabe nadalLaintencion era buena.

¿Conocéis Prosas prgfa.atast Llegaron á míhace ya varios años algnnas de las composi-ciones que forman ese volumen en las pági-nas de un terrible florilegio coleccionado porel Sr. Romagosa . Entre la baraúnda de ver-sos atronadores de los Mirón y los Peza, des-tacábase algo de un arte muy puro, muy ex-quisito, de fragancia única, y este algo eran

Cantos de Vida y Esperanza, Los Cisnes y otros Poemas

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61 HEraldo del Istmo - 174

'las estrofas de Rubén Dario . Habia en ellasnovedad de procedimiento, de rima y de ritmo,y si traían alguna evocation de anteriores poe-tas era para denotar el más aristocrático abo-lengo; para que he suscitasen los nombres deVerlaine y de Dfallarmé. Se rememoraban Fe-to. galantes 6 Vo-prés snidi d'wt finase, y en-traba 'el espíritu en los dominios del verda-dero Arte. Más tarde, du ante la estancia delpoeta en ilfladrid, se publicaron en los periódi-cos poesías como Las Anforas de Epicuro, brr-

.->ui. cotira, Cyrano en Espafia, Cosas del Gid, Re-tratos, Dezires, lunes y candentes, y ese extrallo,ese maravilloso soneto ( leopompo y Reliodenuyen el que hay dos versos de pasmosa belleza:

Si una sonora perla de la clepsidra pierde,No volverá á ofrecerla la mano que la envía,

y que en una redaccion anterior mostraba unasuprema gracia en las alteraciones:

No volverá á ofrecerla quien esa perla envía,verso sólo comparable al mallarmeano:

-- La cuiellaison d'un Reve au coeur qui 1'acueilli.Prosas Prufa.nas fué nn libro de plena ju-

ventud, de lozana y vigorosa juventud- Haypor todo él una gran confianza y mucha a1e-gría. Fluyen armoniosos los versos del inago-tabledivino tesoro . Y como una apotécsis,de.luz y de fuego se- -abra sobre las cadencias de)onatina, ó sobre la melancolía de Alargarita, lagran aurora pagana del coloquio de los ce duros.

$las he aquí que el nuevo libro de RilbénDario se me aparece como un libro de nostal-gias . Hoy el poeta, más humano, piensa enel tiempo viejo, y dice:

El dueño fuf de mi jardín de sueño,Lleno de rosas y de cisnes vagos;El dueño-de las tórtolas, el dueñoDe góndolas y liras en los lagos.

Y en la Canción de Otolio en Priniarera,poesía de un extraordinario lirismo : _

Juventud, divino tesoro,Ya te vas para no volver. ..Cuando quiero llorar no lloro . ..Y á veces lloro sin querer .,.

Rubón Darío sabe aureolar su tristeza demucha tenura, de mucha melancolía elegante.

¡fas á pesar del tiempo terco,Mi sed de amor no tiene fin;Con el cabello gris me acercoA los rosales de jardín.: :

las sienes . Es joven aún, puesto que hice queenvejece . No es que yo le taelle de afectación.Por el contrario ; estoy persuadido de que sienteacercarse la edad, y de que esto le entristece.Nada más natural . La vejez solo sesiente vi-vamente por adelantado . El crepúsculo do lajuventud es la llora más melancólica de lavida. >

Ante la fácil corriente de esa inspirar+iónpienso, por contraste, en los sonetos de TSr--

óol : De Don Ltis de Argote tl ( ónitura rí l/an

Diego de Silva I í•luzquéz ; Dr Don Diego lr Nil-

ca. Pelazgaé.i ó Don Luis dn. Ag/ose )¡ ti/ngru•u.En el tercer soneto el poeta se dirige al creadorde T.as DTeni+ms y al cantor de Galatea . Nose ha escrito nunca en castellano soneto tauimpecable y tan penetrado de poesía . En elúltimo terceto se ostenta una maravillosa armo-nía botticellesca:

En tanto "pace estrellas " el Pegaso divinoY vela tu hipogrifo, Velázquez, la Fortuna,En los celestes parques al cisne gongorinoDeshoja sus sutiles margaritas la luna.

Tu castillo, Velásquez, se eleva en el caminoDel Arte como torre que de águilas es cuna.Y tu castillo, Góngora,+se alza al azul cual unaJaula de ruiseñores labrada en oro fino.

Gloriosa la Peninsula que abriga tal colonia.;Aquí bronce corintio y allá mármol de Jonia!Las rosas á Velázquez y á Góngora claveles.

De ruiseñores yáguilas se pueblan las encinaftninasSalen las nueve musas de un bosque de laureles.

Sobre una de las páginas del libro aparecenescritas estas palabras : Afarcha Triunfal . ¡Esesi que es un . acanto de vida y esperanzan, unhimno instrumentado á la manera de Ricardo`Vagner! Las -armonías de ese poema son inau-ditas. Corre por los versos un divino entu-siasmo. Se dirían las palabras más sinceras quenunca, y como si las entonase una muchedum-bre asombrada. Se acercan los vencedores alsonar de «los claros clarines,.

Se escucha el ruido que forman las armas de

. Se acercan los vencedores alsonar de «los claros clarines,.

Se escucha el ruido que forman las armas de los caballeras.Los frenos que mascan los fuertes caballos de guerra.Los cascos que hieren la tierra,Y los timbalerosQue el paso acompasan con ritmos marciales.Tal pasan los fieros guerrerosDebajo los arcos triunfales!

Esa estrofa genial es del mejor Rragner•.Termina e7 canto con estab sororidades máswagnerianas aún:Anatole France diría á propósito de esos

Así el manto de púrpura del viejo Rey Lear.

Luego de éste se, lee en la página siguiente, blanca Y tersa ('0111" la superficie de un la-go encantarlo : Tu, I 'is,rr Y continúa la no.ble evocación, y es como si se deslizase antenuestra vista la nieve de la blanca ave, con.duciendo al caballero Lohengrín.

Martínez Ruiz y Gonzáles Blanco han elo.giado las estrofas titularlas T„ dulzura del u-

grdns . Son versos de suave y triste paz nostál.gica . Yo quiero recordar estos otros:

,1 Yli(>cÁS El, CAMPESINO

Phocás . el campesino, hijo mío, que tienes _En apenar- escasos meses de vida tantosDolores en tul ojos, que esperan tantos llantos,Por el fatal pensar que revelan tus sienes ...

Tarda en venir á este dolor adonde vienes,A este mundo terrible en duelos y en espantos;Duerme bajo los ángeles, sueña bajo los santos,Que ya tendrás la vida para que te envenenes ..,

Sueña . hijo mío, todavía . y cuando crezcasPerdóname el falta] don de darte la vida,Que yo hubiera querido de azul y rosas frescas,Puer tó arca la erisí , idi da m' almientriscecida.

Y t^ he tiro vi-r ep mello il triunfo que merez^asRenovando el fulgor de mi psique abolida.

Rubén Darío ha tenido gran parte en nues-tra evolución literaria.Todos los poetas jóve-nes están por él influídos- Y hasta sus auda-cias prosódicas, y sus neologismos, y sus bí-zarrías de estilo han sido acogidos con entu-siasmo . y lo que fué singularidad un día ter-minará por vulgarizarse y hasta por conver-tirse en tópico ó en elicLr. Ese es el mal quellevan en si propias todas las cosas dotadas debelleza. ¡Qué diferente la primera impresiónde Lvs GofonrlrL+as, de Bécquer, de la que hoynos produc en después de haberlas oído cantary recitar tan lamentable número de veces! Lomismo ocu re con todas las imágenes acerta-das. El primero que comparó los dientes blan-cos y menudos de una mujer hermosa á lasperlas fué un gran poeta, como lo fué tam-bién el primero que halló semejanzas entre untalle flexible y una flexible palmera Y á esoestá condenado cuanto es bello, en castigo ásu belleza orgullosa . Rubén Darío está con-vencido también de esta verdad. Y dice: «Yono soy un poeta para muchedumbres . Perosé que indefectiblemente tengo que ir áellas .e

La aristocracia del Arte acaba arrastrandosu riqueza por todos los caminos.

versos de Rubén: «Isluestra en ellos con dulce

¡Saludan con voces de bronce las trompas de graerramelancolía. sus cabellos, que blanquean por

que tocan la marcha Triunfal! . . .

BERNARDO G . De CA\TD-kMO.

Canción de otoño en primavera oy

arruló como á un bebé. . ..

Y lo mató, triste y pequeña.Juventud, divino tesoro, falto de luz, falto de £é . . ..

ya te vas para no volver!Cuando quiero llorar, no lloro . . . . Juventud, divino tesoro,Y á veces lloro -sin querer . . . . ya te vas para no volver!

Cuando quiero llorar, no lloro,Plural ha sido la celeste y á veces lloro sin querer . . ..

historia de mi corazón.Era una dulce niña, en este Otra juzgó que era mi bocamundo de duelo y aflicción . el estdche de su

asión.y que me roería, loca,

¡tiraba como el alba pura: éón sus dientes el corazón.sonreía como una flor . Poniendo en un amor de excesoEra su cabellera obscura la mira de su voluntad,hecha de noche y de dolor, mientras eran amor y beso

Yo era tímido como un niño . síntesis de la eternidad:Ella, naturalmente, fué, Y de nuestra carne ligerapara mi amor hecho de armiño, imaginar . siempre un Edén ;Herodíaay.Salomé~ . . . sin pensar que la primavera

y la carne acaban . también . . ..Juventud, divino tesoro,-

ya te vas para no volver . . . . Juventud . divino tesoro,inCuando quiero llorar, no lloro, ate vas

ara

volver!y

Py á veces lloro sin querer . . . Cuando quiero llorar, no lloro.

y á veces lloro sin querer!La otra fué más sensitiva,

y más consoladora y más Y las demás! en tantos climas,halagadoray expresiva, en tantas tierras, siempre son.cual no pensé encontrar jamás . - sino pretextos de mis rimas.

fantasmas de mi corazón.Pues á-su continua ternura En vano busqué á la princesauna pasión violenta unía . - que estaba triste de esperar.En un peplo de gasa pura La villa es dura .

Amarga y pesa.una bacante se envolvía . . . . Ya no hay princesa que cantar!

_lías á pesar del tiempo terco.mi sed de amor no tiene fin:con el cabello gris, me acercoá los rosales del jardín

Juventud, divino tesoro,ya te vas para no volverCuando quiero llorar . no lloro,v á veces lloro sin querer

]las es mía el Alba de oro!RUBÉN DARTO.

RondelCual suspiros . cual sollozos . respondiendo á la plereria.

los urpegfos conque. el tiple m enlozando las canciones.son el ruido de la . ulas de errabundas ilusionesen la calma Y el silenCio de la noche hospitalaria.

Con su ronda en la ventana ral colarais, de los bordonesda el galán las tiernas coplas, y revibmn tras el aria.cual suspiros. cual sollozos, respondiendo á la plegaria.los arpegios conque el tiple ya enlazando las canciones.

AI morir la serenata que atritó los corazones.cumdu deja la patrulla la ventana solitaria.en la alcoba de la virgen, entre castas sudacionesflotan lánguidos muna ulios de la sombra en los gir¢nes.crol suspiros. anal sollozos, respondieudo d la plegyrja.

pau :und. Noviembre lw., -asabs u . FALDES.

IT^,tname,io .j

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El Heraldo dEl lstmo - 175

MEDALLA DE LUTO

José aviaría de Heredia"II périra je crois, tout entier".

Emile Faguet.

STA frase, que sirve de lemaal articulo necrológico queme pide el poeta-Director

de El Figaro para despedir en Cu-ba al suntuoso cincelador de LasTrgfi•os, ha sido escrita por el erfti-tico Faguet en - su estudio sobreTeopliile Gautier ;--estudio que figu-ra en el volumen que lleva por tí-tulo : Di.c nrueiénte-siécle. La frase,

` que me parece injusta y estúpidaapiieada al autor de L' drt lloderney de Le Capitaine Fracasse, al magoexqusito de Einaux et Crtniée, meparece muy exacta tratándose delnovelesco biógrafo de La Monja.Ilférez. Por eso hago de ese juicioel liminar de este homenaje.

José Diaria de Heredia ha sidouno de los más grandes orfebrerosde la rima; el Clodion del estilopoético en un siglo donde el Dfi-

gmel Angel ha sido Alexandre Soumet (con su(Yitenurest i, hoy olvidada por la misma razónque se olvidarán maüaua Los Trofeos y queexplicaré más adelante) y el Benvenuto Celli-ni Teophile Gautier (con su Cnnuedie de la tllorty su Fortunio cada día más estimados, estudia-dos y comentados) . Era un gran artista, un

de la expresión para la falange enamo-ratla del arte por el arte, que cuenta adeptosen número infinito. Pero no era un verdade-ro poeta Como no lo fueron á pesar de la;,nandiosidad que envuelven sus escritos, Le-r (mte de L'isle, Barbey, d' Aurevilly y Théodo-re de Banville. Estos, como Heredia, vivíandesligados de su siglo. El siglo, á su vez, sedesliga de ellos, cuando la personalidad lísi-va desaparece y las pompas y vanidades queacompaílan la vida literaria de los triunfado-res de un dia desaparecen en la tumba . He-re•iia no vicia en esta época . Su libro hace elefecto de un volumen encontrado en una exca-vación de Pompeya, de Stabia ó de Túsculum.Es impecable de forma. pero el interior de al-

0 palpita en él, Son bajo-relieves al piédel altar de la Poesía. Pero el altar y laDiosas estan velados. A veces una tristezainasequible casi al espiritu pasa sobre la pati-na que oscurece asombrosamente la piedra es-culpida ; pero no brota. Lt'r ldad i-- pasiblela evapora apenas iniciada. Son arabascas so-bre el broquel de Apolo. Pero no el broquelmismo .

almepasibilidads, he dicho . Y ese fué else]lo de la. manera de Heredia en su poética.Porque deja una Poética para los agrupadosen L'Er,,¡lage, Les frt rtisons pla 2rcne Perlai-nienne, adoradores de Dierx, de Catulle Men-dés, de Leevvengard, de Lucie Faure y de LucieMardrua Heredia fue un romántico de ayery ha muerto como aparnasianox de oy, he-redero. en las letras. de Leconte de 'isle, áquien heredó también en la Biblioteca del Ar-senal Mientras Coppeé, Mendés, Laurent-Tail-hade, des Essarts y tantos otros, abandonaronla « ya agotada secuela del Romanticismo—por-que eso fué, en definitiva, el Parniasse,—Here-dia Permaneció fiel á ella, llegando á ser elrepresentante más alto tle esa nueva aPlévadeaque renovaba los laureles de Ronsard.

Y sin embargo, no hizo nada por ella.Después de Los Trofeos, su pluma calló. Al-guna que otra poesia, escrita por compromisopara fastos y fiestas muy sonadas, cata de sucerebro lapidario. El libro que prometió se-

bre Díaz Bernal no ha sido escritos por lo me-nos, publicado. De su traducción en versofrancés, del Romancero Castellano, sólo hanvisto la luz algunos fragmentos que figuranal final de su único libro de versos : Les Tro-p/,&s.

Se explica . Su labor era premiosa Cadasoneto--y Los Trofeos, son casi todos sonetos,—le costaba meses y meses de labor. Casi to-dos han sido rehechos más de sesenta veces . A-firmase por sus íntimos que el colosal Antoineet ( kopatre le ha llevado de ejecución más deaSo y medio.

Yo me lo figuro como un Quentin Metzysde la poesía pesando con balanzas exactísimascada epíteto, cada palabra, cada matiz de ideacada detalle pictórico . Son de una factura irre-prochable, pero han nacido muertos ;—embal-samados por la unción de la forma, pero sinvida Una estrofa de Musset, una página deVigny, una escena de Maeterlinck, un sollozode Mürger hablan niás que todos los oros, losdamasquinados y los nielados que ha prodiga-do en sus mosaicos, análogos á los de Ravena,el inaccesible autor de La. (huijaisnulores.

No es un humano . Su ternura es algoasí como el In I`ace de un condenado de laInquisición. Un coselete de hierro, bien forja-do, ciúe el pecho del poeta p ahoga torio es-fuerzo de humanidad . Sobre el pórfido no na-cen flores de vida. Y la obra de Heredia esuna gran tumba de pórfido donde duerme a,mortajada esplendorosamente la Poesía.

Admiremos la forma, aplaudamos ciertosendecasílabos que se balancean poderosos y ar-mónicos como incensarios orientales cargadosde perfumes humeantes ó como las grande olasrimadas de los mares australes. Pero no demosá su genio incompleto, más que lo que su ge-nio merece. Hagamos como hará la posteri-dad; saludemos en él á un hombre poseído has-ta la muerte de la noblé enfermedad de la per-fección.

Y confesemos que la ha alcanzado sóloen la forma. Y démosle su rango en el por-tentoso movimiento de la literatura francesa:

el de un dios menor, por debajo de Lecontede Lisle y por encima de Louis Bouilhetr--ambosapara, ~osa.

Octubre, 1905 .coNDE $OSTIA.

SONETOS ele JOSE MARIA DE HEREDIA

El Trebbia

siniestra aurora esparce sus lívidos ful gores.De,pierta el campo. El río sus ondas rueda fiero,

1,be de Numidas el escuadrón ligero.so c,;ucha el toque claro de los bacinadores.

Pues contrariando á tollos, auguresimpostores,do,le>rdado Trebbia, y hasta Escipión Severo,

~,mprw>io, el nuevo Cónsul, audaz como altanero,,ndena al punto mismo que marchen los lictores.

t'on lúgubres reflejos el cielo enrojecían.res aldeas lnsubres que al horizonte ' ardían;

•dan-r lejanos berridos de elefante.

1 allá, de pie. ndosmlo contra uu oteo d91 Puente.u,- 1 ;,, legiones que huyen, la marcha sordamente.~uibal escuchaba, pensativo y triunfante.

Antonio y Cleopatra

Juntos, los dos contemplan de la altiva terrazaadormecerse á Egipto bajo un cielo radiante,mientras serpea el Nilo rumoroso y giganteen torno al negro Delta que sus ondas recha71.

El invicto guerrero, bajo la gran coraza;cautivo de un ensueño infantil y distantesiente contra su pecho como tiembla anhelanteel cuerpo voluptuoso que estrechamente abraza.

Ella desató lánguida los oscuros cabellosy le ofreció sus labios : de fugaces destellosuna lluvia dorada sus ojos despedían.

Y al inclinarse el bello Imperator romanovió en esos grandes ojos un inmenso oceanodonde errantes galeras derrotadas huían.

Brisa Marina

El Invierno despoja el páramo y el huerto.Todo es fúnebre. Sobre la roca gris erecta,donde la oleada rítmica del Atláñtico rompe,del último pistilo, la hoja marchita cuelga.

Yo no sé, sin embarga, qué sútiles aromasen la rápida brisa el mar hasta mí acerca,p de un efluvio cálido mi corazón embriaga;el raro y perfumante soplo, de dónde llega Y

Ah! sí, lo reconozco . De tres mil leguas viene,de allá, do las Antillas que hermosas azulean,del astro de Occidente bajo el ardor desmayan;

Y desde el arrecife que bate la ola céltica,en la atmósfera aspiro del ardiente aire patrio,la flor mecida un tiempo en el jardín de América.

LEOPoLDo DIAZ .

MAX HENRÍQriE.g ITRENA .

MANUEL S . PICHARDO.

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El Heraldo dEl lsEmo - 174

Entre sombrasEl astro inmenso, el luminar que á solas

se consume de amor errante y ciego,se arropó en una sábana de fuego

:y cayó fatigado entre las olas.Y el mar entonces apagó su grito,

y las aves callaron sus querellas,y con temor las pálidas estrellasasomaron su faz al infinito.

Yo tomé entre mis manos con orgullosu cabeza y la dije muy despacio:de esos astros que llenan el espaciocon su plateada luz ¿cuál es el tuyo?

Entonces levantó la blanca frente,sonrió un instante con sus labios rojosy paseó los dos soles de sus ojospor el confín del cielo tristemente:

y en el negro vacío, donde ardeun ocean de luces y reflejos,esa, me dijo, y señaló á lo lejosla estrella misteriosa de la tarde.

Cogí su mano entre mi mano Iríay le dije, perdida ya la calma:si esa estrella es la tuya, alma de mi alma,¿cuál, entonces; será la estrella mía? . . ..

Me estrechó con amor, con embeleso,fijó en el infinito la mirada,} replicó, con voz enamorada:la tuya es . . . . i esa misma! . . . . y me dió un beso.

RIcaRDo MIRO.Noviembre 10 de 1905.

r(DÍQ5Entonío Murgos

Con un cargamento de tristezas infinitas, tor-turada el alma y fatigado el cuerpo,' ha regresa-do á esta ciudad un querido amigo nuestro, donAntonio Burgos, después de haber dejado sepul-tados en la hermosa tierra de Italia todas susesperanzas y todo su "divino tesoro ."

Dieciocho meses escasos han transcurridodesde que en las columnas de esta misma Revistalo despedimos con frases cariñosas, al emprendersu viaje . Iba entonces, alegre .-y radiante; encompañía de su adorada Isabelitay en los comien-zos de una luna de miel que sé anunciaba es-pléndida, á desempeñar el Consulado de la Re-pública en Génova y á visitar en un grato am-biente de amor y de ensueño todas las bellezasde la tierra del Arte y la Poesía . La dicha fuécorta para él y la ilusión se desvaneció pronto.Un hado impío le arrebató su esposa tras brevesdías de dolencia inesperada, y lo ha dejado ju-guete del Destino, á+merced de nuevos golpesque uno tras otro, rápidamente le han destrozadoel alma. Y ahora, al llegar aquí, cuando pensa-ba que la desgracia dama su nombre al olvido,ella se le hace presente de nuevo arrebatandola vida á su padre, don José Burgos, sin darle elconsuelo de estrechar al noble anciano al moriry recoger su último suspiro.

Antonio está abatido . Como él mismo nosdice, siente un enervamiento enorme. Le pa-rece tener un peso inmenso en el pecho y unastenazas ardientes mordiéndole las sienes . Pobreamigo nuestro ! Para él no hay más lenitivos queel tiempo y el deber que tiene de sobreponerseá su dolor y vivir para su hijo, un hermoso bam-bino que ha traído consigo toda la belleza deItalia.

Con nuestro amigo ha regresado de Génovadoña Rafaela Zubieta, otra alma adolorida, queha visto caer heridos por el Anegel -del extermi-nio, en tierra extraña, á su bella hija y á suamante esposo. Sea con ella toda la resignaciónque necesita para poder soportar con firmeza elnaufragio de tantas ilusiones.

lRuestra ¡portabaLa portada del presente número, obra ar-

tística notable, ha sido trabajjada con todo gus-to por el señor-don Carlos Endara quien ha que-rido demostrar con ello todas las simpatías quele merece nuestra tierra en la cual radica des-de hace largos años . En esa portada á seis co-lores se destaca sobre un fondo de paisaje tro-pical propio del Istmo, el escudo de la Repúblicaen la izquierda de arriba, y en la derecHa deabajo una copia curiosa de un escudo en pro-yecto, adoptado por un grupo de separatistasque en años pasados—quince ó veinte—trabaja-han en el silencio por separar al Istmo de Co-lombia r formar, con él una República ampara-da por Prancia, Inglaterra y España.

La portada presenta un buen golpe de vistay creemos innecesario todo elogio acerca deella . Los que tengan gusto podrL juzgar por símismcs- . -

lo g ¡prccursores

A propósito del proyecto de escudo de quehacemos mención antes, sentimos no conocerlos nombres de los que lo adoptaron, ni sus tra-bajos por la separación . Pero excitamos á los se-ñores doctores Pablo Arosemena y Gerardo Or-tega, quienes por razones especiales creemos quepuedan conocer algo de esto, á que hagan una li-gera narración de lo que sepan con la cual en-galanar las columnas de esta Revista y satisfa-cer la natural curiosidad de nuestros lectores.

Me regreso

En el vapor 3férico llegado á Colón el sábadoúltimo regresaron á su tierra natal las muy apre-ciables señoras doña Elisia Arosemena de Díaz ydoña Della María Sosa de Pacheco, procedentesde a y doña Manuela de la Ossa viuda deLewI a~ el caballeroso amigo nuestro don FabioArosemena, de Nueva York.

A todos se complace esta Revista en dar susaludo de bienvenida .

1t3abaresEl sábado 2 del entrante mes en la Capilla

del Palacio Episcopal, se unirán con el lazo delmatrimonio la bella y hermosa señorita MaríaEmilia Ossa con el caballero señor don RicardoDecker Prescott.

Agradecemos la invitación que para el actose nos ha, hecho, elcual será celebrado en lossalones del - Pálaciti de Gobierno, y nos promete-mos ocuparnos detenidamente--en nuestro próxi-mo número—de esta festividad .

ZluéspebesSe encuentran en esta capital desde hace

algunos días las 7ovenes intelectuales colombia-nos Leopoldo de la Rosa yy Eduardo CarrasquillaMallarino, procedentes de Barranquilla y la Ha-bana, respectivamente.

Nuestro cariñoso saludo de bienvenida paraellos que desde ahora tienen á su disposición lascolumnas de EL HERALDo DEL ISTMO.

iberinosa obraEl grabado dei Excelentísimo señor Presi-

dente que hoy publicamos, es reproducción de unretrato magistral hecho últimamente por el pin-tor Roberto Lewis, retrato que bien merece loselogios que de él se hagan y que ha valido ásu autor calurosas felicitaciones, á las cualesunimos modestamente la nuestra que no por serla última es la menos sincera .

5aluboPlacentero nos es presentar nuestro cariñoso

saludo de bienvenida al caballeroso amigo Dr.don Daniel Oduber, quien ha regresado ya de supaseo por los Estados Unidos de América.

lRuenos canjesHemos recibido últimamente las siguientes

Revistas : Letras y El Pilureño, de la Vabana,La Afujer llarioana, de México, El Estímalo,de Buenos Aires, y Hojas al Tiento, de Mendoza.También La Verdad . periódico político y devariedades que publica en esta capital don Se-bastián Villalaz.

Correspondemos el canje gustosos.

FIESTA DE LOS NIÑOS

Lanza hoy "EL HERALDO DEL ISTMo" unaidea noble que no duda un solo momento ha deser acogida y apoyada sin reticencias por la so-ciedad panameña, ya que entraña ella un finlaudable.

La noche de navidad todas las familias rega-lan á sus niños juguetes. Desde el millonarioque tiene perdida la cuenta de sus tale gas hastael pobre menestral á quien abate el trabajoenervador y mal remunerado, todos, todos, alllegar ese día, dedican una suma pequeña ó gran-de para comprar regalos á sus hijos . Sin em-bargo, hay muchos niños pobres, huérfanos ódesvalidos, que no lo gran alcanzar ninguno y selimitan á llorar lastimosamente ó á ver conojos de envidia los juguetes de los otros.

Dar un placer á esos infortunados es el obje-to perseguido por esta Revista, que espera reu-nir, por medio de suscripción pública voluntaria,la cantidad indispensable para ofrecer en la no-che del 24 de Diciembre próximo juguetes á losniños obres de ambos sexos de todas las escue-las, publicas y privadas, de la Capital .

Esta idea tendrá éxito seguramente, puesbasta para ello la buena acogIda que ha me-recido del Excelentísimo señor Presidente dela República, de los honorables Secretarios deEstado y de otras personas más de posición ymérito, como podrán juzgar nuestros favorece-dores al ver la primera lista de contribuyentesque más abajo publicamos.

Cábenos únicamente hacer constar, por unespíritu de justicia, que la paternidad de esteproyecto corresponde á los estimables caballerosdon J . Demóstenes Arosemena y don RicardoJ . Alfaro, quienes hace algún tiempo la inicia-ron al Director de este quincenario.

SEGUNDA LISTA DE PERSONAS QUE HASTA LA

FECHA SE HAN SUSCRITO PARA LA "FIESTA

DE LOS NIÑOS . "

Ehrman y Cfa 1 10Panama Banking C?

-

• 10International Banking C .9 10Isaac Brandon & Bros 10Don Roberto Heurtematte 10Don José Agustin Arango 5Don Ricardo M . Arango 5Don Juan Antonio Jiménez 5Don Natalio Ehrman 5Cfa. de Préstamos y Construcciones 5Piza, Lindo y Cfa 5H. de Sola & Cfa 5Maduro é Hijos 5Luria y Cía 5The F. C. Herbruger 0.9 5Guardia y Cfa 50. Quelquejeu v Cfa 5Piza. Piza y Cfa 5Y. Preciado y Cfa 5Don Emanuel Lyons 5Don Pastor Jiménez 3Don Agustín Arias 3Sala+uelro y Alvarez 3Don Oscar MUller 3Don José M%isteli 3Don Nicolás Chiari 3Villaláz y Cfa 3Don Belardlno Ponce 3Pinel Hermanos 3Don E. S. Simmons 3Armour & C. 4 3Don Alfonso Fábrega 2

2Don Aurelio Guardia Don Héctor M . Valdés 2Sasso & Sons 2Don Aliguel Amigó 2Don José C . Monteverde 2Don Mauricio Lindo 2Don M. D. Henríquez 2F . Arosemena y Cfa 2Fidanque & Sons 2Benedetti Hermanos "Don G. A. Alvarado 2Don Antonio Santeugini 2Don Ernesto FábregaKun Sing Chong, 1%ng Kee & C "

22

Chong Kee 2Kwon On Wo & C . 9 2Po Yuen y Cfa 2Shun Hing 2Don G. de Obarrio 2Don David Abad 2Don Nicolás Ardito 2International Life Insurance C.9 2Arosemena Hermanos 2Panama Plumbing C.Q 2Don Otto Haack 2Don Luis P . Herbruger 2Lacroisade & Regis "Don Antonio Conte 1 .50Cermelli Hermanos 1Isthmian Plumbing C." 1Don Carlos de Diego 1Don Rafael Benitez 1Don Gregorio Miró D 1Don Jost Estrada G 1Don V. Harmodio Ramirez 1Don José E . Méndez 1

Suma de ahora -3 ,2213.50

Suma de la lista anterior 218.50

TOTAL + 412 .00

Los señores C. F. del Río & Co., IgnacioRuíz y García y Arturo Kohpcke, han ofrecidocontribuir con lindos surtidos de juguetes.

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INTERNATIONAL LIFE INSURANCE COMPANYLa póliza de distribución que expide esta Compañía ofrece-al ase ;urado protección en caso de muerte, por beneficio creciente . S después

del primer año`se hacen préstamos á los tenedores sin interés alguno,

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.El ALMANAQUE ISTMEÑO Contendrá

entre otras materias importantes, la si-guiente lectura:

Calendario religioso ; fiestas movibles: lista.de patronos de los principales lugares de la Re-pública: efemérides del Istmo : tarifas postal, te-legráfica y cablegráfica: lista de las oficinas decorreos y telégrafos nacionales ; directorio deautoridade, de la nación ; ministros y cónsnles dePanamá; ministros y cónsules acreditados en laRepública ; dato de los días en que se iza el pa-i~rllón: días de fiestas cícicas y religiwas, deguarda obligatoria en las oficinas públicas ; cor-to, datos geográficos del Istmo ; diccionario geo-gráfico de los distritos de la República, conapuntes ligeros sobre población, industria, co-nx•rcio, clima y distancias ; datos sobre el papel<ellado v estampillas y modo de usarlos.

Charadas, epigramas, cuentos cortos,canta-re, populares, tradiciones, versos de poetas na-

innales . etc . etc-

Valor de cada ejemplar:En la capital : e$ 1.00:-En pro-vincias: $1.20.

El Heraldo del IstmoREVISTA ILUSTRADA.

Director. GUILLERMO ANDREVE

Esta Revista consta de 12 páginas de grantamaño y se publica dos veces al mes.

Se canjea solamente con las Revistas de suíndole.

La suscrición por trimestre cale Dos PCSas,plata corriente, y cada ejemplar suelto cuarentacentavos.

No se admite más colaboración que la solici-tada y no se devuelven en ningún caso los ori-ginales.

Para-todo lo relacionado con el periódico en-tenderse con el Director en la Tipografía Checo-lier, Andreve d• Cia, Carrera de Ricaurte N° 15.

La correspondencia relacionada con la Re-vista, debe dirigirse así:

Señor Director de

EL HERALDO DEL ISTMO.

Apartado . 5-1.

Panamá.

GangalSe vende en cuarenta pesos un

fonógrafo "Gem" en perfecto estado.En la Tipografía Clreralier•, Andrere& Cía. . se dara razón.i

Glartia~a

Con frecuencia recibimos, indudablementepara su publicación en esta Revista, prosa y ver-sos del todo ingenuos, que van al cesto sin re-

medio alguna Ujalá que los aticionados á esos

envíos los suspendieran, pues sólo publicaremosde hoy en adelante material de colaboración so-licitada, 6 el que nos envíen nuestros amigos li-

terarios- del exterior.

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