2011 01-11 powerpointsef
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Lección 11 para el 12 de marzo de 2011
“¿De quién son los lamentos? ¿De quién los pesares? ¿De quién son los pleitos? ¿De quién las quejas? ¿De quién son las heridas gratuitas? ¿De quién los ojos morados?
¡Del que no suelta la botella de vino ni deja de probar licores!
No te fijes en lo rojo que es el vino, ni en cómo brilla en la copa, ni en la suavidad con que se desliza; porque acaba mordiendo como serpiente y envenenando como víbora.
Tus ojos verán alucinaciones, y tu mente imaginará estupideces.
Te parecerá estar durmiendo en alta mar, acostado sobre el mástil mayor.
Y dirás: "Me han herido, pero no me duele. Me han golpeado, pero no lo siento. ¿Cuándo despertaré de este sueño para ir a buscar otro trago?"”
Proverbios 23:29-35; NVI
BEBIDAS ALCOHÓLICAS
“El consumo de bebidas alcohólicas
tiene el efecto de debilitar el
cuerpo, confundir la mente y
degradar las facultades morales.
Impide a los hombres comprender
la santidad de las cosas sagradas y
el rigor de los mandamientos de
Dios. Todos los que ocupaban
puestos de responsabilidad sagrada
debían ser hombres estrictamente
temperantes, para que tuviesen
lucidez para diferenciar entre lo
bueno y lo malo, firmeza de
principios y sabiduría para
administrar justicia y manifestar
misericordia.
La misma obligación descansa
sobre cada discípulo de Cristo”
CONSECUENCIAS ESPIRITUALES DEL CONSUMO DE ALCOHOL
Elena G. de White, Conflicto y valor, 5 de abril
“El efecto del té y del café, como se ha mostrado hasta ahora, tiene la
misma tendencia que el del vino y la sidra, el licor y el tabaco.
El café comporta una complacencia dañina. Si momentáneamente excita
la mente a una acción inusitada, el efecto posterior es
agotamiento, postración, parálisis de las facultades mentales, morales y
físicas. La mente se enerva, y a menos que por un esfuerzo determinado
se venza el hábito, la actividad del cerebro se disminuye en forma
permanente. Todos estos productos irritantes de los nervios están
agotando las fuerzas vitales, y la inestabilidad causada por los nervios
destrozados, la impaciencia, la debilidad mental, llegan a ser un elemento
de combate, que antagoniza con el progreso espiritual. ¿No
debieran, pues, los que defienden la temperancia y la reforma, estar
alerta para contrarrestar los males de estas bebidas perjudiciales? En
algunos casos es tan difícil quebrantar el hábito de beber té y café, como
para el alcohólico terminar con el uso del alcohol. El dinero gastado en té
y café está más que malgastado. Estos sólo perjudican al que los usa, y
esto en forma continua. Los que emplean té, café, opio y alcohol pueden a
veces vivir hasta una edad avanzada, pero este hecho no es
ningún argumento en favor del uso de estos estimulantes.
Lo que estas personas debían haber realizado, pero dejaron
de lograrlo, debido a su hábito intemperante,
sólo lo revelará el gran día de Dios”
Elena G.de White, Consejos sobre el régimen alimenticio, pp. 506-507
“En cuanto al té, al café, al tabaco y a
las bebidas alcohólicas, la única
conducta exenta de peligro consiste en
no tocarlos, ni probarlos, ni tener nada
que ver con ellos… Los que intenten
romper con estos estimulantes los
echarán de menos por algún tiempo, y
sufrirán por falta de ellos; pero si
perseveran, llegarán a vencer su
ardiente deseo, y dejarán de echarlos
de menos. La naturaleza necesita algún
tiempo para reponerse del abuso a que
se la ha sometido; pero désele una
oportunidad, y volverá a rehacerse y a
desempeñar su tarea noblemente y con
toda perfección”
Elena G.de White, Consejos sobre el régimen alimenticio, p. 516
¿Qué podemos hacer para vencer
estos hábitos?
ADICCIÓN AL SEXOLa Biblia nos enseña que toda relación sexual fuera del matrimonio es ilícita, un camino hacia la adicción: fornicación, adulterio, prostitución,homosexualidad, …
La adicción al sexo incluye también otras formas de perversión: masturbación, pornografía, cibersexo, …
“Aléjate de la adúltera; no te acerques a la puerta de su casa” (Proverbios 5: 8 NVI)
(ver también Proverbios 5:3-14)
“¿No saben ustedes que los que cometen injusticias no tendrán parte en el reino de Dios? No se dejen engañar, pues en el reino de Dios no tendrán parte los que se entregan a la prostitución, ni los idólatras, ni los que cometen adulterio, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los que roban, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los ladrones” (1ª de Corintios, 6: 9 DHH)
Dios creó el sexo como algo bueno para nosotros. Pero todo abuso de él, incluso dentro del matrimonio, es pecado.
“Huyan de la inmoralidad sexual. Todos los demás pecados que una persona comete quedan fuera de su cuerpo; pero el que comete inmoralidades sexuales peca contra su propio cuerpo. ¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios? Ustedes no son sus propios dueños; fueron comprados por un precio. Por tanto, honren con su cuerpo a Dios”
(1 Corintios 6:18-20; NVI
Al cometer inmoralidad sexual, no solo pecamos transgrediendo el séptimo mandamiento y acarreando dolorosas consecuencias contra nuestros prójimos y contra nosotros mismos, sino que deshonramos a Dios.
Nuestra actitud debe ser la de José: Tomar la firme decisión de no pecar contra Dios, y huir de la tentación.
“No hay otro mayor que yo en esta casa, y ninguna cosa me ha reservado sino a ti, por cuanto tú eres su mujer; ¿cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?... Y ella lo asió por su ropa, diciendo: Duerme conmigo. Entonces él dejó su ropa en las manos de ella, y huyó y salió” (Génesis 39:9, 12)
¿Qué podemos hacer para vencer estas adicciones?
“Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos” (Efesios 5:3)
“Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee” (Lucas, 12: 15)
“Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría” (Colosenses 3:5)
La historia del joven rico (Marcos 10:17-27) nos enseña cómo el amor al dinero nos aleja de Jesús. Pablo nos dice que la avaricia es una forma de idolatría y, como tal, nos separa de Dios.
“porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1 Timoteo 6:10)
“Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí; no me des pobreza ni riquezas; mantenme del pan necesario; no sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová? O que siendo pobre, hurte, y blasfeme el nombre de mi Dios” (Proverbios 30:8-9)
¿Qué podemos hacer para vencer el amor al dinero?
El problema no está en el dinero, sino en AMAR al dinero. La solución es, por tanto, amar más a Dios, y pedirle que nos dé el dinero que Él sabe que necesitamos.
Solamente Dios puede hacer que cambien nuestras inclinaciones.
“Inclina mi corazón a tus testimonios, y no a la avaricia”(Salmo 119:36)
“Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré” (Hebreos 13:5)
“Satanás ha inventado muchas
formas de dilapidar los medios
que Dios ha dado. Los juegos de
naipes, las apuestas, los juegos
de azar, las carreras de caballos y
las representaciones teatrales son
invenciones suyas, y él ha
inducido a los hombres a
promover estas diversiones con
tanto celo como si estuvieran
ganándose la preciosa dádiva de
la vida eterna. Los hombres
gastan sumas inmensas en estos
placeres prohibidos, y como
resultado su capacidad, que ha
sido comprada con la sangre del
Hijo de Dios, es degradada y
corrompida. Las facultades
físicas, morales y mentales que se
han recibido de Dios y que
pertenecen a Cristo, son
utilizadas celosamente al servicio
de Satanás y para alejar a los
seres humanos de la justicia y la
santidad”
Elena G. de White, Consejos sobre mayordomía cristiana, pp. 140-141
¿Qué podemos hacer para vencer la ludopatía?
1. Admitir que tenemos un problema serio.
2. Dejarlo de inmediato.3. Buscar refugio en un grupo de
ayuda.4. Mantenernos lejos de
cualquier estímulo que nos atraiga al juego.
5. Fortalecer la autoestima.6. Lo principal y más importante:
tener una comunión constante con Dios y aferrarse a sus promesas de sanidad en la lucha contra cualquier tentación.
“No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” (1 Corintios 10:13)
El deseo intenso de llegar a ser más hermoso/a, o de sentirse aceptado por los que te rodean tiene el riesgo de ser adictivo.
¿Hasta qué extremo llega nuestra obsesión con: el vestido, la alimentación, la cosmética, el ejercicio, el cuidado de nuestra apariencia corporal, …?
Debemos mantener nuestro cuerpo en buen estado, limpio y con buena apariencia; pero es erróneo convertir esto en una obsesión (un ídolo)
“Cuando dedicáis un tiempo precioso para
acicalar vuestro atavío, recordad que el Rey de
gloria vestía una túnica simple e inconsútil.
Vosotros que os fatigáis adornando vuestras
personas, recordad por favor que Jesús con
frecuencia estaba cansado por el incesante y
arduo trabajo y la abnegación y el sacrificio
propio para bendecir a los dolientes y
necesitados… Debido a nosotros, él derramó sus
oraciones ante su Padre con fuertes lamentos y
lágrimas. Justamente para salvarnos del orgullo
y el amor a la vanidad y de los placeres en que
ahora incurrimos, que nos alejan del amor de
Jesús, se derramaron esas lágrimas y el rostro
de nuestro Salvador fue marcado por el dolor y
la angustia más que el de cualquiera de los hijos
de los hombres” Elena G. de White, Testimonios , t. 3, pp. 418-419
¿Qué podemos hacer para vencer la obsesión por el aspecto físico?
“Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios” (1 Pedro 3:3-4)
Adornarnos con las cualidades cristianas que da el Espíritu Santo.
“Vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne” (Romanos 13:14)
“Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia”(Colosenses 3:12)
“El Señor desea que
comprendáis la posición que
ocupáis como hijos e hijas
del Altísimo, hijos del Rey
Celestial. El quiere que viváis
en estrecha relación con él...
Decidíos de parte del Señor.
Si queréis estar bajo la
bandera ensangrentada del
Príncipe Emanuel, realizando
fielmente su
servicio, necesitáis no ceder
nunca a la tentación, porque
hay Uno a vuestro lado que
puede manteneros sin caer” Elena G. de White, A fin de conocerle, 13 de julio