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DIEGO P. ROLDN

Del Ocio a la FbricaSociedad, espacio y cultura en Barrio Saladillo

Rosario 1870-1940

prohistoriaediciones

DIEGO P. ROLDN

Del Ocio a la FbricaSociedad, espacio y cultura en Barrio Saladillo

Rosario 1870-1940

prlogo de Daro G. Barriera

prohistoriaediciones

ISBN 987-20884-7-0 Rosario, 2005

Roldn, Diego P. Del ocio a la fbrica: sociedad, espacio y cultura en barrio Saladillo. Rosario, 1870-1940 / por Diego Pablo Roldn; prologado por Daro Barriera. - 1a ed. - Rosario: Prohistoria Ediciones, 2005. 284 p. ; 23x16 cm. (Crnicas Urbanas / dirigida por Sandra Fernndez y Gabriela Dalla Corte ; 3) ISBN 987-20884-7-0 1. Historia-Rosario (Santa Fe 2, prov). I. Barriera, Daro -prol. II. Ttulo CDD 982.24.Fecha de catalogacin: 02/03/2005

coleccin Crnicas Urbanas 3 ISSN 1668-5369 dirigida por Sandra Fernndez y Gabriela Dalla Corte Tirada: 500 ejemplares Composicin y diseo: Prohistoria Ediciones Editing: DPR Diseo de Tapa: Grabinski Segu Enelbanco Ilustracin de Tapa: Vernica Martnez TODOS LOS DERECHOS REGISTRADOS HECHO EL DEPSITO QUE MARCA LA LEY 11723 Diego P. Roldn prohistoria ediciones Tucumn 2253, S2002JVA ROSARIO, Argentina Email: [email protected] URL: www.prohistoria.com.ar Prohibida la reproduccin total o parcial de esta obra por cualquier medio, grfico, magntico, electrnico u ptico, incluyendo su diseo de portada, tipogrfico y logos, sin expresa autorizacin del editor. ISBN 987-20884-7-0 Impreso en la Argentina Printed in Argentina

A Carlos Guida In Memoriam

Para Mara Esther y Ramn

ndice

PRLOGO......................................................................................... INTRODUCCIN ............................................................................. I II LA MIRADA DEL SILENCIO. ITINERARIOS Y .............. TENSIONES ENTRE EL PASADO Y EL PRESENTE ....... INMIGRACIN Y NEGOCIOS. MANUEL Y JOS ARIJN: TRAYECTORIAS, INVERSIONES, ESPECULACIN Y FILANTROPA. .... ROSARIO 1857-1924 ..............................................................Dos hermanos: tentativas sobre la zona oscura que conduce de la inmigracin al xito comercial ....................................................

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37 39

III

LA SOCIEDAD ANNIMA EL SALADILLO. ................ EQUIPAMIENTO, URBANIZACIN, LOTEO Y .............. POBLAMIENTO ......................................................................Aguas curativas, primeras funciones urbanas y borrosos recuerdos de cosechas de alfalfa ........................................................................... La Sociedad Annima El Saladillo. Los perfiles de una renovacin seccionada ............................................................................................. La belleza del paisaje y el discreto encanto del suburbio .................... Urbanizacin, equipamiento y poblamiento .........................................

59 59 79 83 91

IV

SALADILLO ERA UN MUNDO.

OCIO, DEPORTE Y CELEBRACIN .................................Los Baos del Saladillo De la curacin al ocio? ................................ Palomas y blancos. Ocio y patriotismo en la prctica del Tiro ............ La potica del espacio. Dos poemas titulados El Saladillo ................ La prdida del aura ............................................................................... a-Baos privados o pblicos? Vida y muerte de la exclusividad ...... de una prctica social ....................................................................... b-Los Corsos del Saladillo: distincin y masividad, serpentinas ........ y pedradas .........................................................................................

135 137 154 179 182 182 195

V

LA RUTA DE LA CARNE Y LA RECONFIGURACIN .. DEL ESPACIO. INSTALACIN DEL FRIGORFICO ..... SWIFT Y DEL NUEVO MATADERO MUNICIPAL ..........La imaginacin rendida frente al clculo. Dilemas en la construccin y en la localizacin de los Nuevos Mataderos y del Mercado de Haciendas ................................................................ a- La ciudad contra los mataderos ...................................................... b- Reforma o demolicin. Posibilidades para la relocalizacin ......... del Matadero y la construccin del Mercado de Haciendas ........... c- Entre los estertores de la Guerra, los Nuevos Mataderos ............... regresan a Tablada ........................................................................... d- Despus de la Guerra. Mataderos y Viviendas en los aos 1920s. ............................................................................ Cmaras fras sobre las orillas del arroyo y la comercializacin de la carne ............................................................................................. Aguas rojas, olores ftidos y Pueblos Nuevos ..................................... Mataderos y Frigorficos, la carne nace del Sur ...................................

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206 206 216 229 233 245 263 274 283

CONCLUSIONES .............................................................................

Siglas y abreviaturas ms utilizadas ACD ADGC ACE AGP AMHP AT ATP Av. Bv. DGTG Actas Concejo Deliberante de Rosario Archivo de la Direccin General de Catastro de la Municipalidad de Rosario Archivo del Colegio de Escribanos, Rosario Archivo General de la Provincia de Santa Fe Archivo del Museo Histrico Provincial, Rosario Archivo Torriglia, Rosario Archivos Tribunales Provinciales, Rosario Avenida Bulevar Direccin General de Tiro y Gimnasia

DS CDN Diario de Sesiones Cmara de Diputados de la Nacin DS CSN Diario de Sesiones Cmara de Senadores de la Nacin DS HCD Diario de Sesiones del Honorable Concejo Deliberante, Rosario ET HCD Expedientes Terminados del Honorable Concejo Deliberante, Rosario MCEMR Memorias del Concejo Ejecutor de la Municipalidad de Rosario m/n PE moneda nacional Poder Ejecutivo

Tabla de Ilustraciones

Ilustracin 1 Panteones Familias Jos y Manuel Arijn .................... Ilustracin 2 Evolucin de la Lonja Manuel Arijn aos 1870s. ....... Ilustracin 3 Detalle de la Tumba de Jos Arijn .............................. Ilustracin 4 Plano de Rosario ao 1905 (Fragmento) ....................... Ilustracin 5 Almacn y Astillero - Puerto Plaza de Saladillo ........... Ilustracin 6 Plano de Rosario 1858 ................................................... Ilustracin 7 Chalet de Fausta Coll de Arijn Av. Arijn ............... Ilustracin 8 Chalet de Constantino O. Raffo ..................................... Ilustracin 9 Chalet del Ing. Abel J. Pagnard ..................................... Ilustracin 10 Chalet ocupado por Pedro Mayor Av. Arijn 38 ....... Ilustracin 11 Establecimiento Balneario de Saladillo Compartimentos ............................................................. Ilustracin 12 Establecimiento Balneario de Saladillo Pileta de Natacin .......................................................... Ilustracin 13 La cascada de los Baos Pileta................................... Ilustracin 14 Restaurante y Caf de los Baos ................................... Ilustracin 15 Club Diana de Tiro a la Paloma Vista exterior .......... Ilustracin 16 Club Diana de Tiro a la Paloma Vista interior ........... Ilustracin 17 Chalet de la Compaa del Ferrocarril Rosario Puerto Belgrano Av. Arijn 20 ................................... Ilustracin 18 Antigua Estacin del Tranway Av. Arijn .................. Ilustracin 19 Panadera Ferrari Av. Arijn ...................................... Ilustracin 20 Almacn Ramaciotti Av. Arijn y Ayacucho .............. Ilustracin 21 Carnicera de Saladillo Av. Arijn ............................. Ilustracin 22 Escuela Mixta Provincial Av. Arijn 33 ..................... Ilustracin 23 Comisara Av. Arijn 49 .............................................

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96 96 97 97 98 98 101 101 102 102 103 103 104

Ilustracin 24 Proyecto de Urbanizacin. Barrio Saladillo. Primera Seccin (1906) ................................................. Ilustracin 25 Primera y Segunda Seccin Barrio Saladillo. Detalle de lotes por manzana y recorrido del Tranway (1909) ....................................................... Ilustracin 26 Proyecto de Urbanizacin. Barrio Saladillo. 1 y 2 Seccin (1909) .................................................. Ilustracin 27 Plano de la red de Aguas Corrientes y Cloacas. Rosario 1909 .................................................................. Ilustracin 28 Tiro Suizo Fachada Album Sociedad Annima el Saladillo ..................................................................... Ilustracin 29 Tiro Suizo Folleto 1926 .............................................. Ilustracin 30 Diagrama Proyecto Plaza Coln 1926 .......................... Ilustracin 31 Plano Rosario 1915 (Fragmento) .................................. Ilustracin 32 Plano Rosario 1927 ....................................................... Ilustracin 33 Plano Rosario 1931 (Fragmento) .................................. Ilustracin 34 Tranvas Rosario 1941 ................................................... Ilustracin 35 Proyecto de Retrazado de la lnea 8 de Tranva a Saladillo 1934 ...........................................

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Prlogo

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l contenido del libro de Diego Roldn puede considerarse el resultado de al menos dos largos procesos: la elaboracin de una Tesis de Licenciatura en una Universidad estatal argentina y la necesaria traduccin de un texto de tesis al formato libro. Dos desarrollos que requieren mucha disciplina, un gran esfuerzo y, desde luego, de los cuales puede esperarse poco rdito. La Universidad Nacional de Rosario casi no produce Licenciados en Historia porque, en trminos de rendimiento, esa titulacin compite mal con la de Profesor habilitante para ensear, investigar y estudiar posgrados. Transformar una tesis en libro es, sobre todo, un acto de generosidad que exige atravesar el umbral existente entre la produccin acadmica del conocimiento y la transmisin de sus resultados a una comunidad ms amplia que la acadmica, sin abrigar la menor expectativa sobre la obtencin de un beneficio comercial. Ambos procesos presentan tambin otras semejanzas: una, quizs la central, es que suponen aprendizajes en los cuales el embrin se convierte en candidato, atravesando ritos e instancias represivas insalubres. Las voces que el investigador en ciernes decide or a lo largo de su formacin, es cierto, le abren caminos y muestran horizontes; pero tambin ocluyen ventanas, desalientan experimentaciones, truncan expectativas. Al final, que el asunto haya arribado a algn puerto o haya naufragado, depende en gran medida de la fortaleza del embrin, de los recursos del candidato. Pocos tienen la energa que Diego Roldn esgrime para investigar y para contar los resultados de su investigacin. Para insistir, para desistir y para abrir brechas nuevas. Este, su primer libro, rinde tributo a lo mejor que puede esperarse de un libro de historia: equilibrio entre ideas en plural y datos; entre pesquisa e interpretacin; entre profundidad y distancia. Con el tiempo, desde luego, su saber hacer nos regalar ms e incluso mejores pginas. Del ocio a la fbrica pone en discusin para mi gusto con una sutileza que algunas veces oscurece el mensaje cronologas e interpretaciones sobre aspectos de la historia de la ciudad de Rosario y estos cuestionamientos, lateralmente, irritan ciertos lugares comunes sobre la historia de la Argentina Moderna. Las enormes dificultades que el autor de este libro encontr, por ejemplo, para caracterizar un supuesto mercado inmobiliario en Rosario a comienzos del siglo XX son el fiel reflejo de la indefinicin que el mismo proceso a ojos de otros investigadores completamente ntido muestra a quien se deja informar por las fuentes sin prejuicios. Los agentes estudiados por Roldn enfrentaron en su hora conflictos y confusiones, debatindose entre lo que fue denominado la maximizacin de los beneficios o la minimizacin de los riesgos. Esos sujetos producan discursos modernizadores incongruentes con sus

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actividades econmicas y hasta con sus morales higienistas; discurran, tambin, conservadores y nacionalistas all donde y cuando se levantaba la bandera de la modernidad. La racionalidad faltaba a la cita donde su presencia era descontada, mientras que por la trastienda, en el definitorio campo de la toma de decisiones, los agentes hacan cosas racionalmente, aunque, hlas, no los orientaba la lgica de la historia sino su propia mirada cortoplacista, gestada en medio de sus necesidades ms coyunturales y basada en la naturaleza de sus vnculos inmediatos. Esto no es toda la historia, pero tambin es historia. Fraguada como una crnica de la ciudad de Buenos Aires y su hinterland, luego traducida como historia argentina al calor del tendido de los ferrocarriles y de otras funciones de urbanizacin a escala de territorio nacional, la imagen clsica sobre el denominado perodo de formacin de la Argentina Moderna adquiere matices enriquecedores vista desde el observatorio que plantea este libro. Ni tan cerca ni lo suficientemente lejos de la Cabeza de Goliat, el mirador rosarino permite pensar una suerte de modernidad en los suburbios del balbuceante Estado Nacin. Los aos 1920s. desnudan las enormes contradicciones que presenta la aceleracin del proceso de diferenciacin socioeconmica en nuestro pas y en el mundo: Roldn elige mostrarnos con un prisma provocador algunos detalles de este proceso en escenarios precisos y preciosos. A la imagen de una Argentina agroexportadora al filo de la crisis y de frigorficos que slo aparecen en las estadsticas, la sumisin del autor a bsquedas tediosas nos regala la posibilidad de imaginar, junto al anlisis de la marcha general de la economa, los avatares locales de la ubicacin de los mataderos y, con ellos, de sus desperdicios, sus hedores y sus humores El libro est construido con cinco entradas no slo destinadas a mostrar la transformacin de un faubourg en barrio obrero sino tambin a organizar el anlisis entramando procesos superpuestos: la curva del paisaje es producto necesario del proceso de divisin de la propiedad de la tierra, de su loteo, de las relaciones interpersonales e institucionales que orientaron y permitieron su equipamiento y sus diferentes usos. Estas relaciones, adems, canalizaron los negocios que disearon el trazado de las rutas, de los caminos y del circuito de prestacin de servicios; fueron fundantes, tambin, de la asociacin entre patriotismo y tiempo libre primero, localizacin de industrias y asentamiento habitacional de potenciales trabajadores despus El paisaje de Saladillo es, siempre, la manifestacin de mltiples corrientes concurrentes. Las trampas tendidas por la historia urbana y por la historia local fueron hbilmente eludidas por un investigador que convirti la informacin y los segmentos espacio-temporales en pretextos para tratar problemas generales debidamente localizados, para hacer historia a secas. Las imgenes obtenidas son el resultado de una metodologa que el autor logr apropiarse rpidamente, basada en la construccin de realidades que conforman configuraciones y en la conviccin de que, escribiendo historia, las contradicciones no deben suprimirse ni superarse, sino revelarse como lo escribi el bueno de Benjamin para ser mostradas.

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Edgar Alan Poe puso en boca de su personaje preferido unas palabras incmodas sobre Vidocq. Aunque reconoca en l a un hombre de excelentes conjeturas y perseverante, cuestionaba su pensamiento errtico, originado en el excesivo ardor de sus investigaciones. Daaba su visin escribi Poe por mirar el objeto desde demasiado cerca. Quiz alcanzaba a ver uno o dos puntos con singular acuidad, pero procediendo as perda el conjunto de la cuestin. En el fondo se trataba de un exceso de profundidad, y la verdad no siempre est dentro de un pozo. Por el contrario, creo que, en lo que se refiere al conocimiento ms importante, es invariablemente superficial. La profundidad corresponde a los valles, donde la buscamos, y no a las cimas montaosas, donde se la encuentra. Mirar desde las montaas para encontrar la profundidad: hauture de vue. El autor de Los Crmenes de la Calle Morgue dej, como acaba de leerse, bellsimas lneas sobre metodologa histrica. Edificado sobre un suelo plano, el pasado de Saladillo y Rosario revive en este libro bajo la mirada de un investigador incansable que, a diferencia de Vidocq, sube y baja entre alegricos valles y cimas tantas veces como la realidad de la tarea lo requiera.

Daro G. Barriera Rosario, febrero 17 de 2005

Introduccin

Si examinas tu mano a travs de un microscopio, vers una imagen grotesca: rboles, barrancas, piedras en vez de pelos, poros, granos y polvo... En mi opinin ste es un realismo ms autntico que el primitivo. Evgeni Zamiatin1

n 1937, el letrado rosarino Jos Lo Valvo hallaba la siguiente frmula para referirse a los obstculos que la percepcin impona al nuevo urbanismo: Decididamente, nos hallamos ante un caso de presbicia no nico por cierto. No ver lo que nos est ms prximo es un fenmeno frecuente. 2 El trabajo que se despliega a continuacin participa parcialmente de esta sensibilidad, ya que se propone convertir en objeto de estudio lo obvio, lo banal, lo inmediato.3 Elementos dispersos, que no parecen haber avivado ms que un tenue inters en la historia local de tono tradicional,4 son el comienzo de una larga e intrincada madeja, cuya urdimbre expone un fragmento del pasado de la ciudad de Rosario. La lente analtica se enfoca sobre un barrio de la denominada Zona Sur de Rosario, aunque en no pocas ocasiones los hilos de la trama se entrecruzan con amplias parcelas de la historia de los siglos XIX y XX. De esta operacin resulta una persistente movilidad de la escala de observacin que atraviesa la totalidad del argumento. El proceso de configuracin inestable y provisoria de un espacio especfico ha sido tratado a partir de una nocin particular de espacio. Entendemos al mismo, como una configuracin de sentido variable que resulta de la trama de flujos diseados a1

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ZAMIATIN, Evgueni Nosotros, CEAL, Buenos Aires, 1984, p. 16. Estudio introductorio de Elvio Gandolfo. LO VALVO, Jos Urbanismo, en Revista de la Facultad de Ciencias Jurdicas y Sociales, nms. 2122, Imprenta Universidad del Litoral, Santa Fe, 1937, pp. 7-8. Conviene destacar que sta es una versin ajustada de la Tesis de Licenciatura titulada: La construccin de un espacio. Relaciones sociales y configuraciones de sentido en los primeros pasos del Sur. Barrio Saladillo Rosario 1873-1932. La misma fue leda en la Facultad de Humanidades y Artes, en diciembre de 2003 y cont con la orientacin de los Drs. Marta Bonaudo y Daro Barriera. BEMBO, Sandra; FOSTER, Nelly; ROCHA, Marisa Barrio Saladillo: Pasado y Presente, en Rosario, Historias de aqu a la vuelta, nm. 15, 1991; AGNESSE, Graciela; BREZZO, Liliana; MARTNEZ DE NEIROTTI, Mnica Rosario y sus vecinales. Movimiento histrico y perspectivas, Direccin General de Vecinales, Municipalidad de Rosario, Editorial La Grfica, Rosario, 1997; CAMPAZAS, Alberto Historia de los Barrios de Rosario, Homo Sapiens Ediciones, Rosario, 1997.

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partir de las relaciones sociales, en sentido amplio, y que dan lugar a unas representaciones culturales fraguadas a partir de la experiencia e interaccin social y cultural de los agentes a travs del tiempo-espacio.5 En tal sentido, ensayamos pensar las relaciones sociales y culturales y las configuraciones espacio-temporales como procesos indivisibles, imbricados en una construccin inconclusa e inestable. La perspectiva analtica adoptada ha ordenado el argumento: la narrativa responde fundamentalmente al proceso de maduracin de las ideas y de la construccin de distintas interpretaciones sobre los temas abordados. A grandes trazos, el objetivo del montaje argumental ha sido mostrar, hasta donde fuera posible, las marcas constitutivas del proceso de configuracin de un espacio y las correspondientes a su construccin analtica. La lgica de formulacin de las preguntas y de las demostraciones parte invariablemente de componentes sintomticos o epifenomnicos. Desde la espuma de las olas se proyecta bucear en aguas ms profundas y hacer del relato, tambin, un emergente de este viaje. Por lo dems, se ha renunciado intencionalmente a colocar apartados especficos sobre teora, debido a que las observaciones tericamente cargadas que marcan la investigacin resultan indisociables del anlisis de los problemas especficos. La mirada se concentra sobre un laboratorio preciso, aunque probablemente poco excepcional. La tarea de investigacin se desarroll haciendo eje en la conformacin histrica del barrio Saladillo (Rosario), durante el perodo que se inicia en las ltimas tres dcadas del siglo XIX y concluye, sin una definicin firme, aproximadamente en los aos 1940s. La periodizacin podra precisarse an ms, a partir de la consideracin de dos hechos significativos: 1873 la fundacin de la Aldea Saladillo por el Concejo Ejecutor de la Municipalidad de Rosario y 1932 fecha de inauguracin de las flamantes instalaciones de los Nuevos Mataderos Municipales, en la convergencia de Lamadrid y Convencin. Puntos cuasi terminales de un proceso trabajoso, arduo y sobre todo contradictorio que configur a Barrio Saladillo y a la Zona Sur de Rosario de manera relativamente duradera. Precisamente, entre 1870 y 1930 la historia local tradicional ha detectado una transformacin que afect a Saladillo, este barrio dej de ser un faubourg burgus para convertirse en un barrio obrero; presentar esa metamorfosis en toda su complejidad es el principal objetivo de este libro. Luego de un captulo destinado a brindar una imagen del barrio, se analizan las modalidades de la inmigracin, la acumulacin y la filantropa practicada por dos hermanos gallegos llegados a Rosario cuando promediaba el siglo XIX. Las relaciones sociales de Manuel y Jos Arijn son observadas durante los aos 1850-1923. Manuel Arijn fue quien promovi una organizacin territorial especfica para Saladillo, esbozando los primeros perfiles urbanos del rea. Posteriormente, la atencin se concentra sobre la construccin de diversas imgenes en torno a Saladillo. La Zona Oes5

Sobre esta conceptualizacin nos permitimos citar la presentacin de un trabajo reciente BARRIERA, Daro y ROLDN, Diego (comps.) Territorios, espacios y sociedades. Agenda de problemas y tendencias de anlisis, Serie Materiales de Ctedra Escuela de Historia, UNR-Editora, Rosario, 2004.

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te, donde se llevaban a cabo actividades productivas primarias, fue negada, en aras de afianzar el sueo romntico de la lite de una naturaleza virgen, separada de la ciudad y, principalmente, liberada del yugo de las relaciones sociales. En este marco, se intenta recuperar las conexiones, las vas de acceso y los flujos que configuraron el espacio a partir de los usos y circuitos espacializados. Forman tambin parte de este ncleo los proyectos de segregacin espacial ideados por la lite y las alternativas que estos agentes ensayaron ante su inviabilidad en el contexto de la inmigracin masiva. Luego, las ideas de la poca sobre el paisaje agreste cobran protagonismo. El espacio deseado por la imaginacin de la lite se articula con la posibilidad de crear entornos que reunieran el campo y la ciudad, la naturaleza y la civilizacin. As, son recuperados los proyectos diseados sobre el espacio y las formas de su apropiacin estacional. Subsiguientemente, se explora la trama material que brind soporte a estas sensibilidades, atendiendo especialmente a los elementos vinculados con el conglomerado civilizacin-urbanizacin. Se analizan, entonces, las actividades de la Sociedad Annima El Saladillo tendientes a la implantacin de dispositivos de equipamiento del territorio, en trminos de funciones urbanas: extensin de las lneas tanviarias, diseo de manzanas, trazado de calles, distribucin de loteos, colocacin de adoquinados, proyeccin de puentes, plazas, espacios verdes, centros cvicos, construccin de edificios en sus inmediaciones, tendido de servicios (agua potable y luz elctrica), etc. A partir de la implantacin de esta infraestructura se indaga sobre el circuito de relaciones que ligaba a la Sociedad Annima con el ente municipal. Una vez reconstruida esta parte de la configuracin espacial se pasa a analizar las prcticas desplegadas por la lite rosarina en Saladillo. Los usos del balneario y las actividades del sport aristocrtico, cristalizadas en el Club de Tiro a la Paloma, son particularmente auscultadas, en razn de que estas prcticas fueron capaces, en su hora, de traducirse en signos inequvocos de identidad, distincin y prestigio social. Con respecto a los balnearios, a partir del caso estudiado, se ensaya una hiptesis alternativa a la secuencia higiene-ocio que resulta de ciertos anlisis efectuados sobre balnearios europeos. Asimismo, se reflexiona alrededor de experiencias registradas en Saladillo que enfatizan las propiedades redentoras del espacio verde para el tratamiento de enfermedades fsicas y mentales y para eliminar las desviaciones de la conducta. La prdida del aura que embarg a Saladillo es constatada a travs de dos sntomas de la cada del prestigio y de la distincin de un espacio relacionado, hasta los aos 1920s., con los sectores ms encumbrados de la sociedad rosarina. Uno de estos signos se incardina en la masificacin de los festejos de carnaval, fiesta que dej de ratificar la supremaca social de la lite, pasando a recobrar sus usos inadecuados ante los parmetros de civilizacin, buen gusto y decoro. Del mismo modo, los espacios balnearios de Saladillo, pero tambin de la ciudad de Rosario, son testigos de una masificacin y popularizacin que crece a la sombra de la metamorfosis experimenta-

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da en el tejido social de la ciudad en las dcadas de 1920 y 1930, y que podramos denominar: el alumbramiento de la sociedad de masas. La inscripcin espacial de esta sociedad masiva en Saladillo no slo tuvo por correlato la municipalizacin y la popularizacin del balneario, sino tambin la reconfiguracin espacial que provey la instalacin de la planta del Frigorfico Swift, lindante con el extremo Este del Barrio. Tal proceso condujo la investigacin hacia los Mataderos Municipales, su emplazamiento y los ulteriores proyectos de remodelacin, saneamiento y traslado. Se contrapesaron, al inicio del ltimo captulo, las sensibilidades civilizadas que oponen los mataderos a la ciudad. Tanto para la instalacin del frigorfico Swift como para los diversos proyectos de relocalizaicn del Matadero Municipal consideramos un perodo bastante extenso: los casi setenta aos que separan 1875 de 1942. El derrotero reconstruido por este captulo final es quiz el ms complejo: se analizan las lgicas de localizacin de los establecimientos destinados a faenar (Matadero Municipales y Frigorfico Swift) y a vender vacunos (Mercado General de Haciendas), la competencia que se despliega entre ellos, las trabas jurisdiccionales para la introduccin de carnes, y los circuitos de su transporte desde las playas de matanza hasta el consumo al menudeo. La reconfiguracin del espacio resulta un proceso extremadamente contradictorio, cuyo tratamiento desplegado a lo largo de medio siglo ensaya presentar, mediante el relevamiento que involucra diversos proyectos de ciudad y sus interrelaciones, una imagen posible sobre la configuracin espacial genricamente identificada con el Sur de Rosario y Villa Gobernador Glvez. Antes de concluir, quisiera agradecer a las personas que hicieron posible este trabajo. En primer lugar a sus orientadores Daro G. Barriera y Marta S. Bonaudo, quienes generosamente consagraron su tiempo, conocimiento y afecto durante largos meses de consulta, escritura y correcciones. Sin sus sugerencias, su apoyo incondicional y la libertad que me concedieron, este libro no habra sido jams llevado a trmino. A verdaderos maestros que siempre brindaron su atencin a los comentarios, por momentos algo abrumadores, sobre mi investigacin y de modo diverso realizaron sugerencias cardinales: Bernard Vincent, Jos Javier Ruiz Ibez, Gaetano Sabatini, Alejandro Garca Garca y Franois Godicheau. No puedo dejar de reconocer la ayuda de los entraables amigos y colegas del Grupo Prohistoria, crculo con el que mi formacin como historiador ha contrado una deuda incalculable. A mis compaeros y amigos de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario, que de una u otra forma han contribuido con esta investigacin. No quisiera omitir a colegas que desinteresadamente han colaborado con mi trabajo, aportando materiales, orientaciones y comentarios, particularmente a Juan Cruz Tolarovic, Oscar Videla y Norma Lanciotti. Del mismo modo deseo destacar la buena predisposicin que han tenido los responsables de los distintos archivos que he visitado durante la investigacin: en representacin de ellos quiero reconocer el estoicismo y la prodigalidad de

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Mara Cristina Malisani, Ernesto Della Riva del Archivo de Digestos del Concejo Municipal de Rosario. Agradecer a Valeria Prncipe de la Biblioteca Argentina, a Lidia de la Biblioteca Municipal General San Martn y al personal de la Biblioteca Popular de la Asociacin de Mujeres y del Archivo de la Direccin General de Catastro. En el plano afectivo, un especial agradecimiento merecen mis padres y familiares. La mayor parte de las ilustraciones que componen este volumen han sido realizadas o revisadas por Vernica Martnez, quien ha acompaado y tolerado, paciente e indulgentemente, mis obsesiones de historiador durante todos estos aos. Rosario, febrero 2005

CAPTULO I

LA MIRADA DEL SILENCIOITINERARIOS Y TENSIONES ENTRE EL PASADO Y EL PRESENTE*

nadie es tan apto para saborear un paisaje como quien por primera vez lo contempla, presentndose entonces la Naturaleza con toda su novedad y sin que an se haya embotado por miradas algo frecuentes. Charles Baudelaire6 Importa poco saber orientarse en una ciudad. Perderse, en cambio, en una ciudad como quien se pierde en el bosque, requiere de aprendizaje. Los rtulos de las calles deben entonces hablar al que va errando como el crujir de las ramas secas, y las callejuelas de los barrios cntricos reflejarle las horas del da tan claramente como las hondonadas del monte. Walter Benjamin7

obre la tarde planea un sol unnime e inclemente. El transporte pblico de pasajeros conduce, a travs de avenidas y de calles rutinarias, el incesante flujo de la gente que abandona el agitado centro para ingresar en la siesta de los suburbios. Tambin hay muchos que no sin muecas de disconformidad estn obligados a acometer el camino inverso. Uno de estos trayectos, pleno de pautas y

S* 6 7

Agradezco especialmente al Prof. Juan Cruz Tolarovic que ha sido para m un excelente gua a la hora de recorrer las calles del barrio y develar las sensibilidades de sus habitantes. Las impresiones expuestas en el presente texto fueron recogidas en noviembre de 2002. BAUDELAIRE, Charles Los parasos artificiales, Editorial Hispano Americana, s/f, p. 85. BENJAMIN, Walter Infancia en Berln hacia 1900, Afaguara, Buenos Aires, 1990, p. 15.

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repeticiones anestesiantes, endereza su gua hacia el Sur, con direccin a uno de los confines de la ciudad, al propio lmite Sudeste de la jurisdiccin municipal. Veinte largos minutos separan el viejo casco urbano de las calles que componen barrio Saladillo, nacido en el vrtice Sud-Oriental de la ciudad, a orillas de la confluencia del arroyo que le da nombre y el Ro Paran.8 Cerca de seis kilmetros dibujan un trayecto prcticamente rectilneo, enmarcado por una urbanizacin genricamente baja que conforma un conglomerado de casas unifamiliares, salpicado por algunas fbricas y depsitos. Estos espacios, que sirven de corredor entre el centro y Saladillo, atestiguan rasgos multiformes, huellas de urbanizaciones dispares tanto en tiempos como en proyectos. Antes de que Saladillo abra sus puertas, el recorrido alcanza otro umbral con fuertes inscripciones histricas en su aspecto material. El barrio Tablada fue el acceso ms directo al mundo de la produccin y comercializacin de los productos crnicos en el Rosario de fines del siglo XIX y principios del XX. Esta zona del Sudeste de la ciudad, ajena a los paseos de la buena sociedad, promediando la dcada de 1870, asisti a la inauguracin del Matadero Municipal. Instalaciones que se convirtieron en un hito urbano, capaz de resignificar el espacio y forjar identidades asentadas en el trabajo. Los habitantes de este barrio durante dcadas han vinculado su constitucin identitaria al Matadero y a las industrias de productos semielaborados que surgieron a su alrededor.9 Asimismo, aquellos parajes aislados y distantes fueron elegidos por la lite local como el territorio idneo para el emplazamiento de los dispositivos que materializaban su utopa de una ciudad disciplinada. En la dcada que se extiende entre 1889 y 1899, fueron construidos y prestaron funciones el Asilo de Mendigos y Dementes, El Buen Pastor y San Vicente de Paul.10 Otro establecimiento que ya funcionaba en el rea era el Vaciadero Municipal de Basuras. Estas instituciones disciplinarias y la ltima destinada a concentrar desechos estaban distribuidas en cuatro puntos diferenciados de la trama urbana, que sin embargo compartan una caracterstica: la separa-

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Art. 2 Se declara el Municipio de Rosario comprendido en los lmites siguientes: por el Este y el Norte el Ro Paran y por el Sud y el Oeste los Arroyos Saladillo y Luduea... Ley de creacin de la Municipalidad de Rosario. A la que siguen las ordenanzas dictadas por la misma corporacin el Reglamento Interno, y dems documentos mandados a publicar por ella, Imprenta Carrasco, Rosario, 1862, p. 4. Cfr. GERGOLET, Silvia Aquel ... sucedi en Tablada El aluvin zoolgico ...Era el subsuelo de la patria sublevada, Tesis de Licenciatura en Antropologa, Escuela de Antropologa, Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario, 1999; BRIENZA, Luca; SIMONASSI, Silvia; DONADILLE, Graciela Territorio y temporalidad. El proceso de conformacin del mundo del trabajo en un barrio de Rosario, en II Jornadas de la Cuenca del Plata, UNR, Rosario, 16, 17 y 18 de octubre de 2002. Cfr. MALLA, Jorge El barrio tablada y los orgenes de la biblioteca Constancio C. Vigil, Asociacin Vecinal Rosario Sud Este, Rosario, 1995.

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cin del casco urbano.11 La segregacin del ncleo urbano comercial de Rosario les brindaba un carcter oculto, recubra a los Asilos y al basurero de una propiedad cercana a la invisibilidad y reuna, en las orillas de la ciudad, a los espacios y a los actores potencialmente conflictivos. La ciudad rechaza aquello que detesta, aquello que est de sobra, aquello con lo cual no quiere contaminar su imagen.12 En estos lugares, especialmente diseados para recluir a los agentes de la anomia, dominaron los organigramas del positivismo finisecular, y en apogeo hasta los aos 1920s., que confluyeron con otras ideas en boga referidas al orden social y a su preservacin.13 As, una vez ms, la ciudad exhiba el brillo de sus actividades comerciales y administrativas, engalanadas por bellas edificaciones eclcticas. Mientras su faz oculta vedaba a la mirada las zonas reservadas a la produccin, el depsito de desperdicios y la reclusin de elementos indeseables y potencialmente peligrosos. Una vez transpuesta la vieja Tablada, de cuyas instituciones la ciudad guarda la memoria de varias demoliciones y edificios refuncionalizados, el itinerario principia a rozar el asfalto de Saladillo. Velozmente, la mirada se concentra sobre una construccin particularmente descolorida. Una casa enclavada en el rea residencial y comercial que bordea la calle Ayacucho (altura del 5600) expone su frente, provocando con su apariencia un fuerte contraste. Entre bajos edificios de departamentos y resguardadas vidrieras emergen sus elevadas paredes oscurecidas por el tiempo. Su techo, construido a dos aguas con chapas ahora oxidadas, es celosamente resguardado por remates anacrnicos, al tiempo que se derraman por sus bordes anticuadas marquesinas. En sus fondos visibles, una multitud de objetos de hojalata se apia en silencioso desorden. La obra corresponde al ferrocarril de capitales ingleses que surc el barrio con los ramales que unieron, a partir de 1902, Rosario y Buenos Aires. Seguramente esos muros han albergado al personal jerrquico de la empresa. Sin embargo, de aquel11

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Es de notar que el Vaciadero de Basuras estaba en las proximidades del Matadero Municipal, lo cual en los aos 1920s. provoc la indignacin de algunos concejales imbuidos del ideario higienista, en el que reverberaban an teoras miasmticas. Todos sabemos las condiciones deplorables del actual matadero que est en comunicacin, en una amalgama vergonzosa, con el vaciadero de basuras en donde se hace una promiscuidad de substancias, gases y elementos nocivos que constituyen un algo indigno y bochornoso... Discurso del Dr. Florentino, Presidente de la Comisin de Higiene. DS HCD 1924 (Diario de Sesiones Honorable Concejo Deliberante), 11/03/1924, p. 9. Sin embargo, el emplazamiento de este sitio tras el matadero, pese a las complicaciones que poda representar para la salud pblica, da muestras de una inversin econmica que tiende a disminuir los costos. Los deshechos producidos por el Matadero y sus industrias anexas seran ofrecidos sin mediacin del flete al Vaciadero. Cfr. WACQUANT, Lic Los parias urbanos. Marginalidad en la ciudad a comienzos del milenio, Manantial, Buenos Aires, 2002. VEZZETTI, Hugo La locura en la Argentina, Paids, Buenos Aires, 1985; TERN, Oscar Positivismo y nacin, Punto Sur, Buenos Aires, 1985. Tambin pueden revisarse los alegatos de uno de los propulsores de esta lnea dentro de la medicina argentina: Cfr. INGENIEROS, Jos Los estudios psiquitricos en la Argentina y Los modernos asilos para alienados, en La locura en la Argentina, Agencia General de Librera y Publicaciones, Buenos Aires, 1920, pp. 153-227.

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prstino uso de distincin socio-ocupacional el tiempo slo ha conservado una forma, un diseo cifrado en la obscena materialidad del objeto. Hoy es un humilde garaje, en psimas condiciones de conservacin y limpieza. Su presentacin intempestiva, en un marco que no hace sino rechazarlo, no concita un entorno de sorpresa o sospecha; salvando el hecho de que contradice flagrantemente la orientacin de la lnea de edificacin. El paisaje, an en sus elementos ms singulares, se naturaliza para los paseantes habituados a recorrerlo cotidianamente. La escasa gente, que rene la calurosa escena de la siesta, camina sin alcanzar a comprender cmo es posible mirar con alguna insistencia aquello que siempre estuvo all, exhibiendo una silueta desagradable y opaca. Se trata de un vestigio de un tiempo perdido y olvidado, que lucha por subsistir en Argentina, donde el transporte ferroviario cobra, en ocasiones, un halo de fantasmagora decadente. Sin embargo, en su territorio subsisten como testigos mudos antiguas marcas urbanas: rieles, casas, barrios y estaciones ferroviarias.14 Signos que alguna vez fueron emisarios de la Argentina pujante y en constante progreso, hoy son slo cicatrices que el cemento se resiste a borrar definitivamente. Aqu tambin todo lo slido se ha desvanecido bajo el peso y entre los perfiles de nuevas estructuras, y para comprobarlo slo basta avanzar. Sin embargo, la desaparicin dista mucho del absoluto. Clo cuenta con algunos hijos an demasiado vivos o aguardando su hora para ensayar, bajo nuevas formas, un simulacro de resurreccin. Torcer el rumbo con direccin hacia la va axial que ha conocido el primer trazado urbano de Saladillo, implica ingresar en una comarca dominada por los ritmos de la contraposicin y de la yuxtaposicin. Sobre la Avenida Arijn,15 se dan cita parbolas y curvas caprichosas del espacio y del tiempo, movindose en variadas direcciones, agitadas por fuerzas e intereses casi inasibles. La danza de los objetos, que originados en el pasado persisten en el presente, aflora en instantneas luminosas que descubren la acumulacin de estratos espacio-temporales y sumergen al ojo avisado en un estado de permanente perplejidad. La historia asalta a cada paso con sus signos encriptados. Las fachadas, los muros, las entradas transmiten un sentido que se escurre entre las mallas tejidas por el esfuerzo de comprender y de desentraar. La conflictividad visual se incrementa.

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En general las estaciones ferroviarias de Rosario, los talleres y los galpones de almacenamiento del ferrocarril, cuando no se encuentran en el ms absoluto abandono, han sido refuncionalizados particularmente en la zona Centro y Norte, albergando oficinas pblicas, museos y centros culturales (proyectados y en funcionamiento), prestando la escena a ferias de antigedades los das feriados, matizadas por la construccin shoppings y restaurantes que arriban tras el tendido de puentes interprovinciales. En esta geografa, los aejos talleres tienen su cara vuelta hacia un pasado caduco y que se resiste a asumir los rasgos del rigor mortis, consagrados, ahora, a la hilaridad de las nuevas mercancas que los recorren. Nombre que obtiene este antiguo camino en homenaje al fundador del paraje y dueo de las tierras que lo componan: Manuel Arijn (-1900).

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En la proximidad de un viejo almacn, perteneciente a las primeras urbanizaciones del barrio, un murmullo distiende la mirada. Un sonido lejano de pasos y cnticos rumorea sobre el asfalto. A lo lejos, se perciben radas pancartas con la sigla C.C.C..16 Debajo, un nutrido conjunto de personas de condicin humilde camina con los ojos nublados, casi movidos por una fuerza misteriosa. Se trata de los miembros y simpatizantes de una agrupacin poltica de izquierda. Sus pasos macilentos buscan alcanzar alguna de las plazas que dan sentido al centro de la ciudad. Seguramente, su destino ser alguna de las sedes del poder poltico y su actividad la protesta, el reclamo frente a la exclusin habitual de que son objeto. La respuesta... quiz sea mejor no imaginarla. Por unos instantes, los mecanismos de la mirada quedan impotentes, suspendidos. Resulta problemtico volver a observar las construcciones y poder extraer algn sentido. Es difcil no pensar que en cada momento dedicado a la contemplacin se le est dando, de algn modo, la espalda a la realidad. Afortunadamente, la conmocin dura unos minutos, luego es posible recuperar la perspectiva. Entonces, se tiene la completa seguridad de que en parte este itinerario, este extravo por las calles de un barrio actualmente popular, est tambin destinado a comprender esas siluetas que a lo lejos y lentamente son absorbidas por el pavimento caliente. A poco andar, irrumpe otra construccin algo desconcertante, aunque por motivos bien diversos. Parece una mansin, al menos eso indica su estructura. Se trata de una casa de dimensiones importantes que imita, con un moderado sentido del gusto, una suerte de petit chteau. La parte central de la construccin est compuesta por un espacio cbico dividido en dos plantas; los vrtices de este cuerpo estn flanqueados por cuatro torreones sin almenas. A sus lados dos cocheras extienden sendos techos. Los materiales empleados simulan antiguas piedras, sin embargo su emplazamiento en el conjunto no puede remontarse ms all de los aos 1980s. Un gran y cuidado parque circundante seala los lmites del extenso terreno, sobre el que se esparcen sin orden cuatro autos de prolijo diseo y alto costo. Al girar, se aprecia enfrente de la casona un paredn que circunda un baldo, en la pared blanca se extiende un graffiti que reza Gloria a los hroes de Trelew. FF. AA. Asesina, completan el conjunto una estrella roja y, distribuida sobre sus tres vrtices superiores, la sigla T. M. R. 17 El efecto de contrastes se multiplica y cobra una nueva potencia. Las historias se tejen con hiladas superpuestas. Los polos del mundo parecen contemplarse en silencio durante un momento, apenas veinte metros los separan. Los signos se desperdigan por doquier, aguardando ser exhumados de los muros, revivir a travs de su lectura. Ms adelante, las veredas, matizadas por el csped, son resguardadas por construcciones modestas. A los lados se cien pequeas y pintorescas casas que pudieron16 17

Corriente Clasista y Combativa. Este graffiti hace alusin a un hecho poltico de importancia en la historia del Terrorismo de Estado y las organizaciones armadas de los aos 1970s.

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albergar a lo sumo una o dos familias. Su antigedad, merced al estilo, el jardn que prolonga los verdes de las sendas hacia el interior, el diseo de las rejas, vara en un espectro que abarca desde principios del siglo XX y se extingue alrededor de los aos 1920s-1930s.18 Algunas, ms antiguas, han sido vctimas del desgaste natural y la ms perfecta desidia. Estas estructuras informan sobre sus habitantes. Casas similares en barrios perifricos fueron ocupadas en los aos 1910-1920 mayoritariamente por empleados que podan pagarlas a travs de mensualidades.19 En medio de estas prolijas construcciones, sin techos ni ventanas una estructura ennegrecida ofrece generosa sus paredes horadadas por la humedad. Una puerta y dos rejas oxidadas defienden un terreno pleno de altas gramillas. El estado general de la construccin es lamentable. Algunos detalles como la puerta y las rejas brindan signos sobre su antigedad que se remonta quiz a unos setenta aos. Probablemente, esta forma inconclusa sea un proyecto truncado o una demolicin ocasionada por la reversin de condiciones econmicas favorables, por los usos del espacio barrial y las calidades sociales de sus habitantes, e incluso por la falta de un servicio de transporte adecuado. Este frente, levantado como una escenografa decadente, no acierta a dar respuestas acabadas. Sin embargo, esta figura se perpetua como una nota arquitectnica cuya aquiescencia es la disonancia. A escasos metros en direccin al Este, dos edificaciones imponentes flanquean la calzada de la Av. Arijn. Importantes y duplicadas casonas se erigen sobre las proximidades de una esquina. Se trata de la vieja Villa Fausta, la residencia veraniega familiar de Manuel Arijn. Su nombre, que se reitera en el curso de una antigua avenida, pertenece a doa Fausta Coll de Arijn. Esta mansin se encuentra rodeada por un extenso parque, su estilo es clsicamente italianizante, dos galeras avanzan sobre el contorno. Se trata de una vivienda de una sola planta, ceida por una terraza con decoraciones que se proyectan en alto, descubriendo algunas formas metlicas. Las puertas y ventanas son considerablemente amplias, sendos techos descoloridos componen el porche y su prolongacin en la galera lateral. Pilotes de madera sostienen esta estructura que tiene por nica decoracin algunas tejas. El estado general de conservacin de esta vivienda no es ptimo. Un mstil, ubicado en el predio que se extiende tras la entrada, seala el carcter oficial de esos muros.

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Datar estas construcciones prologadas por pequeos jardines resulta una operacin sencilla, si se coloca este indicio en relacin las teoras higienistas sobre el cubaje, la circulacin de aire, el isolamiento y los porcentajes de superficie cubierta y libre de viviendas que se transformaban en un mbito higinico. Al respecto son ilustrativas las impresiones del Intendente Dr. Manuel E. Pignetto. ET HCD (Expedientes Terminados del Honorable Concejo Deliberantes), Noviembre de 1926, fs. 96-101. Puede corroborarse tambin esta presuncin a travs de un emprendimiento pblico de vivienda popular que posea la misma fisonoma externa y estaba destinado a sectores de ingreso similar, ver: ROLDN, Diego, MARTNEZ, Ignacio, y ROVIRA, Leticia Lmites para la modernizacin de una trama urbana. La vivienda del Trabajador, Rosario (Argentina), 1920-1926, en Anuario de Espacios Urbanos. Espacio, Historia, Diseo, UAM-Azcapotzalco, Mxico, 2002.

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Los usos de este edificio han sido muy variados. Tras sus primeras dcadas, de empleo como vivienda familiar de descanso estival, fue vendida por los sucesores de Fausta Coll en 1914 a la familia Cassarino, quienes a su vez la donaron al Estado provincial en 1930. Desde entonces se ha transformado en edificio comodn para las inescrutables intenciones de los sucesivos gobiernos provinciales. Siguiendo estos extraviados designios, ha cumplido funciones de Escuela de Cadetes de la Polica, Cuartel de Bomberos Zapadores, sede de la entidad benfica CEPROME, Penitenciara Provincial y actualmente, desde 1996, se la conoce como La Casa de la Cultura Arijn, que oficia de museo y centro cultural barrial. Esta construccin, pese a no encontrarse en las mejores condiciones de conservacin, es la nica que sigue en pie del conjunto de seis casas que Arijn mand a construir en 1887-88, para solaz y descanso de las familias acomodadas de Rosario. Estas residencias contaban con escasa variedad de formas. Por las fotografas conservadas, se destacan algunos patrones estndares: la decoracin era mnima y los perfiles mesurados y simtricos.20 Villa Regina se encuentra frente a la antigua casa de los Airjn. Su estilo es mucho ms elaborado; pese a sus dos plantas, tambin reconoce las marcas distintivas de la sobriedad que caracterizaba a las casas de campo. La ornamentacin se rene sobre sus paredes. La complejidad de los techos orlados con tejas rojas delata un cierto afrancesamiento. El parque es exuberante, la vegetacin variada, algunos tipos de palmeras, dos cipreses, y multiplicidad de conferas resguardan sus muros del sol y de los ojos indiscretos. Sobre la entrada, una pequea fuente, delicado detalle, se yergue a uno de los lados. Los cuidados techos, con sus formas agudas proyectadas hacia el cielo, esperarn sin xito las nieves invernales para las que han sido diseados. En estas latitudes slo procurarn consolarse con la cada de la lluvia y el deslizamiento de los rayos solares. Los actuales habitantes muestran un peculiar cuidado por su seguridad personal que se materializa en complejas series de rejas que se superponen frente a las entradas. En este conjunto se patentiza, una vez ms, que el objeto de la distincin social no logra sintetizar belleza y utilidad. Forma y funcin permanecen en conflicto y divorciadas en esta arquitectura. La lite rosarina en los albores del siglo, desprovista de todo abolengo, se vea compelida a la imitacin. La bsqueda de elementos idneos para fundar una tradicin ausente tropezaba no pocas veces con elementos artificiosos, en un incesante e insensato trfico de smbolos y formas. El Este sigue exponiendo, cual prdigo anfitrin, los vestigios de su juventud. La edificacin se torna ms baja, particularmente con direccin al Sur y lentamente comienzan a emerger con galas de rojo terroso y apagado las barrancas del arroyo Saladillo. Este escenario resulta muy atractivo en las puestas de sol, cuando el ocaso

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Para una visin global de los las primeras construcciones de Barrio Saladillo, resulta sumamente esclarecedora la coleccin fotogrfica reunida en: lbum. Sociedad Annima El Saladillo, Barrio Saladillo, Talleres Grficos Woelfing, 1905.

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presta an mayor belleza a esta tierra que se presenta insurgente frente a la urbanizacin, pertinaz defensora de su probable virginidad. El arroyo contaba hasta hace algunas dcadas con un brazo que se extenda hacia el Norte, del cual hoy slo queda un curso imaginario. El Estado municipal ha inmortalizado este corredor con una rstica va de cemento acordonada por luces. El testigo ms fidedigno de aquel curso de agua es la baranda del viejo puente que se emplazaba sobre el arroyo. Esta pasarela proyecta a medias su armazn de hierro y hormign hasta nosotros. Hoy es un mero barandal que protege un lecho seco, sobre el que crece en libertad la hierba. Adems de prestar las funciones consabidas de un paso sobre las aguas, en su hora ofici como frontera espacial que diferenciaba las calidades sociales de los habitantes del barrio. Prueba de esta afirmacin son las construcciones que flanquean el tramo subsiguiente de la avenida Arijn con rumbo al Este. All las casas son bajas, los materiales tienen mucho que envidiar a las villas de las familias acomodadas y a las casas menos suntuosas que se levantan al otro lado del puente. El mundo barrial estaba segregado en un espacio relativamente breve,21 por un curso de agua que distingua a un lado y otro las calidades sociales de la poblacin. Estas viviendas, con una factura desprendida de toda pretensin, testimonian el carcter ms popular de las gentes que las habitaron. Se elevan como formas de habitacin, que lejos de los refugios estacionales de la lite, revisten un carcter permanente en su patrn de ocupacin. Sus materiales de orgenes dudosos y mantenimiento psimo prestan los primeros trazos que delinean la silueta del barrio popular. Seguir la trayectoria del extinto brazo Norte del arroyo, conduce a la segunda calle de referencia en este escenario de la primera urbanizacin de Saladillo: la vieja Avenida del Rosario, llamada desde 1929 Manuel Lucero.22 A la vera de este camino, Manuel Arijn instal los Baos El Saladillo, cuyas aguas presuntamente posean propiedades curativas e higinicas. La gran pileta y los baos individuales albergaron el esparcimiento y la sociabilidad de la lite urbana, durante los primeros aos del siglo XX y se tornaron hacia fines de la dcada de 1930 en un espacio de uso popular. De ese mundo slo queda un paredn marchito y algunas escaleras truncas, el resto ha sido engullido por obra del tiempo y de los hombres. Los primeros tramos de la vieja Av. del Rosario, en el permetro de Saladillo, estn dominados por la plaza OHiggins. Espacio verde singular que se desdobla en dos manzanas, una est vigilada por los frentes de la Iglesia de la Merced, cuya construccin se inici en 1912, y la otra por la Escuela Aristbulo del Valle, con antecedentes fundacionales en el ao 1907. Esta plaza reproduce el antiguo modelo de plaza central que troquela y otorga sentido al espacio circundante, y a cuyo derredor se emplazan los centros del poder cvico y religioso. A escala, y con un xito a todas21

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Se trata de las tres cuadras que se extienden sobre Av. Arijn desde Ayacucho hasta el antiguo Brazo Norte del Arroyo Saladillo. La parte ms lucida de la Primera Seccin del Barrio Saladillo. Ordenanza nm. 46 de 1929. DS HCD 12/06/1930, pp. 449-451.

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luces menor, la antigua plaza Coln, hoy OHiggins, pretendi cumplir la funcin de la Plaza 25 de Mayo en la zona cntrica, casi seis kilmetros al Norte. Remontar la Av. Lucero en direccin al ro traslada la observacin a otro sector del barrio. All han impreso sus huellas grupos sociales menos distinguidos y ms inestables. Los sectores que habitaron esta zona fueron inmigrantes y luego migrantes internos, cuyo ascenso social dist mucho de ser firme y estar garantizado. Se trata de un territorio colonizado por pequeas casas y por humildes negocios. En esta geografa baja y tpicamente suburbana, descuella un viejo y enorme casern de dos plantas. Su poderosa y monoltica estructura cuenta con un tico y numerosas ventanas alargadas, rematadas por altos techos construidos en chapa. Ms al Norte se levanta otra vivienda de caractersticas similares, aunque resuelta en formas ms estilizadas y complejas. Seguramente, smbolo de distincin de sus habitantes y de su funcin. Estos edificios dislocados del contexto, sealan con su inconfundible estilo la vecindad del ferrocarril y del frigorfico. Las pretritas casas de la administracin y la residencia de algunos funcionarios. Un paso a nivel nos exonera de toda duda, se trata del ferrocarril de capitales franceses con rumbo a Puerto General Belgrano que fue tendido en 1910.23 La geografa actual de sus inmediaciones ofrece la dramtica postal de las miserias contenidas en los asentimientos precarios que se levantan hoy a la orilla del camino de hierro. En esas construcciones ruinosas predominan, como antao, la chapa y la madera. Sus emplazamientos irregulares parecen amontonarse descuidadamente en hiladas que reproducen el frente de una calle recorrida por lentas y ensordecedoras mquinas metlicas, a cuyo paso los nios obsequian trozos de piedra. En medio de estas viviendas miserables, donde la gente se ve empujada al hacinamiento y a la pobreza, la edificacin resulta amorfa, carente de lneas claras y en constante proceso de transformacin. Sus habitantes, que transitan diariamente los recovecos de este pequeo y pauprrimo laberinto inserto en el barrio, que se reproduce en sus zonas de urbanizacin ms reciente, conceden al observador otra tregua. Un nuevo punto de inflexin, donde se percibe la imposibilidad de hollar los arcanos contenidos, no ya en las estructuras materiales antiguas, sino en la mirada esquiva y taciturna que condensa la historia de aquellos hombres que deben dormir bajo las chapas. Paulatinamente, el trazado de las calles se muestra ms irregular, las fondas, los puestos de frutas y de pescadores irrumpen sobre las aceras. El bullicio se multiplica, los automviles pasan con ms prisa y el sonido se quiebra en fragmentos de cotidianeidad. El olor del ro comienza a capturar la atmsfera. La chimenea abando23

Cabe destacar que Rosario fue una ciudad que atrajo particularmente la concurrencia de los capitales franceses, instalados fundamentalmente en vas frreas, talleres y la bella estacin Rosario Oeste, as como en la Sociedad Hersent et Fils y Schneider et Cia. que explot el puerto de Rosario de 1902 a 1942. Cfr. SCOBIE, James Buenos Aires del Centro a los Barrios 1870-1910, cit.; BOURDE, Guy Buenos Aires, inmigracin y urbanizacin; LVAREZ, Juan Hisotria de Rosario (1689-1939), UNREdtira/Municipalidad de Rosario, Rosario, 1998.

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nada del Frigorfico Swift dibuja su silueta apoyada en un edificio clsicamente anglosajn. Atrs han quedado el Sindicato de la Carne, su sede actual de superficie mediana con varios pisos y la estructura de hormign de su centro de salud, truncada por los cambios polticos que trajo 1955.24 Entre ambos, en el cruce de varias arterias, se levanta el monumento de cuerpo entero de Eva Pern. Su brazo derecho en alto parece avanzar en sus lneas de concepcin escultrica y significado hacia un futuro de lucha, coronado por la victoria y la gloria, su espalda arqueada insina el despliegue de unas alas invisibles, pero inscriptas en la gestualidad de la escultura.25 La ms antigua de las placas que se congregan a sus pies tiene por smbolo excluyente un libro. Es la representacin en bronce de la obra literaria de Eva Pern: La Razn de Mi Vida. La sentida dedicatoria reza: En tu libro estn escritas las verdades eternas de tu alma. Los compaeros de las cmaras fras eternamente agradecidos. 1953. Esta placa conmemora la muerte de Evita, su paso a la inmortalidad y el infinito agradecimiento de sus hijos, los brazos de la carne. Hombres y mujeres que habitaron las fras cavidades del frigorfico Swift, desde su instalacin en 1924 hasta promediar el siglo. Ellos/as encontraron en el peronismo una expresin de su vindicacin en el orden social. La creciente y notable politizacin de los reclamos por mejores condiciones de vida y de trabajo, prestaron a Saladillo los ingredientes necesarios para imaginarlo como un espacio urbano con una cultura poltica peronista. El Justicialismo, en tanto movimiento fundacional que canaliz las insatisfacciones de una Argentina masiva y popular, tuvo y quizs tiene por caracterstica avasallar la historia precedente. Reemplazar las experiencias vividas por relatos oficiales, rotular algunas de las formas a travs de las cuales se percibe el pasado y construir imgenes rgidas y mitolgicas del mismo ha sido un oficio en el cual el peronismo mostr una admirable pericia.26 As, en los imaginarios urbanos configurados alrededor de las identidades barriales y en el sentido comn de la percepcin territorial identitaria, las regiones del24

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En 1955 fue derrocado, tras golpe de estado, el segundo gobierno de Juan Domingo Pern. El impacto de los acontecimientos que se sucedieron luego dejaron hondas huellas en la historia argentina. El peronismo fue proscrito, quedando excluido de la contienda electoral. El sindicalismo asociado al partido tuvo que negociar bajo nuevos parmetros ocultando y dejando de lado sus simpatas o ingresando en la clandestinidad de la resistencia. Un busto de Eva Pern fue colocado all tras su muerte acaecida en 1953. La estatua, segn los vecinos, en 1955 sufri un atentado -le habran puesto una bomba- y la esposa de un sindicalista llamada Leonor la protegi en su casa del accionar gorila (antiperonista). En 1998 se coloc la actual escultura en bronce de cuerpo entero, realizada por Francisco Pell. Sobre la superposicin de registros de memoria resultan sumamente sugerentes las aproximaciones de JAMES, Daniel 17 y 18 de octubre de 1945: el peronismo, la protesta de masas y la clase obrera argentina, en Desarrollo Econmico, v. 27, oct-dic, 1987; JAMES, Daniel Historias contadas en los mrgenes. La vida de Doa Mara: historia oral y problemtica de gneros, en Entrepasados, ao II, nm. 3, 1992; JAMES, Daniel Doa Mara. Historia de Vida, Memoria e Identidad Poltica, Manantial, Buenos Aires, 2004.

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Sur de Rosario son todava concebidas como un universo que siempre fue jurisdiccin poltica peronista. El trayecto de Av. Lucero, concluye sobre un viejo puente de hierro y hormign, que recuerda las estructuras del ferrocarril. Este pasaje se despliega en las proximidades de la desembocadura del Arroyo Saladillo en el Ro Paran. De un lado observamos el viejo y desvencijado embarcadero que Manuel Arijn bautiz como Puerto Plaza y que sirvi a sus intereses exportadores de alfalfa. Una multitud de lanchas se agolpa en ambas orillas. De entre las aguas asoma parte de una vieja embarcacin a medio hundir. Su mstil se proyecta intilmente hacia el cielo, en un intento por rivalizar con la alta chimenea del frigorfico norteamericano que se eleva en la otra margen del arroyo. Las aguas se ensanchan por algunos cientos de metros para perderse en el Paran, en comunin de sabores y sombras. El viejo frigorfico se mantiene hermtico, mudo ante la vista del observador. Slo deja ver de costado la estructura de varios cuerpos de hormign dividida en tres plantas, pobladas por un abigarrado conjunto de ventanas y coronada por sendos tanques de agua. Sola y triunfal, la alta torre, que otrora despidiera un humo maloliente, parece encaminar la quilla de esa inmensa nave repleta de carne que avanza soolienta de espaldas al bullicio de la ribera. Su proa queda oculta y slo podemos imaginarla extendindose a orillas del ro, aguardando paciente el arribo de barcos mercantes y de carga, sobre la jurisdiccin de la inmediata Villa Gobernador Glvez. Atravesar el tejido enmaraado de calles, plazas, edificios caducos y rostros ausentes, por uno de entre tantos recorridos posibles, permite visualizar los perfiles de un conglomerado urbano perifrico, cuyos habitantes no cesan de reclamar para s una identidad especfica. Una configuracin de sentido que no encuentra en el presente su eje vertebrador y que deambula entre las marcas del pasado, las vidas de los mayores, las viejas mansiones remozadas, las fbricas vacas, las chimeneas obstruidas y los monumentos polticos que recuerdan a los muertos de un tiempo que no volver. La identidad siempre es una bsqueda, pero en este caso parece hallarse reconfigurada sobre un paisaje entraable, una sociabilidad barrial y un transcurrir cotidiano por los caminos de nostalgias similares y esperanzas evanescentes. Muchos de los hijos de este barrio se han marchado, pero ninguno puede regresar a sus calles sin sentir que recorre una porcin de su propia existencia. La ciudad emocional est muchas veces ms cercana a la realidad a la esencia de lo urbano que la representacin y el ordenamiento urbansticos racionales impuestos por funcionarios estatales.27

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SHIELDS, Rob A Guide to Urban Representation and What to Do About it: Alternative Traditions of Urban Theory, en KING, Anthony D. (ed.) Re-Presenting the City: Ethnicity, Capital and Culture in the 21st-Century Metropolis, Macmillan, London, 1996, pp. 242-243. Citado en ALMANDOZ, Arturo Notas sobre la historia cultural urbana. Una perspectiva latinoamericana, URL: http:// www.etsav.upc.es/urbpersp, p. 32. [Perspectivas urbanas/Urban Perspectives, nm. 1, pp. 29-39.]

CAPTULO V

LA RUTA DE LA CARNE Y LA RECONFIGURACIN DEL ESPACIOINSTALACIN DEL FRIGORFICO SWIFT Y DEL NUEVO MATADERO MUNICIPAL

A izquierda y a derecha del automvil, la ciudad se desintegraba; creca el firmamento y ya importaban poco las casas y mucho un horno de ladrillos o un lamo [...] Al sur de la ciudad de mi cuento fluye un ciego riachuelo de aguas barrosas, infamado de curtiembres y de basuras. Del otro lado hay un suburbio fabril donde, al amparo de un caudillo barcelons, medran los pistoleros. Jorge Luis Borges496

ste captulo pretende avanzar sobre un problema que ha estado presente desde las primeras pginas: la reconfiguracin del faubourg de lite en un barrio popular, y mayoritariamente obrero. El pasaje del ocio a la fbrica. Frente a esta yuxtaposicin de imgenes, propuesta por los propios agentes, una pregunta se impone: por medio de qu mecanismos fue posible una transformacin tan substancial y radical del perfil social del espacio urbano de Saladillo. Adems, debe destacarse que el proceso fue llamativamente breve. En el plazo de una dcada la nueva configuracin emerga claramente ante la mirada, ms o menos sorprendida, de los contemporneos. De todos los barrios de Rosario el Roque Saenz Pea, antiguo Saladillo es el que desde el comienzo de su existencia hasta ahora ha evolucionado a travs de dos aspectos totalmente distintos. Nacido como apacible alejamiento veraniego, barrio de quintas umbras y de chalets, el progreso lo industrializ y el frigorfico y496

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BORGES, Jorge Luis La muerte y la brjula, en Ficciones, Alianza, Madrid, 1998.

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el reciente Matadero Modelo congregaron una poblacin obrera que levant sus viviendas humildes y confiri al barrio su nuevo aspecto 497 Como se seala en la nota, el proceso de reconstruccin del espacio barrial reconoce dos hitos de magnitud: la instalacin de la planta del Frigorfico Swift (1924), en la jurisdiccin de la Comisin de Fomento de Villa Gobernador Glvez, y de los Nuevos Mataderos, Mercado de Haciendas y Frigorfico Municipales, sobre el vrtice Noreste de la traza de Saladillo (1932). Estos dos hechos, sin duda de enorme relevancia, hablan de un proceso casi cerrado y nada atestiguan de las configuraciones que hicieron posible la instalacin de estos establecimientos en un mbito que, hasta haca muy poco, haba sido el territorio del deseo de la lite. Los apartados que siguen dibujan un recorrido sinuoso e intrincado que se inicia en el ltimo cuarto del siglo XIX y concluye antes de alcanzar la primera mitad del siglo XX. El itinerario pretende ajustarse a las alternativas que se dieron cita alrededor de los Mataderos, el Mercado de Haciendas y la instalacin de plantas frigorficas. Son exhumados los pasados posibles que quedaron truncos, la redistribucin e inestabilidad de los juegos de fuerzas que permitieron alternativamente y en conjunto la transformacin del barrio veraniego de la lite en el barrio obrero meridional de Rosario. El lugar homogneo y unnime en el que se faenaba la carne. La imaginacin rendida frente al clculo Dilemas en la construccin y en la localizacin de los Nuevos Mataderos y del Mercado de Haciendas a- La ciudad contra los mataderos Por lo tocante a los dems animales, debo decirte que nunca se ven aqu rebaos de bueyes y carneros, como los que entorpecen y deshonran las calles de Londres, causando en ellas mil accidentes, difundiendo la inquietud, y a veces el terror y la muerte, al mismo tiempo que habitan al pueblo a ideas de sangre; porque aqu los mataderos y carniceras estn fuera, sin que las bestias penetren jams en la ciudad, sin que se vea en ella nunca sangre, cadveres de animales, y hasta evitan que un considerable nmero de carniceros se habiten

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El trabajo lo renov al industrializarlo al viejo barrio Saladillo, La Capital 22/12/1932, p. 6.

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a ver sin horror carniceras humanas a fuerza de empapar sus cuchillos y sus manos en la sangre de otras vctimas. Etienne Cabet498 Desde Toms Moro, las plumas que ponan en movimiento la imaginacin utpica amalgamaron con firmeza el ensueo y el deseo.499 Algunos siglos despus, las utopas socialistas, como Viaje a Nueva Icaria de Cabet, siguiendo el antiguo paradigma, han reflexionado sobre las ciudades en tanto espacio para sentar sus pareceres respecto a la distribucin de actividades y el sostenimiento de relaciones con el campo.500 En lneas generales, estas narraciones se afanan por describir, con lujo de detalles, cmo deban ordenarse los agrupamientos urbanos. Para Cabet y otros, la ciudad era un producto de la inhumanidad capitalista y por ende deba ser humanizada desde una perspectiva socialista. En la Argentina, no faltaron ejemplos que ensayaran, en ocasiones con una orientacin poltica semejante a la de Cabet, la construccin utpica de calles invisibles y ciudades imaginarias.501 Amn de las largas pginas destinadas a describir las caractersticas de la ciudad, en ciertos pasajes de Viaje a Nueva Icaria se aprecia la necesidad de disminuir el grado de exhibicin de la matanza de animales. Es sabido que las utopas no hacen sino exponer, en el plano proyectivo, las necesidades y los anhelos del presente.502 Esta preocupacin de Cabet haba sido tomada de las normativas que el rgimen napolenico dispuso a principios del siglo XIX. La matanza de reses en la va pblica fue prohibida a partir de 1809, un ao despus Napolen Bonaparte inaugur, en las afueras de Pars, el primer matadero de la que sera la capital del siglo XIX. Los mataderos fueron ideados como lugares retirados, sitios donde la matanza pudiera ser

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CABET, Etiennne Viaje a nueva Icaria, Orbis, Barcelona, 1986, v. 1, p. 43. MORO, Toms Utopa, CEAL, Buenos Aires, 1989. Para una evolucin del relato utpico alrededor de la ciudades ver el largo estudio introductorio que prologa a QUIROULE, Pierre La ciudad Anarquista Americana, Ediciones Tuero, Madrid, 1991. SIOEN, Aquiles Buenos Aires en el ao 2080. Una historia verosmil, Buenos Aires, 1879; WEIMBERG, Felix Dos utopas argentinas de principios de siglo, Hyspamrica, Buenos Aires, 1986. El libro est dedicado a QUIROULE, Pierre La ciudad anarquista americana, La Protesta, Buenos Aires, 1914, y a DITTRICH, Julio O. Buenos Aires en el 1950 bajo el rgimen socialista, Buenos Aires, 1908. Tambin desde un paradigma higienista: CONI, Emilio La ciudad argentina ideal o del porvenir, en La Semana Mdica, nms. 3-4, 1919. En la ciudad de Rosario tambin se plante en trminos ms proyectvios una formulacin utpica en dos ocasiones, aunque el paradigma de enunciacin estaba sensiblemente alejado del socialismo: LO VALVO, Jos La Ciudad Nueva, cit.; LO VALVO, Jos Urbanismo, cit.; LO VALVO, Jos Planificacin y Urbanismo, Santa Fe, UNL, 1949, en este ltimo texto se proyectaba la construccin de dos ciudades nuevas y utpicas, sus nombres: Evonia y Peronia. BACZKO, Bronislaw Los Imaginarios Sociales. Memorias colectivas y esperanzas, Nueva Visin, Buenos Aires, 1991.

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encubierta, vedada a los ojos de la sociedad. Este primer proceso de ocultamiento de la muerte y del faenamiento, mediante la segregacin espacial, fue complementado hacia fines del siglo XIX, cuando la racionalizacin de la violencia y de la muerte ingres, ataviada con indumentarias higinicas, a los mataderos. Las ideas higienistas apuntalaron el desplazamiento de los corrales hacia los suburbios, a fin de no contaminar el ambiente habitado. Semejantes planteos fueron completados por la tendencia centralizadora del nuevo poder poltico que prescriba la concentracin de las actividades de venta, preparacin, muerte y descuartizado en un solo edificio.503 La matanza perda, entonces, su aura tanto de sacrificio ritual como de uso corriente. Del mismo modo, el matadero se constitua en un sntoma palpable de la aversin dispensada por la sociedad capitalista hacia las practicas violentas que involucraban el derramamiento de sangre.504 En este marco, los mataderos modernos se configuraron como un dispositivo arquitectnico higinico, racional y civilizado. El matadero de Villete, construido a instancias de Haussmann, e inaugurado en 1867, al mismo tiempo que el de la ciudad estadounidense de Chicago, fueron los primeros ejemplos de matanza racionalizada de animales. Forma de aniquilamiento industrializado, con pasos y procedimientos estrictamente ajustados y dictaminados por la tcnica, el anonimato, la higiene y la invisibilidad.505 La estructura geomtrica de los mataderos, formulaba una racionalizacin algebraica y una estricta funcionalidad del espacio cerrado, a la vez segmentado y conectado, en procura de una mayor eficacia en el proceso de faenado.506 En Argentina, la modernizacin de los mataderos se top con ciertas rmoras del pasado. La racionalizacin impuesta en Europa debi enfrentar la competencia de las tcnicas criollas para la matanza, que contaban, al otro lado del ocano, con una503

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Es notable que con anterioridad a estos presupuestos los mataderos eran numerosos y se ubicaban en cualquier parte de la ciudad. ...en todo tiempo el trabajo de los expendios y tiendas se desbordaba hacia la va pblica; cuando haca falta, la calle proporcionaba al tablajero una cmoda ampliacin y, a la vez, un canal de desage. As es que desde siempre, la calle era un lugar donde se vea degollar al ganado AGULHON, Maurice La sangre de las bestias..., cit., p. 218. Como se ha comprobado en el tratamiento del tiro a la paloma, este horizonte cultural que exclua la visibilidad de la violencia ha debido afrontar no pocas resistencias sociales para su difusin. Alain Corbin analiza este momento como el pasaje de las matanzas dionisacas a las matanzas pasteurizadas caractersticas del siglo XIX. Cfr. CORBIN, Alain Le village des cannibales, Aubier, Pars, 1990. Se trataba, en ltima instancia, de fingir que la matanza no exista. De hacer abstracto (olvidable) lo que en su materialidad descompone la visin civilizada. Cfr. VIALLES, Noli Le sang et la chair. Les abattoirs des pays de Adour, Editions de la Maison de Sciences de lHomme, Pars, 1987. La disociacin visual en etapas del proceso de faenamiento, la temprana aplicacin del taylorismo en las industrias crnicas, tanto en el sacrificio y el procesamiento de reses, y el ocultamiento social de los mataderos hacen de estos recintos lugares racionales de administracin y tecnificacin de la muerte. PICK, Daniel War machine. The Rationalisation of Slaughter in the Modern Age, Yale University Press, New Haven & London, 1993. Citado en ANDREASSI, Alejandro Arbeit Macht Frei. El trabajo y su organizacin en el Fascismo (Alemania e Italia), Ed. El Viejo Topo, Madrid, 2004, p.72.

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holgada tradicin y una elevada reputacin. Sin embargo, la algaraba festiva del matadero federal, magistralmente descrito por Echeverra, dejara paso a una sensibilidad notablemente ms civilizada. El espectculo de la matanza animado y pintoresco, se tornaba lentamente una exhibicin horrible, fea, inmunda y deforme. En las dos imgenes que siguen, de calidades literarias visiblemente desbalanceadas, se describe a travs de sntomas este proceso de reconfiguracin de la sensibilidad provista, en trminos elisianos, por el proceso de civilizacin y relativa racionalizacin de la matanza.507 Sigui la matanza, y en un cuarto de hora cuarenta y nueve novillos se hallaban tendidos en la plaza del matadero, desollados unos, los otros por desollar. El espectculo que ofreca entonces era animado y pintoresco, aunque reuna todo lo horriblemente feo, inmundo y deforme de una pequea clase proletaria peculiar del Ro de la Plata. 508 La matanza es una cosa atroz. Un hachazo en pleno mate del herbvoro, desborde de sangre espumosa, espesa, se dira en estado de ebullicin Aquello humea! y despus... el degello. Todo consumado con premeditacin y ensaamiento. Es cosa como para rerse de la corrida de toros. 509 Los mataderos consiguieron, hacia fines del siglo XIX, al menos en el caso de Rosario, concentrar relativamente la actividad de la matanza en la ciudad y emplazarse lejos del ncleo poblado, procurando ocultar la muerte de los bovinos, y amparar al ambiente digno de los bulevares de toda contaminacin. Varios trabajos han sealado que la implantacin de los Mataderos se realiz en un rea suburbana: el barrio Tablada, Calzada o Mataderos, segn la nomenclatura utilizada.510 En este territorio meridional, Manuel Calzada posea una importante extensin de tierras que alternativamente vendi y don para una serie de emprendimientos. Aquellos solares fueron el escenario propicio para los planes del gobierno local. La zona fue destinada por la administracin municipal, primero, a la instalacin y el funcionamiento de las industrias insalubres,511 y, luego, a la concentracin de poblacin marginal de toda especie

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ELIAS, Norbert El proceso de civilizacin..., cit. ECHEVERRA, Esteban El matadero, Plus Ultra, Buenos Aires, 1977, p. 17. [1 ed. 1838] Gestos y Muecas, ao II, nm. 46, 07/12/1913. GERGOLET, Silvia Aquel ... sucedi en Tablada..., cit.; MALLA, Jorge El barrio tablada..., cit.; BRIENZA, Luca; SIMONASSI, Silvia, DONADILLE, Graciela Territorio y temporalidad..., cit. En 1873 se pone en funcionamiento la primera ordenanza que estableca no slo los lmites y las jurisdicciones del municipio sino que agregaba los radios donde era posible establecer las llamadas industrias insalubres. Cfr. Digestos y Ordenanzas de la Municipalidad de Rosario de Santa Fe 18601889, s/d.

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en instituciones de encierro.512 Ambos procesos recubrieron a Tablada de un perfil definido y peculiar. Estos dos proyectos fueron completados por las iniciativas derivadas de la construccin de Hospitales, en el barrio homnimo, ubicado con mayor proximidad del centro de la ciudad, en la inmediata continuacin noroeste de Calzada.513 El 9 de marzo de 1875, el Concejo Ejecutor recibi la autorizacin para invertir una suma aceptable en la compra de los terrenos para el emplazamiento del Matadero Municipal.514 Las estructuras del edificio deban levantarse en una superficie ubicada al Sur de la ciudad, sobre las barrancas del Paran y a una distancia no menor a las treinta cuadras del ncleo urbano.515 La primera parte de la disposicin coincida con las ideas que el Municipio se formaba respecto a los usos del Sur y en acuerdo a la prospectiva del futuro crecimiento de la urbe. Esta zona de la ciudad se configuraba, a los ojos de los agentes del gobierno, en el continente de las industrias insalubres, que responda, como es obvio, a cuestiones higinicas, civilizatorias y urbanizadoras.516 Adems, de manera implcita, la lejana aluda a posibles precauciones de la lite con respecto al tipo de poblacin que la produccin y comercializacin de la carne solan atraer. La tradicin estigmatizaba a los oficios manuales, y an ms ruines resultaban los trabajos que implicaban un contacto fluido con substancias tan indignas como la sangre animal.517 Por otra parte, desde El Matadero de Echeverra, estos sitios fueron vinculados con costumbres brbaras y actitudes polticas poco proclives al liberalismo. Estas construcciones culturales, sin duda, operaron, junto a las visiones higienistas, en el momento de decidir el alejamiento de los mataderos de la ciudad. No obstante, la ordenanza remarca la necesidad de la proximidad de los establecimientos respecto a las costas del Paran. La posibilidad de embarcar ganado estaba

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Asilo de Mendigos y Dementes, Asilo El Buen Pastor y Asilo San Vicente de Paul se congregaron en sus alrededores entre 1889 y 1899. Este ciclo se inicia a principios del siglo XX con la fundacin del Hospital Italiano, luego contina en los aos 1910s. con la creacin del hospital Espaol y se completa con la inauguracin de la Clnica del Trabajo en 1926. Digestos y Ordenanzas Municipalidad de Rosario, 1889, s/d Digesto Municipal de Rosario de Santa Fe, 1860-1889, s/d. Es notable que a lo largo de los ltimos aos del siglo XIX y primeros del siglo XX quienes detentaron la potestad de ordenar las estructuras urbanas de la ciudad no fueron los urbanistas sino los mdicos. Cfr. RIGOTTI, Ana Mara Dejad que el mdico gobierne. Ciudad ideal para asegurar el porvenir, en Cuadernos del CURDIUR, nm. 42, 1989. En la cultura judeocristiana la sangre es decididamente uno de los fluidos ms despreciables que existen en el orden natural, un lquido con poderosas propiedades contaminantes. A punto tal que aquellos que tenan contacto con l no podan ser dignos de acercarse a lo sagrado, tal la prescripcin que rega sobre las mujeres respecto a la eucarista durante la menstruacin, en los primeros siglos de la era cristiana. Cfr. BROWN, Peter El cuerpo y la sociedad..., cit. pp. 206-207.

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latente, deba contarse con una localizacin que atendiera a los contactos con las vas fluviales. Del mismo modo, el agua ha sido y es hoy da un elemento clave para este tipo de establecimiento. Era necesario contar con agua para llevar adelante el faenado y luego resultaba indispensable a la hora de desechar algunos residuos orgnicos propios de la actividad.518 Instalado a escasos doscientos metros del Matadero, el vaciadero de basuras era el sitio indicado para acopiar y, en algunos casos negociar, los desperdicios de las faenas. De modo que la ordenanza proyectaba un complejo destinado a minimizar los costos de transporte, mediante la reduccin de las distancias, tanto se tratara de trasladar produccin para la comercializacin como expurgar las sobras que arrojaba la industria. De manera anloga, el diseo apuntaba a mantener un ambiente higinico, retirado (invisible) y eficiente.519 La realizacin de las obras fue extremadamente veloz. Para 1876 el Matadero Municipal estaba funcionando.520 Semejante celeridad estuvo determinada por la apremiante necesidad del municipio de contar con un espacio para la faena de reses en la ciudad, y adjudicarse paulatinamente tareas de control sobre su jurisdiccin en la produccin de carne. En tal sentido se pusieron en movimiento la inspeccin de higiene y la inspeccin veterinaria,521 as como el cobro de tasas a las carnes que ingresaran al municipio faenadas, sin haber abonado el impuesto de matanza que rega en los Mataderos Municipales.522 Estas iniciativas muestran ensayos an tmidos de un cier518

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VEALL, Frederick Estructura y funcionamiento de mataderos medianos en pases en desarrollo, ONU para Agricultura y Alimentacin, FAO, Roma, 1993. Las teoras clsicas de la geografa de la localizacin de las actividades econmicas parecen cumplirse a la perfeccin en este dispositivo de la industria de la carne. MNDEZ, Ricardo Organizacin espacial de las actividades econmicas, en Geografa econmica. La lgica del capitalismo global, Ariel, Barcelona, 1998, pp. 255-319, en especial los comentarios a las teoras de la localizacin de WEBER, Alfred Sobre la localizacin industrial (1909) y CHRISTALLER, Walter Los lugares centrales del sur de Alemania (1933). Para una visin estructuralista de estas teoras ver: CASTELLS, Manuel Sociologa del espacio industrial, Ed. Ayuso, Madrid, 1977. En 1875 se fija el plano para la construccin de los Mataderos. Recopilacin de Digestos y Ordenanzas Municipalidad de Rosario 1889, s/d Hacia fines del siglo XIX se cre la oficina de Higiene (1887) que tena bajo su tutela la inspeccin de los establecimientos insalubres. Digesto Municipal 1860-1889, s/d Ordenanza del Concejo Deliberante del 1/4/1887. Estas normativas fueron completadas por otro ciclo de institucionalizacin de los controles higinicos a partir de la fundacin de la Asistencia Pblica, la Oficina de Desinfeccin y luego la de Higiene Pblica dependiente de la Administracin Sanitaria tuvo bajo su vigilancia a los mataderos a partir de dependencias especializadas Laboratorio Bacteriolgico, Oficina Qumia, Inspeccin Veterinaria de Mataderos y Tambos. Digesto Municipal. Ordenanzas, decretos, acuerdos y reglamentos, contratos, etc. Municipalidad de Rosario (Provincia de Santa Fe, Repblica Argentina) dictadas en el ao 1913, Talleres de La Repblica, Rosario, 1915, Ord. N 23 del 12 de agosto de 1913. En 1880, apareci la primera queja, firmada por el rematador de hacienda Erasmo Quintana, a raz de la introduccin de vacunos al Municipio de Rosario a travs del ferrocarril. Se planteaba que estas reses no pagaban el impuesto del matadero y que adems mermaban la cantidad de animales carneados en los Corrales de Abasto. Solicitaba al Concejo que dictara una ordenanza para prohibir la introduccin de carnes sin mediar el pago de un canon. Este pedido fue considerado al ao siguiente, cuando se

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to control de la produccin, la circulacin y los primeros atisbos de regulacin impositiva con relacin a la circulacin de carne. En trminos generales, el trnsito de tropas que ingresaban al matadero se realizaba a pie o por medio de los ferrocarriles. La circulacin de haciendas por los caminos del Sur no fue objetada hasta el Centenario, puesto que no haba poblacin avecindada que sufriera las molestias del paso de ganado. Por lo tanto, entre 1876 y 1910, el ganado circul libremente por aquellos parajes, accediendo al matadero para ser sacrificado. Efectuadas las tareas en el edificio de Bv. Segui y Berutti, los abastecedores se encargaban de distribuir el producido en las carniceras de la ciudad, para lo cual, a partir de 1890, debieron contar con unos carros con cajuelas especiales, forradas en zinc y dotadas de ganchos colocados a una altura y con una resistencia proporcional al peso de la carga.523 Estos vehculos estaban sometidos a la inspeccin de sus condiciones higinicas por parte de la Municipalidad. Pese a las previsiones de la Municipalidad el Matadero no lograba dar abasto a toda la ciudad. El problema de los transportes impeda trasladar la carne a largas distancias sin provocar el encarecimiento del producto. La inexistencia o el elevado costo de mecanismos de enfriado aada una complicacin considerable a la posibilidad de hacer llegar alimentos en buenas condiciones de conservacin, aunque, seguramente, para la poca este no era el problema mayor. De esta suerte, el Municipio se enfrent al dilema que planteaba la incompatibilidad de dos criterios que haba adoptado simultneamente: la centralizacin de las actividades de matanza y el abastecimiento de la totalidad de la jurisdiccin. Los medios tcnicos para el abastecimiento no pudieron ser mejorados en el corto plazo y por lo tanto el ideal centralizador fue resquebrajado. El municipio, en 1886, autoriz la construccin de otro matadero de menores dimensiones y administrado por privados, al Oeste del Cementerio Municipal. Este edificio estaba destinado a surtir a las carniceras distantes a ms de una legua del Matadero Municipal.524 En un plazo relativamente breve, los Mataderos patrocinados por el municipio no slo debieron enfrentar este problema. La velocidad y la coyuntura en que fueron realizadas las construcciones comportaron importantes cuotas de imprevisin. Las instalaciones quedaron obsoletas en menos de dos dcadas, debido a su incapacidad para trabajar sobre un nmero cada vez ms elevado de cabezas ingresado a corrales. Las dificultades que existan para imponer sobre aquellas estructuras mtodos racionales, higinicos y modernos de matanza y la amalgama insalubre que configuraba el Matadero en su proximidad al Vaciadero de Basuras dispararon proyectos de reforma.elabor una ordenanza fijando un estipendio para la introduccin de carne vacuna fresca, que extenda las mismas consideraciones vigentes para la introduccin de carne de cerdo. ET HCD 1880, fs. 108109. Digestos y Ordenanzas de la Municipalidad de Rosario de Santa Fe 1860-1889, s/d. Anteriormente la carne era colocada sobre los carros sin mayores precauciones que las necesarias para acomodarla de modo tal que permitiera subir una buena pesada. Digesto Municipal de Rosario de Santa Fe, 1860-1889, s/d, 26/06/1886, p. 119.

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El sentido de estos diseos bsicamente apuntaba a tres cuestiones: el planeamiento de obras de infraestructura tendientes a asegurar el suministro de agua permanente y abundante a las instalaciones, la ampliacin de los mataderos para lograr una mayor capacidad instalada, que permitiera faenar un nmero superior de reses al da, y, algo ms adelante, planteos alrededor de la inconveniencia de la proximidad del Matadero y el Vaciadero de Basuras. El primer problema, data de 1891, y gener un gran nmero de propuestas. Se intentaba, segn los miembros del ente municipal, hallar un medio econmico y seguro que proveyera agua al