28 alfoli (ene mar 2015)

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1 ALFOLÍ Enero-Marzo 2015 Nº 28

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Revista de ocio para mayores de El Escorial

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1

ALFOLÍ Enero-Marzo 2015 Nº 28

2

Editorial Indice

Un nuevo ciclo

C on el permanente entusiasmo que

acompaña al equipo de redacción,

este, ya se encuentra dispuesto para

emprender ilusionado a través de la creativi-

dad, la nueva publicación trimestral, de nues-

tra veintiocho edición.

El inexorable paso del tiempo, nos ha permi-

tido llegar al amanecer de este nuevo año su-

ficientemente motivados, para el desarrollo

de nuestros modestos trabajos. Trabajos,

siempre realizados en aras de mejora y origi-

nalidad. Incluido queda en el ánimo de todos,

la permanente aceptación del reto que nos

ocupa, que es el acicate que da impulso a

nuestra actividad.

Este valioso ejercicio -como puede suponerse

- posibilita a cuantos participamos en él,

grandes satisfacciones para el espíritu. Úni-

cas y transcendentales, para el logro de nues-

tra empresa. Ardua tarea, en la que las nume-

rosas dificultades siempre afloran, y las mis-

mas, haciéndonos ser conscientes de los se-

rios problemas a que nos enfrentamos como

aficionados, en este “mundillo” literario.

Independientemente de la edad de cuantos

componemos el equipo, en el conjunto de los

trabajos aportados, no se manifiestan en for-

ma alguna, sensaciones que puedan revelar

los años de los autores. Más bien los vincula-

dos, dan muestras en sus escritos de dinamis-

mo y jovialidad.

Estas afirmaciones no deben ser interpretadas

como signos de valor. Pero consideramos

que son fruto y resultado, de la aportación

que representa la entrega firme en este me-

nester.

Los testimonios aquí expuestos, van dirigidos

a cuantas personas de cualquier edad, que

sientan el impulso de ser participes en este

evento. Pues, como puede deducirse, solo es

necesario para ello, el verter el impulso sen-

sorial de trasladar nuestras emociones, a

través de la letra impresa.

Me atrevo a considerar que, una ingente ma-

yoría de lectores que detengan su atención en

esta página, están suficientemente prepara-

dos, sin saberlo, para deleitarnos con sus

aportes. Sinceramente creo que - como a to-

dos nos ocurrió - únicamente les falte el pe-

queño impulso, para incorporarse al reto.

Por todo lo aquí expuesto, esta proclama, in-

cluye la invitación de bienvenida a cuantos

lectores deseen ser colaboradores de nuestra

revista. A ello nos mueve, el deseo de cuan-

tos miembros la componen el ver ampliada

la misma.

Disponemos de tres meses para la publica-

ción, partiendo del uno de Enero al treinta de

Marzo de 2015. Solamente nos resta recorda-

ros que, serán admitidos quienes presenten su

solicitud de colaborador, entre las fechas se-

ñaladas.

Equipo de redacción José Luis García,

Marisa Ramírez, Miguel Soto, Luis Felipe

Soto, Félix Bernardino, Carlos Bernardino,

José Ruiz Guirado, S.Olhai, Felipe Cabil-

dos, Juan Díaz , C. Aramburu, M.Romero,

Matilde Ramírez y Rafael Tenllado

Apoyo y maquetación:

Carlos Bernardino y Miguel Soto.

Imágenes de portada y contra portada:

Internet.

Revista.alfolí@gmail.com

Alfolí

3

Editorial Indice

En este número:

Editorial ___________________________________ 2

Amanecer literario___________________________ 4

La ruta del rio Cares__________________________ 6

A tumba abierta_____________________________ 12

El viento de El Escorial ______________________ 14

Federico___________________________________ 16

Un recuerdo________________________________ 18

Poesías____________________________________ 19

Sensaciones________________________________ 20

El Pequeño Escorial de Fuencarral______________ 21

La palabra_________________________________ 22

El costo de sobrevivir _______________________ 24

¡Que cosas tiene mí abuela!___________________ 28

Islandia, un ejemplo a seguir__________________ 29

Así lucha Finlandia contra la corrupción_________ 30

Un canto a la imaginación____________________ 32

Recordando a Francisco de Quevedo___________ 33

José Ortega y Gasset________________________ 34

La dirección de esta revista, no se hace responsable del contenido de los

artículos recibidos y publicados de sus colaboradores.

4

Nuestro nuevo amanecer literario,

expresado en imagenes

5

6

La ruta del rio Cares

(Urriellu desde la Vega Guapa)

Texto: C. Aramburu Imágenes: Internet

E n mis encuentros con la naturaleza,

la montaña formo parte en mi juven-

tud de principal atención. Entre mis

recuerdos destaca, el viaje que realice en

compañía de unos buenos amigos, para reco-

rrer el incomparable panorama que ofrece la

ruta del rio Cares.

Conocida también como La Garganta Divina,

es un impresionante desfiladero por cuyo

fondo discurren las aguas cristalinas de este

rio, que atraviesa los macizos central y orien-

tal de los Picos de Europa. La belleza que

contiene y su adquirida fama, ha hecho que

se convierta en la ruta más visitada de la co-

munidad asturiana.

El rio Cares nace en el Valle de Valdeón, a

los pies del Pico Cebolleda, en la provincia

de León. Sus aguas discurren entre los pue-

blos de Caín (León) y Poncebos (Asturias). A

principios del siglo XX existía una antigua

ruta conocida por los lugareños como “paso

de cabras” siendo un sendero mal señalado,

el cual a veces, desparecía completamente.

Entre los años de 1916 – 1921 la senda fue

regenerada, para construir una canalización

de agua para abastecer una central hidroeléc-

trica en Poncebos. Transcurridos los años,

Entrada al pueblo de Posada de Valdeón

7

Panorámica de Posada de Valdeón

entre 1945 y 1950, la senda fue ensanchada

por necesidades de acceso al mantenimiento

del canal. Una ingente mano de obra fue ne-

cesaria para la realización. El arduo trabajo

para lograr abrir un nuevo ancho en ella, des-

moronando la roca en el escarpado lugar,

unido a la inclemente climatología, hicieron

lamentar graves accidentes en los que perdie-

ron la vida un considerable número de obre-

ros. Gracias a este heroico trabajo, en la ac-

tualidad podemos disfrutar de la misma y de

sus impresionantes paisajes, con un mínimo

esfuerzo.

La ruta comienza en Posada de Valdeón

(León) pasa por Caín (León) y finaliza en

Poncebos (Asturias). El camino entre ida y

regreso es de 21 Km. Nosotros partimos des-

de Posada de Valdeón hasta Poncebos. Esta

ruta es la más aprovechada en cuanto a la

contemplación del espectacular paisaje. No

nos perdimos así ni un ápice que discurre por

toda la travesía. Creo recordar que atravesa-

mos más de 70 túneles escavados en la roca.

Saliendo de Caín, pasamos una franja de

túneles, donde tratábamos de evitar el agua

que caía sobre nuestras cabezas, e igualmen-

te, nos veíamos obligados a agacharnos para

no tropezar con el techo.

Llegamos a Poncebos con dos únicos deseos:

descansar y reponer fuerzas. Prevaleció la

idea de todos, en el deleite de la consumición

de unas frescas cervezas en el más cercano

chiringuito. para después, engullir una es-

plendida comida de cuchara y tenedor. Des-

plazándonos a continuación a una planicie y

mullida pradera, donde nos aguardaba una

reparadora siesta. Más tarde, disfrutamos de

sendas partidas de cartas jugándonos al mus,

las copas de rigor, en las que no faltaron los

envites habituales que marcan los cánones.

8

Pasada la tarde, la necesidad de pernoctar nos

llevo a la localización de un alojamiento en

el pueblo. Conseguido este, decidimos ma-

drugar para dirigirnos en la mañana -

naturalmente caminando- a conocer el pueblo

de Arenas de Cabrales distante a cinco km.

de Poncebos. Nuestra visita a Cabrales, ya

programada, no pudo ser más exitosa, pues el

atractivo de su conjunto, nos sorprendió al

igual que los visitados hasta el momento.

Decidimos pasar en él la jornada entera, vi-

sitando su entorno, para dedicar el día si-

guiente a ascender a Sotres ( Pueblo más alto

de los Picos de Europa). Al ser la distancia

que le separa de Cabrales de trece km., de-

beríamos madrugar mucho, para estar de re-

greso en Cabrales al anochecer.

El acusado desnivel debido a su altitud – que

ahora no recuerdo – debe superar los dos mil

quinientos metros. Debido al esfuerzo mus-

cular que llevamos a cabo, renunciamos a

nuestra llegada a Sotres a continuar con el

ascenso, para la contemplación en la distan-

cia del Naranco de Bulnes. La proximidad

del Rey de los Picos se debe, a que el ascen-

so a él desde Sotres, es el más adecuado.

En nuestros planes por supuesto no quedo

incluido la ascensión al Naranco, ya que éra-

mos conscientes de las dificultades técnicas

que para su realización eran precisas. Por ello

solo nos debimos conformar con su observa-

ción en la distancia.

Con nuestro arribo desde Sotres hacia nues-

tro punto de arranque desde La Posada, di-

mos comienzo al final de este incomparable

viaje.

Mucho me alegraría el saber que algún lec-

tor, encontrara en esta asimilación, la curiosi-

dad de averiguar por sí mismo la realidad de

mis manifestaciones. Y es que después de

disfrutarlas tan intensamente, solo me cabe el

Panorama a la salida de Cain, caminando hacia Poncebos.

9

reclamo de divulgarlas para ser compartidas.

A mi parecer, la descripción que me hicieron

quienes me animaron a descubrir estos para-

jes, se quedaron cortos en cuanto correspon-

de a su belleza. Sotres, Cabrales, al igual que

Poncebos, Caín y Posada de Valdeón, pare-

cen salidos de un lienzo. Tanto por la senci-

llez y originalidad de sus construcciones, co-

mo por la enmarcación de la naturaleza que

los contempla. Todo el conjunto queda tan

embellecido, que hace sea imborrable su re-

cuerdo.

Una imagen, dicen, vale más que mil pala-

bras. Es por ello que siento la necesidad de

hacer públicas –aunque no sea su autor- las

siguientes imágenes.

Solo me resta añadir como señalo al princi-

pio que, el singular paisaje e incomparable

territorio, nos supuso a mis amigos y a mí

unos inolvidables días que como puede verse

a pesar de los años transcurridos, continúan

permaneciendo en nuestra memoria.

Ermita en las lindes de Cain.

Espectacular mirador de Tombo (Posada de Valdeón)

10

Impresionante panorámica del desfiladero en la ruta.

Al fondo, puente sobre el rio cares.

11

El rio Cares a su paso por Poncebos.

Una parte de la senda.

Arenas de Cabrales

Saliendo de Cabrales

Admirable panorámica del pueblo de Sotres.

12

A tumba abierta

Texto: Marisa Ramírez Imagen: Internet

S e me ha olvidado escribir en

esta máquina en la que todo el

mundo lo hace sin problemas, y

es más, le parece cómodo y fácil.

Mi realidad es completamente distinta.

No me gusta, ni me gustara nunca.

En este aparato las cosas no salen del

corazón. Bien cierto es, que no llevan

tachones, ni palabras cambiadas que se

notan en el del texto original.

Si quieres, ni te preocupas de la orto-

grafía, pues con darle a un botoncito te

corrige el texto, más o menos acepta-

blemente. Si repites una letra, con dar-

le a una flechita hacia atrás se acabo el

problema.

Una maquina tonta que te deja casi sin

ideas. Sin darte cuenta lees una y otra

vez, lo que en teoría tenía que salir de

ti espontáneamente sin pensar apenas

lo que escribes.

Papel y lápiz, y todo me brota con una

fluidez tan asombrosa, que a veces yo

misma no me lo creo.

Que fácil me resulta esa escritura. Co-

mo corren mis ideas por esos folios

limpios de teclas.

Mis dedos vuelan y mi mente se agili-

za hasta límites insospechados, e in-

cluso creo que escribo mejor. Siento

que es más verdad que darle a este te-

clado absurdo, que hace que pienses

siete veces siete lo que vas a poner por

si queda mal.

13

Coge un folio y un lápiz. Siéntate y

permite que tu mente guie tus dedos.

Seguramente saldrá semánticamente

peor, pero para el que está penando en

ese momento escribiendo directamente

en el ordenador (y no es su costumbre)

le sabrá mejor lo tradicional. Puede

que hasta le resulte dolororoso, inhós-

pito, frio éste método tecnológico.

Este aparato, frena mi mente. Coarta

mi creatividad. Difícilmente llorare de

sentimiento escribiendo aquí.

En mi medio nado como un pez, son-

rió, rio, grito al silencio, me habla el,

callo yo, escucha, escucho, charlamos

de todo o nada. Me abstraigo de tal

manera que todo sonido desaparece.

Nada importa, solo mi sentimiento y

las herramientas que adoro de toda mi

vida. Simples ellas, pero tan antiguas

como el hombre.

Siempre he escrito así y espero seguir

haciéndolo. Seguro que lo hago. Tengo

montones de papel escritos y guarda-

dos. Otros se marcharon al olvido de la

pérdida o acabaron rotos, no sé por-

que, seguramente no era su momento o

el mío, da igual. Preguntareis porque

escribo directamente aquí. La verdad

es por pura vaguería. No soporto vol-

ver a escribir otra vez lo ya expuesto

en papel. Es una pérdida de tiempo, ya

está dicho todo, por eso el “directo”

comodidad. Poco importa lo que se di-

ga mientras vaya en el formato ade-

cuado y aquí lo tenéis, facilito, facilito.

Cargar y listo para imprimir.

No es útil para la vida moderna, el del

alma. Yo aprendí así y seguiré hacién-

dolo de la otra manera. La maquina es

una anécdota hecha por el hombre

hace unos años. Las manos con sus de-

dos están desde el origen de la especie

humana. Se perderán muchas cosas, no

me importa. Habiendo salido de mí,

vivirán eternamente aunque no haya

constancia de ello. Es lo que menos

me preocupa. No me importa si lo que

escribo gusta o no gusta, si está correc-

tamente expresado, si lo entienden, da

igual. Lo escribí sintiéndolo en ese

momento así, con eso me basta. No

pretendo ser Pablo Neruda. Y aun a él

le corregían los escritos. Todos tene-

mos que comer y hay gente que nece-

sita corregirte, se siente mejor…

Brindo por ellos.

Quiero tener un recuerdo para finalizar

este escrito. Aunque me duela no

hacerlo en papel como él se merece.

Me refiero a donde he transportado el

ordenador. Una maravillosa cartera

arrugada y vieja, que me hizo sentir su

historia mientras bajaba a la cafetería

donde me encuentro en este momento

poniendo fin a este escrito

Lo que me hizo sentir esa cartera me-

rece papel, lápiz, mas intimidad y mu-

cho, mucho más sentimiento. Tal vez

alguna lagrima y seguro que muchas

sonrisas de complicidad.

14

V amos a traer a capítulo un

fenómeno meteorológico, el

viento lóbrego (así lo califi-

co, porque en es este lugar del que se

habla –el Escorial- el bosque que sería,

impediría que la luz entrase a raudales,

podría ser de esta guisa o apariencia),

que tendría su importancia; primero,

porque su presencia, como se va a

transcribir, a punto estaría de dar al

traste con el lugar que se elegiría para

la ubicación de la Obra. Y, por otro su-

ceso que causaría espanto por su viru-

lencia y, que como se verá, tuviera en

jaque frailes y a legos. Correría el año

de 1561, por el mes de Todos los San-

tos, que ya era San Andrés. En comi-

sión real se desplazarían expertos en

distintos saberes para el propósito. E

in situ, comprobarían si el paraje com-

placería y cumpliría las exigencias

(madera para cortar, agua, piedra, salu-

bridad y distancia a la Corte). Y así

nos los expondría Fray Juan de San

Jerónimo: “Se juntaron en Guadarrama

este día… y de allí partieron para el

lugar del Escorial…y de allí subieron

para el dicho sitio con el ánimo y el

contentamiento cristiano y muy deseo-

sos de ver dicho lugar. Y en llegando

que llegaron todos a una cruz a la mi-

tad del camino desde el lugar del Es-

corial para el sitio donde estaba una

viña de Juan Rubio llamado el Rico, se

levantó una tan gran tempestad de aire

que llevó la barda a la cerca de dicha

viña y dio con ella en las cabezas de

las mulas y caballos que los hizo vol-

ver todos atrás, donde parecía que el

demonio había causado aquella tem-

pestad para ponerles pavor y espan-

to…”

El viento de El Escorial

Texto: José Ruiz Guirado Imagen: Internet

15

(Pasarían la jornada en el cercano lu-

gar del Escorial. Apréciese la articula-

ción que el propio cronista utiliza con-

secutivamente –del Escorial-. Le partí-

cula “el”, que antecede al vocablo

“Escorial”, no sería en rigor parte sus-

tantiva del nombre, sino artículo deter-

minado del mismo. [En el Escorial, del

Escorial, al Escorial], con todas las

consecuencias ortográficas que de ello

se derivan. Sería el nombre propio, de-

terminado o no por el artículo, sería el

único que exigiese mayúscula siempre.

El artículo que lo determinaría seguiría

las reglas en uso de la gramática y los

modos que establecerían el idioma,

que se aplicarían al nombre propio co-

mo al común. Y sería hasta finales del

siglo XIX la tradición ortográfica del

Escorial fiel a esta regla. El amigo Pe-

pe Sierra, ilustre musicólogo y ca-

tedrático de música, me comunicó

hace unos días que otro reputado in-

vestigador -Pepe Rodríguez-, recién ha

publicado en “La ciudad de Dios”, ex-

haustivo trabajo sobre el tema que nos

ocupa). Pasarían trece años de aquel

suceso.

Estaría el rey meditando la manera de

manera de trasladar los restos de sus

padres, hermanas y parientes. El 22 de

enero del año de gracia de 1574, escri-

biría al Vicario, en ausencia del Prior,

para que cumpliera las instrucciones.

El seis de febrero cantarían la Misa y

Oficio de ángeles por los infantes Don

Fernando y Don Juan. Se levantaría tal

viento que llenaría a todos de pavor.

Oigamos al P. Sigüenza relatarlo:

“Porque parecía que se habían abierto

las puertas del infierno para arrebatar

las piedras de esta casa”. Tres siglos

después -1829-, José Quevedo, nos re-

lataría lo que presenciaría con sus pro-

pios ojos: “Arrebató seis planchas de

plomo unidas sobre la bóveda que cu-

bre el altar mayor de la iglesia princi-

pal, que pesaron 49 arrobas, y las llevó

como un ligero papel hasta cerca de la

torre que llaman la del Prior, a más de

doscientos pies de distancia…” El ri-

gor de su virulencia se ha hecho sentir

a lo largo de distintos sucesos.

La contraposición a este exceso eólico,

nos los proporcionaría “La brisa de

Santa Teresa”; tradición escurialense

recogida por Carlos Vicuña en sus

“Anécdotas de El Escorial”: “Un día

caluroso de verano subió la Santa can-

sada, sudorosa y desfallecida (ya no

era tan joven), desde la villa de El Es-

corial hasta el ángulo noroeste del Mo-

nasterio, y apoyándose en la piedra

guardacantón allí existente suplicó al

Señor algún alivio. Dios le envió una

suave brisa que la confortó al instante.

Desde entonces nunca falta en los días

más calurosos de verano, un vienteci-

llo refrigerante…”

16

Federico

Texto: Miguel Soto Imagen: Internet

E l viento de levante sonaba con

fuerza, Federico abrió la puer-

ta de la casa y miró el camino

de los cañaverales. ¡No se oía nada ¡

Al mediodía se había acercado a Conil

a la casa de Josefa la partera. Llamó a

la puerta, una mujer entrada en carnes

abrió: ¿Qué pasa muchacho?- Pre-

guntó.

-Josefa, la Antonia está a punto de pa-

rir. Ya le han empezado los dolores.

-¿Cada cuanto tiempo?- Preguntó la

mujer.

- Los ratos son largos. Esta mañana,

desde que nos hemos levantado, ha te-

nido tres.

-Tú Fede, vete para casa; en cuanto

prepare las cosas, voy para el Cabo.

-¿Quién te va a llevar?- preguntó el

pescador.

-“El Jesús”. Dile, cuando pases por su

casa, que enganche la mula a la calesa

y que me espere.

Federico avisó al cochero; se montó en

el jaco y regresó al Cabo. Antonia pre-

paraba unos pescados en el fogón.

-¿Cómo vas mujer?- Preguntó.

- Van deprisa, pero todavía aguanto, Te

dejo aquí los cubos de agua; cuando

llegue la Josefa, los pones al fuego.

Asintió con la cabeza y sin decir nada

salió al camino, estaba impaciente…

prestó atención al silencio y reconoció

el chirriar de las ruedas.

17

-¡Ya viene! Exclamó; -el viento seguía

soplando.

Cuando la calesa se detuvo, el “Jesús”,

quitándose la gorra saludó a Federico,

y mirando a Josefa le dijo:

_! Ya hemos llegado!

-Anda, ayúdame con las bolsas- dijo la

mujer. Bajó de la calesa y entró en la

casa.

-Está en la cama- dijo Federico.

Josefa entró en la habitación. Saludó a

la Antonia y cerrando la puerta, en-

cargó a los hombres que hirvieran

agua.

Los dos hombres, al lado del fuego,

consumían los cigarros. Federico re-

movía las ascuas con la barra de hie-

rro; el silencio era absoluto.

Se abrió la puerta, y Josefa preguntó:

¿Está preparada el agua?. El pescador

asintió con la cabeza; entonces un gri-

to de la Antonia reclamó a la partera.

-¡Empuja, empuja, ya veo la cabeza!

Vamos… mujer; ya está aquí. ¡El ulti-

mo empujón!

Antonia sin pudor gritó con fuerza.-Un

muchacho- afirmó la partera. ¡Traed el

agua!

Federico, cogió los cubos y entró en la

habitación; Antonia jadeaba con los

ojos cerrados; estaba muy blanca. Jo-

sefa se dio la vuelta. En sus brazos una

criatura saludaba con su llanto. ¡El tri-

buto por nacer!. -Es un muchacho y

bien guapo. Anda cógelo que voy a

limpiar a tu mujer. Cuando tubo la

criatura en sus brazos la miró con

atención, no se atrevía a moverse; en

sus ojos dos lágrimas asomaron, junto

a una sonrisa en los labios…

-¡Mi hijo!- exclamo el pescador. Le

arropo con una manta, y salió de la

habitación. Cuando paso por el lado

del Jesús se lo enseño y le dijo:

- !Mira… mi hijo!-dijo; abriendo con

el pie la puerta de la casa y saliendo a

la orilla. El levante estaba suavizando.

Federico extendió los brazos, metien-

do las alpargatas en el agua; y acercan-

do sus labios al oído del niño le susu-

rro: ¡Hijo, este es nuestro tesoro!

De vuelta a casa miró a la lejanía las

luces de su pueblo; estaban encendidas

las estrellas, brillaban más que nunca.

Eran las ocho de la tarde del dos de

Febrero del año 1931.Entró en la casa,

pasó a la habitación. Antonia había re-

cuperado el color. Le dio a su hijo; ella

le estrechó contra el rostro y miró a su

marido.-¿Estas contento?- Federico

asintió con la cabeza.

-Le he enseñado el mar.

-¿Cómo se llamara? -Preguntó la par-

tera. El pescador con una gran alegría

reflejada en el rostro contestó: Federi-

co Jiménez Carrasco.

18

Texto: Marisa Ramírez Imagen: Internet

Amanece.

L a gente empieza sus quehaceres. No

da mayor importancia al aire que res-

pira, al sol que comienza a calentar

en este tórrido verano. Todo en sus vidas pa-

rece igual o similar, pocas cosas han cambia-

do para ellos.

Inmersos en su rutina, sus pies se deslizan

sobre el asfalto sin conciencia ninguna de lo

que están pisando.

Pequeños autómatas, que sin necesidad de

pilas alcalinas, caminan y caminan, llenos de

obligaciones perentorias. Todo corre de pri-

sa, es necesario hacerlo. El mundo no funcio-

na si no estoy yo… ¡Soy el centro!

Los carros de la compra sí te echan de me-

nos. El perro, que siempre está atado a la ba-

rra, también; tiene los ojos más tristes que de

costumbre.

Su parcelita, donde él se apoyaba, lleva días

llorando, nadie lo nota. El vacio se llena con

el griterío y las preocupaciones de la gente

que día tras día, le han visto allí parado, du-

rante horas, con el pecho lleno de cupones,

unas gafas de culo de vaso, su cartera marrón

colgada en bandolera y ese olor malvado que

también formaba parte de su personalidad.

No sé ¿Porqué, comencé a echarte en falta?

Pregunté varias veces y a distintas personas,

nadie sabía nada. Supe que te estabas mu-

riendo en un hospital. Nadie a quien pregunté

conocía si tenías familia, si estabas solo. Una

dura enfermedad, te apartaba deprisa de esta

vida, con dolor.

Cuando estuve por casualidad, en el mismo

centro en el que agonizabas, quise verte. Pre-

guntar por el ciego que se ponía en la puerta

del mercado y que a punto estuvo, de darme

el cuponazo del viernes, hace unos años.

.Puede sonarte a excusa, pero hice cuanto

pude, para ir a verte, lo siento. Ahora otra

persona ocupa tu puesto, no la conozco, a ti

sí. Tu esquela apareció un buen día colgada

en la pared del establecimiento, hacía más

de una semana que te habías ido, tan calladi-

to. Todos tenían cosas que contar de ti.

Me hubiera gustado, darte la mano y un beso

de despedida. No supe hacerlo.

¡Hasta siempre¡ Buen viaje.

UN RECUERDO

19

Poesías de Rafael Tenllado Imagen: Internet

Llueve

En el cristal un mensaje

Que sólo hoy entiendo:

¿Será éste mi último otoño…?

DUDA

Entre las hojas, es costumbre,

Compartir la pesadumbre de la rama

Abatida por el viento;

Quizás este año

Caiga la nieve sin quebrarse…

VEJEZ

Detrás de la cortina

Deja el lápiz

Ráfagas de incertidumbre…

INSOMNIO

La avara luz

De la lámpara de noche,

El sueño custodia

Como al reo

Que han de ajusticiar…

20

Texto: M. Olhai Imagen: Internet

M iré por la ventana.

Hacia un día radiante.

Los rayos del sol cami-

naban por mi cuerpo desnudo.

Las manos, apoyadas en el adobe

notaban su frescor.

En la playa estaba ella, disfrutan-

do de la brisa.

Me puse el bañador y cerré la cor-

tina. Sintiendo el escalofrío de la

penumbra. Apagué la luz del ba-

ño, y cerré el grifo; entonces per-

cibí su frialdad.

Ya en la calle, me dirigí a la are-

na. Al pisarla, noté su fuego en

mis plantas.

-Buenos días.

Una sonrisa fue su respuesta.

Acercándome a ella, puse mi ma-

no sobre su espalda, estaba ca-

liente, los rayos del sol habían to-

mado su piel tostándola por mo-

mentos.

-¿Me pones crema?: insinuó la

mujer.

Vertí en mi mano el denso fluido

sintiendo su viscosidad. Al acari-

ciar la piel de su espalda, sentí in-

mediatamente como recorría por

todo mi cuerpo, un inesperado y

gran escalofrío.

De forma suave, recorrí pausada-

mente toda la superficie, hasta

descubrir rincones que me habla-

ban de misterio.

Ella se volvió complacida, yo le

rocé con mis dedos su cuello y

sus hombros.

Me miró con sus ojos color de

cielo, instintivamente, rozamos

nuestros labios de forma suave,

. Sentado a su lado, mirando al

mar, sentí en mi alma el comienzo

de algo mágico…

Sensaciones

21

S egún una tradición muy antigua, la imagen de

Nuestra Señora de Valverde, la trajeron a Es-

paña desde Antioquia, en el siglo I, los discípu-

los de San Pedro. La misma fue construida por San

Nicodemo, y pintada por San Lucas. A causa de la

invasión Sarracena, en el año 715, los cristianos de

entonces, la escondieron en un pozo que en actualidad

existe en el interior del Santuario. Allí estuvo escondi-

da hasta el año de 1242. Y fue el día 25 de Abril de

este año en el que se apareció con grandes resplando-

res, sobre unas retamas a unos pastores que por el

lugar apacentaban sus ganados. Llevada la imagen a la

Iglesia parroquial, por dos veces desapareció volvien-

do en ambas al lugar de la aparición. Ante estos

hechos milagrosos, las autoridades religiosas, con la

colaboración de los vecinos, decidieron construir una

ermita en el mismo lugar, para guardarla culto. Tiem-

po después aconteció un hecho milagroso. Este fue; el

brote de un manantial de gran caudal a flor de tierra.

El hallazgo se produjo al inicio de una excavación

para la busca del agua que se necesitaba para la obra

de construcción. Terminada la obra, el pozo desapare-

ció al secarse totalmente. Muy pronto la ermita fue

transformada en un gran Santuario, que se hizo famo-

so por las especiales mercedes que la Santa Virgen

concedía a sus devotos y visitantes. Entre ellos se en-

contraron como fervorosos, nuestros Reyes de las Ca-

sas de Austria y de Borbón.

Felipe II fue devotísimo de esta Imagen, y la llevó en

ocasión memorable a Madrid, para encomendarle el

buen suceso de la Armada Invencible. Se dio solemne

novenario en la Iglesia de la Almudena de Madrid, y

después en magna procesión presidida por el mismo

Rey Felipe II, fue devuelta a su Santuario. El Santua-

rio era conocido a causa de su enorme riqueza mate-

rial y artística. La acumulación del patrimonio conse-

guido durante dos siglos de generaciones devotas de

Nuestra Señora de Valverde, y conocido su entorno

como El PEQUEÑO ESCORIAL, figura en la historia

del Santuario también: Que la acumulación de extraor-

dinarias obras de arte, se debieron a la aportación rea-

lizada por el Príncipe Carlos, procedentes todas del

Monasterio de El Escorial.

Al día de hoy, tristemente desaparecidas. Hasta el año

de 1836 fue Monasterio de Religiosos Dominicos,

quienes desde el siglo XVII acostumbraban a donar a

los romeros el día 25 de Abril de cada año, pan y que-

so, tradición que se ha conseguido mantener ininte-

rrumpidamente. En el año de 1940 es reproducida la

preciada Imagen y es traída desde la Iglesia de Nues-

tra Señora de la Almudena, de Madrid, a su Santuario

en grandiosa procesión. Entonces se crea la Herman-

dad de Nuestra Señora de Valverde, siendo párroco D.

Félix Verdasco.

En el año de 1942 se celebra el séptimo centenario de

la aparición de la venerada Imagen de Nuestra Señora

de Valverde.

El 2 de Abril de 1990, la Hermandad de Nuestra Seño-

ra de Valverde es erigida canónicamente por el Arzo-

bispo D. Ángel Suquía Goicoechea.

Texto: Félix Bernardino Dibujo: del autor

El pequeño Escorial de Fuencarral

22

La palabra

Texto: Rafael Tenllado Imagen: Internet

A ndaba por la séptima cuartilla de un

relato que estaba escribiendo, cuan-

do topó el pensamiento con un

“agujero negro”, que impedía concretar la

palabra más adecuada

Busqué aquella en el diccionario; pero ocu-

rrió que no la encontraba. Consulte en el de

sinónimos, vocablos afines; ninguno se

aproximaba a mí necesidad. Comprobé la

fecha de ambos; eran muy recientes. Con-

sulté Internet, tampoco aparecía. Decidí bajar

a la librería donde – desde hace veinte años –

adquiero mis libros.

Al dueño, antiguo periodista, comenté mi

situación. No era el único al que había solici-

tado información parecida. Recordó a un co-

lega, muy conocido en otro tiempo; llegó a

obsesionarse tanto por un asunto análogo que

terminó retirándose del oficio. Me contaron

que había abierto una agencia dedicada a lo-

calizar palabras desaparecidas.

Después de escudriñar, inútilmente, ocho

ediciones de diferentes diccionarios; le pedí

la dirección de aquella. Tras escrutar en su

antiguo fichero, me entregó media cuartilla,

escrita con letra menuda. Me puse en contac-

to con la agencia donde me recibieron aque-

lla misma tarde.

Ciertamente, es muy singular, el universo de

las palabras- Afirmó aquel hombrecillo que

tenía delante. Tendría poco más del metro

sesenta, muy delgado. Representaba la

ochentena.

Cada una de ellas, poseen características pro-

pias; sienten y padecen como cualquier ser

vivo. Algunas son frías y herméticas. Otras,

en cambio, cálidas y transparentes. Me pre-

guntó por la fecha en que había desaparecido.

Le conté todos los pasos que había seguido,

hasta contactar con él.

-Sígame- dijo. Nos adentramos por un largo

pasillo que desembocaba en un cuarto de

grandes dimensiones, donde, claramente,

habían derribado el tabique que lo dividía. El

cuarto se hallaba cubierto, desde el techo

hasta el suelo, de pesados archivadores . Ca-

da uno de ellos, debían de contener miles de

tarjetas. Y cada una, con información ex-

haustiva, de cada palabra desaparecida.

23

-Sé, que está pensando… ¿Cómo puede

haber tantas desaparecidas?

-Así es- confirmé abrumado.

-Las palabras que se hallan en el diccionario,

son sólo, una mínima parte de todas, las que

han desaparecido.

-¿Pero… y donde…?

-Se ignora el paradero. Debe de existir, una

especie de cementerio, donde “reposan” to-

das aquellas que dejan de ser utilizadas.

Salí a la calle sospechando que nunca lograr-

ía localizarla.

Normalmente, cuando estoy bloqueado, suelo

dejar aquello que esté escribiendo en

“barbecho”, durante una semana. Fue lo que

hice.

Comencé otro relato, en el que he estado tra-

bajando hasta hoy, que he retomado el ante-

rior.

De nuevo la cuartilla se transformaba en una

trampa, de la que no podía escapar. Cerré los

ojos dejando vagar la mente…

Tropezando con una forma conocida ¡Era un

libro de Haikus, en ellos, suelo recuperar

aquello tan complicado, como es la

“sencillez”.

Cogí uno de ellos (Issa Kobasyashi) en uno

de sus poemas: surgió la intuición. Nunca

dejo guiarme por ella, pero era demasiado

intensa, como para ignorarla.

Cuando llegué a la “Cuesta de Moyano” ella

estaba allí. ¡No entiendo cómo, pero sabía

que era ella!. Estaba sentada en la base de la

estatua de “Pio Baroja”, leyendo un fragmen-

to de un periódico.

La invité a unas bravas y unos botellines de

cerveza.

Cuando estaba preparada, me relató su histo-

ria: Siempre he sido muy viajera. Me atraían,

especialmente, aquellos idiomas totalmente

desconocidos que sentían qué me estaban

esperando.

Una tarde, no pude soportar, tanto vocablo

mediocre.

Abandoné el diccionario cuando nadie me

consultaba. Desde entonces he estado viajan-

do, siendo huésped de diccionarios, cuya len-

gua ni siquiera imaginaba que existieran…

Seguimos charlando toda la tarde.

Cuando la dejé, tenía la absoluta convicción,

que jamás volvería a formar parte de ningún

diccionario, libro, periódico, revista ni inter-

net.

Ya no podía. No pertenecía a nadie. Terminé

otro relato; ayer lo entregué.

Nunca he vuelto a verla.

24

E l inicio del cambio de esta nueva eta-

pa de trabajo, supuso para Fernando

una entrega total en el desempeño de

las nuevas funciones a desarrollar, tanto en el

ámbito de relación laboral con aquellos cola-

boradores autónomos: Empapeladores, pinto-

res, e instaladores de pavimentos, que iban a

intervenir en las ejecuciones de estas obras.

Para ello, hubo de indagar en los costos de la

mano de obra de los distintos materiales a

instalar. Una vez conseguido este propósito,

ya pudo trasladar sus costos, a los distintos

presupuestos solicitados por sus primeros

clientes.

Su incorporación al negocio, inmediatamente

favoreció la aceptación de las primeras

obras. Pues su popularidad en el barrio y se-

riedad demostrada en el estudio, eran sufi-

cientes para que sus vecinos confiaran en su

buen hacer.

Esta prevista circunstancia en escaso tiempo,

y dado el continuo incremento de obras a rea-

lizar, presupuso un éxito seguro para la ini-

ciada empresa. Por esta circunstancia Fernan-

do, se entregó a la atención y aprendizaje de

cuantas instalaciones realizaban los profesio-

nales. Y no era ello, para incurrir en compe-

tencias que no le correspondían. Su preten-

sión era; la adquisición de conocimientos

profesionales perfectos, para sí mismo, y po-

der demostrar a sus clientes en un momento

dado, su saber en todas y cada una de estas

materias.

La fijación que puso en este empeño, le llevó

a alcanzar pasado un tiempo, la suficiente

ilustración y conocimiento de los diversos

materiales. Y así, llegado un momento, poner

en práctica el plan trazado. Para su realiza-

ción -mediante las prácticas necesarias- de

ser capaz de instalar papel pintado, pavimen-

tos plásticos, moquetas y parquet.

Pasado un tiempo, el exceso de pedidos fue

tan amplio, que imposibilitaba a los instala-

dores su ejecución. Como alternativa a este

(Última parte)

El costo de sobrevivir

Texto: Carlos Bernardino Imágenes: Internet

25

problema, propuso a sus colaboradores la

solución, -siempre contando con su beneplá-

cito-, de ser ejecutados por él, aquellos traba-

jos, que ellos no pudieran realizar.

El equipo de instaladores, no solo aprobó la

leal propuesta. También supieron entender el

compromiso de atención a sus clientes. Pues

estos en definitiva, representaban la fuente de

ingresos comunes de la empresa.

Salvada satisfactoriamente esta eventualidad,

Fernando, se hizo cargo de la ejecución de

diferentes obras, las que realizó a plena satis-

facción de los clientes. Clientes, que no solo

admitían con agrado a su inesperado instala-

dor, si no que, no salían de su asombro al

comprobar sus demostradas habilidades.

Esta capacitación, al margen del interés co-

mercial supuso para el interesado, la satisfac-

ción del logro conseguido una vez más. Aho-

ra, ya se veía preparado para poder discutir

las deficiencias detectadas por él, en las dife-

rentes labores. Esta nueva y expuesta demos-

tración, igualmente fue válida para los inter-

vinientes y así procurar afinar sus termina-

ciones de cada obra.

En términos generales, estos fueron los

acontecimientos más destacados, en los doce

años que Fernando mantuvo abierta esta em-

presa. Ellos, le posibilitaron unos ingresos

económicos suficientes para, no solo vivir

con suficiencia su familia. También, con los

ahorros conseguidos gracias a una buena ad-

ministración, decidió dedicar una parte de

ellos, a la inversión en la compra de un piso

en la sierra de Madrid.

Con ello no solo canalizaba para el bien fa-

miliar, los recursos obtenidos. Al tiempo, el

disfrute de esta vivienda por su ubicación en

plena naturaleza, les evitaba los incómodos

desplazamientos para llegar a ella. A partir

de este conseguido bien, tanto los fines de

semana y vacaciones, fueron igualmente go-

zadas en el paraje serrano.

Pero como quedara demostrado en el transcu-

rrir de la vida de Fernando, la inestabilidad

de su trabajo, una vez más es manifiesta. Así

ocurre que, en el año de 1982, la demanda a

esta elaboración comercial disminuye. De

manera progresiva e inquietante va reducién-

dose, hasta llegar a la conclusión que co-

mienza a preverse: que un próximo futuro,

impida la continuidad en este negocio.

La causa de este declive, pudo ser atribuible

a la saturación de mercado, o, en su defecto,

a la variante social de otras apetencias deco-

rativas. Pero fuese así o no, el bueno de Fer-

nando se encontró por tercera vez, ante el

azaroso problema: Ingeniarse una nueva ma-

nera de dar solución al grave problema que

se avecinaba.

Anticipándose al final que intuyó, -al igual

que le ocurrió con la fotografía-, convino con

su cuñado, representante de joyería al efecto,

en trabajar con él como ayudante -que preci-

saba en aquel momento-, mediante el tiempo

suficiente para que su hijo adquiriese los

años que le permitieran ocupar su lugar.

Esta inicial solución solo cubriría el tiempo

necesario para conseguir el suficiente conoci-

miento de esta, para él, nueva profesión. Des-

pués de cubiertas ambas premisas, el acuerdo

tomado entre ambos, -al margen de los hono-

rarios económicos-, era obtener así, la repre-

sentación de un muestrario de algún fabrican-

te del gremio.

Inicialmente, el buen funcionamiento y en-

tendimiento entre ambas partes, discurrió a la

perfección durante los dos primeros años.

Pero pasados, estos comenzaron a surgir por

parte del cuñado, ligeras inconveniencias re-

feridas al elevado costo de sus retribuciones

26

-feridas al elevado costo de sus retribuciones

económicas. Estos inconvenientes en escaso

tiempo, fueron en aumento. Hasta tal punto

se acentuaron llegado un momento, en que su

mal estar, se hizo insoportable. Ante esta

situación, la respuesta de Fernando fue tajan-

te: no continuar trabajando con él.

Como réplica de su cuñado a la decisión to-

mada por Fernando durante el viaje, fue el

anunciarle al siguiente día, la aceptación sin

previa consulta, de un muestrario ofrecido

para él. Este pertenecía a una empresa de ma-

yoristas del gremio, ubicados en Madrid.

Esta inesperada alternativa, le supuso una

descarada e inoportuna solución, a los pro-

blemas con los que se iba a enfrentar a partir

de ahora. Las dudas, -sobradamente conoci-

das por aquel-, sobre su escaso saber, para

salir airoso al aceptar esta alta responsabili-

dad. Su desconocimiento, llegaba al límite de

ignorar la diferencia habida, entre una Circo-

nita y un Brillante.

No obstante, no se podía permitir el “lujo”

de caer en el desánimo. Su situación le obli-

gaba a superar el inesperado momento. Debi-

do a ello, al no caber otra opción, inmediata-

mente se hizo cargo del descomunal mues-

trario, no sin antes concertar con la empresa

las condiciones económicas. Este, estaba

compuesto de cinco maletas de un peso

aproximado de veinticinco kilos de oro y pe-

drería cada una. Siendo obligado a la vez, a

custodiar el mismo en su domicilio. Con él,

debía viajar por las provincias de Castilla y

Andalucía.

Las continuas dificultades que en principio

pudo encontrar, las supero con la perseveran-

cia en él acostumbrada. A través de su éxito

en las ventas, unida a su seriedad, fue paula-

tinamente ganando la confianza que la em-

presa había depositado en él. Confianza, que

no compartía con respecto a sus intereses, ya

que llegó a descubrir en sus liquidaciones, la

merma que le eran aplicadas por la empresa.

Este comportamiento por la misma, vino a

corroborar los informes recibidos a través de

compañeros, del mal hacer de los socios que

la componían.

Al desencanto sufrido por estas comprobadas

afirmaciones, hubo de añadir para su revés,

el conocimiento que su cuñado –según le fue

garantizado- igualmente conocía.

Debido a esta lamentable circunstancia, a

continuación, no pudo evitar sus reproches al

mismo, por su mala conducta. Pero este, no

reconociendo su desleal comportamiento,

argumentó razones insostenibles, eludiendo

en todo momento su conocimiento al respec-

to.

Este fatalismo inevitablemente, le venía a

demostrar la escasa moralidad de los cuña-

dos, con quienes había llegado a emparentar.

Como respuesta, al ser preguntado por aque-

llos conocedores de este hecho acerca de su

mal estar, con buen humor siempre respond-

ía: -Contento puedo estar, de haber tenido

solo dos parientes de este tipo- .

Así transcurrió el tiempo, en el que se fueron

acrecentados los problemas con la empresa.

Debido a ello, Fernando y amigos, no cesa-

ban en la búsqueda de otro muestrario, para

ejercer una nueva representación.

Pero cuando aun no se habían cumplido los

dos años de permanencia en esta, un trágico

suceso puso final a su trabajo en la misma.

Al salir una mañana de su casa portando el

muestrario, fue atracado por unos pistoleros

en el momento de dirigirse al coche.

Derribado al suelo ante la amenaza de muer-

te, el y su hijo fueron testigos mudos, de ver

27

como desaparecían del lugar, con el botín.

Este hecho, dio lugar a que esta despreciable

firma, le negara un nuevo muestrario.

Denunciado el hecho ante el sindicato, este

fue declarado como despido improcedente,

debiendo ser indemnizado por tanto, con

arreglo a lo establecido por la ley.

Por este nuevo acontecimiento, Fernando,

por cuarta vez en su deambular por la vida y

a sus cumplidos cincuenta y cinco años, nue-

vamente se veía obligado a encontrar un aje-

no rumbo para mitigar su desdicha.

Para conseguirlo, medió esta vez la amistad

de una buena amiga. Vendedora destacada de

la editorial Salvat, y enterada de lo ocurrido

le condujo hasta a la directora de ventas.

Así comenzó su nueva singladura, como co-

misionado de ventas en esta editorial. En ella

discurrió con gran entereza, superando los

ingresos habidos en la nefasta empresa ante-

rior.

Tiempo después fue requerido por un fabri-

cante de joyería de Barcelona, para ejercer la

representación de la misma.

Y como la oferta ofrecida resultó ser alta-

mente favorable, decidió volver al gremio

que tantos disgustos le había causado.

Esta empresa, se convirtió finalmente en el

último “vehículo” de su agitado calendario

laboral.

Pues alcanzado el año de 1993, -cumplidos

los sesenta y dos años y los cincuenta y un

años trabajados en su vida-, Fernando, deter-

minó disfrutar de una merecida jubilación.

Él, me comunicaba para su regodeo, que aho-

ra le esperaba una época para el disfrute de

una asignatura pendiente largamente espera-

da: Pasar al disfrute de la maravillosa natura-

leza del entorno que le rodeaba; a la lectura

que durante años había acopiado: una consi-

derable cantidad de libros, que permanecían

expectantes en una cuidada biblioteca; e

igualmente, a la audición de una cuantiosa

discografía de música diversa, magnífica-

mente conservada al efecto, ávida de posar

en un moderno esplendido tocadiscos dispo-

nible. Y ante toda esta “gozada”: a vivir des-

de este momento: ¡Una libertad sin límites!

La sana ejecución de estas intenciones, las

llevó a efecto en la fecha señalada. Para ello,

no presto oído a quienes venían a aconsejarle

la permanencia en el gremio, debido a sus

éxitos de ventas.

Desde aquel tiempo, hasta la actualidad, este

gran camarada, -contando en la actualidad

ochenta y cuatro años- afortunadamente para

él, lleva vividos con todo merecimiento,

veintidós años de completo gozo.

Aquí concluyo mi relato, acerca de las adver-

sidades y reveses que debió soportar este

gran amigo mío. A través de él, he pretendi-

do rendir una leal consideración, al coraje

demostrado durante toda su vida, para resistir

estos adversos y duros rigores.

Nada más.

28

A ntes de sentarse en el sillón de los

cuentos bonitos, la abuela, miró a

su público habitual.

Todas las caritas la miraban. Unos, con mu-

cho interés, otros; con gesto distraído.

Cómo era muy lista, se fijó en los más peque-

ños, preguntándose: ¿se estarán enterando

estos angelitos, de los cuentos que me inven-

to?

La verdad es que la cosa no era nada fácil.

Tenía nietos de muy diversas edades. Es más,

alguno no había nacido aún. Sí, como lo oís.

Aunque parezca imposible ¡La realidad siem-

pre supera la ficción! Había una, solamente,

que todavía permanecía en la barriguita de

mamá: todos tenían derecho a un cuento.

Sabía que lo tenía un poco “crudo”, pero…

Pensando en sus angelitos, comenzó el rela-

to:

--Tffgggu, ciser pupu desfi—dijo, vocalizan-

do cada consonante; enfatizando cada vocal.

Cetiuo, Fermín; cascarrino… La cara de los

mayores era un poema. Los ojos se les salían

de las órbitas .Los más grandullones llegaron

a pensar que la abuela; estaba hoy, un poco

“rarita”; vamos…como tontorrona. Pero no

se lo tomaron en cuenta ¡La querían tanto!

--No os preocupéis chicos…Ya veréis que se

le pasa enseguida y nos cuenta una bella his-

toria; como siempre.

-- Biouyrr cayapeo chaparrillo Antequera.

--¿Solapilla misitas cospetiernetilo?

Las miradas de asombro seguían producién-

dose en los mayores.

--Califragilístico mostachosino lujarte raba-

nillo.

--Bbbb.Foquibb, ñoñiñoñi.

--Zaparás complitonis cuesta bajo.

--¡Dios mío!...¡¡Se ha vuelto loca del todo!

--Mira que os lo dije…Balbuceó uno de

ellos, casi llorando. Le damos tanta guerra

que, no la dejamos descansar.

La abuela, completamente ajena a todos los

comentarios, continuaba sin inmutarse.

--Pili, pila, bubu bubu.

--Moscaseriop lumichago bbb, suerutiono..

--¡Abuela! ¿Qué te pasa?

----Gggg, rgrte conpitollili certon

--Y costrifitini gg bonestrio, suego cori sato.

Al ver que se levantaba del sillón, como to-

das las noches, se percataron que aquello era

el final del cuento. Y colorín, colorado…este

cuento se ha acabado- dijo, dándoles un beso

y deseándoles que soñaran cosas bonitas; se

retiró a dormir.

Cuando los mayores miraron a los “enanos”,

con sus caritas sonrientes y la alfombra llena

de babas que salían a “borbotones “de sus

boquitas abiertas; con los ojitos entrecerrados

de pura felicidad, se dieron cuenta que aque-

llo había sido dirigido, sólo para los peque-

ños. ¡Ellos habían entendido todo y no se

habían “pispado” de nada!

Sin lugar a dudas, debían pensar que tenían

la abuela más lista del mundo.

Y se fueron a dormir tan felices. Como to-

das las noches.

¡Que cosas tiene mi abuela! (Cuento) M. Romero

29

Islandia, un ejemplo a seguir Publicado por: https://teatrevesadespertar.wordpress.com

I slandia consiguió acabar con un gobier-

no corrupto y parásito. Encerró a los

responsables de la crisis financiera en la

cárcel. Empezó a redactar una nueva Constitu-

ción hecha por ellos y para ellos. Y hoy, gracias

a la movilización, será el país más próspero de

un occidente sometido a una tenaz crisis de la

deuda. Es la ciudadanía islandesa, cuya revuelta

en 2008 fue silenciada en Europa por temor a

que muchos tomaran nota. Pero lo lograron,

gracias a la fuerza de toda una nación, lo que

empezó siendo crisis se convirtió en oportuni-

dad. Una oportunidad que los movimientos

altermundistas han observado con atención y

lo han puesto como modelo realista a seguir.

Desde En Positivo, consideramos que la histo-

ria de Islandia es una de las mejores noticias

de los tiempos que corren. Sobretodo después

de saber que según las previsiones de la Comi-

sión Europea, este país del norte atlántico, ce-

rrará el 2011 con un crecimiento del 2,1% y que

en 2012, este crecimiento será del 1,5%, una

cifra que supera el triple que la de los países de

la zona euro. La tendencia al crecimiento au-

mentará incluso en 2013, cuando está previsto

que alcance el 2,7%. Los analistas aseveran que

la economía islandesa sigue mostrando sínto-

mas de desequilibrio. Y que la incertidumbre

sigue presente en los mercados. Sin embargo,

ha vuelto a generar empleo y la deuda pública

ha ido disminuyendo de forma palpable.

Este pequeño país del periférico ártico rechazó

rescatar a los bancos. Los dejó caer y aplicó la

justicia sobre quienes habían provocado ciertos

descalabros y desmanes financieros. Los mati-

ces de la historia islandesa de los últimos años

son múltiples. A pesar de trascender parte de

los resultados que todo el movimiento social ha

conseguido, poco se ha hablado del esfuerzo

que este pueblo ha realizado. Del límite que

alcanzaron con la crisis y de las múltiples bata-

llas que todavía están por resolver. Sin embar-

go, lo que es digno de mención es la historia

que habla de un pueblo capaz de comenzar a

escribir su propio futuro, sin quedar a merced

de lo que se decida en despachos alejados de la

realidad ciudadana. Y aunque sigan existiendo

agujeros por llenar y sombras por iluminar.

La revuelta islandesa no ha causado otras vícti-

mas que los políticos y los hombres de finan-

zas. No ha vertido ninguna gota de sangre. No

ha sido tan llamativa como las de la Primavera

Árabe. Ni siquiera ha tenido rastro de mediáti-

ca, pues los medios han pasado por encima de

puntillas. Sin embargo, ha conseguido sus ob-

jetivos de forma limpia y ejemplar.

Hoy por hoy, su caso bien puede ser el camino

ilustrativo de los indignados españoles, de

los movimientos de Occupy Wall Street y de

quienes exigen justicia social y justicia econó-

mica en todo el mundo.

30

F inlandia ha sido reconocida interna-

cionalmente como la nación menos

corrupta del planeta. Una parte de

ese logro recae en la estricta moralidad impe-

rante en el país, a pesar de ello, y para facili-

tar la transparencia, también cuenta con un

conjunto de principios enfocados a evitar el

abuso de poder y que son insólitos en la cul-

tura española. Esta es la manera con la que

Finlandia lucha contra la corrupción:

PRIMERO: En Finlandia cualquier com-

pra que realicen las Administraciones

Públicas, desde un edificio hasta un bolí-

grafo, ha de estar ejecutada a precios de

mercado e incluir, necesariamente, tres ofer-

tas de proveedores distintos, para poder ele-

gir la más baja.

No es legal, admisible ni justificable el pago

de 100 euros por un cartucho de impresora o

de 1000 por una silla aunque las facturas se-

an correctas. Ejemplos ambos acaecidos en

España y que la justicia no pudo castigar.

SEGUNDO: Principio de transparencia

total de las Administraciones públi-

cas. Cualquier decisión tomada por un

funcionario público dentro del desempeño

de su profesión (excepto las relacionadas

con la seguridad) puede ser conocida por

el resto de ciudadanos. Nadie puede negarse

a satisfacer las necesidades de información

no solo de los periodistas sino de los votan-

tes. Debido a ello actuaciones contra esa nor-

ma (como ésta) son no solo contrarias a la

ética sino ilegales.

TERCERO: Principio de transparencia

total en las cuentas de los ciudadanos. Los

fineses pueden saber cuales son los ingre-

sos declarados de todos los residentes en el

país, ya se trate de una persona que cobre el

desempleo, del artista de mayor éxito de la

nación o del CEO de Nokia.

El equivalente peninsular permitiría conocer

las cuentas no solo empresariales sino perso-

nales de Emilio Botín, Arturo Pérez Reverte,

Felipe González, José María Aznar, Adolfo

Domínguez o cada uno de los vecinos de Ma-

drid.

CUARTO: Ausencia de alcaldes: El go-

bierno de los municipios en Finlandia re-

cae en "City managers", es decir, en fun-

cionarios públicos con experiencia en la ad-

ministración de entidades de esa índole. Así

pues el ciudadano puede distinguir con clari-

dad que la persona al mando es alguien supe-

ditado a los votantes y que puede ser despe-

dido o reemplazado por el Consejo municipal

(el órgano elegido en las urnas y que ostenta

la soberanía popular). Helsinki es la excep-

ción a este modelo.

QUINTO: Ausencia de cargos de designa-

ción política: En Finlandia los secretarios de

Estado son funcionarios de carrera que alcan-

zan el puesto superando pruebas objetivas en

lugar de por designación partitocrática.

Así lucha Finlandia contra la corrupción

(y no lo hace España)

Publicado por Dashiell un jueves, noviembre 04, 2010

31

En 2005 se realiza una remodelación del sis-

tema para permitir a las organizaciones polí-

ticas el poder elegir a los Secretarios de Esta-

do, aun así muchos de ellos siguen siendo en

la actualidad trabajadores públicos ascendi-

dos por méritos propios.

SEXTO: Estructura de poder colegia-

da: La corrupción se extiende con mayor fa-

cilidad cuando el poder se concentra solo en

un individuo, es por ello que en Finlandia se

promueve la toma de decisiones mediante el

debate y el consenso. Al igual que el órgano

político principal de las ciudades es la Asam-

blea popular (el alcalde solo es un trabajador

público) el Consejo de ministros tiene mayor

capacidad de poder que el Presidente de la

República.

SÉPTIMO: Principio de acceso libre al

poder. La posibilidad de convertirse en un

miembro de alto rango de la administración y

los ministerios fineses no recae en una élite

intelectual formada en Instituciones de ense-

ñanza concretas (como en Francia) tampoco

en personas que puedan atraer la inversión de

diferentes empresas para sufragar sus campa-

ñas (ejemplo de Estados Unidos) o en ciuda-

danos adscritos a organizaciones políticas

que ascienden por los méritos internos dentro

de su partido (caso español). En Finlandia los

puestos son cubiertos por funcionarios públi-

cos (siguiendo un baremo meritocrático) y

cuya carrera está abierta a todos los fineses.

El país evita, por tanto, tener que acudir a un

modelo como el de España dónde los cargos

de libre designación del gobierno (elegidos

ideológicamente) reciben 200.488 euros

anuales y se multiplican de manera oscura

por todas las administraciones.

OCTAVO: Principio de proporcionalidad

en el castigo. La cuantía de las multas por

violar las normas suele ser proporcional a los

ingresos de los individuos y las empresas. En

2001 Anssi Vanjoki, alto ejecutivo de Nokia,

fue considerado culpable de conducción te-

meraria por romper los límites de velocidad a

los mandos de su Harley Davidson imponién-

dosele por ello una multa por el equivalente

a 104.000 dólares de la época. Este principio

de proporcionalidad en el castigo, junto a la

marca social que lleva el estar envuelto en un

caso de corrupción, actúa de forma extrema-

damente disuasoria ante posibles tentaciones

para cruzar el límite de la legalidad.

=======

La capacidad legislativa demostrada en Fin-

landia, -proverbial en todo su contenido, con-

trastada con nuestras leyes- viene a demos-

trarnos la carencia de buenos principios para

nuestra sociedad, del entorno político que

nos asiste.

Esta afirmación está fijada, en los oscuros

intereses de los varios partidos políticos que

componen la cámara parlamentaria. Pues a

través de las legislaturas de los gobiernos que

nos han asistido, desde el proceso constitu-

yente del año 78, hemos asistido a los desma-

nes de un bipartidismo, en los que han prima-

do los intereses de poder de los partidos, a

los beneficios sociales.

Esta protesta, viene ratificada por el descon-

tento social emergente de las desigualdades

sociales observadas durante décadas y, des-

atendidas las consiguientes demandas.

La indiferencia política en nuestro país, al

seguimiento de estas eficaces leyes, hacen

que nos encontremos a “años luz” de aquel

pueblo, para lograr el muy ansiado deseo de

bienestar democrático. Es por ello el que,

ante la llegada de un proceso electoral, la

apatía de los españoles sea manifiesta. En

términos generales, el desencanto es debido

lógicamente, a la falta de credibilidad en los

cuadros representados. Al expresar aquí este

sentir, algunos podrían pensar que mis prefe-

rencias políticas sean de izquierdas. Si es así,

debo negarlo. Mi denuncia no conlleva

carácter político alguno. Mi bandera, repre-

senta los colores del sentimiento de justicia

legal, reclamada por una inmensa mayoría de

compatriotas y yo mismo, durante años.

Carlos Bernardino

32

M aravillosa entelequia, que el ser

humano utiliza para deslizar sus

sueños a través de las neuronas

cerebrales. Esta peculiaridad que nos distin-

gue del mundo animal, debe ser en todo mo-

mento, entrenada permanentemente por los

seres humanos. La concluyente razón: su

práctica nos hace ser menos dependientes de

la materia.

Contrariamente a la masa, esta expectativa

no se ve precisada de combustibles sólidos

para subsistir. La simplicidad de su existen-

cia: su carburante etéreo. Este será inagotable

mientras la aplicación exista.

Por consiguiente, el individuo que no asuma

esta conexión, difícilmente entenderá el ori-

gen en la condición del ser humano.

Es debido a ello, por lo que el ser inteligente,

rendirá un especial culto al perfeccionamien-

to de esta capacidad intelectual. La inteligen-

cia de que está dotado, y en esencia su capa-

cidad imaginativa, es comparable al universo

que contempla, por no tener límites. Por tan-

to, su aplicación se fundamenta racionalmen-

te en la coherencia, viniendo a marcar estos

términos, la diferencia con el mundo animal.

El basamento de esta doctrina fue, la desbor-

dante imaginación de los más grandes filóso-

fos conocidos desde el principio de la histo-

ria de la humanidad, hasta nuestros días. Este

dio como resultado, los más avanzados y es-

pectaculares logros para la misma: Aristóte-

les, Sócrates, Platón…

Durante siglos posteriores a estas iniciales

contribuciones científicas, surgieron relevan-

tes pensadores en evolución de prosperidad y

competencia, de cuantos fueron desapare-

ciendo. Faltarían páginas aquí, para enume-

rarlos. Friedrich Nietzsche, Karl Marx, René

Descartes… Por citar alguno.

Gracias a estas mentes privilegiadas, recibi-

mos el fruto de sus grandes investigaciones,

con el resultado pleno beneficioso para los

habitantes de este planeta: Las ciencias.

Físicos, biólogos, médicos, matemáticos,

astrónomos, inventores, artistas…han sabido

encauzar desde el principio de la creación

hasta nuestros días, a la sociedad humana.

Por ello, no debemos alejarnos de estos prin-

cipios, permaneciendo fieles al dogma de los

imagineros, de todos los tiempos de nuestra

civilización. Aun siendo consciente de mi

exiguo conocimiento, al menos, deseo dejar

aquí constancia de atención a la significada

creatividad de aquellos que fueron, formida-

bles filósofos.

Un canto a la imaginación Texto: Carlos Bernardino Imagen: Internet

33

(Madrid, 1580 - Villanueva de los Infantes, Espa-

ña, 1645) Escritor español. Los padres de Fran-

cisco de Quevedo desempeñaban altos cargos en

la corte, por lo que desde su infancia estuvo en

contacto con el ambiente político y cortesano.

Estudió en el colegio imperial de los jesuitas, y,

posteriormente, en las Universidades de Alcalá

de Henares y de Valladolid, ciudad ésta donde

adquirió su fama de gran poeta y se hizo famosa

su rivalidad con Góngora.

Siguiendo a la corte, en 1606 se instaló en Ma-

drid, donde continuó los estudios de teología e

inició su relación con el duque de Osuna, a quien

Francisco de Quevedo dedicó sus traducciones de

Anacreonte, autor hasta entonces nunca vertido al

español.

En 1613 Quevedo acompañó al duque a Sicilia

como secretario de Estado, y participó como

agente secreto en peligrosas intrigas diplomáticas

entre las repúblicas italianas. De regreso en Espa-

ña, en 1616 recibió el hábito de caballero de la

Orden de Santiago. Acusado, parece que falsa-

mente, de haber participado en la conjuración de

Venecia, sufrió una circunstancial caída en des-

gracia, a la par, y como consecuencia, de la caída

del duque de Osuna (1620); detenido, fue conde-

nado a la pena de destierro en su posesión de To-

rre de Juan Abad (Ciudad Real).

Sin embargo, pronto recobró la confianza real

con la ascensión al poder del conde-duque de

Olivares, quien se convirtió en su protector y le

distinguió con el título honorífico de secretario

real. Pese a ello, Quevedo volvió a poner en peli-

gro su estatus político al mantener su oposición a

la elección de Santa Teresa como patrona de Es-

paña en favor de Santiago Apóstol, a pesar de las

recomendaciones del conde-duque de Olivares de

que no se manifestara, lo cual le valió, en 1628,

un nuevo destierro, esta vez en el convento de

San Marcos de León.

Pero no tardó en volver a la corte y continuar

con su actividad política, con vistas a la cual se

casó, en 1634, con Esperanza de Mendoza, una

viuda que era del agrado de la esposa de Olivares

y de quien se separó poco tiempo después. Pro-

blemas de corrupción en el entorno del conde-

duque provocaron que éste empezara a desconfiar

de Quevedo, y en 1639, bajo oscuras acusacio-

nes, fue encarcelado en el convento de San Mar-

cos, donde permaneció, en una minúscula celda,

hasta 1643. Cuando salió en libertad, ya con la

salud muy quebrantada, se retiró definitivamente

a Torre de Juan Abad.

La obra de Francisco de Quevedo Como literato, Quevedo cultivó todos los géneros

literarios de su época. Se dedicó a la poesía desde

muy joven, y escribió sonetos satíricos y burles-

cos, a la vez que graves poemas en los que expu-

so su pensamiento, típico del Barroco. Sus mejo-

res poemas muestran la desilusión y la melancol-

ía frente al tiempo y la muerte, puntos centrales

de su reflexión poética y bajo la sombra de los

cuales pensó el amor.

A la profundidad de las reflexiones y la compleji-

dad conceptual de sus imágenes, se une una ex-

presión directa, a menudo coloquial, que imprime

una gran modernidad a la obra. Adoptó una con-

vencida y agresiva postura de rechazo del gongo-

rismo, que le llevó a publicar agrios escritos en

que satirizaba a su rival, como la Aguja de nave-

gar cultos con la receta para hacer Soledades en

un día (1631). Su obra poética, publicada póstu-

mamente en dos volúmenes, tuvo un gran éxito

ya en vida del autor, especialmente sus letrillas y

romances, divulgados entre el pueblo por los ju-

glares y que supuso su inclusión, como poeta

anónimo, en la Segunda parte del Romancero

general (1605).

En prosa, la producción de Francisco de Quevedo

es también variada y extensa, y le reportó impor-

tantes éxitos. Escribió desde tratados políticos

hasta obras ascéticas y de carácter filosófico y

moral, como La cuna y la sepultura (1634), una

de sus mejores obras, tratado moral de fuerte in-

fluencia estoica, a imitación de Séneca.

Sobresalió con la novela picaresca Historia de la

vida del Buscón, llamado don Pablo, obra inge-

niosa y de un humor corrosivo, impecable en el

aspecto estilístico, escrita durante su juventud y

desde entonces publicada clandestinamente.

Texto: C. Aramburo Imagen: Internet

Recordando a Francisco de Quevedo

34

N acido en una familia madrileña aco-

modada perteneciente al círculo de

la alta burguesía de la capital, en-

tre 1891 y 1897 estudiaría primero en el Ins-

tituto Gaona y, más tarde, en el Colegio San

Estanislao de Kostka de laCompañía de

Jesús, ambos en Málaga. Su abuelo mater-

no gallego, Eduardo Gasset y Artime, había

fundado el periódicoEl Imparcial, que des-

pués su padre, José Ortega Munilla, pasaría a

dirigir. Así, cabe destacar que Ortega y Gas-

set se crió en un ambiente culto, muy vincu-

lado al mundo del periodismo y la política.

Su etapa universitaria comienza con su incor-

poración a los estudios de la Universidad de

Deusto, Bilbao (1897–1898) y prosigue en la

Facultad de Filosofía y Letras de

la Universidad Central de Madrid (1898–

1904).

Doctor en Filosofía de la Universidad de Ma-

drid (1904) con su obra Los terrores del año

mil. Crítica de una leyenda. En-

tre1905 y 1907 realizó estudios en-

Alemania: Leipzig, Núremberg, Colonia, Be

rlín y, sobre todo, Marburgo. En esta última,

se vio influido inevitablemente por

el neokantismo de Hermann Cohen y Paul

Natorp, entre otros.

De regreso a España es nombrado profesor

numerario de psicología, lógica y ética de

la Escuela Superior de Magisterio de Ma-

drid (1909), y en octubre de 1910 gana por

oposición la cátedra de metafísica de la Uni-

versidad Central, vacante tras el fallecimien-

to de Nicolás Salmerón.

En 1910 se casa con Rosa Spottorno. En

1911 nació su primer hijo, Miguel Ortega

Spottorno, quien habrá de ser médico. En el

año 1914 nace en Madrid su hija, Soledad

Ortega Spottorno, quién en 1978 creó

la Fundación José Ortega y Gasset, de la que

será su presidenta de honor. En 1918 nació

su hijo José Ortega Spottorno, que

fue ingeniero agrónomo y fundador del pe-

riódico El País.

Colaborador del diario El Sol desde 1917,

donde publica bajo la forma de folletines dos

obras importantes: España invertebrada y La

rebelión de las masas. En 1923 funda

la Revista de Occidente, siendo su director

hasta 1936. Desde esta publicación promo-

Texto: S. Olhai Imagen: Internet

José Ortega y Gasset

35

la Revista de Occidente, siendo su director

hasta 1936. Desde esta publicación promo-

verá la traducción y comentario de las más

importantes tendencias filosóficas y científi-

cas en nombres tales como: Oswald Spen-

gler, Johan Huizinga, Edmund Hus-

serl, Georg Simmel, Jakob von Uex-

küll, Heinz Heimsoeth, Franz Brentano, Hans

Driesch, Ernst Müller, Alexander

Pfänder, Bertrand Russell y otros. Ortega y

Gasset funda la Escuela de Madrid, a partir

del 15 de noviembre de 1910 cuando consi-

gue su cátedra universitaria en filosofía, y

como comenta José Gaos, a través de la coor-

dinación espiritual de varias personas vincu-

ladas a Ortega, en centros editoriales que

había fundado o a los que aconsejaba el mis-

mo Ortega. Durante la II República es elegi-

do diputado por la provincia de León con

la Agrupación al Servicio de la República.

En el debate de totalidad del proyecto de la

Comisión de Constitución celebrado entre los

días 27 de agosto y 9 de septiembre de 1931

intervino como portavoz del grupo parlamen-

tario de la Agrupación para decir que

«nuestro grupo siente una alta estimación por

el proyecto que esa Comisión ha redacta-

do» («hay en este proyecto auténtico pensa-

miento democrático, sentido de responsabili-

dad democrática», añadirá más adelante) pe-

ro advirtiendo a continuación que «esa tan

certera Constitución ha sido mechada con

unos cuantos cartuchos detonantes, introduci-

dos arbitrariamente por el espíritu de propa-

ganda o por la incontinencia del utopismo».

Entre esos «cartuchos detonantes» destacó

dos, la forma como se había resuelto la cues-

tión regional («Si la Constitución crea desde

luego la organización de España en regiones,

ya no será la España una, quien se encuentre

frente a frente de dos o tres regiones indóci-

les, sino que serán las regiones entre sí quie-

nes se enfrenten, pudiendo de esta suerte cer-

nirse majestuoso sobre sus diferencias el Po-

der nacional, integral, estatal y único sobera-

no. Contemplad la diferencia de una solución

y de otra») y la cuestión religiosa («el artícu-

lo donde la Constitución legisla sobre la Igle-

sia» le parece «de gran improcedencia») pro-

pugnando en su lugar «que la Iglesia, en la

Constitución, aparezca situada en una forma

algo parecida a lo que los juristas llaman una

Corporación de Derecho público que permita

al Estado conservar jurisdicción sobre su

temporalidad»).3

Permaneció en el escaño durante un año, tras

criticar públicamente el curso que la Repúbli-

ca tomaba en su célebre discurso conocido

como «Rectificación de la República» de di-

ciembre de 1931.

José Ortega y Gasset alrededor de 1950.

Cuando comenzó la Guerra Civil Españo-

la en julio de 1936, Ortega se hallaba enfer-

mo en su domicilio; apenas tres días tras el

comienzo de la contienda, se presentaron en

su domicilio varios comunistas armados de

pistolas que exigieron su firma al pie de un

manifiesto contra el Golpe de Estado y en

favor del Gobierno republicano. Ortega se

negó a recibirlos y fue su hija la que en una

conversación con ellos —conversación que,

como ella misma relató más tarde, llegó a ser

muy tensa—, consiguió convencerlos de re-

dactar otro texto muy corto y menos politiza-

do y que, efectivamente, acabó siendo firma-

do por Ortega, junto con Gregorio Ma-

rañón, Ramón Pérez de Ayala y otros intelec-

tuales. En su artículo En cuanto al pacifis-

mo, escrito ya en el exilio, se refiere Ortega a

este episodio. En ese mismo mes de julio y a

pesar de su grave enfermedad, huyó de Espa-

ña (lo que consiguió gracias a la protección

de su hermano Eduardo, persona de vali-

miento cerca de diversos grupos políticos de

izquierda) y se exilió; primero en París, luego

en los Países Bajos y Argentina, hasta que

en 1942 fijó su residencia en Lisboa. A partir

de 1945 su presencia en España fue frecuen-

te, pero habiéndosele impedido recuperar su

cátedra (aunque al parecer consiguió cobrar

sus sueldos atrasados), optó por fundar un

«Instituto de Humanidades» donde impartía

sus lecciones. Durante estos años, y hasta su

muerte en 1955, fue fuera de España —sobre

todo en Alemania—, donde recibió el crédito

y las oportunidades de expresión que corres-

pondían a su prestigio.

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ALFOLÍ