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I 5 ENFOQUES Domingo 28 de agosto de 2011 Y o no soy puntero”, dice un pun- tero. El sociólogo Javier Auyero, autor de La política de los pobres, explica la jerga y la connotación: “En la vida real, a diferencia de la serie de TV, nadie habla de «puntero». El puntero siempre es el otro: la palabra funciona como un término de acusa- ción, un término moral”. ¿Qué define, entonces, a un puntero? Los habitantes de los barrios hu- mildes suelen señalar a la clase media como responsable de construir esa imagen estigmatizadora de sus refe- rentes locales. Varios líderes barriales consultados coincidieron en rechazar la imagen que muestra El puntero: “En ese per- sonaje se mezcla lo bueno y lo malo de un líder”, dice Ruth Torrico de Ledezma, elegida el año pasado para dirigir una de las manzanas de la villa 31, allí donde vive con sus seis hijos, allí donde habitan 1900 familias y 1200 menores, allí donde en septiembre de 2010 asesinaron a su marido. Desde el año pasado, Torrico de Ledezma se reunió cuatro veces con la presidenta Cristina Fernández, pero por un motivo personal. Su ma- rido, Adams Ledezma, un popular y carismático líder de la villa de Retiro, fue asesinado en un confuso episodio. La noticia se conoció en los medios nacionales porque la villa entera repudió el hecho y lloró el crimen de un hombre que había trabajado para dar agua y luz a los vecinos de su manzana. “Había gente a la que no le gustaba lo que estaba haciendo. Otros con más poder lo podrían haber hecho, pero Adams era un luchador”. ¿Qué hacía Ledezma? “El bien, nada más que eso”, dice su viuda y defiende la memoria y el buen nombre de su marido: “No era puntero”. La líder de este grupo de vecinos de la villa 31 no se victimiza. “Lo único que le pedí a la Presidenta fue justicia. Ella y yo nos parecemos: las dos aprendimos de nuestros maridos y las dos somos viudas. Hay algo que debemos continuar”, dice con la voz destrozada por una bronquitis. “Sí, el invierno acá es más duro que en otros lados.” Torrico está entusiasmada con Mundo Villa TV, canal que la tendrá como estrella de su programación y que tendrá alcance nacional. En este mundo de prácticas infor- males, los punteros mantienen ciertos códigos. Según una líder y trabajadora social, “el puntero no puede estar en la distribución de merca o en la pros- titución porque si no, se lo lincha. La gente en la villa tiene el instinto de supervivencia más desarrollado que el resto. Al contrario, el puntero combate estos delitos. A pesar de que otras de sus prácticas sean truchas”. Es decir, para algunos la práctica clientelar parece un mal menor frente a otras adversidades. Se tolera además que el puntero se quede con una parte de lo que reparte, porque lo necesita para “hacer política”, una definición amplia en la que entra tanto la ne- cesidad de atender una emergencia médica en medio de la noche como el beneficio personal. Incluso hay punteros de comedores barriales que se quedan con la comida, y otros que hacen de la distribución de la garrafa social de gas un negocio próspero. Hay denuncias más graves también. Con el estallido del caso Schoklen- der, el nombre de Rubén “Pocho” Bri- zuela cobró notoriedad. Las denuncias contra el máximo puntero de Ciudad Oculta, jefe de la seguridad de Sueños Compartidos, lo señalan como la ma- no derecha de Sergio Schoklender, a través del manejo de la caja y de un grupo de choque organizado para ahuyentar a las voces críticas. Contrapunto con la realidad Una escena del primer capítulo de El puntero muestra al personaje que compone Julio Chávez interrumpien- do con un séquito de acólitos una ruta con el único fin de detener el colectivo en el que viajaba su novia. “Eso es imposible. No se moviliza a la masa con esos fines –dice un dirigente barrial–. Pero sí conozco a un vecino que trabaja con todos los papeles en blanco en una empresa de transporte que lleva a manifestantes a distintos actos, e incluso recibe ayuda de sus patrones, que ponen los micros.” Nidia Zarza vivió a orillas del Ria- chuelo, en la villa 21 de Barracas. Hoy dirige talleres culturales para adoles- centes en el barrio que la acunó y en la ONG Fraternidad del Sur. En 2007 le pu- so al cuerpo al documental Soy villera, dirigido por Víctor Ramos, titular de la ONG SOS Discriminación, y en el que entrevistó a decenas de líderes de las villas de Buenos Aires. “Oportunistas hay en todos lados, pero también hay gente que trabaja mucho para ayudar, y sin obtener nada a cambio. Se pone en una misma bolsa a todos. Por mínimo que sea, hay gente que aporta desde donde puede. Y la política es un lugar necesario. La gente humilde piensa que la política no es para ellos, cuando es allí, justamente, donde se pueden cambiar las cosas”, dice Zarza, que además es catequista. “Es discriminador señalarnos como punteros, es peyorativo”, dice Norma Andia, presidenta de la Colectividad Boliviana de Villa Soldati. “Yo soy una líder barrial, y no estoy de acuerdo con que somos todos lo mismo”, completa. Su tarea cotidiana habla por sí misma: en su comedor da de comer a 550 per- sonas todos los días, junto con otras mujeres hacen tejidos y todos los días conduce un programa de radio que forma parte de una red de 20 emisoras y desde donde insta a sus compatriotas a no beber ni consumir drogas. “Yo soy la mamá mala de mis hijos bolivianos”, dice esta mujer que durante la toma del Parque Indoamericano habló de una utilización de los inmigrantes. Andia tiene vínculos con las esferas más altas de la política: cuenta con el respaldo de la Secretaría de Cultura de la Nación en sus talleres de periodismo, donde forma a jóvenes en esta profesión. La figura del puntero no es sólo rei- vidicada por los habitantes de barrios humildes. “El puntero es un líder co- munitario. Organiza eventos y busca respuestas a problemas barriales. Este rol ha existido de manera natural siempre en todas las sociedades. Barack Obama era un líder comunitario, por ejemplo. Ese rol no va a desparecer ni tiene por qué hacerlo”, opina el jesuita Rodrigo Zarazaga, un estudioso del fenómeno del punterismo. Nidia Zarza, desde su origen y experiencia en barrios humildes, propone otra indagación: “Habría que preguntarse por qué siempre son otros los que discuten nuestras necesidades y la manera correcta o incorrecta de nuestras acciones. ¿Acaso se nos per- mite discutir sobre la forma de vida de los demás ciudadanos?”. Un rótulo que nadie quiere llevar Se suele asociar el término puntero a algunas de las peores prácticas políticas vigentes en el país, casi siempre con la pobreza como telón de fondo; en las villas, sin embargo, dicen que esa visión estigmatizadora surge de la clase media, y que ellos prefieren hablar de líderes barriales o referentes locales © LA NACION :::: L os punteros tienen tan mala prensa que ha- blar de ellos de manera despectiva es un lu- gar común del discurso que se hace eco del descrédito de la política como herramienta de cambio o de superación de ciertos problemas. El puntero –reza este credo– se aprovecha de la necesidad de los más desamparados: gestio- na beneficios, pero exige “favores” de distinta índole. A cambio de conseguir el alta en un plan social, puede requerir un porcentaje mensual (si cae en una conducta delictiva), solicitar la partici- pación en una elección interna, inducir el voto o tomar lista en manifestaciones y actos varios. El puntero es proveedor en una dirección, pero ne- cesita exhibir su fuerza ante un jefe político X; y mejor será su acceso al poder cuanto mayor sea su exhibición de músculo electoral. Al final del proceso, cada eslabón de esta cadena (persona en situación necesitada, puntero y jefe político) obtiene aquello que necesita, aunque debe en- tregar algo a cambio. En un mundo ideal, la persona con necesi- dades insatisfechas es sujeto de un derecho: el Estado (que en un escenario micro puede estar representado en el puntero, el concejal o el intendente) debe cubrir sus necesidades básicas porque está obligado a hacerlo. Pero lo cierto es que el sujeto de estos derechos muchas veces ignora su condición de tal, o no sabe cómo hacer valer sus derechos. En teoría, todo argentino o argentina que tenga a su cargo un menor de 18 años y que gane un salario (en negro, como monotributista o en empleo doméstico) por debajo del mínimo vital y móvil (1840 pesos) tiene derecho a cobrar la Asignación Universal por Hijo, de 220 pesos al mes (aunque sólo aquellos que acrediten certi- ficado de escolaridad y de vacunación cobrarán el total, el resto, sólo el 80%). Alguien en una situación económica más holgada puede creer que un plan social es el camino más corto y fácil para obtener dinero sin trabajar; sin embargo, miles y miles de madres, padres y tutores en condiciones de cobrar la asignación están fuera del sistema. No conocen sus derechos y mucho menos saben cómo ejercerlos. A veces, la intermediación se vuelve impres- cindible; entonces la figura del puntero adquiere un valor, aun cuando en la transacción se apro- pie de fondos públicos para transformarlos en una prebenda. Por lo general se lo asocia al pe- ronismo, pero en el conurbano de la provincia de Buenos Aires, por ejemplo, resulta indistinto si el intendente es radical, justicialista o de un partido vecinalista: los usos y costumbres se reiteran. En un mundo ideal, el puntero se volvería prescindible, por ejemplo, gracias a la muy buena idea de la fundación El Otro. Con finan- ciamiento internacional, El Otro ha creado una página de Internet (www.tusderechos.gov.ar) que busca consolidar en un único sitio toda la información sobre los distintos planes sociales para la población más vulnerable, y lo hace de la manera más sencilla posible para derribar barreras culturales. Pero navegar por Internet exige a veces saberes o accesos que les están negados a vastos sectores de la población. Por cierto, el puntero tiende a concentrar la información, porque su poder deviene de la ig- norancia (o de la incapacidad para hacer valer) esos derechos por parte de quienes son sujetos sin saberlo. En este contexto, se presenta como un gestor. Según el caso, y la visión de cada uno, puede presentarse como un militante, como mal necesario o como un aprovechador, pero es innegable que funciona como engranaje de un sistema que lo excede. MARIA O’DONNELL PARA LA NACION Engranages de un sistema que los excede Textuales Javier Auyero “Los antropólogos hablan de una relación de reciprocidad difusa: el puntero, para ser un exitoso mediador ni siquiera tiene que pedir el voto. Los que están ahí saben a quién votar, que su puntero estuvo ahí, todos los días, mucho antes y mucho después de cada acto eleccionario.” Osvaldo Aimieiro ”Los punteros hoy no manejan ningún plan social, todos los beneficiarios están bancarizados, así es imposible que los punteros estén metidos en la asignación de recursos, perdieron poder. Ahora es la Ansés la que tiene el poder, las bases de datos.” Rodrigo Zarazaga “Suele pensarse que el puntero emerge ante la ausencia del Estado, pero, en rigor, los punteros reciben sus ingresos del Estado y manejan recursos que provienen de allí. Por lo tanto, más que emerger ante la ausencia del Estado son la presencia arbitraria y discrecional de éste.” La autora es periodista. Escribió el libro El aparato.Los intendentes del Conurbano y las cajas negras de la política. LAURA VENTURA PARA LA NACION Ruth Torrico de Ledezma Directora de Mundo Villa TV, fue elegida el año pasado para dirigir una manzana en la Villa 31, de la Ciudad de Buenos Aires. Busca continuar la tarea de su marido, Adams Ledezma, fundador del canal televisivo y líder barrial que fue asesinado el año pasado en un hecho que tuvo una fuerte repercusión. Nidia Zarza Periodista nacida en la villa, lleva adelante proyectos culturales en la villa de Barracas 21-24 y rechaza el rótulo de puntera: “Yo trabajo con talleres, hago trabajo social”, señala. A su juicio, lo más importante es que la gente humilde se involucre en política y esa participación es algo que debe ser fomentado Norma Andia La presidenta de la Colectividad Boliviana de Villa Soldati afirma que el término “puntero” los discrimina porque es entendido en sentido peyorativo. “Puntero está mal dicho”, dice. Rescata en cambio la tarea incansable de algunos líderes barriales para combatir el hambre, el analfabetismo o lograr una mayor participación política. SOLEDAD AZNAREZ/ARCHIVO SOLEDAD AZNAREZ/ARCHIVO El Indoamericano, escenario de una puja originada por punteros de la zona Rubén “Pocho” Brizuela, puntero de Ciudad Oculta cercano a Schocklender RICARDO PRISTUPLUK / ARCHIVO

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Auyero La Nación

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  • I 5ENFOQUESDomingo 28 de agosto de 2011

    Y o no soy puntero, dice un pun-tero. El socilogo Javier Auyero, autor de La poltica de los pobres, explica la jerga y la connotacin: En la vida real, a diferencia de la serie de TV, nadie habla de puntero. El puntero siempre es el otro: la palabra funciona como un trmino de acusa-cin, un trmino moral. Qu define, entonces, a un puntero?

    Los habitantes de los barrios hu-mildes suelen sealar a la clase media como responsable de construir esa imagen estigmatizadora de sus refe-rentes locales.

    Varios lderes barriales consultados coincidieron en rechazar la imagen que muestra El puntero: En ese per-sonaje se mezcla lo bueno y lo malo de un lder, dice Ruth Torrico de Ledezma, elegida el ao pasado para dirigir una de las manzanas de la villa 31, all donde vive con sus seis hijos, all donde habitan 1900 familias y 1200 menores, all donde en septiembre de 2010 asesinaron a su marido.

    Desde el ao pasado, Torrico de Ledezma se reuni cuatro veces con la presidenta Cristina Fernndez, pero por un motivo personal. Su ma-rido, Adams Ledezma, un popular y carismtico lder de la villa de Retiro, fue asesinado en un confuso episodio. La noticia se conoci en los medios nacionales porque la villa entera repudi el hecho y llor el crimen de un hombre que haba trabajado para dar agua y luz a los vecinos de su manzana. Haba gente a la que no le gustaba lo que estaba haciendo. Otros con ms poder lo podran haber hecho, pero Adams era un luchador. Qu haca Ledezma? El bien, nada ms que eso, dice su viuda y defiende la memoria y el buen nombre de su marido: No era puntero.

    La lder de este grupo de vecinos de la villa 31 no se victimiza. Lo nico que le ped a la Presidenta fue justicia. Ella y yo nos parecemos: las dos aprendimos de nuestros maridos y las dos somos viudas. Hay algo que debemos continuar, dice con la voz destrozada por una bronquitis. S, el invierno ac es ms duro que en otros lados. Torrico est entusiasmada con

    Mundo Villa TV, canal que la tendr como estrella de su programacin y que tendr alcance nacional.

    En este mundo de prcticas infor-males, los punteros mantienen ciertos cdigos. Segn una lder y trabajadora social, el puntero no puede estar en la distribucin de merca o en la pros-titucin porque si no, se lo lincha. La gente en la villa tiene el instinto de supervivencia ms desarrollado que el resto. Al contrario, el puntero combate estos delitos. A pesar de que otras de sus prcticas sean truchas.

    Es decir, para algunos la prctica clientelar parece un mal menor frente a otras adversidades. Se tolera adems que el puntero se quede con una parte de lo que reparte, porque lo necesita para hacer poltica, una definicin amplia en la que entra tanto la ne-cesidad de atender una emergencia mdica en medio de la noche como el beneficio personal. Incluso hay

    punteros de comedores barriales que se quedan con la comida, y otros que hacen de la distribucin de la garrafa social de gas un negocio prspero. Hay denuncias ms graves tambin.

    Con el estallido del caso Schoklen-der, el nombre de Rubn Pocho Bri-zuela cobr notoriedad. Las denuncias contra el mximo puntero de Ciudad Oculta, jefe de la seguridad de Sueos Compartidos, lo sealan como la ma-no derecha de Sergio Schoklender, a travs del manejo de la caja y de un grupo de choque organizado para ahuyentar a las voces crticas.

    Contrapunto con la realidadUna escena del primer captulo de

    El puntero muestra al personaje que compone Julio Chvez interrumpien-do con un squito de aclitos una ruta con el nico fin de detener el colectivo en el que viajaba su novia. Eso es imposible. No se moviliza a la masa con esos fines dice un dirigente barrial. Pero s conozco a un vecino que trabaja con todos los papeles en blanco en una empresa de transporte que lleva a manifestantes a distintos actos, e incluso recibe ayuda de sus patrones, que ponen los micros.

    Nidia Zarza vivi a orillas del Ria-chuelo, en la villa 21 de Barracas. Hoy dirige talleres culturales para adoles-centes en el barrio que la acun y en la ONG Fraternidad del Sur. En 2007 le pu-so al cuerpo al documental Soy villera,

    dirigido por Vctor Ramos, titular de la ONG SOS Discriminacin, y en el que entrevist a decenas de lderes de las villas de Buenos Aires. Oportunistas hay en todos lados, pero tambin hay gente que trabaja mucho para ayudar, y sin obtener nada a cambio. Se pone en una misma bolsa a todos. Por mnimo que sea, hay gente que aporta desde donde puede. Y la poltica es un lugar necesario. La gente humilde piensa que la poltica no es para ellos, cuando es all, justamente, donde se pueden cambiar las cosas, dice Zarza, que adems es catequista.

    Es discriminador sealarnos como punteros, es peyorativo, dice Norma Andia, presidenta de la Colectividad Boliviana de Villa Soldati. Yo soy una lder barrial, y no estoy de acuerdo con que somos todos lo mismo, completa. Su tarea cotidiana habla por s misma: en su comedor da de comer a 550 per-sonas todos los das, junto con otras mujeres hacen tejidos y todos los das conduce un programa de radio que forma parte de una red de 20 emisoras y desde donde insta a sus compatriotas a no beber ni consumir drogas. Yo soy la mam mala de mis hijos bolivianos, dice esta mujer que durante la toma del Parque Indoamericano habl de una utilizacin de los inmigrantes. Andia tiene vnculos con las esferas ms altas de la poltica: cuenta con el respaldo de la Secretara de Cultura de la Nacin en sus talleres de periodismo, donde forma a jvenes en esta profesin.

    La figura del puntero no es slo rei-vidicada por los habitantes de barrios humildes. El puntero es un lder co-munitario. Organiza eventos y busca respuestas a problemas barriales. Este rol ha existido de manera natural siempre en todas las sociedades. Barack Obama era un lder comunitario, por ejemplo. Ese rol no va a desparecer ni tiene por qu hacerlo, opina el jesuita Rodrigo Zarazaga, un estudioso del fenmeno del punterismo.

    Nidia Zarza, desde su origen y experiencia en barrios humildes, propone otra indagacin: Habra que preguntarse por qu siempre son otros los que discuten nuestras necesidades y la manera correcta o incorrecta de nuestras acciones. Acaso se nos per-mite discutir sobre la forma de vida de los dems ciudadanos?.

    Un rtulo que nadie quiere llevarSe suele asociar el trmino puntero a algunas de las peores prcticas polticas vigentes en el pas, casi siempre con la pobreza como teln de fondo; en las villas, sin embargo, dicen que esa visin estigmatizadora surge de la clase media, y que ellos prefieren hablar de lderes barriales o referentes locales

    LA NACION

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    Los punteros tienen tan mala prensa que ha-blar de ellos de manera despectiva es un lu-gar comn del discurso que se hace eco del descrdito de la poltica como herramienta de cambio o de superacin de ciertos problemas.

    El puntero reza este credo se aprovecha de la necesidad de los ms desamparados: gestio-na beneficios, pero exige favores de distinta ndole. A cambio de conseguir el alta en un plan social, puede requerir un porcentaje mensual (si cae en una conducta delictiva), solicitar la partici-pacin en una eleccin interna, inducir el voto o tomar lista en manifestaciones y actos varios. El puntero es proveedor en una direccin, pero ne-cesita exhibir su fuerza ante un jefe poltico X; y mejor ser su acceso al poder cuanto mayor sea su exhibicin de msculo electoral. Al final del proceso, cada eslabn de esta cadena (persona en situacin necesitada, puntero y jefe poltico) obtiene aquello que necesita, aunque debe en-tregar algo a cambio.

    En un mundo ideal, la persona con necesi-dades insatisfechas es sujeto de un derecho: el Estado (que en un escenario micro puede estar representado en el puntero, el concejal o el intendente) debe cubrir sus necesidades bsicas porque est obligado a hacerlo. Pero lo cierto es que el sujeto de estos derechos muchas veces ignora su condicin de tal, o no sabe cmo hacer valer sus derechos.

    En teora, todo argentino o argentina que tenga a su cargo un menor de 18 aos y que gane un salario (en negro, como monotributista o en empleo domstico) por debajo del mnimo vital y mvil (1840 pesos) tiene derecho a cobrar la Asignacin Universal por Hijo, de 220 pesos al mes (aunque slo aquellos que acrediten certi-ficado de escolaridad y de vacunacin cobrarn el total, el resto, slo el 80%). Alguien en una situacin econmica ms holgada puede creer que un plan social es el camino ms corto y fcil para obtener dinero sin trabajar; sin embargo, miles y miles de madres, padres y tutores en condiciones de cobrar la asignacin estn fuera del sistema. No conocen sus derechos y mucho menos saben cmo ejercerlos.

    A veces, la intermediacin se vuelve impres-cindible; entonces la figura del puntero adquiere un valor, aun cuando en la transaccin se apro-pie de fondos pblicos para transformarlos en una prebenda. Por lo general se lo asocia al pe-ronismo, pero en el conurbano de la provincia de Buenos Aires, por ejemplo, resulta indistinto si el intendente es radical, justicialista o de un partido vecinalista: los usos y costumbres se reiteran.

    En un mundo ideal, el puntero se volvera prescindible, por ejemplo, gracias a la muy buena idea de la fundacin El Otro. Con finan-ciamiento internacional, El Otro ha creado una pgina de Internet (www.tusderechos.gov.ar) que busca consolidar en un nico sitio toda la informacin sobre los distintos planes sociales para la poblacin ms vulnerable, y lo hace de la manera ms sencilla posible para derribar barreras culturales. Pero navegar por Internet exige a veces saberes o accesos que les estn negados a vastos sectores de la poblacin.

    Por cierto, el puntero tiende a concentrar la informacin, porque su poder deviene de la ig-norancia (o de la incapacidad para hacer valer) esos derechos por parte de quienes son sujetos sin saberlo. En este contexto, se presenta como un gestor. Segn el caso, y la visin de cada uno, puede presentarse como un militante, como mal necesario o como un aprovechador, pero es innegable que funciona como engranaje de un sistema que lo excede.

    MARIA ODONNELLPARA LA NACION

    Engranages de un sistema que los excede

    Textuales

    Javier AuyeroLos antroplogos hablan de una relacin de reciprocidad difusa: el puntero, para ser un exitoso mediador ni siquiera tiene que pedir el voto. Los que estn ah saben a quin votar, que su puntero estuvo ah, todos los das, mucho antes y mucho despus de cada acto eleccionario.

    Osvaldo AimieiroLos punteros hoy no manejan ningn plan social, todos los beneficiarios estn bancarizados, as es imposible que los punteros estn metidos en la asignacin de recursos, perdieron poder. Ahora es la Anss la que tiene el poder, las bases de datos.

    Rodrigo ZarazagaSuele pensarse que el puntero emerge ante la ausencia del Estado, pero, en rigor, los punteros reciben sus ingresos del Estado y manejan recursos que provienen de all. Por lo tanto, ms que emerger ante la ausencia del Estado son la presencia arbitraria y discrecional de ste.

    La autora es periodista. Escribi el libro El aparato.Los intendentes del Conurbano

    y las cajas negras de la poltica.

    LAURA VENTURAPARA LA NACION

    Ruth Torrico de LedezmaDirectora de Mundo Villa TV, fue elegida el ao pasado para dirigir una manzana en la Villa 31, de la Ciudad de Buenos Aires. Busca continuar la tarea de su marido, Adams Ledezma, fundador del canal televisivo y lder barrial que fue asesinado el ao pasado en un hecho que tuvo una fuerte repercusin.

    Nidia ZarzaPeriodista nacida en la villa, lleva adelante proyectos culturales en la villa de Barracas 21-24 y rechaza el rtulo de puntera: Yo trabajo con talleres, hago trabajo social, seala. A su juicio, lo ms importante es que la gente humilde se involucre en poltica y esa participacin es algo que debe ser fomentado

    Norma AndiaLa presidenta de la Colectividad Boliviana de Villa Soldati afirma que el trmino puntero los discrimina porque es entendido en sentido peyorativo. Puntero est mal dicho, dice. Rescata en cambio la tarea incansable de algunos lderes barriales para combatir el hambre, el analfabetismo o lograr una mayor participacin poltica.

    SOLEDAD AZNAREZ/ARCHIVOSOLEDAD AZNAREZ/ARCHIVO

    El Indoamericano, escenario de una puja originada por punteros de la zona

    Rubn Pocho Brizuela, puntero de Ciudad Oculta cercano a Schocklender

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