3 jose abelardo ramos historia de la naci n latinoamericana

Upload: rocio

Post on 07-Jul-2018

215 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • 8/18/2019 3 Jose Abelardo Ramos Historia de La Naci n Latinoamericana

    1/19

    JORGE

    ABELARDO

    RAMOS

    1 .

    \

    ..

    \. ...... -  

    1 \. ·  · :

    }

    t<  

    HISTORI

    DE

    L

    N CION

    L TINO MERIC N

    U eña Lillo

    0d iciones Continente

  • 8/18/2019 3 Jose Abelardo Ramos Historia de La Naci n Latinoamericana

    2/19

  • 8/18/2019 3 Jose Abelardo Ramos Historia de La Naci n Latinoamericana

    3/19

    C PÍTULO

    X V

    Movimientos nacionales del siglo XX

    Brasil rgentina

    Después de muchos aiios de dominio

    y

    expolia

    ci

    ón de grupos eco-

    nómicos y financieros internacionales, me puse al frente

    de

    una revolu-

    ción y uenc{... He luchado

    mes

    a mes, día a dla, hora a hora, resistiendo

    a una

    pr

    esión constante,

    if¡ce

    sante, soportando todo en silencio, olvidan-

    do todo

    r·enunciando a ser yo

    mismo

    , para defender

    al

    pueblo que aho-

    ra

    se queda desamparado. Nada les puedo dar a no ser

    mi

    sang

    re.

    ..

    Lu-

    ché contra la expoliación del

    rasil

    ..

    Yo

    os di

    mi

    uida.Ahora, os ofrezco

    mi

    mu

    erte.

    Getulio

    Vargas Te

    stamento político,

    1954.

    Si la Reuolució

     ¡

    Francesa terminó con

    el

    gobierno de las aristo-

    cracias, la Revolución

    Rusa termina

    con el gobierno de las burgrtesías.

    Empieza

    el

    gobierno de las masas populares.

    Coronel Juan Perón 1945.

    Durante

    un

    siglo y medio la dispersión

    de

    América La tina se expresó

    dramá

    t icamente en el caso del Brasil. a la península ibérica había sido di-

    vidida por

    la

    política inglesa. En el Nuevo Mundo

    la

    host ilidad entre Portu-

    gal y España se transfirió a los

    Estados

    nuevos creados después de las gue-

    rras de

    Independencia. El resultado fue

    semejante

    a lo ocurrido entre los

    países de habla c

    aste

    llana: una completa incomunicación. De este modo la

    fábula de un Imper io brasil

    eño

    compacto y felino  guiado por un Itamaraty

    invari

    ab

    lemente ge

    nial

    y rigurosamente na c

    ion

    alista que desplegaba de si-

    glo en

    sig

    lo

    una

    política diabólica llegó a

    se

    r

    una

    obsesión del Ejército y

    la

    historiografía argentinos.

    D

    ebían

    sonreí r los ingleses

    ante nuestro

    ignorante candor pues ellos co-

    nocían mucho mejor el

    Brasil que

    los argentinos y a la

    Argentina

    mejor que

    los brasileños 

    para

    ser enter amente justos.

  • 8/18/2019 3 Jose Abelardo Ramos Historia de La Naci n Latinoamericana

    4/19

    l

    Unidad separatismo brasileños

    Pero la crisis

    de

    1930 concluyó con el

    patrón

    oro, el le

    ta

    rgo

    de

    América

    Lat ina y la impasi bi lidad británica. Debía revela

    rs

    e con la fuer

    za

    de una ley

    qu

    e en

    cada

    bancarrota de los g

    rand

    es imperios europeos,

    fuera

    fin anciera,

    económica o militar,

    lo

    s

    paí

    ses coloniales o dependient

    es

    enco

    ntrarían

    siem-

    pr

    e la posibilidad de aproximarse convulsivamente a la mode

    rnidad

    . En

    Br

    asil esto

    ya hab

    ía ocurri

    do en

    1890 y con la

    primera

    guerra imp erialista

    de 1914.

    Por

    lo

    demá

    s,

    la

    oligarquía

    br

    asil

    a, a semejanza

    de

    la

    burgu

    esía

    comercial porteña, engendraba sin cesar el separatismo.

    Desde los tiempos en que la front era móvil de las

    bandeiras

    ensanchaba

    el territorio brasileño a

    co

    s

    ta

    de los dominios españoles, el parasitismo social

    del régimen esclavis

    ta , por otro lado , dejaba

    t n

    flojos los lazos del Imperio que

    toda la hi

    st

    oria del Brasil se convertía en una aventura constante tendiente a

    la

    escisión de

    las part

    es

    qu

    e

    lo

    constituían. Muy diferente del carácter centra-

    lizador de las monarquías e

    W opea

    s abso

    lutas,

    el

    Imp

    erio

    transmitió

    a la R

    e-

    públicabrasileña esa debilidad o

    rg

    á.Iúca ante las tendencias centrífugas tan ca-

    racterísticas h as

    ta

    1930 y que en nuestros días no

    han

    desaparecido del t

    odo.

    La

    unidad brasi

    l

    eña

    c

    are

    c

    siempre

    de ba

    ses sólidas; el secreto

    es

    pre-

    ciso buscarlo en su estructura social: en la ausencia de un ce

    ntro ca

    pitalista

    unificador. El resultado ha sido la importancia adquirida por el regionalis-

    mo

    económico y político y el papel excesivo ju gado por algunos

    Estados

    bra-

    sileños en el conjunto

    de

    la vida nacional.

    Las

    lu

    chas

    in

    terestaduales fue

    ron

    muy curiosas. Algunos Estados otor-

    garon

    a los

    descendiente

    s

    de

    alemaU:es

    ventajas

    cultura

    le

    s exclusivas,

    co

    mo

    el derecho

    de abrir

    escuelas donde no se e

    ns

    eñase el

    po rtugués

    , para obte-

    ner sus votos.

    La

    policía del Esta do de

    San

    Pablo llegó a ser tan poderosa

    co

    -

    mo el Ejército brasil

    eño.

    Contaba con sus propios instructores

    militar

    es de

    naci

    onalidad

    francesa. Es

    te

    fenómeno

    encontraba

    su réplica

    en

    otros

    Esta

    -

    dos, como Río

    Gr

    ande do Su l y Minas Geraes. Freyre dice

    que la

    re

    públi

    ca

    de 1889 en Brasil ll

    egó

    a caracterizar

    se

    por una guerra

    de

    aduanas entre

    lo

    s

    E

    st

    ado

    s,

    en

    tr

    e ellos y

    la

    Unión .

     

    2.

    La

    estructura

    social

    Desde la proclamación de la República y la abolición de la esclavitud,

    que se había vuelto antieconómica, la

    historia

    del Bras.il ~ c i

    minación s

    imult

    á

    nea de

    los

    fazendeiros

    del café del

    1mp

    e

    nahsmo

    mgles.

    Esta fatídica combinación

    se

    e

    xpresa en

    el control del

    pa í

    s

    por

    dos

    par

    t

    id

    os

    políticos, a su

    vez

    representat ivos de

    do

    s Estados: e l Partido Republicano

    Paulis

    ta y

    el

    Partido

    Republicano

    Min

    ero.

    2

    1 Gilberto

    Freyre Int erpretación del Brasil,

    Ed. Fondo de Cultura Económica,

    México,

    1945, p. 83.

    2 El llamado ej e del café con leche , por la producción dominante en ambos Estados.

    La

    hege

    monía

    estadual

    de dichas

    reg

    iones, sobre to

    do

    de la primera, so-

    br

    e el r

    esto

    del Brasil,

    se fundaba

    en

    el predomin

    io tohtl del monocultivo ca-

    fetalero en el comercio exterior del país.

    Ni las clases medias, ni los campesinos pobres, ni los peones de condi-

    ción

    se

    miservil de los ingenios,

    ni

    el

    mundo

    flotante

    y

    atroz de los desclasa-

    dos harapientos de la sociedad marginal ni los millones de indios, negros

    ignorados o salvajes del Amazonas, ni mucho menos el red ucido proletaria-

    do

    de

    los ce

    nt r

    os

    urban

    os

    tenían

    na

    da que

    decir ante las decisiones polí

    ti

    cas

    nacionales. En ese vasto mosa ico étnico que tendía ir resistiblemente a con-

    fundirse en un t ipo brasilei'io sin barreras raciales, alt e

    rnaban

    diversa s ca-

    pa

    s sociales en abie

    rto

    contraste, pero sin que n inguna de e

    lla

    s ejerciera la

    s r

    emota

    injerencia en la cosa pública . Los coroneles t

    erra

    tenientes, los

    grandes hacendados de los Est ados, los abogados de las empresas extranje-

    ras, los mineros,

    caf

    eteros,

    ex

    portador

    es

    o profesores del

    sist

    ema exportador,

    rodeados de

    un

    puñado

    de

    políticos profes ional

    es

    bien educados, ejercían al-

    terna

    tivament

    e el poder político. El Ejército la Iglesia eran, dentro de este

    cuadro, los elementos

    s coherentes

    de

    la sociedad sin equilibrio en

    un

    Br

    as il inforni

    e.

    Mientras

    el Ejército

    brasi

    leño

    mantení

    a

    w1

    a composición m

    ás

    democrá-

    tica, social étnicamente, hasta con oficiales de color en sus cuadros, la Ma-

    rina

    br

    asileña

    tenía el orgullo que sus oficiales fueran todos blancos caucá-

    sicos o indocau.cásicos, e hijos de familias aristocráticas o burgues

    as

    ricas .

    3

    La Iglesia, más conservadora hasta 1960, era la

    aliada

    del régimen l

    a-

    tifundi

    st

    a. E s por esa·razón que el

    más importante

    movimiento revoluciona-

    rio de la dé

    cada

    del 20 se in t

    e¡p:ará

    con oficiales del Ejército en la céle

    bre

    Columna Pr estes .

    3. Europeización de la

    intelligent

    zi

    a

    La intelligentz ia bra

    sileña s

    ufría también

    la doble

    pr

    esión ejercida p

    or

    el casi

    inesistib

    le llamado europeo y el conflictivo proceso de formación

    del

    Br

    asil , c

    on

    sus clases ra zas,

    sus plantadore

    s filólogos, los antiguos esclavos

    proletarizados y esa

    fa

    scina

    dora

    aleación

    de

    refinamiento barbarie. Algu-

    nos esc

    ritore

    s

    hacían todo lo posible por escribir como si

    tu

    vie

    ran qu

    e so-

    meter

    sc

    t gramática,

    su

    composición,

    su

    estilo, su vocabulario

    y

    también sus

    ideas a

    un

    comité de profesor

    es

    portugueses de gramática y a

    un

    comité de

    profesores franceses de literatura, derecho o soc iología de París. Casi todos

    ellos habían formado sus ideas sobre

    Brasil

    ,

    no

    por

    un

    es

    tudi

    o directo o

    un

    examen de las condiciones brasileíias, sino a través de lo que

    lo

    s sociólogos

    franceses lejanos

    y

    a veces ignorantes

    y

    de segunda categoría, como Le Bon,

    escribían sobre la mezcla de razas en la mérica

    Latin

    a ,

    dice Freyre.

    4

    3 Fr

    eyre

    , ob. cit.,

    p.

    109.

    4

    lb

    íd., p. 178.

  • 8/18/2019 3 Jose Abelardo Ramos Historia de La Naci n Latinoamericana

    5/19

    Otros

    convertían sus

    obras en vers

    iones

    testimoniales

    y dr

    amáticas

    de

    la

    subyugación

    brasileña.

    En su novela

    Canaán ,

    Gr

    ac;a Aranha

    hace

    decir

    a

    un personaje:

    "Brasil

    es ha

    sido siempre,

    una

    colonia. Nuestro régimen no es un ré-

    g

    im

    en libre. Somos un protectorado

    .

    . Dtganme: ¿donde está nuestra inde-

    pendencia financiera? ¿Cuál es el dinero que de veras nos domina? ¿Dónde

    está nuestro

    oro?

    ¿Para qué sirve nuestro miserable papel moneda, si no es

    para

    comprar libras inglesas? ¿Dó nde están nuestras propiedades públicas?·

    Lo poco que tenemos está hipotecado. Los ingresos de las aduanas están en

    manos de los ingleses. No tenemos barcos. No tenemos tampoco ferrocarriles;

    todos están en manos de extranjeros. ¿Acaso no es esto

    un

    régimen colonial

    disfrazado con el nombre de nación libre?".

    Y agrega:

    "Mi único deseo es salir de aquí, expatriarme,

    abandonar

    el país e ir-

    me con mi gente a vivir en

    algún

    rincón de Europa ..

    ¡Eu

    ropa 

    ..

    ¡Europa ".

    4. Crisis

    y

    revolución

    La primera

    guer

    ra imper ialista había originado como en otros Estados

    latinoamericano

    s un

    fuerte impul

    so hacia

    la

    industri alización. A ello con

    t

    ribu

    yó la

    inm

    igración

    portuguesa

    o i

    ta l

    i

    ana

    que se

    in

    staló

    en

    los nuevos

    centros productivos. Pero este imp ulso capitalista se detuvo h acia 1923

    cuando

    el

    restablecimiento de la Europa imp erialista permitió volver al an

    tiguo

    status

    y

    detener

    el de

    sa

    rrollo industrial.

    La caída

    de los

    altos

    precios

    originada por la guerra

    eur

    opea se

    sumó a la crisis

    industrial para

    genera

    lizar un desasosiego político y social agudo.

    La baja catasb·ófica del café

    principal rubro de ex

    p

    ortación

    del

    Br a

    sil

    ej erció el papel de

    fulminante en

    un a s

    ituac

    ión políti

    ca caracter

    izada

    por

    el

    desc

    ontento

    del Ejé rcito. Un núcleo de jóvenes oficiales bajo la inspiración

    del mariscal Herm es Da Fonseca

    se

    la

    nz

    ó a la revolución el 5

    de

    octubre de

    1922. Eran

    "jóvenes soñadores",

    5

    d

    ir

    á

    un

    par tici

    pa

    nte

    pero que expresa

    ban

    como

    en

    los pro

    nu n

    ci

    am

    i

    entos militares

    de

    España,

    el

    descontento de

    todas

    las clases no privilegiadas de la sociedad brasileña . Las fuerzas revolucio-

    narias

    fue

    ron

    derrotadas

    pi

    da

    me

    nt

    e por l

    as

    t ropas leal

    es de

    qu

    e disponía

    el pr

    esid

    e

    nte Epit

    ácio Pessoa.

    Un año más tarde comenzó a prepararse otro movimiento

    militar

    que

    es

    talló

    en 1924 y que eligió comoj

    efe

    al general

    retirado

    Isido

    ro

    Dias López.

    Entre

    l

    os

    oficiales

    figu

    r

    aba el capi t

    án L

    uis Car

    los

    Prestes.

    Lo

    gr

    aron ocupar

    la

    ciuda

    d

    de Sa

    n

    Pab

    lo;

    pero

    los 14.000 so

    ld

    ados federales

    ap

    l

    as taron

    la re

    volución. Las fuer

    zas

    r evolucionari as se dis

    persa ron

    y algunas

    de

    ell

    as

    se

    ple

    g

    aron

    a la

    columna diri

    g

    ida por

    el

    capitá

    n

    Prestes

    en el Iguassú. Aseen-

    5 L

    eo

    ncio

    Basbau

    m H ist6ria sincera da Repúblicade 1889 a 1930, T. II   Ed. Livraria

    Siio

    J osé Río de Janei ro 1958 p. 259.

    dido

    al grado

    de

    genera

    l

    por el

    gener

    al

    I

    sidoro Dia

    s López Prestes in

    ició

    una

    lar ga m

    archa de 36.000 kilómet

    ros

    por

    todo el

    Brasi

    l  

    que

    se prolongó du

    ran te dos años. La ideología

    de

    la columna reflejaba toda

    la

    ambigüedad de

    las clases sociales

    del

    Brasil.

    6

    Más ta r

    de al disolverse

    la

    Colu

    mn

    a

    despué

    s de

    librar

    episódi

    cos

    com

    ba tes Prestes se había convertido en

    un

    soldado legendario. El programa de

    los ofic

    ia

    les r evoluci

    on

    ar ios por lo demá s  no podía ser más impreciso. Al co

    menzar

    el movimi

    en

    to el

    comandante

    d e

    las tropas en

    Ba

    u

    recibía

    auto

    rización del general Isidoro Dias López de aceptar volunt

    ar

    ios "de buena

    apariencia".

    7

     El mismo ge

    neral

    Dias

    López

    rechazó con indignación en San

    Pablo

    la

    adhesión

    que

    venían a ofrecerle

    dirigentes

    obreros

    pu

    es eso

    "des-

    virtuaría el motivo original del movimiento que buscaba la renovación de los

    procesos políticos vigentes. No les interesaba -d ecía

    el

    general- la presencia

    de izquierdistas en

    nue

    stros cuadros combatientes, aunque viniesen a refor-

    zar la revolución hasta hacerla triunfar".

    8

    Entre

    los oficiales de la Columna no era menor la desconfianza hacia el

    pueblo.

    Isidoro

    Dias

    López

    resumiría

    sus asp

    irac

    i

    ones

    políticas reclamando

    el

    vo

    to secreto que aparecía

    en

    l

    as

    condicion

    es del Brasil tanto

    como en

    la AJ.·gen-

    tina de

    esa

    época como w1a consigna democ

    rática

    revolucionaria. Pero todo

    se

    detenía

    all

    í.

    Después

    de la disolución de

    la

    Col

    umna,

    Pr

    estes e

    ntr

    ó

    en

    contac

    to con el

    Partido

    Comunista

    que

    como

    las

    r

    estantes fuerzas

    políticas veía en

    el general de

    la

    Columna un posible eje de nucleamiento a escala na cional. L

    as

    vacilacion

    es

    de Prestes y su

    ul t

    erior resolución resumen toda su tragedia

    per

    sonal y política y se integran

    natura

    l

    mente

    en la

    hist

    oria del

    Brasil

    contem

    poráneo. Prestismo y varguismo marchan íntimamente entrelazados y consti

    tuyen dos

    as

    pectos

    de

    un mismo proceso que

    resumiremos aqtú

    .

    5. De

    la

    Columna

    Prestes

    a la Alianza

    La

    crisis

    del

    café suponía la revoluci

    ón

    en el

    Brasil.

    Du r

    ante

    cuatro

    cadas el café ha bía constituido la base de la exportación y del sistema de po

    de

    r en el

    país

    .

    9

    ¿Y

    qu

    é

    podía sustituir al

    café? ¿Y

    qué carácte

    r tenía

    esa

    re -

    6 El general Dias López

    justificaba

    el movimiento afirmando que "el Bra.sil está casi en

    quiebra y no puede pagar las obligaciones de su

    deuda

    fabulosa .. las clases pobres es-

    tán

    acosadas

    por

    la miseria

    y

    por el hambre .. los di¡mtados, senadores presidentes

    de

    los Estados

    y

    Presidente de la Repliblica son designados o nombrados .. por verdaderos

    trusts de la rendidora

    industria

    polftica". Basbaum, ob. cit. p.

    263.

    7 lbíd .  p. 264.

    8 Basba

    um

      ob. cit. p. 264.

    9 El contr·ol del café brasileño no estaba ni lo está hoy, en manos de sus productores si

    no de un puiíado de fi rmas

    ex

    tranjeras que dominaban el mercado mundia l. Actual

    ment e, 5 em

    presas

    nor

    team

    ericana s controla n el mercado comprador del café brasile

    i\o. V.

    el

    sólido estudio de Cid Silveira Café, un drama na

    eco1

    wmia nacional. Anali-

  • 8/18/2019 3 Jose Abelardo Ramos Historia de La Naci n Latinoamericana

    6/19

    vo lución que todos veían levantarse en el in menso país sin saber cuál era su

    cont

    en

    ido' La exclwliva dominación del café paulista

    y

    del Partido Republi-

    cano Paulista ago

    ni

    zaba. La constitución de la Alianza Libe ral , en la que

    part

    icipaban los ganaderos

    ele

    Río Grande do Su , vi

    nc

    ulados al mercado in-

    terno, los nuevos indus

    triale

    s s

    in

    part ido

    y ha

    sta el Partido Republicano

    Mi-

    nP.

    r

    o

    fue la fórmula de una lucha política que debía encontrar

    su

    desenlace

    en

    la

    r evolución

    de

    1930.

    Surgía rápidam

    ente como jefe del agrupamiento Getulio

    Vargas

    naci-

    do en

    1883

    en

    San

    Bo1ja,

    junto

    a

    la

    front

    era arge

    n

    tina

    hijo del

    genera

    l Var-

    gas, hacendado él

    mi

    smo y que

    ha

    bía llegado en su carrera políti ca a ocu-

    par

    la presi tl cncia del

    Estado de

    Río

    Grande

    . Era u n hombre

    de

    frontera, no

    estaba vinculado a los in tereses exportadores y percibía

    la

    existencia de

    Brasil

    en el contexto

    de

    América Latina , como se a

    precia

    en sus primeros

    discur sos.

    En una

    socieda d social y racialmente tan compleja y ten

    sa

    como

    labra

    -

     

    ileña,

    la

    pe rsonalidad

    de

    Vargas debe ser

    entendida

    no sólo por medio de los

    datos de

    la

    infraestructura económi

    ca

    y del papel jugado por Río Grande do

    Su 

    en

    l

    Br a

    sil, sino

    también

    por el hecho de que su

    nacimiento

    en

    Sa

    n Bor-

    ja

    imprimió ciertos rasgos p

    ar t

    iculares en su psicología. San Borja era una

    antigua reducción

    de

    las Misiones jesuíticas, y

    la

    tradición regional persiste

    con fuerza. Freyre dice que los

    hombres de

    la región misionera

    son

    telúri-

    cos in

    stintivo

    s

    fatalistas, orgullosos, dramáticos casi

    trá

    gicos en sus r

    eac-

    ciones an

    te

    la crisis .

    A

    estos

    factores por

    así

    decir culturales y tr adiciona les de s u in fancia,

    es preciso añadir que

    Vargas se ed

    ucó desde los 14 años en la ciudad mi-

    ne ra de Ouro P reto, inmortalizada por las escul

    turas

    estremecedoras del

    gen

    ial Alejaidinho el ar tista enfermo de lepra que transfiguró su protesta

    social en los santos co léricos o en subversivos Cr is tos que

    anunc

    iaban la

    redención del mundo: esto debía

    sa

    berlo el Alejaidinho, mulato

    y

    bastardo.

    El joven Vargas, que procedía de la frontera jesuítica, se ed

    uc

    ó en el corazón

    del Brasil. Con su tradición

    de

    místicos y r evolucionarios, de ma

    gn a

    tes y

    le

    -

    prosos, Ouro Preto completó

    la

    formación del heredero riograndense.

    8

    se

    do mercado exportador, Ed

    .

    z ~ i i Brasi

    le

    ir

    a, Río de Ja ne

    iro

    , 1962.) De

    se

    -

    tiembre de 1929 a diciembre de 1931 el café brasileño bajó

    de

    22,5 centavos de dólar

    la libra a 8

    centa

    vos.

    El

    precio pagado por el cons

    umidor

    yanqui en el

    mi

    smo período, bajó de

    47,9 centa-

    vos de dólar a 32,8. De modo

    que el

    consum

    idor

    de

    Estados

    Unidos bebía café brasi

    le

    -

    no más barato, mrnque no tanto

    pa r

    a que el monopolio

    in t

    ermediario que compraba el

    café en Brasil y lo vendía

    en

    EE.UU. no se embolsara la difer

    enc

    ia . La caída de los

    pre-

    cios fue der

    ivada

    por los magnates

    bra

    sileños del café hacia

    tod

    a la población por la de-

    valu

    ación de la mone

    da

    que alcanzó a w 40%. (V. Celso

    Furtado

    Formación econ6mi·

    ca del Brasil,

    Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1962, p. 193).

    6.

    Vargas en 193

    La lucha electoral co

    ntra

    el candidato abiertamente oligárquico Julio

    ~ r e s t e s asumió lo que luego se llamaría un

    carácter

    "demagógico". Era en rea-

    lidad,

    un

    programa nacionalista burgués y democrático, el

    prim

    ero que se ex-

    porúa en la

    historia

    moderna del Brasil. Vargas invocó políticamente la figura

    del general Pr

    estes

    , como un mito milit

    ar

    disponible en la campaña electora l.

    ~ r e s t e s en la emigración, no rechazó el empleo

    de

    su nombre para

    la

    campa-

    na electoral,

    aunque

    tampoco

    lo

    autoriz

    ó.

    Mientras

    tanto, prose

    guía sus

    con-

    versaciones con los representantes del Partido Comunista en Buenos Aires.

    El

    antiguo jefe de la

    Columna

    vacilaba.

    El clima predominante

    en

    el Brasil

    en

    ese mome

    nto

    lo resumía el go-

    bernador del Es tado de Minas Gerais, Antonio Carlos: Hagamos la revolu-

    ción antes de que el pueblo l haga .1o

    El presidente

    Washington

    Luis

    había acuñado

    un aforismo m enos am-

    biguo: La cuestión social es

    un

    cuestión

    de

    policía .

    Mientras

    Pr

    estes se sumía en

    la perplejidad

    ante su destino político

    acuciado por sus antiguos oficiales para entrar

    en

    acción y por los h o m b r

    del Partido

    Comunista para

    crear

    un

    a a

    lianza

    , Vargas levantaba

    el

    nombre

    de l caudillo mi litar como símbolo de un

    nuevo

    Brasil.

    . En su discurso

    de

    la

    exp

    l

    anada

    Do Cas tello, Vargas expone

    una

    política

    socml

    para

    la

    clase

    ob r

    e

    ra

    de la

    s ciudades,

    un

    pl

    an

    siderúrgico,

    la

    división

    del latifundi

    o

    la e

    xpansión

    de la agricultura

    y

    la ganadería la producción

    d e ~ carbón brasileño para sustituir a la

    importación de

    l producto extranjero,

    la JOrnada de ocho horas, la jubilación pa

    ra

    obreros y empleados telefónicos,

    de

    tran

    sportes

    y

    energía de

    la

    s empresas

    de capital

    extranjero. Anuncia la

    intervención

    de

    l Estado en la r egulación de

    la

    economía

    brasil

    eña.

    Por el contrario, el

    candidato

    oficial

    de la

    oligarquía,

    Julio

    Prestes pre-

    sentaba la necesid d de conseguir la

    est bili

    zación monetaria .. Era una

    plataforma de las clases conservadoras dirigida a las clases conservadoras

    para. resolver problemas de las clases conservadoras .

    El general Prestes era la bandera de Vargas y el mayor

    estimulante

    de

    su

    campaña. Pero la máquina electoral del gobierno de Washington Luis volcó to-

    do su poder en las elecciones fraudulentas y Vargas fue derrotado. Las fuerzas

    políticas del varguismo se lanzaron a preparar

    la

    revolución.

    Los jefes mil

    itares encargaban

    armas a

    Ch

    ecoeslovaquia y propagaban

    la sublevación én todas las guarniciones: el Brasil hervía como

    una

    caldera

    sin

    ninguna ayuda

    del clima. Lanzada

    la

    revolución, tl iunfó en las c i u d a d e ~

    más in1portantes con el apoyo popular. Grandes sectores del pueblo partici-

    paron del movimiento: civiles y militares tomaron j

    un t

    os ciudades y edi

    ficio

    s

    10

    Ricardo J. Montalvo,

    Getulio Vmgas y la

    u11idad

    brasileña,

    Gleize1; Editor, Buenos

    Ai -

    res,

    1939,

    p.

    103.

    11 Basbaum, o

    b.

    cit., p. 302.

  • 8/18/2019 3 Jose Abelardo Ramos Historia de La Naci n Latinoamericana

    7/19

    públicos con

    la

    s armas en l a mano. Si la pa

    rti

    cipación popular no fue mayor,

    dice

    un an

    t iguo

    dir

    igen te comun ist a, fu e porque l

    a propa

    gand

    a del Partido

    Comun ista denunciab a el movimi ento como una simple lucha entre grupos

    burgueses".

    12

    7 l general

    Pr

    estes se convierte al comunismo

    Aunque

    el

    j uicio citado encier

    re

    una so

    br

    eva lori

    za

    ción de la influencia ·

    comunista en las masas ,

    ésa

    e ra sin duda la posición del P

    ar

    tido Comunis

    t a. La crisis entre

    Pr

    estes y sus an tiguos

    ofi

    ciales de la famo

    sa

    Co

    lumna

    ha

    bía

    es t

    allado p

    oco an t

    es de la revolu

    ción

    . J

    oven

    talentoso, brilla

    nt

    e o

    fi

    cial del

    Colegio Militar, Pres tes h ab íase form ado en la tradición libera l posit ivista

    dominan te en el Brasil de su adolescencia. Luego hab

    ía

    sufrido un a crisis re

    ligi

    osa

    : su conversión al

    catolic

    ismo no fue menos espectacular que su pos

    te rior rech azo de toda fe religio

    sa

    y la

    co

    nver sión a la ideología marxista.

    Personali dad at

    ra

    ída por lo abso luto,

    Pr

    estes reflejaba fielment e el des

    con

    cier to, la angustia la urge

    ncia

    de un

    ca

    mino que conmovían a la a

    rrui

    na

    da peq

    ue

    ña burg

    ue

    sía

    de ese

    B

    rasi

    l aún inve

    rt ebrad

    o en la

    te

    rcera década

    del sigl

    o.

    Con la candida

    tu

    r a de Vargas a

    la

    presidencia, y s u igno rada decis ión

    de abrazar el c

    om

    un i

    smo, la

    rup

    tu

    ra

    de

    Pr

    estes con los ofic

    ia

    les de su

    Co-

    lu

    mna fue pat

    ét

    ica. En una modesta pensión de la calle Gallo, en aquel de

    so

    lado Buen os Ai res de 1930, atibo

    rrad

    a de revolucionarios br asileños que

    conj uraban el ha

    mbr

    e con in te rmin ables jornadas

    de

    mate, Prestes discutió

    áspe

    ram

    en te

    co

    n sus oficial

    es

    .

    Derrotado frau

    du

    lentam e

    nte

    Vargas en las eleccione s por la maquina

    ria oligárquica de los señ

    or

    es del café, los ho

    mbr

    es de la Columna, unidos

    to

    dav

    ía

    por l

    as

    dolorosas

    exp

    eri encias de la marcha por el culto a su jefe, co

    lab

    ora

    ban ya con el plan r evolucionario de

    Va

    rgas pa ra conquistar el poder

    a mano armada. Sólo

    Pr

    est

    es

    no

    se

    había decidido.

    Convoc

    ad

    os a

    un

    a reun ión en Buenos Aires, una

    gr

    an sorpresa espera

    ba a s us oficiales. Pr

    estes l

    es

    anunció su conver sión al

    mar

    xismo y los

    invi-

    t ó a acompañarlo. ¡H

    asta

    ese mom ento los dirigentes comunistas h abían fra

    casad

    o en a

    rr

    as t

    rar a Pr

    estes

    a

    un

    a si

    mp

    le alianza Sólo h ab

    ía

    n podido d

    e-

    ja rle

    un

    p

    aq

    uete de li

    te r

    atu ra m arxista.

    13

    En

    la

    s manos del je fe de

    la

    Co

    lum

    na

    ese paque te r

    esul ta

    ría explosivo.

    l

    general Prest

    es se

    había t rans

    for mado en un comunis

    ta;

    sus oficiales no pod

    ía

    n d

    ar

    crédito a su s oídos. Les

    dij o a sus amigos estupefa

    cto

    s que el Gobiern o Federal "p

    asa

    ría de las ma·

    12 Tbíd., p 321.

    13 Ast rojildo Pereira,

    un

    o de los fund

    adores

    del

    PC

    de Bras i

    l,

    dejó en ma

    no

    s de Prestes

    "todo

    lo

    que pudimos conseguil; en la ocasi6n,

    de

    literatura marxista existente

    en

    Rlo

    - Mar

    x,

    Engels, Lenin,

    etc.

    - , una buena docena

    de

    volúmenes, casi

    to

    dos en francés

    de

    las

    ediciones de I:Hum

    a

    té".

    V

    . Chacón, o

    b.

    cit., p. 328;

    Bas

    ba

    wn

    , ob. cit., p. 313.)

    nos

    e unos políticos a

    las de

    otros, con

    nuest

    ra complicidad, a cambio de me

    dia docena de posiciones s ubalternas

    y

    de

    una amnis

    t ía que tácitamente

    re

    husáramos much os años .. No h

    abí

    a alternativa según él, si es que no está

    bamos vendidos a los capitalistas . . Parecía un fanático

    y

    no

    un

    líder de

    of

    i

    ciales del Ejército responsable por los compromisos ya asumidos con nume

    rosos

    compañeros".

    14

    Los oficia les que esc

    uc

    haban a P restes estaban perplejos: "El propio

    D1:

    Artur Bernardes, contra quien habíamos luchado durante

    ai'íos, se

    proeZa·

    maba ahor

    a,

    revoluci

    on

    ario ardoroso en M

    inas

    Gerais. Evidentemente, aq

    ué-

    lla no era 'nuestra revolución'; pero, '¿qué hacer?"', se preguntaba Lins de Ba

    rr

    os

    ,

    un

    o de los oficiales. Y agrega en sus Memorias: Por otro lado, ¿cómo

    c

    on

    cebil;

    ah

    or

    a, una

    conversión en masa al comunismo? Esa idea de Prestes

    era

    absolutamente loca".

    15

    Otro de los oficia les, Siqueir a, que se h ab

    ía

    mantenido en calma duran

    te la d iscusión (prol

    onga

    da toda

    la

    noche, sin comer, a base de mate y ciga

    rrillos) se exaltó cuan do Prest

    es

    se pronun ció cont ra

    el

    pago de la deuda ex

    terna. ¿ Y la escuadra inglesa?", preguntó. "Nos vamos al interior", respon

    dióPrestes. "¡Vamos,

    r

    estes , así pensaban los indios cuando llegó Cabral y

    todavía

    hoy andan

    por el interior".

     6

    La discusión h

    ab

    ía concluido, pero con ella te r

    min

    aba también la Co

    lumna Pr estes.

    Sus

    antiguos tenient es serán los

    tene

    nt

    ista

    s del r égim

    en

    de

    Va

    rgas, que intent aron llevar la revolución más allá de lo que el Presidente

    quer ía y fueron luego ráp ida men te neutr alizado:;, como ha bía vaticinado

    Prestes. El jefe de

    la

    Columna lanzó pocos d ías

    más

    tarde, en mayo de 1930,

    su "Manifiesto

    de

    Mayo", en el que expon

    ía

    un programa ultr aizq

    uier

    dista;

    proponía un gobie

    rno

    f

    un

    dado en los

    "Consejos de trabajadores de

    la

    ciudad

    • del campo, soldados y marineros".

     

    En otr

    as

    palabras, la consigna

    de

    los Soviets .

    Con

    esta

    polít ica, suc

    um

    bía

    ir r

    emedia

    bl

    emente la céleb

    re

    Columna, su

    jefe se transform aba en comu

    ni

    sta y se aisl

    aba

    de todo el proceso revolucio

    nario de masas. ¿Era un error de Prestes? N o, era un episodio de

    la

    tragedia

    internacional del comun ism

    o,

    en

    part i

    cu la r

    en

    los países semicoloniales. La

    valiente decisión de Prestes de abrazar las b

    an

    deras

    del

    socialismo no po

    dría ser objeta

    da

    sino por el

    pen

    sa

    mi

    en

    to

    r ea ccionario. Su

    capa

    cidad milit

    ar

    indiscutible corría pareja con su coraje mo ra l su d

    ec

    isión polí tica

    de

    llegar

    a las úl

    timas consecue

    nci

    as

    para

    la salvación de

    su

    p

    at

    r

    ia

    . J u

    sta

    m

    ente en

    ese momento el proceso in terno de degeneración burocrát ica en la U

    ni

    ón So

    viéti

    ca

    llegaba a su pun to crítico.

    14

    Joiio Alberto Li

    ns

    de

    Bar

    ros,

    Memórias de um revolucionário,

    Ed. Civiliza-riio

    Br

    asilei-

    ra, 2" ed., Río de J

    an e

    iro, 1954, p. 222

    ss

    .

    15

    Ib d., p. 224.

    16 Ibíd .

    17 Basbaum, ob. cit. , p. 314.

  • 8/18/2019 3 Jose Abelardo Ramos Historia de La Naci n Latinoamericana

    8/19

    8. La burocratización stalinista Prestes

    Sta

    lin aplas tó o domesticó a los dirigen t

    es

    de cada partido asociado Y

    "rusificó"

    por

    completo a la In tern acional

    Comunista

    t r a ~ 1 s f o r m á ~ ~ o l a en

    un a proyección cosmopolita del petrificado

    Part

    ido Co

    mu m

    s_a

    o v 1 e t i ~ ~ ·

    Desde

    ese momento, la

    In ternaciona

    l

    Comumsta estana

    al serviciO

    de

    la d ip

    lomacia

    rusa. .

    Luis Carlos Pr e

    stes

    se conv

    ier t

    e

    al marxi

    smo

    en

    pleno período ultra¡z-

    qui

    erdista . . .

    La

    s consignas

    st a

    linistas

    valían tanto

    p

    ara

    la

    Alemania

    de

    Hitl

    er

    como

    para el

    Brasi

    l de Var

    gas

    : sus res

    ultado

    s fueron ruinosos en a

    mb a

    s par tes ~ e l

    mundo. En Alemania, el sectarismo

    st a

    linista

    ca

    lificó a los obreros

    i a h ~

    tas de "socialfascistas

      ; la

    división del gigantesco movimiento abno

    el camino

    de

    l triunfo electoral a las bandas hitlerianas.

    En

    el Br asil, r e ~ -

    tes,

    que

    era el

    verdadero

    líder

    nacional

    del país se opuso junto Parti

    do

    Comunis

    ta a la

    rev

    olución que enc

    abezaba Varga

    s y al

    mov1m1en t

    o

    de

    masas que la acompaiió.1s Lejos de apoyar crít icamente al m o v i m i : t o

    cional que pes e a todo dirigía Vargas y colocarse en el eje

    de

    la z ~ c i O n

    sosteniendo

    un

    programa

    avanzado, lo

    que

    hubiera permitido al

    br a

    sil

    o y a Pres

    tes estable

    cer

    un

    ínt imo c

    onta

    c

    to

    con l

    as

    masas que

    crm-

    an todavía en Vargas, se

    ais

    de

    ellas, formuló cons ignas que ca

    recían

    de to

    da relación con la rea l

    idad

    social del Bra sil, con el

    pe

    so social del p r o l . e t ~

    riado

    en

    la

    sociedad b

    rasile

    ñ a y con

    el

    nivel

    de su

    conciencia, Y

    se

    convirtió

    en un

    br i

    llant e y legendario instrumento de la po

    lí t

    ica soviética.. .

    Tal

    fue

    su

    tr

    agedia

    pers

    ona

    l y la tragedia política del comun i

    smo bra

    si

    leño,

    que

    hab

    ía atraí

    do a sus filas al m

    ás notable

    jefe

    militar

    del país, t

    an só

    lo para esterilizarlo.

    9. El

    Estado Novo

    Aunque formalmente

    el Estado Novo se crea en

    19

    37, pa r

    ece

    ~ ~ g í t i m o

    considerar

    el la r

    go

    período de

    Vargas

    como

    un

    in

    tento de

    e m o ~ ~ l a c w n bur

    guesa de la vieja República oligárq

    ui

    ca. El movi n. ento í ~ i c o m ~ I t a r que lle

    vó a Vargas al

    poder

    se transformará

    en l

    os

    proXImos

    qumce anos

    e

    n_

    r é

    gime

    n

    burocr

    ático sui generis

    que

    erigió el

    poder

    del "

    Estado

    Cartonal co-

    mo factor o

    mnipotente

    y

    regulador

    e

    ntre to

    d

    as

    l

    as clases

    social

    es

    Brasil.

    En este sent ido Vargas se aproximó considerablemen te al establecimiento de

    w1

    régim

    en

    se

    mibonaparti

    st

    a.

    18 Para

    comprender el sentido de

    es

    e error político de Prestes, es ~ e c e s a r i o ~ u d i a r la

    tor

    :ia

    de la In ternacional Comunista en ese período. H

    ay

    una mgente

    b1blío

    grafia. _ó

    lo

    daremos

    aquí

    los títulos más indispensabl es: I

    sa

    ac Deu tscher, Trotsky, le proP h

    ete

    desar·

    · Ed Julliard T

    JI Pa r

    ís 1964 p. 427

    y

    ss. Pi erre Broué,

    Le part  bolcheu que

    Ed.

    de

    me, · ' · ' ' ' ' · d H M drid

    Minuit, París,

    1963;

    León Trotsky, El g

    ran o r g a m z a ~ o r

    de derrotas, E · oy, a •

    1931 y a

    Reuoluci6n china,

    Ed. Coyoacán, Buenos Aires , 1965; Jorge

    r d o

    Ramos,

    His

    t;

    ria del stalinismo en

    la

    Argentina, Ed

    . Coyoacán, 2• ed., Buenos Aires, 1970.

    En

    esenci

    a

    el

    s important e movimiento naci

    ona

    l del Brasil r ealizó

    w1

    enérgi

    co

    esf

    uerzo

    para asegurar mediante Ja intervención del Estado

    un

    desa

    rrollo del

    capita

    lismo nacional brasileño.l

    9

    No sólo redujo

    la

    importancia del

    co

    ronelismo"

    estadu

    al, forma política de

    ca ciq

    uismo regional que aseguraba la

    feudalización polí ti

    ca en

    cada Estado de los latifundistas,

    si

    no que Vargas con

    sumó, mediante la

    inter

    venci

    ón

    federal,

    la

    quema pública simbólica de bande

    ra

    s y escudos

    de

    los Estados y con ella avanzó hac

    ia la

    expropiación política de

    la vieja oliga

    rquí

    a;

    en

    otras

    pa

    labras, h

    acia la unidad

    del poder

    en Bras

    il.

    10.

    Industrialización

    nacionalis

    mo

    La políti

    ca de

    indust

    rializa

    ción fue la más

    ca

    ra

    ct

    erizante de su gobier

    no.

    Establ

    eció un avanz ado sistema de legislación para los

    tr

    abajadores, no

    s

    iempr

    e cumplido, y sometió a los sindi

    catos

    al control

    del

    E

    st ado, pr

    ohi

    biendo las huelgas. Alentó el ráp ido enr iquec

    imien

    to de

    los

    nuevos empre

    sar io

    s; los negociados

    en

    este ord

    en

    r

    ecor

    d

    aro

    n

    al tipo

    genérico de todos l

    os

    períodos

    desord

    e

    nados

    del d

    es

    ar rollo burgu

    és

    en

    Europa

    , con

    sus aventure

    ros, nuevos ricos y embaucador

    es

    .

    Este hech

    o,

    juzgado por la oligarquía lat

    ifun

    dista como signo

    de

    "inmo

    ralidad" del régim

    en

    , a

    di f

    ere

    ncia

    de la

    asepsia

    a

    dminist rativa

    de aquella cla

    se, es uno de los rasgos se

    cundario

    s típicos de

    la

    moderni

    zaci

    ón

    burguesa.

    Quien deseara desarrollo capitalista debí admitir los peculados; los "mora

    listas" de la

    es t

    ratificada sociedad

    oligárquica

    no h

    acían negoc

    iad

    os, pu e

    s su

    la

    t rocinio no era

    pr ivado

    ya; consi

    st

    ía

    en

    l a

    parálisis

    del Br a

    sil. Sus

    manos

    tintas en s

    angre

    de

    es

    clavos, estaban

    limpi

    as d

    es

    de hacía medio siglo.

    20

    Vargas, a pesar

    de

    su condición de granjero, desenvolvió

    un

    a política na

    cional te

    ndi

    e

    nt

    e a

    crear

    las condicio

    nes del cr

    ecimiento

    capitalista.

    Impul

    só la

    forma

    ción de un a

    burguesía industrial

    y

    toda su

    política, aw1

    la l

    eg

    islat iva en favor de los

    obr

    eros, tení a un

    carácte

    r de modern ización

    burguesa

    de

    la

    sociedad brasile

    ña

    . Al f

    av

    orecer l

    egalm

    ente a los trabajado

    re

    s

    buscaba

    un apoyo:

    interior

    para

    su política

    .

    ge

    neral; pero al

    tutelar

    los

    sind icatos y prohibir l

    as

    huelgas , se propo

    nía

    reducir y limit

    ar

    la actividad

    independiente

    de

    la cl

    ase

    obrera. Despojó de i

    nfluenc

    ia política a la oligar

    quía export

    a

    dora pero

    no a

    lt

    eró

    la est

    ru

    ct

    ur

    a de la

    propi

    e

    dad

    rural

    y d

    e-

    19

    V

    éa

    nse datos sob

    re la indu

    st rialización

    en

    Ca io Prado

    Juni

    or, Historia económica del

    Bmsil Ed

    .

    Futuro

    Buenos Aires,

    1960,

    p. 330 y ss.; y Pa uto Schilling, ob. ci t., p.

    129

    y

    ss . Sobre los aspectos s o

    cioló

    gicos y políticos

    de

    la industrialización: Octavio Ianni Ra -

    o classes socia.

    is tw

    Brasil,

    Ed. Civilízayiio

    Brasi

    le

    ir

    a, Rfo de J aneiro, 1966, p. 104

    y

    ss.; y Octavio Ianni

    Estado

    e

    capitalismo,

    Ed. CivilízayaO

    Bra

    sileira, Rfo de Ja neiro,

    1965, p. 158 y

    SS.

    20 Acerc a del moralismo oligárquico su empleo por

    la

    burguesía comercial de las gran

    des ciudades para movilizar a la pequeña bur guesía contra las dictaduras populares,

    véase O Moralismo e a e n a ~ i i o das classes medias", en Cadernos de Nosso Tempo,

    N•

    2,

    1954, Río de Ja n

    ei

    ro; fue publicado

    en

    ve r

    sión

    ca

    stellan a en Izquierda, N• 2,

    a1io

    I, Buenos Aires, se tiemb re de 1955.

  • 8/18/2019 3 Jose Abelardo Ramos Historia de La Naci n Latinoamericana

    9/19

    fcndió los intereses de los productores agrarios t radicionales, con lo que lo

    gr ó su conse

    ntimiento

    para el ejercicio del poder.

    11. El suicidio de Vargas

    La nueva

    burguesía

    indu

    st r

    ial pau

    lista

    s

    ur

    gida en

    parte por

    la política

    de Vargas, era, como

    su

    colega argentin a, en gran

    part

    e

    de

    origen extranjero

    y

    ca

    recía de una concienc

    ia

    crítica

    de

    sí misma y del Bras il. El estanciero gau-·

    cho Vaxgas, con su visión

    de

    productor agrario vinculado

    al

    mercado interno,

    la tradición de la frontera y de los peligros del separatismo riograndense que

    tan bien conocía, tenía una concepción geoeconó

    mica

    del Brasil como ningu

    no de sus contemporáneos. Fue

    un

    s

    ustituto

    de una burguesía na cional cua

    si in existente y formuló

    una

    política

    na

    cional burguesa con el apoyo del úni

    co

    factor centra lizado en el Brasil

    de

    su época: el Ejército.

    Esta

    relativa

    independencia de l

    as

    clases sociales

    originaba

    la pendu

    laridad de Vargas, como de Perón en el caso argentino, y e

    ra el re

    sul tado más

    evidente de la

    inmadurez

    de a mbas sociedades, necesitadas de un piloto su

    premo. En el caso

    de la

    clase

    más

    directamente benefi

    ciada

    por la política in

    du

    st

    rializadora

    de

    Vargas,

    era

    notoria

    su

    incapaci

    dad

    social p

    ara

    percibir su

    propia exis tencia. El

    fEmómeno

    es similar en Brasil y en la Argentina, y

    pa

    rece general en todos los pa íses atrasados. Más aún hi

    stór

    i

    ca

    mente la bur

    guesía j

    amás

    ha logrado ejercer e l poder directamente, excepción

    hecha

    de los

    Estados Unidos en la época moderna (y ya vemos con qué

    re

    s

    ultado

    s).

    Por

    esa razón

    En

    gels explicaba el bonapartismo en los siguientes térmi·

    nos, que creemos perfectamente aplicables tanto en Vargas como en Perón:

    Veo

    cada vez más claramente que el burgués no

    se

    siente dispuesto ato·

    mar el control efectivo; por lo tanto, la forma norm

    al

    de gobierno es el bona-

    partismo, a no ser que, como en Inglaterra, una oligarquía

    pueda

    tomar a su

    cargo la tarea

    de

    guiar el Estado y la sociedad con arreglo a los intereses bur·

    gueses, a cambio de una rica recompensa. Una semidictadura según el mo·

    delo bonapartista, conserva los principales intereses de la burguesía, aun en

    oposición a la burguesía misma pero no

    le

    deja

    ninguna

    participación en el

    control de los negocios. Por otra parte, la dic tadura se ve obligada, en contra

    de su voluntad, a adoptar los intereses materiales de la burguesía".

    21

    21 Carta a Marx del 13 de abril de 1866. (Citada por Gustav Mayer,

    Engels,

    Ed. In tcr

    mundo Buenos Aü-es, 1946, p. 195. Esta carta ta mbién está reproducida en Marx y En·

    ge

    ls, Correspondencia, Ed.

    Prob

    lemas, Buenos Aires, 1947, p. 224, pero

    en un

    castella

    no

    tan horripila

    nt

    e, que su si

    ntaxis

    y es tilo evoca

    la

    Edad de Oro stalini

    sta

    de la lite·

    ra

    tw·

    a.

    Pa

    ra entender el pensamiento notable de En

    ge

    ls , en consecuencia, es preciso

    acudir

    al libro de Mayer.)

    Acerca del

    bonapartismo

    : "Los gobiernos de los países atrasados, es decir

    colo

    niales

    y semicoloniales, asumen

    en

    todas partes U/1 carácter bonapartistao semibonapartista;

    difieren uno de otro en esto: que algunos tratan de orientarse en una dirección denw·

    crática, buscando apoyo en los trabajadores y campesinos, mientras que los otros ins·

    tauran una forma

    de

    gobierno cercana a la dictadura o l i c í a c o m i l i t a ~ : Esto determina

    Las

    limitacione

    s que sus in tereses de

    clase

    le imponían a Vargas son de

    suyo

    evidentes

    y

    pr efiguraban

    en cierto

    modo

    su

    trágica

    caída. En l

    as co

    n

    diciones hi s tóricas del Brasil, no ob

    stante el

    varguismo apareció como

    una

    forma

    de

    innegable progreso histórico. Fue

    responsabilidad

    del

    Partido

    Co

    munista, y sobre todo

    de

    la In te rnacional Comunista haber abandonado el

    movimiento de

    ma

    sas en horas críticas, cuando aún

    era

    tiempo.

    En

    julio

    de

    1954, exactamen te

    un

    mes antes del su icidio del pr

    es

    idente Vargas bajo el

    acoso del

    imperialismo

    el Part ido Comunista del Br

    asil

    publicaba su Ma

    nifiesto electoral y

    de

    cía:

    "El gobierno de Vargas es un gobierno de traición nacional. Su política

    de completa sumisión a los gobernantes norte americano s se manifiesta en to-

    dos los aspectos de la v

    ida

    del país .. gobierno de latifundistas y grandes ca-

    pitalistas, el gobierno de Vmgas se somete con un servilismo sin precedentes

    al gobierno de los Estados Unidos y hace de los representantes del Brasil en

    el exterior lacayos del Departamento de

    Estado

    norteamericano".

    22

    Si esto decía el

    anti

    guo capi

    n

    Preste

    s, ¿qué podían esperar los stali

    nistas argentinos del cosmopolita Vittorio Codovilla?

    Antes

    de

    eliminarse, el presidente Vargas dejaba escrito su testa

    mento

    político:

    "Después de muchos ai íos de dominio y expoliación de grupos económicos y

    financieros internacionales, me puse al frente de una revolución y vencí. Inicié

    el

    trabajo de liberación y establecí el r

    égún

    en de libertad social. Tuve que re-

    nuncia : Volv í al Gobierno por la voluntad d el pueblo.

    a

    campmia subterránea

    de los grupos internacionales se unió con grupos nacionales, rebelándose contra

    el régimen de garantí a de trabajo. a ley de ganancias extraordinarias fue de·

    tenida

    en

    el Congreso

    .

    . He luchado mes a mes, día a día, hora a hora, resistien-

    do a una presión constante, incesante, soportando todo en silencio, olvidando to-

    do

    r enunciando a ser yo mismo, para defender al pueblo que ahora se queda

    desamparado. Nada les puedo dar a

    no

    ser mi sangre ..

    Lu.ché

    contra la expo-

    liación del Brasil...

    Yo

    os di mi vida. Ahora, os ofrezco

    mi

    muerte".

    2

    3

    12

    .

    La

    crisis del movimiento na

    cional

    Para

    medir

    la

    magnitud

    de

    su

    fuerza

    históri

    ca,

    es

    preciso considerar la

    herencia de Var

    gas

    al día sigui

    ente

    de su

    mu e

    r te tr

    ág

    ica.

    El

    Brasil h a sido

    asimismo el destino de los sindicatos. Ellos están bajo el patronato especial del Estado

    o sometidos a una cruel persecución. El tutelaje por parle del Estado está dictado por

    dos

    tarea.5

    que éste

    tiet+e

    que afrontar:

    1

    atraer a

    la

    clase obrera ganando así

    un

    apoyo

    para

    su

    resistencia cotltra las pretensiones excesivas

    de

    parte del imperialismo; 2)

    al

    mismo tiempo, regiment

    ar

    a los trabajad

    ores,

    p oniéndolos bajo

    el

    control

    de

    su buro·

    cracia".

    V. Trotsky

    ,

    Por

    los Estados Unidos Socialistas de

    Am

    érica Latina,

    Ed

    . Coyoa

    cán,

    Buenos

    Aires, 1961, p. 15

    .

    Va

    mirech Ch acón, A

    r u o u ~ é i o

    no trópico, Ed. In

    st

    ituto Brasileiro

    de

    Estudi

    os

    Afro

    Asiáticos, Río de

    Janeiro

    , 1962,

    p. 24.

    23 Sch illing, ob. cit., p. 166.

  • 8/18/2019 3 Jose Abelardo Ramos Historia de La Naci n Latinoamericana

    10/19

    sometido por

    el

    Ej ército a un intento de radical recolonización. La industria

    tan

    laboriosame

    nte'

    erigida marcha hacia su absorción

    mayoritaria

    por el

    imperia lismo yanqui, como en la

    Argentina.

    24

    El factor ac tivo que facilita esa penetración es la vieja oligarquía into

    cada

    por

    Vargas. Domina la

    escena

    la mis

    ma bur

    guesía

    comercia

    l q ue lo

    obligó a empuñ

    ar

    su revólver y

    se

    escucha la voz de la misma prensa colo

    nial de ayer. Se r eiter a en el Brasil un fenómeno análogo al de la Argenti

    na

    o Bolivia: · el movimiento naciona l de cond ucción burguesa

    que

    no

    e

    tran

    sfig

    ura

    en sociali

    sta es derribado

    , o corrompido,

    por

    l

    as fuerzas

    anta-

    gónicas que no se atrevió a destruir. La idea de volver compatibles la "dua

    lidad de clases", es decir, la coexist encia de oligarquía y bu rguesía, de atra-

    so y progreso, de revolución y contrarrevolución,

    term

    ina inevitablemente

    con el triunfo de la forma arcaica media

    nt

    e la

    ayuda

    extranjera.

    Si las fuerzas nacionales no ma rchan hacia la extirpación de raíz del

    viejo orden, el viejo

    orden

    las vencerá. Tal es el caso de Vargas, Goulart, Paz

    Estensso

    ro y Perón. Un caso

    di f

    erente es el de Nasser en Egipto. Es cierto

    que Nasser no con

    sidera

    que Egipto es un a Nac ión, sino

    Estado, y en esa

    aguda conciencia de s us

    límit

    es consiste la originalidad y fuerza de la revo

    lución

    na

    cional á rabe.

    La

    pa la

    bra

    "socia

    lism

    o"

    en Amér

    ica La tina debe

    un

    ir

    se

    íntimamente a la resonancia moderna

    de

    Bolíva r.

    Si

    esto no es asumido

    plenamente por el nacionalismo pequeñoburgués o popular, éste corr

    erá

    una

    y otra vez hacia su pérdida.

    13. Argentina : los viejos y bellos días

    La Argentina era la más europea de las regiones latinoamericanas. En

    sus act uales fronteras, el Litoral exportador y

    en

    particular la ciudad de Bue

    nos Aires, despe

    rtab

    a

    siempre

    el asombro irónico de los

    visitantes

    del Viejo

    Mundo. Concluida la unidad d el E st ado en 1880 y fede ral zada Bue

    nos

    Aires

    por el ejército de provincianos dirigidopor Roca, la gran provincia

    qu

    edó sin su

    orgullosa ciudad,

    qu

    e pasó a ser de jurisdicción federal, te

    rmin

    ando un viejo

    pleito. Es te hecho coincidió con la expansión de la ganadería y la agricultura

    en

    tm ininterrumpido proceso has ta 1930. "Dios es

    arg

    entino" era el vanidoso afo-

    rismo de la oli

    gar

    quí

    a

    ga

    na d

    era bend

    ecida

    por

    un

    maravilloso régimen

    de

    ll

    u-

    vias y por nna a l

    pa r

    ecer inagotable capa de

    humu

    s vegetal. Al

    otro

    lado del Río

    de la Plata, la a

    ntigu

    a Banda Oriental, dotada de análogos recursos natura

    les, respondía con ot ra frase: "Como el Uruguay no hay". El patriotismo chil

    e-

    no

    era

    menos arrogan

    te

    : "¡Viva Chile, m ..

    ".

    Su renta agraria

    era

    menor y no

    se

    fundaba en la ma rav

    illa

    del humus

    pamp

    eano

    sin

    o en la explotación de los

    "inquilinos".

    Entre las pequeüas soberanías heredadas de la balcanización", la -

    gentina gozaba

    de un

    a renta di ferenc

    ial

    que ha

    cía

    de sus pampas las más u-

    24

    Véase Schilling, ob. cit., p. 182 y ss.

    crativas praderas del mundo. La tradicional indiferencia de la oligarquía por

    te

    ña

    por América

    Latin

    a se convirtió

    en una

    no

    rm

    a de oro de su diplomacia.

    El pa

    ís

    e

    nter

    o

    se

    inclinó hacia Europa. Era

    nn

    valor en tendido que la aliru1-

    za con Gran Bretaña en un pród igo intercambio de

    mate

    ri as primas contra

    artículos indu

    st r

    iales b

    astaba

    para mantener el alto nivel

    de

    la

    ol

    igar qu

    ía

    dispendiosa, de una clase media acogida a

    la

    protección del "Est ado Carto

    rial" y de

    un

    artesanado urbano relativamente privilegiado. Junto a

    una

    es

    tructura de servicios creada por el imperia

    lism

    o,

    es

    te si

    ste

    ma

    ga

    r

    antizaba

    a

    sus

    trabajadores

    niveles

    de vida más

    altos

    que

    al

    resto

    de la población.

    El régimen en su conjunto funcionó s in. grandes sobresaltos desde 1880

    hasta 1930. Se fundab a en el reparto desigual de l a ren

    ta

    agraria y las dispu

    tas políticas dirimían w a mayor justiciaen dicha distribuc ión e

    ntre

    l

    as

    clases

    participantes. El yrigoyenismo fue el pri

    mer

    mo

    vimi

    ento nac io

    nal

    de este si

    glo que canalizó políticamente a las clases sociales postergadas del sistema

    agrario, aunque

    no

    cuestionó el si

    ste

    ma mismo.25

    14. Ortega y el destino imperial

    Hacia el aüo 1930, mientras

    Amér

    ica Latina se debate en la pobreza, la

    oligarquía argentina rebosa de satisfacción. Sus miembros viajaban a Euro

    pa todos los años

    co

    n una comitiva asiática.

    Se

    dejaban

    esquilmar

    por los ho

    teleros fran ceses con

    un

    a soberbia displicencia e importaban en cambio, pa

    ra su solaz, a los grandes espíritus disponibles de la época . De este modo Or

    tega y Gasset

    co

    noció'Buenos Aires y retribuyó atenciones:

    El pueblo argentino no

    se

    contenta con ser

    una

    nación entre otras; quie-

    re un destino peraltado, exige de

    sí mi

    s

    mo

    un destino soberbi

    o no le

    cabría

    una historia sin triunfo y está resuelto a manda1: Lo logrará o no pero es so-

    bremanera interesante asistir al

    di

    sparo sobre el tiempo histórico de

    un

    pue-

    bl

    o con vocación imperial .

    26

    La facundia de Or tega se desencadenó con los agasajos que la nobleza

    ganadera de rramó sobr.e é l. Vivió en Buenos Aires anonadado por la fanfa

    rronería

    por teña de l

    os altos

    círculos o

    ligárquicos,

    por

    la

    calle

    Florida,

    los

    chalets

    de

    San

    Isidro y los asados crioll

    os

    en

    la

    s estancias más ricas del

    mnndo.

    El pe

    so

    argentino

    equiva

    lía

    a

    un

    dólar

    y

    la

    s

    ame

    r

    engadas

    dam

    as

    de

    "Amigos del

    Arte

    " lo sabían. Ortega so

    bresaltó

    a este insignificante mwldi

    llo cuando

    pret e

    ndió, en

    su

    euforia, llamarlas "criolla

    s .

    25 Pa ra una descripción y análisis crítico del yrigoyenismo y del peronismo, véase J orge

    Ab

    elardo Ramos,

    Revolución y

    co

    ntrarr

    evo

    lución en la

    r

    gentina,

    ob. cit. , T.

    II

    . Para el

    y

    ti

    goye nismo, Rodolfo

    Pui

    ggrós,

    El yrigoyen

    ism

    o,

    '1: 2 de la

    Historia crftica de los pnr-

    tidos políticos argentinos,

    Ed. Jorge

    Ál

    varcz, Buen

    os

    Aires, 1965.

    26 Jo

    sé Or

    tega

    y Gasset, Obra.s

    Completas,

    T

    ll, Ed.

    Revis

    ta

    de Occidente, Madrid, 1958,

    p. 644. Ortega funda su

    ju i

    cio

    en

    tres fuentes:

    el

    redactorje fe de un

    gran

    diario; un pro

    fes

    or

    univer

    sita

    rio y un miembro de la '

    ju

    ventud do

    md

    a" de la

    ari

    stoc

    ra

    cia porteña.

    ¡Estaba exul tante el publicista español y no se detenía ante nada

  • 8/18/2019 3 Jose Abelardo Ramos Historia de La Naci n Latinoamericana

    11/19

      No les era grato oírse llamar 'criollas', un vocablo que yo les lanzaba con

    todo entusiasmo, como si él solo fuese ya un madrigal. Entonces cal en

    la

    cuenta de que esa voz, como tantas otras, ha tenido mala suerte. Porque en

    ese

    cambio de sentido sobreviven luchas civiles que hubo en este país. 2

    7

    El verboso esp aüol advert

    ía

    tardíamente que estas insinuantes damitas

    de la aristocracia pampeana representaban una parte del pais, pero que todo

    el resto

    era nna

    especie de enigma latente: por

    alguna

    misteriosa razón la pa

    labra "criolla" incomodaba a l

    as

    elegan tes de Buenos Aires. ·

    15. Las serpientes y el conde de Keyserling

    Asimismo fue invitado para

    esa

    época el conde Keyserling, con sus ojos

    penetrantes y

    su

    arrebatadora b·

    arbita

    gris. Tuvo un éxito fulminante. Care

    cía de todo escrúpulo histórico.

    Su

    fuerte era

    la

    invención, y su oficio formal

    de filósofo era

    otra

    de las argucias maquinadas por su fantasía.

    Lo

    primero

    que hizo al descubrir América Latina fue desenterrar a Buffon: anunció al

    mundo que en Suda

    mér

    ica me había percatado de mi propia mineralidad y

    que al sumirse en la contemplación de las primeras almas sudamericanas,

    fui asaltado por visiones de serpientes .28

    Los sapos enormes del Brasil lo

    persuadieron de

    que

    la

    naturaleza de

    América del Sur es descomposición, corrupción, putrefacción, basura, hedor;

    deformidad, fealdad horrorosa y perpetuo asesinato .

    Las mismas damas de Buenos Aires, con sus sutiles halagos, apenas lo-

    graron mode'rar a este desaforado germano.

    2

    9 Su doctrina de que América La

    tina es nna tierra de sangre fría , pareció sufrir entonces persuasivos recha

    zos, que no es del caso his

    toriar

    aquí. En la vida argentina, Keyserling ob

    serva

    un

    noble decoro para encubrir el propio pantano interior . El conde era

    el nuevo Colón de la psicología americana, sí: Leguía era más indio que Yri-

    goyen, y por ello mismo más taimado, en el sentido del mundo

    de

    la sangre

    fría .

    30

    Yrigoyen habría mantenido su neutralidad

    ante

    la

    guerra

    mundial

    porque no tenía gana , clave

    en

    la que Keyserling cree descubrir la raíz re

    cóndita del alma argentina. En esos días venturosos de la oligarquía ganade

    ra la Argentina estaba

    en

    condiciones de resistir sin decir ¡ay todas las de

    predaciones

    de

    Jos pensadores

    de

    turno.

    Medraba en las costas sudamericanas,

    atraído

    por el oro argentino, tm

    género cosmopol

    it

    a de magos de la palabra , charlatanes

    l

    ebres

    que exhl-

    27

    Ortega

    y Gasset, Meditaci

    ón

    de

    la cr

    iolla",

    en

    ob. ci t., p. 101.

    28

    Conde

    de Keyserling,

    Meditaciones sudamericanas,

    Ed. Zig-Zag, Santiago

    de

    Chile,

    1932,

    p.

    24.

    29

    Véase

    en Autobiografía de

    Vi ctoria Ocampo

    el tempestuoso

    romance

    erót

    ico-literario

    entre

    la

    estanciera

    ilus

    trad

    a y

    el

    aiTemetedor germano.

    Vol. IY,

    Ed. Sur, Buenos Aires, 1982.)

    30 Conde de

    Keyserling, ob. cit., p. 193 .

    Si

    n

    detenerse en su

    brío,

    el

    conde

    acuña un

    aforis

    mo

    que re

    s

    um

    e

    su

    coinci

    dencia con

    la

    oligarquía

    sudame1icana:

    'f.lsí, pues, los caudillos

    sudamericano

    s,

    seres de sangre fría, poseídospor un ciego instinto de poderío y carentes

    de todo fin, no se nos aparecen ya como excepciones, sino como prototipos , p. 197.

    348

    bían su fal

    sa

    pedrería de gita nos del in telecto, con el reaseguro de su

    pa-

    saporte europeo o norteamericano y el respeto que tales títulos y lenguas

    despertaba

    n en las mujeres ricas de la factoría carnívora perdida

    en

    el

    Atlántico Sur. Waldo

    Frank

    era

    uno

    de

    estos commis

    voyageur de

    las

    letras,

    munido de esa desenvoltura para

    mirar

    y

    hablar

    que sólo se adquiere de s

    pués de la rgos ailos de oficio.

    La

    oligarquía estaba encantada con el estupendo visitante. Waldo

    Frank advirtió con su mirada sagaz a

    la

    porteña:

    Su pecho es

    pálido

    porque el sol de

    la

    Argentina decolora . . con la mi-

    rada negra de sus ojos acerca la pampa porque ha heredado el fino escudri-

    ño del conquistador

    para

    los horizontes .. vive al aire abierto,

    en

    una pampa

    de

    posibilidades que amedrenta su necesidad femenina de hallar

    un

    sitio se·

    guro y cerrado donde parir sus hijos .

    31

    ¡Ya

    era demasiado

    Este

    mundo

    artificial

    y sofocante se derrumbó so

    lemnemente

    en

    1930.

    16 . Una Argentina industrial

    A diferencia del proceso que la crisis

    engendró

    en el Brasil, donde W l

    movimiento nacional e1icabezado por

    Vargas

    dirigió

    la

    evolución económica

    · hacia una deliberada industrialización, la

    caída

    de Yrigoyen disolvió el mo

    vimiento nacional hacia nuevos rumbos. Tomó el gobierno la oligarquía ga

    nadera,

    desplazada

    del poder en 1916 por Yrigoyen y que sólo

    atinó

    a envi

    lecerse

    ante

    el Imperio br itánico: éste aprovechó el naufr agio

    gene

    ral

    para

    imponer a la Argentina una doble cadena alrededor de su cuello. Se estable

    ció así la

    dictadura

    provisional del general Uriburu, soldado de fortuna y

    pintoresco fanfarrón de antiguo cuilo.

    Poco después, el general Ju sto asumía el gobierno gracias a elecciones

    delictuosas. Se inauguró así la llamada "Década infame". El conjunto de le

    yes aprobadas, la política de carnes,

    la

    creac

    ión del Banco Central estuvie

    ron dictados por la exigencia británica de comprar las carnes argentinas só

    lo a cambio del control inglés de la economía nacional. Pero la crisis operó

    milagros inesperados. Por la

    ausenc

    ia de divisas y el

    hnnd

    imiento de los pre-

    cios, el gobierno oligárquico estableció el

    control

    de cambios y

    aumentó

    los

    derechos aduaneros. Comenzó a desarrollarse sin apoyo oficial una industria

    de consideración.3

    2

    Al

    mism

    o tiempo se prohibió la inmigración europea que

    31 Waldo

    Frank,

    América

    Hispana,

    Ed. Losada,

    Buenos

    Ai res, 1950, p. 115.

    Prev

    isiblemen-

    te,

    Frankjuzga al pres

    i

    dente

    popu lar Hipólito

    Yr

    igoyen: S

    entado en

    una

    silla otra vez,

    Yrigoyen 1w abre

    la

    boca ni. ha

    ce n.ada

    absolutamente .. ;

    a Victoria Ocampo,

    en

    cambio,

    la estanciera dilettante

    e

    in

    v

    itadora,

    la define

    cóm

    i

    cam

    ente así: Vi

    ctoria Ocampo

    ..

    en

    su culto a la

    luz

    y en su trabajo de estructuración dentro del caos de la pampa, se ha da-

    do cuenta de que debe coger el cactus amargo entre sus manos y apretarle contra su co-

    razón. Y ha sido la profetisa de su país 

    p.

    124).

    32 Véase Adolfo Dorfman, Evoluc

    n industrial a1gentina, Ed. Losada, Buenos Aires, 1943.

  • 8/18/2019 3 Jose Abelardo Ramos Historia de La Naci n Latinoamericana

    12/19

    desde principios de siglo

    había

    colonizado la pampa gringa del Litoral. Con

    la

    aparición

    de nuevas

    fábricas que

    debían

    sustituir las importaciones pro

    hibidas, se r q u ~ r í a

    mano

    de obra. Como

    ésta

    ya no podía provenir

    del

    ex

    te rior, los nuevos obreros llegaron de las olvidadas provincias agrarias del

    interior. Modificase

    profundamente por

    este recambio

    la

    fison

    omía

    social Y

    r acial de la clásica ciudad e

    uropea

    del

    Plata

    .

    Su

    tipo criollo pasó inadvertido

    durante

    años,

    pues

    se alojó s

    il

    enciosa

    mente

    en la

    periferia de la gran ciudad: ra oligarquía, como

    la

    clase media;

    ignoraron s u existencia. Con ellos

    venía

    la

    tradición

    nacional,

    un

    naciona

    lismo

    elemental

    que Buenos Aires no

    había

    conocido

    jam

    ás.

    En sus

    apellidos

    resonaban nombres olvidados de la s

    guerras

    civiles o de

    la

    conquista. Amé

    rica del Sur estaba

    presente

    en

    la

    composición

    de

    ese nuevo proletariado: mi

    les de chilenos, bolivianos y

    paraguayos

    emigran y se arrai

    gan

    en

    las

    nuevas

    ciudades fabriles de

    la

    Argentina.

    17. Burguesía, proletariado y Ejército

    El

    nuevo proletariado

    que

    se

    forma la década

    del 30

    está

    orgánica

    mente

    desvinculado

    de

    los

    partidos

    políticos de

    la

    factoría,

    sean

    éstos de

    de

    recha o de izquierda. Socialistas y comunistas sólo tenían alguna influencia

    en la

    ciudad cosmopolita del sistema agrario; se habían opuesto siempre al

    yr

    igoyenismo, marginándose con

    sus

    consignas

    porteñas

    o

    abstractas

    de las

    peculiaridades de la vida argentina.

    Pero también la

    burguesía

    indu

    strial,

    que recién nacía, carecía de un

    comportamiento nacional.

    Eran neoburgu

    eses ávidos de ganancias, dispues

    tos a pactar con el imperialismo,

    si era

    necesario; carecían de

    prensa

    propia.

    Tampoco habían elaborado

    un sistema

    de ideas en el orden del nacionalismo

    económico,

    ni tenían

    peso alguno

    en

    la

    vida

    política.

    Era

    una indiferenciada

    masa de fabricantes,

    una burguesía

    en sí.

    33

    El Ejército,

    que

    había apoyado a

    Yrigoyen, a la caída del caudillo fue expurgado de los oficiales yrigoyenistas.

    En

    su seno nació l

    entamente

    una geÍ1eración

    militar

    nueva, que detestaba al

    Imperialismo británico,

    pues la

    crisis había

    puesto

    al desnudo

    la

    fatal

    de

    pendencia

    argentina. La guerra

    proporcionó wm oportunidad

    para

    romper el

    sistema oligárquico. Ensoberbecidos, los conserv adores impusieron al presi- '

    d

    ente

    Cast

    illo

    un

    candidato

    para

    sucederlo, de notoria filiación

    rupturi

    sta.

    El

    neutralismo ante la Segunda Guerra era demasiado

    poderoso

    en

    el Ejército

    para

    permitir

    una ruptura con

    el

    Eje. La revolución del 4 de junio de 1943 pu

    so

    término

    al

    ciclo.

    El

    coronel Perón se abrió paso vertiginosamente como

    el

    caudillo político

    del Ejército. Desde el comienzo buscó el apoyo de los obreros sin organizar

    (los

    sindicatos eran poco representat ivos y

    estaban

    en manos de socialistas y comu-

    33 Sobre el papel de la

    burguesía

    y los movimientos

    naci

    onales en los países atrasados,

    véase Jorge

    Abelardo Ramos,

    La luchapor un partido revolucionario

    Ed.

    Pampa

    Y

    C1e·

    -

    lo, Buenos Aires, 1965, p.

    19.

    nistas) y promovió

    la

    formación de grandes entidades gremiales. Las enormes

    corrientes de obreros provincianos y porteños ingresaron a estas organizaciones

    en

    masa

    y obtuvieron derechos que no h

    abían

    conocido nunc a.La oligarquía adi

    vinó los peligros de esta política. Con el apoyo abierto del embajador norteame

    ricano

    Braden

    , preparó un golpe de Estado que derribó a Perón.

    El

    17 de octu

    bre de 1945

    la

    respuesta

    de

    l

    as masas

    populares y del sector

    del

    Ejército fiel a

    Perón se manifestó en gigantescas huelgas generales que devolvieron la situa

    ción a su estado anterim:

    Las

    elecciones

    del

    24 de febre

    ro

    de 1

    946

    legitimaron el ascen

    den

    te

    ob

    tenido

    por

    Perón

    en las mayorías argent inas. Antes

    de

    la

    s elecciones,

    Perón

    intentó llegar a un acuerdo con los comunistas, que éstos rechazaron,

    en

    vir

    tud de

    que toda su

    política hacia

    Perón

    se r egía por las categorías impues

    tas

    según el acuerdo de los

    Cuat

    ro

    Grandes en

    Yalta. Aquellos

    países

    que se

    habían atrevido, como la Argentina, a

    mantener

    su neu

    tralidad

    ante la gran

    matanza,

    d

    ebían

    ser castigados: así opinaban Roosevelt y

    Stalin

    .

    34

    Los

    co

    munistas argentinos

    veían

    en Perón

    una

    continuación

    de Hitler. De

    ganade-

    ros a izquierdista

    G

    esta caracterización fue unánime.

    3

    5

    1

    8.

    Peronismo y clases sociales

    El

    triunfo

    electoral de

    Perón

    y s

    us

    dos

    gobiernos

    congregaron a sectores

    socia

    les

    del

    más

    diverso origen.

    Aparecía

    resueltamente

    como

    un ve

    rdadero

    Frente Nacional. A él confluyen los restos

    del

    yrigoyenismo agTario; algunos

    débiles sectores

    empre

    sarios;

    raros socialistas que

    rompían con su partido;

    sindicalistas

    tradic

    ionales y nuevos

    sin

    di

    calistas; importante

    s sec

    tore

    s de la

    Iglesia católica; grandes grupos de la clase media de provincias vinculados

    al mercado interno; obviamente,

    la

    clase obrera

    y,

    detrás del conju nto, el

    Ejército.

    Este

    último

    era

    el

    verdadero

    partido político de Perón, el factor

    su-

    brogante de

    una burguesía

    d

    emasiado

    débil y confusa

    para

    percibir su ver

    dadero papei.3

    6

    34 Véase Edward Stettinius

    Jr.,

    Rooseuelt y los rusus

    Ed.

    Plaza y Janés, Barcelona,

    1961.

    35

    Véase Ángel

    Per

    elman,

    Cómo hicimos el

    7

    e

    Octubre

    Ed. Coyoacán, Buenos Aires,

    1961, p 45

    y SS.

    36

    Uno

    de

    los raros pen

    sa

    dores árgentinos,

    que

    no os tenta la patente de sociól

    ogo

    pero

    que comprende como pocos la sociedad de su país, don A1turo Jauretche, ha seJ1alado

    que en la escala lraclicional de valores en la Argentina el industrial no obtiene satis-

    facciones tle prestigio fabricando heladeras, sino que espera lograrlo derivando

    parte

    de r.u dinero a la adquisición de

    algún

    campo donde pueda criar caballos criollos.

    ¿Y por qué precisamente caballos? Criar estos

    animales

    no exige tma gran inversión en

    campos,

    ni

    en reproductores. Pero permite

    obtener un

    camet de socio de

    la

    Sociedad

    Rural Argentina, el Gotha de los grandes ganaderos e invemadores de la provincia de

    Buenos Aires, fuente clásica de la reputación social. A

    su

    vez, los apellidos oligárquic9s

    en las Sociedades Anónimas i

    ndust

    riales

    se

    explican por razones de prestigio: el bur-

    gués sin apellido

    que se ha

    hecho rico, necesita de l

    as

    relaciones políticas, bancarias o

    sociales de algún oligarca

    si

    n campos ,

    de

    los

    que hay

    muchos, y que a cambio

    de un

    35

  • 8/18/2019 3 Jose Abelardo Ramos Historia de La Naci n Latinoamericana

    13/19

    En

    los países semicoloniales, a d

    if

    erencia de los países imperialistas, la

    industria no

    ha

    surgido como la expresión

    fi

    nal de un l

    en

    to y trabado des

    envolvimiento económ

    ico,

    desde el ar

    tesanado

    a

    la gr

    an producción ca

    pi t

    a

    li

    sta

    . Por el contrar

    io,

    las posibilidades in

    du

    s tri ales de nu estros pa íses han

    sido riguro samente limitadas por la intro ducción masiva de la producción

    extranjera. Sólo h

    an

    podi

    do

    irrumpir en el mer

    ca

    do a tr avés

    de

    las

    fi

    s

    ura

    s

    abier tas en el sistema del mercado mundial por los golp

    es

    de la cr isis o los

    conflictos militares del imper ialismo. El desplazamiento de otr os sectores so-'

    ciales a

    la

    producción in

    dust

    r

    ia

    l,

    la

    selección casual·de sus

    di

    rigen

    tes

    y em

    presarios,

    la

    deformación cult

    ur a

    l e ideológica de un

    la

    rgo pasado librecam

    bista

    ha

    n creado en la burguesía indus trial argentina u na disociación entre

    sus intereses inm ediatos, su ideología y su adhesión política.

    Se comprenderá que

    co

    n este t ipo de

    nueva ind

    ustr ia l

    as

    necesidades

    bru

    scam

    ente

    creadas a todo el país con la

    guer

    ra y la aparición de un mer

    cado interno sólo podían ser

    sa

    t isfechas en

    la

    esfera de la polí

    tica

    por la úni

    ca fuerza

    centralizada no vi

    nc

    u lada

    al

    imperialismo extr anjero y que por

    su

    profesión estaba orgánicamente margin

    ada de

    los i

    nt

    ereses agropecuar

    ios.

    Esta

    fuerza era el Ejército.

    19. La na

    tu r

    aleza política del Ejército

    Su

    func

    n cont

    ra

    dictoria

    en

    los países se

    mi

    coloniales

    ya

    ha

    sido estu

    diada por nosotros.

      7

    La presencia dominante del imper ialismo extranjero, de

    una

    ol

    i

    garquía antinac

    ional y

    de

    una mediocre burguesía nat iva,

    perm

    ite al

    Ejército, bajo ciertas circunstancias críticas, asumir la representatividad de

    las fuerzas nacionales impotentes, o, por el contr

    ar

    io, transforma rse en el bra

    zo armado de la oligarquía. Esta duali

    da

    d se fun da en el

    antago

    nismo

    la

    ten

    te que existe e n la sociedad semicolon

    ia

    i, do nde no hay una s ola clase do

    mi

    nan te, a ejemplo de los países

    imp

    erialistas, sino dos, una t radicional y w1a

    mode

    rna,

    aunque mucho

    más

    débil.

    La pu

    gna

    en t

    re ambos

    gr

    upos, aq

    l vinculado

    al

    si

    stema ag

    ra rio-ex

    portador y éste situado jun to a

    la

    s clases interesadas en el crecimiento eco

    nóm i

    co,

    se introduce en el seno del Ejército y

    genera

    en él esa misma contra

    dicción e n otro nivel. La

    va

    riabilidad

    de

    sus ac titudes está influida por la s

    i

    tuac

    ión

    int

    ernacional

    -don

    de el pod

    er

    in t imid

    ator

    io y las victorias o de

    rr

    otas

    de

    l imper

    ia

    lismo juegan un papel impresionante- , así como por las singula

    rida

    des de l

    os

    fenómenos

    po

    líticos nacionales. En

    un

    caso o en

    ot r

    o, la ten-

    sueldo reconfortante p

    resta

    su nombre para encabezar la

    co

    mpañía. Generalmente se

    t rata

    de

    segundones de las grandes y prolíficas familias que a la cuarta o

    quinta

    gene

    ración han deshecho las grandes extensiones por

    obra

    de l

    as

    particiones sucesorias o

    de gastos excesivos; los últimos herederos se quedan

    sin una

    hectá rea y

    se

    conchaban

    como empleados de lujo del burgués plebeya, o

    pasa

    n a s er ejecutivos del

    mu

    n

    do fi

    nanciero en la época de Martínez de Hoz o de Alfonsín (1976

    -1

    988).

    37 Véase J orge Ab e a rdo Ramos,

    Hi

    storia política del Ejérci to

    r

    gentino, Ed. Pel'ia Lillo,

    La Siringa, Buenos A

    ir

    es, 1959.

    352

    dencia a regímenes bonapartistas o semibonapartistas e n la Argentina de

    la

    era industrial se fun

    da

    directamente en la inestabilidad crónica

    de

    las cla

    ses poseedoras.

    En el régimen de Perón, las grandes con

    qu

    istas de la legislación obrera

    provení

    an

    de la necesidad de q

    ue

    el r égimen obtuviera el necesario apoyo in

    terior para resistir las extor siones del imperialismo

    ext

    ranjero. La propia

    clase obrer a apoyó

    co

    n ardor al peronismo, en qui

    en

    simbolizaba su propio

    ingreso a la vida política, un alto nivel de vida y la derrota de

    la

    oligarquía.

    20.

    Co

    nciencia nacional y conciencia de clase

    Esta adhesión obrera al peronismo era completame nte lóg

    ic

    a: se funda

    ba en las exper iencias políticas vitales de las grandes masas y en la necesi

    dad de rompe

    r, a t ravés de un nuevo cau

    dill

    o, el bloqueo social

    im

    puesto

    al

    pueblo por el si

    stema

    olig