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3. La oración l. Introducción Construir oraciones no es la labor más simple de un redactor. En muchas ocasiones, la decisión de dónde colocar un punto, una coma o un punto y coma, puede ser crucial para el acto comunicativo. Saber cuál es el sujeto o el predicado, lograr que exprese realmente lo que queremos decir, combinar las palabras en forma armoniosa y proporcionada, son otros problemas que podemos encontrar cuando estamos en el proceso de producir una oracion. ¿Qué es una oración? La oración se define como la palabra o grupo de pala- bras que plantean, preguntan, piden, mandan o exclaman algo. Se añade a esto que usualmente contiene sujeto y predicado, comienza con letra mayúscula y termina con un punto. La buena oración debe poseer cuatro características básicas desde las cuales se puede partir para aprender a redactarlas mejor: debe ser correcta, clara, concisa y efectiva. Se entiende por corrección que la oración sea completa, esto es, que exprese un mensaje completo, contenga sujeto y predicado, y que esté puntuada correc- tamente. La claridad significa que la oráción tiene un único significado, sin am- bigüedad ni vaguedad. La concisión apunta a que el mensaje se logra con econo- mía de palabras. La efectividad de la oración se mide por la madurez del redactor. II. Corrección Como expresamos anteriormente, la oración debe ser completa. Sus compo- nentes básicos son el sujeto y el predicado. Para entender mejor estos conceptos es recomendable atenernos a este esquema: el sujeto es lo que se ha definido siempre como "aquello de que se habla en la oración"; es el "¿quién?" de una oración. El predicado es "lo que se dice del sujeto", corno una especie de torna de posición respecto al sujeto. Una pregunta de enfoque muy buena para distinguir el sujeto y el predicado de una oración es "¿quién hace qué?", donde el "¿quién?" es el sujeto, "hace", el verbo, y "qué" los complementos. Es decir, el "hace qué" es el predicado. Si decirnos "mono," tenernos meramente un sujeto. En cambio, 47

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3. La oración

l. Introducción

Construir oraciones no es la labor más simple de un redactor. En muchas ocasiones, la decisión de dónde colocar un punto, una coma o un punto y coma, puede ser crucial para el acto comunicativo. Saber cuál es el sujeto o el predicado, lograr que exprese realmente lo que queremos decir, combinar las palabras en forma armoniosa y proporcionada, son otros problemas que podemos encontrar cuando estamos en el proceso de producir una oracion.

¿Qué es una oración? La oración se define como la palabra o grupo de pala­bras que plantean, preguntan, piden, mandan o exclaman algo. Se añade a esto que usualmente contiene sujeto y predicado, comienza con letra mayúscula y termina con un punto.

La buena oración debe poseer cuatro características básicas desde las cuales se puede partir para aprender a redactarlas mejor: debe ser correcta, clara, concisa y efectiva.

Se entiende por corrección que la oración sea completa, esto es, que exprese un mensaje completo, contenga sujeto y predicado, y que esté puntuada correc­tamente. La claridad significa que la oráción tiene un único significado, sin am­bigüedad ni vaguedad. La concisión apunta a que el mensaje se logra con econo­mía de palabras. La efectividad de la oración se mide por la madurez del redactor.

II. Corrección

Como expresamos anteriormente, la oración debe ser completa. Sus compo­nentes básicos son el sujeto y el predicado. Para entender mejor estos conceptos es recomendable atenernos a este esquema: el sujeto es lo que se ha definido siempre como "aquello de que se habla en la oración"; es el "¿quién?" de una oración. El predicado es "lo que se dice del sujeto", corno una especie de torna de posición respecto al sujeto. Una pregunta de enfoque muy buena para distinguir el sujeto y el predicado de una oración es "¿quién hace qué?", donde el "¿quién?" es el sujeto, "hace", el verbo, y "qué" los complementos. Es decir, el "hace qué" es el predicado. Si decirnos "mono," tenernos meramente un sujeto. En cambio,

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"Los monos son animales muy graciosos," es una oración. El mensaje cambia. La palabra "mono" sola es un sintagma, mientras que "Los monos son animales muy graciosos" constituye una oración. La oración presenta un mensaje com­pleto (sujeto y predicado), mientras que el sintagma sólo ofrece una imagen in­completa (sujeto o circunstancia). También es útil recordar que el sujeto es la voz narrativa de la oración. Por eso siempre concuerda con el verbo, el proceso que se da en la oración. En "Yo conozco a Juan Nazario" identificamos claramente al sujeto porque el verbo nos lo informa. Si el pronombre (yo) no se expresara, el verbo indicaría inmediatamente el sujeto.

Hay oraciones que no tienen ni sujeto ni predicado pero expresan un mensa­je completo. Se llaman oraciones unimembres, a diferencia de las llamadas bimembres, que tienen dos componentes. Todas estas oraciones son gene­ralmente saludos (buenas noches), peticiones (café con leche), avisos (¡fuego!) o interjecciones (¡huy!, ¡ay!). Aparecen muy poco en la lengua escrita, y con inten­ciones generalmente artísticas. No es recomendable utilizarlas en documentos oficiales ni en la prosa de carácter práctico como los manuales y los libros de texto, a menos que tengan una finalidad específica, según hemos explicado.

Respecto a la puntuación, la oración debe comenzar con letra mayúscula y, en español, con los signos de interrogación o exclamación si los pide. Debe ter­minar siempre con un punto o con un signo de cierre de interrogación o excla­mación. Tanto la coma, como el punto y coma, 'los dos puntos, los guiones y los demás signos, se emplean para guiar al lector en las diferentes pausas, la entona­ción, los incisos y también para indicarle el significado. Una coma mal colocada puede variar el sentido de una oración completa. En el apéndice 1 ofrecemos un repaso de las reglas para el uso de los signos de puntuación.

111. Claridad

A. Clarifique el sujeto y el predicado

Si no queremos confundir al lector, debemos someter cada una de nuestras oraciones a la prueba de claridad. La pregunta obligada es: "¿Es esto lo que quiero decir?" o "¿Hay algo que pueda conducir al lector a pensar cualquier otra cosa?" Se debe comenzar por asegurarse de que la oración esté completa, que no haya un sintagma suelto (no una oración unimembre) y que tenga el sujeto y el predicado bien delimitados. La pregunta de enfoque es, como ya dijimos, "¿Quién hace qué?" Aunque una recomendación excelente es variar los comienzos de las ora­ciones, algo que trataremos más adelante, el redactor principiante debe atenerse,

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en f(\vor de la· claridad, a la estructura sujeto-verbo-complementos, hasta que do­mine otras.

El segundo examen consiste en evitar los gerundios al principio de oración, pues confunden al lector. El gerundio es la forma -ando, -iendo de los verbos (amando, partiendo). Leamos este mensaje: "Estando en Venezuela, el cielo pa­recía de plomo." Si le hacemos la pregunta de enfoque, entenderemos que el cielo es el que está en Venezuela y parece de plomo. En este caso la solución estriba en añadir el sujeto y cambiar el gerundio por un tiempo verbal más es­pecífico: "Cuando estábamos en Venezuela, el cielo parecía de plomo." Otro ejemplo en el que el sujeto no aparece bien delimitado es el siguiente: "Todas las mañanas antes de ir a la escuela, nuestro perro tiene que salir a pasear." ¿Quién va la escuela? ¿El perro o el amo? Se soluciona colocando un sujeto que ejecute la acción: "Todas las mañanas, antes de ir a la escuela, nuestro hijo José tiene que sacar al perro a pasear." '

B. Utilice las comas para darle sentido a lo que escribe

La coma, como indicamos anteriormente, nos señala una pequeña pausa. Pero sería mejor definirla como una reducción en la velocidad de la lectura, un ceda el paso. Empléela correctamente y verá los resultados.

1. Las enumeraciones llevan comas. Analícese este ejemplo: "El viejo gran­jero criaba perros ovejas y pavos" La coma entre perros y ovejas es necesaria.

2. Las frases y cláusulas introductorias llevan comas. La coma en estos casos sirve para indicarle al lector dónde comienza o termina la cláusula principal. Ejemplo: "Cuando empezaste a estudiar, llegó Doris." "En suma, tengo que pagar por los daños."

3. Las explicaciones e ideas insertadas llevan comas. Dos comas siempre in­dican que una idea se ha colocado en medio de un mensaje principal. Véase este ejemplo: "El jefe, quien estuvo fuera varios años, sonrió abiertamente al regre­sar." La idea insertada es prescindible, se puede eliminar de la oración.

~- Los vocativos insertados llevan comas. En una oración como: "No comas Enrique hasta que yo llegue" se puede interpretar que el narrador no quiere que el sujeto se coma a Enrique hasta que él vuelva. Unas comas antes y después del nombre, establecen una entonación y un ritmo diferentes.

5. Las cláusulas relativas explicativas llevan comas. La coma en este tipo de cláusula es sumamente importante. Si no se escribe este signo de puntuación, la información puede confundirse. Con este ejemplo lo veremos más claramente:

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"Todos los estudiantes que almorzaron en el comedor se enfermaron del eP..1ó­mago." No colocar la coma significa que solamente se enfermaron los estudian­tes que almorzaron en el comedor, pero existe otro grupo que no comió ni se en­fermó. La oración con las comas cambia el sentido: "Todos los estudiantes, que almorzaron en el comedor, se enfermaron del estómago." El significado ahora es que todos los estudiantes almorzaron y se enfermaron. La explicación gramatical se reduce a que con la cláusula relativa "que almorzaron en el comedor" la in­formación se restringe a aquéllos que lo hicieron, mientras que al colocarle las comas, se convierte en una explicación y la extiende a todo el grupo.

C. Compruebe que los pronombres se refieran claramente a sus antecedentes

En muchas ocasiones, los pronombres, por ser reemplazos del sustantivo, tienden a ser imprecisos, sobre todo si actúan como nexos o si se encuentran sustituyendo a uno de los componentes de la oración. En un planteamiento como "Juan le dijo a Tomás que el maestro lo esperaba para el ensayo," el pronombre personal lo ha qued_ado en el aire porque no sabemos a cuál de los personajes de la oración se refiere: ¿a quién espera el maestro, a Juan o a Tomás? Frecuentemente, en casos como éste, lo más indicado es pasar la oración a estilo directo y escribir "Juan le dijo a Tomás: el maestro te espera para el ensayo." El pronombre personal te es claro, porque se refiere a Tomás, el objeto del seña­lamiento de Juan. Otro caso en el que el pronombre puede resultar un obsta­culizador es cuando se utiliza una proposición de relativo después de un sin­tagma nominal como complemento del nombre: "Los hijos de los García, quienes están en España, volverán la semana que viene." La confusión radica en saber quiénes están en España, si los García o solamente sus hijos. La concisión no soluciona el problema cuando la información es confusa o ambigua, y la cláusula "quienes están en España," no ayuda a establecer el sentido de la ora­ción. De manera que lo más acertado en este caso sería partirla en dos, si es que se pretende aclarar el paradero de alguno de los personajes de la oración. Una versión refraseada de ésta podría escribirse así: "Los hijos de los García volverán pronto. Los García se encuentran en España." En ambos casos la información aparece mucho más clara. Una pregunta que nos puede ayudar a descifrar si un pronombre se refiere claramente a su antecedente es "¿a quién? o ¿a qué apunta este pronombre?" Si la pregunta no se contesta claramente, debemos refrasear la oración.

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D. Asegúrese de que los modificadores se coloquen de manera que se sepa lo que modifican

En general, un modificador se debe colocar tan cerca como sea posible de la palabra que modifica. Separar el modificador y la palabra modificada puede resul­tar ·en confusión, como en este ejemplo: "Conseguí el libro en una librería que estaba buscando." La oración se mejoraría cambiando los modificadores de lugar: "Conseguí en una librería un libro que estaba buscando." Como se puede notar de estos ejemplos, los adverbios, o complementos circunstanciales, son más movibles que los adjetivos. De ahí que cuando tenga que arreglar partes de la oración, trate de mover los elementos adverbiales.

La claridad es un aspecto fundamental cuando redactamos una buena ora­ción. Ésta, junto a los otros que trataremos, mejorará notablemente nuestra re­dacción.

IV. Concisión

El Diccionario de la Real Academia define concisión como "brevedad en el modo de expresar los conceptos o sea efecto de expresarlos atinada y exactamente con las menos palabras posibles"(352). Ya en el siglo XVII Baltasar Gracián apun­taba: "Lo bueno, si breve, dos veces bueno." Y aún más temprano, en el XVI, Juan de Valdés, en su Diálogo de la lengua, señalaba que "Todo el bien hablar castellano consiste en que digáis lo que que~éis con las menos palabras que pudié­redes." La idea es clara, economizar palabras, multiplicar conceptos.

La tendencia a ornamentar, a escribir las cosas con rodeos obedece en cierta medida a que disociamos la lengua oral de la lengua escrita. Doug N ewson, en Media Writing, cuenta la siguiente anécdota sobre Isaac Asimov, a quien se le admira por su habilidad para explicar conceptos difíciles. Temprano en su carre­ra, Asimov había escrito, con gran esfuerzo, una pieza de ficción repleta de pala­bras y frases floreadas y oraciones coloridas. El editor que revisó el escrito le pre­guntó: "¿Sabes cómo Hemingway dice el sol salió a la mañana siguiente?" "No," le contestó Asimov. "Hemingway dice el sol salió a la mañana siguiente," le re­plicó el editor. Asimov aprendió la lección: diga lo que tiene que decir en len­guaje directo.

Varias estrategias aplicadas lograrán que nuestra lengua sea concisa. Revisar este apartado es de suma importancia. Esto significa eliminar la palabrería inne­cesaria.

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1. Elimine las redundancias. Una redundancia es una construcción de dos o más palabras que repiten el mismo concepto. Existen los pares redundantes, como terminado y completo, deseo y esperanza, básico y fundamental, cuestiones y problemas y muchos otros. Asimismo, existen los modificadores redundantes, "completamente terminado," "cada uno individualmente," "fundamentos bási­cos," "planes futuros," "creencias personales," "resultado final," "tragedia terri­ble," "preparación inicial," "regalo gratis. " Hay además categorías redundantes. Las palabras específicas implican su categoría general, de manera que usualmente no tenernos que plantear ambas. Un ejemplo de esto es "período de tiempo." En estos casos, se puede eliminar la categoría general cambiando el adjetivo p6r un adverbio: "Se deben colocar los acentos de manera acertada," cambiaría a: "Se deben colocar acertadamente los acentos." En otros casos se puede cambiar un ad­jetivo a sustantivo y eliminar el sustantivo redundante: "Los procesos judiciales y las actividades rehabilitatorias son responsabilidad del sistema gubernamental estatal." La versión refinada señalaría lo siguiente: "Los juicios y la rehabilitación son responsabilidad del gobierno estatal." En cada caso se puede suprimir el sus­tantivo general y dejar la palabra específica.

2. Suprima también los modificadores vacíos. Estos modificadores se usan inconscientemente, están empotrados en la mente del redactor. Algunos de éstos

,· son "clase de ... ," "realmente," "definitivamente," "de hecho," "particular", etcé­tera.

3. Evite las palabras altisonantes. Estas palabras, que muchos identifican corno "elegancias del lenguaje," no tiénen otra función que impresionar o es­conder el verdadero sentido de lo escrito. Redactar que un accidente de tránsito "ha alterado significativamente la estructura de la carrocería" no es solamente cursi, sino ambiguo. Aunque no se reduzca necesariamente el número de pala­bras, el mensaje llegará más claro.

4. Use enunciaciones afirmativas. Usted entiende mejor una orden positiva que una orden negativa. En lugar de decir "no iré a menos que pueda" diga "iré si puedo." La expresión negativa nos dice lo que debernos hacer por medio de lo que no debernos hacer. Aunque es imposible escribir todas las oraciones en forma afirmativa, muchas oraciones negativas pueden refrasearse; pueden con­vertirse en afirmaciones. Veamos: "no muchos" (pocos), "no el (los) mismo (s)" (diferente), "no diferentes" (iguales, parecidos), "no dijo, no hizo" (omitió), "no dijo" (calló), "no muy claramente" (oscuramente), y así por el estilo. Busque las palabras que señalen lo mismo, pero en sentido positivo. -

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Texto escrito a máquina
redundancia
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verborrea
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uso de enunciaciones afirmativas
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Adquirir concisión nos ayudará también a clarificar nuestro pensamiento y nuestro escrito. Contribuirá además a lograr la efectividad del discurso.

V. Efectividad

La efectividad de una oración es más difícil de medir que los otros aspectos que hemos visto hasta el momento. Para lograrlo, hay que recurrir a la variedad de oraciones que utiliza el escritor, la madurez y el ritmo. La variedad se consi­dera en su longitud, en la manera de comenzar y en el tipo de óración. La madurez se alcanza cuando el redactor evita usar demasiadas oraciones cortas o demasiadas oraciones largas y emplea la justa combinación de oraciones simples y compuestas. Asimismo, se mide por la consistencia gramatical y el paralelismo sintáctico. Daremos algunas guías que lo ayudarán a mejorar la efectividad de sus oraciones, pero el mejor ejercicio para este propósito es leer escritos de calidad e imitar conscientemente su estilo. Poco a poco, la imitación producirá sus efectos y usted obtendrá una voz propia con mejor cadencia que al principio. No obs­tante, es sumamente útil seguir algunas reglas que nos marquen el camino:

. A. Escriba la mayor parte de las oraciones en voz activa

Decimos que una oración es activa cuando el sujeto ejecuta la acción. Si la recibe, entonces se conoce como voz pasiva. La voz pasiva le resta agilidad al lenguaje, por eso no es recomendable abusar de ella. Un ejemplo de voz pasiva es el siguiente: "La novela fue escrita por un profesor de la universidad." La forma activa de esta oración sería: "Un profesor de la universidad escribió la novela." La voz pasiva debe usarse cuando se desea enfatizar el objeto y no el su­jeto de la oración; pero generalmente es mucho mejor utilizar la voz activa, porque ésta economiza palabras y suena más directa.

Matilde Albert recomienda cuatro procedimientos para eliminar la voz pa-siva cuando sea necesario. Los transcribimos por su enorme utilidad y precisión:

" l. Cuando el sujeto de la oración es un nombre de cosa, es preferible emplear la pasiva con "se" en lugar de la pasiva regular. Ejemplo: "El plato fue roto," "Se rompió el plato."

2. Si la forma es un infinitivo, éste puede sustituirse por un nombre abstrac­to. Ejemplo: "Deseaba ser amada por aquel hombre," "Deseaba el amor de aquel hombre."

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3. Se puede reemplazar el participio pasivo por un sustantivo, pero se mantiene el verbo "ser" en el mismo o en otro tiempo. Ejemplo: "Este edificio ha sido construido por esta compañía/ "Este edificio es obra de esta compañía."

4. La oración pasiva se puede cambiar a activa manteniendo el mismo suje­to, pero modificando, si es necesario, el verbo y alguna otra palabra. Ejemplo: "Los enfermos fueron atendidos rápidamente," "Los enfermos tuvieron una atención rápida" (180-81).

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B. Domine el arte de la oración compuesta

Se denomina oración compuesta aquélla que posee dos o más verbos conju­gados de forma personal. En español, existen dos tipos de oraciones compuestas: la coordinada y la subordinada. La primera contiene dos ideas de igual impor­tancia; la segunda, una idea más importante que la otra, por eso la subordinación. Cuando las dos ideas tienen el mismo peso, es necesario utilizar la coordinación, como en los siguientes ejemplos:

Me complacería hacerlo, per_o creo que no puedo. Yo pagaré el banco, tú pagaras el teléfono. Ahorra energía e invierte en el futuro.

No se debe usar una oración coordinada si una idea es claramente más im­portante que la otra. La idea central debe expresarse en la proposición principal y la secundaria en la cláusula subordinada. Observemos los ejemplos:

No habíamos estudiado bastante y sacamos mala nota en el examen (coor­dinada débil).

Como no habíamos estudiado bastante, sacamos mala nota en el examen (subordinada más balanceada y efectiva).

No abuse de la oración coordinada. Su empleo excesivo hace que el estilo resulte demasiado simple. Tampoco abuse de la subordinación. Cuando una ora­ción esté plagada de subordinaciones, divídala en dos o más. Analice el siguiente ejemplo:

Quiero ir a Disney World en Orlando, donde viven mis primos por parte de mi tía Alicia, la cual reside allí desde 1968.

La oración funcionaría mejor de esta otra manera:

Quiero ir a Disney World en Orlando. Mi tía Alicia y mis primos viven allí desde 1968.

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C. Use variados comienzos de oración

Empezar siempre con el sujeto de la orac10n puede causar monotonía. Aunque el orden natural en español es el de sujeto-verbo-complementos y esto facilita la lectura, variar los comienzos puede ser un aporte efectivo al ritmo de la prosa.

1. Comience con un adverbio. El adverbio es la categoría gramatical que modifica el verbo, el adjetivo u otro adverbio: Ejemplo: "El hombre les mandó cortésmente entrar." Mejor sería: "Cortésmente, el hombre les mandó entrar."

En esta oración el cambio del adverbio a primer plano sugiere un pequeñq cambio en el significado. En la primera versión parece que la única acción cortés del hombre fue mandarlas entrar. En la segunda, sin embargo, el adverbio da la impresión de que toda la maniobra es cortés. El hombre es cortés, no sólo su acción.

2. Comience con un sintagma preposicional. El sintagma preposicional con­tiene una preposición y un sustantivo o sintagma nominal. Las principales pre­posiciones se encuentran en esta lista: a, ante, bajo, con, contra, de, desde, en, entre, hacia, hasta, para, por, según, sin, sobre, tras. Un ejemplo de una oración que comienza con un sintagma preposicional sería: "Sin saberlo, Jaime ayudó a la mujer."

3. Comience con una oración subordinada. Ya estudiamos qué era una su­bordinada. Con este procedimiento se le da énfasis a la idea principal, que queda al final de la oración. Ejemplo: "Cuando subí, ya el agua había inundado todo el dormitorio del primer piso."

D. Construya las oraciones con paralelismo sintáctico

Si tenemos dos o más ideas relacionadas en una oración, éstas deben expre­sarse con construcciones gramaticales similares. Compare estas dos oraciones:

... Roberto Clemente se distinguió por ser un gran bateador y porque robaba muchas bases.

Roberto Clemente se distinguió por ser un gran bateador y un gran robador de bases.

¿Cuál suena más madura? La segunda, por supuesto. El paralelismo sintác­tico afecta muy positivamente el ritmo de nuestra prosa. Cuando tenga pares o

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series de coordinados como éstos en sus oraciones, colóquelos en orden ascen­dente, pues se producirá un efecto notable en la armonía de la oración.

La madurez de nuestras oraciones se mide por medio de)ós cuatros criterios que hemos diagramado. La belleza de nuestros párrafos consistirá precisamente en que estén compuestos por oraciones que tengan un toque de clase.

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