4 autores colombianos sobre la escritura

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Gabriel García Márquez Pedro Gómez Valderrama Luis Tejada Jaime Alberto Vélez LEER Y releer No. 10 - Departamento de Bibliotecas Universidad de Antioquia - septiembre de 1995

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literatura colombiana, escritores opinan sobre la escritura en colomboa

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  • Gabriel Garca MrquezPedro Gmez Valderrama

    Luis TejadaJaime Alberto Vlez

    LEER Y releer No. 10 - Departamento de BibliotecasUniversidad de Antioquia - septiembre de 1995

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    El presente Leer y releer lo dedicamos a cUatro-aut-or~ colombia-nos. Tal vez por ser el nmero diez de nuestra publicacin y teneren sa una cifra especiaLComenzamos en junio de 1992con el nmero uno: Captulo VI deEl Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, Continuamos conBiblioteca: el escrutinio de la memoria, de R H Moreno-Durn; Cartade Coln a los Reyes de Espaa; rbol de vida, de Cabriela Mistral;Cmo se lee un libro, de Joseph Brodsky; La biblioteca: una quimeracon alas de papel, de Jos Lezama Lima; Sobre la educacin, la lecturay los libros, de Ernesto Sabato; El libro, los libros, de !talo Calvinoy La milenaria juventud del libro, de Jorge Enrique Adoum,Llegamos, despus de tres aos, a este nmero diez. De CabrielCarca Mrquez tomamos uno de los artculos que durante 1983public dominicalmente en el diario El Espectador, Hay en todosaquellos textos, adems de una gran demostracin de escritura,un profundo sentido humano (el amigo, el colega, el lector, el via-jero, el polemista, el gran conocedor de un pas) del autor de Delamor y otros demonios,De Pedro Cmez Valderrama, "El oficio de escritor" es una con-ferencia ante estudiantes de la Universidad CentraL Sencillo y di-dctico texto de uno de nuestros mejores escritores en prosa, sobreel exigente arte de escribir.De Luis Tejada, el inquieto y lcido cronista nacido en Barbosa(Antioquia) y muerto prematuramente en 1923 a la edad de 25aos, traemos esta sincera reflexin ante la primera publicacinde sus "Crnicas".

    Presentacin

    Finalmente, del escritor, poeta y profesor universitario Jaime Al-berto Vlez, el cuento "Una olvidada promesa". Una delicada pie-za (que no de su mano izquierda) narrativa que, como casi siem-pre, tratndose de este autor, al final nos hace sonrer.A nuestros lectores, muchas gracias por la acogida sincera que lehan brindado a Leer y releer. Con todos, seguimos adelante.

    LEER Y releer No. 10 - Departamento de BibliotecasUniversidad de Antioquia - septiembre de 1995

  • Las glorias del olvido

    Por Gabriel Garca Mrquez

    Unade las injusticias de la literatura es que no existeuna clasificacin escalonada de los escritores deacuerdo con su calidad. En msica se sabe que hayun paraso ms alto donde estn sentados para siempre JuanSebastin Bach, Mozart, Beethoven, Bartok -y tal vez losBeatles-, pero hay todo un olimpo de compositores de se-gunda y aun de tercera categora que escuchamos y admi-ramos a pesar de la certidumbre de que no son eternos. Ocu-rre lo mismo con los pintores. No hay ms que pasearse porlos museos del mundo para darse cuenta de que junto aGoya y Velsquez, junto a Leonardo y Boticelli,junto a Rem-brandt y Picasso, hay muchos colgados en la antesala de laeternidad que sin duda merecen estar donde estn, pero enniveles distintos. En literatura no: o se es un escritor de pri-mera lnea, o uno no encuentra dnde ponerlo, y no slo enlos innumerables compartimentos del corazn, sino ni si-quiera en los estantes de la biblioteca. En ese sentido, el cri-terio ms justo es el del mundo del boxeo: hay pesos pesa-dos, pesos welter, pesos medios, pesos moscas, y cada cualdisfruta de una gloria universal dentro de sus lmites res-pectivos. En literatura, en cambio, slo los pesos pesadosvan al cielo.

    Hablbamos de esta injusticiala otra noche con el escritorPedroGmez Valderrama a propsito de un escritor que ambos ad-miramos sin ningn pudor, a pesar de ser conscientes de quees uno de los ms grandes: SomersetMaugham. El problemaes dnde ponerlo. Sus novelas, que lo hicieron famoso sobretodo por sus adaptaciones al cine, no merecen ni un recuerdopiadoso. En cambio, hay un mundo de tesoros ocultos en

  • sus casi 300 cuentos, muchos de los cuales no son ms queobras maestras. Curioso: igual cosa ocurre con Hemingway,y sin embargo no nos cabe ninguna duda de que es y talvez seguir siendo para siempre una estrella de la primeradivisin. Maugham, al contrario, es un autor que se olvida,aunque se sabe de la existencia de grandes lectores, crticosrespetables y escritores consagrados que quisieran subirlo aun piso ms alto, pero no se atreven. As como hay muchosque lo siguen leyendo en secreto, y hasta algunos escritoresque siguen nutriendo con su lectura la propia obra, y sinembargo lo niegan en pblico ms de tres veces y muchodespus de que ha cantado el gallo.

    Pensando en el destino injusto de Maugham, no es posibleeludir el recuerdo de otros tantos escritores que por un mo-mento nos parecieron grandes porque nos deleitaron comosi en efecto lo fueran, y que han sido arrasados por el tiempo.Uno de ellos es Aldous Huxley, a quien sin duda la gene-racin de hoy, en ningn pas, no ha odo siquiera mencio-nar. Se sorprenderan al saber que por lo menos durante unadcada su novela Contrapunto estaba considerada como unapieza capital de las letras de este siglo, y que nadie que qui-siera ser o parecer culto tena el coraje de admitir que no lohaba ledo. Su predestinacin al olvido, sin embargo, tuvouna prueba que parece sobrenatural: Aldous Huxley murien California el mismo da en que fue asesinado el presiden-te John F. Kennedy, de modo que la noticia "sin espacio nitiempo para homenajes pstumos" se qued traspapelada enel cementerio de las causas perdidas.

    Un contendor muy apreciado de Aldous Huxley en el mer-cado de las vanidades del mundo fue el mamfero ms rarode su poca: Lin Yutang, un chino norteamericanizado queadems de vender como salchichas sus libros numerosos encasi todos los idiomas, hizo un diccionario chino-ingls e

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  • invent una mquina de escribir en chino. Su libro La im-portancia de vivir lleg a considerarse en Occidente como uncompendio de la felicidad oriental, y sus ejemplares se vol-van polvo en las manos de tanto ser ledos con una especiede avidez atnita. Eran los aos de la posguerra, en los cua-les irrumpi otro nombre que puso a temblar a los consa-grados: Curzio Malaparte, un italiano con una concepcindescomunal del arte de escribir, que impuso en el mundoentero, con el ttulo de uno de sus libros, una palabra ale-mana de significado devastador: kapput. Con todo, ese libroque lo consagr en la primera fila no fue el que se ley conms pasin, sino otro posterior, La piel, sin duda uno de losms vendidos de aquellos tiempos. Cuando lo estaba leyen-do por primera vez, en una srdida pensin de estudiantesde Bogot, tuve en mitad de camino la rfaga de pavor deno querer morirme antes de saber cmo terminaba. Entre los

  • muchos episodios que hoy pareceran truculentos, sin dudael ms impresionante era el de un manat del acuario deNpoles que le fue servido en una cena de gala al coman-dante de las tropas norteamericanas en Italia, y que ste ha-ba rechazado porque era igual a una nia hervida y llevadaa la mesa en una fuente adornada con algas y coliflores.Hace unos aos, buscando otra cosa, me encontr de prontocon este recuerdo lancinante de la juventud, y me quedperplejo preguntndome qu clase de lectores incautos ra-mos los de aquellos tiempos.

    Se lean entonces otros libros capaces de estremecemos pormotivos que hoy nos resultan misteriosos y que no nos atre-vemos a releer por el temor de romper el encanto. RecuerdoEl hombrecillo de los gansos, del alemn Jac

  • que ejerci una fascinacin justa no slo en Francia sino entodo el mbito latino, y del cual son muy pocos los que hoypueden hablar con conocimiento de causa. Su caso es mstriste an que el de Alejandro Dumas, porque a ste al me-nos lo leen todava algunos franceses desperdigados, aunqueun poco a escondidas, como los estudiantes que fuman en elbao. Es el caso del ruso Leonidas Andreiev, que irrumpi enel mbito de la moda con su novela Sashka Zhegulov, y luegodesapareci para siempre. Fue una fugacidad injusta pues sien realidad su novela ms famosa no pareca animada por unaliento perdurable, muchos de sus cuentos "sencillos y hermo-sos" merecen leerse todava ms que las obras de algunos desus contemporneos. Es el caso tambin de Thomas Mann, dequien se encuentran todava ediciones imprevistas y evocacio-nes ocasionales, pero que en todo caso parece ya cubierto amedias por las cenizas del olvido. Son comprobaciones tristespero saludables, sobre todo cuando surgen de conversacionescasuales entre escritores. Es como si de pronto recordramos"con la voz del pequeo argentino que todos llevamos dentro"que tal vez ya vaya siendo hora de poner nuestras barbas enremojo. Aunque slo sea por si acaso.

    El oficio de escritor

    (fragmento)

    Por Pedro Gmez Valderrama

    Han escogido ustedes, que comienzan hoy las labores deltaller literario de la Universidad Central, una difcil profe-sin. Lo cual no les digo para impresionarles desfavorable-mente, o impulsarlos a desistir, sino antes bien, porque esehecho mismo es ya una justificacin del orgullo de una ac-tividad para la cual no todos estn condicionados.

  • Digo difcil,porque el ejerciciode la tarea de escritor es arduo,es desconcertante en ocasiones, y as como muchas veces traefrustraciones, brinda, de pronto, satisfacciones profundas. Loprimero que deben ustedes recordar -o mejor dicho, segura-mente ya lo saben, lo han experimentado, dado que el criteriocon el cual fueron aceptados fue justamente el de que tuvieranaptitudes de escritor, esto es: que no se aprende a ser escritor.Se aprenden las tcnicas, los procedimientos. Ser escritor es,ante todo, una aptitud especial, una disposicin igual a la queotros pueden tener para las ciencias exactas, o para una ramaespecial de la investigacin cientfica. Escribir es comunicarsecon el mundo, es crear, con esas aptitudes, una de las cuales yfundamental es la imaginacin, crear para los dems. Por esoel escritor tiene razn en sentirse poderoso, en cuanto tiene ens la capacidad de crear mundos, de crear seres que son tanvivos como los que van a nuestro lado.

    Notarn ustedes que casi sin quererlo, he llegado a un g-nero especial dentro de la escritura: la narrativa. Hablaremosde ella, por cuanto justamente este taller est dirigido a ella.Deca Jean-Paul Sartre, que en la vida es necesario escogerentre narrar y vivir. Ciertamente, son dos actividades igual-mente complejas, y la del narrador de suyo lo es especial-mente, por cuanto en ella se crean mundos tan intrincadoscomo los mundos reales. Algn autor anotaba, eso s, que elnovelista que confesase que no tomaba sus personajes de larealidad, era, ms o menos, un falsario. Por qu? Porque lariqueza de la vida -sea esta vida presente o pasada, seahistoria, que en cierto sentido toda novela lo es, ms o me-nos, aun las del tiempo presente- es en ocasiones casi su-perior a la ficcin. Es el caso, por ejemplo, de los ingenuosanlisis que vemos muchas veces, producidos por serios cr-ticos americanos, sobre la obra de Garca Mrquez, en la cualencuentran todas las implicaciones de la imaginacin y delhumor, y ninguna de la historia y del sentimiento trgico de

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  • la vida, que estn latentes en sus libros. La ficcin latino-americana -nacida de la crnica de Indias, de la lejana his-toria de nuestros aos coloniales, remitida ms all, a la vidaprecolombina- deslumbra con la fuerza de su realismo, enotras latitudes, con lo mismo que para nosotros es lo prxi-mo, el reflejo de la vida de todos los das, que hace pensarque realmente la idea de Alejo Carpentier de lo "real mara-villoso" de Amrica, es una verdad indiscutible.

    Seguramente en este taller literario no van a encontrar uste-des la frmula mgica para escribir novelas o cuentos. Perolo que s van a encontrar, a travs de sus profesores, a travsde los escritores que vengan a dialogar con ustedes, son lossecretos mnimos de los cuales est hecho el arte de escribir,destreza para practicar ese oficio, que en cierto momento fuesagrado, dependi luego de las gradas ms bajas del tronoen los siglos XIXy XX ha ido tomando una entidad cadavez ms seria y profesional en cuanto se quiere hacer de lel objetivo de la vida.

    No creo que nadie haya podido, aunque muchos lo han en-sayado, dar la frmula para escribir un cuento. Se ha tratadode hacer muchas, y quienes han tratado de darlas, han sidovctimas de la irona de quienes piensan que no hay frmulaposible, fuera del conocimiento de la gramtica, de las reglasdel idioma, y un concepto suficientemente elevado de ste.Pero por dentro, y en especial en la narrativa, hay que ponerel propio espritu, el propio fervor. Un cuento de calidadnunca se par~ce a ningn otro. Y tampoco la imitacin essuficiente receta.

    Lo que s es fundamentalmente importante, es la lectura, co-mo parte del ejercicio diario de formacin. La lectura, encuanto abre perspectivas, muestra caminos, ilumina puntossombros. Y proporciona algo que, bien administrado y sin

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  • llegar a la imitacin servil, es muy importante: las influen-cias. No creo que haya un solo escritor que pueda decir quesu obra no est influida por la lectura devota y paciente dealgunos autores, que son los ms afines con el propio esp-ritu. El balance justo entre las influencias y la propia origi-nalidad, se produce cuando la obra que se crea tiene un sellopersonal, distinto de aquellas de las cuales pueda ser, encierto modo, tributaria. La vida no es otra cosa que un juegode influencias que se prolonga desde el nacimiento hasta latumba. No hay que temerles ni rendirles culto demasiadoprofundo. Se debe buscar la expresin propia, teniendo encuenta que la originalidad surge de la sinceridad consigomismo, y que quien trata de engaarse a s mismo difcil-mente logra una creacin autntica.

    Hay algo en lo cual nunca se insistir bastante: as como losgrandes pintores que llegaron en su momento a la pintura abs-tracta como expresin genuina de su espritu creador, pudieronrealizar1a despus de haber pasado por el aprendizaje de lapintura acadmica, por la pintura figurativa con todos sus su-puestos de anatoma, de combinacin de colores, de manejo delos materiales, de sabidura, desde los lienzos hasta la rigurosaperspectiva, as el escritor no puede llegar de un salto a etapasde originalidad sin un conocimiento previo de lo clsico,de lasobras fundamentales de la humanidad, no para que ellas loencajonen y lo limiten, sino como un punto de partida, similaral de la pintura figurativa. Solamente en ese momento, puedetentar el experimento original, la desvertebracin del relato, elmonlogo sin puntuacin, la mezcla de los personajes, o mejordicho, de los enfoques diferentes, y tantas cosas ms que pue-den ser inicialmente ms seductoras, pero que si no estn apo-yadas en todos esos presupuestos previos, quedan confusas ydeleznables, destinadas a esfumarse y no a perdurar. En unapalabra, para poder negar algo, hay que saber qu es lo quese niega.

  • La actividad del escritorest en equilibrio inesta-ble entre dos fuerzas:la una, el sentidoprofesional, la aspiracina hacer de la escriturael medio y fin de lavida, la otra, ese im-pulso inasible queest en el comienzode la vocacin delescritor, que alguien,tal vez Reiner MaraRilke, defina diciendo:si siente usted quepuede vivir sinescribir, deje de serescritor.

    Pero a la vez,el esfuerzo creativono es SIempregrato, en ocasioneses difcil, se tomaen una lucha con-tra la cuartilla blanca,lleva a los lmitesde la desesperacin.De pronto, sin embar-

    . :fr. go, se toca la verdad.-.:..- Norman Mailer le~ preguntaba al escritorS francs Malaquais, ante...Je las dificultades que ste le

    refera que tena con una

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  • novela en la cual trabajaba: "Por qu se empea en hacerlo?Hay muchas otras cosas que usted puede hacer bien. Porqu lucha tratando de escribir?". Malaquais le contest (esimportante sealar que sufra escribiendo): "Porque es lanica manera que tengo de encontrar la verdad. El nicomomento en que s que algo es verdadero, es el momentoen que lo descubro en el acto de escribir".

    Naturalmente la misma persona puede tener el tiempo difcilo el tiempo fcil. Lo cual depende de esos sutiles mecanis-mos del subconsciente, y ocurre en todas las actividades hu-manas. Hay casos de genialidad, como el terrente de las no-velas de Balzac. O el caso de "El retrato de Dorian Gray"de Wilde, escrito en diecisiete das volcnicos. Pero de todasmaneras, la actividad del escritor debe someterse al trabajocontinuo, paciente, que un da puede producir dos pginas,otro ninguna, otro un extenso captulo. Hay una comunica-cin secreta con la obra, con los personajes, que ata al autora la vida de aquellos casi ms que a la propia, y que lo hacedepender mucho ms de lo que les est ocurriendo a suspersonajes que a l mismo. De ah que la actividad del es-critor no sea simplemente trabajo, sino arte, ejercicio diestrode las capacidades, bsqueda infatigable en una realidad hu-mana que tiene que trasponer a la propia realidad de sumundo.

    En ocasiones el xito fcil es un enemigo, como lo es la fa-cilidad torrentosa para escribir. Dentro de la actividad delescritor hay aspectos que son los que apelan ms a la pa-ciencia: la correccin de lo escrito, el reexamen, el tener lasuficiente fuerza de voluntad para rechazar cosas que se hanescrito y que pueden escribirse mejor. La bsqueda de laperfeccin, que es distinta del perfeccionismo. Es necesariotener el sentido crtico suficiente para darse cuenta de cun-do algo est concluido, o bien todava ofrece muchas ms

  • posibilidades que hacen imperioso retornar lo ya hecho, yconstruirlo de nuevo. Es decir, el don eficaz del arrepenti-miento.

    Adems de su calidadesencial de trabajadorde la cultura, el escritortiene en su pluma unpoder con algo de ma-gia, que crea mundos,_que abre caminos. Pue-de crear cielos e infier-nos en la mente delhombre. Su escenario esel mundo, es la vida delos dems humanos; yno solamente la pasada,

    ______ ~Q la futura tambin. Pien-;oago sen ustedes cmo la

    perfeccin absoluta de

    Ii::r~~l~a~~::~;v~~~:< mente, depende de laelaboracin sucesiva,del paso por muchas

    otras manos afanosas. Deca el gran poeta T. S. Eliot: "Al-guien ha dicho que los escritores muertos estn remotos denosotros porque sabemos mucho ms de lo que ellos supie-ron. Justamente, y ellos son eso que sabemos".

    (En Los infiernos del jerarca Brown y otros textos. Coleccinliteraria 2, Fundacin Simn y Lola Guberek, Bogot,1984)

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  • Interpretacin sentimental del libro

    Por Luis Tejada

    Una pluma cariosa, llena siempre de efusiva y comprensivacordialidad, anuncia hoy desde las pginas de El Tiempo laaparicin de mi primer libro.

    Yo he ledo con desgarrante emocin esas palabras heri-doras, en que se asocia la imagen pura e ignota de unpequeo hijo muerto a la idea de este primer libro quenace. Hay cierta similitud ntima de significacin en esosdos sucesos, entraablemente graves dentro de nuestra vi-da personal. Un libro nuestro que aparece, no es comouna muerte, como la muerte de un dulce ser amado, ani-mado con el jugo de nuestras venas y con la energa denuestro espritu?

    Habamos ido haciendo ese libro en la mente con lentitudy con pasin, acumulando en l cada da una idea em-briagante o una sensacin singular, habamos procuradoinfundir en l, con el jbilo cruel del creador, el alma ml-tiple del universo, como la comprendemos y la sentimos,reduciendo a ligeras palabras -carne viva y sonrosada-la alegra y el dolor de las cosas, las sombras abstractasy los violentos colores, la nostalgia trascendental que nosagobia y el nfimo espectculo sonriente de la calle; le ha-bamos dedicado las vigilias febriles, llenas de mpetusimpotentes en que alzamos los brazos desesperados en lanoche buscando el ideal fugitivo y la anhelada forma. Ycada frase encontrada y acumulada, cada letra puesta confervor, llevaba en s una gota verdadera de nuestra sangrey un poco de la fuerza de nuestro espritu: as, ese librolento, gestado con dolorosa emocin, construido y perfec-

  • cionado progresivamente, iba hacindose dentro de nosotrosuna fisonoma querida, una personalidad pura, unida anuestra inteligencia y a nuestro corazn por cariosos vncu-los ideales, fuertes como las voces de las razas y los instintosde la especie.

    Por eso, su aparicin, su "nacimiento", es como una ro-tura, como un desprendimiento definitivo, como unamuerte de ese ser ideal, que habamos acariciado en silen-cio y que viva una vida propia y agitada en nuestra men-te. De pronto, el libro se separa de nosotros para ir a con-fundirse entre la muchedumbre innumerable,deshacindose en tomos remotos, convirtindose en pol-vo de pensamientos y en ceniza de sensaciones; su cuerpo

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  • y su alma ya no nos pertenecen ni logramos nunca re-cuperarlos para nosotros solos; irn a ser pasto de vege-taciones extraas, irn a fecundar zonas desconocidas,irn a abonar huertos ajenos; nosotros ya no podemos vol-ver a acariciar ni a expresar esos pensamientos y esas sen-saciones; hemos perdido para siempre el derecho a utili-zarlos; ese libro ha muerto y slo nos queda de l unrecndito vaco en el alma y una imagen inefable y difusa,como la del pequeo hijo, cuya faz presentida apenas con-templamos un minuto, el minuto que transcurri entre sullegada sbita y su fuga eterna.

    (En Libro de crnicas de Luis Tejada, Ediciones Tringulo, Bo-got, 1961, 143-144)

    Una promesa olvidada (cuento)

    Por Jaime Alberto Vlez

    Como la mayora de los viejos, tambin ella se ufanaba desu avanzada edad. Acababa de cumplir 83 aos y, no obs-tante, bajaba dos veces por da al pozo para buscar agua.Zigzagueaba con pasos medios por entre el cafetal, con elsigilo y la astucia de una serpiente. Nadie recordaba si habasido bella, pero conservaba a pesar de todo un destello demalicia en sus ojos y, aunque parezca extrao, posea algu-nos rasgos juveniles que no haba logrado amansar el pasode los aos.

    Pero, a diferencia de la mayora de los viejos, ella no contabahistorias ni magnificaba su vida pasada; prefera, ms bien,hablar de lo que ocurra a su alrededor. El viento, el sol, lasnubes o la simple aparicin de un renuevo en un tallo eran,

  • al parecer, ms importantes que cualquier suceso de suvida pasada. Amaba los animales y siempre quiso vivirrodeada de ellos, pero no soportaba las redes, las jaulas,las escopetas. En cierta poca estuvo empeada en domes-ticar una zorra rabipelada que, segn su propsito, com-partira las sobras de su mesa con un gato viejo y un ca-chorro de lobo. En otra ocasin atrajo hasta su casa unarmadillo de muy buenos modales que desapareci, porrara coincidencia, el mismo da en que se agot la cosechade yuca.

    Fue criada en la cuchilla de una cordillera, en un parajesolitario donde los osos y los loros errticos arrasaban lassementeras de maz. A los diez aos no conoca gente dis-tinta de sus padres ysus cuatro hermanos.En aquella primera eta-pa de su vida vivi aga-zapada, bajo el temorcontinuo de unos dis-paros de arma de fuegoque nunca escuch. Supadre, decan, haba si-do un desertor que lle-g con su familia aaquel lugar huyendo de t....'los frecuentes levanta- ~ O/I 10mientos armados que ~ l Ijj; / Ipor entonc~s des~gra- ,j'_ ~//~}l,~ ~-ban al pals. ASl que -~ WI '- /ella, hasta el fin de sus I "~'das, y aun bajo las cir- V//; Icunstancias ms favora- ~/~/ Ibles, dio la impresin / /1 1/1/de esconderse. Era co- '// m \

    LEER Y releer No. 10 - Departamento de BibliotecasUniversidad de Antioquia - septiembre de 1995

  • mo si el nico propsito de su existencia hubiera sidoel pasar inadvertida. Slo una difusa columna de humoazul sealaba su casa, perdida entre los rboles. Raras ve-ces los vecinos tenan noticias suyas y por esa razn envarias oportunidades haban llegado a temer lo peor. Al-gunos la espiaban en el momento de bajar al pozo, con elfin de comprobar que an a sus 83 aos segua viva, va-lindose por s misma.

    l tena, a lo sumo, 6 aos cuando la conoci. Al principio,ella lo previno contra algunos peligros corrientes: "Nuncacomas ms de dos mandarinas"; "si comes piuela, chalesal"; "las ramas del aguacate y el guamo son quebradizas,cuidado"; "no creas que todas las frutas del monte son tanbuenas como el maran". Despus -no sabra decir cuntotiempo despus- ella le habl de la maldad humana yl, extasiado, se dej llevar por el susurro de su voz ypercibi cmo, vestida de luto y casi invisible entre el hu-mo del fogn de lea, acrecentaba su insospechado poder."Los libros slo ensean perversidades", le dijo. Y luego:"Promteme que nunca aprenders a leer y escribir". "Loprometo", respondi l.

    Luego no volvi a saber nada de ella, hasta una maanacuando, al caminar con despreocupacin por el viejo ce-menterio, encontr de improviso escrito en la lpida deuna tumba:

    Ma. Evangelina Zuleta Saudo]875-1959

    Entonces le pareci indudable que all estaba ella para ha-cerle un reproche.

  • El presente cuento fue cedido por el autor originalmente para Leery releer

    Fredy Agudelo

    Estudiante de la Facultad de Artes de la Universidad de Antioquia,Fredy Agudelo ha entendido, desde hace mucho tiempo, que una de lasmaneras que tiene la felicidad, es la pintura. Y que una de las formasen que la pintura alcanza la felicidad, es en el paisaje.

    Sus largas observaciones, sus innumerables apuntes, el estudio perma-nente de luces, sombras y colores, las variables tonalidades en la pr-diga gama cromtica de la naturaleza, esa lucha sin cuartel que elpintor establece con los elementos que incumben a su obra, terminanen el abrazo plcido y cumplido del cuadro y el espectador (su mira-da de luz). Por eso casi siempre Fredy sonre.

    En las ilustraciones queacompaan los textos de es-tos autores colombianos, elpintor no quiso (no pudo?)renunciar a su infaltable ne-cesidad de paisaje. El resul-tado: rboles y cielos de pa-labras en la pluma de loscreadores literarios, al ladode las "plumillas" del dibu-jante, sombras agradecidas ysed al mismo tiempo, de lasprimeras. Dos maneras,pues, de mirar las insinuan-tes realidades de la crea-cin: el vuelo y el aire quealientanta el vuelo.

    LEER Y releer No. 10 - Departamento de BibliotecasUniversidad de Antioquia - septiembre de 1995

  • Obra dispersaPoesa. ProsaLen de Greiff

    Volumen 1. 1913-1953. Volumen 2. 1937-1956.Edicin al cuidado de Hjalmar de Greiff

    Literatura y diferenciaEscritoras colombianas del siglo XX

    Mara Mercedes Jaramillo. Betty Osorio de Negret. ngela Ins Robledo-editoras-

    Coedicin de Ediciones Uniandes y Editorial Universidad de Antioquia

    Estudio semitico de "En la diestra de Dios Padre"de Toms Carrasquilla

    ngela Betancur - Jos Decio Londoo

    Aproximacin al texto escritolvaro Daz

    Rehabilitacin en saludUna mirada mdica necesaria

    Ricardo Restrepo Arbelez - Luz Elena Lugo Agudelo-editores-

    CirugaAnestesiologa

    Tiberio lvarez Echeverri -editor asociado-

    Actualizacin en imaginologa / 1Jairo Remando Patio -editor-

    A la venta en todas las libreras

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  • Obra dispersaPoesa. ProsaLen de Greiff

    Volumen 1. 1913-1953. Volumen 2.1937-1956.Edicin al cuidado de Hjalmar de Greiff

    Se inicia la publicacin de la Obra dispersa de Len de Greiff con los volme-nes 1 y 2, que contienen los mamotretos noveno (poesa, 1913-1936), dcimo(prosa, 1939-1945), undcimo (prosa: Prosas de Gaspar, El Tiempo, 1945; Co-lumna de Leo, El Espectador, 1946-1948; La Columna de Leo, Crtica, 1949-1949; Columnilla de Leo, Diario de Colombia, 1952-1953), duodcimo (poesa,1937-1954)y decimotercero -primera parte- (prosa).

    Literatura y diferenciaEscritoras colombianas del siglo XX

    Mara Mercedes Jaramillo. Betty Osorio de Negret. ngela Ins Robledo-editoras-

    Coedicin de Ediciones Uniandes y Editorial Universidad de Antioquia

    En este libro se estudian los caminos recorridos por la escritura femenina co-lombiana durante este siglo y se evidencia el rapidsimo avance de sta. En losltimos sesenta aos --despus del decenio del treinta, cuando se inici la mod-ernizacin del Pas-, se ha pasado de la literatura romntica que idealizaba alngel de la casa y a la madre, a obras que retan, desde diversas perspectivas, eldiscurso falocntrico y asumen el ser mujer.Estudio semitico de "En la diestra de Dios Padre"

    de Toms Carrasquillangela Betancur - Jos Decio Londoo

    El presente trabajo pretende desentraar los mecanismos de construccin de laobra "En la diestra de Dios Padre" de Toms Carrasquilla, lo cual no implicaque se haya tomado como discurso literario. La perspectiva terica elegida laconsidera como un conjunto significante y en este sentido el concepto de narrati-vidad que subyace al relato est incluido en las previsiones del anlisis.

    Aproximacin al texto escritolvaro Daz

    La dificultad para escribir un buen texto es uno de los problemas ms comunesde los estudiantes y profesores de secundaria y universitarios y de los profesio-nales que en el ejercicio de sus labores deben producir materiales escritos. Estose explica, entre otras razones, por el poco inters que en nuestro medio se le haprestado a la enseanza de la composicin escrita, con la consiguiente carenciade libros y mtodos que hagan de ella una prctica cotidiana en la vida escolary profesional.

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