56 revista dialogos reflexiones sobre comunicacion global y local

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gos Reflexiones sobre

comunicación globaly local e identidadcultural en Chile

diálogosde la comunicación

Periodista, docente de la Escuela de Periodismo de laUniversidad de Santo Tomás, en Chile.

Dirección: Av. Ejército 146, Santiago, ChileTeléfono: (562) 3624746 Fax: (562) 3624805

E-mail: [email protected]

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DE LA COMUNICACIÓNGLOBAL ...

Interesa, para fines de esta re-flexión, que intentemosaproximarnos a la definiciónde la comunicación global,que se resume en el concep-to de la cultura de masas, de-finida como la cultura quenace con las comunicacionesde masas que hacen posible laentrega casi simultánea demensajes idénticos mediantemecanismos de reproduccióny distribución rápidos a un nú-mero de personas relativamen-te grande e indiferenciado enuna relación anónima.1

Como toda comunicación, laglobal tiene sus defectos yvirtudes. Entre los primeros,podemos señalar que tiene

una visión generalizante de lacultura. Cada cultura se sus-tenta en una tradición, len-guaje, códigos y memoria es-pecíficos. La globalización delas comunicaciones, en unaera de reestructuración de laproducción de mercancíasculturales, tiende a la estan-darización cultural y a la re-creación de estereotipos. Lacomunicación global, al ho-mogeneizar los mensajes,puede derivar en la privaciónde las culturas. Como diríaLeón Gieco, en esta globa-lización todos los globos serevientan.

Sin embargo, la comunicaciónglobal tiene sus virtudes. Laprincipal es disponer de unsoporte tecnológico sin prece-dentes en las comunicaciones.La aspiración de toda culturaes a su universalización. Es suvocación ontológica, su razónde ser. La globalización resul-ta ser un dispositivo brillantea esta vocación. ¡Cómo hubie-ran deseado los griegos yotras culturas de la antigüe-dad disponer de satélites y deInternet! Su expansión yhegemonismo hubiera sidocosa de minutos. Por ello, noes extraño que pueblos indí-genas avasallados -como losde Chiapas y mapuches-, hoyacudan a Internet como uninstrumento para difundir susderechos. El aporte de laglobalización comunicacionales obvia para estos meneste-res. En el fondo, la cuestiónreside en qué cultura está de-trás del control de los grandesmedios de comunicaciónglobales y cuáles son sus inte-reses.

La era de la revolución ymundialización de las comu-nicaciones ha creado situa-ciones de desavenencias cul-turales en otras latitudes. Elvertiginoso cambio suscitadoen la tecnología de las comu-nicaciones a través de la te-levisión abierta, por cable yel satélite obligó hace años apaíses como, por ejemplo,Canadá o Bélgica a protegermediante programaciones lo-cales, sus propias identida-des culturales frente a la in-tromisión tecnológica y cultu-ral proveniente de países conel mismo idioma. Desde ladécada de los setenta, Euro-pa -y especialmente Francia-vio reaparecer nuevas formasde nacionalismo cultural deintelectuales artistas, edito-res y trabajadores de la pren-sa, ante la amenaza de la in-vasión cultural de potenciasinternacionales2. La hegemo-nía que imponen los EstadosUnidos en las comunicacio-nes globales no sólo se expre-sa en el control del 70% delmercado de las exportacio-nes de información por com-putadora y casi el monopoliode la información científica ytécnica, sino en la presenciadel inglés como el idioma in-ternacional de las redes deinformación.

Las comunicaciones que hanincidido en este proceso sonprincipalmente la televisión,la radio y el Internet. En dis-tintos grados y formas, cadauno de estos medios de co-municación ha moldeado eltránsito cultural, acelerándo-lo en ciertas tendencias o re-tardándolo en otras. Las co-

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municaciones globales tienenel efecto de una intercultu-ralización en nivel planetario,que puede generar diversaslecturas, impredecibles op-ciones y múltiples impactos.El intercambio de mercan-cías, llevado al intercambiode mensajes globales, ha uni-versalizado culturas, aunquetambién ha subordinadootras.

Llama la atención en todocaso, el que la globalizaciónde las comunicaciones consus correspondientes impac-tos en las identidades cultu-rales de localidades, etnias ynaciones, salvo excepciones,no haya generado o incre-mentado un sostenido movi-miento de resistencia que, dealgún modo, se pronosticócomo inevitable. Más bien hahabido una suerte de adapta-ción, integración o comple-mentariedad cultural cuyosefectos aún no se puedenidentificar claramente. EnAmérica Latina y en Chile, eltránsito acelerado a unaglobalización de las distintasesferas de la vida económica,política y comunicacional hasido de manera aparentemen-te «natural» para sus actores.Sin aparente oposición, sin lasuficiente irrupción del nacio-nalismo cultural. Es más, pa-reciera que se necesitaba deun fenómeno de esta natura-leza, sea para expansión delos mercados, sea para dispu-tar liderazgos regionales, seapara reproducir estereotiposo por la necesidad de nuevosparadigmas y mitos. Laglobalización también ha te-nido un efecto disolvente en

el antiimperialismo de antaño.En rigor, las actuales son cir-cunstancias donde los Esta-dos Unidos ejercen un omní-modo hegemonismo en todaslas esferas, incluida la cultu-ral. Mas bien son las tenden-cias liberales las que handado muestras de disconfor-midad con esta suerte de so-focación e incluso etnocidiocultural a que la globalizaciónsomete a las culturas nacio-nales de diversas latitudes.

A LA COMUNICACIÓNLOCAL ...

En este sentido, es relevantela presencia de actores que,al decir de cierto pensadordel siglo pasado, han actua-do como el topo de la histo-ria: las clases, razas y géne-ros subordinados, margina-dos y desposeídos. Ellos sonlos que, desde distintas ópti-cas y guardando sus diferen-cias, han dado su voz de aler-ta y han organizado una inci-piente resistencia expresadacon diversidad. En otras pa-labras, es la ciudadanía, laque de manera dispersa,inorgánica y aún sin proyec-ciones estratégicas ha opta-do por disputar palmo a pal-mo territorios culturales a lastransnacionales de las comu-nicaciones.

Una de esas expresiones es lacomunicación local que, apro-piándose de la tecnologíamoderna o potenciando losrecursos propios, ha intenta-do revertir parcialmente enespacios focalizados latransnacionalización del pen-

samiento y el espíritu y habuscado recuperar la identi-dad propia de sus orígenes.Experiencias son múltiples:radio, cine y televisión comu-nitaria, prensa barrial y temá-tica, video popular, teatro ca-llejero, grafittis contestatario,arte popular, redes de inter-cambio, cantores de la calle,peñas folklóricas, religiosi-dad popular, entre otras. Po-demos admitir que en losestertores del viejo milenio yen la alborada del próximo laconfrontación con el neolibe-ralismo y la mundializaciónde las comunicaciones va aestar situada particularmen-te en la escena cultural -espe-cialmente desde la esfera lo-cal- con un vigor inusitado yresurgido desde las entrañasmás profundas del ser mismode los actores involucrados.

Dada la dimensión de seg-mentos sociales involucradosen estas experiencias, pare-ciera que la expresión comu-nicación local quedara corta.Porque ello induce a pensaren lo micro, en lo pequeño, enlo minimizado, en lo focal,cuando en realidad estamosante una gigantesca multitudde personajes y ante unamultifocalidad impresionan-te. Propondría más bien elconcepto de comunicaciónciudadana como la expresiónque más se ajusta a la reali-dad de este fenómeno. Ade-más, porque de todas las ex-periencias indicadas hay me-dios para todos los gustos.¿Cómo definir a una radiocomunitaria de 50 kilowattscomo medio local? Imposible.La potencia y cobertura no

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l determina el carácter delmedio. La definición de comu-nicación ciudadana, ademásrescata el sello de lo que havenido a llamarse el tercersector de la sociedad. Lo ciu-dadano, como uno de los ro-les del individuo en su inser-ción social, en su asuncióncomo ser en relación a, situa-do y conectado, referenciadopor sus nexos con los demás.Lo ciudadano, no sólo en susentido tardíamente liberalde los derechos y deberes,sino lo ciudadano como elespacio donde se dirime elfuturo de la sociedad y, endefinitiva, de la humanidad.

Intentemos explorar y enten-der el por qué la comunica-ción local ha sido de modonatural y sin tránsito la quele ha salido, como dicen loscomunicadores centroameri-canos, como David frente aGoliat, a las transnacionalesde la globalización.

Un primer acercamiento nosinduce a admitir que laglobalización tiene grandesvacíos y carencias en su pro-puesta comunicacional queprobablemente sean su sinoexistencial ineluctable. Unade ellas, la fundamental es -salvo excepciones- la débilparticipación ciudadana, elacceso al medio del receptor,la recreación permanente dela dualidad emisor-receptor/receptor-emisor, lo que, ob-viamente, el medio globali-zado no lo puede hacer a ple-nitud por su propio carácter.En cambio, la comunicaciónlocal o ciudadana tiene la vir-tud de ser mucho más

permeable y flexible a la par-ticipación social, de modotal que se adapta a la realidadde los auditores y receptores.Esto hace que la gente asumaal medio como suyo, lo incor-pore a su identidad, se apro-pie del mismo. No obstante,ello no significa que los me-dios globales no logran acce-der en cierta medida a estetipo de apropiación por par-te del receptor. Se puedenpresentar situaciones dondealgunos de estos mediosglobalizados efectivamente lologran, particularmente en laradiodifusión donde la iden-tificación con programas,personajes o con estilos esmucho más frecuente quecon la televisión o la prensa.Pueden crearse situacionesde co-existencia entre ambostipos de medios. En sondeosde sintonía se han dado casosdonde radio-oyentes dan suspreferencias a radioemisorassatelitales, pero también a laradio local de su comuna, lo-calidad o región. La diferen-cia radica en el grado deproximidad que se estableceentre el medio y el receptor.Proximidad que está cifradapor códigos, lenguaje, memo-ria, complicidad, sentimiento,en otras palabras, por identi-ficación cultural.

Como parte de este empode-ramiento que el receptor-emi-sor obtiene del medio local ociudadano mediante su parti-cipación de mil diversas for-mas, podemos señalar que unaspecto crucial siempre pre-sente es el de las expectativasde cambio que se desprendede ese tipo de relación medio-

receptor. Sean éstos cambiosde carácter prosaico -servi-cios de utilidad pública o do-méstica- o de carácter estra-tégico -desarrollo local, cali-dad de vida, medio ambiente,relaciones de fuerza, acumu-lación de poder-. El tipo de ex-pectativa que se establezcan,naturalmente, siempre de-penderán del grado y tipo deconciencia para sí del recep-tor. El medio local o ciudada-no tiene -a diferencia del me-dio global que se percibe le-jano y parte componente delas estructuras de poder- lavirtud de constituirse poten-cial o efectivamente en el ins-trumento de transformaciónde la situación en que se en-cuentra la ciudadanía. El me-dio como posibilidad de serinstrumento de poder. Este esel quid del asunto.

El empoderamiento que elreceptor-emisor adquiere enel medio local también tieneuna particularidad muy im-portante: la construcción deespacios democráticos localeso regionales. El acceso de laciudadanía al ejercicio de lademocratización de la socie-dad y sus estructuras tienemás relevancia y fluidez des-de lo local, desde lo propio ylo próximo. Por ello los me-dios locales tienen la excelen-cia para esta expresión de lopolítico y lo cultural. Y tam-bién en lo económico, cuan-do se trate de crear la gestiónproductiva en la población.Sin embargo, esta faceta no severá satisfecha desde el me-dio global, excepto cuando laciudadanía irrumpa en la con-flagración de hechos políti-

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cos de envergadura o simple-mente cuando se conviertaefectivamente en poder local,regional o, en definitiva, cuan-do se instale como el nuevopoder del Estado.

Y LA GESTACIÓN DEL MITOCULTURAL NEOLIBERAL

En Chile la identidad culturalha tenido un proceso detransformación paulatinaaunque creciente en dos es-feras: en los paradigmas omodelos arquetípicos y en lasrelaciones sociales o en elsentido de pertenencia a uncolectivo.

Históricamente en este paísestamos ante la típica expre-sión cultural de una nacióncreada a imagen y semejanzade valores propios gestadosa costa de mucho ensayo yerror. Expresión cultural condefinidos rasgos enraizados aun terruño que, aunque apar-tado geográficamente de loscentros de poder mundial,perfiló el carácter y persona-lidad propios del chileno.

Sin embargo, este perfil fue -paulatina, ineluctablemente yal compás del emergente mo-delo neoliberal- abriéndose almercado internacional, a lasculturas foráneas y a la fasci-nación del poder propio.Crecientemente el arquetipocultural nativo fue trastocán-dose en otro con muchoexitismo, consumismo yautocomplacencia. Incluso enalgunos casos de prepoten-cia. Los medios alimentaronun modelo de individuo

autosuficiente y autorreferen-cial. Este nuevo sentido delser nacional se extendió rápi-damente no sólo en la clasedominante, sino en las clasessubordinadas que instantá-nea y mediáticamente adqui-rieron para sí los nuevos mo-delos y estereotipos, y los re-producían en sus esferas co-tidianas de existencia.

Uno de los arquetipos cultu-rales emanados del modeloneoliberal es el del ciudada-no-consumidor. La ciudada-nía está determinada por lacapacidad de consumo quedisponga. La participacióndel ciudadano se ejerce eneste caso en su accesibilidadal mercado. Las decisionesextra-económicas son delega-das a la clase política en cuan-to tal. Al sistema no le intere-sa fomentar la participaciónpolítica activa del ciudadano,le interesa mantenerlo cauti-vo en el consumismo ymitologizado en una auto-imagen de bienestar y pros-peridad. Aparentemente, elconsumidor resulta ser eldueño de sus propias decisio-nes económicas; en esta di-mensión es donde realiza suser ciudadano. En las actua-les circunstancias de crisiseconómica el bien disciplina-do y obediente consumidorresguarda su ahorro sin «en-calillarse»3 masivamente en elmercado y la banca y es per-suadido a esperar para hacer-lo cuando vuelvan los buenostiempos que, se espera, sea elaño 2000.

Un rasgo cultural notable deeste tipo de ciudadano despo-

litizado creado por el sistemaes su individualismo. Se restade la orgánica colectiva labo-ral porque puede atentar con-tra su estabilidad en el traba-jo. Se resta de las expresionesorgánicas socio-políticas, seaporque no tiene motivacionespara ello, sea porque no sa-tisfacen sus expectativas osimplemente porque no exis-ten. Su acercamiento, partici-pación, acceso o utilizaciónde la orgánica social ocurresólo cuando se ve amenaza-da su integridad personal, fa-miliar, su entorno y su segu-ridad ciudadana.

Teóricamente, todo individuotiene, fundidos en sí mismo,tres roles en la sociedad mo-derna: productor, consumi-dor y ciudadano. Como pro-ductor es creador de bienesmateriales o de servicios y, encuanto tal, imprime su selloen el producto final o mercan-cía, como factor componen-te del capital variable y laplusvalía. Como consumidores generador de la demandadel mercado y, por tanto,estimulador de oferta. Ycomo ciudadano es construc-tor de decisiones que, aun-que él no las dirija o ejecutedirectamente, es mediadopor el Estado, los partidos olas organizaciones sociales.Sin embargo, esta contextua-lización ideal del rol del indi-viduo está mediatizada porlos poderes que se entrelazanen las sociedades contempo-ráneas, donde los medios decomunicación globales y lo-cales juegan un rol de distri-buidor y catalizador de di-chos roles.

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l Podríamos añadirle a ese in-dividuo estructurado un roltambién existente aunque in-suficientemente recogido yvalorado por las ciencias so-ciales, políticas, económicaso de la comunicación. Es el rolholístico, del arquitecto deutopías, constructor de sue-ños, diseñador del arte y lascosmovisiones que nutren ydan sentido escatológico yontológico a su quehacer enlas tres dimensiones estruc-turadas.

Mientras que el ciudadano-consumidor-de-mercancíasse deleita con una autoimagenre-creada mediáticamente, enla esfera política la clase enel poder inventa e inauguranuevos mitos sociológicospara suplir la ausencia deinterlocutores o para crearlosde modo funcional a sus fines:el consenso. Este nuevo con-cepto resulta útil a la clasedominante para rehuir cuen-tas pendientes con pasadosperíodos nefastos y generarun nuevo tipo de sistema po-lítico-no-participativo. Mien-tras este denominado o su-puesto consenso de las mayo-rías actúa como una forzadahomogeneización de las dife-rencias, en la esfera social ypolítica la globalización hacelo propio sofocando o estan-darizando las identidadesculturales -y hasta lenguajes-propias de las diversidades.

El tránsito a la democracia harequerido en Chile no sóloratificar un discurso ideológi-co de la fortaleza de su con-senso político, sino paticular-mente un laborioso marke-

ting de su moderno y exitosomodelo económico. Ello, nosólo con el fin de atraer ainversionistas extranjeros yde tener una imagen compe-titiva y exitista en el exterior,sino también para el consu-mo del mercado interno, convista a que la ciudadanía ge-nere una identificación con elmodelo, lo reproduzca y le désoporte de largo plazo. Ello,obviamente, supone la gene-ración de un estereotipo deindividuo moderno, eficiente,audaz y exitoso. No importanen este caso las incoheren-cias que puedan haber en lamacroeconomía en materiade pobreza, cesantía y reivin-dicaciones no resueltas; tam-poco viene al caso el desfaseentre una autoimagen creadaen aras del mercado global,con las características cultu-rales privincianas subsisten-tes. Lo importante es que laimagen externa del país ven-da. Lo realmente válido, des-de esta perspectiva, es que laapariencia exterior del indivi-duo denote competitividad yéxito.

No obstante, vale la penacontrastar esta imagen delpaís, así como la identidadque se construye de los con-sumidores, con la implacablerealidad de las cifras econó-micas. Según estudios de es-pecialistas4, la distribucióndel ingreso o la reparticiónde los beneficios del creci-miento económico en Chilese hace cada vez más injus-ta. Según la VII Encuesta deCASEN, del Ministerio de Pla-nificación (MIDEPLAN), lascifras indican que la reduc-

ción de la pobreza se frenó yque pobres e indigentes su-man actualmente casi cuatromillones, es decir, una terce-ra parte de los chilenos.Mientras en 1990 el 20% máspobre captaba el 4.1% de lasremuneraciones, en 1996 laporción del ingreso de esesector cae al 3.9% y para elaño 1998 hay una nueva caí-da al 3.7%. En cambio la si-tuación del quintil más ricose ha mantenido práctica-mente inalterable. La encues-ta CASEN indicó que dichosegmento recibía en 1990 el57.4% de las remuneracio-nes, y en 1998 recibía el57.3%. Es decir, el ingreso delos más ricos en 1990 es ca-torce veces mayor al quepercibe el 20% más pobre, entanto que en 1998 es dieci-séis veces mayor. Esto obvia-mente sin considerar los in-gresos del capital, es decir,aquí sólo se incluye los ingre-sos del trabajo y no los ex-cedentes ni las utilidades delas empresas. Tómese encuenta que estamos hablan-do del período democráticoy no de la dictadura dePinochet, que ya había cas-tigado severamente la capa-cidad de los sectores más po-bres para capturar mayoresniveles de ingreso. Estamoshablando de un período de-nominado crecimiento conequidad y no cualquier creci-miento, sino de uno de losmás espectaculares de Amé-rica Latina. ¡Cuánto les gus-taría a los países europeos eincluso los Estados Unidosmostrar un 7% de crecimien-to promedio anual duranteesta última década!

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Es decir, si escarbamos bajola superficie del sistemaimperante y detrás de la más-cara y del discurso con quese recubre el neoliberalismo,encontramos incoherencia.La esencia no concuerda conel fenómeno. Pero si el siste-ma requiere de ese enmasca-ramiento colectivo e indivi-dual, es porque el marketingasí lo requiere. En la vitrinadel mercado global hay quemostrar lo que encandila ybrilla, lo exitoso y despampa-nante, no las hilachas, comose diría en Chile, es decir, lasdebilidades. En otra palabras,el sistema cultural y comuni-cacional ha girado en Chile engran medida en torno a mitos.La cultura y las comunicacio-nes no se han nutrido deparadigmas o proyectos his-tóricos, sino de una concep-ción mistificada de la realidadcompuesta por una mezcla denacionalismo, liderazgo, com-petitividad, exitismo y mo-dernidad. El sistema socio-económico cultural creadopor la dictadura militar y con-tinuado por los regímenesdemocráticos ha vendido laingenua pomada5 del autode-nominado jaguarismo, quesintetiza la metáfora del gana-dor.

En cambio, en el período his-tórico precedente, vale decir,desde 1965 hasta 1973, lo quemotorizaba al país eran otrasmotivaciones. El leit motivpara la acción ciudadana eranproyectos revolucionariosque irrumpieron a la escenapolítico-cultural debido a laincapacidad de la clase domi-nante de entonces para enca-

bezar un programa moder-nizador, de cambios o refor-mas. Por cierto, esos proyec-tos revolucionarios al plas-marse en la Unidad Popular(UP) mostraron su sino: sucarácter retórico. La UP nopudo plasmarse en poder realporque detrás de la retóricadel discurso político, de la se-mántica revolucionaria, noexistía sino el viento, el de-seo, las puras ganas6. En elámbito propiamente comuni-cacional, la UP debilitó supropuesta al segmentar sumensaje a la clase obrera -ala que consideraba la prota-gonista central del proceso-,sin involucrar a las otras cla-ses con mensajes más comu-nes y universales. Sin embar-go, aun así, fue una praxis co-lectiva barnizada por el para-digma revolucionario de ac-ceso de las clases subordina-das al poder. No eran mitos.

El mito es la interpretaciónenmascarada de la realidad yno conduce necesariamente aproyecto alguno de futuro. Esconservador. El paradigma,en cambio, brota desde laesencia y las leyes de la reali-dad, se abre paso en la histo-ria y en la conciencia indivi-dual y colectiva con vocaciónde realización y de futuro. Estransformador.

La política, la cultura y lascomunicaciones de Chile des-de mediados de la década delos 60 hasta el 73 tenían elsello de los paradigmas deentonces,en sus diversas ma-nifestaciones. Fue una épocaepopéyica, inédita y prototí-pica. Desde 1973 a la actuali-

dad, en cambio, la culturaimperante y actuante es la delmito recreado a imagen y se-mejanza del autoritarismo ydel neoliberalismo. Las gran-des interrogantes son, ¿cuán-do se cerrará este ciclo míti-co?, ¿de qué modo advendráel siguiente?, ¿qué caracterís-ticas tendrá? y ¿con qué ac-tores intervendrá?

Para el sistema neoliberalchileno, la globalización de lacomunicación resulta consus-tancial a sus fines. Le caecomo anillo al dedo. La clasedominante con aspiracionesa extender su modeloexportador requiere de ins-trumentos comunicacionalesfuncionales a tal pretensión.La globalización de la produc-ción y comercializción de lasmercancías necesita de unaherramienta comunicacionalad hoc que le permita, simul-táneamente, disponer de me-canismos comunicacionaleseficaces e instantáneos en ladistribución de mensajes al-rededor del planeta. Por cier-to, antes de la globalizacióncomunicacional está la globa-lización de las mercancías yla globalización de la política.Y aquí no está en cuestión sison mercancías para la paz opara la guerra. Son simple-mente mercancías en circula-ción planetaria que requierende comunicación planetaria.

Una reciente encuesta en Chi-le indica que, aunque existencuatro millones de pobres eindigentes, la gran mayoríade la población dispone detelevisor y teléfono. El merca-do de la televisión por cable,

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l el de la telefonía móvil y el ac-ceso a Internet crecen a unritmo sin precedentes, al pun-to que empresas nacionalesson rápidamente fagocitadaspor grandes transnacionalesde las comunicaciones7. Lapoblación puede asumir ra-cionamientos en su dieta o ca-nasta famliar, pero el accesoa las comunicaciones es unrubro sagrado. Su desarrollocontraviene las tendenciasrecesivas o de austeridad.Esto tiene su explicación. Elacceso a las comunicacionesmodernas es fuente de nue-vos tipos de códigos univer-sales a los cuales es indispen-sable acceder para no ser ex-cluido del tejido social, delconsumo y del ámbito labo-ral. La única forma de no pa-recer un extraterrestre o dedisponer de ventajas compu-tarizadas en la profesión ocualquier rubro de actividad,es estar on-line, con lo últimoque haya sido lanzado al mer-cado. Además, estar conecta-do es símbolo de status y deaceptación social. En un sis-tema implacable, la competi-tividad, la innovación y el sta-tus son claves. Esta potencia-lidad de consumo comunica-cional en crecimiento debeser, como corresponde a unmercado que se precia demoderno, capitalizado por lasempresas más competitivas.Una característica de laglobalización de las comuni-caciones será, por tanto, sutendencia a la concentracióny monopolización de los me-dios. En Chile ello es percep-tible en el caso de las radioe-misoras nacionales, donde elsilenciamiento de varias de

ellas de larga trayectoria enla historia cultural del país,ha sido en aras a buenos ne-gocios que sus titulares hanhecho mediante la venta o elarriendo de su frecuencia agrandes consorcios transna-cionales. La solidaridad declase no conoce fronteras...

¿ALTERNATIVAS?

La globalización de las comu-nicaciones, a través de la ra-dio, la prensa o la televisión,tiende a fagocitar las particu-laridades en pro de la instau-ración de códigos universa-les. No obstante los códigosde la diversidad tratan depermanecer intactos, a veceslos anhelos de expresar lossueños propios suelen sopor-tar el tiempo y el olvido, ma-nifestándose en ocasiones através de eventuales eclo-siones sociales o culturales.

En América Latina y en Chileel arquetipo cultural instala-do es principalmente norte-americano. Ello es expresión,por cierto, de su hegemoníaeconómica y militar, que seha visto reforzada unívoca-mente luego de la caída delmuro de Berlín. Una investi-gación pendiente es conocery explorar de qué modo semanifiesta esa hegemonía cul-tural mundializada en el con-texto de nuestras naciones la-tinoamericanas y específica-mente en Chile. Los países deesta parte del continente nose pueden sustraer a esa de-pendencia. El nacionalismocultural resulta hoy difícil desostener.

Por cierto, las culturas loca-les para sobrevivir dependende sus nexos con el exterior.Una cultura nacional debecrear vasos comunicantescon las culturas co-existentesen la escena internacional. Lacreación cultural de un pue-blo puede convertirse en pa-trimonio del mundo entero.De ahí la vocación universalde toda cultura. Lo que obvia-mente resulta indispensablees conocer en qué términosse da ese intercambio, si esen términos de beneficio mu-tuo o de enriquecimiento oempobrecimiento unilateral.Asimismo, es preciso determi-nar si la defensa de una cultu-ra nacional es efectivamentetal o es simplemente un chau-vinismo ocasional o inclusouna xenofobia canalla.

Dentro de Chile existe unamultiplicidad de culturas -aunque no tanto como enColombia o Perú-, en dondetambién se reproduce unasuerte de subordinación en-tre unas y otras. Culturas do-minantes y dominadas segúnsu ubicación en la estructurade poder del Estado, de laeconomía y de las comunica-ciones.

Una postura existente que sesitúa como alternativa a laglobalización creciente es lalocalización de las comunica-ciones. Localización expresa-da en el diseño y ejecución deestrategias culturales que ac-cedan a la gestión local de lascomunicaciones; en la gene-ración de alianzas ciudada-nas y culturales amplias querescate lo propio y sustancial

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del país en materia de crea-ción intelectual y espiritual;y en la generación de sus pro-pios proyectos programáti-cos de expansión exógenacontraponiéndose a las glo-balizaciones sofocantes y aletnocidio cultural.

Sin embargo, para otros unconcepto más riguroso -conel que nos identificamos más-no es la localización sino lademocratización de las comu-nicaciones. Localizar puedeentenderse como reducirse,jibarizarse, auto-limitarse.Democratizar, en cambio, ad-quiere la connotación delejercicio del derecho a la li-bertad de expresión consa-grada en la Declaración Uni-versal de los Derechos Huma-nos. Democratizar significa,en esta perspectiva, no sóloel ejercicio de este derechoen lo local, sino también enlo global, el acceso de la ciu-dadanía a la gestión y a laemisión de su propia palabra.La disyuntiva no es entre loglobal y lo local. Esta es unafalacia, una manera enmasca-rada de entender y resolveresta contradicción. La disyun-tiva real es entre el monopo-lio global-autoritario y la de-mocratización global y localde las comunicaciones.

Hoy no es una sola voz la quepuede atribuirse la unívocarepresentación de Chile. Sonmuchas voces y culturas. Ytodas quieren y deben hablar.Este es un país multilingüe ymulticultural, cuyas especi-ficidades no están represen-tadas adecuadamente en losmedios globalizados, a pesar

que se han ganado el derechode hacerlo por el sólo hechode existir, de alzar su voz y deser escuchados. Si esto no escatalizado por el poder delEstado o los poderes actuan-tes en las comunicaciones,estas culturas, más tarde omás temprano, se abriránpaso en la escena cultural ycomunicacional del país.

La generación de nuevos mar-cos democráticos -no oligár-quicos, no liberales-, requie-re de un concepto y praxisnuevos de la interlocución ciu-dadana. La clase política per-cibe que la única manera deno repetir los mismos erroresy horrores históricos de lasdécadas de los sesenta y se-tenta en América Latina, esgenerando un nuevo tipo deinterlocutor que contribuya agenerar un nuevo diseño ycuadro democrático en lospaíses latinoamericanos. Noque contribuyan a retocar loviejo, el añejo estilo del refor-mismo corporativo, sino atransformarlo en el fondo desus paradigmas. Y esa contri-bución requiere de lomediático. Los medios de co-municación -globales y loca-les- tienen un rol de primeramagnitud en hacer salir de laspenumbras y las soledades aese interlocutor que puedeconvertirse en el actor y so-porte de ese nuevo contextodemocrático. Es más, la cons-trucción o re-construcción delas democracias requiere ha-cerlo desde su recreación enlo local, desde los espaciosterritoriales y temáticos ciu-dadanos. Pero también desdelo global. Entre la intencio-

nalidad histórica democráti-ca y los medios de comunica-ción globales y locales existeuna interacción inevitable ynecesaria. Ambos se necesi-tan, ambos se modelan mu-tuamente -política, económi-ca y jurídicamente-.

Evidentemente, las socieda-des modernas apuntan, antesque a su balcanización, a unproceso creciente de alian-zas, asociaciones y movi-mientos unitarios centraliza-dores por doquier. En Asia,Europa y América Latina flu-yen iniciativas para la confor-mación de conglomeradoseconómicos entre empresaso entre países. Del mismomodo, se generan instrumen-tos políticos concertacio-nistas que podrían hacer con-trapeso internacional al neo-hegemonismo norteamerica-no. Por cierto, en la infraes-tructura la comunicación glo-bal es un poderoso animadorde este proceso re-agluti-nador. Se percibe que las ten-dencias de las comunicacio-nes para la próxima décadaes al desarrollo de un proce-so complejo y contradictoriode estas concertaciones.

Lo que ha marcado a Chile enla última década en materiade identidad cultural desdelas comunicaciones, ha sidoel surgimiento de un nuevotipo de radioemisoras: las co-munitarias. Su consistenciareposa en que desde el boomde su aparición a fines de1989 ha transformado radical-mente el dial y la escena cul-tural de diversas comunida-des y regiones del país. Ha-

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diálogosde la comunicación

Com

unic

ació

n glo

bal y

loca

l blar de radios comunitariasen América Latina y en Chilees, en definitiva, hablar delproceso de democratizaciónde las comunicaciones. Loslogros en esta materia -avan-zados como en Colombia o li-mitados como en Chile8- de-muestran que los monopoliosde las comunicaciones no sonomnipotentes. Considerandola sensibilidad latinoamerica-na por democratizar sus Es-tados y sociedades, es posi-ble obtener más avances. A laglobalización monopólica delas comunicaciones, es plau-sible oponerle una globa-lización democrática. La lega-lidad radiofónica comunitaria-cual fuere la denominaciónen cada país- es importanteporque legitima el derecho ala libre expresión y a conquis-tar un espacio democratico.Hay que reclamarla e inter-pelarla permanentemente. Esnatural que las expectativasde todo medio comunitario albuscar legalizarse sea que lainstitucionalidad vigente laproteja. Sin embargo, ello nosiempre es así. A veces, aun-que no se atente a la censu-ra, la censura atenta con uno.Y la censura adquiere mu-chas formas: política, econó-mica, social, de género,étnica, jurídica, técnica. Pormás que se promulguen yapliquen modernas leyes libe-rales, los medios locales notienen garantía de invulnera-bilidad. Estas leyes no nece-sariamente constituyen lameta óptima de democratiza-ción del espectro radiofónico,porque se requerían Estadosde otro carácter. Se trata másbien de leyes neoliberales.

Pero aún así, pueden ser úti-les. Lo jurídico es lo fenomé-nico. Lo esencialmente im-portante es contribuir aque nuestros pueblos se ex-presen, se organicen y parti-cipen como protagonistas desus propias historias. Con leyo sin ley esa es la vocación delos comunicadores comunita-rios. Los radialistas de Haitíhan mostrado al mundo unade las más brillantes y hermo-sas historias de esta voca-ción. Sólo cuando se demo-craticen los contextos políti-co-sociales en América Latinapodemos imaginarnos la po-sibilidad de leyes de comuni-cación plenamente democrá-ticas. Es decir, sólo tendre-mos medios de comunicaciónlocales y globales en libertadamplia, en un régimen demo-crático amplio. Los actualesmedios comunitarios puedeny deben ser, a su vez, efica-ces instrumentos para acele-rar este proceso. Ambas ten-dencias se nutren. Argentina,Bolivia, Ecuador y Perú sonilustrativos al respecto. Mien-tras ello no se logre, sólo po-dremos reformar las leyesexistentes. La razón de exis-tir de todo medio comunita-rio es, en el fondo, ser partede las esperanzas de un pue-blo por cambiarlo todo. Nosólo sus leyes: cambiar suscondiciones de vida, ser due-ños de su destino, realizar sussueños, de amar en libertad.Ese es el cordón umbilicalque alimenta a este tipo demedios. No sólo para tenerleyes de comunicación másdemocráticas y que todospuedan acceder a la propie-dad y gestión de medios de

comunicación, sino para cam-biar las leyes de esta vidadonde la pobreza y la muerteprematura son los signosimperantes.

Estos necesarios cambios enel rol de los medios de comu-nicación globales y locales sehacen más urgentes en elmomento del cambio de foliomilenario de la historia de lahumanidad. Más urgentesporque el paso al 2000 no esun simple cambio de folio enel calendario, es un cambiodonde están en juego multi-tudinarias energías míticascuya incidencia en el ordenestablecido es aún imprede-cible. Vivimos en un momen-to de estructuración no sólode proyectos históricos, sinotambién del cumplimiento deprofecías9. La era modernaabre paso a otra post-moder-na. La racionalidad da cabidaa lo holístico. Me explico.Cuando hablamos de interlo-cutores ciudadanos y actoresde medios locales y globaleshablamos de lo colectivocomo constructor de nuevosespacios de interacción, deredes, de entrelazamiento aun nivel nunca antes visto ennuestra historia modernadonde ya no basta hablar deUNO, sino del TODOS, o tam-bién, si se quiere, del TODOS,en el UNO. Un colectivo -ytambién un ser individual-dotado no sólo de inteligen-cia y paradigmas coherentesy brillantes, sino también por-tador de una fe nueva, de unapotencialidad y energía capazde creaciones inéditas en esterecodo de la historia humana.Estamos a puertas de un

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alleg

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milenio donde no sólo se es-tán cristalizando las predic-ciones que los profetas anun-ciaban desde las ciencias y latecnología, sino también don-de pueden realizarse las espe-ranzas, los sueños y anhelosde una humanidad dolientepor largos siglos. Hoy se nosmuestra la posibilidad de queel género humano pueda, porfin, redimirse y avanzar unpeldaño más en suhumanización y en su divini-zación. Es hora de que haga-mos de la comunicación glo-bal y local, un instrumentoeficaz y vital de esta posibili-dad.

1. Los medios de comunica-

ción en tiempos de crisis.

Armand y Michele Mattelart,

Tercera Edición, Siglo XXI

Editores, Madrid, 1985.

2. S. Nora y A. Minc, señalan que «De-

jar a otros, o sea a bancos norteame-

ricanos el cuidado de organizar esta

‘memoria colectiva’ y contentarse

con tomar de ella equivale a aceptar

una enajenación cultural. La creación

de bancos de datos es, pues, un im-

perativo de soberanía» (L’infortisa-

tion de la société», enero 1978).

Asímismo, cien autores y artistas

franceses señalan: «No desconoce-

mos la contribución de cada cultura

al patrimonio universal, y nos rego-

cijamos cada vez que la televisión nos

presenta grandes obras llegadas de

otras partes. Pero pensamos también

que la cultura universal se empobre-

ce cada vez que una cultura nacional

se debilita o abdica». (Manifiesto de

la Televisión). Op.cit.

3. Chilenismo que significa endeudar-

se, adquirir bienes a crédito.

4. «Injusticia social, injusticia ambien-

tal», Marcel Claude, artículo en dia-

rio La Nación, Santiago, 18 de junio

de 1999.

5. Parafraseo del chilenismo «vender

la pomada» que significa convencer,

persuadir, hacer bien un negocio;

aunque también puede tener cierta

connotación de embaucar.

6. Anatomía de un mito, Tomás

Moulian, Ediciones LOM, Santiago,

1997.

7. Para citar dos casos: sólo en los

últimos meses, el servidor local RDC

Internet fue adquirido por la First

Com Corporation y ChileSatPCS lo fue

por Leap Wireless International, am-

bas norteamericanas.

8. La Ley General de Telecomunica-

ciones de Chile ha ido incorporando

sustanciales modificaciones en ámbi-

tos que se refieren a las comunicacio-

nes satelitales, internet, radiotelefo-

nía móvil, y multimedia, así como

también en la normativa de televi-

soras regionales y radioemisoras lo-

cales, denominadas de mínima cober-

tura. Pero estos cambios son aun in-

suficientes e incluso son menos avan-

zados que los producidos en las le-

gislaciones de otros países latinoame-

ricanos. La definición jurídica preci-

sa sobre las radios comunitarias se

denomina SERVICIOS DE RADIODIFU-

SION DE MINIMA COBERTURA. Es

decir, los «constituídos por una esta-

ción de radiodifusión cuya potencia

radiada no exceda de 1 watt como

máximo dentro de la banda de los 88

a 108 MHz. Esto es, la potencia del

transmisor y la que se irradia por

antena no podrá exceder de un 1 watt

de cobertura, como resultado de ello,

no deberá sobrepasar los límites te-

rritoriales de la reespectiva Comuna.

Excepcionalmente y sólo tratándose

de localidades fronterizas o aparta-

das y con población dispersa, lo que

será calificado por la Subsecretaría,

la potencia radiada podrá ser hata 20

watts.» Asímismo, este tipo de emi-

soras sólo podrán perseguir finalida-

des culturales o comunitarias, o am-

bas a la vez. La Ley define como titu-

lares de la concesión de frecuencia a

personas jurídicas. Se entiende por

persona jurídica a todo tipo de insti-

tución, que disponga de autorización

expresa del Estado para existir y fun-

cionar como tales. Por ejemplo: so-

ciedades anónimas, sociedades de

responsabilidad limitada, corporacio-

nes, sindicatos, partidos, cooperati-

vas, asociaciones gremiales, organi-

zaciones comunitarias, etc. Las con-

cesiones para los titulares de emiso-

ras de mínima cobertura es de TRES

AÑOS, pudiendo renovarse previa

solicitud del interesado 180 días an-

tes del fin del respectivo período.

Para las emisoras de mínima cober-

tura rigen las mismas disposiciones

generales, por ello tienen las mismas

facultades legales que las radios co-

merciales. Pero, según el artículo

13B, letra a), a las emisoras de míni-

ma cobertura «les queda prohibido

radiodifundir avisos comerciales o

propaganda de cualquier especie. No

se considera propaganda la difusión

de credos religiosos».

9. Predicciones del fin del milenio.

Juan Guillermo Prado, Editorial

Grijalbo, Santiago, 1991.

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TAS