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  • 8/4/2019 6 - El hombre es dueo del sbado. La cultura subjetiva como generadora de un estilo de vida en la teologa de R

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    EL HOMBRE ES DUEO DEL SBADO.LA CULTURA SUBJETIVA COMO GENERADORA DE UN ESTILO DE

    VIDA EN LA TEOLOGA DE RAFAEL TELLO1 Pbro. Omar Csar Albado

    Publicado en: Vida Pastoral 299 (2011) 12-19

    En el artculo anterior ( Vida Pastoral , 296) nos familiarizbamos

    con una distincin peculiar del padre Tello entre cultura subjetiva y cultura

    objetiva. La prioridad de la primera por sobre la segunda nos mostraba que

    la disquisicin tena como propsito poner de relieve que el hombre es el

    que hace la cultura. A primera vista parece una conclusin demasiado

    elemental. Sin embargo, si prestamos atencin a lo que habitualmente se

    entiende cuando se habla de cultura nos encontramos con una abrumadora

    referencia al universo de objetos que se producen y no tanto al estilo de vida

    que tienen los sujetos productores. Por esta razn, Tello insiste que en

    primer lugar hay que ocuparse de lo que el hombre que hace, de cules son

    sus intenciones, de cules son sus anhelos ms profundos para alcanzar la

    felicidad; y slo en un segundo momento detenerse en los objetos que

    produce. Es importante comprender esta sucesin para captar la verdadera

    dinmica de la cultura. Entre ambos momentos no hay contradiccin sino la

    continuidad propia de los procesos vitales, as como la palabra sigue a la

    intencin del pensamiento.

    Hoy vamos a sealar algunas de las consecuencias que el padre Tello

    saca de esta distincin.

    1.- La cultura subjetiva genera un estilo de vida

    La cultura subjetiva genera un estilo de vida que depende de la

    valoracin que el hombre hace de la realidad, condicionado a su vez por las

    1 Agradezco a la Fundacin Saracho, quien posee los derechos de autor de losescritos del P. Rafael Tello, haberme permitido utilizar los textos inditos para escribir elpresente artculo.

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    influencias que recibi y por las opciones personales con las que orient su

    vida. Encontramos entonces que existe una cultura refinada, como la de un

    literato o la de un msico. La cultura subjetiva puede ser una cultura

    exquisita: es la que hacen los artistas, los escritores, etc. Es la cultura como

    una evolucin artstica; pero si el que escribe no es culto, eso no es vlido

    (R. TELLO , Desgrabacin clase 20 de octubre de 1994 , indito). Pero hay

    tambin otra manera de valorar la vida. La cultura es tambin un modo de

    actuar comn (general, de todas las gentes) que implica ciertos valores y un

    modo de ser (por ejemplo, nuestro desayuno, el saludo, etc.) ( R. TELLO ,

    Desgrabacin clase 27 de octubre de 1994 , indito). En este segundo modo

    se presta atencin a los acontecimientos cotidianos y se los tiene en cuenta

    porque forman parte de la valoracin de la existencia. Para esta concepcin

    la cultura es universal pues su conformacin interior proviene no aquellas

    formas que son consideradas ms elevadas, sino de los hechos y dichos

    cotidianos con los que se va tejiendo la trama de la existencia comn de los

    hombres.

    Veamos algunas consecuencias implcitas en este planteo. Por

    empezar, estos dos modos de ejercer la cultura subjetiva tienen sus propios

    fines. Esto quiere decir que no existe una cultura neutra o ingenua que no

    sepa qu es lo que quiere cuando propone determinadas maneras de obrar.

    Los fines determinan formas de vida que estn conforme con la razn. No

    hay que identificar inmediata y necesariamente conforme a razn con

    racionalismo. Este ltimo es un modo de usar la razn prescindiendo de

    Dios, pero existen otros. Toda cultura subjetiva se organiza a partir de

    ciertos esquemas racionales por los cuales se jerarquizan los valores. Por

    ello, segn se entienda la cultura de una manera o de otra se juzgar sobre la

    historia, sobre los acontecimientos actuales y finalmente sobre las personas.

    Pero que sea racional no implica que se est pensando todo el tiempo

    en esta distincin. El comportamiento generalmente es reflejo e induce a

    obrar espontneamente, pues el sujeto lo tiene incorporado en su estructura

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    existencial y realiza los actos sin ningn esfuerzo. Precisamente porque la

    racionalidad de su cultura est incorporada a la vida cotidiana Tello dir que

    los actos se transforman en hbitos. Se nota aqu claramente la influencia de

    santo Toms, que Tello traslada del campo personal a uno ms comunitario.

    Cabe recordar tambin que a esto hacamos referencia en el artculo anterior

    cuando analizbamos la categora de disposicin habitual para obrar (cf.

    VP).

    Por ltimo hay que sealar que la cultura subjetiva siempre es un

    hecho colectivo. Digo colectivo y no comunitario porque para Tello no

    siempre la cultura subjetiva genera comunidad. Por ejemplo, como

    tendremos ocasin de ver ms adelante, una de las notas de la cultura

    moderna es el individualismo. Por principio el individualismo no produce

    comunidad en el sentido estricto de comunin de espritus, sino en cuanto

    consenso social en torno a ciertos intereses. Por otro lado, tambin es cierto

    que nunca una cultura se produce por la accin de los individuos aislados.

    Ella requiere que haya un comn sentir en relaci n a ciertos temas

    considerados troncales. Por ello, aun cuando el individualismo no tenga

    intencin de forjar comunidad en el sentido que lo entendemos aqu, al ser

    una de las categoras centrales de la modernidad tendr que ser vivida como

    un sentir comn que aglutine a una colectividad. La cultura como estilo de

    vida es compartida por muchos y genera un sentimiento de pertenencia,

    condicionando el tipo de comunidad en la cual termina insertndose el

    sujeto.

    2.- Tres culturas en Amrica Latina

    A partir de esta comprensin de la cultura subjetiva Tello seala que

    en Amrica Latina existen al menos tres culturas que generan un estilo de

    vida, cada una con sus caractersticas peculiares: la popular, la moderna y la

    eclesistica. Ellas tienen sus orgenes histricos y geogrficos propios como

    as tambin sus fines ltimos especficos. Manteniendo la lnea

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    interpretativa de Tello las presentar en sus caractersticas generales y

    vertebrales, pues en posteriores artculos tendremos ocasin de analizarlas

    detenidamente en particular.

    En primer lugar la que le interesa realmente a Tello por considerarla

    el centro de su reflexin teolgica es la cultura popular. Ella naci en tierras

    latinoamericanas y es la sntesis entre lo indgena y lo catlico. Sntesis no

    al modo cartesiano donde las ideas y los acontecimientos se distinguen

    claramente diseccionados por la razn, sino sntesis sincrtica. Tello utiliza

    con frecuencia el trmino sincretismo para referirse al modo como el

    pueblo hizo propia la fe y los valores que trajo el Imperio Espaol y la

    Iglesia. En el Anexo I a la Nueva Evangelizacin afirma que la asume con

    sus aspectos prcticos -es decir en cuanto a lo que se ha de obrar- de un

    modo ms bien dialctico (esto es inquisitivo y no demostrativo,

    procediendo no desde lo propio sino desde lo comn), compositivo y no

    resolutivo (de las acciones ms simples a las ms compuestas con un

    carcter que podramos llamar sincrtico (indito). Y aclara en nota al pie

    del mismo texto que se califica de sincrticas , con un sentido peyorativo,

    ciertas prcticas de la poblacin indgena afroamericanas que se han

    mantenido despus de la evangelizacin. Pensamos que no todo sincretismo

    es malo, que la calificacin de ciertas prcticas se ha hecho un poco

    superficialmente sin advertir el sentido profundo de ellas y que el

    sincretismo se realiza no slo con prcticas indgenas antiguas, sino tambin

    con muchas otras cosas modernas. La Iglesia explica la fe con un mtodo

    raciocinativo y resolutivo, es decir, analtico. En cambio el pueblo tiende a

    conformar un sistema por un modo sincrtico: a ese ncleo central del

    evangelio, del kerigma, le va acumulando cosas recibidas a travs de su

    experiencia de la vida personal o colectiva ( R. TELLO , Desgrabacin clase

    12 de junio de 1986 , indito).

    En segundo lugar hay que mencionar la cultura moderna. Ella tiene

    su origen en Europa y se construye fundamentalmente contra el cristianismo

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    como una bsqueda de emancipacin del hombre. Para Tello este

    movimiento comienza a darse ya en los siglos X y XI, pero se consolida a

    partir del siglo XV. Entra en Amrica Latina para imponer un modelo

    hegemnico de dominacin sobre nuestros pueblos y se ejecuta a travs de

    la historia con diversos matices pero manteniendo en claro su objetivo.

    Por ltimo, tenemos la cultura eclesistica. Ella es patrimonio de los

    miembros practicantes de la Iglesia, los cuales generan un estilo de vida

    caracterstico tanto en el uso de lo religioso como de lo secular. Es una

    forma en la cual la Iglesia organiza una vida para que los hombres se unan

    con Dios con pautas y preceptivas especficas que se proponen como

    esquema de contencin para la prctica de la vida cristiana.

    3.- La mezcla de culturas

    Sin duda la distincin que acabamos de hacer es muy importante,

    pero Tello advierte que si miramos especialmente a la cultura moderna y a

    la cultura popular hay que tener en cuenta que en nuestra sociedad actual

    ambas culturas estn mezcladas en todos los estratos sociales ( R. TELLO , Anexo XI sobre Jubileo , indito). Tambin la cultura eclesistica forma

    parte de esa mezcla desde el momento en que muchos de sus modos son

    asumidos tanto por hombres y mujeres imbuidos por la cultura moderna

    como por muchos que viven en ambientes marcados por la cultura popular.

    Conviene que nos detengamos un poco en la palabra mezcla

    porque ella puede producir en principio algn desconcierto. Tello no la

    utiliza en su acepcin ms comn que es juntar o unir algo con otra cosa

    confundindolas. La mezcla de culturas no deja a las tres culturas en una

    indeterminacin social e histrica ni mucho menos diluye sus fines ltimos.

    Con esta expresin Tello pone de manifiesto la coexistencia de las culturas

    dentro de un mismo proceso histrico, compartiendo un mismo territorio e

    influyendo contemporneamente sobre la manera de obrar personal o

    colectiva de los hombres que habitan estas tierras. En unas notas inditas

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    escritas en orden a la evangelizacin del pueblo seala que la coexistencia

    se manifiesta de dos modos distintos y actuales: a) por el hecho de que los

    dirigentes tienen una cultura y los simples miembros de la comunidad otra

    (lo que es evidente en el caso de la conquista y dominacin que se ha dado

    en nuestra historia); b) por el hecho de que en una nica comunidad, por

    diversas causas histricas existan culturas diversas (quechua y aymar, por

    ejemplo, en Bolivia).

    Sin embargo, la experiencia nos muestra que algunos hombres

    actan en ciertos momentos de la vida segn la cultura eclesistica (por

    ejemplo, cuando rezan), en otros segn la cultura moderna (cuando hacen

    negocios) y en otros segn la popular (cuando alientan e insultan a su

    equipo de ftbol en la cancha). Y todo vivido con naturalidad y sin

    contradiccin interna. Pero estas actitudes no deben ser consideradas como

    una confusin o indeterminacin de los rdenes culturales, pues cuando este

    sujeto tenga que jerarquizar sus valores para la vida lo har a partir de la

    aceptacin de los fines que le impongan principalmente la cultura moderna

    o la popular y, en un modo secundario pero no menos importante, tambin

    la eclesistica. Para Tello no hay incongruencia en este modo de obrar pues

    el hombre en su accin no es unilineal sino al contrario multifactico y

    pueden presentrsele a su voluntad muchos bienes diferentes unos de otros y

    puede elegir los objetivos no slo distintos sino opuestos ( R. TELLO ,

    Reflexin sobre mezcla de culturas , 3, 1996, indito). El hombre en su obrar

    concreto puede ejecutar algn acto particular contrario a la cultura recibida

    (cualquiera sea ella) sin que ello implique la desaparicin de la cultura que

    lo ha conformado principalmente.

    Esta constatacin no debe hacernos perder de vista que la mezcla de

    culturas no atena la tensin que existe entre ellas sino que por el contrario

    las pone en evide ncia. Pues, de hecho, frecuentemente, los simples

    miembros de la comunidad, especialmente los pobres y dominados (que

    suelen ser tambin la mayora), tienen un cultura y los dirigentes otras, que

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    inclusive puede primar en la organizacin jurdica de la so ciedad ( R.

    TELLO , Reflexin sobre mezcla de culturas , 11, 1996, indito). Para Tello

    este es un hecho histrico irrecusable ante el cual no se puede permanecer

    indiferente. La dinmica de la historia nos ubica ante la existencia de tres

    culturas que pretenden mantener cada una su estilo de vida propio, no como

    un capricho obstinado sino porque sus proyectos histricos difieren en su

    origen y en su fin.

    Este nivel de coexistencia impide que una cultura sea asimilada a

    otra y deja como ltima alternativa la destruccin. Tello afirma que en

    Argentina se recurri a este segundo modo pero sin xito. En nuestro pas

    coexisten dos culturas diferentes: la popular (reconocida por el magisterio

    universal y Latinoamericano) y la otra que, convencionalmente aunque de

    modo algo inexacto, podemos llamar moderna o ilustrada. A favor de

    sta asimilada a la civilizacin se quiso eliminar fsicamente a la otra

    identificada con la barbarie. No se lo consigui, la popular continu

    perdurando y en los ltimos tiempos ga n algn reconocimiento ( R.

    TELLO , El Papa llama a una Nueva Evangelizacin , indito). Por ello se

    puede afirmar que en Amrica Latina coexisten las dos culturas (y tambin

    la tercera, que es la eclesistica) pero no que se pueda pertenecer a ambas

    simultneamente como si tuvieran fines indistintos, imprecisos e

    intercambiables. Las dos tienen vigencia en ella y por diversas razones se

    puede optar por una o por otra, pero de modo lgico no se pueden sostener

    ambas simultneamente ello es siempre ilgico aunque puede ser realista

    admitir que ambas coexisten ( R. TELLO , Reflexin sobre mezcla de

    culturas , 12, 1996, indito).

    Siguiendo los anlisis de Tello podemos concluir que es en la

    coexistencia histrica de las culturas con sus propios fines donde debemos

    buscar la causa de muchos de los conflictos que nos afectan como sociedad.

    Algunos salen a la superficie y son circunstanciales. Otros subyacen

    sigilosos por aos y si bien no siempre aparecen explcitamente s producen

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    tensiones subterrneas que no permiten destrabar de un modo definitivo los

    problemas. A este nivel se encuentra la percepcin de que en nuestro pas

    existen, por lo menos, dos Argentinas. La distincin nos ayuda a clarificar

    las tendencias que pugnan por imponerse y dominar sobre otras. Sin bien es

    cierto que la mezcla de culturas se da en el sujeto no menos cierto es que

    este sujeto asumir como criterio de juicio para su vida los fines ltimos de

    una cultura, en principio la de aquella en la que fue educado en su niez y

    posteriormente la que asuma en la adultez en el ejercicio de su libertad.

    Puede que le guste el ftbol, pero si prima la cultura moderna lo terminar

    convirtiendo en un negocio o en una oportunidad para generarlo. Puede que

    haga buenos negocios, pero si prima la cultura popular usar el dinero para

    disfrutarlo con su familia y sus amigos y se alejar prudentemente de la

    especulacin financiera.

    4.- Orden personal y orden real

    Hemos visto que Tello plantea que la cultura subjetiva genera un

    estilo de vida que l clasifica en la distincin de las tres culturas. Estascoexisten en un mismo espacio histrico y pugnan por vivir cada una segn

    sus propios fines. El intento por vivir de acuerdo a sus principios culturales

    produce lo que Tello llama un determinado orden cultural. Con la palabra

    orden se refiere a la propuesta de organizacin social, poltica, econmica e

    ideolgica hecha por un grupo humano como estructuracin de su existencia

    comunitaria. Si mantenemos la distincin de las tres culturas quiere decir

    que tenemos tres rdenes culturales distintos. Y si mantenemos la tensin

    que expusimos en la mezcla de culturas quiere decir que esos tres rdenes

    pueden coexistir aun cuando uno triunfe sobre los otros y produzca

    contenidos y hechos para dar la impresin de que esos rdenes son de

    segunda categora y hasta sera bueno que desaparezcan.

    Tello aplica la categora de orden a la cultura moderna y a la cultura

    popular. La eclesistica no entra en esta distincin porque tiene algo de

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    ambas y no produce exclusivamente y en sentido estricto un orden temporal

    (como lo hace cualquier cultura), sino que incorpora explcitamente a su

    sistema de valores elementos sobrenaturales. De la cultura popular dice que

    genera un orden personal y de la cultura moderna que produce un orden

    real . Brevemente caracterizo cada uno de estos rdenes pues volveremos

    sobre ellos en prximos escritos.

    En primer lugar hay que sealar que Tello toma la distincin del

    Concilio Vaticano II. El captulo II de la Gaudium et spes trata de la

    comunidad humana y destaca en esos nmeros la importancia de la persona

    humana sobre los avances de la sociedad as como tambin sus mutuas

    relaciones. Expresamente el nmero 26 ensea: El orden social, pues, y su

    progresivo desarrollo deben en todo momento subordinarse al bien de la

    persona, ya que el orden real debe someterse al orden personal, y no al

    contrario. El propio Seor lo advirti cuando dijo que el sbado haba sido

    hecho para el hombre, y no el hombre para el sbado. Tello no hace ms

    aplicar la distincin a las culturas que coexisten en Amrica Latina y

    Argentina.

    En segundo lugar seala la existencia de un orden real . Real no se

    refiere al uso ms extendido que entiende a lo que tiene una existencia

    verdadera y efectiva, como si la cultura moderna fuese la nica que existe en

    tanto que la popular slo es una entelequia, una expresin de deseo o

    simplemente una realidad a construir. Aqu real se entiende en un sentido

    filosfico-teolgico y proviene de res , palabra latina que significa cosa . Se

    refiere en un sentido amplio a todo aquello que es exterior al hombre y que

    fue pensado para que est a su servicio y no esclavizndolo (como el

    ejemplo del sbado en el evangelio). Tello hace suyo este trmino, de

    acuerdo al sentir del Concilio, para poner de manifiesto que en la cultura

    moderna se da una primaca del mundo de los objetos y de las instituciones

    sobre las personas . Al orden personal se opone el orden social real en el

    cual el hombre es subordinado a alguna cosa; es el orden vigente en

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    nuestras sociedades modernas, y el que rigi tambin durante la conquista y

    la colonizacin en las que los hombres de condicin social inferior quedaron

    sujetos a los intereses de las clases superiores ( R. TELLO , La pastoral

    popular y Santo Domingo , 258, indito).

    El orden personal da cuenta de la primaca de la persona por sobre

    cualquier otra realidad. Las instituciones y los objetos estn a su servicio,

    del mismo modo que el sbado est al servicio del hombre (cf. Mc 2,27).

    Es decir [un orden] donde la persona humana sea reconocida como el valor

    mayor, y donde cada una y todas las cosas (todo lo que no es persona) est

    subor dinado a los hombres (R. Tello, La pastoral popular y Santo

    Domingo , 258, indito). La bsqueda de la prioridad de la persona por sobre

    las instituciones y cosas en general conform y caracteriz al pueblo

    latinoamericano desde los inicios de su existencia. As lo entiende cuando

    afirma que el pueblo quiso siempre el reconocimiento de la dignidad de

    todo hombre, y por la fe recibida supo que la fuente de esa dignidad estaba

    en que cada hombre era hijo de Dios y haba sido llamado a la vida en Dios,

    y esto de un modo muy especial por el bautismo (por eso tambin la Iglesia

    otorgaba el bautismo de un modo muy amplio). El pueblo una as la

    dignidad del hombre y la fe en Dios, lo temporal y lo religioso, pues aquello

    se funda en esto. Y el orden social deseado coincida por tanto con lo que

    despus el Concilio llamara orden personal ( R. TELLO , Nota (g): Pastoral

    popular , 389, indito).

    5.- Conclusin

    Evangelizar al hombre concreto sigue siendo la tarea ineludible de la

    Iglesia. Tello nunca pierde de vista este objetivo. La cultura subjetiva y sus

    proyecciones histricas nos muestran los diversos espacios vitales en los

    que el hombre puede configurar su existencia. Ella no es inocente ni neutra,

    pues los estilos de vida que generan determinan, consciente o

    inconscientemente, sus opciones bsicas. Consecuencia de ello son las tres

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    culturas. Para Tello nuestra historia ha sido configurada desde sus inicios

    por esta presencia. Pero no se trata de un hecho folklrico, retenido en el

    pasado. Aun hoy sigue influyendo y es la cuestin a tener en cuenta cuando

    se piensa en evangelizar al pueblo.