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1 NO SE PUEDE SERVIR A DOS SEÑORES: LA PRIMACÍA DE LA RIQUEZA EN LA CULTURA MODERNA SEGÚN EL PADRE RAFAEL TELLO 1  Pbro. Omar César Albado Vida Pastoral 306 (2012) 40-47 1. Tello y la cultura moderna: un repaso de sus ideas En la concepción de Tello la cultura moderna tiene una característica muy peculiar: privilegia las cosas por sobre las personas. Ya dijimos en un artículo anterior (cf. Vida Pastoral, 302) que “cosas” no se refiere sólo a los objetos materiales, sino principalmente a la conformación de un orden social en donde lo más importante es que el hombre se someta al poder del dinero, de la producción, del comercio, del mercado y, en definitiva, a las instituciones creadas para sostener este orden. Esto es lo que Tello llama, asumiendo el vocabulario del Concilio Vaticano II, un orden social “real”, tomando el término del latín “res”, que significa “cosa”. Cuando se habla de “cosas” no hay que  pensar en la materialidad grosera. No es que las cosas se impongan por misma s con prepotencia sobre el hombre sin darle ninguna posibilidad de elección. Sin duda, se entiende por “cosas” aquellas que tienen relación con el confort y con todo lo que podríamos llamar el “mundo de los objetos”. Pero  para Tello “cosas” pu ede ser también una instituc ión o una ley cuando no está al servicio del bienestar de la persona. La primacía de las “cosas” toma aquí un sentido más amplio. Es el mundo de los objetos, sin duda; pero es también, y quizás con mayor fuerza, un orden social que busca someter al hombre recortándole su espacio de libertad tanto interior como exterior instrumentalizando los objetos  para alcanz ar su fin. Tello considera que esta valoración de la vida ha calado hondo en la historia de los hombres dando origen a una cultura con fines específicos que trata de imponerse en todo el mundo. Es lo que se conoce con el nombre de cultura ilustrada, o cultura moderna, o cultura posmoderna. Hablando de la cultura ilustrada (uno de los modos de llamar a la modernidad) dirá: “Se trata de la cultura moderna occidental, es decir de la cultura de los tiempos modernos desarrollada sobre todo en Europa y  particularme nte en la Europa occidental, católica y protestante. Entre nosotros se usó llamarla ilustrada. Pero esto por metonimia (que designa al todo por el nombre de una parte pues, efectivamente, la ilustración f ue una parte -quizá la principal- en la formación de la sobredicha cultura moderna, parte que la marcó y la caracterizó profundamente” (R.  TELLO, Cultura ilustrada y cultura  popular, 31 en “Pueblo y cultura I, Bs . As. Patria Grande, 2011, 151). Sin duda, Tello no conside ra que las tres tengan las mismas características. Sabe que una y otra se diferencia en matices que en ocasiones las hacen parecer contrapuestas. Pero sólo se trata de una apariencia, pues el hilo conductor sigue siendo el mismo porque la matriz es la misma. 2. Ilustración, modernidad, posmodernidad: ¿tres formas de decir lo mismo? Ahora bien, ¿qué es lo que unifica a la cultura moderna con la posmoderna? Que amba s tienen como fin último al hombre y no a Dios. ¿En qué se diferencian? En que la modernidad mira al hombre “como un valor abstracto, universalizado, cuyo bien es obtenido por la razón humana que será así una razón instrumental” (R. TELLO,  Anexo XI. Cultura, 24 en “Pueblo y cultura I”, 129); por su parte la  posmodernidad “tiende al dominio globalizado del mundo, unificado mediante la técnica y para ese mismo fin mira al hombre concreto, acentuando en él el individualismo (y el descompromiso con comunidades amplias como el pueblo), actitudes blandas (‘light’, consideradas como un valor  positivo) y una adicción a los aparatos y medios técnicos , con lo cual procura una realización person al en este mundo.” (Ibid.). A esta conclusión Tello no llega por una abstracción o por una deducción metafísica, sino por el análisis de los procesos históricos. Son los acontecimientos históricos estudiados en su densidad existencial los que le permiten comprender la compleja relación de ruptura y continuidad entre las distintas épocas. Sin duda no hay continuidades simétricas en los procesos históricos. Pero las rupturas no indican necesariamente que se haya cambiado de rumbo, sino que puede propiciar una 1  Agradezco a la Fundación Saracho, quien posee los derechos de autor del P. Rafael Tello, haberme permitido utilizar los textos inéditos para escribir el presente artículo.

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NO SE PUEDE SERVIR A DOS SEÑORES: LA PRIMACÍA DE LA RIQUEZA EN LACULTURA MODERNA SEGÚN EL PADRE RAFAEL TELLO1

Pbro. Omar César AlbadoVida Pastoral 306 (2012) 40-47

1. Tello y la cultura moderna: un repaso de sus ideas

En la concepción de Tello la cultura moderna tiene una característica muy peculiar: privilegialas cosas por sobre las personas. Ya dijimos en un artículo anterior (cf. Vida Pastoral , 302) que“cosas” no se refiere sólo a los objetos materiales, sino principalmente a la conformación de un ordensocial en donde lo más importante es que el hombre se someta al poder del dinero, de la producción,del comercio, del mercado y, en definitiva, a las instituciones creadas para sostener este orden. Esto eslo que Tello llama, asumiendo el vocabulario del Concilio Vaticano II, un orden social “real”,tomando el término del latín “res”, que significa “cosa”. Cuando se habla de “cosas” no hay que

pensar en la materialidad grosera. No es que las cosas se impongan por sí mismas con prepotenciasobre el hombre sin darle ninguna posibilidad de elección. Sin duda, se entiende por “cosas” aquellasque tienen relación con el confort y con todo lo que podríamos llamar el “mundo de los objetos”. Pero

para Tello “cosas” puede ser también una institución o una ley cuando no está al servicio del bienestarde la persona. La primacía de las “cosas” toma aquí un sentido más amplio. Es el mundo de losobjetos, sin duda; pero es también, y quizás con mayor fuerza, un orden social que busca someter alhombre recortándole su espacio de libertad tanto interior como exterior instrumentalizando los objetos

para alcanzar su fin.Tello considera que esta valoración de la vida ha calado hondo en la historia de los hombres

dando origen a una cultura con fines específicos que trata de imponerse en todo el mundo. Es lo que seconoce con el nombre de cultura ilustrada, o cultura moderna, o cultura posmoderna. Hablando de lacultura ilustrada (uno de los modos de llamar a la modernidad) dirá: “Se trata de la cultura modernaoccidental, es decir de la cultura de los tiempos modernos desarrollada sobre todo en Europa y

particularmente en la Europa occidental, católica y protestante. Entre nosotros se usó llamarlailustrada. Pero esto por metonimia (que designa al todo por el nombre de una parte pues,efectivamente, la ilustración fue una parte -quizá la principal- en la formación de la sobredicha culturamoderna, parte que la marcó y la caracterizó profundamente” (R. TELLO , Cultura ilustrada y cultura

popular, 31 en “Pueblo y cultura I, Bs. As. Patria Grande, 2011, 151). Sin duda, Tello no consideraque las tres tengan las mismas características. Sabe que una y otra se diferencia en matices que enocasiones las hacen parecer contrapuestas. Pero sólo se trata de una apariencia, pues el hilo conductorsigue siendo el mismo porque la matriz es la misma.

2. Ilustración, modernidad, posmodernidad: ¿tres formas de decir lo mismo?

Ahora bien, ¿qué es lo que unifica a la cultura moderna con la posmoderna? Que ambas tienencomo fin último al hombre y no a Dios. ¿En qué se diferencian? En que la modernidad mira al hombre“como un valor abstracto, universalizado, cuyo bien es obtenido por la razón humana que será así una

razón instrumental” (R. TELLO , Anexo XI. Cultura, 24 en “Pueblo y cultura I”, 129); por su parte la posmodernidad “tiende al dominio globalizado del mundo, unificado mediante la técnica y para esemismo fin mira al hombre concreto, acentuando en él el individualismo (y el descompromiso concomunidades amplias como el pueblo), actitudes blandas (‘light’, consideradas como un valor

positivo) y una adicción a los aparatos y medios técnicos, con lo cual procura una realización personalen este mundo.” (Ibid.).

A esta conclusión Tello no llega por una abstracción o por una deducción metafísica, sino porel análisis de los procesos históricos. Son los acontecimientos históricos estudiados en su densidadexistencial los que le permiten comprender la compleja relación de ruptura y continuidad entre lasdistintas épocas. Sin duda no hay continuidades simétricas en los procesos históricos. Pero las rupturasno indican necesariamente que se haya cambiado de rumbo, sino que puede propiciar una

1 Agradezco a la Fundación Saracho, quien posee los derechos de autor del P. Rafael Tello, haberme permitidoutilizar los textos inéditos para escribir el presente artículo.

8/9/2019 8 - No Se Puede Servir a Dos Señores

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profundización en el camino iniciado. Es lo que Tello explicaba en el texto citado en el párrafoanterior cuando ponía de relieve las coincidencias (continuidad) y las divergencias (rupturas) entremodernidad y posmodernidad. Para Tello las doctrinas filosóficas y teológicas no están desgajadas dela coyuntura histórica y política de las épocas, sino que se influyen mutuamente en sus desarrollos. Poreso, reconociendo la confrontación de intereses que se despliega en el seno de la historia a lo largo delos tiempos, en el proceso histórico que ha ido conformando la modernidad Tello descubre esta

primacía de las cosas como un hilo conductor que atraviesa las épocas. Es verdad que las situacioneshan cambiado con el transcurrir de las décadas y de los siglos, pero la modernidad nunca perdió devista este objetivo principal que la mueve.

3. Las “cosas” son instrumentos que seducen al hombre

Es necesario aclarar que la primacía de las cosas no es algo que cause repugnancia o rechazoabsoluto en el hombre. De ser así no hubiese tenido aceptación para configurar un modo cultural, puesel ser humano sólo asume como propio aquello que le garantiza una certeza de felicidad. Pero losobjetos por sí mismos no son capaces de brindar felicidad. Detrás de ellos hay una manera de entenderla vida, un modo de jerarquizar los valores que permiten proponer a los objetos como aquellos capacesde hacernos plenos. El mundo de los objetos seduce al hombre porque éste ya ha sido previamente

seducido por un discurso cultural en el que la felicidad está exclusivamente en poseer y no en el amoral otro como si se tratara de uno mismo. Por ello, nunca el padre Tello piensa que la cultura modernaes torpe e inconsistente. Por el contrario, siempre insistió en que a través del tiempo, y en numerosasocasiones basado en el método prueba-error, ha generado un sistema cada más sutil y enmarañado, endonde se hace muy difícil distinguir lo que es bueno y lo que es malo para el hombre.

El problema fundamental radica para Tello en que la cultura moderna usa de instrumentos buenos para alcanzar fines malos. Allí se encuentra el engaño que se hace difícil descubrir porque noes una realidad evidente por sí misma. El juicio de Tello se separa de las formas habituales de opinarsobre la modernidad, tanto en sus efectos como en sus fines. En una charla del 11 de febrero de 1999sostenía: “Yo tengo otra posición, personal mía, que se basa en el estudio histórico, en eldesenvolvimiento histórico de la cultura moderna, que me lleva a pensar que la cultura moderna essustancialmente mala, porque para desarrollarse en lo que ella busca, que es la riqueza, usa elementos

buenos. Para mí toda la cultura moderna, y también la posmoderna, es sustancialmente mala, pero paradesarrollar el mal usa instrumentos buenos… La cultura moderna está movida por la codicia, lo quequiere es aumentar las riquezas que son la posesión de bienes exteriores útiles para la vida temporaldel hombre, ese el motor de todo. Por la codicia promueve todo lo bueno que promueve” (R. TELLO ,

Desgrabación clase 11 de febrero de 1999 , inédito). Juicio duro sobre la modernidad pero, comomostrábamos en el artículo anterior (cf. Vida Pastoral , 302), está lejos de un fundamentalismosimplificador.

Por eso quisiera recordar también que para Tello juzgar la cultura moderna de este modo noimplica condicionar la libertad de los hombres para que obren sí o sí en un determinado sentido. Elindividuo siempre es libre de actuar en contra de los mandatos culturales por su libertad y voluntad,

principios internos y espirituales que no pueden de ninguna manera ser vulnerados por cultura alguna.Pero también es verdad que la cultura incide en el comportamiento de los sujetos, afectando susvaloraciones sobre distintos acontecimientos de la realidad en ocasiones sin percatarseconscientemente. La cultura moderna “es un hecho social que sobreexcede al individuo y le transmiteuna modalidad de obrar, pero de tal manera que el individuo no queda limitado a lo que la culturasocial le da, sino que puede obrar otra cosa desde su mismo ser personal. En otras palabras, que hay unmodo de obrar que procede del ámbito o cultura social y otro que procede de los principios internosdel individuo... Nosotros no negamos los actos personales procedentes de lo propio de cada persona,

pero aquí nos referimos a los actos impulsados por la cultura social, lo que hace posible que la culturasea secularista o individualista y que algunos hombres en su proceder personal no lo sean. Esto es muyimportante tenerlo en cuenta” (R. TELLO , Anexo XI. Cultura, 25 , en “Pueblo y cultura I”, 129-130). El

juicio de Tello sobre la cultura moderna no hay que tomarlo en primer lugar como una condena a loshombres que viven en mayor o menor medida imbuidos del espíritu de dicha cultura, sino como un

juicio de valor sobre un movimiento histórico. Conviene tomarlo como una palabra profética queadvierte sobre una tendencia cultural que se opone decididamente a Dios con el fin de llamar a laconversión a los hombres.

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4. “La avaricia es la raíz de todos los males” (1 Tim 6,10)

De todos los objetos que pueblan el universo del hombre se destaca particularmente el dinero.La cita bíblica que da título a este punto fue utilizada muchas veces por Tello para indicar no sólo elorigen de una desviación personal del hombre, sino la fuente de la que surge y se nutre la culturamoderna. No es la única característica de la modernidad. Más adelante nos ocuparemos de explicitar

otras. Pero sin duda es la más visible y la que permite que otras notas de dicha cultura, como elindividualismo y el secularismo, puedan manifestarse con todo su esplendor.La primacía del dinero Tello la descubre como indicábamos un poco más arriba por el estudio

de un complejo proceso histórico que a su criterio se inicia el siglo X con el surgimiento de la burguesía. “La aparición del comerciante -con todo lo que ello conlleva y especialmente la valoracióndel dinero- implica también la aparición del individualismo [que tendrá sin embargo muchas formas yacentos a través de la historia]” (R. TELLO , Cultura ilustrada y cultura popular, 69 , en “Pueblo ycultura I”, 158). Ha sido ella, y los refinamientos posteriores de otros grupos y movimientos sociales,los que fueron dando forma a una nueva mentalidad cultural en donde el hombre poco a poco pasaba aocupar exclusivamente el centro de la escena. Claro que el cambio no es mecánico ni se da de la nochea la mañana. En los burgueses pueden convivir sin conflicto los nuevos aires con las costumbres mástradicionales. “El burgués tiene en cuenta como principal bien su enriquecimiento individual y suascenso social. No obsta a ese individualismo el hecho, que se da frecuentemente, de que el burguéstambién añada el bien de su propia familia, y aunque ésta sea considerada en toda su amplitud”. (R. TELLO , Cultura ilustrada y cultura popular, 84 , en “Pueblo y cultura I”, 160). Tampoco obsta que se

preocupe por ser un buen cristiano.Pero la nueva tendencia ya está marcada y el mundo no será el mismo porque ahora se

privilegiará la vida temporal en esta tierra para alcanzar la felicidad plena. Precisamente esta priorización “pide el disponer de bienes móviles y universales, carácter que adquiere sobre todo eldinero” (R. TELLO , Cultura ilustrada y cultura popular, 92 , en “Pueblo y cultura I”, 161-162). Lo cualse concretará por el comercio , que forjará un nuevo de pensar la realidad (es decir, una nuevaracionalidad ) concluyendo en la formación de una nueva cultura , con una nueva manera de acercarsea las cosas temporales y a la naturaleza.

Para Tello la alteración del orden social no es accidental sino que afecta a la orientación básica por la cual el hombre define su sentido en esta vida. Esto tiene consecuencias en las decisiones personales, pero no queda reducido al ámbito de lo individual. También tiene consecuencias sociales y políticas. En el texto citado de Cultura ilustrada y cultura popular Tello realiza en varias páginas delescrito un pormenorizado recorrido histórico comenzando por los orígenes de la burguesía yculminando en las concepciones del humanismo renacentista para mostrar cómo se va modificando laconfiguración cultural en la que viven los hombres.

En la historia es posible reconocer que el enriquecimiento personal está sostenido por unacultura que respalda socialmente dicha práctica. No se trata del capricho de algunos individuosaislados, sino de un estilo de vida institucionalizado y avalado incluso por el Estado. Tello citanumerosos ejemplos tomados de la historia. Uno de ellos es el del primer rey Tudor, quien accedió altrono por las armas y destruyó a la antigua nobleza, estableciendo el sistema mercantilista, es decir, la

transferencia al estado de la vigilancia de la vida económica y transformó el sistema económicoestableciendo el principio de que la acumulación de riquezas, particularmente en metálico, era elmayor interés nacional. En ese momento la balanza del poder ya estaba desplazándose del gobiernocentral hacia la burguesía. No se trata de un Estado que desplaza y compite con la empresa privada,sino de un Estado que asume los mismos fines aquella, olvidando su responsabilidad social para hacer

buenos negocios. Este hecho muestra que la ideología de la acumulación de las riquezas vienefomentada desde aquellos que tienen el poder de conformar las estructuras sociales y que está muylejos de presentarse como una trasnochada de algunos delirantes. Por eso, Tello expone con claridadque la cultura moderna tiene un fin “humanista”, que excluye a Dios y busca la perfección del hombreen esta tierra. Pero, sostendrá también con la misma vehemencia que “más allá de ese fin -que le daunidad- tiene otro fin verdadero, en razón del cual se formula el anterior de cuño humanista: ese finultimísimo es la adquisición de riquezas ” (R. TELLO , La obra de la salvación ¿Qué pastoral hoy? , 59,

inédito. Cursiva en el original).

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5. Valor material y simbólico del dinero

Detrás de esta búsqueda de las riquezas como fin último de la vida se trasluce la necesidad deun goce desmedido en los bienes materiales, pero también se filtra un anhelo de plenitud espiritual. Sifuese solo lo primero estaríamos ante una propuesta que podría tentar al hombre, pero no seducirlohasta entregarle la vida. Sin duda, el dinero como realidad material tiene una centralidad indiscutible.

Los burgueses (y aquellos que siguen en su huella) no procuran alcanzar el “espíritu” del dinero, sinoel metálico palpable con el que se pueden comprar objetos. Esto es claro para Tello: “La adquisiciónde riqueza fue un fin individual que primaba sobre el bien de la comunidad. Esto dio lugar a unamodalidad individualista y también secularista , pues se interesaba sobre todo en la vida en este mundotemporal y muy a menudo tomó un modo consumista ” (R. TELLO , Actitud ante la pobreza , 40, cursivaen el original).

Pero la adquisición de dinero tiene que proponer en cierta medida una plenitud espiritual.Falsa, sin duda; pero sin ella no podría extenderse. Sería refractaria a la persona. Y esa plenitud seencuentra cuando el hombre siente que ha organizado el mundo según sus criterios y propósitos.Hemos visto que para Tello la cultura moderna ofrece una nueva racionalidad . Esto no quiere decirsimplemente que escribe libros de otra manera o elabora teorías extravagantes sin repercusión social.Más bien está indicando que conformó un orden social distinto, con otros parámetros de los que setenía hasta entonces. Por ello no se dedicó groseramente a juntar plata sino “que asimismo organizó unorden o sistema social que difundía o extendía ese espíritu (móvil de adquisición de riquezas dinero y

papeles representativos de ellas, método racional, individualista, secularista, consumista) de modo quetomando de él, el individuo participara en mayor o menor medida del orden nuevo creado” (R. TELLO ,

Actitud ante la pobreza , 40). Esto es lo que revoluciona una manera de entender la vida y sustituye unfin por otro: el sobrenatural cede paso al natural. En el fondo, ha cambiado el significado de la palabrafelicidad.

Es la mayor participación en ese nuevo orden lo que se propondrá como ideal para que elhombre alcance la plenitud. Un ejemplo es la movilidad social que propicia la racionalidad del dinero.Alguien puede ser noble porque compra el título y no porque lo herede por la sangre. “La sangre oconsagración sacerdotal fueron los principios de selección de la clase superior en la Edad Media.Frente a ellos aparecieron como nuevos factores de estructuración social el dinero y la inteligencia”(R. TELLO , Cultura ilustrada y cultura popular, 149 , en “Pueblo y cultura I”, 172). Detrás está el temade la igualdad, que es una cuestión que atañe principalmente a la espiritualidad del hombre más que asus avaricias estructurales. Sin embargo, aquí están profundamente conectadas mostrando que la

justificación última del afán de riquezas ancla en anhelos del corazón humano que de un modo u otrodeben ser satisfechos.

Si la cuestión del dinero estuviese respaldada solo en su materialidad sería fácil cuestionar su primacía. El problema es que las riquezas se proponen como un sucedáneo efectivo e inocente paraque el hombre sea feliz, argumentando no desde la materialidad de las mismas sino desde la dignidadque todo ser humano debe alcanzar. Se para en la propuesta de una falsa espiritualidad. Allí radica

para Tello la sutileza más difícil de superar, pues como decía antes, la cultura moderna utiliza cosas buenas para alcanzar el fin malo de adquirir riquezas. En definitiva, no hace otra cosa que recurrir al

engaño.6. Pero no todo está perdido

Dice el salmo 33: “Los ricos se empobrecen y sufren hambre, pero los que buscan al Señor nocarecen de nada”. Esta sentencia para la cultura moderna está pasada de moda. La mentalidad que seimpone actualmente sin mayores discusiones sostiene que no hay nada de malo en abocarse aconseguir riquezas, pues puede compaginarse sin contradicciones con la profesión de la fe siempre ycuando se haga con buena conciencia. Tello advierte que el engaño está en la justificación cultural queestá detrás de dicha actitud, sin crítica real ante la ideología de la acumulación de riquezas.

Pero además Tello al mostrarnos el proceso histórico en el que se inicia la cultura moderna nosestá mostrando a su vez que es un proceso europeo . Ello quiere decir que es real, que influyeinnegablemente en todo el mundo (globalización), que tiene incidencias concretas sobre nuestro

continente y sobre nuestro país, pero que no es la única forma de organizar la vida. Tendrá pretensiones de globalidad e intentará imponerse, pero no es la única cultura. Existe la cultura popular,

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propia de nuestros pueblos, síntesis de costumbres inmemoriales del encuentro entre los pueblosoriginarios y los hombres de la primera evangelización. También hoy día la cultura popular está

bombardeada por la modernidad para que asuma como propia la ideología del dinero. Sin embargo,sigue viva en sus valores vertebrales, profundamente humanos y arraigados en el cristianismo. Así,“en las clases bajas de cultura popular la influencia de la cultura ilustrada moderna parece darse [por]la mayor necesidad de bienes técnicos (TV., radio, etc.) y la mucho mayor importancia que se le da ala obtención y posesión de bienes ‘materiales’ (en primer lugar el dinero), lo que no logra sin embargovencer otros valores culturales (sentido de la fiesta, de cosas que no son el trabajo, del trabajodependiente, etc.)” (R. TELLO , Anexo XI. Cultura 60 , en “Pueblo y cultura I”, 138). Reconocerla,ocuparse de ella, no despreciarla porque mantiene vivo su impulso inicial, fortalecerla son las tareasmás acuciantes para una pastoral popular.

“Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien, seinteresará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero” (Mt6,24). Sentencia evangélica que hoy recogemos en la teología de Tello no como una amenaza, sinocomo una palabra profética sobre la idolatría que en estos tiempos puede seducirnos casi sin darnoscuenta. La cultura moderna se apoya en ella como uno de sus pilares y nos invita a comprender larealidad de los hombres desde el bienestar que, en mayor o medida, nos ofrece el dinero. Tello nos

propone juzgar la historia desde las culturas tomadas como un todo, consideradas desde su origen ydesarrollo histórico; nos invita no quedar prendados de un aspecto seductor, como el dinero, quesiendo instrumental amaga constantemente a coparnos toda la vida con su falsa seguridad. Nos

propone, finalmente, que dirijamos nuestra mirada a los pobres de latinoamérica y reconocer que ellosdesde su pobreza supieron concebir otra cultura.