9 - y el pueblo dónde está

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    Para Tello el pueblo es una comunidad de personas que se concreta histricamente enun estilo de vida determinado. Por eso lo importante es percibir el movimiento del pueblo a lolargo de la historia no como una abstraccin sino en la vivencia comunitaria que se expresa enla asuncin de ciertos valores que configuran una cultura. Cultura popular y pueblo conformanuna pareja indisociable en la teologa de Tello. Pensamos que la cultura popular no tienesentido ni futuro separada del pueblo; que es el hecho histrico de la marcha de este lo que le dasu verdadero rostro. Hay que mirar al pueblo y comprenderlo a l con su cultura, es necesarioconocer la cultura como producto histrico y atender desde all a la cultura viva, ejercida enacto hoy por el pueblo (R.TELLO,Anexo I a la Nueva Evangelizacin, nota g, indito). De ahque sea necesario conocer al pueblo en su historia larga pero tambin entreverarnos en su vidacotidiana para conocer su coyuntura. El pueblo tiene una duracin de siglos, la cultura popularque lo caracteriza tiene que tener tambin una duracin similar, por eso para captarla en lo queverdaderamente es, hay que captarla en lo que tiene de coextensivo con el mismo pueblo (RTELLO,La pastoral popular. Nota e, 90. Indito).

    Tenemos una concepcin de pueblo centrada en el proceso histrico como creacincomunitaria de cultura y no en el carisma de un lder poltico. No niega que pueda haber algunosque se destaquen. De hecho, Tello sealar que el pueblo se gobierna por los caudillos. Pero de

    ningn modo hay que identificar al caudillo con un dspota y muchos menos con un iluminadoque interpreta lo que nadie conoce por s mismo. Por otra parte, la concepcin comunitaria no seresuelve tampoco en un colectivismo abstracto en donde las personas carecen finalmente devalor. Es evidente que en estas concepciones o imaginaciones las personas reales, la gente delpueblo en su realidad personal, desaparece y no cuenta para nada, y con ellas el mismo pueblo,pues el pueblo slo existe y subsiste en las personas que lo forman. Es amor, comunidad depersonas (R. TELLO, Algo ms acerca del pueblo, en Pueblo y cultura I, Bs. As., PatriaGrande, 2011, 15). El pueblo es, en ltima instancia, la puesta en juego de la relacin persona-comunidad interactuando de manera constante en un proceso histrico que ha generado y generahoy una cultura propia.

    3. Las dificultades para percibir la existencia del pueblo

    Sin embargo, la existencia del pueblo como una realidad histrica autnoma yalternativa a la cultura moderna es desconocida por muchos. Las razones de estedesconocimiento pueden ser variadas y no todas tienen el mismo valor argumentativo. Recinmencionamos la crtica de Schillebeeckx pero podemos hallar muchas otras que provienendirectamente del mbito de la teologa latinoamericana y argentina. Sin detenernos en ellas,sealo aqu algunas de las razones que presenta Tello para explicar este desconocimiento.

    La primera razn est basada en la dificultad de captar el movimiento histrico delpueblo. Contrariamente a lo que ocurre con la cultura moderna el modo de avanzar del pueblono es uniforme ni rectilneo. Una de las notas caractersticas de la modernidad, dir Tello, es eldesarrollo. Este desarrollo es presentado como homogneo y generando un progreso quesiempre avanza y nunca retrocede. En este esquema es relativamente fcil percibir la lnea deltiempo de una cultura que inexorablemente va de lo menos a lo ms. En cambio, en el pueblo

    las cosas son distintas. El pueblo como sujeto histrico no es algo ya dado, acabado que sehace presente en un momento determinado, sino ms bien un proceso, una realidad enmovimiento, de la que hay que detectar -lo que no siempre es fcil- los anhelos, las tendencias,tanto reales como aparentes, las luchas, etc. (R. TELLO, Fundamentos de una NuevaEvangelizacin. Tomo II, observacin 46, indito). Lo cual no est exento de dificultades, puesel pueblo no tiene un movimiento uniforme, al contrario, recorre cominos en parte divergentes,sufre influencias ajenas, extraas, tiene perodos de latencia, de quietud al menos aparente, enlos que es difcil reconocerlo o interpretarlo (R. TELLO, Fundamentos de una NuevaEvangelizacin. Tomo II, observacin 46, indito). Una de las causas del recorrido mendricodel pueblo es la opresin y el sometimiento en el que vive. A causa de ello el hombre del pueblose volvi astuto y de perfil bajo para escapar al dominio de los poderosos. Esto lo obliga aavanzar y retroceder, a mostrarse y a ocultarse segn las circunstancias para poder sobrevivir.

    Una segunda razn proviene de lo que podemos llamar el impedimento epistemolgico.Para Tello la cultura moderna ha propiciado (y propicia) un sistema educativo y un modo de

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    informacin orientados exclusivamente a justificar sus fines. No se trata de evitar que el sujetopiense sino que lo haga con una orientacin determinada. As funciona, por ejemplo, la opininpblica, la cual consiste en transmitir e internalizar en el ciudadano un criterio o punto de vistailustrado (R.TELLO, Pueblo, en Pueblo y cultura I, 50). Todo ello induce a juzgar que lanica cultura vlida es la moderna y que las expresiones populares son una variedad autctonaque se debe incorporar a ella. En un nivel acadmico y de erudicin este desconocimientotambin encuentra su canal de expresin. Desde la perspectiva de las ciencias sociales (ensentido amplio) modernas, que consideran las formas de modo cada vez ms especializado, esmuy difcil sostener la existencia de un pueblo (as como la de una cultura popular o de unareligiosidad popular), ms bien habra que decir que existen muchos y muy diversosagrupamientos de gente reunida por diferentes causas y motivos (R.TELLO, Fundamentos deuna Nueva Evangelizacin. Tomo II, observacin 46, indito).

    Estas dificultades tericas contrastan para Tello con una consideracin ms global y decomprobacin emprico-social en latinoamrica, de cuya unidad se tiene conciencia cada vezms clara tanto a nivel poltico como pastoral, lo que ha sido reconocido ya por el Magisterio noslo local sino tambin universal (R. TELLO, Fundamentos de una Nueva Evangelizacin.Tomo II, observacin 46, indito). Sin embargo, esta mirada prctica no es suficiente para

    superar la dificultad que se genera a nivel terico. Pero, en definitiva, por qu es importantereconocer que existe un pueblo con su propia cultura? Se modifica en algo la situacinconcreta? O es slo un cambio de palabras?

    4. Ni marxista ni capitalista: popular

    Cuando recorremos las influencias ideolgicas que atravesaron el siglo XX nosencontramos con la oposicin capitalismo-marxismo. Muchos tericos y militantes polticossostuvieron honestamente que la alternativa a la propuesta de un mercado que gobierna sinlmites a la humanidad lo constitua la va marxista. (Podramos aadir, para no pecar deingenuos ni de anacrnicos, que esta discusin se reedita entre nosotros en las posiciones dealgunos post-marxistas y en el contexto de la actual crisis econmico-poltica europea. Es undebate que excede el presente artculo. Lo que me interesa indicar es que la cuestin no est

    cerrada).Para Tello capitalismo y marxismo son dos caras de una misma moneda,fundamentalmente porque ambos se centran en la primaca de la acumulacin de riquezas paraalcanzar la exaltacin del hombre. La nica moneda que contiene ambas tendencias es la culturamoderna, la cual es necesariamente capitalista. Tello sostiene que el marxismo no se opone a lacultura moderna en s misma sino a la manera como esta maneja el capital. La cultura modernaest constituida internamente por el individualismo, el secularismo y el orden social real contodas las consecuencias de injusticia y desigualdad social que ello acarrea. Y ello genera unestilo de vida. El marxismo cuestiona principalmente el uso del capital: una corriente muy fuertede la cultura moderna sostiene que debe ser privado (capitalismo) en tanto que la otra exige quelo que se utilice para la produccin debe ser del Estado. El marxismo argumenta desde lasegunda posicin sin percatarse que el problema no es solamente quin maneja el capital sino el

    estilo de vida que se genera al poner le primaca en l. Basado en esta conclusin Tello dir queel marxismo se enfrenta al la cultura moderna capitalista desde una admirable paradoja: es sugran enemigo al tiempo que sostiene su malicia intrnseca.

    El siglo XX le ha dado visibilidad a estas dos corrientes. Cualquier alternativa queemergiese estaba destinada a ser asimiladas de algn modo a ellas o simplemente a desaparecer.En el mejor de los casos estaba llamada a permanecer como un jeroglfico poltico fruto deextravagancias autctonas pero nunca como la punta del iceberg de otro proyecto cultural. Aquentrara, por ejemplo, el peronismo.

    Esta situacin bipolar lleva a pensar que una vez desaparecido el marxismo slo quedala cultura moderna capitalista y que nicamente es posible trabajar desde ella. Hay que trabajarpor la justica social (una de las principales banderas del marxismo) pero desde los criterios delcapitalismo. Renace as un nuevo modo de accin que busca mejorar la situacin social,

    aunando en cierto punto justicia y economa, pero sin cuestionar las bases mencionadas msarriba en las que se asienta la cultura moderna. Para Tello este modo de ver no advierte dos

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    cosas; que la cultura marxista no es contradictoria (oposicin absoluta) a la ilustrada o moderna,sino slo contraria (pertenecen a un mismo gnero) (R.TELLO,Anexo XI. Cultura, en Puebloy cultura I, 131).

    La posicin verdaderamente contradictoria es para Tello la cultura popular, pues tienetodas las notas que niegan los fundamentos de la moderna. Es no-secularista, no-individualista ypropicia un orden social personal contra uno real. El acento no est puesto en el manejo delcapital sino en la primaca del hombre como un valor en s mismo, llamado a trascender estemundo y anticipando esa trascendencia en una vivencia comunitaria donde el centro lo ocupanlas relaciones interpersonales. Sin duda, este comportamiento tendr incidencia sobre el capitalpero de otro tenor. Pues lo que se cuestiona no es slo su uso sino el estilo de vida que generaese uso. Por eso negar la marxista no implica afirmar la individualista moderna, en cambio,afirmar la popular s implica negar la moderna, y viceversa (R.TELLO,Anexo XI. Cultura, enPueblo y cultura I, 131).

    5. La temporalidad del pueblo

    El desconocimiento de la cultura popular lleva al desconocimiento de un proyectohistrico de mxima oposicin a la cultura moderna. Esta afirmacin es central en el

    pensamiento de Tello y tiene consecuencias tanto en el mbito de la evangelizacin como en elplano poltico.Tello nunca duda que la cultura popular es cristiana, aunque no asimila el modo de vivir

    el cristianismo del pueblo al cristianismo vivido bajo los moldes de la cultura eclesistica. Setrata de un cristianismo popular, con fe verdadera, perteneciente a la Iglesia que le transmiti lasverdades del Evangelio en la primera evangelizacin.

    Pero la cultura popular tambin implica un orden temporal. Y aqu radica la diferenciafundamental. La temporalidad no es para la cultura popular un espacio para especularfinancieramente y disfrutar de la vida a partir de esa concepcin economicista sino la ocasinpara vivir con otros. Esta frase no encierra romanticismo alguno. Tampoco ignora que dentro dela cultura popular exista la ambicin, las rivalidades o la violencia. Pero no son constitutivosintrnsecos de su estilo de vida y, por tanto, no marcan tendencia. Para Tello el proceso histrico

    muestra que la cultura popular no slo ha sido dominada sino que jams se sum al proyectohistrico de la cultura moderna. Pensemos, por ejemplo, en la concepcin de trabajo que tiene lacultura moderna y comparmosla con la de la cultura popular. O en la adquisicin y uso de losinstrumentos tecnolgicos que hace la cultura popular, cuestionados desde principios ligados ala utilizacin ms especulativa de la cultura moderna.

    Sin duda, hablar de pueblo en la teologa de Tello es ms que un problema semntico.Se juega all una concepcin de la evangelizacin y de la liberacin temporal de AmricaLatina. Ambas nociones -evangelizacin y liberacin- estn jerrquicamente relacionadas peronunca disociadas. Hay una opcin explcita por ubicarse del lado del proyecto histrico de losoprimidos. Proyecto que no est anulado por la dominacin poltico-cultural de la culturamoderna, aunque s claramente invisibilizado. Tello clam y trabaj para que esainvisibilizacin desaparezca. Por ello, inst a estar dispuesto a acompaar al pueblo oprimido

    en su largusimo proceso de dominacin (que, parece, an no terminado), en su continua lucha ysu esperanzado pero incierto resultado final, sin crear expectativas falsas y sin desnimo. Conesperanza, fortaleza y paciencia, sabiendo que el que persevera hasta el fin se salvar (Mt10,22) (R.TELLO,La Nueva Evangelizacin, Bs. As., gape, 2008, 82).