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En el 95 aniversario de la pérdida de ABARRÁN ....”CARCOMA DE LOS HUESOS”... Prologo del Desastre de Annual La simple escritura de lo que aconteció durante el aciago mes de Julio de 1921 (en Melilla, casi todas las desgracias han ocurrido durante ese nefasto mes), levanta pasiones enconadas, unas veces favorables a la actuación del malogrado GENERAL SILVESTRE y otras en contra de él y de su E.M. Si el mes de Julio fue decisivo a la hora de perder todas o casi todas las posiciones españolas desde el Río AMEKRAN, (OUED EL KEBIR o EL GRAN Zona de combate. Según la flecha Monte Abarrán

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En el 95 aniversario de la pérdida de ABARRÁN....”CARCOMA DE LOS HUESOS”...

Prologo del Desastre de Annual

La simple escritura de lo que aconteció durante el aciago mes de Julio de 1921 (en Melilla, casi todas las desgracias han ocurrido durante ese nefasto mes), levanta pasiones enconadas, unas veces favorables a la actuación del malogrado GENERAL SILVESTRE y otras en contra de él y de su E.M.

Si el

mes de Julio fue decisivo a la hora de perder todas o casi todas las posiciones españolas desde el Río AMEKRAN, (OUED EL KEBIR o EL GRAN RÍO) hasta Melilla en lo que a la zona Oriental del Rif se refiere, no es menos cierto que el mes de Junio también tuvo su importancia, grandísima, ya que fue durante ese mes cuando verdaderamente comienza lo que se ha dado en denominar EL DESASTRE DE ANNUAL.

Zona de combate. Según la flecha Monte Abarrán

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El día 1º de junio, antes de clarear la mañana, se ocupa el MONTE ABARRAN, cercano a ANNUAL (unos 6 Km. en línea recta). No habían transcurrido ocho horas de su ocupación y aún no había llegado la Columna de Protección del Comandante Villar (E.M.) de regreso a ANNUAL, después de haber dejado bien pertrechada la posición, cuando la misma, entera había sucumbido al empuje de las harkas de ABDELKRIM (gracias a la defección de la Mía de la Policía Indígena, la Harka “amiga de Tensaman” y algunos componentes del Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas de Melilla nº 2), que la diezmaron y arrasaron con todo lo que allí se movía, a excepción del Teniente FLOMESTA que cayó gravemente herido y que por ser artillero, lo dejaron con vida para que de este modo pudiera enseñarles el manejo de los cañones (moriría de hambre y sed antes de traicionar a España. No sucedió lo mismo con el Sargento KLEM, desertor de la Legión Extranjera Francesa, que voluntariamente enseñó a los Rifeños el manejo de los cañones KRUPP). Algún que otro soldado indígena, a su llegada a ANNUAL fue preguntado por lo acontecido, contestando casi en la extenuación “TODOS CULSI INMUT” (TODOS MUERTOS). Ello supuso un tremendo “zarpazo” a las fuerzas españolas que sufrieron un “bajón de moral”. Cruel tuvo que ser el combate, ya que no solo se llegó al cuerpo a cuerpo, sino que los cañones de la posición disparaban con la espoleta a “cero” (esto es a bocajarro). No sin razón a ABARRAN lo llaman “CARCOMA DE LOS HUESOS”. Ello debido a que los cadáveres quedaron insepultos, a merced de las inclemencias del tiempo y del sol abrasador de aquella época estival. Jamás fueron enterrados.

Aquella pretendida simple “acción de policía” sería el principio del fin para el Ejército Español, las Harkas rebeldes rifeñas se envalentonaron y fueron de Zoco en Zoco pregonando su victoria y paseando los cañones capturados a los “Arumis”.

El vaticinio del Muecín se cumplió “CULSI MEKTUB” (Estaba Escrito) cuando cantaba a la hora del rezo que “el día que los Arumis crucen el Oued el Kebir, sus aguas bajarán teñidas de rojo con su sangre”.

Este fue uno de los episodios más sangrientos del pasado SIGLO XX y que costó a España la nada despreciable cifra de más de 18.000 almas.

En enero de 1920, el general de división don Manuel Fernández Silvestre era nombrado comandante general de Melilla para sustituir a Aizpuru, ascendido a teniente general, quien venía desempeñando la jefatura de la Comandancia desde 1915.

Cuando Silvestre desembarca en Melilla, el jueves 12 de febrero, y revista las fuerzas que le rinden los honores de ordenanza, todo son buenos augurios. La ciudad ha sido engalanada, existe una gran expectación entre sus habitantes, españoles, moros y hebreos, que le aclaman con entusiasmo. Unos le conocen desde que estuvo destinado en Melilla años antes y todos le admiran por su gran aureola de prestigio.

El domingo día 20 de febrero llegaba a Melilla en visita de inspección el Alto Comisario de España en Marruecos, don Dámaso Berenguer Fusté, para acordar con Silvestre el plan de operaciones a seguir.

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En los veinte días que Berenguer permaneció en Melilla visitaron juntos toda la zona ocupada y acordaron el plan a seguir para poner pronto fin a la guerra que constituía una pesadilla para muchos hogares españoles.

El plan acordado consistía en líneas generales, en avanzar desde la zona oriental (Melilla) para alcanzar la bahía de Alhucemas. Simultáneamente, las fuerzas de la zona occidental (Larache, Tetuán y Ceuta) avanzarían sobre el mismo objetivo (Alhucemas).

Berenguer resumió su pensamiento a Silvestre en términos parecidos a estos: Esta guerra se ha hecho muy impopular debido a la influencia de la prensa en la opinión pública; es necesario terminarla pronto, con el menor costo y sin dar un paso en falso. Tendrás que operar en un terreno abrupto y casi desprovisto de caminos y recursos, especialmente de agua. Tendrás que construir carreteras a medida que avances. No creo que el ferrocarril avance más allá de donde ha llegado (Tistutin).

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Plano de la línea de posiciones de Annual, donde ocurrieron los combates de julio de 1921, y situación de Monte Abarrán

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Haz un uso muy restringido de las tropas españolas, para evitar que, si se producen bajas, las interpelaciones de la oposición en el Congreso de los Diputados puedan producir la crisis del Gobierno. El peso de las operaciones debe soportarlo los Regulares.

Silvestre pide ametralladoras para dotar a su Ejército. Se le contesta que le mandarán algunas en sustitución de las averiadas. También pide cañones de montaña, contestándosele que se le enviaría una batería, pero en sustitución de un batallón de Infantería que se repatríe.

El general Silvestre no está de acuerdo en que tengamos que permitir que los indígenas sometidos conserven su armamento, son unos buenos auxiliares mientras todo marcha bien, pero un peligro en el caso de un revés. Posiblemente un hombre de menos decisión que Silvestre se hubiera impresionado ante el cúmulo de dificultades que iba a encontrar para su empresa.

LOS MEDIOS DISPONIBLES ERAN:Cuatro Regimientos de Infantería (San Fernando, Ceriñola, África y Melilla).Una Brigada Disciplinaria (un batallón).Un Regimiento de Caballería (Alcántara).Uno mixto de Artillería.Otro de Ingenieros (Zapadores, Transmisiones, tren automóvil y ferrocarriles).Intendencia con algunas compañías a lomo.Sanidad con ambulancias a lomo y algún

automóvil.Sumaban unos 16.000 hombres, treinta y

seis cañones y algunas viejas baterías de posición.Se contaba con una escuadrilla de

aeroplanos anticuados.Como fuerzas indígenas había: El Grupo

de Fuerzas Regulares de Melilla número 2, con tres Tabores de Infantería y uno de Caballería, y algunas “Mías” de Policía Indígena. En total, unos 4.000 hombres.

De estas fuerzas había que descontar unos quinientos hombres, que eran dedicados a guarnecer las plazas de Alhucemas, Peñón de Vélez de la Gomera, Islas Chafarinas y Cabo de Agua; añadiendo a esto las licencias por enfermedad, estancias en el hospital, sumariados, desertores, por incorporar, destinos, etc., fácil es deducir el número de combatientes que en un momento determinado podían ser utilizados.

Ocasionalmente, se formaban “Harcas auxiliares” con indígenas paisanos, que se sumaban voluntariamente a las fuerzas en operaciones, y que elevaban los efectivos en unos pocos cientos de hombres.

El viernes día 7 de mayo de 1920, comienzan las operaciones; el sábado 15 se ocupa Dar Drius, el viernes 25 de junio la Zauía de la Ababda y Ain Kert.

A mediados de julio el vizconde de Eza, ministro de la Guerra, visita Marruecos y felicita efusivamente al general Silvestre.

El jueves 12 de agosto se ocupan Tafersit, Hamuda y Azrú. El viernes 1 de octubre Buhafora.

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El general Fernández Silvestre preside un desfile poco después de tomar el mando de la Comandancia General de Melilla

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Las cabilas fronterizas se muestran intranquilas y agitadas, por lo que se paralizan las operaciones para dar lugar a que penetre en ellas la acción política.

Mientras esto ocurre, Silvestre negociaba con la cábila de Beni Said la ocupación del abrupto Monte Mauro. Oponiéndose a ello los indígenas con mil peticiones y dilaciones. El domingo día 10, el Comandante General rompe bruscamente las negociaciones e inmediatamente, al frente de sus tropas, se lanza al ataque. Los indígenas, sorprendidos, no oponen resistencia, y el día 11 la bandera española ondea en su cumbre más alta, el Yebel Ulad-Aiza.

Llega el año 1921. La situación política en la zona melillense en la primavera de este año reflejaba una aparente tranquilidad en las cábilas de Beni Said y Beni Ulichec sin que se observase el menor síntoma de disgusto en sus nativos, dedicados por completo a sus labores campesinas.

Desde enero se consolida la línea ocupada. Prácticamente se perfeccionan los caminos y se instalan posiciones. El miércoles día 12 desembarca en Afrau (Sidi-Hossain) y el sábado 15 ocupa Annual, donde empieza la construcción de un campamento que le sirva de base para el asalto al macizo montañoso del cabo Quilates.

El domingo día 15 de mayo una columna cruza el río Amekrán y establece una posición en Sidi-Dris, próxima a la costa. Este hecho causa sensación en los indígenas, pues parece desmentir su tradicional oráculo, que dice: “si los cristianos llegan al Amekrán, con su sangre enrojecerán el agua”.

Silvestre desea lanzarse hacia el cabo Quilates, pero no considera aún madura la labor política que se desarrolla en la cábila de Tensaman.

Ocupados como base de avance Annual e Izumar en el centro y Sidi Dris y Azrú (en el Midar) en los extremos, opinaba el coronel Morales que se había llegado al límite de elasticidad de las fuerzas de la Comandancia y creía que la ocupación pacífica y política de Tensaman y Beni Tuzín ocuparía todo el verano.

LÍNEA AVANZADA

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Al fondo, en el centro de la imagen, el Monte Abarrán visto desde el río Amekrán. Foto José Antonio Cano

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En el mes de mayo, la llamada “Línea avanzada”, sigue el trazado de una línea muy irregular, de unos cincuenta y cinco kilómetros de desarrollo, jalonada por las posiciones siguientes: Sidi-Dris, Dar Buimeyan, Annual, Tizzi-Assa, Tayudait, Yer, Loma Redonda y el Zoco del Telata.

Estas posiciones constituyen el frente oeste, guarnecido por unos 4.000 hombres.La línea se prolonga hacia el Este por otra serie de posiciones próximas a la frontera

con el Protectorado francés, que constituyen el frente Sur, de unos cincuenta kilómetros de desarrollo. Entre éste y el mar, queda el territorio del interior, en el que existen numerosas posiciones, los efectivos absorbidos por ellas se elevan a unos 10.000 hombres.

El resto de las fuerzas está integrado por los Servicios, destinos y cargos administrativos en la Plaza de Melilla.

Las posiciones tenían generalmente un recinto de forma poligonal rodeado de un parapeto de sacos terreros, piedras o adobes y protegido por una simple alambrada. En su interior, tiendas de campaña rodeadas de parapetos de piedras para disminuir los efectos del “paqueo”, cuadras y barracones construidos por sus guarniciones.

Constituía la línea de comunicaciones la carretera que nace en Melilla y pasa por Nador, Zeluán, Monte Arruit, Tistutin, Batel, Dar-Drius, Ben-Tieb y Annual, con unos ciento treinta y cinco kilómetros de desarrollo. Se ramifica hacia Buhafora, El Zoco del Telata, Dar-Quebdani y Segangan.

El tramo de Ben-Tieb a Annual estaba aun sin afirmar, cruzando un terreno abrupto, la pista tiene fuertes pendientes y numerosas curvas, discurre parte de su trayecto encajonada entre alturas que la dominan o entre profundas barrancadas que se abren a sus costados.

Existía un ferrocarril de vía estrecha paralelo a la carretera que enlazaba Melilla con Tistutin. También circulaba el tren minero de la Compañía Española de Minas del Rif a San Juan de las Minas (Segangan), así como el Norte Africano con destino a Monte Afra.

Pública y ostensiblemente sometida la cábila de Tensaman, a excepción de la fracción de Trugut, consideró el mando posible realizar el avance para llegar al dominio de la parte septentrional de la cordillera de Quilates, ocupando Monte Abarrán, fuerte estribación de aquella, con unos 500 metros de cota, ocupación que demandaban los jefes de otros poblados amigos y muy particularmente los de fracción de Beni Buidur.

El Chej AMAR BEN MOHAMED AFQUER””En las campañas de pacificación desarrolladas por el Ejército español en

Marruecos, era básico partir de una buena información. Principalmente eran las que facilitaban la Policía Indígena primero y luego el servicio de Intervenciones, “Las Oficinas”.

El año 1920 fue un año de hambre en el Rif, siendo nulas las cosechas y causa de la emigración a Argelia de muchos hombres, factores que contribuyeron de manera importantísima a la fácil ocupación de cábilas tan belicosas como Beni Said y Beni Ulichex y favorable predisposición de los tensamanis que escribieron a Silvestre pidiendo una entrevista para someterse, dificultando esta acción el licenciamiento de las tropas españolas.

Cuando el general Berenguer va a Melilla y visita el territorio, la pista hasta Annual no está aún terminada. Tiene que ir a caballo. Desde Buimeyan examina el terreno. Le saludan allí los Jefes y llama la atención su corto número y sobre todo que falte el Caid Bu Kadur y otros de importancia con los que se había tenido contacto. En la harka en Yub el Kama hay algunos tensamanis, pero las fracciones están dispuestas a darnos apoyo para ocupar el contrafuerte. Silvestre se muestra conforme en que no haya llegado todavía la oportunidad de avanzar y que solo intentará ocupar un puesto delante de Budinar y otro en la loma de los árboles sobre el zoco del Jemis y Axdir, para contentar a los Jefes indígenas que así lo han pedido con objeto de cubrir sus poblados.

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Así se llega a los días de Abarrán y nadie ha hablado de quien es después de Abdelkrim el principal promotor de cuanto sucede, el Chej AAMAR BEN MOHAMED AFQUER o familiarmente Chej Amar. Como aparte de unos pocos especializados su figura resalta casi desconocida y por extraña circunstancia los cronistas silenciaron o ignoraron su importancia, forzoso será dar una ligera explicación de quien era este Jefecillo.... cuya actuación final tanta importancia tuvo en la gestación de tan luctuosas jornadas para nuestra Patria.

Nació el Chej Amar en la fracción de Trugut, mirando a la llanada del Nekor. Vió la luz en 1851, es decir que en los días de Abarrán tenía 70 años. Como su figura ha entrado en el terreno de la leyenda y ya es difícil poder desprender la fantasía a ella adherida, producto de exageraciones románticas, se procura pues relatarlo de las notas biográficas que pudieron obtenerse. Fue de baja estatura pero de robustez extraordinaria. Consumado cazador se le tuvo siempre por un tirador excepcional. Pasaba mucho de su tiempo dedicado al deporte

cinegético eligiendo a veces como pieza humana la de algún enemigo o rival político. Su vestido corriente solo lo componía una sencilla túnica de lana como ropa interior, sobre la que se colocaba una clásica chilaba tensamania. Jamás gastó turbante ni tarbuch, solo los días de “baro” un sucinto cordón de lana. Le gustaba acoger amablemente a las gentes siempre que reconocieran en él la fama que le precedía. Su temperamento era sumamente enérgico y resultaba un enemigo implacable y de una tenacidad sin otros desmayos que en los que en ciertos casos aconsejaba una elemental prudencia. Llevarle la contraria era expuesto, sino se era fuerte y avispado. Apasionado defensor de las gentes que acudían a él en busca de protección, que sabían fácilmente dispensaba, era corriente que hubiera en su casa muchos visitantes a los que acogía con cariño y atendía con largueza. Se mostró siempre caritativo con el desvalido y con el pobre.

El Chej Amar en tiempos del Roghi (Bu Hamara), influyó mucho en el ánimo del general del Pretendiente, el negro ex esclavo Yilali Muluduh, para que este penetrara a sangre y fuego en Beni Urriaguel (especialmente, claro está empezando por Suani) salvándoles la primera vez la eficaz presión que el general Marina efectuó cerca del señor de Zeluán. Siguió después imponiendo su criterio parcialmente en la Kábila. Cuentan que ya viejo, iba cazando, cuando saltó una liebre. Sus acompañantes le gritaron “Chej Amar, ahí va”. Disparó enseguida y como la matara de un tiro en la cabeza, arrojó el fusil al suelo lamentándose ¡ya estoy viejo! Pretendía, por lo visto, seguir cobrando las piezas atravesándolas de parte a parte del cuerpo como tenía por costumbre.

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Camino de Annual. A la derecha de la imagen el brocal del pozo donde murió el coronel Morales. Primeras casas del poblado de Annual. Al fondo el monte Abarrán. Foto José Antonio Cano

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Pero pasemos ya a los tiempos de Abarrán, en los que el comandante Villar y el capitán Margallo preparaban la política de Tensaman. El caid Alal Boaza no se atreve a presentarse, aunque escribe carta tras carta. Después de lo expuesto la explicación parece fácil. Casi todos los jefes acuden a las primeras conversaciones. Son personajes de segunda fila. El Chej Amar como buen cacique rifeño era desconfiado, creía que le ganaban los otros la mano y que al precederle serían preferidos por nuestros jefes. El no podía dar el paso a la sumisión, pues los suyos más allegados geográficamente pertenecían al valle del Nekor, dominado por los ya decididos políticamente beniurriagueles que además le habían apoyado siempre. Tenía que tomar el partido de la oposición. El caid Alal con un padre y un hermano muertos, deuda de sangre imperdonable, hubiera acudido de buena gana a ver a Silvestre y aún se opuso por

las armas, al principio, a la harka de Beni Urriaguel pero seguir en esta actitud era sellar su aniquilamiento por el bando del Chej Amar cristalizado en cuarenta años de lucha. ¿Vió esto la “Oficina” de Annual? Casi puede afirmarse que no. Si hubo lucha con los Beni urriagueles, no fue por causa que atañara a la política con los españoles sino, debida a la servidumbre de viejas costumbres. Tanto el caid Al-lal como el Chej Amar, para esto unidos, comunicaron a Abdelkrim, ya considerado como jefe, que no permitirían el paso de sus guerreros sino por el camino que ellos previamente marcaran, con objeto de que no molestaran en sus poblados, pudiendo matar a quien saliera de él. Ante la resistencia armada Abdelkrim se avino a convenio. En realidad no había oposición política sino regionalismo de kábila. Abdelkrim por muy jefe que fuera, tenía que respetar los cauces consuetudinarios para pasar sus gentes armadas por territorio extraño.

A Villar debió de obsesionarle, cuando mirara con curiosidad detallista el terreno que tenía enfrente, para ir descifrando el enigma de lo que encerraban en incógnitas aquellas cimas y barrancos de fuerte tono arcilloso, y sobre todo la más destacada por su forma y su dominio sobre la parte llana de la Kábila e imprescindible jalón en la dirección del soñado avance. Aquella cresta a la que los naturales llamaban Dahar u Barran en donde se mezclaban el árabe Dahar (espolón) y el bereber barran (macho de perdiz). Los españoles lo convertimos en Abarrán. Algunos han querido ver en tal designación una explicación árabe de la palabra “barrani” que significa forastero, amparados en el hecho de tener en su ladera Sur el poblado de Ifasien, cuyo nombre indica sin duda haber estado habitado por gentes

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José Antonio Cano en Igueriben. Al fondo según la flecha Monte Abarrán

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procedentes de Fez, pero la realidad es que los tensamanis rechazan unánimemente tal explicación y afirman el origen netamente bereber con que designan al monte.

No cabe duda de que Villar en su oficina de Dar Buimeyan tendría sus soluciones a los problemas geográficos y políticos, aunque como es natural encaminara sus trabajos a saber la composición de las guardias enemigas y su disposición para hacer la guerra. Tuvo que pensar y elegir el camino de ida y el de retirada, impuesto éste según se presentara el enemigo, pero sobre todo para precisar su informe sobre como llegarían los convoyes libres (es decir por indígenas contratados, a veces respetados por sus hermanos del campo contrario) cuya continuidad sería necesaria desde el momento que se imponía una servidumbre si la posición a fortificar debía tener una batería y una compañía de Regulares, tropas diferentes a la Policía Indígena, más flexible, exenta casi de preocupaciones de aprovisionamiento. Si hubiera conocido a fondo la historia del Chej Amar y llevado sobre un croquis la situación de los poblados donde éste declarado adversario contaba antiguo

arraigo, habría sacado la consecuencia de que desde el primer momento tendría que contar con un semi bloqueo de la posición, envuelta a la distancia por poblados donde aquél ejercía singular influencia. Una cosa era encaramarse por una sorpresa nocturna salvando casi prohibitiva pendiente y otra buscar un trazado de pista que permitiera la subida de las piezas de posición que tendrían que relevar a la Batería de montaña que allí quedaría los primeros días, además de los materiales de ingenieros que serían necesarios para ir haciendo habitable el áspero picacho, así como un servicio a la lejana aguada. Sobre los convoyes se había convenido fueran “libres”, contratando las acémilas, cuyos dueños buscarían la forma de hacerlas llegar en horas y formas convenientes.

No cabe duda que los jefes sometidos, queriendo ver protegidos sus poblados le hicieron ver fácil lo que ardientemente deseaban, precisamente por saber que el Chej Amar no enviaba amenazas en vano. Ninguno le habló de la fama del monte, que le habría hecho prudente, aunque no fuera supersticioso, pues los antecedentes históricos deben ser siempre tenidos en cuenta.

Una elemental curiosidad por conocer la vida religiosa de la cábila le hubiera puesto en alerta. Con los gemelos tenía que haber curioseado un bosquecillo que en una loma de la falda pone la discrepancia verde de sus zarzas y acebuches. Su nombre “Ahessab u megar”, el bosque del jefe, unido al blanco morabito debió llamar su atención para la ampliación de

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Monte Abarrán visto desde Budinar

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datos. El barranco próximo llamado Uad el Qala, claramente indicaba que allí antiguamente había habido una fortificación o un lugar donde los naturales se retiraban con el ganado y cosas de valor en caso de ataque. Este es un reducto de acceso difícil en la que los Ben Isi se escudaban cuando las tribus se arrancaban contra ellos.

Esta tradición era claro indicio de la importancia militar de Abarrán, sitio donde se había dirimido siempre el dominio o la libertad del valle del Amekram. Al existir una disidencia armada, más numerosa y fuerte de lo que el valle suponía, no podía caber duda que el monte tendría que ser disputado.

Una buena información, desinteresada, pudo obrar como complemento para suponer el ardor combativo que les animaría. Nada de esto se debió hacer cuando el general Silvestre cedió en una entrevista, convencido de la oportunidad del momento y rápidamente se organizó la operación, que parece había desechado inclinándose a efectuar otra distinta hacia Beni Tuzin el día 4, para cuyo objeto estaban ya concentradas varias Mías de policía en Dar Drius, unidades que al saber la caída de Abarrán emprendieron una marcha nocturna a Annual para reforzar el frente.

La fecha de la operación estuvo mal escogida. Si se aprovechó que aquél día se celebraba el hoy extinguido zoco del Arba de Beni Urriaguel, lo que podía restar contingente a las guardias enemigas, la experiencia africana tenía demostrado que precisamente en el día de mercado era cuando se producían los más furiosos y nutridos ataques.

Basta leer detenidamente la parte del expediente Picasso relativa a la preparación y ocupación de Abarran para darse cuenta que no fue una operación hecha de improviso y que se caldeara solamente el cerebro del Comandante Villar. Allí declararon jefes, oficiales, simples policías y notables indígenas, desprendiéndose que el deseo de ocupar el Monte llevaba tiempo en gestación y que hubiera sido hasta fácil antes de que se hubiera aceptado por el Chej Amar y su circunstancial aliado el caid Al-lal el paso y establecimiento de la harka de Beni Urriaguel en la divisoria de Quilates flanqueando a lo lejos la subida a Abarran por el fondo del Uad el Qala y sendero del poblado de Ifasien, cuyo Chej nos era afecto.

Los notables de Tensaman que se habían presentado era natural que empujaran para que la operación se hiciera, ya que entonces sus fracciones quedarían a cubierto de los golpes que la harka que adivinaban próximos a desencadenarse. Así debían de insistir continuamente a Villar comprendiendo lo que se avecinaba. Al ocuparse Annual se le arrojaba el guante. Más adelante, en Abarrán o incluso más avanzado habría de darse el combate y cabía preguntarse si se tenían fuerzas suficientes para salir airoso. Antecedentes de una situación parecida no faltaban.

No estaba después de todo tan lejano el tiempo en que el general del Roghi, el negro Yilali Muluduh había fracasado ante los Beni Urriaguel, sublevándose instantáneamente el territorio a medida que pasaba en su retirada. ¡Si al menos Annual hubiera sido una base suficiente, dotada de fácil pista y con los depósitos necesarios! Además militarmente Villar, pese a todo lo que se ha dicho después, desarrolló la operación coronando el objetivo y fortificándolo a continuación con el mayor éxito, sin baja alguna. La harka auxiliar de Kasba el Fokani (Tensaman) parece ser que cumplió su palabra y guardó el flanco izquierdo (el peligroso) hasta que en retirada cruzó el Amekram. La otra parte de la harka auxiliar acompañó a Villar en su retirada, menos los pocos que quedaron en la posición para ulteriores trabajos políticos.

La visión militar y política la debía tener el coronel Morales, Jefe de la Policía Indígena, a quien los supervivientes de aquellas acciones y que le trataron de cerca, describieron como poco partidario de la operación y aún del avance general, si no se contaba con más medios de los que se disponía. Su informe del 18 de febrero bien claro decía

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“que un combate simplemente reñido que dificultase nuestra acción, pondría en riesgos la seguridad del avance”.

El capitán Margallo había sido relevado por Huelva en vista de sus pocos exactos informes y escasa labor, según el general Silvestre, pero como Villar estaba al tanto de todo, no era ninguna medida improcedente, aunque la declaración posterior de Margallo fue de que no vió “ninguna circunstancia favorable para hacer la operación”. El enemigo, mientras se procedía a la fortificación de Abarrán, estuvo a la expectativa, esperando la llegada en masa de la gente del zoco que venía de camino, pero en cuanto vió retirarse al ganado y el resto de la fuerza, atacó con ímpetu y ciegamente, pues para muchos de ellos era la primera vez que se batían con nuestros soldados y notaban su neta superioridad numérica. El Chej Amar a pesar de sus años daba ejemplo de arrojo no permitiendo ceder a los suyos, decidido a que se viera su optimado deseo de impedir nuestra penetración.

No hubo sorpresa. Los primeros disparos de fusil comienzan a los 20 minutos. Señal de que el enemigo debía de estar a kilómetro y medio en actitud expectante. La columna de Villar debió de retirarse casi por la máxima pendiente, pues en una hora de marcha ya cruzaba el río Amekram. El ataque no se formalizó sino dos horas después, señal de que acudieron en el intervalo, los contingentes del zoco para engrosar la harka que en las primeras horas del día era una simple guardia. El hecho de estar una hora tirando con bote de metralla indica que la cadencia no pudo ser rápida sin duda porque o se trataba de ahorrar municiones o sólo era necesario hacerlo según se iban frustrando las oleadas de asalto.

Por el expediente Picasso se sabe lo que fue la efímera posición. Un trapecio de 55 x 12 metros. En forma alargada para disminuir el espacio batido por un dominio al Norte de una protuberancia del espolón a 800 metros; una alambrada de dos líneas de estacas y un espacio muerto en el frente de la Batería (Oeste) de 1500 metros; y no pudiendo tener eficacia el tiro a cero sino a cincuenta metros de las bocas de las piezas cuyo parapeto era a la altura de la rodilla.

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El capitán de la Policía Indígena Ramón Huelva, que mandaba la Mía de la Policía Indígena y murió en la defensa de Abarrán

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Los entonces enemigos se prestaron posteriormente, en tiempos del Protectorado, a evocar aquellos días, no certificaron defección de la harka amiga ni pánico alguno en la guarnición. Contaron que entonces no sabían hacer la guerra y no pensaron sino atacar lo más fuertemente posible, sin pararse en medir las consecuencias. Notaron que existía un ángulo muerto para la batería cerca de la alambrada; que sus tiros quedaban largos, y que a medida que pasaba el tiempo la defensa disminuía sus fuegos, tal vez faltos de municiones, pero que mientras vivió un oficial, éste con la pistola en la mano aguantaba la gente en el parapeto, que por una parte estaba muy bajo. Todos elogiaron el valor de los oficiales muertos, algunos cuerpo a cuerpo, al irrumpir en la posición.

El Chej Amar con alguno de los suyos tiraba pegado a la alambrada hasta que personalmente se lanzó con unos cuantos al asalto, muriendo en los espinos de ella y con él un primo suyo llamado Ueld Mohamed Abokoi. También murió la flor de los guerreros de Beni Bouyahie.

La figura del Chej Amar pasó a ser legendaria y pronto un poeta local inspirado en su heroísmo lanzó una especie de romance que todavía se canta en las bodas y fiestas de importancia para que se celebre el clásico baile, “el Ahidus” bereber. La copla es la siguiente:

Oh mira-Oh mira-la señorita de la Litera nupcial.Oh mira-Oh mira-la señorita de laLitera nupcial.Operaron (combatieron) los de Beni Urriaguel.Operaron (combatieron) con ellos los de Yebala.Los hombres de Habokuch.Con la gente de Tabuda.Oh Capitán Huelva, tus soldados se han acabado. (Otros dan la expresión de

“han dispersado”).Oh, Chej Amar “El León” en la puerta, allí murió.Oh mira-Oh mira-la señorita de la litera nupcial. Oh mira-Oh mira-la señorita de la litera nupcial.Oh, el monte Abarrán es la carcoma de los huesos.El que en ti confía con el tiempo es engañado.Te engañó Akarkach. El Hach Buiuzan. Oh mira-Oh mira-la señorita de la litera nupcial. Oh mira-Oh mira-la señorita de la litera nupcial. Oh, el monte Abarrán es la carcoma de los huesos.Allí murió el Jefe con el intérprete.Allí murió el enemigo de Abderrahman.

El romance nos da alguna información de lo sucedido. Vemos que atacan los de Beni Urriaguel y que de Tensaman lo hacen distinguiéndose los de Habokuch (poblado del Chej Amar), Tabuda, y los Yebala. Esta última referencia indudablemente se hace por una harka llegada de Beni Amart cuya presencia debió ignorar Villar pues no se habló de ella (Los Beni Amart iban armados con Lebel y eran temidos por todos su valor guerrero. Antes de la caída de Igueriben poco a poco y sin orden de Abdelkrim se fueron a sus casas. Si Annual hubiera tenido más municiones y algo más de gente, la harka se habría disuelto).

Puede afirmarse que la guarnición de Abarrán cumple con heroísmo su misión, defendiéndose cuatro horas cercada, sin parapeto alguno por dos lados, casi sin él por otro lado, y sólo cuando quedaban 30 disparos de cañón y el enemigo irrumpiendo la somera

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alambrada se empieza a inutilizar las piezas, a lo que ya no da tiempo, por un oficial con un tiro en la cabeza. Del valor de Huelva se habla todavía con admiración, recordando sus gritos de ánimo y su última visión pistola en mano, abatiendo los primeros asaltantes. Uno cree que hay que descubrirse rezando ante estos héroes que eran la avanzada de una fuerza llegada al límite de elasticidad por la pusilanimidad política de los gobiernos que negaban refuerzos a nuestra labor en África, mal de aquellos tiempos, sin comprender ciegos que cavaban su tumba de dirigentes y que abrían un capítulo dolorosísimo a la historia de su patria.

En todas las objeciones que se hacen en el expediente Picasso se ve que las “pegas” se ponen a lo impremeditado y términos de ejecución de la ocupación, cuando en realidad esta se realizó felizmente por Villar. En ella quedaban los capitanes Huelva de la Policía Indígena y Salafranca del Grupo de Regulares cuyos nombres eran una garantía de una ejemplar defensa. Esta la realizaron con admiración del propio enemigo y con el sacrificio de sus vidas.

Ningún sabiondo de los que se las dieron con Picasso de videntes mencionó para nada al Chej Amar, señal de que no sabían el papel que desempeñó, rubricado con su muerte. Por todas partes faltó información. ¿Qué tiene pues de extraño el que el general Silvestre creyera todo más fácil, por lo menos hasta la caída de Abarrán?”” (Eduardo Maldonado Vázquez)

OCUPACIÓN DE MONTE ABARRÁNUno de los últimos días del mes de mayo, el comandante general contempla absorto

desde Annual el Monte Abarrán. Próximo a Silvestre se encuentra el comandante Villar, de la Policía Indígena, un poco destacado de los jefes que acompañaban al general.

Jesús Villar era comandante de Caballería, diplomado de Estado Mayor, gran conocedor del territorio y sus moradores, contaba con confidentes en el campo enemigo, donde se internaba con frecuencia acompañado de su fiel ordenanza para obtener informes.

Silvestre piensa:“La ocupación de Abarrán me permitiría poner bajo el alcance de los cañones a los

dudosos tensamanis y asomarme al valle del Nekor”“Silvestre le dice a Villar, quiero saber cómo aceptarían los de Tensaman la

ocupación de ese monte y la probable reacción de la harka enemiga.Mi general la harka de Beni Urriaguel cuenta con unos tres mil hombres y observan

constantemente Abarrán. El capitán Huelva, de la 15 Mía ha intensificado sus contactos con los tensamanis y parecen maduros, aunque siguen aconsejando que no demos este paso si no estamos dispuestos a emplear tres columnas fuertes”.

En las últimas horas de la tarde del martes, 31 de mayo, el comandante Villar llegaba a la puerta de la tienda del teniente coronel de Ceriñola, don Manuel Ros, jefe del campamento de Annual. Venía de Dar Buimeyan.

--“Villar, le he llamado porque tengo una orden urgente de poner a su disposición una columna. Para mayor secreto no me indican el punto de destino, supongo que será Abarrán”. La hora de salida, a su elección”.

Sí, mi teniente coronel, vamos a establecer una posición en Abarrán. Allí quedarán como guarnición la 15ª. Mía, la 2ª compañía del I Tabor de Regulares, la 1ª. Batería de montaña; sus mulos regresarán a Annual con las fuerzas de protección. Yo opiné que no era preciso la batería, pero el Estado Mayor creyó oportuno destacarla (¿fue el Estado Mayor, o lo impuso el general Silvestre?). También quedará en la posición una estación óptica. Saldremos a la una de la madrugada. Por delante irá la harka auxiliar de Tensaman”.

A Villar le ordenaron emplear tantos mulos para víveres, munición y material de fortificación, que tuvo que enviar la mayor parte de los de su Regimiento.

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Con la guarnición para Abarrán fueron como fuerzas de protección, el resto del I Tabor, un escuadrón de Regulares, dos compañías de Zapadores, una de Intendencia; Desde Dar Buimeyan se incorporaron dos Mías de Policía. En total, 1461 hombres y 485 cabezas de ganado.

Al cerrar la noche, todo es actividad en Annual, se embastan y cargan mulos, se ensillan caballos y se municiona a la tropa.

En estas circunstancias y sin que aparezca ninguna razón clara, ninguna orden concreta y pública, sin que se hayan preparado los elementos de un plan general, sin que se dé cuenta a los jefes de servicio ni aún a los de circunscripciones, más que al de la de Annual, para que facilite al Comandante los elementos que designe, de un modo puede decirse que casi secreto, se encargó a petición del general Silvestre al Comandante Villar, la ocupación de Abarrán con una pequeña columna, cuando un jefe de Tensaman le había manifestado que próxima una harka de unos 3.000 hombres de Beni Urriaguel, que convenía emplear tres columnas fuertes, el Comandante Villar realiza la ocupación de Abarrán el 1 de junio con una columna compuesta de tres Mías de Policía en vanguardia, dos secciones de Regulares, dos compañías

de ametralladoras de Ceriñola, dos compañías de Zapadores, una batería de montaña, cargas de municiones, ambulancias, compañías de Intendencia, sección de Regulares y dos compañías y un escuadrón de estas fuerzas, o sea un total de casi 1.500 hombres y cerca de 500 cabezas de ganado, fuerza insuficiente para el objetivo, y al mismo tiempo excesiva para el mando de un Comandante que operaba desligado de todo otro Jefe.

A pesar de ver a la harka enemiga se emprendió enseguida la retirada, durante la cual ya se oyeron disparos en la posición, y en vez de detenerla y enterarse de la causa de tales disparos, para en caso haber acudido a ella, se hizo dando prisa, de tal modo que habiendo tardado cuatro horas y media en ir de Annual a Abarrán, la vuelta permitió que, habiendo salido de este último punto a las once, antes de las cuatro viesen ya con un catalejo desde Annual la pérdida de aquella posición los mismos que habían ido en la columna.

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Vista aérea del Monte Abarrán

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La posición de Abarrán, descrita por el mismo Comandante Villar, es una loma en dirección Este Oeste, ascendiendo en esa misma dirección, y dominada, como a unos 800 o 900 metros, por otra loma situada al Norte, lo que obligó a estrechar la posición para disminuir el espacio batido, dándole unas dimensiones de unos 65 por 12 metros. El frente Oeste, donde se colocó la batería, tenía enfrente un collado dominado por la posición; el frente Este es en descenso, terminando en llano, dominado por el fuego de fusil; el frente Norte da a la barrancada del macizo de Abarrán, y el Sur desciende en pendiente muy fuerte.

La fortificación se hizo elevando un firme de 25 a 30 centímetros, y luego colocando sacos terreros hasta 1,30 metros; al frente Sur se dejó solamente ese firme, pues si se daba mayor altura había más espacio batido por el frente Norte, y se pusieron sacos terreros en las inmediaciones de la batería. La alambrada se veía desde la posición, y el frente Sur constituía por sí mismo una defensa, según opinión del Comandante Villar, que luego, naturalmente, se vio que era equivocada, pues por allí llegó el enemigo sin ser visto, gracias a la pendiente y a la maleza y monte bajo que había entre la alambrada, sólo de dos filas, y el parapeto.

Casi no es necesario hacer notar las malas condiciones de la posición y de su fortificación después de la descripción hecha por el mismo Jefe que la eligió y realizó la ocupación; si lo fuese, bastaría referirse a los consejos dados al Comandante Villar por el Hach Haddur Boaxa, que le acompañó y le indicó que el sitio elegido no era adecuado porque carecía de agua, era terreno movido y sin piedras para hacer el parapeto, y porque sabía que había inmediata una numerosa harka enemiga. También el policía Lesaar el Gurari dijo que avanzó su mía a una loma que está delante de donde se puso la posición, y que es de magníficas condiciones para la defensa, creyendo éste que si se hubiese establecido la posición en ella no la hubieran tomado los enemigos, porque dicha loma tiene despejados todos los frentes en bastante extensión.

A la una de la madrugada se pone en marcha la columna, aunque la distancia en línea recta a Abarrán es de unos siete kilómetros. Para alcanzarlo es necesario caminar unos catorce por sendas tortuosas que serpentean por un terreno abrupto. Son las 5,30 cuando, coronado Abarrán, se iza la bandera y seguidamente dan comienzo los trabajos: instalación de trece tiendas de campaña, construcción de un parapeto de piedras, y sobre él, sacos terreros, alambrada de dos filas de piquetas y asentamiento para la batería.

Después de cambiar impresiones Villar y el capitán Salafranca, que va a quedar como jefe de la posición, la columna de protección comienza a abandonar Abarrán. Villar, gran conocedor del enemigo, regresa por distinto camino para no caer en una posible trampa que le puedan tender.

Estando todavía el comandante Villar en Abarrán se recibe por heliógrafo que Silvestre acaba de llegar a Annual y felicita a las tropas por la ocupación de Abarrán. Temiendo que siga su costumbre de visitar la posición ocupada, se le comunica que no venga a Abarrán, por la presencia de la harka enemiga. Silvestre llegó acompañado del general Navarro, teniente coronel Dávila, los ayudantes teniente coronel López Ruiz y comandantes Hernández y conde Aguilar de Ynestrillas, comandante Fernández Mulero y capitán de Estado Mayor Dolz del Castellar.

Parece ser, que estando Silvestre en Annual, Abarrán empieza a ser hostilizada. El general, en vista de ello, se dispuso a ponerse de nuevo inmediatamente en viaje,

haciéndolo al poco rato acompañado por el general Navarro y los mismos jefes y oficiales que lo hicieron por la mañana. Al llegar a Drius tuvo noticias más concretas del hecho lamentable, por lo que es de suponer que cuando llega a Melilla, ya sabía lo de Abarrán.

Pero sigamos el hilo de los hechos. La columna de protección, al mando de Villar, emprendió rápidamente el regreso, despidiendo a la harka auxiliar a mitad de camino, ya que ésta debía regresar a Abarrán. Cuando van acercándose a Dar Buimeyan próximos a Annual,

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oyen estampidos de cañón mezclados con el crepitar de la fusilería. Estaban atacando Abarrán.

Cuando la columna de protección llega a Annual ha dejado de oírse el fuego de cañón y la fusilería. En Annual hay expectación. Todos miran hacia Abarrán, envuelto en la neblina del humo y el polvo producidos por las granadas de la batería. Los oficiales, a través de sus gemelos contemplan la entrada de la harka en la posición.

Casi al mismo tiempo que la llegada de la columna de protección a Annual empiezan a llegar los fugitivos de dicha posición.

El agudo sonido de una corneta vibra el toque de “batallón y llamada”, seguido de voces de ¡a formar1, ¡todos a formar! Se quiere evitar que las tropas contemplen el triste espectáculo de lo que fue posición de Abarrán, entregada al saqueo y posterior incendio.

Al poco tiempo de emprender el regreso las fuerzas de Villar, la harka auxiliar llega a Abarrán y releva a la Policía en un cerro que domina la posición. El enemigo empieza a rodear y cercan Abarrán. Los oficiales siguen observando el campo. Parte de las fuerzas está sobre las armas y el resto se afana en terminar la instalación de tiendas y en perfeccionar el parapeto, cuando desde un barranco próximo a la batería surge un numeroso grupo de harqueños, que empiezan a disparar sobre la posición. Casi al mismo tiempo surgen otros por los cuatro frentes de la posición.

Lo que sucede allí es indescriptible. Una granizada de balas, cada vez más intensa, se abate sobre la posición. Las piezas disparan con espoleta a cero. Las granadas estallan con ronco bramido, casi en la boca de los cañones; su metralla produce estragos, pero el enemigo, bravamente, reitera una y otra vez sus intentos de asalto. Las bajas son numerosas. Los oficiales recorren los parapetos animando a la tropa. Llevan tres horas combatiendo y la dureza de la lucha no decrece. Pronto caen agonizantes los oficiales acribillados a balazos: capitán, jefe de la posición, Juan Salafranca, capitán de la 15ª Mía, Ramón Huelva; los tenientes, Vicente Camino, Antonio Reyes Martín (todos de Regulares), Luis Fernández Martínez (de la Policía Indígena) y el caid moro Aida. El teniente de Artillería Diego Flomesta, cayó herido y fue hecho prisionero.

Salafranca, después de haber sido herido gravemente, continúa alentando a la tropa a seguir luchando, herido nuevamente, deja el mando en manos del único oficial que le queda, Flomesta; éste al quedarse sin munición de cañón manda inutilizar los cañones. Este es el momento que aprovecha la harka para asaltar la posición. Seguidamente caen sobre Flomesta, que está herido, lo capturan, le obligan a levantarse y se lo llevan prisionero.

A partir de este momento la desbandada es general....A la muerte de estos oficiales había que añadir la

desaparición o muerte de ocho artilleros y uno de Ingenieros. De tropa, entre Policía, Regulares, Artillería e Ingenieros, hubo setenta y dos heridos, de ellos veinticinco españoles.

Europeos e indígenas regresaron a las posiciones, ilesos, unos ochenta.

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Teniente Antonio Reyes Martín

Teniente Luís Fernández Martínez

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Anochecía, en Annual, cuando empezaron a llegar los supervivientes. Los Regulares y Policías se lamentan: “¡Culsi mut! ¡Por Dios grande! ¡Todos muertos! ¡La harka daban voces de “¡A Sidi Dris! ¡A Sidi Dris!

El teniente Flomesta es ya un prisionero más. Pero le sorprende la solicitud con que curan sus heridas. Los móviles interesados se hacen visibles a los pocos días. Quieren que les instruya en el manejo de las piezas que han caído en su poder.

El teniente Flomesta se ha negado. Aún hace más clara su resolución. En lo sucesivo rechaza cualquier cosa que venga de manos enemigas. Ni alimento ni bebida.

El teniente no vacila en un lento sacrificio de la vida. Estoicamente se deja morir de hambre y de sed, ante el asombro de sus enemigos, que no pueden dejar de admirar como cosa santa la superioridad moral de quien se muestra gigante de la voluntad, que consumaba su sacrificio, ardiente de sed y patriotismo, el jueves día 30 de junio de 1921.

Era el sacrificio oscuro y ejemplar. Acaso el pueblo no lo valorase en toda su grandeza. Por eso creyó preciso destacarlo con toda la fuerza del contraste hiriente un escritor que hizo ilustre el pseudónimo de Armando Guerra, comparándolo con Daoíz y Velarde:

“Morir en las calles madrileñas, al pie de los cañones, sintiéndose alentado por los gritos de rabia de majas y chisperos, es un bello morir. Pero morir en la plenitud de la vida,

en los riscos africanos, sintiéndose aislado, sin el alentar de voces amigas, vivir muriendo en una agonía voluntaria de treinta días, negándose a tomar alimentos, batiéndose a diario contra el instinto de conservación, eso acaso lo hubieran hecho Daoíz y Velarde, pero eso lo hizo Flomesta”.

Los dos héroes de Abarrán, el capitán de Infantería Juan Salafranca Barrios y el teniente de Artillería Diego Flomesta Moya, fueron laureados a título póstumo.

Grande fue la sorpresa que el desgraciado hecho provocó en la opinión pública. No se esperaba que una operación de tan pequeña envergadura, como operación de Policía, para la que se aprovechó una circunstancia favorable y que fue brindada por los mismos cabileños de Tensaman, tuviera un resultado tan negativo, ya que Abarrán se ocupó por sorpresa y utilizando los elementos locales, como se había previsto, y sin resistencia por parte del adversario.

De lo ocurrido después no hay datos muy precisos. Los fugitivos de la retirada, casi todos ilesos, y los heridos más bien de contusión que de armas, contaron diferentes versiones, suponiéndose con algún fundamento verosímil, que lo sucedido tuvo su origen en una defección de la harka amiga de

Tensaman y que, al ser muertos los oficiales, la situación degeneró en una franca huida, abandonando Cudia Abarrán gran parte de la guarnición.

Hecho tan lamentable decidió sin duda a un numeroso enemigo envalentonado, llevar a cabo el día 2 la embestida a Sidi Dris, en donde sus defensores al mando del Comandante de Infantería don Julio Benítez (el héroe de Igueriben), resistieron heroicamente durante más de treinta y seis horas los repetidos asaltos de los rebeldes que, rechazados, se vieron obligados a desistir de su empeño, retirándose después de sufrir más de un centenar de bajas, muchas de las cuales, más de 50, quedaron en las alambradas de la posición.

Bastó la pericia de aquel hombre, auxiliado por una brillante oficialidad, y el valeroso comportamiento de los ciento cuarenta y cinco hombres que formaban la guarnición de Sidi Dris, para que el desaliento prendiera en las filas del enemigo, abandonando el asedio. En estos momentos las comunicaciones entre Annual y Sidi Dris quedan cortadas.

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Busto del teniente Flomesta, obra de Oliver, que se

conserva en el Museo del Ejército

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El general Silvestre previendo las consecuencias de aquel inesperado zarpazo, ordenó un rápido movimiento de fuerzas formando en Annual una columna al mando del teniente coronel Tamarit, que al frente de una compañía de África, acampada en zoco el Telata, y de cinco compañías de San Fernando recogidas en Dar Drius, llega al campamento general de Annual. Son las únicas fuerzas de que se puede disponer, pues las restantes circunscripciones cuentan con guarniciones tan pequeñas, que sería una locura restarle un solo hombre.

De vuelta Silvestre a Annual ordena al teniente coronel Tamarit las obras de defensa a efectuar en Annual, procediendo a su ensanche. Son convertidas en posición dos alturas próximas, quedando el campamento constituido por un triángulo equilátero, cuyos lados lo forman las tres lomas. En una de ellas levantan sus tiendas los Regulares; otra la ocupa la columna de Ceriñola y Artillería, y en la tercera acampan las compañías de San Fernando y África.

La prensa de la época se ocupó ampliamente del incidente de Abarrán. El Telegrama del Rif del martes día 7 de junio de 1921, por su proximidad al lugar de los hechos, es el que más fácilmente pudo recoger datos de primera mano.

La caída de Abarrán tuvo, como era de suponer, inmediata consecuencias unas militares y otras políticas. Entre las militares, dos nos fueron resueltamente desfavorables; La primera fue el ataque por el enemigo el 2 de junio a Sidi Dris, ataque que si no fue más intenso se debió, sin duda a que el enemigo no pretendió hacer más que acción de presencia y amenaza, pero que tampoco pudo ser evitado, ni aún dominado desde fuera, pues el auxilio intentado no pudo realizarse ante la presencia de fuertes núcleos de la harka enemiga; la segunda fue el desistimiento de una operación proyectada sobre Beni Melul.

Sólo la aproximación sin dificultades de fuerzas a Annual y la ocupación el 3 de junio de Talilit para enlazar Annual con Sidi Dris, y la de las intermedias A y B para asegurar por Yebel Uddia e Izumar las comunicaciones de Dar Drius y Ben Tieb, con el mismo Annual, afirmando la línea de posiciones en esta parte del frente, dieron por el momento buen resultado en este aspecto militar y en el moral de desconcertar y contener algo al enemigo.

Pero las consecuencias políticas fueron todas desastrosas, pues no sólo se perdió el prestigio de nuestra fuerza, sino que aumentó el de nuestro ya claro enemigo Abdelkrim, que pudo obtener como Jefe organizando sus fuerzas, amenazando a los sometidos y a los dudosos y produciendo la defección completa de Tensaman y casi completa de Beni Ulichek, la duda

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El valle de Annual. (A) Igueriben. (B) Tizzi Azza

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de Beni Said y la posición franca y resuelta de Beni Urriaguel y de las otras kábilas frente a nuestra línea avanzada.

El diario melillense “El Telegrama del Rif “ de fecha 2 de julio de 1921, noticiaba en primera página lo siguiente:

SOLEMNES FUNERALES POR LOS HÉROES DE ABARRÁN“”Como era de esperar, los solemnes funerales celebrados por el eterno descanso de

quienes por la Patria perecieron en Monte Abarrán el día 1 de Junio último, fueron motivo de una gran manifestación de duelo en la que tomó parte el pueblo entero de Melilla.

En la nave central del templo del Sagrado Corazón se había levantado un severo túmulo, sobre cuyo negro fondo lucían los colores de la Bandera y los claros matices de las flores en artístico y representativo conjunto, dándole marco las llamas de la cera de gran profusión de cirios.

A las diez en punto llegaba al atrio el general Fernández Silvestre, acompañado por el general Navarro, y ya en aquel momento la plaza de Menéndez Pelayo estaba llena por las personas que habían de acudir a las exequias.

SS. EE. fueron recibidos por el Vicario don José Casasola, é instantes después daban comienzo las fúnebres honras, ocupando la presidencia con el Comandante General y General 2.º Jefe, el teniente coronel de Infantería, hermano del heroico capitán Salafranca, D. Mariano; Comandante de Marina D. Juan Luis de María, general de la reserva D. José Tomaseti, Inspector médico retirado don Pedro Cardín, general de la reserva don José Ferrando.

La iglesia ofrecía el aspecto de las grandes solemnidades y era incapaz de mayor concurrencia.

Los invitados ocupaban el centro de la nave principal en triple hilera de sillas, viéndose allí cuanto en Melilla significa algo. Todos los centros, corporaciones y entidades habían acudido al funeral, siendo nutridísima la representación del elemento civil.

Allí estaban las autoridades de los distintos órdenes, los funcionarios del Estado, la oficialidad de los cañoneros “Bonifaz” y “Laya”, los jefes de los Cuerpos militares y numerosas comisiones de todos ellos; la ciudad entera, en fin, para abreviar. La mujer no podía faltar al piadoso acto, y, en efecto, las naves laterales daban cabida a ellas, desconsoladísimas, la viuda y madre del heroico teniente Reyes.

Estaban presentes también secciones de tropa de los distintos Cuerpos de la guarnición, y para que pueda formarse idea de cómo todos los elementos de la población se habían unido en el mismo sentimiento de amor a la Patria y á sus heroicos hijos, bastará decir que fueron al templo hasta las dotaciones del “Isla de Menorca” y del “Monte Toro”. El comercio, por otra parte, había cerrado sus puertas desde las nueve de la mañana en señal de duelo, y muchos talleres lo hicieron también para que sus operarios pudieran ir a la iglesia del Sagrado Corazón.

Después de las preces de ritual con acompañamiento de una excelente capilla, dijo la misa el coadjutor don Bartolomé Ruiz, actuando de diácono el Rvdo. Padre Fray Jacinto de Chucena, Superior de los Capuchinos, y de subdiácono don Joaquín del Toro.

A gran orquesta se cantó la Misa de Difuntos de Cosme J. de Benito, por los señores Cardoso, P. Félix de Segura y Díaz.

También se entonó el solemne responso a tres voces de Vergés.Dirigió la capilla con su habitual acierto el maestro señor Díaz.Terminado el santo sacrificio, los sacerdotes bajaron las gradas del altar y ante el

túmulo entonaron solemnísimos responsos, terminando así las honras, que constituyeron un homenaje debido a los héroes de Abarrán.

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Los Jefes y Oficiales que formaban la comisión organizadora del acto, y que han sido muy felicitados, recibieron una espléndida corona enviada con expresiva carta de “Un benemérito”, que así quiso contribuir al tributo rendido a las víctimas de Abarrán.

Ante el general Fernández Silvestre y sus acompañantes en la presidencia, desfilaron todos los concurrentes, en el atrio.

Melilla ha rendido el debido homenaje a los gloriosos héroes de Abarrán””.

BIOGRAFÍAS

Juan Salafranca BarrioNació en Madrid el 21 de septiembre de 1889. Hijo de Juan Salafranca Butibug,

contador de navío, y de Consuelo Barrio Ruiz-Vidal.Ingresó en la Academia de Infantería el 30 de agosto de 1907, y fue promovido a

segundo teniente el 13 de julio de 1911. Su primer destino fue el Regimiento de Ceuta número 60, al que se incorporó el 28 de agosto, iniciando su vida en campaña.

El 3 de enero del año siguiente marcha a Melilla para incorporarse al primer batallón de su regimiento, destacado en aquella zona, hasta el 7 de julio que embarca en el vapor “J. J. Sister” rumbo a Ceuta para incorporarse al segundo batallón de su regimiento, con el que participa en numerosos hechos de armas.

Una oleada de huelgas revolucionarias agitan en el mes de septiembre la región de Andalucía, y el segundo batallón, del que forma parte Salafranca, embarca en el “Vicente

Puchol” para ir a reforzar la guarnición de Sevilla, donde desembarca el día 22. Sofocado el movimiento revolucionario, el batallón regresa a Ceuta en el transporte “Almirante Lobo” el día 3 de noviembre.

Nuevamente en campaña. El batallón se bate en los territorios de Ceuta y Tetuán. En 1913 asciende Salafranca a primer teniente, siguiendo en el mismo destino hasta el 5 de enero de 1916, que es destinado al Grupo de Fuerzas Regulares de Melilla número 2, incorporándose al segundo tabor, que opera en Tetuán.

La actividad bélica del teniente Salafranca se acentúa al formar parte de estas fuerzas de vanguardia. Con su tabor interviene en numerosos combates. El día 29 de junio de 1916 el tabor forma parte de la columna del coronel don Juan Génova, para la ocupación de Biut (Ceuta). El combate es muy duro y el asalto a la “Loma de las Trincheras” pródigo

en bajas. Entre los muertos se cuenta el comandante Muñoz Gui, jefe del tabor, y entre los heridos, el capitán de la tercera compañía Francisco Franco Bahamonde. El teniente Salafranca es también herido, en el cuello y en una pierna, pero continúa al frente de su sección hasta que termina el combate. Por su comportamiento fue ascendido a capitán por méritos de guerra.

La cura y restablecimiento de sus heridas duró hasta febrero de 1917, en que se incorporó al Grupo de Regulares de Melilla, donde había sido destinado como capitán. En Segangan (Melilla) tomó el mando de la segunda compañía del segundo tabor. El Cuerpo de Regulares desarrolla una gran actividad en la zona de Melilla. Sería prolijo enumerar los combates en que actuó el capitán Salafranca al frente de su compañía, hasta el 1 de junio de 1921, que, formando parte de la columna del comandante Villar, participa en la ocupación del Monte Abarrán.

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Juan Salafranca Barrio

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Queda como jefe de la posición recién establecida, y al ser duramente atacada por un enemigo muy superior en número, dirige la defensa con exaltación hasta morir heroicamente. Le fue concedida la Cruz Laureada a título póstumo.

Tenía la Medalla de África con los pasadores de: Beni-Bu-Yahi, Beni-Bu-Gafar, Rif y Tetuán. Seis cruces del Mérito Militar con distintivo rojo. Había sido citado dos veces en los partes de operaciones como “Muy distinguido” y otras dos como “Distinguido”.

Concesión de la LaureadaEl día 1 de junio de 1921, el capitán del Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas de

Melilla número 2, don Juan Salafranca Barrio, en el combate librado en la posición de Abarrán, con ocasión del ataque realizado a dicha posición, organizó y dirigió la defensa de la misma, como jefe que era de ella, alentando con su ejemplo a las fuerzas de la guarnición y continuando al frente de ellas después de ser herido, dando ejemplo de valor, abnegación y entereza ante un enemigo muy superior en número, y a pesar de luchar en condiciones desventajosas, la prosiguió con entusiasmo hasta el momento de sufrir otra herida, que le ocasionó gloriosa muerte, recomendando en sus últimas palabras la continuación de la lucha.

El Rey se ha dignado conceder al capitán don Juan Salafranca Barrio la Cruz de la Orden de San Fernando.

R.O. de 10 de mayo de 1924. (D.O. núm. 101).

Diego Flomesta MoyaNació el 4 de agosto de 1890 en Bullas (Murcia), hijo de Diego Flomesta Mellinas,

teniente de la Guardia Civil, y de Josefa Moya Amor. Ingresó en la Academia de Artillería en 1911 y fue promovido a teniente en 1918, siendo destinado al Segundo Batallón de Artillería de Posición, de guarnición en Mérida (Badajoz), y al año siguiente al Sexto Batallón, en Murcia. En 1919 la unidad a que pertenece cambia el nombre de “Batallón” por el de “Artillería de Campaña Pesada”, y otra disposición suprime el calificativo “Campaña”.

El 28 de octubre de 1919 fue destinado a la Comandancia de Artillería de Melilla. Hizo su presentación el 12 de diciembre, pasando a mandar el Destacamento de Rayen.

El 5 de mayo de 1920 tomó el mando de la Sección de Automóviles afecta a la Comandancia de Artillería, interviniendo en las operaciones para la ocupación de Arreyen-Lao, Cheif y Tamamsin. Quedó destacado en esta última posición, al mando de una batería. El 24 de diciembre fue destinado al Regimiento Mixto de Artillería de Melilla.

El 30 de enero de 1921 se incorporó en Annual a la Primera Batería de Montaña. El 1 de junio, al mando de esta Batería, formaba parte de la Columna del Comandante Villar, que ocupó el Monte Abarrán, quedando destacado en esta posición. Al poco tiempo de quedar establecida la posición, fue duramente atacada y el teniente Flomesta ordenó romper el fuego con espoleta

a cero sobre los harqueños que intentaban asaltarla.Muerto el capitán Salafranca, jefe de la posición, tomó el mando de la misma. Herido,

continuó la lucha exhortando con la voz y el ejemplo a la tropa a resistir hasta la muerte. Agotadas las 360 granadas de que disponía, inutilizó una pieza y ordenó hacer lo mismo en las otras tres. Asaltada la posición, cayó en poder de los rifeños, falleciendo Flomesta en el

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Diego Flomesta Moya

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cautiverio al negarse a tomar alimento para mejor resistir la coacción que le hacían esperando que les enseñara a emplear las piezas de Artillería.

Concesión de la LaureadaEl teniente de Artillería don Diego Flomesta Moya, perteneciente al Regimiento Mixto

de Artillería de Melilla, se encontraba en la defensa de Monte Abarrán. Después de agotadas

las municiones de las piezas que mandaba, sostuvo la defensa del frente atacado con preferencia por el enemigo, a pesar de estar herido, negándose a ser curado. Organizó las de los demás frentes, por haber sido muertos o heridos de gravedad todos los demás oficiales, armando a los artilleros que quedaban útiles, e imponiéndose a los indígenas que se resistían a cooperar; inutilizó por sí una pieza y ordenó se inutilizaran las demás cuando el enemigo se disponía a asaltar la posición, permaneciendo en el puesto de inminente peligro que su honor militar le señalaba, haciendo personalmente fuego con el fusil hasta que fue invadida la referida posición por el enemigo.

El Rey de ha dignado conceder al teniente don Diego Flomesta Moya la Cruz de la Orden de San Fernando.

R.O. de 28 de junio de 1923. (D.O. núm. 142).

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Lápida que recuerda el ejemplo de Flomesta en el claustro de la Academia de Artillería

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Jesús Villar AlvaradoNació en Laredo, provincia de Santander, el 26 de diciembre de 1881, hijo de Julián

Villar García y Amalia Alvarado.El día 1 de septiembre de 1895 ingresa como alumno en la Academia de Caballería de

Valladolid. En 1897 es promovido al empleo de Segundo Teniente de Caballería, siendo destinado al Regimiento de Talavera 15º. En 1898 está destinado en Palencia, pasando en 1899 a la zona de reclutas de Toledo.

Por R.O. de Mayo de este mismo año fue ascendido al empleo de Primer Teniente.Por R.O. del mes de mayo de 1903 (D.O. nº 95) se le concede la Medalla de Alfonso

XIII.Durante el año 1906 y siguientes participa en los concursos hípicos celebrados en

Barcelona, Santander, Coruña, Bilbao, Valladolid, etc. Por R.O. de septiembre de 1906 (D.O. nº 208) fue destinado al Regimiento Lanceros de Borbón 4º, Plana Mayor, en Burgos.

Por R.O. de 2 de julio de 1907, fue declarado apto para el ascenso a capitán de Caballería cuando por antigüedad le corresponda.

En septiembre de este mismo año ocupa los cargos de Segundo Ayudante, profesor de la Academia Regimental de aspirantes a oficial y Oficinas encargadas de la Doma de Potros.

Por R.O. en enero de 1910 (D.O. nº 3) asciende a capitán con efectividad de 8 de diciembre de 1909. Pasando destinado al 11º Depósito de Reserva de Caballería, y unos días

después al Regimiento de Lanceros de Borbón nº 4 según R.O. de 29 de enero, haciéndose cargo del mando del 3º Escuadrón.

Por R.O. de 24 de enero de 1910 (D.O. nº 18) le fue concedida real licencia para contraer matrimonio con Dña. Francisca Laudia Pins, casándose el 2 de febrero de dicho año en Burgos.

El 29 de mayo de 1911 cesó en su cargo pasando a desempeñar el de Auxiliar de Mayoría.

Por R.O. de 6 de abril de 1912 fue declarado apto para el ascenso cuando por antigüedad le corresponda.

El 28 de mayo de 1913 marchó a Madrid con objeto de tomar parte en la convocatoria para el ingreso en la Escuela Superior de Guerra cesando en sus cargos anteriores. El 5 de julio fue nombrado alumno de esta Escuela.

Por R.O. de 24 de julio (D.O. nº 166) pasó a efectuar las prácticas reglamentarias al Regimiento Infantería de Sicilia nº 7, de guarnición en San Sebastián.

Por R.O. del día 13 del mes de febrero de 1917 (D.O. nº 37) pasa a continuar las prácticas al Grupo Montado de Artillería de Melilla y el 20 de agosto se le destina a proseguirlos a la Comandancia General de Melilla. Al año siguiente solicitó prácticas en el Servicio de Aviación en el aeródromo de Zeluán y Comisión Topográfica de Marruecos (sección Melilla).

Por R.O. de 23 de septiembre de 1918 se le declara con “Aptitud Acreditada” en la Escuela Superior de Guerra. Por otra R.O. de igual fecha y Diario Oficial pasa destinado al Regimiento Cazadores de Alcántara 14º, al que se incorporó el 6 de octubre, haciéndose cargo del mando del 3º Escuadrón destacado en Monte Arruit, participando en todas las acciones llevadas a cabo durante ese periodo de tiempo, Usugar, Dar Azugaj, Loma Redonda, Sidi

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Comandante Jesús Villar Alvarado

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Siak, Kanduchi, etc. A finales de este año se incorpora a la Plana Mayor en Melilla al escuadrón de Ametralladoras.

El 6 de enero de 1919 es nombrado Primer Ayudante del Regimiento.Por R.O. de 4 de julio (D.O. nº 141) del año 1919 fue ascendido al empleo de

Comandante, y el 29 de este mismo mes fue destinado al Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas de Melilla nº 2, incorporándose el 4 de agosto en Tistutin, haciéndose cargo del tabor de Caballería. Durante el resto del año participa en casi todas las acciones con su Grupo. El 11 de enero de 1920 regresa a Melilla y empieza a desempeñar las funciones de Mayor accidental del grupo. Posteriormente cesó en este cargo y pasó de nuevo a Tistutin al mando de los escuadrones 1º y 2º, participando en la ocupación de Haman, Tamasusin, Sidi Agut, zoco el Telatza, etc.

El 14 de mayo de 1920 se le concede la Medalla Militar de Marruecos con el pasador de Melilla.

Por R.O. de 22 de mayo de este mismo año es destinado a las Tropas de Policía Indígena de Melilla, incorporándose el 1 de junio, recorriendo las cabeceras de las Mías que constituían el Sector del Kert. El día 20 marchó a Dar Drius, continuando los trabajos políticos y militares para las siguientes operaciones. El 24 ocupa Ababda y Chaif. Posteriormente participa en la ocupación de Hamuda, Tafersit, Midar, Issen-Lahasen, Bu Hafora, Dar Salah, Dar Mizian, Halaut, Istiuen, Tuguntz y Dar Kebdani.

Por R.O. de 2 de diciembre de 1920 se le concede la Cruz del Mérito Militar con distintivo rojo.

El 26 de enero de 1921 se concentró en Annual, actuando en Yebel Uddia, Dar Buimeyan, etc.

Por R.O. de 11 de abril de este mismo año se le concede la Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo.

El día 1 de junio ocupó y fortificó la posición de Abarrán. Por R.O. de 2 de junio se le concede la Cruz de 1ª Clase del Mérito Militar con distintivo rojo.

El día 2 ocupa la Loma de los Árboles y el 3 la posición de Talilit. El 17 ocupa Igueriben. En los días sucesivos hasta el 15 de julio efectúa servicios diariamente, mostrándose incansable en el mando de Fuerzas Indígenas, donde la hostilización frecuente del enemigo en las líneas de vanguardia.

El 17 de julio con fuerzas de la Policía Indígena y Harka amiga salió a efectuar un convoy a la posición de Igueriben viéndose obligado a regresar por la resistencia del enemigo. Al siguiente día y con mayores elementos de fuerza y combate salió formando parte de las fuerzas de vanguardia para convoyar dicha posición, regresando a Annual sin conseguirlo, y en igual forma que en los días sucesivos hasta el 21 que tras duros combates tuvo que regresar a Annual, sin efectuarlo.

El día 22 con motivo de la evacuación de Annual, llegó a Dar Drius, donde pernoctó a las órdenes del general Navarro. En vista del levantamiento general de todas las kabilas prosiguió la retirada hasta Monte Arruit, donde estuvo defendiéndose del asedio a dicha posición, hasta su rendición, quedando en poder del enemigo en Axdir (Alhucemas).

En el mes de enero de 1922 fue asesinado por los rifeños, pasando a la situación de desaparecido. Por R.O. de 7 de septiembre (D.O. nº 201) causa baja en el Ejército con fecha de 31 de julio.

CONSIDERACIONES¿Cómo es posible que al llegar el Comandante Villar acompañado de sus confidentes

al campamento de Annual, procedente de Dar Buymeyán y alrededores, casi anochecido, después de contactar con los cabileños, el teniente coronel jefe de dicho campamento, D. Manuel Ros, le llama a su tienda de campaña y le dice que se prepare para llevar una

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columna, pero que él no sabe su destino? Villar le contesta que será para ocupar el Monte Abarran. Columna que ya se estaba preparando, porque la salida se tenía prevista para la una de la madrugada.

¿Quién dió esta orden? ¿Estaban en complot Villar y el General?¿Qué fue lo que motivó que el Comandante Villar fuese asesinado por los rifeños?¿Sabía demasiado sobre lo ocurrido en el Desastre?¿Quién se benefició con su muerte?¿Por qué no se volvió a hablar más de él, teniendo como tenía una hoja de servicios

intachable?Todos sabían que Abdelkrim estaba preparando una harka cuya formación se ajustaba

a una recluta parecida a nuestros Regulares.Abdelkrim estaba recibiendo mucho dinero de las distintas compañías mineras que se

querían instalar en el Rif. Todos intuían que él sería uno de los grandes capitalistas de todas las concesiones mineras. Por lo tanto es lógico suponer que el propio Abdelkrim sería el más interesado en que España siguiera avanzando, pues entre éste y el Mando español había ciertas negociaciones al respecto.

¿Fue un pulso que le echó Silvestre para ver si era verdad lo de su harka? ¿Quiso probarlo para saber como tenía que actuar posteriormente?

Los que escribimos este reportaje, creemos que si hubo algún fallo, fue el informativo y aún así pudiera existir algún secreto que Villar se llevara a la tumba en su cautiverio de Axdir (Alhucemas) porque los que ecuánimemente le conocieron lo recordaban como interventor apasionado de su oficio, con la atención siempre receptiva y con la actividad que en toda ocasión fue norma de su brillante oficialidad que prestigió la Policía primero e Intervenciones después.

Bibliografía consultada

El Telegrama del RifEspaña en sus Héroes. Ediciones OrnigrafHistoria de las Campañas de Marruecos. Tomo III.Igueriben. Teniente Casado Escudero.Resumen expediente Picasso.Algo Sobre Abarrán. Eduardo Maldonado Vázquez y Manuel González Scott.

José Antonio Cano Martín, con la inestimable colaboración de Manuel Tomás Galán De la Asociación de Estudios Melillenses

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