abebe bikila

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Abebe Bikila, el etíope descalzo El primer gran héroe africano vino de Etiopía y su gran mérito fue lograr el primer oro para África en unos Juegos Olímpicos al ganar la maratón de Roma 1960. Descalzo y con récord del mundo incluido, Bikila demostró que el continente negro estaba capacitado para ponerse a la altura de occidente. Abebe Bikila nació en un pequeño pueblo de Etiopía, era hijo de un humilde pastor de cabras y no aprendió a leer hasta los 14 años. A los 20, se alistó a la Guardia Imperial de Haile SelassieI, como tantos otros jóvenes etíopes que buscaban un sustento. Hasta entonces, el joven Abebe sólo había corrido de forma esporádica, pero el día que vio desfilar a los atletas del equipo nacional que habían participado en los Juegos Olímpicos Melbourne 1956, con las camisetas con la palabra Etiopía escrita a la espalda, supo cuál iba a ser su destino. Así comenzó su andadura como atleta. Poco a poco comenzó a ganar diversas pruebas de fondo y batiendo récords en el campeonato de las Fuerzas Armadas, entre ellas la maratón. Sin embargo, pese a su cierto reconocimiento, fuera de Etiopía no le conocía nadie y no fue seleccionado para participar en los Juegos de Roma. Pero la fractura de un pie jugando al fútbol de uno de los miembros del equipo de maratón permitió su inclusión. Y no desaprovechó el regalo que le hicieron. Bikila pasó a la historia el 10 del septiembre de 1960. Aquél día un etíope desconocido empezó la maratón descalzo. Las zapatillas que le dieron para correr, unas Adidas (patrocinador olímpico) no le resultaban cómodas. Aunque él se encargaría de darle un toque heroico al final de la prueba. “Quería que el mundo supiera que mi país, Etiopía, ha ganado siempre con determinación y heroísmo”, dijo. El mundo se quedó impresionado viendo a un atleta correr descalzo al tiempo que pensaban que así no iba a llegar a

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Page 1: Abebe Bikila

Abebe Bikila, el etíope descalzo

El primer gran héroe africano vino de Etiopía y su gran mérito fue lograr el primer oro para

África en unos Juegos Olímpicos al ganar la maratón de Roma 1960. Descalzo y con récord del

mundo incluido, Bikila demostró que el continente negro estaba capacitado para ponerse a la

altura de occidente. Abebe Bikila nació en un pequeño pueblo de Etiopía, era hijo de un humilde pastor de cabras y

no aprendió a leer hasta los 14 años. A los 20, se 

alistó a la Guardia Imperial de Haile SelassieI,

como tantos otros jóvenes etíopes  que buscaban

un sustento. Hasta entonces, el joven Abebe sólo

había corrido de  forma esporádica, pero el día que

vio desfilar a los atletas del equipo nacional que

habían participado en los Juegos

Olímpicos Melbourne 1956, con las camisetas con

la palabra Etiopía escrita a la espalda, supo

cuál iba a ser su destino.

Así comenzó su andadura como atleta. Poco a poco comenzó a ganar diversas pruebas de

fondo y batiendo récords en el campeonato de las Fuerzas Armadas, entre ellas la maratón. Sin

embargo, pese a su cierto reconocimiento, fuera de Etiopía no le conocía nadie y no fue

seleccionado para participar en los Juegos de Roma. Pero la fractura de un pie jugando al

fútbol de uno de los miembros del equipo de maratón permitió su inclusión. Y no desaprovechó

el regalo que le hicieron.

Bikila pasó a la historia el 10 del septiembre de 1960. Aquél día un etíope desconocido empezó

la maratón descalzo. Las zapatillas que le dieron para correr, unas Adidas (patrocinador

olímpico) no le resultaban cómodas. Aunque él se encargaría de darle un toque heroico al final

de la prueba. “Quería que el mundo supiera que mi país, Etiopía, ha ganado siempre con

determinación y heroísmo”, dijo.

El mundo se quedó impresionado viendo a un atleta correr descalzo al tiempo que pensaban

que así no iba a llegar a ninguna parte. Pero lo cierto

es que llegó muy lejos. Bikila se destacó muy pronto

sobre el empedrado romano y junto con el marroquí

Rhadi Ben Abdesselam, el gran favorito, llegaron

hasta los últimos 3 kilómetros. Cuando ambos

pasaron junto al obelisco de Axum, Abebe apretó

para llegar solo a la meta estableciendo una nueva

plusmarca mundial de 2h:15:16. Bajo el arco

de Constantino, Bikila puso a Italia a sus pies.

Page 2: Abebe Bikila

Cuatro años más tarde, esta vez con zapatillas, volvió a ganar el oro en Tokio batiendo de

nuevo el récord del mundo con 2h:12:11. Se convertía en el primer atleta en revalidar el título

olímpico de maratón. Y de nuevo lo logró de forma heroica e impresionante, porque sólo seis

semanas antes había sido operado de apendicitis, lo que afectó a su programa de

entrenamiento. Bikila rompió todos los esquemas. No sólo ganó, sino que acabó tan entero que

esperó a sus rivales haciendo una tabla de gimnasia.

En los Juegos Olímpicos de México 1968, Bikila, ya con 36 años, no pudo hacer triplete por

culpa de unas molestias en su rodilla y, sobre todo, porque padeció el mal de altura, lo que le

obligó a retirarse en el kilómetro 17. Esa fue su última participación olímpica y la última vez que

se le vio correr.

Al año siguiente, Abebe sufrió un accidente de coche (con el Volkswagen que le había regalado

el Gobierno por su victoria en Tokio) al intentar esquivar a un grupo de estudiantes en una

manifestación. Quedó parapléjico para siempre, algo que aceptó con la misma entereza que

cuando obtuvo la gloria. “Los hombres de éxito conocen la tragedia. Fue la voluntad de

Dios que ganase en los Juegos Olímpicos, y fue la voluntad de Dios que tuviera mi

accidente. Acepto esas victorias y acepto esta tragedia. Tengo que aceptar ambas

circunstancias como hechos de la vida y vivir feliz”, dijo entonces.

Fue invitado a los Juegos de Múnich, donde impresionó

ver en silla de ruedas al que había sido paradigma de la

zancada. La ovación fue atronadora en todo el estadio

olímpico. Un año después fallecía como consecuencia de

una hemorragia cerebral producto de secuelas del

accidente. En su país, más de 65.000 personas y con el

emperador Haile Selassie I presente, despidieron a su

héroe.

Prácticamente hasta su portentosa actuación en Roma 1960, el continente negro no era nada

en los Juegos Olímpicos. Bikila fue una inspiración para las siguientes generaciones. Desde

entonces, los africanos han ido aumentando su poder en las carreras de fondo, siendo los

auténticos dominadores mundiales. Su compatriota, Haile Gebrsselasie, otro de los grandes

fondistas de la historia, lo resumió en su día de esta manera: “Bikila hizo que nosotros, los

africanos pensáramos: Mira, él es uno de nosotros, si él puede hacerlo, nosotros

podemos hacer lo mismo”. El corredor descalzo sigue corriendo en las mentes de los

africanos.