acto juridico - derecho empresarial

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Actualidad Empresarial VIII Área Empresarial VIII-1 N° 218 Primera Quincena - Noviembre 2010 Informe Especial VIII Consideraciones generales sobre el acto jurídico (Parte final) Contenido INFORME ESPECIAL Consideraciones generales sobre el acto jurídico (Parte final) VIII-1 GLOSARIO EMPRESARIAL VIII-4 Ficha Técnica Autor : Dr. Cristhian Northcote Sandoval Título : Consideraciones generales sobre el acto jurídico (Parte final) Fuente : Actualidad Empresarial, Nº 218 - Primera Quincena de Noviembre 2010 5. Interpretación del acto jurídico Hemos dicho que el contenido de un acto jurídico consiste en la creación, regulación, modificación o extinción de una relación jurídica. En la práctica, los alcances o el sentido de un acto jurídico dependen de la interpre- tación que se le dé a su contenido, ya sea que nos estemos refiriendo a un contrato, un testamento, el estatuto de una persona jurídica, etc. Por ello, existen reglas de interpretación que, al menos de manera general, buscan establecer parámetros para determinar la forma en que debe aplicarse un acto jurídico, evitando controversias entre las partes. Sin embargo, siendo una labor subjetiva, nunca se podrá establecer un sistema de interpretación que elimine completamente la posibilidad de des- acuerdos entre las partes del acto. La primera regla que debe tenerse en cuenta al interpretar un acto jurídico es que se debe atender lo expresado o señalado en él. Es decir, que la aplicación del acto debe ceñirse a lo expresado por las partes, utilizando un criterio de objetividad. Asimismo, el acto jurídico debe ser inter- pretado sobre la base del principio de la buena fe. La buena fe debe ser entendida como la forma en que cada de una de las partes de un acto jurídico procede sin intención de causar un perjuicio indebido a la otra parte o a terceros. Siendo así, el contenido de un acto jurídico debe inter- pretarse de forma tal que su aplicación no conlleve un perjuicio o daño a alguna de las partes. Si no es posible efectuar una interpretación en este sentido, es muy probable que nos encontremos ante una situación que genere la ineficacia del acto. Debe tenerse en cuenta que el principio de buena fe no implica que el acto ju- rídico deba ser beneficioso para ambas partes, es decir, si estamos interpretando un contrato, el principio de buena fe no conlleva a que el contrato deba ser con- veniente para ambas partes, pues puede ocurrir perfectamente que el contrato no sea un buen negocio para una de ellas. Sin embargo, no se está incurriendo en ninguna situación ilegal en el entendido que el perjuicio generado para una de las partes se deriva de una mala decisión de negocios, de la naturaleza de la opera- ción, de las condiciones del mercado, etc. Cabe señalar que nuestro Código Civil regula dos figuras que de alguna manera chocan con lo señalado anteriormente. Así, las figuras de la lesión 1 y de la exce- siva onerosidad de la prestación 2 tienen como presupuesto que en la celebración o ejecución de un contrato se genere una ganancia o beneficio “excesivo” a favor de una de las partes, con el consiguiente detrimento en el patrimonio de la otra. No vamos a desviarnos mucho del tema profundizando más sobre estas figuras, pero queremos dejar sentado que la lesión y la excesiva onerosidad de la prestación pueden generar la ineficacia de opera- ciones en las que no existía intención alguna de generar un perjuicio indebido 1 Artículo 1447º.- Acción por Lesión La acción rescisoria por lesión sólo puede ejercitarse cuando la desproporción entre las prestaciones al momento de celebrarse el contrato es mayor de las dos quintas partes y siempre que tal des- proporción resulte del aprovechamiento por uno de los contratantes de la necesidad apremiante del otro. Procede también en los contratos aleatorios, cuando se produzca la desproporción por causas extrañas al riesgo propio de ellos. 2 Artículo 1440º.- Definición En los contratos conmutativos de ejecución continuada, periódica o diferida, si la prestación llega a ser excesivamente onerosa por acontecimientos extraordinarios e imprevisibles, la parte perjudicada puede solicitar al juez que la reduzca o que aumente la contrapres- tación, a fin de que cese la excesiva onerosidad. Si ello no fuera posible por la naturaleza de la prestación, por las circunstancias o si lo solicitara el demandado, el juez decidirá la re- solución del contrato. La resolución no se extiende a las prestaciones ejecutadas. a alguna de las partes. Baste con mencio- nar por ejemplo el típico caso al que se le aplicará la figura de la lesión, que es la de una compraventa celebrada por una persona con una necesidad apremiante de conseguir dinero para solventar los gastos médicos de un pariente enfermo y que con tal fin transfiere la propiedad de un bien por un valor mucho menor al “normal” para concretar la venta rápidamente. Sin perjuicio de lo arbitrario que resulta la fórmula señalada por el Código para determinar la desproporción entre las pres- taciones de las partes, resulta claro, desde nuestro punto de vista, que si una de las partes requería obtener dinero en forma rápida y para tal efecto decide vender un bien por un precio bajo, entonces no ha tenido un perjuicio sino un beneficio, que es precisamente el de obtener el dinero en el momento en que lo necesitaba. Sabien- do que la operación puede ser dejada sin efecto, por efecto de la acción por lesión, lo que se podría generar es que la persona no pueda vender el bien y que no obtenga el dinero que necesita con urgencia. Volviendo al tema de este informe, que- da claro entonces que los actos jurídicos deben ser interpretados sobre la base del principio de la buena fe. Ahora bien, es muy común que al in- terpretar un acto, como un contrato o el estatuto de una persona jurídica, se busque darle un sentido a alguna de sus estipulaciones en forma individual y sepa- rada. Sin embargo, el Código Civil prevé que la interpretación de un acto jurídico debe ser sistemática, es decir, que las cláu- sulas o estipulaciones de un acto deben ser interpretadas en forma conjunta, de forma tal que ante la duda o confusión en alguna de ellas, se le pueda asignar el sentido que sea acorde con el conjunto. Es un error entonces tratar de darle un sentido a la cláusula de un contrato separándola de las demás, pues podría ocurrir que por separado, dicha cláusula

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VIII-1N° 218 Primera Quincena - Noviembre 2010

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VIII

Consideraciones generales sobre el acto jurídico(Parte fi nal)

C o n t e n i d o

INFORME ESPECIAL Consideraciones generales sobre el acto jurídico (Parte fi nal) VIII-1

GLOSARIO EMPRESARIAL VIII-4

Ficha TécnicaAutor : Dr. Cristhian Northcote Sandoval

Título : Consideraciones generales sobre el acto jurídico (Parte fi nal)

Fuente : Actualidad Empresarial, Nº 218 - Primera Quincena de Noviembre 2010

5. Interpretación del acto jurídicoHemos dicho que el contenido de un acto jurídico consiste en la creación, regulación, modifi cación o extinción de una relación jurídica.En la práctica, los alcances o el sentido de un acto jurídico dependen de la interpre-tación que se le dé a su contenido, ya sea que nos estemos refi riendo a un contrato, un testamento, el estatuto de una persona jurídica, etc. Por ello, existen reglas de interpretación que, al menos de manera general, buscan establecer parámetros para determinar la forma en que debe aplicarse un acto jurídico, evitando controversias entre las partes. Sin embargo, siendo una labor subjetiva, nunca se podrá establecer un sistema de interpretación que elimine completamente la posibilidad de des-acuerdos entre las partes del acto. La primera regla que debe tenerse en cuenta al interpretar un acto jurídico es que se debe atender lo expresado o señalado en él. Es decir, que la aplicación del acto debe ceñirse a lo expresado por las partes, utilizando un criterio de objetividad. Asimismo, el acto jurídico debe ser inter-pretado sobre la base del principio de la buena fe. La buena fe debe ser entendida como la forma en que cada de una de las partes de un acto jurídico procede sin intención de causar un perjuicio indebido a la otra parte o a terceros. Siendo así, el contenido de un acto jurídico debe inter-pretarse de forma tal que su aplicación no conlleve un perjuicio o daño a alguna de las partes. Si no es posible efectuar una

interpretación en este sentido, es muy probable que nos encontremos ante una situación que genere la inefi cacia del acto. Debe tenerse en cuenta que el principio de buena fe no implica que el acto ju-rídico deba ser benefi cioso para ambas partes, es decir, si estamos interpretando un contrato, el principio de buena fe no conlleva a que el contrato deba ser con-veniente para ambas partes, pues puede ocurrir perfectamente que el contrato no sea un buen negocio para una de ellas. Sin embargo, no se está incurriendo en ninguna situación ilegal en el entendido que el perjuicio generado para una de las partes se deriva de una mala decisión de negocios, de la naturaleza de la opera-ción, de las condiciones del mercado, etc. Cabe señalar que nuestro Código Civil regula dos fi guras que de alguna manera chocan con lo señalado anteriormente. Así, las fi guras de la lesión1 y de la exce-siva onerosidad de la prestación2 tienen como presupuesto que en la celebración o ejecución de un contrato se genere una ganancia o benefi cio “excesivo” a favor de una de las partes, con el consiguiente detrimento en el patrimonio de la otra. No vamos a desviarnos mucho del tema profundizando más sobre estas fi guras, pero queremos dejar sentado que la lesión y la excesiva onerosidad de la prestación pueden generar la inefi cacia de opera-ciones en las que no existía intención alguna de generar un perjuicio indebido 1 Artículo 1447º.- Acción por Lesión La acción rescisoria por lesión sólo puede ejercitarse cuando la

desproporción entre las prestaciones al momento de celebrarse el contrato es mayor de las dos quintas partes y siempre que tal des-proporción resulte del aprovechamiento por uno de los contratantes de la necesidad apremiante del otro.

Procede también en los contratos aleatorios, cuando se produzca la desproporción por causas extrañas al riesgo propio de ellos.

2 Artículo 1440º.- Defi nición En los contratos conmutativos de ejecución continuada, periódica

o diferida, si la prestación llega a ser excesivamente onerosa por acontecimientos extraordinarios e imprevisibles, la parte perjudicada puede solicitar al juez que la reduzca o que aumente la contrapres-tación, a fi n de que cese la excesiva onerosidad.

Si ello no fuera posible por la naturaleza de la prestación, por las circunstancias o si lo solicitara el demandado, el juez decidirá la re-solución del contrato. La resolución no se extiende a las prestaciones ejecutadas.

a alguna de las partes. Baste con mencio-nar por ejemplo el típico caso al que se le aplicará la fi gura de la lesión, que es la de una compraventa celebrada por una persona con una necesidad apremiante de conseguir dinero para solventar los gastos médicos de un pariente enfermo y que con tal fi n transfi ere la propiedad de un bien por un valor mucho menor al “normal” para concretar la venta rápidamente.Sin perjuicio de lo arbitrario que resulta la fórmula señalada por el Código para determinar la desproporción entre las pres-taciones de las partes, resulta claro, desde nuestro punto de vista, que si una de las partes requería obtener dinero en forma rápida y para tal efecto decide vender un bien por un precio bajo, entonces no ha tenido un perjuicio sino un benefi cio, que es precisamente el de obtener el dinero en el momento en que lo necesitaba. Sabien-do que la operación puede ser dejada sin efecto, por efecto de la acción por lesión, lo que se podría generar es que la persona no pueda vender el bien y que no obtenga el dinero que necesita con urgencia. Volviendo al tema de este informe, que-da claro entonces que los actos jurídicos deben ser interpretados sobre la base del principio de la buena fe. Ahora bien, es muy común que al in-terpretar un acto, como un contrato o el estatuto de una persona jurídica, se busque darle un sentido a alguna de sus estipulaciones en forma individual y sepa-rada. Sin embargo, el Código Civil prevé que la interpretación de un acto jurídico debe ser sistemática, es decir, que las cláu-sulas o estipulaciones de un acto deben ser interpretadas en forma conjunta, de forma tal que ante la duda o confusión en alguna de ellas, se le pueda asignar el sentido que sea acorde con el conjunto. Es un error entonces tratar de darle un sentido a la cláusula de un contrato separándola de las demás, pues podría ocurrir que por separado, dicha cláusula

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Informe Especial

tenga un signifi cado que contradiga al resto del contrato. De la misma manera, la interpretación del acto jurídico debe efectuarse en forma integral, atendiendo a la naturaleza y objeto del acto. Por lo que si alguna de sus estipulaciones puede ser entendida en diversos sentidos, deberá aplicarse aquel que sea coherente con las demás estipu-laciones y que corresponda al objeto del acto jurídico.

6. Modalidades del acto jurídico Un acto jurídico puede estar sujeto a cir-cunstancias que determinan sus efectos, vigencia y sentido. Estas circunstancias son las denominadas modalidades del acto jurídico y consisten en las condiciones, plazos y cargos.

6.1. La condiciónUna condición es una circunstancia que afecta un acto jurídico al establecer un factor que determina la suspensión o la resolución de los efectos del acto. Así, se distingue entre las condiciones sus-pensivas y las condiciones resolutorias. Una condición suspensiva es aquella en virtud de la cual los efectos del acto jurídico se suspenden hasta el momento en que dicha condición o circunstancia desaparece. La condición es resolutoria cuando producida la situación o circunstancia los efectos del acto jurídico cesan y se extingue. Veamos esta diferencia con algunos ejemplos. Se celebra un contrato en virtud del cual una persona debe suministrarle a otra en forma periódica una cantidad de azúcar para su negocio de fabricación de helados, pero se establece que en el momento en que se termine la temporada de verano se debe suspender el suministro. Esta sus-pensión se mantendrá hasta que se inicie la siguiente temporada. En el contrato antes referido tendríamos el caso de una condición suspensiva, en virtud de la cual los efectos del contrato, entiénda-se, la obligación de suministrar determinada cantidad de azúcar y la de pagar el precio de este insumo, se suspenden en tanto la nueva temporada de verano no inicie. Como se puede apreciar, no se trata de la terminación de la operación, sino sólo de su suspensión durante un período determinado. En otro supuesto, imaginemos un contrato de arrendamiento por el cual se cede el uso de un predio agrícola para su cultivo y se estipula que dicho contrato estará vigente hasta el momento en que se agote la reserva de agua del pozo ubicado dentro del terreno. En tal circunstancia, al acabarse la reserva de agua el contrato se daría por terminado, por lo que la condición es resolutoria, no suspensiva, ya que los efectos del contrato se extinguen producida la situación descrita en el contrato y no volverán a estar vigentes. Ahora bien, existen algunas consideracio-nes que se deben observar al establecer y aplicar condiciones en un acto jurídico.

Tanto las condiciones suspensivas como las resolutorias deben cumplir los requisitos de validez del acto jurídico, es decir, deben ser lícitas y física y jurídicamente posibles. Si se pacta una condición suspensiva que es ilícita o física o jurídicamente imposible, se produce la invalidez del acto jurídico. Si se pacta una condición resolutoria ilícita o física o jurídicamente imposible, se consi-derarán no puestas y no surtirán efectos, manteniéndose en vigencia el acto jurídico. Asimismo, dada la forma en que operan las condiciones suspensivas, no se admite que el acto jurídico contenga una condición suspensiva cuya producción dependa de la exclusiva voluntad del deudor. En estos casos se considera nulo el acto jurídico. Cuando se trate de una condición, sus-pensiva o resolutoria, que consista en una serie de actos o factores, se considerará producida la condición sólo cuando se ha-yan presentado todos los actos o factores, por lo que la condición producida sólo en forma parcial no se considera cumplida. Imaginemos por ejemplo el caso de un contrato en el cual se ha pactado una condición resolutoria por la cual si se dejan de pagar tres cuotas de un crédito se resuelve la operación y se procede al cobro de la totalidad de la deuda, no será exigible el pago total de la deuda si sólo se han incumplido dos cuotas. Existe la posibilidad también de que el acto contenga condiciones de carácter negativo, es decir, condiciones en las cuales no se debe producir un determinado aconteci-miento dentro de un plazo. La condición se considerará cumplida entonces, si vencido el plazo no se ha producido el hecho o si se determina que ha devenido en imposible que el acontecimiento se produzca. Con un criterio de equidad, el Código Civil prevé que cuando una condición es cum-plida de mala fe por quien se benefi cia de su cumplimiento, se considerará por no cumplida. Por otra parte, si con mala fe se impide el cumplimiento de la condición por parte de quien se perjudica con su cumpli-miento, entonces se considerará cumplida.Nótese que la fi nalidad de esta disposición es procurar que el acto jurídico surta sus efectos tal como las partes lo habían pac-tado originalmente, impidiendo que por la mala fe de alguna de ellas, se distorsionen dichos efectos causando o impidiendo el cumplimiento de la condición. Debe tenerse en cuenta también que por regla general, las condiciones no surten efectos de manera retroactiva, salvo que las partes hayan acordado lo contrario.

6.2. El plazoUn plazo no es otra cosa que la sujeción de un acto jurídico al paso del tiempo. Así, un acto jurídico como un contrato puede estar sujeto a un plazo determinado o a un plazo indeterminado. Si el plazo es determinado, entonces los efectos del acto se mantendrán vigentes hasta que se termine el plazo. Si el plazo es indetermi-

nado, entonces el acto surtirá efectos en forma indefi nida hasta que se produzca una circunstancia, distinta al transcurso del tiempo, que determine su extinción. Al igual que para las condiciones, los plazos también se distinguen entre sus-pensivos y resolutorios. Por lo tanto, el plazo suspensivo determina que el acto jurídico no surte efectos en tanto esté pendiente de vencimiento el plazo. Será resolutorio cuando su vencimiento conlle-va la extinción del acto jurídico. Los plazos suspensivos se presumen de aplicación en benefi cio del deudor, salvo que del propio acto o de otras circunstan-cias, se desprenda que ha sido pactado en benefi cio del acreedor o de ambas partes.Así por ejemplo, tendríamos el caso de un contrato de arrendamiento en el cual se le ha brindado un plazo suspensivo de sesenta días al arrendatario por el cual no surte efectos el contrato y, en consecuen-cia, no está obligado al pago de la renta. Sin embargo, el plazo suspensivo deja de ser aplicable en benefi cio del deudor cuando se presenta alguna de las siguien-tes circunstancias: • Si luego de contraída la obligación,

deviene en insolvente, a menos que garantice el cumplimiento. Se presu-mirá la insolvencia del deudor cuando dentro de los quince días siguientes a su emplazamiento judicial, no garan-tiza la deuda o no señala bienes libres de gravamen por valor sufi ciente.

• Cuando no otorgue al acreedor las ga-rantías a que se hubiese comprometido.

• Cuando las garantías disminuyeren por acto propio del deudor, o des-aparecieren por causa no imputable a éste, a menos que sean inmediata-mente sustituidas por otras equivalen-tes, a satisfacción del acreedor.

En estos casos, el acreedor puede solicitar la declaración de pérdida del benefi cio del plazo en la vía judicial y solicitar la aplicación de medidas cautelares para asegurar el cumplimiento de la obligación. También corresponde solicitar la declara-ción judicial para aquellos actos en los que no se ha señalado el plazo o que, siendo facultad de alguna de las partes o de un tercero establecerlo, no lo hayan realizado. Ahora bien, el aspecto que genera mayo-res confusiones y controversias en cuanto al plazo, es su cómputo. Las reglas que se desarrollan a continuación son apli-cables de manera general a todo plazo establecido por ley o por voluntad de las partes, salvo que la propia ley disponga la aplicación de una regla distinta.

• El plazo se computa de acuerdo al calendario gregoriano

Siendo el calendario utilizado en nuestro país para todos los efectos, el cómputo de plazos se realiza en función al calendario gregoriano, es decir, el que considera 365 días por

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Actualidad Empresarial

VIIIÁrea Empresarial

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año, salvo en los años bisiestos, divi-didos en doce meses de 30 o 31 días, con excepción del mes de febrero que contiene 28 o 29 días.

• El plazo señalado por días se com-puta por días naturales, salvo que la ley o el acto jurídico establezcan que se haga por días hábiles.

Ésta es una regla muy importante. El cómputo de un plazo puede hacerse considerando los días naturales, es decir, todos los días, incluyendo los días sábados, domingos y feriados. O puede hacerse en días hábiles, es decir, excluyendo del conteo a los días sábados, domingos y feriados.

Para determinar cuándo se consideran los días naturales y cuándo los días há-biles, el Código Civil indica que, salvo disposición distinta del acto o de una norma legal, los plazos se computan en función de días naturales.

Por ejemplo, en el caso de los procesos judiciales, regulados por el Código Procesal, existe una norma especial3 que dispone que los plazos de los procesos se computan en días hábiles.

Podría ocurrir también, que en la celebración de un contrato las partes acuerden que todos los plazos previs-tos en dicha operación, se computa-rán en días hábiles.

Si no hubiera acuerdo entre las partes que celebran el acto o disposición legal que establezca reglas particulares, el cómputo se realiza en días naturales.

• El plazo señalado por meses se cumple en el mes del vencimiento y en el día de éste correspondiente a la fecha del mes inicial. Si en el mes de vencimiento falta tal día, el plazo se cumple el último día de dicho mes.

Cuando el plazo no se ha fi jado en días sino en meses, las reglas para el cómputo son distintas. Mientras en el cómputo por días se debe contar día tras día hasta completar la cantidad fi jada en el plazo, en el caso del cóm-puto por meses se debe considerar mes a mes hasta completar la cantidad de mese fi jada como plazo y el cóm-puto culmina en el día del mes fi nal que corresponde al del mes de inicio.

Por ejemplo, un contrato celebrado por el plazo de un mes, cuyo inicio se da el 1 de enero, vencería el 1 de febrero.

El Código Civil dispone que si en el mes de término del plazo no existiera el día correspondiente al día de inicio del plazo, entonces el plazo culmina

3 Código Procesal Civil - Artículo 141º.- Días y horas hábiles.- Las actuaciones judiciales se practican puntualmente en el día y hora

hábil señalados, sin admitirse dilación. Son días hábiles los comprendidos entre el lunes y el viernes de cada

semana, salvo los feriados. Son horas hábiles las que determina la Ley Orgánica del Poder

Judicial. Para las actuaciones que deban actuarse fuera del despacho judicial,

son horas hábiles las que están comprendidas entre las siete y las veinte horas, salvo acuerdo distinto del Consejo Ejecutivo del Poder Judicial.

en el último día del mes de término. Por ejemplo, supongamos que un

contrato es fi jado a cinco meses de plazo de vigencia y cuyo día inicial es el 31 de enero. El mes de término sería junio, pero en junio no existe el día 31, por lo que el plazo terminaría el día 30 de junio.

• El plazo señalado por años se rige por las reglas que establece el inciso anterior.

Cuando el plazo es señalado en años, el cómputo se realiza siguiendo las mismas reglas que para el cómputo de plazos fi jados en meses.

Así, si un plazo se fi ja, por ejemplo, en un año y comienza a computarse desde el 1 de enero de 2009, termi-nará el 1 de enero del año de 2010.

• El plazo excluye el día inicial e incluye el día del vencimiento.

El cómputo del plazo no debe con-siderar el día inicial e incluir al día de vencimiento. Por ejemplo, si un contrato de arrendamiento es fi jado a treinta días y es celebrado desde el 1 de enero, el plazo comienza a computarse desde el día 2 de enero, es decir, el día 2 de enero es consi-derado el primer día del plazo, y se incluye el último día, es decir, que el plazo vencería el 16 de enero.

• El plazo cuyo último día sea in-hábil, vence el primer día hábil siguiente.

De acuerdo a esta regla, si el plazo se computa en días naturales pero el últi-mo día corresponde a un día inhábil, se considera que el plazo vence el primer día hábil siguiente. La regla no se refi ere al cómputo de plazos en días hábiles pues en tal supuesto, el último día nunca correspondería a un día inhábil.

Como se podrá apreciar, se trata de reglas precisas y que deben aplicarse en forma estricta, pues el error en su aplica-ción podría conllevar el cumplimiento indebido o el incumplimiento de obli-gaciones, legales o convencionales.

6.3. El cargoLa última modalidad que puede afectar un acto jurídico es el cargo. Se suele confundir la fi gura del cargo con la fi gura de la contraprestación, entendida como la obligación a cargo de una persona para retribuir la prestación recibida o por recibir de otra. Sin embargo, como veremos a continuación, el cargo no es una contraprestación. Para aclarar la fi gura del cargo, debemos señalar que su característica principal es que sólo es aplicable en aquellos actos jurídicos que constituyen una liberalidad, es decir, actos en los cuales una persona realiza una prestación a favor de otra pero sin que deba realizarse una contraprestación a cargo. El caso más usual es el de la donación.

El cargo funciona como una imposición al benefi ciario de la liberalidad pero sin llegar a constituir una contraprestación. Por ejemplo, en un contrato de donación en el cual una persona le dona a otra un bien inmueble, puede establecer como cargo que el donatario o benefi ciario de la donación, deba realizar las labores de reparación que requiere el bien inmueble o que en determinadas ocasiones, dicho in-mueble deba ser destinado a la realización de eventos culturales de acceso gratuito. Como se podrá apreciar, no se trata de obligaciones que constituyen una contra-prestación a favor del donante, sino que son imposiciones que tienen por objeto la conservación o mejora del inmueble donado o el benefi cio de la sociedad o de un sector de ella. No será entonces un cargo, la obligación de quien recibe la propiedad del in-mueble, de pagarle una suma de dinero al donante, pues en tal caso, por muy reducida que se la cantidad, el contrato no sería uno de donación sino uno de compraventa. Tampoco habría cargo, si el donatario debe entregarle la propiedad de otro bien al donante, pues estaríamos nuevamente ante una contraprestación y el contrato ya no sería de donación sino de permuta. Se trata de una fi gura que puede generar discusiones pues la diferencia entre un cargo y una contraprestación puede no ser muy clara en determinadas circunstancias, pero para establecer una diferencia no-table entre ambas fi guras es conveniente no atender al monto, cuantía o valor de las prestaciones, sino a su fi nalidad y naturaleza. Ahora bien, establecido el cargo, el obli-gado a efectuarlo queda liberado de su obligación si el cumplimiento del cargo implica la realización de una prestación de mayor valor que la propia liberalidad. En el ejemplo que colocábamos sobre la donación de un inmueble, el donatario no estaría obligado a cumplir con el cargo si el valor de las reparaciones que requiere el inmueble supera el valor del inmueble mismo. El cargo es exigible a los herederos del obligado original, salvo que se tratara de una prestación personalísima que sólo podía ser satisfecha por él. En tal caso, si no se hubiera realizado el cargo, los herederos deberán retornar los bienes o derechos recibidos como liberalidad. Y claro está, que el cargo debe cumplir también con los requisitos de validez del acto jurídico, por lo que si el cargo consiste en un acto ilícito o imposible, el acto jurídico se mantendrá sin obligación de realizar el cargo.

7. La simulación del acto jurídico Como hace bien hace suponer su nombre, la simulación del acto jurídico consiste en aquella situación en la cual se ha preten-

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VIII-4 N° 218 Primera Quincena - Noviembre 2010

Informe Especial

dido aparentar la realización de un acto jurídico sin que éste se haya producido efectivamente. Como tal, la simulación puede producirse en dos formas: • La simulación absoluta, que es aquella

en la cual se aparenta celebrar un acto jurídico sin que exista voluntad real de celebrarlo.

• La simulación relativa, por la cual se aparenta la realización de un acto pero en realidad, se tiene la intención de celebrar otro distinto.

Veamos ambos casos con un ejemplo. Supongamos que dos personas suscriben un documento en el que se expresa la compraventa de un bien. Sin embargo, ni el vendedor tiene la intención de transferir el bien ni el comprador tiene la intención de pagar el precio ni de adquirir la propiedad. En tal caso, estare-mos ante una simulación absoluta, pues nunca existió la voluntad de celebrar la compraventa y no se ha realizado ningún acto que conlleve a la ejecución de dicho contrato. Bajo este mismo esquema, supongamos que el documento de compraventa ha sido suscrito pero el comprador no tiene la intención de pagar el precio en dine-ro, sino que estaba de acuerdo con el vendedor en entregarle otro bien como contraprestación. En tal caso, estaremos en una simulación relativa en la que se expresa la intención de celebrar una compraventa pero que en los hechos, se trata de una permuta. En los casos de simulación relativa, el acto ocultado surte efectos entre las par-tes, siempre que se hayan cumplido los requisitos de validez para tal acto y no exista perjuicio contra terceros. La consecuencia de la realización de un acto simulado es la posibilidad de solicitar su nulidad, acción que puede ser ejercida por alguna de las partes o por el tercero perjudicado. Sin embargo, si existe una persona que ha adquirido derechos de buena fe y a título oneroso de quien, de acuerdo a la simulación, aparecía como titular de tales derechos, no se le podrán oponer a dicha persona las consecuencias de la simulación, por lo que mantendrá los derechos adquiridos.

Así por ejemplo, si una persona compró el bien que fue transferido a quien lo adquirió a través de una compraventa simulada, mantendrá la propiedad si procede de buena fe y el acto es de ca-rácter oneroso.

8. Fraude del acto jurídicoDe la mano con la fi gura de la simulación, tenemos a la fi gura del fraude del acto jurídico, como una circunstancia que genera la inefi cacia del acto jurídico, de acuerdo a las consideraciones que vere-mos a continuación. En forma común, entendemos al fraude como aquella situación en la cual una persona, a través del engaño, genera un perjuicio a otra. El fraude del acto jurídico presenta los mismos elementos antes señalados.En esta fi gura, una persona, que ocupa la posición de deudor en una relación jurídi-ca, realiza un acto que tiene por fi nalidad perjudicar o imposibilitar el ejercicio de los derechos de su acreedor. Este fraude puede cometerse a través de la realización de actos de disposición del patrimonio del deudor de carácter gratuito u oneroso, en los que, usualmente, se presenta la fi gura de la simulación.Considerando el perjuicio que este tipo de fraudes causa a los acreedores, el Código Ci-vil regula la fi gura de la denominada “acción pauliana” que es una acción de inefi cacia destinada a que se declare la inefi cacia del acto fraudulento para que los bienes o de-rechos transferidos o afectados retornen al patrimonio del deudor y puedan respaldar el cumplimiento de la obligación. De esta manera, el acreedor puede ejercer la acción de inefi cacia, aun si el crédito está sujeto a condición o a plazo, contra los actos gratuitos de disposición del patrimo-nio del deudor que hayan perjudicado su derecho de cobro. Se entiende que se ha producido un perjuicio cuando se verifi ca la imposibilidad del deudor de poder pagar la obligación o se difi culta la cobranza. Asimismo, cuando se trate de actos de dis-posición onerosos, podrán ser declarados inefi caces si se presentan las siguientes circunstancias: • Si el crédito es anterior al acto frau-

dulento, que el tercero haya tenido

conocimiento del perjuicio a los derechos del acreedor o que, según las circunstancias, haya estado en razonable situación de conocer o de no ignorarlos y el perjuicio eventual de los mismos.

• Si el acto fraudulento fuera anterior al surgimiento del crédito, que el deudor y el tercero lo hubiesen celebrado con el propósito de perjudicar la satisfac-ción del crédito del futuro acreedor. Se presume dicha intención en el deudor cuando ha dispuesto de bienes de cuya existencia había informado por escrito al futuro acreedor. Se presume la intención del tercero cuando cono-cía o estaba en aptitud de conocer el futuro crédito y que el deudor carece de otros bienes registrados. Para estos efectos, se considera que las garantías otorgadas por el deudor, aún para res-paldar deudas de terceros, son actos onerosos si se han originado antes o en forma simultánea con el crédito garantizado.

Cabe señalar que la declaración de in-efi cacia no es oponible al tercero que hubiera adquirido en forma subsiguiente los bienes o derechos a título oneroso y de buena fe. La declaración de inefi cacia no procede contra aquellos actos realizados por el deudor para el cumplimiento de una obligación a su cargo que ya estuviera vencida y que constara en documento de fecha cierta. Asimismo, le corresponde al acreedor per-judicado el ejercicio de la acción oblicua, que es aquella acción de inefi cacia diri-gida contra los terceros que a través del acto inefi caz hayan adquirido los bienes y derechos del deudor.Hay que mencionar también que las condiciones que ameritan la interposición de la acción de inefi cacia no determinan ni desvirtúan la posibilidad de iniciar la acción penal por el delito de estafa y, eventualmente, de los otros delitos que se hubieran confi gurado con los actos del deudor. Para tal fi n, consideramos recomendable tomar en cuenta la tipifi cación del delito de estafa, prevista en los artículos 196º y 197 del Código Penal:

1. ¿Qué es el contrato de sponsorship? El contrato de sponsorship o contrato de auspicio es un contrato por

el cual una persona, que asume la calidad de sponsor, patrocinante o auspiciante, se obliga a entregar determinadas sumas de dinero o bienes a favor del auspiciado o patrocinado para que éste desarrolle sus actividades habituales y que generalmente tienen una connotación o ámbito público, de tal manera que el auspiciado hará mención a través

de los medios de difusión que utiliza en sus actividades, del auspicio que ha recibido.

Cabe señalar que se trata de un contrato atípico, es decir, que no tiene una regulación propia en la legislación peruana, por lo que su contenido estará determinado por lo que se señale en el propio contrato y por las disposiciones generales en materia de contratos contenidas en el Código Civil.

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