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AGRICULTURA FAMILIAR EN
AMÉRICA LATINA ACCESO A LOS MERCADOS
Máster en Desarrollo Económico y Políticas Públicas Regulación y Desregulación Óptima
MIGUEL ANGEL, DE LA CRUZ MANCHA
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AGRICULTURA FAMILIAR EN AMÉRICA LATINA | ACCESO A LOS MERCADOS
Índice de Contenidos
ÍNDICE DE CONTENIDOS 1
1. INTRODUCCIÓN 2
2. AGRICULTURA FAMILIAR 2
2.1. UNA DEFINICIÓN CLARA ESTABLECIDA POR LA FOOD AND AGRICULTURE ORGANIZATION OF THE UNITED
NATIONS (FAO) 3
3. LA AGRICULTURA FAMILIAR EN CIFRAS 3
3.1. DISTRIBUCIÓN ESPACIAL 3
3.2. TAMAÑO DE LA EXPLOTACIÓN 4
3.3. LA AGRICULTURA FAMILIAR ES DIVERSA, PERO LA MAYORÍA SE CONCENTRA EN EL SEGMENTO DE
SUBSISTENCIA 4
3.4. LA CONTRIBUCIÓN DE LA AGRICULTURA FAMILIAR AL PIB SECTORIAL PARECE SER LIMITADA 5
3.5. LA AGRICULTURA FAMILIAR TIENE UN PESO SIGNIFICATIVO EN EL EMPLEO SECTORIAL 6
4. MEJORANDO EL ACCESO A LOS MERCADOS 7
4.1. ACCESO DE LA AGRICULTURA FAMILIAR A LAS CADENAS DE VALOR 7
4.2. AGRICULTURA FAMILIAR Y CADENA DE VALOR 8
4.3. PROBLEMAS Y LIMITACIONES QUE ENCUENTRA LA AGRICULTURA FAMILIAR PARA ACCEDER A LOS
MERCADOS 9
5. DESARROLLANDO LA INSTITUCIONALIDAD APROPIADA 9
6. CONCLUSIONES 11
7. REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA 12
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1. Introducción La agricultura familiar es un sector clave para lograr la erradicación del hambre y el cambio
hacia sistemas agrícolas sostenibles en América Latina y el Caribe y el mundo. Los pequeños
agricultores son aliados de la seguridad alimentaria y actores protagónicos en el esfuerzo de los
países por lograr un futuro sin hambre. En nuestra región, el 80% de las explotaciones
pertenecen a la agricultura familiar, incluyendo a más de 60 millones de personas,
convirtiéndose en la principal fuente de empleo agrícola y rural. No sólo producen la mayor
parte de los alimentos para el consumo interno de los países de la región, sino que
habitualmente desarrollan actividades agrícolas diversificadas, que les otorgan un papel
fundamental a la hora de garantizar la sostenibilidad del medio ambiente y la conservación de
la biodiversidad.
Debido a lo anterior, el 2014 ha sido declarado por Naciones Unidas como el Año
Internacional de la Agricultura Familiar, cuya meta es posicionar al sector en el centro de las
políticas agrícolas, ambientales y sociales en las agendas nacionales, identificando desafíos y
oportunidades para promover un cambio hacia un desarrollo más equitativo y equilibrado. La
agricultura familiar es también una actividad clave en la reactivación de las economías rurales,
generando estabilidad y arraigo social y nuevos horizontes de desarrollo, sobre todo para la
juventud rural. El presente trabajo pretende explicar de manera descriptiva la situación en el
acceso al mercado de la agricultura familiar en América Latina y el Caribe.
2. Agricultura Familiar A comienzos del siglo XX, el ruso Alexander Chayanov desarrolla la denominada “teoría de la
unidad económica campesina”, describiendo su modo de organización, sus relaciones de
producción, su vinculación con el sistema económico y las implicancias de ello para las
economías de los países. En el marco de la llamada “escuela para el análisis de la organización y
producción campesinas”, Chayanov parte del supuesto de que la economía campesina tiene un
carácter familiar, señalando que la organización de la economía campesina está determinada
por “la composición de la familia del campesino, su coordinación, sus demandas de consumo, y
el número de trabajadores con que cuenta” (Chayanov, 1931, citado por Wolf, 1982). Ello explica
el por qué la economía campesina “no es típicamente capitalista, en tanto no se pueden
determinar objetivamente los costos de producción por ausencia de la categoría de salarios. De
esta manera, el retorno que obtiene un campesino luego de finalizado el año económico no
puede ser conceptualizado como formando parte de algo que los empresarios capitalistas
llaman “ganancia” (Chayanov, 1925).
A partir de los trabajos de Chayanov, el mundo reconoció que la unidad económica
campesina tenía características sociales y económicas propias, que la diferenciaban de otras
formas de producción e inserción en los mercados (Barril y Almada, 2007). Chayanov señala que
la actividad económica de la empresa campesina está estimulada por la necesidad de satisfacer
los requerimientos de subsistencia de la unidad de producción. De esta manera, y a diferencia
de la empresa capitalista, que se orienta al valor de cambio, la economía campesina lo hace al
valor de uso (Hernández, 1993).
En lo relativo al caso de América Latina, Maletta (2011) señala que la definición más cercana
a la de agricultura familiar proviene de un concepto creado a mediados del siglo XX, denominado
“unidad económica familiar”, la cual se definió como “una finca de tamaño suficiente para
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proveer al sustento de una familia y que en su funcionamiento no requiriese de mano de obra
asalariada, sino que pudiese ser atendida con la fuerza laboral de la propia familia”. Esta
definición fue utilizada como normativa para la asignación de tierras a los campesinos
beneficiarios de las reformas agrarias latinoamericanas. En este concepto ya se mencionan
algunos elementos que predominaron durante el desarrollo histórico del concepto de
agricultura familiar, como por ejemplo, la idea de una finca familiar que no utiliza mano de obra
asalariada, asociándose la contratación de trabajadores asalariados con la explotación
capitalista (Maletta, 2011).
2.1. Una definición clara establecida por la Food and Agriculture
Organization of the United Nations (FAO)
“La Agricultura Familiar (incluyendo todas las actividades agrícolas basadas en la familia) es
una forma de organizar la agricultura, ganadería, silvicultura, pesca, acuicultura y pastoreo, que
es administrada y operada por una familia y, sobre todo, que depende preponderantemente del
trabajo familiar, tanto de mujeres como hombres. La familia y la granja están vinculados, co-
evolucionan y combinan funciones económicas, ambientales, sociales y culturales.”
3. La agricultura familiar en cifras
3.1. Distribución espacial De acuerdo a la información disponible en la región, alrededor de 16,5 millones de
explotaciones pertenecen a agricultores familiares, las que agrupan a una población de
alrededor de 60 millones de personas (CEPAL/FAO/IICA, 2013). Un 56% de estas explotaciones
se encuentra en Sudamérica, y un 35% en México y países de Centroamérica.
Fuente: FAO 2012
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3.2. Tamaño de la explotación
La información disponible a partir de datos de 12 países de la región revela que cerca de un
23% de la superficie agrícola de ALC está en manos de la agricultura familiar, proporción que
varía desde un 13,2% en países andinos y un 34,6% en los países del Cono Sur.
El escenario regional da cuenta de la coexistencia de pequeñas explotaciones junto a las de
mediano y gran tamaño. De acuerdo a CEPAL/FAO/IICA (2012), esta estructura heterogénea
“reproduce un esquema de desigualdad en la distribución de activos que perpetúa y acentúa las
brechas de productividad”.
Los datos recopilados no dan cuenta de otros elementos adicionales que permitirían realizar
una mejor caracterización de la agricultura familiar, como son el acceso a riego, la calidad de los
suelos y las estructuras históricas de tenencia de tierras.
3.3. La agricultura familiar es diversa, pero la mayoría se concentra en el
segmento de subsistencia
La heterogeneidad existente al interior de la agricultura familiar respecto de su potencial
productivo y su participación en los mercados se origina en la existencia de una disímil dotación
de recursos productivos, capital e infraestructura, como también en el acceso a bienes y
servicios públicos. Esta diversidad ha conducido a la elaboración de tipologías de productores
destinadas a facilitar el diseño de políticas y programas adecuados a las necesidades de
desarrollo de los principales segmentos que forman parte integrante de este sector.
Fuente: FAO 2012
Distribución porcentual de la superficie en manos de la agricultura
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De acuerdo a FAO/BID (2007), se distinguen tres segmentos al interior de la agricultura
familiar:
Segmento de subsistencia: orientado al autoconsumo, con recursos productivos e
ingresos insuficientes para garantizar la reproducción familiar, lo que lo induce hacia
la asalarización, cambio de actividades o migración, mientras no varíe su acceso a
activos.
Segmento en transición: Orientado a la venta y autoconsumo, con recursos
productivos que satisfacen la reproducción familiar. Experimenta problemas para
generar excedentes que le permitan el desarrollo de la unidad productiva.
Agricultura familiar consolidada: Cuenta con recursos de tierra de mayor potencial,
tiene acceso a mercados (tecnología, capital, productos) y genera excedentes para la
capitalización de la unidad productiva.
En todos los países estudiados, el segmento de subsistencia concentra el mayor número de
explotaciones familiares, con cerca del 60% de las unidades bajo esta categoría. Un 28%
pertenece al segmento de transición y un 12% a la agricultura familiar consolidada. Este análisis
permite afirmar que la mayor parte de la agricultura familiar de ALC cuenta con recursos
productivos limitados y con importantes niveles de pobreza, variables que permiten proyectar
la magnitud del desafío de desarrollo del sector. A modo de ejemplo, los países con mayores
tasas de pobreza rural son Honduras (71,1%), Nicaragua (53,2%), Bolivia (52,7%), Paraguay
(51,5%) y El Salvador (49,3%). En estos países, la incidencia de la pobreza de los hogares 100%
agrícola-familiares supera el 60%. Los países con tasas de pobreza rural inferiores al 20% son
Costa Rica (17,5%) y Chile (7,8%). El resto de países se ubica en un rango intermedio.
3.4. La contribución de la agricultura familiar al PIB sectorial parece ser
limitada
La información recabada revela que la participación de la agricultura familiar en el valor de
la producción sectorial no supera el 50% en la mayor parte de los países que poseen esta
información, cifra que manifiesta la existencia de problemas de producción y productividad en
este segmento, pero que al mismo tiempo, permite dar cuenta de que la contribución de este
Fuente: FAO/BID, CEPAL/IICA 2012
Distribución porcentual de las tipologías de agricultores familiares, según país
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segmento al sector agropecuario podría incrementarse significativamente mediante la
implementación de políticas y programas específicos. Sin embargo, es además factible que esta
cifra esté subestimada por diversas razones: inexistente información estadística agropecuaria
que desagregue la información en agricultura familiar y no familiar; dificultad para homologar
criterios que permitan definir a la agricultura familiar en cada país; y subestimación de la
producción de autosubsistencia en varios países.
Cabe señalar que el segmento de subsistencia tiene una importante participación en el
número de explotaciones y en el empleo sectorial; no obstante, su participación en el valor de
producción del sector agropecuario es mucho más reducida, y en general no supera el 10%.
Igualmente, la contribución del segmento de transición es también menor, alcanzando cifras
que no superan el 16% en países estudiados.
3.5. La agricultura familiar tiene un peso significativo en el empleo sectorial
En la mayor parte de los países estudiados se aprecia que la agricultura familiar contribuye
con más del 50% del empleo del sector agropecuario, con aportes que oscilan entre un 36% en
Costa Rica, a un 76% en Honduras. Estas cifras revelan que la agricultura familiar constituye un
importante pilar para la sostenibilidad del sector rural en la región. Es importante considerar
que estas cifras, al igual que en el caso de la participación de la agricultura familiar en el PIB
sectorial, pueden estar subestimadas, porque muchos agricultores no declaran a quienes
trabajan en el predio sin percibir remuneración, como la mayor parte de los miembros de la
familia, especialmente las mujeres y los hijos menores de edad.
Fuente: Namdar-Irani (2013), respaldado por CEPAL/FAO/IICA (2013)
Contribución de la agricultura familiar al valor de la producción sectorial en ALC,
según país (cifras en porcentajes)
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4. Mejorando el acceso a los mercados
4.1. Acceso de la agricultura familiar a las cadenas de valor
Se ha observado que la factibilidad y el deseo de que una familia rural participe en un
mercado específico se rigen por la interacción existente entre las características internas propias
de la unidad de producción, y de los mercados en los que ésta se inserta. Específicamente,
cuando los productores se ven enfrentados a mercados formales, como las cadenas de valor,
ellos encaran riesgos y limitantes diferentes, o que tienen un mayor grado de incidencia que en
los mercados informales. Frente a esta disyuntiva, la pregunta clave es sobre la conveniencia de
promover o no la integración de los productores familiares en las cadenas de valor. Esta
pregunta no tiene respuesta fácil ya que, y como se verá en el marco de Barrett, los retos
analíticos son numerosos. Barrett(2012) han diseñado desde una base empírica un marco
conceptual que ayuda a descubrir y encarar problemas analíticos. El marco es utilizado aquí
también para identificar algunas alternativas de política sobre cómo, cuándo y dónde brindar
apoyo para la integración de los productores a las cadenas de valor. A continuación se describe
el mismo de forma somera, y luego se procede a presentar consideraciones analíticas y
normativas que se desprenden del mismo. El marco supone que una firma, que puede ser una
planta para la elaboración de productos de exportación, realiza contratos con agricultores para
el suministro de un determinado producto. La contratación comprende decisiones múltiples que
Barrett, basándose en conocimientos de campo, postulan en cuatro etapas:
La selección geográfica: Esta primera etapa consiste en la identificación de la
circunscripción geográfica donde la firma decidirá ofrecer sus contratos. Son varios
los factores que están en juego e incluyen, por ejemplo, la aptitud agrícola de la zona,
su ubicación respecto al mercado, o la infraestructura.
Fuente: Namdar-Irani (2013), respaldado por CEPAL/FAO/IICA (2013)
Proporción de empleo sectorial proveniente de la agricultura familiar en ALC, según
país
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La selección del productor: La firma identifica dentro del área geográfica seleccionada
a aquellos productores (o grupos de productores) a quienes se les ofrecerá un
contrato.
La decisión del productor: Esta etapa consiste en una evaluación por parte del
productor del contrato ofrecido, y su decisión de ponerle la firma.
El cumplimiento del contrato: Siempre existe la posibilidad de que las partes no
cumplan con sus obligaciones, ya sea que el productor venda los frutos a otro
comprador, o que el intermediario no pague.
Barrett argumenta que estas etapas son integrantes de un proceso que, para un lugar
específico, se materializan en forma simultánea entre las partes. Pero para el autor, las etapas
funcionan como filtros que van seleccionando, quizás con una mecánica análoga a los procesos
de selección natural, a un tipo de agricultor que es apto para participar en las cadenas de valor.
En un proceso de selección natural, una población se adapta al medio a través de la
supervivencia y la multiplicación del más fuerte. Dado que se escucha repetidamente que el
agricultor familiar juega un papel fundamental en la seguridad alimentaria, nos preguntamos si
las cadenas de valor, que penetran día a día con más fuerza, son un elemento que fortalece su
permanencia.
4.2. Agricultura familiar y cadena de valor Es indudable que la agricultura familiar es fundamental en la producción agroalimentaria en
América Latina y el Caribe. Sin embargo, definir sus límites resulta complejo, en buena medida
porque se conforma de un universo variado de familias campesinas que producen en contextos
locales y nacionales específicos. Esta heterogeneidad dificulta la generalización de conceptos y,
por consecuencia, el diseño de estrategias y programas de apoyo a la agricultura familiar.
Para resolver este problema, la FAO ha identificado, por una parte, las características
generales y rasgos comunes que definen la agricultura familiar; y por otra, una tipología de
unidades productivas. En concreto, el Marco Estratégico de la FAO para la Agricultura Familiar
menciona dos categorías: una definida como de subsistencia y otra caracterizada por su enfoque
de mercado. La primera comprende las unidades agrícolas familiares cuya producción se dedica
eminentemente al autoconsumo, mientras que la segunda destina la mayor parte de su
producción a la comercialización.
Independientemente de la categoría a la que pertenezcan, la mayoría de los agricultores
familiares de América Latina tiene una conexión comercial débil y no logra agregar o capturar el
valor de sus productos. Esta conexión imperfecta con el mercado obstaculiza el desarrollo
económico y social de sus familias y comunidades.
Una forma de mejorar la articulación con el mercado, generando mayores ingresos y valor
agregado, es aplicar el enfoque de cadena de valor a la agricultura familiar. El enfoque de
agrocadena exige atender tanto a la producción en campo como a la gestión poscosecha, el
procesamiento y la comercialización de productos para el abastecimiento del mercado local e
internacional. La agrocadena vincula a los productores de agricultura familiar y sus
organizaciones con otros eslabones, tales como proveedores de insumos y servicios,
procesadores (tanto grandes compañías como pequeñas y medianas empresas), distribuidores
(tradicionales y/o modernos) y consumidores. Estos últimos constituyen un eslabón esencial en
la cadena, ya que con su decisión de compra aceptan o rechazan un determinado producto
agroalimentario.
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Precisamente, esta óptica de cadena ha sido la adoptada por la iniciativa Seguridad
alimentaria a través de la comercialización agrícola (FSCA, por sus siglas en inglés), puesta en
marcha en 2006 a través de la contribución de Italia al Fondo Fiduciario de la FAO para la
seguridad alimentaria y la inocuidad de los alimentos. Dicha iniciativa agrupa varios proyectos
en distintos países y regiones que siguen una estrategia común para mejorar la seguridad
alimentaria a través de la comercialización de la agricultura familiar.
4.3. Problemas y limitaciones que encuentra la agricultura familiar para
acceder a los mercados
Los dos tipos de agricultura familiar mencionados pueden entenderse como etapas sucesivas
en el proceso de desarrollo natural de la unidad agrícola familiar. Superadas las necesidades de
autoconsumo familiar, los excedentes productivos se ofertan al mercado. En ese momento, el
reto de la familia campesina deja de ser producir a secas, y se transforma en qué producir, cómo,
cuándo y sobre todo para quién producir.
Este último punto es crítico. A menudo se dice que los productores no están vinculados al
mercado, cuando de hecho lo están, ya que venden sus excedentes de un modo u otro. Lo que
sucede es que frecuentemente esta articulación es restringida y precaria (en términos
económicos y temporales). Por ejemplo, un producto agroalimentario elaborado sin atender a
ciertas especificaciones de calidad, inocuidad y tiempos y costos de entrega, podrá ser vendido
a un intermediario -quien posteriormente lo revenderá-, pero tendrá difícil cabida en canales de
comercialización modernos y atractivos. Una vinculación comercial imperfecta alarga la
distancia entre el agricultor familiar y el consumidor (el número de intermediarios se multiplica),
hace difícil la adición de valor (a través de procesamiento, certificaciones, etc.) e inhibe la
inversión familiar en la actividad agrícola, dado que no hay un flujo de ingresos asegurado en el
tiempo.
Fortalecer la articulación comercial entre los productores de agricultura familiar y el mercado
implica mucho más que negociar condiciones de compraventa favorables al productor. Requiere
solucionar una serie de problemas interrelacionados que incluyen:
Problemas productivos, como por ejemplo: siembra en suelos con baja fertilidad y
reducido uso de prácticas de mejoramiento; problemas de acceso a oferta de
variedades de semilla e insumos de calidad; y falta de infraestructura productiva
(riego, caminos de acceso a la finca, letrinas, etc.).
Falta de organización y de visión empresarial de los productores, que redunda en una
gestión deficiente de las fincas, con poca planificación de la producción y reducido
poder de negociación.
Condiciones inapropiadas de poscosecha, almacenaje y transporte, que deterioran la
calidad del producto y reducen su vida útil.
Acceso limitado de los productores al financiamiento y a información de mercado2.
Falta de conocimiento y cumplimiento de estándares de calidad e inocuidad en las
agrocadenas, lo cual puede impactar en la salud y seguridad alimentaria de la
población.
5. Desarrollando la institucionalidad apropiada La producción de alimentos en América Latina y el Caribe (ALC) enfrenta actualmente una
compleja dinámica. Diversos países de la región padecen de problemas de seguridad
alimentaria, especialmente aquéllos cuya alimentación depende, en gran medida, de las
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importaciones de alimentos básicos. Esta situación se manifiesta en un escenario de incremento
progresivo de las poblaciones y, consecuentemente, de demanda creciente por alimentos.
Asegurar el abastecimiento alimentario actual y futuro depende en gran medida del
compromiso de los Estados de ALC y, por ende, del enfoque que le otorguen a las políticas
públicas para el desarrollo del sector agrícola. En la región existe consenso en que la agricultura
familiar presenta un importante potencial como productor de alimentos, aportando a la solución
de los problemas asociados a la seguridad alimentaria y, ligado a ello, a la superación de la
pobreza, generando empleo e ingresos para los segmentos más vulnerables. Esto ha sido
reconocido progresivamente por los países de la región, y por entidades como FAO, que ha
definido a este sector como una de las áreas prioritarias que orientan su accionar de mediano
plazo en la región.
El desarrollo de la agricultura familiar requiere superar una serie de restricciones económicas
y socioculturales. Entre ellas, destacan el escaso acceso a bienes públicos (como tecnologías,
infraestructura de riego, caminos, transporte, etc.), a fuentes de financiamiento y a recursos
productivos. A ello se suman los efectos de las políticas macroeconómicas implementadas en
gran parte de los países de la región, destinadas a apoyar a los sectores más dinámicos de la
economía, especialmente al sector exportador de productos agropecuarios. Si bien estas
políticas han tenido efectos beneficiosos sobre la economía de los países, han generado
asimetrías de importancia en el sector agrícola, las que en términos generales se han traducido
en incrementos de los índices de pobreza y vulnerabilidad de aquellos productores que no han
podido insertarse en los mercados agrícolas más dinámicos, con el consecuente aumento de la
brecha de desarrollo entre el sector agrícola empresarial y la agricultura familiar. Los Estados
son los llamados a corregir estas situaciones de inequidad, diseñando e implementando
acciones destinadas a favorecer la integración social y el desarrollo económico de este sector.
Ello implica necesariamente contar con una institucionalidad destinada al desarrollo e inclusión
de la agricultura familiar, que aborde de forma sistemática y oportuna los principales obstáculos
para su desarrollo
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6. Conclusiones
A la luz de la información contenida en el presente artículo, es posible constatar que la
agricultura familiar constituye la variable universal que predomina en el paisaje rural de ALC. Sin
embargo, aún queda mucho por conocer de este sector. La escasez de información específica -
la cual es crítica en algunos países de la regióndificulta su caracterización y el análisis de sus
requerimientos. El sector es diverso y su caracterización es compleja. Sin duda, la falta de
información impacta en la visualización del sector por parte de la sociedad en su conjunto, y en
la efectividad del diseño de las políticas públicas dirigidas a la agricultura familiar. Los países que
han invertido esfuerzos para implementar sistemas de información específicos del sector -como
los pertenecientes al MERCOSUR- cuentan con datos que posibilitan la realización de diseños de
instrumentos públicos más pertinentes y permiten retroalimentar la gestión pública.
La información disponible evidencia la importancia del sector en la generación de alimentos
básicos y de empleo para la región, y por lo tanto, es posible vislumbrar el potencial que posee
para contribuir a la seguridad alimentaria y a la reducción de la pobreza. Sin embargo, los datos
dan cuenta de que la agricultura familiar en ALC es altamente heterogénea en cuanto a la calidad
de sus recursos productivos, acceso a financiamiento, tecnologías e inserción en los mercados,
lo cual demanda el diseño de tipologías para la implementación de políticas diferenciadas,
adecuadas a los requerimientos de cada segmento.
Lo anteriormente señalado deja de manifiesto que el desarrollo de la agricultura familiar
constituye una oportunidad para los Estados, tanto en términos del aprovechamiento de su
potencial, como para contribuir al desarrollo de sociedades que avancen en equidad. En este
sentido, se hace necesario que los gobiernos concentren esfuerzos en profundizar el
conocimiento de la agricultura familiar, para de esta manera, disponer de datos validados que
se traduzcan en una gestión pública más adecuada, pertinente y efectiva para el desarrollo y la
sustentabilidad del sector.
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7. Referencia bibliográfica
CEPAL/FAO/IICA. (2012). Perspectivas de la agricultura y del desarrollo rural en las
Américas: una mirada hacia América Latina y el Caribe.
CEPAL/FAO/IICA. (2013).Perspectivas de la agricultura y del desarrollo rural en las
Américas. Resumen Ejecutivo.
FAO/SAGARPA. (2012). Compendio de indicadores estratégicos del sector rural y
pesquero
FAO. (2012). Marco estratégico de mediano plazo de cooperación de la FAO en
Agricultura Familiar en América Latina y el Caribe 2012 – 2015.
FAO. (2011). Aumenta el porcentaje de mujeres a cargo de explotaciones
agropecuarias en América Latina y el Caribe. Nota de política sobre las mujeres
rurales 1.
FAO/BID. (2007). Políticas para la agricultura familiar en América Latina y el Caribe –
Resumen ejecutivo (Soto-Baquero, F.; Rodríguez F., M.; y Falconi, C., eds.).