al sur del equanil. renato rodríguez

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Al sur del Equanilb

BIBLIOTECA BSICA DE AUTORES VENEZOLANOS

RENATO RODRGUEZ

Al sur del EquanilbPrlogoCARLOS NOGUERA

BIBLIOTECA BSICA DE AUTORES VENEZOLANOS

1 edicin en Biblioteca Bsica de Autores Venezolanos, 2004

ILUSTRACIN DE PORTADA

Al sur, sur, 1977 Carlos Contramaestre Acrlico sobre cartn 80 x 40 cm Coleccin Fundacin Esta Tierra de GraciaDISEO DE COLECCIN

Marisela BalbiDISEO DE PORTADA

Helena MasoCOORDINACIN DE LA BIBLIOTECA BSICA DE AUTORES VENEZOLANOS

maryaedith garca fuentesCOORDINADOR DE LA EDICIN

maryaedith garca fuentes MINISTRO DE ESTADO PARA LA CULTURA CONSEJO NACIONAL DE LA CULTURA Cdigo postal, 1010, Caracas, Venezuela www.literatura.org.ve

MONTE VILA EDITORES LATINOAMERICANA, C.A., 2004Apartado postal 70712, Caracas, Venezuela Telefax (58-212) 263.8508 [email protected] www.monteavila.com.ve Hecho el Depsito de Ley Depsito Legal No lf 50020048002655 ISBN 980-01-1238-3

BIBLIOTECA BSICA DE AUTORES VENEZOLANOS

La coleccin Biblioteca Bsica de Autores Venezolanos se origina en la necesidad de garantizar a nuestra sociedad el acceso al disfrute de la lectura. Su formulacin est enmarcada dentro de los objetivos estratgicos que se plantea el Estado para alcanzar la democratizacin de la lectura, a travs del libro como un bien cultural esencial destinado a la formacin y el desarrollo de los ciudadanos. Por ello Monte vila Editores Latinoamericana, la editorial del Estado venezolano, presenta este conjunto de ediciones masivas conformado por una cuidada seleccin de ttulos consagrados del acervo literario nacional. En este sentido, la Biblioteca Bsica de Autores Venezolanos acoge obras de la narrativa (serie verde), la poesa (serie roja), la dramaturgia (serie durazno) y la prosa ensaystica y documental (serie azul); que dan cuenta de la rica y esplndida trayectoria de las letras venezolanas.

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AL SUR DEL EQUANIL. UNA INFLEXIN NARRATIVA EN LOS AOS 60

LA SOLEDAD DEL CORREDOR DE FONDOAzarosos como pueden ser los destinos literarios de obras y autores, la historia de la narrativa es generosa en ejemplos que muestran la manera como el golpe de dados y las caractersticas de la mesa donde los dados son arrojados pueden anudarse para determinar el itinerario de un libro en el paisaje de su tiempo. Resonancia o silencio, xito o anonimia, parecieran entonces pasar a depender no de los valores literarios del volumen o de la mano que lo causa sino del haz de fuerzas caprichosas que acompaan, preceden o siguen a su aparicin. Una consecuencia de esta singular combinacin es la injusticia esttica, ejercida por envs o por revs, de la que tanto conoce nuestra pequea historia. Ruidosos encumbramientos de libros que, luego se sabe, no merecan el esfuerzo mnimo de desplegarles la tripa; y, lo que acaso resulta ms siniestro, desatenciones y olvidos siempre enguantados, siempre metdicos de escritores de excepcin, cuyos trabajos cobran ms tarde el galardn de asombro ante el recorrido perplejo de nuevas generaciones de lectores. En el caso de Renato Rodrguez (Porlamar, Venezuela, 1927), slo la siniestra suma de adversidades y desidias externas, por una parte, y el clima personal, nmada y

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solitario del autor, por la otra, permiten comprender el incomprensible silencio al que los circuitos literarios al uso, han condenado una obra de estatura singular y portentosa en los espacios de nuestra biblioteca narrativa. Hace unos aos, una amiga nuestra, extranjera, que participaba en las deliberaciones del XXXI Congreso Internacional de Literatura Iberoamericana (Caracas, junio 1996) y haba asistido a las ponencias de la mesa que algunos admiradores de la obra de Rodrguez habamos organizado en torno a su narrativa, se dirigi a nosotros en un estado intermedio entre el estupor y la indignacin para ponernos al tanto del reclamo que haba formulado ante los libreros de la feria ad hoc del congreso, por haber puesto a la venta tan pocos ejemplares de las novelas del autor, que ya en el primer da del congreso se encontraban agotadas. Voy a explorar las libreras de la ciudad, agreg, con determinacin. No me result fcil explicarle que no se trataba de agotamiento sino de inexistencia, y que su excursin por los anaqueles cvicos iba a resultar, por desgracia, intil. Las novelas publicadas por Renato Rodrguez lo han sido, en su mayora, en tirajes pequeos, artesanales, con la sola excepcin de una reedicin de Al sur del Equanil (Caracas, 1972) y la primera edicin de El bonche (Caracas, 1976), debidas a Monte vila Editores, pero igualmente agotadas, casi inhallables. No exagero. En esta hora en que escribo, los libros de Renato Rodrguez pueden ser ubicados, sin erratas, en el drstico territorio de los objetos imaginarios. Hoy, repito, pero en suerte no por mucho tiempo. Por una de esas sincronicidades de las que ni el azar ni la causalidad cannica estn en capacidad de dar cuenta, justo una semana

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despus de que los integrantes de la mesa a la que me he referido inscribiramos en las formas de la reunin tanto las ponencias especficas como el trabajo colectivo del grupo, Renato Rodrguez compareci en las oficinas de Monte vila Editores, precedido por un impetuoso bal de manuscritos, con el propsito de ceder a nuestra editorial emblema los derechos de toda su obra narrativa, incluidos los copiosos atados de las cuartillas an inditas. Dos costados del hecho me alborozaron. Por una parte, la posibilidad para los lectores de contar, en un futuro razonable, con la bibliografa completa de nuestro narrador hecha objeto1. Por la otra, la develacin de una prolongada duda. Debido a la circulacin subterrnea y elusiva no ya de los libros sino incluso de la masa fsica del propio escritor, muchos de nosotros, que jams lo habamos conocido en persona, llegamos a conjeturar si el de Renato Rodrguez, no terminara resultando un feliz heternimo de, por ejemplo, Salvador Garmendia o Antonia Palacios o hasta de Miguel Otero Silva, tan dado al goce ldico de la pseudonimia.

UNA CABEZA BORROSAEn el ttulo dije inflexin y dije sesentas. Intentar entonces encajar mis comentarios desde el punto de mira de lo que la lectura de esta novela signific para los das de mi cuerpo en aquellos das (entendiendo cuerpo a la par como vida y como imaginacin) e intentar atar estas conjeturas a los espacios y a los tiempos remotos comprendidos en la dcada prodigiosa, con el propsito de fijarlos y proyectarlos al presente, o lo que es lo mismo, regresarlos al texto.

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Como ven, se trata, si se quiere, de una esttica torcida de la recepcin que, a diferencia de la ortodoxa, al dar la espada a la estadstica se refugia en la casustica. En la casustica, hay que aadir, del caso nico: del mo propio. O del mo propio que fue. Estamos, si se permite, en 1965. Tenemos veinte aos y el universo entero no es ms que una prodigiosa armazn cuyo sentido indescifrable los tercos y fugaces das de la vida intentarn, acaso fallidamente, descifrar en sus opacos pormenores. Parece temprano para todo y, no obstante, se abriga el temor de que pronto, de sbito, ser tarde: la derrota de la utopa nacional que sobamos en erigir por un empecinado acto de voluntad nos ha hecho conocer el fracaso. No sabemos quines somos, y sospechamos que el recorrido hacia la probable certeza y la probable imagen que nos pertenece recin comienza. Recuerdo el ejemplar de la primera edicin de Al sur del Equanil2 que tuve en mis manos. Fue tal vez hacia finales de 1965. La portada mostraba en gran primer plano la cabeza borrosa de un hombre, barbado, que parece mirarnos sin ojos. Su posicin no es erecta, es horizontal, tumbada, derrotada, pero al lado, la mano derecha separa los dedos ndice y medio para sealizar la V de la victoria. Esta foto, en absoluto casual, es a la vez una preparacin y un corolario tanto de la vida que el relato, diegticamente, acoge, como del oficio escritural que es a la vez causa y excusa del curso vital relatado. Vida y escritura se superponen puntualmente: se vive para relatar lo que se vive mientras se est viviendo y se relata slo lo que se vive mientras se est relatando. De este modo, existencia y acto expresivo devienen acontecimientos sincrnicos: dos ruedas dentadas que al desplegarse en libertad se repliegan cada una

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sobre la otra, cobrando cada una su propio sentido en la accin misma de conferirlo a la otra. Se piensa de inmediato en la tcnica inmediatista que por ejemplo Kerouac ensayara con tanto xito en En el camino y que fuese acometida con virtud desigual por diversos escritores, antes y despus de Kerouac. Con este procedimiento, el texto se avecina al diario, al apunte cotidiano, a la memoria en progreso, de modo tal que sin perder su condicin de novela, de informe ficcional, al menos al ojo del lector, se beneficia al mismo tiempo de las virtudes inherentes a aqullos: la vitalidad, la fuerza, la sensacin vigorosa de estar en curso de, la frescura acutica que el proceso le escamotea al estado fijo, el suspenso de lo que est por acontecer, aconteciendo.

APRENDER A NOMBRARIgnoramos si Rodrguez ley o no a Kerouac, en todo caso el dilema se torna irrelevante cuando pasamos revista a los rasgos del rostro prismtico de la novela de Rodrguez que la singularizan y la definen. En primer trmino la pluralidad textual. Al sur del Equanil puede ser visto, ms all de su tesitura de diario en progreso con que sin duda se reviste, como un entramado de placas narrativas de texturas y niveles diversos, que satisfacen todas una finalidad comn: la de ampliar, comentar, matizar, rematar, bifurcar, duplicar incluso la soga de la ancdota principal, apuntndola siempre, con independencia del verbo por medio del cual este apuntalamiento se ejerza. Cuntas de estas placas concurren? Tenemos, al menos: a) el relato materializado por la novela que leemos

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y cuyo autor en portada es Renato Rodrguez; b) la novela que el protagonista, David, escribe, al comienzo por complacer a Eduardo su mentor, y al final por dejarse llevar por la conviccin de que no puede no escribirla; c) la novela que Eduardo dice que ha escrito, que conocemos slo por los comentarios del propio Eduardo y que impone una deformacin sobre David (Augusto en la versin de Eduardo), contra la cual David se rebela; d) el guin de cine (La muerte de un vergante [o de un bergante]), que suministra una versin diferente e incompleta de la ancdota narrada por David (ahora llamado Cirilo) en la cual Eduardo es catrticamente asesinado y cuyas lneas se entrecruzan con, y discuten con, el texto de David; e) el relato El violn de Tacho, un ejercicio primerizo del David escritor, fechado en Santiago de Chile, 1949, que advierte, con la benignidad de la metfora, uno de los destinos posibles de David, artista al igual que Tacho; f) el relato denominado Sin ttulo ninguno para qu?, ejercicio esta vez tardo de David (que ahora se desdobla en Nio Uraa). La complejidad, como la rpida y vida lectura lo comprueban, es slo aparente. La rotacin de identidades que la diversidad de los textos antes citados ejemplifica y porta, esconde una certeza ms profunda: la de que el protagonista puede tener cualquier nombre, porque en realidad no ostenta ninguno. No ostenta ninguno porque l mismo parece negrselo hasta que llegue el momento de merecerlo. La palabra que lo nombre se posterga por el proceso mismo que l, como escritor, cumple: el del aprendizaje de nombrar. No son slo las etiquetas y las identidades las que rotan y viajan: la metfora del viaje, de la peregrinacin, subtiende el sentido mismo de la novela toda al expresar la

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vida en construccin como un espacio que sucede a otro y como un tiempo que muta, transfigurando a su vez al cuerpo que lo atraviesa. La isla primigenia es abandonada por Caracas, Caracas por Bogot, Bogot por Quito y Guayaquil, Guayaquil por Lima, Lima por Santiago, Santiago, despus de un pasaje de comprobacin ritual por el origen insular, por Pars, y Pars, en fin, por la novela, por el destino del oficio que cambia todo lugar en prescindible. El viaje, al ser experimentado como rito de pasaje, cumple la paradjica funcin de la ceremonia de cambio: fija el nuevo estado en su esencialidad, con prescindencia de los pormenores que parecieran ocultarlo sin lograrlo. Algunos de nosotros, acaso experimentando el prodigio de una indagacin que al tornarse intensa, recorrido hacia la regin magmtica de s mismo, termina por diluir los lmites de la piel, escribira entonces: lo nico que se puede afirmar es la realidad de la bsqueda, aunque sus dos polos, sus dos sujetos, sean imaginarios. Busco y soy buscado y, tal como acontece en el desarrollo ontogentico durante la infancia, definiendo y afirmndose, el yo ubicuo define y afirma el universo humano que lo contiene.

EL ESPEJO NARRADOSoplada por estas proposiciones medulares que parecen encajar sus races en una metaforizacin de la vida del escriba practicada por el propio escriba, Al sur del Equanil ha sido rotulada en ocasiones como un caso de novela autobiogrfica. Me explico: no slo como una presunta autobiografa de la voz que narra desde el texto (es decir, David),

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sino como un documento autobiogrfico de la voz omnisciente extratextual que firma socialmente el libro (es decir, Renato Rodrguez). Como quiera que sea, y para pulsar los difusos lmites que el yo puede alcanzar en una tarea de esta estirpe, vale la pena recordar esta reflexin de Barthes, en el fluir de sus propias pginas especulares:Al escribirme... soy mi propio smbolo, soy la historia que me sucede: sin amarras dentro del lenguaje, no tengo nada a que compararme; y, en este movimiento, el pronombre de lo imaginario, yo, resulta impertinente; lo simblico se convierte literalmente en inmediato: peligro esencial para la vida del sujeto; escribir sobre uno puede parecer una idea pretenciosa, pero es tambin una idea simple: simple como una idea de suicidio3.

Una elipse paradjica: a fuerza de perseguir una razn de existencia el perseguidor se siente seducido por los umbrales de la no existencia. Qu impide, en Al sur del Equanil, que esta seduccin conduzca al gesto suicida? La novela toda est atravesada por la sensacin drstica de la lasitud, del tedio, del sin sentido, un tono en el que algunos han credo ver, no sin sonrisas, desde las secuelas de una bilharzia temprana de origen tropical (los prrafos donde se relata el examen mdico al que David es sometido pueden contarse entre lo mejor de la produccin humorstica de la novela venezolana de cualquier poca), hasta las secuelas de un ataque crnico de existencialismo sartreano de origen no tropical (recordemos que el protagonista llega a la meca parisina hacia finales de la dcada de los 50 o comienzos de los 60).

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Deprimido por el peso de su primera navidad solitaria en Pars, David se fantasea suicida desde el parapeto del Pont Neuf, cadver en las aguas mierdosas del Sena: ...y a lo mejor ni estuviera aqu, lejos de todo, arrastrado por estas turbias aguas del ro, entre las piedras y los troncos muertos, y los detritus de las ciudades, rumbo al mar (p. 106). A pesar de este magnetismo con que por veces lo recubre la idea de la muerte, David celebra la opcin de vida. Una avasallante carcajada se escucha sonar a lo largo del libro, incesante, de portada a colofn. Podemos nombrarla como la impostura que otorga la libertad, como la desnudez de la irreverencia. El humor libera y, por tanto, salva a David, pero la tabla definitiva le llega en la ola del propio oficio. No hay derrota posible cuando el oficio de escribir es erigido y abrazado por s mismo, sin ninguna otra consideracin que, aun ligada a l, pueda abolirlo a postergarlo. En este sentido, el guin de cine que David inserta en el relato asume una funcin catrtica para l: David (o Cirilo, en el guin) asesina a Eduardo, el personaje mentor, inicialmente abanderado del oficio de escritor-escritor, que ahora, diez aos despus de sus prdicas ascticas, aboga por el abandono de la escritura y, al hacerlo, pasa a ocupar el lugar que su mentor ocup. El fracaso queda, de esta manera, excluido del paisaje posible. Oigamos a David en el relato: Cuando lo que se quiere es escribir y se escribe, no hay fracaso; cuando se escribe a fin de lograr otra cosa y no se logra, se fracasa; pero se no es un fracaso literario (p.141). La escritura por la escritura misma. La escritura y el humor. La vida termina siendo para la escritura lo que el viaje

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para el oficio de escribir: confrontados, vinculados, se apoyan y se metaforizan mutuamente. La escritura deviene as, tan desaprensiva como el propio viaje.

CODAVital, vertiginoso, irreverente, desenfadado, directo, sugerente y misterioso, ste fue el regalo que en los meses del 65 este libro nos obsequi: el placer de la libertad. Lo rele muchas veces en los aos que siguieron, a saltos, de modo fragmentario a veces, ntegro en otras, como acabo de hacerlo para este comentario, y nunca me defraud. Para el cambiante lector que fui en lo sucesivo la novela no descendi jams, antes bien mostr siempre la generosidad de revelarme fisuras no entrevistas por el ojo pasado, aunque entonces, es cierto, tuviesen el resplandor irrepetible del pasado. No deseara concluir, por tanto, sin permitirme una confesin final y excesiva. A veces incurro en la fantasa de creer que Borges y Plotino y mi ta Julieta tienen razn, y que la historia y el tiempo son, ciertamente, cclicos, me entretengo entonces aguardando el momento improbable en el que volver de nuevo a tener los veinte aos que la memoria me dice que tuve para leer los mismos libros de origen con la misma pasin inocente y asombrada de aquella edad, como me aconteci con esta esplndida novela de Renato Rodrguez a la que hoy invocamos.CARLOS NOGUERA

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NOTAS

1 Despus de concluida la primera versin del presente trabajo han aparecido dos nuevos libros narrativos de Renato Rodrguez: nsulas en el Fondo Editorial Fundarte y Quanos en Monte vila Editores. 2 La edicin que consultamos para este trabajo fue, sin embargo, la de Monte vila Editores, coleccin ElDorado, 1972. Las citas pertenecen a esta edicin. 3 R. BARTHES, Barthes por Barthes, Caracas, Monte vila Editores, 1972, p. 45.

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NOTA PARA ESTA EDICIN

La presente edicin se ha realizado sobre la base de la cuarta edicin revisada, a cargo de Libros Raros, publicada en 1985. Hemos conservado las particulares pautas de esa edicin, en cuanto el uso de las maysculas y los signos ortogrficos; as como la nota que acompaa dicha edicin.MONTE VILA EDITORES LATINOAMERICANA

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AL LECTOR

En vista de que anteriores ediciones de este libro adolecen de numerosos y graves errores, hemos procurado, al imprimir la presente, ajustarnos en forma minuciosa al manuscrito original tal como fue concebido por el autor durante los aos comprendidos entre mil novecientos cuarenta y nueve y mil novecientos sesenta y dos, en Santiago de Chile, Lima, Caracas y Pars. LOS EDITORES

A Fernando Herrera venezolano matador de novillos-toros organizador de espectculos taurinos y constructor de plazas de toros.

In Sdamerika Knstler zu sein ist ein trauriges Los. WOLFGANG A. LUCHTING

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PRIMERA PARTE

I

Al fin llego a Pars; en la estacin de Saint Lazare no s qu hacer, estoy un rato indeciso y luego, como en Le Havre he descubierto la Consigna, decido dejar all mis cosas y largarme a caminar a ver si consigo a Eduardo. Cuando me dirijo a depositar mi equipaje veo a Henrique, yo no saba que estuviera en Pars, no le veo la cara, pero con ese cogote de toro viejo no puede ser sino l, est tambin en la Consigna; una vez que he depositado mis cosas me vuelvo para llamarle, pero ha desaparecido Lstima! No me entusiasma mucho hablar con l, pero tal vez hubiera podido darme algn dinero. El pobre Henrique Qu andar haciendo por aqu? No debe tener muy buenos recuerdos mos, yo siempre estaba hirindole con palabras mordaces, pero la culpa era de l, yo no puedo aguantar a la gente ingeniosa. La ltima vez que le vi, se acerc sonriente a saludarme y cuando nos dimos la mano le dije: Me siento tan solitario en este momento que no me importa haberme encontrado contigo. Era cruel de mi parte haberle hablado as, l fue y se lo cont a Adolfo muy adolorido, pero Quin le haba autorizado a andar haciendo por ah chistecitos a costa ma?

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Claro, l se acordaba de nuestra vieja amistad y del aprecio que me tiene, pero yo quiero tambin que me respete y, adems, todava no me he vengado suficientemente de aquella broma suya, cuando tenamos unos quince aos y decidimos marcharnos de nuestras casas, cansados de tanta autoridad y falta de comprensin, y una vez que habamos llegado al puerto y permanecido all dos das buscando un barco que nos llevara, l se acobard a la hora de embarcarnos y con mil excusas me hizo regresar a casa, donde me esperaba una gran paliza, no porque hubiera estado dos das fuera, sino porque habiendo querido hacer bien las cosas les dej a mis parientes una carta explicativa, donde les manifestaba lo insoportable que se me haca la vida a su lado, me quejaba de su falta de cultura y del estado de atraso mental en que todos ellos se encontraban. Henrique haba desaparecido y viendo aquel gento ni se me ocurri buscarlo. Sal de la estacin y caminando al azar llegu a la iglesia de La Madeleine, sigo caminando y llego a Las Tulleras, contino caminando por la margen del ro y amarrado all me encuentro con el bateau de Brama, sigo marchando, atravieso el ro y sigo marchando hasta llegar a la calle de Seine, me meto por ella y comienzo a encontrar galeras, puras galeras, de arte y de otras cosas; al final de la calle est el mercado repleto de legumbres y car nes y en la esquina el muy famoso Boulevard SaintGermain, camino por all un poco todava, husmeando por bares y cafs, y de pronto all est Eduardo, tal como si hubiramos tenido una cita, que a lo mejor tenamos sin que l lo supiera y yo tan slo lo deseara; me presenta a Nanette y marchamos los tres juntos por varios sitios hasta que dejamos a Nanette en la puerta de su casa y nos vamos a comer l y yo.

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Hace aos que no vea a Eduardo. Con gran frecuencia he soado que llegaba a una ciudad, no s cul, no siempre era la misma, en que habitaba Eduardo; la ciudad me era familiar o por lo menos me mova en ella con cierto desparpajo, aunque estaba siempre muy agitado y en los ltimos tiempos la agitacin era ya insoportable. Yo me diriga con gran seguridad a algn sitio, generalmente un caf, donde deba encontrar a Eduardo y al llegar, Eduardo nunca estaba; a veces tena tiempo en el sueo de esperarle un poco, pero nunca llegaba ni le encontraba. Despus me despertaba presa de un enorme disgusto y no poda dormir ms. Eduardo me dice: Yo estoy muy cansado con aire de pesar y agrega mirndome con fijeza Yo he trabajado demasiado para poder comer. Yo guardo silencio, stas no son expresiones propias de Eduardo, al menos del Eduardo que yo conoc. Yo tena el temor horrendo de encontrarme al llegar a Pars con que Eduardo se hubiera marchado, se hubiera muerto de cualquier cosa o que se hubiera suicidado, pero viendo la expresin que pone y las cosas que dice creo que habra preferido aquello. Yo estoy viejo, muy viejo. No es cierto, l slo tiene treinta y siete aos. Luego agrega: Publiqu mi libro, te envi un ejemplar Lo recibiste? S, lo recib. Como construccin artstica fue un xito, pasar mucho tiempo antes de que sea superado. No es cierto, es aburrido y demasiado inteligente, a m nunca me gust su libro, l tiene mucho talento y un gran sentido crtico pero como creador nunca me gust, es muy rgido y demasiado inteligente.

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No me lo han agradecido Cabrones! Ni siquiera de comer me han dado, por eso he tenido que joderme tanto trabajando, estoy cansado, estoy viejo No ves la cantidad de canas que me han salido? Bueno, sea le digo Pero al menos Escribes? Escribir yo? No, hijo mo, de ninguna manera, aprovecho mejor mi tiempo, escribir es una idiotez. A m no me gusta esa mana que siempre ha tenido Eduardo de estar llamndome Hijo mo. Me jode ser hijo de nadie, adems l slo me lleva cuatro aos de edad, sin embargo se lo tolero, no quiero entretenerme en tonteras. Pero, Eduardo No te acuerdas de todo lo que me decas? Escribir es una obligacin, quien es escritor no puede hacer otra cosa y si la hace la paga. Olvdate de esos disparates, al diablo la literatura y su martirio, escribir es una idiotez, habiendo en el mundo tantas cosas buenas, bebe vino y refoclate, como deca el Arcipreste de Hita. Te pones a escribir, publicas tu libro y Para qu? Los crticos hablan si les da la gana, hacen las inter pretaciones ms peregrinas, sin decir nada desde luego Qu van a decir? Si tuvieran algo que decir seran escritores en lugar de crticos. O no hablan en absoluto; los amigos te felicitan en el caf, pero no te leen, te repiten lo mismo que t les has estado diciendo a ellos durante el tiempo en que no habas publicado tu libro, te dicen Una gran novela Cuando te has marchado empiezan a rerse porque cada uno de ellos va a escribir uno mejor. Nadie te lee y en Amrica, menos an; no, hijo mo, tienes que pagarte tu edicin, pequea desde luego porque no tienes dinero y ni aun as la puedes vender; al final ni xito literario ni plata. Y los aos perdidos Quin te los paga?

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Pero, Eduardo Y la realizacin? Si escribes te realizas como ser humano. Qu realizacin? Si escribes te frustras como ser humano, cambias tu vida por un bojote de palabras sin pies ni cabeza. Permteme una estruendosa carcajada; si quieres realizarte, hazlo bebiendo buen vino y ayuntndote con fermosas hembras y con yantares de tu agrado, que a eso viene el hombre al mundo. El falo, el falo, ah est la cosa, justo en el falo! Cuando terminamos de comer nos vamos, dejo a Eduardo con la promesa de vernos al da siguiente, tomo un cuarto para pasar la noche y me acuesto. A lo mejor Eduardo tiene razn Qu coo! Yo no s nada, todo lo que est muerto est muerto y no se puede recomenzar la vida, no, la vida no se puede recomenzar. Y Si se pudiera recomenzar? Qu habra hecho yo durante todos estos aos en que he estado slo pendiente de encontrarme con Eduardo y de hacerle leer lo que yo iba a escribir? Puede que yo no sea escritor, que escribir no sea ninguna obligacin, ni aun si se es escritor, yo no s, si no lo fuera mejor para m, que ni me gusta Qu tedioso es sentarse delante del papel en blanco y tener la cabeza tambin en blanco y un hor migueo en los cojones, pararse, dar vueltas por el cuarto, encender un cigarrillo, ponerlo en el cenicero y olvidarse de fumarlo y sentarse otra vez y cuando parece que te va a llegar un embrioncito de idea, una ideta, zas, la cigarra que rompe a cantar sus taladrantes estridencias que uno no puede aguantar, y al bao a orinar. Y que slo cuando ests por las noches a punto de dormirte se te ocurre alguna cosa brillante y luego al da siguiente, por flojo y no haberte levantado a anotarla, ni la ms remota memoria. Y mientras orinas acordarte del ltimo incendio, el que vi

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cuando iba para la papelera a comprar papel y una cinta para la mquina, despus que esa tarde no se pudo hacer nada por culpa de la cinta que estaba muy gastada y porque el papel se haba acabado, se del bueno, que del otro todava haba pero no me gusta usarlo porque lo que hago en l siempre me queda malo, no como en el otro, ese blanquito de dimensiones tan armoniosas, de a 6,50 las quinientas hojas. Y aunque escribir a mquina no te gusta tienes que admitir que el tecleteo de la Olympia es tan sabroso, porque es realmente distinto del zumbido de la mquina de pulir granito que usa el constructor que est reparando la casa de al lado cada vez que una buena idea te est asomando en el crneo y ests sentado frente a la typewriter con todo el cuerpo en tensin monologando experimentalmente entre dos dilogos de tu libro, entre tu primer nombre y el que te agreg el cura en el bautismo para que el conjunto sonara ms cristiano. Winston Abderraman Perozo no, Jos Abderraman Perozo; entre Winston Perozo y Jos Perozo y cuando te has desembarazado de tanta bolsera, tu mam que te llama para que vayas a cenar o para preguntarte si quieres caf y no puedes demorarte hasta que hayas agotado el soplo, porque hay que quitar la mesa temprano para que la criada pueda marcharse temprano porque el novio la est esperando y Qu diablos llaman temprano? Justo el momento ms inoportuno. No, si t puedes escribir en tus ratos libres Tus ratos libres! Cules son tus ratos libres? Dmelo Cabrn! Que estoy ansioso de saberlo para librarme de coger esas espantosas rabietas delante del papel, blanco como un desafo, torturado por el negro rodillo, esperando a que te salga algo de la mollera, por la punta de los dedos, si la espera se vuelve desmesuradamente larga y el papel empieza a gri-

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tarte Idiota! Idiota! Vaya con el escritor que no escribe nada! Qu diablos espera para comenzar? Hasta cundo prolegmenos y orinaderas? Aunque sea un recado de Navidad! Me paro a orinar otra vez y vuelta a recordar el incendio con todas aquellas mujeres asustadas y los bomberos dando carreras apartando a los curiosos empeados en ver las llamas cagndose en la obra de los arquitectos. Pero los muy maricones son muy tenaces Arquitectos de mierda! Por qu hacis casas? Por qu no os suicidis todos? Dejad a la gente y a los bomberos tranquilos que tienen que irse a quemar para salvar vuestros falos monstruosos. Apenas removidos los escombros, hete aqu un arquitecto proyectando nuevos falos con ascensor y desprovistos de sangre. El falo, el falo, el falo grita Eduardo en la azotea y se muere de risa mientras asa en la estufa una paloma para comrsela El falo, el falo, el falo, ah est la cosa; seguid escribiendo Cabrones! mientras yo copulo y bebo vino, que os har mucho bien, pero no pretendis que yo lo haga, porque no hay quien me pague: todos quieren leerme, todos, pero gratis no ser yo quien haga nada, estoy cansado, he trabajado mucho, estoy viejo No me veis las canas? Estoy cansado; el falo, el falo, el falo, ah est la cosa seores Quin da ms? Veinte aos al servicio de la literatura es demasiado. Lo que Eduardo deca podra ser vlido para m o no, pero en todo caso para l no lo era. Eduardo no es escritor, no tena por qu haber escrito y est pagando haber hecho otra cosa. Puede que tenga razn, pero y a m Quin me paga mis diez aos en el vaco? Quin me los devuelve? Y como que soy medio profeta y no lo saba Qu eran aquellos sueos? Premoniciones de lo que iba a ocurrir y yo no lo saba, no saba que era profeta, cuando llegaba

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a la ciudad, buscando a Eduardo y no lo encontraba. Me angustiaba porque pensaba que l habra muerto o se habra suicidado. Eduardo no estaba y yo no saba lo que en realidad iba a pasar. l me habl muchas veces de la llave del gas; mentira, puros trucos, no se mata nada. Y yo que tena ese miedo de quedarme sin nadie que leyera mis cosas, que me halagara a seguir escribiendo, que me entendiera como Eduardo me entenda y no pues, lo que encuentro es que el tipo que yo conoc ya no existe ms. Yo soy un tronco de profeta Verdad? Verdad? Slo que no lo saba. Le cont despus la historia a Fernando y l le puso un final dramtico, pero yo no soy asesino, adems no hay a quin matar, no existe ms, existe otro y en diez aos es verdaderamente otro porque ha cambiado de clulas, de uas y de cabello varias veces. Fernando, que dice ser director de cine, me dijo: Qu buen argumento para una pelcula!

II

La cosa comenz hace tiempo, yo no s exactamente cundo, a veces se me ocurre que fue la primera vez que nos encontramos Mein Vater und Ich, cuando nac. Fantasmote grande y fuerte como Der Kafkas Vater (yo nac el 3 de julio), saba tocar la guitarra, el piano, el violn, gran nadador; me dominaba haciendo sonar hbilmente cualquier aparato sonoro al alcance de sus garras; aplastaba mi voluntad cuando por las noches me despertaba y no tena ganas de dormir, sino algn vago deseo de lactante con sus sentidos completos, sin haber descubierto an la razn ni

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el horario, tocando compulsivamente en la guitarra In a little Spanish Town hasta que me dorma con una oscura sensacin de querer romperle la guitarra en la cabeza. Yo no podra precisar con exactitud, la cosa puede haber comenzado en cualquier momento. Cuando mi to le cay a golpes a Ismael y le amarr cuando l fastidiado de tanto grito y tanto insulto se cans de soportarlos pacientemente y se rebel; yo lo vea ah tirado en el suelo como un fardo con la boca y la nariz sangrantes y aquellos ojos tristes expresando un dolor mucho ms antiguo que todo eso, como hereditario, o aquella noche cuando estaban los reclutas amarrados frente a la comisara formando un gemebundo chorizo humano, largo y triste, con un dolor que tambin pareca hereditario, aunque sin saberse de quin, que ellos soportaban sin protestar. S, no hay duda, la cosa ha tenido muchas ocasiones de empezar; cuando Teresa la loca pasaba por la calle y por cualquier disgusto que le daban los muchachos, se alzaba el camisn vomitando ira y amenazaba con tragrselos a todos por el sexo, renegando de toda la humanidad, como si ella hubiera parido a todo el mundo, uno por uno, o cuando Eduardo me pregunt con su cara de teutn sonriente Ha estudiado usted con los jesuitas? Yo le dije que no, pero l segua sonriendo. Puede que antes de preguntarme nada ya lo supiera y slo pretendiera meterme en el coco alguna monstruosa idea, porque al fin de cuentas Qu tiene que ver con nada el hecho de que uno haya estudiado o no con los jesuitas? Ser que se le pega algo? Pero, a m Por qu tena que pegrseme nada, si nunca haba estado donde los jesuitas? Fue entonces cuando empec a fijarme mucho en todos los tipos y un da observando a alguien se me meti en la cabeza que haba estado donde

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los jesuitas, le pregunt Ha estudiado usted donde los jesuitas? El tipo peg un brinco Cmo lo sabe usted? Era la primera vez que yo lo vea, se puso un poco descompuesto y yo no saba qu decirle. Ojal que su cosa no haya comenzado entonces, pero en fin de cuentas A m qu me importa? Con la ma tengo bastante como para estarme ocupando de la de los dems. Pero, cuando eso, la cosa seguramente ya haba comenzado, debe haber sido mucho antes, a lo mejor incluso fue antes de nacer yo; cuando Mein Vater se fug de su casa y empez a tocar su violn en los bares del puerto de Martinica, cuando estaba de moda el Yankee Doodle, eso no lo recuerdo desde luego y no importa gran cosa y puede que ahora que estoy aqu tirado como si todo hubiera terminado, nada haya terminado, sino que haya muchas cosas comenzando o a punto de comenzar; la gran cosa, mi cosa, no importa un chorizo dnde o cundo haya comenzado.

III

El ao pasado estuve all y no encontr nada de lo que saba que siempre haba habido; los pjaros de mi abuela se haban muerto todos, tambin el loro y el perro; en los platillos de las jaulas vacas, haba todava restos de alimentos, secos y verdosos. Y el aguamanil? le pregunt a mi abuela cuando quise lavarme las manos antes de comer y no lo vi en el sitio donde haba estado desde siempre. Se desfond me dijo ella. Y ella estaba ya, tambin medio muerta Qu desea, seor? me pregunt a M cuando me abri la puerta a mi

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llegada. El perro, Bravonel se llamaba, se muri a los quince aos de edad; desde que lo destetaron estuvo encerrado en el gran patio sin ver otro perro durante toda su vida, no recuerdo si saba o no ladrar; de da estaba amarrado con una gran cadena y a las seis de la tarde se le soltaba. A lo mejor nunca supo que era perro, como la gata de don Roberto, que habiendo sido criada por una perra enloqueci el da en que por accidente se vio en el espejo del bao. Los rboles del patio donde tantas veces fui Tarzn, de verdad verdad, estaban secos. El loro, nunca supe su edad porque lleg a la casa ya viejo, estuvo en su anillo durante cuarenta aos y ya no estaba ms. Cuando regres, me tumb en mi cama patas arriba, querindome ir hacia bien lejos, pero a ninguna par te; habiendo perdido mi paraso, que yo haba credo eter no, como debe ser todo paraso que se respete, sin tener ya dnde ir, porque siempre haba credo que podra irme all, cuando tuviera deseos de irme de todas partes y siempre haba estado preparndome para, alguna vez, irme all definitivamente. Mi primo Baltasar me vino a buscar una tarde y me llev donde mi to Trinitario; cuando llegamos, mi to me mir y le pregunt a Baltasar Quin es ste? ste es David, el hijo de Rafael, le respondi Baltasar. David? pregunt mi to Ah, s, el hijo de Rafael y me tendi la mano. Yo le tom la mano con la ma y se la estrech con fuerza, pero l, encolerizado, grit: Muchacho, arrodllese y bese esa mano! Yo lo hice y entonces nos sentamos todos. Cmo est usted mi to? le pregunt Baltasar despus de uno de los repetidos e incmodos silencios que se producan.

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Bien contest Trinitario Lo nico que me falla de vez en cuando es la cabeza, pero yo me doy cuenta ligerito de cuando me viene la falla y no salgo de la casa; yo estoy de lo ms tranquilo y de pronto empiezo a disponerme para salir de viaje en el barco y preparo todo y le mando recados a la tripulacin y hago una lista de provisiones y cosas que se necesitan a bordo; entonces s que estoy mal, porque yo no tengo ningn barco, hace quince aos que lo vend; digo Trinitario, no salgas para la calle hasta que se te pase la loquera y me quedo aqu hasta que me doy cuenta de que estoy otra vez bien. Y come usted con buen apetito, mi to? le pregunta Baltasar. l se echa a rer y le contesta Cuando tengo que comer s y dale a rer. Yo me quiero ir, le hago seas a Baltasar y nos vamos con cualquier pretexto. Nos fuimos de cantina en cantina y regresamos ya tarde con una gran borrachera; cuando Baltasar me dej, me entr en el cuer po esa gran lasitud que tantas veces, antes y despus, he sentido. Si hubiera podido morirme un poco, matar algunas cosas, olvidarme completamente de Qu s yo? Quin sabe si todo no fue invencin ma? De no haber ido all el ao pasado, todo habra seguido siendo igual y en vez de estar all tendido como un costal de cualquier cosa, podra haber estado divirtindome, charlando con mis amigos en el caf, en la playa o con Patricia. Pero no quera ni verla; le habl tanto de todo eso que ya no exista, que ella haba empezado tambin a soar y nos prometamos ir un da all y pasarnos las tardes en la playa y ver esa enorme luna que parece salir del mar. Y cuando despus de mucho rato juntos, no tenamos gran cosa que decirnos, comenzbamos a

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hablar de todo eso y as soportbamos el hasto que, a veces, inexplicablemente comenzaba a invadirnos. Tena la sensacin de haber estado engandola con puras mentiras, porque entonces, slo yo saba que todo eso haba sido verdad alguna vez. Todo se me vena abajo, las mismas obsesiones de siempre torturndome, enfermndome y sin tener, como antes de mi viaje all, el refugio de pensar que cuando ya no aguantara verdaderamente ms y mi fracaso fuera total, podra irme y estar tranquilo y feliz, conversando con Jos; con Patricia o sin ella, pero all. Pero el mismo Jos se haba muerto, esto deca el telegrama que me mand su padre Jos muri el viernes por la tarde. De veras el asunto me enfermaba, me senta mal y la gente me preguntaba Qu te pasa? Nada, no me pasa nada. Era lo nico que yo poda responderles, no poda decirles ms que Nada Qu ms? No poda ponerme a explicarles que unos pjaros, un loro y un perro se haban muerto, que unos rboles se haban secado; que un aguamanil se haba desfondado y que lo haban botado en lugar de mandarlo a componer, como tantas veces lo haban hecho ya; se le abra un boquete y entonces mi abuelo mandaba a llamar a Salvador que vena y lo arreglaba soldndole un pedazo de cobre nuevecito y reluciente, que pareca oro durante algunos das hasta que empezaba a formrsele el cardenillo y se volva verde; lo haban botado. Algo ms que un aguamanil se haba muerto; se haba muerto Salvador con su cara colorada y su tufo de aguardiente barato, de puro viejo, y muchas otras personas se haban muerto de verdad o estaban murindose poco a poco, como se muere la gente all, primero se les van muriendo

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los ojos, tambin poco a poco, y as seguan murindose hasta que un da se los llevaban al cementerio. Algo ms se haba muerto, algo ms que unos pjaros, un loro y un perro, algo ms que unos rboles se haba secado, para que botaran as al pobre aguamanil porque se le haba abierto un huequito, que hasta con un pedazo de jabn azul se le habra podido tapar. Les deca Nada, no me pasa nada Cmo iban a poder comprender que se haba muerto algo ms que todo eso? Se me haba muerto mi mano derecha, el pulgar o el ndice, que es el que sirve para escarbarse la nariz. Patricia habra tal vez comprendido, pero como ella haba comenzado a pensar demasiado en el da en que su pobre humanidad fuera tambin all, la habra medio matado al decirle que aquello ya no exista, de modo que prefer matarla entera no vindola ms, y que as no tuviera, como yo, que echarse como un trasto sin vsceras ni esqueleto, como un cuero de vaca en el piso del matadero, sin ganas de moverse ni tener adnde ir. Y despus, cuando estuviramos juntos y comenzara el hasto Con qu bamos a justificar nuestras interminables y agotadas relaciones, donde lo nico intacto era el proyecto de irnos all y estarnos en la playa hasta que la luna fuera saliendo del mar y comenzara a hacer fro? Algunas veces me acordaba de todo lo que deca Eduardo y me daban unas dbiles ganas de ponerme a escribir; sin impor tar me que slo fuera capaz de decir tonteras y banalidades; me deca que tal vez fuese sa la nica manera de desembarazarse de las cosas y cuando me daba cuenta de que careca del impulso de hacerlo, de que todo vena de razonamientos, me deca que quizs hubiera otro modo, porque eso de escribir da mucho traba-

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jo y yo no tena ninguna gana de hacer grandes esfuerzos Para qu? A menudo se me acababan los cigarrillos y tan pocas ganas tena de moverme que pasaba das enteros sin fumar, por no moverme a procurrmelos. Despus de haber visto las jaulas vacas, pendientes an de los oxidados alambres atados al alero de donde se caeran cuando llegaran a podrirse totalmente porque a nadie iba a ocurrrsele quitarlas, el aguamanil botado, el patio vaco de follaje, la gruesa cadena con el collar de cuero an atado pero vaco de perro Qu importancia podra tener para m fumar o no fumar? Fumar o no fumar; no era sa la cosa, de otras cosas haba prescindido ya, tena ganas de marcharme, no se me ocurra hacia dnde hacerlo, la nica posibilidad permanente que haba tenido ya no exista y entretanto segua all echado y ni siquiera era por pereza. All? Imposible A qu? Lo nico que quedaba era la playa, aquella sabrosa playa donde me baaba desnudo y donde, como era el nico que iba, me senta como un millonario con playa particular y todo. Y entonces, con mis treinta y tres aos y todo borrado Qu iba a hacer? Patricia borrada tambin; ya ni me atraa. Mirndolo bien, aquello no era un amor, slo un remedo cmodo, satisfactorio tan slo; siquiera eso donde para tener algo que ver con una mujer hay que casarse o revolcarse con alguna pobre criada que no dice nada a nuestra madre por temor a perder el empleo, como si ellas tuvieran la culpa de que a uno se le ponga el sexo agresivo o porque a su gusto de ex campesina ha llegado a gustarle uno. Tal vez all se hubiera convertido en amor, pero ya no haba caso, all no exista y adems estaba cansado de repetir siempre la misma tontera; a veces tena que hacer

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un enorme esfuerzo para llegar al final y siempre saba de antemano las palabras que iba a decir y las que iba a escuchar Ests bien? Tomndome de las manos y poniendo los ojos moribundos como los de un chivo degollado S, estoy muy bien Y t? Y despus de un rato vuelta a comenzar otra vez la misma cosa y entre cosa y cosa, aquel enorme vaco que antes de mi viaje all haba con que medio rellenar al menos Ests bien? Ojos en blanco. Mierda! Y todo por mi cosa, por mi maledetta cosa.

IV

Nada, entonces me estaba all tendido patas arriba en mi cama tratando de olvidar montones de cosas que hasta entonces me haba empeado con un deseo furioso en conservar vivas y relucientes en la memoria. Y ese deseo, que a lo mejor era parte de la cosa, como que comenz cuando Eduardo me dijo, puede que con la misma mala intencin de su descacharrante pregunta: T eres un escritor. Yo no iba a sorprenderme de or eso, no era la primera vez que oa algo parecido. El hijo de mi to, el que se la pasaba leyendo el Quijote despus de almuerzo, me dijo: Tus cartas estn muy bien escritas. Por qu no te dedicas a escribir? sos eran riones; yo, con doce aos, iba a dedicarme a escribir? Con tanta hermosa playa y tantas diversiones que haba all? Y todos aquellos compaeros con quienes me iba por las tardes a cazar pajaritos o a dar aquellos magnficos paseos en bicicleta por los arenales y por las huertas de mangos y guayabas donde podamos hartarnos de

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lo que fuera sin que nadie nos dijera nada y donde podamos fumarnos nuestros cigarrillos sin que viniera ningn viejo a llamarnos atrevidos y faltos de respeto? Yo haba visto en toda aquella cantidad de libros que l tena, que casi no dejaban ver las paredes de su cuarto, las fotos y los retratos de los autores y todos eran una cuerda de viejos, barbudos casi todos ellos, con anteojos, cara de locos y aire de aburrimiento y cansancio y todos, adems, demasiado serios; sera tal vez de estarse todo el da dndole julepe a la mquina de escribir, con dos dedos igual que yo, con los ndices y una que otra vez con el medio, o sea con cuatro, y a veces, las menos, darle a los espacios con el pulgar; esto siempre que no me vea el hijo de mi to porque l me gritaba entonces que si no escriba con todos los dedos no podra nunca llegar a ser un buen mecangrafo y hacer no s cuntas palabras por minuto que era el mnimo aceptable. Despus se me ocurra, por el aire de viejos, que en la poca de aquellos hombres no exista an la mquina de escribir y que habran tenido que hacer todas sus cosas con plumas de pavo y estarse todo el da con los dedos sucios de tinta y por eso tambin me rea el hijo de mi to y me mandaba a cada rato a lavarme las manos con agua y jabn y a cepillarme los dientes. Y Pedro, su empleado, cuando lea mis ejercicios de mecanografa o de caligrafa, siempre se enojaba por los errores que haca Los nombres de ciudades se escriben siempre con mayscula me gritaba o bien Antes de p y b se escribe m yo no saba si me tomaba el pelo o no porque yo vea que cuando l escriba carbn o arpn nunca pona m antes de la p o la b; pero Quin iba a decirle nada? A ver si me daba un buen tirn de orejas?

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Unos tres aos despus el director de mi colegio me dijo lo mismo que el hijo de mi to, y yo empec a pensar complacido que tal vez tuviera razn; entonces no me limitaba a ver los libros y las fotos de los autores, sino que me haba dado por leer y conoca las biografas de muchos escritores y saba de los amores que muchos de ellos haban sostenido con bellas bailarinas y actrices y hasta con alguna duquesa o marquesa; todas stas constituan para m una raza maravillosa de mujeres. Muchas veces por aquellos tiempos intent escribir algo pero lo que se me ocurra eran puros disparates moralizantes, as como que la juventud se pierde bebiendo ron y otras payasadas por el mismo estilo. Tiempo despus, en la universidad, en medio de aquel pavoroso aburrimiento que all soportaba, segua con los mismos temas, pero ampliados a otras clases de perdiciones de las que me haba ido enterando. Que si la juventud se perda buscando la compaa de las pobres puticas que deambulaban en la noche lbrega a lo mejor sin haber comido y las gentes las despreciaban no sabiendo (la pena que hay en m) que ellas slo estaban casi siempre pendientes de dar de comer a la anciana madre o al pequeuelo que dejaron en el pueblo cuando se vinieron a la ciudad en busca de mejor fortuna. Que si los estudiantes no estudian y yo que tampoco estudiaba harto de todo eso y a duras penas poda aguantar las seis horas diarias de clase ni aquellos aburridsimos profesores, tan autoritarios y gruones, a quienes a lo mejor su mujer les pegaba cuando los sorprenda por la noche entrando con los zapatos en la mano para que nadie se diera cuenta de la hora o el estado en que llegaban. Y no estaba yo hastiado por falta de gusto hacia las matemticas Oh hermosa Geometra! Sino que para m era

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una lata echarme toda aquella cantidad de conocimientos al coleto a sabiendas de que slo me serviran para construir cloacas y pozos spticos y por todo eso me daba tanta risa or a Eduardo con toda la teutnica seriedad que l crea tener No puedes ser otra cosa que escritor y mientras no te dediques a escribir estars jodido No logrars nada sino escribiendo; escribe y todo lo dems te ser dado por aadidura Como si para entonces yo no hubiera estado enterado de todas las aadiduras que les dieron a todos esos tipos que se dedicaron a escribir de verdad. Lo de Eduardo era gracioso de verdad; l iba dicindole a todo el mundo Eres escritor Eres pintor Eres un grabador nato El mundo lleno de escritores, pintores, poetas, grabadores y telegrafistas y a m que me diverta ms ordear las vacas y andar por los montes en un buen caballo hacindome la cuenta de que nunca haba estado en esa aplastante ciudad de Caracas, ni en esa universidad del coo, de aire opresivamente repleto de sexo y poltica. Yo no tengo nada que decir, Eduardo le dije un da, ya un poco aburrido de su cantilena, con cara de seriedad y aire de quien lo lamentaba. l abri tamaos ojos y se mora de la risa morirse de la risa era una de sus expresiones favoritas Nada? Ja Ja. Eres un gran escritor y un gran imbcil, caro Augusto Y todas esas cosas que me has estado refiriendo desde que nos conocemos es nada? Tengo todava todas las cartas que me escribi y en todas dale con los escritores Eres escritor, escribe y mierda con los escritores de todo el mundo, l mismo escritor, su hermano escritor. Yo le encontr muy inteligente, con un criterio muy certero, ensayista o lo que le diera la gana, pero novelista, que era lo que estaba empeado en ser, jams,

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no he visto a nadie ms desprovisto de gracia e ingenio Qu rgido era todo lo que haca! Algo chiflado adems. Lo grave del caso es que para entonces yo tambin haba comenzado a considerarme escritor.

V

S, yo pensaba que poda ponerme a escribir; a menudo pensaba que lo nico que iba a poder ponerme a hacer era a escribir, porque la forma en que empezaba a sentirme acorralado por toda la cantidad de fracasos que se me acumulaban era como un feroz acoso del destino. Fracasos por todos lados y una progresiva reduccin de mis posibilidades y lo nico que me iba quedando intacto era la ocasin de ponerme a escribir cuando me diera la gana o cuando tuviera nimos suficientes o cuando me convenciera totalmente de que hacerlo era el nico recurso que me quedaba a mano. Pero, recurso De qu? Es que poda solucionar algo hacindolo? No poda saberlo sino intentndolo. Despus de todo ya durante algn tiempo lo haba hecho y a pesar de que no haba hecho nada del otro mundo Eduardo segua insistiendo en que yo era un escritor nato. Necesitara estar con Eduardo, l me ayudara, yo s que me ayudara, pero Dnde demonios estara Eduardo entonces? Yo no tena la menor idea, varias cartas me haban sido devueltas y suya, haca tres o cuatro aos, tal vez ms, que no reciba ninguna; a lo mejor hasta me haba escrito dicindome dnde se hallaba y yo no haba recibido la carta; esto era bien posible con la cantidad de veces que yo haba cambiado de domicilio.

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S, ya lo haba hecho y durante bastante tiempo. All en Chile, desde la noche aquella en que Eduardo me dijo Vete a tu casa y comienza a escribir inmediatamente. Era divertido despus de todo, verle haciendo uso de aquella tremenda autoridad que afectaba tener sobre m y que verdaderamente poda haber ganado a fuerza de gentileza y comprensin. Yo no le dije nunca a Eduardo que antes haba intentado escribir y que lo que haba hecho era malsimo, ni que l no haba sido el primero que me deca Eres escritor Para l era muy satisfactorio descubrir talento y Por qu iba yo a negarle esa satisfaccin tan inocente? S, era una satisfaccin muy inocente, pero esa inocente mana de andar descubriendo escritores fue lo que me arruin, por eso Eduardo es el culpable de todo cuanto me ocurra y me ocurre hoy. Esa mana inocente al servicio de la gran literatura, de andar descubriendo escritores-escritores. Yo haba querido desde mucho antes ser escritor, pero no escritor-escritor sino escritor diplomtico o escritor-abogado y bien diplomtico y escritor, abogado y escritor o siquiera arquitecto-poeta. Ah estaban todos esos valores nuestros, que ejercan sus profesiones y cada tantos aos publicaban un librito que reciba un premiecito y salan en los peridicos y eran invitados a las recepciones de los millonarios y eran grandes figurones, eso era lo que yo quera. Pero vino Eduardo y me habl como l saba hacerlo y todos aquellos proyectos se fueron a la misma mierda. Aquella noche yo me fui a mi casa y me dije Debo hacerlo aunque sea para que vea lo mal que lo hago y se le quite la idea de la cabeza. Adems tena unos deseos enormes de complacerle Tan gentil Eduardo y tan buen amigo! Pero otra vez lo que se me ocurran eran puras tonteras.

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Sin embargo pens es mejor as, vamos a escribir sobre tonteras. Pas toda la noche escribiendo hasta que amaneci, pero ni aun as par, como a eso de las nueve de la maana haba terminado mi relato y muerto de sueo me acost a dormir. A eso de las tres de la tarde me fui donde Eduardo con mis cuartillas. Era una horrenda historia de prostitutas y burdeles donde el hecho central consista en el episodio en que una prostituta le corta la cara a un hombre que aprovechndose una vez del estado de embriaguez en que ella se hallaba, la haba deshonrado copulando con ella en forma antinatural. Desde el principio yo saba que aquello iba a ser malo, pero me empe en hacerlo para ver si Eduardo se dejaba de estarme acosando con aquello de que Eres escritor, eres escritor y me dejaba tranquilo tomarme mis copas de vino en paz y darme mis paseos por el cerro Santa Luca con aquellas muchachas tan lindas y amables que haba llegado a conocer en Santiago. Eduardo ley pacientemente mis cuartillas y cuando termin me mir fijamente y sonriente. Ya saba yo que no me equivocaba dijo Tiene, desde luego, grandes defectos, pero despus de haberlo ledo estoy ms convencido an de que eres escritor, un gran escritor. Esta noche vuelve a escribir me dijo Eduardo cuando nos despedimos. Y yo, cuando hube llegado a mi casa, me puse a escribir; pero esta vez con un gusto y una pasin que, de no haber estado tan embebecido en lo que haca, me habra producido una gran sor presa. Fue entonces cuando escrib El violn de Tacho, me estuve toda la noche manipulando mi pluma y buscando por todos los medios que se me produjera la angustia creadora para lograr que

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se me catalogara de demente, mxima alabanza literaria de aquellos das en Santiago. Beba mucho vino, me paseaba solo por el parque y por las calles respirando el aire flico que se colaba por las esquinas, hablando solo, tratando de lograr la presin que, deca Eduardo, se necesita para producir la gran obra que yo deba producir antes de los veinticinco aos, porque yo era Augusto Augusto? S, bueno, como t quieras. Aquellas agradables noches de Santiago que Eduardo y yo pasbamos en el caf de la Plaza Baquedano hablando de literatura! Es decir que Eduardo hablaba y yo le escuchaba Anderson Winesburg Ohio es un Chjov flico tienes que leer Las intimidades de un novelista. Yo te voy a escribir una lista de lo que no puedes dejar de leer coga una servilleta del caf y con su lpiz amarillo iba anotando. Sexo y Carcter en Alemania hay Sociedades Otto Weininger se suicid a los veintids aos no se puede comprender al ser humano sin leer a Weininger. Todo lo de Kafka estaba aplastado por su padre que pesaba como noventa kilos El proceso Amrica La metamorfosis Descripcin de una lucha. Lleg Alfredo solo y se sent con nosotros. Te presento al ms grande escritor joven de Suramrica. S? curiosidad y sor presa Qu es lo que ha escrito? Hasta ahora no ha escrito, pero va a escribir. Tiene visin potica del mundo? Muchsima, eso es lo que le sobra. Yo sonrea, Eduardo tambin. Alfredo se fue, no le vi nunca ms. Caminbamos por el Parque Forestal, de brazo,

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igual que los jvenes pederastas. A las seis de la maana nos marchbamos a nuestras casas. A veces nos sentbamos en el portal de alguna casa y no faltaba un polica que nos preguntara que qu hacamos all. Eduardo le daba, sonriente, una explicacin; le preguntaba si era padre de familia, le daba algunos consejos sobre la educacin de los nios y el agente se iba al parecer muy contento de haber conocido a un tipo tan razonable y bondadoso. Nos bamos y al despedirnos Eres escritor Tienes que escribir, manda todo a la mierda y escribe y una risita de quien sabe ms que lo que deja entrever. Dostoievsky ese tipo s que lo vio todo y no alcanz a decir todo lo que haba visto Artzebachef y Cervantes la novela recin comienza. Albert Camus y Charles Trenet vinieron por aquellos das a Santiago, Trenet cant en el Casanova y Camus habl en una Sociedad de no s qu cosa; Lautaro Mura se disfraz de Calgula en los Carnavales, Francia estuvo muy de moda. Yo andaba por las calles y cafs bebiendo vino, descubriendo cosas por todos lados hasta donde no las haba, gastndome el dinero en libros y papel; tragndome las obras de Jung y Adler para conocer bien los mecanismos del ser humano y dominar la tcnica del monlogo interior; me pareca que los mitos modernos no eran tan modernos cuando lea los libros que hablaban de lo griego. S, no hay duda, lo griego es lo perfecto me deca Protibeo, el hermano de Eduardo. Vuelta a deambular por las calles y a pasear por el parque donde las jvenes damas empujaban los cochecitos con sus tiernos retoos. Mira, mira me deca Eduardo los futuros Kafkitas neurticos de este pas.

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Truman Capote y Gore Vidal empezaban a ser muy conocidos T sers como ellos deca Eduardo sonriente antes de muy poco tiempo. Yo empezaba a adaptar mi vida en todo al acento de sus profecas. Lautaro Tagore vena por las noches a los cafs de la Alameda y hablaba de los jardines de piedra que haca para los judos ricos de la ciudad; contaba a todo el que le pagara una cerveza sus fbulas naives El Buey Volantn El suplicio de una madre Una noche le pregunt a Sann Caseaux Ha ledo usted El ruiseor y la rosa? Yo no leo autores maricones le contest Sann a m me basta con serlo yo mismo. Strindberg y Hlderlin haban cultivado la locura, hay que cultivar la locura. Csar Vallejo se haba muerto de hambre en Pars, hay que morirse de hambre en Pars, no, mejor en Roma o en Florencia. Yo escriba pero no lograba nada realmente bueno No importa deca Eduardo porque lo tuyo demuestra gran talento Pobre Eduardo, estaba fuera de s Cmo debe haberle afectado la muerte de su padre cuando l era tan joven? Sin haberle hecho sentir suficientes compulsiones; con lo bueno que hubiera sido para l haber continuado durante mucho tiempo siendo el hijo de su padre, distinguido, mdico y adinerado, que habra seguido comprndole buenos trajes y comunicndole importancia a la familia y l hubiera podido pasear su ingenio y agudeza por los salones elegantes sin tener que meterse a escritor, intelectual, para tener como justificar el hueco en los fondillos de su pantaln y las caries de sus dientes; muchas cosas buenas habra podido hacer si sus complejos se le hubieran formado ms adentro, mucho ms adentro, de la frgil costra de Narciso.

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VI EL VIOLN DE TACHO

Yo nunca supe el verdadero nombre de Tacho. Una vez le pregunt, me contest con un raro gruido; no volv a preguntarle ms, podra haberse ofendido por mi curiosidad. Tacho era un hombre muy delicado. Una vez su hermano Nicomedes le increp por el estado de semiebriedad en que se mantena constantemente y l se sinti tan humillado que jur no volver a pedirle dinero a Nicomedes, ni siquiera en calidad de prstamo. Adems, era ms fascinante que fuera slo Tacho y ms de acuerdo con las costumbres de all. Mi nombre nadie lo saba, yo era slo el hijo de Rafael y Chabolito era el hijo de Chabolo, a pesar de llamarse Ramn y de que Chabolo se llamaba Salvador y Tacho era Tacho y antes de ser Tacho tal vez fuera el hijo de... yo ni siquiera s cmo se llamaba su pap. Tacho era msico, tocaba el violn con extraordinaria habilidad y Nino deca que incluso saba leer msica. Yo no s si era un virtuoso, un gran msico, pero habilidad, eso s que no se le poda negar, hasta un sordo se la habra atribuido; haba que verlo Cmo se mova! Qu de raras contorsiones realizaba! Y todo, sentado en su silla de cuero de chivo sobre el tablado de los msicos que alegraban las fiestas. Cuando Tacho tocaba todo mi ser se concentraba en los ojos, ni le oa. Me parece estarlo viendo, en su silla, con sus ojos vidriosos medio muertos, sus dientes negros tal vez a causa de los pestilentes tabacos baratos que fumaba y su enorme nariz. Siempre con la misma actitud y su mismo aspecto; ao tras ao. Tacho tena un violn que sobre m ejerca una extraordinaria fascinacin. Algo tena aquel violn, sin embargo

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era, al parecer, igual a todos los violines que yo haba visto Cmo me habra gustado tocarlo! Pero yo, decididamente, no tena habilidad para tocar el violn. Cuntas veces ensay con el violn de mi padre sin ningn resultado! Me convenc hacindolo de que tocar el violn era muy difcil. Mi padre, segn decan, tocaba muy bien y yo reconoca esa cualidad, pero algo le faltaba, porque a pesar de todo ni l ni su violn ejercieron nunca sobre m, la fascinacin del violn de Tacho. Cmo me gustara ser como Tacho me deca poder tocar el violn as y poseer desde luego su violn! Pero no su tristeza. Hctor y Jos me lo envidiaran y tambin Miguelito, el hijo de doa Josefa. Mi padre era muy aficionado a la msica; frecuentemente Tacho y otros msicos de all, venan a mi casa a tocar con l. Tacho no hablaba, se limitaba a comentarios musicales y beba su copa silenciosamente. Una vez o que mi padre le reconvena en tono muy amistoso. Has perdido mucho por tu aficin a la bebida le deca Nicomedes y Juancho se sienten muy apenados por ti. Tacho guardaba silencio, pareca sentirse tambin apenado, como si le pesara haber desmerecido a los ojos de sus hermanos. En los das siguientes no dej de embriagarse con la misma frecuencia de siempre. Me molest descubrir que Francisco, el sobrino de Tacho, guardaba por l una profunda admiracin. Yo empezaba a considerar a Tacho as como una cosa ma y muy a menudo me vea con su violn entre las manos. Cuando Francisco me revel el secreto de su violn, encontr justificada su admiracin. Si mi to Tacho me dijo orgullosamente hubiera seguido fabricando muebles, a lo mejor tendra hasta dinero.

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Cmo? pregunt Tacho Es carpintero? S me dijo Francisco sor prendido de que yo no supiera eso y muy bueno; los muebles que tiene mi abuela son muy bonitos y fue l quien se los hizo. Pero yo siempre le he visto con su violn repliqu. Ah! exclam Francisco y el violn tambin lo hizo l! No pude hacer ningn comentario. Mi asombro lleg a sus lmites y mi admiracin por Tacho creci infinitamente. Oh! pensaba. Nunca podr tener un violn como el de Tacho, yo crea que todos los violines son hechos en Europa y resulta que aqu tambin se pueden hacer. El de mi pap tiene un letrero por dentro, un poco borroso, que dice Cremonensis faciebat anno 1... en letras como las del libro que siempre carga el padre Jacinto; l es alemn, a lo mejor el violn de mi pap tambin lo es, pero a m, as y todo, me gusta ms el de Tacho. Quiz cuando Tacho se muera me lo deje, pero Y si se lo deja a Francisco? Me mandaron al colegio, creo que all aprend muchas cosas, no estoy muy seguro. Nunca pude olvidarme de Tacho. Algunos de mis compaeros aprendan a tocar el violn, yo no aprend. Yo les oa desde el saln de estudio en sus fastidiosos ejercicios. Nunca me deca podrn hacerlo como Tacho y, mucho menos, tener un violn como el suyo. Qu ser de Tacho? pensaba alguna vez Beber siempre tanto y andar por las calles tambaleante como los marineros en la cubierta de los barcos cuando la mar est picada? Seguro que siempre tiene la misma habilidad para tocar el violn, y lleva sus ropas arrugadas. Cmo ser la mujer de Tacho? Me sorprenda pensar en la mujer de Tacho, nunca le haba conocido mujer. Era seguro que

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no la tena, si no Por qu andaba siempre tan desarrapado? Qu clase de mujer sera sa que no le planchaba los pantalones ni le cepillaba la chaqueta ni el sombrero? Pas varios aos en el colegio y cuando termin la secundaria volv all. Mi padre siempre me haba estado regaando por mi poco empeo en estudiar, pero no manifest ninguna especial alegra cuando regres con mi diploma en la mano. Mi madre estaba muy orgullosa de m y algunas seoras me ponan como ejemplo para sus hijos. A mi padre como que le fastidiaba un poco la cosa. l era msico, estaba acostumbrado a que se le acogiera. La vida, frecuentemente, es tan aburrida en esos lugarejos que los que tienen el don de alegrarla con msica, chistes, coplas, son muy estimados; siempre alguien les est diciendo: Te invito a... Yo pensaba que con mi diploma en la mano, a pesar de no saber sonar nada, ni componer coplas, podra tambin incor porarme a la cofrada de notabilidades locales. No fue as; tal vez por el poco tiempo que permanec all. Tuve que marcharme despus de las festividades locales a seguir estudiando en la universidad. Ese ao fui por primera vez en mi vida a las fiestas, antes no me dejaban ir, coincidan con la poca de luto anual por la muerte de mi to, veinte aos atrs, justo el da de la feria. La gente no lo habra visto con buenos ojos. Qu descaro habran dicho el hijo de Rafael en la fiesta! En el aniversario de su to! Para m aquello era un poco oscuro, privarme de la fiesta por alguien a quien ni siquiera haba conocido. La fiesta se celebraba en un pequeo villorrio vecino, pero como el santo patrono de la misma gozaba de la devocin de los habitantes de una extensa zona, la considerbamos

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como cosa propia. Era de ver aquel gento llegando por los medios ms dispares de transporte, en auto, en barco, en caballos, a pie. Y eran de verse todos los preparativos que desde muchos das antes empezaban a hacerse y la increble actividad que empezaban a desplegar esas gentes, de ordinario tan reposadas y calmosas. Era la ocasin que esperaban todos para estrenar trajes, zapatos, sombreros; para remozar la apariencia de sus casas con una buena mano de pintura. Eran los tiempos de la abundancia, los sastres, los zapateros, los pintores, no daban abasto; un ejrcito de msicos haca su aparicin. A veces los talleres habituales no eran suficientes y surgan algunos improvisados que desaparecan una vez pasada la gran fecha. Se hacan suficientes utilidades como para equilibrar en los presupuestos los esculidos ingresos del resto del ao. Entre todo ese gento iba tambin Tacho, violn en mano. El da anterior era horrible. Todo el mundo iba a cortarse el pelo y los barberos quedaban extenuados, no slo los habituales en el pueblo, sino tambin los que llegaban para la ocasin, muchos de los cuales no haban encontrado local para instalarse y ejercan su oficio a la sombra de los frondosos rboles de la plaza. En el villorrio surgan como por ensalmo lugares de diversin, bailes populares, juegos de azar, bazares provistos de toda clase de chucheras, puestos de refrescos, restaurantes. En un sitio despejado se instalaba el carrousel, con tigres, perros, leones, jirafas, caballos, lujosamente enjaezados, que daba vueltas y vueltas gracias a un complicado mecanismo que multiplicaba las fuerzas de dos peones. Tambin, en un lugar discreto, surga el llamado Baile de las putas.

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Y all, en el mejor de los bailes por supuesto, estaba Tacho, en una silla de cuero, sobre el tablado de los msicos, quien con su gran nariz, sus dientes negros, sus ojos tristes medio muertos ya y su aspecto general como de quien ha dormido vestido, haca sonar con la misma habilidad de siempre su raro violn. Das despus, antes de irme a la universidad, marchaba por la calle con ganas de ir a ver a Tacho y vi a Francisco, que muy agitado vena hacia m a toda carrera. Francisco le grito Qu te pasa? Tacho, mi to Tacho me dijo Francisco sin detenerse voy a avisarle a mi abuela. Yo corr rpidamente hacia el cuarto de Tacho, situado en la planta baja de la casa de Evaristo Prez. A lo mejor ha bebido ms de la cuenta y se ha golpeado pensabaQuin le manda a beber tanto? Y me acordaba del da de la fiesta, en que yo me haba emborrachado y de lo mal que me haba sentido y de cmo me haban reido en casa. Pero l me deca ni mujer tiene Quin le va a reir? Llegu a la casa, haba varias personas all congregadas, me abr paso bruscamente y entr. De un golpe de vista lo contempl todo. Por lo menos veinte botellas vacas en el suelo, algunas rotas, el ropero y un pequeo estante con libros en total desorden. De una de las vigas del techo penda una cuerda y en el extremo se balanceaba Tacho con los ojos abiertos, sin expresin ninguna, y una mueca que a m me pareci una burla a ciertas ambiciones de mi infancia cuando pos los ojos, primero en la caja del violn, en el suelo vaca, y luego en la cama, donde estaba el violn de Tacho completamente destrozado.Santiago, 1949.

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VII

S, despus de mi viaje all me encontraba bien jodido; no saba qu hacer. Me entraba, a veces, la gana de ponerme a escribir, pero Para quin? WOZU DICHTER? deca aquel condenado filsofo alemn y yo me pasaba todo el da repitiendo WOZU DICHTER? Mi pblico era Eduardo, mi nico pblico digno y el muy cabrn haba desaparecido; no tena, desde haca aos, la menor referencia ni noticia acerca de su persona. A veces me daban ganas de irme a Chile, pero me acordaba de mis sueos habituales. Y si no le encuentro? me deca con angustia. As pas mucho tiempo; a veces me sentaba frente al papel e intentaba escribir, a veces de veras lo haca y despus tiraba mis cosas en la gaveta y me dejaba caer en la cama WOZU DICHTER? Cuando me daba cuenta de que al terminar, al tener la versin definitiva de mis cosas como l las llamaba, no iba a poder salir corriendo a enserselas, se me quitaban las ganas y todo el impulso, y aunque a veces quera verdaderamente hacerlo porque yo era un escritor sin duda alguna, ya Eduardo lo haba dicho, no poda. Coo, es que no poda! De San Cayetanito haca tiempo que no reciba manifestaciones de aprecio, todo iba de mal en peor, fracaso tras fracaso; todos los caminos iban cerrndoseme, lleg un momento en que slo tena delante de m una enorme puerta de planchas de roble, con herrajes de bronce y una cerradura muy grande provista de una descomunal aldaba y un letrero luminoso de nen arriba que deca LITERATURA y que se encenda y se apagaba intermitentemente, cada vez con una luz de color diferente: color sangre, color cielo, color mierda.

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Mein Vater entraba a veces por la maana en mi cuarto, apartaba la silla que siempre tena colocada frente a la mquina de escribir y se sentaba en ella, me deca cosas como sta: Sabes que all un almacn de pinturas bien montado sera un buen negocio? Yo estoy seguro de que un almacn de pinturas bien puesto all sera de muy buenos resultados. Y por qu no lo estableces? le deca yo. Es que yo he pensado siempre en ese negocio para ti. Pero yo no quiero establecer ningn negocio en ninguna parte y all menos. O como sta: Tienes que hacer algo, no puedes pasarte la vida tumbado en una cama, a menos que ests enfermo y si ests enfermo, debes ver a un mdico. Yo no estoy enfermo, no me siento enfermo. Es que hay enfermedades que uno no siente, que slo los dems notan... Por favor, no vuelvas a proponerme que vea a un psiquiatra, yo no estoy loco. Pero tienes que hacer algo, buscarte una ocupacin... Yo tengo mi ocupacin, yo soy escritor. No lo dudo, pero eso no produce. Yo no tengo la culpa de que este pas no le d de comer a sus escritores. Alguna vez: Tener tu negocio no te impedira escribir, podras hacerlo en tus ratos libres. Eso no es posible, se es escritor o no se es, totalmente. Pero don Matrerito tiene su tienda y escribe y despus pblica sus escritos en El Popular.

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Yo no tengo la menor gana de llegar a ser ningn don Matrerito No comprendes? Y siempre as por el estilo Por qu no me dejaba tranquilo? Es que no tena ya bastante con mi cosa? Pero Qu santo tan cojonudo es este San Cayetanito de mi sangre! A pesar de mi olvido, a pesar de que haca aos no le rezaba ni un avemara, se acord de m; todava no s si para bien o para mal, pero al menos para sacarme de esa asquerosa situacin en que me encontraba, ah tumbado patas arriba como un costal de lo que fuera, sin encontrar gusto ni en el sano placer de rascarme las bolas o de tirarle pedos a la luna o de cazar pichoncitos de algarrovenga con el culito parado; que cuando las moscas venan a joderme ni siquiera me ocupaba ya de espantarlas con aquel formidable matamoscas que me regal Bengoa y las muy desvergonzadas habiendo cogido confianza, venan y se me paraban en la nariz; a veces vena una sola, se posaba, escarbaba cuidadosamente en mis espinillas a ver si encontraba algo de comer, me miraba burlonamente con sus ojazos enormes, se limpiaba las patas frotndolas una contra otra y se iba de lo ms tranquila; a veces venan en pareja y, despus de juguetear un poco se ponan a copular encaramadas en mi nariz, tranquilamente, sin ningn pudor, como si yo no las estuviera viendo o como si yo no fuera nadie o como si yo realmente fuera un costal de cualquier cosa. S, San Cayetanito me mand a Luis, que estuvo en Chile y all vio a Protibeo, el hermano de Eduardo, quien le dijo que l estaba en Pars, aunque no saba la direccin, y como si esto no bastara, pocos das despus me encontr con Arcngel, un pintor que vena llegando de Francia, quien me habl de Eduardo dndome la seguridad de que

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estaba en Pars y sin perspectivas de moverse de all en mucho tiempo. Entonces me dieron redobladas ganas de escribir, pero no poda, me obsesionaba la idea de irme a Francia, all, cuando estuviera con Eduardo, que leera mis cosas escribira cuanto se me diera la gana. Me levant de la cama y empec a matar moscas con el aparato de Bengoa, zas, las muy cabronas, por la confianza que haban tomado, crean que eran por broma los cipotazos que les zumbaba, les arreaba unos zimbombazos tremendos y caan como moscas en el suelo, en un slo da llegu a matar ms de doscientas, no pude terminar de contarlas porque mi mam me llam para que fuera a almorzar y mientras lo haca vino la criada y me barri mis moscas. Pero all en Pars, con Eduardo, no habra mam que interrumpiera mi trabajo literario, ni criada vigilndome hasta que yo dejara la cama para arreglarla, ni que alborotara mis papeles para meterles orden orden? me cago en el orden! despus cuando yo llegaba, no encontraba nada, porque todo haba sido puesto en orden NIAGARA FALLS! coo. Haba, definitivamente, decidido irme, andaba para arriba y para abajo pensando en si deba llevar algo escrito o no, si irme de una vez o no, si tratar antes de conseguir algo de dinero o no. Al fin decid irme de una vez sin detenerme a pensar ms en cmo, como fuera; irme. All con Eduardo, ya vera todas esas cosas Y cmo escribira! Pensaba en cul sera el primer paso en relacin con mi viaje. Desde luego, obtener el pasaporte. Me fui a solicitar el pasaporte y el pequeo dictadorcillo de la ventanilla me dijo con su voz de mal locutor de radio, imitador del

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idiota de Ciccolina NO HAY PASAPORTES. Pero Cmo? Qu angustia! Estn agotados y los nuevos no han llegado, no se sabe todava cundo llegan. Otra vez a la cama y a dejar a las moscas que hicieran cuanto les viniera en gana, sobre mi nariz o donde fuera, que follaran todo lo que se les antojara, que procrearan millonadas, que se apoderaran de toda la Tierra. Pero este San Cayetanito es un tronco de santo Cmo me gustara que se me apareciera uno de estos das para decirle cunto le quiero y le estimo! Vino el matador de novillos-toros y me dijo que si iba por la noche al bar Sport, l me presentara a un tipo que poda arreglarme el problema. Fui, el tipo era un empleado de la Oficina de Identificacin y tas breve discusin y algunas cervezas arreglamos el precio. Tuve mi pasaporte. Despus de obtener el Certificado de Solvencia con el Impuesto sobre la Renta. Agrrate duro, me queran cobrar una suma astronmica que no tena con qu pagar. Pero, seor Por qu he de pagar yo? No tengo ninguna renta y hace aos que no gano casi ni para comer. Qu profesin tiene usted? Yo soy escritor. Y va usted a decirme que los escritores no ganan dinero? Ah est el maestro Gallegos; cincuenta mil le han pagado por la adaptacin de Doa Brbara para la televisin. Haga su declaracin y trigamela, yo le ayudar en lo que pueda. En confianza le dir que yo le tengo simpata a los intelectuales, porque yo tambin lo soy. Tengo por all unos cuentecitos y un da de stos, un da de stos... Qu hacer? Nada, a la cama otra vez Para qu iba yo a llevarle declaracin alguna al tipo se, si sus simpatas, l lo haba dicho, eran para los intelectuales? Aquel da,

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haca tres o ms aos, no recuerdo, cuando estaban recogiendo firmas para el manifiesto contra el dictador y yo me acerqu queriendo firmar a la redaccin del diario El Nacional dos tipos perfumados me dijeron No, esto es slo para los intelectuales. Me fui otra vez a la cama a esperar noticias de San Cayetanito, que no tard. Coo, qu Santo tan santo! Viene un da Arcngel y me dice: No, hombre; si eso se arregla, se arregla fcilmente, vale un marrn. Ests seguro? le pregunto asombrado ante tanto prodigio. S, dame el marrn y vers. Le doy el marrn con cierta desconfianza, Arcngel est sin trabajo y su pintura no se vende. Pero a los dos das viene y me da un papelito. Y eso era todo; el pomposo nombre de Certificado de Solvencia con el Impuesto sobre la Renta se reduca a un papelito; un papelito con sellos y firmas donde deca que yo Augusto, Manuel, David, no le deba un carajo a la Nacin. Menos mal, porque pagar aquella suma, adems de injusto y de dejarme sin posibilidades de hacer el viaje, me chocaba enormemente. Dar todo ese dinero! Para qu? Para que lo emplearan en qu? En la celebracin de la inauguracin de la remodelacin del Carajo Viejo? Qu va, mi amor! A otro perro con ese flaco hueso. Me voy, me voy de mis calzones, de mis viejas chancletas, como deca el cholo ubrrimo y tambin despido a mis sombras una a una. Pero no hay manera de salvarse totalmente de estos salteadores, siempre te trincan aunque sea slo en parte; a la salida para tomar el barco, un petrleo crudo cualquiera, casi bien educado, con pistola al cinto,

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me obliga a pagar ochenta ducados de mi corazn, como impuesto de ayuda para el sindicato de putas viejas que se encuentra con el agua al cuello. Por m que se ahogaran, fementidas, embusteras, malucas... Me voy, mentndole la madre a ms de uno, arrecho, pero me voy, tomo mi barco, es el Colombie. Algunos de mis sueos se van cumpliendo, cuando era nio lo vea llegar al puerto y me daban unos deseos inmensos de hacer un largo viaje por mar en aquel barco hermoso, todo blanco, y era el Colombie justamente el que me llevaba a Francia. Aquello era en Carpano.puerto del Edn donde llegan vapores franceses, ingleses, y alemanes tambin

Llego a Le Havre despus de un viajecito normal y pongo los pies en Europa, entonces me comienza el mareo de tierra, Europa es un carrousel, Life is a merry-goround, Europe is a merry-go-round; todo el viejo mundo dando vueltas a mi alrededor. Pars, Roma, Berln, Bruselas, pasan a cada rato por delante de m y me dicen algo, sus habitantes, pululando como hormigas por las calles, me sonren y me hacen seas con la mano. Pars pasa varias veces, es la ms fcil de reconocer con su arco de triunfo y su tour Eiffel, pero entre las gentes que hormiguean por las calles, me sonren y me hacen seas, no veo a Eduardo; slo eso me faltaba, que todos los sueos se me realizaran. Todos no! No poda ser, no poda ser!

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VIII

Realmente, como me haba dicho Fernando, con toda esa historia poda hacerse un buen argumento para una pelcula. l dijo, como es director de cine, que la hara y que me pondra a m mismo en el papel de yo y que tena quien pusiera el dinero para financiarla. Pero ahora yo no s qu diablos se ha hecho Fernando; hace tiempo que no tengo ni noticias suyas Cmo diablos se har un argumento de cine? Podra preguntarle a Eduardo, a l no le faltaran ideas, pero mejor no Que se vaya a la mierda! Para que me est cada rato con la cantilena de sus sufrimientos y su martirio? Que si estoy viejo, que tengo canas, la literatura y el martirio, el pato y la guacharaca, no, de ningn modo. A m no me est diciendo ningunas novedades, yo conozco el martirio y s todo a lo que he renunciado por esa loquera de la literatura hasta que estoy aqu en Pars completamente jodido. Claro, yo siempre haba pensado en venir a Pars, pero no as; en condiciones muy distintas, como diplomtico habra sido lo ms probable, si no hubiera sido por culpa de Eduardo. Yo tena veintids aos y unos proyectos un poco nebulosos tal vez pero que con el tiempo habran ido tomando forma, despus del viaje medio bohemio que realizan en su juventud todos los hombres destinados a tener biografa como deca aquel articulista acerca de Lleras Camargo, quien naci el 3 de julio, como Kafka y yo. Poda haber regresado a Caracas, haber seguido estudiando, en mis ratos libres (como dice Mein Vater) escribir un poco y un buen da, zas, me habran nombrado para un cargo en una embajada y en una de sas, a Pars, como agregado cultural o de prensa. Pero esa tremenda mana de Eduardo me arruin, la de andar descubriendo talento, escritores-escritores.

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Tantas veces pude meditar sobre todo ello, pero Cmo? Quin poda meditar teniendo a Eduardo por delante? Escribe, dedcate a escribir y manda todo a la mierda, como Gauguin Si los hijos te estorban, te los comes fritos o los tiras al mar. Total, se trataba de regresar a Caracas, ir a la universidad y paciencia durante seis aos, que de todos modos iban a pasar, como en efecto pasaron; luego abogado de la Repblica y al grano. S, eso era todo. Me las arreglar solo, me imagino que eso tendr detalles tcnicos que yo desconozco; pero lo que s puedo hacer es ponerme a escribir la historia a fin de que si Fernando aparece por all haya algo sobre qu ponerse a trabajar. Podramos ponerla LA MUERTE DE UN VERGANTE o DE UN BERGANTE, yo no estoy seguro de si se escribe con v o con b pero no importa, luego ver el diccionario y entretanto aprovecho las ganas que tengo de trabajar en eso, menos mal que traje papel y mi mquina de escribir, la Alpina, porque la Olympia era muy pesada, aunque me gustara tenerla aqu, no hay duda de que es ms sabrosa y con aquel rico tabulador que se gasta, el trabajo se hace muy suave.

LA MUERTE DE UN VERGANTE (o DE UN BERGANTE) Verdaderamente es un buen argumento Un largometraje? Fernando deca que lo mejor sera poner juntas tres historias, como en LOro di Napoli o Paisan, pero yo prefiero un largometraje y como el asunto es mo y yo soy la estrella, tendr que ser un largometraje y si no, no se hace nada; al menos con Fernando, me buscar otro director. Adems De dnde es el director de cine? Qu pelculas

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ha dirigido? S, me busco otro y se acab, idiota, con historias a m. Qu arrechera me da estar discutiendo tonteras! Y cuando se celebre el prximo festival de cine francs en Caracas y vayan al cine mi mam o Patricia y me vean ayayay Qu bueno! Yo no s cmo traduciran el ttulo en francs, eso s ser cosa de ellos, pero en espaol lo pongo yo, es mi cosa, mi argumento de yo mismo; diez aos de mi vida, y l ah; el falo, el falo, el falo mientras prepara los espaghetis, y a lo mejor hasta gano dinero y me hago famoso; eso no es seguro, pero por lo menos algo me han de pagar, pero de que es mo, es mo, no hay duda, y en el papel de Patricia podran poner, tienen que poner, a Marilyn Mac Jones y a lo mejor ayayay Quin podra saberlo? Pero lo mejor ser que me ponga a trabajar duro, antes de que me vaya a poner muy viejo y no pueda hacer el papel de yo mismo jovencito; que escriba mi argumento no vaya a ser que Fernando se presente un da de stos y no lo tenga listo y no se pueda hacer nada o que de repente se me presentara un metedor (como dicen los franceses) y no tenga nada escrito y se pierda la oportunidad. Claro, eso s, antes tendr que ir al dentista. El asunto es contar la historia, despus se arreglar todo segn el plan del metedor, que l s que sabe de eso, claro que yo podr dar mi opinin tambin, se harn correcciones, cambios, de acuerdo con la forma en que se le pueda sacar ms provecho, artstico desde luego. Me pongo a trabajar, ser mejor que me ponga a trabajar, en vez de estarme as divagando, como si no tuviera nada que hacer, mirando al techo.

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LA MUERTE DE UN VERGANTE (o DE UN BERGANTE) Yo estoy casi seguro de que es con v Qu buena broma, no tener un diccionario a mano! El tren se acercaba rpidamente a su destino, no, a Pars; despus de diez aos largusimos iba por fin a poder decirle a Eduardo, debera cambiarle el nombre, lo dejar as mientras se me ocurre uno adecuado, con orgullo, desde luego, como un nuevo Gauguin con su abuela peruana, Flora Tristn, amiga de Simn Bolvar, que el destino que l le haba vaticinado, sin nombrarme la pelcula, iba a ser una realidad. Cirilo haba esperado pacientemente este momento durante esos diez aos y nada podra ser comparable al goce que le producira encontrarse de nuevo con su viejo amigo y, en lo que concierne a la literatura, mentor. Era una historia larga, una historia de diez aos, la tercera parte de su vida. Me quito un poquito, s, tres est bien. Haba desembarcado en Le Havre y se dirigi a Pars en ferrocarril, menos mal que el martiniqueo aquel me compr las fotos que le hice, porque si no, no habra tenido con qu pagar el pasaje hasta Pars y me habra tenido que poner a hacer auto stop y eso, sin mi traje de escocs, se me habra hecho un poco difcil. Cuando el tren ya estaba cerca de Pars, lo saba por los postes indicadores de la va, estaba muy emocionado, y algo asustado. Quin diablos me mandara a venir para ac? no entiendo nada de lo que dice la gente, ni con mis tres cursos de francs en el colegio, podra tranquilamente haberme quedado soando con su viaje ac. Estaba muy emocionado, muy agitado; el paisaje no exista, como deca Modigliani cuando Diego Rivera poniendo su revlver encima de la mesa deca: El

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paisaje existe Y la verdad es que nada le importaba estar en Francia, no era as como yo haba soado siempre con mi viaje a Francia. Pensaba con deleite? en el momento de encontrar a Eduardo; todava no se me ha ocurrido un nombre adecuado, supuesto, para ponrselo, no vaya a ser demasiado notoria la semejanza y a traerme los tal cosa. Estaba seguro de que sera ese mismo da, tena que ser, porque con los dos mil francos ancianos, como dicen aqu, que tena, no se poda ir muy lejos. No vea otro modo de arreglar las cosas que encontrarlo ese mismo da, y ni siquiera saba dnde viva. A las cuatro baj Cirilo del tren en Saint Lazare y se dirigi a la Consigna; un portador murmur Cochn! cuando le vio llevando su maleta por s mismo, esto mejor lo quito, no vaya a ser que sea desagradable para los franceses. No, no dej la maleta en la Consigna, deambul con ella en la mano por Pars, menos mal que no es grande, quiero decir la maleta. Donde quiera que vea barbudos o gente con el aspecto que supona tenan los artistas e intelectuales en Pars, entraba y husmeaba bien, con atencin preguntaba a las personas que evidentemente eran de lengua espaola, americanos o de la pennsula, pero de Eduardo ni rastro ni noticia. As anduvo durante horas, tuvo aventuras mnimas, los detalles se ponen despus de acuerdo con el metedor. Estaba muy cansado. Sentado en un caf beba el primer dem parisino con gran placer a pesar del disgusto y el cansancio. Se senta desalentado igual que cuando en mis sueos buscaba a Eduardo desesperadamente en esa ciudad de sueo y no le encontraba jams, estaba como afiebrado, llevaba an la maleta en la mano y no saba cmo iba a solucionar lo del alojamiento. Tengo que ensayar bien a fin de lograr una variedad de expresiones ex-

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traas y cambiantes con que expresar mis sensaciones. Pero la culpa es ma pensaba Quin diablos me mand ac? Mis proyectos aos atrs eran distintos, claro que de todos modos iba a venir a Pars y por culpa de Eduardo, me encuentro as, en unas condiciones muy distintas de las que yo pensaba. Y all