aleceia nº 6

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abril2007 006 Revista literaria de la Fundación Municipal de Cultura Aula de Letras “Gabriel Baldrich”. La Línea. Cádiz Tel. 956 696 269 [email protected]

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Revista Literaria

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Page 1: Aleceia Nº 6

abril2007006 Revista literaria de la Fundación Municipal de CulturaAula de Letras “Gabriel Baldrich”. La Línea. CádizTel. 956 696 269 [email protected]

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Pág. 2 • Revista Literaria ALECEIA

Dirección Editorial Mª. Estefanía Sánchez GarcíaConsejo Editorial Joaquín Bassecourt Hernández, Inmaculada Jiménez Montero, Marisol

Dorado Villanueva, Valerio de la Hoz Caravaca, Rosa Mª Carrasco Nieto, Raúl Rubio Millares,Luis Alfonso Corbacho Rodríguez Dirección Artística/Portada Sergio Tejedor

Maquetación Dpto. Gráfico Ayuntamiento de La LíneaImpresión Formularios Guolfo

Sumario03 Editorial 04 Opinión 06 Entrevista

08 ¡Conóceme! 11 Juan Palomo14 El Buzón 15 El Badulake

17 Martingala Literaria 20 El rincón clásico23 La estantería de aire 26 El bolso de Mary Poppins

28 Cum Laude 30 Leer antes de leer32 Nuestras cosas 42 Otras cosas

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es una revista literaria editada por la Fundación Municipal de Cultura y el Aula de Letras “GabrielBaldrich” de La Línea de la Concepción. Para contac-tar con nosotros, podéis llamar al tel. 956 696 269 ó escribirnos un correo electrónico dirigido a BIBLIO-TECA.LALINEA @telefonica.net. Todos los que de una u otra forma hacemos esto os agradecemos de corazón la acogida que está teniendo nuestro trabajo.

Querido, ansiado, amado y esperado lector. Ya estamos aquí de nuevo, para acompañarte, para inspirarte, para mimarte, para que nos lleves

donde tú quieras o puedas, porque con el cambio climático no sabemos si podrás ir a la playa en esta primavera encantada o a las nieves de las montañas, ¡qué más da!, el caso es que no nos olvides encima de cualquier escritorio empolvado y nos saques a pasear, a compartirnos con tus amigos o con tu soledad.

No cabemos de gozo al comprobar que, justo ahora, se cumplen tres años de nuestra puesta en marcha y estamos orgullosos de sacar a la calle el numero seis de nuestra revista.

Este es el fruto de nuestro trabajo, día a día, nuestro y vuestro, porque sin nuestros queridos lectores, esto no tendría ningún sentido. Somos una familia armónica y la poesía sirve de vehículo para que los lazos que establecemos entre nosotros sean de amistad sincera.

Cada vez son más los escritores, algunos de ellos bastante conocidos, que nos hacen el honor de participar en este proyecto, que nació con vocación de pluralidad y que, con el paso de los años, se consolida y eso nos emociona.

Seguimos teniendo las puertas abiertas para todos aquellos soñadores que, en los tiempos que corren, confíen en la poesía y en la literatura en general, como única arma capaz de conmover y crear, de unir y establecer, de luchar y vencer.

Seguimos sin pretender el Nobel, pero sí un ratito de tu tiempo para soñar juntos.

Besitos y abrazos infinitos. ¡Hasta al próxima!

Edi

tori

al

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Opiniónpor Carmen Gil Martínez / “Escribir para niños”

Escribir para niños no es un destierro, es una auténtica vocación.

Escribir para niños no lo hace cualquier escri-tor. Para eso –además de ser bueno con la pluma; de escribir prosa, poesía o teatro con calidad literaria,- hay que establecer una comu-nicación, una conexión especial con el mundo infantil.

Para escribir para niños no hay que convertirse en niño; pero sí entablar una relación de empa-tía con ellos, que ha de fluir espontáneamente, y que en ningún caso se debe forzar. Si nadie duda de que buen escritor no puede serlo cualquiera; tampoco yo dudo de que cualquier escritor, por bueno que sea, no sabe escribir para niños. Y..., puesta a elegir, pre-fiero a los que llegan a la escritura por una inclinación natural hacia la infancia a los que, inclinados naturalmente hacia la gloria lite-raria, llegan a la literatura infantil como un camino secundario para obtenerla.

A la candidez uno ha de dirigirse desde la can-didez –que no desde la simpleza-; a la inge-nuidad, desde la ingenuidad –que no desde la ñoñería-; a la fantasía, desde la fantasía –que no desde la cursilería-...Y candidez, ingenui-dad, fantasía...son rasgos de la personalidad que no se pueden inventar.

Los que por su profesión están, como yo, en contacto directo con chavales y libros, saben bien de qué hablo. Cuántos libros premiados, galardonados con consideraciones y men-

ciones, se mueren de tristeza y aburrimiento en un rincón de la biblioteca de aula. Cuánta antología poética aleja a los niños de la poesía más que acercarlos. Y es que...¿hay alguien que se pare a pedirles opinión antes de editar un libro? Curiosamente, la antología poética más popular entre mis muchachos de doce o trece años es De todo corazón 111 poemas de amor. Para seleccionar los poemas, José María Plaza –de una manera, desde mi punto de vista, inteligente y respetuosa con el público infantil y juvenil-se paseó por los institutos y fueron los mismos alumnos los que eligieron. ¡Bravo, José María!

Y para qué hablar de los grandes mensajes, de las enormes palabras, de las continuas ense-ñanzas doctrinales. ¿Es que los adultos no podemos dejar de mirar a los niños siempre desde arriba? ¿Es que no podemos dirigirnos a ellos sin tratar premeditadamente de ense-ñarles algo, de dirigirles la vida, de decirles implícita o explícitamente lo que tienen que hacer? ¡Pobres niños! Qué cansancio..., ¿no? Entre padres, maestros y escritores dándoles la lata, no es extraño que se rebelen incons-cientemente y elijan la literatura rompedora y transgresora de Roald Dahl. Escribir para niños es un acto de comunicación sencillo, en el que no podemos olvidar nunca quién es el receptor: el niño –y no sus padres, ni los críticos literarios, ni los editores, ni otros colegas escritores...-. Y esto parece que, a menudo, se nos pasa por alto a los que nos dedicamos a esta tarea, que debe ser una autén-tica vocación y no un destierro.

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Pintura

Teatro

Cine

Escultura

Literatura

Danza

Fotografía

Música

Historia

Con sólo un click podrás tener acceso a toda la información de la Fundación Municipal de Cultura, descargarte la programación cultural, bases de concursos, solicitudes administrativas, la revista literaria Aleceia, contactar con nosotros…

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Entrevistapor Luis Alfonso Corbacho Rodríguez

Un comienzo muy genérico para esta entre-vista. ¿Por qué escribe?

Tras muchas horas de pensarlo, al final lle-garía a conclusiones poco exactas. No lo sé, cada uno tiene su lugar y el mío es escribir, que es una forma de explicarme lo que tengo alrededor y de conocerme a mí mismo, comu-nicarme con otros y también pagar la factura del teléfono.

¿Está trabajando en alguna nueva obra actualmente?

Sí y no. No estoy escribiendo, lo que ocurre es que siempre hay ideas en la cabeza y cuando escribo va brotando el germen de otra. Tengo una idea refleja que la voy trabajando men-talmente y cuando ya la tengo definida, me pongo a escribir.

¿Es usted un autor que tarda mucho tiempo en escribir sus obras?

No demasiado, mis libros salen cada dos o tres

años, con cierta regularidad. Ni es un continuo editorial ni tengo silencios largos. En 2006 salió el último y el anterior fue en 2004. Me tomo un tiempo para ir pensando y luego a la hora de escribir es un proceso más rápido, más continuo.

Algún crítico ha empleado el término ‘territo-

Antonio Soler

Escritor respetado y reconocido por la crítica, ha conseguido relevancia mediática gracias a la reciente adaptación a la pantalla de su obra ‘El camino de los ingleses’, que ganó el Premio Nadal 2004. Además ha recibido otros premios, como el Herralde o el de la Crítica, y también ha sido guionista de televisión. Antonio Soler atendió amablemente a las preguntas de esta revista y mandó un mensaje a todos aquellos que sienten interés por la literatura para que sigan escribiendo.

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rio Soler’. ¿Qué importancia tiene Málaga en su producción literaria?

Málaga es el sitio donde nací, el lugar que ins-pira mi sensibilidad. Cuando algún crítico ha hablado de ‘territorio Soler’ no se refiere a un terreno concreto, sino a un espacio moral en el que se mueven mis personajes, que son gente sin patria, el espacio que es su propio motor para desenvolverse. Menos de la mitad de mis novelas están ambientadas en Málaga. Por ejemplo, la última se desarrolla en Toronto y Barcelona y ‘Las bailarinas muertas’, una parte en Málaga y el resto en Barcelona. Pero mis personajes, estén donde estén, comparten un paisanaje interior.

¿Sus inquietudes sociales, políticas, morales, se reflejan en sus obras?

Supongo que sí, pero al igual que mis opinio-nes sobre el amor, la sexualidad o la gastrono-mía. Mis personajes comen poco. Tampoco es lo que más me preocupa a la hora de escribir una novela. No creo en el compromiso polí-tico de los autores, el principal compromiso es con su propia obra. A partir de ahí vendrán sintonías con unos u otros autores, pero eso no me importa porque estamos en democracia. Otra cosa sería que estuviéramos en los años 40, ya se vería. Hay autores pronazis de los que no comparto su ideología, pero su calidad literaria es estupenda.

Para un escritor, ¿es necesario recibir pre-mios para prosperar?

Los premios literarios son pasos añadidos a la propia publicación de la novela, un plus que a veces se convierte en prestigio, como el Nadal, el de la Crítica o el Herralde, otras veces en publicidad y en dinero. Los premios no son lo que debería definir las obras, ya que interviene la suerte. Lo que define una obra es su calidad literaria.

¿Cómo fue la experiencia de llevar ‘El camino de los ingleses’ al cine?

Ha sido una experiencia muy enriquecedora,

ha habido circunstancias que van más allá de lo profesional. Un grupo de amigos está detrás de todo esto y se toca el tema de nosotros mismos. Es un retrato interior nuestro, muy interesante, enriquecedor y apasionante. El trabajo con Banderas fue un lujo, es un tipo humanamente rico y generoso, se aprende mucho de él. Lo conozco desde hace 30 años, pero una cosa es la distancia y otra estar un año y medio trabajando codo a codo. Quedé contento con el resultado, es una película valiente, rica y muy bien contada.

¿Cuál es la responsabilidad de los escritores y de las administraciones públicas en el fomento de la lectura entre los niños y jóvenes?

El escritor tiene la responsabilidad que tiene. Yo no escribo para niños ni para adolescentes. Como escritor para adultos tenemos la res-ponsabilidad de más o menos lectores adultos. La formación de los niños que serán lectores adultos debería ser un aspecto cotidiano de la vida, un hábito. Las campañas en televisión o incluso en el metro me parecen muy bien, pero pueden resultar anecdóticas. El problema está en los colegios, donde habría que ense-ñar a los niños a leer como un divertimento, para hacerles más sensibles y más difíciles de engañar. La clave puede estar en los métodos de enseñanza.

¿Qué opinión tiene de los críticos?

Al igual que los escritores, hay de todo: muy buenos, regulares y malos. A mí lo de hacer crítica de la crítica tampoco me vuelve loco, el escritor tiene que aceptar todo lo que le digan. A los críticos no se les puede decir nada, esta-mos en una plaza pública, expuestos a que te digan de todo, algo que sería impensable en el trabajo de ingenieros o abogados. En muchos casos hay críticos que son escritores frustra-dos, pero hay de todo.

¿Cuál es su valoración de la traducción de sus obras?

No lo sé. Hace poco me llegó ‘El camino de los ingleses’ en lituano y claro, no sabes cómo

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ha quedado. Estoy satisfecho porque mi obra llegue a otros países y se traduzca, además siempre se intenta que las traducciones sean buenas y rigurosas, que no haga cualquiera el trabajo.

¿Qué opina de la literatura andaluza con-temporánea?

Entrevista conAntonio Soler

30 autores nos reunimos en un pueblo de Cór-doba para debatir el sesudo tema de si había o no una literatura andaluza y a los cinco minu-tos estaba claro que la gran mayoría opina que no. Si hablamos de elementos literarios comunes, no los hay. El idioma es compar-tido con un leonés o un colombiano. Hay una literatura hecha por andaluces que está muy bien, es fuerte. En poesía históricamente ha sido el granero de la poesía española y a eso se ha añadido una serie de autores con una proyección nacional e internacional. También hubo el movimiento de los narraluces. En general creo que es un buen momento para los escritores andaluces.

Por último, al ser Aleceia una revista litera-ria, le pedimos que se despida con un mensaje dirigido a todos aquellos, de niños a ancia-nos, que sienten curiosidad e interés por la creación literaria.

Les digo que sigan navegando por este mundo. En la literatura siempre hay más libros y más aventuras detrás de cada horizonte.

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Conócemepor Inmaculada Jiménez

Nos acompaña en estas páginas una poeta cubana de efímera trayectoria. Os dejo su Cronología para descubrir a esta gran mujer que el destino quiso llevarse cuando empe-zaba a resurgir.

JUANA BORRERO PIERRA tuvo una existencia muy corta y por lo tanto, aunque fue considerada una gran poeta y pin-tora, sus obras fueron escasas pero tremenda-mente conmovedoras.

Juana Borrero Pierra nace en Santos Suárez

(Ciudad de la Habana) un 17 de mayo de 1877. En 1872 dibuja con trazo seguro. La más atractiva de sus estampas entonces es un clavel y una rosa, obra que titularía Romeo y Julieta (tiene sólo cinco años).

En 1884, a los siete años, escribe su primer poema, y comienza a recibir clases de dibujo. La niñez, y toda su breve vida, transcurre en un ambiente favorable a la literatura y al arte. El padre organiza frecuentes tertulias en su casa de Puentes Grandes, visitada por famo-sos intelectuales de la época.

Entre los años de 1886-87. Los temas prin-cipales de sus dibujos son: campanas, cestos con flores y mariposas, arpas griegas emplu-madas, rostros de Diana cazadora. Algunos títulos de sus obras son “Golosina” “Sacri-ficio al señor” otras “Gabinete secreto” (una niña contando dinero), y “La pesca”. Aprende inglés, francés, e italiano. En 1887 se matri-cula en la Academia de Dibujo y Pintura San Alejandro, situada entonces en Dragones 308, y dirigida por Miguel Melero. Es condiscí-pula de las futuras pintoras Adriana Bellini y Elvira Martínez.

En Noviembre de 1890 muere su hermana Sara de los Ángeles Borrero y Pierra. Algu-nos autores refieren este año como el de su encuentro con Julián del Casal poeta también Cubano, que en la época románticorrealista, es un verdadero precursor del Modernismo en lengua castellana. Otros aseguran que fue en 1891. Este año publica en el más importante semanario de la ciudad La Habana Elegante su poema: “Vespertino”. En Gil Blas, revista satírica habanera, César de Madrid, seudónimo de Francisco de Paula Coronado, publica una

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diatriba contra ese poema. El incidente desata algunos desacuerdos del padre pero, a partir de entonces, Juana Borrero continúa dando a conocer sus poemas en las mejores publica-ciones habaneras. En noviembre La Habana Literaria publicó “Crepuscular”

En 1893 El Negociado de Ayuntamiento le confiere una beca para cursar estudios de pintura en Europa, mediante gestión de José Ramón Betancourt. Esteban Borrero pide que su hija sea enviada también a Estados Unidos, adonde iría también él, llamado por Martí, como parte de los preparativos de la guerra. La petición de desplazar la beca fue denegada pero, de todos modos, embarcaron en el vapor Saratoga, el domingo 25 de junio de 1893.

Termina su relación amistosa con Julián del Casal. Julián del Casal publica en La Habana Elegante el poema “Virgen triste”, dedicado a Juana Borrero. Este poema estimula en los ambientes literarios la atención a la obra de Juana. En Nueva York pinta. Visita la Exposi-ción Internacional de Chicago. Conoce a per-sonas que le inspiran tanto en la poesía como en la pintura. Lee en público. Es incluida en el tomo de poetisas cubanas de Manuela Herrera de Herrera titulado: Escritoras cuba-nas. Composiciones escogidas de las más notables autoras de la Isla de Cuba.

El 10 de Septiembre regresa a casa, con su padre. Enferma. El 21 de Octubre muere Julián del Casal. En 1895 Juana publica Rimas, en la Biblioteca Gris y Azul que diri-gía Francisco García Cisneros, y poemas en El Fígaro y La Habana Elegante.

Carlos Pío trabaja ahora en la redacción de El Fígaro. Se inicia el romance entre Carlos Pío y Juana, y así una obra epistolar de gran importancia para la literatura y la historia del país. Cartas donde, más allá de las pasiones y las noticias de la familia con sus pautas de conducta, está presente la vida de la nación, en medio de las circunstancias de la guerra.En 1896 poemas de Juana continúan apare-ciendo en El Fígaro, y ahora en la revista neo-

yorkina Las tres Américas.

Juana en el exilio y Carlos formando parte de la insurrección, luchan por su amor y se envían cartas y poemas que testimonian angustias personales y esperanzas comparti-das de un mejor futuro que a ellos no estaba destinado. Enferma, en medio de alucinacio-nes y dolores producidos por la fiebre tifoi-dea, Juana dicta su «Última rima» dedicada a su enamorado, poco antes de morir, y a tan sólo dos meses de cumplir 19 años. A los pocos días fallece también Carlos Pío en un hospital de la República de Cuba en Armas y hallan en un bolsillo interior de su camisa la «Última rima» compuesta por su amada. Testimonian quienes la conocieron que Juana tenía la fuerza de las heroínas. Su búsqueda de la pureza y del amor absoluto, su obra pic-tórica precursora del impresionismo, su prosa torrencial, su poesía de límpida espirituali-dad, hacen de ella una figura imprescindible para la cultura cubana.

Como despedida de esta breve biografía os dejo con su poema.

SU OBRA

Última rima

Yo he soñado en mis lúgubres noches,en mis noches tristes de penas y lágrimascon un beso de amor imposible,sin sed y sin fuego, sin fiebre y sin ansias. Yo no quiero el deleite que enerva,el deleite jadeante que abrasa,y me causan hastío infinitolos labios sensuales que besan y manchan. ¡Oh, mi amado! ¡Mi amado imposible!,mi novio soñado de dulce mirada,cuando tú con tus labios me besesbésame sin fuego, sin fiebre y sin ansias. Dame el beso soñado en mis noches,en mis noches tristes de penas y lágrimas,que me deje una estrella en los labiosy un tenue perfume de nardo en el alma.

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Juan Palomo

Coleccionismo

Es curioso cómo el ser humano, desde que se tiene constancia, ha sentido el impulso poderoso de coleccionar. Coleccionar lo que sea y, a veces, a cualquier precio, ¿y qué son, si no, los grandes templos de la cultura?, enormes urnas donde maravillosas e irrepetibles colecciones aguardan, indiferentes, nuestras visitas: los museos. Por ellas se ha robado, matado, asolado, saqueado…. eso sí, todo ello, en nombre de la cultura con mayúsculas.

Pero no siempre se hace colección de objetos caros y escasos, difíciles de conseguir; a veces intentamos atesorar emociones a través de las cosas coleccionadas, momentos que, al mirarlas, nos devuelven parte de lo que hemos ido perdiendo en el camino.

Roopa Minra vivía en una aldea pequeña del Punyá, en India, tenía 16 años y todas las mañanas, antes de que el sol saliera, se levantaba; se lavaba con agua fría y se peinaba con esmero, poniendo en su pelo aceite de champaca y, en su cara y en sus brazos, gotas de pachulí mezclado con cúrcuma molida, que la perfumaban, dándole un color dorado a su ya dorada piel.

Trabajaba como recolectora de flores de té en una plantación, a cinco kilómetros de su casa. Los recorría a pie todos los días.

Con su sari limpio y planchado, puesto impecablemente sobre su menudo cuerpo,

bebía, despacio y de pie, una taza de cardamomo con flores de jazmín secas y partia. Comenzaba a caminar y, a su paso, se encontraba con otras muchachas, que también iban a la plantación y, juntas, recorrían el camino, charlando y cantando y así se les hacía más corto y más ameno el trayecto.

Roopa Minra trabajaba diez horas al día y, al terminar, cansada y contenta, comenzaba el camino de regreso, todos los días del año.

De vuelta a casa, pasaba por un inmenso estanque, que pertenecía a un palacio abandonado, que fue de un Rajá del siglo pasado, que se dejó morir de tristeza por la perdida de un amor. Nadie volvió a habitar aquel palacio y cuenta la leyenda que, al atardecer, se ve al Rajá asomarse al balcón que da al estanque, para ver pasar a las muchachas, intentando encontrar entre ellas a la dueña de su corazón mustio y desgarrado. Todas las tardes, Roopa Minra contemplaba la luz naranja muriendo en el estanque y, sacando de su bolsa de algodón tejido un pequeño tarro, guardaba un trozo de aquel mosaico en el que el sol se rompía en miles de teselas. Era su pequeño tesoro, su colección secreta.

Cuando llegaba a su casa, colocaba en una estantería de madera de palisandro, con minuciosidad, el tarro de cada día al lado de los otros, alineados y en perfecto orden y se quedaba horas mirando, esperando el milagro de que, entre todos, recompusieran el gran halo dorado al que pertenecían. Coleccionaba atardeceres desde hacía dos años; ya casi no

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le cabían más tarros en su habitación, pero no podía parar de hacerlo.

Mientras terminaba la jornada, un día, un pequeño seísmo cimbreó la aldea, apenas perceptible, pero suficiente para destruir el sueño de Roopa Minra.

Cuando regresó y entró en su habitación, un gran charco de agua cubierto por brillantes trozos de cristales sembraba el suelo. Roopa Minra abrió bien los ojos: ¡ni uno solo de los tarros se había salvado de tan sutil desperezamiento de la madre tierra! Junto con los desechos de su colección, ella vio roto también su pequeño mundo. Lo grave no fue ver todo destruido, sino comprobar que en el suelo solamente había agua, agua gris, del color de las losas, que apenas alcanzaba a reflejar tímidamente la bombilla que colgaba del techo.

Era sólo agua, agua. ¿Dónde estaban sus atardeceres?¿Dónde los rayos majestuosos, naranjas, lilas y rosas de aquellas tardes en el estanque, frente al palacio?

Roopa Minra comprendió en ese instante que, al igual que el triste Rajá asomado a su balcón, ella atesoraba una ilusión, que el secreto dormía en sus ojos cuando guardaba aquellas bellas imágenes en su memoria y los tarros eran simplemente vehículos para recordarlas.Así, en nuestro empeño por guardar objetos, escondemos la ilusión de evocar la emoción que en un instante nos produjeron. Lo importante no son las cosas, sino los sentimientos que en ellas depositamos. Su valor reside tan sólo en nuestra alma.

Marisol Dorado Villanueva

La gran colecciónAdmitamos para comenzar que a la virtud de coleccionar cualquier persona, animal, o cosa se corresponde el vicio de la dimensión mate-rial para buscarlos, contenerlos, pagarlos,

quitar el polvo, restaurarlos, admirarlos…etc. En el presente caso, muchas de estas magnitu-des estaban de sobra o en vías de solucionarse, etiquetarse o simplemente extinguirse.

Toñito veinteavo (¡Pardiez ¡ para unos amigos; Par de Dieces para otros mas remilgados, finolis, pijos, entendedores y manieristas de las aceras y armarios complutenses…) vivía feliz en su pequeño y frustrante piso de veinte metros. Todo a mano: una col, la mielita del café donde también se calentaba el brick del Juan Palomo, solamente esperando un ratito mas que, podía aprovechar para ir al aseo, y no solamente hacer o, sino a, e y las demás vocales y consonantes que recuerdan todos los estreñidos agudos y con síntomas de hemo-rroides, trituradas y torcidas, en sálvese sea la parte. Porque si he de ser sincero, aquí no vamos a pecar de mojigatos, de blanco y negro, de caza de brujas, fracmasones ni comunistas como en el cine de los cuarenta.

Mas, me he entretenido en el water anglosajón y me he dejado en la cocina el aceite en la sartén del coleccionismo.

¿Y qué recopilaba Toñito? Pues de todo, pero de cada cosa una sola pieza de caza; que si un camafeo, pues iba él y no paraba hasta encon-trar el más feo, aunque esto supusiera un gran desembolso económico e incluso sentimental; ya que, hasta ese último extremo llegó su vicio y pasión recopilatoria.

El día que le tocó el despropósito del enamora-miento como al resto de los mortales, ni corto ni perezoso fue a posar sus ojos en la miss más miss que jamás diera el salto a la fama, las pasarelas, las portadas y contraportadas del mundo conocido occidental, decrépito y deca-dente del orbe: Miss Sifú Papapoliedricusce-rebro y Cia (esto último por parte de madre norteamericana); más griega que el Partenón, la musaka, el yogur y las tagarninas. Era tan puramente Helena que en vez de cejas lucía una típica greca del lugar, corrida incluso por el entrecejo. Este detalle que en otras hubiera parecido gazmoño, cateto y deprimente en exclusiva, a ella le daba un aire de altanería,de

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alto estanding, de al fin, Acrópolis de la belleza, la finura y el equilibrio estético.

Y, ¿cómo llegó Toñito Pardiez a dichas ena-guas, a estos pies que, asomados por debajo de sus talares vestimentas, incluso provoca-ban estragos entre los musculitos playeros y entre los grandes fajos (que no falos) de bille-tes de: la banca, el petróleo, y últimamente las eléctricas, las telecomunicaciones y el mundo de Internet con sus allegados?

Pues, la verdad es que nos quedamos sin la historia, supuesta llena de vicisitudes y casua-lidades. Él, como buen coleccionista, guarda en lo mas íntimo de su corazón y de su memo-ria , esta parte oculta de su vida sentimental y, creemos, amatoria. Ya sabemos que le han ofrecido auténticas fortunas por contarlo, e incluso un piso de treinta metros cuadrados, con helipuerto y escalera de tirabuzón directa a la azotea, bajo las aspas ridícula en tan espec-tacular –por lo de espectáculo- finca.

Ambos, Toñito Pardiez y Miss Sifú hicieron el viaje de novios juntos, cosa que ocurre hasta en las mejores familias, a Tarifa; allí, a ella se la llevó el viento montada en su tabla de surf y, los tabloides de la prensa rosa no paran de construir hipotéticas y descabelladas versio-nes de los hechos.

El tercer elemento que llegó a tener fue el coche más largo del mundo, era tan largo que hasta llevaba las curvas de la carretera o cal-zada incorporadas en su fuero interno o meca-nismos cachivachidulares.

Ahorró montañas de céntimos de euros, tanto que tuvo que agenciarse una pala de gran cali-bre para entrar y salir de casa y enchufarse su querida e idolatrada mielita ambivalente para el café y el caldo de puchero veloz.

¿Complejo de Diógenes? ¡Qué va! a él le gus-taba hacer montoncitos de 100 que, mas tarde desplazaba cuidadosamente para juntarlos con los otros; por el camino de ida, mas de una y cien veces se desmoronaban ocasionando un ruido especial y un corrido de monedillas,

con choques incorporados, hacia las paredes y bultos restantes de su minúsculo habitáculo. Pienso ahora que, nunca llegó a ordenar el millón de céntimos de euros; antes caía ren-dido en un mar de cobrizo metal nuevo. Así que: dichoso el que cuenta ovejas extendido cual, largo o menudo sea, sobre la cama. ¡es menos cansino y se tarda aún más en conciliar el sueño restaurador!

Se dice, se comenta por ahí que una vez, no sabemos si la última, puso ante sí: el horri-ble camafeo prendido al velo de novia, de un solo uso, de Miss Sifú y, que detrás iba colo-cando la “joya de la corona” ordenadamente sus 999.999 céntimos y, cuando procedía a rematar la faena con la frase llena de infan-til y oligofrénico orgullo “Esta es mi Gran Colección”, al colocar su definitivo céntimo: la montaña se vino sobre él.., sucumbiéndole. Su cuerpo fosilizado descansa por fin, a los pies del cementerio de San Eleuterio, en una larga fosa y dentro de su inabarcable y esti-mada limusina, esta vez, pintada de brillante negro azabache. ¡Y lo que es curioso! El sepe-lio y sus adláteres gastos costó la friolera de 999.999 céntimos justos de euros, ya que no se llegó a encontrar el último, perdido junto a su definitivo suspiro de una vida de colección feliz y disparatada.

Joaquín Bassecourt

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Amado mío:

Hoy el sol no ha querido salir para abrigar mi sole-dad. Me he asomado a la ventana y he visto unos hilos de lluvia caer sobre los naranjos que hay en la calle.

Recuerdo el olor de tu piel este amanecer sin ti y cierro los ojos para sentir tu aliento en mi espalda como hace unos días.

Sé que no podemos estar juntos por motivos de tra-bajo y eso hace que el café por las mañanas no tenga el mismo sabor que cuando lo tomamos juntos en la mesa de la cocina mientras nos miramos.

Espero impaciente los fines de semana para sentir de nuevo tus dedos entre los míos y fundirme en tus caderas. Para sentir tus manos enredadas en mi pelo y compartir el sudor que produce amarse tanto.

Las esquinas me parecen desiertos sin ti, y los rayos del sol sólo proyectan mi única sombra en el asfalto.

Las calles me parecen interminables cuando las camino sin tu compañía, oyendo solamente el ruido de mis tacones.

El viento me despeja el alma de una forma diferente cuando ando sola.

Todos estos recuerdos me vienen a la mente en una mañana gris y pálida, de invierno calentándome las manos con la taza de café en la que tú bebes dejando que el aroma me envuelva en los mil sueños que nos quedan por realizar.

Otra semana sin ti, sin tus palabras, sin tus opi-niones, sin tu mirada directa y sin tus risas, reven-

El Buzónpor Inmaculada Jiménez

tando el pensamiento con tu imagen repetida en mi retina.¿Te acuerdas de Don Manuel, el del quiosco de la esquina? Me dio recuerdos para ti y me dijo, que cuando él era joven como nosotros, se fue a la mili en los tiempos de la guerra civil, y estuvo casi un año sin ver a su novia, y sólo le dejaban escribir una carta al mes.

Me contó que cuando le escribía quería decirle tantas cosas que no sabía cómo empezar, pero una vez el lápiz atacaba la hoja de papel, su cuerpo tem-blaba de melancolía en cada renglón.

Es algo increíble encontrar historias como esta y ver que el amor no ha cambiado, que los sentimientos siempre son los mismos aunque muchos se empe-ñen en modernizar esta sensación.

Sabes amado mío, que también te quiero en el silen-cio, porque el silencio siempre deja un pequeño rumor en las habitaciones que compartimos y así, cuando te marchas, la quietud me habla de ti.

Siento la necesidad de decirte la falta que me haces, por eso te escribo.

Se me hace tarde y tengo que empezar con la rutina.

El sábado, volveremos a estar juntos y entonces, guardaré el papel y el lápiz porque no me hará falta escribir mientras te tengo.

El sábado, será mi aliento convertido en palabra el que diga muy cerca de tu boca…te quiero.

Tuya siempre……

Beatriz

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El Badulake

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A BUENAS HORAS MANGAS VERDES

Dícese de todo lo que llega a destiempo, cuando ha pasado la oportunidad y resulta inútil su auxilio. Su origen, siempre más difícil, es como sigue: Alude a que en tiempos de los cuadrilleros (cuadrilla = de 4 hom-bres) de la Santa Hermandad (siglo XVI) como casi nunca llegaban a tiempo para capturar a los bandidos, los delitos quedaban impunes. Los cuadrilleros vestían un uniforme de mangas verdes y coleto (gorro a modo de casco). Como se ve, ya de antiguo viene la creencia de que los guardianes del orden suelen acudir tarde o a destiempo al lugar donde son necesarios.

ACABAR COMO EL ROSARIO DE LA AURORA

Acabar una cosa mal, en pelea o riñas entre varios parti-cipantes. Su origen, siempre más difícil, es como sigue: Proveniente del Lenguaje de la Religión como tantas otras Comparaciones. En concreto, alude a la proce-siónde la Cofradía del Rosario, que recorre las calles cantándolo al asomar la aurora. Y efectivamente había conflictos, si tenemos en cuenta que a la hora de salir el rosario solían andar las rondas de jóvenes pendencieros por las calles, y que hasta no hace mucho eran frecuen-tes las confrontaciones por motivos religiosos.

AGUA DE BORRAJAS

Dícese de algo que resulta ser sin importancia. Su origen, siempre más dificultoso, es como sigue: Si aten-demos al significado del segundo término semántico del Dicho lo sabremos. Alude a la poca sustancia que contiene la infusión de la hierba llamada borraja: Planta anual de la familia de las barragináceas, de 20 a 60 cm. de altura, con tallo grueso y ramoso, hojas grandes y aovadas, flores azules dispuestas en racimo y semillas muy menudas. Es comestible y la infusión de sus flores se emplea en medicina.

ARMARSE LA DE SAN QUINTÍN

Armarse alguna pendencia o riña muy violentas. Su origen, siempre más difícil, es el siguiente:Sabiendo algo la Historia de España lo obtendremos enseguida. Así, alude a la célebre batalla que tuvo lugar el día de

S. Lorenzo, el 10 de agosto de 1557, en que el ejér-cito español de Felipe II, al mando de Manuel Filiberto, duque de Saboya, entró en Francia desde Flandes, y atacó la plaza de S. Quintín, derrotando estrepitosa-mente a los ejércitos franceses de Coligny y Montmo-rency. En conmemoración de esta victoria mandó erigir Felipe II el templo de S. Lorenzo de El Escorial, una de las maravillas del mundo que hay en territorio español.

ARRIMAR EL ASCUA A SU SARDINA

Aprovechar las ocasiones en beneficio propio. Su origen, siempre más dificultoso, es como sigue: Alude a la antigua costumbre de dar a los trabajadores de los cortijos sardinas para comer, que ellos mismos asaban en la candela (lumbre) de los caseríos. Y como cada uno cogiera ascuas (brasas) para arrimarlas a su sardina para calentarla, la candela se apagaba, por lo que llega-ron a prohibir el consumo de este pescado.

COMO UNA GUITARRA EN UN ENTIERRO

Equivale a expresar que una cosa es inoportuna, fuera de lugar,un despropósito. Su origen, siempre más difi-cultoso, es el siguiente: Al igual que los Dichos muchas Comparaciones son influencias de las Escrituras Reli-giosas. Es una Comparación antiquísima, lo prueba que ya aparece en el capítulo 22, versículo 6º. del Eclesias-tés, donde se lee: “ Un discurso fuera de tiempo viene a ser como la música en un duelo o funeral”.

DAR ESQUINAZO

Dejar a uno plantado, abandonarle. Su origen, siempre más dificultoso, es el siguiente: Si atendemos al signi-ficado literal del Dicho lo sabremos enseguida. Aunque su forma original era dar cantonada, expresión todavía en vigor en muchos pueblos de Aragón. Y Cantonada, en el lenguaje clásico, era sinónimo de esquina o cantón, y dar cantonada equivalía a burlar a uno a la vuelta de la esquina, huyendo de él y dejándolo plantado.

DAR TRES CUARTOS AL PREGONERO

Pregonar, echar en la plaza un pregón y hacer que sepa públicamente lo que no se debiera sacar de puertas

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afuera. Su origen, siempre más difícil, es como sigue: Proviene de la antigua costumbre por la cual los vecinos de los pueblos acudían al pregonero para que, mediante una propina (cuarto = moneda antigua), pregonesus vinos, trigos, etc., que venden, o cuando se les ha per-dido algo, etc. Similares a este Dicho son los Dichos: Lavar los trapos sucios en casa y Tratar los problemas de puertas adentro.

DE PUNTA EN BLANCO

En sentido recto: vestido con todas las piezas de la armadura antigua, y en sentido figurado: vestido de uni-forme, de etiqueta o con el mayor esmero. Su origen, siempre más dificultoso, es el siguiente: Proveniente del Lenguaje Militar medieval de medidados del S.XV, alude al caballero que va armado de pies a cabeza para entrar en combate, con todas las piezas de arnés y las demás armas, lanza en ristre, desnuda la punta, desen-fundada, en blanco la punta. Así, por extensión, a todas las armas desenvainadas, con la punta desnuda, o la hoja desnuda, se les llamaba de punta en blanco. De hecho, a la punta de la lanza cuando no combatían le ponían un trozo de corcho u otro material protector para no llevarla descubierta, desenfundada.

DE TIROS LARGOS

Ir con vestido de gala, o con lujo, pompa o grandeza. Su origen, siempre más díficil, es el siguiente: Dicho cogido del Lenguaje de las caballerías, proviene de que antiguamente en España cada particular podía hacer tirar de su coche el número de caballos o mulas que tuviese por conveniente; pero sólo el rey y la grandeza podían unir a sus carrozas el tiro (cuerda o correa del caballo que sirve para tirar de un carruaje) delantero a mayor distancia de los demás; distanciaque los sepa-raba muchas veces de los tiros traseros, mediante cuatro o cinco varas de correas o tiros.

DORAR LA PÍLDORA

Es dulcificar, disimular un engaño o perjuicio. Mitigar o disimular de algún modo una mala noticia. Su origen, siempre más dificultoso, es como sigue: Dicho que se explica rapidamente cogiendo el sentido literal (letra a letra) de la Frase, pero no en el sentido que hoy tiene la palabra píldora sino como lo tenía a principios del S. XVII. Ya que de ahí se remonta su origen, en donde se documenta píldora como: Unas pelotillas medicinales y purgativas, que se toman por vía oral, y los botica-rios suelen dorarlas para disimular el amargo del acíbar (jugo amargo de una planta perenne) que llevan dentro, y así quedó como proverbio incluso: Píldora dorada, por los colores honoríficos que tanto parecen de codicia y después amargan más que mil hieles.

EPITAFIOS

• ¡ Qué asco ¡ Toda mi vida fumando y me entierra en un ataúd para no fumadores. (Un fumador)

• ¡ Por Dios ¡ Cuanto polvo. (Señora de la limpieza)

• ¡ A que vuelvo ! (Un dictador)

• Perdone, señora, que no me levante. (Epitafio en la tumba de Groucho Marx –Julius Henry Marx–)

• Aquí yace boca arriba uno que cayó de bruces muchas veces en la vida. (Epitafio de Antonio Espina )

• Otra vez protagonista de la “ley del silencio”. (Marlon Brandom)

PIROPOS

• Si amarte fuera pecado tendría el infierno asegurado.

• Como me gustaría ser bizco…para mirarte doble!!

• Si Cristóbal Colón te viese, diría: Santa María, que Pinta tiene esa Niña.

FRASES PARA PENSAR

“Quizás, la mayor lección de la historia, es que nadie aprendió las lecciones de la historia”. Aldous Huxley, novelista y ensayista inglés

“Las ciencias pueden aprenderse de memoria; la sabi-duría no”. Lawrence Sterne, escritor ingles

“Si algo he aprendido en la vida, es a no perder el tiempo intentando cambiar el modo de ser del prójimo. Lo tomas o lo dejas”. Fernando Sánchez-Dragó.

“Prefiero entretener a la gente con la esperanza de que aprendan algo, que enseñarles con la esperanza de que se entretengan”. Walt Disney, animador y productor estadounidense

“Un pueblo crece cuando aprende a reconocer y a vivir junto a otros pueblos. Cuando abandona la ira por la efectiva voluntad de hacer un mundo mejor para todos”. Simon Peres, político israelí.

“Dos cosas me admiran, la inteligencia de las bestias y la bestialidad de los hombres”. T. Bernard.

“El que revela el secreto de otros, pasa por traidor; el que revela un secreto propio, pasa por imbécil”. Kai-raire.

“En el mundo hay suficiente para todos, pero no para la avaricia de todos”. Monadas Karamchand Ghandi.

“Fácilmente olvidarás a aquel con el que una vez reíste, pero difícilmente olvidarás a aquel con el que una vez lloraste”. Proverbio Arabe.

“Con el ruido de las bombas, no se puede dialogar”. Andrés Aberasturi.

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Martingala Literaria

EL AUTOR IGNOTO

Cara de niño malo hecha para llevar por la calle en ese trabajo despista a todos los que buscan noticias, fotos, entrevistas. Más él, parece mayor de lo que es en realidad, no se cuida; sombrero tejano calado hasta las cejas; gafas de sol, a oscuras, dialogantes con la edad del misterio; barbas y bigotes selváticos, sin recorte alguno; un pañuelo al cuello del sép-timo de caballería; chaleco de piel de vaca y camisa de franela a cuadros distanciados. Sus azules pantalones de pana ancha y rodilleras,

y sus botas. Desprende el aroma de la picadura por liar. Es, al fin, un hombre retraído, aunque a primera vista parezca simpático, entrante y algunas veces, chabacano. Quizás todo este retrato, pertenezca a los mismos mecanismos de defensa que suele utilizar para, estar lejos y cercano, vivo y mundano, preservando, su mundo interno de palabra escrita e inteligible a los otros, sus lectores habituales.Porque él, en esta reverberación, en esta forma de vida desdoblada de darse a los llanos y huir de los sofisticados, de los ciegos intelectuales de las críticas acerbas y de la hipocresía. Es

A D. Antonio Machado.Una tarde en el patio de su casa. Instantánea. Sevilla.

Eres pequeño.Pequeño y tímido.Pequeño y ensimismado.En la tarde fresca, una abeja vuela bajo cerca del limoneroy tú, Antoñito soñador, juegas a esquivar su vuelo, mientraschoca tu cabeza primigenia con las flores de azahar.Luego, siguiendo con la mirada los círculos del insecto, intentas atraparlo sin miedo entre los dedos, con la boca abierta en el patio de tus sueños.Tu madre, tal vez mira por la ventana y tu hermanojuega a ser torero con su capote y su espada.Tú, pequeño y decepcionado.Pequeño y solitario.Pequeño y pensativo no sabes que, algún día, ese patio y ese árbol,esa tarde y ese instante,serán para ti tu paisaje,el mascarón de tu barco,al que llegarás a bordo, casi desnudo,ligero de equipaje.

Marisol Dorado Villanueva

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una misma cosa, insisto, tan cercana y alejada como para sobrevivirse.

Tal vez su nariz, tirando a aguileña, levemente torcida hacia la derecha, sus pequeños ojos conspicuos, su risa, o mejor, sonrisa pudiera llegar a sardónica, su baja talla en ese cuerpo aun musculoso para los muchos años y, el des-gaste del tiempo que hace el mismo caso al hombre que a los animales y cosas. Estamos ante un autor cuya denominación no se sabe a ciencia cierta, porque consiste solamente en dos iniciales – aquí guardo su sentido íntimo – el apellido único se parece al de una anti-gua máquina de coser que aun anda viva por el mercado de los electrodomésticos, antes manuales; aunque esto también podría ser falso, seudónimo de alguien establecido de antemano con la sociedad de autores, para poder cobrar en una cuenta secreta los bene-ficios de sus novelas y demás escritos. Las editoriales, manteniendo su incógnita y su secreto morboso, venden más, mucho más que de otros servidores de la pluma, los ecos de sociedad y el glamour de las letras, los pre-mios, los cadalsos.

Para nosotros, en el entente de su hipocritud, le llamaremos Bob, americano mass-media en un país que hoy se destaca por su trivialidad infinita e imperial. Yo, no presumo de haber leído su obra completa, no estamos en eso de opinar sabiéndolo todo, pero sí en dar la opi-nión personal sobre el único libro leído de él. Habla de un chico rebelde que se enfrenta al mundo perdido de los adultos, de los mayores, de esos que aconsejan bien y luego hacen y deshacen a su antojo, todo lo que concierne a la vida y a sus preguntas.

Pero, esta vez vuelvo al escritor de apellido apenas pronunciable; lo sé, me obsesiona y, no tengo remedio: podría ser el evacuado de un país en guerra, un guardián nazi de un campo de concentración, una mujer madura, casada y con hijos, feliz ocultando así su condición de hembra que saca de este negocio, dinero para sus caprichos de clase media, desahogán-dose al escribir de, su soledad, su olvido, su menopausia y desprecio de los demás en una condición inteligente. Será, quizás un vejete

testarudo, bajito y feo con ganas; o un eterno Dorian Grey ante el espejo y el contrato trai-cionero; un mago con larga túnica talar, capi-rote puntiagudo, por el camino que remata, en altura, ese castillo de mohos, piedras, cha-piteles y almenas medievales. O quizás, un hombre sin brazos, tullido, caído de las teclas de la máquina de escribir o del ordenador, el no tener cómo agarrarse, dibujando letras sobre la arena con un dedo del pie izquierdo, al dictado de dos ángeles y de su oído finí-simo.

Para finalizar, pienso que debe de ser una per-sona humilde que ha aceptado sus fobias y, no intenta bajo ningún concepto, medir su inte-ligencia con los demás, y no como le ocurre perdidamente a nuestro amigo… Paco LA CITA

Todos sabéis el vicio de mi afición a las citas, aunque en verdad, no encuentro tantas de mi interés como para aparcar un libro que este leyendo, irme al tomo de mi diario, apuntarla, anotar el origen, el autor, la obra y la página y, dejarla allí sola, a ver que se me ocurre hacer con ella algún día futuro. Una cita en este sen-tido, es como quedar con una novia para más tarde, para el goce erótico e intelectual, como quedar para una cena de trabajo, excusa hacia otros placeres, psicomáticos tardíos.

Mas citar una frase, un verso, un pensamiento bien estructurado, incita a aguantarme de transformarla, cambiar el tiempo de un verbo, un adjetivo, una coma etc; ha de ser literal y abandonar la tentación a la que pocas veces me resisto. Otras veces vienen completas, intactas en su contexto y forma, y significado.

Una cita es también sacar de quicio donde estaba, un pensamiento de otro, porque cuando se está leyendo, se lee y es un todo. Algunas veces abres un libro y te la topas, te la encuentras y ya, te entran esas ganas de no seguir, la apuntas o doblas la parte superior de la hoja para, al día siguiente releerla y apre-ciarla de nuevo. Ya puedes dejar que el sueño te domine, repitiéndola mil veces, como ora-ción o un mantra que te lleve. Hoy, reconozco

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que no voy a citar ninguna palabra o texto de Jack Kerouac; léelo tú y lo comprenderás al encontrar tus propios sentimientos y citas.

DE VUELTAS CON LO MISMO

Hay que tener un par de eso que se supone poseemos para, volver pasado mucho tiempo sobre los mismos primeros pasos que andu-vimos; para versionar y corregir de nuevo la primera obra poética editada. La experiencia, los años, quizás la fama adquirida o la humil-dad de seguir enfrentándose a las letras y las palabras, a las frases y sus significados, a los cambios de modas, tendencias y modos de las buenas y malas compañías. Porque el recono-cimiento durante la madurez o senectud trae y conlleva elogios interesados, malas inten-ciones, fracasos estrepitosos si no se camina despacio y descalzo por el sendero eterno de la autoafirmación, los ejercicios íntimos y espirituales; el olvido al fin de los complejos originarios de cuando nadie te conocía.

Aspirar a la perfección, a la clarificación no es un hito desechable. Juan Ramón, dubitativo al máximo de su éxito y de su estética, llevó toda una vida como único e imprescindible corrector de su obra. Pero, es mas sano dedi-carse a una sola, en este caso su primer libro de poemas; esto se presta a la comparación de ambos textos, a cientos de preguntas estéti-cas y temporales: ¿por qué la primera?, ¿qué pautas siguió para el rechazo o la aceptación de cualquier término?, ¿es la pescadilla que se muerde la cola, en el aceite hirviendo de la experiencia y las expectativas últimas?.Borges, hijo de su tiempo, lo hizo; y si él pensó de tal forma sus razones tendría. Noso-tros podemos atrevernos a lo mismo, dentro de nuestro es caso ingenio, salvando la dis-tancia.

GUARDIANES

“ y todos (los libros) arman jaleo, apagan las estrellas y extinguen el sol. Uno acaba por perderse”. (Ray Bradburry Fahrenheit 451)

El Guardián de la Tristeza es el que posee, todavía, la osada y tremenda rebeldía de ena-

morarse; teme el desarrollo de un feto dentro de un cuerpo vivo, vibrante; receloso se pre-gunta quién es y dónde vamos.

El Guardián de la Felicidad dirige el mundo de los mediocres, los alienados, los vengado-res de la venganza, los que nunca perdonan el error de leer, de aumentar el conocimiento y la sensibilidad por medio del esfuerzo humano y la riqueza de matices.

El Guardián de la Tristeza se despierta anona-dado, por todo lo que aun puede hacer: des-prenderse del viento, aumentar las hojas de la hiedra con riegos constantes; embarcarse en un proyecto aventurado; hacer de padre de forma consciente, comedida, sin atosigar al hijo con llamadas constantes de móviles, echar regalos por Reyes como se contestan a diario, los emeils mas cazurros y descastados. No vive para sí, vive en sí y por el aumento conceptual y positivo de los otros.

El Guardián del Tesoro de la Felicidad ha descubierto el fuego purificador del Anti-guo Testamento y, se muestra prolífico en la destrucción del libro y su lectura; del pensa-miento y su desarrollo, de la vida artificial, el lago contrahecho y no conmutará la presa que, próximamente, inundará el valle del Genal con su antigua riqueza ecológica.

El Guardián de la Tristeza, se sabe perdedor; intuye el esfuerzo inusitado de llamar pan al pan y trigo al trigo; denominar uva a la uva y vino al vino; de cantar las virtudes naturales junto al folclor tornadizo de las estaciones del año. Extiende su pancarta de protesta por la guerra última, la contaminación fabril última, los últimos derechos de la infancia descubier-tos últimamente, bajo capas y capas de oligár-quica temeridad.

Ambos Guardianes se necesitan y vigilan cada movimiento del otro en el ajedrez de la vida. Pero, por ahora, va ganando el Feliz sobre el Triste, y esto debería preocuparnos de forma acelerada.

Joaquín Bassecourt Hernández

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El Rincón Clásicopor Mª Estefanía Sánchez

Publio Virgilio Marón

INTRODUCCIÓN

Virgilio, hijo de Virgilio Marón y de Magia Pola, (nom-bres que en principio pueden parecer de origen estrusco y osco respectivamente, pero de difícil demostración.) nació en Mantua, una aldea cercana a los Andes el día 15 de Octubre del año 70 a. C., lugar que abandonó a los quince años para ir estudiar a Cremona, Milán y Roma. Allí se inició en el arte de la retórica, en la que nunca brilló con luz propia. Quizás su temple débil hizo que se decantara por el estudio de medicina, las matemáticas y la filosofía, concretamente el epicureismo, siendo éste un sostén moral para el poeta. Se introdujo en el círculo del epicúreo Sirón en Nápoles, al que Cicerón (Cat. 5, 9 s.) alude en repetidas ocasiones. En los tiempos agitados que corrían, la casa de campo de Sirón sirvió de refugio a la familia de Virgilio.

Empezó a dar muestras de su originalidad poética en el círculo alto de Asinio Polión. Sus Bucólicas, causaron asombro por su apariencia rústica y agradaron por su delicadeza mundana, llegándose a reunir en torno a Vir-gilio un grupo de admiradores que se dieron el nombre de “arcadios”. Cuando en el año 41 a.C. se expropiaron terrenos en la Transpadana para recompensar a los vete-ranos que habían vencido en Filipos, a Virgilio le fueron confiscadas sus tierras. Gracias a su amigo Polión puedo acceder a Octavio, quien accedió a que le fueran restitui-das sus tierras y le proporcionó una indemnización. Más tarde, Virgilio renunciaría a ellas, marchándose a Roma y Nápoles para buscar el apoyo de los pacificadores de Italia, que no eran otros que Octavio y Mecenas.

Para sus segunda obra, las Geórgicas, Virgilio había recibido aliento de Mecenas, a cuyo círculo pertenecía. El tema era muy atractivo para Virgilio, amante de la naturaleza, quien nunca se adaptó plenamente a vivir en la ciudad. Nunca se sintió a gusto viviendo en Roma, ya que cuando alguien mostraba su admiración o le reconocía por la calle, se refugiaba tímido en las casas inmediatas.

Como podemos ver la fama no hizo mella en el poeta, quien se sentía a gusto sólo entre su círculo de amista-

des, entre quienes se encontraban, Polión, Vario, Cor-nelio Galo y Horacio, a quien también recomendó a su amigo Mecenas.

Después de terminar las Geórgicas, se entregó por entero a la poesía épica. Su Eneida le ocupó más de diez años, convirtiéndose en su obra suprema, en la verda-dera epopeya del pueblo romano. Augusto fue uno de sus más fervientes seguidores, alentando al poeta para que la terminara cuanto antes, y le permitiera leer los nuevos fragmentos. El propio Propercio nos avanza la expectación que reinaba en torno a la Eneida. La obra avanzaba muy lentamente. Antes de retocarla, quiso visitar Grecia y visitar los lugares en que se localizaba la leyenda de Eneas1 . Sin embargo, en el camino de vuelta se sintió enfermo en Megara, desde donde fue trasladado a Italia para morir el 21 de septiembre del 19. Fue enterrado en Nápoles. Antes de morir mandó que quemaran su Eneida, sin embargo, Augusto no lo permitió, puesto que la obra era demasiado importante como para dejarla destruir: Roma y el mundo tenían sus

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derechos sobre ella. Se le encargó después a Vario que la editara, dejando la obra incompleta tal como estaba.

ESTILO

Virgilio muestra en sus obras un estilo alejandrino pos-tacatuliano, al que debe su gusto por la expresión sobria y plena. Sin embargo, su temperamento le preservó de la aridez, de los artificios y del “arte por el arte”.

Vivía retirado en el campo por motivos de salud, donde la lectura de los clásicos nutrió su inspiración, desarro-lló su imaginación y lo introdujo en tareas cada vez más alejadas de los principios del estilo alejandrina.

OBRA

Como hemos señalado más arriba, las tres obras más importantes del poeta fueron Las Bucólicas, Las Geór-gicas y La Eneida.

Las Bucólicas

Está compuesto por diez poemas, el más largo de los cuales cuenta con ciento once versos en los que se alter-nan diálogos y narración. Virgilio tomó como modelo los Idilios rústicos de Teócrito. En estos predomina la objetividad realista, la plasticidad y la crudeza, caracte-rísticas que se acoplaban sólo a medias al temperamento del poeta. Sin embargo, la escuela griega había obser-vado y plasmado perfectamente las cosas del campo: los encuentros de pastores desafiándose en torneos de improvisaciones poéticas en cantos alternados que per-mitían al poeta multiplicar y variar las impresiones y salir ligeramente del marco dramático de su pieza, de este modo encontraban su lugar el amor, el refinamiento y los disfraces de personajes reales y las curiosidades mitológicas.

Virgilio, utilizando rasgos tomados de Teócrito, pero haciéndolo con extrema libertad y empleando la “con-taminatio”, transformó por completo su modelo: el pai-saje y la atmósfera fueron los de la Galia Cisalpina, los pastores, convertidos en seres convencionales, se expre-san con mayor cortesía y emplean un lenguaje delicado, se utilizan abundantemente las impresiones sensoriales para crear un lirismo pintoresco que no deforma el deta-lle.

El género al principio era artificial, después su sensibi-lidad se tornó más directa y más humana. Las Bucólicas XI y I dejan relucir su personalidad, pero de una forma oculta, con delicado pudor.

Los temas más utilizados por el poeta en la obra son el análisis psicológico de la pasión (Buc. VIII y X), las curiosidades de la mitología y la cosmología semicien-tífica (Buc. VI), la aspiración a la paz y al descanso en una naturaleza benévola (Buc.V y VI), etc. Será en la bucólica IV donde describa el advenimiento de una nueva “edad de oro”, estando muy presentes el acento

nacional y el tono épico.

A pesar de la originalidad y fuerza de la obra, Virgilio, presionado por sus modelos, no puedo llegar a la meta de su esfuerzo lírico, por lo que consideró que su obra decisiva estaría aún por llegar.

Las Geórgicas

En este poema de quinientos versos el autor combina los preceptos rústicos y los referentes al cultivo de cerea-les. Describe al ley del trabajo impuesta por Júpiter a la humanidad para su perfeccionamiento (vv. 121-154) e invoca la pacificación de Italia asolada por las luchas civiles (vv. 489-514). Pero estos versos no se reiteran en el resto del canto. Virgilio omite narraciones esen-ciales y resume o alarga otras sin razón aparente; sus hábitos alejandrinos hacen que prefiera la yuxtaposición de detalles a una construcción orgánica. De esto resulta una superabundancia de vitalidad que evoca gentes, animales y paisajes. Aunque poco a poco Virgilio se encamina a los tratamientos ordenados, el primer canto de las Geórgicas conserva los caracteres de una obra de transición.

La publicación de la Economía Rural de Varrón y los estímulos de Mecenas hicieron concebir a Virgilio unas Geórgicas más amplias y orgánicas:

Canto I: cultivos de los cereales.Canto II: cuidado de arbustos, viña y olivo.Canto III: cría del ganado.Canto IV: cuidado de las abejas.

Virgilio se abstiene de decirlo todo con detalles minucio-sos, pero intenta ser completo. Su arte de la sugerencia, la vitalidad de sus impresiones personales y su tenden-cia a los “episodios” no impiden al complemento de las máximas que dan fe de una ciencia cierra y se expresan con realismo y perfección. Ideas vigorosas y poéticas dominan en cada canto: energía y variedad creadora de la naturaleza vegetal, antítesis trágica entre el amor y la muerte, y el tema de la castidad y la inmortalidad.

La Eneida

El poema empieza cuando Eneas y sus compañeros llevan ya algunos años vagando en busca de la tierra, donde según el mandato de los dioses, han de fundar una nueva ciudad. Eneas, con los Penates de la destruida Troya, con su padre Anquises y su hijo Ascanio vaga, asistido por su madre Venus, durante mucho tiempo por el mar, cuando una tempestad los arroja a las costas de África. Allí se está levantando Cartago, la futura rival de Roma. Recibido hospitalariamente por la reina Dido, Eneas hace un relato de la destrucción de Troya y de los acontecimientos posteriores. Luego Virgilio cuenta los amores del protagonista, Eneas, y Dido, quienes se ven obstaculizados por Júpiter, quien recuerda a Eneas la misión encomendada por los dioses, por lo que Eneas parte y Dido se suicida.

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Virgilio se encuentra con el género de la epopeya, como hicieron otros poetas. Ninguno de los otros tres géneros épicos que en ese momento se cultivaban, se adaptan a su genio, en parte porque tenían un margen muy redu-cido para la imaginación poética.

Su propósito era combinar la belleza griega con el espí-ritu nacional romano. Así eligió al troyano Eneas para su historia y utilizó Italia como escenario. Se basó en una antigua leyenda del siglo VII-VI que no se había precisado ni ordenado mucho hasta el siglo III. Este pro-pósito agradó a las familias nobles romanas que querían ennoblecer su estirpe. Así Virgilio trazó La Eneida en doce cantos, como una especie de Odisea seguida de La Ilíada. Lo característico en su forma es la imaginación de Virgilio, que se guiaba de su imaginación. Por eso encontramos junto a episodios cuidadosamente elabo-rados, partes desiguales, poemas inacabados e incluso contradicciones. Pero a pesar de ello, La Eneida por su procedimiento de construcción, posee un vigor en la expresión muy difícil de encontrar en las epopeyas cultas. El poema se hizo popular muy rápidamente.

Virgilio tuvo el propósito de utilizar el estilo alejandrino para darle una amplitud clásica a la hora de imitar y transponer los versos de Homero. A veces la imitación de Homero puede parecer excesiva e incluso aparecen versos copiados. Sin embargo, el tono que utiliza el poeta es completamente diferente, los alejandrinos y, en particular, Apolonio de Rodas, ofrecieron a Virgilio unos postulados más modernos, derivación y brevedad, y una mayor autenticidad. Homero puso al arte alejan-drino grandeza y Virgilio añadió su sensibilidad e inte-ligencia.

La obra es muy interesante por su aspecto dramático y sobre todo, por su contenido histórico. Fue para sus con-temporáneos como la gesta del pueblo romano, debido a la constante preocupación de Virgilio por crear una obra nacional.

Intuyó en la descripción de esa Italia, aún bárbara, la llegada de elementos griegos y orientales, una verosimi-litud muy lograda. También es histórica la importancia que atribuye al predominio del carácter itálico sobre los influjos civilizadores. Virgilio ha intentado por todos los medios anticipar grandes hechos de la historia nacional, utilizando la teoría del fatum, o destino, para sugerir a los lectores sus predicciones. Se trata de artificios dies-tros, pero muy poco emocionantes.

Su poesía está llena de símbolos más secretos como la atracción y luego ruptura de Dido y Eneas predice la rivalidad de Roma y Cartago; la alianza de Eneas con los etruscos evoca el largo período de civilización etrusco-latina; la conjuración de Italia contra las ciudades del Tíber (Ostia y Roma) recuerda la guerra social; se reco-noce en la figura de Eneas, sereno y creando un mundo nuevo sin renegar del antiguo, al propio Augusto.

Virgilio ha sabido ligar a Homero una prehistoria nacio-

nal y toda la evolución de Roma hasta las inquietudes dinásticas del príncipe.

Mediante ciencia y buen gusto Virgilio había creado las condiciones básicas de la epopeya, es decir, extensión narrativa, magnitud histórica e interés nacional. Aunque de no haber sido por su sensibilidad, moral y emotiva, su epopeya habría sido frío.

Virgilio introduce una reflexión nueva en su obra, es la idea de las familias predestinadas, como la de César, la de los hombres fuertes, sencillos y piadosos, a los que Roma debe su grandeza, y que han aportado al mundo mediterráneo el bienestar de una organización estable y pacífica. Pero no renuncia al viejo espíritu de guerras, de triunfos militares, esencial en la mentalidad romana. Su pensamiento es que Roma será universal y eterna.

Virgilio destaca por su inmenso don de simpatía, ani-mando así a los personajes, escenas y paisajes más con-vencionales. El uso del arte alejandrino permitía al poeta intervenir en algunos momentos de su narración.

El autor lleva a la perfección el hexámetro dactílico, estableciendo una correspondencia sublime entre la imaginación poética y su expresión rítmica.

La cesura que hasta entonces había sido monótona o variada según cada autor, se manifiesta como elemento métrico y de estilo a la vez, sirve para poner de relieve ciertas palabras o para enriquecer su pensamiento. La rapidez de los dáctilos alterna con la lentitud de los espondeos. Sitúa al final de los versos palabras muy cortas o muy largas para dar más resonancia afectiva o descriptiva. En definitiva, la simplicidad misma se transforma en un efecto de arte, y un epíteto sin preten-sión, junto con el nombre, da una impresión de calma y serenidad.

Nada más aparecer La Eneida, Virgilio se consagró como poeta nacional. Toda la poesía latina dependería a partir de entonces de él. Había creado una lengua muy latina, que podía ser helenizada o revestida de arcaísmos en dosis discretas sin que sufriera algún desequilibrio en el conjunto. Utiliza normalmente un estilo noble, aunque breve, elocuente sin infatuación y extraordinariamente expresivo debido a una selección de epítetos y a las rela-ciones de palabras. La imposibilidad de igualar una obra como esta, la engrandeció con el paso del tiempo. Su sensibilidad es tan rica que no tiene rival. Ningún latino ha ejercido una influencia semejante.

Bibliografía

Historia de la literatura romana, Ludwig Bieler, Gredos, Madrid, 1971, (páginas 185-212).Historia de la literatura latina, Bayet, Ariel, Barcelona, 1972.La Eneida, Publio Virgilio Varrón, Gredos, 1996.

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La Estantería de Airepor Raúl Rubio

Los caminos del teatro en Federico García Lorca (I)

El teatro es la poesía que se levanta del libro y se hace humana. Y al hacerse, habla y grita, llora y se deses-pera. El teatro necesita que los personajes que aparez-can en la escena lleven un traje de poesía y al mismo tiempo que se les vean los huesos, la sangre.

(Federico García Lorca)

La situación del teatro en España al comienzo del siglo XX está regida por lo comercial. El público que acude a ver las obras es burgués, un público que sólo busca el entretenimiento viendo sobre el escenario obras ligeras que no se salgan de los convencionalismos que sobrevi-vían al siglo anterior. Tanto es así que un autor de talento como Jacinto Benavente debe adaptar su arte al gusto del público si quiere triunfar, dejando Los intereses creados (1907) como un apunte de lo que pudo ser y no fue.

Quien no se sometió a los intereses comerciales fue el autor gallego Ramón María del Valle-Inclán. Situado dentro de la corriente modernista, y siendo coherente con lo que esto suponía, intentó renovar y revitalizar el arte escénico, llegando a crear un nuevo subgénero en línea con la estética imperante en Europa (los dramatur-gos simbolistas como el belga Maurice Maeterlinck o el expresionista alemán Bertold Brecht), el esperpento, siendo su obra maestra Luces de bohemia (primera edi-ción en 1920) el mejor exponente de esta tendencia.

Este es el contexto histórico en el que se mueve el joven granadino Federico García Lorca. Según escribe su her-mano Francisco, la afición a escribir nace en Federico en 1916, “actividad a la que poco después se entrega ardorosamente, simultaneando el verso y la prosa. Era un llenar cuartillas sin cuento, un ejercicio incesante al que se entregaba principalmente de madrugada”. Lorca se encuadra dentro de la tradición romántica, matizada por la evolución simbolista (directamente de Francia,

en especial Verlaine) y modernista (Rubén Darío y Juan Ramón Jiménez principalmente). Dentro de estos prime-ros tanteos literarios también había lugar para el teatro.

En 1920 estrena El maleficio de la mariposa, una obra de raíz simbolista que fue un fracaso. Debe ser consi-derada, al igual que Impresiones y paisajes y Libro de Poemas, como parte de la de aprendizaje del autor granadino. Sin embargo, ya encontramos en esta obra «el elemento neurálgico del universo lorquiano» según palabras de Miguel García Posada: la frustración.

En los años siguientes compone varias piezas breves inspiradas en el guiñol, los Títeres de cachiporra, que sólo conocerán sus íntimos. Su primer éxito llega con Mariana Pineda, fechada en 1925 pero estrenada en Bar-celona en junio de 1927.

MARINA PINEDA, UNA OBRADESHUMANIZADA

En una carta de 1923, Lorca le pide a un amigo de Gra-nada (Antonio Gallego Burín) datos sobre el personaje

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histórico Mariana Pineda. Desde este año, escribe a sus amigos explicándoles la intencionalidad del drama: “un caso de amor magnífico”. Debemos diferenciar entre la mujer que fue ejecutada en Granada y el personaje que traza Lorca, pues el autor se centra en la posibi-lidad dramática de la historia. Y además no debemos cargarla de sentido político, pues el mismo autor repite constantemente durante esos años que no quiere hacer política con la obra; y es que, en esas fechas, Federico García Lorca estaba embebido de las teorías estéticas de Ortega y Gasset, postuladas en su fundamental libro La deshumanización del arte (1925), aunque ya presen-tes en el prólogo que escribe para El pasajero (1914) de José Moreno Villa. Según Ortega, el artista debe distan-ciarse, tiene que borrar su propia identidad, para captar un hecho de forma objetiva, para ordenar el caos real. Por eso es una estética cercana al cubismo: apuesta por la metáfora, que transforma la realidad en lenguaje artís-tico. El artista debe esforzarse por controlar su mirada, debe realizar juegos mentales para definir estéticamente la realidad. Se identifica humano con sentimental, y es todo lo contrario lo que buscan: un arte sin sentimen-talismo romántico. Y esto es lo que hace Lorca con Mariana Pineda; después del estreno en Madrid en octu-bre de 1927, Francisco Ayala escribió una reseña en “La Gaceta Literaria” que resulta fundamental para entender el propósito original de Lorca: «Un temblor nuevo, puro, en las imágenes. Un fino temblor en la línea irónica – hebra de seda –, que corre por el centro del drama. Que le da una íntima organización. Que lo retira del espec-tador, hasta procurarle objetividad de estampa. No se trata del último romántico. El romanticismo, aquí, se nos muestra [...] a través de cristales fríos. (En cierto modo, deshumanizantes. Aunque alguien no lo quiera creer). Cristales del arte nuevo, que destellan siempre un bisel de ironía». Pasa a analizar la obra por partes, destacando entre sus palabras: “Mariana Pineda trans-figurada, exaltada. Hecha símbolo, ya [...] exquisitos valores modernos que la obra contiene”.

Así, según el testimonio directo de Ayala, Mariana Pineda supone la superación del romanticismo, la uti-lización de la estética deshumanizada. “Objetividad”, “cristales fríos”, “deshumanizantes”, “arte nuevo”... conceptos que en una lectura superficial quedan ocul-tos. Mariana Pineda se nos presenta en la obra como una posesa, desde la primera estampa, una apasionada; incluso, una mujer que llega a olvidarse de sus hijos (a diferencia de la tradición, donde primero se es madre). Sin embargo, a pesar de ser traicionada por su amante, se va a controlar, no traiciona a nadie, no denuncia a nadie por despecho y prefiere la muerte: pasa, de ser una posesa de amor a alguien que controla su propia imagen; ese es el paso del drama de carne y hueso al símbolo (de la libertad):

«¡Yo soy la Libertad, porque el amor lo quiso!¡Pedro! La Libertad, por la cual me dejaste.¡Yo soy la Libertad, herida por los hombres!¡Amor, amor, amor, y eternas soledades!»

Supone además un distanciamiento del teatro burgués que seguía triunfando en el momento. En 1926 (un año después de Mariana Pineda) escribe La zapatera pro-digiosa, subtitulada «farsa violenta», que trata de una joven hermosa casada con un zapatero viejo, y que tras una capa de humor esconde, otra vez, y según palabras del mismo García Lorca, “el mito de nuestra pura ilu-sión insatisfecha”.

Sin embargo, tras el estreno triunfal de Roman-cero Gitano (1928), Federico García Lorca vivirá un momento de profunda crisis, vital y artística, que será plasmada tanto en su poesía como en su teatro.

EL TEATRO IRREPRESENTABLE

En el verano de 1929 Lorca se va a Nueva York. Roman-cero Gitano (un libro fantástico dentro de la estética deshumanizada) ha sido un éxito, pero le ha acarreado también tristezas: empieza a ser encasillado como «el poeta de los gitanos» (recepción errónea de la obra por parte de muchos) y recibe unas durísimas críticas de sus íntimos amigos Salvador Dalí y Luis Buñuel, sumergi-dos ya en la aventura surrealista. El mismo Lorca siente que necesita buscar otro lenguaje, otro camino apar-tado de la deshumanización cubista. Además, vive un momento de crisis interior relacionada con su condición homosexual. Nueva York es el escenario donde vive su doble crisis.

En su estancia en Estados Unidos, Lorca vuelve sobre La zapatera prodigiosa y el Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín (otra farsa sobre un amor trágico), redacta un guión cinematográfico (Viaje a la luna), escribe dos libros de poesía (Tierra y Luna y Poeta en Nueva York) y dos obras totalmente vanguardistas, dos rupturas radicales con el teatro burgués: Así que pasen cinco años y El público.

Fechada en agosto de 1930 (un borrador, la versión definitiva se ha perdido), El público “es una especie de «auto sacramental» sin Dios, cuyos personajes encarnan las obsesiones y los conflictos secretos del poeta”, según Lázaro Carreter. Es una obra muy compleja que entraña mucha dificultad, escrita dentro de una afinidad parcial con el surrealismo. La obra, en general, es una crítica a la hipocresía del público burgués que iba a los teatros, que no acepta el Amor por encima de las convenciones, que no acepta las posibilidades, las dualidades, que uti-liza máscaras para ocultar lo que verdaderamente son, una sociedad de apariencias más que de realidades sin-ceras:

«EMPERADOR.– Uno es uno y siempre uno. He dego-llado más de cuarenta muchachos que no lo quisieron decir.CENTURIÓN.– (Escupiendo.) Uno es uno y nada más que uno.EMPERADOR.– Y no hay dos.CENTURIÓN.– Porque, si hubiera dos, no estaría el Emperador buscando por esos caminos»

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Esta dualidad sirve para cuestionar la propia perso-nalidad del personaje, que empieza a cuestionarse su razón de ser, su propia identidad. En la obra confluyen varias voces en un mismo personaje (identidad polifó-nica), eco de Rimbaud, un sujetos construido a través de diferentes yoes. “En términos generales, un yo hace de sujeto y otro yo hace de objeto para el primero, en la reflexividad de un acto de desdoblamiento merced al cual se adquiere una transitividad virtual”, escribe el profesor Luis García Montero, y añade que “al afirmar que el dos no existe, ya que se trata de una «angustia y su sombra», lo que está diciendo en el fondo es que no puede existir el uno perfecto, que la unidad tiene sombras, que se trata de un diálogo imposible, de una angustia, tanto en la indagación personal como en la búsqueda del otro”.

Las figuras de Pámpanos y Cascabeles son fuerzas, empujes de una misma fuerza unitaria, un discurso que intenta indagar en las nociones más arraigadas: amor, cultura, muerte. Cuando la oscilación entre caracteres masculinos y femeninos empieza a destruirse, cuando intentan ser una sola cosa, se produce la crisis. Nos está hablando de su propia fractura individual. Ambas figu-ras no vuelven a aparecer, a pesar de que sus papeles son clave. Más adelante, aparecerán Romeo y Julieta, como símbolos de la unidad que se desdobla en el amor: dos que llegan a ser uno. También Romeo y Julieta son inter-cambiables, dos caras del mismo sujeto, sin importar que en realidad Julieta no fuera en realidad una mujer. Esta dualidad la encontramos en todos los niveles durante la obra, hasta en los más profundos de la con-ciencia. Se ve claramente en la escena del pastor bobo: la objetivación del artificio de la máscara. El pastor sim-boliza la pureza, la ingenuidad; y además es bobo (más inocente imposible). Saca a pastar un rebaño de másca-ras: la máscara, también la tiene el público, en sentido moral (un público burgués que no acepta la autocrítica, que no entiende la nueva estética, que denuncia la “mas-culinidad” de Julieta).

Hay una especie de lucha entre el teatro tradicional (al aire libre) y el teatro nuevo (bajo la arena). Sujeto y objeto de la obra son la misma cosa, se identifican. Se busca un ideal y frente a él está el anti-ideal, el teatro al aire libre, la tradición. Además, no encontramos el esquema clásico de «presentación / nudo / desenlace»; es un juego totalmente roto: no se va hacia un climax, no hay una historia. La obra está fuera de espacio, algo continuo que no tiene cortes.

Al final, todo empieza como acaba, tanto en lo moral (denuncian a Romeo) como en lo artístico (no hay cam-bios: el teatro bajo la arena fracasa, se impone la con-tinuidad).

Un año después es fechada Así que pasen cinco años. Presenta a un joven partido entre dos amores (de nuevo la dualidad), animado por un ansia de paternidad impo-sible, luchando contra la corriente inasible de la vida y el tiempo. La obra desarrolla, en parte, los sueños del

protagonista e ilustra, una vez más, el tema de la frus-tración íntima.

El mismo García Lorca reconocía que estas obras eran, en ese momento, irrepresentables, y más aún en una España de gusto burgués donde, si no ha triunfado Luces de bohemia, menos podría hacerlo su teatro de vanguar-dia radical. De todas maneras, estas obras reflejan la crisis del granadino, son una necesidad de desahogo, y se encuadran dentro de una producción vanguardista imprescindible para entender el camino artístico de Lorca (los que hemos citado anteriormente), pues son textos que se autorreferencian, que están escritos casi a la vez; Poeta en Nueva York es un libro imprescindible dentro de la producción poética en español de todos los tiempos.

Cuando en 1931 se instaura la República, García Lorca comienza a colaborar con el gobierno, viajando por los pueblos al frente del teatro universitario “La Barraca”. Durante estos viajes, se da cuenta de que el público más popular se emocionaba cuando se representaban los autos sacramentales de Calderón, que poseían un carác-ter simbólico, y esto lo lleva a pensar en que, quizá, se haya mal acostumbrado a la gente; el teatro de Valle-Inclán no conectaba con el público al llevar los símbolos al extremo, pero el teatro burgués no poseía una cali-dad estética o artística digna. Necesitaba encontrar una alternativa, un camino a medias, una forma en la que sea posible respetar el arte (hacer un trabajo estético) y alcanzar un diálogo con el público (hacer una obra representable).

Esta será la senda que representen sus últimas produc-ciones teatrales, las que van desde Bodas de sangre hasta La casa de Bernarda Alba, que concluyó un mes antes de ser asesinado, y que alcanzan una de las más altas cimas de la producción teatral de la historia de la literatura en español y del teatro europeo del siglo XX, y en las que profundizaremos en el siguiente número de Aleceia.

Bibliografía

· GARCÍA LORCA, FEDERICO El público, ed. de Javier Huerta Calvo (Espasa Calpe, Madrid, 2006)· GARCÍA LORCA, FEDERICO Epistolario completo (Cátedra, Madrid, 1997)· GARCÍA LORCA, FEDERICO Mariana Pineda (Espasa Calpe, Madrid, 1979)· GARCÍA LORCA, FRANCISCO Federico y su mundo. De Fuente-Vaqueros a Madrid (Comares, Gra-nada, 1997)· GARCÍA MONTERO, LUIS Los dueños del vacío. La conciencia poética, entre la identidad y los vínculos (Tusquets, Barcelona, 2006)· LÁZARO CARRETER, FERNANDO y TUSÓN, VICENTE Literatura del siglo XX (Anaya, Madrid, 1995)

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El bolso de Mary Poppinspor Marisol Dorado Villanueva

Mágico instrumento de seducción, que mirábamos embobados en la gran pantalla del cine Imperial: el bolso de Mary Poppins, del que salía, absolutamente, de todo.

MAÑANA DE LLUVIA EN VENECIA

Llovía.Paco y yo habíamos salido para visitar el museo de Mariano Fortuny.

Cuando llegamos estaba cerrado.

Estuvimos un tiempo esperando en la puerta, con la indecisión de la incredulidad.

Nos dimos la vuelta, y empezamos a caminar sin rumbo fijo, un poco decepcionados, un poco a la espera de lo que una ciudad desconocida te pudiera ofrecer. De la mano, bajo un paraguas rojo, frente al moho impertérrito de las casas, en un laberinto de calles, donde nada recordaba a Venecia, sin canales, sin puentes, sin gente y sin palacios, caminamos a la deriva, expectantes y silenciosos, como si nues-

tros pasos formasen parte de aquel paisaje urbano que no pertenecía a ningún lugar, como integran-tes de una nada irreconocible, y…. de repente, al doblar una esquina, apareció aquel bar, abducido y depositado allí por no se sabe quién, que podría pertenecer a cualquier ciudad, con su marquesina de tela azul con letras gastadas y los bordes rotos, mesas con manteles de hule con flores chillonas, sillas de hierro forjado, de jardín, en aquella calleja de adoquines…

La lluvia, apenas perceptible, permitía el uso de la terraza y, sin hablar, nos sentamos.

Apareció una señora mayor, muy mayor, con un italiano dulce en sus palabras y un ademán cansado y solícito. Nos trajo dos capuccinos calientes y generosos, en tazas transparentes de duralex, como las de antes, y saboreamos el más delicioso de los cafés que hasta entonces hubiésemos bebido.

No recuerdo el nombre de la calle, ni el del bar, ni siquiera recuerdo el rostro cansado de aque-lla camarera tan entrañable, pero, en los días de lluvia, cuando, esté donde esté, saboreo un sorbo de café, siempre vuelvo, al instante, a aquel lugar. Incluso antes que a la Plaza de San Marcos, viaja mi recuerdo a ese minúsculo paraíso perdido. Los detalles insignificantes están llenos de belleza. Per-duran en nuestra memoria, envolventes, con más fuerza que los grandes momentos.

Con mínimas teselas se construyen grandiosos mosaicos.

Marisol Dorado Villanueva / 2 Febrero 2007

EL CAMBIO

Aunque llegaron pronto, se sentaron con cuidado de no hacer ruido en los taburetes altos de la barra de la cafete-ría, no había café para todos. La leche se había cortado en la jarra con el filo quebrado hacía varios días; y las

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magdalenas estaban rancias y con sus migas, de dulzor amarillo, algo apelmazadas… El camarero, solícito, no pudo disculpar el fallo matinal completo; la clientela aún medio dormida, comenzaba a despertar del todo, profundamente crispada; el enojo era total; los ojos, las bocas, el rictus del más pequeño músculo de la cara, comenzaba a accionar neuronas de enfado y de ira del posterior trabajo oficinesco y funcionario. ¿Quién paga-ría el estropicio de este comienzo, qué contribuyente con derecho a ser servido amablemente, no vería solu-cionado sus asuntos?

Llegaron pronto, esperanzados en que aquel sería un día cualquiera, un día parecido a los otros; pero una mano negra les avisaba de que volvieran sobre sus propios pasos; de que, otra vez, en la cama retomaran el sueño relajante, tras haberse tomado el segundo esertia.

No hicieron nada de eso y se dirigieron, cumplidores, a sus trabajos cotidianos. Nada más llegar se percata-ron de que no había nadie, era más noche que nunca, todo parecía más perezoso y denso. El sueño, a falta de cafeína, aún pinchaba en sus ojos, que tuvieron que restregar de vez en cuando. Prendieron la luz indirecta de los flexos alógenos, encendieron los ordenadores y comenzaron, ellos dos solos, atónitos, a teclear las pri-meras tonterías cuando no había nadie, nada más que ellos dos: el correo personal, el portal de chistes y gozos del entretenimiento y un sudoku. Pasaba el tiempo, un cuarto de hora y, no se presentaba el siguiente pringado a hacer lo de siempre, la rutina de siempre, las discu-siones acostumbradas, los chistes malos de Arguiñano y las bromas malévolas y a destiempo. Veinte minutos y todo seguía igual que antes; media hora y otro tanto de lo mismo.¿Qué día es hoy, preguntó ella en un susurro, sin levantar la vista de la pantalla? ¡Hostias, hoy es el cambio de hora¡

Joaquín Bassecourt

NO MÁS COCES

¡Por favor, no más coces, por lo bajo! Me pisas y pegas una patada por debajo de la mesa cuando interrumpo o meto la pata, es una manera de educar al marido, al amigo, al amante; nunca, al conocido hace un rato, al transeunte, al que te gusta y aun no has cobrado la con-fianza de endiñarle una de tus coces preferidas, con las que él cambia de cara, de conversación, cambia de amis-tades, se vuelve lívido y pierde sus relaciones persona-les, económicas, anímicas y normales.

Aquella vez, equivocaste tu objetivo y le diste al grueso palo esquinero de la mesa; cayó la sal en el blanco mantel del destino, titubeó la aceitera de base cuaren-tona y menopáusica, el violetero con dos rosas fucsias y meneíto blanco, dejó caer una lágrima de agua por su cristal tallado y finísimo. Y tú, te sentiste ridícula; el tor-pedo de tu submarino corporal había fallado su objetivo; sólo se te ocurrió una expresión cogida por los pelos ¡Qué ha sido eso! Pues qué va a ser: un terremoto habría

hecho vacilar la lámpara, la vajilla en su acristalada estantería, las otras mesas del restaurant. Habría puesto de punta los nervios y los pelos de las demás señoras encopetadas, durante aquella cena formal de mediados de enero.

Yo aguanté la risa y la lujuria con el tenedor y cuchillo uno en cada mano; apunté el número de días y veces en que habías acertado y marqué, un menos uno. La edad y los ungüentos empezaban a hacer de las suyas. Reca-pacité tras la sorpresa y di paso a plantearme la esce-nita posterior, terrible, de aquel error disimulado. ¿Por qué dijiste mi edad; por qué te metiste con mi madre, tu suegra; quién te dio vela en este entierro; a qué sacar el asunto de los niños, los hijos no son tema de cambio en las conversaciones gastroenteríticas...?

Un largo etcétera me esperaba en la habitación-dor-mitorio, cuando nadie nos oyera y fuese más sutil la masacre.

Aquella coz fallida me concedía un algo de esperanza, comenzaba a envejecer y, no eran las arrugas disimula-das con polvos y pintura lo que empezaba a fastidiarla, sino: el fallo en sus coces…

Joaquín Bassecourt LA SERENA CONVERSACION

Esta vez no hablaré del tiempo, del paisaje, del estado del viento, el color y el olor del mar; ni de esa nube que pasa o de la otra que simula quietud e imposible lluvia. No sobre el tráfico continuo ni sobre esos coches o cualquier tipo de vehículo que chirría, ensordece a las personas con músicas lastrantes, más cercanas a la droga de la evasión que al gusto por vivir el silencio o lo que pueda quedar de él, en esta atmósfera donde sobrevivimos. Ni contaré historias de grandes ciudades con parques pequeños, ni de pequeños pueblos dueños de pocas vacas y mucha naturaleza. No del agua en sus múltiples formas, ni del fuego y los combustibles cada vez más caros. Ni visitaré la imaginación de los cuentos, ni vertebraré las palabras por el tronco común de las vivencias. Esta vez, resumiendo.., hablaré del lenguaje.

Iba andando, no digo por donde, un paso tras otro; dis-traído.., no atento a la nada; mi cabeza era jaula de gri-llos e ideas.., peleando; no ganaba ninguno, ni ninguna perdía la batalla de seguir molestando o agraciando el día por la tarde.

Mi camino de cabra.., repetía otros mismos caminos de ayer, de hace dos semanas, un mes, un año: menos canas, igual texitura, los mismos nervios, la misma laxitud de esas horas..;y, otra vez, el mismo hedor de los caños al mar desaguando. Ajeno a voces y pájaros, olvidando los pasos de cebra para cruzar, con mi albedrío peligroso por donde el antojo me inspiraba; pasé a la deriva la autovía y el pequeño seto de césped y palmeras de en medio. Más allá, unas ruinas que ahora poco importan

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y, un edificio de vecinos con cierres modernos en muros de piedra y argamasa que, tampoco adelantan nada del relato. Dos hombres mayores, suave, lentamente, dialo-gan en cualquier esquina, con una lentitud inaudita:

- “Si el sol se consume, no estaremos ni usted ni yo para contarlo”.-

Todo esto, dicho con el lenguaje del respeto, con la edu-cación antigua del orden de las palabras, en las palabras, en el pensamiento que ha simulado la experiencia de las cosas sencillas, de la realidad extrema.Cambiando de foro, parecería un auténtico perogrullo; un hecho sencillo archidemostrado por el empirismo y el análisis de la realidad.

Pero, a mí, me sonaba distinto; a mí me llevaba a otro mundo que aún hoy existe.

Me llegaba profundo, me llenaba de vida ese sol cada vez más ajado peleándose con nuestro mundo y forma

de ser contaminantes. Me liberaba ese saber a que esta-mos avocados, de las amarras que me sujetaban a tierra y, me daba las alas de un suspiro hondo, liberalizador.

El lenguaje pausado, las palabras pensadas, medidas, ordenadas antes de decirse.., que luego esperan res-puesta idéntica y sabia.

¿Qué relación podría establecerse entre ese comentario y un párrafo del Quijote; entre ese monólogo corto y los teletextos, el teléfono, el Chat, los subtítulos, mal tradu-cidos siempre, de casi todas las películas?

¿Qué me hizo casi pararme en aquel momento y casi felicitarlos?

Mas.., como soy zafio y normal, seguí andando aunque, un poco traumatizado por lo que nos estábamos per-diendo: la serena conversación.

Joaquín Bassecourt

NOTA BIBLIOGRÁFICA

JOSE ANTONIO SANCHEZ ESPINEL, nacido en Sevilla el 18 de Agosto de 1982, reside en La Línea de la Concepción desde 1990. en la actualidad ha finalizado sus estu-dios de Odontología en la Universidad de Gra-nada y ha iniciado su andadura profesional como Odontólogo.

Su actividad literaria se inicia en 1997 y crece bajo el influjo del aula de Literatura José Cadalso de San Roque (Cádiz), dirigida por el pintor Juan Gómez Macías. Precisamente, la primera vez que sus poemas son publicados coincide con la edición del cuaderno “Jóvenes poetas del Campo de Gibraltar” ( Enero,1999 ).Su primer libro de poemas editado, “El preám-bulo del héroe” , ve la luz en Málaga en el año 2000 (Editorial Corona del Sur).

Cum Laude

Posteriormente sus pomas han aparecido en revistas literarias nacionales ( Lúnula-Gijón- o Extramuros) así como internacionales, caso de “ The Journal “ (one of Contemporary Anglo-Scandinavian Poetry) (Taunton, England, 2001), con traducción al inglés de Simon Andrews, o en “Hiria” (Nápoles, Italia, 2000), con traducción al italiano del prestigioso crí-tico Emilio Coco.

A finales del año 2001, ve la luz su segundo libro de poemas, “Análisis del Desamparo” (Oba Ediciones, Barcelona, 2001), con pró-logo del poeta y Premio Andaluz de la Crítica Alberto Torés García, y con excelente acogida de público y crítica.

En el año 2002, el autor realiza su primera incursión en el campo de la narrativa, publi-cando “Material Inexacto” (Corona Del Sur, Málaga, 2002), un breve libro de relatos.

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En otro orden, ha sido galardonado con nume-rosos premios, tanto en la modalidad de narra-tiva como de poesía, entre los que cabe destacar el “IV Premio Internacional de poesía Miguel Fernández “ (Melilla,2000), el “Fernando Qui-ñones” de relatos cortos(Cádiz,2002), o el VII Certamen Poético Nacional “Voces del Cha-mamé” (Oviedo, 2001). Ha participado en las antologías “Alquimia de la mentira” ( Campo de Gibraltar, 2000), “Cónclave de Náufragos” (Universidad de Cádiz, 2000), y “Poesía Anda-luza en Libertad” (una aproximación antoló-gica a los poetas andaluces del último cuarto de siglo) (Corona del Sur, Málaga,2001).

En el momento presente, trabaja en una nueva colección de relatos y continúa escribiendo poesía.

POEMAS

La ciudad de las cien torres

Como una Venecia descuartizada y sobria,los canales de Pragase abren a la luzcomo redes sedientas.El tiempo recupera aquíla precisa vitalidadde los días certeros:hay cuerpos arrasados,bengalas abriendo la penumbray noches que, en su vaguedad,son el mundo.Poco importa mañana:aférrate a esta plenitudque como un animal improbabledevora su propia sangre.

La flor de Coleridge

La brumosa línea de la costaparece una columna de pólvora.La tormenta, con su tiza malévola,define la pesadez del aire. Un ciego propósito te guía:la intención de reelaboraruna idea aleatoria y difusa.Procura no exigirte precisiónni, aún peor, sucia fidelidad;

en el apartado y gris camarotede un barco que cruza el Atlántico,un vulgar marino sueña el paraíso.La figuración es turbulentay el joven despierta sofocadoy nervioso, violentamente frío.En el fondo, le parece un sueñoburdo y teñido de irreal fantasía.La flor, bella y exhausta en su mano,prueba lo contrario y es aval irrefutable de su mental viaje.No hay dudas, o quizá mejor, no haycertezas en el mundo de los sueños.Como el marino de Coleridge,todos recibimos una pruebaque rebate lo real y que afirma el sueño de un modo incontestabley vacuo. La señal de que vivimoses ésa: la flor de la concienciaabriéndose tras regresar del sueño.

Idealismo (con Berkeley)

Cuanto es definible en el materialmundo de los hombres, queda recluidoen la idea, que es objeto y sustancia.Nada existe fuera de la mentepues lo real sólo alcanza rangode creíble verdad al ser observadoy transmutado en un artificioconceptual que cifra el universo.

Vano es el propósito de quienpugna con su sombra buscando puntosde apoyo: la idea, el germen mentalque aúna realidad y ficción,es el sustrato que dota de nombreal vacío, único ser sin nosotros.

Quevedismo

La utopía es un lugar mental.Pero también es una voz griegaque significa No hay tal lugar.

Nocturno gongorino

Hiriendo negras pizarrascon instrumentos de marfil:así va la memoria esculpiendo

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destemplanzas y temoresen el fondo de tu conciencia.

La siesta ( Sorolla )

Con la factura suelta de tus lienzosde pequeño formato y esa técnicacircular que envuelve el céspedy obliga al ojo a recorrertoda la extensión de la tabla, supiste condensar como nadieel sacro paréntesis de la siesta.

Sobre la hierba fresca y oscuralas mujeres que fueron tu vida:tu mujer, Clotilde; tus bellas hijas,María y Helena, y la primapelirroja, leyendo su diario.Confundida entre sus cuerpos lánguidos,

la sombra gana terreno al mediodíay subraya lo que ese momento posee:el olvido máximo de un sueñoirresponsable, libre de las cargasde la conciencia, como infantilpostre concedido por los diosesa unos seres fríos y hedónicos.

Con pinceladas fuertes y trazosde estudiada sensualidad,la siesta ha inaugurado un paraísodonde el sueño verdaderamentedescansa y los ojos no tienenotra meta: ver dónde la vida dauna tregua y cómo podemossaborearla sin prisa ni miedo,sacro oasis en el centro del día.

José Antonio Sánchez Espinel

Leer antes de leer

LOS NIÑOS, LOS PADRES Y LA LECTURA

Desde el punto de vista psicológico, los cuentos, con su carga fantástica, son uno de los instrumentos más válidos para potenciar el desarrollo de la fantasía y de la imaginación. Afirma Vigotsky que el hombre necesita de estas cualidades para adaptarse al medio en el que vive. El niño, a través del cuento, puede conocer el mundo que le rodea, situaciones y ambien-tes diferentes a los que surjan en su vida cotidiana, desarrollará su lenguaje, expresión y observación y, además, se divertirá.

LEER ANTES DE LEER

Por esta razón, cuanto más temprano sea el contacto del niño con este mundo mágico a través de las narra-ciones y de las lecturas de imágenes, antes estaremos estimulando el desarrollo de todas sus capacidades y acercándolo al mundo de la lectura.

Aún con la certeza de la validez de estos argumentos, los adultos tienen dificultad para encontrar “tiempo”; y la experiencia lectora de padre-madre con sus hijos se convierte en hechos aislados o esporádicos.

La televisión tiene parte de culpa, al haberse apro-piado del escaso tiempo en que padres e hijos se reúnen, pero también el cansancio, el ritmo de vida, y el poco hábito lector del adulto.

Un niño que escucha establece con quien lee, a través de las imágenes que evocan las palabras, una relación difícilmente repetible e inolvidable: no hay nada más gratificante y hermoso que escuchar una historia emo-cionante entre los brazos de papá, o mamá. Pero no sólo de cuentos vive la imaginación del futuro lector: las nanas, las adivinanzas, las canciones de corro, los trabalenguas, las poesías, las retahílas, las oraciones y hasta los juegos corporales (“Éste puso un huevo, éste echó la sal...”) serán el abono que hará crecer el deseo de averiguar muy pronto qué significa esa “larga fila de hormiguitas negras”, que para Simonne de Bouvoir, son las palabras escritas.

La formación del lector no empieza, pues, en la escuela. Antes de que el niño atraviese por primera vez el umbral de la clase, ya ha tenido contacto con el mundo de la lectura, pero rara vez los padres o la familia tienen conciencia de ello y delegan en la escuela toda la responsabilidad sobre el tema de la

por Inmaculada Díaz Benítez

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lectura.

¿CÓMO ESTIMULAR A MI BEBÉ?

De 0 a 3 años

Desde el momento que nacen los hijos, los padres representan un papel muy importante en el aprendi-zaje de los niños. Debido a que todo es nuevo para la criatura, cada hora que está despierto es una opor-tunidad para aprender algo nuevo. Los niños peque-ños aprenden por medio de todos sus sentidos: vista, oído, tacto, gusto y olfato Las siguientes habilidades forman la base de lo que su hijo/a empleará para aprender a leer y escribir. Los niños que ingresan en la escuela con una o más de estas habilidades se bene-ficiarán con el aprendizaje de la lectura que recibirán en la escuela

1º: La “Motivación de los textos impresos” es el interés que demuestra el niño cuando disfruta de los libros. Está demostrado que los niños que disfrutan de los libros y la lectura serán curiosos acerca de cómo leer. Van a leer más. Los niños se vuelven buenos lec-tores al practicar. Cuanto más agradable sea el libro que se comparte, más habitual y frecuente será la actividad de la lectura.

Consejos: Deje que su bebé se dé cuenta de que leer es divertido - Elija una variedad de libros - A usted debe gustarle también el libro elegido - Lea el libro a menudo. La repetición estimula el cerebro de los bebés - Cree una atmósfera especial y acogedora. Apague la TV y la música y acurrúquese con su bebé - Haga que la lectura sea parte de la rutina diaria - Deje que el bebé toque y vea lo que se va leer. Deje que juegue con los libros.

2º Estimular el “Vocabulario”. Es decir ayudar al niño/a a conocer el nombre de las cosas. Los niños necesitan conocer el significado de las palabras para comprender lo que usted está leyendo. Cuantas más palabras escuchen los niños, mayor será la cantidad de conexiones que puedan hacer cuando lean.

Consejos: Al leer con su hijo. Explíquele el signi-ficado de las palabras desconocidas por él - Pro-fundice en lo que dice su hijo y haga que observe y describa cualidades de seres y objetos - Hable sobre sus actividades cotidianas y haga que participe en ellas - Nombre sentimientos para ayudar a su hijo/a a expresar los suyos y elija libros que hablen de los mismos. 3º Fomentar la “Capacidad narrativa” o sea poder entender y contar historias y poder describir las cosas. La capacidad narrativa ayuda a los niños a entender lo que están aprendiendo a leer.

Consejos: Nombre las cosas (reales o dibujos). Invente historias que tengan como protagonistas los objetos cotidianos (cucharas , esponjas…) - Agregue descripciones a los objetos nombrados - Narre sus actividades y tareas diarias - Haga un álbum de fotos o recortes y deje que su hijo/a narre historias con ellos. 4º Mostrar al bebé el “mundo de los textos impre-sos”. Hacerle ver que los textos impresos están en todas partes; conocer cómo manipular un libro, cono-cer cómo seguimos las palabras en una página. Esta capacidad ayuda a los niños a sentirse cómodos con los libros para que puedan concentrarse en la lectura.

5º- Enseñar al bebé el “Conocimiento de las letras” y no me refiero a enseñarles a leer, sino a mostrarles que las letras son diferentes entre sí, que cada letra tiene un nombre y que cada letra tiene un sonido especí-fico. Esta habilidad es la base para aprender a leer.

Consejos: Muéstrele las letras utilizando libros con abecedario - Los niños aprenden por medio de los sentidos. Utilice masa para modelar, letras de espuma o goma - Juegue a descubrir las letras que nos rodean fuera y dentro de casa.

6º. Practicar el “Reconocimiento fonológico”, es decir, la capacidad de escuchar y jugar con los sonidos más pequeños en las palabras. Esta capacidad ayuda a los niños a decir las palabras en voz alta a medida que comienzan a leer. Entender que las palabras están compuestas de sonidos más pequeños ayuda a los niños a “decodificar” entre el lenguaje escrito (letras) y el lenguaje oral (sonidos).

Consejos: Cante canciones - Lea libros de rimas y repítalas. Invente otras - Diviértase con los juegos del lenguaje y haga que participe toda la familia.

De 3 a 5 años

Siguen siendo válidos los consejos dados anterior-mente pero recuerde que al niño de 3 a 5 años le encanta la actividad y la oportunidad de practicar sus crecientes habilidades del lenguaje. Usted puede usar estas características para avanzar las habilidades de lectura de su hijo/a. Haga que participe en la expe-riencia de la lectura al preguntarles por la acción del cuento y hacer que profundicen en las historias. Los niños y niñas que hablan sobre las ilustraciones, personajes, escenarios, acciones y otros aspectos de los libros avanzan muchísimo en el desarrollo de sus habilidades para la lectura. Y así, compartiendo un tiempo de encuentro rico y fructífero con nuestros hijos, les hemos proporcionado todas las habilida-des necesarias para enfrentarlos a la lectura de una manera lúdica y satisfactoria.

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Nuestras cosas

Agua

Siempre el agua perpetua,agua en las entrañas profundas,agua en los ojos,en el alma agua.De esa agua no he de beber,de las aguas mansas me libre Dios,agua pasada no mueve molinos,aguas mil en los mil caminos,aguas diáfanas, estancadas aguas,agua en los muros de Salínas,agua pura, azul y cristalina.En el comienzo de todo: aguay en el final, agua al fin,aunque no sea en abril.El agua se bebe, se rompese transforma, se corrompe,se estanca, se envasa,se evapora, se trasvasa,el agua corre, se desborda,se apresura, se eterniza,se seca, se mezcla,se congela, se reduce,se emulsiona, se imagina,se ensucia, se trasluce,se restringe, se regala,se vende, se compra,se destila, se depura,se potabiliza, se ahorra,se malgasta, se tiñe,se contamina, se bendice.

Marisol Dorado Villanueva22 Marzo 2007 (Día mundial del agua)

Todas las selvas

Todas las selvas beben en ti,fecundo río que embelesasa tu paso, la oquedad y la espesura.

Todas las selvas beben en ti,azucenas y criaturas mínimas que pululan,creando círculos de vida contagiosa.

Todas las selvas beben en ti,manantial de hierro y de espuma,de fuerza renovada que no duda.

Todas las selvas beben en ti,árboles de besos y crepúsculos infinitos,musgo solidario,territorio que abarcalos límites de mi esfera.

Toda la vida(A mi madre)

Toda la vida, y más vida,y después …. más vida,vida vivida con la risa y con la luz,antorcha en la negrura,refugio en la lluvia,en los atardeceres tibios,en el frío vengativo.Vida, toda la vida,corazón que dilata su terciopeloy alcanza mis párpadosen las noches de miedo.Vida, vida de amor y alegría,Lección de vida.

Marisol Dorado Villanueva

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Eres y me basta

“Creo en ti. Eres. Me basta”(Ángel González)

Eres y me basta,con todos los elementos que te circundan: satélites y planetas,con todas las luces que se esconden,que iluminan por dentro los recodos de tu cuerpo.

Eres y me basta.Fé, nación y geografía,estado crepuscular de tu presencia,rincón húmedo del bosque,agua mansa que socava,que empapa la sangre y la palabra,eres y me basta

Marisol Dorado Villanueva

Quiero la palabra

“A veces, las palabras se posan sobre las cosas como una mariposa sobre una flor,y las recubren de colores nuevos”(Ángel González)

Quiero la palabra.Desnuda o vestida para el baile,cercana, cargada de inocencias,lejana, extraña en la ironía,quiero la palabra.En un instante,en una boca,en una eternidad,en el último pulso de la vida,quiero la palabra.En un abrazo, todo,en un silencio, olvido de las piedras,en infinitos soles que abrasan la tierra,volcán de sueños y de versos,quiero la palabra.

Marisol Dorado Villanueva

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Con los cinco sentidos

Tus manos, caparazón de la tierra.Tus ojos, son los abanicos de mis posibilidades.Tu boca, me empuja y me levanta en dos instantes.Tu olor, me inunda de desvaríos en el crepúsculo.Tu oído, recolecta versos y te conviertes en rapsoda.Tu cuerpo, colección de átomos del universo.

Acróstico para Aleceia

Almas en un navegar continuo.Levitando entre esperanzas nuevas.Ejerciendo el poder de la palabra.Cansadas de hablar en el vacío.Esperando un símbolo extraño.Iluminando unos sueños escondidos.Aleceia, nace para todos.

Fuera del orden

Triángulos sin vértices.Circunferencias cuadradas.Lápiz sin punta.Sacapuntas que no muele.Goma que no borra.Dos más dos…. seis.Angulo recto, pero torcido.Radio sin emisoras.Ordenador sin teclado.Tiendas sin escaparates.Tres más tres…. Diez.Pluma sin tinta.Libro sin letras.Televisor sin pantalla.Colchón de borra.Almohadas de acero.Cinco más cuatro…. Once.Reloj sin manecillas.Ropas sin perchas.Plancha siempre fría.Horno sin calor.Peces sin branquias.Siete más uno …. Trece.

Dar todo lo mío.Quedarme sin nada.Arrebatarle a la esencia lo que me pertenece.

Inmaculada Jiménez Montero

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Hada de mis sueños

Siento de nuevo el corazón latiendocon fuerza inusitada y desmedida.noto cómo mi rima enfebrecidalos surcos de tu alma van abriendo-

Se abren a la reja de mi canto;y el riego de mi verso delirantecalmará tu mirada suplicantey mesará tus senos con mi llanto.

Ahora el calor inunda mis entrañas.Si el Hada de mis sueños aparecehe de frenar mi júbilo pensando...El brillo de tus ojos me enloquece.Corazón embustero y pretencioso:¡No te permitiré lasar ocioso!

Rafael Díaz Caballero

Intemporal

Unas gotitas de alcohol,un poquito de sexo,una pizca de poesía.

Unos amigos sinceros,unos versos inconexos,lo que pueda, de alegría.

Seguir pasando la vida.seguir cantando mi copla.seguir la vida viviendo.

Vivir, y seguir muriendomiles de años de agonía.Evos, ocupan mi sueños.

Le canto a lo intemporaly busco respuesta afuerapues temo mirar adentro.He de engañar a Quimeray esconder mi sentimiento.

Ni escucho a mi corazón ni hago caso a mi memoriatengo que guardar mi historiade mi alma en un rincón.

Mas en alguna ocasiónme olvido de mis penaresy navegando otros maresbebo a sorbos la ambrosíaque a veces me brinda el díay pone coto a mis males.

A mis males pone cotoy pensamientos ignotosvan brotando de mi canto,( la mayor parte, quebrantos)que dilatan mi agonía…(me refugio en la poesía.)

Algo dentro de mi serme impide lanzar al fondoEl rejo de mi navío.¡No se si muero o si vivo!

Puede que al llegar a puerto,(si hay puerto donde amarrar)la carga de mi bodegapueda al fin abandonar.

Pero… ¿Y mis dudas?mis miedos, mi incertidumbremi anhelo,de encontrar respuesta cierta,¿se quedarán en cubierta?

¡Quiero saber la verdad!pero el pánico me embarga¿soy capaz de controlarla?

Oteando el horizontecon mirada plañideray un no se qué, de esperanza…

Tal vez me pase Caronteen su barca placentera¡ya de igual que viva o muera!

Rafael Díaz Caballero

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Cogidos de la Luna

Vamos cogidos de la Luna por este recreo de la vida.Por la Luna cogidos de una mano sin viento.Mota de un polvo estelar que rodea tus ojos estrábicosy te hace más atractivo que nunca. Bizco como tú mismo,hacías pesas para dirigir la mirada a tu muscular estatura.

Por la Luna de miel donde se posan los pájaros más golososdel aire; donde las mariposas más tersas depositansus delicadas descendencias; allá, donde los naranjoscrecen para arrojar el polen más caduco. Allí, poseemospisos de treinta metros cuadrados, con jardín y todo.

Porque no queda sitio libre en la Luna para ser recibidoscomo simples enamorados; ni queda espacio suficientepara que la acostumbrada sumisión llegue a proeza.Vamos cogidos de la Luna por la acera de enfrente,con pétalos pisados y arroz tres delicias..:la delicia de haberme enamorado; la delicia de haberte encontrado; y la delicadeza deliciosa de tenerte cogido de la Luna y, por la mano.

II

Con la Luna, hicimos un trío de imbecilidades:el alcohol y la tarde, estaban pasados de rosca y de moda. La Luna más grande que, como un panderoinmenso, orillaba todavía, tu pelo ensortijado;la más grande Luna, como una plaza de torossin sombras y con barreras, abarcaba todo tu continente.

Y tú, te elevas como esa cometa por el cielo cerradode la Luna, porque aún no sabes quién eresy quién es la exacta persona que te aguarday te inspira. Amnesia de una Luna que te hace ridículo cuando:hicimos el trío profundo de la Luna, el amor yla condescendencia.

III

La Luna, puzzle entre tantas ramas, deforme lloraba.Nadie antes le había partido la cara de tal manerani los norteamericanos, supuestamente holladores de su blancura;

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ni los soviéticos que, la fotografiaron de mil maneras diferentes;ni el Principito que deshollinó un cráter y se le vinoencima la rosa, la campana y la moral por los suelos.

La Luna se esconde, tras la cresta de esta montañade ahora, con aereogeneradores de energía eólica y lo vuelve.¿Cómo será la Luna de tu ausencia para mí: puzzle o metempsicosis?

Joaquín Bassecourt . (14-VII-09)

Esperanza

A esa luz pequeña que alumbra en la espuma,perdida luciérnaga que intimida al bosque,último rayo de solque en el mar se esconde,a ese pálpito que trastocael ritmo pausado de mi corazón,a esa tímida esperanza,alada mensajera que Dios me envía,me aferro yo.

Marisol Dorado Villanueva

Quiero saber

“Quiero saber por qué la piedra neo es plumani el corazón un árbol delicado”(Vicente Aleixandre)

Quiero saber por qué el atardecerque esconden tus ojoses lava transparente que ocupa mis entrañas.Quiero saber por qué tu río,esa agua loca que tú emanas,en mí desemboca y se transformacon su lodo, su roca y su constancia.Quiero saber por qué tus brazos,enormes ramas mirando al infinito,en medio de mis manos,alzando sus flores, que renacen,despertando del sueño de las piedras.Quiero saber por qué en mí te reconoces,Amapola celeste que cimbreaMis ansias de crecer en tu orografía

Marisol Dorado Villanueva

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Mi pozo

El agua se ríeen el interior de tu bocaque aúlla como si un lobo fuera.Yo, diana de piedras blancas,conversaciones chispeantesy largas tardes oliendo a hierbabuena.

Mi pequeño talleAgranda mi generosidad con todos los que me rodean.

Limoneros en macetas,botijos de barro blancoacompañan el verdín de las toscas piedras.

¿Cuál fue tu destino?Te diré… hoy soy muralla vieja,y bajo mis arteriasno ríe el aguasino que serpentea.

Rosa Mª Carrasco

De blanco

Bajarás peldañoscon tacón altode blanco impoluto.Se engrandará la puertapara saludar tu frente alta.El cielo galanteenvolverá tu velocon olores a primavera.

Azahares, calas, helechosy claveles blancosacompañarán la dicha mía.Sonrisa pausada,dos manos unidas,tu sueño ya está en flor.Hija mía.Cascadas de emocionestocarán tu alma…

¡Qué bello Abril!Que dormita a los piesde una novia blanca.

Rosa Mª Carrasco

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Este instante, soy yo(Juan Ramón Jiménez)

¿Quién soy yo?

Si el mar es suspiro de sal y olor.Si el viento es el aliento de la tierra.Si la lluvia es el llanto de la guerra.Si la luna es un pétalo de flor.

Si un gesto es una declaración de amor.Si odiar es una herida que no cierra.Si la vida no acaba bajo la tierra.Si la muerte, sólo, es el fin del dolor.

¿Quién soy yo?, tan diminuto y leve¿Mar, viento, lluvia, amor, luna,suspiro, llanto, declaración, aliento?

Un instante impreciso y breve,desde el vientre hasta la cunay hasta la sepultura... un momento.

Herminio Fernández Gavilán

Adormidera traidora de sueños

Estoy condenado por un brebajepara el olvido, pócima malditaque me encadena por el corto viajede la vida. Trago a trago me invita

cada noche y reduce mi corajeal desasosiego, me precipitaa los brazos de Orfeo, embalajecarnavalesco que quiero y me evita.

¡Tantas noches! Atrapado a su antojo¡Tantos días! Añorando su efectode adormidera traidora de sueños.

Tiempo hueco lleno con mi despojode cerebro acusado e imperfecto¿volveré a enfrentarme a mis ensueños?

Herminio Fernández Gavilán

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La ciencia no nos ha enseñado aún si la locura es o no lo más sublime de la inteligencia.(Edgar Alan Poe)

El Rucho prometido

Entre pardas y sonoras colmenascamina cortejando pensamientoslos cardos afilados y hambrientosaran estrías en sus cadenas.

Entre pardas y sonoras colmenasarrastra resignado sus lamentoslos cardos afilados y sedientoshieren su carne, ahondan sus penas.

Sentado sobre sí mismo, ausentesus dedos rilan, su boca murmura,su mirada entreabierta, ¿su mente?

¡Lunática!, invisible, vehementecomo un satélite de la corduraentorno a la locura de la gente.

Herminio Fernández Gavilán

El tío Manué –Ciertamente era tío de mi madre- siempre me prometió un rucho. Estaba mermada en sus facultades mentales, todos se reían de él. Se dejó morir al negarse a comer. Creo que era el único recuerdo.

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Media vuelta

Llego derrotado y, como casi siempre, te encuentro dormida. Procuro no hacer ruido, para no despertarte. Ignoro la cena, duele más el cansancio, y me deslizo entre las cálidas sábanas que te protegen en la oscuridad limitada de la habitación: tú, cuerpo acurrucado cara a la pared, yo, cuerpo al filo del abismo de la cama. Apoyo la cabeza en la almohada, pero no logro soltar los lastres de las horas de luz, los vencimientos y las cartillas que desafían a la gravedad, números equilibristas sobre el sistema, cada día más estrangulador de ilusiones.

¡Todo parece tan fácil dentro de los otros! Nos han convertido en gladiado-res, a medio camino entre No Tener Nada y Tenerlo Todo. Pero nos vigilan los Hombres de Corbata que no entienden de sentimientos, mientras la meta se aleja un paso a cada paso, mientras los días van llevándose un gramito diario de juventud. ¿Qué vamos a hacer? ¿Qué alternativa nos queda? Ni siquiera el derecho a la protesta, que hay gente mucho más necesitada (la tragedia del medio camino).

Entonces, cuando la orgía de las Desgracias empieza a bailar la conga entre mis párpados, te das la media vuelta de todas las noches, la que trae un brazo tierno sobre mi pecho, colocas tu barbilla sobre el hueco de mi hombro y me besas, balbuceando una maldición contra los pelos de mi cara. Y todo se apaga, se cierra el mundo y mis ojos caen flácidos, dispuestos a buscar en la oscuridad de los sueños la compensación necesaria. Estás, maravillosa casua-lidad, regalo incalculable, amiga sin contrato, reposo después de la guerra. Acoplo mi respiración a la tuya, se funden y no quedan temores flotando en los pensamientos, sólo el silencio de la noche y la espera de la siguiente mañana.

Raúl Rubio

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Otras cosas

El sexto sentido

Cada mañana, en las afueras de Silves, una antiquísima e histó-rica localidad del Algarve portugués, un hombre se sentaba a orillas de un pequeño riachuelo de nombre desconocido para muchos e incluso olvidado para otros. Allí, sobre una inmensa roca caliza que utilizaba como respaldo, permanecía las horas muertas hasta que la luna, fiel acompañante de la noche, lo invitaba a regresar.

Dicen que aquel hombre se deleitaba con el simple sentir de la brisa de las aguas en su rostro, el cual, humedecía siempre siguiendo el mismo patrón: mojaba su frente, a continuación refrescaba sus mejillas, y por último y de manera autómata dejaba caer un gran chorro de agua sobre su nuca, enfriándose de ese modo una espalda hasta aquellos instantes acalorada por el contacto prolongado con el enorme peñasco.

Para pasar el tiempo, invento humano que él ya casi desconocía, solía coger las flores más olorosas del lugar: margaritas, petunias, varitas de San José, lirios, apreciando seguidamente su perfume y la suavidad del tacto de sus pétalos, los cuales eran invariablemente arrojados con posterioridad a la orilla del río. Al hombre, conocedor profundo de la flora de su hermoso entorno, le gustaba imaginar cuán lejos llegarían aquellos pétalos siguiendo la corriente de las dulces aguas.

Todos los que pasaban, miraban y saludaban a aquel extraño y meditabundo individuo. En sus respuestas se entreveía a un ser sen-sible y educado, pero más aún a una persona introvertida y melan-cólica. Sus gestos nunca fueron excesivos, y sus formas colmaban

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de agrado a todo aquél que sintiera un mínimo aprecio por todo lo que la naturaleza nos da la posibilidad de admirar, por ser, sin duda ya, aquel hombre una parte más de ella.

Al ocaso, como el mismo girasol, le era sumamente esquivo, y de las numerosas teorías que todos sostenían sobre el personaje que le susurraba al río y le huía a la noche, se comentaba que aquello simplemente era por el hecho de no poder seguir disfrutando del verdadero entretenimiento que el sol le brindaba en forma de flora y fauna, y por eso, sólo por eso, lo veían regresar cada crepúsculo al son de la luna y las estrellas, que alumbraban su oscuro camino de vuelta entre las angostas veredas del extenso prado que lo sepa-raban de su hogar.

Tanto a la reunión diaria con su querido regato como a la vuelta durante la taciturna noche, los pajarillos y las lechuzas noctur-nas del lugar aderezaban su camino, pues muchos de los cuales ya entendían su hombro como la prolongación de los inmensos chopos. A éstos, seres centenarios que parecían brotar de las entra-ñas de la tierra, solía acariciar para sentir su robustez, provocando en sus voladores habitantes una insólita lealtad hacia el que cada día repetía la misma rutina.

Al llegar al pueblo, su hogar impuesto sin duda por otros, siempre apesadumbrado y anheloso por el reencuentro rural, el invidente aguardaba en sus cuatro paredes la llegada de la jornada siguiente, donde cómo no, la naturaleza volvería para ofrecerle a su sexto sentido el mayor espectáculo del mundo.

José María Ramos Navas

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Global Warmin

¿Qué anuncian los mirlosen febrero?

Rompen el silencio de los ladrilloscon un canto que se esparce al albaen ecosentre antenas oxidadas y hojas mustias.

Oigo los cantos dulcesque entonan desde los huecos de cemento despreocupadamentecomo si fuese primavera(en febrero).

No saben los mirlos de palabras.Ignoran qué página del calendariocuelga detrás de la puerta.Muchos olvidaron, incluso,aquellos nidos entre ramas y hojas verdesque protegieron su sueñoy su vida.

Cantanfelices desde los tejadosanimados por la brisa cálidade los amaneceres de un tiempo que cambialento, despacioante nuestros ojos racionalesque prefieren ignorarlo que anuncian los mirlosen febrero.

Nuria del Saz Gaitán

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¡Que error, me parecíaque aquel lejano niñose estaba yendo para siempre!Manuel Altolaguirre

Aquel lejano niño

A veces, en los momentos de desolación,no he dado con el niño que correteaba la playallamando por su nombre a las gaviotasque triscaban sin descanso las crestas de las olas.Pareciera que el niño se había para siempre.

Pero hoy, el niño de los días felices está conmigoy jugamos dichosos en las arenas de Punta Paloma.Estos ojos, los nuestros, que ahora miran el marson los mismos que miran desde siempre.Y este corazón palpitante es el mismo corazónque atraviesa como un dardo el paredón del tiempoy alcanza las soleadas regiones de la ternura.

El alma no envejece si uno no quiere. Basta admitirque estos ojos, nuestros ojos, son los ojos de las nubesque, impasibles contemplan las olas, el niño y el hombrey la afilada hoja de la luz que se pliega en el horizonte.

Otoño

Amo las tardes de noviembre. Comola lluvia, desde su indiferencia insomne,en las madreselvas repiquetea mansa.

(Poco a poco, una alfombra de jazminestapiza el patio con su nieve pequeña.)

Amo las tardes de noviembre. Y a ella,asomada al libro que acuna en su regazo.ausente. Hermosa bajo el fanal silencio.

(Insistentes, las sirenas de los barcosorlan la casa con sus racimos de niebla.)

Acodándome en mi pretilme sumerjo en los delicados melismas del agua,esa música de hojas y de címbalos.

Juan Gómez Macías

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La biblioteca

La biblioteca es antigua, arcaica, inmensa. Dicen que está ahí desde el princi-pio de los tiempos y que alberga todo el universo. Hay quien asegura que es infinita. Otros, redundando en esta hipérbole, afirman que los que se internan en ella jamás regresan, y quedan perdidos, vagando para siempre, por entre el laberinto sin fin de sus vastos anaqueles.

Llegué a ella con intención de documentar un viejo pleito histórico. Pregunté al Guardián de la Puerta, un anciano despistado de ademanes sosegados y mirar distraído, dónde se encontraba la sección de incunables.

—Siga el pasillo al fondo —me dijo—. Gire a la derecha de La Ilíada; rodee La Divina Comedia, coja al frente de La Eneida, enderece rumbo al Quijote, esquive el Fausto, tuerza a la izquierda del Decamerón, siga luego Los pasos perdidos y con Cien años de soledad se encontrará de pronto en La casa verde, donde gozará del Sueño de una noche de verano; ignore entonces Rayuela y más arriba de Las flores del mal, junto a Crimen y castigo, hallará La vorágine, y ya, en El siglo de las luces, vislumbrará las otras Luces de bohemia que le llevarán directamente hasta Las mil y una noches y el infinito universo de El Alehp, donde podrá demorarse En busca del tiempo perdido. Allí encontrará a un tal capitán Ahad, ignore al joven pensativo que hallará con una calavera en la mano, también al Jasón itinerante del vellocino; desconfíe de un tal Jhon Silver El Largo, pues pretenderá venderle el mapa de un tesoro, recele igual-mente del doctor Jekyll y no eche cuenta de las patrañas de Gulliver; tenga cuidado de no extraviarse por el condado de Yoknapatawpha y extreme de no perder la cabeza cuando se tope con esa Alicia que penetra los espejos; no se fíe tampoco de esa lianta a la que llaman Celestina, ni se deje deslumbrar por la belleza de Beatriz, ni Julieta ni ninguna Melibea, tampoco claudique a la seducción de Ana Karenina, Desdémona o Madame Bovary, deje esos asuntos a don Juan, sólo entonces, tras los pasos esquivos del gaucho Martín Fierro o la desolada búsqueda de Pedro Páramo, hallará a un hombre con una lupa, pregúntele a él, pues es el doctor Sherlock Holmes que todo lo sabe, él, mejor que nadie, podrá orientarle.

Confundido por su respuesta me adentré por entre lomos de becerro, grimorios polvorientos y vitelas de rancios amanuenses. Debo confesar que nunca llegué a mi destino, pues yo también me extravié para siempre nada más toparme con la aventura de La Odisea.

José-Reyes Fernández

El ladrón de palabras

Se apostaba furtivo al acecho de los escritores. En un descuido se acercaba a ellos y, a punta de navaja, les robaba todas las palabras. Los escritores, sor-

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prendidos, quedaban sin palabras en la boca y, desolados y balbucien-tes, comparecían en la comisaría denunciando por señas el atraco de que habían sido víctimas.

El ladrón guardaba un tesoro de palabras ajenas en la biblioteca de su casa. Allí las desplegaba sobre la mesa; palabras mordientes y tiernas, audaces y delicadas, tímidas y descaradas, mondas y lirondas; algunas sonoras como campanas, otras suaves como susurros. En una lenta catalogación las fue clasificando, por su brillo y color, por su textura y aroma, por sus jugos y transparencias, hasta llenar cajones rebosantes que se derrama-ban en cascadas de cadenetas engarzadas unas con otras como racimos de cerezas. Juntó tantas que las amontonó por los rincones y zócalos, como sonoras y relucientes humedades que daban brillo y esplendor a aquellos rimeros de doradas virutas. Era su reserva activa de verbos y metáforas. El venero recóndito de donde manaba su enorme poder de convicción.

La puerta estaba cerrada con llave y nadie tenía acceso a aquel aposento. Cada tarde se refugiaba allí y, nada más entrar, lo confortaba un arrullo de ecos y susurros, un murmullo de voces amigas que golpeaba blanda-mente sus sentidos hasta espantar a la soledad; rumores que le hablaban de islas y selvas, paisajes y senderos recónditos por donde él extraviaba su imaginación.

Una mañana, en un descuido, entró la limpiadora y hundió sus pies en charcos de adjetivos que se le trepaban por las piernas como hormigas clamorosas. Avanzó por intrincadas espesuras semánticas y la sofocó una nube de conjunciones que se enredó en su pelo como una plaga de mos-quitos. Finalmente, una ráfaga de voces distantes la zarandeó hasta lle-varla en volandas hasta el otro extremo.

—¡Dios mío! —dijo—, aquí la suciedad es escandalosa.

Descorrió entonces las pesadas cortinas empastadas de adverbios como babosas trepadoras. Abrió la ventana y una cascada de palabras atropella-das salió por entre sus batientes; un vendaval de ecos, que es la sombra sonora de las palabras, saltó a la calle como una bandada bulliciosa de pájaros desenjaulados. La habitación quedó limpia, silenciosa, despo-blada.

Cuando él descubrió que todo su tesoro se había volatilizado como el humo quedó mudo por la sorpresa, sin palabras en la boca con que expre-sar su desánimo.

Dicen que algunos transeúntes observaron cómo enormes bandadas de mariposas disecadas salían por la ventana y a medida que eran arrastradas por el viento iban recuperando el ánima y la vida.

José-Reyes Fernández

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Regalo de cumpleañosa Joaquín.

Hoy te regalo el color de las verdurasResurgiendo de tiempos de antañoHoy te ofrezco el barro en tus zapatosQue, luego, limpiarás en un mar de lana.

Hoy te doy siete fiestas distintasBajo el sol rifeñoY te la regalo renacidaComo una Venus entre pañuelosDe kábilas y tarbochs.

Te regalo ambrosía de limónY amor, para reir juntosHoy los infinitos añosQue nos esperan.

Rosa Mª Moreno

Chiribicú de amor y amistad

Amigos de colores

Tengo un amigocolor chocolate,chata nariz,labios, granate.Tengo otro amigocolor amarillo,ojos rasgados,negro flequillo.Falta mi amigocolor aceituna,dulce mirada,risa de luna.Yo soy de nata,dice el abuelo,azules los ojos,rubio el cabello.Amigos de coloresunamos las manos:negro, amarillo,aceituna, blanco.¡Un gran arco irisentre todos formamos!

Inmaculada Díaz Benítez

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Radio Tánger internacional

Entreteníamos dulcemente las noches de octubreen el sillón trasero de un R 5.Verano prolongado en noches de brisaa pesar de aquellos relámpagos en el horizonte.Sonaba Radio Tánger Internacional de fondoy sus melodías decoraban el cercano oleaje,yo no entendía al locutor perotú me traducías con tus besos mentolados.Más de una vez nos sorprendió el focode aquel helicóptero a ras de playa,confundía tal vez nuestro contrabando de cariciascon tráfico clandestino de inmigrantes.Descubrimos un lenguaje nuevolleno de silencios y cesuras,fuimos cartógrafos de itinerarios olvidados,exploradores en la jungla.Hoy he vuelto a aquel descampado,ya no hay cañaverales salvajes,ni amantes furtivos en coches de segunda mano,todo está cubierto con cemento y rejas de aluminio,adosados creo que los llaman,“Villanosequé” dicen letras grisesen un horrendo cartel.Y justo allí donde nuestras miradas se desnudabanhay una placa que sentencia:“Propiedad privada. Prohibido el paso”.

Gaspar Cuesta(poeta de Tarifa. Director de la Revista Guadalmesí)

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El desordenador

Anda el ordenadorsubido de colory algo desordenadodesde el martes pasado. Navega en un mensajesin pasaje ni viaje.Vaga etéreo y erráticopor el mar informático. Una computadoracubana lo enamora,atravesando el charcosin avión y sin barco. Lo conquista despaciopor el ciberespacio.Al cabo le da coba,entre arrobo y arroba.. Con un abracadabra,de palabra en palabra,lo vuelve del revés:la cabeza en los pies. Padece hipertensión,se le mueve el ratón,se le abre una carpeta,se vuelve majareta... Archiva corazonespor todos los rincones.Imprime sólo floresde todos los colores. Y vive enamorado,día y noche colgadodel hilo telefónico,en su cielo electrónico. Carmen Gil Martínez.

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¿Quién dice que el poema?

“ ¿Quién dice que el poema debe tener un tema?El que lo dice pierde la poesía del poema.” S.Wang.

Un poemaserá como el agua sólidapara la sed,como los ojos intactosde un ciego,como el aroma fosilizadode una rosa que murió hace siglos.Un poema podrá serun desorden de palabrasque a pesar de no decir nada conmociona.

*

El poema es comoel estuario secretode un profundo maren el cíclico círculoque calienta con su fuego sacrolas manos frías del poeta muertoy le devuelvela voz,la palabray el desequilibriosúblimedel sexo.

*

Quevedo,Huidobro, Dámaso Alonsoo Baudalaireon algunosde los libertadoresdel poema,los artíficesde la poesía contempóranea, impura,mestiza,libérrima.

Juan Emilio Ríos Vera

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A Piaget

La poesía es una estructura simbólicade palabras utópicas sin sentidocomo el constructivismo en el aulaen un mundo de borregos.

A Jung

La poesía es un gran círculode agua;en ella se ven ninfasque atrapan con su vozsombras de símbolos arcaicos.Me asomocaigo en ellay en un ataque de tosveo por un momentoque Dios es tan sóloun humano poeta.

A Jakobson

La metáfora de la poesíason dos abejas constructorasdel panal del lenguaje mismo.

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La poesía del marA Rocío Román

De la poesía del mar venimosa la poesía del mar volveremoscomo partículas cinerarias danzandoy mojando el sol de la rada púrpura.De la poesía mar vinimosbajo una brisa seráficaen otro tiempo en el que tu conchafue bífida hacia la bóveda celestey tu pelo mojado sobre la arenacon un rictus de placerentre el huecode tus labios belfos.De la poesía del mar vinimosen una eraen la que los jayaosbuscaban los fanalesde la clorofílica tierrao cuando bajo la noche del pleniluniolos delfines descansaban sobreel farallóncreyendo deshacerse de los jergones en el mary cubrirse de brocadosentre las estrellas.

César Alfonso Viñas

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Todo está en la mente

Iba a morir cuando despertó.

En un sueño le habían disparado en plena calle, sin duda confundiéndolo con otra persona. Al abrir los ojos, se palpó la parte posterior del cráneo buscando la herida. Luego se sintió estúpido y retiró la mano al instante.

Al contrario de lo que sucede con todas las pesadillas, el despertar no supuso un gran alivio. Casi se sorprendió de no encontrar la almohada empapada en sangre. Había percibido con tanta nitidez el ruido seco, mudo, de la bala al incrustarse en su cabeza. Y cómo, perdiendo toda su velocidad en una fracción de segundo, había quedado alojada en el cerebro.

Tratando de olvidar la pesadilla, se levantó de la cama y se echó agua fría en la cara haciendo cuenco con las manos. Luego se metió en la ducha para que las telarañas del sueño se fueran por el desagüe.

Durante el día, en el trabajo, no se volvió a acordar del sueño. Pero por la tarde, una vez en casa, dejó a medio tomar el café y corrió hasta el cuarto de baño. Valiéndose de dos espejos se miró la parte posterior de la cabeza, en un punto indeterminado entre la nuca y la coronilla. Pese a no hallar la más mínima anomalía, su intranquilidad no disminuyó.

No comentó el asunto en el trabajo, ni llamó a nadie para contarle lo que le ocurría. Le humillaría insoportablemente que lo tomasen por loco. Dos días después decidió acudir al médico.

Pensó que cuando le explicase la situación el doctor tendría que hacer ímpro-bos esfuerzos por reprimir una carcajada, pero lo cierto es que lo escuchó con atención y en ningún momento se advirtió en su rostro el más mínimo amago de sonrisa. Propuso hacerle un escáner cerebral dentro de una semana. “Si así se queda más tranquilo”, dijo encogiéndose de hombros.

No obstante, quiso saber si los días anteriores al sueño había sufrido un fuerte estrés, ya fuese en el trabajo o en su vida personal. Le preguntó si

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había recibido alguna noticia desgraciada o inesperada, si había soportado una situación de gran tensión. La respuesta fue negativa.

Durante los días precedentes a la cita intentó llevar una vida normal, pero no se pudo quitar el asunto de la cabeza ni un solo momento. Al tercer día comenzó a sentir un leve dolor, punzante e intenso, que remitió cuarenta y ocho horas después. Para cuando se hizo las pruebas, saltaba a la vista que había perdido algo de peso.

No obstante, el día en que acudió a la cita para conocer los resultados se sentía mucho mejor. La noche anterior fue la única de las dos últimas sema-nas en que había dormido durante nueve horas seguidas. El doctor también estaba de buen ánimo, y eso lo tranquilizó. Hablaron con normalidad durante unos minutos. Pero en el instante en que el médico hizo un vago comentario sobre el tiempo, él se movió inquieto en su asiento e incluso se le escapó una mirada hacia el sobre marrón que debía certificar su tranquilidad.

-No hay motivos para preocuparse: no he hallado nada anormal –anunció el doctor antes de extraer la lámina del sobre.

La colgó en la caja iluminada de la pared y con un puntero fue señalando las diferentes imágenes del cerebro, tomadas desde distintas perspectivas. Hizo breves comentarios de cada una en tono monocorde y rutinario. Antes de llegar a la mitad, él lo interrumpió:

-Qué me dice de la penúltima.

El doctor tardó en reaccionar, y cuando lo hizo torció el gesto.

-Pero qué es esto –se le escapó.

Y se quedó mirando la diminuta pero perceptible mancha que aparecía en la imagen, el insólito trozo metálico con la forma de una bala.

Cuevas Bajas, 10 de agosto de 2006.

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... [un peluche, esperanza, un caleidoscopio, nuestra época, mi ventana, mirarte, tus

huellas, supervivencia, el café, anagrama, abril, resurgimiento, , magari, un escaparate,

mi tiempo, nupcias, un futbolín, un ovillo, el cartón de huevos, chimeneas, tus versos,

un cuadro y otro cuadro, y tú, Sergio]…