alegría y curación. torkom saraydarian

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Textos del libro Alegría y Curación. Ed. Kier: Por Torkom Saraydarian A través de esta bella y diáfana reflexión, el autor nos señala la diferencia entre felicidad y alegría, y cómo esta última puede transformar nuestra vida. Por obra de mi buen karma, conocí en mi vida a muchas personas alegres, que irradiaban alegría en sus pensamientos, emociones, acciones y relaciones. La gente alegre me atrajo desde niño. Siempre anhelé saber qué es la alegría, lo que ésta puede hacer y de qué modo podemos desarrollarla y ser alegres. He observado, desde mi niñez, que las personas alegres son magnéticas, exitosas, felices, creativas, sanas y probas. En la escuela, me juntaba siempre con niños y niñas que eran alegres. Tenía la curiosa sensación de que quienes carecían de alegría estaban enfermos, o eran anormales o peligrosos, y me convencí más de esta observación a medida que pasaron los años. También observé que los estudiantes, maestros y personas que en general no poseían alegría parecían abrumarme. Minaban siempre mi energía y entusiasmo. Con el paso de los años, procuré observar más cosas relacionadas con la alegría e informarme más acerca de ella.

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Page 1: Alegría y Curación. Torkom Saraydarian

Textos del libro Alegría y Curación. Ed. Kier:

                                  Por Torkom Saraydarian

A través de esta bella y diáfana reflexión, el autor nos señala la diferencia entre

felicidad y alegría, y cómo esta última puede transformar nuestra vida.

Por obra de mi buen karma, conocí en mi vida a muchas personas alegres, que

irradiaban alegría en sus pensamientos, emociones, acciones y relaciones.

La gente alegre me atrajo desde niño. Siempre anhelé saber qué es la alegría, lo

que ésta puede hacer y de qué modo podemos desarrollarla y ser alegres. He

observado, desde mi niñez, que las personas alegres son magnéticas, exitosas,

felices, creativas, sanas y probas.

En la escuela, me juntaba siempre con niños y niñas que eran alegres. Tenía la

curiosa sensación de que quienes carecían de alegría estaban enfermos, o eran

anormales o peligrosos, y me convencí más de esta observación a medida que

pasaron los años. También observé que los estudiantes, maestros y personas que

en general no poseían alegría parecían abrumarme. Minaban siempre mi energía y

entusiasmo. Con el paso de los años, procuré observar más cosas relacionadas con

la alegría e informarme más acerca de ella. 

Por ejemplo, observé el efecto de la alegría sobre el cuerpo físico, las emociones y

el pensamiento. Vi que la falta de ella hace que una persona sea perezosa y reacia

a esforzarse y trabajar. La falta de alegría hace que una persona sea arrogante,

nada servicial, porfiada, poco inteligente, taimada e intolerante. He visto que

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quienes carecen de alegría son, en su mayoría, las personas de carácter

avinagrado y las que se valen de la calumnia, la malignidad e incluso la traición.

Lo que investigué fue muy informal. Traté de documentar mis observaciones y

descubrimientos, pero siempre dejé mis escritos aquí y allá durante mis viajes.

Cuando tuve acceso a bibliotecas, procuré encontrar libros que trataran sobre la

esencia, la sustancia, la química o la anatomía de la alegría, pero sólo hallé

observaciones superficiales. 

Uno de mis profesores dijo, en una ocasión, que el ambiente y el bienestar físico y

económico de una persona condicionan la alegría. Ni bien escuché estas palabras,

pensé que en ellas había algo que estaba equivocado. Mis ulteriores observaciones

me revelaron que la alegría no es un resultado de las condiciones físicas,

emocionales o mentales, sino un estado de conciencia que supera todas estas

condiciones y que es un factor condicionante o una causa de las condiciones.

Cuando era adolescente, me preguntaba qué clase de alegría debería tener: ¿la de

los ermitaños o la de quienes luchan en la vida? En 1939, cuando salí del último

monasterio que visité, me dediqué a la Enseñanza. El máximo desafío de mi vida

consiste todavía en difundir con júbilo, en circunstancias difíciles, la enseñanza de

la alegría. A continuación, explico qué es lo que yo siento en relación con el

milagro de la alegría.

Alegría y Curación

La alegría estimula tus centros emocionales. Cuando éstos son estimulados, la

alegría limpia y purifica todo tu sistema emocional. También expulsa todas

las emociones negativas. Cuando estás alegre, no odias. Cuando estás alegre,

no puedes estar enojado; ni siquiera tienes temor. Cuando estás alegre, no eres

celoso ni vengativo. Esto significa que la alegría elimina de tu ámbito emocional

muchas cosas malas. En un sentido, la alegría cura tu cuerpo y tus emociones. Sin

alegría, no puedes hacer nada constructivo.

La alegría coordina y sincroniza el engranaje de tu mentalidad. Coordina e integra

tu cuerpo físico con el cuerpo etérico: con la parte electromagnética de tu cuerpo.

La alegría estimula tu sistema glandular.

Si te dispones a tomar en tu vida una gran decisión, no seas pesimista ni de

mirada estrecha, no vaciles, no tengas miedo ni te alborotes. Limítate a estar

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alegre, y verás cuán acertada será tu decisión. Lo lamentable es que tomamos la

mayoría de nuestras decisiones bajo presión, pesar, depresión, temor, ira u odio y,

por esta razón, gran parte de ellas son erróneas. Sólo son correctas las decisiones

que tomas iluminado por la alegría, porque ésta expande tu conciencia, sincroniza

tu mecanismo y elimina las formas mentales oscuras, los prejuicios, las

supersticiones y las ideas preconcebidas. La alegría bruñe el espejo de tu mente,

para que tu Alma refleje las decisiones en el lago de tu plano mental.

Cuando tus cuerpos físico, emocional y mental están sincronizados, alineados y

purificados, te hayas en camino hacia la salud y la felicidad. Los médicos

están descubriendo lentamente que, antes de curar el cuerpo, deben dar alegría al

paciente. Si vas a ver al médico, éste puede decirte que tu estado no es bueno o

que corres grave peligro, y es probable que creas que vas a morir. Pero si tu

médico te dice que hay un pequeño trastorno que puede ser curado y que no te

preocupes, ya te hayas en la senda de la recuperación. La alegría interior es la que

te cura o ayuda al proceso curativo.

     La Alegría: un Estado de Conciencia

La alegría es el gozo que se siente y experimenta solamente en la Triada Espiritual

y en los planos superiores. La felicidad es la expresión más baja del gozo. Cuando

estás feliz, quieres estar alegre; luego, cuando estás alegre, quieres estar gozoso.

Como dijo Cristo: «Sed perfectos como vuestro Padre en los cielos es perfecto». He

aquí la fórmula que ayuda a que la gente entienda que Cristo se estaba refiriendo

a un misterio: lentamente, el hombre debe volverse feliz, alegre y gozoso, a

medida que marcha hacia la perfección.

Este es el sendero de la vida. No hay nada más que debas buscar. Compras

muebles para ser feliz. Te casas y tienes hijos, porque quieres tener alegría.

Aprendes, sientes y tratas de hacer cosas, porque quieres estar gozoso. Toda la

vida es una búsqueda de la felicidad, la alegría y el gozo.

La felicidad es físico-emocional. La alegría es mental-espiritual. El gozo es

divino. Tú, en tu Centro, eres gozo. Por esta razón, se dice que, si te encuentras a

ti mismo, serás la persona más alegre del mundo. Trata de hallar tu Centro y toma

contacto con él, porque tu Centro es Dios. Nada existe dentro de ti, salvo Dios.

Cristo dijo: «Tú eres el templo, y en el templo mora el Todopoderoso». Tú eres el

templo de Dios.

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Si la energía del gozo la sientes en tu ser físico y emocional, se llama felicidad. Si

el gozo lo sientes mental y espiritualmente, se llama alegría. Si lo sientes más allá

de los cuerpos inferiores (mente y emociones), es gozo o éxtasis. Esto es samadhi,

un estado en el que nada te afecta.

 Alegría y Sociedad

                                                          

Advertirás que tu alegría se ve afectada por lo que tú haces a los demás. Si

quieres ser feliz, no robes a las personas ni las mates. La búsqueda de la felicidad

mejora tus relaciones. Si quieres estar realmente alegre, no tengas odio, temor,

ira, celos ni deseos de venganza. Sin embargo, la gente dice: “No, quiero estar

alegre y, entretanto, quiero odiar y destruir”. Esa gente descubre, a su debido

tiempo, que eso no funciona.

Puesto que el Sol ingresa en Acuario, toda la humanidad ha empezado a buscar la

felicidad. Pocas personas –las más avanzadas- son las que están buscando la

alegría y el gozo. Desde luego, hay individuos que hacen algo sucio a los demás o

los hieren, pero aun esas personas están buscando la alegría. En el plano

psicológico, esos individuos son muy desdichados e, incluso, están enfermos. Se

involucran en muchas clases de trastornos y problemas para descubrir, con el

tiempo, que no pueden tener alegría quitándole a los demás sus alegrías.

Las personas consideran instintivamente como individuos peligrosos a quienes

afectan las alegrías de los demás y los despojan de su libertad, de sus bienes

personales y de sus alegrías. Con el tiempo, esas personas tratan de disciplinar a

quienes causan pesar y tristeza a los demás. Las cárceles y los manicomios están

llenos de personas que, de algún modo, trataron de robar la alegría de los otros.

La alegría es un factor importantísimo para que las individualidades y los grupos se

integren. Las personas comprenderán muy pronto que el éxito en cualquier

negocio o trabajo grupal dedicado al bienestar de la humanidad depende de la

energía de la alegría que circule en el personal de ese negocio o grupo. La alegría

no sólo eleva la conciencia individual, sino también la conciencia de los

trabajadores y miembros del grupo. Crea actitudes correctas en los trabajadores y

miembros entre sí. Establece relaciones correctas entre las personas. Da

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entusiasmo y mantiene claro en sus corazones el ideal del servicio.

Un negocio puede arruinarse si tan sólo una persona clave se negativiza o

deprime, o deja de sentirse alegre por su servicio, trabajo, motivación o ideal. Los

grandes líderes son los que, en las épocas más críticas, todavía mantienen activas

la llama de la alegría y la esperanza en su corazón.

La alegría debe ser introducida en las escuelas y en las salas de

clases. Cuanto más grande y profunda sea la alegría de los estudiantes, mayores

serán sus conocimientos y éxito.

También debe introducirse en todos los ámbitos de la actividad laboral. Las

personas no pueden reemplazar la alegría apelando a las bebidas alcohólicas, la

comida y las fiestas. La alegría debe suscitarse en el corazón. Una alegría cuyo

origen es el corazón desarrolla en nosotros un sentido de trascendencia, el cual

nos impide banalizar la existencia.

La alegría hace que tengas éxito en tu vida social. Si observas con atención tu vida

social –vida familiar, social o comercial-, descubrirás que quienes triunfan y están

satisfechos con su vida son las personas alegres. Debes seleccionar tus socios,

amigos, cónyuge, pareja y maestros entre quienes tienen alegría, porque ésta es

una señal de que no son gente común y corriente. Si esas personas no tienen

alegría, sé muy cuidadoso; pueden envenenar tu entorno. Las personas deprimidas

crean siempre problemas a su alrededor.

La depresión te conduce al fracaso, la separación y el conflicto, mientras que la

alegría te conduce hacia el éxito. Son mayoría los seres humanos que no tienen

alegría en sus hogares, escuelas, negocios, fábricas y oficinas. Este es un error

total. No podemos tener éxito ni prestar un servicio si carecemos de alegría. En

gran proporción, las personas sufren tensiones, presiones y temores en sus

relaciones mutuas. Por esta razón, no estamos avanzando como deberíamos en el

plano mundial.

La alegría te convierte en un triunfador. Vences obstáculos si tienes alegría.

Debes emprender con alegría tu combate. Un sabio dice: «Amigos míos, tomad en

vuestras manos la espada en nombre de la alegría». Debemos entrar en combate

con alegría. Con la palabra «combate», no me refiero a la guerra ni a la

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destrucción de personas; me estoy refiriendo al combate contra tus propios

obstáculos, limitaciones e ignorancia, al igual que contra las situaciones y

condiciones que te están enfermando y deprimiendo. Entra con verdadera alegría

en todo género de lucha espiritual y moral, y verás cuán exitoso serás.”

“Una vez, vino a nuestro monasterio un hombre que sufría de parálisis en su mano derecha. El Maestro le preguntó qué era lo que solía hacer con ella. Guardó un instante de silencio y luego dijo:

– Durante muchos años usé mi mano derecha para matar ovejas y toros.

– ¿Cuántos mataste? -le preguntó el maestro

– Miles…

No escuché el resto de la conversación porque, de repente, sonó la campana para la cena. Después, le pregunté al Maestro cómo la matanza de animales podía paralizar la mano de alguien, y me contestó:

– Cada vez que este hombre sentía el dolor y el sufrimiento de los animales, disminuía la vitalidad de su mano hasta que, con el tiempo, esa vitalidad desapareció por completo. La falta de alegría causa parálisis.”

En esta época tecnológica, tal vez, la gente se ría de lo que decimos y lo considere una superstición. Pero mi Maestro curó en seis meses la parálisis de ese hombre, haciéndole practicar diariamente durante cuatro horas el ejercicio de la alegría.

Una vez, yo copié unos de sus ejercicios:

– Crea mentalmente la imagen de tu brazo derecho, y con él saca del río a un hombre que se está ahogando… Escribe con tu mano una carta alegre… Da con ella dinero y joyas a los pobres… Sirve con ella comida a centenares de personas…

El hombre de quien hablo solía seguir diariamente… los ejercicios que mi Maestro le enseñaba. Al cabo de seis meses, empleó esa mano para dar agua a un ciervo de la montaña que estaba de visita en nuestro huerto…”

Otros ejercicios de la Alegría que propone el autor:

– Recordar una alegría de la primera infancia. Observa qué le ocurre a la persona que está volviendo a sentir su alegría pasada.

– Recordar un acontecimiento cuando otra persona estaba realmente alegre

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– Recordar cuando otra persona compartió tu alegría

– Recordar una alegría que causaste a los demás

– Recordar una alegría que te causaron sin habérselo propuesto

– Recordar un momento de alegría que la Naturaleza te dio.

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