alganza roldan. cobarde y pacifistas en la grecia antigua

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Obra: En Grecia y Roma : las gentes y sus cosas / Jesús Mª. García González, Andrés Pociña Pérez (eds.) Publicación: Granada : Editorial Universidad de Granada, 2003 _________________________________________________________ Contenidos: Cobardes y pacifistas en la Grecia Antigua (Páginas 11-29)

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  • Obra: En Grecia y Roma : las gentes y sus cosas / Jess M. GarcaGonzlez, Andrs Pocia Prez (eds.)

    Publicacin: Granada : Editorial Universidad de Granada, 2003

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    Contenidos: Cobardes y pacifistas en la Grecia Antigua (Pginas 11-29)

  • PRIMERA VISTA En Grecia y Roma : las gentes y sus cosasGranada : Editorial Universidad de Granada, 2003

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    Sala de Aquiles en Esciro (Domus Aurea, Roma)

    COBARDES Y PACIFISTAS EN LA GRECIA ANTIGUA

    MINERVA ALCANZA ROLDN(Universidad de Granada)

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    Afirmar la preeminencia de la guerra en el conjunto de las prcticas sociales haconstituido uno de los lugares comunes de la historiografa sobre la Antigedad clsicaen general y sobre Grecia en particular. No en vano la Historia de la Literatura griegase inicia con la Iliada, con la rememoracin de la guerra que en Troya enfrent aaqueos y troyanos, y con las peripecias en el campo de batalla de un selecto grupo dehombres, los hroes, esforzados adalides de sus pueblos. Como premio a tales hazaas,el poeta ha rescatado sus identidades, sus nombres propios, de las sombras de la muertey del olvido, comenzando por Aquiles, prototipo heroico del guerrero y espejo deconducta para los comandantes y los soldados annimos de los ejrcitos de las ciudadesgriegas.

    Nos encontramos, pues, ante un esquema analtico simple, heredado en granmedida de la teora poltica clsica, y que se articula a partir de tres nocionesapriorsticas: primeramente, la concepcin de la guerra como un fenmeno csmico ynatural; en segundo lugar, la exaltacin del herosmo como virtud social y, finalmente,la presuncin de la continuidad bsica entre el sistema de valores presente en Homeroy los conceptos barajados en la Grecia de las ciudades. En cualquier caso, se trata deun esquema ideal, de un modelo que intenta dar cuenta del funcionamiento de unacultura desde su interior. Tal constatacin, sin embargo, no debera ser un obstculopara seguir dialogando con los viejos textos desde fuera, y para plantearles cuestionesnuevas; por ejemplo, acerca de quienes no participan en las actividades circunscritasa la milicia por ser mujeres, demasiado viejos o nios, pero tambin sobre aquellosvarones que en la plenitud de sus fuerzas huyen del combate o lo rehuyen. A pesar deque sus nombres se suelen omitir en las crnicas, sus conductas actan como el polonegativo, el trmino de referencia casi siempre explcito, de los discursos de poe-

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    1 Para el sistema de valores de la epopeya y su plasmacin en el vocabulario vanse lamonografa de A. W. H. ADKINS (Merit and Responsibility. A Study in Greek Values, Oxford,1960) y las importantes aportaciones de J. M. REDFIELD en La tragedia de Hctor. Naturalezay cultura en la Ilada, Barcelona, 1992 (= University of Chicago, 1975).

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    tas, filsofos e historiadores en torno a la identificacin de las virtud cvica con el valor,con esa hombra de bien cuya piedra de toque es la ofrenda de la vida en el altar de lapatria.

    I. EL ESCUDO DE AQUILES Y EL ESCUDO DE ARQULOCO

    La Iliada, el gran poema de la virtud heroica encarnada en Aquiles,arranca de una situacin paradjica: el hroe de quien depende la suerte de la guerra, seniega a combatir. De nada sirven los argumentos de los nobles aqueos que se acercan asu tienda, ni siquiera los ejemplos persuasivos del anciano Fnix, desgranados porHomero en el Canto IX. Contina rumiando su clera, una clera justa, puesto que le hasido arrebatada la cautiva Briseida, parte del botn que gratifica sus sufrimientos y fatigasen la prolongada guerra. El pensamiento de Aquiles se eleva ms all de las murallas deTroya, vuela hacia su patria, la feraz Fta, donde ha decidido regresar para gozar de lasalegras y los placeres de una larga vida, desdeando la gloria imperecedera que le estarareservada de caer en el combate y cumplirse el destino anunciado por su divina madre.En este momento no le importa tanto su fama , como su honor , esdecir, su valoracin social en trminos de recompensa1. El hroe expresa su estado denimo con franqueza cuando, respondiendo a Odiseo, afirma que el buen guerrero,valiente y esforzado , obtiene lo mismo que el malo, cobarde

    y perezoso . Al fin y al cabo, argumenta, ambos mueren de igualmanera (TEXTO 1). Slo cuando su compaero Patroclo perezca a manos de Hctor,Aquiles concurrir al campo de batalla, menos para resolver la grave situacin delejrcito aqueo que para saciar su apetito de venganza.

    Intentando proteger a su hijo, Tetis recurre a Hefesto, en cuyafragua se forjarn las nuevas armas del hroe, entre ellas el magnficoescudo, cuya decoracin, dispuesta en cinco fajas decorativas concn-

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    2 Cf. Ilada, XVIII 478ss. Este clebre pasaje, representado abundantemente en la pinturade vasos, fue imitado por Hesodo (Escudo 140ss.) y Virgilio (Eneida, VIII 608ss.), para losescudos de Heracles y Eneas, respectivamente.

    3 Cf. REDFIELD, J.M., op. cit. 332-37, cuyo comentario incide en la disposicin simtricade los diversos elementos del escudo de acuerdo con la antinomia cultura/naturaleza.

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    tricas, es objeto de una descripcin minuciosa2. En el crculo interior se representan, poruna parte, la tierra, el mar y el cielo, es decir, las distintas partes de ese universo naturalindependiente del humano, pero que constituye su marco necesario, y por otra parte, losastros el sol, la luna, las constelaciones y las estrellas fijas, testigos del efmero tiempode los hombres y, a la vez, hitos eternos que orientan su discurrir por los mbitos de lanaturaleza. La segunda franja abarca el universo plenamente humano de la ciudad,observada sucesivamente en el tiempo de la paz y en el de la guerra. En la ciudad de lapaz, donde se celebran los festejos de una boda y un juicio por un delito de sangre,actan las instancias de la solidaridad y de la resolucin pactada de los conflictos,mientras que en la ciudad de la guerra, asistimos a los preparativos de un asedio y alsaqueo del territorio. Los dos siguientes crculos del escudo se asignan al trabajo y a lasactividades productivas, en concreto la agricultura y el pastoreo. El campo y sus laboresse describen de acuerdo con el curso de las estaciones arada, siembra, vendimia,recoleccin y abonado. En la cuarta banda aparecen cincelados los territorios fronterizoscon la naturaleza indmita, donde los animales salvajes atacan al ganado, mientras envalles y apriscos mozos y doncellas danzan en rueda. Finalmente, el borde del escudofigura el ro Ocano, cuyas corrientes circundan el cosmos.

    En consecuencia, la pieza forjada por Hefesto compone una imago mundi, un mapaque introduce el mundo exterior en la reducida sociedad militar donde transcurre la Iliada3.As, cuando Aquiles empuando este escudo se dirige al campo de batalla, ms all de superipecia ntima, asume un simbolismo ejemplar, en el sentido de que enarbola la funcinsocial del guerrero, sustento de su comunidad y garante del mantenimiento de un ordenhumano solidario con el orden natural. En este sentido, la actividad blica se conformacomo una necesidad cosmolgica imprescindible para la supervivencia del conjuntode las prcticas sociales. Ahora bien, esta concepcin aristocrtica que identifica al

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    4 Sigue siendo de obligada referencia el volumen colectivo dirigido por J. P. VERNANT,Problmes de la guerre en Grce ancienne, Pars-La Haya, 1968, de cuya Introduccin (Laguerra de las ciudades) hay versin al espaol en el recopilatorio de ensayos de J. P.VERNANT, Mito y sociedad en la Grecia antigua, Madrid, 1982 (= Pars, 1974), pp. 222-45.

    5 Tirteo canta la campaa contra los rebeldes de Mesenia, cuya consecuencia fue el frreocontrol de los hilotas y las dems poblaciones sometidas. Por otra parte, el estado espartano tenaestablecidas duras penas en caso de derrota o cobarda, inclusive el aislamiento social de losfamiliares: cf. JENOFONTE, Helnicas, IV 5. 10; VI 4. 16; PLUTARCO, Licurgo 20.13; Agesilao,30.

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    hroe con el guerrero, y al hombre de bien con el valiente y esforzado, ser reformuladaen los siglos siguientes, en el contexto de emergencia de las ciudades-estado y de unaprofunda transformacin de la tecnologa, instituciones e ideologa de la guerra4. Elpunto de inflexin entre ambos modelos se localiza en el desplazamiento de los noblespor los hoplitas, los soldados-ciudadanos, quienes asumen plenamente la funcinguerrera junto con otros privilegios de la clase aristocrtica. A este nuevo sujeto annimocolectivo, y no a los campeones de la epopeya, dirigen sus exhortaciones los elegacosdel siglo VII a.C., Tirteo, Calino y Teognis, sirvindose de una recurrente imitacin delvocabulario, la fraseologa y las imgenes de la poesa homrica.

    En las elegas de Tirteo encontramos un autntico programa ideolgico de laciudad de Esparta en su poca de mximo apogeo, articulado en torno al patriotismo(TEXTO 2). El buen espartano, como los jefes de la Ilada, se afana, sufre y muere enbeneficio de su comunidad, y ratifica su excelencia cayendo entre los luchadores devanguardia. Ahora bien, el contexto de la arenga de Tirteo no es una guerra deconquista y de obtencin de botines como la de Troya, sino para defender lo que ya seposee la ciudad, la tierra, los padres, la esposa y los hijos, de ah la evocacin de lapobreza, el exilio y el deshonor que se derivan de la derrota5. El poeta apela a labravura y la capacidad de sufrimiento de cada individuo, pero sobre todo a los vnculosde solidaridad entre los conciudadanos, en concreto al auxilio a los guerreros ancianospor parte de los ms jvenes y a la estricta observancia de la disciplina, manteniendoel puesto asignado en la formacin. A cambio del menosprecio a la propia vida sepromete a los jvenes una muerte gloriosa y tan bella como la flor de su edad. En losversos siguientes Tirteo expone las otras ventajas del pundonor y la firmeza de los

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    6 El fragmento, de cronologa incierta (ss. VI-V a.C.), ha sido conservado por Ateneo,cf. 695F.

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    luchadores de vanguardia: mueren menos, salvan a los dems, gozan del placer de matary escapan a la vergenza de huir (TEXTO 3).

    La misma identificacin del ideal cvico con la muerte en combate aparece en elms extenso de los fragmentos conservados de Calino de feso. Frente a la vergenzaque producen en sus vecinos los jvenes ociosos, el hombre valiente es para su puebloun baluarte, un semidios digno de honor y admiracin (TEXTO 4). En cuanto a Teognisde Mgara, representa la perspectiva de un aristcrata frente a las nuevas clases que ledisputan el liderazgo poltico. Para el poeta la virtud militar es la ms til para el biencomn y la ms hermosa de conseguir, por ms que los dioses premien a muchos intiles

    con una riqueza que a nadie aprovecha, clara alusin a los plebeyospudientes, reiteradamente adjetivados a lo largo de sus poemas como malvados y miedosos (TEXTO 5; TEXTO 6; TEXTO 7).

    Observemos que en los poetas elegacos, como en Homero, el elogio de la bonhomaconlleva la mencin explcita a la conducta reprobable de los malos ciudadanos, o sea decobardes, pusilnimes y egostas. Ahora bien, junto a tales proclamas contamos con eltestimonio de otro contemporneo, Arquloco de Paros, el cual efecta una radicalinversin de los trminos de la antinomia. Este poeta de la primera persona ejerce tambinde portavoz de esa ciudad en armas, que ha generado un nuevo tipo humano para quienla guerra ha llegado a ser un gnero de vida, casi en una profesin. De ah que Arqulococante apoyado en su lanza, la herramienta que le da de comer y de beber (TEXTO 8). Estepasaje ser imitado con posterioridad por Hibrias de Creta6, paradjicamente parapolemizar con su modelo potico, al expresar el orgullo del hombre de armas que se jactade un oficio que, adems de recursos, le proporciona poder (TEXTO 9).

    La ruptura de Arquloco con el tradicional cdigo del honor se concreta demanera ejemplar en el tratamiento de dos de los tpicos de ms acendrada tradicinpotica: el escudo del guerrero y el retrato del comandante ideal. Respecto alprimero de estos temas, el poeta confiesa que durante la batalla dej abandonadosu escudo, la pieza de la panoplia con mayor carga simblica, dado que su prdidaimplicaba huir y ser vencido. En efecto, el escudo protege al soldado de a pie

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    7 Para el simbolismo de los pies de Hefesto, vase DETIENNE, M. & VERNANT, J.-P., Lasartimaas de la inteligencia. La mtis en la Grecia antigua, Madrid, 1988 (= Pars, 1974), pp.231ss.

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    cuando avanza al encuentro del adversario, sea para enfrentarse en duelo, como loshroes de la epopeya, sea en cerrada formacin, codo con codo con sus conciudadanos,en el ejrcito de hoplitas. El gran escudo resguarda las zonas ms expuesta a losgolpes, as como los rganos vitales los muslos, las pantorrillas, el pecho y loshombros

    , especifica Tirteo (TEXTO 3), el fuerte corazn, diceCalino (TEXTO 4), mas, de tener que huir, supone un impedimento y una pesada carga.No obstante, Arquloco asume tal deshonor con naturalidad y franqueza: haba que salvarla vida; y ms all de la soberbia del vencedor, constata, un escudo slo es eso y si serompe o se pierde, basta con comprarse otro nuevo (TEXTO 10). As pues, la cobardase justifica como instinto de supervivencia y, adems, como resultado de un escepticismorespecto a los valores colectivos an ms extremado que el de Aquiles, cuando ofendidoy frustrado se planteaba la inutilidad de ejercer de valiente, puesto que la muerte hacaiguales a los buenos y los malos.

    El poeta de Paros realiza una segunda formulacin de la ideologa anti-heroicaal rechazar el prototipo pico del general alto, con las piernas bien abiertas

    y acicalado, calco de los campeones homricos, y preferir a un otropequeo, patizambo , de paso firme ycorazn animoso (TEXTO 11). La deformidad en los pies relaciona implcitamente algeneral alternativo de Arquloco con el dios Hefesto, el patizambo patrono de losartesanos, y acenta la imagen desmitificada de la guerra, al ubicarla en la esferademirgico como un trabajo especializado ms entre los diversos oficios. Porotra parte, tanto los pies de quien escapa abandonando su escudo, como los del buencomandante, que con nimo resuelto se encamina hacia el enemigo, son imgenesmetafricas que cobran sentido pleno en relacin con un cdigo simblico que, paraexpresar determinados aspectos de la virtud militar, se vale de nociones relacionadas conel movimiento y el reposo7.

    2. TEMBLAR Y HOLGAR: COBARDES Y PACIFISTAS

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    8 Para la oposicin Hctor/ Paris en el contexto de los valores heroicos, vase REDFIELD,J. M., op. cit., pp. 210-13.

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    En griego no existe una palabra para el cobarde, sino que se suele usar esdecir, el trmino negativo absoluto del ideal del buen ciudadano , o bienderivados del campo lxico relativo al miedo y sus manifestaciones; porejemplo, , etimolgicamente el temor que impulsa a la fuga, y , el temblorcorporal bajo el efecto del miedo. Todos estos vocablos entran en juego en la primeradescripcin fisiopatolgica de la cobarda, que Homero pone en boca del cretenseIdomeneo en el Canto XIII la Iliada (TEXTO 12).

    El miedoso y el fuerte , afirma Idomeneo, nunca se confunden,pues incluso antes de entrar en accin, el cuerpo de cada uno evidencia su naturaleza. Enel cobarde todo es movimiento y agitacin: su piel muda de un tono a otro delverde , no deja de temblar , se balancea de un pie a otro

    , se le doblan las rodillas, el corazn le golpea en elpecho y le crujen los dientes . Por el contrario, el buenguerrero permanece impasible de cuerpo y de espritu, aguardando con ansiael contacto cuerpo a cuerpo con el enemigo, como si se tratara de un encuentro amoroso.

    Ciertamente todos los hroes sienten miedo alguna vez y, en gran medida, superarloconstituye la prueba de fuego de los personajes de la epopeya. Sin embargo, de entretodos los prncipes de la Ilada, sin duda Alejandro-Paris constituye la ms cabalencarnacin del cobarde, el individuo antisocial por antonomasia, como pone de relievela escena de su duelo con Menelao (TEXTO 13)8. Al divisar a su adversario en la primerafila del ejrcito aqueo, Alejandro se espanta y retrocede, plido y tembloroso

    , hasta ocultarse y confundirse en la masa de los troyanos. Al respecto, nocarece de relevancia ni parece casual que esta diseccin de la patologa del miedo delguerrero, coincida casi punto por punto con la efectuada por Safo, en la celebrrimae imitada Oda V, de las manifestaciones fisiolgicas de la pasin amorosa y de loscelos. En efecto, cuando contempla la amorosa intimidad de la muchacha adorada ysu esposo semejante a un dios, el epteto homrico de Paris, a Safo se le estremeceel corazn , pierde la vista, se le traba la lengua, le zumban los odos,

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    9 Lugares paralelos en nuestra seleccin: TEXTO 6 (Teognis), donde valenta y capacidadde resistencia se identifican con bonhoma; TEXTO 5 (Teognis) y TEXTO 10 (Arquloco), sobrela posicin de las piernas como seal de valor.

    10 Cf. LORAUX, N., Il femminile e luomo greco, Roma-Bari, 1991 (= Pars, 1989), pp.53ss.

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    suda, tiembla y su piel palidece, hasta tornarse ms verde que la hierba (TEXTO 14).

    Las imgenes enfrentadas del cobarde trmulo y el valiente imperturbableaparecen recreadas en la poesa elegaca y en el discurso poltico, valindose deun repertorio limitado de expresiones formularias tambin presentes en Homero.Tirteo, por ejemplo, indica el comportamiento correcto antes de la batalla,cuando exhorta a los espartanos a que permanezcan junto a sus compaeros

    , situndose en las primeras filas ,con ambos pies bien clavados en el suelo y mordindose los labios con los dientes

    (TEXTOS 2 y 3)9.Una vez iniciada la liza, en medio de la conmocin generalizada, la orientacin del

    movimiento de los ejrcitos, hacia adelante o hacia atrs, no slo determina el resultadofinal de la contienda, es decir, la victoria o la derrota, sino que adems sirve paracaracterizar moralmente a los soldados. En efecto, el valeroso avanza, busca el cuerpoa cuerpo, traba al enemigo y lo hiere con su lanza o con su espada (TEXTO 3), mientrasque el timorato retrocede y huye, imitando a Paris cuando divis a Menelao (TEXTO 13).Ahora bien, a diferencia del guerrero homrico que intenta aterrorizar al enemigo paraprovocar su huida, pero que l mismo puede sentir miedo, en la poesa elegaca elautocontrol se convierte en una amonestacin tpica, como la de Tirteo, a no emprenderla fuga ni entregarse al pnico (TEXTO 3)10.En el discurso oficial de las ciudades clsicas el temor se suele presentar como unproblema exclusivo del enemigo, o bien como un factor estratgico a sopesar por losgenerales, a la manera de Arqudamo en su arenga al ejrcito espartano antes de invadirel territorio de Atenas dando inicio a la guerra del Peloponeso (TEXTO 15).

    Por otra parte, la conducta de cada cual queda indeleblementemarcada en su cuerpo a partir de la localizacin de las heridas, pruebas

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    11 En trminos semejantes se expresa Tirteo, cf. TEXTO 3.

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    concluyentes del herosmo o del pnico. El hombre de honor no recibe golpespor detrs , en la nuca o en la espalda, sino de frente , envientre y pecho (TEXTO 12)11. Tales lesiones entraan peligro de muerte, perode la muerte ms hermosa, en particular si se es joven y se cae combatiendo envanguardia. Sin embargo, la visin de un anciano, con el cabello y la barba canos

    , muerto o mal herido en el lugarde los jvenes , se considera un espectculo deshonroso ylamentable, no slo a causa de su decrepitud fsica, sino sobre todo en cuanto sntoma dedescomposicin social, puesto que la bravura del viejo implica la ineptitud de los msfuertes (TEXTO 16; TEXTO 2).

    As pues, la cobarda se manifiesta antes del combate a travs de la agitacinpsicosomtica y, en su transcurso, por la carrera a la fuga y en desbandada. El valiente,por el contrario, aguarda en su sitio controlando sus impulsos, despliega toda su energadurante el ataque, y al final yace sobre el campo de batalla con la dignidad y la bellezade una muerte honrosa. Este reposo postrero parece el nico admisible en un varn debien, de ah los reproches de Calino a los jvenes conciudadanos que en tiempo de guerrapermanecen tumbados y entregados a las diversiones propias de la paz(TEXTO 4). Por consiguiente, cobarde no es slo quien tiembla y huye, sino tambin elinactivo , aqul que en nada contribuye a su comunidad, como recordabaAquiles en su tienda a los embajadores de Agamenn (TEXTO 1). Esta idea esreformulada por Pericles ante los atenienses congregados en los funerales por los cadosen el primer ao de la guerra del Peloponeso, cuando califica no de pacfico

    sino de intil al que se desentiende de los asuntos pblicos(TEXTO 17).

    En efecto, para lo que en trminos modernos llamamos pacifismo, el griego acudea trminos asociados con el concepto de reposo, entendido como tranquilidad ,pero sobre todo como inaccin La tranquilidadpblica es un bien deseable, ya que implica la ausencia de disensin interna ,y suele aparecer asociada, como en uno de los fragmentos de Pndaro, con la

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    prosperidad cvica y la buena crianza de los jvenes (TEXTO 18). Por otro lado, lariqueza, la fecundidad y los festejos y diversiones juveniles constituyen elementostpicos en las descripciones poticas de la paz , desde Homero en el escudo deAquiles a Eurpides, pasando por Teognis y Baqulides (TEXTOS 19, 20 y 21).

    Esta paz, sin embargo, no se identifica necesariamente con el ocio, sino con lainexistencia de guerra (), de conflicto con extraos, griegos o brbaros, ycon el statu quo resultante de un acto jurdico, un pacto, y, por consiguiente, del ejerciciode la poltica. As, en la terminologa griega sobre la paz adjetivos derivados como

    o bien se usan bien como sinnimos de es decir elindividuo de carcter calmo y tranquilo, o bien califican al hbil diplomtico. En ambasacepciones, el ciudadano pacfico puede contribuir positivamente a la vida pblica, conargumentos a favor de la concordia y sobre las ventajas de las soluciones negociadas,semejantes a los expuestos por el heraldo en las Suplicantes de Eurpides (TEXTO 21)y en la Historia de Tucdides por uno de los delegados de las ciudades de Sicilia quenegociaban una alianza contra la agresin ateniense (TEXTO 22).

    No obstante, en una situacin de conflicto blico el libre ejercicio de la palabra debeestar subordinado ms que nunca a la prctica, como Tucdides recuerda travs de sendosdiscursos de Pericles (TEXTO 23) y de Alcibades (TEXTO 24). De hecho, al renunciara la accin militar e inhibirse de sus resultados, el pacifista no manifiesta bondad alguna,sino que, traspasando incluso las fronteras de la cobarda, se comporta como uninsensato. En efecto, el pusilnime parece desconocer la dinmica que preside lasrelaciones entre las ciudades, esto es, la lgica del imperialismo, cuyo nico objetivo esel logro del propio beneficio a travs del ejercicio del poder, sin que medie la justicia.Adems, como advierte Pericles, el poder, una vez que se ha conseguido, se convierte enuna tirana, tanto para los que lo soportan como esclavitud, cuanto para quienes lodetentan, pues estn obligados a conservarlo a toda costa (TEXTO 23). SegnAlcibades, esta voluntad de dominio no slo era consustancial con la ciudad de Atenas,ya que plasmara su talante, sino que garantizaba su salvaguardia y acrecentamiento degeneracin en generacin. Por el contrario, el pacifismo colocaba al estado al borde dela catstrofe, menos por entregarlo inerme a la rapia del enemigo, que por disolver losvnculos de la ciudadana (TEXTO 24).

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    12 Vase ALGANZA ROLDN, M., Eirne y otras palabras griegas sobre la paz, en F. A.MUOZ & B. MOLINA RUEDA (eds.), Cosmovisiones de Paz en el Mediterrneo antiguo ymedieval, Granada, 1998, pp. 123-52.

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    La lgica interna del imperialismo, cuyo funcionamiento describi magistralmenteTucdides, testigo de los primeros aos de aquella guerra, explica no slo derrota deAtenas en su conflicto con Esparta, sino tambin la crisis del modelo griego de la ciudad.En tal coyuntura se intent una reformulacin de las relaciones entre los estados a partirde una nueva ideologa de la paz, asunto sobre el que desde la tribuna polemizaronoradores como Iscrates, Esquines, Demstenes y Andcides, y que se plasm de maneraefectiva, aunque efmera, en la hegemona de los monarcas macedonios a partir del s. IVa.C.12. Entonces se fue abriendo paso un nuevo mundo de fronteras difuminadas, dondeel patriotismo cay en desuso para devenir, en ocasiones, costumbre atvica o curiosidadpintoresca. La palabra poltica se refugi en las escuelas de retrica y en el campo debatalla soldados de etnias y lenguas diversas combatan y moran a cambio de un sueldo.Inmersos en este universo cambiante, algunos hombres instruidos reflexionaban sobreel destino y la felicidad de individuos y pueblos, e hicieron de la tranquilidad un ideal devida. Eran imperturbables y ociosos, y se les llamaba sabios.

    TEXTOS

    1.- HOMERO, Ilada IX 315-22: Ni me persuadir el Atrida Agamenn, ni, creo,los dems dnaos, / pues acaso no era favor alguno luchar siempre con afn contraguerreros matadores. / El pago es el mismo para quien se queda, por bien que se guerree./ En igual estima se tienen tanto al cobarde como al valiente. / Y mueren por igual elguerrero perezoso y el eficiente. / Nada me ha quedado, despus de padecer dolores enmi espritu / arriesgando sin cesar mi vida en la guerra (Trad. M. ALGANZA ROLDN).

    2.- TIRTEO, Fr. 6: Pues es hermoso que un hombre de bien muera/ cayendo en primera fila, combatiendo por su patria / y, en cambio, loms penoso de todo mendigar, / dejando tras de s la ciudad y losfrtiles campos, / errante con la madre querida y el anciano padre, /

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    con los pequeos hijos y la esposa legtima. / Pues como un enemigo estar entreaquellos a que se acerque, / cediendo a la indigencia y a la terrible pobreza, / yavergenza a su linaje, insulta a su noble rostro / y toda la deshonra y la miseria leacompaan. / Por tanto, si para el guerrero cautivo no hay ni reverencia / ni temor, nimiramiento ni piedad, / luchemos con nimo por esta tierra y por nuestros hijos /muramos, no escatimando en absoluto nuestras vidas. / Ea, jvenes, luchadpermaneciendo unos junto a otros, / y no emprendis la vergonzosa huida ni el pnico,/ sino haced grande y fuerte el corazn en el pecho, / y al luchar con el enemigo, no amisvuestras vidas, / ni huyis abandonando a los ancianos, / a los ms viejos cuyas rodillasya no son ligeras. / Pues es esto vergonzoso, que cayendo en primera fila / delante de losjvenes est tendido un varn ms viejo, / con la cabeza ya blanca y la barba cana, /exhalando en el polvo su aliento valeroso, / con las ensangrentadas vergenzas en susmanos / cosa deshonrosa e impa de ver y con el cuerpo desnudo. / En cambio, todoconviene al joven, / mientras posee la flor brillante de la amable juventud, / pues vivo esdigno de ver para los varones, / de amor para las mujeres, y bello cado en primera fila./ Ea, que cada uno, abriendo bien las piernas, permanezca / clavado en la tierra conambos pies, mordiendo el labio con los dientes. (Trad. M. ALGANZA ROLDN).

    3.- TIRTEO, Fr. 7 Diehl (6 Adrados): Conocis, en efecto, cun perniciosos son lostrabajos del lacrimoso Ares... / Quienes permaneciendo unos junto a otros / se arriesganal cuerpo a cuerpo y a marchar en la primera fila, / mueren en nmero menor, y salvana los de detrs; / en cambio, cuando los guerreros tiemblan, toda virtud perece. / Nadienunca podra contar cada una de las desgracias / que sobrevienen a un hombre, si sufredeshonor: / pues apasiona cortar por detrs, de un tajo, la espalda / del guerrero que huyefugitivo en la aniquiladora guerra; / mas es vergonzoso un cadver tendido en el polvo,/ con la espalda atravesada por detrs con la punta de una lanza. / Ea, que cada uno,abriendo bien las piernas, permanezca con los dos pies / clavado en la tierra, mordiendoel labio con los dientes, / cubrindose bien con el vientre del ancho escudo / muslos ypantorrillas, pecho y hombros... / Ea, que cada uno se acerque al cuerpo a cuerpo / ehiriendo con la larga lanza o con la espada, mate a un guerrero enemigo. / Y poniendopie junto a pie, apretando escudo con escudo, / golpeando cimera con cimera, casco concasco / y pecho con pecho, luchemos con el enemigo / empuando la espada o la largalanza (Trad. M. ALGANZA ROLDN).

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    4.- CALINO, Fr. 1: Hasta cuando permaneceris tendidos? / Cundo tendris uncorazn fuerte, jvenes? / No avergonzis a vuestros vecinos con tan excesiva flojedad?/ Mas creis estar sentados en la paz, / cuando la guerra domina toda la tierra... / Enefecto, es honroso e ilustre para un varn luchar con el enemigo / por su tierra y sus hijosy su esposa legtima... / Ea, que cada cual vaya al frente, / blandiendo la lanza yprotegiendo el fuerte corazn / bajo el escudo, en cuanto se trabe combate... / Pues todoel pueblo aora al varn de corazn firme / cuando muere, y vivo es juzgado unsemidis: / pues como una torre lo ven en sus ojos, / porque aun siendo uno solo, cumplecosas dignas de muchos (Trad. M. ALGANZA ROLDN).

    5.- TEOGNIS, 865-68: A muchos hombres intiles la divinidad concede generosariqueza, / la cual no supone ningn beneficio ni para ellos ni para sus amigos. / Pero lagran fama del valor nunca perecer: / pues un guerrero con la lanza salva a su tierra y suciudad (Trad. M. ALGANZA ROLDN).

    6.- TEOGNIS, 1003-06: Esta es la virtud, este el mejor premio entre los hombres/ y el ms bello de conseguir para un hombre sabio; / este bien es comn para la ciudady todo el pueblo: / que un guerrero, con las piernas bien abiertas, resista en primera fila(Trad. M. ALGANZA ROLDN).

    7.- TEOGNIS, 441-44: Nadie, pues, es completamente dichoso. Mas el valiente, /aun en la desgracia, la soporta y no la manifiesta siquiera, / mientras que el miedoso nien las buenas ni en las malas / sabe resistir con nimo (Trad. M. ALGANZA ROLDN).

    8.- ARQULOCO, Fr. 2: En la lanza se me amasa el pan de cebada, en la lanza / elvino de Ismaro, y bebo apoyado en la lanza (Trad. M. ALGANZA ROLDN).

    9.- HIBRIAS DE CRETA, Escolio (PMG 909): Mi gran riqueza es la lanza y laespada y el bello escudo, defensa de mi cuerpo: con ste aro, con ste siego, con ste pisoel dulce vino de las vides, con ste llamo siervos a los amos. Mas los que no osan tenerni lanza ni espada ni bello escudo, defensa de su cuerpo, todos cados en el suelo, mirodilla besan, amo y gran seor llamndome (Trad. F. RODRGUEZ ADRADOS, Lricagriega arcaica. Poemas corales y mondicos, 700-300 a. C., Madrid, Gredos, 1986).

    10.- ARQULOCO, Fr. 12 (6D): Algn sayo se ufana con mi escudo, armaexcelente, / que junto a un matorral abandon, muy a mi pesar, / pero salv la vida. Qume importa aquel escudo? / Que se rompa!: ya me procurar otro no peor (Trad. M.ALGANZA ROLDN).

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    11.- ARQULOCO, Fr. 166 (60D): No me gusta un general grande ni abierto depiernas, / ni orgulloso de sus rizos ni bien afeitado: / pero ojal se preocupe de m unopequeo y patizambo, / que camine con pie firme, lleno de corazn (Trad. M. ALGANZAROLDN).

    12.- HOMERO, Ilada III 274-94: Idomeneo, caudillo de los cretenses, a su vez lerespondi: / en valor s quin eres. Por qu tienes que decir esto? / Pues si ahora juntoa las naves todos los mejores nos reunisemos / en una emboscada, dondeperfectamente se demuestra el valor de los hombres, / y donde se evidencia quin es elguerrero miedoso y quin el fuerte: / pues la piel del cobarde muda de color una vez yotra, / y aunque lo intente, no permanece quieto, / ni el nimo se le apacigua en el pecho,sino que dobla las rodillas / y se apoya ora sobre un pie ora sobre el otro, / y en el pechole palpita mucho el corazn, / presintiendo a las Parcas, y llega el crujir de dientes; / encambio, la piel del valiente no palidece, / ni nada le espanta en exceso, / tan pronto comoocupa su puesto en una emboscada de guerreros, / sino que hace votos para trabarserpidamente en el funesto combate, / ni siquiera all se te reprocharan brazos y nimo./ Pues si luchando fueras herido por un golpe o proyectil, / el dardo no te caera pordetrs, en la nuca ni en la espalda, / sino que por delante, en el pecho o el vientre,buscaras / ntimo comercio con los de la primera fila (Trad. M. ALGANZA ROLDN).

    13.- HOMERO, Ilada III 30-37: Mas cuando Alejandro, semejante a un dios, lo vioaparecer en primera fila, / se le espant el corazn, y hacia atrs se alejaba / hasta elgrupo de sus compaeros, rehuyendo la Parca. / Y como cuando uno en los barrancos deuna montaa / al ver una serpiente se aparta de un salto, / y un temblor por debajo seapodera de los miembros, / da marcha atrs y la palidez prende en sus mejillas, / as denuevo junto a la tropa de arrogantes troyanos se escondi Alejandro, / semejante a undios, pues tema al hijo de Atreo (Trad. M. ALGANZA ROLDN).

    14.- SAFO, V 31: Me parece igual a los dioses / el hombre aquel que frente a ti /se sienta y de cerca te escucha / hablar con dulzura / y rer con amor: esto, en verdad, /me estremece el corazn en el pecho. / Pues en cuanto te veo, ya nada / se me ocurredecir, / Sino que se me traba la lengua, / un fuego sutil corre bajo mi piel, / no ven losojos y me zumban los odos, / un sudor fro me invade y un temblor / me domina toda,y ms verde que la hierba / estoy, y me parece que para muerta / poco me falta, / mas hayque soportarlo todo... (Trad. M. ALGANZA ROLDN).

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    15.- TUCDIDES, II 10: Pues inciertas son las cosas de la guerra y los ataques seproducen mayormente de improviso y por ira. Con frecuencia un ejrcito menor y conmiedo, se ha defendido mejor de otro ms numeroso, pero desprevenido por desprecio.En tierra enemiga siempre hay que hacer la guerra con el nimo fuerte, mas prepararseen la accin como si se temiera. Pues as podramos estar muy animosos al atacar alenemigo y muy seguros si somos atacados (Trad. M. ALGANZA ROLDN).

    16.- HOMERO, Ilada XXII 71-6: A un joven muerto en la guerra del todoconviene / yacer desgarrado por afilado bronce: / aun cuando se le vea muerto, todo esbello. / En cambio, cuando los perros ultrajan la cabeza cana y la cana barba / y lasvergenzas de un anciano muerto, / en verdad esto es muy lamentable para los mserosmortales (Trad. M. ALGANZA ROLDN).

    17.- TUCDIDES, II 40. 2: A los mismos nos es posible cuidar a la vez de lo privadoy lo pblico, y conocer suficientemente lo pblico, an dedicndonos a asuntos diversos.Pues somos los nicos que a quien nada participa de estas cosas, no consideramospacfico, sino intil (Trad. M. ALGANZA ROLDN).

    18.- PNDARO, Frgs. Hyporch. 110 + 109: Dulce es la guerra para los inexpertos,en cambio a quien la conoce, / sobradamente se le espanta el corazn cuando seacerca*** / Quien puso en calma a la comunidad de ciudadanos, / busque la clara luz dela magnfica Tranquilidad, / haciendo desaparecer de la patria la disensin vengativa, /dadora de pobreza, hostil nodriza de la juventud (Trad. M. ALGANZA ROLDN).

    19.- TEOGNIS, 885-86: Que la Paz y la Riqueza dominen la ciudad, para que conlos dems / festejar pueda: no amo la funesta guerra (Trad. M. ALGANZA ROLDN).

    20.- BAQULIDES, Frag. 4: Engendra la Paz para los mortales soberbia riqueza yflores de melifluos cantos; para los dioses, el que sobre sus repujados altares ardan conrubia llama muslos de bueyes y de corderos de hermosos vellones, y para los jvenes elocuparse de los ejercicios atlticos, las flautas y las algazaras. En las empuaduras deligaduras de hierro se encuentran las urdimbres de pardas araas, y las aguzadas picas yespadas de doble filo las domea el orn... Ya no hay estrpito de broncneas trompetas,ni es robado de los prpados el melifluo sueo laboral que calienta el corazn. De festejosdeliciosos rebosan las calles, e himnos juveniles se alzan como llamas (Trad. J.

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    LENS TUERO, Fragmentos de Baqulides, Granada, Universidad de Granada, 1975).21.- EURPIDES, Suplicantes 481-93: En efecto, cuando la guerra llega por el voto

    del pueblo, nadie calcula todava su propia muerte, sino que a otro asigna este infortunio;pero si la muerte estuviera a la vista en la entrega del voto, nunca perecera Grecia conla locura de las lanzas. En verdad, todos los hombres conocemos de dos argumentos lo provechoso y lo daino cul es el mejor, y cun mejor es para los mortales la paz quela guerra. La primera es muy amada por las Musas y enemiga de las Furias, se complacecon los buenos hijos y se regocija en la riqueza. Mas desechando estos bienes, losmalvados emprendemos las guerras y esclavizamos al inferior, a un hombre otroshombres y una ciudad a otra ciudad (Trad. M. ALGANZA ROLDN).

    22- TUCDIDES, IV 62: Cmo entre nosotros mismos no vamos a hacer la paz,que todos concuerdan que es la mejor? O, si alguno tiene un bien o padece unaadversidad, no os parece que la tranquilidad ms que la guerra podra a cada cualconservarle lo uno y acabar con lo otro? Y que la paz tiene honores y glorias menospeligrosas, y cuantas otras ventajas a lo largo de un discurso podran exponerse, al igualque respecto a la guerra?... Y si alguien cree que conseguir un xito firme merced a lajusticia o a la fuerza, cuide de no fracasar duramente ms all de su esperanza... (Trad.M. ALGANZA ROLDN).

    23.- TUCDIDES, II 63. 1: No creis que luchis por una nica cosa, por la libertaden lugar de la esclavitud, sino por afirmar vuestro imperio y alejaros de los peligros delpoder. Ya no os es posible renunciar a l, aunque alguien temindolo en la presentesituacin, a causa de su pacifismo pase por un hombre de bien, pues ya lo poseis comouna tirana, que parece injusto conseguir, pero a la que es muy peligroso renunciar. Sitales personajes convencieran a otros, destruiran rpidamente la ciudad, y si en algunaparte habitaran gobernndose por s mismos. El pacifismo, en efecto, no salva si no estalineado junto a la accin, ni la esclavitud con seguridad conviene a la ciudad queimpera, sino a la que obedece (Trad. M. ALGANZA ROLDN).

    24.- TUCDIDES, VI 18. 5ss: Y que no os hagan retroceder el pacifismo y ladesunin entre los jvenes y los ancianos de los discursos de Nicias, sino que con ladisciplina acostumbrada, del mismo modo que, deliberando juntos jvenes y viejos,nuestros padres elevaron nuestro poder hasta aqu, as intentad ahora acrecentar la ciudad,y pensad que nada pueden la juventud y la vejez la una sin la otra... y que la ciudad

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    si permanece tranquila, se agotar por s sola... En resumen, opino que una ciudadque no es pacifista rpidamente, segn yo, perecera si se cambia al pacifismo, y queviven con ms seguridad aquellos hombres que gobiernan con menor desacuerdoentre sus costumbres y las leyes establecidas, aunque sea peores (Trad. M. ALGANZAROLDN).