america latina hay otras salidas

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  • 7/31/2019 America Latina Hay Otras Salidas

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    Anlisis de casos

    Movimientos socialesy desafos polticos

    El laberinto de Amrica Latina:hay otras salidas?

    El MST y las disputaspor las alternativas en Brasil

    La izquierda latinoamericanaa comienzos del siglo XXI:nuevas realidades y urgentes desafos

    Venezuela: proceso de cambio,referndum revocatorio

    y amenazas internacionales

    El Movimiento Indgena Ecuatoriano:participacin y resistencia

    La forma clasey los movimientos socialesen Amrica Latina

    Anbal Quijano

    Joo Pedro Stdile

    Atilio A. Boron

    Edgardo Lander

    Ana Mara Larrea

    Maldonado

    Sergio Tischler

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    El laberinto

    de Amrica Latina:hay otras salidas?1

    Anbal Quijano*

    Amrica Latina, tres dcadas despus del comienzo

    de la neoliberalizacin capitalista2, se mira hoy con su

    economa estancada, con la ms alta tasa de desem-

    pleo y con el ms alto porcentaje de pobres de su his-toria3, atravesada por revueltas sociales, sumergida en

    la inestabilidad poltica, y por primera vez en ms de

    un siglo es decir, despus de la conquista del norte

    de Mxico a mediados del siglo XIX, y de Cuba, Puerto

    Rico, Guam y Filipinas al fin de ese mismo siglo, con

    su integridad territorial y su independencia poltica

    explcitamente en cuestin.

    Al final de los ochenta haba consenso en la regin endenominar a esos aos comola dcada perdida, pues yaen 1982 Amrica Latina sufra la ms grave crisis econ-mica en cincuenta aos. Veinte aos despus, no hay difi-cultad en sealar que el proceso ha sido no slo una pr-dida sino una autntica catstrofe. Ciertamente, en primerlugar para los explotados, los dominados, los discrimina-dos. Pero esta vez el proceso ha ampliado largamente el

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    * D i r e c t o r d e l C e n t r od e I n v e s t i g a c i o n e s S o c i a l e s

    ( C E I S ) d e L i m a , P e r .

    P r o f e s o r d e B i n g h a m t o nU n i v e r s i t y , N u e v a Y o r k .

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    universo de sus vctimas, abarcando tambin a las capas medias urbanas de profesio-

    nales y tecnoburcratas y aun a los propios grupos de la burguesa dependiente vincu-

    lados al mercado interno.

    Empero, la creciente marejada de resistencia mundial contra los efectos de la neolibe-

    ralizacin del capitalismo y de la reconcentracin del control imperialista de la autoridad

    estatal tambin tiene en Amrica Latina uno de sus espacios ms activos. Y la ahora con-

    tinuada movilizacin popular contra la situacin actual y contra los regmenes polticos

    responsables de haberla producido ha llevado a una deslegitimacin universal del neo-

    liberalismo, no slo en su condicin de eje de control de las polticas del estado y del

    movimiento de la economa, sino tambin como lo que virtualmente haba llegado a ser,

    una suerte de sentido comn hegemnico para el conjunto de la existencia social.

    Esa deslegitimacin ideolgica y poltica del neoliberalismo plantea ahora un debate

    sobre las opciones de orientacin de las polticas econmicas, sobre las perspectivas

    inmediatas y futuras de accin, y respecto de las ms graves consecuencias sociales del

    prolongado dominio del capitalismo neoliberalizado: el creciente desempleo y la expan-

    sin del nmero de pobres y de la extrema pobreza. Para explorar sus perspectivas, es

    indispensable mirar de nuevo y ms de cerca ese panorama.

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    ANLISIS

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    Brasil do Fato

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    El panorama actual de Amrica Latina

    Los procesos mayores que conducen y ordenan la actual perspectiva sobre AmricaLatina son los siguientes.

    La continuada y creciente polarizacin social de la poblacin

    Las estadsticas sobre el desempleo, la distribucin de ingresos, la proporcin depobres y los niveles de pobreza apuntan a que dicha tendencia es el ms abultadorasgo de la presente situacin latinoamericana, producida, como en todo el mundo, porlos programas de ajuste estructural que han sido impuestos en estos pases para sos-tener el pago continuo de los servicios de una deuda internacional que, sin embargo,crece sin cesar.

    La reprivatizacin social del Estado

    El Estado reduce continuadamente los gastos fiscales en servicios pblicos, educacin,salud, seguridad social, infraestructura urbana y de transportes. Privatiza o, en ms delos casos, remata los recursos de produccin bajo control estatal y las empresas esta-tales destinadas a la produccin de mercaderas de exportacin y de servicios pblicos.Y procura, tambin continuamente, aumentar la deuda externa y la deuda interna de

    modo de mantener en aumento las sumas pagaderas por servicios a la deuda inter-nacional. Y para obtener recursos para dichos pagos, en un momento de contraccineconmica generalizada en toda la regin y en el mundo, impone siempre nuevosimpuestos sobre la poblacin. Esas medidas del Estado denuncian, a las claras, que lossocios, agentes y sirvientes de los capitalistas globales han logrado un control virtual-mente privado del Estado, como lo tena, antes de la Segunda Guerra Mundial, la coa-licin oligrquica4.

    La recolonizacin del control de los recursos de produccin y del capital en su

    conjunto

    El control de los recursos de produccin y en general de acumulacin de capital se haconcentrado y an tiende a concentrarse en manos de las corporaciones transnaciona-les o globales, las cuales reducen el nmero de sus trabajadores, depredan y contami-nan la naturaleza, y exportan todas sus ganancias ya que en la mayora de los pases nopagan impuestos a los respectivos estados, o slo algunas y muy poco. Esto implica, en

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    rigor, la conversin de los antiguos centros productivos en una suerte de factoras colo-niales. La vieja categora de enclave colonial recobra todo su perverso sentido. El con-

    trol del capital financiero est en manos de la burguesa global salvo, quiz, en un pas.Y la especulacin financiera, inclusive ilegal, es protegida por el Estado, como ha ocurri-do, sucesivamente, en Mxico, en Venezuela, en Ecuador, en Per, en Argentina.

    La expansin de la resistencia popular y la deslegitimacin del neoliberalismo

    Aquellas polticas fueron impuestas en estos pases con poca o a veces ninguna resis-tencia y han logrado operar, tambin con poca resistencia, por ms de dos dcadasconsecutivas. Pero desde el fin de la dcada pasada, sobre todo, aunque el Caracazode 1989 debe ser considerado el punto de partida de esta tendencia, las vctimas deesas polticas han comenzado a movilizarse y a organizarse de muchos modos paraprotestar contra tales procesos y para resistir su continuidad y profundizacin. En algu-nos casos, esas protestas y movilizaciones han producido autnticos estallidos socia-les y tambin la crisis y la remocin de varios gobiernos, llegando a gravitar en la elec-cin de gobiernos con discursos anti-neoliberales, como en Venezuela, en Argentina y

    en Brasil. Del mismo modo en Cochabamba, Bolivia, han logrado impedir la imposi-cin del control de una corporacin estadounidense Bechtel sobre el agua. O en elPer, han bloqueado el remate de los servicios pblicos de una ciudad y un ao des-pus han obligado al aumento de salarios del magisterio pblico, congelados por msde una dcada.

    La acentuacin de la inestabilidad poltica, pero an con el voto como

    mecanismo de alternancia de gobiernos

    El estancamiento econmico, la revuelta social y la inestabilidad poltica de AmricaLatina se enmarcan en un perodo de recesin mundial, reduccin del comercio inter-nacional y retraccin de inversiones, inclusive parcialmente de la propia especulacinfinanciera. Parecera, en consecuencia, que se insina un horizonte de crisis poltico-social ms turbulento. No obstante, es tambin por primera vez que todos los gobier-

    nos, sin excepcin, han sido elegidos mediante el voto universal. Inclusive los sucesi-vos recambios de gobiernos han sido hechos de algn modo por cauces legales e ins-titucionales. As, por primera vez a escala regional, la continuada inestabilidad poltica yla agitacin social creciente no son enfrentadas inmediatamente por sangrientos golpesmilitares y regmenes autoritarios y represivos. Y las reivindicaciones y los discursos dela revuelta social que siguen al agotamiento del neoliberalismo, aunque podran impli-car un perodo de abiertas disputas por el control del poder, no parecen anunciar, no

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    todava en todo caso, una inminente puesta en cuestindel patrn mismo de poder, como ocurra entre el fin de

    la Segunda Guerra Mundial y mediados de la dcada delsetenta.

    Un proceso de nueva subjetivacin social oconstitucin de nuevos sujetos sociales

    En efecto, se han ido formando nuevos sujetos sociales,con reivindicaciones, discurso y formas de organizacin yde movilizacin nuevos, y han hecho ya su ingreso en laescena poltica como actores decisivos en algunos pases.Se trata, en primer trmino, del llamado movimiento delos indgenas que, aunque de dimensin continental,actuando desde Alaska hasta Tierra del Fuego, en AmricaLatina tiene sus ms importantes sedes nacionales enEcuador, Mxico y Bolivia, adems de sedes locales y

    regionales importantes en toda la cuenca amaznica. Enel caso de los indgenas, aunque todava motejados demovimientos tnicos, se dirigen a la redefinicin de lacuestin nacional de los actuales estados y a la autonomaterritorial de las nacionalidades dominadas. Ya han

    comenzado a cambiar la geografa poltica de AmricaLatina y en Ecuador y Bolivia ya son, de hecho, los acto-res polticos ms importantes. Los lderes de laConfederacin Nacional de Indgenas del Ecuador(CONAIE) llegaron incluso a ocupar el silln presidencial,efmeramente es cierto, junto con el entonces CoronelLucio Gutirrez, despus elegido presidente del Ecuador,precisamente con el apoyo del movimiento de los indge-nas. Y notablemente, el proceso de reidentificacin socialy nacional de esas poblaciones conlleva la reorganizacin

    comunal de sus pueblos, de sus instituciones, de sus for-mas de organizacin del trabajo y de la produccin5.

    Una parte importante del movimiento de los indgenaslatinoamericanos corresponde al campesinado. Eso quie-re decir que una parte del campesinado latinoamericanoasocia hoy sus problemas de control de la tierra para

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    En algunos casos,

    las protestas

    y movilizaciones

    han producido

    autnticos estallidos

    sociales y tambin

    la crisis

    y la remocin

    de varios gobiernos,

    llegando a gravitar

    en la eleccin

    de gobiernos

    con discursos

    anti-neoliberales,

    como en Venezuela,

    en Argentina

    y en Brasil

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    sembrar y para habitar con su situacin nacional dentro del Estado. Pero la mayora delcampesinado de esta regin no ha vuelto a forjar los grandes movimientos que produ-

    jeron cambios profundos en la estructura de tenencia de la tierra y en la estructura depoder rural entre 1950 y 1970. Sin embargo, en el caso brasileo, donde la derrota deesos movimientos fue total con el golpe militar de 1964 y donde por lo tanto los cam-bios fueron tan profunda y largamente regresivos, se ha desarrollado lo que posible-

    mente es el ms grande movimiento organizado de los trabajadores del campo en todoel mundo: el Movimiento de los Sin Tierra (MST), que coordina y comanda cientos demiles de personas nucleadas en comunidades, cooperativas, poblaciones; invade yocupa tierras; enfrenta la creciente violencia armada de los terratenientes. El MST no esun movimiento interesado solamente en la redistribucin de la tierra agraria, sino que seorienta a la formacin de nuevos modos de organizacin de produccin y de gobierno.Es, en ese sentido, uno de los ms importantes modos del proceso de nueva subjeti-vacin social que atraviesa Amrica Latina6.

    Creciente ocupacin militar del territorio latinoamericano por las fuerzas

    armadas de Estados Unidos

    Sin duda por todo aquello se ha desatado una nueva preocupacin para los que tienenposicin hegemnica en el control del poder en Amrica Latina. Con la complicidadactiva o pasiva de los gobiernos latinoamericanos, Estados Unidos est instalandodesde fines de la dcada del ochenta, y ms rpidamente ahora, bases militares, sedes

    y redes de servicios, de transporte y de aprovisionamientos blicos, conocidas comoLocaciones de Operaciones de Avanzada (FOL) y Sitios de Operaciones de Avanzada(FOS), virtualmente en toda la regin aunque ms concentradamente en el rea andi-no-amaznica. A sus anteriores bases en Puerto Rico y en Guantnamo, en Panam,en Honduras y en El Salvador, y a sus FOL en Costa Rica, Belice, Islas Caimn, Aruba-Curaao, se aaden ahora la base de Manta en Ecuador; las de Caquet, Leticia yPutumayo en Colombia; los FOL y FOS en Iquitos, Per; en Chapare y la unidad anti-terrorista en Santa Cruz, Bolivia; y las de Salta, Chubut y Ro Negro en Argentina. Eneste ltimo pas, antes del fin del gobierno de De la Ra, se habra acordado una sedede investigaciones nucleares para fines cientficos en la Patagonia7; estn an en cursolas negociaciones sobre la base de Alcntara en Brasil8. Con Per se negoci en marzode 2002 un acuerdo por el cual el Estado peruano otorgaba a las fuerzas armadas deEstados Unidos el derecho de libre trnsito por el territorio peruano y de transporte detoda clase de equipos militares, incluyendo aviones, barcos, tanques, sin ingerenciaalguna del Estado y protegidos de toda actividad de la poblacin local (Quijano,1993[a]; 2002[a]). El famoso Plan Colombia es, obviamente, uno de los nombres detodo este despliegue militar en Amrica del Sur, y la lucha contra el trfico de drogas

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    fue el ms socorrido argumento inicial. Posteriormente fue presentada como una reac-

    cin contra la extensin de la subversin de Sendero Luminoso en el Per de la dca-

    da del ochenta y de las FARC y otros grupos en Colombia. Despus del infausto 11 de

    septiembre de 2001, proclamada laguerra infinita contra el terrorismo, el Estado hege-

    mnico del Bloque Imperial cubre con el mismo membrete de terroristas no slo a

    dichas organizaciones subversivas sino a todos los movimientos de protesta social, muy

    en especial a los movimientos de indgenas.

    Esa expansin del aparato militar de control de Amrica Latina implica, de todos modos,

    el reconocimiento de que Latinoamrica la regin ms rica del mundo en materias pri-

    mas minerales y vegetales, agua y biodiversidad es tambin ahora poltica y social-

    mente una de las regiones ms convulsas. Por eso, slo un exceso de ingenuidad hara

    admitir que el despliegue de instalaciones militares y el entrenamiento y equipamiento

    de las fuerzas armadas locales en Centro y Sur Amrica estn destinados solamente a

    ayudar a estos pases a luchar contra el trfico de drogas y el terrorismo. En verdad, sonla integridad territorial, la independencia jurisdiccional o soberana y la independencia

    poltica de los pases latinoamericanos las que estn en cuestin9.

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    Un horizonte de conflictos de poder

    Si no se pierde de vista todo lo anterior, es pertinenteadmitir un nuevo sentido en la versin latinoamericanadel proceso mundial. Ha ido creciendo en la regin laparte de la poblacin mundial colocada en las trampas

    creadas por el capitalismo actual. En primer trmino,nadie puede hoy vivir sin el mercado. Pero una crecientemayora de la poblacin no puede vivir slo con el mer-cado. En segundo trmino, nadie puede vivir sin el Estado.Pero una creciente mayora de esa misma poblacin yano puede vivir con el Estado. La poblacin atrapada enesas trampas especficas de la fase actual del capitalismopor un lado se ve forzada a aceptar cualquier forma deexplotacin para sobrevivir. En este sentido se re-expan-

    den la esclavitud, la servidumbre personal, la pequeaproduccin mercantil independiente, que es el corazn dela llamada economa informal. Por otro lado, al mismotiempo, se extienden formas de reciprocidad, es decir, deintercambio de fuerza de trabajo y de productos sin pasarpor el mercado, aunque con una relacin inevitable, peroambigua y tangencial, con l. Y tambin, nuevas formasde autoridad poltica de carcter comunal, que operan con

    y sin el Estado y cada vez ms, si no siempre, contra l(Quijano, 1998).

    As, la creciente masa de desempleados, en especial delos sectores industriales, urbanos y modernizados de laregin, ha comenzado a orientarse ms all del reclamode empleo, salarios y servicios pblicos, organizndoseen redes de produccin autogestionaria y de autogobier-no de tipo comunal. Por ejemplo, la reciente crisis argen-

    tina puso en relieve mundial el movimiento de lospiqueteros, que ya estaba en accin desde unos aosantes, asediado y reprimido por el Estado. ste es unmovimiento de trabajadores desempleados, sobre todourbanos, que no solamente protesta por su situacin yreclama empleo y salarios, sino que tiende hacia la orga-nizacin de ncleos de produccin orientados por la reci-procidad, hacia la ocupacin y la gestin colectiva de tie-

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    ... slo un exceso

    de ingenuidad hara

    admitir que

    el despliegue

    de instalaciones

    militares estn

    destinados

    solamente a ayudar

    en la lucha contra

    el terrorismo.

    En verdad,

    son la integridad

    territorial,

    la soberana

    y la independencia

    poltica de los pases

    latinoamericanos

    las que estn

    en cuestin

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    rras y de fbricas abandonadas. En pases como Argentina es un fenmeno relativa-mente nuevo, pero tiene raigambre e historia prolongadas en pases como Per,

    Ecuador o Mxico (Quijano, 1998).

    As, tres dcadas de neoliberalismo en Amrica Latina han creado las condiciones, lasnecesidades y los sujetos sociales de un horizonte de conflictos sociales y polticos que

    podran no agotarse solamente en la protesta y la oposicin a la continuacin del neoli-beralismo o en la disputa por la distribucin de ingresos y de recursos de sobrevivencia.Y los nuevos sujetos sociales que emergen no solamente estn ya en la escena del con-flicto, sino que tienen todas las condiciones para crecer precisamente por las propiasdeterminaciones de la crisis.

    La sociedad neoliberalizada en Amrica Latina

    Sobre esta cuestin, lamentablemente, no podemos ir muy lejos, ni muy hondo, en laindagacin. Hay consenso en el debate acerca de una reprimarizacin y terciarizacin dela estructura productiva de Amrica Latina, con la parcial excepcionalidad de Brasil, como

    resultados del proceso iniciado desde fines de la dcada del setenta. Eso implica, en pri-mer trmino, que en estos pases son extremadamente dbiles o inexistentes la bur-guesa industrial por un lado y, por el otro, la antes llamada clase obrera industrial.

    Ese proceso de reconversin de la estructura productiva de Amrica Latina conllev,

    como es obvio, el cambio de su lugar en la cadena mundial de produccin y de trans-ferencia de valor y de plusvalor, pero igualmente el cambio del lugar y del papel de lasburguesas de la regin respecto de las del centro. La precaria y relativa autonoma queestaba en proceso de constitucin, sobre la base de la produccin industrial, del proce-so de articulacin de circuitos regionales o locales de acumulacin y transferencia devalor, y del beneficio fundado ante todo en el mercado interno10, termin abruptamentey cedi ante la ms completa subordinacin bajo las burguesas centrales.

    Dentro de los grupos burgueses latinoamericanos, aparte de Brasil, slo lograron soste-

    nerse y enriquecerse aquellos que pudieron asociarse a la produccin primaria para laexportacin, a la importacin de mercaderas industriales, al capital financiero y a los ser-vicios. Como en la produccin primaria el control de los recursos decisivos ya estaba bajodominio de la burguesa internacional, as como el capital financiero y los servicios aso-ciados, en rigor la burguesa local sobreviviente emergi no solamente ms subordina-da que nunca antes, sino sobre todo socialmente mutada en una nueva versin de bur-guesa compradora empujada a la especulacin comercial y financiera, y de ese mododirectamente subordinada a la burguesa financiera globalizada desde comienzos de la

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    dcada del setenta. Paralelamente, el control del capital en cada uno de los sectores pro-ductivos, primarios, secundarios y terciarios, se desplaz largamente a la burguesa inter-

    nacional o global. Y en este sentido las burguesas locales no son solamente subordina-das en las transacciones financieras y comerciales, sino que ante todo tienen un lugarsecundario en el control del capital en la regin.

    Los efectos de esos procesos sobre los trabajadores han sido espeluznantes. Lanzadosen su vasta mayora al desempleo, la precarizacin y la flexibilizacin de las condicionesde empleo, la reduccin o el desmantelamiento de la produccin industrial produjo sudispersin y la fragmentacin social, el debilitamiento de sus instituciones gremiales, lacrisis de su identidad social. La violencia de esos procesos ha trado problemas excep-cionalmente graves en la vida social de los trabajadores y sus familias. En trminos dela estructura social de la sociedad latinoamericana es necesario sealar que las relacio-nes entre capitalismo y trabajo son ahora, y no slo en Amrica Latina, mucho ms com-plejas que poco antes; que el mundo del trabajo es mucho ms heterogneo y ademsdisperso y fragmentado. La crisis de identidad social que todo eso conlleva ha empuja-do a muchos a un proceso de reidentificacin en trminos no vinculados a la relacinentre capital y trabajo, sino en otros muy distintos entre los cuales los criterios de pobre-

    za, de etnicidad, de oficios y actividades informales, y de comunidades primarias son,probablemente, los ms frecuentes11.

    Se puede identificar a la burguesa compradora y especuladora, adversaria del merca-do interno, como hegemnica social y polticamente entre los dominantes locales, aso-

    ciada y subordinada a los intereses de la burguesa central o global. Pero es difcil, encambio, identificar un sector de trabajadores como el hegemnico en el heterogneo,disperso, fragmentado y cambiante universo del trabajo. La creciente mayora de ellosest caracterizada por la actividad informal y por la multi-insercin en el mundo delempleo, esto es insertado de manera precaria y muy diversa, y en distintas actividades.Y slo una minora muy reducida est agrupada en instituciones sociales de tipo gremialo poltico, a diferencia de lo que ocurra hace tres o an dos dcadas atrs.

    La cuestin del Estado

    Como puede ser advertido en todo lo anterior, los procesos que han llevado a AmricaLatina a la situacin actual han sido, en verdad, muy profundos. Han producido unagenuina reconfiguracin de la existencia social, de las relaciones sociales bsicas, de losintereses sociales, de sus agentes, de sus instituciones, tanto en la dimensin materialcomo en la intersubjetiva. En esa perspectiva, tienen el carcter de toda una contrarre-volucin.

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    El agente central de ese proceso de neo-liberalizacin de la economa latinoamericanay de la reconfiguracin de la estructura de poder, de los intereses sociales, de sus agen-tes, de sus agrupaciones e instituciones, ha sido el Estado. Y eso indica que los gruposde inters social asociados a esos procesos y beneficiarios de ellos obtuvieron la fuerzanecesaria para llegar al control del mismo y de las condiciones adecuadas para imponersus polticas.

    Es inevitable preguntarse ahora, en medio de la crisis latinoamericana y del debate y laconfrontacin social y poltica que observamos, y a la vista de los intereses sociales yagentes de la estructura de poder producidos por el neoliberalismo, cules sern opodrn ser las opciones dotadas de las condiciones y de la fuerza capaces de con-quistar el control efectivo del Estado, y cules tendencias o cules propuestas podrnllevar adelante.

    Es cierto que ya en varios pases, algunos muy importantes, el descrdito del neolibera-lismo ha llevado al gobierno a los partidarios del capitalismo nacional. Significa eso quepor lo menos en esos pases se han establecido las condiciones del desarrollo capitalis-ta bajo el control de una burguesa y de un estado nacionales? Difcilmente. No existe,salvo parcialmente en Brasil, una burguesa local con alguna fuerza propia. Pero la mismatiene un conflicto insanable con todo desarrollo capitalista nacional continuado. Y aun-que determinados gobiernos pudieran ser admitidos como nacionalistas, eso no calificanecesariamente a los respectivos Estados como nacionales, como es el caso deVenezuela y de Argentina.

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    Es cierto tambin de otro lado que, aparte de los discursos, son an inexistentes lasacciones concretas que puedan dar rumbo al curso histrico prximo hacia las metas

    prometidas. Y es cierto ya, en cambio, que donde el discurso comenz a afilarse y pare-cieran comenzar las acciones, como en la Venezuela de Chvez, los grupos de interssocial asociados al neoliberalismo y al imperialismo no han tardado en organizarse ypasar a la ofensiva contra el rgimen chavista, con el ostensible apoyo de Estados Unidos

    y de los gobiernos latinoamericanos que son sus aliados, encaminndose claramente endireccin de una contrarrevolucin (Quijano, 2002[b]). sa es, en todo caso, una indi-cacin de que si en Brasil o en Argentina se comenzaran acciones concretas e impor-tantes en direccin del capitalismo nacional, los grupos sociales con intereses contrariosno tardaran en organizar la resistencia, si es que no estn ya preparndola.

    Las condiciones y los rasgos de un capitalismo nacional no imperialista y sin embargocapaz de desarrollo no son desconocidas. Aunque por perodos ms bien cortos y porlo tanto sin las condiciones de desarrollo continuado, inclusive Amrica Latina no esajena a esa experiencia. Aunque eso no sea el objeto de esta discusin, estn en juego,entre otras, las siguientes condiciones bsicas: el control nacional de los recursos y delos productos; una estructura productiva capaz de proveer a las demandas del mercado

    interno y complementariamente tambin del externo, y de defender su independenciasin perjuicio de su insercin y de su asociacin mundial; la expansin y el control delmercado interno; y el control de las transacciones internacionales del pas.

    Todas esas condiciones se ordenan en torno de un factor central: la distribucin relati-

    vamente democrtica del acceso a recursos de produccin y a ingresos para usar y con-sumir lo que la sociedad produce; la provisin democrtica de servicios pblicos; la rela-tivamente democrtica distribucin del acceso a las instancias de generacin y de ges-tin de la autoridad pblica, esto es, del Estado. En otros trminos, la condicin histri-ca del desarrollo capitalista nacional, en los perodos en que eso lleg a ser posible, fuey es la democracia bsica de la sociedad y su expresin poltica en el Estado. Y sa es,precisamente, la condicin ausente hoy en Amrica Latina.

    Por otro lado, la experiencia de capitalismo nacional en Latinoamrica tuvo lugar slo cuan-do algunas fracciones de la burguesa tuvieron que aliarse, o admitieron hacerlo, con las

    capas medias modernizantes y ganar el respaldo de los trabajadores explotados, ya sea paradestruir el estado oligrquico, como en el caso mexicano, o para imponer la modernizacinbsica, como en los casos de Argentina, Uruguay, Chile o Colombia (Quijano, 1993[b]). Peroen ninguno de esos casos la democratizacin de la sociedad y la nacionalizacin del Estadopudieron ser consolidadas de modo de garantizar la continuidad del desarrollo capitalistanacional. Por esas razones, el desarrollo capitalista posible ha sido solamente como neoli-beralizacin y por lo tanto contra la creciente mayora de su poblacin.

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    El Estado en todos los pases ha operado en estos ltimostreinta aos, en mayor o menor medida, en contra de la

    mayora de la poblacin. Esto es, no slo como articula-cin poltica del dominio de una minora sobre la mayo-ra, como en todas partes, sino como garante y adminis-trador de la continuada y creciente exclusin social de la

    mayora. A menos que alguien tuviera el desparpajo desostener que, en los ltimos diez aos en especial, enArgentina, en Brasil, en Per, en Ecuador, en Bolivia o enMxico, el Estado haya trabajado en beneficio de esapoblacin. Dicho de otro modo, hemos sido vctimas deun proceso de reprivatizacin del Estado.

    La determinacin histrica central en esas relaciones entrecapitalismo y Estado en Amrica Latina consiste en lacolonialidad bsica del patrn de poder mundial imperan-te, originada precisamente con la propia Amrica(Quijano, 2001; 2000[a]).

    Con todos los obligados recaudos, no parecen ser muynotables las condiciones que permitiran establecer o res-tablecer un capitalismo nacional, mucho menos demo-crtico. El cambio histrico necesario para lograrlo sera

    tan profundo que implicara en realidad una revolucin. Ytampoco parecen estar a la vista, en el corto plazo, lascondiciones y las fuerzas sociales y polticas que pudieranllevar a cabo un proceso de ese carcter y de esa orien-tacin. De una parte, una revolucin social para imponerun capitalismo nacional, democrtico, choca en primertrmino con la propia burguesa, local e internacional. Dela otra, las nicas fuerzas sociales y polticas que estn encurso de constitucin, si se desarrollaran y se hicieranefectivamente fuertes como para disputar el control del

    poder en esta sociedad, probablemente se orientaranms a la produccin democrtica de una sociedad demo-crtica. En tal caso, el patrn de poder capitalista estaraen cuestin, incluido por cierto su Estado.

    Si se observa con cuidado lo que ocurre con una mayoracreciente de la poblacin latinoamericana y probable-

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    ... la condicin

    histrica del

    desarrollo capitalista

    nacional,

    en los perodos

    en que eso lleg

    a ser posible,

    fue y es

    la democracia bsica

    de la sociedad

    y su expresin

    poltica en el Estado.

    Y sa es,

    precisamente,

    la condicin

    ausente hoy

    en Amrica Latina

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    mente mundial, as como no puede vivir sin el mercado ni puede vivir con el mercado,

    no puede tampoco vivir sin el Estado ni puede vivir con l. Para las vctimas que son

    empujadas al polo de miseria del capitalismo, por eso mismo, en adelante toda con-

    quista o reconquista del acceso a los bienes y servicios que el trabajo produce no puede

    realizarse sino como democratizacin radical de la existencia social. Tender tambin por

    eso, no mucho ms tarde, hacerse sin el Estado o contra l.

    Nuevas formas de autoridad estn en pleno curso de constitucin en todas partes, de

    manera molecular si se quiere. Ellas tienden a ser de carcter o de orientacin comu-

    nal. Sus muchas formas de conflicto y de combinacin con el Estado ya estn pre-

    sentes. As ocurri con las experiencias de Villa El Salvador12 o de Huaycn, en el Per,

    de las comunidades que reorganiza el movimiento de los indgenas en Ecuador yBolivia, o que va ampliando el MST en el Brasil. Y as han estallado a la mirada mun-

    dial en la reciente crisis argentina. Fuera de esas tendencias, la heterogeneidad hist-

    rico-estructural de la sociedad contempornea, dentro y fuera de Amrica Latina, no

    podra expresarse democrticamente, en una sociedad democrtica. Y sin una socie-

    dad democrtica de ese carcter, la polarizacin social que produce el capitalismo

    actual, arrastrando a la especie a una catstrofe demogrfica y social sin precedentes,no podra ser controlada.

    Bibliografa

    Arancibia, Fabiana 2003 Patagonia, la codiciada, en Amrica Latina en Movimiento

    (Quito) N 366, marzo.

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    Delgado Ramos, Gian Carlo 2003 Geopoltica Imperial y Recursos Naturales, enMemoria(Mxico) N 171, mayo.

    Macas, Luis 2000 A diez aos del levantamiento del Inti Raymi en Ecuador, enAmricaLatina en Movimiento (Quito) N 315, junio.

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    Quijano, Anbal 1993[b] Amrica Latina en la Economa Mundial, en Problemas del desa-

    rrollo (Mxico: Instituto de Investigaciones Econmicas, UNAM) Vol. XXIV, N 95, octubre-diciembre.

    Notas

    1 El presente artculo es un extracto del ensayo de Anbal Quijano publicado bajo el mismottulo en el dossier Resistencia popular y cambio poltico en Amrica Latina de la RevistaVenezolana de Economa y Ciencias Sociales, Vol. 10, N 1, enero-abril de 2004, editadapor la Facultad de Ciencias Econmicas y Sociales de la Universidad Central de Venezuela.

    Agradecemos al autor y a la directora de dicha publicacin la posibilidad de presentar estaversin del referido texto. Para consultar el artculo completo y la Revista Venezolana deEconoma y Ciencias Sociales, ver

    2 El 11 de setiembre de 2003 se cumplieron treinta aos del golpe de Pinochet en Chile,que dio comienzo al proceso de neoliberalizacin del capitalismo en Amrica Latina.

    3 Sobre el desempleo, ver el Informe de la CEPAL, 2002; y sobre la pobreza, el Informesobre Desarrollo Humano del PNUD 2002, difundido el 8 de julio de 2003 en Dubln,Irlanda.

    4 Sobre el Per vase Anbal Quijano (2002[a]).

    5 Un breve pero til recuento de la trayectoria del movimiento indgena ecuatoriano enMacas (2000: 12-16).

    6 Un interesante debate sobre la experiencia del MST, ver de Sousa Santos (2002: 81-114y 189-283).

    7 De hecho la Patagonia parece haberse convertido en un serio problema de soberana enArgentina. En marzo de 2002, una encuesta dirigida por Jorge Giacobe pregunt a lospobladores de la zona si estaran de acuerdo en entregar la Patagonia para cancelar ladeuda externa del pas. Esa encuesta fue usada por el economista Rudiger Dornbusch,

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    entonces profesor del MIT, recientemente fallecido, en relacin con su propuesta de entre-gar Argentina a la administracin de un comit internacional. Y Liberation, de Pars, publi-c el 5 de marzo de 2003 la lista principal de nuevos dueos y compradores extranjerosde extensas reas de la regin. Ver Fabiana Arancibia (2003: 3-5).

    8 El Comando Sur de las FF.AA. de Estados Unidos cubre 32 pases, 19 en Centro y SurAmrica, 12 en el Caribe. Vase mapa en Tambin informacin en Gian Carlo Delgado Ramos (2003: 35-39) y en Maria Luisa

    Mendona (2003: 17-19).

    9 Debe recordarse que la primera gran reaccin antiimperialista de Amrica Latina en lasegunda mitad del siglo XIX emergi precisamente frente a la conquista de la mitadNorte de Mxico. La expansin territorial de Estados Unidos apareca entonces como unaamenaza a la soberana de la regin. Ahora estamos en una circunstancia dramatizadapor la ocupacin colonial de Irak y las amenazas contra los dems pases del MedioOriente. Es inevitable, en consecuencia, la inquietud latinoamericana por su indepen-dencia territorial y poltica cuando Estados Unidos declara terroristas a todos los movi-mientos de protesta social y poltica de la regin, incluyendo a los movimientos indge-

    nas, y al mismo tiempo acelera y expande la instalacin de sus bases militares en todoel territorio latinoamericano.

    10 Valga sealar que entre 1970 y 1980 el llamado sector externo como componente delPBI regional pas del 20% al 50%. En trece de los pases salt hasta el 70%, y solamen-te en seis pases ms pobres se mantuvo por debajo del 50%.

    11 He adelantado el debate sobre algunas de estas cuestiones en Quijano, 2003.

    12 Ver Jaime Coronado y Ramn Pajuelo (1996) y Quijano (2000[b]; 1998).

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