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The Ivy por Lauren Kunze y Rina Onur
Página2
SSiinnooppssiiss
elicitaciones! Has sido admitida en la universidad más prestigiosa
del mundo. Ahora, ¿qué vas a hacer?
Callie Andrews puede ser que no tenga dinero ni conexiones ni la
ropa adecuada, y puede ser que tenga demasiadas complicaciones en su vida
amorosa, con…
Gregory… el chico al que ella adora odiar….
Evan… el chico que le encantaría olvidar…
Clint… el chico que desearía amar…
Y Matt… el chico que realmente debería amar.
Todos compitiendo por su atención.
Pero ella tiene tres compañeras de cuarto fantásticas (¿mejores amigas o su
peor pesadilla?). Una sana reputación de chica de California (uups) y cerebro,
belleza y grandes, grandes sueños.
¿Será suficiente para ayudarla a sobrevivir el primer año en Harvard?
¡F
Página3
CCoonntteenniiddoo Sinopsis .............................................................................................................................................................................. 2
Contenido .......................................................................................................................................................................... 3
SECUNDARIA WEST HOLLYWOOD .......................................................................................................... 4
Capítulo 1 ........................................................................................................................................................................... 8
Capítulo 2 ..................................................................................................................................................................... 25
Capítulo 3 ..................................................................................................................................................................... 45
Capítulo 4 ...................................................................................................................................................................... 60
Capítulo 5 ...................................................................................................................................................................... 73
Capítulo 6 ....................................................................................................................................................................... 87
Capítulo 7 ..................................................................................................................................................................... 102
Capítulo 8 ...................................................................................................................................................................... 116
Capítulo 9 .................................................................................................................................................................... 135
Capítulo 10 ................................................................................................................................................................... 152
Capítulo12 .................................................................................................................................................................... 180
Capítulo 13 ...................................................................................................................................................................196
Capítulo 14 .................................................................................................................................................................. 207
Capítulo 15 .................................................................................................................................................................. 228
Capítulo 16 ................................................................................................................................................................... 241
Capítulo 17 .................................................................................................................................................................. 257
Próximo Libro .......................................................................................................................................................... 276
Sobre la Autora ........................................................................................................................................................277
Créditos ........................................................................................................................................................................ 278
¡Visítanos! ................................................................................................................................................................... 279
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SSEECCUUNNDDAARRIIAA WWEESSTT HHOOLLLLYYWWOOOODD
Clase de 2010
allie,
Eres una perra mezquina pero te amo de todos modos. ¡Qué tengas
un buen verano!
Besos, Samantha.
Hola Cal,
Gracias por siempre apoyarme en Cálculo. Sin ti, creo que no me estaría
graduando. ¡Buena suerte el próximo año!
Kevin.
Estimada Legalmente Rubia1:
(En serio, ¡nunca pasa de moda!) Dicen que eres una mega-genio y todo eso, pero
no tengo nada contra ti porque eres increíblemente ardiente. Si alguna vez te
aburres con Evan, ya sabes a quién llamar…
Jerry.
Callie,
1 Legally Blonde/Legalmente Rubia: película en la que la protagonista Elle Woods es una
rubia de California, cuyo novio Warner la abandona por no considerarla suficientemente seria.
Durante la depresión por la ruptura, Elle llega a la conclusión de que debe asistir a la Facultad
de Derecho de Harvard, donde Warner estudia.
C
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¡No nos olvides cuando seas famosa!
Lo mejor para ti, Lisa.
Hahvahd,
Secundo lo que dijo Jerry…
Ted, 555.3621
Callie,
Cuatro palabras: Tercer Partido, Campeonato Estatal. Tu remate de cabeza a
mi saque de esquina = ÉPICO. Siempre lo recordaré, junto con todas las
prácticas, las fiestas de pijamas, todas las bromas (¡el equipo de chicos
TODAVÍA no sabe quién tiñó su uniforme de morado!), y por supuesto, todos los
juegos. Aunque no hayas marcado el gol de la victoria en la Estatal, todavía
eres mi Número Uno. Déjalos muertos en Harvard.
Co-capitanes x-siempre,
Mellissa.
Cal,
Oh, la ironía, oh, el cliché. ¿Qué es lo que una mejor amiga debe decir aquí en el
anuario, de todos modos? No es como si no voy a verte todos los días este verano
(si puedo separarte de Evan por dos segundo, claro está). Pero en serio, ni
siquiera sé por dónde empezar: tantas cosas que voy a extrañar... Los martes por
la noche de fro-yo, la mañana del jueves en el salón de “estudio”, trabajar en la
carroza de la fiesta de bienvenida, ¡perderte para la reina del baile! —todavía
estoy enfadada por cierto ;)— quedándonos en casa de tu padre y pretender que
vamos a la UCLA, fingir que vamos a la UCLA para poder colarnos en fiestas
de fraternidades (sin duda tener una repetición este verano), usar a Ted y Jerry
para conocer atletas universitarios (oh, espera, esa fui sólo yo), tu primer
sujetador de verdad, mi primer beso, el 7º grado en la clase de gimnasia,
audicionar para ese reality show: The Notebook Secret, 19 de Julio de 2006,
piscinadas con barbacoas, hogueras junto a la playa, “Muchos-QUÉ? ¿Por qué
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estás tocando mis PIES??”, ¡Fashion Police! La policía de verdad (no me culpes
si eso es lo que resulta cuando eres la Sra. Davies, Lcda., Y Evan está corriendo
para la oficina), la noche que “accidentalmente” nos encerramos en el cuarto de
baño de Bryan…
Vaya. Hay demasiados recuerdos… y es verano ahora, perra, así que vamos a ir
hacer unos cuantos más. No voy a decir que te echaré de menos… ¡No voy a
llorar!
(BIEN, así que tal vez sí vales la pena)
Besos y abrazos, Jess.
Señorita Callie Andrews:
Bueno, tengo que decir que ha sido un verdadero placer competir contigo en los
últimos doce años de nuestras carreras académicas. El título del discurso de
despedida fue realmente en juego hasta el final, y quiero darte las gracias por
abdicar con tanta gracia. No puede haber sido fácil. Dicen que la única razón
por la que uno opta por Harvard sobre Yale es porque no fue admitido a este
último; pero estoy seguro que no es el caso contigo.
La mejor de las suertes,
Scott Hamilton Wentworth.
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“YO NO QUIERO REPETIR MI INOCENCIA.
SÓLO QUIERO EL PLACER DE PERDERLA OTRA VEZ”.
—F. Scott Fitzgerald, Este Lado Del Paraíso.
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CCaappííttuulloo 11 DÍA DE LA MUDANZA
Estaciona Tu Coche En La Universidad De Harvard
Traducido por Dark&rose y Pimienta
Corregido por Julieta_Arg
ueridos Froshlings:
Peones y futuros líderes de América, el Día de la Mudanza,
oficialmente, ha llegado hasta aquí, y los estudiantes avanzados no
pueden esperar para darles la bienvenida a Harvard: nuestra humilde
morada. Trabajando sin descanso para su beneficio, como de
costumbre, he compilado una lista de las cinco *cosas cruciales* que debes
saber antes de poner un pie en la histórica ciudad de Cambridge. Estas son las
reglas. Su tarea: memorizarlas.
1. Qué debes leer.
Chicas, para su LL2: Las revistas Vogue, Vanity Fair, y Hola; lean el New York
Times en público y Star en privado.
Chicos, para su LC3: el Wall Street Journal y El Economista son necesidades
básicas.
Buscadores de oro, para sus SM4: Forbes 500, también conocido como la Biblia.
Parece que al menos tres miembros de tus compañeros de nuevo ingreso
provienen de familias que formaron parte del top 100 de este año.
2. Qué debes beber.
2 LL: Licenciatura en Letras. 3 LC: Licenciatura en Ciencias. 4 SM: Súper Mentes.
Q
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Cualquier cosa que mantengan esas pequeñas neuronas de genio en
movimiento: Red Bull, Red Bull sin azúcar, o mi favorito, un Venti Café Moca
de Starbucks. Mejor que sea sin grasa, sin azúcar, sin espuma si planeas evitar
ganar los Siete Kilos del Estudiante de Primer Año5.
También, por favor ten en cuenta: la cerveza es para los estudiantes de escuela
intermedia y los jugadores de fútbol. Ahora, eres adulto, chicos: beban acorde.
3. Qué debes comer.
Nada. En serio, no coman. Especialmente entre las 6 p.m. - 3 a.m. A menos,
claro, que quisieran ganar 7 kilos. O bien, de acuerdo con las tendencias
recientes, lo que se está convirtiendo en los “Quince del Primer Año”. ¡Maldita
seas, inflación!
4. Qué debes ponerte.
Yo, por lo general, me baso un poco en lo que llamo las “Tres P”. Eso es para:
perlas, Prada, y La Perla. Por supuesto, entiendo que para algunos de ustedes,
esto puede ser un poco demasiado pedir. Mi única verdadera petición, entonces,
es que te duches… diariamente. Te sorprendería lo difícil que parece encontrar
esa tarea la mayoría de los estudiantes de Harvard.
5. A quién conocer.
A algunos les gusta limitar su entorno social a las personas cuyos apellidos son
los mismos que los principales edificios del campus, o a los admitidos por sus
talentos dados por Dios en equipo, squash o equitación. Sin embargo, mi
consejo es poner tus Actitudes Socialmente Darwinianas a un lado, y salgas y
conozcas a algunos verdaderos idiotas de Harvard. Pueden verse y oler un poco
diferente del resto de nosotros, pero sin ellos, Harvard no tendría armas
nucleares, el MIT no tendría una máquina del tiempo, y nunca habría superado
Matemáticas 21a.6
Armados con estas cinco sencillas reglas, tienes una posibilidad de sobrevivir a
tu primer semestre (no te preocupes, la mayoría de la gente lo hace… con
algunas excepciones).
5 En inglés es Freshman Fifteen: para hacer referencia a los estudiantes nuevos que suelen
aumentar de peso. 6 Mathematics 21a: cubre cálculo de multivariables.
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Y ah, se me olvidaba: La Regla no dicha: Regla # 6. Puesto que eres nuevo, te lo
diré directamente: chicas de primer año, manténganse alejadas de los chicos de
clase avanzada. Sólo se preocupan por una sola cosa, y no tiene nada que ver
con tu perfecto expediente de escuela secundaria.
Bienvenidos a la vida en la Burbuja,
Alexis Thorndike, Columnista de Consejos
Revista Quince Minutos.
Autoridad de la Universidad de Harvard en la Vida del Campus desde 1873.
Callie Andrews, forcejeaba bajo el peso de dos cajas de cartón enormes que, en
un movimiento típico, habría apilado una encima de la otra, confiando en que
ella podría manejar la carga. Estaba equivocada. Mientras su pie superaba el
último peldaño de la escalera que conducía al segundo piso del Dormitorio
Wigglesworth —su casa en Harvard durante el año siguiente— la caja
superior, la que su madre había insistido en etiquetar con “INTIMIDADES”
con un enorme marcador permanente, comenzó a deslizarse.
—Oye, déjame echarte una mano con eso —dijo una voz por encima de su
hombro.
—No, todo está bien, lo tengo… —empezó a decir, pero antes de que pudiera
decir que era más fuerte de lo que parecía, y agradecérselo, él salió a la luz.
Jadeó y ambas cajas se desplomaron hacia el suelo, las solapas abriéndose y
esparciéndose el contenido por todas partes.
En circunstancias normales, dejar caer tus INTIMIDADES, COSAS VIEJAS
DE FÚTBOL, y otros artículos de carácter muy personal por todo el pasillo en
el día de hoy, el Día de la Mudanza, el primer día de universidad y —si el cursi
discurso de graduación hecho por Scott Wentworth, el petulante,
perpetuamente sudoroso y mejor estudiante de la Secundaria West Hollywood,
quien venció a Callie por una fracción exasperante de un promedio de
calificaciones, que era para no creerse—, el llamado “Primer Día Del Resto De
Tu Vida”, podría ser un poco embarazoso. Sin embargo, Callie se distrajo
completamente.
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Una vez, durante su tercer año en las semifinales de Estado, un balón de fútbol
la había golpeado de lleno en el plexo solar. Así fue más o menos como se sentía
ahora: incapaz de respirar o hablar mientras luchaba por mantenerse en pie.
Recuperando el equilibrio, Callie se pasó una mano por su cabello con tonos
rojos desordenado por el avión, maldiciéndose por descuidarse de cepillarlo por
la mañana o molestarse en maquillarse. Casi podía oír la voz de su mejor
amiga, Jessica, quien ya había comenzado en Stanford hacía dos semanas,
diciendo:
—Te lo dije, Cal. No importa si vas a ir a una fiesta a cinco kilómetros de
distancia o a diez metros hasta mi piscina. Tienes que revisar tu imagen
completamente antes de salir de casa porque nunca sabes cuándo vas a tener
una cita con el destino.
Por un momento no pudo ver nada más que sus ojos. El color era irrelevante
(azul, si quieres saberlo), pero la expresión era magnética: intensidad
enmascarada con indiferencia, la mirada que acarreaba un reto: Entretenme, o
me entretendré a tu costa. Su boca se torció en una sonrisa tan natural que ella
tuvo que asumir que se trataba de su expresión por defecto. Aún en silencio,
parecía estar burlándose de ella.
Callie sintió que sus mejillas se ruborizaban.
—Oh… uh… uff —balbuceó ella, inclinándose hacia abajo y empujando sus
sujetadores y ropa interior devuelta en la caja, estremeciéndose mientras
agarraba sus malolientes espinilleras y deseando, por una vez, haber escuchado
a su madre (“El médico dijo no más fútbol, por lo menos durante un año, ¿de
verdad crees que tus espinilleras van a necesitar protección en la
universidad?”). En lugar de eso, Callie había insistido, un tanto
dramáticamente, que eran lo más parecido que tenía a un oso de peluche (ya
que ella dormía con ellas por la noche antes de cada partido importante) y sin
ellas era como un guerrero sin su armadura, en cuyo punto Theresa
Frederickson-Andrews… no, ahora Theresa Frederickson (habían pasado tres
años desde el divorcio, pero Callie todavía tenía que recordárselo a sí misma)
levantó las manos y negó con la cabeza, murmurando la frase reiterativa “justo
como su padre”.
De alguna manera, sin embargo, era cierto: sin el fútbol —una pechugona
había roto el ligamento cruzado anterior de Callie y la había sacado de servicio
al final de la temporada pasada, posiblemente, para siempre— ella ya no
estaba segura de quién era. Afortunadamente, cuando la estoica y adormecida,
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así es, audiencia había caído en un caluroso coma colectivo el día de la
graduación, el bueno de Scott Boogers Wentworth había prometido también
que: “La universidad es un buen momento para reinventarse”. Hasta ahora
parecía como si ella hubiera tenido un buen inicio en la redefinición de sí
misma como la torpe del dormitorio.
—Me ofrecería a ayudarte —dijo el chico guapo-causante-del-caos-de-la-caída-
de-las-cajas, sin dejar de mirar con mal disimulada diversión y pareciendo que
ayudar estaba en lo más alejado de su mente—, pero por lo general me gusta
invitar a cenar a una chica o al menos a una bebida antes de tocar su ropa
interior.
Callie se quedó mirando congelada un par de pantalones cortos blancos
andrajosos para chicos —observando, con el ceño fruncido, que ese particular
color y estilo parecía predominar— antes de ponerse de pie y decir:
—Gracias, pero tengo novio.
La sonrisa en su rostro vaciló un instante, pero luego su sonrisa se amplió.
—¿Qué te hace pensar que te lo estaba preguntando?
Oh. ¿Qué me hizo pensar que me lo estaba preguntando?, se preguntó,
mentalmente pateándose y tratando de no dejar que esa sonrisa la distrajera…
o ese cabello espeso y de color marrón oscuro… o la forma en que la parte
superior de sus brazos estaban tensándose contra las mangas ajustadas de su
polo de Harvard Squash, Clase de 2014… o, mierda, ¡concéntrate! Se agachó,
metió el último de sus viejos pantalones cortos de fútbol en la caja, y metió las
solapas de cartón hacia dentro para cerrarla.
Se enderezó y se encontró con sus ojos. Él le devolvió la mirada fijamente. Por
un momento se quedó en silencio: ella era un ciervo; su mirada los faros.
Entonces sus ojos brillaron maliciosamente.
—Me siento halagado —dijo, dando un paso adelante—, pero deberías saber
que de verdad no eres mi tipo. Sin embargo, me pregunto… ¿qué pensaría tu
novio si supiera que este es sólo el primer día de clases y ya he visto tu ropa
interior?
La perfecta contestación estaba justo en la punta de su lengua —en realidad lo
estaba— pero por alguna razón cuando él se quedó parado tan cerca de ella, se
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le hizo difícil pensar o, para el caso, incluso recordar que tenía un novio cuyo
nombre era… uhm…
Beep, beep, beep.
1 NUEVO MENSAJE DE TEXTO.
DE EVAN DAVIES
Agachando la cabeza, ella lo abrió y leyó:
¡HOLA NENA! LO SIENTO MUCHO PERO
VOY A TENER QUE RETRASAR
NUESTRA CITA TELEFÓNICA
DE ESTA NOCHE. LA INICIACIÓN
PARA LA FRATERNIDAD A LA QUE
VOY A ENTRAR COMIENZA HOY
Y, ¡ESTÁN A PUNTO DE
CONFISCAR MI TELÉFONO MÓVIL!
YA SABES QUE TE QUIERO,
¡TE EXTRAÑO COMO LOCO!
Evan, su novio de dos años, y quien podría, decidió ella, sin duda acabar con
este idiota en una pelea, estaba, en este momento, a unos mil millones de
kilómetros de distancia (bueno, dos mil novecientos noventa y seis, ¿pero quién
está contando?) probablemente limpiando inodoros en la fraternidad de fútbol a
la que iba a entrar en la UCLA. Habían prometido llamarse el uno al otro
diariamente.
NO HAY PROBLEMA.
Contestó en respuesta, sin detenerse a insistir en la rapidez con la que la
promesa había sido rota o por qué no le importaba particularmente.
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—¿Era él? —La voz de este chico era tan profunda y seductora, que casi le daba
ganas de mentir y decir que no lo era; que, de hecho, se había inventado toda la
cosa del novio por un capricho loco en primer lugar... Su sonrisa se hizo aún
más amplia, como si pudiera leer su mente—. ¿El supuesto “novio”?
—No —replicó Callie—. Quiero decir, sí, era él, pero no, no es mi “supuesto”
novio. Es mi novio real, como, en realidad existe… Su nombre es Evan y es
genial —espetó ella—. Realmente genial y realmente… alto.
¡Maldita sea! A veces su cerebro decía: deja de hablar, pero su boca
simplemente no escuchaba. Al menos esto era mejor que el Fallo Dual Boca-
Cerebro, del cual también sufría. Esto implicaba una tendencia a responder en
voz alta a las cosas que ella había imaginado que la gente podría haber dicho:
la consecuencia de una imaginación hiperactiva y la falta de lo que su madre
llamaba “un filtro”. Su padre, un profesor de matemáticas en la UCLA, decía
que esta tendencia a estar “demasiado en su cabeza” era la razón detrás de su
“brillantez”… una “brillantez”, bromeaba su madre, que había heredado de su
padre y para que la mayoría de la gente tenía otra palabra: neurosis. Eso era,
por supuesto, de vuelta a los días en que todavía había bromas. En estos días,
la mayoría eran peleas: del tipo donde la gente se amaban demasiado el uno al
otro, o (como Callie decidió creer) que no podían soportarlo… o soportarse.
—Bueno, será mejor que lleve esto a mi habitación —concluyó ella vagamente,
haciendo un gesto hacia sus cajas.
—¿Y estás segura de que no quieres que te ayude a cargar tus “intimidades”? —
preguntó él, sus ojos riéndose mientras ella apilaba la caja en cuestión de
nuevo en la cima de COSAS VIEJAS DE FÚTBOL.
Sí… No… ¡Sí, estoy segura de que NO, no quiero que lo hagas! Milagrosamente
logró pensar sin verbalizar. Luego, tomando una respiración profunda, sonrió
dulcemente.
—Gracias, pero estoy al final del pasillo en la C-24 —dijo ella, señalando con la
cabeza la puerta que presumiblemente llevaba a su nuevo hogar.
—Qué casualidad, yo estoy… —empezó a decir él, pero antes de que pudiera
terminar, esa misma puerta se abrió y una chica salió al pasillo.
Por segunda vez ese día, Callie sintió que su mandíbula se abría de golpe.
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La chica —con su cabello lacio y oscuro, sus pómulos imposiblemente altos y
enormes ojos grises— era sin duda hermosa.
A medida que se acercaba, levantó sus dedos en un saludo. Callie estaba a
medio camino de saludar en respuesta cuando se dio cuenta que no era para
ella sino para el chico guapo y creído parado a su lado.
—C'est absolument horrible ici7 —murmuró la chica, sonriendo—. Je ne peux
pas vivre une minute sans une fumer. Tu veux une cigarette, mon chérie?8
—Oh, hola —añadió ella como si viera a Callie por primera vez. Ella hablaba
inglés con un acento que sonaba parcialmente francés, parcialmente británico,
y definitivamente muy snob, ejem, más sofisticado, de lo que Callie había oído
nunca. Era delgada, como una modelo, y su vestido largo y suelto, estaba
adornado con cadenas interminables de joyería a la última moda, que no habría
estado fuera de lugar en una pista de aterrizaje en París.
De repente, el top blanco de algodón de Callie parecía demasiado simple, sus
jeans manchados de hierba y rasgados, demasiado cortos, y los garabatos sobre
sus maltratadas y queridas Converses se veían sucios e infantiles. Se había
pasado sus años de escuela secundaria sin importarle el que sus viejos jeans
rasgados costaran veinte dólares, mientras que el “denim destruido” preferido
por sus compañeros de clase se vendía por 200 dólares el par. Su vestuario —
junto con el paquete de servicio celular de su “teléfono de abuela”, como Jessica
cariñosamente lo llamaba, ya que Callie era “literalmente la única persona que
queda en Los Ángeles sin un iBerryBlackPhone”— había sido simplemente otra
víctima de Le Divorce.
Apestaba, seguro, pero Callie no era de las que se quejaban. Era mucho más del
tipo de chica de “imagina tus problemas (o la cabeza de tus enemigos) en una
pelota de fútbol y sólo patéala para descargar la mierda”.
Entonces, ¿por qué de repente le importaba? Tal vez era la forma en la que él
estaba tratando a la chica nueva: como si fuera una compañera mientras que
Callie era un Extraterrestre del Planeta Torpe, lo que era totalmente injusto
porque ella, en realidad era muy coordinada, al menos lo era cuando se trataba
de sus pies.
Se volvió hacia la chica.
7 C'est absolument horrible ici: Esto es absolutamente horrible aquí. 8 Je ne peux pas vivre une minute sans une fumer. Tu veux une cigarette, mon chérie? No puedo vivir un minuto sin fumar. ¿Tienes un cigarrillo, querida?
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—Hola —dijo—. Soy Callie.
—Y yo soy Marine Aurélie Clément. Puedes llamarme Mimi, si eso es más fácil.
El nombre, por alguna razón, le sonó extrañamente familiar. Callie trató de
ubicarlo mientras Mimi leía las etiquetas de sus cajas. De repente, los ojos de
Mimi se iluminaron.
—Tú eres Callie Andrews, ¿no? —exclamó ella, inclinándose para besar a Callie
una vez en cada mejilla—. ¡Somos compañeras de habitación!
Ohhh cierto, recordó Callie, recordando el e-mail de “Asignación de Vivienda”
que había recibido durante el verano, con los nombres y ciudades de origen de
sus futuras compañeras: Dana Gray de Goose Creek, Carolina del Sur; Vanessa
Von Vorhees de Manhattan, Nueva York; y Marine Aurélie Clément, de un
pueblo de Francia, cuyo nombre Callie no podía recordar ni pronunciar.
—Veo que ya has conocido a Gregory —prosiguió Mimi, sonriendo con
indulgencia—. Él es muy idiota, ¿no?
—Cuidado, panecillo francés —replicó él con facilidad—, o mi último cigarrillo
va a irse por el desagüe.
—¡No te atreverías! —jadeó Mimi, sus manos fueron a sus mejillas con fingido
horror.
Mientras tanto, Callie se cernía sobre sus cajas mientras su iPod Shuffle
cerebral interno (Playlist: La banda Sonora de Mi Vida) seleccionaba una
canción de The Clash: ¿Debería quedarme o debería irme?
—¿Quieres unirte a nosotros? —preguntó Mimi sinceramente, o con una
excelente imitación de sinceridad.
Callie echó un vistazo a Gregory, pero él la ignoró.
—No, gracias —dijo, y luego, justo como si su madre, la veterana abogada del
Departamento de Salud Pública de California, estuviera observándola,
agregó—: Yo no fumo.
Mimi se encogió de hombros y Gregory se volvió sin ni siquiera un comentario
sarcástico, ni una mirada en su dirección, dejando a Callie preguntándose cuál
de las dos familiares sensaciones le gustaban menos: ser avergonzada o ser
ignorada.
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Frunciendo el ceño, esperó hasta que desaparecieron por las escaleras antes de
agacharse para arrastrar sus cajas por el suelo. Las arrastró por el pasillo y se
detuvo abruptamente frente a la habitación C-24. Un buzón de metal y una
pizarra con cuatro nombres en él, se atornillaba a la maltrecha puerta marrón:
DANA, CALLIE, MARINE, y VANESSA.
Se quedó mirando los nombres un segundo, tratando de conjurar imágenes de
sus dueñas… Allí estaba Dana, una rockera de heavy metal y terror de Goose
Creek; Vanessa, del tipo remilgado, estudiosa, que a veces dormía en la
Librería Pública de New York; y Mimi… bueno, estaba claro que ella era una
espía rusa fingiendo ser una supermodelo.
Sonriendo un poco, Callie inhaló, y luego abrió la puerta principal.
—¡Hol-a-a! ¿Hay alguien en casa…? —gritó.
No hubo respuesta. En su lugar, fue recibida por una maraña de muebles, cajas
medio vacías, y maletas. Dos de las maletas eran normales y negras, pero
destacaban en medio de un mar salpicado de equipaje con etiquetas de LOUIS
VUITTON, que bien podrían haber gritado “demasiado dinero” o “demasiado
mal gusto.” En la esquina de la habitación bajo el alféizar de la ventana, había
tres enormes baúles, de estilo Old World European cubiertos con etiquetas de
colores.
Hubo un sonido de desgarro cuando la parte inferior de la caja INTIMIDADES
quedó atrapada en algo y se abrió: una vez más su ropa interior se derramó por
el suelo.
—Uups —murmuró Callie, riendo mientras miraba desesperadamente al
suelo—. Nota mental: comprar mejores cajas. —Hizo una pausa—. También
considerar comprar algo de ropa interior sexy…
—¿Perdón? —exigió una voz grave a sus espaldas.
—¡Oh Dios Mío! Lo siento. ¡No tenía ni idea de que había alguien más en casa!
—chilló Callie, girando a su alrededor. Una chica bajita y rechoncha con el
cabello castaño trenzado y muy tensado hacia atrás, surgió de uno de los
dormitorios.
—Yo tampoco —dijo la joven con frialdad, arrugando la nariz mientras
observaba el desorden. Su figura sin forma se ocultaba debajo de una
conservadora blusa blanca abotonada hasta el cuello, y una falda negra de lana
Página18
hasta los tobillos, por debajo de la cual Callie detectó, antiguas pantimedias de
la variedad de la época de los dinosaurios. La habitación detrás de ella estaba
escrupulosamente limpia, y vacía de cualquier tipo de decoración salvo una
enorme cruz de madera que colgaba en la pared, encima de la cama.
Entrecerrando los ojos, Callie pudo ver las letras en negrita en la pegatina de
la laptop de la chica: SE CASTO POR CRISTO: EL SEXO PREMATRIMONIAL
ES PECADO.
—Saludos —dijo la chica—. Soy Dana Gray. Tú debes ser la de California.
Callie. Callie de California. Mis padres me dijeron que podrían ser como tú. Los
de California, quiero decir —concluyó ella, mirando las rodillas desnudas y
brazos de Callie—. Me estaba preguntando: ¿vienes del norte o del sur?
—Sur… —contestó Callie, preguntándose frenéticamente por un momento si
Dana Gray de Goose Creek, Carolina del Sur, sabía que Dixieland estaba
muerto.
—Ah, bueno —dijo—. Mi padre me dijo que los del sur de California son la
salvación política del Occidente, a pesar de que Hollywood es un pozo negro de
pecado. Sin embargo, California del Norte es peor. Hay un lugar llamado
Berkeley y está lleno de sucios…
—¿… hippies? —preguntó Callie, tratando de no sonreír.
—¡Sí! Hippies —dijo Dana—. Dendrofilíacos9 —añadió en un susurro.
Hubo una pausa incómoda, y entonces, justo cuando Callie estaba a punto de
preguntarle a Dana qué le gustaba hacer para divertirse en Goose Creek, la
puerta se abrió de golpe y la compañera de habitación número tres, quien, por
proceso de eliminación, no podía ser otra que Vanessa Von Vorhees, entró.
Tacones de aguja suficientemente altos como para infundir miedo al corazón de
una paloma, rechinaron rápidamente por todo el suelo, sin duda, diseñados
para hacer que las piernas de su dueña fueran lo suficientemente delgadas
como para lucir sus ceñidos jeans “ajustados.” No estaba realmente
funcionando.
Pero si sus caderas eran un poco generosas, no eran nada en comparación con
su pecho, que parecía aún más exuberante debido a la palabra “Jugoso”
estampada través de él con letras de diamantes de imitación color rosa. Sus
9 Dendrofilia: es una parafilia sexual que describe la atracción sexual hacia los árboles y las plantas, incluyendo su uso como objetos sexuales.
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largos rizos rubios rojizos, rebotaban mientras caminaba. En una mano
agarraba el bolso que hacía juego con su equipaje LV; en la otra, un iPhone que
parecía que un accidente desafortunado con superpega le había dejado
conectado permanentemente a su oreja.
—Oh Dios mío, como, lo sé, cierto… espera, ¿en serio? ¡No, no lo hizo! Espera,
cállate… no, espera, en serio, ¡cállate! —exclamó.
Callie echó una mirada a Dana, cuya boca había formado en silencio la palabra
“Jugoso” y luego aparentemente consiguió entenderlo.
Sin hacerles caso, la compañera de habitación número tres abrió la puerta de
su dormitorio, casi cegándolas con un flash nauseabundo de rosa, ROSA,
¡ROSA! y a continuación entró, charlando todo el tiempo:
—¡Perra! No, en serio, ¡eres una asquerosa puta! Oh, cállate, sabes que te
quiero… —Dio un portazo, y el enorme cartel de Marilyn Monroe en la parte
posterior de la misma se sacudió amenazadoramente.
Dana se quedó inmóvil por un momento: los ojos desorbitados y la boca
abriéndose y cerrándose como un pez hambriento. Intentó crear una sonrisa,
pero no pudo, y luego también se retiró a su habitación.
Callie se preguntaba si debía llamar y presentarse ella misma para que algún
día pudiese esperar ganarse un cariñoso apodo como “perra” o “asquerosa puta”
cuando de repente la chica asomó la cabeza a la sala común, con una mano
cubriendo la boquilla de su teléfono.
—¡Hola, lo siento! Me olvidé por completo presentarme. Soy Vanessa Von
Vorhees, de Nueva York. Me encantaría quedarme a charlar, pero estoy en
medio de como… una llamada de teléfono súper importante. Ya sabes.
—Uhm, por supuesto, yo soy Ca…
Portazo.
Extrañamente la puerta cerrada tuvo poco impacto en el nivel de sonido de la
conversación de Vanessa.
—… viviendo con una manada de… sí, no, por supuesto que no, ja, ja… ¿La
competencia? Sí, se ve bastante débil… No, no es totalmente imposible. La
fenómeno que no es fanática religiosa es súper rubia y bastante atractiva, en
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realidad, pero, uhm, se podría decir, ¿un desastre de la moda?… L.A, creo… No,
más como Elle Woods en Trailer Park Boys…
Callie decidió que había oído suficiente. Abandonando sus cajas con el resto de
las maletas en medio del piso, abrió la puerta de la habitación a su izquierda.
El interior parecía como si hubiese sido golpeado por un huracán de telas y
joyas. Cadenas de perlas y brazaletes se desbordaban de un baúl antiguo. El
suelo estaba lleno de recortes de revistas, copias antiguas de Tatler, y pilas de
libros en lenguas extranjeras, paquetes de Virginia Slims, frascos de perfume, y
cuadros en espera de ser colgados.
Cerró la puerta rápidamente antes de que Mimi —cuya habitación era ésta
seguramente— pudiera entrar y pillarla espiando, Callie cruzó el pasillo y
abrió la puerta de la última habitación vacía: un espacio tan pequeño y
desnudo que había sido probablemente incómodo incluso para el monje que
vivió allí en 1636.
Hogar, dulce hogar.
Apenas notando la increíble vista de Harvard Yard, con sus majestuosos
edificios de ladrillo, caminos sinuosos, y árboles altos, se dejó caer sobre el
colchón endeble de su cama y dio un suspiro enorme.
Al comienzo del día, cuando había salido del Aeropuerto Logan y paró un taxi,
pidiendo: “Al Harvard Square, por favor”, con su mejor voz de “adulto”, se había
sentido como alguien de nueve años en lugar de dieciocho. La mañana de su
noveno cumpleaños, sus padres la habían sorprendido con un diario a estrenar.
El cuero era suave, las páginas gruesas como pergaminos, y era blanco de una
forma que sentía llena de posibilidades… como si con la ayuda de una pluma
pudiera hacer que cualquier cosa sucediera. A sus nueve años de edad, había
estado despierta toda la noche, fantaseando acerca de los cuentos y obras de
teatro que podría escribir. Desafortunadamente, el diario se había quedado en
su mayoría en blanco, porque también fue el año en que había descubierto que
era una especie de prodigio pateando balones, por lo que la escritura había
tomado el asiento trasero tras el fútbol.
Incapaz de permanecer sentada mientras el taxi navegaba por las calles de
Boston, había apretado la nariz contra la ventanilla, intentando, por el bien del
conductor limitar las preguntas acerca de Cambridge que volaban por su
cabeza a un millón de kilómetros por minuto.
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Al cruzar el Anderson Memorial Bridge, ella había literalmente, gritado de
alegría al ver a ocho figuras poderosas remando al unísono por el río Charles.
Sus remos hacían trazos fuertes y deliberados, y sus uniformes estaban
marcados por la forma característica de un gran H carmesí. De repente todo
había empezado a sentirse real. Harvard. Ella estaba realmente aquí, de
verdad, pasando a través de un arco de hiedra con incrustaciones talladas en la
cara de un muro de ladrillo macizo y susurró las palabras de la famosa
inscripción al pasar a través del Dexter Gate: Entra Para Crecer En Sabiduría.
En estos momentos, tumbada en su celda de dormitorio, se sentía como si la
única sabiduría que había adquirido hasta el momento de primera mano, era
saber que no hay tal cosa como demasiada charla de ropa interior antes de la
hora del té. Eso y que tenía una idea dinamita para una nueva comedia
llamada: La Fenómeno, La Extranjera, y La Fashionista. ¿Qué? ¡Sí, Oprah, mis
locas compañeras de la universidad fueron la inspiración —libremente, por
supuesto— para mi nueva sensación televisiva!
Sonaba más como un reality show de mierda de MTV que una exitosa
comedia… o en realidad más como su vida. Ella gimió. Sólo había estado en la
universidad durante una hora y ya se sentía como un mes. Iba a ser un año
muy largo… Unos cuatro largos años sin amigos, o por lo menos con un balón
de fútbol y una rodilla en funcionamiento para poder golpearlo muy, muy
fuerte.
Estaba a punto de marcar el número de Evan cuando recordó que estaría
ocupado todo el día con su iniciación en la fraternidad. “Novia necesitada” era
la última persona que quería proyectar en este momento, así que dejó su
teléfono a un lado y cerró los ojos.
Se abrieron de golpe al oír una voz masculina llamando desde la sala común:
—Hola… ¿hay alguien aquí?
Girándose, puso la almohada sobre su cabeza. La voz desapareció, pero fue
reemplazada por la de su padre dándole instrucciones: Si al principio no tienes
éxito, inténtalo, inténtalo otra vez.
Gimiendo, una vez más, se obligó a levantarse de la cama.
—¡Ya voy! —gritó, abriendo la puerta de su dormitorio.
Rondando fuera había un joven alto, con gafas y una cara amable.
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—¡Por fin… otra persona con una camiseta y jeans! —exclamó ella sin pensar.
Ante eso, el chico rompió en una sonrisa enorme, torpe.
—Puedes decir eso otra vez. —Él se rió entre dientes, mirándola con alivio
similar—. Debo haber perdido el memorándum donde decía que para el Día de
la Mudanza se supone que se debe vestir para impresionar.
Ella jadeó, fingiendo una seria ofensa.
—¿Quieres decir que no estás impresionado por mi mejor ropa para mover
cajas?
—Oh, estoy impresionado —dijo un poco demasiado genuinamente mientras
ella entraba en la sala común—. Soy Matt, por cierto —agregó—. Matt
Robinson.
—Hola, Matt; soy Callie —dijo.
—Callie Andrews, ¿no?
—¿Cómo es que…?
Se detuvo a media frase cuando Matt le tendió una pieza de ropa. Era su
camiseta de fútbol de la escuela: C. ANDREWS estaba escrito encima de su
número doce de la suerte. Debió de haberse caído más temprano durante el
Gran Desastre de Ropa Interior del 2010.
Uh-oh… Un nudo se formó en la parte posterior de su garganta. Tragando, ella
se quedó mirando el suelo. Era extraña de esa forma: si la gente decía algo
mezquino cuando se sentía vulnerable, ella se enfadaba; mientras que, una
palabra amable o un gesto en esa situación, la enviaba al borde de las lágrimas.
Aunque, justo al borde. Ella (o, en realidad, su padre) podía casi siempre
engañar su llanto al tratar de factorizar un número de tres dígitos en números
primos, por ejemplo, doscientos cuarenta y cinco, que es cinco veces siete…
—Uh… probablemente debería ponerme en marcha —dijo Matt, saliendo por la
puerta.
Asintiendo, ella lo siguió, sosteniéndola abierta. Estaba al otro lado del pasillo
cuando se volvió y le ofreció:
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—Me sentí muy nostálgico ayer después de que mi madre se marchara, pero se
pone mejor rápido. Estoy justo al otro lado del pasillo en la C-23, por si
necesitas algo.
Callie sonrió débilmente, pero no confiaba en sí misma para hablar.
—De hecho —continuó Matt, su mirada persistiendo en su cabello brillante y
ojos verdes—, mi hermano, quien se graduó el año pasado, nos dio su pantalla
plana gigante. Te invitamos a venir y ver la televisión o películas en cualquier
momento.
Ahora su sonrisa fue genuina, y Matt estaba mirando abiertamente, sus
maletas abandonadas en el pasillo.
—Muchas gracias, yo…
¿Qué diablos estaba diciendo?
Gregory, sudoroso y sin camisa, estaba subiendo la escalera bajo el peso de una
caja descomunal.
Callie salió al pasillo, olvidando, junto con el final de la frase, que él era la
encarnación del mal.
Pero entonces él abrió su boca:
—Oye, Matt. Si tienes ganas de tomar un descanso para coquetear, házmelo
saber, porque tú televisor es un poco pesado. Además, estás perdiendo el
tiempo de todos modos, ya que al parecer ella tiene novio…
Novio… ¿qué novio?
Quiero decir, ¡ponte una camisa, idiota!
La sonrisa de Matt no acabó de ocultar por completo su vergüenza.
—¿Nos vemos más tarde?
—Claro —dijo. Ella miró a Gregory. Él la ignoró.
Lo que sea, pensó. No es que vaya a tener que verlo todo el tiempo, ni nada así.
Al menos él no vive…
Matt agarró el otro extremo de la caja, y ambos entraron en la C-23: la suite
directamente al otro lado del pasillo.
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La puerta se cerró. Los nombres en la pizarra decían: ADAM, MATT,
OKECHUWUKU, y, en tinta indeleble, GREGORY.
Qué fabulosa suerte.
A medida que Callie se giraba para ir de nuevo a su propia suite, se dio cuenta
de que había algo dentro del buzón de metal de la puerta que no había estado
allí antes. Era una revista: completamente negra, excepto por las palabras
Quince Minutos, las cuales estaban escritas en la parte superior en letras
blancas rizadas.
Curiosa, ella la agarró. Encaramada en una caja volcada, una isla desierta en
un mar de ropa interior, abrió la revista y comenzó a leer.
Queridos Froshlings:
Peones y futuros líderes de América,
el Día de la Mudanza, oficialmente, ha llegado hasta aquí…
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CCaappííttuulloo 22 ORIENTACIÓN
O La Semana También Conocida Como “Campamento Harvard”
Traducido por Areli97 y lbo
Corregido por Akanet
ttp://fm_homepage/advice/topics/freshman_year/blogspace
Querida Alexis:
Ya terminé de mudarme, pero aún falta una semana antes de que
las clases comiencen. Todavía no nos han puesto ninguna asignación,
¡así que estoy perdida sin saber qué hacer!
—Residente Grays, Clase del 2014
————————————————————————————————————
Querido Estudiante por Excelencia de Harvard:
Bienvenido al “Campamento Harvard”: la semana que deberías usar para
adquirir ese mítico conocimiento que llaman “experiencia de la vida real”.
(PTI10: en el mundo real el Sentido Común suele definirse como sabiduría
callejera, no “un folleto prestigioso escrito por Thomas Payne en 1776”). Ahora
es el momento de aprender las definiciones de algo de cultura popular, no
palabras del vocabulario del SAT11 como resaca y enganche. Imagino que
algunos de ustedes descubrirán que emborracharse y tener sexo son casi tan
divertidos como resolver ecuaciones diferenciales y conjugar verbos en Latín…
(Y por supuesto, para aquellos de ustedes que prefieran aprender acerca del
sexo en el salón de clase en vez de hacer el trabajo de campo por sí mismos,
10 PTI: Para tu información. 11 SAT: En EEUU corresponde a las siglas de Scholastic Aptitude Test. Una prueba de aptitud
que se hace normalmente en el último año de secundaria. Hay que aprobarla para entrar a la
mayor parte de las universidades.
h
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manténganse al tanto de la iniciativa “Practica el Sexo con Seguridad” de los
Servicios de Salud Universitarios: un seminario obligatorio de “bienestar” al
que todos ustedes van a asistir durante esta semana).
—Alexis
————————————————————————————————————
Querida Alexis:
Entré al comedor de los de primer año y me sorprendí al ver exactamente
tantos grupitos como en el instituto, si no es que más. ¿Dónde me siento? ¿¡A
dónde pertenezco!?
—Residente Hurlbut, Clase del 2014
————————————————————————————————————
Querida Srita. Crisis de Identidad:
Eres obviamente una de esos desafortunados que pensaron que la universidad
sería una oportunidad de oro para “reinventarse” libre de los desastres sociales
que caracterizaron tu experiencia en el instituto. ¡Uups, equivocada! En lugar
de preguntarte a ti misma a qué lugar perteneces en la Sociedad de Harvard,
pregúntate lo siguiente: ¿Cuánto me saqué en mi SAT? La respuesta te ayudará
a averiguar dónde sentarte en el comedor: con los Atletas Reclutados
(puntuaciones muy bajas), la Acción Afirmativa Discrecional (puntuaciones
bajas), la Aristocracia (puntuaciones bajas; grandes donaciones), la
Méritocracia (puntuaciones altas; sin donaciones), o los Asiáticos e Indios
(2400).*
Oportunidades adicionales para la búsqueda espiritual: este jueves a las 2 p.m.,
es la Feria Anual de Actividades de Harvard, donde puedes registrarte para
obtener información sobre una variedad de actividades extracurriculares. Si eso
aún no es suficiente, visita los Servicios de Salud Mental y su equipo de
terapeutas de renombre mundial para obtener bombones gratis, felicidad
(Prozac12), compañeros de estudio (Adderall13), y consejos.
—Alexis
12 Prozac: Es un antidepresivo de la clase inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina. 13 Adderall: Es un estimulante y supresor del apetito, cuyo compuesto principal es la
anfetamina racémica.
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*Si bien hay una pizca de verdad en la mayoría de los estereotipos, ¡por favor
toma estos como un grano de sal! ;)
————————————————————————————————————
Querida Alexis:
¿Qué tipo de horario podemos esperar tener estos próximos meses?
—Residente Pennypacker, Clase del 2014.
————————————————————————————————————
Querido Maníaco del Control:
Domigo - Jueves: Trabajo, Clase, Trabajo, Siesta, Trabajo, Comer (si hay
tiempo), Siesta, Trabajo, Clase, Dormir (4 horas máximo), Cafeína, Clase,
Ensayo, Examen, Trabajo…
Jueves (noche) – Domingo (mediodía): Beber, Comer (si hay tiempo), Beber un
poco más, Emborracharse, Andar de fiesta como una Estrella de Rock, Andar
de fiesta como uno de último año, Liarse como uno de último año, Tratar de no
Vomitar como uno de último año, Dormir (14 horas mínimo)…
(Hay una razón por la que nos llaman extremos).
Bienvenido a la universidad,
Alexis
—Hola, mi nombre es Callie. Soy de California y uh…veamos… jugaba fútbol
en el instituto, conduzco un Mustang rojo convertible de 1967, y nunca he sido
arrestada.
—Gracias, Callie —dijo el de último año sentado a la cabeza del círculo,
dirigiendo a los nuevos residentes del Dormitorio Wigglesworth, entradas A-F,
en un entusiasta juego de “Dos verdades y una mentira”.
—Ahora, ¿chicos, cuál creen que es la mentira? —incitó.
—¿Fútbol? —preguntó Gregory con una voz aburrida desde el otro lado del
círculo—. ¿Cuándo tienes tantos problemas manteniéndote de pie? —Callie lo
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fulminó con la mirada. Estaba sentado al lado de Matt, junto a los que deben
haber sido sus otros dos compañeros de cuarto, Adam y Okechuwuku. Uno de
estos chicos era un diminuto hombre blanco; el otro, un gigantesco hombre
negro. Con la esperanza de ser una narradora indiferente al color: era
imposible adivinar cuál era cuál.
—¡No te ves del tipo que sabe cómo manejar una palanca de cambios! —dijo
otro chico, de la entrada B.
—¡También lo hago! —insistió Callie—. Pero en realidad no conduzco un
Mustang. Me descubriste.
—Muy bien, maravilloso —dijo el de último año—. Ahora, a continuación
tenemos a…
Callie se giró para mirar a Mimi, quien estaba sentada directamente a su
derecha.
Mimi se había quedado dormida.
—A continuación tenemos a… —repitió el de último año más fuerte.
Callie le dio un codazo a Mimi.
—Qu’est-ce que tu f… ¡Oh! —dijo Mimi, parpadeando rápidamente—. ¿Qué
estamos haciendo? —le susurró a Callie.
—Sólo di tu nombre, luego dos verdades y una mentira —le respondió Callie en
un susurro.
—Hola, mi nombre es Mimi, y soy una al… Ah, ja-ja —Mimi soltó una risita
nerviosa mientras miraba alrededor de la habitación—. Pardon, je veux dire14:
Hola, mi nombre es Mimi y… mis dos verdades son… he sido echada de dos
internados en los pasados cuatro años, y habló cinco idiomas. Y mi mentira es
que tengo un pequeñísimo tatuaje sur mon pied15.
El de último año en el frente del salón la observó mientras Vanessa y Callie
empezaron a reírse disimuladamente. Mimi se encogió de hombros y cerró los
ojos una vez más.
—Bien… gracias, Mimi —dijo el de último año, viéndose apagado.
14 Pardon, je veux dire: Lo siento, quiero decir. Del francés en el original. 15 Sur mon pied: En el pie. Del francés en el original.
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Callie metió las manos detrás de las rodillas, encerrándolas juntas en un
esfuerzo por no ser grosera a pesar de que se estaba muriendo por comprobar
su celular. Habían pasado tres días, y todavía sin ninguna palabra de Evan.
—¿Siguiente? —dijo el de último año, volteándose hacia Dana. Ella levantó la
vista del bloc de papel en el que había estado tomando notas frenéticamente,
casi como si fuera a haber una prueba más tarde.
—Dana Gray. Goose Creek, Carolina del Sur. Y no estoy realmente cómoda
mintiendo.
Las manos de Vanessa volaron a su cara en un intento de sofocar un
vergonzoso chillido de risa, y fue todo lo que Callie pudo hacer para no
derrumbarse mientras el de último año se inclinaba para mirar detenidamente
a Dana, sin duda buscando alguna indicación de que estaba bromeando.
—Saben, no estoy seguro de que ustedes entiendan en serio cómo jugar este
juego. ¿Por qué no voy primero y tomo mi turno, les muestro cómo se hace?
—Por supuesto, ilumínanos —dijo Gregory, sonriendo burlonamente.
—Hola, mi nombre es Charlie Sloane, soy de Auburn, Massachusetts, y en caso
de que se lo estén preguntando, soy su prefecto: ese chico al que llaman cuando
se meten en problemas y necesitan a alguien que los saque de ahí. No es que
ustedes se vayan a meter en algún problema —agregó, sus ojos viajando
alrededor del círculo desde Callie, quien había sucumbido y sacado su teléfono,
hasta Mimi, quien había empezado a roncar. Dana asintió empáticamente.
—Espera un segundo. —El chico de piel de ébano sentado a la izquierda de
Matt, (Okechuwuku, supuso Callie), se inclinó hacia adelante y se dirigió a sus
compañeros de cuarto con un acento británico digno de la BBC—. ¿Qué parte de
eso era la mentira? —Parecía genuinamente confundido.
Vanessa empezó a reírse otra vez. Charlie Sloane, prefecto, se volvió rojo
brillante.
—No, uh, disculpen… sólo estaba explicando mi trabajo. Como sea, mi nombre
es Charlie Sloane, soy de último año en Mather House, estudio ingeniería
mecánica, y… y… Oh, olvídenlo. ¿Por qué no simplemente lo dejamos? Después
de todo, chicos tienen un año entero para conocerse unos a otros, ¿cierto?
—Cierto —dijo Vanessa, parándose rápidamente.
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—Ahora, esperen un momento. Antes de que se vayan, tengo un poco de
literatura muy importante que necesito darles —dijo, entregándoles a cada uno
un folleto mientras se ponían de pie para estirarse—. Mi información de
contacto está en la página tres: por favor no duden en ponerse en contacto por
cualquier pregunta que tengan o algún consejo que necesiten.
»En serio, chicos —continuó a medida que comenzaron a salir de la
habitación—. El primer año puede ser duro. Está bien pedir ayuda cuando la
necesiten. ¡Y también está bien divertirse un poco!
»¡No demasiada diversión! —agregó nerviosamente mientras observaba a Mimi
dejar caer la hoja que acababa de entregarle de la Política de Alcohol y Drogas
de la universidad en la papelera más cercana—. Y no olviden: nuestro
“Seminario de Practica el Sexo”… quiero decir, ¡nuestro “Seminario de Practica
el Sexo con Seguridad” empieza mañana a las 4 p.m.!
—¿Quee-EÉ? —gritó Dana mientras se dirigían a las escaleras, gimiendo como
una sirena de policía en respuesta a la palabra sexo. Sin duda, mañana sería su
primera incursión en el mundo de los incómodos videos educativos.
¿Cuál es el otro nombre de los programas “educacionales” de Abstinencia Sexual
que se someten los estudiantes?, pensó Callie. Oh, es verdad: padres.
—Bueno, Dana —empezó Vanessa, interrumpiendo los pensamientos de
Callie—. Mañana vas a aprender que, contrario a la creencia popular en Goose
Creek, los bebés no vienen en verdad con la cigüeña…
Callie frunció el ceño. Dana quizás es ingenua, pensó, pero no es tonta…
Habían alcanzado el dormitorio. Con la reciente adición de un sofá-cama y un
mullido sillón grande, estaba empezando a verse más como una sala común,
menos como una zona de desastre. Mimi, Callie y Vanessa se ubicaron en el
sofá, pero Dana se dirigió directamente a su habitación, cerrando la puerta tras
ella.
—Así que, ¿qué es lo siguiente para nosotras hoy? —le preguntó Mimi a Callie,
ahogando un bostezo.
—¡La Feria de Actividades! —gritó Vanessa antes de que Callie pudiera abrir
su paquete de orientación. Por alguna razón Vanessa parecía anormalmente
ansiosa por complacer… pero sólo cuando se refería a Mimi.
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—¿Qué se siente, tener un embajador como padre? —le preguntó a Mimi la
mañana después del Día de la Mudanza, cuando estaban todas sentadas juntas
en la sala común conociéndose entre todas por primera vez.
—Meh —dijo Mimi.
—Quiero decir… debes de llegar a pasar el rato con gente famosa, como, ¡todo
el tiempo!
—Sí… —dijo Mimi.
—No hay necesidad de ser humilde. Vi aquella foto tuya en la revista Hola en
la playa de Mónaco con Andrea y Charlotte Casiraghi. Dime, ¿son realmente
tan hermosas en la vida real?
—Son troles.
A pesar de su aparente pasado como una especie de sensación de tabloide
europeo, Mimi le había dado a Callie la impresión de que estaba cansada de ser
el centro de atención.
En contraste, Vanessa no podía esperar por su oportunidad para brillar.
—Tenemos que ser cuidadosas con qué usamos esta tarde —Estaba diciendo—,
porque la Feria de Actividades será nuestra primera oportunidad de realmente
mostrarnos a nosotras mis… —Pausa—. Quiero decir, nuestra primera
oportunidad para realmente investigar la competenc… —Pausa.
—Quieres decir que la Feria de Actividades es nuestra primera oportunidad
para conocer nuevas personas, ¿no? —preguntó Mimi, poniendo los ojos en
blanco.
—Exactamente —dijo Vanessa, sonriendo. Hizo girar un dedo a través de sus
rizos—. Piensa en todos los chicos hermosos de grados avanzados que estarán
parados allí afuera en medio del Yard, invitándonos a unirnos al equipo de
remo…
—¿Estás planeando unirte al equipo de remo? —preguntó Callie, lanzándole un
mirada sospechosa a Vanessa. La chica parecía como si nunca hubiera tirado
un balón en su vida entera, mucho menos remar un bote.
—Dios, no, yo no… aunque mi mamá estaría encantada de escuchar que estoy
haciendo algo de ejercicio. Siempre está tratando de arrastrarme al gimnasio,
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pero la única vez que en verdad fui, pasó la hora entera sentada en el sauna
bebiendo agua de pepino y cotilleando con sus amigas…
Interumpiéndose, Vanessa hizo una mueca y miró a su regazo, pellizcando sus
rollitos distraídamente.
—La gente siempre dice que tengo el cerebro de mi padre y las caderas de mi
madre —continuó, forzando una sonrisa—. Muchas gracias, mamá, ¿pero
vienen estos con un recibo de devolución?
Mientras Callie y Mimi se reían, Vanessa echó un vistazo a su reloj.
—Oh por Dios, ¿han mirado la hora? —chilló, parándose de un salto—. ¿Por
qué nadie me dijo que ya falta un cuarto para las dos? —Entonces corrió hacia
su habitación gimiendo algo como: “¿cómo puedo posiblemente?” y “¡sólo quince
minutos!” Callie y Mimi intercambiaron una mirada.
—Entonces, ¿estás planeando en inscribirte en alguna… cómo los llaman
ustedes los Americanos… “actividades extracurriculares”? —preguntó Mimi.
—Sí —dijo Callie, recostándose—. Creo que me gustaría escribir para un diario
o una revista. Iba realmente en serio acerca del fútbol en el instituto, pero me
rompí el ligamento cruzado anterior al final de la temporada pasada y mi
doctor dice que necesito un descanso. ¿Qué hay de ti?
—Bueno —dijo Mimi, removiéndose en su asiento como si las preguntas
personales la pusieran físicamente incómoda—. Solía jugar tenis durante la
escuela secundaria, pero siempre era Renee quien… —Se detuvo, frunciendo el
ceño.
Callie trató de sonreír alentadoramente.
—Ella era de las veinte mejores en Wimbledon cuando sólo tenía dieciséis —
ofreció Mimi como si eso explicara todo—. Todos ellos decían que era “la
estrella más joven en los últimos quince años”.
—¿Así que eso quiere decir que no podías jugar más…?
—No —dijo Mimi, con el ceño fruncido de nuevo—. Bueno, en realidad, sí. Me
refiero, ¿cuál es el punto de realmente intentarlo cuando cualquier cosa que
hiciera, ella podía hacerlo mejor?
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En ese momento, Vanessa surgió de su habitación y comenzó a deambular por
el pasillo como si fuera una pasarela, deteniéndose para posar frente al nuevo
espejo de cuerpo entero.
Elevándose imperiosamente en sus tacones de diez centímetros, se volvió hacia
Callie como si su compañera de cuarto fuera un caso de caridad en un
programa de cambio de imagen y recitó:
—El único momento en que es apropiado usar sandalias bajas es cuando estás
tratando de evitar contraer enfermedades de los pies en una ducha pública.
Callie sacó sus pies y movió sus dedos. Sus sandalias se veían simplemente
bien para ella: convenientes y asequibles, la mezcla perfecta de poliuretano y
goma de espuma.
Mimi se escabulló para cambiarse. Vanessa magnánimamente dijo:
—Ten, pruébate estas. —Lanzando un par de zapatos planos de Tory Burch en
dirección de Callie. Ella no hizo ningún movimiento para atraparlos.
Aterrizaron a su lado en el sofá.
Vanessa no lo notó.
—Tus aretes —continuó la diatriba mientras se deslizaba en un par de aros de
oro—, deben siempre complementar a tu bolso —instruyó, señalando un puñado
a juego.
—Marc Jacobs es un elemento básico —explicó Vanessa, girándose para
mostrarle su suéter morado—. Y por último pero no menos importante —
concluyó, poniendo un par de gafas de sol Prada en su cabeza—, siempre usa
protección solar.
—¡No está ni siquiera tan soleado hoy! —se quejó Callie. Vannesa se veía linda,
pero Mimi quizás diría: ¡C’est ci demasiado!
—Callie, querida —respondió Vanessa—, el sol nunca se pone fresco. —Se
detuvo—. Entonces, ¿qué vas a usar?
—Uhm… —Callie miró abajo a sus jeans y su camiseta simple de algodón—.
¿Esto?
—Estás bromeando. No, no estás bromeando —se corrigió Vanessa—. Callie,
puedes recuperar un montón de cosas en este mundo, pero nunca se puede
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recuperar una primera impresión. Ahora, ¡date prisa y cámbiate para que así
podamos irnos antes de que Lady Madonna nos vea!
Callie se sentía estúpida siguiendo el consejo de Vanessa pero se preguntó si no
había un poco de verdad en eso. Después de todo, ¿quién sabe con quién se
podría topar una chica en la Feria de Actividades?
Una oleada de culpa se apoderó de ella cuando la cara de Gregory nadó a través
de su imaginación.
—Imbécil —murmuró calladamente, esperando que si lo decía cada vez que
inadvertidamente se imaginaba su rostro entonces eventualmente, como el
perro de Pavlov, llegaría a asociar lo uno con lo otro—. Imbécil, imbécil, imbécil
—suspiró. Luego, satisfecha, miró a su teléfono.
Sin llamadas perdidas. Bueno, cómo demonios podía esperar que su mente no
divagara cuando no había tenido noticias de su novio en… uno, dos, y ahora
tres y medio días. Tal vez los hermanos lo habían encerrado en un calabozo. O
al limpiar un inodoro lleno de hongos, había caído accidentalmente dentro.
¡¿¡¿DÓNDE DEMONIOS ESTÁS?!?!
Le mandó un mensaje mientras cambiaba sus jeans por una falda verde con
estampado militar. Se puso brillo labial (ChaspStick de cereza cuenta, ¿cierto?),
le dio a su cabello una cepillada extra, y volvió a la sala común, donde Vanessa
ya estaba lista y esperando.
Vanessa se paró de un salto inmediatamente.
—¡Vamos! —ordenó—. ¡Mimi ya se escabulló sin nosotras!
Callie vaciló, parada fuera de la puerta de Dana.
—Quizás deberíamos…
—¡No hay tiempo! —la interrumpió Vanessa, tomando su mano y tirándola
fuera de la habitación—. ¡Vamos a ponernos en marcha!
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Era un “Verano Indio16” en Cambridge, y el aire se sentía cálido cuando
salieron. El Harvard Yard: un arquitecto podría arrastrar tu ojo a edificios que
ya estaban erguidos en el siglo XVIII; un botánico podría describir la
majestuosidad de los árboles y te podría decir exactamente en qué semana las
hojas verde de los árboles se degradarían al amarillo y caerían; y un molesto
guía turístico de la Sociedad Crimson Key te diría todo sobre los divertidos
caprichos del cuerpo estudiantil, cómo corren desnudos y gritando a través de
los ventosos pasillos antes de los finales, y creen que es vital tener sexo en la
Biblioteca Widener y orinan en el pie de la estatua de John Harvard antes de
graduarse.
Pero todo eso no cuenta. Para los novatos promedios de Harvard, cada viejo
edificio de ladrillos mohosos se ve como cualquier otro viejo edificio de ladrillos
mohosos, cada árbol igual que a su vecino, y cada camino confuso es sólo otra
oportunidad para que puedas perderte completamente.
—¡Pensé que dijiste que sabías a dónde íbamos! —dijo Vanessa, parándose
frente a una estatua de un hombre con un gran pie de oro. Unos turistas
japoneses estaban tomando fotos y frotando el pie para la buena suerte. Oye,
ese no es el mismo pie que tu guía de turismo te dijo que… Oooh, mala idea.
—¿Lo hice? —preguntó Callie, levantando sus cejas. Era muy posible que ella lo
hubiera proclamado sin pensar.
—Disculpa, ¡tu ahí! —dijo Vanessa de repente, y el estómago de Callie se
desplomó mientras la miraba detener a un alto y guapo alumno de avanzado.
Mordiéndose su labio, Callie trató de encogerse en el piso, recordando
profundamente el mes en el cual Jessica se “vengó” de ella por pasar demasiado
tiempo con Evan al parar a cada chico que se cruzaba por su camino y diciendo:
“Disculpa, pero ¿conoces a mi amiga Callie Andrews? Es porrista, y ¡puede
hacer splits17”.
—Nos estábamos preguntando —presionó Vanessa suavemente, coqueteando
como toda una profesional—, si ¿podrías indicarnos la dirección para la Feria
de Actividades? Somos de primer año, y aquí mi amiga Callie Andrews, ha
hecho que nos perdamos, demasiado.
16 Verano indio: En inglés “Indian Summer” expresión que usan en cuanto al clima; se refiere
a un clima cálido calmado que por lo general se da a principios del otoño. 17 Splits: Posición de las porristas y gimnasta en general que consiste en abrirse de piernas
hasta tocar el piso.
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Callie sonrió tristemente.
Para su sorpresa el guapo extraño le sonrió, la cual se transformó en una
sonrisa más grande cuando ella lo vio a los ojos. Su greñudo cabello café claro
se alborotó por la brisa de otoño.
—No se preocupen, Callie Andrews y amiga —dijo, hablando sólo con Callie. Su
voz tenía un pequeño acento sureño: relajado y encantador, como su sonrisa.
—Soy Vanessa —dijo esta.
—Vanessa —repitió él—. Sucede que me dirijo hacia allá ahora mismo, y será
un placer acompañarte… a las dos.
Vanessa sonrió y empezó a hablar mientras ellos empezaron a caminar. Callie
se mantuvo callada, dándole vistazos a su escolta y notando que cuando él
sonreía, pequeñas arrugas se formaban en las esquinas de sus ojos.
—Yo también estaba en Wigglesworth cuando era de primer año —explicó
mientras Vanessa cabeceaba con entusiasmo—. Saben, son muy afortunadas —
agregó, mirando a Callie por encima de su hombro—. Dicen que son los mejores
dormitorios para los de primer año en el campus.
Callie se sonrojó.
—La deberías de haber visto el otro día —dijo Vanessa—. ¡Ella era
simplemente tan linda! Brincando alrededor preguntando si “Wigglesworth” no
sonaba ¡justo como si hubiera salido de Harry Potter!
Callie entrecerró los ojos, y esperó a que el de avanzado la viera como una niña
de once años demasiado grande. Pero en lugar de eso, como si fuera posible, su
sonrisa se hizo más grande.
—Me encanta Harry Potter.
También me encantas. Digo…
—¡También me encanta! —dijo Callie.
—Hmm. —Vanessa se encogió de hombros—. Tal vez los dos deberían de
juntarse y leerlo algún día…
Callie se congeló. Mantén los pies en la tierra, se dijo.
—Me encantaría… —dijo el de avanzado.
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¿En serio?
—… pero desafortunadamente mi novia se pondría muy celosa.
¿Novia? ¡Qué novia! Oh, Callie entendió. ¿Celosa?, se preguntó. Eso significaba
que vio la propuesta de Vanessa como una cita en vez de una salida como
niñero o…
—Qué mal. —Vanessa interrumpió sus pensamientos—. Bueno, ¡gracias por
guiarnos! —agregó, y al momento Callie se dio cuenta de que ya habían llegado.
Cientos de cabinas y emjambres de estudiantes estaban por todas partes, y
letreros gigantes de Bienvenida rodeaban el Yard.
—No hay problema —dijo él—. Me quedaría y les enseñaría los alrededores,
pero me necesitan en la cabina de squash. Deberían de parar por ahí después,
ya saben, si están interesadas en unirse al equipo. —Y luego ondeando su mano
se fue.
—Santa madre, ¡qué zorro! —exclamó Vanessa demasiado alto a su espalda.
—Vanessa… —dijo Callie.
—¡Y esa voz! Me pregunto de dónde…
—¡Vanessa!
—¿Qué? ¡Él, como que, le encantaste!
—No es cierto. Él…
—¡Absolutamente quiere salir contigo y tener hijos llamados, como, Harry, Ron
y Hermione!
—¡Claro que no! —chilló Callie—. Oye espera, pensé que habías dicho que
Harry Potter era para niños.
Vanessa se encogió de hombros.
—Me gusta. De todas maneras, no puedo creer que se me haya olvidado
preguntarle su nombre. No es que importe; lo encontraremos en Facebook. Pero
mientras tanto creo que lo llamaré… Foxy McFoxerson18.
—Eres. Increíble —dijo Callie, riéndose a pesar de que no quería.
18 Foxy McFoxerson: Al español, algo como “Astuto McZorrón”.
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—Lo sé, ¿cierto? —dijo Vanessa—. Ahora, ven —agregó, enlanzando sus
brazos—. ¡Hay que ponernos activas!
Callie pasó los siguientes veinte minutos disfrutando los “comentarios sociales”
de una muy entusiasta Vanessa.
En la mesa para el Club de Negocios de Harvard: —¡Aquellos son los chicos
banqueros, y llamamos a esos sus Crackberries! —dijo Vanessa, apuntando a
los jóvenes en trajes y a sus BlackBerries de mascotas.
En el Club Internacional de Harvard, donde las chicas se vestían en hiyab
coloridos y bailaban con la música exótica del Oriente Medio: —No te unas,
también estarás poniendo tu nombre en la lista de NO VOLAR.
—Vanessa, eso no es un poco…
—¡No, en serio, ellos envían la lista por fax directo a la CIA!
Cruzando el camino, en Mujeres de Negocios, después de que Vanessa hubiera
agarrado un pastelito de un recipiente de metal en la mesa: —¿Ves cómo ellas
están posicionadas directamente frente al Club de Negocios de Harvard? Sí, ese
club no es real. Es una tapadera para un servicio de citas —decidió, mirando a
las chicas con labial rosa y en tacones reclinadas en sus sillas de verano.
Callie se rió.
—En serio —agregó, notando que tres de hecho traían tops de trajes de baño—.
¿Crees que ellas saben la diferencia entre NASDAQ19 y un daiquiri de fresa?
—Oohh, buena esa —dijo Vanessa.
Pasaron las cabinas del Intramural/Club de Equipos (“Atletas de la
preparatoria de pueblos pequeños que no fueron demasiado buenos para ser
reclutados, ni siquiera por la Liga Ivy,” explicó Vanessa); el Harvard Lampoon
(“¡Imagina a cincuenta Woody Allens juntos en un cuarto!”); y el Advocate, una
revista literaria, donde extenuados hombres vagaban en pequeñas camisetas y
jeans más apretados que los J. Brands de Vanessa. (“Ríndete, Callie,” instruyó
19 NASDAQ: (National Association of Securities Dealers Automated Quotation) es la bolsa de
valores electrónica y automatizada más grande de los Estados Unidos, con más de 3.800
compañías y corporaciones.
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Vanessa, malinterpretando los intereses de su compañera de cuarto en la
revista como interés por los miembros del club. “Es posible que estén más
interesados en su propia profundidad, dolor existencial o entre sí”).
A la distancia Callie vio a Gregory parado cerca de la mesa que promovía el
equipo de Squash de Harvard, fumando un cigarro como si fuera el único
antídoto para su aburrimiento insoportable.
¿Quién hace eso?, se preguntó Callie irritada. ¡Los atletas serios no fuman!
Miró alrededor, buscando, tal vez, al entrenador que lo estaba dejando salirse
con la suya. Pero en su lugar, encontró a alguien más: “Foxy McFoxerson,”
parado justo a un lado de Gregory y sonriendo mientras alentaba a los otros a
inscribirse.
Ellos sí que hacían un par, y Callie dio un paso hacia ellos sin querer. Vanessa
agarró su brazo y empezó a susurrar en su oído.
Aparentemente Callie no era la única interesada en los deportes de raqueta.
—Gregory Brentworth Bolton es el hombre más sexy del mundo —arrojó
Vanessa—. ¿Lo viste cargando sus cajas el otro día? ¿Sin camiseta? Vaya. Lo
amo. Sé que digo eso de todo el mundo, pero en este caso, lo digo en serio. De
verdad, realmente lo amo. —Vanessa dio un largo suspiro a través de sus labios
fruncidos.
—Él es definitivamente guapo —admitió Callie—, pero se ve que es un idiota.
—Sí… un idiota guapo. —Aparentemente en la mente de Vanessa éste era un
atributo adicional—. Nuestros padres solían trabajar juntos en Goldman Sachs,
pero Gregory y yo nunca tuvimos el placer de conocernos realmente. Y ahora
vive en la puerta de al lado… es el destino, ¿no crees?
—Uh… seguro. —Callie asintió, preguntándose por qué estaba sintiéndose de
repente tan irritable.
—Se pone incluso mejor —continúo Vanessa, radiante de alegría—. Busqué en
Google a todos nuestros vecinos, y parece que Oke-Chihuahua, o como sea que
se diga, es algo así como de la realeza Nigeriana. ¡No pude encontrar nada de
los otros dos, pero a lo mejor nos sorprenden!
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Hablando de “los otros dos,” Callie vio a Matt parado a la parte izquierda en la
mesa decorada con un gigante e impresionante letrero que decía: THE
HARVARD CRIMSON.
—Asco, el periódico de la universidad —murmuró Vanessa, pero Callie apenas
la escuchaba. En la mesa que estaba justo al lado, un letrero (negro brillante
con letras blancas) llamó su atención: REVISTA QUINCE MINUTOS. Un
numeroso grupo de estudiantes de primer año, estaban agrupados frente a la
mesa, a cargo de una chica con la piel de alabastro y gruesos rizos castaños.
Ella sonreía, brillando como el sol: el centro del universo mientras ellos
orbitaban alrededor de ella.
Vanessa fue rápida en darle información:
—Esa es Alexis Throndike —susurró en un tono que sonaba extrañamente a
miedo—. Es una estudiante de tercer año, creció en Greenwich, Conneticut, y
es miembro de la junta de cualquier club u organización que te puedas
imaginar. También mide 1.70, odia los mariscos, y se rehúsa en dormir en
cualquier cosa que no sean sábanas de 500 hilos.
—¿Cómo sabes todo esto? —preguntó Callie, susurrando también, en contra de
su voluntad.
—Facebook. Ahora, escucha con cuidado: si le agradas, las puertas de la
sociedad de Harvard se abrirán con brazos acogedores, pero si no… —Los ojos
de Vanessa se agrandaron como si el pensamiento fuera demasiado como para
hablar de ello en voz alta. Callie quería reírse, pero mientras veía a Alexis, no
pudo evitar sentir indicios extraños de aprensión y temor.
—Hay que inscribirnos —urgió, apurándose para unirse a la línea.
—¿Qué? Pero odio escribir, ¡soy malísima! —protestó detrás de ella Vanessa,
siguiéndola sin embargo.
—Puede ser. —Callie se encogió de hombros—. Pero nunca lo sabrás si no
pruebas. —(Traducción: Estoy demasiado asustada como para inscribirme
sola.)
—¿Sabes qué? —dijo Vanessa, empezando a asentir—. Esta puede ser una
excelente oportunidad para conocer gente nueva. —(Traducción: Te acepto como
mi amiga provisional de camino a mejores y grandes cosas).
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Las chicas intercambiaron sonrisas socarronas mientras se paraban esperando
para agregar su nombre a la lista.
Diez minutos después Callie y Vanessa siguieron a una multitud de personas al
Annerberg, el comedor para los estudiantes de primer año. Después de estar en
la línea por siempre y soportar una serie de incómodas presentaciones,
finalmente entraron.
El comedor era enorme: fácilmente se podían sentar más de mil personas. Altos
techos y vidrieras matizadas daban la impresión de que estaban entrando a un
comedor al estilo Británico. Callie no reconoció a nadie.
Vanessa se disculpó y se dirigió a la mesa donde tenían las opciones
vegetarianas: su tan proclamada “dieta estratégica” de la semana. (“Pero en
serio también me importan los animales. Cuando tenía 12 añsos, mi mascota
Bunny y yo éramos muy unidos”.)
De repente sola, Callie agarró una bandeja y la llenó con alimentos en trozos y
sin color. Extrañaba a su madre, no por primera vez en estas pasadas semanas.
Especialmente lo que cocinaba.
Regresando al área para sentarse, escaneó la sala, buscando a Vanessa. Estuvo
sorprendida al ver que, como en la secundaria, todos los jugadores de fútbol
americano estaban sentados juntos arronjándose comida entre ellos con los
tenedores, completamente inconscientes que eran imitados por los chicos del
teatro que estaban sentados cerca.
A su derecha espió a Matt con unos estudiantes que ella asumía también se
habían inscrito al Harvard Crimson. Unas cuantas mesas más lejos, Mimi,
luciendo miserable, estaba sentada rodeada de otros internacionales. Justo
enfrente, Callie vio a Gregory con otros chicos que venían de la ciudad de
Nueva York. Muchas chicas estaban sentadas cerca, inclinándose e
interrumpiéndose la una a la otra para llamar su atención. Ellas debían ser a
las que Vanessa se refirió como las “Reinas Americanas Judías,” o RAJ (porque
las Princesas Americanas Judías iban a Princeton, explicó Vanessa). Callie
miró por un momento, asimilando sus faldas de lana con patrones, sus
chaquetas a juegos, y perlas.
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¿Están en serio con esos trajes?, se preguntó incrédulamente. Después de todo,
era una cosa disfrutar de Gossip Girl (irónicamente, por supuesto), pero era
otra emularlo en el comedor.
Callie se dirigía a una mesa vacía cuando vio a Vanessa al margen de un grupo
de sus compañeros de escuela. Parecía que la estaban ignorando. De hecho,
parecía como si Vanessa estuviera a punto de caerse de la mesa.
De repente ella miró en dirección a Callie. Callie le sonrió y empezó a caminar
hacia ella, levantando su mano en señal de saludo. Vanessa la miró
directamente y luego para sorpresa de Callie, se volteó en su asiento: dándole
la espalda a Callie como si no la hubiera visto. Excepto que Callie estaba
seguro de que lo había hecho.
¡Qué perra!
Rápidamente Callie miró al grupo de Matt una vez más, pero no había dónde
sentarse. Yendo al otro lado del comedor, escogió una mesa cerca de la pared,
tan lejos de la traidora como fuera posible.
Después de un momento Dana se le unió, a quien ni siquiera había notado
acechando tras ella. Agradecida por la compañía, Callie trato de sonreír.
Desafortunadamente el gesto pasó desapercibido por Dana, cuya cabeza estaba
agachada en una oración.
Dana puede que sea extraña, pensó Callie mientras ella empezó a comer en
silencio, pero no era estúpida. Callie sabía que no debieron hacerla a un lado
antes de la Feria de Actividades.
Suspiró. ¿Cómo se las arreglaría para encajar en Harvard cuando ni siquiera
podía descifrar dónde sentarse en el comedor?
—Así que… ¿te inscribiste en alguna actividad agradable? —se aventuró Callie.
—Estudio de la Biblia.
—Oh… genial… ¿algo más?
—El Club Republicano de Harvard.
Oh, bueno. Callie siguió comiendo el resto de su comida, ansiosa de regresar a
su habitación para así poder estar sola y sin amigos, en privado, sólo a una
llamada de distancia de Jessica o su mamá, ya que Evan seguía sin contestar.
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Parándose, se dirigió a la línea de gente que estaban dejando sus bandejas.
Dana sacó un libro de su bolsa y empezó a leer.
La próxima vez recordaré traer un libro, pensó Callie mientras la fila avanzaba.
De esa manera no me veré como una gran perdedora…
Algo le pego por detrás. Ella empezó a caer, tropezando con un pequeño chico
de primer año que había salido de la nada. Su bandeja voló por los aires y
aterrizó ruidosamente, con los platos rompiéndose y la comida volando por
todas partes. Sus manos volaron hacia su falda mientras golpeaba el piso,
rezando que no estuviera a punto de enseñar su ropa interior a todos los de
primer año.
Oh no, oh no, oh NO, suspiró miserablemente, cerrando sus ojos. Los abrió, y se
encontró mil pares de ojos mirándola.
Demonios.
El comedor estaba en completo silencio. Entonces lentamente alguien empezó a
aplaudir.
En un susurro que se hizo eco desde las vidrieras hasta el techo y después el
piso, Gregory, todavía aplaudiendo, se inclinó al centro de su mesa y dijo:
—Ahora, eso es vergonzoso.
Toda su mesa estalló en risas, y el aplauso fue tragado por todo el comedor.
Algunas personas empezaron a chiflar y silbar. Cuatrocientas manos sacando
cuatrocientos teléfonos de sus bolsas, bolsillos, listos para grabar el evento en
piedra virtual, desde hoy hasta la eternidad…
Actualización de estado vía Facebook:
¡UNA RUBIA ACABA DE CAER EN ANNENBERG!
Actualización vía Twitter:
SIENDO TESTIDO DEL MOMENTO MÁS VERGONZOSO DE LA DÉCADA…
GRANDIOSO.
Actualización vía Twitter vía Facebook:
AGRADECIDO DE QUE NO FUERA YO.
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SMS a Twitter:
CAÍDA ÉPICA EN EL COMEDOR COMIDA POR TODOS LADOS.
Blackberry a Twitter vía Facebook:
APUESTO QUE ALGUIEN ESTÁ ORGULLOSO DE TRAER ROPA
INTERIOR HOY…
—¿De todos modos, quién es ella? —preguntó la chica que estaba al lado de
Gregory mientras las voces disminuían.
—Sólo una chica de California. Creo que vive con Mimi —respondió otro.
—California, hmmm… debería de haberlo adivinado. Cariño, si insistes en
traer sandalias, por lo menos trae una pedicura decente.
Hubo otra ola de risas.
—Pobre Mimi, con razón está tan deprimida… —La risa de Vanessa fue la más
fuerte de todas.
¡Ultra-perra!
Callie apenas notó las manos que la agarraron ayudándola a pararse.
—Ven —dijo Matt, poniendo un brazo alrededor de sus hombros y llevándola
hasta la puerta. Trató de agradecerle, pero en su lugar sólo pudo asentir,
resistiendo la urgencia de correr el resto del camino a casa.
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CCaappííttuulloo 33 PEOR QUE UNA LLAMADA TELEFÓNICA;
No Tan Malo Como Una Nota Adhesiva...
¿Mejor Que Un Mensaje De Texto?
Traducido por Shadowy y Jo
Corregido por Nanis
De: Callie Andrews
Para: Jessica Marie Stanley
Asunto: FWD: Tenemos que hablar
In… maldito… creíble…
————— Mensaje reenviado —————
De: Evan Davies
Para: Callie Andrews
Asunto: Tenemos que hablar
Hola nena,
¿Cómo está yendo Harvard hasta ahora? La UCLA le patea su importante
trasero. De todos modos, siento seguir perdiendo tus llamadas. Supongo que
probablemente te habrás dado cuenta para ahora que he estado muy ocupado...
Tenemos práctica de fútbol 4 horas al día, es una locura. Y el curso de
preparación de Derecho está resultando ser mucho más difícil de lo que
pensaba, pero creo que sobreviviré porque uno de los hermanos me dijo que
mantenían todos los exámenes parciales viejos en un archivador en la casa.
Muy enfermo, ¿verdad?
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De todos modos, lo que realmente estoy tratando de decir es que no eres tú, soy
yo. Tú eres genial.
Cuídate,
Evan
———————————————
De: Callie Andrews
Para: Evan Davies
Asunto: Re: Tenemos que hablar
¿Qué? Estoy confundida… ¿Estás terminando conmigo?
——————————————
De: Evan Davies
Para: Callie Andrews
Asunto: Re: Tenemos que hablar
Oh, mierda, Cal. No soy bueno en esto… Lo siento. No sé qué más decir. Espero
que no me odies.
Evan
——————————————
De: Jessica Marie Stanley
Para: Callie Andrews
Asunto: Re: FWD: Tenemos que hablar
¿¡¡Quueeeeeeé… CARAJOS!!? ¿Está DROGADO? ¿¿¿Es el mismo Evan “Juntos-
para-siempre” Davies del infame Plan de Cinco Años??? Claramente él ha sido
cuerpo-secuestrado por invasores alienígenas. En clase en este momento; no
puedo escapar sin pasar por encima de 800 pies pero saldré volando pronto…
espera mi llamada.
Besos, Jess
Enviado vía BlackBerry por AT&T
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—¿Callie? —llamó una voz desde el pasillo, seguido de un golpe en la puerta—.
Callie… tienes que levantarte de la cama. Tenemos que ir a…
Hubo una pausa, seguida de un susurro ahogado.
—¿Tal vez deberíamos sólo dejarla dormir?
—No lo sé… ha estado ahí durante dos días.
Vanessa volvió a golpear, Mimi persistiendo insegura en sus talones.
—Voy a entrar ahí —dijo Vanessa con decisión.
Callie gimió y tiró las sábanas sobre su cabeza.
—¿Callie? —preguntó Vanessa—. ¿Nos preguntábamos si quieres venir al
comedor? ¿Para cenar? Y luego más tarde está el Baile de la Primera
Oportunidad…
Callie volvió a gemir.
—Déjame en paz. Sólo quiero dormir.
—Muy bien, bueno, has oído a la chica: quiere dormir —dijo Mimi,
retrocediendo.
—No seas ridícula —espetó Vanessa, dando un paso adelante y tirando las
sábanas fuera de la cama de Callie.
—¡Oye! —gritó Callie, incorporándose.
—Eso está mucho mejor —dijo Vanessa—. Ahora espabila porque la cena es en
diez minutos.
Los ojos de Callie viajaron de Vanessa —manos en sus caderas, una expresión
severa en su cara— a Mimi, quien se movía incómodamente cerca de la puerta.
—Miren, muchachas, aprecio su preocupación, pero en realidad sólo quiero que
me dejen en…
—Tonterías —la interrumpió Vanessa—. Te preguntaríamos qué está mal, pero
las paredes son tan finas que todo el mundo ya lo sabe. Básicamente, no me
importa si este personaje Evan se parece a Jude Law, o si sus pedos son
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mágicos… Suena como un imbécil, y nadie vale la pena de dos días completos
de depresión.
—Sí, y te ves absolutamente terrible… como mierda —agregó Mimi, tratando
de entrar en el espíritu de las cosas.
Vanessa la fulminó.
—Mimi, eso no es exactamente…
Callie se echó a reír. Y llorar.
—Simplemente no puedo creer que haya perdido dos años de mi vida…Y en un
e-mail… Quiero decir, ¿en serio?
El silencio que siguió fue interrumpido por los sonidos de ópera de Dana
cantando el evangelio en el camino desde el baño a su dormitorio.
—De vuelta a casa —dijo Mimi, pensativa—, tenemos este dicho. “Si el caballo
te saca de encima… cómprate uno nuevo”.
—Sabio consejo. —Vanessa rió—. “Hay otros peces en el mar”.
—Eso no puede ser correcto —dijo Mimi, sacudiendo la cabeza—. Es: “Ve a
pescar en otro mar…”
—Estaré bien —cortó Callie, hipando y limpiándose los ojos—. Ustedes tienen
razón, y de todos modos, me muero de hambre. Sólo denme diez minutos.
—Gracias a Dios —dijo Vanessa.
Quince minutos después se unieron a Dana en una mesa en Annenberg. Eran
casi las ocho, por lo que el comedor estaba más vacío que de costumbre.
—Hola. ¿Cómo están… todas? —preguntó Dana, mirando a Callie y luego
desviando la mirada.
—Estoy muy bien —respondió Callie, tratando de sonreír—. Me alegro de que
sea sólo nosotras chicas…
—¿Está ocupado este asiento? —le preguntó Gregory a Mimi, sentándose, sin
esperar una respuesta.
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—Buenas tardes, señoritas —dijo Matt, sonriendo y tomando el asiento junto a
Gregory.
—Whoa… ¿quién murió? —preguntó Gregory mientras se les unieron sus otros
dos compañeros de cuarto.
—Nadie murió —dijo Dana remilgadamente.
—Hola, Gregory; hola, Matt. ¿Y ustedes son…? —preguntó Vanessa,
dirigiéndose a los otros dos como si no hubiera realizado ya su propia
investigación privada vía Google y Facebook.
—Soy Adam —dijo el pequeño pálido chico a la izquierda de Matt—. Y éste es
Okecha… uhm… Okuchu… uhm… Oye, amigo, ¿cómo es que lo pronuncias otra
vez?
—Sólo llámame “OK” —dijo el enorme Nigeriano con su hermoso acento
británico—. Así es como todo el mundo me llama en casa.
—Okay, OK, tu palabra es mi orden —cantó Vanessa.
—Nadie ha hecho nunca un juego de palabras como ese antes, inteligente…
bien hecho, tú… —dijo distraídamente mientras sus ojos se clavaban en Mimi.
Aclarándose la garganta, le dio un codazo a Gregory.
—Perdóname —dijo Gregory—. Ésta es Mimi; ésta es Vanessa —Vanessa
sonrió—, y su nombre es… Casey.
—Callie —espetó Callie.
—Cierto. Callie. ¿Y tú eres…? —Gregory miró a Dana.
—Eres Dana, ¿no? —preguntó Adam. Dana asintió—. Pensé que te reconocí de
Estudio de la Biblia —dijo, sonriendo.
Dana no dijo ni una palabra, pero se había vuelto de pronto muy rosa.
—Así que, Rubiecita, ¿de dónde eres? —le preguntó OK a Callie, arrancando
sus ojos de Mimi.
—¿Westwood, California? Es parte de Los Ángeles.
—¿Los Ángeles como en Hollywood? —comenzó OK—. Y terminaste desde tan
lejos hasta aquí en Harvard, ¿eh? Al igual que…
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—¿En serio? —interrumpió Callie, dejando caer su cuchara con estrépito—. ¿De
verdad quieres ir allí? Sí, todos hemos visto la película, y sí, todos sabemos que
las rubias se supone que son tontas, y sí, es un fenómeno impactante que tengo
el cabello rubio y entré en Harvard… Adelante, dilo. Sé que te mueres por
hacerlo, así que sólo sácalo ya…
OK miró impotentemente de Gregory a Matt.
—Al igual que, ¿esa chica Elizabeth? ¿Quien vive en el piso sobre nosotros? Ella
es de L.A, también. —Se detuvo bruscamente, pareciendo un poco asustado.
—Oh —dijo Callie en voz baja—. Oh, uhm… —El impulso de llorar había
regresado con toda su fuerza.
Matt empezó a reír.
—Supongo que la gente hace un montón de bromas de Legalmente Rubia a tu
alrededor, ¿eh?
Callie asintió, aliviada mientras los otros se unieron a su risa, con excepción de
Mimi, OK y Dana, que no tenían la menor idea de qué era tan gracioso.
—Así que, ¿van al baile esta noche? —preguntó Gregory, cambiando de tema y
mirando, por alguna razón, a Callie.
—No creo…
—Sí, ella va —dijo Mimi con firmeza.
Vanessa eligió ese momento para inclinarse y susurrar aparte.
—Está un poco triste. Su novio, o deberíamos decir ex-novio, Evan, acaba de
dejarla. En un e-mail.
Los ojos de Matt se iluminaron como los de un niño en la mañana de Navidad.
—Eso apesta…
—Sí, lo siento… podrida suerte —añadió OK.
Mimi se encogió de hombros.
—Tengo algo que podría hacerte sentir mejor —murmuró, deslizando un frasco
de su bolso. Y luego antes de que nadie pudiera detenerla—: Uno para ti, uno
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para ti —dijo ella, echando licor a las bebidas de Callie y de Vanessa—, uno
para ti, ups, dos para mí, y uno para…
Los ojos de Dana se expandieron al tamaño de platillos. Cerró de golpe la mano
sobre su copa.
—Relájate, es sólo agua —dijo Mimi.
Callie sorbió su bebida. Más como agua… y vodka.
Vanessa hizo una mueca.
—Quiero decir, podría ser peor —dijo—. Por lo menos no es tan malo como una
nota adhesiva. ¿Recuerdan ese episodio de Sex and the City? Ahora, eso fue
brutal. “Lo siento, no puedo,” ¡pegado justo en la pantalla del ordenador de
Carrie!
Callie frunció el ceño. Noticias de última hora, Vanessa: Carrie no es real. Los
personajes ficticios no sienten dolor.
—Bueno, quienquiera que sea ese chico Evan, es un idiota —dijo Gregory
repentinamente.
¿Qué? ¿Estaba el siervo de Satanás diciendo realmente algo bueno por una…?
—¿Quién viene a la universidad con una novia en primer lugar? Aguafiestas
total —concluyó, bebiendo directamente del frasco de Mimi.
—Gracias por eso, Gregory, muchas gracias —replicó Callie—. ¿O espera, lo
siento, era Geoffrey?
Gregory sonrió.
—Así que… ¿deduzco que no tienes novia? —preguntó Vanessa.
—No soñaría con ello —respondió él, sus ojos nunca dejando el rostro de Callie.
—¡Yo tampoco! —soltó Matt repentinamente. Todo el mundo lo miró—. Tengo
una novia, quiero decir… No tengo una novia tampoco. No es que yo no soñaría
con ello… lo haría. Quiero decir, lo hago… Me refiero…
Dana, por primera vez en toda la tarde, estaba asintiendo aprobadoramente.
—Aunque no creo que esto sea nada de nuestro asunto —empezó a decir,
mirando el resto de la mesa—, creo que es muy sensible de ti, Gregory. Si yo
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fuera tú, Callie, vería esta… situación… como un acontecimiento positivo. La
universidad no es el momento apropiado para un novio, y especialmente no uno
a larga distancia. Por qué, ¡sólo piensa en todo el tiempo extra que tendrás para
concentrarte en tus estudios!
—No podría estar más de acuerdo —dijo Adam (y la sonrisa de Dana
repentinamente pareció un poco congelada)—. La gente de nuestra edad, tiende
a ponerse demasiado preocupada con las relaciones cuando en realidad
deberían concentrarse en la escuela y actividades extracurriculares, y
averiguando quién quieren ser cuando sean mayores en vez de perseguir lo
contrario…
—Ho-la, cinco en punto. —Gregory silbó de pronto, dando codazos a OK, quien
siguió su mirada a donde una linda chica rubia con una falda corta estaba
inclinándose a recoger su servilleta.
—Suficientemente genial —concordó OK—. Pero nada comparado con la actual
compañía —añadió, sonriendo a Mimi. Mimi bostezó.
—Parece que ella está acercándose aquí —dijo Matt mientras la chica se acercó
a la mesa.
—¡Hola! —dijo Gregory—. Soy Gregory Bolton. ¿Cómo puedo estar a tu
servicio?
—¿Gregory…? —preguntó ella, frunciendo el ceño.
—¿Sí? —dijo él, sonriendo de una forma que incluso Callie tuvo que admitir que
era totalmente digna de un desmayo.
—Por qué no me llamaste de vuelta anoche —dijo ella, bajando la voz. Era una
acusación, no una pregunta.
—¡Oh! Oh, cierto —dijo, intentando, y fallando, enmascarar su confusión—. Lo
siento…uh…
—Elizabeth —siseó ella.
—¡Elizabeth! —chilló OK—. ¡Elizabeth que vive arriba! Elizabeth es también
de L.A —dijo con suficiencia, dirigiéndose a Callie, exonerado.
Callie trató de sonreír simpáticamente a Elizabeth, quien se quedó allí de pie
hirviendo. Después de todo, si ella no lo supiera ya mejor, podría haber estado
allí de pie en los zapatos de Elizabeth, a pesar de que, supuestamente, no era el
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tipo de Gregory… Oye, ¡espera un minuto! Con su cabello rubio claro y atlética
constitución, Elizabeth podría haber sido confundida por su hermana.
¿¡Realmente no tu tipo!?, pensó, mirando a Gregory.
—Bueno, me alegro de ver que alguien recuerda mi nombre —dijo Elizabeth,
dándole a Gregory una mirada dura—. ¡Dios! Debería haber sabido mejor…
—De acuerdo con Alexis Thorndike, el dormitorio-cesto20 nunca es una buena
idea —ofreció Vanessa.
La chica miró a toda la mesa completa y luego se alejó, murmurando.
—Upsi daisy —dijo Mimi. No estaba claro si esto fue en respuesta a la
confrontación de Gregory, o al hecho de que había accidentalmente inclinado el
resto del contenido del frasco en su jugo de naranja.
—Creo que es hora de que nos vayamos a preparar para el baile —dijo Vanessa.
Mimi vació su vaso de un trago.
—¡Vamozz! —dijo, poniéndose de pie vertiginosamente. Inmediatamente volvió
a caer en su asiento.
Dana, para sorpresa de todos, soltó una risita.
Mimi miró a Callie, levantó su frasco, señaló a Dana, y puso un dedo en sus
labios.
Estaba perfilando ser una noche muy larga…
Lady Gaga resonó por los parlantes en el Baile de la Primera Oportunidad,
diciéndole a los estudiantes que si ellos “sólo bailando estaría bien, gira en el
acto, nene, y estará bien…”
—¡Está cantando sobre MÍ! —gritó OK, girando en una loca combinación de
break dance y baile de salón.
—¿Ah? —gritó Mimi.
—¡Amo esta canción! —le gritó Vanessa a Gregory.
20 Dormitorio-cesto: Juego de palabras que se refiere a compañeros de edificio que tienen
relaciones entre ellos como si fuera incesto.
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—Sí, yo también —coincidió él, mirando a Callie.
Un tequila, dos tequilas, tres tequilas, cuatro…
Alguien le estaba pidiendo a Callie un baile. Era Gregory. No, era Matt… Matt-
Gregory le estaba diciendo que se veía linda…
—¡Gracias! —le gritó Callie a Vanessa mientras le pasaba otro trago.
—¿Dónde estamos? —gritó alguien.
—La Casa Lowell.
—¡No, este es del equipo!
—¿Qué? ¿No es el Baile de la Primera Oportunidad? —chilló Dana, sonando en
pánico.
—¡No, este es el “Baile de la Última Oportunidad”!
—¿Qué?
—¡Última oportunidad de salir de fiesta antes de que las clases comiencen!
Un tequila, dos tequilas, tres tequilas, cuatro… cinco tequilas, seis tequilas,
siete tequilas, más…
Matt-Gregory estaba bailando con alguien más ahora, pero Gregory-Matt
todavía estaba bailando con Callie…
OK lucía decepcionado de que Mimi no estuviera más impresionada en sus
habilidades de baile.
—¿Mencioné que soy un príncipe? ¡SOY UN PRÍNCIPE! —gritó.
—¡Lluvia Morada! —gritó Mimi mientras comenzaba a bailar con alguien
más…
—¡Mira a Matt haciendo esos movimientos con Callie! —chilló Vanessa.
—¿Quieres bailar? —Un chico aleatorio que nadie conocía le preguntó a Dana.
—¡No! ¡Quiero ir a casa!
—¿Pero dónde estamos?
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Cinco tequilas, seis tequilas, siete tequilas, más… ocho tequilas, nueve
tequilas, diez tequilas…
SUELO.
Callie despertó la mañana siguiente con una aguda resaca. Reseca y adolorida,
giró fuera de la cama y tropezó dentro de la sala común, esperando encontrar
agua, un Tylenol extra fuerte y…
Dana estaba posada en el borde del sillón, sentada junto a…
—¿Matt? —preguntó Callie, frotándose los ojos y deseando que la habitación
dejara de girar y se quedara quieta por un minuto—. ¿Qué estás…?
—Matt —dijo Dana en voz alta—, pasó la noche en nuestro sillón porque
Gregory necesitaba su doble para… ciertas… innombrables faltas de decoro.
Matt sonrió abiertamente.
—Oficialmente sexiliado.
—Genial, qué bueno saberlo —dijo Callie—. Espero que tenga mejor suerte
recordando su nombre esta vez —murmuró mientras Dana le daba una taza de
café—. Gracias —agregó, notando una bandeja de cartón con tres tazas más y
dándose cuenta de que Dana debió haberse despertado temprano para traerles
a todos café.
De pronto, la puerta de Vanessa se abrió, y un chico salió de su habitación,
sonriendo abiertamente. Su expresión tenía último año escrito por todas partes.
—Hola —dijo él, mirando a Callie en una manera en que ella deseaba estar
usando un sostén debajo de su camiseta de mangas cortas, y buzo en lugar de
pantalones cortos—. Soy Je...
—Jeremy se estaba yendo —dijo fríamente Vanessa, emergiendo de su
habitación en una bata de satén.
—Uh, de hecho, es Jeffrey.
—Lo que sea. ¡Ahora adiós!
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—Mejor me voy yendo también —dijo Matt. Los niveles de estrógeno de la
habitación habían alcanzado niveles críticos—. Gracias por el café, Dana.
Callie se posó en el alfeizar de la ventana y Vanessa se acomodó en el sofá.
Mientras Dana se acercaba a ella con una taza de café, exclamó:
—¡De último año! No puedo creer cuán sórdidos son… ¡Sólo porque quieres
besarlo y acurrucarte no significa que también quieres tener sexo!
La mano de Dana se congeló en medio del aire.
—¡Todo lo que quieren es sexo, sexo, sexo! —continuó Vanessa perversamente,
justo en la oreja de Dana.
—Di sexo de nuevo, Vanessa, creo que no te escuchamos las primeras ocho
veces —dijo Callie, aferrando su cabeza entre sus manos.
—¿Qué? —preguntó Vanessa—. No es como si hubiera hecho algo. Sólo estaba
diciendo que el se...
—¡No más! —gritó Callie, haciendo una mueca por el volumen de su propia
voz—. Uhhh… mi cabeza, mi cabeza…
—¡Oye! —dijo Vanessa, cambiando el tema—. Me pregunto si Mimi ya está
levantada. Anoche la vi bailando con…
La puerta de la habitación de Mimi se abrió con un sonoro crujido, y salió
usando una arrugada camiseta de hombre, su cabello enloquecido con secretos
de la noche anterior. Avanzó unos temblorosos pasos y luego se tropezó con los
tacones altos de Vanessa, los cuales yacían abandonados en el medio del suelo.
—¡Upsi daisy! —chilló Mimi, riendo como loca.
La puerta se abrió un poco más, y Charlie el Prefecto salió en puntitas detrás
de ella.
—¡UPSI DAISY, en efecto! —gritó Vanessa. Asintiendo, le dio a Mimi un
exagerado pulgar en alto.
Mimi imitó el gesto con una confundida mirada en su rostro. Luego, apuntando
a Charlie, ofreció:
—Está bien divertirse un poco… sólo no demasiada diversión.
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Las chicas aparte de Dana, quien lucía mortificada, explotaron en risas
histéricas. Callie estaba riendo tan fuerte que se cayó del alfeizar, y Vanessa
derramó su café.
Naturalmente, esto sólo las hizo reír más fuerte.
Charlie, su rostro rojo remolacha, salió rápidamente de la habitación,
murmurando:
—Er… las veo la semana siguiente, chicas; cuídense.
—Guau —dijo Callie, comenzando a calmarse—. De alguna manera creo que
esa no era parte de la descripción de su trabajo.
—Así que, cuéntanos —demandó Vanessa—. ¿Da buenos consejos?
—Excelentes —dijo Mimi. Dana, quien se había estado dirigiendo al derrame
con toallas de papel en su mano, se paralizó, intentando, tal vez, pensar si
“consejos” significaba lo que ella pensaba que lo hacía.
Un teléfono comenzó a sonar en algún lugar en la habitación de Callie.
—Volveré en seguida —dijo ella.
—¡No tan rápido, señorita! —chilló Vanessa—. ¿Qué estaba haciendo Matt aquí
esta mañana? ¿Un poco de acción de despecho, tal vez?
—No… nada de acción de despecho para mí.
—Uh-huh, claro —dijo Vanessa.
Pero Callie no estaba escuchando. De camino a través de su habitación, se
preguntó si Evan, habiendo finalmente vuelto a sus sentidos, la estaba
llamando para recuperarla. Hace dos días la respuesta probablemente habría
sido sí, pero ahora ella estaba esperando decir no. O tal vez debería escribirle
un e-mail.
Hundiéndose en su cama, abrió el teléfono, sonriendo al nombre en el
identificador de llamadas.
—¿Sí, Evan? —preguntó en su mejor voz de “hazlo-rápido-porque-realmente-no-
tengo-tiempo-para-ti”.
Permaneció callada por un momento.
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—Bueno, debe ser realmente importante si necesitó una verdadera llamada
telefónica. ¿Qué pasó? Se echó a perder tu computador, o te diste cuenta que…
Abruptamente dejó de hablar. Un minuto pasó, luego dos, y entonces sus
manos comenzaron a temblar. Con la mirada vacía observó la pared, el color
abandonando su rostro.
—¿Cómo… cómo es eso posible? —susurró—. ¿Por qué, por qué demonios, POR
QUÉ harías ESO?
Una pausa.
—¿A qué te refieres con “lo que no supiera no podía herirme”?
—¿Lo SIENTES? —rugió, saltando de su cama—. ¿Cuándo… cómo… por qué?
—bombardeó. Se detuvo, intentando respirar—. Cuándo —decidió finalmente—
. ¿Cuándo ocurrió esto?
Silencio por un momento, luego:
—¿LA SEMANA DEL ÚLTIMO AÑO? Pero quién… —Sus ojos ensanchándose,
descendió de nuevo a su cama—. ¿Quién más sabe? —susurró.
Se sentó quieta, escuchando, su mano libre apretando y soltando las suaves
frazadas en su cama.
—Tienes que arreglar esto —murmuró finalmente—. No, eso no es lo
suficientemente bueno. Tienes que ocuparte de eso ahora.
Sus respiraciones venían en cortos, rápidos jadeos. Intentó respirar
profundamente, ignorando el sonido de más inútiles disculpas que se filtraban
por su teléfono. No tenía sentido. Inclinándose, metió su cabeza entre sus
rodillas.
—Tengo que irme… —susurró, apretando TERMINAR LLAMADA. Su teléfono
se deslizó de sus manos y cayó al suelo. Con la cabeza todavía colgando hacia
abajo, miró el teléfono por el rabillo del ojo.
Aturdida se estiró por él. Luego se puso de pie. Caminó a su armario, abrió el
cajón de arriba y empujó el teléfono tan al fondo como pudo detrás de sus
calcetines más viejos, con más agujeros. Como si desde allí no pudiera herirla
más. Ridículo, ya que el daño estaba hecho.
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Volviendo a su cama, pensó en contarle a alguien: Jessica o hasta su mamá…
Pero era demasiado horrible para ponerlo en palabras. Cerrando sus ojos,
intentó pensar en un número de tres dígitos para factorizar en primos. Pero los
números no venían. Su mente continuaba nublándose con imágenes horribles
hasta que finalmente, sin importar cuán fuerte apretara sus párpados, las
lágrimas comenzaron a fluir.
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CCaappííttuulloo 44 TEMPORADA DE COMPRAS:
“No Se Trata De Las Clases: ¡Sino De La Ropa!”
Traducido por Viktoriak y Sweet Nemesis
Corregido por Nanis
ueridos Froshlings:
Bienvenidos a la “Temporada de Compras”: la semana de prueba en la
que puedes “comprar” las clases, antes de comprometerte con las
cuatro que comprenderán tu primer semestre académico.
La Temporada de Compras no se trata sólo de escoger tus clases. Es el
momento ideal para ir de compras para los miembros del sexo opuesto. Los
jeans que decidas usar y los genes que deseas propagar, son las dos elecciones
que te dejaré a ti. Lo que tienes que saber de mi parte es…
Cómo escoger tus clases.
1. Escritura expositiva 20: Obligatoria. Independientemente de la habilidad.
Obtendrás una B+.
2. Algo útil: Análisis Social 10a y 10b, Introducción a la Micro y Macro
Economía. Triste pero cierto: el dinero hace girar al mundo. Por mucho que nos
cueste admitirlo dada nuestra “desilusión” con el materialismo, hay una razón
por la cual Economía tiene mayor concentración en Harvard, y Lenguas Celtas
y Literatura no.
(El incremento promedio de lucro cesante con una Licenciatura en Economía:
+$150,000/anuales. El incremento promedio de lucro cesante con una
Licenciatura en Humanidades: -$10,000/anuales)
Q
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Las matemáticas son muy simples, incluso para alguien especializado en
Inglés.
3. Algo grande: Las clases más grandes en Harvard, son los cursos
obligatorios de Educación General. La gente se queja y lamenta, exigiendo
saber cómo “Romance Prohibido en la China Moderna” le servirá a un físico
cuántico. En lugar de desanimarte, piensa en asistir a estas clases como ir al
mercado el día en el que una nueva carga acaba de llegar: tanta gente
interesante, de diferentes colores y concentraciones para ver y escoger, tantas
otras cosas fascinantes que hacer en clases en lugar de escuchar al profesor.
He aquí una lista por categoría de algunos de los favoritos del campus:
a. Culturas extranjeras: La Revolución Cubana, porque Fidel Castro y
el Che Guevara hacen ver al comunismo sexy.
b. Estudios históricos: Historia Intelectual Europea Moderna, para
que puedas aprender a utilizar términos como existencialismo y
deconstruccionismo correctamente en una oración y luego usarlos a menudo
para hacer que otras personas se sientan intelectualmente inferiores.
c. Artes y Literatura: Poemas, Poetas, Poesía, ponte en contacto con tu
lado beatnik21, o el tipo beatnik que se sienta detrás de ti, y aprende a cortejar
con lirismo.
d. Razonamiento Moral: Justicia. Hacer “lo correcto” al estilo Harvard.
e. Razonamiento Cuantitativo: La Magia de los Números, porque las
matemáticas realmente pueden ser mágicas (y esta clase es mágicamente fácil).
f. Ciencias: Ciencias de la Vida 1a… alerta de un futuro doctor, ¡Hola!
(O si lo más cerca que has estado de medicación previa implica ver Grey’s
Anatomy, tu apuesta más segura probablemente sean Dinosaurios o
Conexiones Cósmicas).
g. Análisis Social: Comida y Cultura, se incluyen los aperitivos: no digo
más.
21 Beatnik: No tiene traducción al español, pero quiere decir que pertenecieron a la “Beat
Generation” o “Beat Movement” de los 50’s Sus representantes más famosos fueron los
escritores William S. Borroughs, Jack Kerouac, Charles Bukowski y otros, se le conoce también
como “The beatnik generation”.
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4. Algo divertido: Para muchos de ustedes la definición de diversión es
“regresiones binarias y cálculo multivariable”. Para el resto de nosotros la
diversión está mejor definida como: “fácil, agradable y disfrutable”. Recomiendo
Psicología Positiva, en la cual las tareas consisten en abrazar al menos a siete
personas al día, o Sexualidad Humana, en la cual puedes conseguir una A por
escribir un artículo acerca de una “experiencia sexual inusual”.
Mis mejores deseos, como siempre,
Alexis Thorndike, Columnista de Consejos.
Revista Quince Minutos.
Autoridad de la Universidad de Harvard en la Vida del Campus desde 1873.
Matt miraba fijamente a Callie, viéndola tirar de su cabello. Tenía La Guía Q
en una mano y los Cursos de Instrucción en la otra, la cual había leído con
profunda concentración por un momento antes de detenerse para garabatear
algunas notas.
—Muchas gracias por venir, Matt —dijo ella, levantando la mirada y
sonriéndole, mientras él intentaba aparentar estar concentrado en su propia
búsqueda de clases.
—¡Me he estado volviendo loca, con toda esta cosa de las clases! —exclamó ella,
dolorosamente consciente que tenía cosas mucho más grandes por las cuales
enloquecer… mucho más grandes.
»No tengo ni idea de lo que quiero estudiar —continuó, determinada a
mantener la calma y fingir que todo estaba bien. Mientras Evan cumpliera su
palabra, nadie en Harvard nunca se enteraría.
»¡Lo peor de todo es que soy la única que no lo ha descubierto todavía! Vanessa
y Dana ya se han decidido por sus especialidades, y Mimi sólo va a “seguir la
corriente” e “intentar no reprobar”.
Ante la mención de su nombre, Dana levantó la vista del libro de texto de
Introducción a la Neurociencia, el cual había estado estudiando
minuciosamente. Los tres estaban sentados alrededor de la mesa cafetera de la
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sala común. Mimi estaba en su dormitorio —probablemente tomando una
siesta— y Vanessa, quién se ha había suscrito a una interpretación más literal
del término “Temporada de Compras” se había ido a la calle Newbury, para
examinar la alta gama de mercancía de diseñador.
—No se trata de las clases, Cal —le había explicado ella pacientemente—. ¡Sino
de la ropa! —Sin embargo, Callie había optado por quedarse en casa. Aunque
estaba bien para Vanessa, futura especialista en Historia del Arte, pasar el día
de compras, Callie sólo se había matriculado en una sola clase (uno de los
seminarios obligatorios de escritura de Harvard), y todavía tenía tres más por
escoger.
Hojeando la sección de Historia del Arte, Callie se preguntó lo que aprendería
la gente en clases como: Arte Budista en Una Cueva, Moldes, Construcción y
Conmemoración, o una misteriosamente llamada simplemente como La Cosa. A
Callie estos títulos le parecían misteriosos y exóticos, infinitamente
emocionantes, especialmente en comparación con la escuela secundaria. Pero,
por extraño que parezca, cuando ella y Vanessa habían estado ojeando la guía
la noche anterior, Vanessa no había mirado siquiera la lista. En cambio, no
pudo apartarse de la sección de Psicología, leyendo las descripciones de las
clases, hasta que Callie finalmente la interrumpió y preguntó:
—¿Por qué no te vas por Psicología?
—Mmm. —Vanessa se había encogido de hombros, alejando la vista de la
descripción de Psicología Evolutiva—. Simplemente no es para mí.
—¿Por qué no? —dijo Callie—. Pareces entusiasmada con algunas de esas
clases...
—Bueno, mi mamá y yo ya nos decidimos por Historia del Arte y Arquitectura,
así que… —Vanessa se veía completamente miserable. La conversación había
terminado en ese punto.
—Entonces, Dana, ¿te veré haciendo neurociencia? —preguntó Matt,
sonriéndole a Dana, quien seguía leyendo su libro de texto con atención.
—Neurobiología, medicación previa —respondió ella, dándole una rápida
mirada. Le dio a Matt una sonrisa extraña: el tipo que reservaba para hombres
que encontraba sorprendentemente soportables. Esta categoría incluía a su
compañero de cuarto Adam, quién, en su opinión, estaba apropiadamente
nombrado a partir de la creación original de Dios.
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Es cierto que no habían intercambiado más que unas cuantas frases completas
(¿qué puede una decirle a un chico que encuentra excepcionalmente
soportable?) pero él le había sonreído mientras le sostenía la puerta al C-24
después de acompañarla a casa de la iglesia el pasado domingo por la mañana.
Si sólo ella no hubiese fruncido el ceño y marchado cuando la había saludado
ayer por la tarde en el salón principal.
Dana volvió a su libro. Por el momento los estudios eran su prioridad. Además
de Introducción a la Neurociencia también tomaría Ciencias de la Vida 1a,
Física 15, y Matemática 55: el leviatán de las clases de matemáticas que había
inspirado más suicidios que el Martes Negro de la caída de Wall Street del 29.
Había escogido esas clases antes de la fecha, comprado los libros de texto con
antelación, y estudiado durante todo el verano, determinada a no quedarse
atrás incluso antes de que las cosas comenzaran.
Por el rabillo del ojo notó la forma en que Matt miraba a Callie y frunció el
ceño. Según la ley de la atracción de Maxwell, tanto más bonita seas, mayor
supondrá el grado de estupidez. Sin embargo, allí estaba Callie, una directa e
injusta violación al orden fundamental del universo. (Dana también entendía
por completo el papel real de Maxwell sobre las fuerzas gravitatorias, “Sobre
una Paradoja en la Teoría de la Atracción” algo de lo cual se enorgullecía).
Sacudiendo la cabeza, Dana retomó su lectura una vez más. Aprender acerca
del potencial de la acción de una neurona, era la única acción que necesitaba
conseguir en la Universidad, muchas gracias.
—Entonces, Matt —dijo Callie—, ¿qué crees que vas a tomar?
—Uhm… todavía no estoy realmente seguro… —comenzó, aunque Callie pensó
que él ya había escogido sus cuatro clases ayer. Bizqueando, él intento leer al
revés la lista de cursos potenciales de ella—. He estado considerando Análisis
Social 10. Aunque es durante todo el año, creo que sería bastante útil. Ya
sabes, por lo de Economía.
—Análisis Social… —dijo ella, mirando hacia abajo—. ¡Esa está justo en la
parte superior de mi lista! Deberíamos tomarla juntos. Sería genial tener un
amigo en clases.
Matt frunció el ceño cuando dijo la palabra amigo.
—Seguro, y sabes, algún día después de clases podríamos salir a cenar… —
comenzó a decir, en su interior empezando a vibrar ante el pensamiento…
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En realidad, era su teléfono celular, zumbando en su bolsillo.
—¿Hola?
—¡Matty! —retumbó la voz de su madre en su oído—. ¿Matty, estás ahí? No he
tenido noticias tuyas desde hace tres días. ¡Estaba comenzando a preocuparme!
Ruborizándose, Matt presionó el botón de volumen de su teléfono celular.
—Es mi mamá —gesticuló en dirección a Callie, abriéndose paso hacia el otro
lado de la habitación.
—Sí, mamá, sí… No, mamá, estoy bien, en serio… Sí, nada de qué
preocuparse… ¿El baile? —inquirió, lanzando a Callie una mirada de soslayo—.
Estuvo bien… No, nada demasiado alocado, sólo borracheras y malas
decisiones… NO, mamá, no, sólo bromeaba…
Se quedó en silencio por un rato antes de que comenzara de nuevo:
—Mamá es realmente genial hablar contigo, pero realmente me tengo que ir…
Estoy ocupado ahora mismo intentando escoger mis clases. No, mamá,
realmente me tengo que ir ahora… Sí, te prometo que te llamaré
mañana… Todos los días… Está bien… ¿Qué? No he recibido tu paquete…
Bueno, sí lo recibí. Sólo que no lo he abierto todavía… ¿Ahora? ¿En serio? Está
bien, está bien, lo tengo en mi bolso… Sí… Gracias… Adiós… Yo también te
amo…
Exhausto, colgó, hundiéndose de vuelta en el futón con un suspiro.
—Mi mamá, ella se preocupa… —dijo buscando dentro de su bolso y sacando
un pequeño paquete marrón—. Quería asegurarse de que abriera esto,
probablemente sea algo perecedero, como unas galletas hechas en casa…
Su rostro se desplomó como paracaidista sin paracaídas al abrir la caja para no
encontrar galletas sino una gran y surtida variedad de coloridos condones.
TROYANO, EXTRA LARGO, LUBRICADO, CON TACHUELAS, ULTRA
DELGADO, ESPERMICIDA, PIEL DE OVEJA.
Deslizó la tapa hacia abajo, pero no antes de que Callie mirara y comenzara a
reír sin control. Ajena a esto y exasperada, Dana tomó su libro y se marchó a su
habitación.
—Vaya —se burló Callie, incapaz de resistirse—. Tu mamá debe de tener
mucha… confianza en tus… habilidades.
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—Sí —murmuró Matt—. ¡Quiero decir, no! —gritó mientras Callie agarraba
uno de los condones y notó que la etiqueta tenía las palabras EXTRA
GRANDE, escritas notablemente en el frente—. Quiero decir, no quiero decir,
no. Sólo digo… Tengo que terminar esto… —dijo parándose y ondeando
vagamente unos papeles. Comenzó a salir del cuarto.
—De acuerdo —dijo Callie, aún riendo. Alcanzó su Cursos de Instrucción—.
Gracias por pasarte, de verdad fue de mucha ayuda.
Ella sonrió en una manera que hubiera puesto su rostro rojo, de no ser por que
ya estaba sonrojado al máximo.
—Escucha —espetó él en un último intento desesperado—. Avísame qué
decides sobre Ec10. Es a las 2 p.m., los martes y los jueves, así que podemos,
almorzar juntos antes o algo así…
—¡Sí! Suena genial —respondió Callie, pero ya había recogido su La Guía Q y
había comenzado a hojear entre las páginas.
Matt abrió la puerta del pasillo, y la habitación se llenó con el sonido de
estridentes risas. La cabeza de Callie se levantó justo a tiempo para ver a
Gregory escoltando a otra “Rubia Teñida” (sobrenombre cortesía de Vanessa)
hacia su habitación.
Inclinándose sobre su libro, Callie intentó pretender que no estaba mirando
mientras Gregory se detenía y miraba hacia el paquete de emergencia de Matt.
Su rostro se iluminó. Sumergió su mano en la caja y sacó un puñado de
condones.
—Por favor, agradécele a la Sra. Robinson de mi parte. —Se rió entre dientes.
Mientras sostenía la puerta abierta para la chica, se volvió hacia Callie, e
inequívocamente, le guiñó un ojo.
Callie accidentalmente arrancó una página de La Guía Q cuando la volteó
violentamente, el sonido de las risas y los murmullos desvaneciéndose mientras
la puerta del C-24 se cerraba.
Un minuto después, Vanessa irrumpió en la sala común, sus brazos llenos de
bolsas de compra. Callie mantuvo la cabeza gacha, esperando que Vanessa
captara la indirecta.
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—¿Sigues agonizando por tus clases, Cal? ¿En serio? Es el primer año, ¡ni
siquiera cuenta! Ahora es momento de experimentar, de enfocarte en cosas más
importantes en la vida.
Callie volteó la página de La Guía Q, tan obviamente como fuera posible,
saltándose los Estudios Étnicos y Europeos para examinar Gobierno.
—Como sea, puedes dejar de preocuparte, porque ya escogí las clases por ti.
Tomaremos Justicia: los lunes y los miércoles a la una.
—¿Qué? —dijo Callie bruscamente—. ¿En qué campo entra eso?
—Razonamiento Moral, lo que significa que cuenta para lo que sea que
termines estudiando. ¡Además, es famosa! Escuché que a veces se inscriben
1500 personas y ¡tienen que sortear quiénes entran! ¡Y el profesor, Michael
Sandal, es como este loco comunista que inspiró el personaje del Sr. Burns de
Los Simpsons.
—¿Quieres decir Michael Sandel, el Comunitario? —la corrigió—. Es un poco
famoso… y apuesto que el curso es bueno si tanta gente se presenta para
tomarlo…
Vanessa dejó las bolsas en el suelo, y su mandíbula, dramáticamente cayó al
piso.
—¡Honestamente Cal, no puedo entenderte a veces! ¿A quién le importa si la
clase es buena o no? Es sobre el ambiente, y la gente, y el clima.
—¿Qué? —murmuró Callie. Recogió su agenda y verificó que los días lunes y
miércoles a la una estaban libres.
—¿Te das cuenta que no hemos tenido ni una sola cita? —preguntó Vanessa—.
Nuestras relaciones románticas se han limitado a ser dejadas, esa fuiste tú,
enganches al azar, sórdidos chicos de último año, y ni siquiera me hagas
empezar con las escapadas sexuales de Mimi. Son completamente inaceptables.
Callie se quedó en silencio.
—De todas maneras, lo que finalmente he descubierto es esto: hemos estado
buscando en los sitios equivocados: chicos de último año, de avanzado… nunca
va a funcionar. Tenemos que aprovechar los recursos sin explotar, descubrir los
diamantes en bruto en la roca… Tenemos que encontrarnos…
Se detuvo dramáticamente.
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—Chicos de primer año.
Callie puso sus ojos en blanco.
—¡Detente, se lo que estás pensando! —continuó Vanessa—. Hace dos semanas
yo era toda “sólo chicos de avanzado”, también, pero hoy me di cuenta de algo.
Estuve haciendo un poco de investigación —y por investigación se refería a
acosar en Facebook—, ¿y recuerdas ese chico con el que estuve la otra noche?
¿Jeffrey?
—Creo que era Jeremy.
—Lo que sea. Descubrí hoy que tiene novia. Ella también está en el último año,
pero escucha esto: ella es horrible. Y no sólo del tipo demasiado-fea-como-para-
entrar-a-las-animadoras, o rechazada-en-la primera-ronda-de-American-Next-
Top-Model, sino como fea, te-ves-deformadamente-fea.
Callie rió, finalmente dejando La Guía Q a un lado.
—Así que estuve pensando: ¿A quién le importa? Él es como, súper caliente, y
su novia se ve como Marilyn Manson. ¿Por qué seguir con la cascarrabias de
Manson cuando puedes tener a una joven Monroe?
Callie pensó que una “joven Monroe” era un poco demasiado generoso para
Vanessa, pero esperó intrigada.
—Ahí fue cuando me golpeó. Cara de pala debe haber empezado a salir con
cual-sea-su-nombre durante su primer año, hace cuatro años, ¡antes de darse
cuenta de que él era atractivo! Antes de que él siquiera supiera que era
atractivo. Tienes que atraparlos cuando son jóvenes y aún en el fondo de la
cadena alimenticia, antes de que puedan apreciar su propio potencial, y
entonces los crías para que te adoren, para que confíen en ti, te necesiten. ¿Lo
entiendes? Es como… es como… ¡una granja de peces! Eso es. Proyecto Granja
de Peces. ¿No lo ves? Justicia es el estanque ideal.
Callie rió mientras se imaginaba a Vanessa yendo a clases con una enrome red
y lanzándola sobre un puñado de pobres, granientos, y confiados chicos de
primer año y arrastrándolos pateando y gritando hacia una enorme piscina de
agua rodeada por una alta cerca electrocutada. Granja de Peces: campo de
entrenamiento para futuros esposos de locas certificadas. Ver eso sería mejor
que ver un reality.
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—De acuerdo, tú ganas —recapituló Callie—. Pero si tomo Justicia contigo,
¿tomarás Ec10 conmigo?
—¿Estrategias de inversión y futuros inversores de capitales en riesgo? ¡Ahora
estás hablando con sentido!
Callie sacudió su cabeza y sacó su tarjeta de estudio, agregando Justicia debajo
de Ec10 y Expos.
—¡Genial! —chilló, comenzando a relajarse—. ¡Tres listas, sólo una más! Ahora,
escucha la descripción de esta clase de Inglés, llamada Novela del Siglo XIX…
Callie se detuvo en medio de la oración cuando OK, irrumpió en la sala común,
jadeando. Su rostro brillaba con sudor. Frenéticamente se dio la vuelta y
aseguró la puerta.
—Bueno —dijo Vanessa en alto—. Me alegra que finalmente hayas llegado a
nuestro evento de casa abierta. ¿Te gustaría un recorrido especial por la casa?
OK le dio una mirada en blanco, aparentemente imperturbable por el
sarcasmo.
—¿Les…? —Se detuvo—. Por favor, perdón por la intromisión, ¿pero les
importaría si me quedo aquí un minuto?
Callie y Vanessa intercambiaron una mirada.
—¿Por qué? —preguntó Callie—. ¿Sucede algo mal…?
Fuertes ruidos de pronto llenaron la sala. Sonaba como si una estampida de
animales salvajes se hubiera desatado en el pasillo.
—¡Oh, cojones! ¡Maldita sea! —gritó OK, saltando y disparándose al otro lado
de la sala para mirar por la mirilla. Se estremeció y volvió hasta donde
estaba—. ¡Estoy arruinado! ¡Absoluta, y majestuosamente arruinado!
—Bueno, si de hecho eres de la realeza como ellos dicen, supongo que no podría
ser de otra manera… —Vanessa se detuvo, escuchado las voces que venían del
pasillo.
—¿Dónde está?
—¿Cuál es su habitación?
OK gimió y cerró sus ojos.
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—¡Escóndanme! —rogó.
—Primero, dinos qué sucede —le ordenó Vanessa.
—Yo… bueno —comenzó OK—. Estoy intentando escapar de unas personas.
—¿Qué personas? —preguntó Callie.
—Preferiría no decirlo.
—Bien —dijo Vanessa, parándose y dirigiéndose hacia la puerta—. Entonces
simplemente tendremos que salir y ver por nosotras mis…
—¡No! —gritó OK, corriendo a bloquear la puerta. Sus ojos amplios, miraba de
Vanessa a Callie—. Son los paparazzi —susurró finalmente.
—¡Los paparazzi! —gritó Vanessa, mirándose en el espejo para arreglar su
cabello.
—Sí, los tan llamados “corresponsales” que reportan las noticias en casa y en
Londres.
—Oh. —El rostro de Vanessa decayó.
—¿Aquí? —preguntó Callie—. Pero... ¿por qué?
—Creen que estoy involucrado en alguna especie de escándalo —dijo OK—.
¡Pero en realidad no tengo nada que ver con eso!
—¿Qué clase de escándalo? —demandó Vanessa.
—¡Vanessa, claramente eso es privado! —chilló Callie.
—¡Ya no! —exclamó Vanessa.
OK suspiró.
—Supongo que les debo una explicación, señoritas. Es sobre mi novia, mi ex
novia en realidad, quien es famosa, o debería decir infame, en Gran Bretaña.
No hemos hablado desde el verano, pero al parecer se fugó con un cantante de
música tecno y los tabloides… los tabloides… —Se detuvo con un gemido.
Los labios de Vanessa se abrieron en incredulidad.
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—¿Me estás diciendo que tu ex novia es Sissy, de Sissy y las Cadetes del
Espacio? Ella es como la hermana del alma británica de Miley Cirus, ¡sólo que
menos Disney y más baile de tubo!
—Entonces han oído de ella —respondió OK, asintiendo con tristeza—. Nuestra
relación fue muy divertida por un tiempo, pero al final, padre tenía razón: ella
era demasiado salvaje, hasta para mí… siempre haciéndose tatuajes en los
lugares equivocados, y siendo fotografiada en el momento equivocado. De todas
formas, cuando llegó el momento de ponerle fin a las cosas, ella me preguntó si
me molestaría mantener las apariencias por un tiempo, para evitar la prensa
adicional… Entonces, lo siguiente que sé, es que está en Alemania presentando
un festival internacional de música, promocionando su nuevo álbum junto a un
tal Franz o Hans…
—¿Hans? —interrumpió Vanessa—. ¿No estarás hablando de Hansel
Eberhardt, el “Príncipe Tecno de Europa”?
OK frunció el ceño.
—Él no es en realidad un príncipe, ¿sabes?
—Sí —dijo Vanessa—, ¡pero realmente sabe cómo usar pantalones blancos
ajustados!
—Debe haber sido tan difícil para ella —intercedió Callie—. Primero siendo
dejada, y luego tener que lidiar con los chismes y con la atención…
—¿Difícil para ella? —preguntó OK, mirando a Callie—. ¡Ella es la que
contactó con los periódicos en primer lugar! Probablemente se casó con el pobre
tipo, sólo por un poco de atención extra. Quería la venganza apropiada, ¿no?
Bueno, lo hizo bien; eso es seguro. No me dejaran condenadamente tranquilo...
Llamaron a la puerta. Todos se congelaron.
Pero entonces la voz de Mimi se escuchó por todo el pasillo:
—Por el amor de… ¡DÉJENME ENTRAR! ¿Quién bloqueó la puerta?
OK gimió y zumbó hacia el baño.
Mientras Vanessa abría la puerta, Callie obtuvo un vistazo de varios reporteros
reunidos del otro lado del pasillo.
Página72
—Oh, mon dieu chicas —chilló Mimi sacudiendo una copia de Tatler mientras
se deslizaba en la sala—. ¿Han visto este artículo? “La Pena Secreta de un
Príncipe Africano” —comenzó—. Okechuwuku Zeyna, una de las más brillantes
estrellas de Nigeria, fue recientemente devastado por las noticias de que su
novia de mucho tiempo, o eso pensaba él, Sissy Seraphina se ha casado con el
Sexy Hansel, el cantante Hansel Eberhartdt, en Berlín el fin de semana
anterior. Su nuevo álbum, Dos Príncipes, será lanzado a la venta este mes.
Algunas fuentes dicen que Okechuwuku, un estudiante del primer año de la
Universidad de Harvard, fue escuchado desafiando a su usurpador a duelo por
el…
—Mimi él está... —comenzó Callie.
—Aquí —terminó Mimi, mientras OK salía del baño.
Vanessa rió y echó su cabello hacia atrás. Girándose hacia Callie
silenciosamente articuló:
—¡Candidato!
El Proyecto Granja de Peces había comenzado.
Página73
CCaappííttuulloo 55 EL GRAN PEZ
“La Procrastinación es como la masturbación: es divertido por un tiempo, pero al final, sólo estás jodiéndote a ti mismo”.
—Anónimo
Traducido por Shadowy (SOS) y Lalaemk (SOS)
Corregido por LizC
ttps://www.BoredatHarvard.net//BoredatLamont
Usuario106608: Taaan aburrido, y tan malditamente caliente.
¿Alguien para un encuentro en las estanterías del Pusey22?
Usuario231709: ¿Gay o Hetero?
Usuario106608: Gay, obvi
Usuario231709: Encuéntrame afuera de los baños del quinto piso en cinco
minutos…
Usuario519410: ¿Alguien tiene notas de CV1a23 de hoy? Accidentalmente me
dormí.
Usuario726311: Seguro, ¿cuál es tu e-mail?
Usuario836708: ¡Fiesta en el Spee esta noche! Europijos sudorosos calientes,
++culosycocaína
Usuario957309: Tú ni siquiera estás en el Spee, estúpido maricón
Usuario725409: Acabo de ver a Lexi y Clint peleando en las escaleras
22 El Pusey: es una biblioteca de Harvard, en donde al parecer, es muy común tener sexo. 23 CV1a: Ciencias de la Vida 1a.
h
Página74
OTRA VEZ… ¿alguien sabe cuál es su situación?
Usuario836708: No estoy seguro pero él es un sexy trozo de hombre dulce;
rezando para que nos haga un favor a todos y salga ya del clóset…
Usuario892712: Ja-ja, ninguna probabilidad.
Usuario462710: Escuché que ella es una perra.
Usuario592807: Alexis Thorndike es la persona MEJOR vestida en el campus.
¡No me perdería su columna semanal por nada en el mundo!
Usuario948711: ¿Alguien vio una copia del Tatler esta semana?
Usuario038711: ¿Te refieres a la cosa de Sissy Seraphina? Creo que ese tipo
vive en mi dormitorio.
Usuario982611: ¡¡¡Yo <3 Sexy Hansel!!! ¡Hansel Eberhardt es CALIENTEEE!
Usuario746209: Gawker recogió la historia también. Primero Danica
Bennington y ahora esto…
Usuario652412: Búsqueda en Gawker: Marine Aurélie Clément… no se
arrepentirán.
Usuario836708: Esta es Marine hablando y estoy aquí para decirles que
cierren sus tontas bocas americanas o me fugaré a rehabilitación y robaré
cocaína de una desnudista en Ibiza… ¡¡de nuevo!!
Usuario528407: Ustedes son patéticos. ¿No tienen nada mejor qué hacer que
cotillear descaradamente sobre la vida de otras personas?
Usuario652412: ¿No tienes nada mejor qué hacer, tú maldita hipócrita?
Usuario746209: ¡Eso, eso!
El Teatro Sanders es un majestuoso y cavernoso estadio, situado en el ala oeste
del Memorial Hall. El escenario en el medio del salón principal está rodeado
por un semicírculo de balcones y bancos de caoba, adornado a ambos lados por
estatuas de famosos americanos coloniales que datan del siglo XIX. La luz
refractada brilla en apagados y coloridos tonos desde el vitral por encima del
Página75
balcón, iluminando las inscripciones en latín grabadas en la pared sobre el
escenario.
Este es el lugar donde oradores como Winston Churchill, Theodore Roosevelt y
Martin Luther King Jr. pronunciaron discursos para cambiar una nación;
donde algunos de los músicos más reconocidos del mundo han viajado desde
lejos para agraciar el escenario; donde eminentes figuras académicas y
literarias se han reunido para compartir sus conocimientos y perspicacia con
las generaciones más jóvenes.
Este es también el lugar donde estudiantes en las últimas etapas de la
adolescencia van a quedarse embobados, coquetear, dormir, susurrar, twittear,
vomitar, entrometerse, navegar por Internet, e incluso —en ocasiones— a
aprender.
Bienvenidos a Justicia con el Profesor Michael J. Sandel, el Anne T. y Robert
M. Bass Profesor de Gobierno en la Universidad de Harvard, lunes y miércoles
a la 1 p.m. Tiempos de sección ASD24; abierto a estudiantes de primer año a
últimos.
Callie se remueve incómodamente en su asiento, tratando de no arrugar el
flamante, nunca-sido-usado vestido de tirantes Marc Jacobs que Vanessa había
insistido que tomara prestado para su primer día de clases. Debido a que
habían llegado con menos de dos minutos de sobra —culpa de Vanessa, en
opinión de Callie, por obligarla a cambiarse; culpa de Callie, en opinión de
Vanessa, por su fracaso ingenuo para cooperar— estaban sentadas hasta el
final en el balcón, justo detrás —para horror de Callie; para deleite de
Vanessa— de un gran grupo de RAJ (Reinas Americanas Judías), PEP
(Princesas de Escuela Preparatoria) y AVISPA (depredadoras, voladoras,
insectos que pican).
Las PEP eran instantáneamente reconocibles en sus minifaldas y blusas con
volantes o variantes de El Uniforme: ese clásico aspecto de escuela privada de
la Costa Este que consiste en pantalones de diseñador, polos y perlas. Cada
movimiento sonaba como dinero.
Vanessa, con su diadema azul combinada con su polo Ralph Lauren y bolso de
hombro Longchamp azul marino, era un clon perfecto.
24 ASD: A Ser Definido.
Página76
—¡Hola! —exclamó ella, dirigiéndose a las chicas en un tono que hizo a Callie
encogerse—. ¿Qué pasa, muchachas?
Algunas de ellas meramente voltearon, el encanto en sus intemporales y
plateados brazaletes de Tiffany tintineando, y miraron hacia delante una vez
más, pero unas pocas saludaron a Vanessa por su nombre y le preguntaron
cómo estaba. Callie no podía recordar ninguna cara específica del Fiasco de la
Década en El Comedor (o así estaba siendo llamado en Twitter) y se preguntó si
alguna de ellas podía reconocerla.
Efectivamente, la chica sentada directamente en frente de Vanessa frunció el
ceño mientras su mirada viajaba desde el simple bolso de hombro de Callie a
los “zapatos-sin-tacón-de-una-cesta-de-gangas, de diez dólares” que Vanessa
había intentado, y fallado, disuadirla de usar.
—Me gusta tu vestido —dijo la chica de repente. No sonaba como un cumplido.
Callie estaba tratando de decidir si decir o no gracias cuando la chica agregó—:
Soy Anne. ¿Cuál es tu nombre?
—Callie. Callie Andrews.
—¡Y yo soy su compañera de cuarto, Vanessa Von Vorhees! —intervino
Vanessa, pellizcando a Callie en el muslo de una manera que claramente decía
Te lo dije sobre el vestido.
¿En serio?, pensó Callie. Le resultaba difícil creer que la gente realmente se
preocupara por estas cosas. ¿Por qué debería importar cómo se vistiera para
clases… o, para ese caso, siempre?
—Primer año, ¿no? —dijo Anne con ojos evaluadores.
—Correcto —dijo Callie.
—Por cierto —agregó Vanessa mientras Anne comenzaba a girar de nuevo—.
¡Adoro absolutamente tu vestido! ¿De quién es?
Mientras Anne respondió, los ojos de Callie empezaron a vagar por la sala.
La mayoría de los otros de primer año estaban agrupados en las primeras filas
más cercanas al escenario. Callie divisó a Mimi sentada junto a OK entre una
multitud de personas que parecían claramente extranjeras. OK se había
arrimado tan cerca de Mimi como era posible. Algo más cerca y él estaría
sentado en su regazo.
Página77
Echando un vistazo a su izquierda, Callie se sorprendió al encontrar a Gregory
devolviéndole la mirada fijamente. Antes de que pudiera apartar la mirada, él
hizo un gesto engañosamente amable y luego murmuró:
—¡Te atrapé!
Estaba rodeado por un séquito usando-tejidos de algodón-y-mocasines cuyo
atuendo indicaba que si en tu polo color pastel aparecía un cocodrilo o un
hombre a caballo, eras bienvenido a unirte a su Club de Caballeros. Se habría
visto mucho más apropiado si estuvieran sosteniendo julepes de menta en lugar
de MacBooks, apostando en los caballos en lugar de esperando a que la clase
empiece.
Al darse la vuelta rápidamente antes de que Gregory pudiera imaginar nuevas
formas de avergonzarla, vio un grupo de personas en la parte muy atrás del
balcón usando pantalones deportivos y sudaderas grises mostrando el logo del
Departamento de Atletismo de Harvard. ¿Qué habría pasado si no se hubiera
roto la rodilla? ¿Estaría haciendo bromas con los atletas en lugar de
merodeando en las afueras de la multitud de escuela preparatoria, fingiendo
miserablemente formar parte en Marc Jacobs?
Abajo en el escenario un hombre que tenía un parecido sorprendente al
personaje del Sr. Burns en Los Simpsons comenzó a tocar el micrófono y a
aclararse la garganta.
Vanessa sacó la MacBook de su bolso.
—¡Hora de empezar a tomar notas!
Sorprendida, Callie siguió el ejemplo de Vanessa y sacó su portátil de su bolso.
Rápidamente inició sesión en su correo mientras el Profesor Sandel discutía los
aspectos logísticos de la clase. No habían nuevas actualizaciones de Evan. De
repente, una ventana de chat se materializó:
Vanessa: ¡mira la pantalla de mi computador!
Callie miró. Vanessa había navegado al perfil de Facebook de Anne Goldberg,
clase del 2012. Mientras Callie miraba la foto, el reconocimiento la iluminó: esa
era la misma chica que había halagado su vestido y estaba actualmente
sentada directamente en frente de ellas. Eso no es espeluznante… no, no, en
absoluto.
Página78
Vanessa: ¡Lo sabía! Ella es Anne GOLDBERG, iba a Deerfield. ¡Está en el
Pudding!
Callie: ¿El Pudding? ¿Qué es el Pudding?
Vanessa: ¿Nunca has oído del PUDDING? Realmente Cal, ¿qué harías sin mí?
Te explicaré después de clase. ¡Qué descubrimiento!
Callie observó a Vanessa tabular de vuelta a Facebook y hacer clic en el botón
de Añadir como Amigo en el perfil de Anne Goldberg. Callie vio “El Pudding”
listada como una de las actividades de Anne.
¿Qué podría ser?, se preguntó, molesta de que Vanessa no se lo hubiera dicho.
¿Una sociedad apreciativa de la Gelatina?
Era típico de Vanessa colgar información sin ofrecer una explicación. Callie
decidió que ignorarla sería el mejor castigo. Ella deliberadamente cerró la
ventana del Gchat en la que Vanessa estaba escribiendo “echa un vistazo a esos
bombones a nuestra derecha creo que reconozco el que está sentado al lado de
Grego…” y abrió Microsoft Word, volviéndose hacia el Profesor Sandel, quién
estaba pacientemente explicándole a uno de primer año de aspecto horrorizado
que el John Locke al que se estaba refiriendo no era un personaje en la popular
serie de televisión Lost de ABC.
Mientras Sandel continuaba su conferencia, los dedos de Callie volaron a través
de su teclado, deseosa de grabar cada palabra:
—Cinco personas están amarradas a una vía del tren —postuló—, y el tren se
acerca a toda velocidad. No puedes hacer nada para desatarlos, pero tienes la
opción de tirar de una palanca que desviará el tren a una vía diferente. Hay
sólo una persona atada a esta vía alternativa. ¿Cuál creen que es la “correcta”
cosa a hacer?
—¡Tirar de la palanca! —gritó alguien desde la tercera fila.
—¿Por qué? —preguntó Sandel con una sonrisa astuta.
—Porque es mejor que una persona muera que cinco.
—Ahh… cuán utilitarista de ti. Pero ahora déjame preguntarte esto. En lugar
de estar de pie cerca de una palanca que puede cambiar la dirección del tren,
estás de pie en un puente por encima de las vías. Hay una dama muy mayor
Página79
parada a tu lado en el puente, y puedes elegir empujarla hacia las vías, lo que
también detendrá el tren y salvará la vida de cinco personas. ¿Lo haces?
Esta vez el orador dudó. Uno de los chicos sentado cerca de Gregory elevó la
voz:
—¡Sí, empújala!
Sandel rió.
—¿Pero no te sentirías culpable por empujarla? ¿No parece eso más
intuitivamente “equivocado” que simplemente tirar de una palanca?
—No, ella es gorda —murmuró el chico tan sólo para que el balcón pudiera oír.
—¿Qué fue eso? —preguntó Sandel.
—Dije: No, no debería importar si te sientes peor por empujarla que acerca de
tirar de la palanca, porque salvar la vida de cinco personas es todavía la cosa
correcta por hacer.
—Entonces, ¿lo que estás diciéndome es que la cosa correcta por hacer es
sacrificar siempre la persona sola con el fin de salvar a los cinco?
—Sí —dijo el chico con confianza, sonriendo ante sus pares.
—Y esta mujer mayor… ¿y si ella fuera tu madre en su lugar? —terminó
Sandel triunfalmente. La sonrisa desapareció del rostro del chico.
Resulta, que existe tal cosa como una broma intelectual de “tu mamá”25.
—Eso es lo que pensé —dijo Sandel—. La comunidad a menudo triunfa sobre la
utilidad. Ahora si todos van a la página nueve de los Principios de Moral y
Legislación de Bentham…
Hubo un crujido de páginas conforme las personas —la mayoría alumnos de
avanzados— comenzaron a buscar sus textos. Callie se volvió a Vanessa, con
intención de preguntarle si ella había sabido que se suponía que tenían que
comprar los libros antes de tiempo. Vanessa seguía escribiendo furiosamente,
pero sus notas no tenían nada que ver con la lectura del profesor Sandel.
En su lugar, Vanessa estaba trabajando en una hoja de Excel:
25 Bromas populares excéntricos: "Yo mama" en el original.
Página80
Proyecto Granja de Peces.xls
Callie vio con asombro mientras Vanessa levantaba la vista, miraba alrededor
de la sala, identificando a un estudiante de primer año *pez* de interés, y luego
ubicaba su nuevo objetivo en Facebook. Ella escanearía su perfil, examinaría su
lista de amigos, haría notas en su hoja de cálculo, y entonces, finalmente daría
clic en el botón Añadir como Amigo si satisfacía su criterio.
Una vez más fue difícil decidir si Vanessa era terriblemente graciosa o
completamente loca. Con esfuerzo, Callie apartó los ojos de la pantalla del
ordenador de Vanessa y trató de concentrarse en lo suyo, pero era
considerablemente difícil concentrarse ahora en su lectura ahora que sabía lo
que estaba haciendo Vanessa. Se preguntó si la lista estaba en orden: ¿Vanessa
había puesto a Gregory en el puesto número uno a propósito, o era sólo una
coincidencia?
Ella vio en su dirección y lo encontró, otra vez, mirando hacia ella.
¿Es un lector de mentes? Rápidamente bajó la cabeza hacia su computador,
forzándose a enfocarse…
Los hombros de Callie cayeron con alivio cuando las campanadas del reloj
anunciaron el final de la hora: la clase había sido muy interesante pero no del
todo debido a la conferencia. Se puso de pie para irse, tirando ansiosamente de
su vestido prestado. El plan: regresar a su habitación lo más pronto posible y
cambiarse antes de que el vestido se arrugara o arruinara.
Vanessa, sin embargo, tenía diferentes planes.
—Vamos, Cal, tenemos que ir a la Biblioteca Lamont, ¡tiempo de hacer algo de
trabajo!
—¿Lamont? —preguntó Callie—. ¿Por qué iríamos a la biblioteca en el primer
día de clases? ¡Ni siquiera dejaron tarea!
—No tarea, tonta. El Proyecto Granja de Peces. Escuché a algunas personas
decir que todo el mundo va a Lamont… o más bien, al Club Lamont.
Pez Casa Estanque Secundaria Familia Harvard Estanque Orientación Gregory Bolton Manhattan Colegial Inversores NYC/Prep Hetero
OK Zeyna Nigeria Ints. Británico ¡Realeza! Internacional Hetero Logan Samson Manhattan Colegial Financieros NYC/Prep ¿Metro? Adrian Carlyle DC Georgetown Day Carlyle (obvi) NYC/Prep Hetero
James Hoffmeyer Manhattan Colegial Bienes Raíces NYC/Prep Hetero
Página81
—¿Todo el mundo va a la biblioteca?
—Es Harvard —replicó Vanessa.
Los escalones de Lamont estaban abarrotados con estudiantes aprovechando el
clima mientras todavía era cálido, fumando, tomando lattes helados, o parados
sobre el césped bajo los árboles de roble y charlando. Mimi, OK y Gregory ya
estaban ahí, en un círculo de lentes de sol y humo. La voz de Mimi llegó
flotando por encima de la multitud, pidiendo un cigarrillo; Callie observó a los
tres chicos demasiado ansiosos de hacerlo. OK emergió victorioso, deslizando el
cigarrillo suavemente entre sus labios, pero entonces no tan suavemente
quemando sus yemas en la prisa por ofrecerle fuego.
Justo mientras nos acercábamos al grupo, Gregory lanzó su cabeza hacia atrás
riendo por el chiste de alguien. La sonrisa iluminó todo su rostro. Callie se
quedó inmóvil, sus pies temporalmente habían olvidado cómo seguir adelante.
—¡Hola chicos! —dijo Vanessa—. Gregory, OK, Adrian, Logan… Mimi.
—¿Salut, ça va26? —dijo Mimi—. ¿Disfrutaron la clase?
—Cassie aquí parecía como si estuviera absolutamente fascinada —dijo
Gregory antes de que Callie o Vanessa pudieran responder—. Ella simplemente
no podía quitar los ojos del profesor. ¿Pueden creerlo?
—Es CALLIE —dijo Callie, la sensación inundando de vuelta a sus pies.
—Oh, conocen a Callie, ama las clases; es tan cerebritástico en la forma en que
tomó notas durante toda la conferencia —comenzó Vanessa a balbucear.
Todavía estaba hablando cuando Callie tomó su brazo y la llevó al interior de la
biblioteca.
—¡Oye! Sólo porque él no pueda recordar tu nombre —espetó Vanessa mientras
mostraban sus identificaciones y se dirigían del guardia de seguridad hacía el
vestíbulo—, ¡no significa que te pongas de mal genio por ello! —Pasaron junto a
un mostrador de circulación a su izquierda y, detrás una serie de puertas
dobles de cristal a la derecha, una cafetería bulliciosa. El parloteo de Vanessa
sin importancia siguió mientras caminaban por un pasillo grande con libros,
26 Salut, ça va: Frase en francés que significa “Hola, cómo estás”.
Página82
mesas, y nichos de estudio—. Porque, sabes, él y yo, tenemos esta conexión que
simplemente no puede ser negada…
Vanessa dejó de hablar abruptamente mientras cientos de cabezas miraban al
unísono.
Accidentalmente habían vagado a la sala de lectura principal. Por un momento
todos los ojos estaban sobre ellas.
—Lo sentimos —articuló Vanessa, apretando la mano de Callie. De puntitas,
salieron de la sala. Aquellos que las habían visto perdieron el interés
rápidamente, regresando a sus iTunes, mensajería instantánea, o las intrigas
de los anónimos sitios de chismes; susurrando, tocándose, torneos de póquer
con altas apuestas, juegos de footsie, y/o fabricando romances furtivamente, o
persistentemente, mirando. En corto, cada actividad posible con una excepción:
estudiando.
Todavía apretando la mano de Callie, Vanessa la arrastró de nuevo hacia el
conjunto de puertas dobles de cristal que estaban flanqueadas por el letrero
LAMONT CAFÉ. Aquí, los estudiantes podían pedir un capuchino y el principal
platillo de chismes por dos dólares y cincuenta centavos. Hablar estaba
permitido, pero “en voz baja”, por favor.
Por el momento cada mesa estaba ocupada excepto una. Vanessa abalanzó su
bolso de hombro a través de ella, marcando su territorio.
—Siéntate —le ordenó, y Callie obedeció, tomando la silla por la ventana con
una excelente vista de ambos, el café y la zona de césped fuera de la biblioteca
en frente de las escaleras. A través del cristal podía ver a Mimi y OK pasando
el rato, pero ni rastro de…
—Ya regreso —dijo Vanessa.
—Mmm —murmuró Callie, apoyándose contra su silla lo más que podía sin
levantar la silla. Todavía sin ver a Gregory. No es que le importara.
Volteando, vio a Vanessa en la fila del mostrador, esperando para ordenar una
bebida. Dos mesas a su derecha, Callie reconoció a Anne Goldberg y varias
otras chicas que había visto en Justicia. Sin embargo, todos los ojos de la mesas
estaban enfocados no hacia Anne, sino a la impresionante morena sentada
directamente a su izquierda.
Alexis Thorndike.
Página83
¿Qué pasa con ella?, se preguntó Callie, inclinándose hacia delante para una
mejor vista. Rizos castaños estaban sostenidos a lo alto de la cara de Alexis por
una delicada diadema, muñecas pálidas y delgadas visibles debajo de las
mangas cónicas de un blazer azul marino en capas sobre una blusa blanca
oscilante.
Callie miró su propio conjunto. Los colores de su vestido de repente parecían
demasiado brillantes; las arrugas se formaban a la altura de sus muslos, y
podía sentir la tela sobresaliendo ligeramente de la silla bajo ella. Volvió a
mirar a Alexis que, alzando los ojos al mismo tiempo, atrapó a Callie
observándola.
Callie se sonrojó y se volvió hacia la ventana. Buscando por debajo, jugó con
ella por un momento hasta que pudo abrirla. La brisa flotó con un efecto
calmante.
—¿Callie?
Volteando, se encontró cara a acara con Bryan Jacobs, quien había estado dos
años más adelante que ella en la secundaria y brevemente había salido con
Jessica durante su segundo año.
—¡Bryan! —gritó, levantándose y dándole un abrazo.
—¡Pensé que eras tú! —dijo él, tomando el asiento frente a ella mientras ella se
sentaba—. Reconocería ese cabello en cualquier lugar. ¿Cómo has estado?
—He estado bien —dijo—. Todavía tratando de ponerme al día, pero por otro
lado…
Callie se interrumpió cuando vio que Vanessa regresaba a la mesa,
balanceando dos enormes lattes, uno encima del otro en una mano y un
pastelillo de arándanos en la otra.
—¿Puedes moverte? —le preguntó a Bryan—. Estás en mi… Oh. —Se detuvo,
registrando su apariencia por primera vez.
—Lo siento —dijo él, poniéndose de pie inmediatamente, lo que reveló su altura
considerable, y sostuvo la silla para ella—. Por favor, siéntate.
—Oh, no, estoy bien, puedes tenerla —dijo Vanessa efusivamente, ajena a los
lattes, que estaban tambaleándose peligrosamente.
—Tonterías —dijo Bryan con una sonrisa—. Yo tomaré otra.
Página84
Al momento siguiente estaba de vuelta, tirando de una silla a la mesa.
—Bryan —comenzó Callie—, esta en mi compañera de cuarto…
—Vanessa —intervino Vanessa, tendiéndole una mano.
—Es un placer conocerte, Vanessa —replicó, regresando su mirada
apreciativa—. Guau, no puedo creer que las combinaran juntas: ¡deben vivir en
la más linda habitación del campus!
Vanessa brillaba, haciendo girar distraídamente el dedo por su cabello.
—Así que, Cal, ¿cómo le va a Evan? —preguntó, dirigiéndose a Callie—. No he
hablado con él en un tiempo.
—Terminamos.
—¿En serio? Qué mal. ¿Qué sucedió?
—Preferiría escuchar más acerca de ti —dijo Vanessa rápidamente, guiñándole
un ojo a Callie y deslizando uno de los cafés a través de la mesa. Callie sonrió
agradecida—. ¿De qué año eres, y qué te gusta hacer para divertirte? Estoy
adivinando que polo acuático… o nadar —continuó Vanessa, sus ojos
descansando en sus anchos hombros y brazos.
Bryan se rió entre dientes.
—Adivinaste —dijo—. Jugaba polo acuático y fútbol en la secundaria. Así es
como conozco a esta —añadió, señalando a Callie.
Callie dio un sorbo a su bebida, tratando de no pensar en Evan mientras Bryan
y Vanessa caían en una animada conversación. Pronto se encontró con que sus
ojos vagaban frente a la mesa a su derecha. Alexis había desaparecido, pero
Anne todavía estaba ahí. Ella estaba viendo —no, observando— a Callie. En
shock, Callie dio una mirada sobre sus hombros para asegurarse. Mientras
tanto, Anne se levantó y comenzó a caminar hacia ellos.
—Hola, Bryan —dijo cálidamente cuando llegó—. ¿Todavía sigue el plan para ir
a almorzar?
—Por supuesto —dijo él, arrancando sus ojos de Vanessa, cuyos dedos se
habían detenido a medio giro—. Sólo estoy poniéndome al día con una vieja
amiga de la secundaria. ¿Ya conoces a Callie? —preguntó.
Página85
—Secundaria —dijo Anne, sonriendo de repente—. Por supuesto… eso tiene
sentido. Y sí, conozco a Callie. ¡Es bueno verte de nuevo!
Callie miró a Anne con sorpresa y se dio cuenta en la forma en que estaba
mirando… no a Callie, sino a Vanessa.
—¿Listo? —preguntó Anne, dirigiéndose a Bryan antes de que Vanessa tuviera
oportunidad de hablar.
—Sí —dijo Bryan, poniéndose de pie—. Bueno, fue genial verte, Callie, y
encantado de conocerte, Vanessa. Damas, deberían venir a la fiesta que
tendremos en el Club Fly este viernes. El tema es “calypso.” Será asombroso.
Anne frunció el ceño.
Callie estaba a punto de preguntar lo que significaba “calypso” o de qué “club”
estaba hablando, pero Vanessa la cortó.
—¡Fantástico! Estaremos ahí.
—¡No puedo esperar! —dijo Anne, dándole a Bryan una mirada. Volteando,
caminó a lo lejos, Bryan siguiéndola cerca a sus talones.
—¿Qué es “calypso”? —preguntó Callie cuando estaban lejos de oírla.
—Sólo lo mejor que nos ha pasado alguna vez —dijo Vanessa
dramáticamente—. ¡Hemos tocado la veta madre!
—¿Qué? —preguntó Callie—. ¿Por qué no me dices simplemente qué es? ¿Por
qué nunca explicas…?
—¡Shhh! —susurró Vanessa, mirando cautelosamente alrededor de la
habitación como si fueran agentes de la CIA en lugar de adolescentes. Callie
decidió que si la Agente Especial Von Vorhees mencionaba la Operación-De-
Alta-Prioridad-Ultra-Secreta-Encontrar-Pez una vez más, ella iba a golpearla
en la nariz (trabajada)—. No debemos ser escuchadas…
Callie apretó los puños.
—Pero prometo que una explicación llegará… Por ahora todo lo que necesitas
saber es que involucra mezclas, combinaciones, y tal vez más con lo más guapos
chicos con más clase del campus.
—Así que es una fiesta, entonces…
Página86
—¡Oooh, veo a Brittney por las computadoras! —gritó Vanessa, poniéndose de
pie—. Definitivamente tengo que saludarla. ¡YR27!
TTT: Tómate tu tiempo, pensó Callie irritada mientras Vanessa corría hacia
una chica que debía ser de su escuela preparatoria. Bebiendo su café, Callie
miró por la ventana buscando… uhm… A nadie en particular…
En cambio notó a Alexis al pie de las escaleras. Daba la impresión de estar en
medio de una acalorada conversación con el muchacho alto y cuya espalda
estaba frente a Callie. Aunque Callie no podía ver su cara, se podría decir,
incluso desde la distancia, que Alexis estaba lívida.
—¿Terminar? —Callie la escuchó chillar. Trató de retroceder de la ventana—.
¿Cuántas veces has dicho eso en las últimas semanas?
—Esta vez es diferente —le oyó decir. Se moría de ganas de verle la cara, pero
mantuvo sus ojos fijos en la mesa—. Esta vez lo digo en serio.
—No te alejes de mí —dijo Alexis, su voz peligrosamente calmada conforme el
chico comenzaba a girar—. Nadie se aleja de mí.
Arriesgando un vistazo, Callie vio a Alexis de pie en silencio, balanceándose
ligeramente.
El chico, quienquiera que fuera, se había ido.
27 YR: Ya regreso.
Página87
CCaappííttuulloo 66 “¿ESTÁS EN LA LISTA?”
Traducido por Shadowy y Susanauribe
Corregido por Monicab
eones:
Se han mudado, han sobrevivido a la orientación, y han seleccionado
además sus clases. A estas alturas probablemente se estén
preguntando: ¿Qué hace la gente por aquí para divertirse?
Mientras que el 80 por ciento de el cuerpo estudiantil admite nunca dejar sus
habitaciones excepto para las comidas, clases y viajes a la biblioteca, el
restante 20 por ciento sabe realmente cómo tener un tiempo realmente
sorprendente.
¿Quiénes son ellos?
La mayoría hijos e hijas de la Alta Sociedad de Nueva York y Banqueros
Inversionistas, de Mamás Barbie y Jugadores Profesionales de Fútbol, de
Reyes Petroleros de la OPEP28 y Realeza Europea… además de un puñado de
individuos con “parentesco oscuro” que son geniales por su propia cuenta.
¿Dónde pueden encontrarlos?
Cada jueves, viernes y sábados en la noche SÓLO por invitación en nuestras
amadas “sociedades secretas”: los Clubes Finales de Harvard.
De vuelta en 1791 el primer Club Final fue fundado. Los miembros se
reunieron alrededor de una cena de cerdo asado y establecieron su lema: “Dum
vivimus vivamus” (“Mientras vivimos, vivamos”). Ahora hay ocho Clubes
Finales Sólo-Para-Hombres, cada uno establecido hace un siglo y con sede en
hermosas mansiones de ladrillo ubicadas convenientemente a través del
Harvard Square. (Valor combinado de las propiedades netas: ~$ 17.000.000.)
28 OPEP: Organización de Países Exportadores de Petróleo.
P
Página88
Cada año, cada club extiende membresía a una elite de alrededor de veinte
hombres de clases de segundo año, sosteniendo los amados mantras de
exclusividad, discreción, riqueza, y el elitismo que marcó la pauta de vuelta en
1791.
Chicos de primer año: Lo sentimos, pero tendrán que esperar su turno dentro
de la jerarquía. Para el momento en que sean un estudiante de segundo año,
podrían tener la oportunidad de membresía; para el momento en que sean
estudiantes de último año, ¡podrían tener una oportunidad con una chica de
primer año!
Chicas de primer año: Felicitaciones. Su novedad e ingenuidad será suficiente
para asegurarles una invitación a las mejores fiestas en el campus. Sin
embargo, tenga cuidado, sobretodo cuando una invitación a una fiesta se
convierte en una invitación a “ver el piso de arriba”. Lamentablemente, en
realidad no hay tal cosa como un almuerzo gratis (con un chico estudiante de
avanzado).
Algunas veces aquí en Harvard se puede sentir como todo el mundo que es
alguien está en un Club Final; e incluso en el mundo real las nóminas de ex-
alumnos están tan llenas de apellidos como Roosevelt y Kennedy, que es fácil
empezar a sospechar que cada graduado de sexo masculino que es rico o
poderoso o famoso debe haber sido un miembro (incluso si más tarde trata de
negarlo por razones políticas).
Así que, ¿qué pasa con la mayoría de los estudiantes para quienes la
membresía nunca será otra cosa que un sueño inalcanzable? ¿Cómo son las
vidas de la otra mitad —discúlpenme— del otro 80 por ciento?
“Exclusiva”, “elitista”, “clasista”, “sexista”, “hetero-normativa”, “racista” y “sólo
lisa y llanamente tonta” son todas palabras que han sido utilizadas en una
avalancha de críticas en contra de estas instituciones privadas… y no sólo por
las personas cuya búsqueda de membresía fueron inútiles.
Los críticos están especialmente interesados en señalar que los dos únicos
Clubes Finales Sólo-Para-Mujeres —el Bee, establecido en el año 1991, y el Isis,
establecido en el año 2000— no gozan del lujo de tener sus propias casas, sino
que están obligadas a alquilar espacio de sus contrapartes masculinos.
Señoras, ustedes tienen una opción: pueden luchar por la liberación en el
trágico universo falocéntrico que es la sociedad de Harvard, o pueden ceder
ante el sistema y abrazar una serie de fiestas que nunca olvidarán,
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protagonizadas por música, baile, bebida, drogas, glamour, vestuarios y sexo…
Ustedes pueden quedarse en casa en protesta o hacer lo que sea que les
convenga a puertas cerradas (siempre y cuando hagan su mejor esfuerzo para
no perder de vista su ropa interior).
Mujeres de primer año buscando un final de cuento de hadas, deben recordar
que fue una zapatilla de cristal lo que Cenicienta dejó atrás y no un tanga de
Victoria Secret.
Alexis Thorndike, Columnista de Consejos
Revista Quince Minutos.
Autoridad de la Universidad de Harvard en la Vida del Campus desde 1873.
—¡Finalmente descubrí tu secreto! —exclamó Vanessa, apartándose de su
espejo de maquillaje y fijando sus ojos en Callie.
Callie, quien había estado permitiendo que Mimi rizara su cabello, se puso de
pie tan rápido que el rizador quemó su cráneo. Mimi maldijo en voz alta y saltó
hacia atrás. El corazón de Callie empezó a latir con fuerza en su pecho. Tragó
saliva.
—¿Lo hiciste?
—Sí, lo hice. No puedo creer que hayas estado escondiéndolo de nosotras: somos
tus compañeras de cuarto, después de todo —dijo Vanessa.
Mimi miró a Vanessa a la expectativa.
—¿Qué… cómo…? —dijo Callie, sus mejillas palideciendo. ¿Vanessa la había
escuchado en el teléfono con Evan? ¿Era posible que de alguna manera, alguien
en Harvard se hubiera enterado?
—No tan rápido. Quiero oírte decirlo —dijo Vanessa, blandiendo un tubo de
lápiz labial como un puñal.
—Yo, eh, no sé, qué, uhm… —tartamudeó Callie, sintiendo como su corazón
estaba a punto de caerse de su pecho y hacia sus tobillos.
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—Tú… —empezó Vanessa amenazadoramente, avanzando hacia Callie—,
¡estás ENAMORADA… de un cierto chico… del otro lado del pasillo!
—¿Qué? —exclamó Callie. Mimi suspiró a través de los labios fruncidos y se
volvió hacia el espejo, sujetando un rizador de pestañas sobre su ojo.
—Esto explica mucho —dijo Vanessa, destacando sus labios en rojo—. ¡Sólo
estoy sorprendida que me tomó tanto tiempo averiguarlo! —Ella se rió entre
dientes, secando el lápiz labial con un pañuelo desechable.
Callie no pudo evitar sonreír. Su secreto estaba todavía seguro… por lo menos
lo estaba por ahora.
—Bueno, yo no iría tan lejos como para llamarlo un enamoramiento —empezó a
explicar—. Especialmente porque él es tan…
—¿Nerd? —finalizó Vanessa—. Lo sé.
—Exacto… —dijo Callie distraídamente. Tan increíblemente imbécil. ¿Nerd?
Espera, ¿qué?
—Quiero decir, yo estaría totalmente avergonzada de admitirlo, también —
continuó Vanessa—. Si yo estuviera perdidamente enamorada de un grande,
alto, geek…
—¿Matt? —intervino Mimi, mirando al reflejo de Callie en el espejo mientras se
daba toques ligeros de polvo bronce en cada mejilla—. Está teniendo una
conexión amorosa con… ¿Matt?
—¿Matt? Espera, ¿qué? No, yo…
—¡Admítelo! Admítelo. ¡Te lo ordeno! —gritó Vanessa. Corriendo hacia Callie,
empezó a hacerle cosquillas sin parar.
—¡Detente! —exclamó Callie, riéndose sin control. Sus ojos comenzaron a
llenarse de lágrimas.
—¡Confiesa! —exclamó Mimi, corriendo a unirse al asalto—. ¡Confiesa o te
torturaremos jusqu'à la mort29!
—Callie y Matt y sentados en un árbol —cantó Vanessa—, ¡B-E-S-Á-N-D-O-S-
E! Primero viene el amor…
29 Jusqu'à la mort: Hasta la muerte. En francés en el original.
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—¡Deténganse! —gritó Callie, cayendo al suelo de la risa.
Vanessa continuó más y más fuerte:
—¡LUEGO viene el matrimonio, DESPUÉS viene el BEBÉ EN EL
COCHECITO!
Mimi y Vanessa se derrumbaron encima de Callie, riéndose histéricamente.
—¿Qué es tan gracioso? —preguntó Dana, saliendo de su habitación. Ella había
dejado su largo cabello castaño suelto y llevaba un vestido negro… conservador,
para la mayoría de los estándares, pero atrevido para Dana, ya que mostraba
una cantidad mucho más liberal de tobillo que lo habitual.
—¡Dana! —gritó Callie mientras las otras dos se paraban sin decir palabra y se
volvían hacia sus espejos—. ¡Te ves bien! ¿Qué vas a hacer esta noche? —
Silenciosamente rogó que Dana ya tuviera planes. La invitación de Bryan a
Calypso, su primera fiesta del Club Final, no parecía que podría extenderse
infinitamente (por no mencionar que Vanessa la mataría) pero si Dana no
estaba ocupada, Callie sabía que ella simplemente no tendría el corazón para
excluirla.
—¡Tengo una cita! —dijo Dana, y luego, como si se asustara por su propio uso
audaz de la palabra, se corrigió—: Bueno, no es una cita, es sólo un… viaje a
BerryLine. Principalmente para revisar algunos isómeros estructurales
comunes y comprobar las respuestas de nuestro primer conjunto de
problemas…
—¿Y conseguir un poco de yogur congelado? —añadió Callie suavemente.
—Sí —dijo Dana, devolviendo la sonrisa de Callie—. Sí. De todos modos, tengo
que irme. Adam está probablemente esperando.
—¿Adam? —preguntó Vanessa, girando en redondo—. ¿Quieres decir ese
camarón diminuto, que vive al otro lado del pasillo?
—Vanessa —advirtió Callie—. Él parece muy agradable, Dana. ¡Qué pasen un
momento estupendo!
—Gracias —dijo Dana incómodamente. Luego escapó al pasillo.
—¡OH DIOS MÍO! —Vanessa se rió cuando la puerta aún estaba sólo a medias
cerrada—. Si el elefante y el ratón de campo deciden casarse, ¡pueden tener
una oportunidad de hacer bebés de tamaño normal!
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¿Quién está llamando a quién un elefante? Callie estaba a punto de decir lo
mismo en voz alta cuando se atrapó a sí misma, observando a Vanessa caminar
hasta el espejo de cuerpo entero y comenzar neuróticamente pellizcando sus
costados. (Esta semana, Vanessa estaba sólo comiendo alimentos blancos de
todas las cosas: “Si es colorido, tiene colorantes en ello, lo que significa que no
es orgánico”.)
—¡Mierda! ¡Ya son las nueve y cuarenta! ¡Vamos a vestirnos! —dijo Callie,
agarrando a Vanessa y dirigiéndola hacia su habitación.
En honor al tema “Calypso”, todas las chicas habían adquirido colores
diferentes del mismo escotado, vestido de nylon sin mangas. Mimi, adornada en
plata, era su propia supermodelo habitual. Vanessa, quien había optado por el
bronce para resaltar sus reflejos del cabello, estaba mostrando un corpiño más
pequeño de lo habitual, pero se veía fantástica sin embargo. Juntas habían
decidido que Callie usaría el oro. Después de tejer flores artificiales alrededor
de sus cuellos y entre el cabello, el look estaba completo.
—Ufffff —silbó Vanessa—. Tu amigo Bryan tenía razón: ¡somos la más linda
habitación del campus! Qué encantador, joven e inteligente hombre. Me gusta.
Callie se echó a reír.
—Por Bryan. —Brindó ella, aceptando la botella de tequila que Vanessa
acababa de entregarle. Tomó un buen trago y luego se la pasó a Mimi.
—Callie, ¿estás segura de que no quieres tomar prestados un par de tacones? —
preguntó Vanessa.
—¡Sí! —dijo Callie, sonriendo a las sandalias en sus pies—. Whoa, Mimi, ¡más
despacio! —añadió, dándose cuenta que Mimi había estado alzando la botella
por un total de cinco segundos sin ninguna señal de detenerse.
—Sí —dijo Vanessa—. A menos que te guste pasar tus veranos con Lohan y
Spears30.
—¿Qué? —dijo Callie.
—¡Nada! Nada… —dijo Vanessa.
30 Lohan y Spears: Se refiere a Lindsay Lohan y Britney Spears.
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—Está todo bien. —Se rió Mimi—. Creo que Vanessa se está refiriendo a mi
verano en las instalaciones en Suiza. Y no, no vi a Lindsay ahí, pero no
estábamos animados para socializar con nuestros vecinos.
No parecía como si estuviera bromeando. La boca de Callie cayó abierta.
—Espera… entonces eras como… ¿una alcohólica o algo así?
—Más como que estaba aburrida en una aburrida escuela —dijo Mimi. Tomó la
botella de Callie y echó atrás otra copita. Ella sonrió maliciosamente—. El
alcohol nunca fue realmente mi problema principal…
Las chicas estaban charlando sin parar mientras se apresuraban fuera de la
habitación y bajaban las escaleras, a través del Yard y hacia el Club Fly para
Caballeros, como a esos “caballeros”, les gustaba llamarse a sí mismos. Mimi
conocía el camino y de hecho había estado preguntando por la fiesta
independientemente de la invitación de Bryan porque había conectado con un
miembro el miércoles pasado: un jugador de fútbol de un lugar llamado algo así
como Mini-soda, cuyo nombre no podía recordar; eso, si ella alguna vez había
siquiera preguntado por él en primer lugar. (No se lo reproches: si tú habrías
entrelazado labios con un prefecto, un jugador de fútbol, un estudiante
graduado, un compañero enseñando Justicia (upsi), y un profesor invitado
(doble upsi), ¡podrías no recordar a todos ellos tampoco!).
Tal vez esto era lo que su profesor de Drogas y el Cerebro había querido decir
cuando se refirió al intercambio de “una adicción por otra”.
Un grupo de chicas mayores pasaron y murmuraron las palabras estudiantes de
primer año con el mismo tono de voz que Mimi algunas veces pronunciaba
Americanos u Oprah.
—¿Por qué no pensamos en usar chaquetas? —gimió Callie.
Primera Ley de la Termo-identifica-Námica: siempre puedes identificar a una
chica de primer año por (la falta de) su ropa.
—Oh, qué se jodan —exclamó Vanessa—. Sólo están celosas porque están un
par de años más cerca de las tres B: que son Botox, cirugía de Bubis, y ser
Botada… ¡por un estudiante de primer año!
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Unos minutos más tarde llegaron al frente de una hermosa mansión de ladrillo
que parecía más una casa privada que una sociedad secreta. Elegantes
columnas blancas flanqueaban la puerta principal del club, nostálgico e
imperioso. El edificio en sí parecía pertenecer a una época de levita y guantes
blancos; excepto por la música hip-hop retumbante que estaba actualmente a
todo volumen desde las ventanas de arriba.
Un guardia estaba trabajando en la puerta de atrás. Callie se congeló.
—¿Nombres? —preguntó él, portapapeles en mano, rostro inexpresivo.
—Mimi, Callie y yo soy Vanessa.
—¿Tienen identificación?
¡Mierda!, pensó Callie. ¿Quién sabía que necesitabas identificaciones para
entrar en una fiesta universitaria?
Ella observó mientras Mimi y Vanessa mostraban sus identificaciones de
Universidad de Harvard. Milagrosamente, el gorila miró las identificaciones, a
sus compañeras, luego a la lista, y luego hizo una pequeña marca con su
lapicero antes de hacerse a un lado para dejarlas pasar.
Así que eso es lo que quiere decir “Sólo con Invitación.” ¡A nadie le importa la
edad; todo lo que importa es si estás o no en La Lista! Sonriendo, Callie le
entregó su identificación.
—Qué pase una buena noche, Srta. Andrews —dijo él.
—¡Gracias! —gritó ella, apresurándose para unírsele a sus amigas.
—Callie, eres tan tonta… —comenzó a decir Vanessa, pero rápidamente su voz
fue ahogada por el sonido de la música y el ruido les dio la bienvenida en la
cima de las escaleras.
Ésta no era una fiesta de secundaria.
Habían tres elaborados bares atendidos por camareros adultos en un atuendo
“isleño” idéntico: cuyos trabajos parecían consistir en trabajar en la máquina de
margaritas y asegurar que el constante suministro de bebidas de “chicas”
nunca se acabe. Las meseras de cocteles usando una falda de hierba y sostenes
de cocos estaban retorciéndose alrededor, ofreciéndole a los invitados bandejas
de piña, papaya y piñas coladas.
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Una banda en vivo rasgaba ukuleles perezosamente, cantando suavemente en
una lengua extraña que a Callie le hizo pensar en arena blanca, agua azul
clara, palmeras y sol. Tal vez se estaba imaginando eso porque había aprendido
en línea que Calypso era una isla de ninfas en la mitología griega, pero el aire
parecía oler a ambrosia.
Parejas estaban girando por la pista de baile: chicos sin camisa en nada más
que trajes de baño bailaban con chicas en cortos vestidos coloridos mientras
otras parejas estaban en sillas playeras puesta a lo largo de la pared. La pista
de baile había sido decorada con flores falsas, animales inflables y palmeras.
Monos inflables y flamingos se removían al pasar, impulsados por los
bailarines mientras la banda tocaba un número más rápido y las personas en
verdad comenzaban a moverse… Bienvenidos a Calypso…
Vanessa se materializó de ningún lugar con bebidas en la mano.
—¡Sex on the beach! —dijo fuertemente por encima de la música, entregándole
un vaso a Callie.
—¿Qué? —preguntó Callie, mirando a lo que parecía una piña colada.
—¡SEX ON THE BEACH31! —gritó ella de nuevo, señalando. Y Callie de
repente entendió: en la esquina de la habitación, encima de un morro de arena
importada, una pareja medio desnuda parecía estar (y podría haberlo estado),
en medio del acto.
Junto a ellos en la “playa” una enorme piscina infantil no estaba llena de agua
sino de un líquido de color azul brillante perturbante y miles de pajillas de
neón.
—¡Mini-soda! —le gritó Mimi a un chico confundido que se le acababa de
acercar—. ¿No? —dijo ella, frunciendo el ceño—. ¿Brent? ¿Brad? ¿Chadwick?
—Tyson —dijo él, perdonándola en el momento y dirigiéndola a la pista de
baile.
—Ella pierde su inglés cuando bebe, ¡no puedo entender ni una palabra de lo
que dice! —le gritó Vanessa a Callie.
Callie no estaba escuchando. En cambio estaba viendo a un chico alto y sin
camisa, con cabello café andrajoso que acaba de rozar su brazo en su camino a 31 Sex on the Beach: Al español “Sexo en la Playa”, nombre de una típica bebida a base de
vodka, licor de melocotón, zumo de naranja y granadina. En este caso usado literalmente.
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la pista de baile. Pausando, miró hacia atrás: él le era extrañamente familiar,
sin embargo irreconocible en la oscuridad.
Sus ojos se agrandaron mientras sorbió su bebida. Quería seguirlo en la pista
de baile, pero un movimiento tan atrevido requeriría un poco de coraje
líquido…
Cuatro piñas coladas más tarde estaba en el borde de violar la única regla que
había hecho al inicio de la fiesta: No beber de las pajillas de neón en la piscina
infantil. Ahora ella no podía recordar el por qué no. ¿Era porque los niños
pequeños usualmente orinan en las piscinas? ¡No había niños en la fiesta!
Además, ella estaba tan sedienta y el agua tan azul…
La banda había sido reemplazada por un DJ, las luces se habían atenuado, y
los invitados ahora estaban bailando salvajemente en una multitud frenética.
Vanessa, por lo general la alentadora, de repente se había vuelto una persona
que respetaba las reglas.
—Vamos, Cal —le urgió—, probablemente esa no es la mejor idea…
—¡Shmanessa! —chilló Callie, sus ojos nublados y sin enfoque—. Vanurssa… te
ambro… Je-je. ¡Tienes unos rostros tan lindos!
—Eso es genial, Callie. También te amo, ¿pero tal vez deberíamos sentarnos
por un segundo?
—¡Yo también te amo, Callie! —dijo un chico cerca, deslizándose en la
conversación—. ¿Te gustaría otra bebida, cariño?
—Gracias pero no gracias —dijo Vanessa, interponiéndose entre Callie y
Problemas con P mayúscula—. ¿Por qué no te arrastras de regreso al basurero
de dónde vienes?
Encogiéndose de hombros, él se alejó. Con una sonrisa Vanessa se volteó hacia
Callie.
Ella se había ido.
—Oh, mierda —murmuró Vanessa, negando con su cabeza.
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—¿Pensé que tal vez estarías un poco más emocionada por verme? —preguntó
una voz a su derecha.
—¡Bryan! —gritó Vanessa—. ¡Es bueno verte! Simplemente es que, perdí a
Callie y estoy preocupada porque creo que ha bebido mucho…
—Estoy seguro de que está bien —respondió Bryan, riendo un poco—. Siempre
las que parecen normales terminan mostrando un lado muy salvaje y loco…
—Bueno, salvaje y loca o no, todavía necesito encontrarla —dijo Vanessa.
Sonriendo a modo de disculpa y rehusando la oferta de Bryan de ayudar a
buscar, se abrió paso hacia los baños.
Dentro del baño una chica estaba vomitando… pero afortunadamente no era
Callie. Después, Vanessa revisó la habitación de abrigos y descubrió, para su
disgusto, la misma pareja que había estado en la “playa.”
—¡Lo siento! —gritó Vanessa mientras se apresuraba a salir—. Ahora, dónde
estaría si yo fuera Callie… —murmuró en voz baja, comenzando a preocuparse
mientras regresaba a la habitación adyacente de la pista de baile: un salón
lleno de humo de cigarro y enormes sillones de cuero. Ahí vio a Mimi en un
apretado abrazo con otro chico. O tal vez era el mismo del miércoles. Era difícil
seguir la cuenta.
—¡Mimi! —dijo Vanessa con cautela—. Uhm… perdón por interrumpir, ¿pero
has visto a Callie en alguna parte?
—Là-bas32 —dijo Mimi, señalando a una esquina oscurecida. Y por supuesto,
ahí estaba Callie: extendida en un sofá en el otro lado de la habitación.
Pero no estaba sola. Atado a sus labios estaba un chico: un aleatorio,
superficial, probablemente mayor, y está bien, bueno, sí, increíblemente
atractivo.
—Creo que deberíamos ir a salvarla —dijo Vanessa, volteándose hacia Mimi—,
está completamente borracha.
—Está bien —respondió Mimi, mirando a su compañía como si fuera una
repetición de un viejo programa de televisión que podría ver de nuevo cuando le
placiera.
32 Là-bas: Allí. En francés en el original.
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—¡Espera! —gritó él, hinchado y abatido—. ¡Ni siquiera sé tu nombre! ¿Tal vez
podrías darme tu número, así puedo llamarte alguna vez?
—Je suis désolée, mais je ne parle pas l’anglais33 —respondió Mimi con un frío
encogimiento—. Au revoir34.
Se abrieron paso por la habitación hasta que estuvieron cernidas encima de
Callie y su nuevo amigo, a quien Vanessa más tarde apodaría: “Sketchy
McKisserson35”. En la tenue luz Vanessa pensó que pudo discernir un rostro
extrañamente familiar, hermoso y elegible, debajo de todo ese espeso cabello
marrón andrajoso.
Vaciló por un momento, preocupándose de que accidentalmente estuviera
“negándole el sexo” a su compañera en un sentido Jane Austen del término: eso
es, prevenir inadvertidamente una pareja fortuitamente sociable. Luego de
nuevo, aunque este chico no fuera un bastardo de mala pinta, Callie todavía
estaba demasiado borracha para estar besándose con alguien.
—Perdón, amigo —dijo Vanessa, agarrando a Callie y arrastrándola para
ponerla de pie del sofá—. Hace mucho pasó su hora de dormir.
—¡Espera! —dijo él, poniéndose de pie—. Déjenme acompañarlas a casa.
Vanessa se detuvo, entrecerrando sus ojos en la oscuridad hacia su rostro como
si estuviera intentando ubicar dónde lo había visto antes.
—Creo que podemos encargarnos desde aquí —dijo Mimi, dando un paso y
envolviendo un brazo alrededor de la cintura de Callie.
—¡Adiós! —gritó Callie, tropezándose consigo misma mientras sus compañeras
la sostenían entre ellas—. Eres un guen guesador… ¡Agh! Quiero decir, un
buen besador… ¡me gustas!
—Gracias —dijo Mimi, a quien había sido dirigido el comentario de Callie
accidentalmente—. Deja que te llevemos a casa, ma chérie —añadió,
palmeándola en la cabeza.
Mientras sus compañeras de cuarto la escoltaban a la puerta, Callie agarró un
mono inflable y lo metió debajo de su brazo.
33 Je suis désolée, mais je ne parle pas l’anglais: Lo siento, pero no hablo inglés. En
francés en el original. 34 Au revoir: Hasta pronto. En francés en el original. 35 Sketchy McKisserson: Al español sería algo como “Immoral McBesador”.
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—¡Ri-cur-doo! —gritó ella, mostrándoselo a Vanessa.
—Sí, escogiste uno bueno, pequeña cleptómana —dijo Vanessa—. Ahora
llevemos ese pequeño mono a casa, debe estar bastante cansado. Supongo que
se va a sentir un poco enfermo mañana después de jugar en la piscina infantil.
Entre las dos, se las arreglaron para llevar a la extremadamente inestable e
incoherente Callie de regreso a Wigglesworth. La siguieron a su habitación
para asegurarse de que llegara segura, y Mimi observó mientras Vanessa le
quitó a Callie sus sandalias bajas, la llevó a su cama y le puso el cobertor hasta
la barbilla como una madre paciente y amorosa.
—Eso fue casi decente de tu parte, cuidarla esta noche —susurró Mimi.
—¿Qué? —dijo Vanessa—. Oh, eso fue nada…
—¿Nessa? —preguntó Callie con legañas por entre sus ojos medio cerrados—.
Nessa… ¡besé a un chico!
—Sí lo hiciste, chica mala. —Rió Vanessa—. ¡Ahora duérmete!
—Mala, muyyyy mala. —Bostezó Callie—. Si tan sólo pudiera recordar su…
¿Dónde estoy? Callie se despertó sobresaltada. Levantó sus párpados, los cuales
se sentían pesados como pesas, y reconoció su cubrecama, permitiéndose volver
a cerrarlos.
¡Dónde está mi ropa!, se preguntó, sus parpados abriéndose de nuevo. Con un
esfuerzo enorme quitó el cobertor: vestido dorado, listo, ningún extraño
compañero de cama, listo.
Lentamente comenzó a unir sus recuerdos fracturados de la noche anterior.
Había habido algo involucrando un mono, una piscina y una mesa de billar. No,
eso no podía estar bien…
La imagen borrosa de un andrajoso cabello marrón nadó con claridad: cabello
que caía irresistiblemente por encima de unos ojos verde claros, oscureciendo
un rostro sin nombre…
Sí, definitivamente había habido un hombre: un chico que la había arrinconado,
susurrando que la había notado desde el momento que llegó y había estado
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tratando de pensar en una forma de acercársele toda la noche. La había mirado
en una forma que la había hecho sentir, por primera vez en un largo tiempo,
como si fuera la única chica del mundo…
Tal vez todo el episodio había sido sólo un sueño. La parte sobre el mono
ciertamente no tenía sentido.
De repente, notó su reloj: 3:00 p.m
Ugghh… ¡soy completamente inútil! Demasiado perezosa para quitarse el
vestido, se puso una raída sudadera gris y avanzó hacia la sala común.
—¡Arrrgg! —gritó ella, lanzando sus manos sobre sus ojos. La repentina vista
de luz deslizándose por la ventana era mortal.
Mimi, Vanessa y Dana estaban esperándola en el sofá. Mimi tenía un vaso de
agua y Advil; Vanessa una humeante taza de café. Ambas estaban sonriendo de
manera tolerante. Dana estaba frunciendo el ceño, pero su expresión te-lo-dije
de desaprobación estaba suavizada por el baggel y el queso crema que tenía en
su mano extendida.
—Chicas, son las mejores —gimió Callie. Se dejó caer en el sillón y se estiró por
el Advil.
—¡Lo sabemos! —canturreó Vanessa animadamente. Sus ojos brillando,
añadió—: ¿Adivina quién besó a un chico anoche?
Dana se llevó las manos a su rostro con horror.
—¿Cómo lo saben? Oh, juro que no quise hacerlo; simplemente sucedió… fue
sólo… ¡fue un accidente!
Callie, Vanessa y Mimi estuvieron en silencio por un momento; luego estallaron
en un ataque de risa histérica.
—Guau, supongo que yo soy la única que no estuvo ocupada ayer. —Rió
Vanessa.
—¿Qué? —dijo Callie, completamente asombrada.
—Oh, Callie, por favor —dijo Mimi—. No seas tímida con nosotras, querida.
—Sí —se metió Vanessa—. Te creería si no pudieras recordar su nombre, ¡pero
no hay forma de que no puedas recordar su lengua!
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—Oh Dios —dijo Callie, frunciendo el ceño mientras regresaban los recuerdos—
. ¿En verdad fue así de malo?
—¿Malo? —dijo Vanessa—. Cariño, ¡no! ¡Ya era tiempo!
Vanessa y Mimi intercambiaron una mirada de complicidad, y Callie se
preguntó por un momento si estaban molestándola, cuando de repente vio un
mono inflable sentado serenamente en la esquina de la sala común…
Página102
CCaappííttuulloo 77 COMPLEMENTOS
¿Puedes seguir el paso?
Traducido por Susanauribe (SOS), LizC (SOS) y Little Rose
Corregido por LizC
————————————————
e: Alexis Thorndike
Para: [AN Lista de Inscripción]
————————————————
Querido Destinario:
Recibes este e-mail porque te inscribiste para recibir más información de
nuestra revista QM en la Feria de Actividades para Novatos. Para esos que
pensaron que el registro era el equivalente a unirse a nuestra organización: lo
siento, ¡pero inténtalo de nuevo! Bienvenido a un pequeño proceso aquí en el
campus que nos gusta llamar “COMP.” Piensa en esto como una audición que
involucra escribir una serie de piezas de práctica, incluyendo artículos,
encuestas, opiniones, y todo lo demás que podamos soñar que hagas.
Desde el Lampoon al Advocate, Harvard tiene muchos clubes y sociedades que
atienden a cada interés imaginativo del cuerpo estudiantil, ¡pero déjame ser la
primera en decirte que estamos emocionados porque hayas escogido QM! La
revista es una organización hermana de The Harvard Crimson, nuestro
periódico diario fundado en 1873. (Pero en contraste al Crimson, ¡nosotros si
nos divertimos!)
Sin embargo, antes de que la diversión comience, tienes que sobrevivir un
semestre de COMP. Desafortunadamente, no todos llegarán a entrar en la
D
Página103
revista; pero si lo haces, ¡vale la pena el trabajo! Sé que puede parecer duro:
después de todo, luchaste tanto por entrar a Harvard y ahora te encuentras
una aplicación aparentemente sin fin o un proceso de iniciación, ya sea para un
club, una sociedad secreta, una actividad extracurricular o un seminario de
división mayor. Todo lo que puedo decir es: aguanta. ¡Esto es Harvard después
de todo, no la secundaria!
Así que por favor ven y úneteme, Alexis Thorndike, tu directora de COMP ésta
noche del viernes, primero de octubre, a las 3 p.m., en el segundo piso del
cuartel de los Crimson para una sesión de información adicional, ¡y para
empezar el inicio de este semestre de COMP!
Ansioso por verlos allí a todos,
Alexis Thorndike.
A medida que septiembre se desvaneció en octubre, los días se volvieron más
cortos y fríos. Vientos helados soplaban hojas crujientes en el Yard, y los
estudiantes llegaban a sus clases con narices rojas y mejillas coloradas,
abrigados con sombreros y bufandas.
Aunque poco acostumbrada al clima, Callie se las había arreglado en las
semanas pasadas para aclimatarse a su nuevo entorno, cayendo gradualmente
en una cómoda rutina.
Después de un desayuno a las ocho treinta, ella leía durante su tiempo antes de
clases. Las lecciones matutinas duraban de una a tres horas, luego iba a
almorzar con Matt, Vanessa o Mimi, si podías encontrarla. Siguiendo al
almuerzo estaban las clases de la tarde; luego ella se dirigiría a Lamont y
pasaría cuatro horas de trabajo que podría haber hecho en dos si hubiera
escogida un lugar menos social.
La cena en Annenberg a menudo se extendía por varias horas mientras los
estudiantes rotaban alrededor de la habitación al estilo de cita rápida. Después
de la cena las horas entre las ocho y las doce estaban reservadas para leer, lo
cual prefería hacer en su habitación o en el sofá de la sala común.
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En cualquier noche alrededor de las once treinta casi siempre podía encontrar a
sus cuatro compañeras de cuarto esparcidas por la sala común: Dana
codificando por color sus notas de Ciencias de la Vida y alzando la mirada,
furiosa, cada vez que Vanessa suspiraba dramáticamente (lo cual era a
menudo) o trataba de iniciar una conversación sobre cuál chico le gustó más esa
semana (más a menudo, sin embargo; aunque obviamente nadie se comparaba
a su “único y verdadero amor”, alías Gregory); Mimi, cuyos ojos siempre
parecían estar medio cerrados, estaba usualmente durmiendo en el sillón en
lugar de trabajar.
La atención de Callie generalmente duraba hasta medianoche, cuando ella
dejaría caer su libro —despertando a Mimi con un sobresalto— y exigiendo
escuchar historias interesantes del día. A menudo Vanessa declararía que tenía
hambre (ella destacaba no hacer dieta en la noche porque eso sería, como,
neurótico). Si el refrigerador estaba vacío, ordenarían pizza o pegajosa comida
china de The Kong: restaurante de día, club para bailar de noche.
Sin invitación, pero siempre bienvenidas, las tres chicas (Dana prefería
quedarse y estudiar) a menudo desfilarían al otro lado del pasillo con sus
bocadillos para explotar el confortable sofá de cuero de Matt y Gregory y las
milagrosas maravillas del TiVo. Mimi estaba encontrando que ella tenía una
extraña afinidad por los violentos vídeos juegos americanos, y OK, sin gran
sorpresa, seguía sufriendo de una no tan extraña afinidad por Mimi.
A pesar de todo, la vida era buena, y últimamente Callie estaba terminando su
lectura más temprano que lo usual, algunas veces incluso leía de antemano. Al
principio del año había estado ansiosa por balancearse entre las clases y las
actividades extracurriculares (o, más bien su padre había estado ansioso,
recordándole que las tres cosas más importantes eran “lo académico, lo
académico y lo académico”). Pero ahora, con los COMP a la vuelta de la
esquina, estaba organizada, confiada y emocionada por empezar.
Así, el viernes primero de octubre, después de encontrarse en el Gimnasio
Hemenway, Callie y Matt se estaban dirigiendo a través del Yard de regreso a
Wigglesworth, discutiendo sobre la sesión de información de COMP de The
Harvard Crimson a la que asistirían a las tres en punto. Matt estaba
planeando revisar la cartelera editorial del periódico; mientras Callie todavía
tenía puesto su corazón en la revista Quince Minutos. Se había vuelto adicta a
la revista en las últimas semanas —especialmente a las columnas de consejos y
blogs— y no podía esperar a conocer a Alexis oficialmente.
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Ahora Callie estaba escuchando a Matt mientras él explicaba resumidamente
las otras grandes organizaciones en el campus; intentando lo mejor para no
estremecerse mientras el viento otoñal pasaba por sus piernas, las cuales
estaban desnudas excepto por sus pantalones cortos para correr. El hermano
mayor de Matt —antiguo miembro del Harvard Lampoon— aparentemente se
había “reventando un vaso sanguíneo” cuando Matt le dijo que estaba pensando
en COMPlementar al Crimson.
—¿Por qué? —preguntó Callie, riéndose mientras bajaban los escalones de la
Biblioteca Widener en su camino al dormitorio.
—Bueno —comenzó Matt—, el Crimson y el Lampoon han sido rivales desde
hace mucho, cuando el personal del Crimson robó la mascota del Lampoon de
su castillo y la presentaron como regalo al gobierno de la Unión Soviética. El
Lampoon respondió robando la silla del presidente del Crimson y dándosela
como regalo ceremonial al ministro de Islandia. Aparentemente, hoy en día, el
Crimson mantiene la silla del presidente atada a la pared. ¡No puedo esperar a
ver si es cierto!
—Espera un segundo: ¿dijiste que el Lampoon tiene un castillo?
—Sí, ¿no te has dado cuenta del gran edificio morado y amarillo justo al otro
lado de la calle de la Casa Lowell? Es muy difícil pasar por alto, quiero decir, es
un castillo, y cuando el tiempo lo permite, los miembros están siempre sentados
fuera tocando música y tirando cosas a los peatones desprevenidos. Mi
hermano dice que en el interior hay un montón de pasadizos secretos y
reliquias de las bromas famosas que han realizado a través de los años.
—Entonces, ¿cualquiera que quiera puede simplemente entrar? —preguntó
Callie, lista para arrancar en dirección del castillo inmediatamente.
—Desafortunadamente, no —respondió Matt, sacudiendo la cabeza—. Nadie
está permitido en su interior a excepción de los miembros, y ni siquiera puedes
entrar en sus fiestas como invitado de algún miembro hasta tu último año. Lo
mismo sucede con el Crimson. Tienes que ir a través de varias rondas intensas
de prácticas escribiendo artículos para el periódico, o piezas humorísticas, en el
caso del Lampoon, y luego te juzgarán por cuán periodístico eres, o cuán
gracioso eres, la fuerza de tu obra de arte o habilidad para solicitar anuncios
para la comisión de negocios... Ya te haces la idea.
—Correcto —dijo Callie, asintiendo—. ¿Y una vez que terminemos los COMP,
estamos dentro?
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—Bueno —dijo Matt—, a veces no es tan fácil; de lo contrario todo el mundo lo
haría. Unirse se considera un rito de pasaje, y algunas organizaciones hacen
que la gente haga COMP durante un año y medio antes de dejarlos entrar, sólo
para meterse con ellos o poner a prueba su compromiso.
—¿Un año y medio?
—Sí, es bastante brutal —dijo Matt, abriendo la puerta de su habitación y
sosteniéndola para Callie. Ella entró.
—Guau —suspiró, poniéndose cómoda en el sofá de cuero—. Realmente espero
que ambos lo logremos antes de nuestro segundo año.
Una expresión soñadora cruzó el rostro de Matt mientras saboreaba la forma
en que ella había dicho “nuestro” antes de “segundo año”.
—Sobretodo porque para el segundo año —estaba diciendo, sacando a Matt de
su trance—, podríamos estar ocupados azotando Clubes Finales. ¿En cuál de
ellos crees que vas a entrar?
—No creo que vaya a unirme a ninguno de ellos —respondió él, su expresión se
tornó seria—. Simplemente no estoy bien…
—¿Qué? —gritó alguien desde uno de los dormitorios.
—¡Oh! ¡No te hablo a ti, amigo, lo siento! —gritó Matt en respuesta.
—Maldita sea, otra vez no...
Matt se rió entre dientes.
—No importa cuánto nos esforcemos, eso sólo sigue sucediendo. En fin, como
iba diciendo, simplemente no estoy cómodo con el hecho de que los clubes
masculinos no permiten a las mujeres unirse y que sólo dejen que las chicas
entren en el interior del edificio basado en la brevedad de sus faldas.
—¡Oye! Eso no es del todo cierto —exclamó Callie—. Hay algunos clubes a favor
de las chicas, y un montón de mujeres son invitadas a las fiestas porque son
amigas de los miembros, independientemente de la longitud de su falda.
—Puede ser —dijo Matt, haciendo un visible esfuerzo por mantener los celos
fuera de su voz—, pero aún así no querría que una mujer que me importe vaya
a algunas de esas fiestas, y Callie… —Éste era el momento de la verdad—: Tú
me importas.
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De repente la puerta se abrió de golpe y Gregory entró en la habitación.
—¿Interrumpo algo? —preguntó, arrojando su mochila en el sofá de modo que
casi golpea a Callie, aterrizando a su lado con un golpe fuerte.
—¡En absoluto! —exclamó ella, saltando sobre sus pies—. De hecho, ya estaba
por irme. Tengo que leer un poco para Novela del Siglo XIX antes de la reunión.
—¿Jane Austen? —dijo Gregory—. Es mi favorita. A todo el mundo le gusta
Orgullo y Prejuicio, pero siempre he sentido que Persuasión es muy
subestimado.
—Oh, por favor —murmuró Callie, poniendo los ojos en blanco, como si él
siquiera supiera leer—. Así que, ¿te recojo a las dos cuarenta y cinco? —
preguntó a Matt.
—Oh... ¿te lo vas a llevar a una cita? No es dulce —dijo Gregory.
—Es una reunión, no una cita —dijo ella con los dientes apretados. Cerró la
puerta de golpe detrás de ella.
Matt dejó caer su rostro entre sus manos.
—¿Sabes qué, Gregory?
—¿Qué?
—A veces realmente apestas.
Gregory sonrió.
—Gracias.
Callie había estado leyendo durante apenas cinco minutos cuando Mimi entró
en la sala común viéndose nerviosa y agotada.
—Cigarrillos —murmuró—, necesito unos cigarrillos... No, no, ya fumaste dos
paquetes hoy… ¿Café? Oui... Necesito un café...
—¿Mimi?
—Callie, querida, justo estaba buscándote… necesito un poco de café… no
puedo concentrarme en absoluto… ¿quieres venir? ¿Yo invito?
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—Uhm... —Tomar café era probablemente la última cosa que Callie tenía
ganas de hacer, pero algo en la expresión de Mimi la hizo detenerse—. Está
bien —concordó, dejando su libro.
Una ráfaga de viento frío les asaltó cuando salieron a la calle, y Callie apretó el
cuello de su fina camisa de lana más cerca de su cuello, maldiciendo el clima de
Nueva Inglaterra y maldiciendo a Mimi; entonces maldiciéndose por no
cambiarse su diminuta ropa de gimnasia. Y acababa de llegar a la parte buena
del libro, también: en, no adivinarías, Orgullo y Prejuicio. Ya lo había leído mil
veces, pero aún así era clásico, sigue siendo una obra maestra. ¿Pero
Persuasión? Es totalmente inmaduro. Subestimado mi trasero...
Para empeorar las cosas, la fila en el Café Peet era desalentadoramente larga.
Lo que daría por estar de nuevo en el reino ficticio de la sala en Netherfield
Park en vez de aquí en el mundo real con Mimi. Suspirando, Callie trató de
pensar en una excusa para irse...
—Sí, estaba muy confundida cuando recibí una invitación para su primer
evento de golpe. —Estaba diciendo un chico delante de ella, ajustando la
bufanda roja alrededor de su cuello. Incluso como “Ignorante de la Moda” que
era, Callie todavía podía ver que con su cabello naranja intenso y pecas
abundantes, ésta era una elección muy pobre de accesorio.
—Quiero decir, no conozco a nadie en el CP, no soy un legado, no uso esmoquin
en clase, no canto en un grupo a cappella, y no soy ridículamente rico. Pero
decidí que debía comprobarlo de todos modos…
—Oh no… ¡no me digas que en realidad fuiste! —exclamó su amigo, un chico
dientudo quien por desgracia era de aspecto pequeño y regordete.
—Lo hice —dijo pecas, mirando hacia abajo a sus manos—. Y los miembros
estaban tan confundidos como tú del por qué me invitaron...
—¿Fue en...? —le preguntó su amigo en voz baja.
—¿Lampoon? —dijo pecas—. Sí. Mandaron una veintena de invitaciones falsas
para diversos estudiantes de segundo año, y luego los miembros tuvieron que
hacer frente a explicarnos por qué se suponía no debíamos estar allí. Fueron
bastante amables sobre eso, en su mayor parte, pero hice un comentario acerca
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de escuchar a alguien decir “quien se aparece para este tipo de evento llevando
un uniforme de la banda.”
—¿Qué? ¿Llevabas tu uniforme de la banda? ¿En qué estabas pensando?
—No lo sé, no lo sé. Tuve que ir directamente de la práctica y...
Sus voces se desvanecieron a medida que tomaron sus bebidas y se dirigieron
hacia la puerta.
Aturdida, Callie le permitió a Mimi que ordenara por ella. Por ahora nadie le
había robado la tarea ni negado a comparar respuestas en un problema, por lo
que se había olvidado lo implacables que se rumoreaba que eran sus
compañeros.
Era trágico cuánta actuación y fingir requería hacer un papel. Pero si eso es lo
necesario para tener éxito, pensó, al tomar su café, entonces eso es lo que haré…
Podía oír a Vanessa concordar entusiasmada en su cabeza, recordándole que la
gente no ve el talento o la pasión cuando te conocen; sólo ven como te presentas.
“No te pido que cambies de personalidad, Cal. ¡Sólo que cambies tu ropa!”
Y las cambiaría, decidió Callie, mirando su ropa deportiva sudada. Aún había
tiempo antes de la reunión.
Rápidamente se dio vuelta para buscar a Mimi, pero antes de saber lo que
pasaba, había volcado el contenido de su café sin grasa, ni azúcar y con sabor a
vainilla en el suéter de un chico que había estado de pie detrás de ella.
¡Santa mierda, ahora no! Cerró los ojos. Al abrirlos, él seguía ahí de pie, su
suéter de cachemira manchado prácticamente gritando Burberry. De ninguna
manera se podría permitir pagarle otro.
¡Mimi al rescate! Tomando unas servilletas de la nada, golpeteó con ellas el
suéter del chico, diciendo:
—Oh, mon dieu, Clint, je suis désolè36. Soy tan tontamente torpe que me choqué
con Callie y pum… es mi culpa.
Toda la irritación que Callie sentió por Mimi hacía veinte minutos se
desvaneció al instante. Mirando agradecida a su compañera de cuarto, añadió:
36 Je suis désolè: Qué “tristeza”, “horror”. Del francés en el original.
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—¡Yo también lo lamento tanto! ¡Ni siquiera te vi allí de pie! ¿Quizás podrías
darme tu suéter y yo lo llevaré a la lavandería por ti?
Sus ojos verde grisáceo adquirieron una expresión extraña antes de que
respondiera lentamente:
—Bueno, ¿eso no sería algo raro? ¿Que me quitara el suéter aquí y caminara a
casa semi desnudo?
Y entonces Callie, quien intentaba adivinar si reír o no, realmente lo miró.
Se le cayó la boca. Era el mismo chico de avanzado que las escoltó a ella y
Vanessa a la Feria de Actividades, el mismo chico que ella recordaba haber
visto en otro lado vagamente…
Pero hoy parecía que finalmente lo veía bien por primera vez. Era al menos una
cabeza más alto que ella, con un cuerpo atlético y una enorme sonrisa en su
rostro, haciendo que se formaran pequeñas arrugas en las esquinas de sus ojos.
Su corto y luminoso cabello castaño estaba despeinado en el momento, y ella se
sintió tentada de estirarse y pasar los dedos por él.
Mirándolo desde otra perspectiva, debe ser un chico malditamente tranquilo al
mantenerse simpático cuando una extraña acaba de arrojarle casi medio litro
de algo caliente con vainilla en su suéter carísimo.
De hecho, pensó ella, cayendo más y más en ensoñaciones, no me importaría
que te lo quitaras ahora mismo y…
De nuevo: ¡Mimi al rescate!
—Callie, él es Clint. Clint, recuerdas…
—Soy Callie —murmuró ella—. Un placer conocerte… oficialmente, quiero
decir.
Clint sonrió: con la misma expresión indescifrable en sus ojos. La miró
fijamente durante al menos tres segundos de una forma que la hizo mirar
nerviosamente a sus pantalones cortos, preguntándose si quizás no la
recordaba del día de la Feria de Actividades.
—De acuerdo —dijo él después de una pausa—. Un placer conocerte a ti
también… oficialmente. Y no te preocupes por el suéter —añadió con un brillo
en los ojos—. Fue un regalo de mi ex novia, por lo que pensaba quemarlo de
todas formas.
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Ex, no había dos letras en todo el idioma español o matemático que sonaran
más hermosas.
Volviendo a su habitación, Callie abrió su cómoda y sacó un par de jeans Seven
que Vanessa le regaló por ser “demasiado pequeños”.
—En realidad, nunca me quedaron en primer lugar —confesó Vanessa
mientras forzaba a Callie a aceptarlos—. Intentaba unirme al movimiento de
compra-un-par-de-jeans-muy-caros-que-sean-más-pequeños para incentivarte a
perder peso, pero obviamente no funcionó… tómalos, en serio, o irán a la
basura.
Su reloj decía 2:53. Mierda, pensó, buscando entre sus camisas. Rápidamente
escogió un suéter blanco de Ralph Lauren que también le dio Vanessa, quien
disfrutaba hacer de la “Hada Madrina” de Callie: su propia muñeca Cenicienta.
En un ataque de inspiración, Callie tomó los anteojos de leer sin prescripción
que Jessica le dio antes de las entrevistas universitarias para verse, “bueno,
menos rubia”. Mirándose en el espejo, Callie decidió que parecía muy
periodística y a la moda. Perfecto. Si Clint pudiera verla ahora…
Saltando por las escaleras tan rápido como pudiera, cruzó el Yard hacia los
cuarteles del Crimson. Un letrero en la puerta principal informaba de la sesión
informativa del QM.
Llegó unos minutos tardes, pero por suerte la reunión aún no empezaba. Sonrió
cuando Vanessa la saludó desde el fondo de la sala, donde le guardó un lugar.
Mientras Callie se sentaba, una chica en el centro del salón comenzó a hablar,
una chica que Callie reconoció rápidamente.
Alexis Thorndike.
—Hola, a todos, y bienvenidos a la primera reunión oficial de la revista Quince
Minutos. Como la mayoría ya saben, soy Alexis Vivienne Thorndike, y seré su
directora de COMP los próximos meses. La mayoría me llama “Lexi”, pero para
ustedes, soy Dios.
Algunas personas rieron.
Pero se callaron muy rápido.
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—En el futuro —añadió, sin mencionar a nadie—, por favor intenten ser
puntuales.
Callie se sintió sonrojarse. Llegué sólo un par de minutos tarde, pensó,
sintiéndose mal de todas formas.
Vanessa se inclinó, con una expresión severa.
—Recuerda lo que te dije sobre no meterse con su lado malo, Cal —siseó—. No
te equivoques: ella te destruirá.
Callie tragó duro.
—Aunque no te estreses demasiado —ofreció Vanessa como consuelo—. Se dice
que ha sido una perra total desde que Clint Weber la dejó hace unas semanas,
así que, no lo tomaría necesariamente personal.
Callie asintió, quitándose las gafas —que comenzaban a lastimarle los ojos—
para poder ver mejor a su directora de COMP.
Alexis no era demasiado alta ni demasiado delgada, pero sí perfectamente
proporcionada e inmaculadamente vestida. Una delgada cinta con un diminuto
moño descansaba delicadamente en un cabello sedoso castaño que caía en
hermosas ondas por toda su espalda. Todo en ella brillaba: femenino, impecable
y blanco, desde su blusa de seda Milly a su suave piel blanca, y una sonrisa
donde unos labios llenos se abrían para revelar dientes pequeños y parejos. De
pie en el centro, parecía radiante, casi angelical: como si no pudiera hacer mal,
como si pudiera lograrlo todo.
Clint Weber, anotó Callie en su cuaderno, mordiéndose el labio mientras se
preguntaba… ¿podría ser el mismo Clint con el que se chocó, literalmente, más
temprano?
—Clint Weber… ¿podrías buscarlo en Facebook? —le preguntó a Vanessa.
Después de pasar semanas juntas, se le estaban pegando los espeluznantes
hábitos acosadores de su compañera de cuarto.
—Claro —murmuró Vanessa buscando en su bolso Fendi y sacando su amado
iPhone.
Callie siguió mirando a Alexis —Lexi— con fascinación. ¿Qué es lo que tenía
que te hacía imposible apartar la vista?
Quizás era la forma en que se veía tan confiada allí frente a todos…
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—Cada semana se les pedirá que le entreguen cinco trabajos a los editores para
que lo corrijan —explicó Lexi con un tono claro y dulce, sonriendo a los de
primer año y asintiendo a los de segundo dedicados quienes no se habían
rendido la primavera anterior sino que volvieron, determinados, para la
segunda ronda.
O quizás como se viste, como, perfectamente…
—Los editores les devolverán los trabajos con sus comentarios por escritos y
una lista de asignaciones para la semana siguiente —continuó—. Luego, el
último sábado de octubre, entregarán un portafolio con diez artículos de lo que
consideren su mejor trabajo. —Mientras hablaba, Lexi comenzó a caminar,
paseándose entre las sillas.
O podría ser la forma en que sus largos rizos rebotaban cuando ella se mueve…
pensó Callie, admirando la gracia de Lexi mientras caminaba en sus bailarinas
de Chanel. Eran de un color marfil, con dos grandes C doradas entrelazándose
por encima de la punta.
—Después de haber revisado sus primeros trabajos, sólo la mitad de ustedes
seguirán. Tendrán unas semanas para preparar una colección de nuevas piezas
para su segundo portafolio, que entregarán antes de las vacaciones de Acción
de Gracias. Sólo una fracción de ustedes seguirán en la tercera y última ronda.
Entonces nosotros, los editores, haremos los últimos cortes y ustedes, si
sobreviven tanto, se enterarán si lo lograron después del receso de invierno.
Callie de repente notó a alguien de pie en la puerta, mirándola.
Era Matt.
¡Mierda! Se había olvidado de pasar por él antes de la reunión.
—¡LO LAMENTO! —gesticuló. Matt frunció el ceño y luego se desvaneció por el
pasillo.
—¡Maldición! ¡Necesito una nueva versión de este teléfono! —murmuró
Vanessa—. El internet es tan malditamente lento… ¡Maldición, descarga!
Vanessa estaba tan concentrada en su teléfono que no notó a Lexi, quien ahora
estaba a menos de cinco metros, como notó Callie preocupada.
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Callie codeó a Vanessa, quien mantuvo la mirada fija en su teléfono mientras
Lexi, aún hablando fluidamente, se acercaba más y más, hasta que estuvo tan
cerca que Callie veía el blanco de sus ojos marrones.
En un acto de desesperación Callie codeó más fuerte a Vanessa, tanto de hecho,
que su teléfono cayó volando al piso donde golpeó ruidosamente.
Lexi se detuvo para recogerlo.
—Ten —dijo sonriendo dulcemente mientras le daba el teléfono a Callie.
¿Perra?, pensó Callie, aliviada. ¿De qué hablaba V? Parece totalmente
agradable…
—Pero, ¿qué dem…? —murmuró Lexi, la sonrisa derritiéndose de su rostro. Su
mano se había congelado a mitad de camino, apretando el celular de Vanessa.
Ahora las tres podían ver la imagen que se acababa de descargar en la
pantalla.
Su cabello era mucho más corto en persona que en la foto de perfil, pero aún no
había margen de error: Clint la Víctima del Café y Clint Weber eran el mismo.
Vanessa jadeó.
Como si la canción de una sirena se hubiera desatado, pudieron ver a la
hermosa Lexi de sangre azul transformarse en algo terrible y extraño. No duró
mucho, pero Callie estuvo segura de que le lanzó una mirada mortal.
Mientras el teléfono caía en el suelo deslizándose de los dedos de Lexi, se
rompió en dos con un eco en toda la sala. La pantalla se volvió de un negro
muerto.
—¡Oh, mi culpa! —dijo Lexi—. Lo lamento tanto, mucho la verdad. —Y el Oscar
es para…
—Aunque, de ahora en adelante —siguió mientras se daba vuelta al frente de
la sala—, intentemos todos prestar más atención a lo que digo.
Por un momento ambas se sentaron en silencio, viendo a Lexi alejarse.
—Callie —susurró Vanessa—. ¿Por qué no me dijiste que el chico con el que te
besaste en Calypso era Clint Weber?
—¡Qué! —siseó Callie.
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—¡Clint Weber! ¿Sketchy McKisserson? ¿Foxy McFoxerson? ¡Son todos la
misma PERSONA!
La realización se iluminó como un faro en su cerebro: ese espeso cabello castaño
alborotado por la brisa en la Feria de Actividades, el mismo cabello marrón que
había oscurecido un par de ojos verdes mientras él se inclinaba para besarla en
el sofá, los mimos ojos verdes que la miraron con una mirada tan rara en la
cafetería, la mirada que finalmente, había reconocido en la foto del celular de
Vanessa…
De repente el teléfono de Callie vibró desde algún lugar en lo profundo de su
bolso.
Oh Dios, no ahora… rezó, buscando frenéticamente. Afortunadamente, sólo
vibró una vez, significando: 1 NUEVO MENSAJE DE TEXTO.
No reconoció el número.
Abrió su celular. Vanessa se inclinó para leer por encima de su hombro.
NO PUEDO CREER QUE NO
ME RECONOCISTE DE LA OTRA
NOCHE. NO SABÍA QUE MI
CORTE DE CABELLO FUE TAN DRÁSTICO.
ME GUSTÓ QUE ME ASALTARAS HOY.
¡QUE SE REPITA ALGÚN DIA!
CLINT.
—Callie —susurró Vanessa tristemente—. Estás muerta.
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CCaappííttuulloo 88 PONCHE
Traducido por Nahirr y Maru Belikov
Corregido por LizC
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espués de una semana y media de mensajes de texto en secreto, Callie
finalmente había accedido a encontrarse con Clint para una cita
“secreta”: secreta en la mente de ella porque no tenía intenciones de
decirles a sus compañeras de cuarto, y secreta en la mente de él porque se
había negado a revelar a dónde iban a ir. Ella había recibido instrucciones por
texto una hora más temprano para encontrarse con él en el frente de la estatua
de John Harvard a las 11:45 p.m... lo cual precisamente estaba a treinta
minutos de ahora.
Así que, mientras Mimi, Dana y Vanessa estaban descansando, aprovechando
el domingo como su día de descanso, ella estaba atrapada en su habitación
apurándose para terminar una historia de muestra para QM, un poco de
“periodismo de investigación” que Lexi había ordenado, implicando los escotes y
faldas de los de primer año: “¿Son estadísticamente más bajos y cortas que las
de alumnos de cursos avanzados?” Y: “¿Tomamos esto como un indicador de
mayor actividad sexual promiscua o simplemente como un resultado de baja
autoestima?”.
¿En serio? ¿Era incluso esto una tarea real? Callie no era fluida a la hora de
hablar como el particular lenguaje sarcástico de escuela preparatoria de su
directora del COMP, así que era imposible decirlo. Dejando salir un frustrado
resoplido de aire a través de sus labios, se volvió hacia la pantalla de su
computador, preguntándose cuántas reescrituras tomaría hasta que finalmente
lograra impresionar a Lexi lo suficiente para que así dejara de pensar en Callie
como la chica que garabateaba el nombre de su ex-novio en su cuaderno y lo
acosaba vía iPhone durante reuniones importantes…
A veces los de primer año cometen errores despistados cuando se trata de la
elección de ropa de sus vidas amorosas, escribió. Pero por favor no los odien.
Después de todo, a veces la falda de un chico lindo es muy tentadora para
resistirse...
Afuera, en la sala común, Vanessa estaba prácticamente babeando mientras
miraba a Dana hundir sus dientes en una enorme rebanada de pizza. Vanessa
no necesitaba una balanza que le dijera que evitara comer pizza (dieta
estratégica de la semana: ayuno de Ramadan… “No, en serio soy muy
espiritual”), pero debido a su exigente horario, Dana estaba comiendo
estresadamente lo suficiente para alimentar a una familia de cuatro. Olvídate
de la fábula Los Quince del Primer Año: viajaba con un boleto directo a Los
Veinticinco del Primer Año.
D
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Mimi bostezó y golpeó a Vanessa en un costado.
—¡Vanessa! —exclamó, agitando su mano delante del rostro de su compañera
de cuarto, con el fin de romper el trance inducido por la pizza—. Vanessa,
cuéntame una historia graciosa. Estoy tan-oh aburrida...
Vanessa dudó, pero luego sus ojos se iluminaron.
—Ooooh, está bien, ¡ya lo sé! Entonces, ayer estaba sentada en Lamont Café
con un puñado de mis viejas amigas de la escuela. Bueno, estábamos aburridas,
así que decidimos jugar este juego llamado “Joder-Echar-Casar”... conocen el
juego, ¿verdad?
Mimi se encogió de hombros, y Dana, estremeciéndose visiblemente ante la
palabra joder, trató de enterrar la nariz en su laptop.
—Oh, cierto: extranjeros, ¡hola! Bueno, de todas maneras, es bastante simple.
Nombro a tres chicos... por ejemplo, OK, Gregory y Matt, y luego tendrías que
decir a quién quieres joder...
Dana se estremeció de nuevo.
—... a quién quieres echar, de un acantilado, claro está, y con quién quieres
casarte.
—Está bien —dijo Mimi, asintiendo—. Entonces, déjame ver... elijo a Matt
como mi esposo porque es tan agradable...
—Euu, no —interrumpió Vanessa, sacudiendo la cabeza—. Eso era sólo un
ejemplo para que pudieras entender el escenario necesario de la historia.
Entonces... —Empezó a elevar su voz mientras que Mimi fruncía el ceño—.
Estábamos sentadas ahí en el Lamont Café jugando Joder-Echar-Casar y
alguien propone tres políticos muy influyentes, que permanecerán sin
nombrar…
—¿Quién? —demandó Mimi.
—Esa es información clasificada, Mimi, aunque estoy segura de que puedes
adivinarlo si pones tu mente en ello...
Mimi se encogió de hombros otra vez. Dana se movió incómoda en su silla.
—Así que de todos modos —continuó Vanessa—, esta chica arroja esos
nombres, y todas en la mesa se quedan en silencio… excepto por mí, que
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empiezo a debatir muy alto a quien querría joder, a quien echar, y con quien,
por proceso de eliminación, tendría que casarme... Mientras esto está
sucediendo, no me puedo dar cuenta del por qué todas me están mirando,
luciendo nerviosas, y una chica está haciéndome señas para que me calle, pero
yo continúo, estoy en el medio de contemplar los méritos de joder con uno de
ellos…
—¿Pensé que dijiste que eras virgen? —interrumpió Mimi.
—Oh, por Dios Santo Mimi, ¡es un juego! Ahora, ¿podrías por favor dejarme
terminar?
—Déjame adivinar —soltó de sopetón Dana, luciendo muy irritada—. ¿Una de
sus hijas estaba sentada justo detrás de ti?
—¿Cómo es que...? —comenzó Vanessa, luciendo estupefacta, como si se
hubiera olvidado de que Dana sabía cómo hablar.
—Todo “político muy influyente” tiene una hija en Harvard. Eso es noticia
vieja. Francamente, creo que es grosero e indecente hablar de ya-sabes-qué en
una biblioteca.
—¿Qué es grosero... hablar sobre joder en una biblioteca? —preguntó
Vanessa—. ¿Qué hay sobre todas las personas que en realidad están jodiendo
en la biblioteca? Probablemente está sucediendo ahora mismo en Widener
mientras hablamos. Escuché que “Armamento Medieval” es un lugar de
primera para...
—¡No puedo oírte! —gritó Dana, lanzando sus manos sobre sus oídos—. No-
puedo-oírte-No-estoy-escuchando-No-te-oigo-LALALALALALA...
—¡Hola, chicas! —dijo Callie, saliendo de su habitación y caminando hacia la
puerta delantera.
—¿A dónde estás yendo? —preguntó Mimi, sonando acusatoria… o tal vez eso
sólo fue la imaginación de Callie.
—Biblioteca —dijo, alcanzando el picaporte.
—¿En un domingo? —Mimi levantó una ceja—. Nunca vamos a la biblioteca los
domingos...
—Te ves bastante bien vestida... incluso para Lamont —dio Vanessa,
mirándola con suspicacia.
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Callie se encogió de hombros.
—Espera, voy contigo —dijo Dana, quitando las manos de sus oídos y
levantándose.
—No...eh... lo siento... Tengo un... grupo de estudio.
Dana frunció el ceño, como en: Si hubiera un grupo de estudio, lo habría
sabido.
—¿Grupo de estudio para qué? —sonsacó Vanessa.
—Para economía, ¿está bien? ¡Prometí encontrarme con Matt! Y oigan, ¿desde
cuándo tengo que decirles todo, chicas? —añadió mientras las tres la miraban.
Entonces Vanessa comenzó a asentir en una muy comprensiva, y muy molesta,
forma.
—Se va a encontrar con Matt. Para estudiar... —explicó a las otras dos como si
de pronto todo tuviera sentido.
—Oooh —dijo Mimi—. Así que es por eso que estás tan bien vestida.
—¿Bien vestida... para la biblioteca? —estalló Dana de la nada—. ¿Citas de
estudio... en la biblioteca? ¿Haciendo ya-saben-qué... EN LA BIBLIOTECA?
¿Qué está MAL con ustedes? —gritó, agarrando su cabeza entre las manos—.
Me voy a estudiar. Estudiar en serio. EN MI HABITACIÓN —añadió,
golpeando su puerta. Vanessa y Mimi comenzaron a reír sin control.
—Sí... y yo voy a estudiar en la biblioteca —dijo Callie, dando un paso por la
puerta.
—Seguro que sí. —Vanessa jadeó por aire.
—¡Diviértete! —gritó Mimi.
Hacía frío mientras esperaba en frente de la estatua de John Harvard, pero sin
embargo Callie estaba feliz de haber elegido medias y una falda en lugar de
jeans. Se estremecía cuando el viento soplaba a su paso, desordenando su
cabello, el cual había arreglado con más cuidado y atención que de costumbre.
Sus manos volaron hacia su cabeza para alisarlo.
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Un conjunto de manos cubiertas por suaves guantes cubrió sus ojos.
—¿Quién soy?
—¡Clint! —chilló, girándose de un salto—. Eh... uh... hola —balbuceó en un
tono más bajo, más casual y (con suerte), más tranquilo.
—Hola. —Él sonrió, dando un paso hacia adelante para abrazarla.
Su suéter era la cosa más suave, cálida y esponjosa en el mundo. Olía a canela
y hojas de otoño. No quería dejarlo ir.
Clint se rió entre dientes.
—¿Tienes frío o algo así?
—¿Qu...? Oh, sí, ¡helada! —dijo, dándose cuenta que de hecho lo había sujetado
un poco demasiado.
—Ven —dijo Clint, desenrollando una bufanda de cachemira marrón de su
cuello y cubriendo los hombros de ella—. Permíteme.
Ella permaneció inmóvil, apartando sus ojos para no mirarlo fijamente
mientras anudaba la bufanda en su cuello.
—¿Cómo está? —preguntó.
—Mucho mejor.
—¿Estás segura? Podríamos parar por café o chocolate caliente en nuestro
camino...
—¿Café? —repitió vagamente, mirando su suéter—. Será mejor no arriesgarse.
Clint se rió.
—Buen punto. ¿Vamos, entonces? —preguntó, ofreciendo su brazo.
Lo aceptó y comenzaron a caminar.
—Entonces, ¿a dónde me estás llevando? —preguntó.
—¡Si te lo dijera, arruinaría la sorpresa!
En lugar de dirigirse hacia el Harvard Square, se movían más y más profundo
en el campus. Finalmente se detuvieron en frente del Centro de Ciencias. Clint
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se adelantó para sujetar la puerta; y ella se sorprendió al ver que no estaba
cerrada, incluso a pesar de que fuera casi medianoche.
—Oh, ¡lo tengo! Necesitas ayuda con tu tarea —bromeó—. Está bien… no
tienes por qué avergonzarte, pidiéndoselo a una de primer año...
—Silencio —le advirtió, tomándola de la mano.
Vagando por el edificio, se dirigieron hacia el ascensor en la parte posterior. Un
vigilante nocturno custodiaba la entrada.
—Buenas noches, Clint —dijo, tocando la punta de su sombrero.
—Hola Miles, ¿cómo estás? —preguntó Clint.
—No me puedo quejar —contestó Miles—. Buena noche para mirar las
estrellas, ¿eh? —añadió, guiñando un ojo a Callie.
Metiendo la mano en su billetera, Clint recuperó una pequeña tarjeta con su
foto en la esquina, y las palabras Club de Astronomía: MIEMBRO escritas en la
parte superior.
¿Club de Astronomía?
Miles miró la tarjeta, asintió, e hizo un gesto para que pasaran.
—¡Ajá! —dijo Callie una vez que estuvieron dentro del ascensor—. ¿Debes ser
lo que llaman un nerd del armario?
—Oye, no lo rechaces hasta que no lo pruebes.
El ascensor se detuvo en el último piso.
—Penthouse, mademoiselle —dijo, manteniendo un brazo presionado contra las
puertas del ascensor y haciéndola pasar hacia el pasillo.
Había una puerta al final del pasillo. Se desbloqueó con un clic cuando Clint
pasó su tarjeta a través del escáner, la puerta se abrió para revelar una
pequeña escalera circular.
En la parte superior Callie se encontró en una habitación con forma de cúpula.
Las paredes eran completamente negras, excepto por unos pocos carteles
coloridos de planetas e imágenes de la galaxia. En el centro una enorme vitrina
circular —lo suficientemente grande para contener por lo menos tres personas
dentro— se extendía desde el suelo y todo el camino hacia el techo.
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—¿Qué es éste lugar? —preguntó Callie, examinando lo que parecía una
supercomputadora descansando sobre uno de los escritorios a lo largo de la
pared.
—Un secreto bien guardado —contestó Clint—. Sólo abierto para estudiantes
de astrofísica graduados y miembros del Club de Astronomía.
—¿Cuántos miembros hay en el Club de Astronomía?
—Bueno, nuestros números han fluctuado a lo largo de los años, y tuvimos que
empezar a rechazar aplicaciones debido a la popularidad del club —dijo Clint,
riendo—. Pero... en éste momento, lo estás mirando.
—¿Eres el único? ¡Eso es lo más patético que he oído! —exclamó ella, queriendo
decir exactamente lo contrario.
—Síp. —Sonrió—. Ahora, mira esto… —Presionó un botón en uno de los
escritorios y de repente las paredes negras comenzaron a deslizarse,
abriéndose, revelando el cielo de medianoche.
Presionó otro botón y la vitrina cilindrica en el medio de la habitación comenzó
a rotar lentamente. Una escalera descendió desde el techo, elevando una
plataforma colocada directamente debajo de un enorme telescopio.
—Después de ti —dijo.
Cuando Callie alcanzó la parte superior, estaba a la altura del telescopio:
ventajosamente situado en frente de una plataforma de observación con
asientos diseñados para dos. Su propio asiento del amor.
Clint se le unió y comenzó a juguetear con el telescopio. Acercándolo,
apuntando hacia el hueco en el techo, enfocando las lentes.
—Adelante, echa un vistazo —dijo.
Ella pudo ver muchas estrellas y una gran masa rojiza que parecía que podía
ser un planeta.
—Es hermoso —dijo, volviéndose y ofreciéndole el telescopio a Clint.
Lo atrajo hacia él y presionó su ojo contra el cristal.
—¿Qué es esa gran cosa roja en forma de gota? —preguntó.
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—¿Cosa en forma de gota? —Se rió, inclinándose hacia atrás—. Marte. Aunque
personalmente pienso que “gran cosa en forma de gota” es mucho más
descriptivo. Tal vez deberíamos escribirlo, ¿pedir que lo cambien?
—Claro —acordó ella—. Nunca me importó mucho “Marte” de todos modos.
—¿Ah sí? ¿Cuál es tu planeta favorito?
—Uh... ¿la Tierra? ¿Obviamente? —Se rió—. ¿Y el tuyo?
—Plutón. Sin ninguna duda.
—¡Pero Plutón ni siquiera es un planeta!
—¡Alto! —dijo Clint, fingiendo estar escandalizado—. No creo que pueda salir
con una chica que no aprecia lo impresionante de Plutón. Nos robaron.
—Así que... esto es una cita.
—Tal vez. Ahora no estoy seguro —dijo Clint, envolviendo un brazo alrededor
de sus hombros.
—Bueno, ¿qué hay de las estrellas? —preguntó ella, mirando de nuevo a través
del telescopio—. ¿Puedes decirme algo de las estrellas?
—Uhm… está bien. Ahora, veamos… Esa de ahí es el Zapato de… Orión. Y ves
una pequeña a la izquierda: esa es Cassandra. Y esa graciosa cosa en forma de
gota en su derecha es una bolsa: es la Bolsa de Cassandra. Es una de las
constelaciones más famosas en la, uh, aurora boreal.
Callie se le quedó mirando con incredulidad.
—¿Y qué hay de aquella? —demandó ella.
—¿Cuál? Oh, esa es fácil… ese es el Pequeño Perro Marrón.
—¿El Pequeño Perro Marrón? ¿Por qué es el perro marrón?
—Porque durante el Big Bang, los, uh, gases químicos que fueron liberados en
esa familia de constelación tenían un distintivo color marrón…
—¿Estás inventando esto, cierto?
—Por supuesto —dijo él, riéndose mientras ella le pegaba en el brazo—. A decir
verdad, mi especialidad son los planetas, no las constelaciones… Mayormente
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sólo me gusta venir aquí y mirar por el telescopio —continúo—. Es el único
lugar en el campus donde me siento solo… lejos de todo.
Girándose, él la miró fijamente.
—Probablemente no has estado alrededor lo suficiente para darte cuenta, pero
las personas tienden a quedar demasiado envueltos en toda la cosa de Harvard.
Realmente me gusta el lugar, pero a veces un chico necesita un descanso.
Oh, si tan sólo supiera cuánto sus palabras estaban resonando, incluso aunque
ni siquiera había estado más de dos meses…
Pensó en toda la ropa que Vaneesa la obligó a tomar prestada, todas las veces
que se sintió avergonzada en frente de personas como Gregory sin saber por
qué, la manera en que todos los chicos que crecieron en Nueva York o fueron a
escuelas privadas parecían hablar su propio lenguaje secreto… y pensó que
sabía exactamente sobre lo que Clint estaba hablando.
—Así que, si este es tu lugar especial a donde vienes para estar solo, ¿por qué
me trajiste aquí? —preguntó.
—Porque —respondió él, girándose para verla—, tú no eres una chica Harvard.
O al menos no una típica de alguna escuela preparatoria de la Costa Este que
es muy privilegiada para notar que está estudiando en la institución más
increíble en el mundo y piensa que lo único que importa es su vida social. ¿Cuál
es el punto de tener ventajas si no vas a tomar ventaja de ellas?
»De todas formas, no hay manera que una chica que ronda alrededor de las
cafeterías en sus ropas de gimnasia , derramando su café en víctimas inocentes,
debo agregar, y vista sandalias bajas para una fiesta vaya a tomar dos horas y
medias para estar lista.
—Así que, ¿lo que estás diciendo es que me trajiste aquí porque soy una
desastrosa, desaliñada y torpe chica?
—Exactamente. Y lo digo de una buena forma. No cambies nunca.
Callie sonrió. Era posiblemente el cumplido más lindo que alguien jamás le
había dicho.
Ahora era el punto en la cita donde él probablemente iba a tratar de besarla.
En cualquier momento de ahora iba a pasar, y ella estaba lista para ello; lo
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estaba esperando. De hecho, estaba muriendo porque pasara… y lo haría… en
cualquier momento a partir de ahora…
Demonios, no era como si fuera su primera vez… ¿qué estaba esperando él?
Ah, allá vamos… la inclinación… el roce de cabello… el roce en la mejilla… la
mirada profunda… en cualquier momento iba a…
Beep, Beep, Beep.
El teléfono de Clint vibró ferozmente en su bolsillo. Abriéndolo, frunció el ceño.
—Lo tomaré… luego —murmuró, presionando el botón de Ignorar—. Lo siento
—agregó, metiendo el teléfono de regreso en su bolsillo.
—No te preocupes —respondió Callie. Tentativamente ella movió su mano para
así quedar descansando sobre su rodilla…
Y Clint abruptamente se puso de pie.
—Oye, ¡mejor nos vamos! Deber ser muy pasada tu hora de dormir, novata. —
Él estaba sonriendo, pero ya estaba a medio camino bajando la escalera.
¿Qué demonios? ¿¿¡QD!!?? ¿¿¿@#?$#?@???
La caminata a casa fue relativamente silenciosa salvo por el sonido de las hojas
crujiendo bajo sus pies. Aplastadas… más o menos como sus expectativas para
la noche. Cuando alcanzaron la puerta de su entrada, él se giró para
enfrentarla. Se inclinó. Su pulso se aceleró, pero con un abrazo y una promesa
de llamar, él se había ido.
¿¡QD!? ¿¿¿@#?$#?@???
No estaba de buen humor para el momento en que alcanzó la cima de las
escaleras. De hecho, tan preocupada estaba por los pensamientos de su cita —
bueno, en realidad, el final de su cita (si puedes llamarlo una “cita”) porque el
resto había sido perfecto— cierto, ¿cierto? Que casi no notó los dos sobres
blancos sobresaliendo por debajo de la puerta.
Deteniéndose, se agachó a recogerlos. En una caligrafía ornamentada estaban
dirigidas a:
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Vanessa Von Vorhees
Wigglesworth C-24
Y:
Marine Aurélie Clément
Wigglesworth C-24
—¡Mimi! ¡Vanessa! —gritó mientras entraba a la sala común—. ¡Tienen correo!
—Oooh, me pregunto si esto es lo que creo que es —dijo Vanessa, sus ojos
iluminándose. Incluso Mimi lucía emocionada mientras rompía el suyo, lo que
era inusual dado su equilibrado estado normal de fastidio.
—¡Oh Dios mío! —chilló Vanessa, leyendo su carta y luego abrazó
eufóricamente a Mimi—. ¡Vamos a ir al ponche juntas! Oh, ¡lo sabía! ¡Sí que lo
sabía!
—¿A qué ponche van? —preguntó Callie mientras sus compañeras de cuarto
empezaban a gritar y brincar de arriba abajo.
Tan casual como era posible, se deslizó de nuevo hacia la puerta principal,
escaneando el terreno. Mirando sobre su hombro, abrió la puerta y revisó dos
veces el pasillo. Estaba vacío.
De regreso a la sala, se hundió en el sofá. Se sentía invisible, un punto de luz
en el radar social que se estaba desvaneciéndose a lo lejos rápidamente. Pronto
sería tan obsoleta como los VCR, pantalones de campana, y telefonía fija…
Mimi fue la primera en notarlo.
—¡Oh! —dijo, dándole a Vanessa una mirada significativa—. Éstas son sólo
unas invitaciones para un Ponche del Pudding… No es gran cosa…
—¿No gran cosa? —chilló Vanessa—. ¡Por supuesto que es gran cosa! Es del
Hasty Pudding Social Club del que estamos hablando: conseguir entrar es el
primer paso para ingresar al Isis o al Bee, y ¡de ahora en adelante seremos
invitadas a todas las fiestas del Club Final!”
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—¿El Pudding? —preguntó Callie, vagamente recordaba algo.
—Es el único club social en el campus que es mixto y admite estudiantes de
primer año —explicó Mimi, tratando de lucir simpática—. Realmente no es tan
genial.
—¿No es TAN genial? —Vanessa estaba ajena a lo que pasaba—. ¿Estás
olvidándote sobre la sede del club? ¿Y todos los chicos de avanzado que también
son miembros? ¿Qué hay sobre todos los almuerzos, cenas y fiestas?
—Sí, están esos, también —dijo Mimi, dándole a Vanessa otra mirada
significativa mientras Callie se hundía más y más en el sofá—. Pero los
miembros pueden llevar invitados cuando quieran así que…
Ante la palabra invitados repentinamente un bombillo se encendió en la cabeza
de Vanessa.
—Oh, Callie —dijo ella en una voz que, en lugar de animar a Callie, la hizo
sentir diez veces peor.
—¿Dana no recibió una tampoco? —ofreció Mimi.
Haciéndolo veinte veces peor. No, más como cien. Mil millones. Al cuadrado.
Peor.
—¿Dónde está Dana, de todo modos? —preguntó Callie, notando que la puerta
de su habitación estaba abierta.
—Ella dijo que iba a estudiar con Adam, y por Dios, creo que lo decía
literalmente —dijo Vanessa, sonriendo a su propia broma.
Oh, cierto, por supuesto. Incluso Dana tenía un novio para hacerle compañía;
mientras Callie no tenía ninguno: nada de novio, invitaciones, amigos…
—Callie —dijo Vanessa, sentándose a su lado en el sofá—. Callie, sólo di la
palabra y yo… nosotras —agregó, mirando a Mimi, quien asintió ante su
declaración—, no iremos.
Vanessa tragó fuerte, mirando a Callie como si ella hubiera apostado su vida
entera al Rojo y estuviera viendo la rueda de la ruleta girar lentamente hacia
el Negro.
—No, por supuesto que ustedes deben ir. No es gran cosa… Ustedes pueden,
como que, invitarme de vez en cuando o algo así…
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—Desde luego… si entramos, será así —dijo Mimi—. Nunca se sabe, ¿cierto?
Probablemente accidentalmente ha besado a tantas personas comprometidas
hasta ahora que uno nunca sabe lo que podría pasar.
—Oh, ¡Mimi! —chasqueó Vanessa, regresando a su antiguo yo—. ¡Por supuesto
que vamos a entrar! Quiero decir, tú eres tú, y yo fui a la secundaria con la
mitad de los miembros…
—No te preocupes, Cal —dijo ella—. Una vez que entremos, haremos todo lo
que podamos por ti durante la temporada de primavera en el ponche.
—Oui —coincidió Mimi—. Si entramos, no deberíamos tener problemas en
lograr que entres el próximo semestre. Mientras no hagas nada para molestar a
un miembro y consigas ser excluida, estará bien…
Ella dejó de hablar abruptamente al ver la mirada en la cara de Vanessa.
—Oh Dios… —dijo Vanessa—, olvidé completamente que Lexi está en el
Pudding y… —Miró a Callie sin esperanzas.
—… y yo me besé con su ex una vez —terminó Callie. Una vez y sólo una vez.
—Bueno, ¡no sabías que él era su ex cuando lo hiciste! —dijo Mimi. Ella empezó
a reírse—. ¡No puedo creer que no lo recordaras el día que derramaste tu bebida
sobre todo su suéter! Pensé que estabas actuando, y yo sólo estaba tratando de
seguir la corriente…
Ugghhh… Clint era la última cosa sobre la que ella quería hablar.
Ahora Vanessa se estaba riendo, también. Todavía riendo, Mimi miró hacia ella
expectante. Callie intentó forzar una sonrisa, que no venía. En lugar de eso,
todo en lo que podía pensar era sobre el precio de un pasaje de avión para
regresar a California: uno de regreso, por favor. Si tan sólo pudiera retroceder
el tiempo, volver a la secundaria donde las chicas hacían lo que sea para ser su
amiga y los chicos siempre haciendo cosas impresionantes para llamar su
atención, incluso cuando estaba con Evan… Evan… Si ella en realidad fuera
dueña de una máquina del tiempo, se detendría para hacer una parada
adicional en su camino al Teatro Globe para ver actuar a Shakespeare en la era
Isabelina, y en lugar de decir sí cuando Evan la invitó a salir por primera vez,
lo golpearía en la cara.
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Quizás querer un nuevo novio era una idea estúpida después de todo. Quizás
todos los hombres eran unos idiotas, propensos a conductas malignas y cosas
horribles.
Hablando del mal, en ese momento la puerta de entrada se abrió de golpe y
Gregory, seguido por OK, se pasearon llevando una sonrisa a juego, y con
idénticos sobres en mano.
Gregory notó a Callie y una mirada de simpatía —sarcástica, sin duda— pasó a
través de su cara.
—Seguramente debiste haber sido invitada, ¿Callie? —preguntó, adoptando un
tono de burla amable y pretendiendo estar decepcionado.
—Tengo que regresar a mi búsqueda —murmuró ella, poniéndose de pie y
dirigiéndose a su habitación. Bueno, al menos la llamó Callie. Sin intención
alguna cerró de golpe la puerta detrás de ella.
Hundiéndose en la silla de su escritorio, se quedó mirando fijamente a la
pantalla de su computador: Faldas y escotes: una elección personal.
Todo esto era culpa de Lexi… Lexi sabía que Callie estaba detrás de su novio
(bueno, felicitaciones… sin nada de qué preocuparse ahí), y había tomado la
misión de aniquilarla socialmente.
Cerrando su computador de golpe, Callie se puso de pie y caminó hasta su
cama. Desplomándose, agarró The House of Mirth, su nuevo libro favorito de la
clase de Inglés, y empezó a pasar a través de las páginas furiosamente.
Es menos mortificante creer que un ser impopular tan insignificante, y
vanidoso prefiera asumir que la indiferencia es una latente forma de hostilidad.
Sí… era mucho más probable que todos simplemente se olvidaran de ella. A
pesar de todo, Lexi todavía era una p… persona estúpida. Una persona
estúpida con increíble cabello, piel perfecta, ropa que parecía salir directo de
Vogue, y el único chico que Callie encontraba interesante en Harvard estaba
bajo el marcado rápido #1. Bueno, quizás no el único chico, pero él no contaba…
Justo entonces pensó escuchar un ligero golpeteo en su puerta.
—¿Qué quie…? ¡Oh! —chilló, saltando de su cama. The House of Mirth cayendo
al suelo.
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—Oye —dijo Gregory, inclinándose para recogerlo. Luego cerró la puerta tras
él.
Su aliento quedó atrapado en su pecho. Tomó un paso hacia atrás, chocando
con su escritorio.
—¿Qué hay? —preguntó ella, tomando el libro y tratando de respirar
normalmente. Por primera vez notó exactamente cuán pequeña era su
dormitorio… la cama, actualmente sin hacer, la cosa más prominente en la
habitación.
—Sólo vine a ver… —Hizo una pausa, observándola meter a Edith Wharton de
nuevo en el estante—. Arreglas tus libros por género y… ¿fecha de publicación?
—No, en realidad por género y el rango del título en mi lista de favoritos.
Quiero decir, no es como si tuviera una lista por escrito, bueno, está bien, hay
una copia en mi computador…
¿Por qué —POR QUE— había confesado esto en voz alta? ¿Y a él? Y ¿Por qué
ella todavía estaba hablando?
—Eso es tan… —empezó él a decir.
—¿Tonto? Lo sé.
—Iba a decir lindo…
¿Lindo? Sarcasmo, ¿quizás?
—Y tonto, sí.
Definitivamente sarcasmo.
—¿Así que te gusta Feynman? —pregunto él, sacando un libro de la sección
popular de ciencia ficción.
Ella abrió su boca intentando darle un sermón sobre tocar las cosas de otra
persona, pero en lugar de eso dijo:
—Sí. Surely You’re Joking es uno de mis favoritos. Mío y de mi padre. Debimos
haberlo leído juntos como un billón de veces.
Gregory sonrió de una manera entretenida mientras pasaba las páginas.
—Eso debió ser genial.
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—¿Qué, tú y tu padre nunca leyeron juntos?
Gregory se encogió de hombros.
—La única cosa que mi papá alguna vez leyó para mí fueron los reportes de la
bolsa de valores en el Wall Street Journal, y mi madrastra… bueno, sólo
digamos que no estoy seguro de que ella sepa cómo leer. Eso es probablemente
el por qué reprobó el jardín de infancia.
Callie se rió.
—Ah, madrastras… gracias a Dios no hemos llegado a eso aún. Aunque, con mi
papá, es más probable que le prometa amor eterno a Euclides37 o a Pitágoras38
que casarse con una mujer de veinticinco años… —¿Qué era esto? ¿Estaban
teniendo finalmente una conversación real?—. ¿Qué edad tenías cuando…?
—Debería irme —dijo él abruptamente, regresando el libro a su posición en el
estante.
—¿Por qué viniste aquí en primer lugar? —preguntó ella, no esperando
realmente una respuesta, no molestándose realmente de mantener el borde
agudo fuera de su voz.
—Oh —dijo él. Por primera vez desde que lo conocía, pareció atrapado con la
guardia baja—. Sólo vine a preguntar si tú… uh, ¿si podía tener una copia de
tus notas de Justicia? Me perdí la clase del jueves, y le pregunté a OK, pero él
es algo idiota, y se como eres de meticulosa…
¿¡Por qué estaba él pidiéndole sus notas al mismo tiempo que se burlaba de ella
por ser una buena estudiante!? O espera, no: ¿eso se suponía era una clase de
cumplido? O…
—Así que, ¿podrías enviármelas por correo? Realmente tengo que correr.
—Uh… seguro —dijo ella.
—Gracias. Es gbolton@fas. Bueno… nos vemos —dijo él, deslizándose a través
de la puerta.
Sacudiendo su cabeza, Callie se sentó en su escritorio. Se conectó en su correo.
Y ahí estaba un nuevo mensaje esperando por ella:
37 Euclides: Matemático griego. 38 Pitágoras: Matemático creador del teorema.
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_______________________
De: Evan Davies
Para: Callie Andrews
Asunto: Actualización
_______________________
Hola Cal,
Intenté explicarte que sólo fue un estúpido desafío de secundaria y que nadie ni
siquiera debía verlo a excepción de los graduandos del equipo de fútbol. Pero mi
hermano mayor simplemente no me va a escuchar. Dijo que necesitamos los
puntos para asegurarnos un triunfo en la búsqueda del tesoro que estamos
haciendo para la iniciación. Estoy tratando de hacerlo entrar en razón, pero si
no lo hace prometo encargarme de una u otra manera. Por favor llama si
necesitas algo. Lamento mucho sobre todo esto. En serio, lo siento.
Evan.
Aturdida levantó su teléfono y marcó el número de Jessica. Ella respondió al
tercer repique.
—¡Callie! ¡No he escuchado sobre ti en una semana! ¿Dónde diablos has estado,
chica? —Su voz sonó tan cálida y brillante que Callie inmediatamente estalló
en llanto.
—Callie… ¿qué ocurre? —Callie nunca había llorado en la secundaria; ni
siquiera cuando sus padres tomaron la decisión de separarse. Pero ahora, desde
que empezó en Harvard, parecía como si estuviera al borde de las lágrimas
cada vez que llamaba.
—Jess, ¿recuerdas cuando Evan y yo conseguimos las llaves de los vestuarios
del equipo de fútbol… justo después de que ambos nos hicimos capitanes?
—¿Sí….?
—Y, ¿recuerdas cuando te dije como solíamos usarlo a veces para tener, uhm,
Practica de Capitanes?
—Sí, pero qué tiene eso que ver con…
Página134
—Aparentemente él le dijo a algunas personas, también. Ted, Jerry, un par de
estudiantes de último año del equipo… sólo que ellos no le creyeron, y entonces
le dijeron que lo probara…
Se sentía bien finalmente confesar.
Página135
CCaappííttuulloo 99 SELLADO CON UN BESO
Traducido por Dark&rose, Pimienta y Little Rose (SOS)
Corregido por Vero
____________________________
e: Teresa Frederickson
Para: Callie Andrews
Asunto: ¿Dónde estás?
____________________________
Callie dulzura,
¿Dónde estás? ¿Estás bien? ¿Es esta la dirección de correo correcta? Ni tu padre
ni yo hemos oído nada de ti en más de seis días, hasta ahora... ¿Está todo bien?
¿Estás enferma? ¿Son tus clases demasiado duras? ¿Tienes suficiente ropa de
abrigo? ¿Quieres volver a casa? Nadie va a pensar menos de ti si decidieras que
necesitas un descanso de la universidad y quisieras tomarte un año sabático.
Tal vez no estás durmiendo lo suficiente. ¿Estás durmiendo lo suficiente? Sabía
que tenía que haber sido más estricta sobre la hora de dormir.
Cariño, puedes decírmelo: ¿se trata de Evan? Porque si se trata de Evan, tengo
que decir que nunca me gustó, ni un poco, y tú estás mucho, muchísimo mejor
sin él. Y créeme, he tenido mi parte de tratar con hombres incompetentes… sin
faltarle el respeto a tu padre. Él parece pensar que debería “relajarme” y
“dejarte tranquila”. ¡Ella está probablemente muy ocupada!, dice. Pues bien,
con mucho respeto, no estoy de acuerdo. ¿Sabes que tuvo la osadía de llamarme
“spaz39”? ¿A mí? ¿Una spaz? ¡Ni siquiera sé lo que eso significa!
39 Spaz: Retardada, Tonta, Idiota, entre otros.
D
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Callie Isabelle Frederickson Andrews, llámame al momento de leer este e-mail,
¿me oyes?
Te quiero.
Mamá
_________________________________
De: Thomas Andrews
Para: Callie Andrews
Asunto: Por favor, llama a tu madre
_________________________________
Querida Cal-osito,
Por favor llama a tu madre. Cuando no tiene noticias tuyas en más de una
semana, comienza a llamarme al trabajo, preguntando si creo que deberíamos
llamar a la policía o reservar un vuelo a Cambridge. ¿He mencionado que por
“llamar” me refiero a llamar a todas horas?
Cuando puedas, envíanos un correo electrónico y haznos saber cómo te está
yendo.
Te quiero,
“Tú viejo”
_____________________________________
De: Callie Andrews
Para: Thomas Andrews
Asunto: RE: Por favor, llama a tu madre
_____________________________________
Página137
Hola papá,
Por favor, dile a mamá que ESTOY VIVA.
Y siento no haber escrito en tanto tiempo. Harvard está bien, las clases están
bien… me gusta especialmente un curso que estoy tomando llamado la Novela
del Siglo XIX.
Todo está bien, en serio; es sólo que las cosas son tan diferentes en la Costa
Este, que a veces siento que no pertenezco aquí. Unos cuantos compañeros de
cuarto fueron invitados a una fiesta y yo no fui invitada... Sé que es una cosa
muy estúpida por la que enfadarse, pero lo estoy. Sin embargo, sobreviviré.
Más tiempo para concentrarme en mi asignación de matemáticas para
economista, ¿no?
Yo también te quiero,
Cal-osito
PD. ¡Cuando te enseñé el significado de la palabra spaz, esperaba que lo
mantuvieras en privado! Sin embargo, ¿ella realmente lo es, verdad? ¿Todavía
tienes amigos en la escuela de medicina? Tal vez puedan escribirle una receta
para Xanax.
__________________________________
De: Thomas Andrews
Para: Callie Andrews
Asunto: Por favor, llama a tu madre
__________________________________
Me alegra saber que estás viva; es una gran noticia. Se lo transmitiré, junto con
los medicamentos recetados, a tu madre. Oh, a ella le encantará eso. Lamento
no poder ofrecerte más consejos sobre tu vida social (aunque si tienes alguna
pregunta acerca de álgebra lineal, soy tu hombre). Sólo recuerda lo que
Feynman dijo: “¿Qué importa lo que piensen los demás?”
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Eso, y si decides especializarte en estudios de Inglés, te repudiaré.
Papá
—Sólo un beso... —dijo Gregory, suavizando su tono repentinamente.
—No puedes estar hablando en serio... —se interrumpió ella, olvidándose de sí
misma y cayendo presa de sus ojos como Alicia cayendo por el agujero del
conejo: profundamente en un abismo que era de un tono de azul enloquecedor…
—¡Oye! Nunca me había fijado antes —dijo él, inclinándose hacia abajo—, pero
tus ojos son verdes. —Él levantó la mano, tal vez para retirar el cabello de su
cara, y como si se tratara de un hipnotizador, sus párpados comenzaron a
sentirse pesados. Su mano la obligó a moverse hacia adelante, más y más cerca
hasta que sus ojos comenzaron a cerrarse y…
Espera un minuto, espera un minuto: REBOBINA.
Callie se despertó de una siesta, al comienzo de la noche del miércoles,
sintiendo la extraña sensación de que había algo por lo que ella debería
sentirse emocionada, sólo que no podía recordar qué.
Entonces cayó en la cuenta: esta noche era el evento del Ponche del Pudding, y
ella no tenía razón para sentirse emocionada porque no había sido invitada.
Sin embargo, había escuchado a sus dos compañeras hablando de ello sin cesar
durante los días anteriores. Vanessa había sido especialmente mala, yendo a
darse tratamientos para depilarse, peinarse, exfoliarse, manicurizarse,
hidratarse, ponerse reflejos, y estilizarse… todo para prepararse para el evento
trascendental.
Alguien llamó a su puerta. Callie se echó el cobertor sobre la cabeza, fingiendo
estar dormida. No sirvió de nada. Vanessa encendió la luz y dijo:
—Callie, sé que estás despierta. ¡Vamos, levántate! No puedes dormir para
siempre. Además, necesito tu consejo sobre algo.
Callie sacó sólo el tercio superior de su cabeza de debajo de las sábanas, dando
a Vanessa una mirada que claramente decía: ¿Qué es lo que quieres?
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Vanessa llevaba dos vestidos rojos, uno en cada mano.
—Necesito que me digas cuál debo usar. Mimi parece pensar…
—¡Puedo oírte! —gritó Mimi desde la sala común.
—… ¡que se ven exactamente igual! ¿Cuál te gusta más?
Callie miró a Vanessa con incredulidad. Los vestidos eran prácticamente
idénticos.
—El que está a la izquierda —murmuró, echando la cabeza hacia atrás sobre la
almohada.
—¿Ves? —exclamó Vanessa, cuando ella se apresuró a regresar a la sala
común—. Te dije que hay una diferencia entre un vestido rojo sin tirantes de
Carolina Herrera y un vestido de corpiño de Dior. ¡Ni siquiera son del mismo
género!
Callie casi quería reírse. La reacción de Mimi tuvo que ser invaluable.
Suspirando, se levantó de la cama y caminó hacia la sala común.
—¡Eeiggah! —chilló Vanessa, visiblemente rechazando su imagen. Echando un
vistazo en el espejo, Callie no pudo culparla: vestía pantalones de chándal
enormes y gris, una camisa de manga larga hecha jirones, mientras que su
cabello (el cual no se había lavado en tres días), sobresalía en ángulos locos
desde su cabeza. No le importaba.
Saludó a Mimi y luego se dirigió hacia el armario de encima de la nevera. Su
estómago rugió furioso. Sacó una bolsa de palomitas de maíz —extra de
mantequilla y extra sal— y la arrojó en el microondas.
Mientras que las palomitas de maíz explotaban con ruidosos y satisfactorios
estallidos, ella miró a Mimi. Se veía impresionante: modelando un vestido
cóctel de color azul oscuro de Dolce & Gabbana para Vanessa. Vanessa asintió
con aprobación antes de ponerse su propio precioso vestido que se pegaba a sus
curvas y la hacía parecer peligrosamente voluptuosa.
El reloj de la pared marcaba las 7:15. Todavía quedaba una hora antes del
evento: una fiesta celebrada en la casa club del Pudding en Garden Street.
Claramente, Mimi y Vanessa estaban probándose sus trajes antes, porque
estaban muy entusiasmadas con la fiesta...
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Sacó sus palomitas de maíz del microondas y las abrió. Esos vestidos —sólo dos
de las docenas, que tanto Mimi como Vanessa tenían en sus armarios— no
podían haber valido menos de tres mil dólares cada uno. ¿Cuántos niños que se
mueren de hambre en África podrías alimentar por esa cantidad?, pensó Callie
con amargura, metiendo a puñados las palomitas de maíz en su boca. La
mantequilla estaba poniendo sus dedos grasosos, así que se los limpió en su
camisa. Apuesto a que si yo fuera Vanessa, pensó venenosamente, estaría
limpiándome las manos en ese vestido… no importaría en lo absoluto, ¿o sí?,
cuando simplemente podrías comprarme otro.
Quería seguir pensando con auto-rectitud en África, pero su mente no
mantenía la concentración... Era pobre, también, de una manera diferente, y
por lo menos ellas no tenían que preocuparse por ser abandonada por todos sus
amigos por el Pudding, por no encontrar un novio, y tratar de entrar en una
revista estúpida.
Su odio hacia sí misma se intensificó mientras seguía masticando sus
palomitas de maíz. Estaba viendo a Vanessa moviéndose y girando —un borrón
rojizo frente al espejo de cuerpo entero—, cuando le pareció oír que alguien se
movía al otro lado del pasillo.
Con otro suspiro, se levantó del sofá y, con las palomitas de maíz en la mano, se
dirigió hacia la puerta.
Su corazón se congeló. Un pequeño sobre blanco se deslizó por el suelo. Ella
recorrió rápidamente los últimos pasos y abrió la puerta en un solo
movimiento, gritando:
—¡Oye, espera! —Mientras el muchacho que había dejado la invitación corría
hacia las escaleras.
—¿Clint?
Clint se detuvo en seco. Dándose la vuelta, tendió en alto ambas palmas de las
manos.
—Culpable.
Callie fue repentinamente consciente de la bolsa de palomitas de maíz que
sostenía apretada en su puño y se dio cuenta, con horror, de cómo debía verse.
En lugar de continuar por el pasillo como se suponía que iba a hacer, Clint
estaba haciendo su camino de regreso. Ella hizo todo lo posible por encogerse en
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el marco de la puerta, tratando de recordar la última vez que se había cepillado
los dientes.
Él se agachó y recogió la invitación, la cual estaba dirigida con la misma letra
ornamentada que había estado garabateada en los sobres de Mimi y Vanessa.
Callie Andrews
Wigglesworth C 24
—Escucha —dijo, entregándole la invitación mientras el rubor subía a sus
mejillas—. ¿Crees que podríamos mantener esto entre tú y yo? Todas las
invitaciones, técnicamente, se suponía que saldrían el domingo, pero no había
manera de que fuera a permitir que la más genial estudiante de primer año en
el campus se quedara sin invitación.
Luego sonrió con su increíble sonrisa con pequeñas arrugas en sus ojos, y por
un momento Callie se olvidó de todo. Clint la quería. Se había desviado de su
camino para invitarla. Y ahora, ahí estaba: de pie ante su puerta y la miraba de
una manera que hacía difícil recordar que no se había duchado en días o que su
cabello estaba desgreñado en su cabeza como una escobilla de baño.
—Muchas gracias —dijo ella, tratando de hablar suavemente para que él no
recibiera una bocanada de su aliento. Hizo una pausa—. Ya sabes, la otra
noche... Te fuiste tan rápido, que no estaba segura de si querías volver a verme.
—No, no es así —dijo él—. A veces las cosas se acaban complicando cuando
deberían ser fáciles... Pero esta mañana me di cuenta de que en realidad
debería ser tan simple como ¿me gustas y tal vez yo te gusto, así que te invito a
una fiesta y tú dices sí?
—Sí, pero... —dijo, haciendo una pausa de nuevo—. Acerca de la otra otra
noche... No suelo beber mucho…
—¡Para! —exclamó, riéndose—. Sólo di que vendrás.
—Iré.
—¡Bien! —Sonrió—. ¡En ese caso, te veré en una hora!
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Su corazón aún latía fuerte, Callie volvió a la carrera a la sala común,
arrojando la bolsa de palomitas en un cubo de basura cercano.
—¡Chicas! —exclamó—. Chicas… ¡Yo también voy!
—¿Qué? —dijo Mimi, saliendo de su habitación vestida sólo con su ropa interior
y una sonrisa más amplia de la que ella había mostrado durante todo el año—.
¿Cómo?
—Acabo de recibir la invitación. No creerías de quién… Debe haber habido
algún tipo de confusión —dijo encogiéndose de hombros.
—O tal vez —dijo Vanessa, saliendo corriendo del baño—, ¡fui capaz de hacer
funcionar mi magia y conseguir incluirte en la lista! —gritó ella y aplaudió—.
No quise decírtelo en caso de que no funcionara, pero hablé con una chica que
conozco de los Hamptons, quien también está en la junta directiva y pasó que
mencioné tu nombre...
—Sin embargo —añadió, mandando al camino del infierno las buenas
intenciones—, no te hagas ilusiones. Por lo que sé, es muy difícil entrar si eres
una adición a la lista original del Ponche.
Callie no iba a dejar que nada estropeara el momento. No le importaba si ella
entraba en el segundo evento —se rumoreaba que era un almuerzo en la sede
del club seguido de una fiesta de cóctel final— simplemente estaba muy feliz de
ser invitada... y de ser invitada por Clint.
Después de tomar la ducha más rápida de toda su vida, corrió a su habitación y
sacó la ropa más lujosa que poseía. Era un minivestido negro con un top de
lentejuelas plateado que ella había llevado a su fiesta de graduación de la
escuela, y a pesar de que había sido rebajado en gran medida, todavía le daba
el aspecto de un millón de dólares… o al menos eso esperaba.
Se cepilló el cabello hasta que brilló como el platino, luego se puso maquillaje
ligero y se abrochó algunas joyas baratas y de plata en las orejas y en el cuello.
Lista, entró en la sala común.
—Guau... —dijo Vanessa, con los ojos abiertos de par en par. Una extraña
expresión cruzó su rostro, casi como si estuviera (¿era posible?), celosa. Callie
parpadeó, segura de que lo había imaginado, cuando Vanessa continuó—: Te
ves…
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—Genial —dijo Mimi—. Realmente, en serio genial. ¡Estoy rosa de envidia!
Vanessa se río mientras Callie miraba nerviosamente su vestido.
—¿En serio? ¿No es demasiado? —preguntó Callie.
—¡En absoluto! —exclamó Vanessa—. Es que no creo que ninguna de nosotras
esté acostumbrada a verte con otra cosa que no sea una camiseta y unos jeans.
—¡Ja! Sí —concordó Mimi—. Por lo general sueles vestir terrible.
Absolutamente terrible.
—Gracias —dijo Callie, riendo.
—Y aquellas horribles sandalias planas que siempre lle… —Vanessa se congeló
a mitad de la frase cuando vio los zapatos en cuestión en los pies de Callie—.
Oh, Dios mío... No… absolutamente no. Vuelvo enseguida...
Al momento, volvió, blandiendo un par de sandalias de tacón negras.
Callie las aceptó con gratitud. Se las puso. Le quedaban perfectamente.
—Estoy tan contenta de que las tres vayamos a salir esta noche —dijo
Vanessa—. ¡Nada podría ser más fabuloso!
Luchando contra los peligrosos adoquines, las chicas caminaron a través del
Yard mano a mano, más allá de Cambridge Commons, y en el Garden Street.
Unos minutos más tarde Callie se encontró mirando la puerta de una gran casa
de estilo victoriano. Las tres chicas apretaron sus manos y luego entraron en el
Pudding.
Se veía menos como una fiesta cóctel y más como una reunión entre viejos
amigos. Todos los miembros —indicados como tal por el color de las etiquetas
con sus nombres— ya parecían conocer a todos los invitados o si no lo hacían en
persona aún, se habían aprendido de memoria sus nombres, antecedentes
familiares, y su ciudad natal (Nueva York, nueve de cada diez veces).
Callie no tenía manera de saberlo, pero en el semestre de otoño, el Ponche, era
más un evento formal que otra cosa: los puestos ya habían sido reservados para
personas de familias establecidas y de las preparatorias de la Costa Este, con
algunos pocos lugares reservados para estudiantes internacionales importantes
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y menos aún para las personas procedentes de los Estados del Este con una
gran cantidad de votos electorales, como Texas y California. Como Vanessa
había predicho, casi cada invitado tenía la admisión automáticamente
garantizada. Sólo un puñado de personas eran objeto de debate. Estos eran
considerados como un grupo de “caballos oscuros”, y Callie era el más oscuro de
todos.
Alexis Thorndike estaba de pie en medio de la multitud, luciendo impecable en
su traje Chloe azul marino a rayas, ceñido a la cintura con un cinturón marrón
ancho. Ella ignoraba todas las miradas de admiración que estaba recibiendo.
En cambio, sólo tenía ojos para una persona, y esa persona era Callie.
Callie miró a su izquierda y luego a su derecha: buscando en el entorno
desesperadamente a Mimi o Vanessa. Por desgracia, las dos estaban en
extremos opuestos de la habitación: Mimi rodeada por un grupo de chicos
estudiantes de avanzado, y Vanessa besando a los miembros femeninos de su
árbol de familia de la escuela privada. OK y Gregory no estaban allí todavía, y
Clint no se veía por ninguna parte.
Estaba sola. Y le dolían los pies. ¿Cómo alguien alguna vez podía aguantar los
tacones?
Lexi, por otro lado, estaba rodeada por una pandilla de muchachas, entre ellas
Anne Goldberg, con quien estaba murmurando furiosamente, lanzando dagas
al mismo tiempo con la mirada.
—Hola, soy Brittney —dijo una chica a la izquierda de Callie, sonriendo.
Etiqueta Nombre: Rojo. Miembro.
—Callie —dijo ella, señalando el cuadrado azul en su pecho.
—Así que, Callie, ¿de dónde eres?
—Soy de Westwood, California.
—Oh, muy bien. ¿Fuiste a Harvard-Westlake?
—No.
—Oh. ¿La Escuela Marlborough?
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—No…
—¿Brentwood? ¿Archer?
—La Secundaria West Hollywood —dijo Callie, sacándola de su miseria.
—¿Esa es… es una escuela pública?
—Lo era la última vez que revisé.
—¡Oh… Oh! Tu padre es ese tipo productor, ya sabes, el que, como que, hizo
todas esas películas… ¡Dios, eran divertidísimas!
—Uh, no… él es profesor de la UCLA.
Brittney, casi sin opciones, estaba empezando a pensar en estrategias de
salida.
—Así que, uhm, ¿a quién conoces aquí?
—Bueno, están mis compañeras de cuarto, Vanessa y Mimi, y dos chicos que
viven al otro lado del pasillo, OK y Gregory…
Oh. Se refería a los miembros.
—Y, uhm, Clint Weber…
—¡Clint! Ay, Dios Mío, ¡tan caliente! Y tan agradable —exclamó Brittney,
agradecida de que finalmente hubiera encontrado un terreno común—. Lo que
ocurre con Clint es que: él es súper lindo y, como, muy inteligente, pero es casi
demasiado perfecto, como que en cierto modo te preguntas qué debe estar
mal… Pero creo que nada de eso importa, porque está completamente fuera de
los límites… si quieres vivir hasta tu último año —agregó, mirando a Alexis.
—Uhm… ¿me disculpas un momento? —preguntó Callie.
—Claro —dijo Brittney, pareciendo aliviada.
—¡Hola, soy Brittney! —La oyó decir Callie cuando Brittney se volvió hacia una
estudiante de primer año rubia vagamente familiar.
—Elizabeth.
—Elizabeth… es un nombre muy bonito. ¿De dónde eres, Elizabeth?
—Hancock Park.
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—¿Y dónde fuiste a la escuela?
—A la Escuela Marlborough.
—Ay, Dios Mío, así que deberías conocer…
Un pie delante del otro, se instruyó Callie a sí misma, tambaleándose en los
tacones de Vanessa mientras se unía a una larga cola para el baño. Era una
base durante un juego de etiqueta: mientras ella estuviera allí, nadie se
preguntaría por qué no estaba ocupada socializando.
Ya era hora de enfrentar los hechos. No importaba si iba a Harvard,
independientemente de sus logros o realizaciones, nunca sería como Mimi o
Vanessa: nacidas en un estúpido Viejo Modus Vivendi, o siendo de la Sociedad
en este, exclusivo e imposible mundo del que todos parecían querer ser parte,
incluso, si era sincera consigo misma, bueno… ella.
Pero no podía imaginarse a sí misma lanzando elogios vacíos o dando a
entender que ella había ido a una de las preparatorias de élite de Los Ángeles y
que tenía dinero para poder comparar los zapatos prestados en sus pies.
Tendría que encontrar su propio lugar, en sus propios términos. Su padre tenía
razón: ella no debería perder el tiempo preocupándose acerca de lo que piensen
otras personas. Los miembros del Pudding podían odiarla o amarla, y si la
odiaban… bueno, qué se jodan.
Ah, pero era mucho más fácil decirlo que hacerlo.
Ella era la siguiente en la fila, rezando para que quien estuviera delante de ella
tardara de modo que pudiera quedarse un poco más…
—¡Inodoro obstruido! —llamó un hombre, saliendo del cuarto de baño—.
¿Pueden traerme un desatascador aquí? —le gritó a varios miembros del club
que se reunían bajo la arcada que conducía a la sala principal.
—Pensarías que cuando eres el presidente no tendrías que limpiar la mierda de
los demás —murmuró para Callie sin realmente verla. Entonces se dio cuenta
de su tarjeta de identificación.
—Callie… Callie Andrews, ¿cierto?
—Uh… sí.
—Tyler Green —dijo él, tendiéndole la mano—. He oído cosas buenas de ti.
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—¿De… de verdad?
—Sí. —Él sonrió. Inclinándose, añadió en un susurro—: Clint es mi compañero
de cuarto.
—¡Oh!
—Él no está aquí todavía, pero debería llegar en cualquier momento. —De
repente Tyler pareció recordar dónde estaban—. No quieres entrar ahí —dijo
él, asintiendo por encima de su hombro—. Pero hay otro arriba a la izquierda.
Es “sólo para miembros”, pero bueno, para algo soy el presidente.
¡DESATASCADOR! ¡ALGUIEN! ¡AHORA!
Callie sonrió débilmente.
—Eh, un placer conocerte…
—A ti también. Ven a buscarme luego cuando Clint llegue. Recuerda: arriba a
la izquierda.
Ella se tomó su tiempo buscando la escalera, agradecida de la excusa para
seguir evitando el evento. En unos minutos tendría que volver, pero por ahora
estaba a salvo.
Bueno, no exactamente.
Gregory emergió de una esquina y se detuvo en la cima de la escalera justo
antes de que ella llegara. Deteniéndose, puso una mano en cada pasamano.
Ella no estaba segura de si alguna vez había estado tan cerca de él. Tenía una
diminuta cicatriz en el lado izquierdo de su barbilla con la forma de una luna
menguante en miniatura.
—No sabía que enviarían a un equipo de búsqueda —dijo—. ¿O finalmente
comprendiste que simplemente no puedes vivir sin mí, ni siquiera por cinco
minutos?
—Yo, eh, estás bloqueando mi camino —dijo ella—. ¿Te importaría?
En vez de moverse él sólo se quedó allí, sonriendo estúpidamente.
—Pero, “¿Oh, acaso usted va a irse dejándome insatisfecho?”.
—¿Qué es eso? ¿Romeo y Julieta?
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—¿Lo es? —Se encogió de hombros—. Creí que lo había inventado. —Seguía sin
moverse—. Ahora va tu línea.
Callie puso los ojos en blanco.
—¿Qué satisfacción puedes…?
—Puede usted…
—¿… puede usted conseguir esta noche?
—Un beso, por supuesto.
Ella rió un poco en contra de su voluntad.
—Sólo si te mueves.
Se quedaron allí un momento, mirándose fijamente.
—Sólo un beso... —dijo Gregory, suavizando su tono repentinamente.
—No puedes estar hablando en serio... —se interrumpió ella, olvidándose de sí
misma y cayendo presa de sus ojos como Alicia cayendo por el agujero del
conejo: profundamente en un abismo que era de un tono de azul enloquecedor…
—¡Oye! Nunca me había fijado antes —dijo él, inclinándose hacia abajo—, pero
tus ojos son verdes. —Él levantó la mano, tal vez para retirar el cabello de su
cara, y como si se tratara de un hipnotizador, sus párpados comenzaron a
sentirse pesados. Su mano la obligó a moverse hacia adelante, más y más cerca
hasta que sus ojos comenzaron a cerrarse y…
… y él le dio golpecitos con sus dedos impacientemente, una vez en cada
mejilla.
Callie se congeló, con los labios entreabiertos confundida.
—¡Oh! —dijo Gregory, su voz doliendo con un tono divertido—. ¡Olvidé que en
California nadie se besa para saludarse! ¿Entonces, qué deberíamos hacer,
colega, nos chocamos los cinco? —Levantó la mano, con una mirada triunfante.
—Muévete —suspiró ella, empujándolo. Pero antes de que pudiera rodear la
esquina, él puso su mano en su hombro.
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—Oye, espera un momento, sólo bromeaba —dijo sin una pizca de
remordimiento, pasando su mirada por el pecho de ella, y más abajo, por su
cadera…
—Sí, claro —dijo Callie, temblorosamente—. Mira, ¿por qué no sólo me dejas en
paz?
—No puedo, estoy obsesionado contigo —respondió sarcásticamente.
Volviéndose, se fue escaleras abajo.
Temblando, ella encontró el baño. Cerró la puerta de un golpe, poniendo el
cerrojo. Volviéndose para mirar el espejo, encontró a una chica del color de un
tomate usando un diminuto vestido negro devolviéndole la mirada.
Apoyándose en el lavabo, mojó una toalla y se frotó la cara, cuello, y brazos.
Concéntrate, se dijo. ¡Contrólate! Luego se sentó en el inodoro y apoyó la cabeza
entre sus manos: esperando que su ritmo cardíaco se estabilizara. Era un lindo
baño, la verdad… no había razón para no quedarse unos minutos… o una hora.
Pero de nuevo, si pasaba toda la velada encerrada en el baño, ellos —Lexi,
Anne, Gregory— habrían ganado.
Resuelta, salió del baño. Caminó escaleras abajo y volvió a la sala principal con
la cabeza en alto… sólo para notar: que estaba sola. De nuevo. ¿Qué se suponía
que hiciera, caminar hacia un grupo de gente e interrumpir su charla? Y por
qué cada introducción que se le ocurría sonaba como una línea de película:
“¿Está ocupado este asiento? ¿Puedo traerte un trago? Ese vestido es
maravilloso…?”.
Sintió un golpeteo en su hombro.
¿No acabo de decirle que me dejara EN PAZ? Se dio vuelta furiosa, decidida a
decirle todo lo que pensaba a Gregory y…
Encontró a Clint. Le sonreía de oreja a oreja, con una copa de champán
extendida hacia ella.
—No sabía que estarías aquí esta noche —le dijo, sus ojos resplandeciendo—.
¡Qué agradable sorpresa!
Agradable de hecho. Se veía increíble de saco y corbata. Él sonrió. De inmediato
ella se relajó.
—¿Siempre estás para sorprender, verdad? —le dijo.
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—Bueno, no me sorprende lo hermosa que estás esta noche.
—¿En serio? ¿Pensé que dijiste que te gustaba desastrosa y desaliñada?
—No recuerdo haber usado la palabra desaliñada. —Se rió mientras ella se
ruborizaba—. Pero hay un momento y lugar para todo.
Callie sonrió y bebió su champán.
—Aunque, en serio, realmente me alegra que vinieras. ¿Me acompañarías a
saludar a unas personas?
Clint se quedó junto a Callie el resto de la noche. Poniendo una mano en su
cintura, la guió por todo la sala, presentándole a otros miembros del Pudding y
asegurándose de que su copa nunca estuviera vacía.
Quizás era el champán, o quizás era Clint, pero Callie se sentía como detrás de
un escudo protector: cualquier preocupación o miedo estaba en silencio. Incluso
Lexi y sus celosas miradas y susurros enojados no la molestaban más.
Para el final de la noche ya no era un rostro sin nombre. En cambio, se había
convertido en La Chica A La Que Clint Weber No Podía Quitarle Las Manos De
Encima. No era tan bueno como ser Callie Andrews, pero era un inicio.
—¿Lista para irnos? —preguntó Clint. Ella asintió lentamente como en un
sueño—. Entonces vamos… te acompañaré a casa. —Le abrió el abrigo y la
ayudó a pasarse las mangas. Ella cerró los ojos, permitiéndole envolverla en el
abrigo.
—¿Entonces, me avisarás sobre el almuerzo del martes? —gritó Brittney,
apresurándose hacia ellos cuando estaban a medio camino de la puerta.
—Claro. —Callie sonrió—. Te haré saber.
Clint puso su brazo alrededor de su cintura mientras bajaban los escalones, y
ella apoyó la cabeza en su hombro. Las burbujas del champán habían subido de
su estómago a su cerebro, y no podía dejar de reír mientras él la guiaba por el
Yard.
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Cuando llegaron a la brillante puerta verde de Wigglesworth, Clint se volvió a
enfrentarla. Le acarició una mejilla con la mano, pero esta vez ella se decidió a
no ilusionarse demasiado…
Sintiéndose desmayar, comenzó a buscar su llave tarjeta entre su cartera.
Podía sentir la mirada de él penetrándola, su aliento oliendo dulcemente a
champán. Buscaba más y más en su bolso cuando de repente, sin advertencia,
un pensamiento sobre Gregory apareció en su cabeza. Había sido tan idiota
antes. Realmente no era nada comparado con Clint. Clint era tan perf…
Sus dedos se cerraron alrededor de algo delgado y rígido.
—¡La encontré! —gritó, sacudiendo victoriosamente la tarjeta.
—Sí, lo hiciste. —Sonrió él, tomándole la barbilla con las manos. Y luego
encontrando sus labios.
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CCaappííttuulloo 1100 EXTRAÑO INTERLUDIO
Citas en Harvard 101: lo que todo novato necesita saber
Traducido por Ateh y Kathesweet
Corregido por Vero
op diez de pasos en falso cometidos por universitarios de
primer año.
1. Cuando alguien te pregunte si tienes “planes para la noche”,
nunca digas sólo no: eso no te hace sonar “franco”, te hace sonar
como un perdedor. En su lugar, trata con algo como: “Eso depende…
¿qué tienes en mente?”
2. Una bebida antes de una cita para calmar los nervios y soltar la lengua es
aceptable; tres es descuidado y cinco significa que la única cita que deberías
estar programando es con tu padrino en Alcohólicos Anónimos.
3. Al embarcarse en una primera cita, siempre has buen uso de las señales y el
sistema de compañeros: arregla que un amigo te llame en el medio de la cena y
te informe de una potencial “horrible emergencia familiar” en el caso que el
chico lindo de tu clase de química no se vea tan lindo sin sus gafas de
laboratorio o que esa linda chica que conociste en Lamont sea una mujer-odia-
hombres, especialista en Género y Sexualidad…
4. Nunca asumas que la otra persona va a pagar. Hola, damas, ¡este es el siglo
XXI! Aunque personalmente soy un poco anticuada y permito que un hombre
me invite, es mi firme creencia que las mujeres siempre deberían ofrecerse —y
estar preparadas— para al menos dividir la cuenta por la mitad. Por si acaso,
el efectivo y las tarjetas de crédito siempre han de estar a la mano en caso de
que necesites un taxi para ir a tu casa una vez te enteres de esa urgente
“emergencia familiar”.
T
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5. Damas (y hombres-metro): Siempre designa tu guardarropa con cuidado:
usar dos veces seguidas la misma ropa era mucho más fácil en los días antes de
que Facebook se convirtiera en el paparazzi personal de todo el mundo.
6. Aprende a medir la intensidad de los sentimientos en tu encaprichamiento
basándote en el tipo de cita que él o ella te ha propuesto:
a. Cita de estudio: probablemente quiere que sean “sólo amigos” o
necesitan ayuda con su tarea y sólo te lo piden porque te ven como un(a) gran
nerd.
b. Cita de café: probando las aguas; como alternativa, esta persona tiene
problemas de compromiso y no puede gastar más de 15 minutos de su tiempo.
c. Cita para almorzar: obviamente no eres lo suficientemente bueno para
la cena.
d. Cita para cenar: se está poniendo bastante serio…
e. Cena y película: un cliché pero clásico; pero sé precavido de que la
“película” no se convierta en: “Oye, por qué no vemos la película en mi casa”
porque…
f. “¿Quieres venir y ver una película?” = SEXO CASUAL, sin excepción.
7. En una era de mensajes de texto, Twitter, GChat, MySpace y Facebook, la
regla de esperar-tres-días-para-llamar es tan del siglo XX; encontrar a alguien
que en serio te guste en Harvard es raro y requiere de una acción inmediata.
8. Nunca aceptes una cita de un chico/chica con el que un amigo tuyo tenga un
verdadero enamoramiento. Has lo mejor que puedas para recordar que los
amigos van antes que las rameras y las pollitas antes que las pollas.
9. Es importante al menos darle una oportunidad a las citas en Harvard
(*ejem* att: chicos que pasan la mayoría de sus noches en la BU40 o el BC41).
No hay nada más dulce en esta vida que ser capaz de darles a tus hijos el
regalo del “legado doble”.
10. Nunca te emborraches y te enganches con tu mejor amigo… realmente eso
no es lo que Platón tenía en mente.
40 BU: (Boston University). Universidad de Boston. 41 BC: (Boston College). Instituto de Boston.
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Feliz Cacería,
Alexis Thorndike, Columnista de Consejos
Revista Quince Minutos.
Autoridad de la Universidad de Harvard en la Vida del Campus desde 1873.
Aunque apenas eran las nueve de la mañana del viernes, el sol ya estaba
brillando a través de las polvorientas ventanas, lanzando un brillo sobre los dos
individuos que estaban durmiendo profundamente lado a lado. Callie estaba
acurrucada en un extraño ángulo, pero Matt estaba tendido de espaldas.
Estaba sonriendo.
¡Bbbbrrrrringgggg! ¡Brrrriinnng! ¡Brrrrrinnng!
Callie gimió y se dio la vuelta. Su espalda le dolía y todo su cuerpo se sentía
dolorido. Abrió un ojo. Vio el rostro de Matt: estaba a centímetros del suyo. Sus
ojos se abrieron de repente con horror. ¿Qué demonios pasó anoche?
—Has que se detenga… —murmuró Matt, buscando a tientas el teléfono de
ella.
Mirando hacia arriba: Callie vio una lámpara de escritorio verde;
Abajo: montones de papeles esparcidos por el suelo;
A la derecha: latas vacías de Red Bull desbordando la basura;
De nuevo arriba: viejos periódicos enmarcados y colgados en las paredes…
El Crimson. El alivio se apoderó de ella mientras todo empezaba a regresar:
como Matt y ella habían prometido poner todo en orden por la noche para
terminar su trabajo para los COMP. En algún momento debieron haberse
quedado dormidos…
Gracias a Dios no me enredé con él, pensó, consciente que el delirio derivado de
la privación del sueño a menudo podía llevar a malas decisiones que, en otras
palabras de Alexis, Platón no habría aprobado. Recientemente Callie se las
había arreglado para volver a congraciarse con Matt, y no necesitaba volver a
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arruinarlo todo; aunque se veía lindo en una manera tonta con su cabello
revuelto y lentes torcidos…
Su sonrisa pareció forzada mientras le tiraba el teléfono en su regazo.
—¡Anotación! —bromeó ella al aterrizar entre sus muslos.
Él sonrió tristemente y negó con la cabeza, luego se recostó de nuevo, con las
piernas extendidas.
—¿Hola? —dijo Callie, contestando el teléfono.
—¿Callie? —crepitó la voz de Clint al otro lado de la línea.
—¡Clint! ¡Hola! ¿Cómo estás? —preguntó, incorporándose inmediatamente.
—Lo siento, ¿te desperté? Puedo llamar de nuevo después…
—¡No! —exclamó Callie, saltando desde el suelo y alisando su cabello como si él
de alguna manera pudiera verla a través del teléfono—. Estoy despierta, estoy
despierta, ¡lo juro! ¿Qué pasa?
—Bueno, de nuevo, siento llamar tan temprano, pero quería preguntarte lo
antes posible: ¿Tienes planes para esta noche?
—No, ¡no tengo ningún plan en absoluto! —exclamó Callie con entusiasmo;
quizás con demasiado entusiasmo porque rápidamente se corrigió—, eh…
quiero decir, nada especial.
Empezó a caminar alrededor de la pequeña oficina, sonriéndole a Matt, quien
aún estaba acostado desconsolado en el suelo.
—¡Genial! —respondió Clint—. ¿Entonces te gustaría ir a un evento de citas
esta noche?
Callie cubrió la boquilla del teléfono con la mano e hizo un baile de victoria.
Matt gimió y se puso de pie.
—¡Un evento de citas! —chilló Callie.
Matt hizo una mueca y se dirigió hacia la puerta. Callie se volvió, haciendo un
gesto distraído diciendo que se podía quedar, pero él negó con la cabeza y
articuló “Te veo después”, escapando al pasillo.
Mientras tanto Clint estaba explicándose:
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—Sí, el Bee está teniendo un evento de citas esta noche en un club de Boston
como parte de su tercera ronda de Ponche.
—¿El Bee? ¿Eso no significa que va a haber un montón de chicas de segundo
año? ¡Creí que a los de primero ni siquiera se les permitía ir! —dijo ella.
Clint rió.
—Vaya, has estado aquí sólo por seis semanas, ¡pero ya conoces todas las
reglas! Bueno, de acuerdo con mis reglas, tienes permiso de ir, pero sólo si
aceptas ir como la cita de alguien más.
Hubo una pausa incómoda, y sus palabras empezaron a salir un poco más
rápido:
—Por lo general es un momento bastante bueno. Es una fiesta temática,
llamada el Baile del Sombrerero Loco, lo que significa que se espera que todos
aparezcan llevando sombreros locos, aunque hay un cierto chico que va cada
año vestido con un traje de pollo… —La risa de Clint sonó nerviosa.
Adorablemente nerviosa: como si estuviera preocupado de que ella pudiera
rechazarlo. (¡Como si alguien en su sano juicio lo haría!)
Hablando más rápido aún, añadió:
—Si te sientes más cómoda, puedes invitar a Mimi y Vanessa. Un par de mis
amigos todavía no tienen citas y estoy seguro de que estarían emocionados de
llevar a alguna de tus compañeras de cuarto…
—¿Pero yo sería tú cita, verdad? —preguntó Callie.
—¡Sí! ―exclamó él, sonando aliviado—. Sí, fantástico.
—Genial —dijo suavemente mientras una oleada de confianza la atravesaba—.
Y llevaré a Mimi y a Vanessa… estoy segura que les encantaría eso. —(Y por
“encantaría eso” quería decir “me adorarían para siempre”).
—¡Genial! Las recogeremos esta noche en frente de Wigglesworth a las diez.
Sólo necesitas un atuendo formal y alguna clase de sombrero, entre más loco
mucho mejor.
Callie de repente pensó en algo.
—Espera… ¿dijiste que es en un club en Boston? ¿Significa que necesitamos
tener identificaciones? Porque ya sabes… —Sintió que empezaba a sonrojarse.
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—Relájate —dijo él—. Sé que todavía no tienes veintiuno. Me encargaré de eso.
—Genial. —Callie bostezó, demasiado somnolienta para pedir más detalles—.
Entonces, todo lo que necesito es un vestido, un sombrero, a mis compañeras de
cuarto, ¿y te veré a las diez?
—Correcto —dijo Clint—. Te veo a las diez.
Callie estaba exaltada. Pero luego, mientras miraba a sus trabajos dispersos
sobre el suelo, los vasos de papel medio llenos con café rancio, y las cajas de
pizza vacías de Pinocchio’s desbordando el bote de la basura, su espíritu
empezó a decaer.
En el rincón había un montón de cajas llenas con viejos disputes de QM de los
últimos diez años que se suponía debía terminar de archivar antes de que
terminara el fin de semana. Sobre el escritorio divisó un borrador de su artículo
sobre “El Alcance de un Personaje del Campus”. La pluma roja implacable de
Lexi lo había cubierto con tantos comentarios cortantes que parecía como un
soldado herido sangrando tinta carmesí.
Ella suspiró. Tan pronto como estuvo en las oficinas de QM, se forzó a escribir
borrador tras borrador de artículos que nunca iban a aparecer en la revista, se
sentía atrapada en el territorio de Lexi. Pero este no se limitaba sólo al edificio.
Todo lo que valía la pena en Harvard había sido anexado bajo el dominio de la
Reina Alexis: el Crimson, el Pudding, Clint… No importaba dónde fuera,
siempre se sentía como si estuviera cruzando algún límite invisible.
Necesitaba tomar algo de aire. Dejó la oficina y bajó las escaleras. Debería
haber estado pensando en el vestido que Vanessa le podría prestar y qué
sombrero sorprendente llevaría, pero en su lugar no podía dejar de
obsesionarse sobre Lexi.
En los días que siguieron al evento del Pudding las personas que nunca la
habían notado empezaron a saludarla en clases o cuando sus caminos se
cruzaban en el Harvard Yard. Parecía que su estatus había pasado de “nada” a
“caliente” virtualmente durante la noche. Sin embargo, nada sobre ella había
cambiando. Todavía no poseía la ropa, bolsos o zapatos adecuados. Lo que tenía
era la atención de lo que la mayoría de las chicas mayores consideraba ser el
accesorio más preciado de todos: Clint Weber. Se había negado a mirar cuando
Vanessa lo Googleó, pero podía decir por la expresión de silencioso temor de su
compañera que la buena apariencia y el encanto sureño no eran sus únicos
atributos.
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Justo la noche anterior cuando estaba apresurándose hacia el Crimson, una
chica de segundo año linda y bien vestida, claramente de la Costa Este, la
había detenido en la calle para preguntarle dónde había comprado sus jeans.
Callie había sonreído y contestado vagamente: “Oh, en alguna boutique de L.A
fuera de Rodeo Drive”. Una versión colorida de la verdad, la cual era, de hecho,
que los había tenido por demasiado tiempo de lo que podía recordar y no tenía
idea de dónde venían. Frustrada, se preguntó por qué se molestaba en mentir;
por qué le importaba lo que alguna chica al azar pudiera pensar de sus
estúpidos jeans.
Y entonces ahí estaban las otras miradas. Quizás estaba paranoica o
demostrando señales de latente esquizofrenia y todo estaba en su cabeza, pero
el grupo de las chicas de cursos avanzados que se sentaban en frente de ella en
Justicia habían sido terriblemente frías: lanzándole miradas crueles durante la
clase e ignorándola completamente.
Justo cuando estaba empezando a sentir como si estuviera encontrando su
lugar e incluso empezando a divertirse, todo le era arrebatado porque había
cruzado involuntariamente a la socialité más poderosa del campus.
Incluso con Clint del lado de Callie, Lexi seguramente encontraría una manera
de excluirla del Pudding. Luego sería dejada atrás mientras todos los que
conocía o le gustaban eran admitidos: Vanessa, Mimi, OK y Gregory. Gregory…
—¡Gregory! —dijo bruscamente sorprendida cuando casi tropezó con él. Estaba
sentado en los escalones frontales del Crimson, acompañado, como siempre, por
una expresión aburrida y un cigarrillo. Se puso de pie precipitadamente para
encararla. Sus manos y mejillas estaban rosadas por el frío… como si hubiera
estado esperando durante un rato.
—Hola —dijo él, ofreciéndole una sonrisa. Una sonrisa verdadera.
Callie frunció el ceño, preguntándose qué cosa verdaderamente divertida o
vergonzosa había hecho para provocar una expresión tan genuina. Puso sus
manos sobre sus caderas y lo miró expectante. Él simplemente se paró allí
mirando de vuelta sin romper el silencio.
—¿Estás esperando a alguien? —preguntó Callie finalmente—. Tengo una llave
así que puedo dejarte entrar…
—No, gracias. Simplemente estoy disfrutando el paisaje —contestó, mirando
directo a sus ojos.
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—Muuuy bien —respondió Callie lentamente, arqueando sus cejas.
Él no se explicó con detalles.
Ella se giró y empezó a alejarse. Él era más impredecible que la ubicación de
un péndulo esférico con una fuerza de restauración no lineal, o cuál miembro
del reparto de The Hills se convertiría en el último amigo-enemigo. Era
enloquecedor.
—¡Oye, Callie! —gritó Gregory repentinamente, sonando (¿podría ser?),
avergonzado.
Callie se giró y puso sus manos sobre sus caderas, esperando.
—¿Vas de regreso al Yard?
Ella asintió.
—¿Quieres tomar una taza de café o algo así?
Callie se congeló, mirándolo mientras daba una última calada a su cigarrillo
antes de soltarlo sobre el ladrillo de la acera y apagarlo con su talón. No podía
detectar alguna ironía en su tono, pero eso no necesariamente significaba que
no estuviera albergando motivos escondidos maliciosos. ¿Esto era un truco… o
una tregua? ¿Un ramo de olivo u otro de sus juegos retorcidos?
Sí… No… De acuerdo… Vete al diablo… Seguro, por qué no… Todavía estaba
luchando consigo misma sobre cómo responder cuando su séquito neoyorquino
rodeó la esquina, ruidoso y odioso como siempre. ¿Fuera de la cama antes de las
diez? El universo verdaderamente estaba fuera de control.
—¡Hola, Don Juan! —gritó uno de ellos, mientras otro silbaba—. ¿Qué pasa,
amigo? ¿Persiguiendo ya a todas las rubias de Wellesley?
—Sí, hombre, ¿qué pasa? ¿Creí que preferías la externalización a la BU?
Las comisuras de la boca de Gregory se torcieron ligeramente, pero sus ojos
nunca dejaron su cara.
—Ignóralos —dijo, manteniendo su voz baja. La miraba fijamente, todavía
esperando por una respuesta.
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Ella lo miró de vuelta. Miró a sus amigos y luego a Gregory. Estaba al borde de
aceptar cuando la última experiencia y el predominio de evidencia que probaba
que él era, doce a cero, un idiota la hizo cambiar de opinión.
—Gracias por la oferta, pero en realidad no tengo tiempo para un café ahora.
Tengo que volver a mi habitación y…
—¿Café? —preguntó Gregory mientras sus groupies se acercaban para
escuchar—. ¿Así es como lo llaman estos días? No tienes que ser tímida, vecina.
¿Por qué no simplemente terminas y me dices lo que quieres de verdad?
Sus amigos estallaron en carcajadas apreciativas.
—¡Argh! —Callie puso sus ojos en blanco y le dio la espalda a los sonidos de
silbidos y choque de manos. ¿Por qué, por qué, tenía este sádico placer en
torturarla? Podía entender cómo Vanessa había desarrollado un enorme
enamoramiento por él antes de que la escuela siquiera hubiera empezado
porque él era tan abrumador… uhm… sí, abrumador, pero era completamente
insufrible desde el momento en el que abría la boca.
Cuando llegó a Wigglesworth, sintió un asalto de gratitud por Clint. Un chico
genial, guapo, no un idiota. Caminando hacia la puerta a C-24, se decidió a
despertar a Vanessa primero, ya que usualmente requería del esfuerzo de dos
personas levantar a Mimi de su coma inducido por Ambien.
Vanessa estaba vistiendo un negligé de seda delicado y su antifaz peludo de
princesa, pero estaba roncando tan alto como un camionero con sinusitis.
Sofocando unas risitas, Callie se paró en el borde de la cama y susurró:
—Princesaaaaa…
Vanesa roncó fuertemente, aplastando el aire con sus manos.
—Vanessa —siguió Callie, su voz rompiéndose con carcajadas—. Vanessa,
despierta, tengo algunas noticias que podrían interesarte…
Vanessa gimió y levantó el antifaz a medio camino de su frente.
—¿Qué? —murmuró, frotando sus ojos—. ¿Chisme?
—No. —Callie sonrió—. Incluso mejor. Vamos a levantar a Mimi y luego les
diré.
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—Cal-lie —dijo Vanessa irritablemente, no obstante balanceando sus piernas
sobre el lado de su cama—. ¿Por qué me estás haciendo esto? Sabes que
necesito al menos nueve horas de sueño para lucir mi mejor…
—Sí, bueno, imaginé que agradecerías un aviso de doce horas dada la cantidad
de tiempo que te toma alistarte —replicó Callie, sacando a Vanessa de la cama
antes de que pudiera responder.
Juntas entraron en la habitación de Mimi —o como era conocido antes de las
diez de la mañana: La Zona de Guerra. Esto era porque en la mañana Mimi
siempre parecía como si hubiera sobrevivido a una guerra— o a una noche loca
de fiesta, incluso si se hubiera quedado toda la noche trabajando en un
conjunto de problemas. Su cabello siempre estaba aplastado salvajemente sobre
su cara, las sábanas enredadas en una bola pequeña apretada o tiradas con el
edredón sobre el suelo, y con mucha frecuencia Mimi estaría vistiendo sólo una
camiseta o sólo un par de bóxers misteriosos dejados por Joe Desconocido, como
si se hubiera aburrido a medio camino de cambiarse a su pijama.
Entraron cautelosamente: nerviosas —y con razón— de que Mimi pudiera
tener un visitante. (¿Joe…?)
Gracias a Dios, hoy Mimi estaba sola y completamente cubierta. Callie empezó
a palmearle el hombro, pero Vanessa, amargada por ser levantada tan
temprano, saltó sobre la persiana de la ventana y tiró de ella. La luz del sol
brillante inundó la habitación, y Mimi se incorporó de un salto, gritando:
—¡Malditos monos guiñadores y una bañera de pasta de dientes!
Callie y Vanessa retrocedieron en horror.
—¿Alguna ha visto a Margaret Thatcher? —murmuró Mimi, escondiéndose
bajo sus sábanas enredadas—. Se suponía que me encontraría aquí…
La boca de Vanessa se abrió y Callie empezó a reír.
Mimi sacó su cabeza de debajo de las sábanas, parpadeó tres veces, y luego
inocentemente preguntó:
—¿Qué?
Pero antes de que pudieran responder, cerró sus ojos y cayó bajo las sábanas
otra vez.
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—Vamos a intentar una estrategia diferente —murmuró Callie, haciéndole
señas a Vanessa para que la siguiera a la sala común. Hicieron una ronda de
café fuerte y sirvieron tres tazas. Vanessa agarró su botella tamaño Costco de
Advil, y por lo tanto, suficientemente armadas, regresaron a la habitación de
Mimi.
Callie movió el café bajo la nariz de Mimi como oliendo sales hasta que Mimi
finalmente abrió sus ojos y aceptó la taza humeante. Frunció el ceño ante el
Advil en la mano extendida de Vanessa.
—No pudieron conseguir algo más fuerte, ¿verdad? ¿Demerol? ¿Cellebrex?
¿Vicodin? ¿Percocet? ¿Morfina? ¿Cualquier cosa que pudiera imitar mis
encefalinas endógenas?
Vanessa miró a Callie interrogante.
—Farmacología 165: Drogas y el Cerebro —susurró Callie. Luego—: Meems,
mira, sentimos despertarte, pero me pediste que te levantara temprano así
podrías trabajar en tu artículo y yo…
—Callie supuestamente tiene algo que decirnos —interrumpió Vanessa.
—Así es —contestó Callie, y luego procedió a explicarle su llamada telefónica
matutina con Clint.
Vanessa estaba extática. Mimi parecía ambivalente como siempre, pero sonrió
y dijo:
—Eh… qué demonios. Voy a entregar mi artículo tarde. Se supone que debe ser
una “Interpretación nietzscheana de The Bacchae,” para mi clase de Teatro
Contemporáneo, así que una pequeña juerga dionisiaca técnicamente podría
ser considerada investigación.
—¿Juerga dionisiaca? ¿Encefalinas endógenas? —repitió Vanessa con
incredulidad.
—¿Estás olvidando que soy una genio, no? —dijo Mimi, tomando su café.
—Una genio que está… ¿perdiendo la clase de francés? —preguntó Callie
incrédula, levantando una nota escrita a mano de la Srta. Badeau del escritorio
de Mimi.
—¡Francés! —se quejó Vanessa—. ¿Por qué incluso la estarías tomando?
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Mimi se encogió de hombros.
—Pensé que sería una A fácil… pero es al contrario, sigo olvidando ir. ¿Sabían
que las clases de lenguaje son todos los días?
—C’est stupide42 —dijo Callie.
—Je sais, je sais43… —respondió Mimi.
—Ustedes dos son extrañas —dijo Vanessa—. Mejor que no me avergüencen en
frente de las chicas Bee… Después de que entremos en el Pudding, ¡ellas serán
las que nos agasajen el próximo año!
—Sí —dijo Callie, concordando en que podría ser sabio hacerse amiga de
algunas chicas mayores… muy sabio, de hecho.
42 C’est stupide: Eso es una estupidez. Del francés en el original. 43 Je sais, je sais: Lo sé, lo sé. Del francés en el original.
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Capítulo 11 EL BAILE DEL SOMBRERERO LOCO
Traducido por Rihano y Xhessii
Corregido por Julieta_Arg
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on dieu, parezco una prostituée —dijo Mimi, estudiándose a sí
misma en el espejo de cuerpo entero de Vanessa.
—Bueno, si eso significa lo que yo creo que es —dijo
Vanessa—, entonces voy a tener que decir que estoy de acuerdo. —Se acercó a
Mimi y arrancó el sombrero blanco de enfermera de su cabeza—. ¡Estoy
bastante segura de que este sombrero tiene más tela que tu vestido!
—¡Oye! —dijo Mimi, tirando de la parte inferior de su blanco vestido ceñido:
una de esas compras de “zona gris” donde no puedes decir si está destinado a
ser una blusa o un vestido.
(Un consejo: si no lo puedes dicernir, siempre, siempre, asume que es una
blusa).
—¡Fuiste la que eligió este sombrero stupide para mí! —dijo Mimi—. ¿No son
todas las enfermeras putas en el mes de octubre? ¿Cómo es que lo llamas…
Víspera de Halloween?
—Sí, pero Halloween está aún a una semana —explicó Vanessa.
—Eh… Je m'en fiche44. —Poniendo mala cara, Mimi se envolvió, alrededor del
cuerpo, una chaqueta de ganchillo hasta la rodilla y se dejó caer en el sofá para
ver a Vanessa hacer los ajustes finales a su tocado inspirado en Cleopatra.
—¡Sal ya! —gritó Mimi hacia la habitación de Callie—. ¡Queremos ver tu
sombrero!
—¡Ya voy! —Fue la respuesta amortiguada de Callie. Pronto sus pies, con los
zapatos de tacón de Vanessa, se pudieron escuchar resonando en el pasillo
mientras se abría camino hacia la sala común.
—¡Voila! —exclamó.
Mimi silbó y Vanessa dejó escapar un apreciativo:
—¡Guau!
En lugar de un sombrero, Callie había comprado una corta y brillante peluca
rosa con flequillo. Para hacer juego llevaba aretes grandes de aro, y el precioso
vestido de época rosa con lentejuelas que Vanessa había accedido finalmente a
prestarle.
44 Je m'en fiche: No me importa. Del francés en el original.
—M
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—¡Maldita sea, ves! ¡Este es el por qué no quería prestártelo! —dijo Vanessa,
fingiendo estar enojada—. Porque se ve mejor en ti que en mí y ahora… lo
siento, pero voy a tener que matarte.
—Estamos rosa de miedo —dijo Mimi.
—No, Mimi, es verde de miedo —dijo Vanessa—. Quiero decir, envidia. Lo que
sea. Las odio a las dos.
El teléfono de Callie sonó varias veces dentro de su bolso.
—¡Ese debe ser Clint! —exclamó ella, buscando para recuperarlo.
—¡Oh, mierda! —gritó Vanessa, corriendo hacia el espejo y reajustando su
tocado, por la vez 897—. ¡Se nos hace tarde otra vez!
Mimi, envuelta en su abrigo y lista para salir, sonrió serenamente desde el sofá
y le dio a Callie un exagerado levantamiento de pulgares en alto. Ya que Callie
y Vanessa le habían enseñado acerca de los diversos gestos estadounidenses
como los pulgares hacia arriba y dame esos cinco, ella había estado
utilizándolos en cada oportunidad para su gran diversión personal.
Callie abrió su teléfono y fue sorprendida por un mensaje de Matt.
HOLA CAL. VOLVÍ AL CRIMSON.
SÓLO QUERÍA HACERTE SABER
QUE MOVÍ DEL SUELO TODAS
TUS ASIGNACIONES DEL COMP.
HABRÍA ESPERADO QUE VOLVIERAS
MÁS TARDE ESTA NOCHE DESPUÉS
DE TU CITA, PERO ESCUCHÉ QUE
LEXI IBA A PASAR, ASÍ QUE SÓLO LO
HICE POR TI. ESTÁN EN EL SEGUNDO
ESCRITORIO CERCA DE LA VENTANA.
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QUÉ TE DIVIERTAS.
¡Mierda!, pensó, la culpabilidad corriendo sobre ella. Se había olvidado por
completo limpiar el desorden.
Abrió su teléfono y comenzó a redactar una disculpa frenética pero fue
interrumpida por Vanessa, quien la agarró del brazo y la arrastró fuera de la
habitación.
Todo lo que ella fue capaz de manejar escribir mientras se abrían camino por
las escaleras fue un apresurado:
¡OH DIOS MÍO, LO SIENTO! ME OLVIDÉ
COMPLETAMENTE. ERES UN SALVADOR.
Un BMW X5 se detuvo delante del Dexter Gate, y Callie se sintió por un
momento como si estuviera de vuelta en Los Ángeles, tierra de los SUV caros.
Detrás siguiéndolo de cerca, un descapotable de color azul oscuro se acercó a la
acera, hasta la parte delantera, manejado por…
—Hola, vecino. —Silbó Vanessa entre dientes.
—¿Qué diablos? —exclamó Callie mientras Gregory estacionaba detrás del
BMW de Clint—. ¿Quién lo invitó?
—Probablemente una chica Bee de avanzada buscando a una caliente,
emocionante y sexy… cita —dijo Vanessa, su ojos brillando como si todo el
Porsche 911 Carrera (Callie ahora podía ver el logotipo delantero) estuviera
hecho de diamantes.
“Coche de Compensación,” susurró la voz de Jessica en su cabeza. “El hombre
debe tener un pene pequeño, muy pequeño.”
—¡DISPAREN! —gritó Vanessa, zambulléndose en el asiento delantero del
Porsche, de estilo persecución a alta velocidad. Gregory resplandeció su sonrisa
más encantadora y luego se volvió para mirar a Callie.
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Pero Callie sólo tenía ojos para Clint: Clint, quien se había apresurado a dar la
vuelta desde el asiento del conductor de su coche para abrir la puerta de atrás
en un regreso emotivo a la gentil caballerosidad. Clint, que luego se volvió
hacia Callie, se quitó el sombrero que hacía juego con su esmoquin, y se inclinó.
La boca de Gregory parecía estar luchando en una guerra con la gravedad… y
perderla. Encendió la radio y sonó una música estruendosa, inclinándose hacia
Vanessa y evitando sus ojos mientras Callie y Clint se abrazaban.
Clint besó ligeramente a Callie, una vez en cada mejilla, antes de retroceder
para presentar a Mimi con su cita, quien acababa de salir del asiento delantero
del auto de Clint: Fahad Alami, un saudita que creció en Washington, DC, cuyo
traje blanco hacia que su piel oscura y sus grandes ojos marrones resaltaran.
Con un turbante púrpura oscuro colocado irónicamente sobre su cabeza.
Mimi le dio a Fahad un rápido saludo, y Callie reconoció su pequeño gesto como
un sello de aprobación encubierto. Fahad, por el contrario, estaba mirando
abiertamente a Mimi como si fuera un ángel que bajó del cielo y sólo pudo
balbucear:
—Yo… yo te noté en el Pudding, y es muy, muy agradable finalmente
conocerte.
De repente, una hermosa chica, de aspecto exótico con largo cabello oscuro,
lápiz labial rojo, y una enorme sonrisa asomó la cabeza por el asiento trasero
del coche de Clint y gritó con un acento español:
—Mimi, querida, ¿eres tú?
—¡Tatiana! —exclamó Mimi—. ¡No puedo creer esto! ¿Cuándo fue la última vez
que te vi? ¿En Saint Bart?
—Creo que fue Ibiza, pero te perdono por no recordarlo, como tengo dificultad
para recordar los acontecimientos de aquella noche yo misma… —Tatiana se
detuvo, notando a Callie.
—Clint, ¿quién es esta hermosa chica? —preguntó ella, volviéndose hacia él con
expectación—. ¿Dónde la encontraste?
Callie sonrió y se presentó.
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—Eres hermosa —le susurró Clint al oído mientras Mimi subía al asiento
trasero y Tatiana le presentó a su novio, Alexander. Todo el mundo en el coche
a excepción de Mimi era de segundo año, y cada asiento en el coche estaba…
Ocupado.
—Callie —susurró Clint—, ¿te importaría ir con mi amigo Greg? Obviamente,
preferiría llevarte yo mismo, pero no parece haber ningún espacio libre y Greg
mencionó que ustedes son amigos, así que…
¿Amigos? ¿En qué universo Gregory la consideraba una amiga? ¿Eran amigos
cuando se había burlado de ella en Annenberg? ¿Cuando casi la había
molestado en la escalera en el Pudding? ¿Cuando pretendió invitarla a un café,
perdón, a tener sexo, en frente de sus seguidores?
Le hubiera gustado, más que nada, gritar: ¡SÍ, ME IMPORTA! a todo pulmón,
pero Clint estaba de pie allí, viéndose tan irremediablemente consternado que
lo único que pudo hacer fue mirarlo boquiabierta y asentir. Ella le permitió
acompañarla al coche de compensación de Gregory y sostener la puerta abierta.
Tratando de sonreír en vez de mostrar mal humor, Callie se deslizó
profundamente en el cuero de los asientos traseros y empujó el cinturón de
seguridad a través de su regazo.
Mientras Clint hacia señas a Vanessa para que bajara su ventana, Gregory
empezó a ajustar el espejo retrovisor. Lo movió y de repente Callie pudo ver dos
ojos azules, mirando directamente hacia ella. Tiró del vestido de lentejuelas por
sus piernas hasta donde pudiera llegar, moviéndose incómodamente en su
asiento.
Clint se apoyó en la ventana delantera de Vanessa y le dijo a Gregory:
—Sabes cómo llegar allí, ¿verdad? Y, ¿te importaría esperar a James mientras
corro a la estación de servicio, para que él pueda seguirte en su coche?
—¿James… Hoffmeyer? —dijo Gregory, sonando enojado.
—Sí, ¿conoces a Hoffmeyer? —respondió Clint—. Sólo lo conocí a principios de
esta semana en el Ponche del Pudding, ¡pero el tipo es un amotinado!
—Sí, lo conocí en la escuela… —respondió Gregory lentamente.
—¿Hoffmeyer como en Bienes Raíces Hoffmeyer? —preguntó Vanessa, mirando
a Clint como si fuera Santa Claus.
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—Así es, mi querida. —Clint le sonrió abiertamente—. Sólo lo mejor para ti.
Vanessa se dio la vuelta en su asiento y articuló hacia Callie: —“¡Dios mío: lo
adoro!”
—¿Así que nos veremos allí, Greg?
—Por supuesto.
El teléfono de Callie sonó:
1 NUEVO MENSAJE DE TEXTO
Era de Vanessa.
¡CLINT MANDA! ¡JAMES HOFFMEYER!
¡HE ESTADO TRATANDO DE AVERIGUAR
CÓMO CONOCERLO POR SEMANAS!
ESTE ES UN GRAN DÍA PARA UNA
OPERACIÓN ESPECIAL PGP45.
Sacudiendo la cabeza, con una mirada de reojo a Gregory, Callie envió un
mensaje de nuevo:
¿QUÉ-HAY-ACERCA-DE-TÚ-SABES-QUIÉN?
Los dedos de Vanessa volaron, enviando su respuesta. Callie lanzó otra mirada
a Gregory, pero él simplemente estaba mirando por la ventana, viéndose
aburrido… enojado, incluso, sin duda por tener que esperar.
¿NO APRENDISTE NADA
EN EC10? ¡ES CRUCIAL
DIVERSIFICAR TUS INVERSIONES!
TÚ-SABES-QUIÉN ES EXISTENCIAS DE
45 PGP: Proyecto Granja de Peces.
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ALTO RIESGO, ALTA RECOMPENSA.
HOFFMEYER = FONDO ÍNDEXADO
DE CONFIANZA. ¡¡RELÁJATE!! ¡TÚ YA
ENCONTRASTE A TU PEZ, AHORA ES
MÍ TURNO!
Callie se rió y negó con la cabeza. De pronto alguien tocó la bocina con fuerza,
desagradablemente. Callie se dio la vuelta para mirar mientras Vanessa
chillaba:
—¡Es él! ¡Ese es James!
James hizo sonar la bocina de nuevo. ¿Es realmente necesario?, se preguntó
Callie, identificándose con la expresión furiosa de Gregory reflejada en el espejo
retrovisor.
—¡Vamos! —exclamó Vanessa, girándose hacia adelante en su asiento de nuevo
y comprobando su cabello y maquillaje en el espejo lateral—. ¡Cuánto antes
lleguemos, más pronto conseguiré conocer a mi cita!
—Yo no estaría tan ansiosa por salir con ese tipo si fuera tú —dijo Gregory
mientras aceleraba el motor.
—¿Qué? ¿Por qué no? —Vanessa sonó alarmada. Pero entonces una enorme
sonrisa estalló en su cara—. Gregory —dijo ella tímidamente—, no estás…
celoso, ¿verdad?
Gregory se encogió de hombros y salió a la calle. Pero luego lanzó una mirada
furtiva al espejo retrovisor y añadió sombríamente:
—Tal vez lo estoy.
¿Qué?, pensó Callie, cruzando los brazos sobre el pecho. ¿Gregory celoso por
Vanessa? Pero eso es impos…
¡Ignóralo! Piensa en algo útil, como economía. Aparentemente Vanessa estaba
haciendo un mejor trabajo internalizando el material a diferencia de ella…
Quizás, eso era porque a Gregory le gustaba Va… (¡No, es ridículo! Imposible.
Piensa en algo). Oh, sólo date por vencida. Permaneció en silencio durante el
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resto del viaje a Boston, mirando por la ventana mientras Vanessa y Gregory
platicaban —no, flirteaban— todo el camino hasta llegar.
Cuando Gregory finalmente estacionó en frente al Club El Estado, Callie salió
del auto rápidamente. Corrió hacia Tatiana, Alexander y Clint, quienes
tomaban sorbos furtivos de la petaca de Mimi.
Clint le dio un enorme abrazo a Callie. Su aliento oliendo ligeramente a
Johnnie Walker Blue46, se inclinó y dijo:
—Lamento el viaje en coche. ¡Desde ahora no dejaré que salgas de mi vista! —
Envolviendo un brazo alrededor de su cintura, él le ofreció la petaca.
Callie sintió una ola de calor atravesándola que nada tenía que ver con el
whisky. Fue suficiente para borrar el viaje incómodo, y aún más, sonrió cuando
se dio cuenta que Vanessa se sujetaba al brazo de James mientras Gregory no
estaba en ningún lugar a la vista.
La fila para entrar al Estado era como una procesión de Chloe, Diane Von
Fürstenberg, D&G, Zac Posen y más, cada espectacular vestido adornado con
hermosos, divertidos y creativos sombreros: sombreros locos grandes y
pequeños con piel, cuero, brillos, luces, plumas y más.
Callie miró de manera cohibida a su vestido pero decidió que no tenía nada de
qué preocuparse. Clint había dicho que se veía preciosa, y la opinión de él era la
única que importaba.
Quizás hay un lugar para mí en este mundo, después de todo, pensó mientras
Clint deslizaba una identificación en la palma de su mano. El nombre en la
identificación decía Marianne Smith, y el color de cabello era lo único que ella
tenía en común con la chica en la fotografía.
—¡Ella no se parece a mí! —murmuró.
—No te preocupes, Marianne —dijo él, sonriéndole—. En realidad ellos no
están revisando: alguna chica del Bee es quien mirará las identificaciones y
buscará los nombres en la lista de invitados. Ese gorila en la entrada del lugar
es más un espectáculo que otra cosa. —Callie estiró su cuello para poder ver al
gorila, pero su visión quedó bloqueada por las parejas delante de ellos.
Clint apretó su mano. 46 Johnny Walker Blue: Famosa marca de whisky escocés. El de etiqueta azul, es el más alto
blend de la marca que originalmente sólo se le ofrecía a la realeza británica.
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—En serio, no te estreses por eso. Me encargué de todo.
Mimi, Fahad, Tatiana y Alexander pasaron junto al gorila hacia el club: un mar
de luces disco y sombreros locos. James y Vanessa, quienes estaban
directamente en frente de Callie, también entraron fácilmente al club.
—Marianne Smith —dijo ella, alcanzándole al gorila su identificación.
—Yo tomaré esa —dijo una voz a su izquierda.
Girándose, Callie se encontró cara-a-cara con la chica a cargo de la lista de
invitados.
Alexis Thorndlike.
Maldición.
Tragándose un enorme bulto en su garganta, Callie hizo su mejor esfuerzo para
sonreír.
—Um, hola, Lexi…
—Oh, ¿ya se conocen? —preguntó Clint—. Bueno, ¡eso ciertamente hace todo
más fácil!
La sonrisa de Lexi se miraba más falsa que un desastre de cirugía plástica.
Ella tomó un mechón de cabello rizado castaño que se había soltado de su tiara
que se miraba tan-real, lo puso detrás de su oreja y dijo dulcemente:
—Por supuesto, ¿cómo no podría conocerla después de que ella se ha estado
esclavizando tan diligentemente para mi COMP de QM? Bienvenida a nuestra
fiesta.
Lexi se inclinó y le dio un beso ligero en la mejilla de Clint.
—¿Quizás ustedes ya conocen a mi cita? —preguntó de manera fría Lexi,
haciendo una seña a la multitud. Callie se giró y vio a un chico alto de cabello
oscuro navegando entre la masa de gente para llegar a su lugar junto a Lexi.
Gregory.
—Claro que lo conocemos —dijo Clint, sonriéndole a Gregory—. Greg es mi
novato favorito en el equipo de squash. ¡Debiste haberlo visto jugar en nuestro
partido la semana pasada contra Dartmouth! No pudiste haber elegido a un
mejor chico.
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Un relámpago de furia cruzó por el rostro de Lexi mientras Clint golpeaba a
Gregory en el brazo. Girándose hacia Callie, ella dijo:
—Caray… simplemente amo tu disfraz… es tan creativo. Pero dime: ¿eres una
desnudista o una puta drogadicta?
Callie sintió como si la hubieran abofeteado. Apretando sus puños, trató de
concentrarse en sentir enojo como una alternativa a lo que realmente quería
hacer, que era llorar. Gregory se rió por lo bajo mientras sorbía su bebida, pero
Clint empezó a verse incómodo.
—Tranquila ahí, Lex —dijo él, dándole las identificaciones.
Lexi sonrió angelicalmente.
—Sólo estaba bromeando. Um… —dijo ella, mirando a la identificación de
Callie y entrecerrando los ojos. Luego dijo con una voz que obviamente llegó
hasta el gorila cuando ella preguntó—: ¿Marianne Smith? Pero estoy
confundida. Pensé que tu nombre era Callie.
Y justo así, la urgencia de llorar de Callie desapareció. Ahora estaba
oficialmente enojada.
Regresando las identificaciones, Clint le disparó a Lexi una mirada marchita.
—Nunca cambiarás, ¿verdad?
Antes de que Lexi pudiera contestar, Clint agarró el brazo de Callie y pasó
junto al gorila hacia la fiesta, diciendo a modo de disculpas, sobre su hombro
hacia Gregory:
—Nos vemos luego, amigo.
Con los puños y dientes tan apretados que dolía, Callie apenas se dio cuenta
que habían entrado a la fiesta. La música sonaba a su alrededor, y encontró el
miedo hacia Lexi alejarse. No habría más “moverse con clase” o “pretender ser
reservada”: si Lexi quería jugar, entonces Callie estaba lista para lanzarse al
ring. Ya que Lexi estaba determinada a odiarla sin importar lo que ella hiciera
o cuánto intentara, muy bien quizás debería rendirse y darle algo de trabajo.
Todo se vale en la guerra y en el amor… y esto… esto es la guerra.
—¡Bailemos! —le gritó a Clint, jalándolo hacia la multitud.
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Lo que empezó como un murmuro, agarrar un mechón de cabello, y una serie
ligera de besos en la mejilla, cuello y orejas, rápidamente se convirtió en un
erótico baile movido en la pista de baile.
Las DPA47 no eran normalmente el estilo de Callie, pero mientras miraba a
Lexi volverse rosa de envidia, una sonrisa de satisfacción se estableció en ella.
Misión cumplida.
“Vulgar novata” poniéndose caliente con atractivo chico de avanzado en frente
de las amigas de su ex y séquitos…
Primera Ronda: Callie 1 – Lexi 0
Después de estar cerca de media hora en la pista de baile, Callie se sintió
cansada y sudorosa, y, en palabras de la abuela Andrews, su peluca estaba
“empezando a deslizarse”.
—¿Quieres tomar un descanso? —gritó por encima de la música. Clint asintió y
la condujo hacia una cabina donde Tatiana, Alexander, Mimi y Fahad estaban
sentados, disfrutando de una ronda de bebidas coloridas. Ella visualizó a OK en
una mesa cercana con una chica que ella reconocía como una estudiante de
segundo año: linda pero obviamente no cautivante lo suficiente porque OK
seguía mirando de soslayo a Mimi y murmurando… sin duda de un fatwa48 de
muerte contra Fahad.
Mimi parecía muy borracha para darse cuenta del dolor de cabeza y drama que
se desenvolvía a su alrededor y bromeaba felizmente con Tatiana sobre los
viejos días de gloria, mientras que Alexander y Clint empezaron a hablar en
idioma “masculino” (fútbol, fútbol, fútbol).
—Así que, Fahad… —empezó Callie.
—Así que…
—¿Entonces…?
—Uhm… ¿has visto a Vanessa?
47 DPA: En iglés PDA. Significa Demostraciones Públicas de Afecto. Pueden ser vistas como
besos, toqueteos, caricias, abrazos, lametones, olfateos, etc. 48 Fadwa: Una pena (por lo general) la muerte irreversible o recompensa colocada en un
individuo, la palabra es de origen musulmán.
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Y entonces, milagrosamente, ahí estaba, desplomándose junto a Callie, algo
jadeante y raramente inconsciente de que su túnica de Cleopatra estaba caída
de un lado.
—¿Dónde está el Príncipe Encantador? —preguntó Callie, escaneando la sala
por el “fondo índexado de confianza” de vanessa.
—¿Qué…? ¿Te refieres a James? —dijo Vanessa, sonando menos que
entusiasmada—. Él está en el bar buscando otra bebida, creo, honestamente,
no sé como puede beber más. Ya ha ido demasiado lejos, dudo incluso que
recuerde su nombre…
—Mayor razón para que tú te asegures de que él llegue a salvo a casa y que
nadie se aproveche de él —bromeó Callie, codeando a Vanessa en las costillas.
Vanessa no se rió. Ella jugó con su cabello, mirándose escandalizada.
—¡Yo! ¿Aprovecharme de él? ¡Ja! Es al revés. ¡Ese bastardo trató de llevarme a
la oscuridad y meter su lengua hasta mi garganta!
—Euu —dijo Callie distraídamente mientras atrapó a Lexi con la mirada,
bailando con un grupo de chicas. Gregory no estaba en ningún lugar a la vista.
Abandonada por su cita en su propia fiesta…
Segunda Ronda: Callie 2 – Lexi 0
Clint y Alexander, quienes habían ido al bar, regresaron con dos enormes copas
escorpión49 y propusieron una carrera: chicos versus chicas. Siguiendo el
ejemplo de Mimi, Callie dedujo que se suponía que todos tomaran
simultáneamente usando pajillas múltiples. Ella, Mimi, Tatiana y Vanessa se
juntaron alrededor de su copa, sorbiendo frenéticamente mientras Clint,
Alexander y Fhand hacían que el contenido del suyo desapareciera.
—Oh, mierda, regresó —murmuró Vanessa, mientras James tropezaba al
caminar hacia ellos.
49 Copas Escorpión: Es un tazón originario de Hong Kong, que contiene un brebaje con
alcohol principalmente servido en restaurantes chinos. Este preparado contiene frutas
(naranja, limón), ron (un ron, o un ron jamaicano oro), y brandy.
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—¡Ahí estás! —dijo James arrastrando las palabras, acercándose demasiado a
Vanessa de modo que estaba prácticamente encima de ella, su brazo rodeando
sus caderas—. Creíste que podías huir de mí, ¿verdad?
Vanesa le dio una sonrisa de labios apretados y trató de acercarse más a Callie.
Callie, malinterpretando, se movió más cerca de Clint para hacer lugar. Clint
sonrió y envolvió su brazo a su alrededor.
Vanessa se paró.
—Oye, ¿adónde crees que vas? —chilló James, parándose inmediatamente con
ella.
—Al baño —dijo ella, tratando de alejarse de él.
—Oye, vamos… no seas así. Bailemos.
Callie llevó su cabeza hacia atrás riéndose cuando Mimi y Tatiana empezaron a
actuar una escena de una de sus desaventuras europeas en la que Fahad había
sido reclutado para interpretar a un camello descontento. Él estuvo
maginifcamente ante la altura de las circunstancia.
Vanessa miró a James, luego al grupo, y después sobre su hombro, buscando
una ruta de escape antes de que James le disparara otro monólogo acerca de
cúantas casas tenía (lo único de lo que hablaba) o de tocarla de nuevo (lo que
era su idea de “bailar”).
—Si me disculpas —inició Vanessa, alejándose—. Tengo que ir al baño de
dam…
—Shhhhh… —murmuró él, envolviendo sus brazos a su alrededor y llevándola
a la pista de baile.
—James, no —siseó ella, tratando de alejarlo.
—Oh… sí… —gimió él, sus manos deslizándose hacia abajo, más y más abajo.
Ella trató de liberarse.
—¡Detente! —lloró—. Maldita sea, aléjate de m…
—¿Hay algún problema aquí? —preguntó una voz, su dueño saliendo de la
multitud.
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—Oye, hombre, no, no hay ningún problema. Sólo nos divertimos un poco,
¿verdad, cariño…? —dijo James, arrastrando las palabras, y apretando su
agarre en Vanessa, quien se giró y chilló:
—¡Gregory!
—Creo que te tienes que alejar, colega —dijo Gregory, poniendo una mano en el
hombro de James.
—Demonios, ¿cuál es tu problema, hombre? —gritó James, alejándose
finalmente de Vanessa y girándose para encarar a Gregory—. Si yo quiero un
poco de diversión con mi cita, no veo cómo es tu maldito asunto…
La música se detuvo. Callie y Mimi, quienes finalmente se dieron cuenta de lo
que estaba pasando, corrieron con Clint y Fahad pisándoles los talones.
—Los sujetos como tú son mi problema —dijo Gregory, su voz estaba
mortalmente calmada—. Ahora escucha cuidadosamente: tienes diez segundos
para irte de la fiesta, sal, agarra un taxi y vete a casa. Nunca más tocarás,
hablarás, o incluso mirarás a esta chica de nuevo. ¿Fui lo suficientemente
claro?
—Claro como el puto cristal —murmuró James, tambaleándose hacia la puerta.
Pero entonces se detuvo, y mirando fijamente a Gregory, se lanzó a golpearlo.
Él estaba tan borracho que falló como por tres pies: golpeó el aire. Gregory
observó a James tambalear. Él sonrió socarronamente. Y entonces lo golpeó en
la cara.
James se fue hacia atrás y colapsó en el suelo.
Alguien gritó y el gorila de la entrada vino corriendo. Él miró a James por un
momento, con una extraña expresión de satisfacción en su rostro. Luego,
poniéndolo de pie, lo sacó del club.
—Vanessa, ¿qué pasó? —exigió Callie.
—Lo siento tanto… —empezó Mimi.
—No teníamos idea de que él fuera un idiota…
—O que necesitaras ayuda…
—¿Necesitas algo?
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Vanessa sacudió su cara con lágrimas, incapaz de hablar.
—Vamos —dijo Gregory, deslizando un brazo sobre los hombros de Vanessa—.
Te llevaré a casa.
—Buena idea —concordó Clint—. Vanessa, lo siento tanto. No tenía idea de que
ese tipo fuera un imbécil.
Vanessa asintió con tristeza, su cabeza estaba en el hombro de Gregory.
Callie miró boquiabierta mientras Gregory conducía a Vanessa fuera de la
fiesta. Clint estaba diciendo algo, pero ella no podía concentrarse en sus
palabras. ¿Gregory… al rescate? ¿Gregory… y Vanessa? ¿Esto era real?
Aparentemente, Callie no era la única que se había dado cuenta. Lexi también
estaba viendo que Gregory y Vanessa se retiraban hacia la noche, el enojo y la
incredulidad cruzaban su rostro.
Públicamente abandonada por su cita en favor de otra “novata tramposa y
zorra…”.
Ronda final: Callie 3 – Lexi 0
El puntaje final se sintió muchísimo menos satisfactorio de lo que Callie había
anticipado.
Página180
CCaappííttuulloo1122 ELECCIONES
Traducido por Lorenaa, Susanauribe (SOS) y Shadowy (SOS)
Corregido por LizC
att Robinson
22/10/2010
Crimson Op-Ed COMP Artículo #22
Enviado a: Gracie Lee, Editora.
Sexismo en Harvard: Una Investigación Psicológica.
La pregunta: ¿Por qué una inteligente mujer por voluntad propia se degradaría
no sólo a sí misma si no a todo el Movimiento Femenino al entrar por las
puertas de un Club Final Sólo Para Hombres?
La respuesta, es simple, eso no lo sé.
Todo lo que tenemos para considerar son los hechos.
Harvard, Princeton, y Yale, o “las Tres Grandes” como han sido conocidas
comúnmente desde 1880, continúan dominando en la categoría de las mejores
instituciones de pregrado más exclusivas del país. De las tres, la Universidad
de Harvard, fundada en 1636, es la más antigua; la nación espera que
establezcamos un precedente para el resto de la comunidad académica.
En 1969 Princeton y Yale, ambas se convirtieron en mixtas. Sin embargo, los
dos clubes sociales infames de ambas escuelas (El Club de los Comedores en
Princeton, Los Cráneos y Huesos en Yale) no empezaron a admitir mujeres sino
hasta 1991.
M
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En Princeton el Club de los Comedores fue mixto como resultado de una
demanda.
En Yale, cuando el consejo de administración de Los Cráneos y Huesos
descubrieron que los miembros masculinos habían empezado a “tocar” a las
mujeres, cambiaron las cerraduras de las “Tumbas”.
Como si eso no fuera suficientemente malo.
Harvard, por el contrario, no fue completamente mixto hasta 1999, cuando
Radcliffe (la universidad de sólo mujeres) y Harvard fueron finalmente
integradas. En otras palabras, las mujeres que asistieron a la universidad se
graduaban con un título de Radcliffe, no de Harvard, hasta finales del siglo
veinte.
Hoy en día Harvard es el último lugar entre Las Tres Grandes para
permanecer separados socialmente según los sexos.
Olvidemos por un minuto que los Clubes Finales Sólo Para Hombres
promueven el clasismo, elitismo y la exclusividad; olvidemos que son los
lugares más probables en el campus donde se producirán los asaltos sexuales; y
olvidemos que todos los miembros de los Clubes Finales Sólo Para Mujeres
incipientes no tienen esperanza de adquirir una propiedad en la zona de
Harvard Square sin un respaldo financiero inimaginable.
En lugar de preguntarse por qué las mujeres no tienen su propio espacio social
en el campus, me pregunto: ¿Por qué nadie está luchando para que esto ocurra?
¿Por qué en lugar de hacer que la mayoría de las mujeres del campus se
sometan a este entorno abiertamente dominado por los hombres,
desapareciendo detrás de las puertas cerradas sin ninguna preocupación por su
seguridad o por sus derechos cada noche de fin de semana?
Señoritas, ustedes díganme.
—¡Yo iré! —gritó Vanessa, saltando y corriendo para abrir la puerta.
Callie, quien estaba acurrucada en el sofá leyendo Madame Bovary,
permaneció donde estaba, preguntándose por qué OK o Matt se habían
molestado en llamar a la puerta cuando ellos normalmente irrumpían dentro.
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—¡Flores! ¿Para mí? —gritó Vanessa, agarrando el gran jarrón de vidrio del
hombre de las entregas y volviendo a la sala común, tambaleándose bajo el peso
del enorme ramo.
—Ooooh, son preciosas —dijo Callie—. ¿De quién es?
—¡No lo sé! —dijo Vanessa, inclinándose a oler los lirios—. ¡Alguien se debe
haber acordado que hoy es mi cumpleaños!
Callie se echó a reír. Nadie podía olvidar que hoy, viernes, 29 de octubre era el
cumpleaños de Vanessa: ella lo había estado recordándoselos por semanas.
Para celebrarlo, Vanessa, Callie y Mimi iban a cenar al UpStairs en el Square.
—¡Oh, espera, mira! ¡Hay una tarjeta! —chilló Vanessa, dándose cuenta de una
pequeña nota blanca que había estado metida entre las hojas.
—“Flores hermosas para una chica hermosa”. ¿No es eso dulce? “Felicidades…”
—Leyendo en silencio, su cara decayó de repente—. Oh, uups —dijo—. Creo
que en realidad son para ti, Callie.
—¿Para mí? —preguntó Callie—. Déjame ver….
Flores hermosas para una chica hermosa.
¡Felicidades por terminar tu primera ronda de COMP!
La celebración oficial empieza el sábado.
—C.W.
—Guau —dijo Vanessa—. ¡Y a finales de octubre! ¡Comprarlas debe haberle
costado una fortuna! Creo que de verdad, realmente, le gustas.
—Son tan… —Callie estaba impresionada.
—“¡Felicidades por terminar tu primera ronda de COMP!” —leyó Vanessa,
tomando la tarjeta otra vez—. Espera un segundo: pensé que no acababas sino
hasta mañana.
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—Ugh, ¡no me lo recuerdes! —dijo Callie, resoplando frustradamente.
—Gracias a Dios me retiré después de nuestra primera reunión. ¡No puedo
creer lo duro que has estado trabajando!
—Lo sé, lo sé —dijo Callie, frunciendo el ceño. Las últimas semanas habían
sido un absoluto infierno: estando levantada hasta las tres de la mañana en el
Crimson, editando hasta que sentía que sus dedos sangraban y sus ojos se le
salían de las orbitas—. Al menos esta ronda acabará para mañana. Quizás me
saquen y entonces tendré tiempo para gastarlo en mis tareas reales —terminó,
agitando Madame Bovary en el aire.
—¡No digas eso! —dijo Vanessa—. No te van a sacar. Los trozos que leí eran
realmente asombrosos, y muy divertidos, también… Espera, ¿se supone que
sean divertidos, verdad?
—A veces… —Callie se rió.
—Bueno, como sea. Son geniales, tú eres genial, y estoy ¡muy, muy orgullosa de
ti!
—Aw, gracias.
—Así que, escucha, volviendo a mí: la reserva para esta noche es a las nueve en
punto. Tengo que hacer algunos recados e ir a Newbury a recoger mi vestido,
así que me encontraré contigo allí, ¿de acuerdo?
—Entendido —dijo Callie—. ¿Y qué hay en la agenda para después de la cena?
—Estaba pensando en bebidas en Daedalus —contestó Vanessa—. Donde, si
todo va de acuerdo con el plan, nos encontraremos accidentalmente con
Gregory: mi caballero de brillante Armani con su fiel corcel, el Carrera.
Callie rió y sacudió su cabeza.
—Muy bien, a las nueve en punto, UpStairs en el Square, bebidas después:
estaremos allí. Aunque probablemente no podré quedarme mucho tiempo en
Daedalus porque Matt y yo hemos planeado corregir nuestras piezas entre sí
más tarde esta noche.
—Bien. Bueno, tienes que venir por al menos una bebida —comenzó Vanesa,
deslizándose el bolso sobre su hombro y dirigiéndose hacia la puerta—.
¡Simplemente no sería lo mismo sin mi mejor amiga!
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Mejor amiga… Espera, ¿qué? ¿Cuándo tan sólo hace dos meses Vanessa había
estado avergonzada de que la vieran con ella en el comedor?
Pero cuanto Callie pensaba más sobre ello, más sentido tenía. El principal
grupo de amigas de Vanessa de la escuela la trataba como Dinero Nuevo, y sus
amigos chicos… Bueno, viendo que ella pensaba que los touchdowns se
llamaban canastas y la cerveza era sinónimo de hinchazón, ella no tenía
exactamente muchos amigos chicos a decir verdad.
Además, lo que había pasado en el comedor había sido eclipsado hace mucho
tiempo por las nobles acciones de Vanessa: ayudando a Callie en su ruptura,
salvándola de sí misma en el Calypso, prestándole sus vestidos sin parpadear,
y tratando de conseguir que entrara en el ponche para el Pudding.
De hecho, estaba segura que si la situación en lo del Sombrerero Loco hubiese
sido al revés, Vanessa habría estado allí para ayudarla. Incluso ahora, una
semana entera después, Callie aún se sentía culpable cuando pensaba en ello.
—No puedo creer que James resultara ser tan idiota. —Había dicho Callie la
mañana después del Sombrerero Loco, sintiéndose terrible por no darse cuenta
que Vanessa estaba en problemas—. ¿Estás segura de que estás bien?
—Sí —contestó Vanessa firmemente, a pesar de que su expresión se había
oscurecido cuando Callie mencionó su nombre—. Básicamente valió la pena
todo para simplemente ser rescatada por Gregory…
—Sí —dijo Callie mirando hacía su regazo—. Él fue muy asombroso. —Ella
levantó la cabeza pero no pudo encontrarse con los ojos de Vanessa. Tan normal
como le fue posible, añadió—: ¿Pasó algo entre ustedes dos la otra noche?
—No. —Vanessa sonrió—. Aunque podías decir completamente que él quería,
pero como que, no podía por la situación. Fue un perfecto caballero.
—¡Ja! —Se burló Callie antes de poder detenerse—. ¿Desde cuándo Gregory
actúa como un caballero?
—¡Oh, Callie, él no es tan malo como tú piensas! Fue completamente
maravilloso anoche. Siento que al final he podido ver una parte de él que no
mucha gente conoce. ¡Creo que realmente conectamos!
—¿De verdad? —preguntó Callie—. Así que… ¿sin beso de buenas noches? ¿Sin
nada?
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—No —dijo Vanessa, sonando inexplicablemente alegre—. Normalmente
habría tomado eso como una mala señal, pero el siguió tirando pistas a
izquierda y derecha.
—Oh… ¿como qué?
—Sólo, ya sabes, diciendo que quizás él ya podría estar preparado para algo
más serio y cómo podría ser agradable tener una novia…. Oh, y cuando
estábamos hablando sobre OK y Mimi, él dijo que Mimi le había dicho que ella
encontraba atractivo a OK y amaba su personalidad pero que no quería liarse
con él (porque eran tan buenos amigos), hasta que ella no supiese si ellos
pudieran tener una relación potencial. De todas formas, todo el tiempo que
estuvo diciendo esto, él seguía dándome estas miradas… ya sabes, realmente
largas, significativas.
Callie sabía que habría sido sabio terminar la conversación en ese momento,
pero no pudo evitar preguntar:
—Espera, pero, ¿cómo siquiera salió ese tema de conversación?
—Oh, ya sabes —dijo Vanessa—, simplemente estábamos cotilleando sobre
todos nuestros compañeros de cuarto: diciendo cuán divertido sería que OK y
Mimi estuviesen juntos, ya que Adam y Dana están saliendo… Y luego,
supongo, que él se estaba preguntando si tú y Clint eran oficialmente una
pareja y yo le contesté que sí…
—¿Qué? —dijo Callie bruscamente—. ¿Qué quieres decir con que le dijiste que
sí? Clint y yo no estamos oficialmente juntos; ¡si apenas hemos empezado a
salir!
—Oh… ¿de verdad? Supongo que asumí que ya eran pareja oficialmente.
Quiero decir, ¿por qué no lo serían? ¡Le gustas mucho y él es perfecto!
Mirando hacia las maravillosas flores, Callie casi rió en voz alta ante el
pensamiento de que hace sólo una semana, ella se había negado a que se
reconocieran como una pareja. La única razón por la que ella había sido capaz
de superar las últimas semanas había sido Clint: él le había llevado café al
Crimson casi cada noche, masajeado su cuello y sus hombros, y viéndola pasar
a través de más de casi una crisis nerviosa inducida por el trabajo.
Llegado a este punto sólo había una cosa que la retenía. Y no, a pesar de lo que
puedas pensar, su nombre no era Gregory. (Aunque, ¿a él realmente le gustaba
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Vanessa? Quiero decir, ¿de verdad? De todos modos, ¿por qué le importaba si
las cosas eran oficiales con Clint?)
Éste tema en particular nos llevaba de regreso al idiota original —no, no
Adán— Evan. Después de lo que él había hecho, cuando se trataba de
relaciones, ella realmente no sabía si sería capaz de confiar en los chicos,
alguna vez.
Así que quizás debería parar de pensar en Clint de esa manera…
constantemente… y parar de tener fantasías sobre él lanzando sus piezas del
COMP al suelo y levantándola sobre el escritorio del Crimson… O haciendo
otro viaje a media noche a la cima de la Torre de Astronomía y subiendo por la
escalera de la plataforma de observación… O sobre él presionándola contra la
pared en el guardarropa del Pudding… O… O… O…
¡NO! El sexo, como debería de estar haciendo un trabajo mejor en recordárselo,
podría dar lugar a complicaciones imprevistas de la peor manera que la
habitual gama de enfermedades de transmisión sexual, embarazos o sobredosis
de oxitócicas.
Clint. Evan. Gregory. Clint. Clegorvan… ¡¡¡ARGHHH!!! Enterró su nariz en
Madame Bovary, comprometiéndose a terminar este capítulo al menos antes de
volver a la enorme pila de asignaciones de COMP sobre su escritorio. Girando
la página leyó:
Antes de que ella se casara, ella pensó que estaba enamorada; pero la
felicidad que debía haber resultado de aquel amor, de alguna manera no
llegó. A ella le parecía que debió de cometer algún error, haberlo
malentendido de una manera u otra. Y Emma intentó descubrir
duramente en qué, precisamente, era la vida que se denotaban las
palabras “alegría, pasión, intoxicación”, que siempre le habían parecido
tan bien a ella en los libros…
Callie fue interrumpida una vez más cuando Dana entró en la sala. Su cara
parecía la de una niña de cinco años a la que le había salido mal un proyecto de
pintura. Parecía que ella había estado intentando utilizar maquillaje por
primera vez.
—Dana, ¿qué…? —aventuró Callie. Dana se giró roja como la remolacha.
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—Bueno, saqué A en mi examen de Física 15, pero cuando se trata de este tipo
de cosas, soy como un jabalí salvaje africano atrapado en el fondo de un pozo de
barro…
Le tomó varios segundos a Callie procesar eso antes de que se girara a su
compañera de cuarto asombrada.
—Dana… ¿eso fue una broma?
—Sí —dijo Dana—. Un intento, de todos modos.
Callie rió.
—Realmente no es tan difícil. Ven, vamos al baño y te enseñaré.
—Muchas gracias —dijo Dana.
—¡No hay problema! —contestó Callie. Cualquier cosa para mantenerse lejos
de Emma Bovary y sus problemas de chicos…
Eran las 8:55 y estábamos tarde. Mimi había estado haciendo una siesta y se
había quedado dormida cuando sonó la alarma, mientras Callie había pasado
cada posible segundo editando sus piezas para el COMP.
—Apresúrate, Mimi. ¡Vamos! —gritó Callie, arrastrando a su compañera de
cuarto hacia la puerta.
Apenas se había cerrado cuando se dieron vuelta y se encontraron cara a cara
con Matt. Parecía sin afeitar y despeinado, y Callie se preguntó culpablemente
si él no podía encontrar a nadie con quién salir en la noche de viernes.
—Entonces, ¿todavía sigue en pie lo de la revisión del texto más tarde? —le
preguntó a Callie, mirando su vestido.
—¡Sí, sí, por supuesto! —le aseguró. La mirada en el rostro de él la hizo sentir
como si necesitara tener una especie de excusa para justificar lo que estaba
vistiendo—. Es, uhm, la fiesta de cumpleaños de Vanessa es esta noche, y las
tres chicas vamos a salir a cenar. Después de eso, estaré ahí, lo juro.
Ella no supo por qué sintió la necesidad de enfatizar que iban sólo chicas, u
omitir la parte de los cócteles después…
Página188
—Está bien, genial —respondió, comenzando a sonreír—. Estoy ansioso por
leer tus borradores finales.
—Sí, yo también —dijo ella, mintiendo entre dientes. Se moriría de vergüenza
si él en verdad veía algo de las últimas cosas que había escrito, como “Top Diez
de Coberturas Para Yogurt Congelado Bajo en Calorías” o “Cómo Llevar Tu
Cabello con Gafas.” No es que esos temas fueran su culpa pero aun así…—
Estaré afuera por una hora o algo así y me encontraré contigo ahí después.
Él frunció el ceño ligeramente, con una expresión dudosa en su rostro.
—Matt, lo prometo. Sólo una hora y estaré ahí.
Sólo iban a tres manzanas del restaurante cuando el móvil de Mimi comenzó a
vibrar en su bolso.
Callie frunció el ceño. Probablemente Vanessa estaba llamando para gritarnos
por llegar tarde.
Una extraña expresión cruzó el rostro de Mimi. Ella dejó de caminar. Antes de
que Callie pudiera preguntar qué estaba pasando, también sintió vibrar su
celular en su bolsillo.
—¿Hola?
—Ve a la estatua de John Harvard. —La voz sonaba calmada y mortalmente
seria—. Tiene tres minutos… o menos. —Clic.
—¿Recibiste la llamada? —le preguntó Mimi a Callie. Ella asintió lentamente.
—Tenemos que ir —dijo Mimi, dándose vuelta hacia el Yard.
—¿Qué hacemos con Vanessa? —preguntó Callie, mirando desesperadamente
en dirección al restaurante.
—Estoy segura que se encontrará con nosotras allí… pero independientemente,
debemos ir maintenant50.
50 Maintenant: De inmediato, ahora. Del francés en el original.
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Callie no sabía qué estaba pasando, pero Mimi había dicho que Vanessa se
encontraría con ellas allí, así que Callie la siguió a lo largo de la calle,
asombrada de cuán rápido su compañera de cuarto podía moverse en tacones.
Cuando llegaron a la estatua de John Harvard, Callie notó que parecían ser las
últimas en unirse a algunos estudiantes de primer año de veintitantos de
Nueva York y extranjeros. Gregory y OK estaban de pie cerca; les dieron a las
chicas una sonrisa de reconocimiento, la cual Callie apenas registró. Sus ojos
escanearon la multitud, buscando a Vanessa.
Lentamente lo entendió. Reconoció a las RAJ del Upper East Side, las AVISPA,
los colegiales de NYC, las Barbies Malibú, los Atletas Estrellas, y Reyes de la
OPEC. Alrededor de sesenta sociedades élites del campus estaban ahí: los
miembros del Hasty Pudding.
¿Pero dónde estaba Vanessa? ¿Todavía estaba esperando en el restaurante? De
seguro sabía qué significaba la llamada cuando la recibió, si había recibido la
llamada en absoluto… No, eso era imposible, tenía que haber un error.
Los de primer año gritaron con emoción cuando Tyler Green dio un paso hacía
adelante con un micrófono gigante y retumbó:
—¡BIENVENIDOS!
Todos cerca a Callie rompieron en porras atronadoras, abrazándose entre sí y
estrechando manos como si esta fuera una terrible película cursi y acabaran de
salvar el planeta de manera colectiva de la destrucción inminente. Callie sacó
su móvil, preguntándose si debería llamar a Vanessa y qué debería decir.
Había un mensaje de Vanessa preguntando dónde estaban, confirmando el peor
de los miedos de ella: Vanessa no había sido llamada.
Callie sintió un dolor físico y visceral en la boca de su estómago cuando su
teléfono se iluminó de repente con una llamada entrante de VANESSA V.
Callie sabía que no podía plantarla —y menos en el día de su cumpleaños, de
todo los días— pero tampoco tenía idea de qué le podía decir posiblemente.
Seguramente habría alguna explicación, pero por ahora la única cosa posible de
hacer era comprar tiempo.
VANESSA, LO SIENTO TANTO.
EMERGENCIA EN EL CRIMSON.
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TUVE QUE SALIR CORRIENDO.
FELIZ CUMPLEAÑOS,
TE QUIERO Y PROMETO
COMPENSÁRTELO PRONTO.
Deslizó su móvil de vuelta a su bolsillo. Los gritos alrededor de ella se
desvanecieron: los novicios del grupo de repente se dieron cuenta que los
veteranos no estaba sonriendo.
Tyler Green alzó su megáfono de nuevo y gritó:
—¡Amanda Cooper!
Una delgada chica de primer año dio un paso adelante, temblando un poco. En
silencio, Tyler le entregó un trozo de papel, y entonces dos chicos miembros de
clases avanzadas vertieron por su garganta una “bienvenida”.
—¡Brandon Huntsman!
Brandon dio un paso adelante. Y así siguió: cada nuevo miembro elegido fue
llamado hasta que muy pronto, fue su turno.
—¡Callie Andrews!
Ella aceptó el trozo de papel, el cual lucía el encabezado: Una Carta para Los
Nuevos Miembros del Presidente Tyler Green. Abrió su boca al alcohol y dejó
que la calidez la sobrecogiera, esperando que borrara su culpa. Clint dio un
paso adelante de la multitud, sonriéndole y levantando sus dedos en un saludo.
Después de que todos los veinticinco nombres fueron anunciados, los de clases
avanzadas de repente rompieron en un salvaje aplauso. Gritando palabras de
bienvenida, alzando sus botellas para brindar a los nuevos miembros del Hasty
Pudding Social Club.
Callie se lanzó a los brazos de Clint. Él la agarró alrededor de la cintura y la
inclinó como un bailarín de tango antes de acercarla, plantando un largo y
profundo beso en sus labios ansiosos.
Ella lo besó por completo y apasionadamente. Nadie podía quitarle este
momento: ni Gregory, ni Evan y no…
Página191
Espera un minuto, pensó Callie abruptamente, alejándose de Clint. ¿Dónde
está…?
Luego la vio, hablando con un grupo de miembros electos recientemente.
Alexis Thorndike.
Parecía perfectamente feliz y despreocupada mientras lanzaba su cabeza hacía
atrás y se reía de algo que OK había dicho.
Aliviada, Callie se volvió hacia Clint.
—¿Lista para un poco de socialización? —preguntó él.
—Absolutamente.
Noventa minutos de introducciones, discursos y tragos de bienvenida, Tyler
estaba acercándose al final de su proclamación “anti”-novatadas, guiño, guiño,
codazo, codazo. Cuando terminó, Callie se volvió hacia Clint y susurró:
—Entonces, ¿vas a hacerme una novatada ya o después… en privado? —En el
Crimson, en el Centro de Ciencias, en la sala de abrigos, en una mesa, debajo
del telescopio…
—¡Tú! —gritó él acusatoriamente, haciéndole cosquillas al costado—. ¡Tal vez
tendré que hacerte una novatada para que aprendas a respetar a tus mayores!
—Ella gritó cuando él la persiguió, blandiendo un trago de diez dólares de ron.
Atrapándola, arrojó sus brazos alrededor de la cintura de ella y dijo:
—Aunque, en serio. ¿Cómo pude tener tanta suerte? —preguntó, acariciando su
nariz contra su cuello—. La más genial y más hermosa chica en el campus de
Harvard y por alguna razón ella me eligió.
Callie se apoyó en él. ¿Él era afortunado de que ella lo “eligiera”? Claramente
era al revés. No había una chica en el campus que no mataría para ser la novia
de Clint Weber; probablemente unos cuantos chicos también. La palabra para
él, y para el momento, que seguía surgiendo una y otra vez en su mente era
perfecto. Todo era absolutamente per…
—Y siento tanto lo de Vanessa —agregó Clint, de repente sombrío—.
Realmente hice todo lo que pude, pero fue vetada por alguien en la junta. Algo
Página192
acerca del novio de una chica y la primera semana de clases. Saqué la cara por
ella, pero no había nada más que pudiera hacer…
Todo se quedó en silencio. Vanessa. La habían abandonado en UpStairs en el
Square, sola, sin ninguna explicación, en su cumpleaños. Ella y Mimi, ambas,
habían asumido que Vanessa iba a reunirse con ellas allí, pero aun así, esa no
era excusa. Mordiendo su labio, Callie dijo:
—Clint, lo siento, pero tengo que irme. Necesito encontrar a Vanessa… nunca
debería haber venido sin ella.
—Está bien —dijo—. ¿Cena mañana para celebrar la finalización de tu primer
portafolio COMP?
—Seguro —dijo ella, forzando una sonrisa mientras se daba cuenta que
Vanessa no era la única persona a la que iba a decepcionar esta noche.
Mimi estaba completamente absorta en una conversación con un grupo de
último año, así que Callie le dio a Clint un beso de despedida en la mejilla y
luego dejó la fiesta.
¿Por qué yo?, se preguntó mientras caminaba. Era Vanessa quién encajaba en
el perfil del Pudding, no Callie. Vanessa quién lo había querido más. Vanessa
quién lo merecía más…
Perdida en sus pensamientos, Callie llegó a Wigglesworth.
Gregory estaba sentado en los escalones de piedra que conducían a la entrada,
fumando y mirando al vacío. Tiró el cigarrillo a un lado cuando la vio.
—Hola.
—Hola —respondió ella con cautela—. Noche loca…
—Absolutamente.
—Supongo que lo logramos —dijo ella, merodeando torpemente. Él no estaba
exactamente bloqueando la puerta, así que no podía exactamente pedirle que se
moviera.
—¿Y qué? —preguntó, sacando otro cigarrillo y colocándolo entre sus labios.
Sus ojos se detuvieron allí momentáneamente. Se sacudió a sí misma.
—Así que… así que nada, supongo.
Página193
—¿Ya viste a Vanessa? —preguntó—. Ella parecía bastante molesta.
—Ella está… espera, ¿la viste?
—Sí… hace casi diez minutos. Estaba parada justo donde estás gritando algo
sobre una cena de cumpleaños, así que le dije sobre el Pudding, pero antes de
que pudiera decir algo más, corrió adentro. —Se encogió de hombros.
La cara de Callie decayó.
—¿Estás bien? —preguntó él.
—Yo… bueno… ah, estoy preocupada… por Vanessa.
—Deberías ir a hablar con ella —dijo él.
Lo miró fijamente durante unos pocos segundos. Se puso de pie para hacer
espacio y así ella pudiera pasar. Fue discreto en cuanto a los despidos se
tratan, pero el mensaje todavía fue claro. Al llegar a la puerta, trató de
bloquear la expresión de preocupación en su cara… preocupación,
evidentemente, por Vanessa.
—Oye —dijo él de repente, sus dedos rozando su muñeca—. ¿Me… me dejarás
saber más tarde cómo está ella?
—Seguro —murmuró Callie, desviando la mirada. Su corazón se desplomó
desde su estómago a sus rodillas. Sus rodillas se sentían débiles. Tan
rápidamente como es posible, subió las escaleras hacia el segundo piso.
Cuando llego al rellano, se topó con Matt quién, con las manos llenas, estaba en
su camino a sacar la basura. Tan pronto como la vio, se dio la vuelta hacia su
habitación sin decir una palabra.
Oh, mierda, pensó. En toda la emoción de la Fiesta de Bienvenida, se había
olvidado completamente de enviarle un mensaje y dejarle saber que no iba a
venir. Sin embargo, tenía que intentarlo al menos.
—Matt, mira, lo siento mucho… Posiblemente no puedes adivinar lo que pasó
esta noche…
Matt se dio la vuelta para mirarla, su expresión furiosa. Ella nunca lo había
visto siquiera enojado antes.
Página194
—¿Qué pasó esta noche, Callie? —gritó, tirando las bolsas de basura en el
piso—. ¿Qué? ¿Tus fabulosos nuevos amigos salieron con algún fabuloso evento
nuevo que no podías posiblemente soportar pasar?
Trató de abrir la boca, pero él la interrumpió.
—Lo que sea, terminé. Estoy tan cansado de esperar a la chica que conocí el
primer día de clases. Ya sabes: ¿la que era inteligente, ambiciosa, y se
preocupaba por cosas que no fueran eventos y fiestas? ¿Siquiera la recuerdas o
está tu cabeza tan llena de alcohol y aire ahora que la has olvidado por
completo?
Aturdida, Callie observó como agarraba las bolsas de basura y pisoteaba por las
escaleras. Era como si él hubiera leído en su corazón las peores cosas que
pensaba de sí misma y luego las dijera en voz alta.
Completamente desinflada y más que un poco afligida, entró penosamente en
su sala común.
Vanessa estaba acurrucada en el sofá paleando Easy Mac en su boca. Su
vestido se veía arrugado y se había molestado en quitar sólo un zapato,
mientras que rayas oscuras de rímel formaban pistas reveladoras a los lados de
su cara.
Soy oficialmente la peor persona en el mundo.
—Vanessa… —empezó Callie a decir, pero Vanessa sólo sacudió su cabeza y
obligó a varias cucharadas más de macarrones con queso a bajar por su
garganta antes de pararse y dirigirse a su dormitorio.
La puerta se cerró con un portazo.
—¡Por favor, Vanessa! —gritó Callie tras ella, haciendo su camino hacia la
puerta—. Sólo dame una oportunidad para explicar…
Sin respuesta.
—Mira, cuando Mimi y yo recibimos la llamada, no teníamos ni idea de que
tú…
—¿Que yo qué? —exclamó Vanessa, abriendo la puerta de golpe—. ¿Fui
rechazada? —Sacudió la cabeza—. Sabes, realmente no lo entiendes, ¿verdad,
Callie? Justo esta tarde te llamé mi mejor amiga, y sin embargo, ni siquiera
pudiste molestarte en decirme la verdad cuando me plantaste en mi
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cumpleaños por el Pudding. Sí, apesta que yo no entrara, pero lo que apesta
incluso más es que no tuviste las agallas para decírmelo a la cara. En cambio,
¡tuve que oírlo de Gregory!
Por segunda vez en esa noche, Callie no pudo pensar en una respuesta.
Vanessa resopló y cerró de un portazo una vez más.
Callie entró en su propia habitación y se dejó caer sobre la cama. Podía oír a
Gregory y lo que sonaba como Mimi con varios otros nuevos miembros del
Pudding hablando y riéndose afuera, justo debajo de su ventana. El sonido de
una película reproduciéndose flotó desde la habitación de Dana, donde estaba
más probablemente abrazada castamente con Adam. El crujido de una puerta y
el golpe de otra le dijo que Vanessa se había probablemente encerrado en el
baño una vez más, tratando de purgar el daño imaginario hecho por los
macarrones con queso.
Mientras Mimi chillaba ruidosamente en reacción a algo que alguien dijo,
Callie deseó que estuviera de humor para celebrar, deseó que Vanessa hubiera
conseguido entrar en el Pudding, o que ella hubiera tenido las agallas para
decirle a su compañera de cuarto la verdad, y deseó que no fuera, sin lugar a
dudas, una amiga terrible.
Se recostó en su cama y se quedó mirando el techo. Estaba debatiendo la
posibilidad de cambiarse en sus pijamas o sólo ir a dormir en su ropa cuando su
teléfono vibró una vez más.
Lo abrió para encontrar un mensaje de texto de Clint.
¡YA TE EXTRAÑO!
¿CÓMO TE FUE CON VANESSA?
Suspirando, marcó su número. Sin importar cuán mal se sentía, sabía que
podía contar con Clint.
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CCaappííttuulloo 1133 “TRES PUEDEN GUARDAR UN SECRETO,
si dos de ellos están muertos”
Traducido por Lalaemk (SOS) y Viktoriak
Corregido por Akanet
The Harvard Crimson
NOTICIAS DE ÚLTIMO MOMENTO OPINIONES QM
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OPINIONES
Mi Acosadora de Facebook
Las consecuencias en línea de una relación que salió mal
Subido ANÓNIMAMENTE. Editado por GRACE LEE
e ha llevado casi un año escribir esta historia, y no estoy bromeando
cuando digo que a veces todavía tengo miedo.
“Dan” y “Alex” (alias que tomé prestados de la película Atracción
Fatal), habían estado saliendo a larga distancia durante casi todo el tiempo de
la universidad. Él era de último año en la Universidad de Harvard; ella fue a la
Universidad de Wisconsin. Alex estaba completamente enamorada; Dan, por
otro lado, estaba un poco aburrido.
Ahí es donde yo, una estudiante de segundo año ingenua en ese momento,
entro en escena: Dan, a quien conocí durante una conferencia de Gobierno en la
Escuela Kennedy, desarrolló sentimientos románticos no solicitados hacía mí.
M
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Fue un flechazo inofensivo, de verdad, hasta que Alex fue capaz de seguir
nuestro flirteo, accediendo a su cuenta de Facebook y leyendo su
correspondencia privada.
Después de sobrevivir a varios meses de correros de odio, llamadas telefónicas
furiosas, y amargos mensajes instantáneos de una enloquecida Alex —quien
había obtenido mi información de contacto a través del perfil de Facebook de
Dan—, ellos finalmente se graduaron, y yo pensé que ya estaba todo en claro. A
pesar de todo lo que había pasado, ellos estaban planeando no sólo seguir
juntos, sino vivir juntos en Chicago, a donde él se dirigía a la escuela de
posgrado después de la universidad.
Pensé que iba a terminar allí. Pero como resultó, estaba equivocada.
Al comienzo de mi primer año recibí una petición de amistad de una chica al
azar llamada “Judy Masterson”. Yo en realidad no la conocía, pero cometí el
error de aceptar su solicitud de amistad, porque teníamos varios amigos en
común, y oye, no quería ser grosera, ¿de acuerdo? Gran error.
Las cosas fueron normales al principio, y en ocasiones las actividades en línea
de Judy se presentaban en mis Historias Destacadas (alias, el Paraíso de la
Acosadora). Me pareció un poco extraño cuando me mandó casuales “mensajes
para conocernos”, pero cuando miré más de cerca su perfil, llegué a la
conclusión de que no era más que una chica que vivía sola en Nueva York. Ella
tenía cerca de 300 amigos de Facebook e incluso un par de álbumes de fotos, y
aunque cada foto tenía una explicación detallada de por qué en realidad no se
podía ver en la foto, ni por un segundo se me ocurrió que su perfil no era real.
Equivocada otra vez: después de varios meses de “amistad” en línea con Judy
Masterson, las cosas empezaron a ponerse un poco raras. Primero hubieron
algunos mensajes extraños, luego un par de mensajes pasivo-agresivos acerca
de “putas de Harvard que roban novios de la gente”, los cuales parecían
evidente, sin embargo, inexplicablemente, dirigidos a mí.
Finalmente, lo descubrí: Alex, quien debió haberse sentido inquieta en casa
mientras que Dan estaba fuera todo el día consiguiendo su maestría en
psicología (oh, la ironía), pasó incontables horas creando un falso perfil de
Facebook todo con el propósito de acosarme.
Después de una confrontación desagradable en línea, se vio obligada a
desactivar su perfil de acosadora, pero de vez en cuando me llegan al azar
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solicitudes de “amistad” de personas de las que no sé nada, que no sea el hecho
de que tenemos un par de amigos en común.
Una palabra al sabio: nunca aceptes una solicitud de alguien que no conozcas
EN PERSONA y nunca publiques información privada (números de teléfono,
correos electrónicos, direcciones, fotos, etc.), en un foro público en Internet.
Deberías saberlo mejor —especialmente si eres un psicólogo graduado— no le
des tu contraseña a una novia potencialmente inestable.
En resumen, nunca sabes quién puede tener acceso a un perfil o quién puede
estar ahí fuera vigilando… podría ser tan inofensivo como un futuro empleador,
pero por lo que sabemos, en este mundo cibernético anónimo, podría ser otro
psicópata, acosador de Facebook que puede ser peligroso.
El siguiente viernes, Callie estaba dirigiéndose de regreso hacia Wigglesworth
después de clase cuando se encontró con Gregory y Clint yendo en la dirección
opuesta. Ambos estaban usando ropa deportiva, y llevaban sus raquetas de
squash.
—¡Hola! —exclamó Clint, abrazando a Callie. Gregory miró con rudeza a su
reloj.
—¡Hola! —respondió Callie, desenganchándose rápidamente porque ella era,
después de todo, anti-DPA. O al menos eso se dijo a sí misma—. No sabía que
tenían práctica justo ahora.
—No la tenemos —dijo Clint—. Pero todos los viernes pasamos por la escuela
pública local para golpear la pelota con algunos de los niños.
—¿Sólo para divertirse? —preguntó ella, mirando de uno a otro.
—Bueno, es divertido —dijo Clint—, pero también su programa no puede
permitirse un entrenador, así que dividimos sus prácticas entre los chicos de
nuestro equipo.
—Guau —dijo Callie—. Eso es muy genial.
—Realmente no es gran cosa —dijo Gregory, evitando sus ojos—. Oye,
probablemente deberíamos irnos.
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—Deja de ser tan modesto —dijo Clint, golpeando a Gregory en el brazo—.
Todo el programa de mentores fue su idea en primer lugar —agregó,
dirigiéndose a Callie—. ¡Él organizó toda la cosa!
—¿Él hizo… ? —preguntó Callie, mirando fijamente a Gregory.
—Sólo estaba rellenando mi currículum —murmuró, arrastrando los pies.
—Deberías verlo con los niños —continuó Clint—. Lo aman.
—Hablando de eso —dijo Gregory—, realmente tenemos que irnos. No podemos
llegar tarde.
—El hombre es dedicado —dijo Clint, dándole una palmada en la espalda—. De
todos modos, te llamo más tarde —dijo, señalando a Callie—. ¿Tal vez esta
noche podríamos reunirnos todos para tomar un trago?
—No puedo… estoy ocupado —dijo Gregory en el momento exacto en que Callie
sacudió la cabeza y murmuró—: Tengo que trabajar.
Clint les dirigió una mirada divertida.
—Bueno, ustedes no son divertidos. ¿Supongo que te veré mañana?
—Seguro —dijo Callie, y luego los vio alejarse uno al lado del otro.
De vuelta en Wigglesworth mientras estaba de pie frente a la puerta C-24,
Callie notó un gran sobre de manila puesto en el buzón de metal.
Tenía su nombre en él.
Su corazón comenzó a latir tres veces más rápido mientras lo abría. Alcanzando
el interior, sacó un grueso fajo de papeles, reconociendo sus artículos de COMP,
o más bien lo que quedaba de ellos después de la pluma implacable del editor.
También había una nota.
Querida Callie Andrews,
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¡Felicitaciones! Nos complace informarte que tu primer portafolio ha
sido un éxito.
Te la hemos devuelto con algunas observaciones. Tendrás un par de
semanas para revisar estas y preparar un nuevo portafolio para una
segunda ronda.
¡Sigue con tu buen trabajo!
Los editores de QM
—¡Vanessa! —exclamó Callie mientras abría la puerta principal—. Vanessa, ¡lo
hice! Vanessa…
Y fue entonces cuando recordó: Vanessa no le hablaba. Una semana entera
había pasado, pero aparte del: “¡Sal-rápido-del-baño!” y un gruñido de sorpresa
después de una casi colisión en el pasillo, Vanessa había estado en completo
silencio.
Y todo es culpa mía, se recordó Callie. Últimamente se había convertido en una
horrible persona, peor que Lexi, peor que el sujeto que apuñaló a César y casi
tan mala como Evan.
Toda la semana había estado intentando encontrar la manera de hacer las
paces con ellos: Vanessa y, no debemos olvidar; Matt.
De los dos, Matt había sido ligeramente más fácil. Después de unos cuantos
silencios incómodos en el pasillo, ella había llamado a su puerta blandiendo:
chocolate caliente, una galleta gigante y sus mejores ojos tristes de cachorro.
Había sido imposible para él resistirse.
Vanessa por otro lado, seguía odiando sus entrañas. Callie había intentado
todo: galletas, notas de disculpa, pequeños regalos y caricaturas graciosas de
Dana y Adam, incluso le había pedido a Mimi que intercediera por ella (lo cual
había resultado ser un error, dado que Vanessa tampoco estaba muy contenta
con ella).
Página201
En el momento en que Callie entró a su dormitorio, se percató de su teléfono
vibrando en su bolsillo.
UNA LLAMADA ENTRANTE DE… Peor que Brutus. Oh, fantástico.
—Hola, Evan —dijo, sentándose en su escritorio.
—¿Callie? ¡Hola! ¿Cómo estás? ¿Vendrás para Acción de Graci…?
—Ahórrate la charla, Davies —espetó—. Ya ha pasado casi un mes. ¿Te hiciste
cargo de eso?
—Bueno…
—Sí o no, Evan.
—Sí… —comenzó él—, y no.
—¿A qué te refieres con “sí y no”? ¿Qué diablos, Evan? —gritó, poniéndose de
pie, y comenzando a pasearse por la habitación.
—Callie, mira, cálmate —dijo él—. No pude con exactitud “hacerme cargo de
eso” porque más de una persona tiene una copia…
—¿Qué? Pero tú dijiste…
—Por favor —me interrumpió—, soló déjame explicarte. Como te dije en
septiembre, le di una copia del archivo a mi hermano mayor porque valía
muchos puntos en la búsqueda del tesoro. Pero de inmediato me di cuenta de
que había cometido un grave error, y fue entonces cuando te llamé…
—Sí, lo sé. Estaba allí. Y entonces juraste explicarle la situación, y recuperarlo,
borrarlo, o lo que sea. Lo cual hiciste… ¿Lo hiciste, cierto?
Evan permaneció en silencio.
—Bueno… yo… lo intenté. Pero entonces dijo que no contaría a menos que lo
mostráramos…
—¿¡MOSTRARAN!?
—Solamente a los hermanos que estaban a cargo de la iniciación, ¡para probar
que en realidad lo hice!
Callie se sintió enferma. Se volvió a sentar en la silla de su escritorio.
Página202
—Mi hermano mayor me prometió que solamente había guardado una copia en
su ordenador y que la eliminaría permanentemente una vez que concluyera la
iniciación. Pero sólo para estar seguros, me colé en su habitación dos noches
atrás y borré todo su disco duro. Incluyendo —añadió oscuramente—, su tesis
de grado.
—Entonces, ¿está hecho? —preguntó Callie, sujetando los costados de la silla—.
¿Ha sido borrado, destruido, y todo esto se terminó?
—Bueno, no del todo. Pensé que con eso acabaría, y estaba a punto de llamarte
y decírtelo la noche pasada, cuando…
—¿Cuándo, qué?
—Cuando enviaron un correo electrónico a toda la lista de la fraternidad. Y el
archivo… estaba adjunto. Todo mundo en la fraternidad… tiene una copia
ahora.
—¿Cómo… cómo… es eso posible? —La cabeza de Callie daba vueltas tan
rápido que apenas podía ver.
—No… no lo sé, Callie. Lo siento —dijo Evan con la voz quebrada—. Hice todo
lo que pude. Por favor, créeme. Esta mañana renuncié a la fraternidad.
No había nada más que ella pudiera decir, excepto:
—Evan, no quiero volver a hablarte nunca más.
—Callie…
—Y tengo que ver ese correo electrónico. Envíalo, y luego, no vuelvas a
contactar nunca conmigo.
—Está bien —dijo después de una pausa, tragando saliva—. Te lo enviaré
ahora mismo, y te llamaré más tarde para ver si hay algo más que yo pueda…
—Nunca más vuelvas a llamarme. —Colgó el teléfono.
Callie abrió la pantalla de su computador. Su pie golpeteaba mientras accedía a
su bandeja de entrada, esperando a que llegara el correo electrónico de Evan.
Furiosa, dio clic en actualizar y efectivamente, apareció un nuevo mensaje.
Pero no era de Evan. En cambio, era del “Hasty Pudding Club; est. 1770”:
Página203
______________________________
De: Anne Goldberg
Para: Callie Andrews
Asunto: ¡Bienvenidos al Pudding!
______________________________
¡Saludos, neófitos!
Su presencia es requerida para una reunión obligatoria en la sede del club (2
Garden Street), el próximo martes a las 2 p.m en punto. La reunión no tomará
más de media hora: solamente necesitamos tu firma de aceptación por haber
recibido y leído las reglas del club y, por supuesto, el pago de tus cuotas de este
semestre, pagaderos a no más tardar el 31 de diciembre. Los detalles los
puedes encontrar en la carta que recibiste la noche del viernes pasado. Estamos
felices de aceptar el pago mediante tarjeta de crédito o cheque personal. Al
final de la reunión, todos recibirán su juego de llaves de la casa club. Por favor
envíanos un correo electrónico con todas tus dudas o inquietudes.
Saludos,
Anne Goldberg, Secretaria.
Callie tuvo que leer dos veces el correo electrónico antes de que pudiera
entender lo que significaba la palabra cuotas. Con desazón tomó la carta que
Tyler Green le había entregado la semana pasada durante la fiesta de
bienvenida del Pudding.
Efectivamente, en la parte inferior de la página, había un párrafo sobre las
“Cuotas del Club”.
Rápidamente hizo cálculos mentales. Cuotas por comida… por invitados… por
participación de una sola vez… por mantenimiento… ¿MIL DÓLARES?
¿Cómo demonios iba a conseguir todo ese dinero, cuando su presupuesto total
para los dos semestres era de dos mil dólares, restándole al menos unos
setecientos en libros?
Página204
¿Qué podría decirles a sus padres?
“Mamá, papá: ¿podrían por favor duplicarme el presupuesto?”
“¿Por qué? Oh, solamente por razones sociales…”
Era imposible. Nunca lo entenderían. Especialmente cuando acababan de
gastar tanto dinero en un billete de avión para que pudiera volar a casa para
las vacaciones de Acción de Gracias.
Lágrimas de frustración y desesperanza empezaron a escapar de las esquinas
de sus ojos mientras navegaba de regreso a su bandeja de entrada. Y allí
estaba.
__________________________________________________________________
De: Evan Davies
Para: Callie Andrews
Asunto: (sin asunto)
Archivos adjuntos (1):
C:\Usuarios\EvanDavies\Escritorio\Privado\Practica_de_Capitanes.avi
__________________________________________________________________
Lo siento
No se atrevió a abrir el archivo adjunto. En cambio, apoyó la cabeza en la parte
superior de su escritorio y comenzó a sollozar, golpeando la madera con los
puños. Deseó que sus padres no hubieran sido capaces de permitirse el lujo de
hacerla volar a casa para Acción de Gracias, ¿cómo podría ella alguna vez
mostrar su cara en Los Ángeles de nuevo?
Apenas notó el sonido de los tacones de Vanessa en el pasillo, o su voz, que
parecía molesta mientras anunciaba:
—Callie, sólo vengo para recuperar ese vestido que te presté el mes pasado…
Página205
Vanessa se detuvo a media frase cuando irrumpió en la habitación.
—¿Callie? —preguntó ella.
—¡Oh! ¡Vanessa! —Callie jadeó en medio de sollozos, derribando
accidentalmente la silla mientras se levantaba.
—Callie, oh, Dios mío, ¿qué está mal contigo?
Callie se derrumbó en la cama, su cuerpo temblando por los sollozos. Vanessa
vaciló un momento, pero luego se sentó en la cama y puso una mano sobre el
hombro de Callie.
—Vanessa —dijo Callie, mientras lloraba sobre la almohada—. Lo siento tanto,
tanto, mucho por lo de tu cumpleaños… lo que te hice. Fue imperdonable.
Últimamente he sido completamente horrible. Ni siquiera te merezco como
amiga…
—Oh, cállate —dijo Vanessa—. No me gusta que me hayas mentido, y espero
que prometas no volverlo a hacer en el futuro, pero podemos hablar de eso más
tarde… ahora, ¿por qué no me dices qué te pasa?
—Es mi ex, Evan, de la secundaria…
—¿Qué? Pensé que ya lo habías superado por completo, por cómo van las cosas
con Clint…
Vanessa se encogió cuando la mención de Clint envió a Callie dentro de un
nuevo vendaval de histeria.
—¡Clint! Me olvidé por completo de… oh, Dios, si él… ¡nunca va a hablarme de
nuevo!
—Callie, ¿de qué demonios estás hablando? —exigió saber Vanessa—. ¿Clint no
acaba de invitarte a pasar Acción de Gracias en la casa de sus padres en
Virginia? —De repente, pareció avergonzada—. No era mi intención, quiero
decir, te escuché decírselo a Mimi la otra noche… —Vanessa se dio cuenta que
sus palabras sólo estaban empeorando las cosas. Tomando una respiración
profunda, intentó una vez más—: Callie, por favor. Estás comenzando a
asustarme. ¿Qué está pasando aquí?
Pero para ahora Callie estaba llorando con demasiada fuerza como para poder
hablar. Patéticamente gesticuló en dirección a su ordenador.
Página206
Vanessa tomó asiento, dio clic en ACEPTAR y esperó a que se abriera el
archivo. Sus ojos se ensancharon con sorpresa, lo que pronto se convirtió en
vergüenza, y finalmente horror. Rápidamente cerró la ventana. Había visto
suficiente.
—Callie —dijo Vanessa con urgencia, dando la vuelta para mirarla—. Tú no,
sabías, acerca de esto, en absoluto ¿cierto? ¿Incluso cuando estaba sucediendo?
—No —murmuró Callie contra la almohada—. ¡No! ¡Por supuesto que no sabía
que estaba sucediendo! ¿En verdad crees que habría estado de acuerdo con una
cosa así? Lo hizo en secreto, por algún estúpido reto, y ahora no sería un
problema si lo hubiera destruido después, pero entonces él… —Hizo una pausa,
debido al pesado nudo en la garganta—. Se lo dio a alguien de su fraternidad…
Golpeada por el horror, los ojos de Vanessa se abrieron aún más todavía.
—Y lo reenvió… y reenvió…
Callie se detuvo bruscamente, incapaz de continuar.
Vanessa corrió hacia ella y la abrazó tan fuerte como pudo.
—Oh, Vanessa —murmuró Callie, apoyando su cabeza en el hombro de
Vanessa—. Estoy arruinada…
En privado, Vanessa no podía sino estar de acuerdo.
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CCaappííttuulloo 1144 PREGÚNTALE A ALICIA
Traducido por Jo, Ateh y Maru Belikov
Corregido por Nanis
El Significado De La Vida Es Un Arcoíris.
Un poema por Matt Robinson
La lechuga es verde
Las chicas son viles
Las bananas son amarillas
Los chicos son calmados
Mi camiseta es morada
Greg es una tortuga
Cabello que es rojo
Significa loca en la cama
¿Rima con naranja?
No soy azul
Soy un zapato.
o había nada que Callie pudiera hacer más que intentar perderse en el
trabajo escolar, editando su segundo portafolio COMP, su vida social, y
Clint… los últimos dos siendo un lujo limitado dependiendo en si —o
realmente cuán rápido— podía viajar el rumor desde California a Cambridge.
N
Página208
En los días de ataño de pergaminos, sellos de cera, y hombres en caballos, uno
podía contar con que las noticias viajaran lentamente, pero ahora ya no era
posible para las personas tener deslices en diferentes códigos de área o hacer
alguna travesura en un estado y esperar ser absuelto al simplemente mudarse
a otro.
Era la noche del miércoles: unos meros cinco días desde ese fatídico e-mail, y
Callie estaba sentada en la sala común con Mimi y Vanessa como siempre,
intentando con poco entusiasmo concentrarse en La Letra Escarlata de
Nathaniel Hawthorne: la asignación de lectura de su curso de literatura de
Novelas del Siglo XIX. Mientras leía, una línea de la página sobresalió y llamó
su atención.
—¡Hester —gritó él—, ¡aquí hay una nueva atrocidad! Roger
Chillingworth conoce tu propósito para revelar su verdadero carácter.
¿Continuará, entonces, manteniendo nuestro secreto?
Y según las Novelas del Siglo XIX son “irrelevantes”: era una coincidencia que
los libros de su clase parecieran como un espejo de su vida, o era este extraño
plan de estudios claramente la prueba de la divina intervención, una broma
sagrada, por así decirlo. ¿Estaban los ángeles allá arriba ahora tomando té y
panecillos con Hawthorne, Wharton y Flaubert, y riendo hasta reventar sus
cabezas?
¿O era simplemente el trabajo de un extremadamente inteligente narrador?
Callie arrojó su libro al suelo. Mimi y Vanessa miraron, obviamente todavía no
familiarizadas a la malhumorada e impredecible chica cambiada que parecía
haber reemplazado a su alegre y despreocupada compañera de cuarto en algún
momento en las últimas semanas.
—¡Es sólo basura, saben! —chilló Callie, señalando a la novela—. Quiero decir,
así que ella tuvo sexo ilícito, ¿y qué? ¿A quién le importa que fuera con un
ministro? ¡Era ardiente y pueden apostar que a ambos les gustó!
Vanessa pareció preocupada mientras Mimi se espabilaba, esperando ser
entretenida o escandalizada.
—¿Y ahora todo el jodido pueblo la está haciendo usar esta puta “letra
escarlata” sólo porque ella no les dirá su secreto? Bueno, ¿saben lo que yo digo?
Qué se jodan esos tipos, amigo. ¡Qué se jodan esos jodidos bostonianos
Página209
puritanos que no podían dejar de pensar en todo lo que no están jodiendo y en
su lugar tienen que jodidamente castigar a los que sí!
—¿Terminaste? —preguntó Vanessa.
—¡No, no he terminado todavía! —gritó Callie en un simulado tono de voz
irritado de-no-me-estás-encontrando-entretenida—. Sólo tengo una cosa más
que decir sobre esta novela y eso es… —Se detuvo por un momento antes de
romper en un grito alargado, deliberado, del tipo Tarzán—:
¡JOOOOOOOOOODEEEEEEEEEEEEEEEER!
—¡Bravo! —chilló Mimi, aplaudiendo. Recogió con gravedad su libro de texto de
farmacología para Drogas y el Cerebro y lo sostuvo en frente de ella—. Y para
ti, mi ridículo amigo libro de texto, también digo: ¡jódete! —dijo alegremente,
mostrándole a su tarea el dedo medio.
—Tal vez deberíamos tomarnos un descanso del estudio… —comenzó Vanessa,
con miedo de que sus compañeras estuvieran en el borde de chasquear y
perderlo por completo.
—Excelente —dijo Callie—. Genial idea, V.
—¿Barras proteicas y TiVo? —preguntó Vanessa, dejando sus libros a un lado
también. (Dieta Estratégica de la Semana: sin carbohidratos… “Los
carbohidratos son, como, completamente malos para el medio ambiente. El
calentamiento global no es un mito”).
—¡Grand Theft Auto IV! —chilló Mimi, levantándose de golpe—. ¡Me gustaría
dispararle a cosas y robar los autos!
—Genial, hagámoslo —dijo Callie, yendo hacia la puerta. En su camino gritó—:
¡Oye! ¡Dana! ¡Vamos a a estar al otro lado del pasillo para relajarnos si quieres
venir!
—Está bien —dijo Dana, asomando su cabeza de su habitación—. Adam vendrá
a ver una película más tarde así que creo que sólo me quedaré aquí y trabajaré
hasta…
La puerta principal se cerró de un portazo.
Sin tocar Callie, Vanessa y Mimi entraron a empujones a la suite de los chicos
al otro lado del pasillo.
Página210
Callie inmediatamente pudo sentir que algo estaba mal: el aire olía pegajoso y
dulce, como el aroma que a menudo rondaba en lugares muy especiales por
toda California, cerca de los mejores puntos de surf en la playa, en ese parque
detrás de su secundaria, extendiéndose por los lados de un auto de ventanas
empañadas mientras cuatro adolescentes con risitas partían en su camino a
una fiesta, en los baños de los cines, y en cada locación imaginable a través del
campus de la UC Berkeley.
—¡Tetrahidrocanabinol! —gritó Mimi con euforia mientras OK rompía en un
puño tosiendo y Gregory empujaba algo bajo el sofá de cuero.
—Está bien, amigo, son sólo nuestras vecinas —dijo Matt desde donde sea que
hubiera estado recostado en el otro sofá.
—¿Matt? —preguntó Callie—. ¡No sabía que eras un fan de darle a la pipa de la
paz!
—¡Pipa de la paz! —repitió Gregory, riendo tontamente en una manera muy
poco típica de Gregory—. ¡Quién lo llama así!
OK, quien lucía aturdido y confundido sobre el sillón, tomó unos segundos de
sobra para procesar el término pipa de la paz antes de que comenzara a imitar
un grito de hacha de guerra y hacer variados gestos que nosotros los nativo
Americanos aprendimos a una temprana edad que eran políticamente
incorrectos.
—Yo, Jefe. —Se detuvo, sus ojos registrando la habitación por inspiración y
encontrando una lata vacía de cerveza—. Jefe Milwaukee’s Beast demando
pase la pipa de la paz. Ahora.
Levantando una ceja, Gregory le pasó la pipa.
—¿Qué? —preguntó Vanessa mientras miraba alrededor de la habitación—. No
lo entiendo. ¿Cuál es el chiste?
—Este no es un chiste, Vanessa —soltó OK, de pronto de vuelta a su mejor
acento de la BBC, intentando lucir insultado mientras se sentaba más erguido
en el sofá—. Al contrario, este es un muy serio esfuerzo de comprometernos en
una muy seria relajación…
Se fue apagando mientras el cover de Sublime de “Smoke Two Joints” comenzó
a sonar en la bocinas de la esquina.
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Vanessa puso los ojos en blanco.
—¿En serio? ¿Un miércoles? —le murmuró a Callie. Callie rió y asintió
afirmando: ese olor en la habitación era indiscutiblemente marihuana, y sus
amistosos vecinos del frente del pasillo estaban volados fuera de sus mentes.
—Bueno —dijo Matt, alcanzando la pipa—, ¿seguirán de pie allí mirándonos o
van a sentarse y relajarse?
—Nunca he fumado hierba antes —le admitió Vanessa a Callie en un susurro—
. Porque, como, tú sabes, te engorda.
—Tampoco lo he hecho yo —la tranquilizó Callie—. Nunca quise por el fútbol.
—¿Deberíamos irnos? —preguntó Vanessa, mirando con ansia a Gregory
mientras Mimi, ya cómoda en el sofá, le pasaba la pipa.
Callie siempre se había enorgullecido de ser el tipo de chica que evitaba usar
sustancias para alterar su humor. Pero, de nuevo, hasta ahora nunca había
sufrido de un mal humor que estaba en seria necesidad de alteración. Además,
no podía soportar el pensamiento de volver a su habitación…
—No, quedémonos y probémosla —dijo ella, tomando a Vanessa de la mano—.
La universidad se supone que tiene que estar llena de nuevas aventuras y
experiencias, y no hay otra persona con quien preferiría perder mi virginidad
de fumadora de hierba.
—¿Acaso alguien dijo “virginidad”? —preguntó Gregory con una sonrisa
traviesa. Sus pupilas estaban tan dilatadas que apenas mostraban el frío azul
de sus iris—. No sabía que eras virgen, Callie. Nunca habría adivinado.
Antes de que Callie pudiera responder, Mimi intervino:
—Oh no, ella definitivamente no es virgen —chilló, sacudiendo su cabeza a
Callie, y luego apuntando a Vanessa—: ¡pero ella lo es!
—Muchas gracias, Mimi —murmuraron simultáneamente Callie y Vanessa,
ambas poniéndose rojas.
—Oye, está bien, Vanessa —dijo OK mientras encendía la pipa, inhalando
profundamente. Exhaló lentamente, soltando una enorme nube de humo de
olor dulce—. ¡Matty aquí es virgen también!
—Así es —dijo Matt—. Me estoy reservando para alguien especial.
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—¿Qué tengo de malo, cariño? —bromeó OK, saltando a sus pies y corriendo
para taclear a Matt, intentando montarlo mientras Matt luchaba para
resistir—. ¿No soy lo suficientemente especial para ti?
Los dos chicos, ambos sobre el metro ochenta, lucharon por un momento en un
afectuoso enredo de extremidades negras y blancas mientras Mimi gritaba.
Matt se las arregló para inmovilizar a OK, quien, luchando por librarse, cayó
sobre Mimi, pretendiendo agarrarse a ella por consuelo.
—Ya, ya —arrulló ella, acariciando a OK en la cabeza mientras él intentaba
hociquear cerca de su pecho—. Te protegeré, enorme hombre negro, del delgado
chico blanco que acabas de intentar abusar...
Gregory levantó la mirada de donde ayudaba a Vanessa a encender la pipa,
riéndose con apreciación. A mitad de risa, una expresión confusa pasó por su
rostro: no podía recordar qué había sido tan gracioso. Continuó riéndose de
todas formas.
Callie observó cómo Vanessa inhalaba, expandiendo sus mejillas y arrugando
la frente de una manera que la hacía lucir como un pez globo constipado.
Vanessa contuvo el aliento por unos buenos diez segundos antes de que
exhalara en una enorme tos. Gregory le palmeó fraternalmente —¿o era
cariñosamente?— la espalda.
—¡Tu turno, Caliente! —chilló Gregory, inclinándose sobre Vanessa y
blandiendo la pipa.
Vanessa sucumbió a otro ataque de tos, lágrimas cayendo por los bordes de sus
ojos.
—Tendré cuidado, Callie, lo prometo —susurró Gregory, posicionando el
encendedor—. Sólo intenta respirar lentamente y sostenerlo en tus pulmones
tanto como puedas.
Callie asintió y posicionó sus labios alrededor de la boquilla de la pipa.
Lentamente aspiró el humo de olor dulce en sus pulmones, luego tragó una
gran bocanada de aire como un nadador saliendo a la superficie y la sostuvo por
una cuenta de cinco Mississippis.
Su cabeza se sintió ligera, y ella, como Vanessa, comenzó a toser fuera de
control, su garganta quemando.
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—Buena chica, Caliente, buena chica —dijo Gregory, palmeando su rodilla—.
Siempre supe que eras una campeona.
Mientras tanto Matt se había levantado y caminado al otro lado de la
habitación, volviendo con dos botellas de agua. Sonriendo como una mamá
orgullosa de fútbol, se las pasó a Callie y Vanessa.
Callie dejó que el agua fría calmara su garganta adolorida.
—¡Guau, botellas de agua y todo! —dijo cuando hubo recuperado el habla—.
¿Quién sabía que eras tal profesional? Para ser honesta, nunca habría
adivinado que tú…
—Que yo, ¿qué? —preguntó Matt, deslizándose entre OK y Mimi con una
mirada traviesa en su rostro—. ¿Me gusta fumar hierba? Sólo porque soy del
norte de Nueva York no me hace un inocente niñito de granja.
Mientras decía la palabra norte, Callie lo notó dando una mirada rápida en
dirección de Gregory. Recordó el momento en que sacó como conclusión que
Matt no salía la noche del viernes porque nadie lo había invitado a una fiesta.
¿Por qué asumí inmediatamente que Matt no es tan, bueno, genial como el resto
de nosotros?, se reprendió ella misma. Él era inteligente, amigable, gracioso (a
veces sin intención), y hasta algo atractivo en cierta luz cuando se molestaba en
sustituir sus lentes de contacto por sus lentes…
Callie de pronto se dio cuenta que Vanessa, quien normalmente no se callaba,
no había dicho una palabra desde que había fumado de la pipa. Una expresión
soñadora se había establecido en su rostro: una expresión normalmente
reservada para las ocasiones que pasaban junto a la vitrina de Finale, la
pastelería de alta calidad en Harvard Square. Callie se preguntó si Vanessa
estaba “volada.” Callie, por su parte, no había comenzado a sentir nada todavía.
—¡Tengo hambre! —exclamó Gregory, cruzando sus brazos e inclinándose hacia
atrás.
—¡Podría hacerte palomitas de maíz! —exclamó Vanessa, llamando la
atención—. Está justo al otro lado del pasillo… ¡Ya vuelvo!
—Mmm… eso sería genial —murmuró Gregory, con los ojos medio cerrados.
—¡Euu… palomitas de maíz! —dijo Mimi, arrugando la nariz—. Las cosas que
a ustedes americanos les gusta comer…
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—Si pudieras comer cualquier cosa en este momento, ¿qué sería? —preguntó
OK, mirando a Mimi como si le acabara de pedir que volaran ya mismo a las
Vegas y se casara con él mañana y estuviera a la espera de su respuesta.
—Hmm… pepinillos encurtidos avec du beurre51 y esa salsa picante que hacen
en Felipe’s.
—Excelente, llamaré a Babatunde y le diré que los traiga de inmediato —dijo
OK, llegando a su izquierda y agarrando un poco de aire vacío. Se veía muy
perturbado cuando se dio cuenta que no había nada ahí—. ¿Dónde está mi
campana de invocación? ¿La volvieron a esconder?
—¡Campana de invocación! —gritó Callie ante la broma.
Matt la interrumpió:
—Hombre, la boté por la ventana hace dos noches, esa maldita campana me
estaba molestando. Si quieres hablar con alguno de nosotros, levanta tu trasero
y encuéntranos.
Matt miró a Gregory por una afirmación, pero Gregory estaba ocupado mirando
el enorme cartel de una estrella porno en topless fijada en la pared contraria a
la gran pantalla de televisión: tan “universitario” y tan cliché.
—Ella siempre está vigilándonos —murmuró—. Como un ángel con enormes,
gigantes senos…
Hablando de senos…
—¡Regresé! —gritó Vanessa, llevando un enorme tazón de palomitas de maíz y
luciendo una camiseta sin mangas muy escotada que no había estado usando
antes—. ¡Aquí tienes! —dijo, colocando las palomitas de maíz frente a Gregory
de una manera que le dio una vista completa de su pecho.
—Ángeles… —susurró Gregory, metiendo la mano en el tazón mientras
Vanessa se quedó seductoramente sobre la mesa de café.
¡Zorra!, pensó Callie irritada. Vio a Gregory mirar hacia el cuello de la
camiseta de Vanessa. Espera un momento, ¿qué estoy diciendo? Vanessa es mi
mejor amiga en Harv…
51 Avec du beurre: Con mantequilla. Del francés en el original.
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—¡Muévete! —siseó Vannesa, apretándose dentro del estrecho espacio entre
Callie y Gregory en el sofá.
¡Zorra cara de puta!
Callie se dio cuenta de que Matt estaba sosteniendo la pipa, mirándola
expectante. Molesta, aceptó, vaciló y se preguntó cómo se supone que debería
encender la maldita cosa antes de empujarla contra la cara de Vannesa, quien
actualmente se cernía odiosamente cerca de Gregory.
—Oooh, ¡gracias! —arrulló Vanessa sin siquiera voltearse a verla—. Gregory,
¿me harías el honor?
—Claro que sí, querida —respondió, sosteniéndola para ella con una mano y
encendiéndola con la otra.
Mientras tanto las cosas se estaban empezando a poner un poco raras en el otro
sofá. Matt, quien aparentemente pensaba que estaba siendo gracioso, gritó:
—¡Miren, chicos! ¡Puedo respirar bajo el agua! —Antes de sumergir toda la
cabeza en el tazón gigante de palomitas de maíz, arrojando granos con
mantequilla por toda la habitación.
Esto envió a OK y Mimi a un ataque de histeria mientras techno-pop alemán
empezaba a sonar en el iPod shuffle: Oh, du mein touch privaten Raum, wo ich
mein Herz52…
Callie se estaba esforzando por recordar el nombre de la canción cuando OK se
puso de pie y rugió:
—¡HANZEL EBERHARDT! ¿CÓMO ENTRASTE? ¿DÓNDE TE ESTÁS
ESCONDIENDO? SAL Y PELEA, ¡TÚ DIOS DEL SEXO EN PANTALONES
AJUSTADOS! —En un delirio corrió por la habitación, levantando almohadas
del sofá y mirando bajo la mesa de café, buscando, aparentemente, por el
“Príncipe Tecno de Europa”.
Divertida, Mimi empezó a gritar:
—¡OK! ¡Relájate! No está realmente aquí. Sólo es su banda, “Sexy Hansel”
sonando en el iPod.
52 Oh, du mein touch privaten Raum, wo ich mein Herz: Oh, tocas mi espacio privado en
el que mi corazón. Del alemán en el original.
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—¡Oh! —dijo OK, golpeando su mano contra la frente—. Quiero decir, sí, ya lo
sabía. Simplemente, no me gusta esta canción es todo…. ¿pensé en cambiarla si
a nadie le importa?
—Sissy —murmuró Mimi malvadamente.
—¡¿Qué acabas de decir?! —chilló OK, saltando como si alguien le hubiera
disparado un enema sorpresa por el trasero.
—Dije que eres un marica53. —Se rió Mimi—. ¿Sinónimo de “endeble”,
“maricón” y “afeminado”? ¡Hoy lo busqué en UrbanDictionary.com! —terminó
orgullosamente.
Sacudiendo la cabeza, Callie se arrepintió del día que había elegido contarle a
Mimi sobre UrbanDictionary.com.
Aún sorprendido, OK se acomodó en el sofá. Mimi le dio una palmada en la
rodilla y se extendió para coger la pipa de la mano extendida de Gregory. Nadie
parecía estar ni un poco preocupado que la cabeza de Matt seguía sumergida en
el tazón de palomitas de maíz como una avestruz enterrada en la arena.
Vanessa se estaba balanceando con la música, una expresión vacía en sus ojos
hasta que, al ver a Matt, empezó a gritar:
—¡OH POR DIOS! ¡Matt! ¿Qué le pasó a su CABEZA?
Gregory empezó a reírse, pero Vanessa estaba al borde de las lágrimas.
—¿Qué… qué le pasó? ¡No está pegada a su cuerpo! ¡A dónde fue! ¿Está… vivo?
—tartamudeó, retrocediendo de lo que Callie se dio cuenta era un bizarro
mundo de marihuana donde se podría ver como un cuerpo sin cabeza.
Claramente ella no estaba tan volada como el resto.
—¡Uhguh-chughuh-tawy-aetma-wee-oot! —Vino la sorda respuesta de Matt
desde el fondo del tazón.
—¿¡Qué!? —exclamó Vanessa, aferrándose a Gregory por consuelo.
—Dijo que va a tratar de comer para salir —dijo Mimi, con una expresión
impasible en el rostro—. En serio, Vanessa, pensé que habías dicho que sabías
hablar francés…
53 Marica: En inglés una de las formas de escribirlo es “sissy”. Pero escrito en mayúscula se
refiere al nombre de la ex novia de Ok.
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—Mais non, elle n’a pas la sophistication54 —ofreció Gregory mientras
palmeaba la cabeza de Vanessa (que estaba descansando sobre su hombro), con
una expresión aburrida en los ojos.
—¿Pensé que hablabas español? —disparó Callie contra él.
—Oui, Caliente, je parle les deux55. E italiano, chino, japonés, y árabe,
adicionando un conocimiento superficial de latín y griego. ¿Qué? —añadió
mientras ella lo miraba incrédula—. ¿Sorprendida de enterarte que soy más
que una cara bonita?
—¿No hablas todos esos idiomas, mi pequeña campeona de fútbol de California?
—preguntó OK desagradablemente desde el sofá—. Todo el mundo sabe que
necesitas mínimo chino o japonés por negocios, latín y griego para aprobar el
internado, árabe si alguna vez te topas con la CIA, francés e italiano si alguna
vez has estado enamorado, y español si quieres adicionar correctamente las
cosas en un burrito en Felipe’s al ordenar cuando estás como una mierda a las
dos de la mañana.
—¡Amén a eso! —Gregory y OK chocaron puños, y Mimi los miró con asombro,
sin duda preguntándose si acababa de ser testigo de nuevo material que añadir
a su repertorio de chocar las manos.
De repente, la cabeza de Matt salió disparada del tazón.
—¡Tuve una visión! —gritó, levantándose de un solo salto y corriendo hacia su
habitación.
—¿De qué? —preguntó Mimi, riendo mientras OK deslizaba su brazo alrededor
de sus hombros—. ¿Grasas trans y color amarillo?
—¡Necesito un bolígrafo y papel! —dijo en una respuesta amortiguada. Salió
momentos después sosteniendo un cuaderno cubierto con garabatos y dibujos—.
A veces cuando estoy volado, me gusta escribir poesía… —dijo, con una
expresión seria en su rostro.
—A veces cuando estoy ido —empezó OK, también viéndose serio—, pienso que
me ha crecido una tercera bola. Miro hacia abajo y veo tres gloriosos testículos
flotando alrededor como si yo fuera el rey de los malditos dioses del esperma.
54 Mais non, elle n’a pas la sophistication: Pero no, ella no tiene la sofisticación. Del francés
en el original. 55 Je parle les deux: Hablo los dos. Del francés en el original.
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»Pero luego —continuó, su rostro decayendo un poco—, una pocas horas
después miro hacia debajo de nuevo y me doy cuenta que es sólo un hermoso,
hermoso sueño…
Uff, pensó Callie mientras Mimi se disolvía en risas. Por alguna razón Callie
todavía no se sentía ni un poco ida, y se sentía como la única persona cuerda en
una habitación llena de idiotas. No creía que pudiera soportarlo mucho más: la
mala poesía de Matt, la tercera bola de OK, la tendencia de Mimi a reincidir al
francés, o Vanessa descansando su cabeza en el ancho y musculoso hombro de
Gregory como si estuviera a punto de quedarse dormida…
—Me voy —dijo, poniéndose de pie y sintiéndose miserable ante la perspectiva
de volver a La Letra Escarlata de Hawthorne y los desparejados sonidos de
besos sin experiencia viniendo a la deriva del enclave de romance de Dana.
—¿Qué? —preguntó Gregory, girando tan abruptamente que la cabeza de
Vanessa se cayó de su hombro—. ¿Y dejarme aquí languideciendo por ti, con el
corazón roto y solo? —Se inclinó sobre el sofá, extendiendo los brazos
dramáticamente como si estuviera tratando de empujarla de vuelta.
Callie luchó por reprimir una sonrisa.
—No son ustedes chicos… soy yo. Es sólo que no lo estoy sintiendo…
—No, no, no —dijo Gregory, sacudiendo la cabeza—. Sé que dicen que no todas
las chicas se pueden venir durante su primera vez, pero todas las chicas
siempre se vienen conmigo. —Mimi y OK se empezaron a reír, e incluso Matt
levantó la vista de la libreta en donde había estado escribiendo. Callie hizo todo
lo que pudo para lucír consternada. La verdad era que, a pesar de todo, sus
palabras habían provocado un pequeño fuego en la región que estaba a unos
centímetros por debajo de su ombligo, una llama que ni siquiera la expresión
medio dormida de Vanessa haciendo pucheros tenía el poder de extinguir.
Incluso cuando eran casi todo pupilas, los ojos de Gregory aún la hacían sentir
como si fuera Alicia cayendo por el agujero del conejo, especialmente cuando
asumían esa expresión grave.
—Pero en serio, Callie —dijo —, deberías haberlo dicho antes. Definitivamente
hay otras formas en que podemos hacerlo funcionar.
—Otras posiciones que podemos probar —intervino OK.
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—Oh no… —dijo Matt, mordiendo el borde de su bolígrafo—. Chicos, no están
planeando…
—¡HOT BOX56 EN EL BAÑO! —gritaron al mismo tiempo Gregory y OK.
—De nuevo —terminó Matt suavemente—. La última vez quedó oliendo por
días.
—Lo que en realidad sería una mejora a su olor habitual —dijo Mimi con
delicadeza—, si se me permite opinar sobre el asunto.
—¡Reclamo el jacuzzi! —gritó OK, poniéndose de pie—. ¿Te importaría tomar
un baño, querida? —añadió, volviéndose hacia Mimi.
—¡Vetado! —gritó Gregory. De pie detrás de Callie, colocó sus manos en su
cintura y la condujo hacia el baño—. Caliente y yo lo reservamos hace semanas.
Mala suerte, amigo.
—Oh, cállense, ambos —dijo Mimi, caminando hacia el baño. Cerró de un golpe
ambas ventanas, arrancó la cortina de la ducha, y abrió el agua caliente. OK,
Callie y Gregory se amontonaron detrás de ella, y Gregory cerró la puerta. Matt
se quedó en el sofá, absorto en su poesía, y Vanessa realmente se durmió en
algún momento entre las posiciones y el Hot Box.
Muy pronto la habitación estuvo llena de vapor. Gregory llenó de nuevo la pipa
y la llevó a los labios de Callie, metiendo un mechón de cabello detrás de su
oreja.
—Eso es… ahora respira profundamente…. —la animó. A medida ella que
exhalaba, el humo se mezcló con el vapor. Esta vez no tosió, y su cabeza se
estaba sintiendo más ligera… quizás era el calor.
—Otro más, ¿sólo por si acaso? —preguntó, sonriendo a Gregory. Le sonrió de
regreso y volvió a encender la pipa.
Mientras tanto OK estaba llenando el “jacuzzi” y Mimi estaba sentada en el
inodoro, cantando “Non, Je Ne Regrette Rien” de Edith Piaf y confirmando para
todos por qué cantar no era uno de sus muchos talentos. Mientras cantaba,
Mimi notó una botella de burbujas de baño rosada en el borde de la bañera y la
levanto de manera interrogante.
56 Hot Box: Es cuando se fuma marihuana en un lugar pequeño y completamente cerrado para
que el humo no se salga y tenga un mayor efecto.
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—Un regalo de la mamá de Matt para la habitación —explicó OK. Mimi asintió
y empezó a verter todo el contenido de la botella en la bañera mientras
empezaba a tararear la oda clásica de Simon and Garfunkel para las asalta
cunas.
Callie sintió como si el vapor en el baño se hubiera movido dentro de su cabeza:
era como si viera en cámara lenta a OK quitarse la camisa, revelando piel de
ébano y abdominales bien definidos.
—¡Guauuuuuu! —gritó Mimi —. ¡Quítatelos!
Obedientemente OK se quitó los pantalones. Mimi aplaudió. Para sorpresa de
Callie —y el aparente deleite de Mimi— él no se detuvo ahí: en menos de tres
segundos sus calzoncillos blancos estuvieron en una pila con el resto de su ropa.
Antes de que incluso Callie pudiera empezar a sentirse avergonzada, había
saltado a la tina: oculto en un mar de burbujas con olor a fresa.
—¡Tu turno, Mimi, querida! —gritó, salpicando espuma.
Callie soltó una risita mientras Mimi también empezaba a quitarse la ropa.
Cuando estuvo libre de ropa sólo con bóxer y sujetador, saltó en la bañera.
Callie miró hacia donde estaba Gregory y estuvo complacida de encontrarlo
mirándola a ella en lugar de Mimi.
—Sólo relajémonos por aquí —dijo Gregory ante Callie con una vaga expresión
de decepción, extendiendo una esponjosa toalla azul a través del frío suelo de
baldosa e indicándole a ella para que se sentara.
Ella lo obedeció y se dejó caer en la toalla, asombrada al ver lo realmente
esponjosa que era… y también cuán azul. Corrió sus dedos sobre ella, arriba y
abajo, una y otra vez, maravillada que sus dedos estuvieran en realidad
pegados a sus manos que estaban tocando a esta toalla que era tan esponjosa y
azul…
—Esto es genial —dijo Gregory mientras Mimi y OK gritaban y se salpicaban,
sentándose cerca de ella de modo que sus hombros se estaban tocando y ella
podía sentir la calidez de su piel a través de su delgada camiseta. Los pequeños
vellos rubios en su brazo empezaron a ponerse de punta y de repente sintió
frío… luego escalofríos y calor… espera un minuto… ¿Él dijo algo?
—¿Qué…? —preguntó ella, frotando su brazo—, ¿qué… dijiste?
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—Oh —dijo Gregory, mirando a sus manos—. Sólo dije que esto es genial… ya
sabes: nosotros logrando pasar algo de tiempo así. Deberíamos hacerlo más
seguido.
—¿Qué… fumar hierba?
—No —dijo—, sólo pasar el rato. Hablar sobre libros o algo. Ya sabes, lo que
sea.
¿Estoy drogada o está hablando en serio ahora?, se preguntó. Un pequeño
temblor recorrió su espalda.
—¿Tienes… tienes frío? —preguntó Gregory mientras el vapor se concentraba
alrededor de ellos.
—No… —dijo, temblando otra vez. De repente sintió su brazo deslizarse
alrededor de sus hombros, empujándola cerca de su cuerpo.
—Te mantendré caliente —susurró él, y en lugar de reaccionar con horror
porque su enemigo mortal Gregory Canalla Bolton estaba tratando de tocarla,
todo lo que pudo sentir fue placer y felicidad, como si esta posición fuera
totalmente natural para dos personas que generalmente se comportan como si
se despreciaran el uno al otro.
Mientras tanto parecía que OK había sacado su “mágica” tercera bola.
—¡Mimi! —Estaba él insistiendo, moviendo a un lado las burbujas—. Mimi,
¡vamos! ¡Tienes que darle una mirada a esto!
—Está bien, OK. —Suspiró ella—. Pero sólo por propósitos clínicos. —Ella miró
abajo a través del agua translucida.
—¿Y bien? —preguntó.
—Bien —dijo ella, moviendo las burbujas de regreso en su lugar—. Puedo ver
sólo dos, pero eso ciertamente no significa que no haya una tercera en algún
otro lugar…
—Oh, mierda —dijo Gregory—. Creo que alguien está muy, muy volado…
demonios. Le dije que si no se calmaba se iba desmayar más tarde.
—¿Desmayar? —preguntó Callie, parpadeando y luchando en concentrarse en
lo que estaba pasando alrededor de ella cuando todo lo que podía sentir era el
peso de él alrededor de sus hombros y esa mano acariciando su brazo.
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—¿Cómo olvidar lo que pasó el día anterior por la hierba? Eso es inteligente —
murmuró ella estúpidamente.
—¡OH, MI GRAN SEÑOR! —gritó OK repentinamente, saltando por segunda
vez en esa noche mientras Mimi se inclinaba hacia atrás—. ALGUIEN TOMÓ
MI TERCERA BOLA Y LA ESCONDIÓ EN EL CALLEJÓN. SI NO LA
RECUPERO ESTA NOCHE, ¡VAN A BOMBARDEAR LA CIUDAD ENTERA!
—OK… —empezó Mimi.
—¡NO! —la interrumpió—. ¡NO! SI NO LA RECUPERO ESTA NOCHE,
NINGUNO DE USTEDES, REPITO, NINGUNO DE USTEDES, ¡VIVIRÁ!
Con eso, salió volando del jacuzzi, derramando toda el agua y abrió la puerta
del baño, dándoles a todos una generosa vista de su glorioso y real trasero.
Mimi suspiró, se puso de pie, y se estiró por una toalla. Girándose hacia
Gregory y Callie, quienes estaban todavía sentados en el suelo, y dijo:
—Ahora entiendo mejor el significado de la frase “estar loco hasta las pelotas”.
Gregory se rió.
—Debería meterlo en la cama —dijo, poniéndose de pie.
No, no te vayas…
—Vamos, Caliente —agregó él, ofreciéndole ambas manos. Ella las tomó y él la
levantó hacia él. Estaban a sólo unos centímetros ahora, y él todavía no soltaba
sus manos…
En ese momento Vanessa apareció en la puerta del baño, frotándose los ojos y
luciendo confundida.
—Chicos, me quedé dormida y tuve un sueño donde un enorme negro estaba
corriendo a través del campo y luego hubo un gran golpe que sonaba como una
puerta siendo…
—¡Oh, putain! ¡Fils de pute! ¡Il s’est cassé!57 —maldijo Mimi, colocándose sus
pantalones sobre su ropa interior mojada—. Lo encontraré, lo encontraré —
agregó ella, empujándolos al salir de la habitación—. No pudo ir muy lejos…
—¿Qué diablos…? —preguntó Vanessa.
57 ¡Oh, putain! ¡Fils de pute! ¡Il s’est cassé!: ¡Oh, mierda! ¡Hijo de puta! ¡Se fue! Del francés
en el original.
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—No te preocupes, te explicaremos luego —respondió Callie, repitiendo las
maldiciones de Mimi silenciosamente mientras Gregory también salía del baño.
—Está bien —dijo Vanessa—. En realidad… quería hablar contigo sobre algo…
Oh, mierda, soy una mala amiga, soy una mala amiga…
—Es sobre Matt.
¿Qué?
—Mira, sé que he estado dormida por un tiempo, pero estoy bastante segura
que antes él estaba coqueteándome.
Callie miró fuera del baño para revisar a Matt, quien en ese momento estaba
teniendo lo que parecía una intensa y filosófica conversación con la planta falsa
en la esquina.
—Escucha, hombre, lo sé —lo escuchó murmurar a través de la habitación—.
He tenido mis malos momentos con las mujeres, también, pero eso no significa
que debes detenerte de salir por ahí…
Callie sofocó una risa, estaba bastante segura que coquetear a un ser humano
estaba dentro de la última cosa que Matt tenía en mente.
—Mira —empezó Vanessa otra vez—. No quiero que esto se ponga incómodo,
pero sé que ustedes tenían este completo enamoramiento geek antes de que
abrieras los ojos y encontraras a Clint, así que sentí que debía contarte y
decirte que no intentaría nada.
Callie sólo se quedó mirándola.
—Yo no… nunca me gustó… —jadeó, tratando de explicar.
—Está bien, cariño; no le diré a nadie. Es hermanos antes de rameras, ¿cierto?
¿O, eh, chicas antes de pitos?
Callie continúo mirando a Vanessa, que, para todos los intentos y propósitos,
parecía hablar en serio.
—Uh… gracias —dijo Callie—. Realmente eres genial. De hecho, ¡eres la mejor!
—Eufórica con un repentino golpe de afecto, le dio a Vanessa un gran abrazo de
oso. Mientras se abrazaban, sus ojos se trabaron con los de Gregory. Ella no
estaba segura cómo, quizás la hierba la había hecho temporalmente telepática,
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pero supo en ese instante que ambos se preguntaban exactamente lo mismo:
cómo regresar a la toalla azul y robar unos cuantos preciosos segundos solos…
OK estaba de regreso dentro de una habitación exactamente como la suya, solo
que por alguna razón toda era rosa: la colcha, las paredes, los marcos de las
fotos, la almohada de peluche colocada en la silla cerca del escritorio. Parpadeó
y restregó sus ojos, pero cuando los abrió, los objetos en la habitación todavía
parecían igual de rosas.
Se tambaleó alrededor como si estuviera buscando algo pero no podía recordar
exactamente qué era. Podía ver que estaba desnudo, y eso usualmente sólo
pasaba justo antes de ir a la cama… ¡Eso era! Su cama: estaba buscando su
cama. El sólo pensamiento lo hizo bostezar enormemente…
Se quedó mirando por un momento la sábana rosa de terciopelo antes de
sacudir la cabeza y tropezar mientras pasaba el cartel de Marilyn Monroe que
la madre de Matt le había dado para la sala común.
Había sonidos de televisión viniendo detrás de la puerta cercana a su derecha.
Él tenía un televisor en su habitación así que… ¡claramente esta era!
Bostezando profundamente, sus párpados tan pesados estaban casi cerrados, se
arrastró hacia el extremo de la habitación oscura, complacido de haberla
encontrado así de modo que finalmente podía conseguir irse a la cama.
Estaba dormido antes de que su cuerpo incluso tocara el colchón.
Hubo un ruido, gritos de chica mientras Dana alcanzaba la luz, segura que
alguien los estaba atacando…
—¿Qué diablos? —gritó Adam, lanzando otra palabra una vez más.
Hubo un profundo gruñido y un:
—Podrían callarse, estoy tratando de dormir. —Antes de que Dana encontrara
la luz y descubriera a un alto, y muy desnudo visitante en su cama…
Mimi, quien no había sido capaz de encontrar a OK afuera o en ningún otro
piso de su dormitorio se apresuró de regreso a su habitación. Rápidamente
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subió las escaleras y caminó hacia el pasillo justo a tiempo para ser testigo de
una lívida Dana en bata de baño correr fuera de la C-24 persiguiendo a un
desnudo, y aterrorizado OK de regreso a la C-23. Adam seguía detrás de ella,
luciendo casi tan asustado como OK.
—¡Lo juro, me detuve sólo para pedir prestado una taza de azúcar! —gritó OK
mientras Dana lo seguía.
Sacudiendo su cabeza, Mimi los siguió de regreso a la C-23.
Dana estaba más que un poco molesta. Estaba gritando tan fuerte y tan rápido
que fue casi inentendible: Mimi escuchó algo sobre un “miércoles” y un “una
pérdida de tiempo en educación” varias veces, seguido por un “no sé que tipos
de drogas has estado consumiendo” y un “feliz de que nunca me invitaras a
ninguna de esas cosas, de todos modos”. En cualquier evento el mensaje sería
claro: era tiempo de ir a la cama.
Dana regresó al otro lado del pasillo, y Adam permaneció de pie indefenso por
un momento antes de decidir que evidentemente sería más seguro para él
volver a su habitación. Mimi, Callie y Vanessa se despidieron y se encaminaron
hacia el otro lado del pasillo.
En la puerta de su suite Vanessa dudó.
—Uhm… creo que olvidé algo. Voy a regresar y buscarlo. Buenas noches. ¡Las
veo en la mañana!
Callie sintió una agobiante sensación en su estómago mientras veía a Vanessa,
pero sabía que no había nada que pudiera hacer al respecto. Mimi la miró y se
encogió de hombros, luego la abrazó antes de entrar a su habitación. Callie se
detuvo por un momento, y luego también regresó a su dormitorio. Sería un
largo tiempo antes de que pudiera manejar quedarse dormida…
Vanessa regresó de puntillas hacia el C-23, sonriendo cuando se dio cuenta que
todos excepto Gregory se habían ido a la cama. Estaba mirando al afiche de la
estrella porno, luciendo con el corazón roto.
Alguien —probablemente Matt— había escrito un nombre a través de cada
pecho. En el derecho: Harold. En el izquierdo: Maude.
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—Recibirá una paliza cuando despierte —dijo Gregory, apartando sus ojos del
afiche y sonriendo hacia Vanessa—. ¿Qué ocurre, V?
—Bueno… —empezó ella, mirando a sus manos—. Me estaba preguntando…
¿si quizás podría dormir aquí esta noche?
—Uh… bueno, seguro —dijo él, mirándola curiosamente—. Quiero decir, no
creo que el sofá sea muy cómodo pero es tuyo si lo quieres. ¿Qué paso? ¿Otra
pelea? Parecía que ustedes tres se estaban llevando tan bien.
—Oh, no —chilló ella. Intentó reírse, pero el sonido quedó atrapado en su
garganta. Animada por la manera en que sus ojos cayeron en sus pechos, ella
tomó un paso más cerca—. Lo que quería decir era: ¿puedo quedarme aquí esta
noche contigo, ya sabes, en tu habitación?
Él permaneció en silencio, mirándola fijamente.
Ella sonrío coquetamente, tratando de ignorar sus nervios.
—Mi virginidad fumando hierba no es la única que puedes tomar esta noche…
El rostro de Gregory cambió abruptamente, como si un balde de agua fría lo
hubiese despertado de golpe y llevado a la claridad a través de la post-ida de la
hierba. Forzando sus ojos a desviar la mirada del pecho de Vanessa, levantó la
vista y encontró su mirada.
—V, lo siento, pero no puedo. Tú eres hermosa —agregó mientras algo en su
cara parecía colapsar desde el interior—, pero la vedad es…
Se detuvo. Ésta era normalmente la parte donde soltaba su arsenal de excusas
usuales: estoy casado. Gay. Tengo herpes. Valoro nuestra amistad. ¿Seamos sólo
amigos? No eres tú, soy yo. Acabo de salir de prisión. Sólo tengo un mes de vida.
Dormí con tu hermana. El teléfono se cayó por el inodoro. Gracias me
encantaría pero, tengo una reunión con mi psiquiatra…
Pero al final rompió el molde y, quizás por primera vez, dijo la verdad.
—La verdad es que creo que eres genial, pero tengo sentimientos por alguien
más.
Ella estaba a punto de exigir saber quién estaba parada entre ella y el hombre
al que acababa de ofrecer su virginidad cuando de repente lo entendió como un
golpe de ladrillos:
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—¿No es… o sí?
Su mirada hacia el suelo fue tan buena como un sí.
—Oh, tonta de mí —dijo Vanessa, retrocediendo fuera de la habitación tan
rápido como era posible—. ¡Debí saberlo! Bueno, ¡nos vemos luego! —logró
decir, girándose y cerrando la puerta de golpe, para que no notara que su
“luego” había sido tragado por un involuntario sollozo.
Una vez que estuvo en la seguridad de su sala común, Vanessa se dirigió
directo al baño. Bloqueó la puerta detrás de ella y luego se hundió en sus
rodillas. Inclinándose sobre el inodoro, metió su dedo en la garganta y empujó
el proverbial gatillo…
Por un largo tiempo, después que terminó, se quedó de pie allí, paralizada por
la imagen en el espejo. Luego lavó su cara, lavó sus dientes, se giró, y apagó la
luz.
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CCaappííttuulloo 1155 LO QUE HACES... REGRESA
Traducido por Nahirr y Xhessii
Corregido por Monicab
ueridos Froshlings:
Hay una vieja broma que dice...
Escuela privada: $30,000 por año. Tutor de SAT: $10,000. Consejero
Universitario: $15,000. Sobornar a los autores de tus cartas de
recomendación: $1,500. Llamada final al decano de admisiones (es decir,
prometer donar un edificio): $5,000,000 +.
Una educación en Harvard: no tiene precio. Para todo lo demás, existe la
MasterCard de papá.
Pero en serio, sé que Harvard puede ser un poco más *caro* de lo que
originalmente habías previsto. Ya se trate de las cuotas que tienes que pagar
después de tu admisión inesperada a un Club Final o esa cara cena que no
deberías haber cargado a tu tarjeta de crédito ya al límite, nadie puede discutir
que a veces los estudiantes universitarios sólo necesitan un poco más de dinero
en efectivo. Por alguna razón he tenido una gran cantidad de publicaciones en
el blog últimamente preguntando qué pueden hacer los estudiantes en el
campus para obtener dicho dinero extra, así que… por demanda popular:
Dinero extra:
Intento de Reducir las Diferencias Socioeconómicas de Harvard:
1. conseguir un trabajo: Esto puede parecer obvio para muchos de ustedes,
pero para aquellos de ustedes que en realidad nunca han trabajado un día en
sus vidas en cualquier otra cosa que un conjunto de problemas, ¡trata de
levantar tu trasero perezoso y CONSIGUE UN TRABAJO! Hay amplias
Q
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oportunidades de trabajo pesado en Harvard: desde calificar trabajos, a
trabajar en la mesa principal de la biblioteca llamando a antiguos alumnos
para donaciones, a trabajar como barista en Lamont Café...
2. participa en un estudio psicológico: Dependiendo del estudio, esta
opción puede ser riesgosa, pero siempre hay ansiosos estudiantes de
psicología/medicina alrededor de Harvard dispuestos a pagar si los dejas
picarte, pincharte o ver dentro de tu cerebro. Algunos estudios son tan benignos
como pulsar un botón, pero algunos (desafortunadamente usualmente estos son
los que pagan mucho dinero) tienen un inquietante parecido con los
experimentos de electroshock de Stanly Milgram’s Obedience to Authority.
3. encontrar un patrón o un/a viejo/a amante adinerado/a: Creo que
probablemente esto funciona mejor en las películas de lo que lo hace en la vida
real, pero adelante y atrévete a soñar... Ahora bien, no estoy diciendo que sea
una buscadora de oro, pero estoy segura que deben haber bastantes personas
ricas, y poco atractivas, por ahí en algún lugar de Harvard a la espera de ser
explotadas. Si The Real Housewives of Orange County puede hacerlo, entonces
también, mi amigo, puedes hacerlo.
4. tener relaciones con un tf/profesor: Ahora bien, desde luego que no estoy
defendiendo el *chantaje* en sí, pero tal vez podrías tratar de alentarlos para
que... soliciten tu silencio. Por otro lado, al menos puedes tratar de ganar una A
por tus esfuerzos.
5. ¿iniciar un servicio de acompañantes?: No, ese es probablemente un
mal consejo. Empezar una caridad falsa: también un mal consejo. En serio, no
hagan eso. (Y no me culpen si los atrapan).
Bueno, esas son todas mis creativas ideas por el momento. Por favor, siéntete
libre de escribir en los blogs con tus propias recomendaciones o cualquier otra
duda.
Además, quiero que todos los de primer año ahí afuera que por favor tengan en
cuenta: ya sea que tú hagas tu propio dinero o hayas nacido con él, como los
mejores —eh, resto— de nosotros, no importa qué tan fabulosamente “rico” te
puedas sentir, todavía tienes que pagar tus cuotas a aquellos que son más
“ricos” que tú tanto en conocimientos como en años. Contraria a la impresión
que te puedas haber formado, simplemente tener dinero en Harvard no es igual
a movilidad social. Ningún alumno de primer año estará nunca exento de pagar
las “cargas sociales” de Harvard, y los estudiantes de avanzando estarán
siempre inquebrantablemente —como debe ser— en la parte superior de la
Cadena Alimenticia del campus.
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Ve hacia adelante y prospera,
Alexis Thorndike, Columnista de Consejos
Revista Quince Minutos
Autoridad de Harvard en la Vida del Campus desde 1873
Deslizar. Sellar. “¡Ten-un-buen-día!” Deslizar. Sellar. “¡Ten-un-buen-día!”
Deslizar. Sellar. “¡Ten-un-buen-día!” Deslizar. Sellar...
Callie miró tristemente al reloj: 6:51.
Sólo nueve minutos restantes hasta que su turno de cuatro horas en la
recepción de la Biblioteca Lamont terminara: su nuevo estimulante trabajo que
pagaba unos generosos doce dólares la hora por deslizar (tarjetas de
identificación de los estudiantes), sellar (la fecha de vencimiento en los libros
de la biblioteca), y ofrecer una despedida alegre (“¡Ten-un-buen-día!”) incluso
en días como hoy cuando se sentía todo menos alegre. La combinación de
prácticamente no dormir la noche anterior y su “desmayo” la estaban haciendo
sentir estúpida y lenta, como si cada movimiento requiriera un esfuerzo extra y
enormes cantidades de concentración.
Con cada monótono movimiento se imaginaba otro cuarto cayendo en su
alcancía imaginaria, todavía cientos de dólares a la distancia de poder financiar
su membrecía al Pudding.
Echó un vistazo a través del vestíbulo al Lamont Café, donde muchos
compañeros miembros se congregaban, bebiendo café y chismoseando. Podía
ver a Anne Goldberg en una mesa cerca del mostrador, siempre manteniendo
un ojo en los recién llegados en la puerta o en el chico lindo a unas cuantas
mesas más allá mientras fingía concentrarse en sus libros.
Sólo hace poco más de un mes su estilo de vida en la élite social de Harvard
había parecido tan fuera de su alcance; ahora, milagrosamente, la habían
aceptado como una de los suyos. Finalmente entendía qué significaba
pertenecer.
Bueno, no del todo... pensó, sellando un libro de la biblioteca para una bonita
chica de último año que había conocido durante la iniciación. Le dolía dejarlos
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verla trabajando, pero no tenía otra opción. Si tenía suerte, después de un
semestre trabajando turnos de cuatro horas tres veces a la semana, sería capaz
de pagar el precio de ser popular.
Se encogió al recordar la llamada telefónica que había tenido con su madre
sobre el Pudding más temprano esa semana. Debería haber sabido que su
mamá —quien la había criado para ser frugal y prudente con el dinero— nunca
entendería por qué necesitaba pertenecer a este club. Llevaba sólo dos
oraciones de su explicación cuando su madre la había interrumpido.
—No entiendo por qué deberías pagarle a la gente para poder conservarlos como
amigos.
Y ese había sido el final de ello.
—Me gusta tu banda para la cabeza —dijo la chica de último año, sonriendo
mientras cargaba los libros en su bolso de mano.
—Gracias —dijo Callie, devolviéndole la sonrisa y recordándose a sí misma que
debía de darle las gracias a Vanessa, quien le había dado a Callie la banda
para la cabeza roja y de seda oriental más temprano esa semana porque
“combinaba” con su propio cabello rojizo.
Durante los últimos días, Vanessa había estado realmente sorprendente. Había
llevado a Callie a una excursión de spa Sólo Para Chicas el sábado después del
desastre del correo electrónico, donde el dolor de ser depilada por primera vez
definitivamente la había distraído. La mañana del día anterior Vanessa incluso
había insistido en revisar los artículos de Callie para su segundo portafolio de
COMP, que eran para la semana siguiente. En cierto modo la simpatía de
Vanessa sobre el incidente de Evan y su actitud de perdón total hizo a Callie
sentirse incluso peor sobre el Pudding. Pero por otro lado, ser capaz de confiar
en alguien había sido un gran alivio. Dos meses atrás nunca se hubiera
imaginado que Vanessa podría ser la única amiga en Harvard a quien escogería
para hacer sus confidencias, pero Vanessa había demostrado apoyo y sin emitir
juicios más allá que cualquier expectativa de Callie.
En estos días parecía que su vínculo fuera más fuerte que nunca; especialmente
después de un momento tan loco como la noche anterior. Especialmente, Callie
no pudo evitar pensar, desde que la escuchó regresar pocos minutos después de
haberse ido.
Página232
Vanessa había estado profundamente dormida cuando Callie se dirigió a clase
esa mañana así que todavía no había tenido oportunidad de obtener los
detalles, pero tenía la sensación de que nada serio había pasado.
6:57 p.m.: sólo tres minutos más de tortura hasta que Callie pudiera tomar algo
para comer, terminar su tarea, y desmayarse en su pequeña cama gemela...
Justo entonces un escuálido muchacho de primer año que parecía —y bien
podría haber sido— un genio de catorce años se acercó al mostrador y se quejó
con una voz nasal y prepúber:
—Uhm, estoy buscando el libro de texto de Electrodinámica Cuántica para mi
curso de física avanzada. Según la base de datos de la biblioteca debería estar
ubicado en los estantes del cuarto piso, pero he estado allí arriba mirando y
estoy seguro que está fuera de su lugar. Ya he presentando una forma de Libro
Perdido y arreglado recoger una copia diferente de la Biblioteca Widener
mañana, pero realmente pensé que deberías saberlo para que puedas ir y
verificar que en realidad está perdido antes de que te vayas hoy.
Terminó, mirándola expectante.
¿En serio? Le devolvió la mirada, esperando que se sintiera intimidado por el
hecho de que, incluso siendo una chica, fuera al menos una cabeza más alta que
él.
No se movió.
¡Qué suerte la mía!, pensó con un suspiro agravado, saliendo de detrás del
mostrador y dirigiéndose hacia las escaleras. Echó un vistazo por encima de su
hombro antes de abrir las puertas dobles. Efectivamente, él todavía estaba
parado allí, mirando. No tenía otra opción: claramente iba a quedarse en su
lugar y asegurarse de que cumpliera sus tareas de vigilante de la biblioteca,
obligándola a aprobar esa estúpida forma de libro perdido.
Lentamente subió las escaleras. Al no haber tenido una necesidad previa por
una lectura ligera en física avanzada, nunca había estado en las estanterías del
cuarto piso. Corría el rumor de que, ya que muy pocas personas se preocupaban
sobre la electrodinámica cuántica, las estanterías del cuarto piso eran un
destino preferido para encuentros clandestinos de la biblioteca, por lo general
de un carácter ilícito y sexual...
Página233
Atrapar a dos personas en el acto sin duda sería la cereza de un día fan-
malditamente-tástico, pensó mientra seguía las confusas flechas hacia la
sección de la mecánica cuántica.
Vagar a través de las estanterías era como pasear por un laberinto, pero
finalmente encontró el pasillo correcto. La sección M estaba muy abajo, cerca
del piso. Mientras se agachaba para buscar el jodido libro de texto, le pareció
oír voces que venían de algún lugar en la fila adyacente.
No pensó mucho en ello hasta que oyó claramente las palabras vergüenza,
COMP y revista ser dichas por una voz femenina, y luego otra voz femenina dar
una respuesta amortiguada.
Conteniendo la respiración, Callie avanzó más allá las secciones M y N todo el
camino hasta los títulos con O: un punto desde el que la conversación fue
repentinamente mucho más audible.
—... un poco acerca de cómo funciona el proceso de evaluación del COMP.
Eliminamos más de cincuenta personas durante la primera ronda, así que
ahora hay alrededor de sesenta personas para competir por los diez puestos
codiciados.
Así que había oído bien. ¡Estaban hablando algo acerca de los COMP! Por
supuesto que podría ser para una diferente organización, pero sabía que había
alrededor de sesenta personas compitiendo por lugares en QM.
—Cada uno de nuestros editores actuales es responsable de revisar cinco
portafolios al día, lo que significa que tendremos los resultados de la segunda
ronda contabilizados poco después de regresar de las vacaciones de Acción de
Gracias. Menos de treinta personas continuarán para la tercer y última ronda.
¡Bingo! Definitivamente estaban hablando de QM, y ésta chica tenía que ser
una de las editoras. Callie se esforzó para oír la voz, captando matices
familiares o entonaciones, pero el tono estaba demasiado amortiguado por
todos los densos libros de Erwin Schrödinger para identificar la voz.
—Los portafolios de los competidores se suponen que son completamente
anónimos y sin nombre, pero es tan fácil saber de quién es basado en las piezas
que han enviado. A pesar de todo, cada editor le pone un puntaje a las piezas
en escala del uno al diez, y entonces da al portafolio un puntaje total antes de
pasarlo al siguiente editor. Al final del proceso todos los puntajes son sumados
y promediados. Luego las diez personas con los puntajes más altos ganan un
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lugar en la revista después de la tercera ronda, donde usualmente hay una
competición y todos votamos basados en… otras cualidades.
¡Callie no podía creer su suerte! Nadie fuera de los editores de QM conocían los
detalles específicos acerca de cómo fun cionaba la selección del COMP, y
todavía estaban estas dos chicas misteriosas, en algún lugar entre la
Estructura del Tiempo-Espacio y las Termodinámicas Estadísticas, apunto de
revelar todo…
—Ahora, los COMPer “anónimos” en cuestión han sido mucho mejores de lo que
esperaba. Como por alguna casualidad de la naturaleza las puntuaciones en el
primer portafolio de ella fueron verdaderamente altas… incluso unos cuantos
diez, lo cual es inaudito para ser de primer año.
El corazón de Callie se detuvo. ¿Podía ser (era posible) que estas chicas estaban
hablando de ella? Trató de no dejar que su ego se subiera a la cabeza mientras
procesaba las frases “incluso unos cuantos diez” e “inaudito para ser de primer
año”. En la secundaria, cada vez que sus maestros habían anunciado que la
desviación estándar fue sesgada porque alguien había superado a todos por un
margen significativo, ellos siempre le habían dado a Callie una mirada
significativa, y ella sabía, simplemente sabía, que ella era la persona de la que
estaban hablando.
Tan silenciosamente como pudo, se agachó y empezó a sacar un libro pesado y
luego otro, mientras la otra chica, cuya voz era más suave y más difícil de oír,
estaba murmurando algo sobre “leer los artículos” y “muy talentosa”.
Trabajando rápidamente, Callie despejó un área lo suficientemente grande
para meter su cabeza. Ella podía ver un espacio serendipiosamente vacío entre
los libros en el pasillo adyacente. Cautelosamente miró de izquierda a derecha
(gracias de nuevo, Física Teorética Avanzada, por ser tan aburrida) antes de
poner el estómago en el piso y meter la cabeza en el hueco.
—… demasiado drama y demasiada controversia para la revista. Como te
imaginas, tenemos una imagen que proteger, y esa imagen es crucial para el
éxito de nuestras publicaciones.
Mierda, pensó enojada Callie: todo lo que pudo distingir fue un suelo gris
afelpado y que el bolso Longchamp azul marino de alguien estaba contra los
estantes. Ese bolso podía pertenecer a cualquiera de QM: podías ver al menos
ocho de ellos a lo largo del día en Justicia… ¿Se atrevía a cambiar de posición
un libro de ese pasillo? Parecía demasiado arriesgado…
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Ella estaba a punto de moverlo cuando de repente se congeló.
—… imagen: es la misma razón por la que me avoqué a mantenerla fuera del
Pudding… y desafortunadamente ambas sabemos cómo termino eso, ¿verdad?
Es la manera en que ella es con los hombres: manipuladora, envolviéndolos
alrededor de sus dedos con ese cabello “rubio oxigenado” y todo el acto de ser
una pequeña chiquilla inocente y transparente de California. Es asombroso
cómo tuvo a Tyler y a Clint lamiendo sus pies de manera que no pudieran decir
no…
Cuando escuchó “rubia oxigenado”, Callie estuvo 99% segura de la identidad de
la oradora: un miedo que confirmó cuando la chica dio un paso adelante y Callie
vislumbró las bailarinas marfiles de Chanel con dos “C” entrelazadas y los
tobillos delgados de alabastro que sólo podían pertenecer a una persona.
Alexis Thorndlike.
Lexi, confabulando en su contra en la sección de Física Teorética Avanzada de
la Biblioteca Lamont con una seguidora desconocida, tratando de descubrir
cómo mantener alejada a Callie de…
—Ahora, no puedo asegurar que ella salga de esta ronda si sus puntajes
continúan demasiado altos, pero tenemos la libertad de usar nuestra discreción
cuando se trata de cuestiones serias de carácter. Si alguien pudiera arrojar una
dudosa luz sobre la integridad de otra persona, podríamos elegir negarle su
admisión basados en el potencial del escándalo porque, como dije, tenemos una
importante reputación que mantener. ¿Puedes pensar en algo?
La otra chica, quien quiera que fuera, permaneció en silencio.
—¿Plagio? ¿Racismo? ¿Favoritismo? ¿Fotos de Facebook inapropiadas? ¿No?
¿Todas las anteriores? —empujó Lexi.
Más silencio.
Las bailarinas de Lexi desaparecieron de la vista.
—Mira —empezó de nuevo, su tono había bajado por lo que era difícil de oír
para Callie—. Creo que ambas sabemos cuál es el verdadero problema aquí y es
esta cosa sobre el Pudding. Ahora que te conozco un poco mejor, creo que es un
crimen en contra de la naturaleza que no entraras en esto.
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Callie sintió que su corazón empezó a caer en su pecho cuando se dio cuenta
que ella sí conocía a alguien en específico que tenía un bolso azul marino
Longchamp… alguien que tampoco entró en el Pudding…
—Admitiré que no te estaba favoreciendo exactamente durante las elecciones,
pero ahora puedo ver que estaba equivocada: tú encajas perfectamente en el
perfil del Pudding. Perteneces con nosotros. De hecho… cuando pienso en eso,
tienes muchas ventajas, pero entonces una chica se fue adelante y te saboteó.
Creo que tuvo algo que ver con su novio… ¿Jeremy o Jeffrey algo? De cualquier
manera, sabotear es una agresiva movida desastrosa que personalmente nunca
haría, pero como sabes, una vez que estás dentro, no hay mucho que puedas
hacer.
—Espera. Si no puedes hacer nada por mí, entonces, ¿por qué yo…? —Vino el
sonido de una voz que era ahora dolorosamente familiar.
—Porque la chica que te está boicoteando es una estudiante del quinto año, lo
que significa que se va a graduar, gracias a Dios, al final de este semestre.
—Ah…
—Exactamente. El Ponche de Primavera. Puedo garantizártelo, como puedo
garantizarte ahora en nombre del club en el que encajas perfectamente y que
absolutamente amaríamos que formaras parte. Eso es lo hermoso sobre los
amigos verdaderos, Vanessa: ellos se ayudan los unos a otros con estas cosas. Y
tú: eres una verdadera amiga. Lo supe desde el segundo que leí tu correo
electrónico que tu serías alguien con quien yo podía contar…
—Es tan frustrante, ¿sabes? —exclamó de repente Vanessa—. ¡Hice todo por
ella! Como si ella fuera Cenicienta y yo su Hada Madrina.
—Un pato socialmente feo que tú convertiste en un hermoso cisne.
—¡Sí! —dijo Vanessa con un entusiasmo amargo—. Sí, exactamente.
Prácticamente la hice en lo que ella ahora es: ¡eran tan jodidamente despistada
cuando llegó aquí! Me refiero a que, ¿cómo puedes ser de Westwood y el único
par de zapatos que tienes son unas sandalias planas de diez-dólares-
regateadas? Hice lo mejor que pude para incluirla, le mostré cómo vestirse, y le
presenté a todos mis viejos amigos, y, ¿cómo me paga? ¡Apuñalándome por la
espalda!
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—Mereces mejores amigos —concordó Lexi—. Todos lo merecemos. Sé como es:
también tuve una amiga así en mi primer año. Ella era divertida y dulce en mi
cara, pero todo el tiempo sólo estuvo confabulando cómo robarme mis cosas: ¡mi
vida social, mis extracurriculares, mis clases, mi novio… incluso robó mi par
favorito de Manolos, ¡por amor de Dios!
—Esencialmente estas personas son iguales: saben que nunca podrían ser como
nosotras y que nunca podrían verdaderamente pertenecer a nuestro mundo, así
que toman, toman, toman… sin vergüenza, arañando suben la cuesta social
porque son tan dolorosamente celosas…
—¿Celosa? —preguntó Vanessa—. ¿Realmente crees que ella está celosa… de
mí?
—¡Claro que ella está celosa de ti! —contestó Lexi—. ¿Quién no estaría celosa
de ti? ¡Por el amor de Dios, eres Vanessa Von Vorhees! ¡No necesitas que te
diga eso!
Callie sólo podía imaginarse la dulce sonrisa de Lexi y sus ojos cafés. Vanessa
probablemente estaba escuchando cada palabra con atención, comiéndoselas
más rápido que unos macarrones-con-queso después de una fiesta.
—De cualquier manera, es tiempo que Vanessa Von Vorhees empiece a pensar
quiénes son sus verdaderos amigos. ¿Son la gente que suele usarte para salir
adelante y luego te dejan atrás? ¿O son la gente que te promete llegar contigo
hasta el limbo y asegurarse que obtengas lo que quieres… lo que te mereces?
Vanessa estaba en silencio.
—Bien —dijo finalmente—. De acuerdo, sí. Veré si hay algo que pueda hacer
para ayudarte, pero deberías saber que no sé si seré capaz de encontrar algo
bueno. Ya sabes, ella es muy reservada.
—En realidad, cualquier cosa escandalosa servirá…
—Dije está bien —respondió Vanessa—. Sólo necesito tiempo para… pensar
sobre eso, es todo.
—Bien —dijo Lexi—. Y mientras tanto estaré jalando cuerdas por ti en la
junta. Y ten en mente lo que te dije antes de que serías una adición perfecta
para QM, también: mientras menos estudiantes de primer año entren a la
revista este semestre, más lugares habrán en primavera…
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La cara de Callie ardía. Ella salió rápidamente (y tan silenciosamente) como
pudo de las pilas, dejando una pila de libros abandonados en medio del pasillo.
Su cabeza daba vueltas. Apenas podía pensar bien; ella apenas podía caminar
derecho. ¿Iba Vanessa a contarle a Lexi… todo? Y si lo hacía, ¿cómo podría
Callie detenerla posiblemente? ¿Y por qué Vanessa de repente le dio la
espalda… justo cuando parecía que todo iba tan bien? ¿Qué hay sobre toda esa
mierda de ser “mejores amigas”?
¿Cómo mierda pude pensar que podía CONFIAR en ella? Callie se tambaleó por
las escaleras y pasó por las puertas dobles.
Afortunadamente, ese repugnante genio se había ido; no sabía lo que Callie
hubiera hecho si él siguiera ahí, pero estrangularlo enfrente del escritorio con
el cordón del teléfono o golpearlo hasta la muerte con el sello de fechas hecho de
metal, ambas parecían opciones viables.
Ya eran un poco más de las siete en punto. No había terminado sus tareas de
limpieza, pero no le importaba. Ella se apresuró por el escritorio del verificador
de salidas y empezó a tirar las cosas en su bolso, desesperada por irse lo más
pronto posible.
¿Qué debía hacer? ¿Confrontar a Vanessa? ¿Sobornarla? ¿Encerrarla en el baño
y esperar hasta que muera de hambre? ¿Invitarla a dar una caminata por el
Río Charles y luego empujarla por el puente? ¿O hacer algo lindo: besar su
trasero y convencerla de que soy una verdadera amiga y que Lexi es una hija de
puta, una hija de perra, una doble cara hija de p@#$%^&*!@#$%…?
—¡Hola, tú! —dijo una voz familiar detrás de ella mientras ella estaba
recuperando su bufanda.
Oh no, no…
—Hice reservaciones en Casablanca para esta noche, ¡sorpresa! —dijo Clint
mientras Callie se giraba para verlo de frente.
—O… ¿no estás de humor para las sorpresas? —agregó Clint, al ver la
expresión del rostro de Callie.
—No… bien… suena genial. Salgamos de aquí —contestó ella, arrojando su
bolso a su hombro y encaminándose delante de él hacia la puerta.
—¡Lo que tu digas, mandona! —dijo él, siguiendo sus pasos.
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Afuera estaba empezando a mirarse como el invierno. Las una vez hojas de
colores brillantes se habían caído al suelo y se habían tornado opacas y cafés,
las ramas de los árboles estaban desnudos y esqueléticas. El cielo estaba gris.
Callie caminó lo más rápidamente que pudo mientras salía de la biblioteca…
tan rápido que Clint tuvo prácticamente que trotar para mantenerle el paso.
—Nunca he ido a este restaurante, pero escuché que se supone que es bueno:
realmente pintoresco y romántico…
—Genial… bien… lo que sea —gritó sobre su hombro, acelerando su paso.
—Oye… espera un minuto —dijo él, corriendo para cerrar el espacio entre ellos
y alcanzándola a tocar su hombro—. ¿Qué está mal?
—¡Nada! —escupió ella—. ¡Sólo tuve un día horrible! —Ella sabía que no
debería desquitar su rabia en él, pero no podía detenerse.
—¿Qué? ¿Por qué? ¿Fue algo que hice?
—¡Sí! ¡Digo, no! Nada que tú hayas hecho. ¡Sólo… sólo estoy frustrada, eso es
todo!
—¿Frustrada…? —preguntó él, mirándose confundido—. ¿Conmigo? ¿Por qué?
¿Qué hice?
—No eres tú… ¡es esto! La situación que has creado —soltó torpemente,
gesticulando entre ellos—. ¡Lo que tenemos es tan… frustrante… porque es
tan, tan… ambiguo!
—¿Qué?
—Sí, “qué”. Eso es exactamente correcto. ¿Qué… somos? ¿Qué soy para tí? ¿Una
novia? ¿Una aventura? ¿Alguna estudiante de primer año con la que esperas
echar un polvo el fin de semana…?
—Whoa, whoa, whoa, Callie, sólo espérate un segundo —empezó él—. Baja la
velocidad.
Ella sabía que estaba entrando en el territorio peligroso del comportamiento de
relaciones de alto riesgo, pero no podía callarse.
—Debí haberlo sabido mejor y seguir el consejo de todos de mantenerme
alejada de un estudiante de avanzado. Nunca sabes qué es lo que esperan de ti.
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Bueno, tú deberías saber de mí que no soy la clase de persona que se la vive de
dramas y que tiene polvos al azar. Es sólo que esto es muy complicado y…
Su discurso terminó abruptamente cuando Clint se inclinó y la besó en sus
labios.
—Cálmate, Callie… No hay dramas ni complicaciones aquí. Estamos saliendo,
eso es todo. Me gustas mucho, y espero que sientas lo mismo que yo. De hecho,
he estado esperando para preguntarte si quieres ser oficialmente mi novia, pero
pensé que sentirías que nos estábamos moviendo demasiado rápido cuando te
invité a casa para Acción de Gracias, así que decidí darle a todo el asunto de la
“relación oficial” un poco más de tiempo…
Su voz se detuvo cuando ella empezó a sollozar.
—Cálmate —murmuró él, sosteniéndola entre sus brazos—. No hay necesidad
de llorar. Si algo está mal… si estás descontenta conmigo… puedes decírmelo.
—No —murmuró ella contra su pecho—. No hay nada malo contigo. Eres
perfecto. —Pero hay algo horriblemente mal conmigo, agregó en silencio,
forzándose a levantar la mirada.
—¡Oh no… tú camisa! —chilló ella, dándose cuenta que tenía dos enormes
manchas de rímel que se habían formado en su hombro izquierdo.
Mirando abajo, él rompió en una sonrisa.
—Sabes, hay maneras más sutiles de decirme que no te gusta mi guardarropa.
Ella sonrió débilmente entre lágrimas.
—Vamos —dijo él—, vayamos a tu casa.
—¡No puedo regresar ahí! —chilló ella, sacudiendo su cabeza.
—Bueno, está bien, entonces: ¿quieres ir a la mía?
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CCaappííttuulloo 1166 AMISTADES PELIGROSAS
Traducido por Rihano y Dark&rose (SOS)
Corregido por LizC
Página242
abes, te ves mucho mejor… sin la ropa puesta —dijo Clint.
—¡Oye! —exclamó Callie mientras abrochaba su sujetador
detrás de su espalda—. ¡Hay formas más sutiles de decirme
que no te gusta mi guardarropa!
—En ese caso —dijo él, saliendo de la cama y agarrando la camiseta de sus
manos antes de que pudiera deslizarla sobre su cabeza—, no me gusta esta
camiseta. Es simplemente tan… blanca. Y no tiene mangas. Totalmente
ofensiva.
—Todavía tengo veinte minutos antes de que tenga que estar en clase —dijo
ella, inclinándose hacia él y poniendo sus manos bajas en su cintura.
—S
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—Pero… cómo… —gimió él cuando ella comenzó a mordisquear su oreja—,
¿pero… cómo… harás… siquiera… para aprender?
—Shhh… —dijo ella, rozando sus labios contra su cuello—. Está bien, puedo
faltar… Estamos cubriendo La Genealogía de la Moral esta semana, y ya lo leí
en la secundaria.
—Oooh, nena, me encanta cuando hablas Nietzsche para mí —bromeó él antes
de levantarla y arrojarla de espaldas sobre la cama—. Prometo que haré que
valga la pena tu tiempo.
No gracias a Economía 10, Callie estaba empezando a descubrir el verdadero
valor de los bienes raíces de primera clase. Durante la última semana había
estado quedándose en donde Clint, y había aprendido rápidamente las muchas
razones de por qué la Casa Adams era al dormitorio Wigglesworth lo que el
Four Seasons es a un armario de escobas así como el Ritz-Carlton es a una
cárcel.
Número uno: privacidad… no sabes lo que tienes hasta que se pierde. Número
dos: el espacio para dormir… después de unos meses en una habitación
individual, con una cama tamaño King no debe ser subestimado. Número tres:
los comedores residenciales… donde la comida es un poco menos grumosa y sin
color. Número cuatro: lindos, populares, compañeros de habitación… suficiente
que decir. Y lo más importante, la razón número cinco: sin Vanessa.
En cuanto a Callie se refería, no tenía que ver a Vanessa de nuevo.
Ahora era el jueves por la noche, y ella estaba dando los toques finales a un
trabajo para la discusión de Justicia del papel de la autonomía en Basamento
de la Metafísica de las Costumbres de Kant. Estaba nerviosa acerca de la
asignación porque se había saltado dos conferencias esa semana: las dos
últimas antes de las vacaciones de Acción de Gracias. Ayer había tenido una
excusa legítima: ella había necesitado hacer una última lectura a través de su
segundo portafolio COMP antes de entregarlo más tarde ese día. Y el lunes
había tenido que… conseguir un extra… eh… dormir…
Bostezó: una reacción que parecía estar causalmente relacionada con la
audición o incluso con escribir la palabra metafísica. Sabía que faltar a clase
había sido una estúpida, estúpida decisión de la que más tarde se arrepentiría,
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pero la realidad era que —dejando a un lado las excusas del COMP y Clint—,
prefería más bien sufrir a solas de Kant que en un auditorio lleno de personas
como Vanessa.
Levantó la vista cuando su teléfono comenzó a sonar. Era Mimi.
—Hola, Meems —respondió ella, sus ojos siguieron rozando la pantalla del
computador.
—Callie, querida, sólo llamaba para decir bonjour. ¿Cuándo regresarás a la
habitación? Te echo de menos y Dana está loca, aunque creo que eso podría
tener algo que ver contigo y Clint viviendo juntos sin una cerradura, sea lo que
sea que eso significa.
Callie se rió, pero no pudo dejar de notar la notable ausencia del nombre de
Vanessa. Lo que sea.
—Sabes que puedes venir aquí y ver Entourage Bajo Demanda en cualquier
momento que quieras, ¿no? Los compañeros de Clint siguen molestándome
para que te invite: ellos dijeron que te diga que tenemos Grand Theft Auto V…
—Tentador. —Suspiró Mimi—. Pero yo preferiría tenerte de vuelta aquí.
—Todavía no, Mimi —dijo Callie en voz baja.
—Oh, bueno. Supongo que es cierto lo que dicen: el sexo realmente lo conquista
todo.
—Creo que es el amor el que todo lo vence, y no, no estamos teniendo sexo.
Aún.
—¿Qué? ¿Has estado durmiendo allí durante una semana entera y aún no lo
has, eh, cómo es lo ustedes los Americanos dicen: “hecho”? ¿Pourquoi pas58?
—Sólo estoy esperando el momento adecuado, supongo.
—Está bieeen —dijo Mimi—. Pero te estaré viendo mañana, ¿no? ¿Realmente
debemos salir a las nueve de la mañana? No estoy convencida de que puedo
hacerlo.
—Estoy segura que puedes dormir en el coche. —Se rió Callie—. Nos vemos
mañana.
58 ¿Pourquoi pas?: ¿Por qué no? Del francés en el original.
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Frotándose los ojos, se volvió de nuevo a su trabajo. Era lo único que quedaba
en pie entre ella y un último fin de semana de libertad y diversión antes de las
vacaciones de Acción de Gracias. Y tenía que terminarlo rápido, porque
mañana por la mañana ella y Mimi estarían viajando a Yale para El Juego: el
único día del año en que incluso los estudiantes menos sociales de Harvard
comenzaban a beber y salir a las 8 a.m. Durante toda la semana el campus
había sido un hervidero de mítines, carteles, y personas haciendo planes sobre
qué hacer, dónde alojarse, y cómo llegar a New Haven. En un despliegue
anormal de espíritu escolar —dado que el 45% de los estudiantes encuestados
no sabían que Harvard siquiera tuviera un equipo de fútbol—, Callie vislumbró
camisetas carmesí con frases coloridas en todas partes: desde JÓDETE YALE a
CHÚPALO, SEGURIDAD ESCOLAR y CUANDO TODO LO DEMÁS FALLA,
VE A YALE.
A Callie, sin embargo, no le importaba nada una patética excusa para beber
temprano en la mañana cervezas, ejem, ver un juego de pelota muy importante
y estaba básicamente conteniendo la respiración hasta que pudiera regresar a
casa a California. Allí estaría en una posición mucho mejor para hacer control
de daños y, por ejemplo, contratar a un asesino a sueldo para hacer frente a
Evan, un incendiario para quemar su fraternidad hasta los cimientos, e ir de
compras con Jessica para proporcionar una coartada mientras toda la mierda
se venía abajo. Entonces, tal vez entonces, se sentiría como si fuera seguro
regresar a Harvard, donde realmente no importaría mucho si Vanessa le decía
a Lexi porque Callie sólo podría negar, negar y negar, y vivir felices para
siempre con Clint…
Tratando de no dejar que sus fantasías homicidas sacaran lo mejor de ella, se
vio obligada a volver a leer el documento por última vez. Sin duda no era su
mejor trabajo, pero circunstancias atenuantes seguramente le permitían un
poco de margen de maniobra, o eso intentó convencerse a sí misma. En
cualquier caso, no había nada que pudiera hacer al respecto con el trabajo
ahora, excepto imprimirlo y entregarlo.
Tenía dos opciones: la Biblioteca Lamont o las oficinas en el Crimson.
Lamont estaría llena a esta hora con los estudiantes frenéticos apresurándose a
imprimir sus trabajos antes de dirigirse a New Haven y luego a casa por Acción
de Gracias. Vanessa estaba probablemente allí ahora mismo, chismeando en el
Lamont Café sobre Dios sabe qué. Si Callie fuera a verla en realidad, no iba a
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decirle lo que ella podría hacer, pero tirar del pelo y peleas de puños, ambas,
parecían como cursos posibles de acción.
Por otro lado, ir al Crimson era arriesgarse a la amenaza inminente de lidiar
con Lexi, salvo que por esta noche, Callie recordó de pronto, Lexi estaría en la
reunión de la junta del Pudding de siete a ocho. En otras palabras, el mismo
lugar donde Clint estaba en estos momentos.
Sus ojos se movieron rápidamente hacia el reloj: 7:50. Si se daba prisa, podría
hacerlo. Ella no tenía una unidad de memoria, por lo que se envió por correo
electrónico el documento a sí misma en su lugar. Tomando su abrigo y la
bufanda marrón que Clint le había dado después de que él hubiera enfermado
de verla “congelarse hasta la muerte”, ella se apresuró hacia la sala común,
más allá del alijo porno de Tyler (pobremente disfrazado como una colección de
mala música de los noventa, nota mental: tener especial cuidado de evitar los
Grandes Hits de las Spice Girls), salió por la puerta, y bajó por la escalera de
caracol.
Tres minutos más tarde llegó al Crimson. Subiendo las escaleras de dos en dos,
se apresuró a las oficinas del segundo piso, tecleando en un computador, y
conectando a su cuenta de correo electrónico. Rápidamente descargó el
documento, lo revisó una vez, y luego hizo clic en imprimir.
La impresora, al parecer, estaba tomando un tiempo para entrar en calor. Ella
empezó a golpear el pie en el suelo con impaciencia, mientras esta zumbaba en
movimiento, mirando por encima de su hombro y medio esperando que Lexi
irrumpiera en la habitación y la atacara en cualquier momento. El estallido
repentino y ruidoso del sonido de su celular casi la envió a un paro cardíaco.
—Hola, preciosa, soy yo —dijo la voz de Clint por la línea.
—Hola —dijo ella, sonriendo a pesar de sus nervios.
—Buenas noticias: la reunión terminó unos minutos antes. —Oh, mierda—.
Sabes cómo estas cosas por lo general se pueden tardar horas… De todos
modos, yo estaba preguntándome: ¿qué vas a hacer justo ahora? ¿Estás en la
habitación?
—No, la verdad es que estoy corriendo para imprimir mi documento y luego
tengo que andar todo el camino a la escuela de derecho para entregarlo —dijo
ella distraídamente mientras la impresora finalmente empezó a moverse—. No
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tengo que entregarlo hasta mañana por la mañana, pero quiero terminarlo
ahora para que así Mimi y yo podamos conseguir comenzar temprano…
—¿Estás segura de que está bien que vaya conduciendo un autobús de fiesta
con el Fly?
—Sí, sí, por supuesto. Mimi está organizado que Gregory nos lleve para que así
estemos bien —dijo ella, mientras la segunda página se imprimía más
lentamente que la tortuga lisiada de una abuela.
—¡Genial! —dijo Clint—. Realmente eres la mejor. Es por eso que… ¡Tengo una
sorpresa para ti! Asegúrate de mantenerte alejada de la habitación durante al
menos quince minutos, ¿de acuerdo?
—Está bien —dijo mientras engrapaba las páginas de su mediocre trabajo y lo
arrojaba en su bolso, mirando con ansiedad el reloj—. Me tomará al menos
veinte minutos llegar allí y volver. —Se colgó su bolso sobre su hombro y corrió
hacia la escalera.
—Maravilloso. Te veré en veinte, entonces…
—¡Genial, te veo pronto! —exclamó ella, y colgó el teléfono. Entró en el
vestíbulo principal y comenzó a abrirse paso a través de los periódicos
sobrantes que estaban apilados contra la pared. Estaba a punto de llegar a la
puerta cuando se abrió y entró…
Tres conjeturas:
Ali Baba y los 40 ladrones
Lulu el mono inflable
Alexis Vivienne Thorndike
—¿No te preocupa que entrar en este edificio durante un período de evaluación
es casi tan hortero como un novio pidiendo ver el vestido de su novia antes del
gran día? De mala suerte también… —empezó a decir Lexi con una sonrisa
maliciosa en su rostro.
—Los editores en general dijeron que podemos usar los recursos de aquí cuando
sea que queramos —dijo Callie con voz temblorosa. ¿Sabía Alexis… bueno,
todo? ¿Valía la pena el tratar de ser amable?
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—Mi error —dijo Alexis con dulzura—. Definitivamente deberías sentirte libre
de usar nuestros recursos tanto como quieras, por el poco tiempo que estarán
disponibles para ti.
Callie tragó fuerte.
—Supongo que lo veremos —dijo ella, obligándose a devolver la mirada a
Lexi—. Esperemos que la calidad de mi trabajo hable por sí mismo.
—Sabes —dijo Lexi, dando un paso hacia adelante—, que algunas veces no es
sólo tu rechazo en Us Weekly lo que cuenta. Te puedo asegurar que los editores
se preocupan por ciertas otras cosas más allá de la calidad de tu trabajo…
—¿Ah, sí? —preguntó Callie, luchando por mantener la voz estable cuando
agregó—: ¿Como qué otras cosas?
Lexi permaneció en silencio, pero un pequeño tirón hacia abajo cerca de la
comisura de su boca delataba su mano: sin ningún As, no hay nada. Porque,
como de repente cayó en cuenta Callie, Vanessa no había hablado.
Demasiado agitada para sentirse triunfante, Callie le dio la espalda a Lexi y
prácticamente corrió todo el camino a la escuela de derecho, con el corazón
latiendo fuerte en su pecho.
Tan pronto como Callie se perdió de vista, la máscara de compostura se derritió
de la cara de Lexi. Volteándose hacia las ordenadas pilas de periódicos que se
alineaban en las paredes, pasó sus dedos sobre las pilas con delicadeza
mientras se abría camino por el pasillo. En el último segundo se volvió y,
tomando un puñado de papeles en la mano, gritó y los arrojó por el suelo.
Girando alrededor, ella pateó la pila más cercana: maldiciendo mientras
páginas del Crimson volaban en el aire y luego flotaban de regreso hacia el
suelo como copos de nieve feos y grises.
Luego respiró hondo y sacó su BlackBerry, redactando rápidamente un
mensaje de correo electrónico a algunos de los COMPers.
ALGUIEN DEJÓ UN GRAN LÍO
EN LAS OFICINAS EN EL CRIMSON.
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ESTO ES SIMPLEMENTE INACEPTABLE.
ESPERO QUE HAYA DESAPARECIDO EN
LA MAÑANA.
Manteniendo su teléfono celular abierto mientras subía las escaleras de las
oficinas del segundo piso, hojeó sus mensajes más recientes, haciendo una
pausa en el más reciente de Vanessa.
¡ME DIVERTÍ MUCHO DE COMPRAS EL
OTRO DÍA! ¿QUIERES TOMAR CAFÉ
O ALMORZAR LA PRÓXIMA SEMANA?
Lexi resopló con desprecio e hizo clic en Eliminar. Obviamente Vanessa no
había prestado atención en Ec 10 durante la lección de Feldstein sobre el quid
pro quo.
No hay tal cosa como un almuerzo gratis, cariño.
Lexi suspiró mientras una imagen familiar se materializó en la pantalla de su
BlackBerry.
Era una foto de ella y Clint, un autorretrato tomado con el teléfono celular de él
durante su primer año. Su cabello estaba desordenado y había estado usando
un par de boxér y el polo de él del equipo de squash de Harvard, aquella que
parecía no poder decidirse a lanzar a la basura, al igual que no podía conseguir
borrar su foto de fondo de pantalla. Ellos estaban sonriendo. Una sonrisa feliz.
Fueron felices una vez, antes de que la promoción de 2014 infestara el campus
como ratas llevando la peste…
Lexi se apoyó en el marco de la puerta de la sala de ordenadores del Crimson.
Sacudiendo la cabeza, presionó de nuevo en el centro de mensajes de su
teléfono y redactó un nuevo texto a Vanessa.
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CAFÉ Y, MÁS IMPORTANTE AÚN,
¡CHARLA DE CHICAS SUENA GENIAL! ¿QUÉ
DÍA FUNCIONA MEJOR PARA TI?
Alguien había dejado un computador encendido en la esquina de la oficina, y el
rostro de Lexi se retorció de rabia una vez más.
Después de todo, ¿cómo se vería a su copresidenta de la Iniciativa Verde de
Harvard si su revista fuera perdiendo la mitad de sus fondos en las cuentas de
electricidad?
Al mover el ratón para apagarla, la pantalla se iluminó y mostró:
Callie Andrews
18.11.2010
Justicia
La Autonomía según Immanuel Kant
Basamento de la Metafísica de las Costumbres
Lexi frunció el ceño y resopló con frustración a través de sus labios. Al cerrar el
documento, su teléfono vibró con un nuevo mensaje de Vanessa:
¡SUENA GENIAL! ¿QUÉ TAL EL MARTES?
Lentamente Lexi levantó los ojos de nuevo hacia la pantalla del ordenador. Ella
parpadeó dos veces. Era demasiado bueno para ser verdad.
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Callie se dirigió escaleras arriba hacia la suite de Clint en la Casa Adams. A
pesar de que debería ser capaz de relajarse ahora que todo su trabajo para la
semana estaba hecho, encararse a Lexi había sido de alguna manera más
aterrador que valiente…
Entró en la sala común y se encontró a Clint esperando junto a la puerta. Tomó
su bolso y la ayudó a quitarse el abrigo, luego la guió hacia su habitación, con
las manos sobre sus ojos.
—No mires —advirtió, abriendo la puerta y empujándola suavemente dentro.
Inmediatamente sus oídos se llenaron de los sonidos de la suave música de
jazz. Clint la hizo avanzar unos cuantos pasos más y luego descubrió sus ojos.
En el suelo había una manta blanca bordeada de suaves almohadas y cubierto
con pétalos de rosa por todas partes, que Clint había dispersado también por
todo el edredón blanco sobre su cama. Una botella de champán, un plato de
fresas cubiertas de chocolate negro, y una cesta de picnic descansaba sobre el
mantel improvisado, iluminado por la tenue luz de diminutas velas de té que
había dispuesto sobre la mesa de café encima de su diván.
—La otra noche —dijo Clint—, mencionaste que una de las cosas que más
echabas de menos de California era poder comer al aire libre. Bueno, ya que no
tuvimos tiempo para ir a un lugar cálido para tomar un picnic, ¡pensé en traer
el picnic adentro para nosotros!
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Callie se quedó sin habla: sólo había una cosa que hacer. Lo besó, lanzando sus
brazos alrededor de su cuello y pasándose las manos por el cabello.
Él le devolvió el beso: suavemente al principio, luego con mayor urgencia.
Envolviendo sus brazos alrededor de ella, la atrajo lo más cerca posible de él,
acariciando la parte baja de su espalda.
Las manos de ella se deslizaron hacia abajo por su pecho y luego detrás de su
cintura, metiéndose por debajo de su polo y acariciando la piel cálida y suave de
su espalda. Sus dedos recorrieron el borde superior de su bóxer.
Sonriendo, él la inclinó hacia abajo de repente y deslizó su mano libre debajo de
sus rodillas, levantándola y cargándola hacia la cama cubierta de pétalos de
rosa. Él la acostó y se subió encima de ella, levantando su camisa y besando su
ombligo antes de moverse hacia arriba para besarla en la clavícula, el cuello,
las mejillas, y luego sus labios.
Ella removió su camisa sobre su cabeza y se la quitó, arrojándola al otro lado de
la habitación y tomándose un momento para admirar, como lo había estado
haciendo todos los días de esa semana, su cuerpo: tonificado de tantos años de
squash. Sonriéndole, le pasó sus dedos por el cabello otra vez. Adoraba ese
suave cabello castaño, tan despeinado y sexy cuando caía sobre sus ojos…
Antes de darse cuenta, se había quitado los pantalones también y estaba
moviéndose para desabrochar su sujetador, su camisa estaba ya junto a sus
jeans en una pila en el suelo. Sus dedos se detuvieron en sus abdominales
inferiores. Ella vaciló, pero cuando su sujetador cayó al suelo y él comenzó a
besar su pecho, empezó a bajarle los bóxers.
Sus manos descansaban sobre sus huesos de la cadera, sus dedos rastreando
ligeras líneas debajo de su ombligo. Levantó la vista hacia ella, una muda
pregunta en sus ojos. Ella asintió, arqueando la espalda mientras él deslizaba
hacia abajo sus bragas por sus piernas.
De repente estaban pecho contra pecho, sus dos cuerpos casi uno. Él la besó en
la boca y luego inclinó su rostro para que así estuviera a unos cuantos
centímetros de distancia de ella.
—¿Estás segura de que estás lista para esto? —susurró.
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—Sí… —respondió ella, atrayéndolo hacia ella. Recorrió sus manos por su
pecho, por sus hombros y bajando por la longitud de sus brazos, su cuerpo
ardiendo por él.
—El sexo es algo importante; sólo quiero estar absolutamente seguro de que
estás lista…
—No es mi primera vez, sabes —dijo ella, tratando de sonreír al pensar en su
primera vez (recuerdos de Evan) deambularon por su mente.
—Lo sé —dijo él, besándola en la frente—. Quiero decir, no lo sabía, pero lo
supuse ya que mencionaste que tenías un novio, en casa, de mucho tiempo en la
escuela secundaria.
¡Deja de hablar! Él se sentía pesado mientras seguía besando sus mejillas.
Imágenes de Evan comenzaron a parpadear en su mente.
—Sólo quería asegurarme de que estabas preparada conmigo… para nosotros…
—Uh-huh —murmuró ella, tratando de moverse. Él la estaba asfixiando.
—Porque no quiero apresurarte si no te sientes lista —presionó, extendiendo la
mano para retirar el cabello que le había caído sobre sus ojos—. Nuestra
primera vez debería ser especial…
—Creo que sé una forma de hacer de hoy un día muy especial —dijo Evan,
agitando las llaves de los vestuario del equipo de fútbol con una sonrisa pícara.
—¡Pero es la Semana de Último Año! —protestó ella—. Se suponía que íbamos a
devolver las llaves ya… y todo el mundo está en el campus… ¡podríamos ser
atrapados!
—… y quiero que te sientas totalmente cómoda y segura…
—No te preocupes, es totalmente seguro —insistió Evan, tomando sus manos
entre las suyas y besándola en cada mejilla—. Bloquearemos la puerta, y nadie
será capaz de oírnos porque traje mi laptop —EL ORDENADOR PORTÁTIL
DEBE HABER TENIDO LA CÁMARA ENCENDIDA—, y puedo reproducir la
música fuerte, justo así…
—¿Callie?
—Callie, vamos: una última Practica de Capitanes, por los viejos tiempos. Será
nuestro pequeño secreto.
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Y entonces ella había asumido que al decir “secreto” él había querido decir:
“hacerlo en el vestuario del equipo de fútbol durante la Semana de Último Año”
plenamente consciente de que él también había sido *secretamente* filmado en
su laptop todo el tiempo…
—¡Callie! ¿Qué pasa? ¿Por qué no me hablas?
Y entonces Evan le había mostrado esa cinta —un archivo de vídeo guardado
en su ordenador— a todos los estudiantes de último año del equipo justo antes
de graduarse para demostrar que lo que había estado alardeando todo el
semestre era cierto, ella finalmente entendía por qué durante el resto del
verano todos le habían sonreído con esa mirada divertida en sus ojos.
—Maldita sea Callie, ¿por qué no dices nada?
Y él nunca había dicho nada hasta después de que él compartiera la cinta con
su hermano mayor en la UCLA, ya que “Hacer un vídeo porno” valía al menos
“tropecientos puntos” en su búsqueda de basura de iniciación en la fraternidad.
¿Pensaron que ella había grabado la cinta voluntariamente… que era una
sucia, jodida, exhibicionista, ninfómana, puta? ¿No había leyes en contra de
este tipo de cosas? ¿Contra filmar a gente haciendo cosas privadas sin su
consentimiento, sin su conocimiento?
—Callie —comenzó Clint, intentándolo de nuevo, su voz firme pero ahora
claramente alarmada—. Por favor. Dime qué está mal.
—¡No puedo hacerlo! —Jadeó de repente cuando se dio cuenta de que Clint
estaba agarrando sus hombros, mirándola desconcertado y angustiado.
¿Quién tenía una copia de ese archivo ahora —además de cada uno de los
miembros de su fraternidad— y a dónde iría desde allí? ¿YouTube? ¿MySpace?
¿Facebook?
—No puedo hacerlo… —Se las arregló para decir nuevamente a través de
respiraciones estranguladas. Clint finalmente se dio cuenta de que necesitaba
un poco de aire y se movió hacia un lado.
¿Y si Clint lo veía alguna vez? ¿O si alguien en Harvard lo veía alguna vez? ¿Y
qué con la vida después de la universidad, para ese caso? ¿La contrataría algún
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periódico? Y sus padres… Oh Dios, sus padres: si se enteraban alguna vez,
ella…
Clint regresó de su cuarto de baño con un vaso de agua, pero ella sacudió la
cabeza y murmuró:
—Tengo que irme —dijo, alcanzando su ropa.
—No… no te vayas. Quédate, por favor, y dime lo que está pasando —imploró,
cuando ella se puso rápidamente su camiseta del revés y comenzó a meter sus
piernas en sus jeans—. ¿Fue algo que dije? ¿He ido demasiado rápido? Por
favor, ven siéntate en la cama y cálmate... Estás segura conmigo…
—¿Segura? —exclamó ella, dándose la vuelta de golpe y sin querer lanzando el
plato de fresas cubiertas con chocolate por toda la habitación—. No hay nada
seguro sobre tener sexo…
—En serio, Callie, está bien. Entiendo que estés nerviosa… —lo intentó de
nuevo, poniéndose de pie y poniéndose sus bóxer.
—No, Clint, no, ¡no lo entiendes! —exclamó ella, negándose a mirarlo a los
ojos—. ¡No podrías entenderlo posiblemente! —Ella se paseó por la habitación,
recogiendo sus cosas.
—Está bien, Callie, ¿sabes qué? Tienes razón: No lo entiendo. —Se puso sus
jeans—. No te entiendo… en absoluto. Un minuto pareces totalmente excitada
y entonces, de repente, ¡estás realmente enloqueciendo! ¿Cuál es el problema?
¿Por qué no puedes simplemente hablar conmigo…?
—No quiero hablar contigo sobre ello, ¿de acuerdo?
Dudó por un momento, mirándola mientras ella buscaba sus zapatos y luego:
—Bien…
Su tono la hizo detenerse, con un zapato puesto y el otro en el suelo. Mantuvo
sus ojos en sus pies, sabiendo que si ella lo miraba seguramente empezaría a
llorar.
—¿No quieres hablar conmigo? Eso está bien. Esa es tu decisión. Pero no puedo
tener una novia que no sienta que me puede decir las cosas. No es justo… para
ninguno de nosotros. Así que tal vez deberías tomarte algún tiempo para
pensar y decidir lo que quieres.
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Se puso la camisa.
—Estaré aquí esperando para cuando estés lista para hablar, pero esto —
añadió, haciendo un gesto hacia el espacio entre ellos mientras Callie seguía
mirando al suelo—, este tipo de comportamiento, sin explicación alguna, es
completamente loco y totalmente inaceptable.
Ella asintió lentamente y colocó las correas de su bolso sobre su hombro. Ella lo
miró brevemente y murmuró:
—Ya nos veremos. —Luego se dirigió hacia la puerta.
Ella casi esperaba que la siguiera —la llamara o por lo menos se ofreciera
acompañarla a su casa— cuando escuchó que la puerta de su habitación se
cerró con un portazo.
Afuera había empezado a nevar.
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CCaappííttuulloo 1177 CERVEZA, SEXO Y FÚTBOL
El Partido
Traducido por Dark&rose (SOS), Shadowy (SOS) y LizC (SOS)
Corregido por LizC
ueridos Froshies:
Bueno, el secreto está dicho: ¡Harvard tiene un equipo de fútbol! Para
aquellos de ustedes, muchachos, que no lo sabían ya: qué vergüenza…
¡salgan de la biblioteca y consíganse una vida! Para aquellas de
ustedes, señoritas, que lo sabían: gran trabajo… ¡ahora dejen de
tontear con ese jugador de fútbol y vuelvan a la biblioteca!
Pero en serio, dicen que la cerveza, el sexo y el fútbol son tres cosas sin las que
ningún estudiante de la universidad (es decir, del tipo heterosexual) puede
vivir. Es por eso que el partido de fútbol Harvard-Yale (léase: “fiesta en
estacionamientos”) es el evento favorito de la mayoría de los estudiantes del
año; un momento mágico en el que por lo general pueden llegar a satisfacer
estos tres deseos primarios de universitarios consecutivamente, o incluso al
mismo tiempo…
Para el fútbol: Toma la Mass Pike en dirección oeste, luego la I-84 y I-91
hacia New Haven, donde la tasa de homicidios en la ciudad es superior a la
media del SAT de los Yalie. El juego comienza el sábado al medio día. La fiesta
del estacionamiento comienza en el Toad, la noche del viernes y continúa
cuando te despiertes el sábado por la mañana (si es que te acuestas). Tan
pronto como abras los ojos y te recuperes de la conmoción inesperada de:
a) donde estás durmiendo y,
b) quién está durmiendo a tu lado,
Q
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Un buen consejo es seguir bebiendo: una mimosa o un Bloody Mary es la
*mejor* manera de curar una resaca...
Para la cerveza: Los estudiantes de pregrado de Harvard —incluyendo
remolques, barbacoas, y DJs cortesía de los Clubes Finales y las Casas de los
Estudiantes de Avazando— estarán ubicados junto al campo, al lado de los ex
alumnos en los estacionamientos (robando comida y bebida de calidad) y por
supuesto, en el territorio enemigo. No hay necesidad para TTPB59: las
fraternidades y los Clubes Finales tendrán tantas Natty Light, Budweiser,
PBR, y Coronas como sus pequeños corazones posiblemente pudieran desear.
Beban a su antojo, pero recuerden la importancia de conocer sus propios
límites: los “depósitos de borrachos” del Hospital Yale-New Haven tienden a
llenarse bastante rápido con estúpidos estudiantes de primer año demasiado
entusiastas.
Para el sexo: Bueno, en contra de mi mejor consejo, puedes decidir cubrir tus
apuestas existentes e intentar procrear con una Yalie en lugar de una
compañera de Harvard. Pero ten en cuenta que, a diferencia de Harvard, los
requisitos para la admisión a Yale no requieren ser bueno en la cama… ¡Pero
arrójenlo todo por la ventana si es necesario, pequeños froshies! Sólo recuerden
que esos dos minutos de éxtasis pueden volverse en su contra cuando Yale se
acerque a Harvard en el partido del: 2011…
Como siempre, cuando participemos en estos placeres hedonistas, los
aspirantes a futuros líderes del mundo deben tener en cuenta las siguientes
tres palabras: decoro, decoro, decoro.
A medida que beban esa cerveza: siempre tengan un ojo puesto en el individuo
de detrás de la cámara mientras te saca la foto, descubre siempre dónde —y en
cuyo perfil de Facebook— esa foto va a ir.
En tu borrachera ni siquiera podrás notar cuando la cámara digital de un
conocido te tome una foto haciéndolo con tu compañero de cuarto o grabe un
breve vídeo de ti haciéndolo un la barra de cerveza y accidentalmente salga a la
luz del mundo. Sólo recuerda: una vez que esté en Internet, no hay modo de
saber a dónde puede ir.
Sé que todos prestaron atención durante las diferentes conferencias de la
universidad acerca de la privacidad en línea, pero repetiré mi advertencia una
vez más: son los momentos como estos cuando pensamos que estamos más
59 TTPB: Traer tu propia botella. Del inglés BYOB (Bring Your Own Bottle).
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seguros en los que realmente perdemos el control y nos volvemos salvajes, los
que requieren nuestra mayor vigilancia. Prepárate para los escándalos y
prepárate para la diversión…
Alcen sus sombreros… ¡es el GRAN PARTIDO HARVARD-YALE!
Alexis Thorndike, Columnista de Consejos
Revista Quince Minutos
Autoridad de la Universidad de Harvard en la Vida del Campus desde 1873.
—¡TRAGA! ¡TRAGA! ¡TRAGA! —gritaba la multitud antes de estallar en un
rugido.
—¡Vamos, chicas, una vez más! —gritó Bryan por encima de los aplausos,
sosteniendo dos botellas de plástico barato de ginebra en cada mano, en la
parte superior de la estatua de hielo: un gran bloque de hielo inclinado en un
ángulo de cuarenta y cinco grados con dos “cauces de río” miniaturas tallados
en él de modo que dos alumnas jóvenes pudieran colocar sus bocas en el
extremo inferior y recibir un gran chorro de alcohol seco y frío por el hielo.
Mimi sacudió la cabeza de lado a lado mientras Bryan gritaba ánimos,
señalando a Callie quien no podía manejar ninguna bebida alcohólica más.
—Debedías tragarte tu conjeso y escupir en dugar de tradar —murmuró Mimi
borracha, tambaleándose hacia un lado.
Así, abandonada por su compañera de crimen, Callie estaba a punto de alejarse
de la estatua cuando el espacio vacante de Mimi fue repentinamente ocupado.
—¡Está bien, vamos! —exclamó Gregory, sonriéndole a Callie.
Por una fracción de segundo Callie vaciló, preguntándose si se trataba de una
idea muy mala. Decidiendo que sí, que era una idea de hecho terrible, por el
verdadero espíritu de la universidad se inclinó y lo hizo de todos modos.
Cuando se puso de pie un momento después, la ginebra goteando por su
barbilla, buscó a Mimi… relajándose cuando Callie la vio tambaleándose hacia
el DJ cerca de una mesa del Fly.
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Era el Día del Partido y los estacionamientos estaban abarrotados de
estudiantes enloquecidos. El sol de la mañana brillaba sobre los campos
masivos adyacentes al Estadio Yale Bowl, el cual actualmente estaba lleno de
interminables filas de remolques y coches decorados con banderas y globos, bajo
el cual los alumnos y ex alumnos estaban en grupos, haciendo barbacoa y
bebiendo cervezas. Hacía un frío helado a pesar del sol, pero la mayoría
estaban demasiado intoxicados para notarlo, tambaleándose de mesa en mesa y
probando la comida y bebida mientras la hierba pisoteada se amontonaba
fangosa bajo sus pies.
Callie y Mimi se habían perdido ya tres veces en su camino para encontrar la
sección de estudiantes de pregrado de Harvard, sobreviviendo a los abucheos y
a las amenazas de muerte de las Yalies que descubrían sus suéteres de color
rojo. Finalmente se habían topado con una multitud de caras conocidas.
Pancartas de algunas de las casas de estudiantes de avanzado ondeaban en la
brisa al lado de las mesas llenas de alcohol y bagels que se habían colocado
frente a remolques pintados con insignias: el Fly, los Delphic, el Isis, y el Bee.
Los Clubes Finales habían juntado su dinero y alquilado un DJ. La música
retumbaba por los altavoces cercanos, y una fiesta de baile se estaba
materializando rápidamente… la más salvaje que jamás haya ocurrido antes
del mediodía en la historia de la Liga Ivy.
—Me divertí mucho anoche —dijo Gregory, hablando por encima del hombro de
Callie.
Callie lo ignoró y siguió echando un vistazo por la zona, buscando a Clint y
preguntándose lo que él podría pensar o decir si los veía a los dos así de juntos.
Ella no podía verlo y…
… si a = b y b = c, entonces a = c así que…
… él no debería ser capaz de verla tampoco.
Girándose hacia Gregory, ella lo miró a los ojos, recordando los acontecimientos
de la noche anterior con toda claridad: cómo al final de la noche, ella había
terminado en sus brazos…
… a donde Clint la había prácticamente empujado. Ella había estado tratando
de bailar con Clint, tratando de disculparse, cuando él había salido apresurado
de la barra y la dejó allí, sola, diciendo:
—Callie, creo que te dije que necesito un descanso.
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Durante toda la noche las palabras habían sonado al ritmo de la música del DJ,
una y otra vez en su cabeza.
“Necesito un descanso”, mientras ella comenzaba a bailar con Gregory y…
“Necesito un descanso”, cuando sus sudores comenzaron a mezclarse y…
“Necesito un descanso”, cuando él la atrajo hacia sí más y más cerca…
¿Qué significaba: “Necesito un descanso”?
Sintió la mano de Gregory sobre su hombro y se dio cuenta de que él seguía
mirándola… y Clint aún no le hablaba… y los ojos de Gregory eran todavía tan
azules, simplemente tan bonitos… y Clint aún no le hablaba… y tal vez estar
en un descanso significaba que estaba bien en ceder a la gravedad e inclinarse
hacia adelante y…
—¡Mal, mal vecino! —exclamó Mimi, corriendo y dando un paso delante de
Callie. Fulminando a Gregory con la mirada, apretó su mano en un puño—.
¡Laisse-la ou je vais te faire mal60!
Antes de que Gregory pudiera responder, Mimi agarró la mano de Callie y la
arrastró al medio de la fiesta, ahora repleta con cientos de estudiantes. Gregory
rápidamente desapareció de vista. Mimi comenzó a moverse con la música, pero
Callie se congeló… pues allí estaba Vanessa a menos de tres metros de
distancia, bailando como loca con algunas chicas de la preparatoria. Ella había
venido en el auto de ellas y también estaba compartiendo una habitación con
ellas en el Omni New Haven. Bien por ella. Qué se divierta adivinando de
quién son los jeans que cuestan más o tramando cómo arruinar mi vida.
De repente Vanessa saludó con la mano. Fue un saludo pequeño y débil, pero
era todavía un saludo y Callie sintió que su corazón se aceleró sólo un poco. Por
lo que Callie podía decir, Vanessa no le había dicho a Lexi sobre el vídeo. En
este momento realmente le vendría bien una amiga. Su mejor amiga.
—Vamos —exclamó Mimi, tirando de la mano de Callie—. Necesitamos
comida. —Hizo un gesto hacia una mesa cercana llena de lo que parecían cajas
de donas—. Olvidé comer esta mañana…
Callie asintió y siguió a Mimi a través de la multitud. De pronto se detuvo.
Clint estaba cerca al remolque de los Delphic. Él definitivamente la había visto,
60 Laisse-la ou je vais te faire mal: Déjala en paz o te haré daño. Del francés en el original.
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y definitivamente todavía no tenía ningún interés en hablar con ella. Lo vio
beberse una cerveza de golpe y gritar “uups”: más borracho y más escandaloso
de lo habitual porque —con esperanza— estaba molesto con ella. Una chica se
acercó a él, pero la ignoró, chocando las manos con el chico que acababa de
entregarle otra cerveza.
Mejor de lo que puedo decir de mí misma, pensó ella. Del otro lado del camino
Mimi mantenía abierta una caja vacía de color rosa y articulaba con la boca:
“No hay donas,” haciendo pucheros con gran exageración mientras se dirigía de
nuevo hacia Callie.
—¡VAMOS A INTENTARLO EN LA PLATAFORMA TRASERA DEL
PUDDING! —gritó.
—¡ESTÁ BIEN! —gritó Callie de vuelta—. ¡PERO NO TIENES QUE GRITAR!
—Brazo en brazo, entretejieron su camino a través de la multitud.
Desafortunadamente, en lugar de comida, la mesa plegable del Pudding estaba
llena con botellas y botellas de licor.
—¡Nuevas! —exclamó un grupo de chicas mayores.
—¡Tiempo de iniciación! —gritó una de ellas mientras otra tomaba el cuello de
una botella—. ¡Ahora, bebe! —gritó. Mimi se encogió de hombros y abrió su
boca. Callie apretó sus labios y negó con la cabeza. De ninguna manera ella iba
a participar en cualquier forma de iniciación…
Se dio la vuelta y vio a Lexi sonriendo. ¿Sonriendo? Sí, sonriendo… hacia ella,
con una expresión de conocimiento en sus ojos. Todavía sonriendo —
espeluznante— Lexi comenzó a abrise paso hasta Callie.
—¡Hola! —dijo ella, sirviendo algo de Bloody Mary mezclado en un vaso de
plástico y seleccionando un trozo de apio—. ¿Estás disfrutando tu fin de
semana?
Callie simplemente la miró fijamente.
—Yo sacaría el máximo provecho de él si fuera tú… —continuó Lexi, tomando
un sorbo de su bebida. El color rojo sangre y su piel pálida y suave, la hacían
parecer un poco como un vampiro, y Callie estaba a punto de abrir la boca y
decir justo eso cuando alguien tropezó con ella por detrás…
—Oye, cuidado… —espetó Callie antes de darse cuenta de que Mimi estaba
literalmente colapsando en sus brazos—. Whoa allí, borrachita…
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—¡Je dois sortir. Je vais être… être… MALADE!
—¿Qué? —gritó Callie, arreándola hasta una zona menos concurrida.
—Dije… —farfulló Mimi, tropezando con sus propios pies—, ¡Quémevoya…
ENFERMAR! ¡VOMITAR! ¡AHORA!
—¡Oh! —exclamó Callie. Luego—: ¡No tú también! ¿Qué pasa con ustedes
dos…? ¡TÚ NO ESTÁS GORDA!
—NO, IDIOTA. QUIERO DECIR... —Y entonces Mimi vomitó; todo sobre las
sandalias bajas de-diez-dólares-por-regateo de Callie.
—Bueno, ¡supongo que ese es el por qué no compro zapatos bonitos! —musitó
alegremente Callie, con toda naturalidad, agarrando a Mimi a mitad de camino
de su descenso hacia la tierra—. ¿Te sientes mejor? —preguntó, su
preocupación aumentando cuando Mimi continuó hundiéndose hacia abajo: sus
extremidades como las de una muñeca de trapo, los ojos medio cerrados.
—Nah… —murmuró Mimi—. Tobavía me siendo enferga…
Callie guió a Mimi lejos de la multitud, pasando filas y filas de autos, y hacia
una loma cubierta de hierba. Mimi cayó en el suelo. Callie se maldijo por
preocuparse tanto por Clint, Gregory, Lexi y Vanessa y no había prestado más
atención a lo mucho que su compañera de cuarto había estado bebiendo. Estaba
tratando de averiguar qué hacer —¿dejar a Mimi allí e ir a conseguirle algo de
comida?— cuando de repente, un hombre en un carrito de golf pareció acelerar
en su dirección.
A medida que él se acercaba más, Callie se dio cuenta de que era un policía.
—¡Mierda! —murmuró. Luego—: ¡Mimi, tenemos que movernos!
—Segur… —murmuró Mimi, cerrando sus ojos y apoyando su cabeza contra el
pecho de Callie. Una inquietante burbuja de saliva colorida se formó por el
borde de su boca.
Mierda.
—A ustedes, chicas, parece que les vendría bien un poco de ayuda —dijo el
policía, estacionando el carrito de golf y caminando hacia ellas.
—Oh, no, oficial —dijo Callie, tratando de sentar derecha a Mimi—. Estamos
bien… muy bien…
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—¡Maravilloso! —Mimi abrió sus ojos y gritó felizmente—. ¡Estupendamente
bien!
Codeando a Mimi en las costillas, Callie continuó, sonriendo:
—Sip, muy bien y definitivamente sin necesidad de ninguna ayuda. ¡Pero
muchas gracias por preguntar!
El oficial no se movió.
—Tu amiga se ve muy, muy borracha —dijo.
—Defina “borracha” —dijo Callie lentamente mientras Mimi gemía y dejaba
caer su cabeza entre sus rodillas.
—¿Cuántos años tienen ustedes, de todos modos?
—Veintiuno, oficial. —Ofreció Callie al mismo momento exacto que Mimi
gritó—: ¡VEINTICINCO!
—Bien —dijo él, mirando fijamente hacia ellas—. Bueno, en ese caso, no tienen
elección. Voy a tener que llevarlas a los servicios de salud para que puedan
llevarlas a un hospital.
Con la cabeza todavía hundida baja entre sus rodillas, Mimi levantó sus manos
como si estuviera esperando ser esposada:
—Lléveme lejos, oficial.
—Uh… no, Mimi… HOSPITAL —dijo Callie, tratando de ponerla de pie. El
oficial se inclinó para ayudarla.
—¿L’hôpital? Oui, bien sûr61… —murmuró Mimi mientras él la levantaba en
brazos y la llevaba hasta el carrito de golf.
—¿Puedo ir también? —preguntó Callie.
Él la miró con escepticismo.
—Por lo general no está permitido a menos que…
—Por favor, señor —interrumpió Callie, empezando a entrar en pánico—. Ella
no es ciudadana estadounidense, y no quiero dejarla sola…
61 ¿L’hôpital? Oui, bien sûr: ¿Al hospital? Sí, por supuesto. Del francés en el original.
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—Está bien. Puedes esperar en el vestíbulo del hospital… ¡pero no causes
ningún problema!
Siete horas más tarde Mimi todavía estaba dormida, conectada a una vía
intravenosa mientras Callie esperaba en el vestíbulo. Atontada, Callie había
visto a muchos de sus compañeros de primer año siendo llevados en camillas.
Había visto el partido de fútbol en un televisor estático montado en la esquina.
Había visto al reloj marcar las horas. Y cerca del mediodía había visto a su
celular perder su barra final de batería mientras sonaba en su camino a una
trágica y prematura muerte…
La enfermera que había estado actualizándola sobre el estado de Mimi caminó
a través de las puertas dobles. Mimi estaba bien —afortunada, incluso, de
haber escapado a un lavado gástrico— pero todavía estaba muy débil.
—¿Ya está despierta? —preguntó Callie, mientras la enfermera se acercaba a
ella.
—No, todavía no querida —contestó la enfermera con voz tranquila y
maternal—. Tenemos que dejar que se hidrate y duerma por lo menos otros
veinte minutos. Mientras tanto, ¿no hay alguien a quien puedas llamar para
que venga a recogerlas?
Los ojos de Callie se ensancharon con desesperación.
—Mi celular —susurró—, él… murió.
—Y supongo que un teléfono fijo no es de ninguna ayuda para ustedes los
jóvenes en estos días, ¿eh? —dijo la enfermera, sonando más cansada que
sentenciosa.
—Sí —admitió Callie—, eso es cierto. No tengo ninguno de los números de
nuestros amigos anotado o memorizado…
—¿Y tu amiga… ella no tiene un celular?
Callie sacudió su cabeza.
—No pude encontrarlo por ningún lado…
La enfermera suspiró.
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—Supongo que todos ustedes sólo van a tener que pagar por un taxi, entonces.
Anotaré el número para ti tan pronto como tu amiga despierte.
Callie la vio deambular de nuevo a través de las puertas dobles. No tenía el
corazón para gritar y explicar cómo habían dejado todo su dinero en efectivo,
carteras, tarjetas de crédito, ropa, y todo encerrado en su habitación en el
hotel… las llaves a las que ella, por alguna estúpida razón, le había
encomendado a OK.
Mierda, pensó miserablemente por enésima vez ese día. No sabía si podía
pensar en una manera de eufemizar la frase varados en Yale-New Haven.
Hundida en su incómoda silla baja de plástico, Callie vio a un muchacho de
cabello oscuro con el cuello de su abrigo puesto en alto contra el frío barriendo a
través de las puertas correderas de cristal, y una mirada de pánico en sus ojos.
—¿Gregory?
—¡Callie! —gritó, corriendo hacia ella y encerrándola en un abrazo feroz.
Después de unos momentos se echó hacia atrás, pareciendo avergonzado.
—¿Cómo es que…? —Sintió la cabeza pesada de repente por el agotamiento.
—Me tomó un tiempo, pero después de hablar con un par de personas que te
vieron salir del estacionamiento, fui capaz de armar todo. Ya he comprobado los
otros dos hospitales y éste era el único que quedaba. ¿Mimi está bien?
—Ella está bien. Aún dormida, pero me dijeron que va a despertar pronto —
dijo Callie. Volvió a hundirse en la silla de plástico, descubriendo que sus
sentimientos de gratitud eran demasiado abrumadores para ponerlos en
palabras—. Simplemente no puedo… Muchas gracias…
—Sólo me alegro de que estés bien —le interrumpió él, sentándose a su lado—.
Necesito escribirle a Clint y decirle que te encontré —añadió, sacando su
teléfono—. Ha estado muy preocupado, tratando de localizarte todo el día, pero
me dijo que habías apagado tu teléfono celular. Dado que era el que tenía el
auto, me ofrecí… —Levantó la mirada desde su teléfono—. A menos que,
¿quieras llamarlo tú?
Lentamente, negó con la cabeza. Los ojos de él se detuvieron interrogante en su
rostro.
—Estoy muy cansada —ofreció ella sin convicción.
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Gregory se encogió de hombros y presionó Enviar. Cinco segundos después, su
teléfono celular vibró en respuesta.
—Él dice que se alegra de que estés bien y que deberías llamarlo después de las
vacaciones de Acción de Gracias si estás lista para hablar.
¿Lista para hablar sobre por qué enloquecí el jueves pasado?, pensó Callie,
removiéndose en su silla. ¿Después de las vacaciones de Acción de Gracias?
¿Qué tal como nunca?
—Quieres… ¿quieres decirme de qué se trata? —preguntó Gregory, sosteniendo
su teléfono en alto.
—No, no realmente —dijo ella—. Lo que realmente quiero, más que nada, es un
sándwich.
—¿Un sándwich? ¿Por qué? ¿Cuándo fue la última vez que comiste algo?
—Mmm… ¿en el desayuno?
—Quieres decir, ¿las mimosas que bebimos antes de dejar el hotel? Eso no
cuenta.
—Veo tu punto. —Su estómago rugió—. Lástima que mi cartera ha estado
encerrada en el hotel todo el día.
—Espera —dijo Gregory, poniéndose de pie y caminando hacia las máquinas
expendedoras cerca de la televisión. En un minuto estaba de vuelta sosteniendo
una barra de chocolate y una bolsa de papas fritas—. No es un sándwich, pero
hice lo mejor que pude dadas las circunstancias.
—Gracias —dijo ella, aceptando las papas—. Realmente eres mi salvador.
Estuvieron en silencio por un momento mientras ella comía. Luego.
—¿Qué era eso en tu bolsillo trasero? —preguntó.
—¿Qué?
—Cuando te pusiste de pie para ir a las máquinas expendedoras, había algo en
tu bolsillo.
—¿Qué estabas haciendo mirando en mis bolsillos traseros?
Estaba demasiado agotada para ruborizarse. En cambio, lo miró fijamente.
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—¿Vas a decirme lo que es o no?
—Bien —dijo con un suspiro. Luego sacó algo pequeño y delgado de la parte
trasera de sus pantalones. Era un libro: Persuasión, de Jane Austen.
Callie lo agarró, sus ojos cada vez más amplios.
—¿Has traído este libro… a las fiestas de estacionamiento?
—¿Y?
—¿A las fiestas?
—Suelo llevar un libro donde quiera que vaya… por si me aburro.
—Sí, ¿pero este libro? —repitió una vez más, sobre todo para sí en lugar de a él.
¿En serio le gustaba Jane Austen? ¿Lo que significa que no se lo había
inventado todo esas semanas atrás sólo para atormentarla?
—Entiendo que no es tu favorita… —comenzó.
¿Qué? ¡No había manera de que pudiera haberlo recordado!
—Tal vez la juzgué demasiado rápido —dijo ella.
—Sí —concordó con una sonrisa—. Tal vez deberías darle una segunda
oportunidad.
—Tal vez lo haga —dijo, abriéndolo. Él había garabateado por todas las
páginas: los comentarios al margen casi tan extensos como las notas en su
antigua copia de Orgullo y Prejuicio. Sintió la cabeza ligera —con hambre, sin
duda—, cuando él se inclinó para leer el primer párrafo por encima de su
hombro.
Llevaba sólo tres páginas cuando una muy pálida y muy avergonzada Mimi,
apareció en el vestíbulo.
Inmediatamente se pusieron en pie y Gregory empujó el libro de vuelta en su
bolsillo. Callie le dio un abrazo enorme a Mimi.
—¿Te sientes mejor? —preguntó.
Mimi asintió.
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—Vamos a llevarte al hotel —dijo Gregory, lanzando un brazo protector sobre
sus hombros. Ella asintió de nuevo y dejó que la llevaran a la plaza de
estacionamiento.
—Callie… —comenzó ella, buscando a tientas las palabras.
—No hay de qué —le aseguró Callie, dándole palmaditas en la espalda—.
Podría haberle pasado a cualquiera de nosotros.
—Sí, pero no todo el mundo…
—Shhh… Podemos hablar de eso más tarde —dijo Callie—. Estamos tan
contentos de que estás a salvo.
—Sí —dijo Gregory a medida que todos se subían a su auto—. No estaba tan
preocupado porque sabes que en realidad no me agradas… ¡pero mi compañero
de cuarto! Hombre, si alguna vez has visto a un inmenso africano emocional al
borde de las lágrimas, entonces sabes que no es agradable.
Mimi sonrió débilmente desde el asiento delantero.
—¡Casi tuve que encadenarlo al radiador antes de que él accediera a esperar
junto al teléfono en caso de que llamaras! —continuó.
¿Llamar al hotel?, pensó Callie. ¿Por qué no pensé en eso? ¡Estúpida, estúpida,
estúpida!
—Él va a sentirse más feliz ahora —agregó Gregory, las calles grises y oscuras
de New Haven zumbando al pasar—. De hecho, me mandó un mensaje hace
unos minutos para decir que pidió al servicio de habitaciones: “todo lo que los
burgueses tuvieran en su menú”, ¡en caso de tuvieras hambre! Incluyendo —
agregó, mirando en el espejo retrovisor de nuevo a Callie—, un sándwich.
—Gracias —susurró Mimi. Callie sonrió.
Varios minutos más tarde estaban entregando las llaves del auto al
estacionamiento del hotel y apilándose en el ascensor. Callie se preguntó si
debía ponerse en contacto con Vanessa, quien pensó estaba quedándose ya sea
en su piso o algunos cuantos pisos más arriba. ¿Estaba preocupada? ¿Ella
incluso sabía lo que había pasado?
Mejor dejar que Gregory o OK le dijera, y luego tal vez cuando todos volvieran
a clases, Callie podría encontrar en su corazón perdonar a Vanessa por la
Conspiración en la Biblioteca Lamont.
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Tan pronto como bajaron del ascensor, la puerta de la habitación de Gregory y
OK se abrió de golpe y OK corrió hacia Mimi, retorciéndola con tanta fuerza en
su abrazo que ella realmente gritó.
—¡Ah! ¡DéjameIR!
—¡Estás viva! —retumbó él, sosteniéndola de espalda a él a la altura de su
brazo y estudiándola como si hubieran transcurrido ocho años, en lugar de ocho
horas.
—Por supuesto que estoy viva —le espetó ella. Una pequeña pizca de color
había surgido en sus mejillas—. ¿Saben de algún lugar en que una chica pueda
conseguir una comida decente por aquí?
—¡Por aquí, señorita! —exclamó OK, lanzándose a abrir la puerta para revelar
cinco carros de comida. Mimi negó con la cabeza y sonrió antes de seguir dentro
a OK.
—¿Todavía con hambre? —preguntó Gregory, dirigiéndose a Callie en lugar de
entrar en la habitación.
—En realidad, no.
—Entonces, probablemente deberíamos dejarlos estar solos —murmuró.
Podía sentir sus ojos en ella mientras sus dedos temblaban con la llave de su
habitación. Se cayó dos veces antes de que la cerradura se abriera con un
chasquido.
—¿Te importa si fumo? —preguntó él cuando se encontraron en el interior,
haciendo un gesto hacia el balcón.
Ella negó con la cabeza. A pesar de las protestas de Callie, Mimi había sido
muy firme en cuanto a la reserva de una suite de lujo y cargar toda la factura a
la tarjeta de crédito de su madre, esta le aseguró a Callie que la dejaría hacer
lo que era un “gran favor” al servicio de la gran meta en curso de “exaspérer ma
mere”62.
En silencio, Callie siguió a Gregory al balcón. Se acomodó en el sillón de
madera junto a él, apoyando los pies en el reposapiés integrado. La noche era
oscura y había comenzado a nublarse. Un viento fresco danzó a través de su
cabello. Ella se estremeció.
62 Exaspérer ma mere: Exasperar a mi madre. Del francés en el original.
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—¿Tienes frío? —preguntó Gregory. Antes de que pudiera responder, él había
desaparecido en la habitación, regresando momentos más tarde con un cenicero
y una suave manta de lana. Él envolvió la manta alrededor de sus hombros,
luego se acomodó en la otra silla y encendió otro cigarrillo. Inhalando
profundamente, miró hacia la noche.
—¿Puedo tener uno de esos? —preguntó ella.
—No sabía que fumabas.
—No lo hago. —Suspiró—. Pero creo que me vendría muy bien uno ahora
mismo.
—Es una mala costumbre, sabes —dijo él.
—Bueno, supongo que los malos hábitos a menudo son los más tentadores —
aventuró ella, mirándolo a los ojos.
Él apartó la mirada, perdida en la distancia por un momento, como si no la
hubiera oído.
—Así que, ¿qué pasa contigo y Clint? —preguntó de repente—. ¿Por qué no está
aquí contigo?
—No estoy segura… —Suspiró Callie—. En realidad, creo que ya no estamos
juntos.
—¿En serio? Eso es interesante —dijo en voz baja, apagando su cigarrillo en el
cenicero.
—¿Interesante? —preguntó ella mientras su corazón empezaba a latir como un
bombo—. ¿Interesante para quién?
—Para mí —respondió él, e inclinándose hacia ella, la besó.
Se estaba ahogando en el sonido atronador de su pulso, sintiéndose mareada.
Se sentía como si hubieran sacado una alfombra de debajo de sus pies y ella
estuviera flotando bajo la brumosa lluvia, besándole como nunca había besado
a nadie en toda su vida, con ganas de seguir besándolo durante horas, para que
nunca terminara.
Él la incorporó. La niebla se convirtió en una llovizna y luego en lluvia, pero
ellos siguieron besándose, ajenos al mundo… a la tormenta, a las bocinas
sonando y los gritos estridentes en las calles, y al cenicero que había caído
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inadvertidamente en un charco. Eran ajenos a la cara horrorizada de una chica
que estaba inclinada hacia delante, con el cabello mojado pegado a las mejillas,
encima de la barandilla de una habitación que debe haber estado sólo a varias
puertas en el pasillo: observando todos sus movimientos.
Finalmente Gregory se separó y miró a Callie intensamente. Luego se la llevó
de vuelta al interior.
No hubo dudas, ni preguntas, ni conversaciones. No hubo nada en absoluto, de
hecho, excepto dicha.
La historia avanzó como por regla general, las cosas fueron decididamente
menos de color de rosa en la mañana. Gregory se había ido, y Mimi, quien debió
haber regresado poco después del amanecer, se cernía cerca de la otra cama
doble, murmurando y arrojando sus ropas en una bolsa de lona de gran
tamaño.
—Buenos días —murmuró Callie, entrecerrando los ojos debido a la luz del sol
que se filtraba por las cortinas. Todavía estaba completamente desnuda—. ¿Er,
Mimi? ¿Por casualidad has visto mi…?
Su ropa interior, en cuestión, voló por el aire y aterrizó sobre su cabeza.
—Uh, gracias —tartamudeó ella, metiéndose de nuevo bajo las sábanas.
—No es nada, querida. A mi me pasa tout le temps63 —canturreó Mimi, alegre
de que le tocara el turno a otra persona de sentirse avergonzada después de las
aventuras de la noche anterior—. Mis tanga de leopardo favorito y mis
pantalones cortos y sexys de color rosa están todavía desaparecidos, incluso
después de publicar folletos de ropa interior perdida por todo el campus…
—¡Qué! —exclamó Callie mientras ella se envolvió en una sábana y corrió a
través de la habitación hacia su bolso—. ¿Todavía estás borracha?
—No, sólo mordazmente ingeniosa y excesivamente divertida como siempre.
Hubo un golpe fuerte en la puerta y el sonido sordo de la voz de OK.
—¡Mierda! —exclamó Callie, dejando caer la sábana y poniéndose su ropa.
63 Tout le temps: Todo el tiempo. Del francés en el original.
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—Ya voy, ya voy —gritó Mimi. Abrió la puerta y se encontró a OK esperando en
el pasillo, con la bolsa completamente llena y listo para irse.
—¿Dónde está Gregory? —preguntó Callie, tratando de mantener su voz
casual.
—Oh… ¿no lo sabías? —preguntó OK, estirándose en la cama y observando a
Callie hacer la maleta—. Tuvo que levantarse temprano para volver al
entrenamiento de squash. Tienen un gran partido por delante. —OK bostezó—.
De todos modos —continuó—, creo que él se hubiera quedado para llevarnos a
casa si él no hubiera prometido ya a un montón de chicos del equipo de squash
que él les llevaría de vuelta.
Callie se quedó helada.
Ella lo había arruinado todo. Clint… Vanessa… Si se enteraban de lo que había
pasado, se sentiría afortunada si alguno de ellos alguna vez la volviera a
hablar.
Su mente corría a mil por hora mientras salían del hotel y llamaban a un taxi
para que los llevara a la estación de tren de New Haven. Mimi y OK durmieron
todo el camino a casa, pero Callie se mantuvo despierta…
Lo más extraño de todo era que la única persona con quien más quería hablar
era Vanessa. ¿Cómo estarían incluso ahora? ¿Se consideraría igual la traición
en la biblioteca que coquetear con el enamoramiento de Vanessa?
Probablemente no, pero a medida que entraban al T en Harvard Square y se
encamiban de vuelta en la dirección de Wigglesworth, Callie decidió que
encontraría a Vanessa y haría las cosas bien. Cómo lo haría exactamente y qué
le diría exactamente, no estaba segura: no había descubierto los detalles
todavía, pero sabía que de alguna manera las cosas saldrían bien al final, tanto
con Vanessa como con Gregory… no, espera, Vanessa y Clint. Clint era perfecto.
Pero Gregory era…
Se despidió de Mimi y OK, quienes habían decidido jugar a Grand Theft Auto
IV, y, sintiéndose demasiado asustada de ver si Gregory estaba en casa, Callie
abrió la puerta de la C-24.
—¡Vanessa!
—¿Vanessa? —gritó de nuevo, más tentativamente mientras empujaba la
puerta de la habitación de Vanessa, abriéndola un poco.
Página274
No había nadie allí.
Suspirando, entró en su dormitorio y se dejó caer en la silla frente a su
escritorio. Miró por la ventana y observó que la oscuridad comenzaba a
deslizarse a través del Harvard Yard. El manto blanco de nieve fresca del fin de
semana se había convertido en un gris fangoso.
Sus ojos se posaron en una nota escrita a mano apoyada a la izquierda de su
ordenador portátil. Era de Vanessa. Ella empezó a leer:
Callie…
Después de que me enteré de lo que pasó con Mimi, me quedé en la fiesta
buscándolas durante horas. Pensé que tal vez no respondías a mis llamadas
porque estabas molesta de que no hubiéramos hablado, pero ahora sé que fue
sólo porque querías liarte con Gregory a mis espaldas, PERRA SIN CORAZON,
TRAIDORA. ¿Cómo pudiste hacerme esto a mí… y con el único hombre que
SABÍAS que realmente me importaba? Supongo que realmente eres una zorra.
No puedo creer que te haya defendido o te haya llamado mi amiga alguna vez.
Eres la peor persona que he conocido, y pediré un traslado de habitación tan
pronto como regresemos de las vacaciones de Acción de Gracias.
—V
Las manos de Callie temblaban y sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas
mientras tomaba su teléfono para llamar a Vanessa. Todavía estaba muerto.
Ella lo conectó al cargador y abrió su computador en su lugar. Quizás mandarle
un correo electrónico sería mejor: tal vez tendría una oportunidad de perdón si
podía explicarlo todo por escrito primero… como a ella le había gustado
Gregory desde el comienzo del año y que todo había sucedido muy rápido…
Ella inició sesión en su cuenta de correo electrónico y estaba a punto de
presionar en Redactar Nuevo Correo cuando un nuevo mensaje llamó su
atención.
________________________________________________________________
De: Alexis Thorndike
Página275
Para: Callie Andrews
Asunto: ¿¡La chica de este vídeo te parece familiar!?
Archivos adjuntos (1):
C:\Usuario\EvanDavies\Escritorio\Privado\Copia_Iniciación_Fútbol.avi
_________________________________________________________________
¡Sólo escribo para desearte suerte en la segunda ronda del COMP!
Qué tengas unas preciosas vacaciones de Acción de Gracias y nos vemos
después…
Si decides volver, claro está.
Saludos,
Alexis.
FFiinn ddeell LLiibbrroo
Página276
PPrróóxxiimmoo LLiibbrroo
Secretos
eputación, reputación, reputación.
Usted es un estudiante en la universidad más prestigiosa del país, y
ha sido escogida para el club social de más élite. Lo ha logrado.
Ahora no lo arruine.
Callie Andrews triunfó durante su primer semestre en la Universidad de
Harvard: hizo amigos incomparables, encontró el novio perfecto, y recibió
invitaciones a las sociedades secretas más exclusivas. Pero ella pudo haber
arruinado todo en una noche nefasta. Ahora ella está ocultando secretos de
todos, incluyendo a…
Clint… el chico de curso avanzado que es demasiado bueno para ser verdad…
Vanessa… la mejor amiga que se volvió traidora…
Gregory… el chico que es completamente atractivo y un error…
y Lexi… la reina social que quiere destruir a Callie.
Pero Callie no llegó a Harvard para darse por vencida, y no está por hacerlo
ahora. Además, ella no es la única que tiene algo que ocultar...
Segundo libro de la Saga The Ivy
R
Página277
SSoobbrree llaa AAuuttoorraa
auren Kunze creció en Piedmont, California y asistió a la Universidad
de Harvard, donde se especializó en Literatura Inglesa con distinción
en Neurobiología. Después de graduarse, aplazó un programa de
maestría en la Universidad de Oxford para terminar su primera novela, The
Ivy, que fue concebida en colaboración con su mejor amiga y ex compañera de la
universidad Rina Onur. Ahora Lauren escribe a tiempo completo, y
actualmente está trabajando en las siguientes novelas de la serie The Ivy.
Para más información sobre la serie The Ivy, visita www.ivybookseries.com
Serie The Ivy:
1. The Ivy
2. Secretos
3. Rivales
4. Escándalo
L
Página278
CCrrééddiittooss
Moderadora:
Dark&rose & Pimienta
Traductores:
Dark&rose
Pimienta
Areli97
Lbo
Shadowy
Jo
Viktoriak
Sweet
Nemesis
Lalaemk
Susanauribe
LizC
Little Rose
Nahirr
Maru Belikov
Ateh
Kathesweet
Rihano
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Correctores:
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Revisión y Recopilación:
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Diseño:
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Página279
¡¡VViissííttaannooss!!
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