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En la bula de fundación de la
Compañía de Jesús, Regimini militantis
Ecclesiae, expedida por el papa Paulo 1lI
el 27 de septiembre de 1540, se señalan
los fines generales y específicos de la
nueva orden: "el bien de las almas en
vida y en doctrina, y la propagacíón de
la fe católica por la predicación, los
Ejercicios espirituales y las obras de
caridad, señalando entre ellas
expresamente la enseñanza de la
doctrina a los rudos y a los niños".
IH, El ambiente de renovación espiritual
.JS
que vivió Ignacio de Loyola reafirmaba
estos ministerios de la Compañía al dar
instrucciones a los jesuitas que partici
parian en las sesiones del Concilio de
Trento: "A mayor gloria de Dios [ ... ]10
que principalmente en esta jornada de
Trento se pretende por nosotros,
procurando estar junctos en alguna
honesta parte es predicar, confesar y
leer, enseñando a muchachos, dando
ejercicios, visitando hospitales y
exhortando a los prójimos [ ... ] a
confesar, comulgar y celebrar a menudo
Ejercicios espirituales y obras pías,
moviéndolas asimismo a hacer oración
por el Concilio". Vemos así cómo, desde
el inicio, los jesuitas tuvieron el
propósito de llevar a cabo su labor en el
mundo laico, reto mayúsculo de la
reconquista religiosa del catolicismo.
Los destinatarios de su prédica, por
consiguiente, serían grupos
originalmente diferenciados, que
además se diversificarían cada vez más
a partir de los cambios sociales que los
inicios de la modernidad ya mostraba.
Quedaban incluidos en su auditorio
desde el vulgo y la aristocracia urbana
de la corte, hasta el campesino de las
misiones rurales e incluso los infieles de
ultramar. La dificultad para hacerse oír
se incrementaba aún más cuando se
reunía en un solo templo tal variedad
de públicos con ocasión de alguna de
las pomposas celebraciones litúrgicas
del barroco, en las que los jesuitas
frecuentemente predicaban.
iH' A este desafío de la Igles ia postri
dentina respondieron con especial
maestría los miembros de la Compañía
de Jesús. ¿Cómo lo consiguieron?
Podemos distinguir una característica
que los convertiría en los predicadores
más representativos de la elocuencia
sacra del barroco, la llamada prédica de
las pasiones.
LA PRÉDICA DE LAS PASIO NES
Alrededor de la predicación postridentina
se dieron acres polémicas, sobre todo
aquella que enfrentó a quienes estaban
a favor de una "predicación evangélica"
con los que preferían la "oratoria
sacra", o sea entre un discurso llano y
uno retóricamente elaborado. Los
jesuitas, siguiendo las huellas de los
Ejercicios espirituales, hicieron de su
prédica un lugar de encuentro complejo
y revelador de toda una recomposición
de estas visiones enfrentadas. El
problema no era adherirse o no a la
retórica en términos del puro acto de
predicar. Detrás de un sermón yacía la
complejidad de una visión del mundo,
de distintas estructuras de
inteligibililidad, que sutilmente iban
denotando los cambios entre una
cultura rural y oral, y otra urbana y de
la escritura impresa. Los miembros de la
Compañía construyeron un discurso
sacro que pudo sostener por algún
tiempo un precario equilibrio entre
estos dos mundos. De este ambiguo
resquicio, y a partir de las meditaciones
espirituales, los afectos, la homilética
medieval y las "concesiones a la forma
del siglo", surgió esta prédica de las
pasiones. Entre san Ignacio y Gracián
hemos de perseguir su proceso de
formación y su momento de
confrontación con la predicación
conceptista.
IH' La búsqueda de las virtudes cristianas
que se hacía al intentar "mover el
corazón" en la época inmediata al
Concilio de Trento -y el eco de esta
postura, que se escuchaba a lo largo del
siglo XVII- era una convicción para una
Anónimo
Escena de la \~da de
san Jfmncisco Ja\'icl'
(de/alle) .
Óleo sobre lela.
29x 37.3 cm.
.l/useo Nacional de
Arle, México, D.E
parte del clero que creía en la renovatio
spiritus. Los jesuitas encabezaron este
grupo. Usando todos los recursos de la
retórica, en su vertiente asianista, y
partiendo de la compositio loei de los
Ejercicios espirituales, estos
predicadores compusieron los sermones
que habían de mover el corazón - las
pasiones- para que la grey optara por
una vida virtuosa. Para el caso de los
Ejercicios, se trata de una invitación a
"imaginar" -a partir de los sentidos
interiores- una escena en la que se dan
acciones dolorosas o gloriosas (sobre
todo de la pasión de Cristol, a través de
las cuales el ejercitante quedará inmerso
en esta teología de los afectos, será
empujado a "deshierbar" su voluntad,
como decía san Ignacio, y a acercar su
vida a Dios. Sobre esta base, el
predicador, tomando el lugar del guía
espiritual, y mediante procedimientos
retóricos específicos -en especial la
amplijicatio-, conseguía pintar
verbalmente la escena y representar el
sufrimiento o disfrute de los actores,
según fuera su condición o su conducta,
para que el auditorio, al identificarse y
conmoverse con los personajes, se
persuadiese por el bien sobre el mal.
"" Esta retórica pudo conseguir que, al
menos por un tiempo, se predicara a
una sola grey, desde la alejada misión
hasta la corte barroca. Esta bomilética
fue como el canto del cisne de una
49
concepción cultural a punto de
desaparecer, pues, para la segunda
mitad del siglo, los miembros de la
orden estaban especiaUzados ya sea en
uno, o en otro público, como parte del
aptum (adecuación al auditorio),
aspecto retórico que los jesuitas tenían
muy en cuenta. En el caso novobispano
se puede observar esta separación ya
irreconciliable, acentuada por la
presencia de los infieles en la frontera
norte, a quienes habían sido
encomendadas las misiones de Sonora,
Sinaloa y, posteriormente, las
Californias. Aquí la prédica se dirigía al
sector más alejado de la naciente
cultura del impreso, la población
indígena, que no hablaba español. En
ese espacio se refugiaron la prédica de
las pasiones y la cultura de la oralidad.
Frente a él, la predicación hacia el
mundo urbano se fue especializando en
la oratoria conceptista, llena de
emblemas, giros y metáforas, dirigida a
la elite letrada. Esta retórica sagrada
quedaría inmortalizada gracias a la
nueva cultura del impreso, en tanto que
de la retórica de las pasiones no quedó
más huella.
Pe1"la Chinc hi ll a Paw l in g
Doctora en Historia y directo ra del Departamento
de Histori a de la Universidad Tberoameri cana. Ha
hecho investigac iones sobre la retó rica jesuítica.
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