amparo en revisiÓn 722/2014
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AMPARO EN REVISIÓN 1255/2016. QUEJOSO Y RECURRENTE: **********, EN SU CARÁCTER DE OFENDIDO.
VISTO BUENO SR. MINISTRO
PONENTE: MINISTRO JORGE MARIO PARDO REBOLLEDO. SECRETARIO: HÉCTOR VARGAS BECERRA.
Ciudad de México. Acuerdo de la Primera Sala de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación correspondiente al día
V I S T O S, para resolver los autos del Amparo en Revisión
1255/2016, interpuesto por **********, en contra de la sentencia que se
dictó en audiencia constitucional de cinco de enero de dos mil
dieciséis, que se engrosó el veintisiete de enero siguiente, por el Juez
Sexto de Distrito en el Estado de Guanajuato, en el juicio de amparo
indirecto **********; y,
R E S U L T A N D O:
P R I M E R O. ANTECEDENTES.1
1). El cuatro de junio de dos mil catorce, en la Ciudad de
Yuriria, Guanajuato, **********, presentó denuncia ante el Ministerio
Púbico en contra de **********, en razón de que en diciembre de dos
mil doce, le prestó su carro, y al pedirle que se lo devolviera, éste le
1 Información extraída de los Tomos de Pruebas I y II del Juicio de Amparo Indirecto **********, del índice del Juzgado Sexto de Distrito en el Estado de Guanajuato.
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decía que lo estaban arreglando en un taller mecánico; así,
transcurrió aproximadamente un año sin que se lo entregara, hasta
que en mayo de dos mil catorce, se presentaron en su domicilio unas
personas que le pedían que les entregara la factura del automóvil que
********** les había vendió, a lo que se negó; posteriormente, logró
reunirse con **********, a quien de nueva cuenta le solicitó la entrega
del vehículo, sin que lo hiciera.
2). El veintiséis de noviembre de dos mil catorce, se ejerció
acción penal sin detenido en contra de **********, por considerarlo
probable responsable del delito de Abuso de confianza, y se solicitó
orden de aprehensión en su contra.
3). El veintisiete de noviembre siguiente, el Juez Único Penal
de Partido en Uriangato, Guanajuato, radicó el asunto y lo registró
como causa penal **********; y el dos de diciembre siguiente, libró el
mandamiento de captura que se solicitó; el cual, se tuvo por cumplido
el diez del mismo mes y año, y en la misma fecha se le informó al
inculpado la concesión del beneficio de la libertad provisional bajo
caución, en términos de los artículos 387, 390 y 391 del Código de
Procedimientos Penales para el Estado de Guanajuato,2 previa
2 “Artículo 387.- Todo inculpado tendrá derecho durante la averiguación previa o el proceso a ser puesto en libertad provisional, inmediatamente que lo solicite, si se reúnen los siguientes requisitos: I.- Que garantice el monto estimado de la reparación del daño. Tratándose de delitos que afecten la vida o la integridad corporal, y a falta de pruebas específicas respecto al daño causado, el tribunal o el Ministerio Público tomará como base la Unidad de Medida y Actualización vigente al momento del hecho y las disposiciones que sobre riesgos de trabajo establezca la Ley Federal del Trabajo; II.- Que caucione el cumplimiento de las obligaciones a su cargo, que la Ley establece en razón del proceso; y III.- Que no se trate de alguno de los delitos señalados como graves en el Código Penal para el Estado de Guanajuato o en otra ley que deban aplicar los tribunales del Estado. La garantía a que se refiere la fracción I y la caución a que se refiere la fracción II, podrán consistir en depósito en efectivo, fianza, prenda o hipoteca formalmente constituída. Artículo 390.- El monto de la caución relacionada con la fracción II del artículo 387 de este Código, deberá ser asequible para el inculpado y se fijará tomando en cuenta: I.- Los antecedentes del inculpado; II.- La gravedad y las circunstancias del delito imputado; III.- El mayor o menor interés que pueda tener el inculpado en sustraerse a la acción de la justicia; IV.- Las condiciones económicas del inculpado; y V.- La naturaleza de la garantía que se ofrezca.
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exhibición de sendas garantías por ********** y
**********, para amparar respectivamente el
cumplimiento de sus obligaciones procesales y el
pago de reparación del daño.
Al día siguiente, compareció ante el Juzgado **********, con el
carácter de “fiadora carcelaria”, quien exhibió las correspondientes
fichas de depósito bancario; por lo que el Juez de instancia giró la
boleta al Coordinador de Seguimiento a Detenciones y
Procedimientos Judiciales del Municipio de Uriangato, donde se
encontraba recluido **********, y ordenó que se hicieran de su
conocimiento las obligaciones derivadas de la obtención de su
libertad provisional, en términos del artículo 399 del Código de
Procedimientos Penales para el Estado de Guanajuato.3
En la misma fecha, el inculpado rindió su declaración
preparatoria, en la que se reservó su derecho a declarar; y el trece de
diciembre siguiente, se dictó auto de plazo constitucional en el que de
le decretó su formal prisión como probable responsable del delito de
Abuso de confianza.
4). Del diecinueve de diciembre de dos mil catorce, al
veinticuatro de junio de dos mil quince, el inculpado y la víctima se
sometieron a los mecanismos alternativos de solución de
controversias, sin que lograran acuerdo alguno.
Artículo 391.- La naturaleza de la caución quedará a elección del inculpado, quien al solicitar la libertad manifestará la forma que elige, para los efectos de la fracción V del artículo anterior. En caso de que el inculpado, su representante o su defensor, no hagan la manifestación mencionada, el tribunal, de acuerdo con el artículo que antecede, fijará las cantidades que correspondan a cada una de las formas de la caución”.
3 “Artículo 399.- Al notificarse al inculpado el auto que le conceda la libertad caucional, se le hará saber que contrae las siguientes obligaciones: presentarse ante el Juzgador que conozca de su caso, los días fijos que se estime conveniente señalarle y cuantas veces sea citado o requerido para ello; comunicar al mismo Juzgador los cambios de domicilio que tuviere, y no ausentarse del lugar sin permiso del citado tribunal, el que no se le podrá conceder por tiempo mayor de un mes. También se le harán saber las causas de revocación de la libertad caucional. En la notificación se hará constar que se hicieron saber al acusado las anteriores obligaciones y las causas de revocación, pero la omisión de este requisito no librará de ellas ni de sus consecuencias al inculpado”.
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5). En auto de treinta de junio del mismo año, se declaró
cerrada la instrucción, y se señaló el catorce de agosto siguiente para
el desahogo de la audiencia final del juicio.
El diecinueve de agosto de dos mil quince, la Secretaria de
Acuerdos del Juzgado certificó que desde el once de mayo anterior,
el procesado no se había presentado a firmar, con lo que dejó de
cumplir las obligaciones a que se refiere el artículo 399 Código de
Procedimientos Penales para el Estado de Guanajuato.
En auto de la misma fecha, se requirió a la “fiadora carcelaria”
para que presentara al inculpado ante el Juzgado, apercibida que de
no ser así, se haría efectiva la garantía que exhibió por su libertad
provisional, y se giraría orden de reaprehensión en su contra.
En auto de treinta de septiembre del mismo año, se ordenó el
archivo provisional del asunto, en razón de que no se había logrado
la reaprehensión de **********.
6). El ocho de octubre posterior, el Ministerio Público adscrito al
Juzgado, para proteger los derechos del ofendido, con fundamento
en el artículo 13 de la Ley General de Víctimas, solicitó que se hiciera
efectiva la garantía que se otorgó por concepto de reparación del
daño a favor de **********.
En auto de nueve de octubre siguiente, se negó la petición, al
estimar:
“…el artículo trece de la Ley General de Víctimas… es contrario al principio de presunción de inocencia y por lo tanto es una disposición inconvencional; pues de acuerdo al artículo 11 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos,… 8º de la Convención Americana de Derechos Humanos,… dentro de la presente causa no se ha dictado en contra del imputado una sentencia condenatoria en su contra, y por lo tanto sigue
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siendo inocente del delito que se le imputa; entonces, si esto es así, no podemos estar en posibilidades de conceder la petición…; pues estaríamos condenando al pago de la reparación del daño al ofendido aun y cuando el acusado no ha sido sentenciado de manera condenatoria. - - - Por
otra parte, nuestro código de procedimientos penales, deja perfectamente establecido en qué casos se puede hacer efectiva la caución otorgada por el imputado, pero en ningún momento señala, que la caución para garantizar la reparación del daño deba ser entregada al ofendido o a la víctima cuando el imputado se haya sustraído a la acción de la justicia; artículo 399, 400 y demás relativos del código de procedimientos penales. - - - Por otra parte, suponiendo sin conceder, que la suma de dinero solicitada se entregara a la víctima u ofendido dentro de la presente causa, y como resultado del juicio se dictara sentencia absolutoria al imputado; en ese sentido, cuál sería el trámite para que se hiciera la devolución del numerario, y si no se lograra la localización del mismo, etc. - - - Por lo que aplicando también el control difuso de convencionalidad, la Corte Interamericana, reiteró que ‘el poder Judicial debe ejercer un ‘control de convencionalidad’ ex officio…. - - - No está por demás señalar, que efectivamente nuestra carta magna…, establece en su artículo 20 inciso C, fracción IV, que se le repare el daño. En los casos que sea procedente, el ministerio público estará obligado a solicitar la reparación del daño, sin menoscabo que la víctima u ofendido lo pueda solicitar directamente, y el juzgador no podrá absolver al sentenciado de dicha reparación si ha emitido una sentencia condenatoria. Agregando, que la ley (cuál) (sic), fijará procedimientos ágiles para ejecutar las sentencias en materia de reparación del daño.... - - -… nuestra carta suprema nos habla de sentencias condenatorias y no de sustracción de personas sujetas a procesos. - - - Por último, el artículo 12 de la Ley General de Víctimas, establece en su inciso II, A que se les repare el daño… en los términos a que se refiere el artículo 64 de esta Ley y de la legislación aplicación… - - - En virtud de lo anterior, esta autoridad no ésta facultada a conceder lo peticionado por el agente del Ministerio Público; pues hacerlo de conformidad estaríamos violando los derechos humanos del imputado, a quien hasta este momento no se la ha dictado ninguna sentencia condenatoria al pago de la reparación del daño, por esta razón y por las ya señaladas no es factible hacer entrega de la cantidad señalada al señor **********….”.
7). Inconforme con lo resuelto, el Ministerio Público, el quince
de octubre posterior, interpuso recurso de revocación, en el que en
esencia planteó que el Juez no advirtió los requisitos previstos en el
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artículo 13 de la Ley General de Víctimas,4 para que se entregara la
fianza al ofendido por concepto de la reparación del daño, ya que era
evidente que el procesado se sustrajo de la acción de la justicia y se
decretó su reaprehensión; y si el artículo Segundo Transitorio de la
citada legislación,5 señalaba que se derogaban las disposiciones
legales opuestas a ese ordenamiento, sería factible que se entregara
el monto de la garantía, según se había solicitado.
El diecinueve de octubre, se resolvió en los términos
siguientes:
“…Ahora bien, haciendo una interpretación de lo establecido en el artículo 13 de la multicitada Ley General de Víctimas, esta ley contrario a lo que menciona el Agente del Ministerio Público, dicho numeral debe de interpretarse desde varios supuestos, y no como lo menciona el citado agente investigador, en el sentido de que no ‘no deja lugar a dudas ni a interpretaciones’, sino todo lo contrario, pues del texto de dicho artículo se desprenden varios supuestos,; en primer lugar se habla de ‘cuando el imputado se sustraiga a la acción de la justicia’,… - - - Como podemos advertir, son cuatro supuestos… son contrarios a lo establecido en la carta magna, en el código de procedimientos penales y en los tratados, convenciones o pactos internacionales… - - - Para fundamentar la negativa al recurrente, se le hizo de su conocimiento lo siguiente… del código de procedimientos penales,… en ninguno de sus numerales nos señala que la caución otorgada por el inculpado deba ser entregada a la parte ofendida en los supuestos referidos en la Ley General de Víctimas; sino que nos habla de otros supuestos distintos, esto es, el momento es que se debe de hacer efectiva la
4 Ley publicada en la Primera Sección del Diario Oficial de la Federación, el miércoles 9 de enero de 2013. “Artículo 13. Cuando el imputado se sustraiga de la acción de la justicia, deje de presentarse ante la autoridad jurisdiccional competente que conozca de su caso los días que se hubieran señalado para tal efecto u omita comunicar a la autoridad jurisdiccional competente los cambios de domicilio que tuviere o se ausentase del lugar del juicio de autorización de la autoridad jurisdiccional competente, esta última ordenará, sin demora alguna, que entregue la suma que garantiza la reparación del daño a la víctima, dejando constancia en el expediente del pago definitivo de la cantidad depositada, lo que no implica que se haya efectuado la reparación integral del daño correspondiente. En los casos en que la garantía fuese hecha por hipoteca o prenda, la autoridad jurisdiccional competente remitirá dichos bienes a la autoridad fiscal correspondiente para su cobro, el cual deberá entregarse sin dilación a la víctima. En los mismos términos los fiadores están obligados a pagar en forma inmediata la reparación del daño, aplicándose para su cobro, en todo caso, el procedimiento económico coactivo que las leyes fiscales señalen”. 5 “Segundo.- Se derogan todas las disposiciones que se opongan al presente Decreto”.
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caución, pero no a favor del sujeto pasivo, (ver numerales 387 al 404 del código de procedimientos penales ). - - - … El derecho a la presunción de inocencia es una norma de derecho internacional consuetudinario, que se aplica en todo momento y en todas las circunstancias… - - - … de acuerdo a lo
celebrado el estado mexicano tiene la obligación de respetar lo pactado, y por tanto no es posible, ni factible conceder la garantía otorgada por el acusado para garantizar el daño al ofendido, ya que el primero debe ser juzgado y condenado a pagar la reparación del daño; pues hacerlo antes, es ir en contra del principio que nos ocupa y que es precisamente el de presunción de inocencia.- - - Pensar de otra manera, sería como condenar al imputado sin que se le juzgue; por lo que no es lo mismo entregar la reparación del daño sin que se haya dictado una sentencia que así lo condene, porque bien puede suceder que en la sentencia se le absuelva de dicho pago. - - - … el artículo 13 de la Ley General de Víctimas, no es anticonstitucional, sino inconvencional, porque va en contra de los principios y acuerdos celebrados por parte del estado mexicano…”.
S E G U N D O. AMPARO INDIRECTO. En contra de esa
determinación, el ofendido **********, en escrito que se presentó el tres
de noviembre de dos mil quince, en la Oficina de Correspondencia
Común de los Juzgados de Distrito en Celaya, Guanajuato,6 solicitó el
amparo y protección de la Justicia Federal.
Conoció del asunto el Juez Sexto de Distrito en el Estado de
Guanajuato, y en auto de cuatro de noviembre siguiente, admitió a
trámite la demanda de amparo, la radicó con el número **********,
señaló fecha para la celebración de la audiencia constitucional, dio
intervención al Ministerio Público de la Federación, así como al
adscrito al Juzgado responsable, y requirió a las autoridades
responsables sus respectivos informes justificados.
El cinco de enero de dos mil dieciséis, se celebró la audiencia
constitucional y se dictó sentencia, que se terminó de engrosar el
6 Cuaderno del Juicio de Amparo Indirecto **********. Foja 11.
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veintisiete de enero posterior, en la que se negó al quejoso el amparo
y protección de la Justicia Federal.
T E R C E R O. RECURSO DE REVISIÓN. Inconforme con lo
resuelto, el quejoso, en escrito que se presentó ante el Juzgado de
Distrito, el diez de febrero del mismo año, interpuso recurso de
revisión.7
Conoció del asunto el Primer Tribunal Colegiado en Materia
Penal del Decimosexto Circuito, cuyo Presidente, en auto veintiséis de
febrero posterior, admitió a trámite el recurso y lo registró con el
número R.P. **********; luego, en sesión de ocho de diciembre de dos
mil dieciséis,8 por unanimidad de votos, reservó jurisdicción al Alto
Tribunal del país, para que se pronunciara sobre la constitucionalidad
del artículo 13 de la Ley General de Víctimas, y por tanto, ordenó
remitirle el asunto para se determinara lo procedente. Lo que se hizo a
través del correspondiente oficio, que se recibió en esta Suprema
Corte de Justicia de la Nación, el diecinueve de diciembre del mismo
año.9
El Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en
auto de tres de enero de dos mil diecisiete, determinó asumir la
competencia originaria para conocer del recurso, lo registró con el
número 1255/2017, lo radicó en la Primera Sala por tratarse de un
asunto de su especialidad, y lo turnó para su estudio al Señor Ministro
Jorge Mario Pardo Rebolledo.10
La Presidenta de la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de
la Nación, en auto de diez de marzo siguiente, ordenó avocarse al 7 Ibídem. Foja 93. 8 Cuaderno del Recurso de Revisión **********. Foja 34. 9 Cuaderno del Amparo en Revisión 1255/2016. Foja 2, vuelta. 10 Ibídem. Fojas 22 a 25.
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conocimiento del asunto y lo envió a la Ponencia
designada para la elaboración del proyecto de
resolución.11
C O N S I D E R A N D O:
P R I M E R O. COMPETENCIA. Esta Primera Sala de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, es legalmente competente
para conocer del recurso de revisión, en términos de lo dispuesto por
los artículos 107, fracción VIII, inciso a), de la Constitución Política de
los Estados Unidos Mexicanos; 83 de la Ley de Amparo; y, 21 fracción
II, de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, toda vez
que se interpuso en contra de una sentencia que se dictó en audiencia
constitucional de un juicio de amparo indirecto, por un Juez de Distrito,
en el que se reclamó la constitucionalidad de una norma de carácter
general, como lo es la Ley General de Víctimas, en específico su
artículo 13. Sin que en el caso sea necesaria la intervención del
Tribunal Pleno para conocer del asunto.
S E G U N D O. OPORTUNIDAD. El recurso se presentó dentro
del plazo de diez días a que refiere el artículo 86 de la Ley de Amparo,
pues la sentencia impugnada se le notificó al quejoso por medio de
lista de tres de febrero de dos mil dieciséis;12 por lo que surtió sus
efectos el cuatro de febrero siguiente, de conformidad con la fracción
II del artículo 31 de la Ley de Amparo.
Por tanto, el plazo para interponer el recurso transcurrió del ocho
al diecinueve de febrero de dos mil dieciséis, sin tomar en cuenta los
días seis, siete, trece y catorce de febrero, por ser inhábiles –sábados
11 Ibídem. Foja 40. 12 Cuaderno del Juicio de Amparo Indirecto **********. Foja 90.
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y domingos-, así como el cinco de febrero, en términos de lo dispuesto
en el artículo 19 de la Ley de Amparo.
Por tanto, si el recurso se presentó el diez de febrero de dos mil
dieciséis, en la Oficialía de Partes del Juzgado Sexto de Distrito en
Celaya, Guanajuato, su interposición resultó oportuna.
T E R C E R O. PROCEDENCIA. El recurso de revisión es
procedente, ya que se interpuso contra una sentencia dictada por un
Juez de Distrito en la audiencia constitucional de un juicio de amparo,
en el que se cuestionó la constitucionalidad del artículo 13 de la Ley
General de Víctimas; y el problema subsistió en la revisión. De modo
que se surten los extremos del punto Tercero, con relación al
Segundo, fracción III, del Acuerdo General Plenario 5/2013.
C U A R T O. CUESTIONES NECESARIAS PARA RESOLVER
EL RECURSO. Para tales efectos, es necesario tener presentes los
siguientes aspectos:
I). CONCEPTOS DE VIOLACIÓN QUE SE HICIERON VALER
EN LA DEMANDA DE AMPARO.
1. Al resolver el recurso de revocación, se estimó que no era
necesario llamar a comparecer al quejoso, en términos de lo
dispuesto en los artículos 349 y 350 del Código de
Procedimientos Penales para el Estado de Guanajuato; por lo
que se vulneró en su perjuicio lo dispuesto en las fracciones III y
XVI, del artículo 7º, y la fracción XIV, del artículo 12 de la Ley
General de Víctimas.
2. Causó agravio al quejoso lo considerado en el sentido de que
para hacerle entrega de la garantía por concepto de la
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reparación del daño –conforme a lo
dispuesto en el artículo 13 de la Ley
General de Víctimas–, debía existir una
sentencia condenatoria; pues esa cuestión
no está prevista en la Constitución Federal ni en la legislación
local.
3. También le agravia que se estimara la preminencia de la
presunción de inocencia a favor del inculpado, para negarle la
entrega de la garantía por concepto de la reparación del daño en
su calidad de víctima del delito de Abuso de confianza, bajo el
argumento de que el Estado mexicano celebró ciertos convenios
internacionales, y en atención a ellos, no era factible la entrega,
pues primero tendría que ser juzgado el inculpado, y condenado
al pago de la reparación del daño, pues de lo contrario se
vulneraría en su perjuicio el principio de presunción de
inocencia.
4. Era erróneo que el Juzgador considerara que el derecho a la
reparación del daño en su calidad de víctima, se originara hasta
el dictado de una sentencia condenatoria, en virtud de que ese
derecho nació a su favor desde que adquirió la calidad de
víctima del delito.
5. Se debió atender al contenido del artículo Segundo Transitorio
de la Ley General de Víctimas, que ordena derogar las
disposiciones legales opuestas a esa legislación.
6. El Juez debió tutelar los derechos que le asisten en su calidad
de víctima del delito. Por tanto, se debía aplicar la tesis de rubro:
“REPARACIÓN DEL DAÑO. SI SE REVOCÓ AL INCULPADO
EL BENEFICIO DE LA LIBERTAD PROVISIONAL BAJO
CAUCIÓN, PORQUE DEJÓ DE CUMPLIR CON SUS
OBLIGACIONES ANTE EL JUEZ DEL PROCESO,
ORDENÁNDOSE SU REAPREHENSIÓN Y LA SUSPENSIÓN
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DEL PROCEDIMIENTO, OPERA DE OFICIO LA ENTREGA DE
LA SUMA QUE LA GARANTIZA, CONFORME AL ARTÍCULO
13 DE LA LEY GENERAL DE VÍCTIMAS, SIN AGOTAR MEDIO
ORDINARIO DE DEFENSA”,13 sustentada por el Segundo
Tribunal Colegiado en Materias Penal y de Trabajo del Séptimo
Circuito.
II). CONSIDERACIONES DE LA RESOLUCIÓN RECURRIDA.
El Juez de Distrito declaró infundados los conceptos de violación, con
base en los siguientes razonamientos:
a). Se destacaron las peculiaridades que reviste el principio de
presunción de inocencia.
b). De la lectura del artículo 13 de la Ley General de Víctimas,
se advirtió que el Juez del proceso debía entregar de forma definitiva
a la víctima, la suma que garantizaba la reparación del daño cuando
el imputado se sustrajera de la acción de la justicia, no se presentara
los días que se le hubieran señalado, omitiera comunicar los cambios
13 Datos de identificación: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Libro 10, Septiembre de 2014, Tomo III, Materia Penal, número VII.2o.P.T.6 P (10a.), página: 2566. Texto: “El artículo 13 de la Ley General de Víctimas dispone que la autoridad jurisdiccional competente debe ordenar sin demora e incluso de oficio, la entrega de la suma que garantice la reparación del daño a la víctima, dejando constancia en el expediente del pago definitivo de la cantidad depositada, cuando el imputado: 1) Se sustraiga de la acción de la justicia; 2) Deje de presentarse ante la autoridad jurisdiccional competente que conozca de su caso los días que se hubieran señalado para tal efecto; y, 3) Omita comunicar a la autoridad jurisdiccional competente los cambios de domicilio que tuviere o se ausentase del lugar del juicio. Luego, si al inculpado se le revocó el beneficio de la libertad provisional bajo caución porque dejó de cumplir con las obligaciones que contrajo ante el Juez del proceso, y se ordenó su reaprehensión, así como la suspensión del procedimiento, se actualiza uno de los supuestos para la entrega de la suma citada por la autoridad jurisdiccional competente, lo cual se explica en función de que uno de los objetivos de dicha legislación es obtener una tutela eficaz de los derechos de la víctima, que no se vean mermados por la suspensión del procedimiento provocada por el autor del delito; y dado que al respecto se establece que esa entrega no implica que se hubiera efectuado la reparación integral del daño correspondiente, quedan expeditos los derechos de ambas partes (activo y pasivo) para hacer valer las medidas legales que estimen pertinentes en torno a esa decisión. Máxime que tal disposición no contempla ninguna condición para que proceda la entrega a la víctima de la garantía correspondiente, ni la interposición previa de recurso alguno, por lo que no deben argumentarse estos aspectos para negar dicha solicitud”.
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de domicilio que tuviera, o bien, se ausentara del
lugar del juicio sin autorización.
c). Se estimó que contrario a los argumentos del
quejoso, el acto reclamado se ajustó a derecho, en razón de lo
siguiente:
Como lo señaló el Juez responsable, el artículo 13 de la Ley General de Víctimas, es contrario al derecho fundamental a la presunción de inocencia, pues sin que exista una sentencia judicial ejecutoriada que lo considerara como responsable de un delito y lo condenara al pago de la reparación del daño, establece que se entregue de forma definitiva a la víctima, la cantidad que por concepto de reparación del daño exhibió como parte de las garantías para gozar de la libertad provisional, en caso de que incurra en cualquiera de las hipótesis que el numeral prevé.
Así, contiene un mandato que implica la anticipación de una pena, pues prevé que ante el incumplimiento por parte del inculpado de alguna de las obligaciones relacionadas con la eficacia de su libertad provisional, la víctima obtenga en calidad de pago definitivo por la reparación del daño, la cantidad que aquél exhibió como garantía por ese concepto; sin que exista una sentencia ejecutoriada que lo considerara como el sujeto activo del delito y lo declarara responsable del pago de la reparación del daño.
Lo que implica que al inculpado de un hecho delictivo, se equipara como culpable y se le anticipa la pena a la reparación del daño que pudiera imponérsele en la sentencia correspondiente. Sin que de la lectura del resto de las disposiciones que integran la Ley General de Víctimas, se ponga de manifiesto la posibilidad de una interpretación que conduzca a un entendimiento diverso.
Por ello, como bien lo consideró el Juez responsable, debe entenderse que el artículo 13 de la Ley General de Víctimas, establece una condena anticipada en perjuicio del inculpado, no obstante que no exista sentencia ejecutoriada en ese sentido, lo que es violatorio del derecho fundamental a la presunción de inocencia, pues la entrega de la cantidad de dinero que se hace al ofendido, no tiene el carácter de una medida cautelar sino definitiva.
Lo que se sostiene, porque el propio numeral establece que dicho pago no implica que se haya efectuado la reparación integral del daño correspondiente; esto es, a pesar de que se entregó la suma por la reparación del daño de forma definitiva, si existe alguna otra afectación a la víctima generada por la
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comisión del delito (económica, moral, física, psicológica, etcétera), se le debe resarcir.
Medida definitiva que también se corrobora de la lectura del propio numeral, al no establecer procedimiento alguno para que la víctima devuelva el numerario en el supuesto de que al imputado se le absuelva en el proceso.
De ahí que se estimara correcta la determinación de la autoridad responsable, en el sentido de inaplicar el artículo 13 de la Ley General de Víctimas, en términos del artículo 1° constitucional, al considerar que transgredió el principio de presunción de inocencia.
d). Se calificó de infundado el motivo de disenso en el que se
planteó que no existía dispositivo legal alguno que estableciera la
exigencia de una sentencia condenatoria para que se le entregue al
ofendido la garantía por la reparación del daño.
Ello, porque de acuerdo con el artículo 20, Apartado C, fracción
IV, de la Constitución Federal, es necesaria la existencia de una
sentencia condenatoria en la que se establezca el pago de la
reparación del daño a la víctima u ofendido, a fin de que no se
transgreda el principio de presunción de inocencia del inculpado.
Incluso, la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación, estableció que para que la reparación del daño derivada de
un delito cumpla con la finalidad constitucional de protección y
garantía como derecho humano en favor de la víctima u ofendido,
debe observar, entre otros parámetros: cubrir en forma expedita,
proporcional y justa, como resultado de la conclusión del proceso
penal, en donde el Ministerio Público tiene la obligación de solicitar la
condena y el juzgador de imponerla siempre que dicte sentencia
condenatoria. Lo anterior, conforme a la tesis aislada emitió dicha
Sala bajo el rubro: “REPARACIÓN DEL DAÑO DERIVADA DE UN
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DELITO. PARÁMETROS QUE DEBEN
OBSERVARSE PARA CUMPLIR CON ESTE
DERECHO HUMANO”.14
e). Se calificó de infundado el concepto de violación en el que
se sostuvo que era violatorio de los derechos fundamentales del
quejoso, el hecho de que en el acto reclamado se invocara el
principio de presunción de inocencia para no entregarle la garantía
que exhibió el inculpado por concepto de reparación del daño.
Ello, porque conforme al artículo 1° constitucional, que prevé la
obligación de las autoridades con relación a la protección de los
derechos humanos y de la observancia de las normas que regulen
sus actos, el Juez responsable estaba obligado constitucionalmente a
realizar un ejercicio de ponderación en cuanto a la posible afectación
que pudiera ocasionar al procesado la aplicación del artículo 13 de la
Ley General de Víctimas; de lo surgió la sospecha de que transgredía
el principio de presunción de inocencia. Por tanto, correctamente
ejerció el control ex officio de convencionalidad de la dicha norma, y
determinó su inaplicabilidad. En apoyo, aplicó tesis aislada de rubro:
14 Datos de identificación: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Libro 34, Septiembre de 2016, Tomo I, Materia Constitucional, número 1a. CCXIX/2016 (10a.), página: 510. Texto: “Para cumplir con la finalidad constitucional de la reparación del daño derivada de un delito, como protección y garantía de un derecho humano en favor de la víctima u ofendido, deben observarse los parámetros siguientes: a) el derecho a la reparación del daño deberá cubrirse en forma expedita, proporcional y justa, como resultado de la conclusión del proceso penal, en el que el Ministerio Público tiene la obligación de solicitar la condena y el juzgador está obligado a imponerla siempre que dicte sentencia condenatoria; b) la reparación debe ser oportuna, plena, integral y efectiva, en relación con el daño ocasionado como consecuencia del delito, lo cual comprende el establecimiento de medidas de restitución, rehabilitación, compensación y satisfacción; c) la reparación integral tiene como objetivo que con la restitución se devuelva a la víctima u ofendido a la situación anterior a la comisión del delito, aspecto que comprende cualquier tipo de afectación generada: económica, moral, física, psicológica, etcétera; d) la restitución material comprende la devolución de bienes afectados con la comisión del delito y, sólo en caso de que no sea posible, el pago de su valor; y, e) la efectividad de la reparación del daño depende de la condición de resarcimiento que se otorgue a la víctima u ofendido del delito, que deberá ser proporcional, justa, plena e integral; de lo contrario, no se permitiría una satisfacción del resarcimiento de la afectación”. Precedente: Amparo directo en revisión 3166/2015. 18 de mayo de 2016. Mayoría de cuatro votos de los Ministros José Ramón Cossío Díaz, Jorge Mario Pardo Rebolledo, Norma Lucía Piña Hernández y Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, quien reservó su derecho para formular voto concurrente. Disidente: Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, quien reservó su derecho para formular voto particular. Ponente: José Ramón Cossío Díaz. Secretario: Horacio Vite Torres.
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“SISTEMA DE CONTROL CONSTITUCIONAL EN EL ORDEN
JURÍDICO MEXICANO”,15 que emitió el Tribunal Pleno de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación.
f). Lo resuelto por la autoridad responsable no transgredió el
derecho fundamental del quejoso a verse resarcido por la comisión
del ilícito perpetrado en su contra, sino que el mismo subsiste y no se
le priva por la inaplicación del artículo 13 de la Ley General de
Víctimas; en realidad, por el momento, se hace prevalecer frente al
mismo, el derecho fundamental a la presunción de inocencia que
obra a favor de inculpado, por ser de mayor importancia y
trascendencia en este momento, en el que no se ha determinado su
culpabilidad en forma plena o definitiva.
Esto es, aun cuando no se aplique el citado precepto legal, no
se desconoce el derecho de la víctima a ser reparada del daño, pues
incluso subsiste la garantía que se exhibió para tales efectos; sin
embargo, mientas no exista sentencia condenatoria ejecutoriada en
contra del inculpado, predomina el principio de presunción de
15 Datos de identificación: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Libro III, Diciembre de 2011, Tomo 1, Materia Constitucional, número P. LXX/2011 (9a.), página: 557. Texto: “Actualmente existen dos grandes vertientes dentro del modelo de control de constitucionalidad en el orden jurídico mexicano, que son acordes con el modelo de control de convencionalidad ex officio en materia de derechos humanos a cargo del Poder Judicial. En primer término, el control concentrado en los órganos del Poder Judicial de la Federación con vías directas de control: acciones de inconstitucionalidad, controversias constitucionales y amparo directo e indirecto; en segundo término, el control por parte del resto de los jueces del país en forma incidental durante los procesos ordinarios en los que son competentes, esto es, sin necesidad de abrir un expediente por cuerda separada. Ambas vertientes de control se ejercen de manera independiente y la existencia de este modelo general de control no requiere que todos los casos sean revisables e impugnables en ambas. Es un sistema concentrado en una parte y difuso en otra, lo que permite que sean los criterios e interpretaciones constitucionales, ya sea por declaración de inconstitucionalidad o por inaplicación, de los que conozca la Suprema Corte para que determine cuál es la interpretación constitucional que finalmente debe prevalecer en el orden jurídico nacional. Finalmente, debe señalarse que todas las demás autoridades del país en el ámbito de sus competencias tienen la obligación de aplicar las normas correspondientes haciendo la interpretación más favorable a la persona para lograr su protección más amplia, sin tener la posibilidad de inaplicar o declarar su incompatibilidad”. Precedente: Varios 912/2010. 14 de julio de 2011. Mayoría de siete votos; votaron en contra: Sergio Salvador Aguirre Anguiano, Jorge Mario Pardo Rebolledo con salvedades y Luis María Aguilar Morales con salvedades. Ausente: y Ponente: Margarita Beatriz Luna Ramos. Encargado del engrose: José Ramón Cossío Díaz. Secretarios: Raúl Manuel Mejía Garza y Laura Patricia Rojas Zamudio.
AMPARO EN REVISIÓN 1255/2016
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inocencia a su favor. Al respecto, estimó aplicable la
tesis aislada que sustentó la Primera Sala de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, bajo el
rubro: “DERECHOS FUNDAMENTALES. SU
VIGENCIA EN LAS RELACIONES ENTRE PARTICULARES”.16
g). Y respecto al concepto del violación en el que se argumentó
que, a efecto de que se le entregara al quejoso la garantía por la
reparación del daño, la autoridad responsable debía atender al
artículo Segundo Transitorio de la Ley General de Víctimas, que
deroga todas las disposiciones legales que se opongan a esa ley; se
calificó de infundado.
Ello, porque al efectuarse el control ex officio con base en el
artículo 20 constitucional, la disposición transitoria no tenía el alcance
16 Datos de identificación: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Libro XIII, Octubre de 2012, Tomo 2, Materia Constitucional, número 1a./J. 15/2012 (9a.), página: 798. Texto: “La formulación clásica de los derechos fundamentales como límites dirigidos únicamente frente al poder público, ha resultado insuficiente para dar respuesta a las violaciones a dichos derechos por parte de los actos de particulares. En este sentido, resulta innegable que las relaciones de desigualdad que se presentan en las sociedades contemporáneas, y que conforman posiciones de privilegio para una de las partes, pueden conllevar la posible violación de derechos fundamentales en detrimento de la parte más débil. La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos no ofrece ninguna base textual que permita afirmar o negar la validez de los derechos fundamentales entre particulares; sin embargo, esto no resulta una barrera infranqueable, ya que para dar una respuesta adecuada a esta cuestión se debe partir del examen concreto de la norma de derecho fundamental y de aquellas características que permitan determinar su función, alcance y desenvolvimiento dentro del sistema jurídico. Así, resulta indispensable examinar, en primer término, las funciones que cumplen los derechos fundamentales en el ordenamiento jurídico. A juicio de esta Primera Sala, los derechos fundamentales previstos en la Constitución gozan de una doble cualidad, ya que si por un lado se configuran como derechos públicos subjetivos (función subjetiva), por el otro se traducen en elementos objetivos que informan o permean todo el ordenamiento jurídico, incluyendo aquellas que se originan entre particulares (función objetiva). En un sistema jurídico como el nuestro -en el que las normas constitucionales conforman la ley suprema de la Unión-, los derechos fundamentales ocupan una posición central e indiscutible como contenido mínimo de todas las relaciones jurídicas que se suceden en el ordenamiento. En esta lógica, la doble función que los derechos fundamentales desempeñan en el ordenamiento y la estructura de ciertos derechos, constituyen la base que permite afirmar su incidencia en las relaciones entre particulares. Sin embargo, es importante resaltar que la vigencia de los derechos fundamentales en las relaciones entre particulares, no se puede sostener de forma hegemónica y totalizadora sobre todas y cada una de las relaciones que se suceden de conformidad con el derecho privado, en virtud de que en estas relaciones, a diferencia de las que se entablan frente al Estado, normalmente encontramos a otro titular de derechos, lo que provoca una colisión de los mismos y la necesaria ponderación por parte del intérprete. Así, la tarea fundamental del intérprete consiste en analizar, de manera singular, las relaciones jurídicas en las que los derechos fundamentales se ven encontrados con otros bienes o derechos constitucionalmente protegidos; al mismo tiempo, la estructura y contenido de cada derecho permitirá determinar qué derechos son sólo oponibles frente al Estado y qué otros derechos gozan de la pretendida multidireccionalidad”.
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de derogar ese precepto constitucional, que constituía la fuente de
todo el ordenamiento jurídico y debía considerarse como mandato
inmune. Al respecto, se invocó la jurisprudencia de la Segunda Sala
del Máximo Tribunal del País, de rubro: “CONTROL DE
CONSTITUCIONALIDAD. NO PUEDE REALIZARSE RESPECTO DE
LOS PRECEPTOS DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS
ESTADOS UNIDOS MEXICANOS”.17
III). AGRAVIOS. El quejoso argumentó con ese carácter, lo
siguiente:
De la lectura de los artículos 1º, 4º, 6º, fracciones VI y XVII, 7º, y 13
de la Ley General de Víctimas, se advierte, entre otras cuestiones,
que la legislación es de orden público, de interés social y de
observancia en todo el territorio nacional; son víctimas directas
aquellas personas físicas que han sufrido algún daño o menoscabo
económico, físico, mental, emocional, o en general, cualquier puesta
en peligro o lesión a sus bienes jurídicos o derechos como
consecuencia de la comisión de un delito o violaciones a sus
derechos humanos, reconocidos en la Constitución Federal y en los
tratados internacionales de los que el Estado Mexicano es parte.
17 Datos de identificación: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Libro 3, Febrero de 2014, Tomo II, Materia Común, número 2a./J. 3/2014 (10a.), página: 938. Texto: “Los indicados preceptos no pueden ser sometidos a un análisis de regularidad constitucional a través del juicio de amparo, ni a un control difuso de constitucionalidad mediante alguno de los recursos establecidos en la Ley de Amparo, pues las normas que componen la Constitución General de la República constituyen la fuente de todo el ordenamiento jurídico y deben considerarse como mandatos inmunes a cualquier tipo de control jurisdiccional. Además, porque ni en la Carta Magna ni en la ley citada se establece que, a través del juicio de amparo, aquélla pueda sujetarse a control constitucional, sino únicamente las normas generales, actos u omisiones de la autoridad que violen los derechos humanos reconocidos y las garantías establecidas para su protección por la propia Constitución, así como por los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte; sin que en el concepto "normas de carácter general" puedan entenderse incluidos los preceptos de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, pues ésta es la Ley Suprema que da fundamento normativo al juicio de amparo; y aun cuando se aceptara que, en sentido lato, es una norma general, lo cierto es que no es posible, desde el punto de vista formal, considerar que viola derechos humanos, pues ello implicaría que la Norma Fundamental no es tal, en la medida en que el sistema de control constitucional que establece es capaz de invalidar su propio contenido, aunado a que no es jurídicamente admisible desarticular la interdependencia de las normas constitucionales, negando el principio de unidad de la Constitución”.
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En términos del artículo 1º constitucional,
corresponde al órgano de control
constitucional, en el ámbito de su competencia,
promover, respetar, proteger y garantizar los
derechos humanos de conformidad con los principios de
universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad. Al
respecto, se invocó la jurisprudencia que sustentó la Primera Sala de
la Suprema Corte de Justicia de la Nación, de rubro: “PRINCIPIO
PRO PERSONA. CRITERIO DE SELECCIÓN DE LA NORMA DE
DERECHO FUNDAMENTAL APLICABLE”.
De las constancias de autos, se observa que el quejoso fue la
persona que sufrió directamente un daño por la comisión del delito de
Abuso de confianza que perpetró en su contra **********.
Además, el inculpado incumplió con las obligaciones impuestas para
gozar del beneficio de la libertad bajo caución, por lo que se libró en
su contra orden de reaprehensión, y se decretó la suspensión del
proceso penal hasta se captura.
Por ello, el Ministerio Público le solicitó al Juez de instancia que le
entregara al ofendido el numerario que se exhibió como garantía por
concepto de reparación de daño; petición que se negó, al estimarse
que no existía sentencia de condena en contra del activo del delito.
Sin embargo, lo anterior no es obstáculo para hacer efectiva la póliza
de fianza que se exhibió para garantizar la reparación de daño, ya
que uno de los objetivos de la Ley General de Víctimas, es la tutela
eficaz de los derechos de la víctima, que conforme al texto de la
propia legislación, son de carácter enunciativo, no limitativo, y
deberán interpretarse en forma amplia en favor de sus derechos.
AMPARO EN REVISIÓN 1255/2016
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Así, de la interpretación extensiva del artículo 402 del Código de
Procedimientos Penales para el Estado de Guanajuato,18 se tiene
que si la autoridad judicial está facultada para ordenar la
reaprehensión del inculpado, podrá hacer efectiva la garantía que
aquél exhibió, cuando deje de cumplir las obligaciones procesales,
aun y cuando no exista sentencia condenatoria.
La garantía que se solicita, servirá para cubrir el importe del valor del
automotor afecto a la causa penal y para soportar el daño causado
por la conducta que desplegó el sujeto activo, quien además se
encuentra prófugo. Al respecto, se estimó aplicable la tesis aislada
que sustentó el Segundo Tribunal Colegiado en Materias Penal y de
Trabajo del Séptimo Circuito, bajo el rubro: “REPARACIÓN DEL
DAÑO. SI SE REVOCÓ AL INCULPADO EL BENEFICIO DE LA
LIBERTAD PROVISIONAL BAJO CAUCIÓN, PORQUE DEJÓ DE
CUMPLIR CON SUS OBLIGACIONES ANTE EL JUEZ DEL
PROCESO, ORDENÁNDOSE SU REAPREHENSIÓN Y LA
SUSPENSIÓN DEL PROCEDIMIENTO, OPERA DE OFICIO LA
ENTREGA DE LA SUMA QUE LA GARANTIZA, CONFORME AL
ARTÍCULO 13 DE LA LEY GENERAL DE VÍCTIMAS, SIN AGOTAR
MEDIO ORDINARIO DE DEFENSA”.
No era necesario que se previniera al inculpado o a su fiador, que en
caso de que incumpliera con sus obligaciones procesales, la suma de
dinero que exhibió por concepto de reparación del daño, le sería
entregada a la víctima, porque la falta de dicho aviso no lo exime de
cumplir con los requisitos para gozar del beneficio de libertad bajo
caución, ni de las consecuencias que su falta de observancia
acarrearon.
18 Artículo 402.- En los casos de las fracciones I y VII del artículo 400 de este Código, se mandará reaprehender al inculpado y la caución se hará efectiva en favor del Estado, quien la destinará a la satisfacción de las necesidades del Poder Judicial. En los casos de las fracciones II, III, V y VI del mismo artículo y III del artículo 401 se ordenará la reaprehensión del inculpado. En los de las fracciones IV del artículo 400 y II del 401, se remitirá al inculpado al establecimiento que corresponda.
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IV). CONSIDERACIONES DEL TRIBUNAL
COLEGIADO.
En la resolución recurrida, se negó al ofendido la entrega de la
garantía por concepto del pago de la reparación del daño que
exhibió el inculpado; lo que se sustentó en la interpretación
constitucional y convencional que se hizo del artículo 13 de la
Ley General de Víctimas, y por tanto, se negó al quejoso el
amparo que solicitó.
Así, la decisión que se adopte en la revisión, se referirá a la
materia de constitucionalidad de una Ley Federal, con
independencia de que el precepto hubiera sido o no impugnado
de manera destacada.
Se advirtió que sobre el tema no existía jurisprudencia
obligatoria para el Tribunal Colegiado que resolviera el tema de
constitucionalidad, ni tres precedentes emitidos indistintamente
por el Pleno o las Salas de la Suprema Corte, en forma
ininterrumpida y en el mismo sentido con relación al tema de
constitucionalidad de dicha norma.
Y si bien existía la tesis que emitió el Segundo Tribunal
Colegiado en Materias Penal y de Trabajo del Séptimo Circuito,
bajo el rubro: “REPARACIÓN DEL DAÑO. SI SE REVOCÓ AL
INCULPADO EL BENEFICIO DE LA LIBERTAD
PROVISIONAL BAJO CAUCIÓN, PORQUE DEJÓ DE
CUMPLIR SUS OBLIGACIONES ANTE EL JUEZ DEL
PROCESO, ORDENÁNDOSE SU REAPREHENSIÓN Y LA
SUSPENSIÓN DEL PROCEDIMIENTO, OPERA DE OFICIO
LA ENTREGA DE LA SUMA QUE LA GARANTIZA,
CONFORME AL ARTÍCULO 13 DE LA LEY GENERAL DE
VÍCTIMAS, SIN AGOTAR ALGÚN MEDIO ORDINARIO DE
AMPARO EN REVISIÓN 1255/2016
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DEFENSA”, en el que se hacía alusión al precepto reclamado;
sin embargo, realmente no trataba el tema relativo a la
constitucionalidad del artículo impugnado.
Así, al subsistir el tema de constitucionalidad y
convencionalidad con relación al artículo 13 de la Ley General
de Víctimas, se reservó jurisdicción a la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, y se ordenó remitirle el asunto, a efecto
de que se determinara lo que en derecho procediera
Q U I N T O. ESTUDIO DE FONDO. El tema a dilucidar por esta
Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, consiste
en determinar si el artículo 13 de la Ley General de Víctimas, es o no
contrario al principio de presunción de inocencia, al establecer, entre
otros supuestos, que cuando el imputado se sustraiga de la acción de
la justicia –como aconteció en la especie-, la autoridad jurisdiccional
competente, ordenará: “sin demora alguna, que entregue la suma que
garantiza la reparación del daño a la víctima, dejando constancia en el
expediente del pago definitivo de la cantidad depositada”.
En efecto, en la resolución recurrida se determinó que el artículo
13 de la Ley General de Víctimas, al establecer que se debía entregar
a la víctima, como pago definitivo, la cantidad que por concepto de
reparación del daño exhibió el inculpado para gozar de su libertad
provisional, cuando incurriera en alguna de las hipótesis que el mismo
numeral prevé, implicaba que se vulneraba en perjuicio de éste último
el principio de presunción de inocencia, al considerarlo como culpable,
sin que existiera previamente una sentencia condenatoria firme.
En contra de esa determinación, el quejoso expresó como
agravio que por su calidad de víctima se debía realizar una
interpretación favorable del artículo 13 de la Ley General de Víctimas,
AMPARO EN REVISIÓN 1255/2016
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con relación al principio pro persona, y determinar
que ante el incumplimiento de las obligaciones
procesales por parte del inculpado, se le
entregara la cantidad que exhibió por concepto de reparación del
daño.
Así, en suplencia de la deficiencia de la queja, en términos de la
fracción III, inciso b), del artículo 79 de la Ley de Amparo, se estima
fundado el argumento anterior, en atención a que el artículo 13 de la
Ley General de Víctimas, contrario a lo que afirmó el Juez de Distrito,
no vulnera el principio de presunción de inocencia.
Para sustentar dicha afirmación, es preciso atender a la doctrina
constitucional desarrollada por esta Primera Sala de la Suprema
Corte, con relación al derecho de los inculpados de un delito al
beneficio de la libertad provisional, previsto en el artículo 20, fracción
I, Apartado A, de la Constitución Federal, anterior a su reforma de
dieciocho de junio de dos mil ocho; y el derecho de las víctimas u
ofendidos del delito al pago de la reparación del daño, previsto en la
fracción IV, del Apartado B, del mismo ordenamiento legal.
A. En efecto, esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia
de la Nación, al resolver la Contradicción de Tesis 341/2011, en
sesión de siete de diciembre de dos mil once, por unanimidad de
cinco votos en cuanto al fondo del asunto, presentada bajo la
Ponencia del Señor Ministro Jorge Mario Pardo Rebolledo, hizo
importantes precisiones con relación al derecho los inculpados de un
delito al beneficio de la libertad provisional, previsto en el artículo 20,
fracción I, Apartado A, de la Constitución Federal, anterior a su
reforma de dieciocho de junio de dos mil ocho; ello, en los términos
siguientes:
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El aseguramiento de la persona en quien recaen sospechas fundadas de que cometió un delito, por lo general tiene lugar desde que el procedimiento inicia, como una medida de necesidad extrema para mantenerlo en prisión preventiva y conseguir la marcha regular del proceso.
Aseguramiento precautorio que encuentra asidero en el artículo 18 constitucional, que autoriza la prisión preventiva de quienes sean procesados por delitos que merezcan pena privativa de la libertad; y su justificación se encuentra en los fines que persigue, consistentes en preservar el desarrollo adecuado del proceso y asegurar la ejecución de la pena, además de evitar un grave e irreparable daño al ofendido y a la sociedad, pues su objetivo inmediato es impedir que la persona, que tiene conocimiento de que se sigue un proceso penal en su contra, se oculte o huya; por tanto, con el fin de soslayar las demoras y posibles contingencias en el curso del proceso, se le encarcela con carácter preventivo hasta el pronunciamiento del fallo.
Frente a esa medida de aseguramiento del inculpado, la Constitución Federal establece a su favor la garantía de la libertad provisional bajo caución, cuya finalidad es no privar de la libertad a la persona que se le imputa un delito no grave y al mismo tiempo asegurar que quede sujeta a la acción del tribunal que conozca del respectivo juicio de reproche.
Se destacó que la garantía de la libertad provisional bajo caución, encontraba sustento en el principio de presunción de inocencia, consistente en que toda persona acusada de delito, tenía derecho a que se presumiera su inocencia, mientras no se probara su culpabilidad en un juicio en el que se respetaran todos los derechos inherentes a la garantía de audiencia.
Principio se traducía en que el inculpado no estaba obligado a probar la licitud de su conducta cuando se le imputaba la comisión de un delito, pues no tenía la carga de probar su inocencia.
De lo que se concluyó que en el principio de presunción de inocencia descansaba la garantía de la libertad provisional, pues solamente la presunción de que el inculpado era inocente (mientras no se demostrara su
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culpabilidad), era lo que le permitía estar libre enfrentando su proceso.
Ese beneficio se encontraba a disposición del inculpado, pues se
preveía que inmediatamente que lo solicitara, debía ser puesto en libertad provisional bajo las condiciones y requisitos que constitucional y legalmente procedieran, tomando en consideración sus circunstancias personales y la gravedad del delito que se le atribuyó.
Se dijo que desde el punto de vista gramatical, el término cautela significaba cuidado, precaución, previsión para evitar peligro o daño; derivaba del latín cautus, cuidadoso, prudente, y jurídicamente se identificaba con diligencia, previsión o precaución y providencia.
Así, los requisitos que condicionaban el beneficio de la libertad provisional, como medida cautelar dentro del proceso penal, encontraban sustento en las razones que justificaban la prisión preventiva y que doctrinalmente se reconocían como: a) ser necesaria para formar el proceso escrito; b) para que el Juez pudiera interrogar al imputado por cualquier necesidad de la instrucción; c) por la seguridad a fin de que el imputado no tuviera potestad, pendiente en el proceso, de continuar con sus delitos; y, d) ser necesaria para lograr la pena a fin de que el reo no se sustraiga a ella con la fuga.
En esas condiciones, el Juez en un proceso penal podía válidamente imponer al inculpado que se acogiera al beneficio de la libertad provisional, la obligación de garantizar cada entidad objetiva, sustantiva o procesal, concretamente prevista en la Constitución Federal y que se hallara involucrada en el correspondiente proceso, a saber, los daños y perjuicios causados al ofendido, la sanción pecuniaria que pudiera imponerse al inculpado y las obligaciones resultantes que preservara la continuidad y trámite normal del proceso, y con ello, al derecho punitivo del Estado.
En otras palabras, cuando el inculpado se acoja al beneficio de la libertad provisional bajo caución a que se refiere el artículo 20, apartado A, fracción I, de la Constitución Federal, el juzgador tendría la obligación de otorgarla inmediatamente, pero también sería su deber fijar las condiciones que constitucional y legalmente procedieran, pues no podía perderse de vista que el beneficio era una medida cautelar o precautoria y su efectividad estaba condicionada al otorgamiento de
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requisitos que salvaguardaran la materia del proceso, aseguren a las personas y las cosas relacionadas con éste, para hacer posible, en un momento dado, la emisión y cumplimiento de la sentencia penal.
Así, la regla en todo proceso para el otorgamiento de la libertad provisional, era la obligación impuesta al inculpado de no sustraerse a la acción de la justicia y de atender a todas las órdenes de comparecencia emanadas de los tribunales. Lo que justificaba que la ley le impusiera el cumplimiento de determinadas exigencias para que pudiera disfrutar de la libertad provisional, siendo la principal, el otorgamiento de la caución como medida para asegurar su permanencia en el lugar del proceso.
Lo que se deducía del precepto constitucional en comento, al establecer: “...el Juez deberá otorgarle la libertad provisional bajo caución... El monto y la forma de caución que se fije, deberán ser asequibles para el inculpado... la autoridad judicial podrá modificar el monto de la caución... Para resolver sobre la forma y el monto de la caución el Juez deberá tomar en cuenta...”.
Conforme al artículo 20, apartado A, fracción I, de la Constitución General de la República que se analiza, el inculpado podría obtener su libertad provisional, en los casos que proceda, cuando garantice el monto estimado de la reparación del daño y las sanciones pecuniarias que pudieran imponérsele, y que también otorgue caución para el cumplimiento de las obligaciones que en términos de ley, deriven a su cargo en razón del proceso que se le instruye.
Con relación a lo anterior, se destacó que si bien el citado precepto constitucional, respecto de las garantías encaminadas a asegurar el cumplimiento de la eventual sentencia condenatoria que pudiera dictarse, utilizaba los conceptos de reparación del daño y de sanción pecuniaria, es evidente que el primero quedaba comprendido en el segundo, toda vez que la condena del inculpado a que repare el daño que ocasionó, era una sanción o pena pública de carácter eminentemente económico.
En ese orden de ideas, debía entenderse dirigida exclusivamente a las multas la referencia que se hacía a la caución para asegurar la sanción pecuniaria, pues no obstante que eran conceptos diferentes, los equiparaba para el efecto de la caución.
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Lo que se reafirmó con lo dispuesto por los artículos 29, 30, 31, 31 Bis, 34 y 35 del Código Penal Federal, que resultaban orientadores, de los que se desprendió que la sanción
pecuniaria comprendía la multa y la reparación del daño; esta última comprendía, a su vez, la restitución de la cosa obtenida por el delito y si no fuera posible, el pago del precio de la misma, la indemnización del daño material y moral causado, así como el resarcimiento de los perjuicios ocasionados; la reparación sería fijada por los Jueces, según el daño que fuera preciso reparar, de acuerdo con las pruebas obtenidas en el proceso; además, se preveía que la reparación del daño proveniente de delito que debía ser hecha por el delincuente, tenía el carácter de pena pública; el Ministerio Público estaba obligado a solicitar su condena y el Juez a resolver lo conducente; el importe de la sanción pecuniaria se distribuiría entre el Estado y la parte ofendida, al primero le correspondía el importe de la multa y al segundo el de la reparación del daño; se cubriría de preferencia la reparación del daño; los depósitos que garantizaran la libertad provisional se aplicarían como pago preventivo a la reparación del daño cuando el inculpado se sustrajera a la acción de la justicia.
No debía perderse de vista que, por razones de política criminal, no a todos los tipos penales les correspondía la aplicación de una multa; esto es, la punibilidad que fija el legislador para cada delito no siempre la incluye, como sucede en los delitos previstos en el Código de Justicia Militar o, en su momento en el Código Fiscal de la Federación.
Por lo que hacía a la reparación del daño, la caución que para su garantía se exigía, tenía relación estrecha con los daños y perjuicios ocasionados a la parte ofendida con motivo de la comisión del hecho ilícito, ya que serían éstos precisamente los que debían ser resarcidos con la condena correspondiente, que en su caso, se hicieran en la sentencia que se dictara en el proceso penal, por lo que no podía desvincularse un concepto de otro, al no subsistir aisladamente; y en ese sentido resultaba claro que si la reparación del daño proveniente del delito que debía ser hecha por el delincuente, tiene el carácter de pena pública y se exige de oficio por el Ministerio Público, era claro que en todo proceso penal la garantía fijada al inculpado por el monto estimado de la reparación del daño, a fin de que obtuviera su libertad provisional, tenía el propósito de proteger o salvaguardar los derechos de la parte ofendida, y válidamente podía exigirse para que en el supuesto de
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una eventual condena, el Juez pudiera decidir sobre el resarcimiento de los perjuicios ocasionados.
De lo que derivó, que las cauciones exigidas para garantizar la sanción pecuniaria y la reparación del daño, se dirigían a asegurar, la primera, el monto de las multas que en su caso pudieran imponerse al inculpado en la sentencia con que culminara el proceso, y la segunda, la reparación de los daños y perjuicios que hubiera podido sufrir la parte ofendida con la comisión del hecho ilícito, a la que en su caso se condenaría en la propia sentencia.
Lo que implicaba el establecimiento, en perjuicio del procesado, de requisitos ajenos a la naturaleza propia de la caución y legalmente innecesarios para conceder el beneficio de la libertad provisional.
Por lo que hacía a la caución para el cumplimiento de las obligaciones que en términos de ley, derivaran a cargo del inculpado en razón del proceso que se le instruía, si bien el texto vigente del artículo 20, apartado A, fracción I, de la Constitución Federal, no la exigía de manera expresa, su otorgamiento era una condición que en forma explícita se exigía en el texto original del citado precepto para la obtención del beneficio de la libertad provisional bajo caución y no obstante que tal disposición había sido materia de varias modificaciones, siempre se había reconocido, aunque fuera de manera implícita, que para el otorgamiento del beneficio, debía exhibirse una garantía que asegurara al inculpado y lo constriñera al cumplimiento de sus obligaciones procesales, como se desprende de la tesis de rubro: “LIBERTAD PROVISIONAL BAJO CAUCIÓN. LA MEDIDA DE ASEGURAMIENTO PREVISTA EN LA FRACCIÓN III DEL ARTÍCULO 399 DEL CÓDIGO FEDERAL DE PROCEDIMIENTOS PENALES, PARA GARANTIZAR EL CUMPLIMIENTO DE LAS OBLIGACIONES PROCESALES QUE CONTRAIGA EL SUJETO QUE LA OBTENGA, NO ES CONCULCATORIA DE LA GARANTÍA DE SEGURIDAD JURÍDICA PREVISTA EN LA FRACCIÓN I DEL ARTÍCULO 20 CONSTITUCIONAL.”
En concordancia con lo anterior, los legisladores ordinarios tanto federales como estatales, por regla general exigía que el procesado otorgara tres diversas garantías para poder gozar de la libertad provisional: una, por el monto estimado de la reparación del daño; otra, por las sanciones pecuniarias que en su caso podían imponérsele; y una tercera, para caucionar el cumplimiento de las obligaciones a su cargo, que la ley estableciera en razón del proceso. En el ámbito federal, se
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advertía de lo previsto por el artículo 399 del Código Federal de Procedimientos Penales.
Así, cada una de las garantías que el legislador ordinario exigía al inculpado como condición para obtener el beneficio de la libertad provisional, encontraban sustento en lo dispuesto por el artículo 20, apartado A, fracción I, de la Constitución Federal, que señala los elementos que debe tomar en cuenta el Juez para resolver sobre la forma y monto de la caución, a saber:
La naturaleza, modalidades y circunstancias del delito.
Las características del inculpado y la posibilidad de cumplimiento de las obligaciones procesales a su cargo.
Los daños y perjuicios causados al ofendido.
La sanción pecuniaria que, en su caso, pueda imponerse al inculpado.
Además, el beneficio de la libertad provisional era una medida cautelar cuya vigencia estaba regulada en las leyes adjetivas en las que se estructuraban y fijaban las condiciones que debían observar en su conducta los procesados, acorde al orden constitucional; esto es, tal beneficio que indefectiblemente se vincula a los fines del proceso, sujetaba al procesado a la concreta autoridad jurisdiccional, mediante las condiciones que se le impusieran, tendientes a garantizar, entre otras obligaciones, la sujeción al procedimiento.
B. Y en cuanto al segundo de los temas, esta Primera Sala de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, al resolver el Amparo en
Revisión 290/2013, en sesión de treinta de octubre de dos mil trece,19
bajo la Ponencia del Señor Ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea,
hizo un importante análisis respecto de los paradigmas que se han
establecido por este Alto Tribunal en torno al derecho de la víctima u
19 Por unanimidad de cinco votos de los señores Ministros: Arturo Zaldívar Lelo de Larrea (Ponente), José Ramón Cossío Díaz, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, Olga Sánchez Cordero de García Villegas y Presidente Jorge Mario Pardo Rebolledo.
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ofendido para acudir al juicio de amparo; ello, en lo conducente, en los
términos siguientes:
a). Se destacó la intervención de la víctima u ofendido del
delito en el juicio de amparo, en el que se resaltó su legitimación
para reclamar mediante esa vía, el respeto a los derechos
fundamentales que le otorga la Constitución Federal; y entre
otras cuestiones, se argumentó:
La redacción original del artículo 10 de la Ley de Amparo, reconocía al ofendido y/o a las personas que conforme a la ley tuvieran derecho a la reparación del daño, legitimación para acudir al juicio de amparo. Esa legislación comprendía claramente que ante la existencia de un agravio personal y directo, la víctima u ofendido del delito podía promover el juicio de amparo a fin de reclamar actos derivados del incidente de reparación del daño o de responsabilidad civil, así como aquéllos emanados de un procedimiento penal que se relacionaran con el aseguramiento del objeto del delito y de los bienes afectos a la reparación o a la responsabilidad civil.
El objetivo de la legitimación estaba directamente vinculado y delimitado a la protección del derecho a la reparación del daño o para exigir la responsabilidad civil proveniente de la comisión del delito que hubiera resentido.
El reconocimiento de derechos fundamentales a favor de la víctima u ofendido del delito y la falta de actualización del artículo 10 de la Ley de Amparo, para ampliar los supuestos en que podía promover el juicio de amparo, exigió el pronunciamiento interpretativo de esta Primera Sala de la Suprema Corte, a fin de resaltar el objetivo y finalidad de la acción constitucional de amparo.
Así, al resolver la Contradicción de Tesis 152/2005-PS, la Primera Sala se avocó a responder si la legitimación de la víctima u ofendido para promover el amparo, debía limitarse a los supuestos establecidos en el artículo 10 de la Ley de Amparo, o interpretarse de manera extensiva para comprender cualquier violación directa a las garantías consagradas a su favor en el Apartado B, del artículo 20 de la Constitución Federal. Planteamiento que requirió de la invocación del principio de supremacía constitucional.
El estudio del problema jurídico, concluyó en que en atención al principio de supremacía constitucional, la legitimación del ofendido o víctima del delito para promover el juicio de amparo debía regirse por el texto constitucional y los principios contenidos en el mismo, respecto de todos aquellos supuestos en que sufriera un agravio personal y directo de alguno de los derechos fundamentales
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consagradas a su favor. Determinación que excluyó la aplicación restringida de los supuestos establecidos expresamente en el artículo 10 de la Ley de Amparo, hasta el momento sin actualizarse en la comprensión de los derechos subjetivos que la
Constitución preveía para la víctima u ofendido del delito, porque debía atenderse a lo que mandaba la norma suprema.
La misma razón imperó al resolverse la Contradicción de Tesis 146/2008-PS, en la que se sostuvo que no obstante que en los artículos 5, fracción III, inciso b), y 10, fracción II, de la Ley de Amparo, se contemplaba la posibilidad de que la víctima u ofendido participara en el juicio de amparo, sea como tercero perjudicado o como quejoso; su intervención estaba constreñida sólo a los actos que tuvieran vinculación directa con la reparación del daño. Lo que hacía nugatorias las garantías contenidas en la Constitución Federal, cuya motivación legislativa fue la de rescatar al ofendido o víctima del delito del olvido, cuando no marginación normativa en que se encontraba. Lo que motivó a reconsiderar a nivel constitucional de la posición que ocupaba en la etapa preliminar de averiguación previa y el proceso penal, con el propósito de mejorar su situación jurídica y afianzar su participación activa, principalmente para obtener la reparación del daño que el hecho típico le originó.
Así, esta Primera Sala de la Suprema Corte, afirmó que la garantía del ofendido o víctima del delito a la reparación del daño no podía hacerse nugatoria por un deficiente o insuficiente desarrollo normativo por parte del legislador secundario, por lo que estaban legitimados para participar con el carácter de tercero perjudicado en un juicio de amparo indirecto, en los casos en que el acto reclamado, si bien no se refería en forma directa a dicha figura reparatoria, sí le afecta en los hechos.
Se hizo énfasis en precisar que la víctima u ofendido del delito estaba legitimada para accionar, con el carácter de parte quejosa, el juicio de amparo contra aquellos actos de autoridad que representaran un agravio personal y directo a sus garantías individuales, contenidas en el Apartado B, del artículo 20 de la Constitución Federal –anterior a su reforma de dieciocho de junio de dos mil ocho–, entre las que se comprendían los supuestos de procedencia establecidos en el artículo 10 de la Ley de Amparo.
En síntesis, contra aquellos actos que implicaran una afectación a sus derechos subjetivos, derivados del asunto penal al que se encontraba relacionado.
El catálogo de derechos constitucionales comprendía: I. Recibir asesoría jurídica, ser informado de sus derechos constitucionales y a recibir información sobre el desarrollo del procedimiento penal; II. Coadyuvar con el Ministerio Público, a que se le reciban todos los datos o elementos de prueba con los que cuente –en averiguación previa y en el proceso–, que se desahoguen las diligencias correspondientes y en caso de negativa por parte del Ministerio
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Público recibir una respuesta fundada y motivada; III. Recibir atención médica y psicológica de urgencia, desde la comisión del delito; IV. Recibir la reparación del daño. La efectividad de la protección constitucional, imponía al Ministerio Público la obligación de solicitar la condena respectiva e imponía a la autoridad judicial la prohibición de absolver de la misma cuando hubiera dictado sentencia condenatoria. Así como el derecho a procedimientos que agilizaran la ejecución de la sentencia en lo atinente a la obtención de la reparación del daño; V. Tratándose de menores de edad, a no ser obligados a carearse con el inculpado cuando el proceso se instruyera por los delitos de violación o secuestro; y, VI. A solicitar las medidas y providencias que garanticen su seguridad y auxilio.
Supuestos de procedencia del juicio de amparo, a los que se sumaban las hipótesis de legitimidad comprendidas en el ordenamiento reglamentario, dirigidas a la obtención de la reparación del daño o la responsabilidad civil proveniente de la comisión de un delito. De ahí que se les reconociera el derecho a reclamar mediante el juicio de amparo: I. Los actos emanados del incidente de reparación o de responsabilidad civil; II. Los actos surgidos dentro del procedimiento penal y relacionados inmediata y directamente con el aseguramiento del objeto del delito y de los bienes afectos a la reparación o a la responsabilidad civil; y, III. Las resoluciones del Ministerio Público que confirmen el no ejercicio o el desistimiento de la acción penal.
Condiciones de actualización hipotética a las que tendrían que adicionarse los derechos subjetivos incorporados al artículo 20 de la Constitución Federal, con motivo de la reforma de dieciocho de junio de dos mil ocho, relativos a: I. Intervenir en el juicio e interponer los recursos, en los términos que prevea la ley; II. Solicitar directamente a la autoridad judicial la condena a la reparación del daño; III. Tratándose de menores de edad, así como respecto de la comisión de los delitos de violación, secuestro y delincuencia organizada, y en aquellos casos en que la autoridad lo estimara necesario para la protección de la víctima u ofendido, a que se resguardara su identidad y demás datos de identificación; IV. A solicitar las medidas cautelares y providencias necesarias para la protección y restitución de sus derechos; y, V. De impugnar ante autoridad judicial las omisiones del Ministerio Público en la investigación de los delitos, así como las resoluciones de reserva, no ejercicio, desistimiento de la acción penal o suspensión del procedimiento cuando no esté satisfecha la reparación del daño.
Y, tratándose de actos que representaran un beneficio para la víctima u ofendido del delito, en lo relativo a las garantías que consagra a su favor la Constitución Federal y los supuestos de legitimidad que establece el artículo 5, fracción III, inciso b), de la Ley de Amparo, la víctima u ofendido podían intervenir con el carácter de tercero perjudicado en el juicio de amparo en el que se reclamaran dichos actos.
Conclusiones que derivaron de pronunciamientos específicos que había realizado esta Primera Sala de la Suprema Corte, en la
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profundización del estudio de las garantías individuales que consagra la Constitución Federal a favor de la víctima u ofendido del delito, en congruencia con la voluntad legislativa de posicionarlos como parte en el proceso penal, a fin de equilibrar su
condición frente al imputado.
Así, al resolverse la Contradicción de Tesis 146/2008-PS, se precisó que la víctima u ofendido del delito tenía legitimidad para intervenir en el juicio de amparo indirecto, con el carácter de tercero perjudicado, en el que se reclamaran actos que aunque no estuvieran vinculados directamente con la reparación del daño, de forma indirecta incidían en hacer nugatoria la garantía constitucional que consagraba el derecho a recibirla.
Se afirmó que existían múltiples actos procesales que si bien no afectaban en forma directa la reparación del daño, en tanto que no importaban un pronunciamiento al respecto, sí implican que, de facto, la reparación no ocurriera por afectar la pretensión reparatoria, con lo cual se les podía relacionar en forma inmediata con dicha figura, que había sido elevada a la categoría de garantía individual por el Poder Revisor de la Constitución.
Tendencia a ampliar el ámbito de intervención de la víctima u ofendido en el juicio de amparo, que había sido una constante en los últimos años, pues estaba sustentada en la finalidad de hacer efectivo el objetivo del referido medio de control constitucional, relativo a la protección de sus derechos constitucionales.
Afirmación que se ilustró además con la resolución de la Contradicción de Tesis 393/2010, en la que se retomó el lineamiento establecido por la jurisprudencia 114/2009 de esta Primera Sala, para resolver que la orden de aprehensión y el auto de formal prisión constituían actuaciones que si bien no se pronunciaban sobre la pena pública de reparación del daño, tenían relación directa con la misma, porque si como consecuencia del juicio de amparo indirecto que promovía el imputado, cesaban los efectos jurídicos producidos por dichos actos, ello se traducía en que la posibilidad de obtener la reparación del daño –cuya obtención está consagrada como garantía individual– se disolvía al verse truncado el proceso penal.
Finalmente, al resolver la Contradicción de Tesis 333/2010, se determinó que si la víctima u ofendido podían adquirir el carácter de tercero perjudicado en el juicio de amparo, cuando el acto reclamado afectara en los hechos a la reparación del daño, aunque no se refiriera directamente a ella, y en consecuencia, estaba legitimado para acudir al mismo y ser oído; entonces, la omisión de reconocerle ese carácter y su falta de emplazamiento, constituía una violación a las reglas fundamentales que normaban el procedimiento en el juicio de amparo, al no oír en juicio a alguna de las partes que tuviera derecho a intervenir en el mismo, con fin el proporcionar los elementos jurídicos que estimara conducentes para sostener la constitucionalidad del acto reclamado, de cuya subsistencia
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dependía la continuación de un proceso en el que pudiera llegar a dictarse una sentencia que condenara al sentenciado a la reparación del daño.
b). Se precisaron las razones que permitían concluir que la
víctima u ofendido tenía legitimación para impugnar la negativa
judicial de emitir una orden de aprehensión; y se dijo:
La solución al problema jurídico, debía ser congruente con la interpretación progresiva que había realizado esta Primera Sala de la Suprema Corte, en torno al reconocimiento de los derechos que consagraba el artículo 20, Apartado B, de la Constitución Federal ─antes de la reforma publicada en el Diario Oficial de la Federación el dieciocho de junio de dos mil ocho─ a favor de la víctima u ofendido del delito, que necesariamente excluía cualquier circunstancia que obstaculizara el ejercicio de la defensa de esos derechos subjetivos a través del juicio de amparo.
El reconocimiento de la víctima u ofendido del delito como parte, no era simplemente en atención a que fuera uno de los sujetos que intervenían en el proceso penal, sino por la posición que guardaba frente a todas las etapas procedimentales.
La connotación que se desprendía de los derechos que le confiere a la víctima u ofendido del delito, el artículo 20 de la Constitución Federal, ponía en evidencia la apertura para que hacer valer el reclamo derivado de los efectos resentidos por el hecho ilícito cometido en su perjuicio.
Así, se abandonó la idea de que únicamente era la persona que tenía en expectativa, el derecho a la reparación del daño; en tanto que se integró a la Constitución Federal un catálogo de derechos que podía exigir que se le respeten por la autoridad que conociera del procedimiento, que lo legitimaban para mantener un grado de intervención plenamente activa.
Como se sostuvo al resolver la Contradicción de Tesis 229/2011, la intervención de la víctima u ofendido del delito tenía un sentido trascendente en la etapa preliminar –averiguación previa– y en el proceso penal propiamente dicho. Se colocaba como parte activa de la imputación de carácter criminal, contra el inculpado, quien a pesar de recibir el impacto de la imputación, tenía la tutela del principio de presunción de inocencia. Es así como el carácter protagónico de la víctima u ofendido, en coadyuvancia con el Ministerio Público, resultaba fundamental para aportar los elementos necesarios para que la autoridad judicial se encontrara en condiciones de afirmar los presupuestos jurídicos que determinaban que, al final del proceso, la condena a la reparación del daño realmente fuera satisfactoria.
Así, mientras en la averiguación previa tenía la oportunidad de comunicar al Ministerio Público la noticia criminal, y de contar con
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los elementos necesarios, como formular la imputación directa contra el probable responsable de la comisión del delito, la oportunidad de ofrecer las pruebas que estimara necesarias para sostener los presupuestos del ejercicio de la acción penal
y exigir la reparación del daño; con la apertura del proceso penal, propiamente dicho, entonces se ampliaba la gama de posibilidad de su intervención.
Su intervención activa, tenía como finalidad que el procedimiento penal culminara con una sentencia condenatoria, pues la reparación del daño era una pena pública, de manera que para que surgiera, era necesario que previamente se acreditara la pretensión punitiva del proceso penal; es decir, la existencia de los elementos del delito y la plena responsabilidad penal.
Con independencia de que conforme a la legislación aplicable, al revocarse la orden de aprehensión, el Ministerio Público podía estar en condiciones de continuar con la averiguación previa; lo cierto era que la negativa de la orden de aprehensión impedía el surgimiento del proceso penal, y por lo tanto, también le pone fin a la expectativa de que la autoridad jurisdiccional decretara a favor del ofendido la reparación del daño, en su carácter de pena pública.
El derecho de la víctima u ofendido a obtener la reparación del daño, estaba consagrado en el artículo 20, Apartado B, fracción IV, de la Constitución Federal, en su texto anterior de la reforma de dieciocho de junio de dos mil ocho.
La reparación del daño consistía en una indemnización pecuniaria por los daños y perjuicios ocasionados por la comisión del delito. Tenía el carácter de pena pública, y por ende, era parte de la condena impuesta en el procedimiento penal, lo que implicaba que para su imposición, debía acreditarse el delito y la responsabilidad; por lo tanto, si bien la orden de aprehensión no podía referirse a ella, lo cierto era que, mientras dichas actuaciones procesales se mantuvieran en pie, subsistiría el proceso, y por lo tanto, la posibilidad de que la víctima u ofendido obtuvieran la reparación del daño en sentencia.
Así, se demostró que existía correlación entre la subsistencia de la orden de aprehensión con la continuación del proceso penal, y por ende, con la expectativa de la víctima u ofendido de obtener la reparación del daño; por tanto, se trataba de una actuación procesal que si bien no se pronunciaba sobre esa pena pública, tenía una relación indirecta con la misma, pues su posible ausencia se traducía, en los hechos, en que la reparación del daño no ocurriera.
Así, las reformas constitucionales habían provocado que la víctima y el ofendido tuvieran mayor peso en el procedimiento penal, partiendo del principio de su evidente naturaleza de sujeto procesal, en tanto que durante la averiguación previa era una parte más, sujeta a las determinaciones que dictara el Ministerio Público en su
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calidad de autoridad investigadora; siendo lo anterior más evidente durante la secuela del proceso, donde el ofendido y la víctima estaban bajo la autoridad del juzgador.
Lo anterior, llevó afirmar que la víctima u ofendido podían ver afectada su esfera jurídica por los actos de las autoridades que conducían el procedimiento penal, ya que existía múltiples actos procesales que si bien no afectaban en forma directa la reparación del daño, al no importar un pronunciamiento al respecto, sí implican que, de facto, la reparación no ocurriera por afectar la pretensión reparatoria, con lo que sí se les puede relacionar en forma inmediata con dicha figura, que fue elevada a la categoría de derecho fundamental por el Poder Revisor de la Constitución.
Así, se consideró que el derecho del ofendido o víctima del delito a la reparación del daño, no podía hacerse nugatoria por un deficiente o insuficiente desarrollo normativo por parte del legislador secundario; por lo que se estimó que podían acudir con el carácter de parte quejosa, a un juicio de amparo indirecto, en los casos en que el acto reclamado, si bien no se refiriera de forma directa a la reparación del daño, sí le afectara en los hechos.
Consideraciones que dieron origen la tesis aislada de
rubro: “VÍCTIMA U OFENDIDO DEL DELITO. TIENE
LEGITIMACIÓN ACTIVA PARA INTERPONER JUICIO DE
AMPARO CONTRA LA RESOLUCIÓN JURISDICCIONAL QUE
NIEGA LIBRAR UNA ORDEN DE APREHENSIÓN
(INTERRUPCIÓN DE LA JURISPRUDENCIA 1a./J. 85/2001)”.20
20 Datos de identificación: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Libro 5, Abril de 2014, Tomo I, Materia Común, número 1a. CXXVIII/2014 (10a.), página 862.
Texto: "Esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, al resolver la contradicción de tesis 7/2000-PS, de la que derivó la jurisprudencia 1a./J. 85/2001, de rubro: "ORDEN DE APREHENSIÓN. ES IMPROCEDENTE EL JUICIO DE AMPARO EN CONTRA DE LA RESOLUCIÓN JURISDICCIONAL QUE NIEGA SU LIBRAMIENTO.", estableció que la resolución jurisdiccional que niegue el libramiento de la orden de aprehensión no puede ser materia del juicio de amparo, pues constituye un acto de autoridad jurisdiccional y que, aceptar esa posibilidad, implicaría atentar contra el artículo 10 de la Ley de Amparo, vigente hasta el 2 de abril de 2013, y contradecir el criterio establecido por este alto tribunal en el sentido de que la posibilidad que tiene el ofendido o las personas que conforme a la ley tengan derecho a la reparación del daño o a exigir la responsabilidad civil proveniente de la comisión de un delito, de promover juicio de amparo "únicamente" se actualiza contra actos que emanen del incidente de reparación o de responsabilidad civil y contra actos surgidos dentro del procedimiento penal, relacionados inmediata y directamente con el aseguramiento del objeto del delito y de los bienes afectados a la reparación o a la responsabilidad civil. Ahora bien, una nueva reflexión sobre el tema lleva a esta Primera Sala a apartarse de ese criterio y, por ende, a interrumpir dicha jurisprudencia, al no resultar ya sostenible el argumento relativo a que si se otorgara a las víctimas la legitimación para impugnar la determinación jurisdiccional que niega el libramiento de una orden de aprehensión, se atentaría contra el contenido del citado artículo 10, porque tal razonamiento deriva de una interpretación restrictiva que no favorece los derechos de las víctimas de contar con un recurso efectivo, y contraviene los artículos 17 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y 8 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San
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De los precedentes de referencia, se obtienen
diversos lineamientos que permiten entender la
teleología que subyace en el contenido del
artículo 13 de la Ley General de Víctimas; y por tanto, permiten
concluir que la entrega que se determina para los ofendidos o víctimas
de los delitos, respecto de la correspondiente caución que exhibió el
inculpado por concepto de la reparación del daño, en los casos que el
propio numeral señala, no implica para este último un adelanto de la
pena; y en consecuencia, no vulnera su derecho fundamental a la
presunción del inocencia.
Esto es, el derecho a la libertad provisional bajo caución que se
prevé en el artículo 20, Apartado A, fracción I, de la Constitución
Federal, anterior a su reforma de dieciocho de junio de dos mil ocho,
es una manifestación más del principio de presunción de inocencia, al
permitir que el inculpado de un delito considerado por la ley como no
grave, lleve su proceso penal en libertad; pero además, asegura el
adecuado desarrollo del proceso.
En efecto, por tratarse de una medida cautelar, la propia
Constitución Federal y las leyes locales, imponen como requisitos
para su procedencia, la garantía por los daños y perjuicios
ocasionados al ofendido o víctima del delito; la garantía por la posible
sanción pecuniaria que en su caso llegara a imponerse; y la garantía
por el cumplimiento de las obligaciones procesales que se fijen.
José), así como el principio pro persona contenido en el artículo 1o., párrafo segundo, constitucional. De ahí que, contrario a lo sostenido en la citada jurisprudencia, la víctima u ofendido del delito sí tiene el carácter de parte activa en el proceso penal y, por ende, cuenta con legitimación para impugnar, mediante el juicio de amparo, no solamente tópicos relacionados directamente al derecho fundamental a la reparación del daño, sino también aquellas resoluciones jurisdiccionales de las cuales dependa, a la postre, dicho derecho".
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Así, cuando el inculpado se acoge a ese beneficio y exhibe las
cauciones correspondientes, asume la obligación esencial de no
sustraerse de la acción de la justicia y de atender a todas las órdenes
de comparecencia que le fije la autoridad judicial.
De esta manera, las garantías salvaguardan la permanencia del
inculpado en el lugar del proceso, así como a las personas y cosas
relacionadas con el mismo, y hacen posible la emisión y cumplimiento
de una eventual sentencia penal.
Específicamente, con relación a la garantía por los daños y
perjuicios ocasionados, su propósito es proteger o salvaguardar el
derecho fundamental del ofendido o víctima del delito al pago de la
reparación del daño, consagrado en el artículo 20, Apartado B,
fracción IV, de la Constitución Federal, en su texto anterior a la
reforma de dieciocho de junio de dos mil ocho; por lo que válidamente
puede hacerse efectiva para el supuesto de una eventual condena.
Sin embargo, la evasión de la acción de la justicia por parte de
un inculpado, luego de que obtuvo el beneficio de la libertad
provisional, trae como consecuencia la suspensión del proceso o el
archivo provisional del asunto; lo que se traduce en obstáculo material
que impide que el ofendido o la víctima del delito alcancen su derecho
fundamental al pago de la reparación del daño, pues ante la
imposibilidad jurídica de juicios penales en ausencia, la culminación
del proceso dependería necesariamente de la reaprehensión del
inculpado.
En ese orden de ideas, aunque la evasión del inculpado no es
propiamente un acto procesal, si es un acto jurídico cuyos efectos
trasciende necesariamente al proceso, e inciden directamente para
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hacer nugatorio el derecho de los ofendidos o las
víctimas del delito al pago de la reparación del
daño.
Lo que justifica que el artículo 13 de la Ley General de Víctimas,
disponga que para esos casos, “sin demora alguna se entregue al
ofendido o la víctima del delito la suma que garantiza la reparación del
daño”. Es decir, que se haga efectiva en favor de aquéllos la
correspondiente caución que se exhibió para tales efectos.
Así, la entrega de la caución a los ofendidos o víctimas del
delito, cumple con los objetivos para la que fue impuesta. Esto es, por
una parte, garantizar el pago de la reparación del daño en los
términos antes precisados; y por otra, asegurar que el inculpado
permanezca en el lugar del proceso y no se evada de la acción de la
justicia, pues si decide hacerlo –como en el caso aconteció–, asume
la consecuencia de que se hará efectiva la misma.
Y si bien es cierto que la caución se exhibió para los efectos de
una eventual sentencia de condena; no podría estimarse que por el
hecho de que su cobro sea anticipado, se desvincule del objeto de
garantía para el cual se exhibió, es decir, el pago de una condena a la
reparación del daño, pues en caso de que se llegara a la misma, se
aplicaría precisamente a ese rubro.
Bajo esa lógica, la partícula normativa “dejando constancia en el
expediente del pago definitivo de la cantidad depositada”, que se
establece en el artículo 13 de la Ley General de Víctimas, contrario a
lo que estimó el Juez de amparo en primera instancia, no resulta
violatoria del principio de presunción de inocencia, pues no implica
una condena anticipada al pago de la reparación del daño, sin que
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exista una sentencia judicial previa y firme que declare al inculpado
como penalmente responsable del correspondiente delito.
En realidad, si se parte de la base que se hizo efectiva la
correspondiente garantía al pago de la reparación del daño a favor del
ofendido o la víctima del delito, es correcto que la ley en estudio
determine que se deje constancia formal de ese hecho en el
expediente; pues implica necesariamente el adelanto del
correspondiente pago.
Así, en caso de una eventual sentencia absolutoria, en modo
alguno se vulneraría el principio de presunción de inocencia en
perjuicio de inculpado, pues no debe perderse de vista que la
correspondiente cantidad que exhibió como garantía del pago de la
reparación del daño, la perdió, no con motivo una pena anticipada,
sino por ser la consecuencia de su conducta de evadirse de la acción
de la justicia. Y lo mismo sucedería para el caso de que se
determinara como condena, un monto inferior al que se hizo efectivo
como garantía.
En cambio, en caso de que el monto de la caución que se hizo
efectiva fuera insuficiente para cubrir la reparación del daño, cobraría
aplicación la última parte del numeral en estudio, en la que se señala
que la anotación en el expediente del pago definitivo de la cantidad
depositada “no implica que se haya efectuado la reparación integral
del daño correspondiente”.
En ese orden de ideas, en atención a que el artículo 13 de la Ley
General de Víctimas, no vulnera el principio de presunción de
inocencia; entonces, lo procedente en derecho es revocar la sentencia
que dictó el Juez Sexto de Distrito en el Estado de Guanajuato, en
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audiencia constitucional de cinco de enero de dos
mil dieciséis, que se engrosó el veintisiete de
enero siguiente, en los autos del juicio de amparo
indirecto **********; y en consecuencia, conceder al quejoso **********,
el amparo y protección de la Justicia Federal, en contra del acto que
reclamó del Juez Único Penal de Partido en Uriangato, Guanajuato,
que se hizo consistir en la resolución de diecinueve de octubre de dos
mil quince, que resolvió el recurso de revocación que interpuso el
Ministerio Público de la adscripción, en la causa penal **********.
Por todo lo expuesto y fundado, se resuelve:
P R I M E R O. En la materia de la revisión, competencia de esta
Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, se revoca
la sentencia recurrida.
S E G U N D O. La Justicia de la Unión ampara y protege a
**********, en los términos precisados en el último considerando de
esta ejecutoria.
N o t i f í q u e s e; con testimonio de esta ejecutoria, vuelvan
los autos al Tribunal de su origen; y, en su oportunidad archívese el
toca como asunto concluido.
********** En términos de lo previsto en los artículos 3, fracción
II, 13, 14 y 18 de la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la
Información Pública Gubernamental, en esta versión pública se
suprime la información considerada legalmente como reservada o
confidencial que encuadra en esos supuestos normativos.
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