boltanski el amor y la justicia como competencias cap iii
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5/11/2018 Boltanski El Amor y La Justicia Como Competencias Cap III - slidepdf.com
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Tercera parte. La denuncia publica
lJ
. -i)
"Cinco dias despues de la derrota de los dos cuerpos militares enviados con-
tra 81,Kohlhaas estaba [rente a Leipzig y prend ia fuego a In ciudad en tres
puntos. En Ia orden que hizo difundir en esa ocasion, se designo como el
Iugarteniente y vicario del Arcangel Miguel venido a castigar con el hierro
yel fuego, en la persona de todos los que tomaran en ese confhcto partido
por el junker, la perfidia y la malicia en que el mundo entero habta cafdo.
POl' anadidura, desde el castillo de Lutzcn del que se habfa apoderado y en
el que se habia establecido, llama al pueblo a sumarse a el para establecer
un mejor orden de cosas; y esa nueva orden, en su firma, mostraba un rasgo
de demencia, pues rezaba: "Dictada en Lutzen, asiento de nuestro gobierno
mundial provisorio, en el castillo del Arcangel?».
Heinrich von Kleist, Michael Kohlhaas
.)
l
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1. EI caso C01ll0 forma social
La dis tincion entre Ia accion individual y la accion colectiva
constituye una de las oposiciones fundamentales sobre las cuales
descansan, a menudo en forma imphcita por ser tan autoevidente,
ia 50(:io106>1a1ahistoria social de los modes de protesta, Estas dis-
ciplinas no reconocen como objeto legitimo mas que las reivindica-
ciones asociadas a un movimiento social y dejan fuera de su univer-
so de competencia --para encauzarlas, par ejernplo, hacia el psico-
analisis historico 0 la psiquiatrfa social- y en la anorrnalidad las
violencias fisicas 0 simbolieas, las manifestaciones de rebelion 0 las
'quejas cuyos autores actuan solos y sin que sea posible vincular sus
acciones a una seria que presentc caracterfsticas repetitivas 0bien
Iigarlas a regularidades economicas. En las paginas que siguen,
querrfamos esbozar una problematica dirigida a superar esta oposi-
cion y, mas precisamente, tratar de construir un sistema de trans-
formacion --0 si se quiore, una grarnatica->- que permita explicar
las variaciones que afectan los actos de protesta y la pereepci6n que
los otros tienen de ellos segun el grado en que se presentan y recibsn
como actos «individuales- 0como actos «eolectivos», y ello utilizando
las mismas reglas para analizar los cases «norrnales» (de los cuales
se ocupan Ia sociologia y Ia historia social) y los casos «anormales»
(que habitualmente intcresan a las ciencias psicologicas 0 psiquia-
tricas).
Para construir esta problematica, tomaremos par objeto Ia de-nuncia ~y, mas precisamente, 1a denuncia publica->- y jugaremos
con las variaciones que afectan la significacion del terrnirio segun
que se haga referencia a 1acritica social que apunta a una injusticia
en 10que tiene de general, sin apolar necesariamente a una repara-
cion de orden represivo, 0ala denuncia de un individuo, esta vez en
e1sentido de delacion ante una autoridad y con vistas a hacer apli-
car una sancion. En los casos aqui exarninados, la denuncia de la in-
justicia supone, en efecto, la designacion de un culpable 0de un res-
ponsable que puede, segun una casuistica cuya logica intentaremos
mostrar, estar representado par una sinecdoque de abstraceion (por
ejernplo, -el capitalisrno» en un enunciado sindical destinado a pro-
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testar contra unos despidos) 0 ser identificado y designado por S11
Hombre. El denunciante debe convencer a otras personas, asociarlas
a 811 protesta, movilizarlas, y para eso asegurarles no solamente que
dice la vordad sino tambien que esa verdad merece ser dicha y que
la acusacion, que sefiala a un ser (individual 0colectivo) a la vindio.
ta publica, esta a la altura de la injusticia denunciada. A diferencia
de 12.venganza concretada por medio de una violencia directa, yasea ffsica (golpes) 0verbal (injurias) y que siempre puede realizarse,
auri cuando no se alcancen los efectos que de (-~;11af~esperan, Ia da
nuncia puede fracasar y frustrarse si el dcnunciante, que ha renun-
ciado a poner en practica por S 1 mismo el castigo que reclama, no
encuentra personas dispuestas a seguirlo.
E1autor de una denuncia publica demanda, en efecto, ser segui-
do por uri ruimero indefinido, pero necesariamente elevado, de per-
sonas (por «todos»; por «todos los que cuentan»; POy «todos los hom-
bres de bien'>, etc.). La causa que defiende encierra una pretension
de universalidad, A partir de un caso singular pero ejemplar, con-
cieX'n€:a todo 81 mundo, de modo que no existen Iimites naturales a
Inostatura que puedan tener los casos, como dice la jerga jurfdica ypolrtica para designar osos procesos de reclutamiento alrededor de
un caso problernatico y Iitigioso en que la determinacion y 18 deci-
sion estan Iigadas a las maniobras argumentativas y probatorias y a
los esfuerzos de movilizacion desplegados en cada campo. Las Iu-
chas se expresan en ellos en el vocabulario de 1a dimension entre
quienes se aplican a extanderlos, a hacerlos «crecer», «aumentar»,
«salir-. 0, pOl'el contrario, a «devolverlos a sus justas proporciories»,
a «desinflarlos», a «cortarlos de raiz», etc. Asi, las operaciones rea-
Iizadas por los cases --que contribuyen, a su mancra, a hacer y des-
hacer grupos- estan siernpre asociadas a desplazarnientos entre 81
«caso particular» y el «interes general", entre 10 singular y 10 colecti-
vo. En efecto, para conducir un caso y someterlo a1veredicto de la
opinion, es necesario comprobar las capacidades de genoralizacion
que encierra un incidente que, en el origen, espuramente local. Pero
esta generalizacion no esta animada solamente par la iritencion de
inforrnar, Apunta a apoyarse en el peso de Ia opinion para obtener
una reparacion que, al margen de cualquier sancion material 0 le-
gal, puede no consistir mas que en la rehabilitacion de una vfctima
injustamente acusada y, en consecuencia, en 1a condena moral de
guien la ha perjudicado. Se sigue de e110 que las disputas que se en-
tablan alrededor de un caso ponen en juego, en primer lugar, la ho-
norabilidad a el deshonor, y e1rccunocimiento de los otros se busea
con fines indisociablemcllw restitutivos y represivos.En ese senti-
cia,la denuncia publica es sin dude, comodice Bayle, un «homicidio
civil».'
El material sabre el que descansan estes analisis estri constit.ui-
do por un conjunto de cartas (n ""275) recibidas por e1servicio de in-
formaciones generales del peri6dicoLe Monde en 1979,1980 y 1981,
31 que se enviaron con caracter informativo y can vistas a una publi-
cacion (aunque s610un mimero Infimo de ellas haya sido efectiva-
mente publicado), y cuya longitud varia entre dos y cuarenta pagi-
nas, Estas cartas pueden haber sido despachadas directarnente 0.1
servieio de informaciones generales 0 dirigidas al director, al redac-
tor enjefe a aLe Mende sin mas precisiones, y las diferentes secreta-
rtas implicadas las remitieron a continuacion a aquel servicio par
considerar que estaban en la orbita de sus cornpetencias. En un dia-
rio que no tolera los «hechos diversos-" mas que en una forma depu-
rada -es decir, generalizada 0, S1 se quiere, sublimada-e-, el servicio
de informaciones generales se ocupa delas cuestiones relativas a la
policfa y Iajusticia, pero tambien de la redaccion de Ia pagina < ,80-
ciedad». Esta pagina esta consagrada a los problemas, hechos, in-
dividuos y grupos que, aunque no encuentran un lugar en las pa-
ginas de «Polttica interior" (donde aparecen las inforrnaciones C011-
cernientes al gobierno, los funcionarios y los partidos politicos) ni en
las de «Actualidad social» (a Ia que corresponde todo 10 que concier-
ne directamente a la accion de los grandee sindicatos nacionales,
conflictos laborales en las grandes empresas, huelgas, riegociacio-
nes y acuerdos nacionales, etc.), son considerados pertinentos para
comprerider Ia sociedad francesa y su evolucion. La forma de Ia
anecdota (que, como encontramos en el diccionario Robert, aclara
«01fondo delas cosas») C incluso las de la parabola y de la fabula, son
alli utilizadas para referir en su singularidad acontecimientos ocu-
rridos a personas comunes en circunstancias ordinar'ias, a la vez
que se destacan su valor ejemplar y su alcance general La posicion
que el servicio de informaciones generales ocupa en e1poriodico de-
termina y limita elcampo abarcado por elcorpus decartas cuyo ana-
1 «Es muy fa~il saber por que el poder soberano ha debido dejar a cada uno 01dere-
cho de cscrtbi r contra los autores que se equivocan, pero no e lde publicar sat ir as . Es
que las sati ras tienden a dcspojar a un hombre de su honor, 10 cua} es una especie de
homicidio civil y, en consecuencia, una pena que no debe ser infligida rna", que por eJ
soberano» (citado en Koselleck, 1979, pags. 44-5), Es necesario fijar la frontera entre
la -crrtica», que es licita, y la -difamacion», que usurpa Ia «ruajestad del Est.ado», pa-
ra fundar 1a autanomia dBIa «Republica de bs Letras» y delimitar un espacio apo-
litico clesdc eJque se efectuani la reapropiacion de 10poHtico,
* La exp,'esi6n .[..its divers» sc aptie . .ala secciiin del diario que agrupa las noti·
cias poco importantes, entre elias las policiale~; es alga asi como nllcstra secci6n de
,.informacion general", (N. de la T)
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Iisis hemos emprendido- Estan ausentes las cartas estrictamenrs.
polfticas (por ejemplo, una carta del presiderrte de un gran partido
acerca de uri problema de reforma legislativa) 0directamente liga-
das a los asuntos «sociales» en su definicion institucional (per ejern-
plo, una carta del secretario nacional de un gran sindicato a proposi.
to de un acuerdo can 81 gobierno sobre 1aedad de jubilacion), Apar«.
ce, en cambio, un gran numero de cartas concernientes a grupos en
proceso de forrnacion, asociaciones, causas y problemas en vias de
politizacion, tratese, por ejemplo, del feminismn, el regionalismo, la
ecoiogra, el racismo, In reforrna de . l a s instituciones penitenciarias,
la pena de rnuerte, 18 homosexualidad, Ia juvent.ud, 10 drags, la
pobreza, la seguridad 0 la accion de la policia, etcetera.
'Iodas estas propiedades hacian que el corpus de cartas aquf CXa,
minado se adaptara extraordinariamente al estudio de 13 rnanera
en que se construyen las causas (Moore, 1978) forrnadas alrededo-
de la denuncia de una injusticia y al analisis de la relacion entre la
construccion de causas y Ia formacion de grupos. Las causas consti-
tuidas estan siempre asociadas a grupos, y se puede mostrar que un
gran numero de estos se crietalizaron en torno de una causa. Final-
mente, en ambos casos, los procedimientos puestos en practica paraconstituir personas colectivas, objetivarlas y vincular a las personas
individuales a las personas colectivas son relativamente similarcs
(Boltanski, 1982). Es justamente Ia presencia (que se explica por la
posicion de Le Morule en la prensa frances a y por la posicion del
servicio de informaciones generales del diario) en un mismo con-
junto, producto de la practice (yno modelado por l a sociologia a par-
tir de 1as necesidades de su demostracion), de denuncias ligadas a
causas muy desigualmente constituidas, 10 que hace al interes de
este corpua. En el se eneuentran, en efecto, denuncias vinculadas a
causas reconocidas como colectivas (por ejemplo, la carta de un pro-
fesor universitario para defender a un preso politico e incluso cartas
procedentes de Ia delegacion de un sindicato a de un partido), de-nuncias asociadas a causas en proceso deconstitucion que tienen en
S1 mismas probabilidades de exito muy desiguales (par ejernplo, el
regionalismo, la homosexualidad, Ia lucha contra las vacunaciones,
etc.) ~lo cual puede brindar tambien la oportunidad de interrogar-
se sabre las condiciones que aseguran el exito de una causa CGam-
son, 1975)- y, por ultimo, denuncias que parecen asociadas a inte-
reses individuales y a causas a las que se podrta calificar de singu-
lares (por ejemplo, cuando llil individuo escribe a proposito del liti-
gio que 10 opone a un colega, un vecino 0 un miernbro de su propia
familia) si no hubiera precisamente en la union de e80Sdos terminos
alga de paradojico que subraya su extrafieza.
240
Hemos tenido acceso a la totalidad del correo recibido y archi-
vado durante esos tres 31108. El analisis se centro en las cartas que
impl icaban, exphcitamente ()no, In denuncia de una injust icia
(76% del total). En ese corpus establecimos una distincion scgun se
designara ()no a una victima, entendida como persona individual 0
colectiva con capacidad de presentarse como parte civil ante los tri-
bunales 0 incluso en cuyo nombre un individuo pudiera ser autori-
zado a presentarse como parte civil. Asi, par ejemplo, una persona
que escribe para estigmatizar los perjuicios de 1a«sociedad de con-
sumo" realiza U11 acto de denuncia, pero sin serialar explfcitamento
victima alguna, Existe, efectivamente, una victima imphcita, pero
que permaneee, a falta de ser nombrada, indeterminada y gcnerica
(la sociedad, e1hombre, el hombre moderno, Francia, etc.). No es ese
el caso cuando una madre escribe en favor de su hijo, objetor de con-
ciencia en prision, ni cuando laAction Catholique Ouvriere [Accion
Catolica Obrara] (ACO) de un municipio de los alrededores de Pans
escribe para denunciar las rnaniobras de la asociacion de residentes
locales dirigidas a impedir 10.construcci6n de una mezquita por el
grupo islamico de la misma localidad. El trabajo aqui presentado se
refiere s610a las cartas en que figura una victima (4~j%).
El error cometido en la respuesta a una de esas cartas permitira
comprender mejor Ia diferencia entre los casas en que el autor escri-
be en nombre de uria causa en general y los casas en que 1 0 hace en
nombre de una victirna particular (que puede no ser otra que el 1111S-
mo). Eljefe del servicio de informaciones generales responde la ma-
yoria (80 %) de las cartas que S8le envian. En el 3.3% de los casos, la
secretaria encargada del correo elige entre una serie de formulas es-
tandar, Una de esas formulas (<<Graciaspor habernos enviado su
punto de vista sabre (. . .)pero la abundancia de hechos de actuali-
dad nos impide publicar . _.)})debe ser utilizada mas particularmen-
te para redactar las respuestas a cartas que presentan una dcnun-
cia en general. Empleada por descuido para responder una carta enque una madre denuncia e1encarcelamiento injusto de que su hijo
ha sido vfctima, Ia misma formula engendra la siguiente frase: "Se-
fiora, usted ha tenido Ia arnabilidad, haee algunas semanas, de ha-
cernos conocer su punto de vista a prop6sito de su hijo Jean-Pierre.
Habrfamos deseado poder hacernos eco de el. Desgraciadamente, Ia
abundancia de hechos de actualidad no nos 1 0 ha pcrmitido. Tenga
la seguridad de que 10 lamentamos sinceramerite». Un hijo, ese
objeto de inversion singular, no pertenece a la serie de seres sabre
los cuales es Ifcito que una madre tenga «un punta de vista».
Los periodistas leen estas cartas pero, segun dicen, sin dernasia-
das ilusiones, pOI'deber profesional, a la espera de que tal vez con-
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tengan alguna informacion interesante cuyos fundamentos sera ne-
cesario verificar a continuacion. Perc la interrcgacion acerca del in-
teres 0 1a veracidad de los enunciados esta subordinada a 1a res-
puesta que se dara a una pregunta previa, explicita 0 irnplfcitamen.
te formulada respecto de todas las cartas recibidas, que es la de la
normalidad de su rernitente. Las cartas de denuncia cuvas conse-
cuencias, si se taman en consideracion, pueden no SCI' despreciables
en particular cuando en eHas se seriala a un individuo por su nom.
bre, son sometidas de inmediato, por quienes las reciben, a un con-
trol tacito en 81 que estes utilizan GU sentido corriente dela norrnali.
dad. Puesto en practica de modo implicito y a rnenudo, segun parece
casi inconsciente, ese sentido comun puede, en una aituacion d~
entrevista, ser objeto de explicitaciones parciales. AS1 , los periodis-
tas interrogados declaran reconocer la locura par ciertos signos, a
menudo formales, como Ia escritura, la disposicion del texto en la
pagina (apretado, espaciado, etc.), Ia manera defirrnar, la presencia
de varias firm as de Ia rnisrna persona, de sellos, de numerosos
subrayados, y 'hasta la mencion pOl' el autor de la carta de titulos sin
valor 0poco crefbles -«presidente de IaAsociacion de Jugadores de
Bolos de... », «tosorero de Ia Pefia de Ex Combatientes de. .. "-- y, 1 'mas genera mente, por elcontrasts entre las sefiales de importancia
y los signos que traicionan Ia soledad 0la miseria, Sin embargo, afir-
man, no se puede dar a Ia pregunta sabre la normalidad una res-
puesta discreta. Si ciertas cartas son enviadas «sin duda alguna»
por personas «normales» y otras provienen «con toda evidencia» de
personas «desequilibradas», existen numerosos casas a proposito de
l~s cuales es dificil de:idir. Testimonio de esta incertidumbre es, por
ejemplo, la carta enviada por un micmbro del servicio a un corres-
ponsal de pr ovincias: «Una mujer de Toulouse nos ha enviado
recientemente una espeeie de pedido de auxilio sobre el que, desde
Paris, ~os cuestajuz?ar si es autentico 0si proviene de una persona
paranoica, Me perrnito transmitirselo y delego en usted la tarea de
ver si hay 0 no motives para escribir un articulo. Muy cordialmen-
te ... », Pero son precisamente esa arnbiguedad y esa diversidad las
que constituyen, en gran medida, el interes de este corpus distribui-
do en un continuum que va de 10 particular a 10general, de los indi-
viduos singulares a las personas colectivas, y cuyas caracteristicas
justifican la busqucda de reglas que permitan arrnonizar las propie-
dades de los textos, la representacion del autor que se pone en esce-
na y e1sentirniento de normalidad 0anormalidad que suscitan en e 1
lector. Este trabajo no podrfa realizarse utilizando un conjunto de
textos politicos 0siridicales, ni acumulando cartas de individuos
eonsiderados desequilibrados, y nsiquiera comparando dos «mues-
242
tras» constituidas segUn esc principio de oposicion que, en ausencia
de matrices de poblacion nitidamente delimitadas.e no podrian fun-
da~se.mas que en Ia autoridad de expertos =-politologos pOl' un Iado,
psiquiatras por el otro---, y conformarnos asi can reproducir el modo
especifico de categorizacion que ponen en practica en sus activida-
des profesionales. Aparecerfan ent.onces dos poblaciones completa-
mente extranas entre S1 , sin intersecciones y perfectament.e discre-tas, correspondientes a las visiones del mundo propias de esas dos
profesiones, Pero se eliminarta toda posibilidad de reducir Ia distan-
cia desastrosa entre las disciplinas de 10 colectivo y las ciencias de Io
singular, que divide profundamente a las ciencias humanas, al igual
que las instituciones a las que ellas proporcionan sus luces,
En las paginas que siguen nos apoyarernos en el material reco-
gido para tratar de precisar que condiciones debe satisfacer una de-
nuncia publica para ser juzgada normal, y cuales son los rA1i'g6'§:q~~
sefialan S1.1 caracter anormal y la extravagancia de 3U autor, Nues-
tro objetivo es construir un sistema de reglas que permitan deterrni-
nar en que cases la actitud que consiste en dar voz y protestar publi-
carnente tiene posibilidades de ser reconocida como valida, aun si es
cornbatida, y en que cas os se la ignora 0 descalifica. Este trabajo
querria con ella contribuir especialmerite a especificar algunos de
los modelos establecidos par Albert Hirschman introduciendo las
coacciones de normalidad ~ue son, como 10 veremos, rnuy estre-
ch,:s-- a que estan sometidas las prctestas y denuncias publicae
(HIrschman, 1970). Para analizar los desplazarnientos sobre el eje
de 10 particular a 10 general, es igualmente uti], como se mostrara
luego, tener en cuenta las coacciones de normalidad que contribu-
yen a definir 10 que es Ifcito criticar en privado 0 denunciar publica-
mente (Hirschman, 1983).
Nos propusirnos tratar con los mismos instrumentos los 275 tex-
tos compilados, que son notablemente dispares en 1a roayoria de los
aspectos, y reducir su diversidad aplicandoles uniformemente unconjunto de codigos, es decir, en otras palabras, somet.iendolos
~ualesquiera fueran las caracteristicas de sus autores, 8Uobjeto,
su contenido, sus dirnensiones, sus propiedades for-males, etc.-- a
2 Como 10 ha mostrado toda una sorie de trabajos, 13exrstcncia de una rnat. riz de
poblaci6n de Ironteras claras es la mas de las veces el producto de un actojurtdico 0
cuasi jurfdico de definicion y delimitacion. En todos los cicrnas cases, no se puede ha-
blar de Ia representatividad de un corpus sin tornar posicion sobre las propicdades,
las dimensiones y las front.eras de la matriz de poblacion, 10que en definit iva no es
otra cosa que definir grupos, osdecir, intervenir tambien en forma cuasi jurtdica en
el mundo socia Iestabledendo criterios dirigidos a detenninar de manera discreta la
pertenencia y la no pe,.tenencia (cf. especial mente Desrosieres y Thevenot 1979
Desrosieres, Gvy y Th6vpnot, 1983; Boltanski, 1982, pags. 256-66 y 373.6).' ,
243
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las mismas preguntas, AJ igual que los cuestionarioa, Iamayor parte
de cuyas propiedades comparten, los codigos ojercen sabre el objeto
una doble coaccion al aplicar una forma estandar a entidades difc-
rentes y, por otra parte, asignar al cuestionamiento los lfrnites de la
teorta que les subyace. En elpresente caso, la coaccion de los c6digos
sabre e}analisis de contenido y, sabre todo, sabre e1analisis estadfs-
tico, es mas visible que cuando ia operacion taxonornica se aplica aobjetos cuyo recorte parece ser evidente pO l' S1 misrno porque ya se
pone en practice en el mundo ordinario ~-a los fines de ingesti6n ad-
mirristrativa, pOT ejemplo-s- y contribuye de ese modo a engendrar la
forma con la cual el fenomeno estudiado se ofrece al discurso socio-
logico (como es el caso, por ejemplo, para la edad, el sexo, el lugar de
residencia, Ia profesion, etc.). La cual no significa, empero, que Ia
coaccion sea par ellomas fuerte (Desrosiores y Thevenot, 1979). Las
mismas observaciones valen para los analisis factoriales de las
corr'espondencias sobre las cuales descansa, en gran medida, la
descripci6n que damos de los textos y de sus condiciones de norma-
Iidad, En efecto, los resultados de esos analisis dependen, en 10
escncial, de Ia codificacion previa. Dichos analisis prolongan igual-
mente e1 trabajo de unificacion del material al dejar leer y obligar
sobre todo a nombrar principios de pertinencia mas fuertes ---€s
decir, dotados de un poder de generalizacion mas elevado- que
cada uno de los codigos tornado separadamente.
La codificacion de las cartas se refirio a:
1.La descripcion de los cases. Hemos registrado asi la duracion
del caso, lapresencia de uno 0de varies casas mezclados, elmedio en
que e1caso se desarrollo, la naturaleza de la injusticia sufrida par la
vfctirna, la cantidad y el tipo de molestias a persecuciones que se le
infligieron (par ejemplo, exclusion, estafa, falsificacion de docurnen-
tos, amenazas, violencia, etc.), los recursos mstitucionales moviliza-
dos en e1intento de obtoner reparacion (par ejemplo, asistencia deun abogado, reeurso ante los tribunales, articulos publicados en la
prensa, apoyo deun representante elegido, de un partido politico, de
un sindicato, de una asociacion, etc.), el nurnero y Ia naturaleza de
los gestos sirnbolicos realizados para suscitar una movilizacion (por
ejemplo, dietribucion de panfletos, negativa a respetar los regla-
mentes, huelga de harnbre, etc.), los instrumentos de movilizacidn
utilizados (por ejemplo, comite de apoyo, petitorios) y, por ultimo, Ia
presencia en elcaso de personajes importantes y los enunciados que
rnencionen In existencia de una conspiracion.
2. La descripcion del contenido de las cartas y los legajos que a
menu do las acomparian. Hemos registrado In presencia de una 0
244
varias «cartas abiertas», por ejemplo a politicos 0 dirigidas a otros
periodicos, y de docurnentos justificativos destinados a servir como
prueba (en la mayorta de los cases fotocopias): aetas de procesos, do-
cumentos financieros, octavillas, cartas personales, recibos de car-
tas certificadas, etcetera.
3. Las propiedades graficas de los textos: errores de tipeo y cali-
dad de este cuando las cartas estan escritas a maquina, Iegibilidady
caracterfsticas de Ia escritura cuando son manuscritas, presencia de
correcciones y enrniendas (pay ejemplo, sellos, subrayados, utiliza-
cion de tintas de diferentes colores, etc.), faltas de ortografia.
4. Las propicdades estilfsticas y retoricas de los textos. Asi, he-
mos relevado: los tftulos utilizados por el autor para calificarse, las
caracteristicas del encabezamiento (por ejernplo, impreso can la
mencion de una «razon social», escrito a mana s610 can el nombre del
remitente, etc.), 1aforma en que el autor manifiesta su presencia en
la enunciacion (ya sea que diga -nosotros», "YO», "yo, yo mismo», «el
abajo firrnante», etc.), las maniobras estilfsticas empleadas (por
ejemplo, maniobras de aspecto juridico, literario, cientifico), los pro-
cedimientos de generalizacion y de asimilaci6n a causas colectivas
(por ejemplo, la referencia a los «derechos del hombre»), la ironia, la
invectiva, 1a amenaza, Ia propuesta de ulteriores revelaciones, Ia
confeeionintima (que contiene especialmente elementos sexuales),
los neologismos, los apodos, los indicios de autocensura (como, por
ejemplo, las frases no terminadas 0 los puntos suspensivos), los
marcadores de distancia (por ejemplo «no irfa tan lejos como para
decir que ... ", "so me objetara que ... »), las repeticiones ester-eo-
tipadas, las discordancias estilisticas (por ejemplo, las asociaciones
entre estilo culto/estilo vulgar, detalles mtimoa/proposiciones ge-
nerales, etc.), las discordancias logicas, las singularidades sintacti-
cas, las desestimaciones (en particular la de Ia locura) y, por ultimo,
las caracteristicas generales del inforrne (relata cronologico, conte-
nido factico pero sin referencia a la fecha de los acontecirnientos in-formados ni al orden en que se suceden) y la presencia 0ausencia de
informaciones sobre el contexte en que se situ an los acontecimientos
relatados.
5. Hemos registrado tambien las caracteristicas de Ia respuesta
dada por Inredaccion del diario Le Monde, su grado de «personaliza-cion» (en contraste con Ia utilizaci6n de formulas estandarizadas), la
presencia en e1expediente de correspondencia entre periodistas en
relacion con ol caso, etcetera.
Por otra parte, hemos introducido otros c6digos en e1analisis fac-
torial de las correspondencias, can la forma de variables comple-
245
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mentarias. Los prirneros enurneran propiedades perdurablemente
atribuidas al autor de la carta, tales como el sexo, la edad, Ia profe-
sion , e1Jugal' de residencia. Los segundos registran los juicios de
normalidad. En efecto, pedirnos a seis personas que leyeran rapida-
mente las cartas y calificaran de 1 (completarnente normal) a 10
(completamente loco)el grado de normalidad de sus autores. La COn-
signa era panel' Ianota inmediatamente despues de 1alectura, y noestaba permitido modificarla (por ejemplo, mediante comparaciones
ulterioros de las cartas entre sf). E143q{, de las cartas obtuvo, en pro-
medio, 18 nota 10 2, el 23% In nota 3 04, el 26% entre 5 y 8 y, final-
mente, e18% fue calificado con 9010. La tarea de leer y juzgar las
275 cartas (algunas de las cualos, recordamos, SOnmuy largas) torno
entre cuarenta y sesenta horas. Par falta de fondos suficientes para
remunerar a los jueces, nos vimos obligados a limitar 8Umimero a
seis (todos ellos voluntarios) y a elcgirlos entre los allegados del
autor. Se trata de dos hombres y de cuatro muieres cuvas edades va-rian entre veinticinco y setenta aries y todos Id s cuule; ejereen profe-
siones intelectuales. No podemos, naturalmente, evaluar Ia desvia-
cion introducida por la pertenencia de losjueces a un media social
relativamente hornogeneo. Ignorarnos, en efecto, si los juicios de
normalidad varian con el rnedio social, y en que grado, 0 si son, por el
contrario, relativamente independientes de Ia profesion. Cierta can-
tidad de indicios sugieren de hecho otra posibilidad. La apreciacion
del grado de normalidad variaria relativamente poco si cada indivi-
duo tuviera la competencia necesaria para distinguir 10 que tiene
una apariencia normal de 10 que tiene una apariencia anormal ajus-
tando su juicio a la prevision del juicio de los otros 0por referencia,
como dice George Herbert Mead, a un «otro generalizado», Pero esta
primera estimacion podria modificarse de inmediato debido a Ia
apreciaci6n que el individuo hace acerca deljuicio de sentido comun
que aeaba de realizar, en la medida en que reconoce en el, precisa-
mente, la iuteriorizacion del juicio de los otros. Ahora bien, Ia formaen que los individuos reafirman la singularidad de su toma de posi-
cion (en sentido etico 0politico) con respecto a 10 que consideran e1
sentido comun, varia con toda seguridad con el contexto social.
24 6
2. EI sistema actancial de la denuncia
E1 sistema actancial de la denuncia se caracteriza por una ulri-
rna serie de codigos, introducidos con Ia forma de variables comple-
mentarias. Esos c6digos definen, pOT una parte, las caracterfsticas
de cada uno de los actantes y las diferentes modalidades en que pue-
den presentarso y, por la otra, los diferentes modes de relaci6n que
pueden establecerse entre ellos. El terrnino de actante, tom ado de Ia
semiologia (Greimas, 1979), ha sido utilizado en sociologia en el sen-
tido que le damos aquf por Bruno Latour (Latour, 1984). Presenta e1
interes de denominar a los seres que intervienen en la den uncia con
un mismo termino, ya se trate de personas individuales, de perso-
nas colectivas constrtuidas 0 en vias de constitucion (por ejemplo,
«los corsos», "las mujeres», etc.), 8incluso de colectivos que figuran
en enuneiados, la referencia a los cuales es problematica y discuti-
ble, en 81 sentido de que puede ser 1a apuesta de disputas porque no
se han realizado en una forma institucional idonea para conferirles
un caracter de objetividad (por ejemplo, «los hombres de buena
voluntad», «todos los que sufren», etc.). Uno de los intcreses que pre-
senta el uso del concepto de actante reside en su capacidad de reem-
plazar oposiciones discretas y remitir a diferencias tratadas como
sustanciales (par ejemplo, entre los «individuos» y los «grupos») por
medio de variaciones continuas de tamafio (Callan y Latour, 1981).1
Una den uncia instaura un sistema de relaciones entre cuatro ac-
tantes: 1) 81 que denuncia; 2) aquel en cuyo favor se realiza 1a de-nuncia; 3) aquel contra quien se presenta; 4) aquel 8quien se dirige.
Para simplificar el res to de nuestra exposicion designaremos, par
eonvencion, a eS08 cuatro actantos conlos terminos de denunciante,
uictima, perseguidor y juez. No deberemos perder de vista que esa
forma de denorninacion describe e1sistema desde una perspective
1EI si stema actancial aqui estudiado se dist ingue en eso de las estructuras de ro-
les en 01sontido que los da Bajtin (rclaciones entre el autor, el heroe, el interlocutor,
etc.), Esos roles, aunque disociados del autor 0del lector -realcs», conservan las pro-
piedades atribuidas a un individuo (0 mas bien a un «actor»), 10ella] impide analizar
las relaciones entre persona individual y persona colectiva y los procedirnientos de
pasaje de una a Ia ot ra (Todorov, 1981, pags, 75-7).
247
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particular, que es Ia del autor de Ia carta, cuando una de las cosas
que cstan sn juego en Ia crisis en que se inscribe Ia denuncia es, pre-
cisamente, fijar el referente al que se aplica cada uno de los terrni-
nos asignados a las diferentes posiciones que describen el sistema.
En nuestra descripcion, cada uno de los cuatro actantes es calificado
por Ia posicion que ocupa en un continuum que va de 10 mas peque-
no a 10 mas grande, de 10 mas singular a 10mas general. Tomemos,
en primer Iugar, al ser ante quien se presenta Ia denuncia. Puede
tratarse de un individuo singular (por ejemplo, cuando se denuncia
ante una esposa 01 comportamiento de su marido, que trata de des-
pojarla de una herencia en beneficio de una amante) 0, en el polo
opuesto, do una persona colectiva autorizada a representar a toda Ia
humanidad (par ejemplo, cuando se denuncia ante la asamblea de la
01'-.i'1J,s decir, «frente al mundo», el «genocidio del pueblo arrnenio
par los turcos»). Una multitud de instancias ocupan una posicion in-
termedia entre esos dos extremes. La denuncia ante un organismo
policial paralelo o secrete es asi mas singular, pO T ejemplo, que 18
denuncia ante un juez de instruccion que se expone a ser confirm a-
cia en un proceso publico, Del mismo modo, la denuncia ante la di-
reccion pclitica de un partido puede ser considerada como mas sin-gular que la denuncia ante la asamblea general 0e1congreso de ese
mismo partido, etc. En e1caso de las cartas aquf analizadas, envia-
das a un gran diario que cum ple tacitamente e1papel de una instan-
cia cfvica de juicio y, en su mayor parte, destinadas par sus adores a
la publicacion, el ser ante quien se presenta la den uncia (identico en
todos los casas, de manera que no fue necesario describirlo por me-
dia de un c6digo) ocupa una posicion elevada en el eje que va de 10
singular a 10 general, puesto que se trata de la opinion publica,Las misrnas observaciones valen para los otros tres actantes -e1
denunciante, la vfctima y e1 perseguidor- que ocupan igualmente
una posicion determinada entre 1 0 singular y 10 general. Asi, el au-
tor de 1acarta puede: 1) no concederse a S1 mismo su propio aval, 10cual sucedo cuando no menciona s1.1 nombre (individuo anonimo);2
2)hablar en su nornbre y s610en S1 .1 nombre tindioiduo singular); 3)
tomar la plurna en su propio nombre pero sefialando que es un poco
mas que sf mismo, por ejemplo, al proclamar su pertenencia a una
profesion como la de medico, sacerdote, sociologo, abogado, etc. que
autoriza a quien Ia ejerce a hablar pOl' otros 0 a hacer valer los lazes
mantenidos can otros, por ejemplo utilizando como soporte un papel
con membrete aun cuando Ia denuncia no S8 realice exphcitamente
en nombre de Ia persona colectiva designada en el iindiouiuo autori-
zado); 4) expresarse en nornbre de una persona colectiva sin lograr
hacer creer que es realmente seguido pOI' otros; eo;el caso, por ejern-
plo, del denunciante que es a la vez Iavfctima y e1presidents del co-
mite de defensa en nornbre del cual dice intervenir (persona colecti-
va dudosa); 5)hablar en nombre df}una persona colectiva cuya exis-
tencia esta atestiguada y colectivamente reconocida (aun cuando su
representatividad este en discusion, en especial por las instancias
rivales, cosa que sucede casi siempre) pero cuyo campo de especiali-
zacion es Iimitado, tratese, por ejemplo, de la Sociedad de Catcdrati-
cos, la Asociacion para Ia Cultura Biologica (1 laAsociacion de Usua-
r'ios contra el Ruido (persona colectioa limitada); 6) intervenir en
nornbre de una persona colectiva cuya existencia BS innegable y
cuyo campo de actividad es extenso, como BS el caso, por ejemplo, de
las grandee centrales sindicales como la CGT 0Ia CFDT 0 los gran-
des partidos politicos (persona colectioa extensa).La victima tam bien ocupa una posicion determinada sabre 81
mismo eje segUn se presente como individuo 0- como ser colectivo.
Puede tratarse: 1) de uri simple particular euyo caso no esta relacio-
nado can una causa reconocida tuictima = indioiduo singular); 2) de
un individuo que no encarna, en tanto persona, una causa, pero cu-ya denuncia puede asociarse a una causa colectiva --como es el ca-
so, por ejemplo, de un objetor de conciencia-e- (v[ctima = indioiduo
con potencialidad de ser causa); 3) de un individuo que es, en su sin-
gularidad e indisociablernente, una causa para otros en la medida
en que encarna un interes colectivo, Fue el caso del capitan Dreyfus,
que sigue siendo el ejemplo tipo, y a menudo citado, de Ia serie, En
efecto, sabemos que Dreyfus, desposeido de su caso a medida que se
vuelve objeto e instrumento de movilizacion, solo existe para sus
defensores en cuanto soporte de una causa y, de ese modo, argamasa
de un grupo al que otorga su consistencia, pero de manera flexible y
sin endurecerlo dernasiado, a diferencia de los modes de constitu-
cion criteriales kriterielsl y jurfdicos. Esto se ve claramente en elepisodic del indulto, relatado pOl' Pierre Vidal-Naquet. 81 Dreyfus
acepta el indulto que se le ofrece y que Ie otorga la Iibertad pero no el
reconocimiento colectivo y oficial de su inocencia, ya no se represen-
ta mas que a sf mismo, es decir; no representa nada, como 10 escribe
uno de sus partidarios radicales, el abogado Fornand Labon.3 En
2 Se cu]ocan entre parentesis las denominaeioncs de las difeTentes modalidades
del c6digo utilizado en les analisis de las correspondencias,
:l-Desde elmomenta en que la defcnsa de Dreyfus d"jo de referirse a las alturas y
se considero y condujo como una defensa particular, desde el moment.o em que laper-
sonalidad fisica de quien has ta entonces encarnaba un principia inmatnr ial se COl1-
vi rt.io para sus amigos -e iba a decir para sus particiarios- en In preocupacion
esencial. el caso Dreyfus dej6 de 81)1 un asunto hnmano y universaL Las jornadas de
Rennes y la aceptacion del indult.u fueron terriblemente decisivas, Ai aceptar Stl in·
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dulto, Alfred Dreyfus no reconociri ni con mucho 8U culpabilidad. Prefiri~, por r~zo-
ncs que no tengo por que juzgar, SU hbertad inmerlia ta a 13 contrnuUClon heroica,
ininterrumpida, del esfuerzo par su rehabilil aci6njudicial ( . .. )Pew de ese modo se
comports como un ser independiente y aislado, no como un humhre pl'endadod~ hu-
rnanidad YcoDsei,mte de la belleza del deber social: actua como un moro mdlVlduo,
no como un miernbro de la colectividad humana, solidario de todos sus .sen:eJantes.
AJmismo tiempo, y cualquiera sea 1agrandeza del pape! que haya podJdo Jugar, ya
DO represrmta nada" icitado por Vidal-Noquet, 1982, prig. 22).
la rnisma familia. Pero e1denunciante y Iavictim a pueden ser tam-
bien una sola y la misrna persona, cuando elautor de 1acarta escribe
para exponer su propio caso y neva ante 1aopinion publica la injus-
ticia que el misrno ha sufrido, Esta relacion de uno consigo mismo
esta mas proxima a la identidad cuando 5) el denunciante-vfctima
es un indioiduo singular que cuando 6) ya es reconocido por otros
como una causa, de modo que puede hablar de sf rnisrno no en su
propio nornbre sino en el de un interes colectivo y, de algun modo,con distancia, como si fuera extrano a S1 mismo (vlctima-denuncian-
te = el rnismo indioiduo hecho caused.En cuanto ala vfctima, puede: 1)no haber tenido anteriormente
ninguna relaeion con quien Ie ha causado un perjuicio, por ejemplo,
con quien la agredio (vict ima-perseguidor ~ ningun. lazo); 2) estar si-
tuada en e1mismo universo que quien la persigue y que, por ejem-
plo, ejerce sobre ella un poder, sin mantener sin embargo relaciones
personales, como sucede, por ejemplo, cuando lID empleado se ve en
Ia necesidad de denunciar las rnaniobras del jefe de personal de su
empresa tutctima-pereeguidor = lazo impersonal). Pero Ia victim a
puede tarnbien mantener 0 haber mantenido en el pasado relacio-
nes estrechas y personales con su perseguidor, ya sea que se trate3) de uncolega iuictima-perseguidor = lazo profesional); 4) de un ve-
cino totctima-pereeguidor = lazo de oecindad), 05) de un paricnte
(uictima-perseguidor = lazo familiar).
El an alisis factorial de las correspondencias distribuye las
propiedades del corpus que fueron objeto de una codificacion segun
una estructura isomorfica ala estructura del sistema actancial (gra-
fico I). EI primer ejc, que representa e18,71 (}bde la inercia total (cf
anexo 1), ordena las cartas en funcion del grado de proximidad entre
los actantes, es decir, en funcion del grade en que la relacion que los
une es singular. Eso vale tanto para la relacion entre Ia vfctima y el
denunciante como para Ia relacion entre la victima y e1perseguidor,
Se oponen asi los casas en que e1denunciante y la victima son una
rnisma persona singular a los cases en que no tienen lazo alguno.
Entre esas dos posiciones extromas sncontramos relaciones cada
vez menos s ingu lares a medida que nos desplazamos hacia la
derecha del esquema: lazos familiares (por ejemplo, una mujer que
escribe por su marido), lazes de amistad 0 profesionales y, final-
mente, relacion militante (par ejemplo, el miembro de una asocia-
cion 0 de un cornite de apoyo que defiende a un individuo en cuanto
representa una causa). Las relaciones entre la victim a y e1persegui-
dol'se ordenan sobre el mismo'eJ~·y sogun un principio similar. En-
contramos en uno de los polos los casos en que la victim a y eJperse-
guidor mantienen las relaciones mas singulares, puesto que los
t - rus hemos idontificado como individuos-hechos-causa anuestro coq, ',- '- ~ - ., .,los huelguistas de hambre del IRA pero tambien, por cJemplO, al
condenado a muerte Philippe Maurice, e incluso a otrocondcnado
"de dorecho comun», Roger Knobelspiess, quienes encarn~n la lucha
contra 13pena de muerte, contra la institucion carcelaria y los,bl~-
rrios de alta seguridad (uictima '"indioiduo hecho cal~sa:; 4)la vl~tl-
rna puede ser tam bien una persona colectiva c(msbt~llda, aSOCIa-cion nartido irisfitucion etc. (uictima ::::;ersona colectwa consiiiui-
' . . t , : J • dda); 0 por ultimo, 5) un grupo nominalmente designa "~,enS~lgene-
ralidad v no a traves de sus instancias de representaclOn, SUI refe-
rencia a·'criterios de pertenencia ni a fronteras mtidas, como cuando
5e nabla del proletariado, las victimas del racismo, los pobres, los
discapacitados, etc. (victima =grupo difuso).
Pueden hacerse las mismas observaciones con respecto al perse-
guider, que puede ser: 1) un indi.vlduo desco~?cido; es el caso, por
ejernplo, cuando Ia carta denuncia una agreslO~lperpetn~da .er:-un
Iugar publico tperseguidore iruiiuiduo desconocld.o); 2) un individuo
singular con un nombre y una identidad reconocida (persegw~or = =
iruliuiduo identificado); 3) un individuo singular pero que actua enrepresentaci6n de una institucion 0 un grupo, como sucede, por
ejernplo, cuando el perseguidor esta calificado como director de una
empresa.juez, inspector de distrito escolar, etc. (perseguid~r = repre-
sentante autorizado); 0 bien 4) una instituci6n 0 grupo designado en
su generalidad iperseguidor ""persona colectiva). .,
Otros dos dispositivos de codificaci6n describen la relacion ent:e
los aetan tes y, mas precisamente, el grado de proximidad -es de~~,
como se vera mejor a continuacion, de singularidad- de la relacl?n
que 81 donunciante mantiene con la vict:ima y de la que esta mantie-
ne con aquel. El denunciante puede: 1)ignorar ~odol~que S8refiere
ala victima; es el caso, por ejemplo, de los testImOl1lOS que relatan
violerici as callojeras (uictima-denunciante = ningun. nexo); 2) estar
asociado a la vfctima en una relacion militante (por ejemplo, perte-
necer a su comite de apoyo); 3) mantener con ella una relaci6n profe-
sional (cuando setrata, por ejernplo, de colegas pertenecientes a una
misma institucion) 0una relacioti de amistad; 0bien 4) pertenecer a
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unen Iazos familiarcs y, en d polo opuesto, los cases en que su en-
cuentro fue fortuito y pasajero. Establecieron una interaccion en la
rnedida en que cada uno de ellos pertenece para el otro a una catego-
ria social deterrninada, demodo que S8podrfa sustituir a los adores
de Ia denuncia por cualesquiera otros miembros pertenecientes a
las mismas categorias sin modificar la estructura de la relacion que
los une. Entre esos dos extremos encontramos, al desplazarnos
hacia la derecha del esquema, un continuum encaminado hacia unadesinveatidura y un alejamiento de 1a relacion entre Ia victim a y
quien Ia perjudica, q-ue pueden, en este orden , ser vecinos Cel'Cal10S 0
estar en rolacion directa en una misma comunidad local, encontrar-
se en relacion en Ia misma comunidad profesional 0en la misma ins-
titucion 0 pOT ultimo, estar situados en el mismo universe, ligados
por dependencias institucionales 0por relaciones de subordinacion,
pero sin conoeerse personalmerrte. Encontramos, por fin, mas lejos
en la misma serie, los cases en que el perseguidor no es un individuo
sino una pBYSOnacolectiva, grupo 0 institucion, 0el misrno Estado
(modalidad que es igualmente pertinente en el segundo eje),
El segundo eje (,1,27%de 1a inercia total) express la posicion de
los actantes entre 10 singular y 10 colectivo y e1grade en que se pu-sieron en juego recursos colectivos. Este eje opone los cases en que
los principales actantss son simples individuos que no han moviliza-
do recursos eolectivos a los cases en que los principales actantcs son
personas colectivas, 0 sus representantes, y en los cuales se utili-
zaron numerosos recursos colectivos (tales como asociaciones, tri-
bunales, periodicos, etc.), Las cartas en que e1autor escribe solo en
su propio nombre C y , aun mas lejos en el orden de Ia singularidad
peru con un debil peso factorial, aquellas en que permanece anoni-
InG) se oponen as! a las cartas en que escribe en nornbre de una
persona colectiva. Entre esos dos polos se encuentra una serie de
casos intermedios en los cualos, par ejernplo, e1autor escribe a titulo
personal pero sefialando elvinculo que 10 une a otros, e incluso casas
en que realiza su acto en nombre de una persona colsctiva descono-
cida y sin garantfas. Esas diferencias 5e manifiestan en Ia manera
misma en que e1autor da a conocer su identidad y, por ejernplo, en la
oposicion entre las cartas escritas en papel sin sella ni membrete,
las cartas can encabezarniento manuscrito a escrito a maquina y, fi-
nalmerite, mas cerca del polo de 10coleetivo, las redactadas en papel
con membrete impreso, que indican el nombre y los titulos 0, para
las personas colectivas, la razon social.
A los diferentes estados que puede asurnir e1sistema actancial
corresponden difererites modos de denuncia, como intentaremos
mostrarlo en una rapida descripci6n del grafico 2, dividido, para
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simplificar su lectura, en cuatro partes dcterminadas pOI' 1a inter-
seccion de los dos primeros ejes.4En la primera zona (A),caracteri-
zada ala vez por un nivel elevado de singularidad de los actantes y
de las relaciones que los unen, la vfctima realiza por sf rnisma la de-
nuncia de la injusticia de que dice ser objeto y senala a un persegui-
dol' proximo a ella, a quien esta unida por rclaciones de vecindad e
incluso por lazes farrriliares. Ninguna instancia colectiva se hace
cargo del caso. La victima escribe pOl' sf sola largas cartas en pagi-
nas saturadas de texto 0 sobrecargadas de SigJl0S y de singularida-
des graficas 0 sintacticas: subrayados, utilizacion de tintas de {life,
rentes colores, letras mayusculas, rnarcas de raticencias (con la for-
ma, por ejernplo, de interrupciones bruscas del eurso de una frase),
«oxfmorons- [«paradoxismes,,} (es decir, Ia union de terrninos nor-
malrnente opuestos), etc Enumera desordenadamente las numero-
sas persecuciones de que ha sido objeto, a menudo desde mucho
tiempo atras, y pone en juego las figuras de Ienguaje mas apropia-
das para expresar Ia desesperacion y Ia vehemencia, tales como in-
jurias, apodos, sarcasmos, repeticiones, neologismos, etcetera.
En Ia segunda zona (B) fie utilizan recursos colectivos. Pero se
trata de recursos que, como en 81 caso de Ia institucion judicial, tie-
nen como caracterfstica principal Iade adrninistrar, en nombre de Ia
eolectividad, litigios entre individuos que siguen siendo designados
par su nombre propio, en tanto personas, y no, como en el discurso
polftico, en cuanto personificaeion de fuerzas historicas y econorni-
cas; recurso a los t.ribunales (fuerternente reprosentado sobre los
dos ejes), a un abogado (bien representado sabre e1eje 2), interven-
cion (incluso si es muy breve) de la policia, etc. Figuran aqui, espe-
cialrnente, los conflictos economicos (por ejemplo a causa de ventas
de bienes, inmuebles, tierras, competencia desleal, etc.) en que la
victim a es a menudo un agricultor, un comerciante, un artesano 0
un pequefio empresario que realiza por S1 misrno la denuncia 0 la
encarga a algun ailegado (esas son las categorias sociales en que 81denunciante esta mas a menudo vinculado a Iavictima per lazos fa-
miliares). A]desplazarnos hacia la derecha (disminucion de 1aproxi-
midad) 0hacia arriba (acentuacion del caracter colectivo), encoritra-
mos modalidades que, pOT razones y en grades diversos, correspon-
den a modos de constituci6n y formalizacion y 11ostrategias de errun-
ciacion intermedias entre 10 juridico y 10 polrtico. Conciernen mas
particularmente a los Iitigios que se situ an en las empresas 0las ad-
ministraciones yen los cuales Iavictima y el perseguidor pertenecen
al misrno medio profesional sin que necesariamente se conozcan en
4 EI lector BIlconLrHra anexados (anexG 2) extrados de cart.as t.lpicas correspon-
dientes a las di ferentes zonas deI prinler plano factoriaL
256
persona. Estos cases se constituyen, pOl'ejemplo, alrededor de un
despido considerado abusive. Pueden involucrar un recurso a los
magistrados Iaboralos (bien representado sobre el eje 2). Esas car-
tas en que se relatan casos en vias de constitucion colectiva --{;arac-
terizados por ocupar una posicion interrnedia entre el Iitigio perso-
nal que opone a individuos vinculados por un tejido de relaciones,
especialmentc afectivas, y, por otra parte, 81 conflicto sindical 0
politico en que se encuentran involucrados, en las presentaciones
que de &1proporcionan sus portavoces, ya no individuos sino gru-
pos-~ implican un relate construido scgun un orden cronologico y
una formalizacion factica (<<estosson los hechos»). La u'tilizaeion de
maniobras estilfsticas de apariencia politica esta inscripta en esta
parte del plano factorial junto conlas otras maniobras mediante las
cuales individuos que no gozan del apoyo de organizaciones pohticas
pueden tratar de conferir una dimension colectiva a su caso em-
prendiendo un trabajo individual de rnovilizacion (por ejernplo,
mediante gestos de valor simbolico comola transgresion evidente de
reglarnent.os, la torna de 1a palabra en publico, la distrfbucion de
panfletos, la huelga de hambra, etcetera).
A estas protestas individualizadas (con frecuencia ligadas a 1a
certificacion de personas colectivas dudosas) se oponen, en la teres-
ra parte del plano (C), las modalidades que hacen referencia al uni-
verso de la politica propiamente dicho, caracterizado a 1&vez por
Ia formalizacion y Ia normalizacion de las relaciones entre actantes
Ypor una asuncion colectiva de Ia denuncia. El autor escribe como
representante y se expresa en primera persona del plural ("noso-
tros»); Ia vtctima esta asociada a una causa constituida (objetor de
concisncia, militante politico regionalista, etc.). Es perseguida par
un Estado en Hombre de 1a «razon de Estado», 0 per un individuo
pero s610en tanto represents a una institucion 0 grupo. El denun-
ciante, vinculado a la vfctima por una relacion de rnilitancia, utiliza
como principal argumento para movilizar a la opinion publica Ia re-ferencia a una movilizacion de que 1avfctima ya sehabria beneficia-
do. Invoca el apoyo de recursos colectivos y politicos -asociaciones,
sindicatos, partidos, comites de defensa- y provee pruebas mate-
riales de ella, en forma de petitorios, fotocopias de octavillas 0de re-
cortes periodfsticos (todos los indicadores de movilizacion colectiva
tienen un peso factorial muy elevado en Ia determinacion del segun-
do eje). La dimension de los actantes disminuye a medida que se
desciende a 10 largo del eje 2, que reprosenta, como se recordara, el
factor caracterizado por la oposicion entre las personas singulares y
las personas colectivas_ Encontramos asi, en la parte del esquema
cercana al eje 1,las cartas en que e1denunciante se expresa a titulo
257
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personal, pero en la medida en que posee una autoridad personal
que 1 0 faculta a hablar por otros (como 1 0 atestigua Ia alternancia
entre el «yo»y el «se" ['<on»]) en favor de grandes causas hurnanita-
rias (se trata de gran des medicos, abogados, grandos intelectualos,
personal jerarquico de la funci6n publica, artistas que escriben en
papel membretado y mencionan su titulo, etcetera),
Cuadro 1.Recursos y persecuciones" (en %).
T!CUrS03
! perscc uciones
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docent.ee 8 13 2.5 1~1 ss 29 21 :25 13 13 1:1
pequefias empre sas,
relaciones de negocios ._. 10 5 67 24 24 H) 43 62 10 ]. : 1 -
pueblos, peqnefias
ciudades, campo 6 13 10 fl fl .55 ,12 I,} ::3 ,12 4fi 16 16 23
familiae ]() 5 65 55 30 4f~ 50 ·w 2!) 20 40
* Este cuadro sintetico, que presenta, como los signicntes, cifras tomadas de matri-
ces diferentes, so lee asi: en el 19% de los cases producidos en una gran empress 0
una administracion, se utilizaron recursos siridicalcs.
La ultima zona (D) se caracteriza, como Ia tercera, por Ia ausen-cia de relaciones singulares e investidas entre los seres que estan
presentes en Iadenuncia, pero se diferencia de aquella por la dimen-
sian de los actantes. En Ia parte superior del esquema figuran per-
sonas colectivas mas 0menosjuridicamente constituidas; en la par-
te inferior, individuos dotados de un cuerpo (que pueden haber in-
tercambiado golpes). En esta parte del plano factorial se encuen-
tran, en efecto, las cartas de denuncia que tienen por objeto cases ra-
pidos, puntuales, caracterizados par 1&ausencia de laws anteriorcs
entre los participantes, que son brutalmerite puestos en rolacion por
e1caso mismo. Es 10 que sucede, en particular, con los litigios, fre-
cuentemente acompaiiados de agresion fisica y brutalidad, que tie-
258
nen par marco lugares an6nimos como las calles de las grandes ciu-
dades P inc1uso, por ejernplo, grandes tiendas 0 supermercados,
estacionamientos, estaciones, etc. Un individuo es agredido por la
policfa (en numerosos casas), por custodies, par un maton, porque es
negro u originario deAfrica del Norte (racismo), porque es mujer (sc-
xismo), etc. La victima Ysu agresor se definen por su pertenencia a
una categorfa. Otro individuo que alh se encuentra -a menudo, se-
gun dice, pOI'casualidad=-, que no conocea los actores ni las razonesde la disputa, se suma a este caso naciente y, precisamente, 1 0 cons-
tituye como tal, ya sea eon su intervencion, ya sea simplernente a la
manera del periodista, que observa pasivo y luego da un testimonio
publico. La victima y el perseguidor, el denunciante y la victima ca-
recen de relaciones. No se conocian con anterioridad a1encuentro
que los reune y no eran hasta entonces objeto de investiduras -·ne·
gativas 0positivas-e- reciprocas. Nada duradero --deuda, gratitud,
o envidia-los ligaba entre sf.
259
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3. La exigencia de des-singularizacion
Las notas de normalidad 58 distribuyon de manera ordenada 50-
bre la diagonal del plano factorial. Aumentan regularmente a modi-
da que se pasa de los cases que fueron objeto de una asuncion colec-
tiva y cuyos participantes no mantienen relaciones personales, a los
casos que asocian a individuos ya Ugados pOTrelaciones con una car-
ga afectiva (en especial lazos familiares) y que deben ser enter-a-
mente administrados por la victima sin la ayuda de recursos colecti-
vos, ni siquiera e1 de esa forma minima de acompanamiento que
constituye Ia posibilidad de descargar en otro, aunque mas no sea
un allegado, e1peso de la denuncia. Propondremos una primers hi-
potesis coneerniente a las reglas en las cuales se basa Ia competen-cia para emitir juicios de normalidad. Eljuicio sintetieo de normali-
dad a de extrafieza que el lector ernite sabre los testimonios que se le
presentan depende de la relacion entre las magnitudes relativas de
los cuatro actantes y de la posicion respective que ellos ocupan entre
10 singular y 10colectivo, 10 particular y 10 general. La denuneia no
tiene, en sf misma, nada de anormaI. La injusticia y el escandalo
pueden expresarse, y se expresari permanenternente en registros
difsrentes: en eldiscurso politico 0sindical, pero tambien cotidiana-
mente YCOllaa1pasar, de persona a persona, entre amigos, par tele-
fono, en familia, en el omnibus, entre colegas, en voz baja, a toda
voz, en la cafeteria, con medias palabras, en 81 ascensor, a solas, en
un eterno machacar (<<entoncesyo Iedije... ","yno sabes eritonces 10que tuvo la caradurez de contestarmo», «no es ni siquiera crefble»,
«es vergonzoso», «te das cuenta si eso se supiera», «hay que verlo pa-
ra creerlo», etc.), En nuestras sociedades todos los actores disponcn,
en efecto, de capacidados criticas, y pueden movilizar, aunque sin
duda de mariera desigual segUn la situacion, recursos crfticos que
ponen en practice en el curso de sus actividades cotidianas. En ese
sentido, estas socieclades pueden ser calificadas como socieclades
criticas.
Lo que constituye un comportamiento normal para un actor no
es entonces poner en accion su sentido de la justicia para sefialar
iniquidades, humillaciones u ofens as, y ni siquiera esforzarse pOl'
260
hacer que ot1'08 compart.an 1a indignacion que elias suscitan, pues
esta actividad ordinaria forma parte de nuestras rut.inas cotidianas.
La anormalidad consiste solamente, en ese caso, en denuneiar Ia in-
justicia sufrida en situaciones que no se prestan a ello y ante perso-
nas, individuales 0colectivas, que no son las apropiadas. En esc sen-
tido, puede decirse que el origen de la anormalidad es en primer lu-
gar cognitivo. Consiste esencialmento en efectuar la denuncia en
una situacion que no permite Ia concordancia de actantes de lasmismas dimensiones. Es precisarnente 10 que sucede cuando una
vfctirna, revelada en lo que tiene de mas singular, seiiala a J. 8 vindic-
ta publica a un perseguidor igualrnente singular, identificado pOI'SU
nombre propio y calificado en tanto persona y no en cuanto repre-
sentante de un colectivo. Una den uncia no se juzga como anormal
00 que no significa, no obstante, que sea considerada moralmente
justificable 0 legitima) cuando los actantes ocupan posiciones bur-
damente homologas sabre el eje singular/colectivo. No es anorrnal
denunciar publicamente, en Hombre de la conduccion de un gran
sindicato nacional, la destruccion de los campos palestinos por la
aviacion israeli; ni, para Ia Asociacion de Residentes de Boissy-
Saint-Leger, denunciar ante 1a municipalidad la expulsion de loshabitantes de un barrio pobre pOl'parte de una compaftia de desa-
rrollo inrnobiliario. Reconocemos al1:idos modalidades de Ia «accion
polrtica», que puede situarse en diferentes niveles de generalidad.
Asf, a las denuncias politicas particulares y circunstanciales se opo-
ne, por ejemplo, el programa politico que se orienta hacia la defmi-
cion de un bien comun. En este ultimo caso, la denuncia puede per-
manecer implicita, precisamente porque esta inmersa en 10 general,
de modo que algunos de los actantes, en especial la victima, ya no
necesitan «ser explicitamente calificados».
Pero tampoco es anormal, para un simple particular, denunciar
ante un allegado, pariente, amigo 0colega, en una relacion privada
0, si se quiero, dom.estica, las injusticias cometidas con el por sujefe.
La hara entonces, como se suele decir, al oidoy con Ia forma del chis-
me, que para ser escuchado no necesita recurrir a las justificaciones
de validez general que rec1ama una denuncia publica. El chisme es,
en efecto, la manera en que 10 singular se haee conocer sin ser publi-
camente formulado, en un discurso de 1 0 particular que circula de
manera serial en relaciones singulares, de particular a particular, y
euya caracterfstica principal es no terier sujeto puesto que cada uno
no hace mas que transmitir a otro la informacion que recibio de un
t.ercero, y que s610 es accesible a nuevas investiduras [investisse-
m.ents] en Ia medida en que puede suspenderse la cuestion de su 1'8-
lacion con 10 real. Podemos hacer circular un chisme sin estar some-
26 1
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tidos a una exigencia de justificacion y, en consecuencia, sin tener
que poner en practica maniobras probatcrias. El interlocutor es Ii-
bre de creerlo 0no. Pues 81 chisme es solamente cuostion de creen-
cia, en el serrtido de una adhesion sin coaccion que no tiene que le-
git irnarse aclarando, por una serie de mediaciones comprobables,
su rcferencia a un objeto, En el chisrne, todo se puede decir porque
la palabra no hace otra cosa que pasar POy relaciones en las cua1es
nada Ia endurece. Par eso, como 1 0 ha observado Max Gluckman
(Gluckman, 1963), no podemos recoger chismes mas que incidental-
mente, 2 1 1 incorporarnos a una de las cadenas en que circulan, nunca
de modo sistematico 0 exphcito. El sociologo no puede, por ejernplo,
emprender una serie de entrevistas sobre el terna: «Cuenteme los
chismes que circulan en su medio profesional». La misma persona
que se mostraba dispuesta a rnantenernos durante horas en el re-
gistro del chisme se queda entoncos callada. No porque se censure,
sino porque ya no encuentra nada para decir en la situacion de ha-
bla instaurada poria entrevista con unprofesional de las ciencias
sociales que, por el hecho mismo de 'ir acompanada por una graba-
cion 0una iriscripcion, supone la referencia a un espacio publico que
excedeaIa situacion inmediata,Asf, en 01 registro de Ia accion civica, la denuncia pone en presen-
cia a actantes que son personas colectivas de grandes dimensiones a
sus reprcsentantes, como se ve a las mil maravillas en el caso de la
crrtica politica que, dirigida al bien comun, somete aljuicio de la opi-
nion publica -es decir, del pueblo soberano-s-Ia injusticia cometida
por un grupo can respecto a otro. En el polo opuesto, la denuncia
puede colocar frente a frente a actantes que tienen por referencia a
individuos singulares, a condicion de que Ia situacion de enuncia-
cion sea de orden personal 0privado. En esos dos cases de figura, la
crrtica puede ejercerse de manera perfectarnente aceptable sin herir
nuestro sentido corriente de 1anormalidad. Por el contrario, cuanto
mas aumenta Ia distancia entre las pcsiciones ocupadas entre 10
singular y 10 colectivo par los diferentes actores enfrentados por' elacto de denuncia, mas probable es que esta se perciba como anor-
mal. No es normal que un padre de familia, por ejernplo, escriba UD
programa polit ico destinado unicamente a sus hijos (a menos, desde
luego, que se trate de un rey que encarne, en SD Iinaje, la generali-
dad del bien comun). No es normal enviar una carta a la policia para
denunciar las rnaniobras de la clase dominants en general. Tampoco
es normal que uri individuo singular denuncie ante la opini6n publi-
ca, por medio de una carta enviada a la prensa, a su hijo culpable de
faltarle e1respeto. Eso no se haee ---en todo caso, no en una republi-
ca, es deeir, en un orden polit ico en que las relaciones domestlcas es-
262
tan completamente separadas de las relacioncs cfvicas=-. Perc era.
posible en el Antigua Regimen, en el cual, como Ia generalidad del
bien comun estaba constituida a la rnanera dela fil iacion, los subdi-
tos podian apelar directamente al rey para solucionar problemas
familiares, como 10 rnuestran las cartas selladas [lettres de cachet]
publicadas por A. Farge y M. Foucault (Farge y Foucault, 1982). Co-
mo puede verse en este ejemplo, las coacciones dela normalidad que
pesan sobre Ia denuncia deben, si. nuestro anziliais es conecto,
depender fundamentalmente de Ia forma en que cada ordcn politico
construye la relacion de 10 particular con 10 general, de los intereses
particulares con e1bien comun,
POl' las misrnas razones, las posibilidades que una denuncia tie-
ne de ser percibida como normal 0como anorrnal parecen depender
tambien del grado en que los individuos involucrados en el caso se
encuentran proximos 0alejados, Si se sabe que Iadenuncia publica
reclama el castigo de un culpable, se comprende que parezcatarito
mas sospechosa cuando aque1 cuyas fechortas se denuncian es mas
proximo, ya pertenezca ala misma familia, a Ia misma mst.itucion, a
la misma comunidad. En ofecto, e1acto de denuncia publica pone en
peligro no s610al individuo sefialado sino tam bien al conjunto de lacomunidad a 1aque pertenecen tanto el acusador como el persegui-
dol', cuyo buen nombre con relacion al exterior seve afectado y ccrre
adernas el riesgo de experimental' una disociacion interna bajo el
efeeto de polarizacion entre campos rrvales que es inherente a la 16-
gica de movilizacion que rige en los cases. La sospecha que pesa S()~
bre 1a denuncia crece ademas cuando el denunciante actua solo e in-
terviene publicamente para asumir su propia defensa. Pues en ese
caso es facil denunciar a la vez la denuncia develandola no como un
acto orientado hacia la justicia, sino como un acto de venganza indi-
vidual, destinado a servir intereses puramente personales.
Es aqui donde, para que una den uncia pueda pretender validez,
interviene la necesidad de que soporten su peso dos actantes dife-
rentes; esto es, pOl' un lado, 1a persona de la victirna, que ha sufrido
la injusticia denunciada, y pOI' el otro la del acusador, que la haec co-
nocer a Ia opinion publica. El desdob1amiento entre Ia vfctirna y
quien haee por ella Ia acusacion publica (y que a menudo juega con
respecto a una victirna silenciosa e1papel de presentador 0anima-
dol') garantiza que los intereses comprometidos no son puramente
individuales. Esta garantia de desinteres es tanto mas crefble cuan-
tomas elevada es 1a alteridad de los dos participantes ymas se acre-
cienta la cadena de mediaciones entre quien design a a un individuo
para la vindicta publica y aquel a quien Ieha sido causado e1 peljui-
cia. Asi, la potencialidad de aval que un individuo puede poneI' a1
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scrvicio de otro depende no solamente de 3U propio valor (de su ere-
dito, de su honorabilidad, ctc.) y, de ese modo, de BU poder de movili-
zacion, sino tarnbien de] grado de alejamiento entre la victima y su
defensor. Los allegados -amigos, vecinos, cornpaneros, colegas y so-
bre todo, desde luego, quiones pertenecen a una misma fami1ia- no
son completamente 9trQs. Este argumento es clasico, y sobre el se
basaba Aristoteles para exchrir los problemas correspondientes al
«orden interno de In familia" del derecho politico que gobernaba las
relaciones de justicia en la ciudud (Viney, 1975, prigs. 36-43): -Pues
eljurista no podria deterrninar una proporcion mas que entre perso-
nas diferentes poro iguales en ciertos aspectos. Los miembros de
una misma familia, unidos par e1arnor, comulgarites en la misma
vida economica, no son suficientemente otros entre S1: "el hijo es
algo del padre?» (Villey, 1983, pags. 58-9). Los allegados, integrantes
de una misma familia, de una misrna comunidad, de un mismo gru-
po, participan, en su singularidad, de la singularidad de la victirna,
yin manera en que se confunden con ella es sospechosa porque tien-
de siernpre a reducir, por e1rodeo del interes oculto, 10.alteridad ala
unidad, Aparentemente dob1es, DO son mas que uno porque se en-
cuentran en connivencia. Para que el apoyo presta do a una vfctimaejerza un efecto de movilizacion sobre otras personas, es necesario
que no pueda sefialarse nada que permita sospechar la existencia de
un nexo entre e1acusador y la victim a capaz de sostener un interes
que sea comun a ambos. Unicamente debe unirlos un misrno objeti-
vo del bien comun.
De conforrnidad can ese principio, no existen en elcurso de los ca-
sos mas que dos maneras de reducir el efecto de una denuncia y des-calificar un aval, La primera (que podriamos denorninar socio16gica)
consiste en disminuir la alteridad de los participantes revelando,
pOI' medio de una interpretacion, que estan vinculados por un inte-
res oculto 0, 10 que es igual, que disimulan un atributo comun 10sufi-
cientemente poderoso para imponerse a otras deterrninaciones y, en
particular, a los motives que invocan para justificar su aecion. Lo
que vincula a la victima y a su defensor es, «de hecho», que son, uno
y otro, judios, francmasones, burgueses, comunistas, etc. El apoyo
publico que se brindan se duplica, en esas comparsas, con un acuer-
do secrete 0una alianza tacita. Asf, podemos forrnular Ia hip6te-
sis de que el poder de una movilizacion, es decir, S11 capacidad de
enrolar a nuevas individuos (pero no necesariarnente su fuerza de
cohesion y, pO T ella, su capacidad de resistir duraderamente los gol-
pes adversos), depende del grado en que aparezca como imprevisi-
ble, es decir, de la medida en que las ii-actm'as que acarrea 0 las
alianzas que instaura parezcan iITeductibles a divisiones pTeexis-
26 4
tentes, reconocidas como perdurables e inscriptas en textos, en no-
menc1aturas 0 en el derecho (ya se trate, por ejemplo, de divisionos
etriicas, religiosas, de clases sociales, de partidos politicos, etc.). En
resumen los acercarnientos creados par e1caso son mucho mas fuer-
tes cuando se revelan, en la prueba.jrreductibles a toda otra forma
de acercamiento, Asf, por ejernplo, en el caso Dreyfus los autores
favorables a Dreyfus destacan elcaracter imprevisible de los apoyos
que reciben quienes Iuchan por la revision del proceso, mientras que
sus adversaries intentan, a 10.inversa, develar los Iazos que unen
secretamente a todos los dreyfusistas. "Yoera joven --escribe Leon
Blum en sus memcrias sobre e1caso-, y habia algo que la experien-
cia min no me habfa ensenado, a saber, que la mas falaz de las ope-
raciones del espiritu es Ia de calcular de antemano Ia reaccion de un
hombre 0una mujer frente a una prueba realmente imprevista. Nos
equivocarnos cas! con seguridad cuando pretendernos resolver esc
calculo mediante la aplicacion de los datos psicologicos ya adquiri-
dos, por una suerte de prolongacion logics del caracter conocido y 10.
vida pasada. Toda prueba es nueva y toda prueba encuentra a un
hombre nuevo. Entre los principales protagonistas del antidreyfu-
sismo e incluso del dreyfusismo, algunos no ocupaban su lugar logi-co, su lugar Iogicarnente previsible, y esos cruces de posiciones me
desconcertaban en mi candor" (Blum, 1935, pag. 74). Pero min que-
da e1 segundo procedimionto disponible: cuando una denuncia 0un
aval no puedcn ser descalificados por referencia a un interes subya-
cente, siempre es posible tratar de reducirlos destacando precis a-
mente su caracter arbitrario y, par e110,descabellado, absurdo 0 in-
sensato (descalificaci6n psiquiatrica).
Aiin es necesario precisar en que sentido hablarnos de proximi-
dad para calificar e1 lazo que puede unir a los individuos implicados
en un caso, Lo quo caracteriza a los allegados no es, 0no es tan s610,
Ia posicion respectiva que ocupan en el espacio, sino e1grade de sin-
gularidad de la relaci6n que los une y que esfuncion de la naturale-
za y la fuerza de sus inversioncs mutuas, especialrnente afectivas,
es decir, de los «costos- en que cada uno ha consentido para estable-
cer con el otro "una relacion eatable de una cierta duracion» (Theve-
not, 1983))" por eso mismo, como sovera mejor a continuacion, para
instaurar por medio de esa coaccion externa una relacion eatable
con su propia identidad. Esas mismas inversiones pueden estar
muy desigualmente singularizadas segun elgrado en que los instru-
mantes utilizados para establecer la rclacion, para realizar las equi-
valencias y constituir un interes comun esten incorporados y ligados
en consecuencia a los usos que se hacen de los cuerpos 0 pOl' e1con-
trario, parciahnente estandarizados y objotivados, como sucede, pOl'
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ejernplo, cuando dos personas 5C acercan por su pertenencia a una
misma instituci6n 0par Ia posesion de un mismo titulo (Bourdieu y
Boltanski, 1975). En efecto, los individuos disponen muy desigual-
mente, segun la naturaleza de los instrumentos a los que pueden
apolar para rolacionarse, de recursos institucionales que penni-
ten, en particular en caso de crisis 0 conflicto, poner «distancia» en-
tre ellos, es decir, manejar sus rclaciones de manera impersonal,
en funcion de una identidad juridicamente dsfinida, segun reglas,
utiiizando una argumcntacion general y haciendo referencia a 'LIn
interes colectivo. Diremos que una relacion es susceptible de des-
singularizarse cuando cada uno de los individuos en cuestion puede,
llegado e1caso, ser tratado como miernbro de una categorfa que po-
drta ser sustituido par cualquier otro miernbro de Ia misma catego-
ria sin que la estructura de Ia relacion resultara por e110 modifica-
da.! Par el contrario, en una relacion singular, 1arelacion constituye
Ia definicion de los objetos que vincula, y no existe, para identificar-
los, principio mas fuerte que ella misma. La que caracteriza la rela-
cion entre los allegados es precisament.e que su estructura depende
de cada uno de los terminos en Ia medida en que no pueden asignar-
5e aclases. Propondremos la hip6t.esis de que la referencia a un inte-res general y 8 1 establecimiento de principios de equivalencia que
perrriiten rcunir en una misma catogorta aindividuos entre los
cuales los acercamientos CHm Iiasta entonces diileiles y pOCO proba-
bles y, en la misma operacion, alejar a individuos cercanos en otros
aspectos y des-singularizar sus relaciones al distribuirlos en clases
diferentes, exige un trabajo colectivo, Ia puesta en practica de proce-
dimientos sociales particulares y Ia construccion de instituciones
especificas (Boltanski, 1982). Ahora bien, esc trabajo se realiza de
manera muy desigual en los diferentes murides en que las personas
entran en re1aci6n, y los instrumentos de des-eingulariz.acion son
men os accesibles, pOT ejemplo, en e1universe de las relaciones fami-
Iiares que en elde las relaciones de trabajo. As1,por ejemplo, los ado-
lescentes pueden hablar entre ellos de los «padl-es" en general, pero
no sucede 10 mismo cuando los sindicalistas hablan de los «patro-
nes». En efecto, en el caso de las relaciones de parentesco, Ia des-sin-
gularizacion institucional de las relaciones investidas no es un re-
curso norma]. Aun en nuestros dias es dificil, a pesar de} tre bajo rea-
1A la inversa, 81trahajo de singu larrzuciou que consiste en dosclasificar una Tela-
cion «claaificatoria», como dice la antropologta, con nada se practice tan bien como
can el cuerpo, en parte sin dud a porque las propiedades corporales, como por ejern-
plo los olores, no son ur.ihzadas en nuostras sociedades para dofinir criterios de idcn-
tidad colectiva (a excepcion, desde Iuogo, del S(;XO, que plantea un problema par-
ticular).
26 6
lizado desde el siglo XIX (Boltanski, 1969) y del desarrollo reciente
de los recursos psicoanaliticos y juridicos, manejar la relacion que
mantenernos con nuestra propia madre 0conun hermano como S1 se
tratara de una relaci6n genorica con las madres 0 los herman os. Lo
cierto es que, incluso en e1caso de las relaciones de trabajo, las posi-
bilidades de des-singularizacion siguen siendo muy desiguales se-
gun el espacio considerado. Las diferencias en ese sentido son min
rnuy unportantes, en especial segun se trate de grandes organize-
ciones con una jerarquta formal de los cargos, un fuerte arraign sin-
dical, convenciones colectivas, etc., 0de pequefias empresas en que
las relaciones laborales -yparticularmente Ia de subordinacion-s-
estan poco separadas de las relaciones domesticas entre las per-
sonas.
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4. La dificil denuncia de los allegados
. La presencia de recursos colectivos no s610ejerce un efecto sobre
la denuncia al permitir a los individuos ag:raviados exteriorizar sus
quejas organizandolas en un relata e incluso, en ciertas condiciones,
hacerlas piiblicas con forrnas gencricas y, de esc modo, aceptables.
Contribuye tarnbien a definir el objeto misrno de su denuncia, En
efecto, las persecuciones mencionadas en las cartas se distribuyen
sobre el segundo eje en funcion del grado en que la victim a puede
apolar a. r~cu~rsoscolectivos para obtener reparacion. Asi, par ejern-
plo, las mjurias 0 las amenazas, que afectan sobre todo a personas
de edad 0a mujeres y que no son tomadas en cuenta por los tribuna,
les mas que en condiciones muy rest.rictivas (amcnazas escritas,etc.), se oponen a los despidos que, entre todos los perjuicios, son sin
duda .los mas faciles de reparar colectivamente porque pueden ser
recogidos ala. vez por los sindicatos y los tribunales. Pero las perse-
cu_clOnesson pertinentes tambien sobre el primer eje, donde se dis-
tnbu::e~ se~n un continuum de objetivaci6n que orden a el grade
de obJehv~cl6n de la relacion entre los actantes. Vemos que se opo-
nen, por ejemplo, 8 1 despido, motive particularmente frecuente en
las grandes empresas y las administraciones -que supone una
frontera nitida, es decir, jurtdicamentc const.ituida, que separa la
pertenencia de la no pertenencia-, y la exclusion, a rnenudo invoca-
d.a en los medias in.telectuales 0artisticos, en los cuales 1apertenen-
cia de~:nde esencialrnente del reconocimiento de los otrosycuyaO?tenclOn nunca eeta asegurada ni establecida de una vez y para
siernpre. Se opon~n tarnbien, segun la misma Iogica, la difamacion,
que hace referencia a un acto objetivable yjurfdicamsnte sanciona-
do, y el espionaje, que supone la proxirnidad fisica del perseguidor y
que causa un tormento tanto mas intenso cuanto que os imposible
apor~ar pruebas e incluso hacer crefbla su existencia a los ojosde losdemas.
La relacion, estadisticamente muy clara, entre Ia naturaleza de
las persecuciones sufridas y el universe en que se encucntra inrner-
so e1auror (que es particularmento fuerte cuando el mismo denun-
dante es la victima) depende en esencia del grade en que, en cada
268
universe, hay disponibilidad de recursos colectivos, y de la naturale-
za de esos recursos. Los recursos que ejercen 01 poder de des-singu-
Iarizacion mas poderoso ~y que son Ia asuncion de Ia denuncia pOI'
un partido politico, una asociacion 0 un sindicato-- practicarnente
estan disponibles s610cuando e1case se produce en el espacio de las
luchas pohticas explicitamente definidas como tales (por ejemplo, el
de los conflictos regionales), en una gran empresa, e incluso en una
gran administracion dependiente del Estado. El trabajo sindical, Y
mas precisarnente e1 trabajo del dele gada ~"remial, consiste, en
efecto, al menos en gran medida, en seleccionar, entre Ia multitud de
litigios cotidianos, los conflictos que pueden elevarse al orden de Ia
reivindicacion colectiva. Para ello es necesario transformar en con-
fiictos categorioles unos conflictos person ales en que los actores se
sumergen solos y pOI'complete, con sus compromises y sus inversio-
nes polimorfas y, pOI' ejernplo, con su sexualidad que, antes de la
constituci6n de recursos linguisticos colectivos pOI' parte del rnovi-
rniento ferninista, no podia ser tenida en cuenta en un discurso sin-
dical.! Esta transforrnacion supone todo un trabajo de estilizacion,
movilizacion y puesta en forma --es decir, de explicitacion e implici-
tacion al mismo tiempo->- que perrnita convertir conflictos sucios enlos cuales se mezclan, en un desorden que no tiene nombre, las enti-
dades mas dispares: hombres, intereses, cosas, pasiones, cuerpos,
deudas, mujeres, dinero, afectos, traiciones, etc., en conflictos lim-
pies que no conozcan mas que esas entidades convenientes, imper-
sonales y sobre todo homogeneas, que son los reglarnentos, las con-
venciones, los grupos, los representantes, etcetera.
Pero incluso alli donde existen sindicatos, 10cierto es que las re-
laciones aparentemente mas alejadas todavia deben construirse
sobre Ia represion de los lazos de proximidad, de apego, de carga
afectiva a los cuales siempre pueden regresar, Esto se ve particular-
mente bien en los medics profesionales que redaman de los indivi-
duos un grado elevado de compromise y lealtad. En ese universe, las
construcciones srndicales son especialmente fragiles porque Ia alte-
ridad delos sindicalistas y sus adversaries siempre corre elriesgo de
suprirnirse al rovelar -cos a que todos saben en otro estado de las
relaciones- que la persona colectiva del sindicato y Ia persona co-
lectiva a Ia cual este 5e opone (Ia empresa, los patrones, la adminis-
traci6n) estan fabricadas con los mismos individuos y los mismos
recursos. Estas situaciones son muy costosas porque obligan a los
, El psicoanal is is ha heche una contribucion muyimpor tante a la formaci6n de l
movimiento Ieminista, cuyo poder de geueralizacion es mas elevado porqus permits
constituir y manejar en una logica polrtica confiictos hasta entonccs puramente sin-
gulares.
269
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individuos a rnanejar constanternente por sf mismos, y sin porier
descansar en rutinas, Ia relacion entre las posiciones que ocupan en
unas personas colectivas diferentes y, par ejemplo, para retomar
una figura paradigmatica, a decir publicamente en nombre de quie-
nes hablan (<<abime pongo la gOITade sindicalista»), Explicita 0 ta-
citarnente, las practicas cotidianas plantean entonces a cada mstan-
te Ia misma pregunta, Por ejemplo, como utilizar, en cuanto sindica-
Iista, informaciones que me sedan titi les pero de las cuales no puedo
valerme porque tengo acceso a ellas par vias extra-sindicales, et-
cetera.
En las pequeiias empresas, por el contrario, donde los recursos
que permiten una gestion pautada de las reciprocidades en la mo-
dalidad categorial --eE; decir, por medio de sistemas instituciona-
lizados que posibilitan establecer equivalencias entre los indivi-
duos- estan poco desarrollados, los conflictos deben manejarse so-
bre la marcha, por ejemplo mediante la apelacion a los magistrados
laborales (Cam, 1981), inatitucion euyo poder de des-singul ariza-
cion es relativamente debil dado que trata precisarnente el caso en
10que bene de particular y segun una jurisprudencia que puede per-
rnanecer imp1icita, sin asociar a cada uno de los actores del lit igio aclases mas generales (<<e1roletariado», «Ia patronal», "los asalaria-
des», etc.). En este universe sujeto a 13logica de las relaciones perso-
nales en que los individuos estan Iigados por un pasado carotin y a
menudo contenidos en una red de deudas mutuas, la explicitacion
de los litigios y sobre todo su publicacion en e1exterior siempre eo-
rren el riesgo de afectar, en todos sus aspectos, e1conjunto de las re-
laciones dentro del grupo. En el caso de los conflictos entre vecinos,
para tomar como ejemplo otro tipo de comunidad, quien mas a roe-
nudo haee publica la denuncia es la misrna victima, can sus propias
fuerzas y a su propio riesgo. Puede ocurrir que estes conflictos sean
recogidos par una instancia politica, por una asociacion 0por repre-
sentantes elegidos locales, que son representantes politicos indivi-
dualizados que ocupan una posicion intermedia entre los recurs os
mas generalizadores, sindicatos 0partidos, y los recursos que, como
los abogados, administran institucionalrnente Ia singularidad. Pero
en Ia mayoria de los casos la instituci6n judicial constituye el t inico
recurso, sobre todo cuando el litigio tiene una dimension econornica
(conflictos can respecto a tierras, inmuebles, etcetera).
En el caso de la familia, la gran singularidad de los lazes entre
los individuos haee que la utilizacion de recursos institucionales sea
practicamente incompatible con e1 mantenimiento de la relacion
que esas instituciones deben administrar, Esto vale no s610para los
recurs os constit.uidos de modo politico con la fonna de asociaciones
270
alrededor de una causa (como por ejemplo las asociaciones de pa-
dres divnrciados), sino tambien para los recutsos judiciales accesi-
bles solo cuando Ia vfctima logra transformer < in novela familiar en
asunto de derecho (divorcio, conflicto por herencia, etc.), 1 0 cual no
siernpre basta para explicitar un reclarno que escapa a la logica de
las formas instituidas ni, por eso mismo, para poner fin al caso. POl'
ultimo, los medios artisticos, que no reconccen otra ley que el' juicio
de los pares, a menudo confundido con el veredicto del rnercado
-oue puede estar const.ituido, como sucede en Ia pintura, par una
apret.ada Ted de compradores, conservadores de museos 0 coleccio-
nistas privados=-, pero tambien los universes intelectuales y, en me-
nor medida, Ia Universidad, son los ambitos donde los recursos co-
lectivos externos son menos numerosos y mas dificiles de movilizar,
10cual, al estar a menu do Ia vfctima Iigada, y por las mismas ra-
zones, a quien Ia persigue (y cuyo juicio ella interioriza), hace muy
ardua Ia objetivaci6n del trauma.
Cuanto mcnos acceso tiene Ia victima a recurs oscolectivos que le
permitan objetivar sus quejas y des-singu1arizar Ia relacion que
mantiene conquien es causa de su problema, mas tienden las perse-
cuciones mismas que sufre a adoptar formas incorporadas, como seve en e1 c aso de las denuncias que hacen referenda a violencias
ftsicas 0mentales, e incluso a maniobras diversas apuntadas a afec-
tar las fuerzas vit.ales. Las heridas y los males tratos infligidos a la
victima revisten ya sea formas objetivadas, cuyo instrurnento y efec-
to son ffsicos, y cuyo agente, sobre todo, es un individuo exterior
-como sucede cuando, por ejemplo, se recibe un golpe->, ya sea
formas iritarnalizadas y hasta incorporadas, invisibles, solapadas,
que, al actuar en e1 individuo, concretan con mas seguridad Ia des-
truccion del sujeto al que ataean en secrete, desde el interior. Se en-
cuentra all i una ooosicion frecuente en e1discurso corriente sobre la
enferrnedad, que ilistingue claramente entre las enfermedades ex6-
genas, productos de un agente exterior, objetivadas en una fiebre y
limitadas en el tiempo, como OCUlTe con his enfermedades infeccio-
sas, y, por otro lado, las dolencias end6genas, eseneialmcnte el can-
cer, que pertenecen aI individuo, estan incorporadas a el, 10 carco-
men y 1 0 destruyen desde adentro (Boltanski, 1971).
En efecto, cuanto mas proximo es e1perseguidor, mas endogenas
se vuelven las heridas y ofensas que inflige ~y que, en ausencia de
una asuncion colectiva, no pueden formularse en un discurso nor-
roal-, y mas tienen por efecto atacar Ia integridad de Ia victima y,
de algun modo, arrancar la de S1 misma. Se ve asi c6mo se oponen so-
bre e1primer eje (en funci6n de Iaproximidad entre los act-antes) las
violencias fisicas puntuales y ex6genas (por ~jemplo, e1eachiporrazo
27 1
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aplicado par un policia) y las violencias solapadas, endogeneizadas,
que acttian sin que 10 sepan Ios otros y, a menudo, Iavictima misma,
tales como 1a privacion de cuidados, 01 veneno en los alimentos 0en
el agua, las descargas electricas durante e1 suefio, los rayos, los
ruidos constantes e intolerables, las injurias dicbas al aida a media
voz, etc. Estas violencias tienen menos 81 objetivo de matar ala vic-
t ima que e1de empujarla al suicidio. Esos crfmenes recien alcanzan
a concretarse cuando la victima asume a pesar de sf misrna la volun-tad de su perseguidor y se convierte en ejecutora de la sentencia, 10
cual, en cierto modo, realiza la singularidad de la relacion entre los
actantes al conferir ala proximidad entre la vfctima y su persegui-
dor un caracter de cuasi identidad. Se distinguen, de esc modo, de
las tentativas de homicidio ordinaries, por asf decirlo, en las cuales
la intenci6n criminal sigue siendo claramente exterior, y que ocupan
una posicion intermedia, sobre 81 primer eje, entre las violencias
ftsicas puntuales, de las que no se conservan mas que magulladn-
1'0.3, y las violencias internalizadas, que se apoderan de uno y de las
cuales no es posible desprenderse.
.Lo misrno ocurre, finalmente, can 81plagio, esc cuasi asesina-
to intelectual, cuyas vfctimas prcdilectas son los intoloctuales y
los artistas. En esta forma particular de ultraje, 8 1 perseguidor se
apropia de las frases, las palabras e incluso e1espfritu del individuo
afectado, quien seve entonces forzado a denunciar, en quien 10 tiene
entre ojos, precisamente 10 que le es mas proximo, aquello por 10
cual 5e parecen, 10 que tienen en comun, De resultaa, no le queda
otra salida que condenarlo, de modo paradojico, no par sus ideas
-a las que no puede mas que suscribir, puesto que son las suyas
propias- sino por e1hecho mismo de haberlas heche publicus, de
haberlas revelado a los otros y, al publicarlas, de haber Totola comu-
nidad de pensamiento (asi como se habla de comunidad de bienes)
que los unia, El individuo plagiado, saqueado, es destruido por y en
su propio pensamiento. Son sus palabras todavia no objetivadas,
sus palabras que descansaban hasta entonces silenciosamente ensu espfritu, las que, develadas en Ia pluma de otro, 10 matan, Lo re-
ducen a S1 misrno, es decir a nada, a1abolir, tal vez para siempre, sus
capacidades de exteriorizacion, sus posibilidades de construir algo
mas solido y mas grande que el mismo, un dispositive par medio del
cual podria ligarse a los otros y engrandecerse al obtener de ellos el
consentimiento para hab1ar en su nombre y «desentranar» por eUos
la «verdad y las relaciones secretas de las casas», como decian a
principios de siglo P_ Serieux y J. Capgras, dos eminentes especia1is-
tas de 1a paranoia, para caracterizar el «delirio de interpretacion»
(SerielLx y Capgras, 1982, pag_ 105).
272
La duracion de los casas depende adcmas de la intcnsidad de los
lazes que unen a la victim a con aquellos contra quienes reclama
justicia a voz en cuello. La antiguedad de las quejas presentadas au-
menta con la proximidad del perseguidor designado, a veces tan in-
timamcnte ligado al autor de la denuncia, a sus inversiones ernocio-
nales y a su identidad, que ninguna maniobra parece suficiente-
mente poderosa para romper ese interes. La denuncia es ademas, en
esos cases, uno de los medics par los cuales se consuma 1acontinui-dad de esta relacion. Por sus proclamaciones publicas, la victima se
mantiene en la esperanza de un resto, de una cuerrta no saldada, de
una replica a la que responder, de un intercambio de golpes y contra-
golpes capaz de asegurar la prolongacion de una dependencia cuya
sola interrupcion parece insuperable, Todos los indicadores concer-
nientes ala repeticion y a la duracion hacen, en efecto, una contri-
buci6n particulannente elevada a la determinacion del primer eje.
Eso vale para las diferentes formas de reiteracion estilfstica -r8-
peticiones de argumentos estereotipados-, de frases rituales, de
palabras dominantes, a menudo con la forma de anaforas, es decir, a
Ia cabeza de varios perfodos de frase para obtener un efecto de ref 01'-
zamiento o de simetria, sin duda por analogfa con e1estilo juridico.
Pero eso vale tambien para el tamafio del envfo, la cantidad de pagi-
nas que contiene, elnumero de casas presentados en la misma carta
y, sabre todo, la duracion de e80S cases, que habitualmente esta or-
denada a 10 largo del primer eje con laoposicion entre los casos pun-
tuales y los que se prolongan a veces durante mas de diez afios, a
menudo 1uego de haber caido en 1a orbita de la institucion judicial.
El funcionamiento del sistema judicial, y en particular el usa que se
hace en el del tiempo, recurso fundamental que permite absorber y
especializar los conflictos que se perpetiian, precisarnente, en Ia
forma de batallas juridicas y no, por ejemplo, de intercambios de
golpes, 'tiende a eternizar los casas al dar regularrnente a las partes,
que habrian podido agotarse en una lucha corriente, nuevas expec-
tativas, nuevas apuestas, nuevas reglas con que jugar e, indisocia-blemente, nuevas ocasiones para mantener vivo un intercambio,
aunque mas no sea par la persona interpuesta de sus abogados.
En las grandes denuncias que puedcn abarcar varies afios, e
incluso decadas ("presento una demanda general concerniente a
mis ultimos treinta y cinco MOS de vida», carta mimero 596), Ia di-
mension del tiempo parece abolida. H.eproches que se refieren a
acontecimientos antiguos pueden codearse con quejas actuales, y en
esas situaciones la facultad que poseen las personas de dejarse
arrastrar a1olvido no parece cumplir e1papel que a menudo se Ie re-
conoce en el apaciguamiento de las disputas. El tratamiento que se
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hace del ticmpo en la denuncia aparecera mejor 51 S ec exam ina Ia
manera en que seconduce E ll relate de las pcrsecuciones aufridas por
la victirna. La presencia 0 la ausencia de un relato que incluya una
cronologia 0, al menos, una oriontacion temporal Y,por otra parte,
precisiones sobre el contexte en que se inscriben los hechos relata-
dos, expresan la relacion que e1autor mantiene con f, l destinatario
de su discurso. El relate se dirige a un destinatario al que se supone
completamente ignorante del caso que se le refiere, dado que le 8S
absolutamente ajeno. Al multiplicar los detalles, ordenados en una
disposicicn rninuciosa, el enunciadcr (enondatearj muestra que es
consciente de la alteridad del enunciatario [enonciataire} (Labov,
1978, vol, 1, pigs. 295-808). En el analisis de las cartas de nuestro
corpus, las diferentes maneras de contar un caso 0de dispensarse de
hacerlo se distribuyen muy claramente sabre elprimer eje del plano
factorial. Asi, las cartas en que figura un relate y en las cuales se
restituye e1contexte se oponen a los relates acronicos 0a las sucesio-
nes dcsordenadas de quejas 0 de documentos segun un continuum.
que parece funci6n del grado de proximidad entre los actantes, La
ausencia de relate y de contexte aumenta junto con la singularidad
de la relacion entre el denunciante, Ia victim a y el perseguidor, con
una excepcion que confirma Ia regia. Esta concierne a los cases en
los cuales el contexte no se restituye porque se trata de grandee ca-
sas que han al.canzado un alto nivel de movilizacicn y publicacion,
de los cuales se puede legitimamente suponer que son conocidos por
todos, 0 al menos pOI' los periodistas. Estes figuran, como los envies
intencionalmente contextualizados, en el polo del primer eje carac-
terizado por un grado elevado de alteridad entre los diferentes per-
sonajes del drama. En efecto, como estos casos son de dominio publi-
co, parece irrutil recordar todas sus peripecias,
Perc esta explicacion no da razon de la opacidad a menuclo impe-
netrable de que se rodea e1relate de casos que, sin embargo, no sa-
len del ambito privado. Para comprender las razones, en apariencia
contradictor:ias, que conducen a enunciar una denuncia destinada a
hacerse publica sin dar al enunciatario los medios para compren-
derl a a fin de hacerIa conocer y darle resonaricia, ee necesario volver
una vez mas a Ia relacion que la victima, autora de Ia carta, mantie-
ne con la persona contra la cual eleva su denuncia, Cuanto mas cer-
cano le es su perseguidor, menos logra la vfctirna romper los laws en
que se encuentra todavia enredada y su discurso mas se ahorra e1
gasto del relato. Este es inutil. i,Para que relatar un caso a quien 10
conoce mejor que nadie, a quien sabe (jycon raz6n!) 10 que los demas
ignoraran tal vez para siempre? Pues, detras de la ficei6n de la opi·
ni6n publica, c1autor se diTige aun a un individuo que no es e1perio-
274
dista desconocido 0 an6nimo al que se expide e1cnvio, sino esc par-
ticular, precisamente, que es la causa de su trastorno Yal que es ne-
ccsario desafiar una vez mas para intentar obtener una respuesta,
Asi en Ia dimension del relato, 10 que se hace manifiesto es siernpre
1a presencia de otro actante. Pero no es el mismo cada vez. Con Ia
rcalizacion de un relato, la restitucion del contexte, olautor recono-
ce 1aexistencia de aquel ante quien rec1amajusticia y a quientrata
de proporcioriar todas las informaciones necesarias para que p~cdaeiercer su caoacidad de juicio. En ausencia de relata, no es yo . el juezquien es de;ignado como destiriatar'io, sino el perseguidor mismo.
Puesta de manifiesto por media de hueHas ncgativas, censuras, 50-
breentendidos, silencios, amenazas de revelaciones, pun tos suspen-
sivos, etc., su aplastante presencia no es menos patente.
Estas diferentes maneras de tratar e1relato estan asociadas a di-
ferentes tipos de figuras estilfsticas que se distribuyen de Ia misma
manera a 10largo del primer eje.Asi, del lado dela proximidad de los
actantes se encuentran el sarcasmo, la invectiva, la amenaza, el
neologismo,81 apodo, e80S lenguajes singulares que no reclaman. e]
reconocimiento de los otros y ni siquiera, mas simplemente, su com-
prensi6n, porque estan hechos para uno solo; y, del lado de la alteri-
dad, Ia deliberaci6n 0 las formas dialogicas que encierran un objeti-
vo de legitimidad y que, al manifcstar la atencion prestada a los
otros y a 8U «punto de vista", son homenajes rendidos por el autor a1
seritido eomun normal de su destinatario (Bajtin, 1977). La ironia,
que es un rnarcador de distancia (Recanati, 1981, pags. 218-22) y
que expresa masparticularmente aqui una distancia consigo mismo
y 1a adopci6n ficticia del punto de vista sobre S 1 mismo que podria
ser e1de un observador imparcial, ocupa una posici6n intermedin en
esta estructura ret6rica. Mientras que nunca se utiliza cuando se
trata de denunciar las fechortas de que es victima un extrano (no
describimos con ironia, distancia y humor, par ejemplo, las golpizas
que tres vigilantes armados ap1ican a un trabajador inmigrante), Ia
ironia se pone enjuego a menudo, por el contrario, can fines defensi-vos (Berrendonner, 1981, pags. 175-239) cuando el autor de la carta
realiza la denuncia por su propia cuenta (sin estar relacionado, de
todos modes, can aquel 0 aquellos a quien/es denuncia) e intenta,
mediante esta rctorica, volver normal y hacer que el alocutario
acepte una gesti6n de la que siempre se puede temer que manifieste
demasiada autocomplacencia 0 quP parezca «desproporcionada",
275
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5. Maniobras de engrandecimiento
Dado que ser considerada norms] es In condicion minima Que
debe satisfacer una denuncia para tener posibilidades de exito ~s
decir, para ser escuchada-s-, los individuos empefiados en semejante
ernpresa yque poseen un sentido de la normalidad identico al de sus
jueces (y ello, 10 veremos, incIuso cuando se ven en la neeesidad de
realizar actos juzgados anormales) intentaran conferir a su gesto la
forma mas normal posible. Cuando no gocen del apoyo de una ins-
tancia colectiva capaz de efectuar por ellos e1trabajo de generaliza-
cion, deberan realizar por sfmismos Ia tarea de des-singularizacion
y crecimierrto necesaria, en una denuncia ante Ia opinion publica,
para ajustar a la deljuez la dimension de los otros actantes. Tratare-mas de mostrar ahora que las operaciones que constituyen para los
otros signos de anorrnalidad son precisarnente las que intentan ha-
eel' que la denuncia sea normal, con el trazado de paralelos entre el
caso singular y unos conjuntos colectivos,l Los individuos realizan
1Es decir que elanalisis interne no basta para explicar un comportamiento retori-
coque se orienta por referencia a expectstlvas que el aut.or reconoce en los otros por-
que Jeresultan familiares. Como10muestra el est.udio dellenguaje de los esquizcfro-
nicos (cf., par ejemplo, Hoffman, Kirstein, Stopek y Cicchetti, 19821, los analisis obje-
t ivos de las irregularidades sintacticas, de las propiedades categoriales y de los rno-
dos de asociacion logica noson suficientcs para caractcrizar este usa particular de la
lengua, ya sea porque el unali sis in terno ident if ica rasgos, como las asociaciones
laxas (loose associations), sin los cualcs la propia converaacion corriente seria irnpc-
sible 0 al menos muy pobre, ya sea, a lainversa, porque [rases objetivamente grarna-
ticales suenan de modo completamente extravagante (sound pcrfectl» crazy), 10 que
fuerza a regresar a la exper iencia del oyente y a su sentido de Iv.norrnalidad. As],los
autores sugieren completar el analisis del habra esquizofrcnica con el analrsis de Ia
competencia lmgufstica y, 51 pucdc deci rse de es te modo, ps iqui atr 'i cs , de quien
identifica los signos mediante los cuales e1discurso se reconoce como desviado. Estas
obscrvacionos se aplican a fortiori a loscases aquf estudiados, en los cualas los dis -
curses recogidos se distribuyen sobre un continuum. y en los que las cartas juzgadas
mas -extravagantes- no necesariamente contienen indicios -obietivos- que perrn.itan
identificarlas como tales si el lector no reinserta el texto en un contexte que el re-
construye utilizando su sentido ordinaria de la realidad social (par ejernplo, cuando
juzga -chi flada» Ia car ta de un hombre sin i rnporta ncia que se dice perseguido por
gran des pcrson ajes), sin duda almacenado para SU usa con Ia forma de un repertorio
de anecdotas tipicas.
276
muy frecuentemente, en e1curso de la vida corricnte, parulelos de
este tipo, pero segun rnodalidades que los vuclven aeeptables, ya sea
porque la distancia entre 10 singular y 10 general BS]0 suficionte-
mente debil para que los puentes destinados a cubrirla pasen inad-
vertidos, ya sea, cuando la distancia es importante, porque gozan
del apoyo de una institucion. Es 10que sucede, por ejemplo, cuando
las personas recurren a un titulo instituido para conectarse con un
colectivo (<<Fulanode Tal, profesor, catedratico») e incluso cuando
utilizan, como 10 haec el medico, una cornpetencia certificada para
asociar un elemento anecdotico a un cuadro nosologico (Cicourel,
1981). Para hacer sensible la diferencia con el tipo de par alelos
percibidos como extrafios o inaceptables que se encuentran en
ciertas cartas de denuncia, daremos un ejemplo de esas conexiones
ordinarias, tornado de una entrevista (realizada pOl' R Urlacher)
con el director de un estableeimiento de enseiianza tecnica, La
conversacion trata sobre los conflictos que han tenido lugar en el
establecimiento. En determinado momenta de Ia ent.revist.a, el
dialogo asume un cariz delicado cuando el narrador debe hablar de
sustirantes relaciones con el sindicato a uno de sus antiguos subor-
dinados, e l mismo sindicalizado, con quien ha mantenido una rela-cion de amistad que ha heche posibJe la entrevista. Repontinamen-
te, el director del establecimiento interrogado empieza a hablar en-
tonees de sf misrno en tercora persona designandose por un titulo,
«el jefe», antes de aclarar que no aetna on su propio nombre Yen fun-
cion de sus intereses especificos sino en e1interes de In patronal en
general, cualquiera sea su encarnacion en una persona fisica, es de-
cir, en el interes deljefe en cuanto representante del establecimien-
to y, por 10 tanto, en el interes de este: «Mira, al sindicato, durante
toda mi vida, Ie negue tres cosas. Primero, la ocupaci6n de mi sala.
Sabes, yo tenia una sala allado del comedor yme Ia habian pedido
para el sindicato, dije que no, prefiero desannarla toda. Es una sala
que siempre esta disponible a toda hora para que eljefe pueda reci-
bir, para que eljefe pueda hacer esto, aquello , no yo, ioh! [No yo . .. !
(un silencio). El jefe de la casa». Cada uno de nosotros realiza coti-
dianamente, sin darse cuenta, una multitud de operaciones de este
tipo que por 10 cornun pasan inadvertidas.
Por el contrario, en los cases que examinaremos a continuacion,
las operaciones destinadas a cornparar los cases particulares con
ejemplos afectados de un valor general y a conectal' a los individuos
a colectivos son tan fuertes que se destacan con claridad y extraneza
sobre la tr ama continua de las acciones ordinarias. Estas maniobras
son notables sobre todo cuando el autor es un individuo singular,
cuando el misrno es la victim a y e1 perseguidor es un allegado. Para
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rcalizar la conexi6n con colectivos y ajustar la dimension de los ac-
tantes, el autor de la cart.a debe engrandecer al denunciante, a la
victim a y al perseguidor. Hemos idcntificado tres procedirnientos
principales destinados a engrandecer al donunciante. El autor
puede engrandecerse en tanto denunciante: 1)indicando sus titulos
ycuaEdades (uso de papel can membrete, por ejemplo): 2) dostacan-
do la relacion que mantiene con gran des personajes. En efecto, el
acusador aurnenta indirectamente su altura al colocarse en un piede igualdad con individuos dotados de una generalidad clcvada, ya
este ligada a una capacidad de representacion de orden civico, con-
firrnada por un mandato, 0 que se les reconozca al margen de todo
apoyo institucional, por los rasgos de genio 0 las obras inspiradas
que los dieron a conocer, Finalmente, e1denunciante puede engran-
decerse: 3) jugando con las formas mediante las cuales manifiesta
su presencia en el texto. En comparacion conla posicion neutra del
sujeto que se expresa en la primers persona del singular (<<yo»),l
autor puede refugiarse asi detras de quienes supuestamente 1 0 S 1-
guen, utilizando, en una parte 0en la totalidad dela carta, la prime-
ra persona del plural (<<nosotros,.)que S8usa en los discursos pro·
nunciados en nombre de un colectivo. Se engrandece, entonces, a la
manera de eli portavoz. Tambien puede, al contrario, inerernentar
sus dimensiones, pero esta vez en tanto que sujeto singular, multi-
plicando las marcas de su presencia, es decir, otorgandose una esta-
tura conforme a Ia manera en que se manifiesta la grandeza inspi-
rada en los grandes hombres, pOl' ejemplo, en los grandes escritores,
que no necositan mandata alguno para traducir las aspiraciones de
los demas que ellos encarnari en su persona. En este ultimo caso, los
metodos utilizados son multiples pero estan todos fundados en la
duplicacion del signo que designa al autor (vyo, Fulano de Tal», "yo,
yo mismo»), e incluso en la repetici6n de la firma.
Veamos dos ejemplos de firrnas multiples. E1 autor de la carta
numero 712, un hombre de cuarenta y siete alios que dirige una
escuela primaria en el sucloest.e, lleva adelante solo desde hace va-
rios afios ante los tribunales, luego de haber recusado a sus aboga-
dos y por medio de recursos juridicos, numerosos litigios Iigados en
particular a un divorcio (quiere obtener la custodia de su hijo). Va-
rias cartas abiertas, contenidas en el grueso expediente de mas de
cuarenta paginas, estari dirigidas al presidente de Ia Republica 0al
ministro de Justicia. Manuscritas, caligrafiadas en letras redondas,
tienen el aspecto de aetas jmidieas y llevan dos veces la misma ru-
brica. La prirnera, con 1amisma trnta que el texto (azul); la segunda,
trazada en tint.a negra y precedida de la mencion «lefdoy confonne».
El autor se desdobla: es, par un 1a<10, e1denunciante que labra e1ac-
27 8
ta de acusacion; par ol otro, la victima que cia En conforrnidad. La
carta numero 594 es de un interes particular porque el conflicto en-
tre personas que esta en el origen del caso S8 lleva en ella a un alto
grado de des.singularizaci6n y, a1mismo tiempo, las operaciones de
ongrandecimiento adquieren una forma particularmente sorpren-
dent.e. El autor sseribe en nornbre de una asociacion profeslonal y en
papel membretado. Radacta su denuncia en terrninos generales, co-
mo 10 haria un vocero, Pero es muy probable que.s: encuent.reperso-nalrnente irnplicado en (:~1aso por el cual se moviliz a. D,enuncla a un
periodista que «ha arrojado el descreditoH sabre "una decision de 18.
juaticia» en un Iitigio en que unos odont61ogos se enfrentaban a]
decano de una facultad can rcspecto a In constituci6n de la lista de
requisitos para el cargo de profesor, La carta lleva tres firmas yuxta-
puestas «,los cosignatarios de la presente»). Pero la misma rubrica.
trazada por la mane clel mismo rndividuo, figura dos voces: una, se-
guida del nombre escrito a maquiua (senor Fulano); 13 otra, s(ogui?a
de la mencion, tambien dactilografiada, «Prcsidente de Ia ASOCla-
cion ... ". Estas figuras, en especial la duplicaci6n de la firma, no
aparecen sino cuando la victima y el donunciante son un mismo in-
dividuo, que encuentra en ellas un media de reconstituir, al desdo-
blarse, 01 sistema completo de los actantes. Ellas recuerdan la reto-
rica del derecho (<<e1ue suscribe, Fulano de Tal. .. », firma al final de
la pagina e iniciales repetidas en el margen can 81 fin de autontificar
diversos tipos de rubricas, etcetera).
Cuadro 2. Tecnicas de engrandecimiento (en %).
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279
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es demasiado grande, 0 1 denunciante puede intentar controlar e1
efecto de usurpacion par medio de una desestimacion y redactar su
carta en un papel cuyo membrete, aunque legible, ha sido tachado
(no me expreso en nombre del titulo que me da derecho a la expre-
sion).
Si Ia utilizaci6n de un titulo puede eer garantia de norrnalidad, la
menci6n de dos 0mas titulos, en particular cuando cada uno de e110s
tiene escaso valor, 0 el realce del titulo con un subtftulo, por asi de-cirlo (presidente, director, presidents-director, etc.), empuja ligera-
mente a] denuriciante hacia la anormalidad. Los tftulos, aunque
aquf estan destinados a servir de prueba, no se suman, empero, de
Ia manera en que, por ejernplo, los juristas rnedievales practicaban
el calculo de 13 prueba constituyendola en su totalidad con fraccio-
nes de prueba. La acumulacion de titulos dispares arroja el descre-
dito sabre 01 rernitente y 10 expone a 13 sospeeha (<<LPOY que insiste
tanto?»). Asirnismo, mostrar que se habla en nombre de otras perso-
nas diciendo «nosotros- es la manera mas normal de hacer una de-nuncia publica. Decir simplemente "yo» aproxima £11polo de 10 sin-
gular, y es por ello menos normal. Pero engrandecerse acentuando,
por medic de todo un conjunto demaniobras estilfsticas ("yo, yo mis-
mo», multiplicacion de firrnas, etc.), su presencia en el texto (como
en esos teatros sin recursos en que cada actor representa varies pa-
peles), empuja claramente a la denuncia hacia Ia anorrna1idad.
Las maniobras utilizadas por e1denunciante para engrandecer-
se son particularrnente numerosas en las cartas enviadas por perso-
nas singulares para denunciar la injusticia de que han sido objeto.
Los denunciantes que actuan en nombre de una persona colectiva, y
cuya gran estatura, pOl' 10 tanto, es evidente por sfmisma, no tienen
necesidad de entregarse a esas costosas rnaniobras. Les basta con
mencionar un titulo, es decir, can senalar que titulo les da derecho a
expresarse y, en nombre de ese titulo solido (irnpreso en papel mem-
brctado), decir «nosotros». Asi, par ejemplo, tres militantes ferninis-
tas (carta mimero 430) escriben a proposito de una tentativa de vio-
lacion. Cada una de ellas meneiona un unico titulo ("abogada", «so-
ciologa», «docente»). Las tres firmantes asumen 1adefensa de una
victima pero se elevan casi de inmediato hacia 10 general (<<quere-
mos precisar nuestra posicion relativa al caso y al fenorneno de Ia
violacion en general»). Al expresarse colectivamente, y ello en nom-
bre de todas las mujeres, estas militantes estan personalmente
ausentes de su denuncia, en la que la victima misma no figura mas
que a titulo de ejemplo y para entrar en materia.
Al contrario, los autores de cartas que s610se tienen a sf mismos
o que invoean una persona colectiva cuya existencia es incierta y
Cuadro 3.1?f.:lacl~on.es entre los a.ctantC$.1' iecnicae de erigranaecimiento (en 0/0).
n}[tf;I]r:! lazo
rulaciou militaruc
Iazo profeaicne l0 arnistoso
b~Z6 Iumili ar
dernrnciante y vict~flla; mismo individuc
clcpe nde ncia jerri.rquicn 0 tecnics,
b.1..G profesionul
l aeo de \,r;,('j;,d~ld
Iazo prcfeeicnul
Estas diferentes maniobras, que sin embargo se apoyan sabre
operaciones ordinarius de la vida social, arrojan el descrcdito sobre
su autor cuando 8Uutilizaci6n os demasiado accnt.uada. Asi, como
ya homos visto, el titulo, que designa la pertenencia a una clase de
agentes constituidos como equivalentes, esuna manera corriente de
h~cer un paralelo con otras personas. La menci6n de un titulo apro-
xnna en efeeto al polo de 10 colectivo (y de Ia normalidad), como 10
muestra el examen del primer plano factorial, en especial cuando
esa mencion figura en un papel con membrete. Efectivamente un
titulo impreso es mas conveniente que uno escrito a mana, yell; por
al menos tres razones: 1) porque el improso, que es en ciertos cases
objeto de control legal (el "deposito legal»), ocupa una posicion mas
elevada que e1manuscrito en e1continuum de objetivacion jurfdica;
2) porque la fabricacion de un papel con membrete supone una in-
versi?n.en tiemp0,Y dinero; 3) por ultimo, porque 1a irnprenta, £11
multlplIear e1 escrito en una forma estandar, realiza la propiedad
principal de titulo que consiste en ser ala vez estable v colectivo
ava,l~do, ~sd:cir, indif~rente a las p~opiedades de la reIa~i6n en qu~
esta irnplicado. Pero aun es necesario controlar 1autilizaeion que se
hace de la referencia al titulo para permanecer dentro delos limites
de la normalidad.Asi, por ejemplo, cuando la separaci6n entre el ca-
racter singular de la denuncia y las propiedades generales del titulo
280 281
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que no inspira confianz.a, se ven en Ia necosidad, para incremen-
tal' su autoridad, de hacer mas, de hacer demasiado, 10 cual los desa-
credit.a. Mencionan varies titulos, acentuan su presencia median-
te marcas estilfsticas extranas, e incluso citan nombras de grandes
personajes, bien conocidos por todos, y dicen 0 sugieren que bien
podrian estar involucrados en el caso. As!, por ejemplo (carta mime-
TO540), un habitante de una pequefia ciudad del centro del pais, que
hace llegar al diarro una «carta abierta alMinistro de .Iusticia», haee
alarde de los siguientes titulos: «Diplornado en PSICOLOGIA. apli-
cada; Conferencista en el INSTITUTO; Presidente de la ASHA: Co-
mite Internacional de Defensa de los Derechos del Hombre; Presi-
dente del sindicato departarnental de la magistratura penal». Del
misrno modo, el grado en que Ia maniobra de engrandecimiento COIl-
sistente en colocarse en un pie de igualdad con gran des personajes
puede ser crefble depende, evidentemente, de la representacion que
el autor logra dar de su identidad, y por consiguiente del valor so-
cial que le 1'eC0110C8 el lector. Asi, por ejemplo, Philippe Simonnot
(Simonnot, 1977)2 es creilile cuando, en la obra de den uncia consa-
grada a su caso (periodista economico del diario Le Monde, fue acu-sado de haber sustrafdo un documento de un ministerio y despedi-
do), inc:luye los mensajes de apoyo 0, al contrario, de amenaza que Iedirigen pohticos irnportantes. 3A 1ainversa., ese jubilado de una pe-
2 Philippe Simonnot (Simonnot, 1(77), enfrentado a la doble tarea consi stente en
otorgar una forma acept.able a la den uncia p. ib lico del grupo (de 111«comunidad de
trabajo-, para usar sus prnpios tenninos) del que fue, durante varies enos, un miern-
bra leal y, al mismo tiempo, justificarso por no haber denunciado antes los -errores-
de cuya compJicidad puede acuaarselo, escribe as., en Iaint.roducciou a Ia obra en que
relata su caso (pag. 13): "D8bo agT8gaT 10 siguien(.e. Como he sido vict.ima de un des-
pirlo, intuyo que se sospech ara que cscribo este Iibro por venganz<l. Responde: uno no
se venga de la injust icia. Ademas, este despido ejernpl ar, diet-ado como ejornpln por
un diario tambiun ejemplar, ( ,por que nohabria de ser cit-ado como ejemplo? He escri-
to este l ibro con la mayor serenidad posible, pero tam bien con pasion, 11 vcccs con ca-
r ino, el que me queda por una comunidad de trubaju a la cual per tenecf durante ocho
"nos. La unica critica que podria hacerserne can honestidad cs Iade no haber escrito
est.as priginas hace tiempo, cuando aun est.aba en la rue des Italiens. Yoresponderfa:
no 10habfa cornprandido. Por ello, este libw es tambien una autocriticCl".
3Esto vale pal'a todas las abras de den uncia que relatan un easo que ha alcanzado
proporcioncs de "O"sc:indalo politico". El efecto de anormalidad que cjeree 1a forma
chisme disminuye cuanda los chismes Be refieren a gTandes personajes y el propia
denunciantc esta en condiciones de aCl'editar 13 representacion que da de sus rela-
dones con ellos. Sobre este principia estan construidas t .odas las obms, muy numero-
sas entrtl Jos aDOS 1960 y ISSO, que reiatan un «escandalo" politico y que, escritas en
la mayoria de los casas pOl"uno de sus actores, habitualmcnle un poiftico invalucracio
en el caso como acusado 0como vktima (segun ia posici6n que ocupe el int.erprete en
282
quefia ciudad del sudoeste (carta numero 601) no es creible cuando
lanza -el desafio a Giscard y a Peyrefitte de aceptar un debate te-
levisivo conmigo en el que me comprometo a nomostrar mas que do-
cumentos oficiales para probar que los Derechos del Hombre, Ia .Ius-
ticia y 13 Moral eran odiosarnente escarnecidos en Francia», y cuan-
do acusa a las personalidarles a quienes ha desafiado de «desinflar-
so» (es decir, e l f " haber perdido 10 que hacia de enos grandes hom-
bres), El desafio a los grandee personajes es un media de engrande-
cirniento particularmente apreciado porque supone, de manera uni-
lateral, que la relacion eon Ia persona desafiada es reversible, En
efecto, en Ia logica del honor, el desafto, que exige una rospuesta,
supone cierta igualdad entre 105 participantes (Bourdieu, 1972), La
carta abierta a un grande, pOl' ejemplo a un dirigente polftico, proce-
dirniento a menudo irtilizado en las denuncias, es tambien una rna-
nera de establecer una rclacion de familiaridad a traves del desaffo,
como 10 sefiala Marc:Angenot en su obra consagrada al panfleto (An-
genat, 198:3).
Para engrandecer a In victim a (al igual que a los demas actantes)
es necesario asociarla a 'un colectivo, es decir, ligar aquf BU caso a
una causa constitu'ida y reconocida, El caso es «ejemplar», Merec:e
ser llevado al orden de la denuncia publica, no par sf mismo, sinosolamente en Inmedida en que constituye un caso notable dentro de
una serie caracterizada por su mejor ejemplo. El efecto de normali-
dad dependera, tarnbien aquf, de las dirnensiones de Ia conexi6n a
realizar, es docir, del grado en que sea visible e1puente necesario pa-
ra construir Ia relaci6n Con10general. Los cases asumidos en nom-
bre de una persona colectiva se asocian, en su mayoria, a una causa
constituida, 10 cual permite realizar la operaci6n de generalizacion
sin tener que construir conexiones demasiado fucrtes. En efecto,
una causa, que esta siernpre asociada a un grupo, ocupa una posi-
cion intermedia entre la pura singularidad (el caso del sefior Fulano
la disputa que 5e entabla alredcdor de su cnso), pretenden develar sus resortes ocul-
tos, exhibir publicamente el reves de la t.rarna. Esas obr as, cualquiera sea la posicion
ocupada por su autor en el universe polftico, poseen rasgos estihsticos cornunes. la
alt.ernancia de largos periodos y formulas concisas, la ironia, el rasgo morrla z, el re-
trato incisivo. etc .• que tiE,nen la fUDci6n de recordar el genero legitimo correspon~
diente, el del eotilleo de corte cOnstitnido por los memoriali stas y moralistas del siglo
XV1I. Este pInero tiene la parlicuJaridad de autorizar la publication de hechos sin-
gulares, que podrian pureeer insignificantes 0 indecentes si la imporwnda de quie-
nes son sus actores --Sl estai.ura y su poder de representacidn, su perteneneia al
univel'so de ]a accion colectiv·a. de Ja polit ica, de la cosa publica- DOles coofiriera
una diln<msi6n ejemplar y general. Asi, solo los chismes de Estado pueden, normal·
rrlente~ oojetiva:rse (~nun escrito e intBgran;e en una denuncja p(lblica.
28 3
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de TaD y la mayor generalidad (Ia humanidad), El uso de la retori-
ca po1ftica (en particular cuando se toma de 1atradicion del movi-
miento obrero) es el medic pOl' excelencia de vincularse a un co-
Iectivo y engendrar discursos generales. PHO la generalidad misma
de esta forma tionde a Iirnitar sus posibi1idades de utilizacion. Su
poder de universalizacion es tan grande que obliga ya sea a renun-
ciar por completo a la expresion de 10 singular, ya sea a construir co-
nexiones muy pesadas, dificiles de establecer y de disimular, Estas
rnismas coacciones de normalidad son funcion del grade de singula-
rid ad del denunciante. Asf, por ejemplo, un pasaje brutal de la decla-
racion general al caso particular, completarnente tolerable cuando
e1 denunciante es una persona colectiva, vuclve sospechosa la de-
nuncia cuando e1denunciante y la victima son una misma persona,
y ello aun cuando el autor se exprese en nombre de una institucion
reconoeida.
El primer ejemplo que elegiremos para ilustrar esta oposicion es
una carta abierta (numero 719) dirigida a varies ministros y firma-
da par personalidades importantes de la CGT en protesta contra la
destituci6n del presidente de una institucion de gesti6n mixta, Las
conexiones singular-colectivo, muy pesadas, siguen siendo sin em-
bargo aceptables porque se realizan en la ret6rica del movimientoobrero y tienen el aval de una gran organizacion: "La Confederaci6n
General del Trabajo considera que cuando se dirigen ataques contra
Ia persona del Director General, 10 que se qui ere panel' en cuestion
es fundamentalmente toda Ia orientacion del Institute (. .. ) Esta
realizacion no debe desviarse de sus objetivos iniciales para trans-
forrnarse en un instrumento al servicio de la Patronal (. .. ) La CGT
considera que se trata de un nuevo y grave ataque contra los dere-
chos de los trabajadorcs (. .. )La patronal esta aprerniada, pues tras
un problema de "persona" se oculta una operacion mas vasta que
afecta a Ia instituci6n (. .. ) La verdadera dimension del problema
planteado es tal que las instancias superi.ores de la CGT no han du-
dado en intervenir en el mas alto nivol». En el polo opuesto, e1autorde 1a carta numero 533, medico psiquiatra despedido de la iristitu-
cion que 10 empleaba, escribe para denunciar 1ainjusticia de que ha
sido victirna. Pero 10 hace, caso raro, en nombre de una gran organi-
zacion colectiva par medio de una octavilla con membrete de la CGT
(en la que ha sido elegido como ascsor). El discurso oscila sin descan-
so entre Ia denuricia colectiva, en el Ienguaje de 1a lucha de clases
(<<losempleadores», 0cuando habla de sf mismo como si se tratara de
otra persona: «el psiquiatra»), y e1conflicto personal (con mencion
de nombres propios): «Este caso ilustra c6mo, en el contexto de la
actual pohtica de austcridad-dcsemploo del Poder, en respucsta al
agravamiento de la crisis economica, los ernpleadores no dudan en
librarse de sus empleados (. . .)Al elirninar al psiquiatra, el em-
pleader, a pedido de la direccion tecnica, X (el titulo colectivo es 88"
guido por el patrommico de su portador), ha creido poder elirninar
los eonflictos que surgian con nuevas formas en su «asociacion»,
Esos confiictos, antano reducidos a ajustes de euentas individuales,
desembocaban en Ia inevitable eliminaei6n, par parte de IaDiree-
cion, de cualquier empleado 0usuario refractario a 1aarbitrariedad
de sus metodos. Progresivamente, los conflictos han adquirido una
expresion 111<1S colectiva, enfrentando directa 0 indirectamerite a
grupos de trabajadores sociales can su direccion».
El caracter compuesto de las formas utilizadas, perceptible en
este Ultimo ejemplo, se ve aun mas clararnente en las cartas en que
el autor habla per .'01mismo, en su propio nombre y sin el apoyo de
una institucion. Los denunciantes deben, entonces, para escapar a
la singularidad, realizar coriexiones muy fuertes y Iigarse con los
otros en un nivel de generalidad muy elevado (por ejemplo, invocan-
do los grandes principios humanitarios, 1ajusticia en general, lOS
dereehos del hombre, etc.), En la practice, las maniobras necesarias
para engrandecer a la victima pueden apelar a diferentes procedi-
mientos:
1. Invocar la ejemplaridad por referenda a los principios de vali-
dacion mas generales: «Porque mi "historia" se inserta? desgracia-
damerite en Ia Historia. Puesto que ]0 que yo he sumdo deja marcas
indelebles, desearia que ustedes me dieran la ocasion de decirlo por
medio de este comunicado. (carta numero 547; se trata de una lim-
jer, empleada, maltratada por Ia policia). «Es mi deber hacer conocer
la increible verdad sabre este caso y estoy completamente decidido a
hacerlo (. .. ).Lucho para que otros franceses no sean victim as de un
abuso tan odioso y no sufran como yo un martirio moral y fisicoin-
merecido» (carta murnero 719; este hombre, calculista de horrnigon,
habitante de la region parisina, es el autor de una gran denuncia devarias decenas de paginas que abarca diferentes cases mezclados:
divorcio, litigio con Ia policia Iuego de un accidente, etc. Dice estar
rcalizando una huelga de hambre). Una banda quiere atentar con-
tra Ia vida de una mujer (carta numero 400) de sesenta y seis anos
de edad, ingeniera quimica retirada, habitants de Ia region parisi-
na .Ella generaliza su caso: a) haciendo referencia a los intereses de
la nacion: «Creo que ustedes cornprenderan el interes que hay en no
defraudar Ia esperanza de una anciana y esto no a causa de ella so-
,j Seha rcspetado la ortografia de las cadas.
284 28 5
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la, por supuesto (. . .), sino a causa de este Pais que no morira conmi-
go (. . , » , ; b) asociando (caso de figura a menudo observado) las per-
secuciones de que ella ha sido objeto y los ataques sufridos, por la
misrna epoca, par e1diana Le Mende (contra el cus l 01 Ministerio de
,Justicla habia entablado un juicio por difamacion), Utiliza dOB ope-
radores para sostener este paralelo: por un lado, «remar en el misrno
bote", que realiza 1a puesta en equivalencia, y par 81 otro, "en escalas
diferentes», que apunta a normalizar 18 oper acion de engrande-
cirniento. «En escalas diferentes, entonces, ustedos y yo remamos
en el mismo bote, el de los sarnosos que hay que amordazar y su-
primir».
2. El au tor puede asocial' su caso a una serie que posea una di-
mension coleetiva invocando grandes ejernplos historicos y politicos
(derechos del hombre, fascismo, Gestapo, etc.): "Como en los cases
TIlSOS del tipo de Leonid PIinch" (carta numero 704, ingeniero despe-
dido). «Creo que es hora de que los franceses tomen conciencia de
que estan "fichados" desde que son fetos hasta que se rnueren (. ..)
uri fenomeno que constituye un peligro y un grave atentado contra
los Derechos del hombre" (carta numero 443, mujer, sesenta y un
anos, presidente de uri club de jubilados). «Informo a ustedes, par
otra parte, que ya Ilevo dos afios de GULAG por no haber HECHONADA" (carta numero 510, hombre, mternado en una pequefia ciu-
dad del sur de Francia). Un padre habla del arresto de su hijo luego
de una manifestacion: "AI verlo partir escoltado, con mucha sen-
cillez, no pude evitar recordar otras imageries: las de mis carnara-
das de Ia Resistencia (. .. ), las de los amigos judfos conducidos a
Draney".
::3.El autor tambien puede engrandecer a Ia victima (quien, en la
mayorfa de los cases aqui analizados, no es otra que el mismo) esta-
bleciendo una equivalencia can el individuo celebre que enearna, de
manera tipiea, la serie can la que trata de relacionar su caso. Esas
coriexicnes se realizan pOT medio de operadores del tipo: «pienso
en ... ", «lo asimilo a... ", «luego del caso X ahora tenernos. ..", «como
en el caso X... -, «el caso al estilo X", etc, Los autores tambien pue-
den, en ciertos casos, tratar denorrnalizar el paraleio qUD han intro-
ducido tomando distancia de los medias retoricos utjlizados, par
ejemplo cuando mucstran que no ignoran la diferencia de dimen-
si6n entre 8U caso y el que invocan para engrandecerse en cuanto
victimas, ya sea median te una negaci6n ("yo no soy X , sino un desco-
nocido»), ya sea incluso hacienda referencia directamente a efectos
de eecala (<<enmi escala»; «salvando las distanciasl>, etc.), Los ]ni8-
mos individuos que encarnan causas y que pueden SCI' invocados pa~
ra insertar e1caso en una serie poseen, como las causas pOl' ellos en-
28 6
carnadas, grades rnuy desiguales de generalidad. Dreyfus constitu-
VB sin ninguna duda el paradigma del individuo heche causa. El ca-
~oDreyfus, a rnenudo evocado y tan famoso que se 10 puede designar
de modo impljcito, por medio de una sola palabra, de un nombre pro-
pia «,Yoacuso ... ";«Zola... ",etc.), no esta asociado a una causa par-
ticular. Oeupa la posicion paradigrnatica en la serie de cases en ge-
neral, independientemente de su contcnido: «Este proceso se ha des-
naturalizado, YO ACUSO" (carta numero 515); «Pienso en Dreyfus
y en Watergate» (carta mimero 714; hombre empleado en.una agen-
cia inmobiliaria de. provincias, oncarceladc par estafa); ~ ~ Z · O h . 1 . : .Labo-
ry, L'Aurore ... no estan mas, pero ala Historia y Ia cronica no les
importa» (carta nurnero 712; director de escuela primar ia del sud-
oeste). Perc recordar 10.figura del capitan Dreyfus noes Ia uriica rna-
nera de asocial' Ia propia causa a una causa mas general. Los auto-
res de las cartas tambien pneden hacer referencia a las victimas de
casos de los que los diaries hablaron durante los anos 1970-1980
(Aranda, Bidalou, Bonlin, Lucet, etc.). «Luego del celebre caso del
capitan Dreyfus, luego del celebre caso Gabriel Aranda ---el Estado
entrarnpado-- una vez mas el Estado cae en 10.rarnpa de un simple
"civil", yo mismo» (carta nurnero 735; hombre, agcnte de vigilancia,
ex suboficial, Paris). «Sacudida como esta por los espasmos del caso"Poniatowski-De Broglie", la opinion publica ignora a menudo que
hay anomalias judiciales mucho mas escandalosas pero dosgracia-
damente desconocidas» (carta numero 711; ejecutivo medic de la
region parisina), El ejemplo del ministro Hobert Boulin (quien, se-
gun la version de la policia impugnada par Ia familia, se habria sui-
cidado a rafz de una acusacion considerada difamatoria) es invocado
a menudo, par ejemplo pOI' un pequeno empresario arruinado pOI' el
fisco: ,,81, tengo la BAJEZA de exigir JUSTICIA, como ROBERT
BOULIN, pero yo morire tarnbien en mi veneno» (carta numero
507). En Ia carta numero 618 (oficial retirado, Belgica), el caso gira
alrcdedor de una hcrencia. Los notaries han malvcrsado, en benefi-
ciode otros miembros de Iafamilia, los bienes de 13victima: "Los su-
frimientos que soporto desde haec cinco afios me han heche experi-
mental', de Ia manera en que describe, el drama del caso Boulin (. .. )
Conozco 01 infierno moral desde haee cinco afios. Escribo en esta
carta a los notaries que Robert Boulin mUl'10 en un infierno serne-
jante». En la carta mimero 445, que se refiere igualmente al caso
Boulin, el proceso de generalizaei6n se invierte: el denunciante
(hombre, psicologo consejero que vive en una ciudad mediana del
sur de Francia) escribe a1diar'io para proponer un "Punto de vista"
sobre la muerte de Robert Boulin, presentado en la forma. de un a1'-
tieulo de cuatro paginas dactilografiadas. Al final de la segunda pa-
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do por otros que 10 poseen y 10 manipulan. En efecto, si hay conspira-
cion, la relaci6n que la victim a mantiene con e1perseguidor es me-
nos personal y la denuncia es por consiguiente menos dificil de asu-
mir, El perseguidor ya no actua en cuanto persona definida por su
relaci6n con la vfctima. Opera, en coa1ici6n can individuos exteriores
a la red de relaciones amistosas 0familiares, en casos en que hay
grandes personajes involucrados. Bajo la influencia de otras perso-
nas, y frecuentemente incluso manipulado desde e1 extranjero, ac-
tua en beneficia de intereses que 10 trascienden. Cuando la victima
llega a descubrir un principio oculto que explica las alianzas secre-
tas que sospecha, su perseguidor puede ser denunciado, no ya en
cuanto persona individual, familiar y cercaria, sino como represen-
tante de un grupo que aetna en secreto y que se caracteriza de ma-
nera discreta, por la existencia de un criteria cornun, como es e1caso
cuando se devela una conspiracion de los judios 0de los francmaso-
nes, etcetera.
gina se desplaza brutalmente hacia su «caso personal", que hasta
ese momento no ha sido mencionado (<<micaso personal es a la vez
ejemp'lar Y comun»). Se trata de una historia de conflicto familiar a
rafz de un divorcio eon acusacion de homosexualidad, de corrupcion
de menor, etcetera.
Cuadro 4. Reluciones entre los actanies y maniobras esiilisiicas (~f/. 'it).
La rnaniobra que sirve para engrandecer a In victima puede ser
utilizada tambien para engrandecer al perseguidor, como por ejem-
plo cuando los gendarmes son asimilados a la Gestapo. Pero cuando
el perseguidor es un individuo singular, yen particular cuando se
trata de un allegado, una soluci6n frecuente consiste en asociarlo a
una conspiracion. La referencia a la existencia de una conspiracion,
que se correlaciona can una fuerte proximidad entre los actantes
(caso en que la victima y el denunciante son una misma persona y
en que e1perseguidor es un allegado), interviene con un peso ele-
vado en Is determinacion del primer eje factorial en 81 que se oponea la mendon de un solo individuo singular a titulo de perseguidor,
modalidad que par 8U parte se opone, pero esta vez sobre e1segundo
eje, a los casos en los cuales el perseguidor es una persona colectiva
designada por un nombre generico (pOT ejemplo, 81 nombrc de un
pais, de un partido, de una asociacion, etc.). En la conspiracion hay
designacion deun perseguidor particular pero que actua en acucrdo
can otros, a losque esta ligado por uripacta secrete 0 una propiedad
invisible. Puede ocupar diferentes posiciones en esta coalicion, ser
su jefe, Q incluso, como se sugiere a rnenudo cuando el perseguidor
pertenece itla familia, no ser mas que un iristrumento pasivo rnovi-
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6. Lo que no hay que hacer por S1 mismo A 13.inversa, cuanto mas se avanza hacia los extremes del eje, mas
sugieren las modalidades encontradas la apropiacion par el denun-
ciante deuna forma general asociada a un recurso colectivo que des-
via para su propio uso. El eje esta estructurado por la oposicion
entre los procedimientos argumentativos que se apoyan en la ins-
cripcion y la puesta en practica de medias probatorios segun proce-
dimientos estandarizados, como en el derecho (Perelman y Foriers,
1981), y los metodos que apuntan a convencer a los demas y a susci-
tar su adhesion por Ia fuerza y la vehemencia de la afirmacion de
inocencia, el caracter extraordinario de las acciones llevadas a cabo,
los riesgos que la victim a acepta deliberadamente asumir para que
la verdad se ponga de manifiesto, As}, hacen una contribuci6n par-
ticularmente fuerte a la determinacion del eje3, par un Iado, la pre-
sencia de numerosa documentacion, e1recurso a un abogado, a un
tribunal 0 a un experto y, por el otro, la afirmacion de que el caso ha
dado Jugar a una movilizacion, Inpresencia de un comito de apoyo,
de uri petitorio, la realizacion de gestos simbolicos y la denuncia en
nombre de una persona colectiva dudosa. Perc esta misma oposicion
pucde adoptar diferentes rnodalidades segun el grade en que los me-
dias utilizados supongan el acceso a recursos colectivos, como lo ve-
remos a1 construir la estructura del plano factorial formado por la
proyecei6n sabre un mismo diagram a del tercer eje y del segundo eje
(definido, como se rccordara, por la oposicion entre los actos y los
actarites singulares y los actos y los actantes colectivos, como 10
muestra especialmente Ia alineaei6n sobre este eje del numerc de
recursos colectivos empleados). Los denunciantes, que son con ma-
yor frecuencia portavoces de sus propias causas a medida que nos
desplazamos haeia 105 extremes del tercer eje, se distribuyen asf so-
bre e1plano factorial segun una estructura triangular caracterizada
por la oposicion entre tres posiciones que pucden caracterizarse de
la siguiente manera:
No hay mecanisme de generalizaeion -v-aunque se trate del para-
lela explicito can urra causa u otro caso considerado ejemplar, e in-
cluso de Ia ut.ilizacion de medias estilisticos asociados a generos 0
jergas instit.ucionales- que no pueda interpretarse como un signo
de anormalidad cuando e1autor se veen la necesidad de realizar so-
lo, sin contar mas que can sus propias fuerzas, maniobras que para
ser reconocidas como aceptables deben ser llevadas a cabo por colec-
Livas. Intentaremos rnostrarlo ahora per medio del examen del tel',
cer eje factorial (3,00% de la inercia total) y, en particular, de Iapro-
yeccion de los puntos sobre el plano factorial constituido por la inter-
seccion del segundo y el tercer ejes (grafieo 3). El tercer eje opone
diferentes man ems de acentuar, de subrayar, de recargar el acto de
den uncia con el objeto de aumentar su peso, de hacer que los otros 10
tengan mas presente, de volverlo r11.3.snotable, mas perdurable, mas
solido que las acciones cotidianas de la vida ordinaria. Los diferen-
tes mecanismos de acentuacion normalmente estan asociados a re-
curs os colectivos cuyo uso pautado es objeto de un control institucio-
nal. Pero aqui, precisamentc, deben su particularidad al hecho de
ponerse en acci6n al margen de sus condiciones institucionales de
validez, pOI' individuos singulares que actuan indivldualmente y par
su propia cuenta.
Estos denunciantes aislados, defensores de causas desespera-
das, realizan pOI' sf mismos, y las mas de las veces para sf mismos,
operaciones sabre forrnas simbolicas sujetas a uricontrol colectivo yse reapropian de las formas generales para darles un uso singular,
Estes procedirnientos de acentuacion tienen tant.as mas probabili-
dades de ponerse en practica cuanto menos satisface la den uncia-las
condiciones sociales de normalidad, Esa es la razon por la cual en-
contramos en el centro del eje las moda1idades (que no figuran en el
grafico para no dificultar su lectura) correspondientes a causas fa-
ciles de defender en el espacio publico (por ejemplo, denunciar una
agresi6n racista) y las configuracionss actanciales mas favorablos a
la enunciacion de una denuncia considerada normal (los juicios de
normalidad menos severos se situan en Iamisma parte del grafico).
1.Negativamente sobre el tercer eje (inscripcion) y positivamen-te sobre e1segundo eje (recursos colectivos), encontramos a los de-
nunciantes que Hevan a cabo por su propia cuenta operaciones de
orden judicial normalrnente realizadas par las instituciones jurfdi-
cas. Estos denunciantes se dedican, pOl' ejemplo, a desacreditar a
sus jueces. Declaran austituir a sus abogados, 10 cual supone 1autili-
zacion de recursos institueionales de orden jurfdico en un estadio
anterior del caso. Se proponen hacer reconocer su legitimo derecho
suministrando pruebas «rnateriales» de BU inocencia, como dicen los
juristas (Levy-Bruhl, 1964), con la forma de docurnentos, fotocopias
e indicios de todas clases.
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Acci6n de 10
juridico
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2. Positivamente sobre el tercer eje (afirmacion) y tambien positi-
vamente sobre 81 segundo eje (recursos colectivos), se situan los de-
nunciantes que realizan por BU propia cuenta derruncias de orden
politico y que tratan de arrastrar a otros en su protesta diciendo que
tienen scguidores y confiriendo un caracter institucional, dura de-
1'0 exphcitamente politico, a las movilizaeiones porque les perrniten
afirmar su existencia como personas.
3. Par ultimo, Ia posicion definida positivamente sobre el tercer
eje (afirmacion) y negativamente sobre el segundo eje (recursos co-
lectivos) es ocupada pOI'los denunciantas cuya dernostracion de ino-
cencia no puede encontrar apoyo 11 1 en In retorica de Inprueba ni en
e1 desvio 0 Ia reproduccion modelizada de reeursos colectivos.lvir-
man entonces su conviccion y proclaman 3D protesta parasitando el
unico recurso eolectivo que tienen a mano y que, aunque tambien
sea objeto de un control institucional, parece accesible a una reapro-
piacion singular, es decir, el lenguaje. Llevan a cabo pOI' su propia
cuerrta, en efecto, operaciones de orden linguistico y fabrican 80-
Iitariarnente la lengua, como otros haeen individualmente politica 0
derecho. Estos productores de neologismos, sarcasmos, invectivas,
apodos, que se engrandecen en solitario -·multiplicando las huellas
de su presencia (firmas, sellos, «0] que suscribe», etc.), asociando laspersecuciones de que son objeto a emblemas dotados de un poder de
generalizaci6n mu)' elevado (Gestapo, dcrechos del hombre, ctc.) 0
confundiendo, en Ia misma mtimidad, los acontecimientos que les
endilgan personalmente e1trastorno y los que modifican el curso
del mundo-s-, son quienes reciben los juicios de normalidad mas
severos. Y ella, sin duda, porque, entre todas las maneras de rea·
Iizar individualmente actos sujetos a coacciones colectivas de pro-
ducci6n y convalidacion, han optado pOT la mas ambiciosa: la que
consiste en modificar, por su propia voluntad, por una afirmacion
radical de S1 Ypor una -ruptura del sistema de lenguaje» (Lacan,
1981, pag. 67), la forma social mas fuertemente sustraida a la «arbi-
truriedad» de las voluntades «individuales», como decia Saussure, yque, «exterior al individuo que par S1 solono puede ni crearla ni mo-
dificarla», «no existe perfecta mente mas que en Ia masa» (Saussure,
1955, pag. 30).
pueda concebirse: ingeniandose para inscribir en la gensralidad de
la lengua comun esa cosa singular que leha sucedido, precisamente
en 10 que tiene de inconcebible, de innornbrable. Pues al revelarla a
los otros en una formulacion indescifrable la victirna la guarda aun
para ella sola. Se pueden hacer las rnismas observaciones a proposi-
to de los apodos, que, al singularizar una palabra cuyo referente es
unico, empujan hasta BU limite la l6giea de los nombres propios: de-
signan piiblicamente al otro con un nombre que no pertenece mas
que a uno mismo. Tambien esta apropiacion singular esta suspen-
dida entre el ciframiento y el desciframionto. EI apodo -q1.1e asoeia
a Ia forma fonica revestida por 81 patronimico una particularidad
esencial y oculta del portador- desenrnascara, bajo la aparente
neutralidad de un signo arbitrario, las relaciones necesarias entre el
ser y el nombre, Pues nada en 1a persona del perseguidor esta alli
por casualidad, y e1juego con las palabras hostiga al «secreta disi-
mulado», como dice Jean Starobinski a prop6sito de los anagramas
de Saussure (Starobinski, 1971b), agazapado en el seno de su nom-
bre como de todo su ser, Pero, en los apodos mas sutiles, este secrete
aun permanece ooulto, al menos para un lector exterior al case. EI
autor no devela su sentido y se reserve la clave que haria posible su
desciframiento Yque, al referirse a un indicio singular, puede no SCI'
accesible a nadie, can excepcion, claro esta, del interesado mismo, el
unico en condiciones de reconocersc.
Lo que aeabamos de decir acerca del neologismo y del apodo vale
tambien, en menor medida, para los denunciantes que, para forta-
Iecer su causa, movilizan solitariamente recursos y una estilistica
de aspeeto cientifico, sin gozar del apoyo de la institucion cientffica
(Boltanski y Maldidier, 1977). Las maniobras mediante las cuales
estos autodidactos pretonden establecer la prueba cientifica de su
inocencia ocupan una posicion cercana a la del neologismo en la
estructura del plano factorial constituido pOI' los ejes segundo y ter-
cero. Asi, por ejemplo, en la carta numero 605, uri ejecutivo de la
informatica, autodidacto, despedido de su empresa y victima enespecial de un complot dirigido a enterrar, mediante una conspira-
cion de silencio, una de sus invenciones, presenta la denuncia (die-
cisiete paginas) en Ia que expone su caso con la forma de una su-
cesion de algoritmos a fin de demostrar, de manera rigurosa, Ia
realidad de la injusticia de que es victims: "Los analisis 2 y 6 des-
criben incoherencias que aurnentan con el tiernpo. Generan un
campo negativo que provoca por contra-efecto las reacciones 16gicas
de 1-1.I:.S.7.5.-23081980. Esta reaccion programada va a realizar el
programa I·IAJ-7.5.-24061978 con Ia sola finalidad de extender el
CAM:PONEGATIVO. Pero, GPOI ' que esta soluci6n programada y no
El neologismo ~···quedesigna, tanto en Ja denuncia como en la
ciencia, un objeto absolutamente inedito, inconcebible en el lengua-
je ordinario, inaudito, que el creador del nuevo sintagma es el pri-
mero en experimentar y percibir-v- expresa mejor que ningun otro
procedimiento la enormidad de la injusticia sufrida por la victima,
Cjueena trata de poner de manifiesto de la manera mas fuerte que
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otra? La respuesta esta en e1documento HS-7.5.-2110l980» (sigue
Ia firma y la mencion, en rojo: "AL DEJARLES APLICAR LAS LE-
YES QUE ME HAN APLICADO, USTEDES AGONIZARAN LEN-TAMENTE, LA GRAN ARTILLERIA SOPLARA CON FUERZA
2.. ,,3 . . _,,).
EI escape hacia la universalidad de Ia ciencia no nos es descono-
cido. En efecto, como se recordara, es e1procedimiento que utiliza el
presidente Schreber para haeer publicus sus revelaciones, 10 que Ie
permite, en particular, des-singularizar Ia relacion que mantiene
con e1profesor Flechsig, hacia quien afirma, en la presentaci6n de
su obra, no guardar «resentimiento personal de ninguna clase» y
cuya «honorahilidad y valor moral» no tiene «el menor motive para
poner en dud a»(Schreber, 1975, pags. 11-2). Pero Schreber tambien
hace, y sabre todo, religion; en efecto, ,;,quepuede ser mas universal,
mas general y mas grande que Ia referencia a 10 sagrado? Ahora
bien, por razones que serfa extenso y diffcil dilucidar y que sin dudaobedecen, al men os en parte, a la relacion de sustitucion que se ins-
taur6 entre las potencias del mas alla y la sacralidad del Estado,
ninguno de los autores de las cartas aqui analizadas fabrica, como
Schreber, una mitologfa para su uso personal ni intenta probar que
tiene razon afirmando que los dioses estrin de su Iado.
Las maniobras de tipo judicial se ordenan sobre el eje 3, desde el
centro hacia el polo inferior. Son a menudo realizadas por agriculto-
res, cornerciantes, artesanos, pequerios empresarios, miembros de
las profesiones Iiberales en los cases que los oponen al fisco 0en los
conflictos entre individuos vineulados por relaeiones economicas,
par ejernplo en las pequefias empresas. Dichas maniobras implican,
en primer lugar, el recurso a un tribunal Cinstitucionalmente centro-
lado y con un riesgo legal); luego, la uti1izaei6n de los servicios de un
abogado (de acceso mas libra), y finalrnente, la reapropiacion par el
denuneiante mismo del trabajo judicial y probatorio. En los casos en
que es necesario convalidar una interpretaci6n y hacerla reconocer
por otros se reeurre a menudo a procedimientos de aspecto jurfdicoaun cuando se desarroHen sin la intervencion de la institucion judi-
cial. Yello, sobre todo, cuando el autor, al renuneiar a hacer ver que
tiene razon mostrando que otros 10 apoyan, se propane -a menudo
luego de haber recusado a especialistas autorizados tales como
abogados 0jueces- establecer la prueba material de su inocencia y
preparar por S1 mismo el proceso en que comparece a Ia vez como
victim a injustamente acusada y, con respecto a1perseguidor, como
testigo de cargo.
La primera tarea consists en fundal' la argumentaci6n estable-
ciendo y produciendo los docmnentos del expediente. Las cartas de
nuestro corpus cstan a menudo acompanadas de un gran numero de
documentos de aspecto jurfdico y, mas generalmente, de Ull legajo
que comprende fotocopias muy diversas, en especial recibos de
cartas certificadas. La fotocopia BS hoy un instrurnento indispen-
sable para e1desarrollo de un caso. La recoleccion y acumulaei6n de
los documentos mas variados destinados a servir de prueba en una
everitualidad futura son sin duda uno de los signos mas manifiestosen que se reconoce que un caso se injerta en e] curse de la vida ordi-
naria y la interrumpe. Pues cuando todo va bien y Ia vida ordinaria
sigue 8U curse a la manera de 10 que es evidente por sf misrno, las
pruebas son imitiles puesto que nadie tiene raZ0l1C8para exigir su
presentacion. La primera aceion que marca una ruptura can la ruti-
na ordinaria Ilevada a cabo por una persona que dentro de su em-
presa se siente amenazada, pOI'ejemplo, por un despido, y que se
propane, en medio de la mayor ansiedad y con la intencion de prota-
gerse, hacer de ella un caso; consists en apartar, fotoeopiar, censer-val', a titulo de prueba y de medic de presion, documentos que hasta
entonces circulaban, pasaban de mana en mano, eran destruidos, se
extraviaban 0quedaban abandon ados en el fonda de los archives sin
despertar ningun interes particular. Esta persona acumula su «ex-
pediente negro", como dicen a veces los interrogados. Esta suerte de
sobrecarga de la cosa escrita y, por asi decir, de sobre-objetivacion
idolatries que se fija sobre el texto en cuanto cosa ~afin, por 10 de-
mas, a la logics del endurecimiento jurfclico---, confiere a los docu-
mentes reproducidos, conservados y reunidos una nu=va significa-
cion que naee precisamente de su reunion en una coleccion, Los reci-
bos de cartas certificadas, documentos cuyo fotocopiado y envio iJa-
recen particularrnente extranos, aparecen asf, con respecto a los do-
cumentos jurfdicos propiamente dichos, en la misma relacion que
las expresiones juridicas improvisadas 0 amanadas tienen con los
medics retoricos conformes a los usos de Ia institucion judicial. Los
diferentes tipos de reeursosjuridicos se distinguen, en efecto, par los
grades diforentes de accesibilidad (por ejemplo, es mas facil reclutara un abogado que a un juez), La forrnalidad de la certificacion cons-
tituye uno de los aetos de aspecto cuasi jurfdico mas accesibles y una
de las maneras mas simples de obtener un documento: un recibo, lIDimpreso oficial y estandar que la fotocopia permite reproducir a
voluntad. En la ofieina de correos cualquiera puede, por menos de
diez frances, afianzar su expediente, creal' prueba, generar derecho.
La acumulacion y Ia publicacion de documentos pueden prolon-
garse durante un largo periodo, aun cuando, luego de un juicio, la
causa parezca concluida y el caso archivado. En numerosos casas
sucede, en efecto, que los denunciantes euya causa ha sido juzgada
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de una rnanera que consideran injusta no se resignan, rechazari la
sentencia y se afanan por reabrir el caso, para 1 0 cual se lanzan a Ia
busqueda de nuevos elementos de prueba destin ados a apoyar su
argurnentacion. EI trabajo de la prueba no contiene en sf misrno el
principia de su cierre y, como 10 sugiere por ejemplo la obligacion de
juzgar a que estan sujetos los magistrados, los procesos podrfan
prolongarse casi indefinidamente si los jueces no estuvieran irives-
tidos de una autoridad que no solo les permite sino que Ies ordena
cerr'ar los casas que se les someten, par medic de un «acto de sobera-
nia que tiene por finalidad el establecimiento de la paz judicial»
(Perelman, 1972, pag. 212). Esa es, por 10 dermis, la razon por la cual
Henri Levy-Bruhl, al procurar deterrninar la naturaleza de la prue-
ba judicial, renuncia a toda definicion sustantiva para admitir en la
categoria de prueba cualquier dispositive que permita poneI' fin a
una disputa, ya se trate de la ordalia, medida probatoria a la que ya
no acordamos ningun credito, 0del informe de un perito en grafolo-
gfa, bahstica, etc., euyos argurneritos, tratados hoy como atendiblcs,
son sin embargo objeto de multiples impugnaciones (Levy-Bruhl
1964). '
Pero los autores de cartas tam bien pueden construir DOl' sf rnis-
mos 1 0 jurfdico con palabras, adoptando el vocabulario d~l derecho,
es decir, escribiendo una prosa rebosante de terminos como «sin per-
juicio de», «visto que", etc., e incluso fabricando un lenguaje que, sin
ser e1de los juristas, se pareee alvocabulario juridico y, por ejemplo,
construye derivaciones a Ia manera de Ia etimologia falsa (Bally,
1951, pags, 32-40). Asimismo, pueden crear enunciados que recuer-
dan a1discurso juridico valiendose simplemente de formas muy ge-
nerales disponibles cada vez que haee falta, como dice Jacques
Lacan a proposito de las mayUsculas, «agregar algo al lenguaje» (La-
can, 1981, pag. 48), de las que derivan efectivamente las propias for-
mas juridicas. La escritura juridica, destinada a dar prueba, se ca-
racteriza, en efecto, par un elevado grado de ritualismo. Establece
formas fijas, que prohfben la variaci6n -tratada como transgre-sion-c-, so pena de ver abolida Ia eficacia de la palabra (el «vicio de
forrna»), y que de ese modo obligan a1usuario a la repeticion, Todo
procedimiento que apunte a acentuar y endurecer e1discurso me-
diante la repeticion, la reinscripci6n, 01 ritualismo, la reitcracion,
etc., confiere asf al texto propiedades que 10ernparientan con los es-
critos de derecho, aunque no sea posible atribuir una genealogia
jurfdica a los medics utilizados pOI'el denuncianta,
7. Generalizacion y singularidad
La mejor forma que tienen los denunciantes de escapar a los
rigores del juicio de normalidad es recurrir a modos politicos de
acentuacion, es decir, realizar actos que pongan enjuego la iriterpre-
tacion en el registro de la politiea y hacer referencia a personas eo-
lectivas en cuyo nombre eatan presuntamente autorizados a expre-
sarse. Y ello particularmente, una vez mas, cuando la victima es
acogida pOI'colectivos instituidos. Se ordenan asf , desde e1centro
hacia e1polo superior del eje 3, diferentes formas de aeciones perte-
necientes al registro de Ia movilizacion politica, cada vez menos con-
vincentes a medida que nos elevamos a 10 largo de este eje. Eneon-
tramos en primer lugar 1areferencia a personas colectivas muy ins-
titucionalizadas yde grandes dimensiones, como grandes sindicatoso partidos politicos importantes, cuya invocaei6n no esta libre de
toda restricci6n y cuyos portavoces autorizados pueden opener re-
sistencia a las tentativas de apropiacion pOI' parte de individuos sin-
gulares, por ejemplo desmintiendo la afirmacion de que su organi-
zacion defiende oficialmente a la victima. Le siguen el apoyo de
asociaciones mas especializadas, mas pequefias, mas faciles de rna-
nejar, etc., y el respaldo de personas colectivas sin garantias institu-
cionales, por ejemplo en Ia forma de comites de defensa que pueden
haber sido constituidos por la victim a 0 pOl' alguno de sus allegados,
10cuallos expone a la acusacion de haber sido «prepat'ados de arriba
abajo». Y por ultimo llegamos a los gestos simb6licos de protesta y de
movilizaci6n ------comoa distribuci6n de panfletos, los actos publicosde insubordinacion 0de transgresi6n dereglamentos, etc.- que un
individuo, Ia victima 0 su presentador, siempro es libre de realizar
par sf mismo, solo, sin la asistencia de otros, y a veces tambien sin
obtener el apoyo que esos aetas tienen por objetivo suscitar,
Pues uno mismo puede hacer po1itica utilizando por S1 solo proce-
dimientos de movilizacion que para funcionar normalmente exigen
que los manejen varios, pero en ese caso uno se expone a la incredu-
lidad 0a la acusaeion do anormalidad. Asf, es posible -aunque pa-
rece rcla tivamen te infrecuente-s- fabricar la propia organizacion po-
htica. La carta mimero 629 se presenta can Ia forma de una larga
29 8 299
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confesion de trece paginas, El autor, que escribe en nombre del FLP
(Frerite de Liberacion Proletaria) y de la TULIPE (Tribuna Univer-
sal para la LIBERACION DE LA INTELIGENCIA PROLET:PJUA
EXPANSIVA), declara los siguientes titulos: «Camarada de Ia Libe-
racion pro-humanista, cruz de guerra antifascista, Comandante de
la legion de honor antiimperia1ista». Aprendiz de carnicero a los 14
anos, enfermoro a los 21 anos, en 1963 aprueba el examen especial
de ingreso a 1a facultad de ciencias. Ocho MOS mas tarde, ya en la
facultad de medicina, es aplazado en un exarnen y, cuando Ja admi-
nistracion leniega el derecho de Vel' BU prueba, toma de rehen a UDO
de sus profesores: «En nornbre del Frente de Liberacion Proletaria y
con e1apoyo de un escrito evolucionista de veinte paginas del que se
imprirnieron novecientos ejemplares, torno de rehen al decano X,
medico legista cuyas funclones mismas rnuestran con claridad la
imagen de hombre de extrema derecha reaccionario aEenante para
el pueblo y la inte1igencia proletaria. Pistolas en mana y en bando-
Iera, mi objetivo era lograr que me entregaran mi prueba a Ia fuerza
aduenandom8 de ese abanderado de ensefia negra con calavera.
Pero, no queriendo abatir a Jean-Marc, un obrero de mantenirnicn-
to que terei6, el asunto tomo mal cariz y,ayudado por sus doctores en
derecho y sus doctoros en medicina, el medio politico ahog6 e1casopara que no llegara ante Ia justieia a los ojos del pueblo y los traba-
jadores». El autor lucha en 10 sucesivo contra «EL SEGREGACIO-
NISMO UNIVERSITARIO DE LAS CLASES SOCIALES" y por
«LA EVOLUCION contra LA INVOLUCION CEREBRO-SOCL4.L"
("Ninguna clase social debe ser el cerebro de Ia sociedad - e1pueblo
es ala vez cuerpo y cerebro social»).
Es mas frecuente constituir e1propio comite de apoyo. Asf, en un
texto (carta nurnero 593) con forma de octavilla (titulos en grandes
maylisculas; consignas: "iLA JUSTICIAr 2,Igual para todos?», etc.)
en que anuncia una huelga de hambre, una cornerciante «arruinada
como consecuencia de un error judicial» lanza «un llamado a formar
un comite de apoyo a todos los que estan por el respeto de los dere-ehos del hombre», Ella preside e1comite de apoyo que intenta cons-
tituir en favor de su propia causa. Adjunta a su denuncia una carta
abierta a1 ministro de Justicia: «sefior Ministro: Tengo el honor de
poner en su conocimiento que antes de hacerrne justicia solicito una
ultima vez tenga a bien otorgarme una entrevista antes del 30 de oc-
tubre, fecha en que terrniriare mi ultima huelga de hambre comen-
zada este dia para salvar a la persona a la que debo Ia vida y la de
mis hijos. Pasada esa fecha, el cornite "Legitima Defensa" (JO
n° 180,05.03.78) entrara en accion». En Ia carta numero 515, el au-
tor escribe en calidad de «Miembro cofundador del Comito de Defen-
300
sa P . , C ... », que neva 01 nombre de un ingeniero acusado de viola-
cion y encarcelado. E1 texto es enteramente manuscrito, pero esta
puntuado, como S 1 fuera una octavilla, par consignas en mayusculas
«E .. C.. c ES INOCENTE», "YOACUSO ... ",etc.). Ningun indicio,
nrngun signo de institucionalizacion, ninguna l.ista de nombres
permiten dar cuerpo al comite de defensa y conferirle una existencia
objetiva distinta de Ia persona misma del denunciante que, por
ejemplo, situa la sede del comite en su direccion particular. La sos-
pecha nace desde luego en el espiritu del lector: les un «verdadero»
comite de defensa? ,:,EIdemmciant.e no estara, acaso, ligado a la vfc-
tirna? z,Nose tratara de un amigo 0 de un pariente, etc.? Tambien
podrfarnos tomar como ejemplo Ia carta mimero 536, que haee
referencia a un comite de defense constituido en relacion con e1caso
de J. II., igualmente acusado de violacion, aunque en este caso la
realidad del comite sea mas solida en la medida en que se dice que se
forma «bajo Ia egida de un sacerdote». Para hacer mas apreciable In
fragilidad de esos comites de apoyo improvisados, les opondremos la
carta rnirnero 420, escrita en nombre del cornite de apoyo a P L. (un
juez de menores sancionado), que presenta todas las garantias de
norrnalidad. Este cornite, en efecto, fue creado por iniciativa de una
«intersindical» que «reagrupa al Sindicato de la Magistratura, las
Uniones Departamentales de la CGT y la CT, el Sindicato Nacional
del Personal de la Edncaci6n Supervisada, la CSF, las federaciones
del PS, del PSIJ y de la LCR, asf como varias municipalidades de la
union de la izquierda».
Pueden hacerse observaciones analogas a prop6sito de otra for-
ma de manifestaei6n: e1 petitorio, Estos cortejos de Hombres, cuyo
poder de conviccion es tanto mas elevado cuanto que reunen a gran-
des hombres para quienes la cesion del patronimieo puede implicar
un costo ("devaiuar su nombre»), tienden a la anormalidad y, pOI'
consiguiente, a verse afectados de nulidad si la altoridad de los
signataries y el beneficiario del petitorio no esta garantizada. Sea,
par ejemplo, la carta publicada pOI' Le Monde en febrero de 1983, enIa eual una periodista televisiva bajo la amenaza del despido escribe
en respuesta a un articulo: «Tambien leo can indignacion en este ar-
ticulo que yo seria Ia instigadora del petitorio que una cuarentena
de iritelectuales han firrnado en mi favor». La carta numero 455,
enviada pOI' un profesor universitario, es perfectamente normal. Se
trata de un llamamiento en favor de un disidente ruso que, segUn el
rernitonte --quien, a1hablar en nombre de un colectivo, se expresa
en la prirnera persona del plural-, fue «redactado por fisicos»: «Es-
tamos recolectando firrnas de fisicos (. .. ) perc tambien nos hemos
puesto en eontacto con ciertas personalidades ajenas a la fisica». La
30 1
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carta personal escrita a mana (can una firma que incluye nombre y
titulo) va acompariada por un texto mimeografiado seguido por una
lista de alrededor de doscientas firmas entre las cuales figuran va-
rios grandes nombres de la universidad, 10cual asegura la credibili-
dad de este petitorio estandar, Lo mismo puede decirse de Ia carta
numcro 411. Esta carta manuscrita esta acompanada por un texto
escrito a maquina can numerosos errores de tipeo y titulado "GOL-
PIZA NOCTURNA". Este texto denuncia la intervencion de la poli-
cia en el curso de una ve1ada entre amigos, so pretexto de alboroto
nocturne. Le siguen las firmas de cuatro de los participantes.
Sin armar instituciones de arriba abajo, aun es posible fabricar
10politico realizando gestos -es decir,actos efectuados individual-
mente para atraer 1a atenci6n de ]013 dernas, movilizarlos y, even-
tualmente, 11evar108 a repetir e1 gesto inaugurado por el individuo
solitario-, por ejernplo asociandose a una huelga de hambre, de-
volviendo los doeumentos militares en senal de solidaridad, dimi-
tiendo, etc. Para ser vista, ese gesto debe separarse de manera des-
tacada de la trama de las conductas ordinarias y reclarnar de los de-
mas una interpretacion, Cuando el gesto llcga a ser suficienternente
saliente, siernpre es necesario un trabajo de interpretacion para
manejarlo, y ella tanto si se quiere poner de relieve su valor simboli-co ---es decir, Ia generalidad con miras a un bien comun-s-, como si,
por el eontrario, se busca devaluarlo, ya sea devolviendolo al cauce
de las practicas corrientes dominadas por el interes, ya sea expul-
sandolo hacia Ia marginalidad y la Iocura. Practicamsnte cualquier
cosa puede utilizarse para hacer un gesto, en especial todo acto de
transgres:i6n -par ejemplo, en los casos estudiados, el robo de un
documento 0de un objeto artfstico, 0simplemente el silencio en una
situacion que exige la palabra=-;' a condicion de que este separada
de la satisfaccion de un mteres personal, a fin de revelar la gratui-
dad de una transgresion realizada pOl' la transgresion misma, es de-
cir, para protestar contra la arbitrariedad de la prohibicion que ella
haee ver, Pero, para atraer, el gesto no s610debe ser gratuito. Tam-bien debe implicar un riesgo. Dado que e1desinteres se manifiesta si
los costos personales son superiores a los beneficios personal mente
descontables en la pear de las hipotesis, los gestos mas arriesgados,
los mas insensatos, y por lo tanto los mas susceptibles de ser objeto
de una reducci6n en terminos psiquiatricos, son tambien los opera-
1AJgunos profesores de ensefi.anza secundar;a rechazan las inspecciones. El gesto
consiste en guardar silencio mientras el inspector este presente en el aula. (Cf. el
documento publicado en 1973 por un ~oJ8ctivo de profesores, NOI! " ['inspe(:lion, dos-
sier des profs ganctionncs. Uno de los testimonios l'ecogidos se titula: «Ac1araciones
sobre las razones y la significac16n de mi gesto».i
302
dares mas encaces cuando encuentran en los demas interpretacio-
nes capaces de revelar-~s deeir, par~ ~~r m~s J?T(~cisos,de eonstr-
t 'uir-e- su dimension colectiva. La traicion publica, que puede sO.r
una forma de demmcia, es de este orden. Un individuo devela ptibli-
camente, frente al exterior, el secrete de la comunidad a Ia que per-
tenece ~familia, Iglesia, partido, empresa, etc.~, y 10 haee solo, en
nombre de los valores mismos del grupo, que segun su acusacion los
otros miembros ya no respetan.f " .
Asi. los autores de las cartas se esfuerzan pOl' reahz,:,r Dlo':'lhza-
ciones 'alrededor de su caso devolviendo sus conde~oraclOnes \caTt~
nurnero .141), negandose a cornparecer ante u~ tn?unal Y,connl~l-
candoselo (carta numero 614; el autor os un eJeC1.~t1vo:Iecm.cuenua
anos, desempleado, involucrado en un caso de dlVorcl~), e incluso
(carta numero 768, proveniente de un actor) enca~enandos~ a un
pray ector de television para dirigir un ruego al presidente de ia R:-
publica en el curso de un encuentro publico. Entre los gestos mas
ntilizados Ymas espectaculares figura hoy In huelga de ham~re.3 El
interes tactico de Ia huelga de hambre --en contraste, por eJempio,
con la automutilaci6n 0 el suicidio, que son cuesti6n de t~do 0 na-
da- es quela importancia del riesgo es U1~afuncion del t18mpo,' 10
cual perrnite ajustar el ritmo en que se realiza e1gesto y se ,efectuanla difusion informativa y 1a rnovilizacion. El aumento delr~~sgo . C ? l l
I" es un argumento de peso para apurar la rnovi lizucion.e tiempo " ..Claro esta que Ia medida en que una huelga de hambre puede S~SCl-
tar el iriteres de los demas y lograr su adhesion depende en prrmer
lugar de su duracion. El anuncio de una huelga de harnbre ~a~ece
hoy no tener casi ningun efecto, y .1a~~caCla de ese proce~n~lle~-
to disminuye, al parecer, can su difusion. Algunos huelgU1stas se
2 E'" ten actualmente en los Estados Unidos asociaciones que reagrupan a,XIS I .. N de
ier d .nominan uihistle blowers" que estan cercanos al mOVlmlento 1 a cr .qUleneS se L t... • ..,) . ' L
Estos denunciantes reivindican el reconocimienlo legal de su der~cho H denc:ncrar
publicamente a su empresa 0a miembros de esta, en nombre de los mtereses rmsmos
de la ompresa, sin ser s8ncionados (Westin, 1981).. .3Las tecni~as de protesta hoy mas insti tnclOnaliz3das, como por eJ::",plo la
hucl f n en elpasado gestos inaudit .os que reclamaban la iri tcr-pret .acron de unuega,uero. .,',' 19grupo y contribuian, 811suscitarla, a movillzarJo (cf. T Il iy y T il ly , 1981, esp. pags. ..
_. . b nel pasaje de las formas de protesta en US() en el siglo XVlIl a las nuevasy 81gS., so J'E . . . ". 't'
forma;; que aparecen en el siglo XIX, Tilly, lH82), No eXlste una J.l lstona sistema lca
de las tecnicas de protes ta (como hay una histor ia de las t (~Clllcas) , al menos. que
t 311108 1',''','S8°8 por "l'empio en la huelga de hambre. que en FranCJa eBnoso ros sep . ~,,~, ", '. , . . " .. ~ .p rhoy una tecnica de protesta relalivOimente cornente. i,Cuam1O lue mtrocillClda, & 0
que grupo? [Como se difundi6? i,Por que no se integra at arsenal. de las t e~mca~ ~~
. te~ta del movimiento obrero, etc.? Podriamos pIantear las D1,smas plegU1:tas apl 0 ,.~ . d"' F en
, .·t or eiemplo de las alltomuti1aciones, cuya 1l1tro ueelon en 'ranCI3,propos] 0 p _ , .
especial en los universos carcelarios, es muy reC1ente.
30 3
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quejan de que un largo ayuno ya no alcanza para atraer la atoncion
sabre 811 denuncia. For consiguiente, el llamamiento 0 el anuncio de
una huelga de hambre deben dramatizarso, como ocurre en los dos
ejemplos siguientes, En Ja carta numero 749 un ingeniero, ahara
desocupado, que denuncia desde 1968108 «abuses increfbles» de que
fue objeto, dice babel' realizado, en 1973, una huslga de hambre:
«En 1973 puse, para haec!" sonar Ia alanna,mi vida en peligro du-
rante veinticinco dias en una dramatica huelga de hambre, en el
aniversario de los cincuenta anus de un hombre ya enfermo. Pertur-
badas pOI' la conclusion que se avecinaba, las autoridades Iograron
irrterr-umpir esa huelga de hambre simularido otorgarme ciertas
satisfacciones y promesas pronto olvidadas», La carla abierta que
hace Ilegar a la prensa, dirigida a numerosas instancias politicas,
sindicales ajudiciales, lleva 01 numero 14y esta fechada el «dia 4538
de 1aresistencia de una familia lorenesa contra Ia opresion». En la
carta numero 560, un agricultor de la regi6n del norte hace una Iar-
ga confesion (trelnta paginas) para denunciar las injusticias cometi-
das contra 121por 3U familia pohtica, a Ia que antecede una carta
abiert.a en que anuncia una huelga de hambre: "A todos ustedes,
mis queridos, lanzo este Ilamamiento a todas las personas can las
que tuve ocasion de trabajar, tanto en Francia-Belgica como en elextranjero, a todos los agricultoras, independientes, artesanos, ciu-
dadanos, amigos, familia. < • voy a emprender una huelga de ham-
bre, los solicito a todos un apoyo moral, manifestacion can vistas a
que justicia, denuncia publica yverdad brille en plene dia tenga Iu-
gar en este pais mis Patrias: de supuesta democracia, de republi-
ca... Francia yBelgica ... ".
Sin duda es 3U sentido de la norrnalidad 10 que conduce a los au-
tares de las cartasjuzgadas menos normales a dar a sus escritos una
forma extrafia, y ello por al menos dos razones. En primer Iugar,
para establecer 1£1conexion con colectivos deben, como ya se ha
vista, crear un caracter general y efectuar pOI' S1 solos operaciones
que norrnalmente sellevan a cabo con otros 0en su nombre. Pero, ensegundo lugar, el aumento del nivel de generalidad no satisface el
sentimicnto que los empuja a denunciar al 0 a los perseguidores
responsables de la injusticia y a dar a conocer a1 mundo entero la
intensidad de los sufrimientos que soportaron. La norrnalizacion de
Ia denuncia POI' medio de procedimientos de generalizacion -con-
sistentes, per ejemplo, en sustituir a una persona designada pOl' su
nombre propio por un grupo representado par un nombre colecti-
vo-- exige un aacrificio que puede dejar insatisfecha a la victima.
Esta bien puede, en efecto, dmlUnc1ar ala «clase dommante» yman-
tener asf su denunda dentro de los l imites de la nonnalidad. Pero en
804
esc caso no dice riada, a casi nada, sobre el dolor que provoc6 en ella
quien la priv6 de aquello cuyo duelo no consigue hacer, sobre e1trau-
ma que ha sufrido, sobre 10 que desalento y frustro sus expcctativas.
Su indignaci6n no tiene por objeto a 1a «clase domirianto» y ni si-
qui era a un individuo calificado en la rnedida en que sea e1represen-
tante 018. «personificacion» de esc ser colectivo, sino a Ia mas singu-
Jar y a voces lamas cercana de las personas.
De cionde Be sigue que cuanto mas cercano sea el perseguidor
-ypor 10 tanto, cuanto mas diffcil sea designarlo publicamente sin
sufrimiento ni verguenza-v-, mas dificil sera reparar e1 dolor cau-
sado por 61 en e1unico rcgistro en que puede expresarse publica-
mente, que es el de Ia accion colectiva, EI autor de Ia denuncia se
vera entonees incitado a hacer reaparecer por vias indirectas ese
dolor tanto mas vergonzoso e intense cuanto que no es legttimamen-
te expresable en las form as constituidas de Ia denuncia publica,
sean judiciales °poltticas, Para que su denuncia tenga sentido, paraque sea autentica y, por 10 tanto, salvadora, debe, en efccto, dejar
traslucir de otra manera, por rnedio do alusiones, S16'110S y huellas,
la singularidad de GU caso, de 8U historia y de su persona, a la que
tuvo que renunciar en primer Iugar para tratar de encontrar segui-
dores y obtener de ellos Ia confirmacion de su tnocencia, La incita-cion que conduce a Ia vfctima a reinsertar y reiterar en su texto la
singularidad que intent6 eliminar, parasita formas que pueden no
tener ninguna relaeion directa con 01 tema explfcito de la denuncia
y, ni siquiera conlas propiedades del 0de los perseguidores identifi-
cades. Para realizar Ia tarea imposible dehaeer cornpartir a otros, a
todos los otros, 1 0 quo un sufrimiento tiene de menos fransmisible,
toda singularidad es buena siempre que delate, como por error, la
tergiversacion introducida por el trabajo de generalizacion. La sin-
gularidad puede fabricarse, en efecto, parasitando y subvir tiendo
cualquier forma dotada de un minimo de regularidades. Se mani-
fiesta de ese modo al mas bajo costo, al hacer su niche en las form as
mas generales y estandarizadas (Thevenot, 1983), es decir, allf don-de distancias escasas bastan para introducir notables perturbacio-
nes, En los textos aqui analizados es el caso, por ejemplo, de la escri-
tura, la ortografia, la sintaxis,
Tomeso, pOl' ejernplo, la escritura. Forma estaridar de validez
general, es considerada tambien, a1 menos desde Lavater y sobre
todo desde mediados del siglo XIX (Tajan y Delage, 1981, pag. 37),
como uno de los soportes en que viene a inscribirse 10 que hay en el
individuo de mas singular, aquello que 1 0 distingue, 10 que disirnula
ante los demas y ante S1mismo. AJ caracter de imprenta, impersonal
ymecanico, que nada debe a las particularidades del impresor y que
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no conserva e1recuerdo de su trabajo, se opone asi 01 trazo de 1ama-
na Iibrada a las busquedas de identificacion (Ginzburg, 1980). En-
corrtramos esta oposicion sobre e1segundo eje, en el que por un lado,
hacia el polo de 10 colectivo, estan las cartas escritas a maquina de
manera profesional (rnaquinas electricas, ausencia de errores y
tachaduras, respeto de las norrnas formales de presentacion, etc.),
es decir, de modo impersonal, como conviene a los textos firmados
por un colectivo 0enviados en nombre de una persona colectiva, en
los cualos quien escribe no revela otra cosa que su competencia tee-
nica; y, pOl' otro lade, hacia el polo de 10 singular, tenemos las cartas
manuscritas en las cuales el autor deja algo de sf mismo a las inter-
pretaciones del destinatario (quien podrfa, par ejemplo, someter su
envfo a un analisis grafologico) pero, de algun modo, pasivamerrte y
sin tratar de acrecentar, por medio de maniobras particulares, la
singularidad formal de su texto. Las cartas con un buen tipeo de afi-
cionado ocupan, sobre este eje, una posicion intermedia proxima al
centro. Su grade de singularidad es mas eleva do, nun en ausencia
de faltas, que cuando el tipeo ha side realizado con una maquina
electrica, Se sabe, por ejemplo, que la irregularidad de Iosearacteres
permite, en particular cuando se trata de maquinas de escribir
portatiles, identificar la procedencia de un texto. Pero nunea aporta
esa suerte de presencia corpora] que revela la escritura manuscrita.
La distribuci6n de las formas sobre el primer eje expresa una
difereucia de otro orden. Cuanto mas singular es Ia relaci6n entre
los actantes y, en corisecuencia, cuanto mas ha debido e1autor cons-
truir conexiones fuertes para asegurar el lazo can colectivos -por
ejemplo, invocando los «derechos del hombre» en general en Iugar de
hacer referencia a una causa constituida mas modesta asociada a
un grupo con intereses especificos-, mas intensa es la incitacion a
sing'ular-izar las formas generales. Ella se manifiesta, entonces,
mediante errores de tipeo, que son visibles inc1uso luego de su co-
rreccion par superposicion de caracteres (por ejemplo, mediante
XXX),que conservan e1rastro del trabajo exigido par la denuncia, desus dudas y reticencias, con Ia forma de tachaduras 0de rayaduras
en otra tinta, etc., y sobre todo mediante grafismos pai-ticulares que
no quedan librados a la suerte de una interpretacion libre sino que,
par el contrario, afirman con autoridad 10 que los diferencia de las
escrituras ordinari as. La escritura desordenada, apr esur ada,
borroneada, en ellimite de la legibilidad e incluso ilegible, en la cual
el trazado se tuerce y se enmarana de manera irregular bajo el efec-
to de Ia indignaci6n, la eroodon y Ia vehemencia, es en e1orden del
grafismo 1 0 que Ia injuria, la amenaza, los neo10gismos, los apodos
son en e1orden de la estilistica. Esa escritura manifiesta la reapro-
306
piacion por parte de quien escribe de la forma general ~convertida,
por esas extravagancias, en la mas personal- para afirrnar en ella,
con la mayor expresividad, Ia injusticia cuyos costos ha pagado Ia
victima. Y este exceso, precisamente, hace las veces de prueba. Pero
la misrna incitacion puede satisfacerse tambien con otros medias
graficos mas complejos. Asi, Ia caligrafia, con sus Ietras enteramen-te dibujadas en mayusculas de imprenta 0, por el contrario, ·consus
trazos de pluma a Ia antigua, sus grandes tirabuzones apretados en
una red de rasgos, realiza al mismo tiempo dos operaciones contra-
dictorias. Endurece la forma escrita y la engrandece. La acerca a 10
oficial, al texto impreso, al derecho, al acto juridieo y notarial. Pero,
por medic de la misma maniobra, corta sin esfuerzo alguno con los
modos ordinaries de escritura y restaura la singularidad de quien
escribe, que en 10 sucesivo ya no puede escapar a nadie, haga 10 que
hiciere, inciuso alfabetos, para inscribir en la neutralidad de las for-
mas estandar 81 caracter unico, incalificable y realmente inaudito
del caso que 10 ocupa,
Los mismos an111i131se aplican a las correcciones, los subrayados
··-8menudo en color, de preferencia raja, como en los sellas an-
tiguos=-, las reescrituras con Ia misma tinta en el margen, con fre-
cuencia en forma perpendicular al trazado de las lineas, las letras
rnayusculas de gran tamafio destinadas a acentuar y engrandecer
los torminos considerados importantes, es decir, en ciertos casas,
casi todas las palabras de la denuncia, los sellos,etc. Estos anadidos
destacados son, en el orden de la presentacion grafica, e1equivalen-
te de las maniobras juridicae en el orden estilistico. Estan alIi para
dar «pruebas» y conferir ala denuncia la apariencia de un texto con
valor de dereeho y capacidad probatoria, mas autentieo, mas creible,
mas solido, mas duradero que un escrito ordinaria. Enmendado, el
escrito esta, por asi decir, mas inscripto. EI texto esta mas profunda-
mente anclado en la textura de un soporte que tambien puede estar
investido de enmiendas, papel sellado 0filigranado por ejemplo
(euyo precio reglamentado y elevado indica su valor simbolico), masfinne ymas ofieial que el papel comun (<<unpapel mojado»), es decir,
como en e1caso del pape1 moneda, mas profundamente ligado a un
colectivo que, al acordarle su reconocimiento, le asegura su dura-
cion. Y tambien al escrito de derecho hace alusion la ocupaci6n par
la escritura de toda Ia superficie de la pagina, a veces saturada de
hneas apretadas al punta de llegar a tocarse. Se sabe, por ejemplo,
que Ia reglamentacion de las aetas notariales exige que esten re-
dadadas de una sola vez, sin blancos ni inter1ineados. Pero, como en
e1caso de los diferentes tipos de caligrafia, estos simulacros de for-
mas instituidas realizados con medios improvisados expresan indi-
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sociablernente la singularidad de quien escribe. Esta singuiaridad
que tan valienternente osa exhibir en publico es la que haec, segun
dice, a 3U grandeza y la que, a1engrandecerlo,lo autoriza precisa-
mente a llevar a cabo solo y en persona actos que reclaman una au-
toridad iristitueional para realizarse de modo normal. Pues es nece-
sario ser ya muy grande yposeer sobre los otros un ascendiente con-
siderable para engrandecerse enfrentando la prueba consistente en
realizar publica y eficazmente gestos simb61icos y actos, en especial
de habla ymas precisamente performativos, ejecutados sin tener en
cuenta sus condiciones institucicnales de validez. Sin embargo se
trata, como veremos, de la operacion -en su caso desesperada-
que ensayan aquellos autores cuya denuncia es Ia mas dificil derealizar y la mas facil de descalificar,
Cuando la singularidad del sistema de los actantes aumenta y,
por consiguiente, las operaciones necesarias para crear 1 0 colectivo
-aunque s610sea con palabras, ya que no con personas- son
demasiado dificiles de llevar a cabo, las rnaniobras de generaliza-
cion se hacen escasas 0desaparecen, Los autores parecen renunciar
entonces a realizar los paralolos de 1 0 singular can 1 0 coloctivo, de 10
particular can 10 general que tanto ingenio exigen, como homos
visto, de parte de los denunciantes menos desesperados. En estos
textos limite encontramos, lado a lado, enunciados que hacen re-
ferencia a las dimensiones singulares de Ia identidad de quien escri-
be, tales como alusiones a su sexualidad, y enunciados relacionados
can contextos muyfuertemente conatitu idos de modo colectivo ()
dotados de una generalidad rnuy grande, incluso planetaria, como
programas politicos, consideraciones sabre lasgrandcs crisis inter-
nacionales, etc. Pero, en este ultimo caso, no se intenta ninguna
maniobra para unir los elementos pertenecientes a ambas series.
Pues los autores de estos extrafios textos pueden sumergirse total-
mente en el colectivo sin por ella creerse obligados a renunciar a In
expresi6n de 10 que tienen de mas singular. Esta suspension de la
oposicion entre 10 singular y 1 0 colectivo, que ciertarnente constituyepara el Iector uno de los signos mas claros de delirio, no es otra cosa,
sin embargo, que la adopci6n por parte de individuos corrientes de
una conducta discursiva que puede tener exito si quien la realiza es
un gran hombre, es decir, precisarnente un individuo que no s610
puede, a diferencia del portavoz institucional, representar a los de-
mas sin mandate, sino que ademas, a1modo de la profecia, se sirve
como prueba de BU independencia y su soledad (vno hablo en nombre
de nadie», «no represento a nadie mas que a mf misrno», etc.) para
reclamar explicita 0 tacitamente que 10 sigan 0, 10 que es 10 mismo,
que 10 escuchen y cornprendan, El gran hombre, en efecto, moviliza
308
a un grupo del cual es la argamasa ypara el cual constituye en cierto
modo 01criteria de pertenencia, dado que pretende representar, jus-
tamente en 10 que tiene de singular, al conjunto ilimitado de quienes
han encontrado en la expresion de esa singular1dad un mstrumento
de conocimiento y reconocimiento.f En ese sentido, para los autores
de las cartas la confusion de 10singular y 10colectivo sigue siendo
una rnanera de engrandecerse cuando todos los demas medics Ies
resultan inaecesibles. POl' eso, esa confusion puede Ieerse, tambien,
como un intento desesperado de norrnalizar las denunclas mastransgresoras, las menos realizables y las mas necesarias.
1 La intencion de alcanzar Ia mayor universatidad pOT medio de Ia expresi6n mas
complcta postble de la singularidad del sujcto esta Iigada a la aparicion de una
nueva definicion del hombre de Ictras (Starobinski, 1971).
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8. La dignidad ofendidacluir estudios superiores y las injusticias de que fueron victirnas
mas adelanto en e1curso de su vida profosional.J
La distribucion entre las diferentes categorias socioprofesionales
de los autores de cartas deja vel' una sobrerrepresentaci6n impor-
tante de las categorias superiorcs. Ala inversa, los obreros estan
clararnente subrepresentados, mientras que las clases medias ocu-
pan una posicion intermedia. Para explicar estas diferencias no bas-
ta con invocar e1 efecto de seleccion ejercido per el diario al que se
dirigen las cartas, como 10 muestra la comparacion entre Jadistribu-
cion de sus autores entre las diferentes categortas socioprofesiona-
les y Ia distribucion, segun el mismo principia, de una muestra de
los Iectores de Le Monde,2 Los obreros y los empleados son relativa-
En 10 que sigue haremos e1intento de describir 01 encadenamien-
to que conduce a individuos cuyo sentido de la normalidad no esta
alterado -puesto que) como hemos visto, son precisamente los
esfuerzos que despliegan para corregir el caracter anormal de sus
actos los que sefialan a los otros 10 que tienen de extrafio-> a realizar
gestos de den uncia publica que no reurien las condiciones de va1idez
y que, en los mas de los casos, tierien por principal efecto la descali-
ficacion de quienes lOS han efectuado. En primer lugar examinare-
mos rapidamentelas propiedades mas objetivables de los autores de
las cartas, tales como el sexo, la edad 0 Ia profesi6n, en especial con
el fin de prevenir contra las interpretaciones que apunten a desem-
barazarse de 10que la actividad denunciatoria hene de perturbador
vinculandola irremediablemente a una condicion marginal.
Cuadro 5. La prcfcsion de los ausores de las cartae de denuricia {en '!'oj.
En casi todos los casos conocernos el sexo y Iugar de residencia
del autor de 1acarta. Su profesion se conoce en algo menos del 80%
de los cases. Por otra parte, se utilize cierto mirnero de indices para
poder distribuir a los autores en una taxonomia tosca de las clases
sociales que comprende tres categorias (clases populares, clases me-
dias, clases altas), y ello inc1uso en los casos en que 1aprofesion no se
mencionaba explicitamente, 10 que aumenta Ia informacion utiliza-
ble en alrededor del10%. Desde luego, es imposiblo conocer de modo
precise e1 margen de error que afecta esta estimacion. La edad se
conoce con exactitud en el 30% de los cases. Cuando no se indicaba,
efectuamos, como para Ia clase social, una ostimacion especialmen-
te destin ada a tratar de evaluar la proporcion de autores de sesenta
omas anos, 10 eual permitio tener en cuenta la edad en aproximada-
mente e180% de los casos. No intentamos codificar sistematicamen-
te el nivel de instruccion, pero numerosas cartas contienen informa-
cion sobre los estudios, la presencia de titulos acadernicos (a menu-
domencionados en e1membrete) 0 su ausencia. As! 58pudo identifi-
car a numerosos cuadros autodidactos que establecen una relacion
de causa a efecto entre las desventajas que les han impedido con-
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Iectores de Le Mende 1/:~ 4 7 10.5 3 () 7+5 20 7.5 1,) 12/l 100
pohlacion francese" £,5 D,5 8,G 8.5 8.5 30 01,5 ]00
" Categoria socioprofcsional [CSP] del jefe de familia en el censo de 1975.
mente mas numerosos entre los lectores de Le Mende que en el cor-pus de cartas, En las clases altas, Ia proporci6n de miembros de ca-
tegorias pr6ximas al sector publico 0 COIl profesiones intelectuales
1 Los aetos de dcnuncia son a menudo relacionados, per los denunciantes mismos,
con los acontecimientos de la vida, como 10 testimonia la abundancia de iridicaciones
biogrMicas e incluso de relatos de vida que los acompafian en uumerosos cases. La
veintena de cntrevistas biognificas que han acompafrado a este trabajo nos permiti6
precisar esta dimension, particularmente pertinentc para analizar la relacion entre
la edad y Ia actividad denunciatoria.
2 Hemos utilizado Ia encuesta peri6dica del Centre d'Etude des Supports dePubli-
cite, Las cifras que sc presentan aqui sc cakularon sobre Ja base de Inencuesta de
1970, ano para el cual dixponfarnos de otra encuesta, realizada por el mismo organis-
rno y referida unicamente a las cat.egor-ias «nsgocios y personal superior». El cuadro
construido a partir de estas dos encucucas tiene elsolo objeto de mostrar tendencias.
31 0 311
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(profesiones Iiberales, personal jerrirquico de Is funcion publica y sa-
bre todo profesores, escritores, artistas) es mucho mas elevada entre
los antares de cartas que entre los Iectores, Los industriales, los
grandes comerciantes y e1personal superior del sector privado es-
tan, ala inversa, pear representados en e1correo que entre los lee-
teres, Por el contrario, en las clases medias las categorias indepen-
dientes ~agricultores, artesanos, comerciantes, pequefios empresa-
rios- son proporcionalmente mas numerosas en el corpus de cartas
que en la muestra de lectores, Para comprerider est.as variaciones,
hay que tomar en cuenta 10s efectos de seleccion inherentes al acto
de denuncia, que tambien se ejercen en sontidos diferentes segun
las propiedades del sistema actanciaL
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agr-icultores, 11]_TtBS3.t" ;£)5>, comerciantes.
pequerios cmp resazios 3 IB 78 1:) :, 84 , C : 8 8·1 15 2!) Z5 1(; 41
nro/eaionee ill r.e rmedias 12 44 41. 22 27 -5 1 17 56 5 a 2, ],~ 22
cuadrns crunresur-ialcs 5 26 69 5 11 84 52 7< B1 .) 11 l() 37profesrones hccr ales 7 qg 43 ,1 Zl 1,; so :J8 14 '29 7cuudros funcion pl~bhc~ 20 14 en 5H G ~~818 :18 : " 5 " 1 12 13 13 6profesoree 23 ;3 6 41 1. 1 41 H24 38 62 1'l 18 - 1 1 . \
informacion. ar-t .e , f,·gped::\-(· ~Io 11 61 2'2 G 44 50 2 . : 1 56 4 j 6 :J3 6 1~~
misrna. Ahara bien, la estatura que 1 . 1 . 1 1 individuo puede mvocar, y
que tiene posibilidades de hacer reconocer facilrnente por otros, no
es indepencliente de las propiedades que definen su identidad en 1 0
que tiene de mas oficial y mas facilmente objetivable (par ejernplo,
en «documentos de identidad») y, por 10 tanto, de 3Uedad, su sexo 0
su profesion. Asf, ciertas posiciones profesionales otorgan mas facil-
mente que otras acceso al dominio ---que puede estar juridicamente
sancionado por un tftulo-> de los recursos movilizables para fundar
Ia arnhicion de hablar por los demas 0, si se quiere, de representar-
los. Para encarnar a los otros es necesario, en efecto, poder apoyarse
en un aparato politico, en una instancia administrativa ojudicial, e
incluso, como en e 1 caso de los miembros de las profeaiones intelec-
tuales, en las instituciones cclectivas que son tarnbien los lenguajes
especializados.
Es asf como vemos dibujarse en el primer plano factorial (ejes 1y
2) Ia oposicion entre, por un Iado, las categortas en las cuales 113.ro-
porcion de quienes escriben para asumir Ia defensa de otros es rna-
yor y, por el Citro,las categorias cuyos rniembros escriben sobre todo
por sf mismos. Los cuadros de Ia funci6n publica, que a menudo S8
expresan en nombre de personas colectivas; los profesores, que tie-
nen en comun con los prirneros el hecho de ser los mas numerosos en
asurnir 1&defensa de un grupo; los artistas y los intelectuales; los
rniembros de las profesiones liberales, esencialmente abogados y
medicos, que se expresan en su propio nombre (a menudo celebre)
pero marcan, mediante sign os multiples, los lazes que los ligan a co-
lectivos, ocupan una posicion casi identica sobre e1primer eje y se
distribuysn sobre el segundo precisamente en funci6n de su impor-
tancia, de su magnitud, que los autoriza a rcpresentar 0movilizar a
otras personas y a tamar posicion piiblicamente en relaei6n can las
grandes causas, Mas proxirnos al polo individual sobre el eje 2, en-contramos esencialrnente a los profesores, que son sobre todo docen-
tes secundarios. Los escr'itores y artistas, cuya notoriedad es con
frecuencia elevada, se situan sabre el mismo eje pero mas cercanos
al polo de 10 colectivo (sin duda, las diferencias serfan mas nitidas si
el pequefio tamaiio de la muestra no implicara un nivel de agrega-
cion relativamente alto). Los prrmeros defienden los derechos del
hombre, atestiguando en favor de simples individuos agredidos 0
martirizados, y tomando partido par desconocidos. Los segundos
acuden en auxilio de persorialidades celebres, de martires ilustres
que encarnan grandes causas, de grupos y, a veces, de pueblos ente-
r05. Ast, la dimension de la victim a esta directamente Iigada a la es-
tatum del defensor.
Cuadra 6. Las caractertsticas de la deriuncia segiin la profesion. (en %).
Para realizar una denuncia normal =-caracterizada especial-mento, comoya se ha vista, por la alteridad entre e1denunciante v la
victima- hay que contar con la autoridad necesaria para asumir Ia
defensa de otro individuo, para acudir en su auxilio y, sobre todo, pa-
ra senalar en su nornbre a un tercero a la vindicta publica. Esta au-
toridad es funcion de Ia dimensi6n ala cual el denunciante ha llega-
do a elovarse, es decir, del grado en que ya se Ie ha reconocido la fa-
cultad de encarnar a otras personas, ya sea explicitamente par me-
dio de unmandatojnridicamente garantizado, comoen el caso de los
representantos de personas cclectivas, 0 impJicitamente y, en este
caso, mas bien ala manera de los grandes hombres, en su persona
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Los individuos que realizan el acto de denuncia en su propio be-
neficio, por e1ccntrario, son mas a menudo personal superior de em-dose sobre recursos domcsticos, a menudo prefiercn 81 juego de las
relaciones personales antes que la movilizacion de la opinion. En es-
tas categorfas la denuneia publica constituye un ultimo recurso, pa-
ra sf 0para los allcgados, cuando todos los demas medias han f1'a-
casado.
Las diferentes profesiones sedistribuyen sobre el segundo eje se-
gun el grado en que ofrecen reCUrSOSque permiten a quicnes las
ejercen rnovilizar a otras personas e, indisociablemerite, acreditar
SD capacidad de formular enunciados de validez generaL As], encon-
tramos sabre este eje, cerca del polo de 10 singular, a los individuos
que en caso de dificultad estan librados a sf mismos porque no tie-
nen acceso a recursos colectivos y no disponen de la magnitud nece-
saria para representar a otros 0 ser sus portavoces. Es 10 que sucede
a menu docon las mujeres y, sobre todo, con los ancianos. Los denun-
ciantes de edad son a Ia vez los mas desprovistos de medias para
hacerse escuchar y quienes can mas frecuencia se dirigen a los
diaries para senalar las injusticias de que enos mismos son victi-
mas. La incitaci6n a reclamar justicia parece aurnentar con Ia edad
y alcanzar EU maximo en la vejez. Sin duda hay que buscar las 1'a-
zones de ella, en primer lugar, en la proxirnidad de la muerte, que
fija un horizonte a partir del cualla vida pasada puede ser objeto de
un caleulo, Ya es esta actitud retrospective la que se rnanifiesta en e1
deseo, frecuente a1final de Ia vida, de legar un testimonio, escribir
una autob:iografia, unas memorias 0, mas simplemente, relatar el
propio pasado a los hijos y los intimas. Pero 1a posicion autobiografi-
ca no es solo retrospectiva, Se coloca tambien en una perspectiva de
justicia y,mas precisamente, en la de unjuicio final (cf.Primera par-
te, § 9). AI final de la vida Ia exigeneia dejusticia se hace mas apre-
miante a medida que se aleja la esperanza de una compensacion 0
de una revancha que sean otorgadas por la vida misma, silenciosa-
mente prometidas en la incertidumbre del futuro. Entonces cada
uno haee sus cuentas y reclama a los dermis 81reernbolso de Ia deu-
da que Ia vida no pagara. La proximidad de la muerte crea una ur-geneia que endurece el reclamo, 10 hace mas vehernente y mas
apremiante.
Pero a menudo es tambien en esas mismas edades cuando los r'e-
cursos necesarios para obtoner satisfaccion se hacen mas escasos,
Los denuneiantes de edad cuyas cartas figuran en nuestro corpus
han vista disminuir sus recursos con el tiempo, ya se tratara de la
fuerza fisica, del dinero 0de las relaciones. En su mayor parte pare-
cen, en efecto, haber gozado de un status superior en el pasado. A
menudo se trata de pequerios notables locales cuya autoridad ya no
es reconocida. En muehos ejemplcs, 01 caso que pretenden hacer pti-
If;ie 2
4,27 %
I
I Im.I"",;" ''',"mledia,k~ ~[,CUH p~ihlic()
~ ,;-<;:c,i~or .c!!"~i.,ts
II
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d~I: !W ~;")F- ; ! l -<l r
CU/ii(!n,de1
sector r:r~~-':lI.l"
Gdfico 4. La edad y /(1 profesuin.
preaas, con frecuencia autodidactos, pequefios empresarios artesa-
nos, comerciantes, agricultores y, sobre todo, empleados 0miembros
del personal de servicio. Eseriben s610 en su nombre y llevan ante Ia
opinion publica reclarnos particularmente dificiles de asocial' a cau-
sas colectivas. As}, el "altruismo» parece caracterizar mas bien a los
miembros del sector publico y a los servidores del Estado. A la inver-
s~, e1«egofsmo» parece asociado al sector privado y a la propiedad de
bl~nes materiales, Estas correspondencias parecen evidentes par S 1
mrsrnas pm'que descansan sabre oposiciones eticas y politicas pro-
fundamente enraizadas en la «idea republicana» (Nicolet 1982
pags. 371-5) que tambion estan presentes en el discurso sociologico,en especial en Durkheim (Filloux, 1977, pags. 55-7). Pero la eviden-
cia moral disimula una vez mas efectos de magnitud 0 tamafio. De
hecho, para asumir la defensa de otros ante la opinion publica, para
hablar en nombre del bien publico, es necesario disponer de una
identidad definida par referencia a las formas civicas sobre las cua-
Ies se apoya hoy la construccion del Estado, tales como titulos acade-
micos de validez nacional, titulos profesionales juridicamente ava-
lades, mandates administrativos a politicos, etc. No es el caso de los
industriales, los comereiantes 0 los agricultores, quienes, al acceder
mas facilmente a la posibilidad de ascender en generalidad apoyan-
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blico parcce tramarse alrededor de una escena durante la cual su
honorabi1idad ha sido escarnecida, El llamado a Ia opinion publica
se convierte entonces para ellos en uno de los ultimos medics dispo-
nibles para intentar obtener reparacion y restaurar su honorabili-
dad perdida. Estas gentes modestas, incapaees de assgurar su pro-
pia defensa (par no hablar de la de otros), parecen desplazadas, con
sus pequefias historias, en el correo de este diana cuasi oficial con-
sagrado a las grandes causas y que cuenta entre su publico a todos
aquellos cuya opinion «importa». Pero 88precisarnente su indigen-
cia la que los impulsa a dirigirse como ultimo recurso a toda Ia gran
prerisa , .y por 10 tanto a esc diario entre otros, mediante cartas sin
fin, repetitivas, en las cuales se acumulan a menu do 10 s infalibles
signos de anormalidad que los descalifican,
Tomemos, por ejemplo, la carta numero 568. Se trata de un expe-
diente de treinta y cinco paginas, compuesto en su mayor parte par
fotocopias de docurnentacion. El autor de esta carta, un tesorero
principal honorario de una ciudad medians del SUY, de sesenta y S1e -
te afios, denuncia el «abuse de poder del jefe de vialidad» que siete
anos antes destruyera e1seto que rodea sujardin, y tambien al «rna-
gistrado semidios» que, durante e1proceso, no torno en cuenta las
«rnerrtiras constatadas» y dicto un «auto de sobreseimiento de favor:condenando a la victima a pagar todas las costas y gastos sin apela-
cion», Todo eIlo, dice el autor en la carta dirigida al director del dia-
rio (acompanada de una carta abierta al ministro de -Iuaticia), es
«repugnante y escandaloso en razon de Ia edad de la victima, hono-
rablemente conocida en X y tratada como un malhechor». Reclama
SCI' procesado a fin de «llevar el debate ante Ia opinion publica» ("Y
me at.revo a espera'r que voces mas poderosas que Ia rnfa y mas auto-
rizadas intervengan en el debate") y espera provocar asf una «re-
forma de lajusticia». La duracion de los casas aumenta generalrnen-
te con la edad, como 51el envejecimiento tuviera el efecto de reforzar
el ensariamiento obstinado de los demandantes, sin duda porque
aumenta el apego a las identificaciones pasadas cuya conservaci6n
absorbe una parte cada vez mas grande de Ia enorgfa disponible,
abocada de manera rigida a operaciones de repeticion.
La declinacion de que se quejan much os de los que escriben para
asegurar su propia defensa no es s610imputable a la edad. Asi, pare-
ce que los ejecutivos cuyas cartas figuran en 8 1 corpus son autodi-
dactos que, como es frecuente en e1personal jerarquico sin titulo
(Boltanski, 1982, pags. 412-38), han sido vfctimas de un procoso de
exclusion y de un despido. De la misma manera, multiples indicios
sugieron que los pequenos empresarios, artesanos, comerciantes y
agricultures experimentan en su mayor parte una crisis que ha ae3-
rroado.junto con la dcclinacion desu empresa, elhundirniento de su
posicion social. Finalmente, a menudo encontramos, en el caso de
los empleados y obreros, las huellas de una historia familiar decli-
nante pero tambien, en otros casas, de un fracaso personal que viene
a interrumpir una movilidad individual 0familiar ascendente.
Es tambien en las cartas cuyos autores pertenecen a las clases
populares, y que a rnenudo manejan mal ellenguaje escrito, donde
el sufrimiento, Ia indignacion y Iavehemencia se manifiestan con la
mayor fuerza, Enviar una carta a un gran diario constituye paraellos un acto particularrnente importante y dificil de Ilevar a cabo,
de modo que 8 1 umbral de dolor a partir del cual se da este paso es
sin duda mas elevado en su caso que en el de los denunciantes con
niveles de estudio superiores y, par 10 tanto, mas habituados ala
cosa escrita. Estos textos presentan igualmente numerosos rasgos
que los jueces intorpretan como signos de anormalidad. En efecto,
en estas gentes modestas las maniobras de engrandecirniento son
particularrnente visibles. Estan ausentes en especial los procedi-
mientos estilisticos, como por ejemplo la ironia, que permiten, en
cierta mcdida, controlar y atemperar los efectos de la denuncia
sabre ellector, 0 bien los ignoran -ysus palabras parecen entonces
exageradas y violentas, y e1relajarniento del lenguaje sugiere Iaausencia de autocontrol=-, 0bien se esfuerzan por adoptar un estilo
noble, y entonces las inccrrecciones 0 las hipercorrecciones (Labov,
1976, pug. 193) dan a su discurso un tono artificioso que haec mas
visible 5y aun mas ir'risorios sus afanes por engrandecerse mediante
Ia escritura.v
Lo cierto es que 1arelacion entre e1acto de denuncia y las propie-
dades mas objetivables y mas duraderamente asociadas a la perso-
na de qui en la realiza no es ni fatal ni mccanica. Asi, la eategoria 50-
cioprofesional del autor de la carta no haee una contribucion eleva-
da a la determinacion de ninguno de los ejes, y la estructura actan-
cial se liga siempre mas claramente a las caracteristicas pertinentes
de la denuncia que a las propiedades del denunciaute. Seria aun
mas falaz invocar, para explicar los actos de denuncia, la desigual-
dad de las oportunidades objetivas de ser victirna de una injusticia
segun la situacion social, En efecto, para inducir un comportamien-
to judicial 0politico una injusticia debe, ademas, ser identificada co-
rno tal (Festinger,Abel y Sarat, 1981), es decir, como una forma par-
ticular de ofensa que puede dar Ingar a reparacion, a diferencia de
una rnultitud de otros infortunios como, por ejemplo, la muerte de
un ser querido, frente ala cual simplemente hay que hacer e1duelo.
:3 Estas obse)"vaciones nos han sido sugeridas pOI" Yvette Delsaut.
316 31 7
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Por otra parte, una injusticia reconocida puede manejarse por dife-
rentes medics: por ejemplo, puede vengarse en secreto, compensar-,
so en otro terreno, olvidarsc, etc., de modo que la denuncia publica
debe ser considerada como una maniobra entre otras que, si nunca
esta, como so vera rnejor a continuacion, totalmente desprovista de
posibilidadss de exito, es sin ninguna duda particularrnente ames-
gada. Y Ia importancia del riesgo en que so incurre esjustarnente 10
que exige un complemento de infonnaci6n.
Para tratar de comprender mejor las situaciones en que las per-
sonas S8 entregan a actos de denuncia publica, es precise recordar
rapidamante las diferentes maneras en que puede adquirirse una
identidad social de modo mas 0menos duradero 0, 1 0 que es 1 0 mismo
-~dado que cada individuo esta mucho mas seguro de su propia con-
t.inuidad cuando los otros Iereconocen una identidad estable-,41as
diferentes maneras en que un individuo puede ser vinculado a un
grupo, una categoria 0 un colectivo asociado a una forma especifica
de generalidad. La inst.auraci6n y el mantenimiento de un vo dura-
dero, sin e1cual toda inversion en sf misrno es imposible," pueden
realizarse al menos de tres maneras diferentes, que no son necesa-
riamente exduyentes y que corresponden a tres formas de vincular-
se a uno mismo POl' intennedio de los ot.ros (Elster, 1986). La perte-nencia puede definirse de modo criteria! y estar jurfdicamente
garantizada por un titulo, es decir, sobro todo hoy, por un titulo aca-
demico 0 un titulo profesional. 1':8 ese caso, Ia identidad social, ga-
rantizada por una convenei6n, posee una elasticidad reducida en el
sentido de que su permaneneia se ve relativamente poco afectada
por los comportamientos profesionales y sociales de 8U titular. Uno
de los efectos de la garantia juridica asociada a1titulo es, efectiva-
monte, el de alivrar en parte al individuo del trabajo continuo de
identificacion consigo mismo (Bourdieu y Boltanski, 1975) y de libe-
rarlo para otras tareas, pero tambien e1de haeer posibles las distan-
cias tanto con respecto a la definicion mas oficial y mas estorool.i-
pada de la identidad -10que E.Goffman llama Ia -distancia al rol»
(Goffman, 1961, pags. 81-152)~ como a los comportamientos
pasados del titular, quien no tiene par que ser constantemente tiel a
sf mismo para satisfacer las expectativas que los otros han puestoen e 1 .
La pertenencia tambien puede adquirirse y conservarse, en au-
sen cia de toda instrumentacjon juridica, por media de un trabajo
constante de jdentificaci6n Conun colectivo (pOTejemplo, por marca-
ciones a t.raves de signos y emblemas), realizado a 1 0 largo del tiern-
po por el individuo que es su beneficiario. En esc caso, la permanon-
cia deIa identidad, siempre fragil, seobtiene al precio deun conside-
rable gasto de energia y, sabre todo, de una enorme rigidez de las
conductas puesto que el ajuste al grupo de referencia se realiza en
cada momento mediante la constancia en S1 mismo, es decir, asegu-
rando en la medida de 10 posible 1aconformidad del comportarniento
presente a un comportarniento que tuvo exito en 8 1 pasado y que se
utiliza como esquema de generaci6n de nuevas conductas,
Finalmente, la asociacion con una persona colectiva puede reali-
zarse por rnedio de Ia identificaeion can una persona. La conexi6n
con un grupo y la adquisicion de u.na identidad permanente se cum-
plen entonces en 1a relacion con un individuo, objeto de inversion a
la vez en cuanto es singular, es decir, enteramente caracterizado par
1a relaeion reversible a traves de Ia cual uno se emparienta con 121
.--y, en consecuencia, de manera irreductible a cualquier otro modo
de clasificacion que descanse sobre un principio dotado de una vali-
dez mas amp1ia~, yen cuanto encarna a un colectivo, al que el mis-
mo puede estar ligado con un caracter duradero y fuerte -pO' ejem-
plo, mediante un titulo- y que, por su intermedio, esta inscripto en
e1corazon de la relacion misma. Cuando ningun instrumento deorden jurfdico Ilega a consolidar una identidad que debe ser cons-
tantemente reparada utilizando Ia relacion mantenida conlos otros,
cualquier perturbaci6n importante --en particular cuando afeeta
las relaciones privilegiadas con los individuos privilegiados que 1'8a-
lizan la conexion con un grupo- puede hacer pesar una amenaza
sabre el mantenimiento de la identidad y elevar brutalmente el ni-
vel de incertidurnbre can respecto al media y la ansiedad de la perso-
na cuyas protecciones se han aflojado subitamente,
Piensese, por ejemplo, en e1caso de un maestro que llega tardfa-
mente a la ensenanza luego de haber ocupado un puesto en una em-
presa anglosajona.P Algunos anos despues de 3Uingreso en la profe-
sion es ascendido a profesor de ingles en uri CEG (PEGC) [Colleged'Enseignement General; Professeur d'Enseignement General de
College}. Pero en 1966, a raiz de una inspeccion, debe volver a la en-
sonanza primaria. Entonces retoma sus estudios, obtiene un titulo
universitario de estudios Iiterarios en lenguas modernas y empren-
de, a 1 0 largo demuchos afios, una serie de tramites ante la adminis-
tracion academica, que termina por ofrecerle un puesto de maestro
4 Estc tema ha sido notablemente desarrollado por 01 profesor Alessandro
Pizzorno en unas conferencias dictadas en la EHESS.
5La informacion utilizada proviene de cuatro conversaciones conY, el protagonis-
ta de cste caso, de reccrtes periodisticos (en especial de artjculos publicados en Le
Monde), y del t .rabajo que M. David-Jougneau dedico al caso, del que ofrece una in-
terpretacion distinta de In nuestra (David-Jougneau, 1988).
31 .8 319
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auxiliar de Ingles. La rechaza y reclama la anulacion de la inspec.
cion de 1966. En 1974 publica y distr ibuye un pani1eto con la for-
ma de un folleto de dieciseis paginas en el cual injuria con nombre
y apellido a inspectores y directores de establecirniento de su de-
partamento. Despedido, apela ante el Consejo Superior de Educa-
cion Nacional y presenta un recurso ante el ministerio, En 1975, a
los cincuerita y un anos, inicia una huelga de hambre. A 8U alrede-
dor 58 organize un comito de apoyo, animado sabre todo por militan-
tes maofstas. Amnistiado por 81 tribunal administrativo en enero de
1976 pero no reintcgrado a su puesto, prosigue su huelga, que dura-
ra noverrta y dos dias. Las manifestaciones de apoyo se mult.iplican.
Por ejemplo, e117 de febrero del mismo afio cuatro jovenes se enca-
denan en el salon de pasos perdidos de Ia estacion Saint-Lazare. El
16 de febrero Jean-Paul Sartre haee un llamamiento al presidents
de Ia Republica. Poco tiempo deapues de la interrupcion de su huel-
ga de harnbre, todavia muy debilitado, P. comienza 10 que el denomi-
na una -vuelta de Francia" y se convierte en una figura destacada
del movimiento de docentes contra la inspeccion, que es apoyado pOI'
los SGEN-CFDT [Syndicat General de l'Education Nationals-Con-
federation Francaise et Dernocratique du Travail] y par ciertas ten-
dencias de 1a FEN [Federation de l'Education Nationale] como laEscucla Emancipada, En algunos lugares congrega a varias cente-
nas de personas, march a a 1a cabeza de manifestaciones, brinda
conferencias de prensa rodeado de universitarios e intelectuales 1'e-
nombrados y 3e retine repetidas voces can .Iean-Paul Sartre y Simo-
ne de Beauvoir, quienes contimian dandole su apoyo. Luego el rno-
vimiento decreee en intensidad. P. rechaza todas las propuestas que
le haee la administracion y reclama obstinadamente, como el pri-
mer dia, la anulacion lisa y Ilana de la primera inspeccion, Continua
Sll Iucha, cerca de veinte anos despues del comienzo del caso, y escri-
be sus memorias, en las cuales se propane denunciar Iaornnipresen-
cia de la francmasoneria que, segun cree, desempeno un papel pre-
ponderante, secreta y nefasto, no solo durante su caso (cuyos princi-
pales protagonistas, inspectores, adrninistradores, jueoes, etc. eran,
como por casualidad, francmasones), sino tambien a 10 largo de toda
su vida anterior y, mas generalmente, en la historia de Francia.
La perseverancia de P., su empefio por obtener la anulacion pura
y simple de la primera inspeccion en detrimento de cualquier otra
forma de reparacion, indudablemente se debe, en primer lugar, a la
ansiedad por toner que demostrar, a la rnanera en que se aporta una
prueba irrefutable en un proceso, su competencia en ingles, que se
diferencia de la prueba consistente en manifestar, en las situaciones
que asi 10 exigen, su capacidad de hablar y eseribir correctamente en
ese idioma. P . sabe que sabe ingles, pero no esta seguro de poder
«probarlo» de manera perfectamente objetiva y absolutamente irre-
futable frente a unos jueces cuyos criterios dejuicio son parcialmen-
te opacos, As}, se preocupa por la calidad de su acento, adquirido
cuando trabajaba para una empresa en una colonia inglesa, y que
tal vez no se adapta a los estandares de Oxford, etc. L .Y como estar
seguro de poseer alga tan vago e incierto comoun saber (particular-
mente en el caso de las lenguas extranjeras) cuando su dominic no
ha sido certificado por un acto juridicoirreversible? La aceion del
inspector, representante de la institucion a In que P_ pertenecc, que
10ha aceptado, reconocido (al menos, asf 10cree (1) y prornovido, yen
relaci6n con In cual su identidad se define desde entonces, elimina
de un golpe aquello que, al dade 1aposibilidad de Iigar e1pas ado al
futuro sin modificar radicalmente la definicion que tenia de sf mis-
rna, aseguraba la permanencia de su yo. Esta permaneneia hacia
posible una inversion en 1aprofesi6n, en los alumnos, en el idioma,
en los colegas, en la carrera y, mas genoralmente, en la multiplici-
dad de las empresas cotidianas a traves delas cuales se mantiene Ia
conciencia del honor social (Sabel, 1982). p _ 110 se da tregua entonces
hasta poder demostrar que su perseguidor, ese inspector abusive (de
quien descuhrira, veinte afios mas tarde, que no era mas que e1ins-trumen to de una conspiracion, la de los francmasones), no sabe
ingles 0, mas bien, que al no ser anglicista no esta habilitado para
evaluar administrativamente a un profesor de esa Iengua, Su recelo
frente a las pruebas que se le proponen y cuya disposici6n teme que,
disimulando una trampa, le sea desfavorable, 10 impulsa a rechazar
uno de los procedimientos de rehabilitacion disponibles: la segunda
inspecci6n en apelaei6n, cuya sentencia teme por serinapelable, Los
cambios en Ia vida profesional que acornpafian e1regreso de P. ala
ensenanza primaria revisten e1caracter de una verdadera exclusion
(cambio de lugar, de tareas, de colegas, etc.), a la que Ie es irnposible
resignarse. No puede hacer el duelo por Ia promocion que le fuera
otorgada y luego brutalmente retirada. Tratara entonces de restau-
rar el estado de casas anterior ateniendose a una linea consistente
en tratar como un simple error el ado que 10suprimio, La adminis-
traci6n debe hacer como si la inspeccion a raiz de Ia cual resulto de-
gradado jamas hubiera tenido lugar, 0 no fuera valida porque las
condiciones de realizacion WIe fund an Ia eficacia de este acto de
autoridad no fueron respetadas, Par 10 tanto, esnecesario lograr que
se admita e1vida de forma, como dicen los juristas, que permitira
invalidar la prueba.
Cuanda habla del inspector que 10 ha perseguido, P. 1 0 cahfica
algunas veces como agente de 1a administracion, represcntante co-
~-l20 32 1
extraneza se rovela poco a poco. Ella permite identificar a los otros,
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misionado por una persona colectiva que podria ser sustituido por
cualquier otro agente provisto del mismo mandate, y otras veces co-
mo persona singular, con sus pasiones, su diccion, sus tics, etc. En la
medida en que tiene un mandate de la institucion, e1inspector esta
autorizado a sancionar, P . reconoce la validez de la institucion a la
cual ambos portenecen. Por 10 tanto, no tiene razanes a priori para
recusar el principio de la inspecci6n 0 los val ores sobre los cuales
ella se apoya, ni para erigirla, como 10 haran mas tarde las orga-
nizaciories que aseguraran e1apoyo para S1.1 causa, en «poder» abu-siva ejercido sobre 021desde e1exterior, contra su voluntad, en una
«relacion» en la que supuestamente se enfrentan -fuerzas», E1ins-
pector ha fallado, entonces, como persona; la injusticia que cometio,
par otra parte, no es menos perjudicial para la institucion que para
la victima. Pero esta division entre roles separados es diffcil de sos-
tener, El inspector, siempre designado por su nombre (senor X), se
manifiesta muy a menudo de modo ambiguo, al misrno tiempo con
los rasgos de un individuo singular, de una persona como las demas
--<:on la cual se podrIa, por ejemplo, discutir, cuyo juicio se podria
cuestionar, etc.~, y can las caracteristicas de un agente institucio-
naL Pues si el inspector no es mas que un ser humane, apasionado y
falible, GPorque su veredicto fue inapelable?Y S 1 es una institucion,GPor que su juicio no fue imparcial? Es necesario, entonces, que e1
inspector sea un agente enganoso, es decir, un agente cuyos atribu-
tos institucionalesdisimulan designios particulares y que actua, no
en cuanto agente --€s decir, par elsolo bien de 1ainstitucion y en los
limites de las facultades que lehan sido conferidas-s-, sino en cuanto
individuo y por referenda a un intorcs oculto, que no es elde 1ainsti-
tuci6n, que incluso es contrario a ella, y que se define como indivi-
dual antes de ser asimilado al de un grupo clandestine, Y recien des-
pues de haber intentado en vano que Ia administracion acadernica
anule Ia inspecci6n, P. llega poco a poco a hacer coincidir esos dos
conjuntos hasta entonces parciaImente separados, e1grupo conspi-
rativo que actua en secrete y la institucion oficial cuya fachada si-
gue siendo respetahle. La forma del inspector se inscribe entonces
de manera dominante en 1a memoria de Ia vfctima, en la rnedida,
precisamente, en que encarna singularmente a un colectivo. El
senalarniento de las singularidades se estabiliza por medio de mo-
tes, muy numerosos en el panfleto que P consagra a su caso: -el
Mastodonte», «e1sefior Baron», «el Corifeo de esas damas», «Mufi-
ta», «Rebuzno», «el Sacr6fito humane», "e1Sobornador», etc. Esta
forma investida sera utilizada como instrumento cognitivo del se-
rialamiento social (Boltanski y Thevenot, 1983) en este universe,
Ia Educaci6n Nacional, hasta cntonces familiar y cuya peligrosa
clasificarlos (por ejemplo, en buenos y malos) y reconocer, entre
quienes pueden parecer a primers vista amigabIes y pacfficos, 10
malo quo se esconde en e11os,10 que nos haran a continuaci6n si no
estamos prevenidos, 10 que tienen en comun con el inspector per-
seguidor, aquello per 10 que podrfan secretamente «hacerse uno»
(Favret, 1977, rag. 262) con 61 (algo que tal vez ya hacen).
322 323
tura de la relaci6n singular mediante la cual e1individuo podia fijar
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9.La confianza traicionada8U permanencia al vincularse consigo mismo por Ia mediacion de los
otros, arroja la sospecha sobre e1conjunto del medio social, que cae
en la incertidumbre. Cuando bajo la mascara del amigo aparece Ia
figura del superior autoritario, autricrata, del traidor, del arribista,
cuando se devela su verdadero rostro y nos percatamos de que fui-mOBengafiados, tras habernos sacrificado en nombre de uri afecto
que no era rotribuido, entonces ya nada puede sel' tenido POl' seguro.
Pues si el mundo que se descubre esverdadero, entonces Ia felicidadque 10precedio y Ia manera en que el yo se presentaba en ella son
ilusiones. S610al precio de esta duda puede mantsnerse una identi-
dad eatable, y un mundo engafiador es el precio a pagar para salva-
guardar un yo que no engafie.
Pero con eso no alcanza. Para restaurar la minima permanencia
sin Ia cual nada puede ser reinvestido, ni siquiera otra relacion, 1a
victima debe vincularse nuevamente consign misma conectandose
con su determinacion de «luchar», es decir, de negarse a reconocer Ia
degradacion. Para conectarse con su propia determinacion, hacerla
in-eversible y conferirle el caracter fatal de una necesidad objetiva,
la victima debe ligarse nuevamente, por medio de una especie de ju-
ramento en principia tacite y luego cada vez mas oxphcito a medidaque las resistencias enfrentadas y el hastio debilitan su voluntad y
sobre todo la fe en su propia causa. Este trabajo de rearraigo sigue
en Ia mayoria de los cases el trazado de un continuum que, anclado
mas aca dellenguaje, va de la simple dramatizacion de un gesto (co-
mo cuando lloramos) a la forrnulacion solo para uno mismo en el cu-
ehicheo del lenguaje interior; a la formulacion para otro, en el modo
de Ia confidencia, en una relacion singular y con una exigencia de
secrete: luego a la enunciacion para varios, elegidos en circulos cada
vez mas alejados y can la aceptaci6n tacita de Ia circulacion de las
palabras transmitidas en la forma del chisme, Vienen a continua-
cion rumbos mas intencionales ymas explicitos, en elsentido de que
se deciden de antemano y no los suscita un abandono pasajero, pero
a los que todavia se cree poder rcnunciar porque los lazes que irn-
plican con otros no estan oficializados, tales como cartas ambiguas a
tercsros, demandas ante amigos, ante amigos de amigos, consultas
can expertos, perc a titulo «privado», 0 interpelaciones «oficiosas» a
los poseedores de recursos colectivos (sindicalistas, representantes
de asociaciones, etc.). Luego, reasegurada la determinacion, pueden
cobrar forma timidas protestas puhlicas, maneras discretas de sus-
citar la atencion de los otros sin reclamarla explicitamente y de ob-
tener de eUosuna adhesion espontanea que allana a su vez e1cami-
no a l1amamientos mas explfcitos ala movilizaci6n, cuyo alcance de-
En el casu que acabarnos de examinar, in . violencia de la crisis es
atenuada por la existencia de una relacion formalizada entre e1per-
seguidor y la victirna, YpOl' la presencia de un gran mirnero de re-
curses institucionales (sindicatos, tribunales administrativos, etc.)
mov.ilizables para constituir publicament.e la injust.icia. Pero el
deficit de identidad ligado a Ia ruptura de una relacion privilegiada
que sirve de operador para realizar la eonexion can un colectivo pue-
de asumir forrnas mucho mas brutales cuando la relacion entre los
adores es mas singular y los recursos que permit.en administrar co-
Iectivarnente la crisis SOD mas escasos 0 menos accesibles, En 8S0S
casos, 1a traicion de quien sera designado, en el discurso de derrun-
cia, como e1perseguidor privilegiado, puede provocar reacciones degran intensidad. La crisis bene a menuclo como punta de partida, se-
gun parece, una escena en el curso de la cualla vfctima, que se en-
trega sin calculos al servicio de 81.1 protector, es acusada de «hacer
demasiado». Se le recuerda su posicion jerarquica, las reglas buro-
craticas que limitan BU tarea, las formas legales can las cuales esta
debe ejercerse, etc. Estas intervenciones tienen 81 efecto de des-sin-
gularizar brutalmente In relacion, que se desplaza desde un estado
de desirrteres , fundado en afinidades personales, hacia una relacion
jerarquica asimetrica y anonima.! Este cambio, que implica la rup-
1 Un gran mimoro de cases parece trarnarse alrcdcdor de Iarobci6n nersonal en-
tre un i~dividuo dctado de una autoridad estatutariajuridi carnentc gar~ntizada y la
persona de confianza que 10aconseja, 10rodea, 10asiste, sin ocupar una posicion ofi-cialmente reconocida, consolirlada por un titulo. Los efectos de parejas, particul ar-
mente favorables al encadcnamiento de las pas iones polit. icas y las pasiones sing ula-
res, a las rupturas y las negacicnes estrepitosas (dununcias para los unos, traiciones
para 106 otros), se ven especial mente bien en el -caso Aranda", construido sobrs la
asociaciun y la disociacion ent re un di rector de banco que habra acccdido a un puesto
de ministro y un ccnsejcro pcrsona l, ;"1ntigun perioclis.ta autod.dacto surgido de ur.
«media modesto" (cf., en especial, el l ibro de G. Ara nd a , L'Et.at piege -Aranda,
1972- y l a cnt revista a Gabriel Aranda por Jean·Paul Sartre en La Ca .u .se du Peu-
ple-J'Accuse, diciembre de 1972). El escandalo posee la propiedad paradojica de ser
una instituci6n de 1a vida polftica que contl~bllye a su fllnCIOllamiento ordinar-io al
ti empo que esconsiderado, en cada una de SllSmaniiestaciones, como el praducto ex-
cepcional y monstrUQSO de un mCCtU1j~mo pcyverso.
324 32 5
pende, como hemos visto, del grado en que los intereses particularos la revelacion de una arbitrariedad hasta entonces ignorada y, de re-
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de la defensa puedan disociarse de los intereses generalizados de la
vietima. En cada uno de los momentos de este continuum deben uti-
lizarse nuevos instrumentos para dar a la protesta una forma cada
vezmas objetiva, es decir, cada vez mas independiente de la persona
misrna de aquel que la expresa y de aquel a quien se dirige, a medi-
da que crece el numero de los individuos participes en Ia confiden-
cia, y su alteridad, Es el caso, pOI' ejernplo, de la retorica juridica,
que es, junto con la retorica cientffica, el Ienguaje de la verdad, y queconstituye en ese concepto una de las formas privilegiadas por las
cuales puede dcmostrarse, de modo indiscutible, que, mientras e1
mundo BS engariador; la victima no engafia al presentarse como tal.
Este proceso muy general puede asumir form as particularrnente
repentinas y violentas cuando la intensidad de la crisis y el panico
que sucede al desmoronarniento de la identidad reclaman medidas
rapidas y desesperadas de reparacion; y, tambien (las dos van a me-
nudo de Ia mana) cuando b victim a no es seguida pOl' otros y las ges-
hones correspondientes a las primeras eta pas del trabajo de re-
arraigo no encuentran en su entorno mas que indiferoncia --si es
que no suscitan, entre sus allegados, una forma de hostilidad 0 de
inquietud que aumenta su aislamiento (Goffman, 19736, pags. 813-62; Lemert, 1967)-. En esos casos, el llarnado a la opinion publica
-es decir, al apoyo incondicional e indiferenciado de todos los de-
mas, sean quienes fueren, cercanos 0Iejanos, eonoeidos 0desconoci-
dos-e- se convierte en uno de los unicos medios de rehacer la objetivi-
dad 0, S 1 se quiere, Ia realidad, «La cuesti6n consiste en saber si uno
sera seguido», como enseiiaba J.Lacan a sus alumnos (demandan-
doles que 10 siguieran). «H e ahi, en efecto -agregaba-, un elemen-
to discriminants de 1 0 que podemos Ilarnar la realidad» (Lacan,
1975, pag, 303). Pues ser seguido constituye una manera de restau-
rar el lazo social que, por Ia adhesion de los otros, puede aun Iigar al
individuo a sf mismo. 8110 siguen, podra «realizarse» nuevamente.
En e1caso de P . ese vinculo se restableco, al menos temporariamen-
te, cuando obtiene la adhesion de Jean-Paul Sartre, encarnacion
singular de la colectividad de los intelectuales, quien al apoyarlo
como amigo y sobre todo al incitarIo a escribir, puede reinstaurar la
relacion con el universe autentico del saber puro y verdadero.
Elllamado a la opinion publica, entonces, aun cuando se realice
en condiciones desfavorables, nunea es una maniobra complete-
mente desesperada. Sus posibilidades de exito estan en funcion del
grado en que los otros puedan reeonoeer en la protesta de Ia victim a
un gesto y, mas precisamente, un gesto politico, es deeir, un acto des-
tinado no a eompensar una perdida individual sino a proporcionar
sultas, a hacer sentir su coaccion. Para ello es necesario que los into-
reses de la vfctima coincidan con las expectativas de un grupo ya
reunido, a1precio de un trabajo de homogeneizaci6n en torno de un
interes constituido en 10 que tiene de general, 10cual exige nuevas
operaeiones de equivalencia para que pueda producirse 8 1 reconoci-
miento mutuo. Lo vemos claramente, una vez mas, en el caso de E,euya Iucha solitaria haee suya, despues de nueve afios, un rnovi-
miento de protesta conducido por jovenes docentes secundarios, amenudo COn cargos universitarios, orientado a aurnentar su margen
de autonomfa profesional, antes de recaer, algunos anos mas tarde,
en el silencio y e1aislamianto.e El contacto con porta voces de organi-
zaeiones con un alto nivel de legitimidad universitaria y, tal vez mas
aun, con un publico --el de los encuentros en los cuales relata incan-
sablemente su caso, ese publico cuyos voeeros Ie dicen que se reco-
nocen en 81,10 cual justifica que el se reconozca en quienes 10 escu-
chan-, conduce a P. a dar un nuevo sentido a Btl accion. Discierne
en su protesta dimensiones politicas que anteriormente se le esca-
paban y que en adelant.e 10 superan. Estas dimensiones refuerzan
aun mas su determinacion de no ceder un milimetro, esto es, dice, de
no abandonar un combate que no tendria el valor de llevar hasta elfinal S1 no 10 hiciera por otros. Como 51 el se hubiera convertido en
una causa ajena a sf mismo.
Para rehabilitar a quienes se exponen por su actividad denuncia-
toria a 13 sospecha de anormalidad, incluso de locura, Les suficiente
con denunciar a su vez a la institucion psiquiatrica y develar, utili-
zando los argumentos y las armas de los denunciantes, la arbitra-
riedad de un senalamiento cuya vfctima es el enfermo mental? Del
mismo modo, z.basta con denunciar la ilusion psieol6gica 0psiquia-
trica para fundal' la validez de un analiais que, a] precio de una in-
version, se propone supuestamente basar en una interpretacion 50-
cio16gica e1caracter bien fundado de las pretensiones de quienes, en
sus rec1amos, se presentan como victimas? Creemos que el analisis
sociologico de la persecucion no se neva a su termino cuando uno se
contenta can mostrar que ese sentimiento, lejos de ser ilusorio, esta,
2 Para entender mejor la relacion que se cstablecio entre la protesta de P. y Ius rno-
virnieritos organizados de profesores, y tambien Ia ruptura progresiva de esa rela-
cion, habria que analizar Ia evolucion del cuerpo docente ent-re 1968 y 1978 aproxi-
madamente, como 10 hicieramos para la enscnanza superior en los anos 1960-1\170
(Bourdieu, Boltanski y Maldidier, 1971). Tambien habria que resituar Iu historia de
p. en Ia larga serie de casos surg:idos del sen a de las insti tuciones de ensefianza du-
rante este perfodo y estudiados por J.-L. Derouet.
326 32 7
al menos en su origen, bien fundado. Opener, como 10 ha hecho Ed- porque van al encuentro de un saber que preexists a ellas, La psico-
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win Lernert en un articulo muy importante, puosto que en el ataca-
ba de frente un terrene monopolizado por la psiquiatria (Lemert19",M J ~ 1·d d d 1 .', 1 d '• v I ),a «, call a » e a conspiracion a ia «seu o-comunidad Cons-
pirativa», segun la expresi6n de Norman Cameron (Cameron 1943lQ59) ."'.. ' ,,,<. ,contnouye pese a todo a reproducir Ia oposici6n entre la so-
:iolo~a Y, la PSicO~Ob~a,concebida como oposicion entre 10 real y 10
imagmarro, 10 objetivo y 10 subjetivo, etc. Como observa Charles
~:idz_(Udz, 1978), "tom~r en serio» el punto de vista de qui en es cata.iogndo COnlG enfermo ([abelling" theory) es "LLUa decision de Inetodo
eonsistenta en analizar, con los mismos instrumentos, los comportn.
mientos y los enunciados socialmente definidos como normales v co-
mo anormales, en lugar de, POI'ejemplo, explicar los prirneros por
las coacciones de Ia s'ituacion y los segundos par una disposicion per-
manente y oculta del sujeto, Perc, evidentemente, nos estariamos
encerrando en Ia logica misma del proceso que nos hemos dado como
objeto de estudio si entendieramos POT ella, como suele suceder, al
monos implfcitamente una torna de partido por el perseguido (par
ejernplo, en Mirowsky y Ross, 1983). En efecto, los misrnos indivi-
duos cuya protests se trata de reducir mediante la acusacion de de-
satino utilizan todos los recursos disponibles, incluidos los cientffi-
cos, para demostrar BU lucidez, e invocan a menudo, en Ia Iucha que
los opone a sus enernigos, a sus jueces y sabre todo a sus medicos,
argumentos de aspccto socio16gico,e incluso, cuando In conocen. Ia
autoridad de esta disciplina. La denuncia de la violencia institu~io.
nal no basta tampoco para asegurar Ia proteccion de los interesados
~ciertament.e mas urgente que los intereses del conocimiento----
porque la crftica inrlignada del control social y de la marcaci6n tierie.
en el mejor de los cases, 81poder de reprimir, en la mala fe, los juicios
ordinaries del sentido cormin, sin los cuales e1veredicto de las ins-
trtuciorias no pesarfa demasiado. Pero, por no intentar comprender
su Iogica, esa crrtica no los afecta en su principio. Se muestra por
ello inca paz de aflojar las coacciones de la norrnalidad que Iimitan
en Ia vida cotidiana, Ia expresion del orgullo, el desamparo 0la disi-dencia, Sigue siendo igualmente dificil rebelarso, e incluso reclamarjusticia.
Para comprender estas coacciones, es necesario en primer lugar
tratar de establecer las gramaticas que engendran los juicios ordi-
riarios, y quiza tambien a veces los veredictos de los expertos. Las
configuraciones de la vulgata medico-legal (de la cual se encontrara
UDa excelente bibliografia en Bantman, 1979), que se ensena ac-
tualmente a todos los que ejercen profesiones de asistencia y de con-
trol sociales, bcnen a mcnudo 1a evidencia de las buenas fornJas
logta cientifica, en ese caso, redobla y confirrna la «psicologfa inge-
nua» (Heider, 1958). Y tal vez sea por eso que estan en 10cierto y son
eficaces, Perc sus condiciones de utilizacion no oxigen que se explici-
te el ajuste -problematico, sin embargo-s- entre los extravios mas
insolitos y las expectativas del sentido comun, que sabe reconocerlos
como si los hubiera heche. Sucede asf, con Ia afinidad, tanfamiliar,
entre la persecucion, la reivindicaeion, la grandeza y la interpreta-
cion, que, 81 se quiere desplegar, debe construirse can la exigencia deno cambiar de racionalidad cuando se pasa de los casas en que Ia 1'e·
ferencia a esas figuras parece justificada a los casos en que parece
aberrante.
Como hemos vista, Ia denuncia adopta las formas mas vehernen-
tes y, para e1sentido comun, mas patologicas en los cases en que su
autor ha estabilizado 3U identidad y asegurado la permanencia de
su yo vincul andose a una persona colectiva por intermedio de la
identificacion con una persona, individuo concreto, cercano, por-
tador ai misrno tiernpo de un cuerpo singular y de signos objetivados
de la pertenencia a un grupo. Cuando la crisis de identidad tiene por
fundarnento la ruptura de Ia relaci6n con «elhombre antes amado»,
como dice Freud en referencia a1 presidente Schreber (Freud, 1981,
pag. 3(8), cuya identidad.juridicamente garantizada, actuaba como
argamasa, el recurso a 1amaniobra consistente en tratar de rehacer
10duradero pOI'intermedio de la «opinion publica» parece mas fre-
cuente. E1respeto tacito del sentido comun de la normalidad ~y, en
particular, de Ia regla segun la cuallos diferentes actantes deben
ocupar una posicion similar sobre e1~je de 10 singular a 10 eolectivo y
ser, par 10 tanto, practicamente del rnismo tamaflo---8 obliga enton-
ces al denunciante a engrandecerse y a engrandecer alperseguidor
sefialado, par ejemplo invocando Ia existencia de una conspiracion,
cuyo efecto es tarnbien el de des-singularizar la relacion que mantle-
nen uno con e1otro, Como 10 sugieren los analisis precedentes, e1eje
que conduce de 10 singular a 10 general constituye, sin duda, una de
las dimensiones privilegiadas que utilizan las operaciones ccgniti-
vas destinadas a pensar y trabajar 1arelaci6n, siempre problemati-
3 Parece que Jo mismo se aplica a la cortesfa, que tarnbien ea, en gran medida,
cuestion de tarnano. Las ofens as contra el «prestigio», para retomar el concepto goff-
mtm;ano ut.ilizado par P Brown y S. Levinson (Brown y Levinson, 1978), consistcn
en termino" muy generales en no cons irlerar al interlocutor segUn las dirnensiones
que <\1so atribuye (en -disrninuirto», en ..rebajarlo ..) y, sobre tado, en no aceptar Stl
discun;o en eJnivel de singularidad 0de genent lidad en que sepresenta. Asf, una de
las estrategias mas comunes consiste en utilizar capacidades interprctativas para
asimilar un discUTSO pronunciado "en generaL a casos e intereses singulares.
328 329
c~y dificil, entre los individuos en cuanto seres singularcs y los indi- Anexo L La construccion del analisis factorial
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viduos en cuanto estrin dotados de una identidad definida en toda su
generalidad por referencia. a colectivos. Tambian es este eje el que
hay que explorar para analizar las coaccionos con las cuales choca Ia
esperan~? deser' ~~po:o mas que uno mismo. El acceso a 10 general
es tambien un privilegio, tal vez 81 mas grande. Una forma de Iocu-
ra, e~ e1sentido en que se opone a los cuerdos y a los locos, consiste
precisamente en tratar de conquistar, de manera solitaria y por un
acto de voluntad pura, esa salvaci6n intangible a Ia que ciaaeceso elreconocimiento de los otros,
La captaci6n inieial de los datos se efectua a traves de 140 variables que
compronden un total de 803 modalidades efectivarnente uti lizadas. Los
primeros analisis univariados permiten eliminar-ciertas variablesy reagrupar
categorias demasiado escasamente representadas. En total , quedan 106
variables, con 385 modalidades posibles. No todas esas variables son de la
misma naturaleza: 87 de ellas en 227 modalidades describen la naturale-
za del caso, los contenidos y los aspectos del expediente-carta. Vienen a
continuacion 7 variables en 52 modalidades que describen el sistema ac-
tancial y 6 variables en 33 moda1idades consngradas ala doscripcion del
autor de la carta; finalmente, 6indicadores denormalidarl en 13modalidades.
Los 227 descriptores del caso y del expediente constituyen los elementos
actives del analisis factorial de las correspondencias; los otros grupos de
variables se introdujeron como elementos complementarios. En 01caso devariables que conciernen a las propiedades sociales del autor; esta decision
se explica por Ia confiabilidad relativarnente debil y el mimero import.ante
de no respuestas.
En 10que concierne a los juicios de normalidad, pareci6 evidente que esos
elementos ox6genos no podian intervenir de manera activa en Ia descompo-
sicion factorial. Seis jueces fueron los encargados de calificar los 275 «cases»
de 1 a 10, del mas normal al mas patologico. La operacion de codificacion
disyuntiva crea a continuacicn, para carla uno de esos jueces, 10 variables
codificadas como «prescncia-aueencia», es decir, 60variables en total. Para
eljuez 1, por ejemplo, se obtiene:
JU1,1 nota", 1 ,JU1,2 nota v 2 ,...JU1,Hl nota ~ 10
= : ( ) no =: 0 no '" 0 no
Si queremos aligerar las representaciones factoriales y retener un
resumen ~lnicode los valores atribuidos a las cartas ignorando la informa-
cion de «quien ha juzgadc», debemos reflexionar acerca de las notas.
Contabilizamos, entonces, para cada expediente, clnumero de veces que ha
sido calificado COIl 1, 2, ... 10. Se obtiene as! la distribucion de las notas del
caso, que 5e conservan en 10 nuevas variables denominadas NOTl, NOT2,
NOT3 ... NOT1.0.
330 331
Par ejcmplo, las cartas 46 2 y 769 fueron calificadas de la siguiente
manera:
Anexo 2, Muestra de cartas tipicas
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JUI , . J U 2 ,IIn ~!U4 , JUS ,JU6
462 4 3 2 a 2 7
769 1 3
Yrecodificadas:
NOT1 NOT2 NO'faNOT4
NOT5 NOT6NOT,
NOTS NOT9 NOT1O0 2; 2 0 il 0 I) 0
5 0 0 0 o 0 (I 0 0
AI final de la recodificacion, 13 variable NOTI se asocia a todos los
expedientes que han obtenido un I 31 menos una vez, y se pondera por el
numero de coincidencias. Resumidos de este modo, los seis juicios conservan
toda la informacion que se tenia originalmente sabre las nctas, y 5610 se
pierde la informacion relativa a los jueces. Si huhieramos elegido como
resumen e1 promedio de los seis juicios, habriarnos obtenido resultados
menos precisos. Un promedio de 5 puede SCI' a Ia vez el resumen de un
acuerdo perfecto (555555), de un desacuerdo parcial (553764), e incluso
de un juicio discordante (9 1 4 2 8 6); y, en este ultimo caso, el resumen
prornedio no corresponde a ninguna de las nctas efectivamente atribuidas:
ya no se asocian entonces notas y expedientes, sino expedientes y juicios
promedio que pueden resumir de modo identico configuraciones extremada-
mente diveraas.
En 3Urepresentacion definitiva, el analisis factorial ya no se refiere mas
que a 155 modalidades activas y a 68 elementos complementarios, Iuego de
la eliminacion de las modalidades no pertinentes. El procedirniento seguido
ha sido descripto en Schiltz, 1983. Para una descripcicn mils dctallada de los
resultados estadfst.icos hay que rernit.irse a esc articulo, que contiene en
especial los diferentes est.ados del primer plano factorial, el histograma de
losvalores exactos y elcuadrode las 10variables que, positiva onegativamente,
contribuyen con mas peso al primer factor para los tres analisis sucesivos.
Habida cuenta de que, en e1 caso de un cuadro disyurrtivo, el phi-2 no puede
servir de indicador de conexion entre las variables, esas informacionespueden encontrarse en Ia mengua rapida o no de los valores exactos y en Ia
importancia numerica de los primeros de ellos. Los dos primeros valores
exactos, lambda I '" 0,3736 y lambda 2 ""0,1832, permiten concluir en Is
existencia de una relacion aceptable entre las variables activas y los ex-
pedientes.
Estes textos son extrados de doce cartas seleccionadas en razon de Ia
posicion tlpica que ocupan sabre elprimer plano factorial (cf grafico 5). Toda
la informacion (nombres de personas, de lugares, fechas, etc.) que hubiera
permitido idcntificar al autor ha sino suprimida 0 modificada. Se han
respetado la ortografia y la sintaxis.
.6
.,.'
.8
.4.9
.10
.3
.2
.12
.1.11
Grafico 5
L
-Cont.inuacion de las violaciones de la vida privada, robos y felonfas de
las autoridades judiciales de M. 1960-1979. Me permito senalarles que, en
caso de que se considerara mi referenda a B. (el nombre solarnen te, no soy
jurista) en la Tesis de doctor-ado, tre s volumenes dactilografiados, 950
pagirias, redaccion entre 1969y 1971, calleXnumero49, pisolO, departamento
alquilado al senor X, alquiler de 750 y despucs 1.000 francoa por mes, cinco
arnbientes, sabre comprobacioncs efectuadas por mi, sobre mi program a y
mis ideas, con fichas compradas y pagadas por mi, can mi sueldo, calle X
numero 25 Paris XlV, o en papel de mi propiedad (desechos 0compras), calle
332 333
X numero 66 a M. dacti lografiadas par des senoras que habian rcspondido
a un anuncio, pagadas a costa mia, aproximadamente 8000 francos en total,
»_ 01 seiior X., viudo en 01 momento del rapt», 10 que utilize para
obligarme a reinstalar mi hogar a 250 km de Parfs, sef,'1.1na respuesta que
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encuadernadas en A., 01 Pensamiento Universitario, a mis expensas, 500
frances, graficos irnpresos en M., plaza de Ia Balsa, a rrris expensas 1200
frances. Defendida en Paris, el X, viaje de ida y vuelta Puris-M. a costa mfa,
»tal un trabajo colectivo que la mierda de su izo y de oficia! de reserva
habria manipulado, instigado, 0tenido derecho a ussr, actualizar, plagiar,
querra t.ener a bien informer deelIo, bajo la proteccidn de la senora Ministro
de las Univcrsidades, e1Procurador General del Sena, para despacho a las
jur isdicciones interesadas."En particular, yonotengonada que ver con los suizos. aunque haya sido
invitado con mi mujer y mis hijos a la fiesta de fin de ano de 1971 por
protestantes del lugar, entre enos el senor X, a quien habra conocido cuan-
do el era aspirante de reserva y yo un soldado raso vitalicio. No estamos
distanciados, pero todos estes tipos se creen autorizados a dar 6rdenes a los
analfabotos y a Iosjudfos dol lugar ylos mandan hacer cualquicr cosa can tal
de valorizarse. No soy seguidor de Voltaire, atcntamente».
(Carta nurnero 615.)
obtuve a mi demanda reconvencional; mi presencia le molestaba para volver
a casarae».
(Carta numero 531.)
3.
2.
~IEsun hombrejoven, que necesira vaciar su corazon. a un hombre aquiencree comprcnaivo y representa 10que considera 10illas elevado en Ia justicia.
»Lueuo de los sucesos ocurr'idos en estos (lltimos tiernpos. Cumplo~ .ospccialmenre en advertir les de cosas que me han parecido sospechosa.s, y
de In persecucion que se dice imaginari a, pew que era en ofecto relative.
Luego de uria Iucha que libro desde que ten go quince anos, para comer,
instruirme y hacermo una situacion capaz de subvenir a las neeesidades de
mi madre y de un hogar. Este ana nuestros asuntos retamaban el buen
camino y tal vez debido ala capacidad y Ia vcluntad, habian despert.ado Ia
envidia de algunos que de hecho, han tenido un papel de dctractores par
argumentaci6n y sabotajes. Si no hubiera mas que a.Jgunas personas
particulares intoresadas en este manejo, no serfa nada, pero cuando
administraci6n y sociedad ... se mezcla en esc juego (,que quieren ustedes
que hagan un hombre joven, agotado por el trabajo, y su madre debilitada y
continuamcnte enferma ... denuncia por uno 0per el otro? En esc caso no
habriamos hecho mas que eso. [Pero! Cuando 10hadamos algunos se las
ingeniaban para hacer abortar 0 volver del reyes la investigaci6n (anul~r).
Tales habian sido los rumores, que yo habia matado (cuclnllada) a la novilla
de 18meses, que revento micntras pastaba. Cuando yo no iba por alla desde
hacfa cinco 0 seis dias. i,Quien? me soltaba rnis perrcs ala neche, presentaba
denuncias, me mand6 al tribunal, l,culintas veces y pOl' que? Me encerro los
pcrros sin bebida ni comida, me arrancaba los bancos de acecho, dcsaparccer
mojones 0 trataba de destruirlos (quemar 1impiando los prados .. , etc.)
tribunal por pastor-eo sabre terceros con cerco defectuoso (por que el senor X
preferia Ieer mis declaraciones par S1 rnismo). Y estos ultimos bosques rovo
estropeadas, cerco clectrico saboteado, soltar a su perro tras mis vacas
(intercs de aborto) encont.rarse en elcamino conperros sueltos cuando yo las
Ilevaba al campo, sin contar la.s provocaciones, ... etc. habria demasiado,
podria escribir un libro ... »,
(Carta numero 560.)
"PAM MIS HI,TOS EN PELIGROFISICO YMORAL
"a rafz de las carencias administrativas de Ia tramitacion "divorcio", que
perrnite a cualquier ban dido apoderarse impunemente de ninos, proceso que
no tiene nada que vel 'eon e1cliche de una controversja entre hombre y mujer.
»cornoresultado de mi carta deaprobacion, a proposito de la Policia, cuyo
comportamiento en S, ustedes habian dcrruuciado, y de Ia que yo sefialaba
que no se comportaba mejor en P., siendo e1 colrno que Ill."fuerza del orden"
que se toma por una "FUERZA DE CHOQUE" este aJ servicio de la justicia,
ustedes han tenido a bien informarrne que preparaban un artfculo acerca del
"DIVORCIO~, y sus consecuencias catastrofieas para los hijos. Siendo mi
testimonio susceptible de atraer BU atenci6n, segun 10que ustcdcs me han
informado, Ies envio adjunto a esta carta, como primera reaccion a la
reccpcion de texto de Ia segunda encuesta "SOCIAL", que obtuve por fal lo del
20 de noviembre de 1970;
,,-fotocapias de extraetos de cartas de los dos principales testigos falsos
solteros:
»--la senorita X, alias Corinne, que representa por sf los asuntos de
cama, la droga, el robo en las grandes bend as --cscapada con tres vestidos
cncima, con Ia utilizacion de ninos pequcnos que Ie dan el aspecto de una
valerosa madre de farnilia- , en los hoteles de los que coleccioria las sabanas
bordadas con sus respectivos emblernas, e incluso en la casa de por 10menos
uno de sus empleadores, de donde pude sacarla a tiempo; madre soltera; 8U
hijo en Ill.casa de la abuela.
,,- el senor X, desequilibrado soltero avoX42, donde mis hijos de ocho y
siete anos f"ueron.secuestrados y maitratados ala saJida de la escuela.
4.«Habiendo hablado con el senor X por tclefono esta manana, siendo el el
Presidente del Comite de Defensa, el misrno victima de un sindico estafador
en C., y que mand6 ala sornbra por varios ail0s; los mismos estafadores
reman en F., R. y claro en toda Francia. Pero en R. se llevaron un Chasco,
porque para ml los estafadores y c6mpHces no pasaran, pOl' 10 tanto
334 385
aprovechando las proxirnas clecciones, el senor X me pregunto si usted no
podrfa contar los Hechos en su Dim-in,pues 10que escribo es muy serio puesde la Republica, que rccibio, ella, una rcspuesta negative. Pero 10 mas
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~omo 10 decia cuando cl Canalla del Procurador est .aba en R. y que yo hicetrasladarse si por 10 menos W. (sa Lrata del autor de 1a carta) hiciera una
tonterfa 10 haria internar Linda Mentalidad osta basura, pero W. no hizo
ninguna tonteria, persigue a Ius estafadores en sus maniobras y no es lindo,
t:rasIadaron al municipio de P. y el senor Alcalde de esa comuna debe
contactarrne esta noche; pues luego de haber ide a M. vinieron, no X rey de
los estafadores y Director de los subsidies famitiares de I.fue a Buscarlos a
r\.. Poseo todos los detallos y lo propongo porierlos en .8U conocimiento cuan-do quiern perc 10 antes posible pues le agradecerfa si real mente pudiera
publicar articulos sobre los Chanchullos que Reinan en R. y en toda Francia,
en este momenta para que los franceses voten con pleno conocimiento de
causa pOl' Gente lim pia y no por protectores de los Chanchullos, estafadores
pues como se 10 habia dicho a rnis Abogados el2 0 3 demarzo habra novedades
dontro de poco eran csepticos pero ahora estan sorprcndido pOI' 10 que se y
en cuanto al odioso Ministro Xvino a R. pasando pOI' L. YN. era simplemente
para disipar las sospechas, pues el habria est.ado muy incornodo si hubiera
tenido v decir a Ja Prensa que venia para saber S I yo decia Ia Verdad sobre
los Ch;nehullos del Palacio, los . Iueces, los Canas de In Policia Judicial que
hicieron falsos documentos paraproteger a los estafadores comoXEscr-ibano
y X, rey de los Estafadores escribano en G. y otros».
(Carta mimero 759.)
que todo este asunto desde el comienzo de su solucion en la just.ici»,
Esperando que se dignen aeordar toda su atericion a esta carta y quedando
a su disposici6n para toda informacion complementaria, les ruego tengan la
seguridad de mi profundo y aincero respeto. .. . . .
"P. S.: Quisiera senalar que, con el fin de obtener justacia, mi padre ha
iniciado una huelga de hambre desde el pas ado jueves per la tarde y que se
encuentra desde el viernes por Ia tarde frente al Ministerio de Justicia, en
Ia plaza Vend6me ...
(Carta mimero 711.)
6.
5.
"Sin perder laesperanza deque secornparta mi punto devista (es terr.ible
10que cada uno piensa de los dermis), Ies rue goque, con ese fin, yean adjun-
to mi ultimo informe al Tribunal administrative de A., autorizandolos a
transcribirlo en "Le Monde" especialmente para los medics correspondientes
ala opinion publica de nuestro pais. . ,
»La verdadera cuestion, en atencion a lagravedad de una revocacron
arbitr aria de la Funcion publica (acornpanada de una tent.ativa de homicidio
por sugesti6n) es saber si la ley del JO dejulio de 1972 sobre Ia discr-imiria-
cion no es discrrminatoria; y S1no viola implicitamcnte (por 10menos) laConstitucion: (,Ialey sobre ladiscrirninacion implica reservas? Es Ia pregunta
que les planteo igualmente».
(Carta numero 583.)
«Habiendo sido mi padre victirna de una estafa de 15(tOOO (ciento
cincuenta mil frances) y de una grave injust icia, me permito dirigirles Ia
presente.
»Muy eiertamente, soy consciente de que un diario de la importancia del
vuestro debe recibir centenas de cart .as de este tipo, pero estimo que el caso
de mi padre amerita que uno se interese en e 1 . Si me dirijo a vucstr o diario
y no a otro, es porque en el momento actual «Le Mondo» es el unico organa
de prensa que ha osado criticar las incohercncias del sistemajudicial frances
y que, aparte del «Canard Enchaine», que ha publicado tres artfculos (copias
adjuntas) sabre este tema, la prensa hahecho un "black out» total sobre cste
escandalo --<.:omocada vez que un politico estfi en elorigen deun escandalo=-.
Con e1fin de informarles sumariamente la naturaleza cxacta del problema,
adjunto la copia de una carta que vanarnen te he t ratado de haeer publicar
en la prensa haee ya mas de un ana. Los hechos que en ella se describen
constituyen ya por sf rnismos un escandalo, EI caso se cornplica cuarido se
Babe que rni padre ha sido condenado a indemnizar a X presidents de la
compafiia X, y ala seguridad social pOT eI caso de lesiones, que la apeIaci6n
en easaeion por la propiedad del vehiculo resull6 en un rechazo (faHo del 12
X81), que mi padre envi6 dos cartas cert,ificacias a!senorministro de ,Justicia
Canciller que qucdaron sin respuesta, una carta certificada alsenor Presidente
7.
"Los Equipos Docentes de Ia S. , reunidos en asamblea general e112 de
octubre de 1980, en nornbre de su compromiso con la escuela publica y e!
evangelio de Jesus, so declaran afect.ados por todos los hechos que cu~s~onan
Ia escuela, Iajusticia y los dcrechos del hombre y por todos los sufrimientoe
individuales 0colectivos.
»Dichos equipos cstan profundamente conmovidos por el proceso y la
condena de su col ega X, macstra en 01 departamento, consagrada a la
educaci6n y a Ia instruccion de nines particularmento desheredados y con
dificultades (en la 8.1<:.8.yen LM.P.) .
. »Su comparecencia se produjo en un periodo de paz para nuestro pais,
mientras que elTribunal de Seguridad del Estado se ,:,stabJecio e~ un perf~do
de guerra. Su estatuto no otorga a todos los que son citados ante elga:a~ltlHS
equivalentes a las que brindan otras jurisdicciones: aunque es~as. ultirnas
deban resolver sobre hechos criminales, todas comportan procedimieritos de
apelacion. Errores judiciales celebres nos obligan -para salvaguardar los
dereehos de los acusados y 1& paz publica- a exigir la revision, en la Corte
de CasHcion, de las condiciunes furmales del proceso de X".
(Carta n\lmerO 559.)
336 837
8. las fuerzas creadoras y artisticas de nuestro pais, que pretende ser 01
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portador de la antorcha de Ja cultura y del AnTE, asurnio pa r S 1 solo esc robo,
como desafio y por desesperacion. No se trata de considerar que X es
inocente, el so declara culpable y la JUSTICIA juzgura. Personalrnente no
pide ni ayuda ni indulgencia. Carga con toda la responsabilidad y las
consecuencias de su acto. A traves de este heche que afecta hoy a un amigo,
10 que quiero denunciar es la situacion general de los artistas jovenes-.
(Carta numero 511.)
«La seccron de C. del PCF [Pard Communiste Fr-ancais] denuncia Ia
lamentable provocacicn anticormmista de Ia direccion del PS de C. En efecto,
en Le Monde del X/X/SO y mediante octavillas, 01 PS explica a quien quiera
escucharlo que dos milit.antes sccialistas fueron agrcdidos por comunistas.
No hay ninguna prueba de esta informacion. GTal vez se trata de una
provocacion de la derecha? simula lnterrogarse 0 1 PS; que importa, de todas
maneras el PCF es el inspirador de este acto a causa de su campafia con
respecto al PS. L-a deshonestidad de esta baja maniobra pohtica se agrava
por eJhecho de que los mvestigadores mismos, luego de haber identificado
al propiet.ario del vehfculo de los agresores, declararon que mula autoriza a
afirmar que los autores deesas violencias sean miembros del PCF. La verdad
es que a J a direccion del PS noIequed an mas que lacalumnia yla distraccion
para librars€ de las dificultades en que Is han colocado las propuestas de los
comunistas para salvar el ernpleo y elfuturo deC.exigiendo de Iamunicipali ~
dad sociaJista que deje de favorecer junto con la derecha Ia partida de las
ernpreaas: no pudiendo responder sobre sus responsahilidades reales concer-
nientes al futuro de la cmpresa X, la diroccion del PS ha optado por la fuga
hacia delante. En cuanto a los comunistas de C. ,no perderan su sangre fria
frente a esta provocacion irresponsable y continuaran como en el pasado
actuando en defense del empleo y el porvenir de nuestra ciudad,
»Por 18 direccion de seccion, X. Primer secretario de la seccion de C. delPCF".
(Carta nurnero 623.)
10.
9.
«Nopodemos pasar por alto el incidente que se produjo el19 denoviembre
ultimo a las 22 horas 40 en el cafe X de los Campos Eliseos. Los hechos Son
los siguientes: Las dos habfamos decidido, luego de una funcion de cine,
tomar algo en ese cafe, en Iaterraza cubierta. Pedirnos un te de tilo y un jugode frutns. El rnozo volvio luego de unos instantes para inforrnarnos que no
Ieera posible servir ados mujeres solas. Pedimos explicacioues y uno de los
jefes de comedor intervino para aclnr-arnos:
»--que efectivamente las ordcnes de13direccion eran no servir a mujeres
solas.
,,--que seguramente nos entregabamos a hacer la calle.
)~y en respuesta a una pregunta nuestra, no dude en responder queefectivamente nos tomaba por putas.
»Muy impresionadas por esta actitud, abandon amos el Iocal sin hacer
escandalo, seguramente sin ningun motive.
»Considcramoa que este comportamiento atenta gravernente, por un
lado, contra la dignidad de la mujer, y par el otro contra Ia legislacion sobre
la negativa de venta. Hemos escrito a] director de ese establecimicnto y
esperamos desde lucgo una respuesta que no dejaremos de hacerles conocer.
»Agradecemos a ustedes de antemano por participar en nuestra INDIG~NACION frente a semejantes procederes y quedarnos desde ya a su entera
disposicion para cualquier informacion complerncntaria que pudieran desear».
(Carta nurnero 405.)
«X, escultor, :15anos, bret6n, cuyas obras fueron seleccionadas por el
salon de la joven escultura, por ol salon de otofio, por el salon europeo de
Estrasburgo, Invitado a exposiciones en Nueva York, Montreal, Lausuna,
Ginebra .. . , t itular honoris causa de la Academia europea de Bellas Artes,
esta en prisi6n en B. Sera juzgado pOl' el tribunal de T. ellG de enero del 80
por robo de objetos de arte.
»Si me diri jo a ustedes no es para haeer una apologia del robo, sino para
informarles y centrar el enfoque sobre un hecho cargado de significaciones
y de consecucncias. SiX, individuo basicamerrte honesto, humilde yvaleroso,
ha cornetido esa mala accion es por dos razones: la primera es la situacion
deplorable en que, como la mayor parte de los artistas jovcnes de Francia,
se encontraba sumcrgido. La segunda es que habra teriido conoeirniento de
Ia existencia, enla casa de fin de semana prricticamente abandonada de un
medico, el senor X, de una acumulaci6n de obras de arte -pinturas de
grandes maestros, esculturas griegas, egipcias, ieonos rusos, tapices- que
harlan paIidecer de envidia a muchos de nuestros museos. Escandalizarlo al
ver confiscado y abandon ado sernejante patrimonio artistico, agobiado por
una situacion material sin esperanzas, indignado por la suerte reservada a
11.
«Habitante de V., voy a 1. para elegir mis librcs en Ia biblioteca. Esta se
encuentra en el tercer piso de un edificio. En el primer piso se encuentra la
comisaria de Policia. Hoy habia una multitud que esperaba. Dado que todos
los inmigrantes debian hacer el trarnite de renovacion de 3U permiso de
residencia por un afio segun la nueva ley "Stoleru" (para 106 norafricanos).
Antes de subir a buscar mis libros, me atrajo una gran agitaci6n. "Diez
personas solamente, todos los demas afuera y vuelvan manana" grito un
policia, La gente que esperaba desde hacia largo rato manifesto de inrnedia-
to su indignaci6n: "Pero, exclamo uno, ya perdi tres horns de mi trabajo,
338 339
no puerlo perder otras tres rnariaria". "[Cierren e1pica y vsiyanse, vamos,
rapido!». Rebe1i6n de la gente. Tres policfas llegan al rescate. Empujan con
Referencias bibliograficas
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todas sus fuerzas a congregados. Una mujer se cac. Al verla en eJsuelo, su
marido ernpuja a un po1ida. EI poliefa leasesta un violento golpe enIa cabeza.
Los inmigrantes ostan aterrorizados. Un viejo arabe ciego acompanado per
un chico de seis 0siete anos tarnbien esgolpeado. Otro hombre es zurr'ado por
dos policias. Grita que esta accidentado y enfermo.Redoblan los goIpes. EI
hombre cae y deja de moverse. La gente enloquecida seprecipit.a hacia fuera,
Yo estoy can otras personas. Los tres policias nos gritan: "Ustedes tambien
afuera", "Perc nosotros vamos ala biblioteca" digo. "Afuora, he dicho". Nosagarran violentarnente y nos eehan sin miramientos. Llega una ambulancia
y se l1eva al hombre herido. Escueho a un policia decir "estarnos en Francia
y nosotros hacsmos la ley. Que revienten en BU pais", Indignado, volvi a mi
casa. Ahora he decidido ir a la hiblioteca de rni ciudad. Pero me avergtienza
In actitud de los policfas; Me avcrguenza SCI' Frances».
(Carta nurnero 454.)
12.
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"Me permito escribirles para exponerles los hechos siguicntes: mi sobrina,
madre de dos ninos de 6 y 3 anos y actual mente ernbarazada de siete meses
se refugio en mi casa desde el sabado 22 de marzo de 1980 para escapar a losrepetidos galpes de su concubine, quien le confisco los documentos de
identidad, sus Haves y sus objetos personales para obligarla a dejar el
departamento que adquirieron en comun en el2 deA.. . Desde su partida de
A. mi sobrina ha sido agredida en la calle varias veces par su ex concubine.
qu een todas las oportunid ades le arrebat61 a cartera que contenia duplicados
de los diferentes documentos que las autoridades competentes t.uvieron a
bien confeccionar nuevamente luego de numerosos ymuy trabajosos tramites.
"E1 viernes 4 de abril de 1980 el ex concubine de mi sobrina me llam6 par
telefono ami oficina para saber SI podia ir a mi casa a visitar a sus hijos. No
viendo inconvenientes en ello, convinimos una cit.a en mi casa para el
miercoles 9 del corr iente a las 18horas. Por desdicha, al partir mi visit.ante
se llevo discretamente Ia nueva cartera de mi sobrina con sus documentos,
dinero y un manojo completo de l1aves de mi departamento. 10 0 cual es muy
grave porque yo misma tengo tres hijos de 8 anos, 6 anos y 4moses y trabajo
de noche. En las corrrisarfas de B. y de A. se declaran incornpetentes para
encontrar una solucion al problema y es por eso que me dirijo personalmente
a ustedes para resolver can rapidez este asunto que puede empeorar en
cualquier momento.
»C.C.: senor Cornisario de A.; senor Comi.sario de B.; senora Asistent.e
social deIa alcaldia de A.;LeCanard Erich aine, RTL; Le Mende, France Soir,
Le Meilleur; Asociacion de Mujeres Golpeadas, Asociacion Dejarlos Vivir;
senor X ex concubine de mi sobrina; sefior Ministro del Interior».
(Carta numero 501.)
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