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Capitulo 4 zQue son los principios?
Entre la etica general que trata de los aspectos eticos que son ,,\lidos para todos en todo momento y circunstancia, y las actuaciones puntuales que neva a cabo cada persona en situaciones con
cretas, est;; esa zona intermedia de 10 que vienen Ilamandose las eticc15 apficadas 0 eticas especiales tales como la etica economica, la etica polItica, 1a etica sexual, etica de la educacion, etc. En esa
zona intermedia se situa la etica de las profesiones en general y la etica de cada profesi6n en particular. La etica general reflexiona
sobre 10 que es la etica y sobre 10 que exige 0 recomienda siempre yen toda circunstancia: ique debemos hacer? ic6mo es bueno que actuem05 en orden a llevar y promover una vida que merezca ser
lIamada buena? La eticas aplicadas, entre elias las eticas profesio
nales, tratan de especificar los criterios a los que hay que atenerse o que pueden orientar un ambito particular de las actividades
humanas como es el en el caso que nos ocupa el del ejercicio de
una profesi6n determinada 0 de las profesiones en general. Aunque la etica de las profesiones se mueve en el nivel inter
medio de las eticas especfiicas 0 "aplicadas", no puede prescindir del todo del nivel de la etica general, fundamental 0 basica , EI pro
, fesional se juega en el ejercicio de su profesi6n no s610 su ser un buen 0 mal profesional, sino tambien su ser etico; no acaba de pader ser considerada persona eticamente aceptable quien en todos los ambitos actuase bien y cumpliese con sus deberes, menos en el ejercic io de sus responsabilidades profesionales, Por
otra parte, las razones ultimas por las que una actuaci6n profesional puede ser calificada como buena 0 mala, obligatoria, permiti-
t':'IC'; DE L':"S PROFES!ONES
ETL ......... ",NERAL Uk: LAS PROFESIONES
da 0 prohibida remiten a criterios que estan mas alia de 10 que es el ambito profesional y remiten a razones que indican que es
bueno 0 malo, obligatorio, permitido 0 prohibido en orden a Ile
var una vida buena y digna. Por todo 10 cual la etica profesional
no puede desentenderse del to do del horizonte de la etica general.
Tampoco puede una etica profesional desentenderse radicalmente de las decisiones concretas que toman, pueden a deben
tamar los prafesianales en situaciones concretas, aunque un libra
de etica profesional no consiste en ofrecer 1001 recetas para los 1001 casas que se puedan presentar. Para que 10 que se afirma en etica pueda ser Ilevado a la practica en el ejercic io de la profesi6n
hay que tamar en consideraci6n todos los aspectos de la vida pro
fesional que son relevantes para orientar las decisiones. Asi pues, la etica prafesianal, aunque se mueve en esa zona' intermedia de
las eticas especiales 0 " aplicadas", tiene que permanecer abierta tanto al nivel de la fundamentaci6n como al de la aplicaci6n de la etica a las situacianes concretas. La fundamentaci6n de las afir
maciones eticas y 10 que acurre can la etica cuando se la lIeva a
la practica son las dos piedras de toque tanto de la etica pensada como de la moral vivida. Hay que permanecer abiertos a 10 que sucede con los principios cuando se los aplica.
En este libra no nos ocupamos de ninguna practica profesiona l en especial, sino de todas en general. Cada profesi6n tiene su propia historia, tiene sus peculiaridades que la hace diferente de otras profesiones, varia tambien segun las culturas en las que se ha ida
ejerciendo. Hay aspectos importantes del ejercicio profesional que varian a 10 largo del tiempo al ritmo de los cambios tecnol6-gicos, sociales y cultura les. Los medicos, par ejemplo, tienen que curar 0 al menos tratar de aliviar los males de la hipertensi6n; pero
en la epoca de los betabloqueantes esta fuera de lugar el recurso
a las sangrias y sanguiJuelas de otros tiempos . Los arquitectos tienen que hacer casas que no se caigan; pero no tienen que emplear los mismos recursos en terrenos de frecuentes movimientos SIS
micas que en otros en los que no se han registrado movimientos sfsmicos importantes desde hace varios siglos.
Cada profesi6n consiste -10 veiamos en el capitulo 2- en un conjunto de actividades a las que de forma asidua se dedica un
colectivo de personas especfficamente preparadas y facultadas
ETIC;" DE LAS ?ROFESIONES
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lout SON LOS PRINCIPIOS? 91
para lIevarlas a cabo en orden a proporcionar determinado tipo de bienes y servicios. Eso puede estar mas claro en unas profesiones
que en otras, en unas culturas que en otras, en unas fases de la historia que en otras ... En que consiste ser un buen profesional y cua
les son los criterios par los que se juzga acerca de que actuaciones profesionales son buenas y cuales son inaceptables es algo que tienen que debatir y plantearse ante todo los mismos profesionales -aunque no 5610 elias. Sin embargo las profesiones tienen algunos rasgos en comun que son los que aqui nos van a ocupar.
No nos movemos, pues, en el nivel de los casas puntuales sean tip icos a irrepetibles, ni tampoco en el nivel de las grandes abstracciones universalistas, sino en el nivel intermedio de los princi
pios de la etica profesional. Desde ahi habra que preguntarse
tanto par la fundamentaci6n de los principios como par la aplica
bilidad de los mismos, tanto de la unidad resultante de la articulaci6n jerarquizada de los diferentes principios como de la multiplicidad de contextos y facetas que hay que tamar en consideraci6n a la hora de lIevarios a la practica.
EI deontologismo plantea los temas eticos en terminos de normas y deberes; el teleologismo comunitarista los plantea en terminos de bienes a fines. iPor que planteamos la etica general de las profesiones en terminos de principios? Contamos, par de pronto, can el precedente, lIeno de exito, de la bioetica que ha sido construida en torno a los cuatro principios que tambien nosotros
vamos a considerar: el principia de beneficencia, el principia de autonomla, el principia de justicia y el principio de no maleficencia. La bioetica ha hecho un camino fecundo de la mana de estos cuatro principios. No faltan voces crfticas; las tomaremos en con
sideraci6n al hacer nuestra propia propuesta ace rca de nuestro
modo de entender esos principias y las formas de relacionarlos. En la era de la ciencia, tras varias decadas de positivismo, con
frecuencia se pretende justificar las actuaciones profesionales ape
lando a los hechos. Pero los hechos par si solos no proporcionan
criter ios de actuaci6n. Los datos, el conocimiento de las situaciones, circunstancias y concatenaciones causales pueden hacernos
conocer exhaustivamente las cosas, incluso las posibilidades. Para
orientar las acciones y decisiones necesitamos situar esos hechos y esas posibilidades en relaci6n can algun principio valorativo que
iTICA DE LAS P"OFi::SIOt-:'ES
92 ETICA GENERAL DE LAS PROFESIONES
nos diga que unas acciones, metas 0 resu ltados son mejores que
otras, que es preferible promover y cu idar la sa lud que dejar que
las enfermedades sigan su curso, por 10 que, por ejemplo, habra que discrim inar dadas las circunstancias entre unas sustancias que
son toxicas, es decir, peligrosas para la sa Iud, y otras son inocuas, etc. Esto es 10 que proporcionan los principios valorativos.
Si hablamos de etica profesional es porque -se supone- hay actuaciones profesionales buenas y malas; unas son eticamente
recomendables y otras reprobables, no solo desde el punto de vista tecnico 0 de la eficacia, sino tambien desde el punto de vista etico.
iQue tiene que hacer una persona que quiere actuar eticamente en el ejercicio de su profesi6n? Ciertamente muchas cosas; pero mas
alia de las mil concreciones, buscamos criterios que nos permitan discriminar entre actuaciones aceptables y otras que no 10 son iDe don de salen 0 a donde apuntan esos criter ios? De unos criterios superiores 0 principios que permiten orientarnos acerca de 10 que,
en terminos eticos, es deseable 0 aceptable y 10 que no 10 es. Los principios eticos son aquellos imperativos de tipo general
que nos orientan acerca de que hay de bueno y realizable en unas
acciones y de malo y evitab le en otras . Para R. M.HARE (19 75,6155) un princ ipia moral es un imperativo universal que prescribe deter·
minado tipo de acciones en r2zon de determinadas caracterfsticas
descriptivas que, siempre que se den y en igualdad de circunstancias (caeteris paribus), obligan a actuar obedeciendo a ese principio . Cabe matizar esta caracterizaci6n. Los imperativQs, aun siendo
universales, tienden a prescribir actuaciones; los principios morales
no prescriben actuaciones concretas de forma directa e inmediata,
mas bien apuntan a los temas y metas que no hay que perder de vista a la hora de actuar y sobre to do a la hora de formular cua
lesquiera normas 0 prescripciones morales. Los principios se distinguen de las normas por ser aquellos mas
genericos que estas. Los principios ponen ante los ojos los grandes temas y valores del vivir y del actuar; las normas aplican los principios a situaciones mas 0 menos concretas, mas 0 menos genericas.
No siempre queda clara la distincion. Las normas suelen hacer referencia a algun tipo de circunstancia, aunque sea en terminos gene·
ricos. Pero tambien los principios se hacen inteligibles cuando
adquieren concreci6n normativa y hacen refe rencia a las situacio-
ETIeA DE LnS PROFESIONES
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ON LC NCIP
nes en las que se invocan y se aplican. En terminos generales un principia enuncia un valor 0 meta valiasa (0 un contravalor 0 un
resultado que merece evitado); las normas en cambio, intentando realizar el principio bajo el que se subsumen, dicen como debe aplicarse un principio en determinadas situaciones.
Ta nto las normas como los principios son, en terminos 16gicos, igualmente universales aun cuando el ambito de aplicaci6n de los principios sea mas amplio y general que las normas especfficas que caen bajo dicho principio. "Todos los seres humanos nacen iguales en dignidad y derechos" es un principio universal 0 una expresi6n de valor que implica un principia orientador de fa accion
en tE~ rminas universales; "Todo testigo de Jehovah adulto que rechaza una transfusion debe ser respetado" es una norma a prin ·
cipio igualmente universal, aunque su ambito de aplicacion sea
mas restringido. "Todo ser humano" y "todo profesional" 0 "todo juez" son todos ellos conceptos universales, pero el primero es mas general que los otros dos y ademas los incluye, el segundo es mas general que el tercero y menos que el primero, puesto que todo juez es un profesional, pero no todo proiesional es juez, etc.
Puede ayudar a comprender 10 que son los principios ver el papel que desempenan en la acc i6n. ONORA O'NEill (1989) entiende los principios como maximas mediante las cuales el agente organiza numerosas intenciones espedficas. Pone un ejemplo:
quiero recibir bien a un amigo, Ie preparo una taza de te, caliento la tetera, Ie ofrezco azGcar .. . Lo que guia y da sentido a todas esas intenciones espedficas subordinadas es el principio subyacente de querer recibir bien a un amigo. Si fuese otro, no haria los actos que
hago, haria otros, 0 los haria de otra manera. Si tuviese el principio contrario (recibirle mal) harIa otras casas; si tuviese el mismo prin·
cipio en otra cu ltura haria tambien otros actos; el mismo principio subyacente tendria que expresarse a traves de un conjunto diferente de intenciones espedficas. Puede suceder que las intenciones espedficas que ponen en practica un principio subyacente de modo apropiado en un contexto, pudieran realizar otro principia
di ferente en otro contexto . Un principia como "no enganar" en contexta moderno poclrfa
traducirse por no firmar cheques sin fondos, no ser espia 0 no manipular la opinion publica. En otros contextos esas acciones no
existen y resultan incomprensibles. En esos otros contextos no
t.:::Cr. DE LAS PROfESICNES
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,4 tTICA U~t>I£RAl. DE LAS PR.OF'ESIONES
er ilanar podria traducirse, por ejemplo, por no lIevar armas ocultas 0 no vestirse de mendigo el que es rey. La acci6n se hace inte
ligible en el contexto de unas practicas y de unas instituciones. Esos contextos t ienen su propia historia sin la que las diferentes intenciones del agente son ininteligibles. AI adoptar maximas de
un tipo moral apropiado no adoptamos un conjunto de normas morales, sino mas bien ciertas directrices para la vida: para lIevar
un determinado tipo de vida 0 ser determinado tipo de profesio
nal 0 de persona. Los principios marcan orientaciones para las normas mas que prescribir normativamente ellos mismos; entre otras razones porque, tal como los entendemos, sue len hacer abs
tracci6n de las situaciones 'en las que tienen que ser Ilevados a la practica. La moralidad consiste, segun O. O'Neill, en tener los principios subyacentes apropiados mas bien que en conformar las propias acciones con criterios especfficos.
iQuien es un buen profesional? Aquel que hace buenas actuaciones profesionales. Y lque es una buena actuaci6n profesional? o ique es una mala practica profesional? Evidentemente la respuesta concreta a estas preguntas se diversifica en las diferentes profesiones, en las diferentes epocas dentro incluso de la misma profesi6n, en las diferentes culturas y circunstancias en que se desarrollan las actuaciones profesionales . Los principios de la etica profesional formulan los grandes capitulos y los principales
criterios por los que se guia fundamentalmente la practica profesional que quiere ser etica. Naturalmente esto tiene perfiles mas concretos cuando se habla de una profesion concreta, pero hay puntas de convergencia y semejanza entre las diferentes eticas profesionales y de ellos es de los que nos toca hablar.
Tada profesi6n consiste, 10 vefamos mas arriba, en un conjun. to de actuaciones que se proponen realizar un determinado tipo de bienes 0 servicios. EI primer criterio para juzgar las actuacio
nes profesionales sera si se logra y c6mo se logra realizar esos bie
nes y proporcionar esos servicios (principia de beneficencia). Como toda actuaci6n profesional tiene como destinatario a otras
personas, tratar a las personas como tales personas, respetando su dignidad, autonomia y derechos puede ser el segundo gran crite
rio 0 principio para juzgar las actuaciones profesionales, como por 10 demas todas las relaciones sociales (principia de autonomfa). Las actuaciones profesionales se lIevan a cabo en un ambi-
Ene,\ DE LA.S PROF"ESIONES
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NCIP:
to social con demandas multiples que hay que jerarquizar y recur-
50S mas 0 menos limitados que hay que administrar con criterios
de justicia (principio de justicia). Y cuando todo ello no fuese posible lIevario a cabo en positivo, habra que empezar por no hacer dano, no perjudicar a nadie que pueda quedar implicado 0 afectado par una actuaci6n profesional (principia de no maleficencia).
I. EL PRECEDENTE DE LA BIOETICA
Ya desde los primeros pasos de la bioetica en los Estados Unidos se abre un debate sabre principios y contextos (GUSTAFSON, 1965).
A finales de los anos 70 comienza sus trabajos la Comisi6n Nacional para la protecci6n de 105 sujetos humanos de experimentaci6n biomedica y conductual (en adelante "Comisi6n Nacional ... ';' Tras
un primer ana de trabajos preliminares celebra dicha Camisi6n la
Conferencia de Belmont a la que se incoporan algunos expertos. Fue alii donde se puso en marcha la formulaci6n de los principios de la bioetica que pronto Ilego a convertirse en canon, cuya invo
caci6n adquiere en ocasiones las propiedades magicas de un "man
tra" de la bioetica, de la etica medica y par extensi6n del resto de
las profesiones. AI principia no fue asi. Albert Jansen en su cr6nica del naci
miento y consolidaci6n de la bioetica en los Estados Unidos de America nos cuenta que fue Karen Lebacqz la que introdujo el
tema de los principios de una forma alga mas tentativa y plural que aquella en la que luego vinieron a quedar "can6nicamente"
establecidos y a ser repetidamente invocados. En un primer
momenta los cuatro principios de la bioetica fueron tres . A.JONSEN (1998, 103) los introduce asi: "Tres principios basicos que estan
entre 105 que se aceptan generalmente en nuestra tradici6n cultural: los principios de respeto a las personas, de beneficencia y jus
ticia". (traducci6n y cursivas mias: AH.). EI principia de benefi
cencia hace referencia en primer terminG a! sujeto individual al
que se supone que beneficia la investigaci6n, pero tambien a atros
beneficiarios individuales y grupales presentes y futuros; el princi
pio de autonomia se refiere sabre todo al respeto a la autodeter
minaci6n de las personas; el principia de justicia se refiere tanto a
la justicia distributiva como a la compensatoria; par ultimo, el
Ene..; DE :"'AS P?OFZSIOI:£S
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principio de no maleficencia trata de evitar 0 al menos minimizar
el dano que se causa a los sujetos individua les de la investigaci6n
aSI como a otros individuos y grupos. En ese mismo contexto
naci6 el p lanteamiento que termin6 siendo, en cierto modo, el
mayor oponente te6rico del principialismo: la reivindicaci6n de la
casuistica renovada UONSEN y TOULMIN (1984); ver JONSEN, SIEGLER, WINSDALE, Y OTROS, 1986).
Desde los anos 90 se esta volviendo a debatir el tern a de los
principios y c6mo hay que entenderlos, cual es su alcance y valor
y que jerarqula cabe establecer entre ellos en orden a justificar
determinadas recomendaciones morales en lugar de otras, etc . Hay
quienes quieren acabar con elias y hay quienes quieren asentarlos
definitivamente. La cuarta edici6n del "catecismo" de estes prin
cipios (BEAUCHAMP y CHILDRESS, 1999; l' ed., 1979; la traducci6n
espanola que citamos se ha hecho sobre la cuarta edici6n de
1994) se reafirma en ellos aunque con algunos re toques en el modo
de interpretarlos y moderando mucho las pretensiones acerca del
alcance cognitivo que cabe atribuirles (ver CHILDRESS, 1994). No
deja de ser revelador que esta cuarta edici6n de este libro ci;;sico de la bioetica "made in USA" ("too Western, too American, too white, too middle-class" segun DUBOSE, HAMEL, O'CON ,~EL 1994, 3)
haya podido ser presentado en una recension como el ocaso del principialismo (EMANUEL, 1995).
No podemos entrar aqui con detenimiento en este debate sobre el principialismo. Tampoco podemos dejar de tenerlo en
cuenta a la hora de exponer los principios de la etica profesional.
Sin referirnos explicitamente a ese debate iremos fijando nuestra
postura. Con muchos de sus detractores y la mayoria de sus defen
sores entendemos que los principios (estos cuatro en concreto,
pero tambien cualquier otro que se pudiera formular 0 anadir) no
pueden ser establecidos con fuerza y contenido normativo al mar
gen 0 por encima de los contextos y decisiones de los agentes
morales. Los agentes morales, en nuestro caso los profesionales,
no se limitan a aplicar conocimientos extraidos no se sa be de
donde ni por quien. La etica profesional, tanto en sus formulacio
nes como en su ejercicio, se aproxirna mas a una practica reflexi·
va que a la aplicacion de una teoria (HAVE, 1994, 104). Sabiendo
esto, sin tamar los principios como veredicto definitivo e inde-
Ene;.. DE LAS ?ROfES! ONES
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<.101"'" SON L ...... ,INCIl ~"'.... 97
pendiente, ellos nos ofrecen un punto de partida y nos hacen fijar
la atencion en cons iderac iones basicas que hay que tener en
cuenta a la hora de formarse un juic io en las decisiones 0 casos
problematicos.
La falta de fundamentacion de los principios, aSI como la
ausencia de un modo raciona! de establecer un orden jerarquico
entre el los en casos de conflicto, abre un amplfsimo margen de
discrecionalidad para hacer prevalecer unos sobre otros ... Esta situaci6n hunde sus ralces en !a falta de una teorfa etica unitaria.
Hay que decir que el principia de beneficencia responde mas bien
a un planteamiento teleol6g ico, que inicialmente refleja los plan
teamientos consecuencialistas del utilitarismo pero que tambien
cabe articular en los terminos aristotelicos a neoaristotelicos de
las eticas de bienes. En cambio el principio de autonomia es cla
ramente deontol6gico, de inspiracion kantiana, aunque el modo
de aplicarlo esta mas proximo al liberalismo de Locke 0 de Mill
que a la etica de Kant.
EI conflicto entre la beneficencia y la autonomla se resuelve
siempre a favor de la autonomia, pues el bien impuesto heteronomamente no alcanza el nive! propiamen te moral. En terminos de
las eticas deontologicas mas recientes la optatividad de las mora
lidades sustantivas propias de las diferentes tradiciones han de
ceder ante la unica etica universal mente vinculante para todos.
Cualquier bien ha de quedar difuminado )' devaluado ante el bien absoluto de la buena voluntad y del fin en si. Pero como los deba
tes de la bioetica no se quedan en el terre no de la fundamentacion
formalista y universalista, las incoherencias inaceptables a las que
puede dar lugar esta forma de plantear la jerarqula entre autono
mia y beneficencia tratan de subsanarse introduciendo el princi
pia de no maleficencia como prioritario incluso por encima del
mismo principio de autonomia. Es claro que entre esos tres prin
cipios dificilmente pueden resolverse los temas de justicia distri
butiva cuanda los recursos son escasos y las alegaciones se multi
plican . Par esa se introduce el principia de justicia, pero no acaba
de verse que sea principio que colisiona con los otros dos.
No es la unica posibilidad. Nosotros nos proponemos ofrecer
aqui una sistematizacion de los principios desde la teorla etica de
matriz aristotelica -buscando ampliarla con las perspectivas que
98 E'I'ICA GENERAL DE U .. S PROFESIONES
las eticas modern as de matriz kantiana han aportado- y tratando
de atisbar 10 que esa etica tiene que poder cambiar cuando se
pasa de la comunidad politica como la polis griega a unas sociedades pluralistas modern as en las que los valores compartidos son problematicos.
Junto a esas cuestiones basicas se plantean tambien otras cues
tiones de no menor importancia: Los cuatro principios de la bioetica ison todos los que estan y estan todos los que son? Pensamos que los que estan, son; aunque, para 10 que nosotros pretendemos el principia de no maleficencia puede ser tornado como la inevi
table sombra que acompana al principio de benevolencia, pero luego tambien a cualquier otro. Cabe incluir otros, sin necesidad
de recurrir a principios derivados de estos ni a reglas subordinadas. No consideramos que cada principio sea una unidad cerrada en SI
misma ("indivisum in se et divisum a quolibet alio" - dedan los
escolasticos) que deje claro que queda incluido y que excluido en cada principio, sin posibles conexiones ni coincidencias. Cabria, par ejemplo anadir el principio de responsabilidad, el de competencia, los principios de lealtad y celo en el ejercicio de la profesi6n, especialmente cuando se esta representando al cl iente y sus intereses ante terceros; el principio de fidelidad en el doble sentido de mantener las promesas y cumplir los contratos y tambien de eludir la actuaci6n profesional representando a clientes con inte
reses contrapuestos a incompatibles; par ultimo cabria destacar el principio de confidencialidad que obliga a guardar los secretos que uno conoce en raz6n del ejercicio profesional ya respetar la intimidad de las personas implicadas (ver CHILDRESS, 1994, 755).
Los principios no son independientes de la tearia moral desde la que son formulados y desde la que se reffexiona sabre ellos. Tampoco son independientes de la praxis moral en la que son invocados y puestos en practica, 0 si se prefiere "aplicados"
mediante la inevitable interpretaci6n prudencial que los especifi
ca, sopesa en relaci6n con otros principios (CHILDRESS, 1994, 83).
Por eso no siempre que se invocan esos principios se esta apelan
do a 10 mismo, ni se esta considerando que tienen el mismo alcan
ce, la misma prevalencia a la hora de entrar en confficto con otros principios, el mismo papel orientador de las decisiones y configurador de las conductas.
E'I'ICA DE LAS PROFESIONES
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.,.
Nuestra exposici6n sobre los principios no tiene caracter definitivo en ningun sentido. La que sobre elias y desde elias digamos
y las elaboraciones que hagamos sobre los planteamientos acerca de las relaciones que tienen entre 51 tienen, necesariamente, que
quedar inacabados, son provisionales, estan pendientes de posibles, convenientes 0 preceptivas consideraciones adicionales que
modifiquen las que aqui -tentativamente, con caracter revisable y cuestionable- vamos a presentar. Aun as), con toda esta precarie
dad, veremos que los principios ofrecen claves de inteligibilidad que pueden ser completadas, revisadas y matizadas, pero que aportan elementos de los que no es posible prescindir a la hora de formarse un juicio moral sobre las actuaciones profesionales.
II. iC6MO SE JUSTIFtCAN lOS PRtNClPIOS?
Escribe A.MACINTYRE (1990) que para nosotros hoy un principio es una afirmaci6n 0 una norma que sirve de premisa en las argu
mentaciones. Para Arist6teles 0 santo Tomas un principio era eso, pero adem as y simultaneamente era aquello de 10 que habla el principio. Ellos unian 10 que nuestro lenguaje contemporaneo divide. Hoy ningun principio es primero en cuanto tal; 5610 es primero desde una determinada perspectiva que se adopte. EI caracter primario (la primacia) de los principios es relativo a los contextos sociales y a las metas individuales. Los principios supremos
del obrar humano no son otra cosa mas que la traducci6n norma
tiva de las metas ultimas del vivir humano,
Los primeros principios 5610 tienen sitio en un universo carac
terizado en terminos de determinados fines fijos e inalterables. Propiamente hoy ningun principio es primero en cuanto tal, s610 es primero desde una determinada perspectiva que se adopte. EI
caracter primario 0 la primada de unos principios sabre atras depende de los contextos sociales y de las metas que se marquen los individuos y los grupos. En la vida practica es el telos el que proporciana e) principio, el primer principia de l razonamiento
practico. La justificaci6n de los principios remite a los fines inscritos en el dinamismo de los deseos humanos. En que medida eSQS fines formulan metas irrenunciables del vivir humane 0 en
que medida incorporan adem as elementos teleol6gicos de la cui-
tTIc;.. DE L':'.S ?::>.OF::Slml::S
Bien entendido que sensu stricto ni descendemos deductivamente como si se tratase de un silogismo que partiendo de premisas sacase conclusiones necesarias y ciertas, ni ascendemos inductivamente de los cas os a las leyes norm as y principios. Los princi
pios para poder ser aplicados han de ser especificados, interpretados y sopesados a la vista de las situaciones y de los casos a los que se los pretende aplicar; por eso mas que prescribir 0 prohibir acciones concretas, orientan aeerea de algo valioso que debe ser
tomado en consideracion. Solo desde la mediacion permanente entre los principios y las situaciones en las que tenemos que actuar se hacen operativQS los principios y se iJuminan las situaciones. liLa estructura de la etica aplicada -escribe A.CORTINA
(1993, 174)- no es deductiva ni inductiva, sino que goza de la circularidad propia de una hermem2utica crftica .. . " .
IV. CASOS Y CAsuisTICA
La etica se propone orientar, justificar 0 cuestionar las actuaciones y decisiones humanas. Esto 10 hace al menos en tres nive
les de mayor 0 menor concrecion, de menor 0 mayor generalidad:
a) En el nivel mas general la etica se ocupa de reflexionar acer
ca de los elementos constitutivos de la vida moral, esos que estan presentes y son vinculantes en toda Deasi6n 0 circunstancia. Este nivel puede recibir el nombre de Mca general; aquellos autores y enfoques que ponen en el centro de dicha reflexion la pregunta por la justificacion ultima de los juicios eticos la Ilaman tambien etica fundamental.
b) En el otro extremo esta la reflex ion etica que acompana y busea iluminar y orientar el proceso de toma de decisiones
en casas concretos y que en ocasiones ha recibido el nombre de casufstica .
c) En el media estan las Ilamadas eticas aplicadas 0 eticas especiales: etica de las profesiones, etica de la empresa, etica sexual, etica economica, etica polltica, etica de la educa
cion . . . La legitimidad de estas eticas especiales 0 aplicadas se deriva de que sirven para orientar, justificar 0 cuestionar las actuaciones y decisiones de los agentes morales en estos
ambitos, en los que no basta can las exigencias, plantea-
ETICA DE LAS PROFESIONES
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mientos y recomendaciones del nivel general, ni es suficien
te dejarlo todo en manos de las decisiones puntuales y las generalizaciones experienciales propias de la casufstica.
Cada vez que actuamos hacemos un acto completamente singular en un momenta dado y en circunstancias determinadas. Pero
ese acto y esas circunstancias los nombramos con palabras y los
juzgamos con criterios que igualmente valen para nombrar y juz
gar otros aetas y circunstancias semejantes que, tal vez, nosotros u
otros hem os 0 han vivido. Actuamos en contextos significativos, en
un marco institucional, tal vez desempenando determinado rol,
dentro de una tradici6n cultural. Aunque las actuaciones son siem
pre concretas y las situaciones son puntuales, no empieza la vida
moral, no empieza el conocimiento moral con cada situaci6n y con cada actuacion . Unas veces no haremos justicia a 10 que la
situacion tiene de nuevo e irrepetible y otras no acabaremos de
comprenderla e iluminarla convenientemente por no captar 10 que
desde otras situaciones similares es posible entender y enjuiciar.
EI conocimiento moral aplicado se mueve pues en diferentes
niveles que pueden y deben combinarse para decir y justificar que es bueno hacer y que debemos evitar. Esto supone a) conocer las situaciones concretas con sus circunstancias; b) percibir tambien
las posibilldades que entranan esas situaciones y los diferentes cur-50S de accion que en el ias se abren; para poder calibrar el significado de 10 que esta en juego en esas situaciones y en esos diferentes cursos de accion se requiere c) disponer de una tipologia que nos abra los ojos para percibir 10 que esa situacion tiene de pareci do y de diferente can otras situaciones comparables yean otros cursos de acdon ya conocidos, sea porque nosotros mismos los
hem os vivido y experimentado, 0 porque pertenecen al acervo camlin de una cu ltura, con sus historias, refranes, etc. La riqueza de
elementos, perspectivas y facetas que hay que tener en cuenta es muy importante, pero no basta. Hace falta ademas d) capacidad de juicio para ver bajo que tipologras es adecuado subsumir esa situa
cion y esos diferentes cursos de accion, e) a que principio5 hay que apelar ... y f) como se pueden plantear y tal vez resolver los posi
bles conflictos entre principios, como puede justificarse un orden
jerarquico entre ellos y si ese orden es estable 0 cambiante, depen
diendo de las circunstancias UONSEN y TOULMIN 1984).
ETICA DE LAS PROFESIO~ES
106 ETICA GENERAL DE LAS PROFESIONES
EI conocimienta moral "aplicada" na cansiste pues en una sim
ple aplicaci6n deductiva de un unico principio ni en una jerarqui
zaci6n rigida de principios. Tampoco es suficiente con una mera
descripci6n de situaciones, circunstancias, acciones y posibles
consecuencias. En el conocimiento moral se combinan insepara
blemente las descripciones de hechos y la captaci6n de pasibili
dades de actuacion can las valoracianes normativas. Todo eso con
tribuye al conocimiento moral, sin par eso confundir ni poner en
un mismo plano unas casas y otras. Como hemos dicho mas arri
ba las situaciones iluminan, confirman 0 cuestionan la aplicabili
dad de los principios. Los principios morales, cuando tienen pre
tensiones de aplicabilidad, tienen siempre un contenido que lIeva
la impronta de las situaciones para las que ha sido invocados; los
principios para ser practicos y tenidos en cuenta deben adaptarse a las situaciones; las situaciones y decisiones para a ser entendidas
y vividas en 10 que esta en juego en elias des de el punto de vista
moral, deben ser descritas y narradas en terminos que las presen
tan en el horizonte teleol6gico al que apuntan los principios . 5610
desde la mediacion permanente entre los principios que podemos
invoear y las situaciones en las que tenemos que actuar se ilumi
nan las decisiones concretas que podemos 0 debemos tamar.
Abordar los temas de la etica aplicada en general y de la etica de
las profesiones en particular desde el tratamiento y discusion de
casos concretos es un buen antidoto frente a los debates puramente en terminos te6ricos y universales que hacen abstracci6n de
situaciones, circunstancias y consecuencias reales. Pero e! afan de
pretender resolver las cuestiones 5610 mediante el estudio analfti
eo de casos y mas casos, sin un planteamiento teorico minima
mente coherente y sin apelar a principios que proporcionen orien
tacion, lIeva tambitn a callejones sin salida (VIELVA 2000) .
Los casas, especial mente cuando se trata de casos reales,
nunca se reducen a ser un mero ejemplo de 10 que establecen los
principios; siempre concurren en elias facetas que no quedan sufi
cientemente atendidas en la formulacion generica de uno a mas
principios. La puesta en practica de un principia nunca a casi
nunca es mera aplicacion a un casa individual de un principio a
norma universal. Los ejemplos estereotipados de las discusiones
descontextualizadas -"casufstica-ficci6n"- pueden hacer creer 10
ETIC;" DE LAS PROFESIONES
"oUJ:: SON LOS PRINCIPIOS? 707
contra rio. No conviene, sin embargo, ignorar la compleja realidad
de las situaciones concretas y cambiantes en las que hay que actuar.
Par eso es importante contrastar los planteamientos eticos que se
vayan haciendo en terminos generales con casas reales en con
textos reales. No lIegue a ocurrir aquello que advierte Wittgenstein cuando afirma que la causa principal de las enfermedades filoso fi
cas en general (y de la filosoHa moral aplicada muy en particular,
aiiadiriamos nosotras) es la dieta unilateral: se alimenta el propio
pensamiento de una sola clase de ejemplos. (Investigaciones Fifo
soficas, parrafo 593).
EI planteamiento etico que estamos ofreciendo alienta ciertas
reservas frente al universalismo formalista 0 procedimental de las
eticas deontol6gicas; eso no significa que pretendamos pasarnos al otro extrema de un "nominalismo" para el que cada situaci6n es
absolutamente Crnica e irrepetible. Buscamos una alternativa matizada y diferenciada entre el deductivismo racionalista y el abuso de
la casuistica. Cada vez que actuamos hacemos un acto completamente Singular en un momento dado y en circunstancias determ i
nadas. Pero ese acto y esas circunstancias los nombramos con pala
bras que igualmente valen para nombrar otras actos y circunstancias
semejantes que nosotros tal vez ya hemos vivido 0 que otros han vivido a pueden Ilegar a vivir. Actuamos en cantextos y drcunstan
cias significativas, tal vez en un determinado marco instituciona l en
el que desempenamos determinado rol, insertos en una tradici6n
cultural can la que nos identificamos 0 con la que estamos en una relaci6n distanciada 0 conflictiva. EI juicio etico que mereeen dos
acciones semejantes en circunstancias semejantes tiene que ser el
mismo, salvo que existan y puedan senalarse diferencias significati
vas entre una acdon y otra, entre unas circunstancias y otras; los
meras predicados de lugar y tiempo y el cambia de un sujeto por
otro no son aceptables como criterios de discriminaci6n entre el jui
cio etica de una accion y el de otra semejante, caeteris paribus. No
es aceptable eticamente tratar casos igua les de farma desigual; pero
tampoca es admisible juzgar de forma identi ca si tuaciones yactua
ciones que presentan diferencias significativas desde el punto de
vista moral. S6Jo un atento examen de una variedad de casas per
mite establecer cuales son los parecidos y diferencias entre ellos que
merecen una ponderacion etica semejante ° diferente.
ST!C'!. DE LAS ?? O?ESIC!IES
~03
En la vida moral y en la reflexi6n etica hay un doble pro ceder:
unas veces tenemos convicciones y principios y no sabemos c6mo aplicarlos 0 si hemos de aplicar estos antes que aquellos; otras veces tenemos 5ituaciones suficientemente definidas en su
complejidad y no sabemos si debemos i luminarlas con estas 0 aquellas convicciones 0 principios. Hay quien parte de los principios y trata de iluminar desde ellos las situaciones; y hay quien parte de las situaciones y trata de averiguar c6mo responder a elias. Las dos perspectivas son insustituibles y complementarias.
Nunca sabemos to do ni acerca de los hechos ni acerca de los principios como para estar en condiciones de iluminar plenamente todo el campo relevante que entra en juego a la hora de orientarnos eticamente en una situaci6n y poder elegir entre los diferentes cursos de acci6n que en ella se abren junto con 105 prinei.
pios desde los que se juzgan esos cursos de acci6n. En caso de que alguna vez 10 lograsemos se verfa, tal vez, que la escala por la que se asciende desde las situaciones y las posibilidades de acci6n hacia los principios por los que se juzgan, y la escala por la que se desciende (se aplican) esos princ ipios a las situaciones concretas es una y la misma escala.
En condiciones ideales de informaci6n exhaustiva y transpa
rencia plena acerca de 10 que esta en juego en una situaci6n y en
una forma de actuar, la escala de la investigacion que busca una
soluci6n correcta a un problema practico y la escala de la justifi cacion 0 de la aplicacion que ve la susodicha situacion y actuaci6n como mera aplicaci6n de unos principios, serra una y la
misma escala. Pero, como al gallego del chiste, la inmensa mayorfa de las veces, cuando estamos a mitad de la escalera, no sa bemas 5i subimos 0 bajamos. Sin embargo, no es 10 mismo subir que
bajar; como ya citamas mas arriba "105 razonamientos que parten
de los principios difieren de los que conducen a los principios" (Aristoteles). EI senti do exacto de 10 que dicen los pr inc ipios se sabe cuando se aplican; un principio no aplicado es vado; de la misma manera que las actuaciones, deseos, situaciones y contex
tos sin principios son ciegas.
Dedamos que cada profesi6n es ejercida con vistas a la consecucion de fines que forman parte del telos de la vida buena y contribuyen a configurarla. Por otra parte cada etica profesional
ET!CA DE LAS PROFESIONES
JON L [NC. ....
genera en su propio ambito formas de tipificar las situaciones, los temas, los conflictos y el modo de abordarlos y resolverlos que facilitan el trabajo de sopesar 10 que esta en juego en la toma de decisiones acerca de los diferentes cursos de acci6n que esas
situaciones ofrecen 0 presentan. En ocasiones aparecera.n casas
ineditos que presenten elementos novedosos que hasta ese momento no se conodan 0 -mas probablemente- no se habfan Ilegado a valorar como ahora se hace; pero cualquier novedad sera percibida sobre un trasfondo de elementos conocidos, nombrados y tipificados. AI final, cad a profesi6n tendra de nuevo que plantearse 0 dejarse plantear la cuestion acerca de su mejor 0 peor contribucion no s610 a los fines espedficos propios de su actividad, sino a la vida humana en su conjunto y por cierto no en abstracto y de forma intemporal, sino en las condiciones historicas,
materiales y sociales en las que se desarrolla la correspondiente
actividad profesional en las nuevas condiciones. Un excesivo afan de equiparar los planteamientos eticos con
los planteamientos teoricos - ademas de a idealizarlos- Ileva a pensar la relacion entre los principios generales, las normas particulares y los casos singulares en terminos te6ricos, como si los principios fuesen axiomas de los que las norm as particulares y los
juicios morales singulares se dedujesen como teoremas. La etica
deja de ser deductiva tan pronto como se hace practica.
JONSEN y TOULMIN en The Abuse of Casuistry (1984) dicen que la relaci6n entre los principios y los juicios singulares es una relaci6n practica. Los princip ios y norm as morales son maximas que ilumi
nan los casos particulares en terminos de casos paradigmaticos. En cambio los planteamientos teoricos idealizan las situaciones, son intemporales y establecen correlaciones en terminos necesarios.
Las afirmaciones practicas son siempre concretas, temporales y conjeturales . De ahf que estos autores aboguen por una rehabilita ci6n de la casufstica por estimar que solo desde la consideracion de los casos concretos es posible desplegar un razonamiento practico; mientras que comenzar par los principios favorece la ficci6n de
creer que discutiendo acerca de principios universales podran quedar resueltos los casos particulares. Toulmin ha aludido repetidas veces a su experiencia en la National Comission ... de que era
mucho mas faeil ponerse de acuerdo sobre las recomendaciones
ETICA DE LAS ?ROFESIOKE$
t1'!~~ ,,~NERAL .. n: • .... AS PkUtJ:.::.!ONES
FIGURA 1: ESTRUCTURA DEL ARGUMENTD TE6RICO
GONSEN y TOULMIN, 1984, 34)
EI punto de partida universal...
Premisa mayor universal que se supone conocida
Premisa menor particular especffica del caso presente
r Conclusi6n que se sigue necesariamente para el caso presente
... incluye la conclusion final particular
FIGURA 2: ESTRUCTURA DEL ARGUMENTD PRACTICO
GONSEN Y TOULMIN, 1984, 35)
los resultados de la experiencia ...
I~ Generalizaciones basadas en precedentes similares
J Situaci6n actual de hecho Conclusi6n provisional ("particularidades del caso") >- sobre el caso actual
("presumiblemente")
t En ausencia de circunstancias excepcionales ("excepciones")
... sirven para guiar la accion futura
ETICA DE LAS PROFES!ON~S
~QUE SON LOS PRINCIPIOS? 111
que habia que haeer en cad a caso planteado que sabre las justificaciones y planteamientos te6ricos can los que pretendia cad a cual ofrecer una fundamentaci6n teorica de dichas recomendaciones.
La obligaci6n del profesional es encontrar soluci6n a los problemas particulares del cliente que tiene delante, afrontando la particularidad que encierra su caso. Las actuaciones profesionales tienen siempre que ver can casos concretes y aplican procedimientos concretos. 'La teoria puede idealizar per ser muy selectiva y prestar atencion 5610 a circunstancias y casos sacados de la realidad, pero que dejan a un lado, par abstracci6n, los elementos que no encajan en el modelo idealizado. En la vida profesional, el abogado a el medico se ocupan de casas reales concretas, no de situaciones abstractas idealizadas. Tienen que haberselas con hechos inmediatos en situaciones particulares y con
individuos singulares. Las ideas generales se hacen presentes y se sustentan en los problemas de esos individuos y de esas situaciones.
Pretender que la etica se atenga s610 a planteamientos rigidamente universalistas hechos en terminos apodfcticos es alejarse de
10 que la etica tiene y debe tener de saber practico que se propane orientar reflexivamente la praxis humana. Como bien senalan
Jonsen y Toulmin en su libro, las ideas y teorias generales 5610 se estudian en etica par 10 que puedan ayudar a iluminar los casas practicos. Para la teorfa los tiempos y lugares no cuentan, pues son equivalentes. Los principios y leyes de la ciencia son intemporales (todos los casas, en cualquier parte, siempre). Los argumentos te6-ricos son pruebas en cadena, los argumentos practicos son metodos para resolver problemas. En los argumentos te6ricos la concatenaci6n 16gica de las proposiciones hace que la verdad de las premisas y la 16gica deductiva garantice la verdad de la conclusion. En los asuntos practicos un argumento es una red de consi
deraciones presentadas para solucionar un dilema y or ientar una
prudente via de actuaci6n. Las metas practicas de las profesiones son siempre temporales, estan centradas en casos especfficos y en
ocasiones particulares. Merece tener esto en cuenta y sacar las
consecuencias tanto en la reflexi6n como en la ensenanza de la etica.
E"!!G. DE LAS PRO:::SION:O:S ~O 4
lJ6 r:TICA GEN;:;RAl.. DE LA:; PROFESIOcl:::S
En el contexto de la etica medica el principia de autonomia es
de aplicaci6n e invocacion relativamente reciente. Es significativo que, segun escribe D. GRACIA (1989, 163), se farmule explicitamente para el ambito prafesianal medico en una sentencia judicial dada par el juez Cardozo en los Estadas Unidas en 1911: "Cada ser humana de edad adulta y sana juicia tiene el derecha de deter
minar 10 que debe hacerse can su prapia cuerpo; y un cirujano que realiza una intervencion sin el consentimiento de su paciente
comete una agresion de cuyas consecuencias es responsable".
La aplicaci6n de este principia a la etica medica ha supuesta un chaque entre la cultura tradicianal de la prafesi6n (etica interna) y la cultura palitica que difunden par daquier las saciedades liberales, primero en el mercada y en la esfera palitica, luego en tadas las relacianes saciales. La intraduccion de principias ajenos a la etica interna de la profesi6n medica -dice HAVE (1994)conlleva inevitablemente una mayor distancia en la relaci6n entre medicos y enfermos.
En bioetica se invoca el principio de autonomfa can significa.
dos afines pero no siempre coincidentes. Unas veces se ape/a,
sabre todo entre teologos, al caracter sagrado de la persona individual, otras a 10 que la persona individual tiene de fuente de creatividad que no puede ser coartada (fiI6sofos), otras a la centralidad del individuo en el ethos delliberalismo democratico UONSEN,
1998,337). Quedo dicho mas arriba que el principia de beneficencia suele
ser expuesta mas bien en terminos claramente subordinados al principia de autonomia. En cierta manera la sustitucion de la etica medica par la bioetica es la cr6nica de un desplazamiento del poder en las relaciones entre los profesionales de la medicina y los usuarios de esos mismos servicios profesionales. Se ha ido pasan·
do del poder profesional can sus apelaciones a la legitimidad basada en el saber y poder hacer, proporcionar los bienes que se supone que constituyen la razon de ser de esa profesi6n, al poder social de los individuos a ciudadanas aut6namos can los derechos que les reconoce la cultura liberal. Los "mediadares de sentido" de esta transformacion que ha Ilevada a una preeminencia de la moral social del liberalismo politico han sida, de hecha, los profesionales de la bioetica. Afirmar esto no significa proponer
ETICA DE LAS PROFESIONE S
;;:r.. PRINCIPIa DE AUTONOMtA 737
que se vuelva a la moral interna del profesionalismo, sino intentar desideologizar un poco el tema y tratar de ver que formulas de interaccion, cooperativa y conflictiva, cabe plantear entre la moral interna de un grupo profesional, centrada en el principia de beneficencia, y la moral extern a de los ciudadanos y potenciales usuarios de los servicios profesionales que alegan ante todo su derecho a ser respetados y tratados como personas dotadas de dignidad, conciencia (criterios), libertad (pueden acceder a negarse a 10 que se les propane) y derechos. La vida moral en general y la moral profesional en particular no consiste solo en hacer casas buenas;
cosas bien hechas, en hacer bien las casas y asi hacer el bien, sino en hacerlo desde la interior implicacion can el bien en si, can el fin en si que es la propia persona y la persona de cualquier otro.
LECTURAS COMPLEMENTARIAS
BEAUCHAMP, T.L.y CHILDRESS; J.F. (1999), Principios de etica biomedica, Masson, Barcelona, 113· 134.
ErxE8ERRIA, X. (2002), Temas bisicos de etica, Desclee De Brouwer; S.A., Bilbao,85-107.
GRACIA, D. (1989), Fundamentos de bioetica, Eudema, Madrid, 121 ·198.
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