carolina cidoncha
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Nuria
Cabanillas“No me creía que había conseguido al fin la medalla olímpica, algo con loque había estado soñando y luchando durante tanto tiempo”
Tras 18 años, una de las Niñas de Oro, y la única gimnasta española que ha conseguido serCampeona del Mundo tres veces, cuenta cómo vivió la preparación y el triunfo de la Selección Nacional en las Olimpiadas de Atlanta de 1996 y, tras su retirada de la alta competición, en su etapacomo entrenadora se declara orgullosa de su labor y del trabajo de sus gimnastas. Por Carolina Cidoncha
Pdicho, a la tercera va la vencida, y nos in-
vitó a hacerla en su casa.
Eran las siete de la tarde, cuando sonó el
timbre. Al abrir la puerta, apareció Mar-
tina, la primogénita de la entrevistada de
un año y cuatro meses. Ya sabe andar por
lo que fue una sorpresa incluso para su
madre que supiera indicar el camino hacia
el salón, donde se iba a desarrollar este en-
cuentro.
La campeona olímpica afirma que es la
primera vez que hace una entrevista en su
casa, pero ahora sus prioridades son otras.
Es madre primeriza por lo que está más
pendiente de su hija que de otra cosa,
como todas las madres.
Su casa es acogedora, con un rico olor a
chocolate caliente que se estaba calen-
tando en el microondas para la pequeña,
que aparte de golosa, sabe perfectamente
lo que quiere y cuando lo quiere.
Un detalle curioso es que las paredes están
decoradas con una cenefa con figuras de
gimnastas que recorre todos los pasillos
del piso. Cada posición de cada bailarina
es diferente y ha sido pintada a mano por
María del Mar, la hermana de nuestra pro-
tagonista y según esta, ‘la artista de la fa-
milia’ para que la que tuvo que posar para
insipirarse en los dibujos.
regúntame lo que tú quieras,
tienes total libertad para ha-
cerlo”. La medallista olímpica
al fin consiguió hacer un hueco
en su apretada agenda para que esta entre-
vista se pudiera realizar. El primer intento
fue en el gimnasio donde entrena a las
niñas del Club Gimnasia Badajoz, sin
éxito, ya que las pequeñas requerían la
mayoría de su tiempo y atención. El se-
gundo intento fue en un café, pero un con-
tratiempo hizo imposible que la ex
componente de la Selección Nacional de
Gimnasia Rítmica pudiera asistir.
Así, finalmente, como bien explica el
NURIA CABANILLAS
¿Cómo fue eso de empezar en la
gimnasia? Pues fue por mi madre,
porque me iba con ella a gimnasia
de mantenimiento y yo me entrete-
nía bailando mientras ella estaba en
las clases, entonces le comentaron
de apuntarme a gimnasia rítmica de
las escuelas municipales. Y desde el
principio me gustó mucho, con
ocho años me vieron con condicio-
nes y me pasaron a un club al año
siguiente.
¿Ha tenido que renunciar a
mucho? He renunciado a lo que
ahora una niña de trece años hace
cuando sale, como ir al cine o salir
los sábados con sus amigos, como
hacíamos en mi época. Yo eso no lo
podía hacer porque tenía que entre-
nar al día siguiente. Y cuando me
fui a Madrid con la Selección Espa-
ñola, pues renuncié a estar en mi
casa con mis padres. Puede que en
ese sentido mis padres renunciaran
más que yo, pero claro como a mí
me gustaba y era un sueño para mí,
pues no me costaba, en realidad.
Renuncié a cosas pero que después
de retirarme las he podido tener y
las he tenido.
EL MOMENTO MÁS VISTO DELOS JUEGOS OLÍMPICOS DEL96 EN ESPAÑA FUE CUANDOLAS NIÑAS DE ORORECOGIERON SU MEDALLA
¿Hay algo de lo que se arrepienta?
Pues sí. Ahora las gimnastas se reti-
ran más mayores, y a mí me hubiera
gustado poder disfrutar más tiempo.
Y cosas que en ese momento me pa-
recían un mundo, como mante-
nerme en el peso, porque quizá eran
un poco más estrictas de la cuenta,
pues te vuelves un poco rebelde y
más tarde pues piensas que podría
haber terminado disfrutando un
poco más de la gimnasia.
Cuando aún no era componente de
las selección ¿Consideraba que hu-
biera alguna gimnasta que desta-
cara sobre las demás? María
Petrova, búlgara y Larissa Loukia-
nenko bielorrusa que fueron gim-
nastas muy conocidas en la década
de los 80 y principios de los 90, re-
cuerdo que las veía por la televisión
y le decía a mis padres que yo de
mayor iba a ser igual de buena que
ellas y, más o menos, se hizo reali-
dad.
¿Qué se siente al ser campeona
olímpica a tantos kilómetros de
casa? Allí estuvieron solamente los
padres de Lorena, porque el viaje
era muy caro y fueron los únicos
que se lo pudieron permitir econó-
micamente. Mis padres lo vieron
desde aquí. La sensación de haber
estado soñando con eso durante
tanto tiempo, luchar por ese obje-
tivo, por la medalla olímpica. Sabí-
amos que era posible porque ya
llevábamos dos mundiales consecu-
tivos haciéndolo bien. Aunque tam-
bién te entraba la duda de sí y si
fallamos, si fallan las otras, o las
juezas. Eran una serie de cosas que
no estaban en nuestras manos y
cuando lo conseguimos no nos
lo creíamos, era como ¿y ahora
qué? Te entra una sensación
como que todo lo de a tu alre-
dedor se hace más grande y tú
más pequeña. Yo quería poder
grabar ese momento desde
donde estaba para poder recor-
darlo siempre con la misma
sensación que tenía en ese mo-
mento.
En el libro 'Lágrimas por una me-
dalla' de Tania Lamarca, cuenta
que fue Almudena Cid la que os dio
la primiia de que eráis campeonas.
Cuéntenos ese momento.
Se ve en los vídeos que Almudena
se levanta cuando fallan las rusas y
cuando fallan por segunda vez, salta
de las gradas a las escaleras que lle-
vaban a los vestuarios. E iba gri-
tando por los pasillos '¡Qué somos
oro! ¡Que sois oro!', y la seleccio-
nadora no la entendía y le dijo que
se calmara y ella no podía parar de
gritar y decir ¡que sí! ¡Que sí! ¡Que
sí! ¡Que las rusas han fallado! Y
eran las que más 'daño' nos podían
hacer, pero con la buena nota que
nos habían dado, un simple fallo nos
dejaba el camino libre para el oro.
Fue una fiesta en el vestuario, y yo
encima que era había sido suplente
en el ejercicio de cintas y pelotas,
sabía que no podía fallar y eso lo
hacía mucho más emocionante.
Emilia tampoco quería que supiéra-
mos cómo íbamos para no buscar la
presión y poder ir a lo nuestro como
en los entrenamientos y hacerlo
como lo habíamos estado trabajando
tanto tiempo. Y nos pusimos a llorar,
abrazándonos, saltando, gritando...
una locura.
Y Emilia Boneva lo primero que
me dijo fue: ¿Te acuerdas cuando
llorabas porque no querías cam-
biarte al conjunto? Empecé de in-
dividual y para las olimpiadas me
dieron la oportunidad de participar,
porque estaba como tercera gim-
nasta, era la que menos trabajada
estaba que Almudena Cid y Alba
Caride que eran las que iban y para
convencerme me dijo: te estoy
dando la oportunidad de que vayas
en un conjunto que tiene posibili-
dades de medalla. Y me dijo: ‘¿te
acuerdas? Pues esto no lo van a
tener ellas en su vida’. Y después
de Atlanta querían que volviera otra
vez a individual, pero no lo hice
porque no quería estar sin mis com-
pañeras. No sé si me equivoqué o
no, pero la experiencia la tengo y
eso es único.
Nuria Cabanillas en 1995, siendo aun individual.
NURIA CABANILLAS
Lo ha conseguido todo siendo gim-
nasta, campeona de Europa, cam-
peona del Mundo y campeona
olímpica, ¿le queda alguna espina
en la gimnasia? Me hubiera gustado
ir a Sídney con mi compañera Lo-
rena que era la única que seguía, me
quedé prácticamente a las puertas.
Habría llegado sin problemas por la
edad, porque 3 días después de reci-
bir la medalla en Atlanta cumplí los
16, podría haber llegado con 20 per-
fectamente. Y con la edad con la que
se retiran ahora podría haber ido a 3
olimpiadas, pero el ritmo es lo que
marca la diferencia. Pero fui a ver-
las, superé la sensación de estar
viéndolas y no poder competir. Pero
me habría gustado vivir la experien-
cia más mayor, lo habría hecho de
otra manera.
¿Era fácil combinar la vida fami-
liar con la deportiva? Yo vivía en
Madrid, entonces mis padres eran
los que peor lo llevaban. Porque yo
estaba a lo mío, disfrutando, pero
ellos eran los que más me extraña-
ban porque yo no estaba en casa, y
mi ausencia se notaba. Yo estaba
acostumbrada a verlos nada más que
algún fin de semana, era bastante in-
dependiente, eso sí las llamadas te-
lefónicas ayudaban y mucho, saber
que tu familia te apoya y te anima a
seguir luchando y trabajando. Y ya
con mi vuelta a casa, poco a poco, lo
hemos ido recuperando.
¿Qué es lo que más echa de menos?
Cuando me retiré, eché de menos el
estar encima de una moqueta y dis-
frutar, porque los últimos años esa
sensación de disfrutar bailando con
el cuerpo, lo que se siente al encon-
trarte bien contigo misma, eso fue lo
que más eché de menos. Pero ahora,
la sensación de competir la vivo de
otra manera a través de mis gimnas-
tas, sigo entrenando, haciendo el sa-
crificio de ir todos los días a entrenar
porque las niñas entrenan, pero yo
que participamos todas. Ahora pues
quizá les llegan los buenos resulta-
dos a gimnastas que puede que no
estén tan bien preparadas. Depende
de muchos factores: de los padres, de
las niñas, de los estudios... Lo que sí
que me siento orgullosa de que este
año hemos ido al Campeonato de Es-
‘“POCO A POCO NOS VAN PRESTANDO ATENCIÓNEN LAS COMPETICIONES A LAS QUE ASISTIMOS”
paña en la categoría absoluta, han
quedado bien y han conseguido me-
dalla, pero que siempre te quedas
con ganas de más, soy una persona
ambiciosa y quiero que mis gimnas-
tas lleguen más lejos.
¿Se plantea estar de nuevo en la se-
lección nacional, pero esta vez como
entrenadora o coreógrafa? Hace
unos años me habría encantado y lo
habría hecho con los ojos cerrados.
Ahora como he sido madre y tengo
mi vida hecha aquí, en Badajoz, no
me lo planteo. Pero esa emoción de
competir a nivel internacional, con
un conjunto fuerte y representar a tu
país sí me gustaría. Pero para estar
ahí no depende de si me veo capaci-
tada, sino que tiene que haber contac-
tos con la federación y que exista esa
posibilidad y que quieran ofrecér-
mela. Un sueño para mí habría sido
estar como un respaldo, de aprender
de Emilia Boneva pero sin la respon-
sabilidad tan grande que conlleva lle-
var el conjunto; y sobre todo porque
la gente estando ahí arriba va a por ti,
todo lo que hagas va estar examinado
con lupa y, o eres muy buena y lo
haces todo bien, o fallan las gimnas-
tas y tú eres malísima. Me haría ilu-
sión por ejemplo, llevar un junior, así
también representaría a España aun-
que no fuera en la categoría reina.
Pero es muy difícil.
¿Cuál es el peor recuerdo que tienes
de tu estancia en la selección? El día
que me vine para casa, cuando me
echaron y también el hecho de estar
en el Campeonato del Mundo de Se-
villa '98 y no participar. Porque salí
de una lesión, no había trabajado lo
suficiente como para recuperar la for-
mar y la fuerza para competir bien y
me equivoqué al pedir que o salía en
los dos ejercicios o no salía en nin-
guno, cuando en realidad podría
haber salido en uno. Pero como me
conocían y sabían que yo me iba a
negar, no intentaron siquiera conven-
cerme de hacer un ejercicio. Ahí em-
pecé a darme cuenta de que no era
imprescindible en el equipo.
también me tiro las 4 horas allí me-
tida en el gimnasio con ellas corri-
giéndolas. Son situaciones
diferentes pero también es duro por-
que haces de psicóloga, de entrena-
dora, de madre, de todo y eso lo
hace más complicado. Con los años
también he ido aprendiendo, cuando
empecé pues a lo mejor hacía unas
cosas y ahora a lo mejor tengo más
paciencia, o me lo tomo de otra ma-
nera. Pero eso es un proceso en el
En las Olimpiadas animando a su equipo.
¿Puede contar alguna anécdota di-
vertida de algún campeonato o de la
estancia en la Selección Nacional?
De las Olimpiadas cada una tenía-
mos un saco lleno de pines, de pul-
seras, de peluches, de pegatinas...
Marta Baldó tenía un imperdible con
la virgen de donde es ella en la cin-
tura del maillot por dentro, para que
no se viera. Y cuando salimos se em-
pieza a remeter la mano para cogerlo
y nosotras la miramos extrañadas y
le preguntamos que qué hacía y se
puso a llorar diciendo ‘¡es que nos
ha protegido!’. Y menos mal que el
imperdible no se abrió.
Antes de competir de repente nos
empezábamos a enfadar entre todas
por la presión, diciéndonos cosas del
ejercicio como ‘Tírame más corto’, ‘
No pues te mueves tú para recoger’
y nos empezó a dar igual todo. Marta
que era la capitana le pidió a María
Fernández que era la segunda entre-
nadora: ¡María dinos algo! Y se nos
quitaron todas las tonterías de golpe.
Nosotras en los otros torneos repetí-
amos una serie de veces el ejercicio
y allí no nos dio tiempo casi a prac-
ticar y darnos cuenta de que eso ya
empezaba.
Me acuerdo que yo estaba en la mo-
queta esperando a que sonara la mú-
sica y pensando ‘¡me quiero ir de
aquí, me quiero ir de aquí!’ y con-
forme íbamos haciendo
el ejercicio eso se pa-
saba y era cuando me
daba cuenta de que está-
bamos allí dentro. Y que
yo estaba en una de las
posiciones, la cogida
dorsal, y estaba la pri-
mera y Tania no estaba
donde tenía que estar
porque no la veía y si
movía para atrás el pie
me caía. Y tengo la ima-
gen de miles de flashes
apuntándome y yo pen-
sando en el pie que no lo
sentía y repitiendo para
mí lo que nos decía
Emilia 'a tope hasta el
final'.
¿Tenía alguna manía o costumbre
antes de salir a competir? Nos pe-
llizcábamos el culo Marta Baldó y
yo. Y María nos daba unas palmadi-
tas en la espalda como para activar-
nos. Que de hecho es algo que he
conservado para mis gimnastas con
dos palmaditas en el culo, pero para
animarlas. Y ellas adoptaron otra que
es pisar el tapiz primero con el pie
derecho.
En su etapa como entrenadora
¿cuál cree que ha sido su mejor
momento? En el Campeonato de Es-
paña de Tenerife 2008, que llevé a 6
gimnastas y el hecho de ir con tantas
y estar apoyada por mi familia, mi
hermana y los padres, hizo de esa
experiencia un muy buen recuerdo.
El estar con unas y con otras para
arriba y para abajo, se veía que el
trabajo estaba ahí. Nuestro hotel es-
taba cerca del pabellón y como ellas
dormían juntas, se peinaban y pinta-
ban para no perder tiempo, cuando
no tenía que competir, hacía compa-
ñía a otras, en el desayuno, en el
cuarto... Además, como era un poli-
deportivo más o menos pequeño, los
pasillos que conectaban a las salas
de calentamiento y entrenamiento,
que salía una a actuar, y la siguiente
del equipo ya estaba preparada para
entrenar conmigo. Se notaba mucho
la compenetración y el compromiso
de todas con el grupo.
Y también este año en Granada, en
el Campeonato Nacional, ver tanto a
Laura como Patricia. Una que se su-
peraba a sí misma, porque había per-
dido a su hermano mayor y la
manera tan madura con la que lo
afrontó, teniendo cuidado con ella a
la hora de decir ciertas cosas, no se
le podía exigir tanto, y cuando estás
a ese nivel quieres que lo hagan bien
y se vayan superando. Y Laura pues
la sensación de verla contenta los
dos días que compitió, que estaba
preciosa y la seguridad con la que
compitió, hizo que se metiera en la
final y quedar subcampeona de Es-
paña.
NURIA CABANILLAS
Abrazando a Laura tras finalizar su ejercicio de pelota.
Posando con la medalla olímpica en 1996.
Después de haber sido madre, ¿ve
a sus gimnastas de otra forma?
Quizá sí que pienso que el tiempo
ahora se pasa más rápido, sobre todo
me fijo en mi hija, que veo que crece
a pasos enormes y me gusta hacer
que disfrute de todo y eso lo he tras-
ladado al gimnasio, me fijo más en
que les guste la música, su ejercicio,
el maillot, los entrenamientos, las
competiciones... tengo más detalles
de complicidad con ellas, muchos
besos y abrazos en el gimnasio y en
las competiciones quiero que salgan
NURIA CABANILLAS
a disfrutar, que si lo hacen el resto
también lo haremos. De disfrutar de
las pequeñas cosas, que eso a la larga
es lo que cuenta. Sí, me he vuelto
más ‘blanda’ en ese aspecto.
¿Cree que Martina seguirá sus
pasos? (La pequeña atiende) Es muy
cabezona, y de piñón fijo. En la gim-
nasia ya he dicho que hay que ser
constante, pero también hay que
ceder. Aún es pequeñita, y no se
sabe. Si sigue mis pasos, por lo
menos que tenga condiciones. Lo
que si me gustaría es que la otra en-
trenadora Gris, que entrenara con
ella. Yo podría entrenarla al princi-
pio, pero luego ya con 11 o con 12
que la aguante la otra (risas). Porque
ser su madre, estar con ella en casa y
luego también en el gimnasio, me
muchos años trabajando, intentando
subir otra vez, creo que las niñas que
están ahora llevan tiempo y están tra-
bajando duro. Quizás durante unos
años hayan estado buscando otra ti-
pología de conjunto, que fueran más
mayores y pudieran estudiar más,
pero a mí solo me han enseñado una
forma de conseguir las cosas y es ha-
ciendo sacrificios. Nosotras antes de
la olimpiada no fuimos al colegio.
No sé si fue lo acertado, pero la me-
dalla se consiguió así, dedicándonos
exclusivamente a entrenar. Por eso,
creo que se ha ido bajando el nivel,
había muchos cambios y errores por
nas olímpicas, del mundo, de Europa
y en todos los torneos a los que fui-
mos hemos acabado en pódium. A
las pruebas me remito, los ciclos van
cambiando. Es lo mismo que si se lo
dices a un jugador de waterpolo, la
técnica de ahora habrá evolucionado
pero no por eso hay que quitarle mé-
rito a su trabajo. Antes no se pedía
tanta flexibilidad pero hacíamos tres
giros con la pierna cogida delante y
ahora casi ninguna puede. Aun así
creo que las niñas que están ahora
tienen condiciones de sobra, pero lo
que les va a dejar allí arriba es que
sacrifiquen cosas. España necesita
Nuria Cabanillas en el gimnasio donde entrena al Club Gimnasia Badajoz, demostrando que apenas ha perdido flexibilidad.
“EL SECRETO DE ESPAÑA PARA TRIUNFAR HA SIDO ELHACER MÁS QUE EL RESTO DE PAÍSES, ARRIESGAR
Y NO DEPENDER DE QUE FALLEN LOS DEMÁS”
costaría. Gris es la madre de Laura,
y admiro la forma en la que separa la
relación de madre con la de entrena-
dora; aunque en las competiciones
aún no sea capaz de acompañarme
de lo nerviosa que se pone.
parte de la federación porque no les
daban todos los medios que necesita-
ban pero tampoco veo que se hayan
esforzado todo lo que deberían. Y ex-
gimnastas que han estado represen-
tando a España y quedan últimas, se
permiten el lujo de decir que las de
Atlanta no éramos tan buenas, que no
hacíamos nada. Puede que tengan
razón, que no hiciéramos nada, pero
somos las únicas que somos campeo-
hacer más que los demás porque toda
la potencia rusa, bielorrusa y los
demás países del Este se ayudan y por
eso nuestras gimnastas tienen que
arriesgar más y lo pueden hacer por-
que el prototipo de gimnasta lo tie-
nen: son altas, delgadas y se las ve
bonitas. Pero no podemos estar a ex-
pensas de que los otros países fallen.
Ese ha sido el secreto de España para
estar en lo más alto.
¿Cree que el conjunto que actual-
mente está represetando a España
está a buen nivel? Veo que llevan
NURIA CABANILLAS
Laura, de 8 años en su ejercicio final de pelota. Patricia, de 10 años haciendo un equilibrio.
¿Qué siente cuando una gimnasta le
comunica que lo deja? Me da rabia
porque hasta ahora se han estado reti-
rando cuando mejor podían estar. Hay
una etapa en la que se supone que con
el tema de los estudios, el querer salir...
todo eso se puede entender que una
chica lo quiera disfrutar. Pero yo ahora
tengo a una gimnasta que se quiere re-
tirar para salir, consigo llegar a un
acuerdo con ella para que no tenga que
dejarlo. Como salir los viernes antes o
un viernes o dos al mes, depende de si
estamos a mitad de temporada, faltar
para salir. La edad con la que se sale
ahora es mucho antes y con la gimna-
sia pasa el tiempo y no puedes reto-
marlo otra vez. También pueden
perder las ganas o caer en la monoto-
nía de los entrenamientos; los estudios
también van incrementando la dificul-
tad y pueden verse agobiadas. Excep-
tuando una gimnasta que se retiró a los
16, todas las demás se han ido qui-
tando cuando estaban tomando con-
ciencia de su cuerpo y estaban
empezando a desarrollarse a los 13 o
14 años. Por otro lado, también me da
mucha pena, porque de estar viéndolas
todos los días a no verlas más, o verlas
cada tres meses y porque echan de
menos la gimnasia y van a verme al
gimnasio. Las mayores que sabían dis-
frutar de las competiciones, que se
vuelven más emocionantes cuando van
subiendo de categoría y tienen más di-
ficultad los ejercicios, afrontaban los
entrenamientos de otra forma. Sabían
qué era lo que había que hacer, no
había que estar encima de ellas e in-
cluso tiraban del grupo cuando los áni-
mos estaban caldeados. Son ciclos, y
cuando un equipo está muy unido y se
empiezan a quitar una a una, al final la
última se quita porque no siente la
gimnasia de la misma forma con la que
empezó o con la que más había disfru-
tado, que era con sus compañeras.
Después de 18 años, ¿cree que sigue
estando reconocido que haya sido
campeona olímpica? No, pero un no
rotundo. En otros países, sus deportis-
tas de élite han vivido más tiempo de
la gimnasia, cuando van a pabellones
se les reconoce, en Rusia hasta Alina
Kabaeva, bronce en Sídney y oro en
Atenas, ha llegado al Congreso. Aquí
en España veo que el respeto ese no
se tiene en un sitio. No espero que me
reconozcan por la calle en Badajoz,
demasiado es que saben quién es
Nuria Cabanillas pero a lo mejor en un
Campeonato de España la gente quiere
hacerme ver que lo que he hecho no
tiene mérito, que ya ha pasado. Pero la
recompensa y los títulos siguen ahí.
Eso sí, en el Euskalgym, torneo inter-
nacional que se celebra en el País
Vasco, nos van a hacer un homenaje
y hará que algunas personas recuerden
lo que hicimos y que eso está ahí.
De vez en cuando si te gusta que te re-
cuerden y reconozcan las cosas buenas
que has hecho.
¿Lo volvería a hacer? Sí, sin duda al-
guna. Porque es que todo lo que he
conseguido en mi vida ha sido con la
gimnasia, mis mejores amistades son
del mundo de la gimnasia, como Lo-
rena o Aurora que fue una chica que
empezó conmigo aquí en el club PA-
DEBA de Badajoz. Y ahora vivo de
eso, no me arrepiento pero sí cambia-
ría algunas cosas como haber aguan-
tado más haciendo gimnasia, pero
bueno, ahora soy entrenadora y sigo
viviéndolo de otra manera. �Besando la medalla olímpica en Badajoz.
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