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COLOQUIO INTERNACIONAL Una experiencia de formación de investigadores: 25 años
del Seminario de Historia de las Ciencias y la Tecnología en México de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM
La Maestría en Historia de la Ciencia y de la Tecnología
en el posgrado en Ciencias Sociales de la Universidad
Autónoma de Puebla. Balance y perspectivas
Dr. Humberto Morales Moreno Dr. Alberto Soberanis Carrillo1
Maestría en Ciencias Sociales, FFYL/BUAP
I
En el año de 2002 la FFYL de la BUAP decidió darle un giro especializado a la vieja
maestría en Ciencias Sociales que databa del año de 1982. Se abrió el área de concentración
en Historia de la Ciencia y de la Tecnología bajo el liderazgo académico de los Profs.
Alberto Soberanis Carrillo, Humberto Morales Moreno, Ramón Kuri Camacho, Ricardo
Peter Silva, Jesús Márquez Carrillo, Ana María Huerta, Alberto Carrillo Canán y otros
distinguidos invitados a colaborar en esta nueva aventura intelectual. En efecto, los
avances considerables de la ciencia y la tecnología en el mundo contemporáneo y su notoria
influencia en los diferentes aspectos de la vida cotidiana, económica y social, hicieron
imprescindible su estudio, debido a que el resultado de la globalización económica ha
repercutido perversamente en la política científica y tecnológica de México, pues al
subordinarse a los intereses coyunturales de los países desarrollados y bajo el velo de la
transculturación, ésta ha dejado de lado la tradición propia, relegándola de las soluciones a
las necesidades nacionales.
1 Agradecemos la invitación del Dr. Juan José Saldaña para presentar una versión abreviada del presente texto en el coloquio internacional de celebración de los 25 años del Seminario de Historia de la Ciencia y de la Tecnología celebrado en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM en 2011.
2
Dentro del mundo contemporáneo, la ciencia aparece indudablemente como protagonista
esencial: desmesuradamente divulgada en las representaciones del mundo que vivimos,
ofrecida a todos por los escritos y las imágenes; misteriosa porque sus particularidades sólo
la conocen los sabios; protectora, porque los lugares en donde nosotros vivimos, las
maravillosas máquinas las pueblan y dependemos de ellas; inquietante porque nosotros
mismos somos conscientes de los poderes antinaturales y aparentemente sin límites que tal
saber podría desencadenar.2
La creación del posgrado en Historia de la Ciencia y de la Tecnología se inscribió entonces,
dentro de la evolución general de la toma de conciencia del papel que juegan ciencia y
tecnología en el desarrollo de México, dado el uso y el abuso de la ciencia: contaminación,
epidemias, efectos del cambio climático; por otra parte, el mejoramiento y el bienestar de
la sociedad son problemas inherentes al ideario de la Benemérita Universidad Autónoma
de Puebla, bajo la forma del humanismo que mira desde la perspectiva crítica los
fenómenos que afectan el desarrollo y el probable futuro de la sociedad.3
Desde el último tercio del siglo XX y los años que llevamos del XXI, la preocupación por
la búsqueda de soluciones al atraso económico, que va a la par del científico e industrial,
han sido una constante, como se demuestra con: 1) la creación del CONACYT, 2) el debate
por el aumento al presupuesto para el desarrollo de la ciencia y de la tecnología en el seno
mismo del Congreso para apoyar la investigación en las universidades del país, y 3) la
proliferación de seminarios, coloquios, congresos y posgrados, en particular, sobre la
historia y la filosofía de la ciencia, en instituciones de nivel superior; en donde se
cuestiona, debate y se proponen el objeto y método de este tipo de estudios y su vínculo con
el futuro del país, lo que ha provocado un incremento en la investigación desde los
diferentes campos de la ciencia, incluido el de las Ciencias Sociales.
Los estudios en el campo de la historia de la ciencia y la tecnología implican, por lo tanto,
un reconocimiento implícito al desarrollo que han alcanzado hoy los estudios en estas
2 Granger, Gilles-Gaston, La science et les sciences, Paris, PUF, 1995, 127 p. (Que sais-je ? 2710), p. 5 3 Véase, Modelo Universitario Minerva, particularmente Modelo Educativo-Académico, 6. Referentes teóricos filosóficos, pp. 33-42.
3
disciplinas en todo el mundo, ya que ninguna sociedad puede progresar satisfactoriamente y
mucho menos bajo la égida de la globalización, sin estar al día en los conocimientos y
soluciones que ofrecen los estudios históricos en estas áreas; más que por una curiosidad
por el pasado, por la necesidad de saber sobre los alcances del desarrollo científico y
tecnológico y sus repercusiones en nuestro futuro inmediato.
Por otra parte los discursos y programas gubernamentales incluyen y fundamentan la
necesidad de la modernización y al mismo tiempo, señalan la importancia de conservar,
difundir y propiciar la cultura nacional. Sin embargo, la modernidad no tiene por qué
implicar una política de destrucción de lo propio, en este caso, de nuestra herencia
científica y tecnológica. Paralelamente a estos planteamientos, la práctica científica
implica resolver también los problemas éticos que la acompañan. Por una parte, la ciencia
debe caminar en libertad total para explorar todas las vías que ofrece la investigación,
siempre y cuando los resultados obtenidos sean para el bienestar colectivo. Pero no
podemos omitir que las consecuencias nefastas del saber se manifiestan cuando se alejan de
esa misión. Recordemos 1945, cuando se utilizó la bomba atómica. Así, los problemas
éticos planteados por el desarrollo de las aplicaciones de la ciencia, no pueden estar en
última instancia resueltos por una autorregulación realizada por los mismos sabios o por el
poder político, a partir de sus propios intereses.4
La Universidad, por lo tanto, contribuye activamente a la solución de los problemas
sociales, económicos y filosóficos, asumiendo la responsabilidad en la generación,
aplicación y difusión del conocimiento y la cultura para el desarrollo equilibrado, justo y
sustentable de nuestro país. 5 Muchas universidades extranjeras de prestigio, preocupadas
por recuperar no sólo la memoria del cómo y por qué del desarrollo industrial, canalizaron
esta preocupación de generar un diagnóstico de la situación por la que atravesaban las
políticas de ciencia y tecnología en sus países en cuestión, y así poder trazar sus propias
estrategias científicas y tecnológicas, creando posgrados encaminados a formar
especialistas en el estudio de la Historia de la Ciencia y de la Tecnología.
4 Granger, Op. Cit, P. 17 5 Proyecto Minerva, Fundamentos, p. 43
4
En países, sobre todo para los que el desarrollo científico y tecnológico son la clave para
conservar su hegemonía post industrial, fomentaron la creación de establecimientos
dedicados al conocimiento de su historia científica y tecnológica, como el Centro
“Alexandre Koyré” de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales y el
“Conservatorio Nacional de Artes y Oficios”, ambos situados en París; el “Instituto para la
Historia y Filosofía de la Ciencia y la Tecnología” de la Universidad de Uppsala de Suecia;
El “Consejo Superior de Investigaciones Científicas” de España; El Departamento de
“Historia de la Ciencia” de la Universidad de Valencia, España; El “Office for Science and
Technology” de la Universidad de California, Berkeley; el Department of “History of
Science and Technology” de la Open University del Reino Unido, entre otras.
II
Actualmente, el tipo de investigación sobre la historia de la ciencia y la tecnología que
predomina, contiene el enfoque social. Está fuera de discusión la necesidad del trabajo
interdisciplinario, sobre todo porque la visión euro-centrista ante realidades diferentes a la
occidental, muestra otra perspectiva: nuevos problemas, nuevas aproximaciones, otras
necesidades emanadas de la problemática propia. La investigación que cuestiona esos
saberes ya dados, en otras realidades y otros espacios, finalmente enriquece el
conocimiento universal, lo que muestra también la diversidad de enfoques con los que se
aborda cualquier campo de la investigación social. A fin de cuentas, el todo se comprende
mejor si reconocemos las partes que lo componen y somos capaces de explicarlo. La
Maestría en Historia de la Ciencia y la Tecnología, por otra parte, se incrusta dentro de
nuestra realidad latinoamericana, nacional y regional. Juan José Saldaña señaló que en los
estudios de la historia local aparecen accidentes geográficos, individuos y grupos de
individuos, conceptos y teorías científicas, interactuando entre sí en un contexto social y
cultural definido. 6 Conocimiento que se incorpora, como hemos señalado, al conocimiento
universal. En Puebla, a la fecha, con la excepción del Consejo Estatal de Ciencia y
6 Juan José Saldaña (Compilador), Historia social de las ciencias en América Latina, México, Coordinación de Humanidades-Coordinación de la Investigación Científica-Grupo Editorial Miguel Ángel Porrúa, MCMXCVI, p.7.
5
Tecnología del Estado, no hay organismos regionales que impulsen los estudios sobre la
Ciencia y la Tecnología con una mirada interdisciplinaria y no hay en toda la región centro-
sur y sureste del país un posgrado como el que ha sobrevivido hasta la fecha, no sin
múltiples problemas. La pertinencia de una Maestría en Historia de la Ciencia y la
Tecnología en Puebla y la región requiere investigación especializada que permita hacer
frente a los retos de la modernización regional más allá del corredor de la industria
automotriz, las maquiladoras y los centros de embarque para los mercados de exportación e
importación de mercancías vía el puerto de Veracruz.
En los recientes foros consultivos de Ciencia y Tecnología de los últimos dos años quedó
demostrado de manera manifiesta que Puebla y su región inmediata posee una muy escasa
contribución en innovaciones o patentes tecnológicas regionales de alta calidad en
agroindustrias y en otras áreas relacionadas con la industria manufacturera, y ya no
digamos, en la ruta de la economía del conocimiento. Insistimos, más que por curiosidad
por el pasado, es por la necesidad de saber sobre los alcances del desarrollo científico y
tecnológico y sus repercusiones en nuestro futuro inmediato, por lo que se vuelve necesario
el conocimiento de frontera desde la perspectiva de la historia de la ciencia y la tecnología.
Son tres las áreas formativas que en nuestra experiencia regional deben tomarse en cuenta
para lograr resultados contundentes en la formación de recursos humanos en la dirección
propuesta: Área de Filosofía, Área de Ciencia y Área de Tecnología. Estas tres áreas
cuentan con un total de ocho cursos, concentrándose el peso de la mayoría en las áreas de
Ciencia y de Tecnología. En el área de filosofía se cuenta con un semestre de filosofía de
la ciencia y uno de filosofía de la tecnología, normalmente olvidada de los estudios
disciplinares. En el área de Historia de la Ciencia se cursan dos semestres. En el área de
Historia de la Tecnología se cursan dos semestres. Finalmente se cuenta con dos semestres
de Historiografía de la Ciencia y de la Tecnología en México. El área de investigación
comprende seis seminarios: dos monográficos, dos de investigación y dos de tesis.
III
Impulsar la investigación a través de seminarios especializados es la meta fundamental de
cualquier posgrado orientado en la materia. Es la forma idónea para iniciar la formación de
6
investigadores, ya que los temas propuestos son el motivo de la lectura, la indagación y la
reflexión colectiva. En este sentido, el profesor propone lecturas, guía la discusión, ordena
los descubrimientos y señala los caminos para enriquecer los hallazgos. No dicta
conferencias, plantea problemas, soluciones dadas y propicia que los alumnos hagan lo
propio. Si se quiere ver así, esta propuesta es completamente compatible con el
constructivismo que plantea el Proyecto Minerva de la BUAP.
El trabajo que realizan los alumnos en los seminarios monográficos consiste en
familiarizarse con temas de investigación específicos en cualquiera de las áreas formativas,
se completa mediante las lecturas propuestas por el profesor y las elegidas por el propio
alumno o las sugeridas por el grupo, la elaboración de pequeños ensayos y la discusión con
su director de tesis sobre los resultados de sus lecturas y la elaboración de sus ensayos. En
los seminarios de investigación los alumnos aprenden, refinan y practican la metodología
de la investigación de campo con base en los ejemplos de las investigaciones propias de los
profesores, de acuerdo con un abanico de propuestas provenientes de las tres áreas
formativas. En los seminarios de tesis los estudiantes diseñan el proyecto de comunicación
idónea, misma que deberán defender ante un jurado integrado por la Comisión nombrada
por la coordinación del Posgrado
Esta forma de aprender implica que los contenidos de los cursos y seminarios sean abiertos
y flexibles para que permita a los profesores- investigadores, la diversidad de opciones
didácticas que se requieran, así como la elaboración y relaboración de contenidos de
aprendizaje. Dicha flexibilidad no elimina, de ninguna manera, la previsión de un camino
elaborado con anterioridad que supone un orden, ciertos temas fundamentales y una
bibliografía obligada; todo esto contenido en los programas que los alumnos conocerán con
anterioridad al inicio de los cursos y seminarios. Es decir, sobre la base de los programas
elaborados por los maestros, se incluirán todas aquellas aportaciones, temas y textos que los
alumnos sugieran y que competan a los contenidos programados. Finalmente, para afianzar
los beneficios de los estudios interdisciplinarios, se implementaron diversas estrategias.
Una de las más importantes se refiere al trabajo colegiado que realizará el personal
académico para diseñar e impartir los cursos de formación previa obligatorios, tomando en
7
cuenta que este posgrado no tiene antecedentes en México, y de los seminarios de acuerdo a
las prioridades del proyecto y al perfil académico de los docentes investigadores. Es decir,
los profesores forman parte de un equipo que, a través de reuniones colegiadas que se
realizarán durante todo el tiempo que dure el programa, formulará la coherencia de los
contenidos, los enfoques temáticos desde perspectivas historiográficas distintas, la
secuencia problemática y las reuniones interdisciplinarias, a través de la reflexión colectiva.
Otra de las medidas que garantizarán el buen desempeño de la Maestría y los beneficios de
la interdisciplinariedad, es que los alumnos compartirán las mismas características que el
cuerpo docente: provendrán de distintas disciplinas tanto humanísticas como de los otros
campos del conocimiento científico y tecnológico, quienes se entrenarán en el manejo de
las técnicas y métodos del análisis histórico aplicado al conocimiento y a la investigación
en las disciplinas que ofrezca el programa o las temáticas de los seminarios. El posgrado
cuenta también con la asesoría de personal académico de tiempo completo para apoyar,
orientar y reforzar los conocimientos adquiridos en las distintas materias, así como para
asesorar el adecuado desarrollo de los ensayos e investigaciones que los alumnos tengan
que realizar para cumplir con los requisitos de evaluación y acreditación de los seminarios
de investigación.
Estas dos medidas, llevadas a cabo de manera constante y cotidiana, permitirán que los
alumnos estén en la posibilidad de elaborar la Tesis, apoyados en un trabajo sistemático y
ascendente que permita garantizar la calidad de la misma y, desde luego, la formación
profesional de los alumnos, requerida para este grado. Por tanto, la innovación del
conocimiento se posibilita en el posgrado por lo antes dicho y por su carácter
interdisciplinario. Es una Maestría innovadora ya que conjunta el conocimiento histórico
como base y guía, con los estudios que se realizan sobre la ciencia y la tecnología en otras
disciplinas. La interdisciplinariedad propicia la elaboración de nuevas formas de conocer y
así con nuestros futuros alumnos, emprender proyectos de investigación innovadores; que
tengan qué ver con los estudios medio ambientales en perspectiva holística, con lo que
estaríamos contribuyendo con un conocimiento útil, a la resolución de los grandes
problemas que plantea la sociedad des-industrializada, diseñando un proyecto de
sustentabilidad coherente con el futuro del país, del estado de Puebla y del planeta.
8
El Proyecto Minerva hace particular énfasis en este tipo de estudios: “Quienes estudien y
trabajen en la BUAP tienen el compromiso de cuidar el equilibrio ecológico del medio
ambiente, no sólo haciendo propuestas, sino también respetando los ciclos naturales de vida
y sensibilizando a la sociedad sobre estas problemáticas, ya que el mundo globalizado está
promoviendo el consumismo y la destrucción del ambiente a favor de la industrialización
por encima del crecimiento, recuperación y cantidad de nuestros recursos naturales, locales
y globales”. 7
Desde su nueva orientación en 2002 a la fecha, estas son las líneas de investigación que se
han impulsado en el posgrado:
1.-) Filosofía Novohispana sobre Ciencia y Tecnología: Siglos XVII-XVIII.
2.-) Filosofía del Límite y sus relaciones con la Ciencia y la Tecnología
3.-) Las exploraciones científicas hacia el continente americano (siglos XVIII-
XIX). El papel de la imagen y de la fotografía.
4.-) Historiografía de la Ciencia y de la Tecnología en México y América Latina.
5.-) Historia de la Tecnología Industrial en México: XVIII-XX.
6.-) Historia de la Medicina y de la Salud en Puebla y en México: XVII-XX.
7.-) Patentes de invención e innovación tecnológica en México: 1830-1920.
8.-) El papel de las instituciones en la formación del saber científico en México:
XVII-XX.
9.-) Historia de las profesiones: El Derecho, las Ciencias Sociales, la Medicina y la
Ingeniería.
10.-) La Arqueología de la industria en México: XVI-XX.
Las líneas de investigación propuestas son en principio aquellas que se derivan de las líneas
curriculares o áreas del conocimiento que se estudian en la Maestría y, desde luego, las que
derivan de la propuesta interdisciplinaria que ofrecen tanto profesores de otras áreas de la
BUAP, como de la misma Facultad de Filosofía y Letras. Recientemente hemos entrado en
7 Modelo Universitario Minerva, 6. Referentes teóricos filosóficos, p. 36. Actualmente el posgrado está en restructuración para adaptarlo a las necesidades del modelo educativo de la BUAP. Hasta el año de 2007 contó con 24 egresados y el reto para aceptar nueva matrícula con las orientaciones aquí plasmadas, es graduar al menos al 80% de ese número para iniciar un nuevo ciclo más competitivo.
9
colaboración con la Asociación Civil, Historiadores de las Ciencias y de las Humanidades,
con el objetivo expreso de reforzar la presencia nacional de investigadores en el posgrado.
Las investigaciones en curso que se llevan a cabo en el ámbito regional de Puebla, de donde
han emanado ya seis tesis de grado en proceso de publicación son:
a) Patentes de invención y tecnología industrial mexicana. 1850-1920.
b) Orígenes institucionales de las escuelas tecnológicas mexicanas.
c) Los fundamentos de la Arqueología aplicada al rescate de la industria en
México. Siglos XVI-XX.
d) Inventos e inventores mexicanos.
e) Medicina, sociedades médicas y biografías de médicos mexicanos.
f) Exploraciones científicas e historia de las profesiones en México.
g) La fotografía y la imagen en la Historia de México.
h) Ciencia, Tecnología y Sociedad en Puebla: XVI-XX.
Una buena parte de las investigaciones en proceso forman parte al mismo tiempo de otras
áreas y seminarios nacionales e internacionales como:
Área de Historia Económica y Social
Seminario de Historia de las Manufacturas y de la Industria
Área de Conservación del Patrimonio Industrial
Seminario de Historia Mexicana de la Ciencia
Seminario de Historia de la Medicina
Área de Historia de las Ciencias Naturales
Derecho. Historia Política. Historiografía y Metodología.
IV
De las seis tesis que se han aprobado para su publicación en una nueva colección de
estudios sobre Historia de la Ciencia y de la Tecnología en México, podemos inferir el peso
10
que le ha dado el posgrado a incentivar la investigación en el área de historia de la
tecnología aún en áreas tradicionales de la historia de la medicina. Los trabajos de José Luis
Gómez de Lara, (Cuerpos en rehabilitación. Un acercamiento al origen de la ortopedia
mexicana) Sergio Briz Flores, (Trauma y violencia en una ciudad novohispana. Puebla
1795-1845) y de Armando Angulo Salazar, (Contaminación minera. Historia de un
proceso médico. Pachuca y Real del Monte. 1907-1947) van justo en la dirección de
entablar el puente entre la historia de los procedimientos técnicos y la consolidación de la
Medicina como una especialidad científia en México, del virreinato al siglo XX. En los
trabajos de José Valderrama Márquez, (Eficiencia y tecnología en el suministro y
distribución de agua potable en la ciudad de Puebla de Zaragoza:1890-1910) Celina Peña
Guzmán, (Industrialización y electrificación en el México porfirista; el caso del proyecto
hidroeléctrico Necaxa y el nacimiento de la Mexican Light and Power Co) y de María del
Pilar Paleta Vázquez, (Léxico de las artes y los artificios de Molina y Rivas, 1519-1580) el
énfasis en la historia de la tecnología fue dominante sin dejar de lado la mirada sociológica,
antropológica y de historia de empresas que no puede soslayarse en este tipo de estudios.
De las tesis en curso actualmente (de 18 egresados hasta el día de hoy, hay al menos 10 en
proceso de culminación inminente) predominan las que versan sobre aspectos de historia de
la tecnología y en menor medida las de comunidades científicas y aspectos de historia de la
medicina. Por estas razones, hemos querido dejar en claro el contenido académico del
enfoque de historia de la tecnología que predomina en la orientación de las investigaciones
del posgrado.
Cuando en 1958 nació la “Society for the History of Technology,” se planteaba la
preocupación que incluía no sólo recuperar la historia de los aparatos y los procesos
tecnológicos, sino los vínculos que existen entre la tecnología y la ciencia, con la política,
el cambio social, la economía, las artes y las humanidades. Dentro de esta sociedad se
reunían: el ingeniero, el científico, el industrial, el sociólogo y el humanista para promover
el estudio y la interpretación de los procesos de evolución que son de interés y
preocupación de todos en su conjunto. El ingeniero era convocado por la “Sociedad”
porque él debía comprender que sus actividades afectaban a todos los elementos de nuestra
11
cultura, que tanto un puente o un teléfono debía satisfacer necesidades económicas y
sociales, poseen valores estéticos y culturales, así como elementos tecnológicos. En el caso
de los sociólogos y humanistas, estos no podían quedarse al margen de las influencias
tecnológicas en la sociedad y en el individuo, por lo que debían asimilar un conocimiento
básico acerca de cómo llegaron a surgir estos dispositivos técnicos y cómo funcionan.
Todo esto nos llevó a estar conscientes de que después de la 2ª Guerra Mundial vivíamos ya
en una “era tecnológica”. Para Kranzberg esto significa estar conscientes de que la
tecnología se ha convertido en una gran fuerza devastadora, al mismo tiempo que creativa,
en el siglo XX. Esta toma de conciencia significa reconocer la importancia de la tecnología
en las cuestiones humanas; que forma parte de nuestra vida cotidiana en una medida
siempre creciente; que no es un factor local o limitado, sino que abarca a todos los hombres
en todas partes “y está relacionada íntimamente con casi todas las actitudes humanas”.
La primera mitad del siglo XX muestra con claridad que en las siguientes áreas la
tecnología jugó un papel muy importante: tecnología de alimentos, urbanismo, transporte
terrestre, transporte marítimo, aeronáutica, navegación, imprenta y papel, la
comunicación eléctrica, la fotografía y la cinematografía, los ordenadores, la medicina y
la sanidad pública, la tecnología militar: la guerra en tierra, la guerra en mar, la guerra
aérea; la tecnología en el hogar. A partir de 1945, el desarrollo tecnológico se basa en el
conocimiento, a diferencia de las revoluciones científicas anteriores, que se fundamentaron
en el vapor y las comunicaciones. De tal forma que la ciencia y la tecnología asumen un
carácter globalizador y unificador, respondiendo a la planeación estratégica de los
conglomerados transnacionales:
1) Comprar materias primas a precios baratos en cualquier parte del mundo.
2) Producir en países con mano de obra barata.
3) Vender en los mercados más rentables.8
8 Díaz Muller, Luis, Derecho de la ciencia y la tecnología del desarrollo, México, Porrúa, 1995 p. 14
12
4) En la era global después de 1980, la producción flexible nos lleva a la economía del
conocimiento donde se produce lo que se vende con anticipación y con estándares de
valor agregado elevados.
A finales de la tercera Revolución Industrial que se puso en marcha desde 1945, un aspecto
es claro, ésta se cimentó sobre las denominadas nuevas tecnologías: comunicaciones, bio-
tecnología, robótica, microelectrónica, aspectos que originaron el comentario del Premio
Nobel de Economía, Hobert Simon, sobre la ciencia de lo artificial. En efecto, la
revolución del conocimiento se caracteriza porque se trata de nuevos descubrimientos
científicos que se centran en los procesos más que en los productos. La materia prima de
esta revolución tecnológica es la información, y los agentes de los que se vale son la
microelectrónica y la informática.9
El cambio tecnológico de hecho es un verdadero sistema científico-tecnológico- industrial,
del que se benefician principalmente los países post industrializados, que recurren a su
superioridad en la posesión de este conocimiento. Así, los grandes avances científicos se
desarrollan en un mundo cada día más unificado económicamente y más interdependiente
políticamente.10 Estamos en los umbrales de un mundo sin fronteras.
De los comentarios precedentes, como podemos observar, el estudio de la Historia de la
Tecnología está en parte encaminado a superar esa mentalidad popular que la considera
simplemente como una narrativa cronológica de inventores y sus aparatos. Sin duda, éstos
también tienen una historia particular: en el siglo XVIII no conseguían fácilmente un
reconocimiento especial por sus contribuciones. Así que la Historia de la Tecnología
anterior es anónima y sólo se recuerdan a los hombres destacados. Por el contrario, el
inventor del siglo XIX que se enfrenta a las fuerzas de la naturaleza, en un mundo de
confusión, para revertir a la humanidad los beneficios de la tecnología, se vuelve un héroe.
De ahí que las sociedades industriales recompensen y protejan a los innovadores
9 Ibid., pp. 6-7. 10 Ibid., p. 9.
13
tecnológicos. A estos, se les otorgan patentes, y con ello al individualizarse la innovación
tecnológica, se borran sus asociaciones con los artefactos existentes.
El término “invención” designa el momento más espectacular de una creación técnica, Pero
el antes y después de la invención, generalmente olvidado, es necesario repensarlo debido a
que la importancia de la invención puede ser apreciada según: su novedad; su ingeniosidad
y el esfuerzo tenaz y perseverante del autor; su impacto social, según una o varias de las
significaciones particulares de este término genérico: económico, político, social, cultural.
Según Georges Basalla la Historia de la Tecnología es una disciplina que estudia la
invención, producción y usos de objetos materiales.11 Por lo que el historiador de cualquier
especialidad de la técnica deberá familiarizarse con la literatura de las patentes y con todo
tipo de ramificaciones industriales y comerciales, así como con los problemas legales de su
registro y divulgación, que tal vez preocuparán al historiador de la Ciencia.
En países en vías de desarrollo, el problema científico y tecnológico no es un asunto nuevo.
Desde 1963 el interés por desarrollar ambos aspectos llevó a organizar en Ginebra la
primera gran conferencia sobre la aplicación de la ciencia y la tecnología para el desarrollo.
Ocho años después, las Naciones Unidas a través del Comité Asesor relacionado con este
asunto dieron a conocer un “Plan de Acción Mundial para la Aplicación de la Ciencia y la
Tecnología al Desarrollo”; poco tiempo después aparecieron, en consulta con organismos
regionales, planes de acción referentes a América Latina, Asia Occidental, África y el
Pacífico. Finalmente, en 1979 se urdió en Viena la “Conferencia de las Naciones Unidas
para la Aplicación de la Ciencia y la Tecnología al Desarrollo”. El resultado de estos
estímulos a la ciencia y a la tecnología tuvo respuesta en algunos países, organizando y
coordinando esfuerzos en pro de su divulgación y enseñanza.
En México, desde 1964, dentro de las discusiones de la “Academia de la Investigación
Científica”, los argumentos que avalaban estas políticas de desarrollo partían del hecho que,
si bien era cierto que los valores positivos que toda investigación científica y tecnológica
representaban desde el punto de vista económico, cultural y de seguridad nacional, también
11 Basalla, Georges. La evolución de la tecnología, México, Conaculta, 1991.
14
era cierto que la principal explicación del crecimiento de la economía “lo daba
precisamente el volumen de recursos dedicados a la investigación y a la educación, tanto o
más que el capital aplicado y la mano de obra empleada”.12 Para la comunidad científica
mexicana, aunados a los esfuerzos de economistas, sociólogos y politólogos, era urgente
dar un nuevo impulso a la ciencia y a la tecnología, por lo que se planeó la creación de un
organismo encargado de vincular estas áreas con las necesidades presentes y previsibles de
la sociedad. Así nació en 1970, el Consejo Nacional para la Ciencia y la Tecnología
(CONACYT).
Algunos países no lograron despojarse de su visión todavía decimonónica, en el sentido de
que la ciencia es una actividad de prestigio que merece impulsarse por sí misma, sin mayor
relación con su aplicación práctica. Otros países consideraron poco menos que inútil
estimular la investigación tecnológica impidiendo con ello transformar y modernizar la
industria, sobre todo en América Latina y en algunos países de Asia. Tal y como se había
diseñado la estrategia de desarrollo dentro de un nuevo orden económico internacional,
todo parecía indicar que esta propuesta se reducía a exigir que los países industrializados
transfirieran tecnología a los países en desarrollo. Sin embargo los trastornos financieros
provocados por la crisis petrolera de los años ochenta impidieron cualquier tipo de
transferencia masiva de recursos, por lo que estos países quedaron a merced de sus propios
medios y posibilidades en materia de promoción de la ciencia y la tecnología. Esta
dependencia del extranjero provocó que las innovaciones tecnológicas ahondaran la
dependencia y la subordinación de unos por otros.
VI
Del conocimiento y la comprensión de la realidad tecnológica y científica del país depende
el diseño de la estrategia que deberemos seguir hacia el futuro que se vislumbra. Después
de cuando menos una década de investigación histórica en cuanto a la ciencia y a la
tecnología mexicanas, Elías Trabulse escribió certeramente que “podemos olvidar el pasado
12 Urquidi, Víctor L., “Ciencia, Tecnología y Sociedad”, Memorias del 1º Congreso Mexicano de Historia de la Ciencia y de la Tecnología, México, Sociedad Mexicana de Historia de la Ciencia y de la Tecnología, 1989. Vol. 1 p. 73
15
científico y tecnológico de México, lo que no podemos hacer es negarlo”. En efecto,
después de los primeros trabajos publicados en 5 volúmenes con las ponencias ahí
presentadas, a raíz del “Primer Coloquio Mexicano de Historia de la Ciencia y de la
Tecnología”, cuyo Comité Organizador estuvo conformado entre otros por Eli de Gortari,
M. Maldonado Koerdel, Modesto Bargalló, Edmundo O´Gorman, José Miranda,
aparecieron libros como el de Eli de Gortari, La ciencia en la historia de México.
La consecuencia natural de esta reunión de especialistas fue la creación de la Sociedad
Mexicana de Historiadores de la Ciencia y de la Tecnología (SMHCT). La preocupación
fundamental de los dirigentes de esta comunidad científica fue que ésta no se volviera
solamente una “reunión de amantes de la Historia de la Ciencia”. Para ello, habría que tener
claridad respecto a “las finalidades de la Historia de la Ciencia” y de cómo ésta podría
contribuir a hacer “la historia de los diferentes campos de las ciencias en nuestro país, parte
fundamental de su historia, por lo general todavía ignorada”.
Tuvieron que pasar muchos años para que con el título de “La ciencia en la Historia de
México”, se planteara que “el estudio del desenvolvimiento científico de México, tiene el
enorme interés de servir para poner de relieve la historia mexicana de una de las actividades
de mayor importancia en nuestro tiempo, a la vez que permite esclarecer varios hechos
destacados de la historia social de México”. Por otra parte, presentar este panorama
histórico de la ciencia pretendía dar a conocer el arraigo de las tradiciones científicas y
“establecer con mayor firmeza las bases científicas en nuestro pueblo y para establecer con
mayor firmeza las bases del impulso en grande que es necesario impartir ahora a la
investigación científica en México, con vistas a elevar nuestro desarrollo cultural y poder
satisfacer mejor las numerosas necesidades que plantea nuestro desenvolvimiento
económico y social”.
Las bases para poder desarrollar esta disciplina en México fueron sentadas por Elí de
Gortari desde 1946, cuando en el “Seminario de Filosofía en México” se planteó el estudio
de este tema. Dos años después, ya es posible estructurar un cuadro general de la ciencia
mexicana, iniciando con los estudios sobre Alzate y Gabino Barreda, que permiten fundar
16
la cátedra de Historia de la Ciencia en México tanto en la Facultad de Filosofía y Letras
como en la Escuela Normal Superior y el Instituto Politécnico Nacional. De 1951 a 1963,
los estudios sobre la ciencia en México se desarrollaron en el Centro de Estudios
Filosóficos de la UNAM. Cuando se organizó el “Primer Coloquio Mexicano de Historia
de la Ciencia”, los nacionales que incursionaban en este campo de investigación y docencia
eran personas provenientes de otras disciplinas, sin grado alguno precisamente en historia o
filosofía de la ciencia. Pero con el Coloquio, el viejo proyecto de empezar el estudio
sistemático del pasado científico y técnico mexicano y de organizar a los historiadores,
tomaba forma, porque se pensaba en la profesionalización de esta disciplina,
acompañándola de una amplia difusión, y con presencia en otros ámbitos académicos. No
obstante, ésta no se dio porque varios de los académicos más dinámicos y destacados
murieron; no despertó entre los académicos herederos de la tradición, el interés deseado y
por lo tanto el amateurismo prevaleció, pero sí generó una serie de reuniones dedicadas a
temas específicos de la Historia de la Ciencia y de la Tecnología mexicanas que fueron
publicados posteriormente en los “Anales de la Sociedad Mexicana de Historia de la
Ciencia y de la Tecnología” entre 1965 y 1979. En cuanto al último punto señalado vale la
pena aclarar que en 1962, Sarton señalaba que el aumento de los historiadores de la ciencia
aficionados iba en aumento, así como el número de libros de divulgación, por lo que: “El
historiador aficionado de la ciencia suele ser de una índole completamente distinta. Puede
ser, por ejemplo, un científico distinguido que ha llegado a concebir suficiente interés por la
génesis, pero sin tener la menor idea de cómo se debe investigar el tema y sin tener
conciencia siquiera de las fallas que comete. El triunfo alcanzado por él en otros órdenes y
el hecho de que haya dejado ya muy atrás la edad del aprendizaje, hacen difícil, si no
imposible que llegue a dominar una nueva técnica. Por regla general le falta humildad de
principiante y publica sus resultados históricos con seguridad ciega y fatua. Es
‘amateurismo’ en el peor sentido de la palabra”.13
Hace casi ya veinte años, un nuevo intento por reagrupar a los interesados por los estudios
históricos tomó forma con la creación de la “Sociedad Mexicana de Historiadores de la
13 Sarton, George. “Bases Científicas de la Historia de la Ciencia”, Ensayos de Historia de la Ciencia, México, UTEHA, 1968, pp. 54-55.
17
Ciencia y de la Tecnología”. Acorde con los cambios que se generaban mundialmente, y
acorde también con la integración de académicos formados fuera del país en este campo,
por lo que ahora se presentaban nuevas condiciones para retomar el rescate y estudio de la
tradición científica y tecnológica mexicanas. También el tan buscado interés por desarrollar
cierta atracción de los científicos por este campo finalmente se logró, pues un crecido
numero de profesionales de todos los ramos del conocimiento se interesaron por los
resultados de los trabajos de la Sociedad, sea por sus intereses culturales, pedagógicos o de
complemento en su formación. Además, se contaba ya con un reconocimiento internacional
de la SMHCT. Entre sus objetivos estaba vincularse a otras instituciones mexicanas para
empezar el rescate y la valoración del pasado científico y tecnológico del país. Con estas
bases ya se podía avanzar con paso seguro a la institucionalización como disciplina
científica.
En efecto, grosso modo, entre 1989-1996, diversos trabajos realizados por un cada vez más
numeroso grupo de investigadores de todas las áreas, han encontrado testimonios
novedosos del quehacer científico mexicano en prácticamente todas las etapas de la historia
de México. Por eso, buena parte de sus estudios han centrado su interés en el análisis
heurístico y hermenéutico de los testimonios científicos y tecnológicos. Además, una buena
parte de los trabajos se concentran en estudios monográficos sobre biografías de sabios o
instituciones científicas lo que ha permitido profundizar sobre la historia de la comunidad
científica mexicana y de ahí han partido para adentrarse en los problemas epistemológicos
que se derivan de ella. Sin embargo, se ha puesto mayor énfasis en llenar los huecos del
conocimiento local, que en descifrar problemas de otras latitudes.14 “Cuando logremos
tener un buen acopio de datos de carácter global enciclopédico, en relación con el país,
debemos enfocar con amplitud y profundidad mayores cada una de las ciencias, con sus
características peculiares en México”.15
14Beltrán, Enrique, “La Historia de la Ciencia en México en los últimos cinco lustros (1963- 1988)”, Memorias del 1º Congreso Mexicano de Historia de la Ciencia y de la Tecnología, México, Sociedad Mexicana de Historia de la Ciencia y de la Tecnología, Vol. 1, 1989, pp. 79-100. 15 Idem.
18
Actualmente el panorama aparece muy diferente al de hace treinta años, cuando se tenía por
objetivo principal profesionalizar esta disciplina. Por una parte existe, según palabras de
Juan José Saldaña, presidente honorario de la SMHCT, presencia de historiadores
profesionales de la ciencia y de la tecnología, que han obtenido su posgrado en México o en
el extranjero con tesis sobre este ramo; que se han formado específicamente en historia de
las ciencias y que se dedican a la investigación y la enseñanza. En efecto, los congresos
organizados por la SMHCT, muestran una gran actividad de diversos profesionistas que
presentan trabajos bajo el rubro de la Historia de la Ciencia y de la Tecnología. Sin
embargo, los resultados obtenidos en los diferentes congresos organizados en México hasta
199616 muestran notoriamente las siguientes vertientes: buena parte de los trabajos
privilegian las biografías de grandes personajes; persiste la ausencia de estudios regionales
que permitan evaluar objetivamente el desarrollo científico y tecnológico mexicano;17 la
notoria falta de estudios sobre la Historia de la Tecnología;18 la limitada revisión de
fuentes bibliográficas, hemerográficas y documentales científicas y tecnológicas; la
heterogeneidad de los profesionistas que se dedican al estudio de estas disciplinas. De ahí la
diversidad de concepciones con las que se abordan los temas referentes a estas áreas de
estudio. (e. g., los médicos, los ingenieros, los sociólogos, los historiadores, economistas,
matemáticos, geólogos, biólogos, etc.); la ausencia de objetivos claros que lleven a
resultados concretos tanto en la Historia de la Ciencia como de la Tecnología (e.g., un
geógrafo aborda el estudio de la historia de su disciplina desde el punto de vista del
geógrafo y no del historiador de la ciencia. Lo que lleva a alejarse del objetivo principal de
entender el desarrollo de la ciencia dentro del conjunto de las ciencias).
16 De acuerdo con el estudio de Alberto Soberanis, René de León y Rebeca García, con base en las memorias de los cinco congresos de la SMHCT entre 1988-1996, tenemos que: de un total de 557 trabajos presentados 105 versan sobre un científico (18.85% del total), sobre alguna ciencia en particular el porcentaje más alto (36.26%), los trabajos generales sobre Historia de la Ciencia y de la Tecnología tienen un porcentaje intermedio (22.62%), los de comunidades científicas y sociedades representan el menor porcentaje (5.7%) y el resto representan el 16.57% (revistas científicas, educación, escuelas, universidades, museos y medios, etc.)
17 El número de ponencias que se presentaron provenientes de las diferentes regiones del país, pero que no necesariamente son trabajos sobre éstas, son los siguientes: Sinaloa 17; Michoacán 13; Puebla 12; Sonora 5; Jalisco 4; Hidalgo 3; Guanajuato y Yucatán 2; Baja California 1; muestra una muy baja participación (11.06% del total) respecto de los 557 trabajos presentados. 18 Los temas privilegiados en orden de importancia son: Medicina, Botánica, Minería, Biología, Química, Ingeniería, Agricultura y Física. En mucho menor porcentaje aparecen: Matemáticas, Veterinaria, Geotermia, Psicología, Sociología, Astronomía, Meteorología, Espeleología, Geografía, Antropología, Filosofía y Medio Ambiente.
19
Finalmente vale la pena señalar que los trabajos presentados en estos cinco congresos de
1988-1996 privilegian notoriamente el siglo XIX,19 seguramente porque con la idea de
fortalecer la idea de la existencia de una ciencia “periférica”, frente a la ciencia
“metropolitana”, los argumentos podían encontrar mejor fundamento en el siglo XIX.
Empero, los resultados obtenidos en nuestro pequeño análisis estadístico, de ninguna
manera pueden considerarse como terminados, pues nuestra intención no ha sido más que
tener una referencia para poder explicar la necesidad de impulsar los estudios de posgrado
que recuperen estas legítimas preocupaciones que surgieron desde 1962, cuando
investigadores de la talla de Enrique Beltrán, José Joaquín Izquierdo, Modesto Bargalló, Elí
de Gortari, levantaron la voz para combatir con las armas que tenían a la mano, la
dependencia científica y tecnológica que ahora, a comienzos del nuevo siglo XXI,
nuevamente se presenta de una manera virulenta.
A manera de conclusión.
Los últimos años han sido de mucha actividad para los que se dedican a este tipo de
trabajos, pero a nuestro parecer todavía faltan investigaciones orientadas con miras más
amplias si vemos que en el X Congreso de la SMHCYT en el 2006, prevalecían tendencias
historiográficas tradicionales. En dicho Congreso, de 66 ponencias presentadas, éstas
correspondían a 19 temáticas, repartidas de la siguiente forma:
X Congreso de la SMHCYT 2006
(Temas predominantes en 66 ponencias)
Ciencia 25
Personajes 19
Medicina y Salud 12
Tecnología 7
19 Después del siglo XIX se ha insistido en los siglos XVIII y XX, sobre el Siglo XVII, el XVI y el periodo prehispánico los estudios son escasos. Las explicaciones tienen que ver con la naturaleza de las fuentes de información. En el prehispánico las fuentes arqueológicas están bajo control estricto de arqueólogos al servicio del Estado, para los siglos XVI y XVII el fuerte desconocimiento del latín y griego antiguo, de la paleografía y en general de las técnicas de interpretación documental, provocan el reducido acceso a los archivos y bibliotecas especializados en estos periodos. Quizá Elías Trabulse sea un caso excepcional de un historiador que ha tenido acceso a este tipo de fuentes.
20
Sociedad 7
Educación 5
Veterinaria 5
Biogeografía 5
Políticas Públicas 4
Docencia Universitaria 4
Medicina 3
Formación de Investigadores 3
Identidades 1
Divulgación de la Ciencia 1
Oficios 1
Naturaleza 1
Patrimonio Cultural 1
Geografía 1
Teoría de la Historia 1
Como se puede observar, la historia de la tecnología sigue siendo la gran asignatura
pendiente en la historiografía mexicana. A nivel de obras impresas, resulta por demás
preocupante que cuando Don Ramón Sánchez Flores publicó su Historia de la Tecnología y
la invención en México, (1980), sólo contamos con seis estudios de conjunto donde la
Tecnología guarda un papel central. Se publicó el ensayo de Elí de Gortari Del saber y la
técnica en el México antiguo, (1987), el de Teresa Rojas y William Sanders sobre la
agricultura mexicana, Historia de la agricultura. Época Prehispánica siglo XVI, (1985), el
de Victoria Novelo, Arqueología de la Industria en México, (sf) y ya más en concreto sobre
la relación entre Industria y Tecnología, el de los Ingenieros Pablo Mulas del Pozo y Jesús
Álvarez, Aspectos tecnológicos de la modernización industrial en México, (1995) y el
debate reciente entre Tecnología, Arqueología Industrial e Historia Económica de Sergio
Niccolai y Humberto Morales (eds), La Cultura Industrial mexicana, (2003) y finalmente,
el resumen en forma de libro que publica Leonel Corona bajo el título de La tecnología,
siglos XVI al XX, (2004) que más nos da cuenta de las enormes lagunas y carencias que la
historia de la tecnología mexicana nos presenta, que de sus resultados integradores.
21
Recientemente el Foro Consultivo Científico y Tecnológico de la Presidencia de la
República publicó el libro La Tecnología Mexicana al servicio de la industria (2007),
donde se da cuenta de los avances recientes de la investigación tecnológica mexicana en
relación directa con el desarrollo industrial. En 6 estados se documentaron casos de
investigación aplicada, en 17 se documentó desarrollo tecnológico, destacando el Estado de
México sobre la media nacional. La Historia de la Tecnología mexicana requiere un
replanteamiento general de las tendencias de investigación y recopilación de fuentes que
potencien una visión integradora de la “varia invención”, la innovación y la adaptación de
tecnologías que han estado presentes y olvidadas a lo largo de nuestra historia. Las
siguientes líneas de investigación se imponen como claves para fortalecer el futuro de esta
disciplina en el contexto del posgrado y la investigación en centros y universidades
mexicanas.
Líneas de Investigación propuestas para el futuro de la Historia de la Tecnología en
México:
a) Las Patentes de Invención en México comparativamente con los EE.UU. 1830-
1940.
b) Orígenes de la industrialización en México y América Latina. Un punto de vista del
papel de la tecnología.
c) Los usos del vapor y del carbón mineral en México. La base energética del
desarrollo económico: 1750-1940.
d) Historia de la educación tecnológica en México: 1842-1939.
e) Rescate de Sitios Industriales Mexicanos: 1835-2007.
f) Historia Tecnológica de los Ferrocarriles Mexicanos.
g) Historia Tecnológica de la Industria Textil.
h) Historia Tecnológica de la Minería.
i) Historia Tecnológica de los Transportes en general.
j) Historia Tecnológica del Petróleo.
k) Historia y Filosofía de la Tecnología en México.
l) Sociedades de inventores y tecnólogos mexicanos.
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Referencias:
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la modernización industrial en México, México, FCE, 1995.
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