consenso progressista - politica sociales
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Consenso progresista:Las polticas sociales de los gobiernos progresistas del Cono SurCompiladores:Yesko Quiroga, Agustn Canzani, Jaime Ensignia.
Autores:Fabin Repetto, Mariana Chudnovsky, Zuleide Arajo Teixeira, Gonzalo Martner,
Carmen Midaglia.
Editado en 2009.
Los artculos que publicamos son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no
traducen necesariamente el pensamiento de la Fundacin Friedrich Ebert. Se admite la
reproduccin total o parcial de sus trabajos como asimismo de sus ilustraciones, a
condicin de que se mencione la fuente y se haga llegar copia a la redaccin.
Fundacin Friedrich Ebert
Fundacin Chile 2Fundacao Perseu AbramoFundacin Lber SeregniCEPES: Centro de Estudios Polticos, Econmicos y Sociales
www.fes.cl
Diseo y Diagramacin:
Ildefonso Pereyra.
Ilustracin de Tapa:
Viviana Ponieman.
Coordinacin de la publicacin:
YUNQUE de Ildefonso Pereyra.
yunquemm@yahoo.com.ar
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INDICE
Presentacin ...................................................................................................................................................... 7
ARGENTINA .......................................................................................................................................................15Las polticas sociales en la Argentina recienteAvances y desafos desde una perspectiva progresista
por Fabin Repetto y Mariana Chudnovsky
BRASIL ................................................................................................................................................................... 47Consenso progresista desde el Surpor Zuleide Arajo Teixeira
CHILE ...................................................................................................................................................................... 85Consenso polticas sociales post neoliberalesLa experiencia de Chile
por Gonzalo Martner
URUGUAY ...........................................................................................................................................................149
Las polticas sociales del gobierno de izquierda en UruguayUna aproximacin a sus caractersticas y resultados
por Carmen Midaglia
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Presentacin
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Construccin de ciudadana. Las polticas sociales de los gobiernos progresistas del Cono Sur
P R E S E N T A C I N
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FUNDACIONES Y CENTROS POLTICOS PROGRESISTAS:FORJANDO EL AVANCE DEMOCRTICO Y SOCIAL
En varios pases latinoamericanos existen fundaciones y centros cercanos a los
partidos o movimientos polticos progresistas. Habitualmente no disponen de
una gran estructura organizativa, ya que no cuentan con financiamiento
permanente, ni mucho menos pueden partir de una base cierta de
financiamiento pblico, como sucede en el caso de las fundaciones polticas
alemanas.
Guardando las distancias y contrastes entre los pases, los partidos, en general,muestran grandes deficiencias para encarar efectivamente un aggiornamento
programtico, imprescindible para su vigencia tal como lo sealan
reiteradamente tantos analistas. En sentido similar, llama la atencin -por
paradjico- otro flanco dbil que los partidos, no pueden ocultar: su creciente
incapacidad para agregar intereses en las sociedades, articularlas y traducirlas en
posiciones y hechos polticos, lo que constituye una de las funciones por
excelencia de este tipo de organizacin poltica.
En nuestros das, una gran cantidad de ONG y organizaciones sociales han
ocupado un terreno importante en el debate sociopoltico, tanto en el nivel
nacional como internacional. Algunas de ellas han logrado valiosos niveles de
respeto y credibilidad a partir de su trabajo en el mbito poltico y social. A su
vez, por diversas razones, se observa cierta tendencia en estas organizaciones
a tomar distancia de los partidos. Una de las principales razones de ello, es que
muchas veces a los partidos les resulta difcil asumir en su prctica poltica
cotidiana nuevos fenmenos y demandas sociales, propias de las sociedadescontemporneas.
Concientes de la necesidad de aportar a la generacin de nuevas respuestas
polticas, las fundaciones y centros polticos progresistas en Argentina Brasil,
Uruguay y Chile se proponen como plataforma de debate poltico, de dilogo,
reflexin e intercambio de experiencias sobre los procesos polticos, econmicos
y sociales de Amrica del Sur.
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En 1995 se constituy la Fundacin Chile 21, prxima a los partidos de la
Concertacin de Partidos por la Democracia. Un ao despus naci la Fundacin
Perseo Abramo, vinculada al Partido de los Trabajadores del Brasil. Aos
despus se suman a los centros de pensamiento del sector progresista, el Centrode Estudios Polticos, Econmicos y Sociales (CEPES) de Argentina y la reciente
creada, Fundacin Lber Seregni, cercana al Frente Amplio de Uruguay,
En 2004, por iniciativa de la Fundacin Chile 21 y con el apoyo de la Fundacin
Friedrich Ebert de Alemania, estas organizaciones formaron una red con el
objetivo de aportar al debate poltico y a la generacin de nuevas visiones desde
perspectivas regionales. En este contexto, la red abord un tema sustantivo
para los pases latinoamericanos, como lo es la concentracin extrema de losingresos y de la riqueza.
Por ms de una dcada, las polticas neoliberales de mercado agudizaron este
proceso, profundizando la creciente prdida de legitimidad de los sistemas
polticos y, en algunos casos, de las propias democracias. Aos despus en casi
todos los latinoamericanos asumieron gobiernos progresistas, justo por la
promesa de una mayor justicia social; pero aun cuando en varios pases se han
reducido los niveles de pobreza, esto no es sinnimo de una mayor justicia social.
Desde el ao 2005, con la participacin activa de la presidenta de Chile, Dra.
Michelle Bachelet y, con la cooperacin de la Fundacin Friedrich Ebert y otras
fundaciones europeas, Chile 21 y la Red de Fundaciones Progresistas del Cono
Sur, realizan el Foro Anual del Progresismo, en donde se analizan y se debaten,
los avances, dificultades y retrocesos de las polticas de los gobiernos
progresistas de la regin. A estos foros anuales, asisten lderes polticos y
acadmicos de los pases del Cono Sur, de algunos pases europeos y,ltimamente, de Bolivia y Colombia.
En este contexto, la Red de Fundaciones Progresistas del Cono Sur y la FES
realizan adems evaluaciones sectoriales de las polticas llevadas a cabo por los
gobiernos del Brasil, de Chile, de Argentina y del Uruguay. En seminarios
realizados en Buenos Aires, Montevideo y Sao Paulo, se analizaron durante el
ao 2008, ejes temticos como la Integracin Regional, las polticas sociales y la
reforma de los partidos polticos.
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Presentacin
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Para el transcurso del ao 2009, se pretende darle continuidad a este esfuerzo
conjunto analizando las polticas econmicas y exteriores. Estas actividades
regionales, se complementan con la cooperacin entre esta red y las oficinas de
la FES del Cono Sur a nivel nacional.
Esta publicacin sobre las polticas sociales de los gobiernos progresistas del
Cono Sur, que colocamos a disposicin del lector, es resultado de un esfuerzo
mancomunado de la Red de Fundaciones Progresistas y de la Fundacin
Friedrich Ebert para entender mejor tanto los avances como los vacos polticos
de los ltimos aos en la regin.
Yesko QuirogaRepresentante de la Fundacin Friedrich Ebert-Chile
Jaime EnsigniaDirector del Proyecto Sociopoltico de la
Fundacin Friedrich Ebert-Chile
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LAS POLTICAS SOCIALES, SEA DE IDENTIDAD PROGRESISTA
A fines de junio de 2008, un grupo de polticos, tcnicos y funcionarios de
gobierno de Argentina, Brasil, Chile y Uruguay, convocados por la Red deFundaciones Progresistas del Cono Sur con el apoyo de la Fundacin Friedrich
Ebert, se reunieron durante dos das en Montevideo para discutir sobre el
desarrollo y los resultados de las polticas sociales recientes en sus pases. El
Seminario forma parte de un proyecto de ms largo aliento, que busca
identificar las bases de un consenso progresista en la regin.
La base de la discusin fueron cuatro documentos con descripciones de los
procesos nacionales, elaborados por expertos independientes, que analizabancon un esquema comn las experiencias. Los expertos recibieron una pauta con
un esquema analtico, y elaboran sus aportes expresando su propio punto de
vista. Como los lectores podrn advertir, es difcil sintetizar el contenido de los
documentos en pocas lneas, y mucho ms resumir el intercambio generado
durante esas dos jornadas. An as, algunos rasgos comunes y ciertas
interrogantes pueden levantarse como base para profundizar discusiones futuras.
El primer aspecto resaltable que atraviesa como teln de fondo todos lostrabajos y las discusiones del Seminario es una concepcin de la democracia que
supera la ms clsica visin procedimental, y considera que un sistema de este
tipo debe comprender una ciudadana basada en derechos, apoyada en amplias
posibilidades de participacin y asegurando no slo igualdad de oportunidades
sino, tambin, niveles bsicos de igualdad de resultados.
Luego de ms de una dcada de predominio neo-liberal, se verifica la existencia
de un legado que, en todos los casos, marc profundamente y de maneranegativa- nuestras sociedades y an condiciona las actuaciones de los diferentes
gobiernos para recrear los sistemas de proteccin social.
Una parte de la respuesta a esta situacin se vincula directamente con la
necesidad de un Estado fuerte no necesariamente grande, ya que es una
cuestin de capacidades ms que de tamao- que tenga poder de intervencin
y lo ejerza criteriosamente, asumiendo las formas que la historia, la economa,
la sociedad y las caractersticas de cada pas requieran.
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Reconocer el papel de este Estado no implica, necesariamente, aceptar como
bueno su funcionamiento actual. Por el contrario, existe acuerdo respecto a la
urgente necesidad de comenzar o profundizar su reformulacin, una tarea que
an necesita de una discusin ms profunda en clave progresista.
En ese marco, la poltica como instrumento y como campo de accin adquiere
una relevancia fundamental. Y la poltica no es una cuestin neutra, est basada
en ideologas, que no son otras cosas que cuerpos de creencias que orientan las
decisiones. Como esos cuerpos de creencias son diversos y muchas veces
enfrentados- nunca se olvida que la poltica tiene un componente
confrontacional, que no se pierde an cuando este se articule dentro de las
reglas de juego del sistema democrtico. Por esos motivos, sin desconocer losaportes tcnicos, la reivindicacin de la poltica como un elemento central en las
orientaciones de los gobiernos progresistas es clave.
El Seminario tambin parece mostrar un acuerdo respecto a la importancia de las
polticas pblicas en general y de las polticas sociales en particular. Pero estas no
se conciben aisladas, sino articuladas de maneras diversas con los actores colectivos
que son el soporte de los proyectos de cambio. Los partidos polticos tienen all un
rol decisivo, pero no estn solos en la tarea, y deben construir en cada pas y adiferentes niveles alianzas con actores diversos para hacer de esas polticas algo
ms de una ancdota, sino parte de un verdadero proyecto de cambio.
Las polticas sociales son una forma de intervencin privilegiada, y como los
demuestran los trabajos presentados en el Seminario, han sido fruto de muchas
tanto de experiencias innovadoras como de reformulaciones tradicionales
exitosas por parte del progresismo de la regin. Pero est claro que estas
polticas sociales adquieren importancia en tanto no se limiten a un mero rolcompensador y asuman un papel de promocin, de eliminacin de
desigualdades, en definitiva, de realizacin efectiva de ciudadana.
Estas polticas sociales no actan solas: buena parte de su eficacia y su eficiencia
proviene de una articulacin con otras polticas sectoriales, entre las cuales se
seala la importancia particular de las polticas laborales y de las polticas
tributarias, especialmente por la importancia que ellas puedan tener en
cuestiones como la distribucin del ingreso y la configuracin de oportunidades
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Presentacin
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y diferenciales calidades de vida. Una discusin integral debera tomar en cuenta
estos aspectos.
Las coincidencias son abundantes y relevantes como para identificar unaorientacin comn de los gobiernos progresistas en esta rea de poltica pblica.
Pero no deben dejar de lado de identificacin de algunas diferencias, que son
esenciales para la profundizacin del debate.
An cuando se consolida un acuerdo en torno a la necesidad del crecimiento
econmico como una condicin facilitadora para la distribucin, se verifican
visiones diferentes respecto a cundo, cunto y cmo debera distribuirse. Si
bien algunas diferencias pueden explicarse por momentos histricos particularesque viven las experiencias de los gobiernos progresistas en el cono sur, las
coyunturas no parecen suficientes como factor explicativo, lo que requiere de
mayor anlisis.
Tambin existen discusiones respecto a enfoques e instrumentos. Un ejemplo
claro en este sentido es el debate entre polticas focalizadas y polticas
universales. Es que se trata de abordajes complementarios, o en realidad
representan formas distintas y hasta enfrentadas de abordar la cuestin social?Si bien la existencia de un pilar universal en las polticas sociales parece tener un
apoyo mayoritario, hay matices en la forma en que esto se interpreta en
distintos pases.
Estas diferencias no llegan a ocultar un encuentro mayor, y es la seguridad que
en esta regin de Amrica Latina se est atravesando una etapa histrica
particular: en un contexto econmico relativamente favorable, las fuerzas
progresistas en el gobierno en Argentina, Brasil, Chile y Uruguay estn llevandoadelante proyectos de cambio que implican profundas transformaciones en sus
sociedades. Y a esa conclusin se llega asumiendo la diversidad que el
progresismo puede adquirir en cada pas, sin buscar alumnos ejemplares ni
casos desviados, aceptando las diferencias y tratando de aprender de ellas.
Pero lo que queda claro en el anlisis de las polticas sociales en estos cuatro
pases es que ms all de esas diversidades, los modelos estn cruzados por una
sensibilidad comn, una forma de ver el mundo que pone en el centro de las
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preocupaciones el combate a las desigualdades y la construccin de una
sociedad ms justa. Los trabajos que aqu se presentan pueden servir como base
para seguir avanzando en esta tarea.
gustn CanzaniDirector Ejecutivo de la Fundacin
Lber Seregni, Uruguay
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Presentacin
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Consenso progresista. Las polticas sociales de los gobiernos progresistas del Cono Sur.
1 Este trabajo se respalda fuertemente en Repetto (2008), a la vez que desarrolla lapresentacin realizada por los autores en el Primer Seminario Consenso Progresistadesde el Sur, Montevideo, agosto 2008.2 Este trabajo fue realizado a solicitud del Centro de Estudios Polticos, Econmicos ySociales (CEPES) por Fabin Repetto, consultor internacional en polticas sociales yresponsable de la temtica de proteccin social en el Centro para la Implementacin dePolticas Pblicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC), y por Mariana Chudnovsky,coordinadora de Programas en el mbito de la proteccin social en el Centro para la
Implementacin de Polticas Pblicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC).
A R G E N T I N A
LAS POLTICAS SOCIALES
EN LA ARGENTINA RECIENTE
Avances y desafosdesde una perspectiva progresista1
Fabin Repetto y Mariana Chudnovsky2
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Argentina
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INTRODUCCIN
El presente trabajo se propone trazar una breve historia del modo en que se
enmarca la poltica social argentina en un gobierno (el encabezado por NstorKirchner entre 2003 y 2007) que en los hechos avanz en la transformacin de
algunas de las tendencias dominantes en los aos inmediatos, en particular en
lo referido al rol del Estado. Se trata de un corto perodo en el cual la tendencia
de deterioro social que produjo la crisis de 2001/2002 fue cambiando con el paso
de los aos (al menos hasta 2006), en particular por la manera en que el mercado
de trabajo (y su consiguiente impacto en la generacin de ingresos de las
personas) gener mayores oportunidades de insercin al mismo, en consonancia
con las bondades de un ciclo econmico bien aprovechado por un activismoestatal desconocido en los quince aos previos. La Argentina transit, por ende,
de una enorme crisis poltico-institucional y socio-econmica hacia un escenario
de crecimiento econmico y mejora de sus indicadores sociales fundamentales.
Esto muestra una compleja e inacabada ruptura con la dcada de los aos 90
e inicios del nuevo siglo, perodo caracterizado por profundas reformas a favor
del mercado, con una muy fuerte impronta ideolgica destinada a promover la
retraccin estatal. En esos aos, las transformaciones econmicas promovidasentre otros actores por los organismos internacionales de crdito, y finalmente
decididas por las lites nacionales ganadoras de un nuevo ciclo de cambios en
la correlacin de fuerzas, involucraron entre otras medidas: la liberalizacin
comercial, la desregulacin de los mercados, el ajuste del dficit pblico, la
reforma del Estado, la descentralizacin, la privatizacin de empresas pblicas,
la liberalizacin del sistema financiero y de la cuenta de capital. Todas ellas, sin
excepcin, fueron implementadas de manera brutal en la Argentina. Se trat,
en suma, de un perodo de cambios dramticos en el pas que se inici conreformas profundas en el contexto post-hiperinflacin y se cerr con una
enorme crisis en el agotamiento de la convertibilidad cambiaria.
Teniendo como contexto esa referencia, el primer elemento fundamental a
destacar del gobierno encabezado por Nstor Kirchner refiere al rol del Estado.
En efecto, sobre todo en los primeros aos de dicha administracin, se observ
la recuperacin del ejercicio del poder por parte de quienes tienen la
responsabilidad y el mandato ciudadano de gobernar el Estado. Este aspecto,
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de sentido comn en otras latitudes, result una excelente noticia en Argentina
luego del importante deterioro de la funcin de gobierno que existi durante
las etapas anteriores con los gobierno de Menem y De la Rua. Asimismo, este
cambio en la tendencia general, estuvo acompaado de cierta mejora parcialen algunos aspectos regulatorios (en particular del mercado de trabajo), de un
claro papel pro-activo en aspectos claves de la dinmica macroeconmica y de
un creciente aumento en la acumulacin de reservas monetarias.
Ahora bien, cuando la mirada se desplaza hacia el campo de las polticas sociales,
aqu tambin se destacan buenas noticias durante los ltimos aos. Sobre todo,
si se compara a este perodo con el conjunto de los gobiernos que se sucedieron
desde el retorno a la vida democrtica en 1983. Si bien parte importante de lamejora en los indicadores sociales (particularmente en lo referente a problemas
de desempleo y pobreza) se vincula estrechamente a las bondades del ciclo
econmico expansivo, tambin es cierto que se avanz en aspectos cruciales de
las polticas de salud, de educacin y de seguridad social (con marcado nfasis en
el inters pblico/colectivo ms que privado, cambiando la relacin preexistente
entre Estado y Mercado), a la vez que las acciones de combate a la pobreza,
expresin cabal del neoliberalismo de los 90 en el campo de lo social,
aumentaron al menos su escala, an cuando subsiste dispersin y pasos por darpara conformar al respecto una poltica pblica consistente y acorde a la magnitud
y caractersticas de dicha problemtica en el pas.
Para abordar los cambios y retos de la poltica social argentina durante el
gobierno de Nstor Kirchner, el trabajo se desarrolla en cinco secciones, adems
de esta introduccin. En la primera se revisan las principales caractersticas del
escenario social argentino en el marco del contexto econmico y poltico en que
se inscribi el inicio de dicho gobierno. En la segunda parte, se exploran loscambios acontecidos en campos crticos de la poltica social, tomando como
referencia las reformas previas realizadas en cada uno de ellos, en los aos
recientes de fanatismo pro-mercado. En la tercera seccin se realiza un breve
parntesis conceptual, a modo de comprender las polticas sociales (sus alcances,
funciones, contenidos) en el marco ms global de la institucionalidad poltica y
social. En cuarto lugar se vuelven a explorar de modo agregado los principales
indicadores sociales, reconociendo de antemano la dificultad metodolgica y
prctica de asociarlos linealmente con los cambios acontecidos en la poltica
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Argentina
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social. Finalmente, en la quinta seccin se exploran algunas lecciones aprendidas
y algunos retos que tiene por delante la poltica social argentina, en particular
si la misma habr de reforzar en el futuro su contenido progresista.
CARACTERSTICAS DEL CONTEXTO SOCIAL EN QUE SE INSCRIBEEL GOBIERNO DE NSTOR KIRCHNER: CRISIS PROFUNDA Y MULTIFACTICA
La Argentina ingres al siglo XXI en medio de una brutal crisis de ndole diversa,
destacando la confluencia del deterioro de la autoridad poltica, la muy fuerte
recesin econmica y el deterioro creciente de los indicadores sociales. Las
nefastas consecuencias del gobierno neoliberal encabezado por Carlos Menemdurante una dcada (1989-1999), sumado a la inoperancia del gobierno de
Fernando De la Rua (2000-2001) generaron un entorno sumamente crtico, sin
antecedentes ms o menos recientes en el pas.
Este trabajo no se propone ahondar en los viciosos vasos comunicantes que se
generaron entre la deslegitimidad de la poltica y las reformas pro-mercado que
llevaron adelante los mencionados gobiernos, aunque s es necesario y
pertinente reconocer los rasgos sociales fundamentales que caracterizaban a laArgentina (como expresin de un perodo que se inicia en la dcada del 70) en
el momento de asumir en el ao 2003 el nuevo gobierno electo por voto
popular encabezado por Nstor Kirchner.
La sociedad argentina mostraba en el ao 2003 rasgos notoriamente diferentes
a la imagen que pudiese observarse un cuarto de siglo atrs. Muchos cambios
han acontecido en ese lapso, caracterizado no slo por los vaivenes polticos
sino tambin por las transformaciones en el modelo econmico. La gestacinde un deterioro significativo de las condiciones de vida de amplios sectores de
la poblacin arranca sin duda a mediados de los aos `70, en especial con el
inicio de la dictadura militar. A partir de entonces, y an con el retorno y
consolidacin de la institucionalidad democrtica desde 1983, la estructura
social argentina se vio nuevamente sacudida con dos hitos muy crticos: el
primero de ellos relacionado con los procesos hiperinflacionarios de 1989/1990;
el segundo con la crisis no slo socio-econmica sino tambin poltica-
institucional de los aos 2001/2002.
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Esos tres momentos especficos, pero articulados como mojones de cambios
profundos en la vida poltica, econmica y social de la Argentina, fueron
plasmando una sociedad que expresaba, en el inicio del nuevo siglo, la
combinacin de tendencias de largo y corto plazo. Respecto a las de largo plazo,sobresale el creciente empobrecimiento y segmentacin de los sectores medios,
el fuerte deterioro de las condiciones laborales, la cristalizacin de muy
desiguales condiciones de vida en trminos de comparaciones entre provincias
y entre sectores de la sociedad. En cuanto a las tendencias de ndole ms
coyuntural, sobresalen los fuertes vaivenes en los ndices de pobreza e indigencia
medidos por ingreso, lo cual acompa sin duda la dinmica macroeconmica
general del pas en los ltimos treinta aos3.
Indicado lo anterior, a continuacin se presentan algunas consideraciones
generales (en trminos de mediano plazo y evolucin reciente) sobre aspectos
clsicos del anlisis de situacin social: pobreza/indigencia, desigualdad y
mercado de trabajo4.
El pas no conoci problemas de escala relevante en materia de pobreza por
ingreso (y mucho menos de indigencia) hasta bien entrada la dcada del 80,
momento donde el retorno a la vida democrtica permiti una crecientevisibilizacin de la problemtica, fenmeno asociado al menos a tres cuestiones:
a) la objetiva existencia de sectores de la poblacin en situacin de pobreza por
ingreso; b) la decisin poltica del primer gobierno democrtico post-dictadura
de afrontar esta situacin en tanto herencia del pasado; y c) la presencia de
profesionales altamente calificados en el Estado y la academia con capacidad de
desarrollar estudios importantes sobre el problema de la pobreza.
20
Argentina
3 Las estadsticas oficiales argentinas registran, de modo fehaciente hasta el ao 2006,la informacin sobre la dinmica de la estructura social.4 Se reconoce de antemano, por supuesto, que los problemas sociales que afectan avastos sectores de la sociedad argentina no son compartimentos estancos tan fcilmenteseparables como las medidas y conceptos indicados, no obstante lo cual emerge todavamuy incipiente la posibilidad de construir analtica y estadsticamente mejoresaproximaciones a la siempre mencionada multidimensionalidad de los problemas
sociales.
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Ms all de estos primeros antecedentes a mediados de los aos80, fue a partir
del proceso hiperinflacionario de 1989/1990 donde la pobreza alcanz un
nuevo status como problema pblico, no slo por el efecto en la opinin pblica
de una alta conflictividad social relacionada de alguna u otra manera con lacrtica situacin, sino tambin por algo que habra de sacudir por entonces el
imaginario (y hasta unos aos antes dado como proceso real) de la movilidad
social ascendente (Minujin y Kessler, 1995).
A partir de entonces la pobreza y la indigencia subieron y bajaron al ritmo de
la dinmica econmica. Con los primeros aos del Plan de Convertibilidad puesto
en marcha en 1991 la incidencia de ambos problemas se redujo
considerablemente hasta el ao1994, a partir del cual, y ms all de vaivenes decorto plazo, comenz a aumentar hasta llegar a extremos muy altos como
consecuencia de una nueva gran crisis, en este caso la que estall entre 2001 y
2002, momento en que al fin se tom la decisin de salir de la Convertibilidad.
En sntesis: Las caractersticas estructurales del modelo de crecimiento
econmico vigente durante la dcada de los noventa repercutieron en forma
contundente sobre las familias en la parte baja de la estructura social. Los
escasos mecanismos compensatorios a los que pudieron recurrir se mostraron
insuficientes frente a la magnitud de las transformaciones en el mercado detrabajo (Beccaria y Groisman, 2005:154).
Pese a esos significativos avances, probablemente ms asociados a los efectos
del crecimiento econmico que a polticas sociales redistributivas (an
reconociendo la existencia de importantes esfuerzos focalizados de
transferencias de ingresos a los ms necesitados), una tendencia pareca
cristalizarse en tanto herencia de lo que ya no poda definirse como nueva
pobreza: el deterioro de vida de los sectores medios. Al decir de Svampa: Conuna virulencia nunca vista, la nueva dinmica excluyente puso al descubierto un
notorio distanciamiento en el interior mismo de las clases medias, producto de
la transformacin de las pautas de movilidad social ascendente y descendente.
Dichas transformaciones terminaron de abrir una gran brecha en la sociedad
argentina, acentuando los procesos de polarizacin y vulnerabilidad social ().
Asimismo, tanto la degradacin de los servicios pblicos (educacin, salud,
seguridad) como la privatizacin de los servicios bsicos, contribuyeron
fuertemente al empobrecimiento de los sectores medios, en un contexto
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signado por la precarizacin laboral y la inestabilidad (). En resumen, la
fractura intraclase se hizo mayor a mediados de los 90, cuando el
empobrecimiento pas a vincularse no slo a la prdida de poder adquisitivo,
sino tambin al desempleo (2005: 138-140).
En relacin a lo ocurrido en el mercado de trabajo, cabe indicar brevemente lo
acontecido hasta el 2002. La dcada ms crtica para el caso argentino en
tiempos recientes fue representada nuevamente por los 90, donde el
neoliberalismo vigente orient parte importante de su capital poltico e
influencia ideolgica al servicio del cambio de los patrones regulatorios del
factor trabajo. Danani y Lindenboim lo expresan bien, cuando afirman: No
decimos aqu que antes de los 90 no haba desproteccin y precarizacin en lasrelaciones laborales. Pero no hay dudas acerca del efecto tanto a nivel macro
como a nivel micro- del aumento del desempleo, del subempleo, de la
precariedad, todo ello simultneo y en paralelo con sucesivas modificaciones de
las normas regulatorias del mercado de trabajo. Desde la ley de empleo de
1991 en adelante se sucedieron modificaciones que en su casi totalidad
contribuyeron a desmontar dcadas de proteccin de los trabajadores
asalariados (2003:265)5.
Complementaria a esta visin, y en trminos de la relacin entre el trabajo y la
dinmica productiva, Beccaria ha sealado: Al comps de las alternativas que
enfrent la produccin agregada, el mercado de trabajo se comport de
manera dismil a lo largo de los noventa, aunque el panorama global del decenio
fue de un marcado desmejoramiento de las variables laborales (2005:29)6.
22
Argentina
5 Para un perodo previo al ao 2003, Gasparini (2004) explica el deterioro de las condicioneslaborales de las personas no calificadas a partir de razones polticas (prdida de poderde los trabajadores y debilidad de la legislacin laboral) y razones de mercado (fuertecada de la demanda de mano de obra no calificada).6 Las reformas estructurales introducidas en buena parte de los mercados de trabajoen Amrica Latina durante las dcadas de los ochenta y los noventa han tendido aindependizar la formalidad laboral de la proteccin social. Como consecuencia de loanterior, el acceso al empleo, si bien resulta una condicin necesaria para la inclusin yla proteccin social, est lejos de ser una condicin suficiente (Paz, 2004:93). Argentina, claro
est, represent un ejemplo claro de dicha afirmacin.
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Respecto a la distribucin del ingreso, resulta claro que los cambios excluyentes
que se registraron en el mercado de trabajo durante los aos 90 y la primera
parte de la presente dcada, habran de generar impactos negativos en otras
dimensiones del bienestar de las personas y sus familias. Uno evidente serelaciona con sus efectos crticos en trminos de la distribucin del ingreso,
aspecto que permite observar, aunque sea parcialmente, ciertas dinmicas de
la sociedad argentina. Seala el propio Beccaria: la desigualdad de principios
del decenio del 2000 fue similar a la registrada a fines de la dcada de 1980. Al
evaluar esta similitud debe tenerse en cuenta que los perodos de elevada
inflacin fueron acompaados de marcados deterioros distributivos ().
Parecera tener apoyo, entonces, la hiptesis de que la creciente diferenciacin
en los niveles de inestabilidad laboral acentu el aumento de la desigualdad delos ingresos ms permanentes (2006:155).
El endurecimiento de las desigualdades fue agravado, adems, por la propia
reforma de la poltica social. La privatizacin de servicios pblicos y los
cuasimercados de seguros sociales se mostraron ms efectivos en crear
oportunidades de negocios, segmentando la oferta y la demanda, que en
ampliar la cobertura y mejorar la calidad de los servicios pblicos y la proteccin
social. La desregulacin y flexibilidad laboral se mostraron ms tiles en reducircostos laborales y precarizar a los asalariados que en promover el crecimiento
del empleo y la mejora de los ingresos de la poblacin. La prioridad sobre
programas sociales y proyectos asociativos de economa social se mostr ms
efectiva en la creacin de economas de la pobreza, insostenibles sin
proteccin pblica masiva e intensa, que en la restauracin de la ciudadana
social, la empleabilidad y la autonoma socioeconmica de individuos y grupos
en riesgo (Repetto y Andrenacci, 2006).
Observando este proceso crtico de la sociedad argentina desde el prisma del
gasto social, Isuani (2007) propone una mirada de conjunto a la dinmica del
mismo, a partir de considerar la existencia de tres principios de la poltica social:
a) discrecionalidad (el que da no tiene obligacin de dar y el que recibe no tiene
el derecho de recibirlo); b) contribucin (accede al beneficio quien participa en
su financiamiento); y c) ciudadana (tienen derecho a la poltica social todos los
habitantes de un pas en su condicin de ciudadanos y ella se financia con los
recursos que brindan los impuestos). La conclusin que desde esta perspectiva
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extrae el autor es que la estructura que el Estado de Bienestar argentino posea
a principios de la dcada de 1980 es bsicamente la misma que a comienzos del
siglo XXI (2007:15). Esta implica, en sntesis, que la mayor parte del gasto social
se concentra en el componente contributivo (seguridad social), mientras queun tercio del mismo se vincula a gastos propios del componente de ciudadana
(educacin y salud), quedando el componente discrecional (el relacionado ms
directamente con la lucha frente a la pobreza) como marginal en el volumen
total de gasto social7.
Resulta claro que la evolucin del gasto social en la Argentina, como sucede en
general con todas las polticas pblicas fundamentales, est fuertemente
asociada a los signos poltico-ideolgicos de los gobiernos de turno, as como algrado variable de incidencia que distintos grupos sociales tienen sobre su
distribucin sectorial y jurisdiccional. Grupos empresariales, sindicatos y
movimientos sociales, compiten segn el sector para influir sobre el Estado y
obtener una porcin mayor del gasto social que afecta sus intereses particulares
(Bertranou y Bonari, 2003).
PRINCIPALES CARACTERSTICAS DE LAS POLTICAS SOCIALESEN LA ARGENTINA RECIENTE (2003-2007)
Lo acontecido en los aos posteriores a la crisis de inicios de siglo han implicado,
al menos parcialmente, una reversin en las tendencias excluyentes que
resultaron de la poca de ajuste estructural (motorizada sobre todo durante
los aos de gobierno de Menem, 1989-1999). El Estado ha recuperado algunas
capacidades importantes y varias de las principales polticas pblicas estratgicas
comenzaron a mostrar un contenido diferente al de la dcada pasada. En esecontexto, para entender los avances generados a partir del ao 2003 en las
diversas polticas sociales, as como los diferentes retos que las mismas
atraviesan, se requiere ubicar a dichas polticas y sus transformaciones en un
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Argentina
7 Isuani plantea una relacin estrecha entre esos principios y la clsica tipologa de EspingAndersen (1990), a saber: a) discrecionalidad se emparenta con el modelo liberal-residual; b) contribucin se asocia al modelo conservador-corporativo; y c) ciudadana
se vincula con el modelo socialdemcrata.
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marco temporal que, en lnea con lo esbozado al trazar el panorama de los
indicadores sociales, tiene su momento crtico de inicio a finales de 19898.
SISTEMA PREVISIONAL
Repetto y Andrenacci (2006) afirman que, entre las reformas de los 90, el caso
ms marcado de desestatizacin fue el de seguros de retiro o de vejez. Tras
profundizarse los problemas de financiamiento de las jubilaciones y pensiones del
sistema de reparto, se avanz en una reforma que tendi a la construccin de un
sistema de capitalizacin de aportes por parte de las administradoras privadas, a
las cuales se les brind una serie de garantas para incentivar su participacin (LoVuolo et al, 1999). El cambio ms importante fue la extensin parcial (como
sistema paralelo) o total (como sistema obligatorio) de la lgica del sistema de
seguros privados a la totalidad de los asalariados formales, a travs de la ley Nro.
24.241 del ao 1994. El Estado qued a cargo de desarrollar mecanismos de
cobertura de informales o de formales inestables y de bajos ingresos.
El objetivo principal de este tipo de reformas fue el aumento del ahorro interno
nacional con estrategias que promovieran la capitalizacin individual y redujeranla dependencia de las cajas de seguros de retiro respecto de las finanzas
estatales. El caso argentino fue particularmente poco exitoso en este aspecto.
La reforma, que debi negociarse con instituciones sindicales an fuertes,
culmin en un sistema doble paralelo, mitad pblico, con subsistencia de las
cajas tradicionales bajo la rbita del ANSeS, y mitad privado, en fondos de
capitalizacin individual (las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y
Pensiones, AFJPs). A pesar de los importantes cambios en la composicin de los
aportes y las edades y condiciones de retiro, al cabo de diez aos defuncionamiento, ni el Estado haba podido prescindir de los subsidios al sistema,
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Consenso progresista. Las polticas sociales de los gobiernos progresistas del Cono Sur.
8 Lo acontecido en el primer perodo de retorno a la vida democrtica (1983-1989) nopermite mostrar procesos de cambios significativos en la matriz de polticas socialespre-existentes y que resultaba herencia de la conformada desde los aos 40. Destaca,en todo caso, el dbil pero importante reconocimiento de la pobreza como una sealde identidad de la sociedad argentina, hasta entonces caracterizada, desde lo real ylo simblico, por tendencias de movilidad social ascendente y fuerte presencia de
sectores medios.
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ni las AFJPs haban generado un aumento sustancial del ahorro interno. La
inestabilidad macroeconmica y la absorcin de recursos por un persistente
dficit fiscal implicaron, a su vez, que el cambio tampoco representara ganancias
para sus beneficiarios.
Las mutaciones producidas en los 90 no resolvieron el desafo estructural de
largo plazo, asociado a cmo atender a una gran proporcin de trabajadores
cuyos aportes no les aseguran una pensin mnima cuando abandonan el
mercado de trabajo (Isuani, 1998). En una mirada centrada en el gasto
provisional argentino, Rofman (2006) llamaba la atencin respecto a los efectos
negativos que sobre el fisco nacional tuvieron dos hitos de la reforma del
sistema de pensiones en los 90: la reduccin de las contribuciones patronales yla transferencia de los regmenes provinciales.
Un detallado anlisis crtico sobre el sistema de pensiones generado a partir de
la reforma de los 90 se encuentra en Goldberg y Lo Vuolo (2006). Cabe
destacar ac los siguientes puntos remarcados por los autores: 1) profundizacin
del desequilibrio financiero del sistema y de las cuentas fiscales; 2) deterioro de
las condiciones de vida de los pasivos; 3) profundizacin del patrn distributivo
regresivo; 4) cada de la cobertura; 5) desincentivos a la afiliacin y a los aportespermanentes; 6) mayor fragmentacin institucional y normativa. Estos
elementos se complementan tambin, en opinin de los autores, con los
impactos poltico-econmicos derivados del creciente peso de las entidades
privadas que administran los fondos de pensiones y con la promesa incumplida
del sistema de capitalizacin de fortalecer crecientemente el mercado de
capitales local.
Durante los aos de gobierno de Nstor Kirchner variadas fueron las accionesdestinadas a promover cambios en el sistema previsional, en general
caracterizadas por aumento de haberes, inclusin de pensionados y reformas en
la institucionalidad. La masiva incorporacin a travs de moratorias para
personas que no cumplan todos los requisitos anteriormente previstos y las
jubilaciones anticipadas para personas desempleadas con aportes incompletos,
marcan hitos importantes cuyos impactos fiscales de mediano plazo no parecen
del todo claros an con la puesta en marcha del Fondo de Sustentabilidad del
sistema de reparto. Precisamente este ltimo instrumento se vincula a la
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aprobacin de la Ley Nro. 26.222, que entre otras cuestiones estableci: opcin
de regreso al sistema de reparto, vuelta obligatoria a dicho sistema a quienes
tenan pocos fondos acumulados, cambio en el sistema de seguro colectivo de
invalidez y fallecimiento en AFJP y comisin mxima del 1%.
En una mirada de conjunto sobre las reformas experimentadas en el sistema de
pensiones en aos recientes (desde 2003 a la fecha), el CELS remarca: La
incorporacin de nuevos jubilados, el aumento de las jubilaciones y el cambio
en el rgimen representan un importante avance en la consideracin de los
jubilados y pensionados actuales. No obstante, queda pendiente una efectiva
mejora en las prestaciones para quienes han soportado dcada tras dcada
situaciones altamente desfavorables sin que se adopten medidas al respecto.Tambin sera deseable discutir los lmites que presenta el Rgimen de
Capitalizacin Individual y la necesidad de su revisin, as como del
funcionamiento desintegrado que tiene el sistema provisional en su conjunto
(2008:300). En ese contexto de desafos futuros debe ubicarse lo que suceder
realmente con la nueva ley de movilidad de los haberes jubilatorios, la cual dio
lugar a encendidos debates en el mbito legislativo.
Un aspecto crtico adicional lo representa la informalidad laboral y la dificultadde acceso a empleos dignos. Estos son otros aspectos/retos a considerar. SEL
indica: El ms importante es el de la informalidad laboral, donde los progresos
entre 2003 y 2007 han sido comparativamente modestos. Mientras que el
desempleo ajustado por planes sociales se redujo del 23% al 9% de la PEA, la
informalidad entre los asalariados con empleos de mercado baj apenas de 42%
a 39%. Tomando como base el segundo trimestre de 2003, al trmino del
gobierno de Nstor Kirchner el desempleo cay cerca de dos tercios y la
informalidad menos de una dcima parte (2007:3).
EDUCACIN
Entre las principales medidas de reforma de la Educacin acontecidas en los
aos 90 destaca la transferencia, en el ao 1992, de las escuelas secundarias y
superiores no universitarias a las provincias, a partir de la ley Nro. 24.049, lo
cual implic una importante descentralizacin de establecimientos, recursos
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humanos y presupuesto. Esto complet un proceso que tuvo una primera etapa
bajo la dictadura militar durante los aos setenta (nivel primario)9.
Al momento de la mencionada transferencia en los inicios de los `90, elpoderoso Ministerio de Economa insisti en que esta modalidad de
descentralizacin sera financiada por un significativo incremento en los recursos
coparticipados, bajo la garanta de la implementacin del nuevo plan de
convertibilidad puesto en marcha en 1991 (Repetto y Potenza Dal Masetto,
2004). Mirando el proceso retrospectivamente, fue evidente que la mayora de
los gobiernos provinciales no contaron por entonces con recursos suficientes
(econmicos, humanos y de infraestructura) para afrontar los costos de la
descentralizacin de la educacin secundaria (Corts y Marshall, 1999). De estaforma, las acciones realizadas dieron un mayor protagonismo a las provincias,
sin que eso implicase enfrentar con xito temas tales como la calidad del servicio
o la remuneracin y capacitacin docente.
Asimismo, en 1993 se aprob la Ley Federal de Educacin (Nro. 24.195), la cual
modific el marco legal vigente para el sector desde finales del siglo XIX. Esta
norma promovi un cambio en la estructura de niveles y avanz en la
ampliacin de la obligatoriedad escolar de 7 a 10 aos. Rivas (2004) ofrece undetallado listado de acciones que comenzaron a activarse con la puesta en
marcha de dicha norma, entre las cuales destacan: a) creciente importancia
deliberativa y legislativa del Consejo Federal de Cultura y Educacin; b) firma del
Pacto Federal Educativo; c) renovacin de los contenidos curriculares en todo el
pas; d) creacin de la Red Federal de Formacin y Capacitacin Docente; e)
institucionalizacin del primer sistema nacional de evaluacin de la calidad
educativa; f) inicio de un proceso de inversin de recursos nacionales en polticas
compensatorias educativas; y g) puesta en marcha de diversos programas deasistencia tcnica a las provincias, financiados con recursos de organismos
internacionales. Al decir del propio Rivas: Todas estas polticas estuvieron
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Argentina
9 El proceso de descentralizacin del gasto educativo se caracteriz por haber sido unadecisin de origen fiscal mucho ms que educativo y, en consecuencia, con un bajo nivelde planeamiento y planificacin sectorial. Precisamente, la falta de planificacin de eseproceso ha hecho que las provincias recibieran la ineficiencia de la estructura nacionalsin poder desarmarla y le sumaran las propias ineficiencias de las estructuras
provinciales (Cetrngolo et al, 2002).
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fuertemente condicionadas y marcadas por el ciclo econmico de la dcada ()
El papel del gobierno nacional en materia educativa durante los 90 fue un
hibrido de lgicas de poder y medidas educativas, a veces en continuidad y a
veces contrapuestas (2004:62-67).
Luego de que el gobierno de la Alianza no lograse resolver retos pedaggicos
e institucionales asociados a la implementacin de la Ley Federal de Educacin
y que avanzara en medidas poco eficientes con relacin al financiamiento del
sistema (en particular los salarios docentes), es el gobierno de Nstor Kirchner
quien toma decisiones relevantes para afrontar los retos educativos del pas.
Un hito descollante en la materia lo constituy la aprobacin de la Ley Nro.26.075 de Financiamiento Educativo, que establece metas claras y seala los
compromisos a ser asumidos por la Nacin y las Provincias tendientes al efectivo
cumplimiento de dichas metas. La principal de ellas es alcanzar el 6% del
Producto Interno Bruto destinado a Educacin, Ciencia y Tecnologa,
gradualmente desde 2006 hasta 2010, donde el esfuerzo para incrementar el
Gasto Consolidado en este rubro habr de repartirse entre un 40% por parte de
la Nacin y un 60% a cargo de las Provincias (CIPPEC, 2007).
Otro aspecto relevante de los aos recientes en materia educativa lo representa
la aprobacin de una nueva Ley de Educacin Nacional, acontecida en el ao
2006. En ella destaca la extensin de la obligatoriedad a la educacin secundaria
as como la universalizacin de la sala de 4 aos, entre otros aspectos.
Ambas normas, sumadas al papel del Consejo Federal del sector, constituyen
aspectos importantes de una institucionalidad educativa que debe procesar
conflictos y promover soluciones de enorme importancia en trminos deinclusin y redistribucin. Son retos del presente, pero sin duda tambin de los
aos por venir. En un slido anlisis de los retos del sistema, Veleda (2008) da
cuenta de una serie de aspectos contextuales y propiamente educativos que
afectan la integracin social. Entre ellos vale destacar los siguientes: a)
dificultades crecientes para retener a los alumnos en la escuela; b)
empeoramiento de las condiciones de vida de los mismos; c) desarticulacin
entre las polticas educativas y las polticas sociales; d) deficiencias nutricionales
y organizativas del servicio de comedores escolares; e) desigualdades en la
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distribucin de las condiciones materiales; f) injusticia del financiamiento
educativo provincial; g) segregacin socioeducativa entre escuelas; y h)
segregacin socioeducativa al interior de las escuelas. Los esfuerzos que
debiesen hacer las diferentes provincias para atender estos y otros problemasen sus respectivas jurisdicciones torna an ms complejo el asunto, en tanto son
muy diversas las posibilidades fiscales de cada jurisdiccin para atender sus
propios sistemas educativos, intentando cumplir al mismo tiempo con lo previsto
en la mencionada Ley de Financiamiento Educativo.
SALUD
El sector salud constituye uno de los ms complejos en el campo de la poltica
social, en particular por la coexistencia conflictiva de tres subsistemas: el privado,
el seguro relacionado con la formalidad laboral (obras sociales)10 y el pblico.
Este ltimo se ha venido deteriorando de forma creciente con el paso de los
aos, a la vez que se avanz desde tiempo atrs en la descentralizacin del
sistema hospitalario. Ambos aspectos, combinados, han generado dos problemas
de singular importancia: por un lado, la prdida de calidad del servicio dada la
baja inversin pblica y la sobredemanda; por el otro, la heterogeneidad de laatencin sanitaria en consonancia con las capacidades propias de cada provincia
y/o municipio con responsabilidad en el subsistema de salud pblica11.
En lo que refiere a una caracterizacin global del sector, Cetrngolo et al afirman,
comparndolo con el rea de educacin: La situacin de la salud pblica es ms
compleja an por diversas razones. En primer lugar, no existe como sucede en
la educacin, una definicin constitucional sobre las potestades de la Nacin en
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10 Para una comprensin de la dinmica de reformas y desafos que enfrentan las obrassociales, se recomienda revisar los diversos trabajos de Claudia Danani sobre la materia.Aqu no se abordar, al menos en esta versin preliminar del documento.11 Maceira (2002) afirma que la estructura del gasto provincial en salud no se encuentraasociada a las caractersticas de la demanda sino a la oferta de servicios, lo cual secomplejiza an ms cuando se observa que las transferencias realizadas a las provinciaspor el gobierno nacional son poco significativas y no guardan relacin con las
caractersticas propias de cada provincia.
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materia de equidad en el acceso a este servicio. En segundo lugar, la existencia
de una fuerte oferta de servicios de salud por parte de la seguridad social,
mayormente en manos de organizaciones sindicales de organizacin
centralizada, genera una dispersin de la cobertura y la dificultad de coordinarpolticas. En tercer lugar, y muy vinculado con lo anterior, no existe una
normativa que defina claramente los lineamientos de la poltica sanitaria para
todo el pas. Por ltimo, pero no menos importante, la existencia de un mercado
privado de la salud de caractersticas muy diferenciadas en cada regin del pas
introduce una seria condicionalidad a cualquier proceso de reforma pensado
exclusivamente desde el sector pblico. Como resultado de las particulares
caractersticas que han rodeado las reformas de la poltica sanitaria y de las
debilidades institucionales del sector pblico nacional, no es posible contar conindicadores de calidad de la salud para las diferentes provincias (2002: 62).
En este campo de poltica social, el subsistema de salud pblica fue quizs el
que permaneci ms alejado de las prioridades de la agenda gubernamental
durante la pasada dcada, aunque pueden reconocerse dos hitos: la
descentralizacin complet un lento proceso iniciado dcadas atrs con la
transferencia de los ltimos hospitales nacionales a las provincias y a la Ciudad
de Buenos Aires y se dio impulso desde el Estado Nacional a la figura deHospital Pblico de Autogestin (HPA). Con el primero, fueron cobrando
relevancia los ministerios o secretaras de salud provinciales. En cuanto al
segundo hito, que autorizaba a los establecimientos pblicos a facturar a las
obras sociales los servicios prestados a sus afiliados, este no lleg a consolidarse.
De esta manera, los resultados de la dcada muestran que transferir
responsabilidades desde el centro a los niveles subnacionales no evita la
posibilidad de que en esos nuevos mbitos de decisin se reproduzcan prcticas
centralizadas y burocratizadas como las que se buscaba resolver (Repetto et al,2001), al mismo tiempo que se exacerba la fragmentacin del sector.
A partir del ao 2002 y con mayor fuerza poltica en la etapa del gobierno de
Nstor Kirchner, la rectora ministerial del sector salud ayud a recuperar la
presencia estatal en el sector, con algunas medidas y programas de gran
importancia. Una lnea de intervencin la representa aquello relacionado con la
salud sexual y procreacin responsable, destinada a promover igualdad de
derechos con el respaldo financiero del ministerio nacional. Otra lnea de
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enorme importancia se relaciona con la poltica de medicamentos, donde
destaca la puesta en marcha del Programa Remediar y la Ley de Medicamentos
Genricos. El proceso 2003-2007 fue acompaado tambin por una
revitalizacin del papel del Consejo Federal de Salud, espacio anteriormentedevaluado e incapaz de ser de utilidad a la construccin de consensos federales
sobre la salud pblica.
Pese a estos avances recientes, el sistema de salud argentino en general, y el
subsistema pblico en particular, tiene retos muy significativos por delante.
Segn Maceira (2008), las obras sociales nacionales y provinciales cubren al 50%
de la poblacin, las empresas de medicina pre-paga slo a un 10% (el sector
ms rico de la poblacin) y el subsistema pblico al 37% de la poblacin (lossectores menos favorecidos). Un aspecto crtico particular lo constituye el hecho
de que un 40% de la poblacin que acude a los centros de atencin primaria y
los hospitales pblicos poseen algn tipo de cobertura, sin que el subsistema
pblico recupere los costos en que incurre por atender a ese amplio nmero de
personas. El propio autor agrega dos elementos posibles de ser interpretados en
clave como desafos de gran envergadura: por un lado, el hecho que del gasto
de bolsillo en salud que realizan los ms pobres, el 70% corresponde a compra
de medicamentos; por el otro, la heterogeneidad de esfuerzos que hacen lasprovincias respecto al gasto en salud (en tanto algunas jurisdicciones gastan
ocho veces ms que otras).
LUCHA FRENTE A LA POBREZA
En cuanto a la oferta programtica en materia de lucha contra la pobreza, a
partir de mediados de los aos 90 y al menos hasta el 2002 se observ una altavolatilidad de las propuestas, junto con una multiplicacin de intervenciones
pblicas orientadas a intentar resolver esta problemtica. En esos aos no
solamente crecieron de modo desordenado los programas orientados a la
poblacin en situacin de pobreza y/o vulnerabilidad desde la Secretara de
Desarrollo Social, sino tambin desde otras reas que hasta ese momento
haban desarrollado polticas universales o de otra ndole, tal es el caso del
Ministerio de Trabajo.
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Los programas focalizados operaron, durante ese tiempo, a pequea escala, de
forma muy errtica y sin perspectiva de integralidad, desatentos por lo general
a las demandas y necesidades reales que emanaban de una nueva estructura
social en pleno proceso de mutacin (Repetto, 2000). En ese escenario dedeclarada preocupacin por la desarticulacin de la oferta programtica contra
la pobreza, durante el gobierno de la Alianza (1999-2001) se trat de avanzar
a travs de la coordinacin de los diferentes programas que se dirigan a la
misma poblacin objetivo o que brindaban prestaciones similares, no obstante
lo cual, los resultados alcanzados tanto en el plano de la gestin como del
impacto en las condiciones de vida de la poblacin, fueron muy malos.
Ms all de los problemas hasta aqu mencionados, las principalescaractersticas de la oferta de programas sociales focalizados de la Argentina,
han estado dadas histricamente por cuestiones como las que a continuacin
se sugieren: a) la llegada de nuevos funcionarios, generalmente implica una
refundacin de las principales lneas de intervencin con el objetivo personalista
por parte de stos de tener un programa propio12; b) los intentos por
comenzar todo de nuevo exacerban los conflictos por la asignacin de recursos,
tanto entre ministerios como al interior de los mismos; c) la falta de ideas claras
incentivaba a las autoridades a adoptar intervenciones recetadas porexpertos y organismos internacionales.
Tras la grave crisis que llev al gobierno transitorio de Duhalde, se plasm el
ms relevante esfuerzo presupuestario acontecido en la poltica social
focalizada argentina durante su errtica trayectoria de la ltima dcada. A
principios del ao 2002, desde el Ministerio de Trabajo se dise y puso en
marcha el Plan Jefes y Jefas de Hogar Desocupados, cuyo alcance en trminos
de cobertura no tiene precedentes en el pas (llegando a atender a dos millonesde beneficiarios) a inicios de su implementacin.
Con la llegada del nuevo gobierno en el ao 2003 y durante los aos siguientes
(hasta el 2007 esto fue claro), desde el Ministerio de Desarrollo Social se plante
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12 Esto no significa necesariamente una desactivacin de los programas vigentes hastaentonces, los cuales suelen permanecer como capas geolgicas, sin evaluaciones serias
que ayuden a definir la pertinencia o no de su continuidad.
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reordenar la multiplicidad de programas existentes en esa cartera en tres grandes
lneas: una de carcter ms ligada a la economa social, otra relacionada con la
problemtica alimentaria y una tercera con eje en las familias de mayor
vulnerabilidad. Esta perspectiva, arropada en aumentos muy considerables delpresupuesto del ministerio, que se vio reflejada por ejemplo en el aumento
significativo de la cobertura a las pensiones no contributivas, declar adems el
inters de conformar una Red Federal de Polticas Sociales, en la cual la
intervencin territorial se expres en un abundante nmero de Centros de
Integracin Comunitaria (CICs) que se fueron construyendo en aos recientes.
Avances muy parciales en el Plan Ah, cuyo propsito declarado es la gestin
integral en el territorio comunitario, se inscriben en una misma lnea de
intervencin que requiere ser fortalecida en sus alcances y capacidades de gestin.
A esto se suma la necesidad de lograr avanzar hacia una mejor y ms eficiente
articulacin entre el mencionado Plan Jefes y Jefas de Hogar Desocupados (an
con una poblacin beneficiaria superior a 500.000 personas) y otros dos
programas creados a partir del 2005 para dar salida a quienes estaban en dicho
plan: por un lado, el Programa Familias (bajo la rbita del Ministerio de
Desarrollo Social, cuyo padrn de cerca de 600.000 beneficiario se ha nutrido
en un nmero importante de anteriores beneficiarios del programa de Jefes)y por otro, el Seguro de Capacitacin y Empleo, creado en el marco del
Ministerio de Trabajo, que cuenta en la actualidad con un nmero cercano a
100.000 beneficiarios.
EL PROCESO POLTICO EN TORNO AL DISEO Y LA IMPLEMENTACINDE LAS POLTICAS SOCIALES: UN BREVE PARNTESIS CONCEPTUAL
Las esbozadas reformas experimentadas en cada mbito de la poltica social
argentina se inscriben (an cuando hayan estado ms ligadas a las dinmicas
endgenas de un sector especfico, que articuladas como conjunto) en un
contexto poltico-institucional ms amplio. Por tal motivo, debe prestarse
atencin a las reglas polticas y los procesos de toma de decisiones en la gestin
de los programas y polticas sociales.
El proceso poltico y su incidencia en la formulacin de las polticas pblicas, se
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Argentina
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constituye entonces en un aspecto fundamental a ser atendido. Este punto ha
sido retomado con fuerza por el Banco Interamericano de Desarrollo (2006),
cuyos aspectos sustantivos del argumento central pueden sintetizarse del
siguiente modo: El proceso de formulacin de polticas pblicas involucra laparticipacin de mltiples actores polticos, sean estos actores estatales y del
rgimen poltico (presidentes, legisladores, jueces, gobernadores, burcratas,
lderes de partidos) como grupos privados, sindicatos, medios de comunicacin y
otros miembros de la sociedad civil13. Estos actores actan en diversos escenarios
que pueden ser formales (como es el caso de las Asambleas Legislativas o los
Gabinetes) o informales (tal es el caso de la accin poltica en la calle). Asimismo,
este proceso de formulacin de polticas pblicas puede entenderse como un
proceso de negociaciones e intercambios (o transacciones, en cierto lenguajeanaltico) entre los anteriormente mencionados y otros actores polticos. Mientras
algunos intercambios de acciones o recursos son de carcter inmediato, en otros
casos se trata de transacciones intertemporales. Y el modo en que stas se llevan
a cabo y se traducen en ciertas caractersticas de las polticas pblicas, habr de
estar fuertemente condicionado por el sistema de instituciones polticas en su
conjunto (el cual debe ser entendido en forma sistmica).
El mencionado argumento ofrece una perspectiva apropiada para explorarciertas dinmicas de las polticas pblicas, incluyendo sus procesos de reformas;
no obstante lo cual, requiere complementarse con enfoques que le den una
mayor fuerza explicativa al modo en que la estructura socio-econmica (y el peso
de las historias internas e internacionales) de los pases, afecta los mrgenes de
accin poltica de ciertos actores, al tiempo que facilita la acumulacin de poder
e influencia por parte de otros.
En esa lnea es apropiado seguir a Gonzlez-Rossetti cuando interpreta alcontexto poltico-institucional del siguiente modo: ...como el sistema poltico
del pas, sus instituciones formales e informales, su sistema de partidos, y las
relaciones Estado-sociedad vigentes como resultado de su historia socio-poltica
reciente. Funciona como un entramado o marco en el que tanto quienes toman
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Consenso progresista. Las polticas sociales de los gobiernos progresistas del Cono Sur.
13 Aunque dicho documento no enfatiza su papel, debe prestarse tambin atencin alos actores del sistema internacional, sean estos pases, ONGs de alcance global u
organismos multilaterales.
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decisiones, como los actores o grupos sociales, operan durante el proceso de
polticas, y define la posicin de influencia sobre el proceso de esos ltimos
entre los que se encuentran, por ejemplo, los grupos econmicos, los
trabajadores organizados, la burocracia, y grupos de la sociedad civil14. Estecontexto tambin incluye las reglas del juego formales e informales que
presentan oportunidades y obstculos tanto para los reformadores, como para
los grupos sociales interesados. Finalmente, considera las circunstancias polticas,
econmicas y sociales que subyacen a la agenda pblica en general, afectando
al contenido y la viabilidad de la agenda pblica, incluida la iniciativa de
reforma (2005:22).
El anlisis del proceso poltico en torno a la poltica social implica profundizar enuna perspectiva poltico-institucional que coloque el foco en lo que aqu
denominaremos institucionalidad social (Repetto, 2004), debido a nuestra
conviccin de que para entender la complejidad de los problemas sociales y
lograr intervenir exitosamente sobre los mismos, resulta fundamental analizar
las caractersticas que adquieren las reglas formales e informales que enmarcan
y condicionan el diseo y la implementacin de las polticas y los programas
sociales (Acua y Repetto, 2006).
Las polticas sociales, tal lo esbozado, no son fciles de definir, segn se deriva del
planteo de Titmuss: El trmino poltica social no es una expresin tcnica con
significado exacto (...), se utiliza para hacer referencia a la poltica de los gobiernos
respecto a aquellas actuaciones que tienen impacto directo en el bienestar de los
ciudadanos a travs de proporcionarles servicios o ingresos. Por lo tanto, la parte
ms importante est formada por la seguridad social, la asistencia pblica (o
nacional), los servicios sanitarios y de bienestar, la poltica de vivienda (1981:37).
Por su parte, Fleury (2000) se encarga de llamar la atencin sobre la necesidad deenriquecer desde distintas perspectivas el concepto de poltica social, entre las
cuales subraya una mirada relacional, la cual se caracteriza por entender las
polticas sociales como expresiones de la lucha de poder existente en momentos
concretos de la historia de las sociedades modernas.
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14 Vale insistir en lo sealado en la cita previa, en el sentido de que no deben olvidarse
los actores internacionales.
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Una forma complementaria de entender las polticas sociales, es interpretndolas
como aquel conjunto de decisiones y acciones del Estado que se orientan en gran
medida (aunque no exclusivamente) en prevenir, reducir y eventualmente tratar
el riesgo social. Esto puede perseguirse de diversas maneras: mediante accionesdestinadas a igualar a las personas, a compensar las desigualdades a posteriori,
o a prevenir que dichas desigualdades se traduzcan en riesgos de malestar
extremos. Toda bsqueda de atacar el riesgo social procura lograr, ms all de
sus expresiones de combate a la desigualdad, formas de suavizar las curvas de
bienestar y malestar. O dicho de otra manera: procura estabilizar ingreso, acceso
a bienes y servicios y, en suma, bienestar. Tambin puede afirmarse, de modo
complementario al enfoque sealado, que las polticas sociales van ms all de
enfrentar los riesgos, siendo parte constitutiva de la bsqueda de sociedadesms integradas y promotoras de movilidad social ascendente (Repetto, Filgueira
y Papadpulos, 2006). La generacin de ingresos y el fomento de condiciones
para un efectivo ingreso y permanencia en el mercado laboral son otros aspectos
fuertemente relacionados con la poltica social.
Estas notas conceptuales tienen, en sntesis, el propsito de llamar la atencin,
desde el punto de vista poltico, sobre tres cuestiones crticas de la poltica social
argentina: a) el modo en que se organiza, distribuye y fluye el poder en unasociedad determinada habr de afectar los contenidos y las dinmicas de las
polticas pblicas llevadas adelante por los Estados que gobiernan dichas
sociedades; b) los complejos vnculos entre la institucionalidad poltica y la
institucionalidad social, en la cual se inscribe tanto la priorizacin de ciertos temas
en la agenda gubernamental como cierto tipo de respuestas pblicas a los
mismos, deben enmarcarse en procesos estructurales de cambios en las
correlaciones de fuerzas socio-econmicas y polticas; y c) el contenido concreto
que tengan las polticas sociales (y su respaldo en trminos de recursospresupuestarios y tcnicos) habr de estar fuertemente asociado al modo en que
la dinmica poltica general, y la especfica al campo de lo social influyen sobre
cada juego de poltica social.
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LA MEJORA DE LOS INDICADORES SOCIALES:IMPACTO DE LAS POLTICAS SOCIALES?
El crtico escenario social con que se enfrent el gobierno de Nstor Kirchner enel ao 2003 fue enfrentado por el mismo gobierno a travs de modos diversos.
El primero de ellos, cuyos detalles y especificidades escapan al contenido de este
trabajo, se relaciona con el activo rol del Estado para aprovechar un ciclo
econmico internacional favorable para el tipo de insercin que la economa
argentina poda tener en dicha coyuntura en el mercado mundial. Otro aspecto,
tambin caracterizado por un activismo estatal novedoso para la poltica
argentina reciente, se vincula al esfuerzo por mejorar la institucionalidad del
mercado de trabajo, facilitando as que el fuerte crecimiento econmico sereflejase en la creacin de una importante cantidad de puestos de trabajo. En
la misma lnea cabe mencionar lo acontecido en el mbito de la salud pblica,
y en parte tambin en lo relacionado con el sistema educativo.
Resaltados esos signos positivos del papel del Estado en la poltica social, s es
menester acotar que resulta difcil (tanto por el clsico problema de atribucin
como por la juventud de ciertas reformas introducidas) clarificar, en algunos
casos, el grado de asociacin entre los cambios generados en la institucionalidady la poltica social desde el 2003 en adelante y la mejora de ciertos indicadores
sociales. Lo que s es evidente, como mostraremos a continuacin, es que al
menos hasta el 2006 muchos indicadores sociales mejoraron, sobre todo en
comparacin al crtico escenario del ao 2003.
Por ejemplo en materia de pobreza, la misma afectaba en el 2003 al 54% de las
personas (42.7% de los hogares), mientras que la indigencia afectaba al 27,7 %
de las personas (20.4 % de los hogares). A finales del 2006 la pobreza habadisminuido al 26.7% de personas (19.2% de los hogares) y la indigencia tambin
se haba reducido al 8.6% de las personas (6.3% de los hogares). Tendencias de
mejora tambin se vislumbran en un indicador como el de Necesidades Bsicas
Insatisfechas, en general menos sensible a las coyunturas econmicas, y ms
relacionado con inversiones pblica de mediano/largo plazo.
En materia del mercado de trabajo, una mirada al perodo que se inici en el 2003
permite registrar tambin avances de singular importancia, tales como los que
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resea el SEL: Desde la segunda mitad de 2003 salieron del desempleo casi
1.500.000 personas; otras 700.000 cambiaron los planes sociales por un empleo
de mercado; y 1.000.000 de nuevos trabajadores encontraron ocupacin. Son ms
de 3 millones los empleos creados en el perodo. Aunque alrededor de 1.300.000personas buscan trabajo (lo que no es poco en un pas carente de seguros sociales
universales) es posible postular que el desempleo ha dejado de ser un desequilibrio
grave. Por primera vez en casi una dcada y media, el temor a la prdida de
empleo no est al tope de las preocupaciones de la sociedad (2007:1).
Reconociendo en lo laboral el activo papel del Estado en tiempos recientes, CELS
pasa revista a algunas medidas concretas: El aumento del salario mnimo, vital
y mvil, la incorporacin de los aumentos de salario de suma fija al salariobsico, el impulso para que se retomaran las negociaciones colectivas de trabajo,
la derogacin de la denominada Ley Banelco a travs de la ley 25.877 de 2004,
que intenta reordenar el mercado laboral, el aumento de las jubilaciones
mnimas, etc., fueron todas medidas que impulsaron una drstica reversin de
la crtica situacin imperante hace largo tiempo, que se agrav acentuadamente
a partir de 2002 (2008:309-310).
La reactivacin de la produccin industrial y de la construccin tuvo un impactosignificativo en el descenso de la desocupacin (la que hacia fines del 2007 y
segn cifras oficiales se ubicaba alrededor del 8% de la poblacin
econmicamente activa). Este aumento de la ocupacin, fuertemente asociado
al crecimiento econmico que se puso de manifiesto con fuerza a partir del
2003, ha estado acompaado tambin de una importante recomposicin del
salario real promedio y de la ocupacin de la mano de obra.
A su vez, cuando se analiza la desigualdad en la Argentina en tiempos recientessegn el ndice de Gini (y tomando fuentes oficiales), pueden hacerse al menos
dos tipos de anlisis: por un lado, aquel que se centra en el mediano plazo; por
el otro, el que se concentra en el corto plazo. Respecto al primero, puede
afirmarse que si se observa el Gini de 1992 y el del ao 2006 (segundo semestre),
este ltimo es mayor que al inicio de los aos 90 (en 1992 era 0,450 y en el 2006
era de 0,483). En cuanto a una perspectiva ms acotada en el tiempo, por ejemplo
casi todo el gobierno de Nstor Kirchner, puede afirmarse que la desigualdad
medida por Gini baj de modo importante, ya que a inicios del ao 2003 era de
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0,541 (y, tal lo indicado, registr un valor de 0,493 a finales del 2006).
Una mirada complementaria y con perspectiva similar podra hacerse cuando
se analiza la distribucin del ingreso segn deciles, atendiendo en particular larelacin entre lo que recibe el primer y el dcimo decil. Mientras en el ao 1992
esa diferencia era de 19 veces, a finales del 2006 era de 29,9 veces. En un plazo
menor (2003-2006) los resultados son ms optimistas, toda vez que a inicios del
gobierno de Nstor Kirchner esa diferencia era de 40,4 veces, mientras que casi
cuatro aos despus dicha diferencia haba disminuido a 29.9 veces.
PRINCIPALES APRENDIZAJES Y RETOS EN MATERIA SOCIAL PARA EL PROGRESISMO.
Vale concluir este trabajo panormico general (y por ende con escaso margen
para los anlisis detallados) sealando un par de lecciones aprendidas y
remarcando un conjunto de retos por venir. Claro est, por supuesto, que se
trata de aprendizajes y desafos que slo tienen sentido si la agenda normativa
(ideolgica) y poltica que los enmarca es una de carcter progresista.
Primera leccin: la importancia de la poltica en general y del Estado enparticular. Como se indic en los inicios del trabajo, la mayor novedad del
gobierno de Nstor Kirchner respecto a sus antecesores inmediatos fue reforzar
un liderazgo poltico perdido. Eso se expres, en el marco de una tendencia
internacional en similar direccin, en una recuperacin de ciertas capacidades,
fiscales pero sobre todo polticas, del Estado. El explcito reconocimiento de que
se requiere cierto tipo de polticas pblicas y no otras para romper con las
tendencias hacia la fragmentacin y exclusin social result un aprendizaje
importante para la Argentina reciente.
Segunda leccin: los cambios sectoriales progresistas requieren apoyo poltico y
liderazgo tcnico. Algunos cambios importantes en la institucionalidad y las
polticas sociales argentinas tuvieron mucho que ver no solamente con la
revitalizacin del poder presidencial (aspecto siempre complejo en un pas con
tendencias a una muy fuerte concentracin de poder en la instancia Ejecutiva),
sino tambin con que los ministros y/o autoridades (y sus equipos) de algunos
de los diversos sectores de la poltica social lograron provocar sinergias entre el
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apoyo presidencial y sus propias capacidades tcnicas. Por ende, saber combinar
respaldo poltico y solidez tcnica resulta una enseanza fundamental para el
presente y el futuro de la poltica social argentina.
Con relacin a los retos, los habremos de diferenciar en cuatro grupos: a) los
referidos a la situacin social; b) los relacionados con el gasto social; c) los
vinculados a sectores especficos de la poltica social; y d) los asociados a aspectos
crticos de la institucionalidad social.
El primer reto fundamental relacionado con la situacin social refiere a que la
mejora en muchos indicadores sociales en el corto plazo de un gobierno (2003-
2007) no debe hacer perder de vista que la pobreza, la indigencia, la distribucindel ingreso (entre otros) siguen en niveles altos, por ejemplo comparndolos
con inicios de los aos 90. El segundo de los retos est estrechamente
relacionado con las enormes heterogeneidades que presenta el pas respecto a
su estructura social, generando asimetras y desigualdades que borran cualquier
idea de pas homogneo. Y para concluir este primer grupo de retos, destaca
la gran incidencia de la informalidad laboral, cercana an al 40% de la poblacin
econmicamente activa, lo cual parece mostrar fuertes limitaciones del mercado
de trabajo para seguir absorbiendo a ese gran nmero de personas, lo que seasocia tambin al terreno perdido en las ltimas dcadas por los trabajadores
respecto a su participacin agregada en la renta nacional.
En cuanto a los retos relacionados con el gasto social, destaca uno en particular,
expresado bien por Isuani: la sociedad argentina experiment ()
transformaciones profundas en su estructura; la retraccin de la capacidad
productiva y regulatoria del estado, la apertura y competencia internacional y
la flexibilidad laboral que transform el mercado de trabajo con aumentos enla desocupacin, subempleo y precarizacin; se increment significativamente
la pobreza y la desigualdad de ingresos. No obstante estas monumentales
transformaciones, el Estado de Bienestar experiment cambios, pero ellos no
modificaron lo que denominamos la naturaleza profunda que posea antes de
dichas transformaciones de la sociedad (2007:20). Esta naturaleza profunda, al
decir del autor, refiere su rigidez a favor de la concentracin del gasto en el
sistema previsional, el cual favorece a los trabajadores formales.
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En relacin a los retos de sectores especficos de la poltica social, sobresalen
varios (relacionados con los sectores antes presentados). En el sistema
previsional, emerge la necesidad de encontrar soluciones polticas, fiscales y
tcnicamente sostenibles que permitan atender a la poblacin con insercinprecaria en el mercado de trabajo. En lo educativo, resulta primordial avanzar
en materia de calidad del servicio, atendiendo a desigualdades sociales y
territoriales que afectan su potencial para promover una mejor calidad de vida
tanto de los individuos como de las familias. En la salud, emerge una vez ms
la necesidad de generar sinergias entre los diversos sub-sistemas que lo
conforman, requirindose mejorar, asimismo, la atencin del sub-sistema pblico
en clave de mayor equidad social y regional. En el mbito de la lucha frente
a la pobreza, el reto maysculo se vincula a generar, para la poblacin en dichasituacin, rutas crticas (dentro de una oferta programtica que an requiere
articularse mejor) que promuevan hasta donde sea posible la insercin en el
mercado de trabajo formal, siempre atendiendo al reconocimiento de que el
mismo tiene fuertes lmites estructurales para absorber poblacin vulnerable y
con bajos niveles de capital humano.
Finalmente, respecto a los retos en trminos de institucionalidad social (y por
ende transversales a diversos sectores y servicios sociales), destacan tres.Primero, la necesidad de avanzar de un modo sistemtico y preciso hacia una
reconstruccin/reconfiguracin del sistema de derechos sociales que permita
enfrentar seriamente la desigualdad, lo cual no slo implicar nuevas leyes en
temas crticos de la poltica social (algunas de las cuales ya fueron aprobadas
durante el gobierno de Nstor Kirchner) sino una mayor coherencia, en clave
de derechos, de la accin de los tres poderes del Estado, (Ejecutivo, Legislativo
y Judicial). Segundo, la necesidad de transitar una mayor integralidad de las
intervenciones estatales del Poder Ejecutivo Nacional en el campo de las polticassociales. Si bien ha ido quedando en el pasado la minimalista concepcin de
reducir este mbito de gestin pblica a las acciones frente a la pobreza, an
queda mucho por hacer en cuanto a pasar del dicho al hecho respecto de cmo
enfrentar la multidimensionalidad de los problemas sociales (sean estos aspectos
globales como la desigualdad y la pobreza, o cuestiones ms acotadas, pero no
por eso menos importante, como la insercin de los jvenes o la calidad
educativa). Y tercero, es pertinente avanzar en una mejora de lo que podra
denominarse un sistema federal de poltica social; dada la descentralizacin
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del sistema educativo y de la salud pblica, sumado a la gestin territorializada
de la oferta del Ejecutivo Nacional en trminos de programas frente a la
pobreza y el desempleo (procesos que operan en el marco de grandes
heterogeneidades en materia de capacidades y culturas de gestin provincialesy municipales), parece requerirse un relanzamiento de los Consejos Federales
hoy existentes.
Palabras finales. Aquellas dos lecciones aprendidas no sern sin duda las nicas
que derivan del anlisis de la reciente experiencia argentina durante el gobierno
de Nstor Kirchner, pero son sin duda condicin necesaria para afrontar el
enorme e interrelacionado grupo de retos (de diversa ndole, como vimos) que
enfrenta la poltica social argentina. Fortalecer el trnsito de los dichos a loshechos en materia de progresismo de la poltica social argentina requiere
solvencia fiscal, conocimiento y solidez tcnica, pero sobre todo, capacidad
poltica para cambiar aquellas correlaciones de fuerzas que condujeron en un
pasado no muy lejano, a polticas sociales limitadas, acotadas, excluyentes. Y
ese no es un asunto menor, claro est.
BIBLIOGRAFA
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