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De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción
colectiva indígena (1900-1960)
Diana Patricia González Rojas
Universidad Nacional de Colombia
Facultad de Ciencias Económicas
Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales
Bogotá, Colombia
2021
De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción
colectiva indígena (1900-1960)
Diana Patricia González Rojas
Tesis o trabajo de investigación presentada(o) como requisito parcial para optar al título
de:
Magister en Estudios Políticos
Director:
Mgtr. François Correa Rubio
Línea de Investigación:
Línea de Cultura Política y Conflicto
Facultad de Ciencias Económicas
Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales IEPRI
Bogotá, Colombia
2021
Esa categoría colonial (los indios) se aplicó
indiscriminadamente a toda la población
aborigen, sin tomar en cuenta ninguna de las
profundas diferencias que separaban a los
distintos pueblos y sin hacer concesión a las
identidades preexistentes. (…) Así, todos los
pueblos aborígenes quedan equiparados,
porque lo que cuenta es la relación de
dominio colonial en la que sólo caben dos
polos antagónicos, excluyentes y necesarios:
el dominador y el dominado, el superior y el
inferior, la verdad y el error.
En el orden colonial el indio es el vencido, el
colonizado. Todos los dominados, real o
potencialmente, son indios: los incas y los
piles, los labradores y los cazadores, los
nómadas y los sedentarios, los guerreros y
los sacerdotes; los que ya están sojuzgados y
los que habitan más allá de la frontera
colonial, siempre en expansión; los próximos,
los conocidos sólo por referencias y los que
apenas se imaginan o se intuyen. De una
sola vez, al mismo tiempo, todos los
habitantes del mundo americano precolonial
entran en la historia europea ocupando un
mismo sitio y designados con un mismo
término: nace el indio, y su gran madre y
comadrona es el dominio colonial.
Guillermo Bonfil Batalla (1972)
Declaración de obra original
Yo declaro lo siguiente:
He leído el Acuerdo 035 de 2003 del Consejo Académico de la Universidad Nacional.
«Reglamento sobre propiedad intelectual» y la Normatividad Nacional relacionada al
respeto de los derechos de autor. Esta disertación representa mi trabajo original, excepto
donde he reconocido las ideas, las palabras, o materiales de otros autores.
Cuando se han presentado ideas o palabras de otros autores en esta disertación, he
realizado su respectivo reconocimiento aplicando correctamente los esquemas de citas y
referencias bibliográficas en el estilo requerido.
He obtenido el permiso del autor o editor para incluir cualquier material con derechos de
autor (por ejemplo, tablas, figuras, instrumentos de encuesta o grandes porciones de
texto).
Por último, he sometido esta disertación a la herramienta de integridad académica,
definida por la universidad.
________________________________
Diana Patricia González Rojas
Agradecimientos
El ingreso a este posgrado y el desarrollo de esta investigación, se dio gracias a la
lectura de unas copias de cartas manuscritas de Manuel Quintín Lame, pertenecientes al
Fondo Ministerio de Gobierno – División de Asuntos Indígenas que reposan actualmente
en el Archivo General de la Nación, mientras me desempeñaba a describir otros fondos
documentales. El encuentro con los manuscritos de Quintín Lame, me llevaron a indagar
sobre los referentes identitarios de las comunidades indígenas en la primera mitad del
siglo XX, con el afán de comprender de una mirada global la dinámica que se develaban
en esos documentos. Agradezco al Archivo General de la Nación y a sus funcionarios del
área de descripción la disposición de estos documentos.
Espero a través de este trabajo retribuir al conocimiento de la lucha incesante por el
reconocimiento de la diferencia, el cual ha sido realizado gracias a la guía y dirección del
profesor François Correa, del Departamento de Antropología. Por otra parte, quisiera
hacer mención especial a la cátedra de la profesora Julie Massal sobre Acción Colectiva
y Movimientos Sociales, perteneciente a la Maestría en Estudios Políticos de la
Universidad Nacional, la cual me permitió establecer un esquema de análisis a los casos
estudiados.
Agradecimientos infinitos a mi familia de quienes siempre he contado con su apoyo,
compañía y alegría. A mis amigos, un agradecimiento muy especial por quienes me han
acompañado en el camino, de quienes atesoro los consejos, los momentos felices y los
aprendizajes.
Resumen y Abstract IX
Resumen
De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas, estructuras
de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva indígena (1900-
1960)
*Descripción:
Esta investigación examina la acción colectiva indígena a partir de los elementos que
surgen del análisis del origen y el desarrollo de los movimientos sociales, factores como
las oportunidades políticas, las estructuras de movilización y los procesos enmarcadores
desarrollados en diferentes lugares del país entre 1900 y 1960. A partir de las fuentes de
archivo producidas por las entidades estatales, la investigación identificó tres momentos
en la configuración del Estado y las políticas de incorporación al proyecto de nación de
los grupos indígenas, las cuales buscaban la reducción del elemento nativo y la
supresión de la propiedad colectiva. Si bien, sobre la temática ha sido destacada la
movilización social protagonizada por Manuel Quintín Lame, la revisión de fuentes
primarias permitió identificar otro tipo de manifestaciones asociadas a la defensa del
territorio indígena, junto con otro tipo de características propias de la esfera local lo que
configuró en cada región una problemática distinta. Este proceso cambió en parte
alrededor de 1960, con la corriente del cooperativismo incorporada como política para el
campo donde se consideran un potencial las comunidades y las tierras colectivas.
Palabras clave: Acción colectiva, movilización indígena, marcos interpretativos,
oportunidades políticas, estructuras de movilización.
X De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas, estructuras de
movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
Abstract
From the savage who were reduced to civilized life. Political opportunities,
mobilization structures and processes included on indigenous collective action
(1900-1960)
*Description:
This research examines the indigenous collective action based on the elements
originated from the analysis of the arising and development of social movements, such as
political opportunities, mobilization structures, and framing processes developed in
different parts of Colombia between 1900 and 1960. From archival sources of
government entities, the investigation identified three moments in the configuration of the
State and the incorporation of indigenous groups into that nation project, with the object
of reduce the native element and suppress the collective property. Although, in the
subject of this work, the social mobilization led by Manuel Quintín Lame has been
highlighted, the review of primary sources allowed identifying another types of
manifestations associated with the defense of indigenous territory, as well with other
types of characteristics typical of the local sphere, that configured a different problem in
each region. This process changed in part ceased around 1960, under the trend of
cooperativism incorporated as a policy for the nation’s countryside in wish communities
and collective lands are considered a potential.
Keywords: Collective action, indigenous mobilization, interpretive frameworks, political
opportunities, mobilization structures
Contenido XI
Contenido
Pág.
1. Aproximación teórica al estudio de la movilización indígena y la identidad étnica ................................................................................................................................ 7
1.1 La acción colectiva y los movimientos sociales .................................................. 8 1.1.1 Puntos de convergencia y diferencia entre las corrientes teóricas de los movimientos sociales y la acción colectiva ................................................................. 9 1.1.2 Cultura, identidad y elementos enmarcadores ............................................... 10 1.1.3 La identidad en la acción colectiva y los movimientos sociales ...................... 12
1.2 Consideraciones sobre el movimiento indígena en el estudio de la acción colectiva ...................................................................................................................... 14
1.2.1 La identidad étnica, la etnicidad y lo étnico .................................................... 19 1.2.2 Los estudios sobre el Movimiento Indígena en Colombia .............................. 22
2. El indígena en la formación de la nación e instauración del proyecto centralista (1810-1930) ..................................................................................................................... 27
2.1 La formación del Estado durante el siglo XIX ........................................................ 28 2.2 La infructuosa transformación de indios en ciudadanos en los primeros años de la República .................................................................................................................... 29
2.2.1 De indios a indígenas ...................................................................................... 29 2.2.2 Misiones, pueblos y entregas de tierras para la transformación de Indios Gentiles o tribus indígenas ....................................................................................... 32 2.2.3 La categorización de los indígenas. La Ley 89 de 1890 y su Decreto Reglamentario 74 de 1898. Definición de los “civilizados”, los “semicivilizados” y los “salvajes” .................................................................................................................. 34
Tribus bárbaras o salvajes ................................................................................... 35 Semicivilizados .................................................................................................... 36 Los Civilizados ..................................................................................................... 37
2.2.4 El evolucionismo cultural en la definición de las razas y el desarrollo de la colonización ............................................................................................................. 38
2.3 La Hegemonía Conservadora y su política sobre la tierra y los indígenas ........ 40 2.3.1 La política sobre los indígenas semisalvajes durante la hegemonía conservadora ........................................................................................................... 41
Comisiones Divisoras de Terrenos de Resguardos Indígenas ............................. 43 2.3.2 Las obras de civilización y la autocolonización de los territorios de los indígenas salvajes .................................................................................................... 44
2.4 Las manifestaciones en la esfera local ............................................................. 46 2.4.1 Indígenas de las Llanuras del Caribe ............................................................. 48
Oportunidades Políticas y las Constricciones....................................................... 49 Las Estructuras de Movilización, la “Sociedad de Indígenas de Guazo” .............. 50 Los procesos enmarcadores ................................................................................ 52
XII Título de la tesis o trabajo de investigación
El pasado como justificación del derecho ..........................................................52 Su concepción de la Comunidad ........................................................................53 El manejo de la opinión ......................................................................................54
2.4.2 De la creación de Tulenega a la lucha por el resguardo .................................58 Oportunidades Políticas y Constricciones. Entre la puja del centralismo, federalismo y el proceso independentista ............................................................. 60
Entre el federalismo y el centralismo..................................................................60 El proceso de separación de Panamá ................................................................61
Las estructuras de Movilización ............................................................................ 62 El liderazgo de los caciques cunas ....................................................................63 El liderazgo del Cacique Iñapaquiña ..................................................................64 Las gestiones del Cacique William Oquelele Smith ............................................65 Ley 60 de 1916 ..................................................................................................65 La continuación por parte de Cacique Díaz Granados .......................................66
Procesos enmarcadores ....................................................................................... 67 El pasado indígena y su lugar como colonos, en la raíz de su derecho .............67 El patriotismo y la colonización antioqueña en la apropiación del territorio por parte del Estado .................................................................................................68 Cuestionar el liderazgo, estrategia para negar los derechos ..............................70
2.4.3 La quintinada ..................................................................................................71 Las oportunidades políticas y constricciones ........................................................ 72
Las normas a favor de la división de resguardos ...............................................73 La persecución hacia sus miembros ..................................................................73 Las alianzas con partidos políticos .....................................................................74
Las estructuras de movilización ............................................................................ 75 Organizaciones de base local ............................................................................75 Acciones conjuntas entre cabildos .....................................................................76 Conformación de Organizaciones Supra étnicos 1919 .......................................77 La Creación de San José de Indios ...................................................................78
Procesos enmarcadores ....................................................................................... 79 Escritos de Manuel Quintín Lame entre 1916 a 1930. Características principales79 Estrategia performativa, Lame el Mariscal, segundo libertador, el predestinado 81 Los estereotipos sobre lo indígena y los “otros” en el discurso de Lame ............81 Cuestionar la indianidad como estrategia para desestimar su causa .................82 Estrategia de la Prensa. El atraso y la locura en el proyecto Lamista ................83 Ideas propagadas a través de la prensa sobre el problema del resguardo ........83
3. Las organizaciones indígenas durante la República Liberal (1930-1946) ...........89 3.1 La transición hacia la República Liberal ................................................................. 90
3.1.1 Las dependencias encargadas de la parcelación de los resguardos ................92 El Ministerio de la Economía Nacional a cargo de la parcelación de Resguardos 93 Los ajustes a las Comisiones Divisoras de Terrenos de Resguardos Indígenas .. 94 La negación, o declaración de inexistente, como estrategia de despojo ............... 95
3.2 La institucionalización de la “cuestión indígena” ............................................... 97 3.2.1 Primer Congreso Indigenista de Pátzcuaro, (México 1940) y creación del Instituto Indigenista Colombiano ...............................................................................97 3.2.2 La visión del indígena desde la perspectiva de los funcionarios del Ministerio de la Economía Nacional ...............................................................................................98 3.2.3 Indigenismo en Colombia ............................................................................. 100
3.3 Creación del Partido Comunista ...................................................................... 101 3.4 Manifestaciones nacionales de acción colectiva indígena ............................... 102
Contenido XIII
3.4.1 La influencia del Partido Comunista en la movilización social indígena ....... 102 3.4.2 Federación Nacional Campesina e Indígena ............................................... 105
3.5 Las manifestaciones locales de los actores indígenas ....................................106 3.5.1 Indígenas de las Llanuras del Caribe - San Antonio del Peñón ..................... 108
Oportunidades políticas y las Constricciones ......................................................108 Las Estructuras de Movilización ..........................................................................109
Junta del Resguardo de Indígenas de San Antonio del Peñón ........................ 109 Cabildo Indígena de San Antonio del Peñón ................................................... 111
Los Procesos Enmarcadores ..............................................................................113 La negación de la indigeneidad ....................................................................... 114 El comunismo y el delito para negar el derecho .............................................. 116
3.5.2 Lucha por los resguardos Cunas, en el contexto de la pérdida de Panamá . 116 Oportunidades políticas y constricciones ............................................................118 Las estructuras de Movilización ..........................................................................119
Caciques individuales- Arturo Chovil ............................................................... 119 Los procesos enmarcadores ...............................................................................120
La ocupación indígena contraria a la colonización productiva ......................... 120 La autonomía .................................................................................................. 121
3.5.3 Caso Quintín Lame Gran Resguardo de Ortega y Chaparral -El Lamismo .. 122 Oportunidades políticas y constricciones ............................................................123 Las estructuras de movilización ..........................................................................124
Sindicato Indígena Nacional ............................................................................ 125 Cabildo del Gran resguardo de Ortega y Chaparral ......................................... 126
Los procesos enmarcadores ...............................................................................126 El apego a la ley como instrumento de justicia ................................................ 127 La estigmatización y señalamiento de los indígenas como comunistas ........... 127 Las bases de la autoidentificación indígena en Lame ...................................... 128 Cuestionar la indigeneidad y convertir a Lame en un problema social............. 129
3.5.4 Caso división de los territorios de los Yanaconas ........................................ 131 Oportunidades políticas y constricciones ............................................................133
Autoridades locales a favor de la continuación del resguardo ......................... 133 Las estructuras de movilización ..........................................................................134
Administradores y Junta a cargo de los bienes de la comunidad ..................... 134 Los procesos enmarcadores ...............................................................................134
La división de resguardos y la falta de instrucción como causas de la degeneración de la raza .................................................................................. 134 El rol de los partidos políticos en la supresión de resguardos ......................... 135
3.5.5 Los resguardos del Departamento del Cauca .............................................. 136 Oportunidades Políticas y constricciones ............................................................137
Establecimiento de Oficinas especiales para el tratamiento de los indígenas a nivel departamental y municipal ...................................................................... 138
Las Estructuras de Movilización ..........................................................................140 Federación Indígena del Cauca (1938) ........................................................... 140 Conferencia Departamental Indígena, Campesina y Obrera en 1940 .............. 140
Los Procesos Enmarcadores ..............................................................................141 Entre la definición de Campesinos o indígenas: .............................................. 141 El rol de los partidos políticos .......................................................................... 143 La situación de la segunda guerra mundial en la interpretación de la situación del resguardo .................................................................................................. 144
3.5.6 Resguardos de Nariño ................................................................................. 144 Oportunidades políticas y constricciones ............................................................145
XIV Título de la tesis o trabajo de investigación
Ajustes en la definición de los miembros de las comunidades a través de las normas 146 Asignación de tierras adicionales ante la estreches de los resguardos ............ 146 El impacto de las Comisiones Divisoras ........................................................... 147 La declaratoria de resguardos como inexistentes como estrategia de despojo 149
Las estructuras de movilización .......................................................................... 149 Los procesos enmarcadores .............................................................................. 150
Quitar lo salvaje a la categoría Indígena .......................................................... 150 El rol de los partidos políticos........................................................................... 152
4. El silencio y el resurgimiento de la cuestión indígena (1946-1960) ...................... 157 4.1 Intensificación y crudeza de la violencia bipartidista ............................................ 159 4.2 Las ciencias sociales en la intervención del mejoramiento de la sociedad........... 160 4.3 Continuación en el proceso de división de resguardos y el giro en la concepción de las tierras comunales ................................................................................................. 161
4.3.1 Ley 81 de 1958 el fomento agropecuario de las Parcialidades indígenas ...... 162 4.3.2 Instituto Indigenista Colombiano .................................................................... 163 4.3.3 La campesinización del indígena y el régimen comunal para los colonos ...... 165
4.4 Las manifestaciones indígenas en el contexto local ............................................ 167 4.4.1 Oportunidades políticas y constricciones ....................................................... 168
Desarrollo de La Violencia .................................................................................. 168 Oficinas especializadas en “Asuntos Indígenas” .............................................. 169 Acciones contra a los miembros de las comunidades ...................................... 170 La división de resguardos mediante el desconocimiento de títulos .................. 170 Un resguardo que sólo existió en el papel ....................................................... 173
4.4.2 Las estructuras de Movilización ..................................................................... 174 Gran comunidad de Cultivadores Agrícolas Industriales .................................. 174
4.4.3 Los procesos enmarcadores .......................................................................... 175 Del resguardo al terreno laborista, de comuneros a trabajadores .................... 175 Entre el estereotipo indígena y la negación de la identidad .............................. 176
5. Conclusiones y recomendaciones ......................................................................... 181 5.2 Conclusiones .................................................................................................. 181 5.2 Recomendaciones .......................................................................................... 189
Bibliografía ................................................................................................................... 191 Fuentes de archivo ................................................................................................. 191 Fuentes primarias, normas impresas ...................................................................... 193 Fuentes primarias impresas .................................................................................... 197 Bibliografía Secundaria ........................................................................................... 200
Contenido XV
Lista de figuras
Pág. Figura 2-1 Ubicación espacial de los casos abordados en el capítulo 2 ......................... 47
Figura 2-2 Impreso "Se acabaron los indios de Guazo" .................................................. 55
Figura 2-3 Padrón de la Parcialidad de Indígenas de Guazo. Dueños de los terrenos
de su resguardo (Fragmento) ......................................................................................... 56
Figura 2-4 Carátula Segunda copia de la Protocolización del acta de instalación del
antiguo y pequeño Cabildo de la parcialidad de indígenas de Guazo ............................. 57
Figura 2-5 "De Colombia" .......................................................................................... 69
Figura 3-1 Fragmento de membrete de oficio de la Federación Nacional Campesina e
Indígena 105
Figura 3-2 Ubicación espacial de los casos abordados en el capítulo 3 ........................107
Figura 3-3 Junta de Resguardos de Indígenas El Peñón. Sello de oficio remitido al
Alcalde Municipal del Distrito de Bodega Central ..........................................................110
Figura 3-4 Sellos usados por los miembros del Resguardo de Indígenas del Peñón en
oficios .................................................................................................................112
Figura 3-5 Impreso "La llamada PARCIALIDAD de Indígenas de El Peñón ES DEL
ESTADO” .................................................................................................................115
Figura 3-6 “El último jefe indígena reclama justicia a los poderes centrales” y “El indio
Don Quintín” .................................................................................................................129
Figura 3-7 Circular Número 3. Impreso del Departamento ........................................139
Figura 3-8 Plan de Labores y Orden del Día del Comité Organizador de la Conferencia
Departamental Indígena Campesina y Obrera, 1940 .....................................................141
Figura 3-9 Carátula de la documentación enviada por la parcialidad de Tangua en
diciembre de 1939 .........................................................................................................151
Figura 4-1 Organización de interna de la División de Recursos Naturales, Ministerio de
Agricultura y Ganadería (1951) .....................................................................................161
Figura 4-2 Nota al interior del expediente realizada en 1963 .........................................172
Figura 4-3 "Botanilla" Copia de la Escritura del Resguardo de Botanilla 1582 ...............173
Contenido XVI
Lista de tablas
Pág.
Tabla 2-1: Resumen Indígenas de las llanuras del Caribe – Santa Ana de Guazo ..... 48
Tabla 2-2 Resumen de Tulenega a la conformación del resguardo ........................... 58
Tabla 2-3 Resumen La quintinada ............................................................................. 72
Tabla 3-1 Resumen Indígenas del Caribe - San Antonio del Peñón ........................ 108
Tabla 3-2 Resumen Lucha por los resguardos Cunas ............................................ 116
Tabla 3-3 Despoblamiento y desplazamiento de las comunidades kunas en Urabá
(1880-1983) ................................................................................................................ 117
Tabla 3-4 Resumen Resguardo Ortega y Chaparral ................................................ 122
Tabla 3-5 Resumen División de territorios yanaconas ............................................. 132
Tabla 3-6 Resumen Resguardos del Departamento del Cauca ............................... 137
Tabla 3-7 Resumen Situación Resguardos de Nariño ............................................ 144
Tabla 4-1 Resumen Movilización Indígena 1948 - 1960........................................... 167
Contenido XVII
Lista de Símbolos y abreviaturas
Abreviaturas
Abreviatura Término
AGN Archivo General de la Nación
AO. Sección archivos oficiales
MGOB. Ministerio de Gobierno
SAA. Sección archivos anexo
f. folio
Introducción
En América Latina, la formación de los Estados nacionales posterior a las guerras
independentistas generó disputas frente a la abolición de los regímenes comunales de
propiedad colectiva de las tierras, lo que dio paso a que estos, o bien se condicionaran
conforme al nuevo contexto, o bien establecieran la lucha de varios campesinos
indígenas en algunos países andinos en defensa de estos regímenes (Larson, 2004). La
transición entre el periodo colonial y la creación de los estados nacionales, propició
transformaciones en la ocupación del territorio; mientras que en un principio el resguardo
fue exclusivo para la población indígena, a finales del siglo XVIII, éstos incluyeron
colonos pobres y nativos de otros pueblos en calidad de agregados, configurándose así
en espacios que desarrollaron relaciones interétnicas, desvirtuando las posiciones
esencialistas que buscaban la conservación inmutable de las comunidades,
permaneciendo inalterables hasta el siglo XX.
Es así como el proceso independentista en el siglo XIX, expresa el proyecto de la
configuración de una república, en sus formas de gobierno, sus instituciones, el
establecimiento de normas que hicieran viable un nuevo gobierno. De estas dinámicas no
se escapa la discusión sobre que se debe hacer con los indios, una categoría nacida en
el orden colonial, la cual no sólo señalaba un segmento de la población, sino un espacio
asignado en el orden español, donde los resguardos a partir del trabajo de la tierra
garantizaban la supervivencia del grupo de nativos, el tributo del encomendero, el
sostenimiento del doctrinero y el orden colonial, a partir de la segregación de los grupos.
Contrario a la división formal del espacio y de los pobladores, el surgimiento del proyecto
de las naciones recientemente independizadas, intentaron incorporar los territorios de
resguardos y sus pobladores a partir de la supresión de resguardos y la categoría de
indios. Es así como todo el siglo XIX refleja parte de esa política puesta en marcha con
impactos distintos por diferentes causas como los diferentes grados que tuvo el orden
2 Introducción
colonial en cada región, los elementos culturales de los grupos, su forma de organización
y las dinámicas locales, en especial durante el establecimiento de estados federales
donde la maniobra de estos cambios estuvo en manos de las mandatarios locales. En
algunos territorios, la preeminencia de la población indígena fue disuelta con la supresión
de resguardos, y en otros casos, a pesar de las presiones ejercidas sobre la
desintegración de las tierras comunales, sus pobladores lograron conservar la idea de
comunidad allí presente.
La supresión de las tierras comunales desde el siglo XIX hasta el XX, no fue una acción
estatal exclusiva de Colombia; a su vez, las comunidades indígenas respondieron a
través de diferentes estrategias de resistencia. Con el propósito de comprender las
acciones en las que las comunidades indígenas se organizaron con el propósito de
mantener el dominio de sus tierras, el reconocimiento de sus resguardos y participar o no
en los procesos de división de las tierras comunales, en el primer capítulo de este trabajo
se realiza una reflexión sobre la acción colectiva desde las corrientes teóricas
preponderantes, donde el tema de la identidad es un punto de discusión entre sus
teóricos.
Al contar los grupos indígenas en algunos casos con una identificación de comunidad
manifestada en el transcurso de la acción, se ha hecho énfasis del papel de la identidad
en la acción colectiva, las particularidades de la identidad étnica y la etnicidad. Este
capítulo concluye con los estudios de los movimientos indígenas en Colombia; al
ubicarse los análisis de las movilizaciones indígenas sucedidas a partir de la década de
1970, han sido comprendidos como la emergencia de un nuevo actor social.
Sobre esa “emergencia” o aparición del actor indígena, nos propusimos en los tres
capítulos siguientes exponer cómo se fue configurando la política del estado frente a los
grupos indígenas y los resguardos desde finales del siglo XX hasta 1960, y a su vez,
cómo se presentaron las respuestas de diferentes grupos indígenas. Para ello, se
tomaron como grandes referentes de las transformaciones sociales y políticas, las
transiciones en la toma del poder que se presentaron entre los dos partidos políticos,
conservador, liberal y el peso de la violencia bipartidista desde finales de la década de
1940.
Introducción 3
En el capítulo dos, se expone como a través de la norma, se transforma el indio en
indígena en la concepción del estado; para los nativos residentes en áreas fronterizas y
periféricas se proyectaron una serie de propuestas para incorporarlos en los nuevos
estados; en los grupos más cercanos a los centros urbanos, se estimuló la división de
resguardos. A finales del siglo XIX se establece un estatuto único, la Ley 89 de 1890 para
el tratamiento de tres categorías de indígenas, los salvajes, los semicivilizados y los
civilizados, la cual estableció un límite para lograr la división de resguardos; esta norma
iba a la par que se implantaba un estado centralista, el cual en los primeros treinta años
del siglo XX, la iglesia tenía un papel importante en la incorporación de los indígenas,
acorde con la concepción del orden en el ideal del Partido Conservador que conservó el
poder en esas décadas, y primaba un discurso evolucionista en la comprensión de la
“cuestión indígena”, siendo una de las propuestas de cambio, la supresión por medio del
mestizaje. En este capítulo se analizan tres casos en los que se muestran las tres facetas
en las que la Ley 89 de 1890; por una parte, desconoció acuerdos previos gestionados
por los líderes del territorio Cuna, para que fuera respetado el dominio de su territorio; en
segundo lugar estableció una forma de organización administrativa de los resguardos
suprimiendo formas distintas, como el establecimiento de juntas, diferentes a los cabildos
en un resguardo de las llanuras del caribe; finalmente, la misma ley fue interpretada a
beneficio de las comunidades del suroccidente del país.
El tercer capítulo expone los cambios presentados cuando el Partido Liberal llega al
poder. En este periodo, continúa la política de supresión de resguardos con la creación
de comisiones repartidoras, a su vez para integrarlo a la nación, la estrategia no estaba
en el mestizaje, sino en la educación. En contraste con el fuerte discurso racista contra el
elemento indígena componente de la nación, en estos años surge el indigenismo, una
forma de valorar el pasado indígena en los referentes de los pilares de la nación, para lo
cual se establecen instituciones académicas especializadas en la comprensión de los
grupos étnicos. Por otra parte, algunos miembros de las comunidades indígenas, se
incorporaron a las filas del Partido Comunista lo que generó la conformación de
estructuras como los sindicatos, ligas agrarias y federaciones, pero a su vez fue motivo
de la disolución de alianzas entre los líderes. En este periodo continuamos con la
exposición del caso de los territorios pertenecientes a los cunas, un reguardo de las
llanuras del caribe y parte del desplazamiento del lamismo a acompañar la lucha del gran
resguardo de Ortega y Chaparral. Se presentan los casos de los indígenas Yanaconas, y
4 Introducción
la fuerte presión en los lugares que contaban en el siglo XX con un gran número de
resguardos de origen colonial, correspondiente a los departamentos de Cauca y Nariño.
En el cuarto capítulo, se cubre un periodo de grandes transformaciones; regresa el
Partido Conservador al poder, por un tiempo, siendo tomado posteriormente por un
general con la anuencia de los dos partidos tradicionales y una transición con una junta
militar, para establecer un común acuerdo entre los líderes de los dos partidos. En este
periodo, se reducen las manifestaciones de resistencia de las comunidades indígenas y
por el contrario, se hace masiva la declaratoria de inexistencia de resguardos para
facilitar su desintegración, por parte del Ministerio de la Economía Nacional. Gracias al
contexto internacional, y al rol desempeñado por algunos intelectuales, se crean al
interior de las dependencias del gobierno central una oficina encargada de mejorar las
condiciones de vida de los indígenas. Al finalizar la década de 1950 se produce un giro
en la concepción del resguardo, no como un obstáculo para el progreso de la nación,
sino que su base colectiva era un soporte para desarrollar el cooperativismo. En este
capítulo final, las acciones colectivas indígenas no tuvieron mayor registro entre los
expedientes revisados. Finalmente el documento expone una serie de conclusiones
resultado de la investigación, sobre la acción colectiva indígena y la política sobre los
indígenas.
Para el análisis de los casos locales, hemos buscado identificar algunos elementos
claves en medio de la divergencia de problemáticas; por una parte las oportunidades
políticas y constricciones, entendidas estas como coyunturas políticas locales o
nacionales que facilitaron o limitaron la acción, las estructuras de movilización, donde los
grupos étnicos tomaron tipos de disposición organizacional y los procesos enmarcadores,
donde establecieron los referentes de su lucha y de los grupos contrarios.
Con el interés de conocer esas dinámicas entre los grupos indígenas y el estado, el
archivo abordado para esta investigación corresponde a las transferencias realizadas en
su momento por el Ministerio del Interior, correspondientes a las Transferencias
Secundarias No. 55 de 1998 y No. 107 de 2007 al Archivo General de la Nación AGN,
documentación que por su valor histórico fue entregado a esa entidad. Inicialmente, fue
identificada con el código de referencia CO.AGN.SR.60A.30. No obstante, conforme a los
ajustes del Cuadro de Clasificación del AGN, actualmente corresponde a la Sección 7
Introducción 5
Archivos Oficiales, Ministerio de Gobierno, el cual puede ser consultado a través de la
Consulta de documentos históricos en línea, con el código de referencia
CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3, correspondiente a la División de Asuntos Indígenas. Cada
uno de los expedientes consultados registra la referencia específica.
Es importante destacar que la oficina de la Sección de Asuntos Indígenas, fue creada
hasta 1958. No obstante, los documentos transferidos fueron emitidos muchos años
antes, desde el año 1904, lo cual correspondía a diferentes despachos como el Ministerio
de la Economía Nacional y el Ministerio de Industrias y Trabajo, en los que se encuentran
memoriales, telegramas y otros documentos producidos por estas oficinas en sus
comunicaciones con las poblaciones en cuestión y con las autoridades locales al
respecto. Con el fin de conocer estos procesos, inicialmente se seleccionaron los casos
y, a través de los folios de diferentes expedientes, se fue reconstruyendo la historia de
esos encuentros entre el Estado Nacional y las comunidades indígenas, los cuales fueron
complementados con algunas referencias de archivo, y registros provenientes del sitio
web www.proyectoquintinlame.org, junto con investigaciones al respecto y documentos
publicados.
Esta investigación espera aportar a la comprensión del actor indígena en la movilización
social, así como la revisión de enunciaciones donde ubican la emergencia de la alteridad
al final del siglo XX.
1. Aproximación teórica al estudio de la movilización indígena y la identidad étnica
El estudio de la acción colectiva, los movimientos sociales y la identidad, han sido tema
de interés por diferentes disciplinas académicas de las ciencias humanas y sociales,
siendo abordado por los aspectos individuales o colectivos, desde la psicología social, la
ciencia política y la sociología. En este capítulo, abordaremos los aspectos teóricos más
significativos sobre las manifestaciones de acción colectiva indígenas, los cuales serán el
punto de partida para aproximarnos al objetivo de esta investigación. De manera general,
la primera parte referirá a las corrientes más conocidas sobre el estudio de la
movilización social, sus divergencias y los enfoque establecidos por sus principales
exponentes; en segundo lugar, se presentará un panorama general sobre el estudio de la
movilización indígena, y su lugar en la comprensión de la acción colectiva, ya sea como
exponente de uno de los nuevos movimientos sociales surgidos a partir de la década de
1970, o como una nueva ola de anteriores luchas.
Al poseer estas movilizaciones un actor colectivo reconocido, la tercera parte tratará
sobre el lugar de la identidad en la formación de los movimientos sociales, su momento
de aparición y la discusión sobre su instrumentalización.
Para finalizar, se propondrán cuáles han sido las conclusiones sobre la acción colectiva
indígena a nivel latinoamericano y en particular, para el caso colombiano.
8 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
1.1 La acción colectiva y los movimientos sociales
Desde el siglo XIX inició formalmente el estudio de las emociones en la movilización
social y la acción colectiva, concebidas inicialmente como el movimiento de masas o
multitudes, que actuaban de forma irracional como instintos reprimidos y violentos; por su
parte, el marxismo aportó la importancia de la organización y la ideología, encaminada a
establecer una “clase”. Posteriormente, ya en las primeras décadas del siglo XX en
Estados Unidos la Escuela de Chicago atendió el comportamiento colectivo a partir de la
psicología.
Gracias a los aportes de otras ciencias como la sociología y la historia, se fueron
demarcando principalmente dos vertientes teóricas: la teoría de la movilización de
recursos y la del enfoque de los nuevos movimientos sociales o paradigma de la
identidad1 , perspectivas desarrolladas tanto en Estados Unidos como en Europa
(McAdam, McCarthy, Zald, 1999), las cuales no se encuentran completamente en orillas
opuestas conforme a otros autores (Cohen, 1995).
La primera corriente, de la Movilización de Recursos, se fundamenta a su vez en la teoría
de la elección racional, donde el actor social actúa conforme a la posibilidad de recibir
beneficios individuales; en esta corriente se pueden distinguir tres enfoques: el que
destaca la lógica utilitaria individualista encabezado por autores como Olson; el enfoque
empresarial organizacional de McCarthy, Zald y el modelo de conflicto político de Charles
Tilly, Oberschall, Gamson y Tarrow (Cohen, 1995). Por su parte, la corriente denominada
de los nuevos movimientos sociales surge como respuesta a la crisis del modelo clásico
marxista para interpretar las nuevas formas de acción colectiva surgidas desde la década
de 1960, donde la identidad no se limita a la clase, el interlocutor es la sociedad civil y los
aliados no son los partidos políticos. La principal crítica hecha a la primera corriente
corresponde a que deja a un lado los estímulos no económicos que incitan a la
movilización; por su parte, al paradigma de la identidad, se le alega dejar a un lado el
1 Para otros autores, se pueden reconocer tres enfoques teóricos (teoría de la elección racional, la perspectiva de la movilización de los recursos y el paradigma de la identidad) (Castillo, 2006). Así mismo, algunos establecen esta propuesta en tres paradigmas: la movilización de recursos, el proceso político y los procesos enmarcadores (Delgado, 2007)
Capítulo 1 9
“cómo” de la movilización, además de tener una “miopía del presente”, al presentarse
formas contemporáneas de acción en fenómenos históricos previos.
Sin embargo, entre las corrientes expuestas hay puentes de encuentro que nos permiten
establecer cercanías entre autores y así considerar los aportes que uno y otro enfoque
aporta al desarrollo de esta investigación, sobre el estudio de la acción colectiva en los
grupos indígenas.
1.1.1 Puntos de convergencia y diferencia entre las corrientes teóricas de los movimientos sociales y la acción colectiva
En términos generales, el movimiento social es una modalidad de acción colectiva.
Charles Tilly define la acción colectiva como la acción llevada a cabo por un grupo de
personas que comparten intereses, están organizados en grupos más o menos formales
y que ponen en marcha acciones, bajo una estructura política que facilitará o dificultará
su influencia, entendida esta como el contexto en el cual influirá el éxito o fracaso de la
acción colectiva (1978).
Tilly define el movimiento social como “un fenómeno de opinión de masa perjudicada,
movilizada en contacto con las autoridades” (Tilly, 1978 en Melucci, 1999:41), el cual
nace como una forma distintiva de la política en Europa y América del Norte durante el
siglo XIX y en el siglo XX en estados considerados democráticos. Éstos difieren de otras
manifestaciones colectivas como los “movimientos” (como formas de opinión de masa),
organizaciones de protesta (como formas de organizaciones sociales) y actos de protesta
(como formas de acción) (Cohen, 1995).
De la misma forma que Charles Tilly ubica la formación de los movimientos sociales en
estados considerados democráticos, Alain Touraine identifica tres tipos de movimientos:
societales, culturales e históricos, los cuales establecen una secuencia cuyo desarrollo
es posible en países centrales, mientras que, en economías periféricas o regímenes
autoritarios, las divisiones entre estos tres tipos de movimientos son débiles o
inexistentes (2000).
10 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
Alberto Melucci, cercano a la corriente del paradigma de la identidad, su definición de
movimiento social lo acerca a la perspectiva del conflicto político; este autor define los
movimientos sociales como “sistemas de acción que operan en un campo sistémico de
posibilidades y límites (…). El modo en que los movimientos definen su acción es el nexo
concreto entre orientaciones y oportunidades/constricciones sistémicas” (Melucci,
1999:37), siendo la organización el punto clave en la observación; para Melucci, el
interés se concentra en el proceso, donde el movimiento es un resultado, más que un
punto de partida.
Cada una de las corrientes ha hecho su propio programa de investigación, a partir de los
elementos considerados para el estudio de los movimientos sociales. En ellos se
encuentran los elementos enmarcadores para la perspectiva del conflicto político, y la
identidad para la corriente de los nuevos movimientos sociales. Si bien en las dos
corrientes anteriormente descritas, tanto la cultura como la identidad se incluyen en la
formación de un movimiento social, proveyendo incluso formas específicas de
organización y lucha, ninguno de los dos enfoques provee un acceso metodológico
adecuado (Cohen, 1995).
1.1.2 Cultura, identidad y elementos enmarcadores
Gracias a los aportes hechos por disciplinas como la antropología, la literatura, entre
otras, al estudio de la acción colectiva, cobra interés la experiencia social y la
configuración de las relaciones sociales concebidas y significadas por un actor colectivo
(Escobar, Álvarez, Dagnino, 2001; Zald, 1999).
Mayer Zald (1999) ha identificado cuatro enfoques en el estudio de los movimientos
sociales a partir de los aportes hechos por las ciencias sociales sobre el estudio de la
cultura y el lenguaje; un primer enfoque estimulado por la antropología atendiendo a las
continuidades culturales y los sistemas de significados que se concentró en el análisis en
profundidad sobre la cultura y los símbolos; el segundo enfoque generado a partir de la
psicología social, la obra sociológica de Goffman y el interaccionismo simbólico, destaca
en el análisis de los marcos, los roles y los procesos cognitivos implicados en la
interpretación, clasificación y caracterización del comportamiento y las situaciones, lo
Capítulo 1 11
cual ha sido aplicado por Snow y Gamson; el tercer enfoque, soportado en los aportes
hechos por la teoría literaria y las teorías de la persuasión, se interesa en los recursos
dramatúrgicos y retóricos usados por los actores involucrados en los movimientos
sociales con el propósito de interpretar el mundo y convencer a sus audiencias,
estudiadas por Murray Edelman y Joseph Gusfield; por último, el cuarto enfoque incluye
en el análisis de la cultura, la comprensión de los cambios e innovaciones generados en
los movimientos, usando nociones como repertorios de acción y protesta y herramientas
culturales de las cuales emergen las ideas compartidas y socialmente construidas para
explicar la acción colectiva, planteamiento en el que se destaca el sociólogo Charles Tilly.
Entre la construcción de la identidad y la comprensión de la situación por parte del actor
colectivo versan las dos corrientes sobre el estudio de los movimientos sociales. En el
paradigma de la identidad, para autores como Melucci, la solidaridad, el desarrollo de un
conflicto y el rompimiento con los límites del sistema en que ocurre la acción, son las tres
dimensiones que componen el movimiento social; de estas dimensiones, la solidaridad se
comprende como la capacidad de los actores de reconocerse a sí mismos y como
miembros del mismo sistema de relaciones sociales, lo cual tiene lugar en el campo de la
acción. Conforme a lo anterior, la definición del actor, o la identidad, se produce en la
interacción, las negociaciones, y como resultado de las orientaciones opuestas (Melucci,
1999).
Por su parte, para Alain Touraine, un movimiento social es a la vez un conflicto social y
un proyecto cultural, donde tienen lugar los procesos de subjetivización y las dinámicas
de construcción identitaria. (Castillo, 2006).
En Mayer Zald, es a través de la cultura, la ideología y los marcos interpretativos, que se
dota de sentido a los objetos y acciones; en particular, la cultura es el conjunto
compartido de creencias y formas de ver el mundo, propios de un grupo o sociedad, la
ideología es el conjunto de creencias que sirven para justificar u oponerse a un orden
político determinado y los marcos son metáforas específicas, representaciones
simbólicas e indicaciones cognitivas utilizadas para presentar conductas y eventos de
forma evaluativa y sugerir formas de acción alternativas (Zald, 1999).
12 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
A partir de la formulación teórica de los marcos interpretativos, algunos autores han
generado una propuesta metodológica en el análisis del surgimiento y desarrollo de los
movimientos sociales, reconociendo tres grupos de factores: las oportunidades políticas
(la estructura de oportunidades políticas y las constricciones que tienen que afrontar los
movimientos sociales), las estructuras de movilización (formas de organización formales
como informales) y los procesos enmarcadores (entendidos como los procesos colectivos
de interpretación, atribución y construcción social que median entre la oportunidad y la
acción). Estos tres factores son de interés en el análisis del movimiento, ya sea en su
origen, o para un movimiento ya organizado, dado que la acción colectiva depende de los
significados compartidos, el uso que realizan sus organizadores y la crítica que puede
recibir (McCarthy, McAdam y Zald, 1999).
Dos conceptos adicionales, son de interés para esta investigación: la alineación de
marcos y el concepto de identidad colectiva. Sobre el primero, se define como el conjunto
de elementos con los que cuentan los individuos para dar sentido a una situación
(Goffman, 1974 en Montes, 2012) en el cual el movimiento trata de conectar su marco
con las interpretaciones subjetivas de los potenciales participantes. Con respecto al
concepto de identidad colectiva, su formación es una tarea principal para los grupos de
participantes que constituyen un movimiento social, cuyo proceso implica definirse como
grupo, desarrollar concepciones del mundo, metas y opiniones compartidas sobre el
entorno social y establecer las posibilidades y límites de la acción colectiva (Melucci,
1989 en Klandermans, 2001). En este último concepto, es importante detenernos para
indagar sobre la identidad en las diferentes corrientes que estudian los movimientos
sociales.
1.1.3 La identidad en la acción colectiva y los movimientos sociales
Desde principios del siglo XX, la pregunta por la generación de una identificación
colectiva constituyó parte de los cuestionamientos iniciales en el análisis de la
movilización; en estos primeros años conforme a un enfoque marxista, se partía de la
categoría de clase asociada principalmente a movimientos obreros y socialistas; esta
categoría a partir de la segunda mitad del siglo XX, resultaba inapropiada con las
transformaciones estructurales y las formas de acción colectiva emergentes a partir de
Capítulo 1 13
ese momento; para otras identidades, basadas en el parentesco o la tribu, fueron
identificados con la remanencia de las sociedades primitivas (Hobsbawn, 1959 (2001).
Las discusiones sobre el estudio de la identidad corresponden al momento de su
surgimiento y cómo éste se da entre un nivel organizativo y un nivel individual, siendo
estas construidas y reconstruidas continuamente (Klandermans, 2001). Entre los teóricos
de la corriente del paradigma de la identidad, Touraine, al identificar los movimientos
sociales a partir de la formación de la identidad colectiva y de autorreconocimiento del
movimiento, incluye como un elemento básico para su estudio la conformación de su
oposición y la caracterización del adversario (1987). Por su parte, para Melucci, tanto la
formación de significados de conciencia, solidaridad e identidad se desarrollan a partir de
las dinámicas internas entre los miembros de la colectividad y con el sistema exterior
compuesto de los competidores, aliados y el aparato de control social; en su
planteamiento, la identidad de un movimiento social, no es un dato o una esencia, sino el
resultado de intercambios, negociaciones, decisiones y conflictos entre diversos actores,
tanto aliados como adversarios y, especialmente, la reacción del sistema político y del
aparato de control social, lo que determina un campo de oportunidades y limitaciones en
el cual el actor colectivo adopta una forma, se perpetúa o cambia (Melucci, 1999). Por su
parte para Pizzorno, la identidad se encuentra en la etapa intermedia entre la solidaridad
y el instrumentalismo, ya que a partir de ella calcula los costos y beneficios de la acción
colectiva, siendo entonces la definición de la identidad uno de los objetivos que busca el
movimiento social definiendo así sus negociaciones e intercambios futuros (Pizzorno,
1994, en Castillo, 2006).
Del otro lado, en la corriente de movilización de recursos, para el modelo de intercambio
político Charles Tilly concibe la creación de la identidad a partir de las interacciones con
los demás, generadas en transacciones sociales establecidas a partir de las relaciones
contingentes y negociadas entre los seres humanos; dichas transacciones se basan en
recuerdos, expectativas, acuerdos, derechos y obligaciones, donde los actores
involucrados reconocen su aplicación; del mismo autor, el concepto de catnet (término
resultado de la fusión entre category (categoría) y net (red) se resume como la relación
existente entre una categoría social y una identidad colectiva. (Klandermans, 2001). Las
críticas a este planteamiento, cuestionan en que se deja a lado el cuándo y el por qué
una característica compartida se convierte en el reconocimiento de los miembros del
14 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
grupo, y la solidaridad sobre cómo los intereses colectivos son reconocidos, interpretados
y permiten generar lealtad y compromiso (Cohen, 1995).
El análisis de la acción colectiva indígena incluye dos problemas: su definición como
movimiento social, y el surgimiento de la identidad. Por una parte, ambas corrientes
sobre los movimientos sociales sostienen que éstos son formas de acción colectiva
posibles en países centrales o estados considerados democráticos; así mismo, respecto
a la emergencia de la identidad, para la corriente de los nuevos movimientos sociales,
ésta emerge una vez la categoría de clase resulta inoperante en estas identidades,
donde los desafíos son distintos a los desarrollados en décadas anteriores, viéndose
incluso como un recurso estratégico, una base para organizarse de uno u otro modo.
Recientemente, desde los Estudios Culturales se cuestionan los supuestos teóricos y
epistemológicos de las teorías de los movimientos sociales, ya que al mantener en el
planteamiento un pensamiento dicotómico entre centro y periferia, suprime el potencial
de las luchas periféricas como actores críticos de la modernidad; ante esto, su propuesta
es reinterpretar la modernidad a la luz de la experiencia colonial y visibilizar sus
contribuciones al análisis de la acción colectiva, desde el momento en que la modernidad
ha tenido un sentido mundial, a partir del momento en que Europa ha tenido una posición
centralizada en la configuración del Sistema-Mundo, siendo la colonialidad, la otra cara
de la modernidad. Ante la crisis del desarrollismo iniciado en Latinoamérica a finales de
la década de 1970 manifestándose en la generación de un gran número de movimientos
sociales (Flórez-Flórez, 2005), también invita al análisis de los dispositivos de poder
enfocados en crear identidades homogéneas, junto a una gobernabilidad externa que
dispone asegurar el flujo de riqueza desde la periferia al centro (Castro-Gómez, 2000 En
Flórez-Flórez, 2005). Sobre la manera en que se ha abordado la acción colectiva
indígena, nos dedicaremos en la próxima sección.
1.2 Consideraciones sobre el movimiento indígena en el estudio de la acción colectiva
Frente a la comprensión de las acciones colectivas indígenas, hay dos aspectos que
generan discusión; en primer lugar, si son movimientos sociales las rebeliones primitivas
Capítulo 1 15
(Hobsbawn, 1959) ya que al presentarse en las naciones de la llamada periferia,
conforme a algunas definiciones, éstos no tienen posibilidades de existencia en este tipo
de estados; en segundo lugar, la movilización indígena, conforme a la corriente de los
nuevos movimientos sociales o paradigma de la identidad, ha determinado su aparición a
partir de la segunda mitad del siglo XX a manera de un “despertar indígena”.
De estos dos cuestionamientos resulta pertinente la crítica hecha por los estudios
culturales al plantear la reinterpretación de la modernidad a partir de la experiencia
colonial; conforme a lo anterior, es necesario cuestionar el momento en que surge la
movilización indígena, explicado principalmente por la corriente del paradigma de la
identidad a partir del desplazamiento del movimiento obrero, ante una nueva situación
global del capitalismo y la aparición de demandas sobre derechos individuales y
colectivos (Correa, 2011). Es así como la modernidad ha sido empleada en diferentes
momentos para acuñar las progresivas transformaciones del capitalismo acorde con el
contexto histórico; en un primer momento, se usaba para referir al progreso encarnado
en el estado nacional, posteriormente en el imperio del capitalismo y últimamente en la
difusa y neutral “globalización” (Correa, 2006).
Como parte de la discusión que aborda este trabajo, discute algunas afirmaciones
hechas a partir de la corriente de los nuevos movimientos sociales, en las que se
desconoce la historia particular de los grupos indígenas en América Latina; el llamado
“despertar indígena” ha sido comprendido como una politización de las identidades en
respuesta a la subordinación o la asimilación impuesta por los estados y que emerge
ante un escenario en pro de la movilización indígena a escala internacional, por su
relación con la defensa de la diversidad cultural y los recursos naturales (Gros, 2010);
también se indica que corresponde a un movimiento de movimientos, al estar compuesto
de luchas dispersas, estructuradas y poco institucionalizadas, poco significativas en la
solidez de su organización y orientación, superando la victimización a través de la
movilización, siendo ésta resultado de las políticas indigenistas de asimilación, al ser
herederos de las reformas políticas que brindaron educación y del sindicalismo (Le Bot,
2013).
Parte de estos estudios afirman una reindianización per se, al ser analizadas las
características étnicas presupuestas (como la conservación de lenguas nativas, ritos e
16 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
indumentaria o las facilidades que proporciona una identidad étnica en un contexto
político) y que ésta es una expresión de resistencia a la modernidad, donde la identidad
es un medio en la consecución de beneficios (Bengoa, 2000; Gros, 1991, 2010).
Frente a la posición anterior, coincidimos con la propuesta de Miguel Bartolomé, al
considerar que contrario del llamado “despertar indígena”, las manifestaciones de estos
grupos corresponden a la redefinición o reestructuración de sus experiencias previas, la
reformulación de las tradiciones existentes para hacerlas más eficientes dentro del nuevo
sistema de articulación interétnica (Bartolomé, 2006). Es así, que las banderas de lucha
actuales han sido redefinidas a partir de las conquistas logradas en el pasado; si bien es
difícil sostener una línea única de acción colectiva en momentos y contextos tan distantes
y diferentes entre sí, los sujetos hacen uso y reinterpretación de la historia para
fundamentar su lucha política actual (Bello, 2004).
Por otra parte, cuestionar la aparición de los movimientos emergentes en la década de
1970 en América Latina permitió concluir que parte de sus reivindicaciones tenían origen
en procesos desarrollados en la región desde el siglo XIX ligados principalmente al
despojo de tierras que se evidenciaron desde esa época respuestas organizadas,
portando la identidad indígena en todo el proceso que llevó la introducción del modelo
liberal en el siglo XIX, y la consecuente conversión de indios a ciudadanos, así como el
despojo de sus tierras comunales (Reina, Velasco, 1997).
Otros autores establecen que las movilizaciones de indígenas corresponden a la cuarta
ola de movilizaciones indígenas. La primera ola ocurrió en el siglo XVI, poco después de
la conquista europea; la segunda ocurrió durante el régimen borbónico finalizando el siglo
XVIII; la tercera aconteció durante la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX y la
"cuarta ola" comenzó en la década de los setenta del siglo pasado (Trejo, 2000).
Siendo objeto de esta investigación las acciones colectivas indígenas de la primera mitad
del siglo XX, tanto las luchas como los actores y demás manifestaciones rastreadas a
través de las evidencias de archivo, hacen parte del proceso de reestructuración de las
luchas centenarias, cuyas continuidades emergen a partir de la lucha por la tierra, frente
a la desintegración de los resguardos conforme a las políticas liberales establecidas en el
siglo XIX, los alcances que tuvo la estrategia en cada región y, ya a finales de ese siglo,
Capítulo 1 17
el establecimiento de una política única de supresión de tierras comunales y tratamiento
a los indígenas con la expedición de la Ley 89 de 1890. Si bien las banderas de lucha
actuales reclaman la identidad cultural, éstas no pueden ser comprendidas sin la
trayectoria de siglos anteriores donde en la lucha por su existencia destacaba la disputa
por la tierra, base de la supervivencia grupal e individual; al reducir la acción de estos
movimientos a lo cultural o identitario, podría dejar a un lado la importancia de la
contradicción estructural e histórica presente en sus luchas: la condición de exclusión
social, cultural, política y económica (González, 2010). Las movilizaciones de las últimas
décadas del siglo XX son el reflejo de la ampliación de sus reivindicaciones inicialmente
de tipo material, a una lucha por los derechos posmateriales relacionados con ejercicios
de la ciudadanía (Stavenhagen, 1994 y Gurr, 1995, en Gómez, 2002)
Desde el siglo XIX en América Latina, la participación de la comunidad indígena en la
conformación de los estados nacionales se manifestó a través de alianzas con poderes
regionales, así como expresiones de diversas formas de identidades y “reformulación de
sus identidades” (Reina, Velasco, 1997). A pesar de que el proyecto liberal decimonónico
presente en las naciones emergentes excluía a los indios de la modernidad, no logró la
homogeneización, resultando así manifestaciones de rebelión, resistencia y separatismo
étnico y posicionamiento donde estas comunidades estaban integradas en las economías
regionales; por ejemplo en Bolivia, la expansión del latifundio en el altiplano paceño, a
costa de las tierras de comunidad a finales del siglo XIX, llevó a que los indígenas se
opusieran por medios legales y establecieran alianzas con partidos políticos, pero ante el
fracaso de las acciones algunos se lanzaron a la rebelión; ante políticas semejantes en el
Perú entre 1826 y 1854, los indígenas buscaron a través de medios legales el
cumplimiento de la entrega de tierras, estrategia complementada con la denuncia
periodística; en el norte de Brasil, la economía de plantación implementada en la zona,
llevó a que los indígenas de las zonas selváticas se aliaran con los campesinos; en otros
casos, para conservar parte de una autonomía indígena los zapotecas a mediados del
siglo XIX, se convirtieron en intermediarios entre el mundo urbano y comercial, logrando
prevalecer en la región el orgullo de la pertenencia a una etnia2.
2 Ver las contribuciones hechas por diferentes autores en el libro La Reindianización de América, Siglo XIX (Reina, 1997)
18 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
Un proceso sin precedentes, fue la llamada Guerra de Castas acontecida en la península
de Yucatán (1847-1901), donde los mayas de la región resistieron todos los intentos de
pacificación; luego de que México lograra su independencia, a los mayas de la región les
impusieron tributos frente a los cuales caudillos militares a cambio de su apoyo,
prometieron suprimir. Ante el incumplimiento, explotación y usurpación de las tierras, los
mayas intentaron rebelarse, siendo sofocada dicha rebelión al fusilar a sus jefes. La
rebelión armada que se inició en 1847, luchó por mantener la independencia, librarse del
yugo de los hacendados, y adoptaron el culto religioso-militar de la Cruz parlante, a
manera de oráculo: Finalmente, el fin de este levantamiento fue propiciado por la
demarcación de los límites entre México y Belice a principios de la década de 1890
(Rugeley, 1997).
Otra categoría ha sido agregada a la comprensión de luchas colectivas indígenas, siendo
denominadas movimientos socio religiosos; en el caso del chaco argentino, los registros
sobre rebelión indígena datan de 1874 cuyas comunidades constituyeron organizaciones
pan indígenas en confrontación directa contra las tropas del ejército, desarrollando a la
par procesos de reconstrucción identitaria que incluyeron elementos religiosos y políticos
(Tamagno, Maidana, Martínez, 2015)
Estos antecedentes muestran que ha sido una miopía del presente considerar que el
actor indígena movilizado surge en la segunda mitad del siglo XX cuando las luchas
sociales populares, protagonizadas principalmente por campesinos y obreros cesan. La
categoría de campesino, en su acepción como tal, no cuestiona la transferencia del
término creado en la realidad europea, y su connotación feudal, no explica las variadas
formaciones sociales y culturales de Latinoamérica (Radding, 1997), donde el
campesinado tiene una base indígena.
Ahora bien, es necesario considerar como elemento de análisis la identidad indígena, en
el estudio de la acción colectiva, los movimientos sociales, y en particular, en la primera
mitad del siglo XX, momento en que las luchas agrarias contaban con asociaciones
indígenas y campesinas, lo que ha llevado a afirmar que con la fundación de
organizaciones como el Concejo Regional Indígena del Cauca CRIC, en 1970 se facilitó
la “creación” de una identidad común distinta de la de los campesinos, los obreros o los
Capítulo 1 19
revolucionarios de la izquierda (Archila, 2010, en González, 2010), tema que será
abordado en la siguiente sección.
1.2.1 La identidad étnica, la etnicidad y lo étnico
Frente a la identificación a través de una categoría como indígena, emerge la cuestión de
la identidad étnica. De acuerdo con Bartolomé se pueden reconocer cuatro tipos de
aproximaciones teóricas a las identidades étnicas: primordialistas, instrumentalistas e
interaccionistas y constructivistas. A grandes rasgos, el enfoque primordialista, destaca la
importancia de los lazos grupales basados en elementos objetivos como la sangre, la
lengua y las costumbres, donde la adscripción étnica no es materia de elección; la
aproximación instrumentalista considera la identidad étnica un recurso para la
movilización política, donde un grupo étnico funciona como un grupo de interés, cuyos
miembros manipulan sus formas culturales (parentescos, mitos, ritos, etc.) para competir
o defender dichos intereses. Las dos últimas formas de aproximaciones teóricas se
acercan un poco, al reconocer las dinámicas internas y externas del grupo; el enfoque
interaccionista, establece el grupo étnico como una forma de organización orientada a
regular la interacción social a través de la presencia de fronteras generando así
categorías de auto adscripción y de reconocimiento por otros, donde sus referentes
culturales son altamente variables ya que las identificaciones étnicas no se vinculan
necesariamente con un patrimonio cultural exclusivo, son producto de las circunstancias
sociales y de la interacción; por último, enfoque constructivista sostiene que toda
identidad es construida históricamente, relacional, contingente, situacional, incompleta,
fracturada, y siempre está en proceso, nunca está definida completamente (2006).
Cada una de estas cuatro corrientes cuentan con una serie de críticas, al comprender o
no los contextos, su posibilidad infinita de manipulación, la poca importancia a los
elementos simbólicos, o al ser equiparadas con el imaginario de los estados nacionales;
al enfoque primordialista, se le tacha de dejar a un lado los contextos económicos y
políticos, la interacción con otros grupos que contribuyen a la construcción de un
“nosotros” y “otros”, y a desconocer el papel del Estado; a la tendencia instrumentalista,
si bien algunos estudios mostraron que las identidades étnicas pueden manipularse, no
descarta su presencia antes y después de su “manipulación”, donde los costos de asumir
una identidad contradice la lógica de la ganancia, al morir sus miembros por la causa; al
20 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
interaccionismo se le acusa haber olvidado las referencias de las contradicciones
económicas al interior, con el exterior del grupo y el Estado, la poca importancia dada a
los sistemas simbólicos, y la atribución errada de que este actor es completamente libre
en hacer sus selecciones; finalmente, al constructivismo, se le atribuye realizar
formulaciones teóricas semejantes a los elementos constitutivos de una nación, donde
las etnias y las naciones no son unidades equivalentes (Bartolomé, 2006). En este último
enfoque constructivista, se ubica la propuesta de Frederick Barth referida como
circunstancialismo, donde la identidad étnica es producto de las circunstancias sociales y
de la interacción; en este caso, los individuos mantienen sus identidades tanto como las
circunstancias se los permitan (Barth, 1969, en Hutchinson, Smith 1996).
Para Bello cuyo planteamiento cuestiona las tendencias primordialista e instrumental,
sostiene que la identidad étnica es un proceso socialmente construido y estructurado en
permanente transmutación, y la cultura como acciones y objetos significativos
socialmente estructurados, la política de los movimientos indígenas y sus expresiones de
demanda, surgen de contextos específicos y no como esencias ahistóricas o primordiales
(Bello, 2004). En la misma línea se encuentra la definición de G. Giménez, donde las
identidades étnicas son “un conjunto de repertorios culturales interiorizados, valorizados
y relativamente estabilizados, por medio de los cuales los actores sociales se reconocen
entre sí, demarcan sus fronteras y se distinguen de los demás actores dentro de un
espacio históricamente específico y socialmente estructurado” (2002 en Bello, 2004:31).
Conforme a los planteamientos anteriores, las identidades no son esencias innatas
dadas, sino el resultado de un proceso social en construcción en el cual se incluyen
componentes como la definición del individuo o grupo, asumiendo ciertas cualidades en
términos de categorías sociales compartidas, la evidencia material que proporciona los
elementos vitales de autorreconocimeinto (el individuo es todo lo que puede decir que es
suyo), y la existencia de "otros" cuyas opiniones acerca de nosotros internalizamos o de
quienes se toman préstamos para luego transformarlos con la intención que ante sus
ojos nos percibamos completamente distintos (Larraín, 2000, 2005).
De acuerdo con Bartolomé, las identidades étnicas al ser construidas en cada momento
histórico, no pueden ser objeto de un análisis valorativo por parte del investigador ya que
ésta es vivida por sus protagonistas y ésta puede ser movilizada a nivel instrumental para
Capítulo 1 21
obtener algún recurso en disputa (2006). Este último aspecto, sobre el uso de la
identidad, nos permite hablar de la etnicidad, la cual es la identidad en acción, la cual
supone una orientación a fines y con ese objetivo se pueden modificar las características
del grupo en cuestión, a través de faccionalismos o alianzas, como comportamiento
coyuntural; el grupo organiza socialmente su identidad étnica, por lo general con
referencia al Estado y otros grupos que poseen identidades sociales diferentes (Bello,
2004).
Contrario a algunos autores que indican la emergencia de la etnicidad se da en el marco
de un estado nacional (Cohen, 1969 en Hutchinson, Smith, 1996), soportado en el
principio de organización política surgido con la modernidad, Bartolomé afirma que las
identidades y las etnicidades que las expresan, son preexistentes a la modernidad y a la
globalización capitalista contemporáneas, pero la actual dinámica comunicativa favorece
su visualización de tal manera que pareciera constituir un novedoso fenómeno
contemporáneo. (Bartolomé, 2006).
En esta propuesta, la identidad se enmarca entre varias tendencias de los estudios de los
movimientos sociales; si bien en el enfoque de la movilización de recursos donde se da
por hecho la existencia de un actor, o del intercambio político, de la existencia de una
categoría, coincidimos en que la definición de indígena nace desde un orden colonial, del
cual se formaron relaciones entre sí y con sus contrarios. Coincidimos en que el debate
no se ubica en la existencia de si existe una identidad esencial única, ya que el
significado de indígena, negro, hombre, mujer, europeo o americano está sujeto a
continuo cambio, presentado en condiciones históricas específicas que son atravesadas
por relaciones de poder. Por otra parte, esta categoría, ha sido resignificada con el paso
del tiempo, tanto por sus miembros, como por los demás actores presentes en los
escenarios en que se han ubicado estos actores colectivos, los cuales han sido usados
para designar una situación de marginalización en los diferentes proyectos de
modernización del estado colombiano y cuya categoría no suprime las diferencias
presentes entre los grupos.
Por tanto, en el estudio de la identidad, es importante establecer la relación entre las
prácticas y los discursos que sustentaron las acciones. La mirada sobre estos aspectos
permite la configuración entre las comunidades y su posición frente al Estado, para
22 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
rastrear las permanencias, los cambios, los préstamos y transformaciones surgidas a
través de las relaciones. Es a partir de la tendencia del proceso político donde la
identidad hace parte de los procesos enmarcadores, mientras que la estructura de
oportunidad política refiere a las características catalizadoras del contexto en el que se
desarrollan los movimientos y la estructura de movilización, pregunta por la organización
de la acción colectiva; la combinación de estos tres elementos la produce, mientras que
el movimiento social se estudia como un proceso político (Cruz, 2012).
Estos referentes serán identificados a través de los registros escritos hallados en los
archivos; de las tres variables se hará énfasis en la comprensión de los procesos
enmarcadores, a partir de los discursos escritos. De acuerdo con Stuart Hall, la relación
entre el discurso y la identidad se establece porque las identidades se construyen dentro,
y no fuera del discurso, son producidas a partir de estrategias enunciativas, en ámbitos
históricos institucionales, en el seno de prácticas y formaciones discursivas específicas;
surgen además dentro del juego de modalidades concretas de poder, de forma que son
más el producto que el señalamiento de la diferencia y la exclusión, que signos de una
unidad idéntica naturalmente constituida (Hall, 1996).
1.2.2 Los estudios sobre el Movimiento Indígena en Colombia
En Colombia, hasta hace unos años, el balance historiográfico de los estudios sobre la
acción colectiva y los movimientos sociales en el siglo XX, contaban con pocas
referencias; entre ellas el estudio realizado sobre los indígenas del macizo colombiano
desde el siglo XVIII, hasta el siglo XX (Friede, 1944), presentado en un momento en
donde se discutía sobre la viabilidad de la disolución de resguardos, una vez prorrogado
el plazo de la Ley 89 de 1890, que había fijado un límite de 50 años (Art. 37, Ley 89,
1890).
Del siglo XX, de acuerdo con el estudio realizado por Archila (1994), es a partir de la
formación de los movimientos sociales de la década de 1970, como el Consejo Regional
Indígena del Cauca CRIC, donde se despierta un mayor interés por la movilización
indígena, momento en el cual se ha asumido en que los pueblos étnicos comenzaron a
tener participación en la política nacional a través de sus propias organizaciones y
basados en un discurso étnico (Archila, 1994; Ulloa, 2001). El escaso número de trabajos
Capítulo 1 23
enfocados a las décadas anteriores a 1960, se debe posiblemente a que se ha asumido
que las demandas indígenas, estaban ligadas a las luchas campesinas antes de la
década de los sesentas (Bello, 2004; Bengoa, 2000; Gros, 1999, 2010; Massal, 2008).
Si bien Manuel Quintín Lame, protagonista de varios estudios alrededor de las
movilizaciones indígenas en el sur de Colombia durante la primera mitad del siglo XX, y
sus pensamientos plasmados en cartas o libros hechos en la década de 1930, solamente
fue hasta la década de 1970, que estos son difundidos por el encuentro o hallazgo que
hicieran en su momento académicos, los indígenas que habían acompañado su lucha
conservaban la memoria de su resistencia. Por otra parte, asumir que las demandas
indígenas estaban íntimamente ligadas a las luchas campesinas antes de la segunda
mitad del siglo XX, lleva a considerar que ambos grupos compartían intereses,
organización, estructura de oportunidad e identidad, siendo uno de los resultados de esta
investigación.
En Colombia al respecto, se ha mantenido el interés desde 1970 en investigaciones que
tienen como foco la región del Departamento del Cauca, en años anteriores a 1970
(Boza, 2013; Larson, 2004; Sanders, 2007; Troyan 2008) y del movimiento armado de
autodefensa, resultante de la dinámica local de varios años (Peñaranda, 2015). Por otra
parte, la vida y lucha de Manuel Quintín Lame también ha llevado a estudios sobre sus
demandas y formas de acción, a partir de la divulgación de sus escritos como la
publicación en 1970 de En defensa de mi raza, con notas de Gonzalo Castillo Cárdenas,
El Indio Quintín Lame de Diego Castrillón Arboleda, Un líder y su Causa de Alina López
de Rey (1990), Manuel Quintín Lame y los guerreros de Juan Tama. Multiculturalismo,
magia y resistencia de Luis Fajardo, y más recientemente, los estudios de Mónica
Espinosa en especial La civilización montés: la visión india y el trasegar de Manuel
Quintín Lame en Colombia (2009) y la compilación hecha por Julieta Lemaitre La
Quintiada (1912-1925): la rebelión indígena liderada por Manuel Quintín Lame en el
Cauca (2013), junto con un repositorio digital de los escritos de Quintín Lame proveniente
de diferentes fuentes llamado Proyecto Quintín Lame, del cual se han tomado algunos
registros para esta investigación.
Algunos trabajos recientes también han visibilizado las acciones que llevaron a los
indígenas del caribe colombiano adelantados por Sergio Solano y Roicer Flórez (2009),
quienes hacen una lectura contrastante, del proceso de extinción, y los factores que
24 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
incidieron al respecto, tema que también será tratado en esta investigación. Bruno
Schlegelberger (1995) estudió con fuentes de archivo la resistencia de los indígenas
arahuacos frente a las comunidades religiosas, y algunas referencias a la lucha social de
base de los resguardos del sur del Tolima desde finales del siglo XIX, como la obra de
Adolfo Triana (1993).
Para este trabajo, de acuerdo con Cohen, las dos corrientes investigativas más
sobresalientes sobre la acción colectiva, poseen elementos no del todo opuestos; de
ambas corrientes nos interesa en el desarrollo de la acción colectiva de acuerdo a Tilly
(1978), la necesidad de comprender la estructura política que facilitará o dificultará su
incidencia, donde los movimientos definen su acción entre oportunidades o
constricciones (Melucci, 1999).
Coyunturas particulares, acercamientos a grupos políticos como se expondrá en los
siguientes capítulos, incidieron en la definición de la estructura de movilización, en casos
donde la forma de cabildo fue la base de la organización en la acción, en otros casos,
hubo acuerdo entre estas unidades e iniciativas de estructuras supraétnicas y con un
intento de representación nacional.
De acuerdo con Meluci, en la acción colectiva la definición del actor o la identidad, se
produce en la interacción, las negociaciones, y como resultado de las orientaciones
opuestas (Melucci, 1999). Es así como los documentos analizados nos exponen la
comprensión de la situación local, nacional y mundial por parte de los indígenas, y una
salida a la “cuestión indígena” por parte del gobierno, en el desarrollo de sus políticas de
asimilación de las comunidades étnicas. La identidad de cada grupo se encuentra en
medio de la interacción con el estado, cuyos referentes definen el ser indígena y a
pertenencia a su grupo; por otra parte definen un argumento para movilizarse, son estos
elementos enmarcadores los que establecen un escenario de un “nosotros”, un “ellos” y
la comprensión de la situación.
Cuestionamos el lugar que ambas corrientes epistemológicas dan a la acción colectiva
en la periferia, siendo asociado a países centrales; de acuerdo a los estudios culturales,
la emergencia del actor indígena se presenta en la realidad colonial, siendo ésta una
Capítulo 1 25
faceta de la modernidad. Teniendo en cuenta lo anterior, las acciones por el
reconocimiento ante el Estado colombiano, corresponden a la redefinción y
reestructuración de sus experiencias previas, como el hecho mismo de quienes son, lo
que posiciona al indígena en una categoría antes, durante y muy seguramente después
de la acción colectiva.
No se puede negar el hecho colonial donde nace la categoría de indio, lo cual no
identifica etnicidades. Marca por el contrario un lugar, excluyente, fijo e inferior, en el
marco de las relaciones imperiales en las que nace la modernidad. En el desarrollo de la
creación de las nuevas repúblicas en América Latina, la posibilidad de incorporación del
elemento nativo, no se incluía en la diferencia sino en la supresión de la categoría, lo que
implicó incorporar a manos de mercado los resguardos. La transición entre la categoría
de indio, e indígena con sus particularidades son el punto de partida del siguiente
capítulo y las implicaciones de la configuración de un estado centralista en la
comprensión del problema indígena.
2. El indígena en la formación de la nación e instauración del proyecto centralista (1810-1930)
“miles de salvajes que vagan por aquellos parajes no le servían a la nación
más que las fieras que rugen en sus espesos bosques”
(Fray Fidel Montclar, 1913, en Vega Cantor 2002:21)
La construcción de una nueva nación tuvo diferentes cuestiones alrededor del modelo de
estado, ciudadanía, los tipos de propiedad diferentes a la propiedad individual, y los
indios, llamados así durante la colonia, con el propósito de incorporarlos bajo un tipo de
ciudadanía diferenciada para estos grupos. Con el propósito de establecer las grandes
líneas de este proceso, en primer lugar, se expondrá el contexto sociopolítico del siglo
XIX y la formación de la República de Colombia hasta 1886, con los elementos más
significativos para el tema de interés de esta investigación, en particular con la
elaboración de la categoría de indígena. Posteriormente, se presentará el contexto
sociopolítico durante las tres primeras décadas del siglo XX, hasta cuando concluye la
etapa conocida como la Hegemonía Conservadora. A continuación se identificarán los
elementos de la política planteada a través de la normas que establecieron pautas
particulares de tratamiento a las comunidades indígenas cuyo propósito fue suprimir o
desindianizar la categoría de indígena a los descendientes de los pobladores originarios
del territorio de la República de Colombia, cuya evidencia de la política más palpable fue
la normatividad que intentó, sin total éxito, pero con consecuencias irreparables, en el
plan de desaparecer el elemento nativo en la conformación de la sociedad.
La tercera sección evidencia las estrategias indígenas rastreadas a través de
documentos de archivo, las cuales frenaron las acciones supresoras desde tres
28 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
escenarios distintos: los líderes Cunas asentados en el Istmo de Panamá, Darién y
alrededores, la Sociedad Indígena de Guazo en las llanuras del Caribe y la mejor
conocida Quintinada, emprendida por Manuel Quintín Lame en el suroccidente del país,
el cual incluso fue denominado un conflicto de razas.
2.1 La formación del Estado durante el siglo XIX
El proceso independentista desarrollado durante las tres primeras décadas del siglo XIX
y la consecuente formación de estados nacionales estuvo sustentando en el liberalismo,
proyecto que tardó más de cien años en consolidarse, tendiendo una centuria llena de
cambios sociopolíticos durante los cuales la discusión permanente fue el modelo de
gobierno (LaRosa, Mejía, 2013).
El transcurso entre el proceso independentista, hasta el inicio del periodo conocido como
la República Liberal y su incidencia en el lugar dado a los indígenas en el proceso de
estado nación en construcción, corresponde al marco inicial del recorrido emprendido por
el Estado de suprimir el trato diferencial con los indígenas, y algunas estrategias de
resistencia, rastreadas gracias a los registros de archivo.
Entre 1810 a 1830, se inició el establecimiento de una nueva nación, definiendo unas
nuevas fronteras durante el proyecto de Estado denominado por la historiografía como la
Gran Colombia, del cual, luego de la segregación de los territorios de Venezuela y Quito,
se daría paso a la consolidación de la República de la Nueva Granada. La dinámica de la
confrontación por el modelo de estado trajo consigo una nueva constitución, contándose
para este periodo, seis constituciones, además de las establecidas durante el proceso
independentista3, las cuales incluyeron modificaciones en general del nombre la Nación,
en la estructura del Estado, la forma de gobierno, entre otros aspectos.
Sobre este último, el centralismo, fue predominante y ampliamente favorecedor del poder
ejecutivo, con algunos giros hacia el federalismo, surgido a partir de la promulgación de
3 Constitución Política de la República de Colombia de 1830; Constitución del Estado de la Nueva Granada de 1832; Constitución política de la Nueva Granada de 1853; Constitución política para la Confederación Granadina de 1858, Constitución Política de los Estados Unidos de Colombia de 1863; Constitución política de la República de Colombia de 1886. Se excluyen las concebidas para un estado en particular.
Capítulo 2 29
la Constitución de 1853, cuando se otorgó organización autónoma a las Provincias,
siendo reducido este poder local progresivamente, con las constituciones de 1858 y
1863, las cuales otorgaron potestad al poder central, cuyo retorno al centralismo se
generó a partir de la Constitución de 1886. A pesar de las diferencias, tanto el
centralismo como el federalismo, compartieron la concepción en que debían ser
ciudadanos quienes conformaran la nación, tema que será desarrollado posteriormente.
2.2 La infructuosa transformación de indios en ciudadanos en los primeros años de la República
La ciudadanía concebida en los años de formación de la nación, contenía entre los
principios liberales ser la propiedad la base de todos los derechos de los ciudadanos y lo
que establecía además el valor de la igualdad en sentido jurídico, entre otros aspectos
(Castillo, 2006; Vega Bendezú, 2013). Bajo esta premisa, indígenas y las tribus estaban
excluidos, ya que esta se basaba en que el individuo tuviera la subsistencia asegurada,
no estuviera sujeto a otro como sirviente o de jornalero, saber leer y escribir y ser casado
o mayor de veintiún años, como la Constitución Neogranadina de 1832 hasta que en la
Constitución de 1853 redujo como requisito, ser varón mayor de veintiún años y estar o
haber estado casado. Finalmente, la Constitución que rigió por más de 100 años
proclamada en 1886 determinó la ciudadanía para los varones mayores de veintiún con
ocupación lícita de subsistencia (LaRosa, Mejía, 2013).
A continuación, se expone como la categoría de indio configurada durante el orden
colonial, es transformada a lo largo del siglo XIX, incluyendo además disposiciones
específicas sobre los resguardos y los territorios que habitaban las comunidades
indígenas.
2.2.1 De indios a indígenas
En los primeros años del proceso independentista, los términos de “indios y naturales”4
se siguieron usando sin cuestionamiento alguno. Para 1821, el término “indígena”
comenzó a referirse en la norma, y aunque aún hoy se sigue usando indistintamente,
4 Como eran designados en las primeras normas de la naciente república (Decreto 24 de septiembre de 1810 y Decreto 5 de julio de 1820)
30 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
ambos términos tienen un significado distinto; mientras que la palabra indio, tiene su
origen en la denominación que dieron los españoles a la población americana y que
posee una connotación de inferioridad, nace de un contexto colonial y refiere a quien
pertenece a las indias5, el término indígena, significa de allí o primitivo habitante de un
lugar, vocablo que se tiene noticia fue registrado en el Diccionario de la Real Academia a
partir de 1803 (Clarín, 2013).
Posteriormente, a mediados del siglo XIX es común encontrar la referencia en las leyes y
decretos las palabras “indígenas y tribus”6 y terminando la centuria con la nominación de
“tribus salvajes, semisalvajes y comunidades indígenas reducidas a la vida civil”7,
términos a los cuales se asociaron una serie de prácticas para cambiar sus formas de
vida y así lograr su supresión, acompañado de una serie de reformas a las tierras
conocidas como resguardos y colonización de baldíos.
En la visión de los formadores del Estado, las tierras comunales como los resguardos
desajustaban la concepción del ciudadano, y es por eso por lo que desde los primeros
años de la independencia fue fomentada su división desde 1810 restringiéndoles la
posibilidad de enajenarlas, donarlas o desprenderse (Art. 2 Decreto de 24 de septiembre
de 1810, en Roldán, 1983), concediéndoles la posibilidad de dedicarse al comercio,
ejercer la industria y talentos (Decreto 5 de julio de 1820). Además de la división de las
tierras, las disposiciones suprimieron la tributación indígena (Ley de 11 de octubre de
5 Indio del Latín Indicus. Diccionario de Autoridades (1734) Tomo IV. Consultado en http://web.frl.es/DA.html 6 El término indígena se encuentra en la Ley de 11 de octubre de 1821 “Los indígenas de Colombia, llamados indios en el código español” (Art. 1), algunas veces asociado al término tribus o gentiles (Ley 30 de julio de 1824, Decreto 29 de abril de 1826, Decreto 11 de julio de 1826 Decreto 15 de octubre de 1828, Circular 14 de marzo de 1829, Ley 6 de marzo de 1832, Decreto 9 de abril de 1832, Decreto del 16 de marzo de 1832, Ley 15 de mayo de 1833, Ley 2 de junio de 1834, Decreto 21 de noviembre de 1835, Decreto 27 de noviembre de 1835, Decreto 14 de noviembre de 1836, Decreto 29 de diciembre de 1837, Decreto 7 de diciembre de 1838, Ley de 28 de mayo de 1840, Decreto 28 de abril de 1842, Ley del 23 de junio de 1843, Ley 17 de 11 de mayo de 1844, Decreto 23 de abril de 1846, Ley 29 de marzo de 1848, Ley 29 de mayo de 1849 y Ley 22 de junio de 1850 7Ley 29 de marzo de 1848, Ley 29 de mayo de 1849, Ley 22 de junio de 1850, Ley 20 de mayo de 1851, Ley de 12 de abril de 1852, Ley 7 de marzo de 1860, Ley 5 de junio de 1868, Ley 4 de junio de 1870, Ley 1 de julio de 1870, Ley 11 de 27 de abril de 1874, Ley 53 de 20 de junio de 1874, Ley 66 de 1 de julio de 1874, Ley 99 de 3 de julio de 1876, Ley 1 de 13 de enero de 1887, Ley 153 de 24 de agosto de 1887, Ley 35 de 27 de febrero 1888 y Ley 89 de 1890
Capítulo 2 31
1821) contribución reinstaurada en 1828 como Contribución Personal, el cual fue
suprimido finalmente en 1832.
Las posibilidades que permitiría la división incluían el sostenimiento de la escuela, el
pago de los maestros8, financiar la propia parcelación y determinar quienes tenían
derecho para sí o su familia de recibir parte de la repartición del territorio, a través de
censos o listados elaborados por Gobernadores, Jefes Políticos y demás subalternos, los
cuales debían ser aprobados por el cabildo (Ley 2 de marzo de 1932 en Roldán, 1983 y
Decreto 9 de abril de 1932, En Chaux, 1931, T.VI).
Para 1834 se define que el tributo, es lo que da derecho al resguardo (Ley de 2 de junio
de 1834). Por otra parte, se señaló que las parroquias de indígenas que no contaran con
resguardo, se les entregarían baldíos en el lugar donde se asentaran (Art. 10, Ley de 2
de junio de 1834, En Chaux, 1931, T.VI); las que contaban con resguardo, su división
sería encargada a las Cámaras Provinciales y los jefes políticos por medio de
agrimensores (En Chaux, 1931, T.VI). No obstante, al año siguiente se emitieron varios
decretos suspendiendo la repartición de resguardos de la Provincia de Cartagena
(Decreto 21 de noviembre de 1835), Provincia de Riohacha (Decreto 27 de noviembre de
1835), Provincia de Chocó (Decreto 14 de noviembre de 1836), Cantones de Pasto y
Túquerres (Decreto 29 de diciembre de 1837) y Cantón de Neiva (Decreto 7 de diciembre
de 1838) (En Chaux, 1931, T.VI).
La Constitución de 1843, redujo aún más la ciudadanía, al asignarla a los varones de 21
años, alfabetos y dueños de bienes raíces superiores a 300 pesos o receptores de renta
anual mayor a 150 pesos. En ese año la Ley les permitió a los indígenas arrendar sus
tierras con presencia del personero, y nombrar un procurador para promover algún
negocio (Ley del 23 de junio de 1843, En Chaux, 1931, T.VI).
En 1850 en la reorganización del régimen político y militar, se le asigna a las Cámaras de
las Provincias, arreglar el repartimiento, adjudicación y libre enajenación de los
resguardos “para disponer de sus propiedades del mismo modo y por los propios títulos
que los demás granadinos” (Art. 4, Ley 22 de junio de 1850)
8 Circular 14 de marzo de 1829, En Chaux, 1931, T.VI:279)
32 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
La constitución neogranadina dio inicio al federalismo en 1853. Con algunas diferencias,
durante el régimen federal, en el altiplano cundiboyacense, los antiguos resguardos
fueron divididos y con diferentes maniobras quedaron en manos de curas, los propios
agrimensores o topógrafos encargados de las divisiones además con la parcelación
fueron costeadas escuelas de instrucción pública (García-Mejía, 1989; Mayorga, 2012),
permitiendo la venta de las tierras a partir de 1851 y fue propuesta como ley nacional en
1864 (Safford, 1991).
2.2.2 Misiones, pueblos y entregas de tierras para la transformación de Indios Gentiles o tribus indígenas
Por otra parte, fuera de los indígenas que residían en resguardos, a partir de 1824 se
establece una categoría adicional, la correspondiente a tribus indígenas o gentiles, de las
cuales se propende por fomentar la civilización y abandonar la vida salvaje a través de la
fundación de poblaciones nuevas con participación de colonos, extranjeros y locales, y la
organización de las misiones, proceso que fue intensificándose a la marcha con que
corría el siglo XIX. El término gentil se asociaba al idólatra o pagano que no reconocía ni
ofrecía culto al “verdadero Dios” (Real Academia Española, 1734), mientras que tribu
refería a una de las partes en que se divide el pueblo, como el pueblo de Israel (Real
Academia Española, 1739); su asociación a un grupo de familias que obedecen a un jefe
se referencia en diccionarios solamente hasta 1925.
Las normas dirigidas a estos grupos buscaron principalmente su reducción a la vida civil
y su civilización, la cual contó con diferencias regionales. En 1824 los llamados “guajiros,
cunas, caroníes, andaquíes, mosquitos, guaraunos, marañones y otros confinantes”, aún
en gentilismo y errantes, se propuso su reducción a través de misiones católicas y el
fomento de la religión, el comercio y la civilización (Art. 1, Ley del 30 de julio de 1824 en
Roldán, 1983), entrega de alrededor de doscientas fanegadas, (Art. 1 Decreto 18 de
septiembre de 1824 en Roldán, 1983). En 1849 para los distritos parroquiales de la
Provincia del Casanare y Territorio de San Martín, se destinaría la entrega de baldíos
(Ley 29 de mayo de 1849. En Chaux, 1931, T.VI), ratificado por la Ley del 5 de 1868
asignando hasta 25 hectáreas por familia (Correa, 1992). En la década de 1860, el
gobierno continuó con la entrega de tierras baldías a los grupos que abandonaran la vida
Capítulo 2 33
errante con 25 hectáreas (Ley 5 de junio de 1868, revocada por la Ley del 4 de junio de
1870 En: Chaux, 1931, T.VI)
La transformación de estos grupos estaría a cargo de misiones y colegios de misión9.
Para su sostenimiento, se destinó la producción de haciendas, donde los religiosos
rendían cuenta al Obispo (Decreto de 16 de marzo de 1832 y Ley 15 de mayo de 1833,
En Chaux, 1931, T.VI), definiéndose a posterioridad la organización y el pago respectivo
(Ley 17 de 11 de mayo de 1844). No obstante, en la Provincia del Chocó, se nombraron
corregidores de indígenas (Decreto 23 de abril de 1846) destinándose para el
sostenimiento de párroco, preceptor y corregidor una contribución personal aportada por
los nativos con edad entre 18 a 50 años (Decreto de marzo 29 de 1848, Chaux, 1931,
T.VI) a pesar de que la contribución personal se había suprimido.
Hasta el año 1874, se estableció una Junta General para “inspeccionar, dirigir y
reglamentar la reducción y civilización de los indígenas del respectivo territorio” (Art.2,
Ley 66 de 1 de julio de 1874), con participación de religiosos de las misiones, y personas
nombradas por el Poder Ejecutivo de la Unión, las cuales se destinarían a los territorios
de San Martín, Casanare, La Goajira, Sierra Nevada y Motilones, las del Darién, los
cunas del Chocó y las tribus del territorio del Caquetá (Art. 4, Ley 66 de 1 de julio de
1874).
La intención de ubicar poblaciones donde convivieran los indios gentiles y personas no
indígenas era influenciar lo suficiente “hasta que los indígenas contraigan los hábitos
propios de la sociedad” (Art. 5 Decreto 11 de julio de 1826 en Roldán, 1983:48), incluso,
promocionando la introducción de extranjeros, como en la Península de la Guajira (Ley
20 de mayo de 1851 y Ley 12 de abril de 1852, En Chaux, 1931, T.VI). La norma que
proyectó una colonización de nuevo con espacios diferenciados entre indios y civilizados
correspondió a la Ley 11 del 27 de abril de 1874 aplicable a Casanare y San Martín. (Art.
11. Ley 11 de 27 de abril de 1874, En Chaux, 1931, T.VI:301).
9 Para este tipo de poblaciones se fomentó el establecimiento de pueblos, de misiones, el sostenimiento de parroquias de indígenas y colegios de misión en territorios como la Provincia de Casanare, Casanare, San Martín, Andaquí, Mocoa, Goajira y Veraguas (Decreto del 28 de abril de 1942 y Ley 15 de junio de 1853, en Chaux, 1931, T.VI)
34 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
En el sur del país por otra parte, se fomentó la navegación por los ríos Putumayo y Napo
para establecer dos o más colonias (Ley 53 de 20 de junio de 1874. En Chaux, 1931,
T.VI). Posteriormente se permitió al Ejecutivo contratar compañías para realizar el
fomento, colonización y civilización de los indígenas en la hoya del Sarare, para
establecerlas en misiones (Ley 99 de 3 de junio de 1876).Un caso especial fue la
expedición de la Ley 45 del 4 de junio de 1870, que dio paso a la creación de la Comarca
de Tulenega, por medio del Decreto 29 de abril de 1871.
En resumen, las normas dirigidas a las tribus indígenas, indios gentiles, inicialmente, y de
las tribus indígenas (1824), indígenas gentiles (1826), indígenas errantes (1832),
indígenas salvajes (1848), tribus salvajes y familias de indígenas no civilizados (1860 y
siguientes), consideraron la reducción con la creación de poblaciones, con participación
de población “civilizada”, extranjeros, con la participación de Misioneros, ya fueran
pagados por medio de la producción de las haciendas, ya con los tributos dados por los
indígenas o las contribuciones hechas por el estado.
2.2.3 La categorización de los indígenas. La Ley 89 de 1890 y su Decreto Reglamentario 74 de 1898. Definición de los “civilizados”, los “semicivilizados” y los “salvajes”
La guerra civil de 1885 llevó a la pérdida del poder de los liberales, lo que dio paso a un
proceso de centralismo y de casi medio siglo de políticas de corte conservador, periodos
conocidos como La Regeneración y la Hegemonía Conservadora hasta 1930. El
centralismo y la filosofía del estado quedaron plasmados en la Constitución de 1886,
donde se le devolvió el poder a la Iglesia Católica de controlar la educación, estar exenta
de impuestos, además del control total de las misiones y asignar parte del erario para su
sostenimiento tanto de las misiones como de los misioneros en diferentes sectores del
país, con la libertad de celebrar convenios, sin autorización de Congreso asignando a
perpetuidad una suma anual líquida, dando paso al Convenio del 31 de diciembre de
1887 (Ley 153 de 24 de agosto de 1887 y Ley 35 de 27 de febrero de 1888).
Esta transición entre federalismo y centralismo requirió una reforma constitucional para
unificar códigos y leyes nacionales. La Ley 89 de 1890, fue resultado de este proceso,
cuyos antecedentes se pueden rastrear en la Ley 90 de 1859 emitida por el Estado del
Cauca, el cual abarcaba lo que conocemos hoy como Chocó, Valle, Nariño, Caquetá y
Capítulo 2 35
Putumayo. El proyecto presentado por el Ministro de Gobierno contenía un artículo único,
y fue entregado a una Comisión Especial, la cual propuso hacer extensiva la idea
comunidades o tribus indígenas, se agregaron los demás Artículos que referían además
a grupos con un grado de civilización “uniforme y adelantado” (Mayorga, 2013).
En el desarrollo del proyecto, el Estado fue definido como hispanodescendiente, y
fuertemente católico, y con la norma se preveía el inicio (o la continuación) de una nueva
“conquista por medio de misioneros” (Guerrero y Torres, 1890, en Mayorga, 2013:164).
En la ponencia, los indígenas fueron definidos como “restos de la raza americana”, la
cual había sido desposeída, y su protección se argumentaba en ser brazo poderoso para
la riqueza pública, especialmente para la agricultura (Mayorga, 2013).
De acuerdo con Fernando Mayorga, a partir de la expedición del Código Civil de 1887 y
la expedición de la Ley 89 de 1890 se definieron tres categorías diferenciadas, a las
cuales les señaló diferente marco regulatorio: los civilizados regidos por el Código Civil
adoptado en 1887, o entendidos como “las comunidades indígenas ya reducidas a la vida
civil”, los semicivilizados para quienes se asignó un régimen especial precisado entre los
Artículos 2 al 42 de la Ley 89, correspondiente a los que se encontraban en transición a
la “vida civilizada”, y los salvajes regidos por las normas definidas por el gobierno en
acuerdo con la autoridad eclesiástica (2013).
Tribus bárbaras o salvajes
La Ley 89 de 1890, dio vía libre para entregar la incorporación de estos grupos a la
sociedad, la cual “el Gobierno, de acuerdo con la Autoridad eclesiástica, determinará
la manera como esas incipientes sociedades deban ser gobernadas” (Congreso de
Colombia, Art. 1, Ley 89 de 1890). Y quizá en este primer artículo, se revela la
premisa evolucionista que soporta el tipo de tratamiento a “incipientes sociedades”,
donde incipientes, significa “Lo que empieza. Aplícase freqüentemente al que sabe
poco, ó es poco diestro en alguna ciencia, ó arte, por haberse exercitado en ellas
poco tiempo” (Real Academia Española, 1817).
Para estas tribus, la autoridad eclesiástica determinaría como debían ser
gobernadas, lo cual fue reforzado por la firma del Concordato con el Vaticano en 1887
para promover las misiones católicas y la expedición de la Ley 72 de 1892, la cual
36 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
concedió a los misioneros facultades extraordinarias para ejercer autoridad civil, penal y
judicial sobre los indígenas “hasta que saliendo de su estado salvaje, a juicio del Poder
Ejecutivo, estén en capacidad de ser gobernados por esas leyes nacionales” (Ley 72 de
1892 en Vega Cantor, 2002:19)
Se consideró la religión como una vía de transformación de estos grupos, inclusive de su
corrección o regeneramiento moral de los indígenas, ya que, al imputárseles alguna pena
corporal, se rebajaría si eran catequizados y bautizados los nativos (Art. 320, Ley 153 de
24 de agosto de 1887. En Chaux, 1931, T.VI) y se asignarían un rubro fijo para su
sostenimiento. La reestructuración de las misiones se asignó a diferentes comunidades
religiosas: “el Caquetá, Putumayo y Amazonas, y la Guajira al cuidado de los padres
capuchinos; Casanare con los candelarios; San Martín con los Monfortianos; Chocó y
Darién con los claretianos o cordimarianos” (Vega Bendezú, 2013:89).
Semicivilizados
Con respecto a los resguardos de indígenas, la Ley 89 de 1890 dio un compás de espera
a la división de los resguardos, brindando estabilidad al régimen comunal de tierras,
librándolas de las liquidaciones repentinas, declarándolas inembargables, inajenables e
imprescriptibles (Congreso de Colombia, Numeral 7 del Art. 7 de la Ley 89 de 1890). La
división solamente se solicitaría ante el Juez del Circuito, por todos los miembros del
Cabildo menor de la parcialidad, y con el apoyo o voluntad de la mayoría absoluta de los
indígenas cuyos nombres figuren en la lista o padrón aprobado (Congreso de Colombia,
Numeral 2, Art. 30 de la Ley 89 de 1890).
Por otra parte, otorgó unas funciones precisas a los Cabildos como entes representativos
de las comunidades encargados de resolver problemas internos y la asignación de lotes
de usufructo (Pineda, 2002, Roque, 1983); anteriormente, para legislación emitida hasta
esa fecha, el cabildo fue un administrador de los bienes de la comunidad (Ley 11 de
octubre de 1821), encargado de celar la conducta, apoyar la labor del recaudador de la
contribución personal, dar aviso al sacerdote para dar noticia de un enfermo (Decreto 15
de octubre de 1828), aprobar las divisiones realizadas por agrimensores (Ley 6 de marzo
de 1832) o la aquiescencia de los listados de las “parroquias de indígenas” hechos por
los Jefes Políticos (Decreto 9 de abril de 1832). En esta Ley, el cabildo debía formar y
custodiar el censo, protocolizar en notaría títulos y documentos pertenecientes a la
Capítulo 2 37
comunidad, formar y custodiar el cuadro de asignaciones de solares, distribuir con
aprobación del alcalde las porciones del resguardo que se mantengan en común,
procurar se respete la posesión por familia, arrendar bosques o terrenos que no estén
poseídos e impedir la venta, arriendo o hipoteca de algún resguardo (Congreso de
Colombia, Art. 7, Ley 89 de 1890).
Con respecto a su categoría jurídica, los miembros de la parcialidad serían ciudadanos
(Art. 4, Ley 89 de 1890), pero ejercerían una ciudadanía diferenciada frente al resto de la
sociedad, ya que eran considerados pobres de solemnidad, en pleitos, contestación y
demandas de resguardos desde 1834 (Art. 16, Ley 2 de junio de 1834) reiterado en la
Ley 89 de 1890, lo que les permitiría gestionar en papel común, considerados menores
de edad para el manejo de las porciones de resguardo (Art. 40, Ley 89 de 1890).
En general, la Constitución de 1886 establecía la ciudadanía para los “colombianos
varones mayores de veintiún años que ejerzan profesión, arte u oficio, o tengan
ocupación lícita u otro medio legítimo y conocido de subsistencia” (Art. 15 Constitución
Política de la República de Colombia, 1886), los cuales podrían elegir Consejeros
municipales y Diputados a las Asambleas departamentales, pero para cargos como
Electores, quienes elegían Presidente y Vicepresidente, sólo podrían hacerlo quienes
supieran leer y escribir, o tener una renta anual de quinientos pesos o propiedad
inmueble de mil quinientos (Arts. 172 y 173, Constitución Política de la República de
Colombia, 1886).
Los Civilizados
Este grupo estaría comprendido por los que no estuvieran en resguardos, ya que para
ellos aplicaban el Código Civil adoptado en 1887 en el cual se determinó que códigos
civiles, de comercio, penal, judicial, fiscal y militar, como a los demás habitantes del país,
en una etapa de unificación posterior a los gobiernos federales los cuales generaron su
propia normatividad (Consejo Nacional Legislativo, Ley 57 de 1887)
La norma no describe mayores datos a quienes refiere, pero se puede inferir, que
correspondió a aquellos grupos que habían parcelado sus resguardos con anterioridad, y
cuyas costumbres no diferían un campesinado pobre, lo cual se usaría en las próximas
décadas para negar la otredad de estos grupos.
38 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
2.2.4 El evolucionismo cultural en la definición de las razas y el desarrollo de la colonización
La idea de progreso y evolución se consideraban parte de un mismo programa de
transformación social para líderes políticos y científicos de inicios del siglo XIX. El cambio
se lograría a través del mestizaje, o por la acción de comunidades religiosas. Líderes
destacados como Miguel Antonio Caro concebían la manera de superar la barbarie a
través de los misioneros siendo el progreso una añadidura prometida por Cristo (Vega
Bendezú, 2013), mientras que Rafael Uribe Uribe ante la presencia de misioneros y la
mezcla con blancos, se transformarían los indios en campesinos (Vega Cantor, 2002).
A diferencia del siglo XIX, la transformación no sólo consistió en la liberación de las
tierras del régimen del resguardo, sino en cambiar la composición biológica del nativo a
través del mestizaje; si bien durante la normatividad del siglo XIX se proponía que la
presencia de colonos, y en algunos casos extranjeros en los poblados indígenas, éstos
se sugerían que iban a cambiar sus costumbres por influjo, pero no se contemplaba el
mestizaje como una solución. Este cambio en la concepción del “problema indígena” es
resultado de la influencia del discurso de la raza, el cual permeó el ambiente social y
político de la Colombia de las primeras décadas del siglo XX, donde la comprensión del
problema y proponer una solución se definía en ese mismo campo (McGraw, 2007).
Junto a la concepción del problema de la raza, los científicos de la época apuntan a la
influencia del medio ambiente como un factor que incide en la degeneración física, moral
e intelectual de Colombia, concepción compartida por políticos ubicados en orillas
opuestas como el conservador Laureano Gómez y el liberal Luis López de Mesa (Díaz,
2008). Así las cosas, las discusiones se dirigían a establecer si el mestizaje debía
hacerse con trabajadores europeos blancos, descartando a los asiáticos, o con
connacionales con gran contenido racial español como los santandereanos, antioqueños
y bogotanos (Vega Bendezú, 2013). La discusión incluía posiciones desde la academia
como la posición del médico Miguel Jiménez López, quien presentaba al indígena como
el resultado de una evolución incompleta y cuyas costumbres generaba una
descendencia degenerada (Torres, 2001).
En las discusiones sobre la raza, se ubicaron cuestiones como lo salvaje, el canibalismo,
puestos aún en concepciones binarias de conquista y civilización; en este contexto, las
Capítulo 2 39
expediciones de los caucheros se consideraron parte de la empresa inacabada de la
conquista, solicitando que se les reconociera su aporte al servicio de la civilización en
América incluso en monumentos (Villegas, Yunis, 1974)10, además del exiguo interés que
se le prestó a los conflictos entre caucheros e indígenas y las denuncias de las
crueldades cometidas por la Casa Arana en la región amazónica11, hasta su liquidación
en 1911 cuando se divulgan las crueldades cometidas.
El trato violento hacia los indígenas era justificado como estrategia de sometimiento de a
los grupos de guajiros o los motilones (Vega Cantor, 2002), registrándose noticias sobre
la venta de nativos en 1904 y disputas contra la administración de las salinas de Manaure
entre 1923 y 1925, alcanzando a señalar una posible “rebelión de los indios de la Guajira”
bajo el supuesto anuncio de que arrasarían la Nación, solicitando doscientos hombres de
la región para establecer orden (Villegas, Yunis, 1974)12.
El racismo frente a las comunidades indígenas no era algo oculto; la prensa de la época
destacaba como incomprensible que regiones como la Guajira y el Atrato estuvieran
pobladas por indígenas (Estrada, 1990)13. Los asesinatos contra indígenas en zona de
colonización de los Llanos Orientales, desde 1910 se tiene noticia de la cacería de
indígenas guahibos14 y la eliminación sistemática ejecutada por colonos (Villegas, Yunis,
1974), lo cual no tuvo mayor trascendencia, y fue únicamente hasta 1968 que se realizan
investigaciones judiciales al respecto (Gómez, 1991).
10 Ver los artículos transcritos en la publicación Sucesos Colombianos “La Conquista del Caquetá”, edición del 12 de octubre de 1904 y “Monumento a los Hermanos Reyes” edición del 16 de Abril de 1907 publicados originalmente en el periódico El Nuevo Tiempo (Villegas, Yunis, 1974) 11 Ver los artículos transcritos “Enfrentamiento entre Indios y Caucheros” edición del 23 de Enero de 1911, y “Se Liquida la Casa Arana”, edición del 7 de noviembre de 1911, publicados originalmente en el periódico La Gaceta Republicana (Villegas, Yunis, 1974) 12 Ver los artículos “Se agrava la rebelión de los indios de la Guajira. Informan viajeros comerciantes” edición del 21 de diciembre de 1925 publicado originalmente en el periódico El Tiempo; “Indígenas de la Guajira son Vendidos como Esclavos” edición del 22 de octubre 22 de 1904 publicado originalmente en el periódico El Nuevo Tiempo; “Indígenas de la Guajira son vendidos como esclavos” edición del 22 de octubre de 1904 del periódico El Nuevo Tiempo; “Violenta sublevación de los indios Guajiros” edición de julio de 1923 del periódico El Tiempo; “Se agrava la rebelión de los indios de la Guajira. Informan viajeros comerciantes” edición del 21 de diciembre de 1925 del Periódico El Tiempo (Villegas, Yunis, 1974). 13 Ver “Hay que colonizar” edición del 15 de julio de 1926 del periódico El Tiempo (Estrada, 1990) 14 Ver “A Favor de los Indígenas” edición del 7 de enero de 1905; “Cacería de Indígenas Guahibos” edición del 6 de Septiembre de 1910 y “Enfrentamientos entre Guahibos y llaneros del Pore” edición del 10 de septiembre de 1910 del periódico El Nuevo Tiempo (Villegas, Yunis (1974)
40 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
Por otra parte, los abusos de los misioneros denunciados por enviados indígenas que se
trasladaron hasta Bogotá provenientes del Valle del Sibundoy en 1911 y los dos viajes de
los nativos provenientes de San Sebastián de Rábago en 1916 y 1924 (Vega Cantor,
2002), no cambiaron significativamente el tratamiento dado por el Gobierno a sus
acuerdos con las misiones.
2.3 La Hegemonía Conservadora y su política sobre la tierra y los indígenas
Los conflictos partidistas continuaron a la par de que el proyecto centralista intentaba
establecerse, desencadenando una guerra civil conocida como la Guerra de los Mil Días,
de la cual salió victorioso el Partido Conservador, concluyendo la disputa militar en
noviembre de 1902. Las elecciones presidenciales inmediatamente siguientes, fueron
ganadas por Rafael Reyes, en una contienda donde no hubo participación del Partido
Liberal; Reyes recibió un país en ruinas, clausuró el Congreso, decretó Estado de Sitio y
convocó una Asamblea Nacional Constituyente y Legislativa la cual asumió las facultades
del Congreso entre 1905 y 1909 (Ríos, 1991). Entre estos años sucede la separación de
Panamá, cuya indemnización financió parte del desarrollo y modernización del país,
aumentándose las zonas urbanas, ante el arribo de campesinos sin tierra a las ciudades.
Hubo cambios políticos administrativos, como el aumento de número de departamentos,
como consecuencia de la división del Cauca en 1905, cuya élite al perder el acceso a las
reservas auríferas del Choco procuró formar haciendas ganaderas especialmente en la
zona de Tierradentro (Vega Cantor, 2002). Es en estos primeros treinta años donde la
incipiente industrialización contribuye a la formación del movimiento obrero.
El pilar de desarrollo en este periodo fue la expansión de la frontera agrícola hacia los
baldíos (Machado, 2009), cuyo saneo y registro de la propiedad era complejo por los
costos y el cambio permanente de las instancias encargadas de estos bienes (Palacios,
2011). Los llamados baldíos era el centro del conflicto entre campesinos, colonos,
terratenientes e indígenas, considerando estimular en esas regiones la inmigración
extranjera y local, el establecimiento de colonias agrícolas y militares, y la reducción de
los indígenas a la vida civilizada a través de las misiones (Montalvo, 1914).
Capítulo 2 41
En el gobierno de Miguel Abadía Méndez (1926-1930), se desarrolló una gran crisis en el
campo ante la escasez de mano de obra debido a su inmigración hacia las zonas
urbanas, el aumento de reivindicaciones de aparceros y jornaleros y la inconformidad se
manifestaron a través de las huelgas, la cuales fueron reprimidas fuertemente por el
gobierno. En general, las administraciones conservadoras fueron sordas a los reclamos
de colonos y campesinos sin tierras, lo que permitió que algunas fuerzas políticas como
el Partido Socialista Revolucionario desarrollara labores de organización sindical y
política entre campesinos, jornaleros e indígenas, fomentando la organización de ligas y
sindicatos agrarios. Todas las manifestaciones sociales se vieron acorraladas ante la
respuesta del gobierno al promulgar la Ley 69 de 1928, la cual declaraba delito
agruparse, reunirse o asociarse “con el fin de provocar o fomentar la abolición o el
desconocimiento, por medios subversivos, del derecho de propiedad o de la institución
de la familia” (Art. 1 numeral 2, Ley 69 de 1928). Según Espinosa a esta Ley se le
conoció como “Ley Heroica”, que declaró ilegales al socialismo y a los sindicatos
bolcheviques o comunistas, sustentado en que dichas organizaciones atacaban los
sentimientos y nociones de patria, rechazaban la religión católica, los valores familiares y
la propiedad privada, fomentando el desorden y la sedición (Espinosa, 2009). La
represión con la cual respondió el gobierno conservador a la agitación social fue
aprovechada por los liberales quienes empezaron a dar su apoyo a los grupos de
izquierda, posibilitando así un cambio en el poder.
2.3.1 La política sobre los indígenas semisalvajes durante la hegemonía conservadora
La injerencia de las disposiciones de los gobiernos establecidos durante este periodo,
impactó la manera de heredar los derechos y pertenencia a la comunidad, las funciones
de los cabildos, y, sobre todo, aumentaron la presión sobre la división de resguardos, a
pesar del compás de espera dada por la Ley 89 de 1890.
Sobre la pertenencia a las parcialidades, la Ley 89 indicó que un indígena que no sea hijo
de familia, casado o mayor de 18 años se le reconocería derecho (Art. 20 Ley 89 de
1890); mientras que para el Departamento del Cauca (y también para Nariño, al
pertenecer a este departamento) en 1898, el Decreto 74 del 1 de enero de 1898,
determinó la manera como hacer sucesión de los derechos indígenas en casos
particulares, cuando hubiera unión con personas no indígenas, y modificado
42 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
posteriormente con el Decreto No. 127 de 1911, discriminando los casos conforme a si
fuera el varón o la mujer el indígena.
Las funciones de los Cabildos, también fueron ajustadas en las normas generadas
durante la Hegemonía Conservadora, frente a lo determinado por la Ley 89 de 1890
expuesto entre los artículos 3 al 11, mientras que el Decreto 74 de 1898 de la
Gobernación del Cauca incluyó que los censos debían enviar copia auténtica al Alcalde
del Distrito y en las parcialidades que a 1898 no tuviesen censo, los alcaldes ayudarían
en su formación, con plazo de 6 meses a partir de la expedición de la norma y decretó
que los Gobernadores de indígenas no podrían ser reelegidos ya que podría propiciar
“cacicazgos a la usanza antigua” (Considerando 3, Decreto 162 de 1920).
En estos primeros años se intentó reversar parte de los lineamientos dados por la Ley 89
de 1890; por ejemplo, durante la presidencia de José Manuel Marroquín se expidió la Ley
13 de 1903, por la cual se ordenaba a la comunidad indígena de Timbío (Cauca) repartir
las tierras en un plazo de dos años, justificado en su instrucción y adelanto
(Considerando 1, Ley 13 de 1903) con el riesgo que se declararan ejidos si no podían
demostrar el vínculo entre los reclamantes y los ancestros, la cual fue prontamente
derogada por la Ley 5 de 1904.
La Asamblea Nacional Constituyente y Legislativa que asumió las facultades del
congreso clausurado por Reyes, expidió la Ley 55 de 1905 la cual ratificó y confirmó las
declaratorias de la vacancia de los resguardos de indígenas y reconoció las ventas
efectuadas en subasta pública (Mayorga, 1994), donde los distritos agraciados
respetarían los derechos de los indígenas residentes en ellos (Arts. 2 y 3 de la Ley 55 de
1905) para lo cual debían crear las pruebas justificativas de su derecho (Arts. 4 de la Ley
55 de 1905). A diferencia de la Ley 89 de 1890, donde necesitaba el acuerdo de todos
los miembros del Cabildo y de la mayoría de los indígenas para solicitar su división, con
esta Ley, se podía pedir la división o venta por solicitud de uno o varios comuneros (Art.
6. Ley 55 de 1905).
Otra de las normas que intentó agilizar el proceso de división de resguardos, frente a los
requerimientos hechos por la Ley 89 de 1890, fue la Ley 104 de 1919 “por la cual se
dispone la división de algunos terrenos de resguardo”, expedida durante la
administración del presidente Marco Fidel Suarez, posiblemente como reacción contra la
Capítulo 2 43
rebelión de los terrajeros del Cauca, dirigida por Manuel Quintín Lame, quienes entre
1914 y 1918 habían disputado con las elites caucanas la propiedad sobre la tierra
(Pineda, 2009), dando plazo de seis meses para formar el censo de las parcialidades
indígenas ubicadas en los límites del municipio de la capital de Departamento, provincia
o de lo que fuese antes de la extinción de dicha entidad (Art. 1 Ley 104 de 1919), siendo
los concejos municipales los encargados de aprobar el censo y atender reclamos de
exclusiones o inclusiones indebidas (Art. 2 Ley 104 de 1919). Esta Ley estableció
castigos a quienes bloquearan la acción divisora de resguardos, con la advertencia de
entregarles la mitad de la porción de resguardo, o vender la mitad de los lotes de subasta
pública, empleando los rubros en la instrucción primaria de la misma parcialidad o del
distrito correspondiente (Art. 11 de la Ley 104 de 1919) con excepción de los
departamentos de Nariño, Caldas y Cauca, y permitido para ser aplicado en todo el país
por la Ley 38 de 1921.
Una manera de suprimir, los resguardos de comunidades disminuidas en el número de
sus miembros, fue el artículo que determinó la extinción de parcialidades o resguardos de
indígenas que estuvieran compuestos por menos de treinta familias o doscientas
personas “de esa raza”, cuya declaración sería hecha por el Juez del Circuito,
determinándose la división de las tierras entre los indígenas pertenecientes a la misma
(Art. 12 Ley 104 de 1919), lo cual posiblemente correspondió a casos como el de los
indígenas de Guazo, el cual será expuesto en la próxima sección.
Así mismo, en 1923 al Ministerio de Gobierno se le encargó la protección de Indígenas y
sus resguardos (Art. 20, Decreto 1704 de 1923).
Comisiones Divisoras de Terrenos de Resguardos Indígenas
En el gobierno de Miguel Abadía Méndez, en 1927 se establecieron Comisiones
Divisoras de Terrenos de Resguardos Indígenas, a las que se les encargó la función de
hacer el censo o padrón de los miembros de la parcialidad de indígenas, examen de los
títulos de propiedad, levantamiento y adjudicación de lotes entre los indígenas (Arts. 2-4,
Ley 19 de 1927) y se destinarían terrenos para instrucción pública, beneficencia,
mercado, carnicerías, servicios públicos y un lote para beneficio de la iglesia parroquial
(Arts. 8 y 9, Ley 19 de 1927). La comisión tenía máximo un año para llevar a cabo la
división, de lo contrario, sería reemplazada (Arts. 6 y 7, Ley 19 de 1927).
44 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
Entre los cambios establecidos para realizar con éxito las divisiones de resguardo, estas
Comisiones estarían a cargo de la Nación, y cada una de ellas estaría conformada de un
abogado, un ingeniero y un práctico conocedor del resguardo nombrado por el
Gobernador del Departamento (Art. 1, Ley 19 de 1927). Por otra parte, los asuntos
iniciados ante el Poder Judicial, pasarían a la Comisión (Art. 10, Ley 19 de 1927)
mientras que las controversias sobre los límites del resguardo con propiedades
particulares o sobre dominio de porciones, se decidirían en juicios de arbitramento
También determinó qué acciones se debían instaurar por las partes ante el Tribunal
Superior del Distrito respectivo y en caso tal de no hacerlo en el término de tiempo seria
materia del Tribunal Superior con intervención del Ministerio Público (Arts. 10-23, Ley 19
de 1927), aunque la parcialidad indígena sería representada por el Presidente de la
Comisión Partidora, para los trámites del juicio y una vez fallado el juicio arbitral, su
sentencia seria apelable ante el Tribunal Superior del Distrito Judicial. Las dudas o
dificultades serían resueltas por la gobernación del departamento.
De esta última norma se destaca la asociación que se hace del indígena a la condición
de vivir en resguardo, y es que una vez concluida la división “los miembros de la
parcialidad dueños del resguardo pasan a la condición común de nacionales
colombianos, en cuanto a las personas y en cuanto a los bienes” (Art. 29, Ley 19 de
1927). No obstante los “indígenas” no podrían vender los lotes que se les adjudicaran en
los quince años siguientes a la división, sino con sujeción a las formalidades del artículo
40 de la Ley 89 de 1890 (Art. 34, Ley 19 de 1927).
2.3.2 Las obras de civilización y la autocolonización de los territorios de los indígenas salvajes
Si bien la pretensión de la Ley 89 de 1890, fue establecer la administración y tratamiento
de los indígenas y resguardos, el artículo 1 es el único que se dedica a los salvajes,
destinados a misiones desde mediados del siglo XIX. Del erario se asignaron montos
para la misión destinada a la reducción de los indios motilones y la diócesis de Socorro
encargada de la reducción y catequización de los indios del Carare y Opón (Ley 64 del 7
de noviembre de 1914 y Ley 52 de 1915). Por su parte el gobierno del Departamento de
Antioquia entregó sueldos y baldíos a la misión de la Hermana Laura para fundar una
misión en Dabeiba (Ordenanza 17 del 30 de marzo de 1914).
Capítulo 2 45
En estos territorios donde se ubicaban las tribus salvajes, como las que se asentaban en
Caquetá, Putumayo, Sierra Nevada y Motilones, se implementaron por ley los
Comisarios, con funciones semejantes a los Cabildos de la Ley 89 de 1890, a quienes se
les encargó la moralidad y progreso material del pueblo, aplicar castigo a los
involucrados en riñas y contraventores de la moralidad y remitir a autoridad blanca tanto
a indígenas como a blancos que hubiesen cometido falta de mayor gravedad, propender
por los asentamientos y la instrucción religiosa, formar el censo, registrar la asignación
de solares (Decreto 1484 del 23 de diciembre de 1914). Semejantes determinaciones
fueron hechas para los “indígenas no civilizados” del Vaupés con la diferencia que no se
indica un corregidor, sino que los misioneros actuarían como directores y protectores de
indígenas, e impedirían el traslado de nativos para trabajar en las caucherías (Decreto
614 de 13 de abril de 1918). Lineamientos semejantes también fueron fijados para las
misiones de Indígenas de la Prefectura de Urabá (Ministerio de Gobierno, Decreto 706 de
1931 del Ministerio de Gobierno) y para el Caquetá y Putumayo (Decreto 1484 de 1914).
Es importante destacar que a diferencia del siglo XIX, donde se fomentaba la
colonización con extranjeros, el Ministerio de Agricultura, creado a partir de la Ley 25 de
1913, emitió normas sobre la colonización de territorios ocupados por indígenas, “por
medio del elemento nativo, capaz de competir en fuerza y en inteligencia con el
extranjero, y superior a éste en vitalidad, por estar ya acostumbrado a la inclemencia del
clima y a todas las demás penalidades inherentes a nuestra zona” (Delgado, 1915:79) lo
que se definió como autocolonización, y por el contrario tanto autoridades civiles y
religiosas debían impedir los asentamientos de civilizados y extranjeros (Decreto 614 de
13 de abril de 1918 y Decreto 706 de 1931 del Ministerio de Gobierno); inclusive, en la
norma destinada a la administración en el Caquetá, los indígenas son denominados
también como colonos (Decreto 1484 de 1914).
Para 1917, el Ministro de Agricultura Luis Montoya consideraba la repartición de tierras
de gran interés ya que allí se basaban los derechos, y a su vez era la tierra la base del
establecimiento social y uno de los medios más fáciles de civilización, teniendo como
efecto la repartición de la tierra el efecto de mejorar la raza indígena, al satisfacer la
alimentación (Montoya, 1917)
46 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
2.4 Las manifestaciones en la esfera local
En las zonas de “baldíos” o de frontera, donde residían los indígenas sin que se les haya
asignado resguardo alguno, los nativos se enfrentaron a empresarios y colonos, en
primer lugar, de recursos naturales explotables como el caucho, la tagua, maderas finas,
y posteriormente por empresas extranjeras que propendían por la extracción de
hidrocarburos; fue así como Yariguíes fueron presionados por la Tropical Oil Company;
los Motilones se enfrentaron a la South American Gulf Oil Company (SA GOC) y la
Colombiana Petroleum Company COLPET, desde finales de la década de 1920, cuyas
acciones de defensa manifestadas en ataques o emboscadas contra los colonos, eran
manifestados como expresión de la barbarie y el carácter feroz e irredimible de los
“salvajes” (Vega Cantor, 2002). La atención del gobierno en esos territorios, basada en el
interés de atraer capitales extranjeros al país, fomentó la explotación de recursos
naturales, en particular petróleo, oro y productos agrícolas, con alto beneficio para los
inversionistas principalmente norteamericanos. En estas zonas también se establecieron
colonias penales y agrícolas, y se estimuló la inmigración de obreros y empresarios
extranjeros para establecer cultivos e industrias.
En los años veinte en los llanos orientales, se fomentó la colonización buscando la
navegabilidad de sus ríos, la apertura de caminos hacia el interior y promoviendo que los
productores de las salinas próximas se “dedicaran a la reducción de indios” y mejoras de
ganados (Machado, 2009).
Hubo procesos que normalizarían las expropiaciones realizadas desde el siglo XIX, como
el caso de los resguardos de los indígenas residentes en el noroccidente del
Departamento de Antioquia, donde en 1920 se normalizó la liquidación del régimen
comunal del Valle del Murri, a partir de la legislación del extinto Estado Soberano de
Antioquia (Ley 189 del 21 de junio de 1884) en el cual una vez liquidada la propiedad
comunal, se duplicó la población de colonos al pasar de 7000 a 14000 personas entre
1918 y 1928 (Gálvez, 1990).
Teniendo en cuenta los antecedentes políticos, sociales y legales, en este apartado se
recogen de manera sintética los tres factores a analizar para comprender el desarrollo de
la acción colectiva y los movimientos sociales, como es la identificación de las
oportunidades políticas, las estructuras de movilización y los procesos enmarcadores,
Capítulo 2 47
conforme con la propuesta de McCarthy, McAdam y Zald, (1999) a través de las
referencias rastreadas a partir de los archivos, fuentes primarias impresas y trabajos
académicos. En particular, referido a los procesos enmarcadores, nos detendremos para
reconocer e identificar la incidencia y los elementos que hicieron parte del discurso tanto
de los indígenas, como de los funcionarios del estado del poder local o nacional,
destacando parte de la historia de la zona, y el contexto en el que emergieron las
manifestaciones de acción colectiva, para tres casos cuya denominación y ubicación se
presenta en la Figura 2-1
Figura 2-1 Ubicación espacial de los casos abordados en el capítulo 2
Fuente: Elaborado a partir de Google Maps © 2020 Google. INEGI
48 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
2.4.1 Indígenas de las Llanuras del Caribe
Con el propósito de resumir las características generales de cada caso, y permitir una
síntesis comparativa por cada uno se presentará la Tabla 2-1 en la que se registren las
características generales de cada caso, tres factores a analizar para comprender el
desarrollo de la acción colectiva y los movimientos sociales, así como las fechas en que
se registran este tipo de manifestaciones
Tabla 2-1: Resumen Indígenas de las llanuras del Caribe – Santa Ana de Guazo
Año 1859-1873 1899-1921
Características
Resguardos con escasos números de personas, por huidas ante la mala calidad de tierras para cultivo, y con varios pueblos agregados
Pocos residentes de la comunidad en el resguardo, el cual estaba arrendado a vecinos principalmente de Magangué
Las oportunidades políticas y
constricciones
Oportunidades políticas
• Administración del presidente Juan José Nieto (1859-1864) del Estado de Bolívar, defendió el resguardo
• Asamblea legislativa emite ley para defenderlo
• Relaciones con políticos influyentes como Manuel Amador Fierro (Presidente del Estado de Bolívar entre 1867-1870), quien fue su abogado en 1875
Oportunidades políticas
• Los indígenas, a partir de los Arts. 23 y 35 de la Ley 89 de 189015, promueven la nulidad de las ventas; elaboran además el padrón o censo de la comunidad, destacándose en las acciones Paulino Arraut
• Sentencia del Tribunal de Bolívar del año 1908, que desconoció la cesión hecha por la Nación de un resguardo al Municipio de Magangué, siendo usada como argumento para que así se declarara inviable la Resolución 8 de 1899
Constricciones
• Instancias gubernamentales negaban la existencia de indígenas
• Procesos de división desde el siglo XIX
• Presión por parte de ganaderos
Constricciones
• Oposición por parte de los vecinos que ocupaban parte del resguardo
• El contenido del Art. 14 de la Ley 89 de 1890, fue base para emitir la Resolución 8 de 1899 que desconoció el resguardo, el cabildo, entre otros.
• Ante la demanda de nulidad elevada por la comunidad de Guazo, fue consultada al Ministro de Agricultura y Comercio instando a la municipalidad a practicar las diligencias pertinentes para entrar en posesión material de los terrenos.
• La sentencia a favor del Municipio fue publicada el 1921.
Las estructuras de movilización
• Registro de acciones frente a autoridades judiciales como comunidad para preservar el resguardo a pesar de presión de ganaderos
• Vías de hecho como destrucción de sementeras, sacrificio de reses, incluso homicidios
• La comunidad continuó organizada en tormo al Cabildo, a pesar de que en 1908 la Resolución 8 de 1899, desconoció el resguardo, el cabildo y la comunidad indígena
15 El Art. 23 de la Ley 89 de 1890 indicaba que los cabildos de indígenas pueden personas por sí o por
apoderado, ante las autoridades a nombre de sus respectivas comunidades, para promover la nulidad o rescisión de las ventas realizadas y de cualquier negociación en que la comunidad haya sufrido perjuicio.
Capítulo 2 49
• En 1873 se consolida en la “Sociedad indígenas de Guazo”, la cual no reemplaza el cabildo
Procesos enmarcadores
• Identidad indígena, con respaldo para reclamar sus resguardos, basados en sacrificios realizados en la defensa de la independencia y de la república, y no en el origen de sus ancestros
• Panfletos resumiendo la causa en contra, o divulgando el listado de los miembros de la comunidad
En la Costa Caribe, los resguardos tuvieron una dinámica distinta a los ubicados en la
región andina colombiana, ya que no tuvieron el mismo desarrollo y su desintegración
inició en el siglo XVIII, provocado posiblemente por su escasez o el reducido número de
personas (González Luna, 1981). En esta investigación nos referiremos a dos resguardos
de las llanuras del Caribe; en este capítulo se tratará el caso de Resguardo de Santa Ana
de Guazo ubicado junto a Mompox, y en el siguiente capítulo corresponderá a San
Antonio del Peñón cercano a Tamalameque, los cuales fueron seleccionados conforme a
la documentación disponible.
El Resguardo de Santa Ana de Guazo, del cual se tienen referencias alrededor del año
1610, estaba ubicado en tierras estériles y pantanosas factor que posiblemente incidió en
las huidas constantes de los indios para no pagar tributo, como lo indican las quejas y
solicitudes de reducción de tributo presentadas en el siglo XVII y XVIII. Conforme a lo
anterior, para el siglo XVIII fueron agregadas 11 parejas con sus hijos de Santa Ana de
Guazo a San Antonio del Peñón (González, 1981), zona que se encontraba rodeada por
minas, región conocida como el “Hato de Loba”, o “Tierras de Loba”, merced entregada
por el Rey y que posteriormente fue comprado por norteamericanos (Fals, 1979). Los
resguardos comenzaron a ser parcelados en el siglo XIX, al emitirse disposiciones sobre
tierras vírgenes realengas y territorios indígenas y ventas o arrendamiento por parte de
los cabildos (Fals, 1984).
Oportunidades Políticas y las Constricciones
Las manifestaciones de lucha rastreadas a través de las fuentes se ubican en el proceso
de transición del sistema centralista instaurado desde los orígenes de la República de
Colombia, al estado federalista, el cual otorgó mayor autonomía a los departamentos
convertidos en Estados. Las ideas fundamentadas en el liberalismo, el cual hizo curso
desde inicios del siglo XIX, promoviendo la división de los Resguardos, a mediados del
50 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
mismo siglo XIX, fueron reforzadas con la emisión de la Ley del 20 de mayo de 1850, que
les asignó a las Cámaras de Provincia realizar la libre facultad de enajenación de los
resguardos. La propiedad se concibió como un derecho individual, reconocido por el
Gobierno Central y por los Gobiernos de cada uno de los Estados, tanto en la carta
magna que dio origen a la Confederación Granadina en 1858 (Numeral 3, Art. 56,
Capítulo V De los Derechos Individuales) como en la Constitución Política de los Estados
Unidos de Colombia de 1863 (Numeral 5, Art. 15, Sección II Garantía de los Derechos
Individuales), lo que permitía que la propiedad raíz fuera enajenable y divisible a voluntad
exclusiva del propietario. Este aspecto sobre la propiedad, también se incluyó en la
Constitución del Estado de Bolívar de 1863. No obstante, las élites tomaron diferentes
posiciones.
El giro lo va a efectuar el mandato del presidente del Estado de Bolívar Juan José Nieto
entre 1859 y 1864, quien defendió el resguardo señalando que “arrebatarle en beneficio
de unos pocos el único pedazo de tierra que los conquistadores de estos pueblos, (…)
sería una iniquidad que no podría justificarse con la constitución” (Flórez, 2009:55). De
acuerdo con lo anterior, la Asamblea Legislativa aprobó una Ley para empadronar las
familias, protocolizar los títulos de propiedad o reconstruirlos, averiguar sobre los
terrenos usurpados, declarar nulo cualquier contrato, establecer el valor de
arrendamiento de tierras y nombrar al procurador general del Estado como representante
de los indígenas; una vez el presidente Nieto fue depuesto de su cargo, se aumentó la
presión por la disolución, lo que desencadenó en enfrentamientos, argumentando la
división en la supresión simbólica del elemento indígena, afirmando la inexistencia de
indígenas, porque su población era mestiza; ser indígena lo relacionaron con un ser
inferior, razón por la cual siempre serían robados (Flórez, 2009).
Las Estructuras de Movilización, la “Sociedad de Indígenas de Guazo”
Inicialmente la presión ejercida para la disolución llevó a que cada comunidad tratara de
mantener el resguardo como elemento articulador. Una parte de las acciones
adelantadas por estos grupos, según la investigación de Flórez, se encaminó en el uso
de vías de hecho como la destrucción de sementeras, sacrificio de reses, incluso
homicidios, junto con vías legales presentando el caso frente a autoridades judiciales
como comunidad y no como individuos. Este no fue un caso aislado, ya que acciones
Capítulo 2 51
semejantes se presentaron en los resguardos de Tubará, y en cercanías de Chinú,
Lorica, Corozal, Barranquilla, Mompox y Magangué ante la presión ejercida por la
incipiente actividad ganadera de la región (2009).
De acuerdo con Flórez, uno de los resguardos emblemáticos por su capacidad
organizativa, su conocimiento sobre las leyes y el desarrollo de la política fue el
correspondiente a Guazo en la provincia de Magangué, que conformó en 1873, la
“Sociedad de Indígenas de Guazo”, para defender las tierras objeto de intereses de los
ganaderos. Esta Sociedad estaba conformada por cinco miembros (presidente,
vicepresidente, procurador, tesorero y un vocal) y organizaba al pequeño cabildo el cual
presentaba requerimiento ante las autoridades locales.
Entre sus estrategias políticas, una destacada fue aunar relaciones con políticos
influyentes como Manuel Amador Fierro (Presidente del Estado de Bolívar entre 1867-
1870), quien asumió su defensa como abogado en 1875, luego de que el gobierno
nacional declarara baldíos algunos resguardos de la provincia de Mompox. (Flórez,
2009).
Luego de resistir a la presión generada por la expansión de las actividades ganaderas en
la región, con el propósito de resolver algunas cuestiones con los ocupantes de sus
terrenos, la Sociedad de Indígenas de Guazo, presentó la solicitud respectiva al Juez de
la Provincia, para que realizara el deslinde del resguardo, con el fin de que los ocupantes
de los terrenos cancelaran sus cuentas atrasadas. Estos a su vez, denunciaron la
inconstitucionalidad de la Sociedad y el Cabildo frente a la autoridad que presidía al
concejo municipal (Flórez, 2009). Aunque no se conoce el alcance de este proceso, años
más tarde se presenta de nuevo el conflicto con la autoridad local para su
reconocimiento.
En 1899, el Gobierno de Cartagena, procedió a desconocer la comunidad, el resguardo,
el cabildo de Guazo, y la validez de la representación de la comunidad hecha por Paulino
Arraut; por medio de la Resolución del 8 de junio de 1899, expedida por la Prefectura de
la Provincia de Magangué, y aprobada por la Gobernación; en consecuencia, las tierras
del resguardo fueron declaradas ejidos del Corregimiento del Retiro, con el argumento de
que sólo se encontraron en visita ocular cuatro familias “auténticas”, respaldado en el Art.
52 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
14 de la Ley 89 de 189016. El Juez declaró la inexistencia del Cabildo, basándose en los
informes brindados por el Alcalde y el Presidente del Concejo Municipal, donde se indica
que no habían sido reconocidos por el cabildo cesante, no fueron presentados ante la
Alcaldía, y no expusieron los contratos de arrendamientos, ni la distribución de los
terrenos del común del resguardo.
(…) todo lo cual demuestra que no hay tal parcialidad ni tal Cabildo, pues de otra
manera le habrían dado cumplimiento a la ley. ¿Para qué se escribieron los
artículos 3 a 7 de la Ley 89 de 1890, si no fue para darle estricto cumplimiento?
(Zúñiga, 2017:57)
Al declarar el Juez la inexistencia de Cabildo y la Parcialidad, declaró inválido el poder
dado a Paulino Arraut, por no estar constituido el Cabildo conforme al artículo 3 de la Ley
89 de 1890 a pesar de que Arraut presentó copias de las actas del Cabildo, éstas según
el juez, no tenían mérito probatorio (Zúñiga, 2017).
Los procesos enmarcadores
El pasado como justificación del derecho
En defensa de sus derechos, los miembros de la Sociedad de Indígenas de Guazo,
apelaron al pasado para justificar su derecho al resguardo; este pasado no se refería a
los tiempos de la conquista, sino a su participación en la defensa de la independencia y
de la República. El derecho a la tierra se sustentó en la conquista emprendida por sus
ancestros en tiempos de la Colonia, siendo tributarios del Rey de España, y, según su
interpretación, el reconocimiento hecho por la República de Colombia:
El goce a las tierras o sus resguardos que la ley “primera”, parte sexta, tratado
primero de la recopilación granadina, por la cual nos donó nuestro magnánimo
16 El Art. 14 de la Ley 89 de 1890, señalaba que: “Cuando no se pueda averiguar o descubrir cuáles son los indígenas o sus descendientes que tienen derecho al Resguardo, el Prefecto de la Provincia respectiva, hechas las indagaciones convenientes, declarará que tales resguardos pertenecen como ejidos a la población que en ellos o a sus inmediaciones esté situada. La resolución del Prefecto será sometida a la aprobación del Gobernador del Departamento”
Capítulo 2 53
gobierno, y cuyos resguardos conquistaron para sí y sus hijos nuestros padres a
fuerza de sacrificios en tiempos de la colonia, como conquistados y tributarios por
el rey de España, y posteriormente por la guerra magna de la independencia que
dio por feliz resultado la gran República de Colombia, la que haciendo justicia
reconoció nuestros derechos y nos dejó en el pleno goce de ellos; hoy con más
ensanche el sistema republicano, por medio de la federación en los Estados
Unidos de Colombia, la más liberal constitución de la unión colombiana y la del
Estado de Bolívar, a quien tenemos el honor de pertenecer, equiparándonos en
derechos a todos los colombianos, nos ha dado libertad amplia para repre-
sentarlos, sacándonos del pupilaje a que tenían sometidos a todos los indígenas
[…] (A.H.C., Manuscritos, Fondo Gobernación, Sección Hacienda, caja N.º 23,
julio 29 de 1873. En Flórez, 2009: 67)
Caso semejante se presentó con el Resguardo de Malambo que en 1869 fue agregado al
distrito de Soledad, a lo que los indígenas decidieron escribir un memorial al Presidente
del Estado Manuel Amador Fierro (quien fuera luego el abogado del resguardo de Guazo
en 1875), basando su derecho en el sacrificio mantenido para lograr la Independencia,
frente a la reconquista adelantada por Morillo y realizada por Morales, donde “pasó por
encima de los cadáveres de nuestros padres […] trescientas víctimas insepultas
estuvieron por algunos días dando testimonio de nuestra lealtad a la causa de la libertad
e independencia” (Flórez, 2009:68), y cuya demanda tuvo resultado exitoso llevando a
que obtuvieran respuesta favorable de Amador Fierro, solicitando a la Asamblea
Legislativa el restablecimiento del Distrito de Malambo.
Su concepción de la Comunidad
Una de las motivaciones esgrimidas en la Constitución de su propia Sociedad era
“favorecer momentáneamente a la comunidad de la forma que se ha reunido para
oponerse a las miras de los que pretenden usurpar sus derechos” (A.H.C., Manuscritos,
Fondo Gobernación, Sección Hacienda, caja Nº 23, abril 3 de 1873, En Flórez, 2009:64).
Pero ¿cuál era su concepción de comunidad a partir de estos documentos? En la
“Constitución de la Sociedad de indígenas de la Aldea de Guazo” se definió quienes eran
sus miembros:
54 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
la Sociedad […] se compone de los indios reducidos o conquistados de los
antiguos y extinguidos pueblos nombrados Loba, Pansegua, Jegua, Guallacán,
todos reducidos al de Guazo; todos indígenas, hombres y mujeres, residentes o
ausentes, con tal que sean ascendientes o descendientes de éstos mismos
pueblos. (A.H.C., Manuscritos, Fondo Gobernación, Sección Hacienda, Caja Nº
23, abril 3 de 1873., En Flórez, 2009: 64-65)
Así, definían unos vínculos más allá de la esfera inmediatamente local, y se extendía a
los ancestros inmediatos y descendientes de los miembros de varios pueblos que habían
sido agregados, tanto residentes o ausentes. Los vínculos entre los antiguos pueblos
extinguidos se generaron a partir de un hecho en la administración colonial, como la
agregación de pueblos, y no refieren necesariamente a una caracterización en
comunidad étnica alguna.
La Resolución del 8 de junio de 1899, desconoció la manera en que la propia comunidad,
a través de la Constitución de la Sociedad, establecía la pertenencia al resguardo para
residentes y no residentes, ya que la Resolución recalcaba que el Cabildo no cumplía
con el Art. 7 de la Ley 89 de 1890, sobre el manejo del censo, teniendo en cuenta que
muchos de los miembros eran “naturales” de otros lugares lejanos (Zúñiga, 2017)
El manejo de la opinión
Fracciones de estas sentencias y la Resolución del 8 de junio de 1899 la cual declaró
inexistente la comunidad, el cabildo, la parcialidad y la nulidad de un poder, a partir de
una interpretación y aplicación del Art. 14 de la Ley 89 de 1890, además de determinar el
territorio de la comunidad como ejidos del Corregimiento del Retiro, entre otros
documentos y la sentencia final que ratificó el fallo, fueron publicados en un impreso
dirigido a la población en general titulado “Se acabaron los indios de Guazo” presentado
un fragmento en la Figura 2-2 al cual posteriormente los indígenas le darían su
respuesta. Este fue elaborado por un defensor de los intereses del municipio Manuel
García Gordon:
Capítulo 2 55
Figura 2-2 Impreso "Se acabaron los indios de Guazo"
Fuente: Biblioteca Nacional. Colección D. Samper, Sala 2A, 8413
Si bien la Resolución del 8 de junio de 1899, se sustentaba en el Art. 14 de la Ley 89 de
1890, la comunidad a su vez se apropió de lo determinado por la misma norma en el Art.
35, por el cual los indígenas del Resguardo de Guazo elaboraron un Padrón Indígena, el
cual fue impreso y repartido, titulado “PADRON DE LA PARCIALIDAD DE INDÍGENAS
DE GUAZO Dueños de los terrenos de su resguardo” Figura 2-3 el cual iba dirigido al
Consejo Municipal del Distrito, realizado el 3 de septiembre de 1905, registrándose así
por lo menos 12 familias, y asociados a cada uno su cónyuge y descendientes. El
impreso fue realizado el 9 de noviembre de 1912 (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//13.3.5 f.
198r). CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//13.3.5.
56 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
Figura 2-3 Padrón de la Parcialidad de Indígenas de Guazo. Dueños de los terrenos
de su resguardo (Fragmento)
Fuente: Fotografía del expediente CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//13.3.5 f.198r
En el documento, a pesar de la declaratoria de nulidad, realizada en 1899, aún se
registra el personal que conformaba el Cabildo compuesto por Presidente,
Vicepresidente, Teniente, Regidor Principal, Secretario y Gobernador Paulino Arraut. En
el expediente formado en años posteriores en el Ministerio de la Economía Nacional,
incluyó entre otros documentos copia de la Protocolización del Acta de instalación del
antiguo y pequeño cabildo de la parcialidad de indígenas de Guazo de 1912
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//13.3.5 f.199-201). Así, que a pesar de ser “suprimidos”
por orden judicial, la comunidad continuaba su proceso de reconocimiento de derechos
sobre los resguardos.
Capítulo 2 57
Figura 2-4 Carátula Segunda copia de la Protocolización del acta de instalación del antiguo y pequeño Cabildo de la parcialidad de indígenas de Guazo
Fuente: documento del expediente CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//13.3.5 f.199
En este último documento Figura 2-4, el cabildo por el poder conferido por el Art. 23 de la
Ley 89 de 189017, indica las acciones a realizar por Paulino Arraut, como promover la
nulidad de las ventas o contratos y de cualquier negociación en que la comunidad
hubiese sufrido perjuicio (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1 100r). Posteriormente, se
conoce que Arraut apoyándose en una sentencia del Tribunal de Bolívar del año 1908, en
la que se desconoció la cesión hecha por la Nación al Municipio de Magangué al ser
declarada ilegal, continuó ejerciendo la administración de los terrenos y también
17 El Art. 23 de la Ley 89 de 1890 indica: “Los Cabildos de indígenas pueden personas por sí o por
apoderado, ante las autoridades a nombre de sus respectivas comunidades, para promover la nulidad o rescisión de las ventas que se hayan hecho contra las disposiciones de leyes preexistentes, o que se hagan en contravención a las presente; para decir la nulidad de los contratos a virtud de los cuales se hayan hipotecado las tierras del Resguardo; y, en general, de cualesquiera negociaciones en que la comunidad haya sufrido perjuicio de que pueda reclamar legalmente”
58 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
demandó al Municipio, solicitando la declaratoria de nulidad de la escritura por la cual la
Nación le cedía las tierras del resguardo al municipio. Esta demanda fue elevada como
consulta ante el Ministro de Agricultura y Comercio el cual instó a la municipalidad a
practicar las diligencias pertinentes para entrar en posesión material de los terrenos
(CO.AGN.SR/MINFOM-DEP-BALDIOS: SR.59. T 184, f. 443r). Con el fin de que se diera
a conocer la sentencia a favor del Municipio, el Concejo Municipal de Magangué aprobó
su publicación el 9 de agosto de 1921.
En el expediente, no se encuentran más documentos al respecto, pero según algunos
memoriales dirigidos en 1939 por los lamistas, se infiere que el proceso siguió su curso,
emitiéndose una sentencia por el Honorable Tribunal de Bolívar a favor de los indios de
Guazo para que elaboraran el padrón general18
2.4.2 De la creación de Tulenega a la lucha por el resguardo
Durante la época colonial los indígenas cunas se mantuvieron al margen del dominio del
imperio español, para quienes el río Atrato era la frontera del control colonial frente al
territorio ocupado entre emberas y cunas y, con posterioridad, con la colonia escocesa de
Nueva Caledonia de 1699 que excluyó la posibilidad de alguna incursión extranjera en el
Darién a partir del tratado de paz entre indígenas y españoles de 1787. Es importante
advertir estos antecedentes ya que en este territorio no hubo asignación de resguardos y
los españoles no fueron los únicos que intentaron tener el dominio, sino que el territorio
fue disputado, además, contra corsarios o contrabandistas. Fue tal la situación de la
frontera como un territorio infranqueable, que al momento de generarse las guerras de
independencia el Darién parecía abandonado.
Tabla 2-2 Resumen de Tulenega a la conformación del resguardo
Año Antes de 1887 Después de 1887
Características
Territorio inconquistable por los españoles. No hubo adjudicación de resguardos en el periodo colonial. “Tribus errantes”
Territorio ocupado por colonos que arribaron a la región, involucrados en economías extractivas No se conoce el proceso de disminución de población, aunque hay registro sobre procesos de
18 Documentación Indígena del Sur del Tolima. CD/RAM. Documentos de Quintín Lame. Cartas a diferentes
entes. 1924 – 1939, 1951 – 1957. Folios 48 – 49. Consultado en www.proyectoquintinlame.org
Capítulo 2 59
No se conoce datos precisos del número de habitantes indígenas; pocos colonos provenientes del interior.
despoblamiento y desplazamiento
Las oportunidades
políticas y constricciones
Oportunidades
• Durante el periodo federalista, con los Estados Unidos de Colombia se fomenta la entrega de tierras, a los indígenas que dejaran la vida errante.
• El Estado de la Unión y el Estado de Panamá emiten leyes que permiten la creación de Tulenega (Decreto 29 de abril de 1871), resultado de las solicitudes constantes de caciques cunas
Oportunidades
• El proceso de independentista de Panamá llevó a que el gobierno de Colombia intentara congraciarse con los indígenas de la región
• Se expide la Ley 60 de 1916, la cual fue gestionada por el cacique William Oquelele
Constricciones
• Desde 1824 se emitieron políticas dirigidas a su reducción a través de misiones, comercio y civilización
• En 1873, el territorio del Darién fue cedido al poder central, sería colonizado con población que se dedicara a actividades extractivas, apoyados con la fuerza pública.
Constricciones
• Unificación de leyes. Se expide la Ley 89 de 1890. Se desconoce el Decreto 29 de abril de 1871
• Separación de Panamá aumenta la rivalidad entre caciques. Gobierno colombiano intentaba congraciarse con autoridades indígenas
Las estructuras de movilización
• Unión de caciques cunas que incluye desde el archipiélago de San Blas hasta el Darién
• Caciques cunas que poseen cada uno su agenda. Uno, busca apoyo o beneficio de cada gobierno (colombiano y panameño); otro, se encarga de recurrir a las instancias de poder local y nacional.
Procesos enmarcadores
• Solicitud de reconocimiento de autonomía. En
ningún momento se cuestionó su indianidad
• Piden se realice la asignación de resguardo
conforme a la Ley.
• Es cuestionada la indianidad del Cacique
William Oquelele
Desde el proceso independentista, grupos denominados como “gentiles y errantes”
estarían a cargo de misiones religiosas, con el propósito de incorporarles en la religión, el
comercio y la civilización (Art. 1, Ley del 30 de julio de 1824 en Roldán, 1983), en los
cuales el gobierno usó como estímulo aparente la entrega de tierras baldías para que
estos grupos abandonaran su andar errante (Art. 1 Decreto 18 de septiembre de 1824 y
Ley 5 de junio de 1868. En Roldán, 1983 y Chaux, 1931), cuando en realidad estaban
ejerciendo posesión sobre territorios no colonizados por el antiguo poder imperial
colonial. Acuerdos incumplidos como el reconocimiento de la Comarca de Tulenega,
pactos en espacios para desarrollar procesos de explotación de recursos, confrontación
directa, un proceso independentista y la asignación de resguardo en papel, pero sin ser
delimitado en el espacio geográfico, son los elementos generales que hacen parte de
esta historia, en donde cada logro de los liderazgos nativos, fueron desconocidos
60 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
constantemente. El resumen del caso de los indígenas cunas se presenta de forma
resumida en la Tabla 2-2
Oportunidades Políticas y Constricciones. Entre la puja del centralismo, federalismo y el proceso independentista
Entre el federalismo y el centralismo
A finales del siglo XIX, de la puja entre un proyecto federal o centralista, se desarrollaron
algunos cambios locales en la organización de las comunidades denominadas como
gentiles. Durante la puesta en marcha del proyecto federal fue posible que se propiciara
una oportunidad política de reconocimiento de gobierno propio, como el caso de la
expedición de la Ley del 4 de junio de 1870, la cual dio paso a la creación de la Comarca
de Tulenega, por medio del Decreto del 29 de abril de 1871, donde en aquel entonces el
Estado de Panamá resolvió la reducción a la vida civil y la colonización del territorio, de
las tribus ubicadas entre el Darién y el archipiélago de San Blas, instituyendo colonias
agrícolas, fomentando la atención a la población colona y mediando con la población
civilizada (Asamblea Constituyente del Estado Soberano de Panamá, Ley 17 de 27 de
noviembre de 1873). La expedición de los decretos y normas mencionados
anteriormente, fueron el resultado de la lucha de líderes cuna de la región, lo cual se
explicará en la sección estructuras de movilización.
El proyecto federal, recibía de nuevo control del poder central al haber cedido el territorio
del Darién en 1874, con el fin de reducir y civilizar la población salvaje, ubicando en la
región “población civilizada que explota los bosques” apoyados por la fuerza pública
(Congreso de los Estados Unidos de Colombia, Art. 20, Ley 66 de 1 de julio de 1874,
acatada por el Estado Soberano de Panamá. Asamblea Legislativa del Estado Soberano
de Panamá, Ley 2 de 1874). Así mismo se estableció una Junta General para
inspeccionar, dirigir y reglamentar la reducción y civilización de los indígenas del
respectivo territorio.
La ocupación de los bosques para explotación de recursos naturales, generó un
enfrentamiento en 1875 contra una expedición del gobierno, quienes fueron derrotados
por los “salvajes” solo por efecto de la sorpresa, conforme a un informe rendido al
Presidente Santiago Pérez por parte de las autoridades del istmo (Bermúdez, 1875 citado
por Morales, 1995).
Capítulo 2 61
En contra del proceso de reconocimiento de autonomía y control sobre su territorio, se
indica además otro conflicto generado en 1886; al territorio arribó una cuadrilla de 120
colonos provenientes de Barú y Cartagena, acordando con los cunas la explotación por
un mes, lo cual fue prolongado de manera deliberada, aprovechando las consecuencias
de una epidemia de sarampión que diezmo la población indígena. Un año después, los
caciques exigieron la salida de los tagüeros, pero los colonos ya contaban con el
respaldo y protección del presidente Rafael Núñez quien ordenó el traslado al a zona de
conflicto de la cañonera La Popa y trescientos infantes de marina. Aunque no hubo
confrontación, se estableció un pacto entre las partes (Escobar, 1999).
El proceso de separación de Panamá
El acuerdo que suspendió la confrontación entre colonos e indígenas de 1887, fue
desconocido, y una vez separado el territorio del Istmo, por medio de apoderado, los
indígenas solicitaron la titulación de la tierra conocida como La Playona, amparados en el
acuerdo de 1887, el derecho de propiedad sustentado en la Ley 61 de 1874 y la Ley 48
de 1882 sobre adjudicación de baldíos, junto con el fuero de la Ley 89 de 1880. Esta
solicitud es negada, con el argumento de que los indígenas habían abandonado estas
tierras hacía más de veinte años, expediente que hizo curso tanto en el Ministerio de
Gobierno, como en el Ministerio de Obras Públicas, quienes solicitaron al inspector de la
región de la declaratoria como propiedad nacional (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.1 f.
47-48). Estas tierras fueron finalmente denunciadas por la Sociedad Abuchar Hermanos
a título de cultivadores, quienes recibieron la adjudicación de 2531 hectáreas en mayo de
1920 (González, 2012).
Para la administración del lugar, la Prefectura de Urabá fue encargada a la Comunidad
de Carmelitas Descalzos, quienes entregaban a los indígenas pólvora, municiones y le
apoyaron en la escritura de cartas y solicitudes a Bogotá (González, 2012).
Los intentos débiles de ejercer soberanía sobre el territorio del istmo, se manifestaron a
partir de dos estrategias: el traslado de tropas de dos mil hombres a Titumate y Acandí
en 1904 bajo el mando del Inspector General Daniel Ortiz y acercarse a los indígenas de
la región mediante la circulación de un periódico llamado “La Reintegración”, y
62 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
congraciándose con el cacique Iñapaquiña, llevándolo a Titumate, siendo recibido con
honores militares, trato que también recibía del lado panameño (González, 2012). En
1908 el traslado de tropa a Juradó y al puerto Fernández Madrid, fomentó el
desplazamiento de comunidades indígenas del Darién a San Blas.
La adhesión a la causa colombiana, o a la independencia de Panamá por parte de los
cunas, dependía únicamente del reconocimiento de la autonomía territorial de los nativos,
tal como lo notó en 1910 el General Justiniano Jaramillo encargado de proyectar una
frontera: “Es preciso hacer anotar que su patriotismo se limita a solicitar de Colombia la
garantía de su propiedad territorial, a cambio de defender de los americanos y
panameños la vastísima región que ocupan” (Jaramillo, 1910:18).
En los años siguientes, la lucha por la garantía de su propiedad territorial, se transforma
en la necesidad de que se les asigne un resguardo. Es posible que la Ley 60 de 1916,
promovida por el representante chocoano José Vicente Garcés Navas contó con la
agencia al respecto hecha por el cacique cuna William Oquelele, a quien una vez
aprobada la norma, remitió a Garcés Navas una nota de agradecimiento “por su interés
de ayudarlos” (González, 2012:197); esta Ley especificaba en el artículo 2 el compromiso
de “enviar comisarios, agrimensores y maestros a las tribus de los Cunas del Darién
como medidas de amparo y civilización. Conforme a esta Ley, en 1918 William Oquelele
(¿) Smith19 remite al Ministro de Agricultura y Comercio un censo donde se registraron
328 individuos, solicitando se provea el resguardo indígena (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-
3//1.1.2 f. 100r). No obstante, esta asignación correspondió únicamente al documento, ya
que los resguardos no fueron delimitados, ni respetados por los colonos.
Las estructuras de Movilización
Entre el siglo XIX y los primeros años del siglo XX, se presentaron una serie de cambios
que transformaron la organización interna entre los vínculos de los caciques, o, por lo
menos, lo que se establece a través de los documentos de archivo y la prensa. Vale la
19 Quien posiblemente sea el mismo Cacique Oquelele, quien en otros memoriales se denomina William Oquelele Smith),
Capítulo 2 63
pena recordar, que este caso corresponde a una comunidad sin resguardo, ni con
organización de cabildo, lo que evidencia otro tipo de estructuras conforme a los usos y
costumbres de estas comunidades.
El liderazgo de los caciques cunas
Ante los abusos cometidos por los colonos que habían llegado a la región para explotar
tagua, coco y caucho, en 1870 veintiocho (28) caciques se reunieron a deliberar en
Ticuco con el fin de elegir los cuatro caciques comisionados que se encargarían de
reunirse con el gobierno de la Unión en Bogotá, partiendo en julio de 1870 desde el
Darién, y llegando 125 días después a Bogotá en noviembre del mismo año, falleciendo
uno de sus miembros en esa travesía. El resultado de la reunión con Eustorgio Salgar,
presidente de los Estados Unidos de Colombia y con el Secretario del Interior, fue el
compromiso del poder central de protegerlos, garantizar la propiedad de sus viviendas y
cultivos y los derechos de caza y pesca en tierras y aguas de dominio público (Morales,
1995).
En dicho encuentro, también se denunciaron las agresiones recibidas por parte de
comerciantes y por los miembros de la expedición encargados de planear un canal
interoceánico, manifestando así su deseo de vivir bajo las leyes de los Estados Unidos
de Colombia”, lo cual quedó plasmado en parte del acuerdo (Secretaría de lo Interior i
Relaciones Esteriores, 1871). El gobierno les “concedía” en propiedad veinte hectáreas
por familia, se comprometía a nombrar un agente que controlara la llegada de colonos
interesados en la explotación de caucho, tagua y raicilla con licencia expedida por el
gobierno de la unión, mientras que los colombianos podrían instalarse en los pueblos
Cuna, talar árboles, criar animales y establecer escuelas siempre y cuando no fueran en
tierras adjudicadas a los indígenas (Morales, 1995).
En curso de la negociación, fue expedido el Decreto del 29 de abril de 1871, el cual
reconoció la ocupación de los nativos del espacio denominado Tulenega, que
comprendía los caseríos de Acandí, Ungía, entre otros hasta San Blas (Art. 2, Decreto
1871). En la zona se establecería un Comisario Nacional, encargado de controlar las
agresiones hacia o generada contra los tule, ser juez de paz, introducirlos en el credo
católico previa aprobación de los indígenas, así como levantar la corografía de Tulenega
64 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
y asignar las veinte fanegadas por familia (Art. 8, Decreto del 29 de abril de 1871).
El liderazgo del Cacique Iñapaquiña
El Decreto del 29 de abril de 1871, no fue cumplido por el gobierno del Estado de la
Unión; no hubo asignación a los indígenas de las 20 hectáreas, y, por otra parte, los
documentos de archivo, mencionan un altercado entre colonos y nativos en 1887, por
causas semejantes a las presentadas en 1870. A través de los documentos de archivo,
se percibe el liderazgo asumido, o la representación reconocida por el Estado
colombiano del Cacique Iñapaquiña. La disputa entre colonos e indígenas estuvo a punto
de desencadenar un enfrentamiento militar, el cual fue contenido por medio de un
acuerdo hecho en 1887 entre nativos y colonos. El documento, transcrito entre un
expediente de 1904, se aclaraba que entre las partes (indígenas y colonos) no se
molestarían en la explotación de bosques nacionales, se comprometían a mantener
relaciones de comercio lícito, acatar las decisiones del gobierno y señaló la franja
comprendida entre el Cabo Tiburón y la boca de Tanela para ser ocupada por los vecinos
de Acandí sin vulnerar los límites (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.1 Folio 44 r y v). Por
otro lado, el cacique Iñapaquiña fue remitido a Cartagena donde fue recibido con honores
y nombrado General (González, 2003).
En medio del proceso independentista de Panamá, el gobierno colombiano intentó
congraciarse con los indígenas, el cacique Iñapaquiña recibía honores militares en 1904
como un intento de recuperar el control. En 1910, el mismo cacique, se trasladó a Bogotá
con el capitán indígena Aquiles Burgos, para realizar solicitudes al gobierno central.
Estas demandas quedaron registradas en el reporte de una reunión donde se solicitaba
el nombramiento de agentes de gobierno, gestionar el arribo de buques por el Atrato a
los puertos de Sasardí y Acandí, armas para garantizar la soberanía de Colombia en el
Darién y el compromiso de parte del gobierno de abstenerse de realizar adjudicaciones
de territorios ocupados por el grupo a empresas extranjeras. Así mismo, el Cacique
Iñapaquiña pidió para él y su acompañante un bastón de lujo con una insignia de dos
bastones cruzados y la inscripción de Unión (CO.AGN.SAA-II.23.7.7.2.3.1 f. 17 r).
La adhesión a la causa colombiana de parte de esta cacique, fue puesta en entredicho
posteriormente, ya que en 1912 Iñapaquiña visitó tanto al presidente colombiano como al
Capítulo 2 65
panameño, y reconoció la soberanía del istmo en 1913 (González, 2003). Por otra parte,
en medio del proceso de separación, se pronunció una supuesta rivalidad entre los
caciques Iñapaquiña y William Oquelele Smith, ubicando uno u otro a favor o no de la
separación de Panamá. Aún en 1919, Iñapaquiña, residente en Sasardí por medio de su
secretario, publicaba en la prensa cartagenera, y posteriormente a nivel nacional, las
denuncias sobre los atropellos sufridos por los nativos en las costas de San Blas, al
parecer por mantener erguido el pabellón nacional colombiano, solicitando entonces, que
de los asuntos pendientes con Estados Unidos “no se pierda de vista nuestra vida,
nuestra situación y la mejora de nuestro porvenir” (Guerrero, 1919).
Las gestiones del Cacique William Oquelele Smith
Los registros relativos al cacique William (Guillermo) Oquelele Smith, son rastreados a
partir de 1915, de quien se registra como “Capitán de los indios cunas”, a través de un
memorial dirigido a la Procuraduría General de la Nación, donde denunciaba el despojo
de los territorios de la comunidad (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 f. 64-67). Como
estrategia de disuasión, el Intendente de Chocó ante el Ministro de Agricultura y
Comercio, desmintió las afirmaciones de Oquelele, a partir de la información recibida por
la Alcaldía Municipal del Distrito de Acandí (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 f 80-90).
En otras comunicaciones dirigidas además a la Cámara de Representantes, solicitaba
que se les midiera y registrara el territorio conforme a la ley (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-
3//1.1.2 f. 79r).
Ley 60 de 1916
Es posible que el cacique Oquelele, quien en varias oportunidades se trasladó a Bogotá,
gestionara a través del representante chocoano José Vicente Garcés Navas, promotor de
la Ley 60 de 1913, la demarcación de resguardos en territorios baldíos a razón de veinte
(20) hectáreas por cabeza, asunto tratado anteriormente. Su gestión logra la expedición
por parte del Ministerio de Agricultura y Comercio de la Resolución 229 de 1918 (20 de
septiembre), como bien se le reconoce en los considerandos de esa disposición; en la
misma Ley se le encarga al Prefecto la verificación de la demarcación del Resguardo de
Indígenas de la Parcialidad de Tolo y sus agregaciones (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-
3//1.1.2 f.117r). Posteriormente la Intendencia Nacional de Chocó emitió la Resolución 56
de 1918 (noviembre 16 de 1918), la cual se resolvió que la Prefectura del Darién
66 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
cumpliera la Resolución 229 de 1918 con prontitud con el propósito de dar tranquilidad a
las tribus a cargo de Oquelele y las comandadas por el Cacique Iñapaquiña,
considerados errantes. Su área, se estimaba en 6560 hectáreas, y con el propósito de
que fuera permanente, estarían en la demarcación el Ingeniero de la Intendencia, el
Prefecto y el Cacique Oquelele (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 ff.120 r-121r).
El 25 de marzo de 1919, el Ministerio de Agricultura y Comercio emite la Resolución No.
251 de 1919 por la cual se delimita el resguardo a la Parcialidad del Tolo en Caimán
Nuevo (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//4.1.1 f. 11r). Quedaron entonces, según las
Resoluciones, dos resguardos; uno ubicado en la Provincia del Darién, y dependiente de
la Intendencia Nacional de Chocó (Resolución 229 de 1918) y el de Caimán Nuevo
ubicado en la banda oriental del Golfo de Urabá, bajo jurisdicción de la gobernación de
Antioquia (Resolución 251 de 1919). A los pocos meses muere el Cacique William
Oquelele, sin ver los resguardos delimitados.
La continuación por parte de Cacique Díaz Granados
La causa de Oquelele es seguida por su sucesor el Cacique Díaz Granados, de quien se
dice fue educado en Cartagena por una familia de la cual tomó el nombre, fue ayudante y
traductor de Iñapaquiña y según Daniel Morales Ortiz, de su regreso de Bogotá, llegó con
“tendencias reformadoras de usos y costumbres” (González, 2012:204) a partir de 1919
Díaz Granados continúa con la solicitud de la demarcación del Resguardo ante el
Ministerio de Agricultura, la cual fue rechazada al afirmar este despacho que no había
recursos suficientes y que se solicitarían el próximo Congreso
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 f.128r). Frente a esta situación Díaz Granados,
manifiesta su desilusión frente al gobierno y pide el reconocimiento del territorio en
términos de protección ante el despojo “que es lo único que nos queda de nuestros
antiguos vastos dominios y de nuestros derechos de aborígenes” (CO.AGN.SR/MINFOM-
DEP-BALDIOS: SR.59. T 44, f. 349. En González, 2012, Tomo II: 198).
Así como lo hizo en su momento el Cacique Oquelele Smith, Díaz pidió entrega de tierras
para dar hospitalidad a un grupo proveniente de San Blas (AGN. Fondo Ministerio de
Industrias Baldíos T. 44 f. 335 En González, 2012). A pesar de que fue demarcado uno
de los resguardos, fue registrado como provisional, y luego declarado inválido por el
Capítulo 2 67
Ministerio de Industrias al remitir un croquis, y no un plano, como era requerido,
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 f. 138r).
Desde 1922, se registra el acompañamiento y el apoyo de los miembros de la comunidad
de Carmelitas Descalzos encargados de la Prefectura de Urabá, acompañando y
representando al grupo en Bogotá, ante el Ministerio de Agricultura y Comercio
manifestando su oposición en la entrega de tierras indígenas para la agroindustria,
especialmente a empresas bananeras; parte de estos terrenos pasarían más tarde a
manos de la United Fruit Company, lugar donde residían seis pueblos cunas, según la
queja presentada por el cacique cuna Tomás Carranza (sucesor de Díaz Granados)
(González, 2012). También continuaban solicitando los títulos definitivos de las
adjudicaciones hechas en el territorio de Acandí (CO.AGN.SR/MINFOM-DEP-BALDIOS:
SR.59, T.186, f.61), dejando sobre el encuentro con el ministro, una nota sobre la
disposición para atenderlos.
Procesos enmarcadores
En esta sección se registran los discursos asociados al caso particular sobre las
comunidades indígenas residentes en la frontera con Panamá y sus líderes. En contraste
con el caso anterior, la causa de la soberanía colombiana y el pasado, fueron elementos
constantes, tanto en las manifestaciones hechas por los líderes indígenas, como por
funcionarios y políticos colombianos.
El pasado indígena y su lugar como colonos, en la raíz de su
derecho
En los memoriales presentados por los indígenas, o en su nombre, para solicitar amparo
y protección para las personas y bienes de la comunidad, la argumentación fue
sustentada en su ancestralidad y con el propósito de “conservar la pureza de la raza” era
necesario resolver los asuntos de las tierras para su subsistencia al ser “ejemplares de la
raza primitiva que luchó con los conquistadores y facilitó a Balboa el descubrimiento del
Océano Pacífico” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 f.65r y 66r).
Estos argumentos planteados en los escritos, fueron trasladados en algunos casos
directamente por el Cacique William Oquelele, quien menciona haberse trasladado a la
ciudad de Bogotá con este propósito, sustentando su derecho en ser Cacique de la
68 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
comunidad que “habita de tiempo inmemorial en la región del Darién”. Anterior a la
expedición de la Ley 60 de 1916, el Cacique Oquelele justifica su derecho la justificación
de su derecho la presenta al haber sido la comunidad la que sembrara los cocoteros,
cultivos de café, cacao, caña, maíz y árboles frutales, además de las casas de
habitación, adquiriendo así el “derecho de colonos, además de los derechos que la Ley
reconoce especialmente a los indígenas” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 f. 76).
Posteriormente, en 1918, invoca la Ley 60 de 1916, que destaca el argumento de su
derecho en ser parte de los vestigios de la raza aborigen, la cual había dado pruebas de
su patriotismo, a pesar del abandono y las persecuciones de las cuales había sido
víctima (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 f. 100r). En estas demandas ya no se
encuentra referencia a los acuerdos adelantados en 1870, ni en 1887, sino en los
derechos, primero como colonos, y luego como indígenas, siendo los cunas
especialmente referidos en la Ley 60 de 1916 (Artículo 2).
El patriotismo y la colonización antioqueña en la apropiación del
territorio por parte del Estado
La coyuntura particular de la segregación de Panamá generó una serie de discursos
alrededor del patriotismo, que a su vez, permitieron el afloramiento de una serie de
prejuicios racistas, y donde la presencia indígena fue un factor que supuestamente
propició la separación del territorio. Todos estos elementos expuestos en la prensa y en
las comunicaciones oficiales, justificaban la colonización con otro tipo de gentes.
Durante 1904, la prensa registraba la adhesión o resistencia a la causa colombiana por
parte de los caciques indígenas20, pero no registraba las visitas adelantadas por los
caciques cunas a Bogotá reclamando los derechos sobre las tierras; es así como para la
visita realizada en agosto de 1909 se menciona que el cacique Iñapaquiña y su
20 Este es un grupo de titulares al respecto “El cacique de los indios cunas se declara colombiano” (publicado originalmente en El Nuevo Tiempo, 10 de Febrero de 1904) “Atrato. Acuerdo entre el cacique indígena y el general que comanda los expedicionarios” (publicado originalmente en El Nuevo Tiempo, 25 de febrero de 1904, en Villegas, Yunis, 1974), “Se Enfrentan expedicionarios e Indígenas. Combates entre tropas colombianas y la población indígena de San Blas” (El Nuevo Tiempo, 10 de marzo de 1904), los cuales se encuentran referidos en Villegas, Yunis (1974).
Capítulo 2 69
ayudante, Bernardo Elmen se trasladaron a Bogotá a “expresar su deseo de hacerse
colombianos, porque no soportan la crueldad de la bota yanqui” (Santos, 2016); por otra
parte, señalaban una rivalidad entre los jefes cunas, generada a partir de la separación
de Panamá, donde la muerte del Cacique Oquelele es destacada por medios
internacionales subrayando únicamente una supuesta adhesión a la causa colombiana,
como se registra en la Figura 2-5
Figura 2-5 "De Colombia"
Fuente: La Emigración Española Vida Española en el Extranjero. Revista Quincenal de Emigración y colonias. (Edición Madrid 15 de Julio de 1919) Año VII, Número 13, página
100
70 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
Para 1910, ya una vez segregado el territorio del istmo, sin que Colombia lo hubiera
reconocido como país, en los ejercicios de soberanía del Estado, la comisión del General
Jaramillo, les atribuía a los indígenas un egoísmo natural, falta de aspiraciones ni
industria y quienes “esperan impasibles la extinción de su raza” (Jaramillo, 1910:18) lo
cual había sido un elemento clave en el proceso separatista, imaginario que luego sería
repetido unos años después. El señalado egoísmo, también fue destacado en 1916, por
el alcalde de Acandí, quien usa ese prejuicio para desmentir las denuncias de despojo
elevadas, señalando un sentimiento de indolencia y “egoísmo propio de su raza”
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 f. 87r).
Reconocidos los límites entre Panamá y Colombia por la Ley 53 de 1924, las razones de
su separación continuaban siendo parte de las discusiones de la época, por la cual no
pasó inadvertida la raza indígena. Un intelectual como el antioqueño Luis López de
Mesa, consideraba que la raza, y otros aspectos como la educación y la economía eran
factores influyentes en el desarrollo del país. Sobre la región en particular, en 1930 en su
columna periódica Introducción a la Historia de la Cultura en Colombia, expuso que parte
de las razones de la pérdida de Panamá se dio por la falta de “una raza orgullosamente
enamorada de su espíritu” al no haber elemento latino (López de Mesa, 1930),
planteamiento consecuente con la propuesta hecha de fundar colonias o asentamientos
con colonos seleccionados de “buena raza”, para colonizar la zona del Atrato (López de
Mesa, 1927 en González, 2012).
Colonizar la región con una buena raza, no era una propuesta nueva; en una comisión
adelantada por miembros de la Asamblea Departamental de Antioquia en 1914 a la
región del Darién, señaló que esta zona se encontraba en el mismo estado de los
“primeros descubridores y conquistadores de Antioquia (…) para el establecimiento y
multiplicación de nuestra raza”, siendo los elegidos de realizar dicha labor, campesinos
antioqueños “sanos y valientes” (Asamblea Departamental de Antioquia, 1914). La
frontera fue finalmente delimitada finalmente entre 1935 y 1937 (González, 2012)
Cuestionar el liderazgo, estrategia para negar los derechos
Además de los prejuicios en general sobre la población indígena, destacando un
supuesto egoísmo y falta de industria, los señalamientos directos contra los caciques, los
Capítulo 2 71
muestran como personas que se aprovechaban de los demás miembros de la
comunidad, aspecto que será constante en la manera de deslegitimar las solicitudes
presentadas por indígenas, o de quienes lo hicieran a su nombre, como se presentará en
los siguientes capítulos.
En este caso particular el encargado de la Intendencia del Chocó, remite al Ministro de
Agricultura y Comercio, la información brindada por el alcalde de Acandí en 1916, en
donde los reclamos hechos por el cacique de la ocupación de tierras son desmentidos
por la declaración juramentada de cinco testigos, además de unas apreciaciones
personales sobre el cacique Oquelele:
Este es un indio que en los primeros años de su adolescencia se embarcó en la
Costa de San Blas en un buque de alto bordo que lo llevo a muchas capitales de
los E.U de A. y de allí a otras de Europa en cuyos viajes empleó 17 años. Hace
apenas dos que regresó a la / choza de sus coterráneos, trayendo como único
patrimonio las costumbres habituales del hombre que ha vivido con gente
civilizada, pero con la determinación de vivir a espensas (sic) de los que ha
adoptado por sus siervos. De lo cual se desprende que para ir a pasear a Bogotá
constantemente con los recursos que en suma considerable le proporcionan todos
los indios, inventa ocupaciones o despojos de los terrenos que ellos ocupan,
haciéndoles entender que va en defensa de esos terrenos
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 f. 80r-81r).
2.4.3 La quintinada
Con este nombre se le ha designado a la movilización indígena liderada por Manuel
Quintín Lame desarrollada entre 1910 a 1921 aproximadamente; las acciones
involucradas se desarrollaron no solo en el Cauca, de donde era originario Lame, sino
que también tuvo manifestaciones en los departamentos del Huila y el Sur del Tolima,
enarbolando la defensa y recuperación de los resguardos cuyo resumen se presenta en
la Tabla 2-3.
72 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
Tabla 2-3 Resumen La quintinada
Año 1910-1921 1922-1930
Características
• La lucha integró en torno a demandas comunes a indígenas de resguardo y los que no pertenecían a ellos, alrededor del peonaje y la terrajería
• Aumento en la presión por la tierra ante la división del gran departamento del Cauca
• Gran número de resguardos persistentes desde el periodo colonial
• Se trasladan las actividades a los Departamentos del Huila y Tolima
Las oportunidades políticas y constricciones
Oportunidades Políticas
• Movimiento lejano a los partidos políticos
• Descontento en general por el pago de terraje
Oportunidades Políticas
• Acercamiento al Partido Socialista
• Participación en el Segundo Congreso Obrero realizado en julio de 1925
• Creación de la “Confederación Obrera Nacional” siendo Lame su vicepresidente
Constricciones
• Facción de indígenas liderados por Pío Collo, apoyaron a hacendados y gobierno local
• Arrestos sucesivos a Lame y sus seguidores, lo que le impidió participar en el Tercer Congreso Obrero
Constricciones
• En 1928 se expide la Ley de Defensa Social, donde cualquier actividad socialista era considerada ilegal
Las estructuras de movilización
• 1910-1914 Organizaciones de base municipal reclamando por el pago del terraje
• Cabildos de Huila, Cauca, Tolima y Nariño, en asambleas eligieron a Lame como su jefe, representante y defensor legal en 1916.
• Creación de la Junta Indígena de Colombia
• Permanencia de la Junta Indígena y del Consejo Indio de Indias
Procesos enmarcadores
• Divulgación del pensamiento de Manuel Quintín Lame sobre: rechazo a los partidos políticos tradicionales, ser el elegido, segundo libertador y héroe de hermanos indígenas
• Blancos y mestizos causantes de la expropiación indígena
• Constante respeto a la Ley
• Vestir como militar y ser llamado mariscal
• A partir de la salida de la cárcel en 1922, ubica la desobediencia por encima de la ley, cuando la norma es injusta
• Vestir de blanco y considerar la naturaleza educadora, por encima de la civilización
Las oportunidades políticas y constricciones
La región del antiguo Gran Cauca, la cual comprendía gran parte del sur y occidente del
país, mantuvo varios resguardos de origen colonial sin dividir, a diferencia de la situación
presentada en el altiplano cundiboyacense, donde la mayoría de los territorios comunales
fueron divididos. La separación administrativa del territorio ocurrida en los primeros años
del siglo XX, debilitó la élite payanesa al reducir su acceso sobre las minas y la tierra,
generando así mayor presión sobre la fuerza de trabajo indígena, junto con la ampliación
de la ganadería extensiva convirtiéndose esta en el soporte de su economía. A diferencia
de los dos casos anteriormente expuestos, por la actividad agrícola, los dos partidos
políticos tradicionales de Colombia destacaban la importancia de promover la integración
de la economía colombiana al mercado externo, enfocada en lo agrícola; no obstante, las
Capítulo 2 73
exportaciones fueron muy bajas entre 1850 y 1930. Una limitación para la expansión de
esa actividad era explicada por el gran número de resguardos de origen colonial
persistentes en la región; ante esta presión, los reclamos no demoraron y se dio paso a
las reclamaciones de los indígenas. En este caso, vamos a tratar lo relacionado
directamente con Manuel Quintín Lame, ya que su liderazgo incluyó comunidades de
otros departamentos; en el siguiente capítulo haremos referencia a las comunidades del
Cauca.
Las normas a favor de la división de resguardos
Como fue mencionado anteriormente, la expedición de la Ley 55 de 1905, norma por la
cual se ratificaba las vacancias de globos de terrenos conocidos como Resguardos de
Indígenas, se generó una serie de revueltas cuyas manifestaciones fueron opuestas al
terraje y liquidación de resguardos. Éstas a su vez fueron respondidas con el
encarcelamiento de varios de sus líderes, generándose en la opinión pública ideas de
que los indígenas eran subversivos, durante el desarrollo de los levantamientos
indígenas.
La persecución hacia sus miembros
En esta etapa de la Quintinada, Manuel Quintín Lame y sus seguidores fueron varias
veces apresados; en 1915 fueron procesados bajo el delito "rebelión contra el Gobierno"
con su hermano y cinco indígenas más; el levantamiento indígena es frustrado, pero se
decía que sus proclamas eran la separación de los blancos y elegir mariscal a Lame.
Sin embargo, esto no detuvo las movilizaciones; en 1916, desde el municipio de
Tierradentro se organizó el levantamiento que culminó con la toma del municipio de
Belalcázar, siendo apresado Lame en el mes de junio de dicho año. Entre sus opositores,
había también indígenas como Pio Collo quien estaba al mando de un grupo indígena
armado promovido por hacendados y por el gobierno, llevando preso a Rosalino Yajimbó,
líder cercano a Lame, quien fallecería en la cárcel de Popayán. En mayo de 1917 fue
nuevamente apresado con sus compañeros en el municipio de Cajibío, permaneciendo
detenido hasta 1921 (Espinosa, 2009).
74 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
La disputa entre Lame y Pío Collo, ha sido interpretado como una disputa que nacía de
las redes clientelares instauradas por los dos partidos tradicionales en Tierradentro. Pío
Collo, había participado en la Guerra de los Mil Días como coronel liberal, perteneciente
a Belalcázar, siendo gobernador del cabildo en 1904; al saber leer y escribir, fue apoyo
en procedimientos legales como el registro en notaría de los títulos de los resguardos de
Avirama, Togoima, Belalcázar y San José en 1911; también dirigió un levantamiento con
miembros de las comunidades de Tálaga y Cohetando, además de líderes negros de El
Salado y Símbola en 1932. También estuvo involucrado en la rebelión hecha en 1950
con los indígenas de Pitayó y Tacueyó, cuya cohesión posiblemente se debía a la
adscripción al partido liberal, lo cual ha sido develado a partir de las fuentes
documentales del Archivo Central del Cauca (Boza, 2013)
El panorama de la persecución no cambió una vez salió Lame de la cárcel, no obstante,
cambió el escenario de su lucha; en 1922 es de nuevo apresado por un levantamiento
indígena en el Caguán; en 1923 se le acusa de haber decretado en el municipio de
Ortega en Estado de Sitio y se le detiene al considerarlo responsable de los homicidios
realizados por sus "ayudantes" en el Huila y Tolima; otro de sus compañeros de lucha en
estos años hasta 1930, José Gonzalo Sánchez fue apresado en 1923. Por otra parte, se
desarrollaron durante estos años las masacres contra indígenas en 1922 en el sitio Los
Limpios (Huila) y en 1931 en San José de Indias (Tolima) (Espinosa, 2009).
Las alianzas con partidos políticos
Debido a que Lame se reconocía como miembro del partido Conservador, parte de sus
proclamas eran publicadas en periódicos de filiación conservadora. Una vez sale Lame
de la cárcel, junto con José Gonzalo Sánchez, manifiestan la necesidad de acceder a un
cargo representativo en el Congreso. El Partido Socialista Colombiano fue fundado en
1919 pero fue diluido; luego, en 1924 sus líderes al lograr el acercamiento para el
Segundo Congreso Obrero realizado en julio de 1925, permitieron la creación de la
“Confederación Obrera Nacional” la cual representaba artesanos, mujeres, movimiento
campesino, sindicalismo y sectores populares, siendo su vicepresidente Quintín Lame,
incluyendo además una comisión especial sobre la cuestión indígena. Entre 1926 fue
denominado Partido Socialista Revolucionario, incorporando en la agenda la
reivindicación de los pueblos indígenas, formándose a partir de ese momento Ligas en
Capítulo 2 75
todo el país como la Liga Indígena de la Unión de Trabajadores del Magdalena formada
en Simonarua (Schlegelberger, 1995).
Lastimosamente para el Tercer Congreso Obrero Lame no pudo estar presente por
encontrarse preso en Ortega. Varios miembros de la Confederación Obrera fueron
arrestados por difusión de ideas socialistas entre 1925 a 1930 (Uribe, 2010). En 1926, el
Partido Socialista se transformó en el Partido Socialista Revolucionario y logra la
afiliación a la Internacional Sindical Roja.
El contexto de la época no fue lo más favorable para la movilización social en general; en
1928 durante el gobierno de Miguel Abadía Méndez, se expidió la “Ley de Defensa
Social”, la cual declaró subversiva toda actividad antipatronal o antigubernamental,
declarando ilegal el socialismo y los sindicatos bolcheviques o comunistas, sustentado en
que dichas organizaciones atacaban los sentimientos y nociones de patria, difundían el
rechazo a la religión católica, los valores familiares y la propiedad privada, fomentando el
desorden y la sedición (Espinosa, 2009).
Para 1930, los principales líderes Quintín Lame y José Gonzalo Sánchez toman rumbos
distintos; en 1930 se disuelve el Partido Socialista Revolucionario y se crea el Partido
Comunista. Por su parte, Lame quedo activo en Ortega, mientras Sánchez y Eutiquio
Timoté continuaron en Coyaima y Natagaima defendiendo las ligas agrarias.
Las estructuras de movilización
En particular durante la Quintinada, se llevaron a cabo diferentes manifestaciones, cuya
alineación estuvo a cargo de organizaciones de base local, como de organizaciones que
superaron el nivel municipal y departamental, aspecto significativo de esta época.
Organizaciones de base local
El ya antes mencionado Manuel Quintín Lame Chantre, uno de los principales líderes,
nació en 1883, en el sitio El Borbollón de la hacienda Polindara, posteriormente anexada
a la Hacienda San Isidro en 1894; era descendiente de indígenas Nasa y guambianos,
conociendo de primera mano la situación de los terrazgueros. Luego de que su familia
recibiera ataques por ser cercanos al partido conservador y de haber estado bajo el
mando del General Carlos Albán de quien recibiría varias lecciones, al retornar al Cauca,
76 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
pidió encierro (terraje) en la hacienda San Isidro para asentarse con su esposa y su hija,
momento desde el cual inició el rechazo al pago del terraje (Espinosa, 2009).
En las primeras movilizaciones, se registran acciones de parte de terrazgueros,
entendido como indígenas que hacían uso de un espacio para habitar y tener un
pequeño cultivo de subsistencia en una hacienda, a cambio de pagar tres o más días de
trabajo para el dueño del predio, sin recibir pago, o reconocimiento de las mejoras. Ya en
1910 en las haciendas de Tierradentro, en Belalcázar y San Isidro, se registraron
manifestaciones alusivas a la resistencia del terraje (Espinosa, 2009). Desde este año
Lame tuvo un rol activo en la organización entre miembros de resguardos y terrazgueros
de San Isidro, Puracé-Coconuco, Caloto, Inzá y Páez. Al año siguiente, Lame es
nombrado Jefe Representante y Defensor general de los indios del Cabildo de San Isidro.
Entre 1913 y 1914 las protestas contra el pago del terraje se llevaron a cabo desde
Totoró y Cajibío hasta Sotará. Al poco tiempo, se pasó de la negativa del pago del terraje
a la lucha del rechazo a las políticas de disolución de los resguardos.
Acciones conjuntas entre cabildos
Las acciones que se presentan a partir de 1914, incluyeron tomas de municipios,
anuncios de levantamientos, algunos aplacados al apresar a los líderes. Estos hechos
tuvieron repercusión nacional, y en los años siguientes serían mencionados por otras
comunidades, recordando así la idea de una gran movilización. La primera movilización
correspondió a la toma pacífica de Paniquitá, que contó con la participación de
doscientos (200) indígenas, donde se rechazaba la ocupación de los resguardos por
parte de mestizos y el fomento de la ocupación estimulado por comunidades religiosas;
en este caso gracias a que hubo una coordinación de varias parcialidades del
Departamento del Cauca, la masa movilizada recibía con júbilo a Quintín Lame, contando
además con la participación de Rosalino Yajimbo, líder liberal veterano de la Guerra de
los Mil Días, quien atrajo a los miembros que se opusieron a la fundación del poblado de
Belalcázar, por parte de las familias Valencia, Mosquera y Lemus (Espinosa, 2009).
En noviembre de 1916 se lleva a cabo la toma de Inzá, la cual convocó a mil quinientos
(1500) indígenas, con lo cual se esperaba impedir la ocupación de tierras de resguardo;
Capítulo 2 77
este hecho desencadenó una confrontación, que dio como resultado el asesinato de
cinco indígenas y catorce heridos. En la proclama de plaza pública, Lame se
autoproclamó el segundo libertador, y se equiparó con el sabio y mártir Caldas, siendo
ovacionado entre música de flautas y guitarras.
Luego de esta fecha, se anunció en enero de 1917 un levantamiento para recuperar las
tierras, el gobierno local solicitó apoyo en policía. Se presenta un ataque en mayo de
1917en Belalcázar, siendo capturado Lame, permaneciendo en prisión sin juicio hasta
1921; fueron apresados además Rosalino Yajimbo y más de 35 indígenas que hacían
parte del movimiento.
Conformación de Organizaciones Supra étnicos 1919
Durante el tiempo en que Lame permanece en prisión, José Gonzalo Sánchez adelanta
otras acciones, como la realización del Comité Indígena de Colombia en agosto de 1919
y la creación de la Junta Indígena de Colombia. Al año siguiente estableció el Consejo
Indio de Indias conformado por José Gonzalo Sánchez, EutiquioTimoté y Julio Niquinás
García, el cual estaría encargado de “guardar y hacer guardar, respetar y hacer respetar,
cumplir y hacer cumplir las leyes y demás bienes y costumbres que existen de los
indígenas de la República, como a favor y completo bienestar de nuestros Cabildos en
cumplimiento de nuestros deberes” (En Espinosa, 2009:144). Esta corporación se hizo
con el apoyo de los cabildos indígenas de Calibío, Totoró, Paniquitá, Chero, Jambaló,
Quichaya, Ortega, El Dinde, Guanacas, Pedregal, Caguán, y de otras comunidades del
Cauca, Valle, Huila y Tolima (Espinosa, 2009); su protocolización estuvo respaldada por
un memorial dirigido al presidente de la República en el que se daba aviso de la creación
de la Junta Indígena de Colombia, el cual estaba acompañado por la firma de más de
1500 indígenas, pidiendo el reconocimiento de esta organización y exigiendo que se les
dejara de llamar sediciosos. Desde ese momento se tiene registro de formas de
organización y movilización supra étnicas (Triana, 1993, en Espinosa, 2009).
Además de esta organización, para 1924 las comunidades de Ortega y Chaparral
conceden poder general la Lame y a Sánchez para ser representados ante autoridades
gubernamentales y judiciales, entre otras comunidades.
78 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
Otras acciones adelantadas entre 1925 y 1928, correspondieron a los recursos
presentados por José Gonzalo Sánchez para declarar inconstitucionales las Leyes 55 de
1905, Ley 104 de 1919, Ley 32 de 1920 y la Ley 38 de 1921, con las que se promulgaba
la división de los resguardos, violatorias del artículo 31 de la Constitución de 1886, en el
que se indicaba que los derechos adquiridos con justo título conforme a las leyes civiles
por personas naturales o jurídicas, no podrían ser desconocidos ni vulnerados por leyes
posteriores (Art. 31, Constitución de la República de Colombia, 1886). La Corte Suprema
de Justicia destacó que esas normas, buscaban la desintegración “pero sometiéndolas
por altas consideraciones de orden público a la división y distribución entre sus
miembros” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.2.1, f.3r). La solicitud fue negada por la
Corte, destacando el inconveniente de la venta de los resguardos “permitiéndola luego,
bajo las mismas condiciones a que están sometidos los incapaces, reproduciendo al
efecto el Art. 7 de la Ley 2 de 1832 altamente protectora de la raza indígena”
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.2.1, f.3r).
La Creación de San José de Indios
En 1923, en el sitio de Llanogrande se realizó una minga para construir el pueblo de San
José de Indias, el cual hasta 1931 fue el epicentro de la movilización y organización de
las redes de cabildos, desarrollando una autonomía política, además de ser un lugar
donde realizaban manifestaciones culturales propias. El proyecto de un espacio
autónomo fue verificado por el Secretario de Gobierno de Tolima en 1924, quien al
visitarlo por comisión del a Gobernación, encontró alrededor de 500 indígenas
organizados, quienes reconocían como jefe a Quintín Lame, además de tener presidente,
vicepresidente y alcalde de la parcialidad; a pesar de que el funcionario departamental
les expusiera a los indígenas las quejas hechas por los habitantes de Ortega sobre la
mala conducta de los nativos y de que sus nombramientos no tenían razón de ser, dado
que la única autoridad legal era el Administrador General de la Comunidad, y que allí no
había indios sino individuos civilizados. Ante los rumores de que allí se propagaban ideas
contra los propietarios, cualquier movilización debía ser contenida. Este caserío sería el
escenario de una masacre posterior, cuando fueron atacados el 31 de enero de 1931 en
los preparativos de las elecciones a la Asamblea Departamental, dando como resultado
seis indígenas asesinados y nueve heridos; hubo varios arrestos, entre estos Lame a
Capítulo 2 79
quien además golpearon y amarraron al árbol de la plaza central de Ortega (Espinosa,
2009). Posteriormente, en el lugar fue destruida la escuela.
Procesos enmarcadores
Además de las corrientes políticas e intelectuales ya expuestas anteriormente frente a la
cuestión indígena, también vamos a encontrar proclamas hechas por el líder más
significativo en este periodo como fue Manuel Quintín Lame, así como las noticias que se
generaban alrededor de sus actos y las manifestaciones del gobierno sobre su lucha. A
diferencia de los casos anteriormente presentados, la acción constante de Lame y sus
seguidores, la publicación de sus escritos y la generación de un discurso “oficial” sobre
él, permiten ver la dinámica del discurso y su función en términos de los procesos
enmarcadores.
Escritos de Manuel Quintín Lame entre 1916 a 1930. Características
principales
• La referencia al pasado: En sus escritos como Luz Indígena en Colombia de 1916,
los referentes al pasado incluyen la referencia sobre pertenecer a la “raza amarilla”
descendiente de los antiguos poseedores del suelo americano, al que llama
guananchí; en el mismo texto también destaca el aporte de los indígenas del Cauca a
la “epopeya americana”. (Sánchez, Molina, 2010). Posteriormente en 1927, destaca
como base de su derecho el ser descendiente de “nuestros primeros padres” quienes
fueron puestos por la providencia como “dueños y señores sobre este suelo” (Vega
Cantor, 2002:255) cuyo despojo originario lo establece repetidamente en 1492
(Lemaitre, 2013).
• Proyecto de autonomía indígena: De los primeros escritos que se conocen de Quintín
Lame es la carta de 1915 dirigida a sus hermanos, en la que manifiesta su proyecto:
“reintegración e independencia de toda la raza amarilla con la blanca” (Sánchez,
Molina, 2010:58) en el contexto de la convocatoria a una manifestación en Cajibío.
Esta idea continuaría en el texto denominado Circular, dirigido a los gobernadores
indígenas, declarándose el héroe para formar con sus “hermanos” formar “nuestro
moderno imperio” (Sánchez, Molina, 2010:46).
80 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
Este aspecto es significativo en el discurso de Lame, al no referirse únicamente a un
pueblo, sino que crea una hermandad cuyo vínculo es la raza y, donde él es su
héroe, haciendo uso de elementos religiosos católicos invocando la divina
providencia, para legitimar su discurso, lo cual ya ha sido indicado por otros
investigadores.
• Contra los partidos tradicionales: Desde 1916, en Luz Indígena en Colombia, exponía
y denunciaba la manipulación de los miembros de los partidos políticos durante las
elecciones, manipulación dela cual él mismo fue objeto, cuando apoyó a un senador
en su campaña, y una vez fue Gobernador lo expropió (Sánchez, Molina, 2010). Así
mismo, en dos notas periodísticas de 1916 publicadas en El Cauca Liberal, en la nota
sobre la proclama hecha en Carrillo frente a trescientos (300) indígenas, expuso la
necesidad de trabajar por un candidato indígena y no votar por ningún candidato
blanco (Sánchez, Molina, 2010:51). En 1927, establecía el origen español de los dos
partidos tradicionales, siendo éstos los responsables de la ruina en que se
encontraban los indígenas, al arruinar las propiedades territoriales y los cultivos de
los indígenas en Colombia, Perú, Ecuador y Chile (Vega Cantor, 2002).
• Contra la disolución de resguardos: En Luz Indígena en Colombia dirige su discurso a
los miembros de los pequeños cabildos para fomentar el rechazo a las
determinaciones de las alcaldías municipales de los distritos, recordándoles la
facultad que tiene el cabildo cesante al nombrar su sucesor, contrario a las
atribuciones que estaban tomando alcaldes municipales (Sánchez, Molina, 2010). Al
salir de la reclusión, expone en 1922 su proclama Por mi desventurada Raza, en
donde refiere a que los resguardos son protegidos por la propiedad privada, la cual a
su vez es protegida por la Constitución, por el código civil y la propiedad colectiva;
además del argumento sobre el respaldo de la ley en materia de resguardo,
menciona la existencia de un derecho indígena, el cual es anterior y superior al
Estado y al derecho occidental, perteneciente al conocimiento y civilización
“universal”.
• La defensa de la ley y la desobediencia como camino de la justicia: Así como
mencionaba el derecho indígena, luego de haber salido de reclusión, y al trasladarse
a departamento del Tolima, el concepto de justicia, incluye la posibilidad de
Capítulo 2 81
desobedecer la Ley, lo cual según Lemaitre, era un planteamiento semejante al
expuesto por Jaime Balmes jurista de lectura obligatoria en la época, en el que “el
corazón indígena” mencionado por Lame se equipara con la razón natural, como
protesta frente a lo que se considera obligatorio lo injusto, absurdo e inocuo (2013). A
su vez, el despojo de las tierras había sido contra “toda justicia y contra toda ley”
(Sánchez, Molina, 2010:55) En el texto titulado Movimiento de Mujeres Indígenas,
ubica la justicia, por encima de la Ley, donde la desobediencia a la norma debe darse
cuando la injusticia es evidente, o cuando se decretan leyes que contradicen las
“leyes naturales y divinas” (Sánchez, Molina, 2010:34).
Estrategia performativa, Lame el Mariscal, segundo libertador, el
predestinado
Lame hizo uso de elementos que establecía una imagen de autoridad, entre sus
semejantes y que, con los años aumentó su reconocimiento mezclando representaciones
legales, elementos religiosos y arquetipos de héroes de historia patria. En primer lugar,
se hace nombrar Jefe Representante y Defensor General de los indios, iniciando con el
Cabildo de San Isidro (1914) y “defensor legal y representante de los cabildos de indios”.
En estos primeros años, durante la quintinada en repetidas oportunidades portó un
uniforme militar, siendo llamado Mariscal, y aparecía acompañado de una mujer llevando
el código civil, entre otros documentos, a manera de amanuense. En la toma de Inzá de
1916, se autodeclaró como el segundo libertador destinado a sacar de la esclavitud a la
raza indígena, siendo la encarnación del héroe local “el sabio y mártir Caldas” (Villegas,
Yunis, 1974: 270). También en sus proclamas de 1916 se definió como el escogido y
predestinado por Dios (Sánchez, Molina, 2010).
Posterior a su reclusión, comenzaría a usar trajes blancos, y en 1927 mencionaría la
educación dada por la naturaleza de la cual era portador como una luz recibida en los
“solitarios bosques cubiertos por corpulentas selvas” (Vega Cantor, 2002:255).
Los estereotipos sobre lo indígena y los “otros” en el discurso de
Lame
Parte de las atribuciones negativas atribuidas a la categoría de indígena se incluyen en el
discurso de Quintín Lame, tal como la debilidad siendo la causa de que los blancos
82 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
lograron el despojo (Sánchez, Molina, 2010:55). Sin embargo, esta debilidad no
correspondía a la raza indígena, ya que en su interpretación “los blancos” temen que los
indígenas fueran fuertes y tomaran posición de las tierras despojadas, sin seguir
apropiándose de su trabajo (Vega Cantor, 2002); así mismo define a los indígenas como
víctimas de los atropellos de la raza blanca y de las autoridades en su escrito de 1916
Luz Indígena en Colombia. En oposición a lo indígena menciona los perjuicios causados
por la raza blanca y mestiza, quienes hacen de los indios a su antojo formando latifundios
“en nuestro propio suelo” (Sánchez, Molina, 2010:37), asociados con la civilización,
siendo los “explotadores, calumniadores, usureros y ladrones, quienes han alcoholizado
a los indígenas para usurparle los bienes” (Sánchez, Molina, 2010:29)
Cuestionar la indianidad como estrategia para desestimar su causa
Entre 1914 y 1930, Quintín Lame no era precisamente el prototipo del paradigma
indígena infundado en la opinión, ya que no pertenecía a un resguardo, era
completamente católico, alfabeto, interlocutor directo y contestatario con las autoridades
locales y del nivel central. Desde las primeras manifestaciones realizadas en público por
Quintín Lame, se comenzó a cuestionar su indianidad en 1914 por el Gobierno Central al
ser descrito como “hombre libre, perfectamente vago y ocioso, hijo de padre que es ya
propietario y que por consiguiente no paga tributo a patrón alguno ni a ninguna
parcialidad” (En Lemaitre, 2013: 228).
Para 1916, el Gobernador del Cauca comunicó al presidente de la República, que Lame
“promovía la guerra de razas” en los departamentos del sur como Cauca, Valle, Tolima,
Huila y Nariño (Bacca, 2013). En 1919 era cuestionada su indianidad, señalándolo como
un delincuente, que no pertenecía a resguardo, y que además era hijo de un propietario
de tierras descendiente de “razas negra e india” (Espinosa, 2009:137).
Los miembros del movimiento, desde la prensa eran referidos como personas de “raza
inferior”, “gentes ignorantes” con ambición y odios atacarían contra “ciudadanos
trabajadores honorables y pudientes” (“Frutos de la Impunidad. Amenaza de los indios”,
Opiniones (1917), en www.proyectoquintinlame.org), refiriéndose a Rosalino Yajimbo y
los demás indígenas seguidores como rebeldes y malhechores.
Capítulo 2 83
Estrategia de la Prensa. El atraso y la locura en el proyecto Lamista
La prensa dedicó varias hojas a Lame a través de una estrategia de predicación,
entendida como el etiquetado de los actores sociales de forma más o menos positiva o
negativa, más o menos desaprobadora o apreciativa. En 1914 de manera tangencial se
refería a la lucha como “Fanatismos atávicos arraigados en el corazón de la raza”,
señalando una herencia remota que se oponían a los “principios transformadores y
positivos que determinan el verdadero progreso” (Opiniones, 1914 en Espinosa,
2009:123).
También se usan apelativos de locura y alucinaciones de Lame, ausencia de lógica y
sentido común (Opiniones. “Legítima defensa del indio Lame” en
www.proyectoquintinlame.org), y se le describía como un predestinado vulgar y
monstruoso. Entre las publicaciones se le acusa de asesino, de haber saqueado y
quemado los archivos de Belalcázar, Tálaga, Vitoncó; de ser causante de sembrar la
intranquilidad y temor en núcleos de raza blanca. Sobre su presidio, la prensa lo
mencionó como un “tigre enjaulado” o “célebre embaucador en poder de la autoridad que
debe juzgarlo” (Opiniones, “La cuestión palpitante”. En www.proyectoquintinlame.org). Al
ser apresado de nuevo en 1923, la prensa afirmó que había perdido su poder, quedando
“vencido al cortarle los cabellos” (En Villegas, Yunis, 1974) señalando que los súbditos
no le obedecen.
Ideas propagadas a través de la prensa sobre el problema del
resguardo
Sobre la cuestión indígena, un periódico de circulación local en 1917, desestimaba el
argumento de los indígenas de indicar como primera escritura de propiedad, lo
mencionado en la Biblia a partir de la frase “poblarás y poseerás la tierra” tomando de
nuevo el imaginario de la conquista a que los indígenas cruzaban desnudos los bosques
sin ánimo de permanecer y cultivar la tierra, y los conquistadores tenían derecho a
hacerse dueños. Para fortalecer su idea de la conquista justa recrea un diálogo
imaginado entre un curador indígena y Cristóbal Colón, en el cual aparecen de nuevo
asignadas características asociadas a lo indígena como el salvajismo, el canibalismo, la
84 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
esclavitud, el machismo, entre otros (Opiniones, “La cuestión indígena”. En
www.proyectoquintinlame.org).
Para 1917, la teatralización del hecho de la Conquista justa afirmaba que había una
prevalencia del blanco frente al indio, siendo la razón de ser de los resguardos,
permanecer aislados mutuamente, y donde el blanco representa la inteligencia, mientras
que los indígenas serían el cuerpo (Opiniones “La cuestión indígena”. En
www.proyectoquintinlame.org). La formación de la nación se comparaba con la
constitución de un cuerpo social heterogéneo, conformado por las tres razas (blanca,
negra e india), donde la raza blanca debería ubicarse en la cabeza, y donde las razas
antagónicas son un obstáculo para la armonía nacional, siendo la única salida el
mestizaje; la voluntad nacional ubicaría a la raza blanca en la cabeza, siendo las razas
antagónicas un obstáculo para la armonía nacional, las cuales debían mezclarse para
formar un compuesto semejante al de la población antioqueña (…) (Opiniones. En
www.proyectoquintinlame.org). En este cuerpo, el resguardo se equipara con una
gangrena que podría acabar con el país; al ser el mestizaje la solución a ese cuerpo
social heterogéneo, el resguardo era un obstáculo para llevar a cabo la mezcla,
convirtiendo los territorios en “republiquitas comunistas y diminutas” (Opiniones. En
www.proyectoquintinlame.org).
Desde los inicios de la formación de la República de Colombia, a partir de principios
liberales, la propiedad constituyó la base de la ciudadanía. Los resguardos asignados a
las comunidades ubicadas en áreas cercanas a los centros urbanos habían garantizado
durante el orden colonial el sostenimiento inmediato de encomenderos y doctrineros, y
mantener al margen a la población indígena, pero lo suficientemente cercana como mano
de obra.
La política indigenista se dividió en dos; por un lado, a partir de un ideal liberal asignar las
tierras a las comunidades para garantizar su supervivencia, de allí la limitación a que se
pudieran enajenar inmediatamente, y dejar las tierras a merced del mercado. En el
tratamiento de los indígenas, comprendido como el natural del lugar, se buscó
transformar las formas de vida y así lograr la supresión; con la división y venta de
algunas secciones del resguardo, se costearían las escuelas de instrucción pública,
mientras que los indígenas gentiles o tribus estarían bajo la custodia de la iglesia
Capítulo 2 85
católica, la cual se encargaría de su transformación en ciudadano, estimulando el
establecimiento de pueblos con la entrega de un número de hasta 25 hectáreas a
quienes abandonaran la vida errante, y en el mejor de los casos lograr la permanencia
con otros no indígenas, inclusive extranjeros, con el fin de que incorporaran otros hábitos.
En esta política de estado, el indígena era una categoría destinada a desaparecer a partir
de la propiedad, la instrucción y la religión. Con normas destinadas a grupos errantes y
con el estímulo de suprimir los resguardos, luego de un largo proceso hacia la
centralización, se emite la Ley 89 de 1890. De acuerdo a sus promotores, el Estado se
definió a sí mismo como hispanodescendiente y católico, cuya incorporación de las
tierras de resguardo y de los indígenas estableció un estatuto de protección en beneficio
de la riqueza pública, especialmente para la agricultura. Las categorías de tribu,
semicivilizados y civilizados, son el reflejo de una concepción evolucionista del ser
indígena y de ubicar el Estado hispanodescendiente en una escala superior, siendo la
iglesia católica la destinada entre grupos gentiles y errantes lograr alguna transformación.
La violencia no estaba excluida como estrategia de sometimiento; se propuso entonces
dar un reconocimiento a los colonizadores del Caquetá por sus hazañas y los abusos de
los misioneros denunciados por comisiones de indígenas tanto del Valle del Sibundoy y
la Sierra Nevada de Santa Marta, no tuvo repercusiones ni discusiones sobre la entrega
a la Iglesia la transformación del indígena. El mestizaje se vislumbraba como una salida a
la realidad indígena, donde se discutía con que “raza” o grupo, daría mejores resultados
y concluyera esa “evolución incompleta” (Torres, 2001).
Entonces, a pesar de que la Ley 89 de 1890 no fue precisamente una norma destinada
para la conservación de los resguardos, si representó mayores garantías frente a la
legislación posterior que intentó acelerar la supresión de resguardos, dando un lugar
especial a los cabildos. Definida la categoría de semicivilizados para las comunidades
que aún se mantenían a partir del usufructo del resguardo, la política fue mucho más
incisiva en suprimirlos ya que los censos debían ser avalados por el alcalde, dando
plazos de seis meses para su elaboración, insumo necesario para realizar la parcelación.
Durante la hegemonía conservadora se expidieron normas que buscaron de forma
acelerada la parcelación de resguardos; por ejemplo justificando la segregación por la
“instrucción y adelanto” de la comunidad de Timbío (Cauca) la Ley 13 de 1903 daba un
plazo para llevar a cabo la división. A su vez, la Ley 55 de 1905, declaró vacantes los
resguardos de indígenas e hizo reconocimiento de las ventas realizadas y con la solicitud
86 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
de varios indígenas se podía solicitar su división, contrario a la Ley 89 donde todos los
cabildantes tenían que estar de acuerdo; mayor presión y castigo incluyó la Ley 104 de
1919 donde quienes bloquearan esa acción divisora se les entregaría la mitad de la
porción de resguardo que les perteneciera; la misma Ley declararía la supresión de
parcialidades o resguardos con un número de treinta familias. Este periodo terminaría
con la emisión de la Ley 19 de 1927 con la que se creaban Comisiones Divisoras de
Resguardos a cargo de la nación, las cuales harían el censo, quitando esa potestad a los
Cabildos; le otorgó a la Comisión, resolver los asuntos que hubieran sido iniciados en el
poder judicial.
Para los llamados salvajes por la Ley 89 de 1890, se asignaron recursos para las
misiones religiosas encargadas de la reducción y catequización de los indígenas. La
colonización fue fomentada, pero con el elemento nativo. La mejora de la raza se
garantizaría con la repartición de las tierras, al lograr su satisfacer su alimentación.
De los tres casos expuestos dos de ellas tuvieron mayores logros durante el estado
federal. En el caso del resguardo de Santa Ana de Guazo, la administración local
favoreció por un tiempo la permanencia de los resguardos, incluso, políticos influyentes
estuvieron a cargo de su defensa.
La aplicación e interpretación de las leyes se configura en un escenario de disputa;
mientras que la Ley 89 de 1890 fue usada por los indígenas para declarar nulas las
ventas realizadas, la misma norma fue usada por el gobierno para expedir la resolución
que desconocía su resguardo y cabildo. A su vez, esa unificación dejó sin peso el
Decreto 29 de abril de 1871 logrado por la gestión de los indígenas ante el Estado.
La Ley 89 de 1890 estableció una manera única de ser reconocida la organización
indígena, a través de la figura de cabildo; hubo formas distintas como la Sociedad
Indígenas de Guazo que funcionó de manera paralela, caso semejante al de San Antonio
del Peñón, el cual será objeto de análisis en el capítulo siguiente.
Otras leyes fueron resultado de la gestión de los caciques, como la Ley 60 de 1916
donde se asignaban tierras a los indígenas como resguardos. No obstante, su real
reconocimiento se quedó en trámites administrativos perdiendo así su eficacia.
Capítulo 2 87
Los discursos en los que legitimaban su acción y la defensa de su derecho, se basaba en
un aporte de la comunidad, ya fuera para el caso de la conquista, como los antecesores
en el caso Cuna, el aporte a la Independencia, en el caso de Santa Ana de Guazo, y ser
parte de la raza originaria de América, en el caso de Quintín Lame.
La comunidad, o los vínculos entre pueblos, no se limitaron a una caracterización étnica,
sino que derivaron del hecho colonial, donde los pueblos agregados a su jurisdicción
hacían parte de su comunidad como el caso de Santa Ana de Guazo. A diferencia el
caso cuna, a finales del siglo XIX, muestra la organización de varios cacicazgos a cargo
de un líder superior; no obstante la coyuntura de la segregación de Panamá hace que
esta comunidad se divida entre los acercamientos a una u otra nación.
Uno de los casos de los cuales tuvo mayor difusión, fueron las movilizaciones
fomentadas por Manuel Quintín Lame. En principio rechazando el pago del terraje,
posteriormente se dirige la lucha por el reconocimiento de los resguardos. Convocando
inicialmente a los cabildos, se proyecta como un líder en representación de todos los
semejantes del país, creando la Junta Indígena de Colombia; a través de asambleas se
fue difundiendo su programa político, el cual tuvo como limitación la persecución que
realizaban en su contra, siendo apresado varios años.
El periodo siguiente va a contar con otros apoyos y retos en el reconocimiento de los
territorios indígenas, no sin antes advertir, que la política de supresión de resguardos no
tenía marcha atrás.
3. Las organizaciones indígenas durante la República Liberal (1930-1946)
Este periodo, contará con un tratamiento distinto a la protesta social, el trabajo en el
campo, y la educación como estrategia eugenésica para lograr la incorporación de la
población indígena. Es así como la política de supresión de resguardos sigue su curso y
se emiten normas para dejar en el poder ejecutivo la posibilidad de declarar inexistentes
los resguardos; se crea además un ambiente académico propicio para discutir la cuestión
indígena a partir de la incorporación de instituciones que comprendieran el pasado y la
realidad de los nativos.
En la primera parte trataremos de forma general los aspectos más significativos de los
mandatos liberales, y cómo se presentó la institucionalización de las áreas encargadas
de dividir los resguardos; a continuación cómo fue comprendido en Colombia el
indigenismo y sus consecuencias a largo plazo y la creación del Partido Comunista, cuyo
vínculo marcó la diferencia entre líderes y por otro lado, se creó una plataforma política
donde el elemento indígena tuvo un escenario distinto.
Ante una mayor presión para dividir los resguardos, se ve reflejada una mayor acción por
parte de las comunidades indígenas, por una parte de resistencia ante la política de
desintegración de resguardos, cumpliéndose el plazo dado por la Ley 89 de 1890 para
realizar la división de los resguardos y por otro lado, acogerse a la división.
En este periodo se presenta con mayor fuerza tanto la influencia del Partido Comunista
para tener una plataforma de lucha nacional, evidenciada en organizaciones de
indígenas y campesinos, principalmente del suroccidente del país. En las
manifestaciones locales de la acción colectiva indígena, se exponen seis casos; los tres
primeros corresponden a las problemáticas de las llanuras del Caribe, los Cunas y
90 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
Quintín Lame en el Gran Resguardo de Ortega y Chaparral, cuya primera parte se
presentó en el capítulo anterior; el caso de San Antonio del Peñón, el cual tenía una
disputa semejante al del Resguardo de Santa Ana de Guazo, en el que contaban con una
organización distinta al cabildo; los indígenas Cunas en el proceso del reconocimiento del
resguardo de reciente creación y las acciones no públicas que adelantaran Quintín Lame
y los miembros de la comunidad del Gran Resguardo de Ortega y Chaparral; a
continuación se presentará la respuesta dada por el gobierno central a la división de
tierras comunales, que no eran resguardos para el caso de los Yanaconas, razón por la
cual fue tomada en una sección distinta; finalmente, se presenta el avance presentado en
el proceso de división de resguardos pertenecientes a los departamentos de Cauca y
Nariño, donde fueron declarados varios resguardos inexistentes.
3.1 La transición hacia la República Liberal
El país va a contar a finales de la década de 1920 con una serie de factores que dieron
paso al poder por parte del Partido Liberal; el incipiente proceso de industrialización se ve
afectado por el declive de los precios de los productos de EEUU y Europa y los obreros
retornaron al campo con un capital político diferente, cuestionando la validez de los
títulos y las condiciones de trabajo en las haciendas. La caída del mercado de valores en
1929 influyó en la culminación del periodo conocido como la Hegemonía Conservadora y
el consiguiente ascenso del Partido Liberal al poder (González González, 2014).
De este periodo, el mandato de Alfonso López Pumarejo, conocido como La Revolución
en Marcha (1934-1938) estableció propiedad como un derecho fundamental, pero con
una función social, se implantó la libertad de enseñanza y se proclamó el derecho al
trabajo; en este periodo se promulgó la Ley 200 de 1936, la cual estableció el
reconocimiento de la propiedad bajo un título. En contraste con el manejo dado por los
gobiernos conservadores a la protesta social, los mandatos liberales intentaron convertir
al Estado en un árbitro regulador de los conflictos sociales, creándose la Confederación
de Trabajadores de Colombia, con el propósito de reducir el campo al Partido Comunista
el cual había logrado la conformación de sindicatos.
Capítulo 3 91
Posteriormente, en el segundo mandato de López Pumarejo (1942-1945) los gremios
empresariales logran reducir la acción estatal, recibió un intento de golpe militar en Pasto
(1944) y se agudiza la división del Partido Liberal (González González, 2014). Con la
renuncia de López, Alberto Lleras Camargo asume el poder en julio de 1945 y la división
interna del partido liberal, abrió el camino para el regreso del conservatismo en la figura
de Mariano Ospina Pérez (1946-1950) quien intentó gobernar con el partido opositor. Por
el contrario, en el campo la pugna entre liberales y conservadores cada vez se hizo más
fuerte, agudizándose aún más como reacción al Bogotazo en abril de 1948 con el
asesinato de Jorge Eliécer Gaitán (Martz, 1969).
Durante la administración de los liberales en la presidencia, se promovió la participación
política popular, la movilización de masas, la organización del sindicalismo, se promueve
la calle como escenario de la participación política y se intenta consolidar la soberanía
del Estado y la autonomía de la educación frente a la Iglesia. En este periodo, la
educación se convierte en un pilar importante de la política social, fundándose la Escuela
Normal Superior (1936) y el Instituto Etnológico Nacional (1941). A diferencia del periodo
anterior, se fue estableciendo la idea de la educación como el factor transformador de la
sociedad, sin dejar atrás el discurso racial. De acuerdo con Díaz, la concepción de
modernidad pasa de una concepción evolutiva biológica, a una línea progresiva
sociopolítica, donde el “otro” se concibe como una masa inculta tradicional e ignorante de
las modernas técnicas de trabajo y de gobierno (2008).
El proyecto liberal buscó transformar la economía, conforme a la Convención Liberal de
1935, dependiente principalmente de la hacienda. Estas reformas no fueron bien
recibidas por los terratenientes, argumentando la defensa del sagrado derecho de
propiedad. La emisión de la Ley 200 de 1936, facilitó la entrega de baldíos, con la
condición de explotarlos en un plazo de cinco años, de lo contrario, retornarían al dominio
de la nación, plazo ampliado en cinco años más por efecto de la Ley 100 de 1944
(Arango, 2014).
92 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
3.1.1 Las dependencias encargadas de la parcelación de los resguardos
Durante varios años el asunto indígena estuvo en el orden de diferentes carteras.
Inicialmente bajo función del Ministerio de Gobierno desde 1923, le fue encargada la
función de protección de Indígenas y sus resguardos (Art. 20, Decreto 1704 de 1923).
Desde 1928, el Ministerio de Industrias y Trabajo, por disposición del Decreto 837 del 8
de mayo de 1928, la antigua sección 4ª fue denominada Departamento de Baldíos,
bosques nacionales y aguas de uso público, asociada al manejo de Resguardos.
Posteriormente, por el Decreto 769 de 1930 le fue incorporada la Oficina de Colonización
e Inmigración y en 1933, por el Decreto 1808 del 2 de noviembre de 1933, se le adscribió
a este Ministerio, todo lo relativo a resguardos de indígenas (Hernández, 1935) hasta
1937. Entre las memorias dirigidas al Congreso, se destacó como parte de la gestión, la
remisión de una circular dirigida a los Gobernadores, con el fin de conocer la aplicación
del artículo 41 de la Ley 89 de 1890, y la expedición del Decreto 406 del 2 de marzo de
1936, por el cual se asignaron extensiones de terrenos baldíos a comunidades indígenas
del Departamento de Nariño.
Lo relativo a resguardos de indígenas, pasaron del Ministerio de Industrias y Trabajo al
Ministerio de Agricultura y Comercio, al cual se le agregaron dos secciones con sus
respectivas funciones (Decreto 205, 1937), le fue incorporado el Departamento de
Intendencias y Comisarias que funcionaba en el Ministerio de Gobierno, así como la
Dirección General de Tierras, Aguas y Bosques, perteneciente al Ministerio de Industrias
y Trabajo, dependencia encargada de los resguardos.
Esta organización no duró por mucho tiempo, ya que en agosto de 1938 por la Ley 96,
fue creado el Ministerio de la Economía Nacional, resultado de la fusión entre los
Ministerios de Industria y Trabajo y el de Agricultura y Comercio (Ley 96, 1938).
Conforme a la memoria expuesta al Congreso, la idea de su creación se generó para
estimular la producción para satisfacer sus propias necesidades, en vez de atender los
vaivenes mundiales. En palabras del ministro sobre los indígenas “de esta última clase
iletrada y en desamparo, depende el futuro de prosperidad de toda nación” (López, 1940,
T.I:9), donde la producción y la industrialización sería la única posibilidad de brindar
economía. En Inzá, por ejemplo, se compraron terrenos y se fundaron granjas al servicio
Capítulo 3 93
de los indígenas de Tierradentro, lo cual se realizó en varios lugares del país. En su
organización interna, al Departamento de Tierras (y Bosques posteriormente), fue
dedicado exclusivamente el estudio de la situación jurídica de la propiedad; de ahí resultó
la estadística de los resguardos de indígenas, creándose además una comisión exclusiva
para dividir el resguardo de San Lorenzo, Caldas (López, 1940). En 1941, el ramo de
Resguardo de Indígenas fue trasladado de la Sección de Colonización, a la Sección de
Baldíos por el Decreto 234 del 31 de enero, orgánico de ese Departamento, en donde se
generaron los primeros consolidados de resguardos a nivel nacional, departamental y
municipal (Arango, 1942). El proceso que perseguía la comisión sería parcelar, o repeler
el estado irregular de la propiedad, cuya promesa anunciada, era el adelanto que se
daría en todo orden.
En 1947, el Ministerio de la Economía Nacional, fue transformado en el Ministerio de
Comercio e Industrias y al tiempo se creó el Ministerio de Agricultura y Ganadería (Ley
75, 1947), al cual fue trasladado el Departamento de Tierras y Colonización, elevándose
a la categoría de División (Ángel, 1951).
El Ministerio de la Economía Nacional a cargo de la parcelación de Resguardos
Publicada desde 1937 la Revista Tierras y Agua, fue el órgano de publicidad de los
Departamentos de Tierras y Aguas, perteneciente inicialmente al Ministerio de Agricultura
y Ganadería, y posteriormente al Ministerio de la Economía Nacional. Su publicación se
dio hasta el año 1948 aproximadamente, y ocasionalmente, en ella se registraba parte de
las respuestas emitidas ante la solicitud o rechazo a la política de resguardos por parte
de las poblaciones indígenas. Los números 63 y 64 correspondientes a marzo y abril de
1944 de esta publicación, fueron dedicados a la exposición sobre los resguardos, cuyo
número fue titulado “Problema Indígena en Colombia”. Por medio de esta publicación, se
difundieron los argumentos a favor de la parcelación de los resguardos, en especial de su
encargado Honorio Pérez Salazar, quien también dictaba conferencias en la Biblioteca
Nacional al respecto. En sus exposiciones se hacían afirmaciones como: “el estado de
postración física y mental de nuestros indios de resguardo”, para lo cual se requería “la
urgencia de buscar medios distintos a la institución del resguardo, que los libere de la
94 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
ominosa dependencia del Cabildo y de ciertos representantes de la Iglesia” (Pérez, sf.
:185)
Los ajustes a las Comisiones Divisoras de Terrenos de Resguardos Indígenas
Desde la expedición de la Ley 19 de 1927, se ordenó la división de Resguardos a través
de las Comisiones Partidoras, las cuales en su acción encontraron dificultades, como los
casos en que hallaban que los indígenas cultivaban una parte en tierra fría y otra en tierra
caliente, la identificación de los comuneros de los resguardos y la falta de registros de las
asignaciones hechas por el cabildo, como en el caso de Silvia, Cauca
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.2.4, f.70 -104r).
Posteriormente, esto fue modificado por el Decreto 1421 de 1940, en el cual el Ministerio
de la Economía al decretar la división de un resguardo, determinaría el plazo asignado
para la comisión repartidora; las dudas o dificultades sería resueltas por el Ministerio de
la Economía Nacional, quien actuaría con base a los “legítimos títulos y teniendo en la
mira, además, los fines económicos y sociales de la apropiación del suelo” (Arts. 4 - 8,
Decreto 1421, 1940) y determinaría si un resguardo podía seguir existiendo o no. Los
gastos, nombramientos y las sanciones del personal dependían del gobierno central,
contrario a la norma anterior, donde eran las gobernaciones de los departamentos; por
otra parte, se crearon Tribunales de Arbitramento, los cuales funcionarían donde lo
determinara la comisión.
El cambio más significativo, fue dejar a consideración del Ministerio de la Economía,
declarar la existencia o no de una comunidad, destacando su titular, la presencia de
personas que cultivaban zonas baldías o fundos en comunidad civil, usurpando una
condición racial y una categoría civil (López, 1940). Con esta norma se vieron altamente
impactados los departamentos de Nariño, Cauca y Caldas, ya que la liquidación y
parcelación de los resguardos estuvo enmarcada en la imposición de los principios
económicos liberales del librecambio, de la modernización y de la propiedad privada
sobre la tierra (Perugache, 2015).
Capítulo 3 95
Parte de los antecedentes de esta norma se gestaron a partir de la experiencia del primer
proceso de parcelación de resguardos desarrollado en la parcialidad de San Lorenzo, el
cual fue adelantado, según el despacho, por la solicitud de su Cabildo, a través del
Decreto 2454 de 1939, creándose una comisión cuya actividad se proyectaba para ser
concluida en 1941. Un primer balance de la situación de los resguardos lo realizarían los
encargados del Departamento de Tierras y Bosques del Ministerio de la Economía,
consolidando datos de números de resguardo por departamento, municipio y el área
total; del recuento hecho, se registraron 177 resguardos presentes principalmente en los
departamentos de Nariño y Cauca, con un total de 91000 personas (Roldán, 1941); en
este listado, no se reportaron resguardos referidos en este trabajo de los departamentos
de Bolívar ni Tolima, mientras que si se registraron los correspondientes a Acandí y
Turbo.
En 1943 el Ministro de la Economía Nacional, destacó que el problema de los resguardos
indígenas era de gran importancia, pero frente a la “población colombiana” era mínima su
proporción, estableciendo dos categorías: la población indígena no civilizada, y el indio
civilizado; en su exposición destacó que el labriego de origen indio que constituye “una
raza mestiza” a cuyo esfuerzo se debía la grandeza y prosperidad del país (Rivas, 1943).
La negación, o declaración de inexistente, como estrategia de despojo
Siendo facultado el Ministerio de la Economía Nacional para declarar inexistente un
resguardo, inició la extinción en los departamentos de Caldas, Cauca y Nariño,
desconociendo los títulos que presentaron las comunidades, donde las tierras fueron
consideradas baldías y los indígenas que las ocupaban fueron asimilados como colonos
a quienes se les podía reconocer sus cultivos o mejoras; anteriormente, la competencia
para definir la propiedad de las comunidades indígenas sobre sus tierras de Resguardo
estaba radicada en los jueces.
El inicio de las declaratorias de inexistencia para parcelar los resguardos correspondió en
el Departamento de Caldas, al Resguardo de San Lorenzo (Ministerio de la Economía,
Resolución 1, 1943) y con argumentos semejantes, se extinguieron cuatro resguardos del
Departamento del Cauca: Turmina, Tálaga, Guanacas y Cohetando
96 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//8.3.1 f. 131r.). El texto de la declaratoria de la inexistencia
del Resguardo de San Lorenzo, fue aplicado como plantilla en casi todas las resoluciones
de su tipo, señalando el resguardo como una prisión o límite infranqueable, para la
apertura de crédito y oportunidad de cambio de las comunidades para modernizarse,
como se refleja en el acto administrativo del Resguardo de Tálaga:
(…) Las instituciones oficiales de crédito que tanto han beneficiado a la clase
campesina capaz, podrán entonces sí entrar a la parcialidad de San Lorenzo-
encerrada hasta ahora dentro de la muralla china de la incapacidad- a ofrecerles a
sus miembros ayuda en dinero, herramientas implementos agrícolas y demás
elementos que le permitan al indígena cambiar sus groseros y primitivos
instrumentos de trabajo por otros más eficaces y modernos, con el consiguiente
alivio para su fatigosa brega (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//11.1.2, f. 124r )
Entre los considerandos de cada una de las Resoluciones emitidas, se reitera la facilidad
de asignar las tierras como si se tratara de colonos: “los indígenas que quedaran
automáticamente liberados del imperio de la Ley 89 de 1890”. La Ley 89 de 1890,
establecía cómo contrarrestar la pérdida de títulos originales, pero estos fueron
desconocidos por el Ministerio (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//11.1.2 f. 119 r y
CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//8.3.1 f 108 r-111r). Con esta estrategia fueron declarados
inexistentes los resguardos de Catambuco, Pandiaco y Tangua, del Departamento de
Nariño (Tamayo, 1945).
Ante las críticas sobre la parcelación de los resguardos, en especial sobre la adquisición
por latifundistas de las tierras y la inminente pérdida de las tierras para los indígenas, el
director del Departamento de Tierras Honorio Pérez Salazar, indicaba que su solución
estaba en el artículo 24 de la Ley 100 de 1944, donde lo adjudicado resultado de una
división, se constituía en patrimonio familiar inadjudicable e inembargable (Tamayo,
1945), siendo esta disposición, la manera de controlar la presión de quienes pretendían
adquirirlos y la solución por los que se oponían a la medida de liquidación (López, 1946,
T.I). No obstante, la declaratoria de patrimonio familiar, no impedía que se hicieran
efectivas sobre las parcelas, las obligaciones contractuales, ya que en el artículo 25 de la
misma Ley, se indica que ese patrimonio familiar se extinguía “cuando todos los
Capítulo 3 97
comuneros lleguen a la mayor edad”, lo cual constituía un plazo corto, en que estas
tierras podrían hacer parte del mercado.
3.2 La institucionalización de la “cuestión indígena”
Dos elementos se incluyen en esta sección sobre el tratamiento de la problemática de lo
indígena a nivel americano, lo cual tuvo repercusiones a nivel nacional, desde una
perspectiva un poco más académica: la creación del Instituto Indigenista Colombiano y la
versión local de la corriente del Indigenismo.
3.2.1 Primer Congreso Indigenista de Pátzcuaro, (México 1940) y creación del Instituto Indigenista Colombiano
El desarrollo de este Congreso, tuvo repercusiones tanto inmediatas como tardías en el
país, en la definición de la política indigenista. Resultado de este primer congreso fue la
conformación del Instituto Indigenista Interamericano (1940) con sede en México. Para
este Instituto, la problemática indígena no estaba lejos de una comprensión cercana al
campesinado, promoviendo una campaña continental que cubriera estos dos grupos,
como defensa de la vitalidad de los pueblos autóctonos del hemisferio americano. A partir
del desarrollo del congreso en Pátzcuaro, se crearon diferentes Institutos en el continente
americano; para 1944, el Instituto Indigenista del Ecuador, se pronunció frente al caso de
la división de las parcialidades de Tierradentro, en el que dirige una comunicación al
gobierno de Colombia exponiendo los perjuicios de la división de resguardos ya que
significaba la destrucción de las comunidades indígenas por la ruptura del nexo
asociativo con la tierra comunal (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.2.4, f.67r).
La idea de la semejanza entre los campesinos y los indígenas era compartida por
Institutos Indigenistas (Troyan, 2008) y por académicos al considerar que al haber
perdido su lengua aborigen se confundían con la población rural mestiza (Fajardo, 1979
en DANE 2007). En los registros oficiales se tenían criterios distintos; mientras que en el
Tolima, se tomaba como indígena a los registrados en los padrones, cuya certificación
era expedida por el Presidente del Cabildo, en la Gobernación de Caldas, se definían
98 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
como individuos que compartieran creencias, idioma, costumbres y que poseyeran
territorio no interrumpido por propiedad particular (Correa, 1992).
El Instituto Indigenista de Colombia desde 1943 reunió a los miembros del Instituto
Etnológico Nacional, y a otros intelectuales, quienes mantenían una postura crítica del
gobierno sobre la política de división de resguardos; a través de éste, Antonio García y
Hernández de Alba en comunicación al Ministerio de la Economía en 1944, pedían
acciones que garantizaran la incorporación de los indígenas, donde las tierras colectivas
hacían parte del cooperativismo tradicional; sin embargo, compartían la concepción del
indígena como un ser ignorante, explicado por el abandono, desencadenando el abuso
de blancos y mestizos, autoridades y civiles, y no por el hecho de vivir en comunidad
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1, f.208r y 209r).
Posteriormente, el Instituto Indigenista de Colombia en 1958 es vinculado a la
administración pública (Art.. 11, Ley 81 de 1958), resultado de las recomendaciones de
aquel Primer Congreso Indigenista de Pátzcuaro realizado en 1940, con el objetivo de
mejorar las condiciones de vida y reivindicar el derecho frente a la tierra.
3.2.2 La visión del indígena desde la perspectiva de los funcionarios del Ministerio de la Economía Nacional
Conforme con el desmonte de la economía de antaño, desde la Convención Liberal de
1935 se buscó dividir latifundios de terratenientes y resguardos indígenas, siendo estos
últimos considerados una herencia colonial que limitaba a los miembros de la comunidad
y las regiones al limitar el uso de la tierra. Además de la división, el gobierno liberal
incluyó la comisión de especialistas para transformar la situación. En el caso particular
del Departamento del Cauca, en 1939 fue enviado por el Ministerio de la Economía
Nacional al abogado Adolfo Romero quien concluiría que los indígenas se encontraban al
mismo nivel de los campesinos, siendo el régimen comunitario desastroso, inconveniente
para el progreso y foco de permanente de agitaciones campesinas
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1, f. 52-59r).
Capítulo 3 99
El informe de la comisión se acompaña de apreciaciones racistas sobre los indígenas
como “raza indolente, rutinaria y desprovista de toda iniciativa”
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1, f. 59r), cuya única solución era la propiedad
individual. En los años siguientes, si bien se reconocieron características socioculturales
diferenciadoras entre campesinos e indígenas, éstas se describían en términos
despectivos y problemáticos. En una visita realizada en 1943 el funcionario Víctor
Gutiérrez Velásquez como Abogado de islas y Resguardos de Indígenas, refirió a las
costumbres de indígenas como un asunto poco práctico imposibles de revivir y “sin que
por ello vinieran a obtener ventaja ninguna apreciable sus miembros”
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1, f.131r), donde el nivel cultural de la población
aborigen equivalía a la de los “campesinos ignorantes”, quienes vivían bajo el mismo
régimen civil de los demás ciudadanos (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1, f. 105r-
106r).
Gutiérrez, equiparó el resguardo, a una comunidad “ligados por identidad de creencias,
lengua, tradiciones, costumbres, etc. que posee en propiedad una porción de terreno
más o menos extensa y continua, cuyo régimen jurídico y administrativo se regula por
disposiciones especiales” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1, f 102r). A pesar de la
imprecisión al definir resguardo como una comunidad, y no como un tipo de propiedad
proveniente desde la colonia, se destaca la focalización sobre algunos aspectos
culturales que vinculan a los individuos que conforman la comunidad. Su solución se
seguía planteando a través de la parcelación y su incorporación a la economía nacional
“a una vida de adelanto material y social, en la cual podrían aprovechar todo el acervo de
conocimientos, riquezas y comodidades que la humanidad ha conquistado en su lucha
continua por progresar” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1, f.131r).
Para declarar la existencia de una comunidad indígena, Víctor Gutiérrez manifestó la
necesidad de que el Ministerio de la Economía lo realizara, al considerar que algunas
veces esa “usurpaba una condición racial y una supuesta categoría civil”
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1, f 109 y 110r) a partir de su experiencia en
Tierradentro, donde aún los pobladores hablaban una lengua distinta, conforme a su
observación (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1, f.131-137r).
100 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
Junto a la constante afirmación sobre la necesidad de parcelar los resguardos, otra de
las estrategias propuestas por los funcionarios para crear iniciativas de “progreso”, fue
comparar las diferencias existentes con otras regiones, lo que los llevó a definir la
propuesta de apertura de zonas colonizables dentro de los resguardos para lograr así la
inmigración de elementos de raza blanca, “que poco a poco iría haciendo desaparecer el
origen primitivo indígena” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1, f 156r). Los principales
referentes sobre las bondades de ese campesinado blanco eran departamentos de
Caldas, Antioquia y Santander, donde hubo presencia afluencia de sangre, en mayor
parte española, “donde el campesino es casi blanco” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-
3//2.4.1, f .148r). Es así como permanece la estrategia vía el mestizaje, para suprimir el
elemento indígena.
3.2.3 Indigenismo en Colombia
A partir de 1930, en Latinoamérica se propuso la integración de los grupos indígenas en
el proyecto de la construcción de una identidad nacional donde los grupos prehispánicos
se interpretaron como grandes civilizaciones antiguas, lo que fue conocido como el
Indigenismo (Botero, 2006; Favré, 2007). Sus manifestaciones se expresaron a través de
la literatura, las artes plásticas y el impulso al desarrollo de expediciones arqueológicas y
etnográficas, creando en 1941 el Instituto Etnológico Nacional contando con la asesoría
del Dr. Paul Rivet (director exiliado del Musée de l'Homme en París).
Otra faceta, fue el indigenismo político cuya discusión principal fue la tenencia de la tierra
desde diferentes afiliaciones políticas; por ejemplo, en el Periódico Tierra, vocero del
Partido Comunista, líderes indígenas tuvieron aparición, manifestando su oposición a la
política de división de resguardos. Posición semejante sostenían algunos académicos
como el economista Antonio García quien combinó sus estudios sobre las comunidades
indígenas, colaboró con la fundación de la Liga de Campesinos del Cauca, quien sería
apresado varias veces; Juan Friede también ha sido considerado un indigenista, cuyo
argumento contra la disolución de resguardos lo sostenía a través de la naturalización del
vínculo con la tierra en los indígenas, siendo lo único que les permitía preservar su
identidad (Troyan, 2008).
Capítulo 3 101
A favor de la división de los resguardos se encontraba el funcionario Honorio Pérez
Salazar quien estuviera a cargo del Departamento de Tierras y Aguas del Ministerio de la
Economía Nacional, cuya postura influyó en varias decisiones sobre tenencia de la tierra.
Por medio de la publicación Revista Tierras y Aguas, se exponían posturas cuestionando
las posturas de los indigenistas como Antonio García, con afirmaciones cargadas de
argumentos racistas, donde los indígenas serán los mismos de ayer y que por su
ignorancia perpetuaban al “indígena del imperio del instinto”; en su interpretación, los
indigenistas querían “resucitar legendarias tradiciones” sin reflexionar las ventajas de la
incorporación y asimilación a la vida civilizada para aprovechar los logros de la
humanidad (Gutiérrez, 1944:60-61).
3.3 Creación del Partido Comunista
La participación indígena en la década de 1920 en el Partido Socialista Revolucionario
permitió desarrollar esfuerzos organizativos en la movilización campesina e indígena. En
1930, el ala más radical se consolidó como Partido Comunista el cual se dedicó a apoyar
principalmente a los arrendatarios que luchaban por las condiciones de sus contratos y a
los indígenas en la recuperación de sus tierras comunales (González González, 2014). A
diferencia de la estrategia del Partido Conservador, en el gobierno de Olaya Herrera
contrarrestó la influencia comunista autorizando la sindicalización de los trabajadores
urbanos y rurales ligados al Partido Liberal, generándose a su vez agrupaciones de estas
organizaciones con diferentes enfoques como la Unión Nacional Izquierdista
Revolucionaria (Unir), el Partido Agrario Nacional (PAN), y posteriormente, las Ligas
Agrarias de la Casa Liberal.
En las filas del Partido Comunista continuaron participando indígenas como José
Gonzalo Sánchez, César Niño de la Sierra Nevada de Santa Marta y Eutiquio Timoté
quien fuera el candidato para la contienda presidencial de 1934. A pesar de la
continuidad de la lucha indígena al interior de este partido, en 1938 reconocen durante el
III Congreso del Trabajo realizado en Cali, el poco avance en la problemática de
recuperación de tierras (Villanueva, 1993).
102 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
La permanencia de José Gonzalo Sánchez y Eutiquio Timoté en las filas del Partido
Comunista, significó la diferencia y separación entre estos líderes y Manuel Quintín
Lame.
3.4 Manifestaciones nacionales de acción colectiva indígena
En este periodo, las acciones indígenas estuvieron asociadas a las luchas agrarias
desarrolladas en el campo, guiadas y promovidas desde la década de 1920 por el Partido
Socialista Revolucionario, y posteriormente, por el Partido Comunista y la captación
realizada por el Partido Liberal de estas manifestaciones de descontento agrario. En el
campo se encontraban diferentes tipos de relaciones de producción, donde se
encontraban colonos, arrendatarios, trabajadores agrícolas, peones e indígenas, quienes
disputaban el acceso a la tierra, o de estos últimos, el reconocimiento de sus resguardos,
con terratenientes, los cuales muchas veces no poseían títulos legales de sus
posesiones.
Entre las primeras organizaciones campesinas e indígenas que se generaron a partir de
la segunda década del siglo XX, correspondieron a los reductos indígenas y trabajadores
de plantaciones de banano, de café y en zonas de frontera agrícola (Sánchez, 1977).
3.4.1 La influencia del Partido Comunista en la movilización social indígena
A diferencia de las luchas de los años veinte, las cuales correspondían más a
manifestaciones espontáneas, posteriormente, se fue generando una lucha organizada
(Sánchez, 1977), en parte influenciada por el Partido Comunista, corporación, que
postuló al indígena Eutiquio Timoté como candidato presidencial en 1934. Las críticas de
la prensa no se hicieron esperar, al considerarlo un “anónimo” generando poco impacto a
su contendor, comparando la situación con el pasaje del Quijote al ser desafiado por el
Caballero del Bosque (“Eutiquio Timoté”. El Tiempo 1934, 7 de enero) y una crónica en
verso de Federico Rivas Aldana Fray Lejón haciendo ironía de su apoyo a Timoté (El
Tiempo, 1934, 18 de enero). En las urnas frente a Alfonso López, Timoté obtuvo apenas
Capítulo 3 103
el 0,5% de los votos a favor de López en una contienda donde no participó el Partido
Conservador, argumentando falta de garantías.
El vínculo con el Partido Comunista, se junta a la lucha del campesinado y obrera, de la
mano de José Gonzalo Sánchez y Dimas Luna. Lame buscó otros rumbos a partir de la
creación del Partido Comunista. A su vez el gobierno expidió la Ley 83 de 1931 con la
que propuso organizar los sindicatos para realizar una transición entre las demandas de
diferentes sectores económicos, entre esos el agro, por un medio controlado por el
estado, no sin antes reconocer, que antes de esta Ley ya había formación de Ligas
Campesinas cercanas al Partido Comunista, el cual incluía una línea de acción destinada
a la región del Cauca (Sánchez, 1977).
Otro espacio significativo de construcción de lucha por los territorios con el Partido
Comunista fue el desarrollo del III Congreso del Trabajo (1938) realizado en Cali, evento
que contó con la participación de José Gonzalo Sánchez, Eutiquio Timoté y el indígena
arhuaco César Niño. En el periódico Tierra, se recogieron algunas expresiones propias
de las propuestas de estos líderes; Niño destacaba las necesidades de los diferentes
grupos que habitan la Sierra Nevada de Santa Marta, la necesidad de las vías de
comunicación para salir a los mercados, la organización de escuelas propias, los
resguardos y especialmente la abolición de orfelinatos manejados por los Capuchinos
(Villanueva, 1993).
La situación en la Sierra, además de la presión de los colonos, era la injerencia de los
misioneros, razón por la cual se generó la Liga Campesina Indígena de la Sierra Nevada,
reconociendo que era el Partido, el defensor de las reivindicaciones indígenas y “nuestra
autodeterminación de la nacionalidad indígena” (Villanueva, 1993:174). Conforme a lo
afirmado por Niño, la autodeterminación era el propósito de su lucha, aún al interior del
Partido. Presencia de otras ligas en la misma región, corresponde a la Liga indígena de
la Unión de Trabajadores del Magdalena, formada en 1926 en Simonarúa (Las Cuevas)
(Schlegelberger, 1995).
En marco del este Congreso, fue presentada La Plataforma de Lucha en pro de las
masas indígenas de Colombia, de José Gonzalo Sánchez, la cual constaba de 14 puntos,
donde el tema más persistente fue la derogatoria de leyes que propendían por la división
104 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
o venta de resguardos, creación de nuevos resguardos, nulidad de ventas e imposición
de multas a quienes pretendieron realizarlo, recuperación de todos los resguardos
suprimidos desde que fueron objeto de su liquidación, y explotar de manera individual o
colectivo las riquezas minerales presentes en sus territorios para su propio beneficio. La
educación, estaba incluida en la plataforma de lucha, solicitando la creación de una
Sección Indígena en el Ministerio de Educación sin injerencia de las misiones católicas,
el estudio por una comisión oficial del registro y enseñanza de las lenguas indígenas, y
organización de escuelas en los resguardos, centros culturales, así como la lucha por la
higiene y ayuda médica para indígenas y campesinos (Villanueva, 1993).
En La Plataforma de Lucha, se pedía imposición de multas a quienes perturbaran la
elección de los cabildos con fines partidistas, la designación de un tesorero y un
secretario por cada resguardo; por otra parte, se pedía reconocimiento para el Cabildo
Indígena del Tolima y su figura de Gobernador. Los tres temas restantes en la Plataforma
referían a la abolición del trabajo gratuito que no fuera para beneficio propio o de su
organización, la posibilidad de tomar préstamos de manera individual o colectiva a la
Caja de Crédito Agrario Industrial y Minero, y libertad para presos políticos, obreros,
campesinos e indígenas (Villanueva, 1993).
La participación del indígena arhuaco César Niño, no se ubica en una condición de ser
inferior, sino como representante de un grupo que aporta al país en un sentido de
“solidaridad en la lucha por una Colombia mejor” (Villanueva, 1993: 174). Así mismo
expone para el periódico una reafirmación de sus valores culturales de su tradición y su
religión, llamándole naturalista. Por otra parte, conforme a la situación de la época,
identificaba el fascismo como heredero de los encomenderos, al desconocer los
derechos de los pueblos débiles (Villanueva, 1993:179). Poseía una visión integradora
sobre lo indígena, al interpretar la situación del pueblo de Atánquez, como la de los
indígenas del Tolima y de gran parte del Cauca, quienes se encontraban asimilados por
la civilización blanca y habían perdido su lengua y “la mayor parte de sus peculiaridades
nacionales” (Villanueva, 1993: 176).
Capítulo 3 105
3.4.2 Federación Nacional Campesina e Indígena
A partir de las fuentes revisadas, es difícil comprender el vínculo entre esta corporación y
una posible antecesora como fue la inicialmente denominada Federación Indígena del
Cauca (1938-1945?), de la cual se tiene noticia, fue formada en Campo Alegre, Totoró
(Cauca) el 8 de agosto de 1938, la cual será abordada en la sección correspondiente a
las manifestaciones locales de los actores indígenas en el Departamento del Cauca.
Conforme a lo indicado en el membrete de sus comunicaciones como se observa en la
Figura 3-1, el comité de esta Federación fue nombrado en la Primera Convención
Nacional Campesina e Indígena realizado en octubre 12 de 1942. Sus oficinas se
encontraban ubicadas en el centro de Bogotá, y había adquirido personería jurídica en
1944.
Figura 3-1 Fragmento de membrete de oficio de la Federación Nacional Campesina e
Indígena
Fuente: CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//11.1.2 f. 133r
En 1946, a través de la Federación del Cauca21, Sánchez manifiesta su respaldo al
Presidente López ante el golpe fallido en Pasto; aprovecha para solicitar extender el
plazo para realizar la división de los resguardos y ampliar la vigencia del Decreto Ley
1778 de 1944, para suspender los lanzamientos en el campo hasta el fin de la guerra
mundial. En su escrito reitera la lucha contra el nazi-fascismo y el respaldo a la
democracia, siendo los indígenas “las masas más avanzadas de la población”
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1, f.235).
21 No ha sido posible determinar si los dos nombres Federación Nacional Indígena y Federación
Departamental Indígena y Campesina de Cauca, refieren a la misma organización, o por el contrario, fue la transformación del grupo original
106 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
La dinámica internacional y nacional era traducida en las prácticas locales, donde una
garantía de la democracia, se traducía en luchar contra los focos reaccionarios pro-nazis
(mundial) y los golpes de estado (nacional) godo falangistas; señaló como obstáculo la
intervención de religiosos y tinterillos para que los indígenas adquirieran conciencia de
clase. En particular sobre los resguardos, pedía la suspensión de la división y asistencia
en la producción agrícola a través de semillas, herramientas, abonos, cooperativas y
crédito a largo plazo. Un aspecto muy importante de la propuesta hecha por Gonzalo
Sánchez, fue proponer la transformación de los cabildos por medio de la constitución de
ligas indígenas en cada resguardo, las cuales darían los lineamientos en su
administración y producción económica (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1, f.235).
Al iniciar la declaratoria de inexistencia de algunos resguardos, la Federación inició
acciones; el presidente del Comité Ejecutivo de la Federación Víctor Merchán en 1945
solicitó copias al Ministro de Economía de la declaratoria de inexistencia con el fin de
resolver inquietudes (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1, f. 235v) sin que se conozca la
respuesta brindada por el Ministerio. También expuso denuncia ante el Ministerio de la
Economía sobre la usurpación de tierras pertenecientes al resguardo de Ortega y
Chaparral, pidiendo un delegado para suspender el lanzamiento
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.1.2, f. 142-143).
Esta Federación también logró ser convocada en el desarrollo del Decreto 2873 de 1945,
“Por el cual se promulga el modelo de contrato presuntivo de aparcería”, en la cual
también participó la Sociedad de Agricultores y la Federación de Cafeteros
(Considerandos, Decreto 2873 de 1945), pero en particular sobre la lucha contra la
división de resguardos no fueron evidenciados a través de las fuentes revisadas.
3.5 Las manifestaciones locales de los actores indígenas
Este periodo fue dinámico en término de participación indígena a través de los vínculos
con los partidos políticos; no obstante, las dinámicas locales contaron con velocidades
distintas frente a los procesos desarrollados con anterioridad, o llegaron a su letargo.
Capítulo 3 107
Como fue mencionado anteriormente, en este capítulo nos referiremos a seis casos, tres
de ellos fueron tratados en el capítulo anterior y su ubicación aproximada se registra en
la siguiente imagen Figura 3-2.
Figura 3-2 Ubicación espacial de los casos abordados en el capítulo 3
Fuente: Elaborado a partir de Google Maps © 2020 Google. INEGI
108 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
3.5.1 Indígenas de las Llanuras del Caribe - San Antonio del Peñón
En la sección anterior, sobre esta región se expuso el caso del Resguardo de Santa Ana
de Guazo, y por la disponibilidad de documentos, se expone a continuación el
correspondiente al resguardo de San Antonio del Peñón referenciado en documentos
históricos desde la segunda mitad del siglo XVIII, a cuyo deslinde y amojonamiento se
opusieron los nativos (González Luna, 1981). Este resguardo incluía la isla de Papayal, la
cual se encontraba entre la jurisdicción del Distrito de San Martín de Loba y Bodega
Central, junto al cauce del Río Magdalena, cuya dinámica se expone y sintetiza en la
Tabla 3-1
Tabla 3-1 Resumen Indígenas del Caribe - San Antonio del Peñón
Año 1930-1940
Características
• Resguardos con un reducido número de pobladores
• Parte de la tierra se encontraba arrendada a vecinos
• Linderos coincidían con el predio conocido como Tierras de Loma
• Se hallaban constituidos en Junta de Resguardo, contrario a la Ley 89 de 1890’, que estableció la figura
Las oportunidades políticas y constricciones
Oportunidades Políticas
• A diferencia de la mayoría de los grupos indígenas de la época, poseían los títulos de los resguardos
• Normatividad favorable a nivel departamental, lo cual les permitía cobrar impuesto de catastro y semovientes
• Miembros de la Junta poseían gran conocimiento de la ley
Constricciones
• Grupos de vecinos que se encontraban de arrendatarios en secciones del territorio, interpusieron recursos para que se declara extinto el resguardo y para negar personería jurídica a organización de la Junta
• Señalamientos de malhechores y usurpadores de la categoría de indígena por parte de autoridades locales
Las estructuras de movilización
• Junta de Resguardos de Indígenas El Peñón (¿1922-1939)
• Cabildo del Resguardo de Indígenas de El Peñón (1940- )
Procesos enmarcadores
• Se encuentran referencias de cómo se buscó negar su indigeneidad y fueron señalados como malhechores y comunistas, percepciones que eran divulgadas a través de impresos que circulaban en la región y al gobierno central
Oportunidades políticas y las Constricciones
La definición de los linderos, así como su naturaleza jurídica, fue un elemento
problemático en el reconocimiento sobre el resguardo. Conforme a la descripción de los
documentos de archivo, el resguardo de San Antonio del Peñón fue adjudicado a finales
Capítulo 3 109
del periodo colonial, el cual no fue deslindado, y parte del terreno coincidía con un predio
conocido como Tierras de Loba, el cual fue adquirido posteriormente por la empresa
American Colombian Corporation. La empresa basaba su propiedad en títulos de 1637,
comprobando su posesión mediante declaraciones ante un juzgado de Mompóx. Por su
parte, ante las demandas hechas por el representante de la empresa, el Estado mantenía
que éste correspondía a un bien de la nación, ya que según el Código Fiscal de la época,
al estar la Isla de Papayal ubicada en los ríos navegables por buques de más de ciento
cincuenta toneladas, se consideraban propiedad de la Nación, y para su explotación se
firmó un contrato de arrendamiento de bosques nacionales en 1920 con el General
Daniel Vila situados en esa Isla (Consejo de Estado, Sentencia, 1923).
Frente a estas tres posibilidades jurídicas, de ser un resguardo de origen colonial, de
hacer parte de merced de tierra a un bien de la nación, se sumaba además las disputas
frente a los pequeños arrendatarios de la Isla de Papayal quienes pagaban arriendo a los
miembros del resguardo. Esta situación llevó a revisar los títulos de resguardo y la
indigeneidad de sus comuneros; las Tierras de Loba e Isla de Papayal estuvieron en
constante disputa no sólo entre la Junta o Pequeño Cabildo del Resguardo de San
Antonio del Peñón y la compañía, sino que además contó con la disputa de los colonos
organizados desde 1914 en Juntas de defensa territorial, y las concesiones a terceros
particulares. Ante los cobros exigidos por la Junta del Resguardo, en 1931 los vecinos
solicitaron aclaración al Ministro de Industrias, si la Isla de Papayal correspondía o no a
un resguardo de indígenas (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1, f.16r). Finalmente, la
compañía se retiró definitivamente en 1949 cuando hicieron las ventas parciales de su
terreno (Fals, 1984).
Las Estructuras de Movilización
La pesquisa adelantada por el Ministerio de Agricultura y Comercio en 1922, fue
adelantada por pequeños arrendatarios ante el cobro hecho por la explotación de
bosques Naturales (CO.AGN.SR/MINFOM-DEP-BALDIOS: SR.59. T 185, f. 159-162),
quienes consideraban que eran tierras comunales y de uso público
(CO.AGN.SR/MINFOM-DEP-BALDIOS: SR.59, T. 185, f. 202), identificando allí, que el
Resguardo era representado por una Junta.
Junta del Resguardo de Indígenas de San Antonio del Peñón
110 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
Figura 3-3 Junta de Resguardos de Indígenas El Peñón. Sello de oficio remitido al
Alcalde Municipal del Distrito de Bodega Central
Fuente: CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1 f. 2
En 1931, el Personero de la Junta de Representante del Resguardo de Indígenas dio
aviso al Alcalde Municipal de Bodega Central, la realización de un recorrido con el fin de
cobrar los impuestos de catastro y semovientes. Sr Alcalde Municipal del Distrito de
Bodega Central, así como de los nombramientos de Subjuntas en Río viejo, Regidor, San
Antonio, etc., exigiendo del alcalde “nos dé todas las garantías necesarias para mis
representados, así lo exige de Sr. Ministro de Gobierno y no tuvo inconveniente en
concederla” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1, f. 2r y v). Es así como en 1931, se
infiere que este resguardo no estaba organizado alrededor de un cabildo, y estaba
organizado por una Junta de Resguardo Figura 3-3, la cual estaba conformada por una
serie de Subjuntas y en su composición interna se encontraba una personería.
Esta Junta contaba además con Personería Jurídica, cuya existencia estaba respaldada
en actos administrativos aprobados por la Gobernación del Departamento de Bolívar y
por copia de los títulos autenticados del Archivo Nacional, con autorización del Ministerio
de Gobierno, y protocolizados conforme a la Ley 89 de 1890 en escritura pública No. 152
en la Notaría del Circuito de Mompox” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1, f. 5r y v).
Copia de estos documentos fueron remitidos al Ministerio de Industrias en 1931 por parte
de la Junta, conforme al Artículo 20 del Decreto Ejecutivo Número 150 del 28 de enero
Capítulo 3 111
de 1928 referido a la revisión de títulos de propiedad otorgados antes de 1874 con el fin
de ser tenidos en cuenta para la explotación de hidrocarburos y arrendamientos
realizados en el lugar, y la presentación de títulos en áreas de explotación petrolera
determinada por la Ley 84 de 1927 (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1, f.11r). El
Ministro de Industrias Francisco José Chaux negó la solicitud, argumentando que no se
demostró la existencia del resguardo, ni el carácter de Presidente de la Junta,
desconoció el poder del doctor Alberto Zuleta Ángel para representar el resguardo
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1, f.29r -30v) y los documentos no fueron devueltos
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1, f.32v).
El fundamento del Ministerio de Industrias para desconocer el resguardo, se sustentaba
en la información suministrada por el Alcalde de Mompox y el Gobernador de Bolívar,
quienes no reconocían la existencia del resguardo, ya que no se gobernaban con cabildo
conforme a la Ley 89, sino por medio de la Junta (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1,
f.25r).
La personería jurídica de la Junta también tuvo riesgo de continuidad, ya que los vecinos
solicitaron su retiro en 1927, al señalar a sus miembros de realizar ataques a mano
armada, petición que fue rechazada. El objetivo registrado en la constitución de la Junta
correspondía a colectar dinero entre los habitantes de la Isla de Papayal y los vecinos del
Corregimiento de El Peñón, para nombrar una persona encargada de conseguir el título
del Resguardo (Resolución 2 sobre personería jurídica, enero 11 de 1927 en Diario
Oficial 20397).
Diez años después, la resolución fue revocada por la Resolución Ejecutiva No. 44 de
1937 argumentando que la Junta Colectiva del Resguardo de Indígenas de San Antonio
de El Peñón, así como la de Jegua, eran un estorbo para la administración, ya que sus
actuaciones no se ajustaban a los fines de su creación y que cometían actos de
insubordinación contra las autoridades legítimas, conforme a la información dada por el
alcalde de San Martín de Loba y el gobernador de Bolívar (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-
3//13.3.5 f. 191r).
Cabildo Indígena de San Antonio del Peñón
112 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
Ante el retiro de la Personería Jurídica, la Junta comenzó a designarse como Pequeño
Cabildo del Resguardo de Indígenas de San Antonio del Peñón, siendo su presidente
Juan de Dios Jaraba (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1, f. 40 y 41) en reemplazo de la
junta como se observa, entre otras cosas en el sello con el cual remitían sus
comunicaciones, detalles incluidos en la Figura 3-4. En la averiguación realizada por el
Ministerio de la Economía Nacional en 1939 al alcalde de San Martín de Loba, se
constató que en la alcaldía reposaban los libros de actas de las sesiones de cabildo, el
libro de resoluciones para distribución de terrenos del resguardo entre los comuneros, el
censo de la parcialidad por familias, el copiador de “oficios y despachos relacionados con
la defensa y guarda de los derechos de la Parcialidad”, tesorería, y un tomo en el que se
incluía el título de propiedad protocolizado en la Notaría de Mompox, el cual fue tomado
del Archivo Nacional (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1, f.50r). Por su parte el
Personero Municipal de San Martín de Loba advierte al Ministro de Gobierno y al
Procurador General de la Nación que el deslinde de las tierras del resguardo no se había
realizado (CO. AGC. 60A.30.2.1.1, f.44r, 45r).
Figura 3-4 Sellos usados por los miembros del Resguardo de Indígenas del Peñón en oficios
Sello del Resguardo de Indígenas en oficio de 1940.
Fíjese el ocultamiento de la Palabra Junta de
anteriores sellos
Sello del oficio emitido el 12 de noviembre 12 de
1941
Fuente: CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1, f.60r y f.93r, respectivamente
En 1940 el presidente del cabildo Juan de Dios Jarava, pide al Ministerio de la Economía
la presencia de un visitador de la Sección de Colonización para pedir la nulidad de
ventas, hipotecas u otra serie de contratos (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1, f. 62r y
63r). Ante la información solicitada por el Ministerio, informa la remisión de las escrituras
protocolizadas en notaría, el censo con el registro de 446 personas en 70 familias, la
Capítulo 3 113
relación de 25 personas de “raza extraña a la indígena” con posesiones en el resguardo
desde 1901, y la denuncia del castigo impuesto por el alcalde de San Martín al colocarle
en el cepo (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1, f. 78r-81r). Las notas manuscritas sobre
los documentos indican que los papeles adjuntos al oficio dirigido por el pequeño cabildo
no fueron enviados, por decisión del alcalde de San Martín de Loba quien accedió a la
sugerencia hecha por los notarios de Mompox y el Banco, afirmando que los datos eran
inexactos y que varias personas allí registradas provenían de diferentes lugares,
pretendiendo ampararse en la denominación de indígena para no contribuir los impuestos
municipales (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1, f.82-88r).
Tener unos títulos de resguardo tampoco y organizarse alrededor de la figura del cabildo,
no impidió que fueran desconocidos por las autoridades locales, ya que el alcalde de San
Martín de Loba, se negaba en dar posesión al pequeño cabildo Indígena
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1, f.84r y 85r) y en 1940 el gobernador de Bolívar pidió
se declarara extinta la Parcialidad de indígenas de San Antonio del Peñón, ante Juez del
Circuito conforme a la Ley 104 de 1919. No obstante, el cabildo continuaba haciendo
cobro de arriendo a los vecinos que explotaban los bosques de la Isla de Papayal e
interponían recursos para oponerse a la entrega de un baldío identificado como García
Peña, al no tener el Ministerio potestad para decidir sobre el pleito entre la comunidad y
la Compañía American Colombian Corporation, conforme al Art. 1521 del Código Civil
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1, f. 97v-99r).
A diferencia de otros casos, donde se desconocen las normas que aplican, Juan de Dios
Jaraba presidente del Cabildo, conocía de la legislación de baldíos y determinaciones
sobre el cobro de impuestos, respaldado por una autorización dada por el gobierno local,
la protocolización de los títulos, y el manejo del código civil para restringir la entrega de
un baldío.
Los Procesos Enmarcadores
Como fue expuesto en líneas anteriores, una de las estrategias para desconocer los
derechos de los indígenas sobre el territorio, a pesar de que contaban con los títulos
protocolizados, fue desconocer su forma de organización inicialmente, acusarlos de
malhechores y finalmente cuestionar la indigeneidad. En este proceso, los oficios fueron
escritos o firmados por Juan de Dios Jaraba, los cuales referían principalmente a las
114 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
leyes en que se sustentaba su derecho. No hay mención sobre el pasado como en los
casos vistos anteriormente, ya que emplearon las herramientas legales de la época, para
hacer reconocer el resguardo, cobrar a arrendatarios el catastro y semovientes y detener
la asignación de supuestos baldíos.
En estos documentos, se evidenciaron principalmente los argumentos esgrimidos por los
lugareños y por las autoridades locales para negar su derecho, basándose
principalmente en cuestionar la indigeneidad.
La negación de la indigeneidad
En los argumentos expuestos por los vecinos se encuentran varios elementos cargados
de racismo, en especial señalando que los miembros del resguardo correspondían a
gente civilizada. Con el fin de que le fuera retirada la personería jurídica a la Junta, los
vecinos afirmaron que su conformación era irregular puesto que allí las familias indígenas
no existían y que allí habitaba “gente civilizada de las distintas razas que forma la gran
familia colombiana y que mora no en las selvas sino en las poblaciones”
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1, f. 14-15). Pedían además se declarara su extinción
al estar compuesta por menos de treinta familias, conforme a la Ley 104 de 1919.
Su postura no sólo se quedó en un oficio ante la Procuraduría, sino que pusieron a
circular en junio de 1931 un impreso titulado “La llamada PARCIALIDAD de Indígenas de
El Peñón ES DEL ESTADO”, el cual se presenta en la Figura 3-5. Negaba además la
existencia de los indígenas con una estrategia metafórica, donde al haber llamado el
político liberal Luis E. Nieto Caballero al Río Magdalena como el Padre de la Patria, ya
que por él había entrado la civilización y el progreso, demostraría que no había tribus en
la isla de Papayal (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1, f.103r).
Capítulo 3 115
Figura 3-5 Impreso "La llamada PARCIALIDAD de Indígenas de El Peñón ES DEL ESTADO”
Fuente: CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1, f.103r
En 1940, también es negada la indigenidad por parte del Gobernador del Departamento
de Bolívar, ante la consulta hecha por el Ministerio de la Economía, señalando que estos
individuos eran antioqueños, quienes usurpaban una condición racial y una categoría,
razón por la cual solicitaban la declaratoria de su extinción “no son precisamente
individuos de raza indígena, sino audaces ciudadanos completamente civilizados”,
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1, f.56-58).
116 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
El comunismo y el delito para negar el derecho
Como fue mencionado anteriormente, uno de los argumentos usados por los vecinos
para cancelar la Personería Jurídica de la Junta, fue acusar a los miembros de la
corporación de tener sumarios por ataque a mano armada en cuadrilla de malhechores y
por otros delitos, además de quejas expuestas al Ministerio de Gobierno, sustentado en
un certificado emitido por el alcalde de San Martín de Loba, lo cual fue desmentido por
certificaciones expuestas por jueces de circuito de Mompox y de El Banco, certificación
del alcalde de El Banco y declaraciones rendidas ante el Juez Municipal de El Banco,
fueron desmentidas dichas acusaciones, y por ende, rechazada la solicitud de
cancelación de la personería jurídica (Resolución 2 sobre personería jurídica, enero 11
de 1927 en Diario Oficial 20397).
También señalaron que la Junta estaba organizada a un “sistema implantado en la Rusia
actual” integrada por vándalos que no se consideraban obligados a observar las leyes de
la República, y cuyo interés era hacer dinero (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1, f.15v)
Así mismo, en el impreso anteriormente expuesto, se señaló con nombres propios a los
miembros de la Junta de atentar contra la propiedad raíz de personas naturales o
jurídicas (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1, f.103r)
3.5.2 Lucha por los resguardos Cunas, en el contexto de la pérdida de Panamá
En este capítulo continuaremos con la lucha adelantada por los caciques sobre el
reconocimiento del territorio y cómo la lectura de la pérdida de Panamá, involucró
supuestos cargados de racismo, en medio de un contexto de una zona en pleno auge de
colonización y explotación de recursos naturales, características que se resumen en la
Tabla 3-2.
Tabla 3-2 Resumen Lucha por los resguardos Cunas
Año 1931-1948
Características
• Procesos de asignación de resguardos suspendidos
• Zona de frontera con Panamá, donde residirán miembros de la comunidad
• Región destinada para colonización por parte de pobladores provenientes de Córdoba y Chocó. Inicio del desarrollo de la agroindustria
Capítulo 3 117
• Grave reducción demográfica. Para la fecha se registra apenas el diez por ciento de la población indicada a principios del siglo XX
Las oportunidades políticas y constricciones
Oportunidades Políticas
• En Panamá recibieron una reserva y luego una comarca titulando 235.700 hectáreas bajo el concepto de “territorio comunitario administrado autónomamente”
Constricciones
• Administración dada a los Misioneros de la Prefectura Apostólica de Urabá. Conducción de los niños al internado de indios en San José de Turbo.
• Administraciones locales a favor de la colonización de la región
Las estructuras de movilización
• Liderazgos locales que actuaban personalmente
Procesos enmarcadores
• Autonomía: Conclusión a la que llegaron lugareños y militares en la región, por su respaldo a favor de Colombia
• Estereotipos de raza argumentan la reducción demográfica
El espacio al cual refiere los documentos se circunscribe al área del Darién y los
diferentes asentamientos indígenas en la región, los cuales comenzaron a ser invadidos
desde finales del siglo XIX, como fue expuesto en el capítulo anterior. La apertura de
nuevas vías de comunicación como la construcción de la carretera Medellín-Turbo en
1926 facilitó el arribo de colonos provenientes principalmente de los departamentos de
Chocó y Córdoba, quienes se trasladaron ante el auge de varios ingenios (Alí, 2010).
Con el arribo de pobladores a esta región, alrededor de 1920 se incrementaron las
epidemias en la región, y para 1930 los cunas se replegaron en unos pocos pueblos
hacia el Río Tanela y Tolo, mientras que otros se desplazaron hacia Panamá; los
asentamientos en Arquía, en el Darién y Caimán viejo en el Urabá contaron con una
presión mayor sobre la tierra (González, 2012).
Como punto importante para entender la dinámica que se presentaba en esta región, los
datos reconstruidos por Maurizio Alí de la Tabla 3-3 muestra el hilo cronológico de la
despoblación de algunos sitios causados principalmente por epidemias y colonización.
Tabla 3-3 Despoblamiento y desplazamiento de las comunidades kunas en Urabá (1880-1983)
Denominación actual Año de abandono Causa del abandono
Sautatá 1880 Desconocido
Tolo 1887 Explotación de la Tagua
Acandí 1887 Explotación de la Tagua
118 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
Capurganá 1920? Venta de las tierras
Sapzurro 1920? Venta de las tierras
Peye 1920? Instalación del Ingenio Sautatá
Tigle 1925 Epidemia de Sarampión
Cuque 1930 Epidemia de Sarampión
Tanela 1935 Epidemia de Sarampión
Unguía 1940 Instalación del Ingenio Sautatá, Explotación minera (oro), cultivo de azúcar, cacao
Fuente: En Estado de sitio: los kunas en Urabá (Alí, 2010:49).
Junto a los procesos de colonización por extracción de recursos naturales como la tagua,
a partir de la década de 1920 se presenta la instalación de ingenios agrícolas, empresas
madereras y extracción de minerales de oro por parte de comerciantes antioqueños,
estimulado por la ubicación de una subagencia de la Caja-Agraria en 1941 en la región.
Posteriormente, a la zona llegaron grupos embera dobidá provenientes de Panamá,
quienes se instalaron en la zona del Río San Juan y al Río Tolo, por un tiempo y
posteriormente desplazados por la violencia política de los años cuarenta, quedando las
tierras en poder de colonos (González, 2012)
Oportunidades políticas y constricciones
Las características propias de la región, su carácter fronterizo y la concepción del
tratamiento a la población indígena en calidad de tribu, o como indios no civilizados,
determinó su administración bajo el gobierno y amparo de los misioneros de la Prefectura
Apostólica de Urabá, a quienes se les encargó la función de formar centros de población,
hacer las demarcaciones de los territorios y administrar justicia aplicando castigos y
protegerlos de los “llamados civilizados” (Presidencia de la República, Decreto 706,
1931).
Sobre sus terrenos, como se expuso en el capítulo anterior, no fueron considerados los
acuerdos del siglo XIX, referidos a la creación del territorio de Tulenega y la propiedad
sobre los terrenos conocidos como La Playona. A su vez, la demarcación de los
resguardos comprendida en la Resolución 229 de 1919 para la Parcialidad del Tolo, aún
no había concluido el proceso administrativo, siendo sus tierras de nuevo invadidas; el
Capítulo 3 119
Prefecto Apostólico de Urabá solicitó al Ministro de Industrias en 1933 la facultad para
demarcar los resguardos, al no contar con documento o título que les permitiera a los
indígenas acreditar la posesión de las tierras, siendo las demarcaciones hechas
invadidas por los civilizados, ocasionado por la despoblación indígena a causa de la
mortalidad y el aumento en la presión por la tierra para el cultivo de cacao, quedando los
baldíos a manos de los civilizados (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 f.149-159r).
Mientras en la República de Colombia las quejas de los indígenas Cunas no lograban su
propósito, entre 1925 y 1930 se llevaron a cabo en Panamá las revueltas indígenas que
lograron la entrega de una reserva y luego una comarca titulando 235.700 hectáreas bajo
el concepto de “territorio comunitario administrado autónomamente” (Alí, 2010).
Para 1936, se intentó demarcar los resguardos, pero antes de indicar el lugar, se destaca
que la extensión estimada inicialmente (en 1918) no era necesaria al haberse reducido la
población de 330 unidades a una decena (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 f. 158r).
En la ubicación del lugar contó con la participación del Inspector de Bosques Nacionales,
el Prefecto de Urabá y el Cacique Arturo Chovil; no obstante en la demarcación del sitio,
se hizo bajo el criterio del Inspector de Bosques, quien decidió alejarlo del lugar que
había establecido Monseñor, espacio de ocupación y cultivo corroborado por el cacique
Chovil, al encontrarse cercano al corregimiento de Ungía, al encontrarse cercano a las
minas de oro de Cuqué, limitando el desarrollo del asentamiento urbano
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 f. 160 r-161 r).
Las estructuras de Movilización
En el capítulo anterior, se expuso cómo se mantenía la coordinación de las acciones del
grupo por parte de los caciques congregados alrededor de un líder principal. Por el
contrario, en este periodo, junto a la reducción demográfica, se presentan acciones de
defensa del territorio por parte de caciques locales.
Caciques individuales- Arturo Chovil
Este cacique aparece entre la documentación de archivo en las diligencias de asignación
del resguardo; no obstante, es importante destacar que los misioneros intentaron
condicionar la entrega de los territorios a la remisión de los infantes al internado de indios
en San José de Turbo y a la escuela de las Hermanas Misioneras
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 f.163r). El territorio asignado correspondía a 5000
120 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
hectáreas, pero gran parte de su extensión no era apto para la agricultura al ser
anegadizo y rocalloso; el intendente le encarga al cacique Arturo Chovil la asignación de
las porciones de tierra (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 f.161r- 162r). El proceso de
asignación de resguardo concluía con una resolución expedida por el Ministerio de
Industrias y Trabajo, cuya oficialización del trámite dependía del envío de los documentos
por parte de la comunidad demostrando que las tierras eran baldías, no existían mina de
aluvión, islas o playones y que no había colonos conforme a la determinación del Decreto
1667 del 11 de julio de 1936 con el cual se otorgaban terrenos para la parcialidad de
Arquía (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 f.170r).
Para 1943 conforme a la información indagada por el Ministerio de la Economía Nacional,
destaca que no existe un cabildo, siendo la autoridad el cacique
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//4.1.1 f. 27 y 28r)
Los procesos enmarcadores
La ocupación indígena contraria a la colonización productiva
El problema de la raza como razón del estancamiento de la región, era esgrimido por los
funcionarios locales, quienes apoyaban la delimitación de los resguardos, con el fin de
que liberaran las tierras que tenían una “ocupación improductiva” por parte de las
parcialidades indígenas y así destinarlos a la agricultura y ganadería
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 f. 157r ). Al no poseer título limitaban la colonización
de tierras que no dejaban cultivar ni adquirir para los colonos, como destacó el Prefecto
de Urabá, (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 f.154r) y costumbres como el abandono
de la plantación perteneciente a un indio muerto, limitaba el desarrollo agrícola como lo
expuso el Intendente de Chocó (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 f.154r).
Conforme a la información expuesta por el Secretario de Gobierno del Departamento de
Chocó, los indígenas se encontraban diseminados, no podrían constituir una parcialidad
contándose alrededor de 7660 nativos que convivían en las cabeceras de los ríos con
elementos civilizados de quienes destacó que hacían las solicitudes de baldíos como
cualquier colono (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 f. 217r ).
Capítulo 3 121
Por otra parte, sobre la reducción demográfica fue explicada por la falta de
prescripciones higiénicas (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 f.151r) reduciéndose
alrededor del 97% de personas, justificando la ocupación de las tierras, siendo asunto de
la Dirección Nacional de Higiene la remisión de medicinas apropiadas para evitar que las
enfermedades continuaran diezmándolos como la tuberculosis y el paludismo
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 f.161r- 162r)
La autonomía
Son escasas las exposiciones de los indígenas de esta región registradas en los
documentos sobre el origen de su derecho y la autonomía con la cual vivían. En la
indagación hecha por el Ministerio de la Economía Nacional en 1939 preguntó al capitán
de cunas en Caimán Nuevo Pedro Estrada A. Capielli, quien con el apoyo de un
intérprete, afirma el origen de su derecho al ser descendiente de sus antepasados desde
la conquista, siento el territorio un “pequeño rincón que nos quedó del Gran Territorio
Sur-Americano que nos perteneció antes de la Conquista” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-
3//4.1.1 f. 21r). A la pregunta relativa a la división del resguardo, el capitán expone con
términos sencillos como encuentran en su comunidad todo lo que necesitan:
SEXTO: En mi concepto nuestro resguardo, deslindado como está no necesita
hacerle división conforme a nueva ley, porque nosotros vivimos en él en perenne
y completa armonía como en familia, llevando una vida tranquila de paz y justicia
distributiva, sin necesidad de que en nuestros asuntos / intervenga elemento de
afuera para arreglarlos, porque nosotros mismos los arreglamos amigable y
equitativamente, pues aunque somos ignorantes, no salvajes, no se presentan
problemas de difícil solución como entre los que se dicen civilizados, y con
nuestro hábito de cultivar la tierra, fomentar la cría y ejercer la pesca y la caza,
atendemos a todas nuestras necesidades y la de nuestros semejantes cuando
llegue el caso; no tenemos necesidad de médicos, porque los hay, tenemos Curas
que nos bauticen, nos casen y pidan a Dios nos libre de las calamidades que se
presentan. Cada uno de nosotros es jefe de la familia en su casa, y todos en
general obedecen al Capitán como Jefe de la Tribu. Cada uno hace sus vestidos
que confecciona al estilo de los de la gente civilizada, sabe hacerse los enseres
que necesita su casa como carpintero y no necesitamos establecimientos de
castigo ninguna, porque entre nosotros no se suceden hechos de sangre ni de
ninguna otra clase que haya que sancionar, pues vivimos como en familia, como
122 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
dije antes, y nuestras costumbres son muy sanas (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-
3//4.1.1 f. 21 y 22r)
Se destaca de su exposición la diferencia que hace entre ser ignorante y busca
desmarcarse de la categoría de salvaje, asociado a quien no puede resolver sus
problemas.
3.5.3 Caso Quintín Lame Gran Resguardo de Ortega y Chaparral -El Lamismo
Como se mencionó desde el capítulo anterior, Quintín Lame se trasladó a Ortega y
Chaparral para participar en el reconocimiento del resguardo de Ortega y Chaparral, el
cual cuenta con antecedentes presentados anteriormente. Hasta 1948 tanto Lame como
los demás miembros del resguardo sufrieron presión al ser señalados como comunistas,
y atribuyéndoles delitos. El resumen se presenta en la Tabla 3-4
Tabla 3-4 Resumen Resguardo Ortega y Chaparral
Año 1930-1948
Características
• Resguardos Coyaima y Natagaima de origen colonial (asignados en 1621), fueron objeto de división y segregación de porciones durante la administración del Estado Soberano del Tolima.
• Tierras de interés por parte de la Shell en la década de 1940
Las oportunidades políticas y constricciones
Oportunidades Políticas
• El 1 de enero de 1939, durante el gobierno de Eduardo Santos se ordenó la elección del cabildo del gran resguardo de Ortega y Chaparral
• Se realiza una comisión científica, encontrando que toda su población era indígena
Constricciones
• Desde finales del siglo XIX, el gobierno local había declarado que no había indígenas por medio de la Resolución de agosto 17 de 1891 de la Gobernación del Tolima
• Manifestaciones públicas terminan en confrontación con la policía, resultando una gran cantidad de indígenas muertos o apresados
• Encarcelamiento de sus líderes
• Es asaltada y destruida la población de San José de Indios en 1931
• Estigmatización de comunismo tanto a Lame como a los comuneros del Resguardo
Las estructuras de movilización
• Purificación Silva y una comisión, en asamblea general eligieron un cabildo, con el fin de reconstruir el resguardo de Ortega y Chaparral
• Cabildos se adscriben al Sindicato de Agricultores indígenas de Ortega y Chaparral
• Se organiza el Cabildo del Gran Resguardo de Ortega y Chaparral
Capítulo 3 123
Procesos enmarcadores
• El uso de la ley para legitimar los derechos
• Indigeneidad tanto de Lame como de los miembros del resguardo era cuestionada
• Existían grupos a favor y en contra de la parcelación de resguardos
• Eran identificados como Civilizados, si correspondía a un asunto de segregación de tierras; pero para castigos y establecer conexiones con el comunismo, continuaban el uso peyorativo de indios
Oportunidades políticas y constricciones
Las tierras del resguardo de Ortega y Chaparral, fueron asignadas en 1621 como
resguardo, pero comenzaron a tener segregaciones desde 1834, intensificada durante la
vigencia del Estado Soberano del Tolima ya que a través de la Ley 12 de 1877 se
incorporaron modificaciones al Código Civil, siendo el poder ejecutivo el encargado de
elaboración de los censos. Luego de ser expedida la Ley 89 de 1890 los naturales
asumieron una reducción en la presión para dividir las tierras, pero los fiscales de circuito
la aplicaron con el fin de lograr con hacendados conciliaciones por la ocupación (Triana,
1993).
Ante esta situación, Purificación Silva como administrador se trasladó con una comisión a
Bogotá, contactándose con la Sociedad Protectora de Indígenas, decidiendo constituir
una asamblea general y elegir un cabildo conforme a la Ley 89 de 1890; no obstante, la
gobernación del Tolima intentó dejar sin base la determinación al expedir la Resolución
de agosto 17 de 1891, en la cual declaraba que en el Departamento no había indígenas,
pues los que quedaban eran ya civilizados (Triana, 1993); esta resolución también fue la
justificación para que el gobernador se negara a autorizar la elaboración del censo de
indígenas, a pesar de que el título colonial fue protocolizado por el administrador en
1926.
Luego de ser desterrado del Departamento del Cauca, Quintín Lame se trasladó al
Departamento del Tolima en 1920, adhiriéndose la lucha que llevaba varios años por la
recuperación de los resguardos fijados en 1621.De acuerdo con Triana, la fragmentación
del movimiento indígena en el Tolima se sucedió tempranamente cuando por una parte
Lame fue reconocido como Jefe supremo y a Gonzalo Sánchez como apoderado,
trabajando en el proceso de reconocimiento de la comunidad de Ortega y Chaparral, en
Coyaima y Yaguara los activistas del Partido realizaron un trabajo de agitación agraria, lo
124 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
que significó la fragmentación temprana del movimiento indígena del Tolima
(Triana,1993).
En la información suministrada por los documentos, las denuncias de desalojo eran
constantes, además pedían protección frente a las ventas de productos como café y
ganado vacuno (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.3.1 f.10-15r). El limbo de la situación
jurídica era tal que mientras en 1934, el Procurador General de la Nación informaba que
no existían documentos relativos a la división y partición del resguardo, por parte del
Ministerio de Industrias les exigían aportar los documentos del resguardo
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.3.1 f.35r). Por otra parte, se negaba la segregación de
una parte del resguardo para pagar a Quintín Lame por sus servicios en 1938
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//6.2.2 f. 85), hasta que en 1947 el funcionario del
Departamento de Tierras indica que no interviene en la autorización de venta para pagar
honorarios a persona alguna (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.1.2 f. 175r).
Las estructuras de movilización
En 1931 se presentaron manifestaciones públicas protagonizadas por indígenas, de
quienes se dice iban armados, las cuales desataron una confrontación con la Policía; se
tiene registro que hubo situaciones semejantes en la plaza de Coyaima el 31 de mayo de
1931, donde murieron más de veinte indígenas y varios fueron llevados presos y en
Ortega a partir de una reunión programada por Lame también dejó un saldo de un saldo
de 17 muertos y 37 heridos (Triana, 1993).
De la agitación presenciada en Ortega, posteriormente los indígenas organizaron una
marcha del silencio en la plaza de Ortega, la cual fue reprimida por su alcalde. En estos
hechos a Lame particularmente, le fue quemada la casa y le robaron el ganado, luego fue
apresado, amarrado y no le fueron suministrados alimentos ni bebidas durante tres días
(Triana, 1993).
Ese mismo año el poblado de San José de Indias fundado en 1923 siendo uno de los
sitios importantes para el desarrollo de la movilización indígena, fue atacado por un grupo
de liberales, dejando seis muertos y cuarenta y nueve heridos; como consecuencia del
hecho Lame fue amarrado a un árbol en la plaza central de Ortega y posteriormente
arrestado y trasladado a Ibagué con sus seguidores (Espinosa, 2009).
Capítulo 3 125
Entre todas estas situaciones, se desarrollaron dos estructuras que les permitieron a los
indígenas lograr parte de su reconocimiento.
Sindicato Indígena Nacional
En octubre de 1934, fue desarrollada la primera asamblea del Sindicato Indígena
Nacional. Resultado de la reunión, fue la comunicación denunciando la destrucción y
quema de las escuelas construidas por ellos en Guaipá y San José de Indios, y la multa
imputada a los maestros (Espinosa, 2009). En asamblea los 3861 asistentes eligieron los
representantes al Sindicato Indígena Nacional, cuyo planteamiento principal fue
“defender las leyes sobre resguardos y la constitución nacional cueste lo que nos cueste”
(Espinosa, 2009:176-177).
A través del Sindicato, elevaron solicitudes al Ministerio de Industrias y Trabajo en 1935
para que se reconociera la comunidad, reiterando el señalamiento del resguardo, la
elección de cabildo y gobernador, lo cual para el ministerio no constituía una comunidad
indígena (Espinosa, 2009) lo cual fue ratificado por la Resolución No. 2 de 1935
comunicada al alcalde de Ortega (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.3.1 f.40r) siendo
necesaria para la acreditación del Resguardo, comprobar su existencia
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.1.2 f. 225r).
Lame, sobre la existencia del Resguardo, insistía en que se debía demostrar si las
segregaciones se habían hecho legítimamente en juicios de División y Partición,
dispuesto así por la Ley 89 de 1890 (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.3.1 f. 50r). Para la
década de 1940, Lame y sus colaboradores continuaron con la defensa y reconstrucción
del Gran Resguardo de Ortega y Chaparral solicitando al Juez Municipal en 1940 un
interrogatorio para conocer si la finca “Tambillo”, se había llevado a cabo juicio de
división y mesuramiento (En www.proyectoquintinlame.org).
Acciones colectivas como la toma de tierras que habían conformado los resguardos, eran
anunciados por Quintín Lame al Ministerio de Agricultura y Comercio y fueron reportados
por la prensa nacional; las comunicaciones explicaban los motivos y argumentos de la
toma de tierras como la expropiación ilegal hecha por particulares con acuerdo de las
autoridades locales en 1938, destacando que esos predios correspondían a lo
comprendido en los documentos que acreditaban los resguardos
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.3.1 f 77r; 30.6.2.2 f.25r). Por su parte la prensa
126 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
anunciaba la ocupación de dos haciendas por parte de Lame con doscientos indígenas
más (Villegas, Yunis, 1974). Esta acción terminaría con el apresamiento de Quintín,
quien denunció la mutilación del expediente (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//6.2.2 f.124r)
Cabildo del Gran resguardo de Ortega y Chaparral
De acuerdo con Espinosa, parte de la estrategia para lograr el reconocimiento del Gran
Resguardo Indígena de Ortega y Chaparral, fue conformar cabildos agrupados en el
Sindicato, fomentando la construcción de casas para las reuniones comunales y realizar
el empadronamiento ante el término del plazo determinado por la Ley 89 de 1890 para
que se decretaran la división de los resguardos a cumplirse en 1940, estrategia que tuvo
el propósito de que el alto gobierno percibiera que en Ortega había un resguardo
indígena (Espinosa, 2009).
A pesar de las objeciones recibidas con anterioridad, el 1 de enero de 1939, se ordenó la
elección del cabildo del gran resguardo de Ortega y Chaparral (Triana, 1943). Al mes
siguiente Quintín Lame informó al Ministro de la Economía Nacional, la organización de
las 26 fracciones que constituían los Resguardos de Ortega y Chaparral y la
conformación del cabildo por 12 miembros, organizados en cuatro comisiones; solicitó a
su vez se le informara al Personero de Ortega y Chaparral, las acciones para defender el
resguardo como prohibir las actuaciones de los jueces municipales de Ortega y
Chaparral, los desahucios y lanzamientos, y la operación del Juez de Tierras. (En
www.proyectoquintinlame.org). Este reconocimiento también contó con obstáculos, ya
que en 1939 se expidió un auto que reversaba el reconocimiento, el cual fue apelado
ante el Consejo de Estado (En www.proyectoquintinlame.org).
Los procesos enmarcadores
En este periodo es constante la referencia en los escritos de Quintín Lame al ubicar el 12
de octubre como el día que se arrebata la soberanía indígena; también incluye en su
narrativa elementos religiosos católicos como Adán y Eva y tres reyes magos,
atribuyéndoles el rol de ser la civilización y la justicia.
Capítulo 3 127
Lame se identificaba a sí mismo como el salvador de la “raza indígena”, y sus
compañeros de lucha también le atribuyeron cualidades especiales, como de haber sido
instruido por la naturaleza, de quien se decía escribía al revés y destacando su
“patriotismo incansable”.
El apego a la ley como instrumento de justicia
Parte de la estrategia discursiva de Quintín Lame, correspondía a una interpretación
favorable de la aplicación de partes de la Ley 89 de 1890, el Código Judicial y el Código
Civil. De la sentencia dictada a favor de los Indígenas de Guazo por parte del Tribunal de
Bolívar, esta fue invocada con el fin de autorizar la elaboración del censo (En
www.proyectoquintinlame.org).
De acuerdo a lo anterior, Quintín Lame no sólo hizo de la Ley 89 de 1890 una
herramienta para que fueran reconocidos algunos derechos; conocía este líder los
Códigos y estaría al tanto de las Sentencias, que le permitirían reclamar los derechos.
La estigmatización y señalamiento de los indígenas como
comunistas
Tener sangre indígena casi pura era un factor que los hacía proclives a las promesas de
comunistas, como era interpretado por el Secretario de Gobierno del Tolima sobre la
celebración del día de los trabajadores realizado el 1 de mayo de 1931 en Coyaima; no
obstante, en su idea se conjugaba una idea racista en la que eran incapaces de
comprender su teoría “decididos partidarios de la revolución campesina que anuncian los
discípulos de los soviets” (En Espinosa, 2009:174-175).
La candidatura de Eutiquio Timoté para la presidencia por el Partido Comunista en el año
de 1934, fue expuesta por la prensa con mofa al comparar la faena entre el candidato del
Partido Liberal Alfonso López y Timoté semejante al Quijote y Sansón Carrasco, a través
del Caballero de los Espejos o el Caballero de los Bosques (El Tiempo, 1934). Al
mantener el Partido Liberal con las mayorías en el Congreso, la candidatura de Timoté,
resultó más simbólica que un contendor real, ya que los liberales obtuvieron casi el
99.64% del porcentaje de los votos válidos (Credencial Historia, 1916).
128 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
La estigmatización de los indígenas como comunistas, también llegó a definir así a
Quintín Lame por parte del alcalde de Ortega en 1938, ante los anuncios de toma de los
terrenos determinados en el título de resguardo de Ortega y Chaparral. El funcionario se
refirió a Lame como “agitador comunista”, quien explota a los indígenas, provocándolos
para cometer vías de hecho realizando ocupaciones (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//6.2.2
f.39 r y 40r)
Las bases de la autoidentificación indígena en Lame
Lame argumenta en sus escritos sobre su identidad indígena ubicándose como
descendiente de los indígenas que pagaron tributo a la corona española en 1606, año en
el que fue definido el resguardo (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.3.1 f 63r; 30.6.2.2 f. 85r)
sin mencionar a que espacio hacía referencia.
Identificar a los indígenas incluía un sesgo racista ya que al presentar ante notario el
título en 1937, los naturales no indicaron que eran indígenas y fueron tomadas como
personas hábiles, o “civilmente consideradas” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.3.1 f 73r );
por su parte Lame, también asocia atributos a la categoría de indígena, como seres
ignorantes, débiles o sencillos, lo que permitía el abuso de las autoridades locales
violando sus propiedades (En www.proyectoquintinlame.org).
Las acciones de Lame lo llevaron a espacios académicos, como un ser mítico, como un
rezago de quien fuera un “temido caudillo de los indios”; desde 1942 era invitado a dictar
conferencias en el Instituto Etnológico Nacional y en 1943 acompañado de Gregorio
Hernández de Alba fue objeto de reportajes periodísticos, donde la denuncia de los
remates de las propiedades en el resguardo indígena de Ortega pasa a un segundo
plano, y se destaca como un antiguo “forajido y temible bandolero indígena” o un
“inventor de píldoras, ungüentos y panaceas vegetales, promotor de reivindicaciones
indigenistas” (El Tiempo, 1943), aquí presentamos apenas dos reportes periodísticos de
las actividades que realizaba Lame en Bogotá al respecto en la Figura 3-6
Capítulo 3 129
Figura 3-6 “El último jefe indígena reclama justicia a los poderes centrales” y “El indio Don Quintín”
Fuente: Fragmento “El último Jefe…” en diario El Tiempo (1943, 18 de enero) y "El Indio
Don Quintín" El Tiempo (1943, 18 de enero).
Expone así que Quintín Lame es un indígena desadaptado andando con desconocidos e
ignorados. Sugiere su escritor la necesidad de dictar una “legislación especial a la
educación y rescate a los indios” (El Tiempo, 1943)
Cuestionar la indigeneidad y convertir a Lame en un problema social
El anuncio de las acciones colectivas como el bloqueo del remate de unas tierras a
realizar por el juez municipal de Ortega en 1937, la táctica para sublimar las operaciones,
el Personero señaló que Lame no había comprobado ser indígena, era originario del
Cauca y contaba con escasos seguidores (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.3.1, f. 46-50).
Al año siguiente para el Ministerio de Agricultura y Comercio, la identidad que
reclamaban los indígenas a través del Sindicato, sólo buscaban no pagar al Tesorero de
Ortega del cobro de catastro, al corresponder a un baldío (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-
3//6.2.2 f. 72-90r ).
130 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
Cuestionar su origen indígena también fue usado por la Secretaría de la Gobernación del
Tolima en 1938, reiterándole que las comunicaciones debían hacerse en papel sellado,
como el resto de ciudadanos, y las cuales no serían atendidas “mientras se obstine en
actuar como indígena representante de un resguardo al cual no pertenece y en el que no
tiene ningún interés legítimo” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//6.2.2 f.95r ) reiterando que
eran los Protectores de Indígenas y Procuradores conforme a la Ley 83 de 1936
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//6.2.2 f.130r) eran los representantes designados por la
Ley.
En junio de 1938 al ser arrestado Quintín Lame bajo el cargo de vagancia
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//6.2.2 f.102r), el Secretario de Gobierno del Tolima, lo
describió como un “Problema Social”, de quien dijo era oriundo del Valle del Cauca, y
cuya tesis era que el resguardo se conservaba incólume, encargándose de inculcar odio
y desconfianza hacia mestizos y blancos, desacato a las providencias judiciales o
administrativas y desconociendo el derecho de propiedad (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-
3//6.2.2 f.159r). Para ahondar en su descrédito realiza un resumen de los sumarios
seguidos a Lame desde 1938 hasta noviembre de 1943, entre los delitos que se le
acusaba figura vagancia y maleante, asalto en cuadrilla, amancebamiento, soborno,
asonada, homicidio, heridas, suposición de títulos, mitín, sedición y tumulto, hurto, abuso
de confianza, incendio, daños en propiedad ajena, y condena de confinamiento en la
Colonia Agrícola Penal, el cual fue revocado (En www.proyectoquintinlame.org).
El principal argumento con el que contaban los representantes del gobierno a nivel
central y municipal en 1943, era haber pasado del resguardo a comunidad civil en 1835,
generándose un tránsito entre semisalvajes a civilizados lo cual era sostenido por el
Personero de Chaparral y funcionarios del Ministerio de la Economía Nacional
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.1.2 f. 75, 118-119).
La idea fue complementada posteriormente con el estudio realizado en 1944 por Víctor
Gutiérrez sobre los títulos de resguardo de Ortega y Chaparral, afirmando que “han sido
siempre civilizados” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//6.2.2 f.174r). Su argumento se
basaba en la sucesión reconstruida por un abogado de la Shell desde el siglo XVII hasta
1835, al haber ejercido los indígenas sus derechos de ciudadanos, vendiendo tierras sin
Capítulo 3 131
tutor o protector, pagando contribuciones, sufragando en elecciones y desempeñando
empleos públicos (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//6.2.2 f.159r).
Ante esa negación de su condición como indígenas, alrededor de 1943 fue realizada una
Comisión Arqueológica Sanguínea encomendada por el Ministerio de Educación
Nacional a Alicia Dussan de Reichel y Reichel Dolmatoff, para determinar la existencia de
un núcleo indígena pijao (Dussan, Reichel –Dolmatoff, 1944) adelantada en los
municipios de Ortega, Coyaima y Natagaima. Los resultados corroboraron la existencia
de un “núcleo primitivo y puro de los aborígenes (…) a pesar del contacto con la
civilización que los rodea, han conservado su integridad suerológica primitiva” (Dussan,
Reichel –Dolmatoff, 1944: 519).
La pesquisa contrariaba científicamente el argumento usado por los funcionarios del
Ministerio de la Economía. Pese a esto, para 1946 el Cabildo aún no era reconocido por
las autoridades municipales de Ortega, y los lamistas declarados eran objeto de castigo
correspondiente a una multa de 100 pesos y 60 días trabajos forzosos arreglando las
calles de Ortega (En www.proyectoquintinlame.org) y las reclamaciones de Lame no eran
recibidas por los funcionarios del gobierno central (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.1.2 f.
162r)
Haciendo un recuento de todo el trasegar de esta lucha, a pesar de que se admitiera la
elección de cabildo en 1931, y que se indicara que los resguardos no habían tenido
división, en 1946 el Ministerio afirmo que no había resguardo y por tanto, no había
indígenas (En www.proyectoquintinlame.org)
3.5.4 Caso división de los territorios de los Yanaconas
En esta sección nos referiremos a los asuntos correspondientes a comunidades
indígenas, en cuyos documentos asociados se han referido específicamente como
Yanaconas; en particular, fueron revisados documentos que refieren a la Comunidad
Indígenas de las Pavas, ubicada en el Municipio de La Cumbre, Valle del Cauca; la
Parcialidad de Indígenas de Rioblanco, del Distrito municipal de Sotará y el Resguardo
de Caquiona en Almaguer, estos dos últimos ubicados en el Departamento del Cauca,
del cual se presenta un resumen en la Tabla 3-5 de cuáles fueron las características del
132 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
proceso de división de sus tierras, que como se anotó anteriormente, no correspondían a
resguardos.
Tabla 3-5 Resumen División de territorios yanaconas
Año 1931-1943
Características
• Comunidades ubicadas en tierras entregadas como merced por las autoridades coloniales, o adquiridas por un antecesor indígena
• No todos contaban con los títulos originarios
• No se desarrolló actividad de Comisión Divisora por falta de presupuesto
Las oportunidades políticas y constricciones
Oportunidades Políticas
• No correspondían a resguardos
• Autoridades locales no indígenas se manifestaron en contra de la parcelación de los resguardos
Constricciones
• Solicitud de la iglesia requiriendo la división
Las estructuras de movilización
• Cada comunidad estaba a cargo de un administrador o un cabildo. No se indica una organización superior
Procesos enmarcadores
• Existían grupos a favor y en contra de la parcelación de resguardos
Se ha hecho una sección aparte de las condiciones de los resguardos del Departamento
del Cauca por dos situaciones particulares; la primera, es que su etnónimo se encuentra
registrado en algunos documentos lo que marca una diferencia con los demás procesos
de la región; la segunda, corresponde con la naturaleza jurídica de sus tierras comunales
donde éstas no correspondían a resguardos, ya que algunos fueron adquiridos por
compra o como merced entregada a un ancestro común.
Sobre su etnónimo, el término Yanacona ha sido cuestionado como identificador de una
etnia, afirmando que corresponde a un proceso de reindigenización (Zambrano, 1992,
1993, 2000) o como parte de un proceso de reafirmación identitaria de una población
campesina (Gros, 1999, 2001). El término se debate entre la identificación de los
naturales traídos por Sebastián de Belalcázar proveniente de Quito a finales de 1536
como indios de servicio (Friede, 1972 en Matallana 2013), o una avanzada de los
dominios de Túpac Yupanqui. El desconocimiento sobre el origen de estos grupos ha
llevado a afirmar que son un grupo étnico diferenciado a finales de la década de 1980
(López, 1999).
Capítulo 3 133
Del tipo de propiedad de sus tierras, en algunos casos no correspondía a los resguardos
conforme al derecho indiano; muestra de ello, es el caso del supuesto Resguardo de
Caquiona en Almaguer, cuyas tierras fueron compradas por el cacique Sebastián Inca de
Salazar para el beneficio de sus “indios caciques combes y la familia de Juan Ambrosio
Omne Inca de Salazar Cacique Primero del pueblo de Santa María de Caquiona”
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//10.4.2 f.169r) transacción realizada en el siglo XVIII, el
cual fue incluido en la investigación adelantada por Friede en el Macizo colombiano
(1944). En el caso de la comunidad de las Pavas, las tierras correspondían a la real
provisión solicitadas en 1640 por Don Pascual de Supía Indio principal a beneficio propio
y de sus consortes indios Yanaconas, las cuales fueron disputadas con el alférez de Cali
quien en 1670 intentó apoderarse de ellas (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//6.1.2 f.51r y v).
La producción documental fue generada posiblemente a partir de la emisión de la Ley 19
de 1927, la cual buscó parcelar los resguardos. Si bien el gobierno reconocía que estas
tierras no poseían la naturaleza jurídica de los resguardos, les dio un tratamiento similar,
ya que las comunidades solicitaban en algunos casos el reconocimiento de las
adjudicaciones hechas por el cabildo (en los casos que existían), sin terminar el régimen
de comunidad (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//10.4.2 f.173r).
Oportunidades políticas y constricciones
Autoridades locales a favor de la continuación del resguardo
A diferencia de la mayoría de los casos revisados tanto para la región, como para el resto
del país, el Concejo Municipal de Sotará manifestó su respaldo sobre la continuidad del
resguardo de Ríoblanco y del resto del Departamento del Cauca ante el Ministerio de la
Economía Nacional, por medio de una proposición del Concejo hecha en noviembre de
1943 (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.3.1 f. 247r), lo cual coincidía con la oposición a la
división por parte del Cabildo (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.3.1 f. 269r).
No obstante, la iglesia, la cual no tenía injerencia en los asuntos de la comunidad, solicitó
ante el Ministerio su parcelación para 1953 (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.3.1 f. 259r).
134 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
Las estructuras de movilización
Administradores y Junta a cargo de los bienes de la comunidad
Así como el caso presentado con la comunidad de San Antonio del Peñón, la comunidad
indígena de Las Pavas en 1935 estaba organizada por medio de un administrador a
cargo de la vigilancia de los bienes de la comunidad, asesorado por una junta integrada
por varios miembros de la misma comunidad (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//6.1.2 f.44r);
posteriormente, para 1939 se menciona la administración por parte del Cabildo.
En la comunidad de Rioblanco se menciona la administración por medio del cabildo
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.3.1 F 222r). En algunos casos, tanto las juntas como los
cabildos defendían la política de división de las tierras comunales. En este caso,
particularmente el Concejo Municipal de Sotará, al cual pertenecía Rioblanco, se
manifestó en contra de la parcelación, argumentando el reducido tamaño de la
parcialidad, además de no poseer el título en 1939 (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.3.1 F
222r).
Los procesos enmarcadores
Entre estas comunidades se encontraban posiciones opuestas frente a la parcelación de
los resguardos, interpretaciones sobre su posición en el conjunto de la nación y las
consecuencias de pertenecer a un partido político, contrario a la línea del gobierno. A
favor de la división de resguardos, la comunidad indígena de Las Pavas solicitó la acción
de la Comisión Divisora, expresando la necesidad de su acción ante la ocupación
realizada por particulares en 1935 (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//6.1.2 f. 43r) como una
posible medida ante la usurpación, adaptando el argumento que la división estimulaba
sentimientos de progreso y mejoramiento (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//6.1.2 f. 38v). La
organización de una comisión no llegó a buen término, por falta de partidas
presupuestales.
La división de resguardos y la falta de instrucción como causas de la
degeneración de la raza
Capítulo 3 135
Las condiciones de vida, la forma de trabajo, la falta de “verdad religiosa”, y la
expropiación causada por ricos y acomodados, generaría la degeneración de la raza y su
inminente desaparición, según lo exponía el presidente del Cabildo de Rioblanco en
1939, lo cual generaría perjuicio de la Nación. La respuesta al problema era la instrucción
en la “verdad religiosa, se nos enseñe el alto idioma y nos instruyan en los deberes y
derechos (ilegible) a la vida ciudadana” y suspender la desposesión de la tierra para
lograr asemejarse al común de los colombianos y así contribuir a la nación
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.3.1 f. 231r y v).
Obdulio Palechor como representante de Rioblanco, en oficio dirigido a Eduardo Santos
en su exposición fue más incisivo frente a las condiciones económicas, situación que ha
llevado a los indígenas a ser el:
(…) pueblo melancólico, triste que vejeta y va desapareciendo en medio de la
miseria de lo que se considera tan preta (sic) que, a medida que se haga menor
nuestra población la isla será más pobre y desaparecerá de ella su antigua alegría
nativa (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.3.1 f. 231v)
Así mismo, como lo presenció el funcionario del Ministerio de la Economía Nacional en
visita adelantada en la región de Tierradentro y algunas interpretaciones hechas por la
Federación Indígena Nacional sobre la situación mundial frente a los problemas locales,
Palechor en la misiva remitida al presidente Eduardo Santos criticó el modelo económico
que había fomentado la riqueza pública y particular, argumentando y exponiendo la
legislación del periodo republicano y el perjuicio de la creación de latifundios a partir de
los resguardos de Cundinamarca, Boyacá y Santander “semejante a lo sucedido en
Roma e Irlanda” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.3.1 f. 230v ).
El rol de los partidos políticos en la supresión de resguardos
En la interpretación hecha por Palechor sobre la emisión de las leyes que favorecían la
división de resguardos, se incluye la idea de una venganza al ser “nuestra raza”
perteneciente al partido Liberal; su argumento se sustentaba en que normas como la Ley
55 de 1905, fue una extralimitación “en sentido de decidir legislativamente un asunto de
carácter exclusivamente judicial” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.3.1 f. 231-233v):
136 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
No pasó, sin embargo, en lo dicho; la Ley 55 de 1905 todavía atentó vengarse
en otra forma después de pasada la guerra de los mil días quiso acabar con
nuestros derechos nada más porque casi toda nuestra raza pertenecía a
sangre Liberal, decimos esto con toda la claridad y franqueza no por
aprovecharnos de alguna cuestión, si no puramente porque cierto
pertenecemos a (¿?) de las ideas del liberalismo, písele a quien le pise
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.3.1 f. 233v )
Sobre la Ley 89 de 1890, la señala como contradictoria, porque a pesar de reconocer la
inferioridad de la raza indígena para el manejo de los resguardos, fijó plazos para su
división (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.3.1 f. 234r).
3.5.5 Los resguardos del Departamento del Cauca
A partir de otras investigaciones, se puede afirmar que durante el siglo XIX, el Gran
Cauca, ante las políticas de división de resguardos, sus defensores establecieron
estrategias para mantener su continuidad acercándose a los partidos tradicionales, a su
conveniencia; por ejemplo, en 1849 cuando los liberales llegaron al poder y manifestaron
el interés de dividir los resguardos, los indígenas se ubicaron del lado de los
conservadores en las guerras civiles entre 1851 y 1854, lo que llevó a que en Túquerres
y Pasto, se aprobara una ley que permitía la existencia indefinida de los resguardos y su
gobernador conservador ordenó su devolución así hubieran sido vendidas. De acuerdo
con Sanders, esta alianza se frustró con la estrategia de la Asamblea Departamental, que
aprobó la Ley 90 de 1859, firmada por Mosquera, la cual ponía fin a los ataques contra
los resguardos y reconoció expresamente la autoridad de los cabildos pequeños para
gobernar la vida indígena; no obstante, ante una ley de 1873 que suprimía la Ley 90, los
indígenas manifestaron su respaldo a quien la derogara. En ese año, el presidente del
Estado del Cauca Julián Trujillo acabó con la Ley que derogaba la Ley 90, lo que hizo
que los indígenas fueron neutrales ante las guerras civiles de 1876-1877, 1879 y 1885.
Este investigador ha encontrado que antes de 1860, las peticiones referían a una
comunidad; luego de este año se presentan escritos en nombre de varios cabildos,
Capítulo 3 137
exponiendo una identidad indígena que no se oponía al ser del ciudadano granadino,
(Sanders, 2007).
Una vez es dividido el Departamento del Cauca a inicios del siglo XX y al segregarse los
territorios de los nuevos departamentos y una gran parte de los territorios nacionales, la
población local se interesó más por las industrias agrícolas ante el retiro del territorio
minero, aumentándose la presión por la tierra.
En el conjunto de documentos revisados, se destacan los registros a partir de 1930,
cuyas características se presentan de manera resumida en la Tabla 3-6
Tabla 3-6 Resumen Resguardos del Departamento del Cauca
Año 1930-1948
Características • Gran número de resguardos, con tierra disponible
Las oportunidades políticas y constricciones
Oportunidades Políticas
• Acompañamiento de algunos miembros del Partido Comunista
• Difusión contraria a la política de parcelación realizada por la Confederación de Trabajadores Colombianos y la Federación Nacional Campesina e Indígena
• En 1936 es creada la Jefatura de Negocios de Indígenas del Cauca y sección departamental que fomentara su división en Silvia, Cauca
• Por cuenta del Decreto 35 de 1941 (febrero 1) expedido por la Gobernación del Departamento del Cauca, se estableció la prórroga por diez años para la división de los Resguardos, ante el vencimiento de la Ley 89 de 1890 establecido para la división
Constricciones
• Al iniciar el siglo XX hubo procesos de expropiación y colonización promovidos por comunidades religiosas
• Gobiernos locales partidarios de la división de resguardos
Las estructuras de movilización
• 1938 creación de la Federación Indígena del Cauca. Luego es llamada Federación Departamental Indígena y campesina del Cauca
• 1940 se desarrolla la Conferencia Departamental Indígena, Campesina y Obrera
Procesos enmarcadores
• Discusión si correspondían a indígenas o campesinos
• La pertenencia a los partidos políticos como la causa de su situación de desventaja
• Situación del avance del fascismo en Europa y África, se interpretaba como parte del avance del imperialismo, semejante a la ocupación hecha por los terratenientes en los resguardos
Oportunidades Políticas y constricciones
En la zona hubo procesos de expropiación y colonización promovidos por comunidades
religiosas, como en Tierradentro, donde el pueblito de la sal fue convertido en 1907 en el
municipio de Belalcázar, segregando tres cuartas partes del territorio (Ángel, 2012). En
138 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
oposición a ello, hubo manifestaciones indígenas en contra de las acciones de la
Comisión Partidora en Calibío para 1928 (Villegas, Yunis, 1974).
Luego de la conocida Quintinada, en el departamento, continuó trabajando José Gonzalo
Sánchez como miembro del Partido Comunista. Una vez se emite la Ley 19 de 1927, se
incrementó el interés por llevar a cabo la división en los departamentos del Cauca y
Nariño. Para 1938 el Concejo Municipal de Silvia solicitó se desarrollara una Comisión
divisora en el oriente caucano, la cual tuvo dificultades procedimentales, al encontrar que
los indigenas cultivaban una parte en tierra fría y otra en tierra caliente, la definición de
quienes eran los beneficiarios y la falta de registros de las asignaciones hechas por el
cabildo (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.2.4, f.70 -104r).
Para Tierradentro fue creada la Comisión por Decreto 918 de 1944, pero tuvo problemas
administrativos como la falta del nombramiento del ingeniero, el retiro del dibujante y el
trabajo limitado del abogado y el pagador, causando así la desintegración de la
Comisión. En la región eran llevadas a cabo conferencias de “política comunista”,
contrarias a la política de parcelación del gobierno, realizadas por la Confederación de
Trabajadores Colombianos y la Federación Nacional Campesina e Indígena,
especialmente del dirigente agrario y político comunista Víctor Julio Merchant, según el
informe del abogado miembro de la comisión (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.2.4, f.104-
114r).
Establecimiento de Oficinas especiales para el tratamiento de los
indígenas a nivel departamental y municipal
En el Departamento del Cauca, por Ordenanza 44 de 1936 fue creada la Jefatura de
Negocios de Indígenas del Cauca “con la mira exclusiva de buscar tan forma efectiva la
elevación del nivel de vida de los grupos aborígenes y su asimilación a la masa general
civilizada” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1 F 12r), la cual estuvo a cargo de Gerardo
Cabrera Moreno. En el impreso por el cual se hizo difusión de la noticia de su creación,
se señala que los indígenas constituían principalmente el grupo de terrazgueros,
arrendatarios, aparceros, y cuya separación de la tierra, creaba los conflictos de
contenido social; no obstante, en el escrito no se hace mención de los resguardos, el cual
se presenta en la Figura 3-7:
Capítulo 3 139
Figura 3-7 Circular Número 3. Impreso del Departamento
Fuente: CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1 f. 12r
También en Silvia su Concejo por medio del Decreto 700 de 1936 creó una sección
especial encargada para la división de resguardos, con el argumento de que el gran
número de pobladores indígenas era la causa del supuesto atraso, al ser “refractarios a
la civilización, al trabajo, a las industrias, y hostiles a las personas de otras razas”
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.2.4. f. 57r). El Decreto incluía obligaciones al Cabildo
como presentar al Concejo Municipal las adjudicaciones de tierra deslindadas, el
nombramiento de un tesorero o síndico entre otras.
140 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
Las Estructuras de Movilización
A partir de 1930, se encuentran tanto manifestaciones a favor, como en contra de la
división de los resguardos. De éstos primer grupo se destacan las argumentaciones
cimentadas en contra de la consideración de seres inferiores; el grado de civilización, la
facilidad de crédito y el plazo de cincuenta años a punto por cumplirse establecido por la
Ley 89 de 1890, posiciones cercanas a los argumentos presentados por los funcionarios
del Ministerio de la Economía Nacional.
El segundo grupo, tuvo manifestaciones individuales, por pueblo, y en este periodo, hay
evidencias de congregaciones alrededor de la agenda del Partido Comunista y los líderes
indígenas que se mantenían vinculados.
Federación Indígena del Cauca (1938)
Esta Federación fue conformada en Campo Alegre, Totoró (Cauca) el 8 de agosto de
1938 y su formación fue anunciada al expresiente López a través del periódico Tierra
(Villanueva, 1993). Las comunicaciones emitidas desde esta Federación, no sólo se
encargaban de las luchas indígenas en el país, sino también para respaldar a los pueblos
en lucha de la ocupación de alemanes e italianos en el contexto de la segunda guerra
mundial (Arenas, 2008). La necesidad de la tierra, fue interpretada por los miembros de
la Federación como una situación semejante a la invasión italiana de Etiopía y España,
por parte del imperialismo (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//7.2.1 f.56r).
El contexto de la segunda guerra mundial y la ocupación de las tierras por cuenta de los
terratenientes, interpretadas como parte del avance imperialista, fue una visión expuesta
por la Federación, y compartida por algunos comuneros, como se expondrá en los
procesos enmarcadores.
Conferencia Departamental Indígena, Campesina y Obrera en 1940
En noviembre de 1940, se desarrolló la Conferencia Departamental Indígena, Campesina
y Obrera en Popayán, cuyo propósito central fue luchar contra la división de los
resguardos, con participación de las Ligas indígenas y campesinas, las cuales estaban
encargadas de exponer las experiencias alrededor de la división de los resguardos y la
Capítulo 3 141
liquidación del Cabildo. Contrario al discurso liberal de la época, para sus promotores
como José Gonzalo Sánchez, el resguardo brindaba amplias garantías económicas y
seguridad ante la codicia latifundista (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//8.3.1 f. 70).
El informe General sobre los Cabildos indígenas estaba a cargo de José G. Sánchez, y
otros se encargarían del “Movimiento Sindical Indígena y Campesino del Departamento”
La Plataforma General de Lucha y la declaración de Principios de la Raza Indígena,
serían el resultado de los informes. No obstante, no hay registro de sus resultados y sus
conclusiones, solo el volante de la agenda presentado en la Figura 3-8.
Figura 3-8 Plan de Labores y Orden del Día del Comité Organizador de la Conferencia Departamental Indígena Campesina y Obrera, 1940
Fuente: CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//8.3.1, f.70
Los Procesos Enmarcadores
Entre la definición de Campesinos o indígenas:
En 1936 el gobernador del Cauca indicó que el indígena era como un campesino, pero
preso del sistema comunal, donde la parcelación sería benéfica para la “economía
142 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
general y de la raza campesina” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1, f. 22r). En los años
siguientes otro gobernador reiteraba la condición de inferioridad del indígena, solicitando
escuelas vocacionales, facilidades de crédito y acción de las comisiones divisoras
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1, f. 184r-198r).
Por su parte, a partir de la visita realizada en el municipio de Silvia en 1938, el
funcionario del Ministerio de la Economía Nacional, reiteraba que el problema era la
ignorancia de los indígenas, y el problema agrario sólo existía en la mente de sus
consejeros (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1 f. 40r-41r)
Tanto la categoría de indígenas como de campesinos, fue usada por los funcionarios del
Ministerio de Economía encargados de dividir las acciones para adelantar la división de
resguardos en la década de 1940, donde su definición de resguardo era sinónimo de
comunidad, la cual era definida por un grupo ligado a través de creencias, tradiciones y
costumbres, como lo observado por un funcionario en Tierradentro
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1f. 102-137r ). En 1943 se remite otra comisión a la
misma región donde emergen nuevamente los argumentos racistas a favor de la división
de resguardos, donde se afirma que la abulia22 era natural en el indígena y su situación
se agravaba por la falta de alimentación nutritiva y el abuso del alcohol y la coca; en
contraste, los indígenas de La Laguna en Inzá a quienes se les había conferido títulos
“tienen capacidad de consumo, se dan vida mejor y como tienen halago en su trabajo,
aprovechan mejor el tiempo que los indígenas malgasten ingiriendo chicha y dándose
vida miserable” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1f.141r )
Por otra parte, la identificación de los miembros de las comunidades como campesinos o
“clase campesina”; en el caso de los indígenas de Ricaurte y Tálaga de Belalcázar y Alto
del Rey en El Tambo solicitaron la división como medida para dar tranquilidad y progreso
al pueblo, ante su grado de civilización y cercanía del plazo fijado por la Ley 89 de 1890
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.3.1 f. 146r; CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//10.4.1, f. 21v-
34r). Su discurso sobre la ciudadanía no esperaban la prórroga de la Ley 89 de 1890,
considerándose “mayores de edad y con aptitud para el manejo de nuestros intereses”
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.3.1 f. 207r-208r), con un avance semejante al de la
22 Pasividad, desinterés, falta de voluntad. Consultado en RAE http://dle.rae.es/?id=0DYwS2u
Capítulo 3 143
“clase campesina” y donde la convivencia con el elemento blanco había dado paso al
mestizaje (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//11.1.2 f. 111r y v). Las solicitudes de división
incluían argumentos a favor del progreso local, de la nación y la posibilidad de acceder a
los créditos de la Caja de Crédito Agrario (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//11.1.2 f. 112r).
Argumentos como los mencionados anteriormente, fueron expuestos por la parcialidad
de Poblazón en 1943 afirmando que su grado cultural era exactamente igual al de los
campesinos de los alrededores de Popayán (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1 f. 151r).
Entre 1941 y 1944 el Cabildo de la Parcialidad de Cohetando también se manifestaban a
favor de la división de los resguardos con argumentos semejantes a los expuestos
anteriormente (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//8.3.1 f. 4v - 5r; 88 r - 103r)23
Para funcionarios como el abogado de parcelaciones Víctor Gutiérrez, con excepción de
las llamadas tribus indígenas del Amazonas, Putumayo, los Motilones, el campesinado
era uno solo en cultura, nivel económico y aspiraciones; no obstante, incluye que la raza
si es problemática, ya que la llamada “clase campesina” es mestiza y mulata cuyas
fusiones consideraba problemáticas. Así como se ha expuesto en otros casos, hace uso
del imaginario del campesino casi blanco, como un ser de maravillosas características
físicas e intelectuales, presentes en los departamentos de Caldas, Antioquia y Santander
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1 f.148r)
El rol de los partidos políticos
La filiación partidista se encontraba en el centro del debate sobre la interpretación de la
expropiación de la Hacienda El Chimán en 1938; para 1897 el Ministerio de Hacienda
había adjudicado a la parcialidad trescientas treinta (330) hectáreas y entre 1911 a 1912
habían gestionado ante el Ministerio de Obras Públicas la inclusión de los terrenos
denominados Chimán el cual fue posteriormente apropiado por otras personas
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1 f. 40r-41r). En la carta dirigida al Presidente Eduardo
Santos, los indígenas pedían justicia al haber sido sometidos como “esclavos” y ser
23 El resguardo de Cohetando fue declarado inexistente a través de la Resolución 5 de 1944 del Ministerio de la Economía Nacional; no obstante, en 1945 y 1946, e incluso en 1963, continuaba sin dividirse (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//8.3.1 F 142r-153r), dejando a sus miembros en un limbo.
144 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
“elementos adictos incondicionalmente al gobierno Liberal” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-
3//8.3.2 f.163r).
La situación de la segunda guerra mundial en la interpretación de la
situación del resguardo
La visión de la Federación Indígena del Cauca sobre la necesidad de la tierra frente a la
presión fascista e imperialista en el contexto de la segunda guerra mundial, era
compartida por comuneros del resguardo de Calderas (Inzá) conforme a lo declarado por
un comunero al abogado de resguardos en comisión a quien le sugería comunicarle al
presidente que hiciera llegar la guerra, donde había gente dispuesta a pelear
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1, f 149r). Más allá del espíritu bélico destacado por el
visitador, se subraya la idea de la comprensión de un problema local enlazado a una
situación mundial, así su correlación no sea clara. Así, en una comunicación de la
Federación ante la invasión italiana de Etiopía y España, por parte del imperialismo; en la
misiva correspondiente cerraba con la frase: “El grito del indio es hoy: tierra libre de amos
y capataces” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//7.2.1 f.56 r).
3.5.6 Resguardos de Nariño
El proceso de conquista y colonia en el valle de Atriz, generó un fuerte descenso
demográfico, generándose hasta el siglo XVIII su recuperación. Durante el proceso
independentista, apoyaron la realeza, lo que ha sido interpretado como una estrategia
para mantener los resguardos. Al pertenecer durante varios años el territorio del
Departamento de Nariño al Cauca, compartió situaciones semejantes frente al
tratamiento de las tierras colectivas de la región presentada en la anterior sección, siendo
los dos departamentos que poseían el mayor número de resguardos. A continuación se
presenta un resumen de las características más generales con respecto al Departamento
de Nariño Tabla 3-7.
Tabla 3-7 Resumen Situación Resguardos de Nariño
Año 1930-1946
Características
• Gran número de resguardos, con poca tierra disponible
• Procesos de parcelación de resguardos se aceleraron a partir de 1943, hasta 1958, como consecuencia de la integración de la ciudad de Pasto al país por el conflicto
Capítulo 3 145
sostenido contra Perú
Las oportunidades políticas y constricciones
Oportunidades Políticas
• Decreto 406 de 1936 (Ministerio de Industrias y Trabajo) se designaron tierras para las comunidades del Departamento de Nariño
• Ley 71 de 1943 (Congreso de Colombia) el Estado compra el territorio de Campanero para adjudicarlo a sus poseedores
Constricciones
• Decreto 74 de 1898 (Gobernación del Cauca) y Resolución 859 de 1925 (Gobernación de Nariño) determinaron cómo se definía quien pertenecía o no a la comunidad
• Resistencia de los funcionarios locales a realizar la asignación conforme al Decreto 406 de 1936, expidiendo la Resolución del 15 de marzo de 1938
Las estructuras de movilización
• Cabildos locales los cuales fueron gravemente afectados una vez se declaraban inexistentes los resguardos
Procesos enmarcadores
• Indígenas, pero no salvajes
• La pertenencia a los partidos políticos y su interpretación sobre la supresión de resguardos
La emisión del Decreto 1421 de 1940 facilitó la acción de las comisiones partidoras
establecidas por la Ley 19 de 1927, cuando los miembros de los cabildos comenzaron a
solicitar la división de sus resguardos (Perugache, 2015). Iniciado el proceso de división,
algunas veces no concluían exitosamente al no contar con los miembros completos de la
comisión (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//3.4.3 f.120r). Una situación más difícil para los
indígenas, es que una vez declarados inexistentes los resguardos para así facilitar su
división, quedaban en un limbo, ya que no contaban con la administración del Cabildo
para la distribución de la tierra, ya no eran regidos por la Ley 89 de 1890 y continuaban
sin acceder a préstamos, conforme a un informe de la Comisión Divisora (Perugache,
2014).
Oportunidades políticas y constricciones
Gran parte de los resguardos permanecían vigentes una vez iniciado el siglo XX. A
diferencia del Departamento del Cauca, los funcionarios en diferentes comisiones,
destacaron la falta de tierras para los indígenas. Por otra parte, hubo determinaciones
departamentales que intentaron fijar quienes eran los miembros de los resguardos, y
quienes perdían su calidad como tal.
146 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
Ajustes en la definición de los miembros de las comunidades a
través de las normas
En desarrollo de la Ley 89 de 1890, conforme a las atribuciones dadas por el artículo 41
de la misma norma, el gobernador del Departamento del Cauca (en el cual se incluía el
de Nariño) expidió el Decreto 74 de 1898 (Roldán, 1983), el cual hacía precisiones sobre
la organización de los cabildos, resguardos, sucesión y protección de indígenas; de este
decreto el artículo 98 estableció que la mujer indígena casada con varón no indígena, o
de otra parcialidad perdería su condición a la parcialidad, mientras que sus hijos
heredarían la situación del padre, lineamiento que complicó la autonomía en la manera
de identificar los miembros de la comunidad y quienes tendrían derecho a una parcela
como sucedió con la Comunidad de Tangua en 1934 quienes solicitaban la división del
resguardo (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//3.4.3 f. 112-113).
El decreto anterior fue ajustado posteriormente en el Departamento de Nariño con la
emisión de la Resolución 859 de 1925 (referido también como Resolución 859 de 1926)
determinando que los hijos resultantes del matrimonio de una indígena con un individuo
de raza distinta, siguen la condición de la madre y le suceden en los derechos que ella
tiene adquirido en los bienes de la comunidad, y el individuo que perteneciendo a la Raza
blanca se case con india de parcialidad, no es sino mero administrador de la porción de
terreno, advirtiendo que los hijos resultantes mantendrían el derecho a participar de los
terrenos poseídos por su madre (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//3.4.3 f.125v -127r)
Asignación de tierras adicionales ante la estreches de los resguardos
En 1936, como resultado de la comisión realizada por un funcionario del Ministerio de
Industrias y Trabajo, concluyeron que las tierras que ocupaban eran insuficientes. Ante
esto, se determinó aumentar los terrenos ocupados por las parcialidades, asignando una
serie de baldíos ubicados en inmediaciones de la laguna de La Cocha, en el
Corregimiento de La Victoria en el Municipio de Ipiales, en las vertientes del Río Telembí,
en los páramos de Guaspuscal y sus aledaños, del Municipio de Funes, e incluso, en la
Comisaría Especial del Putumayo y en el Municipio de Santa Rosa del Departamento del
Cauca, de acuerdo al Decreto 406 de 1936 (Ministerio de Industrias y Trabajo).
Capítulo 3 147
El derecho a las tierras no estaba garantizado por la emisión del decreto, ya que cada
parcialidad debería localizar y amojonar la extensión asignada, enviar al Ministerio de
Industrias y Trabajo los planos correspondientes, con una información sumaria en la que
se demostrara que los terrenos fueran baldíos y sin evidencia de minas de aluvión en
explotación, bosques nacionales, islas o playones, ni colonos. Más de la mitad asignada
a cada parcialidad se consideraría como terreno de resguardo y el resto podría ser
ocupado por los miembros de la parcialidad en calidad de colonos conforme a la Ley 47
de 1926, y una vez aprobados los documentos, posteriormente se expediría una
resolución donde se determinaría la extensión del terreno.
La puesta en realidad del Decreto, contó con varios problemas; por una parte, la acción
de autoridades locales, como en el caso denunciado por la comunidad de Botanilla en
1939 quienes a pesar de haber enviado los documentos hacía dos años, habían sido
expulsados del terreno por el Juez de Tierras, quien había dictado lanzamiento y prendió
fuego a la colonia séptima (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//7.3.1 f.26).
El otro problema fue la resistencia desde el escenario local; un periódico regional afirmó
la adulteración de un decreto en la gobernación para adjudicar como baldíos terrenos de
propiedad particular24. Ante esta presión, la Gobernación de Nariño emitió la Resolución
del 15 de marzo de 1938, prohibiéndole al ingeniero Niño adjudicar baldíos en
Campanero (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//5.3.4 f. 78r).
Posteriormente, el terreno fue adquirido por el gobierno mediante la Ley 71 de 1943
(Congreso de Colombia) ocupado por varias colonias indígenas declarándolo de utilidad
pública, cuya titulación fue posible hasta febrero de 1947 cuando se estableció contrato
entre el Gobernador de Nariño y Jorge Lima por el traspaso a la nación del lote
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//7.2.1 f. 129-134).
El impacto de las Comisiones Divisoras
En el Departamento de Nariño, a pesar del gran número de indígenas, de la estreches de
los resguardos, los procesos de parcelación se aceleraron a partir de 1943, hasta 1958,
24 “El Gobierno Nacional se empeña en crear problemas sociales en Nariño” nota de prensa incluida en el expediente (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//7.2.1 f. 90)
148 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
consecuencia de la integración de la ciudad de Pasto al país por el conflicto sostenido
contra Perú, facilitado gracias al Decreto 1421 de 1940, cuya expedición fue recibida con
júbilo, por senadores, y alcaldes municipales como de parcialidades manifestado al
gobierno nacional por medio de un telegrama en el cual se menciona de dicho decreto
“EL CUAL HACE REDENCIÓN VIDA PROLETARIADO” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-
3//3.4.3 f. 133r)
Antes de 1940, en la esfera departamental y municipal había declaraciones de
funcionarios públicos en contra de la disolución de los resguardos, pero con argumentos
cargados de prejuicios, presentando un futuro donde los indígenas venderían los terrenos
y se convertirían en “parásitos sociales” dada la “atávica tendencia al alcoholismo”
(Perugache, 2015).
La expedición del Decreto legislativo 1421 de 1940, generó una activación en la dinámica
de la división de los resguardos, expidiéndose un gran número de resoluciones
declarándolos inexistentes, lo cual, semejante a la situación del departamento del Cauca
dejó en un vacío jurídico y en desamparo a varias comunidades transformando el
resguardo como un baldío y desmembrando la organización de base como los cabildos,
los cuales no podían continuar con sus funciones.
Las solicitudes hechas por las comunidades, no fueron del todo libres en su decisión; en
el expediente se menciona la incidencia de los funcionarios del Ministerio de Industrias y
Trabajo quienes sugerían solicitar la propiedad por medio del cabildo o de forma
individual, ofreciéndoles los esqueletos de los memoriales al no contar con los títulos de
los resguardos, a pesar de que el artículo 12 de la Ley 89 de 1890 se indicaba cómo
proceder (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//3.4.3 f. 172r).
El “esqueleto” de las resoluciones que declararon inexistentes los resguardos fue la
resolución correspondiente a la declaratoria de inexistencia de San Lorenzo en el
Departamento del Cauca, continuando con la parcialidad de Tangua del Departamento
de Nariño (Ministerio de la Economía Nacional, Resolución No. 2 del 1 de septiembre de
1943). La primera parte de la resolución como los “considerandos” eran los mismos, los
cuales reflejaron una concepción racista peyorativa del indígena, donde los nativos
actuales estaban lejos de “aquellos indígenas sumidos aún en las penumbras del instinto
Capítulo 3 149
ciego, lejos de las luces de la civilización y desvinculados totalmente de la vida de
relación que condiciona el régimen jurídico, comercial, industrial, etc.”, al haber logrado
un nivel cultural, contacto con la civilización, una asimilación de las costumbres comunes
y un continuo intercambio comercial, con los blancos y mestizos, identificándolos con
este último grupo (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//4.4.1 f. 217v-218r) suprimiendo así la
categoría de indígena. La parcelación, según los considerandos del Ministerio plasmados
en la resolución, permitía mantener la organización familiar, su composición étnica y la
conformación de cooperativas atender en forma comunal a los intereses económicos del
núcleo por medio de cooperativas imposible de organizar sin dividirse
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//4.4.1 f. 217v-218r).
Una vez parcelados, los terrenos quedaron reducidos a pequeñas parcelas como en el
caso del Resguardo de Angano, donde se repartieron lotes entre 500 a 700 metros
cuadrados; en Obonuco, 70 hectáreas fueron divididas entre 200 familias; en Jongovito
84 hectáreas fueron repartidas entre 100 familias, resultando parcelas de un cuarto de
hectárea o una hectárea; en Gualmatán resultaron parcelas de 1 a 3 hectáreas. (Fals,
1959)
La declaratoria de resguardos como inexistentes como estrategia de
despojo
Las estructuras de movilización
Las solicitudes dirigidas por los miembros de los resguardos, se hacía por parte del
Cabildo de cada una de las parcialidades. En términos generales los documentos no
refieren a un grupo encargado de coordinar las acciones. Esta organización de base
sufrió un gran impacto al declarar los resguardos inexistentes para su división, ya que en
la visión del Ministerio, no tenían a cargo la adjudicación de tierras mientras llegaba la
Comisión (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//4.4.1 f. 153). Por otra parte, autoridades locales
intentaron actuar al interior de la elección de los cabildos para proteger los bienes de los
blancos (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//4.4.1 f. 221-223).
La vulnerabilidad a la que eran entregadas las comunidades al declararse inexistente los
resguardos, se evidenció rápidamente; después de haber sido declarado inexistente la
parcialidad de Tangua, su alcalde denunció la determinación hecha por el Concejo
150 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
Municipal al determinar que no existía poseedor, los terrenos se destinarían para
construir plazas o edificios públicos o venta (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//4.4.1 f. 228r).
A pesar de la denuncia hecha, el Ministerio exige la entrega del archivo del cabildo en
1945 (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//4.4.1 f. 236r).
En otras parcialidades, se declaraba que el cabildo quedaba cesante “porque no se
puede gobernar lo que no existe ni puede haber gobernantes sin gobernados”
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//8.2.1 f. 53r), como en las parcialidades de Jenoy,
Catambuco y Pejendino donde debían entregar la casa del cabildo (Perugache, 2015) y
Pejendino, ante la consulta sobre si una vez declarado inexistente, el cabildo quedaba
cesante.
Los procesos enmarcadores
En el Departamento de Nariño fueron numerosas las solicitudes de división de resguardo
por parte de las comunidades, lo que fue interpretado por Fals Borda como un “mestizaje
social” (1959), mientras que otros lo interpretan como el resultado de la persuasión hecha
por las autoridades gubernamentales con el propósito de acceder a beneficios como las
facilidades en los créditos (Perugache, 2015).
Quitar lo salvaje a la categoría Indígena
La categoría de indígena, no se destinaba únicamente a la pertenencia del resguardo. En
Nariño se registró la obligación en realizar trabajos forzosos, como el arreglo de caminos,
la exigencia del pago de la cuota militar entre otras contribuciones forzosas
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//3.4.3 f. 113v). Al declararse extinto un resguardo, las
autoridades locales continuaron haciendo uso de la mano de obra indígena, como lo
sucedido en Obonuco en 1950, dos años después de haber sido declarado extinto,
fueron convocados los naturales para el trabajo vecinal (Perugache, 2015).
Parte de los argumentos expuestos por las comunidades para realizar la parcelación de
resguardos, era el rechazo a ser tratados conforme a la Ley 89 de 1890, alegando su
grado de cultura y civilización, la capacidad para administrar sus bienes, no como
menores de edad, como lo realizado por el cabildo de Mocondino ante el Ministerio de
Economía Nacional en 1947 (Perugache, 2014). Conforme con Perugache, es relativa la
Capítulo 3 151
señalada desindigenización o el “mestizaje social” ya que en los memoriales, se
denominaban a sí mismos como “indígenas civilizados” o “campesinos indígenas”, donde
lo que rechazan es el prejuicio sobre lo indio asociado a lo salvaje (2014). Se oponían a
ser considerados menores de edad, como los indígenas de Tangua en 1943 quienes
manifestaron tener mayores capacidades para manejar con provecho la tierra
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//4.4.1 f.185r), documentos presentados ante el Ministerio
del Trabajo Figura 3-9; en 1946 la parcialidad de Pejendino rechazan la Ley 89 de 1890
basada en una “capitis diminutio”25 (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.1.1 f. 20r-21r)
aplicable a los indígenas, palabras retomadas por los miembros del Resguardo de
Botanilla en 1949, destacando que están al nivel común de los ciudadanos
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//7.3.1 f.78v-79r).
Figura 3-9 Carátula de la documentación enviada por la parcialidad de Tangua en diciembre de 1939
Fuente: CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//3.4.3
Los indígenas de Tangua, para ampliar las tierras de resguardo argumentaron el derecho
a haber trabajado las tierras “que uno las ha sacado de la selva, del abismo de los
pantanales, de la nada” amparándose en el código civil de la época, y leyes sobre
baldíos (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//3.4.3 f.112-113).
25 Disminución de la capacidad jurídica de una persona que se producía por la pérdida de uno o varios de los "status" propios de ésta, dando por tanto lugar, a tres tipos diferentes de capitis deminutio: máxima, media y mínima. Disminución de la capacidad o cambio de la situación jurídica del individuo. Cualquiera de las alteraciones que un individuo puede experimentar en su status personarum (libertatis, civitatis, familiae) Consultado en Capitis Deminutio (Derecho Romano) https://glosarios.servidor-alicante.com
152 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
En 1944 de las metáforas más comunes para representar la función de las razas en el
país fue a través de un cuerpo; los miembros de los resguardos de Jongovito,
Gualmatán, y Botanilla se identificaron como el brazo fuerte:
Nosotros por nuestra condición humilde, no seremos el cerebro, ni el corazón de
la República, pero en cambio por nuestro trabajo y esfuerzo tesonero y constante,
somos el brazo fuerte de nuestra patria y por este y porque queremos trabajo para
que haya más tranquilidad, armonía y progreso (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-
3//7.3.1 f. 65v)
El rol de los partidos políticos
Varias situaciones presentadas con los resguardos, fueron interpretadas por los
comuneros como retaliación del bando contrario; en general, los miembros de las
comunidades se declaraban abiertamente liberales, inicialmente.
Por ejemplo, la entrega de los baldíos en inmediaciones de la Laguna de la Cocha, en
1937 fue interpretado como un acto del Partido Liberal contra la expansión del
imperialismo, consecuente con la idea de que la propiedad se extendía hasta que llegara
el hombre con su trabajo (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//7.2.1 f.56r). En otro caso
particular, la comunidad de Tangua en 1935 y en 1943 por medio de sus escritos daban
vivas al Partido Liberal (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//3.4.3 f. 177 r y v; 30.4.4.1 f. 185r).
Los ataques sufridos por la comunidad de Botanilla en 1944 denunciados al presidente
Alfonso López, ante el despojo hecho por el Juez de Tierras y asesinatos a miembros de
la comunidad, señalaron por ser perpetrados por los “fusiles de la República” por parte de
los godos o conservadores, acusándolos de mandar quemar casas y enseres
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//7.2.1 f.131).
Pero parte de ese discurso de apoyo al partido liberal cambiaría una vez el escenario
político fue modificado a partir de las elecciones de 1946, cuando retornan los
conservadores con Mariano Ospina Pérez. En 1950, el cabildo de Consacá afirmó que
personas de raza blanca quienes hicieron la solicitud de la división, se hicieron a tierras
bajo el “régimen liberal de 1930 a 1946” donde varios arrendatarios se hicieron pasar por
Capítulo 3 153
indígenas (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//8.2.1 f.77v) y en 1951 a los suplantadores los
señalaron de ser de tendencia comunista (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//8.2.1 f.116r);
prueba de ello, se soportaba en que uno de los solicitantes era blanco y quien se
desempeñó como Jefe del Resguardo de Rentas obstaculizando la votación para
presidente en la cual quedó elegido Mariano Ospina Pérez, autor del decreto de la
extinción de resguardos (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//8.2.1, f. 139v).
Las críticas al gobierno liberal continuaron, recordando la respuesta dada por el partido
conservador frente a las acciones de Quintín Lame, destacando que no fue perseguido” a
sangre y fuego al caudillo de las indiadas de Tierradentro”, mientras que bajo el gobierno
liberal, habían sido sacados de sus tierras (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//7.2.1 f. 131-
132).
El manejo de la protesta social por parte del Partido Liberal limitó el campo de acción a
los comunistas, los cuales años antes a partir del Partido Socialista Revolucionario
habían logrado establecerse como una alternativa ante la demanda de obreros,
campesinos sin tierra e indígenas. En la década de 1940 también se encuentra un
escenario internacional en donde se discute el problema indígena semejante al del
campesinado, como se propuso en el Primer Congreso Indigenista en Pátzcuaro. Lo
anterior, junto con la creación del Instituto Etnológico Nacional y el Instituto Indigenista de
Colombia supuso una discusión más académica en términos de la problemática indígena,
cuyas conclusiones se enfocaron a considerar que la situación del indígena como un ser
ignorante a causa del abandono y no por el hecho de vivir en comunidad.
En el contexto mundial, la creación del Ministerio de la Economía Nacional y su interés
de dar respuesta a las necesidades del Estado a partir de la industria y la agricultura
propia, en el que la prosperidad de la nación dependía del tratamiento a la población
indígena, y la producción, de la fragmentación de resguardos. Posteriormente, creado el
Ministerio de la Agricultura y Ganadería se le encargaría el problema de los resguardos a
través del Departamento de Tierras. Junto al estereotipo del indígena, sin evolución
completa, se le consideraba un ser postrado y limitado física y mentalmente, marcando la
diferencia con el campesinado blanco presente en Cundinamarca, Santander y Antioquia,
para lo cual la idea de fomento del mestizaje no estaba desechada. Las posturas
negativas hacia los cabildos los presentaban como un rezago con una autoridad mal
manejada. Las Comisiones Divisoras en este periodo recibieron mayor apoyo del
154 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
gobierno nacional, dependiendo del presupuesto de la nación, y con la potestad asignada
al Ministerio de la Economía Nacional de declarar inexistente los resguardos; sin
embargo, en la mayoría el proceso quedaba sin culminar hasta la declaratoria de
inexistencia, bajo la premisa que estaban usurpando una “condición racial y una
categoría civil”, dejando en un limbo a las comunidades sobre las mejoras hechas y el
Cabildo, sin funciones. Sin embargo, declarar que no existían indígenas, ya la estrategia
había sido utilizada por el Gobernador del Tolima con el propósito de desconocer las
medidas que requería la venta de secciones del resguardo, posibilitando la separación.
El argumento esgrimido del estado avanzado y la posibilidad de mantenerse en la
sociedad quedando sin peso la categoría de indígena y sin futuro el resguardo, las
autoridades locales continuaron tratando a los indígenas con una categoría adversa, ya
que seguían siendo convocados a trabajos forzosos como en el Departamento de Nariño.
O sea, no eran indígenas para dividir los resguardos declarándolos inexistente y por estar
en un grado avanzado de civilización, pero seguían siéndolo para realizar trabajos
forzosos. En otros casos, se les quiere desprestigiar atribuyéndole delitos, señalándolos
de usurpar la categoría de indígena, o componer cuadrillas de malhechores, o resumir
todos los procesos, como hicieron con Lame.
A pesar de que no hubo mayor avance en detener el proceso de desintegración de los
resguardos, estar al interior del Partido Comunista permitió lograr espacios de encuentro
y de exposición para plantear sus propósitos. En el escenario del III Congreso del
Trabajo en Cali de 1938, a pesar de que se reconoce los pocos avances del Partido
Comunista con respecto a la recuperación de tierras, nos permite identificar otros
propósitos que perseguían los líderes indígenas, como el arhuaco Niño destaca a
autodeterminación de la nacionalidad indígena y una valoración a sus tradiciones que él
mismo llamó naturalista, sin que ello se hiciera por fuera del Partido Comunista; Gonzalo
Sánchez por su parte reúne una serie de planteamientos como la protección a los
antiguos y la creación de nuevos resguardos, una educación lejos de las misiones
católicas, enseñanza de las lenguas nativas y atención a indígenas y campesinos
además de explotar las riquezas minerales en beneficio propio. Otro de los líderes que
refiere a autonomía, corresponde al capitán de los cunas Pedro Estrada quien refiere a la
autonomía que tienen, de atender sus necesidades en la comunidad de su territorio.
Capítulo 3 155
La constitución de Ligas indígenas, como organizaciones de base, que incluso el mismo
Sánchez propuso como reemplazo a los cabildos, y las organizaciones departamentales
y nacionales; a través de ellas expresaron cuestiones no sólo relacionada con la
desintegración de resguardos en una perspectiva local sino que se enmarcan en una
perspectiva mundial junto a otros problemas como el por ejemplo, la Federación Nacional
Campesina e Indígena, como su manifestación contra el nazi-fascismo y el apoyo a
López, entre las cartas que fueron remitidas a los ministerios. No obstante, en algunos
casos expuestos, sufrieron la estigmatización al señalarlos de comunistas, tanto Lame y
los indígenas de Ortega y Chaparral, como de San Antonio del Peñón.
Hubo casos en donde se observa una reducción de la organización local; hasta inicios
del siglo XX los indígenas cunas eran representados por un Cacique quien establecía
conversación directa con presidentes, generales y ministros, pero una vez se da la
división de Panamá, posiblemente ante la baja demográfica en el lado colombiano y la
alta presión por tierras por parte de colonos, se ve reducido la capacidad de los caciques,
trasladándose a la capital acompañados de religiosos, siendo estos últimos importantes
en la delimitación de resguardos.
Por otra parte, a pesar de tener situaciones semejantes, los indígenas de Santa Ana de
Guazo, tratado en el capítulo anterior, y San Antonio del Peñón, no se evidenció una
intención de unirse ante contextos parecidos.
El caso de los indígenas Yanaconas, si bien no eran resguardos, ante la usurpación que
sufrían, algunos solicitaron la disolución del título colectivo adquirido por compra o por
merced en el periodo colonial. En este caso, su indigeneidad no es cuestionada.
Los indígenas de Nariño, en algunos casos solicitaron la división, por la dificultad de
mantener las mejoras del terreno asignado; por otra parte, hacen la distinción frente a la
carga negativa de invalidez del indígena, refiriéndose en algunos casos como
campesinos indígenas; semejante cuestionamiento realiza el capitán de los cunas, donde
hace una distinción entre ser ignorante, y ser salvajes, en oposición a la civilización.
Por último, además del señalamiento de los indígenas como comunistas, los indígenas
hicieron su interpretación sobre la emisión y aplicación de las leyes como retaliación a
156 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
ser abiertamente liberales. Compararon los indígenas de Nariño y Cauca la persecución
a que eran sometidos, frente a lo que ellos consideraron menos violento de lo que fueron
los gobiernos conservadores contra Quintín Lame.
En el siguiente capítulo la atmósfera creada por la violencia, posiblemente generó una
reducción en las manifestaciones locales. Es aquí donde se presenta un giro, tanto de la
posición del gobierno, como los procesos enmarcadores y los referentes presentados en
las escasas referencias del siguiente periodo.
4. El silencio y el resurgimiento de la cuestión indígena (1946-1960)
En este periodo se presentan dos elementos que transformaron la concepción de los
indígenas y sus resguardos aspecto que será tratado en la primera parte; el primer
elemento, es la intensificación y crudeza de la violencia bipartidista despertada después
del asesinado del caudillo Jorge Eliécer Gaitán en 1948 y la lucha contra el comunismo y
el viraje de la investigación social en la comprensión de las comunidades indígenas en
general, donde la división de los resguardos tendría su giro.
A continuación presentaremos la política indigenista del periodo, y las modificaciones de
la administración nacional con respecto a la política indígena, creándose una oficina
especializada para su tratamiento. A diferencia de los periodos anteriores, los registros
sobre las dinámicas entre el Estado y las comunidades indígenas, del archivo revisado se
redujo considerablemente26, proponiendo una sola sección para exponer los casos en
que se evidenció la participación de las comunidades, que tipo de organización
adquirieron y que nombres adoptaron para un escenario distinto. En estos registros se
encuentra cómo se equipara el resguardo con valores semejantes al cooperativismo, la
política de campesinización del indígena y cómo la violencia permea las dinámicas
locales de comprensión del “otro”, del enemigo.
Las discusiones internas en el Partido Liberal permitieron el regreso del conservatismo
con Mariano Ospina Pérez (1946-1950) quien intentó gobernar con el partido opositor,
nombrando seis liberales en el gabinete; sin embargo, la representatividad de los
liberales en el gobierno de Ospina no redujo la violencia que ya se percibía en el campo,
26 Los registros de estos años se redujeron significativamente. Esto pudo corresponder a un cambio en las dinámicas locales donde el conflicto armado se desarrolló ampliamente en el campo, o quizá a la determinación del Ministerio de Gobierno, el cual declaró archivo muerto a los archivos entre 1948 a 1958 (Sánchez, 2014)
158 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
Título de la tesis o trabajo de investigación
y su máxima expresión llegó con el asesinato de Gaitán en 1948 (Martz, 1969), donde el
presidente Ospina tomó decisiones que no redujeron la crudeza de los enfrentamientos.
El corto mandato de Laureano Gómez entre 1950 y 1951, inició presentando su modelo
de nación el cual establecía la unión entre la iglesia católica y el Estado, y propuso
reanudar los vínculos con España. Por otra parte, presentó una reforma constitucional
donde proponía reducir el sufragio, con el argumento de que la inteligencia no estaba
repartida en partes iguales en la sociedad, reduciendo por otras cualidades el derecho al
voto (Martz, 1969). Ante las reformas constitucionales y el rompimiento entre los grupos
al interior del conservatismo fue tomado el poder por Gustavo Rojas Pinilla el 13 de junio
de 1953, con apoyo de conservadores y liberales.
Durante el mandato de Gómez, se creó un ambiente propicio para la inversión extranjera,
y estableció un comité de desarrollo encargado de estudiar futuros problemas
económicos. Al tomar el poder Rojas Pinilla organizó una Comisión de Estudios
Constitucionales con lo que se proponía mantener el papel de la Iglesia, se organizaría
un nuevo cuerpo legislativo y representativo y se formaría un sistema judicial
incorruptible.
Una vez Rojas concluye el periodo presidencial de Laureano Gómez, fue elegido para el
periodo de 1954-1958, intentando ser reelegido hasta 1962, pero la oposición que se
encontraba en los dos partidos tradicionales y los militares, designaron una Junta Militar
en su reemplazo (Martz, 1969) y posteriormente la implementación del Frente Nacional
en 1958.
Durante la administración de Rojas Pinilla, se creó el Instituto de Colonización e
Inmigración, cuyo objetivo fue “fomentar el progreso económico y social de las partes
menos desarrolladas del país a través de centros de colonización y de una política de
estímulo a la inmigración” (Presidente de la República, Decreto 1894 de 1953), la cual
tenía a cargo la sección de Colonización, destinada a adelantar estudios de terrenos
baldíos para analizar la calidad de las tierras, vías de comunicación y necesidades
higiénicas, los cuales serían entregados a quienes se encontraran ocupándolos, o a
agricultores o ganaderos e inmigrantes seleccionados, además de fomentar las
Capítulo 4 159
cooperativas de producción. Este impulso al cooperativismo, reduce en parte la
promoción del individualismo tanto de las actividades económicas, como las sociales.
Luego de la violencia, siendo Alberto Lleras Camargo el primer mandatario del Frente
Nacional estableció el Departamento de Rehabilitación y el Consejo Directivo de
Rehabilitación, encargado del fortalecimiento de las fuerzas de seguridad rurales (Martz,
1969), además de incorporar el programa de Juntas de Acción Comunal con el fin de
disminuir costos en programas sociales y logrando mayor integración popular a las
políticas del Estado.
4.1 Intensificación y crudeza de la violencia bipartidista
Ante el incremento de los hechos violentos, el presidente Ospina Pérez en noviembre de
1949 declaró el Estado de Sitio (Decreto número 3518 de 9 de noviembre de 1949),
permaneciendo así por 8 años, lo cual implicó suspender los órganos parlamentarios, se
procedió a censurar la prensa, prohibió todas las reuniones o manifestaciones públicas,
entregó plenos poderes a los gobernadores departamentales y decretó una suspensión
de las legislaturas departamentales y municipales (Martz, 1969). Con Laureano Gómez,
se agudizaron estas medidas, donde las leyes a favor del sindicalismo fueron canceladas
y los sindicatos independientes fueron derrocados, se incrementó la censura a la prensa,
la radio y el cine, y entregándoseles mayores prerrogativas a los militares (Martz, 1969).
Laureano Gómez siendo uno de los principales líderes conservadores, y quien ejerció
durante un corto tiempo la presidencia de la república, equiparó al comunismo con el
Partido Liberal; usando la figura del monstruo del basilisco afirmaba que el cuerpo
correspondía al liberalismo, mientras que su cabeza era comunista (Martz, 1969). El
comunismo se identificó como el gran enemigo a atacar, incluso Rojas Pinilla lo prohibió
el 4 de septiembre de 1954, asemejándolo a credos distintos al católico como el
protestantismo cuya difusión fue prohibida en las zonas identificadas como Territorios de
Misiones Católicas (Martz, 1969). En este contexto, se configura la pobreza como
problema (reduciendo la eficacia del discurso alrededor de la raza), ya que establecía las
condiciones necesarias para que el comunismo echara raíces, reduciendo las
posibilidades de desarrollo, coincidente con la nueva geopolítica presentada a partir de la
160 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
Título de la tesis o trabajo de investigación
finalización de la Segunda Guerra Mundial, donde el desarrollo era el patrón principal del
bienestar para el tercer mundo, evitando así la llegada del comunismo.
Con el establecimiento de la Organización de Estados Americanos (OEA) en la
Conferencia Panamericana del mes de abril de 1948, se consagró el anticomunismo
como doctrina política y militar oficial de todos los países americanos (Caballero, 2016).
4.2 Las ciencias sociales en la intervención del mejoramiento de la sociedad
En el periodo anterior se presentó cómo el Partido Liberal creó diferentes instituciones de
instrucción pública con enfoque en ciencias sociales con el propósito de comprender la
realidad colombiana, lo cual fue un pilar de las reformas liberales en educación
estableciendo así la Escuela Normal Superior en 1936, el Instituto Etnológico Nacional en
1941 y el Instituto de Antropología Social en 1946. No obstante, una vez retornan los
conservadores al poder en 1946, la Escuela es liquidada y sus institutos anexos fueron
transformados en 1951. De acuerdo con Pulido, la Escuela Normal Superior fue objeto de
ataques por supuestas afiliaciones liberales e izquierdistas siendo disuelta al poco tiempo
(2020).
Luego en 1952 fue establecido el Instituto Colombiano de Antropología, dependiente del
Ministerio de Educación Nacional, en el que se integraron el Servicio de Arqueología, el
Instituto Etnológica Nacional y el Instituto de Antropología Social (Decreto Número 2190
de 1952). A la par que estos institutos se transformaban, se encontraba en ascenso la
formalización de la disciplina de la sociología; en 1950 fue creado el Instituto Colombiano
de Sociología conformado por abogados y geógrafos y al finalizar la década se crearon
institutos y facultades de sociología como en 1958 el Instituto de investigaciones
Socioreligiosas, el Centro de Investigación y Acción Social en 1959 y para el mismo año
las facultades de sociología en la Universidad Javeriana, la Universidad Bolivariana y el
Departamento de Sociología de la Universidad Nacional (Restrepo, 2002).
Desde años anteriores, adelantar colonizaciones planificadas, fueron desarrolladas a
partir de los aportes de profesionales que hicieron investigaciones de corte sociológico,
por ejemplo en el Instituto de Parcelaciones, Colonización y Defensa Forestal el cual
buscaba afianzar la estabilidad social mediante el aumento de los propietarios rurales,
Capítulo 4 161
quedando a cargo de la colonización de las tierras baldías y parcelación de las tierras
incultas o insuficientemente explotadas (Presidente de la República, Decreto 1483 de
1948).
4.3 Continuación en el proceso de división de resguardos y el giro en la concepción de las tierras comunales
Para 1951, la oficina encargada de los resguardos indígenas se encontraba al interior de
la Sección de Baldíos y Colonización, perteneciente a la División de Recursos Naturales,
al interior del Ministerio de la Agricultura y Ganadería, como se presenta en la Figura 4-1
incluida en la memoria presentada al Congreso
Figura 4-1 Organización de interna de la División de Recursos Naturales, Ministerio de Agricultura y Ganadería (1951)
Fuente: Ángel (1951:27)
Conforme a la exposición del Ministro, la acción emprendida para la defensa del
“patrimonio de los indígenas ya civilizados” a esa división le correspondió “extinguir
162 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
Título de la tesis o trabajo de investigación
aquellas parcialidades de indígenas cuyos miembros estén en capacidad de desarrollar
la riqueza agrícola o pecuaria de sus terrenos” (Ángel, 1951:98), destacando que ya no
estarían sometidos al Cabildo, con libertad para trabajar y disfrutar de sus bienes.
El giro en el tratamiento en la política sobre los resguardos y las comunidades indígenas
se presenta en 1958 donde uno de los funcionarios del Departamento de Recursos
Naturales anota que fue equivocada la extinción indiscriminada llevada a cabo en años
anteriores, ya que se requería estudiar “la situación cultural, económica y social de cada
núcleo de indígenas antes de proceder a dividir dichas comunidades” (Bedoya, en Mejía,
1958, Tomo I:167) siendo necesario contar en casos en que su nivel cultural lo exigiera.
De acuerdo a lo anterior, se suprimió la Comisión Adjudicadora que se encontraba en
Caldono (Cauca), y se procedió a crear un Resguardo de Indígenas en el Valle del
Sibundoy (Putumayo); a su vez, se consideró que comunidades indígenas
“completamente civilizadas, como las que existen en el Departamento de Nariño” el
régimen comunal les era perjudicial.
4.3.1 Ley 81 de 1958 el fomento agropecuario de las Parcialidades indígenas
Esta Ley incluyó a la división de resguardos, entre otras medidas para transformar la vida
de los indígenas, como la erradicación de la pobreza en términos de desarrollo, a partir
del fomento del crédito, cooperativas, acceso a técnicas, incorporación de áreas de
resguardos y racionalización en la distribución interna de la tierra (Roldan, 1983). La
política sobre la parcelación de resguardos fue modificada al intentar involucrar las
ciencias sociales; determinó que en cada departamento con diez o más parcialidades
indígenas (resguardos) se establecería una oficina llamada Sección de Negocios
Indígenas dependiente del Ministerio de Agricultura y Ganadería (creado en 1947),
encargada de conocer en segunda y última instancia los litigios o asuntos de
conocimiento de los alcaldes en primera instancia, actuar como mediadora en los litigios
entre dos o más parcialidades o resguardos y vigilar tanto la elección del cabildo, como
las adjudicaciones y censos elaborados por ellos. Así mismo, se le encargó estudiar el
grado de cultura y condiciones de vida de los indígenas e incorporar el saber técnico
sobre cultivos, desarraigar el cultivo de coca, propiciar la formación de cooperativas de
producción y de consumo en las parcialidades, solicitar la cooperación de los organismos
Capítulo 4 163
oficiales especializados para las campañas de protección, defensa y mejoramiento de las
condiciones de vida y fomentar la incorporación a los resguardos de familias o elementos
de otras parcialidades superpoblados o insuficientes para el trabajo agrícola “en lo
posible, dentro de la misma zona o región buscando la identidad o mayor semejanza de
dialectos, religión y costumbres entra las parcialidades sobre las cuales ha de recaer la
medida” (Artículo 3 , Ley 81 de 1958, en Roldán, 1983).
Las parcialidades indígenas que no presentaran títulos del Estado o de la Corona y no
presentaran prueba supletoria en el plazo de cinco años, se considerarían como terrenos
baldíos y estarían sujetos a las disposiciones sobre la materia (Artículo 9, Ley 81de 1958,
en Roldán, 1983). En este caso particular, legalizan lo que ya se venía haciendo desde
1943, donde se declaraba la inexistencia del resguardo, se declaraban como baldíos,
suprimiendo así el proceso establecido por el Artículo 12 de la Ley 89 de 1890, donde en
caso de pérdida de títulos, entraría a comprobar derecho sobre el resguardo por
posesión.
Con esta norma también se promulgó la creación de un Fondo de Fomento Agropecuario
de las parcialidades indígenas destinado a adquirir ganado, herramienta y maquinaria
agrícola para vendérselos a los indígenas miembros de una parcialidad (Parágrafo 3 de
Artículo 5 de la Ley 81 de 1958, en Roldán, 1983).
Este giro es reconocido por el Ministro de Agricultura en 1959, quien manifestó que, en el
afán de parcelar los resguardos, se estaba terminando con el “valioso espíritu de
comunidad que caracteriza a los miembros de esa raza” (Arango, 1959: XVII).
4.3.2 Instituto Indigenista Colombiano
El Instituto como tal había sido creado desde 1943 (llamado inicialmente Instituto
Indigenista de Colombia) y su vinculación con la administración pública, se da con el
Artículo 11 de la Ley 81 de 1958. Su creación fue resultado de las recomendaciones del
Primer Congreso Indigenista de Pátzcuaro realizado en 1940, con el objetivo de mejorar
las condiciones de vida y reivindicar el derecho frente a la tierra. Otro antecedente que se
establece en el cambio del tratamiento a la población indígena, es la firma de la Ley 28
de 1959 “por la cual se aprueba la Convención para la prevención y la sanción del delito
de genocidio”.
164 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
Título de la tesis o trabajo de investigación
Este Instituto contó con la participación de los primeros etnólogos egresados de la
Escuela Normal Superior y otros intelectuales indigenistas, quienes sostenían que las
precarias condiciones de vida de los indígenas era resultado de su sometimiento a
formas de economía precapitalista, la privatización por parte del Estado de sus tierras
reduciéndoles a la servidumbre y paupérrimas condiciones de vida (Correa, Acero, 2013).
En su instalación para 1959 y su vinculación a la administración pública, hubo
participación de académicos como Orlando Fals Borda y Gregorio Hernández de Alba
quienes se desempeñaban en ese momento como funcionarios del Ministerio de
Agricultura, el director del Instituto Indigenista, varios ministros, autoridades eclesiásticas,
el embajador de México y Luis Duque Gómez del Instituto Colombiano de Antropología.
No hubo participación de los indígenas. Hernández de Alba, en este evento anunció un
proyecto para formar promotores indígenas, resumió las labores adelantadas en la
constitución de comisiones de mejoramiento indígena, en coordinación de los equipos
polivalentes del Servicio Nacional de Asistencia Social SAS y de la Oficina de
Rehabilitación, con el fin de establecer grupos vocacionales especiales para indígenas en
algunos sitios del departamento del Cauca (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//17.3.1 f. 91r).
En Poblazón (Popayán) Hernández de Alba, dio aviso de la creación de un puesto
especial dependiente de la Seccional Nacional del Resguardo de Indígenas, conformado
por un Abogado Jefe, dos técnicos agropecuarios, un veterinario, una mejoradora de
hogar y una secretaria general quienes a través de las visitas, determinarían las
necesidades de cada resguardo y proporcionarían la maquinaria, insumos agrícolas y
préstamos a través de la Caja de Crédito Agrario, en colaboración con las Oficinas de
Rehabilitación del departamento y entendimiento con el Instituto Indigenista
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//17.3.1 f. 35r ).
Esta oficina fue establecida en la Sección de Asistencia Indígena de la División de
Extensión Agropecuaria del Ministerio de Agricultura, y posteriormente trasladada al
Ministerio de Gobierno, siendo denominada División de Asuntos Indígenas, organizada
en las secciones de Resguardos y Parcialidades, de Protección Indígena y Jefatura de
Comisiones (Correa, 2007).
Capítulo 4 165
De las pocas opiniones que se encuentran desde los indígenas de este Instituto, se
destaca la expresión de los miembros del cabildo de indígenas de Ortega y Parte de
Chaparral, quienes afirmaron que se sentían poco respaldados por el Instituto, ya que
según su opinión “se convirtió en aleteos de brujas y no en defensa nuestra” (AGN,
MinInterior, DAI. Caja 86. Legajo 1158. Folio 93 – 131. En
“www.proyectoquintinlame.org”).
4.3.3 La campesinización del indígena y el régimen comunal para los colonos
Hernández de Alba en 1959, señaló lo errático que había sido la política de parcelación
de resguardos, adelantada principalmente en Nariño y Cauca al ser declarados los
resguardos como baldíos; por el contrario, anunció que el propósito sería “hacer que los
indígenas vivan en una forma mejor, en su resguardo” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-
3//17.3.1 f. 91r).
Fals Borda por su parte, criticó el proceso de desintegración de resguardos a partir del
Decreto Ley 1421 de 1940 el cual convirtió los resguardos en baldíos y a los indígenas
en simples ocupantes o colonos. Se propuso rectificar esa política, con el propósito de
“salvar los últimos restos de espíritu comunal que aún quedan en las gentes campesinas
(énfasis mío) del sur del país” (Fals, 1959: XII). La campesinización de los indígenas
hecha por Fals Borda, no fue un asunto únicamente discursivo; para Fals en Nariño
sucedió un proceso de “mestización biológica y social” ya que no se trataban de
“indígenas puros” sino mestizos, quienes buscaron mayor identificación con el blanco,
convirtiéndose en empresarios particulares, librándose de formas tradicionales de
explotar la tierra, adoptando nuevos sistemas agrícolas (Fals, 1959).
Por otra parte, se fomentó el cooperativismo, en oposición al individualismo, como
política del Ministerio de Agricultura ya que, en la visión de Fals Borda, también la
división había creado minifundios y la pérdida de sentido colectivo para el usufructo de la
tierra (1959). Semejante a las Oficinas de Indígenas, se implantó en las zonas de
colonización ubicadas en la margen derecha del río Ariari, Sarare, Caquetá, Lebrija y
Sumapaz una oficina dotada de personal como ingenieros agrónomos, mejoradoras de
hogar y expertos; los colonos destinados a aquellas zonas serían seleccionados a través
de criterios sociales y comunales, los antecedentes y condiciones físicas. De estos
166 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
Título de la tesis o trabajo de investigación
colonos, se esperaba fueran receptivos ante el cooperativismo, recomendando la
adopción del régimen comunal, el cual facilitaba una organización más efectiva y más
productiva, fomentando el sentido de grupo y de interés común (Ministerio de Agricultura,
1959).
Contrario a lo generado en toda la política del siglo XIX y la mitad del XX, había que
desarraigar la idea de que la propiedad privada de la tierra era el factor primordial de
libertad económica y social, ya que, según estos nuevos expertos, generaría a la larga el
empobrecimiento progresivo, su desnutrición, la destrucción de la familia y del grupo o
colectividad a la cual pertenece: “El tener libertad para sufrir hambres y ruinas debe ser
arrancada de la conciencia del campesino colombiano” (Ministerio de Agricultura,
1959:64).
Equipos de funcionarios especializados en adelantar campañas de educación y asesoría
técnica agropecuaria, fueron implementados tanto para mejorar las condiciones de la
población indígena, como para “rehabilitar” regiones afectada por la violencia. En 1959
Gregorio Hernández de Alba, encargado de la sección de asuntos indígenas es
comisionado para establecer el Centro de Mejoramiento Indígena contemplado en el
Programa Andino de la OIT entre otros con el cabildo de Guambía y autoridades
departamentales (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//15.3.1 f. 69r). Se adelantó además, una
comisión para estudiar el fenómeno de la “Colonización Espontánea”, concluyendo que
en el norte del Departamento del Cauca, se dio a partir de un título considerado apócrifo,
pero su existencia, los cabildos y la ocupación de a tierra eran hechos reconocidos. La
propuesta para este espacio era lograr una acción conjunta de las distintas agencias del
Estado, que incluía campaña de educación con asesoría de técnica agropecuarios,
desarrollo de las pequeñas industrias domésticas tradicionales, aprovechamiento del
sentido de comunidad de los grupos indígenas para establecer racional y paulatinamente
sistemas de cooperativismo en los aspectos de producción y consumo, campañas
sanitarias comenzando por la inmunización especialmente de la población infantil y
construcción de vías de acceso (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//20.2.6, f. 156r)
A su vez, en 1958 se creó la Comisión Especial de Rehabilitación (Decreto 1718 de
1958), cuyo propósito era iniciar la rehabilitación de las regiones afectadas por la
violencia. Se propuso establecer equipos polivalentes en los municipios más afectados
Capítulo 4 167
por la violencia donde no se había levantado el estado de sitio como Rioblanco,
Chaparral, Dolores, Ceilán-Bugalagrande y Páez Belalcázar; el equipo estaría
conformado por un médico, dos expertos agrícolas, una mejoradora de hogar y una
enfermera visitadora (Ministerio de Gobierno, Artículo 2, Decreto 2701 de 1959). En
ambos casos la estrategia fue incorporar un equipo especial para implementar asesores
que elevaran las condiciones de vida.
4.4 Las manifestaciones indígenas en el contexto local
Como se mencionó anteriormente, los registros sobre este periodo en los expedientes
revisados disminuyeron, lo cual puede explicarse a las tensiones presentadas en el
campo a partir del incremento de los hechos violentos en el campo, el cambio a la
atención de los resguardos frente a la violencia o la declaratoria de archivos muertos
entre 1948 a 1958 (Sánchez, 2014). Los aspectos más significativos se resumen en la
Tabla 4-1.
Tabla 4-1 Resumen Movilización Indígena 1948 - 1960
Año 1948-1960
Características • Periodo en el que se desarrolló la etapa de La Violencia
• Apresamiento de líderes indígenas en 1948
Las oportunidades políticas y constricciones
Oportunidades Políticas
• Desarrollo del Instituto Indigenista Colombiano
• Inclusión de estudios sociales en los procesos de colonización
• Expedición de la Ley 81 de 1958 del fomento agropecuario a las parcialidades indígenas
Constricciones
• Rechazo por parte de autoridades locales recibir denuncias sobre quejas de viviendas y sementeras o robo de productos, en el caso del Resguardo de Ortega y Chaparral
• Apresamiento de miembros de la comunidad de Ortega y Chaparral en 1953
• Desconocimiento de títulos (Caldono)
• Pérdida de la eficacia de una resolución en que se reconocían ciertos resguardos (Cuna) e invasión por parte de los desplazados de La Violencia
• Acusaciones de ser mandados por la “chusma”
• Correlación entre las acciones entre autoridades locales y “ricos y millonarios”
Las estructuras de movilización
• Cabildos y caciques actuando de forma individual
• Gran Comunidad de Cultivadores Agrícolas Industriales.
• Cooperativa Agro-pecuaria comunal de Yaguará
168 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
Título de la tesis o trabajo de investigación
4.4.1 Oportunidades políticas y constricciones
Desarrollo de La Violencia
Con el término La Violencia, se le ha llamado a la etapa desplegada entre 1946 y 1958,
en la cual se mezclaron diferentes tipos de hechos ya manifestados en las décadas
anteriores distinguiéndose dos bandos cada uno identificado por cada partido político
tradicional. Esto generó un desplazamiento forzado e invasiones ilegales en las ciudades,
al presentar menos riesgo que el campo. Por otra parte, En las altas esferas del poder la
pugna entre liberales y conservadores no dio espera, llegando incluso a enfrentarse con
armas en el recinto del Congreso.
Además del gran número de asesinatos, los escasos años del gobierno de Gómez se
destacaron por intentar instaurar una república indisociable del catolicismo, los ataques a
la prensa, atentados contra líderes liberales y el recrudecimiento en las formas de
realizar los asesinatos en los campos generaron una atmósfera donde la contienda
política tomó el primer renglón en los intereses de las pugnas sociales. En el reducido
número de documentos, se desataca el señalamiento del “enemigo” como comunista, ser
liberal como causa del olvido del Estado.
Así como se presentaba la diferencia de los partidos políticos entre Pío Collo y Quintín
Lame, esta diferencia aún a finales de la primera mitad del siglo XX donde los diferentes
municipios o parcialidades, los cuales estaban adscritos a uno u otro partido. Las
agresiones estuvieron presentes, donde los ataques violentos estuvieron presentes con
la participación de la iglesia, la cual fue parte agitadora de las acciones y de quien el
imaginario indígena no era favorecedor (Peñaranda, 2015). De acuerdo con Peñaranda,
el Cauca no fue la ínsula de paz durante la década de 1940 y 1950, en donde circularon
todo tipo de actores armados. Ambos partidos se disputaban a los indígenas como
objetos de movilización electoral y para incluirlos en sus filas de ataque. Se presentó el
caso que un alcalde conservador en Belacázar con ayuda del alcalde de la Plata dotaron
Procesos enmarcadores
• Quintín Lame, se autoidentifica como Gobernador de la parcialidad de la Gran Comunidad
• Ratifica Lame su diferencia con los Comunistas y demuestra afinidad por Rojas Pinilla
Capítulo 4 169
y adiestraron 200 nativos de Avirama siendo la fuerza visible de la represión
conservadora; la respuesta no se hizo esperar y un grupo de insurgentes liberales
conformados por trabajadores afiliados a la CTC junto con pastores protestantes que
movilizaron población indígena y negra de diferentes municipios fueron asaltadas las
poblaciones de Belalcázar, Tóez e Irlanda. Desde los templos religiosos se promovía la
violencia contra comunistas fomentando escuadrones de los llamados pájaros; figuras
como Enrique Vallejo, Obispo de Belalcázar, además de fomentar la violencia, hasta el
fin de su mandato en 1977, controló la educación impartida a los paeces, se opuso a la
educación bilingüe y fue un opositor a las actividades del CRIC (Peñaranda 2015).
Oficinas especializadas en “Asuntos Indígenas”
Al finalizar el año de 1958, fue expedida la Ley de fomento agropecuario de las
parcialidades indígenas, en las que se trasladaban algunas funciones para con los
cabildos y resguardos a la Sección de Negocios Indígenas que debía implementarse en
los departamentos con diez o más parcialidades, dependiente del Ministerio de
Agricultura y Ganadería. En estas oficinas la división de los resguardos no fue su
propósito, sino su fomento agropecuario representado en el fomento de caminos, el
reparto o adjudicación de semovientes, herramientas, semillas abonos, maquinaria y el
suministro de elementos dispuestos por el Fondo de Fomento Agropecuario. Así mismo,
llevarían la personería de las parcialidades para reclamar la devolución de las tierras
privadas por actos de violencia y fomentar cooperativas de producción y consumo
(Artículo 3, Ley 81 de 1958). La división solo podía ser decretara en común acuerdo por
la totalidad del cabildo, respaldada por las dos terceras partes de los indígenas.
En 1960, la Sección de Asistencia Indígena fue trasladada como División de Asuntos
Indígenas al Ministerio de Gobierno, la cual funcionó con tres secciones: Protección de
Indígenas, Jefatura de Comisiones y Comisiones de Asistencia y Protección Indígena, y a
su vez se definió la organización del Instituto Indigenista Colombiano (Ministerio de
Gobierno, Decreto 1634 de 1960).
Conforme a los memoriales de los indígenas enviados en la época, depositaron la
confianza en que sus funcionarios darían fin a los problemas presentados durante varios
años, en particular sobre los resguardos, como se expondrá luego.
170 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
Título de la tesis o trabajo de investigación
Acciones contra a los miembros de las comunidades
Entre 1946 y 1953, Lame y sus colaboradores continuaron con la lucha por el
reconocimiento del Resguardo ante el Ministerio de Economía y al Procurador de Tierras,
pero desde 1945 los efectos de la violencia partidista se sintieron en todas las
comunidades de la zona (Espinosa, 2009). Frente a los problemas de usurpación
realizado por vecinos, el problema se agravó por la usurpación realizada por la
Compañía Texas. Para 1947, también se registra la detención de un gran número de
indígenas en la Cárcel de Ortega (En www.proyectoquintinlame.org.)
En este periodo, se registraron denuncias de los abusos cometidos por funcionarios
locales sobre el cobro de impuestos, apresamiento de indígenas y presión para dividir las
tierras. Varios indígenas de Ortega, de apellido Tique fueron apresados al negarse a
firmar un documento sobre la parcelación de tierras en 1948. Así como en años
anteriores, los indígenas alegaban estar eximidos del cobro de catastro, en 1950 se
reiteraba que debían entregar los títulos correspondientes, o desarrollar el proceso
conforme al artículo 12 de la Ley 89 de 1890 (En www.proyectoquintinlame.org).
Manuel Quintín Lame también denunció frente al Ministerio de Agronomía, los remates
hechos sobre sus cosechas y vivienda por ser supuestamente deudor del impuesto
predial y el lazareto, a pesar de que el resguardo no había sido parcelado, entre otros
agravios denunciados como desahucios y expropiaciones cometidos contra los indígenas
(En www.proyectoquintinlame.org). Para 1953, los indígenas de Ortega, denuncian la
actuación de los funcionarios locales y autoridades judiciales, quienes se negaban a
recibir memoriales denunciando las agresiones de las cuales eran objeto como la quema
de sus viviendas, sementeras, robos de productos agrícolas, todo esto con concierto del
Inspector de Policía Municipal. Entre los hechos relatados, se destaca el apresamiento
de una familia indígena por más de siete meses imponiéndoles una multa y del
apresamiento de Quintín Lame por ocho 8 meses en el calabozo (En
www.proyectoquintinlame.org).
La división de resguardos mediante el desconocimiento de títulos
Capítulo 4 171
El argumento de que no existía la entidad jurídica del resguardo, y que estas tierras
serían baldías con el fin de facilitar la división y los miembros de la parcialidad como
colonos cultivadores en suelo de la Nación también fue adoptado por el Ministro de
Agricultura del gobierno de Rojas Pinilla, el Brigadier Arturo Chary
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//10.3.1 f.164v). Posteriormente, parte del Departamento
del Cauca, se establecieron zonas de rehabilitación, destinada en sectores afectadas
especialmente por la violencia.
Continuando con los procesos de división de resguardo sucedió con el resguardo de
Caldono, declarado inexistente por Resolución 36 del 14 de noviembre de 1953, cuya
comunidad, a pesar de haber presentado copia de la escritura pública de 1881, fue
declarada apócrifa según sentencia del Juzgado superior y Tribunal Superior de Popayán
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//10.3.1 f.161v). La resolución inicial incluyó linderos de
otros resguardos de Pueblonuevo, Pioyá, Jambaló, Qhichaya, Quizgó, Penevio y
Guambía, situación que fue del conocimiento del Jefe de la Comisión Divisora, quien
consideraba una ventaja esa situación, justificando así la liquidación de dos o más
resguardos.
Los linderos fueron corregidos en una resolución posterior (Resolución 38 de abril 29 de
1954) incluyendo únicamente Caldono. No obstante, como sucedió en el Departamento
de Nariño, el proceso de la parcelación fue suspendido en 1955, al ser trasladada la
Comisión a los llanos orientales, quedando los indígenas en el limbo
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//10.3.1 f. 182-255 r).
En la declaratoria de extinción del Resguardo de Consacá por medio de la Resolución
No. 29 de Diciembre 5 de 1950, se presentaron varias incongruencias. Se argumentó que
la declaratoria de extinción en una supuesta solicitud hecha por los miembros del
Cabildo, y que los títulos presentados por esa corporación no cumplían con lo señalado
en el artículo 12 de la Ley de 1890 (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//8.2.1 f. 63-69); no
obstante, una vez expedida la resolución de extinción, miembros del Cabildo presentan
su oposición a la misma, argumentando que la solicitud fue elevada por personas no
indígenas, y la escritura entregada correspondía al documento auténtico, el cual no
podría ser desmentido por una resolución sino por una autoridad competente
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//8.2.1 f.75r-81r)
172 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
Título de la tesis o trabajo de investigación
Figura 4-2 Nota al interior del expediente realizada en 1963
Fuente: CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//8.2.1 f.62r
A pesar de las objeciones manifestadas por miembros del cabildo, el Ministerio de
Agricultura, fue confirmada por medio de la Resolución 32 del 7 de mayo de 1951,
ajustando los linderos y refiriéndose a la escritura como una colección de datos de
interés histórico, cuestionando que los cabildantes deseaban era mantener un “gobierno
despótico” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//8.2.1 f.125v ). La nota presentada en la Figura
4-2, recoge la observación hecha por un funcionario en 1963, donde se menciona que
arbitrariamente el ministerio desconoció la escritura, a partir de una provisión real de
Fernando VII.
Situación semejante fue presentada en el caso de la comunidad de Botanilla; la solicitud
de división se acompañó con la transcripción del título colonial cuyo extracto se presenta
en la Figura 4-3, expedido originalmente en 1582, junto con copia de otros documentos
del siglo XVII sobre la Cacica María de Falconi y su hijo, frente a los pleitos por tierras
con otras comunidades (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//7.3.1 f. 50-53).
Capítulo 4 173
Figura 4-3 "Botanilla" Copia de la Escritura del Resguardo de Botanilla 1582
Fuente: CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//7.3.1 f.54r
No obstante, el Ministerio determina que no se tiene título de resguardo, y se declara su
supresión por medio de la Resolución 20 de 1949 del Ministerio de Agricultura y
Ganadería, afirmando que se carecían de títulos originarios “y que en consecuencia, sus
terrenos no han salido todavía del patrimonio del Estado” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-
3//7.3.1 f.88r).
Un resguardo que sólo existió en el papel
El caso de los indígenas Cunas, el cual ha sido analizado desde el capítulo 2 de esta
investigación, recorriendo la lucha desde finales del siglo XIX, a partir de 1950 la región
vive otro periodo de colonización, causada por causa de la violencia política de 1947 a
174 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
Título de la tesis o trabajo de investigación
1957 (González, 2012). En la delimitación del Resguardo del Tolo, a partir de la
Resolución 251 de 1919, aún para 1958 el cacique de los indios cunas Eduardo Uribe
manifestó que los “particulares o civilizados” fueron invadiendo las tierras, pidiendo al
gobierno central, el llamado a los funcionarios de Turbo para que notificara a los
invasores (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//4.1.1 f. 34v).
En 1960, la queja es presentada de nuevo por el cacique de Turbo César Castrillón al
Jefe de la División de Asuntos Indígenas Hernández de Alba, quien oficia al Alcalde de
Turbo pidiendo el cumplimiento de las Leyes, solicitándole la información de familias,
colonos que ocupan los terrenos (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//4.1.1 f. 40r-49r).
De acuerdo con González, el Decreto 1667 de 1936 (Ministerio de Industrias y Trabajo),
perdió la eficacia jurídica por no darse el cumplimiento de los requisitos en él
establecidos, ni al obedecer lo consagrado en la Ley 97 de 1946 (Congreso de Colombia)
y al no reconocérseles el resguardo; varios de ellos migraron hacia Panamá en la década
de 1960 y sólo hasta 1979 fue reconocida la Reserva de la comunidad Cuna de Arquía
(2012).
4.4.2 Las estructuras de Movilización
En este periodo las comunicaciones hechas por las comunidades, fueron emitidas
principalmente por los cabildos. A nivel macro, o con un rótulo diferente al Cabildo entre
las comunidades de Ortega y Chaparral hubo una serie de modificaciones para
designarse a sí mismos.
Gran comunidad de Cultivadores Agrícolas Industriales
Los registros sobre las acciones de Manuel Quintín Lame, son escasas a partir de 1946
hasta su deceso en 1967; para este periodo se destaca la denominación de una “gran
comunidad de empresarios agrícolas”, siendo Lame el gobernador de esa Gran
Comunidad.
Para 1961, a pesar de estar organizados en Cooperativa, el Cabildo ratifica su posición
como su Consejo Administrativo a través de una comunicación de la Parcialidad Indígena
de Chaparral ante la Superintendencia de Cooperativas Nacionales, con el objeto de
Capítulo 4 175
obtener crédito de la Caja de Crédito Agrario. Por otra parte, solicitaron en el mismo año
a la División de Asuntos indígenas la formación de un Cabildo de la Gran Comunidad,
reconocer el fuero de la Cooperativa Agro-pecuaria comunal de Yaguará, y apoyo a los
créditos para adelantar cultivos mecanizados comunales (En
www.proyectoquintinlame.org).
Los cambios incluyeron en la cambio del uso del término resguardo, por el de terrenos
laboristas, lo cual se presenta a continuación.
4.4.3 Los procesos enmarcadores
Del resguardo al terreno laborista, de comuneros a trabajadores
En 1953, las denuncias hechas por el cabildo de Indígenas de los Resguardos de Ortega
y parte del Chaparral al Ministerio de la Agricultura, referían a la quema de documentos
de las acciones hechas sobre los “terrenos laboristas” del resguardo (En
www.proyectoquintinlame.org). Según la información expuesta por los indígenas, el
alcalde del Municipio de Ortega afirmaba que era “la chusma” la que mandaba a los
“trabajadores laboristas Indígenas”, frente la denuncia de los indígenas contra los “ricos
millonarios de Ortega” señalándolos de envenenar las aguas de las Arroceras de la
Hacienda del Porvenir situadas cerca de la población de Ortega (En
www.proyectoquintinlame.org).
Así mismo, en el señalamiento de sus adversarios también pasaron por el tamizaje de los
bandoleros de la época; en una queja presentada en 1961, la parcialidad de indígenas de
Yaguará de Chaparral, se queja de las argucias hechas por la Caja del Crédito Agrario
para que los indígenas vendieran sus derechos comunales con el fin de obtener un
préstamo, acusando a tres indígenas de conspirar en contra de la comunidad en los
siguientes términos: “Indio judas de su raza, ayudantes de la cuadrilla de ladrones, busco
las toldas de los equipos de auto-defensa de los yaguaras, calarmas, las hermosas,
ataques al cabildo y a la cooperativa” (En www.proyectoquintinlame.org). Con esta
presunción, la comunidad retiró a estos miembros la categoría de “comuneros” (En
www.proyectoquintinlame.org).
176 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
Título de la tesis o trabajo de investigación
Trabajadores y terrenos laboristas tomaron el lugar de indígenas y resguardo. Por otra
parte, se destaca cómo la violencia había permeado los conflictos locales, el
señalamiento entre unos y otros de grupos alzados en armas. La situación de la
violencia, también impactó la vida de las comunidades indígenas; un ejemplo de ello fue
la queja manifestada por los indígenas de la Parcialidad de Ricaurte en 1960 de no ser
beneficiados por el Plan de Rehabilitación para el Cauca, ya que el gobierno beneficiaba
y ayudaba especialmente a “los conservadores parcelados”, y a los de Ricaurte y San
Luis por ser “totalmente liberales” no había adelanto en las acciones del Plan.
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.3.1 f. 201v.)
Por su parte Quintín Lame en 1954 se autoidentificaba como Gobernador de la Gran
Comunidad de Cultivadores Agrícolas Industriales, y como defensor, ya no de indígenas
sino de “un puñado de hombres analfabetas dueños y señores de los terrenos del
resguardo de Ortega y parte del Chaparral Departamento del Tolima”
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.1.2, f. 183-198).
Entre el estereotipo indígena y la negación de la identidad
En esta sección presentamos dos casos frente al estereotipo que se mantenían alrededor
del ser indígena; el primero refiere a los indígenas de las llanuras del Caribe y Manuel
Quintín Lame en sus últimos años.
Sobre el primer caso, miembros de la Comunidad de Indígenas de San Antonio del
Peñón en 1959 se dirigieron a Bogotá, para dirigirse a la Jefatura de Resguardos, con el
fin de organizarse como resguardo de Indígenas, rechazando la parcelación de sus
tierras; es de recordar, que esta comunidad mantenía los títulos del resguardo,
registrados en notaría; presentaron además quejas contra los cobros de catastro y
predial, apoyo para la expulsión de extraños y la construcción de una escuela para niñas.
Gracias al Acta de la Visita, podemos identificar que estos individuos no correspondían a
líderes indígenas dedicados a la agricultura; por el contrario, eran indígenas y comuneros
y domiciliados en Bogotá, dos estudiantes universitarios y un abogado en ejercicio. Junto
a ellos se encontraba el Presidente del Cabildo del Peñón Juan de Dios Jaraba, quien
adelantó varias de las reclamaciones a fin de que fueran reconocidos como resguardo y
Capítulo 4 177
cabildo. (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//20.2.3 f. 74r)
Hernández de Alba les corrobora que no hay comprobante sobre alguna disolución o
parcelación del Resguardo, solicitándoles, reanudar la elaboración del censo, elección
del cabildo y la asignación de las parcelas de manera equitativa; Hernández informa al
alcalde municipal de Bodega Central, la visita de la Comunidad y la existencia de todo un
archivo sobre ese resguardo, el cabildo y demás documentos
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//20.2.3 f.76r ).
La misma comunidad, se dirige a la Procuraduría, quejándose de que las autoridades
locales habían desconocido las órdenes emitidas desde 1931 por el Ministerio de
Gobierno para dar posesión al Pequeño Cabildo y los injustificados cobros de usufructo y
catastro (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//20.2.3 f.88r-90r).
Una de las formas para negar la base de su derecho, fue negando su indigeneidad, lo
cual, como se presentó en el capítulo anterior; en el caso de los indígenas de San
Antonio, el Comité Conservador de la región, los señalaba que no eran indígenas sino
“antisociales” dedicados a atacar a los conservadores, y que el líder de la comisión era
un “cuatrero, redicidor (sic), prófugo de un Juzgado de Instrucción Criminal de
Barranquilla”. Hernández sugiere tratarse el asunto en la Junta de Rehabilitación
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//20.2.3 f.81r- 86r). Después de que desde la Gobernador
del Departamento de Bolívar se realizara una revisión al respecto, concluyeron que no
existió resguardo de indígenas (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//20.2.3 f. 97r),
transcribiendo el Artículo 2 de la Ley 55 de 1905, concerniente a la cesión hecha por la
nación a los distritos municipales de los terrenos indígenas ubicados dentro de su
jurisdicción, a pesar de que conocía los títulos del resguardo
(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//20.2.3 f.105r).
Ante esto, Hernández de Alba persuade a los miembros de la comunidad de San Antonio
del Peñón, como “descendientes directos de los Indígenas”, para encontrar una salida
“legal y fácil” que les permitiera estar tranquilos en la posesión de tierras. Según los
documentos, el resguardo agrupaba para ese momento cuatrocientas cuarenta y dos
(442) personas correspondientes a setenta y nueve familias (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-
3//20.2.3 f. 111r-113r). Los documentos revisados no indican que sucedió finalmente con
178 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
Título de la tesis o trabajo de investigación
el resguardo y las referencias secundarias sobre Isla de Papayal incluye el predio de Las
Pavas el cual ha estado en el epicentro del conflicto armado reciente (Molano, 2009)27.
En este caso, Hernández de Alba, no los reconoce como indígenas, sino como
descendientes de naturales, a pesar de que ellos querían continuar con la forma de
Resguardo.
Hernández de Alba en 1958 luego de realizar una visita al sur del Tolima se refirió a
Lame como un líder que ha venido a menos, ya que según él, “ha pasado de jefe
revolucionario simpatizante del comunismo, del socialismo, del liberalismo y ahora jefe
conservador y clerical” (Espinosa, 2009:17), a pesar de que Lame siempre presentó sus
creencias religiosas católicas por encima de varios ideales políticos e ideológicos.
Consecuente con lo anterior, en 1954 Lame respalda su apoyo al Presidente Rojas Pinilla
quien ante el rumor de la realización de una huelga, Lame desiste de hacerla
comunicándoselo al Ministerio de Agricultura. De acuerdo a sus declaraciones, la afinidad
con Rojas Pinilla se da conforme a sus creencias religiosas: “porque yo soy apostólico
Romano defensor de la Iglesia, como lo es el primer magistrado de la Nación colombiana
señor excelentísimo Rojas Pinilla” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.1.2 f.198r-199r).
El retorno del Partido Conservador al poder, la agudización de la violencia y la
persecución y estigmatización del comunismo, constituyen los elementos políticos más
importantes del periodo expuesto. Algunas estructuras de movilización formadas en años
anteriores como los Sindicatos y las Federaciones, en este periodo se desdibujan
posiblemente por la asociación al comunismo, y la censura impuesta, siendo más
marcada a partir del gobierno de Laureano Gómez.
En este periodo se unifican o consolidan instituciones especializadas en la comprensión
desde las ciencias humanas de los problemas sociales; es así como se establecen el
Instituto Colombiano de Antropología y el Instituto Colombiano de Sociología. Al interior
27 Lo que sucedió posteriormente, acerca del reconocimiento y parcelación del Resguardo, aún no
es concluyente las fuentes documentales revisadas. Las transacciones, traspasos o ventas que se realizaran después no son objeto de este trabajo; sin embargo, posteriormente, la situación se hizo más compleja ya que en el centro de la Isla de Papayal se encuentra la famosa Hacienda las Pavas, sitio donde se han vivido los problemas de violencia en el país, cuyas cultivadores fueron desplazados por un grupo paramilitar Las Pavas: Crónica de un desalojo. Columna de Alfredo Molano 1 de agosto de 2009.
Capítulo 4 179
de la estructura del estado, se crea una oficina especializada en el tratamiento de los
resguardos y de los indígenas como fue la Sección de Asuntos Indígenas y se incorpora
a la estructura del Estado el Instituto Indigenista de Colombia.
Las políticas destinadas al tratamiento de la población indígena intentaría fomentar la
producción a partir de capacitación y entrega de herramientas, fomento del crédito,
semejante a los programas dirigidos a la población campesina presente en las zonas
donde la violencia fue permanente. La propiedad comunal deja de ser un problema, para
ser considerada la base del cooperativismo, el cual se fomenta finalizando la década de
1950.
La contienda bipartidista del periodo se refleja especialmente en el Departamento del
Cauca, ya que antes de 1948 las parcialidades se encontraban vinculados a uno de los
dos partidos políticos; una vez se incrementa la violencia, los indígenas van a hacer parte
de los grupos de ataque tanto de los conservadores como de los liberales. En su
comprensión sobre la situación de agravio que había permanecido durante años, se
interpretaba por su pertenencia a uno de los dos partidos políticos, dependiendo del
caso.
Con respecto al comunismo, además del señalamiento y censura realizado desde las
altas esferas del poder, en algunas comunicaciones también usaban la categoría de
“comunista” o “bandoleros” para señalar a los miembros no deseables de la comunidad,
como se presentó en los resguardos de Nariño y la distinción que hizo Lame con
respecto a ellos. La categoría de “comuneros” por parte de la parcialidad de indígenas de
Yaguará de Chaparral, fue retirada de los señalados. Las ligas y federaciones
organizadas en el periodo anterior con apoyo del Partido Comunista dejan de ser
mencionadas en este periodo.
Hubo un manejo arbitrario por parte del gobierno nacional para reconocer los títulos de
resguardos coloniales, algunos de ellos fueron declarados “inexistentes” y de ellos los
refieren como un conjunto de datos históricos. Los procesos de parcelación sin concluir
dejaron a los indígenas anteriormente pertenecientes a resguardos en el limbo. De las
comunidades con resguardo asignado en el siglo XX, tampoco logró completarse el
proceso, perdiendo el esfuerzo de varios años en el desgaste de trámites administrativos.
180 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
Título de la tesis o trabajo de investigación
Finalmente, el cambio entre la promoción de la división de los resguardos, frente a la
permanencia de los resguardos soportado en la idea de cooperativismo que se da por
hecho como un elemento presente entre las comunidades indígenas, corresponde al giro
en considerar la división como la salida a la situación de pobreza del indígena,
impulsando nuevas técnicas agrícolas, semejante al tratamiento que daban a los
campesinos.
5. Conclusiones y recomendaciones
5.2 Conclusiones
El hecho colonial comprendido como una faceta de la modernidad, es donde nace la
categoría de indio, asignándole un lugar inferior, fijo y excluyente de los beneficios de la
población de origen europeo. A partir de ello, el sistema económico mundial otorgó a las
colonias de los antiguos imperios monárquicos la integración a partir de una posición
económica colonial, la cual se ha ido transformando. Se propone que las acciones
presentadas entre finales del siglo XIX hasta la década de 1940 por parte de las
comunidades indígenas, corresponden a una serie de ajustes y acomodamiento de los
intereses grupales al escenario de la acción colectiva y otros actores como partidos
políticos, frentes de colonización, grupos económicos, entre otros. Es así como la
definición del actor indígena o su identidad se produce en la interacción, las
negociaciones, y como resultado de las orientaciones opuestas (Melucci, 1999).
La etnicidad, entendida como la identidad en acción la cual supone la orientación a fines
incluyendo las modificaciones de las características de los grupos, con referencia al
estado y otros grupos sociales con identidades sociales diferentes, debe comprenderse
en tanto el estado colombiano es cambiante, así como los grupos indígenas tienen
dinámicas internas. Conforme a lo anterior, es por eso que cada capítulo desarrolló los
aspectos sociales y políticos más significativos; a su vez, se propuso comprender los
datos a partir de la identificación de las oportunidades políticas y los constreñimientos,
las estructuras de movilización y los procesos enmarcadores. Es así como los registros
presentados en este trabajo, corresponden a la redefinición y reestructuración de sus
experiencias previas, como el hecho mismo de quienes son, lo que posicionó al indígena
en una categoría antes, durante y muy seguramente después de la acción colectiva.
182 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
Título de la tesis o trabajo de investigación
La movilización social indígena no nace como desplazamiento del obrero. Su etnicidad
está presente desde el siglo XIX, momento desde el cual se buscaron suprimir los
resguardos y la categoría de indígena. Coincidimos en otras posturas académicas sobre
la movilización indígena, en que las manifestaciones del siglo XIX y la primera mitad del
siglo XX son respuesta a la política de supresión de resguardos; las demandas de este
periodo se enfocaron en mantener las tierras comunales o que les fueran asignadas. La
defensa del gobierno propio y el reconocimiento de su aporte en la construcción de la
nación, han sido parte de sus reivindicaciones, aún en proceso de hacerlo realidad.
La intención de registrar diferentes áreas del territorio nacional, sin perder de vista
espacios de movilización frecuente como el Cauca y el Tolima, permitió distinguir
situaciones diversas con respecto a diferentes grupos indígenas. En ellos, el resguardo
es un remanente colonial como espacio de subsistencia a partir del trabajo agrícola (en el
caso de los grupos ubicados en los Andes) o como un territorio administrado para
generar recursos a partir del arrendamiento (caso de las llanuras del caribe), el
tratamiento de resguardo a territorios adquiridos por medio de compra o merced de
ancestros indígenas (el caso de Yanaconas), y la situación de las comunidades
indígenas en zonas de frontera ocupadas por colonos estimulados por actividades
económicas extractivistas a finales del siglo XIX (como el territorio del Darién). Entre
estos casos se encuentran elementos comunes y divergencias en medio de las
transformaciones del Estado y sus instituciones en materia de resguardos, y la relación
de los grupos con otros actores sociales como partidos políticos, comunidades religiosas,
entre otros.
Sobre las oportunidades políticas y constricciones podemos afirmar que entre el siglo XIX
y 1958 la política del estado sobre el tratamiento de los indígenas, iban dirigidos
principalmente a la supresión de las tierras colectivas o resguardos. La historia de los
grupos indígenas en las nuevas naciones estaba proyectada para ser desaparecidos
como categoría con trato diferencial, y con el propósito de incorporar las tierras colectivas
en la dinámica del mercado. Durante el tiempo que el Estado colombiano tuvo gobiernos
federales, las acciones de parcelación se redujeron o aumentaron, provocando dinámicas
locales donde algunos grupos lograron, por lo menos en los documentos, establecer el
reconocimiento de la posesión de territorios y autonomía como en el caso de los Cunas o
5. Conclusiones 183
mantener los resguardos para poder arrendarlos. El centralismo desarrollado a finales del
siglo XIX, desconoció las diferencias ya elaboradas desde el establecimiento de las
colonias, como las políticas locales definidas para cada estado, estableciendo un estatuto
único de administración de los indígenas, la Ley 89 de 1890.
La Ley 89, fue creada con el fin de suplir las diferencias locales de la división de
resguardos en el estado centralista. También definió tres tipos de indígenas, los salvajes
fueron puestos para la administración de comunidades religiosas, mientras que los
semisalvajes, estarían en transición de ser reducidos totalmente a la vida civilizada, y
bajo la premisa que la propiedad individual, al dividir los resguardos, le permitiría seguir
el camino a la civilización. Fue creada con el propósito de suprimir los resguardos en un
término de cincuenta años, asignando unas tareas con ese fin al cabildo; permitiría la
transición, pero no defendía la propiedad colectiva, incluso, la misma norma los ubica en
términos de usufructuarios de los resguardos. A pesar del propósito de la norma, los
indígenas como Quintín Lame se afianzaron a ella en su propia interpretación sobre las
tareas del cabildo, y los procedimientos para que fueran reconocidos los resguardos que
ya habían sobrevivido a 80 años de proceso de división. También los indígenas dieron un
giro al propósito y destino de que la Ley 89 tenía para los cabildos, y es que esta forma
de organización se fue fortaleciendo, a partir del reconocimiento que hizo la Ley de “las
facultades que les hayan transmitido sus usos y estatutos particulares con los
resguardos” (Artículo 4). De parte de las comunidades indígenas hubo defensa de la Ley
89, ya que las normas posteriores expedidas durante la hegemonía conservadora y la
república liberal buscaron acelerar el proceso de división de las tierras comunales
designando comisiones divisoras y apartando del aparato judicial las decisiones sobre las
diferencias o discusiones sobre los títulos.
La Ley 89 también estableció una forma de administración interna de los resguardos
como fueron los cabildos (Artículo 3), con funciones dirigidas a la administración interna
de preservar el orden en la medida de que se presentaran las condiciones de realizar la
respectiva división. Definió así un interlocutor legal, una particular forma de organización
interna de las comunidades indígenas que aún se mantenían en los resguardos, en la
que se determinaron las formas de elección, los libros y registros sobre la asignación de
tierras, además del reconocimiento que debían recibir de los alcaldes del distrito, quienes
en varias oportunidades conforme a esta investigación se negaron a dar su aval. Formas
184 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
Título de la tesis o trabajo de investigación
distintas como Sociedades y Juntas, presentes en las comunidades de las llanuras del
Caribe y en el Tolima se convirtieron en Cabildos, o crearon estos últimos, al solicitar el
Estado colombiano esta forma de administración como interlocutor legal con el propósito
de que no fuera negada su categoría como indígenas; desde 1890 fue sometida su
organización a los requerimientos que exigía el reconocimiento por parte del gobierno
nacional; por una parte, indígenas organizados a través de organizaciones distintas o
complementarias al cabildo como Juntas, caso presentado con la Junta General de
Comuneros del Resguardo del Municipio de Ortega (Espinosa, 2009) y la Junta de
Resguardos de Indígenas El Peñón, o la Sociedad de indígenas de Guazo y ante la
negativa de su reconocimiento, buscaron afianzarlos o destacarlos realizando lo que
refería a su competencia. Esta Ley 89 también fue usada por parte de los vecinos no
indígenas, con el fin de que se les desconociera la categoría de indígena (como el
Artículo 14).
El giro se presenta a finales de la década de 1950, cuando el cooperativismo se
consideró un valor superior al individualismo el cual fue promovido para procesos de
colonización y como una ventaja existente en los resguardos, por parte del Ministerio de
Agricultura, siendo posiblemente el resultado del ingreso de funcionarios formados en
Ciencias Humanas como el sociólogo Orlando Fals Borda, y etnólogo Gregorio
Hernández de Alba, afirmando lo errado de la política de la división de resguardos,
generando minifundios y la pérdida de sentido colectivo para obtener el usufructo de la
tierra.
En el escenario legal, los indígenas también fueron partícipes, de la emisión de las leyes;
la anterior constitución de la Comarca de Tulenega, por medio del Decreto 29 de abril de
1871, fue el resultado del encargo realizado por los caciques tules, y la emisión de la Ley
60 de 1916, fue logrado gracias a la permanente lucha sobre la definición de un territorio
propio en un área de apertura de colonización en la zona del Darién, resultado de la
gestión hecha por el cacique William Oquelele tal como se reconoce en los
considerandos como su promotor, y no como una oportunidad política que supieron leer
los líderes indígenas. En el caso de los cunas se refleja especialmente el legalismo como
una forma de condicionar las sociedades indígenas, al lograr unas aparentes reglas de
juego sin salida, donde el árbitro es el Estado. Luego de que el gobierno centralista
5. Conclusiones 185
ignorara todos estos acuerdos, la lucha de las comunidades a través de sus caciques, se
enfocó hacia el reconocimiento de un resguardo, tipo de institución que en la región no
tuvo cabida durante el periodo colonial en este territorio, lo cual también quedó para el
registro en un proyecto y no en una realidad, ya que los resguardos no fueron
reconocidos hasta la segunda mitad del siglo XX.
En ese legalismo, de acuerdo con Jimeno, la ley tiene un papel subordinado frente al
andamiaje burocrático. Las aparentes reglas de juego son un espejismo que ilusiona y
frustra en un juego circular (1981). Presentar los documentos requisito para que fuera
reconocido el resguardo y demostrar que no se habían llevado a cabo procesos de
división, tampoco garantizó el reconocimiento del derecho; hemos expuesto situaciones
en las que los documentos fueron declarados apócrifos, colección de datos históricos y
los resguardos inexistentes, transformando el carácter del tipo de propiedad y ciudadanía
a partir de la expedición del Decreto 1421 de 1940 donde el Ministerio de la Economía
tuvo la potestad de declarar la existencia o inexistencia, teniendo la potestad de convertir
los resguardos en baldíos y los indígenas en colonos.
De los elementos comunes, la estrategia de suprimir tanto resguardos como indígenas,
fue poner en entre dicho su existencia. Es decir, los indígenas en algunos casos tenía
que comprobar su calidad de indígena, o como una forma de demostrar que el derecho
reclamado no estaba fundamentado, los funcionarios cuestionaron las identidades de los
representantes como Lame, William Oquelele, o el conjunto de los miembros de la
Comunidad de Ortega y Chaparral, San Antonio del Peñón o del resguardo de Santa Ana
de Guazo. Cuestionar su carácter de indígena, a partir de su grado avanzado y la
capacidad de compartir con otros grupos, fue uno de los argumentos usados en las
resoluciones que declararon inexistentes algunos resguardos principalmente del
suroccidente del país. No obstante, seguían siendo indígenas para conducirlos a realizar
trabajos forzosos, o ignorando sus denuncias.
La declaratoria de inexistencia, transformó los resguardos en baldíos ocupados, los
indígenas en colonos y los cabildos, al no existir el resguardo, quedaban sin función.
Objeto de estas supresiones fueron principalmente los resguardos de los departamentos
del Cauca y Nariño, los cuales tampoco lograban la tan anunciada seguridad jurídica, ya
que años después del proceso de división continuaban, residiendo en un resguardo
186 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
Título de la tesis o trabajo de investigación
declarado inexistente y con un cabildo sin fuero, siendo una situación más inconveniente
que la anterior.
Entre las estructuras de movilización, si bien hay referencias de coordinación entre
cabildos incluso desde el siglo XIX, especialmente en el departamento del Cauca, y la
Quintinada rechazando inicialmente el pago de terrajes, durante las primeras décadas se
encuentran las posibilidades de acción que tuvieron los indígenas a través del Partido
Socialista Revolucionario y con el Partido Comunista, en el establecimiento de espacios
de encuentro y de intercambio de ideas con campesinos sin tierras, colonos y obreros.
De ello se establecen Ligas, Sindicatos y Federaciones las cuales tuvieron injerencia en
la elaboración de normas, especialmente en los grupos del suroccidente colombiano.
Posteriormente, la asociación de algunos miembros indígenas al comunismo, se tradujo
en el señalamiento, y en algunos casos, su separación de la comunidad, situación
presentada desde la década de 1950. La Federación Nacional Campesina e Indígena, la
cual adquirió personería jurídica en 1944 fue una plataforma donde se realizaban
declaraciones de respaldo político, solicitar la ampliación del plazo establecido por la Ley
89 para dividir los resguardos y difundían una lectura particular de la situación de los
resguardos en el contexto de la segunda guerra mundial. Gonzálo Sánchez, quien hiciera
parte de ella, propuso la transformación de los cabildos en ligas indígenas para cada
resguardo, las cuales darían los lineamientos en su administración y producción
económica. Luego del proceso de estigmatización del comunismo, la comunidad de
Ortega y Chaparral se identificaría para esta época como Gran comunidad de
Cultivadores Agrícolas Industriales, sin mencionar su categoría de indígena.
En los casos de Nariño y las llanuras del Caribe, no se identificaron plataformas de
representación por encima del resguardo, cada comunidad expresaba su situación por sí
misma. Los indígenas cunas por su parte de las reuniones de varios caciques,
posiblemente por la división de Panamá la capacidad de acción de los caciques locales
se fue reduciendo.
Las formas organizativas no solo surgieron de la relación con el comunismo. Se
intentaron crear organismos que representaran el total de los indígenas como el Comité
Indígena de Colombia, en el que se establece la Junta Indígena de Colombia, el Consejo
5. Conclusiones 187
Indio de Indias, al cual se le encargaría cumplir leyes, respeto por los bienes, costumbres
y respaldos de los cabildos (Espinosa, 2009) dando origen a organizaciones
supraétnicas. Estas instancias de gobierno propio, fueron complementadas con la
construcción de un proyecto fundacional del ser de vida indígena, distinto a herencias
coloniales como el resguardo; el pueblo de San José de Indias creado en 1923 fue la
materialización de un proyecto propio, el cual incluía una escuela, espacio que fue
destruido y quemado en una masacre ocurrida en el lugar en 1931. En fin, el proyecto del
Lamismo además de la recuperación de las tierras comunales, incluyó un proyecto
cultural y político destinado a transformar la visión del indígena de sí mismo.
Finalmente, en los procesos enmarcadores, el derecho expuesto por los indígenas en
sus memoriales sobre el acceso a la tierra tiene diferentes referentes históricos. Por una
parte Lame expone el argumento de descender de los tributarios del rey y descender de
los primeros pobladores y de habitar desde tiempo inmemorial de las tierras americanas.
En el caso de Santa Ana de Guazo en sus antecedentes del Siglo XIX, se basan en el
sacrificio realizado en defensa de la independencia. Los cunas lo cimientan en el apoyo
dado a Balboa en el descubrimiento del Océano Pacífico. En general, todos se
consideran que han aportado a la historia de Colombia, desde la prehistoria, la conquista,
la colonia y la independencia.
Otro elemento común es la asociación del indígena a la categoría de un ser sin evolución
completa, conforme a los discursos racistas presentes desde el siglo XIX. Causa del
atraso en el desarrollo de la nación o de la pérdida de Panamá era la existencia de
indígenas. Conservadores, liberales y académicos promovieron su transformación
inicialmente por el mestizaje, luego con la introducción de nuevas prácticas educativas e
implementación de técnicas agrícolas para superar la pobreza en que se hallaban
sometidos. La valoración negativa del indígena también fue usada por líderes como
Lame quienes destacaban la pobreza e ignorancia en que se hallaban sumergidos,
donde él se posicionó como un salvador o redentor. La categoría de indígena se
establece casi como un estadio en la evolución, la cual se superaría con el mestizaje
biológico, la religión católica, la adopción de la propiedad individual, la educación, el
conocimiento de técnicas agrícolas o un mestizaje social, creando así un indígena
civilizado. No obstante desde algunos líderes hubo una valoración del ser indígena como
lo hizo Lame en sus escritos o César Niño en sus declaraciones a la Revista Tierra,
188 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
Título de la tesis o trabajo de investigación
destacando un ser naturalista, o ser portadores de una civilización originada en la
naturaleza.
Los indígenas de Nariño en los memoriales se referían a sí mismos como campesinos
indígenas, reiterando en sus escritos la capacidad de desarrollar sus acciones y no como
un ser en proceso de maduración, como un menor de edad, cuyas decisiones deben
estar apoyadas. Así mismo, en la ocupación o transformación de estas comunidades en
campesinas, emergió el ideal del campesinado blanco, semejante al presente en
Santander, Caldas y Antioquia, donde las bondades con las que los describían partían de
una composición de sangre principalmente de ancestro español. La categoría de
indígena se ligaba desde el gobierno y gran parte de la sociedad a la ignorancia. Pocos
indígenas se cuentan formados en universidad, pero los documentos así lo registran, lo
cual para el mismo Hernández de Alba se refería a ellos como “descendientes” y no
como indígenas, manteniendo así un estereotipo de inferioridad del indígena.
La relación con el Partido Comunista, si bien no logró limitar la aplicación de la política de
la división de resguardos, por el contrario, parte de la interpretación sobre la necesidad
de la tierra, fue ligado a una comprensión mayor del sistema mundo, teniendo en cuenta
la dinámica de la segunda guerra mundial y los acontecimientos locales.
En el último periodo, donde la violencia bipartidista ocupa la atención nacional, se
radicaliza la estigmatización del comunismo; con las escasas referencias al respecto, los
registros incluyen denuncias al gobierno nacional los abusos a los que eran sometidos,
las detenciones contra sus líderes y la invasión de sus campos especialmente en el caso
del resguardo de Ortega y Chaparral, reclamos que acababan siendo decididas por las
autoridades locales, ya que desde el gobierno central solicitaban información a los
funcionarios municipales, tomando la decisión a partir de los datos suministrados por
estos últimos.
Para concluir, es importante cuestionarnos si al declararse como indígena representaba
una ventaja significativa que permitiera el reconocimiento de sus derechos. Nos
apresuramos a afirmar que identificarse como tal, era la posibilidad menos ventajosa
5. Conclusiones 189
frente a otras categorías como campesino o colono para el reconocimiento de sus tierras.
Para los gobiernos a nivel local o nacional, eran reconocidos como civilizados, para
ciertas causas seguirían siendo indígenas en casos como la conducción a la construcción
de caminos como lo presentado en el Departamento de Nariño.
5.2 Recomendaciones
El archivo analizado presenta las manifestaciones realizadas frente al gobierno nacional,
en el que se procura mantener una postura única por parte del grupo. Sin embargo en la
comprensión de la acción colectiva, sería importante conocer cómo se llega al consenso,
que tipo de discusiones se presentaron, como se tomaron las decisiones, que retos
identificaron para superar la adversidad. Para responder esas preguntas se requiere
indagar los archivos de las comunidades o realizar procesos de memoria al interior de la
organización de cada comunidad.
Bibliografía
Fuentes de archivo
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CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 Resguardos indígenas de Toló y sus agregaciones
en la Provincia del Darién, Intendencia del Chocó
CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//4.1.1 Comunidad Indígena de Caimán Nuevo. Turbo,
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CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.2.1 Sentencias Corte Suprema de Justicia
CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1 [Cauca: adjudicación de baldíos, estado y división de
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CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.1.1 [Resguardo Indígena de PEJENDINO (San Fernando
y Virgen de los Reyes), Municipio de Pasto, Nariño.]
192 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,
estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva
CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.1.2 Adjudicación Baldíos de Ortega y Chaparral
CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//8.3.1 [Extinción Resguardo Cohetando Cauca]
CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 Resguardos indígenas de Toló y sus
agregaciones en la Provincia del Darién, Intendencia del Chocó
CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//10.4.2 Resguardo Indígena Santa María de Caquiona,
Almaguer, Cauca
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Pavas (La Cumbre-Valle): División y nombramiento de administrador]
CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//8.3.1 [Extinción Resguardo Cohetando Cauca]
CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.3.1 [Trámite de tierras de los Resguardos de
Ricaurte y Rioblanco.]
CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//3.4.3 [Adjudicación de Baldíos en la Parcialidad
Indígena de Tangua, Nariño]
CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.3.1 [Resguardo de Ortega y Chaparral: Quejas,
solicitudes, Títulos Constitutivos y protocolización de entrega de tierras]
CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//6.2.2 [Expediente Extinción Resguardo Ortega y
Chaparral]
CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.2.4 [Comisión Divisora de Resguardos de
Tierradentro, Cauca]
CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//7.2.1 [Extinción de Resguardo Indígena Campanero]
CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//7.3.1 Resguardo de Botanilla Pasto-Nariño
CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//5.3.4 [Resguardos Indígenas de Nariño]
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Bibliografía 193
CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//4.4.1 [Extinción del Resguardo Indígena de Tangua
Nariño]
CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//8.2.1 Resguardo del Municipio de Consacá
CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//15.3.1Resoluciones. Ministerio de Agricultura.
Resguardos Indígenas
CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//20.2.6 Comisiones al Departamento del Cauca
CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//10.3.1 [Resguardo de Caldono. Censo de la
Parcialidad indígena elaborado por la Comisión Divisora del Resguardo de
Indígenas.]
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Resguardo San Antonio del Peñón, San Martín de Loba, Bolívar]
CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//17.3.1 [Recortes de prensa sobre indígenas]
CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//10.4.1 Resguardo de ALTO DEL REY, Municipio El
Tambo, Cauca. Censo
Sección Archivo Anexo. Grupo II
CO.AGN.SAA-II.23.7.7.2.3.1 [Informes: asuntos indígenas]
Sección República
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